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1;, ( , (: I () N: E S T U DIO S O R 1 E N TAL E S FERNANDO GARCÍA ROMERO

Director: G. del Olmo Lete


--------5----------_____________

LOS EGOS
OLIMPICOS
el deporte en Grecia
y

HHNANI)() (jAHc:lA ROMERO


IlI)I'IllHIAL AliSA
1r!.1t 111
HO SABI>~.,
.1(, (,U!'I'('{lS, 101

N M'I Hld!'J H I /
Wal'{l,lollal Spaill ~
I."~ 11 11.. //(, ')! Editorial AUSA
11111' (111 Sabadell
"no hay mayor gloria para un hombre
mientras vi'va que la que haya conse-
. y sus manos "
con sus pzes
(Odisea 8.

"porque superior a la fuerza de hombres


l' cabtdlos es nuestra sabiduría»
'lelZófanes de Colofón, fr. 2.11-12 \\/('51)

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~ f
,
CAPÍTULO 1

EL DEPORTE GRIEGO:
CARACTERÍSTICAS GENERALES
Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA
1.1. CRETA Y MICENAS

HACIA EL FfNAL DEL TERCER MILENIO a.c., la ¡,la


de Creta, aprovechando su favorable situación geográfica, se convierte en
el más importante centro cultural del Egeo. Los grandes palacios de
Cnoso, Festo, Maliá, Hagia Triada, Zacro, fueron el núcleo de una civili-
zación que, si bien influida por Egipto y Oriente, con quienes mantuvo
relaciones comerciales, supo crear una cultura propia e independiente e
irradiarla por el Mediterráneo Oriental durante casi un milenio.
Hacia 1700 a.e. los primeros palacios sufrieron una violenta
destrucción, a causa probablemente de un terremoto. Fueron, no
obstante, rápidamente reconstruídos y dio comienzo entonces el período
culminante de la civilización cretense del segundo milenio, hasta que,
poco antes de 1450, la gran erupción del volcán de la isla de Tera preci-
pitó su final, al quedar Creta sepultada por las cenizas y su costa septen-
trional arrasada por la violencia de las olas. Únicamente el palacio de
(:n050 fue rl'ronstruído, y ello por obra de los griegos del continente, que
aprovecharon la situación para conquistar fácilmente la isla. Hacia 1380,
ya fuera por displIras illc('stinas l'ntn: los propios griegos ya por un levan-

')

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f'liRNANDO GARCÍA ROMERO _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _[_'(_'S_'~I'(; lS (l!.lM!'!! Il~

1I11('I![O de la población no griega sometida, el fuego destruyó de que nos proporcionen alguna luz sobre olros telllas illlponalllCS, lomo l'S
.1111'1''' ddillitiva el palacio de Cnoso y marcó el final de la cultura el caso de la posible relación entre las actividades deportivas de los
C'1('IISl', Imo no afectó, sin embargo, al poderío micénico, que se cretenses y las de los griegos posteriores, Así, en tanto que algunos
I.UIl IIVO l'U auge durante un par de siglos más, hasta que se derrumbó pretenden encontrar en Creta el origen del deporte griego (Glotz, Sake-
1('11 !,or illvasiones externas bien por un proceso de disolución interna. llarakis, Ridington, Popplow, Renfrew con reservas), Otros niegan
La illlagm que los hallazgos arqueológicos permiten hacernos de la completamente tal posibilidad (Gardiner, JüthnerjBrein, Howell,
IVlh1¡[11111I Illi!loica refleja una vida notablemente pacífica, ajena a la Pattucco), mientras que otros estudiosos (Harris, Weiler) mantienen una
!.IWl'ra y libn' de agitaciones sociales, organizada en torno a los grandes prudente reserva ante la ausencia de datos, a nuestro juicio la postura
I.da( IIIS, '111t' 110 <:sraban rodeados de murallas, pues su dominio del mar más acertada, aunque también la más fácil y menos comprometida y
:'1<1 ... lIlíl i('lIlt' pWIl'cción para los cretenses contra los ataques externos. arriesgada,
I.os palacios y construcciones adyacentes eran, en efecto, el centro
adlllillislnuivo, \"wnt'Jl1lico y religioso de cada región y sus innumerables
(·...I¡1I11 li['" ('slahall decoradas con grandes frescos y otros adornos, que nos
1.1.1. Juegos del toro
111111',>11';111 [111 modo de vida cómodo y refinado y a hombres y mujeres

.I,·.. ,·, ....os d(· disfrutar de la existencia, amantes de las competiciones Han sido los juegos del toro las formas de ejercicio físico de la Creta
d"I'41l'1lvas y olros espt-ctikulos (pues, efectivamente, también las mujeres del segundo milenio a.e. que en mayor medida han centrado el interés
I,'III¡III ¡[(IIVa panicipaci('m el1 los espectáculos, tanto en calidad de espec- de los estudiosos del deporte. Es, además, la actividad deportiva mejor
[".1111.1\ '''"111 1'11 1¡¡lidad de actuantes). documentada con mucho; sin embargo, pese a la gran cantidad de repre-
I )¡Idll 'IUl', a l:tlla de testimonios escritos (los textos en Lineal B sentaciones en frescos, vasos, relieves, terracotas, bronces, sellos y anillos,
11.1.1.1 1111S .1111'11 iHl'rCI dd deporte cretense), nuestra única fuente de siguen siendo numerosos los aspectos poco claros, no solamente en lo que
Udollll,j( 11111 SOIl los hallazgos arqueológicos, no podemos obtener una se refiere al origen, carácter y significado de tales juegos, sino incluso CIl
1,.lItOI.IIIII( ,1 wlllpkw de las anividades deportivas y su significado para lo que respecta a la manera de ejecutar el salto sobre el animal.
I.. ~ 1llIlIlhn's dl' la ,lIuigua Creta, de manera que siguen siendo numerosas Arthur Evans, basándose sobre todo en el gran fresco del palacio dl'
1.1\ "ttdas y (OIl¡t'llIras al respecto. No obstante, en lo que sí hay unani- Cnoso (figura la) que muestra a un joven apoyado de manos sohre el
IllIdad ('S 1'11 d n'(()[lOlilllicllto de la importancia de las manifestaciones lomo de un enorme toro, a una muchacha que ase el cuerno del animal y
d('l0rvi~ ('11 la vida (k eSIC puchlo, habida cuenta de la sorprendente a otra de pie, tras él, con los brazos extendidos hacia adelante, oi'n'l ¡tí
In'! 111'111 ia 1011 qUt' los l·¡t·nilios físicos aparecen representados en una interpretación del salto en cuatro fases (figura lb): el atleta ase por
1'"!lIra~, l'~( uhuras, sellos, ViISOS, t·tL, en mayor número que ninguna los cuernos al toro t¡ue corre hacia él, aprovecha el impulso que fl·(ihe al
tilia ¡[! 1ivida.!, Adt'II1:íS, la IIlUI hedllll1hre de l'spenadores qUl' figuran en sacudir la cabeza el animal para aterrizar sobre el lomo y de ahí pOl1er d
IIIS In'slos (tlllll'llIplalldo los l'slx'u;¡n!los n'lTcativos o deportivos parece pie en tierra (ayudado por la muchacha que extiende los bmzos).
lodílOlI' qlll' éstos 110 l'mll lOsa de una lIlilloría, SillO qUl' estaban abiertos Esta explicación (con sus cuatro fases completas o bien n:ducidas a
a lOdo d pueblo. tres, dejándose caer el atleta directamente al suelo, sin pasar preVialllellll'
1\11 lo qlw n'SIll'tW atada depol'll' t'l! panilltlar, los /t'SliI1l0Ilios SOIl por la espalda del toro) ha sido luego repetida y aceptada a Illl'lllldo,
11 IIIl'owlo illl ttlllpl('l\)s 11 illllhi}o\lllls, y lílrl'lt'IIIOS lasi IIIlillnlt'llIe dl' dallls pero son también muchos quienes consideran tal ejercicio físiulIllt'llll'

10 11
FERNANDO GARCíA ROMERO LOS OL!MP!C()S

11'4I'.ihlt', opllllon que apoyan, al parecer, los profesionales del rodeo Igualmente controvertido es el tema del origen y significado de tales
'1'''IIi'ados, entre otras cosas, dicen, por el modo de embestir el animal, juegos: ¿tienen su base en el ámbito religioso, en algún tipo de rito, o bien su
H' 110 ('S IIllllta de abajo arriba, sino lateral, de manera que no podría carácter ha sido siempre profano? ¿la posible significación cultual se conser-
IIPlllsar al atit'ta hacia su lomo. No obstante, la historia del toreo vaba todavía en la época en que se datan las representaciones figuradas que
.pal)ol propurciona abundantes ejemplos de arriesgados saltos sobre el han llegado hasta nosotros o bien no era ya más que un simple espectáculo?
,m qul' J'('quil'ren de sus practicantes asombrosa agilidad, destreza y Como hemos señalado, los datos más o menos firmes en que podemos
alm ("salto del trascuerno" , "salto sobre el testuz", etc.; cf. ]. M. de basarnos son escasos, de manera que se comprende bien que las explicaciones
tI,~il /,1/,1 111/'11,1: Inltado técnico e histórico, Madrid, Espasa Calpe, 1943 que se han dado al problema del origen y función cultual o profana de los
ss., VIII. 1, p, 77755.), de manera que no podemos negar a los cretenses juegos del toro cretenses se apoyen en gran parte en conjeturas y analogías
'r,lIli\ as sl·llIl'jalltl's. Se han sugerido, sin embargo, otras interpretaciones con actividades supuestamente semejantes (nuestras corridas, naturalmente,
lill'f!I;IIIV;¡S. Así, Chadwick (pp, 25-27) piensa que las equívocas posi- han sido un paralelo a menudo sacado a colación).
1\ 1111'S d(' los l'jnlltantl's en las representaciones que conocemos se deben Ya a principios de siglo, Reichel, consideraba los juegos del toro
I la ¡lit apa( idad del artista para representar la perspectiva y que el sencillamente como una evolución de la costumbre de cazar toros salvajes
Iqulrll' ddlla tOllsislir <:11 l'xcitar al toro para que embistiera y entonces el por parte de los campesinos, práctica arriesgada, pero indudablemente
,llil'liI, ('11 \,1 IlHllIll'IJ(O prl'ciso, saltaba haciendo que el toro pasara por necesaria, ya que los animales se convertían a menudo en un peligro,
'iIllI, bl a ('xplical Üíll, 110 obstante, choca con la mayoría de los testl- como reflejan, por ejemplo, los mitos de las hazañas de Heracles y Teseo.
1111111111\. 1'11 los t¡III' St' mu<:stra claramente un contacto físico del atleta Esta explicación es tenida en cuenta por Evans y aceptada por Gardiner,
11111 d '1I11111al. quien recuerda testimonios de la época (las copas de Vafio) y costumbres
()lrIlS illv('sligadores, partiendo de un minucioso examen de los similares vivas todavía en Tesalia posteriormente, como veremos poco
.111. IIIIII'III'IS ar'lllt'ohigilOs, distinguen entre varios tipos de saltos. Según más adelante. El origen profano de los juegos ha sido defendido con
YlIlIlIgn, d afil'la pod!a saltar sohre la l'spalda del toro acometiéndolo especial tenacidad, frente a la opinión mayoritaria, por un gran cono-
1.llt'1,tllllI'l1l1· I'tll' 1111 l1alllO () bit'n l'ncadndolo de frente, pero con la cedor de la religión griega, Martin P. Nilsson, en diversas obras" Para él,
,1\,11.1" d~' 1111 Ira 111 poiill (v{:aSl' ramhién al respl'cto el reciente artículo de no se trata de representaciones sagradas vinculadas a un culto al toro
Thl'~I), 1'111' Sil panc, I lowdl, tras un estudio muy completo, dife- (cuya existencia ha sido muy discutida), sino de un deporte secular y
11'1111" ('1111'1' los salios <¡Ul' se practicaban <:n d campo, en los que se podía enormemente popular. Hay finalmente quienes, como F. Matz, han
,1' 111111'1 I '1' al (IU"O por los llantos () por detnls o bien agarrarlo por los pretendido tender un puente entre lo profano y lo religioso, al sostener
1It'l~ y ""har I lIalldo el anilllal se <:ncolltraha tranquilamentl' echado, y que la captura de toros en el campo tenía como fin no tanto su doml'sti-
1t~ \alrt~ 1l;t~ pdigroslls dI' los juegos oficialt's, representados claramente cación o la liberación del peligro real o eventual que suponía el toro, sino
1'11 d fn'slo dl' (:IlIlS0 y l'll OIWS IlHllhos dOlllll1ellfOS, l'1l los (llI<: el arll'ta sobre todo la obtención de animales para el sacrificio, mientras que Vera
1'111 ;11',,1,;\ al (oro y sallaha sohrt' d hasla all'rrizar dl'lr;ls. No obsntlll<:, Olivová, aun admitiendo que el origen de los juegos del toro palaciegos
Ililwdl, (\111111 IIItH litiS tlt' I llantos St' han IKllpado !'l'( it'Il!l'!nt'llfe .Id hay que buscarlo en la caza de toros salvajes, considera no obstante qUl'
jll'tlhlt'llla. (ilflduYI' qut' (011 Il'S( illlolljoS dI' las tt¡('adIT{SI iUIS dI' los qlte tal práctica llegó a adquirir una forma ceremonial y un sentido cultual,
pilt'I~ nada p\lt'dl' afll'lIlarSl' rol! st',l~Irida y los salioS U't'!t'IlSl'S sohre dada la conexión de la Diosa Madre cretense con el mundo animal y
d 101'0 Sl',~1I inj(l sit 'lit 111 o!ljl'llI dt, ('sPt'( 11 la( jOIlt'N, particularml'nte con el toro.

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I'I](NAN\)() (;A!lClA I\OM¡;¡¡O l' ¡" JlII! ,I)~ I )IIMI'U el"

La opini.íll mayoritaria, sin embargo, tiende a afirmar el origen reli- Prueba de todo dio sería el Illínwro elevado de 1I1l1jercs quc ilJI('/'viellt'lI y
gioso de los jllCgoS, pero con discrepancias en dos aspectos importann::s: si el exagerado tamaí'io dd toro, sus cuernos y su sexo ell las repn'Sl'IIW-
IlIs lazos rilllaks se mantenían todavía vivos en la época de los palacios Clones,
<1 )it'lIl. Ilowdl, Popplow, etc.) o si el antiguo rito se había convertido En suma, los problemas que plantean los juegos del toro, rOlllo casi
por ,'111011U'S ('11 un espectáculo, desligado ya de sus orígenes cúlticos todo lo relativo a las actividades deportivas () recreativas de los lTetl'IISl'S,
(Mallt'll. I':valls, Álvarez de Miranda, ete.); y, en segundo lugar, no hay distan mucho aún de estar resueltos y una solución definitiva sení dif'(1 iI
a. IlI'rdD a la hora dc rom'retar en qué consiste exactamente ese nexo con de alcanzar con testimonios de las característÍLas de los que pOSt'l'mos,
d ,I¡JIO, qlll: tipo de riro está en la base de la actividad que los monu- El origen de los saltos sobre toros, algunos han pn:tel1dido hallarlo,
1IIt'II10S nos IlHll'str¡¡lI. como se ha indicado, en la captura de toros salvajes en el rampo, pnln inl
Malfl'lI, y WII él Diem y otros, hacen remontar el origen de lo que, documentada por diversos sellos y sobre todo por dos tazas de oro, (Id
('11 Sil Opilli')II, ('ra ya un juego en la época de los palacios a antiguos siglo XV a,c', encontradas en Vafio, no lejos de Esparta, íKtuallll('IJ!"
~;" rifí. ios 1IIIlllanos en honor de la divinidad (concebida como un toro), sitas en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Una de ellas repn'-
d., 11I.III('ra qUl' los hombres destinados a ser sacrificados (quizá al prin- senta una escena de captura: un toro salvaje ha caído prisionero l'll ulla
e Ipio I'l'ISíollcros de guerra) podían quedar libres si conseguían vencer al red tendida entre dos árboles, en tanto que otro huye y Ull Il'lU'W
,lIlIllIa 1, y dl' el lo sería reflejo la leyenda del Minotauro y su exigencia de acomete furiosamente a los cazadores, a dos de los cuales ha derriba!
vII Illllas hlllllallas. Más frecuente, desde Persson, es la vinculación de los La segunda taza, como contraste, muestra toros domesticados, ayudando
11H'f-',e" cid (Oro mil rituales de la fertilidad, como parte de festividades en las faenas del campo.
.1I111.tI.'S .1,' prilllaVl'ra, de manera que la sangre del toro que corre bajo Muchos siglos después, y en forma ya organizada como espl'cnÍllllo,
III'IT.! ,'" slllIholo de la fecundidad renovada, como sostiene Popplow, la captura de toros subsiste en Tesalia y también en Asia MeJlor, y hit,
.1.1111 ;,'11.10 'tillOS paraldos de Egipto, Asia Menor y la India. También luego introducida en el circo romano, De manera semejalHl' a los
Alv.III'Z .1,' Miranda parte de la concepción del toro como representante modernos rodeos, un hombre a caballo (rara vez a pie) galopa hasta
dI' la P!)II'llI ia gl'Ill'radora en el mundo animal, pero, dado que ninguna llegar a la altura del animal, lo ase entonces por los cuernos y salta sohre
pn wha Idlal iml l' indica que d toro fuese en último término la víctima él derribándolo al zancadillearlo. Este deporte es descrito dewlladalllt'llf('
',11 ríl 11 ial dI' la {{'fl'mOllia, sostiene que el origen de los juegos cretenses es en un epigrama de la Antología Palatina (9,543, del siglo 11 a.( :,) y l'll
1111 "rilO Ill¡igiw, basado en la intuición del toro como reserva de la la novela Las Etiópicas o Teágenes y Carie/ea de Heliodoro de ElIll'sa,
l'lll'l'gta g('lIcral iva, aprovechable por el hombre, pero especialmente útil autor del siglo III o IV p,c., donde la captura de un toro se ha escapado
a la 11111;('1', (()IJlO garantía de fecundidad", de manera que "las corridas por parte de Teágenes, precisamente un príncipe tesalio, provoca la
, J't'jc'WWS SI' pllt'lkn presentar en una zona que no sea la del culto verda- admiración de la multitud (10,30),
d('1'tI y propio, sino en l:'se estrato difuso y multiforme del instinto
IlIagiw". li.1 rilO de fertilidad consistiría, entonces, en entrar en contacto
'011 d ltlro, him coloclndose delante de él bien tocándolo, y quizá sus
1.1.2. Boxeo y lucha
tll'IW'lll'S 1'l'1II0llH'Il a lIlIa peculiar exposición de la mujer delante del toro,
ilIl1l1ll1l' luq,(o la partidpación masculina precipitara la evolución hacia la Diversos documentos testimonian la existencia indudable de
('!llt'ra dd ¡lIt'gO, ('slado l'lJ que nos lo presentan ya nuestros testimonios. competiciones de boxeo y lucha en la Creta minoica (un inventario

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FERNANDO GARCÍA ROMERO I LOS JUECOS ()I.M'~

(Oll1plcto puede hallarse en los artículos de Coulomb), pero tampoco en la anchura de los hombros y la poderosa musculatura tll' brazos y
('Sil' (aso pueden definirse con exactitud ni las reglas que las regían ni su piernas. También es muy semejante la postura adoptada ('11 d IllUIIH'1I10
film i(ín social. de la lucha: los púgiles aparecen con las piernas hil'll separa( las. la
El m<Ís completo testimonio es un ritón de 47 cm. de altura, izquierda adelantada y flexionada y la derecha rettasada y eXlulIlida. de
dalahle hacia la mitad del segundo milenio, que procede de Hagia manera que la parte superior del cuerpo se inclina ligetallll'lHl' hal ia
TrI'ad" y se conserva actualmente en el Museo de Heraclion (figura 5). atrás; el brazo izquierdo, con el codo doblado hacia arriba, II1¡Ult ¡l"II' la
I le las tlmtro franjas en que se divide, la superior y las dos inferiores distancia con el rival, mientras que el derecho (el únim que lIevall prol('
fl'prl'Sl'llIan mmpeticiones de boxeo y lucha (en la superior aparecen gido los niños púgiles de Tera), doblado a la altura de la lilllllra, ('sl.1
lalllhil:1I Ires hombres quizá en actitudes de correr y saltar), en tanto que preparado para asestar el golpe definitivo. Tanto la t'SIl'U(lUnI físj( a dI'
la I'('SI;\III(' muestra una escena de tauromaquia. Los combates han sido los atletas como su técnica de lucha parecen ser, pues, fruto dt· 1111 II¡ida
Illimll ips,l11ll·1tte observados y reproducidos en sus diversas fases. En la doso entrenamiento.
t rallJíI superior los rivales, el uno frente al orro, se golpean mutuamente; De la misma manera que el nacimiento de los jm'gos 1 amillos SI' ha
('(1 la I\'rll'ra, ell cambio, uno de los pugilistas ha conseguido derrotar a hecho remontar a una necesidad práctica, la captura de allilllait's salvaj('s,
...11 adwl'sario, que aparece caído boca abajo, mientras que en la franja el origen del boxeo se ha buscado en el ohligado elltrl'llallli('IIIO para la
lIJ1fTl()(' dalle/a derribado ha caído de espaldas y parece que intenta guerra, y así, en opinión de Jüthncr y Gardillt'r (qUl' l'11l1l('llll'a ('1\ d
i'1II1<'p,('rsl' lallzando una patada, por lo que se ha pensado que el relieve hecho de que los púgiles lleven casco una dara prueba dd (anÍlII'\,
III{¡-flor pudil'ra ('l'preSentar una escena de lucha libre en la que está militar de la competición), hacia la mitad dd segundo milenio SI' trala!'!'a
1"'111111 idn (así IOdo, semejante al posterior pancracio o al boxeo de espectáculos cuyos protagonistas eran profesiollall's, ItIt'I'I ('lIaríos,
1.111.11 Il Il's. No ohslalll\', la posición de los competidores es esencialmente esclavos o prisioneros de guerra. No ohstante, d li'l'slO de Tera, pOS1\'
1.1 1111'>11101 1'11 (ada lIlIa de las escenas, por lo c¡ue es posible que todas ellas riormente descubierto y datable por la misma {-pota (1\1(' el !'il {111 (h-
.1(·...111""11 ,,11;lIlila allívidad deportiva. Hagia Tríada, parece sugerir la existentÍa dI: (0111 P('I kiolll'S hox (SI has sill
I.O!>' ,tcll'las dI' la franja inferior van con la cabeza desprotegida, ese carácter militar, en las que los wmbatientes S(' t'llfrt'llIan P"I' phu l'\, y
1I11l'I\lfólS qll(' los I'CSlalltl'S llevan un casco, de piel o metal, que apenas entrenamiento, e incluso no se puede descartar la posihilidad d(' qlll' IIIS
.11'1,1 al dl'sl uhil't'!o lI1.lS que los ojos. Otras protecciones cubren manos y combates pugilísticos pudieran haber tenido lugar 1'11 d mano dI' al¡"~I.\
,1I1f('hrólWS, hasla m<Ís arriba cid codo, y se asemejan al caestus romano festividad religiosa, en cuyo caso las columnas qUl' sirvl'1I de fOlld!! a las
lilaS qlll' a las WITt'as de los pugilistas de época clásica; protecciones escenas del ritón de Hagia Tríada represelltarían ('1 pala( io, d lllgar
SI·IIU'!.lItll's lIlllestra otro testimonio fundamental del boxeo cretense, un donde se desarrollaban los festivales religiosos (así pi(·IlS'111, ('11/1'(' OI!'IIS,
h,lgIIH'llfO dl' ('slt'alita de la misma <'poca, que representa un púgil a Matz, Popplow y Olívová).
IlIyllS pi('s ¡igura la rodilla dd adversario derribado (el famoso fresco de Por último, en conexión con el boxeo, se ha afirlllado talllhil;1I la
los nino!>' hoxl'adores de Tl'ra, figura Ú, Se encuentra demasiado deterio- existencia de ludulS de gladiadores, entre prisiolH'ros dl' gtll'l'1'a 1\\ H'
r¡Hlo y, adcllds, repreSl'tlta prohablcml'nte una actividad pugilísrica dife- competían por su vida, peto no hay prueba alguna que avak· tal SlIpOSI
r('IIIt') . dón, sltgerida por Evans y Ridington (p. ()(¡).
El tipo all¿.tito dl' los boxeadores adulros ('S siempre el mismo; la
t'sln'dU'z tll' la dntlll·a. suhl'ayada pOI' UII ajusrado durllníll. LOntnlSr¡¡ nm

1(1
17
IIHNANIH le ,AUI 111 IU IMIIIII I~ 1111'1,11:-' I IIIMI'It I'~

1. I.J. Ocws {'jl·,'dl'Íos físÍl'os alJ,i~I illl\'rpr\'lac ¡CIII, dI' 1I¡¡lIlI'ra «II!' la:-í (!lllj(·lllra:o. y I'SIW( lila' IOIlI'S al
r('sp'"lo SOIl y sl'gulr,ül Sl('lIdtl IIIl'Vilahlt,s,
1 lila a' rividad ¡{sila dt, los lTetellses ahundalllt'll1t'lItt' dOtlllllenrada.
Talllhi, ;11 ('S POU 1 lo «tI(' los da lOS a!'qulki~( os nos t'IlSenall sohn'
1'11 Ir('s! liS, SI ,11 os y l'stalll ilIas, l'S la danza, de canicter marcadameme
las iltlividadl's lísitas de los ~1'ilg()S IlIidlliws, I'nínitallH'nl(' las ¡¡lIilas
1"11 11 ti I <l1¡..',1I1'a n,
Nu t'll vallO las tradiciones de la Grecia posterior vincu-
dOc'IIIIlt'tlladiIS, aparte de la danza, son la taza y «uiz,i las 1 arreras
Llhall ¡¡ ( :rl'li! d flalimit'lltO de esta manifestación cultual, cultivada en la
ranos, si hiell es razollabk' su pone!' que los midnÍtos prart il aroll oll'OS
p.l" (ufI ¡..',rall ,di! 1"111 Y maestría (cf. Jlíctclct 16,617, 23,249; Luciano,
ejercicios físicos, a juzgar por problellliíricns tt'stimonios al'tflll'oklgitos
S(JIJI'/' /" tI,l~" 8; Atelleo 650a, ete.), Los bailarines, casi siempre
vaso micénico de Chipre lIluestra quiz;í dos boxeadores y dos mrn"
1111I;,'n's, qt'l llIilll, Illdividualmente o en grupo, danzas pausadas o extá-
dores) y por los datos que nos procuran los poemas homériws y los allli-
111 .IS, «111' plIt'dl'll quedar ejemplificadas respectivamente por el fresco de
~1I0S mitos (donde los héroes a menudo saltan, lanz¡lI1, torrcn y luchall).
( fllI\O '1111' n'prt'sl'llta ulla danza ceremonial en un campo de olivos ante
si bien, como veremos enseguida, es conveniente mam'¡ar tales (('SllmO-
1.1 IllIrada dI' ulla lllultitud de espectadores, y por el sello de oro
nios con suma cautela,
"111'.11", ('11 d qUl' cuatro mujeres danzan con los brazos extendidos,
Como se espera de una cultura de canicter mucho m¡ís miliwl' qlll'
Talllhi':1I anlt' l'spectadores debían de ejecutarse los juegos aaobá-
la cretense, con frecuencia hallamos escenas que muestran a homhres
f It o .. «111'
al'"r(,(I'1I representados en algunos monumentos (figura 8), En montados en carros, Normalmente se interpretan como reprt'sentaliollt,s
, ,1111\'11" ,'11 la (<Iza y la pesca, extensamente representadas, se hermanan
de la guerra y de la caza, pero ya en los aflos 50 Mylo[las y Popplow
1.1 111'( ('sidad pr,ÍI tila de conseguir alimento y el deporte; los mejores testi- sugirieron la posibilidad de que se tratara de carreras de carros telt'br,lIl"s
1It~ dI' ('SI<lS anividades son quizá las dagas de bronze incrustadas de durante el sepelio de algún personaje importante o en su (Olll11t'llluratififl
11111 • PIt' f lI('rUll halladas en las tumbas del círculo real de Micenas, de la
(figura 10), de manera que quedarían así vinculados los ejercicius lísitos
11111.1.1 dd siglo XVI a,c', y los "Frescos de los pescadores" de Tera con los ritos funerarios y el culto a los muertos, como enComrallloS t'fI
(111-',111.1 'J), Los la/,adores, armados con arcos y flechas, lanzas, espadas, Homero y en las leyendas sobre la fundación de los grandes juegus P()su'-
y rn It,S, apart'cen persiguiendo leones, ciervos, cabras salvajes, jaba- riores. Sobre ello volveremos más adelante,
Inros, av\'s. etc.
( )rn IS 1¡pos de actividades físicas sólo ocasionalmente figuran en
IIIII'SII'OS <!IlUlIllelltos, Ya se ha dicho que en la franja superior del ritón BIBLIOGRAFÍA
1 h' l Ltgia Tríada tres hombres parecen estar corriendo o saltando, igual
111 H' IIlrrl'1l «ambién (aunque como ejercicio militar más que como prác- 1) General. J. Chadwick, El mundo micénico, trad, esp. Madrid
11. ,1 d('pon iva) un grupo de negros, sin duda soldados mercenarios, en el 1977; A.J. Evans, The Pala ce o/ Minos at Knossos, Londres 1921-11)1(1,
II'!'\III lIalllado "Capitán de los negros", Por su parte, la natación aparece 4 vol; G. Glotz, La civilisation Egéenne, París 1952'; M,L. Howell,
,'11 al~IHs testimonios y escenas submarinas se muestran con frecuencia "Sport und Spíele ¡m minoischen Kreta" (con resumen en inglés), l'Il 11.
,'11 f r('s( liS y vasos, Ueberhorst (ed,), Geschichte der Leibesiíbungen, Viena 1972-7H, I
hll definitiva, es imposible hoy por hoy ofrecer una panorámica 229-259; L. Malten, "Leichenspíel und Totenkult", MDA/ (I?)
• IIllll'll'la de los ejercicios físicos y el deporte en la antigua Creta, dada la XXXVIII-XXXIX 1923-24, 300-341; S. Marinatos-H, Hírmer, Krt'ltI,
I'SI ",sez dc testimonios para muchas actividades y su a menudo difícil y Thera ttnd das mykenische Hellas, Munich 1976; F. Matz, Kreltl.

IH 19
1:I'HNANII(J (;AIII lA IU ¡MHUI I~ I!H,~ IIIIMIII! Il~

Al yÁ~t'I, '/'ro;d, IJie mi I/oú¡'hl' Imd hOllli'rúdll' \Y'e/I, Stuttgart 1957; M, P. 1.2. 110M I\I{O
N ilSSOlI, 'f'Ii(' Mi!/o,m-M.YI'('f/clean Re/igion and its Sttrviva/ in Greek Re/i-
,li/llll, I.und (I),)()'; K. Papaefrhymiou-Papanthimou, "Athleric Games in Tras el llUlldill1Íl'fllO de la lulIlII'a llJiú;nit a, sigue 11110 de los
MIIIOilll Crett' ill1d Myn:naean Greece", Archai%gia IV 1982, 16-2l; Ilt'rlodlls Ill,ts oscuros de la hiswria de (¡reda, quc llega hasta el siglo
A, W. Pl'rsson, '1'1:11' I?elip.,ion 01 Greece in prehi.rtoric Times, Berkeley VIII a,( :" cuando, el! ulla Ilu('va (olol1izmi¡íll, los Wiq,l,os Ulllli('IIZil1\ otra
¡I)'I/; B.), PUlllall1, ConrejJts 01 Sport in Minoan Art, Dis, Univ. ofSout- vez a extl'ndl'rsl' a lo largo de todo el Medill'rr¡[,H'O, lis, dl'nivalllt'f\lt',
11(,1'11 Clllilú1'Ilia 1()ú7; C. Renfrew, "The Minoan-Mycenaean Origins of una" Ilpoca OSnlra", pero sin duda fUlldalllelHal para {'I desarrollo de la
dI!' Pallhdlmjc (;;unes", en The Archaeology 01 the Olympics, ed. por cultura griega y llena de innovaciones: el hierro va rl'l'll1plazalldll al
W,,I. (LIS, hl.:(', Wismnsin 1988, 13-25; W.R. Ridington, The Minoan- bronce, la cremación de cathíveres a la inhumaó<'JIl, rl'aparl'U' la t'striwf'a
Al )'11'11"1'''" ntll'k,lirOlmd 01 Greek Ath/etics, Dis. Univ. Pennsylvania (tras el paréntesis (llIe supuso el colapso del mundo Ilk~iw) (011 la
11) ~'l;.J Sakdlarakis, "Athletics in Crete and Mycenae", en N. Yalouris creación del alfabeto, el poder del rey decae hasta convertirse ('I! tllI
kd,), '/'/JI' t'/crlltll O/ympicJ, Nueva York 1976, 13-23. jJrilllttS ínter pareJ emre los nobles, situación que parece reflejada ell la
. l.) Juegos del toro. A. Alcázar de Velasco, "La taurocatapsia, corte de los feacios tlue acoge al náufrago Odiseo. Así pues, ('11 l'stl'
d prifll('r Ikportt' del hombre", CAP 1 1959,313-323; A. Álvarez de período en el que, en palabras de Schadewaldt, se aÚllan "porvl'llir l'lI
Mlrallda, l?i!oJ.Y jllef!.(lJ del toro, Madrid 1962; V. Olivová, "Sobre el formación y pasado aún vivo", van madurando las bases t'1l las ll"e
IIl'1g('11 dt' los juegos taurinos", Iberoamericana Pragen.ria XI 1977, habría de fundamentarse la vida poHtica y cultural de la Grecia pOSlt'l'ill1'
I ,¡')-I (¡I); lJ. Popplow, "Stierspiele in Alt-Kreta", Die LeibeJerziehung y, en definitiva, de Occidente.
XIII ¡I)(pí , ; 5-/¡(¡; A. Reichel, "Die Stierspiele und der kretisch- En el siglo VIII, el mismo en que se sitúa la funda(ÍI)n dc los
IllyhlllSllwll Kulrur", MDAI(A) XXXIV 1909, 85-99; A. Ward, 'The Juegos Olímpicos, vive la figura que encarna a la perfccólÍlI los idl'ab
( I('lall Bull Sporrs", Antiquity XLII 1968, 117-122; J.G. Younger, esta época puente: Homero. Y es en los poemas homéricos donde
"Bf'olll:(, a,L;t' Representations of Aegean Bull-Ieaping", AJA LXXX encontramos por vez primera detalladas descripciones de Illuy divl'rsas
1') ¡ú, I.>,)-IH; J.G. Thompson, "The BuU-Jumping Exhibition at aaividades deportivas, de manera que constituyen un doculIlento lil'
Malli,,", ÁnhN XIV 1985, 1-8, excepcional importancia para la historia del deporte. No obstal\lc, 1111
I ..~.) Boxeo y lucha. J. Coulomb, "Les boxeur minoens", BCH problema inicial, relacionado además con la debatida cuestilÍl1 lid grado
(V I'JH 1, n-lÍo; id., "The Mycenaean Boxers" , Archai%gia XVII de influencia, si es que la hubo, del deporte cretense y micénico sohn' el
1IJH'l, !.I-!./¡.
de la Grecia posterior, aconseja obrar con prudencia a la hora de dl'll"rjf'
1,1.) Otros ejercicios físicos. H.W. Cading, "A Mycenaean conclusiones de la narración de Homero: dado que un poeta dd
pllZZIe lí'()Jll Lefkandi in Euboea" , AJA LXXII 1968, 41-49; G.E. VIII a.e. relata hechos acaecidos medio milenio antes que le han sido
Mylollas, "1'11<:, Figured Mycenaean stelai", AJA LV 1955, 131-147; U. transmitidos a través de una larga tradición oral, proceso durante el nlal
Popplow, "Torenkult und Wagenrennen im Alt-M ykene", Die LeibeJer- se han ido incorporando nuevos elementos que se entremezclan COIl otros
;·./t'hllll,li VIll 1958, 210-215 Y 248-252. más antiguos, ¿los relatos homéricos reflejan prácticas deportivas de la
época micénica, en la que se sitúan los sucesos cantados, o bien del siglo
VIII y contemporáneas, por tanto, del poeta?; o mejor, ¿qué rasgos SOIl
aportación de Homero y reflejo de su época y cuáles corresponden verda-

.'0 21
~
HJINt\NIHH,t\IIIIt\ I~' le J" f1IH ,1,., eIIIMI'ICII"

<11'1':11111'111(' a la realidad del mU!ldo l1ic(o{~ I~s, 1'11 dI'! 10, indudahll' distillguido a los Wil'gos de (ualquil'r olro pucblo. hasla 1IIIeSI ro siglo,
t 1111', por 1111 lado. al menos algunos deportes podríall 1'{,!llO!ltal' incluso a Aunque es poco lo qUl' SI' nos dil e dd pa pd dc la l'dll!.1I il )11 HSlt a 1'1\ la
1.1 I'POI a dI' los palacios cretenses, pero, por otro, SO!l lI1uchos los datos enseimnza (otro nlsgo lIIuy (aratlt'rIS( iw dI' la (iviliza{ ¡<in wit'ga), I'S
!jlll' illdu({'1l a pellsar que las descripciones de Homero no se deben s610 a ev idente que el objt'fÍ vo dt' la íllSI runiün dt' los IH:Wl'S hOIl1t-riws t'ra ya
lo '1111' It' hahía sido transmitido por la tradición, sino que hay incorpo- obtener una educación completa l'I1 los aSIX'nos físiw t' ímelt'lfual. Ast.
rados l'i{'Il11'lIIoS dc su propio mundo, y, aunque es prácticamente impo- en Ilíada 9.442-3 el anciano FéniCl: r('cuerda a su pupilo Aquilt-s quc 11'
slhlt- l'arOl IIOSO(rOS separar, en este aspecto como en tantos otros, lo más fue encomendada su educación para que fuera "Im/dllr di' dÚi'IIfJIIJ )1
,1111111.110 dI' lo 1Il,lS rnienre en los poemas homéricos, nos parece preferible hacedor de acciones", y el Pelida aparece igualmente COIllO discípulo dt'l
MIllI1I11'1' qul' los deportes y juegos descritos en Ilíada y Odisea son más centauro Quir6n (el educador por excdencia de la mitología griq,!,óI,
1111'11 n'lll'Jo dt' tilla época reciente, ya que preseoran una formalización y maestro eorre otros, de Asclepio, jasón o Ancón; c1'. jenofollre, C'ill('p/-
orp,alliz.1t ilin que Sl' contrapone abiertamente con la parquedad de los tico 1), quien formó tanto su mente, instruyéndolo en la Imísila 1I la
d"Ios qul' la arqueología nos ha dado a conocer sobre el deporte micé- medicina (llíada 11.831-2), como su cuerpo según podemos saber por
1111 11, Adl'lll.lS, la vivísima y pormenorizada descripción de las competi- autores posteriores (Píndaro, Nemeas 3.43-58). Nada nos dice IlollwfII
1 íOIU'S, del I'lIlpefJo que los participantes ponen en las pruebas y de la sobre los métodos de entrenamiento empleados por Quinín. aUllqlll'
1')(111,1\ i011 (' idt'llIifimrilín de los espectadores con los atletas, difícilmente hemos de suponer que eran bien poco sofisticados, como nos renlerda,
'>1' wlllpn'ntll' si 110 se piensa que el poeta está narrando algo que él diez siglos después de Homero, Máximo de Tiro (fr. 28,k): "<'III/I/t'(d,(/ /"
1l1I'i1l1l1 ha vivido, caza, subir montañaJ y correr, Hacía a sus pupiloJ dormir Jo/m' /""((1.1,
I )IIS pasajes son nuestra principal fuente de información sobre el comer lo obtenido en la caza y beber agua de las fuentes".
.11'1'(11'11' Vil los ti('mpos homéricos. De los 897 versos de que consta el El deseo de sobresalir por la fuerza física se explica pcrfenallwl!l1'
1.111111 ,J , de llíadd, 640 están dedicados a la descripci6n de los juegos dentro del contexro social en el que se mueven los héroes homériros, 1(1
tlllHTarillS que Atluiles organiza para honrar la memoria de su amigo mundo de Homero es, en efecto, casi siempre el de la nobleza, y lodo vi
1',11 flll 111, IlIucrto a manos de Héctor; por su parte, en Odisea 8.93 ss. contenido de la vida del noble puede resumirse, como afirma Popplow,
/\ It 1111 JO, n'y de los tCacios, propone celebrar unas competiciones para en dos palabras, lucha y fiesta: el noble emplea su tiempo en ballqul'-
I !illl 111'1 ar d ,íllimo de su huésped Odiseo, afligido al escuchar de labios tearse, escuchar a los aedos, guerrear, cazar y medir sus fuerzas con 1111'0'>
cid .11'.10 I kllHídoco los sucesos acaecidos en torno a Troya. Además de en competicíones deportivas. Sin embargo, el hecho de que HOllll'fO
1'~IlS dos, otros muchos pasajes más breves nos hablan de .Ia afición de los presente casi sin excepción las competiciones y los juegos de la aristo-
Itlllllhrl's y mujeres homéricos por el deporte y los juegos. Basándonos, cracia, no autoriza a sostener, como han hecho, entre otros, Gardilll'l',
l'III1JIll('S, ell todos ellos, trataremos de dar respuesta a dos cuestiones Jüthner o Bilinski, que los ejercicios deportivos fueran un privilegio
I>,íll( ipalcs: 1) ¿Cuál es el significado, importancia y finalidad de los exclusivo de la nobleza. Es cierro que en los juegos fúnebres en hOllor dI'
1'11'1'1 i( ios físícos en Homero?; 2) ¿Cuáles son los ejercicios corporales que Patroclo sólo participan "los mejores de los aqueos", pero esta círnllls-
( 11111 jI l' la epopeya homérica? tancía es fácilmente explicable (además, por supuesto, del hecho de que
En primer lugar, los poemas homéricos son fiel reflejo del enorme el interés del poeta épico se centre en los personajes principales) por vi
illll'n's que desde muy pronto sintieron los griegos por el deporte y carácter excepcional de la ocasión, ya que se trata de conmemorar, (011 d
1lJlIllx'tíciones deportivas, de esa pasi6n por los ejercicios físicos que ha esplendor que conviene, a un gran héroe, cuya muerte tan profundo

, >
2i
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HI(NANllC. 1,1\11( 111 111 IMIII! 1 1«'" 11 ¡II ,1 1" I 1I I ~I' « '"

.1111111' Ita (alisado a O(J'O lu;we, d ll1ÜS ,L(ralldt, dl' lodos, Pt'l'O lllfOS pasajt's ('11 el si,L(lo pasado, Sl' senala a Illl'mldo (OrWI 11110 d(' los ras,L(lIs (al'iIt ,('rls
hllllU'l'ilOS ! ('SI illlon ¡al! daralllt'llrt' 110 s,ílo la pupularidad dl' las WIll p<:[ i- titos de la tivilizatí()1l gril',L(a; t'Il (1 .• )OS afirma ClaUlo, caudillo dI' los
1 IIIIH'S «h'p"rl ivas, sillo illcluso la pninica misma del deportl' elltrt' dile- qut' su padre lo ellvil) a tOlllhalíl' a Troya enUllllt'lId<illdole "11'1'
lI'III('S ,...r11pIlS slIlialt's (si exct'ptuamos, por supuesto, actividades como la .III:Iff/m' ,,1 I/Icjor .Y JI/IIt",,1r tI /li.I' c!""IÚr" (lo 111 iS1l1O It- die\' Pt'ko a su
«ala 11 IlIs dl'pllr!I'S ('(lIesrres, que prácticamente siempre han sido Aquiles en l 1, 7SIt). Es cierto lJue estudios millo los dI' Plekl'l y Oll'oS
Il'fl.íll .1(' quiel!es posl'Íall tiempo y medios, y que a menudo se han han mostrado que t'ste ideal competitivo no es característka ('xdusiva dd
(tlllV<'1'I ido llliís t'Il osrl'lltacilÍn que en deporte). El pueblo llano, en hombre homérico, sino, en general, lit' las sociedadt's arcaicas 1'1Il'r!l'l1ll'IIIt'
dC'1 fU, .!pan'! l' tOIllO eSIJt'nador entusiasta tanto en los juegos en honor influídas por los valores aristocniticos, pero no es lllellOS cierto !JUl' ('SI íI
dI' Palml lo lOllIO t'll las competiciones que tienen lugar en la corte de los manera de entender la vida arraigó profundamente t'n la cultura gril',L(iI y
'('.11 lOS, dlllllk ()díst'O toge de la mano al aedo ciego Demódoco "y lo ha sido probablemente una de las bases de su esplendor. Hs, ('I!WIH l'S,
/1111' el miJIIIIJ (,/lid no por el que precisamente los demás iban, muy posible que ya no pueda mantenerse la cOI1Cepó¡'l!l idealizada
1//('/11/'('1 dI' 101 /t'dt'ÍOJ, " ddmirttr IOJ juegos, Y se pusieron en camino hacia deporte griego (que encontramos todavía en Gardiner y aún t'!l autores
d .1,1:11/'.1, )' jllllltllll('/l/I' lo.! Je,~lÍa Ilna gran multitud, mnumerables posteriores) como una evolución a partir de una "edad de oro" t'Il la
wd'I(''¡ S, l!l I 10), E incluso en un par de pasajes hombres no noble época arcaica y comienzos la clásica, luego t'I1 progresi va d( 'l a"

11111.11111111 1'1'011 rilan d depone; así hacen los soldados de Aquiles, ociosos dencia, No obstante, creemos igualmente exagerada, por lo Illt'llOS el! lo
11.1'> 1.1 n'llIada dI' Sil tapitün del combate, en liíada 2,773-5: "y su gente que se refiere al deporte homérico, la tesis por completo oput'sta «lit' ha
/11///11 di /,1I11I/¡/t'1I1i' c/cl IIItlr .re gozaba lanzando pesos, venablos y flechas"; y mantenido recientemente Y oung,
"11 el '.111'11 I H de ()c!úed Se describe el cómico combate pugilístico que, y oung, en sostiene (y lo mismo hace Duminil en UIl
p.II.1 ,01;1/ d!' los pretendientes, entablan el mendigo Iro y Odiseo, disfrazado posterior) que los premios son la principal motivación que
10111, I 1.11, Por líltilllO, 110 conviene olvidar tampoco que Hesíodo, que no era participar a los héroes en las pruebas que se celebran
1'11'1 ":1111('11(1' 1111 lIohle, obtuvo un trípode como premio al vencer en los funerales de Patroclo, y este hecho habría que relacionarlo con las lIolicias
~JI('t. ,'11 hOllor tlt' Anfidamante celebrados en Calcis de Eubea, aunque transmitidas por diversas fuentes, según las cuales en los grandes jlll',L(' IS
Itll'nI ('I! Itll WlltllrSO poético y no atlético (Trahajos y días 654 ss.), panhelénicos la recompensa por la victoria no era en origen una silllple
ASI Pll('S, 110 parece exacto afirmar que en los poemas homéricos el corona sin ningún valor material, como veremos en su momenw, HIl
1Ilt'n~ por los ejercicios físicos y la posibilidad de practicarlos fuera un lugar, los premios que Aquiles escoge para recompt'nsar a los
. I ('X( lusivo de la aristocracia, vencedores son, ciertamente, de gran valor, como correspondt' a la
SI se ha estimado, en cambio, característico de una sociedad en la dignidad de Aquiles y a la profundidad de su duelo, y es un dato que hIS
'11 W !,f('(lominan los valores la aristocracia, el ideal que se ha venido aqueos no dejan de apreciar: "El hijo de Peleo al punto dispII.ro o/rol
11I~idl'ra() mmo el móvil que estimulaba al hombre homérico a prac- premios para la tercera prueba, la lucha penosa, mostrándoselo.f el 101
y a competir: el deseo de ser el mejor, de conseguir lo que dánaos, para el vencedor /In gran trípode para poner al fuego, el mal í'II
!!!rus 110 pueden lograr, sobrepasando las limitaciones del hombre doce bueyes entre ellos valoraban los aqueos; y para el vencido una IIll/jet'
, "1111111. Iin decro, en la Ilíada encontramos formulada por primera vez en medio, y sabía hacer muchas labores, y la valoraban en ctla/ro
la (, Illt q ltil ín de la existencia como una competición deportiva, el (Ilfada 23.700ss.). Además, en todas las pruebas menos en una,
aglllllsl ilO de la vida" que, desde las investigaciones de J akob el lanzamiento de peso, el número de premios es igual al número de

!·l 2')
l'I'I(NANllt' I,AIII lA 111 IMII!! • l!''> 11 1\>\,1''0 (., IM!'II 11',

parl '1 Ipílllh'S, por lo quc parccl', picllsa l )ulllinil, '1uc nadie se arricsga a supom' \lila lIH'rllla dt' su hOllol' , IÜI lOIlSI'UIt'IH ia, podrf;¡ afinllaf'SI'
1II111í11' pant' ell 1I11í1 prueba sin esrar st'guro dt' ganar algo, es dt'cir, qut' la qllt'e11 cierto sentido la illlpOrlilm ia d(' los pn'llIios ell los jllegos íll h;1 ¡(liS
1'''"11 'píll it íll no es t'lI absoluto dt'sintt'rt'sada, y esta impresióll parece no radica ramo etl su valor Illíllerial cuallto ('11 el hOllor qul' "pof'fall iI
n'ílfil'lllílrSt' si prestamos atención a la manera cómo narra Homero d quient's los CllIlsiguen, Y en caso conCft'W tlt' los jUt'gos fUllerarios 1'11
filial d(' la lalTera de carros y dt' la carrera pedestre, cuando los competi- honor dt' Patroc!o, t's muy probable:, UlIllO sel)ala Pal !'un (l, qlll' la
"1111'S SI' ahalanza" sil! pt'rdt'r un instante sobre los premios (vv,51 O y (ullcilÍn simhólico-colJllll'lnorativa dt' los premios prt'valeztó( sohre Sil
I~) Y IlIIa agria disputa St' suscita entre varios héroes por obtener el valor real, ya qut' la intención de Aquiles t'S qm' los húoes qut' lOllIan
sqJ,llIldo prelllio t'n la carrt'fa t'cut'stre (vv,536 ss,), Finalmente, Homero parte en las prut'bas recuerdt'11 l11t'diame los premios al (()lllpalkro
lit. Illllila la IIH'IKil)1I dc premios atléticos a los funerales en honor de muerto (23,618-20): "ten y sea para li, t/f/(útno, {,JIt, !Wi'.fi'I/Ii', jlllI'(/ f/ll('
I'all'llllll, LII I/ítld" 1),125-7 (=265-9) Agamenón se muestra dispuesto constituya un rea/erdo del [unertt! de Patror!o, !J/teJ 'ya (/ ¿II/o lo 1'Oll'I'rlÍl ti
,1 c'lIll'l'gar a Aquiles, si éste aplaca su cólera, entre otras cosas, "doce caba- per entre los argivos",
I'!I/'/I'/Ol ¡{("¡Jt/rllc!ore.!' de !wemios, que con sus pies consiguieron recom- Por lo demás, en los poemas homéricos, junto a las compel iriolll's
¡II'III.I 1, N(J Icrí" 1m/lIt' lIi (tlrente de muy preciado oro el hombre que tuviera deportivas celebradas en una ocasión solemne, como pueden ser los hllll'
1.1/1 ,C;I',IIIt/n /'1'('lIIio.l (O"1!i me han aportado los solípedos ¿'aballos", e igual- rales de un héroe, y con el acicate de los premios, encontramos líll1lhi(;n
'.1 ')1) ss. llécror y su perseguidor Aquiles corren alrededor
IIU'III(' I'JI " la práctica de ejercicios físicos por mero entretenimiento, COIllO muestran
T1l1v.1 (1111 ligereza "/mrqlle no por una z'ictima o una piel de buey compe- especialmente, además de otros pasajes más breves, los juegos tllI!'
".1", /I/)'IIÚW 11"1' rl'cibm IOJ hombres en las carreras a pie, sino ql.te corrían Alcínoo, el rey de los feacios, organiza para consolar y enrrt'(t'Ilt'r a~1I
/'01 lo/ /".1" di' 11c;(/or do/tlac!or de caballos, Y como cuando los solípedos huésped Odiseo (Odisea 8,93 ss.), Homero nos presenta t'nlllll(,('S 1'1
•,d'o///III di tI/ld/'"doreJ de premioJ en torno a la meta muy rápidamente deporte como una parte natural de la vida diaria de los feacios y t'1I l'SIllS
lomll, j' oltí d/J/'IIfJ/II /m gran premio, Jea un trípode o una mujer, en juegos resaltan los componentes que Patrucco considera caracrt'rístims dI'!
Iltlll/', ti.' I .Ir Itll ¡mllllm'. (lJi ellos dos y tres veces en torno a la áudad de deporte en estado puro: diversión, gusto por la competición, reglalllt'1lla
1'l'IdllliJ J¡I'mll /11 N/elltl con veloces ción y espectáculo, En efecto, los feacios, y con ellos Odiseo, no CDlIlpilt'll
Es I'vidt'lJ(l', pues, que en la época heroica o, por lo menos, en el ahora por un premio, sino por el mero placer de competir, de l1lostrar
I d\' 110111t'ro los premios eran un atractivo añadido a las pruebas cada uno su esplendor físico, motivo de orgullo y timbre de gloria para
"('POli ivas. Ahora bien, ¿estamos autorizados a afirmar que el valor un pueblo, como manifiesta el propio Akínoo (8.97s5,): "EJmrllildlllC' ,
111.111'1';,,1 de los premios era el más importante estímulo que incitaba al caudillos y príncipes de los feacios, Ya tenemos saciado nuestro ánill/o 1'11 d
hlllllhn' homérico a practicar el deporte y a competir en los juegos? Vaya banquete c-ornún y la forminge, que es compañera del festín eS!Jlhlilitlo;
por d('lann' que los héroes homéricos son, efectivamente, "materialistas" ahora salgamos y probemos juegos de toda clase, para que el htléJped (l/1',,1f
('11 1 il'l'Io smtido, como queda claro en muchos pasajes (baste citar el a sus amigos, tras regresar a casa, cuánto sttperamos a los demás en elll/lgi-
IIll!o de Mcleagro que Fénice pone como ejemplo a Aquiles para que lato, en la lucha, en el salto yen la carrera", ya que (vv, 147-8) "no
IlHlga su ira, en [Hada 9), pero lo son sobre todo porque el honor en mayor gloria para un hombre mientras tlitla que la que haya conseguido (Ol!
'1111' SOl! tenidos está en correspondencia con las riquezas que reciben; así, sus pies y sus
~I A'IlIilt's se t'ncoleriza con Agamenón porque éste le arrebata a Briseida, A idéntica conclusión conduce un texto del poema El esU/do atri-
110 ('S propiamente por el valor "material" de la muchacha, sino porque buído a Hesíodo, En su descripción de la armadura de Heracles, el poeta

.'(, 27
nH NANI)I 1 (,AHI lA 1<lII\IH(() I)~ 1111'1,11'0 e 111M!'\! ¡ 1"

In~ (kt¡dla las ('su'nas que apan'tl'1I csculpidas l'Il ell'scudo del héroe, y Alejandro Ma~I(), (Llyos jl/(,~)S ha ret!'l'ado l'lI 11l1l'SI\'() si~l() la plllllla dI'
1'l1lrl' ellas 1" l'('pn..'selltal'Í()1l de una ciudad t'n tielllpo dc gucrra en
Mary Rt'IIalllr (d. lílll1hil-1I 1)eIlH)Sll'lIt'S ()o. li, I SI')! rall'S (J. 1; Vl':lIlSe los

10111 rastl' 101I Sil aspecto y actividades en época de paz; pues bien, entre artíndllS de Brl'lIckller y Maltell y IIUl'stro cap"tulo 2.1).
las OWpill iOllt'S COII las que se entretienen los hombres cuando la paz N o obstante, a pesar de tales Illlí Itiples rdí:rl'mias a n lIlIpel iliones
n'ula 1'\1 la lilIC latl sc citall carreras de caballos y carros y competiciones de deportivas l'1l el marco de ccremonias fUllcrarias, no crccmos quc haya
boxm y IlIdla l'lltlT los j()wncs (vv.27Iss,). que buscar en ellas el ünim origcll de los jucgos atlt-tims. Todavía dt'llll'O
Al propio tiempo, la evidente constatación de la existencia de de la esfera religiosa, cjerticios físicos pudieron estar ligados a otro I ¡po
IIU}I,OS('11 ocasiolles tan diversas debe precavernos contra la opinión de de ritos, de fertilidad por cjemplo (véasc asímismo lo dicho a proplísilO
Ijllil'IIl'S I'n·tl'lldell remontar las competiciones deportivas a un único
del deporte cretense y lo que se dirá con respecto al origen dc los Jue~os
origl'lI, Ol salwr, los juegos funerarios en honor de un héroe o la conme- Olímpicos), para lo cual existen paralelos en otras culturas, desde d
IIlIlr.1\ ;(111 \ll'ri<¡diciI de su muerte, como sacrificio para propiciarse al Próximo Oriente hasta América (cf. los artículos de Lévéque y Carler).
1I1I1t'f11l, '1 11 iz:i illcluso reemplazando a antiguos sacrificios humanos o a
Además, el deporte es también una preparación para la gucrra o la caza,
hu has para sUll,(lcr al difunto en el poder (todavía Mireaux y Willcock y de hecho muchas pruebas atléticas están en estrecha relación con taltos
1',\1'1'1('11 illt lillarse por tales explicaciones). No se nos ocurre negar, desde
actividades, y, por supuesto, no podemos dejar de lado, al hablar dd
loc'p.o, 1\11(' el (ulro debió desempeñar un papel importante en los origen de los juegos, la consideración del deporte como una distranil)lI.
ol'lP.I'IIt'S dd deporte, y concretamente los funerales de algún personaje
como una manera de ocupar el tiempo libre y de mostrarse LIIIIl a SI
HOI "hl(' o!n'dall ulla buena ocasión para la celebración de competiciones,
mismo su propia valía, como hacen los jóvenes feacios en el canto jo{ de
1.,1 1IISIIIIIII In' (le (lfganizar juegos fúnebres de caráaer deportivo se Odisea, los guerreros mirmídones en llíada 2.774ss. o los pretendiclHl's
1'111 I 1t'1I1 ra, l'Il efí:cto, en muchas y a menudo muy distantes culturas
de Penélope en sus ratos de ocio (Odisea 4.625-6, 17,166-9), La illsis-
(hnma, Irlanda, Oriente, Siam, América, ete.), y el propio texto homé- tencia de Patrucco en este último aspecto nos parece plenamente juslifi-
1\( 11 IIHI('SI rOl que 110 eran en absoluto raros en Grecia, ya que, además de
cada, ya que a menudo el ejercicio físico como actividad natural dd
1"... IIH'goS ('11 honor de Patrodo, se mencionan otros en honor de hombre queda oculto por ese deseo de buscar contínuamente lazos mil el
AIII'lrilllt,o, rey de los epeos (lHada 23.630ss,), de Edipo (llíada culto o la milicia (cf. H. Ueberhorst, "Teorías sobre el origen dd
" \(, jt)·XO) Il del propio Aquiles (Odisea 24.85ss.; cf. también los antes
deporte", CAP XV 1973,9-57).
(liados vv. 1'í<)ss. del canto 22 de lHada), y Hesíodo alude, como hemos
VISlu, a UII triunfo propio conseguido en los juegos fúnebres para honrar
Pasemos a continuaClon a la segunda cuestlon apuntada, qm'
.1 Allfidalllallte en Caldis de Eubea (cf. figura l3). Igualmente (y este
plantea ya muchos menos problemas: ¿cuáles son los ejercicios ((sitos
1H1111 () St' 1ratar¡i más adelante con mayor detenimiento) en diversos mitos conocidos que practica el hombre homérico?
SI' habla de juegos funerarios y concretamente en relación con la funda-
Entre las pruebas que componen el programa de los juegos en
(iOIl de los cuatro grandes juegos panhelénicos, de manera que tales honor de Patrodo, la competición más destacada y popular es, sin duda
1('Yl'llIlas debían ser reflejo de una realidad histórica, tanto más cuanto alguna, la carrera de carros (figuras 11 y 12), cuyo relato abarca nada
1OIlO(l'llIOS de hecho la existencia de juegos fúnebres celebrados posteríor-
menos que 390 versos (llíada 23.262-652), Referencias a carreras de
Illl'lIle ell honor sobre todo de grandes capitanes o guerreros caídos en
carros encontramos también en otros pasajes (lllada 9.123-7=265-9,
IOlIIhate, como Brásidas (Tucídides 5.11), Milcíades (Heródoto 6,38) o 11.699, 16.806-9, 22.159s5., 23,630ss.), pero no son ni de lejos

.'H 29
HI(N/\Nlu 11,/\111 1/\ H{j~I'
1c,~ JIIIe ,c" IIIIMI'U I~,

! h illsupt'rahk dl'sniptioll
IIlllp¡¡rólhles {Oll {;lIl1o 1~ de lIí,/(ld, qUl' legalidad, SI' "dd""la y Ikgil ('11 segllnda I'IISII 1011, PI'c'c!'dic'lldll a
"1111 hoy arrl'bala y sorprellde por su t'xtraordilJaria milluciosidad y Ml'lll'1ao, a Meriolles y al illf()nUllilllo li.Ullldl'. n
Pl'lhliw ,lIlalllil al
VIV('I.a, dl' 1I1ó1111'ra qlll' permite al oyl'lltl' o le([or partÍt"ipar casi attiva- Vl'lItl'dor DIOllll'dl'S, lUyO auri,!.!.a l~st;Ido SI' ahalallza a n'logt'r Sil

1111'111(' dl'l esfuerzo y las ansias dt: victoria dt: los compt:tidon:s (los taba- I'l'COll1pl'nSil sin l'spl'rar 1111 iIlSlilllll', lIIil'IHl'aS <jUl' Allllloto Y Ml'nl'l¡¡o
IIl1s de niolllnlt's correll tras los de Eumdo y .. c,rltlbctn muy an,l. /me.! disputan por el segllnd() prcmio, qlll" flllalllll'lIll' StO queda d hiío dI'
/ IIIII/dll/t'IJII'II/(' /",~'dclI ir (1 .f/IhírJe Johre el carr(), y (on su alien/o calen- N«sror tras pl'dir disllIlpas a Sil rival. A!IUill's lUlltedl' a EUlIll'l() lIIl
/tlklll Id n/hile/ti y ¡(U clt/chOJ homhro.! de flmml() ", vv . ., 78-81; Eumelo y premio de rol1solatit)ll.
I )illllll'd('s lloran de rabia cuando creen frusradas sus aspiraciones, etc.) e Digamos, por líltilllO, ames dl' pasar a otro tipo de actividad dl"por-
1,!.!.lIitlllH'III(· de la ell1oci()1l de los espectadores (figura 11), que no pierden tiva, que en Itíddd 1 ').6 7Y-HI¡ Sl' describe un espl'ct¡[nd() l'cueslI'l' dift,
d('lillI(' y óI los qlle el entusiasmo lleva incluso a enfrentarse en defensa de rente: "C01!/O 1m hombre dieJ/ro o/ lI/oN/elr cclhallo.l' qlle. deJIJllt'J dI' t'J(,~I
'liS folvoriws (v.l17~ ss.). en/re flltlcho.l' (fIatro (({bcdl()J, Ire/J lcmzetrloJ deJde la Ilatlllrd I./del" /ll/d
A'll1ih's propone cinco valiosos premios (una mujer "diestra en ¡.;ran dI/dad IOJ elrree! por el cd1ltíno [remen/ado por la ¡.;en/e, y IJlfldwJ II!
/,lIl1ilH'OSólS !ahon's" y un trípode; una yegua; una hermosa caldera; dos admiran, homhreJ y tIlujereJ. y él con firmeza y .reK/lrídad ClI!I/illlld"'I'II/t'
.. lImllls d!' oro; UIl vaso con dos asas) y son también cinco los héroes que Jalta y paJa de tino el o/ro, mientraJ elloJ vllelan, aJí Ayan/c ... ".
'>C' .qll'l'SI'1I1 iI illitiar la prueba tras el sorteo del orden de salida (Eumelo, Tras la carrera de carros tienen lugar el pugilato y la lucha, prul'has
I hlltlll'd('s, Mendao, Antíloco y Meriones), No se trata de una carrera en ambas que el poeta califica de "dolorosas". Las descripciones son "11m,,
IIIH'.I In liI, 1'11 la qut: llevaría todas las de ganar quien más rápidos caba- mucho más breves, pero no carecen tampoco de la vivacidad y 1'11101 i-
I(~ 1, 11I.lII/I'ra, sino que los carros, tirados por dos animales, deben dar la vidad que apreciamos como notables características de los relatos dl'por-
vlldla ('11 1111'110 a UIl tronco seco de encina o de pino que sirve de contra- tivos homéricos.
11\('1<1 y C'II d que se aposta Fénice para dar cumplida cuenta de las Dos combates de boxeo se describen con cierta minuciosidad l'l\ los
111,llIiohrils allí efectuadas a Aquiles, el juez de la prueba. El momento poemas homéricos (llíada 23.653-99; OdÍJea 18.66-107; er. tall1hil;1I
.Id viraw I'S, entonces, el instante crucial de la carrera, donde un auriga llíada 5.8005S., 23.630ss.; Odí.fea 4.34]5S., 8.126ss.) y en amhos
I pucde compensar el terreno perdido en el llano si conduce caballos destaca un rasgo común, bien conocido por lo demás en el deporll'
lilas 1('IIIUS, y a la correcta realización de esa fundamental maniobra moderno: la fanfarronería de uno de los contendientes. En I¡¡"d"
,11'"111<111 I()s consejos que, antes de la prueba, Néstor da a su hijo Antí- 23.653-99 Aquiles deposita como premio para el vencedor una mula, 1'11
IlIlO: ddw arrimarse lo más cerca posible de la contrametra, pero procu- tantO que el vencido recibirá una copa doble. Se levanta entonCes hpl'O,
l'a1ldo 110 rozar en ella, reteniendo al caballo interior y dando riendas al que, seguro de su victoria, amenaza a su posible adwrsario
!'xll'rinr a la vez que se le estimula con el aguijón. (vv. 673-5): "le deJgarraré la Piel y le romperé 10J hllesoJ, y que S1I.r mid,,-
Partl'l1 a toda velocidad los carros y enseguida los dioses intervienen doreJ por J1I parte permanezcan aqttÍ rezmídoJ, IOJ maleJ se lo hahreítl tlt'
('11 lavor de sus protegidos o en contra de aquéllos con quienes están irri-
llevar cuemdo Jttcll1nba bajo mÍJ mano/'; y desde luego hace buenas sus
lados. Apolo arrebata el látigo de las manos de Diomedes, pero Atenea palabras, pues su contrincante Euríalo debe ser retirado, perdido el COIlO-
SI' lo devuelve y al tiempo rompe el yugo de Eumelo, que en ese
cimiento, por sus compañeros (vv. 694-5) "arra,rtrando lo.r pieJ, eJ(fI-
IIIOll1l'lltO iba en cabeza. Por detrás, Antíloco y Menelao sostienen su Piendo e.rpeJa Jangre e indinando la cabeza hacia un lado".
panindar duelo, y el primero, en una maniobra peligrosa y de dudosa También en el combate descrito en OdLrea 18, de corte humorís-

w 31
F!:RNAN\lO (;AIWIA 1(j~I'H)
U)~JIH,( (111M"/! ()~

ClItI, el 111('11< ligo Iro se jacta de que al fingido pordiosero Odisea "por Sí esn[1l biell atestiguados ('11 J 10111('1'0, ((IIIlO l'S de espl'rar, los
Ilt'/'/'1I lodlis /0.1 tI/ellleJ de ltlJ mandíbulas le echaría) como a ¡¡na marrana lanzamientos de disco () peso y jabalilla, actividades depon ¡vas IIlUy pnll ..
1/111' dl'll(}/'tI /tI.I mi!'J!'!''' (vv .2H-29); sólo que esta vez el resultado es natu- ticadas siempre en d mundo griego, tanto l'Il toIl1IX'Iit'iol1l's orgallizadas
I';tlllll'llI(' muy olro (' 1m debe salir con los pies por delante, noqueado, como en los ratos de ocio, lomo vemos hacer a los prl'lclldit'JlfeS d(' Pl'lIl'-
Para disputarse los premios que Aquiles ofrece a los luchadores lope o a los guerreros de Aquiles ausentes tic:! combale (Od ÚtIl /1 JI.' '). 7,
(ulla 1I1t11a, valorada t'll doce bueyes, y una mujer, valorada en cuatro), se 17,167-9; lIíada 2.771-5, 2.~43Is, 2,),())Oss,). HIl lIídt{/.~1H¡-,)
('lllrl'lIlall dos d(' los Illejores héroes del ejército aqueo, Odiseo y Ayante Aquiles saca de su tienda una "bola de hierro en bruto" (.m!w dll/O¡'-
T('IaIlHlllio, La pdeil, descrira con gran precisión, resulta muy equili- hr5ontos), que será al mismo tiempo el objeto que lancell los partilipallll'S
brada, y. Pl'S(' a qm' ambos contrincantes se esfuerzan al máximo, y el premio que se lleve el vencedor; su enorme tamailo (se din' dI' ella
IIll1gllll11 dI' dios logra imponerse, por lo que el juez de la contienda que proporcionará cuanto hierro se necesite durante cinco a¡'los) acrCl iC'lIa
(1IIl1ball' 111110, su valor, lo que quizá explique otro rasgo notable en que difiere ('SI"
La (¡¡rn'ra pcdcsl re 110 falta ni en los juegos en honor de Patrodo prueba de las restantes, pues se trata de la única en la que el mí'lllTO d!'
(vv ;'10 ¡()I) Ili m los de los fi:acios (vv,120-5), En ambos casos el competidores es superior al de premios, El empico dd tt'rll1illO .10/111
"II( '1 ,1 w ,ilV!' dI' las 1 araCfl'rísticas comparaciones épicas para precisar, en parece llevarnos a una etapa antigua, en la que se lanzaba un IIbjt'lO lllal-
.,1 "'glllldo (aso, la dislalllia qLlí: separa al vencedor de sus adversarios: quiera y no un "disco" específicamente concebido para ser lanzado y lIIll
", 1I,{"lo 1'1 /" ti/l/tillO" 1/IIl' {/úrell do.!' !lmlas en el barbecho, tanto adelan- una forma definida que facilitaba el agarre. En camhio, l'n ()d/II'''
l.m,/tll/' IIl'l:o ",Iolldl' /',lld/;d !tI /!J"le, y IOJ demás iban rezagados"; yen el 8.186-9, donde Odiseo vence a los jóvenes feacios (e igualnH'lIIl' 1'11
1'/11111'111111;111 ({'na d(' Ayame, hijo dc Oileo, corría Odiseo, quien final- llíada 2,771-5, 23,431 ss,; Odisea 4.625-7, 17,167-1), SI' cIllpk"
1111'1111' V('III l' gro\( ías al alil'llto tic:! público... ya la ayuda de su protectora concretamente la palabra dískos, pero, dado que en ningún IIlOlllt'IJ(O SI'
AIt'III'.I. '11((' hall' reshalar a Ayante, en una esccna de cadcter marcada- describe con pormenor la técnica empleada en el lanzal11it'llto, 111)
IIH'III(' Iltllllorísliu>: "(lIdlllo diJ/d del jmill! de IIna III"jer de hermoJa podemos saber con seguidad si el término designa ya el disco dc hieITo,
,"/11/1'.1 d 111110 11"t' "I/Iy !iil'll I'J/ird tOIl JIIJ 11/("/1).1' 1II/01/rClJ dcw¡na el hilo piedra o bronce usado posteriormente o bien cualquier ohjew qlll' SI'
dI' 1" 1/'.11111/, )' lo "limlil'lIi' (en" dI' .1'11 I'tt!.m. Idll jm5xílllo corría Odiseo" lanza, que el significado etimológico de la palabra,
(tI lóllllhí{'1I III"tI" 1(dm(I-I). !. ~,(d)s; OdIJl'{/ 1,1.26(), El lanzamiento de jabalina es la prueba que cierra los jucgos 1'11
A d¡f¡'ITlIl ji! de las pruehas hasl a ill I ksuitas, la única referencia honor de Patroclo (vv. 884-97), pero ningún detalle témico Sl' nos
'1"1' l'llt olltl'allltlS a la hoplolllaqllia () IlIcha COIl armas que encontramos cuenta, ya que no llega a celebrarse, pues al presentarse a COIlCurso
('11 lo... PI )('III¡IS \t( Illl("ril os ('S el l ombat!' qUl' clltahlan Ayante Telamonio Agamenón, jefe del ejército, Aquiles decide entregarle direnalllclIll' el
y I )HlI'dt~ 1'11 l!íd¡/d .' t NH-H.''). Ll victoria debe ser para quien primer premio.
1'111111'111 all ¡tlll (' d IIlI'rpo tltol adwl'sario y haga brotar sangre de él, pero Entre ambos lanzamientos se sitúa la prueba de tiro con arm, «111"
It 1"1 ('SIIl'( e¡¡don's. dado el gran elllpeilo nm que se acometen ambos al igual que la hoplomaquia, presenta un carácter marcadamente militar
('Iv"ll''> y It'lIlimdo por la sucrte de Ayante, hacen detener la pelea antes y tampoco formó parte con posterioridad del programa olímpico (l/ílld"
dI' '1"1' algllllo resulte herido, La hoplomaquia nunca será considerada en 23.850-883). Los participantes deben alcanzar con sus flechas a tilia
(in'da lO!llO tilla forma de deporte y su práctica quedó reservada casi paloma atada por una pata a la punta de un mástil. La descripción es tllI
('xdllsivall1elltl' al iímhito de la instrucción militar. anticipo de las escenas más características del cine de aventuras: Teucro

l.' i .i
HHNIINllC,(,III!' fll 1i,'MIIU If,., IIIH,II,'IiIMI'I""

1.llI/il Sil 1]('( ha y (1111 ('''a rompe d (IIrdt'l que fIIalllit'lIl' a la paloma lUULlO(i1tAFíA
,11 ilda al lIl¡iSI iI; (;SI a t'scapa volalldo y M l'riollt,s, aprl'slmílldose a arre-
h.1I al' vi al"! (1 d(' las mallos de su rival, la akalll.a al vuelo antc el asombro 1) (il'ucml. S. AI'lIiii/, "Los IS IHllll(;riws", el\ll VII II)()") ,
.1(' )¡,S ('sll('(ladort's. La pericia de los homlm:s Cll el manejo del arco es H !.~; l.. (jil (¡-d.), IlJlrodllrt'ÍlÍlI" //011/(,/'11, Bat'U·IOIl:l l(m·1 (reillll'l'.),
hil'lll'.tll'llIt' asflllisl1lo ell dos pasajes dc Oc!íJed (19.'570-9,21.404-23; ·I·j(,-·j')(); E. KOnJexl, /.ci/;{,JIIIJ/lII,I.!.1'II /;('i l/omo'lIIlll PIlilo, Jira 11 Idu 1'1 HIII
IIlddd ,'. 17 1- '), donde tan importantc papel desempeña el arma en Maill 1')(¡7; D,(;, Kyk, "NOIl-COll1lwtirioll in Ilotlll'ril Sport; Spt'lla-
1,1 V('IIJ..\illl/a de ()t!iseo sobre los pretl'l1dientes de su esposa. IlII'ship alld Status", S!fuliou X [YH!¡, 1-19; F. Lmhllt'r-llilnt'lIhallt,
l ~I lit 1, ul ra prueba característica de los juegos panhelénicos (y quizá "Spofl,l.\lcidlllisSl· ill dcr archaischetl Epik und Lyrík dl'r {;ril'dll'II",
Vil pral I i, ada por los cretenses, como vimos) lJue, si bien no forma parte 1'¡'J/.rdJ/'ijí.J. N.edd, (¡raz 196'5, 1¡1¡-'57; id., "Bilder lllld Vl'rJ..\lvidw alls
01('1 I'wgrallw de los funerales de Patroclo, sí la practican, en cambio, los dl'tn Sportwl'sl'n in dl'r sp¡¡ten griechischen Epik", I/llt/J GI.'~li!t I'¡'I/-
k,tI íllS. es d sallo de longitud (Odisea 8.127-8); lamentablemente, nada .f.!.,,/;e Z/III1 HO. Gebllr/Jht/!" Graz 1967, 31-!¡(); E. Mirl'aux, LI Ilid" 101;
SI' IIIIS dí( l' sobre la manera de efectuar el salto. 01 lo.r tiempoJ de Homero, trad. esp, Buenos Airl's 1
Los cjt'nicios Ilsims hasta aquí enumerados se enmarcan dentro de .J. Mouratidis, Greek Sports, Games and [ie.rtitJalr bejím th!: ei¡.;hl/J (;('111111')/
'"II1Il('li( 11I1Il'S organizadas, si bien hemos podido comprobar que muchos de ne., Dis. Uhio State Univ. Columbus 1982; A. Pope, Oi" (':YllllltllliJ'
(·11", SOII ij.!,lIallllmre un agradable pasatiempo y a veces incluso una nece- Humer lmd grundlegende Bedetltttn/!, Jiir die GCJ/"IIIIII,f.!.
',1,1.11 1 pr.í(( il a, all1bivalencia que presentan también, por ejemplo, la caza (d. .Ip¿lleren Gymna.rtik, Ois. Rostock 1936; K. Willímczik,
¡I/"),, .1.771-) Y Y. '529ss.; Odisea 19.428ss.) y la natación (en Odi.rea /;ei Homer, Stuttgart 1969; W.H. Willis, "AthletÍC Contcst in rhl' ¡':pil ",
') ~ 11 r /.' 7) las habilidades natatorias salvan a Odiseo en un naufragio, TAPhA 1941,392-417.
1I111'IIIraS qut' l'II (,.9')-6 Nausícaa y sus sirvientas se divierten bañándose en 2) Juegos en honor de Patroclo. M.H. Oickie, "Fair alld [(ud
d 1'1,,). EII uunbio, en los juegos de pelota prima el componente lúdico, Play in the Funeral Games in the Iliad" ,jofSportH XI 19H!¡, H-17; M.I'.
• (1111() 'JlII'( la hien patente en la encantadora escena que nos muestra a Duminil, "Technique et éthique sportives au Chant XXIII dt l'lli{!ilc''' ,
N illISI( ;1<1 ¡ugamlo con sus criadas a orillas de un río en Odúea 6.99ss., o la Pallas XXXIV 1988, 19-32; M.M. Willcock, Funeral (;all1l's 01
t 1.1111.<1 ton que los jóvenes feacios Laomedonte y Halío obsequian al huésped Patroclus", BIes XX 1 1-11.
()di,eo, Iallz;lndose el uno al otro la pelota y haciendo acrobacias con 3) Juegos de los feacios. M.H. Dickie, "Phaeacian Athkll'S",
.1111 iglJ(l precedente de la gimnasia rítmica moderna. Y es que también la LLS IV 1983, 237-276; J. Goehler, "Ein Sportfest bei den Phaiakl'II",
como ya en Creta, es una actividad favorita de los hombres y mujeres Gymnaxíum LVI 1959, 196-200; G. Patroni, "1 ludí atletici pn'sso i
.11' Ilomero (cf. IIfada, 18.490-96, 561-72, 590-606; Odúea 1.150-'52, Feaci", MiJcellanea Galbiati, Milán 195 1, 1
1.' 1 !¡.I '5-19, 17.605-6, 18.304-5, 21.428-30, ete.). Ideal agonístico, J. Ebert, "Zu mysthischen Agonen ul1tl 1.11111
nll definitiva, en la sociedad homérica los ejercicios físicos juegan un Problem des agonale Wesens der Greichen", Stadion II 1976, 307-.~ 1·1;
dI.:' primer orden. Fundamentales en la educación y en el entrena- Ch. Pappas, Die antike agonale Idee ah Grund.rtein Olympi.rche
Illil'fltl) militar, presentes en ocasiones solemnes con carácter competitivo, und des hetttigen Wettkampfsports, Yale 1987; A.E. Raubitschek, "ZlIfll
SOIl quiá ante todo una manera agradable de ocupar los ratos de ocio y und Wesen der Agonistik", en Stt,dien ztlr antiken SOZi(/~l!.'·
,1(' f()rmar un cuerpo hermoso, ágil y sano, de cuya belleza y chichte. Fe.rtschrift F, Vittinghoff, ed. por Eck-Galsterer-Wolff,
pUl'da uno enorgullecerse. 1980, I. Weiler, "AJEN ARISTEUEIN. Ideologiekristische Bel11t:r-

).j .~
J'lil\ NANDO (;/\1«1/\ !tIIMI'HIl 1~'IHC 1111 M1'11 'J~

1\lIllgl'll 1.111" t'im'\l vidl.irieren Homerwort", Stadion 1 1975, 200-227 1.:\. I~P()CAS ARCAICA y CLÁSICA
(I'!'wgid., t'll P.A. Bernardíni, ed., Lo .rport in Grecia, Roma-Bari 1988,
~ \0). I.os íngmH's <alllhios qUl' l'xlwrillll'lllal'llll las tllllditiolles Su( jo
") JucJ.(os fúnebres. M. Andronicos, "Totenkult", en Archaelo- l'WIlúlllieas del puehlo gril'go a lo largo de IOdos estos siglos 110 dejaroll
,':/Id 1/111/11'1';(", vol. 111, Gotinga 1968; A. Breuckner, "Kerameikos- tlt' aknar, lOIllO 110 podía Sl'r Illl'IIOS, a la educari(1Il físÍla y al dl'pom',
SlIlIlil'lI, I >e,. 1'/llft/llhll.! (/,~ón im 5 Jh.", MDAI (A) XXXV 19 No St· nos ocurre llegar que, UHllO sellala (;ardiner (AAW, p. 2H). tilla
,lOO} 111; Ch, Cartl:r, .. Arhletic Contests in Hittite religious Fes tivals " , las nds notables caraner{sticas del deporte griego es su continuidad, y
)Oll/'lli¡{ "1 Ne'III' IidJtem StlldieJ XLVII 1988, 185-187; p, Léveque, di:nivamente, los ejercicios físicos que menóona y describe I foml'ro SOIl
.. Al'l'fOl lit' cthllo-hisrorique des concours grecs", Klio LXIV 1982, 5-20; esencialmente, con algunas variaciones y adiciones, los mismos '1Ul'
Id .... Arhll'1 ir (;allH.'s in ancient Greece, Rome and Central America", féIfInamn, durante toda su historia, el programa de los grandl's jlll'gos
;\,.,h/t·%g;tI IV IIJH2, H-15; L. Malten, arto "Leichenagon" en RE griegos, que precisamente en la época arcaica adoptan su conflgllfat Ü'UI
XXIV ¡'Ji'), rol. ¡W51J-(')¡ (cf. también bibliografía del cap. 1); u. ddlnitiva, en el marco de festivales religiosos. No obstante, como irelllos
I'llpplow (vl;aSl' hihliowafía del cap. 1); L.E. Roller, "Funeral Games for viendo, el deporte griego sufrió profundas modificaciones en orros
Im 1111' Hal Pt'I'SOIIS", S/,/díon VII 1981, 1-18. muchos aspectos, y un factor fundamental fue la progresiva extellsilíll tll'
(!) Pl"u('has c'n concreto. W. Decker, "Zur Bogenprobe des la posibilidad de adquirir educación física y participar en las l'OII1IWl i-
('dy....I·IIS .. , I\HS\r' VI 11J77, 149ss.; E. Delebeque, Le cheval dam ciones oficiales a otras capas sociales que no fueran las más altas, debido,
I'II/d,I" l'a1~ ¡I)')'); P.A.L. Greenhalgh, Early Greek Warfare. Hor.remen LOmo se ha indicado, al cambio paulatino de las condkiol)es SOl io-
dll// eh,II'/II/1 /11 /;'1' I/ollleric and Archaic Age.!, Cambridge 1973; R.L. económicas, que podemos seguir a partir del siglo VIII a.e.
Ilowl.llul, "Nl'sror alld rhe Chariot Race" , PCPhS CLXXXI 1950-51, La nobleza, casta de guerreros que basa su riqueza en la posesián dl'
W.l \X'W'>III'J", "hthn'll und Reiten" en Archaeologica Homerica, vol. 1, tierras, termina por hacerse con el gobierno de las ciudades griegas al ir
(¡!llIlIg.1 ¡ ')(,H.
limitando poco a poco el poder del rey. Posteriormente, durante los siglos
VII y VI a.e. individuos pertenecientes al estrato social míls airo se
convierten en "tiranos" apoyados por las clases populares, con el proplí-
sito inicial de luchar contra los latifundistas y mejorar las condiciolles dl'
vida, a menudo desesperadas, del campesinado y el proletariado. Sill
embargo, los abusos en que casi inevitablemente caían los dictadores, por
un lado, y por otro las aspiraciones de las nuevas generaciones, qut' !lO
habían conocido la arbitrariedad de la oligarquía aristocrática, dejaru!l a
los tiranos sin ningún apoyo, de manera que fueron derrocados, da!ldo
paso a un nuevo régimen que permitía mayor participación polfticíI a
más amplios sectores de la sociedad y que culminó con la democracia
ateniense, lo que nos sitúa ya en los albores de la época clásica. Natural-
mente, este complejo proceso, que no hemos hecho sino esbozar, no llegó
a completarse en algunas ciudades y no desembocó en todas en la

\(,
.H
FI'I( NAN()() I ;ARU A I(UMH(() l' 1" 11 111,1''-0 I 'IIMI'II c."

illlplalllacj()ll del mismo reglmen; Esparta y Atenas constituyen, como haH' posihle lIlIa riqlH'I,a IlO li~ad ya a la I'l'Opil'lLltl flIslila. hasl' ,!I'I
V('f('lllOS, los dos extremos del arco. poderlo de la ariSflll!'a1 ia, La ifll ipil'llll' illdllslrializal i<in y d IOIlSi¡.(tlil'lIfl'
I>iversos t¡lnores desencadenaron y desarrollaron esa evolución, desarrollo dd fOIIlt'rl io proVOUI qllt' la nlll'va hlf~I's(a forlllada !,Ol'
1'1'1'0 podelllos resumirlos en cuatro fundamentales, En primer lugar, la fOlIlt'ITia1ltI'S y <11'tl'sa1lOS exija participar III;ls au iVallll'llIl' del ~[)hil'IO de
('olonización, que, en el curso de dos siglos (750-550 a,C.), expandió la óudad y de los prívile~j()s reservados hasta {'lllOIIII'S a la afistOl ral ia.
1.1 (ulrura wjl'~a por todo el Mediterráneo, Ni Atenas ni Esparta partici- el1tre dios el completo acceso a la cultur¡¡ físila,
Jlaron .H livallll'nte en esta impresionante empresa, cuyos principales De la mayor importancia, también para el desarrollo dt' la {'dm a-
1" 1I11IOlOn's fUl'ron Corinto, Mégara y las ciudades de la isla de Eubea, ción física en Grecia. fue, finalmente, la adopci(llI de nuevas tíí",tÍl'as
por varios motivos: la necesidad de ocupar nuevas tierras de de guerra, que fueron apliladas por vez primera por los espartal lOS
así la relativa superpoblación; el deseo de instalar nuevas durante la segunda Guerra Mesenia «()60-()40 a,C.). La SUl'rtl' dl'l
fal torlas marítimas con fines comerciales; los conflictos sociales, que combate ya no dependía del valor individual de los Glpiranes, sillo sohre
lleva han hacia las nuevas tierras a los campesinos endeudados o a los todo del esfuerzo colectivo de la falange de hoplitas, compacra f(¡rlllal i(in
exiliados políticos. Con la colonización no sólo se multiplicó el espacio de soldados de infantería, armados mn lanza y espada y prote~ids WII

viral de los griegos y se ensanchó su horizonte espiritual, sinó que escudo, casco, coraza y grebas, Como ya entrevió AristlÍtdes (Poli/ir"
lalllhi¿'f1, al elltrar en contacto con pueblos extraños, tomaron los griegos 1321a), la nueva táctica provocó cambios políticos notables, ya qlle
lilas fuerte conciencia de su unidad lingüística y cultural (las diferencias requería la intervención de un mayor número de soldados, redlltados
'1111' separahan a las diferentes estirpes griegas parecían agigantarse en el entre la nueva burguesía que podía costearse el armamento de hoplita, la
n'dlH ido marco de la Grecia peninsular) y, en consecuencia, se reforzaron cual, naturalmente, reclamó una mayor intervención en la adminisrrati(íll
10:-' I'as~o que los distinguían de los demás pueblos; uno de ellos, y no el de la ciudad a cuya defensa contribuía, Por otro lado, las posibilidmb dc
IIII'IIDS i 111 portante, era la afición por la práctica de ejercicios físicos, que éxito de las falanges de hoplitas eran tanto mayores cuanto mejor y lII¡tS
el puchlo ~riego siempre consideró una característica diferencial de su completo fuera el entrenamiento de sus componentes, Las ciudades (y dc
1 ivilizali()1I ton respecto a los "bárbaros", que no practicaban el modo especial Esparta) se cuidaron entonces de organizar la instruni(ill
dq 'Urle. militar de los hombres, de manera que, como señala Delorllle (pp.
()( ro factor de cambio decisivo fue la creación de la polis, de la 24ss.), el nacimiento de la institución estatal del gimnasio aguarda
I illdad-estado, resultado de la unificación de comunidades rurales en una estrecha relación con el necesario entrenamiento de los hoplitas, N lIt'vas
('111 idad política superiot, independiente y autosufióente, con cultos y clases sociales tuvieron, pues, acceso a la formación física, y continuaron
I('yes propios, a donde acudían, en busca de una vida más segura y practicando el deporte cuando la originaria finalidad militar del gimnasio
('slahk. los nlmpesinos privados de tierras, En el marco ahora más orga- fue decayendo (cf. Pleket, "Zur Sozíologie ... ", pp, 61-62),
lIizado d(' la IMli.r pudo desarrollarse libremente la afición helénica por el Así pues, a finales del siglo VI a.c., tras un largo perhlo
deporte, que se hizo de manera definitiva con un lugar importante en la conflictos sociales, las ciudades griegas alcanzaron una cierta estabilidad
vida social de los griegos, en la educación, en los ratos de ocio y en los interna con la implantación de nuevas formas de gobierno, que ofredan
IeSI ¡vales, ya fueran locales o panhelénicos, la posibilidad de participar en la administración de la ciudad, en mayor o
EII la segunda mitad del siglo VII, desde Lidia y a través de los menor grado, a una parte relativamente amplia de sus habitantes, En
;O"IOS de Asia Menor se adopta en Grecia la economía monetaria, que cambio, las disputas externas entte las distintas ciudades continuaron

~H w
l'i'I( N¡\NI)() 1.i\!!1 11\ IICIMHUI I~ IIIH.II:'> II!.IMI'II 'I~

'ill'lIdo frn 1Il'l 11 ('S y slÍ\o cesaron lllO!lll'Ilt,íllt:allll'IIH' lllalHlo la invasión de Ilwrn'lIarjos y la 111111"1 jlill Ik los idl'all's !jUI' sostl'lllall la IlIil/.l, a la
PI 'Isa ()hli~!/ a parle de los griegos a unirse para conservar su I que eSlaha I'SIn'! 11:111 H'II 1l' ulljdo el l'kllll'IIIO agolllstito, uuurihllY!'WII
d!'11t la, I.as ('l/erras Médicas (490-479 a.c.), que acabaron con la asom- • lall1hil-1I a provocar 1111 illlportallll' ulIllhio ('11 la altitud dI' los Wi(·fl.os
hlllsa villoria dl' UIl ejército en el que cada hombre luchaba por su propia la nlltlIra física, Parte de la jllvelltud ulIItillllaha Irt'tlIl'lItilIHlo los
1I1l('l'Iad Irml(' a UII cnemigo mucho más numeroso pero sometido a la giml1asios, pero ahora mil intereses puramente individualistas, sill
vlllllllfad dt'sp,ilica de un soberano, tuvieron una importancia decisiva en tearse como fin último las lIecesidades lk la 1,,¡liJ, El allterior equilihrio
'" dl'sarrollo dt' la CIvilización griega, no sólo porque forzaron a la en la educación entre las cualidades físicas e intelectuales Sl.' rompió
'>IISIll'IISI')II, allIltIU(' fuera fugaz, de las rivalidades entre las ciudades, sino en beneflcio de éstas últimas, Olmo indica ya la llueja de Arisl<íbuws ('1\
~(lhn' lodo porquc acrecentaron la confianza los griegos en sus propias Nubes, comedia del año 42", rehecha parcial m<:n te entre 4 I<J Y I¡ 17,
IIISdll1l IOIl('S y ¡(¡mm de vida y se hicieron aún más conscientes de la contra la influencia, nociva en opinión del poeta, de los sofistas 1'11 la
IlIIporWl1l ia de ulla participación activa en el gobierno de la instrucción de los jóvenes atenienses (vv, 1052-4): "I.'JtOJ JOTl IOJ dJJIIII(J.I
Por 011'0 lado, por lo que a la cultura física se refiere, en la victoria sobre los que IOJ jóveneJ charlatanean el día entero y qul.' hacen (11ft' ('.fIé"
..ol'n' los pl'rsas había desempeñado un papel fundamental la prepara- lIenoJ IO.f bañoJ públicoJ y vacía.! paleJtraJ", afirmación lluiz,[ exagl'-
( 11111 ad(;, i( a dl' los griegos, fruto de la notable presencia del deporte en el rada, pero que sin duda revela un cambio en la postura de los jóvelll's
'>ISI('llIa l'dm ativo, pn:sidido, como veremos, por el ideal de la kaloka- adinerados atenienses con relación a la práctica del deporte.
aristocnítico y ahora extendido a otros estratos sociales, No es extrañar, entonces, que a partir del siglo IV pueda apn'-
y.1 '1111', segulI se ha señalado a menudo, la democracia no supuso la ciarse un acusado desplazamiento de los aficionados al deporte destll' d
11'1111.1,11 je tI! I k, los antiguos privilegios, sino su extensión a todos papel de practicantes activos al de simples espenadores, Todo l'S!t'
'1lId,ldanos (lIll'te(()s y esclavos quedaron aparte), Los años que siguieron ambiente contribuyó considerablemente a la expansión del
.1 I.ls (illl'rras Médicas, en efecto, son probablemente la época en la que lismo en el deporte; aunque es indudable que profesionales
'd' ,de ,111/1 i 1I1l mayor equilibrio entre el cultivo de las cualidades físicas e existieron desde mucho tiempo antes, durante el siglo IV su mÍIIlt'fll
11111'1('( (tlalvs del hombre en el mundo antiguo y quizá también en toda la creció muy considerablemente, El desarrollo del profesionalismo re(l'u-
IlIslllria lit- la Ilumanidad. Es asimismo el período más significativo de la deció, por una parte, las críticas de quienes consideraban el deportt' u
(lvIIi/al i(tll de la Grecia antigua, durante el cual Atenas, bajo la dirección algunos aspectos de él como algo nodvo para el hombre o la comunidad,
I J¡. Jl!'rilles, asumió la hegemonía cultural y económica de la Hélade. y por otra, impulsó, por el deseo de mejorar constantemente las presla-
Esa al'lllOllía entre físico e intelecto comenzó a resquebrajarse en dones de los atletas en la competición mediante el entrenamiento y el
p.II'I(' por evolución interna y en parre también por la influencia de régimen de vida adecuados, investigaciones científicas que condujeroll a
1.IIIOfl'S ('x¡ernos, El estallido de la Guerra del Peloponeso y la consi- un mejor conocimiento de lo que concierne a la salud del cuerpo,
J-: 1I jI '111(' derrota de Atenas frente a Esparta y sus aliados (43 1-404 a. C.) adelanto notable de la civilización griega,
.I( den) la decadencia de importantes valores políticos, sociales y educa-

IIv"s ('11 los que se había basado el florecimiento anterior. En el revuelto


dd siglo IV se agrandaron las diferencias entre los ricos y los más
1.3.1 Educación física
pohrl's, que dejaron de tener fácil acceso a la educación física. Por otro Un rasgo muy característico de la cultura griega es la presencia de la
), la progresiva transformación del ejército de ciudadanos en ejército formación física en el sistema educativo, del que era parte esencial, plena-

·10 41
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OlíMPICOS

fllente integrada en él. El entrenamiento para la caza o la guerra fue la obligados a pagar determinados impuestos a los espartiatas, t.lisfrulallall
fúrma más antigua de educación física, cuando la supervivencia del de cierta libertad para dedicarse a algunas actividades económicas till!'o
viduo () de la comunidad dependía en buena medida de la preparación como el comercio o la industria, los ciudadanos de Esparta
tI(· los hombres con vistas a esas actividades, como queda bien patente en realizar; debían asímismo servir en el ejército espartano, pero nunca millo
d laso de Esparta, Posteriormente, la educación física fue petdiendo su hoplitas, sino formando cuerpos aparte, y sin la posibilidad de alntll/.a!'
taf¡trn:r exclusivamente militar (cf. ya Pausanias 10.4.1), conforme se puestos de responsabilidad. Su situación era, pues, desfavorable l'Oll rda
IUl' haciendo más evidente la contribución de la práctica de la gimnasia al ción a los ciudadanos de pleno derecho, pero indudablemelHe 1I1lIdlO
hil'lH'srar físico, y también mental, de los ciudadanos y, en consecuencia, mejor que la de los hilotas, siervos adscritos a la tierra, propiedad l'sliIlal.
la comunidad, de manera que el cuidado del cuerpo continuó que debían sostener a la clase dominante. La enorme superioridad 11111111:-
1('lIi('fldo un lugar preferente en la enseñanza, desde los primeros años de rica de los hilotas respecto de los espartiatas obligó a éstos a ulla pl'O~n­
la vil la del niño, como condición indispensable para el logro de ese armo- siva militarización de su régimen de vida, como único Im'dio dI'
1I10S0 equilibrio entre el desarrollo de las aptitudes físicas e intelectuales
mantener su dominio.
(¡lIl' Sl' l'xpresa con el término kalokagathía.
Ante el problema del aumento de la población, que la Illayor(a 1'"
(:01110 ya señalamos a propósito del deporte en los poemas homé-
las ciudades griegas intentaron resolver, como vimos, medialHe la 1'11 11 da
rl' os, l'll esos tiempos la educación no debía de constituir un sistema ción de colonias, Esparta ofreció también una solución propia y ¡lt'wliól!':
la guerra de conquista, ocupando las fértiles tierras de la vl~tia M('s(·lIia.
orgallizado. Por lo que nosotros podemos conocer, la regulación de la
Tras veinte años de dura lucha (740-720 a.c.), los tnl'sl'llios 11I1'mll
('1 h 1( al i¡ )1\, Y de manera sobresaliente de la educación física, alcanzó su
derrotados y pasaron a engrosar el número de los hilotas. Medio si~lo
I'l'illl<'l':1 Ulhninación en la Esparta arcaica, y del éxito de tal sistematiza-
después (660-640) un levantamiento de los mesenios sOlllcridDs, '1"1'
, H'11 ('S I'l'lIl'ba indudable el dominio casi absoluto que los atletas espar-
contaban con el apoyo de los enemigos peloponesios de Esparta. ('11< allt'
t.11U IS l'Jl'n i('fOIl sobre los representantes de las demás ciudades en los
zados por Argos, sólo pudo ser reprimido con gran dif1tulrad y IIH'llialll<'
.I111·}.!.oS Olímpicos hasta la primera mitad del siglo VI a.c.
el empleo de la nueva táctica militar de la falange de hoplilas, y la a~il
cilln social que esta segunda Guerra Mescnia provoní <.'ll Espana all'll'!'D
1, /'1,1 /Üj}(/rta la adopción de sucesivas y profundas reformas ell la <:Slruflllra pD11I íl a.
sOlial y militar del estado, que la tradici(ln presellta, ullifldlldolólS, ((111\0
La prilllada del entrenamiento físico en el sistema educativo espar- obra dl' un legislador legendario, Licurgo.
1allll es 1111 claro reflc.:jo y consecuencia de las muchas peculiaridades de la No obstante, Esparta sigui¡í siendo un estado ahieflo y lI'¡'UtlVII
mgallizalitÍll polítira y social de este estado. I'rente a una clase dominante hasta los últilllos tramos del siglo VI a,c', pero la ri~(b . . dl·1 SiSU'IIIi1
dI' lillaj(' dorio, los espaniaras, que gozaban de todos los privilegios de la illlpidi() la Itígica ('voludólI de las insrituciolll's, lo lllal lOlIdlljlJ 1111011
lallfa y lUyO número era porcentualtnt:nre reducido (los hombres II1l'I1I(' a lit 1 n:~il'I allquilosado y aUlla lilldad ('IHWrada ('11 sI IIlisllla,
apios para l'l cOlllbate 110 sobrepasaron los diez mil en las épocas más <jUl' prolnlití a la expulsióll d(' l'Xlfallj('ros (' illduso prohihiü ('11 al~Ios
lIon'( il'III('S), se siluaba la grall masa de la pohhlrilín, consrirufda por ,"SOS la pan kipalil)1I tI(· sus liudadal10s ('11 los ~ralh k's 1I(,~oS pallhrk'
lll'rÍt'lOs y los hilolas. Los IX'riecos carecían d(' dl'rl'l'hos pol(tiws, pero 11 itOS , lalllo por d h'lllOf de que la falllH ~ald ell t'lIos apal'lni'lt' al
podfall admillistrar sus ald('as toll lÍl'na HUIOIIOIllÚI. y. aUllqlw ('slahall dlldadallo tll' sus ddwrl's para lOll la palria. UlIllO por In dl'slIIoralizutÍ')1I

-u .1\
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS ,ti 1',( ;OS oU M1'11 OS

qllt' suponía para la comunidad la derrota de uno de sus miembros frente Política 1324b 8-9). No es de extrañ,tr, en (ollsenlellcia, que d t'srado
a arietas de otras ciudades. asumiera el control de la vida de sus miembros pnkrkallll'1ltt' desde Sil
Bajo estas circunstancias, la preparación física y militar condicio- nacimiento y los sometiera a un riguroso entrenamiento f(sim destll' la
Ilaha todo el sistema educativo espartano, ya que la vida del ciudadano niñez. Lamentablemente, nuestras más importantes fuentes para d Wlltl-
('staba orientada esencialmente a la defensa del estado, de manera que, cimiento del sistema educativo espartano, que indudablemente debi!') dt,
UlIllO afirma Jaeger, el objetivo de la educación espartana era crear una experimentar cambios en el curso del tiempo, son todas tardías, dd si~l()
(íwlad entera de héroes, dispuestos a sacrificarlo todo por los intereses del IV a.e. la Constitución de los lacedemonios de Jenofonte (que nos fIlUl'Slra
('slado, "comunidad ciudadana que trasciende toda individualidad y para una imagen idealizada de la vida en Esparta) y las alusiolll's qut' se
la utal todos viven y mueren". Este ideal espartano de la arelé exce- e encuentran en las obras de Platón y en la Po/í/ ¡ca de Arist(ítdl's (de Sil
1I'1I1ia, virtud") encuentra ya su mejor exponente en los poemas que Constitución de los lacedemonios sólo han sobrevivido fragmelltos), y dl"
Tim'() mll1puso para acompañar la marcha de los hoplitas durante los siglo I-U p.e. la Vida de Licurgo de Plutarco. Estas obras, y particular-
dih( iles Illomentos de la segunda Guerra Mesenia; las tradicionales mente Aristóteles, nos hablan de una instrucción centrada obsesivalllt'III('
vinut!('s aristocráticas (fuerza física que se hace patente en la carrera o en en la formación militar, con descuido casi absoluto de la eduulcitíll 1111"-
la Iw ha, belleza, riqueza o elocuencia) no valen nada para Tirteo, la lectual; pero esta situación probablemente s610 es válida a partir del si~l()
("alidad eSl'tKial es el valor en el combate (fr. 12 Wesr): "No quisiera VI a.e., ya que en la centuria anterior Esparta fue centro de ulla flore-
m (ml,l/' 111 /i{I((!r mención de un hombre por su excelencia en la carrera o en ciente vida intelectual, abortada por la rigidez del sistema polCtiw y la
Id IlItlid, 11/ {1I/1"I"e tuviera el tamaño y fuerza de lo.r Ciclopes y venciera progresiva militarización de la sociedad. La educaci,ín sí Sl' (('1111'1;
I 1I1'1'I1'IIt!O dI IrtlfÍo B()reas, ni aunque fuera por su porte más agraciado que entonces absolutamente en la formación física, y adelll¡ís mn ulla tillíl
'f,'o/lo, l' IIII'íl'r(/ máJ riqueza.r que Midas y Cfniras¡ ni aunque fuera más lidad utilitaria, la preparación para la guerra, excluyendo l'I objl'l ivo
/'('XIII 1/ 111' P//O/I¿', hijo de Tántalo, y tuviera la lengua de Adra.rto, dulce deportivo, como queda claramente demostrado por la progresiva desapa-
101//0 ItI //IleI, tll tllmque tuviera toda gloria excepto impetuoso valor en el rición de los atletas espartanos de las listas de vencedores olÍlllpiws a
111111""'1'. PltfJ tlO l'J hombre de valía en la guerra sino el que osa contemplar partir del siglo VI (entre 776 y ()OO, de 66 victorias COtHXldas ,~ 11Il'1'01I
¡" /IIdldl/l.tI JtllI/!,rienJa y ataca a lo.r enemigos acercándo.re a ellos. Esta es conseguidas por espartanos, en tanto que desde ')1)6 hasta )(lO a.("
;" (·.\cl'll'1Ie/,I, l!.rltt, en/re los hombres, la recompen.ra mejor y más hermosa de únicamente se contabilizan 13 triunfos).
"kdll;:,¡r /Jtlrd 11ft jm/etJ. Yes un bien común para la ciudad y para todo el La metódica y estrirta educación, que los espartanos n'Jl]otllahan ti
InuMo el hOlllbre qlle con las piernas bien abiertas en vanguardia se Licurgo, era obligatoria para todos los hijos de ciudadanos, y I'l'an
1IIt//lIICIII' ¡trille iftCtm.fttblemente, y se olvida por completo de la vergonzosa además admitidos en ella otros dos grupos de nif\os, por lo dl'lll<lS llIuy
hllid" , 1'.\'1Iti/lINldo .m l/ida y .fU ánimo sufrido, y enardece con sU.r palabras poco numerosoS: los hijos ilegítimos de esparciatas y mujeres hilotils, t)\(("
dI ,l!,lIt'rrCrtl 1¡1It' c.rli:í ti ,r¡¡ lado, acercándoJe a él". según el testimonio tardío de EliatHl (lIiJ/orí,lJl'tltútltIJ 12/U), sl'rvlal1
ASI pues, d objeto casi exclusivo de la educación espartana era COIllO antagonistas de sus medio-hermallos en los l'jerdcios d(' ellln'fla

lorlltar ciudadanos capaces de defender d sistema de vida privilegiado de miento y erall tlnalmentc nxoll1lwlIsados COll la libertad; y, el1 Sl'~Ifdo
los ('sparlÍatas frt'llt<: a ellemigos mucho m¡ís numerosos, las ciudades lugur, los llamados "Illatllellidos" (lní/¡bill/o/), Ilinos Iq~ad()s a lispanil a
vl'cillas y los hilot;ls sometidos Cm J.tlCedl'lNlJlli" .y t'f/ ere/ti /t' t'dlli'tlci6n Illuy (Otra edad o natidos l'll Esparta dt' padres ('xlfílnkros ~('t\líI
t'J/lí or;:'tmiztldíl ¡"ni 1'.\'(/II.I'II'dllll'1II1' f01/ ¡JÚ/II.!' ti ItI J.!./I('''''(/'', ArisllÍtl'll's, exiliados polít IlOS.

·101 '1"1
I'I'RNANI)() (;AI«JA IU )MHU) 11)., 1111'1,1)" I IIIMI'If 1).,

I LIS! a IlIs siv(v af'los, los niños quedaban al cuidado de sus padres, l}4uallllt'III(' Ilarifi(ador t'S d aplllll}4(;rilll Il'S,iIllOllill di' ,kllllfllllll'
1'1'1'0 a pal'! ir dt, esa edad era el estado el que se hacía cargo de todo lo (GlI/x/lIl/rlfÍl/ dI' 1111 l'IIl'ilcfl/o/liw 2,2-'): "y 11'.1 dJi,~lIá (/jlllt:/io) /d/lIMé"
(1IIlu'mil'Uf(' a su illS(runiótl. Ésta comprendía varias etapas, cuya dura- IfdJ/i,~lÍm) t'/t'XidoJ dI' /'I//n' 10.1 jtí¡ 1{'I/1'J, Ilttr" 1/11/' (".IÍ,~f/'1 ti 10.1 "inllt
I 1011 I 'Xóll ,a 110 podemos determinar con precisión, ya que nuestras tlld!ldo jilo'(l Im'cúo, de 11/,1111'1''' q/le I!,rdll rCJ/!l'Io y l~rt" IIlm//clI(ItI 1IIIIt/l
1111'111 e's SOIl i\ m('uudo contradictorias o nos proporcionan una informa- rren en 1'1111, !\dl'lIItÍJ, t'!I /1I,~tlr dt' Ilt/n/r ddhtlt!O,I 10.1 Ilit'X mil d ("h"t!1I ,
111'11 ill1pfn isa y poto sistetl1,ítica, a lo que se añade el hecho de que los ordemí endllrecerlllJ yetldo deJc(/lzoJ, ¡Wl'J eJ/ Íll/tlb" l/lit', JI IIJ! ,It' I'/t'n /
1(;"miIlOS (,tI1pkados para designar a los niños y jóvenes en cada una de /abtJn, lfIurho más j;ícilltlt'!lte ,mhiríctrl mOl/tl/llil.! ,y (1m IIlt1yor Jt',~/lrj¡I!
I;IS dikn'lIll'S ('tapas son numerosos y complicados, Habitualmente se bajarían jJendierJteJ, .rtlltarítm, hri tlfttr/ttt/ y wrrer!,1!I /f/ií.r reípid,III1t'I//r, )'
adllll'l'II Irvs Wados de f()rmac.:icSn en el sistema educativo espartano, en ¡ligar de ahlandane con manto.!, eJtimah,¡ II"e deM,m ilrOJ/llm/ml!'.lt' "
1111110 parvIl' ya indicar, aunque de manera harto vaga, el testimonio de 1l(:tIar IIn solo marJto durarlte todo el año, fon.rideriUldll tI"e 11,1'1 ('.IIt1dllll
.!t'IIIIIIlIlI(' (CiJl/J/i/lIl'Írírl de lo,f lacedemonios 2-4), La primera etapa mejor preparadoJ tanto contra el fr/I) (omo Ulntra el ralllr. Y ell t'llII"/1I ti ItI
(/hlll/n, "lIil)OS") wll1et1zaba a los 8 años y se extendía hasta los 11, en comida, ordenó que el irén en las marchas diJ/msiera de l/ni/ {lIlIlid,,"/,,1
"piule,1l di' Marroll, o los 12, según otros autores; la segunda (meirákia o que nunca Je Jinfieran peJados por harturtl ni deJconocieráfl lo 111It' 1'.1 IItI.lill'
1',lItllllo/, "lI1l1chadlos") comprendía hasta los 15 (Forbes, Marrou) ó 18 necesidad, estimando que 10J ají educadoJ serían "'tÚ ((llilla,I, .1/ Im'!'tI
e Mil hdll; se' pasa ha t'lltonces a la categoría de los "jóvenes" (eirénes, preciso, de agtlantar sin comer y reJÍ-rtirían durante mtÍJ IIfllllm (1/11 1"
/lr/JOII/O), "oude 1'('rrllHlledall 5 ó 6 años, hasta que eran admitidos en miJma ración J Ji ají se le.r ordenase",
1.1'. ItI.I\ dI' lo~ s"ldados de vanguardia, como paso previo para alcanzar, a La educación así organizada de los niños espartanos indu(a ac!('IlJ(ís
111'\ \11 ,I)~ 1.1 I illdadallía de pleno derecho y formar parte de los algunas actividades cuanto menos llamativas, como es el caso dd disllI
"'HIt,dl'"'' c!III/110[1I1), tido adiestramiento en el robo para procurarse provisiones (alabado 1'01'
1.11.. 1'11'1\ ic ios 'Isitos se graduaban de acuerdo con la edad, pero el propio ]enofonte, op, cit. 2.7-8) o la krypteía (cf. Platc')rl, /_e'y('.1 (1 ~
di'" l., tlll pl'lW ipill St' sOllletía a los niños a duras condiciones de vida y a una especie de "caza de hUotas" nocturna en la que los jóvenes l'span1\~
1111.1 lI'Ir('.1 d¡~1 iplina, mmo manifiesta claramente la desaipción de debían mostrar su valor y madurez, así como el sangriento rintal de la
1'''1101110 (/,/I/I/:/ill lú,IO-[): "Así plleJ, a leer ya escribir aprendían diamaJtígoJÍ.r o flagelación de los muchachos ante el altar tlt' Ant'lIIis
11(1/'/111(' ('/'" 1/('(('.1<11'111, l/ero todo el re.rto de la edtlcación tenía como meta Orria, en el cual debían poner de manifiesto, antes de su paso al }4rupll
011(',/1'11'1' di.lt1/di /Jdr/"I/Ien/e, reJÍ.rtir las jJenalidades y vencer en la batalla, de los "jóvenes", su resistencia al dolor soportando los golpes, l'n al}4l1lllls
/'/11' ('111 /"f/lhlhl, OlfljíJrl!ll: JI( edad aumentaha, Je iba intenJificando Stl casos hasta la muerte (cL Plutarco, Lictlrgo 18,2), sin queja alguna,
l'IIII't'''d''ÚI'll/O, /'tI/ltí"doIIJJ ttl cero y acoJttlmhrándolos a caminar deJcalzos y
ti /",I:"/' dc'.lIl/1dlll 1" I//tiyor IJtlrte del tiempo, Cuando llegaban a los 12 añoJ El entrenamiento de los espartanos procuraba un desarrollo HsilO
11',1;111"" /'i/'Ic'fldo tllÍfI Júl/lÍnica, lIev,tndo tln Jolo manto todo el año, con completo, de todo el cuerpo, de manera que, como afirma ]enof()rltl·
/11/'111111 1('((1.1 Y d('Jco11ocedoreJ de hañoJ y tlngüentoJ, excepto tinos pocos díaJ cit., 5.9), "no se podrían encontrar fácilmente hombreJ máJ saludableJ.Y dI'
,,( "/111 1'11 11/1(' di!/mld/;ttrJ de ttdeJ placeres, Dormían jtlnto.r, díl'ididos en ctlerpos mejor formados que los espartanoJ, pueJ ejercitan por iguallJiemtl.l,
1'lllIddrlll/l'.1 y ,~r/lIJ Johre lechlJJ de paja qtle elloJ miJmos preparaban, brazos y cttello". Las disciplinas debían ser las más antiguas y naturab
/'/JIIII/lrwdll 1011 1".1' I/hIrlOJ, Jin ,rervirJe de clIchillos, laJ pllntas de las cañaJ formas de ejercicio, es decir, la carrera, el lanzamiento de piedras y jaha-
1/111' trnl'll jl/II/o ,d lillroltl,r" , linas, y también la lucha, que podía practicarse en combates individualt,s

·1(, tl7
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

y dl' manera reglamentada o bien colectivamente y con mayor permisi- mente posible de "guante de boxeo", de manera que los j6venes llamados
vidad, como en el caso del violento juego que describe Pausanias sphairefs no tendrían como disciplina básica de su entrenamicnto los
( ~. II¡ .Xss.), en el que dos equipos de jóvenes trataban de empujar cada juegos de pelota, sino el boxeo, lo cual, según Chrimes, se acordarfa
tillO a sus rivales hasta las aguas del río Eurotas sin más armas que el mejor con el carácter militar de la educación espartana.
vignr de sus miembros y la fuerza de sus dientes. Se practicaban Durante el período más antiguo, el entrenamiento tenía lugar fuera de
asimismo diversos juegos de pelota, en los que debían tomar parte espe- la ciudad, en campo abierto, en el llamado drómos ("lugar para correr", lo
! ialllll'llt(, los jóvenes de mayor edad, que eran llamados precisamente que indica la importancia de tal ejercicio), al que se unió más tarde, ya
,/¡J"úrdr ("jugadores de pelota"). Tales juegos eran variados, pero los dentro de la propia Esparta, la "palestra" ("lugar donde se lucha'').
habla igualmente muy duros, como aquel en el que dos equipos de La parte artística de la educación del ciudadano espartano tamhiéll
'I"illu' ;Iívenes cada uno luchaban por apoderarse de la pelota por todos estaba bastante relacionada con el ejercicio físico, ya que consistía eSlw-
lo!-. lIll'dios posibles. Por último, no faltaban, por supuesto, ejercicios más cialmente en el aprendizaje de la música y de la danza, actividades amhas
<lirn ,allll'me relacionados con la función militar: tiro con arco y esgrima, en las que los lacedemonios tenían ganada una bien merecida tilllla,
(,'¡uita! i(ill, caza y muy posiblemente también boxeo y pancracio. La Desde muy prontO los niños practicaban gimnasia rítmica, como paso
prl'sl'Illia de estas dos últimas disciplinas en el programa espartano de preliminar para el aprendizaje de la danza, cuya variedad m¡lS l'Ollmida
1·<111\ at itíll f(sica ha sido muy discutida, a partir de diversas alusiones de era la llamada "danza pírrica" (figura 15), ejecutada por jóvenes armados
PhlfarlO (Jjmr¡!,o 19.9; Dichos de IOJ espartanos 228d23; Dichos de reyes que simulaban posturas de ataque y defensa. En general, todos los l'kni-
)' ("/JllilfII'J I X')e4), que se han entendido en el sentido de que Licurgo cios se acompañaban de música de flauta, y al son de las flautas
plnhibi,) d pugilato en Esparta, por razones educativas, para evitar el, en marchaban también los espartanos al combate.
"ti Opillioll, poco edificante espectáculo de ver a uno de los rivales El entrenamiento físico dominaba, pues, la vida de los espartallos
'1'lIdll-,¡' y ahandonar la pelea. Esta creencia ha intentado ser refutada por durante sus treinta primeros años; pero aún una vez terminada su etapa
"IV'lS(~ ,ItIfOI'l'S, Así, J i.ithner (RE VII, col. 2041) afirma que tal prohi- de formación, el ciudadano, tanto impulsado por la costumbn' millo por
1lit 1011 I ¡lIl SI ¡lo a (ectaba a la intervención de los espartanos en ambas los estímulos que recibía para ello, seguía ejercitándose en los gimllasios y
PIIII'J,¡¡S \'11 IIIS juegos deportivos panhelénicos, pero sí formaban parte de practicando la caza (Jenofonte, Constitución de los lacedemonioJ I¡, 7), Es
la ¡11M rllu i\')1I militar, ya que suponen una buena preparación para la más, Jenofonte nos enseña (ibid. 12,5-6) que la ley ordenaba él todos los
J.(III'l'I'a (d. Fil<Ísttato, /::¡'obre la gimnasia 9. 58), y, además, algunas lacedemonios que se adiestraran en prácticas gimnásticas mielltras ('Slll-
111('\1(('" IIOS descrihen el boxeo o el pancracio practicado en Esparta (cf. vieran en campaña, de manera que dos veces al día, antes de desayunar y
(.il('I'IIII, 'f'IIJmltlfltlJ ).27.77). También Chrimes, en su exhaustiva obra de cenar, realizaban ejercicios físicos, si bien más ligeros quc dI'
\ohn' la ESpal'lil alltigua, admite la presencia de ambas disciplinas en el costumbre. No anda en verdad descaminado Plutarco cuando afirllla
1'lllfl'lIalllielllo de niños y j6venes, y, a su entender, la prohibición de (Licurgo 22) que para los espartanos la guerra suponía un desmllso tll' MI
I.i\ ttrgo liD Sl' rell'ría al pugilato, sino a las riñas y peleas entre los preparación para la guerra.
¡11Vl'm'S, lOlllll podría probar el testimonio (por otra parte también poco Otro rasgo peculiarísimo de la educación espartana, priÍniulIlIl'tllt'
! laro) dl' .Jcllof(lI1tl', Con.rJilllción dI: lo,!' latedemrmioJ 4.6; en apoyo de tal sin paralelos en el mundo griego, es la inclusión de las mujcrc!i a
alirtllilli\)1l illtl'rprl'ta demallcraoriginaleltl-nnino.l/¡htúrdr. que no todos los efectos, Sobre este tema volveremos Ill,is addélIlH.', nmlldo cstll"
l'starÚt rl'ladollado lOIl .!/¡httlrtl ('11 d sctllido tll' "pdota", sillo ('11 el igual- dielTlos el (k'porte fC,'IllCllitlO t'n (,n-da (rap, I ..L~),

,1/01 ,jl)
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

Un sistema educativo tan minuciosamente regulado como el espar- 1.3.1.2. Atenas


101110 requería sin duda personas rigurosamente seleccionadas que se

('11( argasm del entrenamiento de los jóvenes, así como funcionarios esta- El sistema educativo espartano influyó poderosamente en el rl'SIO de
taks que supervisaran todas y cada una de sus diferentes etapas. No las ciudades griegas, sobre todo en el ámbito dorio, como es el raso dl'
ohstallte, al menos a juzgar por los nombres empleados para designar los Creta, aunque nuestros datos sobre la educación de los ¡{)venes ln'lt'llsl'S
( argos, d número y la especialización de tales funcionarios era menor que son muy incompletos (sumamente recomendables son las p,íginas <¡lIl'
('11 Almas en la época de la efebía, como tendremos ocasión de Forbes dedica al tema), De manera semejante a Esparta, el énfi¡sis r('rafa
(ulIlbrobar, quizá porque, como apunta Forbes, los jóvenes mayores y especialmente sobre el desarrollo físico, con vistas a preparar ciudadanos
111;ís capaces se encargaban de parte de la instrucción de los más aptos para defender su patria, prestándose poca atención a la lilrlll,\( ¡(lIl
!lt'tjIlC!IOS o menos adelantados, además de que, en general, todo ciuda- inteleaual Caprenden sólo a leer ya escribir, y ello Tlloderadtnller/tc", Aris~
dallo l'spartano se consideraba personalmente responsable de la educación tóteles, fr, 611.15 Rose). La educación, bajo el completo mIli rol dd
y disdplilla de sus jóvenes (Jenofonte, Constitución de los lacedemonios estado (si bien de manera menos obsesiva que en Esparta), ('ra ohli~a­
.'. ! 0-1 1). El supervisor del sistema educativo de Esparta era el pedónomo, toria para todos los ciudadanos y de ella, por supuesto, estahan exdllfdlls
dq..:ido, a decir de Plutarco (Licurgo 17.2), "entre los hombres de mérito", los esclavos, quienes, aunque tenían al parecer ciertos derl'c!Jos, !l1l
(011 alltoridad para "reunir a los niños y castigarlos con dureza si obJer- podían "jJracticar la gimnasia ni poseer arma/' (Arisn')teks, Poli/II"
/',//,.1 '11It' "~í!,lIJto actuaba wn negligencia" (Jenofonte, OjJ, cit, 2,2.), para 1264a21 ss.), Los niños eran también agrupados según Sil edad, Pl'\'(I
Iu (11011 (OllIaba con jóvenes reclutados entre los de mayor edad, llamados permant'(Ían durante mucho más tiempo, hasta los 17 anos, al ClIidado
IIId 11Í;:'IÍ¡OIYlJ (" porta látigos") . ¡¡¡miliar, e incluso después eran sus padres quienes habitual 11 Il'II Il' diri
La prillliriva educación (c'spartana, cuyas bases se atribuían, según gían sus ejercicios gimnásticos y militares (d, Estrabón IO.lí I() ss,),
III'IIIIIS vislO, a la figura legendaria de Licurgo, se mantuvo en pleno tIlalldo los ;lÍvl'nes de la misma edad hacían vida en lOlmín, WlIli('lHlo y
V'}J.OI' dmalllc varios siglos, e hizo de Esparta el estado militarmente más dUf1nimdll juntos, aunque en condiciones mucho \1l,is suaves que las
l'0d('l'IIso de (; r('cia, aunque a costa de trabar las energías creativas de sus impucstas a los muchachos espartanos.
('lIdadallos, wn la consiguiente pérdida del liderazgo en los aspeaos El ('jt-mplo de Esparta tuvo también probablelllCIHl' 1111 tll'S!;1l ado
(1I1,mal y l'w'Hímim. Con la desaparición de su hegemonía sobre Grecia, p¡¡pd etl la regulación de las leyes qut' iban a regir la l'dUi(~1I I{si¡;! y d
'I"l' 1'01 stÍ, alluque por breve tiempo, a manos de los tebanos tras la dep0rle l'" A['(:nas, nlya codificación se atribuye igualtn('111l' a 011'0 Iq..:is
hatalla de Ll'll(tra 071 a,C.), se agudizó la crisis del viejo sistema educa- ladu!' de rasgos l'asi tall legendarios nmHl I.irurgo, Solt'lII, a lOlllil'''f'.OS dd
IIVO, dal'allll'llce perceptible a comienzos de la época helenística, como VI a.<:. No ohslante, d !11uddo espartano dehi¡'~ dl' afl.'nar sohr(' lodu iI
'1llt'da rdlt'¡ado m la ohra de Aristóteles, No obstante, fue siempre el LIS 1('( "i¡as de l'llll'ellalllÍt'IIlO l'mplcad¡¡s ell la rumlari!)1I de los jl'IV('IH'S.

espejo l'II d qlle se miraron quienes en adelante pretendieron volver a ya que los prinlipios y objl'livos h.ísims de la nlulaci(lll at(,lIll'I1S(' dil1("TII
d¡'var a Espana a su anterior apogeo, y las reformas emprendidas con ('IIOI'!II('IIH'll1e dl' los qul.' dominaball ('ti Esparta. Iksdl' llIuy proOl o , ('11
VlSI as a lal 1111 ('11 la segunda mirad del siglo III a.c. por los reyes Agis y dI'{ 1Il, la (·dlluH i¡)11 a1l'l1il'I1S(' pcrditi su lanÍth'" ¡'S('tI( ialllwlI(¡' lI1ili,ar.
( :ldHIIl'IIl'S (Ol11l'll'/,aroll con el renaómiento de la antigua educación, .11 111'11 H' la pn\¡ lila W\1sl am l' del at/l'l iSI 110 y la gimllasia Pl'fl lIifta

Il1allll'\1l'r ulla l'Xldl'l1ll' lilrllla I{si( a, qlll' Sl' n'wl{) IUlldílllll'llla1 para la
Slll'l'll' d(' la gw'rra l'l1 el 1l101Ill'Illo nÍl ¡lO dl' las illVasilllll's Iwrsas

'\" "1\
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPI«)5

(S(itracl'S, en Jenofonre, Recuerdos 3.12, destaca la importancia de la 1336a41-b2), diversos textos platónicos (Leyes 804d, '/ed!!.".! 122d y
~ilas como preparación eficaz, aunque indirecta, para la guerra; aristotélicos (Política 1337a22-26) parecen sugerir que la dudad no
11, lamhién Platón, Pt"Otágoras 326b-c). Al propio tiempo, el lugar obligaba a los padres a dar educación a sus hijos ni establecía tílt11pOlO
aSlmislllO sobresaliente que ocupaba en el sistema educativo ateniense la cuántos años debía comprender la enseñanza, de manera que los hijos I k-
1IlI'lIlali()1l literaria y artística, junto con la gimnástica, trajo consigo la ciudadanos pudientes recibían una educación mucho m¡Ís ('OllIpll'la y
I Illlsnlllilín, al menos durante un cierto período de tiempo, de un sano duradera que los menos favorecidos, como nos dice Platón por hOla de
equilihrio entre educación física e inteleLlual. Protágoras (Protágoras 326c): "y esto lo hacen los que tienen "'tÍ.! 1IJ.ri/;l~
(,oIH)('cmos algunas de las normas con las que, según la tradición, dades, como son los más ricos, Sus hijos empiezan a ¡rementar 1,/.1 c'JOIddJ
Soll;1I r('gllllí la educación y las prácticas deportivas de los jóvenes atenienses. en la edad más temprana y la dejan muy tarde", No obstante, a ¡itlca de
T¡¡\¡-s prescripciones, sin embargo, no parecen haber sido destinadas a crear una norma escrita, la costumbre, ley no escrita, empujaba a los arellíl'IISt'S
I H1 sislema l'durativo estatal cuanto a ordenar algunos aspectos de la ense- a enviar a sus hijos a la escuela, casi con la fuerza de una obligarit'lll; as(
nan!.a dI' los ciudad,mos. El orador Esquines, en su discurso Contra Timarco lo recuerdan las Leyes a Sócrates en el Critón platónico (50d): .. ,/(I fIIIN,1II
1) 1. , (ita al~uns
1
de estas leyes: no estaba permitido que las escuelas buenas las disposiciones que prescribían las leyes eJ/ablecida.r ('1m f'eJ/!"(/o "
.lbrit'S{'11 alltc.:s de amanecer ni cerrasen después de anochecer, para, según esas cosas (la educación), cuando ordenaban a tu padre t¡m te t'dlll't/f',1 1'1/
11I1('ScrO illlllrtllador, librar a niños y muchachos de los peligros de caminar la mlÍsica y en la gimnasia?", Esta circunstancia, unida a la lIowhll'
I 'o la OSI lIrídad de la noche, aunque pudiera ser rambién un intento de evitar extensión de la enseñanza a todas las capas sociales en d Iratlstllrso dd
1.1 'illhn'l ar~ del horario escolar; contra la pederastia iba dirigida la prohibi- siglo V, hizo posible que prácticamente no hubiera analfabetos {'IIlre los
I 1!l1I, balO pella de muerte, de que los adultos (salvo maestros y parientes ciudadanos varones atenienses de ese período y estuvieran asimismo him
11'11 ilI~) ('llIfarall en la palestra o la eSLuela, pero tal veto debió ser concul- entrenados desde el punto de vista físico (el acceso de la tllujer a la
LItio Il 'o" apliralitÍll relajada, a juzgar por la frecuencia con que en pinturas educación era, como habremos de ver, mucho más diftrul!oso).
v.I'>llIlólrcs y obras literarias aparecen hombres contemplando los ejercicios de El maestro de letras, gimnasia o música recibía a los alUlIltlOS l'lI Sil
111" IIItH b,l! lIos; igualmente reguló Solón la edad de admisión en las escuelas propia casa y no en un edificio público financiado por vi escado, litl lo
(Jo'o (, 11 1 a(¡os), la exclusión de los esclavos de las mismas (los cuales no {Iue respecta concretamente a la educacilín física, hay que <lisl itlgllir, l'lI la
l'0dlOlIl "s('r sOllll'cidos a entrenamiento ni ungirse con aceite en la palestra"), All'tlas del siglo V, entre los gimnasios, edificios plíblil'OS dt'slillados al
d I all'lldario de I<:stividadL'S escolares, etc., y no desmidó tampoco el deporte l'1Itrl'namiet1to de efebos y hombres y administrado por el gilllllasian a
dI' IIlIIIP(,ticjl'lll. lijando, según Plutarco (Salón, 23.2) una recompensa de (largo que en benefirio dd estado desempe/labatl los ciudadanos rilos 1'11
{I('" I Irat lilas para los atenienses vencedores en los Juegos Ístmicos y de calidad de "liturgia", es decir, corriendo dios ((lll los gastos), y las pall's
'1111111('III:lS para los armienses que rriunfasen en Olimpia. Iras, t'SClIdas privadas de gilllllasia para la itlscn¡nilÍtl tIl' tlinos y j(IVl'IIl'S,
lltlOl diferencia básica de principio separa tajantemente la organiza- de la qut' St' oUlpaha d lX'docriha (tIe todas ((lftllaS, la dis¡imit'lIl ellll'l'
t JOIl dI' los SiSICtllaS educativos atenienses y espartano: en Atenas la gitlJnasio y pa !t-S[ fa, ('111 rl' gillltlasiarca y Iwdo[ riha, ha sido Illlly dl'hac ida
I'dlH al jlin t'ra rolx~tcnia particular de los padres y no responsabilidad y IHI ('n codos los lugafl'S rl'Spolltll' a las IIlistlIas taralll'rísliras). Tres I'rall
dd t'stado, Si bien, mrno hetnos anticipado, la edad de admísitÍn de los los gimtlasios plihliws au'nit'l1st,s, Lic('o, Atadt,tllia y (:¡tlosarw's, (osll'
ni"os t'n las l'sllll'las (ti(, fijada por ley t'tI los (l tÍ 7 af\os (igual que en I íll iltlo tlt'SI inado t'II principio para el ('111 f{'nal11 ¡('1l1\) tll' los hijos 11m idos
ESparl;! y dl' aUtt'rdo con d idl'¡¡) <¡Ut' ddc.,ttdt'f(a Arisc(lct,ll's, PIIII/i((/ dI' lÍutlatlanos all'l1il'llSl'S y ll1ujt'n's l'xcranjt'ríls, allllqm' nlll tHllimilal Íl'HI

'1.' '1 \
FERNANDO GARCÍA ROMERO u )~ JI ¡ 1',( ;()S ul.! M1'11 ()~

atah('), a comienzos del siglo V a,c', Temístocles, también él hijo de personalidad humana en todas sus t¡¡('(.'laS, El propio Pl'l'id{'s, ('11 d
110 ateniense (Plutarco, TemístocleJ, 1); estaban ubicados, como discurso que pone en su bora Tuddidl'S l'll el libro sq.\lIl1d() tll' Sil
('ni habitual, fuera de los muros de la ciudad y a orillas de un río, Las HiJtoYia de la I!,tlerra del PdO/IOtll.'.fO, prodallla este ohjl'lÍvo, al alnUIU' de
palestras, a su vez, llevaban el nombre de su propietario y se encontraban todos los ciudadanos: HEt' reJ/IIl/nI, 4iYIIIII tl"l' /tI I'/I/(/,/(/ 1'lIll'rtl 1'.1 /tI
('n la ciudad misma, eJcuela de Grecia .Y erel! ll"e (adtl 1/1111 de "11,1111 ro.! /1Im/1' "k,m;;."r tI/IIII//I/
Dado que eran los padres quienes habitualmente buscaban y en IOJ máJ diversoJ a.rpeCloJ .Y C01l /!,Ytlt/ IJenillilú/,IJ f/l1 1'.\,/,,,1,1 dI' 1'1/1,/1110
pagaban a los maestros de sus hijos, puede decirse que en Atenas la perJonat (cap. 4 1), en evidente conrraste Wll el !Ilodo de vida d('
l'dutacÍ<ín se dejaba en manos de los particulares, No obstante, aunque, Esparta: "'yen atanlo a la edllcacúítl, t,IXlIl/o'! .Y" dl'.ldl' /,1 "Íf]('z (1111
allleS de la implantación de la efebía, no había funcionarios estatales rmlrenafl,ienlo buscan el !Jalor, lIIil.'tllr,/J 11"1' tlliJolroJ 1,,,,jfIJO! rl'/"¡tldd'
('lllargados de supervisar el buen funcionamiento del sistema educativo, mente, pero no menrIJ no." at!I;!tJlllrallJlIJ ti ¡xlI,lk! /1I'/iXYIIJ" ((al' ~I»),
al lI1od() de los pedónomos espartanos, no debía ser inhabitual que En esta pretendida ronsecuci(íll de ulla pl'rsollalidad Wlllplt,(¡t y
{argos políticos se ocuparan con cierto celo de un aspecto tan importante armónica el deporte es una parte fundamental, ya «ue s(ílo el hOlllhn'
para l'l futuro de la ciudad; así parece confirmarlo un decreto honorífico que desarrolla convenientemente sus aptitudes ¡'(sitas pm'dt, t'IItrl'IIWrS('
tllediados del IV a.c., del demo de Eleusis, en el que se honra al nm éxito a las exigencias de la vida y alcalizar la altura lIloral qu(' la
('slr.llego Dúci!o por la manera en que se ha ocupado de la educación de ciudad requiere de SlIS mielllhros (AristtÍfúlll's, N"I)I'.1 1002-1 02 ~), 1,:1
los ninos <Id demo (SIO III.956). prototipo del ciudadallo kttlríJ ;~tlXb!ÍJ (plaslllado l'Il las cSUlh liras dl'
La alit Ión por la práctica de la gimnasia varió en Atenas, como es Polidero y tambit:ll, COlnO afirllla Jaegt'r, /),,,dl'I,' 2').1-'5, ell las IWI'SOllíl
1I.lIlllal. de IIlIa época él otra. El período de máximo auge corresponde a lidades históricas de S(ífodcs y Perides) ellllll'lltra quizíí su Ill(';or felk;1I
1.1 \(·p.lll1da Illitad del siglo VI y primera del V a.c., sobre todo mando en los atletas (alHados por P{ndaro, dl' qllil-Il afirllla lOIl loda ra/flll la
('11 1.1 Ilit ha tOllI ra I()s persas advirtieron los griegos la importancia de la profesora lkmardilli (¡lit' "d ¡tll,,,l atl('lÍc() 110 ha vul'lto a t'll( 01111'011' ('Il ('1
I.IIC'II.I 10nll¡¡ It'siul para la suerte del combate. La educación física alcanzó ulla voz tan elUlIsíasla y IlO St' ha vudlO a sosteller IIlla (Ollsll'Il(
('llIulll ('S tilla popularidad enorme, y el entusiasmo por los ejercicios rióll idcol()p;íc¡( (al! orgííll im y wherl'llt l' de los trazos disl ill( Ivos 1(11t'
\1<'11( In ¡vos St' extendió a toda la población, de manera que, como afirma haccll del atleta UIl ll1oddo dc vida y WIllPort alllil'llto", Pt'udal'O, l'll

I
MarrOlI, Atl'llas se convierte así en una verdadera democracia, ya que el di..no, exalta las llIalidmks físicas I!l- los atletas, pero sohre tildo S\l~
Pllehlo WlIlJuist(¡ no sólo derechos políticos, sino también el tipo de vida, walidades lllorales, dvÍt'as y religiosas, HIl la WIlSl'Ulliúll tI(· la vil tmia
la udt lIfa y el ideal humano de los que únicamente la nobleza había 110 s(ílo ClIenta la hlt.'rza física illllata, sillo wlIlbi(.ll la ilHdigl'lItÍa (IIrifll),

hasta entonces. El pueblo, en efectO, participa ahora de los que guía las aniOlll's, y l'I l'sfuerzo <1'';''11.1), qllt' pl'fII1ill' alulllza.' (,1
vil'jos ideales aristocníticos, del espíritu agonístico, emulativo, y de la triulllé) y han' alíll lIl;ts /o\rala la reUllllpl'IlSa C'l' Ji ti!.!.!, 11 11.1 "i,/ld h.ry 1'1111'1'
tlrl'll: !,o/Í/iM o conjunto de cualidades y actividades a través de las cuales /o'! lI/orlll/cJ, ,Iin 1',lfllazo l/O .1(' ""'('.Ilr,/' , Pll/ftl,1 12,2l'P»), El all('1a ('S,
d illdividuo mnrrihuye al bienestar de la comunidad. En la base de pm's, t'llwrkuo ;~tlMJ ;1t,~IJ(í.l qUl' {Oll Sil villoria y (OlllpOnalllil'1I10 St'

dl() y {()1I10 objetivo central del sistema educativo del tiempo de Pericles, homa 110 s(ílo a sí misll1o, SlllO líllllbi(.1l a Sll LUllilia ya Sil patria, y pn'( i
S{' {'lit m'mm el ideal aristocrático, ahora extendido a otras capas sociales, Sallll'111 (' la (dt'bnlt itíll PO(:t ilil dd t rillnlo Illt'tlialltl' el (alllO tll'l "pílli( ío
tlt' la k"O;1~/,lh( que persigue la armonúl y equilibrio entre es d 1l10llWIllO l'll qm' el at!tola y lit (iudad, los hOlllhn's d,' ahora y lo!!
Hsicas l' inrelenuales, ron vistas a alcanzar un desarrollo Hllll'pasmlos, Sl' lllll'll t'1l ulla UlIllllllidad tlt' illH'n'sl's y prop()silos,

,\,1 '1'
FERNANDO (;AIHJA IH)MI'.I{O 11)' flll'! ,I~ 111 I M 1'11 11"

Así pues, a lo largo de buena parte del siglo V y especialmente en la ESIl' talllhio lIorahll' 1'11 la al rillld de la jllVI'llIlId ilH'lIil'IIS(, 1011
Atenas de Perides, la educación perseguía, y en gran medida lo consi- respecto a la pr:illiul dl'l dl'portl' queda I'l'Ilejado lalllbÍl'1I ('11 las ohl'lls dc'
un armónico equilibrio entre la formación intelectual (grammatiké y olros aUlOrt's (kll o 1'01 lit', U m'géliro I \'()2. /(n/l('t'dOl, t 1.'.ls!>.•
mousiké, es decir, fundamentalmente la enseñanza de lectura, escritura, ~. ').1 ')ss.; PSl'lIdo-Alllk)lidt's. ('(lulrtl Akihit/(ft..f 22. ~IJ). Y t'S ilsllllisllIO
aritmética, música, danza y también literatura, que comprendía el apren- biell patente ell las repn:sl'llta(Í()tll's figuradas, t'sl1l'lÍallllt'lllt' l'1I la (('nI
dizaje con fines estéticos y éticos, de los poemas de Homero, Hesíodo y, mica. LIS esn:nas d<: palt:stra, frl'cuent(simas l'n las pilllllnls vasllllac'l's a
en Atenas, Solón) y el desarrollo de las cualidades físicas (gymnastiké, lo lamo de buena parte del siglo V, a partir de (tI. I¡;jO vall dl'sapan'
la que enseguida hablaremos con mayor detenimiento). Este equilibrio se desarrollall l'll d lllílrUl dd
duró, sin embargo, poco tiempo, ya que comenzó a quebrarse en la gimnasio p<:ro en las que los p<:rsonaj<:s no st' .. titllall 1'11 los t'jl'l'l l' ills
segunda mitad del siglo con las innovaciones pedagógicas capitales que corporales, sino que, completamente vl:stidos, discutel1 ellln' sI o ('S( ti
aportaron los sofistas, las cuales iban a llevar a su madurez la educación chan las palabras de uno de ellos (figura 16). Palestras y ¡!Ílllllasíos s('
Dada la intensa participación de los atenienses y de los griegos en han convertido, en efecto, también en lugares dl'
general en el gobierno de su ciudad, la finalidad de la instrucción promo- lectuales.
vida por los sofistas era la formación completa y eficaz de hombres La educación del niño ateniense comenzaba, ya lo hel\los dicho, a
capaces de conducir rectamente los destinos de la pólis, Ello trajo consigo los 6 ó 7 años. Es, sin embargo, un problema muy discutid() SI la IIISC n 11
una insistencia en el aspecto intelectual que provocó un cierto abandono ción física se iniciaba en el mismo momento en qu<: elllill¡¡ elllraha 1'11 Iot
de la educación física, la cual comienza a pasar a un segundo plano. A escuela o bien se demoraba aún algunos años. Las opiniolll's al I'l'Spl'llll
partir de los sofistas, pues, la parte intelectual de la educación va poco a están muy repartidas y generalmente quienes se han ocupado del U'l1la
poco predominando y, aunque el elemento deportivo subsistirá durante insisten en que la edad de iniciación en el entrenamÍl:nto atléliUl Plldo
ya no será la principal preocupación de los jóvenes con ambición variar según los lugares y las épocas, según prevaleciera ell'nttlsiaslJlo por
de destacar en la vida pública. abandono relativo de la afición por la uno u otro aspecto de la educación, dado que nuestras fm'llIl's lilt'raria . .
práctica del deporte entre la juventud es a menudo criticado por los parti- ofrecen testimonios de distinto signo y a veces incluso parecell WIII
darios de la educación tradicional, como es el caso de Aristófanes, sobre cirse. Forbes (pp. 57ss., con completa doxografía hasta su ! il'lIlpo)
todo en Nubes y Ranas, donde Esquilo, adalid de la "educación antigua", comparte la opinión de que el niño ateniense empezaba a realizar SIIS
acusa a Eurípides, representante de la nueva pedagogía, de haber contri- ejercicios gimnásticos al mismo tiempo que aprendía las 1l'1I'óP,
buído a la decadencia moral de Atenas con sus nuevas enseñanzas (vv, también Gardiner, AAW, 90), y aduce como prueba tl'x(()S dI'
1069-71): "tú por tu parte has enseñado a cultivar la palabrería que ha diversos períodos: Jenofonte (Constitución de los lacedemonioJ 2.1) alil'llIa
dejado vacías las palestras". Los jóvenes de ahora, repite con insistencia el que en Atenas los padres a sus hijos "los envían a toda prisa a ItlJ (1.11'111,1,11
cómico, no tienen fuerzas ni para sostener una antorcha por falta de para que aprendan las letras, la música y los ejercicios de la pale.I'IYc¡", y 1'11
entrenamiento (Ranas 1087-8), y el propio dios Dioniso, que ha bajado el diálogo pseudoplatónico Axíoco (366d-e) nos
al Hades en busca de Eurípides, se ve obligado a reconocer (ibid, 1089- siete años tiranizan al niño "pedagogos, maestros de letras y
93): "por poco me muero de risa en las Panateneas, cuando vi a un hombre también Luciano, Anacarsis 20, y el filósofo Teles, del III a.c., en (('XCII
pesado que coma encorvado, pálido, gordo, quedándose rezagado y haciendo transmitido por Estobeo, 34.72). Otros autores, en cambio, r<:trasólll la
tet'l"ibles esfuerzos". práctica del deporte algunos años, a partir sobre todo de un t<:xro d('1

56 ."
FERNANDO GARCíA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

I'ml{í<~()ra. platónico (325c-e), que describe de manera sumaria el desa- disciplina ni los métodos empleados para su aprendizaje, POdl'lllOS
rrollo de las enseñanzas en la educación tradicional de los niños y del que afirmar, no obstante, que se seguía un sistema progresivo, escaloll.llldlls(·
paren' deducirse que éstos acudían al maestro de f,rimnasia sólo depués de los diferentes ejercicios de acuerdo con su grado de dificultad y de dureza
Ilabn iniciado su aprendizaje con los maestros de letras y música. Y aún para el niño, de manera que bien pudiera reflejar una pnínÍ(a real el
"llIn' quienes dan prioridad cronológica a las materias intelectuales, unos consejo que da Platón de que los primeros ejercicios de la palestra Itll'rall
h;¡{ ('ti empezar la educación física poco después, a los ocho años una continuación de los juegos infantiles (cf., por ejemplo, 1.¡:yt'.I', 71J7h,
(Marrou, p. 382, n. 1), mientras que otros todavía la demoran hasta los 820d).
dllle, wmo Girard o Flaceliere (cf. Galeno, Sobre cómo debe comervar.re la Dado que en las Panateneas tenía lugar una compt'!Íci(íll
.ld/III/ !.,7 Y 12). pentado infantil, es lógico pensar que la educación física dd lIino
La instrucción física se desarrollaba en la palestra, que comprendía ateniense incluyera, como ejercicios básicos, las cinco disciplinas d(' esta
1111 lugar de entrenamiento al aire libre y habitaciones cubiertas prueba combinada, lucha, carrera, salto, lanzamiento de disto y jabalina
(·llIpll·adas como vestuarios, salas de descanso, baños y almacenes de la Previamente debían realizarse diversos ejercicios de elasticidad, COI! 1JIoví
arma y el aceite con que niños y jóvenes untaban su cuerpo desnudo mientos rítmicos de brazos y piernas (kheironomía), al son de las Ilalllas,
¡lfltl'S tll' los ejercicios, Estos eran dirigidos por el pedotriba (figura 14), que, por lo demás, acompañaban buena parte de las pdnicas gilllllóís"
,\\1(' a 1lll'lIudo debía despojarse de su manto para mostrar con el ejemplo ticas; en el ya citado tratado de Galeno Sobre cómo d¡:bt! (MUI'Y/'I/r,\(' 1"
la lIIallera correcta de realizar un movimiento, pues "no e.r .ruficiente para .falud se nos ofrece una variada lista y descripción de este tipo de ('jl'n i
101 !m/lilril),/J httblar sobre lo.r ejercicio,r, .fino que deben también mostrarlos cios, aptos para jóvenes de 14 a 20 años, que ha llevado a (;ardilll'l'
" ,,!lYeftder¡" (Dión Crisóstomo 68.21; cf. asímismo Platón, Po/{-
(¡/lil'flt',1 (AA W 97) a afirmar que "hay poco en nuestro sistema /Ilodcl'llo quc 110
1I1/J ,H),íd Y sobre todo Clemente de Alejandría, Stromatei.f 6.17 .160,4). esté anticipado en los escritos médicos griegos",
(11\ll0 all'stiguan con frecuencia las pinturas vasculares y también las La lucha ocupaba sin duda un lugar importante ell la nllH ill ion
1II('II1('S lill'rarias, los pedotribas portaban un largo bastón, con el cual física, como demuestra la denominación de .. palestra" (etiloh'~uIn ('
1I111'antilll disciplina (al parecer de manera harto enérgica) a los mucha- "lugar donde se lucha") para designar el entorno en el que leuía lugar d
I hos IIIl'pes o díscolos, o separaban a dos luchadores fogosos en demasía l'I1trenamiento físico de niños y jóvenes, Se hall wnservado en lIll I'ilpiw
(1 igma 71¡), Poms notióas tenemos de los maestros especializados en de Oxirrinco <.1.4(6) fragmentos de un manual de lucha que. aUllql\(' ('11
dis< iplillas Wl1lTetas para la época anterior a la efebía, pero, al menos en estado lamentablemente mútilo, nos proponiona alguna i1l101'lllal ¡fin
las paJesl ras m<Ís importantes, el pedotriba debía de tener ayudantes sobre el aprendizaje de la disciplina (rradulri(')(l l'lI .~,(¡I ,j, EII I'l'Ínll'l
(/¡Y/,o!let/lllr/lJ¡/i). Conocemos la existencia de especialistas en la enseñanza lugar, d lX'dotriba enseñaba por separado cada lUlO de los 1ll0Vi/lllelllOS,
dI' l'Íen ilios Illilitares (hof!lr;makhoi), cuya introducción en la educación la presas y posturas y, ulla vez aprendidos, Sl' permitía a los lIinos 1m har
¡¡Iribuyl' d hislOriador I~f()ro a D6neas de Mantinea (FGrHi.rt LXX F54) 1II10S l01l olroS. Previalllelltl' preparaban d terreno rehla1ldl'l i(:nt!olo '011
Y sO!'f'{' lUya illstrllni(íll se discute ampliamente en el I_clqueJ platónico 1111 pito (ínslTlIlIll'llIO represelllado a IIll'lllHlo ell los vasos), lo ulal les
( I H h Y ss,; d, t<llllhi(oll I.¡:ye.r H,Be-H YÍa); de otros textos de Plattín servía al propio ¡iclIlpo lOmo prl'lal('lltalllielllO, La popularidad d(' la
podr(a dnlucirsc la l'xis(elKia de maesI ros de l'quital'i,íll (MNlóll <J jt!) e !tI! ha hizo !JUl' el vOlahulario I(oUliUl IItili¡,ado ('1\ Sil l'IlSl'l)allza 1I\('l"a
illl luso de lazk~Ho de jahalilla ('JÍ!tlJlt!.I' 12úb), familiar a los Hlt'nil'l\sl'S, lOlno lIluCSlra su frnm'lIIl' l'lIIl'leo IIll'tal(lriw
No nUlO'I~ um l'xanilud l'JI <lUlo Of{ll'lI St' iha ('IISt'nalldo cada ('/1 la litt'rahlra, paflkularllll'llH' t'II las ohras tll' Arisuíf¡ull's y Plallíll,

' 11'. ''\')


FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

Otra actividad básica era la carrera, de diversas longitudes según su papel fundamental que se asigna a la educación; nos estamos fefirk'ndo,
linalidad y la edad de los niños. La iniciación en el salto de longitud y en por supuesto, a las obras de ]enofonte y, sobre todo, de Pltwín y Arislfi,
el I;I1lZ<lmiento de disco y jabalina comenzaba también con el aprendizaje teles.
PI'l'v¡o de los movimientos y técnicas básicos. Para el salto, los niños Ya hemos visto que ]enofonte, en su Constitución de I(J.!' !l/l't't!t'II/0-
clIlllt'zaban igualmente por ablandar la tierra con el pico, con el fin de describe y ensalza grandemente el sistema educativo espartallo.
forlllar el foso de caída; las pesas de piedra o plomo empleadas en la Sobre el problema de la educación vuelve a tratar en la Cim/JI:dia, ohra
('j('wliún del salto eran, naturalmente, más livianas que las utilizadas por de los últimos años de su vida, idealizada y histórica biograf(a de Lim, el
I()s adultos, como asimismo los discos que se lanzaban. fundador del Imperio Persa de los Aqueménidas. Aunque la dt'snipei"lll
Además de estas cinco disciplinas debían practicarse también de la educación dcl joven Ciro ocupa solamente parte del primero dt· los
OlasiOllallIlente boxeo y pancracio, aunque posiblemente a edad más ocho libros de que consta la obra, la importancia que jeoofimte WIIt('dl'
avanzada y destinados en particular a los jóvenes más fuertes; el hecho de a esos años de formación ha hecho que den título al conjunto de la obm.
<¡lIe d palKracio infantil no fuera introducido en Olimpia hasta fecha Ciro aparece en ella como monarca ideal, que gobierna a su puehlo lOll
IllUy lardía indica claramente que era considerado como una actividad justicia y destaca por sus excepcionales dotes como soldado; pfecis,llllt'III('
pUUl apla y escasamente útil para los niños. Por el contrario, los juegos el objetivo militar es el dominante en la instrucción de la tlile dI' la
(11' "dota se practicaban conrínuamente a todas las edades. Ninguna juventud persa, tal como la contempla jenofonte, de manera qm' 110 ('s
11( 1I ji ia l('IIell10S de la presencia de la natación en la educación física, exagerado afirmar que la educación que recibe Cif!) no es ~ilo ulla
"¡!'IIdo d griego un pueblo tan abierto al mar. Ello sin duda se debe a versión idealizada de la educación espartana descrita en la CrlUJlillltÍ,í"
'II/(' vi lIino aprendía desde muy pronto a jugar y a desenvolverse en el los lacedemonios. Como en Esparta, los jóvenes persíls son sOIlH'lidos a
.1~'Il l ClIllO indiGl a las claras el proverbio que define al ignorante como el una rigurosa disciplina y a un completo entrenamiento asim. EIl las dos
'111<' 110 sah(· "ni lit/dar ni leer' (Platón, Leyes 689d), "ya que estas cosas las obras citadas, ]enofonte, enemigo de los regímelles dl'lllOlnüiws. SI'
.I!Jf)·llt{¡;1II dt'Jtfc niñoJ en Atenas" (Diogeniano, en Corpus paroemiographorum opone a la preponderancia del aspecto intelectual en el sistclIla t,t!Ul¡lIivlI
(.'íl/'t (11'111" VI. VI). Ya nos hemos referido, finalmente, al aprendizaje de los preconizado por la sofística, y la misma idea se repile en su CiIlt',I/,t'li/ll,
qclt 11 íllS bdiws y de la equitación, ("Sta última, dado su costo, al alcance rratado de caza de autenticidad discutida. La raza, que, jlllllO (011 lo~
('Xl IlIsivalllt'IH(' de los hijos de ciudadanos pudientes. deportes hípicos (tema del que se ocupa igll¡lllllelll(' ('1 autor 1'1\ 011"0
ttatado, Sobre la eqllilttúfm) eran tradicionaltm'll(e las au ividadl's IIs!( as
1mis características de la aristocracia, se 111 uesrra ('11 l'sa obra lOIllO ('1 d('1'
/, 1.1, 1, j(!lf()fimte, Platón, Aristóteles ri¡io ideal para dl'sarroll.tr la fortalez.a física (han' al !lolllhn' viglll'nso, lo
La dl'dsiva importancia de la educación para el buen funciona- atoslumhra a las penalidades. agudiza el ojo y d oído, prt'(aVl' (!IIlIm la
IlIi('1I11I dt' la nllllllnidad es un hecho que tuvieron presente práctica- vejez prematura y I:S, el! ddlllil iva. la Illl'jor l'sulda para la guerra) y
111('11«' sil'lIlpn' los pensadores y hombres de estado griegos, No es por I alllbivl! parí! ilHukar en d l'spíril ti dt, los hOlllhrt's los Ill¡is impon ill H('~

1'110 dt' t'Xlral)ar la insisrencia que hacen en el tema de la h)rmacitSn valores vI ¡ms que hall dl' han'rle tíl il a sil litl! lad.
lIinos y jlíWlll'S los m6so(os que se ocuparon del problema de la organi- ne nllldlO mayor ah ílllt(' y por SUPlll'S(() IIlIlrllo Ill.ís ori~la I'S d

latí'-.. l dd l'scado, Tres de ellos, en el siglo IV a.c.. nos ofrecen su parti- siSlt'llla ('dulal ivo proplll'SIO por Pllltlm para su dudad id('al. El lIIislIlO
(1Ilar visión dl' lo que ddx' st'r d ('slado illt'al, y ell los Ir<:S es 1101<1 11le el Plal<)1l (millo indita su pmpio Ilolllhn'. apodo I)lIt' vit,lIt, ¡t si~ltr ",<1

(,11 (>1
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

,1(, anchos hombros") fue al parecer un magnífico atleta que llegó a parti- necesidades de la guerra, que el filósofo considera algo inevitable. De ahf
(ipar mmo luchador, según la tradición (Diógenes Laercio 3.4), en los la insistencia en los ejercicios de carácter militar (lucha, esgrima, tiro mil
Ili~1ísmo Juegos Ístmicos, de manera que no extraña el importante arco, lanzamiento de jabalina y de honda, marchas y batallas simuladas,
papel que concede a la educación física en la formación de los hombres y e incluso los deportes característicamente aristocráticos, equitación y caza;
IIIUjt'fl'S del estado que describe en República y Leyes. Éstas son, en cE. Leyes 794c, 804d, 8] 3b, 82ge), en los que también deben participar
('j(,(!O, las obras en las que el filósofo revela especialmenre sus ideas las mujeres, aptas para realizar las mismas tareas que los hombres U?e/"í-
¡¡(('na de la educación física y el deporte (aunque referencias ocasionales blica 455d y ss.),
ahllndan en (Itros muchos diálogos), de manera bastante más detallada y Pero además de este objetivo militar, Platón subraya igualmerlll' la
"'ahorada en Leyes, obra de los últimos años de su vida, que presenra, a benefactora influencia que la formación física puede tener para el (Iesa-
pmp,ísi(o del tema que nos interesa, variaciones con respecto a República, rrollo de las cualidades morales de la persona, como prevcnción y
si him ambas obras no se conrradicen en lo fundamental (sobre el remedio contra los instintos negativos, una idea plenamente aceptada hoy
prohlema, d. Marrou, pp. 365-7, n. 18). día: "el malo se hace malo a causa de urJa perniciosa diJpoJición .y Id jill'tI
P\¡w)n mantiene en su sistema algunos rasgos de la educación de edttCaci6rJ" (Timeo 86e; cE. República 4lOb y ss.). Por ello haH'
alt'llit'IIsl' tradicional, pero en muchos aspectos introduce esenciales modi- hincapié, frente a los sofistas, en la consecución de un adecuado t'quili·
!í(.1< iOIl('s. En primer lugar, dada la trascendencia de la infancia y la brio entre educación física e intelectual, para lo cual no propOIH' ll11
/IIVI'lIl11d para el futuro de cada individuo y de la comunidad toda, la sistema nuevo, sino que acepta la tradicional educaci6n arcnÍl'1ls(', "1"
,'( h,{¡!< i,i" ddK' ser pública, como en Esparta, con instructores pagados gimnaJia para el cuerpo y la 'música' para el alma" (Re/JlíhlútI ) 7()e;
1'''1 d "~lad() Y clIya labor es supervisada por magistrados especiales, que cf, 403c y ss., 521d y ss,). La gimnasia, entonces, debe praltirars(',
dq>t'l1dm {'/l líhima instancia del epimeléteJ, algo así como un ministro aunque sin excesos, "de.rde la rJiñez, a lo largo de toda la t,idt¡" (/(C/J/íMitd
d(' "dtlla,i,íll (/,t'yeJ 765d, y también 754c-d, 801d, 804e, 809a, ete.). 403 c), empezando, como en Esparta, muy pronto; indllso, S(' nos di, ('
I 1" ~(·tldo aspecto importante en el que Platón se aparta del sistema en Leyes 789a-e, es conveniente que la mujer embarazada haga n'gu!;l!'
('dlll arivo .1Il'niCIlSC para aproximarse al espartano es la admisión de las ml:nte los ejercicios adecuados para dar a luz niños sanos y fUl'n('s. Ya ('11
IlItI/I'n's a todos los efectos, las cuales deben recibir idéntica formación la primera etapa de la educación, de los .1 a los (¡ a!'íos, los nij)o!'> dl'salTo
'1111' IDS lIlit'lllbros masculinos de la ciudad, también en lo que se refiere a Han una intensa actividad física, si bico limitada ti los juegos nalllralt's dI'
la iWilfW,i')1I física, ya sea ejercitándose juntos hombres y mujeres, como la infancia (LeyeJ 64.,b-c), bajo la vigilancia de lllujert:s cllcargadas por d
l'anH' sos!t'lll'r Platón en República 452a-b, ya sea realizando los mismos estado (LeyeJ 7'.>4a-b). A los seis años comienza la edlluttión IIsi, ti sisu'
q('nl, lOS IWro separadan1l'ntc, según se afirma en Leyes 794c ll1,itica, qué, siendo dosi lirados los ejercicios de ;[1lIl'rt!o WII la (,dad, SI'
(ti. aSi1l1isIl1o Nt'l'lÍhlírct I¡ 51 d y LeyeJ H02d, 811b). extendení a lo largo de toda la vida, aunque en algunas ('tapas dI' ésrtl, ;1
Por otro lado, PIHt<Í1l, en lo que respecta concretamente a la educa- partir de los diez <tIlOS, SI' dcha hacer mayor hi"capi{O ('n la Ion 11;1\ ¡Iltl
(j¡ill IIsiul, arala duranll'me el r{-gimen de vida y la finalidad competitiva illtclt,(tual.
tld sisH'll1a tlt' t'IlIrt'll,ullielHO de los atletas (/?e/níhlicd ¡jO.k, teyeJ Alguno dc los aspl'llOS b¡isilOS dd siS(ClIliI ('dUlí!! ¡VII plar(;IIII1)
7WIíI-d, HiOa; v{oasl' IllIl'SrrO apartado 1..).2,2.), y pretclldc volver al n'apafl'H'tl posll'riorllll'tltl' ('n Sl1 distfpulo AriNtótc:h:s, qUl' ('XP01H' Sl~
obj(,tivo primitivo dt, la ~il1as, a saher, 110 solallH'llIl' preparar cÍuda- idt'as al rl'sl)('((o al IIlIal dl'l lihro s(optill1o y WIl1l('IlZO dd o!lavo tll' la
dallos SilllOS y robllslOs, si1lo lalllhi(oll ll'lIl'rlos Sil'lIIjll'l' displ1l'slOS para las !'oll,ira. (:Otl su mal'stro, Aristáll'lt's mmparll' la opinilíll d(' qllt' la ('IIS['-

(I). Id
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

ilallza debe ser pública, regulada por el estado, y rechaza tanto los situamos ya en el umbral de la época helenística, y precisamente !lO
I'XCl'SllS de los atletas, que consideran el ejercicio físico como un fin en sí mucho antes de la muerte del estagirita, acaecida en 322 a.c., la educa-
lIlismo y cuyo sobreentrenamiento deforma el cuerpo (Política 1338b), ción ateniense y griega en general experimentó un importante cambio,
(OlllO la rigidez y el utilitarismo del sistema espartano; el entrenamiento cuando tuvO lugar el auge de la efebía en Atenas, en la cual puedt'lI
Usiw, (~S cierto, contribuye a la formación de buenos soldados, pero debe observarse precisamente algunos rasgos del sistema educativo proplll'slO
(I'Ill'I" también como objetivo la adquisici6n de cuerpos bellos, fuertes y por el filósofo,
.~alos y coadyuvar además al bienestar mental y educación moral de los
\ illdadHllos.
En un punto importante se separa Aristóteles de Platón, ya que
1.3.2. El deporte de competición
niq!,a ,1 la mujer la posibilidad de recibir la misma educación que el
hOlllhn', por ser de naturaleza distinta e inferior a éste (Política 1260a21
1.3.2.1. UAmateurismo" y profesionalismo
y ss.), aunque recomienda que las futuras madres realicen ejercicios
diarios y cuiden su dieta. Hasta los cinco años los niños no llevan a cabo Si ya la práctica del deporte ocupaba un destacado lugar t'n la
('J('IÚl ios sistem,íticos, pues basta (y es preferible) con que practiquen sus educación y en la vida social de los griegos, como entrenamiento en los
illslÍn! ivos juegos infantiles. Luego, de los cinco a los siete años, acudirán ratos de ocio y sobre todo como medio para enfrentarse con mayorl's
a ('S\ IIdas y palestras más bien como espectadores, para ir adquiriendo garantías a las necesidades de la vida, a través de la contribu('Ílín tlt' la
111)( ¡OIIl'S prl'paratorias, hasta que comience su entrenamiento físico regu- gimnasia a la belleza y fuerza tanto corporal como espiritual dd indi-
I,H lo, dosi/¡dndose también los ejercicios de acuerdo con la edad: hasta viduo, el gran desarrollo de las competiciones deportivas na(Íonalt's y
1".. I,j (.) 1') anos los <:¡ercicios serán más ligeros y solamente a los 18 (tras locales, impulsado por ese "espíritu agonístico" que hemos destmado
1111 1';111 ;llIl'sis dI' tres años en que prevalece la educación intelectual) el como uno de los rasgos que mejor caracterizan al homhre grit'go, hizo
1'llIfI'llall1il'IIIO se endurecerá. Una vez fmalizado el período educativo que el deporte adquiriera en Grecia una importancia sin paranglín hasta
1"Ul'liUIH'IlIl' dicho, es conveniente que la práctica de ejercícios continúe, nuestro siglo; y, en efecto, la repercusi6n que el triunfo en una tollllWli,
"lluqUI' de manera m¡is moderada, durante el resto de la vida del ción de primera fila tenía entonces para el propio atleta y para su lIlIIllI
hOll1hre, incluso hasta la vejez (Política 1331 a31 y ss.), ya que Aristó- nielad s610 es comparable con la importancia (a menudo ex(t'siva) qm' Sl'
Ides I'S dI' la opinión de que el cuidado del cuerpo hace mejores, también le concede actualmente,
111 ora I l' illlt'll't'tualmente, a las personas. "Vinieron a ello,f IIno,f pO('().f deJerlore.f de Areadia, J'al/o.!' d" "'/'Ilio.! y
I hornos podido comprobar, pues, que en la doctrina educativa de dCJCOJo,l' de .rer útile.r. LOJ III!1/arrm alife el rey y lo,r inlerY0lI.tlyofl lo,r IIt'r.ltlJ,
los gfóllldt's fIIósof()s del siglo IV, con quienes llega a su apogeo el pensa- /¡dh!'IfIdo litIO ,mIo en nomhre dI! lodo.!', aa'red dI! la.!" ({)J{/J 01 ItI.!' 11"" I'J/"II(II/
111'('1110 dd Illulldo antiguo, se busca una armonía entre d desarrollo de omllado.! IOJ I!.rÍt'lI.o.f", fU/o,J Ie,l' dj¡l'yon Iltle t'.rldb{1fI t'1!/¡,lmmdo 1,1.1 .I"t 'f..!.ol
las lapalidadt,s ('{sicas y mentales dd hombre, como continuación del OIIJ"IJ/{O.f y mntetfllll{llIdo terltíff/t,IIt,,I' (1IIftim.!' t' Mpim,l', fiI In'r.l" 11'.1
idl'" I tll' la l'dllración atelli<:l1se tradidolla!. La balanza, no obstante, Im'lI.lItl¡(¡ c'II(íl t'r,' t,1 Im'mio /!ro/IIII'J/o por el II"t' (O!lllll'/Itlll, Y dlo,l' IIm/CI·
dl'sl'quilibnllldosl' pOtO a poco t'n favor dd irm'kno, aunque la girnnasia Itmm 'I"t' 1" mrontl de olirlfl II"t' tlllI JI' ddlNl, fill/ofli'l'.! Tyiltlll/t'II.IfIt'J, IJllo
IOdavía IIl,Ulft'[Hln\ su pllt'Slo, hit'u qUl' dt, illlPorwntia dl'lfl'de,m', dt, Ar/tlhallO. l'x/mJó 1111 jlliáo fflll.y 110/;/(' (I'U /tI II,dió ,l't'Y lotido por t,1 rey
dt',uro tll' la t'dUllldlÍ1l griq,(a, (:011 ArislI)ll'ks. por OIro lado, nos (omo ((¡!J,/yd",' i,,/omltulo. t'II l/t'Clo, dI' (¡lit' t,llm'mio t'Ytl IIfltl ('OrtJlJII y 1/(/

M (,.,
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMI'IL<)S

nallz¡t dche ser pública, regulada por el estado, y rechaza tanto los situamos ya en el umbral de la época helenística, y pn:cisíllllClltl' 110
l'Klt'SOS de los atletas, que consideran el ejercicio físico corno un fin en sí mucho antes de la muerte del estagirita, acaecida en 322 a,c', la eduul-
IlIisllIO y cuyo sobreentrenamiento deforma el cuerpo (Política 1338b), ción ateniense y griega en general experimentó un importatltc cambio,
(tllllO la rigidez y el utilitarismo del sistema espartano; el entrenamiento cuando tuvo lugar el auge de la efebía en Atenas, en la cual puctll'lI
Ilsiw. es tilno, contribuye a la formación de buenos soldados, pero debe observarse precisamente algunos rasgos del sistema educativo propUl'SIO
1('11('1' lalllhién como objetivo la adquisición de cuerpos bellos, fuertes y por el filósofo,
,allos y wadyuvar además al bienestar mental y educación moral de los
( illdadanos,
EII 1II1 plinto importante se separa Aristóteles de Platón, ya que
1.3.2. El deporte de competición
1I1('ga a la IIll1jer la posibilidad de recibir la misma educación que el
h"mll!'(', por St'r dc naturaleza distinta e inferior a éste (Política 1260a21
1.3,2.1. "Amateurismo" y profesionalismo
y ss,), allllquc rccomienda que las futuras madres realicen ejercidos
diarios y (lIidm su dicta. Hasta los cinco años los niños no llevan a cabo Si ya la práctica del deporte ocupaba un destacado lugar l'1l la
!'I('f( jI ios SiS!l'IIHÍ! leoS, pucs basta (y es preferible) con que practiquen sus educación y en la vida social de los griegos, como entrenamiento CII los
IIISI ¡ltI ¡vos jUl'gos infantiles, Luego, de los cinco a los siete años, acudirán ratos de ocio y sobre todo como medio para enfrentarse COII IIlayor<'s
;1 ('SI "das y palestras más bien como espectadores, para ir adquiriendo garantías a las necesidades de la vida, a través de la contrihuci611 dI' la
flOllOlll'S pl'l'paralOrias, hasta que comience su entrenamiento físico regu- gimnasia a la belleza y fuerza tanto corporal como espiritual <Id indi-
I..do. dosifidndose también los ejercicios de acuerdo con la edad: hasta viduo, el gran desarrollo de las competiciones deporrivas Ilílliolla Il's y
1<" ,.j ti 1') anos los l'jl.'rcicios senin más ligeros y solamente a los 18 (tras locales, impulsado por ese "espíritu agonístico" que hemos dl'stalado
1111 1'.11'( '1I1l'sis dc (rl'S allOS el1 que prevalece la educación intelectual) el como uno de los rasgos que mejor caracterizan al hombn' gril'~o, hizo
t'fllI('fI.ltllj('IHO Se 1'lIdurucnt. Una vez finalizado el período educativo que el deporte adquiriera en Grecia una imporrallcia sin parl~¡')n hasta
plllplallJ('lIle dil 110, es UlllvcniCIHC que la práctica de ejercicios continúe, nuestro siglo; y, en efecto, la repercusión que el triunfo cn Ullíl wmpl'ti
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hOlllbr(', ill( 1I~() hasta la vcjez (Polílica I.B I a3 I y ss.), ya que Aristó- nidad sólo es comparable con la importancia (a menudo t'K{('siva) <¡lIl' SI'
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IlIi('IIIO del IIHlIlllo ;lmiguo, se busca una armollía entre el desarrollo de ocul'adoJ lo.f ,~rie¡':I.f .. [jl/IIJ In dijmm q/le t'JItI!Jdt/ I't'lelmmdlJ llil JIIt'J.:1II
las 1"p:1I idad('s ffsil as y 1IK'lltall's dd hOl\lhre, mm!) continuación del O/lmIIÍCliJ y Clifllewpltlfldo cerhílfletll:.f tI¡/iú(IIJ " h11liro,f. /iI per!" 11'1
¡!lnd dI' la I'dlll alÍ<Í1I ¡¡tmil'lIsl' tradicional. La halam:a, 110 obstantc, ¡roí l,reJ.:flmó tllfí! era ,,1 premio ProIJIII'J/II IlIIr ,,1 q/ll' i'lImpl'lItltl, y ellli.! 1111111'1'

dl'sl'quilihnílldosl' pOlO a pm ° t'll fúvor dd iml'll'l!o, aunl(lIl' la gimnasia lamtJ que 1,1 nmlfld de 1l1i"o qlll' ,1111 J" d("NI, finlllt/aJ '/'rÍltlllll'J.:lllt'.I, IJlIII
IIIdavúl IlllII1H'lldn\ SlI PUl'Sto, hil'lI 'JUl' dl~ illlportancia I brel'Ícl1Il', d" Arlt,!J,mo, eXIm!JfÍ mI ¡Ilirio mlly tJII/;/e 1¡1It' le "(Ilió Jer Imldll por 1,1 rry
dt'llIw dl' la I'dllu\( i!'lll Wiq.(ll, C()II Aris((\tl'lt·s, por olro lado, 1I0S (otilo (IIhare/t': in/ormado, NI e./éclo, de l/NI' d premio I!r~1 IItIcJ (omntl JI tlo

M (,'1
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

dinero, no aguantó permanecer en silencio y dijo a todos lo siguiente: '¡Ay, deporte griego como un proceso que culmina en la épora í\url'a Ih·1
M"rdonio! c'Contra qué hombres nos has traído a luchar, que no compiten deporte "amateur" y sufre posteriormente una decadencia pro~fl'siva,
/Jlir dinero, sino por poner a prueba sus cualidades?'''. Esta visión ideali- pese a afirmar (GAA 38) que la idea de un deporte plenatnellll' afido-
zada que nos ofrece Heródoto (8.26) de los juegos griegos como compe- nado en la época arcaica no se puede mantener de manera tan Iíljallll',
ciciones en las que los atletas luchan por conseguir un premio sin valor Un cambio más profundo en el tratamiento de la rel,Kit'1O ílmall'U-
material, pero que simboliza su excelencia, ha marcado siempre los estu- rismo-profesionalismo puede apreciarse en los trabajos de Rudolph,
dios sobre el deporte griego tanto como el valor paradigmático que le Pleket, WeBer y Olivová, y culmina en el libro de Young, que SUpOIll'
hall atribuído quienes han venido defendiendo, sobre todo desde la sin duda una importante revolución. Pleket, en efecto, pone ya en ((,la tll'
implantación de las modernas Olimpiadas, la cada vez más claramente juicio la tesis de un antiguo deporte puramente "amateur" y rl'lhaziI
artifirial distinción entre deportistas "amateurs" y profesionales. En además la idea de que la irrupción de atletas profesionales tlIvil'w 101Il0
('reno, desde los estudios de Gardner y especialmente de su discípulo consecuencia la "corrupción moral" de los practicantes del deporll', í\r~lI­
(iardiller, la evolución del deporte griego acostumbra a dividirse en tres mentando que los atletas profesionales recogieron e hirieron suyos los
t'lapas: entre ca 776 y 480 los atletas serían en su inmensa mayoría de ideales de sus predecesores aficionados, de manera (\UC el siSll'llla dl'
nrigtll noble y practicaban el atletismo y participaban en competiciones valores de los kalokagathoí pindáricos fue siempre el que gu¡() a los
WII espíritu puramente "amateur", sin que para ellos los premios y privi- atletas griegos, incluso a los procedentes de las clases Imís bajas l'tI {-Plll a
legios resultantes del triunfo significaran nada desde el punto de vista helenística y romana ("Games, Prizes ... ", 76-7), Plekl:'t, lIO ohslílllle,
('( olHímim; posteriormente, desde las Guerras Persas hasta el final del termina por aceptar la cronología implantada por Gardilll'r, al afirllla!'
,iglo V a.e. habría habido una etapa de transición, que desembocaría que el auténtico profesional, aquél myo ml:'dio de vida es el depofll' y de
fillalllll'llte en la profesionalización del deporte, y los deportistas profesio- él obtiene sus ingresos, s610 comenz6 a entrar cn Gn'lia dl' llIalll'ra
lIaks dominarían desde entonces todas las competiciones hasta el final de nmablc hacia el año 400 a.c. Hasta entonces, los atletas hah{íllI sido l'lI
los .Iuegos Olímpicos, en los últimos años del siglo IV p,e. su mayor parte miembros de las clases pudientcs, qUl' 110 Ill'll'silahall
El paso de un deporte genuinamente aficionado a otro totalmente para vivir el dinero que obtenían mn sus triunfos (véase lambi('ll al
profesionalizado habría traído consigo la degeneración y corrupción de respecto d libro de Kyle).
hIS nohlt:s ideales que movían a los atletas de la época arcaica y MlIcho lmis radicales han sido las tl'or(as qut' ha dclé:lldido 11I¡\S
WllliellZOS de la clásica, y este aspecto es fuertemente enfatizado por t'('lil'lltl'lllt'ntt' y mtng, quien trata de demostrar qm' IlIll'SI ra wllvill it'u 1
(iardiner, que se permite a menudo tajantes afirmaciones, como "la gran d(' qm' ell la antigua Greda hubo ulla época ell la qlH: d dl'ponl' no era
popularidad del atletismo fue su ruina; el exceso provoca Némesis: la lOsa de adl'tas profi:siotlaks de Ilitlglín modo PUl'tlt- dedil{ irse de los
N('lllt'sis lid exceso en el atletismo es el profesionalismo, que supone la dacos qm' POSl'l'IlWS sohre d al il-I istl\o Wie)J.o, sitio qUl' Sl' mil ¡¡ dI' 1111<1
1Il1ll'flt' de todo deporte verdadero" (AA W 99), o "cuando el dinero ¡d('a IÓl1ll'lHada dl'sdl' d siglo pasado por quielll's dl'Sl'ahall prl'Selllar 1111
mira l'll el deporte, con él entra la corrupción" (AAW 103). Las ideas de óIlH('(t'dl'llIl' hisl(lrilo y pn'sligioso para el tipo tll' dCpOl'll' qlU' ¡IIIl'lIIahall
(iardíncr l'll lo tocante a este aspecto hall intluído de manera decisiva, itllplamar. a sahl''', el dl'POf(t' dilisca propugnado por los I ahalll't"nN
nlllsdelltl' o inronsdelltel11cnte, en casi lOdos los l'sludiosos que se han ill)J.II'sl's dI' la {oP0l.iI villoríalla, l'n (uyos "( Iuhs alllall'lIrs" 110 1l'II1all
ontpado tlt' los profcsiou¡Ii<.'s del dqmrte ~ril'o. dc:sde Manning o (ahida los IIlil'/lIhros dl' las dllSl'S lrahajadoras, Tras UIl hrillmlll' y IllÍllll-
.lHIlIllt'r hasta Harris, quien malllit'l\l' t'l\ lo t'sl'nlÍ,,1 11I lOIll'epci6n tÍoso HluHisis dI' las tinllllSlalllins qUl' rodl'ilroll d rl'lIalÍlllil'/110 dI' 11114

(,(, fII
FERNANDO GARCfA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

Juegos Olímpicos en la época moderna, concluye Young que "el amateu- de un labrador, cuya curiosa iniciación en la competición deporliva 1I0~
rismo fue, en realidad, un sueño soñado por unos pocos privilegiados cuentan Pausanias (6.10.1-3) y Filóstrato (Sobre la gimrwia 20); y, iI Sil
entre 1860-1870" (p. 25), pero cuyas secuelas han debido sufrir en sus vez, en el noble arte de pastorear cabras y vacas olUpaban su lit'lllpo
propias carnes numerosos atletas a lo largo de la historia del olimpismo respectivamente Polimnéstor de Mileto, vencedor en el estadio illfalllil de'
moderno, incluso campeones de la talla de los míticos James Thorpe o Olimpia a comienzos del siglo VI a.e. (cE. Moretti, n.o 71)), y AIIll'sillils.
Paavo Nurmi. La hipócrita distinción entre el atleta supuestamente vencedor de la lucha olímpica en 460 a.e. (Moretti, n.O 2(, 1).
"amateur" que puede participar en los Juegos Olímpicos y el profesional Como contrapartida, apunta Young la tendencia a hacer miel1lhros
que tiene vetada su intervención en ellos, se ha seguido manteniendo de familias nobles a atletas sobre cuyo origen nada seguro lIi Id('li~!)
hasta nuestros días, aunque puede apreciarse afortunadamente signos que nos comentan nuestras fuentes. Tal es el caso de los míticos arlelas d('
invitan a pensar en una pronta abolición de las barreras, puramente finales del VI y comienzos del V a.e., como Milón, Failo y ASlilo de
teóricas las más de las veces, que separan a "profesionales" de "aficio- Crotona O Teágenes de Tasos (que obtuvo nada menos tlUt' I,WO
nados". triunfos a lo largo de su carrera deportiva), quienes, en OpillÍlíll dd
Volviendo a los profesionales y aficionados en la antigua Grecia, erudito norteamericano, sólo son nobles porque así lo han dl'ddido los
Young ha tratado de rebatir los dos argumentos más importantes estudiosos modernos, no porque nuestras fuentes antiguas 1I0S lo illdi
aducidos por quienes reconocen la existencia de un atletismo totalmente quen. Su adscripción a las filas de la aristocracia sería en IlHlchos UISW¡
"amateur" en la época arcaica: la extracción social de los atletas, supues- consecuencia de la idea apriorística de que en esa época la gran lI1ayor¡'¡¡
tamente provinientes, con pocas excepciones, de las filas de la nobleza de los atletas eran de origen noble y no concebían el tk-POrtl' mmo IIllil
durante los tres siglos que siguieron a los primeros Juegos Olímpicos en profesión con la que ganarse la vida.
776 a.e.; y, en segundo lugar, el montante económico de los premios Suponiendo, pues, que miembros de clases socÍall's illlrrinres
que recibían los vencedores en las competiciones atléticas. tuvieran activa participación en las competiciones tkponivas, ¡\liIllO
Por 10 que respecta al primer punto, se ha venido manteniendo, en podían hacer frente a los numerosos gastos que exigían los l'nm'lIt!
efecto, la idea de que, dados los grandes gastos que conllevaban los micntos y los continuos viajes~ Plekct recurre para explicarlo a IIlIa pn\!
entrenamientos, viajes y estancias en los lugares de competición, durante tira también frecuente en el depone moderno, los suhsidios y
los primeros siglos la mayoría de los participantes y vencedores en los patrocinadores, aun reconociendo que nuestras primeras lIolkias sobre Sil
grandes festivales fueron miembros de las clases más altas, que disponían l'xistencia en la antigua Grecia no se docullIelltall sillo hasra ~O 'I.( "

del tiempo y del dinero que exigía la competición. Los notables casos de ("(;allles, Prizcs ..... , 77). Young, por su parte, propom' olra ('Xplila\Í(UI
atletas de origen humilde que citan nuestras fuentes se han venido consi- lllll' nos adentra ya en la segunda cuestión allles aplllllada: los Pft'lIllos 1'11

derando como excepciones a la regla general. Así, el primer vencedor los n'rt,1tm'Ill's atléticos. Así, UII lIluchadlO dl' familia 110 Ilo\lh' I(IU',
olímpico, Corebo de Élide, era, según afirma Ateneo (382b), cocinero, y tlll'rct'd a sus lIotabll'S aptitudes, fOl\sigul' Vl'lllt'r ('11 lIlIa WlIllwlil ¡Úll
a un pescador celebra Simónides, con su humorismo habitual impensable lotal. podría l'Illpkar (,1 dinero del Im'lIlÍo para pagarse Sil illH'l'VI'lIllltll
en los epinicios de Píndaro, en un epigrama que nos transmite Aristóteles l'1I IIIIOS jlll'gos II\;Is irllponalll('S y llIejor dOlados ('lolUillli(ólI1H'II!('; a "11

(fe. 41 Page=110 Diehl): "ante.r en mi.r hombro.r Joportando una á.rpera vez. si trillllfú también ('11 dios. l'staría l'lI ulIldidolll'S tll' pa~l'S 1111

percha llevaba pe.ffado de.rde ArKo.f ti TeKea". También fue cantado por mm'lIador proll'siollal (' ¡Ililiar ase tilla mm'.... deportiva qtll' Il' Ilt'rlllilir{u
Simlínides (fr. ,)0 1) PM(,) d boxeador (llamo tlt' (:aristo, ('1\ Huhea, hijo illlluso panidpar l'II los ~mld's .Il1·~os Panlll'lfnilOs,

(.H ,.')
l'IiI{NAN()() (;AIH 'A 1«lfl.!UUI IJ.~ IH,!)~(J.lf'

Sabemos, cfenivamente que, fuera de los cuatro grandes festivales EII prillll'l'  IlIgar,  U 11 IV il'lIl'  deSHIlar qm', UlIIllI ya  1I0la Plrkl't,  s!'l'la 
en las demás competiciones los vencedores en las distintas hallar  ulla frase  qUl' lIl¡Ís  hllhil'ra  (bOlado  a UII illkta }l.l'i,·}l.o  (y
recibir premios de valor material; así, Píndaro menciona probahlclllelHl.'  talllbi{­II  al  deportista  tll'  hoy) qUl'  la IIHllk'l'Ila  divisa 
(probablemente un escudo) con que eran premiados los olímpka  "lo  il11portalltl'  cs  participar,  110  gallar" ,  La !k­rrota,  l'tI  dl't lO, 
alJeras el! los juegos de Argos (Olímpicas 7.83), los trípodes de bronce cra  un  serio  disgusto,  una  aut{­nrica  tragedia,  para  l'I depon iSla  'I"t'  la 
lI'ahajado dc Arntdia y Tebas (ibid.), el manto de lana de Pelene (Olím- sufría,  millo  manifiesta  Píndaro  cn  algulJos  pasajes  dt,  sus  t'pillicios;  ('11 
/11/((\ 1).1)7, Nelllea.r 10.44), las copas de plata de Sición (Nemeas 10.43), O¡¡",/JiWJ  H.6H ss.  Akimedonte  de  Egina,  vellcedor  l'Il la  Imba illlalldl 
clC En juegos más importantes el valor económico de los premios era en en  460  a.c., "en 10J miembros de matro IIIl1chachoJ (()/o¡'ó "N/y t¡!Jorrni/J/,·
casos elevadísimo. Young estudia con pormenor las recompensas retorno a casa, poco honro.fos cornentaríoJ y entr(ld(l a hllrt(/d¡IIdJ", y ti (11m 
quc ihan a parar a manos de quienes triunfaban en los Juegos Panate- púgil  egineta,  Aristómenes,  dedica  el  poeta  rebano  su  Pllir" 11,  d,' 
naicos  de  Atenas,  basándose  en  una  inscripción  de  la primera  mitad  del  donde  afirma  (vv.  81  ss.):  "y desde lo alto caf.r/e Jo/m: ({((¡Iro '"l'r/wI /111/
IV  a.e. (lG n.2.2311),  que  menciona,  por  ejemplo,  un  premio  de  50  aviesa intención, para quienes ni un regreJO lan ¡;rtllfl ¡'flfIIO d II/Yo ti'
de  preciado  aceite  para  el  vencedor  en  el  estadio  infantil  (y,  en  decidió en los Juegos Píticos, ni al retornar junIo a JU lIIúdre ,¡(tí y "l/tí
tOnscntencia,  el  doble  para  los  adultos,  según  la  práctica  habitual).  De  dulce risa levantó alegría, sino que por callejoneJ, evitando ti JIU ''IIt'flli,I!,!II,
acucrdo  con  las  cuentas  del  filólogo  norteamericano,  el  montante econó- se agazapan, mordidos por el fracaso". Muy  al  wntrario  (OIl",/,¡/tlJ 1,1)/
Inito dc  100  .lnforas de aceite venía a equivaler,  como mínimo,  al salario  ss,)  "el que vence el resto de su vida goza de bonanza d/tlce mil/o 1" //Ii,'¡, .d
'111l'  rccihía  un  trabajador  durante cuatro años  y  suponía,  por tanto,  una  menos por causa de los juegos", y  de  la  alegría  y  el honor  que  rl'pol'la  la 
pl'qlll'l\a  fortuna.  Un epigrama atribuído a Simónides  (43  Page)  muestra  victoria  participa  también  muy  principalmente  la  patria  del  "tll'la,  id"a 
'1111'  a  lOlllienzos  del  siglo  V,  todavía en época  "amateur"  según  las  tesis  que  se  repite  a  cada  paso  en  los  epinicios  de  Píndaro  y Baquílidl's. 
I raditiol1i1!t:s,  los  premios  eran  muy  semejantes.  No es  de extrañar,  pues,  que el  triunfo  en  los  grandes  juegos  IUt'ra 
,;{Ju{' ocurría  en  el  caso  de  los  grandes  juegos  panhelénicos?  En  acompañado  de  grandes  celebraciones  y  reconocimientos  ell  hOllor  t  It­, 
( )Iilllpia,  lOmo es  sabido,  los  vencedores  recibían  como  recompensa  una  vencedor,  sufragados  por él  mismo  o  por su ciudad  patria,  EII  el  propio 
Wl'Ollil de  olivo,  que  era  de  laurel  en  Delfos,  de  apio  en  los  Juegos  lugar de  los  juegos,  el  último  día  de  los  mismos,  tenía  lugar  la  SOlt­IIlW' 
micos  y  de  apio  fresco  en  Nemea  (cf.  figuras  22  y  23).  Sin  duda,  ceremonia  de  proclamación  y  coronación  de  los  vencedores  <llltl'  1111111(' 
lOmo  ocurre  en  las  modernas  Olimpíadas,  el  deseo  de  triunfar  era  el  roso  gentío,  durante  la  cual  se  anunciaba  a  los  presentes  el nombn'  dd 
primer  incentivo  de  los  atletas,  y  la  victoria  misma,  y  no  una  corona  o  atleta,  de su padre  y  de su patria.  Seguía una procesión  hada  los  altares 
una  medalla,  la  mayor  recompensa.  No  obstante,  al  igual  que  actual- de los  dioses,  en  acción  de gracias por la  victoria,  y un banquete dl'  11'1(' 
mente  cada  país  acostumbra  a  mostrar su agradecimiento,  a  menudo  en  bración;  en el  curso  de estas  ceremonias se  entonaba en un principio  tilia 
metülico,  al  atleta que ha dejado alto su pabellón nacional  y la cotización  sencilla  canción  atribuída a  Atquíloco  (fr.  West;  cf.  P(ndaro,  ()1I111
del  propio  deportista  aumenta  considerablemente  tras  un  comporta- picas 9.1  ss,):  "Ténela, hermoso vencedor, salud, señor Herades, ttí .V Yoltlo,
micmo destacado en una competicion  importante,  también en la antigua  ambos lanceros", luego sustituída por un breve  epinicio encargado  expn'~
Grecia  numerosas  ventajas  se  derivaban  para  el  atleta  del  triunfo  en  samente  para la ocasión,  preludio del  más extenso,  elaborado  y  brillallll' 
alguno de los  grandes juegos (Buhmann ha estudiado el  tema a propósito  que  solía  destinarse  para la  de celebración  del  triunfo  en  la  patria, 
de  Olimpia,  con  gran  acopio  de  datos).  Los  vencedores  tenían  también  el  derecho  erigir  estatuas en  el fel'Í1l1O 

,  
70  71
FERNANDO  GARCÍA ROMERO  LOS JIII(/;()S OLlMI'I( ()S

sagrado  (el  famoso  auriga  de  Delfos,  figura  78,  es  una  de  ellas),  que  Ya hemos hecho <Ilusión a I<lS eI('vadas rt'Wlllpt'IlSaS ('n lIIÜlJliUIS !JI!('
podían  ser,  después  de  tres  victorias,  estatuas­retrato  del  vencedor,  y  a  las leyes atribuídas a Solón fijaban para los att'lliellst's Vl'lI(cdorl'S ('11 ION
veces  era la propia ciudad la que corría con los gastos,  de acuerdo con la  grandes juegos (cf. 1.3.1.2.), y debemos suponer lJue tal pnlniul !i('
idea  básica antes  apuntada de  que la victoria del  ciudadano era  también  puede extender igualmente a otras ciudades. El crario pühliw wSIl'ah"
tllI  honor  para  su  patria  (así,  los  crotoniatas  dedicaron  en  Delfos  una  también a veces la erección de una estatua del atleta (uhofa N urllli I i('JI('
l'statua al  pentatleta y corredor Faílo, según nos cuenta Pusanias  10.9.2).  la suya delante del Estadio Olfmpico de Helsillki), qm' dislrul;lha
Jirl'wentemente, una inscripción  al pie de la estatua recordaba al visitante  también de otras ventajas, como líl (oncesit'in de ra~os
t
plÍhliws y. sohn'
dl'  cualquier  época  el  motivo  de  su  erección  (figura  24).  todo, de algunos privilegios que estaban res(.'rvados cXc!lISiVallll'l\ll' iI 1111

l
Mucho  más significativa  es  la larga  lista de  honores  y  recompensas  reducidísimo número de personas, considerados benefactores dl' la UlIlllI-
que  a~urdbn al  atleta  vencedor  en  su  patria,  fiel  testimonio  de  la  nidad: la manutención gratuíta de por vida en d Prilalll'o a l'xpC:llsas d('
importancia  que  la  comunidad  otorgaba  a  los  ciudadanos  que  la  repre- la ciudad (un decreto ateniense (le mediados del si~lo V a,c.. /G 1. 2,77.
s('I\(aban, con los cuales se identificaba con un fervor bien conocido en el

t
indica que tienen derecho a ella los atletas vem:edores t'II lllalllllil'r disd-
Ik'porte moderno, La popularidad que atraían los triunfos deportivos fue plina en alguno de los cuatro ~randes jle~os y los que triullfarall {'I\
illt!uso aprovechada en algunos casos para hacer carrera política, Tal
alguna prueba hípica de los Jue~()s Olímpicos), la ¡mll'drl" o dl'n'l ho iI
hi< imm o trataron de hacer Alcíbiades, que supo aprovechar con la habi-
ocupar asiento de honor en los espen¡kulos Iníhliws, y tamhil-II la "I/'I/d
lidad qm' acostumbraba sus victorias hípicas en Olimpia, o, dos siglos
o exención de impuestos, A todo ello debl'll alladirse distilldolll's pan itll-
allll'S, el aristócrata ateniense Cilón) que intentó servirse de su triunfo en
lares de cada ciudad) romo d derecho que los ve\lcedores espart allos ('11
lo, .Il1('~OS Olímpicos para proclamarse tirano de la ciudad, aunque sin
Olímpia, Delfos, Corinto o Nemea tl'll(al\ dt~ comhatir aliado dd rey. 11
('xÍlo (Olros casos pueden encontrarse descritos en Young, pp, 160 ss" y
las monedas acuñadas para conmemorar UI\ trilll\fo, nOrlllal!m'nll'
~ol,n' Iodo Kyle, pp. 155 ss.),
AwslulIlhrados como estamos a contemplar a menudo el desbor- ruando el vencedor era un tirano, auuque talllhiC::1l hay t('stllllollios
dallll' 1lt,Iirio mn que es recibido en su ciudad el equipo o el deportista tardíos de monedas en honor de tiudadal\os partirularc:s, EslOS privk~ls
individual quc alcanza un triunfo sobresaliente (con paseo de la copa por aumentaron en época romana, cuando se illduy() asilllisllIo la ('XI'IH iflll
IDda la ciudad, ofrenda a la Virgen patrona y recepción por las autori- del servicio militar, de todas las IitLlr~as, dt, la ohli~a ¡{jl\ d(' oln'll'r
tI.u ks locales) no nos extrañará la entrada triunfal que, según Diodoro alojamiento a los soldados, el deredlO a la inlllllllidad pl.'rsonal y la
I \.H2.7, hizo Exéneto en Acragante tras vencer en la Olimpíada de 412 inmunidad al encarcelamiento, la autorizadúlI para vt'stir púrpura. ('11.,
id :., ('1\ la mrrcra del estadio: "Habiendo vencido Exéneto de Acragante, lo (rf. Gualazzini .) I ss.),
11If/(III;l'YIJ'fI " la ciudad sobre un carro, y lo escoltaban, aparte de otras En esta larga y asombrosa lista dc privk'~os y honores falta s(ilo,
III.ldJ,WO hiJ!.aJ de blancos caballos, todas pertenecientes a los propios acra- para tl:rminar de mImarla, la heroizaciún o divinizalÍI)I\ tll' los atll'lOIs. y
,r.:iI"I¡flOJ", Un recibimiento semejante s610 un general victorioso podía hay, cierramelltc) diversos l'jcmplos lOllIKidos, si hien, lOIllO ha dl'IIIOS
sonar con tenerlo. Después, una ~ran fiesta, tanto más fastuosa cuanto (ratio Bohrin~e, la devacil)1I dc UIl deportista a la la(e~If dl' dios 1)
mayor fllera la riqueza del ciudadano, era el marco en el que un coro hÚoe 110 St' dl'bitÍ directallll'llle, t'JI lIill,gUIIO de los casos l!l' qU(' ll'IIl'IIIW¡
l'lIlll1taha d cpinicio, ell el ntal el poeta alababa al atleta y ubicaba su Iloticia, a sus 6itos en los jl'~OS, sil\o a tilia sl'ril' de rirnlllSlam ¡as III¡\S
IriUlllt) dl'ponivo en el alto lu~ar que le l'llrrespondfa dentro de la escala complejas, As(. el pl~¡ista Eutilllo dl' Loccos (I\H/¡-/¡ 7 2 a,C,> fl·tibla
dt, vlllofl'S de la sodedad, culto por haher 11Idwtlo y vl'l\ddo a lIlIa l'slWdt' de ¡;mtllSlllH (1111 lIIuri·

I! n
HHNANI)() l;AIHJA 1{(IMHHl U'~.Jtil,I (ILlMI'I! ('~

IIITO d('  1Ilist's  que  había  violauo  a  una  muchacha,  por lo  que  fue  lapi- /, J.2.2, CrflÍt'tI.I'
lo por los habitantes de Temesa) al que anualmente le era ofrecida
101110 l'sposa, l'Il mlidad de sacrificio expiatorio, la más hermosa doncella Ya se ha dicho que en el gówro poético dd epinicio, y panil lIlar"
tll' la dlldad (el". figura 24). A su vez, la causa de la divinación del cele- mente en la obra de Pílldaro, el atleta es exaltado rumo 11l00ldo dI' vida y
hérrimo '¡'('(Ígelll's de Tasos debe buscarse en hechos que ocurrieron tras wmportamiento, a partir de la idea de qm.' las rualidadl's físicas y
su II1lWr!(': UIl enemigo rencoroso azotaba su estatua periódicamente morales que despliega el deportista dentro y fuera de la WllIpl'tl( jl'UI SI'
hasl¡1 qUl', Ulla noche, el bronce se dejó caer sobre el infeliz, aplastándolo; consideran normas arquetípicas que bien pudieran regir la mndlltta dd
la ('stalua fue declarada culpable de asesinato y arrojada al mar; poco buen ciudadano en sus relaciones con hombres y dioses, al sl'rvido (11' la
I (espillos, para paliar el hambre que asolaba la isla, el oráculo délfico comunidad. No obstante, el iueal de Píndaro no fue siempre compare ido
OI'dl'l1I'Í rl'llIperar la estatua de Teógenes, que fue honrado en adelante por poetas, filósofos, moralistas y médicos, que rritilaron a IIll'lIUdo
101110 UII dios sanador. Historias semejantes se cuentan a propósito de algunos aspectos del mundo del deporte. No negaron. en general. los
hit il les de Loccos, Diógneto de Creta, Oibotas de Cime o Cleómedes de beneficios que el cuidado del cuerpo procura al bienestar f(sico e illlell'(-
ASlipaka, cuyos respectivos cutros fueron instaurados siempre a tual del hombre, sino que centraron sus críticas en dos lemas: 1) 1.01
IllIllil'lll.0S cid siglo V a.C, yen todos los casos en circunstancias proble- exagerada valoración de las cualidades físicas frente a las intell'ulIalt-s.
11 1;11 i«15 para sus respectivas ciudades, de manera que significan, según la que se traducía en altas recompensas económicas y en el grall ft'rvo!'
1I11('r¡lI'I'(alj¡íll dl' Hohringer, "una recuperación por parte de la ciudad de popular hacia los atletas, crítica que encontramos ya en Jelllífatll's y qUl'
111'1 '1llIalil loH ks l'xn:pcionales, pero fundamentalmente contradiaorias", se hizo especialmente frecuente cuando las nuevas experit'ncias illll'll'(
11111 el prop,ísito de "obliterar períodos de debilidad y de división de las tuales del siglo V y las modificaciones en el sistema educativo ab()~h¡1Il
•IIId.ld(·;o" lavalldo el rostro de la comunidad al recuperar un represen- por la afirmación de la supremacía de la capacidad intelectual sobn' la
1.1111(' ilwarl' pero discutido de ella". Sea o no ésta la explicación correaa, física. 2) El régimen de vida de los atletas, una dieta que inclu(a 111111 has
111 '1 lit' paren' incontestable es que el culto a los atletas, al menos en horas de sueño y una alimentación concorde en cantidad con los l'slúl'rws
I'plllól I t¡sita, 110 es un honor que la ciudad tributaba al ciudadano que la que se les exigían, y la excesiva especialización del entrenamiento, qm' los
ha glllrilirado U)l1 sus triunfos deportivos. hacía, en opinión de los críticos, poco útiles para la guerra y para 01 ras
La ln:ril'nte importancia que el deporte iba alcanzando en la vida necesidades de la ciudad. Tales críticas, sin embargo, no afeuaron l'n
SOl ial dc la ciudad griega y la estimación, a menudo excesiva, de que los demasía al entusiasmo que la gente común mostraba por las UlIlIpl'ti-
1 alllJll'ones disfrutaban entre el pueblo, que se identificaba con ellos con dones deportivas y por quienes intervenían en ellas, quedando rl'dllddas
1111 lallalismo en todo comparable con el actual, dio lugar a frecuentes a un limitado círculo de inteleauales; entre el pueblo llano, las censuras S¡'l!t 1
(1'11 iUIS, también en número progresivamente creciente, por parte sobre calaron hondo cuando las prácticas deportivas de los griegos choulban WII la
rndo de 1IIIísofos y médicos. Pero, por otro lado, las cada vez mayores tradición nativa, como fue el caso de Roma, o bien cuando interVl'lIíall
1'x Igl'Il1 ias de la competición trajeron consigo un refinamiento en los poderosos motivos religiosos, como sucedió en la era cristiana.
1II(;wdos de entrenamiento y en el régimen de vida de los atletas, que La discrepancia entre las cualidades que hacen a un hombre sohn'-
!OI1II'ihllyÓ al dpido desarrollo de la investigación científica sobre todo lo saliente en una competición deportiva y su utilidad para la comunidad
rdalivo al cuiJado del cuerpo humano y la salud del hombre en aparece ya formulada para nosotros en fecha muy temprana, en el si~lo
~ l'IIcra 1. VII a.c., en el antes citado y comentado fr. 12 de Tirteo (cf. 1.3.1, l.: la

'·1 n
FliKN/\NIIO (,/\IU .1/\ I(OMhIlO IIIS 11 Ji'( ,I)~ 111 lMI'1I !I~

h¡('!'za  f'(sit<l  qm'  el  atleta  muestra  en  los  juegos  no  tiene  importancia,  la  d I'tlr¡:,o dl'll'rtlrio f!,¡Id¡cl/.Y 1m rl',v,,¡/o ql/e lentlr,í ml//o Im'mio, li imlJl.w nm
(lIalidad  l'sellcial  es  el  valor  en  la  batalla).  Aunque el  pasaje se  ha inter- lo.r (,dhtlloJ IlfIdrld IO,v,r,¡r lodo e.m, JÍn H'r l"tI (I,tlio.m (IIIJIIIYO, POrt/III' .111/11"
I'n'tado lOlIlO ulla auténtica crítica del atletismo, como una censura de su rior ti /tI jíll'r'l.il tle f.1(J1JI/Jrl'J .Y (tt/",I/OJ C.I '1III'Jtr,/ JtllJit!lIr/d, PI'ro 1'.110 .I/'
illlllilidad WilillSki, L'a/(fmistica sportiva 28 ss.; cf, Patrucco 40-4 j/lZ¡:'d mll.Y ti 1" ltger(I .Y mi t'J jllJto prt~/{'1 /" júerZ(1 ti Id (1I'rd"tI,'rrl
l n'l'IIlOS lIl<Ís acertada la explicación de la profesora Bernardini, para dllrla. Plle.r e¡¡UUI"e entre ellmch!o ,fe I'rtl'llaUre /Ir¡ 1",/'tI Iilí/!,il, 1/f.'flldlh'ltI o
qUil'l\ "los versos dI: Tím.~o no atacan 'una forma de la agonística vacía y /¡tt'hador (J qllien deJ/(lqlle IHlr la rdpidez de JIIJ pieJ, qlle eJ /0 l¡l/l' rt'l'ihl'
, sino que resaltan el valor de otras exigencias". Tirteo, en efecto, más honoreJ de o¡anla.r ImlebaJ de ¡IIerza hay NI Itl.!' COfllp",i(ÍOfll'J
110 S(' OpOIll' a la aspiración del atleta a ser el mejor, sino que transfiere hombres, no por (!JO la ciudad va a e,rtar mejor /!,oberrladtl, PIII'II ¡:'OZO
('slt' idt'al ¡1~Ol\Csti() el ámbito de la guerra (y más precisamente en el obtener la ciudad si alguno com/Jite y tlena jImIo a laJ ribert/J dI'! r/o dI'
WIIIl'xtu dI: las GUl:rras Mesenias en el que se desarrollan las arengas Pisa, pues eso no engorda los fondos de la ciudad".
pm'l a), donde encumtra una aplicación más ventajosa para la ciudad; en La exacta estimación de la postura de jenófanes al respelto dt,
la ~lt'ra, dectivamente, la areté deportiva, de carácter marcadamente atletas ha sido igualmente objeto de controversia. En su edkitÍn dl' los
debe ponerse al servicio del bien de la comunidad. Muy poco fragmentos y testimonios del filósofo (Florencia 195C1, 1(1), l Jnll'rs-
despll6 dt, Tirten, la progresiva militarización de la educación y la teiner considera el poema un condena sin paliativos del atlerisl11o, l'Il la
SOl il'dad espartana abortará la supremacía de los atletas lacedemonios en que, en opinión de Bilinski, jenófanes se haría portavoz de las l'xi~tas
los wandes juegos. de las nuevas clases sociales frente a los viejos ideales agonCsdws dl' la
No salX'ITIos cómo eran recompensados y honrados los aeletas aristocracia. Al contrario, Bowra ha insistido a menudo en el <lmhit'llIt'
vl'llu'don's t'lI la Esparta del siglo VII, pero, en todo caso, Tirteo no hace aristocrático que envuelve tanto ésta como otras elegías, de maJ1l'ra lJUl'.
( rU il a ni alusi6n alguna a este aspecto. Medio siglo después, en Atenas, como afirman Finley-Pleket, "jenófanes, él mismo un aristt)rrara. Sl'
SollÍlI lija por kyel dinero que deben recibir los ciudadanos que triunfen dirige a los miembros de su propia clase, advirtiéndoles contra su
('11 los .Jl'~()S Pan helénicos , presumiblemente para evitar los excesos que tendencia a anquilosarse en sus valores homéricos". No se trataría,
dehlall ya de empezar a producirse (no obstante, como queda reflejado entonces, de un ataque dirigido contra los atletas ni contra los jue~os pOI'
('11 ('1 At/t/CtlrJiJ de Luciano, Solón pasó a la posteridad como defensor del sí mismos, sino contra la sobreestimación de la función del atleta dt'nlro
y las competiciones). Pero la primera censura abierta y expresa la escala de valores de la sociedad. jenófanes insiste en que las nlai~
la desmesurada estimación de los valores físicos frente a los intelecruales dades que requiere el buen gobierno de la ciudad no las poset'lI I( IS
SlIf).\l', en la segunda mitad del siglo VI, por boca de un filósofo proce- deportistas, y en el hecho de situar por encima de todo el interés de la
del mundo jónico de Asia Menor y radicado luego en el otro comunidad se inscribe en la línea de Tirteo y Solón. Para Tineo, l'll
extremo del mundo griego, el sur de Italia, jenófanes de Colofón, en su efecto, la cualidad suprema que debe poseer el ciudadano que pretenda
Ir. 2 West: "Pero Ji alguien alcanza la victoria allí donde está el recinto ser útil a la póliJ es el valor guerrero; para Solón, en cambio, según d
Jtlf.!.rtld() de ZeUJ junto a laJ corrienteJ del río de Pisa, en Olimpía, sea con testimonio de Diodoro 9.2.5, son los hombres dotados de phr6t1I'JI,1
/tI r,tlJidez de sus píes o compitiendo en el pentatlo, Jea en la lucha o incluso ("buen juicio") y no los púgiles, corredores y demás atletas, quicm's
('11 el doloroso pugilato o en la terrible prueba que llaman pancracio, como contribuyen a la salvación de la ciudad cuando se halla en peligro,
bombre muy ilustre aparece a los ojOJ de sus conciudadanoJ, y puede Para jenófanes, por fin, esa cualidad fundamental es la JopMa ("sabi-
illranzar la gloriosa proedría en 10J juegos y recibir de la ciudad alimentos duría"), término con el que designa bien su propia actividad intelectual

H, 77
I'I',R NANIlO (;ARelA ROMERO H I~ 1111'( oC l~ (IL/M!'11 ( I~

l1im  la "sahidur(a  poética"  en  general  (lf.  Marcovich  21­22),  roya  utilidad  IlIlurar a los arlelas por elleima tlt' los "sahius", !JUt· SOIl qllÍ{'llt'S ht'II('
para  la  admillistmci6n de la  dudad, muy superior a  la que pueda ofrecer  un  ¡I(iau verdadl'rHllH'llIt' ¡¡ la dudad mili rihllyell! lo a Sil hllt'lI Rohiefllo.
V('llu'dor o\{lllpim,  proclama con orgullo el poeta. )enófanes condbe el poeta  I{('to~l, atlt'lll¡ís, 1II1 motivo qlll" tOIl palahms 1l11ltho 1lll'IJOS viruklllas,
WIIlU  educador y guía de  la  comunidad, a la que libra de acciones erróneas y  ya alllicipaha Tim'o ('11 sus deg(as, a salx'r, la t'Slasa o IIlIla lIlilidad d('
IIri('llIa  hacia  lo  que  le reportará  beneficios,  idea  fundamental  en  el  pensa- estos hombres para la guerra, a pesar de toda su fllt'rza f'(ska. Para la
IlIÍt'lllO dt' la Greda arcaica y clásica. Así, la enumeración detallada de las profesora Bernardini (p. ~2) "el tono es ¡lspero, la (r(tira ahit'rra y sin
n'WlllpC:IlSaS y rt'HlI1ocimientos que reciben los adetas sirve de contrapunto a reserva. Los atleras son definidos como un verdadero mal para (i!'t'lÍa, St'
la lIlillllsvaloraci<Ín de la aaividad mucho más beneficiosa y merecedora de ponen en evidencia sus defectos morales y se estigmatiza su tolllporw-
raks hO\lores del intelectual. miento ... También los tiempos, por lo dem,ls, habían cambiado: la aris-
Sq~lín Ateneo (413c), en el fr.2 de ]enófanes se inspira Eurípides mcrada tradicional, que sostenía el espíritu agonístico y la idl'(Jo~a
Sil dura crítica de los atletas en un pasaje del drama satírico Autó- deportiva, había perdido en casi todas partes su poder y nuevos prilll i-
!l/o, dt' ¡'tI/í 20 (fr. 282 Nauck 2); pios éticos y políticos se habían afirmado y difundido". No obStallH'.
"/)/, lo! ;'l1Il11l1erables males que hay en Grecia, ninguno es peor que la como señalan Finley-Pleket (121-2; cf. Kyle 128 ss.), toda intl'rprt'latitín
/'~I dI' /0,1 "dl'l/u. nr¡ primer lugar, éstos ni aprenden a vivir bien ni que se haga del fragmento debe conllevar ínevitahll'menw lil'rtas
llOd/'I.1I/ hdtt'r!O, 11/11',1', ('cómo un hombre esclavo de sus mandíbulas y reservas. Se trata, en efecto, de críticas que reproducen la imagen t'SIt'[('()-
1'/111111" .11' .111 /'lflllrl' liOdría obtener riqueza superior a la de su padre? Ni tipada que del atleta comenzaba a tenerse ya en el siglo V, a lo qut' .~l'
d 111 I'~, 101/ ¡II/lt/tCJ de Joportar la pobreza ni remar en el mar de la
añade que Autó/ico es un drama satírico y, por tanto, hien pudiera haber
Imlllll.!, /1/11'1 .tI 1111 ¡'slr,r habituados a las buenas costumbres difícilmente presentado el poeta de los atletas en tono de farsa, dado que dt'swllo-
1,1/1/;',"" t'II 1./1 tI,¡/mltades. Radiantes en su juventud, van de un lado cemos totalmente el contexto global en el que el pasaje se inscrihe
IId/1I olm l/mili Ji ¡ill'rcm adornos de la ciudad, pero cuando se abate sobre parodia del atletismo es, además, tema característico de los dramas sari
!'l/m 1" .1I1/.1I:r.:1I /'e;ez, desaparecen como mantos raídos que han perdido el ricos, como ha mostrado Sutton). De manera que, en definitiva, 110
/Ido, )' tt'flJII/'II también la costumbre de los griegos, que se reúnen para podemos afirmar de manera categórica que el fragmento reproduzca ulla
1 ollll'III/lltlr/oJ y rendir honores a placeres inútiles + por causa del banquete
sincera crítica del atleta profesional por parte de Eurípides, quit'n, por
I , ,:IJIU,,, (I"é bum luchador, qué hombre rápido de pies o qué lanzador de otra parte, sabemos que compuso un epinicio para celebrar los triulllús
tlil/o o l/lIlen habitualmente ponga en juego su mandibula a su ciudad hípicos de Alcibíades en Olimpia (fr. 755 PGM) Y guizá fuera lol mislllo
Iltllri" ha ,fI/(f}rrido obteniendo una corona? ¿Acaso lucharán contra los un buen atleta (cf. Kyle, p. 130" con n. 27).
l'III'11IÍ,r.:OJ lIel'ando di.rcoJ en las manos o por entre los escudos golpeándolos En todo caso, el fragmento euripideo sí refleja los dif<:rt'lllt's
mil 10.1 I¡ic.!' ex/mirarán a los enemigos de la patria? Nadie hace esas locuras aspectos que por entonces se criticaban en los atletas, particularmente por
1'.1/,,"t10 frente al hierro. Sería preciso, pues, coronar con guirnaldas a lo.f parte de los comediógrafos: la estimación excesiva en gue eran tl'nidos
/mm/m'.! SilMOJ y bllenos y a quien conduce a la ciudad de la mejor manera por la gente, su escasa utilidad para la ciudad, en la paz y en la glll'rra. y
111'11110 hom/m' /lmdente y justo, y a quien con .fUS palabras aleja las su régimen de vida, que comprendía una copiosa alimentaci6n y, ell 1"
"llim/('J Il!'1wit'ioJa.r, .ruprimiendo luchas y revueltas. Tales cosas, en efecto, probablemente equivocada opinión de los críticos, una vida poco sufrida
.11111 /ml/i,rioJ /Jara tÍl/dad y para todo.r los griegos". (tan lejana, por otro lado, del ideal de la educación espartana, en la qUl'
En términos semejantes a )enófanes, Eurípides critica la costumbre el deporte ocupaba un lugar tan importante).

]1)
IH
FERNANDO  GARdA ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

Aristófanes,  como  se  dijo  en  pagmas  anteriores,  cntICa  por  una  felices, en tanto que yo os hago ser/o, y él para nada necesita la manuten-
purte,  la  "nueva educación", que aleja a los  jóvenes  de gimnasios y pales- ción, mientras que yo la necesito".
tras (véase también Pseudo-]enofonte, Constituci6n de los atenienses No es éste, por otro lado, el único texto platónico en el que se htlH'
l. 13), pero, por otro, censura igualmente los hábitos de los atletas profe- alusión a las grandes recompensas y honores dispensados a los arlt-ras;
sionaks. En Paz 33-34 uno de los esclavos encargados de alimentar al tales honores, en su ciudad ideal, los reserva el filósofo para sus defc.'lI-
escarabajo que llevará sobre su lomo a Trigeo hasta el cielo, comenta: u¡y sores, los Guardianes (República 465d; cf. 620b). Rechaza igualmentc' d
de (jllé manera, agachando la cabeza, come el maldito, como un luchador, régimen de vida y entrenamiento de los deportistas contemponÍlll'os,
mot1it/ndo las muelas a uno y otro lado!", haciéndose eco de la censura que destinado exclusivamente al desarrollo de la fuerza, sin tener COIllO !in
mntra la dieta sobrealimentada de los atletas expresara Hipócrates (Sobre esa armonía entre lo físico y lo intelectual que preconiza el sistema educa-
el alimento 34; cf. Galeno, Protréptico 10-11) y que queda igualmente tivo diseñado por Platón. Tal entrenamiento, basado en mucho cOllwr y
reflejada en otros muchos pasajes, como en el fragmento euripideo que dormir y en un régimen de vida muy estricto, afirma el filósofo qU(' es a
acahamos de comentar o en otros fragmentos cómicos (cf. Alexis, fin de mentas perjudicial para la salud, pues "si se apartan un 1)0(0 dI'!
fr. 16H, y Teóftlo, fr.8, ambos del siglo IV a.c., y autores de sendas régimen prescrito, estos atleta.r sufren grandes y violentas en!em,,'dlll/c.I"
mllll'dias que llevaban por título El pancratiasta). Las recompensas que (RejJública 403-404, 410-412, 452 ss., 535; Leyes 796, 8)0, etc). EII
n'cibl'1l los deportistas y que deberían ir a parar mejor a manos de los consecuencia, debe ejercitarse el cuerpo de manera moderada, evit¡ílldose
''¡ iudadallos útiles" son objeto de las amargas quejas de otro poeta siempre los excesos en el ejercicio y en la dieta, como aconseja SÓmIW¡ C'II
üímito, (IlIpolis (fr. 104), y, de manera semejante, Aristófanes afirma en el Banquete de ]enofonte, 1.2.4. Por lo demás, según pudimos
Sil lOlIH'dia Dinero 1 162-3 que "a Dinero, en efecto, le cuadra muy bien comprobar en las páginas dedicadas a la instrucción física dl'nlw dc'¡
¡'Mil ~:¡fr 1'1'1'1 tÍ fm:ne.f music-ales y gimnásticos". sistema educativo platónico, el deporte ocupa un lugar fundammlal l'"
Parecidas (('nsuras se ponen en boca de otro hombre, Sócrates, al la formación de los hombres y mujeres del estado que describl' t'Il /?"pú
ql\l' AristtÍlitlll's considera genuíno representante de ula nueva educación" Mica y Leyes, pero se le asigna la finalidad primordial de preparar (itllla
qll(' call acerbamente critica el cómico. En el Banquete de ]enofonte danos dispuestos para las necesidades de la guerra, aunque sin olvidar la
(2. 17) Sóuates St~ refiere al desigual e inarmónico desarrollo que la exce- muy positiva influencia que puede tener para el desarrollo de las cuali
siva l'specíalizacít'ín de los atletas provoca en sus cuerpos, y en la línea de dades morales de la persona. Estos dos objetivos, a juicio de Platón, l'Sf:íll
las críticas de ]enófanes se sitúa la propuesta que hace Sócrates, en el completamente ausentes del entrenamiento de los atletas profesionales tic
proceso incoado contra él, de que su "castigo" sea la manutención a su tiempo, por lo cual lo considera carente en absoluto de valor educativo
expensas de la ciudad (Platón, AjJología 36d): "Así pues, ¿qué merezco y completamente inútil para las necesidades del hombre individual y dI'
que me pase por ser así? Algo bueno, atenienses, si es jJredro en verdad ser la comunidad.
recompensado de acuerdo con los merecimientos. En consecuencia, ¿qué es Con Platón coincide Aristóteles en muchos puntos (cf. I.~ H.
adecuado para un hombre pobre, bienhechor, que necesita tener tiempo libre Propugna, por un lado, la búsqueda de un sano equilibrio entre l'¡ desa
para exhortaros a vosotros? No hay otra COJa, ateniense.f, que .fea meÍ.r rrollo del merpo y de la mente, destacando, en lo que a los ('jt'rddlls
conveniente como que un hombre tal sea alimentado en el Prilarl/m, ,mlch" corporales se refiere, la importancia de la moderación «1'. PolIll/tI
más que si algun(J de V(J.f(Jtros ha lolirado la t'hllir;lJ m /(1.1' O/lmplad".r un l.~8b): cada edad, sexo y compll'xión ffsira timen sus ejert'idos propíoli,
las carrera.r de cabal/o.f, dt' hix'u o dI' OItÍdriJl.úJ. 1'"".1 hll' /1.1 IItlCI' I,(/ren:r que deben rt'ítliznrst' evitando Slt-mprl' d (')<teso (Po/llic(/ 12H')h; lílica d

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FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

Nit-ómano 1112b).  En  consecuencia,  también  Aristóteles  critica  dura- motivo de censura, que remonta, como hemos visto, a ]encíf;ult'S y Sl'
mente el insano entrenamiento y régimen de vida de los atletas, su continúa en el Sócrates platónico, se encuentra desarrollado de IllalH'l'iI
sohreespecialización y sobrealimentación (Ética a Nicómano 1 106b) , que especialmente notable (por su extensión y por su posición en ulla ohra
110 permiten ni e! desarrollo saludable de! cuerpo ni la procreación de tan significativa) al comienzo de su Panegírico: "A menudo me ha c''''Ji/do
hijos fuertes (Política 1335b) y es especialmente pernicioso para los asombro que quienes convocaron tos festivales e instituyeron ¡tl.f mlll/II'li-
j(,venes deportistas, como demuestra el hecho de que pocos niños vence- ciones gimnásticas consideraran dignos de tan grandes premioJ lo.\' I>:I/(I.\' dI'
I h,res en los Juegos Olímpicos puedan repetir su triunfo compitiendo en tos cuerpos, y en cambio a los que se han esforzado partiwlarmt'tl/I' /}()r d
la categoría de los adultos, gastadas prematuramente sus energías por el bien común y han aprestado tanto sus espíritus para poder ay"Jtlr ti 1111
des!ll,,-'Surado esfuerzo y la rigidez de un entrenamiento vicioso (Política demás, no les hayan concedido ningún honor. Habría sido !Ól!.ú·o /1rl'.I1t1r1I'.1
IBHb). mayor atención, porque si los atletas duplicaran tanta fuerza, nÚIj!,lÍn /JI'fII"
La justa medida en la práctica de los ejercicios físicos es también el ficio mayor resultaría para los demás, mientras que de un .mlll hllll/lm' illl/"
¡Ikal que defiende Diógenes el Cínico, quien, encargado de la educación ligente se beneficiarían todos los que quisieran /Jarliri/Jc/r di' .111
dc los hijos de Jeníades, "en la palestra no dejaba al maestro de gimnasia pensamiento" (cf. Antídosis 250). Kyle (p. 135, con notas) ohs('rva, 110
('t!IIUIr/OJ como atletas, sino sólo en aquello que contribuyera a su buen color obstante, que en e! mismo discurso Isocrates defiende las W1l1 Pl'l Í< jOtll'S
Jtltltl (onstitución" (Diógenes Laercio 6,30; cf. 6.70). Preguntado en deportivas en su calidad de vínculo unificador de la hOll1o";l,tll'idad
111 ra ocasión por qué los atletas eran insensibles, contestó: "porq¡le están cultural de los griegos (Panegfrico 43-44; cf. Lisias, lJi.rt'llr.w Whll/llrll
hn!m,f de carne de cerdo y buey" (ibid. 6.49), aludiendo a su alimentación, 1-2), de acuerdo con el ideal panhelénico que prctendc sustl'lltar ('1
y se le atribuyen asimismo otras anécdotas en las que arremete contra la orador; entonces, dado que los comentarios que hace IslÍcralcs can'II'tI, l'tI
glnlollcrfa y necedad de los deportistas (cf. Dión Crisóstomo 7.11) e opinión de Kyle, absolutamente de originalidad, su,.;ierl' l'1 ('rudito
IIldllSO contra su cobardía, como cuando a un atleta que se jactaba de ser norteamericano que el orador ha podido emplear ideas I('picas sohre los
d 1lI;IS dpido de los griegos respondió que "los más rápidos de los atletas como un efecto retórico para iniciar su discurso. Sill l'1lIha r¡J,o, a
,1111 "ldkr .ron también los más cobardes", refiriéndose al conejo y al nuestro entender, no hay razones suficientes para dudar de la sim er¡dad
I ¡I'rvo. Isócrates cuando insiste en la crítica tradicional lOtHra los premios
Manifestaciones contrarias a los atletas pueden encontrarse igual- excesivos que reciben los vencedores deportivos, Una rosa cs, l'II l'fl'llO, la
1IIt'IIIl' en la oratoria, la segunda vía que, junto con la filosofía, habría de wnsideracilín de la pr<i(tica del atletismo y del csp(ritu a,,;oll(s!Íw 101110
diri,.;i.. t'I1 adelante la educación griega, y aparecen sobre tOdo en la obra un ideal, como algo propio y caracterfstiw de la nlltura wic¡J,a, y oU'a
de 1sónat es, a quien Marrou califica, junto a Platón, como "los maestros muy diferente la desmedida valoración dc los triullfos dl'l)()flivos i'n'ltll' ti
la lradirilín c!;ísica", El orador, en efecto, se hace eco en varios las mucho \ld.s valiosas contribuciones del arte y la filosof(a, El prillH'1
lIrSOS de la nítka tradicional de las excesivas recompensas que reciben aSlwno cs idea casi ltllilnimatlll'lIl1..' do,.;iada, IllÍl'IIIras qlll' 1,1 Sl'¡J,lllUlo 1111'
los arietas !'rente a los intelectuales, quienes, sin embargo, benefician a la ohjclo de lOlltilluas l'l'Ilsuras, como IWIIlOS podido {olllprohar.
I ilU"~I mayor Illcdida; as{, en su Glr/tI ti lo.!' 1IIa¡¿,i,l'trado.f de Mitilene 5 As( nitÍlat!os, ti Illclludo an'rhattll'llIl', por poelas, 1It/,slo~
tllaninl'sta SlI l'stllpor al ohsl'rvar "Oltíll/(/J I'Ímladt'J con.riderml dil!.noJ de oradofl's, lIlc:dilOS l' induso lI1ililan's (ti'. Nq)()ll', 1i/1,III/IIWl/tI,1J 2.'1, y
IJIrI'yort'J r('(oHlf1nlJiJ.l' (1 qllietlt'J /iC'tlt'tI éxilo C'tI i'lJlfI/l/!/Íciotlt,.I' j!,imtJá.\'tictl,l' PhnarlO, Ili 1()/JI't~, 2-1\; vvasc Fillll'y- Plt'kct I 2 (), los atll'ws !li¡J,1I ¡l'roll
11"1' (1 tluiel/t'.\' htlll(1t/ fll¡¿,o /ítil (MI .1'11 Inlt'/i}!.t'f¡chl JI di/I}!.t'flt'it/, pero tal ¡J,0zalldo, a Iwsar dt· IOdo, del jc.. rvur dd pm'hlo, cuya adllliralh\1I IlIIdu

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FURNANDO  GARCÍA ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

sus  héroes  deportivos  apenas sintió los efectos  de tales  críticas.  la misma  más exigente para los atletas, se hacía necesario el continuo perli.'niona-
lOntraposición  entre  las  censuras  de  una  minoría  y  la  devoción  de  la  miento de los sistemas de entrenamiento y la completa dedicadlÍll dc los
Illayorfa  continuará  siendo  la  regla  durante  las  épocas  helenística  y  deportistas a ellos. Y, en efecto, como observa Young (p.I\~ ss.), la
romana,  hasta  la  desaparición  de  los  juegos  atléticos  muchos  siglos  más  larguísima carrera de algunos atletas, que se mantuvieron en la tlllnhn'
tarde.  hasta 20 o más años (Teógenes de Tasos, Milón de Crotona, Dandis dl'
Argos y otros muchos) sólo puede explicarse suponiendo su exdusiva
dedicación al entrenamiento y a la práctica del atletismo durante l'Se.'
l. /.2,3.  Entrenamiento y régimen de vida de los atletas
período de tiempo, a fin de mantener a altos niveles su condirilÍn física y
Otra consecuencia importante de las cada vez mayores exigencias de  técnica; no basta, efectivamente, la explicación tIlle ofrece (,ardim'r
la lOll1petiLión  fue  el  paulatino  desarrollo  de  sistemáticos  y  sofisticados  (AA W 54), quien considera que el apogeo de talt."S atletas duntllle IlII
IIlpwdos de entrenamiento.  El  perfeccionamiento de la  preparación de los  período tan dilatado era fruto de su vida sana y sus métodos dt' elllrma-
,uktas  con  vistas  a  conseguir  el  máximo  rendimiento  de  las  pruebas  miento naturales, luego echados a perder con la irrupcil'm dd de.'poru'
wfrespondientes,  que  incluía  el  riguroso  seguimiento  de  un  estricto  profesional.
ré}J,illll'11  de vida y  en particular de  un determinado régimen alimenticio,  Tanto la preparación física como la dieta y el Cl'ginll'n dc.' vida d,'
Ira jo consigo  sustanciales  adelantos  en  el conocimiento  del  cuerpo  los atletas eran rigurosamente supervisados por los <:ntr<:nadon:s, quic.'IIt's.
hUlllano  y de  todo lo  que contribuye a  su salud,  progresos que pudieron  por lo tanto, debían añadir a su conocimiento de las técnicas dc.' l ¡¡da
sn  aplicados  a  la  medicina  general.  disciplina, que les había enseñado la experiencia (muy a menudo l'rall. en
Naruralmente,  numerosos  factores  influyen  en  el comportamiento  efecto, antiguos atletas), nociones más o menos profundas dl' Ilwditillil,
dt'l  adeta  durante  la  competición.  Como ha señalado  Patrucco,  los  anti- dietética y anatomía, a fin de prescribir los alimentos y los ejl'rdtios 11I¡ls
~IJ( IS }l,tit'gos ya advirtieron la importancia de los aspectos psicológicos en apropiados para cada atleta, teniendo también siempre c.'n lUmia la
d depone, notando el influjo que sobre el atleta ejercen determinados ptueba para la que sus pupilos se entrenaban.
lOlldilionallli<:ntos ranto interiores (el carácter y la voluntad del propio Es relativamente poco pormenorizada la inf()flllalilÍn que.' 11 Ut'SI ras
l!l-porlisra) mmo exteriores (el entrenador, los espectadores, los compa- fuentes antiguas nos han transmitido sobre d enlTenalllil'IIIO dc.' los
¡)tortis dc.' equipo). Mediante el adecuado entrenamiento, se pretende atletas (sobre todo en lo (Iue s(;' rl'fl(;'re a la ellsd)allza dc.' las (c:wil as .!('
(Ollsc.'}J,uir lJUI.' d arieta aproveche al máximo sus propias condiciones cada prueba; más sabemos sobre la preparaci61l física) y adt'lIHís 1'1"11(('<1,'
Ilsilas y al tiempo se beneficie de esos otros factores que rodean siempre generalmente de autores tardfos que, millo Galeno y Fihíslrato (11-111
al llc.-portc de competici6n, de manera que bien podemos corroborar la p.C) critkan los sistemas imperantes el1 su tiempo. No ohsl al 11 c.', eSl ritos
afirlllaciáll de Harris (GAA 170) de que prácticamente en todos los teórit:os sobre d tema debieron de cirnllar ya ('n {-poca chíska.
d('porles y en todas las épot:as el entrenamiento persigue básicamente tres Nada nos illdim que los héroes homéricos prmlÍc. aran 1II1 ¡'III1"l'IIi1
1I11('s: 1) ad'luisidón de habilidad en la técnica del juego; 2) preparación miento sistetn.ítiw, y pan'cl' prohable <¡Ul' durallll' los prillll'fOs si}l,los los
d('1 cuerpo aute las exigencias de la competición, acostumbrándolo a métudos de preparalÍtÍll fuerall sl'lIcillos. Asf pareu' illdic. arlo la wllsid,'
n'sist ir la f;ttiga; .') preparación mental, indispensable para que el atleta tarión de la vida dd a}J,rkuhor tolllO UIl hm'll l'llIfl'lIílIlÜC."1I0 para lil
mn((1.' c.'n SllS propias posibilidades. UlIllpetirifÍll d<"portiva, lOlIlO afirma .ll'llof( HlIt' (/:'nlf/'¡mit'IJ "). H: "l'l I~
As(. {ollf()rnw la rompctiri(m dc.'poniva se ¡ha Iwc.ic.-ndo lada vez ¡Ir//! ba(/! lHiJIIlm',I mtÍ.! Ji('J/roJ ,/"t' /11 ¡il/.rio'¡llIrti ni rom'r, di.l/lllrtlr .'1

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FERNANDO  GARCÍA ROMERO  LOS JUEGOS OLíMPICOS

Jaltar?") y  posteriormente  también  otros  autores  como  Filóstrato  (Sobre cuenta factores tan importantes como el estado de salud o de hU1II1lI' del
la ¡.;imnasia 43) o Eliano  (Historias variadas 7.4, donde cuenta la inicia- atleta; a propósito de ello cita el caso del luchador Gereno de N.1 U(f¡ 11 is.
cilÍn en el deporte del gran boxeador Glauco de Caristo, hijo de un que, tras ser agasajado con sendos banquetes, el oficial y el privado, 1011
labrador), Nuestras fuentes nos hablan también de trepar árboles y motivo de su victoria en Olimpia, no se encontraba en las ll11'jorl's mlldi-
luerdas, cavar, remar, nadar grandes distancias (es el caso del destacado ciones para entrenar, pero su preparador, enojado porque el ddo SI' lras~
púgil Tisandro, de la ciudad siciliana de Naxos, cuatro veces vencedor en tornaba, lo obligó a ello, y Gereno murió, entre contillUos VI/Hilitos.
Olimpia y otras tantas en Delfos, según cuentan Pausanias 6.13.8 y durante el entrenamiento (cf. igualmente Moretti, n.o t)07).
FiltÍstrato, Sobre la gimnasia 43), e incluso tirar de carros junto con Además de los ejercicios que contribuyen a la consecución y (llIIS('I'-
hueyes () correr contra caballerías, a la manera de las exhibiciones de Jesse vación de la adecuada forma física general (Galeno, en su tratado Solm'
()wens (cf. Harris, GAA 173); un ejercicio muy practicado, al parecer, cómo debe conservarse la salud, hace una pormenorizada dasillnlli{1I1 dI'
Cl] todas las épocas (hay testimonios desde el VI a.e. hasta el IV p.e.) los mismos y, junto a los señalados más arriba, cita también UII Ullllplt·1O
era el levantamiento de pesos, ya fuera de grandes bloques de piedra, con sistema para la ejercitación de piernas, brazos y tronro) , mllO( ('IIIOS
objl'lO de desarrollar la fuerza, ya de más ligeras pesas levantadas una y asímismo los destinados en particular a mejorar el rendilllÍt'lI111 1'1\
olra vez, a fin de adquirir elasticidad y resistencia (sobre el levantamiento pruebas determinadas, Así, sabemos que los mrredores l'llIn'lI"h,," ya
d(' ohjetos pesados, como entrenamiento y como exhibición, puede
1 nnslIlI arse el artículo de Crowther citado en la bibliografía, donde se
f
¡
por entonces sobre la arena de las playas, para sentim' m¡lS lif!.l'ros sohl'l'
el terreno más duro de los estadios. Pero nuestras inf(lnnadolll's SI'
ª:
disUlIl'1l los problemas más importantes que el tema plantea, empezando refieren sobre todo a los métodos de entrenamiento l'mpkados WII vislas
por la lTedibilidad que debe concederse a informaciones que hablan de a las pruebas de fuerza. Conocemos por la literatura (Aristlítt'lt,s, Nl'llÍrirtl
piedras alzadas de hasta 480 kg de peso). 1413a; Sorano 1.49; Ludano, LexífaneJ '); Fihístrato, Solm' ItI gilllfltlÚ"
( :011 d transcurso del tiempo, los métodos de entrenamiento fueron ') 7) y por el arte (cf. figura 70) el amplio uso que pUf!.i\islas y P,IIH rOl
,1!1'IlIiril'l1dn mayor complejidad, hasta llegar a los sutiles sistemas de tlastas hacían de sacos rellenos de higos seros, harina o arma; los sal w.
('pll( a Iwll'llística y romana, como el basado en rígidos ciclos de cuatro usados por los pancratiastas colgaban hasta n'rea del sudo, 11 "is
dlas descrito, y criticado, por Galeno (Trasibulo 47) y Filóstrato (Sobre la que los empleados por los boxeadores, y, entn' olfas pníllÍlas, los alholas
,~/If"Jid 1\7). Este método, desarrollado a comienzos del 11 p,e. por los arremetían contra ellos con la cabeza, para alUslul1lhrarla a los f!.ollll's.
('llIrl'lladores 'reón de Alejandría y Trifón, alcanzó según parece, gran Entre los pugilistas era también muy fr('Cm'lIll', (OIlJO OOUTI' alt
dit'lIsilÍn y tonsistía en alternar durante cada ciclo un entrenamiento duro mente, la Jkiamtlkhítl () "lucha mil la somhra", ('S tI(,( ir, I'¡ípit\os f!.olp('s
lOll tilla ejerciración más suave: el primer día lo ocupaba el atleta en ejer- de ataque y defensa sin adversario t'nfn'tltl' (d'. Platón, !,,·ye.1 H Wl; ¡:,II')\I
1 i, íos tortos y enérgicos, como preparación para el exhaustivo entrena- l. I ')~ y ,)'')6; Pausal1ias {¡o I O,.~ ('IC), C i,gualllll'llI(, d l'IHfl'II,lIlli('1I1O 11111
mit'llto del segundo día; durante el tercero predominaban los ejercicios Jllt/tri IIgl', llamados poPUlafll 1('llIl' "('sta I uas " (d. .1 clloll IIIt 1', 11.011/111'/1'
lif!.eros, para recuperarse del esfuerzo del día anterior, en tanto que la 2. I H; 1kl1l()SICIWS, SlIlm' 1" (oron" I 2(); ya Sl' di,o l'I1 l. \. I . I qlll' ('11
líltima jornada comprendía un entrenamiento moderado. El ciclo debía Esparta los hijos ilegítimos dI' dudadallos y lIlujeres hilolas s('rvíall (011111
repelÍrse sin interrupción y en riguroso orden, y a dio apuntan las críticas 'lIllaf!.OllisIilS dI' SllS Illl'diollt'nnallOS t'n los ('jl'rl idos dl' l'I1IJ'('nalllil'lIll1),
de FiltSsrrato, lJuien considera l}Ul' UIl sistema lan r(¡.I;ido limita las inicia- Es 1111 IwdlO sohradalllt'IlI(' (ulIIKido d f!,I'an dt'sal'rollo !jUI' alUIII"
tivas talllo dd l'lltn'l1ador como lid propio dt'porl iSIíI y 110 !ielll' l'11 zaron los lIIasa¡I's lOll a(l'Ilt' lomo prt'para( kili y talt'l1lUlllil'lI'O pum d

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1'''1{ N A N DI 1 (; AIHI A  IH 1M I,IU  1  I.<)S '111'.1 ;()S ()L! MI'H ()~

1'11'1'< 11IO  y  WIlHl  medio  de  relajamiento  de  los  músculos  después  de  él.  para todo) al arcadio DrOllll'O de Est 1'11 fitlo, que vl'lllilÍ, cOlno Sil propIO
Los  IlIisllHlS  lloll1bres  del  entrenador,  pedotriba ("el  que  da  masaje  a  los  Ilombre deja ya elltreVer, ell la carrera lar~ de Olimpia, probahll'llIl'llll'
11Il1l hal hos")  y  ,¡Ii/llt¡ ("el  que  unge  con  aceite")  son  clara  muestra  de la  en 484 y 480 a.c., adelll.ls de obtelll'r Otros IllUdHlS triullfos l'll ION
impon alll ia  tlue  se  atribuía  a  tal  actividad.  Galeno  (Sobre cómo debe restantes Juegos Panhelénims (d". Pausanias (¡.7.IO). No obslalltl', olras
(IIII,lt'rl',lr.It' /'1 J,t/lld 2.(í.4) distingue gran cantidad de sistemas diferentes,  tradiciones indican que fue Eurfmenes de Samos el primero qUl', III\I)S
r:-
r.
,\llIlIllIl'  lallll'lltahk1l1ente  sin  describirlos,  aplicables  de  acuerdo  con  la  cincuenta años antes, venció en Olimpia, en ulla prueba de fuerza, lOlI
wlldil iOIll's  físicas  y  las  necesidades  de  cada  persona  en  particular;  tan  una dieta de carne que le había sido impuesta por su emrenador, l'I 111<',-
Wall  wmplejidad  es  sin  duda  resultado de  una experiencia  de siglos,  y es  sofo Pitágoras (cf. Diógenes Laercio 8.12; Favorino 17 FHG 111 C; 71) ,
il" IlIso  posihle  que,  como  ha  tratado de demostrar  Olf,  la  función  forta- Del gran Milón de Crotona, conocido pitagórico, se cuenta que, allle la
k,,'dora qlle a lo largo de toda la Antigüedad se atribuyó a la unción del asombrada mirada del público, se cargó un novillo a la espalda, lo pasd,
Illl'rpO mil aceite tenga un remoto origen en prácticas de carácter mági- por el estadio y a continuación se lo comió él solito en un Slílo día.
1 o-rl'i~s desarrolladas en el marco de las ceremonias cultuales de los Sea quien fuere el introductor de la dieta de carne en la alillll'llla·
.Il1'~OS Olfmpims. Existía también, al menos en época romana, toda una ción de los atletas, el caso es que se generalizó pronto, en especial para las
l'splTlIladlÍn te<Írica sobre las cualidades y aplicaciones particulares de las pruebas de fuerza, en las que, al no existir en Grecia una clasificaci¡',1l por
distilllas liases de aceites o mezclas de ellos, y lo mismo cabe decir de los pesos, los boxeadores, luchadores y pancratiastas con más kilos Ik'vahall
difl'l'I'IIIl'S tipos de tierra con que los atletas se cubrían el cuerpo antes del indudable ventaja, de manera que los entrenadores pretendían aUIlll'llIar
l'Il'rl il io (d". figuras 17 y 18), a cada uno de los cuales se atribuía una la corpulencia y musculatura de sus pupilos prescribiéndoles ulla sobrea-
dl'll'l'Il1illad" funci6n benefactora para la piel y los músculos (cf. limentación a base de grandes cantidades de carne. Dado que se pellsaha
(;,lI'Ililler, AA W 79; Diem 177 ss.). que los ejercicios debían hacerse en ayunas y que los alimentos Sl' asimi-
Adl'lll<Ís de los más o menos sofisticados métodos de entrena- laban mejor si el atleta se echaba a dormir a pierna suelta inmediata-
IIlil'III1l, las crecientes exigencias de la competición propiciaron el enorme mente después de comer, no es de extrañar que la limitación de la vida
,!<-sarrollo de los estudios sobre la dieta alimenticia y el régimen de vida del deportista a mucho entrenar, mucho comer y mucho dormir fuera
'1"1' dl'hla seguir cada atleta para alcanzar una adecuada condición física objeto de toda clase de burlas y críticas, que calificaban a los atlelas dl'
y sohre lOdo para competir con garantías en una determinada prueba. montañas de carne, "hechos de buey y cerdo", como decía Di<Í~l's d
SIWíll Fihístrato (Sobre la gimnasia 43 ss.) y Pausanias (6.7.10), la dieta Cínico.
dI' los atletas de los primeros siglos era básicamente vegetariana y se Otro aspecto criticado en la alimentación de los atletas fue la exqlli-
WlIlpollía fundamentalmente de higos, queso fresco y pastas de harina sitez y sofisticación que las dietas fueron cobrando a partir del si~lo V
dI' trigo y cebada (Julio Africano, por su parte, indica que en el año 668 a.c., pero en especial durante la época helenística y romana, No Slílo SI'
a.c. el espartano Carmis venció en Olimpia siguiendo una dieta de higos discutía si era preferible la carne de cerdo (de fácil digestión en opini¡'ul
Sl'ws). Es robable que tales afirmaciones no deban tomarse en sentido de Galeno), de cabrito (como aconsejaba el gran atleta Clitómaco dl'
I'strino, pero sí parece deducirse que durante ese período de tiempo la Tebas, de finales del III a.c., vencedor numerosas veces en las disciplinas
alilllelltación de los deportistas era sencilla y sólo posteriormente se intro- de fuerza en los grandes juegos; cf. Antología Palatina 9,588), dl'
dujo una dieta cuyo componente principal era la carne. Tal innovación es vacuno o de corzo, sino que se llegaba a exigir, por ejemplo, que los
atribuída (los griegos gustaban de buscar siempre un "primer inventor" cerdos fueran alimentados con bellotas y que no se criaran a orillas de los

HH HI)
FERNANDO  GARCíA  ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

¡­los  O  del  mar.  Semejantes sutilezas afectaron también a los pescados, que  Heródico), en Platón y posteriormente en Galeno, El método de Heró-
s,'  jfurodujeron  en  la  dieta  del  atleta  después  que  la  carne,  e  incluso  al  dico se empleaba tanto con fines higiénicos, para prevenir enfermedades
1',111,  '1m' había  de ser  de  harina  fina  en la  que  se  mezclaban  semillas  de  (cE. Platón, República 404a-b, 410b; Aristóteles, Retórica 1361b), como
adormidera,  etc.  (cf.  Filóstrato,  Sobre la gimnasia 43  ss.).  con fines terapéuticos, y aunque nuestras fuentes nos hablan de diversos
No  sólo  la  alimentación,  sino  en  general  la  vida  entera  del  atleta  fracasos que acabaron en la muerte del paciente (cf. Epidemias 6.3.18),
('sfaha  orientada  a  obtener el  mayor  rendimiento,  supervisando  el  entre- testimonian también muy notables casos de curación, como el de aquel
nador 1alllbién su higiene corporal, su sueno (Filóstrato, Sobre la individuo que, según el médico capadocio Areteo (12.11 Hude), del
,~I)lt/Ji !¡), afirma que, para endurecerse, los atletas dormían en el siglo JI p.c., se dedicó a la práctica del deporte para curar su gota con
slIdo, sohre piedras o heno, es decir, como los jóvenes espartanos) e tan gran afán que acabó venciendo en Olimpia en la carrera.
111( luso MI vida sexual. Platón, en efecto, testimonia en Leyes 839-840a
'1"(' ,,1I('las de éxito como Ástilo de Crotona, leo de Tarento y "CrÍJón,
I )/1i/!1i/JI/iIi Y otro.r muchísimos" se abstenían de relaciones sexuales durante 1.3.2.4 Irregularidades y muertes
Sil I",rindo de entrenamiento, ptáctica bien conocida, por otro lado, por Nuestras fuentes antiguas nos hablan alguna que otra vez d('
los d"ponistas modernos. acciones que mal se avienen con el espíriru deportivo que te(ÍrimnwllH'
l.a relatjtÍn entre medicina y deporte, la influencia que el atletismo debía guiar la participación de los atletas en las competiciones agol\(stims
Plldo l('fl('l' mino campo de prácticas para los adelantos científicos y la y particularmente en los grandes juegos. Tales casos de comporramil'1l1O
.q,IIt'1I jllll dI' la gimnasia con fines profilácticos y terapéuticos se hace dudoso, cuando no de franca corrupción, los achaca Gardiner (AA Ir'
('''1'''' lalllll'lIH' evidente en el auge que experimentó, desde el siglo V 103 ss.), como no podía ser menos, a la irrupción del profesionalislllo ('11
. ¡ ( , la ~il¡sa médica. Con algunos posibles precedentes, como el el deporte griego, que ensombreció el recto comportamiento de los atll'l a~
IIwdlt o (rDfOlliara Dem6cedes, casado con una hija del atleta Milón de la "época áurea" del deporte "amateur" (idéntica opini¡íll soSlit'llI'
I J Jc.rodofo ~, I!') ss,; cE. Harris GAA 112-3) o el pentatleta leo de todavía Olivová, p. 144). No obstante, esta radical distinciól\ ('llIf(' 1111
T.tfl'lIlD, el desarrollo de la gimnasia médica o al menos su sistematiza- deporte aficionado limpio y un deporte profesional corrupto es prohahl('
(1011 va illdisolublelnent<: ligado a la figura de Heródico de Mégara, mente demasiado simplificadora y la aparición de irregularidad('s, <¡lit'
It U'go fadi( ¡\( lo ('n la colonia megarense de Selimbria, en la costa norte de conocemos con seguridad desde comienzos del siglo V a,c', fut' ('(\ (inl\)
1,1 JlroplllllÍdt, kL Platlíll, Prlitágora.r 3 16d-e). Citado como maestro de modo una consecuencia lógica de los intereses de todo tipo qll(' (W'fOlI
Ilqllíl !"alt's, I kr6dko, según Phw')n (República 406-b), supone una rodeando el mundo del deporte en razón de su imparabk' popularidad y
¡'lapa illlpOrrallt(' l'1I el progreso de la medicina, a la que aplicó su expe- su impacto sobre las gentes de toda condición social. Por UII lado. los
¡-i,'ul ia ('u la paleslra; se fUenta, en efeno, que, aquejado de una grave grandes privilegios concedidos R los vencedores (y 1111 s,)lo ('11 d asp('( 10
I'ukrnu'dad, St' pn'snihi(, asimislllo un régillll'l1 comhinado de ejercicios económico, sino tamhién en otros varios, entre los qm' 110 m lipa d
hsiws y 11Iilsaj('S tOIl ulla dieta lIatural, gradas a lo nml rl'cupení la salud último lugar el hecho de ser adamado y casi adorado por la 1Il1llrillld)
(d, Plillio, lIí.llor;,1 {ldllmll 21); l'smlios a Plal{m, PmltíRlirtlJ .) 16e; contribuyeron a l)lIl' d af;Í1l por Vl'lI11'r llegara a s('r lall ,IoIralld(, qll(, los
Luliaoo, C!)/ItrJ drIl(' /'Jl'ribir,II' 1" hÚI"rí,¡ ) 'S, ('H.), 1le sus idl'as l'fICOI\- atletas anlllíeroll ocasiollalllll'flte a toda dasl' d(' IIwdios para IO,L\l'iIr d
I ni I II"'¡ ahlllHlalllt'H ('lOH ('11 t'I Cor/lIt.! II¡/l/mmllItll111 (muy I'artkular- ¡r¡unlí), mn d fill d(' explowrlo ¡msleriorllll'f \tl', a flIl'lIllllo (011 ohkl íVOH
11\t'11It' ,'11 ,,1 lrallul" .\',,/w, //1 di"II. qllt' lit' hu 1It'~ado a illl'ihuir al propio ajellos d(,1 IOdo al .llIIl1i\l) dl'porrivo, Tal t'xplotmit'1II WII IIm's pol(!ÍW1i,

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FERNANDO  GARCÍA ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

flor  otro  lado,  no  era  únicamente  cosa  de  ciudadanos  particulares,  sino  casi contemporáneo de Ástilo, pero especialista en distancias lar~s, d
que  también,  y  quizá  en  mayor  medida,  recurrían  a  ella  los  propios  cretense Ergóteles, a quien Píndaro dedica su Olimpica 12 y qut' ¡'Ul'
estados.  La  importancia  e influencia  política de  una  ciudad  o  región,  en  desterrado de su Cnoso natal y compitió como ciudadano de Hínwra).
dccto,  se  contaba  entre  otras  cosas  por  sus  triunfos  deportivos,  y  muy  Los antiguos compatriotas de Ástilo, como es de suponer, no vieron COII
particularmente  por  los  conseguidos  en  Olimpia.  No  es  por  ello  de  muy buenos ojos su traición, de manera que convirtieron su casa l'U
extrañar que la rivalidad entre  las  ciudades condujera en  algunos  casos  a  prisión y derribaron la estatua que le había sido dedicada en el samllario
la  compra de victorias  o al  "fichaje"  de  atletas  de otros  estados,  "conven- de Hera Lacinia (cf. Moretti, pp, 186-7, PuestO que en 480 todav(¡l era
déndolos" con sustanciosas recompensas. En este aspecto, una vez más, el Gelón tirano de Siracusa, la mayor parte de los estudiosos, incluycndo
paralelismo entre el deporte antiguo y el moderno es aleccionador (baste Finley-Pleket 100-1, Moretti, Buhmann 50, ete., piensa que Pausílllias
recordar, por citar un ejemplo no lejano, una final de la Copa de Europa comete un error y menciona a Hierón en lugar de su hermano GdÓIl; sin
dl' Baloncesto en la que el equipo "israelita" del Maccabi ponía en cancha embargo, Young, p. 141, n. 35, advierte con razón que Pausani"s 1111
un tinto formado por un jugador local y cuatro atléticos negros norte- dice que Hierón fuera tirano, sino sólo que fue el artífice del camhio dl'
allll'ricanos; a nivel nacional, el acopio que los clubes económicamente ciudadanía de Astilo, lo cual, a nuestro entender, concuerda perh'na-
podl'roSOS hacen de los mejores jugadores de equipos más modestos es mente tanro con la gran influencia que Hierón debía de tener sohn' los
;1l1((,';lIcicamentc sangrante para éstos). asuntos de la ciudad como con su enorme afición hacia los jue~os ad('
EII 47') a.c., el tirano Hierón de Siracusa fundó la ciudad de Etna, dcos, probada con numerosas participaciones y victorias en ellos al IlIl'II0S
y para que el nuevo estado, en el que Hierón había puesto sus mayores desde 482).
i1W,i o llcS, alcanzara la gloria inherente a todo triunfo en los juegos panhe- Tampoco llevaron muy a bien los cretenses que su venn'dor olflll-
kili! liS, d tirano se hizo proclamar "Hierón de Etna" al obtener la pico en la carrera de larga distancia, Sótades, corriera pagado por los
vi! (oria l'lI la carrera de carros de los Juegos Píticos en 470 (véase la efesios en su segunda participación en los juegos OHO a.c.), tll' Illodo
Nllld I dl' Píndaro, que celebra tal éxito). Sin embargo, diez años antes, que fue castigado con el destierro (Pausanias 6.IH.6; cf. Morl'II;, IUIS.
lllalldo míll gohernaba Síracusa su hermano Gelón, parece que el mismo 390 y 398). Por la misma época, un sucesor de Hien)1l en l'l (rollO dI'
Ili('nín, trarando de engrandecer el prestigio de esta ciudad por medio de Siracusa, Dionisia 1, bien conocido por sus rdaciol1l:s mil Phu tSlI , UU'f1fól
fl'illlllús dq)()rtivos, se sirvió de un recurso menos loable. En efecto, Pausanias (6.2.6) que trat6 de persuadir al padre de Amípall'O dI'
Pallsallias (6.1,1.1) afirma que el inigualable velocista Ástilo de Crotona, Mileto, vencedor en el pugilato infantil, para que fuera éste prodamado
dohk' vl'n~dor en el estadio y en el diaulo de los Juegos Olímpicos de ciudadano de Siracusa; Antípatro esta vez se negó a dIo l' hizo tOllSrar
·lHH y ·iHlí a.c., corri6 como representante de Siracusa en 480 (cuando, orgullosamente, en la base de la estatua que k hu.' alzada, Sil oriW'1l
adl'lIl,is dl' l'fl las dos pruebas citadas, venció también en la carrera con milesio.
arfllas) """rd complacer a Hier6n"; de esta expresión probablemente La historia dd crotoniata Ástilo, a la llUl' nos rdl'rilllOs aI1l(,,.i4l1'
\lodalllos dl'dudr que Hienín se hizo con los servicios de Ástilo mediante mente, ha sido empicada mmo argullll'l1to por Youl~ (pp. I ~-1 ss.) para
afraYl'fl(l'S n'galos, y 110 es preciso recurrir, romo cree HUnle (pp. 8')-6), a apoyar una sugestiva teoría an~rc dd cambio de ('ílldadall{a d(' I4~
1111 SlIIlllt'SW exilio dd ctotolliata ell Siracusa por motivos pof(ticos, hecho arietas. Para l'xplkar el sorpn'ndclHe hecho dt, qUl' ulla dudad 110 (·spc o

P4ohn' d que 110 poseemos rderenl'ia nill,Ltuna (hay, no ohstante, I)osibles dalmellte importante rolllO l'ra (:WIOIlOl dominara tll' Ullll I11l1m'ra lUPli
paraldos, lOIllO d qm' ofn'u' prnisilllll'flH' otro extraordillario rorredor, absoluta las nlrrcfílS tll' vdoddad dUml1tl' d sí,Ltlo VI y lO1ir"'()~ <lrl

1)/ 1)\
FERNANOO  GARCÍA  ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

V  a.c., (hasta  el  punto de  que en  lUla  misma Olimpíada los  siete primeros  victoria olímpica, de manera que la violación de las reglas del jlWgO era
llw,if.cados  en  el  estadio fueron  crotoniatas,  algo  que ni siquiera los estadou- sentida como un acto sacrílego; y, en segundo lugar, la enérgica actuación
lIidl'llses han conseguido en nuestro siglo), para desaparecer repentinamente de los jueces en los casos de corrupción que se dieron en el festival, WIllO
las listas de vencedores ca. 480, piensa Young que en realidad Crotona enseguida vamos a comprobar,
fl'lluraba sus atletas de otras ciudades, recompensándolos y manteniéndolos La sospecha de no jugar limpio recae ya sobre uno de los primeros
a ('xp<.1lsas del tesoro público. Así, la súbita desaparición del imperio atlético vencedores olímpicos, el famoso Orsipo (u Orripo) de Mégara (sohre l'I
(rolOlliata podría haberse debido a la supresión de tales subvenciones, lo cual que tendremos ocasión de volver a hablar muy pronto), el primer atleta
ddw rdacionarse con la pérdida del dominio económico de Crotona sobre su que, según la tradición, compitió desnudo (724 a.C). Y es predsamellll'
n·,!!.ilÍlI, mn los consiguientes cambios políticos y económicos que acabaron esa circunstancia la que hace recelar a Pausanias, que no puede por
WIl "('SIt· programa atlético verdaderamente extraordinario"; el cambio de
menos de expresar su curiosa teoría (1.44.1): "yo por mi parte m.'IJ {/tII'
también en Olímpia dejó caer a propósito el perizoma, sabiendo qll/' 1m
(illdadallía de Ástilo sería consecuencia de este proceso. La explicación nos
hombre desnudo corre con mayor facilidad que uno con perizoma". El peril'-
resulta atractiva, pero creemos que debe acogerse con prudencia. En primer
geta saca esa conclusión de la poco escrupulosa actuación posterior del
!tl,!!.ill', Il()S resulta extraño que nuestras fuentes antiguas no hayan hecho
atleta en la vida política, ya que, elegido estratego, "se a/lIIderó di' 1,1
"IIISiúlI alguna de un "fichaje" semejante de atletas a gran escala, cuando se
tierra de los vecinos".
hall pn'(lI.upado de señalar casos aislados y esporádicos como los comen-
A su vez, Plutarco (Licurgo 22.8) nos habla de un intento frustrado
I "dos; y, adt'm;ís, el atletismo moderno ofrece ejemplos semejantes de supre-
de soborno hecho a un espartano del más puro estilo: "y atJanudJ(/ 1'1 r/'y
11 ¡¡U la tll' atletas de un país determinado en una especialidad concreta:
contra los enemigos llevando junto a él a los que habían t'erJcido I'fl 1It,,1
l,i('I1s('s(' l'Il d dominio casi absoluro que actualmente ejercen los corredores competición de la corona. Y dicen que un espartano al que le /111' o/rnit!;I
hlll.llas (snulldados por los etíopes) en las pruebas de cross country, pese a una buena suma de dinero en Olimpia, no la aceptó, sino qlll.', Irl/J ;.IiI/JI·"
'IIU' SI' Irata de lIll país no especialmente relevante en el contexto político y vencido a su adversario con gran esfuerzo, cuando uno le dijo; '''.1/1;11'1;11/11,
1'lIllllllllilO Illulldial. Las cualidades innatas de las personas, las necesidades
c'qué más has obtenido de tu vitoria?', respondió ,wnriendo; 'lucharé (I/tI 10.1
vita!t-s y la pnínica, desde muy pronto y de acuerdo con un programa siste- enemigos formando delante del rey'''.
Illaliw, dl' lIlIa l'slx'<.:ialidad deportiva arraigada en un pueblo pudieran ser No obstante, el primer caso cuya fecha conocemos mn l'xanilllll (y
... ulil imll's para explicar estos casos tanto en el depone antiguo como en el que Pausanias, 5.21.2-4, menciona como el primer intelllO lIl' sohol'llo
1111 )dl'fI\() kl haloncesto yugoslavo ofrece otro evidente paradigma). en Olimpia) es el del corredor tesalio Eupolo, que en .,XX wmprü a sus
MudlO müs contrarios a la pureza que debe presidir toda competí- adversarios Agétor de Arcadia, Prítano de Cícko y FormiólI tlt' II alil al'-
( iOIl d('por! iva son, sin embargo, los intentos de conseguir la victoria por naso. Pero el engaño fue descubierto y tanto el sobomador (01110 los
IIlt'dios i1{l itos, particularmente mediante el soborno del rival. Los escri- sobornados hubieron de pagar fuertes multas, con las que se f1nilm i¡¡roll
tOITS illlli¡';lIoS se ha<.:en em también de tales casos de corrupci6n, que, al seis estatuas brondneas de Zeus, lIue los lorales lIamahall l'I\ su di¡tll'{ 10
dn ir dl' Fihístrato, el! su épol'il (Cd. 170-24'5 p.c.), etan frecuentes en "Zanes" y que fueron colocadas a la entrada dd l'stadi!) y provislas l'll sus
Indas parll's IIl('llOS en Olimpia, El GlríÍcter excepcional de los Juegos basas tll' inscripciotles etl díslicos dl'¡.;íams ell las qm' St' advenía {llIl' la
0lilllpÍl'os a ('Stc n'peClo es explicado ya por Gardim'r (/\/\ W) j y Un) victoria ell Olímpia IlO se debía wllsl'guir roll dincro, sillo mIl la rapídl·i'.
atl·lldi('lIdo a dos motivos: d si¡';lIifimdo rdi¡.;ioso qUl' se illrihltía a toda dc los pil's y la fUl'ri'.a dd cuerpo,

').1 '} "¡


FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

Medio  siglo  más  tarde,  en  332,  fue  el  pentatleta  ateniense  Calipo  atléticos es por lo menos significativo ... Es un rescripto de Diocleciano y
quim  pagó  a  sus  rivales  por  dejarse  vencer  y  esta  vez  el  suceso  tuvo  Maximiano de ca. 300 p.e. estableciendo que la exención de deberes
mayor  trascendencia,  probablemente  por  proceder  el  atleta  de  la  gran  cívicos debía ser garantizada sólo a los competidores que sin corrupción ()
Atenas.  Calipo,  en  efecto,  sufrió  una  fuerte  multa,  pero  los  atenienses  trampas hubieran obtenido tres o más coronas en juegos sagrados ...
l'IIviaron  al  prestigioso  orador  Hiperides  para que tratara  de  persuadir  a  Menos de un siglo después la clausura de los Juegos Olímpicos puso
1I  IS  jlll'Cl'S de que perdonaran el  castigo.  Éstos,  naturalmente, se opusieron  virtualmente fin a la historia del atletismo griego. Incluso los más apasio-
a dIo,  y entonces  los  atenienses,  adoptando una actitud soberbia y prepo­ nados amantes del deporte difí'cilmente hubieran deseado que continuase
1l"1Il' que  poco  dice  en  su  favor,  se  negaron  a  pagar  y  boicotearon  los  más tiempo".
il('~os. Finalmente,  hubo  de  ser  el  dios  de  Delfos  quien  solucionase  el  También se ha atribuído a la expansión del profesionalismo d
WII11 i(f0,  declarando  que no  daría ningún  oráculo  a  Atenas  hasta que la  supuesto aumento de la dureza en el boxeo, la lucha y el pancracio,
IIItJl,a  fUera  satisfecha.  Los  atenienses  cedieron  ante  tal  amenaza y con  el  azuzada por un público que antes era protagonista activo del deporte y
dillero  de  la  multa  se  erigieron  otros  seis  Zanes  con  inscripciones  en  las  que sobre todo a partir del siglo IV a.e. comenzó a contentarse mn d
'1"l'  S('  remrdaba  el  suceso  y se  hacían  advertencias  semejantes  a  las  que  papel de espectador y acudía a los combates en busca de sensadolll's
WII!('Il(an  los  dísticos relativos al caso  de Eupolo  (Pausanias  5.21.5­7; cf.  fuertes y sangrientas, lo que acabó desembocando en algunos casos l'tI la
M0/'(''' i,  11."  ¡¡60,  y  Weiler,  arto  cit.  en  bibliografía).  muerte de atletas (cf. Ebert, "Olympia-Olympische Spiele", p. I '». No
I k fi:tha  posterior son  hechos semejantes que recuerda Pausanias al  obstante, sin que neguemos la posibilidad de un aumento de la v ioll'lIda
des( rihir  la  fila  de Zanes que "adornaban"  el santuario de Olimpia, como  a partir del siglo IV en las pruebas de fuerza, ya de por sí muy duras, los
lo..  .Id  III( hador  Eudclo  (68  a.e.;  cf.  Moretti,  n.O  700)  o  Sosandro  de  datos que poseemos sobre la muerte de atletas durante la mmpcritiüll 110
hllllrlta ( 12  a.C :.). Fil6strato  (Sobre la gimnasia 45), por su parte, cuenta  nos permiten corroborar ni su abundancia ni su mayor freLllencia a parrir
1.1  pilllOl'('st;l  historia de  un  participante en el  boxeo infantil  de los Juegos  de un determinado momento. Nuestras informaciones, en l'fl'oo, St'
1... l llliws  qUl'  se  vendió  por  3.000  dracmas,  pero  olvidó  inocentemente  refieren casi exclusivamente a desgracias acaecidas en Olimpia y 110 dt'jan
I'xi~r d  pa;.:o  por  adelantado;  el  vencedor se  negó  a  pagarle  y  el  sobor- prácticamente entrever lo que sucedía en los juegos menores; y, por otro
liado I uvo alín la desfachatez de apelar a la justicia, para lo cual, natural- lado, mientras que algunos autores hablan de numerosas muertes t'n los
1I\('1I1l', Ik·hi<Í admitir su participación en el asunto. estadios (Filón de Alejandría, Sobre la libertad del virt1to.ro 17.1 (1)-\ ~;
/o:s, pUl'S, indudable, que en muchos casos se acudió a toda clase de escolios a Píndaro, Olímpú·a.r 5.34), no deja de ser curioso qUl', l011l1l
lIH'dios, d{'sd(' d ofrecimiento de dinero hasta la presión política, para apunta Brophy, los escritores médicos y los Padres de la Iglesia, ilhe'a~
(ollst';':lIir la victoria. Sin embargo, es peligroso generalizar demasiado y mente hostiles al deporte profesional, no hagan prácticamente rdi:rt,tttia
dudar dl' la moralidad de la mayor parte de los atletas. Deportistas crítica a las muertes en combates agonísticos. Sobre este aspt'UO, pUl'S,
tlesl('alt,s, dispm'sros a rerurrir a componendas de todo tipo para triunfar, pocas conclusiones pueden deducirse sobre la evolucilÍn dd dep0l'le
los ha hahido, los hay y los hahní: siempre, pero también han sido y son griego a partir de nUl'Stros datos anuales.
IItllll10S, lallto alkiotlados mmo profi.'sionales, quienes cmrenan y acuden Brophy (p. 172) observa lllle casi todos los rasos de Imll'm' ('ti la
a IOtlllwlir ron tlobleza, Por dio l'slamos muy lejos dt, compartir las pala- aren¡¡ que tl'slirnllnian los autorl's allliguos acaelÍerotl t'Il ()!illlpia
hras COIl las qm' Harris (GAA Ij 7) dl~ra su estudio tlt' la expansión de los (aunque tal aflrmaciótI ddw Sl:f matizada a partir tll' los datos qUl' aporta
jut'l-t0 I-tril'I-tO!l: "m lí Itimo dlltlllllt'l1to olidal wllternit,tlu: a los jlte~()s Poliakoff). ESt(, l1l'dlO podr(a ilm'rprt'tarsl' l'lI d sl'ntido dt' <¡lIl' l'n lo!!

11(, In
FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

Jucgos Olímpicos los  atletas se exigían  a sí mismos más que en las demás  cles (Focio, Biblioteca 190); finalmente, una inscripción del siglo 11 p,(:,
wlllpcriciones,  hasta el  punto de que en algunos casos  llegaron  incluso  a  nos recuerda la muerte, a los 35 años de edad, del alejandrino Ágaro
"luchar  hasta  la  muerte",  como  dice  el  epitafio  de  Ágato,  sobre  el  que  Demón, apodado "el camello", que pidió a Zeus "la corona () 141 1l11ll'W'"
IlIcgo  volveremos.  No  obstante,  nos  parece  más  verosímil  suponer  que  en Olimpia y recibió esto último; su anónimo matador fue cowllíIdo
IllIl'snas  fuentes  nos  informan únicamente de los  casos  más famosos,  que  vencedor.
IIIvierol1  lugar en las  competiciones más importantes, dejando de lado los  Del siglo V son los dos testimonios que nos hablan de Illlll'rll'S
jUl'gos  menores.  entre luchadores. Telémaco de Fársalo dedicó en Delfos una estatua {'Il
Es  opinión  unánime  que,  de  las  tres  disciplinas  de  fuerza,  la  más  cuya basa afirmaba haber dado muerte" a un hombre lÍr.reno" , es dedr,
pdigrosa  era  sin  duda  el  boxeo,  seguida del pancracio y  finalmente de la  la Italia dominada por los etruscos; y en un tratado ¡ncluído en el (;(lr/iII.!
hll ha.  Sil}  embargo,  el primer  accidente  fatal  conocido,  que  se  data  en  Hippocratícum (EpidemiaJ 5.14) se describe circunstanciadallll'lHl' la
'dd a.c.  (cL  Pausanias 8.40.1­2; Eusebio,  Crónica 201­2 Sch()ne;  Filós- muerte del luchador Hípóstenes de Tesalia a consecuencia dl' tilla
11'.110, l/JIcÍ¡;,eneJ 2.6), acaeció en el pancracio, prueba en la que el atleta violenta caída,
Arraqlli()1l (o Arriquión) de Figalia fue proclamado vencedor a título A los hasta aquí citados habría que añadir otros casos en los que se
pÜSIlIlJlO, ya que, nada más declararse vencido su adversario, murió por dice que los atletas murieron no en el propio combate, sillo pOlO
,Is/ixi.. (awsando las secuelas del combate, según la mayoría de las después, probablemente de resultas de la dureza de la pelea, millo d
hU'lIll'S, por rotura de cuello, según Brophy, cuyos artículos son un pentatleta Éneto de Amiclas, que cayó muerto en el momellto de n'dhir
1111("1110 de determinar, además de otros aspectos problemáticos, la causa los honores de la victoria, o el joven luchador Nicasilao de Rodas, qui('II,
I(',d de la Il11K'rte de los atletas de que tenemos noticia). Durante la por su constitución física, desde los 18 años pudo competir fOil los
jllIH'ha dd pancracio en unos juegos menores falleció igualmente un adultos y logró diversas victotias en los juegos panhclénicos, Pl'fO 1l111ri(j a
IPV('II ('h'sin wllocido por una inscripción del I p,c., como recuerda los 20 años (cf. Rudolph, "Sportverletzungen ... "),
l'oll,lko/f, y a la misma disciplina se refiere un curioso pasaje de Filón Éstos son todos los casos conocidos de muertes en el lranswrso de la
(/0/. / il), qut' n.:lara la muerte en combate simultánea de dos conten- competición en la larga historia del deporte griego (la aurl'lItiddad d('
dH'IIU'S, a musa de la igualdad de fuerzas, hecho improbable, pero no otras noticias es m¡Ís que dudosa, como la transmitida por UIl l'slolio a
IIlIpllSihk, ya que al parecer se conocen otros casos en diferentes épocas y Píndaro, O/ímpicclJ 7.94, según la l"lIal Di¡(goras de Rodas mal(Í a UII
'1!lllII"aS (eL Brophy 1(6), rival en el boxeo antes de obtener la vinoria l'1l la Olimpíada dt' ,1(,,1
EII clIanto al pugilato, conocemos los nombres de cuatro boxea- a,e.; d, Forbes "Anidents aud Patalities ... ", p, '56, n. t). Son. sill dllda,
dores IIllll'rtos ell el transcurso de un combate: Creugas fue muerto por dnllasiado pocos para deducir ninguna (olldusi()1I respl'cto dt' la mayor 41
1)alllOXl'110 a filiales del siglo V a.e. en un violento final (Pausanias IlIl'lIor dlf~za, Sl'glÍll las épocas, de las prllt'has l'1l qtl(' rall's dl'sgradas
(1.,10, ) ; (kollledes de Astipalea mató a leo de Epidauro en Olímpia ca, o(lJITiewn y respl'uo de la pl'r111isividad de los jlltH'S o los ulIllhios ('11 los
'1'),', Jlt'f"(l los jueces decidieron que su actuación había sido incorrecta y le 1-\ 11 Stos dd ptíhliro. lJna lOsa, sin l'mhargo, si plll'dl' lOllslillarSl' l'n IlIdlls
privaron <Id triunfi), por lo cual "Je 1lo/tlirí foco a fatUa del dofor" (Pausa- los períodos, y l'S la illlllullidad legal tll' los <lll<-las que Iu.uahan an id('1I
lIias (,.(),ú); pm razones ajellíls a este suceso, Ueomedes fut, lino de los Ialllll'lIll' a sus rivales, En e/t'<!o, d gran ril'sgo qtll' destll' sil'lIlprt' UlIII!('
atll-tas qUl' rl'dhi{) tulto posteriOfllll'lltl' (lr.I~2,) lo mismo que varon los dur(silllOS wlllhall's l'll d lk'portl' gril'gO til-hi(¡ ti" impulsa!' 11
l>iogJl(,to dl' (:rl'la. qtll' hada hl llliSIll.¡ (opma dio 11Illl'rle a UII tal I lera- los It'gis!;lllol"l's a adoptar IIH'didas t'Il pH'visi{)1l tll' posihlt,S ullidt'lllt'!I, Lu

'JH ')1)
FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS JUEGOS OtíMPICOS

ausencia de responsabilidad por la  muerte del adversario la conocemos ya  desnudez se ha visto (cf. Olivová 132) un rasgo al mismo tiempo distill'
por  (Cxros  de  la  época  clásica  (Platón,  Leyes 865a;  Demóstenes  25.35;  tivo y unificador, distintivo entre hombres libres y esclavos, ti tjUil:lll'S 110
Ps('ut!o­]enofonte,  COnJtitución de los atenienses 53.3) y  la  misma norma  se permitía la práctica del deporte, y unificador de todos los ciudadanos
l'S  recogida  en  el  derecho  romano,  como señala  Gualazzini  (pp.  18­19 y  entre sí, ya que abolfa las diferencias basadas en el nadmit'lIlO y la
~ 7ss.),  tanto  en  lo  que  se  refiere  a  las  competiciones  ante público como  nqueza.
("I!  lo  que  respecta  a  los  entrenamientos,  que  a  efecros  jurídicos  tenían  el Esta idea romántica de que el desnudo era el vestido de los grit,W'S
flIislllO  .rtatus que  los  certamina licita, aunque  se  desarrollasen  sin  con frecuencia se ha extendido a todas las etapas de la cultura ht:ll:na. Sin
Plihliw (la  presencia de éste era muy tenida en menta por el  legislador,  a  embargo, no está ni muchos menos claro que las costumbres qm' llhsc'r-
1111  de  evitar  <­lue  se  disfrazasen  asesinatos  haciéndolos  aparecer  como  vamos en la época clásica puedan extrapolarse también a tiempos ¡ulte-

I
IIlIlt·rtes  accidentales).  riores (la lectura del enmentro entre Nausícaa y Odiseo en el cunto Sl'Xto
de Odisea, que tanta tinta ha hecho correr al respecto, es buena II1m'Slra
de lo que decimos), como también dista mucho de haber COIlSt'/lSO a
1, J,2. 5.  lJesnudez de los atletas I
propósito del problema que ahora nos atañe más de cerca: ('fl qué épol a
.I(¡velll'S  que  luchan,  corren  y  saltan  desnudos  es  la  imagen  más  comenzaron los atletas griegos a competir desnudos .
(ara, U'r(slira  quc  tradicionalmente  se  tiene  del  deporte  griego.  La  Los vasos y las pinturas murales de la época minoica, como ltIvillloS
d('SIII 11  J¡,z,  VII  efecto,  era  la  regla  en  el  siglo V a.c.,  tanto en  las competi- ocasión de comprobar, muestran que los atletas pormban lo qtl(. los
( 111I1l'S (llIl iales como durante el entrenamiento de los atletas y los ejerci- griegos posteriores llamaron zóma o perizoma, es decir, una espt'lie dt'
1ios tll' Ilinos y muchachos en la escuela. Constantemente se ha insistido cinturón o taparrabos que se pasaba entre los muslos y se ataha, St'IIll"
('1\ la wlllplan:ncia que sentían los griegos por mostrar y contemplar jante al que emplean los luchadores japoneses de sumo (p,lra la disUlsiúlI
"U'fpOS him formados, bronceados y atléticos, y es igualmente conocida de este problema y de todos los que vamos a tratar a wntillUilli(1I1 ('S
la d(,¡ isiva illlportancia que el gimnasio y la palestra desempeñaron en el fundamental el dOlUmentado artículo de Crowther lllle se cita ell hihlio
dl'sarrollo de la inigualable escultura griega, ya que permitían a los grafía), y la misma prenda era empleada también por los boxc:adort,s y
are ¡SI as pasarse las horas contemplando y estudiando detalladamente al luchadores de los poemas homéricos, como se indita ell varios pasaj('s
IIIl'rpO humano desnudo, ya en reposo, ya ompado en sencillos o (llíada 23.683, 685, 710, ete.).
wlllpkjos movimientos. Esta ausencia de pudor ante las desnudez era
S('III ida por los ~ríeg()s de la época clásica como rasgo característico y
IIlIifl( adm de su wltuta y al tiempo como una ptueba del grado de civili-
( La tradición atribuye la innovación de competir dl'Slludos ('11 los
¡uegos a dos corredores, el megarense Orsipo y e1lacedelllollio Acalllo, ('Il
la Olimpíada correspondiellte al afio 724 a.e. Pausilllias ( l.lilj. 1) opilla
lall()1I qlle habían akam:ado y que los oponía radicalmente a los que Orsipo "dejó caer a pt"opó.ríto el perizot!hl, .wbimdo ll"t' 1111 hllm/m'
h.írharos, mUlO dice ya Heródoto (1.10: "pues entre los lidios, y también dl'.f1Jlldo corre máJ j"dált!lentt: l/lit: lit/o (1m pl'rízOIfl't", y el mislllo SUB'SO l'S
mlrt' ("Ji lodoJ l().f bárharos, es una gran vergüenza, incluJo para un recordado en Ull epi~ral1 colocado sobre la tUlllha dd alkta, qut' tUl'
"o/ll/m', .ter l ' iJ"lo deJnfldr/') y, muchos siglos después, repite a menudo posll'riorlllellle objeto de tulto (1(,' 7. ')2; la illslripcilíll pued(' dalilrSl' ('11
Ludatlo t'll su fl1lacar.riJ; la desnudcl sería también una dc las causas por d si~lo 11 p.< :., pl'W Mort'lIi, IIOS. I () Y (1 1, n'lrotrm' d ori~l¡1 ali~o V
J¡,s qUl' posteriormente el deporte WÍt'~() no arraigó en modo al~no en el a.c., al i~ual t¡Ut' Bohril~t', p. H), 1\1\ los dCIlUlS II'XIIIS '1 lit' St· n'tll'n'l\ a
mllndo romano (d". I A). Por ültimo, dcsd(' d puoto dt, vista sodal, ('n la la misma historia d papd tlt' Orsipo el1 la illtrodlllli(1Il dI: la dCSlllldl'l.

lOO 101
FERNANDO (;AllciA R()MERO It IS ItIH ,C IS (1IIMI'lc (¡S

,,1I('lIt a es  mucho  menos glorioso:  "En la decimocuarta OlimPíada, siendo ,.hi.rlo,WJ dt, t",tmm'J /Iflrt! /Jllr/tlrJt' dI' tod" {'//o". LllS dos pasajes (iladlls
I IIpÓfl/t'l/t'J dr(f1l1le f:lI Atenas, sucedió que uno de los que corrían con peri- pudieran u lllcordar, por 01 ro lado, (011 los (l'sl illlollios qut' ll!n'U'1l J;¡s
::'11111,1 d 1'.I"ld;" 01 lo.! jl/.e¡;os Olímpicos, Orsipo, trabado por el perizoma, pinturas vasculares, ya qllt' haria ')20 a.c. t(lI11il'm.illl a aparcler vasos dt'
1 "vii ti/lile/o y JI' lIIt1tó, Por e/!o, los oráculos prescribieron qlte compitiesen figuras negras en los que se representan a!letas ton taparrahos hlamos, si
,lt-IIlIlt!O¡" ü'slOlio  T  a  J/fttdtl 23.683;  véanse también los  escolios  AD al  bien es verdad que son mucho Imls Ilumerosas las fl'prt'Sl'Il(;lliOlH'S ('I!
mlsl!lo  pasajl'  y  el comentario  de  Eustacio;  a  la  misma  versión  remonta  ljue corredores, luchadores y boxeadores aparen:n lUlllpkwl1H'IIll'
jll'llhahlclIIl'lIh'  ulla  lIoticia que nos  transmite  Isidoro de Sevilla,  Etimolo- desnudos.
¡.: (,11 l H, l 7,2,  se¡'¡;LÍ 1)  la  mal  fue  el  arconte  ateniense  Hipómenes  quien  De dos maneras al menos es posible interpretar todos los dalOs
d('(  J'('«í  qm'  los  atiNas mmpitieran  desnudos,  después que un atleta cayó  expuestos hasta aquí. En primer lugar, podría pensarse (lOmo IHI( ('
al  If"Opt'zarsl'  mil  c:I  taparrabos),  Por  su  parte,  Dionisio  de  Halicarnaso  Mann, que desarrolla ideas esbozadas por Gardiner) que la deslllHll'''' Sl'
(Allflp.llt't!,u/l'J rOll/tlf/?I.I' 7.72,2)  y  las  Crónicas de  Julio  Africano  y  introdujo en los juegos deportivos griegos en la segunda mitad del si¡.¡;lo
lillsehio  illdÍ<all  que  en  el mismo  año  el espartano  Acanto  vendó  en  la  VIII a.c.; a finales de! VI la cerámica y los testimonios de Tuddidl's y
(a("n'ra  lar¡'¡;il  compitiendo  desnudo,  Sea  como  fuere,  ya  se  trate  de  tradi- Platón parecen indicar que hubo un intento de volver a impoller d
(iollt,!. rivaks o bien compatibles (como piensan Moretti y Crowther, empleo de! taparrabos, pero tal intento fracasó y desde Ulmíem,os (!l·1
'IlIPllllit'lIdo que (>rsipo se consideraba e! primero en correr desnudo e! siglo V vemos a los atletas entrenar y competir completamente deslllldos.
(''Ilildl'' Y At;ullO el primero en hacerlo en el dólico y de manera regla- Crowther, en cambio, propone una sucesión de los acontecimielltos dill'-
IIU'lItilll.I), (,1 (aso ('S qlle todos los testimonios citados, ninguno de ellos rente: si es que se ha de conceder credibilidad a las tradiciolll's al
¡1I11"lIlll ,11 'iI~1l 1 a,( :., coinciden en datar la introducción de la desnudez respecto, algunos atletas compitieron desnudos en Olimpia en la sq~lIda
"11 lo~.1 I'~OS ()lIlllpiws en pleno siglo VIII. mitad del siglo VIII; sin embargo, esa práctica no fue seguida de llIalll'1'a
Ahola bil'll, ¡la ¡kslludez de los atletas fue una característica que masiva y los hombres siguieron vistiendo perizoma hasta que los espar-
.111111'1"11'111 si¡'lIlprl' d desarrollo de los juegos griegos o bien fue una tanos, tfas los grandes cambios que conllevaron las reformas de Lintr1-\0,
Illllt 1.1 pasaj('ra qUl' posteriormente fue abandonada para resurgir con comenzaron a hacer deporte desnudos, primero en su propia ciudad y
HI.1I1 vi~lIr durallll' el siglo V a,C.? Hacia esta segunda oportunidad luego en Olimpia y los demás juegos; finalmente, en la época de exalta-
"pllllla el Il'SlílllOllio de un autor que merece toda nuestra confianza, ción nacional que siguió a las Guerras Persas se hizo hincapié en todos
Tllddidt's (1 JI. ')): "Pueron (los lacedemonios) los primeros en practicar aquellos rasgos que distinguían a los griegos de los bárbaros, en( re los
c'/c't'(/(/1JI PJiOM .Y (jfJ IInlarJe tlceite al tiempo que se ejercitaban desnudán- cuales se contaba la desnudez, que terminó por imponerse de Illalll'ra
d/J.II' I'l/ plÍb/i¡'() , Antiguamente, en cambio, induso en los jlJegos OlímPicos definitiva en el deporte y la educación física griega. En tal caso, la
IU.I IIthltll mm/n/tl,m Nevando un taparrabos en torno a SU.f partes preponderancia de las representaciones de atletas desnudos en los vasos
/lm/cut/flJ, V l/O htlr! /,tlJado muchoJ añoJ deJde que .fe dejó de hacer". Este anteriores al siglo V debería explicarse por razones estéticas, sin que dIo
ilSt'rw l'Il11I{'llIra adt'más confirmación en un texto platónico (República supusiera necesariamente que reflejaran una práctica habitual en esa
·1 "l) (-ti): "l/O 1M /ItlJado mucho tiempo deJ'de qlJe los griegos consideraban época (y, por otro lado, e! hecho de que Platón afirme, ftente a TulÍ-
,I/¡':II /'t't:t.:rilI:l.O,W .Y ridl(fllo lo que ahora con.rideran tal los bárbaros, que los dides, que los cretenses se desnudaron antes que los espartanos, puedl'
}¡rill/¡'rl',I' JI' dt:im "lfr dlf.l'fllldoJ', y I'Itatldo l"fJmenzaron a practicar desnudos la deberse al hecho de que Platón acepta corrientemente la idea tradicional
/I.;lflfltlJ;¡J /I";'lIero /o.r t'rellfn.reJ'y 1lIe¡.:o IlIs lacedemonioJ, dieron ocasión a los de que los lacedemonios tomaron de Creta sus instituciones).

lO} IO,~
FERNANDO GARCÍA  ROMERO  LOS  JUEGOS OI.ÍMPICOS 

1,.Lt  El  deporte  femenino  completo entrenamiento atlético, Esta diferente concepción del papel de
la mujer en ambos tipos de estructura social habría provocado, en pala-
La  participación  de la  mujer griega en  las  actividades deportivas,  ya  bras de Diem (Hútoria del deporte 129-131), que la cultura física de las
S('a dentro  del  sistema  educativo  ya  en  competiciones  agonísticas,  es  un  mujeres jonias tuviera un carácter gimnástico (basado en ejercicios dt,
(('lila  que  sigue  plantando  multitud  de  problemas,  muchos  de  ellos,  piernas, brazos y tronco tendentes a desarrollar la gracilidad y la
h.lSllOS,  todavía sin  solución.  Los  testimonios de que disponemos no son,  agilidad), frente al carácter "fundamentalmente polideportivo" del elltrl'-
.Idl'llds,  dc:m,lsiado  abundantes  y las  informaciones  que  nos  propor- namiento de las espartanas (cE. ya Gardiner, AAW 41-2),
(iOII,1I1 resultan a veces contradictorias o de difícil interpretación, tantO en Por otro lado, parece que, como apunta Harris (GAA 184-Ú), ('JI
el (aso dl' las fuentes arqueológicas como de las fuentes escritas; pocos época helenística y romana, en lo que respecta al atletismo la situación dt,
'>1 III , ('1) t'fl'Cto, los autOres antiguos que se han ocupado del tema con la mujer en Grecia mejoró y pudo desempeñar un papel m~ís altivo,
(U'lIo dl'lellimiento y seriedad, pues con demasiada frecuencia las tanto en la práctica del deporte como en el desempeño de cargos dt,
,du:-.iOlIL'S a las teminas deportistas se limitan a su mención como una responsabilidad, pues se conocen los nombres de varias mujeres qlll'
(lIfiosidad, LOmo algo pintoresco que no se describe con detalle y ostentaron el cargo de gimnasiarca, la más alta autoridad en CLll'S[iUIll'S
I'Igm, tocantes al deporte, en sus respectivas ciudades,
Por supuesto, el atletismo femenino se inscribe dentro del contexto Finalmente, una contribución de fundamental importancia para 1, IS
111.1'> ,1I1I!,I!o de la situación de la mujer en la sociedad griega, y su difu- estudios sobre el deporte femenino en Grecia ha supuesto el trah"jo "l'
,>IIlII )' (¡¡r,HIL'rístieas se han puesto naturalmente en relación con el Giamprieta Artigoni "Mujeres y deporte en el mundo griego". EII prilllt'r
,11111,11" SOl ial el! el que se desarrollaba la actividad de la mujer en las lugar, aun sin negar las diferencias gue separan la condici¡)n y, UlIIIO
0111"1"1111''> (íudadl's, dc:pendiendo también de los períodos históricos, En consecuencia, la actividad gimnástica de las mujeres espartallas y
1'111111'1 IlIgar, 1'" posible establecer, también a este respecto, una radical atenienses, insiste en la necesidad de no exagerar en demasía lal dilO
.11111101111,1 mire d lIlundo jonio y el mundo dorio. Entre los jonios, y de romía, como ya había sugerido, años antes, Harris. No obstante, la priu
111,111('1.1 !o.ohrL'saIiL'11tI:, dada su importancia paradigmática, en Atenas, la cipal aportación del artículo de Arrigoni no radica tallto t'U la
1'11I1l Ip,lI virtud de la mujer era la discreción, el pasar inadvertida, de consideración del tema desde una orientación novedosa fO/110 l'U la
III.HIl'!" ']111' SL' veía forzada a una casi total inactividad fuera del ámbito exhaustiva recopilación de los datos literarios, epigríificos y arqul'ol<ígi( liS
ti'" \togar, si hL'II1OS de dar fe a las tan citadas palabras que Tucídides concernientes al deporte de la mujer en la antigua Grecia y su 111 ill III iosa
L'.' 1) pOl!l' L'Il bol'a de Perides durante los primeros años de la Guerra interpretacÍtín, con d propüsito de poner orden y llevar a cabo ulIa n'vi
dd Pdopolll'su: ') Ji deho htlcl!1' ctl¡;/mtl IIIl!f1ción dI: ItI lJirt1td de la.> sióll en profulldidad del problema, El resultado es un dl'tallado ('slIldio
11/1/ ¡fltl (¡lit' "llIIltl (1It'd~/rá;¡ l'i IIdtU, Cotl 1m" brt:tJI: I:xhortacúín lo diri todo, de las caranerísticas y funciolles de las mallifestaciolles deportivas k'lIll'
I "I/n Ir" ,1.!,1.,," ,l!,lo,.i,1 Ii:ldhtlní I:fI no Jer inji:ríorl!J d 1'lIeJ'tra amdicirín nillas en todo d ¡íll1hilD dd IIlUIHlo Wiego (JlO limitando tasi eXtlllsiva
'ldll/l'¡" r 01 (Ifle m/rt' 10.1 homhreJ Ildya 1".1' mfflOJ (Ofl/'('r.rc,rifltII:J l}(Júh/l:,r lllt'lHe su ilVL'st~m(í, COIllO St' hahía VL'lIido hmielldo, a Esparlíl y

l'd"tI ,tI,tI,,,,. l'{(('.llra I'ir/ml o /ldr" h,((erllJ rclJr!ICbe,r". En cambio, ell el Olilllpia), dd tllll' sill duda ddll'dll panir todos los (rabajos l/lit' l'lI
1I111lldo dorio y t'lI panicular t'tl su cahcza visiblt" Esparta. la lIIayor ..delasllt' St' IWgílll, pese a Iu arrit's1-\ado tll' algullas disllllihles illtl'rpl'l'w-
lilwl'lad tlt' 'lllt' ~()/'.ah la lIIujt'r h.. lll'rIIlitfa reali".ar ulIa St'ril' de anivi- ri(mes sohre d si~lIado origillario y IUlIlÍlíu hiS(l)l'it a dt, las divt'rsas
dlt'~ illlpt'llsahlt,s panl las a tt'lIit'lISl'S, t'llIft' las '1Ul' St' LlIt'llIa ttll lOlI1pt'titiollL's "~Olís(ia LOel partidpatÍl'ue It'llll'elilla. UII  rus~o si~lk-


..  
IIH  10"1 
J
FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

(¡VO  )'  definitorio,  ya  sugerido por autores anteriores,  encuentra confirma- encuentro de Odiseo y Nausícaa en el canto sexto de Odisea, La princesa,
I j"1I1 en las páginas de la profesora Arrigoni: el muy diferente caráaer del conduciendo su propio carro, acude a lavar la ropa en las aguas de un río
deporte femenino con respecto al de los hombres, ya que, efectivamente, y, después de la comida, ella y sus criadas inician un animado juego di'
la actividad deportiva de las mujeres parece haber continuado íntima- pelota, que propiciará en primera instancia, con el griterío que provoca d
!llI'Il((' ligada durante más tiempo al ámbito cultual en que se desarro- entusiasmo que las jóvenes ponen en el juego, el despenar del agotal tI)
Ilaha y, salvo quizá en la inscripción de las tres hermanas de Trales, a la náufrago, No cabe duda de que el poeta describe una práctka habitual
'Il!e  luego nos referiremos, nada nos habla de una evolución hacia la de los hombres y mujeres de su tiempo y de siglos anteriores, incluso si
ila profesional del deporte por parte de la mujer, como desde muy descendemos al detalle. En cambio, no se puede afirmar que los mitos ('11
pnllllo ocurrió en el caso del deporte masculino, que aparecen mujeres practicando algún tipo de deporte reflejell ulla
Los primeros testimonios indicativos de la presencia femenina en práctica real, lo cual supone, además, una dificultad adicional a la  hora
1'Jl'f<  ¡ljoS atléticos remontan, como tuvimos ocasión de comprobar, al de interpretar los testimonios arqueológicos, ya que a veces no sabelllos si
IlIlJlIt!O minoico, Las fuentes arqueológicas atestiguan de manera irreba- representan escenas míticas o de la vida cotidiana. En el mito, en I'f't-uo,
! ihlt' la intervención de las mujeres, codo a codo con hombres, en di fe- aparecen mujeres que practican el atletismo, pero en la mayoría de It IS
n'I(~ manifestaciones deportivas y muy particularmente en la más casos son personajes excepcionales, transutltos humanos o scmidivillos dI'
(.!f.IIII'nSlica forma del deporte cretense, los saltos del toro. Otro la divina cazadora Ártemis, Tal ocurre con la ninfa Cirene, dI' qllil'lI
I ,rl.1 '¡t'llla (sobre el que ya tuvimos ocasión de hablar en el  capítulo 1.1., queda prendado Apolo cuando la contempla peleando con un \c¡'111,  dI' 
.1  (  I¡r.l~ p;ígillas remitimos) es el carácter de tales espectáculos, si quienes acuerdo con la descripción de la Pítua 9 de Píndaro, o especialt m'l 111' dI'
IIllt'l\'I'llIall ('11 ellos eran acróbatas profesionales y se trataba por tanto de Atalanta (figura 25), cazadora del jabalí de Catidón y a la qlle !lO pudo
JlIt')!.~ IIll'rall1('!lte profanos, o bien si tenían su origen en algún culto y derrotar ni  siquiera el héroe Peleo durante los juegos fund1res ell IHlIlOf
'"II"'I'lvahall todavía carácter ritual en la época de los palacios, En lo que de Pelias en la prueba de la lucha (o de la carrera, según otras fllellll's) 111 
.1It'!  1.1  (1)lllH'!,lIl1eme a la presencia de la mujer en las representaciones tampoco los aspirantes a su mano, que debían vencerla ell la  lam'nl,
'I11t'  ¡I\l~ hall Ikgado, se ha pretendido vincular el  salto del toro (e igual- hasta la  llegada de Hipómenes (o Melanión), que logra derrotarla y
1111'1111' Dtrns l'Íerdcios físicos, especialmente la danza) con el culto a la tomarla como esposa... más con la astucia que con la rapidl'z di' Sl~
(irall Madre ln'tense, en el que las sacerdotisas de la diosa se ponían así a pies.
"1 sl'rvílio (Evans). No obstante, como ya se dijo en su momento, de los En la Grecia histórica, en cambio, no abundan en delllasía los testi
tI;II\!.,  dI' '111('  dispouemos nada seguro puede conduirse y sólo cabe hacer lllonios lJUC nos dan noticia de la práctica del deporte por parte de la
t OIlJl'llIras al respecto, Imis  o  menos verosímiles, como la propuesta de ll1ujer, si exceptuamos el caso de Esparta.
\V illl'lts, 'lile ve l'1l los deportes minoicos c('rel11onias de iniciación En  Esparta, cn efecto, la primacía del  enrrenamiellto físiw ('11 (,1 
.lhil'rI'IS 1,II11hi(;1I a las mujl'res (algo descoltocido m la Creta posterior), lo sistema educativo era abrumadora (cf. 1,5. I . l.), y la 1l1ujer pan il ipalla
'111l' M' aVl'IldrÚI hit'll ton la opiuil)u dt' Arrigolli de que las muchachas de (01 a todos los di.'ctos, ra~go singular sin apenas paraldos l'IJ  el 1IIIIIIdo
1 n'll'lISl'S partil ipahalt ('U  los ('spl'u,intlos deportivos <tutl'S dd matri- griego. Por supm'sto, la indusilÍl1 de las muchachas ('11  el sistl'llla edlH ti 
1I101Iio,  110  dl'spués dI' él. tivo y, dl'lltro de él, su parrilipacilÍlI ('11 ell'lltn'Il<lllli('1l1O asilO, ('ra ani
Eu la (jn'lÍa dl'\ prillll'r IlIik'lIio es Ilollwl'Il d prillll'l'Ill'll I\lostrar bu(da por la tradición al mítico \I'¡.¡;islador Licurgo (/('110111111(',
1I,('n~ pl'auiullldo al~I¡1 cipo  tll' ('jl'I'1 il io f{~i(l), ('11  la lalllosa ('M ('IHI  del C'IitIJ/I/IIIHm dI' /11.1 Id/'t't!1'1II0IliIlJ 1.11.; Pltllarnl, /.Iou:t.:IJ 11j,2; FilcíSlnltll.

11/(. 101
FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

SlIlm:, ltl gimnaJia 27),  al  que movió principalmente  el  propósito  de  que  luta certeza. Un célebre pasaje de la Andrómaca euripidea (vv. 59 ')S5.)
las  Ill,tdres  dieran  a  luz  hijos  sanos  y  robustos:  "Licurgo." considerando podría también interpretarse en el sentido de que muchachos y mucha-
¡jlle lit/m las mujeres libres lo más importante era la proceación de hijos, en chas compartían los mismos lugares de entrenamiento, pero no necesaria-
IlIúll('1' IItKar ordenó que el sexo femenino ejercitase su cuerpo no merlOS que el mente ha de pensarse que entrenaban juntos (cf. Arrigoni 84ss.: Assa
/I{¡{lmlinfl, y en segundo ll/gar estableció para las ml/jeres, como también 434): "ni aunque ql/isiera podría ser casta ningl/na mI/chacha esparla"tl,
lid,." 1(1.1 hombres, cotllpeticiones de velocidad y fuerza entre ellas, estimando plles jl/ntamente con los hombres, tras abandonar SI/S casas, con los 1tIIIJ/IIJ
'jlll' di' ""IIJ  padres fl/ertes nacen asimismo hijos más robustos" Venofonte,  desnudos y los peplos sueltos, tienen pistas de carreras y palestras {,Off/llm'J,
111(, 1/1.). Y  ello  sin  perder  de  vista,  además,  que  las  mujeres  acostum- insoportables para m('; y algo semejante puede deducirse de la afirmad!'ul
bradas a practicar la gimnasia resistirían mejor los dolores y esfuerzos del de Filóstrato (Sobre la gimnasia 27) de que hombres y muíeres "hdd,m
parto (Plutarco, loe. cit,). De paso, el ejercicio físico y la vida al aire libre gimnasia jl/ntos". De muy dudosa credibilidad es la noticia, atribu{da a
I  k  las Illtlchachas espartanas contribuyó notablemente a que la fama de los escoliastas a Juvenal 4.53 (pero cf. Arrigoni, p. 187, n. 121), de qm'
~I Iwlll'za y salud se extendiera por doquier, como queda reflejado en el noble Palfurio Sura luchó contra una doncella lacedemonia, e i,!!;lIal-
Illllll('rosas anécdotas o en las palabras con las que la laconia Lampito es mente discutible es la veraádad de un pasaje de Ateneo (')óól'l (11It'
."tltHlada por la ateniense Lisístrata en la comedia homónima de Aristó- podría proporcionarnos un posible paralelo, ya que nos dice que en la isla
1.III1'S (vv.7Xss.): "¡Hola Lampito, queridisima laconia! ¡Cómo rell/ce tu de Quíos "es mI/y agradable", ver a los jozJencitos combatir er¡ 1" I'/lil"
,',.1, ,1!,1Ic1/¡fúlllt/.' ¡Qué buen color tienes y cuán lleno de vitalidad está tI/ contra las mI/chacha/'. Arrigoni (p, 113) considera plenamente v.Oida
11/1/'/10.' ;' 1ft1.!ld mI loro podrías estrangl/lar!". Y, finalmente, no hay que esta última notiáa y la interpreta como un nuevo ejemplo de pdtl iras
"Ivldar (all1!1lllO las ventajas que una mujer bien entrenada aporta en su deportivas femeninas tendentes a provocar el  estímulo sexual ell los
1IIIl'\'(I  hugar ulla  vez casada, pues "no dI/dará en l/efiar agua ni en moler, jóvenes, en este caso en un lugar perteneáente al mundo jónico, 110 al
d 1.1" id  /II'(ú.r"lI/nlle de los ejercicios físicos hechoj' desde su jl/ventl/d" dórico como Esparta (cf, también Patrucco 270), Otros, sin elllhar,go,
(h"f.~lrtu, Solm' 1,1 /!,imuasia 27). son más escépticos, y así Harris califica tanto esta noticia como la fI"'"
l\dl'llI¡lS de estos evidentes propósitos que nuestras fuentes atri- rente a Palfurío Sura como "cotilleos de sociedad m,lS que datos st'rios
flly\'1l  ,1 la  ,C,ill1l1asia femenina espartana, Arrigoni pretende deducir otra sobre el atletismo femenino" (GAA 183; cf. también Nilsson, Die /11,11/,·
111111 11111, Illoís sutil, de los datos de que disponemos. Para ella (cf. p. 66) nistische Schl/le 46-7, y Weiler 170-l).
d  .liI(,( iSlIlO ft'IIIL'llillO tenía en Esparta también un importante obíetivo En definitiva, no puede asegurarse ni desmentirsl' rotundallll'llIt' la
"('IO(illl"  UlII  fillt's "políticos": tanto las competiciones como los famosos existencia de entrenamientos mixtos en Esparta, ya que los datos tll' qll<' 
deslilt·s dI'  IlIlKhachas SI..'  desarrollaban en público, ante la mirada de los disponemos no permiten indinar la balanza de manera definitiva hm ia
1I )\'('III'!',  por 111 que su finalidad sería estimular a éstos al matrimonio. uno u otro lado, Arrigoni, bas.indose, entre otras pruebas, l'I1  UIl (ex(o
blil SU,C,l'I't'lIda nos collduct' a plantear dos cuestiones muy Jeba- Plutarco (Agesilafi 2 I .7: el  rey espartano no dejaba de asistir mil  in( ('n~
Ida~ '1m' akuan al dep()rte fellwllitlO espartano: la promiscuidad de los "ni a la.r (ompelicioneJ de lo.!' 1I",chacho.! ni ti Ita dí'  Id.!' )}lfIchtll/¡""" >, 
~!'lo;m. duranll' los ('¡('re idos y la SUpUl'sta deslludez de hlS muchachas. concluye que la gimnasia femenina que  ella mlifira de "(,fI')tim"  o "poli 
A lh ir verdad, llill,C,ltllO de los textos nddi,C,llOS l'lI los que se hasa tica" requería, naturalmente, la prt'st'lllÍa de ('s(1t'l'tadon's 11 lilSlll Ii 11 os,
lil  t'Xll'lHlida IradilÍ()1l tll' que las j(iVl'Ill'S l'SpartatHIS Sl' elltrt'lIahall pero sin tI lit' el\o si~nftql, que d  t'lltrt'ttamit'tlto y la wlllpt'tititín hlt'Sl'lI
htdllllldll uUt opom'll!(,s IllílSllllillOS 11l'rIllÍlt' ast'J04urar tal Ulsa toll ahso- mixtos, sino s610 qlll' St' dt'sarrollahan ('11 \1I~art's toIlIlIlWS; t'U cambio, ('\

IOH 101) 
FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS J llEGOS OLÍMPICOS

nI ro  tipo de gimnasia  femenina  que distingue, el que llama" ritual",  tenía  Por otro lado, la desnttdez de las doncellas no tenía nada indecomJo, .v"
IlIgar  separadamente,  probablemente en el  drómos que se hallaba fuera  que estaba presente el pudor y al/Jeme la incontinencia", De este tl'XIO dI' 
la  ciudad.  Plutarco se ha deducido que la desnudez era la práctica habitual ell l'1
A conclusiones semejantes se  llega en el  caso  del  segundo  problema  entrenamiento físico de las espartanas desde los tiempos de Licurgo,
'111l'  planteamos,  a  saber,  la  desnudez  de  las  mujeres  cuando  se  ejerci- aunque lo que en él se nos dice no se avenga del todo bien con el  Il'Sli-
I.lhan. Desde Propercio (3.14.1ss.: "Muchas reglas de tu palestra, monio de otras fuentes que hemos citado, El problema sigue, pues, óllill
1:,I/I,/I'Ic/.ad1lliramos, pero especialmente tantas excelencitls del gimnasio de sin solución y los trabajos recientes continúan ofreciendo solul'Íolll's
doncellas, pues sin mala reputación se ejercita desnuda una muchacha diversas. Así, mientras que Arieti opina que las laconias se entfl'l1ó1hall
tI/lrc hOIl//;res qm luchan"; cf. también Ovidio, Heroidas 16.149, y desnudas luchando incluso con oponentes masculinos, Arrigolli SI'
~LlJ'(ia .1. 58)  es un lugar común afirmar que las espartanas entrenaban y adhiere a quienes piensan que el desnudo estaba limitado a ciertas pl'Oll'-
Wllllwtlall desnudas (cf. Harris, GAA 181, Y más recientemente y acep- siones rituales (que serían las mencionadas por Plutaren) y a dt'ICrllli-
Lllldo adcl11.ls la lucha mixta, Arieti, en el  artículo que se cita en la nadas festividades religiosas. De acuerdo con la distinción por ella
¡grafía correspondiente a 1.3.2.5.), pero es algo que tampoco puede establecida, concluye que la desnudez no era necesaria en la gilllllílsia
,I"'q;urarsl'. Jüthner-Brein (I  101) tratan de resolver las divergencias entre "erótico-política", en tanto que sí era lo acostumbrado en el ras() de la
I.~ ItWIHl'S atlrmando que las muchachas espartanas sólo se desnudaban gimnasia "ritual", es decir, la asociada a determinados cultos dl' los qlll' 
1II 1,1'" \ arreras, no en la lucha, opinión, que por cierto, se ha sostenido luego se hablará. Como un posible argumento en favor de esta disrilll jl;11
If'.II,dllll·IlH· " propósito del atletismo masculino (véase Oxford Classical cita unos versos del poema 18 de Teócrito (Epitalamio de Ild"/,,, 22- ~l,
1)11 //II/ldlT.  1.1' . .. Athlctics"). No obstante, tal propuesta choca con lo que en los que las compañeras de la heroína afirman que "11IIf!,iddJ "  1"
1',III'tI'll  illdilar los ya citados versos de la Andrómaca de Eurípides, en los usanza de los hombres (y por tanto desnudas) junto el lo'! f¡dllo.l
¡tI!' .,1' di¡l' qlle las muchachas espartanas competían "con los muslos Eurotas" practicaban la carrera, reflejo de competiciones cultllall's lde-
.("'11/.1111 ,1  1111 piploJ JlIelto.r" tanto en las carreras como en la lucha, es bradas fuera de la ciudad, lejos de la mirada de los hombres, PoSIl'ríol
del Ir, visri(,lldo un breve quitón provisto de una o dos aberturas laterales, mente, a partir de esas ocasiones, los escritores de época rolllalla
'1'11' dd,d1,1l1 ver todo el muslo, atuendo típicamente laconio que bien extendieron la desnudez a todas las actividades físicas de las l'Span¡~,
111',1" il a d  epítt·tl) .. muestramuslos" con que calificaba ya a la jóvenes ya fuera para acentuar los rasgos "picantes" (dado que el IIlIISlrarM'
lawlliils el  poeta íbico de Regio, en el siglo VI a.e.  (fr. 3 PMG; desnudo en público era algo que repugnaba grandernelltl' el guslo de I()~
I'IIIIIX 1,  lH7,  Y  A11 <lcreonte , fr ..WI)  PGM), romanos) ya para establecer un contraste entre la idealizada vida lIal
Por l!lro  lado,  Plutarco (UCIlr,I!,O 14.2ss.) asegura que el legendario la antigua Esparta y la complicada vida de la gran  tiudad, 1011111
101' l'spanallO "elímillclltt!o llid" ¡;Wli/CI de /)/olicie. eclucaúórt Jeden- ocurre en el citado poema de Propercio.
1.11'/,/ J fcIlUl/id,ut. '/CII.!'/III"hní" Id.l' IfIl/che/ch".!' ,to lIIerlO.!' que a 10J IIIIIChtl- (Qué pruebas comprendía el emremuniento físiw dI' las IJl'n~
llliJ,l " II¡/!'/iál'dr ¡/c.I'IIIICltI.r el/ IIt'O(CJ/OflfJ y ,1 /;"il,11' .)1 (dlII,¡r 01 C/ll!,lIrlclJ espartanast Ya se ha sei'lalado que, a decir de Plutarco, I.illlrgll "
III/II·/di/do rdigioJ"'!, el/t/lldo Im'Je'II/eJ lo.r jlíl'ClIi'J UIIIIO eJpl'(/ddoreJ. !\  qNe 1'1 JeXIi femenil/O e;t'rcit<l.rl:' .1'11 UIt'Yfio l/O fflellO.!' l/lit' el III,I.\(I/Iillll", Y 

I'n ti 1./1 1II11(/!./(/'dJ .1(' 1'lId"l'dll Y (ri/iet/lltlfl (1111 ,~ICi" lo h"d,11I


t/ lo.r 1//1(' parece indudable, dada la coincidencia tlt· nUl'stras fUl'ntl's, '1\11' la~
lII.d, )',  ,d ((lIIlr,lrio, ¡'dl//d/ulo ('II((}1J/1r1J en /'('/:W" I/llio/e.l de dloJ lo 11/(,/"1'- jlívenes lacedemonias practicaban la tarrera, la lucha. 1·1 salto y  d lanza-
d,m, 11/111111//.111 1'1/ 111.1 JOI'o/ci/o'! ,1!,1'd1l ,II/I/Jit'ilín Ji /',Ipll'i/II dI' Cllllllt/¡,iríll,,, miento de disco y jabalilla. Arrigolli adull' algu1los argllllll'IIl0S qut'

I lO 11I
FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

illvitan  a  pensar  que  tampoco  desconocían  la  natación  y  la  equitaClon  capaz de estrangular un toro, a lo que ésta responde dando el secreto tll'
(1  k­porte  éste  último  habitualmente  reservado  sólo  a  los  varones),  en 
su belleza: "¡Ya lo creo, por los dioses! Pues practico la gimnasia y salto
lal1to  que  las  disciplínas  más  duras,  el  pancracio  y  el  pugilato,  parecen  dándome en el culo con los talones". Este tipo de salto, denominado hfhaJi,r
hah('r  <:stado  ausentes  en  la  formación  física  de  las  espartanas,  ya  que  y que se consideraba característico de las muchachas espartanas, consisr(H,
LÍnicamente  Propercio  les  atribuye  la  práctica  de  estos  violentos deportes,  pues, en saltar hasta tocarse los glúteos con los pies, ya fuera con los dos
('11  su  intento  de  presentarlas  como  una  especie  de  Amazonas  históricas 
juntos o bien saltando alternativamente sobre cada una de las piernas <d,
(V(:,¡SC  un  catálogo  de  ejercicios  y  las  correspondientes  fuentes  que  nos 
P6lux 4.102, que cita un epigrama laconio en honor de una joven qUl'
illforman  sobre  ellos  en  Scanlon,  "Virgineum  Gymnasium",  p.  205).  venció en una competición llegando hasta los mil saltos, cifra tlUl'
La  carrera  es  probablemente  el  deporte  femenino  de  competici6n  algunos consideran con escepticismo),
IIl.ís  extt'ndido en  la antigua Grecia y son abundantes los  testimonios que  En suma, como indica la admiración que suscitaban incluso el¡(n'
POS('l'1l10S  de  su  práctica  por  parte  de  las  mujeres  de  Esparta  (fig.  26). 
sus rivales atenienses, no cabe duda de que en toda Grecia se rccof)oda
I'allsallias  0.13.7)  nos  dice  que  a  instancias  del  oráculo  délfico  se  insti- que el entrenamiento físico contribuía notablemente a la belleza y, sohl'l'
1~,!i el1 las cercanías de Esparta un festival en honor de Dionisio que todo, a la salud de las mujeres lacedemonias. No es, por ello, de extfHf\ar
jI\( 1t1Í;t IIl1a carrera. entre once escogidas doncellas (cf. también Hesiquio,
que también en este aspecto el sistema educativo espartano innuyt'ra
1./', I )ft'Il}JÍ,ú!(/J Y los escolios a Esquines 1.43). Parece tratarse, pues, de
notoriamente en las teorías de Platón sobre la organización de la ciudad
IIlIa (arrera ritual, pero los poco precisos datos que nos proporcionan
ideal. Platón, en efecto, como señalamos en su momento (cf. l.j.I,U,
IIII! 'sI ras  ('scasas fuentes sólo dejan lugar a conjeturas sobre su posible
dispone para las mujeres el mismo entrenamiento que para los hOlllhrl's,
1llllIicIII, Así, Arrigoni sugiere la hipótesis de que la finalidad de tal ya sea ejercitándose juntos, según se deduce de República 452a-b, ya por
1'11 wha s('ria seleccionar nuevas sacerdotisas de Dioniso, entre las que se separado, como se indica en Leyes 794c. Ia mujer debe, entonces, pral
(0111 aria la vt'llccdora tras su triunfo. También significado ritual, pero
ticar una variada gama de ejercicios, pero el filósofo insiste sobre lOdo,
(Ol! selll ido dilt:rente, tendrían las carreras de mujeres que quizá se desar-
también él, en las carreras, de diferentes distancias y practicadas, a dih--
t( IlIahal1 tll  el  santuario de Menelao y Helena en Terapne: dado que
rencia de los que hacían las espartanas, "con atuendo apropiado" (/,{''YI'J
1 11' 11'11 a ('ra  el  prototipo de esposa ideal para las muchachas espartanas y 833c, aunque tal interpretación no es la única posible; cf. tamhiéll
dado qUl'  Sl' ¡r<ltaba de una carrera mucho más abierta que la anterior, en 804e).
la qUl'  podían particípar incluso las hijas de los periecos (al menos eso Las propuestas de Platón, sin embargo, apenas tuvieron eco, /lO sl;l"
ast'gura un  escolio a Teócrito 18,22ss,), estaríamos ante un ritual que en Atenas, sino en general en el resto de Grecia, y un entrenallliellto
miraría al matrimonio, al que las jóvenes espartanas llegaban en la físico serio y continuado difícilmente entraba en la educación de la llluJer.
plenitud de su forma física. No obstante, sí debía de existir algún tipo de formación física, allllllllt·
Igualmente bien conocida es la práctica de la lucha y el  lanzamiento fuera restringida, a juzgar por las competiciones que, normalmentl' ell el
de disco y jabalina por parte de las espartanas (Eurípides, Arzdrrímcf((/ marco de algún culto, contaban con participación femenina a lo lar~o dI'
'595ss,; Plutarco, UmrXIi 14.2; Prop<:róo .1.10; (:ritias, fr.~2), así como  todo el ámbito del mundo griego.
una curiosa modalidad de salto qm' Sl' llwlKiolla ya l'n  Arist{¡f;ult's, U.ll.r- Quienes se han ocupado del estudio del deporte femenino l'1l la
Irtf/tl 77ss, Usístram 1ll1l1lifil'SIil su adlllirm ilÍlI allle d saludahk aspecto
antigua Grecia coinciden en afirmar que la disciplina m,ls practicada por
<¡Ul' pn'Sl'llIít la ('spíll'lílnll l.alllpílO, qw' da la ill1pn'sü'lIl Imslil <Iv St'r las mujeres, al menos en la competición, l'ra la carrera, Quiz¡1 el tl'Sti-

II ~
FERNANDO  GARCíA  ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

momo  más  antiguo  provenga  de  un  lugar  y  una  época  donde  la  mujer  a Hedea, que venció erl los juegos Ístmicos {'uando era (/,1\(11111/1'1,1
gozar  de una  posición  espeáal en  la  ciudad:  la  Lesbos  del  siglo  VII  Comelio Pulcro en la carrera de carros armados, y en IOJ jtteJ!.(JJ N"lIIt'Ii.! 1'11
a,<:'  Se  trata  de  un  posible  fragmento  de  Safo,  aunque  la  atribución  es  la carrera del e"tadio cuando era agorlOteta Antígono, y en Siciól/ mt/lldo
dudosa,  así  como  su  interpretación  (de  hecho,  Lobel­Page  y  Voigt  lo  era agonoteta Merleta,,; y venció también en la competicián de nÍf](lJ I'ÍltI-
illcluyen,  con  el  n,o  11,  entre  los  fragmentos  lesbios  de  autor  incierto):  redoJ en los 'SebaJtia' de Atena.r aJando era agonoteta Not'/II, ti/jo tiC'
"l'IIJN715 (o  "enseñe') a l1ero de GIJíaro, muchacha ráPida en la carrera", Nada  Filino, y fue la primera doncella en ser hecha ciudadana de". d"Jt!c 1.1<111'
s('guro puede deducirse de fragmento tan exiguo, teniendo en cuenta además  mucho tiempo (?),
qU('  (bconocemos  el  contexto en  el  que  se  inscribía;  a  pesar de ello,  muchos  a DiorlÍ.fia, que venció en lo.r jl/egoJ ÍstmicoJ (?) CUdfldo era tlgo/lol(,/¡/
!'<¡(wliosos del deporte griego  lo  consideran  testimonio cierto de la práctica de  Antígono, y en los jttegoJ de Asclepio en la Jarra Bpidall/'ll melnt/o l'/'eI
la  tarrera  por parte de las muchachas de la isla  de Lesbos,  como es  el  caso de  agonoteta Nicótelo, en la carrera del eJtadio,
Ilarris  (GAA 182),  Patrucco  (p,  45, n,  4) o  Arrigoni  (p,  114­5, aludiendo  Dedicada a Apolo Pitio",
a  la  existencia  de  concursos  de  belleza  en  el  marco  del  culto  a  Hera,  con  El impresionante palmarés de las tres hermanas, digno dt' atl('tas
vistas  a  los  cuales  las  jóvenes  podrían  ejercitar  su cuerpo),  profesionales, nos indica que también el deporte femenino fue pt'rdielH
(:arreras  de  muchachas  (las  mayores  desnudas  y  las  más  jóvenes  aunque mucho má'i tarde que el  de los hombres, su dimensión prila ipal-
vis(iendo  un  quitón),  según  reflejan  las  pinturas  vasculares,  formaban  mente cultual, a pesar de desarrollarse en el marco de festivah:s rdigiosos,
pan!'  Ik los cultos iniciáticos en honor de Artemis en Braurón, no lejos  de  Por contra, es claro que la carrera de mujeres alcanzó gran difusi(íll y, al
AH'Ilas  (eL  Arrigoni,  p.  10 1ss"  con abundante bibliografía),  y es  posible  menos al comienzo de la era cristiana, estaba presente (:11 los gral1d('s
'1\11'  1IIIa  ¡míctica  semejante  deba  extenderse  también  a  otros  cultos  y  festivales panhelénicos (Juegos Píticos, Ístmicos y Nemeos; sobl'(' MI 
1Il}~OS lo( ales,  A juzgar por las  informaciones de que disponemos, sólo en  presencia en Olimpia se hablará más adelante> y ramhit'lI t'1I  olras
('PO(.I  (.mlia, con  la posible excepción de los juegos que en honor de Hera  mmpeticiones importantes (Sición, Epidauro, Atenas), Este ht'cJ¡o queda
1I'1i1.ln  lugar  en  Olimpia,  las  carreras  femeninas  entraron  a  formar  parte  confirmado también por otros testimonios, que nos hahlall d('  la illle!'
dd  programa  de  los  grandes  festivales,  Nuestro  documento  más  impor- vendún de mujeres en juegos que tenían lugar en todo el  Illlllldo illlllll(\O
1.ltlt(' .11 respecto es una larga inscripción, datable hacia 41 p.e. y por la cultura griega, De la propia Greda, una inscripti(íll lal itla IIOS
la l'll De!f()s, en el pedestal de las estatuas que dedicó un orgulloso recuerda la existencia de una "competición de 111llChachas" (probahle
I'"dn', I h-rlllesianacte de Trales, en Caria, a tres hijas suyas, grandes IIll'llte una carrera) introducida en los Juegos ístll1ims por Lucio ( :ast I'il in
.!Iklas (I)ittt'nberger, Syllo¡;e lnscriptionttm Graecarum, Leipzig 1915-24, Rl:gulo, (.'n el  aflO 2,)  p,e.  (eL Arrigoni, p,  ¡ 10­1  11),  Por O(ro lado, IIlIa
11." H02;  Moretti, n,o (2):  .\lI!()ari()n marginal al texto de Pausanias "j,  1(1,2,  dOlHk se des( rihl'lI IlIs
"//I'/'I)/c.ri(lf/tI"/t'. hijo de Dioniúo, áudadano de CeJarea Trales, y .1 lIl'gos I krt'os, tolltmida ('11 el manuscrito P"riJ/1II1.1 1.'11  (J, da (W'llla d!'
Idl/lh;ál ti" Atentl.!' y J)i:ljilJ U), lo dedictl a JIU hijas, que tienen también lIlIa illstripci(íll qUl' el COllll'lltarisla a/trllla haber visto I'n Pafras "sobre
dldl ItI.I mhll/tlJ cillllcultlflítlJ, las ruinas de alllÍguos edificios", WIl  la siguient(' dnlit ¡¡toria: "/\ NI/I'
d '{"I¡Ú.!'" ,  (/""  ¡'e"álí l!fI lo,!' )lIe.~(/J Pf¡j(flJ oh/mlfl eran tt,vmotettlJ );111'11, herll/d"tI eI,,/rf¡illltl, l'I'II¡'I't/o/'tI 1'11 cll',I/,/!lilll'lIlt1 ("l'l'e'" ele dllllt 1'11111
;\1/1í,1\1I1I1I y CkllllltÍl/1IIildJ, y A' lo.!' )lIegll.l' ir/mhll.!' o((/ndo eYd lIgol/ol/'ltI 1'11, N/Oí/IIII, dl/III dedil'lI ""tI I'Iltlllld d/' I/hir//llll de /1"/'111", nado '111<' la
JI/Nl/tÍlI /)/'Odll, t'fI ItI ((1I"rey" dd I'xltldill ((If11'{'IIi''11It'I"ente U), leI ¡¡yil/I/'YeI iust rip( il')\} 110 Sl' ha wllsl'rvadll, t'S illlposibl(' jlfl'( ¡sal' la  fl'( ha, ast 10IIHl
/'/111'1' ItI,l tllmal/,/.!, vi  IIIJ.tar dl' la  vit ((Iria, sohrt' (,1 qlll' IliIda lIOS di(l' l'i  (t'xto, No obSlall\(" l'Ii

1I 11'
l'IItNANI)() (;¡\f{(fA  ItOI\II.1{()  H)~ I,('~ (JlIM!'l( t  I~

N II I'gnr.l  hubil'ra  velllido  en  unos  juegos  importantes,  y  luego  su  lalllbit"1! lOll la sulkielHt' aJllhidlill y dedili!ti,il1, podía ver su IIlllllhn'
111'1'111.1110  k  h"hit'f¡1  dedicado  una  estatua  en  su  patria,  Patras,  lo  lógico  illduído VII la lista dt' velln'dof"('s ('n los gralldes jUI'gos. (:01l0(('1I10S.
~l'a • 1111'  huhiese  !Jccho  constar  en  la  inscripción  el  lugar  de  la  victoria,  hecho, los nOJllbres de svis lIlujeres induidas 1'11 d calOÍloglI de Vl'IIll'dlll'l'S
1'111'  111  '1111'  prohahlt'Illl'lItl' se  trate de un  triunfo  obtenido en unos juegos  ('JI  los Juegos Olímpicos, todas triunfadoras 1'11  prul'has hfpilas: (¡I, ~')(¡

lo! .dt'~, ('11  la  propia  Patras,  y  la  introducción  de la noticia al  margen  del  a.<:' la  l'Sparrallil Cillisca, hija del rey Arquitlalllo II y lll'rtll4lllíl dI'
I(')(CO  dI'  Pa"salllas  ell  el  que se  da cuenta de los Juegos  Hereos  se  debió  Agesilao (que ful' quil'1I fUlllentlí su alltilín pm la cría cahallar. segllll
l'0síhkllH'lIlt'  al  hecho  de  que  en  ambos  casos  se  trata  de  carreras  de  jellofont<." A¡.;eJ'iltlo l)J); cf. Pausanias '5.12,'5 y (¡,I.ú);  Iklistilil dc
1II\lII'n's  (para  ulla  información  m,ls precisa,  cf.  Harris,  GAA 181, Y Arri- Macedonia, concubina del rey I.:'gipcio Tololllel) 11 Filaddfo, ('11 2(,H Y
}!, t  111 1,  p.  1  ( 1) - I 1 O).  2ú4 a,e. (Pausanias 5.li. 1 1; PaJI. Oxy 17,20li2); las herlllallas Tilllareta
( ), ra IHlt i( ia, cuya veracidad, como en el caso que acabamos de y Teodota de Élide, en la primera mitad del siglo I a,e:.; y ¡)Ira partili
,tlllsídl'r.rr, ha sido también puesta en duda, proviene del cronógrafo pame local, Casia Mnasitea, en 153 p.e.; a ellas quid dl.:'ha aI)adirs{' la
11I/,Illfillo dl·1 sigl() VI  p.e. Juan Malalás (p, 288  la edición de Bonn), famosa Berenice, esposa de Tolomeo III Evérgetes y célt:!m: por su 1 
t  I1lí('1I d('~l ril)(' las Olimpíadas de Antioquía de Siria a finales del II p.c., llera cantada por Calímaco y Carulo, a quien pudiera rdcrirsl.:' d Ir. ~H ~
'1111' 1I1( 1,,1.111 prllehas femeninas de lucha, carrera y canto, quedando las Pfciffer de Calímaco, que celebra una victoria ecuestre en Nl'llll'¡¡ y a
V('lIt ('( 1111,1' IOllsagradas como sacerdotisas. Finalmente, en el otro quien se ha atribuído igualmente un triunfo olímpico (el'. pjl.:'!'IIavit'ja. p,
n.! le'" 111  .Id ""I"do greco-romano, en Italia, tampoco son desconocidas lss.; Arrigoni, p. 100-101). El ejemplo de Olimpia dehití de ('xlVII-
1,1'. (.111('1,1' ,h'  IIIII;('I'(,S: ulla inscripción (SEG XIV,  n,O 602) nos informa derse a otros juegos mayores y menores, de manera que, adem;Ís dI' los ya
,k 1.1 ,'111011,1 ((ll1seguida por una mujer casada (algo absolutamente mencionados, cuentan con vencedoras en pruebas hípicas las Pallatl'lIl'as
t'~( "1 " Itlll,r1) ('" IlIla carrera reservada a hijas de magistrados durante los a partir del comienzo del II  a.c. y otras competiciones menos
\,I'.II{.! 1I.11'"li,allos del 1'54 p.e., en tanto que Suetonio (Domiciano tantes como la "Fiesta de la Libertad" de la capital tesalia Larísa, los
"'"  ./ltI'  '1' 1(' ('St' cmperador promovió durante su reinado, que comenzó juegos que en honor de Anfiarao tenían lugar en su hermoso SalHUólrlll
"11 H I 1'.( .. , gran mimero de espectáculos y los dotó con más abundantes Oropo, e incluso en Asia Menor, ya que en una inscripción tll' (:illH'
l'I!'IIII1IS,  y  ('I! los juegos que instituyó en honor de Júpiter Capitolino, (Moretti, p. quizá del siglo 1 a,c', se recuerda a Damodita por 1..
"11111' las 111l1l1l'rosas pruebas destaca la existencia de "la carrera en el victoria de su cuádriga,
"{,,dio 1'" Id '111(' ifldllJ() competían e/onal/as". Poco puede decirse de la práctica de otros deportes por parle dc las
La carrera pedestre es, pues, con diferencia, el  deporte femenino de mujeres, Fuera de Esparta, la lucha femenina debió de ser I.:'xu'pdollal.
( 11111\1(" il ilÍn I!His l'xtendido en el mundo griego, No obstante, en la Ya se ha hecho alusión a las posibles luchas mixtas de la isla dI.:' ()utos y 
1I1'>I,il'l illn qm' I knnesianacte dedica a sus tres hijas puede leerse que a la existencia de combates femeninos en las Olimpíadas de Anrioqllla.
1111.1 dI' ('lIas, I kdea, obtuvo el triunfo en la carrera de cuádrigas de los Por último, en la isla de Egina se han encontrado pequeños bronces dI' 
.I1!'~" ISlIlIims. Ciertamente los deportes ecuestres fueron, según parece, muchachas luchando o corriendo, que podrían reflejar el entrl'nalllit'lllo
pnvikgio (asi ('xdusivo de los varones, pero, dada la costumbre griega de de las eginetas en uno o en los dos deportes (cf. Schroder 164-'5; Arri-
1"01 LlIllar vellcedor de las pruebas hípicas no al auriga, sino al propie- goni 107-8, con figuras 9a y 9b). No sería extraño que en Egina, habida
1,I,i"  d(' los caballos, una mujer con el suficiente dinero para poder cuenta de la ascendencia doria de sus habitantes y sus contínuas disputas
slIplll'Car los gratltk's gastos que exigía el mantenimiento de una cuadra y con Atenas, algunas muchachas, sobre todo entre las clases altas, fueran

I (,  117 
I  I H N ¡\ N I le  I  (, ¡\ 1((  I ¡\  H ( I ~ IIIU I  10' 11111 ,Cl' ClIIMI'II 1" 

('dll( ilda~ a  la  111;IIWra  t'spanana,  y,  por  otra  ulla  ('stallla WllIlIl'lIlOraliva, hah{a un ()Il,~i dl' I (,  Il1j('r~.
1.1I111'()(  o  dI'  vis!;¡  la  gran  tradición  (rasullto felllt'lllno dt' los hdall(ídil<ls, VIl.  ('(e  Sill l'har~o, d('  l'Sll'
1 UlI  SlIlll;!  I rt'( lIt'lIlia  cckhrados  por  hecho illdudabll' ralw llaturalllll'llrl' dedIH'ir, y  ase ha ocurrido, dos
I klllOS  dt'jado  para  (:1  final  la  más  "­UllUL1UA,  tOlldusiOIll'S opuestas, y SUpOlll'r t]Ul' el It'stival dt' 1km Sl' Illodd(, sohre
lo,  Jlll'gos  !jU('  t'n  hOl1or  en  el  santuario de Olimpia  los Juegos Olílllpicos (ef., por l'jell1plo, Gardillc:r, AAW 12),  o hiell, a la
\'  t  111('  plalll('al1  sus  propIOS  problemas,  El  texto  que  nos  proporciona  la  illvl'rsa, l'stabll'n:r la prioridad lTonoJ¡ígim de la
1II(')or,  y  tasi  lillita,  información  es,  de  nuevo,  un  pasaje  de  Pausanias  Así piensan Dl'ubner, tIue fecha los juegos en
(i, 1(, ..~ ~): ..  eh/" /IIdlro tOIOJ tejen a  Hera un peplo las 16  mujeres y ellas siglo VIII a,c', atendiendo a la fundaci6n en Olimpia dd prilllc:r tl'mplo
/JI/IIIMI  ((JJI/'()(t//I III/(I (()ItII¡etición, los Juegos Hereos. La competición dl' la diosa, y  también quienes defienden la prioridad de las diosas slllm'
,111/1/11t el! IlIhl II/'I/ebd de carrera para muchachas, no todas de la misma en el  panteón de Olimpia (Eisen, siguiendo las (esis dc
,rI"d.II/l1I  l/l/e ((In'o/ /tlJ primeras las más jóvenes y depués de Mehl).
Itgll/lddJ l'iI n/,u./ y ItlJ últimas las muchachas que son mayores. Y corren Además de la verSlOn mlt1Ca que hace remontar el orig<"11 de la
1" 1/,~lIi( IIIt/flad: Ilet!all suelto el y un quitón les llega 1m poco competición a la acción de gracias de Hipodamía ante Hera por su hoda
tlllÍll/d di! ltl rodilla y enseñan el derecho hasta el pecho, con Pélope, poco más adelante Pausanias consigna otra tradicilín, t]Ul'
está asignado para la competición el estadio olímpico, podríamos llamar histórica (5.16.5-7); "Dicen que Demofimte mi Jiriltlll
la carrera aproximadamente la sexta parte de él. A de Pisa (la ciudad cercana a Olimpia) y que cometía cMtm
conceden coronas de olivo y parte de la vaca sacrificada a muchas crueldades, Y cuando murió Damofonte, como dertamenle IOJ 11.11,(-
11, /'.1, 1  ddrll/tí.!' ler está permitido ofrendar imágenes con inscripciones. Y tantes de Pisa no consentían en hacerse responsables CO'f/(l p,,('!?Io di' 1",
I./JII/i/III h¡/j  1I/I/jel'eJ que prestan ayuda a las 76  que dirijen estas y también a los eleos les resultó grato disolz;er ltl.!' (/1'11.1'(/-
, /flllt 1,  1:',/11,1 j/le,~()J de muchachas los hacen remontar también a la que  se  tes  imputaban,  eligieron  una  mujer  de  cada  una  de  Id.!  /{¡ 
x11nl.lt!. ,lili/"doJe que Hipodamía, para dar gracias a Hera por JII  ciudades  de  Élide  que  todavía  permanecfan  habitadas por  entllrlaJ  ¡ltlt'1I
'fllI 11t/1I!t¡, /'t/",¡(j a las 16  mujeres y con fue la primera en que acabaran  con  sus diferencias,  la que fuera por su  edad mayor y .flJbrl'JII-
Ifll ) 1l,~ (JJ  I liera  entre  las  mujeres  por  su  prestigio  y  fama,..  Las  mujereJ  di'  1'.111,1 
La  dl'snipción  de  Pausanias  es,  ciertamente,  muy  detallada,  pero,  ciudades hicieron  la  entre pisatas y  eleos,  y  luego  también 
t t)J1  IOdo.  deia  en  la  oscuridad  algunos  puntos  que  ningún  otro  docu- mendado  organizar  una  competición,  los  Juegos  y  tejer  el  pePl1l  " 
a aclarar. Como los Olímpicos, los Juegos Hereos nos Hera".  Estos hechos se ubican hacia el año 580 con lo que dispo-
(Ii( (' Pausanias que tenían lugar cada cuatro años (no era una competi- en la que datar el origen de los juegos
t illn anual, como pretende Piernavieja, p. 414), pero no sabemos si se No obstante, a falta de otros testimollios
t ksarrollaban el mismo año ni por la misma época. N o obstante, el que lo confirmen, no podemos determinar de manera definitiva si en tal
111;lyor  problema con que nos tropezamos es el origen de la competición, fecha se celebraron por primera vez los juegos o si se debe remontar Sil
y,1  que la noticia de que "se remontan a la antigüedad" apenas es origen a una época anterior (aunque sin preceder a los Juegos Olímpicos)
(.11 iva. Son numerosos los paralelos evidentes entre los Juegos Olímpicos y  considerar que en 580, de modo paralelo a las competiciones masm-
y  los.J Llegos Hereos: las mujeres corrían en el estadio masculino, recibían linas, tuvo lugar una reorganización de los mismos con la
()filO Dremio una corona de olivo. a las vencedoras se les permitía del colegio de las 16 mujeres, como ha

IIH  1 (1)
­1  
FERNANDO  GARCÍA  ROMERO 

¡úotrace ... "),  para quien tal reestructuración se  produjo por influencias de las 


l   LOS  JUEGOS  OLÍMPICOS 

Hemos de lamentar que la  protagonista de esta  anécdota  fu!.'ra  ulla 


competiciones que en  Esparta se  celebraban en  honor de  Dioniso, punto éste  mujer viuda  y  no una soltera,  pues  de  Jo  contrario  quizá  hubiera  contri-
último  rechazado  con  profusión  de  pruebas  por ArrigofÚ  (p.  193, n.  173).  buído  a  la  resolución  de  otro  debatido  problema,  sobre  el  que  mín  S(' 
La  profesora  italiana,  por su parte,  siguiendo  la  orientación  de su trahajo,  se  mantienen  opiniones  encontradas.  Pausanias  (6.20.9)  comenta  (lile 
ocupa  con  pormenor de  estudiar  la  función  de esta competición pedestre  de  únicamente una  mujer,  la sacerdotisa de Deméter Camine,  tenía  d  privi-
ll1uchachas,  aceptando la que ha verúdo siendo  tesis  tradicional  (cf.  también  legio  de  asistir  a  los  Juegos  Olímpicos,  ocupando  además  un  lu,gar  tlt' 
Sean Ion,  "Virgineum  Gymansium",  p.  186,  con  n.  5):  la  carrera  formaba  honor junto a  los  helanódicas.  Sin embargo, en otro pasaje  afirma que  110 
parte  de  un  ritual  de  carácter  prematrimonial,  de  manera  que  correr  en  estaban excluídas las doncellas que quisieran presenciar el  espectáculo,  ~A
IHlllor  de  Hera significaba  en  cierta  medida  prepararse  para el  marrimonio,  cuál  de  los  dos  textos  debemos  atender?  Como  suele  ocurrir  en  tales 
aspirar a ser  buenas esposas como Hera, a través de un test deportivo;  en ese  casos,  los  diversos  autores  sostienen  diferentes  opiniones.  Por  un  lado, 
Wl]{cxto,  el  peplo  que  cada  cuatro  años  se  entregaba  a  la  diosa  (probable- quienes  conceden  mayor  credibilidad  al  primer  pasaje  citado  (véase,  por 
Ill('lltc  el  peplo nupcial)  rememoraba la  acción  de gracias  de la  mítica  Hipo- citar  la  bibliografía  más  específica,  Harrís,  GAA  183,  para  quiell  d 
dall1ia  tras  su  boda  con  Pélope.  segundo  texto  "es  sin  duda  uno  de  los  muchos  pasajes  corruptos  dd 
Por  lo  que  respecta,  finalmente,  a  la  intervención  femenina  en  los  autor";  Piernavieja  414ss.;  Assa  432),  citan  como  corroboraci(ín  de  su 
,111(',gOS  Olímpicos,  ya  se  ha  hablado  de  las  victorias  conseguidas  por  tesis  la  narración  que hace  Suetonio  (que vivió  cincuenta  años  antes  qUl' 
Illujeres  en  pruebas hípicas,  pero siempre como propietarias  de sus  caba- Pausanias)  de los  juegos que Nerón fundó en Roma siguiendo  d  1110tlt·lo 
llos  y  nunca  como  participantes  activas.  Y  ello  no  es  de  extrañar  si  se  griego,  en  los  cuales  "invitlÍ  indUJO  a  presenciar  laJ  competicíotleJ  dI' 
li('lll'  en  cuenta que  la  mujer (por lo  menos  la mujer casada)  tenía  termi- atletas a  las  vfrgenes  VeJtales,  porque  en  Olimpia  también  .re  permite"  /,0 
n.III1('ll1ente  prohibido su acceso  a  Olimpia durante  los  juegos, incluso en  sacerdotisas  de  Ceres  corttemplar  tal  espectáculo"  (NerlÍn  12.4).  Son 
(.t1idad  de  espeCtadora,  y  la  violación  de  esa  regla  era  castigada  con  la  también muchos quienes,  por el contrario,  aceptan como buma la  no( i( ia 
Illllerre,  debiendo  ser  arrojada  la  infractora  por  los  barrancos  del  monte  de  que  las  doncellas  estaban  excluídas  de  la  prohibición  de  asis(eflcia  y 
Tipco.  Pausanias  (6.7 .1ss.;  cf.  Filóstrato,  Sobre  la  gimnaJia  17)  proponen  diversas  teorías  para  explicar  tal  privilegio,  Así,  Kelllp(',  COI  I 
tlll'IKiolla  un  único  intento  de  obviar  la  prohibición,  que  terminó  felíz- demasiado  optimismo  en  nuestra  opinión,  entiende  que  la  illflu('I\( i" 
\lll'me.  Una viuda,  llamada Calipátira,  Aristopátira  o  Ferenice,  consiguió  espartana  puede  explicar  sufIcientemente  la  admisiún  de  las  solteras, 
introducirse  en  el  estadio  disfrazada  de  entrenador,  con  el  deseo  de  mientras que  Arrigoni  (p.  99­[ 00)  se  arriesga  a  concluir que" d  permiso 
Ulllll'Il1plar  el  triunfo  de  su  hijo  Pisírrodo  en  el  pugilato,  Exultante  de  de  asistir  a  las  competiciones  deportivas  masculinas  tenía  probabk'IlWIII(' 
;tll'Wía,  saltó  la  barrera  tras  la cual  se  situaban  los  entrenadores,  con  tan  tomo  fin  una  acci(ín  mimética,  suscitar  una  especie  de'  estímulo  ('llIItla 
Illala  ¡(¡ruma  que sus  vestiduras  se  engancharon  y  quedó al  descubierto,  tivo  entre  las  j()venes,  como  si  asistir  a  las  proezas  masculillas  pudiesl' 
alll('  el  público  todo,  su  condición  femenina.  No obstante,  su  acción  fue  'cargarlas'  para  su  propia  comp(,tici(')fl  deport iva,  es  dedr,  la  (arn'ra  iI 
I'('nlollada  en  atención  a  los  innumerables  éxitos  deportivos  conseguidos  pie".  Así  pues, CLmllluicra  de  las  dos  posihilidadl's  nH.:fII'l  mil  sus  pl'Oi(~
por  su  padre  (el  celebérrimo  Di<í.goras  de  Rodas),  hermanos,  hijos  y  argumentos  a  Livor  y  ('11  Wlf( I'a,  lo  qU('  ha( ('  illlposihl(·  dar  por  l'l 
sobrinos, si  bien de resultas  del  suceso se estabkci6 una norma  por la  que  \lI0llK'nto  una  ('('spU('Sla  se.L\ura.  No  ObSlillll(',  lfuizií  si  se  admite  la  aSls-
('11  ad!.'lant!.'  también  los  cntn.'nador!.'s  debían  presentars!.'  desnudos  !.'n  d  1('lIcia  de  dotl(dlas  millO  eSlwtladoras,  s('  plalll('('ll  ulla  s('rí('  de  ílll('rl'O-

('stadio,  J.l,alllt'S  lIlit'  dt'saparl'U'11  si  an'plHmos  la  pl'obíbidt'1lI  para  (OdH  IIlU;l'l'  qllr 

1.'0  1.'1 
III! NA NI)t 1 t;I\l(  lA  R(  }~ILH) JI}"  11111,1}"(}UMI'lt  tI" 

110  1tll'ra  la  ~) Alellas.  1'.  (;irard.  L'MlIldllrlll tllb/nit'll!li' ,  París  U'NI';  R. 
Flaldil­rl',  '­ti  1'11' (Iuolidle"ue i'fI G,.hc ,/11 Jihle de  P¡:,.hkl', Par!'s  11)')1), 
¡Sl'  dl'l)('  dar  Imondad  a  ulla  noticia  tan  poco  pormenorizada  y sin  otro  I07­11¡();  D.G.  Kyle.  A,Mdin iu Auciefll AlIJen.!', Ll'idl'n  IlJloil. 
!t'xln  qm'  la  lorrobore  4)  Solún,  1).(;.  Kyle,  "Solon  and  Athk,tics",  Andf' IX  1 

Se  mUd,  en  Iln,  de  una  de  las  muchas  cuestiones  discutidas  que  tJI­IO'5;  P.  Oliva,  Solml, 
~I"\ ica  el  dvporle  I(.menino  en  la  antigua  Grecia,  un  tema en  el  que  los  zu  Solons 
pOlOS  dalOs  seguors  que  nos  informan  sobre  él  ha  impedido  quizá  que  '57.)­'582. 
1ilnlogos  ('  hisroriadores  le  hayan  dedicado  la  atención  que  merece.  Por  5)  Gimnasios  y  palestms.  ].  Ddorme,  Gymntt.riotl,  París  l t)()(); 
SIIl'rll',  diVt'rsos  trabajos  aparecidos recientemente, que se inscriben  CA.  Forbes,  "Expamled  Uses  of Greek  Gymnasium",  CPh  XL  It)I¡'). 
dI'  la  wrril'llIl'  de  interés  que ha provocado últimamente  la  <1.F<1.W_LVll  32­42;  S.L.  Glass,  "The  Greek  Gymnasium.  Some  Probkms"  en  '[/JI'
tlIlIlIl'rosas  puhlicaciones  sobre  la  posición  de  la  mujer  en  el Archaeology  of the  O~ympics, ed.  por  W.J.  Raschke,  Wisconsin  I ()HH, 
.1111  iguo,  vall  contribuyendo a  algunos problemas, pero al  mismo  155­173;  W.  Zschietzschmann,  Wettkampf utld Uebungsstatten  in  (,'t'Ú'-
I il'IJIDO  I <llllbi{­n.  irremediablemente.  a  chenland, Stadiotl, Palastra, Gymnasion. Eine Uebersicht. 2:  Pt¡/d.llril,
Gymnasion, Stuttgart  1961. 
6)  Kalokagathía.  B.  Bilinski,  Agoni ginnici. Compol'lf!l'IlÍ
ed intelettuali nell'antica agonistica greca, Roma  1979;  J.  J 
1\11\1.1( )(, R AFÍA 
"Kalokagathia",  Charistena. Alois Rzach zum 80. Geburtsta/!, <1"1',1;('-
1930,  99­119;  V.  Olivová,  "Kalokagathia.  The  Greek  Ideal  ni 
I .. t  1,  Ed lIcacÍón  física 
Harmonious  Personality",  Canadian JOI/mal of History o/ Sport XIV 
1)  (>hras generales,  F.A.G.,  Beck,  Greek  Education.  450­350 RC,  1983,  1­15. 
1.!llIdrl's  Il)()4;  C.A.  Forbes,  Greek  Physical  education,  Nueva  Píndaro.  P,A,  Bernardini,  "Essaltazione  e  critica  del  atletismo 
l.ollllrcs  1()2l); W. Jaeger,  Paideia.  Los  ideales de  la cultura  nella  poesia  greca  dal  VII  al  V  secolo  a. C.  Storia  di  un'  ide()lo~a",
('sp.  Mt:jiro  IlJ(}2';  H.I.  Marrou,  Stadion VI  1980,  81­111;  C.M.  Bowra,  "The  Ahtletic  Ideal",  l'1I 
1:  [.(  Pindar,Oxford 1964,  159­191; M.  Fernández  Galiano,  "El semido 
deporte en  Píndaro",  CAP XIII  1971,  121­140; B.  Gemili, 
París  rapporto  poeta,  commitente,  uditorio  nella  lírica  corale  greca",  Stltdl
Esparta,  K.M.  Chrimes,  Andent  Sparta,  Manchester  1949;  A.  XXXIX  1965,  70­78;  K.  Kramer,  Studien zur greichischen Ag(mi.rliJ,
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122  12.~
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Slhrüder, "Frauensport", en Der  Sport  ím  Altertum,  Berlín 1927, conquistador procedente del norte: Macedonia. Los macedonios eran
Ió2-70. considerados por los griegos como "bárbaros", a pesar de su parentesco
étnico y lingüístico con ellos y del proceso de helenización progresiva que
los monarcas y aristócratas macedonios pretendieron introducir en su país
al menos desde comienzos del siglo V, Una historia que nos relata Hení-
doto (5.22) es instructiva al respecto: "Estos  (los reyes macedonios) dicl!n 
ser griegos y yo  sé que es asf..,  pero  además también  los  organizadoreJ dI!  lo.! 
juegos  entre  griegos  de  Olimpía  reconocieron  que  es  así.  Pues  mando 
Alejandro  quiso  competir y bajó a la  arena  con  esa  intención,  quienes  ¡¡,ti" 
a ser .rus  rivaleJ pretendían  excluirlo  de  entre  IOJ  griegos,  afirmando qm'  Itl 
competición  no  era  cosa  de  participantes  hárbaros,  sino  griegos.  Pero  ((Jf!l1I 
Alejandro  demostró  que  era  de  origen  argivo,  se  decidió  que  era  /!,rit,J!.o". 
Este mismo Alejandro, rey de Macedonia entre 498 y 454 Y  llamado
precisamente Filheleno, fue también cantado por Baquílides (fr. 20B) y 
Píndaro (fr,  120-1). Sin embargo, pese al juicio de las autoridades oJ(ll1-
picas, siglo y medio después Demóstenes incitaba a los atenienses y  a los
griegos todos a combatir a Filipo II, el bárbaro macedonio que pretendía
imponer su dominio sobre la Hélade, pero no pudo impedir que, tras su
victoria en Queronea sobre un ejército formado especialmente por
tebanos y atenienses, la hegemonía de la nueva potencia se implantara ¡ Il'
manera definitiva 038 a.c.), Poco después, en 336, Pilipo muere aSl'si
nado y, con apenas 20 años, le sucede su hijo Alejandro, quien, desp1l6
de haber asegurado su supremada sobre (in:lÍa, en .~ Yi cruzó el Ildl's-
ponto y en apenas once arios cambitÍ el Ctlrso de la historia dd Mcditl,-
rráneo Oriental forjando un innwnso ímpl'rio qm' St' l'xtl'llditÍ hasta la

1.'1'1 I.J.IJ
HI( NANI)I)  (,Al(/  lA  IU IMHU)  !.lIS JliH,! IS (I!.IMI')!! IS

IlIdla.  A  ~u I1Il1l'm'  ('11  .~2, vIlIillla  se  Por OIro lado, la cultura heIclI(stita ('S ('sl'llCial\l1t'lltl' Ilwll'opolitana.
destltt'lllhró  y  lada  UIlO  de  los  estados  lJue  se  I.as Walldl'S ciudades, y partinrlarll1elltl' Alcjalldrfa COII el .. MUSl'o"
llIalll'ra,  I!ast¡¡  ljllt'  t'n  d  transcurso  fundado por TolOIIH'O 1, se cOllvienen más que 1I1111UI l'1I lo:-! n'nt ros d(' la
uarlll'rlCl'  SOlllt'lidos  por  Roma.  vida ntltural, impulsando hasta niveles elevadisimos el  desarrollo de las
reinos  helenísticos  cvolucionaron,  ciertamente,  de  ciencias. El arte, a su vez, se ocupa ahora también de la vida de la gt'!HI'
a(llcrdo  con  las  peculiares  características  de  cada  ordillaria, dando cabida tanto tl  obras colosales que halagan la
tillo,  pl'ro  l'S  también  cierto  que  una  fuerza  unificadora  dio  homoge- de los reyes como a escenas que nos muestran pordioseros o
lIeidad a tan vasta extensión: la helenización, la superposición de la chas; la poesía ha perdido el significado "político" de las épocas arcaka y
lllllu ra griega traída por los conquistadores sobre las costumbres de los y se ha hecho más sutil, erudita y  libresca. Finalmente, <:11 el
lIal ivo~; d griego se convirtió entonces en la iingua franca  que permitía el  ejército de ciudadanos es sustituído por el ejército de
la wlIlllllitaci()n a lo largo de todo el mundo helenístico y, pese a la mercenarios profesionales.
IIll'vítahlt, adopción de usos más propiamente orientales (como pudiera El estrecho contacto con otras culturas provocó que con el tiempo
St'!,  la pompa y boato que rodeaba al monarca), las cortes fueron funda- los griegos se hicieran más abiertos y tolerantes ante pueblos extranjeros,
griegas en su organización, cultura y costumbres. pero en primera instancia los condujo también al deseo de preservar
Sin embargo, como no podía ser menos, las conquistas de rasgos característicos de su cultura, mientras los nativos conservaban sus
Alqalldro, al abrir nuevos horizontes a los griegos y ponerlos en contacto propias lenguas y costumbres. No obstante, de manera gradual yemlw-
l'Sll"n híSllllO con los pueblos orientales, provocaron ingentes cambios en zando por las clases altas, la población autóctona dejándose influen-
IIIdllS los ,imbitos de la cultura griega. En primer lugar y como hecho ciar por el helenismo y  sus miembros siendo admitidos en las
lilas destacado, desapareció el mundo de las ciudades-estado, con todo lo puramente y entre ellas en dos que afectan dc
'1\1(' dio significaba para el hombre griego. Las nuevas ciudades, aunque manera concreta al tema de este libro: la escuela y  las competiciolles
gOl;lhall de cierta autonomía, no dejaban parte de estados deportivas,
IIIUt!tO 111.1S amplios, manera que, por una parte, la intervención Una transformación tan radical en la manera de pensar y vivir del
los ciudadanos en la vida política de su ciudad decreció nota- pueblo griego no pudo dejar de influir grandemente sobre el deponl'.
Ill'tlle y, por otra, al quedar desligado el individuo de los lazos que lo Como primera nota de interés que destaca en el deporte de la época hele-
alahan a la póiis  y, en consecuencia, de la senseción de solidaridad y segu- nística debemos señalar que la práctica del atletismo no desapareció con
ridad tlUC proporcionaba la antigua organización social, el nuevo "ciuda- la dudad-estado, sino que, por el contrario, SI'
d,lIto del mundo" (kosmopolítes)  experimentaba una impresión de se fue implantando la cultura griega. Varios motivos
illsl'guridad, de que la vida se hallaba en constante flujo y nada era firme contribuyeron a tal expansión. En primer lugar, como señala ya GarJinef
y stÍlido. La religión tradicional de los griegos, que constituía un factor (AAW 44ss.), tanto Filipo como Alejandro se preocuparon de realzar el
aglurinador fundamental en la antigua pólis,  se sigue manteniendo de valor de todo aquello que pudiera servir de lazo de unión entre los
mancra oficial, pero en la práctica la experiencia religiosa se convierte en griegos y por encima de todo, por supuesto, los grandes festivales nacio-
más individual, al tiempo que se extienden por doquier cultos orien- nales, en los que ambos reyes intervinieron personalmente y cuyos
y aparecen sistemas f.tlosóficos que predican la abstención de la vida santuarios engrandecieron con nuevas construcciones. En segundo
pLiblica y la serena resignación y aceptación del dolor y de la muerte. las conquistas de Alejandro condujeron a los griegos a países extraños, de

I  ~() ni 
FERNANDO  GARCíA  ROMERO  LOS J U E(;OS ol.i M 1'1(( )S

costumbres  completamente  diferentes  a  las  suyas,  y  ello  hizo  que  se  tácula tradicional y, de paso, una manera más de afirmar su .f!;fl'ridad.
cuidaran  enormemente  de  preservar  los  rasgos  más  sobresalientes  de  su  No obstante, es probable que la población nativa asistiera paulalÍlla-
identidad  cultural,  entre  los  cuales  ocupaba  un  lugar  primordial  el  mente en número creciente, atraída por un espect<lculo emo(Íonallte y
deporte.  Gimnasios  y  palestras,  en  efecto,  se  construyeron  a  lo  largo  y  vistoso, que fue centrando cada vez más su interés ell las prm'has <le
ancho  de  todo  el  mundo  helenizado,  desempeñando  una  importante  fuerza, que ejercían ahora mayor atractivo que las carreras o la dislÍplilla
función  social  como  centros  donde se  impartía a  los  jóvenes  la educación  en la que triunfaba el atleta más completo, el  pentarlo. La simpil' cOlllpa-
griega tradicional  y  donde se  desarrollaba una vida social y cultural  "a la  ración de dos inscripciones muestra a las daras este cambio en los .f!;lISIOS.
griega",  pues los gimnasios,  que ocupaban ahora en  las  ciudades helenís- Young (p. 115s$.) estudia con detenimiento una inscripcÍ(ín d('  la
ticas un emplazamiento tan central como el ágora o el  teatro, no incluían primera mitad del siglo IV a.e. que nos detalla el montallte de los
únicamente instalaciones para el entrenamiento físico y los cuidados del premios recibidos por los atletas que vencían en cada una de las disci-
nterpo, sino también lugares para descansar y para pasear y discutir. Pero plinas de los Juegos Panatenaicos (lG  1I.2.2:) 11): el trlunhldor l'1I 1;1
además del papel fundamental que el deporte y los lugares donde se carrera del estadio merecía 100 ánforas de aceite, 60 quienes vl'lIdall ('1\ 
practicaba tuvieron en la preservación de la cultura griega entre los el pentarlo, la lucha y el  boxeo y 80 los pancratiastas. Cuatro si.f!;los Ill¡is
Wiegos, llegaron a convertirse también en un factor decisivo para la tarde, una inscripción de la ciudad minorasiática de Afrodisias (C'Je,'
propagación de los modos de vida griegos en los pueblos extranjeros. 2758; cf. Harris, GAA, 42) hace constar un premio de 1.2,)()  dmal'ios
P'\f{'n: que al principio sólo los ciudadanos griegos eran admitidos en los para los corredores del estadio, 2.000 para luchadores y boxt'¡ulol'('s,
,!!.ílllllas¡os, pero con el paso del tiempo pudieron acceder a ellos también 3.000 para el vencedor en el pancracio, y para los pentatletas ... ')00. Tal
los lIa! ¡vos, y en primer lugar y principalmente los miembros de las clases predominio del atletismo pesado debi6 provocar i.f!;ualrnelltl· ulla lIlodifi-
lIl¡IS ahas, que comenzaron a introducirse de este modo en la educación y cación en el tipo del atleta, como refleja un arte que se Iwrlllil(' ahora la
la ItlallCra de vivir de los griegos. Semejante función divulgadora desem- introducción de rasgos realistas en mucha mayor medida qUl' el al'lt'  d('
igualmente los festivales atléticos que, organizados básicamente épocas anteriores: el  joven de cuerpo armoniosamente desarrollado ('~
sobre d  modelo de Olimpia, se celebraban con entusiasmo por doquiera, sustituído por el hombre de extraordinaria ll1usculalllra y t'lllll'Illl' IlIa'..\
<k-sdl' lralia hasta Capadocia, desde Olbia, en la costa norte del Mar corporal (cf. figuras 67 y 6<.).
Negro, hasta las ciudades de Egipto, e incluso en la India era practicado La gran proliferaci6n de competiciones mayor('s y I\It'lIon's ltlll sus
el atletismo, si hemos de creer el testimonio de Estrabón 15.1.67. correspondientes premios. la admiración (fctil:I1!C de qu(' ('ran  ohj('(n los
También el deporte de competición, como es natural, se vio afec- atletas por parte de UIl pühlim que (;r<!  rmís que  IllIllUI  t'slwuadm dI' sus
tado por tantas y tan grandes transformaciones. Ya se ha dicho que desde hazai'las, los profundos camhios polítíms, s()(ialt's y l'WIHllllilOS <¡lit·
finales del siglo V  puede apreciarse un desplazamiento de la actitud del experimelH<í el  lllulldo gric.f!;() durallll' es(' Iwríot!o, IOdo l'lIo ulIllrihlly() iI 
hombre griego ante el ejercicio físico desde el papel de practicante activo (fear Ull l10tahk auge ('11 la profi:sio¡¡¡t1izalÍ(lll del deporll', ((!lIIO 1'1'( o
hacia el de espectador, de manera que el  deporte se va convirtiendo cada lIocell dt' Illallera U11 ¡í 11 j 111(' qu iefll's Sl' hall otU pado dd  1('11141, ílldl'llt '11
vez más en un entretenimiento para cspenadores. Como señala Olivová dielltl'lllt'lItl' dt' la (pola a la  qU('  ha,!!.'lIl rt'Ill01l1a1' d  ori.f!;('1I del d"plll'Ct'
(p.  1':d),  en época helenística el1 las tierras conquistadas por Alejandro proksiollal, St'.f!;líll eSludia1llos {'JI su IllOlllt'll1O (1.~2, 1),  NI) ddl('
posiblemente d  público era al principio mayoritaria o Glsi exclusivamente P('('( krsl' dl' vista <¡U(' la pl'Oft.'siollalizad(lII ('1 t  !odos los aSpt'1I0S, l'mpl'
Wie.f!;O, dado que las mm pe! idom's tlt'ponivas ('nUI  para ('!los un  espl'r- zalldo por la milicia, ('s ulla atusada (¡U'jIl \l'r{slÍl a tI(,  t'SIl' periodo. St'

1\/  IH 
I'J.!(NANIH'  ';AIU  fA  IU,MI.lU,  I.C'~ I',"~HM

PlIl'llt­ hablar  de  extensión  del  profesionalislT1o  tanto  a  nivel  "social"  Ilito lay') ddillilivallll'lIll' l'll 1I1<lIlOS dl' los 1"01I1allOS Iras la lOllquisla dl'
1OIll0  a  l1ivel  "gl'Ogdfico".  A  nivel  social,  Bilinski  (Agoni  ginnici  94ss.)  Corimo ell 11¡6 a.c., lo que es ulla prueba t'vidt,l1tt, lltol l'xlraordillario
s('nala  lOlllO  rasgo  más  sobresaliente  del  deporte  en  época  helenística  su  "arraigo de los f<:stivaks atléticos ell la il11agillati(HI dd I11Ulldo alti~Io"
"d"lIlotratización",  su  extensión  "hacia  las  clases  más  bajas,  que  en  el  (Gardiner, 1111 W, 46).
p('(It<:siollalismo  buscaban  su  afirmación",  mientras  que  en  el  plano  Es lógico, por otro lado, que el siglo Il  a.e. sea LlllO de los I11iÍS
~,'or¡ílim el  mapa  3  de  Harris  (GAA),  que  señala  la  procedencia  de  los  oscuros del deporte en Grecia, al hallarse ésta hundida po!(til'a y ecolI!')-
Vl'lll('dores  olímpicos  conocidos  entre  296  a.e.  y  369  p.e., es  suficiente- micamente. Sin embargo, en los siglos siguientes asistimos a UlI rC'lIad-
1I11'11Il' sigllificativo: apenas obtienen triunfos las grandes ciudades de la miento de los festivales atléticos en la mitad oriental del Illllx'rio
(;rnia artaica y clásica, Atenas, Corinto, Tebas y Esparta, como tampoco Romano, pese a que el mundo griego había perdido su indepel1dc'lIlia
ilólliallos y siciliotas, dominadores de muchas pruebas durante los siglos política y entre los conquistadores latinos el deporte practicado seglín la
VI-V a.C; en cambio, muchos son los vencedores de las comarcas tradición helénica no tuvo nunca profundo arraigo. Los romanos, C'11
pníxil1las a Olimpia, en particular Élide y Sición, y de muchas ciudades efecto, mostraron en general poco entusiasmo, cuando no franto
dl' Asia y Norte de África, entre las que destaca poderosamente Alejan- desprecio, por el atletismo griego, que, con la excepción de pruebas lT1uy
drla mn una abrumadora cantidad de campeones. concretas como el sangriento boxeo o las tradicionales carreras de carros,
Como es natural, el auge del profesionalismo y su extensión a todas no caló profundamente ni entre las clases bajas ni entre las altas y roll I!',
las lapas sociales y a los más diversos lugares, se atrajo las inevitables siempre con la oposición de quienes se decían representantes de las 11l¡ís
I  rl( itas de los intelectuales de la época, especialmente filósofos, médicos y genuínas tradiciones romanas. No obstante, los gobernantes, apoyados C'II
1Il'~o también, por razones diferentes, los escritores cristianos, e igual- ese sentido práctico tan característico de este pueblo, sí supieron apreliar
11)('1 11 e las censuras de muchos autores modernos que no han visto en ello el significado que el deporte y en particular los grandes festivales tellíall
('1 rl'sultado lógico de una evolución del propio deporte y de las condi- para los ciudadanos de la mitad oriental del Imperio, de manera que los
I  i"lll'S socio-económicas del mundo en que se desarrollaba, sino más bien aprovecharon con fines políticos, ya desde que en 196 a.e. Flamillio
'lila ahsoluta decadencia con respecto a la "época áurea" de los siglos proclamara, durante los Juegos Ístmicos, la libertad de los estados
ólllIlTiores. Buena muestra de ello son las siguientes palabras de un espe- griegos, lo que en la práctica suponía eliminar todo intento de unificaci(111


l ialista tan competente como Popplow (CAF 210): "Los hombres y reconocer de manera implícita la hegemonía de Roma. Posteriormentc',
I  a paces de resistir el entrenamiento violento venían de Tesalia, Arcadia y diversos emperadores apoyaron los Juegos Sagrados como medio dt'
,1( ras comarcas culturalmente atrasadas de Grecia. Muchos eran de baja ganarse la lealtad de los griegos y fomentaron las asociaciones de atletas
IOlldición; eran mozos brutales, incultos, a los que una dura vida había I 
con el propósito de servirse de la popularidad de que éstos gozaban entrc'
i111 pedido todo desarrollo anímico e intelectual". el pueblo.
Los rasgos que hemos apuntado hasta aquí caracterizan de manera La desafección de los romanos hacia el atletismo griego se funda-
~t'lIera al deporte griego a partir de finales del siglo IV a.e., aunque, menta en diversas causas, ya apuntadas en su mayoría por Friedlander ell
lOlllO es de suponer, en el transcurso de los siete siglos que siguen hasta un trabajo clásico y luego recogidas y precisadas por muchos otros
la abolición de los Juegos Olímpicos cada época presenta sus propios autores. En primer lugar, desaprobaban el ocuparse en ejercicios físiros
caracteres diferenciales. Lo importante es, sin embargo, que la afición de que no tuvieran un fin práctico, especialmente con vistas a la guerra. El

t  
los griegos por el deporte no desapareció siquiera cuando el mundo helé- rechazo, en efecto, se dirigía concretamente contra el componente agon(s-

IY¡  13~

I  
l'I',HNANIlII  (;AlU  lA  H(  IMI'.IU  I  1 (I~ .1111'('( 1,'" (JI.IMI'IC (J~

tiUl  dd  deporte,  ya  que  indudablemente  los  romanos  practicaban  de las pruebas hipicas. A su vez, el! algullos fl-stivall-s Wil'/.~os Sl' illtrodu-
diversos  ejercicios  físicos  en  su  entrenamiento  militar  (largas  marchas,  jeron a su vez l'Ombatl's de gladiadores y luchas de fieras, pero parell' 'IUl'
carreras,  lucha,  boxeo,  lanzamiento  de  disco  y  jabalina,  combates  con  110 llegaron a extenderse demasiado y, desde luego, no tlIVil'roll lahida l'll

arlllas  y  manejo  de éstas,  natación y  juegos  de pelota,  equitación,  ete.),  e  los más importantes juegos (cf. Filóstrato, Vida de A/}()llwio I¡. 22, lOll la
igualmente veían con  buenos ojos  la gimnasia que contribuía al  manteni- protesta de Apolonio contra la  implantación de los combates gladiawrios
miento de la salud y los espectáculos que proporcionaban entreteni- en Atenas; Luciano, Anm'aniJ ,)7; Plutarco, Sobre la habilidad dt' /0.1
miento y diversión; muy significativa al respecto es la denominación ludi  animales 1; Pseudo-Juliano, EpÍJtolaJ 198 Bidez-Cumont).
("diversiones") para los juegos romanos frente a los agónes  ("competi- No obstante lo dicho, la popularidad del atletismo griego l'n d
liones") griegos, los primeros a cargo generalmente de esclavos u mundo romano varió según las épocas. Durante la República los l'SI1l.'(-
hOlTlbres contratados para entretener a los espectadores y los segundos a táculos atléticos fueron raros y sólo se hicieron relativamente freCUl'lltl'S
largo de ciudadanos que competían libremente. Es más, para los en época imperial, impulsados por el arraigo que tenían en el oril'll(l'


romanos el atletismo griego no sólo era inútil, sino que incluso podía helenizado y sobre todo por la tutela de diversos emperadores, señalada-
llegar a ser nocivo para la integridad moral de la persona, ya que le atri- mente Augusto, Nerón, Domiciano y los gobernantes filohell'l1os dd
buían una influencia "relajadora" que podía afectar sobre todo a los siglo 11, a quienes movían tanto la propia afición por el atletismo UJllHl d
j(ívenes que se habituasen al "ocio" de los gimnasios, causa fundamental deseo de aprovecharlo con fines políticos. Sin embargo, el movimielllO
l'll su opinión de la decadencia de Grecia (cf. Plutarco, Problemas  de  atlético promovido por los emperadores no dejó de ser en buena medida
lito/(jNete  40).  artificial, con escaso eco entre el pueblo, de manera que los vencedores l'll
Otro rasgo del atletismo griego que repugnaba grandemente a los los juegos importantes continuaron proviniendo en su inmensa mayoria
romanos era la desnudez, que ofendía sus tradiciones morales. Incluso un de Grecia y de Oriente.
admirador de la cultura griega como era Cicerón aprueba una sentencia Tito Livio (39.22.2) afirma que las primeras competiciolles ar((o-
de Ennio según la cual "desnudarse  en  público  es  el comienzo  de  la  corrup- ticas que se vieron en Roma fueron organizadas en 186  a.e. por M. 
cúín" (Tusculanas 4.70; cf. Tácito, Anales 14.20, pasaje al que luego nos Fulvio Nobilior, que celebraba así el haber sometido a los etolios mil  la
volveremos a referir). Tampoco debió de ser ajeno al escaso arraigo del toma de Arnbracia. Fulvio hizo venir de Grecia a los atletas, pero adl.·ll1¡b
deporte griego en Roma el fuerte sentimiento de clase de los latinos, trajo de África fieras que diesen mayor emoción al espectáculo, d cual,
especialmente la nobleza, que le impedía ejercitar sus cuerpos bajo la según parece, se desarrolló con esa pompa y magnificencia que siempre
supervisión de entrenadores profesionales, que en su mayoría serían acompañó a los juegos romanos. Durante la República sólo en contadas
esclavos o libertos. En definitiva, en la mitad occidental del Imperio ocasiones tuvieron oportunidad los romanos de presenciar competiciol1l's
Romano se preferían espectáculos más sangrientos, grandiosos y "emocio- semejantes entre los numerosos espectáculos organizados por quil'lll's
Ilantes" (combates de gladiadores, luchas de fieras, naumaquias, panto- pretendían hacerse con el favor del pueblo. Un siglo después de los
mimas tan realistas que las muertes en escena eran auténticas, ete.), de primeros juegos, para conmemorar su triunfo sobre el rey Mitrídates del
manera que las pruebas atléticas griegas que más éxito tenían era la Ponto, Sila volvió a traer a Roma un gran número de atletas gril'goS
lucha, el pancracio y sobre todo el boxeo (allí mucho más peligroso, al ir (Apiano, Guerra Civil, l.9.9.), y algo parecido hicieron poco después M.
armados los púgiles con el sanguinario caestus, formado por un cuero Emilio Escauro (58 a.e.; cf. Valerio Máximo 2.4.7), Pompeyo (55 a.e.;
lTluy duro con incrustaciones de plomo y hierro), además, por supuesto, cf. Plutarco, Pompeyo 52), e. Escribonio, con motivo de la muerte de su

U6 IU 
FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

padre  a.e; cf.  Natural  36.120)  y  César  (46  cales y literarias fueron fundados por los sucesores de Augusto, Calígula,
a.c.; cf.  Suetonio,  César 39.3).  El escaso interés que mostraba el público,  Claudio y en particular Nerón y Domiciano, quienes continuaron imen-
(Cartas  a familiares  7.1.3)  explica suficientemente  tando aclimatar el deporte griego en Roma. Nerón, inducido sin duda
por su afición hacia lo griego, pero también por el deseo de propio lud-
con  la  llegada  al  poder  de  Augusto  puede  apreciarse  un  miento, instituyó los Neronia  o Juegos Quinquenales, que, sin embargo,
notorio auge del atletismo.  Parece que  el  propio emperador sentía verda- únicamente se celebraron en dos ocasiones, en 60 y 65 p.e (Suetoniu,
afición por él, especialmente por los combates pugilísticos (Suetonio, Nerón  12). De mayor fortuna gozaron los Juegos Capitolinos que
45.2), de manera que, por un lado, bajo su reinado los antiguos ciano hizo celebrar por vez primera en 86, con un
festivales griegos comenzaron a recobrar el esplendor de antaño, llegando incluía las pruebas hípicas del deporte griego e  incluso carreras
a participar en ellos miembros de la familia imperial, como Germánico y muchachas según el modelo de Esparta (Suetonio, Domiciano  v(>asl'
Tiberio (por supuesto, en las pruebas hípicas en calidad de propietarios nuestro capítulo 1.3.3). La protección que estos emperadores dispen-
los caballos; cf. Friedhinder 248), y, por otra parte, por primera vez saban a los atletas (Plutarco, Galba  16.2) y su intento de difundir d
juegos atléticos a la manera griega se  celebraban en Roma con cierta deporte griego en Roma tropezó de nuevo con la de los defen-
frecuencia y  de manera regular, no esporádica como en los dos siglos sores de las más venerables tradiciones romanas, que volvieron a repl'dr
anteriores. Para conmemorar su decisiva victoria en Accio sobre las tropas entonces los argumentos ya aducidos dutante los siglos anteriores, desdl'
de Marco Antonio el 2 de Septiembre de 31 a.c., Augusto instituye en Ennio. Un largo pasaje de Tácito (Anales  16.20) constituye la Illl'jnr
la recién fundada ciudad de Nicópolis y a semejanza da las Olimpíadas el consulado de  Nerón  ­por cuarta  vez­ y de  Clln'lllli"  C'o,t11 
los Juegos Actianos, que debían celebrarse cada cuatro años; fue tanto el en  Roma  los  Juegos  Quinquenales,  a  la  manera  Jt'  Id.l 
iml'rés que Octavio puso en ellos que los incorporó como quinto griegas,  con  opiniones  diversas,  según  ocurre  casi  JÍ/lm/m' (1111 
miembro a los cuatro tradicionales Juegos Sagrados e incluso trató de todas  las  cosas  nuevas.  De  hecho,  habia quienes  dedan  que  también  (,'m(l
fijar un nuevo sistema de computar el tiempo a base de "accíadas" Pompeyo  fue  censurado  por  los  senadores  porque  comtruylÍ  Ima  Jet/e  ('J"IMI' 
Flavio Josefo, Guerra Judaica  1.398). Como muestra de su interés por para  el  teatro;  pues  antes  se  solian  hacer  los  juegos  en  tribundJ  i 111/11'/11'/ 
los profesionales del deporte (interés al que no eran ajenos los sadas () en  una  escena  comtmida para  la  oca.rúín,  o bien,  Ji Je re 111 11111 1I  111/1/ 
políticos), Augusto promovió los sindicatos de atletas y amplió los a épocaJ  anteriores,  el público  nmtemplaba  IOJ  eJ/JecláculllJ  de  pie, tlO  /ilml 
legios de sus miembros (Suetonio, Augusto  45). Pero de que no sólo se (lile,  aposentándose  en  el teatro,  pasara  todoJ  10J  días  .fin htlcer titula ...  PI//"
preocupó del deporte de competición es prueba evidente el fomento de 11I  demtÍJ,  las (II.flltmbres  jJatriaJ,  poco  a  /lIIm Ju/trimidaJ,  (Ilm/llr/lm  J/lI)/lt'l' 
las asociaciones de iuvenes,  reclutados de entre las más influyentes lidtlJ  de  raíz  por  eJe  deJen/reno  importado,  de  modo  q/le  .re I't'r/II  /'tI  Id 
lias romanas y  que debían recibir, a semejanza de los efebos griegos, una állllad  todo  lo  (1m  en  ,,1!!.llfIa  /I({rle  /illede  Jer  torrolll/lido  o (OY/'IIIII/IO',  y
adecuada formación para desenvolverse con éxito en la vida civil y militar tli'~fe(r/ ItI  jlll'/'flllld /lOr  1f/(!(ltlJ  e:x:1r,lII;er,¡.r, dedi(líflc!IIJe 1I  111  ~il",.t
y contribuir así al progreso del Estado. Pese a su carácter exclusivista, es Id  ocio  Ji 1I  IOJ  /lIt/Oft'.!  Nr!!.IIf/ZOJOJ,  lodo  ello  jilllleflll/{Io  /)(Jr  el  /1r/lltÍ/it'  V 1'1 
probablemente, como señala ya Gardiner, "el  único intento organizado .1 t'f",do , (I"ie"e.l'  1/11  .fOll""e"'t'  IMM.m dtldo  /ícmcill  11  Iw 

en Italia de hacer dd entremunienw ffsim parte de la educad6n", aunque hll(/lIf/ /i"'r'l.Il /lt/fd  ¡II/e  IOJ /iril/á/M"'.!'  rlllI/(IfIOJ, /'111/ /I//mr/e.\'/o dt' 

su Hnalidad fuera y f!oelt/IIJ,  JI' t!eJ/IIIf/rlmlt/ (jfl  eJa"d.  ,:Qm'  II"ed,i/1/1  :VII  Ji'm  "lit' Jt'.I'IJIIJ"f,1fI 
Nuevos juep;os tJlI(' 1ll1lSI- /tl/I/lijé"  .111.1 (lUlf/m.!,  (file  .1/' /JllJÍefdfl  X.I'''"/I'J  dt'  ¡JIIXt'O  Ji .re t';efl'Íl.mm  ,ti

I ~H
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FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPIU lS

I"les  luchas  en  lugar  de  en  la  milicia  y  en  las  armas?",  Pese  a  estos  Constantino el Grande y en 393 un edicto de Teodosio 1 ordenó la dau-
(t'mores,  casi  apocalípticos,  de  los  romanos  más  conservadores,  el  histo- sura de todos los cultos y centros paganos; la estatua crisodefamina de
riador indica que "el espectáculo  pasó  sin  ningún  deshonor  realmente  Zeus es trasladada a Constantinopla, el llamado "taller de Fidias", lJIIO
flotable",  si bien es verdad que" ni siquiera se  encendió un mediano interés  de los más importantes edificios del santuario olímpico, se convierte ell
NI  la  plebe"  durante los certámenes, iglesia cristiana y en la centuria siguiente el templo de Zeus es vínima de
Tales censuras se dejaron oir igualmente durante el reinado de un incendio. Nuevos movimientos de tierra e invasiones, así como los
l)oll1idano y, ya en el siglo II,  cuando Adriano y sus sucesores gober- aluviones aportados por los dos ríos que confluyen en Olimpia fueron
liaron el  imperio, época en la que el atletismo griego conoció probable- ocultando poco a poco el más prestigioso centro religioso y deportivo de
1Ilt'1\[(; su mayor apogeo desde la época clásica (aunque algunos aurores la antigüedad griega, hasta que fue recuperado para nosotros hace poco
expresan sus reservas ante lo que llaman "engañoso florecimiento"; cf. más de un siglo por las excavaciones de Curtius. No deja de ser significa-
HIIdolph, FttndF  XL 1966),  Los Antoninos no sólo protegieron, como tivo de la extensión que alcanzó el atletismo como rasgo cultural recibido
hahían hecho emperadores anteriores, las asociaciones atléticas (cf. por todo el país helenizado el hecho de que el último vencedor olímpico
1,1J.2.1) y fundaron nuevas competiciones (en particular en honor de conocido sea un príncipe armenio, Varazdates, que triunfó en el  pugilaro
A111 11100 en varias ciudades), sino que dotaron de renovado impulso a los de la 291  Olimpíada, en el año 385.
vellerables Juegos Sagrados de Grecia, que vieron cómo los lugares en los
(111(' se desarrollaban eran reconstruídos, especialmente bajo el mecenazgo

(le  llerodes Ático, favorito de Adriano, quien remozó e hizo más 1.4.1. La educación física
ulIllodos los estadios de Atenas y Olimpia. Sin embargo, en la parte del Ya se ha señalado que, al entrar en estrecho contacto con otras civi-
Illllxorio más influída por la cultura específicamente romana, el deporte lizaciones, los griegos pretendieron preservar, para ellos y sus descen-
griego Ilunca terminó de calar hondo: cuando Adriano estableció en dientes, los rasgos distintivos de su identidad cultural, y para dIo
I{otlla la S'chola  Romana  o Athenaeum,  que debía impartir elevada educa- llevaron consigo allí donde se establecieron su sistema educativo tradi-
l jI ¡II  a los jóvenes latinos, el  sistema de enseñanza se calcó sobre el cional, en el  que la educación física ocupaba un lugar sumamente desta-
IlIodelo griego, pero con una diferencia básica, la ausencia de la educa- cado, de manera que la práctica de los deportes continuó siendo, como ('11
l  jI ¡II  física. las épocas arcaica y clásica, una característica definitoria del modo de vida
Pom sabemos sobre el deporte griego a partir del siglo III p.c., no griego frente a los "bárbaros"; así, uno de los síntomas más evidemes dt'
1Iltltl!O después de que Pausanias visitara el  santuario de Olimpia y nos la helenización de la población nativa, especialmente de las clases altas.
rranslllit iera inapreciables informaciones sobre él y los juegos que allí fue su admisión en las instituciones educativas y deportivas griegas, No
l('nÚl1l lugar. No podemos saber siquiera si el más importante festival obstante, debe advertirse también la acentuación de un proceso iniciado
pallhdéniw continuó celebnlntlose con regularidad después que los ya de manera dara en la segunda mitad del siglo V a.e.: el papel de la
hérulos at¡[('arall el santuario a finales del siglo III y un terremoto afectara formación física en la educación de niños y jóvenes va decreciemlo ell 
al hl~ar haria l'I  ario ,~O ni es posible fijar una fecha definitiva para el  importancia, con diferencias de magnitud y cronología según los lugan's.
filial dt' los jl'~os. No obsrante, a filak~s dd siglo IV, bajo d reinado de en tanto que cada vez se concede mayor preponderancia a la formación
los ('fl1lwrador('S nislÍallos fueroll cay{'ndo los líltimus y Imis  si~lfrav() espedficHmeme intelectual, en la que predominan ahora los aspectos
redutros dd pa~lis. 1\1  or¡\llllu d(' DdfÍls flW lk'smalltelado por retóricos y litl'rarios ('11 detrimento de la fOrtlHKi(¡n artísrÍra y ll1usical.

1·111 1·11
FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS JUEGOS otÍMPICOS

Otro  rasgo  notable  que  conviene  destacar  en  el  sistema  educativo  efebía no eran los 18 años de Atenas. Dejando a un lado el caso especial
helenístico  es  su  carácter  público.  Mientras  que  en  los  siglos  anteriores  de Esparta, donde la formación militar comprendía todos los años de la
tínicamente  en  lugares  muy  concretos  como  Esparta  o  Creta  (o  en  el  educación de niños y jóvenes, hay suficientes testimonios para asegurar
IlllÍpico  estado  ideado  por  Platón)  la  educación  de  niños  y  jóvenes  era  que en Egipto la instrucción efébica se iniciaba a los 14 años, y Nilsso!1
(lbJeto  de  una  reglamentación  oficial  y  nada  se  dejaba  a  la  iniciativa  (p.35ss.) ha defendido la posibilidad de que algo semejante ocurriera en
privada,  en  la  escuela  helenística  la  educación  pública  estaba  a cargo  de  otros lugares y la efebía comenzara a los 14 ó 15 años y finalizara a los
la  administración  municipal de  cada ciudad  (lo  que explica  la  diversidad  18, edad a la que los griegos comenzaban a disfrutar de sus derechos de
dI'  objetivos y planificación de acuerdo con los lugares),  especialmente en  ciudadanía completos.
el  (aso  de  la  efebía,  la institución  educativa quizá más  destacada y nove- Por supuesto, completar las tres etapas del sistema educativo
dosa de la época helenística con relación a las centurias precedentes y que expuesto solamente estaba al alcance de unos pocos privilegiados, en
,'IIWlltramOS extendida dondequiera que arraigó la cultura griega. tanto que los menos favorecidos se veían obligados a buscar pronto un
trabajo con el que colaborar al sustento de su familia. Si tenemos en
cuenta que la efebía sólo debió de ser obligatoria durante unos pocos
J. ­1,  1. J, La  escuela  años después de su definitiva implantación, como luego veremos, y 'lUl'
I.a exacta determinación de las distintas etapas que comprendía la de la instrucción básica debían ocuparse las familias (cf. Moretti, p. 1'57
!ol'ltlati()fl del niño no puede fijarse con absoluta seguridad y debemos ss.), resulta que era muy reducida la parte de la educación que corría a
wlllar siempre con variaciones según las épocas y regiones (cf. 1.3.1.2), cargo del estado.
Nucstras informaciones más numerosas y precisas se refieren a Atenas. Es posible que, si bien con carácter excepcional, los esclavos reci-
Ilasw los siete años, el niño permanecía con su família, al cuidado de las bieran algún tipo de instrucción intelectual e incluso física (véase d
IlI11j('l"('S. A esa edad comenzaba su instrucción elemental, que se prolon- artículo de Forbes citado en bibliografía, así como Marrou, p. 373--1, n.
gaha hasta los 13 ó 14 años, cuando, según Marrou (p. 157-8), los 1, y Moretti, p. 162), Y  también las niñas podían tener acceso a una
JI Il 1, hachos empezaban a recibir una especie de educación secundaria, cierta formación en lo tocante al espíritu y quizá asímismo en el  plano
propugnada ya por Platón, Isócrates y Aristóteles (cf. Política  1339a5; deportivo, aunque Nilsson, contra Marrou, niega este último extrelllo
véase 1.).1.5), destinada a "asegurar a los jóvenes una sólida cultura ante la parquedad de los datos (cf. Marrou 158 y 178-9); pese a dio, la
1!.('!It'ral que les permitiera más tarde seguir con provecho una enseñanza educación de la mujer debía de seguir estando bastante descuidada,
slIlwrior", que se impartía en la efebía, especialmente a medida que los habida cuenta de su estimación social y de su pronto matrimonio, a los
aSIW( lOS intelectuales fueron prevaleciendo sobre la educación física 13 ó 14 años, que le impedía todo acceso a una educación elevada.
(véas(', sobre las diferentes etapas, el diálogo pseudo-platónico Axíoco  En la efebía el  entrenamiento físico m:upaba buena parte de la ani-
~()I-;ú7a. Finalmente, en las más importantes ciudades, como Alejan- vidad de los muchachos, y debemos suponer que lo mismo ocurría ('fl  las
<lrfa, Pérgamo {) Atenas, se fundaron instituciones del tipo del Museo  a dos etapas anteriores de la educación. La existencia de gimnasios ('SI1l'-
las que arlldían destacados estudiosos a trabajar y perfeccionar su forma- ciales para niños, separados de aquellos en que se ejercitaban los di:hos,
ritÍn t~1 muy diversos campos concretos hajo la tutela de reconocidos los gimnasiamts t¡lIe en algunas ciudades Sl' ocupaban de lit fÍlrmacilíll
mat'stros. física de los m¡[s pl't I1I('(\ os, y, en fin, las fn'(l\('lues u lIJ1petidones dqmr-
Sa!wlJlos, 110  ohslantt', qUt'  t'n otros lu¡.(art's la (,dad d(· inWl'so en la tivas l'ntrc las l'sclIdas (por !lO hahlar <1(, los ninos V('flCCdorl'S t'l\  los ft'sti-

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Hit N t\ N I )(  ,  (; t\ It (  I t\  1((  1M 1'1( ()  IH~ IIII( ,1I~ (lI.1MI'U  (1"

atlt:tims),  wnfirlllan  con  toda  seguridad  este  punto:  indudable- la dc:bía. tolllt'lIzaroll pronto a 11 lOdiflulrsl' siguit'lHlo la l'stda de los
mellte, ell la escuela hdenísri<:a se concedía bastante más atención que en políticos y ('WIH;llliws qm' iba su frit'lldo la smkdad, S('rvit io
la lIuestra a la prel"Jaraci6n deportiva de los jóvenes (para más detalles, obligatorio ell la segunda 111 itad del siglo IV, a su t{-rm illo St'
v(asl' lo dicho en 1.3.2.1, a donde también remitimos para todo lo rela- opcional; reservada en principio a los ciudadanos, se abrió posteriorlllt'llt(·
I ivo a los lugares de instrucción, maestros encargados de impartirla, tipos a los extranjeros, e incluso su cad<.:ter militar fue paulatinalllt'IlI('
(It,  ('jercicios practicados de acuerdo con la edad y métodos empleados perdiéndose en favor de la educación intelectual, de manera que la efeht'a
para su aprendizaje, ya que en todos estos aspectos no parece haber gran acabó por convertirse en época romana en una especie de escuda n'ser-
con respecto a épocas anteriores). vada para los hijos de las clases altas, que Pleket compara, y no sin razón,
con los elitistas "colleges" anglo-americanos ("Zur Soziologie ... " 7'-;).
La fecha de origen de la efebía es un problema muy discutido
J.4. J.2. La efebía 
(pormenorizada documentación en Forbes 109ss., Pélékidis 7ss., Rein-
La efebía es probablemente la institución educativa más famosa de muth 123ss.). Algunos autores del último cuarto del siglo XIX
la Antigüedad. Como de costumbre, nuestras fuentes son especialmente (Dumont, Guiraud) defendieron la posibilidad de que existiera ya en d
numerosas en lo que afecta a la efebía ateniense, que probablemente siglo V a.c., pero en nuestro siglo la teoría que más adeptos ha ganado
el  modelo en el  que se basaron las demás ciudades para establecer una ha sido la propugnada por Wilamowitz en su libro de 1893, Arislólekr'y
institución que se extendió por todas las regiones donde arraigó el Atenas, donde defiende que su implantación debe fijarse hacia d aOo
nismo, Se ha pensado que la efebía pudo ser el resultado de la adapta- 335, y ello por varios motivos: 1)  Ni Isócrates, ni Platón ni Jenofont(· lIi
ción parcial de la educación ciudadana y militar de Esparta a las otros autores contemporáneos que se ocuparon por el tema de la educa-
Ilecesidades de un régimen tan diferente como era el  ateniense, aunque ción hacen mención de ella. 2) Se implantó iJna enseñanza militar obli-
sus orígenes han suscitado notable polémica. gatoria para los jóvenes con el  deseo de intentar detener el declive d(·
En efecto, el  objetivo fundamental de la efebía, al menos en el siglo Atenas, tras la cruel lección que supuso la derrota de Queronea CBH). 
IV a.c., era dotar a los jóvenes de una adecuada preparación militar y al donde las tropas de Filipo exhibieron una superioridad aplastante ..) Se
tiempo inculcarles el  sentimiento del importante papel que debían decidió, pues, que el estado sufragara la educación militar y gimmistita
desempeñar en adelante para el bienestar de su ciudad, de acuerdo con los jóvenes, para lo cual fue creada la efebía como consecuencia de la
una idea que constituyó uno los pilares básicos sobre los que se asentó propuesta de un tal Epícrates, a quien únicamente conocemos por un
la grandeza la Grecia clásica: un buen soldado debe ser ante todo un fragmento del orador Licurgo conservado por Harpocración (s.v. "Epí-
buen ciudadano. Una inscripción ateniense (lG II 1.2.1106, 52ss.) es la krates"), en el que se nos dice que a Epícrates le fue erigida una estatua
mejor muestra de ese doble objetivo: "El pueblo,  ocupándose  con  mayor  de bronce causa de su ley relativa a los efebos". 4) Se han conservado
celo  del  entrenamiento  y  disciplina  de  los  efebos  y  queriendo  que  qtúenes  inscripciones referentes a la efebía a partir de 335 a.c. 5) Durante el
dejan  la juventud y  entran  en  la madurez lleguen  a ser valiosos sucesores de  V la educación de los hijos se dejaba casi totalmente en manos dc
JUS  padres en  los  deberes  cívicos,  establece  por ley  que deban  conocer el país,  los padres, lo que no parece avenirse muy bien con la existencia en
las fortalezas y  las fronteras  del Ática,  y deben  realizar con  annas  IOJ  ejer- tan temprana de una institución obligatoria financiada por el estado.
cicios militares". Muchos son los que han aceptado las opiniones del gran Wilamo-
obstante, tales propósitos, y con ellos la función y el  significado witz y entre ellos muy notables conocedores de la educación griega, como

144 145
PliRNANDO  GARCiA  ROMERO  u,~ )lll( ,( ,:­,  (¡U MI'l(  (I~

Forbes,  Nilsson  O  el  propio  Marrou,  aunque  el  erudito  francés  reconoce  como la Illoral política pla'<Ínila). La s('J.!;ullda rdi)rllla fllIHlallll'llI¡d no
la  necesidad de ser algo más cautos en las afirmaciones:  "cualesquiera que  se refiere tanto a la or,Liallizarión misma de la l'!(.'hía (()1I10  al l'sp(ritill de
st'an  sus  orígenes,  probablemente  lejanos ...  atestiguada  a  grandes  rasgos  rl'nitud moral y dt, servicio a la colllunidad qm' se prt'tt'lldía illslll1ar l'lI
desde  alrededor de  372 [Esquines,  Falsa  embajada  167],  esta institución  los j6velles, Así, (Onduye Reillll1l1th, ulla illstitud6n t'xdusivallll'II'l'
IHl  parece  baber recibido  su forma definitiva basta una fecha  muy tardía:  militar, en la que los efebos servían sülo durante t'iertos per(odos dd ano,
ulla  hipótesis  seductora ­pero,  es  preciso  reconocerlo,  ningún  testimonio  pasa a convertirse en lIna  organizal"Íón l'n  la qUl'  los jóvellcs f(xihell
la  apoya  explícitamente­ colocaría esta (re)­organización inmediatamente  durante dos años enteros una instrucción tanto militar C01ll0  cívica l' 
dl'SPUl­S  de la  batalla  de Queronea ...  en  virtud  de  una ley  atribuída a  un  induso intelectual; esto explicaría el herho de qlll' no fuera lIlellciollada
lal  Epícrares"  (p.  161).  El  propio  peso  de  la  opinión  de  Wilamowitz,  por Is6crates, Platón, ]enofollte y otros autores antiguos en sus discu-
N i1SS()1l  o  Marrou  ha  contribuído  en  buena  medida  a  la  aceptación  de  siones sobre la educación, dado que su carácter era exdusivalllellll'
('sta  tesis,  pero descubrimientos posteriores y nuevas reconsideraciones del  militar. lo que esclarecería también el hecbo de que, de existir ya ell el 
I'rohll'llla  ha  supuesto  que  algunos  autores  hayan  vuelto  más  o  menos  a  siglo V, fuera la única etapa dd sistema educativo ateniense de la qU('  Sl'
las  sugerencias  de  Dumont y  Giraud.  Los  trabajos  de  Pélékidis  y  Rein- hada cargo el estado y no se dejaba al arbitrio de los ciudadanos p.trt ¡ell-
Illlllh son importantes en este sentido. Ya Pélékidis rechaza la hipótesis lares,
.1(' Wilalllowirz y concluye que "la efebía remonta al menos a la primera Con mIes modificaciones sustanciales, la efebía cobró extraordinario
Illilad dd V a.c.", y Reinmuth, a su vez, responde una por una a las auge y es ése probablemente el motivo por el que nos es conocida sohn'
"hIn i()(ll'S dd sabio alemán contra una fecha temprana de su institución, rodo a partir de 334 a.c., gracias a un elevado número de insnipriolws y
1',\1"1 il'lldo de una inscripción hallada en los años 60 y datable ca,  361, en
a la pormenorizada descripción de Aristóteles, que nos muestra el  estado
l., '1"t' p()drían haber sido mencionados los efebos (pero la validez de este de la institución bacia el afio  325 (Constitución  de  los  el/enien.!""J  ­12): 
('~Iliu es muy dudosa; cf. Mitchell, ZPE  XIX 1975, 233-243). .. Pctrlicipan  en  el/l.obierrJ()  IOJ  nacidoJ  de  padre  y madre  ciudad""oJ  y  .11m
lill primer lugar, la "ley relativa a los efebos" por la que Epícrates i IIJcr1tOJ  (Olfll)  miemlmiJ  de  1m demo  a  IOJ  1H añlJJ  de  edad ...  Un"  /'ez  (/"1'
l1U'I'l'I  j() que le fuera dedicada una estatua de bronce no supone necesa- /o.!  ejid)(JJ  hetrt  /¡aJado  el  examen,  Je  relÍnen  JIU  padre.r  por  tri/m.!  y,  d('.I/J1Il.,
riallll'llll' que fuera él el  responsable de la creación de la efebía, ya que la de  haberjllrtldo,  eJClJ/l.etl  a  treJ  miembroJ  de  la tribu  de  máJ dt,  40 ,"'liJ,  10.1 
IraSl' puede entenderse igualmente en el sentido de que mediante su !flll!  nmJideren  que  JllrJ  IOJ  mejores  y  máJ  adecuadoJ  para  widcJrJl' dI'  101 
prnpU('sta se introdujeron importantes modificaciones en una institución Y  ele  entre  elloJ  el pueblo  eli/!,e  mediante  votación  a  mano  tI!z,ultl  " 
ya ('xisll'Ilte, motivadas en última instancia por la derrota de Queronea e mJIi  ele  cada  tribu  como  'moderador'  f.rophoroni.rtés/,  y  de  1'11/1'1' 111.1
IIlsertas t'1I el  ;ímbito más amplio del programa de reformas de Licurgo. tI/ntief/JeJ  mi '/l.obernador'  I kOJmeté.rj  para  todos.  De.rpuéJ  de  re/fflir b/OJ  ti
Tall's lIlodificaciones consistieron principalmente, en opinión de Rein- !OJ tji'DOJ,  01 primer 11I/!,elr  re((Jrren  IOJ  Jantuario.r,  y  lue/!,o  marche'"  (ti PI/'I'O
11111,11, t'n aumentar la eficacia de un servicio militar obligatorio ya esta- y  .rir/'efl  de  f!.lwrnicitírl,  /tr1()J  en  Muniquia  y  otros  en  Acte,  Y  Je' leJ  ('O/ti 
hIn ido desde mucho tiempo antes haciendo que los dos años de /,I/IIDié"  el  "'emo  (tiza da  dliJ  pedotribaJ  y  mae,rtros  que  leJ  enJerletl  ti IIIiAI/'
prl'st.ll ilÍn fueran de dedicaci6n continua y los jóvenes comieran y (l1/JiO  hoplitc/J,  di.ljlclrar  el c¡rco,  lanzar la jabalina y  di"parar 1"  Cdl(//llIlttl, 
dUflllil'rall junIOS, de manera que naciera entre ellos el sentimiento de }' kr dan  ,1 lo.!"  'moderelC/oreJ'  como  /¡enJión  una  dracma  a  cada  I/tlll, NI
solidaridad y cooperal"Íón 1l1títua, a semejanza del sistema espartano (en Idllto  ,/1/1' 11  10.1"  liCDo.\"  (l(dlro  óbolOJ  a cada  Itno,  que  recibe  cada  'rt/odert.lJor' 
d pro,Lirallla de LicurJ.!;o influyeron lIotahll'lnCllte tallto d ideal espartano /}()r  lo.r  d"  JII  pro/li'l  tri/m  /Jarel  mm/war lo  necesario  para  lodo.!'  en  (oflllíll
1,1(. I ¡j 7 
HRNANI)() (;AI(I/\ RUMI'.I\()  111., IlIH ¡(I" ul.! MI'I!  (I~

(omnl jllnto.\' re/Je/rtidoJ  por tribuJ),  y  se  ocupa  de  todo  lo  demás.  Así  cip,t1 rl'alizar patrllllas y  guardias el! los IHI('SlOS frollterizos, 1'111'
l'ra
{hl.l""  el primer año,  Y  al siguiente  tiene lugar en  el  teatro  una reunión  en  SUpUl'StD, el! la Illuy ocupada vida de los di.. bos la f'orlllacit')1! hsil a
¡"  l/lit'  helcen  unaJ'  maniobras  de  demostración  ante  el pueblo  y  después  de  desempL'fiaha un papel primordial. Muy probabll'llll'llte los e;nt it ios
/'ni/;it· tle  lel  ciudad un escudo y  una lanza recorren  el país y permanecen  en  atléticos que realizaban ('f<U1  los mismos que habían vellido pran ¡tiludo
Idl {lldztlJ ¡itertes . ..  Cuando pasan  dos  años,  ya son  como  los  demás  ciuda- en las etapas anteriores del sistema educativo, pero ahora se ks L'xi~úl
d.lllf11" , mayor intensidad y celo, y adem,ls se añadían a ellos los ('jenieios mUl-
As(  pues,  en  época  de  Aristóteles  la  efebía  tenía  una  duración  minados en concreto a la instrucci6n milit'lr.
dos  anos  y  en  ella  ingresaban  a  los  18  todos  los  hijos  de  padre  y madre  La organización efébica descrita por AristÓteles comenz6 muy
;(H'llieIlS('S,  Dada  la  importancia  que  se  otorgaba  a  la  formación  de  los  pronto a sufrir profundas transformaciones. Las dificultades l'COIHílllicas
ItÍWlll'S  durante  esta  etapa,  el  pueblo  elegía,  teóricamente  de  entre  los  impidieron que Atenas pudiera soportar por mucho tiempo los Walldl's
Illl'jores  ciudadanos,  a  los  oficiales  encargados  de  la  buena  marcha  de  la  gastos a que debía hacer frente para sufragar la manutención de todos sus
institución.  En  primer  lugar,  el  kosmetéJ ("gobernador"  o  "garante  del  jóvenes durante dos años, y, sobre todo, con la pérdida en la pninira dt'
),  responsable  general  de  toda  la  organización,  y  a  su  servicio] O  la independencia bajo la ocupación macedónica la función para la qlll'
,wfilmmÍJlaí, cada  uno  de  los  cuales  debía  cuidarse  del  recto  comporta- efebía había sido creada dejó de tener razón de ser: "no desapareció, pero,
fIlimto de los efebos de su tribu, de su manutención y en general de la por una evolución paradójica, esta institución concebida para ser pucsta
slIp('rvisi(ín de toda su formación (con razón afirma el autor del diálogo al servicio del ejército y de la democracia, se transforma en esta Ale1Hls
pseudo-platónico Axíoco que "toda la duración de la adolescencia se nueva en la que triunfa la aristocracia en un padfico colegio en d qU('
d('silrmlla bajo la dependencia de los 'moderadores'''). Por último, en lo una minoría de jóvenes ricos se inician en los refinamientos de la
(111(' rcsp('rta concretamente a los maestros encargados de la instrucción elegante" (Marrou 163-4).
lIIililar y gimnástica, el carácter predominantemente militar la efebía Esta evolución puede seguirse bastante bien con la informacióll \111('
S(' hall' evidente con sólo advertir la preponderancia de los instrucrores nos proporcionan las inscripciones. Los antes mencionados probklllas
lIlililarL's sobre los maestros de educación física general, los dos pedo- financieros obligaron muy pronto (probablemente a finales del IV y mil
u'ibas, que, además, apenas aparecen en esta época en decretos honorí- seguridad en la primera mitad del III a.e.) a reducir a un año la pcrma-
lltos y, cuando lo hacen, ocupan el último lugar de la lista de oficiales necia en la efebía y, lo que es más importante para su desarrollo POSC('-
(d.  Rcinmuth 132). rior, a renunciar a su carácter obligatorio. Así, mientras que entre y)/¡ y
Según Aristóteles, el primer acto oficial de los efebos era de carácter 326 se enrolaban anualmente de 500 a 600 jóvenes, en 24/:~ 10
rdi}o\ioso: recorrer los templos y mostrar así su respeto a los dioses; poste- hicieron solamente 23 (lG 1I.2681), Posteriormente el número de debos
riorml'ntL', en el curso su servicio efébico, participaban en una larga inscritos aumentaría de nuevo, pero ello se debió a la admisión de extran-
s('ríe dL' festivales y procesiones sacras, sacrificios y otras ceremonias reli- jeros, síntoma claro de que la institución iba despojándose paulatina-
}o\iOSilS, Durante el primer año los jóvenes recibían instrucción física y mente de su carácter militar y transformándose en una instirudóll
lIlililar (:'J1 d Pireo; a su término, se les pasaba revista, recibían sus armas educativa en la que la formación física seguía teniendo un destm'at!o
y l('IIja lugar el célebre juramento efébico, cuyo texto nos ha sido trans- papel. Efectivamente, con la pérdida de la independencia y especialmelHt'
ido l'(m diversas variantes (cL Pólux 8.105; Estrabón 43.48; véase tras la conquista romana en el siglo II a.c., no tenía sentido que los
¡:orbes t4t),  Marrou 162-3). Durante el segundo año su función prin- jóvenes atenienses se preparasen para la guerra, ya que una guerra ofi:n-

I '1H  I t1()
FERNANDO eARclA I{()MEHO  I.l'~ IH.(~ I.1M'~

siva  era impensable y la defensa  corría  por cuenta de  Roma.  De ahí que  lugar de hOllor que la j()fln'Kí¡')1l f(sira OlUP¡) siullpt"l' l'1l la dehla, dl'sd,'
la  cambiara  de  orientación  y  se  introdujeran  estudios  filósóficos  y  su cn:aóóll hasta qut' dejalllos dt' tmcr datos sohre dla ell l'I  si¡.do IV
literarios,  que  terminaron por  arraigar fuertemente  y ocupar buena parte  p.e., a pesar de su trallst<ltIllaci6n ('ti UIJ  n'lItro dt' t'IISl't)aIlZ<I di! iSla Y
tiempo  y la  atención  de  los  efebos,  lo  que  contribuyó  además  a  que  la incorporación de disciplinas intl'lectuall's t'll el  programa t'ducal
presentaran  su  solicitud  de  admisión  gran  número  extranjeros  proce- Sobre el modelo ateniense, la l'rebla se ex(cndió nipidallll'IHt' a lo
dentes de todas partes del Imperio. Por lo que respecta al nivel de la largo y ancho de todo el mundo griego, desde Marsella hasta las tÍudades
enseñanza intelectual, Marrou se muestra bastante escéptico sobre su del Mar Negro y Sur de Rusia, a la propia Grecia e islas 1lt'I  Egt'() , Asia
altura y considera que lo importante no era lo que se aprendía, sino las Menor, Sur de Italia y Sicilía, Siria y  Egipto. llevando wnsigo UIl SiSll'llJa
relaciones que se establecían entre los jóvenes, pues "se prestaba mayor de educación física organizada, característico de la ellsd'lanza grit'ga, I)t'
atención a la buena apariencia, a las paradas y festivales; la se esta manera, como se ha señalado a menudo, la debía fue para
había convertido en una escuela de políticos y ciudadanos más que de griegos residentes en países extranjeros un instrumellto de UUlsefvmilÍ1l
guerreros" (Forbes 170). de los más sobresalientes de su cultura pero, por otra, (olltribuyli a
Todas estas transformaciones, que a la postre trajeron consigo una la helenización de la población nativa, sohre todo a mt:dida qm' llit'
mayor complejidad en la organización (en época imperial se pueden adquiriendo carácter aristocr:itico y elitista (re(Llt'rdcse la pnHeSla tll'
contar hasta 25 funcionarios, en actividades docentes o administrativas) Macabeos  ll,  contra el  intento de jaslÍn de introducir las lIlS!lJIIl-
afectaron naturalmente al cuerpo oficiales y maestros que tenían a su bres griegas en Jerusalén, para lo pidió permiso al rey para
cargo la educación y el adiestramiento de los efebos. A finales del IV o "un gimnasio y una efebía").
comicozos dellIl a.e. desapareció uno de los cargos más importantes, el Nuestras informaciones sobre la efebía en las dcm.[s dd 
.lOjJhrrmi.rtéJ, al descender el  número de jóvenes enrolados y no conside- mundo griego son parciales y mucho menos ricas que las que nos hahlall
rarse necesaria su misi6n fundamental, la inculcación de virtudes cívicas. Atenas. No obstante, pueden señalarse algunos rasgos difert'lH iales
Cuatro siglos depués, bajo el reinado del emperador Adriano, el se con respecto a la efebía ateniense, sobre todos en algunas ciudadt's
volvió a implantar, nombrándose seis titulares y seis asistentes. En como Esparta, las ciudades de Creta () Cirent:, donde la inslillKi¡'lIl 110 se
cambio, la más importante autoridad, el kosmetés,  se mantuvo vigente forjó sobre el modelo de Atenas, sino que respondía a muy alll iguas
los seis siglos en que tenemos noticias de la institución. tradiciones locales, En algunas ciudades la edad de elifolalllil'lIlO l'tl la
Como consecuencia lógica del aminoramiento de la función militar efebía no eran los 18 años, sino los 15, como en el caso de Pl:rg.lIllo, 11
la efebía, los maestros encargados de la enseñanza de las artes de la los 14 en Egipto, donde a veces los niños eran inscritos, SUI)OIll'IlHl.' qlll'
guerra que menciona Aristóteles fueron quedando reducidos a uno solo, de manera simbólica, a edades muy tempranas. En otros lugarl's, ¡'''I)('-
el hoplomákhos,  que se ocupaba de toda la instrucción militar, asistido, si cialmente en Asia Menor, la edad de 18 años IlO se exigía totl rigor, ,1
era preciso, por ayudantes. En cambio, el  profesor de educación física, el  juzgar por diversos testimonios que indican la inscripción sillllll!,ílle:! dI' 
pedotriba, aunque al disminuir la inscripción de los efebos su número se dos o incluso tres hermanos. Dos años duraba el servicio, de Illam'ra 
a uno, ganó en prestigio y atribuciones, hasta el punto de que esporádica o habitual, en Cícico, y  probablemente tambit'n t'n ciudades
recayó sobre él la parte fundamental de la instrucción de los jóvenes y como Halicarnaso o Heraclea del Ponto, donde se distinguían varias
llegó a ser el oficial más importante después del kosmetéJ,  siendo clases de efebos, 2 Ó 3 años en Egipto y probablemente trt:s ell (Ju(os y
nado con carácter vitalicio a partir del II  p.e. Es una prueba más del en la ciudades beocias. Los oficiales encargados de la gestión tilo la

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H.H N I\N I)()  (O  1\1((  11\  I(()M I.I(()  I()'~ IJH,()~ ()IIMI'II ()~

dl'h,'all  ser  móÍs  o  lllellOS  los  mismos  qLH:  en  Atenas,  aunque  la  autoridad  1.4.2. El deporte de competición
prillcipal,  d  kOJ"lt'tlfr  ateniense,  era  llamado  en  otras  ciudades  "efebarco" 
Trataremos de profundi;¿ar a continuaci¡'m ell algullos dl' l()s ras~()
(Arg()s,  Micl'I1as  y  muchas  ciudades  de  Asia)  o,  con  mayor  frecuencia, 
más notables del depon<: profesional en las l-pocas helellística y romalla,
"gilllllasiarca",  LlllO  de  los  personajes  de  más  alto  relieve  en  la  ciudad 
que han sido expuestos de manera general al comiellzo de este capítulo
11l'1l'lIfstita. 
(1.4; para otros temas de interés, como puedl'l1 ser los métodos de elllrt'-
Filialmente,  los  requisitos  para  ingresar  en  la  efebía  y  practicar  el 
namiento, los premios y recompensas, el deporte feml'l1ino, las reglas di'
adi"  ism()  110  debieron  de  ser  muy diferentes  en  las  diversas  ciudades.  N o 
la competición y sus violaciones, las muertes durante los juegos, elC,
()hstallle,  ell  algunos  lugares  como  Argos,  Priene  y  otras  ciudades  asiá-
remitimos a lo dicho en l.3).
til as y q.~i pcias, se permitía de cuando en cuando a los esclavos la unción
WII an:ite y, con menos frecuencia, la práctica de ejercicios físicos (cf.
1.4.2.1.  Difusión  del deporte,  profesionalismo,  asociaciones 
F()rhes, "The Education ... " 3 54ss.), y lo mismo ocurría en Paros con los
atléticas 
IIIl'tn()S yen Pérgamo, el más importante centro cultural de su zona, con
I()s pl'ril'lOs. En otras ciudades, el acceso de la mujer a la práctica del Ya se ha señalado como una de las características distintivas del
dl'p()rtl' y a la educación en general fue seguramente más fácil que en deporte griego en estos siglos su implantación en todas las regiones en las
Atl'lIas. Ya se dijo en su momento (1.3.3) que Ateneo relata que en que arraigó en mayor o menor medida la cultura helénica. Los gimnasios
<jlllús las muchachas practicaban la gimnasia y luchaban con los jóvenes, y los certámenes atléticos proliferaron por doquier, de manera que la
y  I;¡ prl'sl'flcia de la mujer en escuelas y gimnasios está suficientemente competición deportiva adquirió carácter universal, tanto por su amplia
,¡tl'st igllada l'I1  Locros de Italia, Pérgamo, Mileto, Teos y otras muchas difusión geográfica como por la participación en los juegos de atletas
(illdadl's de Asia Menor y, claro está, en los lugares en los que la procedentes de los más diversos lugares.
IIdhll'lIcia espartana era mayor. E incluso conocemos la existencia de Además de esta extensión horizontal, geográfica, el deporte griq.~o
IIllljerl'S que desempeñaron el cargo de gimnasiarca (algo impensable (y concretamente el deporte practicado de manera profesional) experi-
para las atenienses) en alguna isla del Egeo y especialmente en Asia mentó asímismo una difusión en sentido vertical, es decir, fue dejalld()
Ml'llm (cL Forbes 200). entrar cada vez con mayor profusión a atletas provinientes de las capas
La práctica del deporte y la introducción en la vida social y política sociales inferiores, y es incluso posible que los esclavos llegaran a ser
pmseguía después de la efebía en agrupaciones de jóvenes, institución no admitidos como participantes en algunos festivales (ciertamente no en los
atestiguada en Atenas, pero sí en otras ciudades de Grecia, en Macedonia grandes juegos). En el mismo sentido, la participación de la mujer en el
y  Egina, y particularmente en Asia Menor. Esta nueva etapa no formaba deporte se hizo más frecuente, tanto en el plano competitivo (cf. L' ..')
parte del sistema estatal de educación, pero a menudo la administración como en el plano organizativo, llegando a ocupar el cargo de mayor
IIIUIl icipal ponía a disposición de tales asociaciones un gimnasio propio responsabilidad concerniente a la educación físcia en una ciudad, el de
que, como a lo largo de toda la historia de Grecia, seguía siendo no sólo gimnasiarca. La participación de esclavos en el deporte atlético es, no
UIl lugar para ejercitarse físicamente, sino también un centro de reunión, obstante, discutible y pocos son los datos que pueden iluminarnos al
de gran influencia en los asuntos políticos de la ciudad. respecto. Evidentemente, los griegos de las épocas arcaica y clásica
siguieron a rajatabla una ley que Plutarco (Salón  1)  atribuye al legislador
ateniense y que ya conocíamos por un pasaje de Esquines (Contra 

\')2  \"U
¡:FHNANIlII I;Al\(JA  lI()MUtO  J" 1111'1,( IS I Jl.IMl'l1 (IS

Timan'o  138):  "el esclavo,  que  flO pt'actiqtte gimna.ria  ni  se  ¡mte  ((m  aceite  deportivos, de lIlalll'ra qllt'  ddK'l!los (OtKluír que illdllSIl t'Il  {'POUI
en  las  palestras"  (cf.  Aristóteles,  Política  1264a2l­22:  "(los  cretenses)  hdenístico-rolllal1<l la edUGlCi')1I física (ulHitlu(Í simdll privl(',.~! casi l'XlllI
conceden  a  los  esclavos  los  mismos privilegios que  a  los  de  nacimiento  libre,  sivo de los hombres lilm:s; la panicipaci<ín dl' esclavos l't I los ejenídos dd
salvo  que  les  itnpiden practicar la  gimnasia  y llevar armas").  En  la  época  gimnasio y en las mmpc·ticio!1es atléticas fue UIl hecho l'xcepriollHI y Sl{'~
helenística  la  actitud  hacia  los  esclavos  fue  más  permisiva,  entre  otras  tido a restricciones legales (cf. Gllahlllini 1),  1'),  20ss.; FriedWlldl'1' .!·1.n
cosas  porque el contacto más estrecho de los griegos con otros pueblos  los  En cambio, en los espectáculos públicos que teoÍan lugar en d circo y l'l alln
hizo  en  cierta  medida  más  tolerantes  para  con  gentes  de  otras  culturas.  teatro los participantes eran en su mayoría gentes de wndicit'1I1 110 lihre'. lo
Hay,  entonces,  algunos  testimonios  que  nos  invitan  a  pensar  que  que explica entre otras cosas que la estimacióll social de los ¡[lk'Ias
hombres  no  libres  pudieron  adquirir  una  formación  física  sistemática  e  muchísimo más favorable que la que se dispensaba a cuantas O{l'¡lS IWl'sllllas
incluso  intervenir  en  competiciones  agonísticas.  No  obstante,  como  intervenían en los espectáculos públicos.
señala  Forbes en  el  excelente  artículo  que dedica  al tema  (cf.  p.  354ss.),  En efecto, el enorme prestigio de que entre el  pueblo ¡,(ozHhall
la  mayoría  de  las  fuentes  se  refieren  al  segundo  aspecto  al  que  alude  la  atletas continuó vivo en las últimas etapas de la Antigül·dad. l'SP('(
antes  citada  ley  atribuída a  Solón,  esto  es,  la unción  con  aceite.  Efectiva- mente en el mundo de cultura griega, Este hecho, unidu <l los prohllHlos 
mente, inscripciones procedentes de distintas ciudades (Priene, Argos, cambios políticos y económicos que experimentó la sociedad hdt'IÜSI il;¡,
Gitio, Alejandría; la más antigua se data entorno a 100 a.e.) nos contribuyó al notable auge del profesionalismo que carauniza ('Sil'
que en ocasiones los gimnasiarcas pagaban la distribución de aceite período. A causa de la enorme extensión que llegó a alcanzar d imperio,
"incluso  a  aquéllos  que  han  tenido  la  mala fortuna  de  flO participar en  el  luego desmembrado, conquistado por Alejandro, las ingentes dislalll iils
gimnasio".  Pero los testimonios indicativos una participación real de que a veces separaban los lugares de competición de las dudadc's ('11 las
esclavos en competiciones deportivas son muy escasos, ya que quedan que residían los atletas, hizo que éstos probablemente platJiliral'Hl1 Sil
reducidos a dos, uno de ellos dudoso. temporada anual de competiciones de manera más sisteJ1)ütÍl'a 11111' SIIS
Los papiros nos han conservado la correspondencia de Zenón, el colegas de siglos anteriores. Como los modernos atletas () los proll'siu
hombre de confianza del todopoderoso Apolonio, ministro de finanzas nales del tenis, los deportistas antiguos se organizaban sus giras dl'llIl'O
la monarquía egipcia en la  primera mitad del III a.e. En ella muestra su del amplio espectro festivales que se celebraban por doquiera, (:í(,l'Io 
interés por un muchacho llamado Pirro, quizá un esclavo, quien recibía es que con toda probabilidad -y el deporte moderno ofrece tamhit;tl ('11 
una completa educación que incluía un intensivo entrenamiento físico esto un paralelismo absoluto- la principal aspiración de la  mayllrla S('
con vistas a intervenir en agones deportivos. Forbes sugiere que esto centraba en participar en las competiciones de mayor prestigio, 11l'1'O ¡[ lo
pudiera ser posible en el Egipto Ptolemaico, si bien en el  caso de que largo de la temporada tomaban parte igualmente en juegos dl' illllmr
Pirro triunfara sería proclamado vencedor su amo, Zenón. El segundo tancia menor, ya fuera como medio de adquirir y mantener la adl'lllíllla
caso conocido data de cuatro siglos más tarde. En una inscripción de forma flsica en espera de los grandes festivales, ya para ir acu1l1ulalldo
Pisidia, en lo que hoyes Turquía, se regulan las normas para una compe- premios en juegos en los que la competencia era nivel inferior. I.a
tición local, y entre otras cosas se indica que "si  un esclavo  tiene  la  buena  enorme proliferación de competiciones algunas de las cuales los ol'¡,(a·
suerte de  vencer,  una cuarta parte  de  su premio debe  ir a parar a  manos de  nizadores debían pagar un "fijo de salida" importante a los vencedores <.'11 
sus  competidores"  (cf. Porbes, "The Education .. ," 358; Gardiner, AAW  grandes festivales por el  mero hecho de participar) permitiría tjllt'
50), Ningún otro documento nos recuerda la intervención de esclavos en fueran muchos los deportistas que pudieran vivir de su intervención t'l\ 

154 1'\'\
I;I:HNANIJIJ (;AH(  1/\  HOMI:,!!()  I('~ IIIU;( JS (II.IMI'I< ()S

ellas.  Las  rl'W111lx'tlsas  en  l1ledJÍ<:o  que  recibían  los  triunfadores  en  los  Las exenciOll('s fiscales Ull1cedidas a los atletas UJIHilHlaroll Vi~\t'IlS,
¡1}­\IJIlt'S  (a  excl'pd<)n,  por  supuesto,  de  los  "juegos  de  la  corona"),  así  e incluso aumentaron, en este período, con la creaci(>n dt, IIlll'VOS jllt'}-\OS
WIIIII  los  premios de  otro  tipo  que  les  aguardaban  como consecuencia de  que pretendían equipararse en grandeza a los tradicionales. As!', 1111
MI  Vil  aumentaron  con  respecto  a  épocas  anteriores,  especialmente  afanoso promotor del  atletismo griego como fue el monarca l'}-\ipdo
el  imperio  Romano,  pues  ya  el  propio  Augusto  "no  sólo  consertJó,  Ptolomeo Filadelfo, en la primera mitad del siglo ni  a,c',  fllnd()  sus
lino Iflll' '''HII/iá lo.!  IJriz,ilegios  de  los  atletas"  (Suetonio,  Augusto 45.3;  propios juegos, los Ptolomea,  y garantizó la exención dd  oprt'sivo
I >i,íll  CasIo  "i2.jO).  impuesto sobre la sal a todos los vencedores en ellos y a sus desn:ndil'I1H'S
En  los  epigramas  LJue  conmemoran  las  victorias  en certámenes  atlé- (cf. Forbes, "The Education ... " 357, con n. 137). Tales privilt'}-\ios
f i(Os. suslitutos helenísticos de los epinicios de los períodos arcaico y fiscales no eran fijados uniformemente, sino que su concesión se dejaba al
¡ Usin J, sc' sigue recurriendo al tópico de que el triunfo del atleta es gloria arbitrio de los magistrados competentes (cf. Gualazzini 2.~), lo l(lIt'
para su liudad y su familia. No es de extrañar, entonces, que, como en parece que condujo a ciertos abusos, al igual de lo que debicí ocurrir lOll
los siglos anteriores, las ciudades y ahora también las entidades políticas el derecho a manutención vitalicia (cf. Dión Casio 51,1.2; Plinio l'I 
SlIlwl'iores a ellas se esmerasen por favorecer a los deportistas más desta- Joven, Panegírico  a  Trajano  118-9) o la exención de la oblig,llión t¡lIt'
Ulllverridos en auténticos ídolos del pueblo y honrados con títulos pesaba sobre los ciudadanos ricos de prestar servicios civiles y miliran's a
101111' /"mído.\·IIJ ("extraordinario") o "sucesor de Heracles", como fueron la comunidad, como indica un rescripto de Diocleciano y MaximiauIJ tlt'
1I.lIlIados qui<:lIes triunfaban en un mismo dfa en la lucha y en el ca.  300 p.e., donde se determina que este último privilegio debe quedar
".!fur'lIjo  (d. Pausanias 5.21.10; Epicteto 2.18.22, y diversas inscrip- reservado a quienes hubiesen vencido en tres Juegos Sagrados (al Illl'Il0S
IH'~. UlIlIO  /G m.l o XIV.916; véase Gardiner, AAW  106­7).  uno de ellos en Roma o en la antigua Grecia) "con  plena  legalidad  V 1111 
I.l~ I  illdad¡'s 110  s(')lo se interesan por facilitar el entrenamiento y la parti- sobornando a los  rivales"  (cf. 1.3.2.4; véase Harris, GAA  Friedl:¡lldt'r
( IjI.H ion dI' sus campeones en las competiciones, sino que los honran de Gardiner, AAW 107). En fin, como ya se indicó en su mOll1mto,
Illlly  diversas maneras (cf. 1 1), erigiendo monumentos conmemora- en época imperial tales privilegios se multiplicaron, pues a los anreriol't,s
¡IVOS dI'  sus victorias o publicando decretos honoríficos, sin contar las se añadieron la exención del servicio militar y de la obligación dl' dal'
n'WltllWllSas pecuniarias que les otorgaban. En época helenística sucedió, alojamiento a los soldados, el derecho a la inmunidad personal y a la
iHknl<Ís,  que no sólo la patria de los atletas les rendía honores, sino que inmunidad al encarcelamiento, la autorización para vestir púrpura, t'ft.
III¡ ILISO  otras ciudades, sobre todo aquéllas en las que habían triunfado, Esta protección que se dispensaba a los atletas responde en pam' al
It-s tOlIl't'd(an derechos de ciudadanía o los nombraban miembros hono- legítimo orgullo que por causa del deportista que obtenía triunfos impor-
rarios dc su Consejo. Así, no es infrelllente encontrar inscripciones en las tantes sentían sus conciudadanos, pero también a menudo la razón
'¡lit' jUlJlo  al nombre del atleta aparece una larga lista de comunidades buscarse en el deseo de aprovechar la inigualable popularidad de los
la~ qUl'  es miembro, acabando con la frase "y ciudadano y consejero de atletas con fines políticos. Ya en los siglos anteriores personajes corno
lltraS 1l111dms ciudades" (cf. Buhmann 11 Harris GAA  125ss.), e Hierón o Alcibíades utilizaron el deporte como medio para legitimar Sil
illllllSO tal privilegio podía ser concedido a las mujeres, como parece gobierno o medrar en la política, intentando atraerse con sus victorias l'l 
irs(' Lit.' la famosa inscripción de las tres hermanas de Trales, ya apoyo de la multitud (cf. 1.3.2.1). En época helenística e imperial la
wlll('lIfada (1 ..).,), en la que se dice que Hedea 'fue la primera doncella  utilización del atletismo con ese objetivo se hizo más frecuente, pero la
('fJ .Ier  IIt'c!.JtI  ci"dadana  de...  (laguna})". manera de aprovechar la pasión del pueblo por las competiciones no fue

IV.  157
I'IUNANI)()  I,AIH  lA  1i~IU I'~ 1II1 I ,! ,~ ( !l 1M I'i( ! ,,,

(¡1I110  la parti! ¡padlÍn  t'll  los  juegos  romo  la  rn:ari¡ín  y mantenimiento  griega y al tiempo aprovl'charse dt: él millo propaganda polli it a:
11I1t'VOS  y  hrillalllt's  tí:stivalcs.  "muchas veces procuraban unir los actos políticos impnrtalltl's r011 nml--
Ya  se  dijo  al  comienzo  del  presente  capítulo  que,  en  el  albor  del  guier actividad panhelénica. Alejandro había hccho leer t'll  ()lilllpia
si~1I V  a.c.,  un  antepasado  hom(ínimo  de  AJejandro  el  Grande,  cono- (324) su decreto accrca del regreso de los desterrados, pero fÚt, sohrl'
wn el sobn:llombre de Filheleno, apeló a su ascendencia griega para todo Demetrio Poliorcetes quien utilir.:ó los certámenes mn tlllt:S pol!liUls
podt'r par! itipar en los Juegos Olímpicos. Al final de la misma centuria y propagandísticos: se casó con Deidamía, hermana de Pirro, duralllt' las
o(ro  H'y dt~ Macedonia, Arquelao, no sólo participó y venció en Olímpia Hereas argivas del 303, y reformó la liga helénica de Filipo y Alt:jalldro
y 1)dfús, sino que estableció en su país nuevos juegos con la intención de en las Ístmicas del 302 ... Hay que recordar que el  filohe!ello TilO (J.
(lile  d deporte contribuyera a la rápida helenización de su pueblo. Poste- Flaminio proclamó la libertad de todos los griegos en una l'110rllH'
riIlJ'llH'lllt', Filipo II se proclamó vencedor en varias pruebas hípicas del concentración de gente, en las Ístmicas del 196" (Moretti IXI).
I  all'lldar¡o olímpico y sobre todo protegió los grandes festivales y embe- Los gobernantes y magistrados romanos recurrieron de lllalll'l'il
lin ití los santuarios con nuevas construcciones, en parte sin duda para constante a la financiación de espectáculos cada ver.: más grandiosos paril
S¡Kar panido del significado que tenían los juegos como símbolo de la ganarse el  favor popular, aunque fuera a costa de deducir gastos dl' ohras
de los griegos por encima de las disputas locales. El valor unifi- más necesarias (cf. Gualanini 39ss.). Pero la explotación de! atlctislIlo
I al 101' del deporte y en particular de los Juegos Sagrados fue igualmente con fines extradeportivos se manifiesta también en la protecciólI qul'
apruv('chado por Alejandro para atraerse el apoyo de todos los griegos, dispensaron los emperadores a las agrupaciones de deportistas, una de las
'111(' le  resultaba imprescindible para podre lanzarse a sus imparables aportaciones más peculiares de la agonística del periódo posrchísi(o
IIlIl'lllislas. Aunque, a diferencia de su padre, Alejandro nunca participó (trabajos fundamentales sobre ellas son los artículos de Forbes y Pll'k('I, 
diH'lIamcnte en competiciones agonísticas (según Plutarco, Alejandro  en los que puede hallarse un pormenorir.:ado estudio de las rUl'llll's).
1. '), porque afirmaba que los reyes sólo podían competir con reyes), las Algunos autores (Forbes, Moretti 187) datan la constitución dt, eSI as
11111Chas anéu.lotas que nos lo muestran interesado por la vida deportiva sociedades atléticas hacia finales de la época helenística y, efectivallll'lHl',
parnl'll indicar una simpatía auténtica por el atletismo, no un mero el primer documento que nos da noticia de ellas es una carta que Mano
aprovt'rhamiento de él por interés político, como piensa Gardiner, que Antonio dirige, probablemente hacia el año 41 a.c., a la asocíaci(ill dt'
hahla de "desprecio personal de Alejandro" por el atletismo (AAW 44­5;  atletas de Éfeso y que se ha conservado en el reverso de un papiro l11édilO
I  f.  I hLrris, GAA  40; Moretti 179ss., así como los trabajos de Brown y egipcio del II p.e. (Pap.  Lond.  137; cf. Robinson 161, Harris, (¡AA 
l)Ít'm citados en la bibliografía). 44-5). No obstante, por el contenido de la carta es evidente que las
La política de protección del deporte y de fundación de nuevos sociedades de atletas existían desde tiempo atrás, pero en el estado anllal
fl'stivales que acompañó a Alejandro en sus conquistas fue continuada de nuestros conocimientos es imposible determinar, siquiera aproximada-
PI Jr sus sucesores, los soberanos de los distintos reinos helenísticos, tanto mente, su f("(ha de creación. En tanto que Diem (p. 187-9) han'
por afición personal (Moretti subraya que "el extraordinario desarrollo de remontar el origen de estos synodoí  a las agrupaciones que formaban los
las actividades deportivas en la época helenística se produjo precisamente asistentes a un determinado gimnasio, un poco a la manera de los típil'OS
wacias a la simpatía y viva participación con que la clase dominante "clubes" británicos, Finley-Pleket (p. 79s5.) inscriben su creación en el
macedonia seguía y participaba en esas actividades"), como también por contexto de la gran proliferación de asociaciones profesionales de todo
el deseo de mantener y extender un rasgo característico de la cultura tipo que caracteriza a la época helenística. Concretamente hacia e! afio

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H.HNANI)() (;AHI.IA  HOMEI!() 
­­­­­­­­­­­­­­­­­­
~   U!S JI iH;OS  (HJMI'Il  ()~

WO  a.c.  debió  existir  una  .. Asodacil)n  de  Artistas  Dionisíacos",  de  la  La ubicación del cuartel general de la asoL'ÍatÍlín de atletas en I{ollla
\ lIal  ('S  posihk  <¡IIl'  formaran  parte los  atletas junto con  actores,  músicos y  debió producirse poco antes de 15 O p, c. U na Larta dd cm petado!'
fOlios  tllamos  int<:rvenían  en  espectáculos  públicos.  Posteriormente  la  Adriano (lG XIV.1054b; se data en 134) nos proporciona alp;lIllos
.. S(H ión  at\{­ti<'a"  pudo  independizarse y  adoptar la  denominación carac- cios, ya que en ella accede a conceder a la asociación los locales socíalt,s
Il'r(stinl de xy,l'tÓJ,  a partir de la palabra que designaba la galería cubierta que había solicitado en Roma, y lo mismo hace su sucesor Antonino Pfo
lIll  ~il1aso destinada a la práctica de ejercicios en invierno (cf. en una carta posterior, de 143 (lG  XIV.1055b).
Ilarris. GAA  44).  Como todas las asociaciones semejantes, la de los atletas tl'n(a UIl
Al primipio las agrupaciones tendrían carácter local, pero pronto, parrón al que se rendía culto y que era, naturalmente, Herades, A (>1  S('
d¡¡da la ('xpansi(íll universal de los juegos deportivos, se haría necesaria la añadían también los nombres de algunos emperadores benefactort's y. 
IInillull i<in de los wupos locales en una sociedad más amplia y con por supuesto, el del que reinaba en ese momento, en agradecimiento por
lIlólyuf ulparidad de acción, que pudo tener su centro en alguna gran los beneficios recibidos o que se esperaba recibir, Los oficiales eran
(illda" dd !ist<" tal vez Sardes (cf. Gardiner, AAW 108ss,), para trasla- elegidos entre los miembros del sínodo, no sabemos mediante qu{> pro«'~
darse I(,~) a la capital del Imperio, Roma. Este proceso afectó tanto a la  dimiento, aunque se ha sugerido que los cargos más importantes, a pan ir
.l'llle ¡Ole I,in <¡tU' admitía a cualquier atleta profesional como a aquélla otra de cierto momento, fueron escogidos directamente por el propio ('l1IW~
I'ls~ida IÍnicallleme a quienes habían vencido en alguno de los Juegos rador, como medio de asegurarse el control de la organizaci6n (/Iarrís.
S.l)J.l'ados y que ('S IlH.:ncionada ya en la citada carta de Marco Antonio. El GAA  45). Presidente, tesorero, secretario o sacerdote debían de St'r (ar~os
lIi1slado dI' la sede central a Roma probablemente obedeció tanto a los honoríficos codiciados, dado que quienes los ocupaban vitalicia o tempo-
1II1I'I'l'SI'S de las propias agrupaciones, que se hallaban así más cerca de la ralmente daban dinero por desempeñarlos, según se deduce del diplollla
101'11' y  dd ('ll1perador que tantos privilegios concedía a sus miembros, de Hermino, donde se asegura que el atleta ha pagado 50 denarios por
101110 a la visión política de los gobernantes, que podían controlar más de ejercer como sacerdote representante del sínodo en los Juegos Asi,ítiros
1 en a un instrumento de indudable valor político si se aseguraban la Sardes. El propio Hermino, hace constar el certificado, ha abOllado Imi 
kaltad de sus más destacados representantes. Un papiro del Museo 100 denarios correspondientes a la tasa de admisión en el sindicalO, En
BrininiLll (Pap.Lond.  3.1178), datable en 194 p.c., nos informa sobre compensación, la pertenencia a la organización traía consigo evid('ll«'s
las atendones, debidamente correspondidas, que los emperadores dispen- ventajas. Al menos sus representantes principales podían verse bt'lld¡ 
saban a los sindicatos de atletas. Se trata de un diploma que certifica que ciados con "exención  del Jervicio  militar,  de  debereJ  públicOJ  y de  a/oj'lI'  ti
el  boxeador egipcio Hermino de Hermópolis ha pagado su tasa de laJ  tropas,  tregua  d1Jrante  el  jeJtival,  garantía  de  seguridad  jJI!r.rm",l.
ingreso, pero se aprovecha para recordar varias cartas imperiales dirigidas prizJilegio  de  ve.rtir púrpura",  como se lee en la carta que Marco AllIollio
a la asociación. La más antigua es una carta de agradecimiento de dirige a los atletas efesios (cf. Gualazzini 31-2). Además, pot!(all S('"
Claudio por la corona de oro que el sínodo le envió con ocasión de su nombrados supervisores en los juegos locales (nunca en Juegos Sawados)
vktoria sobre los britanos (43 p.c.), en tanto que una segunda carta o directores de los baños imperiales (lG XIV, 105 5 b, 1102ss,), e incluso
posterior del mismo emperador agradece la colaboración de la asociación a veces recibían el privilegio de que el  propio emperador mandase eri~f
en la celebraci6n de los juegos que en su honor organizaron los reyes de estatuas en su honor, como se dice que Valente y Graciano hicieron t'n d
Cnmagene y  del Ponto en 47 p.e. Una tercera misiva, ésta de Vespa- caso de un atleta llamado Filomeno en la segunda mitad del IV p.e. (ti
siano, confIrma los privilep;ios concedidos por Claudio. Friedlander 244),

1M I (ll 
FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS  JUEGOS OLÍMPICOS 

La  actividad  cotidiana  de la asociación  es  menos  conocida.  Se  limi-  especial  filósofos y médicos y  fue  escasa la repercusión que tuvieron  tanto 
probablemente a  una  .. actividad  rutinaria,  sacrificios y  fiestas,  fune-  en  el  comportamiento  de  los  atletas como en los  gustos  de una multitud 
pasatiempos,  preparación  de  viajes  y  de  listas   que  seguía  con  pasión  los  juegos  y  todo  lo  que  se  relacionaba  mil 
honores  para  los  miembros  indivi- ellos. 
oficiales  o  de  la  asociación  misma"   A  partir de la época helenística, sin embargo, se desarrolla  un  nuevo 
informaciones  se  foco  de críticas  contra el  atletismo griego.  La  superposición  de  la  cultura 
n:lltran  casi  exclusivamente en la  de las organi- griega  sobre  las  locales  tanto  en  Oriente  como  en  Occidente  provoní 
zaciones  con  el  poder  y  con  intentando  inevitablemente  el  choque  de  las  costumbres  griegas  con  las  antiguas 
lIl1a  y otra parte beneficiarse  tradiciones  de  los  pueblos  sometidos  militar  o  culturalmente.  Ello  se 
tOlllLín.  tradujo a  menudo en una  fuerte  resistencia  y  a  veces  violento  rechazo  Lll' 
En  definitiva,  el  aprovechamiento  del  deporte  con  usos  que se  consideraban  más  característicos  del  pueblo  invasor,  y  d 
pr¡(ctica  habitual  en  nuestros  tiempos,  puede  apreciarse  ya  en  la  Grecia  atletismo  por  diversas  razones,  uno  de  los  más  atacados.  La  actitlld 
lLísic(l,  continúa y se  incrementa en época helenístico­romana y probable- que  romanos  o  hebreos  adoptaron  frente  al  deporte  griego  es  ilustrativa 
111('(1[e  Ikgó  hasta  la  misma  desaparición  oficial  del  atletismo  griego. 
al  respecto.  Por  último,  la  oposición  a  la  práctica  del  atletismo  110  s(;lo 
Yarazdatt's,  el  último  vencedor  olímpico  conocido,  fue  proclamado  por  chocaba  con  las  tradiciones  locales,  sino  nllllhi¿'1I 
IlIs  rolllallos  rey  de  los  armenios  (374­8  p.c.).  ¿Tuvo  acaso  alguna  razones  religiosas entraban en  juego.  La  postura  dc  los 
IIdlul'lltia  c:n  dio  su  triunfo  en  Olimpia?  frente  a  las  manifestaciones  deportivas  ('5  ('11 
este  sentido  especialmente  importante,  por  lo  que ha influído  cn  la  ('511-
IA.!,2.  Críticas  mación  del  deporte  en  nuestra  cultura  occidental. 
Entre los  origen o 
Los  argumentos  con  que  los  hombres  de  ascendencia  griega  o  rísmo  profesional  se  manifiestan  por 
('!llItados  en  la  cultura  griega  criticaron  el  atletismo  y  a  los  atletas  sofos,  muchos  los  cuales,  no 
IDs  siglDs  que  siguen  a  las  conquistas  de  Alejandro  no  difieren  necesidad  de desarrollar convenientemente las 
los  cxpuestos  por  los  poetas  y  filósofos  de  las  épocas  la  ejercitacton  adecuada.  Siguiendo  los  pasos 
,malca  y c1aslCíl  (cf.  l.  .2).  Se censuran,  por un lado,  las  desmesuradas  EpaminonJas,  el  caudillo  aqueo  Filopemen  (ca. 255­1 H2  a.e:.)  ({'IISII 
los  atletas y  la devoción  popular de  raba  duramente la  viJa de los  atletas,  necesitada  de  mucho sut'l)o, 
'1 '  eran  ol)Jl'W.  sol)re  todo  SI  se  comparaba  con  las  menores  satisfac-
111
dame  comida  y  estricto  seguimiento  de  una  inalterablt-
e!  espíritu  más  que  el  illUlmpatible Uln  lo  que debe exigirse  a  un  soldado,  qut' 
perjudicial  e!  a  las  necesidades  de  cada  momento  (Plutarco,  ./¡ilJI'(,~2-1 1\1111 
a  base  de  lI1.ís  kjos  lk~,ga el  médico  Galeno  d(·  PérgaJllo,  que  vivió  ell  pll'na  éP1l1  a 
dd r('lladmit'nto dd deporte ,griego  «(ti.  129­ 1 ()<)  p.(:.), l'1l  sus ( rÍl iUls  d(' 
ills('rvihlt's  IaI!tO  para  la  gllerra  romo  para  sl'rvir  a  la  los  mletas  profesionales.  No  ohstalltl',  algllnas  de  SllS  obras  (Proll'¡"/I'1t ", 
la  vida  civil.  No  ohstantl',  al  igllal  qut'  ocurrió  el1 
11 lt'1l (  ('11  '/huil",lo, Sfllm' (ál/llJ ddJi'  (1JIIJerl'.lrJ/' Id útl"d,  S"lm' d  t)l'rl"irili ((m 1,,40/tI
rimt's,  tales  nÚÍtas  prou'dfall  de  ft'duddos  drnllos  dl'  illlde('[uall'S,  ell  Im/III'11,1 ('fr.),  al  tÍt'lIlpO  qllt'  son  un  dllro ataqul'  ulIllm  los  atlt·tas,  f('pn'· 

11,.' 
1M 
FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS JUEGOS UL.íMPICOS

sentan  un  encendido  elogio  de  la  función  salutífera  de  la  gimnasia.  Por  propugnando una vuelta a los antiguos métodos más naturales y ral'Ío-
ello sus críticas van dirigidas contra las  prácticas de entrenadores y atletas  nales.
que,  en  su  opinión,  atentan  gravemente contra la salud de éstos,  convir- La oposición de determinados círculos intelectuales al deportl'
tiéndolos en masas de carne y músculos, cuyo aspecto de fuerza es simple profesional no aminoró considerablemente, ya lo hemos dicho, la afid<Í11
apariencia, ya que se hallan más indefensos contra las enfermedades que del pueblo por los espectáculos deportivos, sobre todo en el Orielltl'
quienes cuidan su cuerpo de manera natural y equilibrada. Ya no se nos griego, N o obstante, sí es posible que los propios atletas imentaran
muestran los atletas como hombres de cuerpo armónicamente desarro- modificar esta imagen negativa que se daba de ellos, y en las inscrip-
llado y baluartes de su ciudad, corno en los epinicios de Píndaro, sino ciones conmemorativas se hacen resaltar a menudo cualidades como d 
como gentes comparables a los cerdos, cuya vida es un ciclo continuo de valor, la belleza o la modestia, en un intento de presentar al deportista
comer, beber, dormir, evacuar y revolcarse en el polvo y en el barro ideal como hombre que ha conseguido equilibrar virtudes eorporall's y 
(J'rtlúb,Jlo  V.878 Koch; cf. Protréptico  9), ignorantes y sin un dedo de espirituales, a la manera de los atletas cantados por Píndaro (ef. Bilinski,
(rente. Como alternativa a este panorama que describe con tan escasa Agoni  ginnici  132; Finley-Pleket 114-5), Una buena muestra de ello {'S
wlldescendencia, Galeno propone un tipo de gimnasia más suave, que el elogio que el orador Dión Crisóstomo (ca,  40-112 p.e.) hace ell su
desarrolle a un tiempo el cuerpo y la mente e inculque en las personas discurso 29 del joven púgil Melancomas, muerto repentinamente cual1do
va lores morales, en la más pura línea platónica, y como ejercicios que se preparaba para intervenir en unos juegos napolitanos en 74 p.e. 1\11
permiten no sólo ejercitar el cuerpo, sino también distraer y curar el espí- primer lugar, Dión alaba a Melancomas por su belleza; es bello entrt' los
rillJ aWllseja los que describe en su encantador tratado Sobre  el  ejercicio  bellos, ya que los atletas son los hombres más hermosos, pues resultan ser
¡ 1111  11t'll/ld  /ln/I/eña. Exhorta, en fin, a los jóvenes a que, a la hora de elegir "loJ  máJ grandeJ y mejor formadoJ,  y los  que otorgan  a JUJ  cuer"o.!'  el I!Itlvor 
la prof(:si6n en la que han de ocupar su vida, no den prioridad al atle- cuidado".  Pero un joven atleta como Melancomas no es solaml'l1!t' lIIl
I iSlIlo por encima de artes útiles y nobles (como es la medicina), deján- cuerpo fuerte y hermoso, sino que también destaca por otras vinudl's,
1 h )se  atraer por la devoción y los honores, sin duda excesivos, que se valor, prudencia e inteligencia: "Pero  lo  que  reJulta  mtÍJ  admirdMt'  /'/1 
rilldl'1l a los vencedores en los festivales deportivos (Protréptico  9). MelancomaJ  eJ que,  JÍendo  ají en  cuanto  a JU  aJpecto externo,  eJ  N/tlyor  ,/lí" 
Críticas semejantes expresan los filósofos, sobre todo cínicos y JU  valor...  Reconociendo,  entonceJ,  que  de  todaJ  la.r  artilJidmkr  11"t' 
estoicos, tanto griegos (Epicteto 2.18.22) como romanos (Séneca, Epís- conducen  al valor  la  máJ  hermoJa  y  a  la  vez  la  máJ  trabaJo.rtI  t'J  d  dll,'-
loltU  15.3, 80.2, 88.18; cf. Plinio, Historia  Natural  18.63). Especial- tÍJmo, Je dedicó a él. PueJ, m efecto, para la carrera de Joldtulo !lO ¡I¡/M"
mente violentas son las censuras de Séneca, cuyo desprecio hacia los oportunidad y el entrenamiento eJ máJ ligero... y, hablando elJ )!.1'f/('rtll,)l1I
atletas se traduce en duras palabras, comparables a las vertidas por por mi parte doy prioridad al atleti.rmo Jobre la excelettáa aJ Itl )!.1It'N'",
Galeno: son hombres estúpidos, que no hacen otra cosa que sudar, porque, en primer IUKar, 10J mejoreJ atlelaJ lambién ,l'IIbreJtlldr/,IfI f"  1"
beber, cebar su cuerpo descuidando el espíritu, pringarse de aceite y guerra, pueJ el hombre que lime un Oler"o mtÍJ ./i,erle .)1 /'1 (,II}¡/',l. dt'
revolcarse en la arena. Los excesos son criticados incluso por uefensores aKuantar laJ fatiKaJ má.!' tiempo, be, (reo yo, eJ el IIIeior, t'IIrJ tlrII,tlJ)I .11/1
dd deporte como Filóstrato (ca. 170-24'5 p.c.),  autor del único manual armaJ; m JegundIJ lugar, rm eJ 1,) mi.rtflo cIJJtdJtlJir ((mlrtl rÍl1tlk.1 dl'JI'nl""··
sobre entrenamiento atléti(O qm' ha sohrl'vivido tI{,  los muchos que nadaJ e i nferioreJ en todo (file lefJer (OIlJO tmltl)!.orJiJ"u ti lo,r IfIl'iort'J dI' lodo
dehieron de escrihirsl' etl la Anti~(kdl y que SlIpmll' prl'cisamenre lIna el murldo habitado ... mientrtu '1m /.'tI ItU )!.lIt'rrtl.f ttl.lúfrZtl dl'l bit>ml, 11"(1
reprohadón tI{·  los SiSH'llUts dl' ('IUrl'IHllllit'nto ell h()~a {'Il su lÍl'mpo, eJ muy ,mjlerior ,/ Itl tltllllrtllt'za ¡Jlmltlfltl, fIIl IJt>rftIÍl'> IH)fJl'r ti IJrt/I4111 1"

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FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS ./11 1,( j(  lS o!.l M1'11 ( lS
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e:'<:celencia  de  los  cuerpos,  y  a  menudo  se  pone  de  parte  de  los  inferiores".  Probablemente, la numerosa poblacj¡ín judía (jUl' vivla IUl'ra dc
Poco más arriba nos referíamos  a las censuras vertidas contra los atletas  Palestina se dejó influir en mayor medida por las cosrlImhn's tll' los
por  algunos  fil6sofos  romanos  fuertemente  influídos  por  el  pensamiento  griegos. Una carta del emperador Claudio al pueblo de AkjalHll'la
griego.  Sin  embargo,  como ya  indicamos  en  su  momento  (lA), el  rechazo  incluye un requerimiento a los miembros de la notable colonia Ill'hn'a dl'
(Id  deporte griego por parte de los romanos obedece sobre todo a otra razón,  la ciudad conminándolcs a que se abstuvieran de intentar participar l'lI
al  hecho  de  que  el  atletismo  chocaba  con  la  tradici6n  cultural  romana  en  los festivales atléticos (Pap. Lond. 19l2; cf. Harris, GAA 1.15), Y FilólI
varios  aspectos  sumamente  importantes:  dado  su  proverbial  espíriru  utili- (ca. 30 a.C.-45 p.c.), cabeza visible de los judíos de Alejandría. han' uso
lario, los romanos reprobaban el  ocuparse en ejercicios físicos que no ruvieran con gran frecuencía en sus obras de imágenes deportivas (1  )ios l'S el
UII Iln pr-áct1co (la preparación para la guerra) y que incluso podían ejercer "gimnasiarca divino", el "presidente de los juegos"), que parecen rl'vdar
sobre la juvenrud una influencia relajadora y, en consecuencia, nociva, a lo un verdadero conocimiento del atletismo griego y no tratarse de nll'ros
qm'  debe añadirse la repugnancia por mostrar en público el cuerpo desnudo artificios literarios. Sabemos, finalmente, que deportistas judíos tomaball
y la prderencia por otro tipo de espectáculos. parte en los juegos y se inscribían en las asocíacíones atléticas (d. Dil'lIl
Las divergentes tradiciones culrurales y religiosas explican también 263-7).
la oposición que los judíos mostraron a la extensión del atletismo entre Basándose en éstos y otros datos, Harris pretende conduir ljUl'
('lIos, pues consideraban el  cuerpo pecaminoso por naturaleza y recha- hubo una verdadera influencía del deporte griego sobre la vida <ll' los
zaban dc plano la desnudez. No obstante, algunos datos indican que, al judíos, quienes no sólo no se oponían al atletismo, sino que incluso parti-
II1l'II0S entre ciertos sectores del pueblo hebreo, hizo mella la afición por cipaban, en cierto grado, en su promoción y extensión, lo que sería [(:Ikio
los l'j('rcicios deportivos, inseparable del proceso de helenización que de un cambio en la sociedad judía, que dio lugar a las disputas a las '1m' 
,lll'( (",  aunque fuera parcialmente, a las comunidades judías. El pasaje se refiere Macabeos JI, cuyo autor considera que la afici6n por la pr.ktÍla
IlI,is siglliflcativo es Macabeos  II 4.8ss, que se refiere a hechos ocurridos del deporte se opone a la ley mosaica y a las tradiciones judías. Harris, sin
('11  101'Ilo  al año 175 a.c., durante el reinado de Antíoco IV Epífanes. embargo, llega demasiado lejos partiendo de unos datos tan pobres, y, si
Jas¡ill, hermano del sumo sacerdote Onías, ambicionaba el puesto de bien es verdad que el  atletismo griego se difundió entre los sectores 1Il.\s
('SII', (!l. manera que prometió al rey, empeñado en la helenización de helenizados de la sociedad judía, hubo contra él una auténtica resistl'mia
Palestina, fuertes sumas de dinero si se le autorizaba a organizar un popular, ya que era tenido por uno de los aspectos más significativos tll'
gilllnasio y  una cfebía en jerusalén. Una vez que jasón hubo obtenido el la cultura griega que trataba de imponerse sobre sus antiguas costlllllhn's
pl'rllliso y  conseguido el poder, "se  dio  a introducir las  costumbres griegas  (véase la reseña de T. Rajak al libro de Harris, en CR 1979, 127­H, ()  d 
/',lIre  JIU mnátldadanos, ..  y  hasta  bajo  la  misma  acrópolis  se  atrevió  a  artículo de Poliakoff).
/T'!!.ír  el  gimnasio,  obligando  a  educar  allí  a  los  jóvenes  más  nobles".  El Diversidad de opiniones puede apreciarse igualmente en lo {IUl'
alllOr de M~/cabel}s 11  protesta indignado contra el  proceso de la "intro- atañe a un problema importante, por la repercusión que ha tenido m la
d"/ti/m de i'OJ/llt!lbreJ extranjeras p{)r la desalmada actitud del impío, más estimación del ejercicio físico en nuestra cultura occidental: la postura dd
l/lit' ,l'IIfJlO JtlardOle, .faJón, tos .wardoles ya no .re  prelicu/Jaban del Jervicio cristianismo ante la práctica del deporte. Es indudable que la p:lularilla
tld (III"r, Jif/O qlle, /JlJr el t1lIr~/iJ, t!loJ/r,mdo /}oca I!Jtima /)()r el tem/Jlo y adopción del cristianismo como religión del Imperio tuvo sus ('¡(:((OS
tI/'Ji'IIidtlndo lo.!' JtlcrUicillJ, Je  lI/m'.fr~bt ti IO/l/(/r ¡"Irle en lo.!' /¡rahibidoJ sobre la cultura física. Ahora bien, no hay unanimidad de pareceres a la
t'/t'rcicioJ dt, I~ /hlt'Jr~1 !!ti (lhmlll I'r,UI ÚI/IÍ/"dl)J ~I I.",zar el diJCO" , hora de determinar la intensidad y el  sentido de esa influencia. Las

1M, 167 
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opmlOnes  oscilan  entre  quienes  consideran  que  el cristianismo  en  prin- pensamiento griego pudieron ejercer en el rechazo que mostraron hacia el
cipio no se situó especialmente en contra del deporte (véanse los trabajos atletismo la mayoría de los principales autores cristianos. Sin embar~().
de Rudolph y Koch) y quienes afirman que siempre, en sus 2,000 años pueden apuntarse también otras causas que tienen su origen en la propia
de historia, ha adoptado una postura radicalmente adversa a la ejercita- doctrina cristiana. El carácter pecaminoso de lo corporal, y por suput'sto
cilÍn del cuerpo, Ambas opiniones extremas requieren matizaciones, En la aversión hacia la desnudez, es ya rasgo inherente a la tradición reli~()sa
general, no cabe duda de que el juicio de los primeros adalides del cristia- judía, que reaparece en e! cristianismo, y, en segundo lugar, e! atletismo y
nismo y de los Padres de la Iglesia con respecto al atletismo es negativo; los juegos atléticos no pudieron quedar de ninguna manera al mar~en dd
110 obstante, debemos considerar con mayor atención dos aspectos conflicto entre cristiandad y paganismo, que precipitaría la muerte, por
tlll1('fetDs de esa valoración contraria: 1) cuál es el origen de tales críticas; motivos religiosos, de los antiguos juegos paganos, y con ellos del depone
2) a qué facetas concretas de! mundo deportivo se refieren. griego.
En los autores cristianos reaparecen muchos de los motivos de No obstante, algunas voces se alzaron en favor de la ejercitación
U'lIsura que encontraron en los atletas los filósofos griegos desde Jenó- cuerpo. En primer lugar, San Pablo, aun dando siempre primada a lo
';lI1l'S, Son, se dice, incultos y fanfarrones, su primer triunfo consiste en espiritual sobre lo corporal, emplea con inusitada frecuencia mt'{,iforas y
Ull heroico apetito que les hace embutirse cantidades de comida muy términos procedentes del mundo deportivo para ilustrar c6mo (khl'
superiores a las que admite e! estómago humano, de manera que, para conducirse e! cristiano, que necesita una dura disciplina y preparacit'lII
dar satisfacción a su insaciable vientre, permiten que su rostro sea Cáskesis"  es el término habitual para designar el entrenamiento dd
~ol('ad) sin tregua (Pseudo-Cipriano, Sobre  los  espectáculos  8; cf. Tertu- atleta) para competir en la vida y alcanzar el premio final, que se ohtil'llc
liarlO, Sobrc'  IOJ  espectáculos  3-4). Por otro lado, en la Antigüedad tardía tras la muerte: "¿No  sabéis  que  los  que  corren  en  el  estadio,  todo.!'  flJrrt'll,
la lilosof!a acentuó la dicotomía entre lo corporal y lo espiritual y, en pero  uno  solo  consigue  el premio?  Corred  de  modo  que lo  akandiJ,  Y  f//lit'" 
Ulflsl'tlleIKia, el rechazo hacia 10 físico. De ahí que Koch considere que la se  prepara para  competir se  abstiene de  todo,  y  lo  hace  para  conJe¡;lIir  l/IId
ra fz (le la hostilidad de los Padres de la Iglesia hacia el deporte debe corona  corruptible,  mientras  que  nosotros para  cOnJeguir  una  irJcorr/lpliblt­, 
huscarse "en el ambiente helénico en el que se ha de desenvolver el cris- y  yo  corro  no  como  a  la  aventura,  combato  no  como  quien  Rol/Jea  tll.lÍn', 
I iallislllo temprano", y no en la idea de la persona humana que refleja la sino  que  mortifico  mi  cuerpo  y  lo  esclavizo,  no  sea  que,  hahimdo  Jido 
Bihlia, que en modo alguno está reñida con lo corporal o con los ejerci- heraldo  para  los  demás,  resulte  yo  mismo  descalificado"  (1 Cori"/ÍOl 
cios físicos, A nuestro entender, Koch acierta al afirmar que "el juicio 9.24ss.), Se ha dicho que Pablo pudo ser en su juventud gran amalHl' del
Ile~ativ() reinante, en <.llanto a la Cristiandad temprana, merece una revi- atletismo e incluso practicarlo en el gimnasio de Tarso, ya qUl' d ahl1~
si<Ín", pero llega quizá demasiado lejos cuando de los testimonios que dante empleo de tales imágenes deportivas no pareo: respondl'r a una
cita deduce "un rotundo 'sí' a la educación física y al fortalecimiento mera ficción literaria (cf. Harris, GAA  129 ss.). En rodo (aso, d l'IlITl'lIa-
corporal", sobre todo en lo que se refiere a los autores cristianos de los miento corporal queda siempre supeditado a la ejer(itarión de las umli
si~lo VI-IX (desde Casiodoro e Isidoro de Sevilla hasta Alcuino y dades espirituales: "Ejercítate  en  la  piedad,  /)()rqm  el  ejerátio  l'or/l/mlllo,1 
Rábano Mauro), ya que t'n los textos que aduce Ko('h la defensa de la útil para  poco,  mientras  que  la  /,iedad  es  ¡ílil /Jara  todo  y lÚ'm  /mJlIII',I¡/,1
eduración f(sica Sl' hasa l'xdusivallll'llIl' ell Sil valor tomo preparación para  la  vida  de  ahora  y /Jara  la ¡/ltllra"  (1 Timoleo  ;¡, 7 -H),
para la ~uera. Pero en el cristianismo primitivo las lI1¡ls decididas palahras t'lI
FlIl'ra dl' roda duda t'~I<¡ la illfluC'lllÍa que l it,l'ws wrricllIes dd favor de los ejercidos Hsicos procedcn lll' lahios dt, (]cml'IIIC dI.' Alt'jul1>

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FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

(fria,  convencido  de  que la salud  del  cuerpo es  fundamento  del  bienestar  BIBLIOGRAFÍA
lisieo  y  espiritual  (Pedagogo  3.9­11).  Pero  si  Clemente  aboga  abierta-
1l1l'1ltl' por la práctica de la gimnasia como medio para obtener un cuerpo 1) Épocas helenística y romana: rasgos generales.
sallo y fuerte, rechaza resueltamente el deporte concebido como profesión R. Heubaum, "Das hellenistisch-romische Bildungsideal und die kilrpc:r-
() t'spert.ículo, y por ese mismo camino se dirigen sobre todo las críticas liche Erziehung", HfL  X 1931, 221-225; H.W, Pleket, "Sport lllld
tll' los autores cristianos contra el atletismo, como atestiguan las obras Leibesübungen in der griechischen Welt des helnistc-rümd~1I
So/m'  II/s  espeaáculos  de Tertuliano y  Pseudo-Cipriano o los escritos de Zeitalters", en H. Ueberhorst (ed.), Geschichte  der  Leíbesübungen,  Viena
(;I'cgorio Nacianceno (Poemas  2.11. 149 ss.) o Taciano (Discurso  a  los  1978, II 280-311; R.S. Robinson, "Athleac Festivals and their ROll1all
2)).  Patrons in the Second Century B.c''', ClassÍl"al  Studies  Presented  to  BE
I~n definitiva, parece que en principio la actitud contraria del cristia- Perry,  Urbana 1969, 263-271; p, Roas, "Alexander 1 in Olympia",
\liSlllO hacia el deporte tuvo su fundamento en su íntima conexión con Eranos  LXXXIII 1985, 162-8; W. Rudolph, "Der Sport in der SpUwn-
ltlllOS paganos y,  en coincidencia con las censuras de los filósofos, en el tiken Gesellschaft", FundF  XL 1966, 208-10.
,lIllbiclHl' que rodeaba los espectáculos en general, tanto los que se desa- 2) El deporte griego en Roma. H.W. Benario, "Sport al
lTollahall el1  el estadio como los que tenían lugar en  el circo o en el  anfi- Rome", Am·W  VII 1983, 39-43; A.S. Benjamin, "The Altars
11',111'0 (no obstante, Friedlander, p. 244, advierte ya que los cristianos no Hadrian in Athens and Hadrian's Panhellenic Program", IlrJ!}('IÚ
n'prohaball tanto  a los atletas como a los demás" artistas" que actuaban XXXII 1963, 57-86; A.D. Booth, "Roman Attitudes ro PlJysiull
('(1  los l'spen.lculos públicos). Sin embargo, como apunta Marrou (p. Educarían", EMC XIX 1975, 27-34; N.B, Crowther, "Greek Gall1t's ill
I 'N-.lOO; el" Olivová 189ss.), la postura de los moralistas cristianos hacia Republican Rome", AC  LU 1983, 268-273; J. Fink, "Der Sport del" 
l'I  ,J('P0f(l' 110 provoc6 su muerte violenta, sino que simplemente aceleró Griechen und Rümer im Bild ihrer Kunst", Gymnasium  LVrtI l{)'i 1,
1111 prOleso que se venía ya produciendo y  que culminó con la abolición 129-139; p,  Friedlander, "Juegos y  espectáculos roman()~", CAl:  IX
de los .llIegos Olímpicos, 1967, ')-257 (original alemán de 1864); A Hanle, "Die Einstdlullg dl'!"
Posteriorlllente, a pesar de las matizaciones de Koch, la Iglesia radi- Romer zum Sport", AW 1983, 56ss.; K.  Huber, Theorie  der /!,yllwiJI/J('// 
l ,dí/I) su altitud frente a todo lo relativo al cuerpo, y  en consecuencia, Erziehung  bei  den  Ro'mem,  Langensolza 1934; N.H. Kennell, "Nt't'oll
In'lllt'  a  la nlllGlcilÍn física, de manera que, al quedar la educación y la periodonikes", AJPh  CIX 1988, 239-251; H, Langenfekl, "Die Pulid).;
I 11 h lira l'II  sus manos tras el colapso del Imperio Romano, la formación des Augustus und die griechische Agonistik", Monumentum  C'hilfmÍl'tlI/' ,
III('raria de tipo chísim sobrevivió, pero la formación física desaparició o, Studien  zur  augusteischen  Zeit  für  E. Bun·k,  ed. por E. LdC-Vn.,
IIH'jOr dil hu, quclhí reducida al simple entrenamiento del cuerpo con Amsterdam 1975, 228-259; G. Lukas, Dl:r  Sport  im  alten  Rom,  lkrlill
viseas a la guerra. Esta situación, como es sabido, se mantuvo durante 1982; E. Mahl, Gymnastik  und  Athletik  im  Dmkm  d,'r  Il¡illlt'r,
.lllll hos siglos, y s()Jo en ~poca contemporünea la educación del cuerpo ha Amsterdam 1975; S.L. Mohler, "The iuvmes  and Roman Edulalioll",
lllllH'lII.ado a owpar d lugar qut' le otorgaron los griegos, el  lugar que, TAPhA  LXVIII 1937,442-479; G. Pfister, "Die rümischl' iIllJetllIlJ",  l'll
l'll Sil lila , k· cOfn'spondt· ('ll  la l"orllHlli(¡1I illtcgral dd ser humano. H. Ueberhorst (ellJ, Geschichte  der  LeibI:Jüblm/!,erJ,  Viena I l)7H,  11
250-279; P. Piernavieja, "El deportl' en la literatura latina. Alltolo.u;(a".
CAP  II 11)60, 417­'51)6;  H,W. Pleket, "CollegiulI1 iUVCIIlllII N ('lIIl'-
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1/11  111 
I'HINANIII 1 (,AltI  lA  11(  IMHH'  111:-' 1111'1,11:-' t  ..  IMPI! t  '" 

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I')M,  I·í~ 1(,2  (m  Wicgo);  J.i>.  Thuillier,  l,eJjellx  athlétiqtleJ  dan.!  la  The E/,bl'bic InJerí/Ilion.!' O/I/JI' ¡;ollrl/l Cállllry Re,  Ll'idl'll I 'ni; A. W. 
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~ I 'i-.j{¡. exercices physiques dans l' église ancienne", Histoire de I'MII/"lIo"
,j)  La educación física. (Véanse también los libros de Forbes, physique et du sport, Zurích 1973, I1 1-5; R. Chambers, Greek. A /"'1'111.1
Marrou y Giraud citados en 1.3). S. Dow, "The Athenian Epheboi; and the Jews. 165 B.C.-lO A.D" Dis. Unív. Miami 1980; C.  I>il'III,
(>dll'r Staffs and the Staff of the Diogeneion", TAPhA XCI 1960, "Epiktets Lebens- und Sportbrevier", Olympische Feuer VII 11)') 1, 2Hss,;
~H I­­in!);  A, Dumont, Essai surl'éphébie attique, París 1875-6 (reimpr. id., "Le  phílosophe Dion Chrysostome", Olympische RundJchdll X X 11
I(){¡H); (:.A. Farbes, Neoi. A Contribution to the Study 01 Greek Associa- 1943, 23-29; J. Eben, "Díe lateiníschen Kirchetvater und die alllihll
11111/1, Middeltown 1933; id., "The Education and Training of Slaves in Werrkampfe", Stadion 1 1975, 185-97; F, Fetz, Gymnastik bei PhI/o.!
A1Ili'luity", TAPhA LXXXVI 1955,321-60; P. Graindor, "Études sur tratos und Galen, Frankfurt am Main 1969; F. Gryglcwicz, "Métaphort,s
!\;p!l{>hie attique saus l'Empire", MB XXVI 1912, 165-208; L. Moretti, sportives chez Saint Paut", RocznikiTeol.Kanon VII 1960,89-107; U,A.
"I.a t'smda, el gimnasío y la efebía", en Historia y civilización de los Harris, Greek Athletics and the Jews, Cardiff 1976; R. Heubaulll.
griegol, dirigída por R. Bianchi Bandinelli, trad. esp. Barcelona 1983, "Ueber Galens 'Spiel mit dem kleinen BaIl' und seine grosste Streitsrh-
VIII 1'57-178; M.P. Nilsson, Die hellenistische Schule, Munich 1955 rift gegen die AthIeten", LKE LVIII 1939,198-202; J. Jüthner, Phi/II,I-
(llaY trad. ital., Florencia 1973); Ch. Pélékidis, Histoire de l'éphébie tratus. Ueber Gymnastik, Leipzig-Berlín 1909; Ch. Kannengiesser, "Urll'
""¡(file des origines ti 31 avant J.c., París 1962; O. Reinmuth, "The le~on d'athlétisme. Saint Paul commenté par les Peres" , ChriJtli,1'

17.! 17.1
FERNANDO  GARCÍA  ROMERO 
CAPÍTULO  II 

LXXXV  1975,  22­35;  A.  Koch,  "Sobre  el  problema  'Cristianismo  y  LOS)UEGOS
('jmicio  físico''',  CAF X  1968,  333­351;  id.,  "Leibesübungen  im 
2.1.  LOS JUEGOS  OLIMPICOS 
Frühchristentum  und  in  der  beginnenden  Vülkerwanderungzeit",  en  H. 
lll'berhorst  (ed.),  GeJchichte  der  Leibesübunger¡,  Viena  1978,  II  2.1.1.  Origen  de los Juegos.  Primera  y  última Olimp(lldu 
~ 12­340;  V.  Noccelli,  PhilostratuJ.  La  ginnastica,  Nápoles  1955;  A. 
Ortega,  "Metáforas  del  deporte  en  San  Pablo",  Helmantica  XV  1964, 
71­105;  V.e.  pfitzner,  Paul  and  the  Agon  Motif  Traditional  Athletic 
IlIIcI/{ery in  the  Pauline  Literature,  Leiden  1967;  M.  Poliakoff,  "Jacob, 
.lob  and  Other  Wrestlers:  Reception  of  Greek  Athletics  by  Jews  and 
Christians  in  Antiquity",  jofSportH  XI  1984,  48­65;  L.  Robert,  "Les 
l;pígrammes satiriques de  Lucilius sur les  athlétes:  parodie et réalités",  en 
C¡:/lixramme  grecque,  Ginebra­Vandouvres  1968,  181­291;  W. 
Rudolph  (véase  apartado  1); E.  Ch.  Welskopf,  "Die Krise des Sports im 
Spic:gd  der  Literatur  und  der  Philosohie",  en  HellenÍJche  PoleiJ,  ed.  por 

SI IlS~
E.  Ch.  Welskopf,  Berlín  1974,  ] 484­89. 

LOS  ESCASOS  DATOS  DE  <Jl1l!  'NI!MOS  '"'' 


permiten conocer relativamente poco  acc:rca  dc:  I()s  dos  priltll'l'os  siglo~ dI' 
vida de los Juegos Olímpicos, sus orígenes,  los  motivos  qlle  implllsaron  ti 
los  hombres  a  crear  lo  que  sería  un  festival  atl{­I iw  de  vida  ilSllIllhl'llsa 
mente  larga y  continua, quedan  ('1m  mayor  raz(íll  SlIIllídos  ('11  la  110\  lit'  d(, 
los  tiempos,  hasta  el  punto  de  que  puede  afinllal'se,  sin  \'xagn¡H ion 
alguna,  que  el  problema  del  origen  de  los  Juegos  OlllllpilOs  ('S  la  11H''i 
tión  que  más  han  debatido  los  estudi()sos  dd  depone  l'll  la  ílllligll.l 
Grecia,  con  la  frecuente  y  fecunda  partidparilíll  de  allll'op(ílogos  ('  1I~(l
riadores  de  las  religiones. 
La  tradición  griega  asignaba  la  fUl1daci(ín  dd  fest ival,  ((11110  Slll'k 
ser  habitual,  a  diferentes  dioses,  héroes  y  figuras  legl'ndarias  1)  .'wlllilq,(I·n 
darias.  El  primero en  la  lista de presuntos fUlldadorl's  n'sllll a  S<'I'  ('\  propio 
Zeus,  que  habría  arrebatado  el  poder  a  su  padre  (:l'Ono  V('lh  ¡¡'l1dolo  1'11 
los  parajes  quc:  luego  serían  d  marco  ,'11  l'I  11\1l'  se  d('sarrollahall  lo,> 
juegos.  Según  otra  tradici<,"  qU{'  1l1c:lltiOll,UI  Estrabtíll  (H.~ W)  y  Pallsa 
nías  (').7.h), no fue  c.:I  padre de  los dioses  quil'll  illstitllylÍ  d  !estival  011111 
pim,  sino  los  1),Íl'rilos,  gellios  a  los  qm'  Rm  l'lllarW')  l'lcuidado  dd  "ino 

17­1  11"1 
fI;RNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

Zeus.  Heracles,  el  mayor  de  ellos,  propuso  a  sus  cuatro  hermanos,  protector Posidón unos caballos alados que podían competir con garan-
Peoneo,  Epimedes,  Idas  y  Yasio,  la  disputa  de  una  carrera  para  entre- tías frente a los maravillosos animales de Enómao y (según la versión Imis
tener a la criatura, coronando al vencedor con un ramo de olivo silvestre: extendida, que Píndaro silencia prudentemente) con la ayuda de la
Ha  Heracles  Ideo  le  corresponde,  pues,  la  gloria  de  haber fundado  los juegos  misma Hipodamía, que había quedado prendada de él, sobornaroll,
.Y  haberles  dado  el  nombre  de  Olímpicos.  Y  decidió  que  se  celebrasen  cada  mediante regalos o promesas de amor, a Mírtilo, el auriga d\: En(ullilo,
quinto  año  porque  él y  sus  hermanos  eran  cinco".  quien sustituyó las clavijas de las ruedas del carro por unas de cera, mil l'l
Otra leyenda más extendida atribuye la fundación al más famoso resultado lógico de que provocaron un accidente, de resultas del nlal
tocayo del dáctilo Heracles, el hijo de Zeus y Alcmena, una generación murió el  rey de los eleos (cf. figura 27). Así pues, Pélope habr{a sido d
antes de la Guerra de Troya, que los antiguos fechaban a finales del siglo primer vencedor olímpico en la carrera de carros y habría fundado el
XIII o comienzos del XII a.e. Es Píndaro nuestro más antiguo infor- festival como acción de gracias por su victoria o bien como juegos híll('-
mador: "Entonces  el  esforzado  hijo  de  Zeus,  reuniendo  en  Pisa  al ejército  bres en honor de Enómao, mediante los cuales trataba de purifkarst' por
entero  y  todo  el  botín,  deslindó el muy  divino  reánto  en  honor de  su  excelso  su muerte; al mismo tiempo, Hipodamía instituyó una ulrrera klll('lIilla
padre.  Clavando  estacas  alrededor,  delimitó el Altis en  un lugar despejado  en honor de Hera en acción de gracias por su boda con P(-Iolw.
I! hizo  de  la  llanura  que  lo  rodeaba  lugar  de  descanso  destinado  a  los  Pero son dos autores tardíos, de los siglos n­lII  p.c., l;¡'J,~(I de
hanquetes,  honrando  al  Alfeo  entre  los  doce  dioses  soberanos.  Y  llamó  al  Trales en su Historia Olímpica (FGrHist 257 P 1­2)  Y  el  illeviwhk
cerro  'colina  de  Crono',  pues  antes  no  tenía  nombre,  mientras  gobernaba  Pausanias en su Descripción de Grecia, quienes nos proport'Íollall d (¡¡I¡i
flnómao,  y  estaba  cubierto  de  abundate  niel e.  A  este  rito primigenio  asis-
J logo más completo de fundadores, refundadores y renovadorl's Iq.\l'lHla
tieron naturalmente las Moiras y también el único garante de la verdad ríos o semi legendarios de los juegos de OHmpia, tratando tlt' elllazar
ctuténtica, el Tiempo, que en su transcurso expuso claramente de qué entre sí las diferentes versiones que corrían al respecto. Pausallías, !jlll'
manera dividió Heracles el botín de la guerra y consagró las primicias y dice haberse documentado por "los más entendidos antimctriw dI' Ji/u/!' " .
cómo instituyó la fiesta cuadrienal con la primera OlimPíada y los premios hace remontar el festival a los Dáctilos cretenses. Más tarde. t'II (011( 1'('10
a los vendedores" (Olímpicas 10.43-59; cf. 6.57ss., 3.11ss., así como "5 O  años desplJé.r de Deucalión y el dilul Jio", otro cretense dl' Ilolllhn'
Aristóteles, fr. 637 Rose, Pausanias 5.13.12, y contra Estrabón 8.3.30). Clímeno llegó a Olimpia e instituyó unos juegos en honor dl' su anll'p"
Parte de nuestras fuentes atribuye la fundación de los Juegos Olímpicos sado el  dáctilo Heracles. Un cierto Endimión, hijo de Aetlio ("l'l (:Olllpl'
al deseo de Herac1es de celebrar su triunfo sobre Augias, rey de los eleos, tidor"), se hizo con el trono de Clímeno y organizó entre sus hijos IIO¡I
en tanto que otros autores argumentan como motivo la rememoración de carrera pedestre con el reino como premio. El vencedor, Epeo, Iwrdifí a Sil
la hazana de su antepasado Pélope, que el propio Píndaro relata en su vez el gobierno de Élide a manos de Pélope, que hab{a suhido al 11'0110 dI'
OlímPica l. Pélope, hijo de Tántalo, soberano de Frigia l) lidia, se Pisa tras la muerte de Enómao. Con Pélope los juegos akatli'.al'ol\ 1111
personó en Élide, cuyo rey En6muo ofrecía la mano de su hija Hipo- esplendor inigualado hasta entonces, pero después de ti siglli!') \I11i1 (~Pl a
dam{a a quicn lograra derrotarle en una tarrera de (aro~, empresa harto oscura, con diferentes patrocínadores, hasra que Heradl's los dOIl', dI'
dificultosa, ya qut' En61llao CllIlllwr{a mil los divinos rahallos que le  renovado brío después de vencer al rey de Élide AlI~ias.
rq~¡lIa su padn' Ares. Dotl' pn'lt'Ildil'lIll's lo illlt'llIaroll alltes que Flegón, por su parte, distingue en esta primera épom Ires l'wpas: d
Pélopt, y sus don' ulht':I',ns apart'dall davadas a las pUl'rtas dd palado dd primero en fundar unos juegos en honor de Zeus fue Piso, héw(,' 
n'y;  IWro  d Il1lt'VO aspirulllt' rlll' IIllh  aSIIIIII: ohtuvo dl' Sil almllltl' y ep6nimo de la ciudad de Pisa (Fleg(Ín se~l1{a probahkl1lt'lIft' fllt'IItCN

1](, Il! 
FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

pisatas, en tanto que quienes informaron a  Pausanias sobre Clímeno eran  conclusiones a las que se ha llegado están casualmente cerca del ,lmhill!
dcos);  posteriormente,  Pélope estableció  un festival en honor de Enómao  de estudio del autor en cuestión. Queremos decir que los historiadores de
y  Ikracles  instituyó  los  juegos  en  recuerdo  de  su  antepasado  Pélope.  las religiones tienden a dar una respuesta que permita relacionar los
Pasada  la  época  de  Heracles,  nuestras  fuentes  coinciden  en  señalar  juegos atléticos con algún tipo de culto, en tanto que los estudiosos 1
llm'  los  juegos  entraron  en  una  etapa  de  decadencia  ("loJ  peloponeJÍoJ  Je  deporte griego (es el caso de Jüthner, Gardiner, Harris o PatrUllO)
o!t'id,mm  de  ello/'),  hasta que,  80 años  después  de  la  caída  de Troya,  es  insisten ante todo en el espíritu competitivo del hombre, en su af,\1I de
dlTir,  ca.  1104,  Oxilo  condujo  al  Peloponeso  a  los  descendientes  de  medir sus fuerzas con otros hombres. Difícil será llegar si(\uiera a 1111
I I ("racles  y  obtuvo en compensación el  trono de Élide,  que había pertene- principio de acuerdo mientras la naturaleza de nuestras informallOlll'S Sl'a
, a su antepasado Endimión, renovando entonces los juegos fundados de carácter tan inseguro, como concluyen Ulf-Weiler en su exhaustivo y 
1'01' I I {'racles (Estrabón lo llama incluso 'fundador  de  lOJ  juego/').  No erudito repaso de las hipótesis que se han formulado al reslX'lIO dd
DhsralH(', el festival olímpico continuó celebrándose a partir de entonces problema.
lalllhiól tll' manera discontinua, y sólo por obra de un descendiente de Las soluciones propuestas a la cuestión del origen de los .I1l'~OS
(hilo,  Ífitn, alcanzó su carta de naturaleza definitiva, según afirman Olímpicos vienen a coincidir, en general, con las que se hall aporrado a
!\srrahlÍll, Flegón, Pausanias y el cronista Eusebio (Crónica  1,  col. 190ss.): un tema más amplio como es el del propio origen del depone (d.,  sohn'
(fitu de 1~lide, Licurgo de Esparta y Clístenes de Pisa, deseosos de que sus ello, H. Ueberhorst, "Teorías sobre el origen del  deporte", CA /; X V 
I'lwhlos conviviesen en paz y armonía, resolvieron restaurar los Juegos 1973, 9-57). En efecto, para unos los Juegos Olí!llpiws, 10(111)  ('1
( )lfll1pims de acuerdo con su patrón original, contando para ello con la deporte mismo, hunden sus raíces en actividades ligadas al 1II 11 0, mil'll
,Iprohal ilíll del onkulo délfico. tras que para otros se trató en principio de activid¡¡des profilllilS. Mayor
!\sra l'llrevesada sucesión mítica de fundadores y renovadores bien predicamento ha tenido la opini6n de que los Juegos OHlllpiws ddll'1I
plldiera Sl'r rdkjo de las diferentes etapas por las que atravesó el santu- relacionarse desde su origen con ceremonias religiosas; ahora him, (¡¡s 
tario. I >IVl'rsos pueblos, en efecto, dominaron el lugar y se han esgrimido dislrepaneias son notables a la hora de precisar qu{' tilm de tullo t'SI.\ 1'11
1lIIIlwrosas hipátesis para tratar de relacionar cada una de las versiones la base de los juegos que conocemos en época hisllkilil.
11  tll il ¡IS mil la  presencia de un JeterminaJo gtupo humano. Se ha dicho, Por un lado, numerosos testimonios Iwnnilt'lI !'slahll'u'r dI'  IlIóllI('J'¡1
por ('j('lllplo, que el mito de Pélope responde a una época predórica y el illet]uívoGl una estrecha vinllllarilín entn· l'IlIllpl'lil ¡OIIl'S dq1oníviI" y 
I krar1('s a la dominaci6n de los dorios; unos sostienen que los Juegos ceremonias funerarias. La costumbre dt, rdl'brar jlllw's d('pol'l ivo..
( )lilllpims tiellen su origen en época creto-micénica, otros niegan la exis- durante los funerales de UIl I11Ul'rto ilustre es, l'1I t'!('uo, IIIl1y 101111111 Y 
1('111 ía de datos que lo confirmen, mientras que unos terceros recurren a la Ult'lIta ron IlUI11t'msos paraldos l'll otras lullllras. i':il lo .1111' a (il'n ía ,¡'
íllflw'IKi" tll' pu<:blos m,ls lejanos, tales como los fenicios (ef. l. l.). refiere, los jllegos hílll'brl's aparl'u'lI l'lI las fluís  ali~Is ohras li(('raría.. y 
I~I deflllil iva, a Ellta de pruebas Imís seguras, el  problema del artísticas, quiz<Í ('11 t'SIl'IaS y  vasos dt' (poca IllÍl (;lIil a y  Iksdl' 1t(}~I ('11 1" ..
ori~(,1 de los JlIe~os Olíll1pilOs  se ha intl'lltado resolver mediante la Iml'mas hOIlH;rícos, y Iíllll\,O!O fah<lll  H'SlilllOllios qlle all'sllgikll Lt  Id!'
IIlH'qm'Im i<lll dl' los mitos a  partir de los datos que ofrl'cm la etnol()~í, hratí()il de a~()Il'S fÚlIl'hl'l's de lil ..¡hlel' .lt-porrivo 4) pO('lilo 1'11 1'1'111 a
la ¡rql'o()~ia. la fjlo~ía. la hisloria y  el  l'sllIdio wlllparado de las rcli- histórica (d,  1.2). 'l'a!t-s wlllpelÍliolll'S fillll'rarias ('mil ()r~ali/d!í (1m  d
Ioliolll's, Muchas hall sido las l'xplÍlatÍolll's pl'OpUl'SlaS, (011 mayor o t'sl<ldo para I!ol\l'ar la 1lll'II10rill tll' los soldados 1 a (dos ('11 1OlIIhnl(' ((011 d 
1Ill'IHlr vl'ro!lilllilillld y il(('I'1ad!'lll, y l'U lIlI  hul'll 11Iíllll'W de rasos las laso d{'  las hatallas tll' Mararl'lll, PI<lll'a, I.l'IIUI'¡¡ o tll' ION ¡lIt'IIi"II!W!i

11M IN 
FERNANDO GARCÍA ROMERO  I {" J III( ,(  1'- IIIIMI'I!  (l~

111I11'nos  duralltt'  la  Guerra del  Peloponeso)  o  bien por personas  particu- lIllllball" qUil'1l l'xpiaha t 011 su pn,pia derrola y (onsi~lIt'1 1I1111'Ue' la
lom's (ast, IsIKriltt's Y.  I  alude a los juegos que en la ciudad chipriota de IlHlenl' supm'stallH'llle {alisada por (01, dI' lllillll'l'a qlU' d 111111'1'10 ('ra
Salalllilla or~ilz(í Nicodes en honor de su padre Evágoras en 374 a.c.). vl'~ado y los vivos quedaban proll'gidos (Olma Sil ir.1. Tall's IlIanile'SI,1
Si ¡¡  I'Stos timos hislI)riws añadimos el hecho que, como más arriba se ciOl1l'S l'll prilllipio ocasiooales Sl' hahrfall illSlÍl1Il iotlalii'.ado y or~a"ild
"('nalf),  diVl'rsos mitos ligan el origen de los Juegos Olímpicos (y  de los millo  IOlllpetkúíll ¡kpOl'tiva Iwri,ídila, totllO rdkjal'lall los milol; 1(111'

n'sli~ j¡.~livaes palllwl{-niws) ron la celebración de un muerto, resulta illribuyl'll la rt'organizadt)" dt, los jllt'gos a h«rol'S (01110 11,'nl( I{'s 11 (hilo.
qlll' I'S posihlt, cstabll'cer ulla l'Stn:tha conexión entre los juegos depor- Esta teoda tielle sobre la anterior de Maleell la Vl'lIlaj" dv que, In"IIt'  al
tivos y el llIho a los IllUt'rtoS. Ahora bien, ;.cómo debe interpretarse simple sacritkio pr¡'meditado dt' uoas vít tifllas illddc.'llsas, 1'1  l'It'IIll'IIIO
rda( ililli ;Tuvil'l'IllI las wmpeticiones atléticas en origen una vinculación wmpl.'ritivo l'S l'st'ncial para desl'lIbrir al llllpablt'. dI' IlIa.\t"'" qlll' se'rl"
diln ta lOlI el {\lito a los muertos y debe buscarse en el ámbito religioso lIl,is ftkil de explimr la transkiúlI halia la WlIlpl'lÍ{ iÓII prupial lit '1 11 ('

d  origl'll de los jUl'gos deportivos griegos y de las competiciones dl'portiva; de hecho, es la tesis que (1m  1I1iís adl'plOs 'lIt'llIa para I'xpli, al'
pi( as 1'11 panicular, o bien su nmtrter originario es profano y fueron el origen de los Juegos Olímpiws, d('s(!e los prl'd('U'son's d(' los si¡.do~
pnsl('riorllll'lItl' illnlrporados a la esfera religiosa? XVIII-XIX hasta trabajos rdativallll'I1t(' rnil'llI('S ((11110 los d,' I )il'III,
()lIi¡'11CS prl'tl'llden hallar e1na<.:Ímiento de las competiciones depor- Ikngtsoll, Popplow, Rolkr, Ebert o  Ikrnardilli.
IV"~ ('11  ritos IUllvrarios explican por diferentes caminos la relación entre Por contra, ambas teorías, la de Mallell y la dc Ml'IIIí, til'll('1I "11 su
11110' V 1I11'1lS. Para Mallen, los juegos deportivos serían un último y civili- ,kbe el hecho de qlll:  rl'quiefl'll Ill'n:sariallll"lle vi prl'SlIlHu'sto dI' '1m'  la~
1,1.10 ITIII('rdo dv allliguos sacrificios humanos ante la tumba de un IllÜS antiguas cOl11lwticionl's olímpicas fueran los mlllbales 1011 .trlllaS,

11.11("1'1'11', 11r¡il Iil a atestiguada ocasionalmente en la literatura y  la historia prueba que nunca lIeglÍ a formar paw.' dd pro~nla dI' los .J1I('~lS ()1I111

p,rH'p.,l, d('sdl' la ¡;pota homérica (llíada  23,20-3, donde Aquiles promete picos ni de los dem,\s festjvak's paflhd¿'niws l'1I (-pola Itisltirila, llllie a
,1 P.II lodo satrillcar ante su pira a "doce  hijo.r  de  troyano.r  í/u.rtre/',  o el lIll'nte un pasaje de Plutarco (PmhlelJltlJ de !J'"111111'11'  (17'\\1) ll'slilllOlli" la
s,u rjlil io de Políxena ante la tumba de Aquiles, que Eurípides nos existencia de teorías semejantes l'Il  la  Alltigíkdad, ya '1m' ('11 ,,;1 SI' "OS dil ('
(Inil I'íl)(' t 011 pormenor en Hécttba  '5 17ss. y  cuya finalidad era ora propi- que en épocas remotas se disputaba l'JI ()Iimpia "/11/  (11111/1"/1'  1l1I1í/'/d,,,,1
I  iólr d IÍ'liz rl',L:rl'SO de las naves griegas ora aplacar la ira del muerto) (1111'  tlc({btlbtl  (1m  la  IIIltat/' e  irIJltoldri,í"  d/' IOJ  dt'I'I'olt/dol".
hasta la ("pola heknístíta (según J ustino, Hi.rtoria.r  Filípica.r  11.2.1., Otros estudiosos dd tl'ma (raso dl' Frazl'r, Dn'('s, 1.(;V~qlt', BlIl'knl,
AI<'Íalldro llI'dl'lH) dar muerte sobre la tumba de su padre a quienes cons- Nagy y un largo etcétera) han recurrido a postular 110 1111 lilliw oril1,I'II,
piraron l'I1 el asesinato de Filipo en .:n6 a.c.; en este caso sería sino la combinaci()n de ritos funerarios con otro tipo de ¡JI Itl~ tlde'~
il~Ir si rUl' l'I  cUlllplimiento de un riro o simplemente la ira lo que rdadonados con riros de tl'ftilidad, ascellsión al trollO l' illil ial iún, II.h ('
IIl1pulso al jovm Alejandro), Tales sacrificios humanos originarios un siglo, Cornf()rd y Harrison vil'roll l'1l ritos awarios {' ini( i¡ÍI ¡(liS 1'1 
j¡ahrlan ido atl'ml<Índose paulatinamente hasta llegar a su desarrollo origen de los Juegos Ol(mpiws y sus ideas hall hallado I'W pOSI('l'ior ('11 
I aldlo y all10rl l,L:uado dl' los combates deportivos, Valloís, ./l'anlllairl', ()rees, Brdkh, L{-veql!e, Burkl'rt, MOllntlidis y 01 !'Os.
Por su parte Karl Ml'uli ha sugl'rido que las competiciones depor- Para Cornf()rd los Juegos Olímpicos nal'Ít'wn de UIl rItllal dt' ano IHU'VII y 
t.vas fu('ron inÍlialll1t'1lte parte de un comhate ritual, un juicio de dios, inicial'jón (ambas lOsas idan unidas) lJU<: se celebra ha ('11 1II1 Il'l'ritol'io
dl'SI inado a dl'scubrir y castigar a la persona rt:sponsable de la muerte del sagrado, fUl'ra del h"bÚetl  acostlllnbmdo de los jÓVl'Ilt'S, lt m {'st!'in a sepa
hOlllbrl' l)lll' l'ra l'1ltl'rrado, d  cual sería, por supuesto, el  perdedor dd ral'ÍlÍn de Sl'XOS, Del rito inídiÍtÍl'o formaba partl' ulIa  carrl'ra lUyO

HU IHI
FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS Ol,iM1'1I US

vencedor  era proclamado  "el  primero  de los  jóvenes"  (término  en  el  que  de culto, sea de carácter agrario o funerario, haya sido la 1'011'/. dI' lo '1 lit, 
insiste Jeanmaire)  y  llevaba  a  cabo  su  "boda  sagrada"  con  la  vencedora  luego se convirtió en un festival eminentemente lkportivo, aUlIqul' IlIlIIlil 
en  la  carrera  de  doncellas,  todo  ello  con el  objeto de propiciar la  renova- llegara a perder, por supuesto, su significado rdi,Ldoso. Pero ya tll'sd(' lo!>
cilln de la fertilidad. poemas homéricos, nuestro más antiguo testimonio lilerario ~riqo, l'l
De ritos de fertilidad parten igualmente quienes, desde Cook y deporte aparece como una actividad natural en la vida uHidiallól dt' los
Frazer (p. 194 de la edición castellana de La  rama  dorada),  hacen griegos; los hombres, y también las mujeres, pranican jue~ls dt'jlOrt ¡vos
remontar el origen de las competiciones olímpicas a disputas rituales por en sus ratos de ocio, para distraerse y medir su fuerza y Imhilít hit!  lOlI
el  trono, que iría a parar a manos de los vencedores, según puede dedu- otros hombres. En ese sentido, ritos que tenían mmo flll aSl'~Ifr la n'lIo-
cirse de algunos mitos referentes a la fundación de los juegos, como la vación de la vida o propiciarse al muerto eran, adem,ís, ulla lIa~(¡t a
derrota de Crono a manos de Zeus, el triunfo de Pélope sobre Enómao, ocasión para poder exhibir las cualidades físicas, de mam'ra qut', si t'SOS
que le  dio acceso al reino de éste y a la mano de su hija Hipodamía, o la antiguos ritoS alcanzaron un desarrollo tal que se Ulllvirtít'rOIl l'lI o"~ílIi­
leyenda menos difundida de la carrera que Endimión organizó entre sus zados festivales periódicos, ello fue debido prillcipalllwlllt' al iWililllo
hijos con su trono como premio. Cada cierto período de tiempo (ocho natural del hombre que le hace disfrutar mn  el 1lI0Víllli('1I1O tll' su
años en principio) el rey debía ponerse a prueba combatiendo con un cuerpo, con el  juego y, finalmente, con la wlIllwlÍtióll toll oll'OS
rival aspirante a su puesto, para comprobar si aún seguía en condiciones hombres, En definitiva, 105 motivos cúltiUls y los pllrallll'IlIl' a~olís, i(lls
mantenerse en el  trono o debía cederlo a otro hombre cuyo mayor no tienen por qué excluirse mutuamente (d". 1.2; v(;aSl' lllf Wl'ilt,1'
vigor asegurase la renovación de la vida. 30).
Frente a las tesis expuestas hasta aquí, que establecen una vincula- Aunque el origen de los Juegos Olímpiros es qUiZií d pmhlt'lIla
ción directísima entre el culto y el origen de las competiciones deportivas, más discutido entre los estudiosos del deporte Wiq~o, otra st'rit, dl' (W'S-
los más señalados estudiosos del deporte griego en nuestro siglo dones concernientes ya a la historia dd  festival hall SUS( ilado i~ualr('1I
(Gardiner, Jüthner, Harris, a quienes se han sumado más recientemente arduas controversias. Así, las fechas de la primera y la tílt illla ( >lilllpladil
Patrucco y Poliakoff) han defendido para los festivales atléticos y para los han sido objeto de discusión. Por lo qm' respecta a la prilllt'ra ( >lilllPlada
Juegos Olímpicos en particular un origen profano y "deportivo": habrían histórica, la tradición más extendida indica qUl' Sl' l('ldmi l'lI d ano 11(,
nacido sencillamente del placer por competir, de ese "espíritu agonístico" a,e. y que en la única prueba que conformaba ('\ pru~al, la  Ulnt'I'" I  !lo I 
que consideran innato en el ser humano, aunque posteriormente, como estadio, triunfó un cocinero local, Corebo tll' Ülidl'. A  011'0 dt'l!,  (;SIl' dI'  la
no podía ser menos, adquirieron carácter religioso al quedar bajo la segunda mitad del siglo V a.c.,  el  sofista Ilipias, ¡khl'llIlIS 1,1 Prl 11 H'I
protección de alguna divinidad y desarrolarse en el marco de ceremonias catálogo sistemático de vencedores olfrnpilOs, que lOlIIl'lI/.ah" I'n'llsa
religiosas. En tal sentido, la presencia de pruebas deportivas en funerales mente en la fecha indicada. Hipias rl'm~i() prohabll'lIll'lIll' sus mlUl"llIiI 
se explicaría como un homenaje que los vivos rinden a la memoria del ciones de los desaparecidos archivos tll' Olilllpia y Sil ohra tllt'  la has!' dc'
muerto, exhibiendo las cualidades de que éste dio muestras en vida. todas las recopilaciolles posteriorl's, !Jlll' Ikvaftlll a (abo A.. lslc'IIl·lc·s 1111
Así pues, hay opiniones para todos los guStoS, ya que, como se dijo si~lo después, el  fil(ío~ alejalldrillo Erall,stt'Ill's t'lI l'l si~lo 111  id '.  y,  yll
anteriormente, el carácter y la variedad de nuestras fuentes literarias y ell época imperial, FkWíll dI' Traks y dos IIhisolos (rislÍallos, ,Iulio Alri
arqueohS~ics y de los relatos m((Íl'Os hatl'll pnktkamelltc imposible callo y Eusehio de (:l'sarl',l. A partir dI' lo qlll' Sl' ha 10IIservadu dt, lull:lI
asegurar nada COII u'rtl'za, Es muy prohabll', d('sdt' Il'~(), que al~ú tipo escritos y dc otras illt(lfIUatÍolIl's. LlI¡~ Mon'lIi  1111 podido rrtoll!ltruir \11

IH.!  I H\
¡'I'IINi\NJ)()  (;i\llIli\  I(IlMH!( 1  111:-' IH.~ 1IIIMI'It  (I~

historia  dl'  buena  parte  de  los  Juegos  Olímpicos  antiguos  en  lo  que  se  en el Allis l'lI  {-pOta 11Iín"lIíw  (d.  Mallwilz, "Cuh "nd CllllllwlíIÍOII"," 
rdlt're  al  nombre  dc  los  vencedores  en  ellos.  Moretti  concede  bastante  Hl)ss.).  Ahora hie1l, ,:110S procuran los daros hasla aquí apllmados af~\1
uedihilidad  al  trabajo  de  Hipias  y,  en  consecuencia,  de  sus  sucesores,  memos sufiriL,ntes para postular (ekhraciolll's pt'ri(íditas dd It'slÍval
auuqm'  SlJ  aurcntiddad  fue  puesta  en  duda  ya  en  la  Antigüedad  Ces  olímpico en ferha anrerior a la Iradkiollalllll'lItc admitida:' e:¡I'naIl\CIIII' 
di/lril,  /J()r  hin/o,  fijar  (on  exactitud  su  cronología  [la  de  Numa]  y,  en  pudo haber, en Olimpia o sus proximidadcs, jle~()s llllruralt,s Ijllt' ¡III 111 
('JI'feí.l!, 1,1 (file  .re  baJa  en  los Juegos  Olímpicos,  cuya lista  dicen  que publicó  yeran competiciones deportivas, pero no podelllos asq.(urar qUt' alltes dI'
IlijlitU de  l?lide•.rin  partir  de  ningún  criterio  con  autoridad  suficiente  776 tales juegos reunieran todas las características míllimas Ilt'{t'sarias
/"Ir"  irJ.Ij,irtly  nmjtanza",  Plutarco,  Numa  1),  desconfianza  que  ha  reno- para poder ser denominados Juegos Olímpicos en sentido pl'Opill, ('S
vado la erudidón moderna, desde el estudio de Mahaffy a fines del siglo decir, festivales religiosos con inclusión de competicionl'S atl¿.tinls '111(', dt'
pasado. Por lo que respecta en concreto a la fecha de inicio de los juegos, manera periódica y organizada, se celebraban en el santuario dt' e )Iilllpia
ya FIc~()1 y Eusebio comentan que Corebo no fue el primer vencedor en honor de Zeus.
o\(mpieo, sino el  primero recordado, puesto que la reintroducción de la Digamos, por último, que el director de las excavaciolles alt'lllilllilS
I'SI .. ilma en Grecia permitió conservar su nombre con mayores garantías en Olimpia, Aldred Mallwitz, ha sugerido que la fecha de 77(. plIdh'l'iI 
Ijlll' l'II  ('1 laso de los 27 triunfadores anteriores (cf. Lee, p. 112, con n. ser no demasiado tardía, sino en exceso temprana. A partir dd dt'Slllhl'i
11) , (hra supuesta fuente antigua, el llamado "disco votivo de Ascle- miento de pozos de agua abiertos hacia finales del siglo VIII a.e '" Mall
plilllt'S"  (l¡~ura !¡'5), que ya conocíamos por la mención que hace de él witz ha postulado la hipótesis de que la fecha de inicio dI' los ;111',11.""
1'.111\,1111"5 (').20.1)  en su descripción del templo de Hera en el Altis antes puede retrasarse hasta 704, siendo anuales las celebrat'Íolll's hasta qUl', 
di' 'IIH' 1III'I'a salado a la luz por las excavaciones alemanas en 1879, hace con la introducción de las carreras de cuádrigas en 680  a.C:. (C )lilllpúHla
11'1110111011' la primera Olimpíada nada menos que a 1580 a.c., aunque 25), pasaron a tener periodicidad cuatrienal debido al ~ral ,11. aS111  ti 11 t' 
.11 111 itllllCIIll' d d iseo se considera una falsificación antigua, mediante la para los participantes suponía el envío y mantenimiento dt' tarros y 1 
(lIal los deos pretendían contar con un argumento "histórico" que justifi- 110s todos los años. A ello objeta Lee (p. 114), de quien hemos lomado lit
I aSt' su mnrrol de los juegos. La fundación del festival olímpico, tanto en referencia, que quienes mandaban sus carros a los juegos erall hOlllhn'..
d {aso dd disco de Asdepíades como en el de la noticia que Flegón y de sobrados recursos económicos, que no habrían tenido inCOIIVl'llil'IIII' 1'11
J~lIS'hjo nos transmiten, se atribuye entonces a los reyes de Élide, Óxilo o hacerlo anualmente como de hecho sucedió más tarde, cuando a'
I JI( '¡ JI 1..
Sil (!t-scendience Ífito. Pero han sido sobre todo los hallazgos arqueoló- un festival panhelénico se celebraba cada año. Los pozos abiertos a lillil!t--.
~i{()s l'l fundamemo de la especulación moderna sobre la posible exis- del siglo VIII testimonian simplemente el deseo de mejorar las l
1l'lIcia dc competiciones regulares en Olimpia en fecha amerior a 776. En ciones de un recinto al que acudía un número progresivamente (ft'l irlllt' 
zonas próximas a Olimpia se han encomrado, en efecto, gran cantidad de de personas, conforme los juegos fueron ganando en prestigio y poplllil 
Irip(){k-s de bronce que pudieran ser, como ocurre en los juegos homé- ridad.
I'Íws, el premio tlue recibían los vencedores, y  además también multitud También se han puesto en duda las ideas tradicionalmente: adlllí
dl' ofrl'l1das al dios, especialmente pequeños bronces y terracotas con tidas acerca del número de competiciones deportivas que compoll{all l"
n~l1ras de carros y caballos. La datación de tales hallazgos no puede programa de las primeras celebraciones de los juegos. Como poco lIliís
Ikvarse rn.ís allá del siglo X a.c., sin que, pese a la opinión de Dorpfeld adelante estudiaremos con mayor detenimiento, únicamente una prueha.
y otros, por el  momento haya pruebas que apoyen la existencia de cultos la carrera del estadio, se disputó durante las trece primeras Olimpíadas,

II-!¡f I-!~
FERNAND() (;AHeJA  IH)MERO  11  ....  JlIH ,( ....  IIIIM!'lel .... 

si  hemos  de  dar fe  a las  noticias  que nos  transmiten los  autores antiguos,  La historia posll'rior de los.J lIt'/~os ()ltlllpiws UlIT¡' purald" 11111 la
particularmente Pausanias,  Ahora  bien,  dado que los  juegos en  honor  de  evolmil'u 1 dd deporte ~riqJ,o tiLl\.' hUIIOS (l'¡1I ado de (')(pOIII'r ('11 In
Patroclo  relatados  en  Ilíada  23  y  en  la  narración  que  hace  Píndaro  del  primera parte de Iluestro lihro. Los dos prillwros si~lo dI' vid.. dc IlIs
festival  mítico  organizado por Herades  (Olímpicas  10,64­74)  son nume- juegos est<Ín marcados, desde el pUllto  dl' vista or~alizv, por la
rosas las competiciones que se citan y describren, y dado también el ya disputa que mantuvieron Pisa y  Úlide por el cOlltrol del j('slival, y, desde
aludido descubrimiento de pequeños carros y caballos bronáneos en el  punto de vista deportivo, por el  dominio aplaSlallll' dI' los al\'i~
Olimpia y sus inmediaciones, diversos autores se han decantado por espartanos. Dos ciudades vecinas al santuario, Pisa y t'ilidl" S(' ahl'l"IIilfOlI,
ampliar el abanico de competiciones que se dispuraban en los juegos de en efecto, en la dirección de los juegos. Por Hl'nídoto «(l.I.!.])  y  I~S'ah!l1
los primeros tiempos. Así, Gardiner (Olympia  87-8) cree que deben (8.358; su fuente es Éforo) sabemos que, en (¡76 (,  flflH  a.c.. !lid!'!II, fey
incluirse por 10 menos las competiciones que menciona Píndaro en su de Argos, arrebató a los deos la facultad de or~aliz 1.'1 h'slival y  lo pl~O
Olímpica  10 (estadio, lucha, pugilato, carrera de cuádrigas, jabalina y en manos de los pisatas, quienes se ocuparOll dI.' {Ol  hasto! '1"1'. 1111 si,lo(11I
disco; pero Píndaro bien pudiera estar extendiendo a época mítica una más tarde, Élide se hizo definitivamente COll su lOlItl'lll mil la ayuda
práctica de su tiempo), y Hermann (Olympia  80-1) adopta una solución espartana. Durante ese período los juegos fllt'roll perdil'lIdo palllillillíl
de compromiso, sugiriendo que se disputaban otras pruebas además del mente su carácter local y atrayendo a atletas dl' Ólldildl's ("da ve;,'· IlIih
estadio, pero en calidad de lo que hoy llamaríamos "deportes de exhibi- alejadas, que comenzaron a mitigar el  predomillio casi absoluto '1U1'  lo..
ción", de manera que sólo paulatinamente fueron incorporándose al
lacedemonios venían manteniendo en casi todas las Wlllpl'lil iOlll's,
programa oficial. No obstante, la objeción que aduce Hermann para
A partir del siglo VI el carácter panhdéniw dt' los jll<)I,OS S(' (1111 ..0
modificar la tesis tradicional (en su opinión, ('$ poco vetosímil que atletas
Iida definitivamente, y en la centuria sigllielHl' alt alll.illl Sil "1 wrh
y público hubieran realizado un largo viaje para asistir a un festival que
aúreo" tras la victoria griega sobre los persas ell las (; \I('!'rilS M('du a".
únicamente comprendía una carrera de apenas 30 segundos de duración)
cuando Olimpia se convierte en el  símbolo de la Illlidad tll' IOdus lo..
no tiene, a nuestro entender, mucho fundamento, pues no debemos
griegos. Un amplio programa de construcciones l'mlwlll'(l' (,1 S,IIIC lIi1río,
olvidar que los Juegos Olímpicos históricos no fueron nunca una fiesta
exclusivamente deportiva, sino que incluía otras actividades, en primer Poco después, sin embargo, los Juegos Olímpicos UlIlOU'II Illla ('1'01 iI  dI' 
término religiosas, que justificarían sobradamente la asistencia de gentes altibajos, consecuencia lógica de los conflictos qUl' l'IIln'lllall  .1 li"
de las poblaciones cercanas e incluso de más lejos. Todos conocemos gran ciudades griegas (la tregua olímpica, como veremos pOlll Imis  ilddalllt', 
cantidad de romerías y fiestas de un solo día que concitan la reunión de es violada en varias ocasiones), hasta que Filipo de Mal'l'tlolliil illlpwlI' MI 
multitudes de diversas procedencias (y un encierro en los San Fermines hegemonía sobre Grecia y, tanto él como su hijo Alejandro y 1'11 ~I'(1i
no dura mucho más de lo que tardaría un atleta griego en recorrer un los soberanos helenísticos, manifiestan acusado interés por f('lillIl.ill' (,1
estadio). En definitiva, aun cuando la hipótesis de Hermann no carece de festival de Olimpia, como medio de legitimar su dominio sohn' 111..
verosimilitud, no creemos que haya graves inconvenientes para admitir griegos y para destacar los rasgos más característicos dl' la (1111111 iI 
unos juegos formados en principio por una única competición de carácter griega.
originariamente cultural, a la que luego se fueron añadiendo paulatina- Con la conquista romana, completada tras la toma de (:orilllO ('11
mente otras a medida que el festival fue cobrando importancia, De otra 146 a.c., los juegos entran en una etapa de decadencia (al cllnqllislildol'
manera se explicaría difícilmente la precisión de los datos que nos romano no le interesaba al principio incentivar nada que pudiese n'avivar
proporciona Pausanias sobre la fecha de introducción de cada prueba. el espíritu nacional del pueblo conquistado), que alcanza su pumo I~

lHó  IM7
1'1,IINI\NIlO (;I\IH  lil  I{OMI'.!U 1  1I~ IIIH ,( l~ ('IIM!'I(  1):-'

halo  a  wmiellzus  del  siglo  I  a.c.,  especialmente  cuando  Sila  saquea  el  t)u ielles sostiellell q lit' Tt'odosio I lillíUl1I lellll' pmh ibi6 la (OSllIlIl hn'
salllllario  l'n  Hú  lIev,lndose  las  más  valiosas  ofrendas  y,  poco  después,  pagana dc complllar tI til'mpo por olimpíadas (adl'lmis, St' Ikv¡') a ( :OIlS
()hli~a a  los  atleras  que  se  aprestaban  a  competir  en  la  175  Olimpíada  tantinopla la estatua crisodehllltilla de Zells obra de Jlidias). pn'paralulo
(HIl  a.C  :,)  a  embarcarse  con  dirección  a  Roma  para  participar  en  sus  así la definitiva aholición de los juegos, quc se habría producido (lIallllo,
1l('~U, dl'  manera que ese  año  los juegos Olímpicos quedaron reducidos  años más tarde, su nieto Teodosio 11 ordenlÍ la dl'SlrllUilíll ti..·  los
a  tlllí!  líllila  prueba  testimonial,  el  estado  infantil.  La  protección  de  lugares sagrados paganos (escolios a Luciano, p, 176 Y  17H Ralw; (f. 
AlI~S() Ill'rlllite  un  nuevo  renacimiento  del  festival,  que,  sin  embargo,  Ebert, "Olympia ... "). E incluso Keresztényi ha retrasado la sllprl'sillll dd 
110  plldo wrse  libre  poco después  de  otra intromisión, esta vez entusiasta,  languideciente festival hasta 1, bajo el  reinado de JUStillo, :lIllIlILl(' ('S
('11  SlI  Ilormal  desarrollo:  Suetonio  nos  cuenta  que  el  emperador  Nerón,  posible que 10  que este emperador ordenara suprimir fueran 110 los jl'~(IS
llevado  de su  ardiente deseo de  inscribir a toda costa su  nombre entre  los  de Olimpia, sino los juegos Olímpicos de Antim)lIía, lTl'a¡(os  por
VI'JI<  ('¡Iun's  olímpicos,  no  sólo  obligó  a  trasladar  al  año  67  los  juegos  Augusto y renovados por Claudia, los cuales, merccd a la 1OIlOl ida
UlITl'SpOlldielltt's  al  año  65,  sino  que  hizo  ampliar  el  programa  dando  pasión de los antioquenos por los espectáculos, continuaron cdt'i mili dos('
l'lIIrada  a IOl1lpeticiones  musicales  y,  para colmo,  fue  coronado vencedor  por lo menos hasta comienzos de! siglo VI (cf. juan Malal:is, ~()".20
('11  la  lllm'ra  de cu¡idrigas  a pesar  de  que su carro  derrapó y no alcanzó el  398.4).
primel'()  la  Illl'ta,  Su  nombre  fue  eliminado  después  de la  lista  de  vence-
do!!·... 2.1,2.  El redescubrimiento  de  OlimPia 
\-:1 n'lIovado esplendor que cobraron los juegos bajo la protección de Durante casi milenio y medio Olimpia, devorada rmt'o  a pOlO por
1(1' AIIIIIIIIIlOS durante el siglo n,  coincidente con la visita de Pausanias a los estragos que causaban e! tiempo y los aluviones ,l)1onadlls por (·1
e JllIlIl'''l '111t' (lOS ha legado la más completa descripción del santuario y Cladeo, que fueron sepultando paulatinamente el santuario, t'SItIVO
dI'  .,11 hisloria !jUl': poseemos, no fue sino el postrer florecimiento, oculta a los ojos de los hombres, aunque siempre presente como pU1l1O  ¡(l'
I'll'sagio dI' la dccadencia definitiva, A partir del siglo III p,c., especial- referencia vital para todos los que estudiaban y amahall la anli~I
111('111(' I ras la invasión de los hérulos ca,  267, nuestras noticias escasean, Grecia. Habría que esperar hasta el año 1766, cuando Richard
hasta el  punto dc que ni siquiera podemos asegurar que los juegos se Chandler, profesor de Teología en Oxford, recorrió el  Pt'!oPO!lt'SO y
I dl'hrasl'1l lOll regularidad ni tampoco la fecha exacta de su clausura, Un anduvo por los parajes donde se ubicaba la antigua Olimpia. d!'j¡ílldos¡'
ras,gll alltilllelltt' signifkativo sí es claro, la admisión de atletas proce- guiar por la Descripción  de  Grecia  de Pausanias, compañero insl'parahh' ('
d('IIII's de todos los rincones del Imperio, capadocios, carios, fenicios, insustituible de todos cuantos han explorado el santuario, Pom dl'sp(~
li( íos, pallfllios, bitinios, egipcios o armenios como el príncipe Varaz- Otro británico, W. M.  Lcake, coronel del ejército colonial, fue l'nviado a
dalcs, el lílrilllo vt:ncedor olímpico conocido (cf. 1.4),  Grecia en misión diplomática y  militar, pero aprovechó la ocasión para
El filial dc los Juegos Olímpicos de la Antigüedad, al igual que su visitar, a comienzos de 1805, los lugares que Chandler había desrrilo y 
origell y  t!lIlliell:'w, sigue siendo todavía objeto de discusi6n. El auge del realizar pequeñas excavaciones de aficionado, Sin embargo, no hahl'úlll
(ríSliallislIlo supuso el  principio del fin del festival, que fue clausurado, de ser los ingleses los destinados a devolver a la luz los restos de Olill1pia.
s(}\lill el testimonio del  historiador bizantino Jorge Cedreno (326d y ss.), Ya el gran). ). Winckelmann había puesto su atención en los alíll
dd si,glo XI-XII, en el afio  .)<)3 por orden del emperador Teodosio 1. La ocultos tesoros artísticos que prometía ofrecer e! lugar de los más impor-
veratÍdad dc' esta infilflnación ha sido, sin embargo, puesta en duda por tantes juegos de Grecia (cf. R. Pfeiffer, Hi.rtoria  de  la  Filología  Clá.ril'tl, 

IMM  1M\) 
FERNANDO  GARCíA  ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

Madrid  1981, II  283­4),  pero su  prematura y violenta muerte en Trieste  Eco". Durante los primeros siglos todas las pruebas, salvo las disciplinas
a  manos de  un cocinero italiano truncó sus proyectos;  corría el  año  1768.  ecuestres, se desarrollaban en e! propio Altis, pero, a partir sobre todo dd
File  en  el  siglo  siguiente  cuando  se  iniciaron  las  primeras  excavaciones  siglo VI a.c., éste fue llenándose de construcciones sagradas y dl'
snias  de  Olimpia.  Con  ocasión  de  la  Guerra  de  Liberación  griega,  en  ofrendas votivas y  conmemorativas, de modo que la pista de competicióll
I H.~() los  franceses  enviaron  en  apoyo  de  Grecia  un  contingente  de  acabó por desplazarse hacia el  Este, fuera del santuario propiamenle
1·1.000  hombres,  acompañado por un notable conjunto de eruditos que,  dicho, y los lugares de entrenamiento hacia el  Oeste (figura 2 1) . La
) d  nombre de  "Expedición Científica de Morea", se  dedicaron a estu- entrada principal de! Atlis se hallaba al Noroeste, donde desembocaba la
,liar (" país, su fauna y flora, su geografía y también su arquitectura. El vía procedente de Élide, por la cual llegaban atletas y jueces para dar
~flIpO dirigido por Abel Blouet arribó al lugar donde confluyen los ríos comienzo a los juegos. Nada más entrar, a la izquierda, aparen' l'I 
(,Lltko  y  Alfeo, en la parte Noroeste del Peloponeso, en medio de las Pritaneo de los e!eos, construido hacia el año 500 a.e. y  n'lllozado
slIaV('s colinas de Élide, y allí inició sus excavaciones, las cuales, sin posteriormente, donde se celebraban los banquetes oficiales y  se hallaha
I'lIlhargo, cuando comenzaban a dar sus primeros frutos fueron suspen- encendido el fuego sagrado, que los vencedores en la carreta <Id l'swdio
didas ('11 el  mes de Junio, informado el  presidente Kapodistrias por los tenían e! honor de renovar cada Olimpíada. Frente al Pritaum hilO WIlS-
(alllp('siIlOS de que los franceses buscaban apoderarse de los tesoros que truir Filipo II de Macedonia, con ocasión de su triunfo ('11 QIII·t·om·a ( ~ ~H
I'!>( 111" Ha la tierra. Casi medio siglo más habría de transcurrir para que, a.c.) que le supuso la supremacía sobre toda Grecia, UIl edifldo n'dolldo
P"I' 1111, Olimpia comenzara a ser definitivamente desenterrada. Tras al que hizo llamar Filipeo y estaba destinado a alh'r~ estatuas dI'
.11'1 hlas y  (Iuraderas negociaciones con el gobierno griego, Ernst Curtius todos los miembros de la dinastía real macedonia.
g.tlla la  panida al mismísimo Schliemann y obtiene el  25 de Abril de El centro del Atlis era e! altar de Zeus y,  n'rra dI' él, l'I  Pclopio,
I H I,j  (·1 permiso para realizar excavaciones sistemáticas, que tienen su la supuesta tumba de Pélope. Al norte del Pelopio y  jUlllo  al Prilall(,o. SI'
Ini, 10 d Illl'S dI.: septiembre del año siguiente, siendo los directores de la alzaba el templo de Hera, dórico períptero, constrUIdo hóll ia el  ano
I'l'illl('(";1 ¡ alllpafia el propio Curtius y F. Adler, con la colaboración de 600 a.c. en sustitución de otro anterior que flll' víctima del IlIego. 1':11 Slt
(;II!'IlaV IlirsthlCld y  Adolf Boetticher. Desde entonces, las excavaciones interior se guardaban objetos empleados durante las WJlIlwti, iOlll's <los
,¡J('IIIaIl¡¡S 1I0S han devuelto aunque sea únicamente una pálida imagen de discos), así como e! merecidamente célebre Hl.:rmes tI(,  Pnlxú¡·I(·s, qtH·
In '1"(' 1'11(' 1111 esplendoroso santuario (nuestra imaginación, acompañada actualmente alberga el Museo de Olimpia. A la izqllierda dd (¡'mplo dI' 
dI' las lIIaqlll·tas levantadas {figura 28J, debe completar la reconsrruc- Hera, hacia mediados del siglo TI p.e. el rico meCl'lIas atl'lIi('IISI' IIt·wd(·...
11(111). W. DiirplCld dirigilí las campañas de 1906-1909, 1921-23 Y Atico financió la construcción del Ninfeo, fuente 1ll011l1l1H'lItal dI' 101'llHl
1').' I.)(), rcanlld¡íut!ose los trabajos con especial intensidad con ocasión semicircular en la que acababa una obra mucho nds i111 pof'l iI 11 11'  por ... "
.1('  los .I1l(,~os ()Iílllpiros de Berlín de I ~ -'6. N uevamel1te interrumpidos utilidad, el  acueducto que abastecía de agua a toda la l·cgit'lIl. M¡is al b,l(' 
('11 ¡t),í.!,  a panir de 1')')2 han dirigido las excavaciones sucesivamente pueden verse las ruinas de otro templo dórico períptero, d(' dillH'lIsi\UII's
I~, "1111/1', 11. SI hll'il Y A, Mallwitz. mucho más reducidas que el  de Hera, dedicado, hacia (,1 ¡jOO a.( ... iI  lil
El (('1111'0 dl'l santuario ('S el  Ahis () hosque sagrado, limitado al Diosa Madre y  llamado por ello Mctroon. A Sil lado St' lOhll ahall 10'1
NOf((' por hl llamada "wlilla d(' CroIlO" (Cronio), al Sur y  al Oeste por Zanes, las estatuas bromÍlll'as de ZClIS sufragadas mil  d dillel'O n'slIl
1111 111111'0 'IUI' St' Il'valltlí l'!l d si}l,lo IV  y  al qUl' Sto a¡)adió orro paralelo en ranre de las Illultas impuestas a 'luil'tll's habían mmetido al}l,ltllól irrt'}I,lIlu-
(ol'(lta "OIlHlllil 01  p.C.>. y  al ¡¡Slt'. dt'~( ~() a.c.. por t'l "P¡}rlim de ridad tratando de Obll'lwr la villOría por medios ¡¡kitos (¡f. l. ~.2A) El

1')(1  11) I
FERNANDO GARCÍA  ROMERO  LOS JUEGOS OIlMPICOS

lado  Norte  del  Altis  era  cerrado  por los  tesoros,  pequeños edificios  a la  la que se permitía asistir a los juegos; justo enfrente se ha encontrado una
manera  de  templetes  que  encerraban  los  ricos  presentes  que  las  respec- basa ligeramente elevada, sobre la cual se colocaban las sillas de mal k'm
I ¡vas ciudades ofrecían al santuario. Datan de los siglos VI-V a.e. que servían de asiento a helanódicas y huéspedes distinguidos (fi,L\ura
Al Sur del Pelopio, en el  año 472 a.e. los eleos encargaron al arqui- 31). Atletas y jueces hacían su entrada al estadio a través de un ttínd
Into local Libón la erección de un monumental templo dedicado a situado en el ángulo noroccidental, que se conserva todavra en parte. El
ZClIS, que financiaron con el botín obtenido en la guerra contra sus estadio anterior no estaba separado del recinto sagrado, sino que formaha
Vl'{iIlOS de Pisa y Trifilia. También dórico períptero, fue construído en parte de él (los escolios a Píndaro, Olfmpicas  1.149 apuntan incluso qlll'
piedra caliza, pero decorado con mármol de Paros. Sus frontones y el primitivo poste de giro para las carreras fue la tumba de Pélopt·). Los
1lll'IOpaS, alojados en el Museo de Olimpia, constituyen uno de los hitos restos que han quedado, en efecto, permiten colegir que en d  si,L\lo V 
de la  escultura griega: las metopas (parte de las cuales custodia el atravesaba el lugar donde luego fue levantado el Pórtil'O de Ero. Es
LOllvn:) representan los trabajos de Herades; el frontón Este, los prelimi- posible que el estadio arcaico, del siglo VI, siguiera idéntico trazado (t 1.
nares dt' la carrera de carros entre Pélope y Enómao, presididos por la Mallwitz, "Cult and Competition ... " 94ss.), aunque otros arqlll'{lhl,L\OS
illlpOIll'lltt' imagen de Zeus (figura 27); el frontón Oeste, una Centauro- prefieren ubicarlo aún más al Oeste.
IIlalluia en la que ocupa cllugar central la bellísima estatua de Apolo. En De acuerdo con el testimonio de Pausanias, al Sur dd  estadio SI'
d  illlcrior del  templo se guardaban los escudos de bronce que debían hallaba el hipódromo, del que no ha quedado vesrigio alguno, P('\'O 
('ll1pkar los participantes en la cartera con armas, pero el centro de aten- que nos es conocido por la pormenorizada descripdc'íll dd  Iwrit',L\I'ca
\ ilíll primordial de los visitantes era la colosal estatua crisoelefatina de (véase al respecto el capítulo dedicado a las pruebas h(pilas,~\). ~.)
Z!'IIS,  ohra de FicHas, catalogada como una de las siete maravillas del También al Sur del estadio ha aparecido un mmplejo UllljU1l1O dI'
Illtllldo. edificios de época muy diversa, parte de los cuales fue WIlVl'n ido t'll
El lado oriental del Altis estaba limitado por el Pórtico de Eco, "villa de Nerón" durante las visitas de emperador al santllario. llllas
('ri~do (ti . .140-330 a.e. De casi 100 metros de longitud, la parte termas construídas hacia el año 200 p. e. atesti,L\lIíHl d ¡nImIO dt, ha( ('r
frolltal l's¡aba formada por 44 columnas dóricas y el muro de fondo cada vez más cómoda la estancia de los espectadort's d urat 111' d kSlival.
adornado mn frescos. Se decía que devolvía el grito siete veces. Su cons- De entre las construcciones situadas al Sur dd Altis sohres¡lIl' t'S!W( ial
IrtlH;I'ín ohliglÍ a desplazar hacia el Este el antiguo estadio, quedando mente el Buleuterio, la sede del consejo dt' los deos y lalllhit'n dt, los
ddllli¡ivamente ubicado en el lugar que ocupa hoy día (figura 30), La helanódicas. Levantado a fines del VI Y comienzos dl'l V  01.( '>, t'SI;\
pisla anual alcanza una longitud de 212,17 m por 28,50 m de anchura, formado por dos edificios iguales acabados en un ¡íbsidl\ y ('1\ (,1 t'SP,1t io
p(,ro la distancia entre las líneas de salida y llegada queda reducida a que queda entre ellos se ubicaba la estatua de :I.cus allll' \¡, <¡IU' a"('las y
I ()2,27 m, la medida de un estadio olímpico. Tenía capacidad para jueces prestaban d juramento ol(mpim.
allwr,L\ar unos 40,000 ó 50.000 espectadores, que se aposentaban en Continuando hacia el Oeste, emer,L\en las ruinas dd qm' Il(W'1 ti  !I('I' 
lt'rrap!t'I1t's artificiales, sentados en el suelo o de pit', en situación, pues, d edificio m:ls amplio dt' todo d cOlllpk.. jo, el  llamado I.conidl'o (101' la
hano ilH:ól1loda,  arhu(h¡ínt!ose unos a otros y tragando polvo mientras persona que lo dOlll') , I.dlllidas tI(,  Naxos, S(',L\líll n'zaha la illS\I'ipti(ul <Id
j'lll'aban a sus li¡voriws. Sólo lIllOS poros privik'giados tenían dt're<:ho a p(¡rt ilO ,  COlIsrruído t'nno- ~20 y rl'llHlddado hal ia I"lO  a,( .. , d
ocupar asil'l\to dl' prdt-f(:lIda: CII litIO dt, los lados lar,L\os, d Norte, se edificio, dt' planta tasi ntadntlla, t'ra ulilizado para allwl'lotlll' 11 ItlII villi-
hallaha dallar tll' Dt'lllrh'r ( :alllilll', lllya san'rdotÍsa l'ra la línka Illu;t'r a tantl's dl'stíllados. <¡lit· se alojuhan t'll hahiradollt'!I dillpllt'lilllll ('11 torno 11

PJ.l I'H
FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  1.1  I~ JI JI( .I~ nll M1'11 ()~

un  gran patio central.  Al Norte del Leonideo y,  en consecuencia, al  Oeste  el día principal (aqul-I en el  qUt' se ofrnia d Wao sal ri Ii( in ('11 !tollor .1('

dd  Altis,  una  bas11ica  paleocristiana  fue  construida sobre las  ruinas de  lo  Zcus) con el  primer o segundo plmílullio dt'SPII(;S dc'l solsl ÍI  io d('  venlllo,
(¡ue  un  día fue  el  taller donde  Fidias  trabajó en la realización de la gran  pues el  festival se regía por un dclo lunar dI' ,1() (í 'iO III('S('S (UII IU'~ 1Ií\~
t'statua de Zeus, Junto a  él,  los  sacerdotes que atendían el  santuatio resi- se intercalaba tres veces cada ocho anos para qUl' el  ft-slival villj('ra al ('Ic'
dían en una construcción cuadrada denominada Teocoleo, al Oeste de brarse más o menos por las mismas felhas sil'lllprd; pudla Os! llar. P"(',\,
la cual ha aparecido un nuevo conjunto de edificios datables en épocas entre mediados de julio y agosto.
lIluy diversas: desde los baños más antiguos, próximos a los lugares de Los actos preliminares se iniciaban, sin l'l1lbargo, algllllos III("('S
eJlccmamíento, hasta albergues de los siglos U-UI p,e (la inmensa antes, cuando tres mensajeros oficiales llamados "c'spOlllh'ífol'!ls" (('Sin ('s,
mayoría de los visitantes durmió siempre al aire libre, en tiendas o al "portadores de la tregua") remrrían las eiudadt,s wit'gas an 111 11 ¡ando a sm
raso, mmiendo y bebiendo de lo que obtenían de los vendedores ambu- habitantes la proximidad de los juegos y prodalllando la "1r!'}!,lIa
IaIl(CS). sagrada" (ekekheiría).  Plutarco (Ul'llrgo  1,1 l, lualldo SC' I'dlc'l'(' iI  la,
Fillalmente, en el ángulo noroccidental, junto a la entrada principal distintas tradiciones que corrían alecea dt, la  c;poc a ('11 la I ual vivic",
dd  Altis, se alzaban, formando un conjunto, dos lugares destinados a la I.icurgo, indica que algunos le  atribuían la illslama( i(ín de la fI'¡'}!,IHI
I'nídíta dd deporte, el gimnasio y  la palestra, donde desde el siglo III  olllllpica junto con Ífito, el legendario rey dc' (~Iidt, reftultladm de los
a.( :. se entrenaban los atletas (antes lo haáan probablemente en el propio ,Iuegos Olímpicos, y precisamente el  tt'X(O cI(,  la (('('glla t'slaha grahado ('11
estadio). La palestra (figura 33) era un edificio cuadrado, de 66,75 por el llamado "disco de ÍfIW", que se wllsc'rvaha ('Il  el (('lIlplo de Ih'ra
(dI, ~'í provisto de un patío interior circundado todo él por una
Ill, (véase, además del pasajl' plu!arquiallo rinulo, Pilusalli"s '1.20.1), La
whllllllaC¡¡ yen torno al cual se disponían las diferentes salas, unas desti- vigt'llcia de la ekekheirí"  aharcaha t'll prillcipio d 1111'S ¡IIlIl'r!OJ' a los
liadas al masaje y la ejercitación de los atletas y otras a las reuniones de juegos y el mes posterior a ellos, pero 11Il'}.,:o SC' t'xlt'lIdi(í a dos o qlli/.'\ 1I'(~
ora dor¡;s , filúsofos y poetas, quienes, como se verá más adelante, pulu- Im'sc's alltes y después, conforme fm'roll IIt'g¡uHlo !,ani( ipall(('s y ('SI 1('( ta
lahall t'1l  gran número por Olimpia. El gimnasio (figura 32), más al dores de lugares cada vez 1l;L~ akjados. Ac (Ualllll'llt(' c'sta IIU'ra de Itld.1
NOJ'!t" ¡;ra una amplísima explanada, limitada al Oeste por el río Cladco duda la E¡(sedad de la idea de qUt' la m'gua supoll!a la illll'l'IlIl'( jlUI dI'
y al ESle por un pórtico ancho, de casi 200 m de longitud, con una fila los wllf1inos bdims qUl'  ellfrcllIahall a las (iudadc's gri('gas "uralll!' d 
de columnas en el  centro, de manera que los atletas podían correr al fjelllpo t!W..' tl'llía vigt~mü (Ilarris, (,'/\/\ l'í')-(" apUllfa (011 r¡¡:fOIl 'IIU'
ahrigo de las escasas lluvias un diaulo completo, es decir, un estadio de dio  huhil'ra supuesto d  fin ck las glll'rras, puc's ('(1 los dl'lIl.1S .11I1'}!,os
ida y otro de vuelta. l'alllll'Il'llims st'  decreta ha tamhiéll 1111 arllliSli( io sl'f11l'jalllc, y S(' 11'1('
hraha allllt'1l0S UIl tirall It'slival rada ano). Lo qu(' S(' pr('I('llIha era SI'II! 1
2.I,j.  Desarrollo de los juegos
1I,II1lellH' lograr ulla c'spnit' dt, salv{)(ondullll '1"(' aS('}!,lII'iII a 1.1
Los griegos llamaban pentr:terÍJ, "quinquenio", al período compren- IIlviolahilidad dt, los dt'ponisras y de los ('spt'uadof('s "uraflll' Sil Vlal('
dido entre dos celebraciones de los Juegos Olímpicos. Quiere ello decir, ha, ia ( )Iilllpia y 1)( Is[c!'ion m'llIt' lllalH lo f('wrnaSt'll a sus ( ill! 1011 I('s I!'~(
dado que los antiguos empleaban cálculo inclusivo, que el festival tenía IÍvas, a fill tll' que las gllc'rcas, (OllstallteS alllt's (01110 ahol'a, 1\11 111
lugar cada l'llatro m'los, en los tórridos días del verano, como indican las dic'Sl'1l la (eh'hnll úill tlt' los jm'Aos, Todos (1¡¡¡llIoS SI' diriglall al kSI iVill SI'
ti-<:cllentes alusiones a las altas temperaturas que atletas y espectadores Imllahall, 1'lllolllt'S. hajll la PfOlt'(( ic'JIl divina, dt, mam'!'a qlU' ,"alquic'l'
dehfan soportar, La fec:ha t'xacta t'ra, 110 ohstílllte, variable. coincidiendo dc'slmíll qUl' St' wllIt'lit'ra lolllra t'\los supollía lIoa ~ravt' falra n'Ii}.tIOl\II,

1'),1  1')'
I'I'HN/\N()()  l;I\IH  1/\  HOMUH I  I~ lIH.~ I.M'lt~

No  OhSliIlltl',  como  apuntan  Finley­Pleket  (p.  99­1(0),  aunque  no  (O!I JIIJ ,1 mM.!', 1'.l/II'ri,/lm/'tll/, dl·J/Jld.l dI' ,/"t' d /'.I11t1t'ld"fI 1,/lfl,I, 11/1 0 ti,..
t1dwlllos  subl'stimar los efecros disuasorios de la  religión,  el  rigor con que  I\rl'/'.Iil,lO, /111'1"" wd/,/',Ido tllmlll/I' 1,1 t'fllllllt'lÍt'irJlI 111It' IfI.I ,.,,/ldllrril ... Nrl
la  m'gua olímpica  era  r<:.'Spetada  puede  explicarse  también  por la  concu- y 1" /It-.lltl Irtflllllll'l'/ri
o/;J/'I1III', Iru 1,1I'/'d/'lIIrlf/loJ JI' "/IItI/III ' it'mll /r,lIIr/IO/O.l
rn'IHIa  de otros factores, como el interés que casi todas las ciudades tlJí" (eL también la insailxilín dl' Olilllpia, dt, la prilllera Illilad dd V

mostraban por los juegos y la casi nula importancia política y económica a.C, que COII el  n,O .'''il{  aparece ell S/1G XXXI).
¡'mdl',  que no era, obviamente, objetivo militar prioritario. Sea como Los al rIeras estaban obligados a prl'Sl'l1CaI'Se l'n Olílllpia al Illl'lIllS 1111
f'lIl'n', la prodamaci6n de la tregua olímpica consiguió durante un mes antes del inicio dd festival, aunque ya  desdl' IIl1l'Vl' IlIl'Sl'S al nis la!'!
Illllt'llio lo <lue las modernas Olimpíadas no han logrado cuando su exis- instalaciones estaban abiertas a quien lJuisiese mm'lIar all( 11 IISI 1111.
Icnda no alcanza todavía los cien años: que los juegos se celebren todos Obviamente, todas la ciudades estaban interesadas t'lI qtll' sus depon Istas
los cuatrienios, independientemente de los conflictos políticos y militares brillasen a gran altura, pero parece que los atletas Sl' illsnihúlII a IIl1dll
('11 lJlIl' los hombres se hallen envueltos. Un pasaje de Tuádides individual, sin que los estados enviasen repn:sl'lItadolll'S ofilÍaks, A MI
('i/íl)-"iO) l'S f¡el  testimonio de las disputas que surgían al respecto de la llegada, eran sometidos por los helanódicas a UII l'XallH'1I l'lI d IJlIl'
m'gua y  tll' las medidas que se adoptaban contra quienes la violaban, Lh.. bían demostrar que cumplían los requisitos exigidos para podl'l' ~('I

Pl'ro IllUl'stra igualmente que, pese a todo, la tensión no estaba ausente admitidos en los juegos sagrados, a saber, ser hOl\lhn's lihl'l's, Iti,o~ Iq~1
,k IIIS ¡uq..:os wando era tensa también la situación política, como ocurría timos de padres griegos y no estar sometidos a "lililí", ('S d¡'l ir, a la
t'lI ·1.'0 a.< :.:  .   Ele verano  tuvieron  lugar los juegos  Olímpicos  en  los  que  el  privación de los derechos de ciudadanía por haber WIIlt'lido  1111 ddllll
.In "tI/IJ  I\l/rlnfr/meJ  obtuvo  por primera  vez  la  victoria  en  el pancracio.  Y  religioso o de sangre, Dado que la burocracia no akallzl) ,I1.nlll I  j¡'sal'l'ollo 
Irll  t"/1'fI! íl/lllltlierrm  ,1 los lacedemonios entrar en el recinto  sagrado,  de  modo  en las ciudades griegas, no siempre era f,idl realizar I "Il's I  olllprllhil 
,/11/' f/(I III/dit'rrlll  h,Iar Jacrificios  ni participar en  las competiciones, pues no  ciones, especialmente cuando se trataba de atletas 1I{',I1.ados dI' ;1I'I'il)\
11'1  h.IMdll IJ(lp,e/do  la  multa a  que  les  habían condenado  los  eleos en  virtud  marginales del mundo griego, Ya a comienzos del V  a.c. los fÍvall's dl'l
tll' 1"  II'v  olímpica,  acusándolos  de  haber  llevado  sus  armas  contra  ellos  y  rey macedonio Alejandro pusieron en duda su grl'cidad y, ('11 11111'.1'
1111/11'11  1"  /ilt'Jaleza  de  Pirco  y  de  haber  enviado  sus  hoplitas  a  Lepreo  cuencia, su capacidad para poder participar en la Glm'ra dI' lll;\! I11,11. as ,
tI,mm/l' 1"  /re¡.:ua  olímpica.  La  multa era  de  dos  mil minas,  dos  minas por  aunque finalmente los helanódicas aceptaron como v<ilida la all',I1.ill 1011 dI'
¡,U/,I 11II/,liü/,  como  establece  la  ley,  Los  lacedemonios  enviaron  una  emba- que ya sus antepasados remotos eran griegos de Argos (1  h-n'lt 10111 ').!!.
¡tlt/'I y reJpondieron que les habfan condenado injustamente, alegando que cf. LA);  es posible, pues, que, sobre todo cuando se traraha dl' Jll'I'SIIII;lII'"
1" /rI'.I!.",1 a¡ín no había sido proclamada en Lacedemonia cuando ellos influyentes como a menudo sucedió en época romana, los ¡m'll's 110 SI'
oll'úmm 10.1' hoplitas, Los eleos replicaron que la tregua ya tenía vigencia mostrasen demasiado exigentes con respecto al cumplimiCllIO {'slrillo I  k
/'" 111 I"dl' (prJrt/ue es a sí mismos a quienes primero la proclaman) y que por las condiciones de admisión en los juegos,
1'.1/",. 1'11 IJ,"Z y no e.lperar lo que sucedió al estar en vigor los pactos, se Tampoco debía de ser nada fácil a los helanódicas en cierlOs UISOS 1;,
"'!lI"he/tl deJprevenidos cuando fueron atacados... Los demás griegos separación de los atletas por edades, de manera que probablellll'llIl' 1'('( 11 
fllI,i"rrm JIU embajadas a los juegos.. , Sin embargo, los e/eos, temerosos de rrían a la observación del aspecto externo de los deportistas para
//"" lo.! /'lcedemonioJ intentaran hacer sus sacrificios por la fuerza, dispu- incluirlos en la categoría de los niños o en la de los adultos. dt'lÍsic';1I
Jimm 1111 cuerp() de KIJardia formado por jóvenes armados ... , pero había sumamente delicada en el caso de los deportes pesados, en los que rl'slIl-
NI/re lo.r a.ri.rtenteJ al festival Kran temor de que los lacedemonios llegaran taba decisivo el peso corporal. Diógenes Laercio (8047) relata al reSpl'lto

I ')(¡ \97 
FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  It¡;-, 11111,1" l)lIMI'1I "~

la  historia  del  púgil  Pitágoras  de  Samos,  quien,  en  los Juegos  Olímpicos  mes de entn':Il<lBtielllo lOllllíll los hdalHídiuls St' dir~fal íI  los atlt'lHS (011

de  ')HH  a.c.,  no  fue  admitido  en  la  categoría  de  los  paídes,  probable- la siguiente prodama: "Si  IJJ btlbhJ c'.ljlJrztldo  I,mlll  nNl/o {"Irll ml't'I'/I'1' 11'''
1II('llIe  porque aparentaba mayor edad de la que realmente tenía, de Olimpia  y  no  hctbéi.r  ((JI/lidie/o fI¡".~lh flegi,~t'!I" tI/  ¡/(/O I/I//IIM', /,1  t (/1/ 

lIliU lera que se vio obligado a participar en la competición de los adultos, ánimo;  en  cambio,  CflliemJ  no  Je htI,Ytlfl  eNlref/tlc/o  d,d,  ""ln/!tÍo.l  ,1 tlofltl"
('11 la que, pese a todo, resultó vencedor. Evidentemente, comprobar si qtteráis"  (Apolonio dice preferir mn mutho lal arl'~iI a la '1 11 l' l'nI  Imhi
alll'tas venidos de todos los rincones del mundo griego habían cumplído tual en los Juegos Píticos e Istmims: "Id ti!  /'Jltldio  .'Y  /11/(1'0.1  1IIIIIIIm'I
" no los 1H años era tarea imposible de realizar y el sistema clasificatorio capaces de  vencer"),  Tras de ello se dirigían todos ¡umos, al ktas, t'llIn'lHl 
a ojo" suponía, en todo caso, la solución menos mala. dores y helanódicas, en procesión hacia Olimpia, dondl' Sl' instalahan
{lna tercera fuente de conflictos aguardaba a los helanódicas en el prestos a iniciar las competiciones, no sin ant<:s habl'r prestado el jura
111011 lI'llto de inscribir a los atletas: decidir si eran o no admisibles las mento olímpico ante la imponente estatua de Zl'lIS .. Proll't IIlI' "l' llls
l'iIIOIH'S lOll las que los rezagados justificaban su llegada fuera de plazo. Juramentos": ''junto  a  esta  estatua  e,rlá  eJ/"hlecitlll  11/11'  10.1  "lll'Idl,  1/11
(U'rlilllll'I1Il',  pese a la tregua olímpica, toda clase de peligros y sucesos padres y  hermctnos e incluso sus entrenadoreJ {lYeJ/m  .mlm'  Ir,)'1.1i.1  di'  1"/'111'  ti" 
IIlll'H'vístos aguardaban a los viajeros que se dirigían a Olimpia, de verraco  el juramento  de  que  ningún fraude  ((Jllfelt'r,íll  N/1m  )/ll'go.l  Ol/m-
III.IIH'I'<I qlll'  debían de ser habituales los retrasos motivados por acci- picos, Y los atletas jurán además también qlle d"r.lfllt' dia. 1111'.11'.1 .1 IItI'.1 1/'0 I
dI '1IIt'S, l1<lll fragios, asaltos de bandidos o piratas y otros incidentes ines- han seguido estrictamente en todo las rtllYlfltlJ dI:' /'f/ln"ltlllllt'f/lo, }' 111/'11"
1ll'l'ados. Pero los jueces tenían que andarse con tiento para no ser asímismo quienes se encargan de examinar tt lo,r "i,J()J o ./ lo., polml ,/"1'
!'lIganados (OI}  falsas excusas, como las que adujo el atleta Apolonio de intervienen en las carreras que tomtln JIIJ del'iJúJllt'J (111/ ¡1I.IIII/tI )' 111/
AlqalHlna m la Olimpíada 218 (96 p.c.), el cual afirmó que vientos sobornos y que guardarán en .recreto lo "/te hdY,1fI .hl/Jido di' 101 / ¡/t/,I,t!"IIJI
'lHllraríos le  habían impedido llegar a tiempo, cuando un compatriota admitidos o no" (Pausanias 5,24.9-10).
'>'IYO  llamado 1kradides demostró que en realidad se hallaba en Jonia La procesión desde Élíde hasta Olimpia, el  jUl'<lIl1l'llIO 011111' ",('IIS
",I1I1(  11';tlldo ('11 linos juegos bien dotados económicamente; Apolonío, al Borcio y la inscripción definitiva de los atletas onJpaha la lIIanallil dd
",\I(H'I' , 110 S(' tomlÍ con resignación el chivatazo y quiso emprenderla a primer día de los juegos propiamente dichos; destll' Y)() íI.( ".  la fard" d., 
golpes 1O!I 1kradides, que había sido proclamado vencedor (Pausanias ese mismo día se dedicó a las competicion<:s dI..' trompetistas y hl'raldos, a
').! l. 12Ií).  cuyos primeros clasificados se encomendaba la tarea dt, dar 1.1 sl'nal d"
I,()s  at lelas se concentraban en Élide, distante unos 57 km de salida de las carreras y anunciar las decisiones d<: los jUl'ces y 1'1'0l lafllal d
( )Iillll'ia,  y allí se desarrollaban los entrenamientos postreros previos a la nombre de los vencedores (el emperador Juliano nos ha IrallSlllitidll lil
\ 111111'1'( il ¡IIB, r('alizados bajo la supervisión de los helanódicas, que en el  formula que empleaban los heraldos para indicar el Ullllimw o l'\ Iillal
( 111'11 de ('se Blt'S IIllal decidían definitivamente quienes podían inscribirse de los juegos; son los fr. 863 y 865 PMG: "t'lJlltienzll (o  1/'1'11111/./) ,.1
1111110 parl itipalltes ell los juegos. El tipo de vida al que estaban some- certamen, dispensador de los más hermo.ros prem1OJ, y elIIIOII//'1I11i illl'/Id ,1 l/O
IIdll:-' los hit tiros competidores durante ese período era famoso por su demorarse ya").
n~lIfosid;t, tal1to por lo t¡ue respecta a los ejercidos físicos que debían La duración exacta del festival en sus primeros años tIe vida histo
n·"lil.ar tOlllO al n:gilllt'll alimenticio que tenían fijado, a menudo lejos de rica nos es desconocida, aunque es lógico pensar llue no (olllpn'lIdl'na
los deseos o h¡¡hitos particulares de cada atleta, pues era para todos idén- más de uno o dos días, pues únicamente se celebraba una Ulllllwlídfill
tiUl. Por Fikístntw (Vitlll eh  A{)(}{lif/io 'i.I¡~) sabemos que al acabar el  deportiva, la carrera del estadio. Posteriormente fue adquiril..'lldo mayor

1')1)
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r  

FERNANDO GARCÍA  ROMERO  LOS  JUEGOS OLÍMPICOS 

{'XlenSlón  conforme  se  fueron  añadiendo  sucesivamente  pruebas,  hasta  j  Gardiner,  AAW 224ss., Finley­Pleket 27ss,),  El  tercer día se  inidaba t Ol! 
qlle,  con  la  reestructuración  llevada  a  cabo en  la  Olimpíada  77,  en  472  la prueba más brillante y espectacular, la carrera de cuádrigas, l(Ul' daha
a,c',  (cf,  Pausanias  5,9,3­4,  5,13.3),  la  duración  del  festival  quedó  paso a las restantes competiciones ecuestres, entre las que Sl' illdll{al!
lIjada  en  cinco  o  seis  días.  Al  estadio  se  añadieron,  en  efecto,  el  diaulo  probablemente las carreras para potros; por la tarde intcrVl'Ilíall los
(724  a.c.),  el  dólico  o  carrera  de  fondo  (720  a.c.),  el  estadio  infantil  pentatletas, acabando la jornada, al anochecer, con una ceremollia rdí-
((1)2  a.e.)  y,  finalmente,  la  carrera  con  armas  (520  a,C.),  entre  las  giosa, la ofrenda ante la tumba del héroe Pélope, mítirt) primer vl'lllt'dol'
pflll·has  pedestres.  El  pentado  se  introdujo  en  708  a.c.  (la  modalidad  olímpico. También un acto cultual daba comienzo al cuarto día, willl ¡.
infantil  solamente se  disputó en una ocasión,  en 628 a.c.),  y  también  en  dente con el plenilunio y  en realidad todo él dedicado a los diosl's, St'
!OH  hizo  su aparición la lucha,  sumándose a continuación el  boxeo  (688  iniciaba, en efecto, con una solemne procesi6n que avanzaha desdl' d 
a.c')  y  el  pancracio  (648  a.c.),  así  como los  respectivos  concursos  para  pritaneo (el lugar de reuni6n de las autoridades) hasta el  airar dI' I'.l'US y
lIinos  (lllrha en  632,  boxeo en  616 y pancracio en  200 a,c'; ésta  última  estaba compuesta por los helan6dicas vestidos con sus l11ejon's galas,
!tI{'  prl'cisamente  la  postrera  modificación  importante  que  admitió  el  sacerdotes, las embajadas oficiales de las ciudades cun sus rkas ofn'l1das
progral11a  olímpico,  casi  600  años  antes  de  la  abolición  de  los  juegos),  y, finalmente, los participantes y sus entrenadores, enrabl'zados por las
I'm  lo  que  respecta  a  las  disciplinas  ecuestres,  la  carrera  de cuádrigas  se  vistosas cuádrigas. Una vez llegado el cortejo a su punto dl' t!I'SlÍllo, ll'llía
displHlí  pm vez  primera en  680 a.c.  y la  de caballos  montados en 648;  lugar la ceremonia central de los juegos, el sacrificio dI' riCII hlll'Yl'S ofn' 
dos  pnll'has,  la  carrera  de carros  tirados por un tronco  de dos  mulas y la  cido a Zeus por los organizadores eleos, (Iue se realizaba sohl'l' 1111
1Ioll1lada  i~,"/Il! se  introdujeron  respectivamente  en  500  y  496  a.c.,  pero  montón de cenizas (Pausanias cifra su altura en 6, "i  lll) qm' St' hahlall ido
1I1t'1'01l  eliminadas  de  los  juegos  en  444  a,c';  en  408  se  añadió  un  acumulando con el transcurso del tiempo, Partl' dl' la tarll(' dt' los
{Ollt Ilrso  dI'  higas  tiradas por caballos,  tras de lo cual la  única innovación  animales se quemaba en honor del dios, en tanto que d  fl'S(() S(' n'Sl'fvah"
'111('  01  In [(í  a  los  concursos  hípicos  fue  la  adición  de  las  correspondientes  para el banquete que se ofrecía al anochecer. El  quinlO dú, la t'Spl't loh inn 
pnuhts  para  potros  (cuádrigas en  384, bigas en  268 y potros montados  estaba centrada en las pruebas atléticas, las ram'ras 1'('d('slfl's por \;1
('II  .''>(¡  a,C :.),  Ya  se  ha  dicho,  por  último,  que  a  partir  de  396  a.c.  se  mañana y  por la tarde las disciplinas pesadas, IlIdIa,  box('o. p~1It IWIO  y 
displllOlI'Oll  ClI  Olimpia  competiciones  para  heraldos  y  trompetistas  (cf.  también la carrera con armas, Por fin, el sexto y lihílllO dla ('I'a d  d., la
para  IOdo  dio,  Pausanias  5.8.6  y  5.9.l),  proclamación y coronación de los wncedores. EIl  d  IllOllll'lllO di' OIIl{'III'! 
I~l ordell  en  que Sl'  disputaban las pruebas que componían tan apre- la victoria, los atletas eran premiados COII ulla cillta d('  lalla qU(' {l'nla SU"
I ;Ido  programa IlO podl'mos precisarlo con absoluta seguridad y exac- sienes (cf. figura 2\) y, a partir de época hdl'nlstíl a. mil  ul1a rallla d,'
11 flId , alllHllIl' sí a grandes rasgos (cabe, además, la posibilidad de que palma; durante la última jurnada de los jut'p;us tI'lIía lugar la I Ol'Ollill jIu I
haya hahido algllnas !l1odif1raciones, ciertamente poco importantes, en el de los vencedores, ante la pm'rta Est.c dd  telllplo dt' :1,('11'1, {Oll 1111,1
( IIl'Sll d(' los sip;los). Ocupado d primer día, como apuntamos más arriba, corona trenzada mn ramas lid olivo sagrado Ql1l', St'glill la lt'y(,llda, hahlo'
por dt'sfiles, «n'!llonias dl' caniner rdi,gioso y  actividades burocráticas, 1,lantado Hl'rades cuandu fUlldó los il(}~oS (l f.  !'(lIdaro, ()/III//I//  dI
los Ulllt IIfSOS {kportivos comenzaban el  segundo d(a, ron la  disputa de ",2.)ss.), Las ramaS dd,ían Sl'r cortadas WI1 {(Hilillo de oro por 1111 ,OVI'II
las Wllllwtidoncs para ninos (quÍl'1ll'S deflendcn una durarilÍn de cinco y eran depositadas l'l1 tilia arrístiul lI1l'sa l.I'ísodd"alllÍlla, ohra drl ('St ulllll'
tll'us para los ¡ut'~os. sitúan los mmursos illfillltill's ell la tarde dd primer Colotes, discípulo dl' Fidias (Pmlsílnias ",20,2), d('  doud,' las rnlll-t(1I11 ION 
lIra, d,  E1wrt, uOlylllpia, .. ", o hit'll ,'11 la lardl' dl' IlIll'srro cuarto dÚI. d.  hdanl',dims para wloulr1as sohn' la nlhl'za dl' IOll  a dt'lall ,  A 111 wrollllril\1I

.'00 JOI 
l'I'HNANIlO (,AHI  lA  l(oMi'I«(J  le  J:-' 11111  ,1 J" e 'I~ 11"

sl',L!,ufa  ulla  ofrenda  tlt'  acd61l  de gradas  a  Zeus y finalmente,  al  atardecer,  1111 Itdallcidita; d lIIislIlO millll'ro, dos, St' 11 la 111 IIVO (\lIlIldo,
Ic'lIlH  IlIgar  d  ,LiralJ  banquele que  los  jueces  deos ofrecían  a  los  vencedores  de ')HO a.< :., fuel'OlI los deos quie\les St' ('Ill'ílrgawlI, ellos
y  il  los  l'l'pn'st'lltalltes  oficiales  de  las  ciudades.  la  organizalitÍlI dd fl-s[ival. Destll' /fHO ({) /fOO, la Ic.'(ha t'S disOII
Al  dfa  Sí,Lillil'llle  atletas  y espectadores  abandonaban Olimpia,  unos  son nombrados llueve jueces, tres para las n IIl1pl'l i(¡om's lIlpil as, IITS
dc'( t'pdollados,  otros  lJjoderadamente  contentos  y  unos  pocos  eufóricos  para el pentado y tres para las restantes pnll'bas; ocho al)os Illíís I "I'tlt'  St'
('11  ('Spt'ra  wdavía de  una  nueva celebración de!  triunfo cuando llegaran a  un décimo helancíJica, al Ser diez d número dl' IrihllS t'lI <¡IU' nJidt,
sus  ciudades  rl'spenivas  ell  olor  de  multitud.  quedó dividida, de la misma manera que, cuando el  llIílllt'ro dl' Irihlls
fue elevado a doce en 368, doce fueron también los jUl'tt'S dl'si,Lillados,
Poco después, sin embargo, los arcadios arrebataron a los dl'os pal'l('  de
2. J A. Los IIclan()dicas 
su territorio, lo que provocó que, en 364, los ocho
La  organizacic'Ín  de  un  festival  complejo  y  multitudinario  corno  el  reducida Élide eligieran una helanódica cada uno.
Clllmpito  rt'quería,  por  supuesto,  la  intervención  de  un  número  de  Olimpíada 108 (348 a.c.) el número de jueces fue fIjado l'll diez, 11110
!,l'rse lilas  IIUl'  se  encargaran  de  la  realización  y  supervisión  de  todas  las  por cada tribu de los e!eos, al menos hasta el siglo ] I :. (Pausallias, /111 ,
,1(  [ividad('s  ljut.'  SI:  desarrollaban  en  el  curso  de  los  juegos  y  al  amparo  cit,;  Filóstrato, Vida  de  Apolonio  3.30) y quizá la aholkiól1 dl' los
dllJ'i,  d(':­.d('  los  I:spondóforos  que proclamaban por toda Grecia la tregua  Juegos.
il.  los  hl'raldos  que anunciaban el  nombre  de  los  vencedores  o  los  El hecho de desempeñar, durante una Olimpíada, d largo d(' 1\('1,1
1n H 1I1ll'1 íSI  as  t'IlUlrgados  de dar la señal  de salida hasta aquellos  hombres  nódica suponía para la persona que lo detentaba un alto hOllor <d
'ol,hl('  1m,  que  recaía  la  mayor  responsabilidad,  los  llamados  "helanó- carácter religioso de tal ocupación no pasaba a segulldo plallO) y al
dI! i1~", ('SIC!  ('s, "jueces de los griegos". En las competiciones deportivas tiempo también una oportunidad de destacar en sociedad; Pl'ro 110 lodo
ti"!'  I jCIlt'11 lugar en e! transcurso de los primeros juegos olímpicos, en se reducía a vestir púrpura, símbolo de elevado statu.!',  y a oUlpílr sil il) Ilc'
('PIII" 1Iu"1 ila, y también en los concursos que Homero en el honor en el estadio durante las competiciones, sino que prohahl('IIH'III('
I.tlllo .! ~ de J1ícld,t,  es una sola persona de especial corno era práctica habitual en las ciudades los helan(ídi( as
Aquiles n'slx'nivamente, quien organiza la celebración y al mismo financiar de su propio pecunio parte del coste de los juegos, l'n talid"d dI'
I\('mpo St' elll'arga de asignar los premios y decidir los pleitos que surgen o servicio público. De todo ello se deduce üicill1ll'llIl' qlH' los
1'111  r(' los participantes. En época histórica, conforme los juegos jueces sólo podían salir de entre las filas de la nobleza local de Hlid." 1111
g,III:1tlt!D  l'tI complejidad, el número de helanódicas aumentó hasta de otras clases sociales, que carecían de los medios económicos y dl'l pn's
'1l1edar fijado m diez. Es una vez más Pausanias (5.9.4-5) quien nos tigio social que el desempeño de! cargo exigía, Con respecto al pro(l'so d('
illlmllla WIl precisión sobre e! particular, aunque las fechas no pueden selección, nuestras fuentes antiguas hablan indistintamente de "sotlm" y 
IOllsidl'rarse seguras, dado que e! texto se encuentra probablemente "votación", lo cual se ha interpretado en el sentido de tIlle l'l1 \lila
wrrllplO (otros datos conocernos por los escolios a Píndaro, Olímpicas  primera fase el pueblo elegía por votación a un determinado ntímel'O d('
L~ 2, tuya fuente son las obras históricas de Helánico y Aristodemo, y miembros de la  clase alta, entre los cuales se designaba mediante sont'l'
por t'l It;xiw de Harpocración, que se basa en el testimonio de la perdida "IU1<:1l<:" iban a ser los helanódicas de los juegos correspondientes,

(;OIlJlí'lf(i(m de  lo,r  e/eo,r  de Aristóteles). Durante el tiempo en el que los Los elegidos recibían, durante diez meses, una especie de cursillo t'll
hahitalltes de Pisa y Élide compartieron la dirección de los juegos, cada el que se enseñaba cuáles eran las reglas que regían los juegos y  cómo

.!02  20.\ 
ITltN/\NPIl (;/\IU  1/\  1((  IMI·II0  H)~ ,IH.(~ (11.fMI'If lIS

I  kbtall  aplicarlas  ('  illlerprerarlas,  Los  encargados de  instruir  a  los  futuros  a la (0111)1<:1 itilíll, ('srahll't Úlll los {'1I1 jlill'('ja-

Ill'lalHídilas  sohre  el  panicular  eran  los  llamados  "!1omof(Jaces"  o  "guar- elltre s( y  a IIIS
diau('s tll' las ley~s", a l)uielles competía en última instancia la conserva- vencedores, Eran, en d
1illll y,  ('11 su tílSO, 11 11 x.1 ificación de las normas que regulaban las normal desarrollo dd festival.
1001llx'lidolles. As( pues, la misión de los helanódicas consistía, ante
('11 vdar porque los atletas cumplieran las reglas de cada prueba,
2.1.5. Los espectadores
n'solviClldo los evelltuales litigios que pudieran darse entre los partici-
pallll'S (ya l'n los juegos atléticos del canto de lI/ada  dos de los En Olimpia se reunían ingentes cantidades de personas, l'lI lIlíllll'W
( 0111 pel idorl's ell la carreta de carros se enzarzan en una acerba discusión, progresivamente creciente según evidencian las sucesivas íllllplialÍOlll'S dt,
'1\11' rl'slldvl' el veredicto del juez único, Aquiles; cf. 1.2), Sus decisiones, las instalaciones destinadas a los espectadores, y tales agIOllll'radollt,s,
tOltlO ha ocurrido siempre, no contentaban a todo el  mundo, y en sendos bajo el aplastante calor del verano griego,
pasa/l'S de los epinicios 4 y 11 de Baquílides encontramos el que quizá varse porque el espectáculo merecía la pena, como apunta el
que tenemos constancia de esa práctica tan Epicteto (1.6.26): "Yen  Olimpia ...  ('no  os  asáis?  ('no  I/JlthJ tI/m'ltltlw¡J
a JoS árbitros de las derrotas; en el epinicio 11, ('no  os  bañáis a duras penas? ('no  os  empapáis cuando  III/I/I'e? ,:y !lO  tli.I/m
('11 1'11'1 lO, d  poeta atribuye el fracaso en táis de  alboroto,  griterfo y  otras  molestias?  Pero pienJo  q/ll:  Ji .I'II/rfry  ,1O/UIt' 
AII'Kidalll1l de Metaponto a "los  juicios  muy  errados  de  los  mortales"  táis  todo  eso  es  porque  contraponéis  a  ello  el  mérito  del eJ/Je(/tímlo",  Para
\.., ~ los vv. 1 1ss. del epinicio 4 quizá pudieran interpretarse en el mismo otros, no obstante, ni siquiera el espectáculo bastaba para WlIlpt'IIS¡II' los
"'Ulhlo, ,IlIIHllI('  se trata sólo de una hipótesis, dado el lamentable estado inconvenientes del calor y la muchedumbre, como es d caso de aqu(;1
di' IIlIlSl'!'Vóll il)U del texto), Contra las decisiones de los helanódicas, hombre de Quíos que, según Eliano (Historias  Variada.!'  11t,IH), taslig{¡
¡J!lóldas por mayoría de votos, únicamente cabía elevar recurso ante el a su esclavo con el más horrible tormento: ")0  no  te  lm.y  ti  I'II/'itlr
"( 1l1lSl'/0 Olílllpim",  6rgano creado hacia el final del siglo V  a.c., que, molino,  sino  que  te  voy  a  llevar a  OlimPia',  pues  creía,  como  eJ rtlzolltl/Jk, 
1'11  IOdo l aso, posiblemente no modificaba el veredicto, sino que se limi- que  era  castigo  mucho  más  duro  cocerse  como  espectador en  Olilll/Jitl  /J,Ijo  10.1 
I iI ha a sancionar a los jueces. Para controlar el desarrollo de las pruebas y rayos  del sol  que  ser  entregado  al molino  para  moler",  Las nulas posihili-
t  as! igar a quienes cometiesen irregularidades, los helanódicas contaban dades de alojamiento obligaban a los visitantes a hacer la vida, diuflla y 
tllll  la ayuda de árbitros auxiliares y de "rabducos" ("porta bastones"), nocturna, al aire libre, y tampoco eran muchas las oportunidad('s dl'
qlll'  I'mpleaban tan expeditivo medio para imponer disciplina (<..1. Pausa- comer bien y darse un buen baño. Pese a ello, llegaban a Olimpia ('spn
lIías (¡.2,2; Tucídides 5,50; Heródoto 8.59; ]enofonte, Constitución  de  tadores procedentes todos los rincones del mundo conocido y  prllll'-
Itlll'ill'lIlImioJ HA),  dentes de las más diversas extracciones sociales, desde
Pero las los helanódicas no se limitaban a supervisar formaban parte de las con frecuencia harto fastuosas embajadas
IlIs WIK ursos, sino que su tarea comenzaba antes incluso que se iniciaran de cada estado hasta los miembros de las clases más pobres, incluyelldo
los JlIl'gos propiamente dichos, A ellos competía, en efecto, la admisión bárbaros y esclavos, para quienes probablemente no estaba prohibida la
dl' los participantes, aceptando o no las razones que alegaban para justi- asistencia a los juegos, sólo vetada a las mujeres (véase 1.3,3),
lit al'  su llegada fuera de plazo, comprobando si cumplían los requisitos Cicerón (Tusculanas  5.8) atribuye a Pitágoras la siguiente compara-
exigidos y distribuyéndolos por grupos de edad, Supervisaban, además, ción: "Pitágoras respondió que la  vida de  los hombres le parecfa semejante a 

,~()1 20~
FERNANDO  GARciA ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

reunión  que se celebra con gran  concurrencia de  toda  Grecia en  medio de 


1'.1'(1  Empédocles (Diógenes Laercio 8.63 afirma que un rapsodo lIalllado
Id extraordinaria suntuosidad de  los juegos; pues así como  allí unos buscan  Cleómenes recitó en Olimpia sus Purificaciones), Platón (el'. la el/'/"
/tl  gloria y la fama  de  una corona  con  los  ejercicios ffsitos,  otros  son  impul- Séptima), los sofistas Hipias y Gorgias, Diógenes el Cínico, hasta Iwnsa"
JlldoJ  por el deseo de obtener beneficios comprando y vendiendo, y hay un dores de época imperial como Dión Crisósromo, Apolonio dI' Titllli1,
lercer tipo de hombres, especialmente noble, que no persiguen ni el aplauso cuyo espectacular recibimiento se complace en narrar Filóstrato ( Vid.t d"
JI/ el dinero, sino que acuden para contemplar y estudian atenta y afanosa- Apolonía 8,15ss.), o el enloquecido Peregrino, que muri() arroj.indos(' a
IIINlle q1lé se hace y de qué manera, igualmente entre nosotros... unos sirven una hoguera en presencia de una multitud de testigos (Ludallo, Solm' /"
" ItI .I{loria, otros al dinero y hay unos pocos que, valorando todo lo demás en muerte de Peregrino). Por otra parte, sabemos que HerlÍdoto pn'Sl'IUC') Sil
I",da, e.rcudriñan afanosamente la naturaleza de las cosas. A éstos él los obra histórica en Olimpia (Luciano, Heródoto) y que 1I('~arol ¡mlllso a
III/llla/;(/ 'afanosos por la sabiduría' (pues eso es ser 'filósofos')". Así  pues,  desarrollarse géneros literarios estrechamente vinculados al Il'sl ival, 1111
('I!  d  santuario  de  Olimpia  se  desarrollaban  las  más  variopintas  activi-
sólo los epinicios o cantos compuestos por encargo de los Vl'IH l'dof('s 1'11
dad('s paralelas durante el  tiempo que duraba el festival. Por un lado, los íuegos, sino también un tipo de discurso en el que, allle la WllllI
vvlln'dof(:s ambulantes de comida, bebida y  artículos de todas clases, rrenda de griegos llegados de rodas las latitudes, los lIl;'Ís dl'SI,H ados
ahahut'tes con sus pupilas (que debían trabajar fuera del recinto oradores del momento exhortaban a la unidad panhdénÍta y a la lOltSl'\,
sagrado), magos, acróbatas, bailarines, pronosticadores, videntes y char- vación y cultivo de las más distintivas características lk' la livilizIII jlill
lal:lIlCS en general acudían a los Juegos Olímpicos con la esperanza de griega (se han conservado, total o parcialmente, las OradOtll'S dI' (;01'~ia,
han'!' su Agosto aprovechando la nutrida concurrencia (cf. Filóstrato, Lisias e Isócrates). No obstante, a pesar de la in/1l1l'mia !JIH' el (('sllval
flirl" de A/JIIlonio 8.18, y también Dión Crisóstomo 8 y 9, a propósito de olímpico mantuvo sobre la vida literaria y artística de (;,,('( ia, IIIIIH a SI'
los Juegos ístmkos). Pero también por la misma razón Olimpia, durante incluyeron en él, a diferencia de otros juegos imponallll's, l'slwl ialtlll'lIlt'
1.1 l ('Il-hraci()n Je los juegos, era el lugar ideal para observar y estudiar la los Píticos, otras competiciones que no fueran deportivas (a l'XU'PI it"1I di'
vida humana en  sus más diversos aspectos y actividades, como corres los consursos para heraldos y trompetistas); únit'ametll(' ('11 la ()lillll'tild,1
!,o!lde haccr a los filósofos al decir de Pitágoras, e igualmente era ocasión 211 (67 p,e.) el deseo del emperador Nerón dl' mostrar Sil SIII'UI'SIIl
illllll'jorahlc para que sabios y  hombres de letras expusiesen en público talento musical y dramático hizo que los organizadores cI(' IIIS ;I(,~OS
sus ideas y extravagancias y  Jiesen a conocer sus obras literarias, pues la introdujeran este tipo de concursos, en los que "UlSllaII1WIlH'" 11'1111111) su
1(,( I lira plíhlka era, di:ctivamente, el más efectivo medio de difusión en
augusta majestad (cf. Suetonío, Nerón 23; Filósttato, V/d" dI' A/III/lltllll
una nlhura esencialmente oral como fue la griega al menos hasta época 4.24),
(Iasi( a. !.os Juegos OHm picos se convirtieron, pues, en el más importante En definitiva, pensadores y cultivadores de todas las arl('s, l' i¡.(ual
pi 111 ID  d(' ('I\CUt'mm  de la vida inrclecutal y  social de Grecia. A ellos mente gentes de la política y la milicia, se reunÚl1I ell ()lilllpla \la .."
a(  IIllit'l'On los l11;ls notables sahios desde la época arcaica hasta los siglos exponer sus talentos, dejarse ver y establecer contadOS qll(' pudierall
dt, lí1 dominación romana, dt~Slk Quihín de E-;parra (que murió repenti- series útiles en el futuro (para la importancia polftka de los ;ltl'W'S VhlSI'
lIallll'lIlt' t'n ()Iilllpia, es dt' suponer que de ('lllOdlÍn, al ver a su hijo 1.3), y también, msrumbre muy griega, para rhisl1lorrear IllIlIS de (lIt·os,
1OI'Ollilt!O vell( edor t'1l  d  hoxeo; dt' olro de los llamados "Siete Sahios", el como recuerda Platón al tirano de Siral'lIsa Dioniso ('ti su Clrlll ,\'¡';.:tmtltl
lIih'~o Talt's, St' dt'l'ÚI ((lit' Illllriá a (()IlSl'(lIl'lllia tll' tilla insolad6n ll1Í1:n- (,) IOc-d): "/Ji;.:o n/o /lIIr(I"í' tIIl hll.Y nddll de' 1'm/lid /'ti /0 (I'n' 11' b,m
Imlli lOlllt'lIlplaha tilla 101IIIwtili<'lll dl'llOrlÍva), Pl'rt\idl'S, Alax.í~()rs, (,lItlltldll Ch/ll.r/lilo .Y Po/hr:/'tIO, dI' lit/O de lo.! /'lit/k!' dicl'tI (1111' 4it"1I111 ht/h,r

)0(, lO?
FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS JUEGOS OLÍMPICOS

escuchado en  los Juegos  Olimpicos a muchos de  mis discípulos hablar mal de  Madrid 1985 (Cuadernos Historia 16, n.o 106); H.V. Herrlllallll.
ti.  Quizá  es  que  tienen  el oído  más fino  que  yo,  porque  yo  no  lo  oí".  "Olympia und seine Spiele im Wandel der Zeiten", Gymnasium  LXXX
No  está  claro,  por  último,  si  los  espectadores  pagaban  o  no  por  1973, 172-205; K. Herrmann, "Olympia. The Sanctuary and tl1('
contemplar  los  espectáculos  que  se  les  ofrecían  en  Olimpia.  Gardiner  Contests", en Mind and Body.  Athletic Cantests in Ancient Greece,  AH'mls
defendió  la  tesis  de  que  la  entrada era  libre  y tal  hipótesis  cuenta  con  el  1989, 47-68; J Melber, Olympia,  Berlín 1936; 1. Y G. Poolto, Tilt' 
apoyo  de  buena  parte  de  los  estudiosos  del  tema  (cf,  Finley­Pleket  History  01  the  Ancient  Olympic  Games,  Londres 1965; W. Rudolph.
59­60),  No  obstante,  Harris  (GAA  152)  ha  advertido  que  en  otros  Olympische  Spiele  in  der  Antike,  Leipzig 1975; H. SchObel, O/ym/'ltl  litul 
espectáculos  públicos  celebrados  también  en  el  marco  de  festivales  reli- seine  Spiele,  Berlín 1965 (trad. frane. Leipzig 1966; trad. esp. M¿.jiUl.
giosos, como es el caso de las representaciones dramáticas atenienses, los 1968; trad. ingL Londres 1966); J. Swaddling, The  Ancienl  O(VIII/,in.
espectadores pagaban, de manera que no podemos asegurar que la asis- Londres 1980; E. Thiemann, "Die Olympischen Spiele im Altertum", m 
tencia a las competiciones olímpicas fuera gratuíta. En todo caso, es U. Jantzen - E. Thiemann - A.  Mallwitz, Olympia  in  der  Anlik~C', ESS('II

evidente que, al igual que ocurre en los juegos modernos, el dinero recau- 1960; N. Yalouris (ed.), The  Olympic  Games  in  AntÍent  Greet'C'.  AH'mls
dado por esa vía no hubiera bastado para financiar los costes de la orga- 1982.
nización, por lo que siempre era preciso recutrir a lo que aportaba el 2) Origen. Primera y  última Olimpíada. R.  B1mh,  "TI\(' 
erario público y a lo que se obtenía de los obligados tributos de los Origins of the Olympic Games", Scientific American  219, 1 !)6H,  7H­H "l, 
ciudadanos ricos, contribuáones ambas que se verían compensadas, al 1. Boutros, Phoenician  Sport.  lts  lnfluence  an  the  Origin  o/ 11.1" O/YfII/llt
menos en parte, con lo que gastaban los visitantes durante el festival, que Games,  Amsterdam 1981; A. Brelich, Le  iniziaziani  Il, Roma l')!.~;
no debía de ser poca cosa. W. Burkert, Griechische  Religian  der archaischen  und kla­rJúdlt,u  li!,m lit'. 
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.'10
ni 
FERNANDO  GARCÍA  ROMERO  LOS  JUEGOS  OLÍMPICOS 

Krutik" ,  Wort  in  Gebirge.  Schriftum  au.s  Tiro!,  Innsbruck  1976,  7­39;  2.2.  LOS JUEGOS  PÍTICOS 
"Olympia.  Idee  und  Wirklichkeit",  Serta  Philologica  Aenipontana, 
ed.  por R.  Muth  y  G.  Pfohl,  Innsbruck  1979,  161­202;  H.W.  Pleket,  Sabemos  por  diversas  fuentes  antiguas  (Plutarco,  Sliló'l  I  l. 1; 
"Olympic  Benefactors",  ZPE  XX  1976,  1­18;  A.E.  Raubitschek,  urhe  Diógenes  Laercio  5.1.26)  que,  en  la  segunda  mitad  del  sit!lo  IV  a.e., 
Panhellenic  Idea  and  the  Olympic  Games",  en  The  Archaeology  01 the  Aristóteles,  probablemente con  la colaboración  de  su  sobrino  y disdpulo 
O!ympics,  ed.  por  W.  Raschke,  Wisconsin  1988,  35­7.  Calístenes,  compilaron  un  catálogo  de  vencedores  en  los .Juet!0s  P{tilOs, 
los  segundos  entre  los Juegos  PanheIénicos,  cuya  importanda  era  líllila-
mente superada por los Olímpicos y que cada cuatro aflos Sl' n·ll·hnlhall,
en honor de Apolo, en su santuario de Delfos, en medio de UII paraj"
impresionante, al pie del mítico monte Parnaso y muy u:rGl dd  lIIar,
pese a estar 573 m. por encima de su nivel. Cuenta la leyenda lJlIl' Apolo
instauró su culto en DeIfos tras desembarazarse del anterior onlpallH' lid 
santuario, la serpiente Pitón, representante de un anrit!lIo culto  nl'llli((l, 
en recuerdo de la cual hubo de fundar, en calidad de ,¡J!Ji'l t:/JiltíIJbill.l, los
Juegos Píticos (Aristóteles, fr, 637 Rose; Ovidio, MeltlffwrjiJ.l1J 1.·1,1 "Iss"
interpreta la institución de los juegos como recuerdo dl' la hazana d..!
dios, no como un imento de aplacar la cólera dd  I11l1l'no  y l'xpiaf el
crimen; véase lE, Fontenrose, Python.  A .study  (JI  DeI/JI.¡ir My¡h tmd 1/1
Origin,  Berkeley-Los Angeles 1959, y G. Roux, D(·/#J/:.I, .fOIl IJY,u/¡' t'/ H'j 
diet/x,  París, 1976), En su primera etapa d  agcíll mlllprl'lldf¡¡ l'xdusiviI
mente una competición musical; los participalltl'S (afilaban, Ull\ c,l ¡H 0111
pañamiemo de la cítara, un himno en hOllor de Apolo, Sq.t1il\ el 
testimonio de Pausanias (l (), 7,2), quien tambil-II n'{lIl'rda d !lomlll'!' dl'l
primer vencedor, Crisótemis de Creta, el  nlal (o Sil padre (:al'lllflllor)
purific¡) a Apolo por haber matado a la serpil'ntl' y rlll' el prilllt·ru dI' 1111,1
larga lista de poetas <.¡ue obtuvieron el  triunfo el! ()t'lros, l'!IIn' los qlll' 
sobresale por la cantidad de sus éxitos mro {alltor sl'Iiq~td¡o, d 
lesbio Terpandro,
La entrada C!I  la historia tll' los Juegos PílÍws se prodlljo, WIIIO ('O 
el  taSO de los tl'stivalcs {slInim y IlerneO, t'lI d  prillll'f UlarlO dc' si~1I VI 
a,e :., pero la li:dw exarta tll' la prillll'ra ldehrm icíll de IIIlOS jl'~o" l'l'lIl1
vados mili illlía sÍl'lIdo objeto de disUlsi{ul. ¡( :lIiílldo dejarol\ dI' [\1'1' 10M
,Juegos Pítims un fl'slival qm' St'  rdl'hraha ntda odIO anos y Ull1Ipn'lId(u 
un único l'Olll'llrSO Illuskal, para wllvertinil.', adapt¡{ndo!lc ul rilCno ol(m-

.!  Il  ~ 1\
HIINANI)()  (¡AlU  'A  IUIMII((1  I.'~ IIIH ,(  .~ (IIIMI'U l'~

pilO,  ('11  jl'~OS llIatrienak'S  en  los  que  se  induúm,  adem,ls  de  diversas  Sea ((lllIO hll'n',  a panir ¡(('  "iH2 la r¡'COlllpl'IISa qUl' 1'('1 iluall lo~
((11111\('1 idolws  lIIusicales,  también  pruebas  atléticas  e  hípicas?  En  síntesis,  vcnCt'dof(:s consistía, UHllO ell los r('stalllt'S .JUl'~OS Palllll'¡¡';11Í!ns, ('11 IIlIa
displ lIl('1ll0S  de  los  si~uent daros,  no  siempre  coincidentes  entre  sí.  En  los  corona vegetal, eJl l'stl' caso de laurd, el ,írbol sa~rdtl d(' A\mlo;  PllII 011'1 ti 
prlllll'rOS  anos  cid  si~l() VI  a.e.  los  habitantes  Delfos solicitaron  la  (Prohlem(tJ  de  bal/{/lIete  724a-h) menciona aSlmis!llo la l'IIO'l',l.(a de
d('  la  ,lIl1illillll(a  (l¡~a de  lÍudades  orhranizada  en  tomo  al  santuario  como premio, mientras que otf()S  tcstimonios, wlllhi(-1I lIulos l'lIos
I\'líri( allll'III('  para  el  mantenimiento  del  culto)  para  desembarazarse  del  época tardía, hablan incluso de manzanas (LlIciano, A!I(lflm;J 1); Alifo
la  vecina  (:risa  ejercía  sobre  ellos,  De  resultas  esta  llamada  logía  Palatina  9,35 
"Prilll('ra  (Itlt'rra  Sagrada"  Crisa  fue  destruída,  tras  tres  años  de  lucha,  en  La administración de los juegos estuvo siclllpn' l'l1 !llaIlOS dI' los
anfictíones, que controlaban toda la organizaól)1l (Id  resl Ill'SI k la
'')l)(),  1Il011ll'nto  ell  que  los  anfictíones  restablecieron  los  antiguos  juegos, 

amplialldo  d  prowama  de  pruelYas  y  ofreciendo  como  premio  para  los  recepción e inscripción de los atletas hasta la entrega de los
pasando por el  arbitraíe de las competiciones, Misi6n suya l'ra i~ualr'I
Vl'll! ('don's  parte  dd  botín  de  guerra  obtenido.  No  obstante,  unos  pocos 
la proclamación de la tregua sagrada, que, como l'Il  los n'swllJ('S .I1\(}O~
Ik,  (:risa continuaron  la  lucha y los  últimos focos  de resistencia no 
Panhelénicos, garantizaba la seguridad de quienes paflidpahall ('11 lo"
SI'  .lpa~ro hasta algunos años  más  tarde;  el  final  defmitivo  de la guena fue 
competiciones y  demás ceremonias, ya fueran atletas ya l'spl'nadon's, y
apwwdmtlo  por  los  miembros  de  la  anfictionía  para  llevar  a  cabo  una 
evitaba asímismo enfrentamientos entre ellos en el Irallswrso di' \;,~
WIIII'II'lil  r('l~aizÍn de los íuegos,  que pasaron a partir de entonces a ser, 
pruebas (cf. Tucídides 5.1, aunque el pasaje es de interprl'ta' i()1I Sil lila
.1  il.I~('1 Y semejanza  de  Olimpia,  un  festival  cuatrienal  y  dotado  con 
mente controvertida y sospechoso de corrupción textll,d).
!,n'llIlos  SllIIblílims,  no  crematísticos.  De  esta  manera,  los  primeros Juegos 
Los juegos se celebran durante el  mes délfiro BlIlatio
PIIIIIIS  d('  la  serie  rI:gular  habrían  tenido  lugar en  582  a,e.,  de  acuerdo con 
Septiembre), en el año tercero de cada Olimpíada, e illdulall llUIlIll'li
d  Il'slillHlIlio  de  M¡írmol  de  Paros  y  también,  según  la  mterpretación  más 
ciones para adultos y para niños y  también, al menos l'lI l'POl 01  t:lI'l Ha.
VI'f()~li, dc  los  escolios  a  los  epinicios  de  Píndaro  (es  al  menos  la  opinión  pruebas atléticas femeninas, como demuestra la ya comentad .. illSI rip( jI 111
I'rl'v"lmt('  mm'  los  estudiosos  del  tema;  e  Gaspar,  en  el  artículo  de las muchachas de Trales, darable hacia el año 50 p.e. <ce  I.~, U,  h 
"P}'lhia"  de  la  enciclopedia de Daremberg­Saglio,  pp.  785­6,  Y más  recien- posible que la participación de mujeres en las pruebas gil1llltlslÍlas tuna
1('111('11((' el  Illinucioso esrudio de Mosshammer). No obstante, un pasaje
precedida de su intervención en los concursos musicales, ya l'll lOllllll'tI
P"w¡allias (10,7.4-5) ha servido de punto de partida a otros autores ciones exlcusivamente femeninas ya en competencia con los III
<1 \c-II 11 l"tt ,  Miller y, aunque con dudas, Fontenrose) para postular como fecha Plutarco (Problemas  de  banquete  639a-b) apunta, por otro lado, '1 11(', a
.11' (l'Il'hraci!ín de los primeros Juegos Píticos de la serie regular el año 586 diferencia de lo que ocurría en Olimpia, las competiciones infalltib 110 S('
.1.< ,., l  uamln, según el periegeta, tuvo el  festival en el que se repar- celebraban todas juntas, en un mismo día, sino que tenían lugar dl'SPII('s
1i('roll mm' los vencedores los objetos valor provinientes del botID de la de las correspondientes pruebas para adultos (de todas formas, el U'XIII
~l'ra lOlltra Crísa. Pausanias comcide con el  resto de las fuentes en datar los de Plutarco presenta una laguna, por lo que tal interpretación no l'S 11('1
I'l'illl('roS juegos en los que se premiaba a los triunfadores con corona') en el segura).
"no 'iH2, pero, en cambio, aftrma expresamente que el  cómputo De la comparación de algunos testimonios época muy
Pil fadas l'llmienza no en esa fecha smo en 586, mcluyendo, pues, en la serie (Sófocles, Eleetra  698; Plutarco, Problemas  de  banquete  638a; Fill)stntw,
el  agón crematístico que los demás testimonios sitúan en 590. Vida  de  Apolonio  6.10) parece deducirse que los concursos musicak's

•' 1,1  21.,
FERNANDO GARCÍA  ROMERO  H'~ IIIH ,1 l~ «II.1Ml'le «"

I'I'IH'¡l1<I1l  a  los  atléticos  y  éstos  a  su  vez  a  pruebas  ecuestres,  de  rq!,ía ('11 los .Jlll',gOS Olílllpi,os. ()(' IHIl'VO ('S Pall:-lanias qllim IIO!! in!"mlll
Illilll('ra  que  Fontenrose  (p.  127)  ha  podido  proponer  para  los  Juegos  d(' que, ('n CSH{¡, los au! ice {om's pro~ntlaOI IDdas las p!'llt'ba!! ollmp" I~.
\lll ¡lOS  tilla  duración  habitual de cinco días, de los cuales los  dos primeros  nlll la l'xct'prkín dt, la ,arrera dt, (lI¡ídri~as. y anadil'1'01l d,' Sil propia
!lI'  d('d il ahan  a  las t'eremonias de más marcado carácter religioso y  los  tres  ('llsl'tlla el dólico y l'l  diaulo infiml il, qm' por a«ud ('IlIOII(('S 110 S(' dispu
('(, .. e afll('S  a  bs  Ullllpeticiones  propiamente  dichas,  musicales,  atléticas  e  (aban aLÍn en Olirnpia. Con el delllpo fueroll illwrponílldos,' IIIH'vas
hf\,Íl as,  por  ('se  ordel1.  disciplinas, ullas veLes a illlitaci61l dc Olilllpia y 01 ras amitip¡ílldoSl' il  !!It
Si  hay  1111  rasgo  definitorio  de  los  Juegos  Píticos,  en  comparación  inclusión ('n el  programa oJ(ll1piro:  a Wlllil'IIZ0S lid si~lo V la lalT('nl cI(' 
(eHI  los  OII'OS  wandes  ICstivales  panhelénicos,  es  la  excepcional  relevancia  hoplitas, y en el  transcurso dc:1 IV las carreras d(' hi~as para l ah"lIos y
qll('  m  ('Ilos  Ulbraball  las  competiciones  musicales,  núcleo  originario  de  para potros, de rwidrigas para potros y tlt' potros lIlontados, ad"lwis d,'1
pancracio infantil. La prueba reína, la larrera dI.' nliÍdr~as tiradas por
los  I1I(,,gos,  si  hay  algo  de  verdad  en  las  leyendas  que  corrían  sobre  sus 
rab¡dlos, se dispuní ya en )H2,  resultando vl'mt'dor, WIIIII  110  podía S('I'
Orl~'IHS. A  los  himnos  citanídkos  (cantados  con  acompañamiento  de 

,
mellos en tal disciplina, Clístenes, tirano de Siri<ÍII, '1m' había jl~ado UIl
lllara)  1)11(',  segLÍIl  hemos  visto,  fueron  quizá  el  objeto  exclusivo  de  la 
papel decisivo en la dl'strw.:d,ín de Crisa dllrallll' la (itlerra Sawada.
primera  (opola  dd  festival,  se  fueron  añadiendo  otros  concursos  (Pausa-
Los actos mltualcs llenaban, por SllpUt'SlO, buma part(' dellil'lllPO qll{'
Iliils  ('S nllt'Slra fuellte de información al respecto; cf. también Estrabón
duraban los juegos, siendo los mOllll'lltos rullllilHlIlI('S el Sol"III1H' sal ri I ido 
1). ~.IO), Cuando los anfiníones llevaron a cabo la remodelación
triple (de tres animales dit(.'rentl'S) que abría el feslival y la prolt'Si(11l sa,grada
h-slivill eras la Prilllera Guerra Sagrada, incluyeron competiciones de
", ql(~ recorría el santuario h,L')W  acabar en ti  tt'mplo d('  Apolo, d  (('llIrn 
t  .11110 il!lIIl1panado ,le nauta y de flauta sola, cuyos primeros vencedores
g('ogr,íf1w y espiritual de DelfilS. A él se aS(('IldÚI por la Vfa Sa,l.(rada, jalo
1111'11111, f('SI,,'uivallll'me. Etluémbroto de Arcadia y Sacadas de Argos,
por numerosos eJifl(ÍllS y monulllentos votivos, «Ul' hadan del I'C<ÍIIW
'1"1' IrpillCl  Irillllfi, en las Pitíadas siguientes; los concursos de flauta sola el  m,is rico santuario de Grecia. Al Norte dd H'lIlplo se hall¡1 (,1 t('¡lIro,
!11l1l1l11l;11'l1ll IOl'lllando parte del programa de los juegos en siglos suce- marco donde se desarrollaban las lOlllpctidolK's 1l11ISitab (!i1-\ura ~,l). ni 
'IVO), (a  un flaulista, Midas de Acmgante, dedica Píndaro su Pftica  12,  ;lrlllalmentc wnservado, de piedra, remonta al siglo IV a.( :., P('I"O hl(' ohJl'lo
·/HU <1.( :.), Illit'nrras que  la <lulodia fue suspendida en la segunda dc una amplia reforma Jos centurias dt'Spu6; tiellt' lapal idad para 111111..,
Piu,ula punllll',  Sl' nos dice, el  tono excesivamente triste de las melodías 'UIOO es¡x.'Cmdores y sustiwy() a llllO m,ís antiguo d(' madera, ,1111l'S d(' tIIya
110 (IIllIplada a los espectadores. En »8 ó  554, con la inclusión de la ml1strlln:íón los concursos arr(stiCllS teníal1 WIllO ('sn'l1ario l'l propio ('swdio,
pl'1l('ha  dI' ,fiara sin acompañamiento de cantO, quedó completo el ¡'~stl se encuentra fuera del santuario propiamelltl' dkho, al Norl K'SIl', ('11 101
pm,grallla dt' (olllpeticiones propiamente musicales, Desconocemos la (il1m de la colina. Fue ése su emplazamiento al lllellOS d('Sdl' d  si~lo V il.( .,
1('( ha ('11 qut'  !úl'ron imroducidos los wncursos poéticos y dramáticos de sllcediénd(lSe las construcciones h¡L<ita que l'l1 d  siglo 1\  p.(:,  IIl'rodl's Al ite 1
!jI 11' 1I0S hahlan PllItarm (Prob/emctJ  de  banquete  638a, 674d)  y Filóstrato Llvored¡') la edificación del estadio acrualmeme visihk', dd 'IlI('  ~' ha di! (¡o
(VId" dI' A/m/lmio  (1.10, Videl  de  /o.r  JllfiJlaJ 2,27), como resulta igual- que lOS el m,l<i completo y hermoso lllle St' conserva, COIl l  ílpalidad pilra 
1111'111(' illlit'na la existencia de mm peticiones de pintura, a las que se lIIH lS 7.000  espectadores, la pista (un rert¡lngulo de (ti. I 7 H X  ~ 'i  111. d('li
Idi('('(' lílliulIll('llIl' Plillio UliJ/o1'i"  Nellll1'(t/  .).9.,)5) ubicándolas en mirado por las loset¡L<i que inJican los puntos de salida y  Ie~ilda) st'
(111'110 si~lo V a,c', se1-\ún puede deducirse de la ment'ÍlÍn de un hermano l'IlUll'lltra flanqueada por graderías, especialmellte amplias l'n diado
tlt' Fidias, (lam'llo, ('mrt' los partidpalltt's. norte,
I.;t pro~al1 dt, prudlils atlt-ticas y ecuestres fue creado sobre el  que ~ Del hip¡')dromo nada se ha conservado; las características que dt'hl'u 
~ I 
.' 1(, .~ .lll

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FI'.I(NI\NIl()  (,"1((  11\ I\( ¡Mil\( 1  tI,~ IH.(~ c ,1~I' I'~

reunir  hacían  imposible  su  ubicación  en  el  salltuario  mismo  ()  efl  sus  , '''/'1.11' /!I  I!le  ':ir,1  ,JYlhid¡l", <.',\'U\ XIII) /'J,  \.' 1  '\M;  (. 
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proximidades,  de  manera  que  fue  construido  en  la  cerca  de  MOI',gan,  AlMete'! .lIId o,.d¡kr.  'I'bl' 'frdl~/tI¡J 1/1  Oh/ml",1 .1II,I'lt'I/,/l1
Crisa,  in  VIII  Cettlllry  B,C"  (:ulIlhrid,L!.l'  lINO;  A,A,  MIISS Ita 111 111 l'r ,  "'I'11t'  1)¡lU' 
Mención  especial  merece  el  gimnasio,  que  se  edificó  al  Sudeste  del  of  th!:  First  Pythiad  A,gain",  G/W.\'  X X liii I}M2,  I "i  W; (),  I'ÍI urd, 
recinto  sagrado,  entre  la  fuente  Castalia y el  templo  de  Atenea  Pronaia,  "Delphi  ami  th!:  Pyrhian  Gallles",  ell  Mi "d  ,lIId /jody,  Alh/d" (,,"'1('.1/1 
Construído  en  dos  terrazas  escalonadas,  en  la  superior  se  hallaba  el  in  AfJcient  Grua,  Ar!:nas  IlJXlJ,  (¡l)­X 1;  L.  R(lhl'f!,  "I.l's  hCfUks  daos  It·.. 
gimnasio  propiamente  dicho,  provisto  de  un  larguísimo  pórtico  de  178  types  monétaires  agonisriques",  /-l/'I/miel! VII  jI)'1 C),  1))  I 
m.  de  longitud  (bajo  cuya  columnata  jónica  se  ejercitaban  los  atletas 
cuando  hacía  mal  tiempo)  y de otra pista  de  igual extensión,  ésta al  aire 
en  la  terraza  inferior  estaba la  palestra  (un  cuadrado de  14  m. 
que contaba con excelentes recintos para batíos,  Los  restos  de todas 
estas  magníficas  instalaciones para la  práctica del  deporte,  ca"i  sin  par en 
el  mundo  antiguo,  nos  son  conocidas  prinicipalmente  a  los 
esfuerzos  de  los  arqueólogos  franceses,  que  desde  el  siglo  pasado  vienen 
excavando  la  zona  y  publicando  sus  hallazgos  en  la  serie  Fouilles 
DelpheJ. 
Los  Juegos  Píticos  desaparecieron  probablemente  hada  la  misma 
fecha  que  los  Olímpicos,  a  finales  del  siglo  IV  p.c.,  y  hasta  entonces 
siguieron gozando  de  gran  renombre  (cf.  la  epístola  198  Bidez­Cumont 
atribuída  al  emperador Juliano).  Atrás quedaron  diez  siglos  de  historia  y 
un  gran número  de  festivales  "isopíticos", creados  a imagen  de los  juegos 
de  Delfos a lo  largo de todo el  mundo grecorromano,  desde Cartagena en 
la  Península  Ibérica  hasta  la  lejana  Bitinia  (una relacíón  completa  puede 
verse  en  Gaspar,  arto  cit.  794). 

BIBLIOGRAFÍA 

C.  Bennett,  "On  the  Systematization  of  Scholia  Dates  for  Pindar's 
Pythian  Odes",  HSCP  LXII  1  61­78;  B.  Bilinski,  Agoni  girmici. 
Componenti  arti­rtíci  ed  irttelettuali  neltantica  agonÍJtica  greca,  Roma 
1979,  44ss.;].  Ebert,  "Paides  PythikoC,  PhilologuJ  CIX  1965,  152­6; 
J.  Fontenrose,  "The  Cult  of Apollo  and  the  Games  at  Delphi",  en  The 
Archaeology  01  the  OlympicJ,  ed.  por  W.  Raschke,  Wisconsin  1988, 
121­40;  E.  Holmberg,  De/phi  and  Olympia,  Gotemburgo  1979;  S,G. 

218  21 ') 
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

2.3. LOS JUEGOS ÍSTMICOS quien fundó los juegos en recuerdo del nifio Melicertes, al IIUl' Sil 11111
Ino, enloquecida, arrojó consigo al mar, transformándose dla ,'11 111 di
En el Istmo de Corinto, a unos 7 km. al Este de la ciudad, en el Leucótea y él en el dios-nifio Palemón (cf. Pausanias 2.1.5; t'slolios iI 
santuario consagrado a Posidón y al héroe local Melicertes, un poco Ístmicas de Píndaro). Finalmente, otra de las varias leyendm¡ (la VI'rll
alejado del mar y en medio de una pinareda, se celebraban los Juegos ática frente a la de sus tradicionales enemigos corintios) atrihllyr
Ístmicos, el tercero de los festivales panhelénicos en los documentos fundación de los juegos al héroe ateniense Teseo, '\ll<.' los or~al¡'
oficiales, pero cuya importancia es casi equiparable a la que ostentaban honor de su padre Posidón tras llevar a cabo una de sus hazanas, rC'il1
los juegos de Delfos. De hecho, momentos decisivos de la historia de dando el festival anterior consagrado a Melicerres, que St' hahea VI
Grecia tuvieron como marco los Juegos Ístmicos, ya que la influencia interrumpido durante algún tiempo por la presencia de bandidos rl
política y económica de Corinto y su estratégica posición geográfica los zona (Plutarco, Teseo 25; Plinio, Historia Natural 7.")7; l'swlin:
convertían en punto de encuentro muy fre<.uentado. Así, en 480 a.c. se Píndaro, cf. P.A. Bernardini); corría, según el M.irmol (It, Paros I
concitó en el Istmo la alianza de los griegos contra los persas (Heródoto XI!.5, 444), el afio 1258 a.c., y basándose en esta historia ('xpli, al
7. 172. 1), renovándose la coalición panhelénica en 337, bajo la hege- los atenienses su derecho a la proedría (asiento de prctl'f('m ¡a) ('11
monía macedónica, y en 302; posteriormente, en 196 a.c. T.  Quinto Juegos Ístmicos (Plutarco, Teseo 25).
Flaminio proclamó en el estadio ístmico las libertades de Grecia (Polibio Pocas noticias seguras conocemos con respeC!o al ori~I'1 di'
18.46.5; Plutarco, Flaminio 12.8), igual que hizo Nerón casi tres siglos juegos en época histórica. El escritor latino Julio Solino. <1(,1 s¡~lo 111 p
después, en 67 p.c. (Suetonio, Nerón 24; Dión Casio 63.21). comenta que los juegos se celebraban antes de que Cipsdo illlplalllan
La  organización de los juegos corrió siempre a cargo de los corintios, tiranía en Corinto, hacia el afio 655 a.e. (Solino 7.111). 1>1Inlllll
salvo en dos períodos en los que las circunstancias históricas lo hicieron tiranía de los Cipsélídas nada sabemos de la organizad!'ul dcl test!
imposible. Desde 392 hasta 386 a.c., en efecto, los jueces de las compe- pero, una vez derrocada ésta, los juegos vuelven a c<:!l'brars(·. ahma
ticiones fueron ciudadanos de Argos, bajo cuyo poder había caído rango de competición panhelénica, no con cankter local (sud,· alt'pl,
Corinto (jenofonte, Helénicas 4.5.1), y, en segundo lugar, a partir de como fecha de partida el afio 582 a.c., aunque hay (\\lI('II('S n'lraSill
146 a.c., tras la destrucción de la ciudad por los romanos, los juegos reaparición hasta los afios 572 ó 570). El festival ístllliw 1('11141 l~¡
fueron organizados por la vecina Sición, hasta que en 44 a.c., bajo el finales del mes de Abril y era de periodicidad bit'llal, disI'1I1 ¡llIdoSI'
gobierno de César, los corintios recuperaron el control del festival (Pausa- afios segundo y cuarto de cada Olimpíada (si los .!lIlW)S 01 1111 pilO
nias 2.2.2). celebraban, por ejemplo, en agosto de 584 y '580, los ístmicos SI' clrsa
La fundación de los juegos se hacía remontar, por supuesto, a época llaban en Abril de 584, 582 Y 580). Como en las rt'Slalltt'S 10111 1
mítica, siendo diversas las leyendas que al respecto corrían. Pausanias ciones panhelénicas, una tregua sagrada garanti:t:aha la s('WII'idacl
(2.1.6; cf. Dión Crisóstomo 37.11-12) nos dice que, disputándose atletas y espectadores durante el tiempo que durahan los jllqJ,os ('1' 
Posidón y Helio la posesión de Cotinto, acordaron someterse al arbitraje dides 8.9; Pausanias 2.15.1; Píndaro. í..tmica.f 2.2.n
del gigante Briareo, el  cual asignó a Helio la ciudad alta y a Posidón el  Los participantes quedaban divididos ell m's ulIt'}o\oríus i'lt'W"
territorio del Istmo; ambos dioses ratificaron su aceptación del veredicto edad, hombres maduros (ándre.r), "imberhes" (l/¡.:blt'illi) y lIinos (jld/l 
mediante la institución de los juegos. Según otra tradición más exten- y es posihle que debiesen pasar una prueba prdimilwr tlt' lulifiuIli61
dida, y probablemente más reciente, fue Sísifo (o el  propio Posid6n) menos en ese sentido interpretan jordan-Sp<lwfi)rth ulla nlhlillu dt' t'1 

uo
HJ(NANI.o (,Alu  lA  «01\11­.1«1  u )~ "II­! ,('~ ('i.lMI'J( ()~

ill1lwrial; d. lalllhiéll Artemidoro 5.1.3). Los vencedores recibían como actividades atléticas y  musicales ihan ;(roll1pafíadas de 1Illlllt'rosas lt'rt'
pr(,llIio lIlla corona, que en tiempos de Píndaro era de apio seco, aunque monias religiosas y también, como en los resta mes Ic.'sdvaks de
panu' !JUl' en época arcaica y posteriormente en época imperial las renombre, del bullicio dd gentío tIlle se agolpaba para l'Snllhar las diM'r
Wl'ollas StO  obtenían del gran bosque de pinos dentro del cual se hallaba tadones de los sofistas y las recitaóones de los poetas y para lIIaravlllarse
illllll'rso el santuario (cE. Dión Crisóstomo 9.10-11; Broneer precisa ante las más dispares actividades de magos y charlatalll's. Dieio (:risl is
lOlllO kcha de adopción del apio 475/74 a.e. y el siglo II a.e. como como (8.9-10 y 9) nos ofrece una vívida descripóón dc t'se 'lIlIhit'IlH',
(;p()ca de: recuperación de la antigua corona de pino). Sabemos por con Diógenes el Cínico de por medio haciendo de las suyas.
I'llIIarco (So!fin 23.3; cf. Diógenes Laercio 1.55) que Solón, en la No muchos vestigios del santuario han sacado a la luz las ('Xl ava-
prillll'ra mitad del siglo VI a.c., fijó una recompensa de 100 dracmas ciones francesas y, desde los años 50 de nuestro siglo, estadollllidl'llSl'S. S(,
para los atenienses que triunfaran en los Juegos Ístmicos, frente a los 500 han conservado restos de edificios religiosos (el gran templo dlírito wllsa-
'llIt' recibía el vencedor en Olimpia. grado a Posidón, centro del santuario, y otro m,is peqlll'Í'J() dedil "do a
l In solemne sacrificio en honor de Posidón daba comienzo al Palemón-Melicertes) y también de las construcciones en (as que H'II{¡1I1
blival, tlue incluía pruebas atléticas, hípicas y también musicales. Por lo lugar las competiciones, dos estadios de épocas sucesivas, el (l'alro y, a
'11Il'  respecta a las dos primeras modalidades, las disciplinas eran las unos 2 km. al Sudoeste del templo, huellas de lo t¡UC fue prohahlt'lm'lllt'
Illislllas que se disputaban en Olimpia, con la adición de una quinta un hipódromo. Pobres retales de un lugar lleno de bullidosa vida
(arrvra pedestre, la "carrera ecuestre", sobre un recorrido de cuatro esta- durante los días de competición.
d¡lIS. Los concursos musicales no están atestiguados hasta época imperial,
a111 H Ilit'  llegaron a ocupar un lugar importante del programa y quizá BIBLIOGRAFÍA
t()nllaran parte de él al menos desde época clásica, dado que el más P.A, Bernardini, "Una nuova fonte sull'istituzione dei giorhi ¡slI"i! i 
all!iguo teatro que podemos reconocer se data en el siglo V. No sabemos (P. Oxy. 2451, fr. 1)", QUCCXVI1973, 138-41; O. Bronccr, "Exlava
mil seguridad si se incluían también representaciones dramáticas, aunque tíons at Isthmia", Hesperia XXII 1953,182-95, XXIV ()"i"i,  110·11,
I.uliano (Nerón 9) indica que este emperador quiso ser coronado XXVII 1958, 1-37, XXVIII 1959,298-343, XXXI IW¡2,  1­2">;  id.,
vcIKedor como poeta trágico pese a la ley que prohibía la representación "Isthmiaca. Investigations at che Site of the Isthmian Gallws", 1\/1"
de Iragedias y comedias en los Juegos Ístmicos. XXXIX 1961, 249-70; id., "The Isthmian Victory Crown", 1\/1\ I.XVI
Plinio (Historia Natura! 35.9.35) cita incluso un concurso de 1962, 259-63; id., "The lsthmian Games and the Sallnuary lit
pilllura sobre el que ninguna otra noticia tenemos, competición aún más Poseidon", Geek Heritage 1 1964, 42-9; id., Isthmia 1: '/i'm!,/!' o/
t'XI raña, si cabe, que la regata que, según la tradición, se disputó en Poseidon, ll: Topography and Architecture, Atenas 1971- 7~; ill.,
l"poca mítica, en la cual obtuvo el triunfo Jasón al gobierno de la nave "Isthrnia, its Gods and Games", O!ympic Academy 1971, 16;1­1);  IU{
Argo (cL 3,10). Una carta que forma parte del corpus de epístolas atri- Gebhard, "The Sanctuary of Poseidon on the Isthmus of Corinrh alld 1111'
huidas al emperador Juliano, con el n.o 198 Bidez-Cumont, nos informa Isthmian Games", en Mind and Body, Athletic Contests in AlltÍl'lIl
tll' que en los últimos tiempos los organizadores del festival se dejaron Greece, Atenas 1989, 82-8; D.R. Jordan - J.S. Spawforth, "A NI'W
sed lIlir por la afición popular hacia los combates cirquenses de fieras y Document from the Isthmian Games" , Hesperia LI 1982, 65-H; M.( '.
los incluyeron en el programa de los Juegos Ístmicos, Sturgeon, Isthmia IV. Seu!pture 1, Atenas 1987; e.K. Williams - p,
Por supuesto, durante los varios días que duraban los juegos las Russell, "Corínth Excavations of 1980", Hesperia L 1981, 1-44.

)  )  ) 
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FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

2.4. LOS JUEGOS NEMEOS Pausanias menciona una segunda celebración legendaria en la que
tomaron parte los Epígonos, los hijos de los héroes argivos muertos a las
Los juegos de Nemea son los peor conocidos de los cuatro grandes puertas de Tebas, pero en época histórica los Juegos Nemeos fueron
festivales panhelénicos, entre los cuales ocupan el cuarto y último lugar organizados por vez primera con rango de festival panhelénico en el  afie)
l'll los documentos oficiales y en los catálogos de victorias de los poetas 573 a. c., poco después de los Juegos Píticos e Ístmicos, aunque proha-
de epinicios. Su ubicación originada fue el valle del mismo nombre, blemente tenían por entonces a sus espaldas una cierta tradidlÍtl (l,1
situado en las cercanías de la ciudad de Cleonas, al Noroeste del Pelopo- Mármol de Paros fija su fundación cuatro siglos antes, en 9H7/H(l, 0,
Ileso, en el cual se alzaba el santuario de Zeus Nemeo en medio de un según otros, en 12'51 a.c.).
Iwrmoso bosque de cipreses. Los juegos de Nemea tenían carácter bienal, como los Ístmicos, y St'
Diversas leyendas corrían en la Antigüedad a propósito de la funda- celebraban, al igual que éstos, en los años segundo y cuarto de lada
don mítica de los Juegos Nemeos, de las cuales las dos más difundidas, Olimpíada, concretamente en el  mes de Julio o Agosto. Por Pausanias
m l'vidente paralelismo con los Juegos Olímpicos, se refieren a una origi- (loe. cit.) conocemos la existencia de un festival llamado "NenH."IS de
naria competición funeraria y a una institución del festival por parte de Invierno", pero muy probablemente no fueron instituídas hasla d
I krades (BaqUl1ides, en sus epinicios 9 y 13, compagina ambas reinado de Adriano, quizá como un intento de restaurar los juegos VII Sil
Vl'rsiolles). El primero de los trabajos de Herades, en efecto, fue su lucha emplazamiento original. Porque, efectivamente, el testimonio dl' los
<011 ('1 bín de Nemea, monstruo criado por Hera, al cual, por ser invul- epinicios pindáricos (Nemeas 4.17, 10.42, oda ésta última da!abk qllil'..í
Ilerable a las armas, el héroe tuvO que dar muerte ahogándolo con sus en 444) muestra que al menos hasta mediados del siglo V a.<:. la or~ali­
hrai",os  (tú/ion del pancracio en los Juegos Nemeos, a decir de Baqut1ides zación de los juegos corría a cargo de los ciudadanos de la vl'dllól ciIH lad
I '.!¡(lSS.); como conmemoración de su hazaña, Herades instituyó unos de Cleonas. Por esos años, sin embargo, el control del festival, y proba-
il}~OS Ct1  honor de Zeus, los cuales, más tarde, habrían de ser renovados blemente también su emplazamiento, pas6 él manos de Argos <d. S!l'lIa
durallte la expedición emprendida por los argivos contra Tebas para MilIer, "Excavations at the Panhellenic ... " 144-5, con las círas hihlioW.í
devolver el  trono de la ciudad a Polinices. De camino hacia Tebas se ficas recogidas en la n. 2'5; la arqueóloga norteamericana sinía la vinll'llla
detuvieron en Nemea, donde pidieron a Hipsípila, la esclava que destrucción del templo de Zeus en el marco de una lucha entre C:kollas y 
llIidaha de Ofeltes, hijo del rey del país, que les indicara una fuente Argos por el control de los juegos, disputa que tiene sus para Idos ('11  d
dOllde apagar su sed. Hipsípila abandonó un momento al niño, al que caso de los Juegos Olímpicos y Píticos, como se dijo ell su 1I()l'~
un onkulo había ordenado no dejar nunca en el suelo antes de que volvieron de nuevo los juegos a Nemea en el siglo IV o 111 a.c:.. y  ('SI!'
pudil'fa andar, y una serpiente le mordió causándole la muerte. El traslado debe quizá relacionarse, como muestra d nuc'vo pro,Ltl'a1ll1l dI' 
adivino Anfiarao les reveló el  funesto significado del presagio, el  fracaso construcciones, con la protección que los nuevos soberallos de ( i n'( i'l. los
de la expedición y la muerte de sus jefes, pero no pudo persuadir a los monarcas macedonios, dispensaron a los festivak's palllwl6liws ('11 Sil
héroes, que siguieron su camino tras instituir unos juegos fúnebres en intento de legitimar su dominio sobre los griegos; el  taso l'S qm' a fillíl!t·S
honor de OtCltes, a quien apodaron Arquémoro, "el  comienzo del del siglo III el caudillo aqueo Arato de Sición celehra los .J  IIC',Ltos N('Io~
destino" (Baqu{Jides 9.1 Oss.). La tumba de OfeJtes, mmo la de Pélope en Cleonas (Plutarco, Ara/o 2H). La historia posH'rior <Id kSI ival 1I0!!  l'!! 
etl ()Iimpia, ocupaha lIn lugar central en eJ santuario de Nemea, en las poco conocida, pero puede colegirse de nuestras escasas illf()flIIUl i(II\('1I
proximidadl's <Id tl'mplo dl' Zells (PattSílllias 2. l ').2-~ qUl'  en épo('a tardía (quiz¡í a partir tld  siglo 1 a.c., en Opillilíll tlt'  Milll'r)

n~ .'.'''1
FERNANDO GARCÍA ROMERO
LOS JUEGOS OlíMPIO)$

los juegos fueron trasladados definitivamente a Argos (cf. Pseudo- festival de Nemea es mencionado como mooelo de conservadfíll ¡(l' las
Juliano, EpÍJtolaJ 198 Bidez-Cumont) y ya en el siglo II p.c., cuando antiguas tradiciones atléticas griegas, en contraste con los org'1I1izadof(·s
Pausanias visitó el  santuario de Nemea, éste se encontraba abandonado. de los juegos de Corinto, que habían sucumbido a la tl:ntadt)11 tll' iudllir
Los vencedores en Nemea recibían como premio una corona de apio en ellos espectáculos propios del circo.
fresco salvaje, en lugar del apio seco con el que eran galardonados los Desde entonces hasta nuestro siglo Nemea ha sido Stílo UII Ilolllhn'.  HI1 
participantes en los Juegos Ístmicos. No sabemos hasta qué punto es los años 20 Blegen dirigió las excavaciones arqueológicas nOrtl'aflll'ricallas
tierra una información que nos transmiten los escolios a Píndaro, según que comenzaron a sacar a la luz los restos del antiguo santuario, IWro tíllinl'
la malla corona con que se premiaban los triunfos en los Juegos Nemeos mente el  reinicio de los trabajos medio siglo más tarde ha dado rl'sultados
cra originariamente de olivo y sólo fue sustituída por la de apio tras las fructíferos (los periódicos informes de Miller en la revista I h·.I/,,·ritl val1
(;uertas Médicas, en memoria de los caídos en ellas (el apio era planta de dando cuenta de los hallazgos). Unas pocas monumentales columnas SOI1 los
significado funerario). restos que han sobrevivido de un antiguo templo dedicado a Zl'lIS Nl'II1l'o,
Doce magistrados, llamados helanódicas como los jueces olímpicos, datable en el siglo IV a.e. En cuanto a las constnlccionl'S de mr<ÍUl'r  dl'j1or-
vdaban por el  desarrollo regular de los juegos, durante cuya celebración tivo, además de pequeños restos de edificios menores, podemos Wllon'l' la
Sl' daclaraba una tregua sagrada (cf. Jenofonte, HelénicaJ, 4.7.2 Y  ubicación y características de un estadio también del siglo IV, lOlI (apal idad
'1.1.29, aunque en ambos textOs la alusión a los "meses sagrados" no es para unos 40.000 espeaadores y cuya pista alcanzaba una IOl1gillld dl' 17X
ell ahsoluto seguro que se refiera a una tregua con motivo de los Juegos
m. (figura 35). Ninguna huella ha queJado del hiptídnllllo dd (llIl' litiS
NeflH..'os; cf. también Píndaro, NemeaJ 3.2, y Plutarco, Filo/muen 11).  El habla Pausanias (6.20.15-16).
programa de pruebas atléticas era semejante al de Olimpia, aunque en
Nl'IlW¡( se añadía, como en los Juegos Ístmicos, una quinta carrera
pedestre, el híppioJ drómoJ. Igualmente coinciden los Juegos Nemeos con BIBLIOGRAFÍA
los Ístmicos en la división de los participantes en tres categorías de edad,
hombres maduros, jóvenes y niños; la Nemea 5 de Píndaro yel epinicio D.P. Hart, "The Ancient Nemean Festival", Cmtu/i,1II .Iom·,,,,1 01
I.~ de Baqu11ides cantan el triunfo de egineta Píteas, vencedor en el  5/)ort and Phy.rical Edu(aúon VIlT IlJ77, 2~-); S(dla (J. Mi 11('1' , "'\xta
pallcracio oe la categoría de los jóvenes, intermedia entre las dos únicas vation at Nemea", He.r/Jerú¡ tI  IlJX2, IlJ-!¡O, 1.11 Ilm~, 70- 1),);
l'xistentes en Olimpia, probablemente en el año 483 a.e. .. Excavation at the Panhellenic Site of  Nl'nll'a: Culls, Polí( il salid
Se disputaban también, por supuestO, pruebas hípicas, e igual- Games", en The ArtA//'%!!,y (JI Ih/' O/YIII/lit.!, ed. por W. 1{ aSl IIl.;t"
11 ll'llte , a partir de época helenística, certámenes musicales (Plutarco,
Wisconsin llJHX, 141-')1; Stephl'11 (I,Mill\'r,  "Ex\avalioll .11 Nl'lI le,," ,
Fí/o/lemen 11) y quizá incluso dramáticos, como en los Juegos Ístmicos /II'.Ijlí·ritl XLIV 197'), 1~,-72 XI.V 11)7(1, 17!¡-202, XLVI 11)//,
Por otro lado, la inscripción de las muchachas de Trales a la que hicimos 1-26, XLVII InX, 'iX-XX, XLVIII 1()71) , n-IO~, XI.IX II)HII, 
refercnria en  1.).3 atestigua la admisión de mujeres en las competiciones 17H-2(),), L  II)XI, !¡")-(17, LlII (I)H!¡, 171-1)2,  I.VII II)XX, 1,10, id .. 
de c:poca tardía. El programa de pruebas atléticas, hípicas y musicales "Nl'llwíI and tl1l' Nt'llll'i\1l (;allll's", t'n Mil/ti (lfItI Urlllv, Alhklh (.'onl/·I/I
pmhablcmenn..' se mantuvo sin grandes alteraciones hasta que los juegos in A 1It'i t'1I I (,'re{'(t, All'llaS Il)XI), XI)-I)(,; id., ''Turull'l Visioll: dI(' 
dl'jaron de n:lebrarse; al menos así parece deducirse de una epístola falsa- Nl'lIll'all (¡allles", Arcbt/m/ogy XXXIII \1)HO, ")'1-(¡; id, "Kkollai, IlIr
IIll'l1fl' atrihl\ída al emperador .J 1Iliano ( 1WI Bidl'z-Cumont), en la que el Nl'II11'all (lallll's Hnd dll' I.amían War", 1/l'.IjJt'ritl Slip/. 20, JI)X..!,

n(,
nI
FERNANDO GARCÍA ROMERO
CAPÍTULO 111
100­8;  id., "The 'theorodokoi' of the Nemean Games", Hesperia LVn  LAS PRUEBAS
11.)88, 147-63; D.G. Romano, "An  Early Stadium at Nemea", Hesperia
XLVI  1977, 27-3l. (Véase igualmente la bibliografía de los capículos 3.1. LAS CARRERAS
ti Y 3.5). 3.1.1. Importancia de la carrera.
Las distintas modalidades

L A CARRERA ES, PROBAHLEMENTE, 1" ,,,,,d,,lid,,d


deportiva más natural del hombre y, como mi,  St' ennll'llIfa f('pn'S('llIílda
de manera conscante desde los primeros dOfllll1ell!OS piw'lriws dt, la 
humanidad. En el  mundo griego conoció un lIt'sarro!!o y una illlpu!"
tancia excepcionales, tanto en su calidad de disciplina h¡ísiul ('11 la t'dlll a
dón física de niños y jóvenes como en las mmpelitÍolll'S dl'ponivas,
En los poemas homéricos la carrera pedeslre 110 (alla Ili ('11 los
juegos fúnebres en honor de Patrodo ni en las mll1pt'ríÓOlll's '1"(' or~a
nizan los feacios para entretener a Otliseo, y los hérut's prilldplIlt's d¡, 
cada uno de los poemas son consumados lorn'dores, Aquik's .. dt, pic's
ligeros" y Odíseo, vencedor en la primera tlt' la.~ dos pnll'has a las qlH' 
nos acabamos de referir. Igualmente, otros mutllOs pt'rsollajt's dl' 1.. lIlilO
logía destacan por la rapidez de sus pies: Aralama, Zl'!t'S y (:.ílais, hijos
de Bóreas, o ífido, capaz dl' mrrer por UIl lampo dl' tri~o sin dohlar la!!
t'spigas, mn nípido romo el  hérot, n'lm (:uchulaillll, lJut'  akallzahu a lot\
ciervos a la carn'ca; ell fin, t'pfll'(OS millo "rml/t,foJ o d"im;o.! lit'  íllliWmhll1l
a Apolo y Ht'rmt's.

,uH ),JI)
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

En la Grecia histórica la carrera, que ya formaba parte de los nada por dos largas rectas que se encuentran unidas por dos grandes llll'VaS,
sofisticados métodos de entrenamiento del mítico centauro Quirón, quien como en nuestros días, sino que se trataba sencillamente de ulla lar}J.a
"empleaba la caza, subir montañaJ y correr" para desarrollar la fortaleza explanada de unos 200 m. de longitud por unos 3D de allchura (( 1, 
física de sus escogidos discípulos (cf.1.2), está presente siempre en todas figuras 30 y 31), manera que los corredores debían realizar ~iros
las etapas de sistemas educativos tan diferentes como e! espartano y el 180 grados en torno a un poste en las carreras superiores a los 200 111., lo
ateniense, y Platón le concede un lugar sobresaliente en la educación cual, como estudiaremos con mayor detenimiento más adelante, ha plall
física de los ciudadanos de su estado ideal. Por su parte, en Creta, cuyos reado serias dudas sobre el  modo en que tales pruebas se d<:sarrollahílll,
fondistas de tan gran fama gozaron en la Antigüedad, e! gimnasio, como Los atletas corrían probablemente sobre una superficie de arel la 
en Esparta, se designaba con el nombre de drómos ("lugar para cotrer"; cf nada, si bien sabemos por Luciano (Anacar.riJ 27) que emrl'llahall
Suda, s.v.), lo que testimonia la importancia que se concedía a la carrera una capa de arena más abundante y pesada, a fin de sentirse mtÍs li~('n)
en la educación física, hasta el puntO de que los miembros masculinos de a la hora de competir en un terreno más duro.
la comunidad estaban divididos en varias clases de edad, denominadas, El  programa olímpico comprendía cuatro carreras, el estadio. 1,1
en relación con la  actividad pedestre de cada una, apódromoi o adoles- diaulo, la carrera con armas y e! dólico o carrera larga, En otros jUl'~OS St'

centes que estaban aún excluídos del drómos o gimnasio, dromeís (" corre- incluía también el híppios o doble diaulo, de lo que resulta, ('11 SlIllliI, 1111
o jóvenes admitidos en él y dekádromoi (H quienes han tomado completo programa con pruebas de velocidad, medio fondo y  1<111(10. No
parte en diez carreras") o adultos. De la importancia excepcional de la obstante, la longitud exacta de las diversas carrcras variaha Sl'~í los
carrera da idea tanto su extensión a todas las etapas del sistema educativo lugares, ya que venía determinada por e! valor que ('11 lada 1'l'}J.inll
mmo su práctica por ambos sexos, ya que fue siempre e! deporte feme- se daba a la unidad de medida básica, el pie (un estadio l'qllivalla ti 
nino por excelencia (cf1.3.3). pies). Así, mientras que en Olimpia un estadio mnlia 1()2'.~i 111"

El lugar de honor que la carrera ocupaba en la educación física de en Delfos solamente abarcaba 177'35, Y menos aún ('11 1klos, I(¡f 111.
los griegos encuentra fiel reflejo en su destacado papel en los Juegos Por otro lado, la longitud de las pruebas podía verse i~ualJ('I 10lldl
Panhelénicos, en particular en los Juegos Olímpicos. las Olimpíadas, donada por la edad y e! sexo de los participantcs. Illl  Olilllpia y  I klo~
por las que los griegos computaban el tiempo, se designaban tanto por su corrían separadamente los muchachos y  los adultos, mil'llll'as qUl' l'l\ lo~
lIlímeto correspondiente como por el nombre del vencedor en la carrera Juegos Ístmicos y Nemeos y en otras co11lpclidolll'S 11ll'IIOI'l'S ('Xlsllil
estadio, y las pruebas pedestres fueron, hasta la introducción de! también una categoria intermedia, en la (Iue participahall los jIlV('II('S dI' 
pl'lltatlo y la lucha en la Olimpíada decimooctava (708 a.c.), las únicas mayor edad. Platón (LeyeJ 833c) aconseja que lostos ühilllos (11I1I1111illl
que formaban parte del programa olímpico, e igualmente e! estadio sobre distancias equivalentes a las dos terreras partes lh- la lon}J.irlld
illfiultil fue, junto con la lucha, la primera prueba destinada a los jóvenes nada a las carreras de los adultos, y los llluchachos Illóís jtív(,lIl's, a Sil Vl'/.
que se celebró en Olimpia (632 a.c.). corran la mitad que los mayores, Es posibk que la fl'UllIIl'IHhH 1011 de'
Las pocas diferencias notables que pueden apreciarse entre las Platón refleje la pninica habitual en muchas Ulllljwtilioll('S, ,11111( 11U' los
pruebas pedestres del atletismo antiguo y moderno se deben en su mayor datos que poseernos de los grandes juegos indi( an l)Ul' los pan i(
parte a la propia morfología del lugar de competición. El estadio corrían a~rlpdos por cate~()rís de edad, IWro  sohn' la misma dlSlillH lil 
antiguo, en efecto, no consistfa en un amplio espacio central destinado a PatruclO ()I)- j
lanzamientos y saltos y rodeado todo lol por una pista de carreras formada En nmnto a pruebas ICIl1l'llillas. ya ha didlO  (1  ,ti> 

.no ni 
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS  JUEGOS  oI.lMI'U()S 

(llIe Pausanias, al describir las carreras que tenían lugar en Olimpia mencionada en la descripción que hace Píndaro de los juegos lJlIe ila~I­
durante los juegos en honor de Hera, afirma que "la competición consiste ~ raron, en el plano mítico, el festival olímpico (OlímpicclJ 1O.ú4-(111): "1'11
el estadio venció, cubriendo con sus pies el recto recorridll, el hijll JI'

l'  
NI ¡ma prueba de carrera para muchachas, no todas de la misma edad, sino
l/lit! corren las primeras las más jóvenes y después de ellas las segundas en Licimnio, Bono". Para nosotros, no obstante, el primer vencedor ol(lllpiw
{'¡{(Id, y las últimas la.r muchachas que son mayores.. , También a ellas les histórico, triunfador en el estadio en 776 a.e., fue, según parece, UIl lIK í-
t'Jltí asignado para la competición el estadio olímpico, pero se les reduce nero, Corebo de Élide (Ateneo 382b). Después de él, muchos l'Ortl'don's
1"'1'(/ la carrera aproximadamente la sexta parte de él' (corrían, pues, unos de muy diversas procedencias tuvieron el honor de dar su nomhre, lOIIIO 
l (lO m.). Platón, por su parte, propone dividir a las muchachas en dos era tradicional, a la Olimpíada en la que habían vencido, y  elllrl' ('Ilos
(alegorías según la edad, corriendo juntas las jóvenes de hasta 13 años 1   hay que destacar a los atletas de la ciudad italiana de Crotolla. qUl' 
por un lado, y  por otro aquéllas de 13 años en adelante, hasta que a los ~ durante el siglo VI y la primera mitad del V a.e. dominaroll dl' 1Il¡IIH'ra 

~
l H  IÍ  20 contraigan matrimonio (Leye.r 833c-d). casi absoluta las pruebas de velocidad, hasta el punto de (Opar ('11 !lila
La división por categorías y  la asignación de distancias diferentes a misma Olimpíada los siete premios puestos en la carreta dd {'sladio
lada una es práctica bien conocida en el deporte moderno y supone, a (probablemente en 576 a. e.; cf. Estrabón 6. I.l 2; véase 1. ,),2, 1.).
d('dr de Patrucco, "una prueba de la madurez deportiva alcanzada parti- Al estadio se sumó, en el año 724 (14 Olimpíada) tllIH slWlllda
Ullannente en las pruebas de carrera de los antiguos griegos y es especial- carrera de velocidad, el diaulo o doble estadio, ell el  qUl'  los ¡¡lIl'IaS
111('11((' un interesantísimo punto de verificación de la actualidad debían girar en torno a un poste que servía como collttallll'1a y  1'('101'11011'
d('porriva del atletismo griego" , también en el aspecto técnico- de nuevo al punto de partida. El desarrollo de esta prueba, y ('11 pani
orgallizarivo (la "modernidad" del deporte griego es, quizá, el rasgo en cular la realización del giro, siguen planteando difkiles prohlemas, sohn'
qut' hace más hincapié el autor italiano en su magnífico libro). los que volveremos más adelante.
La prueba reina de cuantas se disputaban en los Juegos Olímpicos Tras el diaulo fue la carrera larga (dólikhoJ) la colllpl'lÍ( kili  '111(' Sl'
y,  t'II  gl'lleral, en cualquier otra competición deportiva entre los griegos, incorporó al programa olímpico, en la siguiente Olilllp(ada (720 a.C ,,).

¡  
era el estadio 092'24 m. en Olimpia, como ya se ha señalado). El hecho Nuestras fuentes no muestran unanimidad al indicar la díSla1lt ía '1111'
dc que durante las trece primeras Olimpíadas fuera la única prueba que debían recorrer los participantes en la prueba, oscilalldo S!lS dalO~
Sl' celehraba (en evidente paralelismo con la carrera de mujeres que tenía entre los 7 y los 24 estadios (de 1346 a 4614 rn.; le Pall'!lllO ,)("
lugar en el  transcurso de los Juegos Hereos), así como la atracción que en Weiler 152). Jüthner-Brein (Il 108-9) únicamente lOlIU'dl'1I lI'(·¡jihi
fOdas las épocas han ejercido sobre los espectadores las carreras de velo- lidad a la información de los escolios a Sófocles (lllet'l1',I (,11,1) qw' 
tidad pura, son razones que explican sobradamente la tradicional asignan al dólico una longitud de 20 estadios, pero IIOS rl'Su!!atl 1I~
prilllada que siempre ostentó el estadio por encima de las restantes convincentes los argumentos que aduce Harris (GAA 7:H  para juslilil al
pr\l(:bas pedestres, cuando éstas se fueron incluyendo en los festivales. En las discrepancias entre nuestros informadores: las dif<:rentes dislatll ¡as '1111'
d l'stadio venda el hombre capaz de desarrollar mayor velocidad en línea se señalan para el  dólico pueden explicarse atendiendo talllo a la (losihi
rena, el "m,ís rápido del mundo" en suma, ya que era la única prueba en lidad de que en las carreras de niños y jóvenes el recorrido fuera IlIl'tUlf.
la que los atletas no se velan obligados a realizar giros de 180 grados, como al hecho de que la distancia que los atletas cubrían pudiera dih'l'ír
durallle los cuales los más h,íbiles podían recuperar parte del terreno de unos juegos a otros. Por otra parte, al igual de lo que ocurre {'I! IlUt'!I-
Pl:rdido en la (t'rta, Esta cs<:ndal caranerístil"a dd esmdio aparece ya tros dúts en el  caso de los atletas africanos, las necesidades de la vid"

Hl 2H
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLlMPIU lS

¡ liaria en una isla tan montañosa y de tan difíciles comunicaciones como carrera con armas o carrera de hoplitas, en efeceo, es IIUls  prohable qlH' 
(:reta influyó decisivamente para que los corredores procedentes de ella tenga su origen en el  entrenamiento militar que en actividades whual¡'s
flll'ran los más destacados fondistas de la Antigüedad. Así, el único (cf.  Filósrrato, Sobre la gimnafÍa 7), y es quizá el  paralelo m,ís prüxilllo
vencedor panhelénico en la carrera larga que celebra Píndaro es un excep- de nuestras carreras de obstáculos, que en la antigua Gn'tÍa prohahk
donal corredor cretense, aunque emigrado a la siciliana Hímera, Ergó- mente sólo están testimoniadas, y muy rara vez, como ejercicio dI' ('111ft'
Ides, doblemente periodonica (Olímpicaf 12); y el historiador jenofonte, namiento (cf,  Patrucco 129-30, que atribuye a Sdlfiíd<"r d  mérito dI'
<lIando en su AnábaJif (4.8.27) describe el festival atlético que orga- haber destacado su presencia en el deporte griego), El  arlllallll'llIll qll\'
nizan los mercenarios griegos para agradecer a los dioses su protección, portaban los corredores consistía en principio en grebas, yelmo y t'SllIdo.
allrma que en el dólico compitieron más de sesenta cretenses. pero ya en el  siglo V  desaparecieron las grebas y posterioflllclIll' el  ha~w
No en los Juegos Olímpicos, pero sí en otras competiciones impor- quedó reducido únicamente al escudo de broncc (figura 5H),  la ph'za IlHís
lalltes (juegos Ístmicos y Nemeos, Panateneas, Epidauro, Argos, Platea, característica de la armadura (cf,  Píndaro, Pític(/J 9.1, oda dl'llilada al
('1( .; cf. Harris, GAA 65, Weiler 152) se disputaba también una carrera
hoplitodromo Telesícrates de Cirene, vencedor ell ti7/¡ a.C: "/l/Imllill
(le  llll'dio fondo, intermedia entre diaulo y dólico, la llamada "carrera anuncio al vencedor pítico de broncíneo efe/tdo, q/liero /lrod'"I1i1r. fOil "V/IIIII
hípica" (híppiof o ephíppiof drómof), en la que los atletas corrían cuatro de laf Graciaf de ajwtado talle, hombre jeliz (/ '/i·/c·.r/mllf.I, .. "; v(;a~iI'
VI-n:S la distancia del estadio (769 m.), como atestigua ya Baquílides también Íftmicaf 1.23, y Pausanias 6.1 OA), La longitud cra variahl!-.
10 . .2 'j  ("una vez que dobló la carrera de cuatro (zlueltaf>" el vencedor En Olimpia y Atenas se corría sobre una distancia tI<.' dos t'sI<Idios (Arís
tófanes, Avef 292; Pausanias 2.11,8), en tanto qUl' t'Il  N('lIIt'a la  I  :lrl't'ra
íSlmico Aglao (?) de Atenas; cE. E urípides , Electra 824; Platón, LeyeJ
tenía la misma extensión en el  híppiof, esto es, nmrro t'stadios (Fikílllrillll.
X))a-h; Pausanias 6.16.4). El origen del nombre es inseguro. Gardiner
Sobre la gimnafia 7). Muy especial era la carrera tll' hllplitas qut' St' ((.h-
(/\/\ lF l.~ 6), con la aprobación de j üthner, piensa que la carrera se deno-
braba en la ciudad beocia de Platea durante las "Pi('stas dI' la I.ihl'nad".
minaba así porque la longitud del hipódromo doblaba la del estadio, de
en conmemoración de la decisiva victoria que allí oblllVit'l"U1I los Wíl'H'"
IllalltTa que la distancia de la "carrera hípica" equivalía a una prueba
sobre los persas en 479 a.e.; las peculiaridades dI' ('s/a wlJlIl('ríl inl!
l't lIl'stre de ida y vuelta, en tanto que Harris (GAA 65) sugiere la idea de
consistían tanto en la distancia que los corredort,s lllhrfall (prohahit-
(11It· cn la jerga de los atletas pudo haberse empleado la expresión "carrera mente 15 estadios) como en el  armamento qUt'  llevahan, vi ltlal dl,lIr.1
Itfpita" para designar la agotadora carrera de medio fondo, "apta sólo llegarle al atleta hasta los pies" tomo fi fin:.!"!! ti como,11 ir" (Fi 1t'lsl rato . .\'0111'1'
para caballos", y hace notar que Pausanias (6.13,3) nos dice que a la gímnaJÍa 8). Una leyenda (que a Harris, G/\/\ 7'), le SlIt'/1a " "hí'lorí.I
Ilt'nll<Ígenes de Janto, ocho veces vencedor en Olímpia entre 81 y 89 contada por perros viejos en los vestuarios atléticos a ¡(¡velll'S tn;dllllls".
p.( .. , sc h.: conocía con el sobrenombre de "el caballo"; quizá sea casua- mientras que otros, como Diem 145. la (feen a pies ¡UIII illas) dit l' '111('
lidad () hien responde a una idea semejante el hecho de que el gran triun- quienes se arriesgaban a repetir victoria y no lo 1011Sl'gu(all podlólll .,('C
Jador t'Il  los HOO (y 400) metros de los Juegos Olímpicos de Montreal, el castigados con la muerte (Estrablín 9.2.j 1, Palls<lllias '),!..(,j. Filial
lllbano Alberto juantorena, haya recibido precisamente el mismo mente, Platón (Leyef 833b) recomienda realizar, t'II d ('IIIfl'llalllil'WII
apodo, militar, carreras de 60 estadios mn armamento Iwsado y dI' 100 1II11
La ültima carrera t¡ue se introdujo en el programa olímpico, dos armamento ligero, distancias ambas demasiado amplias para II110S ¡IJ('~lj
si~lo después que el dólico (')20 a,C.), presenta características dara- deportivos, pero que en todo caso denuncian datilll1l'III(' la IlllalidHd qll('
1IH'lltc distintivas COI I reslwrro a las restantes pruebas pedestres, La el  filósofo ator~h a tales t"Ompetlciolll.'s,

.!.  ~,1 H'


FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

Por lo que respecta, por último, a la estimación de este tipo de cerca de la meta, mientras que el resto del tiempo se mueven (asi mll/II Ji
carreras, Jüthner ve en la gran cantidad de pinturas vasculares en las que anduvieran, levantando hacia adelante los brazos, por lo que tlC't'I',!';"'"
aparece representada la carrera con armas un reflejo del interés que la hombros bastante robustos... En cuanto al que quiera com:r 1,1 (am'r" tic'
disciplina despertaba, pero Harris (GAA 75), basándose especialmente hoplitas, debe poseer muy amplios costados, hombros hietl de,rtlrroll,uIO,lv
en testimonios epigráficos, observa que todo parece indicar que la carrera rodilla pronunciada, para poder llevar bien el escudo solmrt!mt!alo ('otl C'.II1,1
con armas fue perdiendo paulatinamente el aprecio de atletas y público, partes. A su vez, los corredores del estadio, que es la má,r lif.!.t!rtl ,11' 1,1.1
hasta llegar a convertirse poco menos que en una carrera de consolación. pruebas, son muy buenos también los atletas bien pro/!orl'ionat!oJ, Iu'ro
Su notable presencia en la cerámica, en efecto, puede explicarse perfecta- mejores que éstos resultan quienes no son excesivamente altoJ, .lino 1m Imm
mente por la gran plasticidad de las escenas, en las que el escudo que más altos que aquéllos exactamente proporcionados. La eXfeJiva all11rrl , C'fI
portaban los corredores se convertía en un puntO básico para el equilibrio cambio, resta firmeza, como una planta que ha crecido demasiado tll,d. Sil
de la composición (cE. Gardiner, AAW 140). constitución física debe ser sólida, pues el principio esencial ptlrel (om'r Mm 
es ser bien plantado. Sus proporciones son las siguientes: ItI.!' liiernt/J tlc'''cw
ser equilibradas con respecto a los hombros, el tórax máJ I'eqflnlo d/· 111
3,1.2. Características físicas de los corredores,
normal y dotado de buenos pulmones, ligero el mu.rlo, la pierntl rnl", 10,1
Técnicas y  tácticas
brazo.r más largo.r de lo normal; deben tener tamhién la ml/JUdtlllml Imi/!or-
Una confirmación más del extraordinario nivel alcanzado por el cionada, pues los mú.rculo.r excesivamente desarrolladoJ J(m  Ilfttl Ir""tI I'dr"
deporte griego, también en el desarrollo de teorías que permitieran la la velocidad [Ben Johnson es una evidente refutacÍ\ín de estt' ¡)lIllIol, !.O,I
mejora de las prestaciones de los atletas en entrenamientos y competi- corredores del diaulo deben poseer una constitución má,r rolJIIJltl {I/(I' 1(1,1 d/'I
ciones, la proporcionan las pormenorizadas observaciones que, sobre el estadio, pero más ligera que la de los participanteJ NI Id (,¡rrml dI'
tipo de los atletas, la técnica y el estilo de los corredores e incluso las hojJlita/' .
uícticas empleadas en las diferentes carreras, quedan reflejadas tanto en la El propio Filóstrato advierte, no obstante, que, pese a las (ara( U'rls 
literatura como en las pinturas vasculares. En efecto, Filóstrato (Sobre la ticas físicas y técnicas específicas que cada pw<..'ba requier(', ablllldall los
f.!.imnasía 32-33) nos ofrece una detallada descripción de las caracterís- ejemplos de atletas que han participado y triunfado ell tarn'ras tk
ticas físicas que deben poseer los atletas que pretendan destacar en cada diversas distancias. Es lógico, y el atletismo moderno propon ¡olla  IlIlil 
prueba; cierto es que muy probablemente la moderna teoría deportiva notable cantidad de paralelos, que los grandes JjlrínlC'r.r ¡Hllli('I'ill I 
disentirá en algunos puntos de nuestro autor, pero sus palabras son, en competir con éxito tanto en el estadio como en el  "iaulo; ('11 IImh,,!!
todo caso, un fiel testimonio del enorme desarrollo que, fruto de una pruebas venció ya, en efecto, a comienzos del siglo VII a.c:., (,1 ¡¡1m i('Il!!I'
tradición de siglos, alcanzaron en Grecia los métodos de entrenamiento y Pantacles (véase Kyle, p. 209, no. A5,~) y lo propio hizo d ('SPill'lílIlll
selección de los atletas. He aquí la descripción de Filóstrato: .. Quien Quíonis durante tres Olimpíadas consecutivas «()(lti-(l'í() i1,C ,J,  P('fII
quiera ser un excelente corredor del dólico, debe fortalecer los hombros y el conocemos incluso casos de atletas excepcionalment(' dOlados 'IIH'
"uello, de manera semejante al pentatlo, y tener piernas sutiles y ligeras, lograron inscribir sus nombres en las listas de vcmedort,s ('n los ,LII'i1l1dl'"
corr¡o los corredoreJ del estadio, Pues éstos mueven las piernas junto con los juegos consiguiendo triunfar en pruebas de v('locidad, lI1edio 1011110 y
hrazo.f para adquirir velocidad en la carrera, C01ll0 Ji IOI hrazo.r le.r hicieran fondo. A comienzo del siglo V el  argivo Esquilo dominl', el  ('slildio y In
tJolar, en lanlo qlle lo.! (orredore,f del dó/im haan e.rlo (uando Je hallan carrera de hoplitas en Olimpía, y poco Imí!> mrde un att'IIÍ(·Il!lt'. nlyo

.lV, Hl
1'l'RNANIlO l;ARClA ROMI',RO II ¡., !l111 ,C 1., C11IMI'1I 1''''

111 ullbre sea quiz,í Aglao, venció sin apenas descanso en el estadio y el estudiosos dd tema (d.  (;ardim'r, !I!Ilfl U7ss,; .Jilt!lIll'r-Brl'ÍlI. 11
/JljlllioJ drlÍflHIJ de los Juegos Ístmicos, si es que debe interpretarse así un 109ss.; PatruHU 117ss.; Weill'r 1')2-:1). Los artistas griegos, l'll l'Il'tlO,
IIllly dal1ado pasaíe de Baquílides (lO.21 ss.): "<Pues cuando en la meta) lograron plasmar con sorprendente exactitud los rasgos t'Sl'll1 ¡all's t h'l
;" Ulrrertl del eJtadio, caliente exhalando el aliento, se detuvo, y de frenético movimiento de los velocistas, mucho m¡lS dificultosos dl' rt'prn
11111'1 ' 0 o/tltldo <mlljó) de aceite los mantos de los espectadores al precipitarse ducir de lo que en principio podríamos pensar quienes estalllos illOSlIllI1
'Johre ItI alJiñada) multitud, una vez que dobló la carrera de cuatro brados a las fotografías y a la cámara lenta (figura ,)(,); los mrmlol'es Sl'
'l'IIC!J,IJ), vencedor ístmico por dos veces lo proclamaron los portavoces de mueven a grandes zancadas, apenas rozando el suelo, con las rodillas hiell
IfII(,írhi Imr) prudentes"; nada más vencer en la carrera del estadio altas y los brazos violentamente agitados, con las palmas daralllt'llIl'
("t¡¡lil'me exhalando el aliento"), Aglao habría emprendido el hippios abiertas y los dedos extendidos, a la manera de Carl Lewis (d",  (;ardillt,,,,
clnílfl()J ("la carrera de cuatro vueltas"), en la que también triunfaría, AAW 139, comentario a la ilustración 94, donde califica de "lIlluslIal ill
(a Yl'l1do  luego sobre la multitud llevado de su impulso. En el estadio y el modern racing" el  correr con las manos abiertas); especial imponal\( ia Sl'
pl'lltatlo en un mismo festival vencieron, a su vez el célebre Failo de concedía al movimiento de los brazos, que debían impulsar al adl'la
(,!'IIlOna  (482-478 a.c., en los Juegos Píticos) y  el  no menos famoso como si de alas se tratase, por emplear la expresilín dI' Fikíslralo (d,
./t·II()/(¡nte de Corinto, cuyo triunfo en ambas disciplinas en los Juegos Aristóteles, Sobre la manera de avanzar los animaleJ 70')a l '), f1/'11Ii1t'lIh/l
()lllllpiws de 464 ("ningún mortal hasta ahora había obtenido ambos 881b6), Los corredores de! dólico, en cambio, realizall los Illovilllil'llIOS
IrtllI/jiu") canta Píndaro en su OlímPica 13. típicos de los velocistas sólo al final de la carrera, para d qlll' los :11 f¡-I as
En tres pruebas, estadio, diaulo y carrera de hoplitas, venció, nada solían reservar sus fuerzas, haciendo a menudo carreras t<Ídit"as, tOIlSl'rva
IlIt'nos que durante cuatro Olimpíadas consecutivas (164-152 a.e.) doras (cf. Harris, GAA 73); hasta ese momento, mm'll  WII  grall
l.t'tÍllidas de Rodas (Pausanias 6.13.4; Filóstrato, Sobre la gimnasia 33), economía de movimientos: la zancada es más corta, los pies St' apoyan 1'11
y la misma hazaña ya había sido conseguida previamente por Fanas de tierra sobre una superficie más amplia, los brazos, plegados y  (l'rt allos a
I'l'IClll' ('512 a.c.) y Ástilo de Crotona (480 a.c., compitiendo como los costados, se mueven con un ritmo acompasado y con remrrido 11IIIlIto 
n'l'l't'smmnte de Siracusa; cf. Diodoro 11.1), Finalmente, Polites de más breve que en e! sprint (figura 37).
(.aria l'n los Juegos Olímpicos de 69 p.e. venció, en un mismo día, en el El minucioso interés con el que los hombres de la allliglla (;rn ia
("SI adio, el  diaulo y e! dólico (Pausanias 6.13.3). Otros corredores triun- estudiaron las técnicas y las tácticas más adecuadas para cada UII'rl'ra, ((111
lal'tlll en unos mismos íuegos, y a veces en un solo día, en el estadio, e! vistas a obtener el  máximo rendimiento en ellas, nos hace lalllt'llIar la
o y la carrera hípica, o en e! estadio, e! diaulo o la carrera con armas ausencia de informaciones sobre el tiempo que los atletas inv('rllall ('11
«  J. llurris, GAA 126-7 Y 203-4, n. 20), pero se trataba, como actual- cada prueba, y es una ausencia absoluta de información, dada la lamll in
11\('1111', de atletas excepcionales, capaces de realizar hazañas como las de aparatos que midieran el tiempo con precisión, Así, los únicos "t'{I/~1
dl'su'itas, sólo al alcance de unos pocos. que conocemos del pedestrismo griego se reducen a la indicación dI' qtl!'
Fíkístrato, en el paisaje antes citado, hace igualmente algunas obser- un corredor determinado "fue e! primero en obtener tales o tantas vil lo 
val iones sobre las diferencias que pueden percibirse en la manera de rias" o "el que alcanzó más triunfos en tales juegos", o bien se destaca 110
( (lf"l"l'r  de los atletas según la prueba de que se trate; pero la técnica que el  tiempo invertido, sino la distancia recorrida (los artículos de Tud y  dI'
n'quiere cada carrera aparece reflejada con enorme precisión especial- Bilinski nos dan cumplida información sobre todo ello),
IlIt'lIte en las pinturas vasculares, como han señalado repetidamente los

.' \H  2W
PERNANDO GARCÍA ROMERO LOS J [JI« ;OS o!.l MI'li ()~

j.I.3. Dos problemas discutidos: La salida y el giro se aviene mal con la existencia de plazas para 20 mrrl'dor<:s el! el estadio
olímpico, de manera que Harris sugiere la idea de que pasaban ¡¡ 1:1 filial
La manera de tomar la salida y, en las carreras de longitud superior no los vencedores en cada eliminatoria de cuatro participantes, sino los
al estadio, de realizar el giro son indudablemente las dos cuestiones más cuatro primeros de cada serie. A nuestro entender, dista mucho de s('r
problemáticas que afectan a las pruebas pedestres de los juegos de la decisiva la objeción que aducen Patrucco y Harris (no extraña qUl' el 
al1ti~u Grecia. número máximo de puestos en la salida sólo se cubriera en la C¡¡rrl'ra
Antes de iniciar una carrera, los participantes en ella realizaban ejer- definitiva) y, a falta de otras informaciones, nada hay que contradi~ el 
(irjos de precalentamiento, que no diferían esencialmente de los que testimonio de Pausanias, según el cual, "los vencedores en cada serie mm'"
practican los atletas de hoy, a juzgar por la descripción del poeta latino de nuevo entre .rí por el premio, y así quien recibe la Corona por la ¡miel",
Fslacio (Tebaida 6.587s5.): "Entonces debidamente prueban su velocidad y del e.rtadio habrá obtenido dos victorias» (más discutible, dada la la~\Ii
¡MINI (1 punto su zancada, y mediante varia.r artes estimulan sus lánguidos que en ese lugar presenta el texto, es que fueran cuatro los panicipaltll's
11I;t'IJI!;"OJ con sabios y enérgico.r movimientos: ora se .rientan con las rodilla.r en cada serie). No obstante, sea cual sea la explicación correcta, lo lll¡is
¡1(',\irlf/(/das, ora golpean sus resbaladizos pechos con fuertes palmadas, ora importante para nosotros es que el recurso a series clasificatorias previas
dl'1,tltI t!if!:orosamente las pierna.r y ensayan breve.r .ralidas que acaban de cuando era excesivo el número de corredores inscritos en una dl't(rni~
rt'l'('fI f i''' . nada prueba coincide exactamente con la solución adoptada en el alll'-
A continuación se alineaban los corredotes, "los unos al lado de los tismo de nuestros días ante el mismo problema.
flIY'II.!" Ulíada 23.358) en sus correspondientes lugares de salida, previa- La posición que adoptaban los corredores en la salida esni profusa-
111('11/1' sorteados (para lo cual se empleaba en Olimpia una urna sagrada mente documentada por las artes figurativas y confirmada por (l'SI il1lo-
(!lo plata, de la que los atletas sacaban cada uno una habichuela; nios literarios (figuras 38 y 39): los atletas, para iniciar todas las carreras,
(1. LUliano, Hermótimo 40)  y  en número diverso según la prueba y se situaban en sus puestos de salida de pie, con el cuerpo y los hrazos
los jllq!;OS de que se tratara; el estadio de Olimpia tenía capacidad para inclinados hacia adelante y la pierna derecha algo más retrasada qlle la
.)0 corredores, el de Corinto para 16, el de Delfos para 17 ó 18, el de izquierda (unos 15 cm., la distancia que separa las dos acanaladmil!>
Epidauro para 11 (cf., sobre el número variable de participantes, Anto- paralelas que atraviesan las lastras indicativas del lugar de salida de las
1IJ,~f(/ Palatina 11.82). Es lógico suponet que, especialmente en las carreras halladas en diversos estadios; figura 40).  Las numerosas pilllUl'as
lompeticiones más importantes, el número de participantes fuese supe- vasculares y estatuillas de bronce que representan atletas en POSil itín dI' 
rior a las capacidades del estadio, y este problema fue resuelto por los salida son, en efecto, plasmación en imágenes de la frase (o1l (jUl' los
grie~os recurriendo al mismo procedimiento empleado en el atletismo heraldos indicaban a los corredores que se dispusieran a iniciar la ulm'fa: 
moderno, es decir, mediante la celebración de series clasificatorias previas "poned el pie en la línea de salida, pie junto a pie" (fr. H(¡(¡  PM(,),
a la ~ran final (táxeis). Es de lamentar, sin embargo, que nuestra única Cuando, en el  atletismo moderno, en las carreras superiores dc !loo  111, SI'
informaó<Sn al respecto provenga de un pasaje corrupto de Pausanias adopta la misma posición de salida, la separaci6n de los pies (~s haSlallll'
«(l.UA), que Gardiner (AAW 136; cf. WeBer 149) interpreta en el mayor que la que nos muestran los testimonios arqucohí~i(Os para ('1
sentido de que corrían cada serie cuatro atletas, de los cuales sólo el  deporte griego. Por otro lado, es discutible si los velociscas grie~()s 1II1lO

vencedor alcanzaba ht  final; por el mntrario, Patrucro (p. I 10) Y Harris cieron y emplearon la forma de tomar la salida con las manos apoyada/!
(GAA 66) dudan dl' la ('xan ¡Hld  tll" (estimonio de Pallsanias, lJue creen en tierra, que se ha impuesto entre nuestros .rprinterJ desde que, a itnitíl-

.lijO 21j1 
FUINANI)(1 ¡¡Alit fA IHIMI:IHI I e I~ IllIe ,e  I~ eIIIMI'1l  eI~

ti(ín de SI1l'ritl, fuera empleada por Burke, el vencedor en los I ()O m. de IiInl/'d 71  1),  pueSIO '1 1Il',  UlIIIO apllllla Ilarris ((,'/\/\ (,(1), Illalldo SI'
los juegos de la primera Olimpíada de la era moderna. De entre los produlian salidas ralsas ('ra prniso dl'1 ('lit'!'  a los t( Irrt'do!'l's  l'l\ lIIl'd ill cid 
l'srasos testimonios iconogdficos por los que podría deducirse el  l'lIsordt'll'dof dt'  los l'spenadorl's, para lo tllal l'vidl'IIII'III1'IIII'  1111
por parte de los corredores griegos, de este tipo de salida, s610 uno repre- la voz humana. l.a lensitill dl: los rorn'dorl's ('11 las prul'bas cll'
S('lltíl de manera inequívoca a un atleta en el momento de disponerse a haría que las salidas ell litlso hll'fall fn'llIl'IlH'S, y  1,1
iniciar la carrera (para las restantes pinturas vasculares que se han
aducido en defensa de esta tesis, véase el artículo de Roos). Se trata de no sería muy
una escena en la que un hoplitodromo, junto a la columna que indica el Adímanto, hijo de Oei/o, dijo; 'TemirtocleJ, m  1,1.1'
de la salida de la carrera, apoya en el  suelo su mano derecha, mien- los que salm antes de tiempo son golpeado.r mn ItI
con la iquierda; en frente, un juez, que lleva en su contestándole: ¡Pero preciJamente los que Je q¡¡ed,m alr(íJ
mano Izqmerda una vara, adelanta el brazo derecho con la palma corona" (Heródoto 8.59; la misma anécdota también ell Plutarco, 'tl'mil
levantada y hacía adelante. Ya Schroder (p. 103) interpretó tocles 11.2ss, y Dichos de reyes y capitanes 185b; para las salidas 1'11 falso,
esta escena corno una prueba de que los atletas griegos el tipo Estratis, fr, 62: "ePor qué te adelantas en la Jalid(l, 1011/0 lo.! (ol'I'l'Ilorn
dc salida habitual en nuestros días para las carreras cortas, yen el del estadio?"),
sentido se pronuncia Patrucco (p, 113-4). Pero ¿puede mantenerse El deseo de evitar en Jo posible que los atletas se.:  anlil iparan a la
leoría con tan escaso apoyo documental? Ya Gardiner (cf. Roas 1 señal de partida debió de tener su influencia en la l'vollll i¡)1I dI'  lo~
sugirió explicaciones alternativas que diesen cuenta de la insólita posrura empleados en el atletismo griego, sobre los luaks SI' 1101
dd hoplitodromo, bien que se tratara de una carrera menos seria o de un sin que se llegado todavía aUlla soltH ion 
simple entrenamiento, bien que el corredor, ensayando la salida, ha en lo que atañe a tollOS y  IIVOS,
perdido el equilibrio y el juez le indica que vuelva a su puesto, e incluso son los términos empleados más los
ser testimonio piaórico de una salida en falso en una competición, sistemas de partida de una carrera: grammé,
a falta de otros testimonios nada puede afirmarse con en origen significaba cada una de estas palabras es a v('n's (
certeza, aunque el hecho de que las carreras antiguas anticipado, discernir, y de hecho en ocasiones se emplean indistintamt'nll' para (
como vamos viendo, muchos aspectos témicos de las modernas debe minar diferentes maneras de tomar la salida, Evidentellll'IlIl', la 111.1,
precavernos para no de plano la posibilidad de que los atletas antigua indicación del lugar en el que debían alinearse los (Orf('( lort's para
griegos, en una u otra o de manera esporádica, pudieran haber iniciar la carrera fue un simple trazo en la arena (gramlllej, qlll' s('nalaha
echado a correr con las manos apoyadas en tierra, tanto la línea de partida (Aristófanes, Acarnienses 4~n) tOIIlO la d,'
Los corredores partían veloces cuando escuchaban la orden de llegada (Píndaro, Píticas 9,118), Posteriormente se instalaJ'C)1I l'lI le IS
ápite ("partid"; cf. Aristófanes, Caballeros 1161, así como RanaJ 133, estadios, a modo de salida y meta, lastras fijas de piedra provislas di' 
donde, en un juego cómico, se describe la partida de los corredores de las o agujeros para colocar los pies y pOSll'S dI' 
carreras con antorchas atenienses al escuchar la voz hernai, "lanzaos"). conservado en buen estado 1'11
No obstante, es muy posible que, especialmente en las grandes competi- varios estadios (figura de etimología dl'Slll
la señal de salida se diera mediante el  sonido de la trompeta nocida, designara en origen tales losas 11 7Hss .•
npleada con seguridad en las pruebas ecuestres; cf. Sófocles, Patrucco 104ss.), pero se emplea también para

242 211\
PERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

más complejos que fueron desarrollándose para asegurar la salida simul- manera que cada brazo caía y dejaba a los corredores vía libre para dispu·
tánea de los corredores y que culminaron en la llamada hjsplex, término tarse los premios, partiendo todos al unísono.
atestiguado, en el sentido que aquí nos interesa, en diversas inscripciones La reconstrucción Broneer se adecúa bien a nut'Stros l'SUlSOS !l'sci
(las más antiguas del siglo III a.c.) yen algunos textos literarios tardíos. monios arqueológicos y encaja igualmente con los contados dOltlllH'lI(oS
Su sistema de funcionamiento ha sido muy discutido, ya que ni los testi- escritos que aluden al funcionamiento de la hjsplex () de la /J,¡/MJ, pllC'S
monios literarios ni las pinturas vasculares nos proporcionan explicación ambos términos vinieron a desginar con el tiempo, de malwra Ic)(al CI
suficiente. Se ha sostenido que consistía en una cuerda o barrera que caía parcial, idéntico mecanismo. En efecto, un escolio a Arisnífillws, C;¡f",
o se levantaba delante de los corredores (cf. Oiem 143) o que giraba lleros 1159, explica que "se llama balbls a la madera JÍtllad" /t'(lfIJf'I'rl"I
abriéndose hacia un lado, pero tales interpretaciones son difíciles de mente en el comienzo de la carrera", y, aunque no qUt'dan rt'slos
admitir. En algunos textos se dice claramente que la hjsplex "caía" arqueológicos de sistemas de salida semeíantes en otros t'stadios !jUl' d
(Luciano, Timón 20 y Acerca de que no debe darse crédito fácilmente a la ístmico, es lógico suponer que se emplearan al menos ell las 101II1ll'li
calumnia 12; Plutarco, Problemas de banquete 732d) y que lo hacía con ciones importantes, como, por lo demás, demuestra una illsuiplÍl'lIl dI'
un cierto ruido (Antología Palatina 11,86), pero ello no quiere decir Delos (lnsc.Délos 1400.9, del 11 a.c.), en la que, entre lIlla liSia dC'
necesariamente, como piensa Patrucco (p.105), que esos pasajes mues- objetos de madera, se incluyen" tres brazos de hjs/llex, C/ltI/f'1I 1II1I1I1,ml/'l dI'
tren de manera inequívoca que el término hjsplex fuera usado original- las hjspleges y dos postes, dos cañas de las hyspleJ!,e.!' [qlliz;\ IlIhos por los
mente para indicar la cuerda empleada para la salida, sino que lo que en que corrían las cuerdas)".
ellos se dice se explica incluso mejor si suponemos que aluden al funcio- Igualmente discutida ha sido y sigue siendo la nlalH:ra dl' n'alizar (·1
namiento del mecanismo reconstruido por Oscar Broneer a partir de sus giro por parte de los corredores en las carreras de IOIlj-lilud superior al
hallazgos en el estadio donde tenían lugar los Juegos Ístmicos (figura estadio, En efecto, dada la estructura de los estadios ólIUij-lUIIS. l'lI l'sa,
4l). En los pequeños agujeros situados a intervalos de metro y medio pruebas los atletas, para cubrir las diversas vueltas, l'slahall ohlij-ladns .1
aproximadamente que se hallan en el lugar de salida del estadio ístmico dar giros de 180 grados, siempre hacia la izquierda. t'n lUCIlO a 1111
se introducía verticalmente un poste de madera, a cuyo extremo superior llamado kamptér (de kámpto "doblar"), término freCllt'llIl'lIll'II!t' lIIilit.adn
se fijaba un travesaño, en posición horizontal, que, accionado por el por los autores griegos, tanto en su sentido propio UllllCl l'n 111l'lido!'a'
mecanismo al que enseguida nos referiremos, caía a la manera de los tomadas del mundo del deporte con d significado de "j-liro ele la vida"
semMoros antiguos hasta quedar en posición vertical, permitiendo así la (cf. Eurípides, Hipólito 87, Electra 1)')'5; Herodas 10), 
del atleta situado tras él. El brazo horizontal era mantenido en esa Diversas hip6tesis se han sugerido para obviar los dlS! 11 It 0'
posición por la tensión de una cuerda que llegaba desde su extremo fijo problemas que plantea la realización de esos ¡.¡;iros tan prolllllH lados ti 
hasta el suelo y que luego corría por el pavimento inserta en unas acala- gran velocidad y  en carreras en las que intervenían 1111  huell mlllll'fO di'
naduras; unas grapas de bronce impedían que la cuerda se saliese de su adetas; es curioso que sea prácticamente nula la inlilrlllilll\'1I '1"l' al
carril. Por último, todas las cuerdas procedentes de cada una de las 16 respecto nos proporcionan nuestros dO(lul1t'lItos literarios y pill\wic os,
puertas de salida iban a coincidir en un foso de unos 70 cm. de diámetro sobre toJo si tenemos en cuellta la all'lltión l'  illlpOrlillltla '1Ul' ya 
y un metro de profundidad, en el que se situaba el juez de salida soste- Homero concede al Illomellto dd ¡.¡;iro t'n las (¡¡rn'rus dl' ulI'm~
niendo las cuerdas que mantenían los travesaños en posición horizontal; (cf,1.2), 
para dar la salida el juez soltaba al mismo tiempo todas las cuerdas, de Hay cit,rta ullallimidad "11 rC(Ollou'r que l'll ram'ms 1arlolllll <r! 

2­1­1  .l4"l 
FI!I¡NANIlU (;AIHJA  I«)MI']!!)  I ('~ I(,'~ IM'~

1 h,1 iw  y, nlll  IlH:nOf  seguridad,la carrera hípica) d giro tenía lugar en AllIe I<lfl  IIO! ahks dijiu!l¡ adt's, se sude ..dlllí¡ ir 1Il;\~ WII llillll \('1 11 ('
ubicado al final dd estadio, aproximadamente a que el! d diaulo rada corredor {'(l'tlllaha d giro ell  lOmo  a tJlI  pUSIt'  iudi
disuU\t"la de 'll11bos lados de la pista, manera semejante a lo que que se wrrl'spolldía, l'1l  d  t'xtf('IlIU  del estadio, (1m su IU,L(íll' d('
alOlllell'a en las carreras de caballos y de carros, Pero ¿puede decirse lo al cual tornaha para alabar la rarrCfil (lL (¡¡¡rtlill('!', /\/\ If'  11() /;
llIiSllIll  dt, las pruebas m<is cortas, y en particular del diaulo? Algunos Wciler 151;  Broncer, "Starting Devíres ... ", etc). La Ullllparad('111l!l('
{'sllIdiosos dd tema (Harris, "Stadia ... " 34, GAA 71-3; cf. ]üthner-Brein hace Pausanias (5, 17.()  entre la escritura "bus(fofedüll" y  el diaulo se
11 10­1 ­'),  Finley-Pleket 36-7) han sostenido que también en el diaulo y acuerda perfectamente con esta explicacitíll: .. .. ./0.1 ,~ritl!oJ 1,1 1It/l/ltI/1
h()plitas los atletas giraban en torno a un poste común, pero bliStrofedón; y es de la siguíertte manera: a partir del j'!!.II dI' mM Ilnl'" I ti"
lal  hiptÍu;,sis tropieza con varias dificultades que, como apunta Patrucco, un escrito} la línea que le sigue vuelve en direcl'Írin um I rtlri,I, ((//1111 1'/1 1,/
('SI;í1l en franca contradición con la lógica que suele imperar en los
carrera del diaulo", No obstante, Harris aduce una ()hjeri()1! tlt' ¡¡po 1'1':\( .
aspn lOS organizativos del deporte griego. Independientemente de que tico a esta hipótesis, y es que si un corredor llegaba al lugar lid ,L(iro 1111
Imllazglls arqueológicos de ninguna manera testimonian la existencia de poco antes que el rival que corría por la calle situada illllll'dialalllelll¡' a
UII  líniw  kamptér (el hecho de que el poste central del estadio de
su izquierda, se exponía a chocarse de frente con 61  despu6 de dar la
()lill1pia fuera más grueso que el resto nada prueba para el diaulo, ya vuelta e intentar recuperar su calle de ida. Por eso, Patrunu ha proplu'slO 
qUl'  ell su mayor tamaño queda explicado simplemente por ser el lugar
una solución que nos parece bastante verosímil y  qul.' de' hedlll, ha
de las carreras largas), el principal problema consiste en la difi-
contado con la  aceptación de varios estudiosos (cf. Miller 1(, I -2, a I,al'! ir
I!ígica de admitir que muchos corredores confluyeran a toda
de los nuevos hallazgos de las excavaciones de Nemea): cada (
t:n un mismo lugar para realizar un giro de 180 grados (ipiénsese
tendría a su disposición dos calles del estadio, de manera ¡¡lit' pan la e1('
('11 UIl Illomento tal en la carrera con armas!), teniendo en cuenta además
un lugar de salida y llegada al situado a su izquierda. Pese a qm', jllslO ('S
,!Ut'  los corredores que partían de las calles laterales estaban en notable
reconocerlo, nada hay que confirme o rechace tal suposicióll, es illll(',L(ahlt,
con respecto a los que ocupaban el centro, especialmente
que, si se procedía ningún corredor participaría en desvt'lIlaja U111
salían en el extremo izquierdo, pues al menos los del extremo
a sus rivales, se evitarían empujones y encontrollazos ('11 el
correrían en la dirección del giro, mientras que ellos, a más
momento del giro y, además, se explicaría bien el  hecho dt' lit 1(' ('11
(lIbrir una distancia mayor que los atletas que partían de las calles
{{'mrales, al correr de izquierda a derecha para alcanzar el poste central ocasiones nuestros testimonios dejen entrever que el número tlt' UIIT¡'
mlisionarían con el resto de los atletas, que avanzaban en línea recta o de dores era inferior al de lugares de salida.
derecha a izquierda. Para superar, o al menos aminorar, esta dificultad, En definitiva, es nuestra opinión que probablemente no se deha dar
Ihrrís, basándose en testimonios epigráficos y literarios (Antología Pala- una solución única al problema del giro en las pruebas pedestrt's dt,
IÍrta 6.259; SIG 3.419, etc.) nota que con frecuencia el número de longitud superior al estadio, sino que es preciso tener muy en ClIellla la
atletas participantes era bastante inferior al número de calles de que distancia que debían cubrir los corredores. En las carreras largas (el
disponía un estadio, lo cual podría interpretarse en el sentido de que en y, quizá, el hippios drómos) podemos asumir que los atletas realizahall d
la salida del diaulo los corredores ocupaban la parte derecha de la pista, giro en torno a un poste común y corrían por calle libre, ya que en dlas
dejando libre la izquierda. No obstante, veremos más adelante que no era tan importante la posición de salida y, desde luego, el  espewklllo
puede ser otra la razón que explique la participación de corredores en ganaba en emoción si los atletas competían en grupo y no en calles sepa-
número relativamente reducido en la prueba del radas. En cambio, en el caso del diaulo, y quizá también de la carrera COIl

246 Zli7
,  
FERNANDO GARCÍA  ROMERO  I,)~ IH,)~ 111 1M!'\(  1 ¡~

armas, el postular un poste único en torno al que daban la vuelta todos menor (Oncxi¡ill lIi  (011  Olilllpia ni ton lIingullo lk los gralldl's ll'slivah's
los l'Orrcdores plantea varias y graves difirultades, que quedan resueltas si atléticos.
admitimos un lugar de giro individual para cada corredor, y sobre todo si LlS (arreras de antorchas, en ef(:no, prohabll-IlWIlH' rt'lIHIIICatl a 110
supollemos que cada participante disponía de dos calles, una para la ida origen cultural, en re!aci<Ín con el robo del fuego por Prollll'H'O y lOlI d
y otra para el  retorno. La adopción de diferentes soluciones según la ritual de! rápido traslado de fuego nuevo de un altar a olto, No ('S por
IOIl,giIUd de la prueba (cosa que ya sugirió Gardiner, AAW 136-7), con ello de extrañar que fueran uno de los momentos culminanll's dl' las 11'1('-
d 1111 de que ningún corredor participara en desventaja, es un hecho que braciones que tenían lugar en Atenas en honor de dos divinidades Villlll
1l0S resulta familiar, ya que es la práctica habitual en el atletismo ladas estrechamente con el fuego, Prometeo y Hcfcsto  «1'. B('kkt,l', 
Illoderno, donde los 200 y 400 m. se corren por calles separadas, en Anecdota Graeca 1 277; Suda, J,V. lampádoJ ka! lam/,áJm; 1kl'ódolo
I alllO que sobre distancias mayores los atletas compiten por calle libre, 8.98). La conservación del carácter religioso durante toda su historia
indl'pendientemente de la posición que ocupasen en el momento de contribuyó a que las carreras de antorchas alcanzaran extraordinaria dilu
IOlIlar la salida. sión a lo largo de todo el mundo de cultura griega y se imlllyl'nlll ('11
Digamos, finalmente, que hemos estado hablando repetidamente festivales en honor a muy diversas divinidades. Los art{(ulos d(' EI)('r! Y
d(' "calles", pero no es seguto que en los estadios griegos estuviera clara- Pouilloux pueden dar una idea de la amplísima extensión qU('  al"lm,arol!
1lll'll!e delimitado el lugar por el que debía correr cada atleta, aunque las lampadedromías, pero, con todo, quizá el menor testimonio s('a llll
estimamos, con Miller, que si ciertas pruebas se corrían en calles indivi- pasaje de Arriano (AnábaJis 3,16.9) donde se nos din: que All'jalldro
duales, éstas debían estar delimitadas de alguna manera, quizá con organizó un festival en Susa y "y allí celebró Jacrifici(),f Jep,lítl 1'1 10.1 111 111 IJI't,
(al. patria e hizo urla carrera de antorchaJ y un certamen atlético"
Las mejor documentadas son las que se celebraban en Atellas, ('O 1111
buen número de fiestas (Panateneas grandes y pequefhlS, Ildl'sl('ilS,
';.1.4. Lampadedromía, "carrera del racimo", maratón
Antesterias, Prometeas, Teseas, ete., e incluso dentro del ámbito dd t  IIho
Fuera del programa de los juegos deportivos y de los estadios, libres a Pan, según sabemos por Heródoto 6.105), y cuya organi;mci611 lOITla  a
aÚII  del dominio de los atletas profesionales, se celebraban por todo el cargo del basileús, que se ocupaba de todo lo concerniente a los (lIho..
mundo griego otro tipo de carreras pedestres que mantuvieron de manera oficiales (Aristóteles, Comtitución de los atenienJes 57.1). Durall1t'  la..
lIuis inmediata el sentimiento de su vinculación con actividades ligadas al Panateneas tenía lugar la carrera de antorchas más importante de (lIaw"..
lulro. Ya se ha dicho (1.3.3.) que la mayoría de las competiciones feme- se corrían en Atenas. En ella los atletas (que, si damos fe a la dcslTipl illll
ninas que conocemos son de ese tipo, pero en la misma línea se sitúan bufonesca de Aristófanes, RanaJ 1089 ss., destacaban a veces m¡\s pOI' Sil
~,
igualmente algunas competiciones de varones, entre las que destacan ~ buena voluntad que por sus aptitudes deportivas) debían llevar d tl1'~O
sobremanera las carreras de antorchas (lampadedromíai) , que tan gran encendido desde el altar de Eros en la Academia, fuera de la  dudad,
arraigo alcanzaron en Grecia, Las diversas interpretaciones simbólicas a hasta el altar de Atenea sito en la Acrópolis, donde prendía la ¡UlIotl ha
que una carrera tal se presta ha sido bien aprovechada por el atletismo del vencedor (o de la tribu vencedora, como luego veremos) la llama qlH'
moderno, pues no en vano el ritual de la antorcha fue introducido en los habría de consumir los sacrificios ofrecidos a la diosa. Como quiera qw'
Juegos OUmpkos de Berlín de 1936 a imagen y semejanza de las anti- el tirano Pisístrato en el siglo VI a.e. fue al tiempo el fundador del altar
gUílS lattt/JadedromlaJ, que, por supuesto, nunca tuvieron en Grecia la de Eros en la Academia (Plutarco, Solón 1.7) y el gran promotor de las

.lI\H 21\1)
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS J ti E(;¡ lS ¡ lL! M 1')(( lS

P,mateneas, es posible que, como sugiere Parker (Fe.rtivals of the AthenianJ, rencias, pero, a la postre, aunque era el  último relevista quien ('IIH'lId(" t'l
Londres 1986, 45-6 Y 171-2; cf. Kyle 191) fuera él directamente el  respon- fuego del altar que servía de meta, el triunfo se wllsegllía por ell'sllH'\"ZIl
sable de la inclusión de lampadedromía.r en las que se convertirían en las colectivo de todo el conjunto, como aflrma Esquilo ell una d(' las IllIH has
principales fiestas de Atenas, quizá partiendo de más antiguas carreras de metáforas deportivas que aparecen por doquier en las obras dl' IIIS
alltorchas ligadas al culto de Prometeo, quien terua dedicado un altar preci- grandes trágicos (Agamenón 314): "Tales, tenlo por Je,~lIro ,ION IdJ 1/IIt'",,, , 
samente en la Academia (la idea es de Deubner; cf. Kyle 192). dada.r a mis lampadéforo.r) qtte .re  han cumplido Imr rt,lel'lJJ J/In'J/¡'flJ; )1
Desde el punto de vista que a nosotros nos interesa, el rasgo distin- lience el primero que corre y el último". Todo el equipo, en 1111, participaha
I ¡VD más peculiar de las carreras de antorchas, el primero que salta a la en la ceremonia triunfal, como muestra un relieve .ítiro dd si~lo IV 01,( '"'
vista, es el hecho de que fueran, al menos parte de ellas, pruebas de conservado en el Museo Británico, en el que aparece repres{'luada \liJa
relevos, en las que la antorcha debía pasar, sin que se apagara la llama, ceremonia de entrega de premios a los vencedores en ulla lílllllhu/I'drolllId,
de mano en mano hasta llegar a su destino. Poco podemos decir acerca ocho jóvenes desnudos precedidos por dos hombres barbados (qlliz¡i d
número de relevistas de cada equipo (que en Atenas estaba formado entrenador y  la persona que ha corrido con los gastos de la pn'panll ¡(íll,
por Illiembros de una misma tribu) y acerca de la distancia que recorrían, en calidad de liturgia o servicio público obligatorio).
ya que, por un lado, nuestros datos son escasos, y, por otro, dado que la Las carreras de antorchas admitieron diversas varit'dad('s a lo 1¡lr~(}
prueba no se corría en estadios, sino por entre calles, plazas y campos, su de su historia. Así, en las páginas iniciales de la 1?t:IJlí/;/iCd platfilli¡ a
IOllgitud era muy variable según los lugares y  las fiestas en cuyo marco se Sócrates acude al Pireo a presenciar los recién inau~rdos utlws ,'n
d(·sarroIlaba. Además, es posible que la distancia, y quizá también el  honor a la diosa tracia Bendis, asimilada a Ártemis, y ("Jun' las vario
llIímero de corredores fuese diverso según la edad de los participantes, pintas ceremonias que allí tienen lugar se incluye, rolllO wan fHlvnlad,
'1UC  cran agrupados por categorías de acuerdo con sus años (cf. Parker, una carrera de antorchas a caballo, en la que los rl'k'vistas se pasa han el 
"p. rito 82, a propósito de las Teseas), aunque debemos decir que nues- testigo unos a otros montados sobre sus cabalgaduras U27a, L!Hal. M¡h
(ras  fuentes hacen referencia sobre todo a los jóvenes, a quienes parecen ir discutido es el problema de la existencia de Idllllhldn/rolltltlJ ildvah'~.
d('sl ¡liadas en particular estas competiciones. no por equipos, a partir de un pasaje de Pausanias ( I.W.2) VII el ql!\' S('
Sin duda, el momento más delicado de la carrera era el paso de la alude a una competición de ese tipo que se iniciaha m el altar di'
alltorcha de manos de un corredor a otro, lo cual requería un entrena- Prometeo en la Academia ateniense. En tanto tllIl' Palwno (l'. 1."lJ
llIiellto previo en gimnasios y palestras. Las pinturas vasculares reflejan acoge la noticia con cautela, a falta de otros testilllonios 11'11' I,l 
Ulll cierta frecuencia ese instante crucial (figura 42) y, como han adver- confirmen, Gardiner (AAW 142-3; cf. ya antes (;ollwald) la ¡¡H'pla ~I
I ido (iiglioli (p. 151) y Patrucco (p. 126-7), el corredor que recibe la reservas y otros autores extiem.len incluso las carreras d(' atllonhas illdlVI
<llltorcha en algunas representaciones aparece parado, pero en otras ha duales a otros lugares y festivales (cf. Moretti, lA (,',  p, II¡ /.  t  tlll' (1'('('
wlIll'llzado ya a correr a la vista de la llegada de su compañero, lo que deducir de las inscripciones su existencía en Ddos, olro 1I~ar de (('\<'hI'OI 
pam:e testimonio de una evolución y perfeccionamiento técnico de la ción de afamadas lampcldedromía.r; Parker, {J/'. l'Í l. 4 )-(, Y 17 I -,~ SIl~¡('
f(u',Ki61l del testigo, para lo cual se recurrió a un procedimiento que llue no una sola, sino varías de las carreras de alltorchas qlle 1l'lIÚlII  I~il
incluso el atletismo moderno ha tardado cierto tiempo en desarrollar, en el  Ática es posible que fueran illdividuales; véas(' .Iilllllll'r-Bn'ltl 11 
(:mllO en el deporte acrual, los equipos contaban con "estrellas", 1,)0-.), Y Kyle 19 1, qUl' rita testimonios epignífkos t'n favor dd (anh It'r 
wrr{'dores destarados qlle t'n un momento dado pmlfan marcar las dife- individual de ¡1~LIH\s carrl'ras),

"'lO r,¡
H.I<NANIlO ,¡AlU lA I«()MI'I(()  II lS  IIIH ,I)S  I )IIMI'II  ()S 

Las su excepcional conflrll1a d I"l'wrrido dl'S,!l' d Il'lllplo tll' Diolliso l'll Arl'llas hasliI (,1 tll'
(ar.ÍUl'r de competición por equipos de relevistas y su vinculación Att'11l'a Esdradl' l'll Fall'ro, a tillOS Ij  km. dl' dislallt i<l. ND ohSlalllt'. la
con el culto, ocuparon un lugar peculiar pero impor- intl'rprl'taci('lIl exana dl' los datos es (ol!lplirada, yil qUl' los In'S Il'XIOS 1111
deportivas de los griegos, que vieron en ellas el terminan de coincidir del todo entrl~ si. En prilller 1I~ar, Sl' ha pUl'SIO l'Sla
la transmisión de la antorcha la vida generación tras gene- carrera en conexión con las Oscoforias, las ficstas iUl'lIil'lIses tll' la
hermosa metáfora que emplea Platón en LeyeJ 776b y luego vendimia (cf. Weiler 146-7, Y Kadletz, que aduce como posihll' pnll'hil 
r('{ogl: d latino Lucrecio (2.79). un relieve tardío que se encuentra en la iglesia de Sal! Ell'ull'rio dl'
Una estrechísima vinculación con ritos religiosos mantuvo también Atenas, si bien la intepretación de la escena que en (01 ilparl'U' 110 l'S
Olto  tipo de "competición" pedestre menos extendida y conocida: la sencilla), pero es más probable que fueran cosas diferentes la
·'tarrl:ra del racimo" (staphylodrómoJ), una especie de carrera de persecu- que tenía lugar en el ámbito de esas festividades y la carrera
l  ¡lÍn que tenía lugar en Esparta: "Durante la celebración de laJ CarneaJ, que debía estar relacionada más bien con
11ft jrJl'(!n ceñido con cintaJ corre, pidiendo algún beneficio para la ciudad, y ad FGrHiJt 383f9; Parke, op.
lo /Jer.riJ!.lIen unOJ jóveneJ, llamadoJ 'corredoreJ del racimo'; Ji lo capturan, los tres testimonios citados no
d./!,lIdrdan algo bueno para la ciudad en 10J aJuntOJ 10caleJ, y Ji no, lo de una sola carrera en línea, con un único vencedor, o de dÍl'z (am'ras
(O!ltrdrir/ (Bekker, Anecdota Graeca 1 305; cf. Hesiquio, J.v.; algunas diferentes, participando en cada una ellas por separado los jlivl'll(,s
illscripciones esparranas, IG V.1.650, 651, testimonian la existencia de pertenecientes a cada una de las tribus de Atenas, sin {IUl' Sl' pUl'da
1111 ofIcial encargado de la preparación de tal carrera, el JtaphylodrómaJ). descartar tampoco la posibilidad que fueran competiciolles tll' n,levos.
Por su parre, Ateneo (49 5i) nos transmite una información, que Severyns (RechercheJ Jur la ChreJtomatie de ProcloJ, París IIJ,H, 11 "i 7 Y
hate remontar al historiador tebano Aristodemo, del siglo 1 a.c. (en el 249ss.), tras un pormenorizado estudio del problema, conduYl' que la
Illismo contexto se cita el  nombre de Filócoro, tres centurias anterior), competición que describe Proclo (diez carreras separadas, de mam'ra (111('
sl'gún la cual se celebraba en Atenas una carrera en un contexto más o el vencedor de cada tribu podía beber de la copa sagraua) flll' fl'l'lllpla
11Ienos similar: "AriJtodemo, en el tercer libro de JU obra 'Sobre Píndaro' zada en un cierto momento por la modalidad a la que alude ArislOdl'IIIO
"firma que en AtenaJ, en laJ EstiraJ, Je realiza una competición pedeJtre de sola carrera, sin separación los jóvenes por tribus, y con UIl lílliw
10.1 e/eboJ, y que corren llevando una rama de vid de fruto llamada vencedor, que recibía una copa y celebraba luego su triunfo lOlI 1I11a
'".Ichos'; y corren deJde el templo de DionÍJo haJta el Atenea y ronda).
cll'encedm' recibe una copa a la que llaman 'pentaplóa' [quíntuplel y va No queremos acabar este capítulo dedicado al pedestrismo ~ril'(J
ronda junto con un grupo de genteJ que cantan y bailan. Y la Je deno- sin hacer referencia a las carreras de muy larga distancia, aunqul' 110
mina 'pentaplóa' por cuanto contiene vino, miel, quejO y un poco de harina formaran parte del programa de los juegos atléticos. En ellos, efl'ctivíL-
de cebada y aceite". Esta noticia puede ponerse en relación con un texto mente, la prueba de mayor longitud, el dótico, constaba de un relOrridll
de la CreJtomatía de Proclo (no. 92 Severyns) y con un al v. que, en el mejor de los casos, no llegaba a los 5 km. Sólo Plat(}n (/,(·YI'.1
de los AntídotoJ de Nicandro, Por el fragmento Proclo sabemos que 833d-b) recomendaba como parte del entrenamiento deportivo-militar
"efeboJ procedenteJ de cada una de las tribu/' de Atenas rr.'..... n,pr'<.n de los hombres de su estado ideal, carreras de 60 estadios (unos 1 I km.)
con otros en la carrera y  que el  triunfador tenía el privilegio para los hoplitas y de 100 estadios (algo más 18 km.) para los
contenido de la copa sagrada, mientras que el escolio a Nicandro soldados provistos de armamento ligero, No obstante, a pesar de

252 Z"U
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

una carrera de muy largo recorrido, la maratón, fue incluida por el barón Únicamente nos dice (6.105-6) que, antes de la batalla, un wrrl'dlll'
de Coubertin, a instancias del erudito francés Michel Bréal, en la primera profesional, Fidípides, fue enviado a Esparta para pedir ayuda y IIl'¡.:tí 11
Olimpíada de la era moderna, en conmemoración de la supuesta hazaña esa ciudad al segundo día, tras haber recorrido más de 200 km., mllchos
de un corredor ateniense tras la batalla de Maratón (490 a.c.), en la que de ellos por entre escarpados caminos de montaña. Así, los dos lílliws
la victoria de los griegos sobre los persas, incomparablemente superiores testimonios que nos cuentan una historia cercana a la habitualllll'llIl'
en número, se convirtió desde muy pronto en el símbolo del triunfo de la difundida proceden de época tardía, seis y siete siglos después dI' 111
libertad sobre la tiranía. Como es bien sabido, en los Juegos Olímpicos famosa batalla. El más fidedigno es Plutarco, quien, en su tratlldo So/m'
dc Atenas de 1896 obtuvo la victoria, sobre un recorrido de unos la gloria de los atenienses 347 c, afirma que un hoplita que respollllt'a al
40 km., desde la llanura de Maratón hasta Atenas, precisamente un nombre de Eucles (o Tersipo, según las investigaciones de Heradidl's
griego de la aldea de Amarussi, Spiridión Louis, en poco menos de tres Póntico, platónico del siglo IV a.c.), recorrió, revestido de su arllladlll'lI,
horas; en las Olimpíadas posteriores la maratón se corrió sobre diferentes el camino que conducía de Maratón a Atenas, y murió nada Ill,ís hal)('r
distancias, hasta que en los juegos de 1924 se fijó un recorrido de 42 anunciado el triunfo a sus compatriotas. Por su parte, Lucíano dI' SalllO
klll. y 195 m., longitud que recorrieron los maratonianos de la Olim- sata (Sobre un error cometido al saludar 3)  narra la misma hiswria, 1)('1'0
pr'ada londinense de 1908 para, según las crónicas, hacer que la salida (o llama Fidípides al autor de la hazaña, probablemente Wl1flllldil'llIlo al
la llegada) de la carrera tuviera efecto justo debajo del palco principal del auténtico héroe con el corredor profesional al que alude Ikn')dow.
palacio real y no obligar a que sus majestades se desplazasen a otro lugar Dado, pues, que solamente dos autores de época imperial SI' holl 1'11
1'11  un día de lluvia. Pero, repetimos, en los juegos atléticos de la antigua eco de la leyenda y que Heródoto no la menciona, algunos alllllrl'S, WIIIII
(;recia nunca se celebraron carreras de este tipo. Lucas y Frost, se muestran escépticos sobre su realidad histtíril a y pil'llsall
La inclusión de la maratón en las Olimpíadas modernas se basó en que se forjó en una época en la que los griegos volvieron IlIoís qlll' 1111111 a
lllla leyenda muy difundida pero mal conocida en sus detalles menudos: la vista hacia atrás, hacia su glorioso pasado, exaltando SllS 111111111'11111' di'
,kspués de la batalla de Maratón, un hoplita, cuyo nombre más común- apogeo y entre ellos, por supuesto, la victoria de la Gn'lia lihr!' sobl'!' 111'
11ll'llIl' repetido es Fidípides o Filípides, fue corriendo desde el campo de reyes persas que pretendían someterla. Sin embargo, Bilillski SI' dl""",1
halalla hasta Atenas para comunicar a sus conciudadanos la noticia de la convencido de la realidad histórica del suceso y propone lIlIa I'Xpli',1I11111
villoria y, nada más llegar, murió agotado por el esfuerzo. Ahora bien, del silencio de Heródoto digna de ser tenida muy en CUl'lIla: los 1l'IllIisla,
las historias que nos han transmitido nuestras fuentes antiguas no coin- atenienses locales (que serían la fuente del historiador dt' Ilalilanl;I""
1 i,11'I1 exactamente con los términos de esta leyenda comúnmente acep- habrían considerado el anuncio de la victoria por parte tll' ElI"l 's (o 11 Hile I
lada, por tan repetida, como han puesto de manifiesto diversos autores quiera llamarse nuestro héroe) como un hecho normal y IH 1 I'XI raordl
qllt', dl'sde el fundamental trabajo de Bilisnki, se ha ocupado de estudiar nario, y sólo comenzó a cobrar un significado excepciollal wlllorllll'
(1111 pormenor las noticias que al respecto dejan traslucir los escritores fueron adquiriendo carácter más y más legendario los SlIU'SOS d,'
¡llIliguos, hasta el punto de que en varios artículos se ha puesto seria- Maratón, de manera que pudo incluso adornarse la historia UIII IIIH'VII'
IIH'lItl' en duda la realidad histórica del suceso. datos, como la muerte del heraldo tras cumplir su misilíll. Y la nl ../ill pOI'
En primer lugar, Heródoto, que compuso su obra histórica en el la que los historiadores de la época no dieron mayor illlpOrlóllH ill 111
mislllo siglo l'n que tuvieron lugar las Guerras Persas y es nuestra fuente suceso resulta evidente: era habitual que hombres de l'xcepciol1al m¡is-
principal para lo acontecido en ellas, no aludl' para nada al suceso . tencia, llamados hl'lll/'roJrtimo¡ ("mrrl'dorl's dl' un día"; tílJl1hi(on St' It's

•' ")·1  .In 
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS  oLi MI'l( .OS 

ronocía con el nombre de dromokérykes, "heraldos corredores"), cubrieran 2) La salida y el giro. O. Broneer, "An Archaeological Enigmíl",
distancias casi increíbles, ¡hasta 200 km. en un día!, para comunicar el  y "The Enigma Explained", Archaeology IX 1956, 1.'34-7 Y 268-72; id ..
triunfo en una batalla o cualquier otra noticia de importancia (numerosos "Excavations at Isthmia", Hesperia XXVII 1958, 1-37, Y XXXI,
casos, antiguos y también modernos, se citan en los dos artículos de 1959-60, 1-25; id., "Starting Devices in greek Stadia", AJA LXXVI
Bilinski y en el más reciente de Matthews). Finalmente, el proceso de 1972, 205-6; H.A. Harris, "Stadia and Starting-Grooves", GandR VII
idealización de Maratón como símbolo del triunfo de hombres libtes 1960, 25-35; S.G. Miller, "Turns and Lanes in the Ancient Stadium",
sobre un enemigo muy superior en número, pero que luchaba a las AJA LXXXIV 1980, 159-66; W. Mostue, "Mallinien, Wendeslh-
órdenes de un tirano, continuó a lo largo de la  historia hasta llegar a ranken und Zielbezirke im griechischen Stadion", LKE LII 19.'33, 2<) 1­­1; 
nuestra época, recobrando nuevo vigor, como no podía ser menos, C. Paleólogos, "El método de salida en los juegos antiguos", CAP IV
durante los movimientos políticos del siglo pasado, con cuyo ideario 1962,411-20; P. Roos, "The Start of the Greek Foot-Race", O¡I/lJi'IIltI
casaba a la perfección el significado de la  leyenda. Por ello fue incluída la Atheniensia VI 1965, 149-56.
carrera de Mararón en nuestras Olimpiadas, pese a que carreras de 3) Lampadedromía, carrera del racimo, marat6n. B.
distancias excesivas nunca fueron admitidas en los juegos antiguos, quizá Ashmole, "Torch-Racing at Rhamnus", AJA LXVI 1962, 2.B-t1; B.
porque, como dice Harris (GAA 77), los organizadores de los festivales Bilinski, "El antiguo hoplita corredor de Maratón. Leyenda () realidad",
atléticos siguieron la norma de vida meden ágan, "nada en exceso", atri- CAP VI 1964, 5-42; id., "L'hémérodrome Philonides, son record c', 101
buída al espartano Quilón, uno de los Siete Sabios, de quien se dice nouvelle inscription d' Aigion", Eos L 1959-60, 69-80; C. DiclIl, I 'el'
curiosamente que murió en Olimpia durante la ceremonia de coronación Laufer von Marathon, Leipzig 1941;]. Ebert, "Zum Fackdlliulí.·1I 1I11d
de su hijo, vencedor en el boxeo. anderen Problemen in einer griechischen agonistischen Inschrifr ,\lIS
Aegypten", Stadion V 1979, 1ss.; F.]. Frost, "The Dubious Ori~ls 01 
the 'Marathon"', AJAH IV 1979, 159-63; C.Q. Gigliolí, "La IOI'SíI
BIBLIOGRAFÍA della fiaccola ad Atene", RAL 1922,315-35; id., "Lampadedrolllia " ,
Arch Cla.r.r III  1951, 147-62; id., "La lampadedromia in JUl'  rnc'llIis
t)  Importancia de la carrera. Las distintas pruebas. Carac- sime publicazioni", ArchClass IV 1952, 94-7; O. Gottwald, "ZIIIII 
terísticas físicas de los corredores, técnicas y tácticas. P. Aupen, Fackellauf', MVPhW 1928, 46-74; S. Herbet, "The Tonh-Hal(' al
"Athletica, 1: Épigraphie archa'ique et morphologie des stades anciens" , Corinrh", Corinthiaca. Studies in honor of D.A. Amyx, Columhia JIJH("
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l'llJ l'll
H,RNANIlU  t,AIU  lA  I!OMH(I) 
U  I~ 1111'.")".11 IMI'III '" 

:\.2.  EL  SALTO  1l0S  dit(·t1  los  (('S(iltHlllios  his((',riws,  ('11  el plallo  III1(i(ll  (,1  saltll  dI'  
IOllgitlld  aparen'  CII  1111  par  de IKjlsiill!t's  U)!lI1)  pnll'ha  ;lUII)1I01ll.1,  ASI.  ('11  
el salto de longitud est¡í atestiguado como práctica los  juegos  WII  que  los  I<:arios  agaS¡lJall  a  Odiscl)  ..  /'11 d .1,,110
deportiva habitual en los juegos de la antigua Grecia, Ningún indicio JII/iO'¡Of' "  lodo.! ..  (OdUM H,12H),  y FihislralO  (  
nos lleva a suponer la existencia del salto de altura, mientras que asegura  que  "<1111/'.1' JI' }tlJlÍtI Y Pe/m .1('  /m'ilú"/;'III (0/1 ((}rolltl'
algunas pinturas vasculares representan escenas en que jinetes emplean 1'/ Jt!l1o y el latlZalllietllo de JiJeo". Es  curioso,  sill  ('1Il ha rgo ,  qll{'  ('11  d  
sus lanzas a modo de pértiga para saltar a lomos de sus caballos, si bien 1O.60ss.)  nos  han'  el  UII¡ílogo  de  1m.  
parece evidente que tan prueba de habilidad nunca formó parte de los que  trluntaron  en  los  primeros  Juegos  Olítllpims,  fUlldados  por  
tCstivalcs deportivos (fue Schrüder, p. 113, quien llamó la atención se  mencionen  los  vencedores en  el  estadio,  la  lucha.  d  pugilillO, 
es<.: ejercicio, así como sobre el  salto de obstáculos al que aludimos en el la  carrera  de  cuádrigas  y  el  lanzamiento  de  jabalina  y  dism,  ('S  dn ir,  l'l\ 
capítulo precedente). Por su parte, Luciano (AnacarsÍJ 4) describe otro todas  las  disciplinas  que  más  tarde  compondrían  el  pl'lllado  WII  l'X. ('1' 
lipo de salto C'y otros en otros .fe  e.ifuerzan todos y saltan como si ción  del  salto  de  longitud,  que,  no  obstante,  llegaría  ¡¡  ser,  Ill¡is  mili  qtl!' 
permaneciendo en el mismo .fitio, y al saltar el  lanzamiento  de  disco,  la  prueba  característica  y  n:presl'lllaliva  d('  la 
dan patadas al aire"), que probablemente era practicado competición  quíntuple, 
Slilo como entrenamiento y que no se aleja demasiado del salto caracterís- En  efecto,  el  salto  'Vll,l',UUU 

1 jI  o  1le  las  muchachas  espartanas,  la  bíbasis, consistente,  como  ya  se  ha 

s(·nalado  (cf.1.3.3),  en  saltar hasta tocarse  los  glúteos con  los  pies,  ya sea  convertirse  en  un  eiercicio  popular y  de  notable  importallcia  talllO  ('11  la 
1 tJlI  los  dos  pies  juntos  ya  saltando  alternativamente  sobre  cada  uno  jóvenes  (cf.1.3.1.2)  como  en  el  l'llIn'lIamil'lllO  dt, 
dios,  aUUllV:;  en  el  gimnasio.  Las  numerosísimas  represelltalÍolll's  an i'S!i1  as 
En  los  más  importantes  festivales  de  Grecia,  y  notoriamente en  y  el  empleo  metafórico  de  términos  técnicos  del  salto  el!  las  ohras  lil('ra 
Juegos  Olímpicos,  el  salto de longitud no constituía  una disciplina inde- rias  son  prueba  irrefutable  de  ello, 
pendiente,  sino  que  tenía  cabida  en  ellos  sólo  como  una  las  cinco  Sin  embargo,  la  abundancia  de  documentos  arqueoltÍgiUls  y 1'1'11'
pruebas  que  componían  el  pentado,  incluído  por  vez  primera  en  el  rencías  literarias  no  basta  para  dar  respuesta  definitiva  aUlla  St'ri(,  dI' 
programa  olímpico  en  708  a.e.  (18  Olimpíada).  No  obstante,  aunque  problemas  esenciales  que  nos  impiden  una  reconstruccit)1l  segura  d('  la 
escasos,  poseemos  algunos  testimonios  que  documentan  manera  manera  de  realizar  el  salto  por parte  de  los  atletas  de  la 
la  celebración  en  algunas  competiciones  de  una  prueba  de  Dos  son  las  razones  fundamentales  por  las  que  el  salto  tle  IOlIglIlH!  qu\' 
por  separado  (cf.  Patrucco  66­7,  con  n.  1).  Los  más  importantes  praCticaban  los  griegos  sigue  siendo  todavía  hoy  un  enigma  para  lIOSO 
son  sendas inscripciones  de  Eleusis  que pueden datarse a  finales  del siglo  lugar,  los  atletas  griegos  saltaban  con  una  pesa  l'I1  I  ad.\ 
VII  o  principios  del  VI  a.e.  (IG  1.2.  802,  803),  La  primera de  ellas  es  mano  ,uguras 43  y  Y realizaban  el  ejercicio  con  acompaf'lallli('IHO  dt' 
una  haltera  de  plomo,  la  más  antigua  conservada,  de  casi  dos  quilas  música de flauta  (figura  estas  dos  diferencias  básicas  con  f('slwlIO  al 
peso,  que  fue  dedicada  por un  tal  Epeneto  a  la  divinidad,  en  arletismo  moderno  han  suscitado  polémicas  sobre  su  funcitín  y utilidad. 
miento  por  haberle  concedido  la  victoria,  mientras  que  la  avivadas  además por un segundo dato controvertido:  la  interpretalÍlill  d(' 
inscripción,  también  de  carácter  votivo,  fue  ofrendada por un muchacho  un par de  textos  antiguos  en  los  que se  nos  informa  de  la  distallcia  qUl' 
vencedor  en  la  categoría  de  los  paMes. Por  otro  lado,  además  de  lo  que  lograron  alcanzar  los  saltadores  griegos. 

258  .! ''JI) 
LOS  lIE( ¡OS  OL! MI'H  ()~
FERNANDO GARCÍA ROMERO

Las pesas de salto (" halteras", etimológicamente "instrumento para con los dos pies juntos. Para ofn:CI.:r un pUllto  de rl'll'n'lH la a los pan Ít I 
saltar") nos son bien conocidas por las pinturas vasculares y porque se pantes y para proceder a la medida dd salto, la diswlll ia "Il allzada por
han conservado en número relativamente elevado (figura 43). De piedra cada atleta quedaba marcada en la arena, probabkllll'llIl' llledÍilllfl' 111111
o de metal (preferentemente plomo), su peso ronda habitualmente los línea trazada en ella y no con pequeñas estacas clavadas ('11 el  sudo, lOlIIO
dos quilas o dos quilas y medio, aunque algunas alcancen excepcional- quiere Gardiner (AAW 155; cf. Patrucco, fig.17).
mente los cuatro quilos y medio o no lleguen a pesar 1.500 gramos. Su Menos claramente definida es la finalidad que alrihuyl'll I1Ill'SIl'lls
forma es igualmente diversa. La más antigua, la que contiene la ya fuentes al hecho de que el sonido de la flauta 4lmmpaflara  los IIIl1vi-
comentada inscripción de Epeneto, es una sencilla placa rectangular de mientos del atleta. Afirma Filóstrato en el pasaje recién tirado qlll' "/111
plomo ligeramente cóncava; con mayor frecuencia presentan una forma reglamentoJ) conJiderando el salto la prueba máJ difícil eh 1'11,1111,1,1 Imlt'll
semejante al auricular de un teléfono o son piedras semicirculares lugar en IOJ juegos, eJtablecen que se estimule al saltador t'I/lJ 1" jl,lIIl.1 y 11'
provistas de una hendidura para facilitar el agarre, en tanto que en época facilite JU elevación con las pesas" (cf. Pausanias '5.17,10, 6. litIO, asl
imperial parece que se hicieron frecuentes las ha Iteras de forma cilíndrica como 5.7.10, donde se busca un origen mítico para ti l'mpll'O de la
(véanse las bien documentadas e ilustradas páginas de Gardiner, AAW flauta). ¿Cómo deben entenderse estas palabras de Filt'lstralo, si l'S ,!II\' t'S
145ss.; ]üthner-Brein II 163ss.; Patrucco 83ss.). ésa la razón para el acompañamiento musital en ti salto!' PatrullO (p,(,H)
El manejo de las pesas a partir del momento de la batida está bien insiste en el componente estético, artístiw, inseparahll' de I así lodas la,
ilustrado en nuestros documentos pictóricos (no así su empleo antes de actividades deportivas de los griegos, y es posible 'lile fuera (-Sla IIllil
que el saltador emprendiera el  vuelo): los atletas iniciaban el  salto exten- causa coadyuvante; pero la tazón principal ddx' ser otra. Se ha !'l'sallild"
diendo ambos brazos hacia delante y los llevaban hacia atrás cuando a menudo, en efecto, que con el empko de las pl'sas la illl ¡!'JII dt' los
caían. Ahora bien, ¿cuáles son las ventajas que el empleo de halteras brazos resulta ser aún más importante que en d atll'tismo 111 od 1'1'11 o, d"
proporcionaba al saltador, a los ojos de los teóricos griegos del deporte y manera que para lograr un buen salto era imprescilldihle lOSI'~¡1 IIIIiI

de los entrenadores? Los autores antiguos atribuyen dos funciones al perfecta sincronización de piernas y bra;.~os teniendo l'll lUl'lIl a !jlll', 1011
empleo de las halteras: permitir alcanzar mayor distancia en el salto, pues las halteras, el balanceo de éstos últimos (kbía Sl'r haSlallll' III:is alllplio
"los pentatletas saltan más con las pesas que sin ellas" (Aristóteles, Sobre que el que observamos en los atletas de hoy. La Ilnísil a tll' la lIalll.1.
la manera de andar de los animales 705 a; cE. Problemas 881 b), y entonces, ayudaría a la consecuc\tÍn del equilibrio y dd rilll1ll "dl'llIado
además facilitar la caída, de manera que su correcto manejo hace casi en los movimientos, tanto durante la mrrera lOIIIO 1'11 d IlHIIIIl'II!II dt, \..
imposible un aterrizaje de espaldas que invalidaría el salto (Filóstrato, batida, de manera semejante a como Iluestros atletas ProWall¡;1I1 y
Sobre la gimnasia 55). Los atletas batían sobre terreno duro, sobre una ensayan su carrera y sus movimientos hasta ti mínimo dl'lalk para WfI,l'l
placa de madera o piedra (batér), e iban a caer en última instancia en un tabla sin pisar la plastilina y aprovt'rhar así hasl a 1,1 lilr illlO 1I'11I1I1ll'1I1I
foso previamente cavado y ablandado para que el aterrizaje tuviera lugar El correno manejo de las Ix~sa no era nada liíl il. dI' IllalH'l'a '1"1'
sobre terreno blando (skámma). El salto se consideraba nulo en el  caso de constituía sin duda Ull paso prdiminar t'1l la pn'paral ilill t(;lllil a dI' lo,
que se traspasara el límite del batér (si es que debe interpretarse así la saltadores la proktim "l'Il scw" dd hahuKl'o tll' las haltl'ras. 1I1yO ('1I1pl¡'1I
1'11 el l'nrrellarnienlO a!l6im 110 Sl' limil ('. por lo dl'lll'\s, a llls sal! adlln'!!,
definición que nos da Pólux de tal palabra) y también, según nos asegura
Filóstrato (Sobre la ximnaJia '5 '5), en el  caso de que la huella dejada por sillo llUl' se Hl'llt'ralizt'í para IOdos aquellos atll'las qlll' dl'searall ruhll"u'(!'¡
el saltador en la arena no flH.'ra sufkit'l1Ielllenw nítida, es decir, si no caúl los tmísnllos de la l'spalda y los brazos. La pníll ka tll' In /J,/lltro/mlltl 111111

u,o Jrd
FERNANDO GARCÍA ROMERO
I  
!,
I.OS JUEGOS OLÍMPICOS

ni  tonocida sobre todo por autores de época imperial, pero su presencia caricaturizan, el primero de manera general y el  segundo ron tlolllhl't's y
l'1! el  entrenamiento se retrotrae sin duda muchos siglos atrás. Algunos apellidos, un tipo de fémina hombruna contra el  que dirit;clI 110  ¡lIlft'-
vasos, desde finales del siglo VI y comienzos del V a.c., representan cuentes puyas (Juvenal 6 .419s5., Marcial 7 _67) .
esct'llas en las que los ejercicios que realizan los atletas con las pesas no A las dificultades que el empleo de pesas comporta para la n'wlls-
IHll·de:1l estar relacionados directamente con el salto, a no ser que se trate trución del salto antiguo, han de añadirse otros problemas que dt'rivall
.Id precalentamiento previo a la competición. No obstante, el primer de dos textos que dan cuenta de la distancia alcanzada por los saltadores
l  aso conocido, y ciertamente pintoresco, de levantamiento de pesos con griegos. Por una parte, al catálogo de vencedores olímpicos de .Julio Afri-
¡¡hjelO de: desarrollar la fuerza muscular nos lo proporciona un pasaje de cano remonta la notícia de que en la 29 Olimpíada (664 a,( :.) d espar-
<)lIilltíliano (Sobre los cspectáatlos 1.9.2), donde se nos dice que Milón de tano Quíonis, triunfador en el estadio y en el diaulo durante m's
<mlOlla, en el siglo VI, se decidió a llevar a cuestas un novillo y siguió Olimpíadas consecutivas (664-656), saltó 52 pies, es decir, liada lIIenos
hal i(:lldolo conforme éste fue creciendo hasta convertirse en un animal que 16,66 m. (cada pie olímpico equivale a 0,32 m.). En segundo lugar.
"dlllto, de manera que el atleta se fue acostumbrando a incrementar poco un epigrama tardío recogido en la Antologfa Palatina (Ap¿'lldicl', 21J7) S('
" P¡¡w d peso que cargaba cada día, Fuera de este curioso, y un tanto hace eco de las hazañas deportivas del excepóonal atll'1a Jlaflo tI(, 
primitivo, e:ntrenamiemo con pesas, los más importantes testimonios que Crotona, quien a comienzos del siglo V a.e. alcaliZÓ a sallar l'tI  los
!lOS ¡ltI{¡fman sobre el empleo de pesas en la formación física, ya no tanto Juegos Píticos 55 pies (17,62 m. si la medida corresponde a pit's oh'm
de a!l('las profesionales como de cualquier persona que quisiera alcanzar picos, o bien 16,25 m., es decir, algo menos que Quíonis, si Sl' trata (1\-
1111 hul'II estado físico general desarrollando su musculatura, flexibilidad pies délficos, que equivalen a 0,29 m" como sugÍl:n:n Eht'r! y W(·ill'l'l.
y  resistcllcia, proceden de tres autores de época romana, Oribasio, Como Quíonis, Fal10, dos veces vencedor en el  pcmado y  IIIlO ¡'II d
(;;deIlO y  FiIóstrato, Oribasio, un escritor médico dd siglo IV p,c., se estadio en los Juegos Píticos, fue tan excelente velmist a millo salr "dor
11all' ClO de los ejercicios con pesas recomendados, dos siglos antes, por su (dos actividades que requieren condiciones atl~ics seflwjallll's, "OH'III la
IOlcg" Amilo (6. 14, 34): doblar y volver a extender los brazos, a fin de y agilidad primordialmente, como confIrman destacados eje!l1plos WIIO
fol'talt'n'r los músculos de brazos y hombros; simular movimientos de cidos de todos en el  deporte moderno), y gozó dt, extraurdioaria 1'1'1'"101
alaquc semejantes a los que realizan los boxeadores, y, finalmente, doblar ción como excepcional atleta y ciudadano ejemplar (d.  1knidlllll  H.,I/~
y  ellderezar el tronco con los brazos extendidos, Por su parte, Galeno Plutarco, Alejandro 34; Aristófanes, Acarrtin/JeJ 2 I¡j,  AI'iJIId,1 I.!I )(1;
(.\'''/;/'1' uílllO dehe mnJeniarse la salud 2.11.3) describe un ejercicio en el véase Harris, GAA l13ss.). No es por cllo de cxtrat'lar qlH' la  flol j¡  ia dC'
(llIt·  d atll'ra debe colocarse entre dos pesas distantes entre sí un par de su extraordinario salto fuera recogida a menudo ell los eswlios alJl j,LI.l~ ¡I 
1I1('t ros y  IUl't;O levantar alternativamente la pesa de su izquierda con la diversas obras (cf. Patrucco 70, n, 3) y, scgúll expli( a í'.t'!lobill ('11 Sil
mallo derecha y  viceversa, repitiendo varias veces idénticos movimientos, colección de proverbios, el refrán "saltar más alt.l dd f¡ISI)" (11'1(' ¡'IIIIIO
Por LÍlti!11o, Filóstrato (Sohre la gimnasia 55) afirma que "las pesas más tramos citado ya en Platón, Crátilo 41.~a; equivalc a IIlH'stro "pas,II's(' de'
,~I'md/J ,jat'Í le/tI homhros y braz()J', y las redondas también los dedos" (por la raya") tuvo su origen en el salto de Faílo, que Sltlll'f('l d es!," I 10 .1"
tl'lIl'r at;ujl'ros para introducir los dedos y poder sostener las pesas). Tales arena destinado a la caída y fue a parar mil SlIS huesos ('11 ll'n,(,II0 timo,
('jt'Hídos ('rall, por supuesto, propios de la ~imnas masculina, de rompi~ndse una pierna de resultas de dIo, a dccir dl' olras 1111'1111'"
manera qllt' los dos pasajes ('11 '1m' se: describen tllll jeres enrrenlÍndose mn (Suda). Un terrer donlllw!IIo podría ser ulla illscripciólI de I>dos (110 ti,·
haileras pmeedl'n de dos ¡nUOfl'S sutírims latillos, ,IlIvt'llal y  Marcial, que Delf()s, como indita Wt'Íil~r I ')H), probabklllelll(' del si,LI.lo VI a.(:, (Slíe,

}(, ~J
,Ud 
,

I:UINANIlO (óAIH.lA I(OMHI{(I l' I~ 11I1'(.t I~ "IIMI'It ('~

XIX "jO!», que se ha conservado en estado muy fragmentario yen la que ejercidos gimnásticos sin rdad¡')1l alguna lOn d salto o hicl', lOlIlO ya
pan'u' aludirse igualmente a un salto de 50 pies. propuso jüthner, que Sl' tratara de un entrcnamiento, pm's sill duda
EII ddlllitiva, todos los problemas derivados del empleo de halteras l' debían aprenderse por separado las técnicas de las dift:rl'lltt's fast's
y atolllpaf\allliento de flauta y de la distancia que supuestamente i ejercicio antes de combinarlas todas en el  salto (d. jüthner, arl. "'I¡¡lllla"
Ikgaroll a saltar los mejores atletas griegos en esta especialidad, pueden en RE VII.2, col. 2.276; aceptan su propuesta, entre otros, Harris, GAA
I"('SlIlIlirsl' t'n dos cuestiones básicas, que se refieren a las tres fases que 83, y Patrucco 79 y 88). Sin embargo, el hecho de que en una d\' las
,omprl'lIdl' el salto: (la batida iba precedida de una carrera más o menos escenas (fig. 99 de Gardiner) una Victoria alada porte t'n sus mallos las
larga () los arietas iniciaban el  salto parados, y, en consecuencia, batían cintas que simbolizan el  triunfo parece indicar que el  atleta qm'  apan'u'
apoy.illdost, sobre una sola pierna o con las dos juntas, respectivamente?; con los dos pies juntos no está entrenando, sino participando t'lI Iflla
y. ('11 segundo lugar, ¿se trataba de un salto simple o de un salto competición, lo que supone un problema para quienes dcfk'ndl'll d  salIO
ll11ihiple. doble, triple e incluso quíntuple? precedido de carrera como modalidad única en los juegos, al IllClHlS ,'11
I.as s()luciones propuestas a estos auténticos "enigmas", como se los los más importantes.
ha ralificado a menudo, han sido muy diversas y los argumentos Además del testimonio de los vasos, otros argul1ll'lltos plIl'(\I'1I
adlllidos 1.'11 pro y en contra han sido discutidos, aceptados y rechazados aducirse en favor del salto en carrera. En primer lugar, la hlllli{)fl  ( 
1011 roda clase de réplicas y contrarréplicas. La cuestión resulta, pues, acompañamiento musical se comprendería mejor si pensamos qlle ('ra Sil
¡ !lmplieada. Es, en primer lugar, difícil determinar si el salto griego, tal objetivo primordial contribuir a que una breve carrera permiril'ra al 0\111'101
t  01110 S(' practicaba en los juegos más importantes, incluía o no una coger el ritmo en el  balanceo de las pesas, así como el  impulso slIlil ¡('fIII' 
(aIT('r<l previa. En efecto, nuestras fuentes escritas nada nos aclaran al para conseguir un buen salto. Patrucco (p.78-9), por su pal'll', 11'1'('
n'Spl'! lo,  ('11 tanto que con los testimonios de las pinturas vasculares deducir de un pasaje de Pólux (3.151) que un salto podía ser {(IlIsidl'
plll'( 1m dcft'nderse ambas hipótesis, que cuentan además con otras rado nulo si, al igual que ocurre en el atletismo moderno, el  atleta lraspa
!,fllchas adutibles a favor y en contra; por último, la solución que se dé a saba en su batida el límite señalado, lo cual sería pnktiullll('IIII'
('SIl' problema depende también en cierto sentido de la opinión que se imposible si el  saltador partía sin carrera previa. No obstante, la illtl'rpn'
lenga a prop,)siro del otro punto conflictivo, el  carácter simple o múltiple tación del texto de Pólux no es segura, de manera que se rrata dl' 1111
salto. argumento tan poco firme como su afirmación de que "un salto Imihiplo
Es verdad que en los vasos pueden encontrarse con alguna con partenza da fermo sarebbe un esercizio del tuttO artificiale e diHidl
In'lll('lIcia escenas en las que los atletas aparecen representados en plena mente pensabile". En todo caso, quienes son partidarios del salto ((lfl 
!  arr('fa mil  pesas en sus manos, lo que a primera vista parece indicar que carrera coinciden en admitir que ésta sería bastante más breve que la (llll'
!'sl<Í1I  tolllando velocidad para iniciar el salto. Pero no es menos cierto toman los atletas de hoy, dado que el empleo de las halteras es incolllpa .
(111(' a veces en otras escenas aparecen atletas con los pies juntos y los tibIe con una carrera larga como han mostrado las experiencias pnín i( as
hrazos indinados hacia delante, en actitud que se ha interpretado como de Lindner.
plaslllaci()f1 del momento inmediatamente anterior al despegue del En lo que respecta al salto sin carrera, ya Gardiner admite su exis-
sallador desde posición detenida. Puesto que en varios casos (véanse las tencia  en  competiciones,  aunque da prioridad  a  la  otra  modalidad.  Hall 
ligllras 7 dI.' Patrucco y 99 de Gardiner, AA W)  los atletas no llevan sido,  sin embargo,  los  estudios  de  Ebert (p.50­4)  los  que han hecho  qll(' 


hallt'ws, podría pensarse en la posibilidad de que estuvieran realizando varios  investigadores posteriores  hayan considerado más plausible el  saleo 

H,'l 2M 

l  
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

parado que el salto en carrera (cf. f'inley-Pleket 34, Weiler 160). Efecti- mismo siglo) ni posteriormente Plutarco ni Pausanias. El pU1l1O  dl'
vamente, a pesar de que el  salto en carrera está mejor documentado en partida de la tradición sobre el salto de FallO sería, entonces, un epip,rallla
las pinturas vasculares, se ha aducido un argumento en favor del salto sin tardío (el ya citado Antología Palatina, Apéndice 297) eo d qm'  Sl'
l arrCnl que ha gozado de buen predicamento. Ya se ha dicho que, según habría exagerado la distancia alcanzada (algo nada extrat)o ('ti  lal('s
Aristóteles (una fuente digna de toda confianza, que difícilmente hubiera "divertimentos" literarios), fijándose en 55 pies porque así todas las pala
!techo una afirmación semejante sin haber tenido pruebas tangibles), los bras del primer verso contendrían el sonido IpI (p¿nt 'eN /1t'lIllJ:flfll,1
pmtadetas alcanzan en su salto mayor distancia con pesas que sin ellas. pódaJ pédeJe PhaylloJ). El epigrama habría sido luego conocido y l ¡lado
PUl'S bien, experimentos modernos parecen haber mostrado que tal en los comentarios antiguos a varias obras literarias y  dI: d partirla
gallallcia de terreno sólo se consigue si el atleta parte de posición dete- también el  léxico de Suidas para fijar en  50 pies la longitud del ¡"SO d(, 
Ilida, mientras que si toma carrera el salto es indefectiblemente más salto, uniendo el testimonio del epigrama al comentario dd pafl'llIi¡íp,ra/o
lOf!O. Es, en todo caso, un argumento notable, pero tampoco definitivo, Zenobio sobre el refrán "saltar más allá del foso", qUI: habría Il'oido Sil
pucsto que desconocemos muchos detalles de la técnica empleada por los origen en un salto de f'aílo que superó el espacio destinado a la lilada,
s,dlatlores en el manejo de las halteras. Por lo que respecta al segundo texto, la atribución l'll la C'n;II;, ti
M¡[s discutido todavía es el problema del carácter simple o múltiple Olímpica de Sexto Julio Africano de un salto lit, '52 pies al l'sl'artíllll)
dd salto. Los argumentos que se han aducido a favor y en contra de cada Quíonis, su eliminación como testimonio en contra dd sallo silllpk
tilia de las hipótesis, basados en los testimonios artísticos, arqueológicos, resulta más fácil, ya que en las traducciones armenia y latillíl dl' la ohra
liH'rarios e incluso en razones de tipo práctico o lógico, se complican de no se lee "52 pies", sino "22 pies", de manera que pudría 1ll'11SarSl'l'IIlIIl
lal 1I1;IIlCra que es dificil decidirse con una cierta seguridad por alguna de error en la transmisión del texto griego por confusióll l'l 11 11' las l ilras 11//
I.ts  propucstas. (52) y kb' (22), perfectamente explicable desdl: d pU1II1l  dt' visla l'ílll'II
l JJI primer obstáculo deben superar quienes defienden la posibi- gráfico. Quíonis habría saltado, pues, poco l1l;is  de sil'll' IlH'lf'I)S, 1111,1 
lidad tll' que el  salto de longitud que practicaban los griegos fuera simple marca excepcional digna de ser incluída en una rl'lacilÍlI dl' hn hl)S Illtl 11
(halida, ckvación y caída): los dos (o tres) testimonios escritos que dan picos notables como la de Julio Africano (el vencedor ('11  Arl'uas IHI)(I 
(11I'111a de saltos superiores a los 16 m., distancia evidentemente impo- saltó 6'35 m.), pero al tiempo no imposible de akallzar wla 1111 lila!! ti 
de alcanzar si el salto comprendía un sólo esfuerzo. Así, ya desde el salto.
l('slIf'gilllil'llto en Occidente de los estudios sobre la Antigüedad Clásica El tercer documento, la inscripción de Delos, S(' ha IOllsl'('vadtl ('11
dlll',lIHl' el  Renacimiento, la atribución de un salto de 16 ó 17 metros a estado demasiado fragmentario como para poder IIgurar 101110  U'MI 
Fa¡'lo dl' (:mmna se nmsideró pura ficción (es la opinión de Petrus Faber monio de importancia fundamental.
l'll su Ag(JflúlÍnm, Lión 1'592, 114, Y  sobre todo del genial erudito Digamos, por último, a prop6sito de los tl'xtos qm' al ahillllo; d,'
lrallll;S J()sé Justo Escalígero), y la misma idea han sostenido en nuestro discutir, que algunos autores han tratado de ddC:lllll'r vi  lar,illl'l' ~1I\'¡
si}.!.l" Sthrilder, C;;mlim'r, Mezii y, más recientemente y con un exhaus- del salto sin negar la veracidad tI!:  tales tl'stimonios, Ast, "anis (.. AIl
I¡vo alOpio de daros, PatrtKeo. Se apoyan estos autores en primer lugar Olympic Epigram .. , ") sugirió, sin apenas ;tcl'pralÍ¡ín, la hip¡¡Il'sis dI'  '1"('
ell  UII  tlr.r.:II!/1t'fllllltI t'X .rilefllÍo: ningul10 de los escritores antiguos dignos el  salto se medía desde el punto en que se inidaba la UlI'fl'ra, 110 dl'Nc!('
dl' lrl:dilO qm' se Oluparon tlt' la IIp,ura de Fa(!o hacen alusi6n alguna a donde comenzaba la dl'vat'Í<ín dd adeta, l'n lalllO qUl' Ml'zH (p,2·1HI)) 
su l'Klraordillario salto, ni I h'n',doto oi Arisuífaues (que vivieron l'n su pl'Os() ell la posihilidad de qm~ los S2 ,) SS pies de los que hahlan 10)1

.'('(1 .~(¡f
1'l:RNANll1l (;A!HIA 1« IMhRO 
11)), 1I.~ (11.IMI'i( ('~

t('xros 110 fueran el resultado dc un salto múltiple, sino de la suma de tres ó(Ín, sin l'har~o, creemos que: dd)('  pOlwrs(' lillllbiéll l'lI duda. a la víSIH
saltos simples (d.  Finley-Pleket donde no se descarta la posibilidad de al~uns repfl'S(:maóolles COII]O las que (,1 propio Patruno IIOS oll'('l('
de una suma de cinco saltos con salida parada). No obstante, esta última en la p, 81  de su libro y que él interpretól nJlll0 testi1l1onios prohatorios
propuesta tropezaría, entre otros obstáculos, con la explicación de del "salto con carrera". Especialmente en el caso dt, la lig. l 1, la dl'SII1(L
Zenobio del refrán "saltar más allá del foso", que se aviene mejor con un surada zancada del atleta y la posición de los brazos, levalUados hada
único salto excepcional. delante y en paralelo, no se avienen ni con la carrera (IUt· prt'lt'dl'r(a al
Otros dos textos que se refieren a aspectos diferentes se han sacado salto ni con un salto simple en el que la caída debúl realizarSt' COII los dos
él colación en favor de un salto múltiple. El más citado es el comentario
pies juntos, sino que el movimiento que realiza el  atleta pudit'ra Iwrh'\ la-
de Temistio, filósofo y retórico del siglo IV p.e., a un pasaje de la Fisica mente cotresponderse con un salto intermedio entre la batida y  la \
de Aristóteles (226b; Ad Aristotelem 5.5) en el que se habla de la conti- final; la comparación con el  moderno triple salto ofrece un parall'lo
nuidad del movimiento y se aduce el salto de longitud como ejemplo de creemos que indudable.
movimiento discontínuo, "pues los que saltan en el pentado no se mueven Hay, sin embargo, un argumento de mayor peso contra el sallo
de manera continuada, ya que dejan un cierto intervalo". Parece, pues, múltiple, y es el empleo de las halteras, que sólo facilitarían la lahor del
deducirse de este pasaje que el salto no se hacía de una vez, sino que se atleta si se tratara de un salto simple, pero serían una autéllrint rémora ('11
componía de varios movimientos claramente diferenciados, es decir, que el caso de que ruviera que hacer más de un esfuerzo,
era múltiple (cf. Jüthner, "Zur Geschichte der griechischen A pesar de esas objeciones, la mayoría de quienes han eSllldiado el
Wettkampfe" , WS UII  1935, 77), Y a la misma conclusión apunta la problema se inclinan por la hipótesis del salto múltiple, aunqul'. lalllhi(;1I
definición del término batér que encontramos en un léxico publicado en entre ellos, las divergencias son numerosas e importantes ell la n'UlI1S1I'I1<
los Anecdota Graeca de Bekker (I  224): "batér es el borde del foso de ción final del salto, particularmente en lo que se refiere al lllíllll'W 1,,"
caída del pentado, desde el que efectúan el primer salto, según Seieuco; pero saltos continuados que comprendía cada intento.
Sírml'laco afirma que es la parte central desde la que, una vez que han El salto doble sólo ha sido defendido por Harris «(;/\/\ H 1­2),  (:11'1'
saltado, vuelven a saltar de nuevo. Es mejor como dice !J'eleuco". Cierta- tamente, admitiendo, como admite Harris, la veracidad I k las 111 '111 ¡as
mente, estos dos testimonios confirman de manera indudable la hipótesis sobre los saltos de Faílo y de Quíonis, se nos hace muy dificil, por 110
salto múltiple, de manera que incluso los partidarios del salto simple decir imposible, aceptar que los atletas griegos pudieran superar los I()
en carrera dejan abierta la eventualidad de que pudieran haber sido prac- m. en dos saltos y, desde luego, el  pasaje platónico (LeyeJ 7911(1) (1111'
ticadas otras modalidades, aunque fuera en época tardía o como entrena- Harris aduce como prueba de su hipótesis no demuestra liada al
miento (así hacen Gardiner, AAW 144 y 149, Y Patrucco 89). repecto,
No obstante, es posible también aducir algunos hechos que se Hasta los esrudios de Ebert, la propuesta que más adeptos ~al1() 1111'
oponen a la aceptación sin reservas del salto múltiple. En primer lugar, el triple salto, consecuencia de lo cual ha sido la admisión de esta disl i
como apuntan Mezo (p.247) Y Patruccco (p.75), las fuentes literarias no plina en el atletismo moderno. Fue K.Wassmannsdorff quit"n, a
ofrecen ningún testimonio seguro para la época clásica y, sobre todo, las mediados del siglo pasado, formuló tal hipótesis, basándose en el hl'l ho
pinturas vasculares contemporáneas muestran a los saltadores en el de que, al parecer, esa modalidad atlética se practicaba todavía (.'11 la
momento de la carrera, en pleno vuelo o cayendo, pero nunca en acti- Grecia medieval y moderna (y también, según Diem 146-7, en Suiza y
tudes que permitan reconstruir un salto múltiple. Esta última aprecia- el Sur de Alemania), El triple salto ha contado con el visto bueno

268 2(1)
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS 

siempre prestigIoso de ]ulius ]üthner ]üthner-Brein II 21Os5.), lo posibilidad de que los 16 ó  17m. que nuestras escasas fut:ntl's sdlalall
que ha contribuído a que gozara de la aquiescencia de otras autoridades como distancia conseguida por Faílo y Quíonis fueran el rt:sllltado d(' la
t:n la materia (Hyde, Morettí o la profesora Bernardini en su artículo- suma de varios saltos independientes, choca con el caráner mislllo de las
rt:seña "I giochi olímpici nell'antichita", QUCCXVI 1973,160, aun reco- noticias transmitidas (en particular, la anécdota de que Pat10 sobn'pas{) d 
nociendo la dificultad que para un salto semejante representa el empleo espado dd foso destinado a la caída), que abogan más bien por UIl salto
t!t: halteras; cf. también Durántez II  265ss.). único.
Finalmente, la posibilidad de un número de saltos superior a tres En definitiva, mal que nos pese y a pesar de los inteligentes y dow-
(lit: ya sugerida por Hyde (p.414-5), quien, no obstante, se decide al mentadísimos estudios que han dedicado al tema muy destacados espe-
por seguir las tesis de Jüthner. Han sido los minuciosos y documen- cialistas en e! deporte griego, el  salto de longitud sigue siendo todavía
lados trabajos de Ebert los que han hecho popular esta hipótesis entre los hoy, como lo ha sido tradicionalmente, un auténtico enigma.
autores posteriores (entre otros, aceptan su propuesta en lo esencial Brein,
Ikngston y Weiler). Tras la discusión de los datos de que disponemos,
Flwrt concluye que el salto de longitud en la antigua Grecia era múltiple BIBLIOGRAFÍA
y 110 iba precedido de una carrera para tomar impulso, y fija concreta-
mente el número de saltos en cinco, dado que esta cifra juega un papel N.B. Crowther, "Weighdifting in Antiquity: Achievement alld 'l'rai-
predol11imll1te en el pentado y, además, resulta ser el número de saltos ning",GandR XXIV 1977, 111-20; J.Ebert, Zum Pentr:¡thlo1'l tln· AtI/iJ~',
adnuado y requerido para alcanzar una distancia de 16 ó 17m. con Berlín 1963, 35-64; E.N. Gardiner, "Phayllus and his Record JUlll/," y
sa lida parada. "Further Notes on the GreecJump"JHSXXIV 1904, 70-HO y 17¡)-~
Ante toda esta compleja trama de argumentos y contraargumentos, H.A. Harris, "An Olympic Epigram. The Athletk Pt:ats nf Phayllos",
.j(.  lJIIOS datos cuya información se acepta o se corrige, de consideraciones GandR VII 1960, 3-8; R.L. Howland, "Phayllus and t111' Lon,l.:-.IulIIl'
.1(' (ar,íner I()gico o práctico, nos parece hoy por hoy imposible decantarse Record", PCPhS CLXXXI 1950-51, 30-1; W. Hydt:, "TIH'  Pl'lltalhloll
WIl  lotal seguridad por cualquiera de las propuestas sugeridas, ya sea Jump", AJPh LIX 1938, 405-17; W. Küppers, "Phayllosspnlll,l.:", AA
sllhrt' la t:xistencia o no de una carrera que precedía al salto, ya sobre la 1900, 104-6; K. Latte, "De saltationibus GraeCOfUIl1 lapita quilllfw''',
1(·¡¡li/,¡[ción misma de éste. Religiongeschíchtlíche Ver.ruche und Vorarbeiten XIII 1t) I.~ (rdlllpl'.
La aceptaci6n de! salto simple como disciplína acostumbrada en los 1967); E. Lindner, "Die Benutzung der Halteren im WeilSprull,l.:
jll('gos deportivos de Grecia exige tanto la descalificación de los dos o tres Antike", AA 1956, 128-30; F. Mezo, "El enigma del alti~Io saho Wi(' 
I('XIOS que nos informan sobre la distancia alcanzada por los saltadores go",CAF IV 1962, 1-52 (original en A/tertum IV  \'),)H. 1(,')- I.'l;
WIIH)  la admisión de otro tipo de salto al menos en época tardía para G.Weicker, "Der Sprung des PhayIlos", Leíbe.rtlbml/!,er/ IV  ¡t)2H, ~ IH.
Pllder justificar los pasajes de Temistio y del léxico editado en los Anec-
do/ti (,'rdffcl de Bekker. Por su parte, el hecho de que Aristóteles nos
t 1Il1ftrtlll' <¡Ut'  los saltadores griegos alcanzaban mayor longitud con pesas

(IUl'  sin ellas es un ar~umento muy a tener en cuenta en contra del salto
llllíltiplc, pues el) ese caso las halteras lmls que una ayuda supondrían un
illlIWdiIllC!ltO, sobre todo t:11 el caso dd salto lluílltuplc. Pinalmente, la

/10 .'71
I'I:,HNANI)()  (iAIU  lA  I(OMI'.HO  I.(~ JlI H  i(l~ ()!.I M 1'11  I  )~

.L~, LANZAMIENTO DE DISCO fertilidad y ligadas a cultos solares COIllO el  simple lanzamil'l1(() ele
piedras u otros objetos por diversión e incluso, por qu~ 110, COIllO C'lltl't'lIa-

miento para la caza o la guerra. La supuesta diferencia, sobre la que l'IISl'-


l JII primer rasgo característico de esta disciplina adética que destacan guida volveremos, entre el disco y el sólos que lanzan los h(onll's
e1l' l11alll'ra casi un,ínime cuantos se han ocupado de su estudio es su artificia- homéricos, puede ser un indicio de esa diversidad de orígenes,
lidad ('n mmparaci6n con otros ejercicios habituales en el depone griego (cf. El lanzamiento de disco (u otro objeto pesado), tan popular l'n las
ya Sr\¡orilder 118).  El lanzamiento de disco, en efeao, no se relaciona a pinturas y esculturas de época posterior, es practicado a menudo por los
prillll'ra vista con otras actividades o situaciones naturales de la vida coti- hombres homéricos, ya sea en los ratos de ocio, como hacen los prl'll'II-
diana, millo correr y saltar, y ya desde sus primeras apariciones en el mundo dientes de Penélope (Odisea 4.625-7, 17.167-9) o los gm:rreros Illinll(-
grit'go rdleja una elaborada ejecución. No es de extrañar, por consiguiente, dones, a quienes la ausencia de Aquiles del combate ha dejado inauivos
(IUt' sohre su origen y significado primero se haya discutido más de lo acos- (llíada 2.771-5; cf.23.431ss., en un símil), ya en competicionl's or~al1i­
Illlllbrado. Frente a la tesis tradicional defendida por ]üthner, que propugna zadas, como las que celebra Aquiles en honor de Patrodo (/11"'/,,
l'1l tíltima instancia como precedente del lanzamiento de disco en calidad de 23.826ss.), o las que tienen lugar en la corte de los feacios y el1  las lJue
(1iSt ipi illa deponiva el juego praaicado por niños y mayores que consiste en Odiseo "cogió un disco mayor y más grueso, mucho más pesado qm' tI 'l'lt'
arrojar piedras, especialmente piedras planas que se hacen saltar sobre la los feacios lanzaban compitiendo unos con otros" y superó COI1 crell'S la
supl'rlirie de un río o del mar (cf. ]üthner-Brein II  255ss.), trabajos más distancia alcanzada por sus rivales (Odisea 8.186ss.). Por su parle,
IHit'lltes pretenden encontrar su raíz en ritos religiosos y, lo que también es Píndaro (Olímpicas 1O.72ss.) proclama vencedor a Niceo en la prueha
il1lportante, remontar sus orígenes no a la propia Grecia, sino a pueblos de del disco de los primeros]uegos Olímpicos, los organizados por I kr,l\ les
Asia Menor y Chipre (ésta última es la hipótesis avanzada por Decker, que en época mítica: "Larga distancia lanzó Niceo con la piedra, f.¡tlánulo
ha mntado con la aquiescencia de Weiler 161, y Scanlon, Bibliography 24). girar su brazo, por encima de todos, y sus compañeros de tropa estal!tlrol/ 1'1/
Así, Castiglione, completando las tesis de Wilhelm, que había propuesto ya grandes aplausos". En todas estas competiciones el lanzamiento de disw
millo origen remoto del lanzamiento de disco cultos solares, lo relaciona es descrito como prueba independiente ("y con sus manos, cuando tirtllldl/
wlllTetamente con ritos agrarios, como los que tenían lugar durante las con las jabalinas y cada vez que lanzaban los discos de piedra; ¡JlJe''! l/O
¡¡estas que los espartanos celebraban en honor de ] acinto, quien fue mueno existía el pentatlo, sino que para cada prueba había un resultado",
por su amante Apolo, el dios del sol, al ser alcanzado accidentalmente por el Píndaro, Ístmicas 1.24ss.), carácter que en época histórica se mantuvo
dislU lanzado por éste. A idéntica conclusión ha llegado recientemente únicamente en festivales menores, como los que se celebraban en Cd;t-
Moreau, partiendo de un análisis de cinco mitos Oacinto, Acrisio, Foco, lenia, donde se ha encontrado un disco de bronce, actualmente en el
(:roco y Termio) en los que un "discóbolo homicida" ocasiona, intencionada- Museo Británico, de ca. 550-540 a.e. que fue ofrendado por un tal
mente o no, la muene de un pariente cercano o de un amante: "el discóbolo Exoidas en acción de gracias por su victoria en nuetra disciplina, o en la
es el dios del sol, simbolizado por el disco y cuya acción es necesaria para el ciudad minorasiática de Olbia, donde la prueba de disco se conserv(~
desarrollo de la vegetación" (Moreau 11). No obstante, es muy posible, como competición autónoma en unos juegos en honor de Aquiles al
lOmo el propio Castiglione reconoce, que en el lanzamiento de disco que menos hasta época de Diocleciano (siglo III p.e.; cf. Moretti, lAG
practicaban los griegos como depone hayan coincidido influencias de dife- pp.12-3). En los grandes juegos panhelénicos, en cambio, se disputaba
rente procedencia, a saber, tanto ceremonias rituales propiciatorias de la únicamente como parte del pentado.

272 273
l'IIIN/lNIH' ¡;/lIt! 1/1  1((  'MHII' 
I"~ lIi,!~ lI.1Ml'lC C1:-'

l In prohllollla inicial plann:all las primeras Illenciolles literarias de la


l'mhar~o. lIlalltil'IH'1l qu!'  d lanzallliento d(' ,Iá/o,l 110  1'\I<'<Ic Id('llIllu ¡1I'~c
iplilla ¡¡tkrica quc ahora nos ocupa: en los juegos fúnebres en honor
sin el lanzallliellto dI' disco, sillo 11\1(' l'S ulla dis( ¡plillil d('l'lIl'Iiva
IlUís (()Il
de Palrodo, que Ilo/llen> describe en el  canto 23 de la llíada, el objeto
Ill<ts  ccrcalla por su l'jl'luci(')1l a Iluestro lanzamiento de Ill'SO (S( hrihll'f
'lile d~l' lanzar los participantes no eS designado con el término dískos,
(n; (Jardiner, /\/\ If/  1'jI¡;  Palruno I)~s" mil mayor 1'01'111('1101').
sillu lOlllO Jrí/OJ. ~Qukre esto decir que se trataba de un objeto diferente
Conviene inditar, l'n primer lugar, qUl' ya los ulIlH'lllarislas allli
al dism que lanzan los arietas de época clásia~ Vaya por delante que la
guos se tropezaron con el mislllo problema qut' SI' ha plalllt'ado a la
palabra dí.rko.1 significa, por su etimología "objeto que se lanza", y en
erudición de nuestro tiempo, y las diversas soluciont's qUl'  propllSlI'l'Ol1
1l1UclHlS de los textos homéricos en que aparece, las expresiones utilizadas
para explicar las posibles diferencias entre los términos hOll1l-rims dúl.:1I.I y
para describir el lanzamiento son tan poco específicas que no permiten
son buena muestra de la dificultad tlue ya suponía para ('!los Sil
por sí mismas obtener ninguna conclusión sobre el objeto que se arrojaba
interpretación. Un punto de acuerdo hay en las inf(ltlll:lciolll's '111(' IIOS
y  la manera de hacerlo (así ocurre en lHada 2.774, Odisea 4.626, 8.129
transmiten este tipo de fuentes, ya que coinciden en st't\alar <11It' el ¡/i.lklll
Y 17.1 ()H).  No obstante, otro pasaje ya citado del canto octavo de la
homérico era de piedra y el sólos de metal (ya fuera hierro o broll< d  11 
los vv.186-192, podría indicar que el "disco" homérico y la
madera. Las discrepancias, sin embargo, surgen a la hora dl' ex!'li( al'  la
Il'lllica empleada en su lanzamiento no diferían mucho de lo que poste-
forma de tales artilugios y el modo en que eran lanzados por los allt'las,
riormente conocemos por testimonios literarios y artísticos y pervive hoy
Los escolios a la lHada describen el sólos como un bloque de IIH'I al 11
dÚI {'11  el  atletismo moderno. Odiseo, en efecto, "haciendo girar "(peris-
madera provisto en su centro de un agujero t.'Il  d qut' Sl' ataha 111101
/re:/'JI/J) el  disco "lo despidió de su robusta mano, y la piedra zumbó" (cf.,
cuerda, manera que debía arrojarse como hacen nut'stros lanzadoJ'('s dc'
SI ¡hrl' el significado del verbo empleado, Ilíada 19.131, y Píndaro, Olím-
martillo; en cambio, el gramático Trif6n, del siglo I p.e. (y (011 d d
IO.72ss.).
comentarista bizantino Eustacio) considera que el disco l'ra una pi('dra
Ahora bien, en Ilíada 23.826ss. la competición deportiva que se agujereada y el sólos una bola de metal. Por lo tanto, se,glín I'SIOS ('Stilllll
propone consiste en lanzar una masa de hierro maciza (sólos autokhóontos) nios, dískos y sólos no eran la misma cosa, aunque no seíl UII¡ÜliIlW 1..
de enorme tamaño (Aquiles afirma que proporcionará a su poseedor
consideraci6n de la diferencia entre los objetos que rada palabra d('si~
luanto metal necesite durante cinco años; el propio objeto empleado en
naba. No obstante, dado que la arqueología no ha exhumado Ili~a
la prueba será el premio que consiga el vencedor en ella). ¿Se trata de un
piedra o metal horadado que pudiera haber sido empleado ml1m  ohl<'lO
.·t(>f~,l\ semejante por su forma al disco posterior o bien es simplemente
arrojadizo, quienes en nuestro tiempo se han mostrado partidarios dI' 110
UIl moque de metal que arrojaban los improvisados atletas homéricos
identificar sólos y dískos se inclinan por ver en la competicilÍlI desaita C'II
empleando un estilo diferente del habitual para el lanzamiento de disco? lHada 23 una prueba semejante en lo esencial a nUl'Stw lam.amil'lIIo dI'
Es evidente que poetas épicos posteriores a Homero e imitadores de su peso. Un bronce de fabricaci6n etrusca, datable en el siglo V  a,(:. (
gl'nio entendieron la palabra sólos como sinónimo de dískos (Apolonio
46), puede servir de sostén a tal hipótesis: representa probablt'Illt'lIIc' a 1111
Rodas 1-2; Nicandro, Theriaká 905; Nono 37.667; Sosibio, atleta que sostiene en su mano derecha, doblada y levantada, tUl  ohj('11I 
fr.3.2 Snell y Quinto de Esmirna 4.436), y lo mismo han sostenido
redondeado que se dispone a lanzar, con un estilo sorprendt'lHl'IlH'IIH'
autores modernos, en particular Jüthner Qüthner-Brein II  (al menos en la del lanzamiento que la figura refleja) al <¡IU'
22555.; cf.  Harris, GAA 85, Weiler 162, Moreau 9; véase también el emplean los actuales lanzadores de peso.
diccionario etimológico de Chantraine, s.v. sólos). Otros estudiosos, sin
Otros argumentos aducidos en favor de esta hipótesis rl'sultun
271 no,
~

FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

menos concluyentes. Patrucco (p.137), por ejemplo, hace notar que en En el Anacarsi.r de Luciano (cap.32) el sabio escita ([itka el Ill'dlll
una lista de vencedores en competiciones efébicas de la isla de Samos de que los jóvenes griegos practiquen ejercicios inútiles para la gll('rm,
(SIG 1061.6 y 9, del siglo JI a.c.) aparece una prueba designada como como son el lanzamiento de disco o jabalina, en lugar de enrn..'mlrs(' 1'11
lithob6los ("lanzamiento de piedras"), pero, a nuestro entender, poco arrojar pesadas lanzas o piedras del tamaño de un puño, que UlIlslÍluír(all
puede aportar esa referencia al problema que nos ocupa, puesto que un arma mucho más efectiva en e! combate. Como se indio) al prilldpíll
pudiera tratarse sencillamente de una competición en la que los efebos de! presente capítulo, e! empleo de un objeto como el  disco, redondo y
debían mostrar su habilidad en el manejo de la catapulta o ingenio plano, algo más grueso en el centro que en la parte de la drtUIl ferelll ia,
(ho lithobólos), disciplina que formaba parte habitualmente de su se explica por tener esta disciplina altética su origen (al ml'nos lIIJO dI' sus
l"lltrc:namiento militar. De la misma manera, la mención que hace orígenes) en ritos relacionados con el culto al sol; "redondo romo lIlIil 
(;ardiner (AAW 154) del levantamiento de grandes piedras (cf.1.3.2.3) rueda" es el epíteto que califica al disco en Akmeónida fr. l. I Bel"llah(; y
lampoco es significativa a nuestros efectos, ya que evidentemente se trata, BaqU11ides 9.32.
l'lJ todo caso, de una modalidad deportiva del todo diferente. Los primeros discos de que tenemos notícia por testimollios lilera·
Aunque, como puede deducirse de lo expuesto, los datos de que rios son de piedra (Odisea 8.190; Píndaro, Olímpica.!' 10.72 l' íJ/mir,,,
(lísponemos no permiten dar una respuesta segura al problema, creemos 1.25, pasajes ambos en los que el  poeta alude a competiciolles a!l{-lÍlils
(I\le existen dudas razonables como para no identificar como la misma de época mítica). Con el tiempo, sin embargo, termillan por impOIH'I'S('
lOsa los objeros que en los poemas homéricos se designan con los los discos de metal, hechos de hierro, plomo y especiaJlllellll' ImIlH(',  !jlll'
(('tinillOS dískos y sólos. El lanzamiento de sólos sería, entonces, una fue el material habitualmente empleado quizá desde finales dd siglo VI
prlll'ba similar a nuestro lanzamiento de peso o quizá, como parece a.c., ya que el primer disco de bronce conservado, el alUL'S lÍlado qUt·
lucirse de las informaciones de los escolios, al lanzamiento de martillo. ofrendó Exoidas en Cefalenia, data de mediados de esa n'lllmia.
I.as l'xpresiones con que Homero describe la manera de lanzar el .rólos se Los discos procedentes de la Antigüedad que se exhibl'1l ('11 III11'SI ros
avil'm'lI bien con cualquier tipo de lanzamiento, de manera que no museos difieren enormemente entre sí en tamaí'io y peso. (iardilll'r « j AS
nduYl'n ninguna de las varias posibilidades que se nos ofrecen, Única- 316, AAW 156) ofrece una selección de 15  de ellos cuyos I'l'SOS OStihll1
IlU'll!(' el verbo dinéo ([/fada 23.840) "hacer girar (como un torbellino)" entre 1'245 Y 5'707 kg., que se corresponden nm lJi¡illll'lrOS dI' 1(,',1  Y
hablar en favor del lanzamiento de disco, aunque en modo alguno cm. respectivamente; en fecha posterior las excavatiom's alt'llIallas ('11 
I'S incompatible con una ejKución parecida a nuestro lanzamiento de Olimpia han sacado a la luz un disCll de 6'ój kg. Y :\2Ull. d(' di¡i!llt'ln!.
Illanillo ni tampoco a nuestro lanzamiento peso. ¿A qué obedecen tan llamativas diferenrias? Es indudabl(' '1m' d lalllaOo
Pum es lo que nos dice Hometo sobre la forma, peso y material de y peso de los discos iba variando de acuerdo con los lugan's, las {'POt as,
los disws que lanzan sus atletas en los ratos de ocio o en las competi- los usos a que estuvieran destinados y la edad y COlldilÍlíll hsil a dc'
(jollt's  (úniGunente a propósito del .rólos se da cuenta de su enorme quienes procedían a su lanzamiento. Los disros qlll' lauzahall 111111 h'lI I!W¡
Iíllllilllo). No obstante, las fuentes literarias posteriores, las pinturas y niños eran sin duda más ligeros que los ('Illplt'ados por los adllhus,
vasntlares y eSUllturas y, por supuesto, el relativamente elevado número como induce a pensar IlO sl)lo el  hecho de que !al era la pnhlílll IUlhilll,t1
dl' distos que los arqueólogos han exhumado, todo ello permite hacernos en el  deporte griego, sillo lalllhién en concreto ltll
ulla idt'a, sÍ<.luiera aproximalla, de las características físicas del objeto (I,j'), '»  en d qm' d Iwríegela afirma '1m' los IHll'SOS de la rodilla "t'I
ell1pll·¡tllo ell la  disciplina que ontpa estas p¡iginas (figura 4'5), gígantL'sm l.'slJUdl'(() dt, Ayallte eran wmparahll:s t'n (ílIIWnO mil Uf/ ,/i,I/'II

.' /(, JI!
FERNANDO GARCiA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

del Ine matia de los jóvenes". No sería tampoco de extrañar que palestras y (basada,  eso  sí,  en  los  hallazgos  arqueológicos)  la  conclusión  dI'  qUl'  d 
gimnasios dispusieran de un conjunto de discos de diferentes tamaños y disco  normalmente  empleado  en  el  atletismo  griego  no  difl'ria  gralldl' 
pesos entre los que pudieran escoger quienes acudían a ellos a entrenar de mente del  que lanzan  los  deportistas  de  hoy,  pues  pesaba  l'1I  tofllo  íI  los 
acuerdo con sus necesidades y condiciones físicas. dos  quilos  y  medía  entre  20  y  23  cm,  de  diámetro  (cf"  por  l'Íl'lllplo, 
Otro factor que permite explicar las divergencias en el tamaño de Harris,  GAA 86;  Patrucco  143;  Bernardini  158-1J, etr.),  Es  curioso qllt' 
los discos conservados es su diferente finalidad, ya que algunos de ellos en  muchas pinturas vasculares el  disco  parezca ser  bastante  mayor  <IU('  d 
110 estaban destinados a ser empleados en la competición, sino que eran empleado  hoy  día,  puesto  que  ocupa  prácticamente  todo  el  ¡¡11I(·bram, 
simplemente ofrendas votivas u objetos artísticos de notable valor, como desde  la  mano hasta  el  codo;  dado  que  este  hecho  est,(  ell  f011l radill iC;1I 
el que queda descrito en la Anacreóntica 57 Preisendanz. A veces, no tanto  con  los  discos  antiguos  conservados  como con  lo  que  reflejan  olras 
ubstante, los intérpretes discrepan al determinar si un disco ofrendado artes  figurativas,  notoriamente  la  escultura,  debemos  SupOlll'r  qlle  tal 
lOIlll) exvoto se empleó o no realmente en la competición. Es el caso del discrepancia se  explica por razones  de  tipo  estético,  de equilibrio  UlIllpO' 
dislO de Exoidas, el más pequeño de los que figuran en el  catálogo de sitivo  en  la  escena. 
(;ardillt'r, ya que, mientras Jüthner niega que fuera el mismo con el  que El  lugar  desde  el  que  los  atletas  arrojaban  el  dism  se  dl'lIoJllill¡¡ba, 
,I111'Ia Iriunfó en los juegos, Gardiner ( AAW 155) y Patrucco (p,140), de  acuerdo  con el  solo  testimonio  de  Filóstrato  (/ mál!,ertt'J 1,24), /I,t/UI ,
l'lltrl'  O(ros, afirman lo contrario, es  decir,  el  mismo  término  que  designaba  el  punto  de  pan ida  ('11  las 
Por líltimo, la variedad de tamaños y pesos de los discos depende carreras pedestres,  En su  descripción  de  un cuadro en  el  qUl'  St'  f'l'pn'Sl'IIl a 
lalllhi("11 de la época y del lugar de la competición, de manera que resulta la  muerte  accidental  de Jacinto  al  ser  golpeado  por  el  disfo  qtll'  laoza 
pr,H I Ílatllente imposible precisar la magnitud de los discos empleados en Apolo,  Filóstrato hace  la siguiente indicación:  ..  oo,  ex,lIl1;m'IIIIi,l /d II/IIIII/'II
lada 11110 de los juegos, ni siquiera en el caso de los principales festivales. y en primer lugar la 'balbís' del lanzamiento de diJi'II, 1.,1 '/I,t/M'!', 11/'/1111'/1.1
No ohslalltl', una suposición puede hacerse con ciertas garantías de vero- y con capacidad para una Jala persona erJ /lú:, l'J  lIf! ('.I/hllío ddi/lllltldo
'iilllilillld,  y  es  tlue  en  Olimpia  y  posiblemente  también  en  los  demás  excepto por la parte de atrás, que a{()/!,e la I,jemll dered", dI'! ,11/1'1.1,
!estivales  ill1portantes  lanzaban  todos  los  atletas  los  mismos  discos,  que  haciendo que la parte anterior de .fU  Clterllll JI.'  indine /"'1;" dl'/""'/, r  /" 
""llillistraban  los  propios  organizadores,  a  fin  de  que  se  compitiera  en  otra pierna qltede aligerada de l'eso, la CI"d debe ec!.ltlrJe' hlli" "1/',11 l' 


1~lIa Idad  de oportunidades; en  el  caso  de los] uegos Olímpicos, los  discos  acompañar en su movimiento a la mano derechll ..  (el  pasajl'.  110  obstallll',
'111('  SI'  (,Illpkaban  en  el  pentado eran guardados en  el  tesoro  de los  sicio- i 
¡   es  difícil  de traducir en  varios puntos;  hemos seguido  la  illl('rprt'l¡ll ¡cin  dI'
lIi()~ (I'allsanias  (¡.IIJA), Por  otro  lado,  una  vez  que  se  generalizaron  los  Gardiner,  AAW 155,  que  acogen  también  Harris,  "Philosfrallls.. ,",  y 
\  
dislIIs  d('  bronce,  debieron  imponerse  en  cada  festival  tamaños  y  pesos  Patrucco  147­8,  Y que  difiere  dd  texto  dispul'sto  por  Fail'hallks  C'II  l.. 
lIormalizados,  conocidos  de  todos,  Al  menos  es  lo  que  puede  deducirse  puntuación  y  se  aparta  en  varios  lugares  del  qm'  imprillll'  Kaysl'r  C'II  ~I
lIara  d  taso  concreto  de  Olimpia  del  testimonio  tardío  de  Filóstrato,  edición  teubneriana). 
quien t'n  d  lIaoieo ( 1.,.2 de Lannoy)  nos cuenta la historia de Protesilao,  Así  pues,  d  lugar  en  el  qm:  se  situaba  d  atleta  p:lra  lallzar  l'1  !lIS! o 
la  pl'ilm'ra  ví((ill1a  griega  de  la  Guerra  de  Troya,  que  se  entretenía  en  no  era  redondo,  como  hoy,  sillo  rl'((angular,  y  laJllpmC)  S('  hallaha  a  IUI.I 
lallz;rr  el  disto  a  larga  distancia  ",1/11/ .riendo do.) veceJ máJ pesado que el altura  ligeramente  superior  al  Ilivel  dd  sudo,  IOIllO  ((lit  (n'l tll'lIc ia  SI' 
o/Imllio/' ,  LamCllWbll'JIll'IUe,  nada se  nos dice en  este  pasaje sobre  el  peso  sOStuvo  durante d  siglo  pasado,  Es  posiblt"  dada  la  escasa  dispollihilidad 
hahilllal  d(·1  dism  01 ílll piro ,  lk  tllHlll'ra  qU('  110  deja  dt'  ser  una  mnjetura  de espacio  m  los  t'stadios  allt iguos,  qm' l'l  1{lIlill'  ddílllll'ro ell'  t'sa  ¡(n'u  cit· 

nH  .IN 
,  
HJtN/\NIlO (;/\IUI/\  ROMER()  1I1!\ '111',( ¡(  I~ e11.1 M1'11 eI!\

la mal 11 il'IHO (htllbir) fuera la misma línea de partida de los corredores, manera qUl' (m'ra a parar a la orilla opucsta sil! Ult'r el! d a~lI. St' InIlU, 
Silll,U la t'll lino de los extremos del estadio, en tanto que su parte trasera, según puede ohs<:rvarst', de datos Illuy imprecisos y tOll ms~o l(\I(' 
si illtl'rprt'tamos bien el  texto de Filóstrato, no estaba delimitada, segura- evidencian inequ{voGtlllelltl' la teudeuela a la l'xageradtÍll propia dC' los
11It'1l1t'  pOfl¡Ue los jabalinistas lanzaban desde el mismo lugar y necesi- textos poéticos, sobre todo cuando se trata de Sucesos tlt· (-pma 1IIf1 iul.
wlllar una carrerilla previa; por ello se ha sugerido (cf, Gardiner, Así, la única notícia concreta procede dd famoso epigrama tlt' Jlaflo.
1\/\ If' 1')7; Piernavieja, CAP I  1959, 51-2; Harris, GAA 89; contra, que se habló ya a propósito del salto de longitud, y en el qUl' St· nos dir('
PatnKW 1 n. 2) que los discóbolos estaban autorizados a dar cuantos que el  célebre atleta de Crotona lanzó su disco a una distiHKia dI.:' 1)") pil's.
pasos quisieran para tomar impulso, pero la propia manera de lanzar el es decir, poco menos de 30 m. La aceptación e interpreta<:Í()1l de l'Stl' dato
() y el  testimonio de las pinturas vasculares sugieren evidentemente lo numérico no ha sido unámime, aunque, ciertamente, hu suscitado 111m
wlllrario, Por último, la función de los límit(.~ laterales era muy proba- menor controversia que en el caso del salto de longitud. Gardim'f. supo-
hlt'lllt'lltl' acotar un espacio ubicado a igual distancia de los lados largos niendo que el disco que Faao lanzara era de peso considerable, c'slillla e)")
.Id ('sladio, a fin de evitar en 10  posible los riesgos de que un disco mal pies una distancia exagerada, como 10  es igualmente, a su parecer, h)s "i ") 
fuera a parar a la zona ocupada por los espectadores. No pies que supuestamente saltó el atleta; por su parte, Harris (C/AA 1) 1;
ohstalllC, como señala Rudolph (Das Altertum XXI 1976, 22-3), sigue GandR XI 1961) admite la veracidad de la notícia, pero l'OlIduYl' tI(,  dla
simt!o aún un misterio para nosotros explicar cómo en los estadios anti- que Faao, extraordinario corredor y saltador, era un mediocf(' lall:r.adol',
}-\uos, cuya anchura solía ser de unos 30 m., la prueba de lanzamiento de que únicamemte acertó a alcanzar la pobre distancia tl'~() 111.  No

podía realizarse sin serio peligro para quienes la contemplaban; obstante, la mayoría de los intérpretes, probablemente con radll),  atllllllll'
IOdas (ormas, aunque, salvo en los relatos míticos a los que hemos hecho algunos consideran con reservas los datos del epigrama por las raZOlll'S ya
;dusi()Il, no tenemos notícias de accidentes, no es nada tranquilizador el apuntadas en el capítulo anterior, estiman que 30 m. supollen 1I1l I;I ...... a
wllH'lltario de Marcial (14.164): "cuando revolotee brillante el pesado miento notable con un disco de unos 2 kg. arrojado mn el  l'stilo l(IIl'
I'J¡ltlrtano, alejaos, muchachos; ¡que no cause daño más que una empleaban los atletas griegos (cf., por ejemplo, Patrucco 1()(¡ss., 1111<'
aduce el testimonio de Zenobio 6.25: "(Faao) parece que 1.J1/zfI/h' 1,1 di.!1 (/ 
Muy escasas son las notícias que nos informan sobre la distancia a grandísima distancia").
<¡lIl' podía alcanzar en el mundo antiguo un buen lanzador, yesos pocos Más importante, e igualmente controvertida, es la detl'rlllill¡1l ¡(III 
Il'slilllonios, además, son apenas significativos, por el hecho de que del número de lanzamientos de que disponían los pentatletas t'fl l
lbnlllocemos el peso del disco que en cada caso se empleaba. Ya hemos competición. En los poemas homéricos parece que cada participatll(' t'lI la
vislo que Odiseo supera largo la distancia alcanzada por los atletas prueba tiene a su disposición un único lanzamiento, pero hay raWIIl'S
que le han precedido, a pesar de arrojar un disco mucho más suficientes para suponer que en época helenística se permitía al atll'(H IIHis 
Iwsado. El mismo tópico se repite en la ya mencionada historia que de una oportunidad. Ebert (p.13) se basa en una inscripción de Hullas
HalOS cuenta a propósito de Protesilao, el cual lanzaba su disco, cuyo (SEG XV.501, del siglo I  p.c.), así como en la importancia que asiglló' l'\
IWSO doblaba el del artefaao empleado en los Juegos Olímpicos, a una número cinco en el pentatlo, para postular que en todos los fest¡vak~ los
distancia de más de cien codos (en torno a los 50 m.); a su vez, Estacio participantes en la prueba de disco podían realizar cinco intentos, dl' los
(f'ebaida 6.673ss.) dice del atleta Flegias que se entretenía lanzando el "  que únicamente contaba el mejor (cf. Finley-Pleket 32; Weiler 1(,/1),
disco por encima del río Alfeo, en Olímpia, por su parte más ancha, de Entre la bibliografía posterior, únicamente Patrucco (p.164-5) sostiene'

2HO  , :'  2HI 

J
H.l1 NANI)() 1;AIII  lA  lit IMI.III)  1 11'"  ,lllIoI'"tIlIMI'III''' 

IIlIa  011'l1il;ll wl1Iraria a la Il'sis Ik Iibert, ya que fija en tres el  mimero de H.I t)2,  illdila qllt' Sl' (l'lIla l'lI tUl'lIla para la lIIedida la pl"lllll'nt
lal1l;llIIil'II(OS que se permitían a los discóbolos. A nuestro entender, sin huella dejada por d disw al laer, pero 110  salwllIos tllIl  n'rIl'za si ('sa 11Il'
(,lIIhar,l-(tI, los ar~ul1cn(Us dd erudito italiano no son en absoluto convin- la ImÍl'tica habitual ti LI  ralltl' toda la historia
(l'III('S, Por UIl lado, d hccho de que Pausanias (6.19.4) indique que en como quiere Weiler (p, I(¡');  eL Dudlltl'Z 11  271Í), al priflt
("1 (estiro d(' Sil ilill ell Olimpia había tres discos para el pentatlo no es dl'sde el lugar de lanzamiento hasta allí donde el dism
PUI'S liada hay en contra de que los atletas pudieran usar mente a parar. Lo que sí podemos afirmar con seguridad, has¡'ifldollos l'll
SOlallll"lI(l' m's discos cn cinco lanzamientos y no emplear uno diferente testimonios literarios y en particular en las pimuras vasndal"t's, l'S qlle
p,lra  l ilda illll'IltO. Y, por lo que respecta a su segundo argumento, es la distancia alcanzada por cada lanzador se marcaba lI11'diallll' UII tlaviw
l'vldl'IIH'llll'llIl' errónco: en su figura 53 no "aparecen exactamente tres o varilla, de manera que atletas, espectadores y jueces podiall salll'1' al
dIS\tIS, a disposición del atleta que se apresta a iniciar la prueba", sino instante si un competidor había superado o no la  1!larca
'1'1t' la ('su'na representa él un joven que se dispone a lanzar el disco mien- Tal práctica se encuentra ya en los poemas homéricos: "lW  Il'rt'/'/' I".I!."I' "
tras ("11 d  slIl'lo aparecen caídas dos pesas de salto (¡no dos discos más!), su vez lanzó el gran Ayante Te/amonio, (on JII ro/JIIJ/d 1111/1/1/, Ji
para cavar, simbolizan la otra de las pruebas caracterís- las señales de todos" (Ilíclda 23.842-3); "y el
111  as dd pemado (baste comparar con las figuras 70 y 74 del propio las señales de todos" (Odisea 8.192-~)
JI,tI nll I  o).  Fillalnll'nn.', Harris CA Fragment... ") estudia un fragmento Hemos dejado para el final del capítulo la cu('sti()1l ljuiz¡í III¡ís  dl'ha
dI' I ,o.! Ltrl.rt'oJ de Sófocles (fr.380 Radt) que pudiera procurarnos tida, y también más importante, que suscita el lallzalllil'1110 dI' disl o l'll la
101 ¡,!lorlllati¡)n al respecto de la cuestión que nos ocupa. El pasaje Antigüedad: la técnica que empleaban los atletas y. lll,ís l'll 1011!  rl'ItI, si 1'1
tOll1lOd la pant· probablemente un parlamento de Perseo en el  que el  estilo de lanzamiento era similar o no al actual y si il1duía UIl ~im, 101011 ti 

1H'1t)(' ;llegaba que fl\(:  un accidente la muerte de su abuelo Acrisio al ser parcial, del cuerpo con objeto de alcanzar mayor distal1li¡¡ l'll (·1 lirn 
,dI ,til,ado por tlll disco arrojado por su mano: "yen mi tener lanzamiento La información de nuestras fuentes, literarias y arrlsl it as, h,l "do
10/ /lom/lrt' ti/' no/io, Élato, se situó cerca mí en el momento de arrojar el valorada de diversa manera. Por lo que respecta a los Il'Slillltlllios ar'lIII'O
11", Si, WIIlO parece probable, es ésa la interpretación correcta discóbolos son representados con asiduidad l'lI vasos, I'SLtllI,I",
1',IS'III', d(' (',1 se deduce que los participantes en la prueba de lanzamiento estatuillas y monedas (un exhaustivo análisis puede Vl'rsl' l'lI la.., ohras 1110
dI' disw disponían de al menos tres intentos, pero Harris con ]üthner-Brein y Patrucco), de manera que, pese a que hay quil'lI 1'('( hilla
"1/011 <¡lIe ('SIl" testimonio no es incompatible con los cinco lanzamientos la posibilidad reconstruir las distintas fases del IanzalllimlO alqJ,'II1<h,
.1(' 'Ill!"  1IOS hahla la inscripción rodia, ya que, evidentemente, el lanza- que pintores y escultores se han preocupado de plasmar ,wis d n'Jlost!
I 11 ¡("II I () de Pl'rs("() que provoca el accidente no tiene por qué ser necesaria- que el movimiento Harris, GAA 86), es indudable qUl' las oll1a ..
1111'11((' d LÍltimo, de manera que la tesis de Ebert que postula cinco artísticas nos prestan al respecto del tema que nos ocupa tilla ilH'Slil1
IIlh'II(OS, dt· los que contaba el más largo, nos parece ser la que cuenta ayuda, si bien a veces la búsqueda del equilibrio compositivo hil  podido
(011  IIl.ís y lllcjon:s argumentos a favor. hacer que el  artista se haya separado en mayor o menor l1wdida dI'  b
La l1ledida de la distancia conseguida en cada intento se tomaba exacta representación de la realidad. Este problema se ha plal1tl'ado lOl1
It­ la llm'a que delimitaba por delante el área de lanzamiento, y "'''JJ'-'-H>1 énfasis a próposito de la célebre estatua brondnea de M in ill (di'

hl'IIIOS dc suponer que su rebasamiento por parte del atleta anulaba el  mediados del siglo V a.e. y de la que únicamente se han l'Ol1sl'rviHlo
I ift). POI' otro lado, el erudito bizantino Eustacio, en su comentario a copias marmóreas tardías), que ha suscitado tanta controversia millo 

.'H.'  2H~
!'¡.;jl NANll() I iAIH fA I(IlMI:f(( I J.t  I!\ J111(,( l!\ (IUMI'II ("

manera realista un l'Ítado pasaje dt, I%ísrrato 1.2-1, l'll d <¡lit' SI' Ida "Id 'IMIIdI' f'l
11IIlíJ.:I!lWI

disco. En cuanto a las fuentes lite- /In e.t/Jaci" ('1m aYl.'1U' dlJlllrltmUlda" «'n lugar tll' ut',!'  IItI t'Jlhldo "dill/"
poemas homéricos se menciona con cierra lado"), y de una mala interpretal'Íón del momento dl'l  lanZHmil'lI1O qllt'
son muy escasos los pasajes que describen queda pasmado el Discóbolo de Mirón, se obligó a los atletas a arrojar d
movimientos del atleta en el acto de arrojar el disco. disco desde una plataforma ligeramente elevada, con el pit' dl'r('(ho
Adl'll1,\s de la descripción y no excesivamente minuciosa de delante del izquierdo durante el lanzamiento, que iba pn:cedido !lO dI' 1111
I\sratio ('/'ebaida 6.668ss.), el texto que ha sido preferentemente giro del cuerpo, sino del simple balanceo del disco hacia ddantl' y  hada
zado ('11 las diferentes reconstrucciones que se han intentado es un pasaje atrás. Esta técnica de lanzamiento, a causa de su propia rigidez y  artilldo-
y,. (ilado de Filóstraro (Imágenes 1 aunque su sorprendente sidad, fue pronto abandonada en beneficio del estilo m<is natural qll(' 
dcnda con la información que puede deducirse del Discóbolo de todavía se emplea hoy.
ha llevado a algunos intérpretes a la conclusión de que Filóstrato no hace Por lo que puede deducirse de algunas pinruras vasculares, dI' la
otra (Osa que describir la célebre estarua, al igual que su coetáneo estatua de Mirón y de la descripción de Filóstrato, es evit!I'IIf(' (jUI'  la 
LlIciallo en El mentiroso 18 (así, Harris, GAA 87; en contra, Patrucco técnica de lanzamiento del disco en la antigua Grecia inclu{a un ~iro dd
l'i.n.  cuerpo en el que la pierna derecha servía como apoyo b,(sico, Ahora hil'l!,
Pese a ello, la conjunción de documentos arqueológicos y  literarios es cuestión debatida si se trataba una rotación completa, sl'ml'jallu' ¡¡ 
permite n:construir en buena medida las distintas etapas del lanzamiento la que llevan a cabo los atletas nuestra época, o bien los disu)bollls
dd disco, aun con ciertas reservas que ha promovido la ya apuntada griegos realízaban solamente un giro parcial. Jüthner (Ueber allliRI' TI/n/
,Iist lISilÍ1l sobre si la técnica de lanzamiento de los atletas griegos difería gerathe, Viena 1986, Schroder 118-21) distinguía dos tipos
l'sl'l!tialmente de la que emplean los modernos discóbolos. Ya Schrbder, de lanzamiento, uno con completo del cuerpo y Otro COIl torat iÚIl
p. I I H­9,  dio a la pregunta una respuesta negativa, y lo mismo han parcial únicamente. En la mayoría los trabajos dedicados al (l'llla. sill
hecho ll1ilS recientemente Finley-Pleket; Schroder, por otro lado, distin- embargo, es norma reconstruir un solo estilo de lanzamiento, ya Sl'a d
tres maneras diferentes de arrojar el disco en la antigua Grecia, pero que incluye un movimiento circular total ya el que se limita ti  UIl ~íl'O
SI' ¡¡((:pm generalmente que nuestras fuentes permiten reconstruir una incompleto. Por la primera posibilidad se
de lanzamiento, ya que las divergencias que se han obser- Buschor y Schweitzer, pero más aceptación, especialmente entre
y representaciones de la prueba obedecen más recientes, ha tenido la hipótesis de la semirrotación del (uerpo
razones aparte, más a discrepancias de detalle en (Patrucco 151-2 y 1 Gardiner, AAW 157ss.; Jüthner- Brdn 11 
dependiendo la época, el  lugar y las propias características de 289ss.; Bengston 41; Bernardini 158-9; Sümeghy; Harris, por su par!('.
los atletas que a diferencias de fondo en la técnica de lanzamiento. pese a las dudas que manifiesta en GAA 89, parece decidirse
En un aspecto inicial sí se ha llegado a una conclusión unánime- por esta posibilidad en SGR 38 y "A Fragment .. ,"). El giro
IIll'nte reconocida: carece absolutamente de base la reconstrucción del en efecto, cuenta con más y mejores argumentos a su favor, enumerados
estilo de lanzar el disco que se impuso cuando esta disciplina atlética fue ya por la profesora Bemadini: la descripción de Filóstrato, la forma dc la
n.'sucÍtada en el siglo pasado, el llamado "estilo griego", que prevaleció balbí.r de lanzamiento, que, a decir de este autor, era "pequeña y (()1/
durante las primeras celebraciones de los Juegos Olímpicos de la era capacidad para una sola persona en pie", de manera que difícilmente
moderna. A partir, en efecto, de una corrupción texrual en el tantas veces hubiera permitido una rotación completa del cuerpo, y, por último

2H1 2H'5 
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

(aunque la prueba es discutible, dada la controversia ya comentada que quizá porque, como apunta Pattucco (p. 157), a la propia 11111
ha provocado la interpretación del epigrama), la notícia de que Fallo cultad de plasmar un instante de intenso movimiento, se aí'!adía d  lH'dHl 
alcanzó casi los 30 m., que sería una buena distancia si el  atleta no reali- de que en ese caso habría que representar al discóbolo sin el  ohj{'1O qlll' 111
zaba un giro completo sobre sí mismo. acreditaba como tal, al haber sido ya arrojado. No ObSlalll(', por 1.1
Diversas esculturas representan atletas en los momentos previos a descripción de Filóstrato (muy vaga, justo es reconocerlo) y  por la h,~il"
iniciar el lanzamiento, en posición erecta, con el cuerpo relajado y el disco imperante en todo momento en el  deporte griego, deb<:mos SlIllOlI{'" 'IIU' 
asido en la mano izquierda, que cae hasta la altura del muslo (figura 47). e! vigoroso impulso del brazo derecho hacia delant<: y  hacia arriba
Es la fase de toma de contacto con el lugar de lanzamiento y con el  acompañado del adelantamiento de la pierna izquierda, que as('~urh 1,1
propio disco, como queda fielmente reflejado en la descripción de mantenimiento del equilibrio durante el impetuoso movimiellto 1111011. HI
Estacio, en el libro sexto de su Tebaida: "(Flegias) en primer lugar hace disco saldría entonces disparado a notable altura, condidlÍlI illlprl'SI Itl
ásperos) con tierra) el disco y la mano) y luego) tras sacttdir el polvo, lo gira dible para la consecución de una buena marca ("lanza el tli,rm I,,}r 1'1/1/111.1
a uno y otro lado, estudiando qué parte se adapta con más seguridad a IOJ de Ji y lo hace desaparecer entre laJ nubes", clice Esracio, '(,Aúd" (!J,H I ,
dedos y al antebrazo" (vv.670ss.), mientras que su rival Menesteo "más con evidente exageración; cf. también, de manera explícita, 1.111 jallO,
prudente) eleva una oración a ti, hijo de Maya [Hermes, dios protector de Atlacarsis 27, Diálogos de los dioses 16.2; Fihístntto, 1I1'/"IIi/ll I L' dc'
los atletas}, y corrige con polvo la superfície resbaladiza de la pesada Lannoy; véase al respecto el  artículo de Anschütz-Ilusler), y  dotado
masa". además de un movimiento de rotación en torno a su propio ('jI',  illll'l..,.,,, 
A continuación, el lanzador sopesa el disco, aún en su mano por los dedos de la mano en el momento en que salía de ('Ila; el al'anllo
izquierda, llevándolo por encima del hombro (figura 48), e inmediata- iba a parar más o menos lejos dependiendo d<: su peso, 1.1  hu'r/Ol  .Id
mente se apresta a iniciar el lanzamiento propiamente dicho pasándose e! atleta y la correcta realización de cada uno de los Illovilllimws, desdl' d
aparato a la mano derecha (figura 49) y apoyando e! peso de su cuerpo agarre del disco hasta el giro final del brazo.
en la pierna de! mismo lado, que servirá de apoyo en e! giro. Para
adquirir mayor impulso, alza entonces e! disco por encima de su cabeza, BIBLIOGRAFÍA
sujetándolo con las yemas de los dedos de la mano derecha y apoyándolo
en e! antebrazo, en tanto que la mano izquierda sirve de sostén (figuras W. Anschütz - M.L. Huster, "1m Olyll1piajahr I 'JH,l. 1)1'1
50 y 51). A fin de que la fuerza del lanzamiento no quede confiada Diskobol zwischen Leistungssport llnd R<:~dzwal. Wi\"  1111 1S.,II' ('1
únicamente al brazo sino a todo el cuerpo, el  torso gira vigorosamente a werfent, HephaistoJ V-VI 1983-84, 71-HI); P. Bdl~IH', "1.('  la 111 ('IIIl'11I

derecha e izquierda sobre las caderas, y el  brazo derecho, que sostiene e! du disque dans I'Antiquité", GBA XVI I)~(¡, (¡()-H2; A, ""11111'11111011.
disco, describe un amplio círculo, hasta alcanzar el  punto de máxima "Zur Technik des antiken Diskuswerls", Die Lt'Í"Jr;~dl, I ')(IH, 
(<:nsión, momento que refleja el Discóbolo de Mirón (figuras 52 y 53): el 182-8; E. Buschor, Der Di.rkll.flt'erlá , MUllich-lkl"llll IIJ ~H; l..  ( N I  
atkta gira la cabeza hacia la derecha, en la dirección del disco, inclina el glione, "Die Diskobolia, <:in Agrarritus(' , AA /1111 IIII,r, XVI' )(1/,
cu<:rpo y flexiona las piernas, en tanto que el  pie izquierdo rota sobre sí 409-1'5; W. Decker, "ZUlll  Ursprung des \)jskuswerrl'lls", SI"dloll 11
mismo, sobre la punta de los dedos. 1976, 11)6-212; J.  Ebt'rt, X"III Pt'l/ldIUot/ tler Aflla!/, ,  Ikrllll I I )(,~;
El mom<:nto mismo <:n qu<: d disco sale despedido de la mano dd H.A. Harris, "Philoslnltus, ¡I//(f¡';, 1.2/¡.2" CR XI II)h l •. ~-"'; id .... A
atleta apenas est¡í represl'ntado en nuestros documentos (pero ef. n~ura Fmgml'lIl fmm tlll'  Ldri.r,¡joj ()f Sophodes", CR X X1V  1(n;1, ;1­ "i;  J, 

2H(1  }Ml
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLíMPICOS

Jüthner, "Der homerische Diskos", Festschrift Benndoif, Viena 1898, 3.4. LANZAMIENTO DE JABAliNA
I I SS.; id., "Das Problem des myronischen Diskobols", OeJahr XXIV
1<)29, 123-61; A. Moreau, "Le discobole meurtrier", Pallaf XXXIV El lanzamiento de jabalina como disciplina atlética tiene evidcntt-
11)88, 1-18; J.  Parandowski, The Olympic DiffUf, Londres 1939; B. mente sus raíces en la necesidad de ejercitarse en el manejo del arma (011
Schrbder, "Neues vom Diskoswerfen", AA 1920,61-84; B. Schwetzer, vistas a la guerra y a la caza, y, en efecto, en los poemas homéricos St'
.. Der Diskoswurfer der Glyptothek im München", Die Antike XV menciona el empleo de tal instrumento con fines bélicos, cinegétio)s y
11):)9, 271-4; V. Sümeghy, "Das Problem des myronischen Diskobol", meramente deportivos. La  estrecha conexión de este ejercido con la
Alli del settimo Convegno lnternazionale di Archeologia Cla.rsica, Roma instrucción militar continúa vigente en todas las etapas de la historia dt,
11)(11,1281-5. Grecia, ya que formó parte como actividad destacada en la formación
física de los jóvenes en la escuela y posteriormente en la efebía, en cuya
lista de instruaores figura a menudo un akontistés, encargado de la ellSt'-
ñanza del manejo de la jabalina (cf.l.3.1 y 1.4.1).
En la caza como en la guerra, el provecho que un hombre plll'dl'
obtener de un arma como la jabalina será tanto más grande nlalll 1)
mayor sea la distancia que es capaz de alcanzar y mejor su punter(a. No
es por ello de extrañar que, junto a competiciones en que los atil'fíls
debían intentar arrojar la jabalina lo más lejos posible, se celebrarall otras,
destinadas especialmente a los efebos y ligadas a su entr<:ruunil'lIlo
militar, en las que primaba la precisión en el tiro. En ellas los j6vl'llt's
disparaban probablemente sus lanzas hacia blancos fijados en UIl pOSU' 11
señalados en el suelo, sirviéndose de una técnica de lanzamiento qm' kíJ.\i
camente debía ser distinta de la que empleaban los lanzadon's a
distancia, imprimiendo a la jabalina una trayectoria más plana t'n dirt't
ción a la diana. A  falta de representaciones artCsticas, la existemia dt'
competiciones de este tipo puede deducirse de unos pocos testill1ollios
literarios (Píndaro, Olímpicas 10.71, en el catálogo de los míticos jUl'J.\0S
fundacionales: "con la jabalina Frástor alcanzó el blanco"; AntiliHltl',
Tetralogías 2.2ss.; Platón, Leyes 794c, 795b) y de inscripciones e!i5\lilas
(véase Patrucco 186-7).
Mejor informados estamos acerca de una variante del tiro al blalllO
con jabalina bien conocida entre muchos pueblos de diferentes latitudl'!!:
el practicado por hombres a caballo. Un ánfora panatenaica de hada (,1
año 400 a.e. (figura 58) muestra a dos jóvenes jinetes que, al galopt'.
arrojan su lanza hada un esc:udo fijado en un poste, cuyo centro es sena-

lHH 2/01 1) 


FERNANDO GARCÍA ROMERO
LOS JUEGOS OLÍMPICOS

por una guirnalda de flores. Por su parte, Jenofonte (Sobre la equi- vasos, donde se representa ya algo más alta ya algo méis baja qm' la ('SIi!-
tación 12.13) describe con pormenor este ejercicio ("porque si un hombre tura del atleta. Las propias pinturas vasculares muestran jabalinas de
adelanta la parte izquierda de su cuerpo al tiempo que lleva hacia atrás la punta roma y de punta afilada, que a veces aparece protegida COII una
derecha) se levanta sobre sus muslos y arroja la lanza alzando 1m poco su funda de metal (Píndaro, en dos pasajes en que emplea mení:foms t !t'por-
punta) así lanzará la jabalina con la mayor fuerza .y a la más larga tivas para referirse a su labor poética, PíticaJ 1.44 y Nemea.r 7.71, t ali-
distancia; en cambio, su tiro será más certero Ji la lanza mira siempre en fica a la jabalina con el epíteto "de broncíneas mejillas"). Las jahalinas de
dirección al blanco cuando es arrojada"), y lo recomienda vivamente en punta afilada eran, por supuesto, imprescindibles en el lanzalllit'lllo
Otros pasajes de sus obras por su utilidad bélica (Sobre la equitación 8. precisión sobre un blanco, y es posible que se emplearan igualllwull' l'II 
Hipárquico 1.6; Platón, Menón 93d y Leyes 834d). Dado el caráCter las competiciones del pentado, en tanto que las de punta roma l'rall
espectacular y vistoso de la prueba, se comprende que llegara a formar quizá las habitualmente utilizadas en el entrenamiento del ¡.¡;illlllasio. 1':11 
parte del programa de algunos juegos menores e induso de festivales de cuanto a la cubierta de metal, además de proteger la madem y IWtlllil ir
la importancia de las Panareneas o las Teseas atenienses (cf.  Parke, Festi- que la jabalina se hincase en tierra con mayor facilidad, senalando dc
vals of the Athenians, Londres 1977, 36 y 82). manera inequívoca la distancia alcanzada, hacía el vuelo ¡mis ('!ilahl(' al
En los Juegos Panhclénicos, en cambio, la única prueba de jabalina acumular mayor peso en la punta y  desplazar hacia dla d  n'luro
admitida fue siempre la consistente en lanzar el instrumento a la mayor gravedad (cE. Gardiner, AAW 169; Patrucco 172). 
distancia posible, como señala explícitamente Luciano en su Anacarsis Con todo, la diferencia más notable entre la jabalina alltigua y  la
n (cf.  ya Odhea 8.229 e l/íada .637; Píndaro, Piticas l.4S; Baquí- que lanzan nuestros atletas (que siguen en esto la tradid(ín tilo los pueblos
lides 9. S; para los testimonios de los escoliastas y comentaristas anti- escandinavos) radica en el empleo por parte de los griegos de !lila u lITva
guos, véase Patrucco 178, n. 1). Por otro lado, al igual que el salto yel de cuero de ca. 40 cm. de longitud (allkjlr, wrrespOlltlil'llle al
disco, el  lanzamiento de jabalina únicamente se disputaba como prueba am(m)entttm de los latinos) que se enrollaba en el asta dt'jalldo al lillallJII
integrante del pentado, y sólo en época mítica aparece como disciplina lazo que el atleta asía con los dedos índice y corazón, () solallll'lll(' lOll el
illdependiente (Filóstrato, Sobre la gimna.ria 3: u.y el lanzamiento de mientras sostenía la jabalina con la palma y los rt'slalllcs (
ha,rtaba para la victoria en los tiempos en que navegaba la ayudándose además en ciertos momentos mil  la lllallO lihn' (/i¡.¡;ma ") ') 1.
tal1lhi<.'n en l/íada 23.884-97, en los juegos en honor de Patrodo). Experimentos modernos han mostrado que el lallzalllicllIo lOll ayllda dI'
La jabalina destinada a usos deportivos difería notablemente en la correa supone una cierta mejora en la distancia qUt' se pm'tlt' alt illl:tar,
pt·so y material de la empleada en la caza y en la guerra, mucho más aunque probablemente la ganancia no sea (au l'SIWl'I andar u lIllO SI'
gruesa y pesada y fabricada en madera más dura. Así, frente a las "lanzas sd)ala a menudo, aludiendo a unas prm'has palrOlillilt
de (n'sllo" que portan los héroes homéricos o las de cornejo que reco- las qUl' S(' dedujo, al paren'r, (JUl' un  soldado pod(a duplilílr l' ¡Ut IIISII
Illimda Jenofonte para cazar y luchar (Cinegénetico 10.3; cf,  Sobre la disranfÍa tlt' su tiro COII ayuda dt'l 111/1/'1/111'" (ll. I !ollTis, (,"""
/'(/,ú/(/cúín 12.12 y CiroJ}edia 7.1 Baquílides (9.33-34) habla de la -); Wt'ikr lúH). El! nlalquier raso, la mrn'a ¡¡nade 1111 
"rama dt· saúco de negras hojas" que lanzó el penratleta Automedes de adirional a la fuer/.a dd  Imlzo y  han' qUl'  la jah¡¡lilla 1'('( iha UII  IIIII\'I 
Fliulltl'. La  jabalina deportiva era, en efecto, una sencilla vara de madera, InimlO rotalOrio sohre su propio eje, lo qlll' se lradutv el1 IIlIa mayo!'
fl('xihle y ligera, muy delgada y cuya longitud, notablemente superior a l'stahilidad l'l! d  vudo, toll vi nlllsigu iel1l('  au 1llt'1l11l  tlt· la 11I1I¡.ti 11 u I  dt'1
la actual. solfa oscilar entre 1'0;0 y 2 m., a juzgar por las escenas de los tiro <d. .!Olhm'r-Brl·ill 11 ~2Hs,)

.")0
NI 
FERNANDO GARciA ROMERO LOS.J lIHiOS O!.ÍMPIU lS

La correa se colocaba hacia el centro del asta, aunque su ubicación und Fishfang", en Archae%gia Homerica, Gotinga 1<Jn, 11 7"iss., sohn'
exacta dependía probablemente tanto del objetivo del lanzamiento todo 89ss.; O.  Hockmann, "Kriegswesen Il",  ibid. 1<JHO, 27 ")ss.).
(situada poco más atrás del centro de gravedad permitía un lanzamiento Por lo demás, aparte del empleo de la ankj/e, es opillilÍn lIIUíllill1l'
más largo, mientras que adelantada aumentaba la precisión) como del que el estilo con que los antiguos pentatletas arrojaban la jabalina, n'suha
propio tamaño y  peso de la jabalina. En las escenas representadas en los prácticamente idéntico al de los lanzadores de hoy. El atkta ~ri(,w
vasos aparecen con frecuencia jóvenes que llevan la correa en una mano tomaba una carrera rápida llevando la jabalina, paralela al sudo, ti  la
mientras que con la otra sostienen o sopesan la jabalina para proceder a altura de las orejas o por encima de la cabeza (figura 56); poco allt('s d('
('Iltollar la ankj/e, sin duda la primera operación importante del lanza- llegar a la ha/his acortaba la longitud de sus pasos, levantaba li~'ra(I
miento. En las pesadas lanzas bélicas, y en las empleadas para la caza, es el brazo izquierdo hacia delante y adelantaba la pierna dd mismo lado,
probable que la ankj/e fuera siempre fija al asta (evidentemente, en tales mientras dejaba atrás la pierna derecha e inclinaba ese brazo hada ahajo,
circunstancias no era cosa de perder un solo segundo para efectuar el  de manera que la jabalina quedara con la punta en direl'd<Í1l al <ido
líro),  en tanto que en el caso de la jabalina deportiva el  propio atleta (figura 57). Por último, con un movimiento rápido y en{-r~cti(), (01110
l'Ilrollaba la correa al asta antes de iniciar sus lanzamientos, Ello nos un latigazo, el lanzador levantaba hacia delante su brazo dl'rl'( ho y 
ulIlduce a un problema discutido y  aún no resuelto de manera definitiva: soltaba la jabalina, en tanto que la pierna derecha se addawaba, p(,tIlli·
,;d (Imenlum se ataba fuertemente al asta o sencillamente se entollaba en tiendo al atleta mantener el equilibrio al tiempo que frenaba su impulso
espiral, de manera que quedaba en la mano del atleta cuando la jabalina evitando que traspasara la ha/bis. En el tiro al blanco, ('11 (alllhio, d
salía disparada, como cuando lanzamos una peonza? Ni siquiera los extremo de la jabalina no debe apuntar hacia arriba, sino ('11 lit din'uil"1I
('xpl'rimentos prácticos recientes han podido dar respuesta segura a esta de la diana (como indica Jenofonte en un pasaje alltes titado) y  1111 ¡'S
(lIt'stí<Ín, aunque cuenta con más partidarios el empleo de la correa imprescindible la carrera previa al lanzamiento,
lija. Como ya apuntamos en el capítulo anterior a propósito dd lallza·
La ankj/e no tiene naturalmente su origen en el gimnasio, sino en miento de disco, los atletas arrojaban la jabalina desde la b,/IM.. , d mismo
las llecesidades de la guerra y  la caza. Sobre su procedencia geográfica, en lugar en el que se efectuaba la salida de las carretas, seOalado ('11 los vaso~
lambio, nada seguro puede decirse. Patrucco (p. 173), por ejemplo, a veces con una columnilla. El lanzamiento debCa cumplir (i('rlOS n'(
habla de un origen oriental y Ballester (p. 48) alude en concreto a los sitos para poder ser declarado válido. En primer lugar, ('S probahk <fll('  !I(' 
ilirios; ahora bien, dado que el uso del amenlum o ingenios similares está exigiera que el dardo cayera de punta o por lo lllenos dl'jara senal s\lli
donun entado desde época prehistórica y en los más variados lugares, ciente para permitir la medida sin dudas. En se~lIndo l~ar, tUI  par di'
(bde Dinamarca hasta Italia y la Península Ibérica, e incluso en regiones discutidos textos pindáricos parecen indicar que el  lanzami('llIo S(' 1011 si
¡¡tll  alejadas de nuestro entorno cultural como Nuevas Hébridas o Nueva deraba nulo si la jabalina o d propio atleta solm'pasaball tÍ('rloS IÚllilt's, 
Calnlonia (cL Gardiner, AAW 173; Ballester), resulta imposible Se trata de dos pasajes en los que el  poeta se refier<.' lI11'tíll()riulIl1t'III(' a 1111
wnduir de qué pueblo lo adoptaron los griegos en última instancia, si es actividad literaria empleando iImí.~cnes altélkas. EII su Pltir" I .'12ss.,
que no se trata de un desarrollo paralelo. En todo caso, investigaciones dedicada a Hienín, tirano de SinKusa y Etna, afirma P(lIdaro: "v vO t'.I/Il'tW
recientes han mostrado que la introducción de tal progreso técnico en anhelante m.f(llzar (1 al/m!! hOll/brt', tUl ((l/I/() ,!,Iit'" arrlJ;tI jllt'rll di' Itl jli,t/,'
Grecia es muy antigua, pudiendo incluso remontar al menos a época 1" je/balina de Immdtll!tI Imjilla b1atlJiénd()ltI ell .111  jltllma, ,tino ({lit Ji.!I"'·
micénica (Buchholz-Karageorghis; eL Buchholz-J ührcns- MaulI, "Jagd rándola lejlM e.lpt'rtJ .mbre/,a.l'tlf' (1 /(),r (lJtJlrtlrí()J". Dado qut' d  portll l'onf(lI 

J')}, l'H
HltNANI)() (iAI{(IA  !tOMUtO  u.~ II!lI,I" 1 11 IMI'I(  (1"

('11  Vl'mer a sus rivales haciendo un lanzamiento más largo que ellos, la la WlIllwtjci()ll. ESt(- tipo dI' ,,((idI"Jlll'S eSlaball previslOs l'n la Iq.o;isliu i(llI 
expresióll fuera de la pista" sólo puede entenderse en el sentido de que

romana, qUl:  garalltizaba la illlllllllidad del arieta si hahfall Imido  I~ar
la iahalina IlO debía sobrepasar ciertos límites señalados a izquierda y dt:ntro dd  recinto sefialatlo para la (o!llpelicilíll o d  l'llln'llamil'lllo (( 1.
dl'rl'l ha dd lanzador (no nos convencen en absoluto los argumentos Gualazzini 57s5,).
Wlllrarios de Ellsworth), para garantizar la seguridad de los espectadores. Acerca del nÚml.:"fO lit" lanzamienros penniridos l'n l'i  Pl'lItado a
Mayor pol611ica ha suscitado el segundo pasaje, Nemeas 7, 70ss., donde, cada atleta, nada podemos asegurar, ya que ninguna fu ent l' IlO~ ildol'llIH
1'11 1111 lontexto semejante al anterior, utiliza el poeta la expresión me al respecto. No obstante, nos parece lógico supone\" qUl' los a1011 1 i~1 as
f/f'IIhl IWllbaÍJ, cuya más probable interpretación es "no habiendo traspa- tenían a su disposición tantos tiros como los disníbo\os (pUIHO por 011'0
sado la linde", es decir, la balbís que señalaba el  lugar de lanzamiento y lado controvertido, como vimos en su momento), dado qlll', adl'lllóis, d 
Iltll' d  lanzador no debía sobrepasar llevado de su impulso, al igual que lanzamiento de jabalina requería un esfuerzo menor lJUl' el lJUl' SI' (-)i~la
otllrre en el atletismo moderno. Es ésta, en nuestra opinión y en la de la al atleta en la prueba de disco. No creemos, por  consígllil'llIl', qlH'  d 
mayoría de los intérpretes, con las notables excepciones de Floyd y Segal hecho de que con cierta frecuencia en las pinturas vasculart·s apat'l'zl all
(duda también Norwood, Selection from Pindar, Chico 1982), la explica- los atletas llevando dos jabalinas sea argumento suficiente para pOMllla!'
1 il;11 Ill,is verosímil, pese a las dificultades que plantean tanto el término que eran dos los intentos de que cada lanzador dispon(a, ya que, l'vidl'll
1á'lIItl (1lOrmalmente "meta, punto de llegada"; pero aquí puede ser el temente, se podía emplear más de una vez la misma jahalilla (('s,  110
Ilmill' que señala el final de la carrera del lanzador) como el verbo obstante, opinión compartida, entre otros, por Jüthnl'r-Bn-ill 11 H') Y
Pro/lidl, al que algunos niegan el sentido de "traspasar" (pero cf. Hesi- Weiler 168, con las reservas de Patrucco 185),
J,/'., y pasajes como Ilíada 6.125). Vencía, por supuesto, el autor del lanzamiento lIl,is lar~o, pI'n.
El lugar de lanzamiento estaba situado equidistante a Jos lados tampoco podemos asegurar nada a propósito de las distancias hahilllal
largos del estadio, para evitar accidentes, aunque en competición los mente alcanzadas por los jabalinistas griegos, pues son escasas y si('lIIpn'
riesgos de un lanzamiento incontrolado eran menores que en la prueba de vagas las notícias de que disponemos, pese a que ya HOIlll'rtI UN. Id"
disto, ya que la carrera se tomaba en línea recta y e! lanzador tenía 16.589s5.) se sirve de comparaciones como la siguiente, que prl'll'lHk dM 
sielllpre a la vista el punto de destino de la jabalina (cf. Rudolph, "Sport- al oyente una idea del avance del ejército aqueo: "y cuanta eJ lil di.rJ.tIll/"
Vl'r1etzungen und Sportschaden in der Antike", Das Altertum XXI alcanzada por un largo dardo que arroja un hombre entrt:1ltíndlJ.lf ti 1'11
1976, 23). Mayor peligro entrañaba el entrenamiento en el gimnasio, competición o también en la guerra, contra los enemigos que lel llid" (I/úld",
dOlllk las idas y venidas de deportistas y espectadores eran menos previsi- tanto cedieron los troyanos y empujaron los aqueos" (cf., no ohstallll',
un caso acaecido no hace mucho en España es una lamentable Harris, GAA 95ss., que habla de lanzamientos por encima de los 'JO 11 
prueba de ello, y de hecho conocemos en la antigua Grecia un par 100 m.). 
(asos de muertes accidentales provocadas por jabalinas, la causada por e!
joven defendido en Antifonte, Tetralogías 2.2, y aquélla otra a la que
alude Plutarco (Pericles 36.2, recogiendo un pasaje de! historiador Este- BIBLIOGRAFÍA
símbroto de Tasos, de! siglo V a.c.) y que, al parecer, dio ocasión a
Protágoras y a Pericles para discutir largo y tendido si, según el  razona- LBallester Tormo, "El 'amentum' en los vasos de San Miguel dI'
miento correcto, el  culpable era la jabalina, el  atleta o bien los jueces de Liria", ABA XV 1942, 48-53; H.G. Buchholz -V.Kargeo~his,

294 29'
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

"Homeric 'aiganee''', AAA III 1970, 386-91; ).D. Ellsworth, "Pindar's 3.5. EL PENTATLO
Pythian 1.44. A new Suggestion", AJPh XCIV 1973, 293-6; ,1

E.D.Floyd, "Pindar's Oath to Sogenes (Nemean 7.70-74)", TAPhA


3.5.1. Pruebas, significación y  orígenes
XCIV 1965, 139-51; E.N. Gardiner, "Throwing the Javelin", JHS
XXVII 1907,249-73; H.A. Harris, "GreekJavelin Throwing", GandR De cinco disciplinas constaba la prueba combinada que los Wil....tOS
X 1963,26-36; ). Jüthner, "Zu Pindar, Nem. 7.70ff.", WS L 1932, designaban con el nombre de pentado: lanzamiento Je disco y jahalina.
166-70; H.M. Lee, "The térma and the Javelin in Pindar, Nemean salto de longitud, carrera (probablemente un estadio) y  lucha (lf. H~ura
VII.70-3 and Greek Athletics", JHS XCVI 1976, 70-9; Ch. Segal, 59). Sólo algunos comentaristas tardíos difieren de este elenco. dtalldo l'l
"Two Agonistic Problems in Pindar, Nemean 7.70-74 and Pythian 1.42- pugilato en lugar del lanzamiento de jabalina (escolios a P(ndaro, Ollm-
45", GRBS IX 1968, 31-45. pícas 13.39) o el pancracio en lugar del salto (escolios a Ar(stidl'~.V)
Pese a que ha habido intentos de conciliar tales Jivergencias (así, l'lI  el
siglo XVIII, el  académico francés Burette sugirió que el boxeo ful' illlm-
ducido en el pentado tras su inclusión en el programa olímpim UlUlO
prueba independiente, dando lugar a una competición séxtupk' qm', 110
obstante, mantuvo su denominación tradicional de "prueba qU{lHupll''':
cf. Piernavieja 40-1), actualmente no cabe ninguna duda dt, qUt' las
informaciones de los escoliastas son un simple error, ya que chocall lallto
con los testimonios literarios más fidelignos como con las pinturas u'ni 
micas, en las que el salto y los dos lanzamientos figuran a Illl'lludo WIIIII 
ejercicios representativos y  característicos del penrat!o, ya qlll' /lO se
disputaban independientemente en los grandes juegos. Por 01 ro lado, h,
presencia del pugilato o del pancracio rompería el  arm6nico equilibrio de
ejercicios que parece estar en la base de la creaci6n del pentatlo. Fih',sll'a,o
(Sobre la gimnasia 3), en efecto, advierte que el pencado "l'fJmhifltl ,mIli)
nitamente dos tipos de ejerácios: luchar y lanzar el diJCO JOfl l'jl'tUllal
;, pesados, en tanto que arrojar la jabalina, .raltar y (om:r JOfl I'j"t'liriol
ligeros"; los dos lanzamientos, a su vez, desarrollan eSJwtialllll'lIU' lu
musculatura de la parte superior del cuerpo, mientras qm' d salto y  la
carrera van destinados en particular a la formación de las pit'mas; la
lucha es, en fin, un ejercicio completo por s( solo (d'.  PatrullO Jl).n  Asl
pues, el pentadeta debe ser a un tiempo ágil, fuerte y  pOll'111 l':  "'I"il'lI
compita en la.r cinco prueha.r dehe ser /Je.rado máJ que li/l,ero .y li/l,t'ro "'tÍ.! 'INI'
pesado, y, además, de huena e,l'tal11ra, bien formado, er/l,llÍdo, dolildo ti" 111111
ffllIJculatura que '10 Jea exce.l'Ít1a ni t(lm/mco irJadro/ada, /)"b, 1",,,

},I)(, N7
!'I'J(NANIJO (;AJ((JA  J(oMI;HO  I~ JlIH ,e 1" e IIIMI'le el"

también las piernas más largas de lo que exige la estricta proporción y la en 1'11 (/"t' IIdN,l:,dlhl 1" AI;t:O, '¡'¡o/dI/U)" 1'1''' /'¡ "/tí.! /"",'11'
cintura flexible y con facilidad de movimientos para girarse hacia atrás en d ....fJ1d .. UI/ao el Idllztlllljelllo dI' ¡"/;"I",,, V IIJ.I /I¡Jm dI'
NI
durante el lanzamiento del disco y la jabalina y para el salto" (Filóstrato, BríredJ' en 1" ctlrrertl y el Pdt,() t'rtl 1'1 .!('MIII/do 1'1/ ,'.dl
.1#110, NI Itmlo fI/le
ibid.). El pentatleta es, pues, el deportista completo, por lo que no es de pero JlIlJerdbd ti t()c/fU en It' I",'htl. Al'! 111It'J', O/dI/do 1'.IldlMII ¡dI'
extrañar que reciba las alabanzas de un pensador que, como Aristóteles, brando (()1!Ipeticione.r ert Lemnfls, se dice {/IIt:
repudia la excesiva especialización de los atletas: "Cada edad tiene su complaciendo a Peleo". Históricamente, el 
propia belleza. En la juventud se está en posesión de un cuerpo apto para grandes festivales probablemente para determinar al
toda de competiciones, ya sean pedestres o de fuerza corporal) y es y al tiempo dar cabida en el programaa de los juegos a llllas
al!lraa:atJ.te verlo por placer. Por eso los pentatletas son los más hermosos) que, como el salto y  los lanzamientos de disco y jabalina,
están naturalmente dispuestos para la fuerza y para la velocidad al lugar importante en el entrenamiento de jóvenes y adultos
mismo tiempo" (Retórica 1361b; cf. Pseudo-Platón, 1 y  ss.). gimnasio, pero a las que quizá no se atribuía sufkicllIC ('llIidad <01110
Sin embargo, no todos los griegos parecen para que se disputaran por separado. Fue en la Olimpíada 1S (70S <l,(  ,,) 
del filósofo, y  entre el gran público es posible que el pentatlo fuera consi- cuando el pentado entró a formar parte de los Juegos OlúnpilOs (Pallsa
derado a menudo como una prueba de consolación para atletas que no nias 5.8.7), venciendo el espartano Lampis, cuyos compatriotas dlllllilla
destacaban especialmente en una disciplina determinada (algo rían la prueba durante mucho tiempo. En la Olimpíad~S «12H <1,(,,)  M' 
lo que ocurre con el moderno decatlon); el hecho de que el gran en Olimpia, por primera y única vez, el  pcmatlu t'II  (alq':III'I.1 
alejandrino Erastótenes fuera apodado beta o pentatleta porque su saber en el que el triunfo fue a parar a manos, Olmo no, de 1111 ,'s!,a!
abarcaba gran diversidad de campos pero no era el primero en ninguno, organizadores consideraron, sin cllIhal)I,O, qlle la
es una clara indicación en este sentido (cf. suda, s.v. "Eratosthénes"). para atletas tan jóvenes y I1lIllGI Ilub volvi() ti 
Debe añadirse, no obstante, que algunos excepcionales atletas fueron incluirse en el  programa olímpico (Pausanias 1, 6.1 '"j.S), (011111
capaces de triunfar, además de en el  pentatlo, en disciplinas individuales, tampoco formó parte de los juegos Píticos e Ístmicos ni, si SOIl .11 (·rlado..
particularmente en la carrera, como es el caso de tantas veces citado Fauo los argumentos de Miller, de los juegos Nemeos (la Nemea 7 d(' Pílldal'n,
Crotona o de los eleos Eupólemo y  Gorgo (sobre ellos, Durántez en efecto, se suele afirmar que está dedicada a "Sógenes
JI  vencedor en el  pentatlo infantil"; Miller, por el contrario, deln'lllll· !jll<', 
En los poemas homéncos, tanto en lOS Juegos en al igual que en los demás festivales panhelénicos, en Nemea IIU
como en las competiciones organizadas en la corte pentado para jóvenes, sino que Sógenes triunfó en el peorado dt, lus
pruebas que más tarde compondrían el  pentado se disputaban indivi- adultos cuando estaba todavía en edad juvenil). El pematlo en lall'}1.orlas
dualmente, y  de manera semejante Píndaro, cuando describe agones de inferiores sólo se disputó en juegos menores, especialmente dunlllll' las
época mítica, afirma que "no existía el pentatlo, sino que para cada épocas helenística y romana, aunque es de destacar su presencia (·11 las
prueba habla un reSliltado". De acuerdo con el testimonio de Filóstrato Panateneas, un festival que estuvo siempre ligado a la educación d¡:hi( ti 
(Sobre la gimnasia 3), la tradición atribuía a los héroes Jasón y  Peleo el Parke, Festivals of the Athenians :)5-6; Young).
mérito de haber inventado la competición quíntuple: "Ciertamente, antes
de jasón y de Peleo se premiaban con coronas por separado el salto y el 3.5.2. Secuencia de las pruebas
lanzamiento de disco) y el lanzamiento de jabalina bastaba para la Dos cuestiones a proPÓSito pentatlo dado origen, dcsdl'

298 2")1)
fiEI(NANIlO  (,AlU  lA  IU)MI'.I(()  I! IS 1111,( ,( ¡;., (¡UMI'H lIS

han' uds de un si~lo, a interminables discusiones que, sin embargo, no la Atll()IIJ/!.fa Palatina o del citado por Eustacio 1;20,11-1, por
han aistlllizado ni mucho menos en una unanimidad de pareceres: el un par de hex,ímetros). Si a ello se aftade que los a Ar{stidl'S y  a
l'n que se disputaban las cinco pruebas y el procedimiento Píndaro incluyen en su enumeración pruebas
IIwdíame el  cual se determinaba el vencedor final. que para intentar determinar el orden en que se lItSpUt<U'lélll loS l
Por lo que respecta a la secuencia de las pruebas, nuestra informa- concursos se prefiere tomar como puntO de partida textos difi:rt'ntl's a los
l ílíll prOl:ede exclusivamente de fuentes literarias de épocas diversas y de hasta aquí citados, los cuales han permitido aclarar por lo menos él~1OI
variable. El problema se complica aún más por el puntos.
lit'lltO dc que, salvo indicaciones aisladas, nada nos asegura que en tales En primer lugar y ante todo, la lucha era la última prueba qm'  5('
Il'still1onios las pruebas aparezcan citadas en el orden en que se cele- disputaba, como se desprende del epinicio que Baquílides dedica al PCllta-
realmente, y no se trate de una simple enumeración desordenada deta Automedes de Fliunte (9.36) y conftrman los testimonios dl' PallSal1l11S
dc las cinco disciplinas. Las divergencias son, en tan importantes 3.11.6 (al referirse a la rivalidad en el pentado entre el espartano Tisí\llll'110
(IUl' se ha sugerido en diversas ocasiones que la secuencia de las pruebas y Hierónimo de Andros, a comienzos del siglo V  a.c.), Artemidoro 1.";7  Y 
!JI) fue siempre la misma en todos los lugares ni en todos los períodos ]enofonre, Helénicas 7.4.29 (en 364 a.c., cuando ya se habían disputado
dl'porte griego (las abreviaturas de la lista que sigue corresponden, natu- las pruebas del pentado que tenian lugar en el estadio y los atletas se dir~{al
rallllente, a la inicial del nombre de cada disciplina): a medir sus en la lucha, los juegos se vieron interrumpidos por d 
SCDJ L:  Simónides, fr.151 Diehl. ataque que los e1eos  lanzaron contra los arcadios, que a la sazón presidíall (,1
SD.JCL: Escolios a Píndaro, irtmiras l.33 y a Sófocles, Electra 691; festival Olimpia junto con los pisatas). Por otro lado, a efectos ImíniulS
Eustaóo 1320,18 (que cita igualmente el orden alternativo SLD]C). puede considerarse lógico que la lucha, por ser  la ptueba que exi~(a 1111
I>.JCSL: Filóstrato, Sobre la gimnasia 3. mayor quedara para el final, de manera que los atletas íl~otari1
1)( :SJL: Festo. entonces sus últimas fuer¿as, en lugar de verse obligados a quemar ell l'Xlt'SO
( :1 )SJL: Artemidoro, InterpretafÍón de los sueños 1 sus energías con anterioridad (por motivos similares, el actual dcmt 1011 St'
LCDS]: Antología Palatina 11.84, epigrama de Lucilio, en el parece que cierra con la carrera de 1500 m.).
las pruebas se citan más bien en orden inverso. En segundo lugar, aunque los argumentos que cabe adunr SOIl
LJSDC: Escolios a Pseudo-Platón, Amantes 13 (orden exactamente menos sólidos y seguros, se admite generalmente (con la notable
al que atestigua Artemidoro). ción ya apuntada de ]üthner) que las tres pruebas características y cxdll"
LC:J D Pancracio: Escolios a Arístides (donde se cita igualmente el sivas del pentado, salto, disco y jabalina, se disputaban sucesivamellll"
CLD]S, y lo mismo con el pancracio en lugar del salto). tal como se observa en buena parte de los textos antes citados. La  disnt'-
Pugilato LSDC: Escolios a Píndaro, Olímpicas 1 pancia más importante sutge entonces a la hora de determinar si la
El testimonio más antiguo de los enumerados es el fragmento de carrera era la penúltima prueba y tenía lugar inmediatamente antes de la
Simónides, cuya ordenación de las pruebas es la que acepta lucha (Krause, Bean, Durántez, Ebert, Bengtson, Harris, etc.), o si, por
"Pentathlon", en RE XIX. 1, col. aunque autores posteriores el contrario, iniciaba la competición de manera que las tres pruebas carar-
insistido en que, al tratarse de un dístico elegíaco, la necesidad de adap- del pentado constituían, por así decirlo, el núcleo central,
tarse al esquema métrico del verso ha podido obligar al poeta a citar UUILa.U"",, entre la carrera y la lucha (Pihkala-Gardiner, Schroder, Moretti.

desordenadamente los ejercicios (lo mismo cabría decir del epigrama de Piernavieja, Pattucco).

.'lOO 301
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

En defensa de la tesis de que la carrera era la primera prueba en obstante, intercala la carrera entre el salto y el  lanzamiento de disco), .1 SI)
disputarse se ha alegado a menudo un controvertido texto pindárico (Schréider), JDS (Moretti), DSJ (Ebert, Begston, Patrucco), SJ))
(Nemeas 7,70ss., "el pasaje 'agonístico' más difícil de Píndaro" , afirma (Harris), etc.
Farnell en su edición comentada), del que pretende deducirse que el Una inscripción rodia, quizá del siglo 1 a.c., publicada por PlI~i'sj
lanzamiento de jabalina precedía inmediatamente a la lucha, como Carratelli y estudiada poco después por Moretti y Bean, pudkra attojar
penúltima prueba. El  pasaje ha sido objeto de las más variadas interpre- alguna luz sobre el  problema. Efectivamente, la línea 6 puede traducirse
taciones, que no es pertinente recordar aquí, pero, en substancia, es que salte I el primero(?)j quien haya lanzado el disco más lejo.f" , 10  lual
nuestra opinión que el hecho de que la mención de la lucha vaya prece- querría decir que el  lanzamiento de precedía inmediarallll'llll' al
dida de una alusión al lanzamiento de jabalina no indica en absoluto que salto, de manera que Moretti reconstruye un orden C (o J), J (o 0, 1), S,
ambas pruebas se disputaran en ese orden: "Sógenes, Euxénida por tu L Y posteriomente Ebert DSJCL y Patrucco CDSJL. No obstante la illll'l'
raza patria, juro q,"e no he lmlzado, habiendo traspasado la lirlde, como pretación que Moretti hace del texto no ha sido unánimament(·
de broncínea mejilla, mi rápida lengua, Sógenes ha sacado fuera de y además, como él mismo señala, el  hecho de que se consideras(' 11('( ('
la lucha el cuello y la fuerza no amoratados, antes hacer caer en el sario fijar por escrito los reglamentos que regían la comlWlid{ul  dd
({rdiente sol sus miembros". El poeta, pues, emplea metafóricamente la pentado en los juegos rodios sería una indicación de que no ell (odos los
imagen del jabalinista que no ha traspasado la línea reglamentaria para lugares eran vigentes las mismas normas (a ello se opone ('n>r~jlaIt
afirmar que ha lanzado con acierto su elogio en honor de un atleta que, Pattucco, p, 203, n. 1,  quien, sin embargo, admite una evollltÍl;1I hislIl 
tomo Sógones, venció con facilidad en la lucha del pentatlo o que incluso rica en el método de decidir la victoria, como enseguida ve ti '11 lOS),
ahorrarse esa prueba con su actuación en concursos anteriores. En consecuencia, también por lo que respecta al ordm ('11 qu!' SI'
repetimos, nos indica con seguridad en este texto que el lanza- celebraban disco, salto y jabalina sólo formu lar propUl'SI as III;\S 11
miento de jabalina precediera a la lucha, y lo mismo cabe decir del otro menos verosímiles, de manera que únicamente puede dats(' por  SI}(tlfO
pasaje que se alega, Baquílides 9.27ss. (cf. Patrucco 198): se citan, por que la lucha era la última prueba; en cuanto a los cuatro wm!ll'sos ¡1I1t1' 
este orden, disco, jabalina y lucha, pero el poeta no enumera todos los riores, es una hipótesis atractiva suponer que, dada la Ití~i(a qllt' '1111'11'

wllcursos del pentarlo, sino solamente aquéllos en los que triunfó el imperar en los aspectos organizativos del deporte gr¡e~o y que al lill  y ¡ti 
alleta celebrado, Automedes de Fliunte, de manera que no se mencionan está en la base de la creación del pentado, se sun'tk-r(all
('11 absoluto el salto y la carrera y, en consecuencia, ninguna información dose ejercicios ligeros con pesados, tal como los dasifira Jlilt'lslI'ato, },
pucde obtenerse del texto acerca del lugar en que se disputaba ésta aquéllos que exigían mayor esfuerzo de los músculos de la pafll' su!'('rior
ültima prueba. del cuerpo (disco y jabalina) con los que ponían a prueha sohrl' IOclo  la 
Por otra parte, en el caso de que sea cierto, como generalmente se fuerza y agilidad de las piernas (salto y carrera), para acabar (011 la t!isll
admite pese a la ausencia de testimonios indudables, que salto, disco y plina más completa y fatigosa, la lucha. Las reconstrucciolles dc  EIll'l'I  y 
se disputaban sucesivamente, ya fuera precediendo a carrera y Patrucco son las que más a rajatabla siguen este patrón (liBa liSia del a
ludm  ya entre esas dos pruebas, el orden en que se sucedían las tres disci- de las propuestas más dignas atenci6n puede hallarse ell W('ikr
plinas exclusivas del pentarlo es igualmente inseguro y se han propuesto 19
prüniCilmente todas las combinaciones posibles: SDJ (Krause, Pinkala-
(,ardim'r, Pk'rnavkja, Ikan, Duníntez, y también J iJthner, lluien. no

w.' \11\
l'U{NANIlO <iAI{(/A  I{OMIiIHI  Le  IS 1111'< ,( IS (IUMI'If (IS

.i. ; ..~. Dctcrminaci6n del vencedor describirlo con pormenor, únicamente Bean ha defendido un SiSIl'lllH dl'
eliminación progresiva: después de las Ires primeras pruebas (salIO, dism
Aún m,lyores dificultades plantea el método que se seguía para y jabalina), seguían en competición un número limitado de atll'ws,
deterlllinar qué atleta debía ser proclamado finalmente vencedor en el puesto que la cuarta disciplina, la carrera, así lo exigía; finalnwlUl', l'n la
pl·lllado. Se ha dicho, sin exageración, que supone uno de los problemas lucha sólo se enfrentaban, en busca del triunfo definitivo, los dos Illl'jorl's
Ill¡is Ulntrovertidos de la historia del deporte antiguo, y, en efeao, desde corredores.
hale m¡lS de un siglo se han sugerido gran cantidad de hipótesis, sucesi- 2) Número de victorias. De varios textos puede deducirse, al IIll'UDS
vallll'nte rechazadas por quienes con posterioridad han estudiado el tema. aparentemente, que era declarado vencedor quien triunfaba en m's dl' las
causa de tantas y tan grandes divergencias radica en la ausencia de cinco pruebas. Dado que, por lógica, en el supuesto de que fuera l-Sll' 1111
f{'xtos que nos proporcionen una información clara y definitiva, de requisito indispensable, el concurso del pentarIo hubiera quedado
Illalll'ta que las propuestas han de basarse en las noticias, a menudo frag- desierto en un buen número de ocasiones, se han arbitrado diversas solu-
IlK·lltari¡ls y difíciles de interpretar, cuando no contradictorias entre sí, ciones para explicar la supuesta necesidad de tres victorias. Dur:illll'Z
(jlll' nos transmiten fuentes literarias y epigráficas de muy diversa condi-
(sólo él) acepta la tesis de Kalfarentzos, según la cual si tras lus llIarro
l  ilÍll, fIabilidad y cronología, desde el siglo VI a.e. hasta el III p.e., con
primeras pruebas había dos arIetas empatados a dos triunfos, lurhaball
1111 prolongado hiato que abarca desde el siglo IV a.e. hasta época impe-
entre sí en busca de la tercera y definitiva victoria; si en los tres prillleros
rial (un estudio exhaustivo de los textos puede encontrarse en el artículo concursos resultaba un vencedor distinto, disputaban los tres carrera y 
"Pmtathlon" de la enciclopedia de Pauly-Wissowa, obra de )üthner, yen lucha, de manera que si el mismo atleta superaba en ambas a sus rivalt-s,
los libros de Ebert y Patrucco). Puesto que un análisis detenido del obtenía tres victorias y con ellas el triunfo final, y, si no, el premio cra
prohlema requeriría poco menos que un libro monográfico, nos limita-
declarado desierto.
remos a señalar las propuestas que mayor aceptación han tenido. Pueden
Otros autores, a finales del siglo XIX y principios del XX, idearon
{'sras agruparse de la siguiente manera, de acuerdo con los principios
complejos sistemas basados en la división de los atletas en grupos de tres
~elras en que se basa la determinación del vencedor:
durante los cuatro primeros ejercicios, siendo admitidos en la ludm
1) Eliminación progresiva. En su libro de 1867, el primero de los
quienes habían obtenido, en su correspondiente terna, dos o más victorias
estudios sobre el penrado con pretensión de exhaustividad, propone
Pinder un sistema de eliminaci6n progresiva de los competidores: en la (Fedde, Legrand, s.v. "Quinquertium" en el  diccionario de Daremb~­
primera prueba, el salto, se exigía una marca mínima para poder parti- Saglio), o bien fundamentados en la agrupación de los atletas por parejas
cipar en el segundo concurso, el lanzamiento de jabalina, tras el cual en las cinco pruebas, disputándose eliminatorias hasta llegar a un
t'lnicamente cuatro atletas pasaban a la carrera, donde era eliminado uno vencedor final (Gardiner)
de ellos, de manera que sólo tres atletas competían en el disco, que servía De la necesidad de conseguir tres victorias absolutas parte igual-
a su vez para descartar a otro participante, dejando que fuera la lucha la mente el método sugerido por Harris. Si un atleta triunfaba en tres
prueba que decidiera el vencedor final entre los dos últimos supervi- pruebas, la competición se interrumpía (como en los partidos de tenis
vientes. El empleo de un sistema tal para decidir la victoria en el pentado programados a cinco sets). En cambio, si tras los cuatro primeros
no cuenta con ningún apoyo en las noticias que nos han llegado de la concursos no había todavía un vencedor absoluto, podían darse
Antigüedad y, de hecho, ha tenido posteriormente escasa aceptación. siguientes tres posibilidades: a) dos arIetas con dos vicrorias, en cuyo caso
Tras Schroder, que admite un método similar, aunque no se detiene en ambos luchaban entre sí para obtener el triunfo definitivo; b) un atleta

304 305
I'LHNANI)() (:AIH.lA  !{OMI'I!O 
I 1 I~ 1111'1,1  l~ ¡ IIIIIII'U  I~

mil \los victorias y dos ron una; los atletas que habían obtenido un único
l  11  111 IV
Iriullfo luchaban entre sí para determinar quién debía enfrentarse, 1,  e 1)
A  B 
lillllhién  t'11 la prueba de la lucha, con el  atleta ya en posesión de dos
2,  l~ A  Ji JI
() cuatro atletas con una victoria cada uno; se disputaban 5,  B  1)  E  ( 
('II[()IICeS dos semifinales y una final en la prueba de la lucha, Así pues, 4,  e A 
E  A 
1'11 wdos los supuestos el vencedor definitivo habría obtenido tres triunfos
"j,  Ji e B  J)
El sistema que más recientemente ha expuesto Sweet, más que 6,  1)  F F E 
"ulla nueva propuesta" es sencillamente una variante del método de
D, E, Y F, al no haber vencido a A, B, e ell dos ('jcflirios, '1w'dilll
Ilarris, del que se diferencia en un único aspecto: mientras que Harris
eliminados, clasificándose los otros tres para la lucha, pues cada 11110 ha
slIgl(:n: l]Ue los atletas empatados competían en la prueba de la lucha (lo
derrotado a su rival en dos pruebas. Por supw..'sro, tres vi((orias pan
que daría ventaja a los atletas más fuertes), Sweet propone que en las
aseguraban la victoria final, interrumpiéndose la prueha lall pronlO (111110 
"fepescas" el ejercicio en el que se enfrentaban los pentatletas se sorteaba
un atleta lo conseguía, Con diversas modificaciones an'plall ('SI (' 111('11
('lItfe a<méllos en los que no hubieran obtenido previamente la
Ebert (y, con él, WeBer) y Merkelbach.
Pese a la relativamente amplia aceptación que CIHH'  los ('Si lh liso~
Las dificultades de todo tipo que comportan estas reconstrucciones
del tema ha tenido este sistema de adjudicar la victoria ('11 d 1l('1lfildo, ('11
IlllHlamentadas en la necesidad de tres triunfos para optar a la victoria en
nuestra opinión hay algunas razones de tipo pntniw ljW' IIIIS 11[('1';-;111 "
d pl'lltado, ha hecho que el "principio de las tres victorias absolutas"
considerarlo con ciertas reservas, No sólo, como ya non) 1\(';111, (llIdi('LI
haya sido sustituído, con notable éxito, por el de "las tres victorias rela-
darse el  caso de que ningún adeta se clasificase para la  ha Ira, sillo  '1"(,
I¡vas", que en su día propusieron Pihkala-Gardiner, con la aprobación
también nos resulta difícil de aceptar que unos dkulos lal1  IIllllplil ;Idos 
posterior de J üthner: un atleta habría obtenido una victoria relativa en
como los que propone Gardiner fueran operativos (uando l'l  IlIilll('1'II di'
cada prueba respecto a los rivales clasificados después de él, y para la
atletas fuese elevado (la inscripción n. o 86 de Moretti su pOIl('  ulla  (lill'llll 
lucha quedaban excluídos quienes habían sido derrotados en tres pruebas
pación de 88 pentatletas). Si, como parece evidente, para l'I  I'I'SldLlllo 
por todos los demás participantes, "El resultado habitual -afirma
final no se tenía en cuenta únicamente el primer puesto, sillo (;lIllhil;1I  1m.
Gardiner, AA W 180- es que se clasifiquen de dos a cuatro competi-
demás, estimamos más verosímil el  método sugerido por PatnH 10, (111(' 
cada uno los cuales ha derrotado a cada uno de los demás en
se basa en un sistema de puntuación relativa (no absoluta. lOlJl!) ('11 (,1
dos pruebas. Entonces compiten entre ellos en la lucha, y el vencedor en
moderno decatlon).
dla es el vencedor en el pentado, que, en efecto, ha vencido a cada uno
3) Sistema de puntos. Ya Moretti (lAG, p. 17 -9) P<"IlS() ('11 la pOM
de sus rivales en tres pruebas". El sistema queda ilustrado por la
bilidad de que la victoria en el pentado se asignara de acuerdo tOlI 111\
siguiente tabla de imaginaria, en la que seis atletas (ABCDEF) aparecen
sistema de puntuación que el erudito italiano no precisa COIl exa( (i 1\ H 1.
clasificados según los puestos obtenidos en los cuatro primeros ejercicios
Ha sido su compatriota Patrucco quien se ha atrevido a prupOlll'1' 1111
(1, ll, m,  VI):
sistema concreto de asignar los puntos: el vencedor en (ada pnl('ha
recibía x puntos (una cifra equivalente quizá al número de participallll's),
el segundo x-I, el tercero x-2 y así sucesivamente, Por otro lado. dI' Sil
exhaustivo estudio de los textos deduce Patrucco que se observall difl'-

W6 ill7
J'I'ItNANI>O  (;AJ(( .IA  J{OMI'.IU)  11'" IlIH ,1)" (11 rM1'1l «,., 

n"H ias irrecollciliables entre lo que nos dicen nuestras fuentes de época 13. NelllJcb, IJlIISbrlH k lImo,  H()_ln;  J. Elle!'l, '/.lIm 1't'l/lillhllIl/ ti,.,.
(Usica y  las notícias de los textos de época imperial, de manera que Afli~e, Ikrlfn IWd; id., "Nolh eilJlI1al I.UIIl Si('~ im Pt'lIIalhloll"; Z/J(.:
sl~i'rt· la atractiva posibilidad de que el sistema para determinar el XIII IlJ7!¡, 2)7-()2; F. l'ellde, (Jeber dcn (lhj~,IN da IIdll'llt'tl,
I!'illld!) flllalm el  pentatlo pudiera haber sufrido en el curso de los siglos Leipzig I HHl);  P. Gardller, "Tlw PentathlulI of t1H' Grl'l'ks",.II1S I I HHO, 
al~ItS modificaciones, siempre con vistas a conseguir una mayor 210-23; H.  A. I-iarris, "The Method 01' DClid~ Vinory ill !lit'
(,quidad y obtener una clasificación que reflejara en la mayor medida Pentathlon", G,tndR XIX IlJ72, ()()-4; D. F. Jackson, "Philos(ralOs alld
eran los atletas más completos. En los siglos VI-IV a.c. the Pentathlon", jHS eXI 1991, 178-81; M. K. Lal~do, "Swril~ !lit'
(  UH  Illye Patrucco- los atletas competían codos contra todos en las Ancient Pentathlan. Final Saludan?", ZPE LXXVIII 11m'),  117·H; H.
(lIalru primeras pruebas; al último y decisorio concurso, la lucha, acce- Merkelbach, uDer Sieg im Pentathlon", ZPE XI 1Y7~, 2(1l­();  S. (j. 
d!'''11 únicamente los dos mejores, de acuerdo con el  sistema de puntua- Miller, "The Pentathlon for Boys at Nemea", CSCA VIII iln,,;,
(il)1I allles descrito, los cuales dirimían directamente entre sí los dos 199-201; 1. Moretti, "Un regolamento radio per la gara del pl'lllarlu".
IIl'roS  puestos en singular combate. En época imperial, en cambio, no RFIC XXXIV 1956, 55-60; M. Piernavieja, "El pematlo tlt' los
hahia eliminación tras la cuarta prueba, sino que todos los atletas no helenos", CAFI 1959, 37-64; 1. Pihkala- E.N. Gardiner, "The Sy!'iIt'1l1
dt'slalillcados completaban los cinco ejercicios, en todos los cuales se esta- ofthe Pentathlon",jRSXLV 1925,132-4; E. Pinder, lJeberdmlilll/j
hIn ¡"alt dasiHcaciones parciales, de las que resultaba la clasificación final, kampf del' Rellenen, Berlín 1867; W. E. Sweet, "A m'w Propos.d 101'
lalllbie;n según el sistema de puntos propuesto, Scoring the Pentathlon", ZPE L 1983, 287-90.
1(11 ddinitiva, las notables divergencias y la escasa precisión de las
11111 ie ias qw: nos han llegado acerca de la manera de asignar la victoria en
el pl'lllatlo hacen difícil decantarse abiertamente por uno u otro de los
sis/('Illas propuestos, cualquiera de los cuales presenta incompatibili-
dade's, al menos aparentes, con algunos de los textos que nos informan
sohre el particular. En nuestra opinión, un sistema de puntuación (sea el
prnpll('sto por Patrucco u otro diferente) es la hipótesis más convincente,
11('S(' a la falta de datos al respecto procedentes de nuestras fuentes anti-

~lIas. No obstante, tampoco puede descartarse la posibilidad de que,


iJl( IlIso wn un sistema de puntos, la consecución de tres triunfos parciales
11Iera suficiente para la obtención de la victoria final, ya que no es tan
Lí( il mino pretende Patrucco negar la credibilidad de los varios pasajes
lile así lo afirman.

BIBLIOGRAFÍA
G.E. Bean, "Victory in the Pentathlon", AJA LX 1956,361-8; F.
Brein, "Die Wertung im Pentathlon", Fom-htmg und Funde. Fest,rchrift

~()H .~()I
I'I'HNANDU (;AI(  lA  I()MEIH)  I ( I~ JI  III ,1 I~ 11II MI'H ( I~

.t6,  LA LUCHA rctnolltar a l;pma mlrlta y se pOllía ell n,lm Ilíll nlll  h{-fOl'S qut' se SirVI('l'UIl
de sus técnicas para rl'alizar SIIS h,r/.al)as, lales millo I krarll's kll SIIS
combates contra t:I  gigame AIlICO, d dios-do Aqlll'lou o d 1ll0llSIrtloso
.H).I. Ejercicio popular y  completo
león de Nemea), su ,dter ego ,ítico Tcsco (que dl'frouí  a (ádtíll  t'Il Sil
La lucha ha sido calificada a menudo, no sin razón, como la más propia palestra) () Peleo en su lucha con la  hcroína Atalallla dllfallll'
popular de las actividades deportivas practicadas por los griegos, El juegos fúnebres en honor de Pelias (figura 2'5); su invemi61l SI' atrihuyt,
hn ho de constituir un ejercicio completísimo, cuya práctica permite desa- igualmente a Hermes o bien a su hija (o enamorada), la divinidad
rrollar por igual las distintas partes del cuerpo y al tiempo fomentar epónima Palestra.
\ ualidadcs anímicas (coraje, capacidad de sufrimiento, amén de inteli- La introducción de la lucha en el programa de los JlIq~os O({lIlpiws
gemia y habilidad; cf. Platón, Leyes 796a), explica sobradamente su data del año 708 a.c. (en la misma Olimpíada en quc se dispul(í pOI' Vt'l
1I01<lbll' prcsencia en la educación física escolar y en el deporte de compe- primera el pentado) y durante el siglo siguiente, concrctallll'llIl' a parlir
I il ilíll  ya lOmo prueba independiente ya como disciplina última, y de la Olimpíada 37 (632 a.c.), tuvieron lugar las primeras lOlIIll(.,¡j-
muchas vcces decisiva, del pentado. ciones reservadas a los jóvenes, en las pruebas del estadio y la IlIdlil. El
Tampoco va descaminado Gardiner cuando afirma que "la lucha es hecho de que la lucha fuera, junto con el estadio, la prinwra diSCiplina ('11
el  Illcís antiguo y más ampliamente extendido de todos los deportes". Así ser disputada en categorías inferiores no es sino un fiel rclll'ju dd ilopo!'
lo (('SI imonia no sólo su difusión, en una u otra modalidad, entre prácti- tante papel que se le asignaba en la educación física escolar, talllO ('11 los
\ ;11 111'1 11 l' todas las culturas conocidas, incluyendo los pueblos primitivos sistemas educativos representados por Esparta y Atenas lOlIlO ('11 los
de 11l1('Slra época, sino más en concreto diferentes relieves y pinturas propuestos por pensadores como Platón y soldados como Epalllillolldas,
1IIII1'aks qlle documentan su práctica a partir del cuarto milenio a.c. en
tan crítico, por otro lado, con respecto al deporte de su ticmpo, lil dl'Sla
d (:('nano Oriente y en Egipto (cf. Weiler 22ss.; Olivová 21ss. y 41ss,; cado lugar que la lucha ocupaba en la educación física queda pall'lIll' ('11
Poliakoff, Combat... , 25ss,). Particularmente significativos son los relieves el empleo de la palabra "palestra" (literalmente "lugar dOlldl' Sl' haha")
para denominar el recinto en el que se desarrollaba el entrcnamielllo dc
dI' la nnnba de Vizier Ptahhotpe en Saqqara y sobre todo las pinturas
niños y jóvenes; los adultos, posteriormente, seguían acudiendo a dla 1011
IIlIlrab dc Beni Hassan, que, con sus 122 parejas de luchadores, mues-
el fin de mantener su buena forma física y al  tiempo cultivar vit'jas ólIIIIS
I r;lll  d asombroso desarrollo que había alcanzado la lucha en el Egipto
tades y hacer otras nuevas, de manera que las palestras ejerdan i~lIa
(('rrcr milenio anterior a nuestra era: es difícil, en efecto, hallar presas
mente la función de "clubs sociales" donde jóvenes y adultos pasa hall
y  movimientos que no aparezcan representados en tales pinturas.
buena parte de su tiempo libre (cf,  Platón, Banquete 217b y ss., dOlld(' 1,1
En lo que a Grecia se refiere, ya se ha señalado la presencia de
joven Alcibíades invita a Sócrates a practicar con él la lucha, ejercicio qm'.
1111111 wticiones de lucha en la Creta minoica (cf.1. l. 2). La primera narra-
obviamente, ofrecía muchas oportunidades para el contacto f(silO, por
\ i<in literaria de un combate (descrito, por cierto, con notable precisión)
ver si de esa manera progresaba en su intento de estrechar sus relalÍolJl's
SI' t'lllucntra en llíada 23.700-739 yen él se enfrentan dos de los más
amorosas con el filósofo). La lucha, por último, formaba parte asímismo
11I1·rtCS guerreros del ejército griego, Ayante Telamonio y Odiseo, los ejercicios que practicaban las mujeres en Esparta y otras duda\ It·.~
Ilinguno de los cuales, pese a emplearse al límite de sus fuerzas, logra del ámbito cultural dorio, e incluso nos han llegado noticias, si bie1l dI'
imponerse sobre su rival, de manera que Aquiles, árbitro de la contienda, credibilidad dudosa, que nos hablan de luchas mixtas entre jóvenes dI'
detcrmina combate nulo. Por otro lado, el origen de la lucha se hacía ambos sexos en la isla de Quíos (sobre todo ello, cf.l.3.3),

\ I () 
.HI 
f  

FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

Para la instrucción en una disciplina como la lucha, que exige un haz una presa. - ... Tú, ataca. -Tú, aparta el pie del c2terlJ() y tl/!,tímtlo /Jllr
alto grado de preparación técnica, los pedotribas griegos aplicaban un debajo con la derecha. - ... Tú, ataca, levanta el brazo izquierdo ,Y (1;III"i,tlo
sistema progresivo de enseñanza, que probablemente poco tenía que de lugar. -Tú, haz una preJa de mentón, - ... Por el otro lado /It'l!.tllt' 1/ .111
envidiar a los métodos modernos. Testimonios literarios y pictóricos tronco y haz una presa de cabeza con la derecha. ­Tú,  rodéttl,·. 'Iií,
permiten reconstruir las siguientes fases: agárralo por debajo con la miJma mano (?). - Tú, haz una /Jre,!'tl Jt'litllimtlo
1)  De Luciano, Anacarsis 24, puede deducirse que un paso previo las piernas. -Tú, agárralo por debajo con la derecha. -'/'Ií, rO/M,tllI 1M'
a la enseñanza de las técnicas propiamente dichas de la lucha consistía en donde te agarra y cógelo por el cOJtado con la izquierda. Ttí, tllJtírlltlo ((111
aprender "a caer al suelo con seguridad", precaución indispensable para la izquierda. -Tú, haz la presa desplazándolo. date Itll'fldlll,TIÍ.
evitar lesiones. haz la presa p,)r los dos lados. -Tú, mueve el pie", etc. (la traJunitÍl1 ('Sloí
2) A  continuación el entrenador ensañaba las figuras, movimientos basada en el texto dispuesto por Cazzaniga),
y presas, que cada alumno practicaba por separado, escalonándose de De la extraordinaria difusión que la práctica de la lucha alcallZlI ('11
acuerdo con su grado de dificultad y dureza. la antigua Grecia entre individuos de todas las edades, es prm'ha slIli
3) En la fase siguiente, es posible que se continuara el aprendizaje ciente su constante aparición en las escenas deportivas repn'sl'luadas ('11
de figuras y llaves, pero romando los alumnos un primer contacto con la las pinturas vasculares, así como el frecuente empleo de
lucha cuerpo a cuerpo; en los vasos pintados, en efecto, hay representadas tomadas de esta disciplina atlética en las obras literarias, sohn' IOdo ('11
escenas en las que uno de los luchadores adopta una actitud completa- poesía y muy particularmente en la comedia, Al mismísimo PWlóÍ}o\oms 
mente pasiva, en tanto que su rival ensaya la aplicación de una presa. atribuye Diógenes Laercio (9.55) la composición de UIl tratado S"lm' 1"
4) La iniciación en combates serios empezaba probablemente con el lucha, perdido para nosotros. El hecho que, entre los tk-portl'S pl'sadlls
enfrentamiento entre dos muchachos de semejante nivel técnico, baío la (siempre espectaculares y atractivos para el público, en bUl'na Im'did" il 
atenta dirección del entrenador. causa de su propia dureza) la lucha fuera la disciplina al til'lIIl'0 1l1,Í\
5) Una quinta fase de perfeccionamiento consistía, según Patrucco completa y menos peligrosa explica sobradamente su presl'lIda hahilllal
(p..)()3ss.), en el combate con un luchador más experto, que aconsejaba en las escuelas y en la ejercitación posterior de los adultos, (:1l1l0U'IIIIlS,
de manera práctica sobre la correcta realización de los movimientos y no obstante, los nombres de algunos luchadores muertos ('11  l'Ill'illlSllll'SII
aumentaba progresivamente la dificultad de los ejercicios. de la competición o de resultas de ella (cf.I,3,2.4), así COIIIO los 11lt'llldos
En un papiro del siglo II de nuestra era (Pap.Oxy. 3.466) se nos ha I  "novedosos", poco ortodoxos y nada deportivos, dc tlUl' St' va lil'roll 

wnservado un fragmento de un manual de enseñanza de las técnicas ciertos atletas, al parecer con no excesiva preparacióll tú lIit a, l'al'iI
~
la lucha. Aunque el significado concreto de diversos términos es pura- derrotar a sus adversarios, como es el caso del siciliano dl' Ml'sillil  1.('1111 
mente conjetural (se trata en general de palabras frecuentes, pero de tisco, quien logró la victoria rompiendo los dedos dc su rival (PallStllllilS
interpretación insegura en el argot deportivo; cf. Poliakoff, Studies ... 6.4.2),
1(, l ss.) el  pasaje refleja sin duda la fase cuarta del entrenamiento, en la
que el  entrenador va danoo óroenes alternativamente a dos muchachos,
3.6.2. Los combates
indÍl,:ando a uno oe ellos cómo debe realizar determinados movimientos
dt, ataque y al otro cómo debe replicar: "Tú,  agárralo por debajo con la La ludHI, al igual que el hoxl'o y el  pancracio (auIHlut· qui....t  l'lI
derechú, -,/,,;, agáchate, -Tú, ala/'a. -'1'11, Jltéllale y dale la vuelta. -Tú, menor medida. ya que la agilidad jugaha también un pl¡pd impowlIud.

H2 \ I \ 
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

termlOó por convertirse en feudo casi exclusivo de los atletas pesados, tiendo que el merpo se apoye, de la misma manera que rlO eJ red,1 1" /!dI'It'
dado que el  deporte griego desconocía la división de los participantes baja de las columnas que sirve de asiento".
según su peso corporal y sólo eran distribuídos, de acuerdo con su edad, Como es sobradamente conocido (cf. al respecto 1.. LLn,  los
en las categorías de "adultos" y "niños", a las que se añadía otra inter- luchadores, como los demás atletas, antes de iniciar el combate y lambi,;"
media en algunos juegos, la de los "jóvenes". El hecho de que los atletas sus entrenamientos ungían cuidadosamente su cuerpo mn aceite, sohre d
con más quilos gozaran de indudable ventaja provocó el desarrollo de que aplicaban a continuación una fina capa de arena a fin dI' \jUL'  la pid
dictas alimenticias basadas primordialmente en la ingestión de grandes no estuviera en exceso resbaladiza y ello no fuera un obst,lnt!o para
tamidades de carne, con las cuales los entrenadores pretendían aumentar realizar de manera adecuada las presas, El entrenamiento ten{a lu~ar 1'11 

la corpulencia y musculatura de sus pupilos. El resultado natural fue la palestra y las competiciones de lucha en la parte dd estadio dl'lltlllli
que, como muestran las artes plásticas, la lucha pudo terminar por nada skámna (literalmente "lugar en el que se ha cavado''), dOllde i~ual
convertirse en un combate entre colosos (a menudo han sido comparados mente se llevaban a cabo los combates de boxeo y pancracio, Dado IJIII'
con los atletas japoneses de sumo), cuyo voraz apetito se hizo proverbial la misma palabra, skámma, designa también el foso de caída de los salta
(el'.  Aristófanes, Paz 33-37, así como varias anécdotas referentes a Milón dores, Harris (GAA 104)  ha supuesto que se trata de dos lu~an's
de Crotona; véase 1.3.2.3), en evidente contraste con la pormenorizada rentes, ya que "un foso de salto debe ser blando para evitar lesiones l'II  1"
I  bnipción que nos proporciona Filóstrato (Sobre la gimnasia 35) del
caída de los atletas, mientras que boxeo y lucha exigen una hasl' IIf11U''';
no es preciso, sin embargo, recurrir a tal explicaó6n, pUl'S hasla \011
ludlador ideal: "El luchador teóricamente peifecto debe ser más alto de lo
admitir que la arena del skámma era simplemente ablandada al1ll'S
ql/e exiKiría la estricta proporción, pero de estructura física proporcionada,
que se iniciara la competición de salto con los picos que tan a 1I1l'lIlldo
(O" 1m cuello que no sea largo ni tampoco incrustado en los hombros... Un
aparecen representados en las pinturas cet<Ímicas.
ImlZo bien marcado es bueno para la lucha. ,. y el mejor pecho es prominente
En las competiciones deportivas, el emparejamil'lIto de los pal'! il I 
y Jolm:saliente ... , pero es también bello el pecho moderadamente sobresa-
pantes en la prueba de la lucha (y asímisl110 de qUil'fI{'S displlfólh'lIl
lim/e ... El vientre debe estar metido hacia el abdomen ... y no apoyarse en
boxeo y pancracio) se realizaba mediante sortt'O <:Il  cada una dI' la, l'lillli
I/Iltl inKle delgada, sino robusta... Espaldas bellas son las rectas, pero más
natorias, quedando exentos en cada caso los colllpl'tidon's sohnlt'~
dl/C:/has Jon las ligeramente curvadas, porque son más apropiadas para la
(éphedroi) , tal como describe con pormenor Luliallo ( III'I'II/(í/III/II
/IOJtllra de la lucha, que es curvada e inclinada hacia delante ... Las 39-40):" Una urna de plata wnsa¡;rada al dioJ JI'  n!/o¡'d del,m//' dI' lot
(IIdere/J. ya que son el eje en torno al cual giran los miembros superiores e atletas. Se echan dentro ¡;lIijarros pequeñoJ, del trlffldrl0 dc ¡",IItIJ, 1 1111 11'1,." 1 
iIIji: ri ores, es precho que sean ágiles, flexibles y de fácil giro... La parte que imcritas. En dos de ellos se inscribe la letra alfa, en do.!' 1" IJi"", 1'11 1111'01 dm
(d{' dcha;o de la cadera no debe ser ni demasiado delgada ni tampoco desa-
la ¡;amma y así sucesivamente ... Cada litio de /OJ tltle/t/J Jt' dtNld {'!I'MIII",
n'(dltUlr/ en exceJo ... , sino que debe sobresalir marcadamente y de manera eletla una plegaria a Zells, mete la mano etI la IIrrh/ JI  .1,,((/ 1111 ,l!,lIij.II'/'fI, l'
,1I/eClltld" para un luchador. Los costados que son flexibles ... hacen atletas después de él lo hace otro (luchando entre sí los que hayall Silli,dll 1111
iI/lloJ Jhlrtl atacar y defenderse en la lucha ... Las nalgas estrechas son guijarro con la misma letra} ... Si el ""mero de /ldrlici/itlll/l'J t'J ¡"'!'d,., .. I/' 
débi/o JI  Ifu ",á.r (/fIcha.r lentas, mientra.r que las que permiten moverse con inscribe en /In ¡¡tLÍco J(uijarro l/na letra ... 'lile no tiene d"pIÍl"do, v el 11"1'
itáliddd .Ion ddemadaJ para todo. Unos muslos sólidos y sobresalientes la cOKe paJa a la JÍ¡';llÍlmle eli",indtori'l, ",f.!,lIdrd,mdo /.Ji/JI" (lile' 111.1 dt'll/,i.1
rt:J/dltlr/ (/Irl l'ez herlllOJoJ y fl/erte,!' y todo lo Joportan bien... Las piernas no hayan ((1If1/lelido, Y eJ IIl1a ¡.;ratl JI/er/e !"ml IOJ IItlt'/t/J d /.Jl'dlll dI' (olIIpt'lIt'
tlt,hf1l .ruhír r¡,c/(/J tle.rtle lo.! /obillo.!, JÍno t'IIrt1ada.! hacia <ldentro, permi- /III:¡';O freJ((}J (or¡ ritJ#kr (tU/JiU/O/'.

\ 1,1 \1"1 
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

Los combates se desarrollaban sin solución de continuidad, sin levantó en medio del público y gritó: 'no han sido tres caídas, .rUlO lUid;
siones por asaltos, hasta que uno de los atletas conseguía infringir a su ¡'que alguien me tire otras dos veces! 1".
adversario tres derribos válidos (cf. Platón, Fedro 256b, Eutidemo 277d, La mayor difiLl.lltad consiste, entonces, en determinar si la au.:i<'íll dl'
l?eJlública 583b; Séneca, Sobre los beneficios 5 y especialmente Filós- apoyar en tierra una rodilla era considerada como caída v¡ílida. UIl 
trato, Sobre la gimnasia 11), a no ser que la pelea acabara antes de epigrama, tambien dedicado a MilÓn de Crotona, que se ha atribuído al
tiempo porque uno de los contrincantes levantara el dedo índice en sefial poeta Simónides (fr.25 Page: "Ésta es la hermosa estatua del herlfloJo
dt, abandono, o simplemente no llegara siquiera a celebrarse el combate Mífón, que venció siete veces en Pisa sin haber caído de rodillas") habla l"lI 
si alguno de los luchadores tenía algún motivo para no presentarse (como favor de esta hipótesis, y lo mismo cabe decir de varios textos en los qm'
pudiera ser, y así sucedía con cierta frecuencia, el hecho que el sorteo se emplean metáforas deportivas tomadas del ámbito de la ludlil
le hubiera jugado una mala pasada asignándole como adversario a un (Esquilo. Agamenón 63-64, y quizá también Esquilo, Persaj' 929-50, y
MíltÍn de Crotona u otro inaccesible rival, ante el cual la prudencia acon- Salón, fr.4a.2-3 West). No obstante, entre las frecuentes escenas dt'
una redrada a tiempo; se decía entonces que un luchador había lucha que aparecen representadas en los vasos, algunas de ellas m Ul'SIn 11 I
tOllseguído la victoria akonitf, "sin tocar el polvo"). Después de cada a atletas que derriban o intentan derribar al adversario metliantl' llaves
se permitía al atleta derribado recuperar la verticalidad y continuar que realizan apoyando en tierra una rodilla. Por eso algunos aUlOn's
el lOmbate, que no proseguía, por tanto, en el suelo, como algunos estu- (como es el caso de Gardiner, aun reconociendo sus serias dudas al
diosos han supuesto (cf., por ejemplo, Diem 154), malinterpretando la respecto) sostienen que el hecho de tocar el suelo con las rodillas 110
distillcilín que nuestras fuentes antiguas hacen entre orthe pále ("lucha en podría haberse considerado como una caída. Hay, sin embar,!-\o. 1111
")  y tllíndesis o kflisis (literalmente "revolcón"). Actualmente se consi- camino para compaginar las informaciones, aparentemente CllI1lradirto"'
(Ina  fuera de toda duda que únicamente el primer término designa la rias, de nuestros testimonios literarios y artísticos, y es la solu(Íán al
deportiva griega, en tanto que los otros dos vocablos hacen tida generalmente por quienes han dedicado úlrimamelllv al,!-\IlIIas
H'lllia a una fase del pancracio, en el que, efectivamente, el combate páginas al estudio del problema (Rudolph, Patrucco, Wt'ilef, l'lt ,; (1
wlltilluaba por los suelos (cf.3.8.2). también Finley-Pleket 38): de manera similar a lo tIlIt' (KIIIT\' ('11 la 
(Jué  condiciones debía reunir una caída para ser considerada válida moderna lucha grecorromana los reglamentos en el  plano tl'<ÍrilO y l"lI  la
l'S lllt'stilín que plantea alguna dificultad. Diversos testimonios literarios práctica el critero de los jueces de la prueba distinguirían IW\lIdo lllla
perllliten asegurar, sin ningún género de dudas, que, al igual que en la caída era provocada y Ll.lándo el luchador tocaba el sudo para realizar
lucha moderna, e tenían en cuenta caídas en las que el atleta derribado una llave con mayor eficacia. En consecuencia, la caída tlt' rodillas sl'l'1a
loulha el suelo con sus hombros o su espalda (Aristófanes, Caba!!eros también tenida en cuenta para el triunfo final si uno tll' los al k-ws ('ra
.., 71-); Esquilo, Suplicantes 90-91; Antología Palatina 9.588, 16.25, obligado a ello por su adversario (Políakoff, Combat ... , sllj.(il·l't' qm' las
l'h). Un epigrama de la Antología Palatina (11.316) parece indicar que expresiones empleadas en los textos citados se explican Silllpkllll'llll'
lalllhi{oll (omahan para la victoria las caídas sobre el costado: "Una vez porque aunque caer ue rodillas no significaba la dt'rrola para IlII 
MiMIt lite el ,írúco luchador que se presenttJ a unos juegos sagrados, y al luchador, lo colocaba a menudo en preUlria situacÍlín, dt, 1lIHIIl'I'í\ (11Il' 1111
¡JImio elj/l(:z del certamert lo llamó /lard ('()rIJnarIIJ. Pero, cuando se acercaba es de extrañar tiLle Gler de rodillas se conviniese l'll ulla IIIl'l¡tI(IríI para
ti él, (Milón) re.rhaló .Y  cúyó .rohre 1m ((}Jltldo, T,OJ e,rpectadoreJ c1amar()n que significar "estar en situadlÍn dt'svl.'lltajosa").
!lO mrotltlrtl ti l/IÚt'" húb/tl rtlldll JÍt:rtdll d ,í"ico partiá¡¡cltlle, Pero Mitón Je Son muy IIlIllll'rosoS los textos litt'rarios y las rt'pSI!¡liom~ arl (!i­

\Ir. H! 
l'I'.HNANIlU IIAIU.lA  I(()MI',HU  H 1:­'  IIIH ,11:­'  o11M1'11  11:­' 

sobre las presas a las que un luchador podía recu- Odiseo  (//Idd" .!.).7 .!.(J) ,  IlwlI(iollall  l'Il'lllplt'O  de  las  piernas  para  IIiIU'!' 
I'nl'  pill'a  aunquc  también  en  este  aspecto  queden  mer  al  rival  (eL,  por  ejemplo,  LlIdallo,  A"t/ulrú.r 1;  "lallÍn,  Uf/lldetllo
101  dilucidados.  Las  pinturas  27Hb;  Polux,  J,l'. hY/IOJkd/zein). Algunas  pinturas  vaslulares  pan'u'll 
va,'\(  ratificar  que  la  típica  zancadilla  era  recurso  pertnirido l'1I  la  IUlha  ~I'iq,a.
IIOS  11;111  a ((¡IIOCer  numerosos términos  téCnICOS  pero  no  hay,  en  cambio,  representaciones  tll'  presas  dí.'duadas  1011  los 
IIItCl'prl'I'1l iÚII  (véanse  al  respecto  los  pormenorizados  estudios  brazos sobre las  piernas del  adversario,  10  cual quierl' dl'lir  biell  qut'  110  SI' 
Hlldolph.  JiHhner,  Patrucco  o  Poliakoff;  cL  asimismo  Gardiner,  AAW legales,  al  contrario  que  en  el  pancracio,  las  Ilaws  ('h'l 
IHlss"  y  Ilarris,  GAA 207,  n,59).  Tales  testimonios  permiten  deducir  en  la  parte  inferior  del  cuerpo  (así,  Patrucco  llJhs.),  hi(,I1,  IIIiIs 
'111t'  la  antigua  lucha  griega  era  más  permisiva  que  la  moderna  lucha  probablemente,  que  tales  presas  eran  menos  empleadas  por  s('r  11It'IIOS 
~r(' IITOllléllla  (en  la que solamente se consienten presas  en  la  parte supe- efectivas  para derribar al  adversario en  la  posición  requerida  mudolph,  y 
cuerpo),  No  obstante,  resulta  probablemente  exagerada  la  afir- también  Gardiner,  GAS 380­1  y  AA W 183,  aunque  toll 
Finley­Pleket  (p.39)  de  que  "presumiblemente  estaba  Digamos,  por  último,  que  algunos  textos  pudieran  illdil ar  la  I'xis 
Pl'OllIl)ldo  morder  y  sacar  los  ojos,  pero  no  mucho  más",  pues  tampoco  tenda de modalidades  locales  de  la  lucha  o  bien  de espl'l"ÍalizadólI  de  10:­' 
permitirsc  golpes  fuertes,  estrangulamientos  (cf.,  no  obstante,   atletas  de una escue!a  determinada en ciertos  tipos  de  lIav(·s.  Ast,  d  ad;l' 
Pllliako!1',  Gmlhtlt .. , 2H),  torsión  de  articulaciones  y  otras  violencias  por   tivo  hedrostróphoi ("volteadores  de  posaderas",  aunqul'  I¡¡¡y  quicn  inll' 
d  l'~1 jlo,  peSl'  a  l]UC  el  ya  comentado  caso  de  Leontisco   e!  término  en  el  sentido  "de  ágiles  posaderas")  mil  (,1  qllc  son 
dlld¡IS  al  rt's¡X'rto  (su  carácter  excepcional  lleva  a  pensar,  sin  embargo,   boxeadores  en  Teócrito  24.  I I 1 <Juil'.i  quil'!':!  SIIJ.tI' 
qlll'  st!  peculiar  método para obtener la  victoria fuera  declarado de ínme-  tir  que  ésa  era  su  presa  favorita.  En 
dialll  ilegal;  lf.  Poliakoff,  ibidem) ,   tesalia"  (Eustacio  1 
Las  lIll'jor  dOCLlmentadas,  y  seguramente  más  empicadas,  son  las  de  término  deportivo  de  esta  especialidad  atlética  por 
qlle  !t'nÚtn  por  objeto  la  superior  del  cuerpo,  y  no  en  vano  Variadas 1l.1)  designan  probablemente  modalidadl's  hales  1)\1('  110 
.IS·~l'a I'lallín  U,eyeJ 7Wía)  que  la  lucha  contribuye  "al desarrollo de tuvieron  entrada en  los  grandes  eventos deportivos  y  no  variat ¡tI!H'S  (·...11 
.  La  postura  adoptada  por  los  luchadores  para  lísticas  propias  de  luchadores  de  una  determinada  ciudad,  1OIlIO  1 
IIlil  ¡.tl'  d  wmhatc,  a  menudo  plasmada por  los  pintores  y  escultores,  se  Diem  (p. 155). 
,1'iI'lll('ja  l'1I0rlllCmente  a  la  de  sus  modernos:  con  los  firme-
111('1111'  plantados  en  el  suelo,  una  pierna  retrasada  y  las  rodillas 

IlIt'lllt'  dohladas,  los  luchadores arquean sus  espaldas hasta incluso chocar  BIBLIOGRAFÍA 


("ll('la  (011  cabeza,  mientras  mueven  nerviosamente  las  manos  en  busca 
(J¡,  );,  prl'sa  que  les  haga cobrar ventaja desde  el  comienzo  (figura  60).  A  M.  Bulard,  . REA XXVI  1924,  IIH­.' 1");  I  
( 11111  IlIlIacjlín,  cada atleta  imenta derribar a  su adversario  volteándolo por  Cazzaniga.  "Osservazioní  ¡ntomo aí  P.Oxy, 466 e  
t'l\(  ¡lila  dd  hombro  tras  asirlo  por  un  brazo  (figura  64),  agarrándolo  1,  26,  1:  frammenro  di  manuale  di  lotta  del  JI  sec.  d.C.",  
f lII'IWIlll'IH1'  por  la  cintura  mientras lo  levanta en vilo (figuras  61  y 62) o  XLiI  1964,  373­80;  R,  Desmed,  "Une  le~on de  gymnastilJlIt'  au  
(trakhelismós, figura  63).  Otros  siecle  de  notre  ere",  Prométhée XXVI  1956,  914­5;  E.N,  Gardillt'l'.  
tl'xtos,  ya  dl'sdl'  la  dcSCnpm)ll  homcnca  de  la  lucha  entre  Ayante  y  "Wrestling  1  and  JI",  JHS XXV  1905,  14­31  Y 263­93;  J.  Jorhllt'r.  

IIH  .~ 11) 
1'l'.Il NANIIO (;AIlUA I(OM I'.I()  1,( I~ I\-(,~ I.M'~

"Akóniton-akonití", Glotta XXIX 1941, 73-7; R. Katzoff, "Where Did .~7 EL BOXEO
the Greeks of the Roman Period Practice Wrestling," AJA XC 1986,
3.7.1. Orígenes y características generales
437-40; M. Piernavieja, "La lucha en la Antigüedad", Deporte 2000 V,
Marzo 1973; M. Poliakoff, Studies in the Terminology 01 the Greek La popularidad del boxeo como espect,kulo deportivo qlleda hll'ra
Combat Sports, Konigstein 1982 (cf. P.A. Bernardini, QUCC XLIV de toda duda con sólo atender al entusiasmo quc, l'Il  las dl'sl ri PI iollt's
1983, 173-84); id., Combat Sports in the Ancient World, Yale 1987; W. literarias de combates pugiHsticos, muestra un público !lIya l'lllO( kili 
Rudolph, Olympischer Kampfsport in der Antike, Berlín 1965; id., "Die estalla particularmente en el momento en el que uno dc los dos 111111('11-
Schwerathletik in den antiken olympischen Spielen und die Zuordnung dientes cae derribado bajo los puños de su rival. No obstallte, dado d
künstlerischer Denkmaler zu den einzelnen Disziplinen", en Neue carácter más violento de esta disciplina, la importancia de su papd l'n la
Beitraxe zur GeJchichte der alten Welt, Berlín 1964, I 265-73. educación física de las escuelas y en la ejercitación postcrior dl' los
hombres en palestras y gimnasios no es en modo alguno wlllparahll' lIIn
la función que se asignaba a la lucha, aunque tanto en Esparta tolllo l'n
Atenas el pugilato posiblemente tenía cabida en el entrenamiellto ffsilO
de los jóvenes (cf.1.3.1, y también l.3.3 sobre su ausencia dd dt'f)(ll'll'
femenino) y desde 616 a.c. se disputaba en Olimpia una COlllpctitilín de
boxeo infantil (véanse, por ejemplo, las Olímpica.r 10 Y I I de P{ndaro,
dedicadas al púgil infantil Hagesidamo de Locros).
Dentro del ámbito cultural griego, el boxeo es disciplina deportiva
conocida ya desde nuestros primeros documentos literarios y arlÍslillls.
Como pudimos comprobar en su momento, su práctica, tanto l'llIn'
adultos como entre niños, se encuentra notablemente bien atestiguada l'lI
el arte minoico, que refleja, por lo demás, un alto nivel técnico y lIn
cuidadoso entrenamiento por parte de los púgiles. Es difícil, sin clllbargo,
determinar la exacta relación existente entre el boxeo cretense y el qlle SI'
practicaba en la Grecia del primer milenio a.c., documentado ya 1'"
vasos de estilo geométrico.
En la esfera del mito (otro indicio de la antigüedad que sc atribllt'a
a este deporte), la invención del pugilato se adjudica, como suell' Sl'r
habitual, a diferentes dioses y héroes, ya sea a Apolo (la divinidad (llIl'
concede la victoria en el boxeo en [líada 23.660 y que recibe el sobre-
nombre' de pjktes, "boxeador", en Plutarco, Problemas de banquete n!\l),
ya a Heracles, al héroe ático Teseo o al lacedemonio Polideun:s (d.
figura 22), cuyo combate con Ámico, el gigantesco rey de los bébrices,
durante la expedición de los Argonautas a la Cólquide es relatado con

320 ~2 I
FERNANDO GARCíA ROMERO LOS JUHi()S OI.lMI'IU)S 

todo lujo de detalles por Teócrito 22 (cf. Apolonio de Rodas 2.1ss.). Sobre el progresivo desarrollo de los métodos de ('IHrmalllil'1l1O ('11
Precisamente a los espartanos asigna Filóstraro (Sobre la gimnasia 8-9) el lo que a la preparación física se refiere ya se ha hablado ell 1, L'. ~,
dcsarrollo del boxeo, como preparación para la guerra (porque no aludiremos a continuación únicamente a los ejercicios desl Íllllllos  d(' 
usaban, se nos dice, casco, sino solamente escudo, de manera que impul- manera específica a mejorar la formación técnica dt' los plí~ies, Tn's
saron el boxeo para evitar recibir golpes en el rostro), si bien, como métodos, ya comentados por Platón (LeyeJ 830a-e) y t'x!taordillaría
veremos más adelante, ellos no tomaban parte en esta disciplina en las mente similares a los empleados en el deporte moderno, (oIlOll'II10S por
n lIn peticiones agonísticas. nuestras fuentes antiguas: el punch-ball, la "lucha con la sOlllbra" y (,1
Si la narración de Teócrito es quizá la más precisa descripción de un enfrentamiento con Jparrings. El uso de sacos rellenos U~lÍry¡();, ya lll('ra
~ ombate pugilístico que nos ha legado la literatura greco-latina, en dos de harina, arena o higos secos, se encuentra ampliamentl' dOOlllll'lIlado
pasajes homéricos (lliada 23,65355, y Odisea 18,66ss.) encontramos ya por testimonios literarios y artísticos (figura 70; d. 1.l2 ,) sohn' Ins
el  rdato pormenorizado y lleno de viveza de sendas peleas. En el primero textos que nos hablan de éste y otros sistemas de elllremllllielllo); ((Jlllnt
\ Il'  dios Epeo y Euríalo se disputan los premios que Aquiles ofrece para ellos los púgiles ensayaban sus golpes e incluso se daball de lahet',aws UlII 
humar la memoria de Panado en un combate gobernado por reglas vistas a fortalecer esa parte del cuerpo, la milS castigada por los pllnos dI'
('slriltas entre dos experimentados púgiles. Como contraste, el  segundo los adversarios. Como antecedente de nuestro efltrellall1il'III0 ,11111' el 
«'XlO  describe una improvisada pelea entre el mendigo Iro y el  falso espejo, también practicaban los boxeadores grie~()s la ,dÚdllldU¡f" o
pordiosero Odisea, la cual, pese a su carácter imprevisto y poco orto- "lucha con la sombra" como medio de perfeccionar l'lestilo y 1011 dIo la 
doxo, presenta muchos aspectos comparables con el combate narrado en eficacia de los golpes. Por último, no faltaba talllpom el l'lIfrl'lIfal1¡j('1l1ll
la lIíddi/: la viveza y pormenor del relato, la excitada participación con adversarios directos que hacían de .IjJarringr y eral! lOlIocidos pOPll
plíhlim,  el  K.O. que pone fin a ambos combates y, por último, las fanfa- larmente como "estatuas" (andriánteJ); durante esos u)llIhall's dv ('llIn'
rronerías y amenazas de los momentos previos a la pelea como medio de namiento los púgiles portaban protecciones especiales ell la (al1('za, (011111
inlilllidar al adversario, práctica bien conocida en el  boxeo moderno más adelante comentaremos.
(para m¡lS detalles, cf.1,2; la conducta jactanciosa de los atletas es critj-
lada el! el ya comentado fr.282 de Eurípides).
l ¡na disciplina como el boxeo requiere un cuidadoso entrenamiento 3.7.2. Los combates. Evolución del boxeo ~rico.

itsiw  y una preparación sumamente rigurosa en el aspecto témíco. Tanto la Técnicas permitidas y  prohibidas
opl ilila puesta él punto física, la dieta y el régimen de vida al que debían El emparejamiento de los boxeadores illsniws l'II  ulla (OIIIP('I;( ;011
SOIl~'tr los púgiles como la preparación técnica eran supervisados por los se realizaba mediante el  mismo pron'dilllielllo l'lllplvado para la hll 11.1
('II!ITlladores, que además dirigían a sus pupilos durante el combate aconse- (d',  j.6.2), y, al igual quc en la lucha, los (()lIlhaleS Sl' desarrollahall dI'
I.illdob la t¡[ctica más provedlOsa en cada momento (cf. Filósrrato, Sobre la forma mntinuada, sin límite de tiempo y sin divisiolll's por asaltos y solo
g;lIlIIa.l;" 2R). El papel del entrenador es, pues, de una importancia extraor- 111ol11l'ndneaml'nte illtl'rrulllpidos cuando 11110 de los plí~iks (ala .l('ni 
dinaria para d éxito de un boxC"ador, de manera que no extrañan los elogios hado o amllos se tolllaball 1111 fl'spiro para r('(llhrar d alíl'llIlI, 1'1'1'0 sin
qUl' se les dedican en los epinicios (Píndaro, Olímpica.r 10. 16ss.); los entrena- abandollar sus posiciolles (Apolollio de Rodas 2,H'íss,),
dortos sólo son alabados en odas dedímd¡L'i a atletm¡, siempre niños o jóvenes, Si dl'jamos aparte la posihilidad, ya lIllm'lItada a prolt)~¡IO tlt' lu
Vl'1lt't'dort's en hoxl'O, lucha y pancracio, IlIcha. tll'  que UII  allt,ta superara IIlIa dilllillílloria sil! 1OlIIhatir, hirll

\),.1 Lq 
H I~ 11111 ,1 I~ I 11 I MI'1f e I!',
l,mNANI){) I;Altl.IA  1(()MlmO 

porqlll' así lo determinara el sorteo declarándolo exento, bien por ) (d. PalrwUl 2(¡lss.) que de 1111 P"I'  d(' illStl'iptilllll'S de los si¡.tlos 11  y
!"l'IIlJlKia de su adversario (sobre todo si se trataba de legendarios púgiles 111  p.e:. pm'de dl'dllt irSl' qlle d jUl'Z dl' la pelea pod!u dl'( idil' (1)1 11 hilll ,
millO Te(ígenes de Tasos, que obruvo la victoria "sin tocar el polvo" en
declarando veIK n lorl'S a los dos plÍ¡.ti Il's. l'lI 1 aso de IlIillI íl icsta
los .Juegos Píticos), de dos maneras podía finalizar un combate de boxeo igualdad (lo lllislllo rabía que sUlt'tliera l'11 la 1m ha, a juz¡.tar por la 11('lt,,,
('11 los juegos de la antigua Grecia: cuando uno de los púgiles era
entre Ayante y Odisco t'Il los juegos ell honor de Patrullo). No hilY, sin
!loqueado () abandonaba ante la evidente superioridad del rivaL embargo, testimonio alguno que nos sugiera la l'Xistl'IKia dl' 1111 SiSl\'IIIi1
Las pinturas vasculares y los testimonios literarios describen con de puntuación para asignar el triunfo, sell1ejante all'lllpkado l'Il  el  hOKm
(il'na frecuencia el  final de un combate por K.O., como el que, en los actual.
fUllera les en honor de Pacroclo, disputan Epeo y Euríalo: "atacó el divino Es cuestión discutida si en el  boxeo de la antigua Gr('lÍa ddll' ¡ti 
ti/leo y golpeó la mejilla de su ri1/al, que ya no /Jermaneúó en pie más tirse la existencia de espacios acotados para combadr sill1ilan's a IIlwSlros
porque desfallecieron sus brillanteJ miembroJ... aJí golfJeado cayó, y cuadriláteros, Tradicionalmente se ha sostenido (y ello ha trafdo \lllIsi¡.to
el fI(/.~tJánimo Epeo lo cogió con laJ manos y lo levantó, Rodearon a Eurlalo implicaciones importantes para la historia de la evolulÍ(íll d('1
lit.! (Off/pañeros y se lo llevaron a través del lugar del combate arrastrando
griego, como enseguida comprobaremos) que nada selllcjalHl' il 1111 1'11',1;
, e.rcupiendo eJpesa sangre e indinando la cabeza hacia un lado" delimitaba la capacidad de maniobra de los púgiles (eL ('ardillel'. (,'1\.\
(//ídc!,¡ 23.690ss.; cf. Odisea 18.66ss., Apolonio de Rodas 2.90ss" 415, AAW 201; Jüthner, arto "Pygme" en RE, col. 1557; Filll('y PII'''I'c 
()piallo, Cinegético 4.200ss.), Igualmente bien documentado por ambos 37); sin embargo, trabajos recientes han mostrado, a lIuestro l'II('llIkl',
I i pos de fuentes, literarias y pictóricas, se encuentra el final de un
que los combates tenían lugar en un área delimitada en torno a la ( ual SI'
t ol1lhate por abandono de uno de los púgiles (apagoreúún), para 10 cual disponían los espectadores Patrucco 248-<;; Poliakof/, .. Mdall
d atleta derrotado alzaba la mano (normalmente con el dedo índice komas ... "). Ya en llíada 23.685 se emplea el término ",~(ÍfI para d(·si¡.tIl;11
I('vantado); así acaba la pelea mítica entre Polideuces y Ámico que el lugar en el que se desarrollaba el combate, y recientes ('XtilVat iOlll's ('11
tbnibe Teócrito (22.123ss.): "y al mismo tiempo (Polideuces) golpeó (a Nemea parecen sugerir que los boxeadores luchaban sobre ulla ('SP('(  i(' dI' 
con su pesada mano bajo su JÍen izquierda y dejó caer el peso del plataforma (Poliakoff, "Melankomas ... " 514). Pero hay míll  I litis: s('IHlps 
bombro, Brotó negra sangre rápidamente de la sien abierta, y le golpeó la vasos datables en fecha tan temprana como el siglo VI a.C:. IIHII'Sll'illl
hlJca con la izquierda y los dientes, apretados, crujieron; con gol/les más y gráficamente la existencia de barreras que impedían a los plÍgill's adllPI'1I
lIIe;.r lJe!oces le fue hiriendo el rostro hasta desgarrarle las mejillas, Y todo él tácticas en exceso defensivas. De los testimonios de antiguos lex j( Ii¡.tra Ios
f/lII:dó tumbado en el .ruelo con el sentido extraviado y levantó a la vez y comentaristas (Hesiquio, Etymologicum Magnum, BustalÍo) ha dedil
manos renunciando a la lucha, porque estaba cerca de la muerte", A  cid o Poliakoff que esa barrera recibía el  nombre de klímax (pl'OpÍ<U1H'111(' 
la posibilidad de que un combate acabara con el abandono de uno de "escalera", probablemente por tratarse de un escalera tumbada o 011'11' 
contendientes se debe precisamente la prohibición de participar en las facto similar), de manera que no debe entenderse este ténnillo ('11  1'1
pruebas de boxeo que pesaba sobre los ciudadanos de Esparta, educados sentido en que lo interpretó Krause (p.521-2) a partir de lIll  "'xIII  de
desde niños en la idea de que debían resistir incluso hasta la muerte y no Pausanias (8.40.3) en el que se cuenta que los púgiles Creugas y Dalllo
ceder ante adversidades ningún tipo. En ese sentido debe entenderse xeno acordaron resolver la pelea mediante un intercambio de golpl's; d
probablemente la afirmación de Plutarco de que Limrgo prohibió el  klímax, entendiendo la palabra en el sentido de "momento culmillílll1('"
pugilato en Esparta (Licurgo 19.9; cf. 1.3.1.1). Por último, se ha seña- sería, de acuerdo con tal interpretación, un asalto final que podía dent.'liu'

\2,
I'I:RNAN()() (;ARc:lA  IU)MEIU) 
I i  1" /111t ,1 ¡" i  flIMI'11 i  '" 

d .irhim) de un cmnbate igualado y durante el cual los dos adversarios se lOlllríbuyl'nlll de nliUll'nl  illlportatlll' a la oha'II1 i{lu  dI' la villoría, al
]..:ollwarlall sin moverse del lugar (cf.Diem 159). igual qm' ('JI l'I  colllhall' !jUl' dl'snilw Te(), rito ('!lln'  d Imis liJ.(l"w y It¡\hil
La i<lm tradicional de que en el boxeo griego no había nada seme- Polidcuces y el IWtS l1l'sado y i'lll'fll" pero 1lIl'IlOS illlt'ligellll", ÁlIlim, EII
';1111(" a lItl rifl,1!, ha sido aducida frecuentemente como argumento en decto. pese a la Opillilill Il<:gativa de Frosl (p,  21 H). d pUJ.(ilalO W¡l'~o.
ddl'llsa de la fl:sis (también puesta en tela de juicio en trabajos recientes) posiblemente <:n todas sus etapas, no iWlIlflí en modo algullo la impor-
,le t 111(' d pugilato en Grecia fue evolucionando hasta convertirse en una tancia dd juego de piernas, como pOI1<: de maniflcsto el pOrlllt'IIOfi/,ado
dl~1 Iplilla lOlls<:rvadora, en la que acabaron por predominar las tácticas relato de Teócriro y, ya un par de siglos ant<:s, el elogio que el  pOI"! a
'¡d(,lI~ivas La  d<:scripción que hace Dión Crisóstomo (DiswYJOS 28 y 29; Baquílides de eeos dedica a su compatriota Argeo, vCIICt'dor ell los
d,  'I'('II1ISIIO 10  y Eustacio L324.48ss.) de la estrategia del púgil Melan- Juegos Ístmicos, probablemente en el pugilato infantil, a qUÍt'1J calillla
I  1!lllaS, de la s<:gunda mitad del siglo 1 p.c., el cual vencía a sus adversa- "de fuerte brazo.. , que tiene el corazón de tm león cada ¡Jez 'lile Jo/m,/,jl'fl/'
rios por agotamiento, manteniendo la guardia indefinidamente (hasta necesidad de luchar, ligero de pies" (1.141- 5). La misma idea puede
dos dlas, afirllla Dión, hiperbólicamente), ha sido el principal punto de deducirse de la descripción que, ya en época imperial, hace Fihíslrato dd 
apoyo de esta hipótesis que sostiene "la decadencia del boxeo científico" púgil ideal (Sobre la gimnasia 34): "El boxeador debe tener /IIt/IIOS ¡.;rdlldl'(,
('11  ,;pUla helenística y romana (Gardiner, AAW 208; en contra, Harris, buenos antebrazos y los brazos no [texto corrupto}. .. homhroJ ro/m,l/o,1 V
(,1\/\ I),}­IOO,  Y  particularmente Poliakoff, quien argumenta que si el cuello largo, En cuanto a las muñecas, las gruesas son "'tÍJ IN'.I(ltlt(.! /ld/'II
l//lII",,' SI' elllpleaba ya en el siglo VI a,c', no pudo ser "un último golpear, mientras que las menos grue.las son flexibleJ y Kol/J(~tI 1'0" Itll/
1'"llIl'f/ll para detener la decadencia del boxeo", como se deduce del testi- lidad, Debe apoyarse también sobre s6lidas caderas, pueJ la exl¡:"ú¡jfl di' /OJ
1II01lio de I~lstacío), brazos hacia delante desequilibra el cuerpo si no se aJienltt Jo/m' InM.I
1..1 preponderancia de las tácticas defensivas habría sido igualmente caderas firmes, No considero que las piernas gruesas sean "dl'l'IItld,',1 Ildlil
UIIISl'llll'lltia de la ausencia de una división por pesos en el deporte ningún deporte, pero espedalmente para el boxeo, pues son im/lctln',1 Ihllll
1, lo que habría conducido al predominio absoluto de los atletas llegarse a laJ piernas de los adversarios y fáciles de sorprender (l/dI/do (;.110,1
lilas pesados, de manera que los combates se habrían hecho mucho más atacan; el boxeador debe tener, ett cambio, piernas rectas y bim Iml/IO/'I lo
ImlOs  y wns<:rvadores. Gardiner (AA W 2(8) afirma, no obstante, que nadas".
"1, IS Ildl,ltoS que se desarrollaron en época helenística y romana no deben Pero ha sido el estudio de la evolución que puede obs<:rvarsl' 1'11 hI~
adSlI'ihirSl' a los boxeadores griegos del siglo V",  de acuerdo con su tesis protecciones que revestían las manos de los púgiles el argul11<:1l1O l'll d
d~, '1"1' t'n csa <."poca alcanzó el deporte griego su "edad de oro", a partir que se han apoyado especialmente quienes defienden la hipót<:sis dI'  la
dI' la lual 110 hubo sino progresiva decadencia, Es discutible, sin decadencia del boxeo griego en época tardía, al aumentar su durcza haSliI
('llIhargo, que deba admitirse de manera tan categórica y tajante una desembocar en la brutalidad (figuras 65, 66 y 67), Las modifitatiolll's
I'VOllllióll wl dd boxeo griego hacia el predominio absoluto de la fuerza que fueron experimentando las protecciones de los boxeadorcs mrrm
hnlla sobre otras cualidades, De hecho, de los cuatro casos de muertes paralelas con la propia evolución de esta disciplina deportiva, pt'ro m
al illl idas en el  transcurso de un combate pugilístico que conocemos, tres ningún caso se puede concluir de ello que el  pugilato griego d(:gt'lwrara
SI' produjeron pr<:cisumente en el siglo V a,c' y solamente uno en el II hasta una situación comparable a la que se ofrecía en los juegos gladialll-
p,<:,  (ce 1",2.4);  de modo que no puede descartarse que también en rios romanos, En general, puede decirse que existe notable acuerdo <:11 la
(;poca ¡ardía las t<tUteas ofensivas, la agilidad y rapidez de movimientos discriminación de los distintos tipos de protecciones que emplearon los

\ .'(, ,U7
"!él! NANI)I)  (¡AlU lA K()MI\!l()  Il¡~ IH,(¡"M'l~

púgiles en las diferentes etapas de la historia del boxeo griego; las discre- pWItH Ít'ill dI' lo!!
pancias surgen a la hora de determinar con precisión la denominación qUl'  pl'Odllll' d 
exacta que recibió cada uno de ellos, ya que la información que obte- ('1111 esas correas, allll'l"l' olIW¡
nemos de nuestras fuentes escritas es en exceso vaga. estudiosos sostienen IjUl' S(' correspolldell COIl d guante ('Illplt'ado pOSU'
La etapa inicial de la historia del boxeo en el ámbito cultural griego riormente (Patrucco 24'5) o incluso COI1 el cdeJIII.!' rolllallo (RdllllllUh,
representada por el deporte de la Creta minoica. Los púgiles que arto "Pygme" en Kleine Pdldy, co!. 1247).
documentos artísticos de la época aparecen habitualmente Las pinturas vasculares y otras representacíones uníslk"s I\I)S
proreglltos por una especie de casco que cubre cabeza y rostro, en tanto permiten asegurar que en algún momento del siglo IV a.c. el <\1 1U'111 1"
que otras fuertes protecciones revisten las manos y el antebrazo hasta más tradicional de los púgiles fue sustituído por otro tipo d(' proB'u kilI, 
arriba del codo. Todo ello parece indicar, pese a la opinión contraria de formado a base de correas más duras y dañinas (cf. T%ísttaru, Sil/m' 1"
Coulomb (para quien se trata simplemente de T\rpvptlr,u" gimnasia 10), que aumentaban en consecuencia la eficacia dd ¡.\ollll' y  la
que los guantes que portaban los boxeadores tenían espectacularidad del combate, como indica ya su denominadllll, .. Wl'n'ilS 
notable poder destructivo. Por lo demás, los atletas llevan, en torno a sus agudas o cortantes" (himántes OXels). La principal novedad d(' las Il('V¡~
riñones, una especie de cinturón, que se corresponde con el zoma que ciñe protecciones, que serían empleadas durante las épocas hdellíslka (' illllll'
la cintura de Epeo y Euríalo, los púgiles que se disputan la victoria en los con al atavío de los púgiles de siglos anteriores l'Ollsisll' 1'11  liI
homéricos juegos en honor de Patroclo (los púgiles de época posterior una especie de gran anillo que rodea los nudillos dt IOdos lo~
combaten ya desnudos). En cuanto al combate descrito en Odisea, dado dedos excepto el pulgar, formado por fuertes tiras de cuero SUlwrp'a~
su carácter informal, no extraña que lo que se ciña Odiseo en torno al sólidamente apretadas (figura 67), Las correas cubren buella panl' dl'l
vientre sean sus propios harapos y que ambos rivales luchen con los antebrazo y se rematan con dos gruesas pulseras de lana, que proU'¡.\I'1l dI'
puños desnudos. Euríalo, en cambio, cubre sus manos con unas "bien los golpes y quizá al tiempo permiten al atleta secarse el sudor, alllid 
rrwtarlm correas de buey que vizJe en el campo" que le ofrece Diomedes panda una práctica habitual en el deporte moderno. Patrucl'O (p.2 Hss. y 
.684) y que constituyeron el atuendo los púgiles hasta el 244; ya Gardiner, AAW 197, y Jüthner, Ueber antíke
siglo V a.e. Se trata, como bien muestra la (figura 65) y Viena 1896, 82) afirma la existencia de una
algunas descripciones literarias (Pausanias Fil6strato, Sobre la bimántes ma/akóteroi y los himántes oxefs, atestiguada tal vez por 1111
gimnasia 10), de largas tiras de piel ánfora de 336 a.e. que representa el combate entre dos púgiles qm'
con numerosas vueltas en torno a las manos y a las muñecas, dejando protegen sus puños con una especie de guantes blandos (figura MI);  l'Il 
libre el dedo pulgar y manteniendo unidos los cuatros restantes. Su opinión del autor italiano, tales guantes pueden identificarse mn las
lidad, más que amortiguar la dureza del golpe, como sostiene Patrucco, sphaírai ("pelotas") a las que alude Platón en Leyes 830b, aumlllt' la
era probablemente proteger los puños de los púgiles (cf., por identificación es problemática, como se verá poco más adelante,
Rudolph 9-10), y recibían el nombre de "correas más blandas" o En lo que se refiere al boxeo de época tardía, los estudios lIl'is
"suaves" (himántes malakóteroi o meílikbai, términos considerados sinó- recientes refleían unanimidad de opiniones en un aspecto importante: hay
nimos ya por Krause y cuya identidad sólo ha puesto en duda Scanlon muy claramente entre la tradición deportiva griega y  la
recientemente); algunos autores (Harris, GAA 98; cf. Poliakoff, en el sentido de que en los juegos deportivos grieg(,s
Studies ... 54ss.) estiman que la denominación "hormigas" (myrmekes) , nunca se empleó el sanguinario caestus romano, provisto de masas menl-

328  .~29
FI:I!NANllI> ¡iAIH  lA  IlOMI'I(I'  11'"  111f'I,I'"  ."'MI'I(,,, 

la contundencia de los golpes Los  gril',~os en  el  hoxeo  tOl!lO  ('n  todas  las  dl'!luís  dis! ipliuas depol' 
(d,  de un espectáculo pseudodepor-  (ivas,  l'Olll'edlan  gntll  illlporttllll ia  a  la tl:U1icól  y  al  estilu,  asf  101110  a  la 
gladiadores,  Así  pues,  el   suborJinaci<'H1  de  los  practicantes  a  ciertas  reglas,  rasgos  IOdos  dios  qlll', 
y  que el  de  nuestro  siglo,   en  su  opinión,  permitían  diten.'nl'Íar  su  pugilato  dd  qUl'  prallilahan  los 
que alcanzó en la  tradición occidental  "lxlrbaros",  Así,  Demóstenes,  en  una comparación  quc  se  hizo  ldl'hl'!'  1'11 
romana  y  prol)aL1lemente se mantuvo  dentro de  unos límites que  la  Antigüedad,  censura  a  los  atenienses  por  no emplear  todos  los  recursos 
Pl'flllitl'lI  catalogarlo  (Omo  actividad  deportiva.  para  combatir  a  Filipo,  sino  que  luchan  contra  t:1  "millo /o.r !Jiírf¡tll't!I
Digamos,  finalmente,  acerca  del  atuendo  de  los  púgiles,  que  mando boxean ... , pues cuando uno de ellos ha recibido /In ;(0/{l1' ,  .r/1'",!m'lt' 
dllralltc.:  los  entrenamientos  y  las  prácticas  boxísticas  no  competitivas  protege la parte golpeada, y si le pegan en otro lado, h,uú ,11// fl,m .1/1.1
llevahan  cierras  protecciones  para  evitar  heridas  y  lesiones  manos; en cambio, levarttar la guardia para protegerJe o mir,./r ,ti rif'd¡, 1//
Plutarm  (Sohre el ese'Ul'hay 38a,  Problemas banquete 706d;  Jabe ni quiere". Esta  oposición  entre  dos  concepciones  dd bOXl'" 
UílllilO,  rr.2'56)  menciona  las  amphotides o "cubreorejas",  y  Platón  encuentra su  mejor  exposición  en  el  combate  mítico  entre  un  Ánlilll  qlll' 
H Whc)  aconseja  emplear  en  los  entrenamientos  "pelotas"  (sphaírai) ,  todo  lo  fía  a  la  fuerza y un Polideuces  que,  sobrado  de  recursos  Il\ nitOS, 
"!ldr" l:!('rci Im'Je lo más eficazmente posible en dar y evitar los golpe.r". Este  dar  el  golpe  preciso  en  el  momento  oportuno.  Sobrc  el  rdalO  d!' 
,iltilllO  texto  se  ha  interpretado  en  dos  sentidos.  Patrucco  entiende  la  volveremos  enseguida. 
(,xl'l't'silÍl1  "lo  más  eficazmente  posible"  en  el  sentido  de  que  el  entrena- de  las  reglas  que regían  los  enfrentamientos  pugilst~,
IlIit'fllO  con  .rphaírai reproduciría  mejor  las  circunstancias  reales  de  la  ~Iamentdos en  los  poemas homéricos,  y de  los  n'l"So~
1­!.II<'ITa  (que  es  el  objetivo  principal  del  entrenamiento  boxístico  en  la  atletas,  se  atribuían,  cómo  no,  al  propio 
1I(("pil a  comunidad  platónica),  de  manera  que  se  trataría  de  un  tipo  de 
a  Ámico  el  i!lVI'lltO!'  d!' 
1­!.lI¡lIl1e  menos  blando que  el  habitual en siglos  anteriores  y que él  identi-
los  boxeadores  (C1ellll'lItl'  d!' 
lila  COIl  el  que  llevan  los  boxeadores  de  un ánfora  datable  en  336 y a  la 
qm'  IIOS  hemos  anteriormente.  Sin  embargo,  la  expresión  suele 
más  bien  en  el  sentido  de  que  las  sphaírai eran  un  tipo  de 
11\ 
manera  que,  al  provocar  menos  daños,  haría  que  los 
Fih~
se  aplicaran  con  mayor  celo  a  su  ejercicio;  en  este 
un atuendo empleado exclusivamente  en entre-
a  la  epúphaíra a  la  que  alude  Plutarco  normas  vigentes  en  Uhmpta,  extendldas,  por  su 
CJ"o/)ernar como protección que contribuye  demás  festivales  del  ámbito  se  estimaban 
Harris,  GAA 98-9; por  Onomasto  de  Esmirna,  el  primer  vencedor  en  el 
en contra,  Patrucco 245).  Hoy  Olimpíada  23  (688  a.e.),  en  tanto  que  del  desarrollo 
las  sbhaírai con  una  técnicas  boxísticas  se  hacía  reponsable a Pitágoras  de Samos,  que 
l'specie  de  pesas  que llevan en  sus  manos  boxeadores represen- el  triunfo  justamente un  siglo  más  tarde,  en  588  a.e.  (Diógenes  Lacrdo 
t "dos  en  documentos  que  reflejan  evidentemente  una  tradición  8.47).  La  victoria  de  Pitágoras  fue,  al  parecer,  especialmente llamativa.  y 
l'ugilística no  (el  más conocido es la sítula de Watsch, bronce ilirio  no  sólo  por su  asombroso  dominio  de  los  recursos  técnicos,  sino  tambil­n 
del  VJI­V  a.e.;  Pattucco  246;  Poliakoff,  Combat ... 75ss.).  por  el  extravagante  aspecto  con  que  se  presentó  el  púgil,  con  el  cabello 

~w ,~ 1 
I'I:I{NANI)() t.AIU.IA  IHlMI':I«) 
I)~ 1111'1 ,1 I~ (IIIMI'I( ()~

largo y vestido tk· ptírpura, un antl(lpO de lo que todavía hoy puede jll/en/ahaN (/(It!hlr el /1m, ((1ft e/111m glllpcflllllfiJI' om
ohs('rvarse, especiahnente en ese pseudodeporte que llaman catch. Por e/ (',,,,di l/o de lo.r /Jébril'l.'J dirigId JIU IIIr/tlll.!' h"l'Íd e/
t  it'1'I 11 que, wmo  ya comenta Filóstrato, curiosamente los dos fundadores
en tan/o q//(' el intJCflcible Polidl'llCl'J !t, rl'1 Joll'fll lodo d roJ/ro (111/ IJli/'1'i/¡ft'.1
de la "afeminada Jonia", donde el pugilato J:olpeJ ... ÁmiUl, en JII  amia J)(ir realizar l/tlel a((ión deflni/il 1'11)/,,,; (otllll
l
(/,

estar 111.tS el izquierda la izquierda de Polidetlce.r, de.rwidando .ru .~fI,mli(1 o/ 1It1 1/111/'/-
d Pt'lopolll'sO y otros lugares de la miento oblicuo, y avanzando con el pie derecho lanz'; JI! (/tIcho h1',IZII ¡/c'.Idt'
1)(' las innovaciones concretas que Onomasto y Pitágoras el costado derecho. Y, de haber/o alcanzado habría dañado Id 1'/'.1' dt'
j('I'OIl !lO sabemos nada, pero de nuestras fuentes literarias y pictóricas éJte apartó la y al mismo tiem/}() lo golpeó (O" .111 
p"¡{l'mos deducir, aun con las inevitables incertidumbres, algunas de las pe.rada mano bajo la sien . y dejó caer el peso del hombro. IlmllÍ
I't'glas y trmiras más importantes del boxeo griego. A este respecto, la negra sangre rápidamente de la abierta, y Polideuces le pegd /'ti 1"
¡{t'St riptilÍn que hace Teócrito del combate entre Polideuces y Ámico nos con la izquierda y los dientes, apretados, crujieron; con gol/JeJ lII,í.l y IIIfí.1
preciosa información .80ss.):" Y ello.r, una vez que violentos le fue hiriendo el rostro ha.rta desgarrarle las mejilla.!.",
/JI//)/mm re/orzado sus manos con tira.r de piel de buey y enrollado las largas Ámico derrotado por K. O.
((/In'd.!' en  torno a .rus brazos, se reunieron en medio repirando muerte el uno
Dado que los combates se desarrollaban al aire libre y no ell n·lilllO
((iN/r,1 d otro. Entonce.r .re produjo gran entre ellos, por ver cuál de cerrado, una primera preocupación de los púgiles consistía en pr()(lIl'i1rs('
/0.1 dOJ recibía de e.rpaldas la luz del sol. Tú, Polideuces, con te el mayor tiempo posible una posición ventajosa, de espaldas al sol
,ltk/l/tI/c/Jte al gigante y todo el rostro de Ámico estu1JO expuesto a sus rayos. 22.83ss.). Luego, aunque atletas de escasa intelígc:nda y pOlOS
)' d, irritado en .ru ánimo, se lanzó adelante arremetiendo con sus brazos, recursos técnicos podían, como el bueno de Ámico, lanzarse impl:lllllsa'
JIt'!'o efJ .1'/1 ataque le golpeó el Tindárida en el mentón, y Ámico se encolerizó mente a golpear a su adversario sin más trámites, muy probabkllwllll', ;\
lI!tíJ qlle ante.r y entabló desordenado combate, atacando en tromba con la
semejanza del boxeo moderno, los primeros momentos del cornhale los
indinada hacia el suelo. Los bébrias lo jaleaban, en tanto que, del emplearían ambos rivales en estudiarse mutuamente, mantenielldo d
II/m animaban al fuerte Polideuces, temiendo que aquel brazo izquierdo adelantado y  el derecho agazapado en espera del
semejante a Ticio fuera a derribarlo en un lugar de lucha e.rtrecho momento idóneo para asestar el golpe, como a menudo queda reflejado
d/'rl'1/1etíendo con su peso. Pero él, el hijo de desplazándose de 1m lado en las pinturas vasculares (cf. Apolonio de Rodas 2.67ss,). Las descrip-
" Ii/rll, lo hería con amba.r manos alternati11amente, y contuvo el ciones literarias no dejan lugar a dudas sobre la importancia que ya los
hijo de Posidón, aunque era muy fuerte. Y  éste .re detuvo, borracho de griegos otorgaban al juego de piernas (Teócrito 22.95, 102-3) Y a las
gil/pes, y e.rcupió roja sangre. Y ellos, todos al tiempo, los caudillos, prorrum- esquivar los puños del rival (Te(Ítrito
I¡¡eron en grito.r cuando vieron la.r funestas herida.r en torno a su boca y a su 22.123; Apolonio de 2.70ss., 92-3) y contraatacar con efectivos
mandíbula, Su.r ojos menguaban en .ru ro.rtro hinchado. El .roberano Poli- golpes a la contra (Teócrito 22.87ss.); las técnicas defensivas de esgrima
lo confundía lanzando su.r mano.r por todas parte.r con amagos de debieron de perfeccionarse particularmente en época tardía, a juzgar P( Ir
pero cuando ya .re dio cuenta que estaba indefenso, le alcanzó con el relato que Dión Crisóstomo hace de las tácticas de Melancomas. La
el puño en la.r ceja.r, encima de la y le desgarró toda la frente hasta el variedad de golpes de los púgiles griegos es notable y emplean ambas
hueso. Él, por efectos del golpe, quedó tendido boca arriba sobre el ce.rped manos (Teócrito 22.96) para lanzar directos (el golpe mejor documen-
.floreciente. Entonces, cuando se levantó, se reanudó el violento combate, e tado en las representaciones vasculares, figura 68; cf. Teócrito

532 333
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPlCOS

22.103ss.), ganchos (ibid. 123-4), upperCltts (quizá ibid. 88-89) e cacia de los golpes de Ámico, que "dirigía sus manos
incluso el llamado "golpe de martillo" (Apolonio de Rodas 2.90ss.; del cuello", con la perfección de la técnica pugilística de
Eneida 5.443ss.), prohibido en el deporte de hoy por su poten- cual "le revolvía todo el rostro con horribles golpes" a su rivaL Es
pehgrosidad. Estaba vetado agarrar de cualquier modo al adversario ataques de los púgiles se concentraban en la cabeza del adversario, SIII
de banquete 638; el gesto casi desespe- que se apreciara aparentemente el valor de los golpes en el cuerpo
en Teócrito 22.118-9), de maneta que en el boxeo griego en parte porque, como señala Weiler 181, la ausencia de un sistema de
110 estaban permitidos los clinches ni, en deftnitiva, la lucha cuerpo a puntuación para asignar la victoria favorecía la tendencia a atacar la parle
werpo. del cuerpo en la que los golpes tenían mayor contundencia). En bUl'ua
El problema más discutido a este es la admisión o no de medida por ello, nuestra idea prototípica del boxeador heleno no es d 
golpes con los pies. Sobre este particular, el testimonio las representa- hermoso Hagesidamo a quien alaba Píndaro (Olímpicas 10.1 (5) ui el 110
(iones ftguradas apenas puede ayudar, puesto que las escenas en las que menos bello Melancomas, cuyo roStro, asegura Dión Crisóstomo, estaha
los atletas emplean las piernas para golpear a su rival pueden reflejar tan marcado como el de un corredor, sino los atletas que con tanla soma
wlJ1bates de pancracio y no de boxeo (a esta cuestión ya se aludió al describe en sus epigramas Lucilio (Antología Palatina 11.7 )­H 1) Y repre-
hahlar del deporte cretense; cf. Rudolph llss.). En lo que toca a los sentan a menudo las esculturas de época helenística (figura (jI));  nari/,
documentos literarios, algunos autores como Schroder (p.147), Harris orejas deformadas por los golpes y heridas
«,'AA 97-8) o Jüthner aducen textos de Filóstrato (Sobre la gimnasia 11 y cara (cf. Rudolph, Das Alter/",,, X X 11 1In (1, 
y  )I¡) y otros escritores para sostener la legalidad de las patadas en el 21 sobre las en las orejas en particular, J. Bcn('d 11 111 , (,'('JIII'rIIl
Imxl'o  griego, pero la mayoría de los estudiosos rechaza tal idea alegando XXV 1968, 11-28); esos atletas que, nos dice Lucilio m sus
'111l' las palabras de Filóstrato se refieren a una regla tardía o una variante uedaban tan irreconocibles tras los combates que al volvt'r a Sil Pjl! 
local (Weiler 180) o bien, argumento que nos parece preferible, supo- no podían hacerse cargo de su patrimonio el no ser recollocidos por Sl~
Iliendo que no se habla de ataques con las piernas sino "del movimiento familiares más cercanos (Antologta Palatina 11.75), y COII la (ara lau
dt' piernas típico de una técnica pugilística (Patrucco 248, n.3). desftgurada que ni ellos mismos se identificaban al mirarse al I'SI
Por otro lado, en ninguna de las descripciones pormenorizadas de (ibídem 11
l'IlUIl'ntroS  pugilísticos a las que hemos alusión se mencionan
con  los pies; es más, en Teócrito PoliJeuces pregunta a
si la pelea será "a puñetazOJ o golpeando también las piernas BIBLIOGRAFÍA
(fI// lo.! pie/', en lo que parece ser (la parte ftnal del verso está corrupta)

tllla disyuntiva entre un combate de u otro tipo de pelea más E.K.Borthwick, "A  Note on Boxing-Gloves", CR  XIV 11)(,.1, 1,1.'; 
permisiva, semejante al pancracio (para un esrudio exhaustivo de las J. Coulomb (cf.1.1.2); N.B Crowther, " The Evidt'lKl' rOl' Kil I.;il~ ill 
flll'llIl'S, véase el artículo de Crowther, quíen termina por rechazar el Grrek Boxing", AJPh CXI 1990, 176-H 1; J. Del m Illl' , "Spllairisll'rioll ('1
rn tirso a las patadas en el boxeo griego). gymnase a Delphes et ailleurs", BOl CVl IlJH2, 5~-n; K,,I. FI'O~.
El  relato de Teócrito confirma otro rasgo característico del 
FU.¿':'UULU
"Grcek Boxillt(",.II-IS XXVI 1 )06,215-25; F. C;arda ROIlll'I'O, "Solm'
1

t(fiet(o sobre el que nos informan numerosas fuentes literarias y artísticas términos del l(oxiw del dl'portl' (khl'irotlOI/l/tI)", lIolllNllljt' " / ..
(d, Poliakolr, (,'ombdl ... H5ss,). El poeta (vv.1 O()ss:) contrasta la Gil, Madrid 191)2; R. 1JUllter, "Bulls and BOXt,l's iu Apollollill"  IIlId 

H'1  H'
NANIlO (iAIH.fA  HOMIItO  IC.~ ,1I'C~ 1)I.!MI'IC CI~

Virgil", CQ XXXIX 1989, 557-61; S. Mendner, "Boxandschuhc im 3.8. EL PANCRACJO


Alterrum" , Gymnasium LX 1953, 20-6; A. Papalas, "The Development
of Greek Boxing", AncW IX 1984, 67-76; M. Poliakoff, "Melanco- 3.8.1 Orígenes y características
mas,'ek klímakos' and Greek Boxing", AJPh CVIII 1987,511-8 (véase
también 3.6); L.  Previale, "n  pugilato nelle letterature classiche", MC También para la tercera "prueba pesada" del atletismo griego. d
1935,90-110; W. Rudolph (cf. 3.6); T.F. Scanlon, "Boxing Gloves pancracio, se buscaron orígenes míticos, particularmente en rdal"i()1I lOn 
and the Games of Gallienus", AJPh CVIJ 1986, 110-14; id., "Greek la figura de Heracles y sus combates contra el gigante Antco y  el IllOI\S-
Boxing Gloves. Terminology and Evolution", Stadion VIII-IX 1982-83, truoso león de Nemea (figuras 71 y 72). Las pinturas vasculares IlllH'S-
:> 1 5. tran, en al héroe empleando las témicas del pancracio en amhos
trabajos, y el poeta BaqUl1ides, en el epinicio que dedica a Pfteas de
Egina, vencedor en esta disciplina en los Juegos Nemeos hada el  ano
485 a.c., señala la victoria de Heracles sobre el león de Nemea lOmo 
origen de los juegos y en particular de la prueba del pancrado que ell
ellos se disputaba (Baquílides 13 .46ss.). Los escolios a Píndaro. N/'IIIC'tII
3.27a, en cambio, consideran las competiciones deportivas
que nos ocupa como rememoración de la muerte del Minotauro a !llaIlOS
de Teseo (figura 73), contrafiguración ática del dorio Heraclcs (eL Fll< ¡o,
15Ia). No obstante, en ese mismo pasaje, el escolias.a
que, acuerdo con el testimonio de Aristóteles, las n:glas (Id
pancracio fueron fijadas por un tal Leúcaro de Acarnania, lo que Sl'
compagina perfectamente con nuestra impresión de que la prueba del
pancracio, lejos de tener un origen remoto, es una creación cons(iel!'~
mente desarrollada en un ambiente deportivo ya plenamente evolutio
nado, como resultado de la unión de las témicas de varias disciplinas (1/
Patrucco 3(9). El pancracio, en efecto, no sólo no aparece en los poemas
homéricos ni lo menciona ningún autor anterior al siglo V a. C.
posible presencia en el deporte cretense es dudosa, 1.1. I  Poliakoff,
Combat... añade que no tiene contrapartida en el Oriente Próximo),
sino que fue la última prueba en ser induída en el programa olímpico t'n
la categoría de los adultos, en la Olimpíada 33 (648 a.c.), en tanto qUt' 
la admisión del pancracio infantil en 200 a.c. supuso la postrera innova-
ción que se permitió en el plan de los juegos.
El pancracio fue siempre un deporte muy popular en Grecia,
probablemente el favorito de los espectadores, aunque, por supuesto, no

336 337 
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

el más practicado corno entrenamiento físico. En consecuencia, en aque- pancracio no lo fuera tanto en la práctica debe buscarse prohahl('Illl'1I11.'
llos festivales en los que los vencedores recibían recompensas en metálico, en la existencia de reglas limitativas que los árbitros hadan cumplir d!'
a menudo la suma más alta estaba destinada a los pancratiastas, corno manera estricta (cf. Gardiner, AAW 212; Patrucco 310 y,2j), mIllO 
sahemos sucedía en los juegos de Afrodisias en época imperial y, ya en muestran las pinturas de los vasos (figura 74), que a menudo repn'selllílll
':poca clásica, en las Panateneas atenienses, donde únicamente la carrera al juez del combate en disposición de imponer disciplina con su larga
('staba mejor premiada, por su calidad de prueba tradicional (cf. Finley- vara, procedimiento algo más expeditivo que el  simple .r/o/J (Ofl qlll'
Plcket 56; véase 1.3.2.1). La razón de tal popularidad debe buscarse en nuestros árbitros separan a los contendientes.
la  enorme espectacularidad de una disciplina que combinaba muy No disponernos de ninguna relación pormenorizada de las reglas
variadas técnicas y movimientos, 10 que hacía las delicias del público (" la que regían el desarrollo de los combates entre pancratiastas, de méllWI"íI
p/'llC'óa más hermosa de las que se disjJUtan en Olimpía", la llama Filós- que, corno de costumbre, las técnicas, lo que estaba permitido y prohi-
u'ato, Imágenes 2.6), El pancracio, en efecto, se nos presenta a primera bido en ellos, debe deducirse de la información suministrada por los
visla mmo una combinación de lucha y boxeo (cf. Plutarco, Problemas de documentos arqueológicos y las descripciones literarias (Aristtífillll's, P,n,
¡"'''(/lIe/e 638d; Filóstrato, Sobre la gimnasia 1 1), en la que se permitía el 894ss.; Pausanias 8.40.1ss.; Filóstrato, lmá!!;eneJ 2.6; t Idiodoro
1"('( urso  a las presas de la primera disciplina y a los puñetazos de la 10.31-32; Luciano, AnaearsíJ 1, etc).
sl',L:ullda, con la admisión adicional de patadas y otras llaves y golpes que
110 eran lícitos en ambas. Por todo ello se le ha comparado frecuente-

111('1 IIl' ton modalidades deportivas tales corno el judo, el jiu-jitsu, la 3.8.2. Los combates
savatc e incluso el eateh (Gardiner, AAW 214ss.; Weiler 183-4; Pa- Para el pancracio son igualmente válidas algunas ohst'fvatiolll's
InuLO  ,~12 323; Finley-Pleket 40, quienes describen el pancracio como prevías apuntadas ya a propósito de la lucha y del boxeo: los wlIlhatt·s St'
'"liBa wmbinación de lucha y judo, con algo de boxeo"); el propio desarrollaban sin límite de tiempo y sin divisitín por asaltos; los ¡1Ih­cas  IUI 
!lumbre de esta actividad deportiva (pankrátion " fuerza completa" o se agrupaban por pesos y los emparejamientos se fijahan nll'dialltt· sol'l('(l, 
p,illlllldkhoJ "combate completo"; cf. Poliakoff, Studies... 64-74) la quedando los más afortunados exentos de alguna ronda eliminatoria 11 
ddllle mmo una prueba en la que se consentían casi todo tipo de golpes pudiendo pasar a la siguiente etapa directamente si el rival no s,' pn'sl'u
y  de presas. N o obstante, a pesar de tal permisividad y de algunos casos taba a luchar; los pancratiastas, como los luchadores, Sto IIlllahall d
lOlu)(idos de pancratiastas muertos de resultas de un combate cuerpo con aceite y  polvo en los momentos previos al tOlllball', <¡lit' I('ula
(l f.l~24), los antiguos consideraban el pancracio menos peligroso y lugar en la parte del estadio dcoominada ,rk,ímmd (d".~f)2
datlino que el boxeo, de manera que era practicado incluso por niños y El inicio de un coml'nlte de pancracio era sen1t'jatltl' al dI'  la ItI! ha el
jl íwm:s en el  gimnasio (cf. Artemidoro 1.64). A este respecto es significa- el  boxeo: los atletas comenzaban estudj¡índosl' n1UtII¡Ulll'I1H' ('11 hllSI iI  I  k 
I ivo el  hecho de que, cuando un atleta deseaba participar en ambas
la llave (1 el  golpe que les permitiese tomar la inidaliva l'!I  la pl'!t'j\ y 
prlll'has, pt'día que el pancracio se disputara en primer lugar, ya que de empezarla así ron  ventaja, Posteriormente. sin ('mhargo, d (011111,,11'
ofm  modo las heridas que eventualmente pudiera sufrir durante los mntinuaha efl d sucio, en la {¡IS(' denominada "llnJo;" el ~:YliJÍ.1 Oill'ral
wllIhates box{sticos impedirían su intervenci6n en una segunda disciplina lI1enrtl' "fI,:voldlll"; l{~.2,() qut' l'Onsliruyt' elm.ís ('vid('nlt' ras~() dhuill-
(Pausílllias 6.1'), '); d. Artel1lidoro 1,62), La razón que permita explicar tivo mn respecto a la Itltlla  y al hoxeo (figuras 71f¡ y 76), A~( pm·lt.  11 
qm' una actividad deporriva tan potencialmente peligrosa mmo el diti.'fl'flria dl~ la lutha. d Objl't ivo dd pamral'Ío 110 ('m dt'rrihllr al Ildvrr-

HH \W 
II!'.I! NANI l() "AlU  lA  IU IMI'.!U  1  1cl~ 1111'c ,c I,~ cJlI"I!'IC  e l~

sario, sino que un atleta se proclamaba vencedor cuando, como en el C~tI.r r/ui ti; d. LlIliallo, 1\ ""(,Ir.I/.1y I alllhi(:1l Arisl ellalll's, e,v,II/mll
C),
boxeo, obligaba a su rival a abandonar, bien por dejarlo inmovilizado, so 272,4'54) y elllplt'arse llI<1lldll t'1 rival t'sl<lha cayelldo o yada l'll d  slIl'lo,
pena de sufrir grave daño si intentaba zafarse, bien por verse éste imposi- C0l\10 defellsa dtraz (0111 rOl selllejallle al aqut', los vasos 1IH1t'SI rall a ION 
bilitado para proseguir la pelea a consecuencia del castigo recibido. atletas agarralldo las piemas o los wbillos dt, los rivales t' illdllso l'IIIPII'
A  fin de forzar al adversario al abandono, se permitían, ya lo hemos jando desde el suelo con el  pie el  estcímago dd adversario, qut' sale
dirho, todas las técnicas del boxeo y de la lucha, a más de otras especí- violentamente despedido (hyjJtiaJlfu;.r; d.  PatrucUl .) I Hss.; a tal I¡íc Iil a se
ficas dd pancracio. De hecho, señala Filóstrato (Imágenes 2.6; cf. alude en el texto pindárico que se cita l11,ís addante; vbse la lI~ura Ud.
asímismo, Luciano, Demonacte 49; Aristófanes, Aves 442, Paz 899; Filóstrato (Heroico 15 de Lannoy) nos cuenta la historia dd pallual iasl iI 
Epicteto 3.15 .lss.) que todo era lícito salvo morder y meter los dedos en Halter, que consultó al oráculo de Protesilao ccíl110 podía Vt'lHl'r l'lI la
los ojos, aunque, añade, "los lacedemonios emplean incluso esos recursos, prueba a que se dedicaba pese a ser en estatura muy inferior a SllS rivalt's;
ejercitándose, creo yo, con vistas a las batallas, pero las competiciones de los recibió como respuesta "siendo pisoteado", contestacic'lII qUl' selle I 
deoJ los prohiben, si bien aprueban el estrangulamiento". Los espartanos, comprendió cuando, en el transcurso del combate, agarró a SlI 0POlll'lIlt'
en efecto, por las razones ya apuntadas a propósito del boxeo, tenían por el talón, retorciéndolo continuamente sin soltarlo hasta qlle k  ohli~(
prohibido participar en las competiciones de pancracio de los festivales a rendirse.
at!{ticos, pero se ejercitaban en él como preparación para la guerra, si En la mayoría de los casos, en efecto, no debían ser los golpl's los
bit'n en una modalidad de pancracio en la que todo estaba permitido, que daban el triunfo definitivo en el combate, sino las presas Ill'c has
porque en la guerra todo vale. Así pues, limitándose a no morder y sacar durante la lucha en el suelo. Un bien conocido grupo manllcín'o hl'lmls
los ojos del rival (aunque hay indicios de que los atletas recurrían cuando tico (figura 75) es una buena muestra de algunas de las artes Illiis l arac
podían a tales ilegalidades, como reflejan diversas escenas vasculares en terísticas y decisorias de que se valían los pancratiastas: ell t'sa parll' dc'l
las que los árbitros o los entrenadores se disponen a emplear su vara combate los dos atletas se hallan en el suelo, de rodillas, pero 11110 dC'
contra quienes violan las reglas; cf. figura 74), un pancratiasta podía ellos, el que está encima, aprisiona con sus piernas el  tl'OII(O elt'1 rival
asestar toda clase de golpes con manos, brazos, codos, pies y rodillas y mientras que, con las manos libres, le reruerce el brazo. Las tijl'ras hn has
aplicar todo tipo de presas con tal de inmovilizar al adversario o dejarlo con las piernas sobre el cuerpo, ya fuera en el suelo ya en positicíll t'rn la
en malas condiciones para proseguir el combate. A menudo los atletas (cf. Filóstrato, Imágenes 2.6), resultaban un arma sumamente dc.'niva, ya
que practican esta disciplina son representados sin guantes, pero a veces que, además de inmovilizar al adversario, dejaban las manos libres para
también con ellos, pues permitían golpear con mayor fuerza sin temor a completar la acción con otras llaves casi definitivas, como eran la torsielll
dañarse las manos, aunque, como contrapartida, resultaban un impedi- de manos, brazos y piernas (strebloun) o la presa en el cuello (,ítlidlt'l",
mento para realizar las presas a la perfección (cf. Poliakoff, Combat ... apopnígein, "estrangular" y "asfixiar" respectivamente; cL LUliallo,
56-7). Anacarsis 1; véase Poliakoff, Studies ... , s,v., y Patrucco 522).  (:011
Patadas y rodillazos son los golpes característicos y distintivos del respecto a las torsiones y su carácter decisivo, Pausanias (6.4.2) IIOS
pancracio (cf. Teócrito 22.66; Epicteto 3.14.1ss.; Pausanias 8.40.1; informa de que el pancratiasta Sóstrato de Sición (vencedor tres veu's l'll
Galeno, Protréptico 13; Suda, s.v "pankratiástais", etc.) y podían ir diri- Olimpia entre 364 y 356 a.e., dos en Delfos y doce en Corinto y
gidos incluso contra partes del cuerpo sumamente delicadas como los Nemea, y cuya efigie figuraba en sendas estatuas en Delfos y Olil11pia l'
genitales (Poliakoff, Combat... 57, con ilustraciones) o el estómago incluso en las monedas de su ciudad natal), aprovechando la amplia

340 Yll
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS] UEGOS OLÍMPICOS

permisividad del pancracio, se especializó en derrotar a sus adversarios plinas de considerable dureza, fueron especialmente honradDs los atlt'laS
valiéndose de la técnica que, cien años antes, empleara para la prueba de que, como Heracles en los juegos míticos con los que se fUlld{)  d f,'st ival
la lucha Leontisco de Mesina, quien rompía los dedos de sus rivales como olímpico (Pausanias 5,8.4), lograban vencer, en un misll10 día, l'l\ la
medio de poner término al enfrentamiento por la vía rápida. No es de lucha y en el pancracio. El primero en conseguirlo en Olimpia rllt' (:apro
extrañar que una inscripción recuerde que Sóstrato vencía a sus rivales sin de Elide en 212 a.c., y después de él únicamente seis atletas rel'ilÍenm
oposición (Moretti, lAG no. 25). semejante hazaña, que otorgaba a su autor el  título de "descelldimlt· dI'
Ya los autores antiguos entendieron el pancracio como la disciplina Herades" y "atleta extraordinario" (parádoxos; cf. Epictl'to 2. 1H, 22  Y 
deportiva en la que se aúnan en el más alto grado la fuerza, la inteli- diversas inscripciones; véase al repecto el  artículo de Porbes titado 1'1\
gencia y la habilidad, como ponen de manifiesto las alabanzas que los bibliografía).
poetas de epinicios, Píndaro y Baquaides, dedican a los pancratiastas, No es mucho, por último, lo que nos dicen nuestras fUl'IIIt'S  sohn'
que no solamente sobresalen por su fuerza (Baquaides 13.75; Píndaro, el  entrenamiento específico de los atletas para el pancracio, si bim ('S ftíl il
ir/miras 7.22), sino también por su inteligencia en el combate (Ístmicas suponer que, dada la complejidad de esta disciplina, exigía ulla pn'para
').{¡ 1).  Ninguna descripción mejor que la que nos hace Píndaro de su ción muy completa, tanto en el  aspecto físico (ya se ha sel1alado qut'
lOmpatriota Meliso, un atleta que, como el  cilicio Halter antes mencio- Filóstrato considera imprescindible en un pancratiasta d desarrollo afllHI 
nado, se veía obligado a suplir con otras habilidades su escasa enverga- nico de todos los músculos del cuerpo), como en el aspecto t{'miw, PUI'S
dura: "Por su audacia se asemeja en arrojo a los fieros leones de fuerte era preciso dominar todo el repertorio de llaves y golpes dl' la ha ha y t'I 
YII/!,ido en la lucha, y por su astucia e.r la zorra que aguanta el ataque del boxeo, a más de aquéllos otros específicos del pancracio, Las illtí'!'!rla
,í~ltia echándose sobre .ru lomo. Y e.r que vale todo para superar al rival. ciones que nos han transmitido los autores antiguos St' rl'lll'rt'lI t'II paro
Pimple no le ha tocado en suerte la estatura de Orión, sino que a la vista cular al uso de sacos de entrenamiento (klírykoi ), qtll' ditl'rlall dI'  I~
""rece nada, pero por su vigor resulta arduo luchar con él. También, por empleados por los púgiles por su peso, dimcnsíotll,s y  lIti~.a it,,, 
(1 I 
Clcrto, antaño llegó de.rde la Teba.r de Cadmo a la morada de Anteo, para Filóstrato, Sobre la gimnasia 57, Y el escritor múlico ÁIII ilo t'n ( )rih",io
/1Iih.,r contra él, a Libia productora de trigo, un hombre de pequeña esta- 6.33, que se refiere a su empleo también como ll11'dida lerapl'lítital. \.n'
111m ¡lero de ánimo inquebrantable ... el hijo de Alcmena [Heracles]" sacos con que se ejercitaban los pancratiastas eran, ('11 l'It'lIo, IIl¡is gralldl"
(ir/mica.! 4.45ss.), Algo semejante puede deducirse de la descripción que y pesados, y con ellos ensayaban no sólo los pll1ktazos, lO!lIO los h(l)((';I
!lOS proporciona Fil6strato de las cualidades que debía reunir quien dores, sino en general todos los golpes de manos y  pies y las pn 'sas I  p It' 
quisiera practicar con éxito esta modalidad atlética, en la que se conjugan más tarde ponían en práctica durante la (ol11petkilín, al lÍt'lllpO qu(' d('s,1
la potencia física con la agilidad, la habilidad, la rapidez y el desarrollo rrollaban sus músculos. Por eso precisamentl' colgaban a \lila ah ura 111,'"
equilibrado de la musculatura de todas las partes del cuerpo por igual baja (¡ue los sacos empleados para el elltrm<ltllil'nlO tll'l pugIlato,
(Sohre 1" KimllaJÍa 36). Así, pese a que, en el plano teórico, las dotes llegando hasta el nivel del ombligo (cf.I,~2)
físicas dd pancratiasta ideal no se corresponden con las que debe reunir El papel del entrenador, segttn pUl'dt, deducirse bí( illtH,ltll' dI' ItI 
\111 luchador () un boxeador, el desarrollo completo que proporciona al que acabamos de exponer, St' ('stimaba dt' cOllsiderahk iJlI(l1lr1 alll ia,
cuerpo la pnktica de esta actividad deportiva, permitía a algunos atletas como l:'1l  general en las tn's "prm'bas l1l'sadas", Prueha de dio l'S '(lit',
alternar wn éxito d pancrado con cualquiera de las otras dos "pruebas los ocho epinidos de P(ndaro y Baquflidl's tllll' tOlllÍl'm'lI tilia alahulI#',1I
¡wsadas". Dado el wan l'sfm'rzo que exigía la participación en dos disó- del l'lItrl'nador, cuatro de dios t'sliÍn dl'(lkados a palllfalÍasras, If('/I  u

Hl ~,H
H,II N/\NlJlI ! ;/\11<1/\ IIOMI'HIl I~ 1111'( ,1 I~ (11.1/111'11 (I~

hadorcs y llllO a un boxeador. En lo que respecta concretamente al 3.9. LAS PRUEBAS Ilíl)ICAS
pancracio, las virtudes dogiadas l'n  los entrenadores se refieren tanto a la
li,rlll<llilÍn física de sus pupilos como a su sabia dirección durante la 3.9.1. Características Generales
! IlIllpetili!ín, y así d rebano Meliso pudo triunfar en los juegos locales de
Por mucho que se diga, es difícil exagerar la t'lJonll!' popularidad
SlI patria por mostrarse" obediente al muy sensato consejo del timonel que lo
que las pruebas ecuestres alcanzaron l'n  la Amiglil'dad griq.r,a y sohl't,
('o,,,llIrftt " ,  su entn:nador Orseas (Píndaro, ÍstmÍt'as 4.72-3).
todo posteriormente en Roma y en Bizancio (cf. lIarris, SG[? 2.\H  ss" y
el libro de Cameron), donde las dos facciones rivales dd  hiptídl'OllIO,
Azules y los Verdes, no limitaban su enfrentarnieflto al ;lmhilo ,I<'pOI'
BIBLIOGRAFÍA
tivo, sino que lo extendían igualmente, y de qué IlHllWra, al ll'rn'1I0 poli'
tico (cf. G. Ostrogorsky, Historia del ESlado BiztmJinll, Madl'id JI)H.1.
C.A, Forbes, "Hoi aph' Herakléous in Epictetus and Lucian", AjPh
80-1 Y passim). Resulta peliagudo encontrar una novela amhil'lllada t'll
I.X II»)'},  47.)-4; R.Merkelbach, "Pankration", ZPE V 1970,30-1; id.,
los siglos del Imperio Bizantino que no incluya en sus p;ígillas alllsiollt,s a
"'lerakles lIf1d der Pankratiast", ZPE VI 1970, 47-9; íd" "Ueber ein
las actividades del hipódromo (el BelÍJario de Roben Graves l'!i 1111
l'pllt'sisdH's Dekret für einen Arhleten aus Aphrodisias und über den
ejemplo, como podría serlo Ben Hur para el período rolllallO).
Afhl¡'I('f\litl'I/Jtmídoxos", ZPE XVI 1974,91-6; M, Poliakoff (cf. 3.6);
W. I{udolph (rf. :),6),  Por lo que respecta concretamente al mundo griego ali~Io, qll(, ('S
el que nos interesa estudiar en estas páginas, las pruebas hfpkas Olllpall
un destacadísimo lugar en prácticamente todos los f(:stívalt,s d('pon iVIIS,
tanto en los Juegos Panhelénicos y otras competióllm'!i tlt' prillll'r mI 
como en los numerosos certámenes locales repartidos a lo lar~o d(' coda
Grecia. De esa importancia dan fe no sólo la mmillua 11I'('S¡'fH ia dI' 
escenas relacionadas con el mundo del caballo en  sus a!iIW¡((Js dl'pon íVIl~
en descripciones literarias y representaciones artísticas, va!iOS, IIloll1'das, 
relieves y esculturas (el celebérrimo auriga de Delfos. figura IH, t'S 1" 
ofrenda que Palizalo, hermano del tirano de Siracusa I I it'n)1I , WISa~f('1 ¡,
Apolo en acción de gracias por su victoria en la carrera I k lU¡Ít h'i~ls dt,
los Juegos Píticos en 478 ó 474 a.c.), sino también e1111011lilfllt' d(' los
premios que, en aquellos festivales en los que los vencedorl's f'('¡
recompensas en metálico, se destinaban a las pruebas el ueSlI'l's. Slip"
dores a los reservados a los atletas (cf. Young, Pro!e.r.rior/tlNrlll, .. l l 'iss,;
ya Homero califica a los caballos de Agamenón como ",ICtl/ItIY,It!III'I'J ¡/f'
premios", en llíada 9.124).
La carrera de carros (competición no document~la ell la (:rt'lil 
minoica, pero sí quizá en la cultura micénica; cf. l. I ..,) es ya la prucha

\/itj  ~t1 .. 


FI:.IiNANI)(' «AIH.lA IHIMU«) II I~ JlI H ,1 I~ ( 11 1M I'I( e ,~

('sln'lIa, WIl Ilotable difi.:renria sobre d n:sto, en la primera y difícilmente <l,L:0tl(stims kl pobn'  ESIrl'pst'ad{'s de la lOlIH'dia ariscofiíllil a NII/Jt'.1 jllH'd('
sIII'('rahll' dt'sniprióll de lIan  competición deportiva que nos ha legado la fld testimonio de lo GIro qUl' fl'sllltaba (eller tilla ('sposa lOll pn'lIll' 
11111 IIfa griq¡;a, los tamas veces mencionados juegos fúnebres en honor de siones y un hijo aficionado a los caballos), No es de nlraJ)ar, {'IIIOIIU'S,
Patrollll {'Il  el Ulllto 2,:; de flíada (un más detenido comentario puede que en la larga lista de vencedores en Olimpia y otros jl'~()S apare/'.( all
v('rs(' \'11  1,2).  Ikbe destacarse, sin embargo, la llamativa discrepancia mencionados, como triunfadores en pruebas eCl":Stres, algunas tll' las
t[1H' supolle el  lU'rho de que, pese a ser ya la actividad agonística más figuras política,> capitales de la historia de Grecia, reyes corno Am'silao
sohn'sali('llIe CIl la epopeya homérica, su inclusión en el programa olím- Grene (Píndaro, Pfticas 4 y 5), tiranos como Clfstenes d{, Sidoll y
pie o ('S rdativaflll'llte tardía, pues data de la Olimpíada 25 (680 a.c.), sobre todo los sicilianos Hierón de Siracusa (Píndaro, O//;/I/I;ftlJ 1, 
lllalldo ulla primera prueba hípica, la carrera de cuádrigas, se sumó a un Píthas 1, 2 Y 3; Baquílides 3, 4, 5 y fr. 58, donde se atribuye a los sil i· 
j¡-srival qUl'  ya comprendía numerosas disciplinas atléticas, a saber, lianos la invención del carro) y Terón de Acragante (Píndaro, 0I/1II/¡i!,1.I 2
\'sladio, diaulo, dólico, pentatlo, lucha y boxeo; tal divergencia resulta y 3; cf. Píti.-as 6 e irtmicas 1), atenienses miembros de las familias dl'
tallfO 1I1;ís llamativa cuanto que precisamente una de las versiones míticas más rancio abolengo, cual Gmón, Calias o Alcibíades, y post<:riOfllH'lIt('
sobre d orig{'n de los Juegos Olímpicos liga su fundación con el triunfo Filipo de Macedonia y gobernantes romanos como el futuro elllp{'rador
<¡II\' Pdopv obtuvo con su carro sobre Enómao en su deseo de conseguir Tiberio, Germánico o (no podía faltar) el mismísimo Nerón h'f'.  Ilarris.
la  111,1110 de la hija de éste, Hipodamía (Píndaro, Olímpicas 1.67ss.), y la SGR 17 3ss.; citemos también, aunque sólo sea por patriotería, al han e-
1 ólln'ra 1 Iv  (wídrigas aparece entre las pruebas disputadas en la primera lonés Lucio Minucio Natalis, cónsul y procónsul en Libia, que triunfó l'II 
()liIlIPlada mítica que describe igualmente Píndaro (Olímpicas 10.69- la carrera de cuádrigas de los Juegos Olímpicos de la Olimpíada 227.
lO). I':s UII ¡fato m¡ts que debe ponerse en relación con el  problema del correspondiente al afio 129 p.c., como indica la inscripción SY//II,I!,e 11.
IIlig<'ll !I(' los Jliegos Olímpicos, al que nos referimos en otro lugar (cf. 3.840, procedente de Olimpia).
.'1.1.>.  La "inversión" económica realizada por éstos y otros persollaj('s
Por otro lado, las pruebas hípicas presentan una serie de rasgos conocidos con su participación en los grandes festivales resultaba gC!leral
propios y 1Iluy característicos que las diferencian netamente de las disci- mente bien rentable, ya que el triunfo era normalmente explotado 10IlHl 
plillóls propiamente atléticas. En primer lugar, ninguna otra disciplina eficaz propaganda política, dada la popularidad de que goza ha d
1I<'I'III'Iivól fue nunca tan discriminatoria. El caballo, en efecto, como es vencedor en los concursos hípicos. Aunque el aprovechamiento con fllH's
hH'1l Wllotido, ha sido siempre símbolo de un cierro status social, y políticos era práctica habitual (cf,  ya Heródoto 6.103 a proplÍsito dl'
lalllhi(:ll l'll (irecia la  "crianza de caballos" (hippotrophía) era sefial Gmón), quizá nadie como Alcibíades supo servirse tan hábilmente dd
illl'lJllivoc;! dl' la perenenda de quien se dedicaba a ello a la clase más prestigio popular que rodeaba a las pruebas ecuestres. En un discurso
d('vada, dd mismo modo que los nombres compuestos con la palabra que, de manera magistral, pone en su boca Tucídides (6.16), el primer
'No.! C'taballo") se suponían distintivos de la aristocracia o de gentes mérito que este político sin escrúpulos y con un ansia inagotable de pOdl'f
pr('t('11I iosas (ce  Aristófanes, Nubes 59ss.). La hípica fue, pues, a lo largo alega para convencer a los atenienses de la conveniencia de enviar, b,ljo su
dI'  coda la historia del deporte griego, monopolio de los más favorecidos mando, una expedición a Sicilia druante la Guerra del Peloponeso l'S,
('( 0111 ;ClIi(all1l'1lte, quienes disponían de los recursos suficientes para precisamente, su espectacular triunfo en Olimpia, que él presenta como
(oSIl'al' los cuantiosos gastos que conllevaba el mantenimiento constante advertencia a los enemigos de que la ciudad tenía aún fuerza para seguir
tll' tilla llladra y su preparación con vistas a participar en los festivales luchando, Alcibíades, en efecto, en plena época de escasez a causa de la

H(, 347
111',1{ NAN nI) ¡¡AI« .1" I(OM 1:110  l( lS 1111'1 o( IS (lIlMI'H «IS

,glll'rm prl'sl'llIÓ liada menos que siete carros en los Juegos Olímpicos, 11ll'llOS il1portaT!'~ t'll la  rl'lalÍ()1l tll' lI'íullfadorl's t'lI los .lUl',gos PallhdC:-
los cuatro primeros puestos (hay variaciones según las fuentes) nit'Os, y, por Líltitno, adara asfmislllO el  hecho tlt· qUl' bs Líllicas Iljt'r(~
y n'll'l)ralldo su éxito con toda la pompa y boato que es de suponer en tal quc pod(an obtcncr victorias CI1  Olimpía (ut'mll prt'cisal1lt'lllt' las qUt' 
pl'rsoflaj(,·. Por supuesto, el mando de la expedición a Sicilia, que a la inscribían en la compctición caballos dc su propiedad (Illíís dt,talll's l'U
puslre sería una de las causas del definitivo hundimiento ateniense, le fue 1.3.3.). Bien es verdad que los aurigas eran a veces los mismos propil'la·
Ulllu:dido. No obstante, el  propio Tucídides (6.15.3-4) nos indica que rios (quizá el tebano Heródoto, celebrado en la irtmica 1 de P(II<1al'O) o
extravaganóas de los vencedores ecuestres, que de tan gran predica- allegados suyos (Píndaro, P.5.26, 6.15), pero se trataba normallllellte
1Ill'IIIO ,I!;()zahan entre el  común de los ciudadanos, tenían también, como corredores profesionales, los cuales, aunque sin duda debían dc ~ozar ti l'
l'S I{l~i(), sus detractores: "Pues gozando (Alcibíades) de gran prestigio cierto prestigio (no obstante, apenas son mencionados en los l'pinid()s),
mIre lo.\' ciudadanos} se entregaba a caprichos superiores a la hacienda de no alcanzaron nunca, ni de lejos, la popularidad de los auri~s bizall-
I¡II(' diJ!Jlmía, tanto en la cría de caballos como en los demás gastos, lo cual tinos. Digamos, finalmente, que un tiro de caballos podía scr inscrito uo
1111'lIimí luego en no pequeña medida a la ciudad de los atenienses. Pues el nombre de un único propietario, sino de la ciudad quc pa~b Sil
tlJIIJltldlJJ la mayoría por la magnitud del desorbitado lujo con que vivía y preparación, 10 cual se ha interpretado tanto como un intento dc dell1o-
!lOr lo... planes que intentaba poner en práctica en cualquier empresa en la cratización de estas tan peculiares disciplinas deportivas (Wciler 2(1)
1¡1It' interviniera, se hicieron enemigos suyos pensando que deseaba la como en calidad de demostración del "interés deportivo de la comullidad
I i rtl rdt¡". En el mismo sentido de crítica a la sobreestimación popular de política ... y confirmación el gran significado de una victoria olflllpiul
lus propietarios de caballos vencedores se pronuncia Sócrates cuando, desde un punto de vista moral (Patrucco 389-90; cf. llarris, SGU
WIl10  alternativa a la pena de muerte que piden para él sus acusadores, 175ss., sobre los casos conocidos).
propone Ser alimentado a expensas públicas en el Pritaneo "con más razón Como último rasgo distintivo de las disciplinas hípicas sel1alarl'lIIos
I¡//l' Ji  alguno de vosotros en las OlimPíadas alcanza la victoria en la el hecho de que, según se mencionó al comentar el caso de AkibíadL's, UIl
(<lm'ra de ,-aballos, de bigas o de cuádrigas, pues éste os hace parecer felices mismo propietario podía inscribir varios carros o caballos en una misma
y yll OJ hago felices) y éste nada en absoluto necesita la manutención y yo sí carrera, de manera que las pruebas ecuestres son, junto con el pt'lltatlo
1" fI(!(eJito". A la vista de este pasaje, es posible que Morrisey tenga razón por otras razones, las únicas competiciones en las que, en los .lUlW'S
llIa1ldo interpreta una inscripción ateniense (lG 1.2.77) en el sentido de Olímpicos, se tenían en cuenta otros puestos que no fueran el ......i .." .... 
quc d partido demócrata de Atenas pudo en cierto momento oponerse para destacar así el éxito de algún propietario que lograba situar
l'IIl'rgicmnente a que la alimentación gratuíta, que la ciudad ofrecía como caballos en los puestos de cabeza.
recompensa a quienes vencían en los Juegos Panhelénicos, se concediera
también a los triunfadores en las pruebas ecuestres, quienes, como bien
Ilota Sócrates, para nada necesitaban tal privilegio.
3.9.2. Las pruebas
Esa sobreestimación popular, además, carece tanto más de sentido
(uanto que era proclamado vencedor no quien montaba el caballo o Diversas competiciones fueron poco a poco, en el curso de más
conducía el carro, sino su propietario, otro rasgo que diferencia de cuatro siglos, completando el programa olímpico de pruebas ecuestres. A
manera tajante las pruebas hípicas de las atléticas y que, de paso, explica la carrera de cuádrigas (téthrippon), disputada por vez primera en la
sobradamente la presencia ya comentada de figuras políticas más o Olimpíada 25 (680 a.c.), se fueron sumando paulatinamente la prueba

.~4H 349
l'i'ltNANI)(I (;AI{(  lA  I{()MU()  I~ JI'l,~ IIIIMI'II I~

dc whallos Illontados (M/cs, ell la Olimpíada .n, 648 a.c.), la carrera de t'rCl'lIClltÍa de los anidclHl's, sobR' los que se hahlani IllÜS "delalll('. I.a
mrros arrastrados por un tiro de dos mulas (apéne, 70 Olimpíada, del auriga era puesta a prl~ba especialllll'lItl' ('11  (·1 IlHlIIll'IlIo 
a.e.) y la llamada ká/¡}(' (71 Olimpíada, 496 a.c.), ambas suprimidas a del giro, dutantl' el  cual el  mayor esfuerzo rl'laia l'lI  d (ahallo
partir de 444 a.c. (Olimpíada 84), y, por último, la carrera de bigas situado m;ís a la  derecha, que tenía un mayor recorrid() que
(SYllrwÍJ) ,  introducida en la Olimpíada 93, correspondiente al año 408 manera que solía colocarse en ese lugar el
a.c A  estas pruebas destinadas a animales adultos (té/eioi) hay que (dexioJúroJ o Júra/,hóroJ; cf. Sófocles, Antíg()na I
las reservadas a los pOtros (pó/oi), en las modalidades de cuádrigas La espectacularidad de las carreras de cu<idrigas explICa, por olros
(l)l) Olimpíada, 384 bigas (182 Olimpíada, 264 a.c.) y, final- lado, un hecho en principio sorprendente, y es que una carrera tradiciollal
mente, potros montados 031 Olimpíada, 256 a.c.). como la bigas (que es la prueba ecuestre disputada por los h{ol'Ill'S
De las tres pruebas más importantes (théthrippoi, M/es y Jynorís), la griegos en los juegos en honor Patroclo) no fuera incluida ('JI  d
lll¡lS espectacular y al tiempo aquélla en la que más ansiaban triunfar programa olímpico hasta finales del siglo V a.c. Sin duda el  mayor amI(
participantes, era la carrera de cuádrigas. tivo popular de las cuádrigas justifica tal dilación (cf. Patrucw;H()),
Las cuádrigas, en efecto, proporcionaban el espectáculo probable- Una vez que las cuádrigas habían dejado libre el hipódromo, 1('fIla
Illente más atrayente y esperado de los juegos, que daba inicio además a lugar la segunda prueba ecuestre incluída en el  calendario olímpim, la
la competición propiamente dicha. A este respecto, Finley-Pleket (p. 27) carrera de caballos montados (M/eJ) , ciertamente menos popular qUl' Sil
Ilotan que, lejos de constituir un error de planificación el  hecho de que la antecesora, hasta el punto de que los romanos la suprimieron de sus
carrera de cuatro caballos fuera la primera prueba en disputarse en lugar juegos. No obstante, quienes se tenían por personajes imponalltl's
clausurar el festiva! con la adecuada apoteosis final, el desfile de los tampoco renunciaban a intervenir en esta competición, como es el l  aSIl
carros, suponemos que ricamente ataviados, permitía iniciar las competi- tirano Hierón, cuyo triunfo en la Olimpíada del año 476 cdl'hl'all
ciones con toda la pompa y esplendor que son del caso. Píndaro (OlímpicaJ 1)  y BaqU11ides (epinicio 5). Fue Ferenico (" d qUl' 
En buena medida, el  atractivo de las carreras de cuádrigas radicaba trae la victoria", nombre prof'etico), quizá el caballo de cam'ras 1l1¡\S
l'n su peligrosidad. Los cuatro caballos arrastraban a toda velocidad un célebre de la Antigüedad, quien proporcionó la victoria a su propietario,
ligerísimo carro de dos ruedas, abierto por detrás y que brincaba ante la una más a sumar a la larga lista de éxitos que el animal obuvo en
menor irregularidad del terreno, sobre el cual se erguía el auriga, quien, rentes pruebas de diversos juegos desde el  año 478 (o quizá 482) hasla
vestido con la larga túnica con que aparece ataviado el famoso bronce de 468.
Ddfos, dirigía su tiro con las riendas (que podía atarse a la cintura), el Las pinturas vasculares permiten comprobar que los jinetes cabal-
y el punzante aguijón. Los dos caballos que formaban el  tiro gaban a pelo, sin silla ni estribos, sobre veloces caballos no herrados,
iban uncidos a la pértiga que partía del centro de la parte lo que se deduce que tampoco esta disciplina deportiva carecía de riesgos
delantera del carro; a izquierda y derecha de ellos, no delante, se colo- (figuras 80 y 81). 
caban los otros dos caballos que completaban el tiro de la cuádriga, los Únicamente durante la primera mitad del siglo V a.c. se dispu~
por consiguiente, no eran uncidos a la vara central, sino simple- taron en Olimpia dos pruebas hípicas que alcanzaron escaso eco entre los
mente atados con correas al carro (figura 77). Se comprende bien, pues, asistentes al festival y que, de hecho, apenas llegaron a extenderse a otros
la extrema dificultad que suponía en tales condiciones la conducción de juegos: las carreras de carros tirados por un tronco de dos mulas (aPéne) y
los fogosos corceles que avanzaban de a cuatro en fondos, así como la la prueba denominada ká/pe .

.~'50 351 
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLíMPICOS

Una anécdota que nos cuenta Aristóteles a proposlto del poeta de ellas y corrían junto con las yeguas} llevando las bridas sujetas, como
Simónides (Retórica 14; es el fr. 515 Simónides) muestra a las hacen todavía en nuestros días los llamados 'montadores'''. La palabra
claras que desde un principio la apéne fue considerada especialidad poco kálpe acostumbra a traducirse por "carrera al trote", no sólo porque,
noble; las mulas, por lo visto, no conferían a la prueba con su trotecillo la como es lógico, al trote sería el paso que adoptara la yegua cuando su
misma dignidad y elegancia que aportaba el fogoso galopar de los caba- jinete se apeaba para conducida de la brida (cf. Harris, SGR 158), sino
llos. Nos refiere Aristóteles que Anaxilao, tirano de Regio, en la Magna también porque ése parece ser el significado etimológico de la palabra
Grecia, quiso encargar a Simónides un epinicio que celebrara su kálpe (cf. Sófocles, fr. 1007; Aristófanes, Tesmoforiantes 1174; Platón el 
con el carro de mulas, a 10 que el poeta no accedió, alegando que unas cómico, fr. 257).
mulas son tema poco digno para una composición poética. Parece ser Las pruebas hasta ahora descritas tuvieron alguna vez cabida, l"llll
que, entonces, Anaxilao elevó su oferta económica y Simónides (cuya mayor o menor éxito, en el programa de los Juegos Olímpicos. Los testi-
tacañería era proverbial en la Antigüedad) compuso una oda en la que monios epigráficos manera preponderante nos permiten conocer 1..
invocaba a las mulas con el sonoro verso "os saludo} hijas de caballos de existencia de otras especialidades hípicas disputadas en otros festivales y
pies rápidos como la tormenta" (omitiendo, comenta Aristóteles, que eran que completan un panorama sumamente amplio, fiel reflejo de la popu-
también hijas de burros). Que el epinicio le fuera encargado a Simónides laridad que alcanzaron en Grecia los deportes ecuestres.
por un griego del Sur de Italia no representa ninguna sorpresa, pues Hemos visto que Pausanias compara el ejercicio que se exi~{¡,
parece ser que la modalidad deportiva de la que hablamos se consideraba realizar a los participantes en la kálpe con el que en sus días ejecutaball
típica de esa zona y, de hecho, las tres Olímpicas (4, 5 y 6) que Píndaro los llamados "montadores" (anabátai), afiadiendo, no obstante, que éslOS 
compone para celebrar triunfos en la apéne están dedicados a dos sici- difieren de aquéllos en que "llevan distintivos diferentes y utilizar¡ clIhtl-
liotas, Psaumis de Camarina y Hagesias de Siracusa (véase asímismo el llos machos". Dado que algunas inscripciones hacen alusión a vencedorl's
105, a propósiro de una viaoria del siracusano Hierón). Quizá por en pruebas destinadas a "desmontadores" (apobátai) , algunos auton's,
esa razón, la importancia política, y también en el ámbito del deporte, como es el caso de Harris (SGR 181) o Weiler (p. 204-5), identil1tall
que los griegos de Italia y Sicilia llegaron a adquirir no fuera ajena a la ambos términos y deducen de ellos que los hombres se apeaban y volvúu,
indusi6n de la prueba de carros mulas en los Juegos Olímpicos. a montar mientras los caballos corrían (cf. Anecdota Graeca I.42(1. 'lO
En algunas monedas de Regio y Mesina figuran de manera inequí- Bekker). No creemos, sin embargo, que las dos palabras desi~rl'1I la
voca carros tirados por mulas (figura 79). De manera semejante, Brauer misma prueba. El apobátes era probablemente un atleta (en las reprl'St'll-
ha recurrido a la información que puede proporcionarnos la numismática taciones artísticas aparece con yelmo y escudo, sefial inequívoca dl'l
para el estudio de la otra prueba suprimida, juntO con la aPéne, en el afio origen militar del ejercicio) que acompafiaba en el carro al auriga y qUl',
a.c., la denominada kálpe. La importancia de tales documentos es en determinado momento, saltaba a tierra para cubrir la distancia dl' 111'
tanto mayor cuanto que la única descripción que nos ha llegado de esta estadio (Dionisio de Halicarnaso, Historia antigua de Roma 7. 7j);  St'
curiosa prueba se la debemos a Pausanias (5.9.2.; Plutarco, Problemas de trababa, pues, de una disciplina que combinaba el  deporte ecuestre mil 
banquete 675c se limita a una simple mención): "Cuando se disputaron el atletismo propiamente dicho (cf. f¡~ura H2).  Por el  contrario, el  herho
por primera vez [en Olimpia}, en la carrera de carros de mulas venció el de que Pausanias asemeje una prueba en la qm' los jinetes se apeaban dd
tesalio Tenio, y en la kálpe Pateto, un aqueo Dime. La kálpe era una caballo y lo llevaban por la brida ((nI  el  l'jlnitio que realizaban los
carrera para ye{!,uas, y en la última parte del recorrida lo.!" jinete.r .raltahan anabátai, indun' m¡\s hil'll a pl'llsar qUl' t'stos, a diferenda de

\'H
\ 'u 
FERNANDO GARCÍA ROMERO
I.OS JUEGOS OLÍMPICOS

tI!lOhátai, cumplían su cometido no en carros, sino en caballos, de modo polemistéria; cf. Aristófanes, Nubes 28) y de "caballos de guerra" (hlNI/I;
que quizá esté más próxima tal disciplina a otra que en las inscripciones polemistal) , que debían guardar con las pruebas hípicas "normales" ulla
e
SI: denomina aphippodromás carrera desmontando del caballo"; cf. IG relación análoga a la que se daba, en las carreras pedestres, entre la
IX.2.S27-S31, de Larisa). Ya Homero, por Otro lado, describe la habi- carrera de hoplitas y las demás disciplinas; es decir, carros, cabalh IS y 
lidad del jinete que lanza al galope por la llanura cuatro caballos y va jinetes irían ataviados con equipo militar. A una prueba de esas car{(t'~
pasando de uno a otro (l/íada 1 S.679-84; cf.l.2). rísticas responde probablemente la indicación de una inscripci(ín déflm ya
Otras pruebas hípicas han sido descritas ya en capítulos anteriores. comentada, en la cual una muchacha de Trales, Hedea, aparece millo 
Es d  caso del lanzamiento de jabalina a caballo sobre un blanco, ejercicio vencedora en la "carrera de carros armados" de los Juegos Ístlniros
qut'  SI: introdujo en los juegos a partir de su presencia en la educación 1.3,3.).
militar de los efebos (cf. 3.4), o las carreras de antorchas a caballo, que Tampoco faltan, por último, noticias sobre otro tipo de UlllllwlÍ-
lOllocunos por la mención que de ellas hace Platón al comienzo de su ciones posiblemente semejante a una disciplina incorporada al proWilllla
Nl'!J/f/;/ica (cf. 3.1.4.) y por las inscripciones de Larisa, la más importante de los Juegos Olímpicos de la era moderna, la doma. Jenofonte (So/I/'t' ¡"
l  illdad dI: Tesalia, que acabamos de citar (cf. también IG II.2.958.67,
equitación 3.10-13) y algunas inscripciones áticas de los sitJ;los IV y  111
dc las Tl:seas atenienses). Precisamente el Ática y Tesalia son quizá las a.e. (lG II-III.2.3079 y 3130) aluden a las exhibiciones d('IHlII1ill,ldas
regiolles de Grecia en las que los deportes ecuestres alcanzaron mayor anthippasíai, que se desarrollaban en el marco de las Panatmt'í\s y las
dilusi()n y variedad (aunque no debemos omitir tampoco Italia y Magna Olimpieas y que consistían en realizar maniobras militan's a cahallo,
(;rl'l ia; así, Esteban de Bizancio, un gramático del siglo VI p.c., autor compitiendo entre sí las distintas tribus (cf. Kyle I H()­()().  Nada
dl' IJIl diccionario de nombres geográficos, al hablar de la ciudad de sabemos sobre los detalles concretos de tales concursos ni sohn' los ( rilt,
'l'art'llto, cita el verbo tarantízo, que glosa como "montar a caballo a la rios que se seguían para determinar a los venu.:dores (los It'SdlllOllios d(' 
Illanera dI: los tarentinos", quienes, según parece, eran consumados espe- las inscripciones y de los gramáticos antiguos prueban '111(' S(' trataha .1(' 
l  ialistas m el  arte ecuestre). Las inscripciones áticas (cf. Patrucco 384)
competiciones agonísticas; cf.  Reisch, .LXI. en  Rn), pero ('S f¡¡(  il SU pOli!'!'
IIll'IH ¡otlan muy diversos tipos de competición, distinguiendo además que se valoraba en particular la elegancia y la perfeni()1I l'll la l'jl'( \1< inl!
('(lIn'  las carreras en línea recta (akámpios, "sin curva") y aquéllas que
de los ejercicios. Fuera del territorio del Ática, quiz¡[ la pn'sl'lll ia dd
illdllÚlll un viraje (díattlos), así como entre pruebas destinadas a caballos término hippasía en una inscripcitín de la velina heocia (1(," VII. HlH /)
adlll(()s y a potros, separación que se hizo efectiva igualmente en Olimpia atestigüe la existencia de competiciones semejant('s l'n los jlll'}.:OS dI' 
a parlir de determinado momento, según se indicará más adelante. Lebadía.
¡':vidl'1I1l'lIlente, las grandes llanuras de Tesalia eran un marco idóneo
par" la nía caballar y los caballos tesalios gozaron siempre de reconocido
I'l'est ¡gio (cf. Baquílides 14B.IO). En esta región, como se dijo en su 3.9.3. El hipódromo
1l101111'nto  (  1. l. 1) esdn documentados en época histórica juegos taurinos
las competiciones erlll'strt's tl'níall IU}.:ilr l'1l d hi p<ídro 111 o , '1111' 110
(Ollsíst{'ll((:S en la inmovilización del animal por parte de un jinete que lo era, a difl'rt'mia del cirro romallo, ulla lOllstruni(ill, sillo St'1Il illil11 H'II1<'
alulIlza a la carrera y se abate sobre el toro desde el caballo. UII amplio {'spacio Ill¡ts o IIll'llOS Ilallo, sil! .I/,ir"" COII tilla (Ohllllllíl ('11
Jill las inscripciones ¡(ticas son mencionadas asímisITIo carreras de rada t'xttt'1ll0. {'11 tomo a las clIalt,s }.:irahal1 cafros y cahallos (n~ur H \); 
"tarros de procesiolll's" (zf.'Ií/!,e !mlll!,ik(t). de "carros de tJ;uerra" (ulí/!,e 110 exisll'll, pues. a {'Sil' rt'Spl'lIO, lIolabll'S dilál'lKias l'Il  rt·lad()1I iI  lu p¡!lnl

\ -,,1
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1'I'l{NANIl() (¡AI{lrA  ¡¡OMElU)  u 1:- JIIH;( l~ t  HI M1'11 n:-

('11 1;1 que corren los cinco carros participantes en los juegos en honor de /os (,Irro.!' (1 de /o.! (tlhllllo.!' dI' (¡lrrl'rtlJ JI' I':t.:tit'lldl' Im,1 mlnll'ál/,I " l!Iodo
que mbren un recorrido de ida y  vuelta girando en tomo a un /J'lrrer,l. litl «(ul,1 o/úl/l,l"dtl JI' t'OlIJ/ruyl' 1m ,dltlr de l'ldril/o ¡nulo,
trollCO S(.'(O que se alza ligeramente al fondo de la llanura y en tomo al ellCttlado Iwr 1,1 !'Ilrle de tljilt'rtl l'tI el (('tllro lIIiJlI/O dI' ltl ImM, y 1111 tÍ~lIi,¡
clIal Ud  terreno eJ li,ro y apto para las carrerttJ de caballos" (llíada de bronce flm /tlJ alaJ extendidaJ ell toJtI .1"11 allll,litlld t'JltÍ m/(lt',ldll ,mhrt, d
2L~6s,) La Jistancia entre las columnas que marcaban los extremos alttlr. La jlersofltl etlfarKada de dar Jalid,1 a 111 (,Irrerll !,ot//' t'tI /il1ltlot/tI-
de la pista era variable según los lugares, entre otras razones porque miento el mecanismo del altar, y ¡¡na vez {/It/: lo htt !'1It:J/o /'tI IIItlrdM d
('stílba  condícioanda a la morfología misma del terreno; un evidente águila salta htláa arriba hasta hacene vúible a lo.!' eJ!'ft'hld(JreJ, mil'lllr'¡,j
ejemplo de ello es el único hipódromo que ha llegado hasta nosotros sin que el delfín cae hacia el suelo. Las jlrimeras barrera.!' de (11dll 1,ldo, 1,,1
lIlodificaciones de época romana, el  ubicado en Arcadia, en el monte más cercanas al pórtico de Agnapto, se aflojan y lo.! c'lb"lIo.!' (/"t' JI'  1'111'111'1/-
Lin'o, en un agreste pasaje que apenas deja lugar para una pista de poco tran en ellas echan a correr IOJ primeros. En su carerra lIeJ!.111I ti ItI ,dlllrtl
Il1l'Il0S de 300 X  150 m (cf,  Harris, SGR 163). aquéllos a los que les ha tocado en suerte oC!,¿jlar la .re/!,Imd" I}()JI(/()tI y
El hipódromo más grande del que tenemos noticias era el situado entonces se aflojan laJ barreras de éstos. Y así suceJÍvametlle omm' ((1tI
l'lltre Atenas y El Pireo, donde se desarrollaban las pruebas hípicas de las todos IOJ caballos, hasta que se igualan unos wn otroj' " 1" ,i/lllrtl dd
Panatmeas (algunas de las cuales, según hemos visto, eran akámpios, es espolón de la jlroa. A partir de entoncu toca ya a los allri/!,'J.!' /llo.!lrtlr .111
sin giro, en línea recta); en el Etymologicum Magnum (s.v, "Enekhe- destreza y a los caballos su rapidez. Fue Cleetas quien Me'; el I/Itftot!o
lidó") St' le atribuye una longitud de ocho estadios, es decir, en tomo al salida originariamente, y parece que estaba orgulloso de JII ifll ,t'flt'iáll, "
<¡lIihímetro y medio, En cuanto a la pista olímpica, un manuscrito cons- juzgar jlor el epigrama que inscribió en una estatua en Aten,u:
lantinopolitano publicado a mediados del siglo pasado (cf. Patrucco el primero qlN inventó el mecanismo de salidtt
describe sus dimensiones, asignando a uno de sus lados la extensión pttra los caballos en Olimpía,
dc tres estaJios y un plerro de largo (ca. 600 m.) por un estadio y cuatro Cleetas, el hijo de Aristocles, me hizo.
plecros Je ancho (ca. 300 m.) en la línea de salida. No obstante, la única y se dice que después de Cleetas Arístides añadió ttl met'ttnÍJIIIIJ III.!'!',,,,,,
descripción pormenorizada de un hipódromo griego se la debemos, una mejora.
vez más, a la estanda de Pausanias en Olimpia (6.20.lOss.; Lacombrade, Uno de los lados del hipódromo es más largo que el otro, y /'ti d
por su parte, sostiene que la descripción que hace Sófocles de la carrera más largo, que es un terraplén, se encuentra, en la salida que hay ti Irtll'/'\
de cuádrigas de los Juegos Píticos en Electra 680 ss, se inspira directa- del terraplén, Taraxipo, el espanto de los caballos. Tiene la /fmlltl dI' 1111
mente en la que tenía lugar en el hipódromo olímpico): "Pasando el altar redondo, y cuando los cabttllos pasan corriendo junto a él, ÚIIIII'd',II,'
t'.Itadio por el sitio donde se sientan los helanódicas, se encuentra la pista mente se apodera de ellos un gran terror sin ninguna cttusa ap"retllt' y d
de,rtinada a las carreras de caballos y el lugar de salida las mismas. El terror produce espanto, de manera que es habitual que rompan 10,1 (tI"'·(JI
IlIgar de salida tiene la forma de la proa de una nave, y su espolón está Y los aurigas resulten heridos, Por esta razón los aurigas ofrecen Jaaijitill.l
1WeltO en la dirección de la carrera. La proa se ensancha allí donde está y suplican a Taraxipo que lu sea favorable ... El otro lado del hipódro!llo t/o
IJrlJ:x:ima al pórtico de Agnapto) y un delfín de bronce sobre una vara ha eJ un montículo de tierra, sino una colina baja".
,rido construído en la punta misma del espolón. Cada lado del lugar de Del relato de Pausanias (centrado particularmente, como pm'd(' 
Jalida mide más de 400 pies de largo, y en ellos hay conJtruídas caJillas, apreciarse, en la descripción de los lugares de salida y giro) se deduu' tlllt'
que .se reparten por sorteo entre quieneJ intervienen en la.s carreras. Delante el hipódromo olímpico se hallaba al Sudeste del estadio, en una zona en

356 ,i'H
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLíMPICOS

la que las crecidas del cercano Alfeo han borrado toda huella arqueoló-
gica (d.  figuras 29 y 31). El lado norte, el  más corto, estaba limitado por
(  
« 
igual que ocurría en el  caso de los atletas, compitiendo por separado
caballos adultos y potros; tal distinción se extendió desde Olimpia a los
IlIIa pequeña colina, en la que se situaban los espectadores; en cambio, en f restantes juegos panhelénicos y otros festivales mayores y menores, millo
el lado sur, entre la pista y el río, se había levantado un terraplén, confirman las inscripciones. Poco sabemos, por último, del nÚllIero  de
I alllbién apto para acoger a quienes deseaban presenciar las pruebas. participantes que podían intervenir simultáneamente en una ram'ra, ya
que las informaciones de nuestras fuentes oscilan entre los diez carros qlll'
:~,().4 Desarrollo de las carreras.
cita Sófocles (Ele,·tra 708ss.) y los 41 que menciona Píndaro (Pllie",
Ya en la narración homérica de! canto 23 de INada entrontramos 5.43ss.).
¡ lescritos de manera magistral los momentos y características sobresa- La posición que cada caballo o carro ocupaba en la línea tic: sali( la
11('IIIl.'S de una carrera hípica: presentación de participantes y caballos; venía determinada por sorteo (cf. Ilíada 23.352-3; Sófoclt:s, nkl'lrtl
sOr!l'O de los lugares de salida; importancia del juez que se sitúa en la 709-10; Pausanias 6.20.11), y no era indiferente el  puesto que a lada
lOllIrallleta, "para que retuviera en la memoria la carrera y les contara la uno asignaba el azar, pues quienes corrían por las calles eentrak's part(all 
I'mltlc/"; descripción promenorizada de la carrera, haciéndose especial ya con una cierta ventaja al tener un recorrido menor qUl' sus rivales,
himapié en el momento más importante, e! giro; accidentes; supuestas aunque tal falta de equidad se intentó subsanar en el  hipódromo 01(111"
malliohras incorrectas y reclamación de quien se cree perjudicado por pico mediante la adopción del complejo mecanismo (ájJhe.ri.1) debido al
dlas; desolación por la derrota y alegría por el triunfo; apasionamiento de ingenio del arquitecto Cleetas (III a. C.)  y que describe mn pon IIl'lIm
los ('spl'latdores, que no sólo cruzan apuestas entre ellos, sino que incluso Pausanias. El lugar de salida tenía, nos dice Pausanias, "Id ¡(mll{1 tll' 1"
('SI¡íll m un tris de llegar a las manos los partidarios de unos y otros (vv. proa de una nave", es decir, un triángulo isósceles con el  vénin' oril'lIIado
·j,jXss.).  en la dirección de la carrera, Sus dos lados iguales, cada uno de los lllaks
Los prolegómenos de la carrera empezaban, efectivamente, con la medía nada menos que 120 m. (400 pies), estaban formados por IIllil' 
~Ul(·t' presentación de los participantes, lo que explica, como antici- casillas en las que se colocaban caballos y carros, a los qm' ulla (lIerda
palllOS, el  hecho de que la competición de cuádrigas fuera la prueba que extendida ante ellos impedía avanzar. Una vez situados los pan il ipallll's
ahna el f<:stival olímpico, pues el desfile de los carros ofrecía un vistoso en sus puestos, operación nada fácil, un complejo lIlecanislllO (n'( (lIlS
('51'('( I¡Ítulo equiparable a nuestras típicas, y a menudo tópicas, ceremo-
trucciones en Harris, SGR 165, con figura 11 y Wiegart¡>,) hall" (¡\('(' l'ls
nias tll' illauguración. En el relato homérico es notable el  interés que cuerdas y permitía la salida de los competidores SlI(.'(;siVafll('f¡tl', 110 sillllll
IllUl'Slra d poeta por presentar no sólo a los aurigas sino también a los táneamente, de manera que los primeros en partir erall los de los
(ahallos, indimndo su pedigree y ascendencia, aspecto que, también en extremos ("los más ,-enanos aljJórtim de A/!,ndjJto") y a wnlil1lla( il,lI ihall
(,r('cia, tellían muy en cuenta propietarios y preparadores y despertaba e! iniciando la carrera los demás, en la  tlireedol1 desde los l'xln'lllOS 11m la el 
inll'r(-s del J1líblico (ef. Saacke, Patrucco 391-2). Otro rasgo importante vértice, conforme los rivales llegaban a su alrura, "ht/Jltl tllII' JI' i,t:II,tI,1II
¡lile l,l deporte hípico de la antigua Grecia comparte con el de nuestra unos con otro,f a la altllra del e.lpoMn de !tI jmJt¡". Dado qUl' l'SH' WllIl'll'jll
l'pmi! ql.~da ya patente en el poema de Homero, y es la admisión de sitema fue ideado (on la pretensi(ill de qUl' IOdos los pan j( i".III1('S
(ahallos y ye,l!;uas en las mismas pruebas (ef, Sófocles, Electra 70 lss.; la partiesen en igualdad de cOlldiciones (al tiempo qUl'  l'vitaha las sil'm!,,,('
lÍlIÍla cx(.'(:,ptión es la k"Ujll!, reservada a yeguas). Sólo a partir del siglo IV molestas salidas en falso), puede hatérsdl.' ulla ohjecilÍll, y l.'S que I~ qll(' 
íl,<:, St' Wllsidl.·[() Ilecsaria la separal'hín de los Glballos sc'gún su edad, sal(an antl.'S cohrahall la vl.'lltaja qm' supollfa d partir ya lanzados llUlllllo 

\'1N  \''111
1
FHtNANllu (;AI«  lA  I(UMI'.!(()  I  le  I~ ItH,~ ClUMI'U  ti" 

slIr rivales alín no habfan arrancado; por cso se ha sugerido tlue cuando t'
tia/eró Il/íllllltÍ.I .111 /It',III,  .11'  d/m',lIIní 1I('.~"r ,ml/' /0.1 1.I/'/,lIIlídh".I,

Irrm'/Ida,
Pallsallias habla dc igualdad de los wmpetidores a la altura del vértice ,¡  ,W/JO ti"e h"vj" l'el/cido .Y dl'j'; de (flY'rer, 1.11,1' e/m.! firod'"I1,'f'(1fI 1'/'fIft'dllt, "
dd  Il'i¡illglllo 110  hay tille pensar en una línea recta, sino en una línea Fidola.! y .le  le !Jerlll¡¡ifí e/nih,lr 'IIItl eJ/,IIII" ,/.1'11 ,ye!!,I',/.I " ,  lista  all(;rdlllil 
(lII'va ligeralll('lItl' c{)ncava, ¡l semejanza de la línea de salida las nos  permite  conocer,  además,  que,  al  tontrario  d('  lo  que  ocurre  ell  d 
('11  el  lÍrw romano (es idea de A. Martin, arto "Hippódromos" deporte de  hoy,  no  era  descalificado  d  cahallo  que derriba ha  a  su  ¡im'H', 
('11 la cm idopedia dc Daremberg-Saglio, compartida, entre otros, por seimpre  que  no  interfiriera  en  el  camino  de  los  ll<:m¡is  parridpalll('S 
Ilarris, Fillky-Pkket 28-29, Weiler 203-4; Patrucco n, 2, señala parece  querer  decir  Pausanias  cuando  señala  que  Aura  ".riJ!IIilÍ mrrit'll//fl
qlw IlO dispollernos de prueba alguna que permita sostener tal hipótesis). en orden").
El 111 iSIlIO Martin, por otro lado, en su reconstrucción del hipódromo En  cuanto  a  la  distancia  que  debían  recorrer  los  parricipallH's  ('11 
ollmpiw, sitlía la áphesis a uno de los lados de la pista, en tanto que cada  prueba,  era  variable  en  los  distintos  festivales.  Ya  se  ha  st'l'alado 
otros aUIOf(.'s  consideran que el vértice del triángulo se hallaba en la que  en  los  Juegos  Panatenaicos  (y  también,  que  sepamos,  en  los  t 
lIIisma Iínca horizontal que unía meta y contrameta (figura 83). brados  en  la  isla  Delos)  se  disputaban  carreras  en  línea  relta,  ('11  las 
TalllPoco IlOS es dado resolver esta cuestión, aunque indudablemente las cuales los  caballos cubrían el hipódromo en  toda su  longitud,  y otras  que 
Illillliobras se verían facilitadas si se acepta la hipótesis de Martín. consistían  en  un  recorrido  de  ida  y  vuelta,  con  un  solo  giro,  semejallll', 
Filialmente, el  curioso ascenso del águila situada sobre el altar, pues,  al  que  realizan  los  héroes  homéricos  en  el  canto  23  de  /IIt/d". I ill 
(oillódell(c con el descenso del delfín, era sencillamente un medio para los  festivales  panhelénicos,  no  obstante,  los  competidores  COmpll'lilhall 
il1di( al' a los espectadores más aljados que la prueba había dado varias vueltas a la pista.  En  lo  que se  refiere  a Olimpia concrenunellll',  (" 
UlIIlI('!IZO.  ya  mencionado  manuscrito  de  Constantinopla  fija  una  distancia  (k do( (' 
Por lo que podemos saber, el procedimiento de salida descrito por vueltas  para  la  carrera  de  cuádrigas  tiradas  por  caballos  adultos,  ()( ho 
Pallsanias se aplicó exclusivamente en Olimpia, en tanto que en los para las cuádrigas  tiradas por potros y para las  bigas de caballos  adllllOs. 
dCIII¡Ís jucgos se debió de continuar recurriendo al sistema tradicional de y tres  para  las  bigas  de potros,  Este  testimonio es  segutamente  fidl'li,f.\ 11 o , 
alill('ar a los participantes y acompañar la señal de salida que daba al juez ya  que la distancia  de  doce  vueltas  para la  carrera  de  cuádrigas es  mllfl· 
dc la carrera con el sonar de las trompetas (cf. Sófocles, Electra 708-11). mada  en  varios  pasajes  por  Píndaro  (Olímpicas 3.33;  Olímpica.r 2.'50,  a 
lis posbile que en la propia Olimpia el sonido de las trompetas indicara propósito de los Juegos Olímpicos,  Píticos e Ístmicos; cf.  asímismo  Olím-
asúllis!no a los espectadores el comienzo de las de salida (a partir de 396 picas 6.75,  un  epinicio  que  celebra  un  triunfo  en  la  carrera  de  carros 
a disputarse en los Juegos Olímpicos una competición para trompe- tirados por mulas).  La distancia entre los  pilares que señalaban  la  mcltl  y 
y  también  recordara,  tanto  a  los  participantes  como  al  público,  .'  la contrameta bien  pudiera haber sido en Olímpia de dos  estadios,  como 
carros  y caballos  comenzaban  a  cubrir  la  última  vuelta,  como  se  en  Nemea  (Pausanias  6.16.4),  de  manera  que  la  vuelta  completa 
sigue  haciendo aún hoy en nuestras pruebas atléticas.  Así se desprende de  comprendía  cuatro  estadios  (justamente  la  distancia  que  recorrían  los 
otra  notida  transmitida  por  Pausanias  (6.13.9),  que  se  refiere  a  un  atletas  participantes  en  el  hippios drómos; cf.  3.l.1);  en  tal  caso,  don' 

I
slIn:so  ocurrido  a  finales  del  siglo  VI  a,c.:  "La yegua de Fidolas de vueltas  supondrían poco  más de 9  km,  ocho  vueltas  por encima de los  (¡ 
Corinto, como recuerdan los corintios, tenia por nombre Aura ('Brisa'), y km y tres  vueltas casi  2'5  km.  (Paleólogos, en Yalouris 239, aumenta de 
oo¡rrió que desmontó a su jinete al comienzo mi.rmo de la carrera; pese a manera  considerable  estas  distancias,  basándose  probablemente  en  las 

siguió corriendo en orden, giró en torno a la meta y, cuando escuchó la medidas  que  índica  el  manuscrito  de  Constantinopla;  pero  debe  tenerse 

,()()  361 
FERNANDO GARcíA  ROMERO  I(l~ I¡H.(~'M·U

('11 (IIVII'"  que los datos que el códice nos proporciona se refieren a la que, si biell los ilnidl'lllt'S eran IIHlIlt'da Ulrril'llIl' l'l\ las larn'ras ('tUl'Sln's,
IOl~i, II! I  /oftll del hipódromo olímpico, no a la distancia entre las pilas- ('11 especial ('11 las de n"ídri~as, las tilídas fuerall panklllal'lllt'llIl'
nas, (¡lit' l'ra hígicamente menor). freruentes en los virajes, cuando CUatro  mhallos lanzados íI  roda vl'lo
!.()S I <In  socorridos relatos de Homero y Sófocles reflejan a la perfec- cidad tirando de un ligero carro debíall dar un hrusw ¡..;il'O dc I HO 
(¡11I1  (,1 desarrollo de las pruebas hípicas y la emoción con que eran grados, maniobra de la que, adem,ls, dependía etl  huella Illedida ,,1 I'l'sul-
sqJ,lIidas por los espectadores. En ambos pasajes se destaca, en efecto, el tado final de la prueba. Así, en la carrera que describe SlÍflltks dos aH i-
!'Iudoso alllhil'tlle resultante de la mezcla confusa del griterío del público dentes que se producen precisamente en los giros haten qut' los di('/'.
1011 las V()l('S de <Ínimo de los conductores a sus animales y el estrépito de carros que inician la prueba queden reducidos a uno solo, y el prillwr
I()s (aI'l'OS, la gran nube de polvo que se levanta del suelo haciendo difícil choque afecta nada menos que a ocho cuádrigas (fllectrel 720ss,; l f.
la visillllidad (lL Simónitk>s, fr. 516, y Baquílides 5.43ss.), la enconada Jliada 23.391ss.; Píndaro, Píticas 5.49ss., donde afirma el  poeta t¡lIl"
1'"~I¡a ('1111'(' los participantes, que sienten en su cuello el  aliento del rival de 41 carros que toman la salida, sólo el vencedor consigue complt'tar (,1
qtH' SI' les aproxima (I/íada 23.380-1; Sófocles, Electra 719), etc. Pero recorrido; sobre representaciones de accidentes en la o:dmiut. d. 
('11 los dos relatos se insiste en particular en el momento más caracterís- Patrucco 397).
,i(lJ, illlpOl'lalllC y al propio tiempo peligroso de las carreras ecuestres: el La abundancia de choques y salidas de la pista que se produd¡tll ('11
Poiro ('11  101'110  a las pilatras. La pericia de los jinetes, y sobre todo de los el momento del giro explica que en el hipódromo de Olimpia la slIl)('rsli-
IO( 1H'1'IIs. dl'lw mostrarse, efectivamente, en su habilidad para conducir ción popular atribuyera los accidntes a la influencia maléfica del lIalllado
n'( I ()  (,1 (am) y l'sperialmente durante el viraje, el instante en el que un altar de Taraxipo C'Espantacaballos"), sobre el que discute Pausallias ('11
(1IlHhlllOr I!:í!lil puede compensar y aún superar la mayor rapidez de los el texto antes traducido, haciendo inventario de los héroes a llly()
1,Ihalllls dc SIIS rivales, como recuerda Néstor a su hijo Ant110co (llíada fantasma se asignaba el curioso entretenimiento de asustar a los cahallus
.'~ W(,ss.). Para dio hay que procurar pasar lo más cerca posible del (Pausanias 6.20,15ss.). Como colofón de su erudita disertación, af'i¡tdl' l'I 
1')~Il, dalldo rielldas al caballo de la derecha y reteniendo al de la periegeta: .. La más fidedigna de las historias, en mi opinión, eJ  la (//11' ""a
1/'1"1('1'./", !jUI' t·s d  lJue m,lS ccrca pasa de la meta: "Tú lanza el carro y de Taraxipo una advocaci6n de Posid6n, Y hay también un Tarax;/IO t'II d
101 (,1I1d111!! ¡"Ji roztllUlo la meta, e inclínate en la bien construída sUla Istmo,,,. mientras que en Nemea ... no habia ningún héroe que ",011.'.1'1(/.11' ti
Ir,l:mlll/I'I//t' /I¡I(i" 1" ;zqltierdd. al tiempo que e.rtimula.r al caballo de la los caballos, pero, como dominando e/lugar de giro se alza una roca dI' m/II/'
t!el't'llltl ,/in/dI/do y k ?id.! r;ertda.r; y procura que e/ caballo de la izquierda fuego, el re.rplandor que de ella emana provoca el terror de los caball(l.!', (0/11/1
It'  jl/',~"e /",,10 t,1 ti "'í'ta que jJarezca que el cubo de la trabajada rueda la si .re tratara de fuego". Para completar el curcuito de los cuatro grandes
,lIt ,lIId,', jwl'll ('1 ;/,1 IOCdr la jJiedra, no sea que hiera.f a los caballos y
1
juegos, en otro pasaje (10.37.4) afirma Pausanias que en Defos no  ha y
mll//ltll el ¡i/I1"(I .. , P(/Y{/lIe Ji ttjJre.rurándote en e/ giro pasas delante, no hay Taraxipo, pero los accidentes son tan numerosos como en los demás festi-
(/'11 fII ,  j}(',.I;~lfdJ/e jmeda akanzarte ni anticipáYJete" (llíada 23.334 vales.
ss.; (t.  Stítmks,  JUedra 720ss.). Era, pues, de vital importancia llegar En los juegos en honor de Patrodo, Aquiles envía al viejo Fénin'
hlt'lI wlm ado a los ~iros y  salir de ellos en buena disposición de luchar como juez de contrameta, para que, una vez acabada la prueba, le 
por (,1 I riullfú, especialmente en las vueltas finales (habían aurigas como informe de las posibles maniobras incorrectas que hayan podido produ-
()n'sll's '11J(' "dl'(It/Ztlh,I e/último dejando JIU potroJ al final, pue.r confiaba cirse en el giro (lliada 23.359-61), Aunque no podemos asegurarlo, es
I'fIltllíll;lIItll'llt'!tJ, S(ífoc!es, !Uertra T~4-'5). No es por ello de extrafiar muy probable que Homero hiciera adoptar a Aquiles, árbitro principal

H.)  .~(j
1'1'1{NI\NIIII (;AIH lA HUM"'U)  U ),\ ./IIH ,e)~ ell.lMI'11 ('~

d('  los juegos, las lllismas normas vigentes en las competiciones de época IJoNl"flt'{). cdlldillo de /0,1' crt'lt'IIJ1'J, /ill' 1'1 "rimt'ro (/IIt' tldl'irliá ,1
hist(írim. Eso vale igualmente para la disputa que mantienen Antíloco y /lo,!',I"'t·.!' t'J/"hll .rmhldo d tfI,íJ ,dIo l'fI "rld
MefIdao durante y después de la carrera ([líada 23.400ss.): Menelao (I:'rlamef/. Oymdo, ""f/t/"(, e.rhlh'l le¡oJ. Id
juzga peligrosa e irregular una maniobra de Ant11oco que le obliga a y adlJirtió 'lile ib" "01" del"nte /In (,Ib"llo !llrI}!"djim,
wntener sus caballos para evitar el choque y su reclamación es atendida salvo en la frente, donde tenía l/na manrh'l bl,meú y t'l!dfllldd. (I/#/II/,IIIIIM.
por el juez de la contienda, Aquiles (se trata del primer ejemplo conocido Se puso en pie y dijo esta.!' palabraJ a lo,r arf!.itJo.r: 'Ami}!,I/J, ("pildlll'! Y
dt, ulla práctica bien habitual en el deporte moderno). De este y otros príncipes de los argivos, é'sólo yo distingo a los caballoJ o ItllIJhi,;" I'IIJOU'W/
[('xros  puede deducirse la existencia de una reglamentación explícita que Me parece que son otros los caballos que van ddante, y Illro 1'/ ,"u'i}!,tI.
regulaba la conducta de jinetes, aurigas e incluso caballos Pausanias Deben de haberse lastimado en la llanura las yeguas que alll (11 11/1'1111,1 mm
(1,  1,.9, pasaje ya comentado) durante la prueba y prohibía maniobras vencedoras, pues sin duda se les vio las primeras al doblar ltl mt'ld. AIIO"d.
pdigrosas, como cruzarse repentinamente por delante de un adversario. en cambio, no puedo verlas por ningún lado, aunque mÍJ ojo.r r(/J/rt',UI /,1
Poco más podemos saber sobre tales normas; si acaso, otro hecho que llanura troyana por todas partes. Quizá las riendas se le eJcdlhlron ,1/
conocemos, uan vez más, por Pausanias (6.1.4; cf. Moretti, lAG no. 19): auriga y fue incapaz de retener el carro en torno a la meta, de "/(It/fr,1 '/"t'
a comienzos del siglo IV a.c. el helanódica Troilo, siendo uno de los árbi- no consiguió dar la vuelta. Me figuro que alli ha caído, ha mIli 1'/ I'{/rro y
[ros de la prueba, venció en la carrera de cuádrigas en dos Olimpíadas; a las yeguas se han desbocado, cuando el ímpetu se apoderó
partir de entonces quedó establecida la incompatibilidad de ser juez y levantaos y mirad también vosotros, pues yo no lo distingo bUf/: /1/'t'(1 111,'
parte a un tiempo, como el deporte de hoy da por sentado. que es un varón de linaje etolo, aunque reina entre
. de Tideo domador de caballos, el fuerte Di omedes',
Un último aspecto queremos destacar en las pruebas hípicas de la
y a él contestó agriamente el rápido Ayante hijo de Oileo: '!dOIllI'III'O,
anrigua Grecia: la actividad y emoción con que el  público
¿por qué charlataneas antes de lo debido? Las yeguas que úlu'" /OJ "i,'"
carreras y que culminó, según se dijo al comienzo, con la "histeria
vienen corriendo a lo lejos por la amplia llanura. Tú no eres d múr ;111'1'11
civa" por las carreras de carros en el  mundo romano (son palabras de
entre los argivos ni la vista de los ojos de tu cara es la más a}!, """: Jill
Ilarris, SGR 183) y con las disputas deportivo-políticas de los bandos
embargo, siempre estás charlataneando, No debes ser en modo al}!,l/no 1,01
rivales en los hipódromos bizantinos (algo que, por otra parte, tampoco
charlatán, pues hay presentes otros que son supenores. Las yeguaJ qm' 1"'"
l'S desconocido en el mundo deportivo de nuestro siglo). Una vez más, es
delante son las mismas de antes, las de Eumelo, y él mismo va en su (dml y
refleja el ambiente que se vivía en las gradas (y
tiene las riendas'.
lldL)ldl:>t: con propiedad de gradas a la vista de la figura 11, donde
El caudillo de los cretenses le replicó irritado: 'Ayante, el
se observa cómo un público emocionado sigue sobre una escalonada
riñas, malintencionado, y en todo lo demás estás por debajo de
tarima los incidentes de la carrera homérica). Hace Homero mención ya,
porque tu espíritu es cruel. Aquí ahora apostemos un trípode o una caldml
ocho siglos antes de Cristo, de circunstancias tan pintorescas y actuales
y nombremos árbitro al Atrida Agamenón, a ver cuáles son las yeguaJ qm'
como las apuestas o las enconadas e incluso violentas disputas entre los
"hinchas" rivales: delante y tú aprendas pagando'.
Así dijo y se levantó de inmediato el rápido Ayante hijo de Oileo par"
"Los argivos, sentados en el lugar del certamen.. contemplaban con contestarle irritado con duras palabras. Y la disputa entre ambos Sf'
atención a los caballos, y ellos volaban levantando polvo por la llanura. hubieran prolongado más aún, si no se hubiera puesto en pie el propio

J,M 36~
HHNANIlO (,AIH  lA  I{OMI'Ru  IC~ !IH,(~ cIIIMI'1! Cl~

AI/llikl diámdo: 'J)ejdd de intercall/biar dllraJ .Y malaJ /Jet/abraJ, Ayetnte Ilippodrolll VOIl  ()IYPlllia",  Hort'dJ VII  I ()!"H, ·11-7H; J.  Wil'slll'r. 
no ('.1' cOf/lieniente, y tctlflbién lm,rotroJ OJ indignaríaiJ ron
l' It!OIfIl'IIt'O. /1/11'.1" "Fahrl'll und lh·iteu", l'U Art'h,I/().~id 1If1111l'rÍt'd, (;oli~a 11)(IH.
1I1t1/(/'ÚIT Illro qlte lo hirierd, SentctO.f en el lugar del fertamen y obJervad
(0" 1111'IICilíll a lo.!' caballoJ, que jJronto llegarán aquf bUJcando la victoria; y

el//ollaJ Jclbréi.r ItriO y otro q/lé caballoJ van delante y cuáles les siguen"'.
(//(ttd,¡ 2.1 A4Xss.; sobre la participación del público en las carreras
véase  también Sófocles, Electra 749-50; Baquílides 3.9ss., 5.48-
'¡ C).

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,>(í6 
367
I'I'H NANI j()  (;AIH lA 1« lMlme)  J.()~ l'(¡)~ oUMl'U os 

3.10. LA NATACIÓN Y EL REMO práctica (d. Mehl, col. H61­2;  1{arris, SGI? 1 12ss.), pues no solallwllIl'
permitía la supervivencia en circunstancias excepcionales (la perkj¡l nalil-
3.10.1. Los deportes acuáticos en la vida de los griegos
toria salva al náufrago Odiseo en Odisea 5.374 y 7.275; la hahilidad
El ambiente flsico en el que se desenvolvió la vida de los antiguos para el buceo, acompañada de la intervención divina, permite a Tl'Sl'O
griegos hacía inevitable una estrechísima vinculación con el mar (pese a salir victorioso de su enfrentamiento con Minos en el Ditiramho 17 de
que un campesino beocio como Hesíodo se embarcara solamente una vez Baquílides), sino que especialmente era un medio para que muchos hahi-
l'n su vida, y además para una brevísima travesía; cf. Trabajos y días 650 tantes del continente y sobre todo de las islas pudieran ganarse el pan dl'
ss.). El mar, en efecto, proporcionaba lo necesario para la subsistencia, cada día, mediante la pesca y la recogida de ostras ([!fada l6.71\5ss,) o
t'l'a la 111,ís rápida vía de comunicación en la buena estación, y a sus esponjas, actividad considerada sumamente peligrosa a causa de las nota-
orillas fueron fundando los griegos sus colonias, extendiéndose por todo bles profundidades alcanzadas por los buceadores durante su immersiún,
el  Ml'diterráneo, desde la Península Ibérica hasta el Mar Negro (para la que podía acarrearles daños físicos irreparables, como el estallido dl' los
importancia del mar en la cultura griega, es fundamental el hermoso tímpanos (Aristóteles, Problemas 960b; Opiano, Sobre la pesca 5.6YIss.).
de A. Lesky, Thalatta. Der Weg der Griechen zum Meer, Viena La pesca, en consecuencia, fue tenida por ocupación mucho m¡:nos noble
I ()I\" reimpr. Nueva York 1973). Sin embargo, este hecho, que se hace que la caza, hasta el punto de que Platón (Leyes 823 d-e; PlutarlO,
ya evidente en el  arte minoico (cf. 1.1.3) y en nuestros más antiguos Sobre la habilidad de los animales 965e) expresa a sus amigos el  deseo de
documentos literarios, los poemas homéricos, contrasta con la muy escasa que "nunca se apodere de vosotros afición ni amor por la caza en el !llarn,
presencia de competiciones acuáticas en los festivales agononísticos (nula por la pesca con anzuelo ni, en general, por la persecución de ar,úJ/<¡/I'.1
en el caso de los cuatro grandes festivales panhelénicos). Las razones acuáticos", pues, se nos dice, no contribuye, al contrario que la caza, a
aducidas para explicar tal circunstancia, en principio sorprendente, han fomentar el valor ni la fuerza y la agilidad corporal.
sido diversas, pero quizá puedan resumirse básicamente en que el remo y  Pero la utilidad de natación y buceo no se limita a la oscura batalla
la natación continuaron teniendo siempre, a diferencia Je otras activi- por obtener el sustento diario en tiempos de paz, sino que ambas habili-
dades físicas que sí hallaron cabida en los juegos deportivos, una función dades son asímismo de apreciable eficacia en tiempos de guerra, como
militaria, y de utilidad primordial, en la vida del hombre griego (cf. hacen evidente varios hechos bélicos que narran Heródoto y TucíJides.
Patrucco 361-2, Weiler 206-7; se consideraban además, como enseguida Durante las luchas contra los persas, un tracio que respondía al nombrl'
veremos, ocupaciones propias de gentes de baja condición social); a ello de Escilias, "el mejor buceador que había entonces", desertó del ejército
debe sumarse el obstáculo que supuso para la incorporación de ambas persa y se pasó al enemigo griego nadando bajo el agua la nada desprl~­
modalidades deportivas a las competiciones regulares la falta de instala- ciable distancia de 80 estadios (unos 15 km.; Heródoto 8.8, aunque el
ciones y lugares adecuados para su práctica, dado que debían desarro- historiador de Halicarnaso acoge la historia con incredulidad; otras
llarse en aguas naturales y  no en piscinas, que eran habirualmente de hazañas submarinas de Escilias y su hija Hídna no son conocidas por
reducidas dimensiones (Mehl, arto "Schwimmen" en RE Suppl, V 1931, Puasanias 10.19.1 y Ateneo 296e). También pasando por debajo de la
col, 847, 852, y también Auriga, Schütze, Pattucco 352, n. 1, etc.; flota ateniense que sitiaba la isla de Esfacteria, en la bahía de Pilos, los
sobre las piscinas, véase Yalouris 260). espartanos conisguieron hacer llegar víveres a sus compatriotas allí
Los griegos consideraron siempre la natación, y por supuesto cercados mediante "unos buceadores que nadaban bajo el agua y remol-
también el remo, como una actividad física orientada hacia una finalidad caban con una cuerdecilla en unos odres adormidera empapada de miel y

368 369
FI·I{NANIIO (;AIU  lA  IH)MliH()  U)~ 1111'( ,<)S  ()IIM!'I(  < I~

.I/'milltl /ri/lmldcl d,' litIO" (Tucídides 4,2ú.X); dd mismo lall grílll jlll·diulIlll'IIW ,1.!;<IZaroll l'll l'l 1111IlHlo allliguio (vl:asl', sohre 1,1
SI' sirvieron los atenienses para deschacerse de las estacas que sus R. (;iIlOllVl'S, /J;d,IIIIII'II/d/:. NI'l'bmbl'J .lIIr /1' /J";II ¡/dn.t /'.1111;-
('IH'llligus los siracusanos habían clavado para impedir que fueran embes- )!.rtn/"t', París I <)(¡2), 
tidas sus \la ves, ancladas dentro del puerto de Siracusa (Tucídides
Fillallllt'lIte, en un pasaje muy citado, Heródoto (8.89) afirma que
dllfillltl' la decisiva batalla de Salamina "murieron ... muchos y renombrados j, 10.2. La nanu:i6n
J¡o/llhrt'J dI' lo.! ¡,,:r.rctJ, los medos y los demás aliados, pero muy pocos griegos, Pese a todo lo dicho hasta
¡)(1/'(/"<,, CliJJ/1i JaMan nadar, cuando sus naves eran destruídas, los que no cjert'Ít'Íos aClI,irlcos como deporte de compertl'lon ¡¡Ilanzaron, l'11
JI/lld¡/I/ /'fI la refriega akanzaban Sala mina a nado, mientras que la
modalidades, muy escasa difusi(ín en el mundo wie~o, Si tomalllos {()II\O
de lOJ bárbaros, por no saber nadar, perecieron en el mar". punto de referencia las Olimpíadas modernas, es la nataci(in la l'slX'( ia-
que la práctica de la natación se encon- lidad deportiva en la qLl(:  el contraste resulta mayor, ya (llIt' ha t'stado
entre los griegos de su y  en la presente, y siempre en primerísimo plano, desde los jue~()s atl'lIil'IISl'S dt,
proverbio que define al ignorante como aquel IH96. 
que no sabe "ni leer ni nadar" (Platón, República 689d; Al decir de Pausanias (6. I :UH  y  Fihístrato (Sobre /" ,~il/fI.td 'i  ~),
d. 1. L  1. 2.). No obstante, de ello no puede deducirse con toda segu- el boxeador siciliano Tisandro de Naxos, cu¡idrllph: vencedor oll'lllpito y
ridad, ((l1110 quiere Patrucco (p. 353), que la natación formara en el transcurso dd siglo VI a.C, acostumbraba a nadar gralld,'s
('111 fm,lI11il'lIto físico de niños y jóvenes en la escuela, ya que pudiera como entrenamiento para la disciplina en la que SI' habla l'Sp,'
lIoIf:lI"S<' igualmente de un aprendizaje espontáneo, resultado natural de se~lIid() por otros lOlq.(as (<l.
IIIS jllegos tlue desde la infancia practicarían, en las aguas de ríos y mares, nO(lU<l, que
l1inlls, j<íVI'I1CS y ¡ldultos de ambos sexos, La práaíca de la natación por ejercicio meramente auxiliar, poco m,is puede lk:t'Írse tll' su pr¡ÍlI il a
parle tll' la  mujer se halla, efectivamente, bien documentada por nuestras por parte de atletas profesionales o en competiciolles Iníblicas. Nuestro
t 111'1H('S literarias y artísticas; sirvan como ejemplo el vaso de figuras rojas único testimonio al respecto procede de Pausanias (2.'\'), 1), '
.Id  pintor Andóddes (figura 84), de ca. 510 a.c., donde se representa menciona la existencia de una "compe!ictón de ntlltli'Írítt .Y
1111 grupo de bañándose (una se frota con aceite, otra se dispone las fiestas que en honor de Dionisio se celebraban en la CIudad  lOSIl'ra
a zamhullirse. en tanto que una tercera nada en perfecto estilo crawl), y Hermíone en el extremo oriental del Peloponeso. No ohstallll', d 
pasaje del canto sexto de la Odisea (vv. término que hemos traducido como "natal'Í(ín" (krílymboJ) ha sido ílller
.tescnbe el poeta el baño y los juegos de la princesa pretado por otros autores (Schrüder X7; Schütze; Dit:1l1 1(,0; ell UlI1II'a 
N allSll aa y  sus jóvenes y alegres sirvientas. Mehl, col. 860; Patrucco 356; Weiler 209, etc.) en el selltido qlle lil'lIt'
(11 i1 para las necesidades diarias y para tiempos de prac- originalmente la palabra, es decir, "inmersión", de mam'f¡l qlll', si St'
Iwla WIIIO  diversión en los ratos de ocio (véase también Nono 7. 184ss., tratara de certámenes de buceo, la natación propiamen te d ilha ,aH'll'rta
10.  l·íHss,), la natacíon, con el tiempo, fue igualmente bien considerada testimonios históricos que la legitimasen como deporte de Ulnlpl'cil hill
('11  su calidad de ejercicio completo adecuado para el desarrollo armonioso en la antigua Grecia. No creemos, sin embargo, que en vi (l'XIII dI' 
.Id  cuerpo (cf. Harris, SGR 115-6). En este aspecto, la natación es inse- rl'strillgido y 
parable de todas las actividades relacionadas con el baño y el masaje, que original, y míís gl'lwral

\/0  HI 
I:I;.HN/\NI)()  (;/\IU  1/\  l(oMUU)  I (I~ '111'1 .(!~ I !l1 M1'11 I)~

dl' "n ataci()n"; es Ill,ís, carreras emre nadadores se describen igualmente, Troyana, IUVO sus (( IIllllfSOS de I't'llll'WS; al lIll'lI0S eso qUil'l'l' I tal ('1'1 le IN
si him de mnlctcf amistoso y transferidas al plano mítico, en las Dioni- crecr FilrístralO (/ /t'roirli' ,. 17ss. de Lalllloy) tuando senal" liUl' d
Jítlt'tlJ de Nono de Panópolis, el último de los poetas épicos griegos, del nioso Palalllt'dl's «(luim también hahría ideado el  jlt·~() Jl' damas ,,¡¡ra
si~l V p.e. (1 l. 7ss. y 406ss.), y también en algunos textos de autores que el ejército gri<:~o que asediaba Troya 110 pensara l'l! la wlllid"
romanos (Horado, Odas 3.7.25; PUno el Joven, Epístolas 9.33; sobre la durante un período de t'scasez) convenció a Agalllt'nán para que or~ali·
natación en Roma, véase Harris, SGR 116ss.). Así pues, los testimonios zara carreras de barcos en el  mar, cuyo aire era m,ís SílllO que d qUl' St'
(itados, si bien escasos, procedentes todos ellos autores tardíos y refe- respiraba en tierra por causa de la peste enviada por el  airado Apolo. !Jor
rt'IIIl'S a competiciones informales o a la<¡ fiestas locales de una pequeña la misma época, los misteriosos feacios celebraban igualmenn: sus rq,l,alilS
(iudad del Peloponeso, invitan a no rechazar de manera absoluta la posi- (Odisea 8.245ss.) y el pío Eneas incluye competiciones de este tipo ('11 los
hilidad de que la natación pudiera haber formado parte del deporte juegos fúnebres que organiza en memoria de su padre Anquises (Vir~lo.
gril'~o en su vertiente agonística. Eneida 5.114ss.).
Mejor informados estamos acerca de los estilos practicados por los Nuestros documentos históricos más antiguos se dacan en el si~lo V
nadadores griegos (cf. Mehl, col. 853-6; Harris, SGR 121ss.; Sakella- a.c., cuando se celebraban regatas en dos festivales atenienses, las I'ana-
ríos). Espl'cialmente digna de mención es la frecuencia con que nuestras teneas y las fiestas con que hontaban a Posidón en su santuario dd raho
11(('11It'5  Iitcrearias y artísticas atestiguan ya el empleo del estilo libre Sunion. Aún siendo bastante limitada nuestra información, Sol! las
tanto por parte de los hombres como de las mujeres; también el competiciones panatenaicas las que mejor conocemos (cf. IG, 11. 2. I () 21) I 

('Slílo  hraza era conocido, y de algunos textos puede deducirse igualmente 1030). La carrera tenía lugar probablemente desde el  puerto dd Pirco
la pr,(crica de la natación de espaldas, A la notable difusión de la nata- hasta el  de Muniquia, remontando el  promontorio que los separa (l'I 11'.
(ilín submarina ya nos hemos referido en páginas anteriores. 199 del cómico Platón se refiere quizá a ella al mencionar la tumba de
Temístocles en el  Pireo, desde la que podía contemplar la "cottl!H:liálm dI'
barcos"). Cada nave iba tripulada por efebos de una misma trihu, y
era la tribu la que recibía la elevada suma de 300 dracmas con qUl'  era
j.) 0.3. El remo
premiado el barco vencedor (lG IIjIII.2.2311 = Syll.3 1055). Por Sil
Bastante más numerosos son los datos de que disponemos sobre otra parte, las regatas de Sunion nos son conocidas únicamente por 1111
modalidad deportiva también básica para un pueblo marinero como el discurso de Lisias (21. 5) en el que su anónimo defendido afirma IHI bl'l' 
griego e igualmente incluída en el programa los Juegos Olímpicos de desembolsado 15 minas en concepto de liturgia (servicio público
la era moderna: el remo. Textos literarios, inscripciones, vasos y relieves torio) para costear el equipamiento y preparación de una tricreme qUl' 
documentan sobradamente la celebración de competiciones entre barcos venció en ellas (Harris nota otra posible alusión a tales competiciones l'"
de remos en diferentes festivales. Es más, el origen de tales concursos Aristófanes, Caballeros 551ss., aunque la mención de tricremes en esll'
(que, no obstante, nunca tuvieron cabida en los juegos de la corona en texto ha sido objeto de muy diversas interpretaciones).
época histórica) se hace remontar nada menos que a los tiempos míticos Inscripciones ya de época helenística mencionan la inclusión tlt'
de la nave Argo, la cual, tripulada por los Argonautas, fue la vencedora regatas de barcos de remos en otros festivales atenienses, en estrecha rela-
en la carrera de barcos de los primeros Juegos Ístmicos, según Dión ción con la formación militar de los efebos (figura 86), que mostraban ell
Crisóstomo (37.15). También la generación siguiente, la de la Guerra tales ocasiones ante sus conciudadanos su preparación técnica, su resis-

372 37,~
HIINi\NllI) (,¡\fU 10\ IIOMHIIl i.I)~ "11'1 ,1 I~ ( 111 MI'jl Il~

1,'111 la 'Isila, y  la 1 1011 UIll vislas a su fUllInt lll('IItl', a difert'lllia tI(,  las lIllllpetil iOlll'S que alílhalllos de 1itar, tal'iÍt(t'r
p,ll'lIlipOllilll1 ('11 la arlllada (d.  1(,'11.1/1(,6, Ij(,H,;¡  pllfatm:nll' a~()I1sim tuvleroll las prllt'has imlui'das ('11 los ¡Ul'}.\os hím'-
('h  J.  A~I, WIIIlI  lIlIlllK'1ll0ralÍ(íll de la victoria griega en brl's que ell Salmnina dc Chilm: organizó Niwrk-s para l10mar la
1.1 1101 a pl'rsa, se disputaha, durante las fiestas Muniquias en honor de su padre Ev¡ígoras, ell .pl¡ a.c.
(lsórrates (J.!).
Arr('lllis, 1111;1 n'}.\ata  ('({ohiea desde el puerto del Pirco hasta el de Muni- La mejor y m,lS de lIna n:gata de
'1 uia (/(,' 11,2. 1()()(¡, dt:! 122/1 a.c., y 1(11), el mismo recorrido que, en remeros que la literatura procede de una
"pillioll d('  Parl,,:¡·  (JieJliwf.¡ Ii/ the Athenian 168  y 193­4;  cf. Kyle fuente latina, la Eneida de 113ss.). poeta romano describl'
I'JI. ·1 J, dl'hlall cuhrir los remeros que competían en las Diísoterias, con extraordinaria maestría y entusiasmo la
fll"dilS ('11 hOllor de ZClIS Salvador, en el Pireo (lG II.2.1006). En esa entre cuatro naves por hacerse con el triunfo durante los
IIIISIII,I IIISl ni )ll( 111 se mencionan, además, las regatas que tenían con que Eneas horna a su padre Anquises. La  prueba, pues, se sitúa en 
IlIgar  ('11 la l ('tralla Salamina con ocasión de las Ayanteias, las época rrútica, pero refleja, sin duda alguna, el tipo de concursos qlll' 
'i(·~I.S l Ayante. Virgilío pudo presenciar en sus tiempos, tanto en el Oriente griego como
bl  (:pma tardía se datan igualmente las regatas de los juegos de en el Occidente romano. En los juegos deportivos virgilianos la regata
All io. tll d  }.\olf()  de Ambracia, en honor de Apolo (Esteban ocupa el lugar de honor que en los juegos homéricos en recuerdo (!l.
1./', "Akrioll"), y asímismo la competición naval que se dispuraua Patrodo queda reservado a la carrera de carros. De hecho, numerosos
v. 1 1111'111 ¡Ollado festíval de Hermíone (Pausanias 2.35.1). comunes entre ambas descripciones invitan a suponer que la narra-
.JlIIIIO a t'sras competiciones celebradas en festivales regulares, histo- ser modelada a partir del relato que hace HOlllero
nadon's y oradores desde el siglo V a.c. mencionan la disputa de regatas de la prueba ecuestre (el propio poeta latino compara el  avance de las
01  a~i()lIks. Así, Tuddides (6.32) señala que, tras el solemne ceremonial naves con una carrera de bigas, en
'1 111' aWlnpall(í la partida de la flota ateniense hacia Sicilia, los barcos, enumeración de las distintas etapas
III('S de levar andas y salir del puerto en formación, hicieron una para el relato homérico, 1.2. y 3.9.4).  Comienza con la presentación
le'g.I!;1  haSla la vecina isla Egina, Quizá su finalidad fuera estimular el las naves y sus capitanes y la descripción la meta en torno a la
si comparamos este relato con lo que nos han de girar los barcos, señalada por una verde encina que Eneas coloca
(Helénicas a propósito de las carreras que acos- sobre una roca en medio del mar. Sigue el sorteo de los puestos de salida
1lIllll1ral)a a organizar entre los barcos de su flota en el curso y  la tensa espera de las tripulaciones ante la inminente señal de partida.
'>IIS l alllpaiias a lo largo de la costa de Peloponeso en 372 a.c. indicada por el  sonido de la trompeta. Una vez que las naves se ponen ell
di' IltllC'Y qlle las trirremes giraran y se colocaran con la proas mirando el aire se llena del damor de los marineros y  del agua y  la
/1.11101 ¡" (OJta, con una señal las mandaba competir hasta llegar a tierra y espuma que levantan los remos (en Homero es el polvo alzado por los
1'/'01 1It1 xrcJ.n premio que los primeros tomaran agua y todo lo que neceJÍtaban carros el que inunda el ambiente); entre las naves se establece una enco-
l' ,¡lIe Uimieran los primeros; para quienes llegaban los últimos, en cambio, nada pugna por situarse a la cabeza la prueba, especialmente en el
l'J'tI ,~r(m castigo quedarse atrás en todo eso y que debían zarpar al mismo momento del giro y en el esfuerzo final. giro en torno a la contramem
IIt'IIlllo. una t'ez que diera la seña!'. El entrenamiento de los remeros era es, en efecto, también en las carreras navales, importantísimo para el 
el ohjeto de las regatas promovidas por Alejandro, poco antes de su desenlace de la prueba, y Gías, el capitán de uno de los barcos, exhorta a
Illucrte, en un río cercano a Babilonia (Arriano, AnábasÍJ 3.5). Final- su piloto Menetes a realizar una maniobra similar a la que aconseía

)/:í  375
r  
FERNANDO GARCíA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

Nóror .1 SU hijo Antíloco en la carrera de carros del canto 23 de la referencia que nos es dado conocer en los textos clásicos sobre (omlwi~
llíttdtt: "cíñete al borde y deja que la pala del remo roce por la izquierda ciones de barcos de vela, aunque fueran informales; el  poeta de Vl'rona St'
Id.! roed.r" (Eneida 5.162ss.). El giro es, además, el momento más peli- ufana, en efecto, porque ninguna embarcación es capaz de superar a Sil
groso y  precisamente en él se produce el accidente de una de las naves, phasalus, un tipo de barquito ligero, "ya fuera preciso volar con Id.f /ltll/I,I
qw: queda fuera de carrera, Coincide igualmente el relato de Virgilio con ya con la vela".
la dl'sLripción homérica en la ayuda que los dioses prestan al vencedor, el De mayor interés son las representaciones figuradas en las (1111'
reparto de premios y, ante todo, la entusiasta participación de los espec- aparecen saltadores dispuestos a zambullirse en el agua, ya Sl'a t'll  vi
tadores a lo largo de toda la prueba, animando cada uno a su favo- momento previo al salto, con los pies juntos y las rodillas flexionadas, d 
riro. cuerpo inclinado y los brazos estirados hacia delante con las mallos
Virgilio, por otro lado, señala que los remos de la nave que capi- unidas (como en un bronce de Munich), ya en pleno vuelo, millo  St'
talll'a Gías, "tan grnade como una ciudad", se disponen "en tres órdenes" aprecia en una crátera del Museo Británico (E 466) o en sendos frrsws
(vv. l  18ss.). Ello quiere decir que, al igual que en las improvisadas de las llamadas "Tomba della caccia e della pesca" de Tarquinia (siglo VI
regatas organizadas por Ifícrates, intervienen en la competición las a.e.) y "Tomba del ruffatore" de Paestum (siglo V a.e.; figllra 8"i). 
mismas naves que se empleaban con fines bélicos, las trirremes, grandes Especial importancia reviste el segundo de los frescos citados, ya 111It' SI' 
t'lllharraciones tripuladas por remeros dispuestos en tres filas (cf. F. trata del único documento que nos permite deducir la existencia de Il'am 
Wdsh, Bllilding the Trirreme, Londres 1988). Habida cuenta que, polines artificiales constrídos ex professo para el  salto (no obstantt', SlaltT
1011 J() ya se ha señalado, las regatas entre efebos que se disputaban en la ha interpretado la escena desligándola de todo contexto acuiÍriw:  rqm'· 
Almas ((¡(Sica y helenística tenían como objetivo, entre otras cosas, senta, en su opinión, un equilibrista que salta desde una l'scalt-ra). (:it'na'
llIostrar a los ciudadanos la preparación física y militar de los jóvenes, no mente es muy poco proable que la pintura describa una COllllwt h ilin
t'xrrañar que en ellas compitieran asímismo las trirremes de guerra, agonística de salto de trampolín, sino que representa m.ts bien él 1111  jovell
tOll}!) restimonia de manera inequívoca Lisias (2l. 5; cf. Isócrates 9.1). que se divierte practicando tal ejercicio. Y es que, con la posihle ('xn'!'
Sill embargo, varios relieves áticos de a partir del siglo 1 a. e. (figura 86) ción del remo, los deportes acuáticos en la antigua Grl'cia no llegaron iI 
lIluestran a las claras que, al menos en época tardía, los jóvenes tripu- dar definitivamente el salto final y pasar de su práctica COIllO jllt'go a Sil
lahan barcos específicamente construídos para la competición, con un ejercicio como actividad deportiva agonística.
milllero dl' rl'meros reducido (entre tres y ocho) y dispuestos en una sola
lila,  Las pruebas, pues, habían perdido por entonces toda finalidad prác-
t il a, quedando limitadas al terreno puramente agonístico. BIBLIOGRAFÍA

M. Auriga, "Gedanken über das Fehlen dl'r Sc:hwillllllWt'lIkalllPlc-s


.~, 10..1. Otros deportes acuáticos
bei den allhellenischen Spielen", LKE LVII 11),,8, 2()()-11 (d. n/l'
El n:l11o  es el deporte náutico que mejor conocemos. En cambio, LeibeserziehunK 11)56, 370-4); H.N. Couch, "Swimll1illg alOI~ 1111'
ot raS anividades deportivas incluidas en los Juegos Olímpicos modernos Greeks and Barbarians", CJ XXIX 11).14, (01)-12; O. \'0111-\0, "l.a tíHtia
sólo St' hallan documentadas en el mundo greco-latino muy ocasional- al pl'sce", en Meld1'l}!.e.r P. LIt';qlle, ed, por M.M. Matroux y E, (i('ny,
IIlCllrt'.  Harris (SGR 126) interpreta el  poema 4 de Catulo como la única París 11)81), 111 2 ''j-2,B; E. Ml'hl, Anlike .\i·hu';mmklUl.I'/, MUllkh

~ 7(, in 
I'I'HNANI)( 1 (,AI(( lA 1(( IM"'Il)  l.os  IlIH ,os (¡IIMI'!(  (l~

1()27; id. Atltikl' Sr:hu'ÍfmllkllrlJI I/fld ,"ichu'imllterl, Viena 1941; M. 3.11. LOS JUEGOS DE PELOTA
Napoli, "L<: pittun: gr<:dw deIla tomba del tu ffatore " , Le sáenze Abril
P){¡() , 9-19; P.G. Sakellarios, "La natación yel buceo de los antiguos A nadie <:scapa el desracaJísill10 papel sodo-nlltural qUl' l'JI d
griegos", PAA XXXIII 1958, 379-97 (en griego), K.  Shütze, "Warum mundo de hoy tienen reservados los juegos de pelota, talllO t'II su ili'ipl'110
kalllHell die Griechen keine Schwimmwettkampfe?", Hermes LXXIII recreativo, practicados por individuos de amhos sexos y lua1lluil'r edad.
11))8, Y)5-7; W.J. Slater, "High Flying at Paestum", AJA LXXX cuanto en su función educativa y <:n su calidad de dqmrtl' de WIllIll'1 ¡-
It)7ú,  42.,-5 (réplica de R. Holoway en AJA LXXXI 1977, 554-5; ción. En la Grecia antigua los juegos de pelota llegaron a dl'$('llllwI1HI' 
wlltrarréplica de Slater, ibid. 555-7); N. Wynmann, "Colymbetes o el una función de semejante calibre únicamente en los dos prillleros Ulllll'-
arte de uadar", CAP VIII 1966, 245-348. tidos, como simple diversión y como elemento de l'xtraordinaria impor-
tancia en la educación, física y también moral, de las personas, En lo !JUl'
al plano angonístico se refiere, se ha puesto en duda incluso la propia
existencia de los juegos de pelota como deportes COml)L~tiv(s. ESla [l'sis.
que ya encontramos expuesta por Neutsch (Der S¡Jllrt im Hi/dt' I:,rlc'( 11/.1·
cher Kunst, Heidelberg 1949,34-5) o Brein (p. 161), ha sido ddt'lIdid"
con especial énfasis por Harris (SGR 75ss., 80, 1 I 1), qui<:I1, a panir dl'
la idea de que "en los juegos de pelota ganar o p<:rder <:ra CUl'SI ifíJl dl'
importancia menor", concluye que por esa razón nunca ejl'flil'roll ~ral
atractivo sobre los espectadores, "menos interesados en c:I  resu hado dl' los
juegos que en la habilidad de los jugadores". Es cierto, sill duda, qUl'  d 
aspecto estético era tenido por los griegos en muy alta <:sI1I11a. pl'ro dio
no supone en absoluto la exclusión del ingrediente agllllístilO, i/II/t!irio
sine qua non para que un ejercicio físico se integre m  la <:sfi:ra dd dl'pOIw
propiamente dicho. Patrucco (p. 3ss.; 345ss.; cf. Weill'r 20t)~I( y y"
Gardiner, AAW 231) se ha cuidado de subrayar la preM'lId.. d('1
elemento competitivo en los ejercicios con pelota de la antigua (,m ia. lo~
cuales, en completo paralelismo con el deporte moderno, lIalil'l'OlI 1lI1110
juego, pasaron al mundo propiamente deportivo como l11l'dio tll' l'l11rt'lla
miento y alcanzaron finalmente carácter agonístico. La l'xistl'lIlia de IIlla
reglamentación y de árbitros encargados de aplicarla, la aparidc'lll di'
jugadores profesionales, son signos inequívocos de lo que delÍlIlos.
último estadio, no obstante, probablemente no se C0I1SUIlH) de 1I1alH'nt 
plena hasta época tardía y, lo que es más notable con respeflO al dl'l'OI'll'
moderno, los juegos de pelota nunca alcanzaron, en su Venil'l1ll' WIIlIll'li 
riva, un status comparable al de otras modalidades atlétints, cll' 1I11111t'1'iI
que jamás fueron incluídos en los grandes festivales agol1ístkus.

\7H  nI) 
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS JUEGOS OLÍMPICOS

Los aspectos recreativo y espectacular de los juegos de pelota 5-20). De manera semejante, en otros textos se hace remontar la gC:lll'sis
aparecen ya destacados en sus dos primeras menciones en la literatura de los juegos de pelota a los sicionios, a los espartanos (Ateneo 14) (1 a
griega. En Odisea 6.99ss. Homero describe los juegos de Nausícaa, la los lidios (Heródoto 1.94), e incluso se nos aparecen los propios diosl's
hija de Alcínoo, rey de los feacios, y sus doncellas a orillas de un río: "y jugando a tales juegos (d. Apolonío de Rodas 3. 132ss., donde Afrodita
una vez que disfrutaron de la comida las criadas y ella mi.rma, jugaron promete regalar a su hijo Eros una bonita pelota que perteneci<Í al propio
entonces a la pelota, después de quitarJe lo.r tJelos; y dio inicio al canto Zeus cuando era niño).
Nausícaa de blancos brazos". El acompañamiento del canto y las Aunque las referencias literarias a los juegos de pelota en d lar~()
alusiones posteriores del poeta al juego sugieren que la diversión de las período comprendido entre los tiempos de Homero y la época hden{slÍl a
muchachas consiste sencillamente en lanzarse unas a otras la pelota son escasas, no cabe duda de que siempre gozaron de gran popularidad
siguiendo el ritmo de la canción (cf. también Apolonio de Rodas en todas las regiones de Grecia. En lo que respecta en concreto a Atl'nas,
4.949ss.). Mucho más elaborada es la exhibición con que dos jóvenes Ateneo (20f) y Eustacío (ad Iliad. 381.10, ad Od. 1153.6,) SI' hall'lI
feacios, Halio y Laodamante, obsequian al huésped Odiseo en el palacio eco del gran éxito que, en buena medida a causa de la gracia WIl qlll'
real ante una nutrida reunión de espectadores (Odisea 8.370ss.): "y ellos, jugaba a la pelota, obtuvo el joven Sófocles interpretando el  pa¡wl dI' la
lina vez que tomaron entre sus manos la hermosa pelota teñida de rojo que princesa Nausícaa en su propia obra Nausícaa o Las latJandertlJ (es dll'. 
les fabricó el hábil Pólibo, uno de los dos la lanzaba hacia las sombrías 439 Radt del poeta); y otro literato muy estimado por los atl'níl'lI.'il'S, ('1
nubes, doblándose hacia atrás, en tanto que el otro, levantándose hacia orador Isócrates, fue representado en una estatua broncínea 1'11  la II¡.tUl'a
arriba desde el suelo, fácilmente la atrapaba, antes de tocar la tierra con de un joven jugando al hockey (Pseudo-Plutarco, Vida de IOJ dic'z /lr.ldllli'I
los pies". Así pues, tampoco se trata en este caso de una competición, ya 839b). Los mismos atenienses -comenta con disgusto Ateueo P) (d. /(,
que Halio y Laodamante no disputan entre sí, sino que colaboran en la 2.385b)- concedieron la ciudadanía a Aristonico de Carisro, jl~ador dI'
realización del ejercicio, que hace recordar grandemente las evoluciones pelota de Alejandro Magno, y erigieron en su honor una I'Slatlla d!'
nuestros equipos de gimnasia rítmica. bronce. El propio Alejandro era, al parecer, muy aficionado a este tipo ch'
Precisamente a Nausícaa atribuía la erudita corcirense Agalis la diversiones (Plutarco, Alejandro 39.3), muy extendidas l'IlIn' las ¡lasl's
invención de los juegos de pelota, seguramente -apunta Ateneo 14d- altas de la población, como hacen ya evidente los poemas hOlllc:rílOs, y
por patriotismo local (ya los antiguos, en efecto, identificaban el país de favoritas incluso de reyes y emperadores, a m,ís de apreciadas por los
los feacios con la isla de Corcira o Corfú). Tal atribución responde a la intelectuales (Platón, CartaJ 13, 3630; cf. Mendner, tlrl. (;1" col H"l.').
costumbre, bien arraigada en la civilización griega, de buscar un prótos La popularidad de los juegos de pelota no sólo no dismillllyfí, sino Iflll' 
heuretéJ ("primer inventor") de cualquier actividad, incluso de aquellas, incluso se incrementó entre los romanos, tan poco aficionados. pOI' 011'0
como los juegos de pelota, cuyo origen se pierde en la  noche de los lado, a las actividades deportivas, y llegaron a contar hasw WIl la .. pro
tiempos y aparecen a menudo asociadas al culto a los dioses (particular- bación de los autores cristianos; así, en pleno si~lo V p.e :,; Sic!ollio
mente al culto a Eros en el caso de los juegos de pelota en Grecia) o a Apolinar, obispo de C1ermont-Ferrand, en la  Galía, WIlH'llIíI a 1'111 íli~o
otro tipo de pdcticas religiosas, como los oráculos (cf. Mendner, Das Erifio que, al discutirse en una reunión entre compalkros si SI' jllgaha a la
l3all.ljJiel 126ss. y su artÍCulo "Gesellschaftsspiele" en RLAC X 1978, pelota o a juegos de mesa, él fue" ellwimer (/btlndcrtldo ele 1" /ldllld, "  1"
m!. 2'54; paralelos en las culturas americanas señala P. Lévéllue, (fud, mm" JdheJ, len¡¿'fI /tmlo alu',/!.') como ti mi.!' lihm/' U11/Ú/III".1
.. Apptolhl' l'(hIlO-histotiqUl' des ronl'Ours grl~'s", Klifl LXIV I !)H2, '5.17,6),

~H() ~H I 
I:I:.I(NANI)()  (;AI«  lA  1I0MH{()  I.OS '11 i'(;( IS ( 11.1 1M 1'11 { IS

Tal aCeptaClon, casi universal, en el plano geográfico como en el frente a otras pnktir<ls atléticas, nmcretallWlltl' las carreras, la ('quilil( ¡('¡".
cronológico, que los juegos de pelota obtuvieron en la Antigüedad greco- el salto, el  disco y los deportes pesados.
latina se debió en buena medida a la idea, generalmente admitida, de A rodas las virtudes enumeradas y desairas por Galeno, ddwlIlos
que constituían ejercicios muy completos, adecuados para el desarrollo añadir aún otra de sumo interés. Quizá el rasgo m,ís carauer(stiw
armónico de todas las partes del cuerpo y aptos para hombres y mujeres buena parte de los juegos de pelota, frente a otras actividdes adúiuls.
de cualquier edad. Estas virtudes, y otras más, se encuentran expuestas radique en el hecho de ser deportes de equipo y por ello fomentar ('11 los
de manera especialmente clara y rotunda en el breve tratado del médico jóvenes el espíritu de colaboración, el hábiro de aunar los esfuerzos mil 
Galeno, del siglo II p.c., Sobre el ejercicío con pelota pequeña, que no es vistas a conseguir un objetivo común (por supuesto, jugadores de equipo
una descripción de juegos con pelota, sino esencialmente una exposición y jugadores poco generosos los había también en Grecia, como nlllfll1ltl 
de sus ventajas (no ha sobrevivido otro escrito sobre los juegos con pelota un escolio al v. 355 del poema Trabajo.r y días de Hesíodo; .. Plllltlrlo
que, según Ateneo 15c, compuso el espartano Timócrates). Comienza compara a quienes tienen una voluntad generosa con los jUKadllrt'J I¡/I/'
Galeno su obrita con una afirmación tajante: ningún otro tipo de ejercicio reciben la pelota de otros y no la retienen ni la pasan a los que 1/11 .It1b"fI
supera por su utilidad a los practicados con la pelota pequeña, a los jugar, sino a lo.r que pueden devolvénela"). Es lógico entonces, por codo lo
cuales atribuye virtudes no sólo higiénicas, sino también mentales y eurít- expuesto hasta aquí, que los juegos de pelota desempeñaran UIl papd
micas. En primer lugar (y se trata de un pormenor de no escasa impor- destacado en la educación de los jóvenes, y que las palestras, talll\)
tancia), a diferencia de otros ejercicios completos como la caza, los juegos públicas como privadas (cf. Teofrasto, Caracteres 21), fueran dOladas. al
con pelota son más baratos y accesibles a personas de toda condición menos desde finales del siglo IV a.c., de un lugar especialmente d('sli
económica y social. En segundo lugar, en ellos se concede especial aten- nado a la práctica de tales ejercicios, denominado sphairistéritl1l (" IUJ.\ar
ción a la armonía los movimientos, lo que, unido al hecho de que donde se juega a la pelota"), La presencia de los juegos de pe!ot,l l'Il  d 
hacen trabajar por igual todas las partes del cuerpo, permite en sumo sistema educativo se halla suficientemente probada en la Esparta
grado el desarrollo equilibrado de cada uno de sus miembros. Además, la época imperial, donde tenían lugar competiciones anuales entre equipos
gran variedad de ejercicios que los juegos de pelota admiten, los hacen de los diferentes distritos, formados por los jóvenes de mayor edad (a
recomendables para personas de cualquier edad y aptos para el trata- quienes se llamaba precisamente sphaireí.r "jugadores de pelota") (OlIlall-
miento de toda clase de lesiones, ya que su intensidad puede graduarse dados por un capitán o presby.r (no obstante, como ya se indid) ('11
de acuerdo con las necesidades de cada paciente (el médico Antilo los 1.3.1.]., hay quien prefieren entender el término sphaireis en el semido
aconseja incluso como remedio contra la obesidad y para contrarrestar los de "aquéllos que llevan sphairai o guantes de boxeo", y en tal caso d 
efectos perjudiciales de oficios sedentarios). Por si fuera poco, Galeno ejercicio primordial en la educación de los mayores entre los jóvenes no
reconoce en los juegos de pelota valores que no se limitan al aspecto serían los juegos de pelota, sino el boxeo; en el mismo sentido se ha inter-
físico, pues a la vez deleitan el espíritu, relajan la mente y desarrollan la pretado igualmente la palabra sphairistérion, que designaría un lugar
inteligencia. Son adecuados incluso para el entrenamiento militar, reservado para la práctica del pugilato; cf. Delorme, Gymna.rion 28\ ss"
porque, en opinión de nuestro autor, "preparan para las dos cosas más que se reafirma en su tesis en el muy posterior artículo citado en la
importantes que un estado encomienda a sus generales: atacar y defender lo bibliografía) .
ya conquistado". Una última virtud apunta Galeno al final de su tratado: Conocemos los nombres de diversos juegos, aun cuando a veces sus
los escasos riesgos físicos que conllevan los ejercicios con pelota pequeña características exactas no puedan ser por completo dilucidadas y sea

~82 38.~
l'IIINANllI}(;AIU  (A  I(OMI:IUI  U IS  II IH.t 1"  !  11.1  MI'I!  1'" 

dudoso incluso el tipo de pelota cmpleado en dios. Las había, sin duda, dt· IIlJ jétlI'iOJ". Aquc:1  al  llllt'  Sl'  les  escapaba  la  pl'iola  f('( ihfa  d  lituo  tll' 
diversos tamaños y materiales, desde las que cabían en la mano hasta "burro",  etl  tanto  que el  vencedor  era  llamado  "n~y (Ptílllx,  ElIstado.  y
balones (cf. Harris, SGR 79ss.; Diem 138). Las más sencillas ya  Plat6n,  '['eeteto 146<1,  y  el  citado  epigrama  de  la  Atllolo}!.!tl Pttltlti lliI) , 
eran una vejiga de cerdo o buey inflada, quizá a veces recubierta por una El  juego  podría haber  tenido diversas  variantes.  Así,  Pó)ux  lo  ejtlllplifil a 
flll1da de piel; otras consistían en tiras de cuero cosidas, rellenas en su con  la descripción  homérica a la que ya  hicimos alusión,  en  la  que  los  dos 
de lana, pelo o plumas, ocmo se deduce de una adivinanza jóvenes no compiten entre sí, sino que colaboran en  la realización  del 
mnservada en la Antología Palatina (14.62) que describe en enigma una cicio.  Por  otro  lado,  en  un  vaso  ático  de  finales  del  siglo  VI  (f1~ul'a H7) 
pelota ("Joy bastante peluda, pero las hojas ocultan completamente mis aparece  reprsentada  una  escena  que  pudiera  constituir  una  variedad  tll' 
('dIJe/los; en mí ningún agujero se ve. Con muchos niños juego, y si uno es nuestro  juego  (cf.  Gardiner,  AA W 230):  un  hombre  barbado  y vestido, 
al lanzar, queda como asno") o de un texto platónico (Fedón 11Ob) con  toda  probabilidad  un  pedotriba,  se  dispone  a  lanzar  una  pelota,  l'" 
cn el que Sócrates compara la tierra, vista desde lo alto, con pelotas tanto  que  aguardan  espectantes  para  cogerla  tres  parejas  de  jÓV('Ill'S, 
dc doce tiras de cuero, variopinta, decorada con colores" (recuérdese que ya formada  cada  una  por  un  muchacho  subido  a  hombros  de  otro. 
y sus doncellas juegan con "una hermosa pelota teñida de rojo"; c)  Otro  juego,  no  competitivo,  era  el  trígon, en  el  cual  tres  ju~a­
(1. igualmente el  fr. 358 PMG de Anacreonte). dores se  situaban en  los  tres  vértices  de  un triángulo y se  pasaban  lIllOS  a 
N uestra información sobre las reglas los juegos es escasa y otros  la pelota (Harris,  SGR 90­1, opina que se  jugaba con  tres  pelOlas). 
en su mayor parte de fuentes tardías (Ateneo 14-15, el lexicó- Fue especialmente popular en Roma, a juzgar por las  frecuentes alusiolws 
grafo  Pólux  9.103ss.,  ambos  de  U­III  p.c.;  el  comentarista  bizantino  que  a  él  hacen  los  autores  latinos,  sobre  todo  Mardal. 
I':ustacío.  ad. Od. 1601,  del  XII  p.c.,  así como  varios  autores  latinos);  d)  Con  el  epískyros entramos  ya  en  la  esfera  de  los  jle~()s tlt' 
los  datos  que  nos  proporcionan  pueden  completarse  con  los  descubri- equipo,  de  suma importancia en  el  entrenamiento físico  los  efehos.  I(s 
mientos  arqueológicos,  algunos,  como  se  verá,  de  muy  notable  interés.  el  juego  de  Pólux  nos  describe  con  mayor  pormenor:  "Se llama tmll/Jiln
l.os  juegos  más  conocidos  son  los  siguientes:  'iuego efébico' o 'comunal', e intervienen en él gran cantidad de jU}!.tltlofl·J
a)  apórraxis (literalmente  "acción  de  arrojar  algo  golpeándolo").  separados en dos equipos de igual número, trazando una línea en medio (lJII
Este  sencillo  juego  consistía,  de  acuerdo  con  la  descripción  de  Pólux,  en  una piedra a la que llaman 'skyros', sobre la cual colocan la pelota • .Y  IIlr¡/!
"lanzar con fuerza la pelota contra el suelo, recogerla después que botara y dos líneas detrás de cada uno de los dos equipos; los que son elegido,f 1'1/
tlrrojarla de nuevo con la mano ... y se contaba el número de botes". El  primer lugar arrojan la pelota al de los otros, que deben agarrarltl y
Pólux,  y posteriormente Eustacio, señalan de manera explícita que  lanzarla a su vez, hasta que un equipo empuja al otro más allá de la Ift/l,tI
la  pelota debía  lanzarse contra el  suelo y no contra la pared, de  lo  cual  se  trasera". En este pasaje y en los  datos que pueden entresacarse del  tratadu 
deduce  la  existencia de  otro  juego en  que se  trataba precisamente de esto  Galeno,  basa esencialmente Pattucco (p.  337­8) su reconsttucción dd 
quizá  un  antecedente  de  nuestro  frontón.  juego,  que debe  mucho a Mau  (s.v. en  RE VI.1, col. 199­200):  los  juga-
La  uranfa o  "juego  del  cielo"  es  una  diversión  igualmente  dores  ocupaban  un  campo  probablemente  bastante  largo,  situándose 
sencilla,  pero  más  competida  que  la  anterior,  ya  que  intervenían  varios  cada  equipo  en  una  zona  claramente  delimitada  en  su  parte  anterior  y
Jugadores  al  mismo  tiempo.  He  la  caracterización  de  Pólux:  posterior;  la  pelota se  colocaba  sobre  la línea  que  separaba  ambas  zona..'i 
agachándose, arroja la pelota hacia el cielo; los que saltan rivalizan en (trazada  con  una piedra  llamada  skyros, la cual  daba  nombre al  juego)  y 
atraparla antes de que caiga a tierra, como parece sugerir Homero en el caso quizá  los  miembos  de  cada  equipo  corrían  hacia  ella  para  conseguir  la 

381  38~
l'IiRNANI)(HíAIH lA  I{I)MIIU)  I.!~ 1111'1 ¡('~ (¡¡.IM!'IC ()~

ventaja que suponía hacerse con la primera posesión de la pelOta, como (11"rris, SGJ( l'{I)),  millo alusi¡)n a los plamjes penlliridos, llm' d jl~Hdo'
en el waterpolo (es hipótesis de Mau, aunque nada sabemos sobre la que Ikvaba la pdora trata de l'IlIdir. As(, Púlllx hacl' lkrivar d OSI lII'o
manera de determinar quién iniciaba el juego); la pelota era enviada nombre !,I)(/úlÍlldtl "de J!ai"imlfl, .1'11 ir/ti'rpe/llor, fI dI' '!J/1t'II/lJduiu'
entonces hacia el campo contrario, seguramente desde una posición inter- 'engm7ar', porqlle i'rIJeñ,m la !,ell)üt "  Iml) fIero Ji' 1" Itll/Z"" ti olro", ('S
media entre la línea central y la de fondo, y los jugadores del equipo el jugador que llevaba la pelota amagaría elJviarla l'lI  tilia din'u km
contrario debían atraparla al vuelo o bien cuando hubiera caído a tierra y para,cuando el  rival se movía para interecc.:ptarla, lanzarla a otro (HIlIPOil
lanzarla a su vez a la zona adversaria desde el  punto en que la habían ñero, Aunque la relación citmológica que propone P¡')lux S('¡¡ illlllrrn la.
recogido, y así sucesivamente hasta que uno de los equipos lograba lo interesante para nosotros es que de tal hipótesis se lhlun'  \lUl'  las
arrojar la pelota más allá de la línea de fondo del conjunto rival. fintas eran otro de los rasgos que caracterizaban al juego, y lo lIliSlllt)
No obstante, el comentario que Eustacio hace sobre el término no cabe decir de los placajes, a juzgar por un pasaje de Galmo (So/m' /,1
se aviene con la reconstrucción del erudito italiano, pues señala que los ricio con pelota pequeña en el que se mencionan "J!lIJch,u Prt'.ItlJ 1'11 d
jugadores "se per.riguen ttno.r a otros lanzando la pelota". decir, los cuello y mucha.r ttave.r empleada.r en la lucha". Se trararía, pues, tIl'  UII 
miembros de cada equipo no permenecerían en su zona, sino que podrían juego que permitía el contacto físico más o menos violento entrl' los il~'
también invadir el  campo contrario en su intento de llevar la pelota más dores y que tenía un desarrollo muy vivo y movido, como Illlll'Slra tlll
de la Inea de fondo; por ello hay quien considera el juego como una fragmento del cómico Antífanes que cita precisamente Acelll'o: "((J,l!,iá 1,1
especie de rubgy (Gardiner, AAW 235; Liddel-Scott-Jones, s.v.), si bien, pelota y disfrutaba dándo.rela a uno, e.rquivaba a otro, Je  la l/11Í11I ,101m ti,.
como apunta Harris (SGR 87), en ningún lugar se nos dice que la pelota la.r mano.r y a otro de nuevo placó, gritando con e.rtridmteJ l'IIlI'J: '///11',,/1,
pudiera ser golpeada con el pie. larga, a él, por encima de él, abajo, arriba, corta, devuéltJt'ltl nm /111 ,I.!,i,'o! ,,,
El desarrollo del juego es, en definitiva, incierto en sus Uc:ld.l1\'::>, (Antífanes, fr.234 Edmonds; cE. Epicteto 2.5.17). No es de t'xrraj)ar, por
como lo es también la identificación del ejercicio en el que se afanan los que el harpa.rton reciba las alabanzas de Galeno millO t'jl'n icío
jóvenes representados en una conocida basa arcaica del Museo Nacional completo, que pone en acción buena parte de los músculos lid (lIl'rpo  y
de Atenas (figura 88), ya que pudiera tratarse del epískyro.r (Gardiner, que exige de los jugadores no sólo fuerza física y agilidad tanto para dn
AAW 236; Diem 139; Yalouris 257-8, etc.) o bien del harpastón tuar los placajes como para evitarlos, sino también inte1igmda y  lapa
(Patrucco 1, n. 2, con bibliografía sobre ambas opiniones). cidad de improvisación.
e) Precisamente el harpa.rtón fue el juego de pelota más popular en Por todo lo dicho hasta aquí se comprende fácil me 111 l' que (,1
la antigüedad greco-latina. Ateneo lo identifica con el  llamado phai- deporte del que hablamos haya sido a menudo comparado COIl IIl1l'SIn)
nínda, en tanto que otros atores, como Pólux o Eusracio, al igual que rugby. Parece tratarse básicamente, en efecto, de un juego en d 1I111' SI'
algunos intérpretes modernos, afirman únicamente que eran muy seme- enfrentaban dos equipos, los componentes de uno de los cuales SI'
jantes. En el estado actual de nuestros conocimientos, es prácticamente pasaban la pelota entre sí, en tanto que sus adversarios intentaban arn'-
imposible precisar sus características. El nombre harpa,rMn peretence a un batársela por medio de placajes. Desconocemos, sin embargo, la
gtupo de palabras que expresa la noción de "arrebatar", de manera que del juego, si había un campo bien definido, dentro de cuyos I{mill's
la etimología del término nos indica que lo esencial del juego consistía en evolucionaban los jugadores, y una línea de marca tras la cual lk·h(a
apoderarse de una pequeña pelota arrebatándosela al adversario. Hay, no depositar la pelota el conjunto atacante, e incluso si era lícito golpear la
obstante, quienes preieren entender la palabra en el sentido de "agarrar" pelota con el pie o bien limitarse simplemente a llevarla con las mílnos

386 ,Ht7 
FERNANDO GARCÍA ROMERO lOS JUEGOS  OlíMPICOS 

(intentos de reconstrucClon en Patruccco 33855., y en los artículos de Es  indudable  que,  además  de  los  juegos  descritos,  existil­roll  Olros 
Mendner y Hessel). muchos,  ya fueran  variantes de  los  mencionados  hasta  aquí u  otros  dik 
f)  Un famoso relieve de finales del siglo VI a.c., que adornaba la rentes.  Uno  de ellos,  cuyo  nombre  desconocemos,  debió  de  (kSempl'l)ar. 
basa de una estatua y que fue sacado a la luz en el primer cuarto de como  anticipamos,  un  importante  papel  en  la  educación  física  y  militar 
nuestro siglo, sorprendió a los arqueólogos con la representación de un de  los  muchachos  espartanos,  ya  que,  al  menos  en  época  im¡x'rial  (11 
juego de pelota muy semejante en apariencia al hockey (figura 89): en el p.c.),  se  disputaban  competiciones  organizadas  entre  equipos  ¡()fI1lados 
centro, dos jóvenes, que llevan en sus manos bastones curvados en su por  jóvenes  de  las  distintas  obaí o  tribus  (lG V.1.674­687;  Ludallo, 
extremo, disputan una pelota en una postura similar a la que adoptan los Anacarsis 38;  cf.l.3.1.1.),  Aunque  ignoramos  los  detalles  conrtt:lOs 
jugadores de hoy cuando se disponen a iniciar un partido; a derecha e su  desarrollo,  debía  de  consistir  básicamente  en  el  enfrentamiento  <.'¡lIn' 
izquierda, otras dos parejas de jóvenes los contemplan. Apenas aparecido dos  conjuntos  de  unos  15  miembros,  que  intentaban  apoderars<.'  dl'  1.. 


el relieve, un arqueólogo griego, G. Oikonomos, puso en relación un pelota  por  todos  los  medios  a  su  alcance, 
pasaje, ya citado, de la obra pseudoplutarquiana Vida de los diez oradores Carecemos,  por  último,  de  testimonios  literarios  o  arqul'ok),l­tilOS 
con el nuevo descubrimiento, ya que en él se hace mención de una que  confirmen  o  nieguen  de  manera  clara  la  existencia  de  jUl',l­tOS 
estatua de Isócrates en la que el orador era presentado en una actitud que '\ 
pelota  en  los  que  ésta  fuera  golpeada  con  el  pie.  Únicamelltl'  l'l  rl'lil'vl' 
se designa con el verbo keretízeín ("jugar con el cuerno"). Pues bien, que  adorna  un  vaso  ático  (figura  90)  representa  a  un  jov<.'ll  qlll'  hau' 
Oikonomos supuso, y su sugerencia ha sido unánimemente aceptada, botar  la  pelota  sobre  su  muslo,  con  buen  estilo.  En  (Ju~ WllIl'XW  d('ll(' 
que tal término se refiere a nuestro juego, como alusión a la parte curva situarse  tal escena  no  podemos saberlo,  pero es  opinión  gelll.'ralizada  1]11(' 
dd bastón, la cual por su forma recuerda a un cuerno y quizá estuviera el  ejercicio  representado no pertenece tanto al  ámbito deportivo  lOlllO  a  la 
hecha de este material. esfera  de  los  juegos  malabares,  en  los  que  el  empleo  de  pl'lo(as  ('l'iI 
Las semejanzas con el hockey han llevado a Patrucco (p. 343ss.) a frecuente, 
posrular para el juego griego unas reglas muy similares a la que rigen el 
deporte moderno, con la diferencia de que el objetivo de los jugadores
sería no introducir la pelota en una portería, sino sencillamente llevarla .,  BIBLIOGRAFÍA 
m;is allá de una línea marcada, tras el campo del rival. No obstante,
dado que nuestra información quda reducida a la interpretación del J.  Ddande,  "Le  football  a  travcrs  les  ftgcs",  U¡C IX  I (),io.  ,in')  1,1; 
relieve ateniense, todo lo que se diga sobre la regulación del juego es J.  Delorme,  "Sphairisterion  et  gymnasc  á  Delphcs,  il  I klos  l'(  
incierto, y no es siquiera seguro que se trate de un depone de equipo HCH CVI  1982,  '53­73;  F.  Garda Romcro,  "Sobrv  al,l­tllllos  ll:nllIIlOS  
(como sostienen, entre otros, Patrucco, Weiler 21 Gardiner, AAW léxim  dd  dcportc",  HllfflerJdjt: {(  Luú Gil, Madrid  11)l)2;  L.  (;rlllldd,  
~27, con dudas al respecto, ete.), ya que la actitud de las dos parejas de "Griechischc  Ballspieh/',  AA JI)2'5,  HIP)'5;  E.  Ikssl'l,  "Das  Spil'l  PIIí\t  
júvenes (Iue aprecen a uno y otro lado parece sugerir que están aguar- nillda­Harpastum",  GYII/tltl.rilll" LXVII  I ()(lO,  22(1;  II.M.  Ll'l"  "At  
dando  su  turno  para  jugar,  no  que  participen  activamente  en  el  juego;  cles  ami  d](:  Bikini  Girls  fmm  PiaZl.il  AfIlll'ríllu".  SI"dl"" X  I()H, 1,  
sería,  en  tal  caso,  un  ejercicio  que enfrentaría a dos  jugadores  individual- IÍ '5­76;  S.  Mcndller.  /JllJ  13tfll.r/Jit'¡ 1m LdJN/ do' V¡i¡J11'I'. MUIlSll'r  11)")(1;  
11l<:nte,  no  a  dos  conjuntos  (cf.  Harris,  SGR 101;  Yalouris  258­9,  .  "Das  Spid  Phalllillda­llarpastlllll",  (/YIf/ll11.l'11I1II I.XVI  14)W. 
etc).  ")  17-21\; D.  Nírkd,  "Hin  Ballspil'¡  illl  llm'il  tll'S  Anzt's.  Bl'mrk~(,1I

~H HI') 
EERNANDO GARCÍA ROMERO LOS .1111'( i()S 01.1 MI'l< ( )S
--------------------
ZlI Galens Schrift 'Ueber die Uebung mit dem klcinen Ball''', NTM XIII 3,12. OTROS DEPORTES
1<)76, 77-81; A.M. d'Onofrio, "Un programma figurativo tardo antico.
Lt' basi ateniensi con Ballspielszenen riconsiderate" , AlON(archeol) VIII Aparte de juegos infantiles que revisten cadcrt'r competitivo t'lI 
I ()g6, 175-93; M.N. Tod, "Teams of Ball-Players at Sparta", ABSA X mayor o menor grado, otros muchos ejercicios físicos l'Ompletall d
1<)0,-4, 63-77; id., "Three new Sphaireis-Inscriptions", ABSA XIII extenso y variado panorama del deporte griego, desdl' modalidades
I ()()6-7, 212-8; E. Wagner, "Hockeyspiel im Altertum", Phifologus cm  locales como los juegos taurinos de Tesalia (cf.1. 1. 1) hasta otras dl' lIl¡ís
I () ')<), 137-40; id., "Kritische Bemerkungen zum Harpastum-Spiel", amplia difusión que muy dudosamente pueden catl()~rse 0l1l10
(,YII/ftasium LXX 1963,356-66; A.M. Woodward, "Sorne Notes on the deporte, caso de las peleas de gallos (figura 92; cf. J. DUIIIOIl!, "¡,t'S
Sparrans Sphaireis", ABSA XLVI 1951, 191-99; N. Young, "Did the combats de coqs furent-ils un sport?", PaNas XXXIV 19HH,  ,;;-;1-1). El
(;l'(.'eks and Romans Play Football?", Resean'h Quarterly XV 1944, prestigio de los Juegos Olímpicos hizo que los demíls tt'stivaks '1Ut' 
) I ()­ 16.  '1  comprendían certámenes atléticos tendieran a organizarse a  jlJa~'I\ y


semejanza de ellos, incluyendo en su programa las mismas pful'has al 1(;-
ticas y ecuestres, aunque con algunas diferencias impuestas por las nlt,H 
terísticas propias de cada festival y cada localidad. Así, ('11 las
competiciones de índole efébica, como es lógico, se disputahall, adt'lIl;ís
de las habituales, otras pruebas en las que los j6venes podíall IlIOSll';lf Sil
preparación militar, tales como el combate individual ('011 afilias, l'l  IÍrll
con arco o el manejo de la catapulta. Precisamente de las dos prillll'ras
vamos a ocuparnos con mayor pormenor, ya que SOIl dl'strilas por
Homero como parte de los juegos fúnebres en honor dl' Patrodo, si
al menos en época histórica, nunca formaron parte del prowallla 011111
pico, quizá por aquello que dice Laodamante en Odi.te?l R  II¡ 7 ­H:  "uo ¡,,, V
mayor gloria para un hombre mientras viva que la q"e h,'ya UHlJt'p,llltlo /1111
sus pies y .rus manos", sin necesidad de instrumento adicional <11.1-\\1110,

3.12.1. El combate con armas


El combate con armas u hoplomaquia fue siempre, millo resulta
obvio, un ejercicio importante en el entrenamiento miliwl', pl'ro ll1uy
raramente llegó a ser ¡ncluído en los festivales deportivos, Pl'S(' a la
opinión de Plutarco (Prob!emar de banquete 67'511) de qUl' l'II  (oPOUIS
remotas en Olimpia se disputaba "lItI (omhate itlditl¡¿IIal.. , qm' ,u',lb"",,
con la muerte 1.' inft/olaci6n de lo.r derrotado/' (eL .J Ütbnt'f, an. "1 toplolllj\'
chía" en RE VIH.2, mI. 22<)H-<); véase 2.1.1,),

\'JO WI 
FERNANDO I;A!UIA  I{()MU{t1  11  l~ .IIIH ,C  l~ C11lMI'J(  I)~
-~'" -~.,

t'1 11 iUII I ll'IJ(' 1.'11 drwllstanóas I.'xCl.'póonalcs la hoplomaquia (figura JU  adz1erJiJtú" le rú.r¡;III' 1,1 l'it'l/ln' ti Irtll'éJ dt' Id tlrl1ltu/¡ml .Y litl/:,tl lirll/II"
!)~ adquiríl) G\f¡íner agonístico, En primer lugar, está bien atestiguada negra sangre", Ayantc Telalllonio y J)íOl1cd~S uHnhatl' UlII  dt·lluedo.
,ti  pn's{'mía en juegos funerarios, tanto en época mítica ([líada hasta el punto de que sus compal'leros, temiendo por la illtegridad lísi( a
.)  tH Ilss., dondl.' Ayante y Diomedes se disputan los premios que ofrece del primero, piden al juez del combate que lo haga cesar y Wlltl'díl ti 
Aqlliles) como en época histórica (Ateneo 155a: en 317 a.e. el  soberano ambos igual premio.
llIó1ll'dollio Casandro hizo que cuatro de sus soldados combatiesen Cómo se deteminaba el  vencedor en las competiciones de ('pm a
OIrlllados emrl.' sí en los funerales por el  rey y la reina de Beocia; cf. helenística lo ignoramos, pero, dado que su finalidad primordiall'Ollsislfa
Heródoto 5.8, que comenta la existencia de tal costumbre en mostrar a los ciudadanos las habilidades de los efebos y  estimular el
('11m' los tracios). En ese contexto, el combate con armas entre dos ardor de éstos, difícilmente se trataría de un espectáculo dClllasiatlo
~Il'r(os SI.' interpreta como resto de un antiguo rito, ya sea una ordalía cruento. Se ha sugerido el empleo de algún sistema de pumuacüíll, pt'l'tJ
para desrubrir al asesino del muerto, ya como última huella de extintos nada nos es posible decir al respecto. Puede añadirse, fin<llmctHl', qm' 
humanos (cf.1.1 y 2.1.1), ya como recuerdo de una época en Alejandro Magno consideraba preferibles, antes que otras wmpetidolH'S
la (1 11l' los duelos individuales, particularmente entre los adalides de los atléticas, los combates con simples bastones, no con armas (PILuilrw, 
l'j(;rcitos en lucha, decidían la batalla (véanse los cantos 3 y 7 de la llíada Alejandro 4; cf., sobre ellos Poliakoff, Combat Sports in Ihe A/lríe'lI/
ti, l'n tiempos históricos, Heródoto 1.82).
World, Yale 1987, 64ss.).
En segundo lugar, durante la época helenística diversas ciudades
or¡.;allizaron competiciones en las que los jóvenes que hacían el  servicio
3.12.2 El tiro con arco
11Iililar dl.'mostraban su destreza en las artes bélicas, y entre las ptuebas
qlll' SI.' disputaban aparece la hoplomaquia (las Teseas atenienses son Algo más abundante y precisa es nuestra información accrca (te  l JI rOl 
el festival de mayor renombre entre los que acogieron tal disci- modalidad deportiva, el tiro con arco, también presente en los hOIllt-riUls
plimd. El combate con armas, en efecto, desempeñó un importante papel juegos en honor de Patrodo, pero ausente de los grandes festivaks í1Il(o-
('11 la formación militar de la juventud ateniense y su enseñanza quedaba ticos de Grecia.
a cargo de uno de los más destacados instructores, el hoplómaco, que se La importancia del arco y las flechas como armas de caza y  J.l,IIl'ITiI
ocupaba tanto de enseñar a los jóvenes el correcto manejo de las armas desde los tiempos prehistóricos no necesita de mayores precisiolll's; ('11
(01110 de instruirlos en las tácticas de combate (cf. 1.3.1.2. y 1.4.1.2). consecuencia, no es de extrañar que quienes fundamentan sus teor{as
(:uriosameme, a juzgar por el testimonio de Platón (Laques 182e y ss.), sobre el origen del deporte en el entrenamiento con vistas a las ¡ttlivi
l'1I Esparta la hoplomaquia no se consideraba un ejercicio importante en dades básicas para la subsistencia humana, hayan destacado el papel (1(,'
la preparación para la guerra, ejercicio que ahora nos ocupa (cf. W. Eichel, "El desarrollo de los ejl'n i-
Las reglas que regían las peleas nos son desconocidas. Por la cios corporales en la sociedad prehistórica", y G. Lukas, "La eduralÍtill
descripción de Homero y por las inscripciones efébicas sabemos que los corporal y los ejercicios corporales en la sociedad prehistórica", así COIllO
wmbatientes portaban armadura completa de hoplita: escudo (pequeño H. Ueberhorst, "Teorías sobre el origen del deporte", trabajos todos ellos
y  redondo o grande y oblongo), coraza, yelmo, grebas, lanza y espada recogidos en el tomo XV 1973, de CAP). No obstante, los griegos de
larga () corta. En los juegos en honor Patroclo, Aquiles anuncia que época arcaica y dásica no valoraron excesivamente la función de
prodamar<i vencedor "al primero de los dos que alcance la hermosa piel de tropas de arqueros en las batallas (no entraban en el combate cuerpo a

W2 .'9j
1'1'11 NA NI)( 1 (;/\1((.1/\  IH IMI:J(()  I O!\ JlI',C~ I1I 1M!'!!  CJ~

tUl'rpo,  donde un guerrero podía demostrar su valor), de manera que post ulotr rOIl ganll JI fas la ('xisll'mia de hl¡[m os 11 "ís si Illilarl's a los
t'srahan habitualmente formadas por soldados mercenarios, especial- qUl' Sl' adoptall en d dt'lmrtl' l11oderno, a juzgar por los elllPlcados para
1111'llte crerenses o escitas, célebres por su destreza con el arco. Sólo en el ti lallzamiento de jabalina, escudos fiíados a UII  pOSIl',  lUyO u'lIIm 
IV a.c., cuando cambiaron notablemente las tácticas bélicas y aparece marmdo por una guirnalda de flores (d. .)/í  Y la figura 'iH),  A
cohraron mayor importancia las armas ofrensivas de largo alcance, los este respecto nada puede deducirse de la anécdota que Di,ígl'lws l.acl'do
arqll!:ros fueron más estimados y el tiro con arco entró a formar parte del atribuye a su homónimo Diógenes el dnico, el  nml, al ver a UII  anlllero
enrrenamiento de los efebos de manera sistemática (cf. H. Lammert, arto torpe, se sentó junto al blanco, en la idea de que 6e era d lÍniw  lugar
"Toxótai" en RE Sup!. VI.A2, co1.1853-5). Son precisamente las compe- dnde estaba a salvo de ser alcanzado por sus flechas (Diógl'lws Lm'njo
ticiones efébicas (si prescindimos de un par de vagas alusiones en 6.67; la misma ocurrencia atrbuye a Sócrates Ibn Hindu en sus SmIC'tl-
Píndaro, Nemeas 6.26-8, y TeócrÍto 24.107) las únicas que atestiguan la cias GriegaJ; cf. Strohmaier, "Antike Randnotizen ZUIll Sport". 1),,1
existencia de pruebas de tiro con atco de carácter competitivo. Las A!tertum XXI 1970, 27-29, no. 7).
inscripciones, en efecto, documentan sobradamente tanto su frecuencia Así pues, las pruebas de riro con arco habituales, tanto <:11 la {­piUI 
(( 11110 su extensión geográfica, pues la prueba aparece mencionada, a homérica como en las competiciones de efebos, consistían ell dispal'ílr
partir del siglo VI a.c., en muy diversas localidades, desde Asia Menor sobre un blanco, probablemente varios tiros (al menos los jóvelles qll(' 
(Trales) y  la costa norte del Mar Negro (Olbia) hasta la Península Balcá- aparecen en el  vaso citado son representados, de pie o agachados, m d
(Larisa) y Tracia (Sesto), pasando por las islas del Egeo y del Jónico acto de volver a cargar el arco tras haber lanzado ya una flecha) y  la das¡
« :l'OS, Samos, Teos, Cordra). No en vano al menos durante un cierto ficación se establecía de acuerdo con la puntería demostrada por ulda
(it'lllpo se ocupó del adiestramiento de los efebos un instructor espedali- concursante (Patrucco, p, 368, sugiere la existencia de algún SiS{('Ill11
en el tiro con arco (el toxótes). puntuación; cf. también Weiler 197). Podía haber, no obstan/l'. varia
La más pormenorizada descripción que poseemos de una competi- ciones con respecto a ese esquema. En primer lugar, siguiendo toll las
non de tiro con arco procede, una vez más, de los poemas homéricos competiciones en las que se trataba de demostrar la puntería, ell los
(/lítJda 23.850-53). Aquiles hace atar por una pata una paloma al poemas homéricos se menciona otro concurso de tiro con arco dOlld(' SI'
m,lstil de una nave y establece que obtendrá el  primer premio quien juega algo bastante más importante que los premios que ofren' Aquiles
alcance a la paloma y el segundo quien acierte a cortar el cordel con la en ltiada 23. En el canto 21 de la Odi.rea, en efecto, los prett'ndil'llIt,S y 
flecha (más detalles sobre los promenores de la prueba se señalan en el propio Odiseo, disfrazado aún de mendigo, compiten por conseguir d
1.2). Así pues, al igual que en el deporte de hoy, se establecía una clasifi- derecho a casarse con Penélope (figura 94). Sólo el héroe del poema logra
cación de acuerdo con el  mayor o menor acierto de cada arquero, según tensar el arco y realizar con éxito la prueba, que consiste en atravesar lOlI
su flecha atinara más o menos cerca del blanco, como pudiera confirmar la flecha doce hachas puestas en fila. Cómo debían ser "atravesadas" las
una inscripción de la isla de eeos (Syll. 3.958, del III a.c.), en la que se hachas es cuestión discutida, pero, si prescindimos de hipótesis
mencionar premios para el  primer y segundo clasificados. Un vaso del lescas (como atravesar el  metal .rtrictu sen.ru), dos son las propuestas Ill,ís
siglo V a.c., conservado en el  Museo Nacional de Nápoles, muestra a verosímiles: los competidores debían intentar hacer que la felcha pasara
tres íóvenes disparando sus flechas sobre un blanco aún más peculiar que por las hachas alineadas, bien a través del aguíero de la
la paloma homérica, pues se trata de la imagen esculpida de un gallo que donde se introduce el mango cuando el instrumento va a ser usado, hil'"
se alza en lo alto de una columna (d.  Patrucco 368). No obstante, se por entre los anillos de las extremidades, de los males se colgaban las

W4 w.,
FIiRNANI)(1  (¡AlU  lA  ROMI:RO  l~ 1I'(.~ (1IIMI'IC  (l~

liól( has. Se trata, en todo caso, de una prueba de excepcional dificultad, lillil.l()(; R A11íA
awrdt', por supuesto, con el valor de la recompensa que aguarda al
v(,lIlcdor. .J. B(:rard, "Le WllUlurs tI(,  rafe dalls ],OdySl:l' " , une,' LXVIII
.IUIl ro a los arqueros de a pie, formaban parte de los ejércitos 1
)')'),1 1 11; P. Braitl - D.D. Skillllcr, "Odyssnls ¡¡lid lhe Axl's;
griegos tropas de arqueros a caballo (Tucídides 2.13, Lisias 15.6; d.  110lllerÍl Ballistir Rl'l'OlIstrunl'lI", (,~1itN X X V  197H, ') ')- ,)H; W 
Arist¡)hllles, AlJe.! 1179, y Heródoto 4.46 y 9.49, sobre su presencia Burkert, "VOf1 Am<:nophís 11 zur Bogcnprohe dcs Odyssl'lIs", (,'H  I
elltrt' escitas y persas respectivamente). Platón tampoco quiere prescindir 1.)7,~ 61.)-7H; J. Calvo, JI/eX(JJ de "it1(J,! en Id ('Yl!ci" ImliXII,', BandlJlltI
dc I ales guerreros en su ciudad ideal, e incluye el tiro con arco a caballo II.)H2, tesis doctoral inédira; E. Slhmidt, SIJielzml!, IIIItI ",,,idl' di'" l\illdl'l'
¡'II  d  l'lltn:namiento al que deben ser sometidos los jóvenes de ambos im klaJJixchen Altertllm, Meiningen 11.)71; E. von Stertl, "1 kr Pj('ils( hl~s
sexos, bajo la supervisión de un "arquero cretense" que los instruya en el  des Olbiopoliten Anaxagoras", OeJh rv  11.)01, ') 7 ­(jO, 
mant'jo del arma con las dos manos (Leyes 795b-c, 8l3d-e, 834d). El
IUildador dc la Academia habla de "rivalídad y competición" entre los
IOVC'IIVS lJue  realizan su preparación militar, pero no sabemos con certeza

si l'I  tiro (nI)  arco a caballo, de manera parelela al lanzamiento de jabalina


(( 1. t,i),  t'ra  prueba incluída realmente en algún festival deportivo
('pli/a a dl() aluda una inscripción tesalia del 11-1 a.c., Sy" 3.1059; la
1.1IIIa dI' los jinetes y caballos tesalios es de sobra conocida),
y si ell el caso del lanzamiento de jabalina está documentada la
('xis(¡'IH ia de pruebas de puntería y de distancia, lo mismo cabe decir a
pmp()sito del tiro con arco, aunque en el caso de la jabalina fue el lanza-
Illi('llto a distancia el que se impuso como prueba integrante del pentatlo
('11 h IS fi:stivales panhelénicos, en tanto que en las competiciones efébicas

de tiro mn arco prevalecieron los concursos de tiro al blanco. Sin


l'lllhargo, una inscripción de finales del siglo IV a.c., procedente la
(illllad dc Olbia, en la costa norte del Mar Negro (Moretti, lAG 32),
¡i!('St íguan la existencia de pruebas de tiro con arco en las que los partici-
pantes debían lanzar sus flechas lo más lejos posible; dicha inscripción
11 u '11( ¡olla como vencedor a un tal Anaxágoras, quien alcanzó una
disLulCia d<: 282 brazas, unos 500 m.; la interrupción del texto nos
impide conocer la longitud conseguida por quienes le siguieron en la
¡¡llsíficaúón final de la prueba. Ningún otro documento literario o
al'qllt'ológiw nos vuelve a mencionar tal modalidad deportiva.

\')(,
\1)'
1,( IS .1111(;( IS (lI.1MI'II (IS
-------------------------
BIBLIOGRAFÍA GENERAL

Componen la siguiente lista bibliográfIca las obras ~1:lt'ras sohn'


el  deporte en Grecia, que son citadas en el cuerpo del libro por el  IHlIl1hn' 
de su autor (o abreviadas en el caso de que se cite m¡ts dI:  UIl lihro d,,1 
mismo autor). La bibliografía específica sobre cada tl:ma se illduYl' al
final del capítulo correspondiente.

ARNÁIZ ZARANDONA, S. El deporte en Grecia, Madrid, Ed, dd 


Movimiento, 1964.
BENGTSON, H., Die olympischen Spiele in der Antike, Zürich I (J71 
BERNARDINI, P.A.,  (ed.), Lo sport in Grecia, Roma-Bari P)HH, 
BILINSKI, B., L'agonística sportiva nel/a Grecia anlict' , Alfiel/i .!ot'Í,tli "
ispirazioni letterarie, Roma 1960.
BILINSKI, B., Agoní ginnici. Componenti artútiri ed intellel/I/"II 11tH
antica agonística greca, Roma 1979.
BLOCH, R., "Réflexions sur les sports dans la (irl'U' alll iqlll' " ,
Hommages a Marcel Renard, ed. por J. Bibauw. Col!. LalOIIIlIS CI.
cn y CIII, Btuselas 1969, 3 vol., II 10'5­112. 
BLOCH R., "Les sports dans l'antiquité", Dio¡.:ene XCIV  Iln(l. (17  1) l. 
BUTLER, AJ., Sport in Classical Times, Londrl:s-NlIcva York  IIHO, 
CROWTHER, N.B., "Studies in Greek Athletks. I  alld 11", Clf' 
LXXVIII 1985,497-538; LXXIX 19H6, 7.)-1.'').
CROWTHER, N.B., "Recent Trends in the Study ()f (irn'k  Alhll'li( ~
(1982-1989)", LAC LIX 1990,246-25'5.
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FINLEY. M.1. - PLEKET. H. W., '/'he Olym/JÍe (¡ame.e '/'he /lir,I'1 nm,,-
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,lOO 401
1'I­'lcN"NIlO ¡¡"ltI 1" IHIMEHO  I  C)~ IH,()~ 11111\11'11  \  I~

EIl las se  cÍt¡lO  mediante  siglas  las  revistas  Ch.  Dan'lIlIWI"}­!.,  E.  Sa}­!.lío,  E.  Pouil'r  l'  1.  Ldayl',  París 
I X77­1')2(). 
EHEM  Epetirís  tís  Eterías  lliaklÍll  Mdl'Hín.  Atl'uas, 
EMe  Echos  du  Monde  C1assiqul'.  e
AA Archaeologischer  Anzeiger.  Berlín.   FundF  Forschung 
AAA Arkhaiologiká  Análecta  ex  Athenón.  Atenas.   GB  Beitrage.  Graz. 
AAmHung Acta  Antiqua  Academiae  Scientiarum  Hungaricae.   GBA  des  Beaux­Arts.  París. 
Budapest.   GandR  Greece  and  Rome.  Oxford. 
AAWW Anzeiger  det  Oesterreischen  Akademie  der  Wissenschaft   GRBS  Greek,  Roman  and  Byzantine  Studies.  Durhall1,  N.<:. 
in  Wien,  Philos.  ­Hist.  Klasse.  Viena.   HfL  Hochschullblatt  für  Leibesübungen. 
ABSA Annual  of che  British  School  at  Athens.  Londres.   HSCP  Harvard  Studies  in  Classical  Philology.  Cambridge 
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AJA American Journal  of Archaelogy.  Nueva  York.  KBSW  Kólner  Beitrage  zur  Sportwissenschaft.  Colonia. 
AJAH American Journal of Ancient History.  Cambridge (Mass.).  LEC  Les  Classiques.  Namur,  Francia. 
A.JPh American Journal  of Philology.  Baltimore.  LF  Listy  Filologické.  Praga. 
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ArchClss Archeologia  Classica.  Roma.  MB  Musée  BeIge. 
ArchN Archaeological  News.  Tallahassee  (Florida).  MC  Il  Mondo  c1assico.  Turín 


ALJ  Altsprach1iche  Unterricht.  Stuttgart.  MDAI(A)  Mitteilungen  des  Deutschen  ArchaeoIogischen  Illstituts 
AW Antike  Wele.  Zürich.  (Athen).  Berlín. 
BCH Correspondance  HeHénique.  París.  MDAI(R) Mitteílungen  des  Deurschen  Archaeologischen  Instious 
BCO "'­'1.""',","."­ Orientalis.  Berlín.  (Rom).  Mainz. 
BIes  BuHedn  of the  Institute  of Classical  Studies.  Londres.  MEFR  Mélanges d'Archéologie et d'Histoíre 
CAF Otius  Altius  Fortius.  Madrid.  de  Rome.  París. 
CJ Classícal  Journal.  Boulder,  Colorado.  MGR  Miscellanea  e  romana.  Roma. 
CPh Classícal  Philology.  Chicago.  Mededelingen  van  hec  Nederlandsch  historisch  Instituut 
eR Classícal  Review.  Oxford.  te  Rome.  Gravenhage. 
CSCA California  Studies  in  Classical  Antiquity.  Berkeley.  MVPhW  Mitteilungen  des  Vereíns  klassischer  Philologen  in  Wicn. 
CW Classical  W orId.  Pittsburgh.  NASSH  North  American  Society  for  Sport  History. 
I)aremberg- NTM  Schriftenreihe  für  Geschichte  der  Naturwissenschaftcn, 
Saglio  Dictionaire  andquités  grecques  et  ed.  por  Technik  und  Medizin.  Leipzig. 

402  40., 

"  \ 
FERNANDO GARCÍA ROMERO LOS  JUEGOS  OLÍMPICOS 

OeJh Oesterreichische Jahreshefte. Viena.


PAA  Praktiká tís Akadimías Athinón. Atenas. ÍNDICE GENERAL 
PCPhS Proceedings of the Cambridge Philological Society.
Cambridge.
QAL Archeologia della Roma. l.  EL  DEPORTE GRIEGO:  CARACTERÍSTICAS 
QUCC Quaderni Classica. Roma. GENERALES  Y  EVOLUCIÓN  HISTÓRICA  1) 

RA Revue Archéologique. París.


RAL Rendicond dell' Accademia dei Lincei. Roma. 1.1.  CRETA  Y  MICENAS  1) 

RE Real-Encyc1opadie der klassischen Altertumwissenschaft, 1.1.1.  Juegos del toro  I I 


ed. por A. PauIy, G. Wissowa y W. Kroll, Stuttgart 1893 1.1.2.  Boxeo  y  lucha  I "i 
y  ss. 1.1.3.  Otros  ejercicios  físicos  I H 
RilA  Revue d'Etudes Anciennes. Talence. Bibliografía  11) 
REG  Revue d'Etudes Grecques. París. 1.2.  HOMERO  2 I 
RFIC  Rivista di Filologia e Istruzione ClasslCa Bibliografía  ~ "i 
RhM Reinisches Museum. Frankfurt.
I\LAC  Reallexicon für Antike und Christentum. Stuttgart. 1.3.  ÉPOCAS  ARCAICA  Y  CLÁSICA  ~ 7 
({Se Rivista di Studi Classici. Turín. 1.3.1.  Educación  física  'i  I 
San Journal of the Society of Ancient Numismatics. Santa 1.3.1.1. Esparta ,1.~

Mónica, Calif. 1.3.1.2. Atenas .  .  .  "i  I 


SBAW Sitzungsberichte der Bayerischen Akademie der Wissens-  1.3.1.3. Jenofonte, Platón, Aristóteles (10

Munich.   1.3.2.  El  deporte  de  competición  .  .  (1"1 

SludClas Studii  Clasice.  Bucarest.   1.3.2.1. "Amateurismo" y profesionalismo (I'l 

SllIdllrb Studi  Urbinati.  Urbino.   1.3.2.2. Críticas ..........  I 'l 


TAPhA  Transaaions and Proceedings of the American Philological   1.3.2.3. Entrenamiento y régimen de vida
Association.  Cleveland.   de los atletas .  .  .  .  .  H·¡ 
Voplsr Voprosy  Istorii.  Moscú.   1.3.2.4. Irregularidades y muertes 1)  I 

WS Wiener  Srudien.  Viena.   1.3.2.5. Desnudez de los atletas 1(10 


y(:s  Yale  ClassicaI  Srudies.  New  Haven.   1.3.3.  El  deporte  femenino  I 
ZPE Papyrologie  und  Epigraphik.  Bonn.   Bibliografía  .  .  .  .  .  .  .  I .',1 
1.4.  ÉPOCAS  HELENÍSTICA  Y  ROMANA  I.H) 

1.4.1.  La  educación  física  1·11 


1.4.1.1. La esC'uela 1,12 
1.4.1.2. lA efehla 11\1\ 
\04.2. El  deporte de  competki(,n  1~ ~

·10­1  ·111'1 
I'I'HNANI)()  (;AI((  lA  I«)MI'!(()  1l~ '111'1 íl l~ IlIIM!,f( ()~
......  --------------

104.2. l. lJifuJ'ión del deporte, profesionalismo, 3.1.4. Lampadedrom{a; "c':arrera del racimo";
asociaciones atléticas 153 Maracól1 2,1H 
104.2.2. Criticas 162 Bibl ¡ografía 2"i(, 
Bibliografía 171 3.2. EL SALTO 2"iH 
Bibliografía 271 

3.3. EL LANZAMIENTO DE DISCO 272


2. LOS JUEGOS 1
Bibliografía 2H7 

2.1. LOS JUEGOS OLÍMPICOS 175 3.4. EL LANZAMIENTO DE JABALINA 2HI) 


2.1.1. Origen de los Juegos. Primera y última Bibliografía . . . . . . . .... 21)"i 
Olimpiada . . . . . . . . . 175
3.5. EL PENTATLO ....... . 297 
2.1.2. El redescubrimiento de Olimpia 189
3.5.1. Pruebas, significación y orígenes ¿In
2.1.3. Desarrollo de los Juegos 194
3.5.2. Secuencia de las pruebas . . 21N
2.1.4. Los helanódicas . 202
3.5.3. Determinación del vencedor :W-1
2.1.5. Los espectadores
Bibliografía . . . . . . . . . ~()H
Bibliografía . . . . . . 208
3.6. LA LUCHA q()
2.2. LOS JUEGOS PÍTICOS 213
3.6.1. Ejercicio popular y  completo HO
Bibliografía . . , . . . . 218
3.6.2. Los combates ~ 1~
2.3. LOS JUEGOS ÍSTMICOS 220 Bibliografía ~ 11)
Bibliografía . . , . . . . 223
3.7. EL BOXEO ~21
2.4. LOS JUEGOS NEMEOS 3.7.1. Orígenes y  características .~21
Bibliografía . . . . . . . 3.7.2. Los combates. Evolución del boxeo griego.
Técnicas permitidas y  prohibidas ,~2 ,~

Bibliografía . . . . .,~ "i 


,1.  LAS PRUEBAS 3.8. EL PANCRACIO 3.)7
3.8.1. Orígenes y  características .",7
3.1. LA CARRERA 229  3.8.2. Los combates 339
3.1.1. Importancia de la carrera. Las distintas Bibliografía
modalidades . . . . . . . . . . . 229 
3.1.2. Características físicas de los corredores, 3.9. LAS PRUEBAS HÍPICAS 345
técnicas y  tácticas . . . . . . . . . 236 3.9.1. Características generales 345
3.1.3. Dos problemas discutidos: las salida y el giro 240 3.9.2. Las pruebas ..... 349

(¡oC) 407
FERNANDO GARCÍA ROMERO

3.9.3. El hipódromo .... 355


3.9.4. Desarrollo de las carreras 358
,
Bibliografía . . . . . . . . . 366
• 
LAMINAS

3.10. LA NATACIÓN Y EL REMO 368
3.10.1. Los deportes acuáticos en la vida
de los griegos 368
3.10.2. La natación 371
3.10.3. El remo 372
3.10.4. Otros deportes acuáticos 376
Bibliografía . . . . . . . . . 377
3.11. LOS JUEGOS DE PELOTA 379
Bibliografía 389
3.12. OTROS DEPORTES 391
3.12.1. El combate con armas 391
3.12.2. El tiro con arco 393

Bibliografía general 399


Siglas bibliográficas 402

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.....
.....

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" \ 
/
(



"-
"-
.........

1.  Fresco  de  Cnoso.  Museo  de  Iraclio.  Ca. 1500­1450 a.e.  1  bis.  Esquema  del  salro  de l  roro  (según  Álvarez  d<.:  MIr.llld.1) .
2.  Rirón  de  Cumasa.  Museo  de  Iradio.  Comienzos  del  segundo  milenio  a.e. 

3.  Sello  de  Preso.  Museo  de  Tradio.  . I (, ()() - j ·íoO a.c. 
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I() , ( .I r r~ ·ra$ de  l a rros'  Esrela  funeraria  micénica.  Arenas,  Museo  Arqueológico  1 1. Juegos  en  honor  de  Parroclo.  Vaso  de  Sófilo.  Arenas,  Musco  1\1'1  ¡i H '( 11 ,)1' 1\11
N.I'''1I1.d. e l. 1600 .  Nacional.  Ca . 580­570  a.e. 
1 )  ,1! t'~() ~ en  honor  de  Parroc1o.  Vaso  Fran<;ois,  obra  del  pimor  Clirias  y del  alfarero  13 . Carrera  de carros en  juegos  fúnebres.  Crárera del  Dipilón.  Arenas , Musl:o  An l"e" l" 
I 1I' II11rntl .  Florencia,  Museo  Arqueológico.  Ca. 570  a .e.  gico  N acional  VIII  a.e.  (Forografía:  J.  Srorch  de  Gracia). 
15 ,  Basa  de  un  m onumenro  conlllem orarivo  por  una  vicroria  en  la  tI :II II ,'  I"II J>  1 
Arenas,  Museo  de  la  Acróp olis.  Ca . 330­ 320  a.e 

11 N"",  1'1(  1' ",­,i'lIlos('  para  el  hoxeo  y  pcdmriba.  Londres ,  Museo  Briránico.  Va ,e 
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!.j 11.1\.1  de;;  la  es ra ma votiva  del  boxeador  Eutimo  de  Locros .  Museo  de  Olimpia.  Ca.
i ' O  .t.<,

, f 11 ' 1>11;1"  '1l1l11 '  I'lun ill ,  P"h <.k uccs  cllmnac!lJ  rras derrotar  a  Amico.  Ferrara.  Museo 
t i ',"11,, 10  lb  '1PIIII'  h'lk ~ dd V a.e 

(1IIlJ'  '"'''11.''  Y plrylloblJ/ir, . 1¡idría a n ltl  Munid1. 5taa rliche  Ancik e;;nsJlllmlungen. 
fll!, 

'Oi.­,d ..  I¡(' "H.I,11'  (1111'11 11"11' 11. 1 


A

H F o  M N E ,.

27. Prepararivos  de  la  carrera  de  carros  enrre  Pélope  y Enómao.  Fronr6n  eld Ir' lIl l'l" ti!  
Zeus  en  Olimpia.  Museo  de  Olimpia .  472 a.e.  (según  la  reconsl ru ct illn  ti, 11 11, 11  
mann)  

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37.  Carrera  de  fondo .  Ánfora  Pana renaica.  Londres,  Museo  Brid Jli co.  n~ ,1  ( 

38.  Carrera  de hopliras:  corredor en  disposición  de  romar  la  stl li Lb ,  ÁUI Il Io I  1"1111111 111111, 1 
Arenas ,  Colección  del  Horado  de  Anrigüedades.  Medi ad()s  del  IV  ,\ 

39.  Salida.  Esraruilla  de  bronce.  Museo  dc  O lí ll1!lHI (.1 lH II.\

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43 .  Halrcra  de  mármol  del lacedemonio  Acmácidas.  Museo  de  Olimpia.  Ca . ';';0 'í J'
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5 1. Quima fase de lanzamienro . Copa del pimor Onéslmo. B0SruJl, Mu,, 'uII I , ,, 1 1'01
Arts. Ca. 500-480 ae.

52. Sexta fase de lanzamiento. Mitón , Discóbolo . R oma, M.USl;O d I: I. l ~ l.,1' \ i ~ 1 "1 '1
marmórea del original de bronce de mediados del V a.e.

53. Sexta fase de lanzamienro . Discóbolo Ambelokipi. Atenas, I\III '.\'II 1\"1'" dl.,/.,.
Nacional. ¿Ir p.e.)

<l50. Cuarta fase de lanzamiento . Vaso del pintor Olro. Nueva York, Merropolitan
Museum. Finales del VI a.e.
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II! ti" inicio . Basa de estarna, Atenas, Museo Arqueológico Nacional. Ca, 510
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61. Lucha en las Panateneas, Pimor de Andócides, Berlín; St<1 ar.li dlC: M I ~ ~ " !1 1111 111111
cuarro del VI a,e.

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65. Boxeadores con correas. Nueva York, Mercopo!iran Musl:ulI1.
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89. Juego llamado kel,etízein. Basa de esrarua. Atenas, Museo ArquC'oJ (í¡,; ilO N:II II/II,1 1
Ca. 510 a.e.

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')11 I llIt' o\' 1I1l prolcdcnrc del Pireo. Atenas, Museo Arqueológico Nacional. Primera 91. Ganimedes jugando con el aro. París, Louvre. Ca. 500-490 a.e.
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92 . Pelea de gallos. Museos Varicanos. Finales cid \I~ l l ' V t' ': I

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