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LOS EGOS
OLIMPICOS
el deporte en Grecia
y
N M'I Hld!'J H I /
Wal'{l,lollal Spaill ~
I."~ 11 11.. //(, ')! Editorial AUSA
11111' (111 Sabadell
"no hay mayor gloria para un hombre
mientras vi'va que la que haya conse-
. y sus manos "
con sus pzes
(Odisea 8.
,
~ f
,
CAPÍTULO 1
EL DEPORTE GRIEGO:
CARACTERÍSTICAS GENERALES
Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA
1.1. CRETA Y MICENAS
')
..
f'liRNANDO GARCÍA ROMERO _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _[_'(_'S_'~I'(; lS (l!.lM!'!! Il~
1I11('I![O de la población no griega sometida, el fuego destruyó de que nos proporcionen alguna luz sobre olros telllas illlponalllCS, lomo l'S
.1111'1''' ddillitiva el palacio de Cnoso y marcó el final de la cultura el caso de la posible relación entre las actividades deportivas de los
C'1('IISl', Imo no afectó, sin embargo, al poderío micénico, que se cretenses y las de los griegos posteriores, Así, en tanto que algunos
I.UIl IIVO l'U auge durante un par de siglos más, hasta que se derrumbó pretenden encontrar en Creta el origen del deporte griego (Glotz, Sake-
1('11 !,or illvasiones externas bien por un proceso de disolución interna. llarakis, Ridington, Popplow, Renfrew con reservas), Otros niegan
La illlagm que los hallazgos arqueológicos permiten hacernos de la completamente tal posibilidad (Gardiner, JüthnerjBrein, Howell,
IVlh1¡[11111I Illi!loica refleja una vida notablemente pacífica, ajena a la Pattucco), mientras que otros estudiosos (Harris, Weiler) mantienen una
!.IWl'ra y libn' de agitaciones sociales, organizada en torno a los grandes prudente reserva ante la ausencia de datos, a nuestro juicio la postura
I.da( IIIS, '111t' 110 <:sraban rodeados de murallas, pues su dominio del mar más acertada, aunque también la más fácil y menos comprometida y
:'1<1 ... lIlíl i('lIlt' pWIl'cción para los cretenses contra los ataques externos. arriesgada,
I.os palacios y construcciones adyacentes eran, en efecto, el centro
adlllillislnuivo, \"wnt'Jl1lico y religioso de cada región y sus innumerables
(·...I¡1I11 li['" ('slahall decoradas con grandes frescos y otros adornos, que nos
1.1.1. Juegos del toro
111111',>11';111 [111 modo de vida cómodo y refinado y a hombres y mujeres
.I,·.. ,·, ....os d(· disfrutar de la existencia, amantes de las competiciones Han sido los juegos del toro las formas de ejercicio físico de la Creta
d"I'41l'1lvas y olros espt-ctikulos (pues, efectivamente, también las mujeres del segundo milenio a.e. que en mayor medida han centrado el interés
I,'III¡III ¡[(IIVa panicipaci('m el1 los espectáculos, tanto en calidad de espec- de los estudiosos del deporte. Es, además, la actividad deportiva mejor
[".1111.1\ '''"111 1'11 1¡¡lidad de actuantes). documentada con mucho; sin embargo, pese a la gran cantidad de repre-
I )¡Idll 'IUl', a l:tlla de testimonios escritos (los textos en Lineal B sentaciones en frescos, vasos, relieves, terracotas, bronces, sellos y anillos,
11.1.1.1 1111S .1111'11 iHl'rCI dd deporte cretense), nuestra única fuente de siguen siendo numerosos los aspectos poco claros, no solamente en lo que
Udollll,j( 11111 SOIl los hallazgos arqueológicos, no podemos obtener una se refiere al origen, carácter y significado de tales juegos, sino incluso CIl
1,.lItOI.IIIII( ,1 wlllpkw de las anividades deportivas y su significado para lo que respecta a la manera de ejecutar el salto sobre el animal.
I.. ~ 1llIlIlhn's dl' la ,lIuigua Creta, de manera que siguen siendo numerosas Arthur Evans, basándose sobre todo en el gran fresco del palacio dl'
1.1\ "ttdas y (OIl¡t'llIras al respecto. No obstante, en lo que sí hay unani- Cnoso (figura la) que muestra a un joven apoyado de manos sohre el
IllIdad ('S 1'11 d n'(()[lOlilllicllto de la importancia de las manifestaciones lomo de un enorme toro, a una muchacha que ase el cuerno del animal y
d('l0rvi~ ('11 la vida (k eSIC puchlo, habida cuenta de la sorprendente a otra de pie, tras él, con los brazos extendidos hacia adelante, oi'n'l ¡tí
In'! 111'111 ia 1011 qUt' los l·¡t·nilios físicos aparecen representados en una interpretación del salto en cuatro fases (figura lb): el atleta ase por
1'"!lIra~, l'~( uhuras, sellos, ViISOS, t·tL, en mayor número que ninguna los cuernos al toro t¡ue corre hacia él, aprovecha el impulso que fl·(ihe al
tilia ¡[! 1ivida.!, Adt'II1:íS, la IIlUI hedllll1hre de l'spenadores qUl' figuran en sacudir la cabeza el animal para aterrizar sobre el lomo y de ahí pOl1er d
IIIS In'slos (tlllll'llIplalldo los l'slx'u;¡n!los n'lTcativos o deportivos parece pie en tierra (ayudado por la muchacha que extiende los bmzos).
lodílOlI' qlll' éstos 110 l'mll lOsa de una lIlilloría, SillO qUl' estaban abiertos Esta explicación (con sus cuatro fases completas o bien n:ducidas a
a lOdo d pueblo. tres, dejándose caer el atleta directamente al suelo, sin pasar preVialllellll'
1\11 lo qlw n'SIll'tW atada depol'll' t'l! panilltlar, los /t'SliI1l0Ilios SOIl por la espalda del toro) ha sido luego repetida y aceptada a Illl'lllldo,
11 IIIl'owlo illl ttlllpl('l\)s 11 illllhi}o\lllls, y lílrl'lt'IIIOS lasi IIIlillnlt'llIe dl' dallls pero son también muchos quienes consideran tal ejercicio físiulIllt'llll'
10 11
FERNANDO GARCíA ROMERO LOS OL!MP!C()S
11'4I'.ihlt', opllllon que apoyan, al parecer, los profesionales del rodeo Igualmente controvertido es el tema del origen y significado de tales
'1'''IIi'ados, entre otras cosas, dicen, por el modo de embestir el animal, juegos: ¿tienen su base en el ámbito religioso, en algún tipo de rito, o bien su
H' 110 ('S IIllllta de abajo arriba, sino lateral, de manera que no podría carácter ha sido siempre profano? ¿la posible significación cultual se conser-
IIPlllsar al atit'ta hacia su lomo. No obstante, la historia del toreo vaba todavía en la época en que se datan las representaciones figuradas que
.pal)ol propurciona abundantes ejemplos de arriesgados saltos sobre el han llegado hasta nosotros o bien no era ya más que un simple espectáculo?
,m qul' J'('quil'ren de sus practicantes asombrosa agilidad, destreza y Como hemos señalado, los datos más o menos firmes en que podemos
alm ("salto del trascuerno" , "salto sobre el testuz", etc.; cf. ]. M. de basarnos son escasos, de manera que se comprende bien que las explicaciones
tI,~il /,1/,1 111/'11,1: Inltado técnico e histórico, Madrid, Espasa Calpe, 1943 que se han dado al problema del origen y función cultual o profana de los
ss., VIII. 1, p, 77755.), de manera que no podemos negar a los cretenses juegos del toro cretenses se apoyen en gran parte en conjeturas y analogías
'r,lIli\ as sl·llIl'jalltl's. Se han sugerido, sin embargo, otras interpretaciones con actividades supuestamente semejantes (nuestras corridas, naturalmente,
lill'f!I;IIIV;¡S. Así, Chadwick (pp, 25-27) piensa que las equívocas posi- han sido un paralelo a menudo sacado a colación).
1\ 1111'S d(' los l'jnlltantl's en las representaciones que conocemos se deben Ya a principios de siglo, Reichel, consideraba los juegos del toro
I la ¡lit apa( idad del artista para representar la perspectiva y que el sencillamente como una evolución de la costumbre de cazar toros salvajes
Iqulrll' ddlla tOllsislir <:11 l'xcitar al toro para que embistiera y entonces el por parte de los campesinos, práctica arriesgada, pero indudablemente
,llil'liI, ('11 \,1 IlHllIll'IJ(O prl'ciso, saltaba haciendo que el toro pasara por necesaria, ya que los animales se convertían a menudo en un peligro,
'iIllI, bl a ('xplical Üíll, 110 obstante, choca con la mayoría de los testl- como reflejan, por ejemplo, los mitos de las hazañas de Heracles y Teseo.
1111111111\. 1'11 los t¡III' St' mu<:stra claramente un contacto físico del atleta Esta explicación es tenida en cuenta por Evans y aceptada por Gardiner,
11111 d '1I11111al. quien recuerda testimonios de la época (las copas de Vafio) y costumbres
()lrIlS illv('sligadores, partiendo de un minucioso examen de los similares vivas todavía en Tesalia posteriormente, como veremos poco
.111. IIIIII'III'IS ar'lllt'ohigilOs, distinguen entre varios tipos de saltos. Según más adelante. El origen profano de los juegos ha sido defendido con
YlIlIlIgn, d afil'la pod!a saltar sohre la l'spalda del toro acometiéndolo especial tenacidad, frente a la opinión mayoritaria, por un gran cono-
1.llt'1,tllllI'l1l1· I'tll' 1111 l1alllO () bit'n l'ncadndolo de frente, pero con la cedor de la religión griega, Martin P. Nilsson, en diversas obras" Para él,
,1\,11.1" d~' 1111 Ira 111 poiill (v{:aSl' ramhién al respl'cto el reciente artículo de no se trata de representaciones sagradas vinculadas a un culto al toro
Thl'~I), 1'111' Sil panc, I lowdl, tras un estudio muy completo, dife- (cuya existencia ha sido muy discutida), sino de un deporte secular y
11'1111" ('1111'1' los salios <¡Ul' se practicaban <:n d campo, en los que se podía enormemente popular. Hay finalmente quienes, como F. Matz, han
,1' 111111'1 I '1' al (IU"O por los llantos () por detnls o bien agarrarlo por los pretendido tender un puente entre lo profano y lo religioso, al sostener
1It'l~ y ""har I lIalldo el anilllal se <:ncolltraha tranquilamentl' echado, y que la captura de toros en el campo tenía como fin no tanto su doml'sti-
1t~ \alrt~ 1l;t~ pdigroslls dI' los juegos oficialt's, representados claramente cación o la liberación del peligro real o eventual que suponía el toro, sino
1'11 d fn'slo dl' (:IlIlS0 y l'll OIWS IlHllhos dOlllll1ellfOS, l'1l los (llI<: el arll'ta sobre todo la obtención de animales para el sacrificio, mientras que Vera
1'111 ;11',,1,;\ al (oro y sallaha sohrt' d hasla all'rrizar dl'lr;ls. No obsntlll<:, Olivová, aun admitiendo que el origen de los juegos del toro palaciegos
Ililwdl, (\111111 IIItH litiS tlt' I llantos St' han IKllpado !'l'( it'Il!l'!nt'llfe .Id hay que buscarlo en la caza de toros salvajes, considera no obstante qUl'
jll'tlhlt'llla. (ilflduYI' qut' (011 Il'S( illlolljoS dI' las tt¡('adIT{SI iUIS dI' los qlte tal práctica llegó a adquirir una forma ceremonial y un sentido cultual,
pilt'I~ nada p\lt'dl' afll'lIlarSl' rol! st',l~Irida y los salioS U't'!t'IlSl'S sohre dada la conexión de la Diosa Madre cretense con el mundo animal y
d 101'0 Sl',~1I inj(l sit 'lit 111 o!ljl'llI dt, ('sPt'( 11 la( jOIlt'N, particularml'nte con el toro.
1) u
I'I](NAN\)() (;A!lClA I\OM¡;¡¡O l' ¡" JlII! ,I)~ I )IIMI'U el"
La opini.íll mayoritaria, sin embargo, tiende a afirmar el origen reli- Prueba de todo dio sería el Illínwro elevado de 1I1l1jercs quc ilJI('/'viellt'lI y
gioso de los jllCgoS, pero con discrepancias en dos aspectos importann::s: si el exagerado tamaí'io dd toro, sus cuernos y su sexo ell las repn'Sl'IIW-
IlIs lazos rilllaks se mantenían todavía vivos en la época de los palacios Clones,
<1 )it'lIl. Ilowdl, Popplow, etc.) o si el antiguo rito se había convertido En suma, los problemas que plantean los juegos del toro, rOlllo casi
por ,'111011U'S ('11 un espectáculo, desligado ya de sus orígenes cúlticos todo lo relativo a las actividades deportivas () recreativas de los lTetl'IISl'S,
(Mallt'll. I':valls, Álvarez de Miranda, ete.); y, en segundo lugar, no hay distan mucho aún de estar resueltos y una solución definitiva sení dif'(1 iI
a. IlI'rdD a la hora dc rom'retar en qué consiste exactamente ese nexo con de alcanzar con testimonios de las característÍLas de los que pOSt'l'mos,
d ,I¡JIO, qlll: tipo de riro está en la base de la actividad que los monu- El origen de los saltos sobre toros, algunos han pn:tel1dido hallarlo,
1IIt'II10S nos IlHll'str¡¡lI. como se ha indicado, en la captura de toros salvajes en el rampo, pnln inl
Malfl'lI, y WII él Diem y otros, hacen remontar el origen de lo que, documentada por diversos sellos y sobre todo por dos tazas de oro, (Id
('11 Sil Opilli')II, ('ra ya un juego en la época de los palacios a antiguos siglo XV a,c', encontradas en Vafio, no lejos de Esparta, íKtuallll('IJ!"
~;" rifí. ios 1IIIlllanos en honor de la divinidad (concebida como un toro), sitas en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Una de ellas repn'-
d., 11I.III('ra qUl' los hombres destinados a ser sacrificados (quizá al prin- senta una escena de captura: un toro salvaje ha caído prisionero l'll ulla
e Ipio I'l'ISíollcros de guerra) podían quedar libres si conseguían vencer al red tendida entre dos árboles, en tanto que otro huye y Ull Il'lU'W
,lIlIllIa 1, y dl' el lo sería reflejo la leyenda del Minotauro y su exigencia de acomete furiosamente a los cazadores, a dos de los cuales ha derriba!
vII Illllas hlllllallas. Más frecuente, desde Persson, es la vinculación de los La segunda taza, como contraste, muestra toros domesticados, ayudando
11H'f-',e" cid (Oro mil rituales de la fertilidad, como parte de festividades en las faenas del campo.
.1I111.tI.'S .1,' prilllaVl'ra, de manera que la sangre del toro que corre bajo Muchos siglos después, y en forma ya organizada como espl'cnÍllllo,
III'IT.! ,'" slllIholo de la fecundidad renovada, como sostiene Popplow, la captura de toros subsiste en Tesalia y también en Asia MeJlor, y hit,
.1.1111 ;,'11.10 'tillOS paraldos de Egipto, Asia Menor y la India. También luego introducida en el circo romano, De manera semejalHl' a los
Alv.III'Z .1,' Miranda parte de la concepción del toro como representante modernos rodeos, un hombre a caballo (rara vez a pie) galopa hasta
dI' la P!)II'llI ia gl'Ill'radora en el mundo animal, pero, dado que ninguna llegar a la altura del animal, lo ase entonces por los cuernos y salta sohre
pn wha Idlal iml l' indica que d toro fuese en último término la víctima él derribándolo al zancadillearlo. Este deporte es descrito dewlladalllt'llf('
',11 ríl 11 ial dI' la {{'fl'mOllia, sostiene que el origen de los juegos cretenses es en un epigrama de la Antología Palatina (9,543, del siglo 11 a.( :,) y l'll
1111 "rilO Ill¡igiw, basado en la intuición del toro como reserva de la la novela Las Etiópicas o Teágenes y Carie/ea de Heliodoro de ElIll'sa,
l'lll'l'gta g('lIcral iva, aprovechable por el hombre, pero especialmente útil autor del siglo III o IV p,c., donde la captura de un toro se ha escapado
a la 11111;('1', (()IJlO garantía de fecundidad", de manera que "las corridas por parte de Teágenes, precisamente un príncipe tesalio, provoca la
, J't'jc'WWS SI' pllt'lkn presentar en una zona que no sea la del culto verda- admiración de la multitud (10,30),
d('1'tI y propio, sino en l:'se estrato difuso y multiforme del instinto
IlIagiw". li.1 rilO de fertilidad consistiría, entonces, en entrar en contacto
'011 d ltlro, him coloclndose delante de él bien tocándolo, y quizá sus
1.1.2. Boxeo y lucha
tll'IW'lll'S 1'l'1II0llH'Il a lIlIa peculiar exposición de la mujer delante del toro,
ilIl1l1ll1l' luq,(o la partidpación masculina precipitara la evolución hacia la Diversos documentos testimonian la existencia indudable de
('!llt'ra dd ¡lIt'gO, ('slado l'lJ que nos lo presentan ya nuestros testimonios. competiciones de boxeo y lucha en la Creta minoica (un inventario
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FERNANDO GARCÍA ROMERO I LOS JUECOS ()I.M'~
(Oll1plcto puede hallarse en los artículos de Coulomb), pero tampoco en la anchura de los hombros y la poderosa musculatura tll' brazos y
('Sil' (aso pueden definirse con exactitud ni las reglas que las regían ni su piernas. También es muy semejante la postura adoptada ('11 d IllUIIH'1I10
film i(ín social. de la lucha: los púgiles aparecen con las piernas hil'll separa( las. la
El m<Ís completo testimonio es un ritón de 47 cm. de altura, izquierda adelantada y flexionada y la derecha rettasada y eXlulIlida. de
dalahle hacia la mitad del segundo milenio, que procede de Hagia manera que la parte superior del cuerpo se inclina ligetallll'lHl' hal ia
TrI'ad" y se conserva actualmente en el Museo de Heraclion (figura 5). atrás; el brazo izquierdo, con el codo doblado hacia arriba, II1¡Ult ¡l"II' la
I le las tlmtro franjas en que se divide, la superior y las dos inferiores distancia con el rival, mientras que el derecho (el únim que lIevall prol('
fl'prl'Sl'llIan mmpeticiones de boxeo y lucha (en la superior aparecen gido los niños púgiles de Tera), doblado a la altura de la lilllllra, ('sl.1
lalllhil:1I Ires hombres quizá en actitudes de correr y saltar), en tanto que preparado para asestar el golpe definitivo. Tanto la t'SIl'U(lUnI físj( a dI'
la I'('SI;\III(' muestra una escena de tauromaquia. Los combates han sido los atletas como su técnica de lucha parecen ser, pues, fruto dt· 1111 II¡ida
Illimll ips,l11ll·1tte observados y reproducidos en sus diversas fases. En la doso entrenamiento.
t rallJíI superior los rivales, el uno frente al orro, se golpean mutuamente; De la misma manera que el nacimiento de los jm'gos 1 amillos SI' ha
('(1 la I\'rll'ra, ell cambio, uno de los pugilistas ha conseguido derrotar a hecho remontar a una necesidad práctica, la captura de allilllait's salvaj('s,
...11 adwl'sario, que aparece caído boca abajo, mientras que en la franja el origen del boxeo se ha buscado en el ohligado elltrl'llallli('IIIO para la
lIJ1fTl()(' dalle/a derribado ha caído de espaldas y parece que intenta guerra, y así, en opinión de Jüthncr y Gardillt'r (qUl' l'11l1l('llll'a ('1\ d
i'1II1<'p,('rsl' lallzando una patada, por lo que se ha pensado que el relieve hecho de que los púgiles lleven casco una dara prueba dd (anÍlII'\,
III{¡-flor pudil'ra ('l'preSentar una escena de lucha libre en la que está militar de la competición), hacia la mitad dd segundo milenio SI' trala!'!'a
1"'111111 idn (así IOdo, semejante al posterior pancracio o al boxeo de espectáculos cuyos protagonistas eran profesiollall's, ItIt'I'I ('lIaríos,
1.111.11 Il Il's. No ohslalll\', la posición de los competidores es esencialmente esclavos o prisioneros de guerra. No ohstante, d li'l'slO de Tera, pOS1\'
1.1 1111'>11101 1'11 (ada lIlIa de las escenas, por lo c¡ue es posible que todas ellas riormente descubierto y datable por la misma {-pota (1\1(' el !'il {111 (h-
.1(·...111""11 ,,11;lIlila allívidad deportiva. Hagia Tríada, parece sugerir la existentÍa dI: (0111 P('I kiolll'S hox (SI has sill
I.O!>' ,tcll'las dI' la franja inferior van con la cabeza desprotegida, ese carácter militar, en las que los wmbatientes S(' t'llfrt'llIan P"I' phu l'\, y
1I11l'I\lfólS qll(' los I'CSlalltl'S llevan un casco, de piel o metal, que apenas entrenamiento, e incluso no se puede descartar la posihilidad d(' qlll' IIIS
.11'1,1 al dl'sl uhil't'!o lI1.lS que los ojos. Otras protecciones cubren manos y combates pugilísticos pudieran haber tenido lugar 1'11 d mano dI' al¡"~I.\
,1I1f('hrólWS, hasla m<Ís arriba cid codo, y se asemejan al caestus romano festividad religiosa, en cuyo caso las columnas qUl' sirvl'1I de fOlld!! a las
lilaS qlll' a las WITt'as de los pugilistas de época clásica; protecciones escenas del ritón de Hagia Tríada represelltarían ('1 pala( io, d lllgar
SI·IIU'!.lItll's lIlllestra otro testimonio fundamental del boxeo cretense, un donde se desarrollaban los festivales religiosos (así pi(·IlS'111, ('11/1'(' OI!'IIS,
h,lgIIH'llfO dl' ('slt'alita de la misma <'poca, que representa un púgil a Matz, Popplow y Olívová).
IlIyllS pi('s ¡igura la rodilla dd adversario derribado (el famoso fresco de Por último, en conexión con el boxeo, se ha afirlllado talllhil;1I la
los nino!>' hoxl'adores de Tl'ra, figura Ú, Se encuentra demasiado deterio- existencia de ludulS de gladiadores, entre prisiolH'ros dl' gtll'l'1'a 1\\ H'
r¡Hlo y, adcllds, repreSl'tlta prohablcml'nte una actividad pugilísrica dife- competían por su vida, peto no hay prueba alguna que avak· tal SlIpOSI
r('IIIt') . dón, sltgerida por Evans y Ridington (p. ()(¡).
El tipo all¿.tito dl' los boxeadores adulros ('S siempre el mismo; la
t'sln'dU'z tll' la dntlll·a. suhl'ayada pOI' UII ajusrado durllníll. LOntnlSr¡¡ nm
1(1
17
IIHNANIH le ,AUI 111 IU IMIIIII I~ 1111'1,11:-' I IIIMI'It I'~
1. I.J. Ocws {'jl·,'dl'Íos físÍl'os alJ,i~I illl\'rpr\'lac ¡CIII, dI' 1I¡¡lIlI'ra «II!' la:-í (!lllj(·lllra:o. y I'SIW( lila' IOIlI'S al
r('sp'"lo SOIl y sl'gulr,ül Sl('lIdtl IIIl'Vilahlt,s,
1 lila a' rividad ¡{sila dt, los lTetellses ahundalllt'll1t'lItt' dOtlllllenrada.
Talllhi, ;11 ('S POU 1 lo «tI(' los da lOS a!'qulki~( os nos t'IlSenall sohn'
1'11 Ir('s! liS, SI ,11 os y l'stalll ilIas, l'S la danza, de canicter marcadameme
las iltlividadl's lísitas de los ~1'ilg()S IlIidlliws, I'nínitallH'nl(' las ¡¡lIilas
1"11 11 ti I <l1¡..',1I1'a n,
Nu t'll vallO las tradiciones de la Grecia posterior vincu-
dOc'IIIIlt'tlladiIS, aparte de la danza, son la taza y «uiz,i las 1 arreras
Llhall ¡¡ ( :rl'li! d flalimit'lltO de esta manifestación cultual, cultivada en la
ranos, si hiell es razollabk' su pone!' que los midnÍtos prart il aroll oll'OS
p.l" (ufI ¡..',rall ,di! 1"111 Y maestría (cf. Jlíctclct 16,617, 23,249; Luciano,
ejercicios físicos, a juzgar por problellliíricns tt'stimonios al'tflll'oklgitos
S(JIJI'/' /" tI,l~" 8; Atelleo 650a, ete.), Los bailarines, casi siempre
vaso micénico de Chipre lIluestra quiz;í dos boxeadores y dos mrn"
1111I;,'n's, qt'l llIilll, Illdividualmente o en grupo, danzas pausadas o extá-
dores) y por los datos que nos procuran los poemas homériws y los allli-
111 .IS, «111' plIt'dl'll quedar ejemplificadas respectivamente por el fresco de
~1I0S mitos (donde los héroes a menudo saltan, lanz¡lI1, torrcn y luchall).
( fllI\O '1111' n'prt'sl'llta ulla danza ceremonial en un campo de olivos ante
si bien, como veremos enseguida, es conveniente mam'¡ar tales (('SllmO-
1.1 IllIrada dI' ulla lllultitud de espectadores, y por el sello de oro
nios con suma cautela,
"111'.11", ('11 d qUl' cuatro mujeres danzan con los brazos extendidos,
Como se espera de una cultura de canicter mucho m¡ís miliwl' qlll'
Talllhi':1I anlt' l'spectadores debían de ejecutarse los juegos aaobá-
la cretense, con frecuencia hallamos escenas que muestran a homhres
f It o .. «111'
al'"r(,(I'1I representados en algunos monumentos (figura 8), En montados en carros, Normalmente se interpretan como reprt'sentaliollt,s
, ,1111\'11" ,'11 la (<Iza y la pesca, extensamente representadas, se hermanan
de la guerra y de la caza, pero ya en los aflos 50 Mylo[las y Popplow
1.1 111'( ('sidad pr,ÍI tila de conseguir alimento y el deporte; los mejores testi- sugirieron la posibilidad de que se tratara de carreras de carros telt'br,lIl"s
1It~ dI' ('SI<lS anividades son quizá las dagas de bronze incrustadas de durante el sepelio de algún personaje importante o en su (Olll11t'llluratififl
11111 • PIt' f lI('rUll halladas en las tumbas del círculo real de Micenas, de la
(figura 10), de manera que quedarían así vinculados los ejercicius lísitos
11111.1.1 dd siglo XVI a,c', y los "Frescos de los pescadores" de Tera con los ritos funerarios y el culto a los muertos, como enComrallloS t'fI
(111-',111.1 'J), Los la/,adores, armados con arcos y flechas, lanzas, espadas, Homero y en las leyendas sobre la fundación de los grandes juegus P()su'-
y rn It,S, apart'cen persiguiendo leones, ciervos, cabras salvajes, jaba- riores. Sobre ello volveremos más adelante,
Inros, av\'s. etc.
( )rn IS 1¡pos de actividades físicas sólo ocasionalmente figuran en
IIIII'SII'OS <!IlUlIllelltos, Ya se ha dicho que en la franja superior del ritón BIBLIOGRAFÍA
1 h' l Ltgia Tríada tres hombres parecen estar corriendo o saltando, igual
111 H' IIlrrl'1l «ambién (aunque como ejercicio militar más que como prác- 1) General. J. Chadwick, El mundo micénico, trad, esp. Madrid
11. ,1 d('pon iva) un grupo de negros, sin duda soldados mercenarios, en el 1977; A.J. Evans, The Pala ce o/ Minos at Knossos, Londres 1921-11)1(1,
II'!'\III lIalllado "Capitán de los negros", Por su parte, la natación aparece 4 vol; G. Glotz, La civilisation Egéenne, París 1952'; M,L. Howell,
,'11 al~IHs testimonios y escenas submarinas se muestran con frecuencia "Sport und Spíele ¡m minoischen Kreta" (con resumen en inglés), l'Il 11.
,'11 f r('s( liS y vasos, Ueberhorst (ed,), Geschichte der Leibesiíbungen, Viena 1972-7H, I
hll definitiva, es imposible hoy por hoy ofrecer una panorámica 229-259; L. Malten, "Leichenspíel und Totenkult", MDA/ (I?)
• IIllll'll'la de los ejercicios físicos y el deporte en la antigua Creta, dada la XXXVIII-XXXIX 1923-24, 300-341; S. Marinatos-H, Hírmer, Krt'ltI,
I'SI ",sez dc testimonios para muchas actividades y su a menudo difícil y Thera ttnd das mykenische Hellas, Munich 1976; F. Matz, Kreltl.
IH 19
1:I'HNANII(J (;AIII lA IU ¡MHUI I~ I!H,~ IIIIMIII! Il~
Al yÁ~t'I, '/'ro;d, IJie mi I/oú¡'hl' Imd hOllli'rúdll' \Y'e/I, Stuttgart 1957; M, P. 1.2. 110M I\I{O
N ilSSOlI, 'f'Ii(' Mi!/o,m-M.YI'('f/clean Re/igion and its Sttrviva/ in Greek Re/i-
,li/llll, I.und (I),)()'; K. Papaefrhymiou-Papanthimou, "Athleric Games in Tras el llUlldill1Íl'fllO de la lulIlII'a llJiú;nit a, sigue 11110 de los
MIIIOilll Crett' ill1d Myn:naean Greece", Archai%gia IV 1982, 16-2l; Ilt'rlodlls Ill,ts oscuros de la hiswria de (¡reda, quc llega hasta el siglo
A, W. Pl'rsson, '1'1:11' I?elip.,ion 01 Greece in prehi.rtoric Times, Berkeley VIII a,( :" cuando, el! ulla Ilu('va (olol1izmi¡íll, los Wiq,l,os Ulllli('IIZil1\ otra
¡I)'I/; B.), PUlllall1, ConrejJts 01 Sport in Minoan Art, Dis, Univ. ofSout- vez a extl'ndl'rsl' a lo largo de todo el Medill'rr¡[,H'O, lis, dl'nivalllt'f\lt',
11(,1'11 Clllilú1'Ilia 1()ú7; C. Renfrew, "The Minoan-Mycenaean Origins of una" Ilpoca OSnlra", pero sin duda fUlldalllelHal para {'I desarrollo de la
dI!' Pallhdlmjc (;;unes", en The Archaeology 01 the Olympics, ed. por cultura griega y llena de innovaciones: el hierro va rl'l'll1plazalldll al
W,,I. (LIS, hl.:(', Wismnsin 1988, 13-25; W.R. Ridington, The Minoan- bronce, la cremación de cathíveres a la inhumaó<'JIl, rl'aparl'U' la t'striwf'a
Al )'11'11"1'''" ntll'k,lirOlmd 01 Greek Ath/etics, Dis. Univ. Pennsylvania (tras el paréntesis (llIe supuso el colapso del mundo Ilk~iw) (011 la
11) ~'l;.J Sakdlarakis, "Athletics in Crete and Mycenae", en N. Yalouris creación del alfabeto, el poder del rey decae hasta convertirse ('I! tllI
kd,), '/'/JI' t'/crlltll O/ympicJ, Nueva York 1976, 13-23. jJrilllttS ínter pareJ emre los nobles, situación que parece reflejada ell la
. l.) Juegos del toro. A. Alcázar de Velasco, "La taurocatapsia, corte de los feacios tlue acoge al náufrago Odiseo. Así pues, ('11 l'stl'
d prifll('r Ikportt' del hombre", CAP 1 1959,313-323; A. Álvarez de período en el que, en palabras de Schadewaldt, se aÚllan "porvl'llir l'lI
Mlrallda, l?i!oJ.Y jllef!.(lJ del toro, Madrid 1962; V. Olivová, "Sobre el formación y pasado aún vivo", van madurando las bases t'1l las ll"e
IIl'1g('11 dt' los juegos taurinos", Iberoamericana Pragen.ria XI 1977, habría de fundamentarse la vida poHtica y cultural de la Grecia pOSlt'l'ill1'
I ,¡')-I (¡I); lJ. Popplow, "Stierspiele in Alt-Kreta", Die LeibeJerziehung y, en definitiva, de Occidente.
XIII ¡I)(pí , ; 5-/¡(¡; A. Reichel, "Die Stierspiele und der kretisch- En el siglo VIII, el mismo en que se sitúa la funda(ÍI)n dc los
IllyhlllSllwll Kulrur", MDAI(A) XXXIV 1909, 85-99; A. Ward, 'The Juegos Olímpicos, vive la figura que encarna a la perfccólÍlI los idl'ab
( I('lall Bull Sporrs", Antiquity XLII 1968, 117-122; J.G. Younger, esta época puente: Homero. Y es en los poemas homéricos donde
"Bf'olll:(, a,L;t' Representations of Aegean Bull-Ieaping", AJA LXXX encontramos por vez primera detalladas descripciones de Illuy divl'rsas
1') ¡ú, I.>,)-IH; J.G. Thompson, "The BuU-Jumping Exhibition at aaividades deportivas, de manera que constituyen un doculIlento lil'
Malli,,", ÁnhN XIV 1985, 1-8, excepcional importancia para la historia del deporte. No obstal\lc, 1111
I ..~.) Boxeo y lucha. J. Coulomb, "Les boxeur minoens", BCH problema inicial, relacionado además con la debatida cuestilÍl1 lid grado
(V I'JH 1, n-lÍo; id., "The Mycenaean Boxers" , Archai%gia XVII de influencia, si es que la hubo, del deporte cretense y micénico sohn' el
1IJH'l, !.I-!./¡.
de la Grecia posterior, aconseja obrar con prudencia a la hora de dl'll"rjf'
1,1.) Otros ejercicios físicos. H.W. Cading, "A Mycenaean conclusiones de la narración de Homero: dado que un poeta dd
pllZZIe lí'()Jll Lefkandi in Euboea" , AJA LXXII 1968, 41-49; G.E. VIII a.e. relata hechos acaecidos medio milenio antes que le han sido
Mylollas, "1'11<:, Figured Mycenaean stelai", AJA LV 1955, 131-147; U. transmitidos a través de una larga tradición oral, proceso durante el nlal
Popplow, "Torenkult und Wagenrennen im Alt-M ykene", Die LeibeJer- se han ido incorporando nuevos elementos que se entremezclan COIl otros
;·./t'hllll,li VIll 1958, 210-215 Y 248-252. más antiguos, ¿los relatos homéricos reflejan prácticas deportivas de la
época micénica, en la que se sitúan los sucesos cantados, o bien del siglo
VIII y contemporáneas, por tanto, del poeta?; o mejor, ¿qué rasgos SOIl
aportación de Homero y reflejo de su época y cuáles corresponden verda-
.'0 21
~
HJINt\NIHH,t\IIIIt\ I~' le J" f1IH ,1,., eIIIMI'ICII"
<11'1':11111'111(' a la realidad del mU!ldo l1ic(o{~ I~s, 1'11 dI'! 10, indudahll' distillguido a los Wil'gos de (ualquil'r olro pucblo. hasla 1IIIeSI ro siglo,
t 1111', por 1111 lado. al menos algunos deportes podríall 1'{,!llO!ltal' incluso a Aunque es poco lo qUl' SI' nos dil e dd pa pd dc la l'dll!.1I il )11 HSlt a 1'1\ la
1.1 I'POI a dI' los palacios cretenses, pero, por otro, SO!l lI1uchos los datos enseimnza (otro nlsgo lIIuy (aratlt'rIS( iw dI' la (iviliza{ ¡<in wit'ga), I'S
!jlll' illdu({'1l a pellsar que las descripciones de Homero no se deben s610 a ev idente que el objt'fÍ vo dt' la íllSI runiün dt' los IH:Wl'S hOIl1t-riws t'ra ya
lo '1111' It' hahía sido transmitido por la tradición, sino que hay incorpo- obtener una educación completa l'I1 los aSIX'nos físiw t' ímelt'lfual. Ast.
rados l'i{'Il11'lIIoS dc su propio mundo, y, aunque es prácticamente impo- en Ilíada 9.442-3 el anciano FéniCl: r('cuerda a su pupilo Aquilt-s quc 11'
slhlt- l'arOl IIOSO(rOS separar, en este aspecto como en tantos otros, lo más fue encomendada su educación para que fuera "Im/dllr di' dÚi'IIfJIIJ )1
,1111111.110 dI' lo 1Il,lS rnienre en los poemas homéricos, nos parece preferible hacedor de acciones", y el Pelida aparece igualmente COIllO discípulo dt'l
MIllI1I11'1' qul' los deportes y juegos descritos en Ilíada y Odisea son más centauro Quir6n (el educador por excdencia de la mitología griq,!,óI,
1111'11 n'lll'Jo dt' tilla época reciente, ya que preseoran una formalización y maestro eorre otros, de Asclepio, jasón o Ancón; c1'. jenofollre, C'ill('p/-
orp,alliz.1t ilin que Sl' contrapone abiertamente con la parquedad de los tico 1), quien formó tanto su mente, instruyéndolo en la Imísila 1I la
d"Ios qul' la arqueología nos ha dado a conocer sobre el deporte micé- medicina (llíada 11.831-2), como su cuerpo según podemos saber por
1111 11, Adl'lll.lS, la vivísima y pormenorizada descripción de las competi- autores posteriores (Píndaro, Nemeas 3.43-58). Nada nos dice IlollwfII
1 íOIU'S, del I'lIlpefJo que los participantes ponen en las pruebas y de la sobre los métodos de entrenamiento empleados por Quinín. aUllqlll'
1')(111,1\ i011 (' idt'llIifimrilín de los espectadores con los atletas, difícilmente hemos de suponer que eran bien poco sofisticados, como nos renlerda,
'>1' wlllpn'ntll' si 110 se piensa que el poeta está narrando algo que él diez siglos después de Homero, Máximo de Tiro (fr. 28,k): "<'III/I/t'(d,(/ /"
1l1I'i1l1l1 ha vivido, caza, subir montañaJ y correr, Hacía a sus pupiloJ dormir Jo/m' /""((1.1,
I )IIS pasajes son nuestra principal fuente de información sobre el comer lo obtenido en la caza y beber agua de las fuentes".
.11'1'(11'11' Vil los ti('mpos homéricos. De los 897 versos de que consta el El deseo de sobresalir por la fuerza física se explica pcrfenallwl!l1'
1.111111 ,J , de llíadd, 640 están dedicados a la descripci6n de los juegos dentro del contexro social en el que se mueven los héroes homériros, 1(1
tlllHTarillS que Atluiles organiza para honrar la memoria de su amigo mundo de Homero es, en efecto, casi siempre el de la nobleza, y lodo vi
1',11 flll 111, IlIucrto a manos de Héctor; por su parte, en Odisea 8.93 ss. contenido de la vida del noble puede resumirse, como afirma Popplow,
/\ It 1111 JO, n'y de los tCacios, propone celebrar unas competiciones para en dos palabras, lucha y fiesta: el noble emplea su tiempo en ballqul'-
I !illl 111'1 ar d ,íllimo de su huésped Odiseo, afligido al escuchar de labios tearse, escuchar a los aedos, guerrear, cazar y medir sus fuerzas con 1111'0'>
cid .11'.10 I kllHídoco los sucesos acaecidos en torno a Troya. Además de en competicíones deportivas. Sin embargo, el hecho de que HOllll'fO
1'~IlS dos, otros muchos pasajes más breves nos hablan de .Ia afición de los presente casi sin excepción las competiciones y los juegos de la aristo-
Itlllllhrl's y mujeres homéricos por el deporte y los juegos. Basándonos, cracia, no autoriza a sostener, como han hecho, entre otros, Gardilll'l',
l'III1JIll('S, ell todos ellos, trataremos de dar respuesta a dos cuestiones Jüthner o Bilinski, que los ejercicios deportivos fueran un privilegio
I>,íll( ipalcs: 1) ¿Cuál es el significado, importancia y finalidad de los exclusivo de la nobleza. Es cierro que en los juegos fúnebres en hOllor dI'
1'11'1'1 i( ios físícos en Homero?; 2) ¿Cuáles son los ejercicios corporales que Patroclo sólo participan "los mejores de los aqueos", pero esta círnllls-
( 11111 jI l' la epopeya homérica? tancía es fácilmente explicable (además, por supuesto, del hecho de que
En primer lugar, los poemas homéricos son fiel reflejo del enorme el interés del poeta épico se centre en los personajes principales) por vi
illll'n's que desde muy pronto sintieron los griegos por el deporte y carácter excepcional de la ocasión, ya que se trata de conmemorar, (011 d
1lJlIllx'tíciones deportivas, de esa pasi6n por los ejercicios físicos que ha esplendor que conviene, a un gran héroe, cuya muerte tan profundo
, >
2i
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HI(NANllC. 1,1\11( 111 111 IMIII! 1 1«'" 11 ¡II ,1 1" I 1I I ~I' « '"
.1111111' Ita (alisado a O(J'O lu;we, d ll1ÜS ,L(ralldt, dl' lodos, Pt'l'O lllfOS pasajt's ('11 el si,L(lo pasado, Sl' senala a Illl'mldo (OrWI 11110 d(' los ras,L(lIs (al'iIt ,('rls
hllllU'l'ilOS ! ('SI illlon ¡al! daralllt'llrt' 110 s,ílo la pupularidad dl' las WIll p<:[ i- titos de la tivilizatí()1l gril',L(a; t'Il (1 .• )OS afirma ClaUlo, caudillo dI' los
1 IIIIH'S «h'p"rl ivas, sillo illcluso la pninica misma del deportl' elltrt' dile- qut' su padre lo ellvil) a tOlllhalíl' a Troya enUllllt'lId<illdole "11'1'
lI'III('S ,...r11pIlS slIlialt's (si exct'ptuamos, por supuesto, actividades como la .III:Iff/m' ,,1 I/Icjor .Y JI/IIt",,1r tI /li.I' c!""IÚr" (lo 111 iS1l1O It- die\' Pt'ko a su
«ala 11 IlIs dl'pllr!I'S ('(lIesrres, que prácticamente siempre han sido Aquiles en l 1, 7SIt). Es cierto lJue estudios millo los dI' Plekl'l y Oll'oS
Il'fl.íll .1(' quiel!es posl'Íall tiempo y medios, y que a menudo se han han mostrado que t'ste ideal competitivo no es característka ('xdusiva dd
(tlllV<'1'I ido llliís t'Il osrl'lltacilÍn que en deporte). El pueblo llano, en hombre homérico, sino, en general, lit' las sociedadt's arcaicas 1'1Il'r!l'l1ll'IIIt'
dC'1 fU, .!pan'! l' tOIllO eSIJt'nador entusiasta tanto en los juegos en honor influídas por los valores aristocniticos, pero no es lllellOS cierto !JUl' ('SI íI
dI' Palml lo lOllIO t'll las competiciones que tienen lugar en la corte de los manera de entender la vida arraigó profundamente t'n la cultura gril',L(iI y
'('.11 lOS, dlllllk ()díst'O toge de la mano al aedo ciego Demódoco "y lo ha sido probablemente una de las bases de su esplendor. Hs, ('I!WIH l'S,
/1111' el miJIIIIJ (,/lid no por el que precisamente los demás iban, muy posible que ya no pueda mantenerse la cOI1Cepó¡'l!l idealizada
1//('/11/'('1 dI' 101 /t'dt'ÍOJ, " ddmirttr IOJ juegos, Y se pusieron en camino hacia deporte griego (que encontramos todavía en Gardiner y aún t'!l autores
d .1,1:11/'.1, )' jllllltllll('/l/I' lo.! Je,~lÍa Ilna gran multitud, mnumerables posteriores) como una evolución a partir de una "edad de oro" t'Il la
wd'I(''¡ S, l!l I 10), E incluso en un par de pasajes hombres no noble época arcaica y comienzos la clásica, luego t'I1 progresi va d( 'l a"
11111.11111111 1'1'011 rilan d depone; así hacen los soldados de Aquiles, ociosos dencia, No obstante, creemos igualmente exagerada, por lo Illt'llOS el! lo
11.1'> 1.1 n'llIada dI' Sil tapitün del combate, en liíada 2,773-5: "y su gente que se refiere al deporte homérico, la tesis por completo oput'sta «lit' ha
/11///11 di /,1I11I/¡/t'1I1i' c/cl IIItlr .re gozaba lanzando pesos, venablos y flechas"; y mantenido recientemente Y oung,
"11 el '.111'11 I H de ()c!úed Se describe el cómico combate pugilístico que, y oung, en sostiene (y lo mismo hace Duminil en UIl
p.II.1 ,01;1/ d!' los pretendientes, entablan el mendigo Iro y Odiseo, disfrazado posterior) que los premios son la principal motivación que
10111, I 1.11, Por líltilllO, 110 conviene olvidar tampoco que Hesíodo, que no era participar a los héroes en las pruebas que se celebran
1'11'1 ":1111('11(1' 1111 lIohle, obtuvo un trípode como premio al vencer en los funerales de Patroclo, y este hecho habría que relacionarlo con las lIolicias
~JI('t. ,'11 hOllor tlt' Anfidamante celebrados en Calcis de Eubea, aunque transmitidas por diversas fuentes, según las cuales en los grandes jlll',L(' IS
Itll'nI ('I! Itll WlltllrSO poético y no atlético (Trahajos y días 654 ss.), panhelénicos la recompensa por la victoria no era en origen una silllple
ASI Pll('S, 110 parece exacto afirmar que en los poemas homéricos el corona sin ningún valor material, como veremos en su momenw, HIl
1Ilt'n~ por los ejercicios físicos y la posibilidad de practicarlos fuera un lugar, los premios que Aquiles escoge para recompt'nsar a los
. I ('X( lusivo de la aristocracia, vencedores son, ciertamente, de gran valor, como correspondt' a la
SI se ha estimado, en cambio, característico de una sociedad en la dignidad de Aquiles y a la profundidad de su duelo, y es un dato que hIS
'11 W !,f('(lominan los valores la aristocracia, el ideal que se ha venido aqueos no dejan de apreciar: "El hijo de Peleo al punto dispII.ro o/rol
11I~idl'ra() mmo el móvil que estimulaba al hombre homérico a prac- premios para la tercera prueba, la lucha penosa, mostrándoselo.f el 101
y a competir: el deseo de ser el mejor, de conseguir lo que dánaos, para el vencedor /In gran trípode para poner al fuego, el mal í'II
!!!rus 110 pueden lograr, sobrepasando las limitaciones del hombre doce bueyes entre ellos valoraban los aqueos; y para el vencido una IIll/jet'
, "1111111. Iin decro, en la Ilíada encontramos formulada por primera vez en medio, y sabía hacer muchas labores, y la valoraban en ctla/ro
la (, Illt q ltil ín de la existencia como una competición deportiva, el (Ilfada 23.700ss.). Además, en todas las pruebas menos en una,
aglllllsl ilO de la vida" que, desde las investigaciones de J akob el lanzamiento de peso, el número de premios es igual al número de
!·l 2')
l'I'I(NANllt' I,AIII lA 111 IMII!! • l!''> 11 1\>\,1''0 (., IM!'II 11',
parl '1 Ipílllh'S, por lo quc parccl', picllsa l )ulllinil, '1uc nadie se arricsga a supom' \lila lIH'rllla dt' su hOllol' , IÜI lOIlSI'UIt'IH ia, podrf;¡ afinllaf'SI'
1II111í11' pant' ell 1I11í1 prueba sin esrar st'guro dt' ganar algo, es dt'cir, qut' la qllt'e11 cierto sentido la illlpOrlilm ia d(' los pn'llIios ell los jllegos íll h;1 ¡(liS
1'''"11 'píll it íll no es t'lI absoluto dt'sintt'rt'sada, y esta impresióll parece no radica ramo etl su valor Illíllerial cuallto ('11 el hOllor qul' "pof'fall iI
n'ílfil'lllílrSt' si prestamos atención a la manera cómo narra Homero d quient's los CllIlsiguen, Y en caso conCft'W tlt' los jUt'gos fUllerarios 1'11
filial d(' la lalTera de carros y dt' la carrera pedestre, cuando los competi- honor dt' Patroc!o, t's muy probable:, UlIllO sel)ala Pal !'un (l, qlll' la
"1111'S SI' ahalanza" sil! pt'rdt'r un instante sobre los premios (vv,51 O y (ullcilÍn simhólico-colJllll'lnorativa dt' los premios prt'valeztó( sohre Sil
I~) Y IlIIa agria disputa St' suscita entre varios héroes por obtener el valor real, ya qut' la intención de Aquiles t'S qm' los húoes qut' lOllIan
sqJ,llIldo prelllio t'n la carrt'fa t'cut'stre (vv,536 ss,), Finalmente, Homero parte en las prut'bas recuerdt'11 l11t'diame los premios al (()lllpalkro
lit. Illllila la IIH'IKil)1I dc premios atléticos a los funerales en honor de muerto (23,618-20): "ten y sea para li, t/f/(útno, {,JIt, !Wi'.fi'I/Ii', jlllI'(/ f/ll('
I'all'llllll, LII I/ítld" 1),125-7 (=265-9) Agamenón se muestra dispuesto constituya un rea/erdo del [unertt! de Patror!o, !J/teJ 'ya (/ ¿II/o lo 1'Oll'I'rlÍl ti
,1 c'lIll'l'gar a Aquiles, si éste aplaca su cólera, entre otras cosas, "doce caba- per entre los argivos",
I'!I/'/I'/Ol ¡{("¡Jt/rllc!ore.!' de !wemios, que con sus pies consiguieron recom- Por lo demás, en los poemas homéricos, junto a las compel iriolll's
¡II'III.I 1, N(J Icrí" 1m/lIt' lIi (tlrente de muy preciado oro el hombre que tuviera deportivas celebradas en una ocasión solemne, como pueden ser los hllll'
1.1/1 ,C;I',IIIt/n /'1'('lIIio.l (O"1!i me han aportado los solípedos ¿'aballos", e igual- rales de un héroe, y con el acicate de los premios, encontramos líll1lhi(;n
'.1 ')1) ss. llécror y su perseguidor Aquiles corren alrededor
IIU'III(' I'JI " la práctica de ejercicios físicos por mero entretenimiento, COIllO muestran
T1l1v.1 (1111 ligereza "/mrqlle no por una z'ictima o una piel de buey compe- especialmente, además de otros pasajes más breves, los juegos tllI!'
".1", /I/)'IIÚW 11"1' rl'cibm IOJ hombres en las carreras a pie, sino ql.te corrían Alcínoo, el rey de los feacios, organiza para consolar y enrrt'(t'Ilt'r a~1I
/'01 lo/ /".1" di' 11c;(/or do/tlac!or de caballos, Y como cuando los solípedos huésped Odiseo (Odisea 8,93 ss.), Homero nos presenta t'nlllll(,('S 1'1
•,d'o///III di tI/ld/'"doreJ de premioJ en torno a la meta muy rápidamente deporte como una parte natural de la vida diaria de los feacios y t'1I l'SIllS
lomll, j' oltí d/J/'IIfJ/II /m gran premio, Jea un trípode o una mujer, en juegos resaltan los componentes que Patrucco considera caracrt'rístims dI'!
Iltlll/', ti.' I .Ir Itll ¡mllllm'. (lJi ellos dos y tres veces en torno a la áudad de deporte en estado puro: diversión, gusto por la competición, reglalllt'1lla
1'l'IdllliJ J¡I'mll /11 N/elltl con veloces ción y espectáculo, En efecto, los feacios, y con ellos Odiseo, no CDlIlpilt'll
Es I'vidt'lJ(l', pues, que en la época heroica o, por lo menos, en el ahora por un premio, sino por el mero placer de competir, de l1lostrar
I d\' 110111t'ro los premios eran un atractivo añadido a las pruebas cada uno su esplendor físico, motivo de orgullo y timbre de gloria para
"('POli ivas. Ahora bien, ¿estamos autorizados a afirmar que el valor un pueblo, como manifiesta el propio Akínoo (8.97s5,): "EJmrllildlllC' ,
111.111'1';,,1 de los premios era el más importante estímulo que incitaba al caudillos y príncipes de los feacios, Ya tenemos saciado nuestro ánill/o 1'11 d
hlllllhn' homérico a practicar el deporte y a competir en los juegos? Vaya banquete c-ornún y la forminge, que es compañera del festín eS!Jlhlilitlo;
por d('lann' que los héroes homéricos son, efectivamente, "materialistas" ahora salgamos y probemos juegos de toda clase, para que el htléJped (l/1',,1f
('11 1 il'l'Io smtido, como queda claro en muchos pasajes (baste citar el a sus amigos, tras regresar a casa, cuánto sttperamos a los demás en elll/lgi-
IIll!o de Mcleagro que Fénice pone como ejemplo a Aquiles para que lato, en la lucha, en el salto yen la carrera", ya que (vv, 147-8) "no
IlHlga su ira, en [Hada 9), pero lo son sobre todo porque el honor en mayor gloria para un hombre mientras tlitla que la que haya conseguido (Ol!
'1111' SOl! tenidos está en correspondencia con las riquezas que reciben; así, sus pies y sus
~I A'IlIilt's se t'ncoleriza con Agamenón porque éste le arrebata a Briseida, A idéntica conclusión conduce un texto del poema El esU/do atri-
110 ('S propiamente por el valor "material" de la muchacha, sino porque buído a Hesíodo, En su descripción de la armadura de Heracles, el poeta
.'(, 27
nH NANI)I 1 (,AHI lA 1<lII\IH(() I)~ 1111'1,11'0 e 111M!'\! ¡ 1"
In~ (kt¡dla las ('su'nas que apan'tl'1I csculpidas l'Il ell'scudo del héroe, y Alejandro Ma~I(), (Llyos jl/(,~)S ha ret!'l'ado l'lI 11l1l'SI\'() si~l() la plllllla dI'
1'l1lrl' ellas 1" l'('pn..'selltal'Í()1l de una ciudad t'n tielllpo dc gucrra en
Mary Rt'IIalllr (d. lílll1hil-1I 1)eIlH)Sll'lIt'S ()o. li, I SI')! rall'S (J. 1; Vl':lIlSe los
10111 rastl' 101I Sil aspecto y actividades en época de paz; pues bien, entre artíndllS de Brl'lIckller y Maltell y IIUl'stro cap"tulo 2.1).
las OWpill iOllt'S COII las que se entretienen los hombres cuando la paz N o obstante, a pesar de tales Illlí Itiples rdí:rl'mias a n lIlIpel iliones
n'ula 1'\1 la lilIC latl sc citall carreras de caballos y carros y competiciones de deportivas l'1l el marco de ccremonias fUllcrarias, no crccmos quc haya
boxm y IlIdla l'lltlT los j()wncs (vv.27Iss,). que buscar en ellas el ünim origcll de los jucgos atlt-tims. Todavía dt'llll'O
Al propio tiempo, la evidente constatación de la existencia de de la esfera religiosa, cjerticios físicos pudieron estar ligados a otro I ¡po
IIU}I,OS('11 ocasiolles tan diversas debe precavernos contra la opinión de de ritos, de fertilidad por cjemplo (véasc asímismo lo dicho a proplísilO
Ijllil'IIl'S I'n·tl'lldell remontar las competiciones deportivas a un único
del deporte cretense y lo que se dirá con respecto al origen dc los Jue~os
origl'lI, Ol salwr, los juegos funerarios en honor de un héroe o la conme- Olímpicos), para lo cual existen paralelos en otras culturas, desde d
IIlIlr.1\ ;(111 \ll'ri<¡diciI de su muerte, como sacrificio para propiciarse al Próximo Oriente hasta América (cf. los artículos de Lévéque y Carler).
1I1I1t'f11l, '1 11 iz:i illcluso reemplazando a antiguos sacrificios humanos o a
Además, el deporte es también una preparación para la gucrra o la caza,
hu has para sUll,(lcr al difunto en el poder (todavía Mireaux y Willcock y de hecho muchas pruebas atléticas están en estrecha relación con taltos
1',\1'1'1('11 illt lillarse por tales explicaciones). No se nos ocurre negar, desde
actividades, y, por supuesto, no podemos dejar de lado, al hablar dd
loc'p.o, 1\11(' el (ulro debió desempeñar un papel importante en los origen de los juegos, la consideración del deporte como una distranil)lI.
ol'lP.I'IIt'S dd deporte, y concretamente los funerales de algún personaje
como una manera de ocupar el tiempo libre y de mostrarse LIIIIl a SI
HOI "hl(' o!n'dall ulla buena ocasión para la celebración de competiciones,
mismo su propia valía, como hacen los jóvenes feacios en el canto jo{ de
1.,1 1IISIIIIIII In' (le (lfganizar juegos fúnebres de caráaer deportivo se Odisea, los guerreros mirmídones en llíada 2.774ss. o los pretendiclHl's
1'111 I 1t'1I1 ra, l'Il efí:cto, en muchas y a menudo muy distantes culturas
de Penélope en sus ratos de ocio (Odisea 4.625-6, 17,166-9), La illsis-
(hnma, Irlanda, Oriente, Siam, América, ete.), y el propio texto homé- tencia de Patrucco en este último aspecto nos parece plenamente juslifi-
1\( 11 IIHI('SI rOl que 110 eran en absoluto raros en Grecia, ya que, además de
cada, ya que a menudo el ejercicio físico como actividad natural dd
1"... IIH'goS ('11 honor de Patrodo, se mencionan otros en honor de hombre queda oculto por ese deseo de buscar contínuamente lazos mil el
AIII'lrilllt,o, rey de los epeos (lHada 23.630ss,), de Edipo (llíada culto o la milicia (cf. H. Ueberhorst, "Teorías sobre el origen dd
" \(, jt)·XO) Il del propio Aquiles (Odisea 24.85ss.; cf. también los antes
deporte", CAP XV 1973,9-57).
(liados vv. 1'í<)ss. del canto 22 de lHada), y Hesíodo alude, como hemos
VISlu, a UII triunfo propio conseguido en los juegos fúnebres para honrar
Pasemos a continuaClon a la segunda cuestlon apuntada, qm'
.1 Allfidalllallte en Caldis de Eubea (cf. figura l3). Igualmente (y este
plantea ya muchos menos problemas: ¿cuáles son los ejercicios ((sitos
1H1111 () St' 1ratar¡i más adelante con mayor detenimiento) en diversos mitos conocidos que practica el hombre homérico?
SI' habla de juegos funerarios y concretamente en relación con la funda-
Entre las pruebas que componen el programa de los juegos en
(iOIl de los cuatro grandes juegos panhelénicos, de manera que tales honor de Patrodo, la competición más destacada y popular es, sin duda
1('Yl'llIlas debían ser reflejo de una realidad histórica, tanto más cuanto alguna, la carrera de carros (figuras 11 y 12), cuyo relato abarca nada
1OIlO(l'llIOS de hecho la existencia de juegos fúnebres celebrados posteríor-
menos que 390 versos (llíada 23.262-652), Referencias a carreras de
Illl'lIle ell honor sobre todo de grandes capitanes o guerreros caídos en
carros encontramos también en otros pasajes (lllada 9.123-7=265-9,
IOlIIhate, como Brásidas (Tucídides 5.11), Milcíades (Heródoto 6,38) o 11.699, 16.806-9, 22.159s5., 23,630ss.), pero no son ni de lejos
.'H 29
HI(N/\Nlu 11,/\111 1/\ H{j~I'
1c,~ JIIIe ,c" IIIIMI'U I~,
! h illsupt'rahk dl'sniptioll
IIlllp¡¡rólhles {Oll {;lIl1o 1~ de lIí,/(ld, qUl' legalidad, SI' "dd""la y Ikgil ('11 segllnda I'IISII 1011, PI'c'c!'dic'lldll a
"1111 hoy arrl'bala y sorprellde por su t'xtraordilJaria milluciosidad y Ml'lll'1ao, a Meriolles y al illf()nUllilllo li.Ullldl'. n
Pl'lhliw ,lIlalllil al
VIV('I.a, dl' 1I1ó1111'ra qlll' permite al oyl'lltl' o le([or partÍt"ipar casi attiva- Vl'lItl'dor DIOllll'dl'S, lUyO auri,!.!.a l~st;Ido SI' ahalallza a n'logt'r Sil
1111'111(' dl'l esfuerzo y las ansias dt: victoria dt: los compt:tidon:s (los taba- I'l'COll1pl'nSil sin l'spl'rar 1111 iIlSlilllll', lIIil'IHl'aS <jUl' Allllloto Y Ml'nl'l¡¡o
IIl1s de niolllnlt's correll tras los de Eumdo y .. c,rltlbctn muy an,l. /me.! disputan por el segllnd() prcmio, qlll" flllalllll'lIll' StO queda d hiío dI'
/ IIIII/dll/t'IJII'II/(' /",~'dclI ir (1 .f/IhírJe Johre el carr(), y (on su alien/o calen- N«sror tras pl'dir disllIlpas a Sil rival. A!IUill's lUlltedl' a EUlIll'l() lIIl
/tlklll Id n/hile/ti y ¡(U clt/chOJ homhro.! de flmml() ", vv . ., 78-81; Eumelo y premio de rol1solatit)ll.
I )illllll'd('s lloran de rabia cuando creen frusradas sus aspiraciones, etc.) e Digamos, por líltilllO, ames dl' pasar a otro tipo de actividad dl"por-
1,!.!.lIitlllH'III(· de la ell1oci()1l de los espectadores (figura 11), que no pierden tiva, que en Itíddd 1 ').6 7Y-HI¡ Sl' describe un espl'ct¡[nd() l'cueslI'l' dift,
d('lillI(' y óI los qlle el entusiasmo lleva incluso a enfrentarse en defensa de rente: "C01!/O 1m hombre dieJ/ro o/ lI/oN/elr cclhallo.l' qlle. deJIJllt'J dI' t'J(,~I
'liS folvoriws (v.l17~ ss.). en/re flltlcho.l' (fIatro (({bcdl()J, Ire/J lcmzetrloJ deJde la Ilatlllrd I./del" /ll/d
A'll1ih's propone cinco valiosos premios (una mujer "diestra en ¡.;ran dI/dad IOJ elrree! por el cd1ltíno [remen/ado por la ¡.;en/e, y IJlfldwJ II!
/,lIl1ilH'OSólS !ahon's" y un trípode; una yegua; una hermosa caldera; dos admiran, homhreJ y tIlujereJ. y él con firmeza y .reK/lrídad ClI!I/illlld"'I'II/t'
.. lImllls d!' oro; UIl vaso con dos asas) y son también cinco los héroes que Jalta y paJa de tino el o/ro, mientraJ elloJ vllelan, aJí Ayan/c ... ".
'>C' .qll'l'SI'1I1 iI illitiar la prueba tras el sorteo del orden de salida (Eumelo, Tras la carrera de carros tienen lugar el pugilato y la lucha, prul'has
I hlltlll'd('s, Mendao, Antíloco y Meriones), No se trata de una carrera en ambas que el poeta califica de "dolorosas". Las descripciones son "11m,,
IIIH'.I In liI, 1'11 la qut: llevaría todas las de ganar quien más rápidos caba- mucho más breves, pero no carecen tampoco de la vivacidad y 1'11101 i-
I(~ 1, 11I.lII/I'ra, sino que los carros, tirados por dos animales, deben dar la vidad que apreciamos como notables características de los relatos dl'por-
vlldla ('11 1111'110 a UIl tronco seco de encina o de pino que sirve de contra- tivos homéricos.
11\('1<1 y C'II d que se aposta Fénice para dar cumplida cuenta de las Dos combates de boxeo se describen con cierta minuciosidad l'l\ los
111,llIiohrils allí efectuadas a Aquiles, el juez de la prueba. El momento poemas homéricos (llíada 23.653-99; OdÍJea 18.66-107; er. tall1hil;1I
.Id viraw I'S, entonces, el instante crucial de la carrera, donde un auriga llíada 5.8005S., 23.630ss.; Odí.fea 4.34]5S., 8.126ss.) y en amhos
I pucde compensar el terreno perdido en el llano si conduce caballos destaca un rasgo común, bien conocido por lo demás en el deporll'
lilas 1('IIIUS, y a la correcta realización de esa fundamental maniobra moderno: la fanfarronería de uno de los contendientes. En I¡¡"d"
,11'"111<111 I()s consejos que, antes de la prueba, Néstor da a su hijo Antí- 23.653-99 Aquiles deposita como premio para el vencedor una mula, 1'11
IlIlO: ddw arrimarse lo más cerca posible de la contrametra, pero procu- tantO que el vencido recibirá una copa doble. Se levanta entonCes hpl'O,
l'a1ldo 110 rozar en ella, reteniendo al caballo interior y dando riendas al que, seguro de su victoria, amenaza a su posible adwrsario
!'xll'rinr a la vez que se le estimula con el aguijón. (vv. 673-5): "le deJgarraré la Piel y le romperé 10J hllesoJ, y que S1I.r mid,,-
Partl'l1 a toda velocidad los carros y enseguida los dioses intervienen doreJ por J1I parte permanezcan aqttÍ rezmídoJ, IOJ maleJ se lo hahreítl tlt'
('11 lavor de sus protegidos o en contra de aquéllos con quienes están irri-
llevar cuemdo Jttcll1nba bajo mÍJ mano/'; y desde luego hace buenas sus
lados. Apolo arrebata el látigo de las manos de Diomedes, pero Atenea palabras, pues su contrincante Euríalo debe ser retirado, perdido el COIlO-
SI' lo devuelve y al tiempo rompe el yugo de Eumelo, que en ese
cimiento, por sus compañeros (vv. 694-5) "arra,rtrando lo.r pieJ, eJ(fI-
IIIOll1l'lltO iba en cabeza. Por detrás, Antíloco y Menelao sostienen su Piendo e.rpeJa Jangre e indinando la cabeza hacia un lado".
panindar duelo, y el primero, en una maniobra peligrosa y de dudosa También en el combate descrito en OdLrea 18, de corte humorís-
w 31
F!:RNAN\lO (;AIWIA 1(j~I'H)
U)~JIH,( (111M"/! ()~
ClItI, el 111('11< ligo Iro se jacta de que al fingido pordiosero Odisea "por Sí esn[1l biell atestiguados ('11 J 10111('1'0, ((IIIlO l'S de espl'rar, los
Ilt'/'/'1I lodlis /0.1 tI/ellleJ de ltlJ mandíbulas le echaría) como a ¡¡na marrana lanzamientos de disco () peso y jabalilla, actividades depon ¡vas IIlUy pnll ..
1/111' dl'll(}/'tI /tI.I mi!'J!'!''' (vv .2H-29); sólo que esta vez el resultado es natu- ticadas siempre en d mundo griego, tanto l'Il toIl1IX'Iit'iol1l's orgallizadas
I';tlllll'llI(' muy olro (' 1m debe salir con los pies por delante, noqueado, como en los ratos de ocio, lomo vemos hacer a los prl'lclldit'JlfeS d(' Pl'lIl'-
Para disputarse los premios que Aquiles ofrece a los luchadores lope o a los guerreros de Aquiles ausentes tic:! combale (Od ÚtIl /1 JI.' '). 7,
(ulla 1I1t11a, valorada t'll doce bueyes, y una mujer, valorada en cuatro), se 17,167-9; lIíada 2.771-5, 2.~43Is, 2,),())Oss,). HIl lIídt{/.~1H¡-,)
('lllrl'lIlall dos d(' los Illejores héroes del ejército aqueo, Odiseo y Ayante Aquiles saca de su tienda una "bola de hierro en bruto" (.m!w dll/O¡'-
T('IaIlHlllio, La pdeil, descrira con gran precisión, resulta muy equili- hr5ontos), que será al mismo tiempo el objeto que lancell los partilipallll'S
brada, y. Pl'S(' a qm' ambos contrincantes se esfuerzan al máximo, y el premio que se lleve el vencedor; su enorme tamailo (se din' dI' ella
IIll1gllll11 dI' dios logra imponerse, por lo que el juez de la contienda que proporcionará cuanto hierro se necesite durante cinco a¡'los) acrCl iC'lIa
(1IIl1ball' 111110, su valor, lo que quizá explique otro rasgo notable en que difiere ('SI"
La (¡¡rn'ra pcdcsl re 110 falta ni en los juegos en honor de Patrodo prueba de las restantes, pues se trata de la única en la que el mí'lllTO d!'
(vv ;'10 ¡()I) Ili m los de los fi:acios (vv,120-5), En ambos casos el competidores es superior al de premios, El empico dd tt'rll1illO .10/111
"II( '1 ,1 w ,ilV!' dI' las 1 araCfl'rísticas comparaciones épicas para precisar, en parece llevarnos a una etapa antigua, en la que se lanzaba un IIbjt'lO lllal-
.,1 "'glllldo (aso, la dislalllia qLlí: separa al vencedor de sus adversarios: quiera y no un "disco" específicamente concebido para ser lanzado y lIIll
", 1I,{"lo 1'1 /" ti/l/tillO" 1/IIl' {/úrell do.!' !lmlas en el barbecho, tanto adelan- una forma definida que facilitaba el agarre. En camhio, l'n ()d/II'''
l.m,/tll/' IIl'l:o ",Iolldl' /',lld/;d !tI /!J"le, y IOJ demás iban rezagados"; yen el 8.186-9, donde Odiseo vence a los jóvenes feacios (e igualnH'lIIl' 1'11
1'/11111'111111;111 ({'na d(' Ayame, hijo dc Oileo, corría Odiseo, quien final- llíada 2,771-5, 23,431 ss,; Odisea 4.625-7, 17,167-1), SI' cIllpk"
1111'1111' V('III l' gro\( ías al alil'llto tic:! público... ya la ayuda de su protectora concretamente la palabra dískos, pero, dado que en ningún IIlOlllt'IJ(O SI'
AIt'III'.I. '11((' hall' reshalar a Ayante, en una esccna de cadcter marcada- describe con pormenor la técnica empleada en el lanzal11it'llto, 111)
IIH'III(' Iltllllorísliu>: "(lIdlllo diJ/d del jmill! de IIna III"jer de hermoJa podemos saber con seguidad si el término designa ya el disco dc hieITo,
,"/11/1'.1 d 111110 11"t' "I/Iy !iil'll I'J/ird tOIl JIIJ 11/("/1).1' 1II/01/rClJ dcw¡na el hilo piedra o bronce usado posteriormente o bien cualquier ohjew qlll' SI'
dI' 1" 1/'.11111/, )' lo "limlil'lIi' (en" dI' .1'11 I'tt!.m. Idll jm5xílllo corría Odiseo" lanza, que el significado etimológico de la palabra,
(tI lóllllhí{'1I III"tI" 1(dm(I-I). !. ~,(d)s; OdIJl'{/ 1,1.26(), El lanzamiento de jabalina es la prueba que cierra los jucgos 1'11
A d¡f¡'ITlIl ji! de las pruehas hasl a ill I ksuitas, la única referencia honor de Patroclo (vv. 884-97), pero ningún detalle témico Sl' nos
'1"1' l'llt olltl'allltlS a la hoplolllaqllia () IlIcha COIl armas que encontramos cuenta, ya que no llega a celebrarse, pues al presentarse a COIlCurso
('11 lo... PI )('III¡IS \t( Illl("ril os ('S el l ombat!' qUl' clltahlan Ayante Telamonio Agamenón, jefe del ejército, Aquiles decide entregarle direnalllclIll' el
y I )HlI'dt~ 1'11 l!íd¡/d .' t NH-H.''). Ll victoria debe ser para quien primer premio.
1'111111'111 all ¡tlll (' d IIlI'rpo tltol adwl'sario y haga brotar sangre de él, pero Entre ambos lanzamientos se sitúa la prueba de tiro con arm, «111"
It 1"1 ('SIIl'( e¡¡don's. dado el gran elllpeilo nm que se acometen ambos al igual que la hoplomaquia, presenta un carácter marcadamente militar
('Iv"ll''> y It'lIlimdo por la sucrte de Ayante, hacen detener la pelea antes y tampoco formó parte con posterioridad del programa olímpico (l/ílld"
dI' '1"1' algllllo resulte herido, La hoplomaquia nunca será considerada en 23.850-883). Los participantes deben alcanzar con sus flechas a tilia
(in'da lO!llO tilla forma de deporte y su práctica quedó reservada casi paloma atada por una pata a la punta de un mástil. La descripción es tllI
('xdllsivall1elltl' al iímhito de la instrucción militar. anticipo de las escenas más características del cine de aventuras: Teucro
l.' i .i
HHNIINllC,(,III!' fll 1i,'MIIU If,., IIIH,II,'IiIMI'I""
1.llI/il Sil 1]('( ha y (1111 ('''a rompe d (IIrdt'l que fIIalllit'lIl' a la paloma lUULlO(i1tAFíA
,11 ilda al lIl¡iSI iI; (;SI a t'scapa volalldo y M l'riollt,s, aprl'slmílldose a arre-
h.1I al' vi al"! (1 d(' las mallos de su rival, la akalll.a al vuelo antc el asombro 1) (il'ucml. S. AI'lIiii/, "Los IS IHllll(;riws", el\ll VII II)()") ,
.1(' )¡,S ('sll('(ladort's. La pericia de los homlm:s Cll el manejo del arco es H !.~; l.. (jil (¡-d.), IlJlrodllrt'ÍlÍlI" //011/(,/'11, Bat'U·IOIl:l l(m·1 (reillll'l'.),
hil'lll'.tll'llIt' asflllisl1lo ell dos pasajes dc Oc!íJed (19.'570-9,21.404-23; ·I·j(,-·j')(); E. KOnJexl, /.ci/;{,JIIIJ/lII,I.!.1'II /;('i l/omo'lIIlll PIlilo, Jira 11 Idu 1'1 HIII
IIlddd ,'. 17 1- '), donde tan importantc papel desempeña el arma en Maill 1')(¡7; D,(;, Kyk, "NOIl-COll1lwtirioll in Ilotlll'ril Sport; Spt'lla-
1,1 V('IIJ..\illl/a de ()t!iseo sobre los pretl'l1dientes de su esposa. IlII'ship alld Status", S!fuliou X [YH!¡, 1-19; F. Lmhllt'r-llilnt'lIhallt,
l ~I lit 1, ul ra prueba característica de los juegos panhelénicos (y quizá "Spofl,l.\lcidlllisSl· ill dcr archaischetl Epik und Lyrík dl'r {;ril'dll'II",
Vil pral I i, ada por los cretenses, como vimos) lJue, si bien no forma parte 1'¡'J/.rdJ/'ijí.J. N.edd, (¡raz 196'5, 1¡1¡-'57; id., "Bilder lllld Vl'rJ..\lvidw alls
01('1 I'wgrallw de los funerales de Patroclo, sí la practican, en cambio, los dl'tn Sportwl'sl'n in dl'r sp¡¡ten griechischen Epik", I/llt/J GI.'~li!t I'¡'I/-
k,tI íllS. es d sallo de longitud (Odisea 8.127-8); lamentablemente, nada .f.!.,,/;e Z/III1 HO. Gebllr/Jht/!" Graz 1967, 31-!¡(); E. Mirl'aux, LI Ilid" 101;
SI' IIIIS dí( l' sobre la manera de efectuar el salto. 01 lo.r tiempoJ de Homero, trad. esp, Buenos Airl's 1
Los cjt'nicios Ilsims hasta aquí enumerados se enmarcan dentro de .J. Mouratidis, Greek Sports, Games and [ie.rtitJalr bejím th!: ei¡.;hl/J (;('111111')/
'"II1Il('li( 11I1Il'S organizadas, si bien hemos podido comprobar que muchos de ne., Dis. Uhio State Univ. Columbus 1982; A. Pope, Oi" (':YllllltllliJ'
(·11", SOII ij.!,lIallllmre un agradable pasatiempo y a veces incluso una nece- Humer lmd grundlegende Bedetltttn/!, Jiir die GCJ/"IIIIII,f.!.
',1,1.11 1 pr.í(( il a, all1bivalencia que presentan también, por ejemplo, la caza (d. .Ip¿lleren Gymna.rtik, Ois. Rostock 1936; K. Willímczik,
¡I/"),, .1.771-) Y Y. '529ss.; Odisea 19.428ss.) y la natación (en Odi.rea /;ei Homer, Stuttgart 1969; W.H. Willis, "AthletÍC Contcst in rhl' ¡':pil ",
') ~ 11 r /.' 7) las habilidades natatorias salvan a Odiseo en un naufragio, TAPhA 1941,392-417.
1I111'IIIraS qut' l'II (,.9')-6 Nausícaa y sus sirvientas se divierten bañándose en 2) Juegos en honor de Patroclo. M.H. Oickie, "Fair alld [(ud
d 1'1,,). EII uunbio, en los juegos de pelota prima el componente lúdico, Play in the Funeral Games in the Iliad" ,jofSportH XI 19H!¡, H-17; M.I'.
• (1111() 'JlII'( la hien patente en la encantadora escena que nos muestra a Duminil, "Technique et éthique sportives au Chant XXIII dt l'lli{!ilc''' ,
N illISI( ;1<1 ¡ugamlo con sus criadas a orillas de un río en Odúea 6.99ss., o la Pallas XXXIV 1988, 19-32; M.M. Willcock, Funeral (;all1l's 01
t 1.1111.<1 ton que los jóvenes feacios Laomedonte y Halío obsequian al huésped Patroclus", BIes XX 1 1-11.
()di,eo, Iallz;lndose el uno al otro la pelota y haciendo acrobacias con 3) Juegos de los feacios. M.H. Dickie, "Phaeacian Athkll'S",
.1111 iglJ(l precedente de la gimnasia rítmica moderna. Y es que también la LLS IV 1983, 237-276; J. Goehler, "Ein Sportfest bei den Phaiakl'II",
como ya en Creta, es una actividad favorita de los hombres y mujeres Gymnaxíum LVI 1959, 196-200; G. Patroni, "1 ludí atletici pn'sso i
.11' Ilomero (cf. IIfada, 18.490-96, 561-72, 590-606; Odúea 1.150-'52, Feaci", MiJcellanea Galbiati, Milán 195 1, 1
1.' 1 !¡.I '5-19, 17.605-6, 18.304-5, 21.428-30, ete.). Ideal agonístico, J. Ebert, "Zu mysthischen Agonen ul1tl 1.11111
nll definitiva, en la sociedad homérica los ejercicios físicos juegan un Problem des agonale Wesens der Greichen", Stadion II 1976, 307-.~ 1·1;
dI.:' primer orden. Fundamentales en la educación y en el entrena- Ch. Pappas, Die antike agonale Idee ah Grund.rtein Olympi.rche
Illil'fltl) militar, presentes en ocasiones solemnes con carácter competitivo, und des hetttigen Wettkampfsports, Yale 1987; A.E. Raubitschek, "ZlIfll
SOIl quiá ante todo una manera agradable de ocupar los ratos de ocio y und Wesen der Agonistik", en Stt,dien ztlr antiken SOZi(/~l!.'·
,1(' f()rmar un cuerpo hermoso, ágil y sano, de cuya belleza y chichte. Fe.rtschrift F, Vittinghoff, ed. por Eck-Galsterer-Wolff,
pUl'da uno enorgullecerse. 1980, I. Weiler, "AJEN ARISTEUEIN. Ideologiekristische Bel11t:r-
).j .~
J'lil\ NANDO (;/\1«1/\ !tIIMI'HIl 1~'IHC 1111 M1'11 'J~
1\lIllgl'll 1.111" t'im'\l vidl.irieren Homerwort", Stadion 1 1975, 200-227 1.:\. I~P()CAS ARCAICA y CLÁSICA
(I'!'wgid., t'll P.A. Bernardíni, ed., Lo .rport in Grecia, Roma-Bari 1988,
~ \0). I.os íngmH's <alllhios qUl' l'xlwrillll'lllal'llll las tllllditiolles Su( jo
") JucJ.(os fúnebres. M. Andronicos, "Totenkult", en Archaelo- l'WIlúlllieas del puehlo gril'go a lo largo de IOdos estos siglos 110 dejaroll
,':/Id 1/111/11'1';(", vol. 111, Gotinga 1968; A. Breuckner, "Kerameikos- tlt' aknar, lOIllO 110 podía Sl'r Illl'IIOS, a la educari(1Il físÍla y al dl'pom',
SlIlIlil'lI, I >e,. 1'/llft/llhll.! (/,~ón im 5 Jh.", MDAI (A) XXXV 19 No St· nos ocurre llegar que, UHllO sellala (;ardiner (AAW, p. 2H). tilla
,lOO} 111; Ch, Cartl:r, .. Arhletic Contests in Hittite religious Fes tivals " , las nds notables caraner{sticas del deporte griego es su continuidad, y
)Oll/'lli¡{ "1 Ne'III' IidJtem StlldieJ XLVII 1988, 185-187; p, Léveque, di:nivamente, los ejercicios físicos que menóona y describe I foml'ro SOIl
.. Al'l'fOl lit' cthllo-hisrorique des concours grecs", Klio LXIV 1982, 5-20; esencialmente, con algunas variaciones y adiciones, los mismos '1Ul'
Id .... Arhll'1 ir (;allH.'s in ancient Greece, Rome and Central America", féIfInamn, durante toda su historia, el programa de los grandl's jlll'gos
;\,.,h/t·%g;tI IV IIJH2, H-15; L. Malten, arto "Leichenagon" en RE griegos, que precisamente en la época arcaica adoptan su conflgllfat Ü'UI
XXIV ¡'Ji'), rol. ¡W51J-(')¡ (cf. también bibliografía del cap. 1); u. ddlnitiva, en el marco de festivales religiosos. No obstante, como irelllos
I'llpplow (vl;aSl' hihliowafía del cap. 1); L.E. Roller, "Funeral Games for viendo, el deporte griego sufrió profundas modificaciones en orros
Im 1111' Hal Pt'I'SOIIS", S/,/díon VII 1981, 1-18. muchos aspectos, y un factor fundamental fue la progresiva extellsilíll tll'
(!) Pl"u('has c'n concreto. W. Decker, "Zur Bogenprobe des la posibilidad de adquirir educación física y participar en las l'OII1IWl i-
('dy....I·IIS .. , I\HS\r' VI 11J77, 149ss.; E. Delebeque, Le cheval dam ciones oficiales a otras capas sociales que no fueran las más altas, debido,
I'II/d,I" l'a1~ ¡I)')'); P.A.L. Greenhalgh, Early Greek Warfare. Hor.remen LOmo se ha indicado, al cambio paulatino de las condkiol)es SOl io-
dll// eh,II'/II/1 /11 /;'1' I/ollleric and Archaic Age.!, Cambridge 1973; R.L. económicas, que podemos seguir a partir del siglo VIII a.e.
Ilowl.llul, "Nl'sror alld rhe Chariot Race" , PCPhS CLXXXI 1950-51, La nobleza, casta de guerreros que basa su riqueza en la posesián dl'
W.l \X'W'>III'J", "hthn'll und Reiten" en Archaeologica Homerica, vol. 1, tierras, termina por hacerse con el gobierno de las ciudades griegas al ir
(¡!llIlIg.1 ¡ ')(,H.
limitando poco a poco el poder del rey. Posteriormente, durante los siglos
VII y VI a.e. individuos pertenecientes al estrato social míls airo se
convierten en "tiranos" apoyados por las clases populares, con el proplí-
sito inicial de luchar contra los latifundistas y mejorar las condiciolles dl'
vida, a menudo desesperadas, del campesinado y el proletariado. Sill
embargo, los abusos en que casi inevitablemente caían los dictadores, por
un lado, y por otro las aspiraciones de las nuevas generaciones, qut' !lO
habían conocido la arbitrariedad de la oligarquía aristocrática, dejaru!l a
los tiranos sin ningún apoyo, de manera que fueron derrocados, da!ldo
paso a un nuevo régimen que permitía mayor participación polfticíI a
más amplios sectores de la sociedad y que culminó con la democracia
ateniense, lo que nos sitúa ya en los albores de la época clásica. Natural-
mente, este complejo proceso, que no hemos hecho sino esbozar, no llegó
a completarse en algunas ciudades y no desembocó en todas en la
\(,
.H
FI'I( NAN()() I ;ARU A I(UMH(() l' 1" 11 111,1''-0 I 'IIMI'II c."
illlplalllacj()ll del mismo reglmen; Esparta y Atenas constituyen, como haH' posihle lIlIa riqlH'I,a IlO li~ad ya a la I'l'Opil'lLltl flIslila. hasl' ,!I'I
V('f('lllOS, los dos extremos del arco. poderlo de la ariSflll!'a1 ia, La ifll ipil'llll' illdllslrializal i<in y d IOIlSi¡.(tlil'lIfl'
I>iversos t¡lnores desencadenaron y desarrollaron esa evolución, desarrollo dd fOIIlt'rl io proVOUI qllt' la nlll'va hlf~I's(a forlllada !,Ol'
1'1'1'0 podelllos resumirlos en cuatro fundamentales, En primer lugar, la fOlIlt'ITia1ltI'S y <11'tl'sa1lOS exija participar III;ls au iVallll'llIl' del ~[)hil'IO de
('olonización, que, en el curso de dos siglos (750-550 a,C.), expandió la óudad y de los prívile~j()s reservados hasta {'lllOIIII'S a la afistOl ral ia.
1.1 (ulrura wjl'~a por todo el Mediterráneo, Ni Atenas ni Esparta partici- el1tre dios el completo acceso a la cultur¡¡ físila,
Jlaron .H livallll'nte en esta impresionante empresa, cuyos principales De la mayor importancia, también para el desarrollo dt' la {'dm a-
1" 1I11IOlOn's fUl'ron Corinto, Mégara y las ciudades de la isla de Eubea, ción física en Grecia. fue, finalmente, la adopci(llI de nuevas tíí",tÍl'as
por varios motivos: la necesidad de ocupar nuevas tierras de de guerra, que fueron apliladas por vez primera por los espartal lOS
así la relativa superpoblación; el deseo de instalar nuevas durante la segunda Guerra Mesenia «()60-()40 a,C.). La SUl'rtl' dl'l
fal torlas marítimas con fines comerciales; los conflictos sociales, que combate ya no dependía del valor individual de los Glpiranes, sillo sohre
lleva han hacia las nuevas tierras a los campesinos endeudados o a los todo del esfuerzo colectivo de la falange de hoplitas, compacra f(¡rlllal i(in
exiliados políticos. Con la colonización no sólo se multiplicó el espacio de soldados de infantería, armados mn lanza y espada y prote~ids WII
viral de los griegos y se ensanchó su horizonte espiritual, sinó que escudo, casco, coraza y grebas, Como ya entrevió AristlÍtdes (Poli/ir"
lalllhi¿'f1, al elltrar en contacto con pueblos extraños, tomaron los griegos 1321a), la nueva táctica provocó cambios políticos notables, ya qlle
lilas fuerte conciencia de su unidad lingüística y cultural (las diferencias requería la intervención de un mayor número de soldados, redlltados
'1111' separahan a las diferentes estirpes griegas parecían agigantarse en el entre la nueva burguesía que podía costearse el armamento de hoplita, la
n'dlH ido marco de la Grecia peninsular) y, en consecuencia, se reforzaron cual, naturalmente, reclamó una mayor intervención en la adminisrrati(íll
10:-' I'as~o que los distinguían de los demás pueblos; uno de ellos, y no el de la ciudad a cuya defensa contribuía, Por otro lado, las posibilidmb dc
IIII'IIDS i 111 portante, era la afición por la práctica de ejercicios físicos, que éxito de las falanges de hoplitas eran tanto mayores cuanto mejor y lII¡tS
el puchlo ~riego siempre consideró una característica diferencial de su completo fuera el entrenamiento de sus componentes, Las ciudades (y dc
1 ivilizali()1I ton respecto a los "bárbaros", que no practicaban el modo especial Esparta) se cuidaron entonces de organizar la instruni(ill
dq 'Urle. militar de los hombres, de manera que, como señala Delorllle (pp.
()( ro factor de cambio decisivo fue la creación de la polis, de la 24ss.), el nacimiento de la institución estatal del gimnasio aguarda
I illdad-estado, resultado de la unificación de comunidades rurales en una estrecha relación con el necesario entrenamiento de los hoplitas, N lIt'vas
('111 idad política superiot, independiente y autosufióente, con cultos y clases sociales tuvieron, pues, acceso a la formación física, y continuaron
I('yes propios, a donde acudían, en busca de una vida más segura y practicando el deporte cuando la originaria finalidad militar del gimnasio
('slahk. los nlmpesinos privados de tierras, En el marco ahora más orga- fue decayendo (cf. Pleket, "Zur Sozíologie ... ", pp, 61-62),
lIizado d(' la IMli.r pudo desarrollarse libremente la afición helénica por el Así pues, a finales del siglo VI a.c., tras un largo perhlo
deporte, que se hizo de manera definitiva con un lugar importante en la conflictos sociales, las ciudades griegas alcanzaron una cierta estabilidad
vida social de los griegos, en la educación, en los ratos de ocio y en los interna con la implantación de nuevas formas de gobierno, que ofredan
IeSI ¡vales, ya fueran locales o panhelénicos, la posibilidad de participar en la administración de la ciudad, en mayor o
EII la segunda mitad del siglo VII, desde Lidia y a través de los menor grado, a una parte relativamente amplia de sus habitantes, En
;O"IOS de Asia Menor se adopta en Grecia la economía monetaria, que cambio, las disputas externas entte las distintas ciudades continuaron
~H w
l'i'I( N¡\NI)() 1.i\!!1 11\ IICIMHUI I~ IIIH.II:'> II!.IMI'II 'I~
'ill'lIdo frn 1Il'l 11 ('S y slÍ\o cesaron lllO!lll'Ilt,íllt:allll'IIH' lllalHlo la invasión de Ilwrn'lIarjos y la 111111"1 jlill Ik los idl'all's !jUI' sostl'lllall la IlIil/.l, a la
PI 'Isa ()hli~!/ a parle de los griegos a unirse para conservar su I que eSlaha I'SIn'! 11:111 H'II 1l' ulljdo el l'kllll'IIIO agolllstito, uuurihllY!'WII
d!'11t la, I.as ('l/erras Médicas (490-479 a.c.), que acabaron con la asom- • lall1hil-1I a provocar 1111 illlportallll' ulIllhio ('11 la altitud dI' los Wi(·fl.os
hlllsa villoria dl' UIl ejército en el que cada hombre luchaba por su propia la nlltlIra física, Parte de la jllvelltud ulIItillllaha Irt'tlIl'lItilIHlo los
1I1l('l'Iad Irml(' a UII cnemigo mucho más numeroso pero sometido a la giml1asios, pero ahora mil intereses puramente individualistas, sill
vlllllllfad dt'sp,ilica de un soberano, tuvieron una importancia decisiva en tearse como fin último las lIecesidades lk la 1,,¡liJ, El allterior equilihrio
'" dl'sarrollo dt' la CIvilización griega, no sólo porque forzaron a la en la educación entre las cualidades físicas e intelectuales Sl.' rompió
'>IISIll'IISI')II, allIltIU(' fuera fugaz, de las rivalidades entre las ciudades, sino en beneflcio de éstas últimas, Olmo indica ya la llueja de Arisl<íbuws ('1\
~(lhn' lodo porquc acrecentaron la confianza los griegos en sus propias Nubes, comedia del año 42", rehecha parcial m<:n te entre 4 I<J Y I¡ 17,
IIISdll1l IOIl('S y ¡(¡mm de vida y se hicieron aún más conscientes de la contra la influencia, nociva en opinión del poeta, de los sofistas 1'11 la
IlIIporWl1l ia de ulla participación activa en el gobierno de la instrucción de los jóvenes atenienses (vv, 1052-4): "I.'JtOJ JOTl IOJ dJJIIII(J.I
Por 011'0 lado, por lo que a la cultura física se refiere, en la victoria sobre los que IOJ jóveneJ charlatanean el día entero y qul.' hacen (11ft' ('.fIé"
..ol'n' los pl'rsas había desempeñado un papel fundamental la prepara- lIenoJ IO.f bañoJ públicoJ y vacía.! paleJtraJ", afirmación lluiz,[ exagl'-
( 11111 ad(;, i( a dl' los griegos, fruto de la notable presencia del deporte en el rada, pero que sin duda revela un cambio en la postura de los jóvelll's
'>ISI('llIa l'dm ativo, pn:sidido, como veremos, por el ideal de la kaloka- adinerados atenienses con relación a la práctica del deporte.
aristocnítico y ahora extendido a otros estratos sociales, No es extrañar, entonces, que a partir del siglo IV pueda apn'-
y.1 '1111', segulI se ha señalado a menudo, la democracia no supuso la ciarse un acusado desplazamiento de los aficionados al deporte destll' d
11'1111.1,11 je tI! I k, los antiguos privilegios, sino su extensión a todos papel de practicantes activos al de simples espenadores, Todo l'S!t'
'1lId,ldanos (lIll'te(()s y esclavos quedaron aparte), Los años que siguieron ambiente contribuyó considerablemente a la expansión del
.1 I.ls (illl'rras Médicas, en efecto, son probablemente la época en la que lismo en el deporte; aunque es indudable que profesionales
'd' ,de ,111/1 i 1I1l mayor equilibrio entre el cultivo de las cualidades físicas e existieron desde mucho tiempo antes, durante el siglo IV su mÍIIlt'fll
11111'1('( (tlalvs del hombre en el mundo antiguo y quizá también en toda la creció muy considerablemente, El desarrollo del profesionalismo re(l'u-
IlIslllria lit- la Ilumanidad. Es asimismo el período más significativo de la deció, por una parte, las críticas de quienes consideraban el deportt' u
(lvIIi/al i(tll de la Grecia antigua, durante el cual Atenas, bajo la dirección algunos aspectos de él como algo nodvo para el hombre o la comunidad,
I J¡. Jl!'rilles, asumió la hegemonía cultural y económica de la Hélade. y por otra, impulsó, por el deseo de mejorar constantemente las presla-
Esa al'lllOllía entre físico e intelecto comenzó a resquebrajarse en dones de los atletas en la competición mediante el entrenamiento y el
p.II'I(' por evolución interna y en parre también por la influencia de régimen de vida adecuados, investigaciones científicas que condujeroll a
1.IIIOfl'S ('x¡ernos, El estallido de la Guerra del Peloponeso y la consi- un mejor conocimiento de lo que concierne a la salud del cuerpo,
J-: 1I jI '111(' derrota de Atenas frente a Esparta y sus aliados (43 1-404 a. C.) adelanto notable de la civilización griega,
.I( den) la decadencia de importantes valores políticos, sociales y educa-
·10 41
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OlíMPICOS
fllente integrada en él. El entrenamiento para la caza o la guerra fue la obligados a pagar determinados impuestos a los espartiatas, t.lisfrulallall
fúrma más antigua de educación física, cuando la supervivencia del de cierta libertad para dedicarse a algunas actividades económicas till!'o
viduo () de la comunidad dependía en buena medida de la preparación como el comercio o la industria, los ciudadanos de Esparta
tI(· los hombres con vistas a esas actividades, como queda bien patente en realizar; debían asímismo servir en el ejército espartano, pero nunca millo
d laso de Esparta, Posteriormente, la educación física fue petdiendo su hoplitas, sino formando cuerpos aparte, y sin la posibilidad de alntll/.a!'
taf¡trn:r exclusivamente militar (cf. ya Pausanias 10.4.1), conforme se puestos de responsabilidad. Su situación era, pues, desfavorable l'Oll rda
IUl' haciendo más evidente la contribución de la práctica de la gimnasia al ción a los ciudadanos de pleno derecho, pero indudablemelHe 1I1lIdlO
hil'lH'srar físico, y también mental, de los ciudadanos y, en consecuencia, mejor que la de los hilotas, siervos adscritos a la tierra, propiedad l'sliIlal.
la comunidad, de manera que el cuidado del cuerpo continuó que debían sostener a la clase dominante. La enorme superioridad 11111111:-
1('lIi('fldo un lugar preferente en la enseñanza, desde los primeros años de rica de los hilotas respecto de los espartiatas obligó a éstos a ulla pl'O~n
la vil la del niño, como condición indispensable para el logro de ese armo- siva militarización de su régimen de vida, como único Im'dio dI'
1I10S0 equilibrio entre el desarrollo de las aptitudes físicas e intelectuales
mantener su dominio.
(¡lIl' Sl' l'xpresa con el término kalokagathía.
Ante el problema del aumento de la población, que la Illayor(a 1'"
(:01110 ya señalamos a propósito del deporte en los poemas homé-
las ciudades griegas intentaron resolver, como vimos, medialHe la 1'11 11 da
rl' os, l'll esos tiempos la educación no debía de constituir un sistema ción de colonias, Esparta ofreció también una solución propia y ¡lt'wliól!':
la guerra de conquista, ocupando las fértiles tierras de la vl~tia M('s(·lIia.
orgallizado. Por lo que nosotros podemos conocer, la regulación de la
Tras veinte años de dura lucha (740-720 a.c.), los tnl'sl'llios 11I1'mll
('1 h 1( al i¡ )1\, Y de manera sobresaliente de la educación física, alcanzó su
derrotados y pasaron a engrosar el número de los hilotas. Medio si~lo
I'l'illl<'l':1 Ulhninación en la Esparta arcaica, y del éxito de tal sistematiza-
después (660-640) un levantamiento de los mesenios sOlllcridDs, '1"1'
, H'11 ('S I'l'lIl'ba indudable el dominio casi absoluto que los atletas espar-
contaban con el apoyo de los enemigos peloponesios de Esparta. ('11< allt'
t.11U IS l'Jl'n i('fOIl sobre los representantes de las demás ciudades en los
zados por Argos, sólo pudo ser reprimido con gran dif1tulrad y IIH'llialll<'
.I111·}.!.oS Olímpicos hasta la primera mitad del siglo VI a.c.
el empleo de la nueva táctica militar de la falange de hoplilas, y la a~il
cilln social que esta segunda Guerra Mescnia provoní <.'ll Espana all'll'!'D
1, /'1,1 /Üj}(/rta la adopción de sucesivas y profundas reformas ell la <:Slruflllra pD11I íl a.
sOlial y militar del estado, que la tradici(ln presellta, ullifldlldolólS, ((111\0
La prilllada del entrenamiento físico en el sistema educativo espar- obra dl' un legislador legendario, Licurgo.
1allll es 1111 claro reflc.:jo y consecuencia de las muchas peculiaridades de la No obstante, Esparta sigui¡í siendo un estado ahieflo y lI'¡'UtlVII
mgallizalitÍll polítira y social de este estado. I'rente a una clase dominante hasta los últilllos tramos del siglo VI a,c', pero la ri~(b . . dl·1 SiSU'IIIi1
dI' lillaj(' dorio, los espaniaras, que gozaban de todos los privilegios de la illlpidi() la Itígica ('voludólI de las insrituciolll's, lo lllal lOlIdlljlJ 1111011
lallfa y lUyO número era porcentualtnt:nre reducido (los hombres II1l'I1I(' a lit 1 n:~il'I allquilosado y aUlla lilldad ('IHWrada ('11 sI IIlisllla,
apios para l'l cOlllbate 110 sobrepasaron los diez mil en las épocas más <jUl' prolnlití a la expulsióll d(' l'Xlfallj('ros (' illduso prohihiü ('11 al~Ios
lIon'( il'III('S), se siluaba la grall masa de la pohhlrilín, consrirufda por ,"SOS la pan kipalil)1I tI(· sus liudadal10s ('11 los ~ralh k's 1I(,~oS pallhrk'
lll'rÍt'lOs y los hilolas. Los IX'riecos carecían d(' dl'rl'l'hos pol(tiws, pero 11 itOS , lalllo por d h'lllOf de que la falllH ~ald ell t'lIos apal'lni'lt' al
podfall admillistrar sus ald('as toll lÍl'na HUIOIIOIllÚI. y. aUllqlw ('slahall dlldadallo tll' sus ddwrl's para lOll la palria. UlIllO por In dl'slIIoralizutÍ')1I
-u .1\
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS ,ti 1',( ;OS oU M1'11 OS
qllt' suponía para la comunidad la derrota de uno de sus miembros frente Política 1324b 8-9). No es de extrañ,tr, en (ollsenlellcia, que d t'srado
a arietas de otras ciudades. asumiera el control de la vida de sus miembros pnkrkallll'1ltt' desde Sil
Bajo estas circunstancias, la preparación física y militar condicio- nacimiento y los sometiera a un riguroso entrenamiento f(sim destll' la
Ilaha todo el sistema educativo espartano, ya que la vida del ciudadano niñez. Lamentablemente, nuestras más importantes fuentes para d Wlltl-
('staba orientada esencialmente a la defensa del estado, de manera que, cimiento del sistema educativo espartano, que indudablemente debi!') dt,
UlIllO afirma Jaeger, el objetivo de la educación espartana era crear una experimentar cambios en el curso del tiempo, son todas tardías, dd si~l()
(íwlad entera de héroes, dispuestos a sacrificarlo todo por los intereses del IV a.e. la Constitución de los lacedemonios de Jenofonte (que nos fIlUl'Slra
('slado, "comunidad ciudadana que trasciende toda individualidad y para una imagen idealizada de la vida en Esparta) y las alusiolll's qut' se
la utal todos viven y mueren". Este ideal espartano de la arelé exce- e encuentran en las obras de Platón y en la Po/í/ ¡ca de Arist(ítdl's (de Sil
1I'1I1ia, virtud") encuentra ya su mejor exponente en los poemas que Constitución de los lacedemonios sólo han sobrevivido fragmelltos), y dl"
Tim'() mll1puso para acompañar la marcha de los hoplitas durante los siglo I-U p.e. la Vida de Licurgo de Plutarco. Estas obras, y particular-
dih( iles Illomentos de la segunda Guerra Mesenia; las tradicionales mente Aristóteles, nos hablan de una instrucción centrada obsesivalllt'III('
vinut!('s aristocráticas (fuerza física que se hace patente en la carrera o en en la formación militar, con descuido casi absoluto de la eduulcitíll 1111"-
la Iw ha, belleza, riqueza o elocuencia) no valen nada para Tirteo, la lectual; pero esta situación probablemente s610 es válida a partir del si~l()
("alidad eSl'tKial es el valor en el combate (fr. 12 Wesr): "No quisiera VI a.e., ya que en la centuria anterior Esparta fue centro de ulla flore-
m (ml,l/' 111 /i{I((!r mención de un hombre por su excelencia en la carrera o en ciente vida intelectual, abortada por la rigidez del sistema polCtiw y la
Id IlItlid, 11/ {1I/1"I"e tuviera el tamaño y fuerza de lo.r Ciclopes y venciera progresiva militarización de la sociedad. La educaci,ín sí Sl' (('1111'1;
I 1I1'1'I1'IIt!O dI IrtlfÍo B()reas, ni aunque fuera por su porte más agraciado que entonces absolutamente en la formación física, y adelll¡ís mn ulla tillíl
'f,'o/lo, l' IIII'íl'r(/ máJ riqueza.r que Midas y Cfniras¡ ni aunque fuera más lidad utilitaria, la preparación para la guerra, excluyendo l'I objl'l ivo
/'('XIII 1/ 111' P//O/I¿', hijo de Tántalo, y tuviera la lengua de Adra.rto, dulce deportivo, como queda claramente demostrado por la progresiva desapa-
101//0 ItI //IleI, tll tllmque tuviera toda gloria excepto impetuoso valor en el rición de los atletas espartanos de las listas de vencedores olÍlllpiws a
111111""'1'. PltfJ tlO l'J hombre de valía en la guerra sino el que osa contemplar partir del siglo VI (entre 776 y ()OO, de 66 victorias COtHXldas ,~ 11Il'1'01I
¡" /IIdldl/l.tI JtllI/!,rienJa y ataca a lo.r enemigos acercándo.re a ellos. Esta es conseguidas por espartanos, en tanto que desde ')1)6 hasta )(lO a.("
;" (·.\cl'll'1Ie/,I, l!.rltt, en/re los hombres, la recompen.ra mejor y más hermosa de únicamente se contabilizan 13 triunfos).
"kdll;:,¡r /Jtlrd 11ft jm/etJ. Yes un bien común para la ciudad y para todo el La metódica y estrirta educación, que los espartanos n'Jl]otllahan ti
InuMo el hOlllbre qlle con las piernas bien abiertas en vanguardia se Licurgo, era obligatoria para todos los hijos de ciudadanos, y I'l'an
1IIt//lIICIII' ¡trille iftCtm.fttblemente, y se olvida por completo de la vergonzosa además admitidos en ella otros dos grupos de nif\os, por lo dl'lll<lS llIuy
hllid" , 1'.\'1Iti/lINldo .m l/ida y .fU ánimo sufrido, y enardece con sU.r palabras poco numerosoS: los hijos ilegítimos de esparciatas y mujeres hilotils, t)\(("
dI ,l!,lIt'rrCrtl 1¡1It' c.rli:í ti ,r¡¡ lado, acercándoJe a él". según el testimonio tardío de EliatHl (lIiJ/orí,lJl'tltútltIJ 12/U), sl'rvlal1
ASI pues, d objeto casi exclusivo de la educación espartana era COIllO antagonistas de sus medio-hermallos en los l'jerdcios d(' ellln'fla
lorlltar ciudadanos capaces de defender d sistema de vida privilegiado de miento y erall tlnalmentc nxoll1lwlIsados COll la libertad; y, el1 Sl'~Ifdo
los ('sparlÍatas frt'llt<: a ellemigos mucho m¡ís numerosos, las ciudades lugur, los llamados "Illatllellidos" (lní/¡bill/o/), Ilinos Iq~ad()s a lispanil a
vl'cillas y los hilot;ls sometidos Cm J.tlCedl'lNlJlli" .y t'f/ ere/ti /t' t'dlli'tlci6n Illuy (Otra edad o natidos l'll Esparta dt' padres ('xlfílnkros ~('t\líI
t'J/lí or;:'tmiztldíl ¡"ni 1'.\'(/II.I'II'dllll'1II1' f01/ ¡JÚ/II.!' ti ItI J.!./I('''''(/'', ArisllÍtl'll's, exiliados polít IlOS.
·101 '1"1
I'I'RNANI)() (;AI«JA IU )MHU) 11)., 1111'1,1)" I IIIMI'If 1).,
I LIS! a IlIs siv(v af'los, los niños quedaban al cuidado de sus padres, l}4uallllt'III(' Ilarifi(ador t'S d aplllll}4(;rilll Il'S,iIllOllill di' ,kllllfllllll'
1'1'1'0 a pal'! ir dt, esa edad era el estado el que se hacía cargo de todo lo (GlI/x/lIl/rlfÍl/ dI' 1111 l'IIl'ilcfl/o/liw 2,2-'): "y 11'.1 dJi,~lIá (/jlllt:/io) /d/lIMé"
(1IIlu'mil'Uf(' a su illS(runiótl. Ésta comprendía varias etapas, cuya dura- IfdJ/i,~lÍm) t'/t'XidoJ dI' /'I//n' 10.1 jtí¡ 1{'I/1'J, Ilttr" 1/11/' (".IÍ,~f/'1 ti 10.1 "inllt
I 1011 I 'Xóll ,a 110 podemos determinar con precisión, ya que nuestras tlld!ldo jilo'(l Im'cúo, de 11/,1111'1''' q/le I!,rdll rCJ/!l'Io y l~rt" IIlm//clI(ItI 1IIIIt/l
1111'111 e's SOIl i\ m('uudo contradictorias o nos proporcionan una informa- rren en 1'1111, !\dl'lIItÍJ, t'!I /1I,~tlr dt' Ilt/n/r ddhtlt!O,I 10.1 Ilit'X mil d ("h"t!1I ,
111'11 ill1pfn isa y poto sistetl1,ítica, a lo que se añade el hecho de que los ordemí endllrecerlllJ yetldo deJc(/lzoJ, ¡Wl'J eJ/ Íll/tlb" l/lit', JI IIJ! ,It' I'/t'n /
1(;"miIlOS (,tI1pkados para designar a los niños y jóvenes en cada una de /abtJn, lfIurho más j;ícilltlt'!lte ,mhiríctrl mOl/tl/llil.! ,y (1m IIlt1yor Jt',~/lrj¡I!
I;IS dikn'lIll'S ('tapas son numerosos y complicados, Habitualmente se bajarían jJendierJteJ, .rtlltarítm, hri tlfttr/ttt/ y wrrer!,1!I /f/ií.r reípid,III1t'I//r, )'
adllll'l'II Irvs Wados de f()rmac.:icSn en el sistema educativo espartano, en ¡ligar de ahlandane con manto.!, eJtimah,¡ II"e deM,m ilrOJ/llm/ml!'.lt' "
1111110 parvIl' ya indicar, aunque de manera harto vaga, el testimonio de 1l(:tIar IIn solo marJto durarlte todo el año, fon.rideriUldll tI"e 11,1'1 ('.IIt1dllll
.!t'IIIIIIlIlI(' (CiJl/J/i/lIl'Írírl de lo,f lacedemonios 2-4), La primera etapa mejor preparadoJ tanto contra el fr/I) (omo Ulntra el ralllr. Y ell t'llII"/1I ti ItI
(/hlll/n, "lIil)OS") wll1et1zaba a los 8 años y se extendía hasta los 11, en comida, ordenó que el irén en las marchas diJ/msiera de l/ni/ {lIlIlid,,"/,,1
"piule,1l di' Marroll, o los 12, según otros autores; la segunda (meirákia o que nunca Je Jinfieran peJados por harturtl ni deJconocieráfl lo 111It' 1'.1 IItI.lill'
1',lItllllo/, "lI1l1chadlos") comprendía hasta los 15 (Forbes, Marrou) ó 18 necesidad, estimando que 10J ají educadoJ serían "'tÚ ((llilla,I, .1/ Im'!'tI
e Mil hdll; se' pasa ha t'lltonces a la categoría de los "jóvenes" (eirénes, preciso, de agtlantar sin comer y reJÍ-rtirían durante mtÍJ IIfllllm (1/11 1"
/lr/JOII/O), "oude 1'('rrllHlledall 5 ó 6 años, hasta que eran admitidos en miJma ración J Ji ají se le.r ordenase",
1.1'. ItI.I\ dI' lo~ s"ldados de vanguardia, como paso previo para alcanzar, a La educación así organizada de los niños espartanos indu(a ac!('IlJ(ís
111'\ \11 ,I)~ 1.1 I illdadallía de pleno derecho y formar parte de los algunas actividades cuanto menos llamativas, como es el caso dd disllI
"'HIt,dl'"'' c!III/110[1I1), tido adiestramiento en el robo para procurarse provisiones (alabado 1'01'
1.11.. 1'11'1\ ic ios 'Isitos se graduaban de acuerdo con la edad, pero el propio ]enofonte, op, cit. 2.7-8) o la krypteía (cf. Platc')rl, /_e'y('.1 (1 ~
di'" l., tlll pl'lW ipill St' sOllletía a los niños a duras condiciones de vida y a una especie de "caza de hUotas" nocturna en la que los jóvenes l'span1\~
1111.1 lI'Ir('.1 d¡~1 iplina, mmo manifiesta claramente la desaipción de debían mostrar su valor y madurez, así como el sangriento rintal de la
1'''1101110 (/,/I/I/:/ill lú,IO-[): "Así plleJ, a leer ya escribir aprendían diamaJtígoJÍ.r o flagelación de los muchachos ante el altar tlt' Ant'lIIis
11(1/'/111(' ('/'" 1/('(('.1<11'111, l/ero todo el re.rto de la edtlcación tenía como meta Orria, en el cual debían poner de manifiesto, antes de su paso al }4rupll
011(',/1'11'1' di.lt1/di /Jdr/"I/Ien/e, reJÍ.rtir las jJenalidades y vencer en la batalla, de los "jóvenes", su resistencia al dolor soportando los golpes, l'n al}4l1lllls
/'/11' ('111 /"f/lhlhl, OlfljíJrl!ll: JI( edad aumentaha, Je iba intenJificando Stl casos hasta la muerte (cL Plutarco, Lictlrgo 18,2), sin queja alguna,
l'IIII't'''d''ÚI'll/O, /'tI/ltí"doIIJJ ttl cero y acoJttlmhrándolos a caminar deJcalzos y
ti /",I:"/' dc'.lIl/1dlll 1" I//tiyor IJtlrte del tiempo, Cuando llegaban a los 12 añoJ El entrenamiento de los espartanos procuraba un desarrollo HsilO
11',1;111"" /'i/'Ic'fldo tllÍfI Júl/lÍnica, lIev,tndo tln Jolo manto todo el año, con completo, de todo el cuerpo, de manera que, como afirma ]enof()rltl·
/11/'111111 1('((1.1 Y d('Jco11ocedoreJ de hañoJ y tlngüentoJ, excepto tinos pocos díaJ cit., 5.9), "no se podrían encontrar fácilmente hombreJ máJ saludableJ.Y dI'
,,( "/111 1'11 11/1(' di!/mld/;ttrJ de ttdeJ placeres, Dormían jtlnto.r, díl'ididos en ctlerpos mejor formados que los espartanoJ, pueJ ejercitan por iguallJiemtl.l,
1'lllIddrlll/l'.1 y ,~r/lIJ Johre lechlJJ de paja qtle elloJ miJmos preparaban, brazos y cttello". Las disciplinas debían ser las más antiguas y naturab
/'/JIIII/lrwdll 1011 1".1' I/hIrlOJ, Jin ,rervirJe de clIchillos, laJ pllntas de las cañaJ formas de ejercicio, es decir, la carrera, el lanzamiento de piedras y jaha-
1/111' trnl'll jl/II/o ,d lillroltl,r" , linas, y también la lucha, que podía practicarse en combates individualt,s
·1(, tl7
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
y dl' manera reglamentada o bien colectivamente y con mayor permisi- mente posible de "guante de boxeo", de manera que los j6venes llamados
vidad, como en el caso del violento juego que describe Pausanias sphairefs no tendrían como disciplina básica de su entrenamicnto los
( ~. II¡ .Xss.), en el que dos equipos de jóvenes trataban de empujar cada juegos de pelota, sino el boxeo, lo cual, según Chrimes, se acordarfa
tillO a sus rivales hasta las aguas del río Eurotas sin más armas que el mejor con el carácter militar de la educación espartana.
vignr de sus miembros y la fuerza de sus dientes. Se practicaban Durante el período más antiguo, el entrenamiento tenía lugar fuera de
asimismo diversos juegos de pelota, en los que debían tomar parte espe- la ciudad, en campo abierto, en el llamado drómos ("lugar para correr", lo
! ialllll'llt(, los jóvenes de mayor edad, que eran llamados precisamente que indica la importancia de tal ejercicio), al que se unió más tarde, ya
,/¡J"úrdr ("jugadores de pelota"). Tales juegos eran variados, pero los dentro de la propia Esparta, la "palestra" ("lugar donde se lucha'').
habla igualmente muy duros, como aquel en el que dos equipos de La parte artística de la educación del ciudadano espartano tamhiéll
'I"illu' ;Iívenes cada uno luchaban por apoderarse de la pelota por todos estaba bastante relacionada con el ejercicio físico, ya que consistía eSlw-
lo!-. lIll'dios posibles. Por último, no faltaban, por supuesto, ejercicios más cialmente en el aprendizaje de la música y de la danza, actividades amhas
<lirn ,allll'me relacionados con la función militar: tiro con arco y esgrima, en las que los lacedemonios tenían ganada una bien merecida tilllla,
(,'¡uita! i(ill, caza y muy posiblemente también boxeo y pancracio. La Desde muy prontO los niños practicaban gimnasia rítmica, como paso
prl'sl'Illia de estas dos últimas disciplinas en el programa espartano de preliminar para el aprendizaje de la danza, cuya variedad m¡lS l'Ollmida
1·<111\ at itíll f(sica ha sido muy discutida, a partir de diversas alusiones de era la llamada "danza pírrica" (figura 15), ejecutada por jóvenes armados
PhlfarlO (Jjmr¡!,o 19.9; Dichos de IOJ espartanos 228d23; Dichos de reyes que simulaban posturas de ataque y defensa. En general, todos los l'kni-
)' ("/JllilfII'J I X')e4), que se han entendido en el sentido de que Licurgo cios se acompañaban de música de flauta, y al son de las flautas
plnhibi,) d pugilato en Esparta, por razones educativas, para evitar el, en marchaban también los espartanos al combate.
"ti Opillioll, poco edificante espectáculo de ver a uno de los rivales El entrenamiento físico dominaba, pues, la vida de los espartallos
'1'lIdll-,¡' y ahandonar la pelea. Esta creencia ha intentado ser refutada por durante sus treinta primeros años; pero aún una vez terminada su etapa
"IV'lS(~ ,ItIfOI'l'S, Así, J i.ithner (RE VII, col. 2041) afirma que tal prohi- de formación, el ciudadano, tanto impulsado por la costumbn' millo por
1lit 1011 I ¡lIl SI ¡lo a (ectaba a la intervención de los espartanos en ambas los estímulos que recibía para ello, seguía ejercitándose en los gimllasios y
PIIII'J,¡¡S \'11 IIIS juegos deportivos panhelénicos, pero sí formaban parte de practicando la caza (Jenofonte, Constitución de los lacedemonioJ I¡, 7), Es
la ¡11M rllu i\')1I militar, ya que suponen una buena preparación para la más, Jenofonte nos enseña (ibid. 12,5-6) que la ley ordenaba él todos los
J.(III'l'I'a (d. Fil<Ísttato, /::¡'obre la gimnasia 9. 58), y, además, algunas lacedemonios que se adiestraran en prácticas gimnásticas mielltras ('Slll-
111('\1(('" IIOS descrihen el boxeo o el pancracio practicado en Esparta (cf. vieran en campaña, de manera que dos veces al día, antes de desayunar y
(.il('I'IIII, 'f'IIJmltlfltlJ ).27.77). También Chrimes, en su exhaustiva obra de cenar, realizaban ejercicios físicos, si bien más ligeros quc dI'
\ohn' la ESpal'lil alltigua, admite la presencia de ambas disciplinas en el costumbre. No anda en verdad descaminado Plutarco cuando afirllla
1'lllfl'lIalllielllo de niños y j6venes, y, a su entender, la prohibición de (Licurgo 22) que para los espartanos la guerra suponía un desmllso tll' MI
I.i\ ttrgo liD Sl' rell'ría al pugilato, sino a las riñas y peleas entre los preparación para la guerra.
¡11Vl'm'S, lOlllll podría probar el testimonio (por otra parte también poco Otro rasgo peculiarísimo de la educación espartana, priÍniulIlIl'tllt'
! laro) dl' .Jcllof(lI1tl', Con.rJilllción dI: lo,!' latedemrmioJ 4.6; en apoyo de tal sin paralelos en el mundo griego, es la inclusión de las mujcrc!i a
alirtllilli\)1l illtl'rprl'ta demallcraoriginaleltl-nnino.l/¡htúrdr. que no todos los efectos, Sobre este tema volveremos Ill,is addélIlH.', nmlldo cstll"
l'starÚt rl'ladollado lOIl .!/¡httlrtl ('11 d sctllido tll' "pdota", sillo ('11 el igual- dielTlos el (k'porte fC,'IllCllitlO t'n (,n-da (rap, I ..L~),
,1/01 ,jl)
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
('11( argasm del entrenamiento de los jóvenes, así como funcionarios esta- El sistema educativo espartano influyó poderosamente en el rl'SIO de
taks que supervisaran todas y cada una de sus diferentes etapas. No las ciudades griegas, sobre todo en el ámbito dorio, como es el raso dl'
ohstallte, al menos a juzgar por los nombres empleados para designar los Creta, aunque nuestros datos sobre la educación de los ¡{)venes ln'lt'llsl'S
( argos, d número y la especialización de tales funcionarios era menor que son muy incompletos (sumamente recomendables son las p,íginas <¡lIl'
('11 Almas en la época de la efebía, como tendremos ocasión de Forbes dedica al tema), De manera semejante a Esparta, el énfi¡sis r('rafa
(ulIlbrobar, quizá porque, como apunta Forbes, los jóvenes mayores y especialmente sobre el desarrollo físico, con vistas a preparar ciudadanos
111;ís capaces se encargaban de parte de la instrucción de los más aptos para defender su patria, prestándose poca atención a la lilrlll,\( ¡(lIl
!lt'tjIlC!IOS o menos adelantados, además de que, en general, todo ciuda- inteleaual Caprenden sólo a leer ya escribir, y ello Tlloderadtnller/tc", Aris~
dallo l'spartano se consideraba personalmente responsable de la educación tóteles, fr, 611.15 Rose). La educación, bajo el completo mIli rol dd
y disdplilla de sus jóvenes (Jenofonte, Constitución de los lacedemonios estado (si bien de manera menos obsesiva que en Esparta), ('ra ohli~a
.'. ! 0-1 1). El supervisor del sistema educativo de Esparta era el pedónomo, toria para todos los ciudadanos y de ella, por supuesto, estahan exdllfdlls
dq..:ido, a decir de Plutarco (Licurgo 17.2), "entre los hombres de mérito", los esclavos, quienes, aunque tenían al parecer ciertos derl'c!Jos, !l1l
(011 alltoridad para "reunir a los niños y castigarlos con dureza si obJer- podían "jJracticar la gimnasia ni poseer arma/' (Arisn')teks, Poli/II"
/',//,.1 '11It' "~í!,lIJto actuaba wn negligencia" (Jenofonte, OjJ, cit, 2,2.), para 1264a21 ss.), Los niños eran también agrupados según Sil edad, Pl'\'(I
Iu (11011 (OllIaba con jóvenes reclutados entre los de mayor edad, llamados permant'(Ían durante mucho más tiempo, hasta los 17 anos, al ClIidado
IIId 11Í;:'IÍ¡OIYlJ (" porta látigos") . ¡¡¡miliar, e incluso después eran sus padres quienes habitual 11 Il'II Il' diri
La prillliriva educación (c'spartana, cuyas bases se atribuían, según gían sus ejercicios gimnásticos y militares (d, Estrabón IO.lí I() ss,),
III'IIIIIS vislO, a la figura legendaria de Licurgo, se mantuvo en pleno tIlalldo los ;lÍvl'nes de la misma edad hacían vida en lOlmín, WlIli('lHlo y
V'}J.OI' dmalllc varios siglos, e hizo de Esparta el estado militarmente más dUf1nimdll juntos, aunque en condiciones mucho \1l,is suaves que las
l'0d('l'IIso de (; r('cia, aunque a costa de trabar las energías creativas de sus impucstas a los muchachos espartanos.
('lIdadallos, wn la consiguiente pérdida del liderazgo en los aspeaos El ('jt-mplo de Esparta tuvo también probablelllCIHl' 1111 tll'S!;1l ado
(1I1,mal y l'w'Hímim. Con la desaparición de su hegemonía sobre Grecia, p¡¡pd etl la regulación de las leyes qut' iban a regir la l'dUi(~1I I{si¡;! y d
'I"l' 1'01 stÍ, alluque por breve tiempo, a manos de los tebanos tras la dep0rle l'" A['(:nas, nlya codificación se atribuye igualtn('111l' a 011'0 Iq..:is
hatalla de Ll'll(tra 071 a,C.), se agudizó la crisis del viejo sistema educa- ladu!' de rasgos l'asi tall legendarios nmHl I.irurgo, Solt'lII, a lOlllil'''f'.OS dd
IIVO, dal'allll'llce perceptible a comienzos de la época helenística, como VI a.<:. No ohslante, d !11uddo espartano dehi¡'~ dl' afl.'nar sohr(' lodu iI
'1llt'da rdlt'¡ado m la ohra de Aristóteles, No obstante, fue siempre el LIS 1('( "i¡as de l'llll'ellalllÍt'IIlO l'mplcad¡¡s ell la rumlari!)1I de los jl'IV('IH'S.
espejo l'II d qlle se miraron quienes en adelante pretendieron volver a ya que los prinlipios y objl'livos h.ísims de la nlulaci(lll at(,lIll'I1S(' dil1("TII
d¡'var a Espana a su anterior apogeo, y las reformas emprendidas con ('IIOI'!II('IIH'll1e dl' los qul.' dominaball ('ti Esparta. Iksdl' llIuy proOl o , ('11
VlSI as a lal 1111 ('11 la segunda mirad del siglo III a.c. por los reyes Agis y dI'{ 1Il, la (·dlluH i¡)11 a1l'l1il'I1S(' pcrditi su lanÍth'" ¡'S('tI( ialllwlI(¡' lI1ili,ar.
( :ldHIIl'IIl'S (Ol11l'll'/,aroll con el renaómiento de la antigua educación, .11 111'11 H' la pn\¡ lila W\1sl am l' del at/l'l iSI 110 y la gimllasia Pl'fl lIifta
Il1allll'\1l'r ulla l'Xldl'l1ll' lilrllla I{si( a, qlll' Sl' n'wl{) IUlldílllll'llla1 para la
Slll'l'll' d(' la gw'rra l'l1 el 1l101Ill'Illo nÍl ¡lO dl' las illVasilllll's Iwrsas
'\" "1\
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPI«)5
(S(itracl'S, en Jenofonre, Recuerdos 3.12, destaca la importancia de la 1336a41-b2), diversos textos platónicos (Leyes 804d, '/ed!!.".! 122d y
~ilas como preparación eficaz, aunque indirecta, para la guerra; aristotélicos (Política 1337a22-26) parecen sugerir que la dudad no
11, lamhién Platón, Pt"Otágoras 326b-c). Al propio tiempo, el lugar obligaba a los padres a dar educación a sus hijos ni establecía tílt11pOlO
aSlmislllO sobresaliente que ocupaba en el sistema educativo ateniense la cuántos años debía comprender la enseñanza, de manera que los hijos I k-
1IlI'lIlali()1l literaria y artística, junto con la gimnástica, trajo consigo la ciudadanos pudientes recibían una educación mucho m¡Ís ('OllIpll'la y
I Illlsnlllilín, al menos durante un cierto período de tiempo, de un sano duradera que los menos favorecidos, como nos dice Platón por hOla de
equilihrio entre educación física e inteleLlual. Protágoras (Protágoras 326c): "y esto lo hacen los que tienen "'tÍ.! 1IJ.ri/;l~
(,oIH)('cmos algunas de las normas con las que, según la tradición, dades, como son los más ricos, Sus hijos empiezan a ¡rementar 1,/.1 c'JOIddJ
Soll;1I r('gllllí la educación y las prácticas deportivas de los jóvenes atenienses. en la edad más temprana y la dejan muy tarde", No obstante, a ¡itlca de
T¡¡\¡-s prescripciones, sin embargo, no parecen haber sido destinadas a crear una norma escrita, la costumbre, ley no escrita, empujaba a los arellíl'IISt'S
I H1 sislema l'durativo estatal cuanto a ordenar algunos aspectos de la ense- a enviar a sus hijos a la escuela, casi con la fuerza de una obligarit'lll; as(
nan!.a dI' los ciudad,mos. El orador Esquines, en su discurso Contra Timarco lo recuerdan las Leyes a Sócrates en el Critón platónico (50d): .. ,/(I fIIIN,1II
1) 1. , (ita al~uns
1
de estas leyes: no estaba permitido que las escuelas buenas las disposiciones que prescribían las leyes eJ/ablecida.r ('1m f'eJ/!"(/o "
.lbrit'S{'11 alltc.:s de amanecer ni cerrasen después de anochecer, para, según esas cosas (la educación), cuando ordenaban a tu padre t¡m te t'dlll't/f',1 1'1/
11I1('ScrO illlllrtllador, librar a niños y muchachos de los peligros de caminar la mlÍsica y en la gimnasia?", Esta circunstancia, unida a la lIowhll'
I 'o la OSI lIrídad de la noche, aunque pudiera ser rambién un intento de evitar extensión de la enseñanza a todas las capas sociales en d Iratlstllrso dd
1.1 'illhn'l ar~ del horario escolar; contra la pederastia iba dirigida la prohibi- siglo V, hizo posible que prácticamente no hubiera analfabetos {'IIlre los
I 1!l1I, balO pella de muerte, de que los adultos (salvo maestros y parientes ciudadanos varones atenienses de ese período y estuvieran asimismo him
11'11 ilI~) ('llIfarall en la palestra o la eSLuela, pero tal veto debió ser concul- entrenados desde el punto de vista físico (el acceso de la tllujer a la
LItio Il 'o" apliralitÍll relajada, a juzgar por la frecuencia con que en pinturas educación era, como habremos de ver, mucho más diftrul!oso).
v.I'>llIlólrcs y obras literarias aparecen hombres contemplando los ejercicios de El maestro de letras, gimnasia o música recibía a los alUlIltlOS l'lI Sil
111" IIItH b,l! lIos; igualmente reguló Solón la edad de admisión en las escuelas propia casa y no en un edificio público financiado por vi escado, litl lo
(Jo'o (, 11 1 a(¡os), la exclusión de los esclavos de las mismas (los cuales no {Iue respecta concretamente a la educacilín física, hay que <lisl itlgllir, l'lI la
l'0dlOlIl "s('r sOllll'cidos a entrenamiento ni ungirse con aceite en la palestra"), All'tlas del siglo V, entre los gimnasios, edificios plíblil'OS dt'slillados al
d I all'lldario de I<:stividadL'S escolares, etc., y no desmidó tampoco el deporte l'1Itrl'namiet1to de efebos y hombres y administrado por el gilllllasian a
dI' IIlIIIP(,ticjl'lll. lijando, según Plutarco (Salón, 23.2) una recompensa de (largo que en benefirio dd estado desempe/labatl los ciudadanos rilos 1'11
{I('" I Irat lilas para los atenienses vencedores en los Juegos Ístmicos y de calidad de "liturgia", es decir, corriendo dios ((lll los gastos), y las pall's
'1111111('III:lS para los armienses que rriunfasen en Olimpia. Iras, t'SClIdas privadas de gilllllasia para la itlscn¡nilÍtl tIl' tlinos y j(IVl'IIl'S,
lltlOl diferencia básica de principio separa tajantemente la organiza- de la qut' St' oUlpaha d lX'docriha (tIe todas ((lftllaS, la dis¡imit'lIl ellll'l'
t JOIl dI' los SiSICtllaS educativos atenienses y espartano: en Atenas la gitlJnasio y pa !t-S[ fa, ('111 rl' gillltlasiarca y Iwdo[ riha, ha sido Illlly dl'hac ida
I'dlH al jlin t'ra rolx~tcnia particular de los padres y no responsabilidad y IHI ('n codos los lugafl'S rl'Spolltll' a las IIlistlIas taralll'rísliras). Tres I'rall
dd t'stado, Si bien, mrno hetnos anticipado, la edad de admísitÍn de los los gimtlasios plihliws au'nit'l1st,s, Lic('o, Atadt,tllia y (:¡tlosarw's, (osll'
ni"os t'n las l'sllll'las (ti(, fijada por ley t'tI los (l tÍ 7 af\os (igual que en I íll iltlo tlt'SI inado t'II principio para el ('111 f{'nal11 ¡('1l1\) tll' los hijos 11m idos
ESparl;! y dl' aUtt'rdo con d idl'¡¡) <¡Ut' ddc.,ttdt'f(a Arisc(lct,ll's, PIIII/i((/ dI' lÍutlatlanos all'l1il'llSl'S y ll1ujt'n's l'xcranjt'ríls, allllqm' nlll tHllimilal Íl'HI
'1.' '1 \
FERNANDO GARCÍA ROMERO u )~ JI ¡ 1',( ;()S ul.! M1'11 ()~
atah('), a comienzos del siglo V a,c', Temístocles, también él hijo de personalidad humana en todas sus t¡¡('(.'laS, El propio Pl'l'id{'s, ('11 d
110 ateniense (Plutarco, TemístocleJ, 1); estaban ubicados, como discurso que pone en su bora Tuddidl'S l'll el libro sq.\lIl1d() tll' Sil
('ni habitual, fuera de los muros de la ciudad y a orillas de un río, Las HiJtoYia de la I!,tlerra del PdO/IOtll.'.fO, prodallla este ohjl'lÍvo, al alnUIU' de
palestras, a su vez, llevaban el nombre de su propietario y se encontraban todos los ciudadanos: HEt' reJ/IIl/nI, 4iYIIIII tl"l' /tI I'/I/(/,/(/ 1'lIll'rtl 1'.1 /tI
('n la ciudad misma, eJcuela de Grecia .Y erel! ll"e (adtl 1/1111 de "11,1111 ro.! /1Im/1' "k,m;;."r tI/IIII//I/
Dado que eran los padres quienes habitualmente buscaban y en IOJ máJ diversoJ a.rpeCloJ .Y C01l /!,Ytlt/ IJenillilú/,IJ f/l1 1'.\,/,,,1,1 dI' 1'1/1,/1110
pagaban a los maestros de sus hijos, puede decirse que en Atenas la perJonat (cap. 4 1), en evidente conrraste Wll el !Ilodo de vida d('
l'dutacÍ<ín se dejaba en manos de los particulares, No obstante, aunque, Esparta: "'yen atanlo a la edllcacúítl, t,IXlIl/o'! .Y" dl'.ldl' /,1 "Íf]('z (1111
allleS de la implantación de la efebía, no había funcionarios estatales rmlrenafl,ienlo buscan el !Jalor, lIIil.'tllr,/J 11"1' tlliJolroJ 1,,,,jfIJO! rl'/"¡tldd'
('lllargados de supervisar el buen funcionamiento del sistema educativo, mente, pero no menrIJ no." at!I;!tJlllrallJlIJ ti ¡xlI,lk! /1I'/iXYIIJ" ((al' ~I»),
al lI1od() de los pedónomos espartanos, no debía ser inhabitual que En esta pretendida ronsecuci(íll de ulla pl'rsollalidad Wlllplt,(¡t y
{argos políticos se ocuparan con cierto celo de un aspecto tan importante armónica el deporte es una parte fundamental, ya «ue s(ílo el hOlllhn'
para l'l futuro de la ciudad; así parece confirmarlo un decreto honorífico que desarrolla convenientemente sus aptitudes ¡'(sitas pm'dt, t'IItrl'IIWrS('
tllediados del IV a.c., del demo de Eleusis, en el que se honra al nm éxito a las exigencias de la vida y alcalizar la altura lIloral qu(' la
('slr.llego Dúci!o por la manera en que se ha ocupado de la educación de ciudad requiere de SlIS mielllhros (AristtÍfúlll's, N"I)I'.1 1002-1 02 ~), 1,:1
los ninos <Id demo (SIO III.956). prototipo del ciudadallo kttlríJ ;~tlXb!ÍJ (plaslllado l'Il las cSUlh liras dl'
La alit Ión por la práctica de la gimnasia varió en Atenas, como es Polidero y tambit:ll, COlnO afirllla Jaegt'r, /),,,dl'I,' 2').1-'5, ell las IWI'SOllíl
1I.lIlllal. de IIlIa época él otra. El período de máximo auge corresponde a lidades históricas de S(ífodcs y Perides) ellllll'lltra quizíí su Ill(';or felk;1I
1.1 \(·p.lll1da Illitad del siglo VI y primera del V a.c., sobre todo mando en los atletas (alHados por P{ndaro, dl' qllil-Il afirllla lOIl loda ra/flll la
('11 1.1 Ilit ha tOllI ra I()s persas advirtieron los griegos la importancia de la profesora lkmardilli (¡lit' "d ¡tll,,,l atl('lÍc() 110 ha vul'lto a t'll( 01111'011' ('Il ('1
I.IIC'II.I 10nll¡¡ It'siul para la suerte del combate. La educación física alcanzó ulla voz tan elUlIsíasla y IlO St' ha vudlO a sosteller IIlla (Ollsll'Il(
('llIulll ('S tilla popularidad enorme, y el entusiasmo por los ejercicios rióll idcol()p;íc¡( (al! orgííll im y wherl'llt l' de los trazos disl ill( Ivos 1(11t'
\1<'11( In ¡vos St' extendió a toda la población, de manera que, como afirma haccll del atleta UIl ll1oddo dc vida y WIllPort alllil'llto", Pt'udal'O, l'll
I
MarrOlI, Atl'llas se convierte así en una verdadera democracia, ya que el di..no, exalta las llIalidmks físicas I!l- los atletas, pero sohre tildo S\l~
Pllehlo WlIlJuist(¡ no sólo derechos políticos, sino también el tipo de vida, walidades lllorales, dvÍt'as y religiosas, HIl la WIlSl'Ulliúll tI(· la vil tmia
la udt lIfa y el ideal humano de los que únicamente la nobleza había 110 s(ílo ClIenta la hlt.'rza física illllata, sillo wlIlbi(.ll la ilHdigl'lItÍa (IIrifll),
hasta entonces. El pueblo, en efectO, participa ahora de los que guía las aniOlll's, y l'I l'sfuerzo <1'';''11.1), qllt' pl'fII1ill' alulllza.' (,1
vil'jos ideales aristocníticos, del espíritu agonístico, emulativo, y de la triulllé) y han' alíll lIl;ts /o\rala la reUllllpl'IlSa C'l' Ji ti!.!.!, 11 11.1 "i,/ld h.ry 1'1111'1'
tlrl'll: !,o/Í/iM o conjunto de cualidades y actividades a través de las cuales /o'! lI/orlll/cJ, ,Iin 1',lfllazo l/O .1(' ""'('.Ilr,/' , Pll/ftl,1 12,2l'P»), El all('1a ('S,
d illdividuo mnrrihuye al bienestar de la comunidad. En la base de pm's, t'llwrkuo ;~tlMJ ;1t,~IJ(í.l qUl' {Oll Sil villoria y (OlllpOnalllil'1I10 St'
dl() y {()1I10 objetivo central del sistema educativo del tiempo de Pericles, homa 110 s(ílo a sí misll1o, SlllO líllllbi(.1l a Sll LUllilia ya Sil patria, y pn'( i
S{' {'lit m'mm el ideal aristocrático, ahora extendido a otras capas sociales, Sallll'111 (' la (dt'bnlt itíll PO(:t ilil dd t rillnlo Illt'tlialltl' el (alllO tll'l "pílli( ío
tlt' la k"O;1~/,lh( que persigue la armonúl y equilibrio entre es d 1l10llWIllO l'll qm' el at!tola y lit (iudad, los hOlllhn's d,' ahora y lo!!
Hsicas l' inrelenuales, ron vistas a alcanzar un desarrollo Hllll'pasmlos, Sl' lllll'll t'1l ulla UlIllllllidad tlt' illH'n'sl's y prop()silos,
,\,1 '1'
FERNANDO (;AIHJA IH)MI'.I{O 11)' flll'! ,I~ 111 I M 1'11 11"
Así pues, a lo largo de buena parte del siglo V y especialmente en la ESIl' talllhio lIorahll' 1'11 la al rillld de la jllVI'llIlId ilH'lIil'IIS(, 1011
Atenas de Perides, la educación perseguía, y en gran medida lo consi- respecto a la pr:illiul dl'l dl'portl' queda I'l'Ilejado lalllbÍl'1I ('11 las ohl'lls dc'
un armónico equilibrio entre la formación intelectual (grammatiké y olros aUlOrt's (kll o 1'01 lit', U m'géliro I \'()2. /(n/l('t'dOl, t 1.'.ls!>.•
mousiké, es decir, fundamentalmente la enseñanza de lectura, escritura, ~. ').1 ')ss.; PSl'lIdo-Alllk)lidt's. ('(lulrtl Akihit/(ft..f 22. ~IJ). Y t'S ilsllllisllIO
aritmética, música, danza y también literatura, que comprendía el apren- biell patente ell las repn:sl'llta(Í()tll's figuradas, t'sl1l'lÍallllt'lllt' l'1I la (('nI
dizaje con fines estéticos y éticos, de los poemas de Homero, Hesíodo y, mica. LIS esn:nas d<: palt:stra, frl'cuent(simas l'n las pilllllnls vasllllac'l's a
en Atenas, Solón) y el desarrollo de las cualidades físicas (gymnastiké, lo lamo de buena parte del siglo V, a partir de (tI. I¡;jO vall dl'sapan'
la que enseguida hablaremos con mayor detenimiento). Este equilibrio se desarrollall l'll d lllílrUl dd
duró, sin embargo, poco tiempo, ya que comenzó a quebrarse en la gimnasio p<:ro en las que los p<:rsonaj<:s no st' .. titllall 1'11 los t'jl'l'l l' ills
segunda mitad del siglo con las innovaciones pedagógicas capitales que corporales, sino que, completamente vl:stidos, discutel1 ellln' sI o ('S( ti
aportaron los sofistas, las cuales iban a llevar a su madurez la educación chan las palabras de uno de ellos (figura 16). Palestras y ¡!Ílllllasíos s('
Dada la intensa participación de los atenienses y de los griegos en han convertido, en efecto, también en lugares dl'
general en el gobierno de su ciudad, la finalidad de la instrucción promo- lectuales.
vida por los sofistas era la formación completa y eficaz de hombres La educación del niño ateniense comenzaba, ya lo hel\los dicho, a
capaces de conducir rectamente los destinos de la pólis, Ello trajo consigo los 6 ó 7 años. Es, sin embargo, un problema muy discutid() SI la IIISC n 11
una insistencia en el aspecto intelectual que provocó un cierto abandono ción física se iniciaba en el mismo momento en qu<: elllill¡¡ elllraha 1'11 Iot
de la educación física, la cual comienza a pasar a un segundo plano. A escuela o bien se demoraba aún algunos años. Las opiniolll's al I'l'Spl'llll
partir de los sofistas, pues, la parte intelectual de la educación va poco a están muy repartidas y generalmente quienes se han ocupado del U'l1la
poco predominando y, aunque el elemento deportivo subsistirá durante insisten en que la edad de iniciación en el entrenamÍl:nto atléliUl Plldo
ya no será la principal preocupación de los jóvenes con ambición variar según los lugares y las épocas, según prevaleciera ell'nttlsiaslJlo por
de destacar en la vida pública. abandono relativo de la afición por la uno u otro aspecto de la educación, dado que nuestras fm'llIl's lilt'raria . .
práctica del deporte entre la juventud es a menudo criticado por los parti- ofrecen testimonios de distinto signo y a veces incluso parecell WIII
darios de la educación tradicional, como es el caso de Aristófanes, sobre cirse. Forbes (pp. 57ss., con completa doxografía hasta su ! il'lIlpo)
todo en Nubes y Ranas, donde Esquilo, adalid de la "educación antigua", comparte la opinión de que el niño ateniense empezaba a realizar SIIS
acusa a Eurípides, representante de la nueva pedagogía, de haber contri- ejercicios gimnásticos al mismo tiempo que aprendía las 1l'1I'óP,
buído a la decadencia moral de Atenas con sus nuevas enseñanzas (vv, también Gardiner, AAW, 90), y aduce como prueba tl'x(()S dI'
1069-71): "tú por tu parte has enseñado a cultivar la palabrería que ha diversos períodos: Jenofonte (Constitución de los lacedemonioJ 2.1) alil'llIa
dejado vacías las palestras". Los jóvenes de ahora, repite con insistencia el que en Atenas los padres a sus hijos "los envían a toda prisa a ItlJ (1.11'111,1,11
cómico, no tienen fuerzas ni para sostener una antorcha por falta de para que aprendan las letras, la música y los ejercicios de la pale.I'IYc¡", y 1'11
entrenamiento (Ranas 1087-8), y el propio dios Dioniso, que ha bajado el diálogo pseudoplatónico Axíoco (366d-e) nos
al Hades en busca de Eurípides, se ve obligado a reconocer (ibid, 1089- siete años tiranizan al niño "pedagogos, maestros de letras y
93): "por poco me muero de risa en las Panateneas, cuando vi a un hombre también Luciano, Anacarsis 20, y el filósofo Teles, del III a.c., en (('XCII
pesado que coma encorvado, pálido, gordo, quedándose rezagado y haciendo transmitido por Estobeo, 34.72). Otros autores, en cambio, r<:trasólll la
tet'l"ibles esfuerzos". práctica del deporte algunos años, a partir sobre todo de un t<:xro d('1
56 ."
FERNANDO GARCíA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
I'ml{í<~()ra. platónico (325c-e), que describe de manera sumaria el desa- disciplina ni los métodos empleados para su aprendizaje, POdl'lllOS
rrollo de las enseñanzas en la educación tradicional de los niños y del que afirmar, no obstante, que se seguía un sistema progresivo, escaloll.llldlls(·
paren' deducirse que éstos acudían al maestro de f,rimnasia sólo depués de los diferentes ejercicios de acuerdo con su grado de dificultad y de dureza
Ilabn iniciado su aprendizaje con los maestros de letras y música. Y aún para el niño, de manera que bien pudiera reflejar una pnínÍ(a real el
"llIn' quienes dan prioridad cronológica a las materias intelectuales, unos consejo que da Platón de que los primeros ejercicios de la palestra Itll'rall
h;¡{ ('ti empezar la educación física poco después, a los ocho años una continuación de los juegos infantiles (cf., por ejemplo, 1.¡:yt'.I', 71J7h,
(Marrou, p. 382, n. 1), mientras que otros todavía la demoran hasta los 820d).
dllle, wmo Girard o Flaceliere (cf. Galeno, Sobre cómo debe comervar.re la Dado que en las Panateneas tenía lugar una compt'!Íci(íll
.ld/III/ !.,7 Y 12). pentado infantil, es lógico pensar que la educación física dd lIino
La instrucción física se desarrollaba en la palestra, que comprendía ateniense incluyera, como ejercicios básicos, las cinco disciplinas d(' esta
1111 lugar de entrenamiento al aire libre y habitaciones cubiertas prueba combinada, lucha, carrera, salto, lanzamiento de disto y jabalina
(·llIpll·adas como vestuarios, salas de descanso, baños y almacenes de la Previamente debían realizarse diversos ejercicios de elasticidad, COI! 1JIoví
arma y el aceite con que niños y jóvenes untaban su cuerpo desnudo mientos rítmicos de brazos y piernas (kheironomía), al son de las Ilalllas,
¡lfltl'S tll' los ejercicios, Estos eran dirigidos por el pedotriba (figura 14), que, por lo demás, acompañaban buena parte de las pdnicas gilllllóís"
,\\1(' a 1lll'lIudo debía despojarse de su manto para mostrar con el ejemplo ticas; en el ya citado tratado de Galeno Sobre cómo d¡:bt! (MUI'Y/'I/r,\(' 1"
la lIIallera correcta de realizar un movimiento, pues "no e.r .ruficiente para .falud se nos ofrece una variada lista y descripción de este tipo de ('jl'n i
101 !m/lilril),/J httblar sobre lo.r ejercicio,r, .fino que deben también mostrarlos cios, aptos para jóvenes de 14 a 20 años, que ha llevado a (;ardilll'l'
" ,,!lYeftder¡" (Dión Crisóstomo 68.21; cf. asímismo Platón, Po/{-
(¡/lil'flt',1 (AA W 97) a afirmar que "hay poco en nuestro sistema /Ilodcl'llo quc 110
1I1/J ,H),íd Y sobre todo Clemente de Alejandría, Stromatei.f 6.17 .160,4). esté anticipado en los escritos médicos griegos",
(11\ll0 all'stiguan con frecuencia las pinturas vasculares y también las La lucha ocupaba sin duda un lugar importante ell la nllH ill ion
1II('II1('S lill'rarias, los pedotribas portaban un largo bastón, con el cual física, como demuestra la denominación de .. palestra" (etiloh'~uIn ('
1I111'antilll disciplina (al parecer de manera harto enérgica) a los mucha- "lugar donde se lucha") para designar el entorno en el que leuía lugar d
I hos IIIl'pes o díscolos, o separaban a dos luchadores fogosos en demasía l'I1trenamiento físico de niños y jóvenes, Se hall wnservado en lIll I'ilpiw
(1 igma 71¡), Poms notióas tenemos de los maestros especializados en de Oxirrinco <.1.4(6) fragmentos de un manual de lucha que. aUllql\(' ('11
dis< iplillas Wl1lTetas para la época anterior a la efebía, pero, al menos en estado lamentablemente mútilo, nos proponiona alguna i1l101'lllal ¡fin
las paJesl ras m<Ís importantes, el pedotriba debía de tener ayudantes sobre el aprendizaje de la disciplina (rradulri(')(l l'lI .~,(¡I ,j, EII I'l'Ínll'l
(/¡Y/,o!let/lllr/lJ¡/i). Conocemos la existencia de especialistas en la enseñanza lugar, d lX'dotriba enseñaba por separado cada lUlO de los 1ll0Vi/lllelllOS,
dI' l'Íen ilios Illilitares (hof!lr;makhoi), cuya introducción en la educación la presas y posturas y, ulla vez aprendidos, Sl' permitía a los lIinos 1m har
¡¡Iribuyl' d hislOriador I~f()ro a D6neas de Mantinea (FGrHi.rt LXX F54) 1II10S l01l olroS. Previalllelltl' preparaban d terreno rehla1ldl'l i(:nt!olo '011
Y sO!'f'{' lUya illstrllni(íll se discute ampliamente en el I_clqueJ platónico 1111 pito (ínslTlIlIll'llIO represelllado a IIll'lllHlo ell los vasos), lo ulal les
( I H h Y ss,; d, t<llllhi(oll I.¡:ye.r H,Be-H YÍa); de otros textos de Plattín servía al propio ¡iclIlpo lOmo prl'lal('lltalllielllO, La popularidad d(' la
podr(a dnlucirsc la l'xis(elKia de maesI ros de l'quital'i,íll (MNlóll <J jt!) e !tI! ha hizo !JUl' el vOlahulario I(oUliUl IItili¡,ado ('1\ Sil l'IlSl'l)allza 1I\('l"a
illl luso de lazk~Ho de jahalilla ('JÍ!tlJlt!.I' 12úb), familiar a los Hlt'nil'l\sl'S, lOlno lIluCSlra su frnm'lIIl' l'lIIl'leo IIll'tal(lriw
No nUlO'I~ um l'xanilud l'JI <lUlo Of{ll'lI St' iha ('IISt'nalldo cada ('/1 la litt'rahlra, paflkularllll'llH' t'II las ohras tll' Arisuíf¡ull's y Plallíll,
Otra actividad básica era la carrera, de diversas longitudes según su papel fundamental que se asigna a la educación; nos estamos fefirk'ndo,
linalidad y la edad de los niños. La iniciación en el salto de longitud y en por supuesto, a las obras de ]enofonte y, sobre todo, de Pltwín y Arislfi,
el I;I1lZ<lmiento de disco y jabalina comenzaba también con el aprendizaje teles.
PI'l'v¡o de los movimientos y técnicas básicos. Para el salto, los niños Ya hemos visto que ]enofonte, en su Constitución de I(J.!' !l/l't't!t'II/0-
clIlllt'zaban igualmente por ablandar la tierra con el pico, con el fin de describe y ensalza grandemente el sistema educativo espartallo.
forlllar el foso de caída; las pesas de piedra o plomo empleadas en la Sobre el problema de la educación vuelve a tratar en la Cim/JI:dia, ohra
('j('wliún del salto eran, naturalmente, más livianas que las utilizadas por de los últimos años de su vida, idealizada y histórica biograf(a de Lim, el
I()s adultos, como asimismo los discos que se lanzaban. fundador del Imperio Persa de los Aqueménidas. Aunque la dt'snipei"lll
Además de estas cinco disciplinas debían practicarse también de la educación dcl joven Ciro ocupa solamente parte del primero dt· los
OlasiOllallIlente boxeo y pancracio, aunque posiblemente a edad más ocho libros de que consta la obra, la importancia que jeoofimte WIIt('dl'
avanzada y destinados en particular a los jóvenes más fuertes; el hecho de a esos años de formación ha hecho que den título al conjunto de la obm.
<¡lIe d palKracio infantil no fuera introducido en Olimpia hasta fecha Ciro aparece en ella como monarca ideal, que gobierna a su puehlo lOll
IllUy lardía indica claramente que era considerado como una actividad justicia y destaca por sus excepcionales dotes como soldado; pfecis,llllt'III('
pUUl apla y escasamente útil para los niños. Por el contrario, los juegos el objetivo militar es el dominante en la instrucción de la tlile dI' la
(11' "dota se practicaban conrínuamente a todas las edades. Ninguna juventud persa, tal como la contempla jenofonte, de manera qm' 110 ('s
11( 1I ji ia l('IIell10S de la presencia de la natación en la educación física, exagerado afirmar que la educación que recibe Cif!) no es ~ilo ulla
"¡!'IIdo d griego un pueblo tan abierto al mar. Ello sin duda se debe a versión idealizada de la educación espartana descrita en la CrlUJlillltÍ,í"
'II/(' vi lIino aprendía desde muy pronto a jugar y a desenvolverse en el los lacedemonios. Como en Esparta, los jóvenes persíls son sOIlH'lidos a
.1~'Il l ClIllO indiGl a las claras el proverbio que define al ignorante como el una rigurosa disciplina y a un completo entrenamiento asim. EIl las dos
'111<' 110 sah(· "ni lit/dar ni leer' (Platón, Leyes 689d), "ya que estas cosas las obras citadas, ]enofonte, enemigo de los regímelles dl'lllOlnüiws. SI'
.I!Jf)·llt{¡;1II dt'Jtfc niñoJ en Atenas" (Diogeniano, en Corpus paroemiographorum opone a la preponderancia del aspecto intelectual en el sistclIla t,t!Ul¡lIivlI
(.'íl/'t (11'111" VI. VI). Ya nos hemos referido, finalmente, al aprendizaje de los preconizado por la sofística, y la misma idea se repile en su CiIlt',I/,t'li/ll,
qclt 11 íllS bdiws y de la equitación, ("Sta última, dado su costo, al alcance rratado de caza de autenticidad discutida. La raza, que, jlllllO (011 lo~
('Xl IlIsivalllt'IH(' de los hijos de ciudadanos pudientes. deportes hípicos (tema del que se ocupa igll¡lllllelll(' ('1 autor 1'1\ 011"0
ttatado, Sobre la eqllilttúfm) eran tradicionaltm'll(e las au ividadl's IIs!( as
1mis características de la aristocracia, se 111 uesrra ('11 l'sa obra lOIllO ('1 d('1'
/, 1.1, 1, j(!lf()fimte, Platón, Aristóteles ri¡io ideal para dl'sarroll.tr la fortalez.a física (han' al !lolllhn' viglll'nso, lo
La dl'dsiva importancia de la educación para el buen funciona- atoslumhra a las penalidades. agudiza el ojo y d oído, prt'(aVl' (!IIlIm la
IlIi('1I11I dt' la nllllllnidad es un hecho que tuvieron presente práctica- vejez prematura y I:S, el! ddlllil iva. la Illl'jor l'sulda para la guerra) y
111('11«' sil'lIlpn' los pensadores y hombres de estado griegos, No es por I alllbivl! parí! ilHukar en d l'spíril ti dt, los hOlllhrt's los Ill¡is impon ill H('~
1'110 dt' t'Xlral)ar la insisrencia que hacen en el tema de la h)rmacitSn valores vI ¡ms que hall dl' han'rle tíl il a sil litl! lad.
lIinos y jlíWlll'S los m6so(os que se ocuparon del problema de la organi- ne nllldlO mayor ah ílllt(' y por SUPlll'S(() IIlIlrllo Ill.ís ori~la I'S d
latí'-.. l dd l'scado, Tres de ellos, en el siglo IV a.c.. nos ofrecen su parti- siSlt'llla ('dulal ivo proplll'SIO por Pllltlm para su dudad id('al. El lIIislIlO
(1Ilar visión dl' lo que ddx' st'r d ('slado illt'al, y ell los Ir<:S es 1101<1 11le el Plal<)1l (millo indita su pmpio Ilolllhn'. apodo I)lIt' vit,lIt, ¡t si~ltr ",<1
(,11 (>1
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
,1(, anchos hombros") fue al parecer un magnífico atleta que llegó a parti- necesidades de la guerra, que el filósofo considera algo inevitable. De ahf
(ipar mmo luchador, según la tradición (Diógenes Laercio 3.4), en los la insistencia en los ejercicios de carácter militar (lucha, esgrima, tiro mil
Ili~1ísmo Juegos Ístmicos, de manera que no extraña el importante arco, lanzamiento de jabalina y de honda, marchas y batallas simuladas,
papel que concede a la educación física en la formación de los hombres y e incluso los deportes característicamente aristocráticos, equitación y caza;
IIIUjt'fl'S del estado que describe en República y Leyes. Éstas son, en cE. Leyes 794c, 804d, 8] 3b, 82ge), en los que también deben participar
('j(,(!O, las obras en las que el filósofo revela especialmenre sus ideas las mujeres, aptas para realizar las mismas tareas que los hombres U?e/"í-
¡¡(('na de la educación física y el deporte (aunque referencias ocasionales blica 455d y ss.),
ahllndan en (Itros muchos diálogos), de manera bastante más detallada y Pero además de este objetivo militar, Platón subraya igualmerlll' la
"'ahorada en Leyes, obra de los últimos años de su vida, que presenra, a benefactora influencia que la formación física puede tener para el (Iesa-
pmp,ísi(o del tema que nos interesa, variaciones con respecto a República, rrollo de las cualidades morales de la persona, como prevcnción y
si him ambas obras no se conrradicen en lo fundamental (sobre el remedio contra los instintos negativos, una idea plenamente aceptada hoy
prohlema, d. Marrou, pp. 365-7, n. 18). día: "el malo se hace malo a causa de urJa perniciosa diJpoJición .y Id jill'tI
P\¡w)n mantiene en su sistema algunos rasgos de la educación de edttCaci6rJ" (Timeo 86e; cE. República 4lOb y ss.). Por ello haH'
alt'llit'IIsl' tradicional, pero en muchos aspectos introduce esenciales modi- hincapié, frente a los sofistas, en la consecución de un adecuado t'quili·
!í(.1< iOIl('s. En primer lugar, dada la trascendencia de la infancia y la brio entre educación física e intelectual, para lo cual no propOIH' ll11
/IIVI'lIl11d para el futuro de cada individuo y de la comunidad toda, la sistema nuevo, sino que acepta la tradicional educaci6n arcnÍl'1ls(', "1"
,'( h,{¡!< i,i" ddK' ser pública, como en Esparta, con instructores pagados gimnaJia para el cuerpo y la 'música' para el alma" (Re/JlíhlútI ) 7()e;
1'''1 d "~lad() Y clIya labor es supervisada por magistrados especiales, que cf, 403c y ss., 521d y ss,). La gimnasia, entonces, debe praltirars(',
dq>t'l1dm {'/l líhima instancia del epimeléteJ, algo así como un ministro aunque sin excesos, "de.rde la rJiñez, a lo largo de toda la t,idt¡" (/(C/J/íMitd
d(' "dtlla,i,íll (/,t'yeJ 765d, y también 754c-d, 801d, 804e, 809a, ete.). 403 c), empezando, como en Esparta, muy pronto; indllso, S(' nos di, ('
I 1" ~(·tldo aspecto importante en el que Platón se aparta del sistema en Leyes 789a-e, es conveniente que la mujer embarazada haga n'gu!;l!'
('dlll arivo .1Il'niCIlSC para aproximarse al espartano es la admisión de las ml:nte los ejercicios adecuados para dar a luz niños sanos y fUl'n('s. Ya ('11
IlItI/I'n's a todos los efectos, las cuales deben recibir idéntica formación la primera etapa de la educación, de los .1 a los (¡ a!'íos, los nij)o!'> dl'salTo
'1111' IDS lIlit'lllbros masculinos de la ciudad, también en lo que se refiere a Han una intensa actividad física, si bico limitada ti los juegos nalllralt's dI'
la iWilfW,i')1I física, ya sea ejercitándose juntos hombres y mujeres, como la infancia (LeyeJ 64.,b-c), bajo la vigilancia de lllujert:s cllcargadas por d
l'anH' sos!t'lll'r Platón en República 452a-b, ya sea realizando los mismos estado (LeyeJ 7'.>4a-b). A los seis años comienza la edlluttión IIsi, ti sisu'
q('nl, lOS IWro separadan1l'ntc, según se afirma en Leyes 794c ll1,itica, qué, siendo dosi lirados los ejercicios de ;[1lIl'rt!o WII la (,dad, SI'
(ti. aSi1l1isIl1o Nt'l'lÍhlírct I¡ 51 d y LeyeJ H02d, 811b). extendení a lo largo de toda la vida, aunque en algunas ('tapas dI' ésrtl, ;1
Por otro lado, PIHt<Í1l, en lo que respecta concretamente a la educa- partir de los diez <tIlOS, SI' dcha hacer mayor hi"capi{O ('n la Ion 11;1\ ¡Iltl
(j¡ill IIsiul, arala duranll'me el r{-gimen de vida y la finalidad competitiva illtclt,(tual.
tld sisH'll1a tlt' t'IlIrt'll,ullielHO de los atletas (/?e/níhlicd ¡jO.k, teyeJ Alguno dc los aspl'llOS b¡isilOS dd siS(ClIliI ('dUlí!! ¡VII plar(;IIII1)
7WIíI-d, HiOa; v{oasl' IllIl'SrrO apartado 1..).2,2.), y pretclldc volver al n'apafl'H'tl posll'riorllll'tltl' ('n Sl1 distfpulo AriNtótc:h:s, qUl' ('XP01H' Sl~
obj(,tivo primitivo dt, la ~il1as, a saher, 110 solallH'llIl' preparar cÍuda- idt'as al rl'sl)('((o al IIlIal dl'l lihro s(optill1o y WIl1l('IlZO dd o!lavo tll' la
dallos SilllOS y robllslOs, si1lo lalllhi(oll ll'lIl'rlos Sil'lIIjll'l' displ1l'slOS para las !'oll,ira. (:Otl su mal'stro, Aristáll'lt's mmparll' la opinilíll d(' qllt' la ('IIS['-
(I). Id
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
ilallza debe ser pública, regulada por el estado, y rechaza tanto los situamos ya en el umbral de la época helenística, y precisamente !lO
I'XCl'SllS de los atletas, que consideran el ejercicio físico como un fin en sí mucho antes de la muerte del estagirita, acaecida en 322 a.c., la educa-
lIlismo y cuyo sobreentrenamiento deforma el cuerpo (Política 1338b), ción ateniense y griega en general experimentó un importante cambio,
(OlllO la rigidez y el utilitarismo del sistema espartano; el entrenamiento cuando tuvO lugar el auge de la efebía en Atenas, en la cual puedt'lI
Usiw, (~S cierto, contribuye a la formación de buenos soldados, pero debe observarse precisamente algunos rasgos del sistema educativo proplll'slO
(I'Ill'I" también como objetivo la adquisici6n de cuerpos bellos, fuertes y por el filósofo,
.~alos y coadyuvar además al bienestar mental y educación moral de los
\ illdadHllos.
En un punto importante se separa Aristóteles de Platón, ya que
1.3.2. El deporte de competición
niq!,a ,1 la mujer la posibilidad de recibir la misma educación que el
hOlllhn', por ser de naturaleza distinta e inferior a éste (Política 1260a21
1.3.2.1. UAmateurismo" y profesionalismo
y ss.), aunque recomienda que las futuras madres realicen ejercicios
diarios y cuiden su dieta. Hasta los cinco años los niños no llevan a cabo Si ya la práctica del deporte ocupaba un destacado lugar t'n la
('J('IÚl ios sistem,íticos, pues basta (y es preferible) con que practiquen sus educación y en la vida social de los griegos, como entrenamiento en los
illslÍn! ivos juegos infantiles. Luego, de los cinco a los siete años, acudirán ratos de ocio y sobre todo como medio para enfrentarse con mayorl's
a ('S\ IIdas y palestras más bien como espectadores, para ir adquiriendo garantías a las necesidades de la vida, a través de la contribu('Ílín tlt' la
111)( ¡OIIl'S prl'paratorias, hasta que comience su entrenamiento físico regu- gimnasia a la belleza y fuerza tanto corporal como espiritual dd indi-
I,H lo, dosi/¡dndose también los ejercicios de acuerdo con la edad: hasta viduo, el gran desarrollo de las competiciones deportivas na(Íonalt's y
1".. I,j (.) 1') anos los <:¡ercicios serán más ligeros y solamente a los 18 (tras locales, impulsado por ese "espíritu agonístico" que hemos destmado
1111 1';111 ;llIl'sis dI' tres años en que prevalece la educación intelectual) el como uno de los rasgos que mejor caracterizan al homhre grit'go, hizo
1'llIfI'llall1il'IIIO se endurecerá. Una vez fmalizado el período educativo que el deporte adquiriera en Grecia una importancia sin paranglín hasta
1"Ul'liUIH'IlIl' dicho, es conveniente que la práctica de ejercícios continúe, nuestro siglo; y, en efecto, la repercusi6n que el triunfo en una tollllWli,
"lluqUI' de manera m¡is moderada, durante el resto de la vida del ción de primera fila tenía entonces para el propio atleta y para su lIlIIllI
hOll1hre, incluso hasta la vejez (Política 1331 a31 y ss.), ya que Aristó- nielad s610 es comparable con la importancia (a menudo ex(t'siva) qm' Sl'
Ides I'S dI' la opinión de que el cuidado del cuerpo hace mejores, también le concede actualmente,
111 ora I l' illlt'll't'tualmente, a las personas. "Vinieron a ello,f IIno,f pO('().f deJerlore.f de Areadia, J'al/o.!' d" "'/'Ilio.! y
I hornos podido comprobar, pues, que en la doctrina educativa de dCJCOJo,l' de .rer útile.r. LOJ III!1/arrm alife el rey y lo,r inlerY0lI.tlyofl lo,r IIt'r.ltlJ,
los gfóllldt's fIIósof()s del siglo IV, con quienes llega a su apogeo el pensa- /¡dh!'IfIdo litIO ,mIo en nomhre dI! lodo.!', aa'red dI! la.!" ({)J{/J 01 ItI.!' 11"" I'J/"II(II/
111'('1110 dd Illulldo antiguo, se busca una armonía entre d desarrollo de omllado.! IOJ I!.rÍt'lI.o.f", fU/o,J Ie,l' dj¡l'yon Iltle t'.rldb{1fI t'1!/¡,lmmdo 1,1.1 .I"t 'f..!.ol
las lapalidadt,s ('{sicas y mentales dd hombre, como continuación del OIIJ"IJ/{O.f y mntetfllll{llIdo terltíff/t,IIt,,I' (1IIftim.!' t' Mpim,l', fiI In'r.l" 11'.1
idl'" I tll' la l'dllración atelli<:l1se tradidolla!. La balanza, no obstante, Im'lI.lItl¡(¡ c'II(íl t'r,' t,1 Im'mio /!ro/IIII'J/o por el II"t' (O!lllll'/Itlll, Y dlo,l' IIm/CI·
dl'sl'quilibnllldosl' pOtO a poco t'n favor dd irm'kno, aunque la girnnasia Itmm 'I"t' 1" mrontl de olirlfl II"t' tlllI JI' ddlNl, fill/ofli'l'.! Tyiltlll/t'II.IfIt'J, IJllo
IOdavía IIl,Ulft'[Hln\ su pllt'Slo, hit'u qUl' dt, illlPorwntia dl'lfl'de,m', dt, Ar/tlhallO. l'x/mJó 1111 jlliáo fflll.y 110/;/(' (I'U /tI II,dió ,l't'Y lotido por t,1 rey
dt',uro tll' la t'dUllldlÍ1l griq,(a, (:011 ArislI)ll'ks. por OIro lado, nos (omo ((¡!J,/yd",' i,,/omltulo. t'II l/t'Clo, dI' (¡lit' t,llm'mio t'Ytl IIfltl ('OrtJlJII y 1/(/
M (,.,
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMI'IL<)S
nallz¡t dche ser pública, regulada por el estado, y rechaza tanto los situamos ya en el umbral de la época helenística, y pn:cisíllllClltl' 110
l'Klt'SOS de los atletas, que consideran el ejercicio físico corno un fin en sí mucho antes de la muerte del estagirita, acaecida en 322 a,c', la eduul-
IlIisllIO y cuyo sobreentrenamiento deforma el cuerpo (Política 1338b), ción ateniense y griega en general experimentó un importatltc cambio,
(tllllO la rigidez y el utilitarismo del sistema espartano; el entrenamiento cuando tuvo lugar el auge de la efebía en Atenas, en la cual puctll'lI
Ilsiw. es tilno, contribuye a la formación de buenos soldados, pero debe observarse precisamente algunos rasgos del sistema educativo propUl'SIO
1('11('1' lalllhién como objetivo la adquisición de cuerpos bellos, fuertes y por el filósofo,
,allos y wadyuvar además al bienestar mental y educación moral de los
( illdadanos,
EII 1II1 plinto importante se separa Aristóteles de Platón, ya que
1.3.2. El deporte de competición
1I1('ga a la IIll1jer la posibilidad de recibir la misma educación que el
h"mll!'(', por St'r dc naturaleza distinta e inferior a éste (Política 1260a21
1.3,2.1. "Amateurismo" y profesionalismo
y ss,), allllquc rccomienda que las futuras madres realicen ejercidos
diarios y (lIidm su dicta. Hasta los cinco años los niños no llevan a cabo Si ya la práctica del deporte ocupaba un destacado lugar l'1l la
!'I('f( jI ios SiS!l'IIHÍ! leoS, pucs basta (y es preferible) con que practiquen sus educación y en la vida social de los griegos, como entrenamiento CII los
IIISI ¡ltI ¡vos jUl'gos infantiles, Luego, de los cinco a los siete años, acudirán ratos de ocio y sobre todo como medio para enfrentarse COII IIlayor<'s
;1 ('SI "das y palestras más bien como espectadores, para ir adquiriendo garantías a las necesidades de la vida, a través de la contrihuci611 dI' la
flOllOlll'S pl'l'paralOrias, hasta que comience su entrenamiento físico regu- gimnasia a la belleza y fuerza tanto corporal como espiritual <Id indi-
I..do. dosifidndose también los ejercicios de acuerdo con la edad: hasta viduo, el gran desarrollo de las competiciones deporrivas Ilílliolla Il's y
1<" ,.j ti 1') anos los l'jl.'rcicios senin más ligeros y solamente a los 18 (tras locales, impulsado por ese "espíritu agonístico" que hemos dl'stalado
1111 1'.11'( '1I1l'sis dc (rl'S allOS el1 que prevalece la educación intelectual) el como uno de los rasgos que mejor caracterizan al hombn' gril'~o, hizo
t'fllI('fI.ltllj('IHO Se 1'lIdurucnt. Una vez finalizado el período educativo que el deporte adquiriera en Grecia una imporrallcia sin parl~¡')n hasta
plllplallJ('lIle dil 110, es UlllvcniCIHC que la práctica de ejercicios continúe, nuestro siglo; y, en efecto, la repercusión que el triunfo cn Ullíl wmpl'ti
.1111111"1' dI' 11I:lIll'ra nl<Ís moderada, durante el resto de la vida del ción de primera fila tenía entonces para el propio atleta y para SlI mlllll
hOlllbr(', ill( 1I~() hasta la vcjez (Polílica I.B I a3 I y ss.), ya que Aristó- nidad sólo es comparable con la importancia (a menudo t'K{('siva) <¡lIl' SI'
lI'b, ('S dc la opini!;1I dI' que el cuidado del clIcrpo hace mejores, también le concede actualmente,
I1111m I (' 11111'1('( llIallllt'lItl', a las personas, .. Vinieron a ello,f uno.f POCO.f de.ferloreJ de Arcadia, ./~¡IJ tic 1111'11,11.1 y
I klllos p()dido uHllprobar, pues, que en la doctrina educativa de de.reoJoJ de .fer ,;tiles, L(},f lIez arlln
J (mle el rey y 10,1' inlerrllJ.:(trlm 10,1 pt'r.ltl.l,
ItlS 1-\rant!(,s fil()so(í,s del siglo IV, con quicncs llega a su apogeo el pensa- hablando uno .rolo en nomhre de lodll.f, accrca de 1,/.1 (O,!(IJ 1'1/ 1,1.1 111It' t'I/,,/J¡1II
IlIi('IIIO del IIHlIlllo ;lmiguo, se busca una armollía entre el desarrollo de ocul'adoJ lo.f ,~rie¡':I.f .. [jl/IIJ In dijmm q/le t'JItI!Jdt/ I't'lelmmdlJ llil JIIt'J.:1II
las 1"p:1I idad('s ffsil as y 1IK'lltall's dd hOl\lhre, mm!) continuación del O/lmIIÍCliJ y Clifllewpltlfldo cerhílfletll:.f tI¡/iú(IIJ " h11liro,f. /iI per!" 11'1
¡!lnd dI' la I'dlll alÍ<Í1I ¡¡tmil'lIsl' tradicional. La halam:a, 110 obstantc, ¡roí l,reJ.:flmó tllfí! era ,,1 premio ProIJIII'J/II IlIIr ,,1 q/ll' i'lImpl'lItltl, y ellli.! 1111111'1'
dl'sl'quilihnílldosl' pOlO a pm ° t'll fúvor dd iml'll'l!o, aunl(lIl' la gimnasia lamtJ que 1,1 nmlfld de 1l1i"o qlll' ,1111 J" d("NI, finlllt/aJ '/'rÍltlllll'J.:lllt'.I, IJlIII
IIIdavúl IlllII1H'lldn\ SlI PUl'Sto, hil'lI 'JUl' dl~ illlportancia I brel'Ícl1Il', d" Arlt,!J,mo, eXIm!JfÍ mI ¡Ilirio mlly tJII/;/e 1¡1It' le "(Ilió Jer Imldll por 1,1 rry
dt'llIw dl' la I'dllu\( i!'lll Wiq.(ll, C()II Aris((\tl'lt·s, por olro lado, 1I0S (otilo (IIhare/t': in/ormado, NI e./éclo, de l/NI' d premio I!r~1 IItIcJ (omntl JI tlo
M (,'1
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
dinero, no aguantó permanecer en silencio y dijo a todos lo siguiente: '¡Ay, deporte griego como un proceso que culmina en la épora í\url'a Ih·1
M"rdonio! c'Contra qué hombres nos has traído a luchar, que no compiten deporte "amateur" y sufre posteriormente una decadencia pro~fl'siva,
/Jlir dinero, sino por poner a prueba sus cualidades?'''. Esta visión ideali- pese a afirmar (GAA 38) que la idea de un deporte plenatnellll' afido-
zada que nos ofrece Heródoto (8.26) de los juegos griegos como compe- nado en la época arcaica no se puede mantener de manera tan Iíljallll',
ciciones en las que los atletas luchan por conseguir un premio sin valor Un cambio más profundo en el tratamiento de la rel,Kit'1O ílmall'U-
material, pero que simboliza su excelencia, ha marcado siempre los estu- rismo-profesionalismo puede apreciarse en los trabajos de Rudolph,
dios sobre el deporte griego tanto como el valor paradigmático que le Pleket, WeBer y Olivová, y culmina en el libro de Young, que SUpOIll'
hall atribuído quienes han venido defendiendo, sobre todo desde la sin duda una importante revolución. Pleket, en efecto, pone ya en ((,la tll'
implantación de las modernas Olimpiadas, la cada vez más claramente juicio la tesis de un antiguo deporte puramente "amateur" y rl'lhaziI
artifirial distinción entre deportistas "amateurs" y profesionales. En además la idea de que la irrupción de atletas profesionales tlIvil'w 101Il0
('reno, desde los estudios de Gardner y especialmente de su discípulo consecuencia la "corrupción moral" de los practicantes del deporll', í\r~lI
(iardiller, la evolución del deporte griego acostumbra a dividirse en tres mentando que los atletas profesionales recogieron e hirieron suyos los
t'lapas: entre ca 776 y 480 los atletas serían en su inmensa mayoría de ideales de sus predecesores aficionados, de manera (\UC el siSll'llla dl'
nrigtll noble y practicaban el atletismo y participaban en competiciones valores de los kalokagathoí pindáricos fue siempre el que gu¡() a los
WII espíritu puramente "amateur", sin que para ellos los premios y privi- atletas griegos, incluso a los procedentes de las clases Imís bajas l'tI {-Plll a
legios resultantes del triunfo significaran nada desde el punto de vista helenística y romana ("Games, Prizes ... ", 76-7), Plekl:'t, lIO ohslílllle,
('( olHímim; posteriormente, desde las Guerras Persas hasta el final del termina por aceptar la cronología implantada por Gardilll'r, al afirllla!'
,iglo V a.e. habría habido una etapa de transición, que desembocaría que el auténtico profesional, aquél myo ml:'dio de vida es el depofll' y de
fillalllll'llte en la profesionalización del deporte, y los deportistas profesio- él obtiene sus ingresos, s610 comenz6 a entrar cn Gn'lia dl' llIalll'ra
lIaks dominarían desde entonces todas las competiciones hasta el final de nmablc hacia el año 400 a.c. Hasta entonces, los atletas hah{íllI sido l'lI
los .Iuegos Olímpicos, en los últimos años del siglo IV p,e. su mayor parte miembros de las clases pudientcs, qUl' 110 Ill'll'silahall
El paso de un deporte genuinamente aficionado a otro totalmente para vivir el dinero que obtenían mn sus triunfos (véase lambi('ll al
profesionalizado habría traído consigo la degeneración y corrupción de respecto d libro de Kyle).
hIS nohlt:s ideales que movían a los atletas de la época arcaica y MlIcho lmis radicales han sido las tl'or(as qut' ha dclé:lldido 11I¡\S
WllliellZOS de la clásica, y este aspecto es fuertemente enfatizado por t'('lil'lltl'lllt'ntt' y mtng, quien trata de demostrar qm' IlIll'SI ra wllvill it'u 1
(iardiner, que se permite a menudo tajantes afirmaciones, como "la gran d(' qm' ell la antigua Greda hubo ulla época ell la qlH: d dl'ponl' no era
popularidad del atletismo fue su ruina; el exceso provoca Némesis: la lOsa de adl'tas profi:siotlaks de Ilitlglín modo PUl'tlt- dedil{ irse de los
N('lllt'sis lid exceso en el atletismo es el profesionalismo, que supone la dacos qm' POSl'l'IlWS sohre d al il-I istl\o Wie)J.o, sitio qUl' Sl' mil ¡¡ dI' 1111<1
1Il1ll'flt' de todo deporte verdadero" (AA W 99), o "cuando el dinero ¡d('a IÓl1ll'lHada dl'sdl' d siglo pasado por quielll's dl'Sl'ahall prl'Selllar 1111
mira l'll el deporte, con él entra la corrupción" (AAW 103). Las ideas de óIlH('(t'dl'llIl' hisl(lrilo y pn'sligioso para el tipo tll' dCpOl'll' qlU' ¡IIIl'lIIahall
(iardíncr l'll lo tocante a este aspecto hall intluído de manera decisiva, itllplamar. a sahl''', el dl'POf(t' dilisca propugnado por los I ahalll't"nN
nlllsdelltl' o inronsdelltel11cnte, en casi lOdos los l'sludiosos que se han ill)J.II'sl's dI' la {oP0l.iI villoríalla, l'n (uyos "( Iuhs alllall'lIrs" 110 1l'II1all
ontpado tlt' los profcsiou¡Ii<.'s del dqmrte ~ril'o. dc:sde Manning o (ahida los IIlil'/lIhros dl' las dllSl'S lrahajadoras, Tras UIl hrillmlll' y IllÍllll-
.lHIlIllt'r hasta Harris, quien malllit'l\l' t'l\ lo t'sl'nlÍ,,1 11I lOIll'epci6n tÍoso HluHisis dI' las tinllllSlalllins qUl' rodl'ilroll d rl'lIalÍlllil'/110 dI' 11114
(,(, fII
FERNANDO GARCfA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
Juegos Olímpicos en la época moderna, concluye Young que "el amateu- de un labrador, cuya curiosa iniciación en la competición deporliva 1I0~
rismo fue, en realidad, un sueño soñado por unos pocos privilegiados cuentan Pausanias (6.10.1-3) y Filóstrato (Sobre la gimrwia 20); y, iI Sil
entre 1860-1870" (p. 25), pero cuyas secuelas han debido sufrir en sus vez, en el noble arte de pastorear cabras y vacas olUpaban su lit'lllpo
propias carnes numerosos atletas a lo largo de la historia del olimpismo respectivamente Polimnéstor de Mileto, vencedor en el estadio illfalllil de'
moderno, incluso campeones de la talla de los míticos James Thorpe o Olimpia a comienzos del siglo VI a.e. (cE. Moretti, n.o 71)), y AIIll'sillils.
Paavo Nurmi. La hipócrita distinción entre el atleta supuestamente vencedor de la lucha olímpica en 460 a.e. (Moretti, n.O 2(, 1).
"amateur" que puede participar en los Juegos Olímpicos y el profesional Como contrapartida, apunta Young la tendencia a hacer miel1lhros
que tiene vetada su intervención en ellos, se ha seguido manteniendo de familias nobles a atletas sobre cuyo origen nada seguro lIi Id('li~!)
hasta nuestros días, aunque puede apreciarse afortunadamente signos que nos comentan nuestras fuentes. Tal es el caso de los míticos arlelas d('
invitan a pensar en una pronta abolición de las barreras, puramente finales del VI y comienzos del V a.e., como Milón, Failo y ASlilo de
teóricas las más de las veces, que separan a "profesionales" de "aficio- Crotona O Teágenes de Tasos (que obtuvo nada menos tlUt' I,WO
nados". triunfos a lo largo de su carrera deportiva), quienes, en OpillÍlíll dd
Volviendo a los profesionales y aficionados en la antigua Grecia, erudito norteamericano, sólo son nobles porque así lo han dl'ddido los
Young ha tratado de rebatir los dos argumentos más importantes estudiosos modernos, no porque nuestras fuentes antiguas 1I0S lo illdi
aducidos por quienes reconocen la existencia de un atletismo totalmente quen. Su adscripción a las filas de la aristocracia sería en IlHlchos UISW¡
"amateur" en la época arcaica: la extracción social de los atletas, supues- consecuencia de la idea apriorística de que en esa época la gran lI1ayor¡'¡¡
tamente provinientes, con pocas excepciones, de las filas de la nobleza de los atletas eran de origen noble y no concebían el tk-POrtl' mmo IIllil
durante los tres siglos que siguieron a los primeros Juegos Olímpicos en profesión con la que ganarse la vida.
776 a.e.; y, en segundo lugar, el montante económico de los premios Suponiendo, pues, que miembros de clases socÍall's illlrrinres
que recibían los vencedores en las competiciones atléticas. tuvieran activa participación en las competiciones tkponivas, ¡\liIllO
Por 10 que respecta al primer punto, se ha venido manteniendo, en podían hacer frente a los numerosos gastos que exigían los l'nm'lIt!
efecto, la idea de que, dados los grandes gastos que conllevaban los micntos y los continuos viajes~ Plekct recurre para explicarlo a IIlIa pn\!
entrenamientos, viajes y estancias en los lugares de competición, durante tira también frecuente en el depone moderno, los suhsidios y
los primeros siglos la mayoría de los participantes y vencedores en los patrocinadores, aun reconociendo que nuestras primeras lIolkias sobre Sil
grandes festivales fueron miembros de las clases más altas, que disponían l'xistencia en la antigua Grecia no se docullIelltall sillo hasra ~O 'I.( "
del tiempo y del dinero que exigía la competición. Los notables casos de ("(;allles, Prizcs ..... , 77). Young, por su parte, propom' olra ('Xplila\Í(UI
atletas de origen humilde que citan nuestras fuentes se han venido consi- lllll' nos adentra ya en la segunda cuestión allles aplllllada: los Pft'lIllos 1'11
derando como excepciones a la regla general. Así, el primer vencedor los n'rt,1tm'Ill's atléticos. Así, UII lIluchadlO dl' familia 110 Ilo\lh' I(IU',
olímpico, Corebo de Élide, era, según afirma Ateneo (382b), cocinero, y tlll'rct'd a sus lIotabll'S aptitudes, fOl\sigul' Vl'lllt'r ('11 lIlIa WlIllwlil ¡Úll
a un pescador celebra Simónides, con su humorismo habitual impensable lotal. podría l'Illpkar (,1 dinero del Im'lIlÍo para pagarse Sil illH'l'VI'lIllltll
en los epinicios de Píndaro, en un epigrama que nos transmite Aristóteles l'1I IIIIOS jlll'gos II\;Is irllponalll('S y llIejor dOlados ('lolUillli(ólI1H'II!('; a "11
(fe. 41 Page=110 Diehl): "ante.r en mi.r hombro.r Joportando una á.rpera vez. si trillllfú también ('11 dios. l'staría l'lI ulIldidolll'S tll' pa~l'S 1111
percha llevaba pe.ffado de.rde ArKo.f ti TeKea". También fue cantado por mm'lIador proll'siollal (' ¡Ililiar ase tilla mm'.... deportiva qtll' Il' Ilt'rlllilir{u
Simlínides (fr. ,)0 1) PM(,) d boxeador (llamo tlt' (:aristo, ('1\ Huhea, hijo illlluso panidpar l'II los ~mld's .Il1·~os Panlll'lfnilOs,
(.H ,.')
l'IiI{NAN()() (;AIH 'A 1«lfl.!UUI IJ.~ IH,!)~(J.lf'
Sabemos, cfenivamente que, fuera de los cuatro grandes festivales EII prillll'l' IlIgar, U 11 IV il'lIl' deSHIlar qm', UlIIllI ya 1I0la Plrkl't, s!'l'la
en las demás competiciones los vencedores en las distintas hallar ulla frase qUl' lIl¡Ís hllhil'ra (bOlado a UII illkta }l.l'i,·}l.o (y
recibir premios de valor material; así, Píndaro menciona probahlclllelHl.' talllbi{II al deportista tll' hoy) qUl' la IIHllk'l'Ila divisa
(probablemente un escudo) con que eran premiados los olímpka "lo il11portalltl' cs participar, 110 gallar" , La !krrota, l'tI dl't lO,
alJeras el! los juegos de Argos (Olímpicas 7.83), los trípodes de bronce cra un serio disgusto, una aut{nrica tragedia, para l'I depon iSla 'I"t' la
lI'ahajado dc Arntdia y Tebas (ibid.), el manto de lana de Pelene (Olím- sufría, millo manifiesta Píndaro cn algulJos pasajes dt, sus t'pillicios; ('11
/11/((\ 1).1)7, Nelllea.r 10.44), las copas de plata de Sición (Nemeas 10.43), O¡¡",/JiWJ H.6H ss. Akimedonte de Egina, vellcedor l'Il la Imba illlalldl
clC En juegos más importantes el valor económico de los premios era en en 460 a.c., "en 10J miembros de matro IIIl1chachoJ (()/o¡'ó "N/y t¡!Jorrni/J/,·
casos elevadísimo. Young estudia con pormenor las recompensas retorno a casa, poco honro.fos cornentaríoJ y entr(ld(l a hllrt(/d¡IIdJ", y ti (11m
quc ihan a parar a manos de quienes triunfaban en los Juegos Panate- púgil egineta, Aristómenes, dedica el poeta rebano su Pllir" 11, d,'
naicos de Atenas, basándose en una inscripción de la primera mitad del donde afirma (vv. 81 ss.): "y desde lo alto caf.r/e Jo/m: ({((¡Iro '"l'r/wI /111/
IV a.e. (lG n.2.2311), que menciona, por ejemplo, un premio de 50 aviesa intención, para quienes ni un regreJO lan ¡;rtllfl ¡'flfIIO d II/Yo ti'
de preciado aceite para el vencedor en el estadio infantil (y, en decidió en los Juegos Píticos, ni al retornar junIo a JU lIIúdre ,¡(tí y "l/tí
tOnscntencia, el doble para los adultos, según la práctica habitual). De dulce risa levantó alegría, sino que por callejoneJ, evitando ti JIU ''IIt'flli,I!,!II,
acucrdo con las cuentas del filólogo norteamericano, el montante econó- se agazapan, mordidos por el fracaso". Muy al wntrario (OIl",/,¡/tlJ 1,1)/
Inito dc 100 .lnforas de aceite venía a equivaler, como mínimo, al salario ss,) "el que vence el resto de su vida goza de bonanza d/tlce mil/o 1" //Ii,'¡, .d
'111l' rccihía un trabajador durante cuatro años y suponía, por tanto, una menos por causa de los juegos", y de la alegría y el honor que rl'pol'la la
pl'qlll'l\a fortuna. Un epigrama atribuído a Simónides (43 Page) muestra victoria participa también muy principalmente la patria del "tll'la, id"a
'1111' a lOlllienzos del siglo V, todavía en época "amateur" según las tesis que se repite a cada paso en los epinicios de Píndaro y Baquílidl's.
I raditiol1i1!t:s, los premios eran muy semejantes. No es de extrañar, pues, que el triunfo en los grandes juegos IUt'ra
,;{Ju{' ocurría en el caso de los grandes juegos panhelénicos? En acompañado de grandes celebraciones y reconocimientos ell hOllor t It,
( )Iilllpia, lOmo es sabido, los vencedores recibían como recompensa una vencedor, sufragados por él mismo o por su ciudad patria, EII el propio
Wl'Ollil de olivo, que era de laurel en Delfos, de apio en los Juegos lugar de los juegos, el último día de los mismos, tenía lugar la SOltIIlW'
micos y de apio fresco en Nemea (cf. figuras 22 y 23). Sin duda, ceremonia de proclamación y coronación de los vencedores <llltl' 1111111('
lOmo ocurre en las modernas Olimpíadas, el deseo de triunfar era el roso gentío, durante la cual se anunciaba a los presentes el nombn' dd
primer incentivo de los atletas, y la victoria misma, y no una corona o atleta, de su padre y de su patria. Seguía una procesión hada los altares
una medalla, la mayor recompensa. No obstante, al igual que actual- de los dioses, en acción de gracias por la victoria, y un banquete dl' 11'1('
mente cada país acostumbra a mostrar su agradecimiento, a menudo en bración; en el curso de estas ceremonias se entonaba en un principio tilia
metülico, al atleta que ha dejado alto su pabellón nacional y la cotización sencilla canción atribuída a Atquíloco (fr. West; cf. P(ndaro, ()1I111
del propio deportista aumenta considerablemente tras un comporta- picas 9.1 ss,): "Ténela, hermoso vencedor, salud, señor Herades, ttí .V Yoltlo,
micmo destacado en una competicion importante, también en la antigua ambos lanceros", luego sustituída por un breve epinicio encargado expn'~
Grecia numerosas ventajas se derivaban para el atleta del triunfo en samente para la ocasión, preludio del más extenso, elaborado y brillallll'
alguno de los grandes juegos (Buhmann ha estudiado el tema a propósito que solía destinarse para la de celebración del triunfo en la patria,
de Olimpia, con gran acopio de datos). Los vencedores tenían también el derecho erigir estatuas en el fel'Í1l1O
,
70 71
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JIII(/;()S OLlMI'I( ()S
sagrado (el famoso auriga de Delfos, figura 78, es una de ellas), que Ya hemos hecho <Ilusión a I<lS eI('vadas rt'Wlllpt'IlSaS ('n lIIÜlJliUIS !JI!('
podían ser, después de tres victorias, estatuasretrato del vencedor, y a las leyes atribuídas a Solón fijaban para los att'lliellst's Vl'lI(cdorl'S ('11 ION
veces era la propia ciudad la que corría con los gastos, de acuerdo con la grandes juegos (cf. 1.3.1.2.), y debemos suponer lJue tal pnlniul !i('
idea básica antes apuntada de que la victoria del ciudadano era también puede extender igualmente a otras ciudades. El crario pühliw wSIl'ah"
tllI honor para su patria (así, los crotoniatas dedicaron en Delfos una también a veces la erección de una estatua del atleta (uhofa N urllli I i('JI('
l'statua al pentatleta y corredor Faílo, según nos cuenta Pusanias 10.9.2). la suya delante del Estadio Olfmpico de Helsillki), qm' dislrul;lha
Jirl'wentemente, una inscripción al pie de la estatua recordaba al visitante también de otras ventajas, como líl (oncesit'in de ra~os
t
plÍhliws y. sohn'
dl' cualquier época el motivo de su erección (figura 24). todo, de algunos privilegios que estaban res(.'rvados cXc!lISiVallll'l\ll' iI 1111
l
Mucho más significativa es la larga lista de honores y recompensas reducidísimo número de personas, considerados benefactores dl' la UlIlllI-
que a~urdbn al atleta vencedor en su patria, fiel testimonio de la nidad: la manutención gratuíta de por vida en d Prilalll'o a l'xpC:llsas d('
importancia que la comunidad otorgaba a los ciudadanos que la repre- la ciudad (un decreto ateniense (le mediados del si~lo V a,c.. /G 1. 2,77.
s('I\(aban, con los cuales se identificaba con un fervor bien conocido en el
t
indica que tienen derecho a ella los atletas vem:edores t'II lllalllllil'r disd-
Ik'porte moderno, La popularidad que atraían los triunfos deportivos fue plina en alguno de los cuatro ~randes jle~os y los que triullfarall {'I\
illt!uso aprovechada en algunos casos para hacer carrera política, Tal
alguna prueba hípica de los Jue~()s Olímpicos), la ¡mll'drl" o dl'n'l ho iI
hi< imm o trataron de hacer Alcíbiades, que supo aprovechar con la habi-
ocupar asiento de honor en los espen¡kulos Iníhliws, y tamhil-II la "I/'I/d
lidad qm' acostumbraba sus victorias hípicas en Olimpia, o, dos siglos
o exención de impuestos, A todo ello debl'll alladirse distilldolll's pan itll-
allll'S, el aristócrata ateniense Cilón) que intentó servirse de su triunfo en
lares de cada ciudad) romo d derecho que los ve\lcedores espart allos ('11
lo, .Il1('~OS Olímpicos para proclamarse tirano de la ciudad, aunque sin
Olímpia, Delfos, Corinto o Nemea tl'll(al\ dt~ comhatir aliado dd rey. 11
('xÍlo (Olros casos pueden encontrarse descritos en Young, pp, 160 ss" y
las monedas acuñadas para conmemorar UI\ trilll\fo, nOrlllal!m'nll'
~ol,n' Iodo Kyle, pp. 155 ss.),
AwslulIlhrados como estamos a contemplar a menudo el desbor- ruando el vencedor era un tirano, auuque talllhiC::1l hay t('stllllollios
dallll' 1lt,Iirio mn que es recibido en su ciudad el equipo o el deportista tardíos de monedas en honor de tiudadal\os partirularc:s, EslOS privk~ls
individual quc alcanza un triunfo sobresaliente (con paseo de la copa por aumentaron en época romana, cuando se illduy() asilllisllIo la ('XI'IH iflll
IDda la ciudad, ofrenda a la Virgen patrona y recepción por las autori- del servicio militar, de todas las IitLlr~as, dt, la ohli~a ¡{jl\ d(' oln'll'r
tI.u ks locales) no nos extrañará la entrada triunfal que, según Diodoro alojamiento a los soldados, el deredlO a la inlllllllidad pl.'rsonal y la
I \.H2.7, hizo Exéneto en Acragante tras vencer en la Olimpíada de 412 inmunidad al encarcelamiento, la autorizadúlI para vt'stir púrpura. ('11.,
id :., ('1\ la mrrcra del estadio: "Habiendo vencido Exéneto de Acragante, lo (rf. Gualazzini .) I ss.),
11If/(III;l'YIJ'fI " la ciudad sobre un carro, y lo escoltaban, aparte de otras En esta larga y asombrosa lista dc privk'~os y honores falta s(ilo,
III.ldJ,WO hiJ!.aJ de blancos caballos, todas pertenecientes a los propios acra- para tl:rminar de mImarla, la heroizaciún o divinizalÍI)I\ tll' los atll'lOIs. y
,r.:iI"I¡flOJ", Un recibimiento semejante s610 un general victorioso podía hay, cierramelltc) diversos l'jcmplos lOllIKidos, si hien, lOIllO ha dl'IIIOS
sonar con tenerlo. Después, una ~ran fiesta, tanto más fastuosa cuanto (ratio Bohrin~e, la devacil)1I dc UIl deportista a la la(e~If dl' dios 1)
mayor fllera la riqueza del ciudadano, era el marco en el que un coro hÚoe 110 St' dl'bitÍ directallll'llle, t'JI lIill,gUIIO de los casos l!l' qU(' ll'IIl'IIIW¡
l'lIlll1taha d cpinicio, ell el ntal el poeta alababa al atleta y ubicaba su Iloticia, a sus 6itos en los jl'~OS, sil\o a tilia sl'ril' de rirnlllSlam ¡as III¡\S
IriUlllt) dl'ponivo en el alto lu~ar que le l'llrrespondfa dentro de la escala complejas, As(. el pl~¡ista Eutilllo dl' Loccos (I\H/¡-/¡ 7 2 a,C,> fl·tibla
dt, vlllofl'S de la sodedad, culto por haher 11Idwtlo y vl'l\ddo a lIlIa l'slWdt' de ¡;mtllSlllH (1111 lIIuri·
I! n
HHNANI)() l;AIHJA 1{(IMHHl U'~.Jtil,I (ILlMI'I! ('~
IIITO d(' 1Ilist's que había violauo a una muchacha, por lo que fue lapi- /, J.2.2, CrflÍt'tI.I'
lo por los habitantes de Temesa) al que anualmente le era ofrecida
101110 l'sposa, l'Il mlidad de sacrificio expiatorio, la más hermosa doncella Ya se ha dicho que en el gówro poético dd epinicio, y panil lIlar"
tll' la dlldad (el". figura 24). A su vez, la causa de la divinación del cele- mente en la obra de Pílldaro, el atleta es exaltado rumo 11l00ldo dI' vida y
hérrimo '¡'('(Ígelll's de Tasos debe buscarse en hechos que ocurrieron tras wmportamiento, a partir de la idea de qm.' las rualidadl's físicas y
su II1lWr!(': UIl enemigo rencoroso azotaba su estatua periódicamente morales que despliega el deportista dentro y fuera de la WllIpl'tl( jl'UI SI'
hasl¡1 qUl', Ulla noche, el bronce se dejó caer sobre el infeliz, aplastándolo; consideran normas arquetípicas que bien pudieran regir la mndlltta dd
la ('stalua fue declarada culpable de asesinato y arrojada al mar; poco buen ciudadano en sus relaciones con hombres y dioses, al sl'rvido (11' la
I (espillos, para paliar el hambre que asolaba la isla, el oráculo délfico comunidad. No obstante, el iueal de Píndaro no fue siempre compare ido
OI'dl'l1I'Í rl'llIperar la estatua de Teógenes, que fue honrado en adelante por poetas, filósofos, moralistas y médicos, que rritilaron a IIll'lIUdo
101110 UII dios sanador. Historias semejantes se cuentan a propósito de algunos aspectos del mundo del deporte. No negaron. en general. los
hit il les de Loccos, Diógneto de Creta, Oibotas de Cime o Cleómedes de beneficios que el cuidado del cuerpo procura al bienestar f(sico e illlell'(-
ASlipaka, cuyos respectivos cutros fueron instaurados siempre a tual del hombre, sino que centraron sus críticas en dos lemas: 1) 1.01
IllIllil'lll.0S cid siglo V a.C, yen todos los casos en circunstancias proble- exagerada valoración de las cualidades físicas frente a las intell'ulIalt-s.
11 1;11 i«15 para sus respectivas ciudades, de manera que significan, según la que se traducía en altas recompensas económicas y en el grall ft'rvo!'
1I11('r¡lI'I'(alj¡íll dl' Hohringer, "una recuperación por parte de la ciudad de popular hacia los atletas, crítica que encontramos ya en Jelllífatll's y qUl'
111'1 '1llIalil loH ks l'xn:pcionales, pero fundamentalmente contradiaorias", se hizo especialmente frecuente cuando las nuevas experit'ncias illll'll'(
11111 el prop,ísito de "obliterar períodos de debilidad y de división de las tuales del siglo V y las modificaciones en el sistema educativo ab()~h¡1Il
•IIId.ld(·;o" lavalldo el rostro de la comunidad al recuperar un represen- por la afirmación de la supremacía de la capacidad intelectual sobn' la
1.1111(' ilwarl' pero discutido de ella". Sea o no ésta la explicación correaa, física. 2) El régimen de vida de los atletas, una dieta que inclu(a 111111 has
111 '1 lit' paren' incontestable es que el culto a los atletas, al menos en horas de sueño y una alimentación concorde en cantidad con los l'slúl'rws
I'plllól I t¡sita, 110 es un honor que la ciudad tributaba al ciudadano que la que se les exigían, y la excesiva especialización del entrenamiento, qm' los
ha glllrilirado U)l1 sus triunfos deportivos. hacía, en opinión de los críticos, poco útiles para la guerra y para 01 ras
La ln:ril'nte importancia que el deporte iba alcanzando en la vida necesidades de la ciudad. Tales críticas, sin embargo, no afeuaron l'n
SOl ial dc la ciudad griega y la estimación, a menudo excesiva, de que los demasía al entusiasmo que la gente común mostraba por las UlIlIpl'ti-
1 alllJll'ones disfrutaban entre el pueblo, que se identificaba con ellos con dones deportivas y por quienes intervenían en ellas, quedando rl'dllddas
1111 lallalismo en todo comparable con el actual, dio lugar a frecuentes a un limitado círculo de inteleauales; entre el pueblo llano, las censuras S¡'l!t 1
(1'11 iUIS, también en número progresivamente creciente, por parte sobre calaron hondo cuando las prácticas deportivas de los griegos choulban WII la
rndo de 1IIIísofos y médicos. Pero, por otro lado, las cada vez mayores tradición nativa, como fue el caso de Roma, o bien cuando interVl'lIíall
1'x Igl'Il1 ias de la competición trajeron consigo un refinamiento en los poderosos motivos religiosos, como sucedió en la era cristiana.
1II(;wdos de entrenamiento y en el régimen de vida de los atletas, que La discrepancia entre las cualidades que hacen a un hombre sohn'-
!OI1II'ihllyÓ al dpido desarrollo de la investigación científica sobre todo lo saliente en una competición deportiva y su utilidad para la comunidad
rdalivo al cuiJado del cuerpo humano y la salud del hombre en aparece ya formulada para nosotros en fecha muy temprana, en el si~lo
~ l'IIcra 1. VII a.c., en el antes citado y comentado fr. 12 de Tirteo (cf. 1.3.1, l.: la
'·1 n
FliKN/\NIIO (,/\IU .1/\ I(OMhIlO IIIS 11 Ji'( ,I)~ 111 lMI'1I !I~
h¡('!'za f'(sit<l qm' el atleta muestra en los juegos no tiene importancia, la d I'tlr¡:,o dl'll'rtlrio f!,¡Id¡cl/.Y 1m rl',v,,¡/o ql/e lentlr,í ml//o Im'mio, li imlJl.w nm
(lIalidad l'sellcial es el valor en la batalla). Aunque el pasaje se ha inter- lo.r (,dhtlloJ IlfIdrld IO,v,r,¡r lodo e.m, JÍn H'r l"tI (I,tlio.m (IIIJIIIYO, POrt/III' .111/11"
I'n'tado lOlIlO ulla auténtica crítica del atletismo, como una censura de su rior ti /tI jíll'r'l.il tle f.1(J1JI/Jrl'J .Y (tt/",I/OJ C.I '1III'Jtr,/ JtllJit!lIr/d, PI'ro 1'.110 .I/'
illlllilidad WilillSki, L'a/(fmistica sportiva 28 ss.; cf, Patrucco 40-4 j/lZ¡:'d mll.Y ti 1" ltger(I .Y mi t'J jllJto prt~/{'1 /" júerZ(1 ti Id (1I'rd"tI,'rrl
l n'l'IIlOS lIl<Ís acertada la explicación de la profesora Bernardini, para dllrla. Plle.r e¡¡UUI"e entre ellmch!o ,fe I'rtl'llaUre /Ir¡ 1",/'tI Iilí/!,il, 1/f.'flldlh'ltI o
qUil'l\ "los versos dI: Tím.~o no atacan 'una forma de la agonística vacía y /¡tt'hador (J qllien deJ/(lqlle IHlr la rdpidez de JIIJ pieJ, qlle eJ /0 l¡l/l' rt'l'ihl'
, sino que resaltan el valor de otras exigencias". Tirteo, en efecto, más honoreJ de o¡anla.r ImlebaJ de ¡IIerza hay NI Itl.!' COfllp",i(ÍOfll'J
110 S(' OpOIll' a la aspiración del atleta a ser el mejor, sino que transfiere hombres, no por (!JO la ciudad va a e,rtar mejor /!,oberrladtl, PIII'II ¡:'OZO
('slt' idt'al ¡1~Ol\Csti() el ámbito de la guerra (y más precisamente en el obtener la ciudad si alguno com/Jite y tlena jImIo a laJ ribert/J dI'! r/o dI'
WIIIl'xtu dI: las GUl:rras Mesenias en el que se desarrollan las arengas Pisa, pues eso no engorda los fondos de la ciudad".
pm'l a), donde encumtra una aplicación más ventajosa para la ciudad; en La exacta estimación de la postura de jenófanes al respelto dt,
la ~lt'ra, dectivamente, la areté deportiva, de carácter marcadamente atletas ha sido igualmente objeto de controversia. En su edkitÍn dl' los
debe ponerse al servicio del bien de la comunidad. Muy poco fragmentos y testimonios del filósofo (Florencia 195C1, 1(1), l Jnll'rs-
despll6 dt, Tirten, la progresiva militarización de la educación y la teiner considera el poema un condena sin paliativos del atlerisl11o, l'Il la
SOl il'dad espartana abortará la supremacía de los atletas lacedemonios en que, en opinión de Bilinski, jenófanes se haría portavoz de las l'xi~tas
los wandes juegos. de las nuevas clases sociales frente a los viejos ideales agonCsdws dl' la
No salX'ITIos cómo eran recompensados y honrados los aeletas aristocracia. Al contrario, Bowra ha insistido a menudo en el <lmhit'llIt'
vl'llu'don's t'lI la Esparta del siglo VII, pero, en todo caso, Tirteo no hace aristocrático que envuelve tanto ésta como otras elegías, de maJ1l'ra lJUl'.
( rU il a ni alusi6n alguna a este aspecto. Medio siglo después, en Atenas, como afirman Finley-Pleket, "jenófanes, él mismo un aristt)rrara. Sl'
SollÍlI lija por kyel dinero que deben recibir los ciudadanos que triunfen dirige a los miembros de su propia clase, advirtiéndoles contra su
('11 los .Jl'~()S Pan helénicos , presumiblemente para evitar los excesos que tendencia a anquilosarse en sus valores homéricos". No se trataría,
dehlall ya de empezar a producirse (no obstante, como queda reflejado entonces, de un ataque dirigido contra los atletas ni contra los jue~os pOI'
('11 ('1 At/t/CtlrJiJ de Luciano, Solón pasó a la posteridad como defensor del sí mismos, sino contra la sobreestimación de la función del atleta dt'nlro
y las competiciones). Pero la primera censura abierta y expresa la escala de valores de la sociedad. jenófanes insiste en que las nlai~
la desmesurada estimación de los valores físicos frente a los intelecruales dades que requiere el buen gobierno de la ciudad no las poset'lI I( IS
SlIf).\l', en la segunda mitad del siglo VI, por boca de un filósofo proce- deportistas, y en el hecho de situar por encima de todo el interés de la
del mundo jónico de Asia Menor y radicado luego en el otro comunidad se inscribe en la línea de Tirteo y Solón. Para Tineo, l'll
extremo del mundo griego, el sur de Italia, jenófanes de Colofón, en su efecto, la cualidad suprema que debe poseer el ciudadano que pretenda
Ir. 2 West: "Pero Ji alguien alcanza la victoria allí donde está el recinto ser útil a la póliJ es el valor guerrero; para Solón, en cambio, según d
Jtlf.!.rtld() de ZeUJ junto a laJ corrienteJ del río de Pisa, en Olimpía, sea con testimonio de Diodoro 9.2.5, son los hombres dotados de phr6t1I'JI,1
/tI r,tlJidez de sus píes o compitiendo en el pentatlo, Jea en la lucha o incluso ("buen juicio") y no los púgiles, corredores y demás atletas, quicm's
('11 el doloroso pugilato o en la terrible prueba que llaman pancracio, como contribuyen a la salvación de la ciudad cuando se halla en peligro,
bombre muy ilustre aparece a los ojOJ de sus conciudadanoJ, y puede Para jenófanes, por fin, esa cualidad fundamental es la JopMa ("sabi-
illranzar la gloriosa proedría en 10J juegos y recibir de la ciudad alimentos duría"), término con el que designa bien su propia actividad intelectual
H, 77
I'I',R NANIlO (;ARelA ROMERO H I~ 1111'( oC l~ (IL/M!'11 ( I~
l1im la "sahidur(a poética" en general (lf. Marcovich 2122), roya utilidad IlIlurar a los arlelas por elleima tlt' los "sahius", !JUt· SOIl qllÍ{'llt'S ht'II('
para la admillistmci6n de la dudad, muy superior a la que pueda ofrecer un ¡I(iau verdadl'rHllH'llIt' ¡¡ la dudad mili rihllyell! lo a Sil hllt'lI Rohiefllo.
V('llu'dor o\{lllpim, proclama con orgullo el poeta. )enófanes condbe el poeta I{('to~l, atlt'lll¡ís, 1II1 motivo qlll" tOIl palahms 1l11ltho 1lll'IJOS viruklllas,
WIIlU educador y guía de la comunidad, a la que libra de acciones erróneas y ya alllicipaha Tim'o ('11 sus deg(as, a salx'r, la t'Slasa o IIlIla lIlilidad d('
IIri('llIa hacia lo que le reportará beneficios, idea fundamental en el pensa- estos hombres para la guerra, a pesar de toda su fllt'rza f'(ska. Para la
IlIÍt'lllO dt' la Greda arcaica y clásica. Así, la enumeración detallada de las profesora Bernardini (p. ~2) "el tono es ¡lspero, la (r(tira ahit'rra y sin
n'WlllpC:IlSaS y rt'HlI1ocimientos que reciben los adetas sirve de contrapunto a reserva. Los atleras son definidos como un verdadero mal para (i!'t'lÍa, St'
la lIlillllsvaloraci<Ín de la aaividad mucho más beneficiosa y merecedora de ponen en evidencia sus defectos morales y se estigmatiza su tolllporw-
raks hO\lores del intelectual. miento ... También los tiempos, por lo dem,ls, habían cambiado: la aris-
Sq~lín Ateneo (413c), en el fr.2 de ]enófanes se inspira Eurípides mcrada tradicional, que sostenía el espíritu agonístico y la idl'(Jo~a
Sil dura crítica de los atletas en un pasaje del drama satírico Autó- deportiva, había perdido en casi todas partes su poder y nuevos prilll i-
!l/o, dt' ¡'tI/í 20 (fr. 282 Nauck 2); pios éticos y políticos se habían afirmado y difundido". No obStallH'.
"/)/, lo! ;'l1Il11l1erables males que hay en Grecia, ninguno es peor que la como señalan Finley-Pleket (121-2; cf. Kyle 128 ss.), toda intl'rprt'latitín
/'~I dI' /0,1 "dl'l/u. nr¡ primer lugar, éstos ni aprenden a vivir bien ni que se haga del fragmento debe conllevar ínevitahll'menw lil'rtas
llOd/'I.1I/ hdtt'r!O, 11/11',1', ('cómo un hombre esclavo de sus mandíbulas y reservas. Se trata, en efecto, de críticas que reproducen la imagen t'SIt'[('()-
1'/111111" .11' .111 /'lflllrl' liOdría obtener riqueza superior a la de su padre? Ni tipada que del atleta comenzaba a tenerse ya en el siglo V, a lo qut' .~l'
d 111 I'~, 101/ ¡II/lt/tCJ de Joportar la pobreza ni remar en el mar de la
añade que Autó/ico es un drama satírico y, por tanto, hien pudiera haber
Imlllll.!, /1/11'1 .tI 1111 ¡'slr,r habituados a las buenas costumbres difícilmente presentado el poeta de los atletas en tono de farsa, dado que dt'swllo-
1,1/1/;',"" t'II 1./1 tI,¡/mltades. Radiantes en su juventud, van de un lado cemos totalmente el contexto global en el que el pasaje se inscrihe
IId/1I olm l/mili Ji ¡ill'rcm adornos de la ciudad, pero cuando se abate sobre parodia del atletismo es, además, tema característico de los dramas sari
!'l/m 1" .1I1/.1I:r.:1I /'e;ez, desaparecen como mantos raídos que han perdido el ricos, como ha mostrado Sutton). De manera que, en definitiva, 110
/Ido, )' tt'flJII/'II también la costumbre de los griegos, que se reúnen para podemos afirmar de manera categórica que el fragmento reproduzca ulla
1 ollll'III/lltlr/oJ y rendir honores a placeres inútiles + por causa del banquete
sincera crítica del atleta profesional por parte de Eurípides, quit'n, por
I , ,:IJIU,,, (I"é bum luchador, qué hombre rápido de pies o qué lanzador de otra parte, sabemos que compuso un epinicio para celebrar los triulllús
tlil/o o l/lIlen habitualmente ponga en juego su mandibula a su ciudad hípicos de Alcibíades en Olimpia (fr. 755 PGM) Y guizá fuera lol mislllo
Iltllri" ha ,fI/(f}rrido obteniendo una corona? ¿Acaso lucharán contra los un buen atleta (cf. Kyle, p. 130" con n. 27).
l'III'11IÍ,r.:OJ lIel'ando di.rcoJ en las manos o por entre los escudos golpeándolos En todo caso, el fragmento euripideo sí refleja los dif<:rt'lllt's
mil 10.1 I¡ic.!' ex/mirarán a los enemigos de la patria? Nadie hace esas locuras aspectos que por entonces se criticaban en los atletas, particularmente por
1'.1/,,"t10 frente al hierro. Sería preciso, pues, coronar con guirnaldas a lo.f parte de los comediógrafos: la estimación excesiva en gue eran tl'nidos
/mm/m'.! SilMOJ y bllenos y a quien conduce a la ciudad de la mejor manera por la gente, su escasa utilidad para la ciudad, en la paz y en la glll'rra. y
111'11110 hom/m' /lmdente y justo, y a quien con .fUS palabras aleja las su régimen de vida, que comprendía una copiosa alimentaci6n y, ell 1"
"llim/('J Il!'1wit'ioJa.r, .ruprimiendo luchas y revueltas. Tales cosas, en efecto, probablemente equivocada opinión de los críticos, una vida poco sufrida
.11111 /ml/i,rioJ /Jara tÍl/dad y para todo.r los griegos". (tan lejana, por otro lado, del ideal de la educación espartana, en la qUl'
En términos semejantes a )enófanes, Eurípides critica la costumbre el deporte ocupaba un lugar tan importante).
]1)
IH
FERNANDO GARdA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
Aristófanes, como se dijo en pagmas anteriores, cntICa por una felices, en tanto que yo os hago ser/o, y él para nada necesita la manuten-
purte, la "nueva educación", que aleja a los jóvenes de gimnasios y pales- ción, mientras que yo la necesito".
tras (véase también Pseudo-]enofonte, Constituci6n de los atenienses No es éste, por otro lado, el único texto platónico en el que se htlH'
l. 13), pero, por otro, censura igualmente los hábitos de los atletas profe- alusión a las grandes recompensas y honores dispensados a los arlt-ras;
sionaks. En Paz 33-34 uno de los esclavos encargados de alimentar al tales honores, en su ciudad ideal, los reserva el filósofo para sus defc.'lI-
escarabajo que llevará sobre su lomo a Trigeo hasta el cielo, comenta: u¡y sores, los Guardianes (República 465d; cf. 620b). Rechaza igualmentc' d
de (jllé manera, agachando la cabeza, come el maldito, como un luchador, régimen de vida y entrenamiento de los deportistas contemponÍlll'os,
mot1it/ndo las muelas a uno y otro lado!", haciéndose eco de la censura que destinado exclusivamente al desarrollo de la fuerza, sin tener COIllO !in
mntra la dieta sobrealimentada de los atletas expresara Hipócrates (Sobre esa armonía entre lo físico y lo intelectual que preconiza el sistema educa-
el alimento 34; cf. Galeno, Protréptico 10-11) y que queda igualmente tivo diseñado por Platón. Tal entrenamiento, basado en mucho cOllwr y
reflejada en otros muchos pasajes, como en el fragmento euripideo que dormir y en un régimen de vida muy estricto, afirma el filósofo qU(' es a
acahamos de comentar o en otros fragmentos cómicos (cf. Alexis, fin de mentas perjudicial para la salud, pues "si se apartan un 1)0(0 dI'!
fr. 16H, y Teóftlo, fr.8, ambos del siglo IV a.c., y autores de sendas régimen prescrito, estos atleta.r sufren grandes y violentas en!em,,'dlll/c.I"
mllll'dias que llevaban por título El pancratiasta). Las recompensas que (RejJública 403-404, 410-412, 452 ss., 535; Leyes 796, 8)0, etc). EII
n'cibl'1l los deportistas y que deberían ir a parar mejor a manos de los consecuencia, debe ejercitarse el cuerpo de manera moderada, evit¡ílldose
''¡ iudadallos útiles" son objeto de las amargas quejas de otro poeta siempre los excesos en el ejercicio y en la dieta, como aconseja SÓmIW¡ C'II
üímito, (IlIpolis (fr. 104), y, de manera semejante, Aristófanes afirma en el Banquete de ]enofonte, 1.2.4. Por lo demás, según pudimos
Sil lOlIH'dia Dinero 1 162-3 que "a Dinero, en efecto, le cuadra muy bien comprobar en las páginas dedicadas a la instrucción física dl'nlw dc'¡
¡'Mil ~:¡fr 1'1'1'1 tÍ fm:ne.f music-ales y gimnásticos". sistema educativo platónico, el deporte ocupa un lugar fundammlal l'"
Parecidas (('nsuras se ponen en boca de otro hombre, Sócrates, al la formación de los hombres y mujeres del estado que describl' t'Il /?"pú
ql\l' AristtÍlitlll's considera genuíno representante de ula nueva educación" Mica y Leyes, pero se le asigna la finalidad primordial de preparar (itllla
qll(' call acerbamente critica el cómico. En el Banquete de ]enofonte danos dispuestos para las necesidades de la guerra, aunque sin olvidar la
(2. 17) Sóuates St~ refiere al desigual e inarmónico desarrollo que la exce- muy positiva influencia que puede tener para el desarrollo de las cuali
siva l'specíalizacít'ín de los atletas provoca en sus cuerpos, y en la línea de dades morales de la persona. Estos dos objetivos, a juicio de Platón, l'Sf:íll
las críticas de ]enófanes se sitúa la propuesta que hace Sócrates, en el completamente ausentes del entrenamiento de los atletas profesionales tic
proceso incoado contra él, de que su "castigo" sea la manutención a su tiempo, por lo cual lo considera carente en absoluto de valor educativo
expensas de la ciudad (Platón, AjJología 36d): "Así pues, ¿qué merezco y completamente inútil para las necesidades del hombre individual y dI'
que me pase por ser así? Algo bueno, atenienses, si es jJredro en verdad ser la comunidad.
recompensado de acuerdo con los merecimientos. En consecuencia, ¿qué es Con Platón coincide Aristóteles en muchos puntos (cf. I.~ H.
adecuado para un hombre pobre, bienhechor, que necesita tener tiempo libre Propugna, por un lado, la búsqueda de un sano equilibrio entre l'¡ desa
para exhortaros a vosotros? No hay otra COJa, ateniense.f, que .fea meÍ.r rrollo del merpo y de la mente, destacando, en lo que a los ('jt'rddlls
conveniente como que un hombre tal sea alimentado en el Prilarl/m, ,mlch" corporales se refiere, la importancia de la moderación «1'. PolIll/tI
más que si algun(J de V(J.f(Jtros ha lolirado la t'hllir;lJ m /(1.1' O/lmplad".r un l.~8b): cada edad, sexo y compll'xión ffsira timen sus ejert'idos propíoli,
las carrera.r de cabal/o.f, dt' hix'u o dI' OItÍdriJl.úJ. 1'"".1 hll' /1.1 IItlCI' I,(/ren:r que deben rt'ítliznrst' evitando Slt-mprl' d (')<teso (Po/llic(/ 12H')h; lílica d
HU HI
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
Nit-ómano 1112b). En consecuencia, también Aristóteles critica dura- motivo de censura, que remonta, como hemos visto, a ]encíf;ult'S y Sl'
mente el insano entrenamiento y régimen de vida de los atletas, su continúa en el Sócrates platónico, se encuentra desarrollado de IllalH'l'iI
sohreespecialización y sobrealimentación (Ética a Nicómano 1 106b) , que especialmente notable (por su extensión y por su posición en ulla ohra
110 permiten ni e! desarrollo saludable de! cuerpo ni la procreación de tan significativa) al comienzo de su Panegírico: "A menudo me ha c''''Ji/do
hijos fuertes (Política 1335b) y es especialmente pernicioso para los asombro que quienes convocaron tos festivales e instituyeron ¡tl.f mlll/II'li-
j(,venes deportistas, como demuestra el hecho de que pocos niños vence- ciones gimnásticas consideraran dignos de tan grandes premioJ lo.\' I>:I/(I.\' dI'
I h,res en los Juegos Olímpicos puedan repetir su triunfo compitiendo en tos cuerpos, y en cambio a los que se han esforzado partiwlarmt'tl/I' /}()r d
la categoría de los adultos, gastadas prematuramente sus energías por el bien común y han aprestado tanto sus espíritus para poder ay"Jtlr ti 1111
des!ll,,-'Surado esfuerzo y la rigidez de un entrenamiento vicioso (Política demás, no les hayan concedido ningún honor. Habría sido !Ól!.ú·o /1rl'.I1t1r1I'.1
IBHb). mayor atención, porque si los atletas duplicaran tanta fuerza, nÚIj!,lÍn /JI'fII"
La justa medida en la práctica de los ejercicios físicos es también el ficio mayor resultaría para los demás, mientras que de un .mlll hllll/lm' illl/"
¡Ikal que defiende Diógenes el Cínico, quien, encargado de la educación ligente se beneficiarían todos los que quisieran /Jarliri/Jc/r di' .111
dc los hijos de Jeníades, "en la palestra no dejaba al maestro de gimnasia pensamiento" (cf. Antídosis 250). Kyle (p. 135, con notas) ohs('rva, 110
('t!IIUIr/OJ como atletas, sino sólo en aquello que contribuyera a su buen color obstante, que en e! mismo discurso Isocrates defiende las W1l1 Pl'l Í< jOtll'S
Jtltltl (onstitución" (Diógenes Laercio 6,30; cf. 6.70). Preguntado en deportivas en su calidad de vínculo unificador de la hOll1o";l,tll'idad
111 ra ocasión por qué los atletas eran insensibles, contestó: "porq¡le están cultural de los griegos (Panegfrico 43-44; cf. Lisias, lJi.rt'llr.w Whll/llrll
hn!m,f de carne de cerdo y buey" (ibid. 6.49), aludiendo a su alimentación, 1-2), de acuerdo con el ideal panhelénico que prctendc sustl'lltar ('1
y se le atribuyen asimismo otras anécdotas en las que arremete contra la orador; entonces, dado que los comentarios que hace IslÍcralcs can'II'tI, l'tI
glnlollcrfa y necedad de los deportistas (cf. Dión Crisóstomo 7.11) e opinión de Kyle, absolutamente de originalidad, su,.;ierl' l'1 ('rudito
IIldllSO contra su cobardía, como cuando a un atleta que se jactaba de ser norteamericano que el orador ha podido emplear ideas I('picas sohre los
d 1lI;IS dpido de los griegos respondió que "los más rápidos de los atletas como un efecto retórico para iniciar su discurso. Sill l'1lIha r¡J,o, a
,1111 "ldkr .ron también los más cobardes", refiriéndose al conejo y al nuestro entender, no hay razones suficientes para dudar de la sim er¡dad
I ¡I'rvo. Isócrates cuando insiste en la crítica tradicional lOtHra los premios
Manifestaciones contrarias a los atletas pueden encontrarse igual- excesivos que reciben los vencedores deportivos, Una rosa cs, l'II l'fl'llO, la
1IIt'IIIl' en la oratoria, la segunda vía que, junto con la filosofía, habría de wnsideracilín de la pr<i(tica del atletismo y del csp(ritu a,,;oll(s!Íw 101110
diri,.;i.. t'I1 adelante la educación griega, y aparecen sobre tOdo en la obra un ideal, como algo propio y caracterfstiw de la nlltura wic¡J,a, y oU'a
de 1sónat es, a quien Marrou califica, junto a Platón, como "los maestros muy diferente la desmedida valoración dc los triullfos dl'l)()flivos i'n'ltll' ti
la lradirilín c!;ísica", El orador, en efecto, se hace eco en varios las mucho \ld.s valiosas contribuciones del arte y la filosof(a, El prillH'1
lIrSOS de la nítka tradicional de las excesivas recompensas que reciben aSlwno cs idea casi ltllilnimatlll'lIl1..' do,.;iada, IllÍl'IIIras qlll' 1,1 Sl'¡J,lllUlo 1111'
los arietas !'rente a los intelectuales, quienes, sin embargo, benefician a la ohjclo de lOlltilluas l'l'Ilsuras, como IWIIlOS podido {olllprohar.
I ilU"~I mayor Illcdida; as{, en su Glr/tI ti lo.!' 1IIa¡¿,i,l'trado.f de Mitilene 5 As( nitÍlat!os, ti Illclludo an'rhattll'llIl', por poelas, 1It/,slo~
tllaninl'sta SlI l'stllpor al ohsl'rvar "Oltíll/(/J I'Ímladt'J con.riderml dil!.noJ de oradofl's, lIlc:dilOS l' induso lI1ililan's (ti'. Nq)()ll', 1i/1,III/IIWl/tI,1J 2.'1, y
IJIrI'yort'J r('(oHlf1nlJiJ.l' (1 qllietlt'J /iC'tlt'tI éxilo C'tI i'lJlfI/l/!/Íciotlt,.I' j!,imtJá.\'tictl,l' PhnarlO, Ili 1()/JI't~, 2-1\; vvasc Fillll'y- Plt'kct I 2 (), los atll'ws !li¡J,1I ¡l'roll
11"1' (1 tluiel/t'.\' htlll(1t/ fll¡¿,o /ítil (MI .1'11 Inlt'/i}!.t'f¡chl JI di/I}!.t'flt'it/, pero tal ¡J,0zalldo, a Iwsar dt· IOdo, del jc.. rvur dd pm'hlo, cuya adllliralh\1I IlIIdu
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FURNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
sus héroes deportivos apenas sintió los efectos de tales críticas. la misma más exigente para los atletas, se hacía necesario el continuo perli.'niona-
lOntraposición entre las censuras de una minoría y la devoción de la miento de los sistemas de entrenamiento y la completa dedicadlÍll dc los
Illayorfa continuará siendo la regla durante las épocas helenística y deportistas a ellos. Y, en efecto, como observa Young (p.I\~ ss.), la
romana, hasta la desaparición de los juegos atléticos muchos siglos más larguísima carrera de algunos atletas, que se mantuvieron en la tlllnhn'
tarde. hasta 20 o más años (Teógenes de Tasos, Milón de Crotona, Dandis dl'
Argos y otros muchos) sólo puede explicarse suponiendo su exdusiva
dedicación al entrenamiento y a la práctica del atletismo durante l'Se.'
l. /.2,3. Entrenamiento y régimen de vida de los atletas
período de tiempo, a fin de mantener a altos niveles su condirilÍn física y
Otra consecuencia importante de las cada vez mayores exigencias de técnica; no basta, efectivamente, la explicación tIlle ofrece (,ardim'r
la lOll1petiLión fue el paulatino desarrollo de sistemáticos y sofisticados (AA W 54), quien considera que el apogeo de talt."S atletas duntllle IlII
IIlpwdos de entrenamiento. El perfeccionamiento de la preparación de los período tan dilatado era fruto de su vida sana y sus métodos dt' elllrma-
,uktas con vistas a conseguir el máximo rendimiento de las pruebas miento naturales, luego echados a perder con la irrupcil'm dd de.'poru'
wfrespondientes, que incluía el riguroso seguimiento de un estricto profesional.
ré}J,illll'11 de vida y en particular de un determinado régimen alimenticio, Tanto la preparación física como la dieta y el Cl'ginll'n dc.' vida d,'
Ira jo consigo sustanciales adelantos en el conocimiento del cuerpo los atletas eran rigurosamente supervisados por los <:ntr<:nadon:s, quic.'IIt's.
hUlllano y de todo lo que contribuye a su salud, progresos que pudieron por lo tanto, debían añadir a su conocimiento de las técnicas dc.' l ¡¡da
sn aplicados a la medicina general. disciplina, que les había enseñado la experiencia (muy a menudo l'rall. en
Naruralmente, numerosos factores influyen en el comportamiento efecto, antiguos atletas), nociones más o menos profundas dl' Ilwditillil,
dt'l adeta durante la competición. Como ha señalado Patrucco, los anti- dietética y anatomía, a fin de prescribir los alimentos y los ejl'rdtios 11I¡ls
~IJ( IS }l,tit'gos ya advirtieron la importancia de los aspectos psicológicos en apropiados para cada atleta, teniendo también siempre c.'n lUmia la
d depone, notando el influjo que sobre el atleta ejercen determinados ptueba para la que sus pupilos se entrenaban.
lOlldilionallli<:ntos ranto interiores (el carácter y la voluntad del propio Es relativamente poco pormenorizada la inf()flllalilÍn que.' 11 Ut'SI ras
l!l-porlisra) mmo exteriores (el entrenador, los espectadores, los compa- fuentes antiguas nos han transmitido sobre d enlTenalllil'IIIO dc.' los
¡)tortis dc.' equipo). Mediante el adecuado entrenamiento, se pretende atletas (sobre todo en lo (Iue s(;' rl'fl(;'re a la ellsd)allza dc.' las (c:wil as .!('
(Ollsc.'}J,uir lJUI.' d arieta aproveche al máximo sus propias condiciones cada prueba; más sabemos sobre la preparaci61l física) y adt'lIHís 1'1"11(('<1,'
Ilsilas y al tiempo se beneficie de esos otros factores que rodean siempre generalmente de autores tardfos que, millo Galeno y Fihíslrato (11-111
al llc.-portc de competici6n, de manera que bien podemos corroborar la p.C) critkan los sistemas imperantes el1 su tiempo. No ohsl al 11 c.', eSl ritos
afirlllaciáll de Harris (GAA 170) de que prácticamente en todos los teórit:os sobre d tema debieron de cirnllar ya ('n {-poca chíska.
d('porles y en todas las épot:as el entrenamiento persigue básicamente tres Nada nos illdim que los héroes homéricos prmlÍc. aran 1II1 ¡'III1"l'IIi1
1I11('s: 1) ad'luisidón de habilidad en la técnica del juego; 2) preparación miento sistetn.ítiw, y pan'cl' prohable <¡Ul' durallll' los prillll'fOs si}l,los los
d('1 cuerpo aute las exigencias de la competición, acostumbrándolo a métudos de preparalÍtÍll fuerall sl'lIcillos. Asf pareu' illdic. arlo la wllsid,'
n'sist ir la f;ttiga; .') preparación mental, indispensable para que el atleta tarión de la vida dd a}J,rkuhor tolllO UIl hm'll l'llIfl'lIílIlÜC."1I0 para lil
mn((1.' c.'n SllS propias posibilidades. UlIllpetirifÍll d<"portiva, lOlIlO afirma .ll'llof( HlIt' (/:'nlf/'¡mit'IJ "). H: "l'l I~
As(. {ollf()rnw la rompctiri(m dc.'poniva se ¡ha Iwc.ic.-ndo lada vez ¡Ir//! ba(/! lHiJIIlm',I mtÍ.! Ji('J/roJ ,/"t' /11 ¡il/.rio'¡llIrti ni rom'r, di.l/lllrtlr .'1
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FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLíMPICOS
Jaltar?") y posteriormente también otros autores como Filóstrato (Sobre cuenta factores tan importantes como el estado de salud o de hU1II1lI' del
la ¡.;imnasia 43) o Eliano (Historias variadas 7.4, donde cuenta la inicia- atleta; a propósito de ello cita el caso del luchador Gereno de N.1 U(f¡ 11 is.
cilÍn en el deporte del gran boxeador Glauco de Caristo, hijo de un que, tras ser agasajado con sendos banquetes, el oficial y el privado, 1011
labrador), Nuestras fuentes nos hablan también de trepar árboles y motivo de su victoria en Olimpia, no se encontraba en las ll11'jorl's mlldi-
luerdas, cavar, remar, nadar grandes distancias (es el caso del destacado ciones para entrenar, pero su preparador, enojado porque el ddo SI' lras~
púgil Tisandro, de la ciudad siciliana de Naxos, cuatro veces vencedor en tornaba, lo obligó a ello, y Gereno murió, entre contillUos VI/Hilitos.
Olimpia y otras tantas en Delfos, según cuentan Pausanias 6.13.8 y durante el entrenamiento (cf. igualmente Moretti, n.o t)07).
FiltÍstrato, Sobre la gimnasia 43), e incluso tirar de carros junto con Además de los ejercicios que contribuyen a la consecución y (llIIS('I'-
hueyes () correr contra caballerías, a la manera de las exhibiciones de Jesse vación de la adecuada forma física general (Galeno, en su tratado Solm'
()wens (cf. Harris, GAA 173); un ejercicio muy practicado, al parecer, cómo debe conservarse la salud, hace una pormenorizada dasillnlli{1I1 dI'
Cl] todas las épocas (hay testimonios desde el VI a.e. hasta el IV p.e.) los mismos y, junto a los señalados más arriba, cita también UII Ullllplt·1O
era el levantamiento de pesos, ya fuera de grandes bloques de piedra, con sistema para la ejercitación de piernas, brazos y tronro) , mllO( ('IIIOS
objl'lO de desarrollar la fuerza, ya de más ligeras pesas levantadas una y asímismo los destinados en particular a mejorar el rendilllÍt'lI111 1'1\
olra vez, a fin de adquirir elasticidad y resistencia (sobre el levantamiento pruebas determinadas, Así, sabemos que los mrredores l'llIn'lI"h,," ya
d(' ohjetos pesados, como entrenamiento y como exhibición, puede
1 nnslIlI arse el artículo de Crowther citado en la bibliografía, donde se
f
¡
por entonces sobre la arena de las playas, para sentim' m¡lS lif!.l'ros sohl'l'
el terreno más duro de los estadios. Pero nuestras inf(lnnadolll's SI'
ª:
disUlIl'1l los problemas más importantes que el tema plantea, empezando refieren sobre todo a los métodos de entrenamiento l'mpkados WII vislas
por la lTedibilidad que debe concederse a informaciones que hablan de a las pruebas de fuerza. Conocemos por la literatura (Aristlítt'lt,s, Nl'llÍrirtl
piedras alzadas de hasta 480 kg de peso). 1413a; Sorano 1.49; Ludano, LexífaneJ '); Fihístrato, Solm' ItI gilllfltlÚ"
( :011 d transcurso del tiempo, los métodos de entrenamiento fueron ') 7) y por el arte (cf. figura 70) el amplio uso que pUf!.i\islas y P,IIH rOl
,1!1'IlIiril'l1dn mayor complejidad, hasta llegar a los sutiles sistemas de tlastas hacían de sacos rellenos de higos seros, harina o arma; los sal w.
('pll( a Iwll'llística y romana, como el basado en rígidos ciclos de cuatro usados por los pancratiastas colgaban hasta n'rea del sudo, 11 "is
dlas descrito, y criticado, por Galeno (Trasibulo 47) y Filóstrato (Sobre la que los empleados por los boxeadores, y, entn' olfas pníllÍlas, los alholas
,~/If"Jid 1\7). Este método, desarrollado a comienzos del 11 p,e. por los arremetían contra ellos con la cabeza, para alUslul1lhrarla a los f!.ollll's.
('llIrl'lladores 'reón de Alejandría y Trifón, alcanzó según parece, gran Entre los pugilistas era también muy fr('Cm'lIll', (OIlJO OOUTI' alt
dit'lIsilÍn y tonsistía en alternar durante cada ciclo un entrenamiento duro mente, la Jkiamtlkhítl () "lucha mil la somhra", ('S tI(,( ir, I'¡ípit\os f!.olp('s
lOll tilla ejerciración más suave: el primer día lo ocupaba el atleta en ejer- de ataque y defensa sin adversario t'nfn'tltl' (d'. Platón, !,,·ye.1 H Wl; ¡:,II')\I
1 i, íos tortos y enérgicos, como preparación para el exhaustivo entrena- l. I ')~ y ,)'')6; Pausal1ias {¡o I O,.~ ('IC), C i,gualllll'llI(, d l'IHfl'II,lIlli('1I1O 11111
mit'llto del segundo día; durante el tercero predominaban los ejercicios Jllt/tri IIgl', llamados poPUlafll 1('llIl' "('sta I uas " (d. .1 clloll IIIt 1', 11.011/111'/1'
lif!.eros, para recuperarse del esfuerzo del día anterior, en tanto que la 2. I H; 1kl1l()SICIWS, SlIlm' 1" (oron" I 2(); ya Sl' di,o l'I1 l. \. I . I qlll' ('11
líltima jornada comprendía un entrenamiento moderado. El ciclo debía Esparta los hijos ilegítimos dI' dudadallos y lIlujeres hilolas s('rvíall (011111
repelÍrse sin interrupción y en riguroso orden, y a dio apuntan las críticas 'lIllaf!.OllisIilS dI' SllS Illl'diollt'nnallOS t'n los ('jl'rl idos dl' l'I1IJ'('nalllil'lIll1),
de FiltSsrrato, lJuien considera l}Ul' UIl sistema lan r(¡.I;ido limita las inicia- Es 1111 IwdlO sohradalllt'IlI(' (ulIIKido d f!,I'an dt'sal'rollo !jUI' alUIII"
tivas talllo dd l'lltn'l1ador como lid propio dt'porl iSIíI y 110 !ielll' l'11 zaron los lIIasa¡I's lOll a(l'Ilt' lomo prt'para( kili y talt'l1lUlllil'lI'O pum d
H(, MI
1'''1{ N A N DI 1 (; AIHI A IH 1M I,IU 1 I.<)S '111'.1 ;()S ()L! MI'H ()~
1'11'1'< 11IO y WIlHl medio de relajamiento de los músculos después de él. para todo) al arcadio DrOllll'O de Est 1'11 fitlo, que vl'lllilÍ, cOlno Sil propIO
Los IlIisllHlS lloll1bres del entrenador, pedotriba ("el que da masaje a los Ilombre deja ya elltreVer, ell la carrera lar~ de Olimpia, probahll'llIl'llll'
11Il1l hal hos") y ,¡Ii/llt¡ ("el que unge con aceite") son clara muestra de la en 484 y 480 a.c., adelll.ls de obtelll'r Otros IllUdHlS triullfos l'll ION
impon alll ia tlue se atribuía a tal actividad. Galeno (Sobre cómo debe restantes Juegos Panhelénims (d". Pausanias (¡.7.IO). No obslalltl', olras
(IIII,lt'rl',lr.It' /'1 J,t/lld 2.(í.4) distingue gran cantidad de sistemas diferentes, tradiciones indican que fue Eurfmenes de Samos el primero qUl', III\I)S
r:-
r.
,\llIlIllIl' lallll'lltahk1l1ente sin describirlos, aplicables de acuerdo con la cincuenta años antes, venció en Olimpia, en ulla prueba de fuerza, lOlI
wlldil iOIll's físicas y las necesidades de cada persona en particular; tan una dieta de carne que le había sido impuesta por su emrenador, l'I 111<',-
Wall wmplejidad es sin duda resultado de una experiencia de siglos, y es sofo Pitágoras (cf. Diógenes Laercio 8.12; Favorino 17 FHG 111 C; 71) ,
il" IlIso posihle que, como ha tratado de demostrar Olf, la función forta- Del gran Milón de Crotona, conocido pitagórico, se cuenta que, allle la
k,,'dora qlle a lo largo de toda la Antigüedad se atribuyó a la unción del asombrada mirada del público, se cargó un novillo a la espalda, lo pasd,
Illl'rpO mil aceite tenga un remoto origen en prácticas de carácter mági- por el estadio y a continuación se lo comió él solito en un Slílo día.
1 o-rl'i~s desarrolladas en el marco de las ceremonias cultuales de los Sea quien fuere el introductor de la dieta de carne en la alillll'llla·
.Il1'~OS Olfmpims. Existía también, al menos en época romana, toda una ción de los atletas, el caso es que se generalizó pronto, en especial para las
l'splTlIladlÍn te<Írica sobre las cualidades y aplicaciones particulares de las pruebas de fuerza, en las que, al no existir en Grecia una clasificaci¡',1l por
distilllas liases de aceites o mezclas de ellos, y lo mismo cabe decir de los pesos, los boxeadores, luchadores y pancratiastas con más kilos Ik'vahall
difl'l'I'IIIl'S tipos de tierra con que los atletas se cubrían el cuerpo antes del indudable ventaja, de manera que los entrenadores pretendían aUIlll'llIar
l'Il'rl il io (d". figuras 17 y 18), a cada uno de los cuales se atribuía una la corpulencia y musculatura de sus pupilos prescribiéndoles ulla sobrea-
dl'll'l'Il1illad" funci6n benefactora para la piel y los músculos (cf. limentación a base de grandes cantidades de carne. Dado que se pellsaha
(;,lI'Ililler, AA W 79; Diem 177 ss.). que los ejercicios debían hacerse en ayunas y que los alimentos Sl' asimi-
Adl'lll<Ís de los más o menos sofisticados métodos de entrena- laban mejor si el atleta se echaba a dormir a pierna suelta inmediata-
IIlil'III1l, las crecientes exigencias de la competición propiciaron el enorme mente después de comer, no es de extrañar que la limitación de la vida
,!<-sarrollo de los estudios sobre la dieta alimenticia y el régimen de vida del deportista a mucho entrenar, mucho comer y mucho dormir fuera
'1"1' dl'hla seguir cada atleta para alcanzar una adecuada condición física objeto de toda clase de burlas y críticas, que calificaban a los atlelas dl'
y sohre lOdo para competir con garantías en una determinada prueba. montañas de carne, "hechos de buey y cerdo", como decía Di<Í~l's d
SIWíll Fihístrato (Sobre la gimnasia 43 ss.) y Pausanias (6.7.10), la dieta Cínico.
dI' los atletas de los primeros siglos era básicamente vegetariana y se Otro aspecto criticado en la alimentación de los atletas fue la exqlli-
WlIlpollía fundamentalmente de higos, queso fresco y pastas de harina sitez y sofisticación que las dietas fueron cobrando a partir del si~lo V
dI' trigo y cebada (Julio Africano, por su parte, indica que en el año 668 a.c., pero en especial durante la época helenística y romana, No Slílo SI'
a.c. el espartano Carmis venció en Olimpia siguiendo una dieta de higos discutía si era preferible la carne de cerdo (de fácil digestión en opini¡'ul
Sl'ws). Es robable que tales afirmaciones no deban tomarse en sentido de Galeno), de cabrito (como aconsejaba el gran atleta Clitómaco dl'
I'strino, pero sí parece deducirse que durante ese período de tiempo la Tebas, de finales del III a.c., vencedor numerosas veces en las disciplinas
alilllelltación de los deportistas era sencilla y sólo posteriormente se intro- de fuerza en los grandes juegos; cf. Antología Palatina 9,588), dl'
dujo una dieta cuyo componente principal era la carne. Tal innovación es vacuno o de corzo, sino que se llegaba a exigir, por ejemplo, que los
atribuída (los griegos gustaban de buscar siempre un "primer inventor" cerdos fueran alimentados con bellotas y que no se criaran a orillas de los
HH HI)
FERNANDO GARCíA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
¡los O del mar. Semejantes sutilezas afectaron también a los pescados, que Heródico), en Platón y posteriormente en Galeno, El método de Heró-
s,' jfurodujeron en la dieta del atleta después que la carne, e incluso al dico se empleaba tanto con fines higiénicos, para prevenir enfermedades
1',111, '1m' había de ser de harina fina en la que se mezclaban semillas de (cE. Platón, República 404a-b, 410b; Aristóteles, Retórica 1361b), como
adormidera, etc. (cf. Filóstrato, Sobre la gimnasia 43 ss.). con fines terapéuticos, y aunque nuestras fuentes nos hablan de diversos
No sólo la alimentación, sino en general la vida entera del atleta fracasos que acabaron en la muerte del paciente (cf. Epidemias 6.3.18),
('sfaha orientada a obtener el mayor rendimiento, supervisando el entre- testimonian también muy notables casos de curación, como el de aquel
nador 1alllbién su higiene corporal, su sueno (Filóstrato, Sobre la individuo que, según el médico capadocio Areteo (12.11 Hude), del
,~I)lt/Ji !¡), afirma que, para endurecerse, los atletas dormían en el siglo JI p.c., se dedicó a la práctica del deporte para curar su gota con
slIdo, sohre piedras o heno, es decir, como los jóvenes espartanos) e tan gran afán que acabó venciendo en Olimpia en la carrera.
111( luso MI vida sexual. Platón, en efecto, testimonia en Leyes 839-840a
'1"(' ,,1I('las de éxito como Ástilo de Crotona, leo de Tarento y "CrÍJón,
I )/1i/!1i/JI/iIi Y otro.r muchísimos" se abstenían de relaciones sexuales durante 1.3.2.4 Irregularidades y muertes
Sil I",rindo de entrenamiento, ptáctica bien conocida, por otro lado, por Nuestras fuentes antiguas nos hablan alguna que otra vez d('
los d"ponistas modernos. acciones que mal se avienen con el espíriru deportivo que te(ÍrimnwllH'
l.a relatjtÍn entre medicina y deporte, la influencia que el atletismo debía guiar la participación de los atletas en las competiciones agol\(stims
Plldo l('fl('l' mino campo de prácticas para los adelantos científicos y la y particularmente en los grandes juegos. Tales casos de comporramil'1l1O
.q,IIt'1I jllll dI' la gimnasia con fines profilácticos y terapéuticos se hace dudoso, cuando no de franca corrupción, los achaca Gardiner (AA Ir'
('''1'''' lalllll'lIH' evidente en el auge que experimentó, desde el siglo V 103 ss.), como no podía ser menos, a la irrupción del profesionalislllo ('11
. ¡ ( , la ~il¡sa médica. Con algunos posibles precedentes, como el el deporte griego, que ensombreció el recto comportamiento de los atll'l a~
IIwdlt o (rDfOlliara Dem6cedes, casado con una hija del atleta Milón de la "época áurea" del deporte "amateur" (idéntica opini¡íll soSlit'llI'
I J Jc.rodofo ~, I!') ss,; cE. Harris GAA 112-3) o el pentatleta leo de todavía Olivová, p. 144). No obstante, esta radical distinciól\ ('llIf(' 1111
T.tfl'lIlD, el desarrollo de la gimnasia médica o al menos su sistematiza- deporte aficionado limpio y un deporte profesional corrupto es prohahl('
(1011 va illdisolublelnent<: ligado a la figura de Heródico de Mégara, mente demasiado simplificadora y la aparición de irregularidad('s, <¡lit'
It U'go fadi( ¡\( lo ('n la colonia megarense de Selimbria, en la costa norte de conocemos con seguridad desde comienzos del siglo V a,c', fut' ('(\ (inl\)
1,1 JlroplllllÍdt, kL Platlíll, Prlitágora.r 3 16d-e). Citado como maestro de modo una consecuencia lógica de los intereses de todo tipo qll(' (W'fOlI
Ilqllíl !"alt's, I kr6dko, según Phw')n (República 406-b), supone una rodeando el mundo del deporte en razón de su imparabk' popularidad y
¡'lapa illlpOrrallt(' l'1I el progreso de la medicina, a la que aplicó su expe- su impacto sobre las gentes de toda condición social. Por UII lado. los
¡-i,'ul ia ('u la paleslra; se fUenta, en efeno, que, aquejado de una grave grandes privilegios concedidos R los vencedores (y 1111 s,)lo ('11 d asp('( 10
I'ukrnu'dad, St' pn'snihi(, asimislllo un régillll'l1 comhinado de ejercicios económico, sino tamhién en otros varios, entre los qm' 110 m lipa d
hsiws y 11Iilsaj('S tOIl ulla dieta lIatural, gradas a lo nml rl'cupení la salud último lugar el hecho de ser adamado y casi adorado por la 1Il1llrillld)
(d, Plillio, lIí.llor;,1 {ldllmll 21); l'smlios a Plal{m, PmltíRlirtlJ .) 16e; contribuyeron a l)lIl' d af;Í1l por Vl'lI11'r llegara a s('r lall ,IoIralld(, qll(, los
Luliaoo, C!)/ItrJ drIl(' /'Jl'ribir,II' 1" hÚI"rí,¡ ) 'S, ('H.), 1le sus idl'as l'fICOI\- atletas anlllíeroll ocasiollalllll'flte a toda dasl' d(' IIwdios para IO,L\l'iIr d
I ni I II"'¡ ahlllHlalllt'H ('lOH ('11 t'I Cor/lIt.! II¡/l/mmllItll111 (muy I'artkular- ¡r¡unlí), mn d fill d(' explowrlo ¡msleriorllll'f \tl', a flIl'lIllllo (011 ohkl íVOH
11\t'11It' ,'11 ,,1 lrallul" .\',,/w, //1 di"II. qllt' lit' hu 1It'~ado a illl'ihuir al propio ajellos d(,1 IOdo al .llIIl1i\l) dl'porrivo, Tal t'xplotmit'1II WII IIm's pol(!ÍW1i,
411
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
flor otro lado, no era únicamente cosa de ciudadanos particulares, sino casi contemporáneo de Ástilo, pero especialista en distancias lar~s, d
que también, y quizá en mayor medida, recurrían a ella los propios cretense Ergóteles, a quien Píndaro dedica su Olimpica 12 y qut' ¡'Ul'
estados. La importancia e influencia política de una ciudad o región, en desterrado de su Cnoso natal y compitió como ciudadano de Hínwra).
dccto, se contaba entre otras cosas por sus triunfos deportivos, y muy Los antiguos compatriotas de Ástilo, como es de suponer, no vieron COII
particularmente por los conseguidos en Olimpia. No es por ello de muy buenos ojos su traición, de manera que convirtieron su casa l'U
extrañar que la rivalidad entre las ciudades condujera en algunos casos a prisión y derribaron la estatua que le había sido dedicada en el samllario
la compra de victorias o al "fichaje" de atletas de otros estados, "conven- de Hera Lacinia (cf. Moretti, pp, 186-7, PuestO que en 480 todav(¡l era
déndolos" con sustanciosas recompensas. En este aspecto, una vez más, el Gelón tirano de Siracusa, la mayor parte de los estudiosos, incluycndo
paralelismo entre el deporte antiguo y el moderno es aleccionador (baste Finley-Pleket 100-1, Moretti, Buhmann 50, ete., piensa que Pausílllias
recordar, por citar un ejemplo no lejano, una final de la Copa de Europa comete un error y menciona a Hierón en lugar de su hermano GdÓIl; sin
dl' Baloncesto en la que el equipo "israelita" del Maccabi ponía en cancha embargo, Young, p. 141, n. 35, advierte con razón que Pausani"s 1111
un tinto formado por un jugador local y cuatro atléticos negros norte- dice que Hierón fuera tirano, sino sólo que fue el artífice del camhio dl'
allll'ricanos; a nivel nacional, el acopio que los clubes económicamente ciudadanía de Astilo, lo cual, a nuestro entender, concuerda perh'na-
podl'roSOS hacen de los mejores jugadores de equipos más modestos es mente tanro con la gran influencia que Hierón debía de tener sohn' los
;1l1((,';lIcicamentc sangrante para éstos). asuntos de la ciudad como con su enorme afición hacia los jue~os ad('
EII 47') a.c., el tirano Hierón de Siracusa fundó la ciudad de Etna, dcos, probada con numerosas participaciones y victorias en ellos al IlIl'II0S
y para que el nuevo estado, en el que Hierón había puesto sus mayores desde 482).
i1W,i o llcS, alcanzara la gloria inherente a todo triunfo en los juegos panhe- Tampoco llevaron muy a bien los cretenses que su venn'dor olflll-
kili! liS, d tirano se hizo proclamar "Hierón de Etna" al obtener la pico en la carrera de larga distancia, Sótades, corriera pagado por los
vi! (oria l'lI la carrera de carros de los Juegos Píticos en 470 (véase la efesios en su segunda participación en los juegos OHO a.c.), tll' Illodo
Nllld I dl' Píndaro, que celebra tal éxito). Sin embargo, diez años antes, que fue castigado con el destierro (Pausanias 6.IH.6; cf. Morl'II;, IUIS.
lllalldo míll gohernaba Síracusa su hermano Gelón, parece que el mismo 390 y 398). Por la misma época, un sucesor de Hien)1l en l'l (rollO dI'
Ili('nín, trarando de engrandecer el prestigio de esta ciudad por medio de Siracusa, Dionisia 1, bien conocido por sus rdaciol1l:s mil Phu tSlI , UU'f1fól
fl'illlllús dq)()rtivos, se sirvió de un recurso menos loable. En efecto, Pausanias (6.2.6) que trat6 de persuadir al padre de Amípall'O dI'
Pallsallias (6.1,1.1) afirma que el inigualable velocista Ástilo de Crotona, Mileto, vencedor en el pugilato infantil, para que fuera éste prodamado
dohk' vl'n~dor en el estadio y en el diaulo de los Juegos Olímpicos de ciudadano de Siracusa; Antípatro esta vez se negó a dIo l' hizo tOllSrar
·lHH y ·iHlí a.c., corri6 como representante de Siracusa en 480 (cuando, orgullosamente, en la base de la estatua que k hu.' alzada, Sil oriW'1l
adl'lIl,is dl' l'fl las dos pruebas citadas, venció también en la carrera con milesio.
arfllas) """rd complacer a Hier6n"; de esta expresión probablemente La historia dd crotoniata Ástilo, a la llUl' nos rdl'rilllOs aI1l(,,.i4l1'
\lodalllos dl'dudr que Hienín se hizo con los servicios de Ástilo mediante mente, ha sido empicada mmo argullll'l1to por Youl~ (pp. I ~-1 ss.) para
afraYl'fl(l'S n'galos, y 110 es preciso recurrir, romo cree HUnle (pp. 8')-6), a apoyar una sugestiva teoría an~rc dd cambio de ('ílldadall{a d(' I4~
1111 SlIIlllt'SW exilio dd ctotolliata ell Siracusa por motivos pof(ticos, hecho arietas. Para l'xplkar el sorpn'ndclHe hecho dt, qUl' ulla dudad 110 (·spc o
•
P4ohn' d que 110 poseemos rderenl'ia nill,Ltuna (hay, no ohstante, I)osibles dalmellte importante rolllO l'ra (:WIOIlOl dominara tll' Ullll I11l1m'ra lUPli
paraldos, lOIllO d qm' ofn'u' prnisilllll'flH' otro extraordillario rorredor, absoluta las nlrrcfílS tll' vdoddad dUml1tl' d sí,Ltlo VI y lO1ir"'()~ <lrl
1)/ 1)\
FERNANOO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
V a.c., (hasta el punto de que en lUla misma Olimpíada los siete primeros victoria olímpica, de manera que la violación de las reglas del jlWgO era
llw,if.cados en el estadio fueron crotoniatas, algo que ni siquiera los estadou- sentida como un acto sacrílego; y, en segundo lugar, la enérgica actuación
lIidl'llses han conseguido en nuestro siglo), para desaparecer repentinamente de los jueces en los casos de corrupción que se dieron en el festival, WIllO
las listas de vencedores ca. 480, piensa Young que en realidad Crotona enseguida vamos a comprobar,
fl'lluraba sus atletas de otras ciudades, recompensándolos y manteniéndolos La sospecha de no jugar limpio recae ya sobre uno de los primeros
a ('xp<.1lsas del tesoro público. Así, la súbita desaparición del imperio atlético vencedores olímpicos, el famoso Orsipo (u Orripo) de Mégara (sohre l'I
(rolOlliata podría haberse debido a la supresión de tales subvenciones, lo cual que tendremos ocasión de volver a hablar muy pronto), el primer atleta
ddw rdacionarse con la pérdida del dominio económico de Crotona sobre su que, según la tradición, compitió desnudo (724 a.C). Y es predsamellll'
n·,!!.ilÍlI, mn los consiguientes cambios políticos y económicos que acabaron esa circunstancia la que hace recelar a Pausanias, que no puede por
WIl "('SIt· programa atlético verdaderamente extraordinario"; el cambio de
menos de expresar su curiosa teoría (1.44.1): "yo por mi parte m.'IJ {/tII'
también en Olímpia dejó caer a propósito el perizoma, sabiendo qll/' 1m
(illdadallía de Ástilo sería consecuencia de este proceso. La explicación nos
hombre desnudo corre con mayor facilidad que uno con perizoma". El peril'-
resulta atractiva, pero creemos que debe acogerse con prudencia. En primer
geta saca esa conclusión de la poco escrupulosa actuación posterior del
!tl,!!.ill', Il()S resulta extraño que nuestras fuentes antiguas no hayan hecho
atleta en la vida política, ya que, elegido estratego, "se a/lIIderó di' 1,1
"IIISiúlI alguna de un "fichaje" semejante de atletas a gran escala, cuando se
tierra de los vecinos".
hall pn'(lI.upado de señalar casos aislados y esporádicos como los comen-
A su vez, Plutarco (Licurgo 22.8) nos habla de un intento frustrado
I "dos; y, adt'm;ís, el atletismo moderno ofrece ejemplos semejantes de supre-
de soborno hecho a un espartano del más puro estilo: "y atJanudJ(/ 1'1 r/'y
11 ¡¡U la tll' atletas de un país determinado en una especialidad concreta:
contra los enemigos llevando junto a él a los que habían t'erJcido I'fl 1It,,1
l,i('I1s('s(' l'Il d dominio casi absoluro que actualmente ejercen los corredores competición de la corona. Y dicen que un espartano al que le /111' o/rnit!;I
hlll.llas (snulldados por los etíopes) en las pruebas de cross country, pese a una buena suma de dinero en Olimpia, no la aceptó, sino qlll.', Irl/J ;.IiI/JI·"
'IIU' SI' Irata de lIll país no especialmente relevante en el contexto político y vencido a su adversario con gran esfuerzo, cuando uno le dijo; '''.1/1;11'1;11/11,
1'lIllllllllilO Illulldial. Las cualidades innatas de las personas, las necesidades
c'qué más has obtenido de tu vitoria?', respondió ,wnriendo; 'lucharé (I/tI 10.1
vita!t-s y la pnínica, desde muy pronto y de acuerdo con un programa siste- enemigos formando delante del rey'''.
Illaliw, dl' lIlIa l'slx'<.:ialidad deportiva arraigada en un pueblo pudieran ser No obstante, el primer caso cuya fecha conocemos mn l'xanilllll (y
... ulil imll's para explicar estos casos tanto en el depone antiguo como en el que Pausanias, 5.21.2-4, menciona como el primer intelllO lIl' sohol'llo
1111 )dl'fI\() kl haloncesto yugoslavo ofrece otro evidente paradigma). en Olimpia) es el del corredor tesalio Eupolo, que en .,XX wmprü a sus
MudlO müs contrarios a la pureza que debe presidir toda competí- adversarios Agétor de Arcadia, Prítano de Cícko y FormiólI tlt' II alil al'-
( iOIl d('por! iva son, sin embargo, los intentos de conseguir la victoria por naso. Pero el engaño fue descubierto y tanto el sobomador (01110 los
IIlt'dios i1{l itos, particularmente mediante el soborno del rival. Los escri- sobornados hubieron de pagar fuertes multas, con las que se f1nilm i¡¡roll
tOITS illlli¡';lIoS se ha<.:en em también de tales casos de corrupci6n, que, al seis estatuas brondneas de Zeus, lIue los lorales lIamahall l'I\ su di¡tll'{ 10
dn ir dl' Fihístrato, el! su épol'il (Cd. 170-24'5 p.c.), etan frecuentes en "Zanes" y que fueron colocadas a la entrada dd l'stadi!) y provislas l'll sus
Indas parll's IIl('llOS en Olimpia, El GlríÍcter excepcional de los Juegos basas tll' inscripciotles etl díslicos dl'¡.;íams ell las qm' St' advenía {llIl' la
0lilllpÍl'os a ('Stc n'peClo es explicado ya por Gardim'r (/\/\ W) j y Un) victoria ell Olímpia IlO se debía wllsl'guir roll dincro, sillo mIl la rapídl·i'.
atl·lldi('lIdo a dos motivos: d si¡';lIifimdo rdi¡.;ioso qUl' se illrihltía a toda dc los pil's y la fUl'ri'.a dd cuerpo,
Medio siglo más tarde, en 332, fue el pentatleta ateniense Calipo atléticos es por lo menos significativo ... Es un rescripto de Diocleciano y
quim pagó a sus rivales por dejarse vencer y esta vez el suceso tuvo Maximiano de ca. 300 p.e. estableciendo que la exención de deberes
mayor trascendencia, probablemente por proceder el atleta de la gran cívicos debía ser garantizada sólo a los competidores que sin corrupción ()
Atenas. Calipo, en efecto, sufrió una fuerte multa, pero los atenienses trampas hubieran obtenido tres o más coronas en juegos sagrados ...
l'IIviaron al prestigioso orador Hiperides para que tratara de persuadir a Menos de un siglo después la clausura de los Juegos Olímpicos puso
1I IS jlll'Cl'S de que perdonaran el castigo. Éstos, naturalmente, se opusieron virtualmente fin a la historia del atletismo griego. Incluso los más apasio-
a dIo, y entonces los atenienses, adoptando una actitud soberbia y prepo nados amantes del deporte difí'cilmente hubieran deseado que continuase
1l"1Il' que poco dice en su favor, se negaron a pagar y boicotearon los más tiempo".
il('~os. Finalmente, hubo de ser el dios de Delfos quien solucionase el También se ha atribuído a la expansión del profesionalismo d
WII11 i(f0, declarando que no daría ningún oráculo a Atenas hasta que la supuesto aumento de la dureza en el boxeo, la lucha y el pancracio,
IIItJl,a fUera satisfecha. Los atenienses cedieron ante tal amenaza y con el azuzada por un público que antes era protagonista activo del deporte y
dillero de la multa se erigieron otros seis Zanes con inscripciones en las que sobre todo a partir del siglo IV a.e. comenzó a contentarse mn d
'1"l' S(' remrdaba el suceso y se hacían advertencias semejantes a las que papel de espectador y acudía a los combates en busca de sensadolll's
WII!('Il(an los dísticos relativos al caso de Eupolo (Pausanias 5.21.57; cf. fuertes y sangrientas, lo que acabó desembocando en algunos casos l'tI la
M0/'(''' i, 11." ¡¡60, y Weiler, arto cit. en bibliografía). muerte de atletas (cf. Ebert, "Olympia-Olympische Spiele", p. I '». No
I k fi:tha posterior son hechos semejantes que recuerda Pausanias al obstante, sin que neguemos la posibilidad de un aumento de la v ioll'lIda
des( rihir la fila de Zanes que "adornaban" el santuario de Olimpia, como a partir del siglo IV en las pruebas de fuerza, ya de por sí muy duras, los
lo.. .Id III( hador Eudclo (68 a.e.; cf. Moretti, n.O 700) o Sosandro de datos que poseemos sobre la muerte de atletas durante la mmpcritiüll 110
hllllrlta ( 12 a.C :.). Fil6strato (Sobre la gimnasia 45), por su parte, cuenta nos permiten corroborar ni su abundancia ni su mayor freLllencia a parrir
1.1 pilllOl'('st;l historia de un participante en el boxeo infantil de los Juegos de un determinado momento. Nuestras informaciones, en l'fl'oo, St'
1... l llliws qUl' se vendió por 3.000 dracmas, pero olvidó inocentemente refieren casi exclusivamente a desgracias acaecidas en Olimpia y 110 dt'jan
I'xi~r d pa;.:o por adelantado; el vencedor se negó a pagarle y el sobor- prácticamente entrever lo que sucedía en los juegos menores; y, por otro
liado I uvo alín la desfachatez de apelar a la justicia, para lo cual, natural- lado, mientras que algunos autores hablan de numerosas muertes t'n los
1I\('1I1l', Ik·hi<Í admitir su participación en el asunto. estadios (Filón de Alejandría, Sobre la libertad del virt1to.ro 17.1 (1)-\ ~;
/o:s, pUl'S, indudable, que en muchos casos se acudió a toda clase de escolios a Píndaro, Olímpú·a.r 5.34), no deja de ser curioso qUl', l011l1l
lIH'dios, d{'sd(' d ofrecimiento de dinero hasta la presión política, para apunta Brophy, los escritores médicos y los Padres de la Iglesia, ilhe'a~
(ollst';':lIir la victoria. Sin embargo, es peligroso generalizar demasiado y mente hostiles al deporte profesional, no hagan prácticamente rdi:rt,tttia
dudar dl' la moralidad de la mayor parte de los atletas. Deportistas crítica a las muertes en combates agonísticos. Sobre este aspt'UO, pUl'S,
tlesl('alt,s, dispm'sros a rerurrir a componendas de todo tipo para triunfar, pocas conclusiones pueden deducirse sobre la evolucilÍn dd dep0l'le
los ha hahido, los hay y los hahní: siempre, pero también han sido y son griego a partir de nUl'Stros datos anuales.
IItllll10S, lallto alkiotlados mmo profi.'sionales, quienes cmrenan y acuden Brophy (p. 172) observa lllle casi todos los rasos de Imll'm' ('ti la
a IOtlllwlir ron tlobleza, Por dio l'slamos muy lejos dt, compartir las pala- aren¡¡ que tl'slirnllnian los autorl's allliguos acaelÍerotl t'Il ()!illlpia
hras COIl las qm' Harris (GAA Ij 7) dl~ra su estudio tlt' la expansión de los (aunque tal aflrmaciótI ddw Sl:f matizada a partir tll' los datos qUl' aporta
jut'l-t0 I-tril'I-tO!l: "m lí Itimo dlltlllllt'l1to olidal wllternit,tlu: a los jlte~()s Poliakoff). ESt(, l1l'dlO podr(a ilm'rprt'tarsl' l'lI d sl'ntido dt' <¡lIl' l'n lo!!
11(, In
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
Jucgos Olímpicos los atletas se exigían a sí mismos más que en las demás cles (Focio, Biblioteca 190); finalmente, una inscripción del siglo 11 p,(:,
wlllpcriciones, hasta el punto de que en algunos casos llegaron incluso a nos recuerda la muerte, a los 35 años de edad, del alejandrino Ágaro
"luchar hasta la muerte", como dice el epitafio de Ágato, sobre el que Demón, apodado "el camello", que pidió a Zeus "la corona () 141 1l11ll'W'"
IlIcgo volveremos. No obstante, nos parece más verosímil suponer que en Olimpia y recibió esto último; su anónimo matador fue cowllíIdo
IllIl'snas fuentes nos informan únicamente de los casos más famosos, que vencedor.
IIIvierol1 lugar en las competiciones más importantes, dejando de lado los Del siglo V son los dos testimonios que nos hablan de Illlll'rll'S
jUl'gos menores. entre luchadores. Telémaco de Fársalo dedicó en Delfos una estatua {'Il
Es opinión unánime que, de las tres disciplinas de fuerza, la más cuya basa afirmaba haber dado muerte" a un hombre lÍr.reno" , es dedr,
pdigrosa era sin duda el boxeo, seguida del pancracio y finalmente de la la Italia dominada por los etruscos; y en un tratado ¡ncluído en el (;(lr/iII.!
hll ha. Sil} embargo, el primer accidente fatal conocido, que se data en Hippocratícum (EpidemiaJ 5.14) se describe circunstanciadallll'lHl' la
'dd a.c. (cL Pausanias 8.40.12; Eusebio, Crónica 2012 Sch()ne; Filós- muerte del luchador Hípóstenes de Tesalia a consecuencia dl' tilla
11'.110, l/JIcÍ¡;,eneJ 2.6), acaeció en el pancracio, prueba en la que el atleta violenta caída,
Arraqlli()1l (o Arriquión) de Figalia fue proclamado vencedor a título A los hasta aquí citados habría que añadir otros casos en los que se
pÜSIlIlJlO, ya que, nada más declararse vencido su adversario, murió por dice que los atletas murieron no en el propio combate, sillo pOlO
,Is/ixi.. (awsando las secuelas del combate, según la mayoría de las después, probablemente de resultas de la dureza de la pelea, millo d
hU'lIll'S, por rotura de cuello, según Brophy, cuyos artículos son un pentatleta Éneto de Amiclas, que cayó muerto en el momellto de n'dhir
1111("1110 de determinar, además de otros aspectos problemáticos, la causa los honores de la victoria, o el joven luchador Nicasilao de Rodas, qui('II,
I(',d de la Il11K'rte de los atletas de que tenemos noticia). Durante la por su constitución física, desde los 18 años pudo competir fOil los
jllIH'ha dd pancracio en unos juegos menores falleció igualmente un adultos y logró diversas victotias en los juegos panhclénicos, Pl'fO 1l111ri(j a
IPV('II ('h'sin wllocido por una inscripción del I p,c., como recuerda los 20 años (cf. Rudolph, "Sportverletzungen ... "),
l'oll,lko/f, y a la misma disciplina se refiere un curioso pasaje de Filón Éstos son todos los casos conocidos de muertes en el lranswrso de la
(/0/. / il), qut' n.:lara la muerte en combate simultánea de dos conten- competición en la larga historia del deporte griego (la aurl'lItiddad d('
dH'IIU'S, a musa de la igualdad de fuerzas, hecho improbable, pero no otras noticias es m¡Ís que dudosa, como la transmitida por UIl l'slolio a
IIlIpllSihk, ya que al parecer se conocen otros casos en diferentes épocas y Píndaro, O/ímpicclJ 7.94, según la l"lIal Di¡(goras de Rodas mal(Í a UII
'1!lllII"aS (eL Brophy 1(6), rival en el boxeo antes de obtener la vinoria l'1l la Olimpíada dt' ,1(,,1
EII clIanto al pugilato, conocemos los nombres de cuatro boxea- a,e.; d, Forbes "Anidents aud Patalities ... ", p, '56, n. t). Son. sill dllda,
dores IIllll'rtos ell el transcurso de un combate: Creugas fue muerto por dnllasiado pocos para deducir ninguna (olldusi()1I respl'cto dt' la mayor 41
1)alllOXl'110 a filiales del siglo V a.e. en un violento final (Pausanias IlIl'lIor dlf~za, Sl'glÍll las épocas, de las prllt'has l'1l qtl(' rall's dl'sgradas
(1.,10, ) ; (kollledes de Astipalea mató a leo de Epidauro en Olímpia ca, o(lJITiewn y respl'uo de la pl'r111isividad de los jlltH'S o los ulIllhios ('11 los
'1'),', Jlt'f"(l los jueces decidieron que su actuación había sido incorrecta y le 1-\ 11 Stos dd ptíhliro. lJna lOsa, sin l'mhargo, si plll'dl' lOllslillarSl' l'n IlIdlls
privaron <Id triunfi), por lo cual "Je 1lo/tlirí foco a fatUa del dofor" (Pausa- los períodos, y l'S la illlllullidad legal tll' los <lll<-las que Iu.uahan an id('1I
lIias (,.(),ú); pm razones ajellíls a este suceso, Ueomedes fut, lino de los Ialllll'lIll' a sus rivales, En e/t'<!o, d gran ril'sgo qtll' destll' sil'lIlprt' UlIII!('
atll-tas qUl' rl'dhi{) tulto posteriOfllll'lltl' (lr.I~2,) lo mismo que varon los dur(silllOS wlllhall's l'll d lk'portl' gril'gO til-hi(¡ ti" impulsa!' 11
l>iogJl(,to dl' (:rl'la. qtll' hada hl llliSIll.¡ (opma dio 11Illl'rle a UII tal I lera- los It'gis!;lllol"l's a adoptar IIH'didas t'Il pH'visi{)1l tll' posihlt,S ullidt'lllt'!I, Lu
'JH ')1)
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OtíMPICOS
ausencia de responsabilidad por la muerte del adversario la conocemos ya desnudez se ha visto (cf. Olivová 132) un rasgo al mismo tiempo distill'
por (Cxros de la época clásica (Platón, Leyes 865a; Demóstenes 25.35; tivo y unificador, distintivo entre hombres libres y esclavos, ti tjUil:lll'S 110
Ps('ut!o]enofonte, COnJtitución de los atenienses 53.3) y la misma norma se permitía la práctica del deporte, y unificador de todos los ciudadanos
l'S recogida en el derecho romano, como señala Gualazzini (pp. 1819 y entre sí, ya que abolfa las diferencias basadas en el nadmit'lIlO y la
~ 7ss.), tanto en lo que se refiere a las competiciones ante público como nqueza.
("I! lo que respecta a los entrenamientos, que a efecros jurídicos tenían el Esta idea romántica de que el desnudo era el vestido de los grit,W'S
flIislllO .rtatus que los certamina licita, aunque se desarrollasen sin con frecuencia se ha extendido a todas las etapas de la cultura ht:ll:na. Sin
Plihliw (la presencia de éste era muy tenida en menta por el legislador, a embargo, no está ni muchos menos claro que las costumbres qm' llhsc'r-
1111 de evitar <lue se disfrazasen asesinatos haciéndolos aparecer como vamos en la época clásica puedan extrapolarse también a tiempos ¡ulte-
I
IIlIlt·rtes accidentales). riores (la lectura del enmentro entre Nausícaa y Odiseo en el cunto Sl'Xto
de Odisea, que tanta tinta ha hecho correr al respecto, es buena II1m'Slra
de lo que decimos), como también dista mucho de haber COIlSt'/lSO a
1, J,2. 5. lJesnudez de los atletas I
propósito del problema que ahora nos atañe más de cerca: ('fl qué épol a
.I(¡velll'S que luchan, corren y saltan desnudos es la imagen más comenzaron los atletas griegos a competir desnudos .
(ara, U'r(slira quc tradicionalmente se tiene del deporte griego. La Los vasos y las pinturas murales de la época minoica, como ltIvillloS
d('SIII 11 J¡,z, VII efecto, era la regla en el siglo V a.c., tanto en las competi- ocasión de comprobar, muestran que los atletas pormban lo qtl(. los
( 111I1l'S (llIl iales como durante el entrenamiento de los atletas y los ejerci- griegos posteriores llamaron zóma o perizoma, es decir, una espt'lie dt'
1ios tll' Ilinos y muchachos en la escuela. Constantemente se ha insistido cinturón o taparrabos que se pasaba entre los muslos y se ataha, St'IIll"
('1\ la wlllplan:ncia que sentían los griegos por mostrar y contemplar jante al que emplean los luchadores japoneses de sumo (p,lra la disUlsiúlI
"U'fpOS him formados, bronceados y atléticos, y es igualmente conocida de este problema y de todos los que vamos a tratar a wntillUilli(1I1 ('S
la d(,¡ isiva illlportancia que el gimnasio y la palestra desempeñaron en el fundamental el dOlUmentado artículo de Crowther lllle se cita ell hihlio
dl'sarrollo de la inigualable escultura griega, ya que permitían a los grafía), y la misma prenda era empleada también por los boxc:adort,s y
are ¡SI as pasarse las horas contemplando y estudiando detalladamente al luchadores de los poemas homéricos, como se indita ell varios pasaj('s
IIIl'rpO humano desnudo, ya en reposo, ya ompado en sencillos o (llíada 23.683, 685, 710, ete.).
wlllpkjos movimientos. Esta ausencia de pudor ante las desnudez era
S('III ida por los ~ríeg()s de la época clásica como rasgo característico y
IIlIifl( adm de su wltuta y al tiempo como una ptueba del grado de civili-
( La tradición atribuye la innovación de competir dl'Slludos ('11 los
¡uegos a dos corredores, el megarense Orsipo y e1lacedelllollio Acalllo, ('Il
la Olimpíada correspondiellte al afio 724 a.e. Pausilllias ( l.lilj. 1) opilla
lall()1I qlle habían akam:ado y que los oponía radicalmente a los que Orsipo "dejó caer a pt"opó.ríto el perizot!hl, .wbimdo ll"t' 1111 hllm/m'
h.írharos, mUlO dice ya Heródoto (1.10: "pues entre los lidios, y también dl'.f1Jlldo corre máJ j"dált!lentt: l/lit: lit/o (1m pl'rízOIfl't", y el mislllo SUB'SO l'S
mlrt' ("Ji lodoJ l().f bárharos, es una gran vergüenza, incluJo para un recordado en Ull epi~ral1 colocado sobre la tUlllha dd alkta, qut' tUl'
"o/ll/m', .ter l ' iJ"lo deJnfldr/') y, muchos siglos después, repite a menudo posll'riorlllellle objeto de tulto (1(,' 7. ')2; la illslripcilíll pued(' dalilrSl' ('11
Ludatlo t'll su fl1lacar.riJ; la desnudcl sería también una dc las causas por d si~lo 11 p.< :., pl'W Mort'lIi, IIOS. I () Y (1 1, n'lrotrm' d ori~l¡1 ali~o V
J¡,s qUl' posteriormente el deporte WÍt'~() no arraigó en modo al~no en el a.c., al i~ual t¡Ut' Bohril~t', p. H), 1\1\ los dCIlUlS II'XIIIS '1 lit' St· n'tll'n'l\ a
mllndo romano (d". I A). Por ültimo, dcsd(' d puoto dt, vista sodal, ('n la la misma historia d papd tlt' Orsipo el1 la illtrodlllli(1Il dI: la dCSlllldl'l.
lOO 101
FERNANDO (;AllciA R()MERO It IS ItIH ,C IS (1IIMI'lc (¡S
,,1I('lIt a es mucho menos glorioso: "En la decimocuarta OlimPíada, siendo ,.hi.rlo,WJ dt, t",tmm'J /Iflrt! /Jllr/tlrJt' dI' tod" {'//o". LllS dos pasajes (iladlls
I IIpÓfl/t'l/t'J dr(f1l1le f:lI Atenas, sucedió que uno de los que corrían con peri- pudieran u lllcordar, por 01 ro lado, (011 los (l'sl illlollios qut' ll!n'U'1l J;¡s
::'11111,1 d 1'.I"ld;" 01 lo.! jl/.e¡;os Olímpicos, Orsipo, trabado por el perizoma, pinturas vasculares, ya qllt' haria ')20 a.c. t(lI11il'm.illl a aparcler vasos dt'
1 "vii ti/lile/o y JI' lIIt1tó, Por e/!o, los oráculos prescribieron qlte compitiesen figuras negras en los que se representan a!letas ton taparrahos hlamos, si
,lt-IIlIlt!O¡" ü'slOlio T a J/fttdtl 23.683; véanse también los escolios AD al bien es verdad que son mucho Imls Ilumerosas las fl'prt'Sl'Il(;lliOlH'S ('I!
mlsl!lo pasajl' y el comentario de Eustacio; a la misma versión remonta ljue corredores, luchadores y boxeadores aparen:n lUlllpkwl1H'IIll'
jll'llhahlclIIl'lIh' ulla lIoticia que nos transmite Isidoro de Sevilla, Etimolo- desnudos.
¡.: (,11 l H, l 7,2, se¡'¡;LÍ 1) la mal fue el arconte ateniense Hipómenes quien De dos maneras al menos es posible interpretar todos los dalOs
d('( J'('«í qm' los atiNas mmpitieran desnudos, después que un atleta cayó expuestos hasta aquí. En primer lugar, podría pensarse (lOmo IHI( ('
al If"Opt'zarsl' mil c:I taparrabos), Por su parte, Dionisio de Halicarnaso Mann, que desarrolla ideas esbozadas por Gardiner) que la deslllHll'''' Sl'
(Allflp.llt't!,u/l'J rOll/tlf/?I.I' 7.72,2) y las Crónicas de Julio Africano y introdujo en los juegos deportivos griegos en la segunda mitad del si¡.¡;lo
lillsehio illdÍ<all que en el mismo año el espartano Acanto vendó en la VIII a.c.; a finales de! VI la cerámica y los testimonios de Tuddidl's y
(a("n'ra lar¡'¡;il compitiendo desnudo, Sea como fuere, ya se trate de tradi- Platón parecen indicar que hubo un intento de volver a impoller d
(iollt,!. rivaks o bien compatibles (como piensan Moretti y Crowther, empleo de! taparrabos, pero tal intento fracasó y desde Ulmíem,os (!l·1
'IlIPllllit'lIdo que (>rsipo se consideraba e! primero en correr desnudo e! siglo V vemos a los atletas entrenar y competir completamente deslllldos.
(''Ilildl'' Y At;ullO el primero en hacerlo en el dólico y de manera regla- Crowther, en cambio, propone una sucesión de los acontecimielltos dill'-
IIU'lItilll.I), (,1 (aso ('S qlle todos los testimonios citados, ninguno de ellos rente: si es que se ha de conceder credibilidad a las tradiciolll's al
¡1I11"lIlll ,11 'iI~1l 1 a,( :., coinciden en datar la introducción de la desnudez respecto, algunos atletas compitieron desnudos en Olimpia en la sq~lIda
"11 lo~.1 I'~OS ()lIlllpiws en pleno siglo VIII. mitad del siglo VIII; sin embargo, esa práctica no fue seguida de llIalll'1'a
Ahola bil'll, ¡la ¡kslludez de los atletas fue una característica que masiva y los hombres siguieron vistiendo perizoma hasta que los espar-
.111111'1"11'111 si¡'lIlprl' d desarrollo de los juegos griegos o bien fue una tanos, tfas los grandes cambios que conllevaron las reformas de Lintr1-\0,
Illllt 1.1 pasaj('ra qUl' posteriormente fue abandonada para resurgir con comenzaron a hacer deporte desnudos, primero en su propia ciudad y
HI.1I1 vi~lIr durallll' el siglo V a,C.? Hacia esta segunda oportunidad luego en Olimpia y los demás juegos; finalmente, en la época de exalta-
"pllllla el Il'SlílllOllio de un autor que merece toda nuestra confianza, ción nacional que siguió a las Guerras Persas se hizo hincapié en todos
Tllddidt's (1 JI. ')): "Pueron (los lacedemonios) los primeros en practicar aquellos rasgos que distinguían a los griegos de los bárbaros, en( re los
c'/c't'(/(/1JI PJiOM .Y (jfJ IInlarJe tlceite al tiempo que se ejercitaban desnudán- cuales se contaba la desnudez, que terminó por imponerse de Illalll'ra
d/J.II' I'l/ plÍb/i¡'() , Antiguamente, en cambio, induso en los jlJegos OlímPicos definitiva en el deporte y la educación física griega. En tal caso, la
IU.I IIthltll mm/n/tl,m Nevando un taparrabos en torno a SU.f partes preponderancia de las representaciones de atletas desnudos en los vasos
/lm/cut/flJ, V l/O htlr! /,tlJado muchoJ añoJ deJde que .fe dejó de hacer". Este anteriores al siglo V debería explicarse por razones estéticas, sin que dIo
ilSt'rw l'Il11I{'llIra adt'más confirmación en un texto platónico (República supusiera necesariamente que reflejaran una práctica habitual en esa
·1 "l) (-ti): "l/O 1M /ItlJado mucho tiempo deJ'de qlJe los griegos consideraban época (y, por otro lado, e! hecho de que Platón afirme, ftente a TulÍ-
,I/¡':II /'t't:t.:rilI:l.O,W .Y ridl(fllo lo que ahora con.rideran tal los bárbaros, que los dides, que los cretenses se desnudaron antes que los espartanos, puedl'
}¡rill/¡'rl',I' JI' dt:im "lfr dlf.l'fllldoJ', y I'Itatldo l"fJmenzaron a practicar desnudos la deberse al hecho de que Platón acepta corrientemente la idea tradicional
/I.;lflfltlJ;¡J /I";'lIero /o.r t'rellfn.reJ'y 1lIe¡.:o IlIs lacedemonioJ, dieron ocasión a los de que los lacedemonios tomaron de Creta sus instituciones).
lO} IO,~
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OI.ÍMPICOS
1,.Lt El deporte femenino completo entrenamiento atlético, Esta diferente concepción del papel de
la mujer en ambos tipos de estructura social habría provocado, en pala-
La participación de la mujer griega en las actividades deportivas, ya bras de Diem (Hútoria del deporte 129-131), que la cultura física de las
S('a dentro del sistema educativo ya en competiciones agonísticas, es un mujeres jonias tuviera un carácter gimnástico (basado en ejercicios dt,
(('lila que sigue plantando multitud de problemas, muchos de ellos, piernas, brazos y tronco tendentes a desarrollar la gracilidad y la
h.lSllOS, todavía sin solución. Los testimonios de que disponemos no son, agilidad), frente al carácter "fundamentalmente polideportivo" del elltrl'-
.Idl'llds, dc:m,lsiado abundantes y las informaciones que nos propor- namiento de las espartanas (cE. ya Gardiner, AAW 41-2),
(iOII,1I1 resultan a veces contradictorias o de difícil interpretación, tantO en Por otro lado, parece que, como apunta Harris (GAA 184-Ú), ('JI
el (aso dl' las fuentes arqueológicas como de las fuentes escritas; pocos época helenística y romana, en lo que respecta al atletismo la situación dt,
'>1 III , ('1) t'fl'Cto, los autOres antiguos que se han ocupado del tema con la mujer en Grecia mejoró y pudo desempeñar un papel m~ís altivo,
(U'lIo dl'lellimiento y seriedad, pues con demasiada frecuencia las tanto en la práctica del deporte como en el desempeño de cargos dt,
,du:-.iOlIL'S a las teminas deportistas se limitan a su mención como una responsabilidad, pues se conocen los nombres de varias mujeres qlll'
(lIfiosidad, LOmo algo pintoresco que no se describe con detalle y ostentaron el cargo de gimnasiarca, la más alta autoridad en CLll'S[iUIll'S
I'Igm, tocantes al deporte, en sus respectivas ciudades,
Por supuesto, el atletismo femenino se inscribe dentro del contexto Finalmente, una contribución de fundamental importancia para 1, IS
111.1'> ,1I1I!,I!o de la situación de la mujer en la sociedad griega, y su difu- estudios sobre el deporte femenino en Grecia ha supuesto el trah"jo "l'
,>IIlII )' (¡¡r,HIL'rístieas se han puesto naturalmente en relación con el Giamprieta Artigoni "Mujeres y deporte en el mundo griego". EII prilllt'r
,11111,11" SOl ial el! el que se desarrollaba la actividad de la mujer en las lugar, aun sin negar las diferencias gue separan la condici¡)n y, UlIIIO
0111"1"1111''> (íudadl's, dc:pendiendo también de los períodos históricos, En consecuencia, la actividad gimnástica de las mujeres espartallas y
1'111111'1 IlIgar, 1'" posible establecer, también a este respecto, una radical atenienses, insiste en la necesidad de no exagerar en demasía lal dilO
.11111101111,1 mire d lIlundo jonio y el mundo dorio. Entre los jonios, y de romía, como ya había sugerido, años antes, Harris. No obstante, la priu
111,111('1.1 !o.ohrL'saIiL'11tI:, dada su importancia paradigmática, en Atenas, la cipal aportación del artículo de Arrigoni no radica tallto t'U la
1'11I1l Ip,lI virtud de la mujer era la discreción, el pasar inadvertida, de consideración del tema desde una orientación novedosa fO/110 l'U la
III.HIl'!" ']111' SL' veía forzada a una casi total inactividad fuera del ámbito exhaustiva recopilación de los datos literarios, epigríificos y arqul'ol<ígi( liS
ti'" \togar, si hL'II1OS de dar fe a las tan citadas palabras que Tucídides concernientes al deporte de la mujer en la antigua Grecia y su 111 ill III iosa
L'.' 1) pOl!l' L'Il bol'a de Perides durante los primeros años de la Guerra interpretacÍtín, con d propüsito de poner orden y llevar a cabo ulIa n'vi
dd Pdopolll'su: ') Ji deho htlcl!1' ctl¡;/mtl IIIl!f1ción dI: ItI lJirt1td de la.> sióll en profulldidad del problema, El resultado es un dl'tallado ('slIldio
11/1/ ¡fltl (¡lit' "llIIltl (1It'd~/rá;¡ l'i IIdtU, Cotl 1m" brt:tJI: I:xhortacúín lo diri todo, de las caranerísticas y funciolles de las mallifestaciolles deportivas k'lIll'
I "I/n Ir" ,1.!,1.,," ,l!,lo,.i,1 Ii:ldhtlní I:fI no Jer inji:ríorl!J d 1'lIeJ'tra amdicirín nillas en todo d ¡íll1hilD dd IIlUIHlo Wiego (JlO limitando tasi eXtlllsiva
'ldll/l'¡" r 01 (Ifle m/rt' 10.1 homhreJ Ildya 1".1' mfflOJ (Ofl/'('r.rc,rifltII:J l}(Júh/l:,r lllt'lHe su ilVL'st~m(í, COIllO St' hahía VL'lIido hmielldo, a Esparlíl y
l'd"tI ,tI,tI,,,,. l'{(('.llra I'ir/ml o /ldr" h,((erllJ rclJr!ICbe,r". En cambio, ell el Olilllpia), dd tllll' sill duda ddll'dll panir todos los (rabajos l/lit' l'lI
1I111lldo dorio y t'lI panicular t'tl su cahcza visiblt" Esparta. la lIIayor ..delasllt' St' IWgílll, pese a Iu arrit's1-\ado tll' algullas disllllihles illtl'rpl'l'w-
lilwl'lad tlt' 'lllt' ~()/'.ah la lIIujt'r h.. lll'rIIlitfa reali".ar ulIa St'ril' de anivi- ri(mes sohre d si~lIado origillario y IUlIlÍlíu hiS(l)l'it a dt, las divt'rsas
dlt'~ illlpt'llsahlt,s panl las a tt'lIit'lISl'S, t'llIft' las '1Ul' St' LlIt'llIa ttll lOlI1pt'titiollL's "~Olís(ia LOel partidpatÍl'ue It'llll'elilla. UII rus~o si~lk-
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IIH 10"1
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FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
(¡VO )' definitorio, ya sugerido por autores anteriores, encuentra confirma- encuentro de Odiseo y Nausícaa en el canto sexto de Odisea, La princesa,
I j"1I1 en las páginas de la profesora Arrigoni: el muy diferente caráaer del conduciendo su propio carro, acude a lavar la ropa en las aguas de un río
deporte femenino con respecto al de los hombres, ya que, efectivamente, y, después de la comida, ella y sus criadas inician un animado juego di'
la actividad deportiva de las mujeres parece haber continuado íntima- pelota, que propiciará en primera instancia, con el griterío que provoca d
!llI'Il((' ligada durante más tiempo al ámbito cultual en que se desarro- entusiasmo que las jóvenes ponen en el juego, el despenar del agotal tI)
Ilaha y, salvo quizá en la inscripción de las tres hermanas de Trales, a la náufrago, No cabe duda de que el poeta describe una práctka habitual
'Il!e luego nos referiremos, nada nos habla de una evolución hacia la de los hombres y mujeres de su tiempo y de siglos anteriores, incluso si
ila profesional del deporte por parte de la mujer, como desde muy descendemos al detalle. En cambio, no se puede afirmar que los mitos ('11
pnllllo ocurrió en el caso del deporte masculino, que aparecen mujeres practicando algún tipo de deporte reflejell ulla
Los primeros testimonios indicativos de la presencia femenina en práctica real, lo cual supone, además, una dificultad adicional a la hora
1'Jl'f< ¡ljoS atléticos remontan, como tuvimos ocasión de comprobar, al de interpretar los testimonios arqueológicos, ya que a veces no sabelllos si
IlIlJlIt!O minoico, Las fuentes arqueológicas atestiguan de manera irreba- representan escenas míticas o de la vida cotidiana. En el mito, en I'f't-uo,
! ihlt' la intervención de las mujeres, codo a codo con hombres, en di fe- aparecen mujeres que practican el atletismo, pero en la mayoría de It IS
n'I(~ manifestaciones deportivas y muy particularmente en la más casos son personajes excepcionales, transutltos humanos o scmidivillos dI'
(.!f.IIII'nSlica forma del deporte cretense, los saltos del toro. Otro la divina cazadora Ártemis, Tal ocurre con la ninfa Cirene, dI' qllil'lI
I ,rl.1 '¡t'llla (sobre el que ya tuvimos ocasión de hablar en el capítulo 1.1., queda prendado Apolo cuando la contempla peleando con un \c¡'111, dI'
.1 ( I¡r.l~ p;ígillas remitimos) es el carácter de tales espectáculos, si quienes acuerdo con la descripción de la Pítua 9 de Píndaro, o especialt m'l 111' dI'
IIllt'l\'I'llIall ('11 ellos eran acróbatas profesionales y se trataba por tanto de Atalanta (figura 25), cazadora del jabalí de Catidón y a la qlle !lO pudo
JlIt')!.~ IIll'rall1('!lte profanos, o bien si tenían su origen en algún culto y derrotar ni siquiera el héroe Peleo durante los juegos fund1res ell IHlIlOf
'"II"'I'lvahall todavía carácter ritual en la época de los palacios, En lo que de Pelias en la prueba de la lucha (o de la carrera, según otras fllellll's) 111
.1It'! 1.1 (1)lllH'!,lIl1eme a la presencia de la mujer en las representaciones tampoco los aspirantes a su mano, que debían vencerla ell la lam'nl,
'I11t' ¡I\l~ hall Ikgado, se ha pretendido vincular el salto del toro (e igual- hasta la llegada de Hipómenes (o Melanión), que logra derrotarla y
1111'1111' Dtrns l'Íerdcios físicos, especialmente la danza) con el culto a la tomarla como esposa... más con la astucia que con la rapidl'z di' Sl~
(irall Madre ln'tense, en el que las sacerdotisas de la diosa se ponían así a pies.
"1 sl'rvílio (Evans). No obstante, como ya se dijo en su momento, de los En la Grecia histórica, en cambio, no abundan en delllasía los testi
tI;II\!., dI' '111(' dispouemos nada seguro puede conduirse y sólo cabe hacer lllonios lJUC nos dan noticia de la práctica del deporte por parte de la
t OIlJl'llIras al respecto, Imis o menos verosímiles, como la propuesta de ll1ujer, si exceptuamos el caso de Esparta.
\V illl'lts, 'lile ve l'1l los deportes minoicos c('rel11onias de iniciación En Esparta, cn efecto, la primacía del enrrenamiellto físiw ('11 (,1
.lhil'rI'IS 1,II11hi(;1I a las mujl'res (algo descoltocido m la Creta posterior), lo sistema educativo era abrumadora (cf. 1,5. I . l.), y la 1l1ujer pan il ipalla
'111l' M' aVl'IldrÚI hit'll ton la opiuil)u dt' Arrigolli de que las muchachas de (01 a todos los di.'ctos, ra~go singular sin apenas paraldos l'IJ el 1IIIIIIdo
1 n'll'lISl'S partil ipahalt ('U los ('spl'u,intlos deportivos <tutl'S dd matri- griego. Por supm'sto, la indusilÍl1 de las muchachas ('11 el sistl'llla edlH ti
1I101Iio, 110 dl'spués dI' él. tivo y, dl'lltro de él, su parrilipacilÍlI ('11 ell'lltn'Il<lllli('1l1O asilO, ('ra ani
Eu la (jn'lÍa dl'\ prillll'r IlIik'lIio es Ilollwl'Il d prillll'l'Ill'll I\lostrar bu(da por la tradición al mítico \I'¡.¡;islador Licurgo (/('110111111(',
1I,('n~ pl'auiullldo al~I¡1 cipo tll' ('jl'I'1 il io f{~i(l), ('11 la lalllosa ('M ('IHI del C'IitIJ/I/IIIHm dI' /11.1 Id/'t't!1'1II0IliIlJ 1.11.; Pltllarnl, /.Iou:t.:IJ 11j,2; FilcíSlnltll.
11/(. 101
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
SlIlm:, ltl gimnaJia 27), al que movió principalmente el propósito de que luta certeza. Un célebre pasaje de la Andrómaca euripidea (vv. 59 ')S5.)
las Ill,tdres dieran a luz hijos sanos y robustos: "Licurgo." considerando podría también interpretarse en el sentido de que muchachos y mucha-
¡jlle lit/m las mujeres libres lo más importante era la proceación de hijos, en chas compartían los mismos lugares de entrenamiento, pero no necesaria-
IlIúll('1' IItKar ordenó que el sexo femenino ejercitase su cuerpo no merlOS que el mente ha de pensarse que entrenaban juntos (cf. Arrigoni 84ss.: Assa
/I{¡{lmlinfl, y en segundo ll/gar estableció para las ml/jeres, como también 434): "ni aunque ql/isiera podría ser casta ningl/na mI/chacha esparla"tl,
lid,." 1(1.1 hombres, cotllpeticiones de velocidad y fuerza entre ellas, estimando plles jl/ntamente con los hombres, tras abandonar SI/S casas, con los 1tIIIJ/IIJ
'jlll' di' ""IIJ padres fl/ertes nacen asimismo hijos más robustos" Venofonte, desnudos y los peplos sueltos, tienen pistas de carreras y palestras {,Off/llm'J,
111(, 1/1.). Y ello sin perder de vista, además, que las mujeres acostum- insoportables para m('; y algo semejante puede deducirse de la afirmad!'ul
bradas a practicar la gimnasia resistirían mejor los dolores y esfuerzos del de Filóstrato (Sobre la gimnasia 27) de que hombres y muíeres "hdd,m
parto (Plutarco, loe. cit,). De paso, el ejercicio físico y la vida al aire libre gimnasia jl/ntos". De muy dudosa credibilidad es la noticia, atribu{da a
I k las Illtlchachas espartanas contribuyó notablemente a que la fama de los escoliastas a Juvenal 4.53 (pero cf. Arrigoni, p. 187, n. 121), de qm'
~I Iwlll'za y salud se extendiera por doquier, como queda reflejado en el noble Palfurio Sura luchó contra una doncella lacedemonia, e i,!!;lIal-
Illllll('rosas anécdotas o en las palabras con las que la laconia Lampito es mente discutible es la veraádad de un pasaje de Ateneo (')óól'l (11It'
."tltHlada por la ateniense Lisístrata en la comedia homónima de Aristó- podría proporcionarnos un posible paralelo, ya que nos dice que en la isla
1.III1'S (vv.7Xss.): "¡Hola Lampito, queridisima laconia! ¡Cómo rell/ce tu de Quíos "es mI/y agradable", ver a los jozJencitos combatir er¡ 1" I'/lil"
,',.1, ,1!,1Ic1/¡fúlllt/.' ¡Qué buen color tienes y cuán lleno de vitalidad está tI/ contra las mI/chacha/'. Arrigoni (p, 113) considera plenamente v.Oida
11/1/'/10.' ;' 1ft1.!ld mI loro podrías estrangl/lar!". Y, finalmente, no hay que esta última notiáa y la interpreta como un nuevo ejemplo de pdtl iras
"Ivldar (all1!1lllO las ventajas que una mujer bien entrenada aporta en su deportivas femeninas tendentes a provocar el estímulo sexual ell los
1IIIl'\'(I hugar ulla vez casada, pues "no dI/dará en l/efiar agua ni en moler, jóvenes, en este caso en un lugar perteneáente al mundo jónico, 110 al
d 1.1" id /II'(ú.r"lI/nlle de los ejercicios físicos hechoj' desde su jl/ventl/d" dórico como Esparta (cf, también Patrucco 270), Otros, sin elllhar,go,
(h"f.~lrtu, Solm' 1,1 /!,imuasia 27). son más escépticos, y así Harris califica tanto esta noticia como la fI"'"
l\dl'llI¡lS de estos evidentes propósitos que nuestras fuentes atri- rente a Palfurío Sura como "cotilleos de sociedad m,lS que datos st'rios
flly\'1l ,1 la ,C,ill1l1asia femenina espartana, Arrigoni pretende deducir otra sobre el atletismo femenino" (GAA 183; cf. también Nilsson, Die /11,11/,·
111111 11111, Illoís sutil, de los datos de que disponemos. Para ella (cf. p. 66) nistische Schl/le 46-7, y Weiler 170-l).
d .liI(,( iSlIlO ft'IIIL'llillO tenía en Esparta también un importante obíetivo En definitiva, no puede asegurarse ni desmentirsl' rotundallll'llIt' la
"('IO(illl" UlII fillt's "políticos": tanto las competiciones como los famosos existencia de entrenamientos mixtos en Esparta, ya que los datos tll' qll<'
deslilt·s dI' IlIlKhachas SI..' desarrollaban en público, ante la mirada de los disponemos no permiten indinar la balanza de manera definitiva hm ia
1I )\'('III'!', por 111 que su finalidad sería estimular a éstos al matrimonio. uno u otro lado, Arrigoni, bas.indose, entre otras pruebas, l'I1 UIl (ex(o
blil SU,C,l'I't'lIda nos collduct' a plantear dos cuestiones muy Jeba- Plutarco (Agesilafi 2 I .7: el rey espartano no dejaba de asistir mil in( ('n~
Ida~ '1m' akuan al dep()rte fellwllitlO espartano: la promiscuidad de los "ni a la.r (ompelicioneJ de lo.!' 1I",chacho.! ni ti Ita dí' Id.!' )}lfIchtll/¡""" >,
~!'lo;m. duranll' los ('¡('re idos y la SUpUl'sta deslludez de hlS muchachas. concluye que la gimnasia femenina que ella mlifira de "(,fI')tim" o "poli
A lh ir verdad, llill,C,ltllO de los textos nddi,C,llOS l'lI los que se hasa tica" requería, naturalmente, la prt'st'lllÍa de ('s(1t'l'tadon's 11 lilSlll Ii 11 os,
lil t'Xll'lHlida IradilÍ()1l tll' que las j(iVl'Ill'S l'SpartatHIS Sl' elltrt'lIahall pero sin tI lit' el\o si~nftql, que d t'lltrt'ttamit'tlto y la wlllpt'tititín hlt'Sl'lI
htdllllldll uUt opom'll!(,s IllílSllllillOS 11l'rIllÍlt' ast'J04urar tal Ulsa toll ahso- mixtos, sino s610 qlll' St' dt'sarrollahan ('11 \1I~art's toIlIlIlWS; t'U cambio, ('\
IOH 101)
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS J llEGOS OLÍMPICOS
nI ro tipo de gimnasia femenina que distingue, el que llama" ritual", tenía Por otro lado, la desnttdez de las doncellas no tenía nada indecomJo, .v"
IlIgar separadamente, probablemente en el drómos que se hallaba fuera que estaba presente el pudor y al/Jeme la incontinencia", De este tl'XIO dI'
la ciudad. Plutarco se ha deducido que la desnudez era la práctica habitual ell l'1
A conclusiones semejantes se llega en el caso del segundo problema entrenamiento físico de las espartanas desde los tiempos de Licurgo,
'111l' planteamos, a saber, la desnudez de las mujeres cuando se ejerci- aunque lo que en él se nos dice no se avenga del todo bien con el Il'Sli-
I.lhan. Desde Propercio (3.14.1ss.: "Muchas reglas de tu palestra, monio de otras fuentes que hemos citado, El problema sigue, pues, óllill
1:,I/I,/I'Ic/.ad1lliramos, pero especialmente tantas excelencitls del gimnasio de sin solución y los trabajos recientes continúan ofreciendo solul'Íolll's
doncellas, pues sin mala reputación se ejercita desnuda una muchacha diversas. Así, mientras que Arieti opina que las laconias se entfl'l1ó1hall
tI/lrc hOIl//;res qm luchan"; cf. también Ovidio, Heroidas 16.149, y desnudas luchando incluso con oponentes masculinos, Arrigolli SI'
~LlJ'(ia .1. 58) es un lugar común afirmar que las espartanas entrenaban y adhiere a quienes piensan que el desnudo estaba limitado a ciertas pl'Oll'-
Wllllwtlall desnudas (cf. Harris, GAA 181, Y más recientemente y acep- siones rituales (que serían las mencionadas por Plutaren) y a dt'ICrllli-
Lllldo adcl11.ls la lucha mixta, Arieti, en el artículo que se cita en la nadas festividades religiosas. De acuerdo con la distinción por ella
¡grafía correspondiente a 1.3.2.5.), pero es algo que tampoco puede establecida, concluye que la desnudez no era necesaria en la gilllllílsia
,I"'q;urarsl'. Jüthner-Brein (I 101) tratan de resolver las divergencias entre "erótico-política", en tanto que sí era lo acostumbrado en el ras() de la
I.~ ItWIHl'S atlrmando que las muchachas espartanas sólo se desnudaban gimnasia "ritual", es decir, la asociada a determinados cultos dl' los qlll'
1II 1,1'" \ arreras, no en la lucha, opinión, que por cierto, se ha sostenido luego se hablará. Como un posible argumento en favor de esta disrilll jl;11
If'.II,dllll·IlH· " propósito del atletismo masculino (véase Oxford Classical cita unos versos del poema 18 de Teócrito (Epitalamio de Ild"/,,, 22- ~l,
1)11 //II/ldlT. 1.1' . .. Athlctics"). No obstante, tal propuesta choca con lo que en los que las compañeras de la heroína afirman que "11IIf!,iddJ " 1"
1',III'tI'll illdilar los ya citados versos de la Andrómaca de Eurípides, en los usanza de los hombres (y por tanto desnudas) junto el lo'! f¡dllo.l
¡tI!' .,1' di¡l' qlle las muchachas espartanas competían "con los muslos Eurotas" practicaban la carrera, reflejo de competiciones cultllall's lde-
.("'11/.1111 ,1 1111 piploJ JlIelto.r" tanto en las carreras como en la lucha, es bradas fuera de la ciudad, lejos de la mirada de los hombres, PoSIl'ríol
del Ir, visri(,lldo un breve quitón provisto de una o dos aberturas laterales, mente, a partir de esas ocasiones, los escritores de época rolllalla
'1'11' dd,d1,1l1 ver todo el muslo, atuendo típicamente laconio que bien extendieron la desnudez a todas las actividades físicas de las l'Span¡~,
111',1" il a d epítt·tl) .. muestramuslos" con que calificaba ya a la jóvenes ya fuera para acentuar los rasgos "picantes" (dado que el IIlIISlrarM'
lawlliils el poeta íbico de Regio, en el siglo VI a.e. (fr. 3 PMG; desnudo en público era algo que repugnaba grandernelltl' el guslo de I()~
I'IIIIIX 1, lH7, Y A11 <lcreonte , fr ..WI) PGM), romanos) ya para establecer un contraste entre la idealizada vida lIal
Por l!lro lado, Plutarco (UCIlr,I!,O 14.2ss.) asegura que el legendario la antigua Esparta y la complicada vida de la gran tiudad, 1011111
101' l'spanallO "elímillclltt!o llid" ¡;Wli/CI de /)/olicie. eclucaúórt Jeden- ocurre en el citado poema de Propercio.
1.11'/,/ J fcIlUl/id,ut. '/CII.!'/III"hní" Id.l' IfIl/che/ch".!' ,to lIIerlO.!' que a 10J IIIIIChtl- (Qué pruebas comprendía el emremuniento físiw dI' las IJl'n~
llliJ,l " II¡/!'/iál'dr ¡/c.I'IIIICltI.r el/ IIt'O(CJ/OflfJ y ,1 /;"il,11' .)1 (dlII,¡r 01 C/ll!,lIrlclJ espartanast Ya se ha sei'lalado que, a decir de Plutarco, I.illlrgll "
III/II·/di/do rdigioJ"'!, el/t/lldo Im'Je'II/eJ lo.r jlíl'ClIi'J UIIIIO eJpl'(/ddoreJ. !\ qNe 1'1 JeXIi femenil/O e;t'rcit<l.rl:' .1'11 UIt'Yfio l/O fflellO.!' l/lit' el III,I.\(I/Iillll", Y
I lO 11I
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
illvitan a pensar que tampoco desconocían la natación y la equitaClon capaz de estrangular un toro, a lo que ésta responde dando el secreto tll'
(1 kporte éste último habitualmente reservado sólo a los varones), en
su belleza: "¡Ya lo creo, por los dioses! Pues practico la gimnasia y salto
lal1to que las disciplínas más duras, el pancracio y el pugilato, parecen dándome en el culo con los talones". Este tipo de salto, denominado hfhaJi,r
hah('r <:stado ausentes en la formación física de las espartanas, ya que y que se consideraba característico de las muchachas espartanas, consisr(H,
LÍnicamente Propercio les atribuye la práctica de estos violentos deportes, pues, en saltar hasta tocarse los glúteos con los pies, ya fuera con los dos
('11 su intento de presentarlas como una especie de Amazonas históricas
juntos o bien saltando alternativamente sobre cada una de las piernas <d,
(V(:,¡SC un catálogo de ejercicios y las correspondientes fuentes que nos
P6lux 4.102, que cita un epigrama laconio en honor de una joven qUl'
illforman sobre ellos en Scanlon, "Virgineum Gymnasium", p. 205). venció en una competición llegando hasta los mil saltos, cifra tlUl'
La carrera es probablemente el deporte femenino de competici6n algunos consideran con escepticismo),
IIl.ís extt'ndido en la antigua Grecia y son abundantes los testimonios que En suma, como indica la admiración que suscitaban incluso el¡(n'
POS('l'1l10S de su práctica por parte de las mujeres de Esparta (fig. 26).
sus rivales atenienses, no cabe duda de que en toda Grecia se rccof)oda
I'allsallias 0.13.7) nos dice que a instancias del oráculo délfico se insti- que el entrenamiento físico contribuía notablemente a la belleza y, sohl'l'
1~,!i el1 las cercanías de Esparta un festival en honor de Dionisio que todo, a la salud de las mujeres lacedemonias. No es, por ello, de extfHf\ar
jI\( 1t1Í;t IIl1a carrera. entre once escogidas doncellas (cf. también Hesiquio,
que también en este aspecto el sistema educativo espartano innuyt'ra
1./', I )ft'Il}JÍ,ú!(/J Y los escolios a Esquines 1.43). Parece tratarse, pues, de
notoriamente en las teorías de Platón sobre la organización de la ciudad
IIlIa (arrera ritual, pero los poco precisos datos que nos proporcionan
ideal. Platón, en efecto, como señalamos en su momento (cf. l.j.I,U,
IIII! 'sI ras ('scasas fuentes sólo dejan lugar a conjeturas sobre su posible
dispone para las mujeres el mismo entrenamiento que para los hOlllhrl's,
1llllIicIII, Así, Arrigoni sugiere la hipótesis de que la finalidad de tal ya sea ejercitándose juntos, según se deduce de República 452a-b, ya por
1'11 wha s('ria seleccionar nuevas sacerdotisas de Dioniso, entre las que se separado, como se indica en Leyes 794c. Ia mujer debe, entonces, pral
(0111 aria la vt'llccdora tras su triunfo. También significado ritual, pero
ticar una variada gama de ejercicios, pero el filósofo insiste sobre lOdo,
(Ol! selll ido dilt:rente, tendrían las carreras de mujeres que quizá se desar-
también él, en las carreras, de diferentes distancias y practicadas, a dih--
t( IlIahal1 tll el santuario de Menelao y Helena en Terapne: dado que
rencia de los que hacían las espartanas, "con atuendo apropiado" (/,{''YI'J
1 11' 11'11 a ('ra el prototipo de esposa ideal para las muchachas espartanas y 833c, aunque tal interpretación no es la única posible; cf. tamhiéll
dado qUl' Sl' ¡r<ltaba de una carrera mucho más abierta que la anterior, en 804e).
la qUl' podían particípar incluso las hijas de los periecos (al menos eso Las propuestas de Platón, sin embargo, apenas tuvieron eco, /lO sl;l"
ast'gura un escolio a Teócrito 18,22ss,), estaríamos ante un ritual que en Atenas, sino en general en el resto de Grecia, y un entrenallliellto
miraría al matrimonio, al que las jóvenes espartanas llegaban en la físico serio y continuado difícilmente entraba en la educación de la llluJer.
plenitud de su forma física. No obstante, sí debía de existir algún tipo de formación física, allllllllt·
Igualmente bien conocida es la práctica de la lucha y el lanzamiento fuera restringida, a juzgar por las competiciones que, normalmentl' ell el
de disco y jabalina por parte de las espartanas (Eurípides, Arzdrrímcf((/ marco de algún culto, contaban con participación femenina a lo lar~o dI'
'595ss,; Plutarco, UmrXIi 14.2; Prop<:róo .1.10; (:ritias, fr.~2), así como todo el ámbito del mundo griego.
una curiosa modalidad de salto qm' Sl' llwlKiolla ya l'n Arist{¡f;ult's, U.ll.r- Quienes se han ocupado del estudio del deporte femenino l'1l la
Irtf/tl 77ss, Usístram 1ll1l1lifil'SIil su adlllirm ilÍlI allle d saludahk aspecto
antigua Grecia coinciden en afirmar que la disciplina m,ls practicada por
<¡Ul' pn'Sl'llIít la ('spíll'lílnll l.alllpílO, qw' da la ill1pn'sü'lIl Imslil <Iv St'r las mujeres, al menos en la competición, l'ra la carrera, Quiz¡1 el tl'Sti-
II ~
FERNANDO GARCíA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
momo más antiguo provenga de un lugar y una época donde la mujer a Hedea, que venció erl los juegos Ístmicos {'uando era (/,1\(11111/1'1,1
gozar de una posición espeáal en la ciudad: la Lesbos del siglo VII Comelio Pulcro en la carrera de carros armados, y en IOJ jtteJ!.(JJ N"lIIt'Ii.! 1'11
a,<:' Se trata de un posible fragmento de Safo, aunque la atribución es la carrera del e"tadio cuando era agorlOteta Antígono, y en Siciól/ mt/lldo
dudosa, así como su interpretación (de hecho, LobelPage y Voigt lo era agonoteta Merleta,,; y venció también en la competicián de nÍf](lJ I'ÍltI-
illcluyen, con el n,o 11, entre los fragmentos lesbios de autor incierto): redoJ en los 'SebaJtia' de Atena.r aJando era agonoteta Not'/II, ti/jo tiC'
"l'IIJN715 (o "enseñe') a l1ero de GIJíaro, muchacha ráPida en la carrera", Nada Filino, y fue la primera doncella en ser hecha ciudadana de". d"Jt!c 1.1<111'
s('guro puede deducirse de fragmento tan exiguo, teniendo en cuenta además mucho tiempo (?),
qU(' (bconocemos el contexto en el que se inscribía; a pesar de ello, muchos a DiorlÍ.fia, que venció en lo.r jl/egoJ ÍstmicoJ (?) CUdfldo era tlgo/lol(,/¡/
!'<¡(wliosos del deporte griego lo consideran testimonio cierto de la práctica de Antígono, y en los jttegoJ de Asclepio en la Jarra Bpidall/'ll melnt/o l'/'eI
la tarrera por parte de las muchachas de la isla de Lesbos, como es el caso de agonoteta Nicótelo, en la carrera del eJtadio,
Ilarris (GAA 182), Patrucco (p, 45, n, 4) o Arrigoni (p, 1145, aludiendo Dedicada a Apolo Pitio",
a la existencia de concursos de belleza en el marco del culto a Hera, con El impresionante palmarés de las tres hermanas, digno dt' atl('tas
vistas a los cuales las jóvenes podrían ejercitar su cuerpo), profesionales, nos indica que también el deporte femenino fue pt'rdielH
(:arreras de muchachas (las mayores desnudas y las más jóvenes aunque mucho má'i tarde que el de los hombres, su dimensión prila ipal-
vis(iendo un quitón), según reflejan las pinturas vasculares, formaban mente cultual, a pesar de desarrollarse en el marco de festivah:s rdigiosos,
pan!' Ik los cultos iniciáticos en honor de Artemis en Braurón, no lejos de Por contra, es claro que la carrera de mujeres alcanzó gran difusi(íll y, al
AH'Ilas (eL Arrigoni, p. 10 1ss" con abundante bibliografía), y es posible menos al comienzo de la era cristiana, estaba presente (:11 los gral1d('s
'1\11' 1IIIa ¡míctica semejante deba extenderse también a otros cultos y festivales panhelénicos (Juegos Píticos, Ístmicos y Nemeos; sobl'(' MI
1Il}~OS lo( ales, A juzgar por las informaciones de que disponemos, sólo en presencia en Olimpia se hablará más adelante> y ramhit'lI t'1I olras
('PO(.I (.mlia, con la posible excepción de los juegos que en honor de Hera mmpeticiones importantes (Sición, Epidauro, Atenas), Este ht'cJ¡o queda
1I'1i1.ln lugar en Olimpia, las carreras femeninas entraron a formar parte confirmado también por otros testimonios, que nos hahlall d(' la illle!'
dd programa de los grandes festivales, Nuestro documento más impor- vendún de mujeres en juegos que tenían lugar en todo el Illlllldo illlllll(\O
1.ltlt(' .11 respecto es una larga inscripción, datable hacia 41 p.e. y por la cultura griega, De la propia Greda, una inscripti(íll lal itla IIOS
la l'll De!f()s, en el pedestal de las estatuas que dedicó un orgulloso recuerda la existencia de una "competición de 111llChachas" (probahle
I'"dn', I h-rlllesianacte de Trales, en Caria, a tres hijas suyas, grandes IIll'llte una carrera) introducida en los Juegos ístll1ims por Lucio ( :ast I'il in
.!Iklas (I)ittt'nberger, Syllo¡;e lnscriptionttm Graecarum, Leipzig 1915-24, Rl:gulo, (.'n el aflO 2,) p,e. (eL Arrigoni, p, ¡ 101 11), Por O(ro lado, IIlIa
11." H02; Moretti, n,o (2): .\lI!()ari()n marginal al texto de Pausanias "j, 1(1,2, dOlHk se des( rihl'lI IlIs
"//I'/'I)/c.ri(lf/tI"/t'. hijo de Dioniúo, áudadano de CeJarea Trales, y .1 lIl'gos I krt'os, tolltmida ('11 el manuscrito P"riJ/1II1.1 1.'11 (J, da (W'llla d!'
Idl/lh;ál ti" Atentl.!' y J)i:ljilJ U), lo dedictl a JIU hijas, que tienen también lIlIa illstripci(íll qUl' el COllll'lltarisla a/trllla haber visto I'n Pafras "sobre
dldl ItI.I mhll/tlJ cillllcultlflítlJ, las ruinas de alllÍguos edificios", WIl la siguient(' dnlit ¡¡toria: "/\ NI/I'
d '{"I¡Ú.!'" , (/"" ¡'e"álí l!fI lo,!' )lIe.~(/J Pf¡j(flJ oh/mlfl eran tt,vmotettlJ );111'11, herll/d"tI eI,,/rf¡illltl, l'I'II¡'I't/o/'tI 1'11 cll',I/,/!lilll'lIlt1 ("l'l'e'" ele dllllt 1'11111
;\1/1í,1\1I1I1I y CkllllltÍl/1IIildJ, y A' lo.!' )lIegll.l' ir/mhll.!' o((/ndo eYd lIgol/ol/'ltI 1'11, N/Oí/IIII, dl/III dedil'lI ""tI I'Iltlllld d/' I/hir//llll de /1"/'111", nado '111<' la
JI/Nl/tÍlI /)/'Odll, t'fI ItI ((1I"rey" dd I'xltldill ((If11'{'IIi''11It'I"ente U), leI ¡¡yil/I/'YeI iust rip( il')\} 110 Sl' ha wllsl'rvadll, t'S illlposibl(' jlfl'( ¡sal' la fl'( ha, ast 10IIHl
/'/111'1' ItI,l tllmal/,/.!, vi IIIJ.tar dl' la vit ((Iria, sohrt' (,1 qlll' IliIda lIOS di(l' l'i (t'xto, No obSlall\(" l'Ii
1I 11'
l'IItNANI)() (;¡\f{(fA ItOI\II.1{() H)~ I,('~ (JlIM!'l( t I~
N II I'gnr.l hubil'ra velllido en unos juegos importantes, y luego su lalllbit"1! lOll la sulkielHt' aJllhidlill y dedili!ti,il1, podía ver su IIlllllhn'
111'1'111.1110 k h"hit'f¡1 dedicado una estatua en su patria, Patras, lo lógico illduído VII la lista dt' velln'dof"('s ('n los gralldes jUI'gos. (:01l0(('1I10S.
~l'a • 1111' huhiese !Jccho constar en la inscripción el lugar de la victoria, hecho, los nOJllbres de svis lIlujeres induidas 1'11 d calOÍloglI de Vl'IIll'dlll'l'S
1'111' 111 '1111' prohahlt'Illl'lItl' se trate de un triunfo obtenido en unos juegos ('JI los Juegos Olímpicos, todas triunfadoras 1'11 prul'has hfpilas: (¡I, ~')(¡
lo! .dt'~, ('11 la propia Patras, y la introducción de la noticia al margen del a.<:' la l'Sparrallil Cillisca, hija del rey Arquitlalllo II y lll'rtll4lllíl dI'
I(')(CO dI' Pa"salllas ell el que se da cuenta de los Juegos Hereos se debió Agesilao (que ful' quil'1I fUlllentlí su alltilín pm la cría cahallar. segllll
l'0síhkllH'lIlt' al hecho de que en ambos casos se trata de carreras de jellofont<." A¡.;eJ'iltlo l)J); cf. Pausanias '5.12,'5 y (¡,I.ú); Iklistilil dc
1II\lII'n's (para ulla información m,ls precisa, cf. Harris, GAA 181, Y Arri- Macedonia, concubina del rey I.:'gipcio Tololllel) 11 Filaddfo, ('11 2(,H Y
}!, t 111 1, p. 1 ( 1) - I 1 O). 2ú4 a,e. (Pausanias 5.li. 1 1; PaJI. Oxy 17,20li2); las herlllallas Tilllareta
( ), ra IHlt i( ia, cuya veracidad, como en el caso que acabamos de y Teodota de Élide, en la primera mitad del siglo I a,e:.; y ¡)Ira partili
,tlllsídl'r.rr, ha sido también puesta en duda, proviene del cronógrafo pame local, Casia Mnasitea, en 153 p.e.; a ellas quid dl.:'ha aI)adirs{' la
11I/,Illfillo dl·1 sigl() VI p.e. Juan Malalás (p, 288 la edición de Bonn), famosa Berenice, esposa de Tolomeo III Evérgetes y célt:!m: por su 1
t I1lí('1I d('~l ril)(' las Olimpíadas de Antioquía de Siria a finales del II p.c., llera cantada por Calímaco y Carulo, a quien pudiera rdcrirsl.:' d Ir. ~H ~
'1111' 1I1( 1,,1.111 prllehas femeninas de lucha, carrera y canto, quedando las Pfciffer de Calímaco, que celebra una victoria ecuestre en Nl'llll'¡¡ y a
V('lIt ('( 1111,1' IOllsagradas como sacerdotisas. Finalmente, en el otro quien se ha atribuído igualmente un triunfo olímpico (el'. pjl.:'!'IIavit'ja. p,
n.! le'" 111 .Id ""I"do greco-romano, en Italia, tampoco son desconocidas lss.; Arrigoni, p. 100-101). El ejemplo de Olimpia dehití de ('xlVII-
1,1'. (.111('1,1' ,h' IIIII;('I'(,S: ulla inscripción (SEG XIV, n,O 602) nos informa derse a otros juegos mayores y menores, de manera que, adem;Ís dI' los ya
,k 1.1 ,'111011,1 ((ll1seguida por una mujer casada (algo absolutamente mencionados, cuentan con vencedoras en pruebas hípicas las Pallatl'lIl'as
t'~( "1 " Itlll,r1) ('" IlIla carrera reservada a hijas de magistrados durante los a partir del comienzo del II a.c. y otras competiciones menos
\,I'.II{.! 1I.11'"li,allos del 1'54 p.e., en tanto que Suetonio (Domiciano tantes como la "Fiesta de la Libertad" de la capital tesalia Larísa, los
"'" ./ltI' '1' 1(' ('St' cmperador promovió durante su reinado, que comenzó juegos que en honor de Anfiarao tenían lugar en su hermoso SalHUólrlll
"11 H I 1'.( .. , gran mimero de espectáculos y los dotó con más abundantes Oropo, e incluso en Asia Menor, ya que en una inscripción tll' (:illH'
l'I!'IIII1IS, y ('I! los juegos que instituyó en honor de Júpiter Capitolino, (Moretti, p. quizá del siglo 1 a,c', se recuerda a Damodita por 1..
"11111' las 111l1l1l'rosas pruebas destaca la existencia de "la carrera en el victoria de su cuádriga,
"{,,dio 1'" Id '111(' ifldllJ() competían e/onal/as". Poco puede decirse de la práctica de otros deportes por parle dc las
La carrera pedestre es, pues, con diferencia, el deporte femenino de mujeres, Fuera de Esparta, la lucha femenina debió de ser I.:'xu'pdollal.
( 11111\1(" il ilÍn I!His l'xtendido en el mundo griego, No obstante, en la Ya se ha hecho alusión a las posibles luchas mixtas de la isla dI.:' ()utos y
1I1'>I,il'l illn qm' I knnesianacte dedica a sus tres hijas puede leerse que a la existencia de combates femeninos en las Olimpíadas de Anrioqllla.
1111.1 dI' ('lIas, I kdea, obtuvo el triunfo en la carrera de cuádrigas de los Por último, en la isla de Egina se han encontrado pequeños bronces dI'
.I1!'~" ISlIlIims. Ciertamente los deportes ecuestres fueron, según parece, muchachas luchando o corriendo, que podrían reflejar el entrl'nalllit'lllo
pnvikgio (asi ('xdusivo de los varones, pero, dada la costumbre griega de de las eginetas en uno o en los dos deportes (cf. Schroder 164-'5; Arri-
1"01 LlIllar vellcedor de las pruebas hípicas no al auriga, sino al propie- goni 107-8, con figuras 9a y 9b). No sería extraño que en Egina, habida
1,I,i" d(' los caballos, una mujer con el suficiente dinero para poder cuenta de la ascendencia doria de sus habitantes y sus contínuas disputas
slIplll'Car los gratltk's gastos que exigía el mantenimiento de una cuadra y con Atenas, algunas muchachas, sobre todo entre las clases altas, fueran
I (, 117
I I H N ¡\ N I le I (, ¡\ 1(( I ¡\ H ( I ~ IIIU I 10' 11111 ,Cl' ClIIMI'II 1"
('dll( ilda~ a la 111;IIWra t'spanana, y, por otra ulla ('stallla WllIlIl'lIlOraliva, hah{a un ()Il,~i dl' I (, Il1j('r~.
1.1I111'()( o dI' vis!;¡ la gran tradición (rasullto felllt'lllno dt' los hdall(ídil<ls, VIl. ('(e Sill l'har~o, d(' l'Sll'
1 UlI SlIlll;! I rt'( lIt'lIlia cckhrados por hecho illdudabll' ralw llaturalllll'llrl' dedIH'ir, y ase ha ocurrido, dos
I klllOS dt'jado para (:1 final la más "UllUL1UA, tOlldusiOIll'S opuestas, y SUpOlll'r t]Ul' el It'stival dt' 1km Sl' Illodd(, sohre
lo, Jlll'gos !jU(' t'n hOl1or en el santuario de Olimpia los Juegos Olílllpicos (ef., por l'jell1plo, Gardillc:r, AAW 12), o hiell, a la
\' t 111(' plalll('al1 sus propIOS problemas, El texto que nos proporciona la illvl'rsa, l'stabll'n:r la prioridad lTonoJ¡ígim de la
1II(')or, y tasi lillita, información es, de nuevo, un pasaje de Pausanias Así piensan Dl'ubner, tIue fecha los juegos en
(i, 1(, ..~ ~): .. eh/" /IIdlro tOIOJ tejen a Hera un peplo las 16 mujeres y ellas siglo VIII a,c', atendiendo a la fundaci6n en Olimpia dd prilllc:r tl'mplo
/JI/IIIMI ((JJI/'()(t//I III/(I (()ItII¡etición, los Juegos Hereos. La competición dl' la diosa, y también quienes defienden la prioridad de las diosas slllm'
,111/1/11t el! IlIhl II/'I/ebd de carrera para muchachas, no todas de la misma en el panteón de Olimpia (Eisen, siguiendo las (esis dc
,rI"d.II/l1I l/l/e ((In'o/ /tlJ primeras las más jóvenes y depués de Mehl).
Itgll/lddJ l'iI n/,u./ y ItlJ últimas las muchachas que son mayores. Y corren Además de la verSlOn mlt1Ca que hace remontar el orig<"11 de la
1" 1/,~lIi( IIIt/flad: Ilet!all suelto el y un quitón les llega 1m poco competición a la acción de gracias de Hipodamía ante Hera por su hoda
tlllÍll/d di! ltl rodilla y enseñan el derecho hasta el pecho, con Pélope, poco más adelante Pausanias consigna otra tradicilín, t]Ul'
está asignado para la competición el estadio olímpico, podríamos llamar histórica (5.16.5-7); "Dicen que Demofimte mi Jiriltlll
la carrera aproximadamente la sexta parte de él. A de Pisa (la ciudad cercana a Olimpia) y que cometía cMtm
conceden coronas de olivo y parte de la vaca sacrificada a muchas crueldades, Y cuando murió Damofonte, como dertamenle IOJ 11.11,(-
11, /'.1, 1 ddrll/tí.!' ler está permitido ofrendar imágenes con inscripciones. Y tantes de Pisa no consentían en hacerse responsables CO'f/(l p,,('!?Io di' 1",
I./JII/i/III h¡/j 1I/I/jel'eJ que prestan ayuda a las 76 que dirijen estas y también a los eleos les resultó grato disolz;er ltl.!' (/1'11.1'(/-
, /flllt 1, 1:',/11,1 j/le,~()J de muchachas los hacen remontar también a la que se tes imputaban, eligieron una mujer de cada una de Id.! /{¡
x11nl.lt!. ,lili/"doJe que Hipodamía, para dar gracias a Hera por JII ciudades de Élide que todavía permanecfan habitadas por entllrlaJ ¡ltlt'1I
'fllI 11t/1I!t¡, /'t/",¡(j a las 16 mujeres y con fue la primera en que acabaran con sus diferencias, la que fuera por su edad mayor y .flJbrl'JII-
Ifll ) 1l,~ (JJ I liera entre las mujeres por su prestigio y fama,.. Las mujereJ di' 1'.111,1
La dl'snipción de Pausanias es, ciertamente, muy detallada, pero, ciudades hicieron la entre pisatas y eleos, y luego también
t t)J1 IOdo. deia en la oscuridad algunos puntos que ningún otro docu- mendado organizar una competición, los Juegos y tejer el pePl1l "
a aclarar. Como los Olímpicos, los Juegos Hereos nos Hera". Estos hechos se ubican hacia el año 580 con lo que dispo-
(Ii( (' Pausanias que tenían lugar cada cuatro años (no era una competi- en la que datar el origen de los juegos
t illn anual, como pretende Piernavieja, p. 414), pero no sabemos si se No obstante, a falta de otros testimollios
t ksarrollaban el mismo año ni por la misma época. N o obstante, el que lo confirmen, no podemos determinar de manera definitiva si en tal
111;lyor problema con que nos tropezamos es el origen de la competición, fecha se celebraron por primera vez los juegos o si se debe remontar Sil
y,1 que la noticia de que "se remontan a la antigüedad" apenas es origen a una época anterior (aunque sin preceder a los Juegos Olímpicos)
(.11 iva. Son numerosos los paralelos evidentes entre los Juegos Olímpicos y considerar que en 580, de modo paralelo a las competiciones masm-
y los.J Llegos Hereos: las mujeres corrían en el estadio masculino, recibían linas, tuvo lugar una reorganización de los mismos con la
()filO Dremio una corona de olivo. a las vencedoras se les permitía del colegio de las 16 mujeres, como ha
IIH 1 (1)
1
FERNANDO GARCÍA ROMERO
('stadio, J.l,alllt'S lIlit' dt'saparl'U'11 si an'plHmos la pl'obíbidt'1lI para (OdH IIlU;l'l' qllr
1.'0 1.'1
III! NA NI)t 1 t;I\l( lA R( }~ILH) JI}" 11111,1}"(}UMI'lt tI"
110 1tll'ra la ~) Alellas. 1'. (;irard. L'MlIldllrlll tllb/nit'll!li' , París U'NI'; R.
Flaldilrl', 'ti 1'11' (Iuolidle"ue i'fI G,.hc ,/11 Jihle de P¡:,.hkl', Par!'s 11)')1),
¡Sl' dl'l)(' dar Imondad a ulla noticia tan poco pormenorizada y sin otro I0711¡(); D.G. Kyle. A,Mdin iu Auciefll AlIJen.!', Ll'idl'n IlJloil.
!t'xln qm' la lorrobore 4) Solún, 1).(;. Kyle, "Solon and Athk,tics", Andf' IX 1
'
Se mUd, en Iln, de una de las muchas cuestiones discutidas que tJIIO'5; P. Oliva, Solml,
~I"\ ica el dvporle I(.menino en la antigua Grecia, un tema en el que los zu Solons
pOlOS dalOs seguors que nos informan sobre él ha impedido quizá que '57.)'582.
1ilnlogos (' hisroriadores le hayan dedicado la atención que merece. Por 5) Gimnasios y palestms. ]. Ddorme, Gymntt.riotl, París l t)()();
SIIl'rll', diVt'rsos trabajos aparecidos recientemente, que se inscriben CA. Forbes, "Expamled Uses of Greek Gymnasium", CPh XL It)I¡').
dI' la wrril'llIl' de interés que ha provocado últimamente la <1.F<1.W_LVll 3242; S.L. Glass, "The Greek Gymnasium. Some Probkms" en '[/JI'
tlIlIlIl'rosas puhlicaciones sobre la posición de la mujer en el Archaeology of the O~ympics, ed. por W.J. Raschke, Wisconsin I ()HH,
.1111 iguo, vall contribuyendo a algunos problemas, pero al mismo 155173; W. Zschietzschmann, Wettkampf utld Uebungsstatten in (,'t'Ú'-
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l.!(, Uf
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
1.'1'1 I.J.IJ
HI( NANI)I) (,Al(/ lA IU IMHU) !.lIS JliH,! IS (I!.IMI')!! IS
IlIdla. A ~u I1Il1l'm' ('11 .~2, vIlIillla se Por OIro lado, la cultura heIclI(stita ('S ('sl'llCial\l1t'lltl' Ilwll'opolitana.
destltt'lllhró y lada UIlO de los estados lJue se I.as Walldl'S ciudades, y partinrlarll1elltl' Alcjalldrfa COII el .. MUSl'o"
llIalll'ra, I!ast¡¡ ljllt' t'n d transcurso fundado por TolOIIH'O 1, se cOllvienen más que 1I1111UI l'1I lo:-! n'nt ros d(' la
uarlll'rlCl' SOlllt'lidos por Roma. vida ntltural, impulsando hasta niveles elevadisimos el desarrollo de las
reinos helenísticos cvolucionaron, ciertamente, de ciencias. El arte, a su vez, se ocupa ahora también de la vida de la gt'!HI'
a(llcrdo con las peculiares características de cada ordillaria, dando cabida tanto tl obras colosales que halagan la
tillo, pl'ro l'S también cierto que una fuerza unificadora dio homoge- de los reyes como a escenas que nos muestran pordioseros o
lIeidad a tan vasta extensión: la helenización, la superposición de la chas; la poesía ha perdido el significado "político" de las épocas arcaka y
lllllu ra griega traída por los conquistadores sobre las costumbres de los y se ha hecho más sutil, erudita y libresca. Finalmente, <:11 el
lIal ivo~; d griego se convirtió entonces en la iingua franca que permitía el ejército de ciudadanos es sustituído por el ejército de
la wlIlllllitaci()n a lo largo de todo el mundo helenístico y, pese a la mercenarios profesionales.
IIll'vítahlt, adopción de usos más propiamente orientales (como pudiera El estrecho contacto con otras culturas provocó que con el tiempo
St'!, la pompa y boato que rodeaba al monarca), las cortes fueron funda- los griegos se hicieran más abiertos y tolerantes ante pueblos extranjeros,
griegas en su organización, cultura y costumbres. pero en primera instancia los condujo también al deseo de preservar
Sin embargo, como no podía ser menos, las conquistas de rasgos característicos de su cultura, mientras los nativos conservaban sus
Alqalldro, al abrir nuevos horizontes a los griegos y ponerlos en contacto propias lenguas y costumbres. No obstante, de manera gradual yemlw-
l'Sll"n híSllllO con los pueblos orientales, provocaron ingentes cambios en zando por las clases altas, la población autóctona dejándose influen-
IIIdllS los ,imbitos de la cultura griega. En primer lugar y como hecho ciar por el helenismo y sus miembros siendo admitidos en las
lilas destacado, desapareció el mundo de las ciudades-estado, con todo lo puramente y entre ellas en dos que afectan dc
'1\1(' dio significaba para el hombre griego. Las nuevas ciudades, aunque manera concreta al tema de este libro: la escuela y las competiciolles
gOl;lhall de cierta autonomía, no dejaban parte de estados deportivas,
IIIUt!tO 111.1S amplios, manera que, por una parte, la intervención Una transformación tan radical en la manera de pensar y vivir del
los ciudadanos en la vida política de su ciudad decreció nota- pueblo griego no pudo dejar de influir grandemente sobre el deponl'.
Ill'tlle y, por otra, al quedar desligado el individuo de los lazos que lo Como primera nota de interés que destaca en el deporte de la época hele-
alahan a la póiis y, en consecuencia, de la senseción de solidaridad y segu- nística debemos señalar que la práctica del atletismo no desapareció con
ridad tlUC proporcionaba la antigua organización social, el nuevo "ciuda- la dudad-estado, sino que, por el contrario, SI'
d,lIto del mundo" (kosmopolítes) experimentaba una impresión de se fue implantando la cultura griega. Varios motivos
illsl'guridad, de que la vida se hallaba en constante flujo y nada era firme contribuyeron a tal expansión. En primer lugar, como señala ya GarJinef
y stÍlido. La religión tradicional de los griegos, que constituía un factor (AAW 44ss.), tanto Filipo como Alejandro se preocuparon de realzar el
aglurinador fundamental en la antigua pólis, se sigue manteniendo de valor de todo aquello que pudiera servir de lazo de unión entre los
mancra oficial, pero en la práctica la experiencia religiosa se convierte en griegos y por encima de todo, por supuesto, los grandes festivales nacio-
más individual, al tiempo que se extienden por doquier cultos orien- nales, en los que ambos reyes intervinieron personalmente y cuyos
y aparecen sistemas f.tlosóficos que predican la abstención de la vida santuarios engrandecieron con nuevas construcciones. En segundo
pLiblica y la serena resignación y aceptación del dolor y de la muerte. las conquistas de Alejandro condujeron a los griegos a países extraños, de
I ~() ni
FERNANDO GARCíA ROMERO LOS J U E(;OS ol.i M 1'1(( )S
costumbres completamente diferentes a las suyas, y ello hizo que se tácula tradicional y, de paso, una manera más de afirmar su .f!;fl'ridad.
cuidaran enormemente de preservar los rasgos más sobresalientes de su No obstante, es probable que la población nativa asistiera paulalÍlla-
identidad cultural, entre los cuales ocupaba un lugar primordial el mente en número creciente, atraída por un espect<lculo emo(Íonallte y
deporte. Gimnasios y palestras, en efecto, se construyeron a lo largo y vistoso, que fue centrando cada vez más su interés ell las prm'has <le
ancho de todo el mundo helenizado, desempeñando una importante fuerza, que ejercían ahora mayor atractivo que las carreras o la dislÍplilla
función social como centros donde se impartía a los jóvenes la educación en la que triunfaba el atleta más completo, el pentarlo. La simpil' cOlllpa-
griega tradicional y donde se desarrollaba una vida social y cultural "a la ración de dos inscripciones muestra a las daras este cambio en los .f!;lISIOS.
griega", pues los gimnasios, que ocupaban ahora en las ciudades helenís- Young (p. 115s$.) estudia con detenimiento una inscripcÍ(ín d(' la
ticas un emplazamiento tan central como el ágora o el teatro, no incluían primera mitad del siglo IV a.e. que nos detalla el montallte de los
únicamente instalaciones para el entrenamiento físico y los cuidados del premios recibidos por los atletas que vencían en cada una de las disci-
nterpo, sino también lugares para descansar y para pasear y discutir. Pero plinas de los Juegos Panatenaicos (lG 1I.2.2:) 11): el trlunhldor l'1I 1;1
además del papel fundamental que el deporte y los lugares donde se carrera del estadio merecía 100 ánforas de aceite, 60 quienes vl'lIdall ('1\
practicaba tuvieron en la preservación de la cultura griega entre los el pentarlo, la lucha y el boxeo y 80 los pancratiastas. Cuatro si.f!;los Ill¡is
Wiegos, llegaron a convertirse también en un factor decisivo para la tarde, una inscripción de la ciudad minorasiática de Afrodisias (C'Je,'
propagación de los modos de vida griegos en los pueblos extranjeros. 2758; cf. Harris, GAA, 42) hace constar un premio de 1.2,)() dmal'ios
P'\f{'n: que al principio sólo los ciudadanos griegos eran admitidos en los para los corredores del estadio, 2.000 para luchadores y boxt'¡ulol'('s,
,!!.ílllllas¡os, pero con el paso del tiempo pudieron acceder a ellos también 3.000 para el vencedor en el pancracio, y para los pentatletas ... ')00. Tal
los lIa! ¡vos, y en primer lugar y principalmente los miembros de las clases predominio del atletismo pesado debi6 provocar i.f!;ualrnelltl· ulla lIlodifi-
lIl¡IS ahas, que comenzaron a introducirse de este modo en la educación y cación en el tipo del atleta, como refleja un arte que se Iwrlllil(' ahora la
la ItlallCra de vivir de los griegos. Semejante función divulgadora desem- introducción de rasgos realistas en mucha mayor medida qUl' el al'lt' d('
igualmente los festivales atléticos que, organizados básicamente épocas anteriores: el joven de cuerpo armoniosamente desarrollado ('~
sobre d modelo de Olimpia, se celebraban con entusiasmo por doquiera, sustituído por el hombre de extraordinaria ll1usculalllra y t'lllll'Illl' IlIa'..\
<k-sdl' lralia hasta Capadocia, desde Olbia, en la costa norte del Mar corporal (cf. figuras 67 y 6<.).
Negro, hasta las ciudades de Egipto, e incluso en la India era practicado La gran proliferaci6n de competiciones mayor('s y I\It'lIon's ltlll sus
el atletismo, si hemos de creer el testimonio de Estrabón 15.1.67. correspondientes premios. la admiración (fctil:I1!C de qu(' ('ran ohj('(n los
También el deporte de competición, como es natural, se vio afec- atletas por parte de UIl pühlim que (;r<! rmís que IllIllUI t'slwuadm dI' sus
tado por tantas y tan grandes transformaciones. Ya se ha dicho que desde hazai'las, los profundos camhios polítíms, s()(ialt's y l'WIHllllilOS <¡lit·
finales del siglo V puede apreciarse un desplazamiento de la actitud del experimelH<í el lllulldo gric.f!;() durallll' es(' Iwríot!o, IOdo l'lIo ulIllrihlly() iI
hombre griego ante el ejercicio físico desde el papel de practicante activo (fear Ull l10tahk auge ('11 la profi:sio¡¡¡t1izalÍ(lll del deporll', ((!lIIO 1'1'( o
hacia el de espectador, de manera que el deporte se va convirtiendo cada lIocell dt' Illallera U11 ¡í 11 j 111(' qu iefll's Sl' hall otU pado dd 1('11141, ílldl'llt '11
vez más en un entretenimiento para cspenadores. Como señala Olivová dielltl'lllt'lItl' dt' la (pola a la qU(' ha,!!.'lIl rt'Ill01l1a1' d ori.f!;('1I del d"plll'Ct'
(p. 1':d), en época helenística el1 las tierras conquistadas por Alejandro proksiollal, St'.f!;líll eSludia1llos {'JI su IllOlllt'll1O (1.~2, 1), NI) ddl('
posiblemente d público era al principio mayoritaria o Glsi exclusivamente P('('( krsl' dl' vista <¡U(' la pl'Oft.'siollalizad(lII ('1 t !odos los aSpt'1I0S, l'mpl'
Wie.f!;O, dado que las mm pe! idom's tlt'ponivas ('nUI para ('!los un espl'r- zalldo por la milicia, ('s ulla atusada (¡U'jIl \l'r{slÍl a tI(, t'SIl' periodo. St'
1\/ IH
I'J.!(NANIH' ';AIU fA IU,MI.lU, I.C'~ I',"~HM
PlIl'llt hablar de extensión del profesionalislT1o tanto a nivel "social" Ilito lay') ddillilivallll'lIll' l'll 1I1<lIlOS dl' los 1"01I1allOS Iras la lOllquisla dl'
1OIll0 a l1ivel "gl'Ogdfico". A nivel social, Bilinski (Agoni ginnici 94ss.) Corimo ell 11¡6 a.c., lo que es ulla prueba t'vidt,l1tt, lltol l'xlraordillario
s('nala lOlllO rasgo más sobresaliente del deporte en época helenística su "arraigo de los f<:stivaks atléticos ell la il11agillati(HI dd I11Ulldo alti~Io"
"d"lIlotratización", su extensión "hacia las clases más bajas, que en el (Gardiner, 1111 W, 46).
p('(It<:siollalismo buscaban su afirmación", mientras que en el plano Es lógico, por otro lado, que el siglo Il a.e. sea LlllO de los I11iÍS
~,'or¡ílim el mapa 3 de Harris (GAA), que señala la procedencia de los oscuros del deporte en Grecia, al hallarse ésta hundida po!(til'a y ecolI!')-
Vl'lll('dores olímpicos conocidos entre 296 a.e. y 369 p.e., es suficiente- micamente. Sin embargo, en los siglos siguientes asistimos a UlI rC'lIad-
1I11'11Il' sigllificativo: apenas obtienen triunfos las grandes ciudades de la miento de los festivales atléticos en la mitad oriental del Illllx'rio
(;rnia artaica y clásica, Atenas, Corinto, Tebas y Esparta, como tampoco Romano, pese a que el mundo griego había perdido su indepel1dc'lIlia
ilólliallos y siciliotas, dominadores de muchas pruebas durante los siglos política y entre los conquistadores latinos el deporte practicado seglín la
VI-V a.C; en cambio, muchos son los vencedores de las comarcas tradición helénica no tuvo nunca profundo arraigo. Los romanos, C'11
pníxil1las a Olimpia, en particular Élide y Sición, y de muchas ciudades efecto, mostraron en general poco entusiasmo, cuando no franto
dl' Asia y Norte de África, entre las que destaca poderosamente Alejan- desprecio, por el atletismo griego, que, con la excepción de pruebas lT1uy
drla mn una abrumadora cantidad de campeones. concretas como el sangriento boxeo o las tradicionales carreras de carros,
Como es natural, el auge del profesionalismo y su extensión a todas no caló profundamente ni entre las clases bajas ni entre las altas y roll I!',
las lapas sociales y a los más diversos lugares, se atrajo las inevitables siempre con la oposición de quienes se decían representantes de las 11l¡ís
I rl( itas de los intelectuales de la época, especialmente filósofos, médicos y genuínas tradiciones romanas. No obstante, los gobernantes, apoyados C'II
1Il'~o también, por razones diferentes, los escritores cristianos, e igual- ese sentido práctico tan característico de este pueblo, sí supieron apreliar
11)('1 11 e las censuras de muchos autores modernos que no han visto en ello el significado que el deporte y en particular los grandes festivales tellíall
('1 rl'sultado lógico de una evolución del propio deporte y de las condi- para los ciudadanos de la mitad oriental del Imperio, de manera que los
I i"lll'S socio-económicas del mundo en que se desarrollaba, sino más bien aprovecharon con fines políticos, ya desde que en 196 a.e. Flamillio
'lila ahsoluta decadencia con respecto a la "época áurea" de los siglos proclamara, durante los Juegos Ístmicos, la libertad de los estados
ólllIlTiores. Buena muestra de ello son las siguientes palabras de un espe- griegos, lo que en la práctica suponía eliminar todo intento de unificaci(111
I
l ialista tan competente como Popplow (CAF 210): "Los hombres y reconocer de manera implícita la hegemonía de Roma. Posteriormentc',
I a paces de resistir el entrenamiento violento venían de Tesalia, Arcadia y diversos emperadores apoyaron los Juegos Sagrados como medio dt'
,1( ras comarcas culturalmente atrasadas de Grecia. Muchos eran de baja ganarse la lealtad de los griegos y fomentaron las asociaciones de atletas
IOlldición; eran mozos brutales, incultos, a los que una dura vida había I
con el propósito de servirse de la popularidad de que éstos gozaban entrc'
i111 pedido todo desarrollo anímico e intelectual". el pueblo.
Los rasgos que hemos apuntado hasta aquí caracterizan de manera La desafección de los romanos hacia el atletismo griego se funda-
~t'lIera al deporte griego a partir de finales del siglo IV a.e., aunque, menta en diversas causas, ya apuntadas en su mayoría por Friedlander ell
lOlllO es de suponer, en el transcurso de los siete siglos que siguen hasta un trabajo clásico y luego recogidas y precisadas por muchos otros
la abolición de los Juegos Olímpicos cada época presenta sus propios autores. En primer lugar, desaprobaban el ocuparse en ejercicios físiros
caracteres diferenciales. Lo importante es, sin embargo, que la afición de que no tuvieran un fin práctico, especialmente con vistas a la guerra. El
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los griegos por el deporte no desapareció siquiera cuando el mundo helé- rechazo, en efecto, se dirigía concretamente contra el componente agon(s-
IY¡ 13~
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l'I',HNANIlII (;AlU lA H( IMI'.IU I 1 (I~ .1111'('( 1,'" (JI.IMI'IC (J~
tiUl dd deporte, ya que indudablemente los romanos practicaban de las pruebas hipicas. A su vez, el! algullos fl-stivall-s Wil'/.~os Sl' illtrodu-
diversos ejercicios físicos en su entrenamiento militar (largas marchas, jeron a su vez l'Ombatl's de gladiadores y luchas de fieras, pero parell' 'IUl'
carreras, lucha, boxeo, lanzamiento de disco y jabalina, combates con 110 llegaron a extenderse demasiado y, desde luego, no tlIVil'roll lahida l'll
arlllas y manejo de éstas, natación y juegos de pelota, equitación, ete.), e los más importantes juegos (cf. Filóstrato, Vida de A/}()llwio I¡. 22, lOll la
igualmente veían con buenos ojos la gimnasia que contribuía al manteni- protesta de Apolonio contra la implantación de los combates gladiawrios
miento de la salud y los espectáculos que proporcionaban entreteni- en Atenas; Luciano, Anm'aniJ ,)7; Plutarco, Sobre la habilidad dt' /0.1
miento y diversión; muy significativa al respecto es la denominación ludi animales 1; Pseudo-Juliano, EpÍJtolaJ 198 Bidez-Cumont).
("diversiones") para los juegos romanos frente a los agónes ("competi- No obstante lo dicho, la popularidad del atletismo griego l'n d
liones") griegos, los primeros a cargo generalmente de esclavos u mundo romano varió según las épocas. Durante la República los l'SI1l.'(-
hOlTlbres contratados para entretener a los espectadores y los segundos a táculos atléticos fueron raros y sólo se hicieron relativamente freCUl'lltl'S
largo de ciudadanos que competían libremente. Es más, para los en época imperial, impulsados por el arraigo que tenían en el oril'll(l'
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romanos el atletismo griego no sólo era inútil, sino que incluso podía helenizado y sobre todo por la tutela de diversos emperadores, señalada-
llegar a ser nocivo para la integridad moral de la persona, ya que le atri- mente Augusto, Nerón, Domiciano y los gobernantes filohell'l1os dd
buían una influencia "relajadora" que podía afectar sobre todo a los siglo 11, a quienes movían tanto la propia afición por el atletismo UJllHl d
j(ívenes que se habituasen al "ocio" de los gimnasios, causa fundamental deseo de aprovecharlo con fines políticos. Sin embargo, el movimielllO
l'll su opinión de la decadencia de Grecia (cf. Plutarco, Problemas de atlético promovido por los emperadores no dejó de ser en buena medida
lito/(jNete 40). artificial, con escaso eco entre el pueblo, de manera que los vencedores l'll
Otro rasgo del atletismo griego que repugnaba grandemente a los los juegos importantes continuaron proviniendo en su inmensa mayoria
romanos era la desnudez, que ofendía sus tradiciones morales. Incluso un de Grecia y de Oriente.
admirador de la cultura griega como era Cicerón aprueba una sentencia Tito Livio (39.22.2) afirma que las primeras competiciolles ar((o-
de Ennio según la cual "desnudarse en público es el comienzo de la corrup- ticas que se vieron en Roma fueron organizadas en 186 a.e. por M.
cúín" (Tusculanas 4.70; cf. Tácito, Anales 14.20, pasaje al que luego nos Fulvio Nobilior, que celebraba así el haber sometido a los etolios mil la
volveremos a referir). Tampoco debió de ser ajeno al escaso arraigo del toma de Arnbracia. Fulvio hizo venir de Grecia a los atletas, pero adl.·ll1¡b
deporte griego en Roma el fuerte sentimiento de clase de los latinos, trajo de África fieras que diesen mayor emoción al espectáculo, d cual,
especialmente la nobleza, que le impedía ejercitar sus cuerpos bajo la según parece, se desarrolló con esa pompa y magnificencia que siempre
supervisión de entrenadores profesionales, que en su mayoría serían acompañó a los juegos romanos. Durante la República sólo en contadas
esclavos o libertos. En definitiva, en la mitad occidental del Imperio ocasiones tuvieron oportunidad los romanos de presenciar competiciol1l's
Romano se preferían espectáculos más sangrientos, grandiosos y "emocio- semejantes entre los numerosos espectáculos organizados por quil'lll's
Ilantes" (combates de gladiadores, luchas de fieras, naumaquias, panto- pretendían hacerse con el favor del pueblo. Un siglo después de los
mimas tan realistas que las muertes en escena eran auténticas, ete.), de primeros juegos, para conmemorar su triunfo sobre el rey Mitrídates del
manera que las pruebas atléticas griegas que más éxito tenían era la Ponto, Sila volvió a traer a Roma un gran número de atletas gril'goS
lucha, el pancracio y sobre todo el boxeo (allí mucho más peligroso, al ir (Apiano, Guerra Civil, l.9.9.), y algo parecido hicieron poco después M.
armados los púgiles con el sanguinario caestus, formado por un cuero Emilio Escauro (58 a.e.; cf. Valerio Máximo 2.4.7), Pompeyo (55 a.e.;
lTluy duro con incrustaciones de plomo y hierro), además, por supuesto, cf. Plutarco, Pompeyo 52), e. Escribonio, con motivo de la muerte de su
U6 IU
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
padre a.e; cf. Natural 36.120) y César (46 cales y literarias fueron fundados por los sucesores de Augusto, Calígula,
a.c.; cf. Suetonio, César 39.3). El escaso interés que mostraba el público, Claudio y en particular Nerón y Domiciano, quienes continuaron imen-
(Cartas a familiares 7.1.3) explica suficientemente tando aclimatar el deporte griego en Roma. Nerón, inducido sin duda
por su afición hacia lo griego, pero también por el deseo de propio lud-
con la llegada al poder de Augusto puede apreciarse un miento, instituyó los Neronia o Juegos Quinquenales, que, sin embargo,
notorio auge del atletismo. Parece que el propio emperador sentía verda- únicamente se celebraron en dos ocasiones, en 60 y 65 p.e (Suetoniu,
afición por él, especialmente por los combates pugilísticos (Suetonio, Nerón 12). De mayor fortuna gozaron los Juegos Capitolinos que
45.2), de manera que, por un lado, bajo su reinado los antiguos ciano hizo celebrar por vez primera en 86, con un
festivales griegos comenzaron a recobrar el esplendor de antaño, llegando incluía las pruebas hípicas del deporte griego e incluso carreras
a participar en ellos miembros de la familia imperial, como Germánico y muchachas según el modelo de Esparta (Suetonio, Domiciano v(>asl'
Tiberio (por supuesto, en las pruebas hípicas en calidad de propietarios nuestro capítulo 1.3.3). La protección que estos emperadores dispen-
los caballos; cf. Friedhinder 248), y, por otra parte, por primera vez saban a los atletas (Plutarco, Galba 16.2) y su intento de difundir d
juegos atléticos a la manera griega se celebraban en Roma con cierta deporte griego en Roma tropezó de nuevo con la de los defen-
frecuencia y de manera regular, no esporádica como en los dos siglos sores de las más venerables tradiciones romanas, que volvieron a repl'dr
anteriores. Para conmemorar su decisiva victoria en Accio sobre las tropas entonces los argumentos ya aducidos dutante los siglos anteriores, desdl'
de Marco Antonio el 2 de Septiembre de 31 a.c., Augusto instituye en Ennio. Un largo pasaje de Tácito (Anales 16.20) constituye la Illl'jnr
la recién fundada ciudad de Nicópolis y a semejanza da las Olimpíadas el consulado de Nerón por cuarta vez y de Clln'lllli" C'o,t11
los Juegos Actianos, que debían celebrarse cada cuatro años; fue tanto el en Roma los Juegos Quinquenales, a la manera Jt' Id.l
iml'rés que Octavio puso en ellos que los incorporó como quinto griegas, con opiniones diversas, según ocurre casi JÍ/lm/m' (1111
miembro a los cuatro tradicionales Juegos Sagrados e incluso trató de todas las cosas nuevas. De hecho, habia quienes dedan que también (,'m(l
fijar un nuevo sistema de computar el tiempo a base de "accíadas" Pompeyo fue censurado por los senadores porque comtruylÍ Ima Jet/e ('J"IMI'
Flavio Josefo, Guerra Judaica 1.398). Como muestra de su interés por para el teatro; pues antes se solian hacer los juegos en tribundJ i 111/11'/11'/
los profesionales del deporte (interés al que no eran ajenos los sadas () en una escena comtmida para la oca.rúín, o bien, Ji Je re 111 11111 1I 111/1/
políticos), Augusto promovió los sindicatos de atletas y amplió los a épocaJ anteriores, el público nmtemplaba IOJ eJ/JecláculllJ de pie, tlO /ilml
legios de sus miembros (Suetonio, Augusto 45). Pero de que no sólo se (lile, aposentándose en el teatro, pasara todoJ 10J días .fin htlcer titula ... PI//"
preocupó del deporte de competición es prueba evidente el fomento de 11I demtÍJ, las (II.flltmbres jJatriaJ, poco a /lIIm Ju/trimidaJ, (Ilm/llr/lm J/lI)/lt'l'
las asociaciones de iuvenes, reclutados de entre las más influyentes lidtlJ de raíz por eJe deJen/reno importado, de modo q/le .re I't'r/II /'tI Id
lias romanas y que debían recibir, a semejanza de los efebos griegos, una állllad todo lo (1m en ,,1!!.llfIa /I({rle /illede Jer torrolll/lido o (OY/'IIIII/IO', y
adecuada formación para desenvolverse con éxito en la vida civil y militar tli'~fe(r/ ItI jlll'/'flllld /lOr 1f/(!(ltlJ e:x:1r,lII;er,¡.r, dedi(líflc!IIJe 1I 111 ~il",.t
y contribuir así al progreso del Estado. Pese a su carácter exclusivista, es Id ocio Ji 1I IOJ /lIt/Oft'.! Nr!!.IIf/ZOJOJ, lodo ello jilllleflll/{Io /)(Jr el /1r/lltÍ/it' V 1'1
probablemente, como señala ya Gardiner, "el único intento organizado .1 t'f",do , (I"ie"e.l' 1/11 .fOll""e"'t' IMM.m dtldo /ícmcill 11 Iw
en Italia de hacer dd entremunienw ffsim parte de la educad6n", aunque hll(/lIf/ /i"'r'l.Il /lt/fd ¡II/e IOJ /iril/á/M"'.!' rlllI/(IfIOJ, /'111/ /I//mr/e.\'/o dt'
su Hnalidad fuera y f!oelt/IIJ, JI' t!eJ/IIIf/rlmlt/ (jfl eJa"d. ,:Qm' II"ed,i/1/1 :VII Ji'm "lit' Jt'.I'IJIIJ"f,1fI
Nuevos juep;os tJlI(' 1ll1lSI- /tl/I/lijé" .111.1 (lUlf/m.!, (file .1/' /JllJÍefdfl X.I'''"/I'J dt' ¡JIIXt'O Ji .re t';efl'Íl.mm ,ti
I ~H
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FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPIU lS
I"les luchas en lugar de en la milicia y en las armas?", Pese a estos Constantino el Grande y en 393 un edicto de Teodosio 1 ordenó la dau-
(t'mores, casi apocalípticos, de los romanos más conservadores, el histo- sura de todos los cultos y centros paganos; la estatua crisodefamina de
riador indica que "el espectáculo pasó sin ningún deshonor realmente Zeus es trasladada a Constantinopla, el llamado "taller de Fidias", lJIIO
flotable", si bien es verdad que" ni siquiera se encendió un mediano interés de los más importantes edificios del santuario olímpico, se convierte ell
NI la plebe" durante los certámenes, iglesia cristiana y en la centuria siguiente el templo de Zeus es vínima de
Tales censuras se dejaron oir igualmente durante el reinado de un incendio. Nuevos movimientos de tierra e invasiones, así como los
l)oll1idano y, ya en el siglo II, cuando Adriano y sus sucesores gober- aluviones aportados por los dos ríos que confluyen en Olimpia fueron
liaron el imperio, época en la que el atletismo griego conoció probable- ocultando poco a poco el más prestigioso centro religioso y deportivo de
1Ilt'1\[(; su mayor apogeo desde la época clásica (aunque algunos aurores la antigüedad griega, hasta que fue recuperado para nosotros hace poco
expresan sus reservas ante lo que llaman "engañoso florecimiento"; cf. más de un siglo por las excavaciones de Curtius. No deja de ser significa-
HIIdolph, FttndF XL 1966), Los Antoninos no sólo protegieron, como tivo de la extensión que alcanzó el atletismo como rasgo cultural recibido
hahían hecho emperadores anteriores, las asociaciones atléticas (cf. por todo el país helenizado el hecho de que el último vencedor olímpico
1,1J.2.1) y fundaron nuevas competiciones (en particular en honor de conocido sea un príncipe armenio, Varazdates, que triunfó en el pugilaro
A111 11100 en varias ciudades), sino que dotaron de renovado impulso a los de la 291 Olimpíada, en el año 385.
vellerables Juegos Sagrados de Grecia, que vieron cómo los lugares en los
(111(' se desarrollaban eran reconstruídos, especialmente bajo el mecenazgo
(le llerodes Ático, favorito de Adriano, quien remozó e hizo más 1.4.1. La educación física
ulIllodos los estadios de Atenas y Olimpia. Sin embargo, en la parte del Ya se ha señalado que, al entrar en estrecho contacto con otras civi-
Illllxorio más influída por la cultura específicamente romana, el deporte lizaciones, los griegos pretendieron preservar, para ellos y sus descen-
griego Ilunca terminó de calar hondo: cuando Adriano estableció en dientes, los rasgos distintivos de su identidad cultural, y para dIo
I{otlla la S'chola Romana o Athenaeum, que debía impartir elevada educa- llevaron consigo allí donde se establecieron su sistema educativo tradi-
l jI ¡II a los jóvenes latinos, el sistema de enseñanza se calcó sobre el cional, en el que la educación física ocupaba un lugar sumamente desta-
IlIodelo griego, pero con una diferencia básica, la ausencia de la educa- cado, de manera que la práctica de los deportes continuó siendo, como ('11
l jI ¡II física. las épocas arcaica y clásica, una característica definitoria del modo de vida
Pom sabemos sobre el deporte griego a partir del siglo III p.c., no griego frente a los "bárbaros"; así, uno de los síntomas más evidemes dt'
1Iltltl!O después de que Pausanias visitara el santuario de Olimpia y nos la helenización de la población nativa, especialmente de las clases altas.
rranslllit iera inapreciables informaciones sobre él y los juegos que allí fue su admisión en las instituciones educativas y deportivas griegas, No
l('nÚl1l lugar. No podemos saber siquiera si el más importante festival obstante, debe advertirse también la acentuación de un proceso iniciado
pallhdéniw continuó celebnlntlose con regularidad después que los ya de manera dara en la segunda mitad del siglo V a.e.: el papel de la
hérulos at¡[('arall el santuario a finales del siglo III y un terremoto afectara formación física en la educación de niños y jóvenes va decreciemlo ell
al hl~ar haria l'I ario ,~O ni es posible fijar una fecha definitiva para el importancia, con diferencias de magnitud y cronología según los lugan's.
filial dt' los jl'~os. No obsrante, a filak~s dd siglo IV, bajo d reinado de en tanto que cada vez se concede mayor preponderancia a la formación
los ('fl1lwrador('S nislÍallos fueroll cay{'ndo los líltimus y Imis si~lfrav() espedficHmeme intelectual, en la que predominan ahora los aspectos
redutros dd pa~lis. 1\1 or¡\llllu d(' DdfÍls flW lk'smalltelado por retóricos y litl'rarios ('11 detrimento de la fOrtlHKi(¡n artísrÍra y ll1usical.
1·111 1·11
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS otÍMPICOS
Otro rasgo notable que conviene destacar en el sistema educativo efebía no eran los 18 años de Atenas. Dejando a un lado el caso especial
helenístico es su carácter público. Mientras que en los siglos anteriores de Esparta, donde la formación militar comprendía todos los años de la
tínicamente en lugares muy concretos como Esparta o Creta (o en el educación de niños y jóvenes, hay suficientes testimonios para asegurar
IlllÍpico estado ideado por Platón) la educación de niños y jóvenes era que en Egipto la instrucción efébica se iniciaba a los 14 años, y Nilsso!1
(lbJeto de una reglamentación oficial y nada se dejaba a la iniciativa (p.35ss.) ha defendido la posibilidad de que algo semejante ocurriera en
privada, en la escuela helenística la educación pública estaba a cargo de otros lugares y la efebía comenzara a los 14 ó 15 años y finalizara a los
la administración municipal de cada ciudad (lo que explica la diversidad 18, edad a la que los griegos comenzaban a disfrutar de sus derechos de
dI' objetivos y planificación de acuerdo con los lugares), especialmente en ciudadanía completos.
el (aso de la efebía, la institución educativa quizá más destacada y nove- Por supuesto, completar las tres etapas del sistema educativo
dosa de la época helenística con relación a las centurias precedentes y que expuesto solamente estaba al alcance de unos pocos privilegiados, en
,'IIWlltramOS extendida dondequiera que arraigó la cultura griega. tanto que los menos favorecidos se veían obligados a buscar pronto un
trabajo con el que colaborar al sustento de su familia. Si tenemos en
cuenta que la efebía sólo debió de ser obligatoria durante unos pocos
J. 1, 1. J, La escuela años después de su definitiva implantación, como luego veremos, y 'lUl'
I.a exacta determinación de las distintas etapas que comprendía la de la instrucción básica debían ocuparse las familias (cf. Moretti, p. 1'57
!ol'ltlati()fl del niño no puede fijarse con absoluta seguridad y debemos ss.), resulta que era muy reducida la parte de la educación que corría a
wlllar siempre con variaciones según las épocas y regiones (cf. 1.3.1.2), cargo del estado.
Nucstras informaciones más numerosas y precisas se refieren a Atenas. Es posible que, si bien con carácter excepcional, los esclavos reci-
Ilasw los siete años, el niño permanecía con su família, al cuidado de las bieran algún tipo de instrucción intelectual e incluso física (véase d
IlI11j('l"('S. A esa edad comenzaba su instrucción elemental, que se prolon- artículo de Forbes citado en bibliografía, así como Marrou, p. 373--1, n.
gaha hasta los 13 ó 14 años, cuando, según Marrou (p. 157-8), los 1, y Moretti, p. 162), Y también las niñas podían tener acceso a una
JI Il 1, hachos empezaban a recibir una especie de educación secundaria, cierta formación en lo tocante al espíritu y quizá asímismo en el plano
propugnada ya por Platón, Isócrates y Aristóteles (cf. Política 1339a5; deportivo, aunque Nilsson, contra Marrou, niega este último extrelllo
véase 1.).1.5), destinada a "asegurar a los jóvenes una sólida cultura ante la parquedad de los datos (cf. Marrou 158 y 178-9); pese a dio, la
1!.('!It'ral que les permitiera más tarde seguir con provecho una enseñanza educación de la mujer debía de seguir estando bastante descuidada,
slIlwrior", que se impartía en la efebía, especialmente a medida que los habida cuenta de su estimación social y de su pronto matrimonio, a los
aSIW( lOS intelectuales fueron prevaleciendo sobre la educación física 13 ó 14 años, que le impedía todo acceso a una educación elevada.
(véas(', sobre las diferentes etapas, el diálogo pseudo-platónico Axíoco En la efebía el entrenamiento físico m:upaba buena parte de la ani-
~()I-;ú7a. Finalmente, en las más importantes ciudades, como Alejan- vidad de los muchachos, y debemos suponer que lo mismo ocurría ('fl las
<lrfa, Pérgamo {) Atenas, se fundaron instituciones del tipo del Museo a dos etapas anteriores de la educación. La existencia de gimnasios ('SI1l'-
las que arlldían destacados estudiosos a trabajar y perfeccionar su forma- ciales para niños, separados de aquellos en que se ejercitaban los di:hos,
ritÍn t~1 muy diversos campos concretos hajo la tutela de reconocidos los gimnasiamts t¡lIe en algunas ciudades Sl' ocupaban de lit fÍlrmacilíll
mat'stros. física de los m¡[s pl't I1I('(\ os, y, en fin, las fn'(l\('lues u lIJ1petidones dqmr-
Sa!wlJlos, 110 ohslantt', qUt' t'n otros lu¡.(art's la (,dad d(· inWl'so en la tivas l'ntrc las l'sclIdas (por !lO hahlar <1(, los ninos V('flCCdorl'S t'l\ los ft'sti-
l¡ji 1-1 \
Hit N t\ N I )( , (; t\ It ( I t\ 1(( 1M 1'1( () IH~ IIII( ,1I~ (lI.1MI'U (1"
atlt:tims), wnfirlllan con toda seguridad este punto: indudable- la dc:bía. tolllt'lIzaroll pronto a 11 lOdiflulrsl' siguit'lHlo la l'stda de los
mellte, ell la escuela hdenísri<:a se concedía bastante más atención que en políticos y ('WIH;llliws qm' iba su frit'lldo la smkdad, S('rvit io
la lIuestra a la prel"Jaraci6n deportiva de los jóvenes (para más detalles, obligatorio ell la segunda 111 itad del siglo IV, a su t{-rm illo St'
v(asl' lo dicho en 1.3.2.1, a donde también remitimos para todo lo rela- opcional; reservada en principio a los ciudadanos, se abrió posteriorlllt'llt(·
I ivo a los lugares de instrucción, maestros encargados de impartirla, tipos a los extranjeros, e incluso su cad<.:ter militar fue paulatinalllt'IlI('
(It, ('jercicios practicados de acuerdo con la edad y métodos empleados perdiéndose en favor de la educación intelectual, de manera que la efeht'a
para su aprendizaje, ya que en todos estos aspectos no parece haber gran acabó por convertirse en época romana en una especie de escuda n'ser-
con respecto a épocas anteriores). vada para los hijos de las clases altas, que Pleket compara, y no sin razón,
con los elitistas "colleges" anglo-americanos ("Zur Soziologie ... " 7'-;).
La fecha de origen de la efebía es un problema muy discutido
J.4. J.2. La efebía
(pormenorizada documentación en Forbes 109ss., Pélékidis 7ss., Rein-
La efebía es probablemente la institución educativa más famosa de muth 123ss.). Algunos autores del último cuarto del siglo XIX
la Antigüedad. Como de costumbre, nuestras fuentes son especialmente (Dumont, Guiraud) defendieron la posibilidad de que existiera ya en d
numerosas en lo que afecta a la efebía ateniense, que probablemente siglo V a.c., pero en nuestro siglo la teoría que más adeptos ha ganado
el modelo en el que se basaron las demás ciudades para establecer una ha sido la propugnada por Wilamowitz en su libro de 1893, Arislólekr'y
institución que se extendió por todas las regiones donde arraigó el Atenas, donde defiende que su implantación debe fijarse hacia d aOo
nismo, Se ha pensado que la efebía pudo ser el resultado de la adapta- 335, y ello por varios motivos: 1) Ni Isócrates, ni Platón ni Jenofont(· lIi
ción parcial de la educación ciudadana y militar de Esparta a las otros autores contemporáneos que se ocuparon por el tema de la educa-
Ilecesidades de un régimen tan diferente como era el ateniense, aunque ción hacen mención de ella. 2) Se implantó iJna enseñanza militar obli-
sus orígenes han suscitado notable polémica. gatoria para los jóvenes con el deseo de intentar detener el declive d(·
En efecto, el objetivo fundamental de la efebía, al menos en el siglo Atenas, tras la cruel lección que supuso la derrota de Queronea CBH).
IV a.c., era dotar a los jóvenes de una adecuada preparación militar y al donde las tropas de Filipo exhibieron una superioridad aplastante ..) Se
tiempo inculcarles el sentimiento del importante papel que debían decidió, pues, que el estado sufragara la educación militar y gimmistita
desempeñar en adelante para el bienestar de su ciudad, de acuerdo con los jóvenes, para lo cual fue creada la efebía como consecuencia de la
una idea que constituyó uno los pilares básicos sobre los que se asentó propuesta de un tal Epícrates, a quien únicamente conocemos por un
la grandeza la Grecia clásica: un buen soldado debe ser ante todo un fragmento del orador Licurgo conservado por Harpocración (s.v. "Epí-
buen ciudadano. Una inscripción ateniense (lG II 1.2.1106, 52ss.) es la krates"), en el que se nos dice que a Epícrates le fue erigida una estatua
mejor muestra de ese doble objetivo: "El pueblo, ocupándose con mayor de bronce causa de su ley relativa a los efebos". 4) Se han conservado
celo del entrenamiento y disciplina de los efebos y queriendo que qtúenes inscripciones referentes a la efebía a partir de 335 a.c. 5) Durante el
dejan la juventud y entran en la madurez lleguen a ser valiosos sucesores de V la educación de los hijos se dejaba casi totalmente en manos dc
JUS padres en los deberes cívicos, establece por ley que deban conocer el país, los padres, lo que no parece avenirse muy bien con la existencia en
las fortalezas y las fronteras del Ática, y deben realizar con annas IOJ ejer- tan temprana de una institución obligatoria financiada por el estado.
cicios militares". Muchos son los que han aceptado las opiniones del gran Wilamo-
obstante, tales propósitos, y con ellos la función y el significado witz y entre ellos muy notables conocedores de la educación griega, como
144 145
PliRNANDO GARCiA ROMERO u,~ )lll( ,( ,:, (¡U MI'l( (I~
Forbes, Nilsson O el propio Marrou, aunque el erudito francés reconoce como la Illoral política pla'<Ínila). La s('J.!;ullda rdi)rllla fllIHlallll'llI¡d no
la necesidad de ser algo más cautos en las afirmaciones: "cualesquiera que se refiere tanto a la or,Liallizarión misma de la l'!(.'hía (()1I10 al l'sp(ritill de
st'an sus orígenes, probablemente lejanos ... atestiguada a grandes rasgos rl'nitud moral y dt, servicio a la colllunidad qm' se prt'tt'lldía illslll1ar l'lI
desde alrededor de 372 [Esquines, Falsa embajada 167], esta institución los j6velles, Así, (Onduye Reillll1l1th, ulla illstitud6n t'xdusivallll'II'l'
IHl parece baber recibido su forma definitiva basta una fecha muy tardía: militar, en la que los efebos servían sülo durante t'iertos per(odos dd ano,
ulla hipótesis seductora pero, es preciso reconocerlo, ningún testimonio pasa a convertirse en lIna organizal"Íón l'n la qUl' los jóvellcs f(xihell
la apoya explícitamente colocaría esta (re)organización inmediatamente durante dos años enteros una instrucción tanto militar C01ll0 cívica l'
dl'SPUlS de la batalla de Queronea ... en virtud de una ley atribuída a un induso intelectual; esto explicaría el herho de qlll' no fuera lIlellciollada
lal Epícrares" (p. 161). El propio peso de la opinión de Wilamowitz, por Is6crates, Platón, ]enofollte y otros autores antiguos en sus discu-
N i1SS()1l o Marrou ha contribuído en buena medida a la aceptación de siones sobre la educación, dado que su carácter era exdusivalllellll'
('sta tesis, pero descubrimientos posteriores y nuevas reconsideraciones del militar. lo que esclarecería también el hecbo de que, de existir ya ell el
I'rohll'llla ha supuesto que algunos autores hayan vuelto más o menos a siglo V, fuera la única etapa dd sistema educativo ateniense de la qU(' Sl'
las sugerencias de Dumont y Giraud. Los trabajos de Pélékidis y Rein- hada cargo el estado y no se dejaba al arbitrio de los ciudadanos p.trt ¡ell-
Illlllh son importantes en este sentido. Ya Pélékidis rechaza la hipótesis lares,
.1(' Wilalllowirz y concluye que "la efebía remonta al menos a la primera Con mIes modificaciones sustanciales, la efebía cobró extraordinario
Illilad dd V a.c.", y Reinmuth, a su vez, responde una por una a las auge y es ése probablemente el motivo por el que nos es conocida sohn'
"hIn i()(ll'S dd sabio alemán contra una fecha temprana de su institución, rodo a partir de 334 a.c., gracias a un elevado número de insnipriolws y
1',\1"1 il'lldo de una inscripción hallada en los años 60 y datable ca, 361, en
a la pormenorizada descripción de Aristóteles, que nos muestra el estado
l., '1"t' p()drían haber sido mencionados los efebos (pero la validez de este de la institución bacia el afio 325 (Constitución de los el/enien.!""J 12):
('~Iliu es muy dudosa; cf. Mitchell, ZPE XIX 1975, 233-243). .. Pctrlicipan en el/l.obierrJ() IOJ nacidoJ de padre y madre ciudad""oJ y .11m
lill primer lugar, la "ley relativa a los efebos" por la que Epícrates i IIJcr1tOJ (Olfll) miemlmiJ de 1m demo a IOJ 1H añlJJ de edad ... Un" /'ez (/"1'
l1U'I'l'I j() que le fuera dedicada una estatua de bronce no supone necesa- /o.! ejid)(JJ hetrt /¡aJado el examen, Je relÍnen JIU padre.r por tri/m.! y, d('.I/J1Il.,
riallll'llll' que fuera él el responsable de la creación de la efebía, ya que la de haberjllrtldo, eJClJ/l.etl a treJ miembroJ de la tribu de máJ dt, 40 ,"'liJ, 10.1
IraSl' puede entenderse igualmente en el sentido de que mediante su !flll! nmJideren que JllrJ IOJ mejores y máJ adecuadoJ para widcJrJl' dI' 101
prnpU('sta se introdujeron importantes modificaciones en una institución Y ele entre elloJ el pueblo eli/!,e mediante votación a mano tI!z,ultl "
ya ('xisll'Ilte, motivadas en última instancia por la derrota de Queronea e mJIi ele cada tribu como 'moderador' f.rophoroni.rtés/, y de 1'11/1'1' 111.1
IIlsertas t'1I el ;ímbito más amplio del programa de reformas de Licurgo. tI/ntief/JeJ mi '/l.obernador' I kOJmeté.rj para todos. De.rpuéJ de re/fflir b/OJ ti
Tall's lIlodificaciones consistieron principalmente, en opinión de Rein- !OJ tji'DOJ, 01 primer 11I/!,elr re((Jrren IOJ Jantuario.r, y lue/!,o marche'" (ti PI/'I'O
11111,11, t'n aumentar la eficacia de un servicio militar obligatorio ya esta- y .rir/'efl de f!.lwrnicitírl, /tr1()J en Muniquia y otros en Acte, Y Je' leJ ('O/ti
hIn ido desde mucho tiempo antes haciendo que los dos años de /,I/IIDié" el "'emo (tiza da dliJ pedotribaJ y mae,rtros que leJ enJerletl ti IIIiAI/'
prl'st.ll ilÍn fueran de dedicaci6n continua y los jóvenes comieran y (l1/JiO hoplitc/J, di.ljlclrar el c¡rco, lanzar la jabalina y di"parar 1" Cdl(//llIlttl,
dUflllil'rall junIOS, de manera que naciera entre ellos el sentimiento de }' kr dan ,1 lo.!" 'moderelC/oreJ' como /¡enJión una dracma a cada I/tlll, NI
solidaridad y cooperal"Íón 1l1títua, a semejanza del sistema espartano (en Idllto ,/1/1' 11 10.1" liCDo.\" (l(dlro óbolOJ a cada Itno, que recibe cada 'rt/odert.lJor'
d pro,Lirallla de LicurJ.!;o influyeron lIotahll'lnCllte tallto d ideal espartano /}()r lo.r d" JII pro/li'l tri/m /Jarel mm/war lo necesario para lodo.!' en (oflllíll
1,1(. I ¡j 7
HRNANI)() (;AI(I/\ RUMI'.I\() 111., IlIH ¡(I" ul.! MI'I! (I~
(omnl jllnto.\' re/Je/rtidoJ por tribuJ), y se ocupa de todo lo demás. Así cip,t1 rl'alizar patrllllas y guardias el! los IHI('SlOS frollterizos, 1'111'
l'ra
{hl.l"" el primer año, Y al siguiente tiene lugar en el teatro una reunión en SUpUl'StD, el! la Illuy ocupada vida de los di.. bos la f'orlllacit')1! hsil a
¡" l/lit' helcen unaJ' maniobras de demostración ante el pueblo y después de desempL'fiaha un papel primordial. Muy probabll'llll'llte los e;nt it ios
/'ni/;it· tle lel ciudad un escudo y una lanza recorren el país y permanecen en atléticos que realizaban ('f<U1 los mismos que habían vellido pran ¡tiludo
Idl {lldztlJ ¡itertes . .. Cuando pasan dos años, ya son como los demás ciuda- en las etapas anteriores del sistema educativo, pero ahora se ks L'xi~úl
d.lllf11" , mayor intensidad y celo, y adem,ls se añadían a ellos los ('jenieios mUl-
As( pues, en época de Aristóteles la efebía tenía una duración minados en concreto a la instrucci6n milit'lr.
dos anos y en ella ingresaban a los 18 todos los hijos de padre y madre La organización efébica descrita por AristÓteles comenz6 muy
;(H'llieIlS('S, Dada la importancia que se otorgaba a la formación de los pronto a sufrir profundas transformaciones. Las dificultades l'COIHílllicas
ItÍWlll'S durante esta etapa, el pueblo elegía, teóricamente de entre los impidieron que Atenas pudiera soportar por mucho tiempo los Walldl's
Illl'jores ciudadanos, a los oficiales encargados de la buena marcha de la gastos a que debía hacer frente para sufragar la manutención de todos sus
institución. En primer lugar, el kosmetéJ ("gobernador" o "garante del jóvenes durante dos años, y, sobre todo, con la pérdida en la pninira dt'
), responsable general de toda la organización, y a su servicio] O la independencia bajo la ocupación macedónica la función para la qlll'
,wfilmmÍJlaí, cada uno de los cuales debía cuidarse del recto comporta- efebía había sido creada dejó de tener razón de ser: "no desapareció, pero,
fIlimto de los efebos de su tribu, de su manutención y en general de la por una evolución paradójica, esta institución concebida para ser pucsta
slIp('rvisi(ín de toda su formación (con razón afirma el autor del diálogo al servicio del ejército y de la democracia, se transforma en esta Ale1Hls
pseudo-platónico Axíoco que "toda la duración de la adolescencia se nueva en la que triunfa la aristocracia en un padfico colegio en d qU('
d('silrmlla bajo la dependencia de los 'moderadores'''). Por último, en lo una minoría de jóvenes ricos se inician en los refinamientos de la
(111(' rcsp('rta concretamente a los maestros encargados de la instrucción elegante" (Marrou 163-4).
lIIililar y gimnástica, el carácter predominantemente militar la efebía Esta evolución puede seguirse bastante bien con la informacióll \111('
S(' hall' evidente con sólo advertir la preponderancia de los instrucrores nos proporcionan las inscripciones. Los antes mencionados probklllas
lIlililarL's sobre los maestros de educación física general, los dos pedo- financieros obligaron muy pronto (probablemente a finales del IV y mil
u'ibas, que, además, apenas aparecen en esta época en decretos honorí- seguridad en la primera mitad del III a.e.) a reducir a un año la pcrma-
lltos y, cuando lo hacen, ocupan el último lugar de la lista de oficiales necia en la efebía y, lo que es más importante para su desarrollo POSC('-
(d. Rcinmuth 132). rior, a renunciar a su carácter obligatorio. Así, mientras que entre y)/¡ y
Según Aristóteles, el primer acto oficial de los efebos era de carácter 326 se enrolaban anualmente de 500 a 600 jóvenes, en 24/:~ 10
rdi}o\ioso: recorrer los templos y mostrar así su respeto a los dioses; poste- hicieron solamente 23 (lG 1I.2681), Posteriormente el número de debos
riorml'ntL', en el curso su servicio efébico, participaban en una larga inscritos aumentaría de nuevo, pero ello se debió a la admisión de extran-
s('ríe dL' festivales y procesiones sacras, sacrificios y otras ceremonias reli- jeros, síntoma claro de que la institución iba despojándose paulatina-
}o\iOSilS, Durante el primer año los jóvenes recibían instrucción física y mente de su carácter militar y transformándose en una instirudóll
lIlililar (:'J1 d Pireo; a su término, se les pasaba revista, recibían sus armas educativa en la que la formación física seguía teniendo un destm'at!o
y l('IIja lugar el célebre juramento efébico, cuyo texto nos ha sido trans- papel. Efectivamente, con la pérdida de la independencia y especialmelHt'
ido l'(m diversas variantes (cL Pólux 8.105; Estrabón 43.48; véase tras la conquista romana en el siglo II a.c., no tenía sentido que los
¡:orbes t4t), Marrou 162-3). Durante el segundo año su función prin- jóvenes atenienses se preparasen para la guerra, ya que una guerra ofi:n-
I '1H I t1()
FERNANDO eARclA I{()MEHO I.l'~ IH.(~ I.1M'~
siva era impensable y la defensa corría por cuenta de Roma. De ahí que lugar de hOllor que la j()fln'Kí¡')1l f(sira OlUP¡) siullpt"l' l'1l la dehla, dl'sd,'
la cambiara de orientación y se introdujeran estudios filósóficos y su cn:aóóll hasta qut' dejalllos dt' tmcr datos sohre dla ell l'I si¡.do IV
literarios, que terminaron por arraigar fuertemente y ocupar buena parte p.e., a pesar de su trallst<ltIllaci6n ('ti UIJ n'lItro dt' t'IISl't)aIlZ<I di! iSla Y
tiempo y la atención de los efebos, lo que contribuyó además a que la incorporación de disciplinas intl'lectuall's t'll el programa t'ducal
presentaran su solicitud de admisión gran número extranjeros proce- Sobre el modelo ateniense, la l'rebla se ex(cndió nipidallll'IHt' a lo
dentes de todas partes del Imperio. Por lo que respecta al nivel de la largo y ancho de todo el mundo griego, desde Marsella hasta las tÍudades
enseñanza intelectual, Marrou se muestra bastante escéptico sobre su del Mar Negro y Sur de Rusia, a la propia Grecia e islas 1lt'I Egt'() , Asia
altura y considera que lo importante no era lo que se aprendía, sino las Menor, Sur de Italia y Sicilía, Siria y Egipto. llevando wnsigo UIl SiSll'llJa
relaciones que se establecían entre los jóvenes, pues "se prestaba mayor de educación física organizada, característico de la ellsd'lanza grit'ga, I)t'
atención a la buena apariencia, a las paradas y festivales; la se esta manera, como se ha señalado a menudo, la debía fue para
había convertido en una escuela de políticos y ciudadanos más que de griegos residentes en países extranjeros un instrumellto de UUlsefvmilÍ1l
guerreros" (Forbes 170). de los más sobresalientes de su cultura pero, por otra, (olltribuyli a
Todas estas transformaciones, que a la postre trajeron consigo una la helenización de la población nativa, sohre todo a mt:dida qm' llit'
mayor complejidad en la organización (en época imperial se pueden adquiriendo carácter aristocr:itico y elitista (re(Llt'rdcse la pnHeSla tll'
contar hasta 25 funcionarios, en actividades docentes o administrativas) Macabeos ll, contra el intento de jaslÍn de introducir las lIlS!lJIIl-
afectaron naturalmente al cuerpo oficiales y maestros que tenían a su bres griegas en Jerusalén, para lo pidió permiso al rey para
cargo la educación y el adiestramiento de los efebos. A finales del IV o "un gimnasio y una efebía").
comicozos dellIl a.e. desapareció uno de los cargos más importantes, el Nuestras informaciones sobre la efebía en las dcm.[s dd
.lOjJhrrmi.rtéJ, al descender el número de jóvenes enrolados y no conside- mundo griego son parciales y mucho menos ricas que las que nos hahlall
rarse necesaria su misi6n fundamental, la inculcación de virtudes cívicas. Atenas. No obstante, pueden señalarse algunos rasgos difert'lH iales
Cuatro siglos depués, bajo el reinado del emperador Adriano, el se con respecto a la efebía ateniense, sobre todos en algunas ciudadt's
volvió a implantar, nombrándose seis titulares y seis asistentes. En como Esparta, las ciudades de Creta () Cirent:, donde la inslillKi¡'lIl 110 se
cambio, la más importante autoridad, el kosmetés, se mantuvo vigente forjó sobre el modelo de Atenas, sino que respondía a muy alll iguas
los seis siglos en que tenemos noticias de la institución. tradiciones locales, En algunas ciudades la edad de elifolalllil'lIlO l'tl la
Como consecuencia lógica del aminoramiento de la función militar efebía no eran los 18 años, sino los 15, como en el caso de Pl:rg.lIllo, 11
la efebía, los maestros encargados de la enseñanza de las artes de la los 14 en Egipto, donde a veces los niños eran inscritos, SUI)OIll'IlHl.' qlll'
guerra que menciona Aristóteles fueron quedando reducidos a uno solo, de manera simbólica, a edades muy tempranas. En otros lugarl's, ¡'''I)('-
el hoplomákhos, que se ocupaba de toda la instrucción militar, asistido, si cialmente en Asia Menor, la edad de 18 años IlO se exigía totl rigor, ,1
era preciso, por ayudantes. En cambio, el profesor de educación física, el juzgar por diversos testimonios que indican la inscripción sillllll!,ílle:! dI'
pedotriba, aunque al disminuir la inscripción de los efebos su número se dos o incluso tres hermanos. Dos años duraba el servicio, de Illam'ra
a uno, ganó en prestigio y atribuciones, hasta el punto de que esporádica o habitual, en Cícico, y probablemente tambit'n t'n ciudades
recayó sobre él la parte fundamental de la instrucción de los jóvenes y como Halicarnaso o Heraclea del Ponto, donde se distinguían varias
llegó a ser el oficial más importante después del kosmetéJ, siendo clases de efebos, 2 Ó 3 años en Egipto y probablemente trt:s ell (Ju(os y
nado con carácter vitalicio a partir del II p.e. Es una prueba más del en la ciudades beocias. Los oficiales encargados de la gestión tilo la
150 1'\1
H.H N I\N I)() (O 1\1(( 11\ I(()M I.I(() I()'~ IJH,()~ ()IIMI'II ()~
dl'h,'all ser móÍs o lllellOS los mismos qLH: en Atenas, aunque la autoridad 1.4.2. El deporte de competición
prillcipal, d kOJ"lt'tlfr ateniense, era llamado en otras ciudades "efebarco"
Trataremos de profundi;¿ar a continuaci¡'m ell algullos dl' l()s ras~()
(Arg()s, Micl'I1as y muchas ciudades de Asia) o, con mayor frecuencia,
más notables del depon<: profesional en las l-pocas helellística y romalla,
"gilllllasiarca", LlllO de los personajes de más alto relieve en la ciudad
que han sido expuestos de manera general al comiellzo de este capítulo
11l'1l'lIfstita.
(1.4; para otros temas de interés, como puedl'l1 ser los métodos de elllrt'-
Filialmente, los requisitos para ingresar en la efebía y practicar el
namiento, los premios y recompensas, el deporte feml'l1ino, las reglas di'
adi" ism() 110 debieron de ser muy diferentes en las diversas ciudades. N o
la competición y sus violaciones, las muertes durante los juegos, elC,
()hstallle, ell algunos lugares como Argos, Priene y otras ciudades asiá-
remitimos a lo dicho en l.3).
til as y q.~i pcias, se permitía de cuando en cuando a los esclavos la unción
WII an:ite y, con menos frecuencia, la práctica de ejercicios físicos (cf.
1.4.2.1. Difusión del deporte, profesionalismo, asociaciones
F()rhes, "The Education ... " 3 54ss.), y lo mismo ocurría en Paros con los
atléticas
IIIl'tn()S yen Pérgamo, el más importante centro cultural de su zona, con
I()s pl'ril'lOs. En otras ciudades, el acceso de la mujer a la práctica del Ya se ha señalado como una de las características distintivas del
dl'p()rtl' y a la educación en general fue seguramente más fácil que en deporte griego en estos siglos su implantación en todas las regiones en las
Atl'lIas. Ya se dijo en su momento (1.3.3) que Ateneo relata que en que arraigó en mayor o menor medida la cultura helénica. Los gimnasios
<jlllús las muchachas practicaban la gimnasia y luchaban con los jóvenes, y los certámenes atléticos proliferaron por doquier, de manera que la
y I;¡ prl'sl'flcia de la mujer en escuelas y gimnasios está suficientemente competición deportiva adquirió carácter universal, tanto por su amplia
,¡tl'st igllada l'I1 Locros de Italia, Pérgamo, Mileto, Teos y otras muchas difusión geográfica como por la participación en los juegos de atletas
(illdadl's de Asia Menor y, claro está, en los lugares en los que la procedentes de los más diversos lugares.
IIdhll'lIcia espartana era mayor. E incluso conocemos la existencia de Además de esta extensión horizontal, geográfica, el deporte griq.~o
IIllljerl'S que desempeñaron el cargo de gimnasiarca (algo impensable (y concretamente el deporte practicado de manera profesional) experi-
para las atenienses) en alguna isla del Egeo y especialmente en Asia mentó asímismo una difusión en sentido vertical, es decir, fue dejalld()
Ml'llm (cL Forbes 200). entrar cada vez con mayor profusión a atletas provinientes de las capas
La práctica del deporte y la introducción en la vida social y política sociales inferiores, y es incluso posible que los esclavos llegaran a ser
pmseguía después de la efebía en agrupaciones de jóvenes, institución no admitidos como participantes en algunos festivales (ciertamente no en los
atestiguada en Atenas, pero sí en otras ciudades de Grecia, en Macedonia grandes juegos). En el mismo sentido, la participación de la mujer en el
y Egina, y particularmente en Asia Menor. Esta nueva etapa no formaba deporte se hizo más frecuente, tanto en el plano competitivo (cf. L' ..')
parte del sistema estatal de educación, pero a menudo la administración como en el plano organizativo, llegando a ocupar el cargo de mayor
IIIUIl icipal ponía a disposición de tales asociaciones un gimnasio propio responsabilidad concerniente a la educación físcia en una ciudad, el de
que, como a lo largo de toda la historia de Grecia, seguía siendo no sólo gimnasiarca. La participación de esclavos en el deporte atlético es, no
UIl lugar para ejercitarse físicamente, sino también un centro de reunión, obstante, discutible y pocos son los datos que pueden iluminarnos al
de gran influencia en los asuntos políticos de la ciudad. respecto. Evidentemente, los griegos de las épocas arcaica y clásica
siguieron a rajatabla una ley que Plutarco (Salón 1) atribuye al legislador
ateniense y que ya conocíamos por un pasaje de Esquines (Contra
\')2 \"U
¡:FHNANIlII I;Al\(JA lI()MUtO J" 1111'1,( IS I Jl.IMl'l1 (IS
Timan'o 138): "el esclavo, que flO pt'actiqtte gimna.ria ni se ¡mte ((m aceite deportivos, de lIlalll'ra qllt' ddK'l!los (OtKluír que illdllSIl t'Il {'POUI
en las palestras" (cf. Aristóteles, Política 1264a2l22: "(los cretenses) hdenístico-rolllal1<l la edUGlCi')1I física (ulHitlu(Í simdll privl(',.~! casi l'XlllI
conceden a los esclavos los mismos privilegios que a los de nacimiento libre, sivo de los hombres lilm:s; la panicipaci<ín dl' esclavos l't I los ejenídos dd
salvo que les itnpiden practicar la gimnasia y llevar armas"). En la época gimnasio y en las mmpc·ticio!1es atléticas fue UIl hecho l'xcepriollHI y Sl{'~
helenística la actitud hacia los esclavos fue más permisiva, entre otras tido a restricciones legales (cf. Gllahlllini 1), 1'), 20ss.; FriedWlldl'1' .!·1.n
cosas porque el contacto más estrecho de los griegos con otros pueblos los En cambio, en los espectáculos públicos que teoÍan lugar en d circo y l'l alln
hizo en cierta medida más tolerantes para con gentes de otras culturas. teatro los participantes eran en su mayoría gentes de wndicit'1I1 110 lihre'. lo
Hay, entonces, algunos testimonios que nos invitan a pensar que que explica entre otras cosas que la estimacióll social de los ¡[lk'Ias
hombres no libres pudieron adquirir una formación física sistemática e muchísimo más favorable que la que se dispensaba a cuantas O{l'¡lS IWl'sllllas
incluso intervenir en competiciones agonísticas. No obstante, como intervenían en los espectáculos públicos.
señala Forbes en el excelente artículo que dedica al tema (cf. p. 354ss.), En efecto, el enorme prestigio de que entre el pueblo ¡,(ozHhall
la mayoría de las fuentes se refieren al segundo aspecto al que alude la atletas continuó vivo en las últimas etapas de la Antigül·dad. l'SP('(
antes citada ley atribuída a Solón, esto es, la unción con aceite. Efectiva- mente en el mundo de cultura griega, Este hecho, unidu <l los prohllHlos
mente, inscripciones procedentes de distintas ciudades (Priene, Argos, cambios políticos y económicos que experimentó la sociedad hdt'IÜSI il;¡,
Gitio, Alejandría; la más antigua se data entorno a 100 a.e.) nos contribuyó al notable auge del profesionalismo que carauniza ('Sil'
que en ocasiones los gimnasiarcas pagaban la distribución de aceite período. A causa de la enorme extensión que llegó a alcanzar d imperio,
"incluso a aquéllos que han tenido la mala fortuna de flO participar en el luego desmembrado, conquistado por Alejandro, las ingentes dislalll iils
gimnasio". Pero los testimonios indicativos una participación real de que a veces separaban los lugares de competición de las dudadc's ('11 las
esclavos en competiciones deportivas son muy escasos, ya que quedan que residían los atletas, hizo que éstos probablemente platJiliral'Hl1 Sil
reducidos a dos, uno de ellos dudoso. temporada anual de competiciones de manera más sisteJ1)ütÍl'a 11111' SIIS
Los papiros nos han conservado la correspondencia de Zenón, el colegas de siglos anteriores. Como los modernos atletas () los proll'siu
hombre de confianza del todopoderoso Apolonio, ministro de finanzas nales del tenis, los deportistas antiguos se organizaban sus giras dl'llIl'O
la monarquía egipcia en la primera mitad del III a.e. En ella muestra su del amplio espectro festivales que se celebraban por doquiera, (:í(,l'Io
interés por un muchacho llamado Pirro, quizá un esclavo, quien recibía es que con toda probabilidad -y el deporte moderno ofrece tamhit;tl ('11
una completa educación que incluía un intensivo entrenamiento físico esto un paralelismo absoluto- la principal aspiración de la mayllrla S('
con vistas a intervenir en agones deportivos. Forbes sugiere que esto centraba en participar en las competiciones de mayor prestigio, 11l'1'O ¡[ lo
pudiera ser posible en el Egipto Ptolemaico, si bien en el caso de que largo de la temporada tomaban parte igualmente en juegos dl' illllmr
Pirro triunfara sería proclamado vencedor su amo, Zenón. El segundo tancia menor, ya fuera como medio de adquirir y mantener la adl'lllíllla
caso conocido data de cuatro siglos más tarde. En una inscripción de forma flsica en espera de los grandes festivales, ya para ir acu1l1ulalldo
Pisidia, en lo que hoyes Turquía, se regulan las normas para una compe- premios en juegos en los que la competencia era nivel inferior. I.a
tición local, y entre otras cosas se indica que "si un esclavo tiene la buena enorme proliferación de competiciones algunas de las cuales los ol'¡,(a·
suerte de vencer, una cuarta parte de su premio debe ir a parar a manos de nizadores debían pagar un "fijo de salida" importante a los vencedores <.'11
sus competidores" (cf. Porbes, "The Education .. ," 358; Gardiner, AAW grandes festivales por el mero hecho de participar) permitiría tjllt'
50), Ningún otro documento nos recuerda la intervención de esclavos en fueran muchos los deportistas que pudieran vivir de su intervención t'l\
154 1'\'\
I;I:HNANIJIJ (;AH( 1/\ HOMI:,!!() I('~ IIIU;( JS (II.IMI'I< ()S
ellas. Las rl'W111lx'tlsas en l1ledJÍ<:o que recibían los triunfadores en los Las exenciOll('s fiscales Ull1cedidas a los atletas UJIHilHlaroll Vi~\t'IlS,
¡1}\IJIlt'S (a excl'pd<)n, por supuesto, de los "juegos de la corona"), así e incluso aumentaron, en este período, con la creaci(>n dt, IIlll'VOS jllt'}-\OS
WIIIII los premios de otro tipo que les aguardaban como consecuencia de que pretendían equipararse en grandeza a los tradicionales. As!', 1111
MI Vil aumentaron con respecto a épocas anteriores, especialmente afanoso promotor del atletismo griego como fue el monarca l'}-\ipdo
el imperio Romano, pues ya el propio Augusto "no sólo consertJó, Ptolomeo Filadelfo, en la primera mitad del siglo ni a,c', fllnd() sus
lino Iflll' '''HII/iá lo.! IJriz,ilegios de los atletas" (Suetonio, Augusto 45.3; propios juegos, los Ptolomea, y garantizó la exención dd oprt'sivo
I >i,íll CasIo "i2.jO). impuesto sobre la sal a todos los vencedores en ellos y a sus desn:ndil'I1H'S
En los epigramas LJue conmemoran las victorias en certámenes atlé- (cf. Forbes, "The Education ... " 357, con n. 137). Tales privilt'}-\ios
f i(Os. suslitutos helenísticos de los epinicios de los períodos arcaico y fiscales no eran fijados uniformemente, sino que su concesión se dejaba al
¡ Usin J, sc' sigue recurriendo al tópico de que el triunfo del atleta es gloria arbitrio de los magistrados competentes (cf. Gualazzini 2.~), lo l(lIt'
para su liudad y su familia. No es de extrañar, entonces, que, como en parece que condujo a ciertos abusos, al igual de lo que debicí ocurrir lOll
los siglos anteriores, las ciudades y ahora también las entidades políticas el derecho a manutención vitalicia (cf. Dión Casio 51,1.2; Plinio l'I
SlIlwl'iores a ellas se esmerasen por favorecer a los deportistas más desta- Joven, Panegírico a Trajano 118-9) o la exención de la oblig,llión t¡lIt'
Ulllverridos en auténticos ídolos del pueblo y honrados con títulos pesaba sobre los ciudadanos ricos de prestar servicios civiles y miliran's a
101111' /"mído.\·IIJ ("extraordinario") o "sucesor de Heracles", como fueron la comunidad, como indica un rescripto de Diocleciano y MaximiauIJ tlt'
1I.lIlIados qui<:lIes triunfaban en un mismo dfa en la lucha y en el ca. 300 p.e., donde se determina que este último privilegio debe quedar
".!fur'lIjo (d. Pausanias 5.21.10; Epicteto 2.18.22, y diversas inscrip- reservado a quienes hubiesen vencido en tres Juegos Sagrados (al Illl'Il0S
IH'~. UlIlIO /G m.l o XIV.916; véase Gardiner, AAW 1067). uno de ellos en Roma o en la antigua Grecia) "con plena legalidad V 1111
I.l~ I illdad¡'s 110 s(')lo se interesan por facilitar el entrenamiento y la parti- sobornando a los rivales" (cf. 1.3.2.4; véase Harris, GAA Friedl:¡lldt'r
( IjI.H ion dI' sus campeones en las competiciones, sino que los honran de Gardiner, AAW 107). En fin, como ya se indicó en su mOll1mto,
Illlly diversas maneras (cf. 1 1), erigiendo monumentos conmemora- en época imperial tales privilegios se multiplicaron, pues a los anreriol't,s
¡IVOS dI' sus victorias o publicando decretos honoríficos, sin contar las se añadieron la exención del servicio militar y de la obligación dl' dal'
n'WltllWllSas pecuniarias que les otorgaban. En época helenística sucedió, alojamiento a los soldados, el derecho a la inmunidad personal y a la
iHknl<Ís, que no sólo la patria de los atletas les rendía honores, sino que inmunidad al encarcelamiento, la autorización para vestir púrpura, t'ft.
III¡ ILISO otras ciudades, sobre todo aquéllas en las que habían triunfado, Esta protección que se dispensaba a los atletas responde en pam' al
It-s tOlIl't'd(an derechos de ciudadanía o los nombraban miembros hono- legítimo orgullo que por causa del deportista que obtenía triunfos impor-
rarios dc su Consejo. Así, no es infrelllente encontrar inscripciones en las tantes sentían sus conciudadanos, pero también a menudo la razón
'¡lit' jUlJlo al nombre del atleta aparece una larga lista de comunidades buscarse en el deseo de aprovechar la inigualable popularidad de los
la~ qUl' es miembro, acabando con la frase "y ciudadano y consejero de atletas con fines políticos. Ya en los siglos anteriores personajes corno
lltraS 1l111dms ciudades" (cf. Buhmann 11 Harris GAA 125ss.), e Hierón o Alcibíades utilizaron el deporte como medio para legitimar Sil
illllllSO tal privilegio podía ser concedido a las mujeres, como parece gobierno o medrar en la política, intentando atraerse con sus victorias l'l
irs(' Lit.' la famosa inscripción de las tres hermanas de Trales, ya apoyo de la multitud (cf. 1.3.2.1). En época helenística e imperial la
wlll('lIfada (1 ..).,), en la que se dice que Hedea 'fue la primera doncella utilización del atletismo con ese objetivo se hizo más frecuente, pero la
('fJ .Ier IIt'c!.JtI ci"dadana de... (laguna})". manera de aprovechar la pasión del pueblo por las competiciones no fue
IV. 157
I'IUNANI)() I,AIH lA 1i~IU I'~ 1II1 I ,! ,~ ( !l 1M I'i( ! ,,,
(¡1I110 la parti! ¡padlÍn t'll los juegos romo la rn:ari¡ín y mantenimiento griega y al tiempo aprovl'charse dt: él millo propaganda polli it a:
11I1t'VOS y hrillalllt's tí:stivalcs. "muchas veces procuraban unir los actos políticos impnrtalltl's r011 nml--
Ya se dijo al comienzo del presente capítulo que, en el albor del guier actividad panhelénica. Alejandro había hccho leer t'll ()lilllpia
si~1I V a.c., un antepasado hom(ínimo de AJejandro el Grande, cono- (324) su decreto accrca del regreso de los desterrados, pero fÚt, sohrl'
wn el sobn:llombre de Filheleno, apeló a su ascendencia griega para todo Demetrio Poliorcetes quien utilir.:ó los certámenes mn tlllt:S pol!liUls
podt'r par! itipar en los Juegos Olímpicos. Al final de la misma centuria y propagandísticos: se casó con Deidamía, hermana de Pirro, duralllt' las
o(ro H'y dt~ Macedonia, Arquelao, no sólo participó y venció en Olímpia Hereas argivas del 303, y reformó la liga helénica de Filipo y Alt:jalldro
y 1)dfús, sino que estableció en su país nuevos juegos con la intención de en las Ístmicas del 302 ... Hay que recordar que el filohe!ello TilO (J.
(lile d deporte contribuyera a la rápida helenización de su pueblo. Poste- Flaminio proclamó la libertad de todos los griegos en una l'110rllH'
riIlJ'llH'lllt', Filipo II se proclamó vencedor en varias pruebas hípicas del concentración de gente, en las Ístmicas del 196" (Moretti IXI).
I all'lldar¡o olímpico y sobre todo protegió los grandes festivales y embe- Los gobernantes y magistrados romanos recurrieron de lllalll'l'il
lin ití los santuarios con nuevas construcciones, en parte sin duda para constante a la financiación de espectáculos cada ver.: más grandiosos paril
S¡Kar panido del significado que tenían los juegos como símbolo de la ganarse el favor popular, aunque fuera a costa de deducir gastos dl' ohras
de los griegos por encima de las disputas locales. El valor unifi- más necesarias (cf. Gualanini 39ss.). Pero la explotación de! atlctislIlo
I al 101' del deporte y en particular de los Juegos Sagrados fue igualmente con fines extradeportivos se manifiesta también en la protecciólI qul'
apruv('chado por Alejandro para atraerse el apoyo de todos los griegos, dispensaron los emperadores a las agrupaciones de deportistas, una de las
'111(' le resultaba imprescindible para podre lanzarse a sus imparables aportaciones más peculiares de la agonística del periódo posrchísi(o
IIlIl'lllislas. Aunque, a diferencia de su padre, Alejandro nunca participó (trabajos fundamentales sobre ellas son los artículos de Forbes y Pll'k('I,
diH'lIamcnte en competiciones agonísticas (según Plutarco, Alejandro en los que puede hallarse un pormenorir.:ado estudio de las rUl'llll's).
1. '), porque afirmaba que los reyes sólo podían competir con reyes), las Algunos autores (Forbes, Moretti 187) datan la constitución dt, eSI as
11111Chas anéu.lotas que nos lo muestran interesado por la vida deportiva sociedades atléticas hacia finales de la época helenística y, efectivallll'lHl',
parnl'll indicar una simpatía auténtica por el atletismo, no un mero el primer documento que nos da noticia de ellas es una carta que Mano
aprovt'rhamiento de él por interés político, como piensa Gardiner, que Antonio dirige, probablemente hacia el año 41 a.c., a la asocíaci(ill dt'
hahla de "desprecio personal de Alejandro" por el atletismo (AAW 445; atletas de Éfeso y que se ha conservado en el reverso de un papiro l11édilO
I f. I hLrris, GAA 40; Moretti 179ss., así como los trabajos de Brown y egipcio del II p.e. (Pap. Lond. 137; cf. Robinson 161, Harris, (¡AA
l)Ít'm citados en la bibliografía). 44-5). No obstante, por el contenido de la carta es evidente que las
La política de protección del deporte y de fundación de nuevos sociedades de atletas existían desde tiempo atrás, pero en el estado anllal
fl'stivales que acompañó a Alejandro en sus conquistas fue continuada de nuestros conocimientos es imposible determinar, siquiera aproximada-
PI Jr sus sucesores, los soberanos de los distintos reinos helenísticos, tanto mente, su f("(ha de creación. En tanto que Diem (p. 187-9) han'
por afición personal (Moretti subraya que "el extraordinario desarrollo de remontar el origen de estos synodoí a las agrupaciones que formaban los
las actividades deportivas en la época helenística se produjo precisamente asistentes a un determinado gimnasio, un poco a la manera de los típil'OS
wacias a la simpatía y viva participación con que la clase dominante "clubes" británicos, Finley-Pleket (p. 79s5.) inscriben su creación en el
macedonia seguía y participaba en esas actividades"), como también por contexto de la gran proliferación de asociaciones profesionales de todo
el deseo de mantener y extender un rasgo característico de la cultura tipo que caracteriza a la época helenística. Concretamente hacia e! afio
I<¡H 1'')t)
H.HNANI)() (;AHI.IA HOMEI!()
~ U!S JI iH;OS (HJMI'Il ()~
WO a.c. debió existir una .. Asodacil)n de Artistas Dionisíacos", de la La ubicación del cuartel general de la asoL'ÍatÍlín de atletas en I{ollla
\ lIal ('S posihk <¡IIl' formaran parte los atletas junto con actores, músicos y debió producirse poco antes de 15 O p, c. U na Larta dd cm petado!'
fOlios tllamos int<:rvenían en espectáculos públicos. Posteriormente la Adriano (lG XIV.1054b; se data en 134) nos proporciona alp;lIllos
.. S(H ión at\{ti<'a" pudo independizarse y adoptar la denominación carac- cios, ya que en ella accede a conceder a la asociación los locales socíalt,s
Il'r(stinl de xy,l'tÓJ, a partir de la palabra que designaba la galería cubierta que había solicitado en Roma, y lo mismo hace su sucesor Antonino Pfo
lIll ~il1aso destinada a la práctica de ejercicios en invierno (cf. en una carta posterior, de 143 (lG XIV.1055b).
Ilarris. GAA 44). Como todas las asociaciones semejantes, la de los atletas tl'n(a UIl
Al primipio las agrupaciones tendrían carácter local, pero pronto, parrón al que se rendía culto y que era, naturalmente, Herades, A (>1 S('
d¡¡da la ('xpansi(íll universal de los juegos deportivos, se haría necesaria la añadían también los nombres de algunos emperadores benefactort's y.
IInillull i<in de los wupos locales en una sociedad más amplia y con por supuesto, el del que reinaba en ese momento, en agradecimiento por
lIlólyuf ulparidad de acción, que pudo tener su centro en alguna gran los beneficios recibidos o que se esperaba recibir, Los oficiales eran
(illda" dd !ist<" tal vez Sardes (cf. Gardiner, AAW 108ss,), para trasla- elegidos entre los miembros del sínodo, no sabemos mediante qu{> pro«'~
darse I(,~) a la capital del Imperio, Roma. Este proceso afectó tanto a la dimiento, aunque se ha sugerido que los cargos más importantes, a pan ir
.l'llle ¡Ole I,in <¡tU' admitía a cualquier atleta profesional como a aquélla otra de cierto momento, fueron escogidos directamente por el propio ('l1IW~
I'ls~ida IÍnicallleme a quienes habían vencido en alguno de los Juegos rador, como medio de asegurarse el control de la organizaci6n (/Iarrís.
S.l)J.l'ados y que ('S IlH.:ncionada ya en la citada carta de Marco Antonio. El GAA 45). Presidente, tesorero, secretario o sacerdote debían de St'r (ar~os
lIi1slado dI' la sede central a Roma probablemente obedeció tanto a los honoríficos codiciados, dado que quienes los ocupaban vitalicia o tempo-
1II1I'I'l'SI'S de las propias agrupaciones, que se hallaban así más cerca de la ralmente daban dinero por desempeñarlos, según se deduce del diplollla
101'11' y dd ('ll1perador que tantos privilegios concedía a sus miembros, de Hermino, donde se asegura que el atleta ha pagado 50 denarios por
101110 a la visión política de los gobernantes, que podían controlar más de ejercer como sacerdote representante del sínodo en los Juegos Asi,ítiros
1 en a un instrumento de indudable valor político si se aseguraban la Sardes. El propio Hermino, hace constar el certificado, ha abOllado Imi
kaltad de sus más destacados representantes. Un papiro del Museo 100 denarios correspondientes a la tasa de admisión en el sindicalO, En
BrininiLll (Pap.Lond. 3.1178), datable en 194 p.c., nos informa sobre compensación, la pertenencia a la organización traía consigo evid('ll«'s
las atendones, debidamente correspondidas, que los emperadores dispen- ventajas. Al menos sus representantes principales podían verse bt'lld¡
saban a los sindicatos de atletas. Se trata de un diploma que certifica que ciados con "exención del Jervicio militar, de debereJ públicOJ y de a/oj'lI' ti
el boxeador egipcio Hermino de Hermópolis ha pagado su tasa de laJ tropas, tregua d1Jrante el jeJtival, garantía de seguridad jJI!r.rm",l.
ingreso, pero se aprovecha para recordar varias cartas imperiales dirigidas prizJilegio de ve.rtir púrpura", como se lee en la carta que Marco AllIollio
a la asociación. La más antigua es una carta de agradecimiento de dirige a los atletas efesios (cf. Gualazzini 31-2). Además, pot!(all S('"
Claudio por la corona de oro que el sínodo le envió con ocasión de su nombrados supervisores en los juegos locales (nunca en Juegos Sawados)
vktoria sobre los britanos (43 p.c.), en tanto que una segunda carta o directores de los baños imperiales (lG XIV, 105 5 b, 1102ss,), e incluso
posterior del mismo emperador agradece la colaboración de la asociación a veces recibían el privilegio de que el propio emperador mandase eri~f
en la celebraci6n de los juegos que en su honor organizaron los reyes de estatuas en su honor, como se dice que Valente y Graciano hicieron t'n d
Cnmagene y del Ponto en 47 p.e. Una tercera misiva, ésta de Vespa- caso de un atleta llamado Filomeno en la segunda mitad del IV p.e. (ti
siano, confIrma los privilep;ios concedidos por Claudio. Friedlander 244),
1M I (ll
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
La actividad cotidiana de la asociación es menos conocida. Se limi- especial filósofos y médicos y fue escasa la repercusión que tuvieron tanto
probablemente a una .. actividad rutinaria, sacrificios y fiestas, fune- en el comportamiento de los atletas como en los gustos de una multitud
pasatiempos, preparación de viajes y de listas que seguía con pasión los juegos y todo lo que se relacionaba mil
honores para los miembros indivi- ellos.
oficiales o de la asociación misma" A partir de la época helenística, sin embargo, se desarrolla un nuevo
informaciones se foco de críticas contra el atletismo griego. La superposición de la cultura
n:lltran casi exclusivamente en la de las organi- griega sobre las locales tanto en Oriente como en Occidente provoní
zaciones con el poder y con intentando inevitablemente el choque de las costumbres griegas con las antiguas
lIl1a y otra parte beneficiarse tradiciones de los pueblos sometidos militar o culturalmente. Ello se
tOlllLín. tradujo a menudo en una fuerte resistencia y a veces violento rechazo Lll'
En definitiva, el aprovechamiento del deporte con usos que se consideraban más característicos del pueblo invasor, y d
pr¡(ctica habitual en nuestros tiempos, puede apreciarse ya en la Grecia atletismo por diversas razones, uno de los más atacados. La actitlld
lLísic(l, continúa y se incrementa en época helenísticoromana y probable- que romanos o hebreos adoptaron frente al deporte griego es ilustrativa
111('(1[e Ikgó hasta la misma desaparición oficial del atletismo griego.
al respecto. Por último, la oposición a la práctica del atletismo 110 s(;lo
Yarazdatt's, el último vencedor olímpico conocido, fue proclamado por chocaba con las tradiciones locales, sino nllllhi¿'1I
IlIs rolllallos rey de los armenios (3748 p.c.). ¿Tuvo acaso alguna razones religiosas entraban en juego. La postura dc los
IIdlul'lltia c:n dio su triunfo en Olimpia? frente a las manifestaciones deportivas ('5 ('11
este sentido especialmente importante, por lo que ha influído cn la ('511-
IA.!,2. Críticas mación del deporte en nuestra cultura occidental.
Entre los origen o
Los argumentos con que los hombres de ascendencia griega o rísmo profesional se manifiestan por
('!llItados en la cultura griega criticaron el atletismo y a los atletas sofos, muchos los cuales, no
IDs siglDs que siguen a las conquistas de Alejandro no difieren necesidad de desarrollar convenientemente las
los cxpuestos por los poetas y filósofos de las épocas la ejercitacton adecuada. Siguiendo los pasos
,malca y c1aslCíl (cf. l. .2). Se censuran, por un lado, las desmesuradas EpaminonJas, el caudillo aqueo Filopemen (ca. 2551 H2 a.e:.) ({'IISII
los atletas y la devoción popular de raba duramente la viJa de los atletas, necesitada de mucho sut'l)o,
'1 ' eran ol)Jl'W. sol)re todo SI se comparaba con las menores satisfac-
111
dame comida y estricto seguimiento de una inalterablt-
e! espíritu más que el illUlmpatible Uln lo que debe exigirse a un soldado, qut'
perjudicial e! a las necesidades de cada momento (Plutarco, ./¡ilJI'(,~2-1 1\1111
a base de lI1.ís kjos lk~,ga el médico Galeno d(· PérgaJllo, que vivió ell pll'na éP1l1 a
dd r('lladmit'nto dd deporte ,griego «(ti. 129 1 ()<) p.(:.), l'1l sus ( rÍl iUls d('
ills('rvihlt's IaI!tO para la gllerra romo para sl'rvir a la los mletas profesionales. No ohstalltl', algllnas de SllS obras (Proll'¡"/I'1t ",
la vida civil. No ohstantl', al igllal qut' ocurrió el1
11 lt'1l ( ('11 '/huil",lo, Sfllm' (ál/llJ ddJi' (1JIIJerl'.lrJ/' Id útl"d, S"lm' d t)l'rl"irili ((m 1,,40/tI
rimt's, tales nÚÍtas prou'dfall de ft'duddos drnllos dl' illlde('[uall'S, ell Im/III'11,1 ('fr.), al tÍt'lIlpO qllt' son un dllro ataqul' ulIllm los atlt·tas, f('pn'·
11,.'
1M
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS UL.íMPICOS
sentan un encendido elogio de la función salutífera de la gimnasia. Por propugnando una vuelta a los antiguos métodos más naturales y ral'Ío-
ello sus críticas van dirigidas contra las prácticas de entrenadores y atletas nales.
que, en su opinión, atentan gravemente contra la salud de éstos, convir- La oposición de determinados círculos intelectuales al deportl'
tiéndolos en masas de carne y músculos, cuyo aspecto de fuerza es simple profesional no aminoró considerablemente, ya lo hemos dicho, la afid<Í11
apariencia, ya que se hallan más indefensos contra las enfermedades que del pueblo por los espectáculos deportivos, sobre todo en el Orielltl'
quienes cuidan su cuerpo de manera natural y equilibrada. Ya no se nos griego, N o obstante, sí es posible que los propios atletas imentaran
muestran los atletas como hombres de cuerpo armónicamente desarro- modificar esta imagen negativa que se daba de ellos, y en las inscrip-
llado y baluartes de su ciudad, corno en los epinicios de Píndaro, sino ciones conmemorativas se hacen resaltar a menudo cualidades como d
como gentes comparables a los cerdos, cuya vida es un ciclo continuo de valor, la belleza o la modestia, en un intento de presentar al deportista
comer, beber, dormir, evacuar y revolcarse en el polvo y en el barro ideal como hombre que ha conseguido equilibrar virtudes eorporall's y
(J'rtlúb,Jlo V.878 Koch; cf. Protréptico 9), ignorantes y sin un dedo de espirituales, a la manera de los atletas cantados por Píndaro (ef. Bilinski,
(rente. Como alternativa a este panorama que describe con tan escasa Agoni ginnici 132; Finley-Pleket 114-5), Una buena muestra de ello {'S
wlldescendencia, Galeno propone un tipo de gimnasia más suave, que el elogio que el orador Dión Crisóstomo (ca, 40-112 p.e.) hace ell su
desarrolle a un tiempo el cuerpo y la mente e inculque en las personas discurso 29 del joven púgil Melancomas, muerto repentinamente cual1do
va lores morales, en la más pura línea platónica, y como ejercicios que se preparaba para intervenir en unos juegos napolitanos en 74 p.e. 1\11
permiten no sólo ejercitar el cuerpo, sino también distraer y curar el espí- primer lugar, Dión alaba a Melancomas por su belleza; es bello entrt' los
rillJ aWllseja los que describe en su encantador tratado Sobre el ejercicio bellos, ya que los atletas son los hombres más hermosos, pues resultan ser
¡ 1111 11t'll/ld /ln/I/eña. Exhorta, en fin, a los jóvenes a que, a la hora de elegir "loJ máJ grandeJ y mejor formadoJ, y los que otorgan a JUJ cuer"o.!' el I!Itlvor
la prof(:si6n en la que han de ocupar su vida, no den prioridad al atle- cuidado". Pero un joven atleta como Melancomas no es solaml'l1!t' lIIl
I iSlIlo por encima de artes útiles y nobles (como es la medicina), deján- cuerpo fuerte y hermoso, sino que también destaca por otras vinudl's,
1 h )se atraer por la devoción y los honores, sin duda excesivos, que se valor, prudencia e inteligencia: "Pero lo que reJulta mtÍJ admirdMt' /'/1
rilldl'1l a los vencedores en los festivales deportivos (Protréptico 9). MelancomaJ eJ que, JÍendo ají en cuanto a JU aJpecto externo, eJ N/tlyor ,/lí"
Críticas semejantes expresan los filósofos, sobre todo cínicos y JU valor... Reconociendo, entonceJ, que de todaJ la.r artilJidmkr 11"t'
estoicos, tanto griegos (Epicteto 2.18.22) como romanos (Séneca, Epís- conducen al valor la máJ hermoJa y a la vez la máJ trabaJo.rtI t'J d dll,'-
loltU 15.3, 80.2, 88.18; cf. Plinio, Historia Natural 18.63). Especial- tÍJmo, Je dedicó a él. PueJ, m efecto, para la carrera de Joldtulo !lO ¡I¡/M"
mente violentas son las censuras de Séneca, cuyo desprecio hacia los oportunidad y el entrenamiento eJ máJ ligero... y, hablando elJ )!.1'f/('rtll,)l1I
atletas se traduce en duras palabras, comparables a las vertidas por por mi parte doy prioridad al atleti.rmo Jobre la excelettáa aJ Itl )!.1It'N'",
Galeno: son hombres estúpidos, que no hacen otra cosa que sudar, porque, en primer IUKar, 10J mejoreJ atlelaJ lambién ,l'IIbreJtlldr/,IfI f" 1"
beber, cebar su cuerpo descuidando el espíritu, pringarse de aceite y guerra, pueJ el hombre que lime un Oler"o mtÍJ ./i,erle .)1 /'1 (,II}¡/',l. dt'
revolcarse en la arena. Los excesos son criticados incluso por uefensores aKuantar laJ fatiKaJ má.!' tiempo, be, (reo yo, eJ el IIIeior, t'IIrJ tlrII,tlJ)I .11/1
dd deporte como Filóstrato (ca. 170-24'5 p.c.), autor del único manual armaJ; m JegundIJ lugar, rm eJ 1,) mi.rtflo cIJJtdJtlJir ((mlrtl rÍl1tlk.1 dl'JI'nl""··
sobre entrenamiento atléti(O qm' ha sohrl'vivido tI{, los muchos que nadaJ e i nferioreJ en todo (file lefJer (OIlJO tmltl)!.orJiJ"u ti lo,r IfIl'iort'J dI' lodo
dehieron de escrihirsl' etl la Anti~(kdl y que SlIpmll' prl'cisamenre lIna el murldo habitado ... mientrtu '1m /.'tI ItU )!.lIt'rrtl.f ttl.lúfrZtl dl'l bit>ml, 11"(1
reprohadón tI{· los SiSH'llUts dl' ('IUrl'IHllllit'nto ell h()~a {'Il su lÍl'mpo, eJ muy ,mjlerior ,/ Itl tltllllrtllt'za ¡Jlmltlfltl, fIIl IJt>rftIÍl'> IH)fJl'r ti IJrt/I4111 1"
1M 1(,'1
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS ./11 1,( j( lS o!.l M1'11 ( lS
--------------------,
e:'<:celencia de los cuerpos, y a menudo se pone de parte de los inferiores". Probablemente, la numerosa poblacj¡ín judía (jUl' vivla IUl'ra dc
Poco más arriba nos referíamos a las censuras vertidas contra los atletas Palestina se dejó influir en mayor medida por las cosrlImhn's tll' los
por algunos fil6sofos romanos fuertemente influídos por el pensamiento griegos. Una carta del emperador Claudio al pueblo de AkjalHll'la
griego. Sin embargo, como ya indicamos en su momento (lA), el rechazo incluye un requerimiento a los miembros de la notable colonia Ill'hn'a dl'
(Id deporte griego por parte de los romanos obedece sobre todo a otra razón, la ciudad conminándolcs a que se abstuvieran de intentar participar l'lI
al hecho de que el atletismo chocaba con la tradici6n cultural romana en los festivales atléticos (Pap. Lond. 19l2; cf. Harris, GAA 1.15), Y FilólI
varios aspectos sumamente importantes: dado su proverbial espíriru utili- (ca. 30 a.C.-45 p.c.), cabeza visible de los judíos de Alejandría. han' uso
lario, los romanos reprobaban el ocuparse en ejercicios físicos que no ruvieran con gran frecuencía en sus obras de imágenes deportivas (1 )ios l'S el
UII Iln pr-áct1co (la preparación para la guerra) y que incluso podían ejercer "gimnasiarca divino", el "presidente de los juegos"), que parecen rl'vdar
sobre la juvenrud una influencia relajadora y, en consecuencia, nociva, a lo un verdadero conocimiento del atletismo griego y no tratarse de nll'ros
qm' debe añadirse la repugnancia por mostrar en público el cuerpo desnudo artificios literarios. Sabemos, finalmente, que deportistas judíos tomaball
y la prderencia por otro tipo de espectáculos. parte en los juegos y se inscribían en las asocíacíones atléticas (d. Dil'lIl
Las divergentes tradiciones culrurales y religiosas explican también 263-7).
la oposición que los judíos mostraron a la extensión del atletismo entre Basándose en éstos y otros datos, Harris pretende conduir ljUl'
('lIos, pues consideraban el cuerpo pecaminoso por naturaleza y recha- hubo una verdadera influencía del deporte griego sobre la vida <ll' los
zaban dc plano la desnudez. No obstante, algunos datos indican que, al judíos, quienes no sólo no se oponían al atletismo, sino que incluso parti-
II1l'II0S entre ciertos sectores del pueblo hebreo, hizo mella la afición por cipaban, en cierto grado, en su promoción y extensión, lo que sería [(:Ikio
los l'j('rcicios deportivos, inseparable del proceso de helenización que de un cambio en la sociedad judía, que dio lugar a las disputas a las '1m'
,lll'( (", aunque fuera parcialmente, a las comunidades judías. El pasaje se refiere Macabeos JI, cuyo autor considera que la afici6n por la pr.ktÍla
IlI,is siglliflcativo es Macabeos II 4.8ss, que se refiere a hechos ocurridos del deporte se opone a la ley mosaica y a las tradiciones judías. Harris, sin
('11 101'Ilo al año 175 a.c., durante el reinado de Antíoco IV Epífanes. embargo, llega demasiado lejos partiendo de unos datos tan pobres, y, si
Jas¡ill, hermano del sumo sacerdote Onías, ambicionaba el puesto de bien es verdad que el atletismo griego se difundió entre los sectores 1Il.\s
('SII', (!l. manera que prometió al rey, empeñado en la helenización de helenizados de la sociedad judía, hubo contra él una auténtica resistl'mia
Palestina, fuertes sumas de dinero si se le autorizaba a organizar un popular, ya que era tenido por uno de los aspectos más significativos tll'
gilllnasio y una cfebía en jerusalén. Una vez que jasón hubo obtenido el la cultura griega que trataba de imponerse sobre sus antiguas costlllllhn's
pl'rllliso y conseguido el poder, "se dio a introducir las costumbres griegas (véase la reseña de T. Rajak al libro de Harris, en CR 1979, 127H, () d
/',lIre JIU mnátldadanos, .. y hasta bajo la misma acrópolis se atrevió a artículo de Poliakoff).
/T'!!.ír el gimnasio, obligando a educar allí a los jóvenes más nobles". El Diversidad de opiniones puede apreciarse igualmente en lo {IUl'
alllOr de M~/cabel}s 11 protesta indignado contra el proceso de la "intro- atañe a un problema importante, por la repercusión que ha tenido m la
d"/ti/m de i'OJ/llt!lbreJ extranjeras p{)r la desalmada actitud del impío, más estimación del ejercicio físico en nuestra cultura occidental: la postura dd
l/lit' ,l'IIfJlO JtlardOle, .faJón, tos .wardoles ya no .re prelicu/Jaban del Jervicio cristianismo ante la práctica del deporte. Es indudable que la p:lularilla
tld (III"r, Jif/O qlle, /JlJr el t1lIr~/iJ, t!loJ/r,mdo /}oca I!Jtima /)()r el tem/Jlo y adopción del cristianismo como religión del Imperio tuvo sus ('¡(:((OS
tI/'Ji'IIidtlndo lo.!' JtlcrUicillJ, Je lI/m'.fr~bt ti IO/l/(/r ¡"Irle en lo.!' /¡rahibidoJ sobre la cultura física. Ahora bien, no hay unanimidad de pareceres a la
t'/t'rcicioJ dt, I~ /hlt'Jr~1 !!ti (lhmlll I'r,UI ÚI/IÍ/"dl)J ~I I.",zar el diJCO" , hora de determinar la intensidad y el sentido de esa influencia. Las
1M, 167
-,-
opmlOnes oscilan entre quienes consideran que el cristianismo en prin- pensamiento griego pudieron ejercer en el rechazo que mostraron hacia el
cipio no se situó especialmente en contra del deporte (véanse los trabajos atletismo la mayoría de los principales autores cristianos. Sin embar~().
de Rudolph y Koch) y quienes afirman que siempre, en sus 2,000 años pueden apuntarse también otras causas que tienen su origen en la propia
de historia, ha adoptado una postura radicalmente adversa a la ejercita- doctrina cristiana. El carácter pecaminoso de lo corporal, y por suput'sto
cilÍn del cuerpo, Ambas opiniones extremas requieren matizaciones, En la aversión hacia la desnudez, es ya rasgo inherente a la tradición reli~()sa
general, no cabe duda de que el juicio de los primeros adalides del cristia- judía, que reaparece en e! cristianismo, y, en segundo lugar, e! atletismo y
nismo y de los Padres de la Iglesia con respecto al atletismo es negativo; los juegos atléticos no pudieron quedar de ninguna manera al mar~en dd
110 obstante, debemos considerar con mayor atención dos aspectos conflicto entre cristiandad y paganismo, que precipitaría la muerte, por
tlll1('fetDs de esa valoración contraria: 1) cuál es el origen de tales críticas; motivos religiosos, de los antiguos juegos paganos, y con ellos del depone
2) a qué facetas concretas de! mundo deportivo se refieren. griego.
En los autores cristianos reaparecen muchos de los motivos de No obstante, algunas voces se alzaron en favor de la ejercitación
U'lIsura que encontraron en los atletas los filósofos griegos desde Jenó- cuerpo. En primer lugar, San Pablo, aun dando siempre primada a lo
';lI1l'S, Son, se dice, incultos y fanfarrones, su primer triunfo consiste en espiritual sobre lo corporal, emplea con inusitada frecuencia mt'{,iforas y
Ull heroico apetito que les hace embutirse cantidades de comida muy términos procedentes del mundo deportivo para ilustrar c6mo (khl'
superiores a las que admite e! estómago humano, de manera que, para conducirse e! cristiano, que necesita una dura disciplina y preparacit'lII
dar satisfacción a su insaciable vientre, permiten que su rostro sea Cáskesis" es el término habitual para designar el entrenamiento dd
~ol('ad) sin tregua (Pseudo-Cipriano, Sobre los espectáculos 8; cf. Tertu- atleta) para competir en la vida y alcanzar el premio final, que se ohtil'llc
liarlO, Sobrc' IOJ espectáculos 3-4). Por otro lado, en la Antigüedad tardía tras la muerte: "¿No sabéis que los que corren en el estadio, todo.!' flJrrt'll,
la lilosof!a acentuó la dicotomía entre lo corporal y lo espiritual y, en pero uno solo consigue el premio? Corred de modo que lo akandiJ, Y f//lit'"
Ulflsl'tlleIKia, el rechazo hacia 10 físico. De ahí que Koch considere que la se prepara para competir se abstiene de todo, y lo hace para conJe¡;lIir l/IId
ra fz (le la hostilidad de los Padres de la Iglesia hacia el deporte debe corona corruptible, mientras que nosotros para cOnJeguir una irJcorr/lpliblt,
huscarse "en el ambiente helénico en el que se ha de desenvolver el cris- y yo corro no como a la aventura, combato no como quien Rol/Jea tll.lÍn',
I iallislllo temprano", y no en la idea de la persona humana que refleja la sino que mortifico mi cuerpo y lo esclavizo, no sea que, hahimdo Jido
Bihlia, que en modo alguno está reñida con lo corporal o con los ejerci- heraldo para los demás, resulte yo mismo descalificado" (1 Cori"/ÍOl
cios físicos, A nuestro entender, Koch acierta al afirmar que "el juicio 9.24ss.), Se ha dicho que Pablo pudo ser en su juventud gran amalHl' del
Ile~ativ() reinante, en <.llanto a la Cristiandad temprana, merece una revi- atletismo e incluso practicarlo en el gimnasio de Tarso, ya qUl' d ahl1~
si<Ín", pero llega quizá demasiado lejos cuando de los testimonios que dante empleo de tales imágenes deportivas no pareo: respondl'r a una
cita deduce "un rotundo 'sí' a la educación física y al fortalecimiento mera ficción literaria (cf. Harris, GAA 129 ss.). En rodo (aso, d l'IlITl'lIa-
corporal", sobre todo en lo que se refiere a los autores cristianos de los miento corporal queda siempre supeditado a la ejer(itarión de las umli
si~lo VI-IX (desde Casiodoro e Isidoro de Sevilla hasta Alcuino y dades espirituales: "Ejercítate en la piedad, /)()rqm el ejerátio l'or/l/mlllo,1
Rábano Mauro), ya que t'n los textos que aduce Ko('h la defensa de la útil para poco, mientras que la /,iedad es ¡ílil /Jara todo y lÚ'm /mJlIII',I¡/,1
eduración f(sica Sl' hasa l'xdusivallll'llIl' ell Sil valor tomo preparación para la vida de ahora y /Jara la ¡/ltllra" (1 Timoleo ;¡, 7 -H),
para la ~uera. Pero en el cristianismo primitivo las lI1¡ls decididas palahras t'lI
FlIl'ra dl' roda duda t'~I<¡ la illfluC'lllÍa que l it,l'ws wrricllIes dd favor de los ejercidos Hsicos procedcn lll' lahios dt, (]cml'IIIC dI.' Alt'jul1>
IM4 1(,1)
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
(fria, convencido de que la salud del cuerpo es fundamento del bienestar BIBLIOGRAFÍA
lisieo y espiritual (Pedagogo 3.911). Pero si Clemente aboga abierta-
1l1l'1ltl' por la práctica de la gimnasia como medio para obtener un cuerpo 1) Épocas helenística y romana: rasgos generales.
sallo y fuerte, rechaza resueltamente el deporte concebido como profesión R. Heubaum, "Das hellenistisch-romische Bildungsideal und die kilrpc:r-
() t'spert.ículo, y por ese mismo camino se dirigen sobre todo las críticas liche Erziehung", HfL X 1931, 221-225; H.W, Pleket, "Sport lllld
tll' los autores cristianos contra el atletismo, como atestiguan las obras Leibesübungen in der griechischen Welt des helnistc-rümd~1I
So/m' II/s espeaáculos de Tertuliano y Pseudo-Cipriano o los escritos de Zeitalters", en H. Ueberhorst (ed.), Geschichte der Leíbesübungen, Viena
(;I'cgorio Nacianceno (Poemas 2.11. 149 ss.) o Taciano (Discurso a los 1978, II 280-311; R.S. Robinson, "Athleac Festivals and their ROll1all
2)). Patrons in the Second Century B.c''', ClassÍl"al Studies Presented to BE
I~n definitiva, parece que en principio la actitud contraria del cristia- Perry, Urbana 1969, 263-271; p, Roas, "Alexander 1 in Olympia",
\liSlllO hacia el deporte tuvo su fundamento en su íntima conexión con Eranos LXXXIII 1985, 162-8; W. Rudolph, "Der Sport in der SpUwn-
ltlllOS paganos y, en coincidencia con las censuras de los filósofos, en el tiken Gesellschaft", FundF XL 1966, 208-10.
,lIllbiclHl' que rodeaba los espectáculos en general, tanto los que se desa- 2) El deporte griego en Roma. H.W. Benario, "Sport al
lTollahall el1 el estadio como los que tenían lugar en el circo o en el anfi- Rome", Am·W VII 1983, 39-43; A.S. Benjamin, "The Altars
11',111'0 (no obstante, Friedlander, p. 244, advierte ya que los cristianos no Hadrian in Athens and Hadrian's Panhellenic Program", IlrJ!}('IÚ
n'prohaball tanto a los atletas como a los demás" artistas" que actuaban XXXII 1963, 57-86; A.D. Booth, "Roman Attitudes ro PlJysiull
('(1 los l'spen.lculos públicos). Sin embargo, como apunta Marrou (p. Educarían", EMC XIX 1975, 27-34; N.B, Crowther, "Greek Gall1t's ill
I 'N-.lOO; el" Olivová 189ss.), la postura de los moralistas cristianos hacia Republican Rome", AC LU 1983, 268-273; J. Fink, "Der Sport del"
l'I ,J('P0f(l' 110 provoc6 su muerte violenta, sino que simplemente aceleró Griechen und Rümer im Bild ihrer Kunst", Gymnasium LVrtI l{)'i 1,
1111 prOleso que se venía ya produciendo y que culminó con la abolición 129-139; p, Friedlander, "Juegos y espectáculos roman()~", CAl: IX
de los .llIegos Olímpicos, 1967, ')-257 (original alemán de 1864); A Hanle, "Die Einstdlullg dl'!"
Posteriorlllente, a pesar de las matizaciones de Koch, la Iglesia radi- Romer zum Sport", AW 1983, 56ss.; K. Huber, Theorie der /!,yllwiJI/J('//
l ,dí/I) su altitud frente a todo lo relativo al cuerpo, y en consecuencia, Erziehung bei den Ro'mem, Langensolza 1934; N.H. Kennell, "Nt't'oll
In'lllt' a la nlllGlcilÍn física, de manera que, al quedar la educación y la periodonikes", AJPh CIX 1988, 239-251; H, Langenfekl, "Die Pulid).;
I 11 h lira l'II sus manos tras el colapso del Imperio Romano, la formación des Augustus und die griechische Agonistik", Monumentum C'hilfmÍl'tlI/' ,
III('raria de tipo chísim sobrevivió, pero la formación física desaparició o, Studien zur augusteischen Zeit für E. Bun·k, ed. por E. LdC-Vn.,
IIH'jOr dil hu, quclhí reducida al simple entrenamiento del cuerpo con Amsterdam 1975, 228-259; G. Lukas, Dl:r Sport im alten Rom, lkrlill
viseas a la guerra. Esta situación, como es sabido, se mantuvo durante 1982; E. Mahl, Gymnastik und Athletik im Dmkm d,'r Il¡illlt'r,
.lllll hos siglos, y s()Jo en ~poca contemporünea la educación del cuerpo ha Amsterdam 1975; S.L. Mohler, "The iuvmes and Roman Edulalioll",
lllllH'lII.ado a owpar d lugar qut' le otorgaron los griegos, el lugar que, TAPhA LXVIII 1937,442-479; G. Pfister, "Die rümischl' iIllJetllIlJ", l'll
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1/11 111
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17.! 17.1
FERNANDO GARCÍA ROMERO
CAPÍTULO II
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('jmicio físico''', CAF X 1968, 333351; id., "Leibesübungen im
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C¡:/lixramme grecque, GinebraVandouvres 1968, 181291; W.
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Spic:gd der Literatur und der Philosohie", en HellenÍJche PoleiJ, ed. por
SI IlS~
E. Ch. Welskopf, Berlín 1974, ] 48489.
171 11"1
fI;RNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
Zeus. Heracles, el mayor de ellos, propuso a sus cuatro hermanos, protector Posidón unos caballos alados que podían competir con garan-
Peoneo, Epimedes, Idas y Yasio, la disputa de una carrera para entre- tías frente a los maravillosos animales de Enómao y (según la versión Imis
tener a la criatura, coronando al vencedor con un ramo de olivo silvestre: extendida, que Píndaro silencia prudentemente) con la ayuda de la
Ha Heracles Ideo le corresponde, pues, la gloria de haber fundado los juegos misma Hipodamía, que había quedado prendada de él, sobornaroll,
.Y haberles dado el nombre de Olímpicos. Y decidió que se celebrasen cada mediante regalos o promesas de amor, a Mírtilo, el auriga d\: En(ullilo,
quinto año porque él y sus hermanos eran cinco". quien sustituyó las clavijas de las ruedas del carro por unas de cera, mil l'l
Otra leyenda más extendida atribuye la fundación al más famoso resultado lógico de que provocaron un accidente, de resultas del nlal
tocayo del dáctilo Heracles, el hijo de Zeus y Alcmena, una generación murió el rey de los eleos (cf. figura 27). Así pues, Pélope habr{a sido d
antes de la Guerra de Troya, que los antiguos fechaban a finales del siglo primer vencedor olímpico en la carrera de carros y habría fundado el
XIII o comienzos del XII a.e. Es Píndaro nuestro más antiguo infor- festival como acción de gracias por su victoria o bien como juegos híll('-
mador: "Entonces el esforzado hijo de Zeus, reuniendo en Pisa al ejército bres en honor de Enómao, mediante los cuales trataba de purifkarst' por
entero y todo el botín, deslindó el muy divino reánto en honor de su excelso su muerte; al mismo tiempo, Hipodamía instituyó una ulrrera klll('lIilla
padre. Clavando estacas alrededor, delimitó el Altis en un lugar despejado en honor de Hera en acción de gracias por su boda con P(-Iolw.
I! hizo de la llanura que lo rodeaba lugar de descanso destinado a los Pero son dos autores tardíos, de los siglos nlII p.c., l;¡'J,~(I de
hanquetes, honrando al Alfeo entre los doce dioses soberanos. Y llamó al Trales en su Historia Olímpica (FGrHist 257 P 12) Y el illeviwhk
cerro 'colina de Crono', pues antes no tenía nombre, mientras gobernaba Pausanias en su Descripción de Grecia, quienes nos proport'Íollall d (¡¡I¡i
flnómao, y estaba cubierto de abundate niel e. A este rito primigenio asis-
J logo más completo de fundadores, refundadores y renovadorl's Iq.\l'lHla
tieron naturalmente las Moiras y también el único garante de la verdad ríos o semi legendarios de los juegos de OHmpia, tratando tlt' elllazar
ctuténtica, el Tiempo, que en su transcurso expuso claramente de qué entre sí las diferentes versiones que corrían al respecto. Pausallías, !jlll'
manera dividió Heracles el botín de la guerra y consagró las primicias y dice haberse documentado por "los más entendidos antimctriw dI' Ji/u/!' " .
cómo instituyó la fiesta cuadrienal con la primera OlimPíada y los premios hace remontar el festival a los Dáctilos cretenses. Más tarde. t'II (011( 1'('10
a los vendedores" (Olímpicas 10.43-59; cf. 6.57ss., 3.11ss., así como "5 O años desplJé.r de Deucalión y el dilul Jio", otro cretense dl' Ilolllhn'
Aristóteles, fr. 637 Rose, Pausanias 5.13.12, y contra Estrabón 8.3.30). Clímeno llegó a Olimpia e instituyó unos juegos en honor dl' su anll'p"
Parte de nuestras fuentes atribuye la fundación de los Juegos Olímpicos sado el dáctilo Heracles. Un cierto Endimión, hijo de Aetlio ("l'l (:Olllpl'
al deseo de Herac1es de celebrar su triunfo sobre Augias, rey de los eleos, tidor"), se hizo con el trono de Clímeno y organizó entre sus hijos IIO¡I
en tanto que otros autores argumentan como motivo la rememoración de carrera pedestre con el reino como premio. El vencedor, Epeo, Iwrdifí a Sil
la hazana de su antepasado Pélope, que el propio Píndaro relata en su vez el gobierno de Élide a manos de Pélope, que hab{a suhido al 11'0110 dI'
OlímPica l. Pélope, hijo de Tántalo, soberano de Frigia l) lidia, se Pisa tras la muerte de Enómao. Con Pélope los juegos akatli'.al'ol\ 1111
personó en Élide, cuyo rey En6muo ofrecía la mano de su hija Hipo- esplendor inigualado hasta entonces, pero después de ti siglli!') \I11i1 (~Pl a
dam{a a quicn lograra derrotarle en una tarrera de (aro~, empresa harto oscura, con diferentes patrocínadores, hasra que Heradl's los dOIl', dI'
dificultosa, ya qut' En61llao CllIlllwr{a mil los divinos rahallos que le renovado brío después de vencer al rey de Élide AlI~ias.
rq~¡lIa su padn' Ares. Dotl' pn'lt'Ildil'lIll's lo illlt'llIaroll alltes que Flegón, por su parte, distingue en esta primera épom Ires l'wpas: d
Pélopt, y sus don' ulht':I',ns apart'dall davadas a las pUl'rtas dd palado dd primero en fundar unos juegos en honor de Zeus fue Piso, héw(,'
n'y; IWro d Il1lt'VO aspirulllt' rlll' IIllh aSIIIIII: ohtuvo dl' Sil almllltl' y ep6nimo de la ciudad de Pisa (Fleg(Ín se~l1{a probahkl1lt'lIft' fllt'IItCN
1](, Il!
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
pisatas, en tanto que quienes informaron a Pausanias sobre Clímeno eran conclusiones a las que se ha llegado están casualmente cerca del ,lmhill!
dcos); posteriormente, Pélope estableció un festival en honor de Enómao de estudio del autor en cuestión. Queremos decir que los historiadores de
y Ikracles instituyó los juegos en recuerdo de su antepasado Pélope. las religiones tienden a dar una respuesta que permita relacionar los
Pasada la época de Heracles, nuestras fuentes coinciden en señalar juegos atléticos con algún tipo de culto, en tanto que los estudiosos 1
llm' los juegos entraron en una etapa de decadencia ("loJ peloponeJÍoJ Je deporte griego (es el caso de Jüthner, Gardiner, Harris o PatrUllO)
o!t'id,mm de ello/'), hasta que, 80 años después de la caída de Troya, es insisten ante todo en el espíritu competitivo del hombre, en su af,\1I de
dlTir, ca. 1104, Oxilo condujo al Peloponeso a los descendientes de medir sus fuerzas con otros hombres. Difícil será llegar si(\uiera a 1111
I I ("racles y obtuvo en compensación el trono de Élide, que había pertene- principio de acuerdo mientras la naturaleza de nuestras informallOlll'S Sl'a
, a su antepasado Endimión, renovando entonces los juegos fundados de carácter tan inseguro, como concluyen Ulf-Weiler en su exhaustivo y
1'01' I I {'racles (Estrabón lo llama incluso 'fundador de lOJ juego/'). No erudito repaso de las hipótesis que se han formulado al reslX'lIO dd
DhsralH(', el festival olímpico continuó celebrándose a partir de entonces problema.
lalllhiól tll' manera discontinua, y sólo por obra de un descendiente de Las soluciones propuestas a la cuestión del origen de los .I1l'~OS
(hilo, Ífitn, alcanzó su carta de naturaleza definitiva, según afirman Olímpicos vienen a coincidir, en general, con las que se hall aporrado a
!\srrahlÍll, Flegón, Pausanias y el cronista Eusebio (Crónica 1, col. 190ss.): un tema más amplio como es el del propio origen del depone (d., sohn'
(fitu de 1~lide, Licurgo de Esparta y Clístenes de Pisa, deseosos de que sus ello, H. Ueberhorst, "Teorías sobre el origen del deporte", CA /; X V
I'lwhlos conviviesen en paz y armonía, resolvieron restaurar los Juegos 1973, 9-57). En efecto, para unos los Juegos Olí!llpiws, 10(111) ('1
( )lfll1pims de acuerdo con su patrón original, contando para ello con la deporte mismo, hunden sus raíces en actividades ligadas al 1II 11 0, mil'll
,Iprohal ilíll del onkulo délfico. tras que para otros se trató en principio de activid¡¡des profilllilS. Mayor
!\sra l'llrevesada sucesión mítica de fundadores y renovadores bien predicamento ha tenido la opini6n de que los Juegos OHlllpiws ddll'1I
plldiera Sl'r rdkjo de las diferentes etapas por las que atravesó el santu- relacionarse desde su origen con ceremonias religiosas; ahora him, (¡¡s
tario. I >IVl'rsos pueblos, en efecto, dominaron el lugar y se han esgrimido dislrepaneias son notables a la hora de precisar qu{' tilm de tullo t'SI.\ 1'11
1lIIIlwrosas hipátesis para tratar de relacionar cada una de las versiones la base de los juegos que conocemos en época hisllkilil.
11 tll il ¡IS mil la presencia de un JeterminaJo gtupo humano. Se ha dicho, Por un lado, numerosos testimonios Iwnnilt'lI !'slahll'u'r dI' IlIóllI('J'¡1
por ('j('lllplo, que el mito de Pélope responde a una época predórica y el illet]uívoGl una estrecha vinllllarilín entn· l'IlIllpl'lil ¡OIIl'S dq1oníviI" y
I krar1('s a la dominaci6n de los dorios; unos sostienen que los Juegos ceremonias funerarias. La costumbre dt, rdl'brar jlllw's d('pol'l ivo..
( )lilllpims tiellen su origen en época creto-micénica, otros niegan la exis- durante los funerales de UIl I11Ul'rto ilustre es, l'1I t'!('uo, IIIl1y 101111111 Y
1('111 ía de datos que lo confirmen, mientras que unos terceros recurren a la Ult'lIta ron IlUI11t'msos paraldos l'll otras lullllras. i':il lo .1111' a (il'n ía ,¡'
íllflw'IKi" tll' pu<:blos m,ls lejanos, tales como los fenicios (ef. l. l.). refiere, los jllegos hílll'brl's aparl'u'lI l'lI las fluís ali~Is ohras li(('raría.. y
I~I deflllil iva, a Ellta de pruebas Imís seguras, el problema del artísticas, quiz<Í ('11 t'SIl'IaS y vasos dt' (poca IllÍl (;lIil a y Iksdl' 1t(}~I ('11 1" ..
ori~(,1 de los JlIe~os Olíll1pilOs se ha intl'lltado resolver mediante la Iml'mas hOIlH;rícos, y Iíllll\,O!O fah<lll H'SlilllOllios qlle all'sllgikll Lt Id!'
IIlH'qm'Im i<lll dl' los mitos a partir de los datos que ofrl'cm la etnol()~í, hratí()il de a~()Il'S fÚlIl'hl'l's de lil ..¡hlel' .lt-porrivo 4) pO('lilo 1'11 1'1'111 a
la ¡rql'o()~ia. la fjlo~ía. la hisloria y el l'sllIdio wlllparado de las rcli- histórica (d, 1.2). 'l'a!t-s wlllpelÍliolll'S fillll'rarias ('mil ()r~ali/d!í (1m d
Ioliolll's, Muchas hall sido las l'xplÍlatÍolll's pl'OpUl'SlaS, (011 mayor o t'sl<ldo para I!ol\l'ar la 1lll'II10rill tll' los soldados 1 a (dos ('11 1OlIIhnl(' ((011 d
1Ill'IHlr vl'ro!lilllilillld y il(('I'1ad!'lll, y l'U lIlI hul'll 11Iíllll'W de rasos las laso d{' las hatallas tll' Mararl'lll, PI<lll'a, I.l'IIUI'¡¡ o tll' ION ¡lIt'IIi"II!W!i
11M IN
FERNANDO GARCÍA ROMERO I {" J III( ,( 1'- IIIIMI'I! (l~
111I11'nos duralltt' la Guerra del Peloponeso) o bien por personas particu- lIllllball" qUil'1l l'xpiaha t 011 su pn,pia derrola y (onsi~lIt'1 1I1111'Ue' la
lom's (ast, IsIKriltt's Y. I alude a los juegos que en la ciudad chipriota de IlHlenl' supm'stallH'llle {alisada por (01, dI' lllillll'l'a qlU' d 111111'1'10 ('ra
Salalllilla or~ilz(í Nicodes en honor de su padre Evágoras en 374 a.c.). vl'~ado y los vivos quedaban proll'gidos (Olma Sil ir.1. Tall's IlIanile'SI,1
Si ¡¡ I'Stos timos hislI)riws añadimos el hecho que, como más arriba se ciOl1l'S l'll prilllipio ocasiooales Sl' hahrfall illSlÍl1Il iotlalii'.ado y or~a"ild
"('nalf), diVl'rsos mitos ligan el origen de los Juegos Olímpicos (y de los millo IOlllpetkúíll ¡kpOl'tiva Iwri,ídila, totllO rdkjal'lall los milol; 1(111'
n'sli~ j¡.~livaes palllwl{-niws) ron la celebración de un muerto, resulta illribuyl'll la rt'organizadt)" dt, los jllt'gos a h«rol'S (01110 11,'nl( I{'s 11 (hilo.
qlll' I'S posihlt, cstabll'cer ulla l'Stn:tha conexión entre los juegos depor- Esta teoda tielle sobre la anterior de Maleell la Vl'lIlaj" dv que, In"IIt' al
tivos y el llIho a los IllUt'rtoS. Ahora bien, ;.cómo debe interpretarse simple sacritkio pr¡'meditado dt' uoas vít tifllas illddc.'llsas, 1'1 l'It'IIll'IIIO
rda( ililli ;Tuvil'l'IllI las wmpeticiones atléticas en origen una vinculación wmpl.'ritivo l'S l'st'ncial para desl'lIbrir al llllpablt'. dI' IlIa.\t"'" qlll' se'rl"
diln ta lOlI el {\lito a los muertos y debe buscarse en el ámbito religioso lIl,is ftkil de explimr la transkiúlI halia la WlIlpl'lÍ{ iÓII prupial lit '1 11 ('
d origl'll de los jUl'gos deportivos griegos y de las competiciones dl'portiva; de hecho, es la tesis que (1m 1I1iís adl'plOs 'lIt'llIa para I'xpli, al'
pi( as 1'11 panicular, o bien su nmtrter originario es profano y fueron el origen de los Juegos Olímpiws, d('s(!e los prl'd('U'son's d(' los si¡.do~
pnsl('riorllll'lItl' illnlrporados a la esfera religiosa? XVIII-XIX hasta trabajos rdativallll'I1t(' rnil'llI('S ((11110 los d,' I )il'III,
()lIi¡'11CS prl'tl'llden hallar e1na<.:Ímiento de las competiciones depor- Ikngtsoll, Popplow, Rolkr, Ebert o Ikrnardilli.
IV"~ ('11 ritos IUllvrarios explican por diferentes caminos la relación entre Por contra, ambas teorías, la de Mallell y la dc Ml'IIIí, til'll('1I "11 su
11110' V 1I11'1lS. Para Mallen, los juegos deportivos serían un último y civili- ,kbe el hecho de qlll: rl'quiefl'll Ill'n:sariallll"lle vi prl'SlIlHu'sto dI' '1m' la~
1,1.10 ITIII('rdo dv allliguos sacrificios humanos ante la tumba de un IllÜS antiguas cOl11lwticionl's olímpicas fueran los mlllbales 1011 .trlllaS,
11.11("1'1'11', 11r¡il Iil a atestiguada ocasionalmente en la literatura y la historia prueba que nunca lIeglÍ a formar paw.' dd pro~nla dI' los .J1I('~lS ()1I111
p,rH'p.,l, d('sdl' la ¡;pota homérica (llíada 23,20-3, donde Aquiles promete picos ni de los dem,\s festjvak's paflhd¿'niws l'1I (-pola Itisltirila, llllie a
,1 P.II lodo satrillcar ante su pira a "doce hijo.r de troyano.r í/u.rtre/', o el lIll'nte un pasaje de Plutarco (PmhlelJltlJ de !J'"111111'11' (17'\\1) ll'slilllOlli" la
s,u rjlil io de Políxena ante la tumba de Aquiles, que Eurípides nos existencia de teorías semejantes l'Il la Alltigíkdad, ya '1m' ('11 ,,;1 SI' "OS dil ('
(Inil I'íl)(' t 011 pormenor en Hécttba '5 17ss. y cuya finalidad era ora propi- que en épocas remotas se disputaba l'JI ()Iimpia "/11/ (11111/1"/1' 1l1I1í/'/d,,,,1
I iólr d IÍ'liz rl',L:rl'SO de las naves griegas ora aplacar la ira del muerto) (1111' tlc({btlbtl (1m la IIIltat/' e irIJltoldri,í" d/' IOJ dt'I'I'olt/dol".
hasta la ("pola heknístíta (según J ustino, Hi.rtoria.r Filípica.r 11.2.1., Otros estudiosos dd tl'ma (raso dl' Frazl'r, Dn'('s, 1.(;V~qlt', BlIl'knl,
AI<'Íalldro llI'dl'lH) dar muerte sobre la tumba de su padre a quienes cons- Nagy y un largo etcétera) han recurrido a postular 110 1111 lilliw oril1,I'II,
piraron l'I1 el asesinato de Filipo en .:n6 a.c.; en este caso sería sino la combinaci()n de ritos funerarios con otro tipo de ¡JI Itl~ tlde'~
il~Ir si rUl' l'I cUlllplimiento de un riro o simplemente la ira lo que rdadonados con riros de tl'ftilidad, ascellsión al trollO l' illil ial iún, II.h ('
IIl1pulso al jovm Alejandro), Tales sacrificios humanos originarios un siglo, Cornf()rd y Harrison vil'roll l'1l ritos awarios {' ini( i¡ÍI ¡(liS 1'1
j¡ahrlan ido atl'ml<Índose paulatinamente hasta llegar a su desarrollo origen de los Juegos Ol(mpiws y sus ideas hall hallado I'W pOSI('l'ior ('11
I aldlo y all10rl l,L:uado dl' los combates deportivos, Valloís, ./l'anlllairl', ()rees, Brdkh, L{-veql!e, Burkl'rt, MOllntlidis y 01 !'Os.
Por su parte Karl Ml'uli ha sugl'rido que las competiciones depor- Para Cornf()rd los Juegos Olímpicos nal'Ít'wn de UIl rItllal dt' ano IHU'VII y
t.vas fu('ron inÍlialll1t'1lte parte de un comhate ritual, un juicio de dios, inicial'jón (ambas lOsas idan unidas) lJU<: se celebra ha ('11 1II1 Il'l'ritol'io
dl'SI inado a dl'scubrir y castigar a la persona rt:sponsable de la muerte del sagrado, fUl'ra del h"bÚetl acostlllnbmdo de los jÓVl'Ilt'S, lt m {'st!'in a sepa
hOlllbrl' l)lll' l'ra l'1ltl'rrado, d cual sería, por supuesto, el perdedor dd ral'ÍlÍn de Sl'XOS, Del rito inídiÍtÍl'o formaba partl' ulIa carrl'ra lUyO
HU IHI
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS Ol,iM1'1I US
vencedor era proclamado "el primero de los jóvenes" (término en el que de culto, sea de carácter agrario o funerario, haya sido la 1'011'/. dI' lo '1 lit,
insiste Jeanmaire) y llevaba a cabo su "boda sagrada" con la vencedora luego se convirtió en un festival eminentemente lkportivo, aUlIqul' IlIlIIlil
en la carrera de doncellas, todo ello con el objeto de propiciar la renova- llegara a perder, por supuesto, su significado rdi,Ldoso. Pero ya tll'sd(' lo!>
cilln de la fertilidad. poemas homéricos, nuestro más antiguo testimonio lilerario ~riqo, l'l
De ritos de fertilidad parten igualmente quienes, desde Cook y deporte aparece como una actividad natural en la vida uHidiallól dt' los
Frazer (p. 194 de la edición castellana de La rama dorada), hacen griegos; los hombres, y también las mujeres, pranican jue~ls dt'jlOrt ¡vos
remontar el origen de las competiciones olímpicas a disputas rituales por en sus ratos de ocio, para distraerse y medir su fuerza y Imhilít hit! lOlI
el trono, que iría a parar a manos de los vencedores, según puede dedu- otros hombres. En ese sentido, ritos que tenían mmo flll aSl'~Ifr la n'lIo-
cirse de algunos mitos referentes a la fundación de los juegos, como la vación de la vida o propiciarse al muerto eran, adem,ís, ulla lIa~(¡t a
derrota de Crono a manos de Zeus, el triunfo de Pélope sobre Enómao, ocasión para poder exhibir las cualidades físicas, de mam'ra qut', si t'SOS
que le dio acceso al reino de éste y a la mano de su hija Hipodamía, o la antiguos ritoS alcanzaron un desarrollo tal que se Ulllvirtít'rOIl l'lI o"~ílIi
leyenda menos difundida de la carrera que Endimión organizó entre sus zados festivales periódicos, ello fue debido prillcipalllwlllt' al iWililllo
hijos con su trono como premio. Cada cierto período de tiempo (ocho natural del hombre que le hace disfrutar mn el 1lI0Víllli('1I1O tll' su
años en principio) el rey debía ponerse a prueba combatiendo con un cuerpo, con el juego y, finalmente, con la wlIllwlÍtióll toll oll'OS
rival aspirante a su puesto, para comprobar si aún seguía en condiciones hombres, En definitiva, 105 motivos cúltiUls y los pllrallll'IlIl' a~olís, i(lls
mantenerse en el trono o debía cederlo a otro hombre cuyo mayor no tienen por qué excluirse mutuamente (d". 1.2; v(;aSl' lllf Wl'ilt,1'
vigor asegurase la renovación de la vida. 30).
Frente a las tesis expuestas hasta aquí, que establecen una vincula- Aunque el origen de los Juegos Olímpiros es qUiZií d pmhlt'lIla
ción directísima entre el culto y el origen de las competiciones deportivas, más discutido entre los estudiosos del deporte Wiq~o, otra st'rit, dl' (W'S-
los más señalados estudiosos del deporte griego en nuestro siglo dones concernientes ya a la historia dd festival hall SUS( ilado i~ualr('1I
(Gardiner, Jüthner, Harris, a quienes se han sumado más recientemente arduas controversias. Así, las fechas de la primera y la tílt illla ( >lilllpladil
Patrucco y Poliakoff) han defendido para los festivales atléticos y para los han sido objeto de discusión. Por lo qm' respecta a la prilllt'ra ( >lilllPlada
Juegos Olímpicos en particular un origen profano y "deportivo": habrían histórica, la tradición más extendida indica qUl' Sl' l('ldmi l'lI d ano 11(,
nacido sencillamente del placer por competir, de ese "espíritu agonístico" a,e. y que en la única prueba que conformaba ('\ pru~al, la Ulnt'I'" I !lo I
que consideran innato en el ser humano, aunque posteriormente, como estadio, triunfó un cocinero local, Corebo tll' Ülidl'. A 011'0 dt'l!, (;SIl' dI' la
no podía ser menos, adquirieron carácter religioso al quedar bajo la segunda mitad del siglo V a.c., el sofista Ilipias, ¡khl'llIlIS 1,1 Prl 11 H'I
protección de alguna divinidad y desarrolarse en el marco de ceremonias catálogo sistemático de vencedores olfrnpilOs, que lOlIIl'lI/.ah" I'n'llsa
religiosas. En tal sentido, la presencia de pruebas deportivas en funerales mente en la fecha indicada. Hipias rl'm~i() prohabll'lIll'lIll' sus mlUl"llIiI
se explicaría como un homenaje que los vivos rinden a la memoria del ciones de los desaparecidos archivos tll' Olilllpia y Sil ohra tllt' la has!' dc'
muerto, exhibiendo las cualidades de que éste dio muestras en vida. todas las recopilaciolles posteriorl's, !Jlll' Ikvaftlll a (abo A.. lslc'IIl·lc·s 1111
Así pues, hay opiniones para todos los guStoS, ya que, como se dijo si~lo después, el fil(ío~ alejalldrillo Erall,stt'Ill's t'lI l'l si~lo 111 id '. y, yll
anteriormente, el carácter y la variedad de nuestras fuentes literarias y ell época imperial, FkWíll dI' Traks y dos IIhisolos (rislÍallos, ,Iulio Alri
arqueohS~ics y de los relatos m((Íl'Os hatl'll pnktkamelltc imposible callo y Eusehio de (:l'sarl',l. A partir dI' lo qlll' Sl' ha 10IIservadu dt, lull:lI
asegurar nada COII u'rtl'za, Es muy prohabll', d('sdt' Il'~(), que al~ú tipo escritos y dc otras illt(lfIUatÍolIl's. LlI¡~ Mon'lIi 1111 podido rrtoll!ltruir \11
IH.! I H\
¡'I'IINi\NJ)() (;i\llIli\ I(IlMH!( 1 111:-' IH.~ 1IIIMI'It (I~
historia dl' buena parte de los Juegos Olímpicos antiguos en lo que se en el Allis l'lI {-pOta 11Iín"lIíw (d. Mallwilz, "Cuh "nd CllllllwlíIÍOII","
rdlt're al nombre dc los vencedores en ellos. Moretti concede bastante Hl)ss.). Ahora hie1l, ,:110S procuran los daros hasla aquí apllmados af~\1
uedihilidad al trabajo de Hipias y, en consecuencia, de sus sucesores, memos sufiriL,ntes para postular (ekhraciolll's pt'ri(íditas dd It'slÍval
auuqm' SlJ aurcntiddad fue puesta en duda ya en la Antigüedad Ces olímpico en ferha anrerior a la Iradkiollalllll'lItc admitida:' e:¡I'naIl\CIIII'
di/lril, /J()r hin/o, fijar (on exactitud su cronología [la de Numa] y, en pudo haber, en Olimpia o sus proximidadcs, jle~()s llllruralt,s Ijllt' ¡III 111
('JI'feí.l!, 1,1 (file .re baJa en los Juegos Olímpicos, cuya lista dicen que publicó yeran competiciones deportivas, pero no podelllos asq.(urar qUt' alltes dI'
IlijlitU de l?lide•.rin partir de ningún criterio con autoridad suficiente 776 tales juegos reunieran todas las características míllimas Ilt'{t'sarias
/"Ir" irJ.Ij,irtly nmjtanza", Plutarco, Numa 1), desconfianza que ha reno- para poder ser denominados Juegos Olímpicos en sentido pl'Opill, ('S
vado la erudidón moderna, desde el estudio de Mahaffy a fines del siglo decir, festivales religiosos con inclusión de competicionl'S atl¿.tinls '111(', dt'
pasado. Por lo que respecta en concreto a la fecha de inicio de los juegos, manera periódica y organizada, se celebraban en el santuario dt' e )Iilllpia
ya FIc~()1 y Eusebio comentan que Corebo no fue el primer vencedor en honor de Zeus.
o\(mpieo, sino el primero recordado, puesto que la reintroducción de la Digamos, por último, que el director de las excavaciolles alt'lllilllilS
I'SI .. ilma en Grecia permitió conservar su nombre con mayores garantías en Olimpia, Aldred Mallwitz, ha sugerido que la fecha de 77(. plIdh'l'iI
Ijlll' l'II ('1 laso de los 27 triunfadores anteriores (cf. Lee, p. 112, con n. ser no demasiado tardía, sino en exceso temprana. A partir dd dt'Slllhl'i
11) , (hra supuesta fuente antigua, el llamado "disco votivo de Ascle- miento de pozos de agua abiertos hacia finales del siglo VIII a.e '" Mall
plilllt'S" (l¡~ura !¡'5), que ya conocíamos por la mención que hace de él witz ha postulado la hipótesis de que la fecha de inicio dI' los ;111',11.""
1'.111\,1111"5 (').20.1) en su descripción del templo de Hera en el Altis antes puede retrasarse hasta 704, siendo anuales las celebrat'Íolll's hasta qUl',
di' 'IIH' 1III'I'a salado a la luz por las excavaciones alemanas en 1879, hace con la introducción de las carreras de cuádrigas en 680 a.C:. (C )lilllpúHla
11'1110111011' la primera Olimpíada nada menos que a 1580 a.c., aunque 25), pasaron a tener periodicidad cuatrienal debido al ~ral ,11. aS111 ti 11 t'
.11 111 itllllCIIll' d d iseo se considera una falsificación antigua, mediante la para los participantes suponía el envío y mantenimiento dt' tarros y 1
(lIal los deos pretendían contar con un argumento "histórico" que justifi- 110s todos los años. A ello objeta Lee (p. 114), de quien hemos lomado lit
I aSt' su mnrrol de los juegos. La fundación del festival olímpico, tanto en referencia, que quienes mandaban sus carros a los juegos erall hOlllhn'..
d {aso dd disco de Asdepíades como en el de la noticia que Flegón y de sobrados recursos económicos, que no habrían tenido inCOIIVl'llil'IIII' 1'11
J~lIS'hjo nos transmiten, se atribuye entonces a los reyes de Élide, Óxilo o hacerlo anualmente como de hecho sucedió más tarde, cuando a'
I JI( '¡ JI 1..
Sil (!t-scendience Ífito. Pero han sido sobre todo los hallazgos arqueoló- un festival panhelénico se celebraba cada año. Los pozos abiertos a lillil!t--.
~i{()s l'l fundamemo de la especulación moderna sobre la posible exis- del siglo VIII testimonian simplemente el deseo de mejorar las l
1l'lIcia dc competiciones regulares en Olimpia en fecha amerior a 776. En ciones de un recinto al que acudía un número progresivamente (ft'l irlllt'
zonas próximas a Olimpia se han encomrado, en efecto, gran cantidad de de personas, conforme los juegos fueron ganando en prestigio y poplllil
Irip(){k-s de bronce que pudieran ser, como ocurre en los juegos homé- ridad.
I'Íws, el premio tlue recibían los vencedores, y además también multitud También se han puesto en duda las ideas tradicionalmente: adlllí
dl' ofrl'l1das al dios, especialmente pequeños bronces y terracotas con tidas acerca del número de competiciones deportivas que compoll{all l"
n~l1ras de carros y caballos. La datación de tales hallazgos no puede programa de las primeras celebraciones de los juegos. Como poco lIliís
Ikvarse rn.ís allá del siglo X a.c., sin que, pese a la opinión de Dorpfeld adelante estudiaremos con mayor detenimiento, únicamente una prueha.
y otros, por el momento haya pruebas que apoyen la existencia de cultos la carrera del estadio, se disputó durante las trece primeras Olimpíadas,
II-!¡f I-!~
FERNAND() (;AHeJA IH)MERO 11 .... JlIH ,( .... IIIIM!'lel ....
si hemos de dar fe a las noticias que nos transmiten los autores antiguos, La historia posll'rior de los.J lIt'/~os ()ltlllpiws UlIT¡' purald" 11111 la
particularmente Pausanias, Ahora bien, dado que los juegos en honor de evolmil'u 1 dd deporte ~riqJ,o tiLl\.' hUIIOS (l'¡1I ado de (')(pOIII'r ('11 In
Patroclo relatados en Ilíada 23 y en la narración que hace Píndaro del primera parte de Iluestro lihro. Los dos prillwros si~lo dI' vid.. dc IlIs
festival mítico organizado por Herades (Olímpicas 10,6474) son nume- juegos est<Ín marcados, desde el pUllto dl' vista or~alizv, por la
rosas las competiciones que se citan y describren, y dado también el ya disputa que mantuvieron Pisa y Úlide por el cOlltrol del j('slival, y, desde
aludido descubrimiento de pequeños carros y caballos bronáneos en el punto de vista deportivo, por el dominio aplaSlallll' dI' los al\'i~
Olimpia y sus inmediaciones, diversos autores se han decantado por espartanos. Dos ciudades vecinas al santuario, Pisa y t'ilidl" S(' ahl'l"IIilfOlI,
ampliar el abanico de competiciones que se dispuraban en los juegos de en efecto, en la dirección de los juegos. Por Hl'nídoto «(l.I.!.]) y I~S'ah!l1
los primeros tiempos. Así, Gardiner (Olympia 87-8) cree que deben (8.358; su fuente es Éforo) sabemos que, en (¡76 (, flflH a.c.. !lid!'!II, fey
incluirse por 10 menos las competiciones que menciona Píndaro en su de Argos, arrebató a los deos la facultad de or~aliz 1.'1 h'slival y lo pl~O
Olímpica 10 (estadio, lucha, pugilato, carrera de cuádrigas, jabalina y en manos de los pisatas, quienes se ocuparOll dI.' {Ol hasto! '1"1'. 1111 si,lo(11I
disco; pero Píndaro bien pudiera estar extendiendo a época mítica una más tarde, Élide se hizo definitivamente COll su lOlItl'lll mil la ayuda
práctica de su tiempo), y Hermann (Olympia 80-1) adopta una solución espartana. Durante ese período los juegos fllt'roll perdil'lIdo palllillillíl
de compromiso, sugiriendo que se disputaban otras pruebas además del mente su carácter local y atrayendo a atletas dl' Ólldildl's ("da ve;,'· IlIih
estadio, pero en calidad de lo que hoy llamaríamos "deportes de exhibi- alejadas, que comenzaron a mitigar el predomillio casi absoluto '1U1' lo..
ción", de manera que sólo paulatinamente fueron incorporándose al
lacedemonios venían manteniendo en casi todas las Wlllpl'lil iOlll's,
programa oficial. No obstante, la objeción que aduce Hermann para
A partir del siglo VI el carácter panhdéniw dt' los jll<)I,OS S(' (1111 ..0
modificar la tesis tradicional (en su opinión, ('$ poco vetosímil que atletas
Iida definitivamente, y en la centuria sigllielHl' alt alll.illl Sil "1 wrh
y público hubieran realizado un largo viaje para asistir a un festival que
aúreo" tras la victoria griega sobre los persas ell las (; \I('!'rilS M('du a".
únicamente comprendía una carrera de apenas 30 segundos de duración)
cuando Olimpia se convierte en el símbolo de la Illlidad tll' IOdus lo..
no tiene, a nuestro entender, mucho fundamento, pues no debemos
griegos. Un amplio programa de construcciones l'mlwlll'(l' (,1 S,IIIC lIi1río,
olvidar que los Juegos Olímpicos históricos no fueron nunca una fiesta
exclusivamente deportiva, sino que incluía otras actividades, en primer Poco después, sin embargo, los Juegos Olímpicos UlIlOU'II Illla ('1'01 iI dI'
término religiosas, que justificarían sobradamente la asistencia de gentes altibajos, consecuencia lógica de los conflictos qUl' l'IIln'lllall .1 li"
de las poblaciones cercanas e incluso de más lejos. Todos conocemos gran ciudades griegas (la tregua olímpica, como veremos pOlll Imis ilddalllt',
cantidad de romerías y fiestas de un solo día que concitan la reunión de es violada en varias ocasiones), hasta que Filipo de Mal'l'tlolliil illlpwlI' MI
multitudes de diversas procedencias (y un encierro en los San Fermines hegemonía sobre Grecia y, tanto él como su hijo Alejandro y 1'11 ~I'(1i
no dura mucho más de lo que tardaría un atleta griego en recorrer un los soberanos helenísticos, manifiestan acusado interés por f('lillIl.ill' (,1
estadio). En definitiva, aun cuando la hipótesis de Hermann no carece de festival de Olimpia, como medio de legitimar su dominio sohn' 111..
verosimilitud, no creemos que haya graves inconvenientes para admitir griegos y para destacar los rasgos más característicos dl' la (1111111 iI
unos juegos formados en principio por una única competición de carácter griega.
originariamente cultural, a la que luego se fueron añadiendo paulatina- Con la conquista romana, completada tras la toma de (:orilllO ('11
mente otras a medida que el festival fue cobrando importancia, De otra 146 a.c., los juegos entran en una etapa de decadencia (al cllnqllislildol'
manera se explicaría difícilmente la precisión de los datos que nos romano no le interesaba al principio incentivar nada que pudiese n'avivar
proporciona Pausanias sobre la fecha de introducción de cada prueba. el espíritu nacional del pueblo conquistado), que alcanza su pumo I~
lHó IM7
1'1,IINI\NIlO (;I\IH lil I{OMI'.!U 1 1I~ IIIH ,( l~ ('IIM!'I( 1):-'
halo a wmiellzus del siglo I a.c., especialmente cuando Sila saquea el t)u ielles sostiellell q lit' Tt'odosio I lillíUl1I lellll' pmh ibi6 la (OSllIlIl hn'
salllllario l'n Hú lIev,lndose las más valiosas ofrendas y, poco después, pagana dc complllar tI til'mpo por olimpíadas (adl'lmis, St' Ikv¡') a ( :OIlS
()hli~a a los atleras que se aprestaban a competir en la 175 Olimpíada tantinopla la estatua crisodehllltilla de Zells obra de Jlidias). pn'paralulo
(HIl a.C :,) a embarcarse con dirección a Roma para participar en sus así la definitiva aholición de los juegos, quc se habría producido (lIallllo,
1l('~U, dl' manera que ese año los juegos Olímpicos quedaron reducidos años más tarde, su nieto Teodosio 11 ordenlÍ la dl'SlrllUilíll ti..· los
a tlllí! líllila prueba testimonial, el estado infantil. La protección de lugares sagrados paganos (escolios a Luciano, p, 176 Y 17H Ralw; (f.
AlI~S() Ill'rlllite un nuevo renacimiento del festival, que, sin embargo, Ebert, "Olympia ... "). E incluso Keresztényi ha retrasado la sllprl'sillll dd
110 plldo wrse libre poco después de otra intromisión, esta vez entusiasta, languideciente festival hasta 1, bajo el reinado de JUStillo, :lIllIlILl(' ('S
('11 SlI Ilormal desarrollo: Suetonio nos cuenta que el emperador Nerón, posible que 10 que este emperador ordenara suprimir fueran 110 los jl'~(IS
llevado de su ardiente deseo de inscribir a toda costa su nombre entre los de Olimpia, sino los juegos Olímpicos de Antim)lIía, lTl'a¡(os por
VI'JI< ('¡Iun's olímpicos, no sólo obligó a trasladar al año 67 los juegos Augusto y renovados por Claudia, los cuales, merccd a la 1OIlOl ida
UlITl'SpOlldielltt's al año 65, sino que hizo ampliar el programa dando pasión de los antioquenos por los espectáculos, continuaron cdt'i mili dos('
l'lIIrada a IOl1lpeticiones musicales y, para colmo, fue coronado vencedor por lo menos hasta comienzos de! siglo VI (cf. juan Malal:is, ~()".20
('11 la lllm'ra de cu¡idrigas a pesar de que su carro derrapó y no alcanzó el 398.4).
primel'() la Illl'ta, Su nombre fue eliminado después de la lista de vence-
do!!·... 2.1,2. El redescubrimiento de OlimPia
\-:1 n'lIovado esplendor que cobraron los juegos bajo la protección de Durante casi milenio y medio Olimpia, devorada rmt'o a pOlO por
1(1' AIIIIIIIIIlOS durante el siglo n, coincidente con la visita de Pausanias a los estragos que causaban e! tiempo y los aluviones ,l)1onadlls por (·1
e JllIlIl'''l '111t' (lOS ha legado la más completa descripción del santuario y Cladeo, que fueron sepultando paulatinamente el santuario, t'SItIVO
dI' .,11 hisloria !jUl': poseemos, no fue sino el postrer florecimiento, oculta a los ojos de los hombres, aunque siempre presente como pU1l1O ¡(l'
I'll'sagio dI' la dccadencia definitiva, A partir del siglo III p,c., especial- referencia vital para todos los que estudiaban y amahall la anli~I
111('111(' I ras la invasión de los hérulos ca, 267, nuestras noticias escasean, Grecia. Habría que esperar hasta el año 1766, cuando Richard
hasta el punto dc que ni siquiera podemos asegurar que los juegos se Chandler, profesor de Teología en Oxford, recorrió el Pt'!oPO!lt'SO y
I dl'hrasl'1l lOll regularidad ni tampoco la fecha exacta de su clausura, Un anduvo por los parajes donde se ubicaba la antigua Olimpia. d!'j¡ílldos¡'
ras,gll alltilllelltt' signifkativo sí es claro, la admisión de atletas proce- guiar por la Descripción de Grecia de Pausanias, compañero insl'parahh' ('
d('IIII's de todos los rincones del Imperio, capadocios, carios, fenicios, insustituible de todos cuantos han explorado el santuario, Pom dl'sp(~
li( íos, pallfllios, bitinios, egipcios o armenios como el príncipe Varaz- Otro británico, W. M. Lcake, coronel del ejército colonial, fue l'nviado a
dalcs, el lílrilllo vt:ncedor olímpico conocido (cf. 1.4), Grecia en misión diplomática y militar, pero aprovechó la ocasión para
El filial dc los Juegos Olímpicos de la Antigüedad, al igual que su visitar, a comienzos de 1805, los lugares que Chandler había desrrilo y
origell y t!lIlliell:'w, sigue siendo todavía objeto de discusi6n. El auge del realizar pequeñas excavaciones de aficionado, Sin embargo, no hahl'úlll
(ríSliallislIlo supuso el principio del fin del festival, que fue clausurado, de ser los ingleses los destinados a devolver a la luz los restos de Olill1pia.
s(}\lill el testimonio del historiador bizantino Jorge Cedreno (326d y ss.), Ya el gran). ). Winckelmann había puesto su atención en los alíll
dd si,glo XI-XII, en el afio .)<)3 por orden del emperador Teodosio 1. La ocultos tesoros artísticos que prometía ofrecer e! lugar de los más impor-
veratÍdad dc' esta infilflnación ha sido, sin embargo, puesta en duda por tantes juegos de Grecia (cf. R. Pfeiffer, Hi.rtoria de la Filología Clá.ril'tl,
IMM 1M\)
FERNANDO GARCíA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
Madrid 1981, II 2834), pero su prematura y violenta muerte en Trieste Eco". Durante los primeros siglos todas las pruebas, salvo las disciplinas
a manos de un cocinero italiano truncó sus proyectos; corría el año 1768. ecuestres, se desarrollaban en e! propio Altis, pero, a partir sobre todo dd
File en el siglo siguiente cuando se iniciaron las primeras excavaciones siglo VI a.c., éste fue llenándose de construcciones sagradas y dl'
snias de Olimpia. Con ocasión de la Guerra de Liberación griega, en ofrendas votivas y conmemorativas, de modo que la pista de competicióll
I H.~() los franceses enviaron en apoyo de Grecia un contingente de acabó por desplazarse hacia el Este, fuera del santuario propiamenle
1·1.000 hombres, acompañado por un notable conjunto de eruditos que, dicho, y los lugares de entrenamiento hacia el Oeste (figura 2 1) . La
) d nombre de "Expedición Científica de Morea", se dedicaron a estu- entrada principal de! Atlis se hallaba al Noroeste, donde desembocaba la
,liar (" país, su fauna y flora, su geografía y también su arquitectura. El vía procedente de Élide, por la cual llegaban atletas y jueces para dar
~flIpO dirigido por Abel Blouet arribó al lugar donde confluyen los ríos comienzo a los juegos. Nada más entrar, a la izquierda, aparen' l'I
(,Lltko y Alfeo, en la parte Noroeste del Peloponeso, en medio de las Pritaneo de los e!eos, construido hacia el año 500 a.e. y n'lllozado
slIaV('s colinas de Élide, y allí inició sus excavaciones, las cuales, sin posteriormente, donde se celebraban los banquetes oficiales y se hallaha
I'lIlhargo, cuando comenzaban a dar sus primeros frutos fueron suspen- encendido el fuego sagrado, que los vencedores en la carreta <Id l'swdio
didas ('11 el mes de Junio, informado el presidente Kapodistrias por los tenían e! honor de renovar cada Olimpíada. Frente al Pritaum hilO WIlS-
(alllp('siIlOS de que los franceses buscaban apoderarse de los tesoros que truir Filipo II de Macedonia, con ocasión de su triunfo ('11 QIII·t·om·a ( ~ ~H
I'!>( 111" Ha la tierra. Casi medio siglo más habría de transcurrir para que, a.c.) que le supuso la supremacía sobre toda Grecia, UIl edifldo n'dolldo
P"I' 1111, Olimpia comenzara a ser definitivamente desenterrada. Tras al que hizo llamar Filipeo y estaba destinado a alh'r~ estatuas dI'
.11'1 hlas y (Iuraderas negociaciones con el gobierno griego, Ernst Curtius todos los miembros de la dinastía real macedonia.
g.tlla la panida al mismísimo Schliemann y obtiene el 25 de Abril de El centro del Atlis era e! altar de Zeus y, n'rra dI' él, l'I Pclopio,
I H I,j (·1 permiso para realizar excavaciones sistemáticas, que tienen su la supuesta tumba de Pélope. Al norte del Pelopio y jUlllo al Prilall(,o. SI'
Ini, 10 d Illl'S dI.: septiembre del año siguiente, siendo los directores de la alzaba el templo de Hera, dórico períptero, constrUIdo hóll ia el ano
I'l'illl('(";1 ¡ alllpafia el propio Curtius y F. Adler, con la colaboración de 600 a.c. en sustitución de otro anterior que flll' víctima del IlIego. 1':11 Slt
(;II!'IlaV IlirsthlCld y Adolf Boetticher. Desde entonces, las excavaciones interior se guardaban objetos empleados durante las WJlIlwti, iOlll's <los
,¡J('IIIaIl¡¡S 1I0S han devuelto aunque sea únicamente una pálida imagen de discos), así como e! merecidamente célebre Hl.:rmes tI(, Pnlxú¡·I(·s, qtH·
In '1"(' 1'11(' 1111 esplendoroso santuario (nuestra imaginación, acompañada actualmente alberga el Museo de Olimpia. A la izqllierda dd (¡'mplo dI'
dI' las lIIaqlll·tas levantadas {figura 28J, debe completar la reconsrruc- Hera, hacia mediados del siglo TI p.e. el rico meCl'lIas atl'lIi('IISI' IIt·wd(·...
11(111). W. DiirplCld dirigilí las campañas de 1906-1909, 1921-23 Y Atico financió la construcción del Ninfeo, fuente 1ll011l1l1H'lItal dI' 101'llHl
1').' I.)(), rcanlld¡íut!ose los trabajos con especial intensidad con ocasión semicircular en la que acababa una obra mucho nds i111 pof'l iI 11 11' por ... "
.1(' los .I1l(,~os ()Iílllpiros de Berlín de I ~ -'6. N uevamel1te interrumpidos utilidad, el acueducto que abastecía de agua a toda la l·cgit'lIl. M¡is al b,l('
('11 ¡t),í.!, a panir de 1')')2 han dirigido las excavaciones sucesivamente pueden verse las ruinas de otro templo dórico períptero, d(' dillH'lIsi\UII's
I~, "1111/1', 11. SI hll'il Y A, Mallwitz. mucho más reducidas que el de Hera, dedicado, hacia (,1 ¡jOO a.( ... iI lil
El (('1111'0 dl'l santuario ('S el Ahis () hosque sagrado, limitado al Diosa Madre y llamado por ello Mctroon. A Sil lado St' lOhll ahall 10'1
NOf((' por hl llamada "wlilla d(' CroIlO" (Cronio), al Sur y al Oeste por Zanes, las estatuas bromÍlll'as de ZClIS sufragadas mil d dillel'O n'slIl
1111 111111'0 'IUI' St' Il'valltlí l'!l d si}l,lo IV y al qUl' Sto a¡)adió orro paralelo en ranre de las Illultas impuestas a 'luil'tll's habían mmetido al}l,ltllól irrt'}I,lIlu-
(ol'(lta "OIlHlllil 01 p.C.>. y al ¡¡Slt'. dt'~( ~() a.c.. por t'l "P¡}rlim de ridad tratando de Obll'lwr la villOría por medios ¡¡kitos (¡f. l. ~.2A) El
1')(1 11) I
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OIlMPICOS
lado Norte del Altis era cerrado por los tesoros, pequeños edificios a la la que se permitía asistir a los juegos; justo enfrente se ha encontrado una
manera de templetes que encerraban los ricos presentes que las respec- basa ligeramente elevada, sobre la cual se colocaban las sillas de mal k'm
I ¡vas ciudades ofrecían al santuario. Datan de los siglos VI-V a.e. que servían de asiento a helanódicas y huéspedes distinguidos (fi,L\ura
Al Sur del Pelopio, en el año 472 a.e. los eleos encargaron al arqui- 31). Atletas y jueces hacían su entrada al estadio a través de un ttínd
Into local Libón la erección de un monumental templo dedicado a situado en el ángulo noroccidental, que se conserva todavra en parte. El
ZClIS, que financiaron con el botín obtenido en la guerra contra sus estadio anterior no estaba separado del recinto sagrado, sino que formaha
Vl'{iIlOS de Pisa y Trifilia. También dórico períptero, fue construído en parte de él (los escolios a Píndaro, Olfmpicas 1.149 apuntan incluso qlll'
piedra caliza, pero decorado con mármol de Paros. Sus frontones y el primitivo poste de giro para las carreras fue la tumba de Pélopt·). Los
1lll'IOpaS, alojados en el Museo de Olimpia, constituyen uno de los hitos restos que han quedado, en efecto, permiten colegir que en d si,L\lo V
de la escultura griega: las metopas (parte de las cuales custodia el atravesaba el lugar donde luego fue levantado el Pórtil'O de Ero. Es
LOllvn:) representan los trabajos de Herades; el frontón Este, los prelimi- posible que el estadio arcaico, del siglo VI, siguiera idéntico trazado (t 1.
nares dt' la carrera de carros entre Pélope y Enómao, presididos por la Mallwitz, "Cult and Competition ... " 94ss.), aunque otros arqlll'{lhl,L\OS
illlpOIll'lltt' imagen de Zeus (figura 27); el frontón Oeste, una Centauro- prefieren ubicarlo aún más al Oeste.
IIlalluia en la que ocupa cllugar central la bellísima estatua de Apolo. En De acuerdo con el testimonio de Pausanias, al Sur dd estadio SI'
d illlcrior del templo se guardaban los escudos de bronce que debían hallaba el hipódromo, del que no ha quedado vesrigio alguno, P('\'O
('ll1pkar los participantes en la cartera con armas, pero el centro de aten- que nos es conocido por la pormenorizada descripdc'íll dd Iwrit',L\I'ca
\ ilíll primordial de los visitantes era la colosal estatua crisoelefatina de (véase al respecto el capítulo dedicado a las pruebas h(pilas,~\). ~.)
Z!'IIS, ohra de FicHas, catalogada como una de las siete maravillas del También al Sur del estadio ha aparecido un mmplejo UllljU1l1O dI'
Illtllldo. edificios de época muy diversa, parte de los cuales fue WIlVl'n ido t'll
El lado oriental del Altis estaba limitado por el Pórtico de Eco, "villa de Nerón" durante las visitas de emperador al santllario. llllas
('ri~do (ti . .140-330 a.e. De casi 100 metros de longitud, la parte termas construídas hacia el año 200 p. e. atesti,L\lIíHl d ¡nImIO dt, ha( ('r
frolltal l's¡aba formada por 44 columnas dóricas y el muro de fondo cada vez más cómoda la estancia de los espectadort's d urat 111' d kSlival.
adornado mn frescos. Se decía que devolvía el grito siete veces. Su cons- De entre las construcciones situadas al Sur dd Altis sohres¡lIl' t'S!W( ial
IrtlH;I'ín ohliglÍ a desplazar hacia el Este el antiguo estadio, quedando mente el Buleuterio, la sede del consejo dt' los deos y lalllhit'n dt, los
ddllli¡ivamente ubicado en el lugar que ocupa hoy día (figura 30), La helanódicas. Levantado a fines del VI Y comienzos dl'l V 01.( '>, t'SI;\
pisla anual alcanza una longitud de 212,17 m por 28,50 m de anchura, formado por dos edificios iguales acabados en un ¡íbsidl\ y ('1\ (,1 t'SP,1t io
p(,ro la distancia entre las líneas de salida y llegada queda reducida a que queda entre ellos se ubicaba la estatua de :I.cus allll' \¡, <¡IU' a"('las y
I ()2,27 m, la medida de un estadio olímpico. Tenía capacidad para jueces prestaban d juramento ol(mpim.
allwr,L\ar unos 40,000 ó 50.000 espectadores, que se aposentaban en Continuando hacia el Oeste, emer,L\en las ruinas dd qm' Il(W'1 ti !I('I'
lt'rrap!t'I1t's artificiales, sentados en el suelo o de pit', en situación, pues, d edificio m:ls amplio dt' todo d cOlllpk.. jo, el llamado I.conidl'o (101' la
hano ilH:ól1loda, arhu(h¡ínt!ose unos a otros y tragando polvo mientras persona que lo dOlll') , I.dlllidas tI(, Naxos, S(',L\líll n'zaha la illS\I'ipti(ul <Id
j'lll'aban a sus li¡voriws. Sólo lIllOS poros privik'giados tenían dt're<:ho a p(¡rt ilO , COlIsrruído t'nno- ~20 y rl'llHlddado hal ia I"lO a,( .. , d
ocupar asil'l\to dl' prdt-f(:lIda: CII litIO dt, los lados lar,L\os, d Norte, se edificio, dt' planta tasi ntadntlla, t'ra ulilizado para allwl'lotlll' 11 ItlII villi-
hallaha dallar tll' Dt'lllrh'r ( :alllilll', lllya san'rdotÍsa l'ra la línka Illu;t'r a tantl's dl'stíllados. <¡lit· se alojuhan t'll hahiradollt'!I dillpllt'lilllll ('11 torno 11
PJ.l I'H
FERNANDO GARCÍA ROMERO 1.1 I~ JI JI( .I~ nll M1'11 ()~
un gran patio central. Al Norte del Leonideo y, en consecuencia, al Oeste el día principal (aqul-I en el qUt' se ofrnia d Wao sal ri Ii( in ('11 !tollor .1('
dd Altis, una bas11ica paleocristiana fue construida sobre las ruinas de lo Zcus) con el primer o segundo plmílullio dt'SPII(;S dc'l solsl ÍI io d(' venlllo,
(¡ue un día fue el taller donde Fidias trabajó en la realización de la gran pues el festival se regía por un dclo lunar dI' ,1() (í 'iO III('S('S (UII IU'~ 1Ií\~
t'statua de Zeus, Junto a él, los sacerdotes que atendían el santuatio resi- se intercalaba tres veces cada ocho anos para qUl' el ft-slival villj('ra al ('Ic'
dían en una construcción cuadrada denominada Teocoleo, al Oeste de brarse más o menos por las mismas felhas sil'lllprd; pudla Os! llar. P"(',\,
la cual ha aparecido un nuevo conjunto de edificios datables en épocas entre mediados de julio y agosto.
lIluy diversas: desde los baños más antiguos, próximos a los lugares de Los actos preliminares se iniciaban, sin l'l1lbargo, algllllos III("('S
eJlccmamíento, hasta albergues de los siglos U-UI p,e (la inmensa antes, cuando tres mensajeros oficiales llamados "c'spOlllh'ífol'!ls" (('Sin ('s,
mayoría de los visitantes durmió siempre al aire libre, en tiendas o al "portadores de la tregua") remrrían las eiudadt,s wit'gas an 111 11 ¡ando a sm
raso, mmiendo y bebiendo de lo que obtenían de los vendedores ambu- habitantes la proximidad de los juegos y prodalllando la "1r!'}!,lIa
IaIl(CS). sagrada" (ekekheiría). Plutarco (Ul'llrgo 1,1 l, lualldo SC' I'dlc'l'(' iI la,
Fillalmente, en el ángulo noroccidental, junto a la entrada principal distintas tradiciones que corrían alecea dt, la c;poc a ('11 la I ual vivic",
dd Altis, se alzaban, formando un conjunto, dos lugares destinados a la I.icurgo, indica que algunos le atribuían la illslama( i(ín de la fI'¡'}!,IHI
I'nídíta dd deporte, el gimnasio y la palestra, donde desde el siglo III olllllpica junto con Ífito, el legendario rey dc' (~Iidt, reftultladm de los
a.( :. se entrenaban los atletas (antes lo haáan probablemente en el propio ,Iuegos Olímpicos, y precisamente el tt'X(O cI(, la (('('glla t'slaha grahado ('11
estadio). La palestra (figura 33) era un edificio cuadrado, de 66,75 por el llamado "disco de ÍfIW", que se wllsc'rvaha ('Il el (('lIlplo de Ih'ra
(dI, ~'í provisto de un patío interior circundado todo él por una
Ill, (véase, además del pasajl' plu!arquiallo rinulo, Pilusalli"s '1.20.1), La
whllllllaC¡¡ yen torno al cual se disponían las diferentes salas, unas desti- vigt'llcia de la ekekheirí" aharcaha t'll prillcipio d 1111'S ¡IIlIl'r!OJ' a los
liadas al masaje y la ejercitación de los atletas y otras a las reuniones de juegos y el mes posterior a ellos, pero 11Il'}.,:o SC' t'xlt'lIdi(í a dos o qlli/.'\ 1I'(~
ora dor¡;s , filúsofos y poetas, quienes, como se verá más adelante, pulu- Im'sc's alltes y después, conforme fm'roll IIt'g¡uHlo !,ani( ipall(('s y ('SI 1('( ta
lahall t'1l gran número por Olimpia. El gimnasio (figura 32), más al dores de lugares cada vez 1l;L~ akjados. Ac (Ualllll'llt(' c'sta IIU'ra de Itld.1
NOJ'!t" ¡;ra una amplísima explanada, limitada al Oeste por el río Cladco duda la E¡(sedad de la idea de qUt' la m'gua supoll!a la illll'l'IlIl'( jlUI dI'
y al ESle por un pórtico ancho, de casi 200 m de longitud, con una fila los wllf1inos bdims qUl' ellfrcllIahall a las (iudadc's gri('gas "uralll!' d
de columnas en el centro, de manera que los atletas podían correr al fjelllpo t!W..' tl'llía vigt~mü (Ilarris, (,'/\/\ l'í')-(" apUllfa (011 r¡¡:fOIl 'IIU'
ahrigo de las escasas lluvias un diaulo completo, es decir, un estadio de dio huhil'ra supuesto d fin ck las glll'rras, puc's ('(1 los dl'lIl.1S .11I1'}!,os
ida y otro de vuelta. l'alllll'Il'llims st' decreta ha tamhiéll 1111 arllliSli( io sl'f11l'jalllc, y S(' 11'1('
hraha allllt'1l0S UIl tirall It'slival rada ano). Lo qu(' S(' pr('I('llIha era SI'II! 1
2.I,j. Desarrollo de los juegos
1I,II1lellH' lograr ulla c'spnit' dt, salv{)(ondullll '1"(' aS('}!,lII'iII a 1.1
Los griegos llamaban pentr:terÍJ, "quinquenio", al período compren- IIlviolahilidad dt, los dt'ponisras y de los ('spt'uadof('s "uraflll' Sil Vlal('
dido entre dos celebraciones de los Juegos Olímpicos. Quiere ello decir, ha, ia ( )Iilllpia y 1)( Is[c!'ion m'llIt' lllalH lo f('wrnaSt'll a sus ( ill! 1011 I('s I!'~(
dado que los antiguos empleaban cálculo inclusivo, que el festival tenía IÍvas, a fill tll' que las gllc'rcas, (OllstallteS alllt's (01110 ahol'a, 1\11 111
lugar cada l'llatro m'los, en los tórridos días del verano, como indican las dic'Sl'1l la (eh'hnll úill tlt' los jm'Aos, Todos (1¡¡¡llIoS SI' diriglall al kSI iVill SI'
ti-<:cllentes alusiones a las altas temperaturas que atletas y espectadores Imllahall, 1'lllolllt'S. hajll la PfOlt'(( ic'JIl divina, dt, mam'!'a qlU' ,"alquic'l'
dehfan soportar, La fec:ha t'xacta t'ra, 110 ohstílllte, variable. coincidiendo dc'slmíll qUl' St' wllIt'lit'ra lolllra t'\los supollía lIoa ~ravt' falra n'Ii}.tIOl\II,
1'),1 1')'
I'I'HN/\N()() l;I\IH 1/\ HOMUH I I~ lIH.~ I.M'lt~
No OhSliIlltl', como apuntan FinleyPleket (p. 991(0), aunque no (O!I JIIJ ,1 mM.!', 1'.l/II'ri,/lm/'tll/, dl·J/Jld.l dI' ,/"t' d /'.I11t1t'ld"fI 1,/lfl,I, 11/1 0 ti,..
t1dwlllos subl'stimar los efecros disuasorios de la religión, el rigor con que I\rl'/'.Iil,lO, /111'1"" wd/,/',Ido tllmlll/I' 1,1 t'fllllllt'lÍt'irJlI 111It' IfI.I ,.,,/ldllrril ... Nrl
la m'gua olímpica era r<:.'Spetada puede explicarse también por la concu- y 1" /It-.lltl Irtflllllll'l'/ri
o/;J/'I1III', Iru 1,1I'/'d/'lIIrlf/loJ JI' "/IItI/III ' it'mll /r,lIIr/IO/O.l
rn'IHIa de otros factores, como el interés que casi todas las ciudades tlJí" (eL también la insailxilín dl' Olilllpia, dt, la prilllera Illilad dd V
mostraban por los juegos y la casi nula importancia política y económica a.C, que COII el n,O .'''il{ aparece ell S/1G XXXI).
¡'mdl', que no era, obviamente, objetivo militar prioritario. Sea como Los al rIeras estaban obligados a prl'Sl'l1CaI'Se l'n Olílllpia al Illl'lIllS 1111
f'lIl'n', la prodamaci6n de la tregua olímpica consiguió durante un mes antes del inicio dd festival, aunque ya desdl' IIl1l'Vl' IlIl'Sl'S al nis la!'!
Illllt'llio lo <lue las modernas Olimpíadas no han logrado cuando su exis- instalaciones estaban abiertas a quien lJuisiese mm'lIar all( 11 IISI 1111.
Icnda no alcanza todavía los cien años: que los juegos se celebren todos Obviamente, todas la ciudades estaban interesadas t'lI qtll' sus depon Istas
los cuatrienios, independientemente de los conflictos políticos y militares brillasen a gran altura, pero parece que los atletas Sl' illsnihúlII a IIl1dll
('11 lJlIl' los hombres se hallen envueltos. Un pasaje de Tuádides individual, sin que los estados enviasen repn:sl'lItadolll'S ofilÍaks, A MI
('i/íl)-"iO) l'S f¡el testimonio de las disputas que surgían al respecto de la llegada, eran sometidos por los helanódicas a UII l'XallH'1I l'lI d IJlIl'
m'gua y tll' las medidas que se adoptaban contra quienes la violaban, Lh.. bían demostrar que cumplían los requisitos exigidos para podl'l' ~('I
Pl'ro IllUl'stra igualmente que, pese a todo, la tensión no estaba ausente admitidos en los juegos sagrados, a saber, ser hOl\lhn's lihl'l's, Iti,o~ Iq~1
,k IIIS ¡uq..:os wando era tensa también la situación política, como ocurría timos de padres griegos y no estar sometidos a "lililí", ('S d¡'l ir, a la
t'lI ·1.'0 a.< :.: . Ele verano tuvieron lugar los juegos Olímpicos en los que el privación de los derechos de ciudadanía por haber WIIlt'lido 1111 ddllll
.In "tI/IJ I\l/rlnfr/meJ obtuvo por primera vez la victoria en el pancracio. Y religioso o de sangre, Dado que la burocracia no akallzl) ,I1.nlll I j¡'sal'l'ollo
Irll t"/1'fI! íl/lllltlierrm ,1 los lacedemonios entrar en el recinto sagrado, de modo en las ciudades griegas, no siempre era f,idl realizar I "Il's I olllprllhil
,/11/' f/(I III/dit'rrlll h,Iar Jacrificios ni participar en las competiciones, pues no ciones, especialmente cuando se trataba de atletas 1I{',I1.ados dI' ;1I'I'il)\
11'1 h.IMdll IJ(lp,e/do la multa a que les habían condenado los eleos en virtud marginales del mundo griego, Ya a comienzos del V a.c. los fÍvall's dl'l
tll' 1" II'v olímpica, acusándolos de haber llevado sus armas contra ellos y rey macedonio Alejandro pusieron en duda su grl'cidad y, ('11 11111'.1'
1111/11'11 1" /ilt'Jaleza de Pirco y de haber enviado sus hoplitas a Lepreo cuencia, su capacidad para poder participar en la Glm'ra dI' lll;\! I11,11. as ,
tI,mm/l' 1" /re¡.:ua olímpica. La multa era de dos mil minas, dos minas por aunque finalmente los helanódicas aceptaron como v<ilida la all',I1.ill 1011 dI'
¡,U/,I 11II/,liü/, como establece la ley, Los lacedemonios enviaron una emba- que ya sus antepasados remotos eran griegos de Argos (1 h-n'lt 10111 ').!!.
¡tlt/'I y reJpondieron que les habfan condenado injustamente, alegando que cf. LA); es posible, pues, que, sobre todo cuando se traraha dl' Jll'I'SIIII;lII'"
1" /rI'.I!.",1 a¡ín no había sido proclamada en Lacedemonia cuando ellos influyentes como a menudo sucedió en época romana, los ¡m'll's 110 SI'
oll'úmm 10.1' hoplitas, Los eleos replicaron que la tregua ya tenía vigencia mostrasen demasiado exigentes con respecto al cumplimiCllIO {'slrillo I k
/'" 111 I"dl' (prJrt/ue es a sí mismos a quienes primero la proclaman) y que por las condiciones de admisión en los juegos,
1'.1/",. 1'11 IJ,"Z y no e.lperar lo que sucedió al estar en vigor los pactos, se Tampoco debía de ser nada fácil a los helanódicas en cierlOs UISOS 1;,
"'!lI"he/tl deJprevenidos cuando fueron atacados... Los demás griegos separación de los atletas por edades, de manera que probablellll'llIl' 1'('( 11
fllI,i"rrm JIU embajadas a los juegos.. , Sin embargo, los e/eos, temerosos de rrían a la observación del aspecto externo de los deportistas para
//"" lo.! /'lcedemonioJ intentaran hacer sus sacrificios por la fuerza, dispu- incluirlos en la categoría de los niños o en la de los adultos. dt'lÍsic';1I
Jimm 1111 cuerp() de KIJardia formado por jóvenes armados ... , pero había sumamente delicada en el caso de los deportes pesados, en los que rl'slIl-
NI/re lo.r a.ri.rtenteJ al festival Kran temor de que los lacedemonios llegaran taba decisivo el peso corporal. Diógenes Laercio (8047) relata al reSpl'lto
I ')(¡ \97
FERNANDO GARCÍA ROMERO It¡;-, 11111,1" l)lIMI'1I "~
la historia del púgil Pitágoras de Samos, quien, en los Juegos Olímpicos mes de entn':Il<lBtielllo lOllllíll los hdalHídiuls St' dir~fal íI los atlt'lHS (011
de ')HH a.c., no fue admitido en la categoría de los paídes, probable- la siguiente prodama: "Si IJJ btlbhJ c'.ljlJrztldo I,mlll nNl/o {"Irll ml't'I'/I'1' 11'''
1II('llIe porque aparentaba mayor edad de la que realmente tenía, de Olimpia y no hctbéi.r ((JI/lidie/o fI¡".~lh flegi,~t'!I" tI/ ¡/(/O I/I//IIM', /,1 t (/1/
lIliU lera que se vio obligado a participar en la competición de los adultos, ánimo; en cambio, CflliemJ no Je htI,Ytlfl eNlref/tlc/o d,d, ""ln/!tÍo.l ,1 tlofltl"
('11 la que, pese a todo, resultó vencedor. Evidentemente, comprobar si qtteráis" (Apolonio dice preferir mn mutho lal arl'~iI a la '1 11 l' l'nI Imhi
alll'tas venidos de todos los rincones del mundo griego habían cumplído tual en los Juegos Píticos e Istmims: "Id ti! /'Jltldio .'Y /11/(1'0.1 1IIIIIIIm'I
" no los 1H años era tarea imposible de realizar y el sistema clasificatorio capaces de vencer"), Tras de ello se dirigían todos ¡umos, al ktas, t'llIn'lHl
a ojo" suponía, en todo caso, la solución menos mala. dores y helanódicas, en procesión hacia Olimpia, dondl' Sl' instalahan
{lna tercera fuente de conflictos aguardaba a los helanódicas en el prestos a iniciar las competiciones, no sin ant<:s habl'r prestado el jura
111011 lI'llto de inscribir a los atletas: decidir si eran o no admisibles las mento olímpico ante la imponente estatua de Zl'lIS .. Proll't IIlI' "l' llls
l'iIIOIH'S lOll las que los rezagados justificaban su llegada fuera de plazo. Juramentos": ''junto a esta estatua e,rlá eJ/"hlecitlll 11/11' 10.1 "lll'Idl, 1/11
(U'rlilllll'I1Il', pese a la tregua olímpica, toda clase de peligros y sucesos padres y hermctnos e incluso sus entrenadoreJ {lYeJ/m .mlm' Ir,)'1.1i.1 di' 1"/'111' ti"
IIlll'H'vístos aguardaban a los viajeros que se dirigían a Olimpia, de verraco el juramento de que ningún fraude ((Jllfelt'r,íll N/1m )/ll'go.l Ol/m-
III.IIH'I'<I qlll' debían de ser habituales los retrasos motivados por acci- picos, Y los atletas jurán además también qlle d"r.lfllt' dia. 1111'.11'.1 .1 IItI'.1 1/'0 I
dI '1IIt'S, l1<lll fragios, asaltos de bandidos o piratas y otros incidentes ines- han seguido estrictamente en todo las rtllYlfltlJ dI:' /'f/ln"ltlllllt'f/lo, }' 111/'11"
1ll'l'ados. Pero los jueces tenían que andarse con tiento para no ser asímismo quienes se encargan de examinar tt lo,r "i,J()J o ./ lo., polml ,/"1'
!'lIganados (OI} falsas excusas, como las que adujo el atleta Apolonio de intervienen en las carreras que tomtln JIIJ del'iJúJllt'J (111/ ¡1I.IIII/tI )' 111/
AlqalHlna m la Olimpíada 218 (96 p.c.), el cual afirmó que vientos sobornos y que guardarán en .recreto lo "/te hdY,1fI .hl/Jido di' 101 / ¡/t/,I,t!"IIJI
'lHllraríos le habían impedido llegar a tiempo, cuando un compatriota admitidos o no" (Pausanias 5,24.9-10).
'>'IYO llamado 1kradides demostró que en realidad se hallaba en Jonia La procesión desde Élíde hasta Olimpia, el jUl'<lIl1l'llIO 011111' ",('IIS
",I1I1( 11';tlldo ('11 linos juegos bien dotados económicamente; Apolonío, al Borcio y la inscripción definitiva de los atletas onJpaha la lIIanallil dd
",\I(H'I' , 110 S(' tomlÍ con resignación el chivatazo y quiso emprenderla a primer día de los juegos propiamente dichos; destll' Y)() íI.( ". la fard" d.,
golpes 1O!I 1kradides, que había sido proclamado vencedor (Pausanias ese mismo día se dedicó a las competicion<:s dI..' trompetistas y hl'raldos, a
').! l. 12Ií). cuyos primeros clasificados se encomendaba la tarea dt, dar 1.1 sl'nal d"
I,()s at lelas se concentraban en Élide, distante unos 57 km de salida de las carreras y anunciar las decisiones d<: los jUl'ces y 1'1'0l lafllal d
( )Iillll'ia, y allí se desarrollaban los entrenamientos postreros previos a la nombre de los vencedores (el emperador Juliano nos ha IrallSlllitidll lil
\ 111111'1'( il ¡IIB, r('alizados bajo la supervisión de los helanódicas, que en el formula que empleaban los heraldos para indicar el Ullllimw o l'\ Iillal
( 111'11 de ('se Blt'S IIllal decidían definitivamente quienes podían inscribirse de los juegos; son los fr. 863 y 865 PMG: "t'lJlltienzll (o 1/'1'11111/./) ,.1
1111110 parl itipalltes ell los juegos. El tipo de vida al que estaban some- certamen, dispensador de los más hermo.ros prem1OJ, y elIIIOII//'1I11i illl'/Id ,1 l/O
IIdll:-' los hit tiros competidores durante ese período era famoso por su demorarse ya").
n~lIfosid;t, tal1to por lo t¡ue respecta a los ejercidos físicos que debían La duración exacta del festival en sus primeros años tIe vida histo
n·"lil.ar tOlllO al n:gilllt'll alimenticio que tenían fijado, a menudo lejos de rica nos es desconocida, aunque es lógico pensar llue no (olllpn'lIdl'na
los deseos o h¡¡hitos particulares de cada atleta, pues era para todos idén- más de uno o dos días, pues únicamente se celebraba una Ulllllwlídfill
tiUl. Por Fikístntw (Vitlll eh A{)(}{lif/io 'i.I¡~) sabemos que al acabar el deportiva, la carrera del estadio. Posteriormente fue adquiril..'lldo mayor
1')1)
It)H
r
{'XlenSlón conforme se fueron añadiendo sucesivamente pruebas, hasta j Gardiner, AAW 224ss., FinleyPleket 27ss,), El tercer día se inidaba t Ol!
qlle, con la reestructuración llevada a cabo en la Olimpíada 77, en 472 la prueba más brillante y espectacular, la carrera de cuádrigas, l(Ul' daha
a,c', (cf, Pausanias 5,9,34, 5,13.3), la duración del festival quedó paso a las restantes competiciones ecuestres, entre las que Sl' illdll{al!
lIjada en cinco o seis días. Al estadio se añadieron, en efecto, el diaulo probablemente las carreras para potros; por la tarde intcrVl'Ilíall los
(724 a.c.), el dólico o carrera de fondo (720 a.c.), el estadio infantil pentatletas, acabando la jornada, al anochecer, con una ceremollia rdí-
((1)2 a.e.) y, finalmente, la carrera con armas (520 a,C.), entre las giosa, la ofrenda ante la tumba del héroe Pélope, mítirt) primer vl'lllt'dol'
pflll·has pedestres. El pentado se introdujo en 708 a.c. (la modalidad olímpico. También un acto cultual daba comienzo al cuarto día, willl ¡.
infantil solamente se disputó en una ocasión, en 628 a.c.), y también en dente con el plenilunio y en realidad todo él dedicado a los diosl's, St'
!OH hizo su aparición la lucha, sumándose a continuación el boxeo (688 iniciaba, en efecto, con una solemne procesi6n que avanzaha desdl' d
a.c') y el pancracio (648 a.c.), así como los respectivos concursos para pritaneo (el lugar de reuni6n de las autoridades) hasta el airar dI' I'.l'US y
lIinos (lllrha en 632, boxeo en 616 y pancracio en 200 a,c'; ésta última estaba compuesta por los helan6dicas vestidos con sus l11ejon's galas,
!tI{' prl'cisamente la postrera modificación importante que admitió el sacerdotes, las embajadas oficiales de las ciudades cun sus rkas ofn'l1das
progral11a olímpico, casi 600 años antes de la abolición de los juegos), y, finalmente, los participantes y sus entrenadores, enrabl'zados por las
I'm lo que respecta a las disciplinas ecuestres, la carrera de cuádrigas se vistosas cuádrigas. Una vez llegado el cortejo a su punto dl' t!I'SlÍllo, ll'llía
displHlí pm vez primera en 680 a.c. y la de caballos montados en 648; lugar la ceremonia central de los juegos, el sacrificio dI' riCII hlll'Yl'S ofn'
dos pnll'has, la carrera de carros tirados por un tronco de dos mulas y la cido a Zeus por los organizadores eleos, (Iue se realizaba sohl'l' 1111
1Ioll1lada i~,"/Il! se introdujeron respectivamente en 500 y 496 a.c., pero montón de cenizas (Pausanias cifra su altura en 6, "i lll) qm' St' hahlall ido
1I1t'1'01l eliminadas de los juegos en 444 a,c'; en 408 se añadió un acumulando con el transcurso del tiempo, Partl' dl' la tarll(' dt' los
{Ollt Ilrso dI' higas tiradas por caballos, tras de lo cual la única innovación animales se quemaba en honor del dios, en tanto que d fl'S(() S(' n'Sl'fvah"
'111(' 01 In [(í a los concursos hípicos fue la adición de las correspondientes para el banquete que se ofrecía al anochecer. El quinlO dú, la t'Spl't loh inn
pnuhts para potros (cuádrigas en 384, bigas en 268 y potros montados estaba centrada en las pruebas atléticas, las ram'ras 1'('d('slfl's por \;1
('II .''>(¡ a,C :.), Ya se ha dicho, por último, que a partir de 396 a.c. se mañana y por la tarde las disciplinas pesadas, IlIdIa, box('o. p~1It IWIO y
displllOlI'Oll ClI Olimpia competiciones para heraldos y trompetistas (cf. también la carrera con armas, Por fin, el sexto y lihílllO dla ('I'a d d., la
para IOdo dio, Pausanias 5.8.6 y 5.9.l), proclamación y coronación de los wncedores. EIl d IllOllll'lllO di' OIIl{'III'!
I~l ordell en que Sl' disputaban las pruebas que componían tan apre- la victoria, los atletas eran premiados COII ulla cillta d(' lalla qU(' {l'nla SU"
I ;Ido programa IlO podl'mos precisarlo con absoluta seguridad y exac- sienes (cf. figura 2\) y, a partir de época hdl'nlstíl a. mil ul1a rallla d,'
11 flId , alllHllIl' sí a grandes rasgos (cabe, además, la posibilidad de que palma; durante la última jurnada de los jut'p;us tI'lIía lugar la I Ol'Ollill jIu I
haya hahido algllnas !l1odif1raciones, ciertamente poco importantes, en el de los vencedores, ante la pm'rta Est.c dd telllplo dt' :1,('11'1, {Oll 1111,1
( IIl'Sll d(' los sip;los). Ocupado d primer día, como apuntamos más arriba, corona trenzada mn ramas lid olivo sagrado Ql1l', St'glill la lt'y(,llda, hahlo'
por dt'sfiles, «n'!llonias dl' caniner rdi,gioso y actividades burocráticas, 1,lantado Hl'rades cuandu fUlldó los il(}~oS (l f. !'(lIdaro, ()/III//I// dI
los Ulllt IIfSOS {kportivos comenzaban el segundo d(a, ron la disputa de ",2.)ss.), Las ramaS dd,ían Sl'r cortadas WI1 {(Hilillo de oro por 1111 ,OVI'II
las Wllllwtidoncs para ninos (quÍl'1ll'S deflendcn una durarilÍn de cinco y eran depositadas l'l1 tilia arrístiul lI1l'sa l.I'ísodd"alllÍlla, ohra drl ('St ulllll'
tll'us para los ¡ut'~os. sitúan los mmursos illfillltill's ell la tarde dd primer Colotes, discípulo dl' Fidias (Pmlsílnias ",20,2), d(' doud,' las rnlll-t(1I11 ION
lIra, d, E1wrt, uOlylllpia, .. ", o hit'll ,'11 la lardl' dl' IlIll'srro cuarto dÚI. d. hdanl',dims para wloulr1as sohn' la nlhl'za dl' IOll a dt'lall , A 111 wrollllril\1I
.'00 JOI
l'I'HNANIlO (,AHI lA l(oMi'I«(J le J:-' 11111 ,1 J" e 'I~ 11"
sl',L!,ufa ulla ofrenda tlt' acd61l de gradas a Zeus y finalmente, al atardecer, 1111 Itdallcidita; d lIIislIlO millll'ro, dos, St' 11 la 111 IIVO (\lIlIldo,
Ic'lIlH IlIgar d ,LiralJ banquele que los jueces deos ofrecían a los vencedores de ')HO a.< :., fuel'OlI los deos quie\les St' ('Ill'ílrgawlI, ellos
y il los l'l'pn'st'lltalltes oficiales de las ciudades. la organizalitÍlI dd fl-s[ival. Destll' /fHO ({) /fOO, la Ic.'(ha t'S disOII
Al dfa Sí,Lillil'llle atletas y espectadores abandonaban Olimpia, unos son nombrados llueve jueces, tres para las n IIl1pl'l i(¡om's lIlpil as, IITS
dc'( t'pdollados, otros lJjoderadamente contentos y unos pocos eufóricos para el pentado y tres para las restantes pnll'bas; ocho al)os Illíís I "I'tlt' St'
('11 ('Spt'ra wdavía de una nueva celebración de! triunfo cuando llegaran a un décimo helancíJica, al Ser diez d número dl' IrihllS t'lI <¡IU' nJidt,
sus ciudades rl'spenivas ell olor de multitud. quedó dividida, de la misma manera que, cuando el llIílllt'ro dl' Irihlls
fue elevado a doce en 368, doce fueron también los jUl'tt'S dl'si,Lillados,
Poco después, sin embargo, los arcadios arrebataron a los dl'os pal'l(' de
2. J A. Los IIclan()dicas
su territorio, lo que provocó que, en 364, los ocho
La organizacic'Ín de un festival complejo y multitudinario corno el reducida Élide eligieran una helanódica cada uno.
Clllmpito rt'quería, por supuesto, la intervención de un número de Olimpíada 108 (348 a.c.) el número de jueces fue fIjado l'll diez, 11110
!,l'rse lilas IIUl' se encargaran de la realización y supervisión de todas las por cada tribu de los e!eos, al menos hasta el siglo ] I :. (Pausallias, /111 ,
,1( [ividad('s ljut.' SI: desarrollaban en el curso de los juegos y al amparo cit,; Filóstrato, Vida de Apolonio 3.30) y quizá la aholkiól1 dl' los
dllJ'i, d(':.d(' los I:spondóforos que proclamaban por toda Grecia la tregua Juegos.
il. los hl'raldos que anunciaban el nombre de los vencedores o los El hecho de desempeñar, durante una Olimpíada, d largo d(' 1\('1,1
1n H 1I1ll'1 íSI as t'IlUlrgados de dar la señal de salida hasta aquellos hombres nódica suponía para la persona que lo detentaba un alto hOllor <d
'ol,hl(' 1m, que recaía la mayor responsabilidad, los llamados "helanó- carácter religioso de tal ocupación no pasaba a segulldo plallO) y al
dI! i1~", ('SIC! ('s, "jueces de los griegos". En las competiciones deportivas tiempo también una oportunidad de destacar en sociedad; Pl'ro 110 lodo
ti"!' I jCIlt'11 lugar en e! transcurso de los primeros juegos olímpicos, en se reducía a vestir púrpura, símbolo de elevado statu.!', y a oUlpílr sil il) Ilc'
('PIII" 1Iu"1 ila, y también en los concursos que Homero en el honor en el estadio durante las competiciones, sino que prohahl('IIH'III('
I.tlllo .! ~ de J1ícld,t, es una sola persona de especial corno era práctica habitual en las ciudades los helan(ídi( as
Aquiles n'slx'nivamente, quien organiza la celebración y al mismo financiar de su propio pecunio parte del coste de los juegos, l'n talid"d dI'
I\('mpo St' elll'arga de asignar los premios y decidir los pleitos que surgen o servicio público. De todo ello se deduce üicill1ll'llIl' qlH' los
1'111 r(' los participantes. En época histórica, conforme los juegos jueces sólo podían salir de entre las filas de la nobleza local de Hlid." 1111
g,III:1tlt!D l'tI complejidad, el número de helanódicas aumentó hasta de otras clases sociales, que carecían de los medios económicos y dl'l pn's
'1l1edar fijado m diez. Es una vez más Pausanias (5.9.4-5) quien nos tigio social que el desempeño de! cargo exigía, Con respecto al pro(l'so d('
illlmllla WIl precisión sobre e! particular, aunque las fechas no pueden selección, nuestras fuentes antiguas hablan indistintamente de "sotlm" y
IOllsidl'rarse seguras, dado que e! texto se encuentra probablemente "votación", lo cual se ha interpretado en el sentido de tIlle l'l1 \lila
wrrllplO (otros datos conocernos por los escolios a Píndaro, Olímpicas primera fase el pueblo elegía por votación a un determinado ntímel'O d('
L~ 2, tuya fuente son las obras históricas de Helánico y Aristodemo, y miembros de la clase alta, entre los cuales se designaba mediante sont'l'
por t'l It;xiw de Harpocración, que se basa en el testimonio de la perdida "IU1<:1l<:" iban a ser los helanódicas de los juegos correspondientes,
(;OIlJlí'lf(i(m de lo,r e/eo,r de Aristóteles). Durante el tiempo en el que los Los elegidos recibían, durante diez meses, una especie de cursillo t'll
hahitalltes de Pisa y Élide compartieron la dirección de los juegos, cada el que se enseñaba cuáles eran las reglas que regían los juegos y cómo
.!02 20.\
ITltN/\NPIl (;/\IU 1/\ 1(( IMI·II0 H)~ ,IH.(~ (11.fMI'If lIS
I kbtall aplicarlas (' illlerprerarlas, Los encargados de instruir a los futuros a la (0111)1<:1 itilíll, ('srahll't Úlll los {'1I1 jlill'('ja-
Ill'lalHídilas sohre el panicular eran los llamados "!1omof(Jaces" o "guar- elltre s( y a IIIS
diau('s tll' las ley~s", a l)uielles competía en última instancia la conserva- vencedores, Eran, en d
1illll y, ('11 su tílSO, 11 11 x.1 ificación de las normas que regulaban las normal desarrollo dd festival.
1001llx'lidolles. As( pues, la misión de los helanódicas consistía, ante
('11 vdar porque los atletas cumplieran las reglas de cada prueba,
2.1.5. Los espectadores
n'solviClldo los evelltuales litigios que pudieran darse entre los partici-
pallll'S (ya l'n los juegos atléticos del canto de lI/ada dos de los En Olimpia se reunían ingentes cantidades de personas, l'lI lIlíllll'W
( 0111 pel idorl's ell la carreta de carros se enzarzan en una acerba discusión, progresivamente creciente según evidencian las sucesivas íllllplialÍOlll'S dt,
'1\11' rl'slldvl' el veredicto del juez único, Aquiles; cf. 1.2), Sus decisiones, las instalaciones destinadas a los espectadores, y tales agIOllll'radollt,s,
tOltlO ha ocurrido siempre, no contentaban a todo el mundo, y en sendos bajo el aplastante calor del verano griego,
pasa/l'S de los epinicios 4 y 11 de Baquílides encontramos el que quizá varse porque el espectáculo merecía la pena, como apunta el
que tenemos constancia de esa práctica tan Epicteto (1.6.26): "Yen Olimpia ... ('no os asáis? ('no I/JlthJ tI/m'ltltlw¡J
a JoS árbitros de las derrotas; en el epinicio 11, ('no os bañáis a duras penas? ('no os empapáis cuando III/I/I'e? ,:y !lO tli.I/m
('11 1'11'1 lO, d poeta atribuye el fracaso en táis de alboroto, griterfo y otras molestias? Pero pienJo q/ll: Ji .I'II/rfry ,1O/UIt'
AII'Kidalll1l de Metaponto a "los juicios muy errados de los mortales" táis todo eso es porque contraponéis a ello el mérito del eJ/Je(/tímlo", Para
\.., ~ los vv. 1 1ss. del epinicio 4 quizá pudieran interpretarse en el mismo otros, no obstante, ni siquiera el espectáculo bastaba para WlIlpt'IIS¡II' los
"'Ulhlo, ,IlIIHllI(' se trata sólo de una hipótesis, dado el lamentable estado inconvenientes del calor y la muchedumbre, como es d caso de aqu(;1
di' IIlIlSl'!'Vóll il)U del texto), Contra las decisiones de los helanódicas, hombre de Quíos que, según Eliano (Historias Variada.!' 11t,IH), taslig{¡
¡J!lóldas por mayoría de votos, únicamente cabía elevar recurso ante el a su esclavo con el más horrible tormento: ")0 no te lm.y ti I'II/'itlr
"( 1l1lSl'/0 Olílllpim", 6rgano creado hacia el final del siglo V a.c., que, molino, sino que te voy a llevar a OlimPia', pues creía, como eJ rtlzolltl/Jk,
1'11 IOdo l aso, posiblemente no modificaba el veredicto, sino que se limi- que era castigo mucho más duro cocerse como espectador en Olilll/Jitl /J,Ijo 10.1
I iI ha a sancionar a los jueces. Para controlar el desarrollo de las pruebas y rayos del sol que ser entregado al molino para moler", Las nulas posihili-
t as! igar a quienes cometiesen irregularidades, los helanódicas contaban dades de alojamiento obligaban a los visitantes a hacer la vida, diuflla y
tllll la ayuda de árbitros auxiliares y de "rabducos" ("porta bastones"), nocturna, al aire libre, y tampoco eran muchas las oportunidad('s dl'
qlll' I'mpleaban tan expeditivo medio para imponer disciplina (<..1. Pausa- comer bien y darse un buen baño. Pese a ello, llegaban a Olimpia ('spn
lIías (¡.2,2; Tucídides 5,50; Heródoto 8.59; ]enofonte, Constitución de tadores procedentes todos los rincones del mundo conocido y prllll'-
Itlll'ill'lIlImioJ HA), dentes de las más diversas extracciones sociales, desde
Pero las los helanódicas no se limitaban a supervisar formaban parte de las con frecuencia harto fastuosas embajadas
IlIs WIK ursos, sino que su tarea comenzaba antes incluso que se iniciaran de cada estado hasta los miembros de las clases más pobres, incluyelldo
los JlIl'gos propiamente dichos, A ellos competía, en efecto, la admisión bárbaros y esclavos, para quienes probablemente no estaba prohibida la
dl' los participantes, aceptando o no las razones que alegaban para justi- asistencia a los juegos, sólo vetada a las mujeres (véase 1.3,3),
lit al' su llegada fuera de plazo, comprobando si cumplían los requisitos Cicerón (Tusculanas 5.8) atribuye a Pitágoras la siguiente compara-
exigidos y distribuyéndolos por grupos de edad, Supervisaban, además, ción: "Pitágoras respondió que la vida de los hombres le parecfa semejante a
,~()1 20~
FERNANDO GARciA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
)0(, lO?
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
escuchado en los Juegos Olimpicos a muchos de mis discípulos hablar mal de Madrid 1985 (Cuadernos Historia 16, n.o 106); H.V. Herrlllallll.
ti. Quizá es que tienen el oído más fino que yo, porque yo no lo oí". "Olympia und seine Spiele im Wandel der Zeiten", Gymnasium LXXX
No está claro, por último, si los espectadores pagaban o no por 1973, 172-205; K. Herrmann, "Olympia. The Sanctuary and tl1('
contemplar los espectáculos que se les ofrecían en Olimpia. Gardiner Contests", en Mind and Body. Athletic Cantests in Ancient Greece, AH'mls
defendió la tesis de que la entrada era libre y tal hipótesis cuenta con el 1989, 47-68; J Melber, Olympia, Berlín 1936; 1. Y G. Poolto, Tilt'
apoyo de buena parte de los estudiosos del tema (cf, FinleyPleket History 01 the Ancient Olympic Games, Londres 1965; W. Rudolph.
5960), No obstante, Harris (GAA 152) ha advertido que en otros Olympische Spiele in der Antike, Leipzig 1975; H. SchObel, O/ym/'ltl litul
espectáculos públicos celebrados también en el marco de festivales reli- seine Spiele, Berlín 1965 (trad. frane. Leipzig 1966; trad. esp. M¿.jiUl.
giosos, como es el caso de las representaciones dramáticas atenienses, los 1968; trad. ingL Londres 1966); J. Swaddling, The Ancienl O(VIII/,in.
espectadores pagaban, de manera que no podemos asegurar que la asis- Londres 1980; E. Thiemann, "Die Olympischen Spiele im Altertum", m
tencia a las competiciones olímpicas fuera gratuíta. En todo caso, es U. Jantzen - E. Thiemann - A. Mallwitz, Olympia in der Anlik~C', ESS('II
evidente que, al igual que ocurre en los juegos modernos, el dinero recau- 1960; N. Yalouris (ed.), The Olympic Games in AntÍent Greet'C'. AH'mls
dado por esa vía no hubiera bastado para financiar los costes de la orga- 1982.
nización, por lo que siempre era preciso recutrir a lo que aportaba el 2) Origen. Primera y última Olimpíada. R. B1mh, "TI\('
erario público y a lo que se obtenía de los obligados tributos de los Origins of the Olympic Games", Scientific American 219, 1 !)6H, 7HH "l,
ciudadanos ricos, contribuáones ambas que se verían compensadas, al 1. Boutros, Phoenician Sport. lts lnfluence an the Origin o/ 11.1" O/YfII/llt
menos en parte, con lo que gastaban los visitantes durante el festival, que Games, Amsterdam 1981; A. Brelich, Le iniziaziani Il, Roma l')!.~;
no debía de ser poca cosa. W. Burkert, Griechische Religian der archaischen und klarJúdlt,u li!,m lit'.
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ed. por R. Muth y G. Pfohl, Innsbruck 1979, 161202; H.W. Pleket, Sabemos por diversas fuentes antiguas (Plutarco, Sliló'l I l. 1;
"Olympic Benefactors", ZPE XX 1976, 118; A.E. Raubitschek, urhe Diógenes Laercio 5.1.26) que, en la segunda mitad del sit!lo IV a.e.,
Panhellenic Idea and the Olympic Games", en The Archaeology 01 the Aristóteles, probablemente con la colaboración de su sobrino y disdpulo
O!ympics, ed. por W. Raschke, Wisconsin 1988, 357. Calístenes, compilaron un catálogo de vencedores en los .Juet!0s P{tilOs,
los segundos entre los Juegos PanheIénicos, cuya importanda era líllila-
mente superada por los Olímpicos y que cada cuatro aflos Sl' n·ll·hnlhall,
en honor de Apolo, en su santuario de Delfos, en medio de UII paraj"
impresionante, al pie del mítico monte Parnaso y muy u:rGl dd lIIar,
pese a estar 573 m. por encima de su nivel. Cuenta la leyenda lJlIl' Apolo
instauró su culto en DeIfos tras desembarazarse del anterior onlpallH' lid
santuario, la serpiente Pitón, representante de un anrit!lIo culto nl'llli((l,
en recuerdo de la cual hubo de fundar, en calidad de ,¡J!Ji'l t:/JiltíIJbill.l, los
Juegos Píticos (Aristóteles, fr, 637 Rose; Ovidio, MeltlffwrjiJ.l1J 1.·1,1 "Iss"
interpreta la institución de los juegos como recuerdo dl' la hazana d..!
dios, no como un imento de aplacar la cólera dd I11l1l'no y l'xpiaf el
crimen; véase lE, Fontenrose, Python. A .study (JI DeI/JI.¡ir My¡h tmd 1/1
Origin, Berkeley-Los Angeles 1959, y G. Roux, D(·/#J/:.I, .fOIl IJY,u/¡' t'/ H'j
diet/x, París, 1976), En su primera etapa d agcíll mlllprl'lldf¡¡ l'xdusiviI
mente una competición musical; los participalltl'S (afilaban, Ull\ c,l ¡H 0111
pañamiemo de la cítara, un himno en hOllor de Apolo, Sq.t1il\ el
testimonio de Pausanias (l (), 7,2), quien tambil-II n'{lIl'rda d !lomlll'!' dl'l
primer vencedor, Crisótemis de Creta, el nlal (o Sil padre (:al'lllflllor)
purific¡) a Apolo por haber matado a la serpil'ntl' y rlll' el prilllt·ru dI' 1111,1
larga lista de poetas <.¡ue obtuvieron el triunfo el! ()t'lros, l'!IIn' los qlll'
sobresale por la cantidad de sus éxitos mro {alltor sl'Iiq~td¡o, d
lesbio Terpandro,
La entrada C!I la historia tll' los Juegos PílÍws se prodlljo, WIIIO ('O
el taSO de los tl'stivalcs {slInim y IlerneO, t'lI d prillll'f UlarlO dc' si~1I VI
a,e :., pero la li:dw exarta tll' la prillll'ra ldehrm icíll de IIIlOS jl'~o" l'l'lIl1
vados mili illlía sÍl'lIdo objeto de disUlsi{ul. ¡( :lIiílldo dejarol\ dI' [\1'1' 10M
,Juegos Pítims un fl'slival qm' St' rdl'hraha ntda odIO anos y Ull1Ipn'lId(u
un único l'Olll'llrSO Illuskal, para wllvertinil.', adapt¡{ndo!lc ul rilCno ol(m-
.! Il ~ 1\
HIINANI)() (¡AlU 'A IUIMII((1 I.'~ IIIH ,( .~ (IIIMI'U l'~
pilO, ('11 jl'~OS llIatrienak'S en los que se induúm, adem,ls de diversas Sea ((lllIO hll'n', a panir ¡((' "iH2 la r¡'COlllpl'IISa qUl' 1'('1 iluall lo~
((11111\('1 idolws lIIusicales, también pruebas atléticas e hípicas? En síntesis, vcnCt'dof(:s consistía, UHllO ell los r('stalllt'S .JUl'~OS Palllll'¡¡';11Í!ns, ('11 IIlIa
displ lIl('1ll0S de los si~uent daros, no siempre coincidentes entre sí. En los corona vegetal, eJl l'stl' caso de laurd, el ,írbol sa~rdtl d(' A\mlo; PllII 011'1 ti
prlllll'rOS anos cid si~l() VI a.e. los habitantes Delfos solicitaron la (Prohlem(tJ de bal/{/lIete 724a-h) menciona aSlmis!llo la l'IIO'l',l.(a de
d(' la ,lIl1illillll(a (l¡~a de lÍudades orhranizada en tomo al santuario como premio, mientras que otf()S tcstimonios, wlllhi(-1I lIulos l'lIos
I\'líri( allll'III(' para el mantenimiento del culto) para desembarazarse del época tardía, hablan incluso de manzanas (LlIciano, A!I(lflm;J 1); Alifo
la vecina (:risa ejercía sobre ellos, De resultas esta llamada logía Palatina 9,35
"Prilll('ra (Itlt'rra Sagrada" Crisa fue destruída, tras tres años de lucha, en La administración de los juegos estuvo siclllpn' l'l1 !llaIlOS dI' los
anfictíones, que controlaban toda la organizaól)1l (Id resl Ill'SI k la
'')l)(), 1Il011ll'nto ell que los anfictíones restablecieron los antiguos juegos,
amplialldo d prowama de pruelYas y ofreciendo como premio para los recepción e inscripción de los atletas hasta la entrega de los
pasando por el arbitraíe de las competiciones, Misi6n suya l'ra i~ualr'I
Vl'll! ('don's parte dd botín de guerra obtenido. No obstante, unos pocos
la proclamación de la tregua sagrada, que, como l'Il los n'swllJ('S .I1\(}O~
Ik, (:risa continuaron la lucha y los últimos focos de resistencia no
Panhelénicos, garantizaba la seguridad de quienes paflidpahall ('11 lo"
SI' .lpa~ro hasta algunos años más tarde; el final defmitivo de la guena fue
competiciones y demás ceremonias, ya fueran atletas ya l'spl'nadon's, y
apwwdmtlo por los miembros de la anfictionía para llevar a cabo una
evitaba asímismo enfrentamientos entre ellos en el Irallswrso di' \;,~
WIIII'II'lil r('l~aizÍn de los íuegos, que pasaron a partir de entonces a ser,
pruebas (cf. Tucídides 5.1, aunque el pasaje es de interprl'ta' i()1I Sil lila
.1 il.I~('1 Y semejanza de Olimpia, un festival cuatrienal y dotado con
mente controvertida y sospechoso de corrupción textll,d).
!,n'llIlos SllIIblílims, no crematísticos. De esta manera, los primeros Juegos
Los juegos se celebran durante el mes délfiro BlIlatio
PIIIIIIS d(' la serie rI:gular habrían tenido lugar en 582 a,e., de acuerdo con
Septiembre), en el año tercero de cada Olimpíada, e illdulall llUIlIll'li
d Il'slillHlIlio de M¡írmol de Paros y también, según la mterpretación más
ciones para adultos y para niños y también, al menos l'lI l'POl 01 t:lI'l Ha.
VI'f()~li, dc los escolios a los epinicios de Píndaro (es al menos la opinión pruebas atléticas femeninas, como demuestra la ya comentad .. illSI rip( jI 111
I'rl'v"lmt(' mm' los estudiosos del tema; e Gaspar, en el artículo de las muchachas de Trales, darable hacia el año 50 p.e. <ce I.~, U, h
"P}'lhia" de la enciclopedia de DarembergSaglio, pp. 7856, Y más recien- posible que la participación de mujeres en las pruebas gil1llltlslÍlas tuna
1('111('11((' el Illinucioso esrudio de Mosshammer). No obstante, un pasaje
precedida de su intervención en los concursos musicales, ya l'll lOllllll'tI
P"w¡allias (10,7.4-5) ha servido de punto de partida a otros autores ciones exlcusivamente femeninas ya en competencia con los III
<1 \c-II 11 l"tt , Miller y, aunque con dudas, Fontenrose) para postular como fecha Plutarco (Problemas de banquete 639a-b) apunta, por otro lado, '1 11(', a
.11' (l'Il'hraci!ín de los primeros Juegos Píticos de la serie regular el año 586 diferencia de lo que ocurría en Olimpia, las competiciones infalltib 110 S('
.1.< ,., l uamln, según el periegeta, tuvo el festival en el que se repar- celebraban todas juntas, en un mismo día, sino que tenían lugar dl'SPII('s
1i('roll mm' los vencedores los objetos valor provinientes del botID de la de las correspondientes pruebas para adultos (de todas formas, el U'XIII
~l'ra lOlltra Crísa. Pausanias comcide con el resto de las fuentes en datar los de Plutarco presenta una laguna, por lo que tal interpretación no l'S 11('1
I'l'illl('roS juegos en los que se premiaba a los triunfadores con corona') en el segura).
"no 'iH2, pero, en cambio, aftrma expresamente que el cómputo De la comparación de algunos testimonios época muy
Pil fadas l'llmienza no en esa fecha smo en 586, mcluyendo, pues, en la serie (Sófocles, Eleetra 698; Plutarco, Problemas de banquete 638a; Fill)stntw,
el agón crematístico que los demás testimonios sitúan en 590. Vida de Apolonio 6.10) parece deducirse que los concursos musicak's
•' 1,1 21.,
FERNANDO GARCÍA ROMERO H'~ IIIH ,1 l~ «II.1Ml'le «"
I'I'IH'¡l1<I1l a los atléticos y éstos a su vez a pruebas ecuestres, de rq!,ía ('11 los .Jlll',gOS Olílllpi,os. ()(' IHIl'VO ('S Pall:-lanias qllim IIO!! in!"mlll
Illilll('ra que Fontenrose (p. 127) ha podido proponer para los Juegos d(' que, ('n CSH{¡, los au! ice {om's pro~ntlaOI IDdas las p!'llt'ba!! ollmp" I~.
\lll ¡lOS tilla duración habitual de cinco días, de los cuales los dos primeros nlll la l'xct'prkín dt, la ,arrera dt, (lI¡ídri~as. y anadil'1'01l d,' Sil propia
!lI' d('d il ahan a las t'eremonias de más marcado carácter religioso y los tres ('llsl'tlla el dólico y l'l diaulo infiml il, qm' por a«ud ('IlIOII(('S 110 S(' dispu
('(, .. e afll('S a bs Ullllpeticiones propiamente dichas, musicales, atléticas e (aban aLÍn en Olirnpia. Con el delllpo fueroll illwrponílldos,' IIIH'vas
hf\,Íl as, por ('se ordel1. disciplinas, ullas veLes a illlitaci61l dc Olilllpia y 01 ras amitip¡ílldoSl' il !!It
Si hay 1111 rasgo definitorio de los Juegos Píticos, en comparación inclusión ('n el programa oJ(ll1piro: a Wlllil'IIZ0S lid si~lo V la lalT('nl cI('
(eHI los OII'OS wandes ICstivales panhelénicos, es la excepcional relevancia hoplitas, y en el transcurso dc:1 IV las carreras d(' hi~as para l ah"lIos y
qll(' m ('Ilos Ulbraball las competiciones musicales, núcleo originario de para potros, de rwidrigas para potros y tlt' potros lIlontados, ad"lwis d,'1
pancracio infantil. La prueba reína, la larrera dI.' nliÍdr~as tiradas por
los I1I(,,gos, si hay algo de verdad en las leyendas que corrían sobre sus
rab¡dlos, se dispuní ya en )H2, resultando vl'mt'dor, WIIIII 110 podía S('I'
Orl~'IHS. A los himnos citanídkos (cantados con acompañamiento de
,
mellos en tal disciplina, Clístenes, tirano de Siri<ÍII, '1m' había jl~ado UIl
lllara) 1)11(', segLÍIl hemos visto, fueron quizá el objeto exclusivo de la
papel decisivo en la dl'strw.:d,ín de Crisa dllrallll' la (itlerra Sawada.
primera (opola dd festival, se fueron añadiendo otros concursos (Pausa-
Los actos mltualcs llenaban, por SllpUt'SlO, buma part(' dellil'lllPO qll{'
Iliils ('S nllt'Slra fuellte de información al respecto; cf. también Estrabón
duraban los juegos, siendo los mOllll'lltos rullllilHlIlI('S el Sol"III1H' sal ri I ido
1). ~.IO), Cuando los anfiníones llevaron a cabo la remodelación
triple (de tres animales dit(.'rentl'S) que abría el feslival y la prolt'Si(11l sa,grada
h-slivill eras la Prilllera Guerra Sagrada, incluyeron competiciones de
", ql(~ recorría el santuario h,L')W acabar en ti tt'mplo d(' Apolo, d (('llIrn
t .11110 il!lIIl1panado ,le nauta y de flauta sola, cuyos primeros vencedores
g('ogr,íf1w y espiritual de DelfilS. A él se aS(('IldÚI por la Vfa Sa,l.(rada, jalo
1111'11111, f('SI,,'uivallll'me. Etluémbroto de Arcadia y Sacadas de Argos,
por numerosos eJifl(ÍllS y monulllentos votivos, «Ul' hadan del I'C<ÍIIW
'1"1' IrpillCl Irillllfi, en las Pitíadas siguientes; los concursos de flauta sola el m,is rico santuario de Grecia. Al Norte dd H'lIlplo se hall¡1 (,1 t('¡lIro,
!11l1l1l11l;11'l1ll IOl'lllando parte del programa de los juegos en siglos suce- marco donde se desarrollaban las lOlllpctidolK's 1l11ISitab (!i1-\ura ~,l). ni
'IVO), (a un flaulista, Midas de Acmgante, dedica Píndaro su Pftica 12, ;lrlllalmentc wnservado, de piedra, remonta al siglo IV a.( :., P('I"O hl(' ohJl'lo
·/HU <1.( :.), Illit'nrras que la <lulodia fue suspendida en la segunda dc una amplia reforma Jos centurias dt'Spu6; tiellt' lapal idad para 111111..,
Piu,ula punllll', Sl' nos dice, el tono excesivamente triste de las melodías 'UIOO es¡x.'Cmdores y sustiwy() a llllO m,ís antiguo d(' madera, ,1111l'S d(' tIIya
110 (IIllIplada a los espectadores. En »8 ó 554, con la inclusión de la ml1strlln:íón los concursos arr(stiCllS teníal1 WIllO ('sn'l1ario l'l propio ('swdio,
pl'1l('ha dI' ,fiara sin acompañamiento de cantO, quedó completo el ¡'~stl se encuentra fuera del santuario propiamelltl' dkho, al Norl K'SIl', ('11 101
pm,grallla dt' (olllpeticiones propiamente musicales, Desconocemos la (il1m de la colina. Fue ése su emplazamiento al lllellOS d('Sdl' d si~lo V il.( .,
1('( ha ('11 qut' !úl'ron imroducidos los wncursos poéticos y dramáticos de sllcediénd(lSe las construcciones h¡L<ita que l'l1 d siglo 1\ p.(:, IIl'rodl's Al ite 1
!jI 11' 1I0S hahlan PllItarm (Prob/emctJ de banquete 638a, 674d) y Filóstrato Llvored¡') la edificación del estadio acrualmeme visihk', dd 'IlI(' ~' ha di! (¡o
(VId" dI' A/m/lmio (1.10, Videl de /o.r JllfiJlaJ 2,27), como resulta igual- que lOS el m,l<i completo y hermoso lllle St' conserva, COIl l ílpalidad pilra
1111'111(' illlit'na la existencia de mm peticiones de pintura, a las que se lIIH lS 7.000 espectadores, la pista (un rert¡lngulo de (ti. I 7 H X ~ 'i 111. d('li
Idi('('(' lílliulIll('llIl' Plillio UliJ/o1'i" Nellll1'(t/ .).9.,)5) ubicándolas en mirado por las loset¡L<i que inJican los puntos de salida y Ie~ilda) st'
(111'110 si~lo V a,c', se1-\ún puede deducirse de la ment'ÍlÍn de un hermano l'IlUll'lltra flanqueada por graderías, especialmellte amplias l'n diado
tlt' Fidias, (lam'llo, ('mrt' los partidpalltt's. norte,
I.;t pro~al1 dt, prudlils atlt-ticas y ecuestres fue creado sobre el que ~ Del hip¡')dromo nada se ha conservado; las características que dt'hl'u
~ I
.' 1(, .~ .lll
j
FI'.I(NI\NIl() (,"1(( 11\ I\( ¡Mil\( 1 tI,~ IH.(~ c ,1~I' I'~
reunir hacían imposible su ubicación en el salltuario mismo () efl sus , '''/'1.11' /!I I!le ':ir,1 ,JYlhid¡l", <.',\'U\ XIII) /'J, \.' 1 '\M; (.
nlf/'
proximidades, de manera que fue construido en la cerca de MOI',gan, AlMete'! .lIId o,.d¡kr. 'I'bl' 'frdl~/tI¡J 1/1 Oh/ml",1 .1II,I'lt'I/,/l1
Crisa, in VIII Cettlllry B,C" (:ulIlhrid,L!.l' lINO; A,A, MIISS Ita 111 111 l'r , "'I'11t' 1)¡lU'
Mención especial merece el gimnasio, que se edificó al Sudeste del of th!: First Pythiad A,gain", G/W.\' X X liii I}M2, I "i W; (), I'ÍI urd,
recinto sagrado, entre la fuente Castalia y el templo de Atenea Pronaia, "Delphi ami th!: Pyrhian Gallles", ell Mi "d ,lIId /jody, Alh/d" (,,"'1('.1/1
Construído en dos terrazas escalonadas, en la superior se hallaba el in AfJcient Grua, Ar!:nas IlJXlJ, (¡l)X 1; L. R(lhl'f!, "I.l's hCfUks daos It·..
gimnasio propiamente dicho, provisto de un larguísimo pórtico de 178 types monétaires agonisriques", /-l/'I/miel! VII jI)'1 C), 1)) I
m. de longitud (bajo cuya columnata jónica se ejercitaban los atletas
cuando hacía mal tiempo) y de otra pista de igual extensión, ésta al aire
en la terraza inferior estaba la palestra (un cuadrado de 14 m.
que contaba con excelentes recintos para batíos, Los restos de todas
estas magníficas instalaciones para la práctica del deporte, ca"i sin par en
el mundo antiguo, nos son conocidas prinicipalmente a los
esfuerzos de los arqueólogos franceses, que desde el siglo pasado vienen
excavando la zona y publicando sus hallazgos en la serie Fouilles
DelpheJ.
Los Juegos Píticos desaparecieron probablemente hada la misma
fecha que los Olímpicos, a finales del siglo IV p.c., y hasta entonces
siguieron gozando de gran renombre (cf. la epístola 198 BidezCumont
atribuída al emperador Juliano). Atrás quedaron diez siglos de historia y
un gran número de festivales "isopíticos", creados a imagen de los juegos
de Delfos a lo largo de todo el mundo grecorromano, desde Cartagena en
la Península Ibérica hasta la lejana Bitinia (una relacíón completa puede
verse en Gaspar, arto cit. 794).
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218 21 ')
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
2.3. LOS JUEGOS ÍSTMICOS quien fundó los juegos en recuerdo del nifio Melicertes, al IIUl' Sil 11111
Ino, enloquecida, arrojó consigo al mar, transformándose dla ,'11 111 di
En el Istmo de Corinto, a unos 7 km. al Este de la ciudad, en el Leucótea y él en el dios-nifio Palemón (cf. Pausanias 2.1.5; t'slolios iI
santuario consagrado a Posidón y al héroe local Melicertes, un poco Ístmicas de Píndaro). Finalmente, otra de las varias leyendm¡ (la VI'rll
alejado del mar y en medio de una pinareda, se celebraban los Juegos ática frente a la de sus tradicionales enemigos corintios) atrihllyr
Ístmicos, el tercero de los festivales panhelénicos en los documentos fundación de los juegos al héroe ateniense Teseo, '\ll<.' los or~al¡'
oficiales, pero cuya importancia es casi equiparable a la que ostentaban honor de su padre Posidón tras llevar a cabo una de sus hazanas, rC'il1
los juegos de Delfos. De hecho, momentos decisivos de la historia de dando el festival anterior consagrado a Melicerres, que St' hahea VI
Grecia tuvieron como marco los Juegos Ístmicos, ya que la influencia interrumpido durante algún tiempo por la presencia de bandidos rl
política y económica de Corinto y su estratégica posición geográfica los zona (Plutarco, Teseo 25; Plinio, Historia Natural 7.")7; l'swlin:
convertían en punto de encuentro muy fre<.uentado. Así, en 480 a.c. se Píndaro, cf. P.A. Bernardini); corría, según el M.irmol (It, Paros I
concitó en el Istmo la alianza de los griegos contra los persas (Heródoto XI!.5, 444), el afio 1258 a.c., y basándose en esta historia ('xpli, al
7. 172. 1), renovándose la coalición panhelénica en 337, bajo la hege- los atenienses su derecho a la proedría (asiento de prctl'f('m ¡a) ('11
monía macedónica, y en 302; posteriormente, en 196 a.c. T. Quinto Juegos Ístmicos (Plutarco, Teseo 25).
Flaminio proclamó en el estadio ístmico las libertades de Grecia (Polibio Pocas noticias seguras conocemos con respeC!o al ori~I'1 di'
18.46.5; Plutarco, Flaminio 12.8), igual que hizo Nerón casi tres siglos juegos en época histórica. El escritor latino Julio Solino. <1(,1 s¡~lo 111 p
después, en 67 p.c. (Suetonio, Nerón 24; Dión Casio 63.21). comenta que los juegos se celebraban antes de que Cipsdo illlplalllan
La organización de los juegos corrió siempre a cargo de los corintios, tiranía en Corinto, hacia el afio 655 a.e. (Solino 7.111). 1>1Inlllll
salvo en dos períodos en los que las circunstancias históricas lo hicieron tiranía de los Cipsélídas nada sabemos de la organizad!'ul dcl test!
imposible. Desde 392 hasta 386 a.c., en efecto, los jueces de las compe- pero, una vez derrocada ésta, los juegos vuelven a c<:!l'brars(·. ahma
ticiones fueron ciudadanos de Argos, bajo cuyo poder había caído rango de competición panhelénica, no con cankter local (sud,· alt'pl,
Corinto (jenofonte, Helénicas 4.5.1), y, en segundo lugar, a partir de como fecha de partida el afio 582 a.c., aunque hay (\\lI('II('S n'lraSill
146 a.c., tras la destrucción de la ciudad por los romanos, los juegos reaparición hasta los afios 572 ó 570). El festival ístllliw 1('11141 l~¡
fueron organizados por la vecina Sición, hasta que en 44 a.c., bajo el finales del mes de Abril y era de periodicidad bit'llal, disI'1I1 ¡llIdoSI'
gobierno de César, los corintios recuperaron el control del festival (Pausa- afios segundo y cuarto de cada Olimpíada (si los .!lIlW)S 01 1111 pilO
nias 2.2.2). celebraban, por ejemplo, en agosto de 584 y '580, los ístmicos SI' clrsa
La fundación de los juegos se hacía remontar, por supuesto, a época llaban en Abril de 584, 582 Y 580). Como en las rt'Slalltt'S 10111 1
mítica, siendo diversas las leyendas que al respecto corrían. Pausanias ciones panhelénicas, una tregua sagrada garanti:t:aha la s('WII'idacl
(2.1.6; cf. Dión Crisóstomo 37.11-12) nos dice que, disputándose atletas y espectadores durante el tiempo que durahan los jllqJ,os ('1'
Posidón y Helio la posesión de Cotinto, acordaron someterse al arbitraje dides 8.9; Pausanias 2.15.1; Píndaro. í..tmica.f 2.2.n
del gigante Briareo, el cual asignó a Helio la ciudad alta y a Posidón el Los participantes quedaban divididos ell m's ulIt'}o\oríus i'lt'W"
territorio del Istmo; ambos dioses ratificaron su aceptación del veredicto edad, hombres maduros (ándre.r), "imberhes" (l/¡.:blt'illi) y lIinos (jld/l
mediante la institución de los juegos. Según otra tradición más exten- y es posihle que debiesen pasar una prueba prdimilwr tlt' lulifiuIli61
dida, y probablemente más reciente, fue Sísifo (o el propio Posid6n) menos en ese sentido interpretan jordan-Sp<lwfi)rth ulla nlhlillu dt' t'1
uo
HJ(NANI.o (,Alu lA «01\11.1«1 u )~ "II! ,('~ ('i.lMI'J( ()~
ill1lwrial; d. lalllhiéll Artemidoro 5.1.3). Los vencedores recibían como actividades atléticas y musicales ihan ;(roll1pafíadas de 1Illlllt'rosas lt'rt'
pr(,llIio lIlla corona, que en tiempos de Píndaro era de apio seco, aunque monias religiosas y también, como en los resta mes Ic.'sdvaks de
panu' !JUl' en época arcaica y posteriormente en época imperial las renombre, del bullicio dd gentío tIlle se agolpaba para l'Snllhar las diM'r
Wl'ollas StO obtenían del gran bosque de pinos dentro del cual se hallaba tadones de los sofistas y las recitaóones de los poetas y para lIIaravlllarse
illllll'rso el santuario (cE. Dión Crisóstomo 9.10-11; Broneer precisa ante las más dispares actividades de magos y charlatalll's. Dieio (:risl is
lOlllO kcha de adopción del apio 475/74 a.e. y el siglo II a.e. como como (8.9-10 y 9) nos ofrece una vívida descripóón dc t'se 'lIlIhit'IlH',
(;p()ca de: recuperación de la antigua corona de pino). Sabemos por con Diógenes el Cínico de por medio haciendo de las suyas.
I'llIIarco (So!fin 23.3; cf. Diógenes Laercio 1.55) que Solón, en la No muchos vestigios del santuario han sacado a la luz las ('Xl ava-
prillll'ra mitad del siglo VI a.c., fijó una recompensa de 100 dracmas ciones francesas y, desde los años 50 de nuestro siglo, estadollllidl'llSl'S. S(,
para los atenienses que triunfaran en los Juegos Ístmicos, frente a los 500 han conservado restos de edificios religiosos (el gran templo dlírito wllsa-
'llIt' recibía el vencedor en Olimpia. grado a Posidón, centro del santuario, y otro m,is peqlll'Í'J() dedil "do a
l In solemne sacrificio en honor de Posidón daba comienzo al Palemón-Melicertes) y también de las construcciones en (as que H'II{¡1I1
blival, tlue incluía pruebas atléticas, hípicas y también musicales. Por lo lugar las competiciones, dos estadios de épocas sucesivas, el (l'alro y, a
'11Il' respecta a las dos primeras modalidades, las disciplinas eran las unos 2 km. al Sudoeste del templo, huellas de lo t¡UC fue prohahlt'lm'lllt'
Illislllas que se disputaban en Olimpia, con la adición de una quinta un hipódromo. Pobres retales de un lugar lleno de bullidosa vida
(arrvra pedestre, la "carrera ecuestre", sobre un recorrido de cuatro esta- durante los días de competición.
d¡lIS. Los concursos musicales no están atestiguados hasta época imperial,
a111 H Ilit' llegaron a ocupar un lugar importante del programa y quizá BIBLIOGRAFÍA
t()nllaran parte de él al menos desde época clásica, dado que el más P.A, Bernardini, "Una nuova fonte sull'istituzione dei giorhi ¡slI"i! i
all!iguo teatro que podemos reconocer se data en el siglo V. No sabemos (P. Oxy. 2451, fr. 1)", QUCCXVI1973, 138-41; O. Bronccr, "Exlava
mil seguridad si se incluían también representaciones dramáticas, aunque tíons at Isthmia", Hesperia XXII 1953,182-95, XXIV ()"i"i, 110·11,
I.uliano (Nerón 9) indica que este emperador quiso ser coronado XXVII 1958, 1-37, XXVIII 1959,298-343, XXXI IW¡2, 12">; id.,
vcIKedor como poeta trágico pese a la ley que prohibía la representación "Isthmiaca. Investigations at che Site of the Isthmian Gallws", 1\/1"
de Iragedias y comedias en los Juegos Ístmicos. XXXIX 1961, 249-70; id., "The Isthmian Victory Crown", 1\/1\ I.XVI
Plinio (Historia Natura! 35.9.35) cita incluso un concurso de 1962, 259-63; id., "The lsthmian Games and the Sallnuary lit
pilllura sobre el que ninguna otra noticia tenemos, competición aún más Poseidon", Geek Heritage 1 1964, 42-9; id., Isthmia 1: '/i'm!,/!' o/
t'XI raña, si cabe, que la regata que, según la tradición, se disputó en Poseidon, ll: Topography and Architecture, Atenas 1971- 7~; ill.,
l"poca mítica, en la cual obtuvo el triunfo Jasón al gobierno de la nave "Isthrnia, its Gods and Games", O!ympic Academy 1971, 16;11); IU{
Argo (cL 3,10). Una carta que forma parte del corpus de epístolas atri- Gebhard, "The Sanctuary of Poseidon on the Isthmus of Corinrh alld 1111'
huidas al emperador Juliano, con el n.o 198 Bidez-Cumont, nos informa Isthmian Games", en Mind and Body, Athletic Contests in AlltÍl'lIl
tll' que en los últimos tiempos los organizadores del festival se dejaron Greece, Atenas 1989, 82-8; D.R. Jordan - J.S. Spawforth, "A NI'W
sed lIlir por la afición popular hacia los combates cirquenses de fieras y Document from the Isthmian Games" , Hesperia LI 1982, 65-H; M.( '.
los incluyeron en el programa de los Juegos Ístmicos, Sturgeon, Isthmia IV. Seu!pture 1, Atenas 1987; e.K. Williams - p,
Por supuesto, durante los varios días que duraban los juegos las Russell, "Corínth Excavations of 1980", Hesperia L 1981, 1-44.
) ) )
22 \
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
2.4. LOS JUEGOS NEMEOS Pausanias menciona una segunda celebración legendaria en la que
tomaron parte los Epígonos, los hijos de los héroes argivos muertos a las
Los juegos de Nemea son los peor conocidos de los cuatro grandes puertas de Tebas, pero en época histórica los Juegos Nemeos fueron
festivales panhelénicos, entre los cuales ocupan el cuarto y último lugar organizados por vez primera con rango de festival panhelénico en el afie)
l'll los documentos oficiales y en los catálogos de victorias de los poetas 573 a. c., poco después de los Juegos Píticos e Ístmicos, aunque proha-
de epinicios. Su ubicación originada fue el valle del mismo nombre, blemente tenían por entonces a sus espaldas una cierta tradidlÍtl (l,1
situado en las cercanías de la ciudad de Cleonas, al Noroeste del Pelopo- Mármol de Paros fija su fundación cuatro siglos antes, en 9H7/H(l, 0,
Ileso, en el cual se alzaba el santuario de Zeus Nemeo en medio de un según otros, en 12'51 a.c.).
Iwrmoso bosque de cipreses. Los juegos de Nemea tenían carácter bienal, como los Ístmicos, y St'
Diversas leyendas corrían en la Antigüedad a propósito de la funda- celebraban, al igual que éstos, en los años segundo y cuarto de lada
don mítica de los Juegos Nemeos, de las cuales las dos más difundidas, Olimpíada, concretamente en el mes de Julio o Agosto. Por Pausanias
m l'vidente paralelismo con los Juegos Olímpicos, se refieren a una origi- (loe. cit.) conocemos la existencia de un festival llamado "NenH."IS de
naria competición funeraria y a una institución del festival por parte de Invierno", pero muy probablemente no fueron instituídas hasla d
I krades (BaqUl1ides, en sus epinicios 9 y 13, compagina ambas reinado de Adriano, quizá como un intento de restaurar los juegos VII Sil
Vl'rsiolles). El primero de los trabajos de Herades, en efecto, fue su lucha emplazamiento original. Porque, efectivamente, el testimonio dl' los
<011 ('1 bín de Nemea, monstruo criado por Hera, al cual, por ser invul- epinicios pindáricos (Nemeas 4.17, 10.42, oda ésta última da!abk qllil'..í
Ilerable a las armas, el héroe tuvO que dar muerte ahogándolo con sus en 444) muestra que al menos hasta mediados del siglo V a.<:. la or~ali
hrai",os (tú/ion del pancracio en los Juegos Nemeos, a decir de Baqut1ides zación de los juegos corría a cargo de los ciudadanos de la vl'dllól ciIH lad
I '.!¡(lSS.); como conmemoración de su hazaña, Herades instituyó unos de Cleonas. Por esos años, sin embargo, el control del festival, y proba-
il}~OS Ct1 honor de Zeus, los cuales, más tarde, habrían de ser renovados blemente también su emplazamiento, pas6 él manos de Argos <d. S!l'lIa
durallte la expedición emprendida por los argivos contra Tebas para MilIer, "Excavations at the Panhellenic ... " 144-5, con las círas hihlioW.í
devolver el trono de la ciudad a Polinices. De camino hacia Tebas se ficas recogidas en la n. 2'5; la arqueóloga norteamericana sinía la vinll'llla
detuvieron en Nemea, donde pidieron a Hipsípila, la esclava que destrucción del templo de Zeus en el marco de una lucha entre C:kollas y
llIidaha de Ofeltes, hijo del rey del país, que les indicara una fuente Argos por el control de los juegos, disputa que tiene sus para Idos ('11 d
dOllde apagar su sed. Hipsípila abandonó un momento al niño, al que caso de los Juegos Olímpicos y Píticos, como se dijo ell su 1I()l'~
un onkulo había ordenado no dejar nunca en el suelo antes de que volvieron de nuevo los juegos a Nemea en el siglo IV o 111 a.c:.. y ('SI!'
pudil'fa andar, y una serpiente le mordió causándole la muerte. El traslado debe quizá relacionarse, como muestra d nuc'vo pro,Ltl'a1ll1l dI'
adivino Anfiarao les reveló el funesto significado del presagio, el fracaso construcciones, con la protección que los nuevos soberallos de ( i n'( i'l. los
de la expedición y la muerte de sus jefes, pero no pudo persuadir a los monarcas macedonios, dispensaron a los festivak's palllwl6liws ('11 Sil
héroes, que siguieron su camino tras instituir unos juegos fúnebres en intento de legitimar su dominio sobre los griegos; el taso l'S qm' a fillíl!t·S
honor de OtCltes, a quien apodaron Arquémoro, "el comienzo del del siglo III el caudillo aqueo Arato de Sición celehra los .J IIC',Ltos N('Io~
destino" (Baqu{Jides 9.1 Oss.). La tumba de OfeJtes, mmo la de Pélope en Cleonas (Plutarco, Ara/o 2H). La historia posH'rior <Id kSI ival 1I0!! l'!!
etl ()Iimpia, ocupaha lIn lugar central en eJ santuario de Nemea, en las poco conocida, pero puede colegirse de nuestras escasas illf()flIIUl i(II\('1I
proximidadl's <Id tl'mplo dl' Zells (PattSílllias 2. l ').2-~ qUl' en épo('a tardía (quiz¡í a partir tld siglo 1 a.c., en Opillilíll tlt' Milll'r)
n~ .'.'''1
FERNANDO GARCÍA ROMERO
LOS JUEGOS OlíMPIO)$
los juegos fueron trasladados definitivamente a Argos (cf. Pseudo- festival de Nemea es mencionado como mooelo de conservadfíll ¡(l' las
Juliano, EpÍJtolaJ 198 Bidez-Cumont) y ya en el siglo II p.c., cuando antiguas tradiciones atléticas griegas, en contraste con los org'1I1izadof(·s
Pausanias visitó el santuario de Nemea, éste se encontraba abandonado. de los juegos de Corinto, que habían sucumbido a la tl:ntadt)11 tll' iudllir
Los vencedores en Nemea recibían como premio una corona de apio en ellos espectáculos propios del circo.
fresco salvaje, en lugar del apio seco con el que eran galardonados los Desde entonces hasta nuestro siglo Nemea ha sido Stílo UII Ilolllhn'. HI1
participantes en los Juegos Ístmicos. No sabemos hasta qué punto es los años 20 Blegen dirigió las excavaciones arqueológicas nOrtl'aflll'ricallas
tierra una información que nos transmiten los escolios a Píndaro, según que comenzaron a sacar a la luz los restos del antiguo santuario, IWro tíllinl'
la malla corona con que se premiaban los triunfos en los Juegos Nemeos mente el reinicio de los trabajos medio siglo más tarde ha dado rl'sultados
cra originariamente de olivo y sólo fue sustituída por la de apio tras las fructíferos (los periódicos informes de Miller en la revista I h·.I/,,·ritl val1
(;uertas Médicas, en memoria de los caídos en ellas (el apio era planta de dando cuenta de los hallazgos). Unas pocas monumentales columnas SOI1 los
significado funerario). restos que han sobrevivido de un antiguo templo dedicado a Zl'lIS Nl'II1l'o,
Doce magistrados, llamados helanódicas como los jueces olímpicos, datable en el siglo IV a.e. En cuanto a las constnlccionl'S de mr<ÍUl'r dl'j1or-
vdaban por el desarrollo regular de los juegos, durante cuya celebración tivo, además de pequeños restos de edificios menores, podemos Wllon'l' la
Sl' daclaraba una tregua sagrada (cf. Jenofonte, HelénicaJ, 4.7.2 Y ubicación y características de un estadio también del siglo IV, lOlI (apal idad
'1.1.29, aunque en ambos textOs la alusión a los "meses sagrados" no es para unos 40.000 espeaadores y cuya pista alcanzaba una IOl1gillld dl' 17X
ell ahsoluto seguro que se refiera a una tregua con motivo de los Juegos
m. (figura 35). Ninguna huella ha queJado del hiptídnllllo dd (llIl' litiS
NeflH..'os; cf. también Píndaro, NemeaJ 3.2, y Plutarco, Filo/muen 11). El habla Pausanias (6.20.15-16).
programa de pruebas atléticas era semejante al de Olimpia, aunque en
Nl'IlW¡( se añadía, como en los Juegos Ístmicos, una quinta carrera
pedestre, el híppioJ drómoJ. Igualmente coinciden los Juegos Nemeos con BIBLIOGRAFÍA
los Ístmicos en la división de los participantes en tres categorías de edad,
hombres maduros, jóvenes y niños; la Nemea 5 de Píndaro yel epinicio D.P. Hart, "The Ancient Nemean Festival", Cmtu/i,1II .Iom·,,,,1 01
I.~ de Baqu11ides cantan el triunfo de egineta Píteas, vencedor en el 5/)ort and Phy.rical Edu(aúon VIlT IlJ77, 2~-); S(dla (J. Mi 11('1' , "'\xta
pallcracio oe la categoría de los jóvenes, intermedia entre las dos únicas vation at Nemea", He.r/Jerú¡ tI IlJX2, IlJ-!¡O, 1.11 Ilm~, 70- 1),);
l'xistentes en Olimpia, probablemente en el año 483 a.e. .. Excavation at the Panhellenic Site of Nl'nll'a: Culls, Polí( il salid
Se disputaban también, por supuestO, pruebas hípicas, e igual- Games", en The ArtA//'%!!,y (JI Ih/' O/YIII/lit.!, ed. por W. 1{ aSl IIl.;t"
11 ll'llte , a partir de época helenística, certámenes musicales (Plutarco,
Wisconsin llJHX, 141-')1; Stephl'11 (I,Mill\'r, "Ex\avalioll .11 Nl'lI le,," ,
Fí/o/lemen 11) y quizá incluso dramáticos, como en los Juegos Ístmicos /II'.Ijlí·ritl XLIV 197'), 1~,-72 XI.V 11)7(1, 17!¡-202, XLVI 11)//,
Por otro lado, la inscripción de las muchachas de Trales a la que hicimos 1-26, XLVII InX, 'iX-XX, XLVIII 1()71) , n-IO~, XI.IX II)HII,
refercnria en 1.).3 atestigua la admisión de mujeres en las competiciones 17H-2(),), L II)XI, !¡")-(17, LlII (I)H!¡, 171-1)2, I.VII II)XX, 1,10, id ..
de c:poca tardía. El programa de pruebas atléticas, hípicas y musicales "Nl'llwíI and tl1l' Nt'llll'i\1l (;allll's", t'n Mil/ti (lfItI Urlllv, Alhklh (.'onl/·I/I
pmhablcmenn..' se mantuvo sin grandes alteraciones hasta que los juegos in A 1It'i t'1I I (,'re{'(t, All'llaS Il)XI), XI)-I)(,; id., ''Turull'l Visioll: dI('
dl'jaron de n:lebrarse; al menos así parece deducirse de una epístola falsa- Nl'lIll'all (¡allles", Arcbt/m/ogy XXXIII \1)HO, ")'1-(¡; id, "Kkollai, IlIr
IIll'l1fl' atrihl\ída al emperador .J 1Iliano ( 1WI Bidl'z-Cumont), en la que el Nl'II11'all (lallll's Hnd dll' I.amían War", 1/l'.IjJt'ritl Slip/. 20, JI)X..!,
n(,
nI
FERNANDO GARCÍA ROMERO
CAPÍTULO 111
1008; id., "The 'theorodokoi' of the Nemean Games", Hesperia LVn LAS PRUEBAS
11.)88, 147-63; D.G. Romano, "An Early Stadium at Nemea", Hesperia
XLVI 1977, 27-3l. (Véase igualmente la bibliografía de los capículos 3.1. LAS CARRERAS
ti Y 3.5). 3.1.1. Importancia de la carrera.
Las distintas modalidades
,uH ),JI)
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
En la Grecia histórica la carrera, que ya formaba parte de los nada por dos largas rectas que se encuentran unidas por dos grandes llll'VaS,
sofisticados métodos de entrenamiento del mítico centauro Quirón, quien como en nuestros días, sino que se trataba sencillamente de ulla lar}J.a
"empleaba la caza, subir montañaJ y correr" para desarrollar la fortaleza explanada de unos 200 m. de longitud por unos 3D de allchura (( 1,
física de sus escogidos discípulos (cf.1.2), está presente siempre en todas figuras 30 y 31), manera que los corredores debían realizar ~iros
las etapas de sistemas educativos tan diferentes como e! espartano y el 180 grados en torno a un poste en las carreras superiores a los 200 111., lo
ateniense, y Platón le concede un lugar sobresaliente en la educación cual, como estudiaremos con mayor detenimiento más adelante, ha plall
física de los ciudadanos de su estado ideal. Por su parte, en Creta, cuyos reado serias dudas sobre el modo en que tales pruebas se d<:sarrollahílll,
fondistas de tan gran fama gozaron en la Antigüedad, e! gimnasio, como Los atletas corrían probablemente sobre una superficie de arel la
en Esparta, se designaba con el nombre de drómos ("lugar para cotrer"; cf nada, si bien sabemos por Luciano (Anacar.riJ 27) que emrl'llahall
Suda, s.v.), lo que testimonia la importancia que se concedía a la carrera una capa de arena más abundante y pesada, a fin de sentirse mtÍs li~('n)
en la educación física, hasta el puntO de que los miembros masculinos de a la hora de competir en un terreno más duro.
la comunidad estaban divididos en varias clases de edad, denominadas, El programa olímpico comprendía cuatro carreras, el estadio. 1,1
en relación con la actividad pedestre de cada una, apódromoi o adoles- diaulo, la carrera con armas y e! dólico o carrera larga, En otros jUl'~OS St'
centes que estaban aún excluídos del drómos o gimnasio, dromeís (" corre- incluía también el híppios o doble diaulo, de lo que resulta, ('11 SlIllliI, 1111
o jóvenes admitidos en él y dekádromoi (H quienes han tomado completo programa con pruebas de velocidad, medio fondo y 1<111(10. No
parte en diez carreras") o adultos. De la importancia excepcional de la obstante, la longitud exacta de las diversas carrcras variaha Sl'~í los
carrera da idea tanto su extensión a todas las etapas del sistema educativo lugares, ya que venía determinada por e! valor que ('11 lada 1'l'}J.inll
mmo su práctica por ambos sexos, ya que fue siempre e! deporte feme- se daba a la unidad de medida básica, el pie (un estadio l'qllivalla ti
nino por excelencia (cf1.3.3). pies). Así, mientras que en Olimpia un estadio mnlia 1()2'.~i 111"
El lugar de honor que la carrera ocupaba en la educación física de en Delfos solamente abarcaba 177'35, Y menos aún ('11 1klos, I(¡f 111.
los griegos encuentra fiel reflejo en su destacado papel en los Juegos Por otro lado, la longitud de las pruebas podía verse i~ualJ('I 10lldl
Panhelénicos, en particular en los Juegos Olímpicos. las Olimpíadas, donada por la edad y e! sexo de los participantcs. Illl Olilllpia y I klo~
por las que los griegos computaban el tiempo, se designaban tanto por su corrían separadamente los muchachos y los adultos, mil'llll'as qUl' l'l\ lo~
lIlímeto correspondiente como por el nombre del vencedor en la carrera Juegos Ístmicos y Nemeos y en otras co11lpclidolll'S 11ll'IIOI'l'S ('Xlsllil
estadio, y las pruebas pedestres fueron, hasta la introducción de! también una categoria intermedia, en la (Iue participahall los jIlV('II('S dI'
pl'lltatlo y la lucha en la Olimpíada decimooctava (708 a.c.), las únicas mayor edad. Platón (LeyeJ 833c) aconseja que lostos ühilllos (11I1I1111illl
que formaban parte del programa olímpico, e igualmente e! estadio sobre distancias equivalentes a las dos terreras partes lh- la lon}J.irlld
illfiultil fue, junto con la lucha, la primera prueba destinada a los jóvenes nada a las carreras de los adultos, y los llluchachos Illóís jtív(,lIl's, a Sil Vl'/.
que se celebró en Olimpia (632 a.c.). corran la mitad que los mayores, Es posibk que la fl'UllIIl'IHhH 1011 de'
Las pocas diferencias notables que pueden apreciarse entre las Platón refleje la pninica habitual en muchas Ulllljwtilioll('S, ,11111( 11U' los
pruebas pedestres del atletismo antiguo y moderno se deben en su mayor datos que poseernos de los grandes juegos indi( an l)Ul' los pan i(
parte a la propia morfología del lugar de competición. El estadio corrían a~rlpdos por cate~()rís de edad, IWro sohn' la misma dlSlillH lil
antiguo, en efecto, no consistfa en un amplio espacio central destinado a PatruclO ()I)- j
lanzamientos y saltos y rodeado todo lol por una pista de carreras formada En nmnto a pruebas ICIl1l'llillas. ya ha didlO (1 ,ti>
.no ni
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS oI.lMI'U()S
(llIe Pausanias, al describir las carreras que tenían lugar en Olimpia mencionada en la descripción que hace Píndaro de los juegos lJlIe ila~I
durante los juegos en honor de Hera, afirma que "la competición consiste ~ raron, en el plano mítico, el festival olímpico (OlímpicclJ 1O.ú4-(111): "1'11
el estadio venció, cubriendo con sus pies el recto recorridll, el hijll JI'
l'
NI ¡ma prueba de carrera para muchachas, no todas de la misma edad, sino
l/lit! corren las primeras las más jóvenes y después de ellas las segundas en Licimnio, Bono". Para nosotros, no obstante, el primer vencedor ol(lllpiw
{'¡{(Id, y las últimas la.r muchachas que son mayores.. , También a ellas les histórico, triunfador en el estadio en 776 a.e., fue, según parece, UIl lIK í-
t'Jltí asignado para la competición el estadio olímpico, pero se les reduce nero, Corebo de Élide (Ateneo 382b). Después de él, muchos l'Ortl'don's
1"'1'(/ la carrera aproximadamente la sexta parte de él' (corrían, pues, unos de muy diversas procedencias tuvieron el honor de dar su nomhre, lOIIIO
l (lO m.). Platón, por su parte, propone dividir a las muchachas en dos era tradicional, a la Olimpíada en la que habían vencido, y elllrl' ('Ilos
(alegorías según la edad, corriendo juntas las jóvenes de hasta 13 años 1 hay que destacar a los atletas de la ciudad italiana de Crotolla. qUl'
por un lado, y por otro aquéllas de 13 años en adelante, hasta que a los ~ durante el siglo VI y la primera mitad del V a.e. dominaroll dl' 1Il¡IIH'ra
~
l H IÍ 20 contraigan matrimonio (Leye.r 833c-d). casi absoluta las pruebas de velocidad, hasta el punto de (Opar ('11 !lila
La división por categorías y la asignación de distancias diferentes a misma Olimpíada los siete premios puestos en la carreta dd {'sladio
lada una es práctica bien conocida en el deporte moderno y supone, a (probablemente en 576 a. e.; cf. Estrabón 6. I.l 2; véase 1. ,),2, 1.).
d('dr de Patrucco, "una prueba de la madurez deportiva alcanzada parti- Al estadio se sumó, en el año 724 (14 Olimpíada) tllIH slWlllda
Ullannente en las pruebas de carrera de los antiguos griegos y es especial- carrera de velocidad, el diaulo o doble estadio, ell el qUl' los ¡¡lIl'IaS
111('11((' un interesantísimo punto de verificación de la actualidad debían girar en torno a un poste que servía como collttallll'1a y 1'('101'11011'
d('porriva del atletismo griego" , también en el aspecto técnico- de nuevo al punto de partida. El desarrollo de esta prueba, y ('11 pani
orgallizarivo (la "modernidad" del deporte griego es, quizá, el rasgo en cular la realización del giro, siguen planteando difkiles prohlemas, sohn'
qut' hace más hincapié el autor italiano en su magnífico libro). los que volveremos más adelante.
La prueba reina de cuantas se disputaban en los Juegos Olímpicos Tras el diaulo fue la carrera larga (dólikhoJ) la colllpl'lÍ( kili '111(' Sl'
y, t'II gl'lleral, en cualquier otra competición deportiva entre los griegos, incorporó al programa olímpico, en la siguiente Olilllp(ada (720 a.C ,,).
¡
era el estadio 092'24 m. en Olimpia, como ya se ha señalado). El hecho Nuestras fuentes no muestran unanimidad al indicar la díSla1lt ía '1111'
dc que durante las trece primeras Olimpíadas fuera la única prueba que debían recorrer los participantes en la prueba, oscilalldo S!lS dalO~
Sl' celehraba (en evidente paralelismo con la carrera de mujeres que tenía entre los 7 y los 24 estadios (de 1346 a 4614 rn.; le Pall'!lllO ,)("
lugar en el transcurso de los Juegos Hereos), así como la atracción que en Weiler 152). Jüthner-Brein (Il 108-9) únicamente lOlIU'dl'1I lI'(·¡jihi
fOdas las épocas han ejercido sobre los espectadores las carreras de velo- lidad a la información de los escolios a Sófocles (lllet'l1',I (,11,1) qw'
tidad pura, son razones que explican sobradamente la tradicional asignan al dólico una longitud de 20 estadios, pero IIOS rl'Su!!atl 1I~
prilllada que siempre ostentó el estadio por encima de las restantes convincentes los argumentos que aduce Harris (GAA 7:H para juslilil al
pr\l(:bas pedestres, cuando éstas se fueron incluyendo en los festivales. En las discrepancias entre nuestros informadores: las dif<:rentes dislatll ¡as '1111'
d l'stadio venda el hombre capaz de desarrollar mayor velocidad en línea se señalan para el dólico pueden explicarse atendiendo talllo a la (losihi
rena, el "m,ís rápido del mundo" en suma, ya que era la única prueba en lidad de que en las carreras de niños y jóvenes el recorrido fuera IlIl'tUlf.
la que los atletas no se velan obligados a realizar giros de 180 grados, como al hecho de que la distancia que los atletas cubrían pudiera dih'l'ír
durallle los cuales los más h,íbiles podían recuperar parte del terreno de unos juegos a otros. Por otra parte, al igual de lo que ocurre {'I! IlUt'!I-
Pl:rdido en la (t'rta, Esta cs<:ndal caranerístil"a dd esmdio aparece ya tros dúts en el caso de los atletas africanos, las necesidades de la vid"
Hl 2H
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLlMPIU lS
¡ liaria en una isla tan montañosa y de tan difíciles comunicaciones como carrera con armas o carrera de hoplitas, en efeceo, es IIUls prohable qlH'
(:reta influyó decisivamente para que los corredores procedentes de ella tenga su origen en el entrenamiento militar que en actividades whual¡'s
flll'ran los más destacados fondistas de la Antigüedad. Así, el único (cf. Filósrrato, Sobre la gimnafÍa 7), y es quizá el paralelo m,ís prüxilllo
vencedor panhelénico en la carrera larga que celebra Píndaro es un excep- de nuestras carreras de obstáculos, que en la antigua Gn'tÍa prohahk
donal corredor cretense, aunque emigrado a la siciliana Hímera, Ergó- mente sólo están testimoniadas, y muy rara vez, como ejercicio dI' ('111ft'
Ides, doblemente periodonica (Olímpicaf 12); y el historiador jenofonte, namiento (cf, Patrucco 129-30, que atribuye a Sdlfiíd<"r d mérito dI'
<lIando en su AnábaJif (4.8.27) describe el festival atlético que orga- haber destacado su presencia en el deporte griego), El arlllallll'llIll qll\'
nizan los mercenarios griegos para agradecer a los dioses su protección, portaban los corredores consistía en principio en grebas, yelmo y t'SllIdo.
allrma que en el dólico compitieron más de sesenta cretenses. pero ya en el siglo V desaparecieron las grebas y posterioflllclIll' el ha~w
No en los Juegos Olímpicos, pero sí en otras competiciones impor- quedó reducido únicamente al escudo de broncc (figura 5H), la ph'za IlHís
lalltes (juegos Ístmicos y Nemeos, Panateneas, Epidauro, Argos, Platea, característica de la armadura (cf, Píndaro, Pític(/J 9.1, oda dl'llilada al
('1( .; cf. Harris, GAA 65, Weiler 152) se disputaba también una carrera
hoplitodromo Telesícrates de Cirene, vencedor ell ti7/¡ a.C: "/l/Imllill
(le llll'dio fondo, intermedia entre diaulo y dólico, la llamada "carrera anuncio al vencedor pítico de broncíneo efe/tdo, q/liero /lrod'"I1i1r. fOil "V/IIIII
hípica" (híppiof o ephíppiof drómof), en la que los atletas corrían cuatro de laf Graciaf de ajwtado talle, hombre jeliz (/ '/i·/c·.r/mllf.I, .. "; v(;a~iI'
VI-n:S la distancia del estadio (769 m.), como atestigua ya Baquílides también Íftmicaf 1.23, y Pausanias 6.1 OA), La longitud cra variahl!-.
10 . .2 'j ("una vez que dobló la carrera de cuatro (zlueltaf>" el vencedor En Olimpia y Atenas se corría sobre una distancia tI<.' dos t'sI<Idios (Arís
tófanes, Avef 292; Pausanias 2.11,8), en tanto qUl' t'Il N('lIIt'a la I :lrl't'ra
íSlmico Aglao (?) de Atenas; cE. E urípides , Electra 824; Platón, LeyeJ
tenía la misma extensión en el híppiof, esto es, nmrro t'stadios (Fikílllrillll.
X))a-h; Pausanias 6.16.4). El origen del nombre es inseguro. Gardiner
Sobre la gimnafia 7). Muy especial era la carrera tll' hllplitas qut' St' ((.h-
(/\/\ lF l.~ 6), con la aprobación de j üthner, piensa que la carrera se deno-
braba en la ciudad beocia de Platea durante las "Pi('stas dI' la I.ihl'nad".
minaba así porque la longitud del hipódromo doblaba la del estadio, de
en conmemoración de la decisiva victoria que allí oblllVit'l"U1I los Wíl'H'"
IllalltTa que la distancia de la "carrera hípica" equivalía a una prueba
sobre los persas en 479 a.e.; las peculiaridades dI' ('s/a wlJlIl('ríl inl!
l't lIl'stre de ida y vuelta, en tanto que Harris (GAA 65) sugiere la idea de
consistían tanto en la distancia que los corredort,s lllhrfall (prohahit-
(11It· cn la jerga de los atletas pudo haberse empleado la expresión "carrera mente 15 estadios) como en el armamento qUt' llevahan, vi ltlal dl,lIr.1
Itfpita" para designar la agotadora carrera de medio fondo, "apta sólo llegarle al atleta hasta los pies" tomo fi fin:.!"!! ti como,11 ir" (Fi 1t'lsl rato . .\'0111'1'
para caballos", y hace notar que Pausanias (6.13,3) nos dice que a la gímnaJÍa 8). Una leyenda (que a Harris, G/\/\ 7'), le SlIt'/1a " "hí'lorí.I
Ilt'nll<Ígenes de Janto, ocho veces vencedor en Olímpia entre 81 y 89 contada por perros viejos en los vestuarios atléticos a ¡(¡velll'S tn;dllllls".
p.( .. , sc h.: conocía con el sobrenombre de "el caballo"; quizá sea casua- mientras que otros, como Diem 145. la (feen a pies ¡UIII illas) dit l' '111('
lidad () hien responde a una idea semejante el hecho de que el gran triun- quienes se arriesgaban a repetir victoria y no lo 1011Sl'gu(all podlólll .,('C
Jador t'Il los HOO (y 400) metros de los Juegos Olímpicos de Montreal, el castigados con la muerte (Estrablín 9.2.j 1, Palls<lllias '),!..(,j. Filial
lllbano Alberto juantorena, haya recibido precisamente el mismo mente, Platón (Leyef 833b) recomienda realizar, t'II d ('IIIfl'llalllil'WII
apodo, militar, carreras de 60 estadios mn armamento Iwsado y dI' 100 1II11
La ültima carrera t¡ue se introdujo en el programa olímpico, dos armamento ligero, distancias ambas demasiado amplias para II110S ¡IJ('~lj
si~lo después que el dólico (')20 a,C.), presenta características dara- deportivos, pero que en todo caso denuncian datilll1l'III(' la IlllalidHd qll('
1IH'lltc distintivas COI I reslwrro a las restantes pruebas pedestres, La el filósofo ator~h a tales t"Ompetlciolll.'s,
Por lo que respecta, por último, a la estimación de este tipo de cerca de la meta, mientras que el resto del tiempo se mueven (asi mll/II Ji
carreras, Jüthner ve en la gran cantidad de pinturas vasculares en las que anduvieran, levantando hacia adelante los brazos, por lo que tlC't'I',!';"'"
aparece representada la carrera con armas un reflejo del interés que la hombros bastante robustos... En cuanto al que quiera com:r 1,1 (am'r" tic'
disciplina despertaba, pero Harris (GAA 75), basándose especialmente hoplitas, debe poseer muy amplios costados, hombros hietl de,rtlrroll,uIO,lv
en testimonios epigráficos, observa que todo parece indicar que la carrera rodilla pronunciada, para poder llevar bien el escudo solmrt!mt!alo ('otl C'.II1,1
con armas fue perdiendo paulatinamente el aprecio de atletas y público, partes. A su vez, los corredores del estadio, que es la má,r lif.!.t!rtl ,11' 1,1.1
hasta llegar a convertirse poco menos que en una carrera de consolación. pruebas, son muy buenos también los atletas bien pro/!orl'ionat!oJ, Iu'ro
Su notable presencia en la cerámica, en efecto, puede explicarse perfecta- mejores que éstos resultan quienes no son excesivamente altoJ, .lino 1m Imm
mente por la gran plasticidad de las escenas, en las que el escudo que más altos que aquéllos exactamente proporcionados. La eXfeJiva all11rrl , C'fI
portaban los corredores se convertía en un puntO básico para el equilibrio cambio, resta firmeza, como una planta que ha crecido demasiado tll,d. Sil
de la composición (cE. Gardiner, AAW 140). constitución física debe ser sólida, pues el principio esencial ptlrel (om'r Mm
es ser bien plantado. Sus proporciones son las siguientes: ItI.!' liiernt/J tlc'''cw
ser equilibradas con respecto a los hombros, el tórax máJ I'eqflnlo d/· 111
3,1.2. Características físicas de los corredores,
normal y dotado de buenos pulmones, ligero el mu.rlo, la pierntl rnl", 10,1
Técnicas y tácticas
brazo.r más largo.r de lo normal; deben tener tamhién la ml/JUdtlllml Imi/!or-
Una confirmación más del extraordinario nivel alcanzado por el cionada, pues los mú.rculo.r excesivamente desarrolladoJ J(m Ilfttl Ir""tI I'dr"
deporte griego, también en el desarrollo de teorías que permitieran la la velocidad [Ben Johnson es una evidente refutacÍ\ín de estt' ¡)lIllIol, !.O,I
mejora de las prestaciones de los atletas en entrenamientos y competi- corredores del diaulo deben poseer una constitución má,r rolJIIJltl {I/(I' 1(1,1 d/'I
ciones, la proporcionan las pormenorizadas observaciones que, sobre el estadio, pero más ligera que la de los participanteJ NI Id (,¡rrml dI'
tipo de los atletas, la técnica y el estilo de los corredores e incluso las hojJlita/' .
uícticas empleadas en las diferentes carreras, quedan reflejadas tanto en la El propio Filóstrato advierte, no obstante, que, pese a las (ara( U'rls
literatura como en las pinturas vasculares. En efecto, Filóstrato (Sobre la ticas físicas y técnicas específicas que cada pw<..'ba requier(', ablllldall los
f.!.imnasía 32-33) nos ofrece una detallada descripción de las caracterís- ejemplos de atletas que han participado y triunfado ell tarn'ras tk
ticas físicas que deben poseer los atletas que pretendan destacar en cada diversas distancias. Es lógico, y el atletismo moderno propon ¡olla IlIlil
prueba; cierto es que muy probablemente la moderna teoría deportiva notable cantidad de paralelos, que los grandes JjlrínlC'r.r ¡Hllli('I'ill I
disentirá en algunos puntos de nuestro autor, pero sus palabras son, en competir con éxito tanto en el estadio como en el "iaulo; ('11 IImh,,!!
todo caso, un fiel testimonio del enorme desarrollo que, fruto de una pruebas venció ya, en efecto, a comienzos del siglo VII a.c:., (,1 ¡¡1m i('Il!!I'
tradición de siglos, alcanzaron en Grecia los métodos de entrenamiento y Pantacles (véase Kyle, p. 209, no. A5,~) y lo propio hizo d ('SPill'lílIlll
selección de los atletas. He aquí la descripción de Filóstrato: .. Quien Quíonis durante tres Olimpíadas consecutivas «()(lti-(l'í() i1,C ,J, P('fII
quiera ser un excelente corredor del dólico, debe fortalecer los hombros y el conocemos incluso casos de atletas excepcionalment(' dOlados 'IIH'
"uello, de manera semejante al pentatlo, y tener piernas sutiles y ligeras, lograron inscribir sus nombres en las listas de vcmedort,s ('n los ,LII'i1l1dl'"
corr¡o los corredoreJ del estadio, Pues éstos mueven las piernas junto con los juegos consiguiendo triunfar en pruebas de v('locidad, lI1edio 1011110 y
hrazo.f para adquirir velocidad en la carrera, C01ll0 Ji IOI hrazo.r le.r hicieran fondo. A comienzo del siglo V el argivo Esquilo dominl', el ('slildio y In
tJolar, en lanlo qlle lo.! (orredore,f del dó/im haan e.rlo (uando Je hallan carrera de hoplitas en Olimpía, y poco Imí!> mrde un att'IIÍ(·Il!lt'. nlyo
.lV, Hl
1'l'RNANIlO l;ARClA ROMI',RO II ¡., !l111 ,C 1., C11IMI'1I 1''''
111 ullbre sea quiz,í Aglao, venció sin apenas descanso en el estadio y el estudiosos dd tema (d. (;ardim'r, !I!Ilfl U7ss,; .Jilt!lIll'r-Brl'ÍlI. 11
/JljlllioJ drlÍflHIJ de los Juegos Ístmicos, si es que debe interpretarse así un 109ss.; PatruHU 117ss.; Weill'r 1')2-:1). Los artistas griegos, l'll l'Il'tlO,
IIllly dal1ado pasaíe de Baquílides (lO.21 ss.): "<Pues cuando en la meta) lograron plasmar con sorprendente exactitud los rasgos t'Sl'll1 ¡all's t h'l
;" Ulrrertl del eJtadio, caliente exhalando el aliento, se detuvo, y de frenético movimiento de los velocistas, mucho m¡lS dificultosos dl' rt'prn
11111'1 ' 0 o/tltldo <mlljó) de aceite los mantos de los espectadores al precipitarse ducir de lo que en principio podríamos pensar quienes estalllos illOSlIllI1
'Johre ItI alJiñada) multitud, una vez que dobló la carrera de cuatro brados a las fotografías y a la cámara lenta (figura ,)(,); los mrmlol'es Sl'
'l'IIC!J,IJ), vencedor ístmico por dos veces lo proclamaron los portavoces de mueven a grandes zancadas, apenas rozando el suelo, con las rodillas hiell
IfII(,írhi Imr) prudentes"; nada más vencer en la carrera del estadio altas y los brazos violentamente agitados, con las palmas daralllt'llIl'
("t¡¡lil'me exhalando el aliento"), Aglao habría emprendido el hippios abiertas y los dedos extendidos, a la manera de Carl Lewis (d", (;ardillt,,,,
clnílfl()J ("la carrera de cuatro vueltas"), en la que también triunfaría, AAW 139, comentario a la ilustración 94, donde califica de "lIlluslIal ill
(a Yl'l1do luego sobre la multitud llevado de su impulso. En el estadio y el modern racing" el correr con las manos abiertas); especial imponal\( ia Sl'
pl'lltatlo en un mismo festival vencieron, a su vez el célebre Failo de concedía al movimiento de los brazos, que debían impulsar al adl'la
(,!'IIlOna (482-478 a.c., en los Juegos Píticos) y el no menos famoso como si de alas se tratase, por emplear la expresilín dI' Fikíslralo (d,
./t·II()/(¡nte de Corinto, cuyo triunfo en ambas disciplinas en los Juegos Aristóteles, Sobre la manera de avanzar los animaleJ 70')a l '), f1/'11Ii1t'lIh/l
()lllllpiws de 464 ("ningún mortal hasta ahora había obtenido ambos 881b6), Los corredores de! dólico, en cambio, realizall los Illovilllil'llIOS
IrtllI/jiu") canta Píndaro en su OlímPica 13. típicos de los velocistas sólo al final de la carrera, para d qlll' los :11 f¡-I as
En tres pruebas, estadio, diaulo y carrera de hoplitas, venció, nada solían reservar sus fuerzas, haciendo a menudo carreras t<Ídit"as, tOIlSl'rva
IlIt'nos que durante cuatro Olimpíadas consecutivas (164-152 a.e.) doras (cf. Harris, GAA 73); hasta ese momento, mm'll WII grall
l.t'tÍllidas de Rodas (Pausanias 6.13.4; Filóstrato, Sobre la gimnasia 33), economía de movimientos: la zancada es más corta, los pies St' apoyan 1'11
y la misma hazaña ya había sido conseguida previamente por Fanas de tierra sobre una superficie más amplia, los brazos, plegados y (l'rt allos a
I'l'IClll' ('512 a.c.) y Ástilo de Crotona (480 a.c., compitiendo como los costados, se mueven con un ritmo acompasado y con remrrido 11IIIlIto
n'l'l't'smmnte de Siracusa; cf. Diodoro 11.1), Finalmente, Polites de más breve que en e! sprint (figura 37).
(.aria l'n los Juegos Olímpicos de 69 p.e. venció, en un mismo día, en el El minucioso interés con el que los hombres de la allliglla (;rn ia
("SI adio, el diaulo y e! dólico (Pausanias 6.13.3). Otros corredores triun- estudiaron las técnicas y las tácticas más adecuadas para cada UII'rl'ra, ((111
lal'tlll en unos mismos íuegos, y a veces en un solo día, en el estadio, e! vistas a obtener el máximo rendimiento en ellas, nos hace lalllt'llIar la
o y la carrera hípica, o en e! estadio, e! diaulo o la carrera con armas ausencia de informaciones sobre el tiempo que los atletas inv('rllall ('11
« J. llurris, GAA 126-7 Y 203-4, n. 20), pero se trataba, como actual- cada prueba, y es una ausencia absoluta de información, dada la lamll in
11\('1111', de atletas excepcionales, capaces de realizar hazañas como las de aparatos que midieran el tiempo con precisión, Así, los únicos "t'{I/~1
dl'su'itas, sólo al alcance de unos pocos. que conocemos del pedestrismo griego se reducen a la indicación dI' qtl!'
Fíkístrato, en el paisaje antes citado, hace igualmente algunas obser- un corredor determinado "fue e! primero en obtener tales o tantas vil lo
val iones sobre las diferencias que pueden percibirse en la manera de rias" o "el que alcanzó más triunfos en tales juegos", o bien se destaca 110
( (lf"l"l'r de los atletas según la prueba de que se trate; pero la técnica que el tiempo invertido, sino la distancia recorrida (los artículos de Tud y dI'
n'quiere cada carrera aparece reflejada con enorme precisión especial- Bilinski nos dan cumplida información sobre todo ello),
IlIt'lIte en las pinturas vasculares, como han señalado repetidamente los
.' \H 2W
PERNANDO GARCÍA ROMERO LOS J [JI« ;OS o!.l MI'li ()~
j.I.3. Dos problemas discutidos: La salida y el giro se aviene mal con la existencia de plazas para 20 mrrl'dor<:s el! el estadio
olímpico, de manera que Harris sugiere la idea de que pasaban ¡¡ 1:1 filial
La manera de tomar la salida y, en las carreras de longitud superior no los vencedores en cada eliminatoria de cuatro participantes, sino los
al estadio, de realizar el giro son indudablemente las dos cuestiones más cuatro primeros de cada serie. A nuestro entender, dista mucho de s('r
problemáticas que afectan a las pruebas pedestres de los juegos de la decisiva la objeción que aducen Patrucco y Harris (no extraña qUl' el
al1ti~u Grecia. número máximo de puestos en la salida sólo se cubriera en la C¡¡rrl'ra
Antes de iniciar una carrera, los participantes en ella realizaban ejer- definitiva) y, a falta de otras informaciones, nada hay que contradi~ el
(irjos de precalentamiento, que no diferían esencialmente de los que testimonio de Pausanias, según el cual, "los vencedores en cada serie mm'"
practican los atletas de hoy, a juzgar por la descripción del poeta latino de nuevo entre .rí por el premio, y así quien recibe la Corona por la ¡miel",
Fslacio (Tebaida 6.587s5.): "Entonces debidamente prueban su velocidad y del e.rtadio habrá obtenido dos victorias» (más discutible, dada la la~\Ii
¡MINI (1 punto su zancada, y mediante varia.r artes estimulan sus lánguidos que en ese lugar presenta el texto, es que fueran cuatro los panicipaltll's
11I;t'IJI!;"OJ con sabios y enérgico.r movimientos: ora se .rientan con las rodilla.r en cada serie). No obstante, sea cual sea la explicación correcta, lo lll¡is
¡1(',\irlf/(/das, ora golpean sus resbaladizos pechos con fuertes palmadas, ora importante para nosotros es que el recurso a series clasificatorias previas
dl'1,tltI t!if!:orosamente las pierna.r y ensayan breve.r .ralidas que acaban de cuando era excesivo el número de corredores inscritos en una dl't(rni~
rt'l'('fI f i''' . nada prueba coincide exactamente con la solución adoptada en el alll'-
A continuación se alineaban los corredotes, "los unos al lado de los tismo de nuestros días ante el mismo problema.
flIY'II.!" Ulíada 23.358) en sus correspondientes lugares de salida, previa- La posición que adoptaban los corredores en la salida esni profusa-
111('11/1' sorteados (para lo cual se empleaba en Olimpia una urna sagrada mente documentada por las artes figurativas y confirmada por (l'SI il1lo-
(!lo plata, de la que los atletas sacaban cada uno una habichuela; nios literarios (figuras 38 y 39): los atletas, para iniciar todas las carreras,
(1. LUliano, Hermótimo 40) y en número diverso según la prueba y se situaban en sus puestos de salida de pie, con el cuerpo y los hrazos
los jllq!;OS de que se tratara; el estadio de Olimpia tenía capacidad para inclinados hacia adelante y la pierna derecha algo más retrasada qlle la
.)0 corredores, el de Corinto para 16, el de Delfos para 17 ó 18, el de izquierda (unos 15 cm., la distancia que separa las dos acanaladmil!>
Epidauro para 11 (cf., sobre el número variable de participantes, Anto- paralelas que atraviesan las lastras indicativas del lugar de salida de las
1IJ,~f(/ Palatina 11.82). Es lógico suponet que, especialmente en las carreras halladas en diversos estadios; figura 40). Las numerosas pilllUl'as
lompeticiones más importantes, el número de participantes fuese supe- vasculares y estatuillas de bronce que representan atletas en POSil itín dI'
rior a las capacidades del estadio, y este problema fue resuelto por los salida son, en efecto, plasmación en imágenes de la frase (o1l (jUl' los
grie~os recurriendo al mismo procedimiento empleado en el atletismo heraldos indicaban a los corredores que se dispusieran a iniciar la ulm'fa:
moderno, es decir, mediante la celebración de series clasificatorias previas "poned el pie en la línea de salida, pie junto a pie" (fr. H(¡(¡ PM(,),
a la ~ran final (táxeis). Es de lamentar, sin embargo, que nuestra única Cuando, en el atletismo moderno, en las carreras superiores dc !loo 111, SI'
informaó<Sn al respecto provenga de un pasaje corrupto de Pausanias adopta la misma posición de salida, la separaci6n de los pies (~s haSlallll'
«(l.UA), que Gardiner (AAW 136; cf. WeBer 149) interpreta en el mayor que la que nos muestran los testimonios arqucohí~i(Os para ('1
sentido de que corrían cada serie cuatro atletas, de los cuales sólo el deporte griego. Por otro lado, es discutible si los velociscas grie~()s 1II1lO
vencedor alcanzaba ht final; por el mntrario, Patrucro (p. I 10) Y Harris cieron y emplearon la forma de tomar la salida con las manos apoyada/!
(GAA 66) dudan dl' la ('xan ¡Hld tll" (estimonio de Pallsanias, lJue creen en tierra, que se ha impuesto entre nuestros .rprinterJ desde que, a itnitíl-
.lijO 21j1
FUINANI)(1 ¡¡Alit fA IHIMI:IHI I e I~ IllIe ,e I~ eIIIMI'1l eI~
ti(ín de SI1l'ritl, fuera empleada por Burke, el vencedor en los I ()O m. de IiInl/'d 71 1), pueSIO '1 1Il', UlIIIO apllllla Ilarris ((,'/\/\ (,(1), Illalldo SI'
los juegos de la primera Olimpíada de la era moderna. De entre los produlian salidas ralsas ('ra prniso dl'1 ('lit'!' a los t( Irrt'do!'l's l'l\ lIIl'd ill cid
l'srasos testimonios iconogdficos por los que podría deducirse el l'lIsordt'll'dof dt' los l'spenadorl's, para lo tllal l'vidl'IIII'III1'IIII' 1111
por parte de los corredores griegos, de este tipo de salida, s610 uno repre- la voz humana. l.a lensitill dl: los rorn'dorl's ('11 las prul'bas cll'
S('lltíl de manera inequívoca a un atleta en el momento de disponerse a haría que las salidas ell litlso hll'fall fn'llIl'IlH'S, y 1,1
iniciar la carrera (para las restantes pinturas vasculares que se han
aducido en defensa de esta tesis, véase el artículo de Roos). Se trata de no sería muy
una escena en la que un hoplitodromo, junto a la columna que indica el Adímanto, hijo de Oei/o, dijo; 'TemirtocleJ, m 1,1.1'
de la salida de la carrera, apoya en el suelo su mano derecha, mien- los que salm antes de tiempo son golpeado.r mn ItI
con la iquierda; en frente, un juez, que lleva en su contestándole: ¡Pero preciJamente los que Je q¡¡ed,m alr(íJ
mano Izqmerda una vara, adelanta el brazo derecho con la palma corona" (Heródoto 8.59; la misma anécdota también ell Plutarco, 'tl'mil
levantada y hacía adelante. Ya Schroder (p. 103) interpretó tocles 11.2ss, y Dichos de reyes y capitanes 185b; para las salidas 1'11 falso,
esta escena corno una prueba de que los atletas griegos el tipo Estratis, fr, 62: "ePor qué te adelantas en la Jalid(l, 1011/0 lo.! (ol'I'l'Ilorn
dc salida habitual en nuestros días para las carreras cortas, yen el del estadio?"),
sentido se pronuncia Patrucco (p, 113-4). Pero ¿puede mantenerse El deseo de evitar en Jo posible que los atletas se.: anlil iparan a la
leoría con tan escaso apoyo documental? Ya Gardiner (cf. Roas 1 señal de partida debió de tener su influencia en la l'vollll i¡)1I dI' lo~
sugirió explicaciones alternativas que diesen cuenta de la insólita posrura empleados en el atletismo griego, sobre los luaks SI' 1101
dd hoplitodromo, bien que se tratara de una carrera menos seria o de un sin que se llegado todavía aUlla soltH ion
simple entrenamiento, bien que el corredor, ensayando la salida, ha en lo que atañe a tollOS y IIVOS,
perdido el equilibrio y el juez le indica que vuelva a su puesto, e incluso son los términos empleados más los
ser testimonio piaórico de una salida en falso en una competición, sistemas de partida de una carrera: grammé,
a falta de otros testimonios nada puede afirmarse con en origen significaba cada una de estas palabras es a v('n's (
certeza, aunque el hecho de que las carreras antiguas anticipado, discernir, y de hecho en ocasiones se emplean indistintamt'nll' para (
como vamos viendo, muchos aspectos témicos de las modernas debe minar diferentes maneras de tomar la salida, Evidentellll'IlIl', la 111.1,
precavernos para no de plano la posibilidad de que los atletas antigua indicación del lugar en el que debían alinearse los (Orf('( lort's para
griegos, en una u otra o de manera esporádica, pudieran haber iniciar la carrera fue un simple trazo en la arena (gramlllej, qlll' s('nalaha
echado a correr con las manos apoyadas en tierra, tanto la línea de partida (Aristófanes, Acarnienses 4~n) tOIIlO la d,'
Los corredores partían veloces cuando escuchaban la orden de llegada (Píndaro, Píticas 9,118), Posteriormente se instalaJ'C)1I l'lI le IS
ápite ("partid"; cf. Aristófanes, Caballeros 1161, así como RanaJ 133, estadios, a modo de salida y meta, lastras fijas de piedra provislas di'
donde, en un juego cómico, se describe la partida de los corredores de las o agujeros para colocar los pies y pOSll'S dI'
carreras con antorchas atenienses al escuchar la voz hernai, "lanzaos"). conservado en buen estado 1'11
No obstante, es muy posible que, especialmente en las grandes competi- varios estadios (figura de etimología dl'Slll
la señal de salida se diera mediante el sonido de la trompeta nocida, designara en origen tales losas 11 7Hss .•
npleada con seguridad en las pruebas ecuestres; cf. Sófocles, Patrucco 104ss.), pero se emplea también para
242 211\
PERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
más complejos que fueron desarrollándose para asegurar la salida simul- manera que cada brazo caía y dejaba a los corredores vía libre para dispu·
tánea de los corredores y que culminaron en la llamada hjsplex, término tarse los premios, partiendo todos al unísono.
atestiguado, en el sentido que aquí nos interesa, en diversas inscripciones La reconstrucción Broneer se adecúa bien a nut'Stros l'SUlSOS !l'sci
(las más antiguas del siglo III a.c.) yen algunos textos literarios tardíos. monios arqueológicos y encaja igualmente con los contados dOltlllH'lI(oS
Su sistema de funcionamiento ha sido muy discutido, ya que ni los testi- escritos que aluden al funcionamiento de la hjsplex () de la /J,¡/MJ, pllC'S
monios literarios ni las pinturas vasculares nos proporcionan explicación ambos términos vinieron a desginar con el tiempo, de malwra Ic)(al CI
suficiente. Se ha sostenido que consistía en una cuerda o barrera que caía parcial, idéntico mecanismo. En efecto, un escolio a Arisnífillws, C;¡f",
o se levantaba delante de los corredores (cf. Oiem 143) o que giraba lleros 1159, explica que "se llama balbls a la madera JÍtllad" /t'(lfIJf'I'rl"I
abriéndose hacia un lado, pero tales interpretaciones son difíciles de mente en el comienzo de la carrera", y, aunque no qUt'dan rt'slos
admitir. En algunos textos se dice claramente que la hjsplex "caía" arqueológicos de sistemas de salida semeíantes en otros t'stadios !jUl' d
(Luciano, Timón 20 y Acerca de que no debe darse crédito fácilmente a la ístmico, es lógico suponer que se emplearan al menos ell las 101II1ll'li
calumnia 12; Plutarco, Problemas de banquete 732d) y que lo hacía con ciones importantes, como, por lo demás, demuestra una illsuiplÍl'lIl dI'
un cierto ruido (Antología Palatina 11,86), pero ello no quiere decir Delos (lnsc.Délos 1400.9, del 11 a.c.), en la que, entre lIlla liSia dC'
necesariamente, como piensa Patrucco (p.105), que esos pasajes mues- objetos de madera, se incluyen" tres brazos de hjs/llex, C/ltI/f'1I 1II1I1I1,ml/'l dI'
tren de manera inequívoca que el término hjsplex fuera usado original- las hjspleges y dos postes, dos cañas de las hyspleJ!,e.!' [qlliz;\ IlIhos por los
mente para indicar la cuerda empleada para la salida, sino que lo que en que corrían las cuerdas)".
ellos se dice se explica incluso mejor si suponemos que aluden al funcio- Igualmente discutida ha sido y sigue siendo la nlalH:ra dl' n'alizar (·1
namiento del mecanismo reconstruido por Oscar Broneer a partir de sus giro por parte de los corredores en las carreras de IOIlj-lilud superior al
hallazgos en el estadio donde tenían lugar los Juegos Ístmicos (figura estadio, En efecto, dada la estructura de los estadios ólIUij-lUIIS. l'lI l'sa,
4l). En los pequeños agujeros situados a intervalos de metro y medio pruebas los atletas, para cubrir las diversas vueltas, l'slahall ohlij-ladns .1
aproximadamente que se hallan en el lugar de salida del estadio ístmico dar giros de 180 grados, siempre hacia la izquierda. t'n lUCIlO a 1111
se introducía verticalmente un poste de madera, a cuyo extremo superior llamado kamptér (de kámpto "doblar"), término freCllt'llIl'lIll'II!t' lIIilit.adn
se fijaba un travesaño, en posición horizontal, que, accionado por el por los autores griegos, tanto en su sentido propio UllllCl l'n 111l'lido!'a'
mecanismo al que enseguida nos referiremos, caía a la manera de los tomadas del mundo del deporte con d significado de "j-liro ele la vida"
semMoros antiguos hasta quedar en posición vertical, permitiendo así la (cf. Eurípides, Hipólito 87, Electra 1)')'5; Herodas 10),
del atleta situado tras él. El brazo horizontal era mantenido en esa Diversas hip6tesis se han sugerido para obviar los dlS! 11 It 0'
posición por la tensión de una cuerda que llegaba desde su extremo fijo problemas que plantea la realización de esos ¡.¡;iros tan prolllllH lados ti
hasta el suelo y que luego corría por el pavimento inserta en unas acala- gran velocidad y en carreras en las que intervenían 1111 huell mlllll'fO di'
naduras; unas grapas de bronce impedían que la cuerda se saliese de su adetas; es curioso que sea prácticamente nula la inlilrlllilll\'1I '1"l' al
carril. Por último, todas las cuerdas procedentes de cada una de las 16 respecto nos proporcionan nuestros dO(lul1t'lItos literarios y pill\wic os,
puertas de salida iban a coincidir en un foso de unos 70 cm. de diámetro sobre toJo si tenemos en cuellta la all'lltión l' illlpOrlillltla '1Ul' ya
y un metro de profundidad, en el que se situaba el juez de salida soste- Homero concede al Illomellto dd ¡.¡;iro t'n las (¡¡rn'rus dl' ulI'm~
niendo las cuerdas que mantenían los travesaños en posición horizontal; (cf,1.2),
para dar la salida el juez soltaba al mismo tiempo todas las cuerdas, de Hay cit,rta ullallimidad "11 rC(Ollou'r que l'll ram'ms 1arlolllll <r!
211 .l4"l
FI!I¡NANIlU (;AIHJA I«)MI']!!) I ('~ I(,'~ IM'~
1 h,1 iw y, nlll IlH:nOf seguridad,la carrera hípica) d giro tenía lugar en AllIe I<lfl IIO! ahks dijiu!l¡ adt's, se sude ..dlllí¡ ir 1Il;\~ WII llillll \('1 11 ('
ubicado al final dd estadio, aproximadamente a que el! d diaulo rada corredor {'(l'tlllaha d giro ell lOmo a tJlI pUSIt' iudi
disuU\t"la de 'll11bos lados de la pista, manera semejante a lo que que se wrrl'spolldía, l'1l d t'xtf('IlIU del estadio, (1m su IU,L(íll' d('
alOlllell'a en las carreras de caballos y de carros, Pero ¿puede decirse lo al cual tornaha para alabar la rarrCfil (lL (¡¡¡rtlill('!', /\/\ If' 11() /;
llIiSllIll dt, las pruebas m<is cortas, y en particular del diaulo? Algunos Wciler 151; Broncer, "Starting Devíres ... ", etc). La Ullllparad('111l!l('
{'sllIdiosos dd tema (Harris, "Stadia ... " 34, GAA 71-3; cf. ]üthner-Brein hace Pausanias (5, 17.() entre la escritura "bus(fofedüll" y el diaulo se
11 101 '), Finley-Pleket 36-7) han sostenido que también en el diaulo y acuerda perfectamente con esta explicacitíll: .. .. ./0.1 ,~ritl!oJ 1,1 1It/l/ltI/1
h()plitas los atletas giraban en torno a un poste común, pero bliStrofedón; y es de la siguíertte manera: a partir del j'!!.II dI' mM Ilnl'" I ti"
lal hiptÍu;,sis tropieza con varias dificultades que, como apunta Patrucco, un escrito} la línea que le sigue vuelve en direcl'Írin um I rtlri,I, ((//1111 1'/1 1,/
('SI;í1l en franca contradición con la lógica que suele imperar en los
carrera del diaulo", No obstante, Harris aduce una ()hjeri()1! tlt' ¡¡po 1'1':\( .
aspn lOS organizativos del deporte griego. Independientemente de que tico a esta hipótesis, y es que si un corredor llegaba al lugar lid ,L(iro 1111
Imllazglls arqueológicos de ninguna manera testimonian la existencia de poco antes que el rival que corría por la calle situada illllll'dialalllelll¡' a
UII líniw kamptér (el hecho de que el poste central del estadio de
su izquierda, se exponía a chocarse de frente con 61 despu6 de dar la
()lill1pia fuera más grueso que el resto nada prueba para el diaulo, ya vuelta e intentar recuperar su calle de ida. Por eso, Patrunu ha proplu'slO
qUl' ell su mayor tamaño queda explicado simplemente por ser el lugar
una solución que nos parece bastante verosímil y qul.' de' hedlll, ha
de las carreras largas), el principal problema consiste en la difi-
contado con la aceptación de varios estudiosos (cf. Miller 1(, I -2, a I,al'! ir
I!ígica de admitir que muchos corredores confluyeran a toda
de los nuevos hallazgos de las excavaciones de Nemea): cada (
t:n un mismo lugar para realizar un giro de 180 grados (ipiénsese
tendría a su disposición dos calles del estadio, de manera ¡¡lit' pan la e1('
('11 UIl Illomento tal en la carrera con armas!), teniendo en cuenta además
un lugar de salida y llegada al situado a su izquierda. Pese a qm', jllslO ('S
,!Ut' los corredores que partían de las calles laterales estaban en notable
reconocerlo, nada hay que confirme o rechace tal suposicióll, es illll(',L(ahlt,
con respecto a los que ocupaban el centro, especialmente
que, si se procedía ningún corredor participaría en desvt'lIlaja U111
salían en el extremo izquierdo, pues al menos los del extremo
a sus rivales, se evitarían empujones y encontrollazos ('11 el
correrían en la dirección del giro, mientras que ellos, a más
momento del giro y, además, se explicaría bien el hecho dt' lit 1(' ('11
(lIbrir una distancia mayor que los atletas que partían de las calles
{{'mrales, al correr de izquierda a derecha para alcanzar el poste central ocasiones nuestros testimonios dejen entrever que el número tlt' UIIT¡'
mlisionarían con el resto de los atletas, que avanzaban en línea recta o de dores era inferior al de lugares de salida.
derecha a izquierda. Para superar, o al menos aminorar, esta dificultad, En definitiva, es nuestra opinión que probablemente no se deha dar
Ihrrís, basándose en testimonios epigráficos y literarios (Antología Pala- una solución única al problema del giro en las pruebas pedestrt's dt,
IÍrta 6.259; SIG 3.419, etc.) nota que con frecuencia el número de longitud superior al estadio, sino que es preciso tener muy en ClIellla la
atletas participantes era bastante inferior al número de calles de que distancia que debían cubrir los corredores. En las carreras largas (el
disponía un estadio, lo cual podría interpretarse en el sentido de que en y, quizá, el hippios drómos) podemos asumir que los atletas realizahall d
la salida del diaulo los corredores ocupaban la parte derecha de la pista, giro en torno a un poste común y corrían por calle libre, ya que en dlas
dejando libre la izquierda. No obstante, veremos más adelante que no era tan importante la posición de salida y, desde luego, el espewklllo
puede ser otra la razón que explique la participación de corredores en ganaba en emoción si los atletas competían en grupo y no en calles sepa-
número relativamente reducido en la prueba del radas. En cambio, en el caso del diaulo, y quizá también de la carrera COIl
246 Zli7
,
FERNANDO GARCÍA ROMERO I,)~ IH,)~ 111 1M!'\( 1 ¡~
armas, el postular un poste único en torno al que daban la vuelta todos menor (Oncxi¡ill lIi (011 Olilllpia ni ton lIingullo lk los gralldl's ll'slivah's
los l'Orrcdores plantea varias y graves difirultades, que quedan resueltas si atléticos.
admitimos un lugar de giro individual para cada corredor, y sobre todo si LlS (arreras de antorchas, en ef(:no, prohabll-IlWIlH' rt'lIHIIICatl a 110
supollemos que cada participante disponía de dos calles, una para la ida origen cultural, en re!aci<Ín con el robo del fuego por Prollll'H'O y lOlI d
y otra para el retorno. La adopción de diferentes soluciones según la ritual de! rápido traslado de fuego nuevo de un altar a olto, No ('S por
IOIl,giIUd de la prueba (cosa que ya sugirió Gardiner, AAW 136-7), con ello de extrañar que fueran uno de los momentos culminanll's dl' las 11'1('-
d 1111 de que ningún corredor participara en desventaja, es un hecho que braciones que tenían lugar en Atenas en honor de dos divinidades Villlll
1l0S resulta familiar, ya que es la práctica habitual en el atletismo ladas estrechamente con el fuego, Prometeo y Hcfcsto «1'. B('kkt,l',
Illoderno, donde los 200 y 400 m. se corren por calles separadas, en Anecdota Graeca 1 277; Suda, J,V. lampádoJ ka! lam/,áJm; 1kl'ódolo
I alllO que sobre distancias mayores los atletas compiten por calle libre, 8.98). La conservación del carácter religioso durante toda su historia
indl'pendientemente de la posición que ocupasen en el momento de contribuyó a que las carreras de antorchas alcanzaran extraordinaria dilu
IOlIlar la salida. sión a lo largo de todo el mundo de cultura griega y se imlllyl'nlll ('11
Digamos, finalmente, que hemos estado hablando repetidamente festivales en honor a muy diversas divinidades. Los art{(ulos d(' EI)('r! Y
d(' "calles", pero no es seguto que en los estadios griegos estuviera clara- Pouilloux pueden dar una idea de la amplísima extensión qU(' al"lm,arol!
1lll'll!e delimitado el lugar por el que debía correr cada atleta, aunque las lampadedromías, pero, con todo, quizá el menor testimonio s('a llll
estimamos, con Miller, que si ciertas pruebas se corrían en calles indivi- pasaje de Arriano (AnábaJis 3,16.9) donde se nos din: que All'jalldro
duales, éstas debían estar delimitadas de alguna manera, quizá con organizó un festival en Susa y "y allí celebró Jacrifici(),f Jep,lítl 1'1 10.1 111 111 IJI't,
(al. patria e hizo urla carrera de antorchaJ y un certamen atlético"
Las mejor documentadas son las que se celebraban en Atellas, ('O 1111
buen número de fiestas (Panateneas grandes y pequefhlS, Ildl'sl('ilS,
';.1.4. Lampadedromía, "carrera del racimo", maratón
Antesterias, Prometeas, Teseas, ete., e incluso dentro del ámbito dd t IIho
Fuera del programa de los juegos deportivos y de los estadios, libres a Pan, según sabemos por Heródoto 6.105), y cuya organi;mci611 lOITla a
aÚII del dominio de los atletas profesionales, se celebraban por todo el cargo del basileús, que se ocupaba de todo lo concerniente a los (lIho..
mundo griego otro tipo de carreras pedestres que mantuvieron de manera oficiales (Aristóteles, Comtitución de los atenienJes 57.1). Durall1t' la..
lIuis inmediata el sentimiento de su vinculación con actividades ligadas al Panateneas tenía lugar la carrera de antorchas más importante de (lIaw"..
lulro. Ya se ha dicho (1.3.3.) que la mayoría de las competiciones feme- se corrían en Atenas. En ella los atletas (que, si damos fe a la dcslTipl illll
ninas que conocemos son de ese tipo, pero en la misma línea se sitúan bufonesca de Aristófanes, RanaJ 1089 ss., destacaban a veces m¡\s pOI' Sil
~,
igualmente algunas competiciones de varones, entre las que destacan ~ buena voluntad que por sus aptitudes deportivas) debían llevar d tl1'~O
sobremanera las carreras de antorchas (lampadedromíai) , que tan gran encendido desde el altar de Eros en la Academia, fuera de la dudad,
arraigo alcanzaron en Grecia, Las diversas interpretaciones simbólicas a hasta el altar de Atenea sito en la Acrópolis, donde prendía la ¡UlIotl ha
que una carrera tal se presta ha sido bien aprovechada por el atletismo del vencedor (o de la tribu vencedora, como luego veremos) la llama qlH'
moderno, pues no en vano el ritual de la antorcha fue introducido en los habría de consumir los sacrificios ofrecidos a la diosa. Como quiera qw'
Juegos OUmpkos de Berlín de 1936 a imagen y semejanza de las anti- el tirano Pisístrato en el siglo VI a.e. fue al tiempo el fundador del altar
gUílS lattt/JadedromlaJ, que, por supuesto, nunca tuvieron en Grecia la de Eros en la Academia (Plutarco, Solón 1.7) y el gran promotor de las
.lI\H 21\1)
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS J ti E(;¡ lS ¡ lL! M 1')(( lS
P,mateneas, es posible que, como sugiere Parker (Fe.rtivals of the AthenianJ, rencias, pero, a la postre, aunque era el último relevista quien ('IIH'lId(" t'l
Londres 1986, 45-6 Y 171-2; cf. Kyle 191) fuera él directamente el respon- fuego del altar que servía de meta, el triunfo se wllsegllía por ell'sllH'\"ZIl
sable de la inclusión de lampadedromía.r en las que se convertirían en las colectivo de todo el conjunto, como aflrma Esquilo ell una d(' las IllIH has
principales fiestas de Atenas, quizá partiendo de más antiguas carreras de metáforas deportivas que aparecen por doquier en las obras dl' IIIS
alltorchas ligadas al culto de Prometeo, quien terua dedicado un altar preci- grandes trágicos (Agamenón 314): "Tales, tenlo por Je,~lIro ,ION IdJ 1/IIt'",,, ,
samente en la Academia (la idea es de Deubner; cf. Kyle 192). dada.r a mis lampadéforo.r) qtte .re han cumplido Imr rt,lel'lJJ J/In'J/¡'flJ; )1
Desde el punto de vista que a nosotros nos interesa, el rasgo distin- lience el primero que corre y el último". Todo el equipo, en 1111, participaha
I ¡VD más peculiar de las carreras de antorchas, el primero que salta a la en la ceremonia triunfal, como muestra un relieve .ítiro dd si~lo IV 01,( '"'
vista, es el hecho de que fueran, al menos parte de ellas, pruebas de conservado en el Museo Británico, en el que aparece repres{'luada \liJa
relevos, en las que la antorcha debía pasar, sin que se apagara la llama, ceremonia de entrega de premios a los vencedores en ulla lílllllhu/I'drolllId,
de mano en mano hasta llegar a su destino. Poco podemos decir acerca ocho jóvenes desnudos precedidos por dos hombres barbados (qlliz¡i d
número de relevistas de cada equipo (que en Atenas estaba formado entrenador y la persona que ha corrido con los gastos de la pn'panll ¡(íll,
por Illiembros de una misma tribu) y acerca de la distancia que recorrían, en calidad de liturgia o servicio público obligatorio).
ya que, por un lado, nuestros datos son escasos, y, por otro, dado que la Las carreras de antorchas admitieron diversas varit'dad('s a lo 1¡lr~(}
prueba no se corría en estadios, sino por entre calles, plazas y campos, su de su historia. Así, en las páginas iniciales de la 1?t:IJlí/;/iCd platfilli¡ a
IOllgitud era muy variable según los lugares y las fiestas en cuyo marco se Sócrates acude al Pireo a presenciar los recién inau~rdos utlws ,'n
d(·sarroIlaba. Además, es posible que la distancia, y quizá también el honor a la diosa tracia Bendis, asimilada a Ártemis, y ("Jun' las vario
llIímero de corredores fuese diverso según la edad de los participantes, pintas ceremonias que allí tienen lugar se incluye, rolllO wan fHlvnlad,
'1UC cran agrupados por categorías de acuerdo con sus años (cf. Parker, una carrera de antorchas a caballo, en la que los rl'k'vistas se pasa han el
"p. rito 82, a propósito de las Teseas), aunque debemos decir que nues- testigo unos a otros montados sobre sus cabalgaduras U27a, L!Hal. M¡h
(ras fuentes hacen referencia sobre todo a los jóvenes, a quienes parecen ir discutido es el problema de la existencia de Idllllhldn/rolltltlJ ildvah'~.
d('sl ¡liadas en particular estas competiciones. no por equipos, a partir de un pasaje de Pausanias ( I.W.2) VII el ql!\' S('
Sin duda, el momento más delicado de la carrera era el paso de la alude a una competición de ese tipo que se iniciaha m el altar di'
alltorcha de manos de un corredor a otro, lo cual requería un entrena- Prometeo en la Academia ateniense. En tanto tllIl' Palwno (l'. 1."lJ
llIiellto previo en gimnasios y palestras. Las pinturas vasculares reflejan acoge la noticia con cautela, a falta de otros testilllonios 11'11' I,l
Ulll cierta frecuencia ese instante crucial (figura 42) y, como han adver- confirmen, Gardiner (AAW 142-3; cf. ya antes (;ollwald) la ¡¡H'pla ~I
I ido (iiglioli (p. 151) y Patrucco (p. 126-7), el corredor que recibe la reservas y otros autores extiem.len incluso las carreras d(' atllonhas illdlVI
<llltorcha en algunas representaciones aparece parado, pero en otras ha duales a otros lugares y festivales (cf. Moretti, lA (,', p, II¡ /. t tlll' (1'('('
wlIll'llzado ya a correr a la vista de la llegada de su compañero, lo que deducir de las inscripciones su existencía en Ddos, olro 1I~ar de (('\<'hI'OI
pam:e testimonio de una evolución y perfeccionamiento técnico de la ción de afamadas lampcldedromía.r; Parker, {J/'. l'Í l. 4 )-(, Y 17 I -,~ SIl~¡('
f(u',Ki61l del testigo, para lo cual se recurrió a un procedimiento que llue no una sola, sino varías de las carreras de alltorchas qlle 1l'lIÚlII I~il
incluso el atletismo moderno ha tardado cierto tiempo en desarrollar, en el Ática es posible que fueran illdividuales; véas(' .Iilllllll'r-Bn'ltl 11
(:mllO en el deporte acrual, los equipos contaban con "estrellas", 1,)0-.), Y Kyle 19 1, qUl' rita testimonios epignífkos t'n favor dd (anh It'r
wrr{'dores destarados qlle t'n un momento dado pmlfan marcar las dife- individual de ¡1~LIH\s carrl'ras),
"'lO r,¡
H.I<NANIlO ,¡AlU lA I«()MI'I(() II lS IIIH ,I)S I )IIMI'II ()S
Las su excepcional conflrll1a d I"l'wrrido dl'S,!l' d Il'lllplo tll' Diolliso l'll Arl'llas hasliI (,1 tll'
(ar.ÍUl'r de competición por equipos de relevistas y su vinculación Att'11l'a Esdradl' l'll Fall'ro, a tillOS Ij km. dl' dislallt i<l. ND ohSlalllt'. la
con el culto, ocuparon un lugar peculiar pero impor- intl'rprl'taci('lIl exana dl' los datos es (ol!lplirada, yil qUl' los In'S Il'XIOS 1111
deportivas de los griegos, que vieron en ellas el terminan de coincidir del todo entrl~ si. En prilller 1I~ar, Sl' ha pUl'SIO l'Sla
la transmisión de la antorcha la vida generación tras gene- carrera en conexión con las Oscoforias, las ficstas iUl'lIil'lIses tll' la
hermosa metáfora que emplea Platón en LeyeJ 776b y luego vendimia (cf. Weiler 146-7, Y Kadletz, que aduce como posihll' pnll'hil
r('{ogl: d latino Lucrecio (2.79). un relieve tardío que se encuentra en la iglesia de Sal! Ell'ull'rio dl'
Una estrechísima vinculación con ritos religiosos mantuvo también Atenas, si bien la intepretación de la escena que en (01 ilparl'U' 110 l'S
Olto tipo de "competición" pedestre menos extendida y conocida: la sencilla), pero es más probable que fueran cosas diferentes la
·'tarrl:ra del racimo" (staphylodrómoJ), una especie de carrera de persecu- que tenía lugar en el ámbito de esas festividades y la carrera
l ¡lÍn que tenía lugar en Esparta: "Durante la celebración de laJ CarneaJ, que debía estar relacionada más bien con
11ft jrJl'(!n ceñido con cintaJ corre, pidiendo algún beneficio para la ciudad, y ad FGrHiJt 383f9; Parke, op.
lo /Jer.riJ!.lIen unOJ jóveneJ, llamadoJ 'corredoreJ del racimo'; Ji lo capturan, los tres testimonios citados no
d./!,lIdrdan algo bueno para la ciudad en 10J aJuntOJ 10caleJ, y Ji no, lo de una sola carrera en línea, con un único vencedor, o de dÍl'z (am'ras
(O!ltrdrir/ (Bekker, Anecdota Graeca 1 305; cf. Hesiquio, J.v.; algunas diferentes, participando en cada una ellas por separado los jlivl'll(,s
illscripciones esparranas, IG V.1.650, 651, testimonian la existencia de pertenecientes a cada una de las tribus de Atenas, sin {IUl' Sl' pUl'da
1111 ofIcial encargado de la preparación de tal carrera, el JtaphylodrómaJ). descartar tampoco la posibilidad que fueran competiciolles tll' n,levos.
Por su parre, Ateneo (49 5i) nos transmite una información, que Severyns (RechercheJ Jur la ChreJtomatie de ProcloJ, París IIJ,H, 11 "i 7 Y
hate remontar al historiador tebano Aristodemo, del siglo 1 a.c. (en el 249ss.), tras un pormenorizado estudio del problema, conduYl' que la
Illismo contexto se cita el nombre de Filócoro, tres centurias anterior), competición que describe Proclo (diez carreras separadas, de mam'ra (111('
sl'gún la cual se celebraba en Atenas una carrera en un contexto más o el vencedor de cada tribu podía beber de la copa sagraua) flll' fl'l'lllpla
11Ienos similar: "AriJtodemo, en el tercer libro de JU obra 'Sobre Píndaro' zada en un cierto momento por la modalidad a la que alude ArislOdl'IIIO
"firma que en AtenaJ, en laJ EstiraJ, Je realiza una competición pedeJtre de sola carrera, sin separación los jóvenes por tribus, y con UIl lílliw
10.1 e/eboJ, y que corren llevando una rama de vid de fruto llamada vencedor, que recibía una copa y celebraba luego su triunfo lOlI 1I11a
'".Ichos'; y corren deJde el templo de DionÍJo haJta el Atenea y ronda).
cll'encedm' recibe una copa a la que llaman 'pentaplóa' [quíntuplel y va No queremos acabar este capítulo dedicado al pedestrismo ~ril'(J
ronda junto con un grupo de genteJ que cantan y bailan. Y la Je deno- sin hacer referencia a las carreras de muy larga distancia, aunqul' 110
mina 'pentaplóa' por cuanto contiene vino, miel, quejO y un poco de harina formaran parte del programa de los juegos atléticos. En ellos, efl'ctivíL-
de cebada y aceite". Esta noticia puede ponerse en relación con un texto mente, la prueba de mayor longitud, el dótico, constaba de un relOrridll
de la CreJtomatía de Proclo (no. 92 Severyns) y con un al v. que, en el mejor de los casos, no llegaba a los 5 km. Sólo Plat(}n (/,(·YI'.1
de los AntídotoJ de Nicandro, Por el fragmento Proclo sabemos que 833d-b) recomendaba como parte del entrenamiento deportivo-militar
"efeboJ procedenteJ de cada una de las tribu/' de Atenas rr.'..... n,pr'<.n de los hombres de su estado ideal, carreras de 60 estadios (unos 1 I km.)
con otros en la carrera y que el triunfador tenía el privilegio para los hoplitas y de 100 estadios (algo más 18 km.) para los
contenido de la copa sagrada, mientras que el escolio a Nicandro soldados provistos de armamento ligero, No obstante, a pesar de
252 Z"U
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
una carrera de muy largo recorrido, la maratón, fue incluida por el barón Únicamente nos dice (6.105-6) que, antes de la batalla, un wrrl'dlll'
de Coubertin, a instancias del erudito francés Michel Bréal, en la primera profesional, Fidípides, fue enviado a Esparta para pedir ayuda y IIl'¡.:tí 11
Olimpíada de la era moderna, en conmemoración de la supuesta hazaña esa ciudad al segundo día, tras haber recorrido más de 200 km., mllchos
de un corredor ateniense tras la batalla de Maratón (490 a.c.), en la que de ellos por entre escarpados caminos de montaña. Así, los dos lílliws
la victoria de los griegos sobre los persas, incomparablemente superiores testimonios que nos cuentan una historia cercana a la habitualllll'llIl'
en número, se convirtió desde muy pronto en el símbolo del triunfo de la difundida proceden de época tardía, seis y siete siglos después dI' 111
libertad sobre la tiranía. Como es bien sabido, en los Juegos Olímpicos famosa batalla. El más fidedigno es Plutarco, quien, en su tratlldo So/m'
dc Atenas de 1896 obtuvo la victoria, sobre un recorrido de unos la gloria de los atenienses 347 c, afirma que un hoplita que respollllt'a al
40 km., desde la llanura de Maratón hasta Atenas, precisamente un nombre de Eucles (o Tersipo, según las investigaciones de Heradidl's
griego de la aldea de Amarussi, Spiridión Louis, en poco menos de tres Póntico, platónico del siglo IV a.c.), recorrió, revestido de su arllladlll'lI,
horas; en las Olimpíadas posteriores la maratón se corrió sobre diferentes el camino que conducía de Maratón a Atenas, y murió nada Ill,ís hal)('r
distancias, hasta que en los juegos de 1924 se fijó un recorrido de 42 anunciado el triunfo a sus compatriotas. Por su parte, Lucíano dI' SalllO
klll. y 195 m., longitud que recorrieron los maratonianos de la Olim- sata (Sobre un error cometido al saludar 3) narra la misma hiswria, 1)('1'0
pr'ada londinense de 1908 para, según las crónicas, hacer que la salida (o llama Fidípides al autor de la hazaña, probablemente Wl1flllldil'llIlo al
la llegada) de la carrera tuviera efecto justo debajo del palco principal del auténtico héroe con el corredor profesional al que alude Ikn')dow.
palacio real y no obligar a que sus majestades se desplazasen a otro lugar Dado, pues, que solamente dos autores de época imperial SI' holl 1'11
1'11 un día de lluvia. Pero, repetimos, en los juegos atléticos de la antigua eco de la leyenda y que Heródoto no la menciona, algunos alllllrl'S, WIIIII
(;recia nunca se celebraron carreras de este tipo. Lucas y Frost, se muestran escépticos sobre su realidad histtíril a y pil'llsall
La inclusión de la maratón en las Olimpíadas modernas se basó en que se forjó en una época en la que los griegos volvieron IlIoís qlll' 1111111 a
lllla leyenda muy difundida pero mal conocida en sus detalles menudos: la vista hacia atrás, hacia su glorioso pasado, exaltando SllS 111111111'11111' di'
,kspués de la batalla de Maratón, un hoplita, cuyo nombre más común- apogeo y entre ellos, por supuesto, la victoria de la Gn'lia lihr!' sobl'!' 111'
11ll'llIl' repetido es Fidípides o Filípides, fue corriendo desde el campo de reyes persas que pretendían someterla. Sin embargo, Bilillski SI' dl""",1
halalla hasta Atenas para comunicar a sus conciudadanos la noticia de la convencido de la realidad histórica del suceso y propone lIlIa I'Xpli',1I11111
villoria y, nada más llegar, murió agotado por el esfuerzo. Ahora bien, del silencio de Heródoto digna de ser tenida muy en CUl'lIla: los 1l'IllIisla,
las historias que nos han transmitido nuestras fuentes antiguas no coin- atenienses locales (que serían la fuente del historiador dt' Ilalilanl;I""
1 i,11'I1 exactamente con los términos de esta leyenda comúnmente acep- habrían considerado el anuncio de la victoria por parte tll' ElI"l 's (o 11 Hile I
lada, por tan repetida, como han puesto de manifiesto diversos autores quiera llamarse nuestro héroe) como un hecho normal y IH 1 I'XI raordl
qllt', dl'sde el fundamental trabajo de Bilisnki, se ha ocupado de estudiar nario, y sólo comenzó a cobrar un significado excepciollal wlllorllll'
(1111 pormenor las noticias que al respecto dejan traslucir los escritores fueron adquiriendo carácter más y más legendario los SlIU'SOS d,'
¡llIliguos, hasta el punto de que en varios artículos se ha puesto seria- Maratón, de manera que pudo incluso adornarse la historia UIII IIIH'VII'
IIH'lItl' en duda la realidad histórica del suceso. datos, como la muerte del heraldo tras cumplir su misilíll. Y la nl ../ill pOI'
En primer lugar, Heródoto, que compuso su obra histórica en el la que los historiadores de la época no dieron mayor illlpOrlóllH ill 111
mislllo siglo l'n que tuvieron lugar las Guerras Persas y es nuestra fuente suceso resulta evidente: era habitual que hombres de l'xcepciol1al m¡is-
principal para lo acontecido en ellas, no aludl' para nada al suceso . tencia, llamados hl'lll/'roJrtimo¡ ("mrrl'dorl's dl' un día"; tílJl1hi(on St' It's
•' ")·1 .In
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS oLi MI'l( .OS
ronocía con el nombre de dromokérykes, "heraldos corredores"), cubrieran 2) La salida y el giro. O. Broneer, "An Archaeological Enigmíl",
distancias casi increíbles, ¡hasta 200 km. en un día!, para comunicar el y "The Enigma Explained", Archaeology IX 1956, 1.'34-7 Y 268-72; id ..
triunfo en una batalla o cualquier otra noticia de importancia (numerosos "Excavations at Isthmia", Hesperia XXVII 1958, 1-37, Y XXXI,
casos, antiguos y también modernos, se citan en los dos artículos de 1959-60, 1-25; id., "Starting Devices in greek Stadia", AJA LXXVI
Bilinski y en el más reciente de Matthews). Finalmente, el proceso de 1972, 205-6; H.A. Harris, "Stadia and Starting-Grooves", GandR VII
idealización de Maratón como símbolo del triunfo de hombres libtes 1960, 25-35; S.G. Miller, "Turns and Lanes in the Ancient Stadium",
sobre un enemigo muy superior en número, pero que luchaba a las AJA LXXXIV 1980, 159-66; W. Mostue, "Mallinien, Wendeslh-
órdenes de un tirano, continuó a lo largo de la historia hasta llegar a ranken und Zielbezirke im griechischen Stadion", LKE LII 19.'33, 2<) 11;
nuestra época, recobrando nuevo vigor, como no podía ser menos, C. Paleólogos, "El método de salida en los juegos antiguos", CAP IV
durante los movimientos políticos del siglo pasado, con cuyo ideario 1962,411-20; P. Roos, "The Start of the Greek Foot-Race", O¡I/lJi'IIltI
casaba a la perfección el significado de la leyenda. Por ello fue incluída la Atheniensia VI 1965, 149-56.
carrera de Mararón en nuestras Olimpiadas, pese a que carreras de 3) Lampadedromía, carrera del racimo, marat6n. B.
distancias excesivas nunca fueron admitidas en los juegos antiguos, quizá Ashmole, "Torch-Racing at Rhamnus", AJA LXVI 1962, 2.B-t1; B.
porque, como dice Harris (GAA 77), los organizadores de los festivales Bilinski, "El antiguo hoplita corredor de Maratón. Leyenda () realidad",
atléticos siguieron la norma de vida meden ágan, "nada en exceso", atri- CAP VI 1964, 5-42; id., "L'hémérodrome Philonides, son record c', 101
buída al espartano Quilón, uno de los Siete Sabios, de quien se dice nouvelle inscription d' Aigion", Eos L 1959-60, 69-80; C. DiclIl, I 'el'
curiosamente que murió en Olimpia durante la ceremonia de coronación Laufer von Marathon, Leipzig 1941;]. Ebert, "Zum Fackdlliulí.·1I 1I11d
de su hijo, vencedor en el boxeo. anderen Problemen in einer griechischen agonistischen Inschrifr ,\lIS
Aegypten", Stadion V 1979, 1ss.; F.]. Frost, "The Dubious Ori~ls 01
the 'Marathon"', AJAH IV 1979, 159-63; C.Q. Gigliolí, "La IOI'SíI
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l'llJ l'll
H,RNANIlU t,AIU lA I!OMH(I)
U I~ 1111'.")".11 IMI'III '"
:\.2. EL SALTO 1l0S dit(·t1 los (('S(iltHlllios his((',riws, ('11 el plallo III1(i(ll (,1 saltll dI'
IOllgitlld aparen' CII 1111 par de IKjlsiill!t's U)!lI1) pnll'ha ;lUII)1I01ll.1, ASI. ('11
el salto de longitud est¡í atestiguado como práctica los juegos WII que los I<:arios agaS¡lJall a Odiscl) .. /'11 d .1,,110
deportiva habitual en los juegos de la antigua Grecia, Ningún indicio JII/iO'¡Of' " lodo.! .. (OdUM H,12H), y FihislralO (
nos lleva a suponer la existencia del salto de altura, mientras que asegura que "<1111/'.1' JI' }tlJlÍtI Y Pe/m .1(' /m'ilú"/;'III (0/1 ((}rolltl'
algunas pinturas vasculares representan escenas en que jinetes emplean 1'/ Jt!l1o y el latlZalllietllo de JiJeo". Es curioso, sill ('1Il ha rgo , qll{' ('11 d
sus lanzas a modo de pértiga para saltar a lomos de sus caballos, si bien 1O.60ss.) nos han' el UII¡ílogo de 1m.
parece evidente que tan prueba de habilidad nunca formó parte de los que trluntaron en los primeros Juegos Olítllpims, fUlldados por
tCstivalcs deportivos (fue Schrüder, p. 113, quien llamó la atención se mencionen los vencedores en el estadio, la lucha. d pugilillO,
es<.: ejercicio, así como sobre el salto de obstáculos al que aludimos en el la carrera de cuádrigas y el lanzamiento de jabalina y dism, ('S dn ir, l'l\
capítulo precedente). Por su parte, Luciano (AnacarsÍJ 4) describe otro todas las disciplinas que más tarde compondrían el pl'lllado WII l'X. ('1'
lipo de salto C'y otros en otros .fe e.ifuerzan todos y saltan como si ción del salto de longitud, que, no obstante, llegaría ¡¡ ser, Ill¡is mili qtl!'
permaneciendo en el mismo .fitio, y al saltar el lanzamiento de disco, la prueba característica y n:presl'lllaliva d(' la
dan patadas al aire"), que probablemente era practicado competición quíntuple,
Slilo como entrenamiento y que no se aleja demasiado del salto caracterís- En efecto, el salto 'Vll,l',UUU
1 jI o 1le las muchachas espartanas, la bíbasis, consistente, como ya se ha
s(·nalado (cf.1.3.3), en saltar hasta tocarse los glúteos con los pies, ya sea convertirse en un eiercicio popular y de notable importallcia talllO ('11 la
1 tJlI los dos pies juntos ya saltando alternativamente sobre cada uno jóvenes (cf.1.3.1.2) como en el l'llIn'lIamil'lllO dt,
dios, aUUllV:; en el gimnasio. Las numerosísimas represelltalÍolll's an i'S!i1 as
En los más importantes festivales de Grecia, y notoriamente en y el empleo metafórico de términos técnicos del salto el! las ohras lil('ra
Juegos Olímpicos, el salto de longitud no constituía una disciplina inde- rias son prueba irrefutable de ello,
pendiente, sino que tenía cabida en ellos sólo como una las cinco Sin embargo, la abundancia de documentos arqueoltÍgiUls y 1'1'11'
pruebas que componían el pentado, incluído por vez primera en el rencías literarias no basta para dar respuesta definitiva aUlla St'ri(, dI'
programa olímpico en 708 a.e. (18 Olimpíada). No obstante, aunque problemas esenciales que nos impiden una reconstruccit)1l segura d(' la
escasos, poseemos algunos testimonios que documentan manera manera de realizar el salto por parte de los atletas de la
la celebración en algunas competiciones de una prueba de Dos son las razones fundamentales por las que el salto tle IOlIglIlH! qu\'
por separado (cf. Patrucco 667, con n. 1). Los más importantes praCticaban los griegos sigue siendo todavía hoy un enigma para lIOSO
son sendas inscripciones de Eleusis que pueden datarse a finales del siglo lugar, los atletas griegos saltaban con una pesa l'I1 I ad.\
VII o principios del VI a.e. (IG 1.2. 802, 803), La primera de ellas es mano ,uguras 43 y Y realizaban el ejercicio con acompaf'lallli('IHO dt'
una haltera de plomo, la más antigua conservada, de casi dos quilas música de flauta (figura estas dos diferencias básicas con f('slwlIO al
peso, que fue dedicada por un tal Epeneto a la divinidad, en arletismo moderno han suscitado polémicas sobre su funcitín y utilidad.
miento por haberle concedido la victoria, mientras que la avivadas además por un segundo dato controvertido: la interpretalÍlill d('
inscripción, también de carácter votivo, fue ofrendada por un muchacho un par de textos antiguos en los que se nos informa de la distallcia qUl'
vencedor en la categoría de los paMes. Por otro lado, además de lo que lograron alcanzar los saltadores griegos.
258 .! ''JI)
LOS lIE( ¡OS OL! MI'H ()~
FERNANDO GARCÍA ROMERO
Las pesas de salto (" halteras", etimológicamente "instrumento para con los dos pies juntos. Para ofn:CI.:r un pUllto de rl'll'n'lH la a los pan Ít I
saltar") nos son bien conocidas por las pinturas vasculares y porque se pantes y para proceder a la medida dd salto, la diswlll ia "Il allzada por
han conservado en número relativamente elevado (figura 43). De piedra cada atleta quedaba marcada en la arena, probabkllll'llIl' llledÍilllfl' 111111
o de metal (preferentemente plomo), su peso ronda habitualmente los línea trazada en ella y no con pequeñas estacas clavadas ('11 el sudo, lOlIIO
dos quilas o dos quilas y medio, aunque algunas alcancen excepcional- quiere Gardiner (AAW 155; cf. Patrucco, fig.17).
mente los cuatro quilos y medio o no lleguen a pesar 1.500 gramos. Su Menos claramente definida es la finalidad que alrihuyl'll I1Ill'SIl'lls
forma es igualmente diversa. La más antigua, la que contiene la ya fuentes al hecho de que el sonido de la flauta 4lmmpaflara los IIIl1vi-
comentada inscripción de Epeneto, es una sencilla placa rectangular de mientos del atleta. Afirma Filóstrato en el pasaje recién tirado qlll' "/111
plomo ligeramente cóncava; con mayor frecuencia presentan una forma reglamentoJ) conJiderando el salto la prueba máJ difícil eh 1'11,1111,1,1 Imlt'll
semejante al auricular de un teléfono o son piedras semicirculares lugar en IOJ juegos, eJtablecen que se estimule al saltador t'I/lJ 1" jl,lIIl.1 y 11'
provistas de una hendidura para facilitar el agarre, en tanto que en época facilite JU elevación con las pesas" (cf. Pausanias '5.17,10, 6. litIO, asl
imperial parece que se hicieron frecuentes las ha Iteras de forma cilíndrica como 5.7.10, donde se busca un origen mítico para ti l'mpll'O de la
(véanse las bien documentadas e ilustradas páginas de Gardiner, AAW flauta). ¿Cómo deben entenderse estas palabras de Filt'lstralo, si l'S ,!II\' t'S
145ss.; ]üthner-Brein II 163ss.; Patrucco 83ss.). ésa la razón para el acompañamiento musital en ti salto!' PatrullO (p,(,H)
El manejo de las pesas a partir del momento de la batida está bien insiste en el componente estético, artístiw, inseparahll' de I así lodas la,
ilustrado en nuestros documentos pictóricos (no así su empleo antes de actividades deportivas de los griegos, y es posible 'lile fuera (-Sla IIllil
que el saltador emprendiera el vuelo): los atletas iniciaban el salto exten- causa coadyuvante; pero la tazón principal ddx' ser otra. Se ha !'l'sallild"
diendo ambos brazos hacia delante y los llevaban hacia atrás cuando a menudo, en efecto, que con el empko de las pl'sas la illl ¡!'JII dt' los
caían. Ahora bien, ¿cuáles son las ventajas que el empleo de halteras brazos resulta ser aún más importante que en d atll'tismo 111 od 1'1'11 o, d"
proporcionaba al saltador, a los ojos de los teóricos griegos del deporte y manera que para lograr un buen salto era imprescilldihle lOSI'~¡1 IIIIiI
de los entrenadores? Los autores antiguos atribuyen dos funciones al perfecta sincronización de piernas y bra;.~os teniendo l'll lUl'lIl a !jlll', 1011
empleo de las halteras: permitir alcanzar mayor distancia en el salto, pues las halteras, el balanceo de éstos últimos (kbía Sl'r haSlallll' III:is alllplio
"los pentatletas saltan más con las pesas que sin ellas" (Aristóteles, Sobre que el que observamos en los atletas de hoy. La Ilnísil a tll' la lIalll.1.
la manera de andar de los animales 705 a; cE. Problemas 881 b), y entonces, ayudaría a la consecuc\tÍn del equilibrio y dd rilll1ll "dl'llIado
además facilitar la caída, de manera que su correcto manejo hace casi en los movimientos, tanto durante la mrrera lOIIIO 1'11 d IlHIIIIl'II!II dt, \..
imposible un aterrizaje de espaldas que invalidaría el salto (Filóstrato, batida, de manera semejante a como Iluestros atletas ProWall¡;1I1 y
Sobre la gimnasia 55). Los atletas batían sobre terreno duro, sobre una ensayan su carrera y sus movimientos hasta ti mínimo dl'lalk para WfI,l'l
placa de madera o piedra (batér), e iban a caer en última instancia en un tabla sin pisar la plastilina y aprovt'rhar así hasl a 1,1 lilr illlO 1I'11I1I1ll'1I1I
foso previamente cavado y ablandado para que el aterrizaje tuviera lugar El correno manejo de las Ix~sa no era nada liíl il. dI' IllalH'l'a '1"1'
sobre terreno blando (skámma). El salto se consideraba nulo en el caso de constituía sin duda Ull paso prdiminar t'1l la pn'paral ilill t(;lllil a dI' lo,
que se traspasara el límite del batér (si es que debe interpretarse así la saltadores la proktim "l'Il scw" dd hahuKl'o tll' las haltl'ras. 1I1yO ('1I1pl¡'1I
1'11 el l'nrrellarnienlO a!l6im 110 Sl' limil ('. por lo dl'lll'\s, a llls sal! adlln'!!,
definición que nos da Pólux de tal palabra) y también, según nos asegura
Filóstrato (Sobre la ximnaJia '5 '5), en el caso de que la huella dejada por sillo llUl' se Hl'llt'ralizt'í para IOdos aquellos atll'las qlll' dl'searall ruhll"u'(!'¡
el saltador en la arena no flH.'ra sufkit'l1Ielllenw nítida, es decir, si no caúl los tmísnllos de la l'spalda y los brazos. La pníll ka tll' In /J,/lltro/mlltl 111111
u,o Jrd
FERNANDO GARCÍA ROMERO
I
!,
I.OS JUEGOS OLÍMPICOS
ni tonocida sobre todo por autores de época imperial, pero su presencia caricaturizan, el primero de manera general y el segundo ron tlolllhl't's y
l'1! el entrenamiento se retrotrae sin duda muchos siglos atrás. Algunos apellidos, un tipo de fémina hombruna contra el que dirit;clI 110 ¡lIlft'-
vasos, desde finales del siglo VI y comienzos del V a.c., representan cuentes puyas (Juvenal 6 .419s5., Marcial 7 _67) .
esct'llas en las que los ejercicios que realizan los atletas con las pesas no A las dificultades que el empleo de pesas comporta para la n'wlls-
IHll·de:1l estar relacionados directamente con el salto, a no ser que se trate trución del salto antiguo, han de añadirse otros problemas que dt'rivall
.Id precalentamiento previo a la competición. No obstante, el primer de dos textos que dan cuenta de la distancia alcanzada por los saltadores
l aso conocido, y ciertamente pintoresco, de levantamiento de pesos con griegos. Por una parte, al catálogo de vencedores olímpicos de .Julio Afri-
¡¡hjelO de: desarrollar la fuerza muscular nos lo proporciona un pasaje de cano remonta la notícia de que en la 29 Olimpíada (664 a,( :.) d espar-
<)lIilltíliano (Sobre los cspectáatlos 1.9.2), donde se nos dice que Milón de tano Quíonis, triunfador en el estadio y en el diaulo durante m's
<mlOlla, en el siglo VI, se decidió a llevar a cuestas un novillo y siguió Olimpíadas consecutivas (664-656), saltó 52 pies, es decir, liada lIIenos
hal i(:lldolo conforme éste fue creciendo hasta convertirse en un animal que 16,66 m. (cada pie olímpico equivale a 0,32 m.). En segundo lugar.
"dlllto, de manera que el atleta se fue acostumbrando a incrementar poco un epigrama tardío recogido en la Antologfa Palatina (Ap¿'lldicl', 21J7) S('
" P¡¡w d peso que cargaba cada día, Fuera de este curioso, y un tanto hace eco de las hazañas deportivas del excepóonal atll'1a Jlaflo tI(,
primitivo, e:ntrenamiemo con pesas, los más importantes testimonios que Crotona, quien a comienzos del siglo V a.e. alcaliZÓ a sallar l'tI los
!lOS ¡ltI{¡fman sobre el empleo de pesas en la formación física, ya no tanto Juegos Píticos 55 pies (17,62 m. si la medida corresponde a pit's oh'm
de a!l('las profesionales como de cualquier persona que quisiera alcanzar picos, o bien 16,25 m., es decir, algo menos que Quíonis, si Sl' trata (1\-
1111 hul'II estado físico general desarrollando su musculatura, flexibilidad pies délficos, que equivalen a 0,29 m" como sugÍl:n:n Eht'r! y W(·ill'l'l.
y resistcllcia, proceden de tres autores de época romana, Oribasio, Como Quíonis, Fal10, dos veces vencedor en el pcmado y IIIlO ¡'II d
(;;deIlO y FiIóstrato, Oribasio, un escritor médico dd siglo IV p,c., se estadio en los Juegos Píticos, fue tan excelente velmist a millo salr "dor
11all' ClO de los ejercicios con pesas recomendados, dos siglos antes, por su (dos actividades que requieren condiciones atl~ics seflwjallll's, "OH'III la
IOlcg" Amilo (6. 14, 34): doblar y volver a extender los brazos, a fin de y agilidad primordialmente, como confIrman destacados eje!l1plos WIIO
fol'talt'n'r los músculos de brazos y hombros; simular movimientos de cidos de todos en el deporte moderno), y gozó dt, extraurdioaria 1'1'1'"101
alaquc semejantes a los que realizan los boxeadores, y, finalmente, doblar ción como excepcional atleta y ciudadano ejemplar (d. 1knidlllll H.,I/~
y ellderezar el tronco con los brazos extendidos, Por su parte, Galeno Plutarco, Alejandro 34; Aristófanes, Acarrtin/JeJ 2 I¡j, AI'iJIId,1 I.!I )(1;
(.\'''/;/'1' uílllO dehe mnJeniarse la salud 2.11.3) describe un ejercicio en el véase Harris, GAA l13ss.). No es por cllo de cxtrat'lar qlH' la flol j¡ ia dC'
(llIt· d atll'ra debe colocarse entre dos pesas distantes entre sí un par de su extraordinario salto fuera recogida a menudo ell los eswlios alJl j,LI.l~ ¡I
1I1('t ros y IUl't;O levantar alternativamente la pesa de su izquierda con la diversas obras (cf. Patrucco 70, n, 3) y, scgúll expli( a í'.t'!lobill ('11 Sil
mallo derecha y viceversa, repitiendo varias veces idénticos movimientos, colección de proverbios, el refrán "saltar más alt.l dd f¡ISI)" (11'1(' ¡'IIIIIO
Por LÍlti!11o, Filóstrato (Sohre la gimnasia 55) afirma que "las pesas más tramos citado ya en Platón, Crátilo 41.~a; equivalc a IIlH'stro "pas,II's(' de'
,~I'md/J ,jat'Í le/tI homhros y braz()J', y las redondas también los dedos" (por la raya") tuvo su origen en el salto de Faílo, que Sltlll'f('l d es!," I 10 .1"
tl'lIl'r at;ujl'ros para introducir los dedos y poder sostener las pesas). Tales arena destinado a la caída y fue a parar mil SlIS huesos ('11 ll'n,(,II0 timo,
('jt'Hídos ('rall, por supuesto, propios de la ~imnas masculina, de rompi~ndse una pierna de resultas de dIo, a dccir dl' olras 1111'1111'"
manera qllt' los dos pasajes ('11 '1m' se: describen tllll jeres enrrenlÍndose mn (Suda). Un terrer donlllw!IIo podría ser ulla illscripciólI de I>dos (110 ti,·
haileras pmeedl'n de dos ¡nUOfl'S sutírims latillos, ,IlIvt'llal y Marcial, que Delf()s, como indita Wt'Íil~r I ')H), probabklllelll(' del si,LI.lo VI a.(:, (Slíe,
}(, ~J
,Ud
,
I
I:UINANIlO (óAIH.lA I(OMHI{(I l' I~ 11I1'(.t I~ "IIMI'It ('~
XIX "jO!», que se ha conservado en estado muy fragmentario yen la que ejercidos gimnásticos sin rdad¡')1l alguna lOn d salto o hicl', lOlIlO ya
pan'u' aludirse igualmente a un salto de 50 pies. propuso jüthner, que Sl' tratara de un entrcnamiento, pm's sill duda
EII ddlllitiva, todos los problemas derivados del empleo de halteras l' debían aprenderse por separado las técnicas de las dift:rl'lltt's fast's
y atolllpaf\allliento de flauta y de la distancia que supuestamente i ejercicio antes de combinarlas todas en el salto (d. jüthner, arl. "'I¡¡lllla"
Ikgaroll a saltar los mejores atletas griegos en esta especialidad, pueden en RE VII.2, col. 2.276; aceptan su propuesta, entre otros, Harris, GAA
I"('SlIlIlirsl' t'n dos cuestiones básicas, que se refieren a las tres fases que 83, y Patrucco 79 y 88). Sin embargo, el hecho de que en una d\' las
,omprl'lIdl' el salto: (la batida iba precedida de una carrera más o menos escenas (fig. 99 de Gardiner) una Victoria alada porte t'n sus mallos las
larga () los arietas iniciaban el salto parados, y, en consecuencia, batían cintas que simbolizan el triunfo parece indicar que el atleta qm' apan'u'
apoy.illdost, sobre una sola pierna o con las dos juntas, respectivamente?; con los dos pies juntos no está entrenando, sino participando t'lI Iflla
y. ('11 segundo lugar, ¿se trataba de un salto simple o de un salto competición, lo que supone un problema para quienes dcfk'ndl'll d salIO
ll11ihiple. doble, triple e incluso quíntuple? precedido de carrera como modalidad única en los juegos, al IllClHlS ,'11
I.as s()luciones propuestas a estos auténticos "enigmas", como se los los más importantes.
ha ralificado a menudo, han sido muy diversas y los argumentos Además del testimonio de los vasos, otros argul1ll'lltos plIl'(\I'1I
adlllidos 1.'11 pro y en contra han sido discutidos, aceptados y rechazados aducirse en favor del salto en carrera. En primer lugar, la hlllli{)fl (
1011 roda clase de réplicas y contrarréplicas. La cuestión resulta, pues, acompañamiento musical se comprendería mejor si pensamos qlle ('ra Sil
¡ !lmplieada. Es, en primer lugar, difícil determinar si el salto griego, tal objetivo primordial contribuir a que una breve carrera permiril'ra al 0\111'101
t 01110 S(' practicaba en los juegos más importantes, incluía o no una coger el ritmo en el balanceo de las pesas, así como el impulso slIlil ¡('fIII'
(aIT('r<l previa. En efecto, nuestras fuentes escritas nada nos aclaran al para conseguir un buen salto. Patrucco (p.78-9), por su pal'll', 11'1'('
n'Spl'! lo, ('11 tanto que con los testimonios de las pinturas vasculares deducir de un pasaje de Pólux (3.151) que un salto podía ser {(IlIsidl'
plll'( 1m dcft'nderse ambas hipótesis, que cuentan además con otras rado nulo si, al igual que ocurre en el atletismo moderno, el atleta lraspa
!,fllchas adutibles a favor y en contra; por último, la solución que se dé a saba en su batida el límite señalado, lo cual sería pnktiullll('IIII'
('SIl' problema depende también en cierto sentido de la opinión que se imposible si el saltador partía sin carrera previa. No obstante, la illtl'rpn'
lenga a prop,)siro del otro punto conflictivo, el carácter simple o múltiple tación del texto de Pólux no es segura, de manera que se rrata dl' 1111
salto. argumento tan poco firme como su afirmación de que "un salto Imihiplo
Es verdad que en los vasos pueden encontrarse con alguna con partenza da fermo sarebbe un esercizio del tuttO artificiale e diHidl
In'lll('lIcia escenas en las que los atletas aparecen representados en plena mente pensabile". En todo caso, quienes son partidarios del salto ((lfl
! arr('fa mil pesas en sus manos, lo que a primera vista parece indicar que carrera coinciden en admitir que ésta sería bastante más breve que la (llll'
!'sl<Í1I tolllando velocidad para iniciar el salto. Pero no es menos cierto toman los atletas de hoy, dado que el empleo de las halteras es incolllpa .
(111(' a veces en otras escenas aparecen atletas con los pies juntos y los tibIe con una carrera larga como han mostrado las experiencias pnín i( as
hrazos indinados hacia delante, en actitud que se ha interpretado como de Lindner.
plaslllaci()f1 del momento inmediatamente anterior al despegue del En lo que respecta al salto sin carrera, ya Gardiner admite su exis-
sallador desde posición detenida. Puesto que en varios casos (véanse las tencia en competiciones, aunque da prioridad a la otra modalidad. Hall
ligllras 7 dI.' Patrucco y 99 de Gardiner, AA W) los atletas no llevan sido, sin embargo, los estudios de Ebert (p.504) los que han hecho qll('
I
hallt'ws, podría pensarse en la posibilidad de que estuvieran realizando varios investigadores posteriores hayan considerado más plausible el saleo
H,'l 2M
l
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
parado que el salto en carrera (cf. f'inley-Pleket 34, Weiler 160). Efecti- mismo siglo) ni posteriormente Plutarco ni Pausanias. El pU1l1O dl'
vamente, a pesar de que el salto en carrera está mejor documentado en partida de la tradición sobre el salto de FallO sería, entonces, un epip,rallla
las pinturas vasculares, se ha aducido un argumento en favor del salto sin tardío (el ya citado Antología Palatina, Apéndice 297) eo d qm' Sl'
l arrCnl que ha gozado de buen predicamento. Ya se ha dicho que, según habría exagerado la distancia alcanzada (algo nada extrat)o ('ti lal('s
Aristóteles (una fuente digna de toda confianza, que difícilmente hubiera "divertimentos" literarios), fijándose en 55 pies porque así todas las pala
!techo una afirmación semejante sin haber tenido pruebas tangibles), los bras del primer verso contendrían el sonido IpI (p¿nt 'eN /1t'lIllJ:flfll,1
pmtadetas alcanzan en su salto mayor distancia con pesas que sin ellas. pódaJ pédeJe PhaylloJ). El epigrama habría sido luego conocido y l ¡lado
PUl'S bien, experimentos modernos parecen haber mostrado que tal en los comentarios antiguos a varias obras literarias y dI: d partirla
gallallcia de terreno sólo se consigue si el atleta parte de posición dete- también el léxico de Suidas para fijar en 50 pies la longitud del ¡"SO d(,
Ilida, mientras que si toma carrera el salto es indefectiblemente más salto, uniendo el testimonio del epigrama al comentario dd pafl'llIi¡íp,ra/o
lOf!O. Es, en todo caso, un argumento notable, pero tampoco definitivo, Zenobio sobre el refrán "saltar más allá del foso", qUI: habría Il'oido Sil
pucsto que desconocemos muchos detalles de la técnica empleada por los origen en un salto de f'aílo que superó el espacio destinado a la lilada,
s,dlatlores en el manejo de las halteras. Por lo que respecta al segundo texto, la atribución l'll la C'n;II;, ti
M¡[s discutido todavía es el problema del carácter simple o múltiple Olímpica de Sexto Julio Africano de un salto lit, '52 pies al l'sl'artíllll)
dd salto. Los argumentos que se han aducido a favor y en contra de cada Quíonis, su eliminación como testimonio en contra dd sallo silllpk
tilia de las hipótesis, basados en los testimonios artísticos, arqueológicos, resulta más fácil, ya que en las traducciones armenia y latillíl dl' la ohra
liH'rarios e incluso en razones de tipo práctico o lógico, se complican de no se lee "52 pies", sino "22 pies", de manera que pudría 1ll'11SarSl'l'IIlIIl
lal 1I1;IIlCra que es dificil decidirse con una cierta seguridad por alguna de error en la transmisión del texto griego por confusióll l'l 11 11' las l ilras 11//
I.ts propucstas. (52) y kb' (22), perfectamente explicable desdl: d pU1II1l dt' visla l'ílll'II
l JJI primer obstáculo deben superar quienes defienden la posibi- gráfico. Quíonis habría saltado, pues, poco l1l;is de sil'll' IlH'lf'I)S, 1111,1
lidad tll' que el salto de longitud que practicaban los griegos fuera simple marca excepcional digna de ser incluída en una rl'lacilÍlI dl' hn hl)S Illtl 11
(halida, ckvación y caída): los dos (o tres) testimonios escritos que dan picos notables como la de Julio Africano (el vencedor ('11 Arl'uas IHI)(I
(11I'111a de saltos superiores a los 16 m., distancia evidentemente impo- saltó 6'35 m.), pero al tiempo no imposible de akallzar wla 1111 lila!! ti
de alcanzar si el salto comprendía un sólo esfuerzo. Así, ya desde el salto.
l('slIf'gilllil'llto en Occidente de los estudios sobre la Antigüedad Clásica El tercer documento, la inscripción de Delos, S(' ha IOllsl'('vadtl ('11
dlll',lIHl' el Renacimiento, la atribución de un salto de 16 ó 17 metros a estado demasiado fragmentario como para poder IIgurar 101110 U'MI
Fa¡'lo dl' (:mmna se nmsideró pura ficción (es la opinión de Petrus Faber monio de importancia fundamental.
l'll su Ag(JflúlÍnm, Lión 1'592, 114, Y sobre todo del genial erudito Digamos, por último, a prop6sito de los tl'xtos qm' al ahillllo; d,'
lrallll;S J()sé Justo Escalígero), y la misma idea han sostenido en nuestro discutir, que algunos autores han tratado de ddC:lllll'r vi lar,illl'l' ~1I\'¡
si}.!.l" Sthrilder, C;;mlim'r, Mezii y, más recientemente y con un exhaus- del salto sin negar la veracidad tI!: tales tl'stimonios, Ast, "anis (.. AIl
I¡vo alOpio de daros, PatrtKeo. Se apoyan estos autores en primer lugar Olympic Epigram .. , ") sugirió, sin apenas ;tcl'pralÍ¡ín, la hip¡¡Il'sis dI' '1"('
ell UII tlr.r.:II!/1t'fllllltI t'X .rilefllÍo: ningul10 de los escritores antiguos dignos el salto se medía desde el punto en que se inidaba la UlI'fl'ra, 110 dl'Nc!('
dl' lrl:dilO qm' se Oluparon tlt' la IIp,ura de Fa(!o hacen alusi6n alguna a donde comenzaba la dl'vat'Í<ín dd adeta, l'n lalllO qUl' Ml'zH (p,2·1HI))
su l'Klraordillario salto, ni I h'n',doto oi Arisuífaues (que vivieron l'n su pl'Os() ell la posihilidad de qm~ los S2 ,) SS pies de los que hahlan 10)1
.'('(1 .~(¡f
1'l:RNANll1l (;A!HIA 1« IMhRO
11)), 1I.~ (11.IMI'i( ('~
t('xros 110 fueran el resultado dc un salto múltiple, sino de la suma de tres ó(Ín, sin l'har~o, creemos que: dd)(' pOlwrs(' lillllbiéll l'lI duda. a la víSIH
saltos simples (d. Finley-Pleket donde no se descarta la posibilidad de al~uns repfl'S(:maóolles COII]O las que (,1 propio Patruno IIOS oll'('l('
de una suma de cinco saltos con salida parada). No obstante, esta última en la p, 81 de su libro y que él interpretól nJlll0 testi1l1onios prohatorios
propuesta tropezaría, entre otros obstáculos, con la explicación de del "salto con carrera". Especialmente en el caso dt, la lig. l 1, la dl'SII1(L
Zenobio del refrán "saltar más allá del foso", que se aviene mejor con un surada zancada del atleta y la posición de los brazos, levalUados hada
único salto excepcional. delante y en paralelo, no se avienen ni con la carrera (IUt· prt'lt'dl'r(a al
Otros dos textos que se refieren a aspectos diferentes se han sacado salto ni con un salto simple en el que la caída debúl realizarSt' COII los dos
él colación en favor de un salto múltiple. El más citado es el comentario
pies juntos, sino que el movimiento que realiza el atleta pudit'ra Iwrh'\ la-
de Temistio, filósofo y retórico del siglo IV p.e., a un pasaje de la Fisica mente cotresponderse con un salto intermedio entre la batida y la \
de Aristóteles (226b; Ad Aristotelem 5.5) en el que se habla de la conti- final; la comparación con el moderno triple salto ofrece un parall'lo
nuidad del movimiento y se aduce el salto de longitud como ejemplo de creemos que indudable.
movimiento discontínuo, "pues los que saltan en el pentado no se mueven Hay, sin embargo, un argumento de mayor peso contra el sallo
de manera continuada, ya que dejan un cierto intervalo". Parece, pues, múltiple, y es el empleo de las halteras, que sólo facilitarían la lahor del
deducirse de este pasaje que el salto no se hacía de una vez, sino que se atleta si se tratara de un salto simple, pero serían una autéllrint rémora ('11
componía de varios movimientos claramente diferenciados, es decir, que el caso de que ruviera que hacer más de un esfuerzo,
era múltiple (cf. Jüthner, "Zur Geschichte der griechischen A pesar de esas objeciones, la mayoría de quienes han eSllldiado el
Wettkampfe" , WS UII 1935, 77), Y a la misma conclusión apunta la problema se inclinan por la hipótesis del salto múltiple, aunqul'. lalllhi(;1I
definición del término batér que encontramos en un léxico publicado en entre ellos, las divergencias son numerosas e importantes ell la n'UlI1S1I'I1<
los Anecdota Graeca de Bekker (I 224): "batér es el borde del foso de ción final del salto, particularmente en lo que se refiere al lllíllll'W 1,,"
caída del pentado, desde el que efectúan el primer salto, según Seieuco; pero saltos continuados que comprendía cada intento.
Sírml'laco afirma que es la parte central desde la que, una vez que han El salto doble sólo ha sido defendido por Harris «(;/\/\ H 12), (:11'1'
saltado, vuelven a saltar de nuevo. Es mejor como dice !J'eleuco". Cierta- tamente, admitiendo, como admite Harris, la veracidad I k las 111 '111 ¡as
mente, estos dos testimonios confirman de manera indudable la hipótesis sobre los saltos de Faílo y de Quíonis, se nos hace muy dificil, por 110
salto múltiple, de manera que incluso los partidarios del salto simple decir imposible, aceptar que los atletas griegos pudieran superar los I()
en carrera dejan abierta la eventualidad de que pudieran haber sido prac- m. en dos saltos y, desde luego, el pasaje platónico (LeyeJ 7911(1) (1111'
ticadas otras modalidades, aunque fuera en época tardía o como entrena- Harris aduce como prueba de su hipótesis no demuestra liada al
miento (así hacen Gardiner, AAW 144 y 149, Y Patrucco 89). repecto,
No obstante, es posible también aducir algunos hechos que se Hasta los esrudios de Ebert, la propuesta que más adeptos ~al1() 1111'
oponen a la aceptación sin reservas del salto múltiple. En primer lugar, el triple salto, consecuencia de lo cual ha sido la admisión de esta disl i
como apuntan Mezo (p.247) Y Patruccco (p.75), las fuentes literarias no plina en el atletismo moderno. Fue K.Wassmannsdorff quit"n, a
ofrecen ningún testimonio seguro para la época clásica y, sobre todo, las mediados del siglo pasado, formuló tal hipótesis, basándose en el hl'l ho
pinturas vasculares contemporáneas muestran a los saltadores en el de que, al parecer, esa modalidad atlética se practicaba todavía (.'11 la
momento de la carrera, en pleno vuelo o cayendo, pero nunca en acti- Grecia medieval y moderna (y también, según Diem 146-7, en Suiza y
tudes que permitan reconstruir un salto múltiple. Esta última aprecia- el Sur de Alemania), El triple salto ha contado con el visto bueno
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FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
siempre prestigIoso de ]ulius ]üthner ]üthner-Brein II 21Os5.), lo posibilidad de que los 16 ó 17m. que nuestras escasas fut:ntl's sdlalall
que ha contribuído a que gozara de la aquiescencia de otras autoridades como distancia conseguida por Faílo y Quíonis fueran el rt:sllltado d(' la
t:n la materia (Hyde, Morettí o la profesora Bernardini en su artículo- suma de varios saltos independientes, choca con el caráner mislllo de las
rt:seña "I giochi olímpici nell'antichita", QUCCXVI 1973,160, aun reco- noticias transmitidas (en particular, la anécdota de que Pat10 sobn'pas{) d
nociendo la dificultad que para un salto semejante representa el empleo espado dd foso destinado a la caída), que abogan más bien por UIl salto
t!t: halteras; cf. también Durántez II 265ss.). único.
Finalmente, la posibilidad de un número de saltos superior a tres En definitiva, mal que nos pese y a pesar de los inteligentes y dow-
(lit: ya sugerida por Hyde (p.414-5), quien, no obstante, se decide al mentadísimos estudios que han dedicado al tema muy destacados espe-
por seguir las tesis de Jüthner. Han sido los minuciosos y documen- cialistas en e! deporte griego, el salto de longitud sigue siendo todavía
lados trabajos de Ebert los que han hecho popular esta hipótesis entre los hoy, como lo ha sido tradicionalmente, un auténtico enigma.
autores posteriores (entre otros, aceptan su propuesta en lo esencial Brein,
Ikngston y Weiler). Tras la discusión de los datos de que disponemos,
Flwrt concluye que el salto de longitud en la antigua Grecia era múltiple BIBLIOGRAFÍA
y 110 iba precedido de una carrera para tomar impulso, y fija concreta-
mente el número de saltos en cinco, dado que esta cifra juega un papel N.B. Crowther, "Weighdifting in Antiquity: Achievement alld 'l'rai-
predol11imll1te en el pentado y, además, resulta ser el número de saltos ning",GandR XXIV 1977, 111-20; J.Ebert, Zum Pentr:¡thlo1'l tln· AtI/iJ~',
adnuado y requerido para alcanzar una distancia de 16 ó 17m. con Berlín 1963, 35-64; E.N. Gardiner, "Phayllus and his Record JUlll/," y
sa lida parada. "Further Notes on the GreecJump"JHSXXIV 1904, 70-HO y 17¡)-~
Ante toda esta compleja trama de argumentos y contraargumentos, H.A. Harris, "An Olympic Epigram. The Athletk Pt:ats nf Phayllos",
.j(. lJIIOS datos cuya información se acepta o se corrige, de consideraciones GandR VII 1960, 3-8; R.L. Howland, "Phayllus and t111' Lon,l.:-.IulIIl'
.1(' (ar,íner I()gico o práctico, nos parece hoy por hoy imposible decantarse Record", PCPhS CLXXXI 1950-51, 30-1; W. Hydt:, "TIH' Pl'lltalhloll
WIl lotal seguridad por cualquiera de las propuestas sugeridas, ya sea Jump", AJPh LIX 1938, 405-17; W. Küppers, "Phayllosspnlll,l.:", AA
sllhrt' la t:xistencia o no de una carrera que precedía al salto, ya sobre la 1900, 104-6; K. Latte, "De saltationibus GraeCOfUIl1 lapita quilllfw''',
1(·¡¡li/,¡[ción misma de éste. Religiongeschíchtlíche Ver.ruche und Vorarbeiten XIII 1t) I.~ (rdlllpl'.
La aceptaci6n de! salto simple como disciplína acostumbrada en los 1967); E. Lindner, "Die Benutzung der Halteren im WeilSprull,l.:
jll('gos deportivos de Grecia exige tanto la descalificación de los dos o tres Antike", AA 1956, 128-30; F. Mezo, "El enigma del alti~Io saho Wi('
I('XIOS que nos informan sobre la distancia alcanzada por los saltadores go",CAF IV 1962, 1-52 (original en A/tertum IV \'),)H. 1(,')- I.'l;
WIIH) la admisión de otro tipo de salto al menos en época tardía para G.Weicker, "Der Sprung des PhayIlos", Leíbe.rtlbml/!,er/ IV ¡t)2H, ~ IH.
Pllder justificar los pasajes de Temistio y del léxico editado en los Anec-
do/ti (,'rdffcl de Bekker. Por su parte, el hecho de que Aristóteles nos
t 1Il1ftrtlll' <¡Ut' los saltadores griegos alcanzaban mayor longitud con pesas
(IUl' sin ellas es un ar~umento muy a tener en cuenta en contra del salto
llllíltiplc, pues el) ese caso las halteras lmls que una ayuda supondrían un
illlIWdiIllC!ltO, sobre todo t:11 el caso dd salto lluílltuplc. Pinalmente, la
/10 .'71
I'I:,HNANI)() (iAIU lA I(OMI'.HO I.(~ JlI H i(l~ ()!.I M 1'11 I )~
.L~, LANZAMIENTO DE DISCO fertilidad y ligadas a cultos solares COIllO el simple lanzamil'l1(() ele
piedras u otros objetos por diversión e incluso, por qu~ 110, COIllO C'lltl't'lIa-
272 273
l'IIIN/lNIH' ¡;/lIt! 1/1 1(( 'MHII'
I"~ lIi,!~ lI.1Ml'lC C1:-'
menos concluyentes. Patrucco (p.137), por ejemplo, hace notar que en En el Anacarsi.r de Luciano (cap.32) el sabio escita ([itka el Ill'dlll
una lista de vencedores en competiciones efébicas de la isla de Samos de que los jóvenes griegos practiquen ejercicios inútiles para la gll('rm,
(SIG 1061.6 y 9, del siglo JI a.c.) aparece una prueba designada como como son el lanzamiento de disco o jabalina, en lugar de enrn..'mlrs(' 1'11
lithob6los ("lanzamiento de piedras"), pero, a nuestro entender, poco arrojar pesadas lanzas o piedras del tamaño de un puño, que UlIlslÍluír(all
puede aportar esa referencia al problema que nos ocupa, puesto que un arma mucho más efectiva en e! combate. Como se indio) al prilldpíll
pudiera tratarse sencillamente de una competición en la que los efebos de! presente capítulo, e! empleo de un objeto como el disco, redondo y
debían mostrar su habilidad en el manejo de la catapulta o ingenio plano, algo más grueso en el centro que en la parte de la drtUIl ferelll ia,
(ho lithobólos), disciplina que formaba parte habitualmente de su se explica por tener esta disciplina altética su origen (al ml'nos lIIJO dI' sus
l"lltrc:namiento militar. De la misma manera, la mención que hace orígenes) en ritos relacionados con el culto al sol; "redondo romo lIlIil
(;ardiner (AAW 154) del levantamiento de grandes piedras (cf.1.3.2.3) rueda" es el epíteto que califica al disco en Akmeónida fr. l. I Bel"llah(; y
lampoco es significativa a nuestros efectos, ya que evidentemente se trata, BaqU11ides 9.32.
l'lJ todo caso, de una modalidad deportiva del todo diferente. Los primeros discos de que tenemos notícia por testimollios lilera·
Aunque, como puede deducirse de lo expuesto, los datos de que rios son de piedra (Odisea 8.190; Píndaro, Olímpica.!' 10.72 l' íJ/mir,,,
(lísponemos no permiten dar una respuesta segura al problema, creemos 1.25, pasajes ambos en los que el poeta alude a competiciolles a!l{-lÍlils
(I\le existen dudas razonables como para no identificar como la misma de época mítica). Con el tiempo, sin embargo, termillan por impOIH'I'S('
lOsa los objeros que en los poemas homéricos se designan con los los discos de metal, hechos de hierro, plomo y especiaJlllellll' ImIlH(', !jlll'
(('tinillOS dískos y sólos. El lanzamiento de sólos sería, entonces, una fue el material habitualmente empleado quizá desde finales dd siglo VI
prlll'ba similar a nuestro lanzamiento de peso o quizá, como parece a.c., ya que el primer disco de bronce conservado, el alUL'S lÍlado qUt·
lucirse de las informaciones de los escolios, al lanzamiento de martillo. ofrendó Exoidas en Cefalenia, data de mediados de esa n'lllmia.
I.as l'xpresiones con que Homero describe la manera de lanzar el .rólos se Los discos procedentes de la Antigüedad que se exhibl'1l ('11 III11'SI ros
avil'm'lI bien con cualquier tipo de lanzamiento, de manera que no museos difieren enormemente entre sí en tamaí'io y peso. (iardilll'r « j AS
nduYl'n ninguna de las varias posibilidades que se nos ofrecen, Única- 316, AAW 156) ofrece una selección de 15 de ellos cuyos I'l'SOS OStihll1
IlU'll!(' el verbo dinéo ([/fada 23.840) "hacer girar (como un torbellino)" entre 1'245 Y 5'707 kg., que se corresponden nm lJi¡illll'lrOS dI' 1(,',1 Y
hablar en favor del lanzamiento de disco, aunque en modo alguno cm. respectivamente; en fecha posterior las excavatiom's alt'llIallas ('11
I'S incompatible con una ejKución parecida a nuestro lanzamiento de Olimpia han sacado a la luz un disCll de 6'ój kg. Y :\2Ull. d(' di¡i!llt'ln!.
Illanillo ni tampoco a nuestro lanzamiento peso. ¿A qué obedecen tan llamativas diferenrias? Es indudabl(' '1m' d lalllaOo
Pum es lo que nos dice Hometo sobre la forma, peso y material de y peso de los discos iba variando de acuerdo con los lugan's, las {'POt as,
los disws que lanzan sus atletas en los ratos de ocio o en las competi- los usos a que estuvieran destinados y la edad y COlldilÍlíll hsil a dc'
(jollt's (úniGunente a propósito del .rólos se da cuenta de su enorme quienes procedían a su lanzamiento. Los disros qlll' lauzahall 111111 h'lI I!W¡
Iíllllilllo). No obstante, las fuentes literarias posteriores, las pinturas y niños eran sin duda más ligeros que los ('Illplt'ados por los adllhus,
vasntlares y eSUllturas y, por supuesto, el relativamente elevado número como induce a pensar IlO sl)lo el hecho de que !al era la pnhlílll IUlhilll,t1
dl' distos que los arqueólogos han exhumado, todo ello permite hacernos en el deporte griego, sillo lalllhién en concreto ltll
ulla idt'a, sÍ<.luiera aproximalla, de las características físicas del objeto (I,j'), '» en d qm' d Iwríegela afirma '1m' los IHll'SOS de la rodilla "t'I
ell1pll·¡tllo ell la disciplina que ontpa estas p¡iginas (figura 4'5), gígantL'sm l.'slJUdl'(() dt, Ayallte eran wmparahll:s t'n (ílIIWnO mil Uf/ ,/i,I/'II
.' /(, JI!
FERNANDO GARCiA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
del Ine matia de los jóvenes". No sería tampoco de extrañar que palestras y (basada, eso sí, en los hallazgos arqueológicos) la conclusión dI' qUl' d
gimnasios dispusieran de un conjunto de discos de diferentes tamaños y disco normalmente empleado en el atletismo griego no difl'ria gralldl'
pesos entre los que pudieran escoger quienes acudían a ellos a entrenar de mente del que lanzan los deportistas de hoy, pues pesaba l'1I tofllo íI los
acuerdo con sus necesidades y condiciones físicas. dos quilos y medía entre 20 y 23 cm, de diámetro (cf" por l'Íl'lllplo,
Otro factor que permite explicar las divergencias en el tamaño de Harris, GAA 86; Patrucco 143; Bernardini 158-1J, etr.), Es curioso qllt'
los discos conservados es su diferente finalidad, ya que algunos de ellos en muchas pinturas vasculares el disco parezca ser bastante mayor <IU(' d
110 estaban destinados a ser empleados en la competición, sino que eran empleado hoy día, puesto que ocupa prácticamente todo el ¡¡11I(·bram,
simplemente ofrendas votivas u objetos artísticos de notable valor, como desde la mano hasta el codo; dado que este hecho est,( ell f011l radill iC;1I
el que queda descrito en la Anacreóntica 57 Preisendanz. A veces, no tanto con los discos antiguos conservados como con lo que reflejan olras
ubstante, los intérpretes discrepan al determinar si un disco ofrendado artes figurativas, notoriamente la escultura, debemos SupOlll'r qlle tal
lOIlll) exvoto se empleó o no realmente en la competición. Es el caso del discrepancia se explica por razones de tipo estético, de equilibrio UlIllpO'
dislO de Exoidas, el más pequeño de los que figuran en el catálogo de sitivo en la escena.
(;ardillt'r, ya que, mientras Jüthner niega que fuera el mismo con el que El lugar desde el que los atletas arrojaban el dism se dl'lIoJllill¡¡ba,
,I111'Ia Iriunfó en los juegos, Gardiner ( AAW 155) y Patrucco (p,140), de acuerdo con el solo testimonio de Filóstrato (/ mál!,ertt'J 1,24), /I,t/UI ,
l'lltrl' O(ros, afirman lo contrario, es decir, el mismo término que designaba el punto de pan ida ('11 las
Por líltimo, la variedad de tamaños y pesos de los discos depende carreras pedestres, En su descripción de un cuadro en el qUl' St' f'l'pn'Sl'IIl a
lalllhi("11 de la época y del lugar de la competición, de manera que resulta la muerte accidental de Jacinto al ser golpeado por el disfo qtll' laoza
pr,H I Ílatllente imposible precisar la magnitud de los discos empleados en Apolo, Filóstrato hace la siguiente indicación: .. oo, ex,lIl1;m'IIIIi,l /d II/IIIII/'II
lada 11110 de los juegos, ni siquiera en el caso de los principales festivales. y en primer lugar la 'balbís' del lanzamiento de diJi'II, 1.,1 '/I,t/M'!', 11/'/1111'/1.1
No ohslalltl', una suposición puede hacerse con ciertas garantías de vero- y con capacidad para una Jala persona erJ /lú:, l'J lIf! ('.I/hllío ddi/lllltldo
'iilllilillld, y es tlue en Olimpia y posiblemente también en los demás excepto por la parte de atrás, que a{()/!,e la I,jemll dered", dI'! ,11/1'1.1,
!estivales ill1portantes lanzaban todos los atletas los mismos discos, que haciendo que la parte anterior de .fU Clterllll JI.' indine /"'1;" dl'/""'/, r /"
""llillistraban los propios organizadores, a fin de que se compitiera en otra pierna qltede aligerada de l'eso, la CI"d debe ec!.ltlrJe' hlli" "1/',11 l'
,
1~lIa Idad de oportunidades; en el caso de los] uegos Olímpicos, los discos acompañar en su movimiento a la mano derechll .. (el pasajl'. 110 obstallll',
'111(' SI' (,Illpkaban en el pentado eran guardados en el tesoro de los sicio- i
¡ es difícil de traducir en varios puntos; hemos seguido la illl('rprt'l¡ll ¡cin dI'
lIi()~ (I'allsanias (¡.IIJA), Por otro lado, una vez que se generalizaron los Gardiner, AAW 155, que acogen también Harris, "Philosfrallls.. ,", y
\
dislIIs d(' bronce, debieron imponerse en cada festival tamaños y pesos Patrucco 1478, Y que difiere dd texto dispul'sto por Fail'hallks C'II l..
lIormalizados, conocidos de todos, Al menos es lo que puede deducirse puntuación y se aparta en varios lugares del qm' imprillll' Kaysl'r C'II ~I
lIara d taso concreto de Olimpia del testimonio tardío de Filóstrato, edición teubneriana).
quien t'n d lIaoieo ( 1.,.2 de Lannoy) nos cuenta la historia de Protesilao, Así pues, d lugar en el qm: se situaba d atleta p:lra lallzar l'1 !lIS! o
la pl'ilm'ra ví((ill1a griega de la Guerra de Troya, que se entretenía en no era redondo, como hoy, sillo rl'((angular, y laJllpmC) S(' hallaha a IUI.I
lallz;rr el disto a larga distancia ",1/11/ .riendo do.) veceJ máJ pesado que el altura ligeramente superior al Ilivel dd sudo, IOIllO ((lit (n'l tll'lIc ia SI'
o/Imllio/' , LamCllWbll'JIll'IUe, nada se nos dice en este pasaje sobre el peso sOStuvo durante d siglo pasado, Es posiblt" dada la escasa dispollihilidad
hahilllal d(·1 dism 01 ílll piro , lk tllHlll'ra qU(' 110 deja dt' ser una mnjetura de espacio m los t'stadios allt iguos, qm' l'l 1{lIlill' ddílllll'ro ell' t'sa ¡(n'u cit·
nH .IN
,
HJtN/\NIlO (;/\IUI/\ ROMER() 1I1!\ '111',( ¡( I~ e11.1 M1'11 eI!\
la mal 11 il'IHO (htllbir) fuera la misma línea de partida de los corredores, manera qUl' (m'ra a parar a la orilla opucsta sil! Ult'r el! d a~lI. St' InIlU,
Silll,U la t'll lino de los extremos del estadio, en tanto que su parte trasera, según puede ohs<:rvarst', de datos Illuy imprecisos y tOll ms~o l(\I('
si illtl'rprt'tamos bien el texto de Filóstrato, no estaba delimitada, segura- evidencian inequ{voGtlllelltl' la teudeuela a la l'xageradtÍll propia dC' los
11It'1l1t' pOfl¡Ue los jabalinistas lanzaban desde el mismo lugar y necesi- textos poéticos, sobre todo cuando se trata de Sucesos tlt· (-pma 1IIf1 iul.
wlllar una carrerilla previa; por ello se ha sugerido (cf, Gardiner, Así, la única notícia concreta procede dd famoso epigrama tlt' Jlaflo.
1\/\ If' 1')7; Piernavieja, CAP I 1959, 51-2; Harris, GAA 89; contra, que se habló ya a propósito del salto de longitud, y en el qUl' St· nos dir('
PatnKW 1 n. 2) que los discóbolos estaban autorizados a dar cuantos que el célebre atleta de Crotona lanzó su disco a una distiHKia dI.:' 1)") pil's.
pasos quisieran para tomar impulso, pero la propia manera de lanzar el es decir, poco menos de 30 m. La aceptación e interpreta<:Í()1l de l'Stl' dato
() y el testimonio de las pinturas vasculares sugieren evidentemente lo numérico no ha sido unámime, aunque, ciertamente, hu suscitado 111m
wlllrario, Por último, la función de los límit(.~ laterales era muy proba- menor controversia que en el caso del salto de longitud. Gardim'f. supo-
hlt'lllt'lltl' acotar un espacio ubicado a igual distancia de los lados largos niendo que el disco que Faao lanzara era de peso considerable, c'slillla e)")
.Id ('sladio, a fin de evitar en 10 posible los riesgos de que un disco mal pies una distancia exagerada, como 10 es igualmente, a su parecer, h)s "i ")
fuera a parar a la zona ocupada por los espectadores. No pies que supuestamente saltó el atleta; por su parte, Harris (C/AA 1) 1;
ohstalllC, como señala Rudolph (Das Altertum XXI 1976, 22-3), sigue GandR XI 1961) admite la veracidad de la notícia, pero l'OlIduYl' tI(, dla
simt!o aún un misterio para nosotros explicar cómo en los estadios anti- que Faao, extraordinario corredor y saltador, era un mediocf(' lall:r.adol',
}-\uos, cuya anchura solía ser de unos 30 m., la prueba de lanzamiento de que únicamemte acertó a alcanzar la pobre distancia tl'~() 111. No
podía realizarse sin serio peligro para quienes la contemplaban; obstante, la mayoría de los intérpretes, probablemente con radll), atllllllll'
IOdas (ormas, aunque, salvo en los relatos míticos a los que hemos hecho algunos consideran con reservas los datos del epigrama por las raZOlll'S ya
;dusi()Il, no tenemos notícias de accidentes, no es nada tranquilizador el apuntadas en el capítulo anterior, estiman que 30 m. supollen 1I1l I;I ...... a
wllH'lltario de Marcial (14.164): "cuando revolotee brillante el pesado miento notable con un disco de unos 2 kg. arrojado mn el l'stilo l(IIl'
I'J¡ltlrtano, alejaos, muchachos; ¡que no cause daño más que una empleaban los atletas griegos (cf., por ejemplo, Patrucco 1()(¡ss., 1111<'
aduce el testimonio de Zenobio 6.25: "(Faao) parece que 1.J1/zfI/h' 1,1 di.!1 (/
Muy escasas son las notícias que nos informan sobre la distancia a grandísima distancia").
<¡lIl' podía alcanzar en el mundo antiguo un buen lanzador, yesos pocos Más importante, e igualmente controvertida, es la detl'rlllill¡1l ¡(III
Il'slilllonios, además, son apenas significativos, por el hecho de que del número de lanzamientos de que disponían los pentatletas t'fl l
lbnlllocemos el peso del disco que en cada caso se empleaba. Ya hemos competición. En los poemas homéricos parece que cada participatll(' t'lI la
vislo que Odiseo supera largo la distancia alcanzada por los atletas prueba tiene a su disposición un único lanzamiento, pero hay raWIIl'S
que le han precedido, a pesar de arrojar un disco mucho más suficientes para suponer que en época helenística se permitía al atll'(H IIHis
Iwsado. El mismo tópico se repite en la ya mencionada historia que de una oportunidad. Ebert (p.13) se basa en una inscripción de Hullas
HalOS cuenta a propósito de Protesilao, el cual lanzaba su disco, cuyo (SEG XV.501, del siglo I p.c.), así como en la importancia que asiglló' l'\
IWSO doblaba el del artefaao empleado en los Juegos Olímpicos, a una número cinco en el pentatlo, para postular que en todos los fest¡vak~ los
distancia de más de cien codos (en torno a los 50 m.); a su vez, Estacio participantes en la prueba de disco podían realizar cinco intentos, dl' los
(f'ebaida 6.673ss.) dice del atleta Flegias que se entretenía lanzando el " que únicamente contaba el mejor (cf. Finley-Pleket 32; Weiler 1(,/1),
disco por encima del río Alfeo, en Olímpia, por su parte más ancha, de Entre la bibliografía posterior, únicamente Patrucco (p.164-5) sostiene'
J
H.l1 NANI)() 1;AIII lA lit IMI.III) 1 11'" ,lllIoI'"tIlIMI'III'''
IIlIa 011'l1il;ll wl1Iraria a la Il'sis Ik Iibert, ya que fija en tres el mimero de H.I t)2, illdila qllt' Sl' (l'lIla l'lI tUl'lIla para la lIIedida la pl"lllll'nt
lal1l;llIIil'II(OS que se permitían a los discóbolos. A nuestro entender, sin huella dejada por d disw al laer, pero 110 salwllIos tllIl n'rIl'za si ('sa 11Il'
(,lIIhar,l-(tI, los ar~ul1cn(Us dd erudito italiano no son en absoluto convin- la ImÍl'tica habitual ti LI ralltl' toda la historia
(l'III('S, Por UIl lado, d hccho de que Pausanias (6.19.4) indique que en como quiere Weiler (p, I(¡'); eL Dudlltl'Z 11 271Í), al priflt
("1 (estiro d(' Sil ilill ell Olimpia había tres discos para el pentatlo no es dl'sde el lugar de lanzamiento hasta allí donde el dism
PUI'S liada hay en contra de que los atletas pudieran usar mente a parar. Lo que sí podemos afirmar con seguridad, has¡'ifldollos l'll
SOlallll"lI(l' m's discos cn cinco lanzamientos y no emplear uno diferente testimonios literarios y en particular en las pimuras vasndal"t's, l'S qlle
p,lra l ilda illll'IltO. Y, por lo que respecta a su segundo argumento, es la distancia alcanzada por cada lanzador se marcaba lI11'diallll' UII tlaviw
l'vldl'IIH'llll'llIl' errónco: en su figura 53 no "aparecen exactamente tres o varilla, de manera que atletas, espectadores y jueces podiall salll'1' al
dIS\tIS, a disposición del atleta que se apresta a iniciar la prueba", sino instante si un competidor había superado o no la 1!larca
'1'1t' la ('su'na representa él un joven que se dispone a lanzar el disco mien- Tal práctica se encuentra ya en los poemas homéricos: "lW Il'rt'/'/' I".I!."I' "
tras ("11 d slIl'lo aparecen caídas dos pesas de salto (¡no dos discos más!), su vez lanzó el gran Ayante Te/amonio, (on JII ro/JIIJ/d 1111/1/1/, Ji
para cavar, simbolizan la otra de las pruebas caracterís- las señales de todos" (Ilíclda 23.842-3); "y el
111 as dd pemado (baste comparar con las figuras 70 y 74 del propio las señales de todos" (Odisea 8.192-~)
JI,tI nll I o). Fillalnll'nn.', Harris CA Fragment... ") estudia un fragmento Hemos dejado para el final del capítulo la cu('sti()1l ljuiz¡í III¡ís dl'ha
dI' I ,o.! Ltrl.rt'oJ de Sófocles (fr.380 Radt) que pudiera procurarnos tida, y también más importante, que suscita el lallzalllil'1110 dI' disl o l'll la
101 ¡,!lorlllati¡)n al respecto de la cuestión que nos ocupa. El pasaje Antigüedad: la técnica que empleaban los atletas y. lll,ís l'll 1011! rl'ItI, si 1'1
tOll1lOd la pant· probablemente un parlamento de Perseo en el que el estilo de lanzamiento era similar o no al actual y si il1duía UIl ~im, 101011 ti
1H'1t)(' ;llegaba que fl\(: un accidente la muerte de su abuelo Acrisio al ser parcial, del cuerpo con objeto de alcanzar mayor distal1li¡¡ l'll (·1 lirn
,dI ,til,ado por tlll disco arrojado por su mano: "yen mi tener lanzamiento La información de nuestras fuentes, literarias y arrlsl it as, h,l "do
10/ /lom/lrt' ti/' no/io, Élato, se situó cerca mí en el momento de arrojar el valorada de diversa manera. Por lo que respecta a los Il'Slillltlllios ar'lIII'O
11", Si, WIIlO parece probable, es ésa la interpretación correcta discóbolos son representados con asiduidad l'lI vasos, I'SLtllI,I",
1',IS'III', d(' (',1 se deduce que los participantes en la prueba de lanzamiento estatuillas y monedas (un exhaustivo análisis puede Vl'rsl' l'lI la.., ohras 1110
dI' disw disponían de al menos tres intentos, pero Harris con ]üthner-Brein y Patrucco), de manera que, pese a que hay quil'lI 1'('( hilla
"1/011 <¡lIe ('SIl" testimonio no es incompatible con los cinco lanzamientos la posibilidad reconstruir las distintas fases del IanzalllimlO alqJ,'II1<h,
.1(' 'Ill!" 1IOS hahla la inscripción rodia, ya que, evidentemente, el lanza- que pintores y escultores se han preocupado de plasmar ,wis d n'Jlost!
I 11 ¡("II I () de Pl'rs("() que provoca el accidente no tiene por qué ser necesaria- que el movimiento Harris, GAA 86), es indudable qUl' las oll1a ..
1111'11((' d LÍltimo, de manera que la tesis de Ebert que postula cinco artísticas nos prestan al respecto del tema que nos ocupa tilla ilH'Slil1
IIlh'II(OS, dt· los que contaba el más largo, nos parece ser la que cuenta ayuda, si bien a veces la búsqueda del equilibrio compositivo hil podido
(011 IIl.ís y lllcjon:s argumentos a favor. hacer que el artista se haya separado en mayor o menor l1wdida dI' b
La l1ledida de la distancia conseguida en cada intento se tomaba exacta representación de la realidad. Este problema se ha plal1tl'ado lOl1
It la llm'a que delimitaba por delante el área de lanzamiento, y "'''JJ'-'-H>1 énfasis a próposito de la célebre estatua brondnea de M in ill (di'
hl'IIIOS dc suponer que su rebasamiento por parte del atleta anulaba el mediados del siglo V a.e. y de la que únicamente se han l'Ol1sl'rviHlo
I ift). POI' otro lado, el erudito bizantino Eustacio, en su comentario a copias marmóreas tardías), que ha suscitado tanta controversia millo
.'H.' 2H~
!'¡.;jl NANll() I iAIH fA I(IlMI:f(( I J.t I!\ J111(,( l!\ (IUMI'II ("
manera realista un l'Ítado pasaje dt, I%ísrrato 1.2-1, l'll d <¡lit' SI' Ida "Id 'IMIIdI' f'l
11IIlíJ.:I!lWI
disco. En cuanto a las fuentes lite- /In e.t/Jaci" ('1m aYl.'1U' dlJlllrltmUlda" «'n lugar tll' ut',!' IItI t'Jlhldo "dill/"
poemas homéricos se menciona con cierra lado"), y de una mala interpretal'Íón del momento dl'l lanZHmil'lI1O qllt'
son muy escasos los pasajes que describen queda pasmado el Discóbolo de Mirón, se obligó a los atletas a arrojar d
movimientos del atleta en el acto de arrojar el disco. disco desde una plataforma ligeramente elevada, con el pit' dl'r('(ho
Adl'll1,\s de la descripción y no excesivamente minuciosa de delante del izquierdo durante el lanzamiento, que iba pn:cedido !lO dI' 1111
I\sratio ('/'ebaida 6.668ss.), el texto que ha sido preferentemente giro del cuerpo, sino del simple balanceo del disco hacia ddantl' y hada
zado ('11 las diferentes reconstrucciones que se han intentado es un pasaje atrás. Esta técnica de lanzamiento, a causa de su propia rigidez y artilldo-
y,. (ilado de Filóstraro (Imágenes 1 aunque su sorprendente sidad, fue pronto abandonada en beneficio del estilo m<is natural qll('
dcnda con la información que puede deducirse del Discóbolo de todavía se emplea hoy.
ha llevado a algunos intérpretes a la conclusión de que Filóstrato no hace Por lo que puede deducirse de algunas pinruras vasculares, dI' la
otra (Osa que describir la célebre estarua, al igual que su coetáneo estatua de Mirón y de la descripción de Filóstrato, es evit!I'IIf(' (jUI' la
LlIciallo en El mentiroso 18 (así, Harris, GAA 87; en contra, Patrucco técnica de lanzamiento del disco en la antigua Grecia inclu{a un ~iro dd
l'i.n. cuerpo en el que la pierna derecha servía como apoyo b,(sico, Ahora hil'l!,
Pese a ello, la conjunción de documentos arqueológicos y literarios es cuestión debatida si se trataba una rotación completa, sl'ml'jallu' ¡¡
permite n:construir en buena medida las distintas etapas del lanzamiento la que llevan a cabo los atletas nuestra época, o bien los disu)bollls
dd disco, aun con ciertas reservas que ha promovido la ya apuntada griegos realízaban solamente un giro parcial. Jüthner (Ueber allliRI' TI/n/
,Iist lISilÍ1l sobre si la técnica de lanzamiento de los atletas griegos difería gerathe, Viena 1986, Schroder 118-21) distinguía dos tipos
l'sl'l!tialmente de la que emplean los modernos discóbolos. Ya Schrbder, de lanzamiento, uno con completo del cuerpo y Otro COIl torat iÚIl
p. I I H9, dio a la pregunta una respuesta negativa, y lo mismo han parcial únicamente. En la mayoría los trabajos dedicados al (l'llla. sill
hecho ll1ilS recientemente Finley-Pleket; Schroder, por otro lado, distin- embargo, es norma reconstruir un solo estilo de lanzamiento, ya Sl'a d
tres maneras diferentes de arrojar el disco en la antigua Grecia, pero que incluye un movimiento circular total ya el que se limita ti UIl ~íl'O
SI' ¡¡((:pm generalmente que nuestras fuentes permiten reconstruir una incompleto. Por la primera posibilidad se
de lanzamiento, ya que las divergencias que se han obser- Buschor y Schweitzer, pero más aceptación, especialmente entre
y representaciones de la prueba obedecen más recientes, ha tenido la hipótesis de la semirrotación del (uerpo
razones aparte, más a discrepancias de detalle en (Patrucco 151-2 y 1 Gardiner, AAW 157ss.; Jüthner- Brdn 11
dependiendo la época, el lugar y las propias características de 289ss.; Bengston 41; Bernardini 158-9; Sümeghy; Harris, por su par!('.
los atletas que a diferencias de fondo en la técnica de lanzamiento. pese a las dudas que manifiesta en GAA 89, parece decidirse
En un aspecto inicial sí se ha llegado a una conclusión unánime- por esta posibilidad en SGR 38 y "A Fragment .. ,"). El giro
IIll'nte reconocida: carece absolutamente de base la reconstrucción del en efecto, cuenta con más y mejores argumentos a su favor, enumerados
estilo de lanzar el disco que se impuso cuando esta disciplina atlética fue ya por la profesora Bemadini: la descripción de Filóstrato, la forma dc la
n.'sucÍtada en el siglo pasado, el llamado "estilo griego", que prevaleció balbí.r de lanzamiento, que, a decir de este autor, era "pequeña y (()1/
durante las primeras celebraciones de los Juegos Olímpicos de la era capacidad para una sola persona en pie", de manera que difícilmente
moderna. A partir, en efecto, de una corrupción texrual en el tantas veces hubiera permitido una rotación completa del cuerpo, y, por último
2H1 2H'5
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
(aunque la prueba es discutible, dada la controversia ya comentada que quizá porque, como apunta Pattucco (p. 157), a la propia 11111
ha provocado la interpretación del epigrama), la notícia de que Fallo cultad de plasmar un instante de intenso movimiento, se aí'!adía d lH'dHl
alcanzó casi los 30 m., que sería una buena distancia si el atleta no reali- de que en ese caso habría que representar al discóbolo sin el ohj{'1O qlll' 111
zaba un giro completo sobre sí mismo. acreditaba como tal, al haber sido ya arrojado. No ObSlalll(', por 1.1
Diversas esculturas representan atletas en los momentos previos a descripción de Filóstrato (muy vaga, justo es reconocerlo) y por la h,~il"
iniciar el lanzamiento, en posición erecta, con el cuerpo relajado y el disco imperante en todo momento en el deporte griego, deb<:mos SlIllOlI{'" 'IIU'
asido en la mano izquierda, que cae hasta la altura del muslo (figura 47). e! vigoroso impulso del brazo derecho hacia delant<: y hacia arriba
Es la fase de toma de contacto con el lugar de lanzamiento y con el acompañado del adelantamiento de la pierna izquierda, que as('~urh 1,1
propio disco, como queda fielmente reflejado en la descripción de mantenimiento del equilibrio durante el impetuoso movimiellto 1111011. HI
Estacio, en el libro sexto de su Tebaida: "(Flegias) en primer lugar hace disco saldría entonces disparado a notable altura, condidlÍlI illlprl'SI Itl
ásperos) con tierra) el disco y la mano) y luego) tras sacttdir el polvo, lo gira dible para la consecución de una buena marca ("lanza el tli,rm I,,}r 1'1/1/111.1
a uno y otro lado, estudiando qué parte se adapta con más seguridad a IOJ de Ji y lo hace desaparecer entre laJ nubes", clice Esracio, '(,Aúd" (!J,H I ,
dedos y al antebrazo" (vv.670ss.), mientras que su rival Menesteo "más con evidente exageración; cf. también, de manera explícita, 1.111 jallO,
prudente) eleva una oración a ti, hijo de Maya [Hermes, dios protector de Atlacarsis 27, Diálogos de los dioses 16.2; Fihístntto, 1I1'/"IIi/ll I L' dc'
los atletas}, y corrige con polvo la superfície resbaladiza de la pesada Lannoy; véase al respecto el artículo de Anschütz-Ilusler), y dotado
masa". además de un movimiento de rotación en torno a su propio ('jI', illll'l..,.,,,
A continuación, el lanzador sopesa el disco, aún en su mano por los dedos de la mano en el momento en que salía de ('Ila; el al'anllo
izquierda, llevándolo por encima del hombro (figura 48), e inmediata- iba a parar más o menos lejos dependiendo d<: su peso, 1.1 hu'r/Ol .Id
mente se apresta a iniciar el lanzamiento propiamente dicho pasándose e! atleta y la correcta realización de cada uno de los Illovilllimws, desdl' d
aparato a la mano derecha (figura 49) y apoyando e! peso de su cuerpo agarre del disco hasta el giro final del brazo.
en la pierna de! mismo lado, que servirá de apoyo en e! giro. Para
adquirir mayor impulso, alza entonces e! disco por encima de su cabeza, BIBLIOGRAFÍA
sujetándolo con las yemas de los dedos de la mano derecha y apoyándolo
en e! antebrazo, en tanto que la mano izquierda sirve de sostén (figuras W. Anschütz - M.L. Huster, "1m Olyll1piajahr I 'JH,l. 1)1'1
50 y 51). A fin de que la fuerza del lanzamiento no quede confiada Diskobol zwischen Leistungssport llnd R<:~dzwal. Wi\" 1111 1S.,II' ('1
únicamente al brazo sino a todo el cuerpo, el torso gira vigorosamente a werfent, HephaistoJ V-VI 1983-84, 71-HI); P. Bdl~IH', "1.(' la 111 ('IIIl'11I
derecha e izquierda sobre las caderas, y el brazo derecho, que sostiene e! du disque dans I'Antiquité", GBA XVI I)~(¡, (¡()-H2; A, ""11111'11111011.
disco, describe un amplio círculo, hasta alcanzar el punto de máxima "Zur Technik des antiken Diskuswerls", Die Lt'Í"Jr;~dl, I ')(IH,
(<:nsión, momento que refleja el Discóbolo de Mirón (figuras 52 y 53): el 182-8; E. Buschor, Der Di.rkll.flt'erlá , MUllich-lkl"llll IIJ ~H; l.. ( N I
atkta gira la cabeza hacia la derecha, en la dirección del disco, inclina el glione, "Die Diskobolia, <:in Agrarritus(' , AA /1111 IIII,r, XVI' )(1/,
cu<:rpo y flexiona las piernas, en tanto que el pie izquierdo rota sobre sí 409-1'5; W. Decker, "ZUlll Ursprung des \)jskuswerrl'lls", SI"dloll 11
mismo, sobre la punta de los dedos. 1976, 11)6-212; J. Ebt'rt, X"III Pt'l/ldIUot/ tler Aflla!/, , Ikrllll I I )(,~;
El mom<:nto mismo <:n qu<: d disco sale despedido de la mano dd H.A. Harris, "Philoslnltus, ¡I//(f¡';, 1.2/¡.2" CR XI II)h l •. ~-"'; id .... A
atleta apenas est¡í represl'ntado en nuestros documentos (pero ef. n~ura Fmgml'lIl fmm tlll' Ldri.r,¡joj ()f Sophodes", CR X X1V 1(n;1, ;1 "i; J,
2H(1 }Ml
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLíMPICOS
Jüthner, "Der homerische Diskos", Festschrift Benndoif, Viena 1898, 3.4. LANZAMIENTO DE JABAliNA
I I SS.; id., "Das Problem des myronischen Diskobols", OeJahr XXIV
1<)29, 123-61; A. Moreau, "Le discobole meurtrier", Pallaf XXXIV El lanzamiento de jabalina como disciplina atlética tiene evidcntt-
11)88, 1-18; J. Parandowski, The Olympic DiffUf, Londres 1939; B. mente sus raíces en la necesidad de ejercitarse en el manejo del arma (011
Schrbder, "Neues vom Diskoswerfen", AA 1920,61-84; B. Schwetzer, vistas a la guerra y a la caza, y, en efecto, en los poemas homéricos St'
.. Der Diskoswurfer der Glyptothek im München", Die Antike XV menciona el empleo de tal instrumento con fines bélicos, cinegétio)s y
11):)9, 271-4; V. Sümeghy, "Das Problem des myronischen Diskobol", meramente deportivos. La estrecha conexión de este ejercido con la
Alli del settimo Convegno lnternazionale di Archeologia Cla.rsica, Roma instrucción militar continúa vigente en todas las etapas de la historia dt,
11)(11,1281-5. Grecia, ya que formó parte como actividad destacada en la formación
física de los jóvenes en la escuela y posteriormente en la efebía, en cuya
lista de instruaores figura a menudo un akontistés, encargado de la ellSt'-
ñanza del manejo de la jabalina (cf.l.3.1 y 1.4.1).
En la caza como en la guerra, el provecho que un hombre plll'dl'
obtener de un arma como la jabalina será tanto más grande nlalll 1)
mayor sea la distancia que es capaz de alcanzar y mejor su punter(a. No
es por ello de extrañar que, junto a competiciones en que los atil'fíls
debían intentar arrojar la jabalina lo más lejos posible, se celebrarall otras,
destinadas especialmente a los efebos y ligadas a su entr<:ruunil'lIlo
militar, en las que primaba la precisión en el tiro. En ellas los j6vl'llt's
disparaban probablemente sus lanzas hacia blancos fijados en UIl pOSU' 11
señalados en el suelo, sirviéndose de una técnica de lanzamiento qm' kíJ.\i
camente debía ser distinta de la que empleaban los lanzadon's a
distancia, imprimiendo a la jabalina una trayectoria más plana t'n dirt't
ción a la diana. A falta de representaciones artCsticas, la existemia dt'
competiciones de este tipo puede deducirse de unos pocos testill1ollios
literarios (Píndaro, Olímpicas 10.71, en el catálogo de los míticos jUl'J.\0S
fundacionales: "con la jabalina Frástor alcanzó el blanco"; AntiliHltl',
Tetralogías 2.2ss.; Platón, Leyes 794c, 795b) y de inscripciones e!i5\lilas
(véase Patrucco 186-7).
Mejor informados estamos acerca de una variante del tiro al blalllO
con jabalina bien conocida entre muchos pueblos de diferentes latitudl'!!:
el practicado por hombres a caballo. Un ánfora panatenaica de hada (,1
año 400 a.e. (figura 58) muestra a dos jóvenes jinetes que, al galopt'.
arrojan su lanza hada un esc:udo fijado en un poste, cuyo centro es sena-
por una guirnalda de flores. Por su parte, Jenofonte (Sobre la equi- vasos, donde se representa ya algo más alta ya algo méis baja qm' la ('SIi!-
tación 12.13) describe con pormenor este ejercicio ("porque si un hombre tura del atleta. Las propias pinturas vasculares muestran jabalinas de
adelanta la parte izquierda de su cuerpo al tiempo que lleva hacia atrás la punta roma y de punta afilada, que a veces aparece protegida COII una
derecha) se levanta sobre sus muslos y arroja la lanza alzando 1m poco su funda de metal (Píndaro, en dos pasajes en que emplea mení:foms t !t'por-
punta) así lanzará la jabalina con la mayor fuerza .y a la más larga tivas para referirse a su labor poética, PíticaJ 1.44 y Nemea.r 7.71, t ali-
distancia; en cambio, su tiro será más certero Ji la lanza mira siempre en fica a la jabalina con el epíteto "de broncíneas mejillas"). Las jahalinas de
dirección al blanco cuando es arrojada"), y lo recomienda vivamente en punta afilada eran, por supuesto, imprescindibles en el lanzalllit'lllo
Otros pasajes de sus obras por su utilidad bélica (Sobre la equitación 8. precisión sobre un blanco, y es posible que se emplearan igualllwull' l'II
Hipárquico 1.6; Platón, Menón 93d y Leyes 834d). Dado el caráCter las competiciones del pentado, en tanto que las de punta roma l'rall
espectacular y vistoso de la prueba, se comprende que llegara a formar quizá las habitualmente utilizadas en el entrenamiento del ¡.¡;illlllasio. 1':11
parte del programa de algunos juegos menores e induso de festivales de cuanto a la cubierta de metal, además de proteger la madem y IWtlllil ir
la importancia de las Panareneas o las Teseas atenienses (cf. Parke, Festi- que la jabalina se hincase en tierra con mayor facilidad, senalando dc
vals of the Athenians, Londres 1977, 36 y 82). manera inequívoca la distancia alcanzada, hacía el vuelo ¡mis ('!ilahl(' al
En los Juegos Panhclénicos, en cambio, la única prueba de jabalina acumular mayor peso en la punta y desplazar hacia dla d n'luro
admitida fue siempre la consistente en lanzar el instrumento a la mayor gravedad (cE. Gardiner, AAW 169; Patrucco 172).
distancia posible, como señala explícitamente Luciano en su Anacarsis Con todo, la diferencia más notable entre la jabalina alltigua y la
n (cf. ya Odhea 8.229 e l/íada .637; Píndaro, Piticas l.4S; Baquí- que lanzan nuestros atletas (que siguen en esto la tradid(ín tilo los pueblos
lides 9. S; para los testimonios de los escoliastas y comentaristas anti- escandinavos) radica en el empleo por parte de los griegos de !lila u lITva
guos, véase Patrucco 178, n. 1). Por otro lado, al igual que el salto yel de cuero de ca. 40 cm. de longitud (allkjlr, wrrespOlltlil'llle al
disco, el lanzamiento de jabalina únicamente se disputaba como prueba am(m)entttm de los latinos) que se enrollaba en el asta dt'jalldo al lillallJII
integrante del pentado, y sólo en época mítica aparece como disciplina lazo que el atleta asía con los dedos índice y corazón, () solallll'lll(' lOll el
illdependiente (Filóstrato, Sobre la gimna.ria 3: u.y el lanzamiento de mientras sostenía la jabalina con la palma y los rt'slalllcs (
ha,rtaba para la victoria en los tiempos en que navegaba la ayudándose además en ciertos momentos mil la lllallO lihn' (/i¡.¡;ma ") ') 1.
tal1lhi<.'n en l/íada 23.884-97, en los juegos en honor de Patrodo). Experimentos modernos han mostrado que el lallzalllicllIo lOll ayllda dI'
La jabalina destinada a usos deportivos difería notablemente en la correa supone una cierta mejora en la distancia qUt' se pm'tlt' alt illl:tar,
pt·so y material de la empleada en la caza y en la guerra, mucho más aunque probablemente la ganancia no sea (au l'SIWl'I andar u lIllO SI'
gruesa y pesada y fabricada en madera más dura. Así, frente a las "lanzas sd)ala a menudo, aludiendo a unas prm'has palrOlillilt
de (n'sllo" que portan los héroes homéricos o las de cornejo que reco- las qUl' S(' dedujo, al paren'r, (JUl' un soldado pod(a duplilílr l' ¡Ut IIISII
Illimda Jenofonte para cazar y luchar (Cinegénetico 10.3; cf, Sobre la disranfÍa tlt' su tiro COII ayuda dt'l 111/1/'1/111'" (ll. I !ollTis, (,"""
/'(/,ú/(/cúín 12.12 y CiroJ}edia 7.1 Baquílides (9.33-34) habla de la -); Wt'ikr lúH). El! nlalquier raso, la mrn'a ¡¡nade 1111
"rama dt· saúco de negras hojas" que lanzó el penratleta Automedes de adirional a la fuer/.a dd Imlzo y han' qUl' la jah¡¡lilla 1'('( iha UII IIIII\'I
Fliulltl'. La jabalina deportiva era, en efecto, una sencilla vara de madera, InimlO rotalOrio sohre su propio eje, lo qlll' se lradutv el1 IIlIa mayo!'
fl('xihle y ligera, muy delgada y cuya longitud, notablemente superior a l'stahilidad l'l! d vudo, toll vi nlllsigu iel1l(' au 1llt'1l11l tlt· la 11I1I¡.ti 11 u I dt'1
la actual. solfa oscilar entre 1'0;0 y 2 m., a juzgar por las escenas de los tiro <d. .!Olhm'r-Brl·ill 11 ~2Hs,)
.")0
NI
FERNANDO GARciA ROMERO LOS.J lIHiOS O!.ÍMPIU lS
La correa se colocaba hacia el centro del asta, aunque su ubicación und Fishfang", en Archae%gia Homerica, Gotinga 1<Jn, 11 7"iss., sohn'
exacta dependía probablemente tanto del objetivo del lanzamiento todo 89ss.; O. Hockmann, "Kriegswesen Il", ibid. 1<JHO, 27 ")ss.).
(situada poco más atrás del centro de gravedad permitía un lanzamiento Por lo demás, aparte del empleo de la ankj/e, es opillilÍn lIIUíllill1l'
más largo, mientras que adelantada aumentaba la precisión) como del que el estilo con que los antiguos pentatletas arrojaban la jabalina, n'suha
propio tamaño y peso de la jabalina. En las escenas representadas en los prácticamente idéntico al de los lanzadores de hoy. El atkta ~ri(,w
vasos aparecen con frecuencia jóvenes que llevan la correa en una mano tomaba una carrera rápida llevando la jabalina, paralela al sudo, ti la
mientras que con la otra sostienen o sopesan la jabalina para proceder a altura de las orejas o por encima de la cabeza (figura 56); poco allt('s d('
('Iltollar la ankj/e, sin duda la primera operación importante del lanza- llegar a la ha/his acortaba la longitud de sus pasos, levantaba li~'ra(I
miento. En las pesadas lanzas bélicas, y en las empleadas para la caza, es el brazo izquierdo hacia delante y adelantaba la pierna dd mismo lado,
probable que la ankj/e fuera siempre fija al asta (evidentemente, en tales mientras dejaba atrás la pierna derecha e inclinaba ese brazo hada ahajo,
circunstancias no era cosa de perder un solo segundo para efectuar el de manera que la jabalina quedara con la punta en direl'd<Í1l al <ido
líro), en tanto que en el caso de la jabalina deportiva el propio atleta (figura 57). Por último, con un movimiento rápido y en{-r~cti(), (01110
l'Ilrollaba la correa al asta antes de iniciar sus lanzamientos, Ello nos un latigazo, el lanzador levantaba hacia delante su brazo dl'rl'( ho y
ulIlduce a un problema discutido y aún no resuelto de manera definitiva: soltaba la jabalina, en tanto que la pierna derecha se addawaba, p(,tIlli·
,;d (Imenlum se ataba fuertemente al asta o sencillamente se entollaba en tiendo al atleta mantener el equilibrio al tiempo que frenaba su impulso
espiral, de manera que quedaba en la mano del atleta cuando la jabalina evitando que traspasara la ha/bis. En el tiro al blanco, ('11 (alllhio, d
salía disparada, como cuando lanzamos una peonza? Ni siquiera los extremo de la jabalina no debe apuntar hacia arriba, sino ('11 lit din'uil"1I
('xpl'rimentos prácticos recientes han podido dar respuesta segura a esta de la diana (como indica Jenofonte en un pasaje alltes titado) y 1111 ¡'S
(lIt'stí<Ín, aunque cuenta con más partidarios el empleo de la correa imprescindible la carrera previa al lanzamiento,
lija. Como ya apuntamos en el capítulo anterior a propósito dd lallza·
La ankj/e no tiene naturalmente su origen en el gimnasio, sino en miento de disco, los atletas arrojaban la jabalina desde la b,/IM.. , d mismo
las llecesidades de la guerra y la caza. Sobre su procedencia geográfica, en lugar en el que se efectuaba la salida de las carretas, seOalado ('11 los vaso~
lambio, nada seguro puede decirse. Patrucco (p. 173), por ejemplo, a veces con una columnilla. El lanzamiento debCa cumplir (i('rlOS n'(
habla de un origen oriental y Ballester (p. 48) alude en concreto a los sitos para poder ser declarado válido. En primer lugar, ('S probahk <fll(' !I('
ilirios; ahora bien, dado que el uso del amenlum o ingenios similares está exigiera que el dardo cayera de punta o por lo lllenos dl'jara senal s\lli
donun entado desde época prehistórica y en los más variados lugares, ciente para permitir la medida sin dudas. En se~lIndo l~ar, tUI par di'
(bde Dinamarca hasta Italia y la Península Ibérica, e incluso en regiones discutidos textos pindáricos parecen indicar que el lanzami('llIo S(' 1011 si
¡¡tll alejadas de nuestro entorno cultural como Nuevas Hébridas o Nueva deraba nulo si la jabalina o d propio atleta solm'pasaball tÍ('rloS IÚllilt's,
Calnlonia (cL Gardiner, AAW 173; Ballester), resulta imposible Se trata de dos pasajes en los que el poeta se refier<.' lI11'tíll()riulIl1t'III(' a 1111
wnduir de qué pueblo lo adoptaron los griegos en última instancia, si es actividad literaria empleando iImí.~cnes altélkas. EII su Pltir" I .'12ss.,
que no se trata de un desarrollo paralelo. En todo caso, investigaciones dedicada a Hienín, tirano de SinKusa y Etna, afirma P(lIdaro: "v vO t'.I/Il'tW
recientes han mostrado que la introducción de tal progreso técnico en anhelante m.f(llzar (1 al/m!! hOll/brt', tUl ((l/I/() ,!,Iit'" arrlJ;tI jllt'rll di' Itl jli,t/,'
Grecia es muy antigua, pudiendo incluso remontar al menos a época 1" je/balina de Immdtll!tI Imjilla b1atlJiénd()ltI ell .111 jltllma, ,tino ({lit Ji.!I"'·
micénica (Buchholz-Karageorghis; eL Buchholz-J ührcns- MaulI, "Jagd rándola lejlM e.lpt'rtJ .mbre/,a.l'tlf' (1 /(),r (lJtJlrtlrí()J". Dado qut' d portll l'onf(lI
J')}, l'H
HltNANI)() (iAI{(IA !tOMUtO u.~ II!lI,I" 1 11 IMI'I( (1"
('11 Vl'mer a sus rivales haciendo un lanzamiento más largo que ellos, la la WlIllwtjci()ll. ESt(- tipo dI' ,,((idI"Jlll'S eSlaball previslOs l'n la Iq.o;isliu i(llI
expresióll fuera de la pista" sólo puede entenderse en el sentido de que
H
romana, qUl: garalltizaba la illlllllllidad del arieta si hahfall Imido I~ar
la iahalina IlO debía sobrepasar ciertos límites señalados a izquierda y dt:ntro dd recinto sefialatlo para la (o!llpelicilíll o d l'llln'llamil'lllo (( 1.
dl'rl'l ha dd lanzador (no nos convencen en absoluto los argumentos Gualazzini 57s5,).
Wlllrarios de Ellsworth), para garantizar la seguridad de los espectadores. Acerca del nÚml.:"fO lit" lanzamienros penniridos l'n l'i Pl'lItado a
Mayor pol611ica ha suscitado el segundo pasaje, Nemeas 7, 70ss., donde, cada atleta, nada podemos asegurar, ya que ninguna fu ent l' IlO~ ildol'llIH
1'11 1111 lontexto semejante al anterior, utiliza el poeta la expresión me al respecto. No obstante, nos parece lógico supone\" qUl' los a1011 1 i~1 as
f/f'IIhl IWllbaÍJ, cuya más probable interpretación es "no habiendo traspa- tenían a su disposición tantos tiros como los disníbo\os (pUIHO por 011'0
sado la linde", es decir, la balbís que señalaba el lugar de lanzamiento y lado controvertido, como vimos en su momento), dado qlll', adl'lllóis, d
Iltll' d lanzador no debía sobrepasar llevado de su impulso, al igual que lanzamiento de jabalina requería un esfuerzo menor lJUl' el lJUl' SI' (-)i~la
otllrre en el atletismo moderno. Es ésta, en nuestra opinión y en la de la al atleta en la prueba de disco. No creemos, por consígllil'llIl', qlH' d
mayoría de los intérpretes, con las notables excepciones de Floyd y Segal hecho de que con cierta frecuencia en las pinturas vasculart·s apat'l'zl all
(duda también Norwood, Selection from Pindar, Chico 1982), la explica- los atletas llevando dos jabalinas sea argumento suficiente para pOMllla!'
1 il;11 Ill,is verosímil, pese a las dificultades que plantean tanto el término que eran dos los intentos de que cada lanzador dispon(a, ya que, l'vidl'll
1á'lIItl (1lOrmalmente "meta, punto de llegada"; pero aquí puede ser el temente, se podía emplear más de una vez la misma jahalilla (('s, 110
Ilmill' que señala el final de la carrera del lanzador) como el verbo obstante, opinión compartida, entre otros, por Jüthnl'r-Bn-ill 11 H') Y
Pro/lidl, al que algunos niegan el sentido de "traspasar" (pero cf. Hesi- Weiler 168, con las reservas de Patrucco 185),
J,/'., y pasajes como Ilíada 6.125). Vencía, por supuesto, el autor del lanzamiento lIl,is lar~o, pI'n.
El lugar de lanzamiento estaba situado equidistante a Jos lados tampoco podemos asegurar nada a propósito de las distancias hahilllal
largos del estadio, para evitar accidentes, aunque en competición los mente alcanzadas por los jabalinistas griegos, pues son escasas y si('lIIpn'
riesgos de un lanzamiento incontrolado eran menores que en la prueba de vagas las notícias de que disponemos, pese a que ya HOIlll'rtI UN. Id"
disto, ya que la carrera se tomaba en línea recta y e! lanzador tenía 16.589s5.) se sirve de comparaciones como la siguiente, que prl'll'lHk dM
sielllpre a la vista el punto de destino de la jabalina (cf. Rudolph, "Sport- al oyente una idea del avance del ejército aqueo: "y cuanta eJ lil di.rJ.tIll/"
Vl'r1etzungen und Sportschaden in der Antike", Das Altertum XXI alcanzada por un largo dardo que arroja un hombre entrt:1ltíndlJ.lf ti 1'11
1976, 23). Mayor peligro entrañaba el entrenamiento en el gimnasio, competición o también en la guerra, contra los enemigos que lel llid" (I/úld",
dOlllk las idas y venidas de deportistas y espectadores eran menos previsi- tanto cedieron los troyanos y empujaron los aqueos" (cf., no ohstallll',
un caso acaecido no hace mucho en España es una lamentable Harris, GAA 95ss., que habla de lanzamientos por encima de los 'JO 11
prueba de ello, y de hecho conocemos en la antigua Grecia un par 100 m.).
(asos de muertes accidentales provocadas por jabalinas, la causada por e!
joven defendido en Antifonte, Tetralogías 2.2, y aquélla otra a la que
alude Plutarco (Pericles 36.2, recogiendo un pasaje de! historiador Este- BIBLIOGRAFÍA
símbroto de Tasos, de! siglo V a.c.) y que, al parecer, dio ocasión a
Protágoras y a Pericles para discutir largo y tendido si, según el razona- LBallester Tormo, "El 'amentum' en los vasos de San Miguel dI'
miento correcto, el culpable era la jabalina, el atleta o bien los jueces de Liria", ABA XV 1942, 48-53; H.G. Buchholz -V.Kargeo~his,
294 29'
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
"Homeric 'aiganee''', AAA III 1970, 386-91; ).D. Ellsworth, "Pindar's 3.5. EL PENTATLO
Pythian 1.44. A new Suggestion", AJPh XCIV 1973, 293-6; ,1
},I)(, N7
!'I'J(NANIJO (;AJ((JA J(oMI;HO I~ JlIH ,e 1" e IIIMI'le el"
también las piernas más largas de lo que exige la estricta proporción y la en 1'11 (/"t' IIdN,l:,dlhl 1" AI;t:O, '¡'¡o/dI/U)" 1'1''' /'¡ "/tí.! /"",'11'
cintura flexible y con facilidad de movimientos para girarse hacia atrás en d ....fJ1d .. UI/ao el Idllztlllljelllo dI' ¡"/;"I",,, V IIJ.I /I¡Jm dI'
NI
durante el lanzamiento del disco y la jabalina y para el salto" (Filóstrato, BríredJ' en 1" ctlrrertl y el Pdt,() t'rtl 1'1 .!('MIII/do 1'1/ ,'.dl
.1#110, NI Itmlo fI/le
ibid.). El pentatleta es, pues, el deportista completo, por lo que no es de pero JlIlJerdbd ti t()c/fU en It' I",'htl. Al'! 111It'J', O/dI/do 1'.IldlMII ¡dI'
extrañar que reciba las alabanzas de un pensador que, como Aristóteles, brando (()1!Ipeticione.r ert Lemnfls, se dice {/IIt:
repudia la excesiva especialización de los atletas: "Cada edad tiene su complaciendo a Peleo". Históricamente, el
propia belleza. En la juventud se está en posesión de un cuerpo apto para grandes festivales probablemente para determinar al
toda de competiciones, ya sean pedestres o de fuerza corporal) y es y al tiempo dar cabida en el programaa de los juegos a llllas
al!lraa:atJ.te verlo por placer. Por eso los pentatletas son los más hermosos) que, como el salto y los lanzamientos de disco y jabalina,
están naturalmente dispuestos para la fuerza y para la velocidad al lugar importante en el entrenamiento de jóvenes y adultos
mismo tiempo" (Retórica 1361b; cf. Pseudo-Platón, 1 y ss.). gimnasio, pero a las que quizá no se atribuía sufkicllIC ('llIidad <01110
Sin embargo, no todos los griegos parecen para que se disputaran por separado. Fue en la Olimpíada 1S (70S <l,( ,,)
del filósofo, y entre el gran público es posible que el pentatlo fuera consi- cuando el pentado entró a formar parte de los Juegos OlúnpilOs (Pallsa
derado a menudo como una prueba de consolación para atletas que no nias 5.8.7), venciendo el espartano Lampis, cuyos compatriotas dlllllilla
destacaban especialmente en una disciplina determinada (algo rían la prueba durante mucho tiempo. En la Olimpíad~S «12H <1,(,,) M'
lo que ocurre con el moderno decatlon); el hecho de que el gran en Olimpia, por primera y única vez, el pcmatlu t'II (alq':III'I.1
alejandrino Erastótenes fuera apodado beta o pentatleta porque su saber en el que el triunfo fue a parar a manos, Olmo no, de 1111 ,'s!,a!
abarcaba gran diversidad de campos pero no era el primero en ninguno, organizadores consideraron, sin cllIhal)I,O, qlle la
es una clara indicación en este sentido (cf. suda, s.v. "Eratosthénes"). para atletas tan jóvenes y I1lIllGI Ilub volvi() ti
Debe añadirse, no obstante, que algunos excepcionales atletas fueron incluirse en el programa olímpico (Pausanias 1, 6.1 '"j.S), (011111
capaces de triunfar, además de en el pentatlo, en disciplinas individuales, tampoco formó parte de los juegos Píticos e Ístmicos ni, si SOIl .11 (·rlado..
particularmente en la carrera, como es el caso de tantas veces citado Fauo los argumentos de Miller, de los juegos Nemeos (la Nemea 7 d(' Pílldal'n,
Crotona o de los eleos Eupólemo y Gorgo (sobre ellos, Durántez en efecto, se suele afirmar que está dedicada a "Sógenes
JI vencedor en el pentatlo infantil"; Miller, por el contrario, deln'lllll· !jll<',
En los poemas homéncos, tanto en lOS Juegos en al igual que en los demás festivales panhelénicos, en Nemea IIU
como en las competiciones organizadas en la corte pentado para jóvenes, sino que Sógenes triunfó en el peorado dt, lus
pruebas que más tarde compondrían el pentado se disputaban indivi- adultos cuando estaba todavía en edad juvenil). El pematlo en lall'}1.orlas
dualmente, y de manera semejante Píndaro, cuando describe agones de inferiores sólo se disputó en juegos menores, especialmente dunlllll' las
época mítica, afirma que "no existía el pentatlo, sino que para cada épocas helenística y romana, aunque es de destacar su presencia (·11 las
prueba habla un reSliltado". De acuerdo con el testimonio de Filóstrato Panateneas, un festival que estuvo siempre ligado a la educación d¡:hi( ti
(Sobre la gimnasia 3), la tradición atribuía a los héroes Jasón y Peleo el Parke, Festivals of the Athenians :)5-6; Young).
mérito de haber inventado la competición quíntuple: "Ciertamente, antes
de jasón y de Peleo se premiaban con coronas por separado el salto y el 3.5.2. Secuencia de las pruebas
lanzamiento de disco) y el lanzamiento de jabalina bastaba para la Dos cuestiones a proPÓSito pentatlo dado origen, dcsdl'
298 2")1)
fiEI(NANIlO (,AlU lA IU)MI'.I(() I! IS 1111,( ,( ¡;., (¡UMI'H lIS
han' uds de un si~lo, a interminables discusiones que, sin embargo, no la Atll()IIJ/!.fa Palatina o del citado por Eustacio 1;20,11-1, por
han aistlllizado ni mucho menos en una unanimidad de pareceres: el un par de hex,ímetros). Si a ello se aftade que los a Ar{stidl'S y a
l'n que se disputaban las cinco pruebas y el procedimiento Píndaro incluyen en su enumeración pruebas
IIwdíame el cual se determinaba el vencedor final. que para intentar determinar el orden en que se lItSpUt<U'lélll loS l
Por lo que respecta a la secuencia de las pruebas, nuestra informa- concursos se prefiere tomar como puntO de partida textos difi:rt'ntl's a los
l ílíll prOl:ede exclusivamente de fuentes literarias de épocas diversas y de hasta aquí citados, los cuales han permitido aclarar por lo menos él~1OI
variable. El problema se complica aún más por el puntos.
lit'lltO dc que, salvo indicaciones aisladas, nada nos asegura que en tales En primer lugar y ante todo, la lucha era la última prueba qm' 5('
Il'still1onios las pruebas aparezcan citadas en el orden en que se cele- disputaba, como se desprende del epinicio que Baquílides dedica al PCllta-
realmente, y no se trate de una simple enumeración desordenada deta Automedes de Fliunte (9.36) y conftrman los testimonios dl' PallSal1l11S
dc las cinco disciplinas. Las divergencias son, en tan importantes 3.11.6 (al referirse a la rivalidad en el pentado entre el espartano Tisí\llll'110
(IUl' se ha sugerido en diversas ocasiones que la secuencia de las pruebas y Hierónimo de Andros, a comienzos del siglo V a.c.), Artemidoro 1.";7 Y
!JI) fue siempre la misma en todos los lugares ni en todos los períodos ]enofonre, Helénicas 7.4.29 (en 364 a.c., cuando ya se habían disputado
dl'porte griego (las abreviaturas de la lista que sigue corresponden, natu- las pruebas del pentado que tenian lugar en el estadio y los atletas se dir~{al
rallllente, a la inicial del nombre de cada disciplina): a medir sus en la lucha, los juegos se vieron interrumpidos por d
SCDJ L: Simónides, fr.151 Diehl. ataque que los e1eos lanzaron contra los arcadios, que a la sazón presidíall (,1
SD.JCL: Escolios a Píndaro, irtmiras l.33 y a Sófocles, Electra 691; festival Olimpia junto con los pisatas). Por otro lado, a efectos ImíniulS
Eustaóo 1320,18 (que cita igualmente el orden alternativo SLD]C). puede considerarse lógico que la lucha, por ser la ptueba que exi~(a 1111
I>.JCSL: Filóstrato, Sobre la gimnasia 3. mayor quedara para el final, de manera que los atletas íl~otari1
1)( :SJL: Festo. entonces sus últimas fuer¿as, en lugar de verse obligados a quemar ell l'Xlt'SO
( :1 )SJL: Artemidoro, InterpretafÍón de los sueños 1 sus energías con anterioridad (por motivos similares, el actual dcmt 1011 St'
LCDS]: Antología Palatina 11.84, epigrama de Lucilio, en el parece que cierra con la carrera de 1500 m.).
las pruebas se citan más bien en orden inverso. En segundo lugar, aunque los argumentos que cabe adunr SOIl
LJSDC: Escolios a Pseudo-Platón, Amantes 13 (orden exactamente menos sólidos y seguros, se admite generalmente (con la notable
al que atestigua Artemidoro). ción ya apuntada de ]üthner) que las tres pruebas características y cxdll"
LC:J D Pancracio: Escolios a Arístides (donde se cita igualmente el sivas del pentado, salto, disco y jabalina, se disputaban sucesivamellll"
CLD]S, y lo mismo con el pancracio en lugar del salto). tal como se observa en buena parte de los textos antes citados. La disnt'-
Pugilato LSDC: Escolios a Píndaro, Olímpicas 1 pancia más importante sutge entonces a la hora de determinar si la
El testimonio más antiguo de los enumerados es el fragmento de carrera era la penúltima prueba y tenía lugar inmediatamente antes de la
Simónides, cuya ordenación de las pruebas es la que acepta lucha (Krause, Bean, Durántez, Ebert, Bengtson, Harris, etc.), o si, por
"Pentathlon", en RE XIX. 1, col. aunque autores posteriores el contrario, iniciaba la competición de manera que las tres pruebas carar-
insistido en que, al tratarse de un dístico elegíaco, la necesidad de adap- del pentado constituían, por así decirlo, el núcleo central,
tarse al esquema métrico del verso ha podido obligar al poeta a citar UUILa.U"",, entre la carrera y la lucha (Pihkala-Gardiner, Schroder, Moretti.
desordenadamente los ejercicios (lo mismo cabría decir del epigrama de Piernavieja, Pattucco).
.'lOO 301
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
En defensa de la tesis de que la carrera era la primera prueba en obstante, intercala la carrera entre el salto y el lanzamiento de disco), .1 SI)
disputarse se ha alegado a menudo un controvertido texto pindárico (Schréider), JDS (Moretti), DSJ (Ebert, Begston, Patrucco), SJ))
(Nemeas 7,70ss., "el pasaje 'agonístico' más difícil de Píndaro" , afirma (Harris), etc.
Farnell en su edición comentada), del que pretende deducirse que el Una inscripción rodia, quizá del siglo 1 a.c., publicada por PlI~i'sj
lanzamiento de jabalina precedía inmediatamente a la lucha, como Carratelli y estudiada poco después por Moretti y Bean, pudkra attojar
penúltima prueba. El pasaje ha sido objeto de las más variadas interpre- alguna luz sobre el problema. Efectivamente, la línea 6 puede traducirse
taciones, que no es pertinente recordar aquí, pero, en substancia, es que salte I el primero(?)j quien haya lanzado el disco más lejo.f" , 10 lual
nuestra opinión que el hecho de que la mención de la lucha vaya prece- querría decir que el lanzamiento de precedía inmediarallll'llll' al
dida de una alusión al lanzamiento de jabalina no indica en absoluto que salto, de manera que Moretti reconstruye un orden C (o J), J (o 0, 1), S,
ambas pruebas se disputaran en ese orden: "Sógenes, Euxénida por tu L Y posteriomente Ebert DSJCL y Patrucco CDSJL. No obstante la illll'l'
raza patria, juro q,"e no he lmlzado, habiendo traspasado la lirlde, como pretación que Moretti hace del texto no ha sido unánimament(·
de broncínea mejilla, mi rápida lengua, Sógenes ha sacado fuera de y además, como él mismo señala, el hecho de que se consideras(' 11('( ('
la lucha el cuello y la fuerza no amoratados, antes hacer caer en el sario fijar por escrito los reglamentos que regían la comlWlid{ul dd
({rdiente sol sus miembros". El poeta, pues, emplea metafóricamente la pentado en los juegos rodios sería una indicación de que no ell (odos los
imagen del jabalinista que no ha traspasado la línea reglamentaria para lugares eran vigentes las mismas normas (a ello se opone ('n>r~jlaIt
afirmar que ha lanzado con acierto su elogio en honor de un atleta que, Pattucco, p, 203, n. 1, quien, sin embargo, admite una evollltÍl;1I hislIl
tomo Sógones, venció con facilidad en la lucha del pentatlo o que incluso rica en el método de decidir la victoria, como enseguida ve ti '11 lOS),
ahorrarse esa prueba con su actuación en concursos anteriores. En consecuencia, también por lo que respecta al ordm ('11 qu!' SI'
repetimos, nos indica con seguridad en este texto que el lanza- celebraban disco, salto y jabalina sólo formu lar propUl'SI as III;\S 11
miento de jabalina precediera a la lucha, y lo mismo cabe decir del otro menos verosímiles, de manera que únicamente puede dats(' por SI}(tlfO
pasaje que se alega, Baquílides 9.27ss. (cf. Patrucco 198): se citan, por que la lucha era la última prueba; en cuanto a los cuatro wm!ll'sos ¡1I1t1'
este orden, disco, jabalina y lucha, pero el poeta no enumera todos los riores, es una hipótesis atractiva suponer que, dada la Ití~i(a qllt' '1111'11'
wllcursos del pentarlo, sino solamente aquéllos en los que triunfó el imperar en los aspectos organizativos del deporte gr¡e~o y que al lill y ¡ti
alleta celebrado, Automedes de Fliunte, de manera que no se mencionan está en la base de la creación del pentado, se sun'tk-r(all
('11 absoluto el salto y la carrera y, en consecuencia, ninguna información dose ejercicios ligeros con pesados, tal como los dasifira Jlilt'lslI'ato, },
pucde obtenerse del texto acerca del lugar en que se disputaba ésta aquéllos que exigían mayor esfuerzo de los músculos de la pafll' su!'('rior
ültima prueba. del cuerpo (disco y jabalina) con los que ponían a prueha sohrl' IOclo la
Por otra parte, en el caso de que sea cierto, como generalmente se fuerza y agilidad de las piernas (salto y carrera), para acabar (011 la t!isll
admite pese a la ausencia de testimonios indudables, que salto, disco y plina más completa y fatigosa, la lucha. Las reconstrucciolles dc EIll'l'I y
se disputaban sucesivamente, ya fuera precediendo a carrera y Patrucco son las que más a rajatabla siguen este patrón (liBa liSia del a
ludm ya entre esas dos pruebas, el orden en que se sucedían las tres disci- de las propuestas más dignas atenci6n puede hallarse ell W('ikr
plinas exclusivas del pentarlo es igualmente inseguro y se han propuesto 19
prüniCilmente todas las combinaciones posibles: SDJ (Krause, Pinkala-
(,ardim'r, Pk'rnavkja, Ikan, Duníntez, y también J iJthner, lluien. no
w.' \11\
l'U{NANIlO <iAI{(/A I{OMIiIHI Le IS 1111'< ,( IS (IUMI'If (IS
.i. ; ..~. Dctcrminaci6n del vencedor describirlo con pormenor, únicamente Bean ha defendido un SiSIl'lllH dl'
eliminación progresiva: después de las Ires primeras pruebas (salIO, dism
Aún m,lyores dificultades plantea el método que se seguía para y jabalina), seguían en competición un número limitado de atll'ws,
deterlllinar qué atleta debía ser proclamado finalmente vencedor en el puesto que la cuarta disciplina, la carrera, así lo exigía; finalnwlUl', l'n la
pl·lllado. Se ha dicho, sin exageración, que supone uno de los problemas lucha sólo se enfrentaban, en busca del triunfo definitivo, los dos Illl'jorl's
Ill¡is Ulntrovertidos de la historia del deporte antiguo, y, en efeao, desde corredores.
hale m¡lS de un siglo se han sugerido gran cantidad de hipótesis, sucesi- 2) Número de victorias. De varios textos puede deducirse, al IIll'UDS
vallll'nte rechazadas por quienes con posterioridad han estudiado el tema. aparentemente, que era declarado vencedor quien triunfaba en m's dl' las
causa de tantas y tan grandes divergencias radica en la ausencia de cinco pruebas. Dado que, por lógica, en el supuesto de que fuera l-Sll' 1111
f{'xtos que nos proporcionen una información clara y definitiva, de requisito indispensable, el concurso del pentarIo hubiera quedado
Illalll'ta que las propuestas han de basarse en las noticias, a menudo frag- desierto en un buen número de ocasiones, se han arbitrado diversas solu-
IlK·lltari¡ls y difíciles de interpretar, cuando no contradictorias entre sí, ciones para explicar la supuesta necesidad de tres victorias. Dur:illll'Z
(jlll' nos transmiten fuentes literarias y epigráficas de muy diversa condi-
(sólo él) acepta la tesis de Kalfarentzos, según la cual si tras lus llIarro
l ilÍll, fIabilidad y cronología, desde el siglo VI a.e. hasta el III p.e., con
primeras pruebas había dos arIetas empatados a dos triunfos, lurhaball
1111 prolongado hiato que abarca desde el siglo IV a.e. hasta época impe-
entre sí en busca de la tercera y definitiva victoria; si en los tres prillleros
rial (un estudio exhaustivo de los textos puede encontrarse en el artículo concursos resultaba un vencedor distinto, disputaban los tres carrera y
"Pmtathlon" de la enciclopedia de Pauly-Wissowa, obra de )üthner, yen lucha, de manera que si el mismo atleta superaba en ambas a sus rivalt-s,
los libros de Ebert y Patrucco). Puesto que un análisis detenido del obtenía tres victorias y con ellas el triunfo final, y, si no, el premio cra
prohlema requeriría poco menos que un libro monográfico, nos limita-
declarado desierto.
remos a señalar las propuestas que mayor aceptación han tenido. Pueden
Otros autores, a finales del siglo XIX y principios del XX, idearon
{'sras agruparse de la siguiente manera, de acuerdo con los principios
complejos sistemas basados en la división de los atletas en grupos de tres
~elras en que se basa la determinación del vencedor:
durante los cuatro primeros ejercicios, siendo admitidos en la ludm
1) Eliminación progresiva. En su libro de 1867, el primero de los
quienes habían obtenido, en su correspondiente terna, dos o más victorias
estudios sobre el penrado con pretensión de exhaustividad, propone
Pinder un sistema de eliminaci6n progresiva de los competidores: en la (Fedde, Legrand, s.v. "Quinquertium" en el diccionario de Daremb~
primera prueba, el salto, se exigía una marca mínima para poder parti- Saglio), o bien fundamentados en la agrupación de los atletas por parejas
cipar en el segundo concurso, el lanzamiento de jabalina, tras el cual en las cinco pruebas, disputándose eliminatorias hasta llegar a un
t'lnicamente cuatro atletas pasaban a la carrera, donde era eliminado uno vencedor final (Gardiner)
de ellos, de manera que sólo tres atletas competían en el disco, que servía De la necesidad de conseguir tres victorias absolutas parte igual-
a su vez para descartar a otro participante, dejando que fuera la lucha la mente el método sugerido por Harris. Si un atleta triunfaba en tres
prueba que decidiera el vencedor final entre los dos últimos supervi- pruebas, la competición se interrumpía (como en los partidos de tenis
vientes. El empleo de un sistema tal para decidir la victoria en el pentado programados a cinco sets). En cambio, si tras los cuatro primeros
no cuenta con ningún apoyo en las noticias que nos han llegado de la concursos no había todavía un vencedor absoluto, podían darse
Antigüedad y, de hecho, ha tenido posteriormente escasa aceptación. siguientes tres posibilidades: a) dos arIetas con dos vicrorias, en cuyo caso
Tras Schroder, que admite un método similar, aunque no se detiene en ambos luchaban entre sí para obtener el triunfo definitivo; b) un atleta
304 305
I'LHNANI)() (:AIH.lA !{OMI'I!O
I 1 I~ 1111'1,1 l~ ¡ IIIIIII'U I~
mil \los victorias y dos ron una; los atletas que habían obtenido un único
l 11 111 IV
Iriullfo luchaban entre sí para determinar quién debía enfrentarse, 1, e 1)
A B
lillllhién t'11 la prueba de la lucha, con el atleta ya en posesión de dos
2, l~ A Ji JI
() cuatro atletas con una victoria cada uno; se disputaban 5, B 1) E (
('II[()IICeS dos semifinales y una final en la prueba de la lucha, Así pues, 4, e A
E A
1'11 wdos los supuestos el vencedor definitivo habría obtenido tres triunfos
"j, Ji e B J)
El sistema que más recientemente ha expuesto Sweet, más que 6, 1) F F E
"ulla nueva propuesta" es sencillamente una variante del método de
D, E, Y F, al no haber vencido a A, B, e ell dos ('jcflirios, '1w'dilll
Ilarris, del que se diferencia en un único aspecto: mientras que Harris
eliminados, clasificándose los otros tres para la lucha, pues cada 11110 ha
slIgl(:n: l]Ue los atletas empatados competían en la prueba de la lucha (lo
derrotado a su rival en dos pruebas. Por supw..'sro, tres vi((orias pan
que daría ventaja a los atletas más fuertes), Sweet propone que en las
aseguraban la victoria final, interrumpiéndose la prueha lall pronlO (111110
"fepescas" el ejercicio en el que se enfrentaban los pentatletas se sorteaba
un atleta lo conseguía, Con diversas modificaciones an'plall ('SI (' 111('11
('lItfe a<méllos en los que no hubieran obtenido previamente la
Ebert (y, con él, WeBer) y Merkelbach.
Pese a la relativamente amplia aceptación que CIHH' los ('Si lh liso~
Las dificultades de todo tipo que comportan estas reconstrucciones
del tema ha tenido este sistema de adjudicar la victoria ('11 d 1l('1lfildo, ('11
IlllHlamentadas en la necesidad de tres triunfos para optar a la victoria en
nuestra opinión hay algunas razones de tipo pntniw ljW' IIIIS 11[('1';-;111 "
d pl'lltado, ha hecho que el "principio de las tres victorias absolutas"
considerarlo con ciertas reservas, No sólo, como ya non) 1\(';111, (llIdi('LI
haya sido sustituído, con notable éxito, por el de "las tres victorias rela-
darse el caso de que ningún adeta se clasificase para la ha Ira, sillo '1"(,
I¡vas", que en su día propusieron Pihkala-Gardiner, con la aprobación
también nos resulta difícil de aceptar que unos dkulos lal1 IIllllplil ;Idos
posterior de J üthner: un atleta habría obtenido una victoria relativa en
como los que propone Gardiner fueran operativos (uando l'l IlIilll('1'II di'
cada prueba respecto a los rivales clasificados después de él, y para la
atletas fuese elevado (la inscripción n. o 86 de Moretti su pOIl(' ulla (lill'llll
lucha quedaban excluídos quienes habían sido derrotados en tres pruebas
pación de 88 pentatletas). Si, como parece evidente, para l'I I'I'SldLlllo
por todos los demás participantes, "El resultado habitual -afirma
final no se tenía en cuenta únicamente el primer puesto, sillo (;lIllhil;1I 1m.
Gardiner, AA W 180- es que se clasifiquen de dos a cuatro competi-
demás, estimamos más verosímil el método sugerido por PatnH 10, (111('
cada uno los cuales ha derrotado a cada uno de los demás en
se basa en un sistema de puntuación relativa (no absoluta. lOlJl!) ('11 (,1
dos pruebas. Entonces compiten entre ellos en la lucha, y el vencedor en
moderno decatlon).
dla es el vencedor en el pentado, que, en efecto, ha vencido a cada uno
3) Sistema de puntos. Ya Moretti (lAG, p. 17 -9) P<"IlS() ('11 la pOM
de sus rivales en tres pruebas". El sistema queda ilustrado por la
bilidad de que la victoria en el pentado se asignara de acuerdo tOlI 111\
siguiente tabla de imaginaria, en la que seis atletas (ABCDEF) aparecen
sistema de puntuación que el erudito italiano no precisa COIl exa( (i 1\ H 1.
clasificados según los puestos obtenidos en los cuatro primeros ejercicios
Ha sido su compatriota Patrucco quien se ha atrevido a prupOlll'1' 1111
(1, ll, m, VI):
sistema concreto de asignar los puntos: el vencedor en (ada pnl('ha
recibía x puntos (una cifra equivalente quizá al número de participallll's),
el segundo x-I, el tercero x-2 y así sucesivamente, Por otro lado. dI' Sil
exhaustivo estudio de los textos deduce Patrucco que se observall difl'-
W6 ill7
J'I'ItNANI>O (;AJ(( .IA J{OMI'.IU) 11'" IlIH ,1)" (11 rM1'1l «,.,
n"H ias irrecollciliables entre lo que nos dicen nuestras fuentes de época 13. NelllJcb, IJlIISbrlH k lImo, H()_ln; J. Elle!'l, '/.lIm 1't'l/lillhllIl/ ti,.,.
(Usica y las notícias de los textos de época imperial, de manera que Afli~e, Ikrlfn IWd; id., "Nolh eilJlI1al I.UIIl Si('~ im Pt'lIIalhloll"; Z/J(.:
sl~i'rt· la atractiva posibilidad de que el sistema para determinar el XIII IlJ7!¡, 2)7-()2; F. l'ellde, (Jeber dcn (lhj~,IN da IIdll'llt'tl,
I!'illld!) flllalm el pentatlo pudiera haber sufrido en el curso de los siglos Leipzig I HHl); P. Gardller, "Tlw PentathlulI of t1H' Grl'l'ks",.II1S I I HHO,
al~ItS modificaciones, siempre con vistas a conseguir una mayor 210-23; H. A. I-iarris, "The Method 01' DClid~ Vinory ill !lit'
(,quidad y obtener una clasificación que reflejara en la mayor medida Pentathlon", G,tndR XIX IlJ72, ()()-4; D. F. Jackson, "Philos(ralOs alld
eran los atletas más completos. En los siglos VI-IV a.c. the Pentathlon", jHS eXI 1991, 178-81; M. K. Lal~do, "Swril~ !lit'
( UH Illye Patrucco- los atletas competían codos contra todos en las Ancient Pentathlan. Final Saludan?", ZPE LXXVIII 11m'), 117·H; H.
(lIalru primeras pruebas; al último y decisorio concurso, la lucha, acce- Merkelbach, uDer Sieg im Pentathlon", ZPE XI 1Y7~, 2(1l(); S. (j.
d!'''11 únicamente los dos mejores, de acuerdo con el sistema de puntua- Miller, "The Pentathlon for Boys at Nemea", CSCA VIII iln,,;,
(il)1I allles descrito, los cuales dirimían directamente entre sí los dos 199-201; 1. Moretti, "Un regolamento radio per la gara del pl'lllarlu".
IIl'roS puestos en singular combate. En época imperial, en cambio, no RFIC XXXIV 1956, 55-60; M. Piernavieja, "El pematlo tlt' los
hahia eliminación tras la cuarta prueba, sino que todos los atletas no helenos", CAFI 1959, 37-64; 1. Pihkala- E.N. Gardiner, "The Sy!'iIt'1l1
dt'slalillcados completaban los cinco ejercicios, en todos los cuales se esta- ofthe Pentathlon",jRSXLV 1925,132-4; E. Pinder, lJeberdmlilll/j
hIn ¡"alt dasiHcaciones parciales, de las que resultaba la clasificación final, kampf del' Rellenen, Berlín 1867; W. E. Sweet, "A m'w Propos.d 101'
lalllbie;n según el sistema de puntos propuesto, Scoring the Pentathlon", ZPE L 1983, 287-90.
1(11 ddinitiva, las notables divergencias y la escasa precisión de las
11111 ie ias qw: nos han llegado acerca de la manera de asignar la victoria en
el pl'lllatlo hacen difícil decantarse abiertamente por uno u otro de los
sis/('Illas propuestos, cualquiera de los cuales presenta incompatibili-
dade's, al menos aparentes, con algunos de los textos que nos informan
sohre el particular. En nuestra opinión, un sistema de puntuación (sea el
prnpll('sto por Patrucco u otro diferente) es la hipótesis más convincente,
11('S(' a la falta de datos al respecto procedentes de nuestras fuentes anti-
BIBLIOGRAFÍA
G.E. Bean, "Victory in the Pentathlon", AJA LX 1956,361-8; F.
Brein, "Die Wertung im Pentathlon", Fom-htmg und Funde. Fest,rchrift
~()H .~()I
I'I'HNANDU (;AI( lA I()MEIH) I ( I~ JI III ,1 I~ 11II MI'H ( I~
.t6, LA LUCHA rctnolltar a l;pma mlrlta y se pOllía ell n,lm Ilíll nlll h{-fOl'S qut' se SirVI('l'UIl
de sus técnicas para rl'alizar SIIS h,r/.al)as, lales millo I krarll's kll SIIS
combates contra t:I gigame AIlICO, d dios-do Aqlll'lou o d 1ll0llSIrtloso
.H).I. Ejercicio popular y completo
león de Nemea), su ,dter ego ,ítico Tcsco (que dl'frouí a (ádtíll t'Il Sil
La lucha ha sido calificada a menudo, no sin razón, como la más propia palestra) () Peleo en su lucha con la hcroína Atalallla dllfallll'
popular de las actividades deportivas practicadas por los griegos, El juegos fúnebres en honor de Pelias (figura 2'5); su invemi61l SI' atrihuyt,
hn ho de constituir un ejercicio completísimo, cuya práctica permite desa- igualmente a Hermes o bien a su hija (o enamorada), la divinidad
rrollar por igual las distintas partes del cuerpo y al tiempo fomentar epónima Palestra.
\ ualidadcs anímicas (coraje, capacidad de sufrimiento, amén de inteli- La introducción de la lucha en el programa de los JlIq~os O({lIlpiws
gemia y habilidad; cf. Platón, Leyes 796a), explica sobradamente su data del año 708 a.c. (en la misma Olimpíada en quc se dispul(í pOI' Vt'l
1I01<lbll' prcsencia en la educación física escolar y en el deporte de compe- primera el pentado) y durante el siglo siguiente, concrctallll'llIl' a parlir
I il ilíll ya lOmo prueba independiente ya como disciplina última, y de la Olimpíada 37 (632 a.c.), tuvieron lugar las primeras lOlIIll(.,¡j-
muchas vcces decisiva, del pentado. ciones reservadas a los jóvenes, en las pruebas del estadio y la IlIdlil. El
Tampoco va descaminado Gardiner cuando afirma que "la lucha es hecho de que la lucha fuera, junto con el estadio, la prinwra diSCiplina ('11
el Illcís antiguo y más ampliamente extendido de todos los deportes". Así ser disputada en categorías inferiores no es sino un fiel rclll'ju dd ilopo!'
lo (('SI imonia no sólo su difusión, en una u otra modalidad, entre prácti- tante papel que se le asignaba en la educación física escolar, talllO ('11 los
\ ;11 111'1 11 l' todas las culturas conocidas, incluyendo los pueblos primitivos sistemas educativos representados por Esparta y Atenas lOlIlO ('11 los
de 11l1('Slra época, sino más en concreto diferentes relieves y pinturas propuestos por pensadores como Platón y soldados como Epalllillolldas,
1IIII1'aks qlle documentan su práctica a partir del cuarto milenio a.c. en
tan crítico, por otro lado, con respecto al deporte de su ticmpo, lil dl'Sla
d (:('nano Oriente y en Egipto (cf. Weiler 22ss.; Olivová 21ss. y 41ss,; cado lugar que la lucha ocupaba en la educación física queda pall'lIll' ('11
Poliakoff, Combat... , 25ss,). Particularmente significativos son los relieves el empleo de la palabra "palestra" (literalmente "lugar dOlldl' Sl' haha")
para denominar el recinto en el que se desarrollaba el entrcnamielllo dc
dI' la nnnba de Vizier Ptahhotpe en Saqqara y sobre todo las pinturas
niños y jóvenes; los adultos, posteriormente, seguían acudiendo a dla 1011
IIlIlrab dc Beni Hassan, que, con sus 122 parejas de luchadores, mues-
el fin de mantener su buena forma física y al tiempo cultivar vit'jas ólIIIIS
I r;lll d asombroso desarrollo que había alcanzado la lucha en el Egipto
tades y hacer otras nuevas, de manera que las palestras ejerdan i~lIa
(('rrcr milenio anterior a nuestra era: es difícil, en efecto, hallar presas
mente la función de "clubs sociales" donde jóvenes y adultos pasa hall
y movimientos que no aparezcan representados en tales pinturas.
buena parte de su tiempo libre (cf, Platón, Banquete 217b y ss., dOlld(' 1,1
En lo que a Grecia se refiere, ya se ha señalado la presencia de
joven Alcibíades invita a Sócrates a practicar con él la lucha, ejercicio qm'.
1111111 wticiones de lucha en la Creta minoica (cf.1. l. 2). La primera narra-
obviamente, ofrecía muchas oportunidades para el contacto f(silO, por
\ i<in literaria de un combate (descrito, por cierto, con notable precisión)
ver si de esa manera progresaba en su intento de estrechar sus relalÍolJl's
SI' t'lllucntra en llíada 23.700-739 yen él se enfrentan dos de los más
amorosas con el filósofo). La lucha, por último, formaba parte asímismo
11I1·rtCS guerreros del ejército griego, Ayante Telamonio y Odiseo, los ejercicios que practicaban las mujeres en Esparta y otras duda\ It·.~
Ilinguno de los cuales, pese a emplearse al límite de sus fuerzas, logra del ámbito cultural dorio, e incluso nos han llegado noticias, si bie1l dI'
imponerse sobre su rival, de manera que Aquiles, árbitro de la contienda, credibilidad dudosa, que nos hablan de luchas mixtas entre jóvenes dI'
detcrmina combate nulo. Por otro lado, el origen de la lucha se hacía ambos sexos en la isla de Quíos (sobre todo ello, cf.l.3.3),
\ I ()
.HI
f
Para la instrucción en una disciplina como la lucha, que exige un haz una presa. - ... Tú, ataca. -Tú, aparta el pie del c2terlJ() y tl/!,tímtlo /Jllr
alto grado de preparación técnica, los pedotribas griegos aplicaban un debajo con la derecha. - ... Tú, ataca, levanta el brazo izquierdo ,Y (1;III"i,tlo
sistema progresivo de enseñanza, que probablemente poco tenía que de lugar. -Tú, haz una preJa de mentón, - ... Por el otro lado /It'l!.tllt' 1/ .111
envidiar a los métodos modernos. Testimonios literarios y pictóricos tronco y haz una presa de cabeza con la derecha. Tú, rodéttl,·. 'Iií,
permiten reconstruir las siguientes fases: agárralo por debajo con la miJma mano (?). - Tú, haz una /Jre,!'tl Jt'litllimtlo
1) De Luciano, Anacarsis 24, puede deducirse que un paso previo las piernas. -Tú, agárralo por debajo con la derecha. -'/'Ií, rO/M,tllI 1M'
a la enseñanza de las técnicas propiamente dichas de la lucha consistía en donde te agarra y cógelo por el cOJtado con la izquierda. Ttí, tllJtírlltlo ((111
aprender "a caer al suelo con seguridad", precaución indispensable para la izquierda. -Tú, haz la presa desplazándolo. date Itll'fldlll,TIÍ.
evitar lesiones. haz la presa p,)r los dos lados. -Tú, mueve el pie", etc. (la traJunitÍl1 ('Sloí
2) A continuación el entrenador ensañaba las figuras, movimientos basada en el texto dispuesto por Cazzaniga),
y presas, que cada alumno practicaba por separado, escalonándose de De la extraordinaria difusión que la práctica de la lucha alcallZlI ('11
acuerdo con su grado de dificultad y dureza. la antigua Grecia entre individuos de todas las edades, es prm'ha slIli
3) En la fase siguiente, es posible que se continuara el aprendizaje ciente su constante aparición en las escenas deportivas repn'sl'luadas ('11
de figuras y llaves, pero romando los alumnos un primer contacto con la las pinturas vasculares, así como el frecuente empleo de
lucha cuerpo a cuerpo; en los vasos pintados, en efecto, hay representadas tomadas de esta disciplina atlética en las obras literarias, sohn' IOdo ('11
escenas en las que uno de los luchadores adopta una actitud completa- poesía y muy particularmente en la comedia, Al mismísimo PWlóÍ}o\oms
mente pasiva, en tanto que su rival ensaya la aplicación de una presa. atribuye Diógenes Laercio (9.55) la composición de UIl tratado S"lm' 1"
4) La iniciación en combates serios empezaba probablemente con el lucha, perdido para nosotros. El hecho que, entre los tk-portl'S pl'sadlls
enfrentamiento entre dos muchachos de semejante nivel técnico, baío la (siempre espectaculares y atractivos para el público, en bUl'na Im'did" il
atenta dirección del entrenador. causa de su propia dureza) la lucha fuera la disciplina al til'lIIl'0 1l1,Í\
5) Una quinta fase de perfeccionamiento consistía, según Patrucco completa y menos peligrosa explica sobradamente su presl'lIda hahilllal
(p..)()3ss.), en el combate con un luchador más experto, que aconsejaba en las escuelas y en la ejercitación posterior de los adultos, (:1l1l0U'IIIIlS,
de manera práctica sobre la correcta realización de los movimientos y no obstante, los nombres de algunos luchadores muertos ('11 l'Ill'illlSllll'SII
aumentaba progresivamente la dificultad de los ejercicios. de la competición o de resultas de ella (cf.I,3,2.4), así COIIIO los 11lt'llldos
En un papiro del siglo II de nuestra era (Pap.Oxy. 3.466) se nos ha I "novedosos", poco ortodoxos y nada deportivos, dc tlUl' St' va lil'roll
i
wnservado un fragmento de un manual de enseñanza de las técnicas ciertos atletas, al parecer con no excesiva preparacióll tú lIit a, l'al'iI
~
la lucha. Aunque el significado concreto de diversos términos es pura- derrotar a sus adversarios, como es el caso del siciliano dl' Ml'sillil 1.('1111
mente conjetural (se trata en general de palabras frecuentes, pero de tisco, quien logró la victoria rompiendo los dedos dc su rival (PallStllllilS
interpretación insegura en el argot deportivo; cf. Poliakoff, Studies ... 6.4.2),
1(, l ss.) el pasaje refleja sin duda la fase cuarta del entrenamiento, en la
que el entrenador va danoo óroenes alternativamente a dos muchachos,
3.6.2. Los combates
indÍl,:ando a uno oe ellos cómo debe realizar determinados movimientos
dt, ataque y al otro cómo debe replicar: "Tú, agárralo por debajo con la La ludHI, al igual que el hoxl'o y el pancracio (auIHlut· qui....t l'lI
derechú, -,/,,;, agáchate, -Tú, ala/'a. -'1'11, Jltéllale y dale la vuelta. -Tú, menor medida. ya que la agilidad jugaha también un pl¡pd impowlIud.
H2 \ I \
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
termlOó por convertirse en feudo casi exclusivo de los atletas pesados, tiendo que el merpo se apoye, de la misma manera que rlO eJ red,1 1" /!dI'It'
dado que el deporte griego desconocía la división de los participantes baja de las columnas que sirve de asiento".
según su peso corporal y sólo eran distribuídos, de acuerdo con su edad, Como es sobradamente conocido (cf. al respecto 1.. LLn, los
en las categorías de "adultos" y "niños", a las que se añadía otra inter- luchadores, como los demás atletas, antes de iniciar el combate y lambi,;"
media en algunos juegos, la de los "jóvenes". El hecho de que los atletas sus entrenamientos ungían cuidadosamente su cuerpo mn aceite, sohre d
con más quilos gozaran de indudable ventaja provocó el desarrollo de que aplicaban a continuación una fina capa de arena a fin dI' \jUL' la pid
dictas alimenticias basadas primordialmente en la ingestión de grandes no estuviera en exceso resbaladiza y ello no fuera un obst,lnt!o para
tamidades de carne, con las cuales los entrenadores pretendían aumentar realizar de manera adecuada las presas, El entrenamiento ten{a lu~ar 1'11
la corpulencia y musculatura de sus pupilos. El resultado natural fue la palestra y las competiciones de lucha en la parte dd estadio dl'lltlllli
que, como muestran las artes plásticas, la lucha pudo terminar por nada skámna (literalmente "lugar en el que se ha cavado''), dOllde i~ual
convertirse en un combate entre colosos (a menudo han sido comparados mente se llevaban a cabo los combates de boxeo y pancracio, Dado IJIII'
con los atletas japoneses de sumo), cuyo voraz apetito se hizo proverbial la misma palabra, skámma, designa también el foso de caída de los salta
(el'. Aristófanes, Paz 33-37, así como varias anécdotas referentes a Milón dores, Harris (GAA 104) ha supuesto que se trata de dos lu~an's
de Crotona; véase 1.3.2.3), en evidente contraste con la pormenorizada rentes, ya que "un foso de salto debe ser blando para evitar lesiones l'II 1"
I bnipción que nos proporciona Filóstrato (Sobre la gimnasia 35) del
caída de los atletas, mientras que boxeo y lucha exigen una hasl' IIf11U''';
no es preciso, sin embargo, recurrir a tal explicaó6n, pUl'S hasla \011
ludlador ideal: "El luchador teóricamente peifecto debe ser más alto de lo
admitir que la arena del skámma era simplemente ablandada al1ll'S
ql/e exiKiría la estricta proporción, pero de estructura física proporcionada,
que se iniciara la competición de salto con los picos que tan a 1I1l'lIlldo
(O" 1m cuello que no sea largo ni tampoco incrustado en los hombros... Un
aparecen representados en las pinturas cet<Ímicas.
ImlZo bien marcado es bueno para la lucha. ,. y el mejor pecho es prominente
En las competiciones deportivas, el emparejamil'lIto de los pal'! il I
y Jolm:saliente ... , pero es también bello el pecho moderadamente sobresa-
pantes en la prueba de la lucha (y asímisl110 de qUil'fI{'S displlfólh'lIl
lim/e ... El vientre debe estar metido hacia el abdomen ... y no apoyarse en
boxeo y pancracio) se realizaba mediante sortt'O <:Il cada una dI' la, l'lillli
I/Iltl inKle delgada, sino robusta... Espaldas bellas son las rectas, pero más
natorias, quedando exentos en cada caso los colllpl'tidon's sohnlt'~
dl/C:/has Jon las ligeramente curvadas, porque son más apropiadas para la
(éphedroi) , tal como describe con pormenor Luliallo ( III'I'II/(í/III/II
/IOJtllra de la lucha, que es curvada e inclinada hacia delante ... Las 39-40):" Una urna de plata wnsa¡;rada al dioJ JI' n!/o¡'d del,m//' dI' lot
(IIdere/J. ya que son el eje en torno al cual giran los miembros superiores e atletas. Se echan dentro ¡;lIijarros pequeñoJ, del trlffldrl0 dc ¡",IItIJ, 1 1111 11'1,." 1
iIIji: ri ores, es precho que sean ágiles, flexibles y de fácil giro... La parte que imcritas. En dos de ellos se inscribe la letra alfa, en do.!' 1" IJi"", 1'11 1111'01 dm
(d{' dcha;o de la cadera no debe ser ni demasiado delgada ni tampoco desa-
la ¡;amma y así sucesivamente ... Cada litio de /OJ tltle/t/J Jt' dtNld {'!I'MIII",
n'(dltUlr/ en exceJo ... , sino que debe sobresalir marcadamente y de manera eletla una plegaria a Zells, mete la mano etI la IIrrh/ JI .1,,((/ 1111 ,l!,lIij.II'/'fI, l'
,1I/eClltld" para un luchador. Los costados que son flexibles ... hacen atletas después de él lo hace otro (luchando entre sí los que hayall Silli,dll 1111
iI/lloJ Jhlrtl atacar y defenderse en la lucha ... Las nalgas estrechas son guijarro con la misma letra} ... Si el ""mero de /ldrlici/itlll/l'J t'J ¡"'!'d,., .. I/'
débi/o JI Ifu ",á.r (/fIcha.r lentas, mientra.r que las que permiten moverse con inscribe en /In ¡¡tLÍco J(uijarro l/na letra ... 'lile no tiene d"pIÍl"do, v el 11"1'
itáliddd .Ion ddemadaJ para todo. Unos muslos sólidos y sobresalientes la cOKe paJa a la JÍ¡';llÍlmle eli",indtori'l, ",f.!,lIdrd,mdo /.Ji/JI" (lile' 111.1 dt'll/,i.1
rt:J/dltlr/ (/Irl l'ez herlllOJoJ y fl/erte,!' y todo lo Joportan bien... Las piernas no hayan ((1If1/lelido, Y eJ IIl1a ¡.;ratl JI/er/e !"ml IOJ IItlt'/t/J d /.Jl'dlll dI' (olIIpt'lIt'
tlt,hf1l .ruhír r¡,c/(/J tle.rtle lo.! /obillo.!, JÍno t'IIrt1ada.! hacia <ldentro, permi- /III:¡';O freJ((}J (or¡ ritJ#kr (tU/JiU/O/'.
\ 1,1 \1"1
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
Los combates se desarrollaban sin solución de continuidad, sin levantó en medio del público y gritó: 'no han sido tres caídas, .rUlO lUid;
siones por asaltos, hasta que uno de los atletas conseguía infringir a su ¡'que alguien me tire otras dos veces! 1".
adversario tres derribos válidos (cf. Platón, Fedro 256b, Eutidemo 277d, La mayor difiLl.lltad consiste, entonces, en determinar si la au.:i<'íll dl'
l?eJlública 583b; Séneca, Sobre los beneficios 5 y especialmente Filós- apoyar en tierra una rodilla era considerada como caída v¡ílida. UIl
trato, Sobre la gimnasia 11), a no ser que la pelea acabara antes de epigrama, tambien dedicado a MilÓn de Crotona, que se ha atribuído al
tiempo porque uno de los contrincantes levantara el dedo índice en sefial poeta Simónides (fr.25 Page: "Ésta es la hermosa estatua del herlfloJo
dt, abandono, o simplemente no llegara siquiera a celebrarse el combate Mífón, que venció siete veces en Pisa sin haber caído de rodillas") habla l"lI
si alguno de los luchadores tenía algún motivo para no presentarse (como favor de esta hipótesis, y lo mismo cabe decir de varios textos en los qm'
pudiera ser, y así sucedía con cierta frecuencia, el hecho que el sorteo se emplean metáforas deportivas tomadas del ámbito de la ludlil
le hubiera jugado una mala pasada asignándole como adversario a un (Esquilo. Agamenón 63-64, y quizá también Esquilo, Persaj' 929-50, y
MíltÍn de Crotona u otro inaccesible rival, ante el cual la prudencia acon- Salón, fr.4a.2-3 West). No obstante, entre las frecuentes escenas dt'
una redrada a tiempo; se decía entonces que un luchador había lucha que aparecen representadas en los vasos, algunas de ellas m Ul'SIn 11 I
tOllseguído la victoria akonitf, "sin tocar el polvo"). Después de cada a atletas que derriban o intentan derribar al adversario metliantl' llaves
se permitía al atleta derribado recuperar la verticalidad y continuar que realizan apoyando en tierra una rodilla. Por eso algunos aUlOn's
el lOmbate, que no proseguía, por tanto, en el suelo, como algunos estu- (como es el caso de Gardiner, aun reconociendo sus serias dudas al
diosos han supuesto (cf., por ejemplo, Diem 154), malinterpretando la respecto) sostienen que el hecho de tocar el suelo con las rodillas 110
distillcilín que nuestras fuentes antiguas hacen entre orthe pále ("lucha en podría haberse considerado como una caída. Hay, sin embar,!-\o. 1111
") y tllíndesis o kflisis (literalmente "revolcón"). Actualmente se consi- camino para compaginar las informaciones, aparentemente CllI1lradirto"'
(Ina fuera de toda duda que únicamente el primer término designa la rias, de nuestros testimonios literarios y artísticos, y es la solu(Íán al
deportiva griega, en tanto que los otros dos vocablos hacen tida generalmente por quienes han dedicado úlrimamelllv al,!-\IlIIas
H'lllia a una fase del pancracio, en el que, efectivamente, el combate páginas al estudio del problema (Rudolph, Patrucco, Wt'ilef, l'lt ,; (1
wlltilluaba por los suelos (cf.3.8.2). también Finley-Pleket 38): de manera similar a lo tIlIt' (KIIIT\' ('11 la
(Jué condiciones debía reunir una caída para ser considerada válida moderna lucha grecorromana los reglamentos en el plano tl'<ÍrilO y l"lI la
l'S lllt'stilín que plantea alguna dificultad. Diversos testimonios literarios práctica el critero de los jueces de la prueba distinguirían IW\lIdo lllla
perllliten asegurar, sin ningún género de dudas, que, al igual que en la caída era provocada y Ll.lándo el luchador tocaba el sudo para realizar
lucha moderna, e tenían en cuenta caídas en las que el atleta derribado una llave con mayor eficacia. En consecuencia, la caída tlt' rodillas sl'l'1a
loulha el suelo con sus hombros o su espalda (Aristófanes, Caba!!eros también tenida en cuenta para el triunfo final si uno tll' los al k-ws ('ra
.., 71-); Esquilo, Suplicantes 90-91; Antología Palatina 9.588, 16.25, obligado a ello por su adversario (Políakoff, Combat ... , sllj.(il·l't' qm' las
l'h). Un epigrama de la Antología Palatina (11.316) parece indicar que expresiones empleadas en los textos citados se explican Silllpkllll'llll'
lalllhi{oll (omahan para la victoria las caídas sobre el costado: "Una vez porque aunque caer ue rodillas no significaba la dt'rrola para IlII
MiMIt lite el ,írúco luchador que se presenttJ a unos juegos sagrados, y al luchador, lo colocaba a menudo en preUlria situacÍlín, dt, 1lIHIIl'I'í\ (11Il' 1111
¡JImio elj/l(:z del certamert lo llamó /lard ('()rIJnarIIJ. Pero, cuando se acercaba es de extrañar tiLle Gler de rodillas se conviniese l'll ulla IIIl'l¡tI(IríI para
ti él, (Milón) re.rhaló .Y cúyó .rohre 1m ((}Jltldo, T,OJ e,rpectadoreJ c1amar()n que significar "estar en situadlÍn dt'svl.'lltajosa").
!lO mrotltlrtl ti l/IÚt'" húb/tl rtlldll JÍt:rtdll d ,í"ico partiá¡¡cltlle, Pero Mitón Je Son muy IIlIllll'rosoS los textos litt'rarios y las rt'pSI!¡liom~ arl (!i
\Ir. H!
l'I'.HNANIlU IIAIU.lA I(()MI',HU H 1:' IIIH ,11:' o11M1'11 11:'
sobre las presas a las que un luchador podía recu- Odiseo (//Idd" .!.).7 .!.(J) , IlwlI(iollall l'Il'lllplt'O de las piernas para IIiIU'!'
I'nl' pill'a aunquc también en este aspecto queden mer al rival (eL, por ejemplo, LlIdallo, A"t/ulrú.r 1; "lallÍn, Uf/lldetllo
101 dilucidados. Las pinturas 27Hb; Polux, J,l'. hY/IOJkd/zein). Algunas pinturas vaslulares pan'u'll
va,'\( ratificar que la típica zancadilla era recurso pertnirido l'1I la IUlha ~I'iq,a.
IIOS 11;111 a ((¡IIOCer numerosos términos téCnICOS pero no hay, en cambio, representaciones tll' presas dí.'duadas 1011 los
IIItCl'prl'I'1l iÚII (véanse al respecto los pormenorizados estudios brazos sobre las piernas del adversario, 10 cual quierl' dl'lir biell qut' 110 SI'
Hlldolph. JiHhner, Patrucco o Poliakoff; cL asimismo Gardiner, AAW legales, al contrario que en el pancracio, las Ilaws ('h'l
IHlss" y Ilarris, GAA 207, n,59). Tales testimonios permiten deducir en la parte inferior del cuerpo (así, Patrucco llJhs.), hi(,I1, IIIiIs
'111t' la antigua lucha griega era más permisiva que la moderna lucha probablemente, que tales presas eran menos empleadas por s('r 11It'IIOS
~r(' IITOllléllla (en la que solamente se consienten presas en la parte supe- efectivas para derribar al adversario en la posición requerida mudolph, y
cuerpo), No obstante, resulta probablemente exagerada la afir- también Gardiner, GAS 3801 y AA W 183, aunque toll
FinleyPleket (p.39) de que "presumiblemente estaba Digamos, por último, que algunos textos pudieran illdil ar la I'xis
Pl'OllIl)ldo morder y sacar los ojos, pero no mucho más", pues tampoco tenda de modalidades locales de la lucha o bien de espl'l"ÍalizadólI de 10:'
permitirsc golpes fuertes, estrangulamientos (cf., no obstante, atletas de una escue!a determinada en ciertos tipos de lIav(·s. Ast, d ad;l'
Pllliako!1', Gmlhtlt .. , 2H), torsión de articulaciones y otras violencias por tivo hedrostróphoi ("volteadores de posaderas", aunqul' I¡¡¡y quicn inll'
d l'~1 jlo, peSl' a l]UC el ya comentado caso de Leontisco e! término en el sentido "de ágiles posaderas") mil (,1 qllc son
dlld¡IS al rt's¡X'rto (su carácter excepcional lleva a pensar, sin embargo, boxeadores en Teócrito 24. I I 1 <Juil'.i quil'!':! SIIJ.tI'
qlll' st! peculiar método para obtener la victoria fuera declarado de ínme- tir que ésa era su presa favorita. En
dialll ilegal; lf. Poliakoff, ibidem) , tesalia" (Eustacio 1
Las lIll'jor dOCLlmentadas, y seguramente más empicadas, son las de término deportivo de esta especialidad atlética por
qlle !t'nÚtn por objeto la superior del cuerpo, y no en vano Variadas 1l.1) designan probablemente modalidadl's hales 1)\1(' 110
.IS·~l'a I'lallín U,eyeJ 7Wía) que la lucha contribuye "al desarrollo de tuvieron entrada en los grandes eventos deportivos y no variat ¡tI!H'S (·...11
. La postura adoptada por los luchadores para lísticas propias de luchadores de una determinada ciudad, 1OIlIO 1
IIlil ¡.tl' d wmhatc, a menudo plasmada por los pintores y escultores, se Diem (p. 155).
,1'iI'lll('ja l'1I0rlllCmente a la de sus modernos: con los firme-
111('1111' plantados en el suelo, una pierna retrasada y las rodillas
IIH .~ 11)
1'l'.Il NANIIO (;AIlUA I(OM I'.I() 1,( I~ I\-(,~ I.M'~
"Akóniton-akonití", Glotta XXIX 1941, 73-7; R. Katzoff, "Where Did .~7 EL BOXEO
the Greeks of the Roman Period Practice Wrestling," AJA XC 1986,
3.7.1. Orígenes y características generales
437-40; M. Piernavieja, "La lucha en la Antigüedad", Deporte 2000 V,
Marzo 1973; M. Poliakoff, Studies in the Terminology 01 the Greek La popularidad del boxeo como espect,kulo deportivo qlleda hll'ra
Combat Sports, Konigstein 1982 (cf. P.A. Bernardini, QUCC XLIV de toda duda con sólo atender al entusiasmo quc, l'Il las dl'sl ri PI iollt's
1983, 173-84); id., Combat Sports in the Ancient World, Yale 1987; W. literarias de combates pugiHsticos, muestra un público !lIya l'lllO( kili
Rudolph, Olympischer Kampfsport in der Antike, Berlín 1965; id., "Die estalla particularmente en el momento en el que uno dc los dos 111111('11-
Schwerathletik in den antiken olympischen Spielen und die Zuordnung dientes cae derribado bajo los puños de su rival. No obstallte, dado d
künstlerischer Denkmaler zu den einzelnen Disziplinen", en Neue carácter más violento de esta disciplina, la importancia de su papd l'n la
Beitraxe zur GeJchichte der alten Welt, Berlín 1964, I 265-73. educación física de las escuelas y en la ejercitación postcrior dl' los
hombres en palestras y gimnasios no es en modo alguno wlllparahll' lIIn
la función que se asignaba a la lucha, aunque tanto en Esparta tolllo l'n
Atenas el pugilato posiblemente tenía cabida en el entrenamiellto ffsilO
de los jóvenes (cf.1.3.1, y también l.3.3 sobre su ausencia dd dt'f)(ll'll'
femenino) y desde 616 a.c. se disputaba en Olimpia una COlllpctitilín de
boxeo infantil (véanse, por ejemplo, las Olímpica.r 10 Y I I de P{ndaro,
dedicadas al púgil infantil Hagesidamo de Locros).
Dentro del ámbito cultural griego, el boxeo es disciplina deportiva
conocida ya desde nuestros primeros documentos literarios y arlÍslillls.
Como pudimos comprobar en su momento, su práctica, tanto l'llIn'
adultos como entre niños, se encuentra notablemente bien atestiguada l'lI
el arte minoico, que refleja, por lo demás, un alto nivel técnico y lIn
cuidadoso entrenamiento por parte de los púgiles. Es difícil, sin clllbargo,
determinar la exacta relación existente entre el boxeo cretense y el qlle SI'
practicaba en la Grecia del primer milenio a.c., documentado ya 1'"
vasos de estilo geométrico.
En la esfera del mito (otro indicio de la antigüedad que sc atribllt'a
a este deporte), la invención del pugilato se adjudica, como suell' Sl'r
habitual, a diferentes dioses y héroes, ya sea a Apolo (la divinidad (llIl'
concede la victoria en el boxeo en [líada 23.660 y que recibe el sobre-
nombre' de pjktes, "boxeador", en Plutarco, Problemas de banquete n!\l),
ya a Heracles, al héroe ático Teseo o al lacedemonio Polideun:s (d.
figura 22), cuyo combate con Ámico, el gigantesco rey de los bébrices,
durante la expedición de los Argonautas a la Cólquide es relatado con
320 ~2 I
FERNANDO GARCíA ROMERO LOS JUHi()S OI.lMI'IU)S
todo lujo de detalles por Teócrito 22 (cf. Apolonio de Rodas 2.1ss.). Sobre el progresivo desarrollo de los métodos de ('IHrmalllil'1l1O ('11
Precisamente a los espartanos asigna Filóstraro (Sobre la gimnasia 8-9) el lo que a la preparación física se refiere ya se ha hablado ell 1, L'. ~,
dcsarrollo del boxeo, como preparación para la guerra (porque no aludiremos a continuación únicamente a los ejercicios desl Íllllllos d('
usaban, se nos dice, casco, sino solamente escudo, de manera que impul- manera específica a mejorar la formación técnica dt' los plí~ies, Tn's
saron el boxeo para evitar recibir golpes en el rostro), si bien, como métodos, ya comentados por Platón (LeyeJ 830a-e) y t'x!taordillaría
veremos más adelante, ellos no tomaban parte en esta disciplina en las mente similares a los empleados en el deporte moderno, (oIlOll'II10S por
n lIn peticiones agonísticas. nuestras fuentes antiguas: el punch-ball, la "lucha con la sOlllbra" y (,1
Si la narración de Teócrito es quizá la más precisa descripción de un enfrentamiento con Jparrings. El uso de sacos rellenos U~lÍry¡();, ya lll('ra
~ ombate pugilístico que nos ha legado la literatura greco-latina, en dos de harina, arena o higos secos, se encuentra ampliamentl' dOOlllll'lIlado
pasajes homéricos (lliada 23,65355, y Odisea 18,66ss.) encontramos ya por testimonios literarios y artísticos (figura 70; d. 1.l2 ,) sohn' Ins
el rdato pormenorizado y lleno de viveza de sendas peleas. En el primero textos que nos hablan de éste y otros sistemas de elllremllllielllo); ((Jlllnt
\ Il' dios Epeo y Euríalo se disputan los premios que Aquiles ofrece para ellos los púgiles ensayaban sus golpes e incluso se daball de lahet',aws UlII
humar la memoria de Panado en un combate gobernado por reglas vistas a fortalecer esa parte del cuerpo, la milS castigada por los pllnos dI'
('slriltas entre dos experimentados púgiles. Como contraste, el segundo los adversarios. Como antecedente de nuestro efltrellall1il'III0 ,11111' el
«'XlO describe una improvisada pelea entre el mendigo Iro y el falso espejo, también practicaban los boxeadores grie~()s la ,dÚdllldU¡f" o
pordiosero Odisea, la cual, pese a su carácter imprevisto y poco orto- "lucha con la sombra" como medio de perfeccionar l'lestilo y 1011 dIo la
doxo, presenta muchos aspectos comparables con el combate narrado en eficacia de los golpes. Por último, no faltaba talllpom el l'lIfrl'lIfal1¡j('1l1ll
la lIíddi/: la viveza y pormenor del relato, la excitada participación con adversarios directos que hacían de .IjJarringr y eral! lOlIocidos pOPll
plíhlim, el K.O. que pone fin a ambos combates y, por último, las fanfa- larmente como "estatuas" (andriánteJ); durante esos u)llIhall's dv ('llIn'
rronerías y amenazas de los momentos previos a la pelea como medio de namiento los púgiles portaban protecciones especiales ell la (al1('za, (011111
inlilllidar al adversario, práctica bien conocida en el boxeo moderno más adelante comentaremos.
(para m¡lS detalles, cf.1,2; la conducta jactanciosa de los atletas es critj-
lada el! el ya comentado fr.282 de Eurípides).
l ¡na disciplina como el boxeo requiere un cuidadoso entrenamiento 3.7.2. Los combates. Evolución del boxeo ~rico.
itsiw y una preparación sumamente rigurosa en el aspecto témíco. Tanto la Técnicas permitidas y prohibidas
opl ilila puesta él punto física, la dieta y el régimen de vida al que debían El emparejamiento de los boxeadores illsniws l'II ulla (OIIIP('I;( ;011
SOIl~'tr los púgiles como la preparación técnica eran supervisados por los se realizaba mediante el mismo pron'dilllielllo l'lllplvado para la hll 11.1
('II!ITlladores, que además dirigían a sus pupilos durante el combate aconse- (d', j.6.2), y, al igual quc en la lucha, los (()lIlhaleS Sl' desarrollahall dI'
I.illdob la t¡[ctica más provedlOsa en cada momento (cf. Filósrrato, Sobre la forma mntinuada, sin límite de tiempo y sin divisiolll's por asaltos y solo
g;lIlIIa.l;" 2R). El papel del entrenador es, pues, de una importancia extraor- 111ol11l'ndneaml'nte illtl'rrulllpidos cuando 11110 de los plí~iks (ala .l('ni
dinaria para d éxito de un boxC"ador, de manera que no extrañan los elogios hado o amllos se tolllaball 1111 fl'spiro para r('(llhrar d alíl'llIlI, 1'1'1'0 sin
qUl' se les dedican en los epinicios (Píndaro, Olímpica.r 10. 16ss.); los entrena- abandollar sus posiciolles (Apolollio de Rodas 2,H'íss,),
dortos sólo son alabados en odas dedímd¡L'i a atletm¡, siempre niños o jóvenes, Si dl'jamos aparte la posihilidad, ya lIllm'lItada a prolt)~¡IO tlt' lu
Vl'1lt't'dort's en hoxl'O, lucha y pancracio, IlIcha. tll' que UII allt,ta superara IIlIa dilllillílloria sil! 1OlIIhatir, hirll
\),.1 Lq
H I~ 11111 ,1 I~ I 11 I MI'1f e I!',
l,mNANI){) I;Altl.IA 1(()MlmO
porqlll' así lo determinara el sorteo declarándolo exento, bien por ) (d. PalrwUl 2(¡lss.) que de 1111 P"I' d(' illStl'iptilllll'S de los si¡.tlos 11 y
!"l'IIlJlKia de su adversario (sobre todo si se trataba de legendarios púgiles 111 p.e:. pm'de dl'dllt irSl' qlle d jUl'Z dl' la pelea pod!u dl'( idil' (1)1 11 hilll ,
millO Te(ígenes de Tasos, que obruvo la victoria "sin tocar el polvo" en
declarando veIK n lorl'S a los dos plÍ¡.ti Il's. l'lI 1 aso de IlIillI íl icsta
los .Juegos Píticos), de dos maneras podía finalizar un combate de boxeo igualdad (lo lllislllo rabía que sUlt'tliera l'11 la 1m ha, a juz¡.tar por la 11('lt,,,
('11 los juegos de la antigua Grecia: cuando uno de los púgiles era
entre Ayante y Odisco t'Il los juegos ell honor de Patrullo). No hilY, sin
!loqueado () abandonaba ante la evidente superioridad del rivaL embargo, testimonio alguno que nos sugiera la l'Xistl'IKia dl' 1111 SiSl\'IIIi1
Las pinturas vasculares y los testimonios literarios describen con de puntuación para asignar el triunfo, sell1ejante all'lllpkado l'Il el hOKm
(il'na frecuencia el final de un combate por K.O., como el que, en los actual.
fUllera les en honor de Pacroclo, disputan Epeo y Euríalo: "atacó el divino Es cuestión discutida si en el boxeo de la antigua Gr('lÍa ddll' ¡ti
ti/leo y golpeó la mejilla de su ri1/al, que ya no /Jermaneúó en pie más tirse la existencia de espacios acotados para combadr sill1ilan's a IIlwSlros
porque desfallecieron sus brillanteJ miembroJ... aJí golfJeado cayó, y cuadriláteros, Tradicionalmente se ha sostenido (y ello ha trafdo \lllIsi¡.to
el fI(/.~tJánimo Epeo lo cogió con laJ manos y lo levantó, Rodearon a Eurlalo implicaciones importantes para la historia de la evolulÍ(íll d('1
lit.! (Off/pañeros y se lo llevaron a través del lugar del combate arrastrando
griego, como enseguida comprobaremos) que nada selllcjalHl' il 1111 1'11',1;
, e.rcupiendo eJpesa sangre e indinando la cabeza hacia un lado" delimitaba la capacidad de maniobra de los púgiles (eL ('ardillel'. (,'1\.\
(//ídc!,¡ 23.690ss.; cf. Odisea 18.66ss., Apolonio de Rodas 2.90ss" 415, AAW 201; Jüthner, arto "Pygme" en RE, col. 1557; Filll('y PII'''I'c
()piallo, Cinegético 4.200ss.), Igualmente bien documentado por ambos 37); sin embargo, trabajos recientes han mostrado, a lIuestro l'II('llIkl',
I i pos de fuentes, literarias y pictóricas, se encuentra el final de un
que los combates tenían lugar en un área delimitada en torno a la ( ual SI'
t ol1lhate por abandono de uno de los púgiles (apagoreúún), para 10 cual disponían los espectadores Patrucco 248-<;; Poliakof/, .. Mdall
d atleta derrotado alzaba la mano (normalmente con el dedo índice komas ... "). Ya en llíada 23.685 se emplea el término ",~(ÍfI para d(·si¡.tIl;11
I('vantado); así acaba la pelea mítica entre Polideuces y Ámico que el lugar en el que se desarrollaba el combate, y recientes ('XtilVat iOlll's ('11
tbnibe Teócrito (22.123ss.): "y al mismo tiempo (Polideuces) golpeó (a Nemea parecen sugerir que los boxeadores luchaban sobre ulla ('SP('( i(' dI'
con su pesada mano bajo su JÍen izquierda y dejó caer el peso del plataforma (Poliakoff, "Melankomas ... " 514). Pero hay míll I litis: s('IHlps
bombro, Brotó negra sangre rápidamente de la sien abierta, y le golpeó la vasos datables en fecha tan temprana como el siglo VI a.C:. IIHII'Sll'illl
hlJca con la izquierda y los dientes, apretados, crujieron; con gol/les más y gráficamente la existencia de barreras que impedían a los plÍgill's adllPI'1I
lIIe;.r lJe!oces le fue hiriendo el rostro hasta desgarrarle las mejillas, Y todo él tácticas en exceso defensivas. De los testimonios de antiguos lex j( Ii¡.tra Ios
f/lII:dó tumbado en el .ruelo con el sentido extraviado y levantó a la vez y comentaristas (Hesiquio, Etymologicum Magnum, BustalÍo) ha dedil
manos renunciando a la lucha, porque estaba cerca de la muerte", A cid o Poliakoff que esa barrera recibía el nombre de klímax (pl'OpÍ<U1H'111('
la posibilidad de que un combate acabara con el abandono de uno de "escalera", probablemente por tratarse de un escalera tumbada o 011'11'
contendientes se debe precisamente la prohibición de participar en las facto similar), de manera que no debe entenderse este ténnillo ('11 1'1
pruebas de boxeo que pesaba sobre los ciudadanos de Esparta, educados sentido en que lo interpretó Krause (p.521-2) a partir de lIll "'xIII de
desde niños en la idea de que debían resistir incluso hasta la muerte y no Pausanias (8.40.3) en el que se cuenta que los púgiles Creugas y Dalllo
ceder ante adversidades ningún tipo. En ese sentido debe entenderse xeno acordaron resolver la pelea mediante un intercambio de golpl's; d
probablemente la afirmación de Plutarco de que Limrgo prohibió el klímax, entendiendo la palabra en el sentido de "momento culmillílll1('"
pugilato en Esparta (Licurgo 19.9; cf. 1.3.1.1). Por último, se ha seña- sería, de acuerdo con tal interpretación, un asalto final que podía dent.'liu'
\2,
I'I:RNAN()() (;ARc:lA IU)MEIU)
I i 1" /111t ,1 ¡" i flIMI'11 i '"
d .irhim) de un cmnbate igualado y durante el cual los dos adversarios se lOlllríbuyl'nlll de nliUll'nl illlportatlll' a la oha'II1 i{lu dI' la villoría, al
]..:ollwarlall sin moverse del lugar (cf.Diem 159). igual qm' ('JI l'I colllhall' !jUl' dl'snilw Te(), rito ('!lln' d Imis liJ.(l"w y It¡\hil
La i<lm tradicional de que en el boxeo griego no había nada seme- Polidcuces y el IWtS l1l'sado y i'lll'fll" pero 1lIl'IlOS illlt'ligellll", ÁlIlim, EII
';1111(" a lItl rifl,1!, ha sido aducida frecuentemente como argumento en decto. pese a la Opillilill Il<:gativa de Frosl (p, 21 H). d pUJ.(ilalO W¡l'~o.
ddl'llsa de la fl:sis (también puesta en tela de juicio en trabajos recientes) posiblemente <:n todas sus etapas, no iWlIlflí en modo algullo la impor-
,le t 111(' d pugilato en Grecia fue evolucionando hasta convertirse en una tancia dd juego de piernas, como pOI1<: de maniflcsto el pOrlllt'IIOfi/,ado
dl~1 Iplilla lOlls<:rvadora, en la que acabaron por predominar las tácticas relato de Teócriro y, ya un par de siglos ant<:s, el elogio que el pOI"! a
'¡d(,lI~ivas La d<:scripción que hace Dión Crisóstomo (DiswYJOS 28 y 29; Baquílides de eeos dedica a su compatriota Argeo, vCIICt'dor ell los
d, 'I'('II1ISIIO 10 y Eustacio L324.48ss.) de la estrategia del púgil Melan- Juegos Ístmicos, probablemente en el pugilato infantil, a qUÍt'1J calillla
I 1!lllaS, de la s<:gunda mitad del siglo 1 p.c., el cual vencía a sus adversa- "de fuerte brazo.. , que tiene el corazón de tm león cada ¡Jez 'lile Jo/m,/,jl'fl/'
rios por agotamiento, manteniendo la guardia indefinidamente (hasta necesidad de luchar, ligero de pies" (1.141- 5). La misma idea puede
dos dlas, afirllla Dión, hiperbólicamente), ha sido el principal punto de deducirse de la descripción que, ya en época imperial, hace Fihíslrato dd
apoyo de esta hipótesis que sostiene "la decadencia del boxeo científico" púgil ideal (Sobre la gimnasia 34): "El boxeador debe tener /IIt/IIOS ¡.;rdlldl'(,
('11 ,;pUla helenística y romana (Gardiner, AAW 208; en contra, Harris, buenos antebrazos y los brazos no [texto corrupto}. .. homhroJ ro/m,l/o,1 V
(,1\/\ I),}IOO, Y particularmente Poliakoff, quien argumenta que si el cuello largo, En cuanto a las muñecas, las gruesas son "'tÍJ IN'.I(ltlt(.! /ld/'II
l//lII",,' SI' elllpleaba ya en el siglo VI a,c', no pudo ser "un último golpear, mientras que las menos grue.las son flexibleJ y Kol/J(~tI 1'0" Itll/
1'"llIl'f/ll para detener la decadencia del boxeo", como se deduce del testi- lidad, Debe apoyarse también sobre s6lidas caderas, pueJ la exl¡:"ú¡jfl di' /OJ
1II01lio de I~lstacío), brazos hacia delante desequilibra el cuerpo si no se aJienltt Jo/m' InM.I
1..1 preponderancia de las tácticas defensivas habría sido igualmente caderas firmes, No considero que las piernas gruesas sean "dl'l'IItld,',1 Ildlil
UIIISl'llll'lltia de la ausencia de una división por pesos en el deporte ningún deporte, pero espedalmente para el boxeo, pues son im/lctln',1 Ihllll
1, lo que habría conducido al predominio absoluto de los atletas llegarse a laJ piernas de los adversarios y fáciles de sorprender (l/dI/do (;.110,1
lilas pesados, de manera que los combates se habrían hecho mucho más atacan; el boxeador debe tener, ett cambio, piernas rectas y bim Iml/IO/'I lo
ImlOs y wns<:rvadores. Gardiner (AA W 2(8) afirma, no obstante, que nadas".
"1, IS Ildl,ltoS que se desarrollaron en época helenística y romana no deben Pero ha sido el estudio de la evolución que puede obs<:rvarsl' 1'11 hI~
adSlI'ihirSl' a los boxeadores griegos del siglo V", de acuerdo con su tesis protecciones que revestían las manos de los púgiles el argul11<:1l1O l'll d
d~, '1"1' t'n csa <."poca alcanzó el deporte griego su "edad de oro", a partir que se han apoyado especialmente quienes defienden la hipót<:sis dI' la
dI' la lual 110 hubo sino progresiva decadencia, Es discutible, sin decadencia del boxeo griego en época tardía, al aumentar su durcza haSliI
('llIhargo, que deba admitirse de manera tan categórica y tajante una desembocar en la brutalidad (figuras 65, 66 y 67), Las modifitatiolll's
I'VOllllióll wl dd boxeo griego hacia el predominio absoluto de la fuerza que fueron experimentando las protecciones de los boxeadorcs mrrm
hnlla sobre otras cualidades, De hecho, de los cuatro casos de muertes paralelas con la propia evolución de esta disciplina deportiva, pt'ro m
al illl idas en el transcurso de un combate pugilístico que conocemos, tres ningún caso se puede concluir de ello que el pugilato griego d(:gt'lwrara
SI' produjeron pr<:cisumente en el siglo V a,c' y solamente uno en el II hasta una situación comparable a la que se ofrecía en los juegos gladialll-
p,<:, (ce 1",2.4); de modo que no puede descartarse que también en rios romanos, En general, puede decirse que existe notable acuerdo <:11 la
(;poca ¡ardía las t<tUteas ofensivas, la agilidad y rapidez de movimientos discriminación de los distintos tipos de protecciones que emplearon los
\ .'(, ,U7
"!él! NANI)I) (¡AlU lA K()MI\!l() Il¡~ IH,(¡"M'l~
púgiles en las diferentes etapas de la historia del boxeo griego; las discre- pWItH Ít'ill dI' lo!!
pancias surgen a la hora de determinar con precisión la denominación qUl' pl'Odllll' d
exacta que recibió cada uno de ellos, ya que la información que obte- ('1111 esas correas, allll'l"l' olIW¡
nemos de nuestras fuentes escritas es en exceso vaga. estudiosos sostienen IjUl' S(' correspolldell COIl d guante ('Illplt'ado pOSU'
La etapa inicial de la historia del boxeo en el ámbito cultural griego riormente (Patrucco 24'5) o incluso COI1 el cdeJIII.!' rolllallo (RdllllllUh,
representada por el deporte de la Creta minoica. Los púgiles que arto "Pygme" en Kleine Pdldy, co!. 1247).
documentos artísticos de la época aparecen habitualmente Las pinturas vasculares y otras representacíones uníslk"s I\I)S
proreglltos por una especie de casco que cubre cabeza y rostro, en tanto permiten asegurar que en algún momento del siglo IV a.c. el <\1 1U'111 1"
que otras fuertes protecciones revisten las manos y el antebrazo hasta más tradicional de los púgiles fue sustituído por otro tipo d(' proB'u kilI,
arriba del codo. Todo ello parece indicar, pese a la opinión contraria de formado a base de correas más duras y dañinas (cf. T%ísttaru, Sil/m' 1"
Coulomb (para quien se trata simplemente de T\rpvptlr,u" gimnasia 10), que aumentaban en consecuencia la eficacia dd ¡.\ollll' y la
que los guantes que portaban los boxeadores tenían espectacularidad del combate, como indica ya su denominadllll, .. Wl'n'ilS
notable poder destructivo. Por lo demás, los atletas llevan, en torno a sus agudas o cortantes" (himántes OXels). La principal novedad d(' las Il('V¡~
riñones, una especie de cinturón, que se corresponde con el zoma que ciñe protecciones, que serían empleadas durante las épocas hdellíslka (' illllll'
la cintura de Epeo y Euríalo, los púgiles que se disputan la victoria en los con al atavío de los púgiles de siglos anteriores l'Ollsisll' 1'11 liI
homéricos juegos en honor de Patroclo (los púgiles de época posterior una especie de gran anillo que rodea los nudillos dt IOdos lo~
combaten ya desnudos). En cuanto al combate descrito en Odisea, dado dedos excepto el pulgar, formado por fuertes tiras de cuero SUlwrp'a~
su carácter informal, no extraña que lo que se ciña Odiseo en torno al sólidamente apretadas (figura 67), Las correas cubren buella panl' dl'l
vientre sean sus propios harapos y que ambos rivales luchen con los antebrazo y se rematan con dos gruesas pulseras de lana, que proU'¡.\I'1l dI'
puños desnudos. Euríalo, en cambio, cubre sus manos con unas "bien los golpes y quizá al tiempo permiten al atleta secarse el sudor, alllid
rrwtarlm correas de buey que vizJe en el campo" que le ofrece Diomedes panda una práctica habitual en el deporte moderno. Patrucl'O (p.2 Hss. y
.684) y que constituyeron el atuendo los púgiles hasta el 244; ya Gardiner, AAW 197, y Jüthner, Ueber antíke
siglo V a.e. Se trata, como bien muestra la (figura 65) y Viena 1896, 82) afirma la existencia de una
algunas descripciones literarias (Pausanias Fil6strato, Sobre la bimántes ma/akóteroi y los himántes oxefs, atestiguada tal vez por 1111
gimnasia 10), de largas tiras de piel ánfora de 336 a.e. que representa el combate entre dos púgiles qm'
con numerosas vueltas en torno a las manos y a las muñecas, dejando protegen sus puños con una especie de guantes blandos (figura MI); l'Il
libre el dedo pulgar y manteniendo unidos los cuatros restantes. Su opinión del autor italiano, tales guantes pueden identificarse mn las
lidad, más que amortiguar la dureza del golpe, como sostiene Patrucco, sphaírai ("pelotas") a las que alude Platón en Leyes 830b, aumlllt' la
era probablemente proteger los puños de los púgiles (cf., por identificación es problemática, como se verá poco más adelante,
Rudolph 9-10), y recibían el nombre de "correas más blandas" o En lo que se refiere al boxeo de época tardía, los estudios lIl'is
"suaves" (himántes malakóteroi o meílikbai, términos considerados sinó- recientes refleían unanimidad de opiniones en un aspecto importante: hay
nimos ya por Krause y cuya identidad sólo ha puesto en duda Scanlon muy claramente entre la tradición deportiva griega y la
recientemente); algunos autores (Harris, GAA 98; cf. Poliakoff, en el sentido de que en los juegos deportivos grieg(,s
Studies ... 54ss.) estiman que la denominación "hormigas" (myrmekes) , nunca se empleó el sanguinario caestus romano, provisto de masas menl-
328 .~29
FI:I!NANllI> ¡iAIH lA IlOMI'I(I' 11'" 111f'I,I'" ."'MI'I(,,,
la contundencia de los golpes Los gril',~os en el hoxeo tOl!lO ('n todas las dl'!luís dis! ipliuas depol'
(d, de un espectáculo pseudodepor- (ivas, l'Olll'edlan gntll illlporttllll ia a la tl:U1icól y al estilu, asf 101110 a la
gladiadores, Así pues, el suborJinaci<'H1 de los practicantes a ciertas reglas, rasgos IOdos dios qlll',
y que el de nuestro siglo, en su opinión, permitían diten.'nl'Íar su pugilato dd qUl' prallilahan los
que alcanzó en la tradición occidental "lxlrbaros", Así, Demóstenes, en una comparación quc se hizo ldl'hl'!' 1'11
romana y prol)aL1lemente se mantuvo dentro de unos límites que la Antigüedad, censura a los atenienses por no emplear todos los recursos
Pl'flllitl'lI catalogarlo (Omo actividad deportiva. para combatir a Filipo, sino que luchan contra t:1 "millo /o.r !Jiírf¡tll't!I
Digamos, finalmente, acerca del atuendo de los púgiles, que mando boxean ... , pues cuando uno de ellos ha recibido /In ;(0/{l1' , .r/1'",!m'lt'
dllralltc.: los entrenamientos y las prácticas boxísticas no competitivas protege la parte golpeada, y si le pegan en otro lado, h,uú ,11// fl,m .1/1.1
llevahan cierras protecciones para evitar heridas y lesiones manos; en cambio, levarttar la guardia para protegerJe o mir,./r ,ti rif'd¡, 1//
Plutarm (Sohre el ese'Ul'hay 38a, Problemas banquete 706d; Jabe ni quiere". Esta oposición entre dos concepciones dd bOXl'"
UílllilO, rr.2'56) menciona las amphotides o "cubreorejas", y Platón encuentra su mejor exposición en el combate mítico entre un Ánlilll qlll'
H Whc) aconseja emplear en los entrenamientos "pelotas" (sphaírai) , todo lo fía a la fuerza y un Polideuces que, sobrado de recursos Il\ nitOS,
"!ldr" l:!('rci Im'Je lo más eficazmente posible en dar y evitar los golpe.r". Este dar el golpe preciso en el momento oportuno. Sobrc el rdalO d!'
,iltilllO texto se ha interpretado en dos sentidos. Patrucco entiende la volveremos enseguida.
(,xl'l't'silÍl1 "lo más eficazmente posible" en el sentido de que el entrena- de las reglas que regían los enfrentamientos pugilst~,
IlIit'fllO con .rphaírai reproduciría mejor las circunstancias reales de la ~Iamentdos en los poemas homéricos, y de los n'l"So~
1!.II<'ITa (que es el objetivo principal del entrenamiento boxístico en la atletas, se atribuían, cómo no, al propio
1I(("pil a comunidad platónica), de manera que se trataría de un tipo de
a Ámico el i!lVI'lltO!' d!'
1!.lI¡lIl1e menos blando que el habitual en siglos anteriores y que él identi-
los boxeadores (C1ellll'lItl' d!'
lila COIl el que llevan los boxeadores de un ánfora datable en 336 y a la
qm' IIOS hemos anteriormente. Sin embargo, la expresión suele
más bien en el sentido de que las sphaírai eran un tipo de
11\
manera que, al provocar menos daños, haría que los
Fih~
se aplicaran con mayor celo a su ejercicio; en este
un atuendo empleado exclusivamente en entre-
a la epúphaíra a la que alude Plutarco normas vigentes en Uhmpta, extendldas, por su
CJ"o/)ernar como protección que contribuye demás festivales del ámbito se estimaban
Harris, GAA 98-9; por Onomasto de Esmirna, el primer vencedor en el
en contra, Patrucco 245). Hoy Olimpíada 23 (688 a.e.), en tanto que del desarrollo
las sbhaírai con una técnicas boxísticas se hacía reponsable a Pitágoras de Samos, que
l'specie de pesas que llevan en sus manos boxeadores represen- el triunfo justamente un siglo más tarde, en 588 a.e. (Diógenes Lacrdo
t "dos en documentos que reflejan evidentemente una tradición 8.47). La victoria de Pitágoras fue, al parecer, especialmente llamativa. y
l'ugilística no (el más conocido es la sítula de Watsch, bronce ilirio no sólo por su asombroso dominio de los recursos técnicos, sino tambiln
del VJIV a.e.; Pattucco 246; Poliakoff, Combat ... 75ss.). por el extravagante aspecto con que se presentó el púgil, con el cabello
~w ,~ 1
I'I:I{NANI)() t.AIU.IA IHlMI':I«)
I)~ 1111'1 ,1 I~ (IIIMI'I( ()~
largo y vestido tk· ptírpura, un antl(lpO de lo que todavía hoy puede jll/en/ahaN (/(It!hlr el /1m, ((1ft e/111m glllpcflllllfiJI' om
ohs('rvarse, especiahnente en ese pseudodeporte que llaman catch. Por e/ (',,,,di l/o de lo.r /Jébril'l.'J dirigId JIU IIIr/tlll.!' h"l'Íd e/
t it'1'I 11 que, wmo ya comenta Filóstrato, curiosamente los dos fundadores
en tan/o q//(' el intJCflcible Polidl'llCl'J !t, rl'1 Joll'fll lodo d roJ/ro (111/ IJli/'1'i/¡ft'.1
de la "afeminada Jonia", donde el pugilato J:olpeJ ... ÁmiUl, en JII amia J)(ir realizar l/tlel a((ión deflni/il 1'11)/,,,; (otllll
l
(/,
estar 111.tS el izquierda la izquierda de Polidetlce.r, de.rwidando .ru .~fI,mli(1 o/ 1It1 1/111/'/-
d Pt'lopolll'sO y otros lugares de la miento oblicuo, y avanzando con el pie derecho lanz'; JI! (/tIcho h1',IZII ¡/c'.Idt'
1)(' las innovaciones concretas que Onomasto y Pitágoras el costado derecho. Y, de haber/o alcanzado habría dañado Id 1'/'.1' dt'
j('I'OIl !lO sabemos nada, pero de nuestras fuentes literarias y pictóricas éJte apartó la y al mismo tiem/}() lo golpeó (O" .111
p"¡{l'mos deducir, aun con las inevitables incertidumbres, algunas de las pe.rada mano bajo la sien . y dejó caer el peso del hombro. IlmllÍ
I't'glas y trmiras más importantes del boxeo griego. A este respecto, la negra sangre rápidamente de la abierta, y Polideuces le pegd /'ti 1"
¡{t'St riptilÍn que hace Teócrito del combate entre Polideuces y Ámico nos con la izquierda y los dientes, apretados, crujieron; con gol/JeJ lII,í.l y IIIfí.1
preciosa información .80ss.):" Y ello.r, una vez que violentos le fue hiriendo el rostro ha.rta desgarrarle las mejilla.!.",
/JI//)/mm re/orzado sus manos con tira.r de piel de buey y enrollado las largas Ámico derrotado por K. O.
((/In'd.!' en torno a .rus brazos, se reunieron en medio repirando muerte el uno
Dado que los combates se desarrollaban al aire libre y no ell n·lilllO
((iN/r,1 d otro. Entonce.r .re produjo gran entre ellos, por ver cuál de cerrado, una primera preocupación de los púgiles consistía en pr()(lIl'i1rs('
/0.1 dOJ recibía de e.rpaldas la luz del sol. Tú, Polideuces, con te el mayor tiempo posible una posición ventajosa, de espaldas al sol
,ltk/l/tI/c/Jte al gigante y todo el rostro de Ámico estu1JO expuesto a sus rayos. 22.83ss.). Luego, aunque atletas de escasa intelígc:nda y pOlOS
)' d, irritado en .ru ánimo, se lanzó adelante arremetiendo con sus brazos, recursos técnicos podían, como el bueno de Ámico, lanzarse impl:lllllsa'
JIt'!'o efJ .1'/1 ataque le golpeó el Tindárida en el mentón, y Ámico se encolerizó mente a golpear a su adversario sin más trámites, muy probabkllwllll', ;\
lI!tíJ qlle ante.r y entabló desordenado combate, atacando en tromba con la
semejanza del boxeo moderno, los primeros momentos del cornhale los
indinada hacia el suelo. Los bébrias lo jaleaban, en tanto que, del emplearían ambos rivales en estudiarse mutuamente, mantenielldo d
II/m animaban al fuerte Polideuces, temiendo que aquel brazo izquierdo adelantado y el derecho agazapado en espera del
semejante a Ticio fuera a derribarlo en un lugar de lucha e.rtrecho momento idóneo para asestar el golpe, como a menudo queda reflejado
d/'rl'1/1etíendo con su peso. Pero él, el hijo de desplazándose de 1m lado en las pinturas vasculares (cf. Apolonio de Rodas 2.67ss,). Las descrip-
" Ii/rll, lo hería con amba.r manos alternati11amente, y contuvo el ciones literarias no dejan lugar a dudas sobre la importancia que ya los
hijo de Posidón, aunque era muy fuerte. Y éste .re detuvo, borracho de griegos otorgaban al juego de piernas (Teócrito 22.95, 102-3) Y a las
gil/pes, y e.rcupió roja sangre. Y ellos, todos al tiempo, los caudillos, prorrum- esquivar los puños del rival (Te(Ítrito
I¡¡eron en grito.r cuando vieron la.r funestas herida.r en torno a su boca y a su 22.123; Apolonio de 2.70ss., 92-3) y contraatacar con efectivos
mandíbula, Su.r ojos menguaban en .ru ro.rtro hinchado. El .roberano Poli- golpes a la contra (Teócrito 22.87ss.); las técnicas defensivas de esgrima
lo confundía lanzando su.r mano.r por todas parte.r con amagos de debieron de perfeccionarse particularmente en época tardía, a juzgar P( Ir
pero cuando ya .re dio cuenta que estaba indefenso, le alcanzó con el relato que Dión Crisóstomo hace de las tácticas de Melancomas. La
el puño en la.r ceja.r, encima de la y le desgarró toda la frente hasta el variedad de golpes de los púgiles griegos es notable y emplean ambas
hueso. Él, por efectos del golpe, quedó tendido boca arriba sobre el ce.rped manos (Teócrito 22.96) para lanzar directos (el golpe mejor documen-
.floreciente. Entonces, cuando se levantó, se reanudó el violento combate, e tado en las representaciones vasculares, figura 68; cf. Teócrito
532 333
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPlCOS
22.103ss.), ganchos (ibid. 123-4), upperCltts (quizá ibid. 88-89) e cacia de los golpes de Ámico, que "dirigía sus manos
incluso el llamado "golpe de martillo" (Apolonio de Rodas 2.90ss.; del cuello", con la perfección de la técnica pugilística de
Eneida 5.443ss.), prohibido en el deporte de hoy por su poten- cual "le revolvía todo el rostro con horribles golpes" a su rivaL Es
pehgrosidad. Estaba vetado agarrar de cualquier modo al adversario ataques de los púgiles se concentraban en la cabeza del adversario, SIII
de banquete 638; el gesto casi desespe- que se apreciara aparentemente el valor de los golpes en el cuerpo
en Teócrito 22.118-9), de maneta que en el boxeo griego en parte porque, como señala Weiler 181, la ausencia de un sistema de
110 estaban permitidos los clinches ni, en deftnitiva, la lucha cuerpo a puntuación para asignar la victoria favorecía la tendencia a atacar la parle
werpo. del cuerpo en la que los golpes tenían mayor contundencia). En bUl'ua
El problema más discutido a este es la admisión o no de medida por ello, nuestra idea prototípica del boxeador heleno no es d
golpes con los pies. Sobre este particular, el testimonio las representa- hermoso Hagesidamo a quien alaba Píndaro (Olímpicas 10.1 (5) ui el 110
(iones ftguradas apenas puede ayudar, puesto que las escenas en las que menos bello Melancomas, cuyo roStro, asegura Dión Crisóstomo, estaha
los atletas emplean las piernas para golpear a su rival pueden reflejar tan marcado como el de un corredor, sino los atletas que con tanla soma
wlJ1bates de pancracio y no de boxeo (a esta cuestión ya se aludió al describe en sus epigramas Lucilio (Antología Palatina 11.7 )H 1) Y repre-
hahlar del deporte cretense; cf. Rudolph llss.). En lo que toca a los sentan a menudo las esculturas de época helenística (figura (jI)); nari/,
documentos literarios, algunos autores como Schroder (p.147), Harris orejas deformadas por los golpes y heridas
«,'AA 97-8) o Jüthner aducen textos de Filóstrato (Sobre la gimnasia 11 y cara (cf. Rudolph, Das Alter/",,, X X 11 1In (1,
y )I¡) y otros escritores para sostener la legalidad de las patadas en el 21 sobre las en las orejas en particular, J. Bcn('d 11 111 , (,'('JIII'rIIl
Imxl'o griego, pero la mayoría de los estudiosos rechaza tal idea alegando XXV 1968, 11-28); esos atletas que, nos dice Lucilio m sus
'111l' las palabras de Filóstrato se refieren a una regla tardía o una variante uedaban tan irreconocibles tras los combates que al volvt'r a Sil Pjl!
local (Weiler 180) o bien, argumento que nos parece preferible, supo- no podían hacerse cargo de su patrimonio el no ser recollocidos por Sl~
Iliendo que no se habla de ataques con las piernas sino "del movimiento familiares más cercanos (Antologta Palatina 11.75), y COII la (ara lau
dt' piernas típico de una técnica pugilística (Patrucco 248, n.3). desftgurada que ni ellos mismos se identificaban al mirarse al I'SI
Por otro lado, en ninguna de las descripciones pormenorizadas de (ibídem 11
l'IlUIl'ntroS pugilísticos a las que hemos alusión se mencionan
con los pies; es más, en Teócrito PoliJeuces pregunta a
si la pelea será "a puñetazOJ o golpeando también las piernas BIBLIOGRAFÍA
(fI// lo.! pie/', en lo que parece ser (la parte ftnal del verso está corrupta)
tllla disyuntiva entre un combate de u otro tipo de pelea más E.K.Borthwick, "A Note on Boxing-Gloves", CR XIV 11)(,.1, 1,1.';
permisiva, semejante al pancracio (para un esrudio exhaustivo de las J. Coulomb (cf.1.1.2); N.B Crowther, " The Evidt'lKl' rOl' Kil I.;il~ ill
flll'llIl'S, véase el artículo de Crowther, quíen termina por rechazar el Grrek Boxing", AJPh CXI 1990, 176-H 1; J. Del m Illl' , "Spllairisll'rioll ('1
rn tirso a las patadas en el boxeo griego). gymnase a Delphes et ailleurs", BOl CVl IlJH2, 5~-n; K,,I. FI'O~.
El relato de Teócrito confirma otro rasgo característico del
FU.¿':'UULU
"Grcek Boxillt(",.II-IS XXVI 1 )06,215-25; F. C;arda ROIlll'I'O, "Solm'
1
t(fiet(o sobre el que nos informan numerosas fuentes literarias y artísticas términos del l(oxiw del dl'portl' (khl'irotlOI/l/tI)", lIolllNllljt' " / ..
(d, Poliakolr, (,'ombdl ... H5ss,). El poeta (vv.1 O()ss:) contrasta la Gil, Madrid 191)2; R. 1JUllter, "Bulls and BOXt,l's iu Apollollill" IIlId
H'1 H'
NANIlO (iAIH.fA HOMIItO IC.~ ,1I'C~ 1)I.!MI'IC CI~
336 337
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
el más practicado corno entrenamiento físico. En consecuencia, en aque- pancracio no lo fuera tanto en la práctica debe buscarse prohahl('Illl'1I11.'
llos festivales en los que los vencedores recibían recompensas en metálico, en la existencia de reglas limitativas que los árbitros hadan cumplir d!'
a menudo la suma más alta estaba destinada a los pancratiastas, corno manera estricta (cf. Gardiner, AAW 212; Patrucco 310 y,2j), mIllO
sahemos sucedía en los juegos de Afrodisias en época imperial y, ya en muestran las pinturas de los vasos (figura 74), que a menudo repn'selllílll
':poca clásica, en las Panateneas atenienses, donde únicamente la carrera al juez del combate en disposición de imponer disciplina con su larga
('staba mejor premiada, por su calidad de prueba tradicional (cf. Finley- vara, procedimiento algo más expeditivo que el simple .r/o/J (Ofl qlll'
Plcket 56; véase 1.3.2.1). La razón de tal popularidad debe buscarse en nuestros árbitros separan a los contendientes.
la enorme espectacularidad de una disciplina que combinaba muy No disponernos de ninguna relación pormenorizada de las reglas
variadas técnicas y movimientos, 10 que hacía las delicias del público (" la que regían el desarrollo de los combates entre pancratiastas, de méllWI"íI
p/'llC'óa más hermosa de las que se disjJUtan en Olimpía", la llama Filós- que, corno de costumbre, las técnicas, lo que estaba permitido y prohi-
u'ato, Imágenes 2.6), El pancracio, en efecto, se nos presenta a primera bido en ellos, debe deducirse de la información suministrada por los
visla mmo una combinación de lucha y boxeo (cf. Plutarco, Problemas de documentos arqueológicos y las descripciones literarias (Aristtífillll's, P,n,
¡"'''(/lIe/e 638d; Filóstrato, Sobre la gimnasia 1 1), en la que se permitía el 894ss.; Pausanias 8.40.1ss.; Filóstrato, lmá!!;eneJ 2.6; t Idiodoro
1"('( urso a las presas de la primera disciplina y a los puñetazos de la 10.31-32; Luciano, AnaearsíJ 1, etc).
sl',L:ullda, con la admisión adicional de patadas y otras llaves y golpes que
110 eran lícitos en ambas. Por todo ello se le ha comparado frecuente-
111('1 IIl' ton modalidades deportivas tales corno el judo, el jiu-jitsu, la 3.8.2. Los combates
savatc e incluso el eateh (Gardiner, AAW 214ss.; Weiler 183-4; Pa- Para el pancracio son igualmente válidas algunas ohst'fvatiolll's
InuLO ,~12 323; Finley-Pleket 40, quienes describen el pancracio como prevías apuntadas ya a propósito de la lucha y del boxeo: los wlIlhatt·s St'
'"liBa wmbinación de lucha y judo, con algo de boxeo"); el propio desarrollaban sin límite de tiempo y sin divisitín por asaltos; los ¡1Ihcas IUI
!lumbre de esta actividad deportiva (pankrátion " fuerza completa" o se agrupaban por pesos y los emparejamientos se fijahan nll'dialltt· sol'l('(l,
p,illlllldkhoJ "combate completo"; cf. Poliakoff, Studies... 64-74) la quedando los más afortunados exentos de alguna ronda eliminatoria 11
ddllle mmo una prueba en la que se consentían casi todo tipo de golpes pudiendo pasar a la siguiente etapa directamente si el rival no s,' pn'sl'u
y de presas. N o obstante, a pesar de tal permisividad y de algunos casos taba a luchar; los pancratiastas, como los luchadores, Sto IIlllahall d
lOlu)(idos de pancratiastas muertos de resultas de un combate cuerpo con aceite y polvo en los momentos previos al tOlllball', <¡lit' I('ula
(l f.l~24), los antiguos consideraban el pancracio menos peligroso y lugar en la parte del estadio dcoominada ,rk,ímmd (d".~f)2
datlino que el boxeo, de manera que era practicado incluso por niños y El inicio de un coml'nlte de pancracio era sen1t'jatltl' al dI' la ItI! ha el
jl íwm:s en el gimnasio (cf. Artemidoro 1.64). A este respecto es significa- el boxeo: los atletas comenzaban estudj¡índosl' n1UtII¡Ulll'I1H' ('11 hllSI iI I k
I ivo el hecho de que, cuando un atleta deseaba participar en ambas
la llave (1 el golpe que les permitiese tomar la inidaliva l'!I la pl'!t'j\ y
prlll'has, pt'día que el pancracio se disputara en primer lugar, ya que de empezarla así ron ventaja, Posteriormente. sin ('mhargo, d (011111,,11'
ofm modo las heridas que eventualmente pudiera sufrir durante los mntinuaha efl d sucio, en la {¡IS(' denominada "llnJo;" el ~:YliJÍ.1 Oill'ral
wllIhates box{sticos impedirían su intervenci6n en una segunda disciplina lI1enrtl' "fI,:voldlll"; l{~.2,() qut' l'Onsliruyt' elm.ís ('vid('nlt' ras~() dhuill-
(Pausílllias 6.1'), '); d. Artel1lidoro 1,62), La razón que permita explicar tivo mn respecto a la Itltlla y al hoxeo (figuras 71f¡ y 76), A~( pm·lt. 11
qm' una actividad deporriva tan potencialmente peligrosa mmo el diti.'fl'flria dl~ la lutha. d Objl't ivo dd pamral'Ío 110 ('m dt'rrihllr al Ildvrr-
HH \W
II!'.I! NANI l() "AlU lA IU IMI'.!U 1 1cl~ 1111'c ,c I,~ cJlI"I!'IC e l~
sario, sino que un atleta se proclamaba vencedor cuando, como en el C~tI.r r/ui ti; d. LlIliallo, 1\ ""(,Ir.I/.1y I alllhi(:1l Arisl ellalll's, e,v,II/mll
C),
boxeo, obligaba a su rival a abandonar, bien por dejarlo inmovilizado, so 272,4'54) y elllplt'arse llI<1lldll t'1 rival t'sl<lha cayelldo o yada l'll d slIl'lo,
pena de sufrir grave daño si intentaba zafarse, bien por verse éste imposi- C0l\10 defellsa dtraz (0111 rOl selllejallle al aqut', los vasos 1IH1t'SI rall a ION
bilitado para proseguir la pelea a consecuencia del castigo recibido. atletas agarralldo las piemas o los wbillos dt, los rivales t' illdllso l'IIIPII'
A fin de forzar al adversario al abandono, se permitían, ya lo hemos jando desde el suelo con el pie el estcímago dd adversario, qut' sale
dirho, todas las técnicas del boxeo y de la lucha, a más de otras especí- violentamente despedido (hyjJtiaJlfu;.r; d. PatrucUl .) I Hss.; a tal I¡íc Iil a se
ficas dd pancracio. De hecho, señala Filóstrato (Imágenes 2.6; cf. alude en el texto pindárico que se cita l11,ís addante; vbse la lI~ura Ud.
asímismo, Luciano, Demonacte 49; Aristófanes, Aves 442, Paz 899; Filóstrato (Heroico 15 de Lannoy) nos cuenta la historia dd pallual iasl iI
Epicteto 3.15 .lss.) que todo era lícito salvo morder y meter los dedos en Halter, que consultó al oráculo de Protesilao ccíl110 podía Vt'lHl'r l'lI la
los ojos, aunque, añade, "los lacedemonios emplean incluso esos recursos, prueba a que se dedicaba pese a ser en estatura muy inferior a SllS rivalt's;
ejercitándose, creo yo, con vistas a las batallas, pero las competiciones de los recibió como respuesta "siendo pisoteado", contestacic'lII qUl' selle I
deoJ los prohiben, si bien aprueban el estrangulamiento". Los espartanos, comprendió cuando, en el transcurso del combate, agarró a SlI 0POlll'lIlt'
en efecto, por las razones ya apuntadas a propósito del boxeo, tenían por el talón, retorciéndolo continuamente sin soltarlo hasta qlle k ohli~(
prohibido participar en las competiciones de pancracio de los festivales a rendirse.
at!{ticos, pero se ejercitaban en él como preparación para la guerra, si En la mayoría de los casos, en efecto, no debían ser los golpl's los
bit'n en una modalidad de pancracio en la que todo estaba permitido, que daban el triunfo definitivo en el combate, sino las presas Ill'c has
porque en la guerra todo vale. Así pues, limitándose a no morder y sacar durante la lucha en el suelo. Un bien conocido grupo manllcín'o hl'lmls
los ojos del rival (aunque hay indicios de que los atletas recurrían cuando tico (figura 75) es una buena muestra de algunas de las artes Illiis l arac
podían a tales ilegalidades, como reflejan diversas escenas vasculares en terísticas y decisorias de que se valían los pancratiastas: ell t'sa parll' dc'l
las que los árbitros o los entrenadores se disponen a emplear su vara combate los dos atletas se hallan en el suelo, de rodillas, pero 11110 dC'
contra quienes violan las reglas; cf. figura 74), un pancratiasta podía ellos, el que está encima, aprisiona con sus piernas el tl'OII(O elt'1 rival
asestar toda clase de golpes con manos, brazos, codos, pies y rodillas y mientras que, con las manos libres, le reruerce el brazo. Las tijl'ras hn has
aplicar todo tipo de presas con tal de inmovilizar al adversario o dejarlo con las piernas sobre el cuerpo, ya fuera en el suelo ya en positicíll t'rn la
en malas condiciones para proseguir el combate. A menudo los atletas (cf. Filóstrato, Imágenes 2.6), resultaban un arma sumamente dc.'niva, ya
que practican esta disciplina son representados sin guantes, pero a veces que, además de inmovilizar al adversario, dejaban las manos libres para
también con ellos, pues permitían golpear con mayor fuerza sin temor a completar la acción con otras llaves casi definitivas, como eran la torsielll
dañarse las manos, aunque, como contrapartida, resultaban un impedi- de manos, brazos y piernas (strebloun) o la presa en el cuello (,ítlidlt'l",
mento para realizar las presas a la perfección (cf. Poliakoff, Combat ... apopnígein, "estrangular" y "asfixiar" respectivamente; cL LUliallo,
56-7). Anacarsis 1; véase Poliakoff, Studies ... , s,v., y Patrucco 522). (:011
Patadas y rodillazos son los golpes característicos y distintivos del respecto a las torsiones y su carácter decisivo, Pausanias (6.4.2) IIOS
pancracio (cf. Teócrito 22.66; Epicteto 3.14.1ss.; Pausanias 8.40.1; informa de que el pancratiasta Sóstrato de Sición (vencedor tres veu's l'll
Galeno, Protréptico 13; Suda, s.v "pankratiástais", etc.) y podían ir diri- Olimpia entre 364 y 356 a.e., dos en Delfos y doce en Corinto y
gidos incluso contra partes del cuerpo sumamente delicadas como los Nemea, y cuya efigie figuraba en sendas estatuas en Delfos y Olil11pia l'
genitales (Poliakoff, Combat... 57, con ilustraciones) o el estómago incluso en las monedas de su ciudad natal), aprovechando la amplia
340 Yll
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS] UEGOS OLÍMPICOS
permisividad del pancracio, se especializó en derrotar a sus adversarios plinas de considerable dureza, fueron especialmente honradDs los atlt'laS
valiéndose de la técnica que, cien años antes, empleara para la prueba de que, como Heracles en los juegos míticos con los que se fUlld{) d f,'st ival
la lucha Leontisco de Mesina, quien rompía los dedos de sus rivales como olímpico (Pausanias 5,8.4), lograban vencer, en un misll10 día, l'l\ la
medio de poner término al enfrentamiento por la vía rápida. No es de lucha y en el pancracio. El primero en conseguirlo en Olimpia rllt' (:apro
extrañar que una inscripción recuerde que Sóstrato vencía a sus rivales sin de Elide en 212 a.c., y después de él únicamente seis atletas rel'ilÍenm
oposición (Moretti, lAG no. 25). semejante hazaña, que otorgaba a su autor el título de "descelldimlt· dI'
Ya los autores antiguos entendieron el pancracio como la disciplina Herades" y "atleta extraordinario" (parádoxos; cf. Epictl'to 2. 1H, 22 Y
deportiva en la que se aúnan en el más alto grado la fuerza, la inteli- diversas inscripciones; véase al repecto el artículo de Porbes titado 1'1\
gencia y la habilidad, como ponen de manifiesto las alabanzas que los bibliografía).
poetas de epinicios, Píndaro y Baquaides, dedican a los pancratiastas, No es mucho, por último, lo que nos dicen nuestras fUl'IIIt'S sohn'
que no solamente sobresalen por su fuerza (Baquaides 13.75; Píndaro, el entrenamiento específico de los atletas para el pancracio, si bim ('S ftíl il
ir/miras 7.22), sino también por su inteligencia en el combate (Ístmicas suponer que, dada la complejidad de esta disciplina, exigía ulla pn'para
').{¡ 1). Ninguna descripción mejor que la que nos hace Píndaro de su ción muy completa, tanto en el aspecto físico (ya se ha sel1alado qut'
lOmpatriota Meliso, un atleta que, como el cilicio Halter antes mencio- Filóstrato considera imprescindible en un pancratiasta d desarrollo afllHI
nado, se veía obligado a suplir con otras habilidades su escasa enverga- nico de todos los músculos del cuerpo), como en el aspecto t{'miw, PUI'S
dura: "Por su audacia se asemeja en arrojo a los fieros leones de fuerte era preciso dominar todo el repertorio de llaves y golpes dl' la ha ha y t'I
YII/!,ido en la lucha, y por su astucia e.r la zorra que aguanta el ataque del boxeo, a más de aquéllos otros específicos del pancracio, Las illtí'!'!rla
,í~ltia echándose sobre .ru lomo. Y e.r que vale todo para superar al rival. ciones que nos han transmitido los autores antiguos St' rl'lll'rt'lI t'II paro
Pimple no le ha tocado en suerte la estatura de Orión, sino que a la vista cular al uso de sacos de entrenamiento (klírykoi ), qtll' ditl'rlall dI' I~
""rece nada, pero por su vigor resulta arduo luchar con él. También, por empleados por los púgiles por su peso, dimcnsíotll,s y lIti~.a it,,,
(1 I
Clcrto, antaño llegó de.rde la Teba.r de Cadmo a la morada de Anteo, para Filóstrato, Sobre la gimnasia 57, Y el escritor múlico ÁIII ilo t'n ( )rih",io
/1Iih.,r contra él, a Libia productora de trigo, un hombre de pequeña esta- 6.33, que se refiere a su empleo también como ll11'dida lerapl'lítital. \.n'
111m ¡lero de ánimo inquebrantable ... el hijo de Alcmena [Heracles]" sacos con que se ejercitaban los pancratiastas eran, ('11 l'It'lIo, IIl¡is gralldl"
(ir/mica.! 4.45ss.), Algo semejante puede deducirse de la descripción que y pesados, y con ellos ensayaban no sólo los pll1ktazos, lO!lIO los h(l)((';I
!lOS proporciona Fil6strato de las cualidades que debía reunir quien dores, sino en general todos los golpes de manos y pies y las pn 'sas I p It'
quisiera practicar con éxito esta modalidad atlética, en la que se conjugan más tarde ponían en práctica durante la (ol11petkilín, al lÍt'lllpO qu(' d('s,1
la potencia física con la agilidad, la habilidad, la rapidez y el desarrollo rrollaban sus músculos. Por eso precisamentl' colgaban a \lila ah ura 111,'"
equilibrado de la musculatura de todas las partes del cuerpo por igual baja (¡ue los sacos empleados para el elltrm<ltllil'nlO tll'l pugIlato,
(Sohre 1" KimllaJÍa 36). Así, pese a que, en el plano teórico, las dotes llegando hasta el nivel del ombligo (cf.I,~2)
físicas dd pancratiasta ideal no se corresponden con las que debe reunir El papel del entrenador, segttn pUl'dt, deducirse bí( illtH,ltll' dI' ItI
\111 luchador () un boxeador, el desarrollo completo que proporciona al que acabamos de exponer, St' ('stimaba dt' cOllsiderahk iJlI(l1lr1 alll ia,
cuerpo la pnktica de esta actividad deportiva, permitía a algunos atletas como l:'1l general en las tn's "prm'bas l1l'sadas", Prueha de dio l'S '(lit',
alternar wn éxito d pancrado con cualquiera de las otras dos "pruebas los ocho epinidos de P(ndaro y Baquflidl's tllll' tOlllÍl'm'lI tilia alahulI#',1I
¡wsadas". Dado el wan l'sfm'rzo que exigía la participación en dos disó- del l'lItrl'nador, cuatro de dios t'sliÍn dl'(lkados a palllfalÍasras, If('/I u
Hl ~,H
H,II N/\NlJlI ! ;/\11<1/\ IIOMI'HIl I~ 1111'( ,1 I~ (11.1/111'11 (I~
hadorcs y llllO a un boxeador. En lo que respecta concretamente al 3.9. LAS PRUEBAS Ilíl)ICAS
pancracio, las virtudes dogiadas l'n los entrenadores se refieren tanto a la
li,rlll<llilÍn física de sus pupilos como a su sabia dirección durante la 3.9.1. Características Generales
! IlIllpetili!ín, y así d rebano Meliso pudo triunfar en los juegos locales de
Por mucho que se diga, es difícil exagerar la t'lJonll!' popularidad
SlI patria por mostrarse" obediente al muy sensato consejo del timonel que lo
que las pruebas ecuestres alcanzaron l'n la Amiglil'dad griq.r,a y sohl't,
('o,,,llIrftt " , su entn:nador Orseas (Píndaro, ÍstmÍt'as 4.72-3).
todo posteriormente en Roma y en Bizancio (cf. lIarris, SG[? 2.\H ss" y
el libro de Cameron), donde las dos facciones rivales dd hiptídl'OllIO,
Azules y los Verdes, no limitaban su enfrentarnieflto al ;lmhilo ,I<'pOI'
BIBLIOGRAFÍA
tivo, sino que lo extendían igualmente, y de qué IlHllWra, al ll'rn'1I0 poli'
tico (cf. G. Ostrogorsky, Historia del ESlado BiztmJinll, Madl'id JI)H.1.
C.A, Forbes, "Hoi aph' Herakléous in Epictetus and Lucian", AjPh
80-1 Y passim). Resulta peliagudo encontrar una novela amhil'lllada t'll
I.X II»)'}, 47.)-4; R.Merkelbach, "Pankration", ZPE V 1970,30-1; id.,
los siglos del Imperio Bizantino que no incluya en sus p;ígillas alllsiollt,s a
"'lerakles lIf1d der Pankratiast", ZPE VI 1970, 47-9; íd" "Ueber ein
las actividades del hipódromo (el BelÍJario de Roben Graves l'!i 1111
l'pllt'sisdH's Dekret für einen Arhleten aus Aphrodisias und über den
ejemplo, como podría serlo Ben Hur para el período rolllallO).
Afhl¡'I('f\litl'I/Jtmídoxos", ZPE XVI 1974,91-6; M, Poliakoff (cf. 3.6);
W. I{udolph (rf. :),6), Por lo que respecta concretamente al mundo griego ali~Io, qll(, ('S
el que nos interesa estudiar en estas páginas, las pruebas hfpkas Olllpall
un destacadísimo lugar en prácticamente todos los f(:stívalt,s d('pon iVIIS,
tanto en los Juegos Panhelénicos y otras competióllm'!i tlt' prillll'r mI
como en los numerosos certámenes locales repartidos a lo lar~o d(' coda
Grecia. De esa importancia dan fe no sólo la mmillua 11I'('S¡'fH ia dI'
escenas relacionadas con el mundo del caballo en sus a!iIW¡((Js dl'pon íVIl~
en descripciones literarias y representaciones artísticas, va!iOS, IIloll1'das,
relieves y esculturas (el celebérrimo auriga de Delfos. figura IH, t'S 1"
ofrenda que Palizalo, hermano del tirano de Siracusa I I it'n)1I , WISa~f('1 ¡,
Apolo en acción de gracias por su victoria en la carrera I k lU¡Ít h'i~ls dt,
los Juegos Píticos en 478 ó 474 a.c.), sino también e1111011lilfllt' d(' los
premios que, en aquellos festivales en los que los vencedorl's f'('¡
recompensas en metálico, se destinaban a las pruebas el ueSlI'l's. Slip"
dores a los reservados a los atletas (cf. Young, Pro!e.r.rior/tlNrlll, .. l l 'iss,;
ya Homero califica a los caballos de Agamenón como ",ICtl/ItIY,It!III'I'J ¡/f'
premios", en llíada 9.124).
La carrera de carros (competición no document~la ell la (:rt'lil
minoica, pero sí quizá en la cultura micénica; cf. l. I ..,) es ya la prucha
('sln'lIa, WIl Ilotable difi.:renria sobre d n:sto, en la primera y difícilmente <l,L:0tl(stims kl pobn' ESIrl'pst'ad{'s de la lOlIH'dia ariscofiíllil a NII/Jt'.1 jllH'd('
sIII'('rahll' dt'sniprióll de lIan competición deportiva que nos ha legado la fld testimonio de lo GIro qUl' fl'sllltaba (eller tilla ('sposa lOll pn'lIll'
11111 IIfa griq¡;a, los tamas veces mencionados juegos fúnebres en honor de siones y un hijo aficionado a los caballos), No es de nlraJ)ar, {'IIIOIIU'S,
Patrollll {'Il el Ulllto 2,:; de flíada (un más detenido comentario puede que en la larga lista de vencedores en Olimpia y otros jl'~()S apare/'.( all
v('rs(' \'11 1,2). Ikbe destacarse, sin embargo, la llamativa discrepancia mencionados, como triunfadores en pruebas eCl":Stres, algunas tll' las
t[1H' supolle el lU'rho de que, pese a ser ya la actividad agonística más figuras política,> capitales de la historia de Grecia, reyes corno Am'silao
sohn'sali('llIe CIl la epopeya homérica, su inclusión en el programa olím- Grene (Píndaro, Pfticas 4 y 5), tiranos como Clfstenes d{, Sidoll y
pie o ('S rdativaflll'llte tardía, pues data de la Olimpíada 25 (680 a.c.), sobre todo los sicilianos Hierón de Siracusa (Píndaro, O//;/I/I;ftlJ 1,
lllalldo ulla primera prueba hípica, la carrera de cuádrigas, se sumó a un Píthas 1, 2 Y 3; Baquílides 3, 4, 5 y fr. 58, donde se atribuye a los sil i·
j¡-srival qUl' ya comprendía numerosas disciplinas atléticas, a saber, lianos la invención del carro) y Terón de Acragante (Píndaro, 0I/1II/¡i!,1.I 2
\'sladio, diaulo, dólico, pentatlo, lucha y boxeo; tal divergencia resulta y 3; cf. Píti.-as 6 e irtmicas 1), atenienses miembros de las familias dl'
tallfO 1I1;ís llamativa cuanto que precisamente una de las versiones míticas más rancio abolengo, cual Gmón, Calias o Alcibíades, y post<:riOfllH'lIt('
sobre d orig{'n de los Juegos Olímpicos liga su fundación con el triunfo Filipo de Macedonia y gobernantes romanos como el futuro elllp{'rador
<¡II\' Pdopv obtuvo con su carro sobre Enómao en su deseo de conseguir Tiberio, Germánico o (no podía faltar) el mismísimo Nerón h'f'. Ilarris.
la 111,1110 de la hija de éste, Hipodamía (Píndaro, Olímpicas 1.67ss.), y la SGR 17 3ss.; citemos también, aunque sólo sea por patriotería, al han e-
1 ólln'ra 1 Iv (wídrigas aparece entre las pruebas disputadas en la primera lonés Lucio Minucio Natalis, cónsul y procónsul en Libia, que triunfó l'II
()liIlIPlada mítica que describe igualmente Píndaro (Olímpicas 10.69- la carrera de cuádrigas de los Juegos Olímpicos de la Olimpíada 227.
lO). I':s UII ¡fato m¡ts que debe ponerse en relación con el problema del correspondiente al afio 129 p.c., como indica la inscripción SY//II,I!,e 11.
IIlig<'ll !I(' los Jliegos Olímpicos, al que nos referimos en otro lugar (cf. 3.840, procedente de Olimpia).
.'1.1.>. La "inversión" económica realizada por éstos y otros persollaj('s
Por otro lado, las pruebas hípicas presentan una serie de rasgos conocidos con su participación en los grandes festivales resultaba gC!leral
propios y 1Iluy característicos que las diferencian netamente de las disci- mente bien rentable, ya que el triunfo era normalmente explotado 10IlHl
plillóls propiamente atléticas. En primer lugar, ninguna otra disciplina eficaz propaganda política, dada la popularidad de que goza ha d
1I<'I'III'Iivól fue nunca tan discriminatoria. El caballo, en efecto, como es vencedor en los concursos hípicos. Aunque el aprovechamiento con fllH's
hH'1l Wllotido, ha sido siempre símbolo de un cierro status social, y políticos era práctica habitual (cf, ya Heródoto 6.103 a proplÍsito dl'
lalllhi(:ll l'll (irecia la "crianza de caballos" (hippotrophía) era sefial Gmón), quizá nadie como Alcibíades supo servirse tan hábilmente dd
illl'lJllivoc;! dl' la perenenda de quien se dedicaba a ello a la clase más prestigio popular que rodeaba a las pruebas ecuestres. En un discurso
d('vada, dd mismo modo que los nombres compuestos con la palabra que, de manera magistral, pone en su boca Tucídides (6.16), el primer
'No.! C'taballo") se suponían distintivos de la aristocracia o de gentes mérito que este político sin escrúpulos y con un ansia inagotable de pOdl'f
pr('t('11I iosas (ce Aristófanes, Nubes 59ss.). La hípica fue, pues, a lo largo alega para convencer a los atenienses de la conveniencia de enviar, b,ljo su
dI' coda la historia del deporte griego, monopolio de los más favorecidos mando, una expedición a Sicilia druante la Guerra del Peloponeso l'S,
('( 0111 ;ClIi(all1l'1lte, quienes disponían de los recursos suficientes para precisamente, su espectacular triunfo en Olimpia, que él presenta como
(oSIl'al' los cuantiosos gastos que conllevaba el mantenimiento constante advertencia a los enemigos de que la ciudad tenía aún fuerza para seguir
tll' tilla llladra y su preparación con vistas a participar en los festivales luchando, Alcibíades, en efecto, en plena época de escasez a causa de la
H(, 347
111',1{ NAN nI) ¡¡AI« .1" I(OM 1:110 l( lS 1111'1 o( IS (lIlMI'H «IS
,glll'rm prl'sl'llIÓ liada menos que siete carros en los Juegos Olímpicos, 11ll'llOS il1portaT!'~ t'll la rl'lalÍ()1l tll' lI'íullfadorl's t'lI los .lUl',gos PallhdC:-
los cuatro primeros puestos (hay variaciones según las fuentes) nit'Os, y, por Líltitno, adara asfmislllO el hecho tlt· qUl' bs Líllicas Iljt'r(~
y n'll'l)ralldo su éxito con toda la pompa y boato que es de suponer en tal quc pod(an obtcncr victorias CI1 Olimpía (ut'mll prt'cisal1lt'lllt' las qUt'
pl'rsoflaj(,·. Por supuesto, el mando de la expedición a Sicilia, que a la inscribían en la compctición caballos dc su propiedad (Illíís dt,talll's l'U
puslre sería una de las causas del definitivo hundimiento ateniense, le fue 1.3.3.). Bien es verdad que los aurigas eran a veces los mismos propil'la·
Ulllu:dido. No obstante, el propio Tucídides (6.15.3-4) nos indica que rios (quizá el tebano Heródoto, celebrado en la irtmica 1 de P(II<1al'O) o
extravaganóas de los vencedores ecuestres, que de tan gran predica- allegados suyos (Píndaro, P.5.26, 6.15), pero se trataba normallllellte
1Ill'IIIO ,I!;()zahan entre el común de los ciudadanos, tenían también, como corredores profesionales, los cuales, aunque sin duda debían dc ~ozar ti l'
l'S I{l~i(), sus detractores: "Pues gozando (Alcibíades) de gran prestigio cierto prestigio (no obstante, apenas son mencionados en los l'pinid()s),
mIre lo.\' ciudadanos} se entregaba a caprichos superiores a la hacienda de no alcanzaron nunca, ni de lejos, la popularidad de los auri~s bizall-
I¡II(' diJ!Jlmía, tanto en la cría de caballos como en los demás gastos, lo cual tinos. Digamos, finalmente, que un tiro de caballos podía scr inscrito uo
1111'lIimí luego en no pequeña medida a la ciudad de los atenienses. Pues el nombre de un único propietario, sino de la ciudad quc pa~b Sil
tlJIIJltldlJJ la mayoría por la magnitud del desorbitado lujo con que vivía y preparación, 10 cual se ha interpretado tanto como un intento dc dell1o-
!lOr lo... planes que intentaba poner en práctica en cualquier empresa en la cratización de estas tan peculiares disciplinas deportivas (Wciler 2(1)
1¡1It' interviniera, se hicieron enemigos suyos pensando que deseaba la como en calidad de demostración del "interés deportivo de la comullidad
I i rtl rdt¡". En el mismo sentido de crítica a la sobreestimación popular de política ... y confirmación el gran significado de una victoria olflllpiul
lus propietarios de caballos vencedores se pronuncia Sócrates cuando, desde un punto de vista moral (Patrucco 389-90; cf. llarris, SGU
WIl10 alternativa a la pena de muerte que piden para él sus acusadores, 175ss., sobre los casos conocidos).
propone Ser alimentado a expensas públicas en el Pritaneo "con más razón Como último rasgo distintivo de las disciplinas hípicas sel1alarl'lIIos
I¡//l' Ji alguno de vosotros en las OlimPíadas alcanza la victoria en la el hecho de que, según se mencionó al comentar el caso de AkibíadL's, UIl
(<lm'ra de ,-aballos, de bigas o de cuádrigas, pues éste os hace parecer felices mismo propietario podía inscribir varios carros o caballos en una misma
y yll OJ hago felices) y éste nada en absoluto necesita la manutención y yo sí carrera, de manera que las pruebas ecuestres son, junto con el pt'lltatlo
1" fI(!(eJito". A la vista de este pasaje, es posible que Morrisey tenga razón por otras razones, las únicas competiciones en las que, en los .lUlW'S
llIa1ldo interpreta una inscripción ateniense (lG 1.2.77) en el sentido de Olímpicos, se tenían en cuenta otros puestos que no fueran el ......i .." ....
quc d partido demócrata de Atenas pudo en cierto momento oponerse para destacar así el éxito de algún propietario que lograba situar
l'IIl'rgicmnente a que la alimentación gratuíta, que la ciudad ofrecía como caballos en los puestos de cabeza.
recompensa a quienes vencían en los Juegos Panhelénicos, se concediera
también a los triunfadores en las pruebas ecuestres, quienes, como bien
Ilota Sócrates, para nada necesitaban tal privilegio.
3.9.2. Las pruebas
Esa sobreestimación popular, además, carece tanto más de sentido
(uanto que era proclamado vencedor no quien montaba el caballo o Diversas competiciones fueron poco a poco, en el curso de más
conducía el carro, sino su propietario, otro rasgo que diferencia de cuatro siglos, completando el programa olímpico de pruebas ecuestres. A
manera tajante las pruebas hípicas de las atléticas y que, de paso, explica la carrera de cuádrigas (téthrippon), disputada por vez primera en la
sobradamente la presencia ya comentada de figuras políticas más o Olimpíada 25 (680 a.c.), se fueron sumando paulatinamente la prueba
.~4H 349
l'i'ltNANI)(I (;AI{( lA I{()MU() I~ JI'l,~ IIIIMI'II I~
dc whallos Illontados (M/cs, ell la Olimpíada .n, 648 a.c.), la carrera de t'rCl'lIClltÍa de los anidclHl's, sobR' los que se hahlani IllÜS "delalll('. I.a
mrros arrastrados por un tiro de dos mulas (apéne, 70 Olimpíada, del auriga era puesta a prl~ba especialllll'lItl' ('11 (·1 IlHlIIll'IlIo
a.e.) y la llamada ká/¡}(' (71 Olimpíada, 496 a.c.), ambas suprimidas a del giro, dutantl' el cual el mayor esfuerzo rl'laia l'lI d (ahallo
partir de 444 a.c. (Olimpíada 84), y, por último, la carrera de bigas situado m;ís a la derecha, que tenía un mayor recorrid() que
(SYllrwÍJ) , introducida en la Olimpíada 93, correspondiente al año 408 manera que solía colocarse en ese lugar el
a.c A estas pruebas destinadas a animales adultos (té/eioi) hay que (dexioJúroJ o Júra/,hóroJ; cf. Sófocles, Antíg()na I
las reservadas a los pOtros (pó/oi), en las modalidades de cuádrigas La espectacularidad de las carreras de cu<idrigas explICa, por olros
(l)l) Olimpíada, 384 bigas (182 Olimpíada, 264 a.c.) y, final- lado, un hecho en principio sorprendente, y es que una carrera tradiciollal
mente, potros montados 031 Olimpíada, 256 a.c.). como la bigas (que es la prueba ecuestre disputada por los h{ol'Ill'S
De las tres pruebas más importantes (théthrippoi, M/es y Jynorís), la griegos en los juegos en honor Patroclo) no fuera incluida ('JI d
lll¡lS espectacular y al tiempo aquélla en la que más ansiaban triunfar programa olímpico hasta finales del siglo V a.c. Sin duda el mayor amI(
participantes, era la carrera de cuádrigas. tivo popular de las cuádrigas justifica tal dilación (cf. Patrucw;H()),
Las cuádrigas, en efecto, proporcionaban el espectáculo probable- Una vez que las cuádrigas habían dejado libre el hipódromo, 1('fIla
Illente más atrayente y esperado de los juegos, que daba inicio además a lugar la segunda prueba ecuestre incluída en el calendario olímpim, la
la competición propiamente dicha. A este respecto, Finley-Pleket (p. 27) carrera de caballos montados (M/eJ) , ciertamente menos popular qUl' Sil
Ilotan que, lejos de constituir un error de planificación el hecho de que la antecesora, hasta el punto de que los romanos la suprimieron de sus
carrera de cuatro caballos fuera la primera prueba en disputarse en lugar juegos. No obstante, quienes se tenían por personajes imponalltl's
clausurar el festiva! con la adecuada apoteosis final, el desfile de los tampoco renunciaban a intervenir en esta competición, como es el l aSIl
carros, suponemos que ricamente ataviados, permitía iniciar las competi- tirano Hierón, cuyo triunfo en la Olimpíada del año 476 cdl'hl'all
ciones con toda la pompa y esplendor que son del caso. Píndaro (OlímpicaJ 1) y BaqU11ides (epinicio 5). Fue Ferenico (" d qUl'
En buena medida, el atractivo de las carreras de cuádrigas radicaba trae la victoria", nombre prof'etico), quizá el caballo de cam'ras 1l1¡\S
l'n su peligrosidad. Los cuatro caballos arrastraban a toda velocidad un célebre de la Antigüedad, quien proporcionó la victoria a su propietario,
ligerísimo carro de dos ruedas, abierto por detrás y que brincaba ante la una más a sumar a la larga lista de éxitos que el animal obuvo en
menor irregularidad del terreno, sobre el cual se erguía el auriga, quien, rentes pruebas de diversos juegos desde el año 478 (o quizá 482) hasla
vestido con la larga túnica con que aparece ataviado el famoso bronce de 468.
Ddfos, dirigía su tiro con las riendas (que podía atarse a la cintura), el Las pinturas vasculares permiten comprobar que los jinetes cabal-
y el punzante aguijón. Los dos caballos que formaban el tiro gaban a pelo, sin silla ni estribos, sobre veloces caballos no herrados,
iban uncidos a la pértiga que partía del centro de la parte lo que se deduce que tampoco esta disciplina deportiva carecía de riesgos
delantera del carro; a izquierda y derecha de ellos, no delante, se colo- (figuras 80 y 81).
caban los otros dos caballos que completaban el tiro de la cuádriga, los Únicamente durante la primera mitad del siglo V a.c. se dispu~
por consiguiente, no eran uncidos a la vara central, sino simple- taron en Olimpia dos pruebas hípicas que alcanzaron escaso eco entre los
mente atados con correas al carro (figura 77). Se comprende bien, pues, asistentes al festival y que, de hecho, apenas llegaron a extenderse a otros
la extrema dificultad que suponía en tales condiciones la conducción de juegos: las carreras de carros tirados por un tronco de dos mulas (aPéne) y
los fogosos corceles que avanzaban de a cuatro en fondos, así como la la prueba denominada ká/pe .
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FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLíMPICOS
Una anécdota que nos cuenta Aristóteles a proposlto del poeta de ellas y corrían junto con las yeguas} llevando las bridas sujetas, como
Simónides (Retórica 14; es el fr. 515 Simónides) muestra a las hacen todavía en nuestros días los llamados 'montadores'''. La palabra
claras que desde un principio la apéne fue considerada especialidad poco kálpe acostumbra a traducirse por "carrera al trote", no sólo porque,
noble; las mulas, por lo visto, no conferían a la prueba con su trotecillo la como es lógico, al trote sería el paso que adoptara la yegua cuando su
misma dignidad y elegancia que aportaba el fogoso galopar de los caba- jinete se apeaba para conducida de la brida (cf. Harris, SGR 158), sino
llos. Nos refiere Aristóteles que Anaxilao, tirano de Regio, en la Magna también porque ése parece ser el significado etimológico de la palabra
Grecia, quiso encargar a Simónides un epinicio que celebrara su kálpe (cf. Sófocles, fr. 1007; Aristófanes, Tesmoforiantes 1174; Platón el
con el carro de mulas, a 10 que el poeta no accedió, alegando que unas cómico, fr. 257).
mulas son tema poco digno para una composición poética. Parece ser Las pruebas hasta ahora descritas tuvieron alguna vez cabida, l"llll
que, entonces, Anaxilao elevó su oferta económica y Simónides (cuya mayor o menor éxito, en el programa de los Juegos Olímpicos. Los testi-
tacañería era proverbial en la Antigüedad) compuso una oda en la que monios epigráficos manera preponderante nos permiten conocer 1..
invocaba a las mulas con el sonoro verso "os saludo} hijas de caballos de existencia de otras especialidades hípicas disputadas en otros festivales y
pies rápidos como la tormenta" (omitiendo, comenta Aristóteles, que eran que completan un panorama sumamente amplio, fiel reflejo de la popu-
también hijas de burros). Que el epinicio le fuera encargado a Simónides laridad que alcanzaron en Grecia los deportes ecuestres.
por un griego del Sur de Italia no representa ninguna sorpresa, pues Hemos visto que Pausanias compara el ejercicio que se exi~{¡,
parece ser que la modalidad deportiva de la que hablamos se consideraba realizar a los participantes en la kálpe con el que en sus días ejecutaball
típica de esa zona y, de hecho, las tres Olímpicas (4, 5 y 6) que Píndaro los llamados "montadores" (anabátai), afiadiendo, no obstante, que éslOS
compone para celebrar triunfos en la apéne están dedicados a dos sici- difieren de aquéllos en que "llevan distintivos diferentes y utilizar¡ clIhtl-
liotas, Psaumis de Camarina y Hagesias de Siracusa (véase asímismo el llos machos". Dado que algunas inscripciones hacen alusión a vencedorl's
105, a propósiro de una viaoria del siracusano Hierón). Quizá por en pruebas destinadas a "desmontadores" (apobátai) , algunos auton's,
esa razón, la importancia política, y también en el ámbito del deporte, como es el caso de Harris (SGR 181) o Weiler (p. 204-5), identil1tall
que los griegos de Italia y Sicilia llegaron a adquirir no fuera ajena a la ambos términos y deducen de ellos que los hombres se apeaban y volvúu,
indusi6n de la prueba de carros mulas en los Juegos Olímpicos. a montar mientras los caballos corrían (cf. Anecdota Graeca I.42(1. 'lO
En algunas monedas de Regio y Mesina figuran de manera inequí- Bekker). No creemos, sin embargo, que las dos palabras desi~rl'1I la
voca carros tirados por mulas (figura 79). De manera semejante, Brauer misma prueba. El apobátes era probablemente un atleta (en las reprl'St'll-
ha recurrido a la información que puede proporcionarnos la numismática taciones artísticas aparece con yelmo y escudo, sefial inequívoca dl'l
para el estudio de la otra prueba suprimida, juntO con la aPéne, en el afio origen militar del ejercicio) que acompafiaba en el carro al auriga y qUl',
a.c., la denominada kálpe. La importancia de tales documentos es en determinado momento, saltaba a tierra para cubrir la distancia dl' 111'
tanto mayor cuanto que la única descripción que nos ha llegado de esta estadio (Dionisio de Halicarnaso, Historia antigua de Roma 7. 7j); St'
curiosa prueba se la debemos a Pausanias (5.9.2.; Plutarco, Problemas de trababa, pues, de una disciplina que combinaba el deporte ecuestre mil
banquete 675c se limita a una simple mención): "Cuando se disputaron el atletismo propiamente dicho (cf. f¡~ura H2). Por el contrario, el herho
por primera vez [en Olimpia}, en la carrera de carros de mulas venció el de que Pausanias asemeje una prueba en la qm' los jinetes se apeaban dd
tesalio Tenio, y en la kálpe Pateto, un aqueo Dime. La kálpe era una caballo y lo llevaban por la brida ((nI el l'jlnitio que realizaban los
carrera para ye{!,uas, y en la última parte del recorrida lo.!" jinete.r .raltahan anabátai, indun' m¡\s hil'll a pl'llsar qUl' t'stos, a diferenda de
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FERNANDO GARCÍA ROMERO
I.OS JUEGOS OLÍMPICOS
tI!lOhátai, cumplían su cometido no en carros, sino en caballos, de modo polemistéria; cf. Aristófanes, Nubes 28) y de "caballos de guerra" (hlNI/I;
que quizá esté más próxima tal disciplina a otra que en las inscripciones polemistal) , que debían guardar con las pruebas hípicas "normales" ulla
e
SI: denomina aphippodromás carrera desmontando del caballo"; cf. IG relación análoga a la que se daba, en las carreras pedestres, entre la
IX.2.S27-S31, de Larisa). Ya Homero, por Otro lado, describe la habi- carrera de hoplitas y las demás disciplinas; es decir, carros, cabalh IS y
lidad del jinete que lanza al galope por la llanura cuatro caballos y va jinetes irían ataviados con equipo militar. A una prueba de esas car{(t'~
pasando de uno a otro (l/íada 1 S.679-84; cf.l.2). rísticas responde probablemente la indicación de una inscripci(ín déflm ya
Otras pruebas hípicas han sido descritas ya en capítulos anteriores. comentada, en la cual una muchacha de Trales, Hedea, aparece millo
Es d caso del lanzamiento de jabalina a caballo sobre un blanco, ejercicio vencedora en la "carrera de carros armados" de los Juegos Ístlniros
qut' SI: introdujo en los juegos a partir de su presencia en la educación 1.3,3.).
militar de los efebos (cf. 3.4), o las carreras de antorchas a caballo, que Tampoco faltan, por último, noticias sobre otro tipo de UlllllwlÍ-
lOllocunos por la mención que de ellas hace Platón al comienzo de su ciones posiblemente semejante a una disciplina incorporada al proWilllla
Nl'!J/f/;/ica (cf. 3.1.4.) y por las inscripciones de Larisa, la más importante de los Juegos Olímpicos de la era moderna, la doma. Jenofonte (So/I/'t' ¡"
l illdad dI: Tesalia, que acabamos de citar (cf. también IG II.2.958.67,
equitación 3.10-13) y algunas inscripciones áticas de los sitJ;los IV y 111
dc las Tl:seas atenienses). Precisamente el Ática y Tesalia son quizá las a.e. (lG II-III.2.3079 y 3130) aluden a las exhibiciones d('IHlII1ill,ldas
regiolles de Grecia en las que los deportes ecuestres alcanzaron mayor anthippasíai, que se desarrollaban en el marco de las Panatmt'í\s y las
dilusi()n y variedad (aunque no debemos omitir tampoco Italia y Magna Olimpieas y que consistían en realizar maniobras militan's a cahallo,
(;rl'l ia; así, Esteban de Bizancio, un gramático del siglo VI p.c., autor compitiendo entre sí las distintas tribus (cf. Kyle I H()()(). Nada
dl' IJIl diccionario de nombres geográficos, al hablar de la ciudad de sabemos sobre los detalles concretos de tales concursos ni sohn' los ( rilt,
'l'art'llto, cita el verbo tarantízo, que glosa como "montar a caballo a la rios que se seguían para determinar a los venu.:dores (los It'SdlllOllios d('
Illanera dI: los tarentinos", quienes, según parece, eran consumados espe- las inscripciones y de los gramáticos antiguos prueban '111(' S(' trataha .1('
l ialistas m el arte ecuestre). Las inscripciones áticas (cf. Patrucco 384)
competiciones agonísticas; cf. Reisch, .LXI. en Rn), pero ('S f¡¡( il SU pOli!'!'
IIll'IH ¡otlan muy diversos tipos de competición, distinguiendo además que se valoraba en particular la elegancia y la perfeni()1I l'll la l'jl'( \1< inl!
('(lIn' las carreras en línea recta (akámpios, "sin curva") y aquéllas que
de los ejercicios. Fuera del territorio del Ática, quiz¡[ la pn'sl'lll ia dd
illdllÚlll un viraje (díattlos), así como entre pruebas destinadas a caballos término hippasía en una inscripcitín de la velina heocia (1(," VII. HlH /)
adlll(()s y a potros, separación que se hizo efectiva igualmente en Olimpia atestigüe la existencia de competiciones semejant('s l'n los jlll'}.:OS dI'
a parlir de determinado momento, según se indicará más adelante. Lebadía.
¡':vidl'1I1l'lIlente, las grandes llanuras de Tesalia eran un marco idóneo
par" la nía caballar y los caballos tesalios gozaron siempre de reconocido
I'l'est ¡gio (cf. Baquílides 14B.IO). En esta región, como se dijo en su 3.9.3. El hipódromo
1l101111'nto ( 1. l. 1) esdn documentados en época histórica juegos taurinos
las competiciones erlll'strt's tl'níall IU}.:ilr l'1l d hi p<ídro 111 o , '1111' 110
(Ollsíst{'ll((:S en la inmovilización del animal por parte de un jinete que lo era, a difl'rt'mia del cirro romallo, ulla lOllstruni(ill, sillo St'1Il illil11 H'II1<'
alulIlza a la carrera y se abate sobre el toro desde el caballo. UII amplio {'spacio Ill¡ts o IIll'llOS Ilallo, sil! .I/,ir"" COII tilla (Ohllllllíl ('11
Jill las inscripciones ¡(ticas son mencionadas asímisITIo carreras de rada t'xttt'1ll0. {'11 tomo a las clIalt,s }.:irahal1 cafros y cahallos (n~ur H \);
"tarros de procesiolll's" (zf.'Ií/!,e !mlll!,ik(t). de "carros de tJ;uerra" (ulí/!,e 110 exisll'll, pues. a {'Sil' rt'Spl'lIO, lIolabll'S dilál'lKias l'Il rt·lad()1I iI lu p¡!lnl
\ -,,1
W\
1'I'l{NANIl() (¡AI{lrA ¡¡OMElU) u 1:- JIIH;( l~ t HI M1'11 n:-
('11 1;1 que corren los cinco carros participantes en los juegos en honor de /os (,Irro.!' (1 de /o.! (tlhllllo.!' dI' (¡lrrl'rtlJ JI' I':t.:tit'lldl' Im,1 mlnll'ál/,I " l!Iodo
que mbren un recorrido de ida y vuelta girando en tomo a un /J'lrrer,l. litl «(ul,1 o/úl/l,l"dtl JI' t'OlIJ/ruyl' 1m ,dltlr de l'ldril/o ¡nulo,
trollCO S(.'(O que se alza ligeramente al fondo de la llanura y en tomo al ellCttlado Iwr 1,1 !'Ilrle de tljilt'rtl l'tI el (('tllro lIIiJlI/O dI' ltl ImM, y 1111 tÍ~lIi,¡
clIal Ud terreno eJ li,ro y apto para las carrerttJ de caballos" (llíada de bronce flm /tlJ alaJ extendidaJ ell toJtI .1"11 allll,litlld t'JltÍ m/(lt',ldll ,mhrt, d
2L~6s,) La Jistancia entre las columnas que marcaban los extremos alttlr. La jlersofltl etlfarKada de dar Jalid,1 a 111 (,Irrerll !,ot//' t'tI /il1ltlot/tI-
de la pista era variable según los lugares, entre otras razones porque miento el mecanismo del altar, y ¡¡na vez {/It/: lo htt !'1It:J/o /'tI IIItlrdM d
('stílba condícioanda a la morfología misma del terreno; un evidente águila salta htláa arriba hasta hacene vúible a lo.!' eJ!'ft'hld(JreJ, mil'lllr'¡,j
ejemplo de ello es el único hipódromo que ha llegado hasta nosotros sin que el delfín cae hacia el suelo. Las jlrimeras barrera.!' de (11dll 1,ldo, 1,,1
lIlodificaciones de época romana, el ubicado en Arcadia, en el monte más cercanas al pórtico de Agnapto, se aflojan y lo.! c'lb"lIo.!' (/"t' JI' 1'111'111'1/-
Lin'o, en un agreste pasaje que apenas deja lugar para una pista de poco tran en ellas echan a correr IOJ primeros. En su carerra lIeJ!.111I ti ItI ,dlllrtl
Il1l'Il0S de 300 X 150 m (cf, Harris, SGR 163). aquéllos a los que les ha tocado en suerte oC!,¿jlar la .re/!,Imd" I}()JI(/()tI y
El hipódromo más grande del que tenemos noticias era el situado entonces se aflojan laJ barreras de éstos. Y así suceJÍvametlle omm' ((1tI
l'lltre Atenas y El Pireo, donde se desarrollaban las pruebas hípicas de las todos IOJ caballos, hasta que se igualan unos wn otroj' " 1" ,i/lllrtl dd
Panatmeas (algunas de las cuales, según hemos visto, eran akámpios, es espolón de la jlroa. A partir de entoncu toca ya a los allri/!,'J.!' /llo.!lrtlr .111
sin giro, en línea recta); en el Etymologicum Magnum (s.v, "Enekhe- destreza y a los caballos su rapidez. Fue Cleetas quien Me'; el I/Itftot!o
lidó") St' le atribuye una longitud de ocho estadios, es decir, en tomo al salida originariamente, y parece que estaba orgulloso de JII ifll ,t'flt'iáll, "
<¡lIihímetro y medio, En cuanto a la pista olímpica, un manuscrito cons- juzgar jlor el epigrama que inscribió en una estatua en Aten,u:
lantinopolitano publicado a mediados del siglo pasado (cf. Patrucco el primero qlN inventó el mecanismo de salidtt
describe sus dimensiones, asignando a uno de sus lados la extensión pttra los caballos en Olimpía,
dc tres estaJios y un plerro de largo (ca. 600 m.) por un estadio y cuatro Cleetas, el hijo de Aristocles, me hizo.
plecros Je ancho (ca. 300 m.) en la línea de salida. No obstante, la única y se dice que después de Cleetas Arístides añadió ttl met'ttnÍJIIIIJ III.!'!',,,,,,
descripción pormenorizada de un hipódromo griego se la debemos, una mejora.
vez más, a la estanda de Pausanias en Olimpia (6.20.lOss.; Lacombrade, Uno de los lados del hipódromo es más largo que el otro, y /'ti d
por su parte, sostiene que la descripción que hace Sófocles de la carrera más largo, que es un terraplén, se encuentra, en la salida que hay ti Irtll'/'\
de cuádrigas de los Juegos Píticos en Electra 680 ss, se inspira directa- del terraplén, Taraxipo, el espanto de los caballos. Tiene la /fmlltl dI' 1111
mente en la que tenía lugar en el hipódromo olímpico): "Pasando el altar redondo, y cuando los cabttllos pasan corriendo junto a él, ÚIIIII'd',II,'
t'.Itadio por el sitio donde se sientan los helanódicas, se encuentra la pista mente se apodera de ellos un gran terror sin ninguna cttusa ap"retllt' y d
de,rtinada a las carreras de caballos y el lugar de salida las mismas. El terror produce espanto, de manera que es habitual que rompan 10,1 (tI"'·(JI
IlIgar de salida tiene la forma de la proa de una nave, y su espolón está Y los aurigas resulten heridos, Por esta razón los aurigas ofrecen Jaaijitill.l
1WeltO en la dirección de la carrera. La proa se ensancha allí donde está y suplican a Taraxipo que lu sea favorable ... El otro lado del hipódro!llo t/o
IJrlJ:x:ima al pórtico de Agnapto) y un delfín de bronce sobre una vara ha eJ un montículo de tierra, sino una colina baja".
,rido construído en la punta misma del espolón. Cada lado del lugar de Del relato de Pausanias (centrado particularmente, como pm'd('
Jalida mide más de 400 pies de largo, y en ellos hay conJtruídas caJillas, apreciarse, en la descripción de los lugares de salida y giro) se deduu' tlllt'
que .se reparten por sorteo entre quieneJ intervienen en la.s carreras. Delante el hipódromo olímpico se hallaba al Sudeste del estadio, en una zona en
356 ,i'H
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLíMPICOS
la que las crecidas del cercano Alfeo han borrado toda huella arqueoló-
gica (d. figuras 29 y 31). El lado norte, el más corto, estaba limitado por
(
«
igual que ocurría en el caso de los atletas, compitiendo por separado
caballos adultos y potros; tal distinción se extendió desde Olimpia a los
IlIIa pequeña colina, en la que se situaban los espectadores; en cambio, en f restantes juegos panhelénicos y otros festivales mayores y menores, millo
el lado sur, entre la pista y el río, se había levantado un terraplén, confirman las inscripciones. Poco sabemos, por último, del nÚllIero de
I alllbién apto para acoger a quienes deseaban presenciar las pruebas. participantes que podían intervenir simultáneamente en una ram'ra, ya
que las informaciones de nuestras fuentes oscilan entre los diez carros qlll'
:~,().4 Desarrollo de las carreras.
cita Sófocles (Ele,·tra 708ss.) y los 41 que menciona Píndaro (Pllie",
Ya en la narración homérica de! canto 23 de INada entrontramos 5.43ss.).
¡ lescritos de manera magistral los momentos y características sobresa- La posición que cada caballo o carro ocupaba en la línea tic: sali( la
11('IIIl.'S de una carrera hípica: presentación de participantes y caballos; venía determinada por sorteo (cf. Ilíada 23.352-3; Sófoclt:s, nkl'lrtl
sOr!l'O de los lugares de salida; importancia del juez que se sitúa en la 709-10; Pausanias 6.20.11), y no era indiferente el puesto que a lada
lOllIrallleta, "para que retuviera en la memoria la carrera y les contara la uno asignaba el azar, pues quienes corrían por las calles eentrak's part(all
I'mltlc/"; descripción promenorizada de la carrera, haciéndose especial ya con una cierta ventaja al tener un recorrido menor qUl' sus rivales,
himapié en el momento más importante, e! giro; accidentes; supuestas aunque tal falta de equidad se intentó subsanar en el hipódromo 01(111"
malliohras incorrectas y reclamación de quien se cree perjudicado por pico mediante la adopción del complejo mecanismo (ájJhe.ri.1) debido al
dlas; desolación por la derrota y alegría por el triunfo; apasionamiento de ingenio del arquitecto Cleetas (III a. C.) y que describe mn pon IIl'lIm
los ('spl'latdores, que no sólo cruzan apuestas entre ellos, sino que incluso Pausanias. El lugar de salida tenía, nos dice Pausanias, "Id ¡(mll{1 tll' 1"
('SI¡íll m un tris de llegar a las manos los partidarios de unos y otros (vv. proa de una nave", es decir, un triángulo isósceles con el vénin' oril'lIIado
·j,jXss.). en la dirección de la carrera, Sus dos lados iguales, cada uno de los lllaks
Los prolegómenos de la carrera empezaban, efectivamente, con la medía nada menos que 120 m. (400 pies), estaban formados por IIllil'
~Ul(·t' presentación de los participantes, lo que explica, como antici- casillas en las que se colocaban caballos y carros, a los qm' ulla (lIerda
palllOS, el hecho de que la competición de cuádrigas fuera la prueba que extendida ante ellos impedía avanzar. Una vez situados los pan il ipallll's
ahna el f<:stival olímpico, pues el desfile de los carros ofrecía un vistoso en sus puestos, operación nada fácil, un complejo lIlecanislllO (n'( (lIlS
('51'('( I¡Ítulo equiparable a nuestras típicas, y a menudo tópicas, ceremo-
trucciones en Harris, SGR 165, con figura 11 y Wiegart¡>,) hall" (¡\('(' l'ls
nias tll' illauguración. En el relato homérico es notable el interés que cuerdas y permitía la salida de los competidores SlI(.'(;siVafll('f¡tl', 110 sillllll
IllUl'Slra d poeta por presentar no sólo a los aurigas sino también a los táneamente, de manera que los primeros en partir erall los de los
(ahallos, indimndo su pedigree y ascendencia, aspecto que, también en extremos ("los más ,-enanos aljJórtim de A/!,ndjJto") y a wnlil1lla( il,lI ihall
(,r('cia, tellían muy en cuenta propietarios y preparadores y despertaba e! iniciando la carrera los demás, en la tlireedol1 desde los l'xln'lllOS 11m la el
inll'r(-s del J1líblico (ef. Saacke, Patrucco 391-2). Otro rasgo importante vértice, conforme los rivales llegaban a su alrura, "ht/Jltl tllII' JI' i,t:II,tI,1II
¡lile l,l deporte hípico de la antigua Grecia comparte con el de nuestra unos con otro,f a la altllra del e.lpoMn de !tI jmJt¡". Dado qUl' l'SH' WllIl'll'jll
l'pmi! ql.~da ya patente en el poema de Homero, y es la admisión de sitema fue ideado (on la pretensi(ill de qUl' IOdos los pan j( i".III1('S
(ahallos y ye,l!;uas en las mismas pruebas (ef, Sófocles, Electra 70 lss.; la partiesen en igualdad de cOlldiciones (al tiempo qUl' l'vitaha las sil'm!,,,('
lÍlIÍla cx(.'(:,ptión es la k"Ujll!, reservada a yeguas). Sólo a partir del siglo IV molestas salidas en falso), puede hatérsdl.' ulla ohjecilÍll, y l.'S que I~ qll('
íl,<:, St' Wllsidl.·[() Ilecsaria la separal'hín de los Glballos sc'gún su edad, sal(an antl.'S cohrahall la vl.'lltaja qm' supollfa d partir ya lanzados llUlllllo
\'1N \''111
1
FHtNANllu (;AI« lA I(UMI'.!(() I le I~ ItH,~ ClUMI'U ti"
slIr rivales alín no habfan arrancado; por cso se ha sugerido tlue cuando t'
tia/eró Il/íllllltÍ.I .111 /It',III, .11' d/m',lIIní 1I('.~"r ,ml/' /0.1 1.I/'/,lIIlídh".I,
1
Irrm'/Ida,
Pallsallias habla dc igualdad de los wmpetidores a la altura del vértice ,¡ ,W/JO ti"e h"vj" l'el/cido .Y dl'j'; de (flY'rer, 1.11,1' e/m.! firod'"I1,'f'(1fI 1'/'fIft'dllt, "
dd Il'i¡illglllo 110 hay tille pensar en una línea recta, sino en una línea Fidola.! y .le le !Jerlll¡¡ifí e/nih,lr 'IIItl eJ/,IIII" ,/.1'11 ,ye!!,I',/.I " , lista all(;rdlllil
(lII'va ligeralll('lItl' c{)ncava, ¡l semejanza de la línea de salida las nos permite conocer, además, que, al tontrario d(' lo que ocurre ell d
('11 el lÍrw romano (es idea de A. Martin, arto "Hippódromos" deporte de hoy, no era descalificado d cahallo que derriba ha a su ¡im'H',
('11 la cm idopedia dc Daremberg-Saglio, compartida, entre otros, por seimpre que no interfiriera en el camino de los ll<:m¡is parridpalll('S
Ilarris, Fillky-Pkket 28-29, Weiler 203-4; Patrucco n, 2, señala parece querer decir Pausanias cuando señala que Aura ".riJ!IIilÍ mrrit'll//fl
qlw IlO dispollernos de prueba alguna que permita sostener tal hipótesis). en orden").
El 111 iSIlIO Martin, por otro lado, en su reconstrucción del hipódromo En cuanto a la distancia que debían recorrer los parricipallH's ('11
ollmpiw, sitlía la áphesis a uno de los lados de la pista, en tanto que cada prueba, era variable en los distintos festivales. Ya se ha st'l'alado
otros aUIOf(.'s consideran que el vértice del triángulo se hallaba en la que en los Juegos Panatenaicos (y también, que sepamos, en los t
lIIisma Iínca horizontal que unía meta y contrameta (figura 83). brados en la isla Delos) se disputaban carreras en línea relta, ('11 las
TalllPoco IlOS es dado resolver esta cuestión, aunque indudablemente las cuales los caballos cubrían el hipódromo en toda su longitud, y otras que
Illillliobras se verían facilitadas si se acepta la hipótesis de Martín. consistían en un recorrido de ida y vuelta, con un solo giro, semejallll',
Filialmente, el curioso ascenso del águila situada sobre el altar, pues, al que realizan los héroes homéricos en el canto 23 de /IIt/d". I ill
(oillódell(c con el descenso del delfín, era sencillamente un medio para los festivales panhelénicos, no obstante, los competidores COmpll'lilhall
il1di( al' a los espectadores más aljados que la prueba había dado varias vueltas a la pista. En lo que se refiere a Olimpia concrenunellll', ("
UlIIlI('!IZO. ya mencionado manuscrito de Constantinopla fija una distancia (k do( ('
Por lo que podemos saber, el procedimiento de salida descrito por vueltas para la carrera de cuádrigas tiradas por caballos adultos, ()( ho
Pallsanias se aplicó exclusivamente en Olimpia, en tanto que en los para las cuádrigas tiradas por potros y para las bigas de caballos adllllOs.
dCIII¡Ís jucgos se debió de continuar recurriendo al sistema tradicional de y tres para las bigas de potros, Este testimonio es segutamente fidl'li,f.\ 11 o ,
alill('ar a los participantes y acompañar la señal de salida que daba al juez ya que la distancia de doce vueltas para la carrera de cuádrigas es mllfl·
dc la carrera con el sonar de las trompetas (cf. Sófocles, Electra 708-11). mada en varios pasajes por Píndaro (Olímpicas 3.33; Olímpica.r 2.'50, a
lis posbile que en la propia Olimpia el sonido de las trompetas indicara propósito de los Juegos Olímpicos, Píticos e Ístmicos; cf. asímismo Olím-
asúllis!no a los espectadores el comienzo de las de salida (a partir de 396 picas 6.75, un epinicio que celebra un triunfo en la carrera de carros
a disputarse en los Juegos Olímpicos una competición para trompe- tirados por mulas). La distancia entre los pilares que señalaban la mcltl y
y también recordara, tanto a los participantes como al público, .' la contrameta bien pudiera haber sido en Olímpia de dos estadios, como
carros y caballos comenzaban a cubrir la última vuelta, como se en Nemea (Pausanias 6.16.4), de manera que la vuelta completa
sigue haciendo aún hoy en nuestras pruebas atléticas. Así se desprende de comprendía cuatro estadios (justamente la distancia que recorrían los
otra notida transmitida por Pausanias (6.13.9), que se refiere a un atletas participantes en el hippios drómos; cf. 3.l.1); en tal caso, don'
I
slIn:so ocurrido a finales del siglo VI a,c.: "La yegua de Fidolas de vueltas supondrían poco más de 9 km, ocho vueltas por encima de los (¡
Corinto, como recuerdan los corintios, tenia por nombre Aura ('Brisa'), y km y tres vueltas casi 2'5 km. (Paleólogos, en Yalouris 239, aumenta de
oo¡rrió que desmontó a su jinete al comienzo mi.rmo de la carrera; pese a manera considerable estas distancias, basándose probablemente en las
"
siguió corriendo en orden, giró en torno a la meta y, cuando escuchó la medidas que índica el manuscrito de Constantinopla; pero debe tenerse
,()() 361
FERNANDO GARcíA ROMERO I(l~ I¡H.(~'M·U
('11 (IIVII'" que los datos que el códice nos proporciona se refieren a la que, si biell los ilnidl'lllt'S eran IIHlIlt'da Ulrril'llIl' l'l\ las larn'ras ('tUl'Sln's,
IOl~i, II! I /oftll del hipódromo olímpico, no a la distancia entre las pilas- ('11 especial ('11 las de n"ídri~as, las tilídas fuerall panklllal'lllt'llIl'
nas, (¡lit' l'ra hígicamente menor). freruentes en los virajes, cuando CUatro mhallos lanzados íI roda vl'lo
!.()S I <In socorridos relatos de Homero y Sófocles reflejan a la perfec- cidad tirando de un ligero carro debíall dar un hrusw ¡..;il'O dc I HO
(¡11I1 (,1 desarrollo de las pruebas hípicas y la emoción con que eran grados, maniobra de la que, adem,ls, dependía etl huella Illedida ,,1 I'l'sul-
sqJ,lIidas por los espectadores. En ambos pasajes se destaca, en efecto, el tado final de la prueba. Así, en la carrera que describe SlÍflltks dos aH i-
!'Iudoso alllhil'tlle resultante de la mezcla confusa del griterío del público dentes que se producen precisamente en los giros haten qut' los di('/'.
1011 las V()l('S de <Ínimo de los conductores a sus animales y el estrépito de carros que inician la prueba queden reducidos a uno solo, y el prillwr
I()s (aI'l'OS, la gran nube de polvo que se levanta del suelo haciendo difícil choque afecta nada menos que a ocho cuádrigas (fllectrel 720ss,; l f.
la visillllidad (lL Simónitk>s, fr. 516, y Baquílides 5.43ss.), la enconada Jliada 23.391ss.; Píndaro, Píticas 5.49ss., donde afirma el poeta t¡lIl"
1'"~I¡a ('1111'(' los participantes, que sienten en su cuello el aliento del rival de 41 carros que toman la salida, sólo el vencedor consigue complt'tar (,1
qtH' SI' les aproxima (I/íada 23.380-1; Sófocles, Electra 719), etc. Pero recorrido; sobre representaciones de accidentes en la o:dmiut. d.
('11 los dos relatos se insiste en particular en el momento más caracterís- Patrucco 397).
,i(lJ, illlpOl'lalllC y al propio tiempo peligroso de las carreras ecuestres: el La abundancia de choques y salidas de la pista que se produd¡tll ('11
Poiro ('11 101'110 a las pilatras. La pericia de los jinetes, y sobre todo de los el momento del giro explica que en el hipódromo de Olimpia la slIl)('rsli-
IO( 1H'1'IIs. dl'lw mostrarse, efectivamente, en su habilidad para conducir ción popular atribuyera los accidntes a la influencia maléfica del lIalllado
n'( I () (,1 (am) y l'sperialmente durante el viraje, el instante en el que un altar de Taraxipo C'Espantacaballos"), sobre el que discute Pausallias ('11
(1IlHhlllOr I!:í!lil puede compensar y aún superar la mayor rapidez de los el texto antes traducido, haciendo inventario de los héroes a llly()
1,Ihalllls dc SIIS rivales, como recuerda Néstor a su hijo Ant110co (llíada fantasma se asignaba el curioso entretenimiento de asustar a los cahallus
.'~ W(,ss.). Para dio hay que procurar pasar lo más cerca posible del (Pausanias 6.20,15ss.). Como colofón de su erudita disertación, af'i¡tdl' l'I
1')~Il, dalldo rielldas al caballo de la derecha y reteniendo al de la periegeta: .. La más fidedigna de las historias, en mi opinión, eJ la (//11' ""a
1/'1"1('1'./", !jUI' t·s d lJue m,lS ccrca pasa de la meta: "Tú lanza el carro y de Taraxipo una advocaci6n de Posid6n, Y hay también un Tarax;/IO t'II d
101 (,1I1d111!! ¡"Ji roztllUlo la meta, e inclínate en la bien construída sUla Istmo,,,. mientras que en Nemea ... no habia ningún héroe que ",011.'.1'1(/.11' ti
Ir,l:mlll/I'I//t' /I¡I(i" 1" ;zqltierdd. al tiempo que e.rtimula.r al caballo de la los caballos, pero, como dominando e/lugar de giro se alza una roca dI' m/II/'
t!el't'llltl ,/in/dI/do y k ?id.! r;ertda.r; y procura que e/ caballo de la izquierda fuego, el re.rplandor que de ella emana provoca el terror de los caball(l.!', (0/11/1
It' jl/',~"e /",,10 t,1 ti "'í'ta que jJarezca que el cubo de la trabajada rueda la si .re tratara de fuego". Para completar el curcuito de los cuatro grandes
,lIt ,lIId,', jwl'll ('1 ;/,1 IOCdr la jJiedra, no sea que hiera.f a los caballos y
1
juegos, en otro pasaje (10.37.4) afirma Pausanias que en Defos no ha y
mll//ltll el ¡i/I1"(I .. , P(/Y{/lIe Ji ttjJre.rurándote en e/ giro pasas delante, no hay Taraxipo, pero los accidentes son tan numerosos como en los demás festi-
(/'11 fII , j}(',.I;~lfdJ/e jmeda akanzarte ni anticipáYJete" (llíada 23.334 vales.
ss.; (t. Stítmks, JUedra 720ss.). Era, pues, de vital importancia llegar En los juegos en honor de Patrodo, Aquiles envía al viejo Fénin'
hlt'lI wlm ado a los ~iros y salir de ellos en buena disposición de luchar como juez de contrameta, para que, una vez acabada la prueba, le
por (,1 I riullfú, especialmente en las vueltas finales (habían aurigas como informe de las posibles maniobras incorrectas que hayan podido produ-
()n'sll's '11J(' "dl'(It/Ztlh,I e/último dejando JIU potroJ al final, pue.r confiaba cirse en el giro (lliada 23.359-61), Aunque no podemos asegurarlo, es
I'fIltllíll;lIItll'llt'!tJ, S(ífoc!es, !Uertra T~4-'5). No es por ello de extrafiar muy probable que Homero hiciera adoptar a Aquiles, árbitro principal
H.) .~(j
1'1'1{NI\NIIII (;AIH lA HUM"'U) U ),\ ./IIH ,e)~ ell.lMI'11 ('~
d(' los juegos, las lllismas normas vigentes en las competiciones de época IJoNl"flt'{). cdlldillo de /0,1' crt'lt'IIJ1'J, /ill' 1'1 "rimt'ro (/IIt' tldl'irliá ,1
hist(írim. Eso vale igualmente para la disputa que mantienen Antíloco y /lo,!',I"'t·.!' t'J/"hll .rmhldo d tfI,íJ ,dIo l'fI "rld
MefIdao durante y después de la carrera ([líada 23.400ss.): Menelao (I:'rlamef/. Oymdo, ""f/t/"(, e.rhlh'l le¡oJ. Id
juzga peligrosa e irregular una maniobra de Ant11oco que le obliga a y adlJirtió 'lile ib" "01" del"nte /In (,Ib"llo !llrI}!"djim,
wntener sus caballos para evitar el choque y su reclamación es atendida salvo en la frente, donde tenía l/na manrh'l bl,meú y t'l!dfllldd. (I/#/II/,IIIIIM.
por el juez de la contienda, Aquiles (se trata del primer ejemplo conocido Se puso en pie y dijo esta.!' palabraJ a lo,r arf!.itJo.r: 'Ami}!,I/J, ("pildlll'! Y
dt, ulla práctica bien habitual en el deporte moderno). De este y otros príncipes de los argivos, é'sólo yo distingo a los caballoJ o ItllIJhi,;" I'IIJOU'W/
[('xros puede deducirse la existencia de una reglamentación explícita que Me parece que son otros los caballos que van ddante, y Illro 1'/ ,"u'i}!,tI.
regulaba la conducta de jinetes, aurigas e incluso caballos Pausanias Deben de haberse lastimado en la llanura las yeguas que alll (11 11/1'1111,1 mm
(1, 1,.9, pasaje ya comentado) durante la prueba y prohibía maniobras vencedoras, pues sin duda se les vio las primeras al doblar ltl mt'ld. AIIO"d.
pdigrosas, como cruzarse repentinamente por delante de un adversario. en cambio, no puedo verlas por ningún lado, aunque mÍJ ojo.r r(/J/rt',UI /,1
Poco más podemos saber sobre tales normas; si acaso, otro hecho que llanura troyana por todas partes. Quizá las riendas se le eJcdlhlron ,1/
conocemos, uan vez más, por Pausanias (6.1.4; cf. Moretti, lAG no. 19): auriga y fue incapaz de retener el carro en torno a la meta, de "/(It/fr,1 '/"t'
a comienzos del siglo IV a.c. el helanódica Troilo, siendo uno de los árbi- no consiguió dar la vuelta. Me figuro que alli ha caído, ha mIli 1'/ I'{/rro y
[ros de la prueba, venció en la carrera de cuádrigas en dos Olimpíadas; a las yeguas se han desbocado, cuando el ímpetu se apoderó
partir de entonces quedó establecida la incompatibilidad de ser juez y levantaos y mirad también vosotros, pues yo no lo distingo bUf/: /1/'t'(1 111,'
parte a un tiempo, como el deporte de hoy da por sentado. que es un varón de linaje etolo, aunque reina entre
. de Tideo domador de caballos, el fuerte Di omedes',
Un último aspecto queremos destacar en las pruebas hípicas de la
y a él contestó agriamente el rápido Ayante hijo de Oileo: '!dOIllI'III'O,
anrigua Grecia: la actividad y emoción con que el público
¿por qué charlataneas antes de lo debido? Las yeguas que úlu'" /OJ "i,'"
carreras y que culminó, según se dijo al comienzo, con la "histeria
vienen corriendo a lo lejos por la amplia llanura. Tú no eres d múr ;111'1'11
civa" por las carreras de carros en el mundo romano (son palabras de
entre los argivos ni la vista de los ojos de tu cara es la más a}!, """: Jill
Ilarris, SGR 183) y con las disputas deportivo-políticas de los bandos
embargo, siempre estás charlataneando, No debes ser en modo al}!,l/no 1,01
rivales en los hipódromos bizantinos (algo que, por otra parte, tampoco
charlatán, pues hay presentes otros que son supenores. Las yeguaJ qm' 1"'"
l'S desconocido en el mundo deportivo de nuestro siglo). Una vez más, es
delante son las mismas de antes, las de Eumelo, y él mismo va en su (dml y
refleja el ambiente que se vivía en las gradas (y
tiene las riendas'.
lldL)ldl:>t: con propiedad de gradas a la vista de la figura 11, donde
El caudillo de los cretenses le replicó irritado: 'Ayante, el
se observa cómo un público emocionado sigue sobre una escalonada
riñas, malintencionado, y en todo lo demás estás por debajo de
tarima los incidentes de la carrera homérica). Hace Homero mención ya,
porque tu espíritu es cruel. Aquí ahora apostemos un trípode o una caldml
ocho siglos antes de Cristo, de circunstancias tan pintorescas y actuales
y nombremos árbitro al Atrida Agamenón, a ver cuáles son las yeguaJ qm'
como las apuestas o las enconadas e incluso violentas disputas entre los
"hinchas" rivales: delante y tú aprendas pagando'.
Así dijo y se levantó de inmediato el rápido Ayante hijo de Oileo par"
"Los argivos, sentados en el lugar del certamen.. contemplaban con contestarle irritado con duras palabras. Y la disputa entre ambos Sf'
atención a los caballos, y ellos volaban levantando polvo por la llanura. hubieran prolongado más aún, si no se hubiera puesto en pie el propio
J,M 36~
HHNANIlO (,AIH lA I{OMI'Ru IC~ !IH,(~ cIIIMI'1! Cl~
AI/llikl diámdo: 'J)ejdd de intercall/biar dllraJ .Y malaJ /Jet/abraJ, Ayetnte Ilippodrolll VOIl ()IYPlllia", Hort'dJ VII I ()!"H, ·11-7H; J. Wil'slll'r.
no ('.1' cOf/lieniente, y tctlflbién lm,rotroJ OJ indignaríaiJ ron
l' It!OIfIl'IIt'O. /1/11'.1" "Fahrl'll und lh·iteu", l'U Art'h,I/().~id 1If1111l'rÍt'd, (;oli~a 11)(IH.
1I1t1/(/'ÚIT Illro qlte lo hirierd, SentctO.f en el lugar del fertamen y obJervad
(0" 1111'IICilíll a lo.!' caballoJ, que jJronto llegarán aquf bUJcando la victoria; y
el//ollaJ Jclbréi.r ItriO y otro q/lé caballoJ van delante y cuáles les siguen"'.
(//(ttd,¡ 2.1 A4Xss.; sobre la participación del público en las carreras
véase también Sófocles, Electra 749-50; Baquílides 3.9ss., 5.48-
'¡ C).
BIBLIOGRAFÍA
,>(í6
367
I'I'H NANI j() (;AIH lA 1« lMlme) J.()~ l'(¡)~ oUMl'U os
3.10. LA NATACIÓN Y EL REMO práctica (d. Mehl, col. H612; 1{arris, SGI? 1 12ss.), pues no solallwllIl'
permitía la supervivencia en circunstancias excepcionales (la perkj¡l nalil-
3.10.1. Los deportes acuáticos en la vida de los griegos
toria salva al náufrago Odiseo en Odisea 5.374 y 7.275; la hahilidad
El ambiente flsico en el que se desenvolvió la vida de los antiguos para el buceo, acompañada de la intervención divina, permite a Tl'Sl'O
griegos hacía inevitable una estrechísima vinculación con el mar (pese a salir victorioso de su enfrentamiento con Minos en el Ditiramho 17 de
que un campesino beocio como Hesíodo se embarcara solamente una vez Baquílides), sino que especialmente era un medio para que muchos hahi-
l'n su vida, y además para una brevísima travesía; cf. Trabajos y días 650 tantes del continente y sobre todo de las islas pudieran ganarse el pan dl'
ss.). El mar, en efecto, proporcionaba lo necesario para la subsistencia, cada día, mediante la pesca y la recogida de ostras ([!fada l6.71\5ss,) o
t'l'a la 111,ís rápida vía de comunicación en la buena estación, y a sus esponjas, actividad considerada sumamente peligrosa a causa de las nota-
orillas fueron fundando los griegos sus colonias, extendiéndose por todo bles profundidades alcanzadas por los buceadores durante su immersiún,
el Ml'diterráneo, desde la Península Ibérica hasta el Mar Negro (para la que podía acarrearles daños físicos irreparables, como el estallido dl' los
importancia del mar en la cultura griega, es fundamental el hermoso tímpanos (Aristóteles, Problemas 960b; Opiano, Sobre la pesca 5.6YIss.).
de A. Lesky, Thalatta. Der Weg der Griechen zum Meer, Viena La pesca, en consecuencia, fue tenida por ocupación mucho m¡:nos noble
I ()I\" reimpr. Nueva York 1973). Sin embargo, este hecho, que se hace que la caza, hasta el punto de que Platón (Leyes 823 d-e; PlutarlO,
ya evidente en el arte minoico (cf. 1.1.3) y en nuestros más antiguos Sobre la habilidad de los animales 965e) expresa a sus amigos el deseo de
documentos literarios, los poemas homéricos, contrasta con la muy escasa que "nunca se apodere de vosotros afición ni amor por la caza en el !llarn,
presencia de competiciones acuáticas en los festivales agononísticos (nula por la pesca con anzuelo ni, en general, por la persecución de ar,úJ/<¡/I'.1
en el caso de los cuatro grandes festivales panhelénicos). Las razones acuáticos", pues, se nos dice, no contribuye, al contrario que la caza, a
aducidas para explicar tal circunstancia, en principio sorprendente, han fomentar el valor ni la fuerza y la agilidad corporal.
sido diversas, pero quizá puedan resumirse básicamente en que el remo y Pero la utilidad de natación y buceo no se limita a la oscura batalla
la natación continuaron teniendo siempre, a diferencia Je otras activi- por obtener el sustento diario en tiempos de paz, sino que ambas habili-
dades físicas que sí hallaron cabida en los juegos deportivos, una función dades son asímismo de apreciable eficacia en tiempos de guerra, como
militaria, y de utilidad primordial, en la vida del hombre griego (cf. hacen evidente varios hechos bélicos que narran Heródoto y TucíJides.
Patrucco 361-2, Weiler 206-7; se consideraban además, como enseguida Durante las luchas contra los persas, un tracio que respondía al nombrl'
veremos, ocupaciones propias de gentes de baja condición social); a ello de Escilias, "el mejor buceador que había entonces", desertó del ejército
debe sumarse el obstáculo que supuso para la incorporación de ambas persa y se pasó al enemigo griego nadando bajo el agua la nada desprl~
modalidades deportivas a las competiciones regulares la falta de instala- ciable distancia de 80 estadios (unos 15 km.; Heródoto 8.8, aunque el
ciones y lugares adecuados para su práctica, dado que debían desarro- historiador de Halicarnaso acoge la historia con incredulidad; otras
llarse en aguas naturales y no en piscinas, que eran habirualmente de hazañas submarinas de Escilias y su hija Hídna no son conocidas por
reducidas dimensiones (Mehl, arto "Schwimmen" en RE Suppl, V 1931, Puasanias 10.19.1 y Ateneo 296e). También pasando por debajo de la
col, 847, 852, y también Auriga, Schütze, Pattucco 352, n. 1, etc.; flota ateniense que sitiaba la isla de Esfacteria, en la bahía de Pilos, los
sobre las piscinas, véase Yalouris 260). espartanos conisguieron hacer llegar víveres a sus compatriotas allí
Los griegos consideraron siempre la natación, y por supuesto cercados mediante "unos buceadores que nadaban bajo el agua y remol-
también el remo, como una actividad física orientada hacia una finalidad caban con una cuerdecilla en unos odres adormidera empapada de miel y
368 369
FI·I{NANIIO (;AIU lA IH)MliH() U)~ 1111'( ,<)S ()IIM!'I( < I~
.I/'milltl /ri/lmldcl d,' litIO" (Tucídides 4,2ú.X); dd mismo lall grílll jlll·diulIlll'IIW ,1.!;<IZaroll l'll l'l 1111IlHlo allliguio (vl:asl', sohre 1,1
SI' sirvieron los atenienses para deschacerse de las estacas que sus R. (;iIlOllVl'S, /J;d,IIIIII'II/d/:. NI'l'bmbl'J .lIIr /1' /J";II ¡/dn.t /'.1111;-
('IH'llligus los siracusanos habían clavado para impedir que fueran embes- )!.rtn/"t', París I <)(¡2),
tidas sus \la ves, ancladas dentro del puerto de Siracusa (Tucídides
Fillallllt'lIte, en un pasaje muy citado, Heródoto (8.89) afirma que
dllfillltl' la decisiva batalla de Salamina "murieron ... muchos y renombrados j, 10.2. La nanu:i6n
J¡o/llhrt'J dI' lo.! ¡,,:r.rctJ, los medos y los demás aliados, pero muy pocos griegos, Pese a todo lo dicho hasta
¡)(1/'(/"<,, CliJJ/1i JaMan nadar, cuando sus naves eran destruídas, los que no cjert'Ít'Íos aClI,irlcos como deporte de compertl'lon ¡¡Ilanzaron, l'11
JI/lld¡/I/ /'fI la refriega akanzaban Sala mina a nado, mientras que la
modalidades, muy escasa difusi(ín en el mundo wie~o, Si tomalllos {()II\O
de lOJ bárbaros, por no saber nadar, perecieron en el mar". punto de referencia las Olimpíadas modernas, es la nataci(in la l'slX'( ia-
que la práctica de la natación se encon- lidad deportiva en la qLl(: el contraste resulta mayor, ya (llIt' ha t'stado
entre los griegos de su y en la presente, y siempre en primerísimo plano, desde los jue~()s atl'lIil'IISl'S dt,
proverbio que define al ignorante como aquel IH96.
que no sabe "ni leer ni nadar" (Platón, República 689d; Al decir de Pausanias (6. I :UH y Fihístrato (Sobre /" ,~il/fI.td 'i ~),
d. 1. L 1. 2.). No obstante, de ello no puede deducirse con toda segu- el boxeador siciliano Tisandro de Naxos, cu¡idrllph: vencedor oll'lllpito y
ridad, ((l1110 quiere Patrucco (p. 353), que la natación formara en el transcurso dd siglo VI a.C, acostumbraba a nadar gralld,'s
('111 fm,lI11il'lIto físico de niños y jóvenes en la escuela, ya que pudiera como entrenamiento para la disciplina en la que SI' habla l'Sp,'
lIoIf:lI"S<' igualmente de un aprendizaje espontáneo, resultado natural de se~lIid() por otros lOlq.(as (<l.
IIIS jllegos tlue desde la infancia practicarían, en las aguas de ríos y mares, nO(lU<l, que
l1inlls, j<íVI'I1CS y ¡ldultos de ambos sexos, La práaíca de la natación por ejercicio meramente auxiliar, poco m,is puede lk:t'Írse tll' su pr¡ÍlI il a
parle tll' la mujer se halla, efectivamente, bien documentada por nuestras por parte de atletas profesionales o en competiciolles Iníblicas. Nuestro
t 111'1H('S literarias y artísticas; sirvan como ejemplo el vaso de figuras rojas único testimonio al respecto procede de Pausanias (2.'\'), 1), '
.Id pintor Andóddes (figura 84), de ca. 510 a.c., donde se representa menciona la existencia de una "compe!ictón de ntlltli'Írítt .Y
1111 grupo de bañándose (una se frota con aceite, otra se dispone las fiestas que en honor de Dionisio se celebraban en la CIudad lOSIl'ra
a zamhullirse. en tanto que una tercera nada en perfecto estilo crawl), y Hermíone en el extremo oriental del Peloponeso. No ohstallll', d
pasaje del canto sexto de la Odisea (vv. término que hemos traducido como "natal'Í(ín" (krílymboJ) ha sido ílller
.tescnbe el poeta el baño y los juegos de la princesa pretado por otros autores (Schrüder X7; Schütze; Dit:1l1 1(,0; ell UlI1II'a
N allSll aa y sus jóvenes y alegres sirvientas. Mehl, col. 860; Patrucco 356; Weiler 209, etc.) en el selltido qlle lil'lIt'
(11 i1 para las necesidades diarias y para tiempos de prac- originalmente la palabra, es decir, "inmersión", de mam'f¡l qlll', si St'
Iwla WIIIO diversión en los ratos de ocio (véase también Nono 7. 184ss., tratara de certámenes de buceo, la natación propiamen te d ilha ,aH'll'rta
10. l·íHss,), la natacíon, con el tiempo, fue igualmente bien considerada testimonios históricos que la legitimasen como deporte de Ulnlpl'cil hill
('11 su calidad de ejercicio completo adecuado para el desarrollo armonioso en la antigua Grecia. No creemos, sin embargo, que en vi (l'XIII dI'
.Id cuerpo (cf. Harris, SGR 115-6). En este aspecto, la natación es inse- rl'strillgido y
parable de todas las actividades relacionadas con el baño y el masaje, que original, y míís gl'lwral
\/0 HI
I:I;.HN/\NI)() (;/\IU 1/\ l(oMUU) I (I~ '111'1 .(!~ I !l1 M1'11 I)~
dl' "n ataci()n"; es Ill,ís, carreras emre nadadores se describen igualmente, Troyana, IUVO sus (( IIllllfSOS de I't'llll'WS; al lIll'lI0S eso qUil'l'l' I tal ('1'1 le IN
si him de mnlctcf amistoso y transferidas al plano mítico, en las Dioni- crecr FilrístralO (/ /t'roirli' ,. 17ss. de Lalllloy) tuando senal" liUl' d
Jítlt'tlJ de Nono de Panópolis, el último de los poetas épicos griegos, del nioso Palalllt'dl's «(luim también hahría ideado el jlt·~() Jl' damas ,,¡¡ra
si~l V p.e. (1 l. 7ss. y 406ss.), y también en algunos textos de autores que el ejército gri<:~o que asediaba Troya 110 pensara l'l! la wlllid"
romanos (Horado, Odas 3.7.25; PUno el Joven, Epístolas 9.33; sobre la durante un período de t'scasez) convenció a Agalllt'nán para que or~ali·
natación en Roma, véase Harris, SGR 116ss.). Así pues, los testimonios zara carreras de barcos en el mar, cuyo aire era m,ís SílllO que d qUl' St'
(itados, si bien escasos, procedentes todos ellos autores tardíos y refe- respiraba en tierra por causa de la peste enviada por el airado Apolo. !Jor
rt'IIIl'S a competiciones informales o a la<¡ fiestas locales de una pequeña la misma época, los misteriosos feacios celebraban igualmenn: sus rq,l,alilS
(iudad del Peloponeso, invitan a no rechazar de manera absoluta la posi- (Odisea 8.245ss.) y el pío Eneas incluye competiciones de este tipo ('11 los
hilidad de que la natación pudiera haber formado parte del deporte juegos fúnebres que organiza en memoria de su padre Anquises (Vir~lo.
gril'~o en su vertiente agonística. Eneida 5.114ss.).
Mejor informados estamos acerca de los estilos practicados por los Nuestros documentos históricos más antiguos se dacan en el si~lo V
nadadores griegos (cf. Mehl, col. 853-6; Harris, SGR 121ss.; Sakella- a.c., cuando se celebraban regatas en dos festivales atenienses, las I'ana-
ríos). Espl'cialmente digna de mención es la frecuencia con que nuestras teneas y las fiestas con que hontaban a Posidón en su santuario dd raho
11(('11It'5 Iitcrearias y artísticas atestiguan ya el empleo del estilo libre Sunion. Aún siendo bastante limitada nuestra información, Sol! las
tanto por parte de los hombres como de las mujeres; también el competiciones panatenaicas las que mejor conocemos (cf. IG, 11. 2. I () 21) I
('Slílo hraza era conocido, y de algunos textos puede deducirse igualmente 1030). La carrera tenía lugar probablemente desde el puerto dd Pirco
la pr,(crica de la natación de espaldas, A la notable difusión de la nata- hasta el de Muniquia, remontando el promontorio que los separa (l'I 11'.
(ilín submarina ya nos hemos referido en páginas anteriores. 199 del cómico Platón se refiere quizá a ella al mencionar la tumba de
Temístocles en el Pireo, desde la que podía contemplar la "cottl!H:liálm dI'
barcos"). Cada nave iba tripulada por efebos de una misma trihu, y
era la tribu la que recibía la elevada suma de 300 dracmas con qUl' era
j.) 0.3. El remo
premiado el barco vencedor (lG IIjIII.2.2311 = Syll.3 1055). Por Sil
Bastante más numerosos son los datos de que disponemos sobre otra parte, las regatas de Sunion nos son conocidas únicamente por 1111
modalidad deportiva también básica para un pueblo marinero como el discurso de Lisias (21. 5) en el que su anónimo defendido afirma IHI bl'l'
griego e igualmente incluída en el programa los Juegos Olímpicos de desembolsado 15 minas en concepto de liturgia (servicio público
la era moderna: el remo. Textos literarios, inscripciones, vasos y relieves torio) para costear el equipamiento y preparación de una tricreme qUl'
documentan sobradamente la celebración de competiciones entre barcos venció en ellas (Harris nota otra posible alusión a tales competiciones l'"
de remos en diferentes festivales. Es más, el origen de tales concursos Aristófanes, Caballeros 551ss., aunque la mención de tricremes en esll'
(que, no obstante, nunca tuvieron cabida en los juegos de la corona en texto ha sido objeto de muy diversas interpretaciones).
época histórica) se hace remontar nada menos que a los tiempos míticos Inscripciones ya de época helenística mencionan la inclusión tlt'
de la nave Argo, la cual, tripulada por los Argonautas, fue la vencedora regatas de barcos de remos en otros festivales atenienses, en estrecha rela-
en la carrera de barcos de los primeros Juegos Ístmicos, según Dión ción con la formación militar de los efebos (figura 86), que mostraban ell
Crisóstomo (37.15). También la generación siguiente, la de la Guerra tales ocasiones ante sus conciudadanos su preparación técnica, su resis-
372 37,~
HIINi\NllI) (,¡\fU 10\ IIOMHIIl i.I)~ "11'1 ,1 I~ ( 111 MI'jl Il~
1,'111 la 'Isila, y la 1 1011 UIll vislas a su fUllInt lll('IItl', a difert'lllia tI(, las lIllllpetil iOlll'S que alílhalllos de 1itar, tal'iÍt(t'r
p,ll'lIlipOllilll1 ('11 la arlllada (d. 1(,'11.1/1(,6, Ij(,H,;¡ pllfatm:nll' a~()I1sim tuvleroll las prllt'has imlui'das ('11 los ¡Ul'}.\os hím'-
('h J. A~I, WIIIlI lIlIlllK'1ll0ralÍ(íll de la victoria griega en brl's que ell Salmnina dc Chilm: organizó Niwrk-s para l10mar la
1.1 1101 a pl'rsa, se disputaha, durante las fiestas Muniquias en honor de su padre Ev¡ígoras, ell .pl¡ a.c.
(lsórrates (J.!).
Arr('lllis, 1111;1 n'}.\ata ('({ohiea desde el puerto del Pirco hasta el de Muni- La mejor y m,lS de lIna n:gata de
'1 uia (/(,' 11,2. 1()()(¡, dt:! 122/1 a.c., y 1(11), el mismo recorrido que, en remeros que la literatura procede de una
"pillioll d(' Parl,,:¡· (JieJliwf.¡ Ii/ the Athenian 168 y 1934; cf. Kyle fuente latina, la Eneida de 113ss.). poeta romano describl'
I'JI. ·1 J, dl'hlall cuhrir los remeros que competían en las Diísoterias, con extraordinaria maestría y entusiasmo la
fll"dilS ('11 hOllor de ZClIS Salvador, en el Pireo (lG II.2.1006). En esa entre cuatro naves por hacerse con el triunfo durante los
IIIISIII,I IIISl ni )ll( 111 se mencionan, además, las regatas que tenían con que Eneas horna a su padre Anquises. La prueba, pues, se sitúa en
IlIgar ('11 la l ('tralla Salamina con ocasión de las Ayanteias, las época rrútica, pero refleja, sin duda alguna, el tipo de concursos qlll'
'i(·~I.S l Ayante. Virgilío pudo presenciar en sus tiempos, tanto en el Oriente griego como
bl (:pma tardía se datan igualmente las regatas de los juegos de en el Occidente romano. En los juegos deportivos virgilianos la regata
All io. tll d }.\olf() de Ambracia, en honor de Apolo (Esteban ocupa el lugar de honor que en los juegos homéricos en recuerdo (!l.
1./', "Akrioll"), y asímismo la competición naval que se dispuraua Patrodo queda reservado a la carrera de carros. De hecho, numerosos
v. 1 1111'111 ¡Ollado festíval de Hermíone (Pausanias 2.35.1). comunes entre ambas descripciones invitan a suponer que la narra-
.JlIIIIO a t'sras competiciones celebradas en festivales regulares, histo- ser modelada a partir del relato que hace HOlllero
nadon's y oradores desde el siglo V a.c. mencionan la disputa de regatas de la prueba ecuestre (el propio poeta latino compara el avance de las
01 a~i()lIks. Así, Tuddides (6.32) señala que, tras el solemne ceremonial naves con una carrera de bigas, en
'1 111' aWlnpall(í la partida de la flota ateniense hacia Sicilia, los barcos, enumeración de las distintas etapas
III('S de levar andas y salir del puerto en formación, hicieron una para el relato homérico, 1.2. y 3.9.4). Comienza con la presentación
le'g.I!;1 haSla la vecina isla Egina, Quizá su finalidad fuera estimular el las naves y sus capitanes y la descripción la meta en torno a la
si comparamos este relato con lo que nos han de girar los barcos, señalada por una verde encina que Eneas coloca
(Helénicas a propósito de las carreras que acos- sobre una roca en medio del mar. Sigue el sorteo de los puestos de salida
1lIllll1ral)a a organizar entre los barcos de su flota en el curso y la tensa espera de las tripulaciones ante la inminente señal de partida.
'>IIS l alllpaiias a lo largo de la costa de Peloponeso en 372 a.c. indicada por el sonido de la trompeta. Una vez que las naves se ponen ell
di' IltllC'Y qlle las trirremes giraran y se colocaran con la proas mirando el aire se llena del damor de los marineros y del agua y la
/1.11101 ¡" (OJta, con una señal las mandaba competir hasta llegar a tierra y espuma que levantan los remos (en Homero es el polvo alzado por los
1'/'01 1It1 xrcJ.n premio que los primeros tomaran agua y todo lo que neceJÍtaban carros el que inunda el ambiente); entre las naves se establece una enco-
l' ,¡lIe Uimieran los primeros; para quienes llegaban los últimos, en cambio, nada pugna por situarse a la cabeza la prueba, especialmente en el
l'J'tI ,~r(m castigo quedarse atrás en todo eso y que debían zarpar al mismo momento del giro y en el esfuerzo final. giro en torno a la contramem
IIt'IIlllo. una t'ez que diera la seña!'. El entrenamiento de los remeros era es, en efecto, también en las carreras navales, importantísimo para el
el ohjeto de las regatas promovidas por Alejandro, poco antes de su desenlace de la prueba, y Gías, el capitán de uno de los barcos, exhorta a
Illucrte, en un río cercano a Babilonia (Arriano, AnábasÍJ 3.5). Final- su piloto Menetes a realizar una maniobra similar a la que aconseía
)/:í 375
r
FERNANDO GARCíA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
Nóror .1 SU hijo Antíloco en la carrera de carros del canto 23 de la referencia que nos es dado conocer en los textos clásicos sobre (omlwi~
llíttdtt: "cíñete al borde y deja que la pala del remo roce por la izquierda ciones de barcos de vela, aunque fueran informales; el poeta de Vl'rona St'
Id.! roed.r" (Eneida 5.162ss.). El giro es, además, el momento más peli- ufana, en efecto, porque ninguna embarcación es capaz de superar a Sil
groso y precisamente en él se produce el accidente de una de las naves, phasalus, un tipo de barquito ligero, "ya fuera preciso volar con Id.f /ltll/I,I
qw: queda fuera de carrera, Coincide igualmente el relato de Virgilio con ya con la vela".
la dl'sLripción homérica en la ayuda que los dioses prestan al vencedor, el De mayor interés son las representaciones figuradas en las (1111'
reparto de premios y, ante todo, la entusiasta participación de los espec- aparecen saltadores dispuestos a zambullirse en el agua, ya Sl'a t'll vi
tadores a lo largo de toda la prueba, animando cada uno a su favo- momento previo al salto, con los pies juntos y las rodillas flexionadas, d
riro. cuerpo inclinado y los brazos estirados hacia delante con las mallos
Virgilio, por otro lado, señala que los remos de la nave que capi- unidas (como en un bronce de Munich), ya en pleno vuelo, millo St'
talll'a Gías, "tan grnade como una ciudad", se disponen "en tres órdenes" aprecia en una crátera del Museo Británico (E 466) o en sendos frrsws
(vv. l 18ss.). Ello quiere decir que, al igual que en las improvisadas de las llamadas "Tomba della caccia e della pesca" de Tarquinia (siglo VI
regatas organizadas por Ifícrates, intervienen en la competición las a.e.) y "Tomba del ruffatore" de Paestum (siglo V a.e.; figllra 8"i).
mismas naves que se empleaban con fines bélicos, las trirremes, grandes Especial importancia reviste el segundo de los frescos citados, ya 111It' SI'
t'lllharraciones tripuladas por remeros dispuestos en tres filas (cf. F. trata del único documento que nos permite deducir la existencia de Il'am
Wdsh, Bllilding the Trirreme, Londres 1988). Habida cuenta que, polines artificiales constrídos ex professo para el salto (no obstantt', SlaltT
1011 J() ya se ha señalado, las regatas entre efebos que se disputaban en la ha interpretado la escena desligándola de todo contexto acuiÍriw: rqm'·
Almas ((¡(Sica y helenística tenían como objetivo, entre otras cosas, senta, en su opinión, un equilibrista que salta desde una l'scalt-ra). (:it'na'
llIostrar a los ciudadanos la preparación física y militar de los jóvenes, no mente es muy poco proable que la pintura describa una COllllwt h ilin
t'xrrañar que en ellas compitieran asímismo las trirremes de guerra, agonística de salto de trampolín, sino que representa m.ts bien él 1111 jovell
tOll}!) restimonia de manera inequívoca Lisias (2l. 5; cf. Isócrates 9.1). que se divierte practicando tal ejercicio. Y es que, con la posihle ('xn'!'
Sill embargo, varios relieves áticos de a partir del siglo 1 a. e. (figura 86) ción del remo, los deportes acuáticos en la antigua Grl'cia no llegaron iI
lIluestran a las claras que, al menos en época tardía, los jóvenes tripu- dar definitivamente el salto final y pasar de su práctica COIllO jllt'go a Sil
lahan barcos específicamente construídos para la competición, con un ejercicio como actividad deportiva agonística.
milllero dl' rl'meros reducido (entre tres y ocho) y dispuestos en una sola
lila, Las pruebas, pues, habían perdido por entonces toda finalidad prác-
t il a, quedando limitadas al terreno puramente agonístico. BIBLIOGRAFÍA
~ 7(, in
I'I'HNANI)( 1 (,AI(( lA 1(( IM"'Il) l.os IlIH ,os (¡IIMI'!( (l~
1()27; id. Atltikl' Sr:hu'ÍfmllkllrlJI I/fld ,"ichu'imllterl, Viena 1941; M. 3.11. LOS JUEGOS DE PELOTA
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griegos", PAA XXXIII 1958, 379-97 (en griego), K. Shütze, "Warum mundo de hoy tienen reservados los juegos de pelota, talllO t'II su ili'ipl'110
kalllHell die Griechen keine Schwimmwettkampfe?", Hermes LXXIII recreativo, practicados por individuos de amhos sexos y lua1lluil'r edad.
11))8, Y)5-7; W.J. Slater, "High Flying at Paestum", AJA LXXX cuanto en su función educativa y <:n su calidad de dqmrtl' de WIllIll'1 ¡-
It)7ú, 42.,-5 (réplica de R. Holoway en AJA LXXXI 1977, 554-5; ción. En la Grecia antigua los juegos de pelota llegaron a dl'$('llllwI1HI'
wlltrarréplica de Slater, ibid. 555-7); N. Wynmann, "Colymbetes o el una función de semejante calibre únicamente en los dos prillleros Ulllll'-
arte de uadar", CAP VIII 1966, 245-348. tidos, como simple diversión y como elemento de l'xtraordinaria impor-
tancia en la educación, física y también moral, de las personas, En lo !JUl'
al plano angonístico se refiere, se ha puesto en duda incluso la propia
existencia de los juegos de pelota como deportes COml)L~tiv(s. ESla [l'sis.
que ya encontramos expuesta por Neutsch (Der S¡Jllrt im Hi/dt' I:,rlc'( 11/.1·
cher Kunst, Heidelberg 1949,34-5) o Brein (p. 161), ha sido ddt'lIdid"
con especial énfasis por Harris (SGR 75ss., 80, 1 I 1), qui<:I1, a panir dl'
la idea de que "en los juegos de pelota ganar o p<:rder <:ra CUl'SI ifíJl dl'
importancia menor", concluye que por esa razón nunca ejl'flil'roll ~ral
atractivo sobre los espectadores, "menos interesados en c:I resu hado dl' los
juegos que en la habilidad de los jugadores". Es cierto, sill duda, qUl' d
aspecto estético era tenido por los griegos en muy alta <:sI1I11a. pl'ro dio
no supone en absoluto la exclusión del ingrediente agllllístilO, i/II/t!irio
sine qua non para que un ejercicio físico se integre m la <:sfi:ra dd dl'pOIw
propiamente dicho. Patrucco (p. 3ss.; 345ss.; cf. Weill'r 20t)~I( y y"
Gardiner, AAW 231) se ha cuidado de subrayar la preM'lId.. d('1
elemento competitivo en los ejercicios con pelota de la antigua (,m ia. lo~
cuales, en completo paralelismo con el deporte moderno, lIalil'l'OlI 1lI1110
juego, pasaron al mundo propiamente deportivo como l11l'dio tll' l'l11rt'lla
miento y alcanzaron finalmente carácter agonístico. La l'xistl'lIlia de IIlla
reglamentación y de árbitros encargados de aplicarla, la aparidc'lll di'
jugadores profesionales, son signos inequívocos de lo que delÍlIlos.
último estadio, no obstante, probablemente no se C0I1SUIlH) de 1I1alH'nt
plena hasta época tardía y, lo que es más notable con respeflO al dl'l'OI'll'
moderno, los juegos de pelota nunca alcanzaron, en su Venil'l1ll' WIIlIll'li
riva, un status comparable al de otras modalidades atlétints, cll' 1I11111t'1'iI
que jamás fueron incluídos en los grandes festivales agol1ístkus.
\7H nI)
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
Los aspectos recreativo y espectacular de los juegos de pelota 5-20). De manera semejante, en otros textos se hace remontar la gC:lll'sis
aparecen ya destacados en sus dos primeras menciones en la literatura de los juegos de pelota a los sicionios, a los espartanos (Ateneo 14) (1 a
griega. En Odisea 6.99ss. Homero describe los juegos de Nausícaa, la los lidios (Heródoto 1.94), e incluso se nos aparecen los propios diosl's
hija de Alcínoo, rey de los feacios, y sus doncellas a orillas de un río: "y jugando a tales juegos (d. Apolonío de Rodas 3. 132ss., donde Afrodita
una vez que disfrutaron de la comida las criadas y ella mi.rma, jugaron promete regalar a su hijo Eros una bonita pelota que perteneci<Í al propio
entonces a la pelota, después de quitarJe lo.r tJelos; y dio inicio al canto Zeus cuando era niño).
Nausícaa de blancos brazos". El acompañamiento del canto y las Aunque las referencias literarias a los juegos de pelota en d lar~()
alusiones posteriores del poeta al juego sugieren que la diversión de las período comprendido entre los tiempos de Homero y la época hden{slÍl a
muchachas consiste sencillamente en lanzarse unas a otras la pelota son escasas, no cabe duda de que siempre gozaron de gran popularidad
siguiendo el ritmo de la canción (cf. también Apolonio de Rodas en todas las regiones de Grecia. En lo que respecta en concreto a Atl'nas,
4.949ss.). Mucho más elaborada es la exhibición con que dos jóvenes Ateneo (20f) y Eustacío (ad Iliad. 381.10, ad Od. 1153.6,) SI' hall'lI
feacios, Halio y Laodamante, obsequian al huésped Odiseo en el palacio eco del gran éxito que, en buena medida a causa de la gracia WIl qlll'
real ante una nutrida reunión de espectadores (Odisea 8.370ss.): "y ellos, jugaba a la pelota, obtuvo el joven Sófocles interpretando el pa¡wl dI' la
lina vez que tomaron entre sus manos la hermosa pelota teñida de rojo que princesa Nausícaa en su propia obra Nausícaa o Las latJandertlJ (es dll'.
les fabricó el hábil Pólibo, uno de los dos la lanzaba hacia las sombrías 439 Radt del poeta); y otro literato muy estimado por los atl'níl'lI.'il'S, ('1
nubes, doblándose hacia atrás, en tanto que el otro, levantándose hacia orador Isócrates, fue representado en una estatua broncínea 1'11 la II¡.tUl'a
arriba desde el suelo, fácilmente la atrapaba, antes de tocar la tierra con de un joven jugando al hockey (Pseudo-Plutarco, Vida de IOJ dic'z /lr.ldllli'I
los pies". Así pues, tampoco se trata en este caso de una competición, ya 839b). Los mismos atenienses -comenta con disgusto Ateueo P) (d. /(,
que Halio y Laodamante no disputan entre sí, sino que colaboran en la 2.385b)- concedieron la ciudadanía a Aristonico de Carisro, jl~ador dI'
realización del ejercicio, que hace recordar grandemente las evoluciones pelota de Alejandro Magno, y erigieron en su honor una I'Slatlla d!'
nuestros equipos de gimnasia rítmica. bronce. El propio Alejandro era, al parecer, muy aficionado a este tipo ch'
Precisamente a Nausícaa atribuía la erudita corcirense Agalis la diversiones (Plutarco, Alejandro 39.3), muy extendidas l'IlIn' las ¡lasl's
invención de los juegos de pelota, seguramente -apunta Ateneo 14d- altas de la población, como hacen ya evidente los poemas hOlllc:rílOs, y
por patriotismo local (ya los antiguos, en efecto, identificaban el país de favoritas incluso de reyes y emperadores, a m,ís de apreciadas por los
los feacios con la isla de Corcira o Corfú). Tal atribución responde a la intelectuales (Platón, CartaJ 13, 3630; cf. Mendner, tlrl. (;1" col H"l.').
costumbre, bien arraigada en la civilización griega, de buscar un prótos La popularidad de los juegos de pelota no sólo no dismillllyfí, sino Iflll'
heuretéJ ("primer inventor") de cualquier actividad, incluso de aquellas, incluso se incrementó entre los romanos, tan poco aficionados. pOI' 011'0
como los juegos de pelota, cuyo origen se pierde en la noche de los lado, a las actividades deportivas, y llegaron a contar hasw WIl la .. pro
tiempos y aparecen a menudo asociadas al culto a los dioses (particular- bación de los autores cristianos; así, en pleno si~lo V p.e :,; Sic!ollio
mente al culto a Eros en el caso de los juegos de pelota en Grecia) o a Apolinar, obispo de C1ermont-Ferrand, en la Galía, WIlH'llIíI a 1'111 íli~o
otro tipo de pdcticas religiosas, como los oráculos (cf. Mendner, Das Erifio que, al discutirse en una reunión entre compalkros si SI' jllgaha a la
l3all.ljJiel 126ss. y su artÍCulo "Gesellschaftsspiele" en RLAC X 1978, pelota o a juegos de mesa, él fue" ellwimer (/btlndcrtldo ele 1" /ldllld, " 1"
m!. 2'54; paralelos en las culturas americanas señala P. Lévéllue, (fud, mm" JdheJ, len¡¿'fI /tmlo alu',/!.') como ti mi.!' lihm/' U11/Ú/III".1
.. Apptolhl' l'(hIlO-histotiqUl' des ronl'Ours grl~'s", Klifl LXIV I !)H2, '5.17,6),
~H() ~H I
I:I:.I(NANI)() (;AI« lA 1I0MH{() I.OS '11 i'(;( IS ( 11.1 1M 1'11 { IS
Tal aCeptaClon, casi universal, en el plano geográfico como en el frente a otras pnktir<ls atléticas, nmcretallWlltl' las carreras, la ('quilil( ¡('¡".
cronológico, que los juegos de pelota obtuvieron en la Antigüedad greco- el salto, el disco y los deportes pesados.
latina se debió en buena medida a la idea, generalmente admitida, de A rodas las virtudes enumeradas y desairas por Galeno, ddwlIlos
que constituían ejercicios muy completos, adecuados para el desarrollo añadir aún otra de sumo interés. Quizá el rasgo m,ís carauer(stiw
armónico de todas las partes del cuerpo y aptos para hombres y mujeres buena parte de los juegos de pelota, frente a otras actividdes adúiuls.
de cualquier edad. Estas virtudes, y otras más, se encuentran expuestas radique en el hecho de ser deportes de equipo y por ello fomentar ('11 los
de manera especialmente clara y rotunda en el breve tratado del médico jóvenes el espíritu de colaboración, el hábiro de aunar los esfuerzos mil
Galeno, del siglo II p.c., Sobre el ejercicío con pelota pequeña, que no es vistas a conseguir un objetivo común (por supuesto, jugadores de equipo
una descripción de juegos con pelota, sino esencialmente una exposición y jugadores poco generosos los había también en Grecia, como nlllfll1ltl
de sus ventajas (no ha sobrevivido otro escrito sobre los juegos con pelota un escolio al v. 355 del poema Trabajo.r y días de Hesíodo; .. Plllltlrlo
que, según Ateneo 15c, compuso el espartano Timócrates). Comienza compara a quienes tienen una voluntad generosa con los jUKadllrt'J I¡/I/'
Galeno su obrita con una afirmación tajante: ningún otro tipo de ejercicio reciben la pelota de otros y no la retienen ni la pasan a los que 1/11 .It1b"fI
supera por su utilidad a los practicados con la pelota pequeña, a los jugar, sino a lo.r que pueden devolvénela"). Es lógico entonces, por codo lo
cuales atribuye virtudes no sólo higiénicas, sino también mentales y eurít- expuesto hasta aquí, que los juegos de pelota desempeñaran UIl papd
micas. En primer lugar (y se trata de un pormenor de no escasa impor- destacado en la educación de los jóvenes, y que las palestras, talll\)
tancia), a diferencia de otros ejercicios completos como la caza, los juegos públicas como privadas (cf. Teofrasto, Caracteres 21), fueran dOladas. al
con pelota son más baratos y accesibles a personas de toda condición menos desde finales del siglo IV a.c., de un lugar especialmente d('sli
económica y social. En segundo lugar, en ellos se concede especial aten- nado a la práctica de tales ejercicios, denominado sphairistéritl1l (" IUJ.\ar
ción a la armonía los movimientos, lo que, unido al hecho de que donde se juega a la pelota"), La presencia de los juegos de pe!ot,l l'Il d
hacen trabajar por igual todas las partes del cuerpo, permite en sumo sistema educativo se halla suficientemente probada en la Esparta
grado el desarrollo equilibrado de cada uno de sus miembros. Además, la época imperial, donde tenían lugar competiciones anuales entre equipos
gran variedad de ejercicios que los juegos de pelota admiten, los hacen de los diferentes distritos, formados por los jóvenes de mayor edad (a
recomendables para personas de cualquier edad y aptos para el trata- quienes se llamaba precisamente sphaireí.r "jugadores de pelota") (OlIlall-
miento de toda clase de lesiones, ya que su intensidad puede graduarse dados por un capitán o presby.r (no obstante, como ya se indid) ('11
de acuerdo con las necesidades de cada paciente (el médico Antilo los 1.3.1.]., hay quien prefieren entender el término sphaireis en el semido
aconseja incluso como remedio contra la obesidad y para contrarrestar los de "aquéllos que llevan sphairai o guantes de boxeo", y en tal caso d
efectos perjudiciales de oficios sedentarios). Por si fuera poco, Galeno ejercicio primordial en la educación de los mayores entre los jóvenes no
reconoce en los juegos de pelota valores que no se limitan al aspecto serían los juegos de pelota, sino el boxeo; en el mismo sentido se ha inter-
físico, pues a la vez deleitan el espíritu, relajan la mente y desarrollan la pretado igualmente la palabra sphairistérion, que designaría un lugar
inteligencia. Son adecuados incluso para el entrenamiento militar, reservado para la práctica del pugilato; cf. Delorme, Gymna.rion 28\ ss"
porque, en opinión de nuestro autor, "preparan para las dos cosas más que se reafirma en su tesis en el muy posterior artículo citado en la
importantes que un estado encomienda a sus generales: atacar y defender lo bibliografía) .
ya conquistado". Una última virtud apunta Galeno al final de su tratado: Conocemos los nombres de diversos juegos, aun cuando a veces sus
los escasos riesgos físicos que conllevan los ejercicios con pelota pequeña características exactas no puedan ser por completo dilucidadas y sea
~82 38.~
l'IIINANllI}(;AIU (A I(OMI:IUI U IS II IH.t 1" ! 11.1 MI'I! 1'"
dudoso incluso el tipo de pelota cmpleado en dios. Las había, sin duda, dt· IIlJ jétlI'iOJ". Aquc:1 al llllt' Sl' les escapaba la pl'iola f('( ihfa d lituo tll'
diversos tamaños y materiales, desde las que cabían en la mano hasta "burro", etl tanto que el vencedor era llamado "n~y (Ptílllx, ElIstado. y
balones (cf. Harris, SGR 79ss.; Diem 138). Las más sencillas ya Plat6n, '['eeteto 146<1, y el citado epigrama de la Atllolo}!.!tl Pttltlti lliI) ,
eran una vejiga de cerdo o buey inflada, quizá a veces recubierta por una El juego podría haber tenido diversas variantes. Así, Pó)ux lo ejtlllplifil a
flll1da de piel; otras consistían en tiras de cuero cosidas, rellenas en su con la descripción homérica a la que ya hicimos alusión, en la que los dos
de lana, pelo o plumas, ocmo se deduce de una adivinanza jóvenes no compiten entre sí, sino que colaboran en la realización del
mnservada en la Antología Palatina (14.62) que describe en enigma una cicio. Por otro lado, en un vaso ático de finales del siglo VI (f1~ul'a H7)
pelota ("Joy bastante peluda, pero las hojas ocultan completamente mis aparece reprsentada una escena que pudiera constituir una variedad tll'
('dIJe/los; en mí ningún agujero se ve. Con muchos niños juego, y si uno es nuestro juego (cf. Gardiner, AA W 230): un hombre barbado y vestido,
al lanzar, queda como asno") o de un texto platónico (Fedón 11Ob) con toda probabilidad un pedotriba, se dispone a lanzar una pelota, l'"
cn el que Sócrates compara la tierra, vista desde lo alto, con pelotas tanto que aguardan espectantes para cogerla tres parejas de jÓV('Ill'S,
dc doce tiras de cuero, variopinta, decorada con colores" (recuérdese que ya formada cada una por un muchacho subido a hombros de otro.
y sus doncellas juegan con "una hermosa pelota teñida de rojo"; c) Otro juego, no competitivo, era el trígon, en el cual tres ju~a
(1. igualmente el fr. 358 PMG de Anacreonte). dores se situaban en los tres vértices de un triángulo y se pasaban lIllOS a
N uestra información sobre las reglas los juegos es escasa y otros la pelota (Harris, SGR 901, opina que se jugaba con tres pelOlas).
en su mayor parte de fuentes tardías (Ateneo 14-15, el lexicó- Fue especialmente popular en Roma, a juzgar por las frecuentes alusiolws
grafo Pólux 9.103ss., ambos de UIII p.c.; el comentarista bizantino que a él hacen los autores latinos, sobre todo Mardal.
I':ustacío. ad. Od. 1601, del XII p.c., así como varios autores latinos); d) Con el epískyros entramos ya en la esfera de los jle~()s tlt'
los datos que nos proporcionan pueden completarse con los descubri- equipo, de suma importancia en el entrenamiento físico los efehos. I(s
mientos arqueológicos, algunos, como se verá, de muy notable interés. el juego de Pólux nos describe con mayor pormenor: "Se llama tmll/Jiln
l.os juegos más conocidos son los siguientes: 'iuego efébico' o 'comunal', e intervienen en él gran cantidad de jU}!.tltlofl·J
a) apórraxis (literalmente "acción de arrojar algo golpeándolo"). separados en dos equipos de igual número, trazando una línea en medio (lJII
Este sencillo juego consistía, de acuerdo con la descripción de Pólux, en una piedra a la que llaman 'skyros', sobre la cual colocan la pelota • .Y IIlr¡/!
"lanzar con fuerza la pelota contra el suelo, recogerla después que botara y dos líneas detrás de cada uno de los dos equipos; los que son elegido,f 1'1/
tlrrojarla de nuevo con la mano ... y se contaba el número de botes". El primer lugar arrojan la pelota al de los otros, que deben agarrarltl y
Pólux, y posteriormente Eustacio, señalan de manera explícita que lanzarla a su vez, hasta que un equipo empuja al otro más allá de la Ift/l,tI
la pelota debía lanzarse contra el suelo y no contra la pared, de lo cual se trasera". En este pasaje y en los datos que pueden entresacarse del tratadu
deduce la existencia de otro juego en que se trataba precisamente de esto Galeno, basa esencialmente Pattucco (p. 3378) su reconsttucción dd
quizá un antecedente de nuestro frontón. juego, que debe mucho a Mau (s.v. en RE VI.1, col. 199200): los juga-
La uranfa o "juego del cielo" es una diversión igualmente dores ocupaban un campo probablemente bastante largo, situándose
sencilla, pero más competida que la anterior, ya que intervenían varios cada equipo en una zona claramente delimitada en su parte anterior y
Jugadores al mismo tiempo. He la caracterización de Pólux: posterior; la pelota se colocaba sobre la línea que separaba ambas zona..'i
agachándose, arroja la pelota hacia el cielo; los que saltan rivalizan en (trazada con una piedra llamada skyros, la cual daba nombre al juego) y
atraparla antes de que caiga a tierra, como parece sugerir Homero en el caso quizá los miembos de cada equipo corrían hacia ella para conseguir la
381 38~
l'IiRNANI)(HíAIH lA I{I)MIIU) I.!~ 1111'1 ¡('~ (¡¡.IM!'IC ()~
ventaja que suponía hacerse con la primera posesión de la pelOta, como (11"rris, SGJ( l'{I)), millo alusi¡)n a los plamjes penlliridos, llm' d jl~Hdo'
en el waterpolo (es hipótesis de Mau, aunque nada sabemos sobre la que Ikvaba la pdora trata de l'IlIdir. As(, Púlllx hacl' lkrivar d OSI lII'o
manera de determinar quién iniciaba el juego); la pelota era enviada nombre !,I)(/úlÍlldtl "de J!ai"imlfl, .1'11 ir/ti'rpe/llor, fI dI' '!J/1t'II/lJduiu'
entonces hacia el campo contrario, seguramente desde una posición inter- 'engm7ar', porqlle i'rIJeñ,m la !,ell)üt " Iml) fIero Ji' 1" Itll/Z"" ti olro", ('S
media entre la línea central y la de fondo, y los jugadores del equipo el jugador que llevaba la pelota amagaría elJviarla l'lI tilia din'u km
contrario debían atraparla al vuelo o bien cuando hubiera caído a tierra y para,cuando el rival se movía para interecc.:ptarla, lanzarla a otro (HIlIPOil
lanzarla a su vez a la zona adversaria desde el punto en que la habían ñero, Aunque la relación citmológica que propone P¡')lux S('¡¡ illlllrrn la.
recogido, y así sucesivamente hasta que uno de los equipos lograba lo interesante para nosotros es que de tal hipótesis se lhlun' \lUl' las
arrojar la pelota más allá de la línea de fondo del conjunto rival. fintas eran otro de los rasgos que caracterizaban al juego, y lo lIliSlllt)
No obstante, el comentario que Eustacio hace sobre el término no cabe decir de los placajes, a juzgar por un pasaje de Galmo (So/m' /,1
se aviene con la reconstrucción del erudito italiano, pues señala que los ricio con pelota pequeña en el que se mencionan "J!lIJch,u Prt'.ItlJ 1'11 d
jugadores "se per.riguen ttno.r a otros lanzando la pelota". decir, los cuello y mucha.r ttave.r empleada.r en la lucha". Se trararía, pues, tIl' UII
miembros de cada equipo no permenecerían en su zona, sino que podrían juego que permitía el contacto físico más o menos violento entrl' los il~'
también invadir el campo contrario en su intento de llevar la pelota más dores y que tenía un desarrollo muy vivo y movido, como Illlll'Slra tlll
de la Inea de fondo; por ello hay quien considera el juego como una fragmento del cómico Antífanes que cita precisamente Acelll'o: "((J,l!,iá 1,1
especie de rubgy (Gardiner, AAW 235; Liddel-Scott-Jones, s.v.), si bien, pelota y disfrutaba dándo.rela a uno, e.rquivaba a otro, Je la l/11Í11I ,101m ti,.
como apunta Harris (SGR 87), en ningún lugar se nos dice que la pelota la.r mano.r y a otro de nuevo placó, gritando con e.rtridmteJ l'IIlI'J: '///11',,/1,
pudiera ser golpeada con el pie. larga, a él, por encima de él, abajo, arriba, corta, devuéltJt'ltl nm /111 ,I.!,i,'o! ,,,
El desarrollo del juego es, en definitiva, incierto en sus Uc:ld.l1\'::>, (Antífanes, fr.234 Edmonds; cE. Epicteto 2.5.17). No es de t'xrraj)ar, por
como lo es también la identificación del ejercicio en el que se afanan los que el harpa.rton reciba las alabanzas de Galeno millO t'jl'n icío
jóvenes representados en una conocida basa arcaica del Museo Nacional completo, que pone en acción buena parte de los músculos lid (lIl'rpo y
de Atenas (figura 88), ya que pudiera tratarse del epískyro.r (Gardiner, que exige de los jugadores no sólo fuerza física y agilidad tanto para dn
AAW 236; Diem 139; Yalouris 257-8, etc.) o bien del harpastón tuar los placajes como para evitarlos, sino también inte1igmda y lapa
(Patrucco 1, n. 2, con bibliografía sobre ambas opiniones). cidad de improvisación.
e) Precisamente el harpa.rtón fue el juego de pelota más popular en Por todo lo dicho hasta aquí se comprende fácil me 111 l' que (,1
la antigüedad greco-latina. Ateneo lo identifica con el llamado phai- deporte del que hablamos haya sido a menudo comparado COIl IIl1l'SIn)
nínda, en tanto que otros atores, como Pólux o Eusracio, al igual que rugby. Parece tratarse básicamente, en efecto, de un juego en d 1I111' SI'
algunos intérpretes modernos, afirman únicamente que eran muy seme- enfrentaban dos equipos, los componentes de uno de los cuales SI'
jantes. En el estado actual de nuestros conocimientos, es prácticamente pasaban la pelota entre sí, en tanto que sus adversarios intentaban arn'-
imposible precisar sus características. El nombre harpa,rMn peretence a un batársela por medio de placajes. Desconocemos, sin embargo, la
gtupo de palabras que expresa la noción de "arrebatar", de manera que del juego, si había un campo bien definido, dentro de cuyos I{mill's
la etimología del término nos indica que lo esencial del juego consistía en evolucionaban los jugadores, y una línea de marca tras la cual lk·h(a
apoderarse de una pequeña pelota arrebatándosela al adversario. Hay, no depositar la pelota el conjunto atacante, e incluso si era lícito golpear la
obstante, quienes preieren entender la palabra en el sentido de "agarrar" pelota con el pie o bien limitarse simplemente a llevarla con las mílnos
386 ,Ht7
FERNANDO GARCÍA ROMERO lOS JUEGOS OlíMPICOS
(intentos de reconstrucClon en Patruccco 33855., y en los artículos de Es indudable que, además de los juegos descritos, existilroll Olros
Mendner y Hessel). muchos, ya fueran variantes de los mencionados hasta aquí u otros dik
f) Un famoso relieve de finales del siglo VI a.c., que adornaba la rentes. Uno de ellos, cuyo nombre desconocemos, debió de (kSempl'l)ar.
basa de una estatua y que fue sacado a la luz en el primer cuarto de como anticipamos, un importante papel en la educación física y militar
nuestro siglo, sorprendió a los arqueólogos con la representación de un de los muchachos espartanos, ya que, al menos en época im¡x'rial (11
juego de pelota muy semejante en apariencia al hockey (figura 89): en el p.c.), se disputaban competiciones organizadas entre equipos ¡()fI1lados
centro, dos jóvenes, que llevan en sus manos bastones curvados en su por jóvenes de las distintas obaí o tribus (lG V.1.674687; Ludallo,
extremo, disputan una pelota en una postura similar a la que adoptan los Anacarsis 38; cf.l.3.1.1.), Aunque ignoramos los detalles conrtt:lOs
jugadores de hoy cuando se disponen a iniciar un partido; a derecha e su desarrollo, debía de consistir básicamente en el enfrentamiento <.'¡lIn'
izquierda, otras dos parejas de jóvenes los contemplan. Apenas aparecido dos conjuntos de unos 15 miembros, que intentaban apoderars<.' dl' 1..
l
el relieve, un arqueólogo griego, G. Oikonomos, puso en relación un pelota por todos los medios a su alcance,
pasaje, ya citado, de la obra pseudoplutarquiana Vida de los diez oradores Carecemos, por último, de testimonios literarios o arqul'ok),ltilOS
con el nuevo descubrimiento, ya que en él se hace mención de una que confirmen o nieguen de manera clara la existencia de jUl',ltOS
estatua de Isócrates en la que el orador era presentado en una actitud que '\
pelota en los que ésta fuera golpeada con el pie. Únicamelltl' l'l rl'lil'vl'
se designa con el verbo keretízeín ("jugar con el cuerno"). Pues bien, que adorna un vaso ático (figura 90) representa a un jov<.'ll qlll' hau'
Oikonomos supuso, y su sugerencia ha sido unánimemente aceptada, botar la pelota sobre su muslo, con buen estilo. En (Ju~ WllIl'XW d('ll('
que tal término se refiere a nuestro juego, como alusión a la parte curva situarse tal escena no podemos saberlo, pero es opinión gelll.'ralizada 1]11('
dd bastón, la cual por su forma recuerda a un cuerno y quizá estuviera el ejercicio representado no pertenece tanto al ámbito deportivo lOlllO a la
hecha de este material. esfera de los juegos malabares, en los que el empleo de pl'lo(as ('l'iI
Las semejanzas con el hockey han llevado a Patrucco (p. 343ss.) a frecuente,
posrular para el juego griego unas reglas muy similares a la que rigen el
deporte moderno, con la diferencia de que el objetivo de los jugadores
sería no introducir la pelota en una portería, sino sencillamente llevarla ., BIBLIOGRAFÍA
m;is allá de una línea marcada, tras el campo del rival. No obstante,
dado que nuestra información quda reducida a la interpretación del J. Ddande, "Le football a travcrs les ftgcs", U¡C IX I (),io. ,in') 1,1;
relieve ateniense, todo lo que se diga sobre la regulación del juego es J. Delorme, "Sphairisterion et gymnasc á Delphcs, il I klos l'(
incierto, y no es siquiera seguro que se trate de un depone de equipo HCH CVI 1982, '5373; F. Garda Romcro, "Sobrv al,ltllllos ll:nllIIlOS
(como sostienen, entre otros, Patrucco, Weiler 21 Gardiner, AAW léxim dd dcportc", HllfflerJdjt: {( Luú Gil, Madrid 11)l)2; L. (;rlllldd,
~27, con dudas al respecto, ete.), ya que la actitud de las dos parejas de "Griechischc Ballspieh/', AA JI)2'5, HIP)'5; E. Ikssl'l, "Das Spil'l PIIí\t
júvenes (Iue aprecen a uno y otro lado parece sugerir que están aguar- nilldaHarpastum", GYII/tltl.rilll" LXVII I ()(lO, 22(1; II.M. Ll'l" "At
dando su turno para jugar, no que participen activamente en el juego; cles ami d](: Bikini Girls fmm PiaZl.il AfIlll'ríllu". SI"dl"" X I()H, 1,
sería, en tal caso, un ejercicio que enfrentaría a dos jugadores individual- IÍ '576; S. Mcndller. /JllJ 13tfll.r/Jit'¡ 1m LdJN/ do' V¡i¡J11'I'. MUIlSll'r 11)")(1;
11l<:nte, no a dos conjuntos (cf. Harris, SGR 101; Yalouris 2589, . "Das Spid Phalllilldallarpastlllll", (/YIf/ll11.l'11I1II I.XVI 14)W.
etc). ") 17-21\; D. Nírkd, "Hin Ballspil'¡ illl llm'il tll'S Anzt's. Bl'mrk~(,1I
~H HI')
EERNANDO GARCÍA ROMERO LOS .1111'( i()S 01.1 MI'l< ( )S
--------------------
ZlI Galens Schrift 'Ueber die Uebung mit dem klcinen Ball''', NTM XIII 3,12. OTROS DEPORTES
1<)76, 77-81; A.M. d'Onofrio, "Un programma figurativo tardo antico.
Lt' basi ateniensi con Ballspielszenen riconsiderate" , AlON(archeol) VIII Aparte de juegos infantiles que revisten cadcrt'r competitivo t'lI
I ()g6, 175-93; M.N. Tod, "Teams of Ball-Players at Sparta", ABSA X mayor o menor grado, otros muchos ejercicios físicos l'Ompletall d
1<)0,-4, 63-77; id., "Three new Sphaireis-Inscriptions", ABSA XIII extenso y variado panorama del deporte griego, desdl' modalidades
I ()()6-7, 212-8; E. Wagner, "Hockeyspiel im Altertum", Phifologus cm locales como los juegos taurinos de Tesalia (cf.1. 1. 1) hasta otras dl' lIl¡ís
I () ')<), 137-40; id., "Kritische Bemerkungen zum Harpastum-Spiel", amplia difusión que muy dudosamente pueden catl()~rse 0l1l10
(,YII/ftasium LXX 1963,356-66; A.M. Woodward, "Sorne Notes on the deporte, caso de las peleas de gallos (figura 92; cf. J. DUIIIOIl!, "¡,t'S
Sparrans Sphaireis", ABSA XLVI 1951, 191-99; N. Young, "Did the combats de coqs furent-ils un sport?", PaNas XXXIV 19HH, ,;;-;1-1). El
(;l'(.'eks and Romans Play Football?", Resean'h Quarterly XV 1944, prestigio de los Juegos Olímpicos hizo que los demíls tt'stivaks '1Ut'
) I () 16. '1 comprendían certámenes atléticos tendieran a organizarse a jlJa~'I\ y
I
semejanza de ellos, incluyendo en su programa las mismas pful'has al 1(;-
ticas y ecuestres, aunque con algunas diferencias impuestas por las nlt,H
terísticas propias de cada festival y cada localidad. Así, ('11 las
competiciones de índole efébica, como es lógico, se disputahall, adt'lIl;ís
de las habituales, otras pruebas en las que los j6venes podíall IlIOSll';lf Sil
preparación militar, tales como el combate individual ('011 afilias, l'l IÍrll
con arco o el manejo de la catapulta. Precisamente de las dos prillll'ras
vamos a ocuparnos con mayor pormenor, ya que SOIl dl'strilas por
Homero como parte de los juegos fúnebres en honor dl' Patrodo, si
al menos en época histórica, nunca formaron parte del prowallla 011111
pico, quizá por aquello que dice Laodamante en Odi.te?l R II¡ 7 H: "uo ¡,,, V
mayor gloria para un hombre mientras viva que la q"e h,'ya UHlJt'p,llltlo /1111
sus pies y .rus manos", sin necesidad de instrumento adicional <11.1-\\1110,
\'JO WI
FERNANDO I;A!UIA I{()MU{t1 11 l~ .IIIH ,C l~ C11lMI'J( I)~
-~'" -~.,
t'1 11 iUII I ll'IJ(' 1.'11 drwllstanóas I.'xCl.'póonalcs la hoplomaquia (figura JU adz1erJiJtú" le rú.r¡;III' 1,1 l'it'l/ln' ti Irtll'éJ dt' Id tlrl1ltu/¡ml .Y litl/:,tl lirll/II"
!)~ adquiríl) G\f¡íner agonístico, En primer lugar, está bien atestiguada negra sangre", Ayantc Telalllonio y J)íOl1cd~S uHnhatl' UlII dt·lluedo.
,ti pn's{'mía en juegos funerarios, tanto en época mítica ([líada hasta el punto de que sus compal'leros, temiendo por la illtegridad lísi( a
.) tH Ilss., dondl.' Ayante y Diomedes se disputan los premios que ofrece del primero, piden al juez del combate que lo haga cesar y Wlltl'díl ti
Aqlliles) como en época histórica (Ateneo 155a: en 317 a.e. el soberano ambos igual premio.
llIó1ll'dollio Casandro hizo que cuatro de sus soldados combatiesen Cómo se deteminaba el vencedor en las competiciones de ('pm a
OIrlllados emrl.' sí en los funerales por el rey y la reina de Beocia; cf. helenística lo ignoramos, pero, dado que su finalidad primordiall'Ollsislfa
Heródoto 5.8, que comenta la existencia de tal costumbre en mostrar a los ciudadanos las habilidades de los efebos y estimular el
('11m' los tracios). En ese contexto, el combate con armas entre dos ardor de éstos, difícilmente se trataría de un espectáculo dClllasiatlo
~Il'r(os SI.' interpreta como resto de un antiguo rito, ya sea una ordalía cruento. Se ha sugerido el empleo de algún sistema de pumuacüíll, pt'l'tJ
para desrubrir al asesino del muerto, ya como última huella de extintos nada nos es posible decir al respecto. Puede añadirse, fin<llmctHl', qm'
humanos (cf.1.1 y 2.1.1), ya como recuerdo de una época en Alejandro Magno consideraba preferibles, antes que otras wmpetidolH'S
la (1 11l' los duelos individuales, particularmente entre los adalides de los atléticas, los combates con simples bastones, no con armas (PILuilrw,
l'j(;rcitos en lucha, decidían la batalla (véanse los cantos 3 y 7 de la llíada Alejandro 4; cf., sobre ellos Poliakoff, Combat Sports in Ihe A/lríe'lI/
ti, l'n tiempos históricos, Heródoto 1.82).
World, Yale 1987, 64ss.).
En segundo lugar, durante la época helenística diversas ciudades
or¡.;allizaron competiciones en las que los jóvenes que hacían el servicio
3.12.2 El tiro con arco
11Iililar dl.'mostraban su destreza en las artes bélicas, y entre las ptuebas
qlll' SI.' disputaban aparece la hoplomaquia (las Teseas atenienses son Algo más abundante y precisa es nuestra información accrca (te l JI rOl
el festival de mayor renombre entre los que acogieron tal disci- modalidad deportiva, el tiro con arco, también presente en los hOIllt-riUls
plimd. El combate con armas, en efecto, desempeñó un importante papel juegos en honor de Patrodo, pero ausente de los grandes festivaks í1Il(o-
('11 la formación militar de la juventud ateniense y su enseñanza quedaba ticos de Grecia.
a cargo de uno de los más destacados instructores, el hoplómaco, que se La importancia del arco y las flechas como armas de caza y J.l,IIl'ITiI
ocupaba tanto de enseñar a los jóvenes el correcto manejo de las armas desde los tiempos prehistóricos no necesita de mayores precisiolll's; ('11
(01110 de instruirlos en las tácticas de combate (cf. 1.3.1.2. y 1.4.1.2). consecuencia, no es de extrañar que quienes fundamentan sus teor{as
(:uriosameme, a juzgar por el testimonio de Platón (Laques 182e y ss.), sobre el origen del deporte en el entrenamiento con vistas a las ¡ttlivi
l'1I Esparta la hoplomaquia no se consideraba un ejercicio importante en dades básicas para la subsistencia humana, hayan destacado el papel (1(,'
la preparación para la guerra, ejercicio que ahora nos ocupa (cf. W. Eichel, "El desarrollo de los ejl'n i-
Las reglas que regían las peleas nos son desconocidas. Por la cios corporales en la sociedad prehistórica", y G. Lukas, "La eduralÍtill
descripción de Homero y por las inscripciones efébicas sabemos que los corporal y los ejercicios corporales en la sociedad prehistórica", así COIllO
wmbatientes portaban armadura completa de hoplita: escudo (pequeño H. Ueberhorst, "Teorías sobre el origen del deporte", trabajos todos ellos
y redondo o grande y oblongo), coraza, yelmo, grebas, lanza y espada recogidos en el tomo XV 1973, de CAP). No obstante, los griegos de
larga () corta. En los juegos en honor Patroclo, Aquiles anuncia que época arcaica y dásica no valoraron excesivamente la función de
prodamar<i vencedor "al primero de los dos que alcance la hermosa piel de tropas de arqueros en las batallas (no entraban en el combate cuerpo a
W2 .'9j
1'1'11 NA NI)( 1 (;/\1((.1/\ IH IMI:J(() I O!\ JlI',C~ I1I 1M!'!! CJ~
tUl'rpo, donde un guerrero podía demostrar su valor), de manera que post ulotr rOIl ganll JI fas la ('xisll'mia de hl¡[m os 11 "ís si Illilarl's a los
t'srahan habitualmente formadas por soldados mercenarios, especial- qUl' Sl' adoptall en d dt'lmrtl' l11oderno, a juzgar por los elllPlcados para
1111'llte crerenses o escitas, célebres por su destreza con el arco. Sólo en el ti lallzamiento de jabalina, escudos fiíados a UII pOSIl', lUyO u'lIIm
IV a.c., cuando cambiaron notablemente las tácticas bélicas y aparece marmdo por una guirnalda de flores (d. .)/í Y la figura 'iH), A
cohraron mayor importancia las armas ofrensivas de largo alcance, los este respecto nada puede deducirse de la anécdota que Di,ígl'lws l.acl'do
arqll!:ros fueron más estimados y el tiro con arco entró a formar parte del atribuye a su homónimo Diógenes el dnico, el nml, al ver a UII anlllero
enrrenamiento de los efebos de manera sistemática (cf. H. Lammert, arto torpe, se sentó junto al blanco, en la idea de que 6e era d lÍniw lugar
"Toxótai" en RE Sup!. VI.A2, co1.1853-5). Son precisamente las compe- dnde estaba a salvo de ser alcanzado por sus flechas (Diógl'lws Lm'njo
ticiones efébicas (si prescindimos de un par de vagas alusiones en 6.67; la misma ocurrencia atrbuye a Sócrates Ibn Hindu en sus SmIC'tl-
Píndaro, Nemeas 6.26-8, y TeócrÍto 24.107) las únicas que atestiguan la cias GriegaJ; cf. Strohmaier, "Antike Randnotizen ZUIll Sport". 1),,1
existencia de pruebas de tiro con atco de carácter competitivo. Las A!tertum XXI 1970, 27-29, no. 7).
inscripciones, en efecto, documentan sobradamente tanto su frecuencia Así pues, las pruebas de riro con arco habituales, tanto <:11 la {piUI
(( 11110 su extensión geográfica, pues la prueba aparece mencionada, a homérica como en las competiciones de efebos, consistían ell dispal'ílr
partir del siglo VI a.c., en muy diversas localidades, desde Asia Menor sobre un blanco, probablemente varios tiros (al menos los jóvelles qll('
(Trales) y la costa norte del Mar Negro (Olbia) hasta la Península Balcá- aparecen en el vaso citado son representados, de pie o agachados, m d
(Larisa) y Tracia (Sesto), pasando por las islas del Egeo y del Jónico acto de volver a cargar el arco tras haber lanzado ya una flecha) y la das¡
« :l'OS, Samos, Teos, Cordra). No en vano al menos durante un cierto ficación se establecía de acuerdo con la puntería demostrada por ulda
(it'lllpo se ocupó del adiestramiento de los efebos un instructor espedali- concursante (Patrucco, p, 368, sugiere la existencia de algún SiS{('Ill11
en el tiro con arco (el toxótes). puntuación; cf. también Weiler 197). Podía haber, no obstan/l'. varia
La más pormenorizada descripción que poseemos de una competi- ciones con respecto a ese esquema. En primer lugar, siguiendo toll las
non de tiro con arco procede, una vez más, de los poemas homéricos competiciones en las que se trataba de demostrar la puntería, ell los
(/lítJda 23.850-53). Aquiles hace atar por una pata una paloma al poemas homéricos se menciona otro concurso de tiro con arco dOlld(' SI'
m,lstil de una nave y establece que obtendrá el primer premio quien juega algo bastante más importante que los premios que ofren' Aquiles
alcance a la paloma y el segundo quien acierte a cortar el cordel con la en ltiada 23. En el canto 21 de la Odi.rea, en efecto, los prett'ndil'llIt,S y
flecha (más detalles sobre los promenores de la prueba se señalan en el propio Odiseo, disfrazado aún de mendigo, compiten por conseguir d
1.2). Así pues, al igual que en el deporte de hoy, se establecía una clasifi- derecho a casarse con Penélope (figura 94). Sólo el héroe del poema logra
cación de acuerdo con el mayor o menor acierto de cada arquero, según tensar el arco y realizar con éxito la prueba, que consiste en atravesar lOlI
su flecha atinara más o menos cerca del blanco, como pudiera confirmar la flecha doce hachas puestas en fila. Cómo debían ser "atravesadas" las
una inscripción de la isla de eeos (Syll. 3.958, del III a.c.), en la que se hachas es cuestión discutida, pero, si prescindimos de hipótesis
mencionar premios para el primer y segundo clasificados. Un vaso del lescas (como atravesar el metal .rtrictu sen.ru), dos son las propuestas Ill,ís
siglo V a.c., conservado en el Museo Nacional de Nápoles, muestra a verosímiles: los competidores debían intentar hacer que la felcha pasara
tres íóvenes disparando sus flechas sobre un blanco aún más peculiar que por las hachas alineadas, bien a través del aguíero de la
la paloma homérica, pues se trata de la imagen esculpida de un gallo que donde se introduce el mango cuando el instrumento va a ser usado, hil'"
se alza en lo alto de una columna (d. Patrucco 368). No obstante, se por entre los anillos de las extremidades, de los males se colgaban las
W4 w.,
FIiRNANI)(1 (¡AlU lA ROMI:RO l~ 1I'(.~ (1IIMI'IC (l~
liól( has. Se trata, en todo caso, de una prueba de excepcional dificultad, lillil.l()(; R A11íA
awrdt', por supuesto, con el valor de la recompensa que aguarda al
v(,lIlcdor. .J. B(:rard, "Le WllUlurs tI(, rafe dalls ],OdySl:l' " , une,' LXVIII
.IUIl ro a los arqueros de a pie, formaban parte de los ejércitos 1
)')'),1 1 11; P. Braitl - D.D. Skillllcr, "Odyssnls ¡¡lid lhe Axl's;
griegos tropas de arqueros a caballo (Tucídides 2.13, Lisias 15.6; d. 110lllerÍl Ballistir Rl'l'OlIstrunl'lI", (,~1itN X X V 197H, ') ')- ,)H; W
Arist¡)hllles, AlJe.! 1179, y Heródoto 4.46 y 9.49, sobre su presencia Burkert, "VOf1 Am<:nophís 11 zur Bogcnprohe dcs Odyssl'lIs", (,'H I
elltrt' escitas y persas respectivamente). Platón tampoco quiere prescindir 1.)7,~ 61.)-7H; J. Calvo, JI/eX(JJ de "it1(J,! en Id ('Yl!ci" ImliXII,', BandlJlltI
dc I ales guerreros en su ciudad ideal, e incluye el tiro con arco a caballo II.)H2, tesis doctoral inédira; E. Slhmidt, SIJielzml!, IIIItI ",,,idl' di'" l\illdl'l'
¡'II d l'lltn:namiento al que deben ser sometidos los jóvenes de ambos im klaJJixchen Altertllm, Meiningen 11.)71; E. von Stertl, "1 kr Pj('ils( hl~s
sexos, bajo la supervisión de un "arquero cretense" que los instruya en el des Olbiopoliten Anaxagoras", OeJh rv 11.)01, ') 7 (jO,
mant'jo del arma con las dos manos (Leyes 795b-c, 8l3d-e, 834d). El
IUildador dc la Academia habla de "rivalídad y competición" entre los
IOVC'IIVS lJue realizan su preparación militar, pero no sabemos con certeza
\')(,
\1)'
1,( IS .1111(;( IS (lI.1MI'II (IS
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FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS
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104.2. l. lJifuJ'ión del deporte, profesionalismo, 3.1.4. Lampadedrom{a; "c':arrera del racimo";
asociaciones atléticas 153 Maracól1 2,1H
104.2.2. Criticas 162 Bibl ¡ografía 2"i(,
Bibliografía 171 3.2. EL SALTO 2"iH
Bibliografía 271
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FERNANDO GARCÍA ROMERO
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1. Fresco de Cnoso. Museo de Iraclio. Ca. 15001450 a.e. 1 bis. Esquema del salro de l roro (según Álvarez d<.: MIr.llld.1) .
2. Rirón de Cumasa. Museo de Iradio. Comienzos del segundo milenio a.e.
3. Sello de Preso. Museo de Tradio. . I (, ()() - j ·íoO a.c.
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I() , ( .I r r~ ·ra$ de l a rros' Esrela funeraria micénica. Arenas, Museo Arqueológico 1 1. Juegos en honor de Parroclo. Vaso de Sófilo. Arenas, Musco 1\1'1 ¡i H '( 11 ,)1' 1\11
N.I'''1I1.d. e l. 1600 . Nacional. Ca . 580570 a.e.
1 ) ,1! t'~() ~ en honor de Parroc1o. Vaso Fran<;ois, obra del pimor Clirias y del alfarero 13 . Carrera de carros en juegos fúnebres. Crárera del Dipilón. Arenas , Musl:o An l"e" l"
I 1I' II11rntl . Florencia, Museo Arqueológico. Ca. 570 a .e. gico N acional VIII a.e. (Forografía: J. Srorch de Gracia).
15 , Basa de un m onumenro conlllem orarivo por una vicroria en la tI :II II ,' I"II J> 1
Arenas, Museo de la Acróp olis. Ca . 330 320 a.e
11 N"", 1'1( 1' ",,i'lIlos(' para el hoxeo y pcdmriba. Londres , Museo Briránico. Va ,e
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27. Prepararivos de la carrera de carros enrre Pélope y Enómao. Fronr6n eld Ir' lIl l'l" ti!
Zeus en Olimpia. Museo de Olimpia . 472 a.e. (según la reconsl ru ct illn ti, 11 11, 11
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37. Carrera de fondo . Ánfora Pana renaica. Londres, Museo Brid Jli co. n~ ,1 (
38. Carrera de hopliras: corredor en disposición de romar la stl li Lb , ÁUI Il Io I 1"1111111 111111, 1
Arenas , Colección del Horado de Anrigüedades. Medi ad()s del IV ,\
39. Salida. Esraruilla de bronce. Museo dc O lí ll1!lHI (.1 lH II.\
1~ (! I ,ti " 101 ,1 ' 1I, I,xioli '·¡ A I11 " 1.1 .tI. 10 11"11 \1' ·h 1,1 (l . l ,~
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43 . Halrcra de mármol del lacedemonio Acmácidas. Museo de Olimpia. Ca . ';';0 'í J'
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5 1. Quima fase de lanzamienro . Copa del pimor Onéslmo. B0SruJl, Mu,, 'uII I , ,, 1 1'01
Arts. Ca. 500-480 ae.
52. Sexta fase de lanzamiento. Mitón , Discóbolo . R oma, M.USl;O d I: I. l ~ l.,1' \ i ~ 1 "1 '1
marmórea del original de bronce de mediados del V a.e.
53. Sexta fase de lanzamienro . Discóbolo Ambelokipi. Atenas, I\III '.\'II 1\"1'" dl.,/.,.
Nacional. ¿Ir p.e.)
<l50. Cuarta fase de lanzamiento . Vaso del pintor Olro. Nueva York, Merropolitan
Museum. Finales del VI a.e.
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II! ti" inicio . Basa de estarna, Atenas, Museo Arqueológico Nacional. Ca, 510
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61. Lucha en las Panateneas, Pimor de Andócides, Berlín; St<1 ar.li dlC: M I ~ ~ " !1 1111 111111
cuarro del VI a,e.
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,',·, nll," prohibidas en el pancracio. Lond res, Museo Brirá ni co. Ca. 500-47 5 75. Lu cha en el suelo (alíndeJis) Florencia, Uffi zi. II a.e
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89. Juego llamado kel,etízein. Basa de esrarua. Atenas, Museo ArquC'oJ (í¡,; ilO N:II II/II,1 1
Ca. 510 a.e.
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')11 I llIt' o\' 1I1l prolcdcnrc del Pireo. Atenas, Museo Arqueológico Nacional. Primera 91. Ganimedes jugando con el aro. París, Louvre. Ca. 500-490 a.e.
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92 . Pelea de gallos. Museos Varicanos. Finales cid \I~ l l ' V t' ': I
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