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3.

APLICACIÓN DE LA BIOTECNOLOGÍA EN LA ELABORACIÓN DE


JABONES Y DETERGENTES.
Enzimas como aplicación en la industria de los detergentes

Las enzimas son altamente específicas y los procesos que utilizan enzimas generalmente
generan menos reacciones secundarias y subproductos que los otros procesos químicos,
y además son más respetuosos del medio ambiente. Las enzimas también permiten que
algunos procesos, que de otro modo no serían prácticos, se puedan llevar a cabo de una
manera eficiente. Además, debido a su estructura tridimensional, la actividad de la
actividad de una enzima puede ser fácilmente eliminada, lo cual hace el uso de enzimas
en la industria mucho más atractivo en la mayoría de los casos ya que pueden ser
inactivadas de una manera fácil y rápida después de su uso. Actualmente las enzimas son
utilizadas en un amplio rango de procesos, siendo especialmente útiles como aditivos en
el desarrollo de productos farmacéuticos, biomédicos, alimentarios (incluyendo bebidas
y productos lácteos), detergentes, productos de higiene personal y textiles, entre otros. En
particular como aditivos para detergentes, las enzimas han contribuido enormemente a su
desarrollo y mejora, tanto a nivel industrial como doméstico.

Los detergentes necesitan eliminar una amplia gama suciedad compleja presente en
diferentes superficies o tejidos. La suciedad que se encuentra en los tejidos procede de
desechos que genera el cuerpo, de las bacterias que viven en la piel humana, de sustancias
que derivan de productos de higiene personal (lociones, cremas, desodorantes, maquillaje,
lacas, etc.), de compuestos del ambiente, de agregados de los tejidos (suavizantes,
blanqueadores ópticos, fijadores de tintes, etc.), de restos de alimentos y otras sustancias
(residuos proteicos y/o grasos) y de residuos de detergentes (aromas, suavizantes, etc.),
entre otros. Esto implica que las manchas pueden estar constituidas por proteínas,
almidón, carbohidratos, lípidos, ácidos grasos, sales inorgánicas, arcillas y pigmentos.

Eliminar la totalidad de esa suciedad en un solo lavado sigue siendo en la actualidad un


reto para los fabricantes de detergentes y el uso de enzimas supone un acercamiento a la
consecución de este objetivo.

Cuando existe una solubilidad óptima, la suciedad y los componentes presentes en las
manchas se eliminan fácilmente durante un proceso de limpieza. Sin embargo, en muchos
otros casos las manchas son sólo parcialmente eliminadas por los surfactantes, builders o
agentes de blanqueo presentes en los detergentes. En la mayoría de los casos el uso de la
enzima adecuada en un detergente ayuda a la eliminación de la suciedad y las manchas,
y mientras que los componentes detergentes tienen una acción puramente físico-química,
las enzimas actúan degradando la suciedad en fragmentos más pequeños y solubles. Por
ejemplo, las proteasas y las amilasas pueden eliminar las manchas proteicas y de almidón
respectivamente. Por otro lado, las grasas y aceites son por lo general difíciles de eliminar
con detergentes convencionales usando bajas temperaturas de lavado (por debajo de
40ºC); sin embargo la aplicación de las lipasas mejora la eliminación de grasas y aceites,
incluso a temperaturas en las cuales el material graso se encuentra en una forma sólida.

La primera enzima contenida en un detergente fue introducida en el mercado soméstico


en 1913 por Röhm y Haas, en Alemania. La empresa añadió la proteasa tripsina extraída
del páncreas de cerdo a uno de sus detergentes utilizando una patente de Otto Rohm
(DE283923, 1913). Debido a la existencia de problemas de estabilidad y actividad de la
tripsina en presencia de los ingredientes presentes de forma habitual en los detergentes,
no fue hasta 1963 cuando se comenzó a usar el concepto de detergente enzimático, año
en el que NOVO desarrolló y comercializó una proteasa bacteriana más tolerante que
denominaron Alcalasa (US3674643, 1972). Entre 1980 y 1990, las condiciones de lavado,
especialmente en Europa y debido a la Preocupación por el medio ambiente y al ahorro
de energía, se orientaron a buscar procesos desarrollados a bajas temperaturas (de 60°C a
40°C), reduciendo las cantidades de agua y los tiempos de lavado. Esto hizo que tuvieran
lugar cambios importantes en la formulación de los detergentes basados en la búsqueda
de nuevas proteasas mejor adaptadas a las condiciones de trabajo y en la búsqueda de
nuevas actividades enzimáticas.

Las enzimas que se usan industrialmente como aditivos en detergentes proceden


principalmente de bacterias y hongos e industrialmente son producidas en grandes
cultivando estas bacterias y hongos en fermentadores. Las proteasas fueron
históricamente las primeras enzimas en ser usadas como aditivos en detergentes, pero
además de éstas, otras hidrolasas tales como lipasas, amilasas y celulasas han sido
incluidas en las formulaciones detergentes. No obstante las enzimas proteolíticas
(proteasas) siguen representando casi el 60% del mercado industrial en el mundo, ya que
tienen aplicaciones en un amplio espectro de procesos biotecnológicos como la
elaboración de alimentos y productos farmacéuticos, la industria del cuero, la industria
de los detergentes, etc. La siguiente tabla muestra los principales grupos de enzimas para
detergentes aplicaciones.
Hoy en día las enzimas con aplicación detergente representan alrededor del 30% de la
producción de enzimas total a nivel mundial y representan una de las aplicaciones más
importantes y exitosas de la biotecnología moderna industrial (Chand y Mishra, 2003).
En el año 2005, las ventas anuales de enzimas para su aplicación en detergentes
ascendieron aproximadamente a 592 millones de euros, aumentando hasta 731 millones
de euros en 2010. Dos terceras partes de las enzimas para detergentes son vendidas en
Europa, EE.UU y Japón. Se espera además que este mercado crezca en un rango de en
torno a un 5% anual durante los próximos años. Por otro lado, las enzimas se están
beneficiando de la situación de los costes actuales de otras materias primas usadas en la
fabricación de los detergentes ya que las enzimas no dependen de la volatilidad de los
precios del petróleo.

Actualmente, la ventaja competitiva del uso de enzimas como aditivos en detergentes no


está relacionada con la reducción de los costes de producción de los detergentes. El
incentivo se encuentra más en la línea de la aplicación por parte de los usuarios finales
como por ejemplo el uso de temperaturas de limpieza más bajas. Las enzimas se utilizan
en pequeñas cantidades en la mayoría de las preparaciones detergentes, en torno a 0.4%
– 1% en peso, lo que supone alrededor de 1% en coste; sin embargo, su presencia aumenta
significativamente la eficacia de los detergentes. Las enzimas se usan con el objetivo de
reemplazar a los compuestos sintéticos, minimizar el uso del agua, así como el consumo
de energía, ya que antes las manchas sólo podían ser eliminadas con blanqueadores y a
altas temperaturas, lo que suponía un considerable gasto energético y una gran
contaminación medioambiental. En particular, como aditivos para detergentes
comerciales, las enzimas han contribuido enormemente al desarrollo y mejora de éstos,
tanto a nivel industrial como doméstico. Entre los beneficios generales del uso de enzimas
como aditivos en los detergentes se mencionan los siguientes:

1) Una buena eficiencia de limpieza.

2) Tiempos de lavado cortos debido a un aumento en la rapidez de degradación de


la suciedad.

3) Reducción del consumo de energía mediante la reducción de la temperatura de


lavado.

4) Mínimo impacto ambiental debido a que las enzimas son biodegradables.


5) Eliminación de los últimos restos de las manchas (aproximación a la limpieza
total).

6) Rejuvenecimiento de la tela de algodón. La mayoría de las enzimas presentes


hoy en el mercado han sido mejoradas por técnicas de ingeniería de proteínas o
bien provienen de microorganismos recombinantes (genéticamente modificados)
para optimizar su proceso de fabricación, y minimizar el impacto medioambiental.

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