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l.

POPULISMO: AMBIGÜEDADES Y PARADOJAS

El populismo, como categoría de análisis político, nos enfrenta a pro­


blemas muy específicos. Por un lado, es una noción recurrente, que
no sólo es de uso generalizado, ya que forma parte de bdescripción
de una amplia variedad de movimientos políticos, sino que también
intenta capturar algo central acerca de éstos. A mitad de �amino en­
tre lo descriptivo y lo normativo, el concepto de "populismo" intenta
comprender algo crucialmente significativo sobre las realidades polí­
ticas e ideológicas a las cuales refiere. Su aparente vaguedad no se
traduce en dudas acerca de la importancia de su función atributiva.
Sin embargo, no existe ninguna claridad respecto del contenido de tal
atribución. Un rasgo característico persistente en la literatura sobre
populismo es la reticencia --o dificultad- para dar un significado pre­

ciso al concepto. La claridad conceptual -ni qué hablar de definicio­
nes- está visiblemente ausente de este campo. En la mayoría de los
casos, la comprensión conceptual es reemplazada por la invocación a
una intuición no verbalizada, o por enumeraciones descriptivas de
una variedad de "rasgos relevantes" -una relevancia que es socavada,
en el mismo gesto que la afirma, por la referencia a una proliferación
de excepciones-. El siguiente es un ejemplo típico de las estrategias
intelectuales que tratan el "populismo" en la literatura existente:

El populismo por sí mismo tiende a negar cualquier identificación con, o


clasificación dentro de, la dicotomía .izquierda/derecha. Es un movimiento
multidasista, aunque no todos los movimientos multiclasistas pueden
consider�se populistas. El populismo probablemenre desafíe cualquier
definición exhaustiva. Dejando de lado este problema por el momento,
el populismo generalmente incluye componentes opuestos, como ser el
reclamo por la igualdad de derechos políticos y la participación universal

15
16 LA DENIGRAC!ON DE LAS MASAS POPUL!SMO, AMBIGÜEDADES y
PARADOJAS 17
de la gente común, pero unido a cierta forma de autoritarismo a menudo conocido libro sobre el tema compilado po
r Gh'Ita I onescu y Emest
bajo un liderazgo carismático. También incluye demandas socialistas (o
Ge11 ner.3
al menos la demanda de justicia social), una defensa vigorosa de la pe­
queña propiedad, fuertes componentes nacionalistas, y la negación de la
importancia de la clase. Esto va acompañado dé la afirmación de los de­
Los impasses EN LA LITERATURA SOBRE POP
rechos de la gente común como enfrentados a los grupos de interés p rív i­ UUSMO

legiados, generalmente considerados contrarios al pueblo y a la nación.


A Dada la "vaguedad" del concepto de . .
Cualquiera de estos elementos puede acentuarse según las condiciones populismo y ¡ a ffiUlt!p. 1 lCld ad
.
sociales y culturales, pero están todos presentes en la mayoría de los mo­ d e feeno
, menos que han S!d subsumidos
bajo este rótulo, una prime-

vimientos populistas.1 ra estrateg¡a mtelectua! posible sería no inte
. . . . ntar lr
. mas , al!,a de 1 a pro-
pia mulnpliCJdad es decir, perma_c¡ecer den
tro de ella, anal'1zar l a gama
Al lector no le resultará difícil ampliar la lista de rasgos relevantes de Y,
de casos empíricos que abarca, sacar cual
esquiera condt.<siones que
Germani o, por el contrario, mencionar movimientos populistas en sean posibles de una comparacion limi
tada y descriptiva entre ellos.
los cuales varios de estos rasgos están ausentes. En ese caso, lo que nos Esto es lo que Intenta hacer Canovan
en su trabajo, que incluye fenó­
queda es la imposibilidad de definir el término, una situación no menos tan dispares como el populism
o estadoun¡'dense , ws
' naro dntRZ · L .·
. . ntos
rusos, los movimie
muy satisfactoria en lo que al análisis social se refiere. agrarios europeos surgidos lueg
o de la prime-
Quisiéramos, desde el comienzo, adelantar una hipótesis que va a ra guerra mundJal, e! Social Credit en
Alberra y el peronismo en la
guiar nuestra indagación teórica: que el impasse que experimenta la Argentina, entre otros.
teoría política en relación con el populismo está lejos de ser casual, ya Es importante que nos concentrem
os por un momento en la mane­
que encuentra su raíz en la limitación de las herramientas ontológicas ra como Canovan se ocupa de esta
diversidad (es decir, cómo intenta
actualmente disponibles para el análisis político; que el "populismo", abarcarla a través de una tipología)
y en las conclusiones que saca
de
ella. La aurora es perfectamente con
como lugar de un escollo teórico, refleja algunas de las limitaciones sciente de las verdaderas d'Imen .
. sw-
inherentes al modo en que la teoría política ha abordado la cuestión �es de la d!vemdad, que se puede
·

observar, para empezar, en la plur


a-
de cómo los agentes sociales "totalizan" el conjunto de su experiencia lidad de defimclünes de populism
o que se encuentran en la literatur
a
política. Para desarrollar esta hipótesis comenzaremos por considerar existente. A connnuación, la lista
que nos brinda Canovan:

es campesinos atr��ados que enfr


algunos de los intentos actuales de resolver la aparente insolubilidad
de la cuestión del populismo. Tamaremos como ejemplos los prime­ l. "El socialismo que [surge] en país
en­
ros trabajos de Margaret Canovan2 y algunos de los ensayos de un tan los pro blemas de la moderni
zación."

do� por el abuso del capital industria


2. "Básicamente, la ideología de pequeñ
os pobladores rurales amenaza
-

3. " B a:t�amente [...] un movimie


l y financiero."
1 Gino Germani, Authoritarianism, Fascism and National Populúm, New
nto rural que busca realizar los v
Brunswick, Nueva Jersey, Transaction Books, 1978, p. 88 [trad. esp.: Autoritarismo, alores
tradiciOnales en una sociedad
cambiante. ,
fascismo ypopulismo nacional Buenos Aires, Temas, 2003].
2 Margaret Canovan,- Populism, Londres, J��ction Books, 1981. En este capítulo 3 Ghita Ione scu y Ernest Geiiner (comps.)
. . , popu¡·JSm. lts Meaning and National
me estoy refiriendo sólo a este temprano estudio exhaustivo. En la segunda parte voy Ch aractenstt cs, Londres, Macmillan, 1 969
[trad · esp·. Po'Pulismo, sus stgm
.
hacer referencia al reciente trabajo de Canovan, que abre una nueva perspectiva. características nacw· nales, Buenos Aires, Amorrortu, 1970· ificados y
].
18 LA DENIGRAC!ON DE LAS MASAS POPUI.ISMOo AMBIGÜEDADES Y PARADOJAS 19

4. "La creencia de que la opinión mayoritaria de la gente es controlada Lo primero que podemos observar es que esta tipología carece de


por una minoría elitista." . . cualquier criterio coherente alrededor del cual se establecen sus dis­
. .
pnn­
5. "Cualquier credo 0 movimiento basado en la s1gU1 nte premisa tinciones. ¿En qué sentido puede afirmarse que los populismos agra­
te
cipal: la virtud reside en la gente simple, que constituye la aplastan rios no son políticos? ¿Y cuál es la relación entre los aspecros sociales
mayoría, y en sus tradiciones colectivas." y políticos de los populismos "políticos" que dan lugar a un modelo
tal es su­
6. "El populismo proclama que la voluntad de la gente como de movilización política diferente del agrario? Pareciera que Canovan
prema por sobre cualquier otro criterio." simplemente hubiera elegido las características más visibles de una
clase
7. "Un movimiento político que cuenta con el apoyo de la masa de la serie de movimientos tomados al azar, para luego moldear sus tipos
·
· dora urbana yjo del campesmado, pero que no es
trabaJa resultad o del
,,, ¿_tsrintivos sobre la base de sus diferencias. Pero esto difícilmente cons­
poder organizativo autónomo de ninguno de estos dos sectores. tituye una tipología digna de tal denominación. ¿Qué nos garantiza
que las categorías sean exclusivas y que no se superpongan entre sí (lo
Frente a tal variedad, Canovan considera importante distinguir entre cual, de hecho, es exactamente lo que ocurre, como reconoce la pro­
un populismo agrario y otro que no es necesariamente rural, s1no
pia Canovan)?
esencialmente político y basado en la relación entre el pueblo y las
Quiza se podría sostener que lo que Canovan nos brinda no es una
elites. A partir de esta distinción, traza la siguiente tipología: tipología, en el sentido estricto del término, sino más bien un mapa
de la dispersión lingüísrica que ha dominado los usos del término
Populismos agrarios "populismo". Su alusión a los "parecidos de familia" de Wittgenstein
.
1 . El radicalismo agrario (por ejemplo, el Parndo del Pueblo de los Esta- pareciera, hasta cierto punto, apuntar en esta dirección. Pero aun si
dos Unidos). éste fuera el caso, la lógica que domina esa dispersión requiere una
2. Los movimientos campesinos (por ejemplo, el Levantamiento Verde precisión mucho mayor que la provista por Canovan. No es necesa­
·

de Europa del Este). rio que los rasgos que constituyen un síndrome populista se limiten a
. .
3. El socialismo inrelectual agrario (por ejemplo, los narodmki). un modelo lógicamente unificado, pero al menos deberíamos ser ca­
paces de comprender cuáles son los parecidos de familia que, en cada
Populismos políticos caso, han dominado la circulación del concepto. Canovan, por ejem­
4. Las dictaduras populistas (por ejemplo, Perón). plo, señala que el movimiento populisra en los Estados Unidos no .
5. Las democracias populistas (por ejemplo, las convocatorias a referendos sólo fue un 1novimiento de pequeños productores rurales, sino que
y a la "participación"). también tuvo "un destacado aspecto político como rebelión popular
6. Los populismos reaccionarios (como el caso de George Wallace Y sus contra la elite de plutócratas, políticos y expertos"' inspirada en l a

7. El populismo de los políticos (por ejemplo, la construcc10n gen�ral de


seguidores). C.emocracia jacksoniana. Ahora bien, ¿no nos está diciendo, e n ese
. ,

caso, que la razón para denominar "populista" a ese movimiento no


um�
coaliciones no ideológicas que se benefician con la convocatona se halla en su base social (agraria), sino en una inflexión de esa base
ficadora al "pueblo")-' por una particular lógica política, yna lógica política que está presen-
4 M. Canovan, op cit., p. 4.
5 !bid p. 13.
.. ó !bid., p. 58.
LA DENIGRACIÓN DE LAS MASAS POPULISMQ, AMBIGÜEDADES Y PARADOJAS 21
20

te hablando, altamente hete- nantemente agrícola de la sociedad afirma como su estatuto de acción
te en movimientos que son, socialmen
política, su creencia en una comunidad y (generalmente) un Volk como
rogéneos? . . excepcionalmente virtuoso, igualitario y contra toda elite, mira hacia un
vario s punt os de su análi sis, Canovan está cerca de ambwr la
En pasado místico para regenerar el presente y confunde usurpación con
a política que orgamza cual­
especificidad del populismo a la lógic . cCJnspiración exuanjera, se niega a aceptar ninguna doctrina de inevitabi­
os mismos. As1, por
quier contenido social, más que a los contemd
ejemplo, afirma que los dos rasgos

universalmente prese tes en el
lidad social, política o histórica y, en consecuencia, se vuelca a la creencia
en un apocalipsis inmediato, inminente, mediado por el carisma de líde­
lo y el annelmsmo. Llega m­
populismo son la convocatoria al pueb res y legisladores heroicos -una especie de nuevo Licurgo-. Si con todo
rasgos puede ser atnbU!do de
eluso a afirmar que ninguno de los dos esto hallamos un movimiento de asociación de corto plazo, con fines

ía el cammo a la determm�­
l o político (ideológico)
un modo permanente a un contenido socia políticos a ser alcanzados por la intervención estatal, y no un partido
político serio, real, entonces estamos frente a un populismo en su forma
particular. Podría pensarse que esto abrir
a política y no de conteni­ más típica.10
ción de ambos rasgos en términos de lógic
ocurre, ya que Canovan en­
dos sociales. Sin embargo, nada de esto
social un inconveniente que No debería sorprendernos entonces que, después de una descripción
cuentra en esa falta de determinación
categorías que correspon­ tan detallada de lo que es el verdadero populismo, MacRae tropiece
reduce considerablemente la utilidad de las
ntes. Así, "la exaltación de con algunas dificultades para aplicar su categoría a populismos "real­
den a sus dos rasgos universalmente prese
variedad de formas. Como mente existentes". En consecuencia, debe aceptar que los populismos
este ambiguo 'pueblo' puede tomar una
as de la retónca peromsta contemporáneos tienen poco en común con su modelo ideal:
abarca todo, desde las manipulaciones cínic
a mucho a la definición
hasta la humildad de los narodniki, no aport
' ción mejora sólo de manera El populismo de fines del siglo XX no ha sido transmitido desde Rusia ni
del concepto de populismo".8 Y la situa
los Esrados Unidos de un modo significativo. Más bien, ciertos puntos
marginal en el caso del antielitismo.9
del pensamiento europeo han sido difundidos y recombinados para for­
mar diversos populismos nativos. En ellos, algunas de las ambigüedades
B. Si el análisis de Canovan tiene, aún así, el mérito de no tratar de
de los antiguos populismos se han complicado con elementos tanto pri­

populismo -y, en este sentido evita el peor tipo de reducc� o� tsmo-,


eliminar la multiplicidad de formas que ha tomado históricamente el
mitivos como progresistas. La raza (cf négritude) y la rdigión {especial­

'.
mente el Islam, pero también d budismo, el cristianismo milenarista y el

!
la mayor parte de la literatura en este campo no ha res1st1do a la hinduismo) se han agregado a la combinación de la virtud arcaica y la
'1 tentación de atribuir al populismo un contenido social particular. personalidad ejemplar� El primitivismo agrario constituye una fuerza dis­
'!
Por ejemplo, Donald MacRae escribe: minuida, aunque en India parece prosperar. La conspiración y la usurpa­
ción se combinan en las diversas teorías sobre d neocolonialismo y las

pop lista cuando, bajo la amenaza de algún tipo de modernización, i� ­


Pero sin duda, vamos a utilizar automática y correctamente el término acciones de laCIA [Centrallntelligent Agency]. La "asimetría de princi­
� pios cívicos" se ha convertido en la norma de la "acción directa" populis­
dustrialización, o como quiera que lo llamemos, un segmento predomt- ta. La espontaneidad y la integridad son apreciadas, pero ahora son espe-

7 !bid., p. 294. 10
Donald MacRae, "Populism as an ideology", en G. Ionescu y E. GeHner
" !bid.
(comps.), op. cit p. 168.
..
9 !bid., pp. 295-296.
LA DENIGRAC!ON DE LAS MASAS POPULISMO, AMBIGÜEDADES y PARADOJAS 23
22

También es difícil para el populismo ser proletar1· o. El pensamiento · tra


cialmente identificadas con los jóvenes, de manera que la juventud ideal -

(una figura familiar en el mito) ha reemplazado en gran medida al peque­ dicional está menos difundido entre los proletarios que entre los artesa -

ño propietario agrario y al campesino sin instrucción como personalidad nos. El traba;_ o de aquéllos está su¡'eto a una d.isc¡'pll·na de gran esca¡a, que
_
de culto. El marxismo moderno, en su giro hacia el "joven Marx", ha de hecho contradice la premisa principaL
pasado a ser populista. El populismo existe en los asuntos consensuales y
el apoliricismo difuso de la "Nueva Izquierda" . 11 Pero dos páginas más adelante afirma:

El problema con esta enumeración caótica es, por supuesto, que los El socialismo e�tá mucho más distante que el fascismo, como podemos
_
ver en esos soctahstas quintaesenciales·. Marx, los Webb y St al'm. pero
movimientos aludidos antes tienen pocos o ninguno de los rasgos del

p�puhs�o en sus 1deas y comportamientos. Lo han seguido otros comu­


. . .,
populismo tal como es definido en el ensayo de MacRae. Si de todas Lenm admwo una gran influencia de los narodnikí y, de heeho, de¡
. .
maneras se los denomina populistas, es porque se supone que com­
_
msras, pnnopalmente Aldo [¡sic!] Gramsci y Mao Tse-Tung.
parten algo con el populismo clásico, pero de qué se trata este "algo"


no se nos dice absolutamente nada.
Uno p dría preguntarse qué otra cosa estaban haciendo Lenin y
Ésta es una característica general de la literatura sobre el populismo:
GramsCI SI no era Intentar construir una hegemonía proletaria. Pero
cuantas más determinaciones se incluyen en el concepto general,
el absurdo del ejercicio de Wiles se hace aún más evidente cuando
menos capaz es el concepto de hegemonizar el análisis concreto. Un
intenta hacer una lista de los movimientos que considera populistas:
ejemplo extremo es el trabajo de Peter Wiles;11 en él se elabora un

Estas pe�sonas y movimientos, entonces, son populistas y tienen mucho


muy detallado concepto de populismo: veinticuatro características

en comun: l �s Leve!lers; los Díggers; los cartisras (Fuerza Moral y Física);


que '!lbarcan una gran variedad de dimensiones, que van desde su

l�s na�odmkt;
carácter no revolucionario y su oposición a la lucha de clases hasta su _ los populistas
_ de los Estados Unidos; los socialistas-revolu­
adopción de la pequeña cooperativa como tipo ideal económico, ade­
cwnanos; Ghandi; Sinn Fein; la Guardia de Hierro; el Social Credit de
más del hecho de ser religioso pero contrario a la institución religio­
Alberta; Cárdenas; Haya de la Torre; el CCF en Saskatchewan·' Poujade­ '

sa. No resulta sorprendente, entonces, que Wiles dedique la segunda Belaúnde; Nyerere.13


parte de su trabajo al análisis de las excepciones. Estas últimas son tan

1
abundantes que uno comienza a preguntarse si existe algún movi­ No se nos die nada, por supuesto, sobre lo «mucho en común" que se
miento político que presente las veinticuatro características del mo­ supone que nenen estos líderes; un conocimiento mínimo de ellos "'S
delo de Wiles. Ni siquiera se priva de la autocontradicción. Así, w la suficiente para saber que no puede ser, de rodas maneras, el síndro �e
página 1 76 nos dice: descnpto al comienzo del trabajo de Wiles. Por lo tanto, su observa­
CIÓn final-"ningún historiador puede omitir el concepto [de populismo]
_
como herramienta de comprensión"- nos invita al comentario melan­

" !bid., p. 164. �


có ico de que a fin de omitir un concepto, uno debería poseerlo como
12 Peter Wües, "Asyndrome, nota doctrin
e: Sorne elementa¡y theses on Populism", pnmera medida.
en G. Ionescu y E. GeHner (comps .), o p . cit., pp. 163-17 9 [trad. esp.: ''Un síndrome,
mo", en G. Ionescu y E.
no una doctrina: algunas tesis elementales sobre el populis
" !bid., p. 178.
Gellner, Populismo, op. cit.}.
1
'

24 LA DENJGRACI6N DE LAS MASAS POPUUSMQ, AMBIGÜEDADES


Y PARADOjAS
25
En los textos que hemos considerado hasta ahora, aquello que es dos; de hecho, para insistir en la terminología
, . ut1"J1"zada en ¡a seccw· n I, no

específico del populismo -su dimensión definitoria- ha sido evitado pose1a una Ideo logía en un sentido serio, sino merame
nre una reton· ca. •

sistemáticamente. Deberíamos comenzar a preguntarnos si la razón de No sentó raíces profundas, porque de hech
o no habz'a nada que pu¿·1era

da � recipuadamenre, �ue podría ser abandona


_

crecer, simplemente una racwnahzación de los


_

lHCl·1es constrm-
_

esta sistematicidad no descansa tal vez en algún prejuicio político no . _ - tz"empos ¿·r- ·

formulado que guía la mente de los analistas políticos. Más adelante da una vez que las cosas
meJoraran. 16
veremos que el principalmérito de la contribución de Peter Worsley
al debate ha sido comenzar a apartarse de esos presupuestos. Sin em­
Y sobre las ideologías del Tercer Mundo nos dz
bargo, antes de esto deberíamos decir algo acerca de ellos, y para ello · · ente:
"ce 1o s1gm
nos referiremos a otro trabajo incluido en el volumen de Ionescu y

nen la aparienciá de paragua� abiertos de acue


En contraste con las consolidadas ideologías euro ·
· s tie
Gellner, el de Kenneth Minogue sobre "El populisrno como movi­ pea.s, estas creencia -
miento político".14 rdo con las exigencias dd
momento, pero desechables sm pena al cam
biar las circunstancias. y esto
Existen dos distincioaes sobre las cuales Minogue basa su análisis. parece totalmente sensato como reacción
fren-.te a 1a alternanc1a entre
·

La primera es la distinción entre retórica e ideología: "debemos distin­ desesperación y esperanza que experime
ntan los pobres penr · r:,enco
· sd
guir cuidadosamente entre la retórica utilizada por los miembros de . . _ e un
mundo Industnal!zad o. No pueden permitirse ser doctrina
rios; el
un movimiento -la cual puede ser plagiada de un modo aleatorio de pragman_ smo debe ser el único hilo de
su comportamiento [ ...] . p1enso · ,
cualquier parte, según las necesidades del movimiento-, y la ideolo­ entonces, que podríamos racionalizar legít
imamente la rendenc·1a crec·iente
._ -
gía, que expresa la corriente más profunda del movimiento".15 a utihzar el término "'populismo" para abar
. car muchos y ¿·1versos mov!·-

l�Ica: en el mundo moderno. El populism


La segunda es la distinción entre un movimiento y su ideología. mtentos como un reconocimiento de este
carácter particular de lasJea.s ·d
mov1�11e �to que se encuentra entre aque
AunqJe Minogue está lejos de ser coherente en su utilización de estas por·
llos conscientes de perten�cer a
o constituye un tipo de
distinciones, está claro que considera que existe una graduación nor­
la penfena pobre de un sistema industria
mativa, según la cual el nivel más bajo corresponde a la retórica y el l; en este sentido, puede consi­

aque!los cuy� impulso más profundo es


derarse como una reacción al industria
más alto al movimiento, quedando la ideología en una incómoda lismo. Pero es una reacción de
situación intermedia, entre las formas institucionales del movimien­ _ a menudo llegar a ser ellos mis­
mos mdu stnales: es sólo si no pueden unirse a
to y su degeneración en mera retórica. Esta última es el destino mani­ �
ogren) que los atacan. Y es esta ambivale
ellos (y hasta tanto lo
! fiesto del populisrno, que constituye una formación política esencial­ mtelectua1 de los movimientos populistas
ncia la que - da cuenta del vado
'
. !7
mente transitoria. Refiriéndose al populismo estadounidense,
Minogue afirma: � amos a concentrarnos ahora en estas
distinciones y en las estrategias

derarse �omo diferente de la retó


Intelectuales que las fundamentan
La "ideolog¡'a" so'lo puede consi-
·
·

Entonces nos encontramos aquí con un movimiento con dos caracterís­ .

rica involucrada en la acción polí


ticas importantes: desapareció rápidamente a! cambiar las condiciones, y szla retonca es entendida como
tica
un puro adorno dellena b uaJ·e, que no

i
su ideología constituyó una mezcolanza formada por elementos apropia- anecta en modo alguno a los con
tenidos transmitidos por éste. Ésta

1
es

! 14 G. Ionescu y E. Gellner (comps.), op. cit., pp. 197-2 1 1 . "!bid., p. 208.


" Ibzd., p. 198. " !bid., p. 209.
,, ,<"("--=----
,' i'

26 LA DENIGRACIÓN DE LAS MASAS POPUL!SMO, AMBIGÜEDADES Y PARADOJAS 27

la concepción más clásica de la retórica, basada en su diferenciación


de la ideología, la retórica sería de hecho la anatomía del mundo
de la lógica. El equivalente sociológico de aquello a lo que se opone la
ideológico.
retórica es una noción de los actores sociales como consntwdos en Lo mismo puede decirse sobre la distinción entre "ideología" y
torno a intereses bien definidos, y que negocian racionalmente con el
"movimiento", que es crucial en argumento de Minogue (en algún
un milieu externo. Según esta visión de la sociedad, la imagen de punto nos advierte del peligro, para el investigador de un movimien­
agentes sociales cuyas identidades se constituyen e� tor� o a s mbolos � to, de "rendirse a su ideología").19 Sin embargo, ¿cómo separar de un
populistas difusos sólo puede ser una expresión de mac10nal1dad. La modo tan estricto la ideología del movimiento? La distinción misma

1
denigración ética que refleja el trabajo de Minogue es compamda evoca demasiado una antigua diferenciación entre las ideas en la ca­
''
por gran parte de la literatura sobre el populismo. Sin embargo, ¿qué beza de los hombres y las acciones en que éstos participan. Pero esta
ocurre si el campo de la lógica fracasa en su constitución como un distinción es insostenible. A partir de Wittgenstein sabemos que los
-
orden cerrado y se necesitan mecanismos retóricos para lograr ese juegos del lenguaje comprenden tanto los intercambios lingüísticos
cierre? En ese caso, los mismos mecanismos retóricos -metáfora, como las acciones en las cuales están involucrados, y la teoría de los
rnetonimia, sinécdoque, catacresis- se convierten en insuumentos actos del lenguaje ha establecido nuevas bases para el estudio de las
de una racionalidad social ampliada, y ya no podemos desestimar
f Es en este sentido que hemos hablado de los discursos como roralida­
secuencias discursivas que constituyen la vida social institucionalizada.
una interpelación ideológica como meramente retórica. Así, la impre­
cisión y el vado de los símbolos políticos populistas no pueden 'des esuuctu�adas que articulan elementos tanto lingüísticos corno no
desestirnarse con tanta facilidad: todo depende del acto performanvo )
lingüísticos., Desde este punto de visra, la distinción entre un movi­
que tal vado ocasione. Minogue, por ejemplo, afirma sobre los po­ miento y su ideología no sólo es imposible, sino también irrelevante;
pu\ist�s estadounidenses: _h que importa es la determinación de las secuencias discursivas a

Los populistas estadounidenses parecen haber estado reaccionando, �ás


t;;.vés de las cuales un movimiento o una fuerza social lleva a cabo su
acción política glob J)
precios de su producción[... ]. La cuestión es que cu�l��ier movimiento
directamente, contra la situación concreta de pobreza rural y los baJOS Como se puede ver, nuestro objetivo al cuestionar las distinciones
_
, de aliados;
de Minogue -a las cuales sólo tomarnos corno ejemplos de actitudes
seleccionará sus enemigos sin perder de vista la adqmstc!On Y
generalizadas en relación con el populismo- ha sido, en gran medida,

el hecho de proclamar que estaban reaccionando contra " stados Unidos
invertir la perspectiva analitica: en lugar de comenzar con un modelo
industrial" les dio a los populistas la posibilidad de una alianza con otros
grupos no populistas de la sociedad estadounidenses, tales como liberales de racionalidad política que entiende al populisrno en términos de lo
de las ciudades y anarquistas y socialistas urbanos.18 que le falta -su vaguedad, su vacío ideológico, su amiintelecrualidad,
su carácter transitorio-, hemos ampliado el modelo o la racionalidad
Pero obviamente, si mediante operaciones retóricas lograron consti­ en términos de una retórica generalizada (la cual, como veremos, puede
tuir identidades populares amplias que abarcaron a diversos sectores ser denominada "hegemonía"), de manera que el populismo aparez­
de la población, de hecho constituyeron sujetos populistas, y no tiene ca como una posibilidad distintiva y siempre presente de estructura-
sentido desestimar esto como mera retórica. Lejos de ser un parásito _19Véanse especialmente las páginas 204-208.
�Véase Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hegemonía y estratet)a socialista, Bue­
" !bid.. p. 199. nos Aires, FCE, 2004, capítulo 3.
28 LA DENIGRAC!ON DE LAS MASAS POPULISMOo AMBIGÜEDADES Y PARADOJAS 29

�ue tntent� performél.r esos procesos de simplificación y vado, es


ción de la vida política. Una aproximación al populismo en términos dio a su rechazo elitista, deberían abordarse en términos de qué es ¡0
de anvrmalidad, desviación o manipulación es estrictamente incom­
patible con nuestra estrategia teórica. decir, la racwnalidad social que expresan.

L El \opulismo n� es percibido por Worsley como un tipo de orga­


Esto explica por qué nos resulta especialmente interesante el tra­
bajo de Peter Worsley incluido en el libro de Ionescu y Gellner.21
.
Aunque su intervención es un ejercicio principalmente descriptivo n!zac wn o 1deolog1a a ser comparado con otros tipos como el libera­
que escasamente logra aprehender conceptualmente la especificidad lismo, el comunismo o el socialismo, sino como una dimensión de la
1 del populismo, pienso que todos los movimientos incipientes que cultura polítíca que puede estar presente en movimientos de signo
í¡ ideológico muy diferente.
'

hace en esta dirección son fundamentalmente correctos. Tres de estos


movimientos son particularmente prometedores.
'1

El s ndrome populista [ . . ] es mucho más vasto que su manifestación
.

quie� ti� o espedfico de sistema político o tipo de política: democracia,


l. Pasa del mero análisis del contenido de las ideas al papel que ellas particular en la forma o contexto de una determinada política, 0 de cual­
juegan en un contexto cultural determinado, un papel que modifica

derad� como un énfasis, una dimensión de la cultura polí:tica en general,


rotahtansmo, etcétera. Esto sugiere que d populismo estará mejor consi­
no sólo sus usos sino también su propio contenido intelectual.
y no srmplemente como un tipo particular de sistema ideológico general 0
Se sugiere aquí, per contra, que las ideas, durante el proceso de ser absor­
bidas en sucesivos contextos culturales, diferentes de aquellos en los cua­
� orma de organización. Por supuesto, como ocurre con todos los tipos
Ideales, puede estar muy próximo a ciertas culturas y estructuras políti­
les se engendraron o han prosperado hasta ahora, no sólo asumen un cas, como aquellas denominadas hasta
ahora como "populistas".23
siWJ-ificado sociológico diferente, en tamo van a utilizarse de distinta
manera al ser incorporadas en nuevos marcos de acción, sino que tam­
Este movimiento es crucial, ya que si Worsley está en lo cierto -como
bién van a ser modificadas en tanto que ideas, ya que necesariamente
deben articularse con otro mobiliario psíquico: "intereses" preexistentes,
pienso que lo está-, entonces la necedad de todo el ejercicio de inten­
elementos y estructuras cognitivas, disposiciones afectivas, etcétera, que tar 1dennficar los conteilÍdos universales del populismo se vuelve evi­
dente: como hemos visto, ha conducido a intentos repetidos de iden­
tificar la base social del populismo, sólo para descubrir un mo�ento
son parte del milieu receptor. Las ideas "originales" deben ser entonces
intrínsecamente modificadas en el proceso convirtiéndose en ideas dife­
rentes.22 después que uno no puede hacer otra cosa que seguir denominando
"populistas" a movimientos con bases sociales completamente dife­
Ahora bien, esto es muy importante. La tarea no consiste tanto en rentes entre sí. Pero, por supuesto, si se intenta evitar este escollo
comparar sistemas de ideas en cuanto ideas, sino explorar sus dimen­ identificando al popu!ismo con una dimensión que atraviesa las dife­
siones performativas. Por ejemplo, la relativa simplicidad y el vacío rencias ideológicas y sociales, uno se enfrenta a la tarea de especificar
ideológico del populismo, que es en la mayoría de los casos el prelu- cuáles esta dimensión, algo que Worsley no hace, al menos de mane­
ra suficiente y convincente.
21
Peter Worsley, 'The concept ofpopulism", en G. lonescu y E Gellner (comps.},
op. cit., pp. 2 12-250.
B Jbid., p. 245.
n !bid., p. 213.
30 LA DENJGRACION DE LAS MASAS
POPULISMO, AMBIGÜEDADES Y PARADOJAS
31
3. Estas dos desviaciones del enfoque clásico permiten a Worsley ha­ que, como hemos visto, ha estado en la base de muchos aná
cer oua serie de movimientos potencialmente fructíferos. Vamos a lisis apa­
rentemente "objetivos"-.
mencionar dos de ellos. El primero es su afirmación de que, para los
populismos del Tercer Mundo, "las clases socioeconómi as no cons­ �
tituyen entidades sociales decisivas como lo son en los pa1ses desarro­
EN BUSCA DE UN ENFOQUE ALTERNATIVO
llados [ . ] . La lucha de clases es, por tanto, un concepto irrelevan ­
..

te" 24 Se está reftriendo, por supuesto, a las ideologías del Tercer A partir de esta exploración rápida -y obviamente
incompleta- de la
Mundo y no está dando su propia opinión. Sin embargo, su análisis literatura, podemos continuar ahora con la búsqueda de
un enfoque
crítico de los límites de la concepción de Lenin acerca de la superpo­ alternativo que intente evitar los callejones sin salida que
describimos
sición de las distinciones socioeconómicas y las solidaridades socio­ antes. Para hacer esto debemos comenzar por cuestion
ar -y en algu­
políticas en el campesinado ruso, sugiere que -al referirse al rechazo nos casos invertir-los presupuestos básicos del anál
isis que ha con­
de la lucha de clases por parte del populísmo del Tercer Mundo-- no ducido a ellos. Debemos tomar en cuenta dos cues
tiones básicas.
está simplemente haciendo una consideración etnográfica de alguna l. En primer lugar, debemos preguntarnos
si la imposibilidad (o
forma de "falsa conciencia)), sino señalando una verdadera díi:iCllltad)áí probable imposibilidad) de definir el populismo
no proviene del he­
en el intento de generalizar la "lucha de clases" como motor universal cho de haberlo descrito de tal manera que cualquier
aprehensión con ­
El segundo movimiento consiste en su esfuerzo po� evita�,���H<
de movilización política. ceptual del tipo de racionalidad inherente a su
lógi ca política ha sido
excluida a priori. Pensarnos que, de hecho, esto
es lo que ocurre. Si al
quíer intento reduccionista y simplista de ver a la man1pulac10n populismo se lo define sólo en términos de
"vaguedad", "impreci­
puria como necesariamente constitutiva del popuhsmo. Afirma sión", "pobreza intelectual", como un fenómen
o de un carácter pu­
ramente "transitorio", "manipulador" en sus
procedimientos, etcéte­
sería conveniente[. .] alterar parte de la definición de populismo de
.
ra, no hay manera de determinar su dijferent
ia sp ecifica en términos
de manera talque -sin eliminar la "seudoparticipación" (demagogia, positivos. Por el contrario, todo el esfuerzo
bierno por televisión", etcétera)- se pudiera incluir ta..'11bién, y &;tirrg uLir;,¡j
parece apuntar a separar
lo que es racional y conceptualmente aprehen
la participación popular genuina y efectiva. Así, el "populism�" se re!en-'!(f sible en la acción polí­
tica de su opuesto dicotómico: un populism
ría no sólo a las relaciones "directas" entre el pueblo y un liderazgo o concebido como irra­
cional e indeftnible. Una vez tomada esta
cual inevitablemente en cualquier sociedad compleja, de gran escala, decisión intelectual estraté­
ser predominantemente pura mistificación o simbolismo), s no, e � � gica, resulta natural que la pregunta "¿qu
emplazada por otra diferente: "¿a qué real
é es el populismo?" sea re­
modo más amplio, a la participación popular en general (mdmda idad social y política se refiere
el populismo?". Al ser privado de toda
seudoparticipación).25 racionalidad intrínseca, el
explanam sólo puede ser completamente exte
rno al explanandum. Pero
Esto también es importante, ya que hace posible eliminar del análí,;ísfc\( corno al aplicar una categoría se asum
e que existe algún tipo de vínculo
del populismo cualquier actitud necesaria de condena ética -actítuct¡¡' externo que justifica su aplicación,
la pregunta generalmente es re­
emplazada por una tercera: "¿de qué
realidad o situación social es
'" !bid., p. 229. el
expresión populismo?". A esta altu
ra, el populismo está realmente
"!bid., pp. 245-246. relegado a un nivel meramente epif
enoménico. Para este enfoque no
32 LA DENIGRACIÓN DE LAS MASAS POPUUSMO: AMBIGÜEDADES Y PARADOJAS 33
hay nada en la forma populista que requiera explicación; la pr,egtmt: la inmadu rez de los actores sociales destinado a ser suplantado en un
"¿por qué algunas alternativas u objetivos políticos sólo pudieron estadio posterior, o constituye más bien una dimensión constante de
expresados a través de medios populistas?" ni siquiera surge. De ]a acción política, que surge necesariamente (en diferentes grados) en
1
! ; único que estamos hablando es de los contenidos sociales (intereses rodas los discursos políticos, subvirtiendo y complicando las opera­
clase u otros intereses sectoriales) que expresa el populismo, mJL<Hlfa ciones de las ideologías presuntamente 'más maduras'?" Veamos un
que permanecemos en tinieblas con respecto a las razones por ejemplo.
cuales ese tipo de expresión resulta necesario. Estamos en una Se dice que el populismo "simplifica" el espacio político, al reem­
ción similar a aquella que describe Marx en relación con la teoría plazar una serie compleja de diferencias y determinaciones por una
valor en la economía política clásica: ésta pudo demostrar que el cruda dicotomía cuyos dos polos son necesariamente imprecisos. Por
bajo es la sustancia del valor, pero no pudo explicar por qué ejemplo, en 1945, el general Perón adoptó una postura nacionalista y
sustancia subyacente se expresa a sí misma bajo la forma de un aseveró que la opción argentina era la elección entre Braden em­ (el
cambio de equivalentes. En este punto generalmente quedamos bajador estadounidense) y Perón. Y, como es bien sabido, esta alter­
las alternativas poco aceptables que hemos revisado: o bien restn.ngÍI nativa personalizada tiene lugar en otros discursos mediante dicoto­
el populismo a una de sus variantes históricas, o intentar una mías como ser el pueblo vs. la oligarquía, las masas trabajadoras vs.
ción general que siempre va a ser limitada. En el último caso, los exploradores, etcétera. Como podemos ver, existe en estas tres
autores generalmente se vuelcan al frustra..rtte ejercicio, al que ya dicotomías -así como en aquellas constitutivas de cualquier frontera
referimos, de colocar bajo la etiqueta de "populismo" a un político-ideológica- una simplificación del espacio político (todas las
de movimientos muy dispares, sin decir nada acerca del contenido
dos polos de la dicotomía) ,(y los términos que designan ambos polos
singularidades sociales tienden a agruparse alrededor de alguno de los
estR denominación.
2. Sin embargo, un primer paso para apartarnos de esta uc.'u<>''é;?i; deben necesariamente ser imp recisos (de otro modo, no podrían ab<g;
ción discursiva del populismo no es cuestionar las categorías utJ:l!z:ai(@ car todas las particularidades que supuestamente deben agrup .;. ) )i
das en su descripción -''vaguedad", "imprecisión", etcétera-, Ahora bien, si esto es así, ¿no es esta lógica de la simplificación y de la
tomarlas en sentido literal, pero rechazando los prejuicios que imprecisión, la condición misma de la acción política? Sólo en un
en la base de su desestimación. Es decir, en lugar de contraponer mundo imposible, en el cual la administración hubiera reemplazado
"vaguedad" a una lógica política madura dominada por un alto totalmente a la política y una piecemeal engineering, * al tratar las dife­
do de determinación institucional precisa, deberíamos comenzar rencias particularizadas, hubiera eliminado totalmente las dicotomías
hacernos una serie de preguntas más básicas: "la 'vaguedad' de antagónicas, hallaríamos que la "imprecisión" y la "simplificació
n"
discursos populistas, ¿no es consecuencia, en algunas situaciones, habrían sido realmente erradicadas de la esfera pública. En ese caso,
la vaguedad e indeterminación de la misma realidad social?" Y en sin embargo, el rasgo disrintivo del populismo sería sólo el énfasis
caso, "¿no sería el populismo, más que una tosca operación ponu.ca �,¡) especial en una lógica política, la cual, como tal, es un ingred
iente
ideológica, un acto performativo dotado de una racionalidad prrlp"�k: necesario de la política tout court.
es decir, que el hecho de ser vago en determinadas situaciones es
condición para construir significados políticos relevantes?" Fi11alm<:nt<��� Piecemeal enginee ringes un término técnico usado
por Karl Popper que signifi­

"el populismo, ¿es realmente un momento de transición derivado ca un cambio lento y gradual que excluy
e toda ruptura súbita. [N. de la T.]
34 LA DENIGRAC!ON DE LAS MASAS POPULISMO, AMBIGÜEDADES Y PARADOJAS 35
Otra forma de desestimar al populismo, como hemos visto, es más amplio, que fue la grande peur de las ciencias sociales en el siglo
legado a la "mera retórica". Pero como también hemos señalado, )(IX. Me refiero a la discusión general sobre "psicología de las masas".
movimiento tropológico, lejos de ser un mero adorno de una Este debate, que es paradigmático para nuestro rema, puede conside­
dad social que podría describirse en términos no retóricos, rarse en gran medida como la historia de la constitución y disolución
entenderse como la lógica misma de la constitución de las u·letltld; de la frontera social que separa lo normal de lo patológico. Fue en el
des políticas. Tomemos el caso de la metáfora. Como sabemos, curso de esta discusión que se establecieron una serie de distinciones
establece una relación de sustitución entre términos sobre la base y opos.iciones que operarían como una matriz sobre la cual se organi­
1 príncipio de analogta. Ahora bien, como ya hemos menCionado, zó una perspectiva general sobre fenómenos políticos "aberrantes",
toda estructura dicotómica, una serie de identidades o intereses que incluían al populismo. Nuestro punto de partida va a ser la con­
ticulares tiende a reagruparse como diferencias equivalenciales sideración de esta matriz. Vamos a comenzar con el análisis de un
dedor de uno de los polos de la dicotomía. Por ejemplo, los texto clásico que estuvo en el epicentro de esta historia intelectual.
experimentados por di fe remes sectores del pueblo van a ser perciOHio Me refiero a Psychologie des foules (Psicologia de las multitudes), de
como equivalentes entre sí en su oposición a la "oligarquía". Pero Gustave Le Bon.
es simplemente para afirmar que son todos análogos entre sí en
confrontación con el poder oligárquico. ¿Y qué es esto sino
reagregación metafórica? De más está decir que la ruptura de
equivalencias en la construcción de un discurso más ·
se desarrollaría a través de mecanismos diferentes, pero igtlaLme:nte•.l(
re-KJricos. Lejos de ser estos últimos "mera retórica)', son inherentes :­
la lógica que preside la constitución y disolución de cu.1/.t¡•ui·.er<esp•aciti;\l
político.
Así, podemos afirmar que para progresar en la comprensión
populismo, es una condición sine qua non rescatarlo de su posiciótí\�
marginal en el discurso de las ciencias sociales, las cuales lo han
finado al dominio de aquello que excede al concepto, a ser el >w"�''<G
opuesto de formas políticas dignificadas con el estatus de una verd,.•;;
dera racionalidad. Debemos destacar que esta relegación del popuusrnoé:
sólo ha sido posible porque, desde el comienzo, ha habido un
elemento de condena ética en la consideración de los mtwi·mJienLtoili
populistas. El populismo no sólo ha sido degradado, también ha
denigrado. Su rechazo ha formado parte de una construcción di,;cursiva�f
de cierra normalidad, de un universo político ascético del cual de
excluirse su peligrosa lógica. Pero desde este punto de vista, las
tegias básicas de la ofensiva antipopulista se inscriben en otro ae!Dai<;\1

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