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Tal como ocurre en los países desarrollados, el tratamiento adecuado y la entrega en condiciones
favorables de agua segura, representan uno de los caminos más idóneos para reducir en gran medida las
tasas expuestas por la OMS. Dentro de este marco, la desinfección del agua de bebida es clave para la
solución del problema. No solo representa un mecanismo apropiado para ello, sino que es un elemento
vital dentro de lo que en la visión moderna del tratamiento de agua se conoce como “buena práctica” y
también dentro del análisis de riesgo y puntos críticos de control o ARPCC (HACCP en inglés). Ambas
propuestas de acción significan que cada etapa del tratamiento del agua debe ser evaluada
individualmente y que se deben determinar los puntos críticos o de riesgo para poder controlarlos y
eliminar o disminuir su peligro inherente. En ese contexto, la desinfección representa la última etapa del
tratamiento. Si se habla de “barreras múltiples”, la desinfección es el postrer resguardo que tiene la
salud pública en la producción y distribución del agua de bebida. En los países desarrollados, esta etapa
del tratamiento siempre se ha tenido como eje de la calidad microbiológica del agua que se entrega y
los resultados han sido claros. Las tasas de esos países son inferiores en varios órdenes de magnitud a
las de los países en vías de desarrollo. Como ejemplo pueden citarse los valores de mortalidad por
enfermedades diarreicas en Europa (3 por mil) y de África (12,4 por ciento).
Esto reconoce dos factores y dos comentarios. El primero es que en los países desarrollados es obvio
que la desinfección está incorporada como un proceso ineludible, fijo y establecido. Es una rutina
normal que se ejerce con todo el conocimiento y convicción de lo que representa. Como tal, en esos
países, la ingeniería sanitaria, la química, la bioquímica y la toxicología evalúan, desde el punto de vista
técnico y en profundidad, las mejores capacidades, las mayores eficiencias y los menores costos. Y
desde el punto vista sanitario y toxicológico ahondan las características y las relaciones que tienen los
desinfectantes y los productos de la desinfección con la salud.
El segundo comentario es que en los países en desarrollo ocurre lo contrario. Los tratamientos de
potabilización, sobretodo en áreas rurales, son imprecisos y la mala operación y el escaso
mantenimiento están extendidos. Es así que los procesos de desinfección son pobres y no se respeta el
papel que cumplen como protección de la salud pública. En 1995, la Organización Panamericana de la
Salud realizó una encuesta en América Latina y comprobó que solo 41% de las aguas entregadas a la
población por medio de sistemas de producción y distribución recibían una adecuada desinfección.
Cuando se está diseñando un sistema de desinfección debe entenderse que el mismo no puede estar
disociado ni ser incongruente con la planta o sistema donde estará incluido. Por un lado, una planta de
tratamiento de microfiltración con sistemas automatizados, energía eléctrica y personal capacitado para
la operación y cuidado de la misma, podrá tener una bomba de diafragma o pistón manejada por un
microprocesador. No sería en este caso “congruente” tener un sistema hecho con un flotador y un tubo
de plástico agujereado dentro de un tanque de asbesto cemento. Por otro lado, si se trata de un sistema
muy simple y rural, en donde ni siquiera se cuenta con energía eléctrica, no tendría sentido pensar en
incorporar un generador de dióxido de cloro como sistema de desinfección.
a) Agente esterilizante: es aquel capaz de destruir completamente todos los organismos (patógenos o
no).
b) Desinfectante: es el agente que inactiva los gérmenes patógenos.
c) Bactericida: agente capaz de inactivar las bacterias.
d) Cisticida: agente que tiene la capacidad de inactivar los quistes.
Utilidad de la desinfección
El uso de la desinfección como parte de un proceso de tratamiento del agua puede obedecer a los
siguientes objetivos: a) Reducir el contenido inicial de contaminantes microbiológicos en el agua cruda
(predesinfección). Este proceso se utiliza solo en casos especiales. b) Desinfectar el agua luego de la
filtración. Constituye el uso más importante. c) Desinfección simple de un agua libre de contaminantes
fisicoquímicos que no requiere otro tratamiento. Para que la desinfección sea efectiva, las aguas sujetas
al tratamiento deben encontrarse libres de partículas coloidales causantes de turbiedad y color, las
cuales pueden convertirse en obstáculos para la acción del agente desinfectante. La desinfección
alcanza una eficiencia máxima cuando el agua tiene una turbiedad cercana a la unidad. Por ello es
indispensable desplegar los esfuerzos necesarios para que los procesos de tratamiento previos sean
efectivos y eficientes.
TEORÍA DE LA DESINFECCIÓN
b) La reacción con las enzimas, inhibiendo el metabolismo de la glucosa y, por tanto, provocando la
muerte del organismo.
La temperatura del agua: Por lo general, la temperatura favorece el proceso de desinfección. Sin
embargo, es necesario tener en cuenta que la solubilidad de los agentes desinfectantes en estado
gaseoso es inversamente proporcional a la temperatura. Por tanto, en condiciones extremas de
temperatura —por ejemplo, en lugares donde el agua llega a menos de 5 ºC o en otros donde puede
tener 35 ºC—, la cantidad del desinfectante disuelto en el agua variará considerablemente; será menor
a mayor temperatura y viceversa.
La naturaleza y calidad del agua: La materia en suspensión puede proteger a los microorganismos
existentes en el agua e interferir en la desinfección. La materia orgánica puede reaccionar con los
desinfectantes químicos y cambiar su estructura. En ciertos casos, si en el agua persisten compuestos
orgánicos que no han sido removidos en los procesos previos a la desinfección, se pueden generar
derivados tóxicos o compuestos que confieren sabor u olor al agua, muchos de ellos desagradables, lo
que cambiaría su calidad organoléptica.
El pH: del agua es de suma importancia para la vida de los microorganismos acuáticos, ya que valores
muy altos o muy bajos ofrecen a los microorganismos un medio adverso, con excepción de los quistes
de amebas, que soportan pH tan altos como 13 ó tan bajos como 1. Por otra parte, la acción de los
desinfectantes es fuertemente influenciada por el pH del agua. De acuerdo con su naturaleza, cada
desinfectante tiene un rango de pH de mayor efectividad. Sin embargo, la práctica demuestra que
cuanto más alcalina es el agua requiere mayor dosis de desinfectante para una misma temperatura y
tiempo de contacto.
El tiempo de contacto: Cuanto mayor es el tiempo de contacto, mayor será la posibilidad de destrucción
de los microorganismos para una cierta dosis de cloro aplicado.
LA CLORACIÓN
El cloro, oxidante poderoso, es, sin duda alguna, el desinfectante más importante que existe, debido a
que reúne todas las ventajas requeridas, incluyendo su fácil dosificación y costo conveniente. Sin
embargo, presenta algunas desventajas:
a) Es muy corrosivo.
b) Puede producir sabor desagradable en el agua, incluso en concentraciones que no significan riesgo
para el consumidor.
c) Su manejo y almacenamiento requiere ciertas normas de seguridad, para evitar riesgos en la salud de
los operadores.
El cloro, en condiciones normales de presión y temperatura, es un gas verde, dos y media veces más
pesado que el aire
Aunque el cloro y sus derivados no son los desinfectantes perfectos, muestran las siguientes
características que los hacen sumamente valiosos:
Los productos de la familia del cloro disponibles en el mercado para realizar la desinfección del agua
son:
Cloro gaseoso
cal clorada
hipoclorito de sodio
hipoclorito de calcio.
¿Con qué capacidad técnica se cuenta para el uso, la operación y mantenimiento de los equipos?
¿Existen los recursos necesarios para evitar que los trabajadores estén expuestos a riesgos a la salud
durante el almacenamiento y manipuleo?
¿Se dispone de la capacidad económica y financiera para asumir los costos de inversión, operación y
mantenimiento?
Para responder estas preguntas será necesario realizar un diagnóstico de las condiciones técnicas,
económicas y sociales de la localidad.
La cantidad necesaria de desinfectante está en función del caudal de agua a tratar, la dosis requerida
según la calidad del agua y las normas de calidad de agua de bebida del país. Existe, sin embargo, una
regla no escrita que establece un límite entre el uso de cloro gas y otras formas. Tal frontera la marca el
caudal de 500 m3 /día. El uso de cloro gas no es recomendable para caudales menores de 500 m3 /día,
lo que a una dotación de 100 litros por habitante por día, típica del medio rural, significa que el cloro gas
solo es recomendable para poblaciones mayores de 5.000 habitantes.
El abastecimiento del producto es un factor que condiciona la selección del mismo, ya que en muchos
casos las zonas rurales se encuentran alejadas de las ciudades y son de difícil acceso, lo cual podría
sugerir la necesidad de emplear otro desinfectante o bien preparar hipoclorito de sodio en la localidad.
La capacidad técnica disponible debe ser considerada para la selección, ya que operar instalaciones de
cloro gaseoso requiere personal capacitado y competente, lo que es difícil de encontrar y remunerar en
zonas rurales. Así mismo, el acceso a energía eléctrica de manera continua y estable es requisito
indispensable para el empleo de bombas.
Dado que el cloro gaseoso es extremadamente peligroso, es importante disponer de medios técnicos y
personal capacitado para minimizar y controlar los riesgos inherentes a las instalaciones de este tipo, ya
que una fuga no detectada y controlada a tiempo podría ocasionar serios accidentes que podían poner
en peligro vidas humanas.
El método de desinfección con cloro y sus derivados se deberá implementar en tres pasos sucesivos,
cada uno de los cuales variará, en mayor o menor grado, según el producto que se va a utilizar:
La cantidad de cloro que se va a dosificar equivale a la demanda total de cloro (la cual está
estrechamente ligada a la calidad química y microbiológica del agua) a la que debe adicionarse la
cantidad de cloro residual esperada en el extremo de la red. Por tanto, antes de llevar a cabo el proceso
de desinfección es conveniente realizar ensayos de
consumo instantáneo de cloro. Este ensayo se denomina
“ensayo de demanda de cloro”.
Equipos
Este tipo de clorador suele recomendarse cuando no hay posibilidad de usar un diferencial de presión o
no se dispone de una fuente de electricidad para operar una bomba reforzadora que produzca el
diferencial de presión necesario para el funcionamiento de los cloradores al vacío.