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Ana era una de las dos esposas de Elcaná; la otra, Penina,

había dado hijos a Elcaná, pero Ana no. Sin embargo, Elcaná
la prefería. Todos los años Elcaná ofrecía un sacrificio en el
santuario de Silo y a Penina y sus hijos les daba una porción,
pero a Ana el doble. Penina entonces provocaba a Ana
humillándola por su esterilidad
Cierta vez, Ana se sintió profundamente amargada tras esa
provocación y cuando entró al templo comenzó a orar
intensamente llorando.5 No decía palabras sino que se
comunicaba con Dios desde el corazón. Entonces prometió
que si tenía un hijo varón desde niño serviría a Dios.7

Dios escuchó a Ana y cuando ella y su marido regresaron a la


residencia de la familia en las montañas de Efraím, Ana
quedó encinta y tuvo un hijo, Samuel. Después de Samuel
Ana tuvo cinco hijos más (tres varones y dos mujeres)

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