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CURSO 2013-2014
Confusa la historia y clara la pena
Antonio Machado
2
ÍNDICE
1. Introducción .............................................................................................................. 4
2. Estado de la cuestión ................................................................................................ 8
2.1 Un balance de la historia social de la República en guerra ........................................... 8
2.2 El Madrid de la Guerra Civil: tierra ignota ................................................................. 15
2.3 La perspectiva comparada: estudios sobre ciudades en guerra ................................... 21
3. El abastecimiento de Madrid en la Guerra Civil: hambre y justicia en la ciudad
sitiada. ......................................................................................................................... 24
3.1 El Madrid de 1936. Las complejidades de una ciudad moderna. ................................. 24
3.2 Génesis y desarrollo de un problema vital: el desabastecimiento de Madrid .............. 29
3.3 El control de la retaguardia: la justicia popular y los delitos de subsistencias ........... 48
4. Aproximación analítica al objeto de estudio: los expedientes judiciales en materia
de subsistencias .......................................................................................................... 52
4.1 Las causas y sumarios de la Justicia Popular en materia de subsistencias.................. 52
4.2 La labor de los Jurados de Urgencia y Guardia........................................................... 53
4.3 La labor de los Tribunales Especiales de Guardia ................................................. 55
4.4. Las dinámicas sociales y políticas de la retaguardia madrileña ................................. 65
5. Conclusiones........................................................................................................... 73
6. Fuentes .................................................................................................................... 76
7. Listado de imágenes y gráficos .............................................................................. 78
8. Bibliografía ............................................................................................................. 79
3
1. Introducción
Pasarán unos años y olvidaremos todo; se borrarán los embudos de las explosiones, se
pavimentarán las calles levantadas, se alzarán casas que fueron destruidas. Cuanto vivimos,
parecerá un sueño, y nos extrañarán los pocos recuerdos que guardamos
4
para mantener a una población que recurrió a diversas estrategias para completar su
dieta, algunas de ellas delictivas. Unos pocos se enriquecieron a costa del sufrimiento de
la mayoría, vendiendo en el mercado negro artículos que no podían encontrarse de otra
forma, a unos precios espectacularmente altos. Sólo aquellos que podían permitirse
adquirir víveres en éste, o que formaban parte de circuitos privilegiados de
abastecimiento, al tener un puesto en la administración o al estar bien conectados dentro
de formaciones políticas y sindicatos, se salvaron de sufrir las penalidades reservadas al
resto de los madrileños. Éstos perdieron progresivamente todo espíritu de resistencia;
Julián Zugazagoitia afirma en su Guerra y vicisitudes de los españoles que a la altura de
1939, Madrid no tenía “más que un deseo: acabar”.3 La escasez de todo tipo de bienes
de primera necesidad fue, en última instancia, una de las causas de la caída de la ciudad
en marzo de 1939 y de la derrota definitiva de la República, como había adelantado La
Libertad casi tres años antes4.
A pesar de su importancia, tanto para las personas que tuvieron que afrontarla
como para el resultado final del conflicto, la cuestión del abastecimiento de la villa
heroica ha sido escasamente tratada, como se tendrá ocasión de comprobar. Y estudiarla
resulta clave para comprender cómo se organizaba la retaguardia, cuáles eran las
dinámicas sociales y las tensiones políticas existentes en la misma, hasta que punto
retuvieron las autoridades locales el control del orden público frente a los poderes
revolucionarios surgidos tras el golpe de estado, o cuáles eran las estrategias que
desarrollaron los madrileños tanto para sacar provecho de la situación como para
sobrevivir en un contexto hostil.
3
ZUGAZAGOITIA, Julián. Guerra y vicisitudes de los españoles. París, Librería Española, 1968, p. 275
4
Tanto Michael Seidman como Ángel Bahamonde y Juan Cervera consideran que el problema de
desabastecimiento de la zona republicana fue una de las principales causas de su eventual derrota. En
SEIDMAN, Michael. A ras de suelo. Historia social de la República en guerra. Madrid, Alianza
Editorial, 2003, y BAHAMONDE, Ángel, y CERVERA, Javier., Así terminó la guerra de España.
Madrid, Marcial Pons, 2000.
5
presencia cotidiana para sus habitantes: el enemigo estaba apostado a las puertas de la
ciudad, y sus proyectiles, ya fueran lanzados por la aviación o disparados desde los
cañones de artillería colocados en el Cerro de Garabitas, caían por cientos sobre sus
edificios. El frente era la última parada de metro. Por otro lado, a pesar de haber perdido
la condición de capitalidad, la ciudad que resistía el embate rebelde siguió siendo un
importante centro político, a la vez que potente símbolo propagandístico para la
República. Su situación fue por tanto única en todo el territorio leal. Sin embargo,
muchas de las características de la historia de la Madrid durante la guerra lo fueron
también del resto de ciudades de la zona republicana: de hecho, el problema de la
escasez fue especialmente fuerte en el ámbito urbano, dependiente de las zonas
productoras, es decir, las zonas rurales, para su abastecimiento.
Por tanto, un trabajo que como éste se centre en un aspecto concreto del orden
público en el Madrid sitiado no sólo es un estudio local sobre la ciudad en guerra;
igualmente puede encajar en el ámbito de la historia urbana, al trabajar con las
condiciones específicas que caracterizaron a las ciudades de la zona leal durante el
conflicto. Y es que la escasez fue una característica de los ámbitos urbanos: como se
podrá comprobar, en las zonas rurales, productoras de alimentos, faltaron algunos
artículos pero no se pasó hambre. Desde las ciudades se viajaba a los pueblos para
conseguir el sustento, desde éstos se enviaban paquetes con víveres a los familiares y
allegados de las ciudades. Las colas frente a los establecimientos, y en última instancia,
los desvanecimientos en plena calle debido a la desnutrición, fueron un fenómeno
urbano.
6
tratado aquellos aspectos que, como el abastecimiento de la población civil, no resultan
atractivos para estos ámbitos.
Antes de empezar, tengo mucho que agradecer a todas las personas que me han
ayudado a hacer este trabajo. En primer lugar a mi tutor, Gutmaro Gómez Bravo; hace
casi seis años me dijo que no dudara en pedirle ayuda cuando la necesitara, para lo que
siempre ha estado disponible. A Alejandro Pérez-Olivares y Daniel Oviedo, que desde
el día en que les conocí se han interesado en apoyarme con cualquier problema y
solucionarme toda duda. A Rubén Pallol, que me ha guiado y aconsejado con éste y
otros trabajos, pero también más allá de ellos.
Mención especial merece Cristóbal Márquez, que me explicó lo que era una
radio volante y me confió su historia. Y Óscar Sainz de la Maza, por prestarme Malos
Tiempos, compartir conmigo sus ideas, que inspiran las de este trabajo, y ofrecerme su
hombro cuando me podía el cansancio. Todo lo demás que tengo que agradecerle no
cabe en una frase
5
Uno de los mejores ejemplos es la cuatrilogía sobre el Madrid de la guerra civil del historietista Carlos
Giménez: 36-39, Malos tiempos. Vols.1-4. Madrid, Glenat España, 2007-2009
6
En el siguiente enlace, información sobre los Paseos por el Madrid de la Guerra en el año 2013:
http://semanadelaciencia.cchs.csic.es/2013/content/habitar-la-memoria-paseos-por-el-madrid-de-la-
guerra-civil; la guía es la de COHNEN, Fernando. Madrid 1936-1939: una guía de la capital en guerra.
Madrid, La Librería, 2013; la empresa, creada por alumnos de la UCM, es La Otra Historia de Madrid, se
puede encontrar información sobre ella en http://www.laotrahistoriademadrid.es/; un reportaje sobre La
Batalla de Madrid, la app diseñada por David Pallol en SÁNCHEZ, Bárbara: “La avenida de los obuses”,
en El País, 26/09/2014, en http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/09/26/madrid/1411752943_845622.html.
Todo consultado por última vez el 18/10/2014.
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2. Estado de la cuestión
Así, sea por la primacía de la historia política clásica y el desdén hacia una rama
considerada de menor importancia o como señala Joan Serrallonga, por el peso la
herencia de una historiografía franquista centrada en la exaltación de los grandes
acontecimientos militares y políticos7, el estudio de la sociedad republicana en guerra ha
sido tradicionalmente recluido a capítulos o tomos complementarios en obras generales
dedicadas a la Guerra Civil. Asimismo, en su mayor parte, estos trabajos secundarios se
han centrado más en el mundo de la cultura que en los aspectos sociales del conflicto.8
En el último cuarto del siglo XX, solo una de las grandes obras generales sobre la
contienda española presta más atención a este tema marginado: la coordinada por
Manuel Tuñón de Lara en Historia 16. No solo en varios de los 24 tomos que la
componen se pueden encontrar apartados dedicados al mismo, sino que uno se dedica
por entero al estudio de la sociedad española en la guerra civil. Este tomo, Sociedad y
Guerra, se compone de una extensa disertación de Julio Aróstegui sobre los aspectos
sociales de la contienda y de contribuciones sobre demografía, el problema de los
abastecimientos, la justicia penal, la medicina y el papel de las mujeres en el conflicto. 9
7
SERRALLONGA, Joan. “Introducción”, en CASAS, Just, SANTIRSO, Manuel, y SERRALLONGA,
Joan. Vivir en guerra. La zona leal a la República. Bellaterra, UAB, 2013
8
GIRONA ALBUXEICH, Albert. “La historiografía de la Guerra Civil en el País Valenciano”, en Studia
Historica. Historia contemporánea, 3, 1985, pp. 137-145. CHAVES PALACIOS, Julián. “La
historiografía reciente de la Guerra Civil en los albores del nuevo milenio”, en Anales de Historia
Contemporánea, 16, 200, pp. 409-430.
9
La obra general es TUÑÓN DE LARA, Manuel. La Guerra Civil española. Barcelona, Folio, 1996, y el
tomo dedicado a los aspectos sociales del conflicto, el Vol. 14, Sociedad y Guerra. En ARÓSTEGUI,
Julio, “Sociedad y guerra”, en ibid., pp. 8-51, el profesor señala que las obras publicadas sobre la
contienda desconocen casi por completo las consecuencias sociales del conflicto. Las contribuciones son,
por orden: VIDAL, Tomás, y RECAÑO, Joaquín. “Demografía y guerra civil”, pp. 52-69; MARTÍNEZ
MARTÍN, Jesús, y LIMÓN NEVADO, Fredes. “El abastecimiento de la población”, pp. 70-83;
ALEJANDRE, Antonio. “La justicia penal”, pp. 84-91; GRANJEL, Luis. “La medicina en la guerra”, pp.
92-102, y NASH, Mary, “Las mujeres en la guerra civil”, pp. 103-112. Los apartados dedicados a este
tema en otros tomos son ABELLA, Rafael. “La vida cotidiana en la zona republicana” en ibid,, Vol.4 la
guerra de columnas, y MARTÍNEZ MARTÍN, Jesús A. “Sobrevivir en Madrid”, en ibid., Vol. 9 La
Batalla de Madrid.
8
De este modo, en un espacio de casi veinte años, entre 1976 y 1994 sólo se
pueden encontrar dos obras reseñables dedicadas al estudio de la vida cotidiana en
guerra, la de Rafael Abella y la de Fernando Díaz-Platja. Y a pesar de estar separadas
por dos décadas, comparten dos características fundamentales. En primer lugar, están
enteramente basadas en la prensa y los testimonios de protagonistas de la época; Díaz
Platja incluso intercala en el discurso escrito sus propias experiencias en los años de la
guerra con la información extraída de estos dos medios. Y lo que resulta más
importante: ambos autores se limitan a retratar las condiciones de vida de la población
española durante la guerra civil; Abella de forma cronológica y Díaz Platja de manera
temática, sin intención analítica10. Al no someter a ningún análisis crítico la información
procedente de las fuentes hemerográficas, ambos autores nos presentan la imagen de la
sociedad que estas brindan sin ningún tipo de filtro. Sin embargo, a pesar de sus
carencias, constituyen la base de la que partir al enfrentarse a un estudio de la sociedad
republicana durante la guerra civil: de hecho, el trabajo de Abella está presente en
prácticamente todas las bibliografías de obras que tratan en parte o de forma total este
tema.
Y es que hay que esperar al nuevo milenio para que aparezcan obras que pongan
el énfasis en la experiencia civil de la guerra, en las condiciones de la retaguardia. El
capítulo dedicado a la Guerra Civil dentro del trabajo de Ana Aguado y María Dolores
Ramos sobre cultura y vida cotidiana en la España de 1917 a 1939 constituye un valioso
ejemplo. En éste, se presta una importante atención a la alteración de las pautas de
comportamiento originada por la guerra, y se destacaba la influencia de la escasez de
todo tipo de bienes de primera necesidad en el proceso, aunque de nuevo, gran parte del
capítulo se ocupa en el análisis de la cultura en la zona republicana, especialmente en la
ciudad de Valencia. Así, al otorgar tanta importancia al mundo de la cultura, con
especial atención a los mensajes de la prensa, la propaganda y la actuación de los
intelectuales comprometidos, participa en cierto modo de esa imagen simplista de la
sociedad republicana que nos presentan las crónicas de estilo periodístico, dividida entre
10
ABELLA, Rafael. La vida cotidiana durante la Guerra Civil. La España republicana. Barcelona,
Planeta, 1976.y DÍAZ PLATJA, Fernando. Vida cotidiana en la España de la Guerra civil. Madrid, Edaf,
1994
11
TUSSEL, Javier: Vivir en guerra, 1936-1939. Madrid, Silex, 1996
9
fervientes militantes de partidos y sindicatos republicanos y de izquierda, y enemigos
acérrimos de todo lo que la República significaba. 12
La aportación más reciente en este campo, y también una de las más completas,
la de los profesores Joan Serrallonga, Just Casas y Manuel Santirso, comparte con la
obra de Seidman la profunda crítica al hecho de que la historia de la retaguardia se haya
mantenido como una historia extraacadémica, y coincide en otorgar a la gestión de los
recursos un papel central en el devenir de la contienda. Sin embargo, Serrallonga, Casas
y Santirso se muestran más optimistas respecto a la actitud de autoridades y ciudadanos:
retratan a las primeras verdaderamente interesadas en solucionar los problemas más
acuciantes de la retaguardia, si bien inmersas en fútiles discusiones, y a los segundos no
sólo como individuos egoístas, sino como elementos diseñadores de y participantes en
redes de solidaridad. Una de las principales la constituiría el contacto constante entre la
ciudad y el campo a través de los envíos de víveres de amigos y familiares residentes en
éste a personas situadas en aquella. En cuanto a la cuestión de las causas de la debacle
económica republicana, en la obra se defiende la importancia del impacto de la guerra
sobre cualquier otro factor, incluido el revolucionario, y relativizan la ventaja inicial que
tenía la República respecto a los sublevados en el ámbito económico.14
12
AGUADO, Ana, y RAMOS, Mª Dolores. La modernización de España (1917-1939).Cultura y vida
cotidiana. Madrid, Síntesis, 2002.
13
SEIDMAN, op. cit.
14
CASAS, SANTIRSO y SERRALLONGA, op.cit
10
agrícolas orientadas a la exportación y gran parte del poder financiero. La República
perdería esta ventaja en el ámbito económico debido entre otras razones al caos
revolucionario, que llevaba aparejado la aparición de otras formas de propiedad y
explotación, las colectivizaciones; y la competencia y choques de las autoridades con
los organismos revolucionarios y otros poderes autónomos, que impedirían la puesta en
marcha de una política económica unificada15. El problema de los abastos también se
explicaría fundamentalmente por el caos impuesto por la situación revolucionaria y los
roces entre los distintos organismos con competencias en la materia, unos
revolucionarios y otros gubernamentales16.
La segunda corriente, más reciente, no desdeña este factor pero trata de otorgar
su justo valor a otros distintos. Historiadores de la talla de Pierre Vilar han relativizado
esta ventaja inicial afirmando que, en la práctica, la República no pudo contar con los
recursos de zonas con autonomía política como el País Vasco17. Elena Martínez Ruiz
trata de desmentir la visión de caos en el campo republicano y sitúa como una de las
causas principales de la caída de producción agrícola la progresiva disminución del
territorio asociada a la guerra. Asimismo, señala la heterogeneidad de situaciones que se
daban en las colectividades: algunas mantuvieron el nivel de producción mientras que
otras no lo hicieron. En otro capítulo de la misma obra de conjunto sobre la economía
de la guerra civil, Martínez Ruiz afirma que el trato desfavorable a la República en el
ámbito comercial superaría en importancia a la inestabilidad política y a la falta de
unidad de criterio como causa del estrangulamiento económico del bando leal. En la
misma línea, Jordi Catalán hace notar que la mayor caída de la producción industrial
tuvo lugar en Madrid y no en otras ciudades más afectadas por el proceso
revolucionario, lo que otorgaría un mayor peso a factores como la proximidad del frente
y la situación de asedio en el descenso productivo.18 Y en lo que respecta a la situación
de desabastecimiento, los autores que se puede adscribir a esta corriente hacen hincapié
en la importancia de otros factores, aparte del denominado como “revolucionario”: a la
disminución de tierras cultivables se unen otros como la superpoblación originada por la
llegada de refugiados, según Francisco Alia Miranda. Matilde Vázquez, Javier Valero, y
María Valls incluso afirman que fue precisamente la rigidez generada por la
centralización de las funciones del aparato de abastecimiento la culpable del
enquistamiento de la situación. No podemos situar al original Seidman ni en una ni en
otra corriente: para este autor fue el individualismo acaparador de personas y
15 PALAFOX GAMIR, Jordi. “La economía”, en PAYNE, Stanley, y Tussel, Javier (dirs.) La Guerra
Civil. Una nueva visión del conflicto que dividió España. Madrid, Temas de Hoy, 1996, pp. 195-265.
SANCHEZ ASIAIN, Jose Ángel. Economía y finanzas en la Guerra Civil española. Madrid, Real
Academia de la Historia, 1991.
16
A pesar de tener en cuenta otros factores, Javier Cervera y Ángel Bahamonde señalan el protagonismo
del “complejo tejido organizativo” encargado del aprovisionamiento y la transformación revolucionaria
de la estructura productiva y de la propiedad en el problema de las subsistencias. BAHAMONDE y
CERVERA, op. cit., p. 240
17
VILAR, Pierre. La guerra civil española. Barcelona, crítica, 1986.
18
MARTÍNEZ RUIZ, Elena. “El campo en guerra: organización y producción agraria”, y “Las relaciones
económicas internacionales: guerra, política y negocios”, en MARTÍN ACEÑA, Pablo, y MARTÍNEZ
RUIZ, Elena. La economía de la guerra civil. Madrid, Marcial Pons, 2006., CATALÁN, Jordi. “Guerra e
industria en las dos Españas”, en ibid.
11
organismos una de las principales causas de la desarticulación económica republicana,
incentivado por una política diseñada para favorecer a los consumidores frente a los
productores y que no ofrecía ninguna garantía a los primeros19. En este ámbito en
concreto no se debe olvidar que nos encontramos ante un debate poco explotado debido
a la inexistencia de obras monográficas y a la carencia de artículos o capítulos sobre el
tema. Los pocos trabajos existentes son en su mayoría estudios locales, como veremos a
lo largo de este apartado, y las escasas visiones de conjunto son incompletas. La de
Martínez Martín y Limón Nevado, que se puede incluir en esta categoría, se centra
sobre todo en información recabada sobre Madrid, y los datos ofrecidos son escasos a
partir del primer año de guerra.20
En el ámbito del orden público también encontramos los mismos límites en los
debates historiográficos. Tanto en lo que respecta a la justicia republicana como en lo
relativo al “problema del poder”, en palabras del profesor Aróstegui21, se pueden señalar
dos líneas principales de pensamiento: la que sostiene que los poderes de preguerra
fueron sustituidos por los de origen revolucionario y la que señala la coexistencia de
ambos desde el principio de la guerra, con la primacía de los segundos en los primeros
meses y la lenta recuperación de la posición de los primeros desde ese momento. Se
abordarán en detalle en lo relativo a la justicia y las autoridades de preguerra,
12
sobreseimientos y absoluciones entre las causas incoadas por sus distintos órganos 23.
Asimismo, hay que decir que en general, la atención de los historiadores se ha centrado
en la persecución de los adversarios del régimen republicano, y no en los procesos
iniciados contra aquellas personas que cometieron otro tipo de delitos relacionados con
el orden público. Hay excepciones, como el trabajo sobre los tribunales populares de
Almería de Sánchez Recio, que tiene en cuenta todo tipo de expedientes, no solo los
incoados por desafección, traición o espionaje, así como el de José Luis Gasch Tomás
sobre los procesos por desafección e infracción de las leyes en materia de subsistencias
en Ciudad Real, y el de Carmen González Martínez sobre la actuación de la justicia
popular republicana en Murcia, que presta una importante atención a la persecución de
los delitos de abastos24. De este modo, por el momento, las conclusiones sobre el
funcionamiento de la justicia republicana no pueden ser de carácter general y pueden
aplicarse tan solo a los procesos establecidos contra los supuestos enemigos de la
República. También ha permanecido prácticamente inexplorado el fenómeno de los
campos de concentración instituidos por el régimen republicano en diciembre de 1936
para la reclusión de los condenados por los Tribunales Populares y los Jurados de
Urgencia y Guardia. Solo existe una obra monográfica sobre el tema, dedicada en
exclusiva a los campos de concentración catalanes25.
El mismo vacío existe acerca del papel de las autoridades regionales y locales
durante la guerra, como las diputaciones provinciales, los gobiernos civiles o las
corporaciones municipales. Destacan dos valiosas excepciones: un artículo de Joan
Serrallonga i Urquidi sobre los gobernadores civiles durante la etapa republicana, que
abarca también el periodo de la guerra, y otro muy reciente sobre las corporaciones
municipales durante el conflicto, escrito por Rafael Quirosa-Cheyrouze y Muñoz. Las
conclusiones de ambos son similares: a pesar del caos inicial, las autoridades
republicanas se mantuvieron en sus puestos y fueron recobrando sus prerrogativas de
forma progresiva con las medidas de los gobiernos de Largo Caballero y de Negrín.26
23
CANCIO JIMENEZ, op. cit. p. 66, ALEJANDRE, Juan. art. cit., p. 88. La observación de SÁNCHEZ
RECIO en “El control político de la retaguardia republicana durante la Guerra Civil. Los tribunales
populares de justicia”, en Espacio, Tiempo y Forma, 7, 1994, pp. 596.
24
SÁNCHEZ RECIO, art.cit.; GASCH TOMÁS, Jose Luis. “La vida cotidiana en Ciudad Real durante la
Guerra: desafectación a la República y carestía vistas desde las fuentes judiciales”, en ALIA MIRANDA,
Francisco, DEL VALLE CALZADO, Ángel y MORALES ENCINAS, Olga: La guerra civil en Castilla-
La Mancha, 70 años después: actas del congreso internacional. 2008, pp. 807-826; GONZÁLEZ
MARTÍNEZ, Carmen. Guerra Civil en Murcia: un análisis sobre el poder y los comportamientos
colectivos. Murcia, Universidad de Murcia, 1999.
25
BADIA, Francesc. Ells camps de treball a Catalunya durant la guerra civil (1936-1939). Barcelona,
Publicaciones de la Abadia de Montserrat, 2001.
26
SERRALLONGA I URQUIDI, Joan. “El aparato provincial durante la Segunda República. Los
gobernadores civiles, 1931-1939”, en Hispanianova, 7, 2007. QUIROSA- CHEYROUZE Y MUÑOZ,
RAFAEL “Los Consejos Municipales. Una nueva articulación del poder local en la retaguardia
republicana”, en Historia Actual Online, 4, 2004, pp. 115-126
13
Si bien hay que admitir una cierta vitalidad del debate en ámbitos concretos, y,
como se ha señalado, en los estudios regionales, los avances hacia una obra integradora
de la retaguardia republicana siguen siendo escasos. En una obra colectiva publicada
con motivo del cincuentenario del estallido de la guerra y coordinada por Julio
Aróstegui se incluyeron dos capítulos dedicados al estudio de la retaguardia a escala
regional: el primero sobre la andaluza, a cargo de Luis Garrido González27, y el segundo
sobre la valenciana, de Albert Girona Albuxeich. Este último aprovechaba su espacio
para reivindicar la necesidad de una historia comparada de la retaguardia, es decir, el
avance de los estudios sobre la misma en toda la zona republicana para poder poner en
marcha debates a nivel general.28 Su llamada, casi tres décadas después, no ha sido
suficientemente respondida. En los últimos años se ha producido la introducción en
nuestra historiografía del concepto “cultura de guerra”, y se ha ampliado el de
retaguardia, ahora concebido como no solo como espacio con una vital importancia para
el frente, sino como una primera línea de frente en sí mismo29. Pero no parece que
ninguno de estos conceptos se haya aplicado mucho más allá el estudio del fenómeno
represivo, que hoy en día goza de un gran dinamismo.30 Es sintomático de este estado
de cosas que el volumen dedicado a la retaguardia y a la cultura de guerra de la revista
Ayer no incluya ningún artículo que vaya más allá de la violencia en ambas zonas, con
la excepción de uno dedicado a la literatura en el bando rebelde.31 Propuestas
innovadoras llegadas del extranjero, como la de Roger Chickering, que aboga por
considerar a la guerra civil un ejemplo de guerra total para cuya comprensión habría que
desarrollar una historia también total, que integrara el análisis de las dinámicas sociales
y políticas de la retaguardia, han tenido una fría acogida en nuestro país32.
En definitiva, son los trabajos locales y regionales los que más han contribuido a
la renovación de los temas tradicionales y por tanto, a la expansión de los estudios sobre
la organización de la retaguardia y la experiencia civil de la guerra.
27
GARRIDO GONZÁLEZ, Luis. “La retaguardia republicana andaluza en la guerra civil. Aspectos
económicos y sociales”, en ARÓSTEGUI, Julio (coord.) Historia y memoria de la guerra civil: encuentro
en Castilla y León, Salamanca. Valladolid, Conserjería de Cultura, 1988. Es destacable la atención que
dedica al problema del abastecimiento, destacando la actuación de los comités revolucionarios en esta
materia, la descoordinación entre autoridades a la hora de actuar y la resistencia de los campesinos a
entregar sus cosechas a precio de tasa como factores explicativos del mismo.
28
GIRONA ALBUIXECH, Albert. “La retaguardia valenciana durante la guerra civil: evolución política
y transformaciones sociales”, en ARÓSTEGUI, op. cit. p. 263.
29
RODRIGO, Javier. “Presentación: retaguardia, un espacio en transformación”, en Ayer, Revista de
Historia Contemporánea (76), 4, pp. 13-36.
30
En la retaguardia republicana destacan LEDESMA, José Luis. Los días de llamas de la revolución:
violencia y política en la retaguardia republicana de Zaragoza durante la Guerra Civil. Zaragoza,
Institución Fernando el Católico, 2003. GABARDA, Vicente. La represión en la retaguardia
republicana. País Valenciano, 1936-1939, Valencia, Alfons el Magnànim, 1996; QUIROSA –
CHEYROUZE, Rafael. Represión en la retaguardia republicana. Almería, 1936-39, Almería, Librería
Universitaria, 1997; CASANOVA, Ester, La violencia política en la retaguardia republicana de Teruel
durante la guerra civil, Teruel, I.E.T., 2007.
31
RODRIGO, Javier (coord.) Retaguardia y cultura de guerra (1936-1939). Ayer, Revista de Historia
Contemporánea, (76), 4, Madrid, Marcial Pons, 2009
32
CHIKERING, art. cit.
14
2.2 El Madrid de la Guerra Civil: tierra ignota
Así, las dos principales obras monográficas sobre la ciudad heroica, “El Madrid
del no pasarán” de Germán Lopezarias, y el primer volumen de la historia de Madrid en
la Guerra Civil de Pedro Montoliú, reproducen el modelo de crónica periodística en la
que no hay intención analítica ya señalado en el apartado anterior. Ambos trabajos se
dedican tan solo a la exposición cronológica de los acontecimientos, y no participar en
ningún debate ni plantear problemática alguna, por lo que sirven tan solo como obras de
consulta. Lo mismo ocurre con los tres volúmenes de la Historia de Madrid de Federico
Bravo Morata dedicados a la etapa de la guerra. Aún con sus deficiencias, la consulta de
estos trabajos es ineludible a la hora de embarcarse en una investigación sobre el
Madrid de la Guerra por la cantidad de información que aportan. 34
A pesar de ser más antiguo que las obras citadas, el trabajo de los sociólogos
Matilde Vázquez y Javier Valero puede resultar mucho más útil como marco de
referencia. Esta obra de casi novecientas páginas constituye una valiosísima
compilación de los acontecimientos políticos, militares y sociales que tuvieron lugar en
la ciudad durante los tres años de guerra, pero se queda a medio camino entre la crónica
de estilo periodístico y el estudio historiográfico. Intenta conectar los acontecimientos
militares con su repercusión en el día a día de la ciudad, analiza la evolución de las
tendencias políticas en liza y lanza algunas teorías propias, como que pese a las
deficiencias del sistema de abastecimiento, el problema no habría sido tan grave si
hubiera entrado una mayor cantidad de víveres a Madrid, o que la desaparición de
noticias sobre los constantes bombardeos sobre la ciudad sitiada es un síntoma de que la
población se había acostumbrado a este horror cotidiano. Pero se sostiene sobre todo
con información proveniente de la prensa y de discursos de personajes y organismos
políticos, por lo que su visión de la sociedad madrileña queda mediatizada por estos.
Por otro lado, a pesar de dedicarse a un ámbito tan concreto como es el de Madrid, no
33
CALVO GONZÁLEZ, Fernando. La Guerra Civil en la Ciudad Universitaria. Madrid, La Librería,
D.L. 2012, CARDONA ESCANERO, Gabriel. La Batalla de Madrid. Madrid, Arlanza, 2005,
LARRAZABAL SALAS, Jesús. 1936-1939 Guerra aérea. Vol.9 La batalla aérea por Madrid. Madrid,
Instituto de Estudios Aeronáuticos, 1998.
34
, MONTOLIU, Pedro. Madrid en la Guerra Civil. Vol.1: La Historia. Madrid, Silex, 1999.
LOPEZARIAS, Germán. El Madrid del no pasarán. Madrid, Avapiés, 1986. BRAVO MORATA,
Federico. Historia de Madrid. Vol. 5, Desde el Madrid de la República a la Guerra de España, 1930-
1936., Vol. 6., La batalla de Madrid y la Guerra de España, 1936-1937 y Vol. 7., La Guerra de España,
1937-1939. Madrid, Trigo, 2001.
15
logran retratar con definición los poderes locales, que quedan confundidos con los
nacionales en una mezcolanza de medidas gubernamentales, decretos, y bandos.35
Por otro lado, también se pueden encontrar obras que sin ser crónicas, tratan de
presentar retratos sobre la ciudad en guerra pero no superan el ámbito del estudio de la
prensa y la propaganda de la época. Es el caso del trabajo dirigido por Carlos Serrano,
en el que participan numerosos historiadores franceses. En la introducción, el propio
Serrano señala la existencia de una desproporción entre la escasa importancia militar de
la toma de Madrid y el lugar que la batalla por la ciudad ha ocupado en el relato de la
guerra civil, debida a la cantidad y efectividad de la propaganda desplegada en torno a
este suceso. Resulta paradójico que a lo largo del libro que coordina se sucedan las
contribuciones en las que afirmaciones de la prensa y propaganda de la época se tome
como reflejo de la sociedad del momento; si bien es cierto que en su capítulo, Santos
Juliá trata de matizar la imagen del pueblo en armas y cambiarla por la de las
organizaciones obreras y sindicatos en armas, y Tuñón de Lara afirme que la
movilización popular en la batalla de Madrid no fue tan espontánea como se ha
afirmado tradicionalmente. Por otro lado, a pesar de tratar supuestamente de los tres
años de conflicto, esta obra se centra básicamente en el primero, como ocurre con la
mayor parte de los estudios de la ciudad en guerra36.
35
VALERO, Javier, y VÁZQUEZ, Matilde. La Guerra Civil en Madrid. Madrid, Tebas, 1978
36
SERRANO, Carlos. Madrid, 1936-1939 un peuple en resistance ou l’épopée ambigüe. Paris,
Autrement, 1991. Las contribuciones: JULIA, Santos “Le peuple en armes”, pp. 36-57, y TUÑON DE
LARA, Manuel. “1936-1937: La monbilisation partout”, pp. 58-58.
37
MARTÍNEZ MARTÍN, art cit., en TUÑON DE LARA, op. cit.
38
BAHAMONDE, y CERVERA, op. cit.
16
Pero estas son las escasas excepciones dentro de una bibliografía compuesta en
su mayor parte por crónicas que carecen de profundidad analítica. El desinterés por este
aspecto de la historia del Madrid sitiado se hace patente también cuando se recurre a las
obras más reconocidas de historia general de la ciudad; apenas prestan atención a la
etapa de la guerra. La dirigida por Antonio Fernández García, a pesar de haber
experimentado una reciente reedición, le dedica solo tres páginas, escritas por Francisco
Sánchez Pérez; la de Santos Juliá se centra en la descripción de lo ocurrido en la ciudad
en los primeros meses de la guerra39. Incluso aquellos trabajos de mayor profundidad de
análisis, como el de Martínez Martín, ponen el acento en esta primera etapa, la de la
épica batalla de Madrid, aportando poca información del resto de la contienda. Así, han
proliferado los recopilatorios de memorias y de crónicas de la época, en los que no hay
intervención por parte del autor, como el segundo volumen de la historia de la guerra
civil en Madrid de Pedro Montoliu, o los trabajos de Domingo y Josep Maria
Figueres;40 o aquellas obras en las que se disponen fotografías del momento comentadas
de forma muy breve, como la de Beatriz Heras y Azucena Merino.41 Incluso existe una
guía del Madrid de la guerra, publicada recientemente por Fernando Cohnen: pero a
pesar de que brinda una valiosa información sobre cuál fue la función de diversos
lugares de la ciudad durante la guerra, no plantea ninguna problemática ni trata de
analizar ninguna cuestión relacionada con los mismos.42 Por el momento, como también
sucede a escala estatal, carecemos de una obra integradora sobre el Madrid de la guerra,
un aspecto que ya ha señalado José Luis Ledesma en su repaso a la historiografía de la
guerra civil43.
39
SÁNCHEZ PÉREZ, Francisco. “Política y sociedad en el Madrid del siglo XX”, en FERNÁNDEZ
GARCÍA, Antonio. Madrid: de la Prehistoria a la Comunidad Autónoma. Madrid, 2008, pp. 541-563.
JULIÁ, Santos, y RINGROSE, Cristina. Madrid, historia de una capital. Madrid, Alianza Editorial, 2004.
40
MONTOLIU, Pedro. Madrid en la Guerra Civil. Madrid, Silex, 2000. DOMINGO, Alfonso.
Retaguardia: la Guerra Civil tras los frentes. Madrid, Oberón, 2004. FIGUERES, Josep María. Madrid
en guerra: crónicas de la batalla de Madrid, 1936-1939. Barcelona, Planeta de Agostini, 2004
41
HERAS, Beatriz. Imágenes de una ciudad sitiada. Madrid 1936-1939. Colección inédita de
fotografías de la Guerra Civil. Madrid, JC, 2009. MERINO, Azucena. Vivir en guerra en imágenes: el
día a día y la supervivencia en las calles durante la Guerra Civil Española. Madrid, Vincent Gabrielle,
2009.
42
COHNEN, Fernando., op cit.
43
LEDESMA, José Luis. “Del pasado oculto a un pasado omnipresente. Las violencias en la Guerra Civil
y la historiografía reciente” Jerónimo Zurita, 84, 2009, pp. 163-188.
44
SÁNCHEZ VIGIL, Juan Miguel, y OLIVERA ZALDUA, María. “La actividad fotográfica durante la
guerra civil a través de las fichas de filiación de la Junta Delegada de Defensa de Madrid (1936-1939)”,
en Anales de documentación: Revista de biblioteconomía y documentación, 1, 2014, pp.1-17. MATEOS
FERNÁNDEZ, Juan Carlos. Bajo el control obrero: la prensa diaria en Madrid durante la Guerra Civil,
1936-1939. Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid, 1996. ALTABELLA, José. “Una
revista popular en el Madrid asediado: Blanco y Negro”, en TUÑÓN DE LARA (coord.), Comunicación,
cultura y política durante la II República y la Guerra Civil: II encuentro de Historia de la Prensa, vol. 2,
17
siquiera el ámbito de la represión y la violencia en Madrid ha dado lugar a una
producción historiográfica abundante. Aunque se pueden encontrar un buen número de
obras dedicadas a este tema en las estanterías de librerías y bibliotecas, muchas de ellas
carecen de rigor histórico, y persiguen el objetivo de manchar de sangre las manos de
las autoridades republicanas. Este tipo de obras presentan la violencia en la retaguardia
republicana como una continuación de aquella desplegada antes de la guerra, pero con
una mayor intensidad, sin tener en cuenta el impacto del estallido del conflicto en este
ámbito o la pérdida de poder de las autoridades republicanas. Muchas de ellas se centran
en acontecimientos como las masacres de Paracuellos, a los que elevan a la categoría de
representativos de la violencia en la zona leal, cuando constituyeron la excepción45.
Existen también otro tipo de obras que no podemos incluir entre las anteriores
porque tratan de analizar la violencia en la retaguardia republicana con rigor pero que
parten de algunas de las premisas ya citadas. En este grupo destaca, para el caso de
Madrid, la obra de Julius Ruiz, que sostiene que el “terror rojo”, al que vincula con la
radicalización de la izquierda en los años de preguerra y no al estallido del conflicto,
estuvo y dirigido por unas autoridades republicanas que nunca ven comprometidas sus
capacidades de actuación por elementos revolucionarios. Unas autoridades que son
además estatales: las locales desaparecen del relato. 46
1990, pp. 280-287 GREGORIO, Pierre-Paul. “ABC de Madrid (25 de julio de 1936--28 de marzo de
1939): vida y muerte de un periódico republicano”, en CHECA GODOY, Antonio, y ESPEJO CALA,
Carmen, La Comunicación durante la Segunda República y la Guerra Civil. Madrid, Fragua Editorial,
2007
45
Una muestra de este tipo de obras podría ser: ZAVALA, José María. Los horrores de la Guerra Civil,
Barcelona, Plaza & Janes, 2003; VIDAL, Cesar: Paracuellos-Katyn. Un ensayo sobre el genocidio de la
izquierda, Madrid, LibrosLibres, 2005; ESPARZA, José Javier: El terror rojo en España, Barcelona,
Altera, 2007; MOA, Pio: El derrumbe de la II República y la Guerra Civil, Madrid, Encuentro, 2009; y,
BLÁZQUEZ MIGUEL, Juan: España turbulenta: alteraciones, violencia y sangre durante la II
República, Madrid, Tomás Pérez, 2009.
46
RUIZ, op. cit., Para un análisis de las deficiencias de trabajos como el de Julius Ruiz, GÓMEZ
BRAVO, Gutmaro: “Terror rojo, violencia revolucionaria y fin del mundo en la retaguardia republicana”,
Historia del presente, 19 (2012), pp. 155-162
47
CERVERA GIL, Javier. “Violencia en el Madrid de la Guerra Civil: los paseos (julio a diciembre de
1936)”, en Studia Historica, 13-14, 1995-1996, pp. 63-82. REIG TAPIA, Alberto. “Morir en Madrid
(1936-1939): el cementerio municipal, un testigo para la historia de la guerra civil”, en Sistema: revista
de ciencias sociales, 89, 1989, pp. 35-50
18
revolucionaria al marco legal y afrontando la represión normalizada de los enemigos de
la República. Algo que se conseguiría a principios de 1937, y que conllevaría el
descenso de la violencia indiscriminada en la ciudad. Para demostrar su hipótesis,
Cervera realiza un retrato del orden público y la justicia antes y durante la guerra, que
resulta sumamente útil como punto de partida para cualquier estudio de estos ámbitos en
el Madrid asediado48.
Como ocurre a nivel nacional, tampoco existe ninguna obra monográfica sobre
el problema del abastecimiento de Madrid y sus consecuencias. Martínez Martín y
Limón Nevado hacen referencia en su trabajo sobre éste a nivel general a la memoria de
tesis inédita de María Teresa Vicente Zabala sobre el abastecimiento en el Madrid de la
guerra, presentada en la UCM en 1986, pero parece ser que nunca fue publicada y por lo
tanto no la hemos podido consultar51. Y aunque aparece en algunas bibliografías un
libro titulado El hambre en el Madrid de la Guerra Civil, este trabajo de Laura y
Carmen Gutiérrez Rueda se limita a recapitular lo ya expuesto por Aróstegui y Martínez
Martín en su estudio sobre la Junta de Defensa, y aunque añade información recogida
en entrevistas a personas que vivieron en el Madrid sitiado, no parece que se hayan
seguido los pasos necesarios para que el uso de las fuentes orales resulte provechoso.
Además, la información aparece desordenada, en ocasiones incluso repetida. Sólo
destaca la inclusión de informes médicos realizados en la época, que aportan datos
útiles52. Se puede encontrar un sólo artículo realizado por una historiadora, Milagrosa
Romero Samper, que muestra la conexión entre la escasez de comida y el auge del
derrotismo en los últimos meses de la guerra, pero su análisis sobre los delitos de
48
CERVERA GIL, op. cit.
49
ARÓSTEGUI, Julio, y MARTÍNEZ MARTÍN, Jesús Antonio. La Junta de Defensa de Madrid.
Madrid, Comunidad de Madrid, 1984. BOCOS RODRÍGUEZ, Concepción. “El Ayuntamiento de Madrid
durante la Guerra Civil”, en Anales del Instituto de Estudios Madrileños, tomo XXVII, CSIC, Madrid,
1989.
50
GONZÁLEZ MARTÍNEZ, Carmen. La gestión municipal republicana en el Ayuntamiento de Murcia
(1931-1939). Murcia, Universidad de Murcia, 1999.
51
MARTÍNEZ MARTÍN y LIMÓN NEVADO, art cit., p.83.
52
GUTIERREZ RUEDA, Laura, y GUTIERREZ RUEDA, Carmen. El hambre en el Madrid de la
Guerra Civil (1936-1939). Madrid, La Librería, 2003
19
subsistencias flaquea al basarse tan solo en seis expedientes incoados por los tribunales
especiales de guardia en dicha materia.53 Desde luego, en el caso de Madrid no
contamos con ningún artículo tan completo como el de Gasch Tomás, ya reseñado, o el
recientemente publicado por María Valls Gómez, que centrándose en la provincia de
Granada, rastrea las causas del problema del abastecimiento y analiza las respuestas
planteadas al mismo por las autoridades. La escasa efectividad de las mismas condujo a
la búsqueda de alternativas por parte de la población, esto es, al florecimiento del
mercado negro y demás infracciones en materia de subsistencias. Valls también se
plantea si la persecución de estos delitos, que llevaba aparejado el decomiso de los
bienes de los infractores, tuvo como objetivo la financiación de los organismos
locales.54
53
ROMERO SAMPER, Milagrosa. “Hambre y retaguardia. Protesta social en el Madrid de la guerra
civil”, en ESD: Estudios de Seguridad y Defensa, 2, 2013, pp. 159-190.
54
GASCH TOMÁS, art.cit., VALLS GÓMEZ, María. “El abastecimiento en la retaguardia republicana.
El caso de Granada, 1936-1939”, en Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada, 25, 2013, pp.
217-236
55
RODRIGUEZ BARREIRA, Óscar. “Cambalaches: hambre, moralidad popular y mercados negros de
guerra y postguerra”, en Historia social, 77, 2013, pp 149-174
56
VALLS, art.cit.,p. En el presente trabajo se pondrá en cuestión una de las afirmaciones de Valls sobre
las diferencias entre el mercado negro de la retaguardia y el estraperlo de la posguerra: parece que la
20
2.3 La perspectiva comparada: estudios sobre ciudades en guerra
corrupción también afectaba a cargos políticos y miembros del Ejército republicano. Los estudios del
mercado negro en la posguerra son el de DEL ARCO BLANCO, Miguel Ángel: “Hunger and the
consolidation of the Francoist Regime (1939-1951)”, en European History Quarterly, 40, 2010, pp. 458-
483; GÓMEZ OLIVER, Miguel; DEL ARCO BLANCO, Miguel Ángel: “El estraperlo: forma de
resistencia y arma de represión en el primer franquismo”, en Studia Historica, 23, 2005, pp. 179-199, y
BARREIRA, art.cit.
57
MASSOT I MUNTANER, Josep (ed), RUBIÓ I TUDURÍ, Mariano. Barcelona, 1936-1939. Barcelona,
Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2002. SALVADOR I ANDRES, Lluis. Tarragona sota les
bombes: crónica d’una societat en guerra. Valls, Cossettania Edicions, 2005. SAFÓN SUPERVÍA,
21
Las obras de mayor profundidad de análisis se han centrado en la vida cultural
de las ciudades en guerra. Este aspecto es evidente en aquellas dedicadas a la ciudad de
Valencia, en las que es frecuente la asociación entre la condición de capital de la
República entre noviembre de 1936 y noviembre de 1937 y el esplendor cultural de la
misma. Destaca la obra de conjunto Valencia: capital de la República, con capítulos
dedicados específicamente a la prensa y a la radio y un pequeño pero interesante
apartado sobre la vida cotidiana en la ciudad. En este, Ricard Blasco trata de desmontar
algunas afirmaciones corrientes en la prensa de la época que han trascendido a la
nuestra, como la de que la situación en la zona de levante no se asemejaba a la de
ciudades situadas en el frente como Madrid (a través de la expresión “Levante feliz”
popularizada por José Luis Salado, periodista de La Voz).58
Agustín, y SIMÓN RIERA, José. Valencia, 1936-1937. Una ciudad en guerra. Ayuntamiento de
Valencia, 1986. BACIGALUPE, Carlos. Pan en la guerra. Bilbao, Laga, 1997.
58
BLASCO, Ricard. “La vida quotidiana”, en Valencia capital de la República. Valencia, Ajuntament de
Valencia, 1996. También destaca la obra de AZNAR SOLER, Manuel. Valencia, capital literaria y
cultural de la República (1936-1937). Valencia, Publicacions de la Universitat de Valencia, 2007.
59
ALIA MIRANDA, Francisco. La guerra civil en retaguardia: conflicto y revolución en la provincia de
Ciudad Real (1936-1939). Ciudad Real, Diputación Provincial, 1994. QUIROSA- CHEYROUZE Y
MUÑOZ, RAFAEL. Almería 1936-1937: sublevación militar y alteraciones en la retaguardia
republicana. Almería, Universidad de Almería, 1997.
22
Pero tanto este trabajo como el de Francisco Alia Miranda es, como se ha podido
comprobar, una excepción en la producción historiográfica nacional. Si se realiza un
breve repaso por la situación de los estudios sobre ciudades en guerra ampliando el
rango de búsqueda a nivel internacional, el panorama es bastante diferente. Partiendo
del interés por el fenómeno de la guerra total, que convierte a la retaguardia en un
objetivo militar de primer orden, las historiografías anglosajona y francesa se han
interesado no sólo por el estudio de la sociedad urbana en guerra, también por el
establecimiento de patrones sociopolíticos comunes a ésta mediante la comparación del
fenómeno entre varias ciudades, especialmente en el contexto de las dos guerras
mundiales.
60
CHICKERING, Roger. The Great War and Urban Life in Germany: Freiburg, 1914-1918. Cambridge,
Cambridge University Press, 2007. BRAITHWAITE, Rodric. Moscú 1941: una ciudad y su pueblo en
guerra. Barcelona, Crítica, 2006. CHASSAIGNE, Philippe. Villes en guerre (1914-1945). París, Armand
Colin, 2004. WINTER, Jay, y ROBERT, Jean-Louis. Capital cities at war. Paris, London, Berlin 1914-
1919. Cambridge, Cambridge University Press, 1999. OVERY, Richard. The Bombing War. Europe
1939-1945. London, Penguin Books, 2014.
23
3. El abastecimiento de Madrid en la Guerra Civil: hambre y justicia en la
ciudad sitiada.
Todos estos son fenómenos que indican que, a la altura de 1936, Madrid
presentaba los rasgos de una incipiente sociedad de consumo. Y es que entre las
últimas décadas del siglo XIX y las tres primeras del XX, había experimentado un
profundo proceso de desarrollo que convirtió a la capital del país en una metrópoli
moderna, un proceso ha sido estudiado recientemente por los miembros del grupo de
61
En Madrid turístico y monumental, 1, 1935.
62
La Voz, 17 de julio de 1936
63
RODRÍGUEZ, Nuria. La capital de un sueño. Madrid 1900-1936. Tesis doctoral, Universidad
Complutense de Madrid, 2013, p. 130; BAREA, Arturo. La llama. Madrid, DeBolsillo, 2012, pp. 131-
133.
24
Investigación Historia de Madrid en la Edad Contemporánea, de la Universidad
Complutense64.
64
Por medio de sus trabajos, Rubén Pallol Trigueros, Borja Carballo y Vicente Albarrán han trazado la
evolución en esta etapa de las tres zonas del Ensanche de Madrid, mientras que Nuria Rodríguez Martín
se ha centrado en analizar las transformaciones que experimentó la ciudad en su conjunto en el primer
tercio de siglo XX. PALLOL TRIGUEROS, Rubén. El Madrid moderno: Chamberí (el Ensanche norte),
símbolo del nacimiento de una nueva capital, 1860-1931. Tesis doctoral, Universidad Complutense de
Madrid, 2009; CARBALLO BARRAL, Borja: Los orígenes del Moderno Madrid: El Ensanche Este
(1860-1878). Tesis Diploma de Estudios Avanzados. Madrid, Universidad Complutense, 2007,
VICENTE ALBARRÁN, Fernando. Los barrios negros: el Ensanche Sur en la formación del moderno
Madrid. Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid, 2011; RODRÍGUEZ, op. cit.
65
ALBAR EZQUERRA, Alfredo. Visión histórica de Madrid (siglos XVI al XX). Madrid, Real Sociedad
Económica Matritense de Amigos del País, 1991, p. 365.
66
GARCÍA DELGADO, José Luis. “La economía de Madrid en el siglo XX”, en FERNÁNDEZ
GARCÍA, Antonio. Madrid: de la Prehistoria a la Comunidad Autónoma. Madrid, 2008
25
llegan más artículos y que tratan de incorporar algunas innovaciones, como la
decoración de los escaparates y las temporadas de rebajas.67
A la altura de 1936, Madrid era, en palabras de Sánchez Pérez: “la capital estatal
de la protesta urbana, la movilización social y política y los conflictos huelguísticos”.
Entre los meses de mayo y julio de dicho año se desató una oleada de huelgas que llegó
a afectar a 10.000 obreros en sus momentos de mayor fuerza72 No se debe olvidar que
67
RODRÍGUEZ, op. cit., p. 350 y 510; PALLOL, op. cit., 682-703. La “Semana del Duro” de los
Almacenes Rodríguez incluso se mantuvo los primeros meses de la guerra. ABELLA, op.cit., 31
68
RODRÍGUEZ, op. cit., p. 350, PALLOL, op. cit., pp. 682-703
69
PALLOL, op. cit., p. 708 y MONTERO DÍAZ, Julio, y CERVERA GIL, Javier. “Madrid en los años
treinta: ambiente político, social, cultural y religioso”, en Studia et Documenta. 3, 2009, p
70
SOUTO, Sandra. ¿Y Madrid? ¿Qué hace Madrid?: movimiento revolucionario y acción colectiva
(1933-1936). Madrid, Siglo XXI, 2004.
71
MONTERO DÍAZ, y CERVERA GIL, art. cit., p.29
72
SÁNCHEZ PEREZ, art.cit., p. 553
26
en la ciudad pervivían unas clases populares mal alimentadas e incultas, según Montero
y Cervera el caldo de cultivo perfecto para que calaran los mensajes socialistas y
anarquistas73.
73
MONTERO DÍAZ, y CERVERA GIL, art. cit., p.19
74
SÁNCHEZ PÉREZ, Francisco. La protesta de un pueblo. Acción colectiva y organización obrera:
Madrid, 1901-1923. Madrid, Cinca, 2006, pp. 57-64; SOUTO, op. cit., p. 151
75
RODRÍGUEZ, op. cit., p. 341; EALHAM, Chris. La lucha por Barcelona: clase, cultura y conflicto,
1898-1937. Madrid, Alianza Editorial, 2005, pp. 129-136
76
El Sol dedicó un editorial “al problema de los mercados” en Madrid el 19 de julio de 1936: en el se
afirmaba que hasta que se reorganizaran los mercados no se podría solucionar el problema de suministro
27
Esto último indica que la ciudadanía todavía depositaba la responsabilidad de
asegurar el suministro de bienes de primera necesidad a precios adecuados en ellas.
Según Sánchez Pérez, en el Madrid de los años 20 “el pan marcaba como un barómetro
la legitimidad de los gobernantes y de todo el sistema social y económico”. A pesar de
los avances sociales y económicos que operaron en los años siguientes, se puede decir
lo mismo del Madrid republicano. 77
Así, en el Madrid de 1936, convivían elementos del pasado, pero también del
futuro; Ramón Gómez de la Serna sostenía que la ciudad era una chocolatera, “que
remueve con el molinillo las dos almas de Madrid, la nueva y la vieja, refundiéndolas en
una misma alma”78. En los años previos al conflicto, los madrileños, acostumbrados a
consultar en el periódico la cartelera del cine, a viajar en metro y a comprar en la
temporada de rebajas, también lo estaban a las dificultades de abastecimiento de ciertos
productos, al encarecimiento de los bienes de primera necesidad y a la intervención de
las autoridades en materia de subsistencias. A partir del 18 de julio, tendrían que
enfrentarse a una situación que acentuaría estos últimos fenómenos, en detrimento de
aquellos que habían traído la Modernidad a la urbe.
de bienes de primera necesidad a la capital. Mundo Gráfico realizó un reportaje sobre “El problema del
pan” el 24 de abril de 1935, en el que se culpaba a las autoridades de no saber coordinar las distintas fases
de la producción de este alimento básico. Las bromas con la situación eran frecuentes, se pueden ver dos
ejemplos en la figura 1.
77
NIELFA CRISTÓBAL, Gloria. “La economía de Madrid. Desde la crisis colonial hasta el final de la
Guerra Civil” En FERNÁNDEZ GARCÍA, Antonio (dir.): Historia de Madrid. Madrid, Editorial
Complutense, 1993, p. 670; SEIDMAN, op. cit., p. 33; SÁNCHEZ PÉREZ, op. cit., p. 51
78
GÓMEZ DE LA SERNA, art.cit.
28
3.2 Génesis y desarrollo de un problema vital: el desabastecimiento de Madrid
-¡Ay, que rico! Un plato de lentejas ahora es o viene a ser lo mismo que antes un plato de faisán a la
escarlata.-
-Seguramente, porque estoy dispuesta a estar volviendo a la cola hasta que en el Manzanares, ya
convertido en puerto de mar, consigan entrar barcos de gran calado.-
En julio de 1937, un veterano periodista se puso a recorrer las largas colas que
serpenteaban por las calles de Madrid para “sorprender” a personalidades de la época en
ellas, aguardando con resignación y estoicismo el momento de que llegara su turno para
adquirir el producto que codiciaban. Juan del Sarto pretendía demostrar a sus lectores
que hasta a las actrices más famosas, como Carmelita Sevilla o Anita Flores, no les
quedaba otra que esperar largas horas para conseguir algunas patatas, una pastilla de
jabón o un repollo. Y de paso, hacer unos cuantos chistes sobre lo difícil de su empresa.
Algunos madrileños preferían afrontar con humor una situación que había tenido
un profundo impacto en sus vidas, y que se había convertido en algo tan cotidiano como
los cañonazos de artillería que acudían puntuales a su cita diaria con la Gran Vía, de
4:30 a 5:30 de la tarde. Así, tal y como muchos se acostumbraron a circular por la acera
del lado este en las calles orientadas de norte a sur, o a rodear las plazas en lugar de
atravesarlas79, porque así era más probable evitar que a uno le cayera encima un
proyectil enemigo, pronto el diseñar complicadas estrategias para poder acudir a las
diferentes colas y conseguir los alimentos que necesitaban se convirtió en algo habitual
para los sufridos habitantes de la ciudad que habría de convertirse en “la tumba del
fascismo”.
A pesar de que daba pie a todo tipo de bromas entre la población, como la de
que los rebeldes no querían entrar en Madrid porque no había vino para Mola ni café
para Queipo80, la situación de desabastecimiento de la ciudad era un asunto muy serio.
Los intentos por solucionar el problema de la escasez de todo tipo de bienes de primera
necesidad ocuparon un lugar central en las actuaciones de las autoridades locales y
estatales; mantener a los ciudadanos madrileños bien alimentados era fundamental para
que no decayera la moral en un espacio que era a la vez frente de combate y retaguardia.
Sin embargo, la escasa efectividad de las medidas tomadas por las autoridades conllevó
la continuidad y empeoramiento de un problema que contribuyó de manera fundamental
a diluir el espíritu de resistencia de una población que, en los últimos meses de la
79
VÁZQUEZ y VALERO, op. cit., p. 333. La Junta de Defensa de Madrid difundió en abril de 1937 una
serie de instrucciones para protegerse de los bombardeos, entre las que se encontraban las reseñadas.
80
Chiste recogido en una viñeta del genial ilustrador Echea en La Voz, 14/10/1936.
29
guerra, se moría de hambre81. A lo largo del presente apartado se intentará responder a
la pregunta de cómo surgió el problema de los abastecimientos, como evolucionó a lo
largo de la guerra y cuáles fueron las respuestas de las autoridades al mismo
Por otro lado, la generalizada idea de que la guerra sería corta conllevó la falta
de previsión a medio plazo por parte de las autoridades. Entre julio y octubre se produjo
un verdadero derroche de víveres: para asegurar el aprovisionamiento de los milicianos
se sacrificaron reses sin control; lo mismo ocurrió con las gallinas, que habrían hecho
un mejor servicio puestas a poner huevos.85 Asimismo, las constantes requisas por parte
de partidos y sindicatos: desvalijaron las tiendas y conllevaron la disminución de las
existencias de productos de primera necesidad: no sólo por lo que éstos se llevaban para
almacenar y repartir entre sus afiliados, también porque los comerciantes, temerosos de
perderlo todo, ocultaron parte de las mismas de la vista del público.86
30
cabo antes de la guerra. Y no tardó en movilizarse. El 20 de julio constituyó una
Comisión de Abastos de la que formaban parte el alcalde, dos concejales, un
representante del ministerio de guerra y del gobierno civil, pero que empezó a funcionar
sólo con los miembros del consistorio. Éste se encargó de repartir víveres a los
familiares de las personas que habían sido movilizadas: entregaba 20.000 raciones a las
tenencias de alcaldía, que éstas distribuían a las organizaciones políticas mediante un
sistema de vales. Además, abonaba a los comerciantes el importe de los vales que los
milicianos entregaban en los establecimientos a cambio de comida. Este sistema de
vales sería cancelado en agosto, y cambiado por el suministro de víveres a 200 hoteles y
restaurantes de los que se encargaba la CNT y la UGT, y a los que acudirían los
milicianos para comer87. Para entonces, había quedado claro que sin el apoyo de las dos
centrales sindicales no era posible organizar una cuestión de la envergadura e
importancia que tenía el abastecimiento de Madrid.
Desde un primer momento, tanto las autoridades locales como las estatales
trataron de evitar el acaparamiento y las subidas de precio de los víveres, un fenómeno
asociado a los momentos de crisis y por tanto ya conocido. Apenas una semana después
del golpe de estado, el Gobierno prohibió a los comerciantes alzar el precio de los
productos de primera necesidad. El mismo día, el Gobernador Civil de Madrid declaró
que el pan producido en la ciudad estaba destinado en su mayor parte a los milicianos,
con el objeto de evitar las requisas de este alimento, y ordenó que los comerciantes
entregaran a su negociado de abastos una declaración jurada de sus existencias para
evitar que ocultaran parte de las mismas de la venta legal.89
87
VALERO y VÁZQUEZ, op. cit., pp. 84-85
88
ARÓSTEGUI y MARTÍNEZ, op. cit., p. 95
89
VALERO y VÁZQUEZ, op. cit., p. 85.
31
muchos casos se debía a la expansión de rumores o a la mala distribución de los
productos: lo que abundaba en un barrio no se podía encontrar en otro90. Pero para
finales de mes, el problema era evidente: de ahí que los envíos de víveres a Madrid
captaran la atención de la prensa, o que se dieran escenas como la del día 26, en la que
se despidió en la estación de ferrocarriles con una banda de música a un convoy que
salía de Valencia con suministros para la capital91. En septiembre, a pesar de las
optimistas declaraciones en prensa del alcalde Pedro Rico92, era difícil encontrar
pescado, huevo, patatas, azúcar y carne; el día 23 el Ayuntamiento prohibió formar cola
antes de la hora de apertura de los establecimientos, y el 24 lo extendió a las
carnicerías93. Estas medidas no surtieron ningún efecto: desde entonces hasta el final de
la guerra, las colas se convertirían en un elemento más del paisaje urbano madrileño.
Tampoco fueron efectivas el resto de medidas con las que tanto el Ayuntamiento
como el Gobierno Civil pretendieron poner fin a los comportamientos delictivos. Éste
último recordó el 12 de agosto la obligación que tenían los comerciantes de presentar
una declaración jurada de sus existencias; el hecho de que tuviera que recordarlo es una
muestra de que ésta orden no se cumplía. En septiembre, la Comisión de Abastos del
Ayuntamiento advirtió que los comerciantes que elevaran los precios serían
sancionados, de nuevo, reiterando lo que ya se había anunciado en los primeros
momentos de la guerra94. Y es que el problema tenía, como se ha visto, profundas
raíces, y las medidas de las autoridades sólo atacaban sus síntomas. Pero el empeño de
las autoridades locales en seguir legislando sobre la cuestión puede indicarnos que,
como señala Quirosa, a pesar de haber perdido la exclusividad en el manejo del orden
público, seguían ejerciendo un papel importante.95
En octubre tuvo lugar el primer intento por parte del Gobierno de poner orden y
centralizar la cuestión de los abastecimientos, en un momento en el que el choque de
competencias entre las autoridades y los comités había llegado al extremo de que la
Comisión Popular de Abastos y la Comisión de Abastos del Ayuntamiento habían
decidido crear, cada una por su cuenta, una cartilla de aprovisionamiento, repartiendo a
los confusos ciudadanos madrileños dos padrones distintos al mismo tiempo96.
90
VALERO y VÁZQUEZ, op. cit., p.181
91
La anécdota de la banda de música en la estación de tren aparece en CASAS, SANTIRSO y
SERRALLONGA, op. cit., p. 63
92
“Hemos hablado con el Alcalde”, ABC, 15 de septiembre de 1936
93
VÁZQUEZ y VALERO, op. cit., p. 161
94
Ibid., p. 122 y 162.
95
QUIROSA – CHEYROUZE, art. cit., p. 30.
96
ARÓSTEGUI y MARTÍNEZ MARTÍN, op. cit., pp. 159-162
32
UGT y CNT, y el Ayuntamiento y Diputación Provincial de Madrid 97. Lo heterogéneo
de su composición nos indica que se pretendía contar con el apoyo de todas las
tendencias políticas e instituciones implicadas en el asunto, para que sus medidas no
quedaran en papel mojado. La inclusión del Ayuntamiento y la Diputación madrileños
dan cuenta de la importancia que tenía el problema en la capital del país, y de lo
conscientes que eran las autoridades de este hecho.
97
MARTÍNEZ MARTÍN, art. cit., p. 74.
98
Ibid., p. 74
99
GRAHAM, Helen. Breve Historia de la Guerra Civil. Madrid, Espasa Calpe, 2006, p. 71
100
CHAVES NOGALES, Manuel. La Defensa de Madrid. Madrid, Espuela de Plata, 2011, p. 15
101
PRESTON, Paul. We Saw Spain Die. London, Constable, 2009, p. 38.
33
ciudad bajo asedio. Y uno de sus más graves problemas, aparte del empuje de las tropas
rebeldes, era el del abastecimiento.
Un problema que no había hecho sino empeorar en las últimas semanas. El cerco
del ejército nacional había dejado a Madrid con la carretera de Valencia como única vía
de comunicación con el resto del territorio leal. El continuo goteo de refugiados que
llegó a la ciudad huyendo del enemigo había elevado en un 25 % el consumo de
alimentos de primera necesidad, que pasó de suponer un gasto de 29 a 36 millones de
pesetas.102
34
ciudad para su abastecimiento, la Comisión quería vetar dicha capacidad. Ambas
instituciones nunca llegaron a un acuerdo respecto a estos asuntos105
Por tanto, la ciudad sitiada seguía teniendo que mantener a una ingente cantidad
de población en una situación harto complicada. A finales de enero, el pan, alimento
básico en la dieta de los madrileños, empezó a escasear: incluso se produjeron
manifestaciones de mujeres bajo el lema “queremos pan y carbón o si no la rendición”.
Estos acontecimientos llevaron a que se organizara una reunión entre el Consorcio de
Panadería, el Gobernador Civil, la Comisión Provincial, la Delegación de Abastos y la
105
ARÓSTEGUI Y MARTÍNEZ MARTÍN, op. cit., p. 150
106
ARÓSTEGUI Y MARTÍNEZ MARTÍN, op. cit., p. 150.
107
VALERO y VAZQUEZ, op.cit., p. 384
108
Ibid., p. 270
35
de Transportes y representantes de los partidos políticos y sindicatos, con el objetivo de
atajar la peligrosa situación109.
Las raciones que correspondían a cada ciudadano no eran suficientes: por tanto,
se multiplicó el fraude con las cartillas que habían entrado en vigor en noviembre. En
vista de que no se conseguía solucionar la causa de la enfermedad, de nuevo las
autoridades se decidieron a atacar los síntomas: a finales de enero, la Comisión
Provincial tomó la determinación de crear nuevas cartillas de racionamiento, esta vez
por sistema de cupones, Sin embargo, el fraude que comenzó a darse con éstas antes
incluso de que se repartieran obligó a retrasar su implantación: no fue hasta mediados
del mes de febrero cuando los madrileños tuvieron en sus manos las nuevas cartillas de
racionamiento. Cada uno de ellos debía inscribirse en un establecimiento, que serviría a
un total de 600 personas los géneros sometidos a racionamiento, hasta agotar
existencias. La Comisión de Abastecimientos fijaría los precios y las cantidades de
forma semanal, vendiendo a los establecimientos la cantidad que estos necesitaran para
servir a las 600 cartillas.110
109
ARÓSTEGUI y MARTÍNEZ MARTÍN, op. cit., pp. 155-157.
110
VALERO y VAZQUEZ, op.cit., p. 293
111
Ibid., p. 294; ARÓSTEGUI y MARTÍNEZ MARTÍN, op. cit., p. 156
112
VALERO y VÁZQUEZ, op. cit., p. 294 y 320
113
VALERO y VÁZQUEZ, op. cit., p. 320-322.
36
A estas alturas, la situación de escasez no era exclusiva de Madrid: el 9 de
marzo, el gobierno estableció la cartilla de racionamiento en todo el territorio
republicano. Y en un nuevo intento de centralización de la gestión del abastecimiento, el
10 de marzo el ministerio de Comercio promulgó un decreto por el que los consejos
provinciales y municipales pasarían a encargarse de todo lo relativo al
abastecimiento114.
37
tardado más de lo previsto en constituirse debido a las reticencias sindicales en torno a
su entrada en el mismo: el Consejo Provincial, que habría de sustituir a la antigua
Diputación, experimentaría las mismas dificultades al negarse los republicanos a entrar
en él.117
117
VALERO y VÁZQUEZ, op. cit., pp. 324 y 569
118
CALVO GONZÁLEZ, op. cit., y VALERO y VÁZQUEZ, op. cit.
119
VALERO y VÁZQUEZ, op. cit., pp. 382-384, y p. 410
38
retaguardia120. Alia Miranda afirma que en estos meses la escasez de alimentos en
Ciudad Real fue verdaderamente notable121; los valencianos reaccionarían ante el
mismo fenómeno criando gallos y gallinas en los patios de sus casas, lo que convirtió a
la ciudad en un ruidoso corral que no dejaba dormir a Mikhail Koltsov por las noches,
según recoge Ricard Blasco.122
Tanto las autoridades estatales como las locales lanzaron medidas que incidían
en este proceso de centralización de la gestión del abastecimiento. El Consejo
Municipal de Abastos de Madrid anunció en septiembre que todos los artículos de
comer, beber y arder que entraran en la ciudad sin permiso de entrada serían
decomisados, lo que la DGA reiterará en octubre. En ese mismo mes se estableció que
la Conserjería Provincial de Abastecimientos sería la única competente para repartir los
bienes entre los municipios, en medio de la protesta generalizada de éstos, y se creó un
Comité Regulador de Precios, dependiente del Ministerio de Hacienda.125
39
guardaespaldas a intentar convencer a los campesinos de que colaboraran con la ciudad
resistente vendiendo sus cosechas al precio de tasa. 126
126
BAHAMONDE y CERVERA, op. cit., p. 241; VALLS, art. cit., p. 222 y VALERO y VÁZQUEZ, op.
cit.,p. 485, SEIDMAN, op. cit., p.258 , MARTÍNEZ RUIZ, art cit., p. 149, ALIA MIRANDA, op. cit., p.
, CASAS, SANTIRSO y SERRALLONGA, op. cit., p. 101.
127
VALERO y VÁZQUEZ, op. cit., p. 540 y 560.
128
GUTIÉRREZ RUEDA Y GUTIERREZ RUEDA, op. cit., p. 110
129
MONTOLIU, op. cit., p. 306
130
GUTIÉRREZ RUEDA Y GUTIERREZ RUEDA, op. cit., p. 110
131
VALERO y VÁZQUEZ, op. cit., p. 560
132
Ibid., p. 584
40
que celebraron la entrada del año 1938 cenando el huevo que se les había repartido para
esa especial ocasión, y entre en los que cada vez estaba más extendida la sensación de
que el reparto establecido por las autoridades no funcionaba y que sólo era efectiva la
solidaridad en la pequeña comunidad133.
133
CASAS, SANTIRSO y SERRALLONGA, op. cit., p. 69
134
VALERO y VÁZQUEZ, op. cit., p. 627
135
Ibid., p. 627-628
136
Ibid., p. 655-695
41
los comercios. Por otro lado, la Junta realizó un estudio sobre el alza de precios, que
arrojó unos resultados preocupantes: éstos se habían elevado entre un 500 y un 1.200 %
desde el 18 de julio137.
Pero las causas de este acusado incremento de los precios iban mucho más allá
del mero afán de enriquecimiento de los comerciantes sin escrúpulos. En primer lugar,
detrás del encarecimiento de los productos estaba la inflación galopante que caracterizó
a la economía de la zona leal. La moneda republicana experimentó una fuerte
depreciación a lo largo de los años de guerra: mientras que en 1936 esta fue de un 19 %,
a finales de 1937 había alcanzado un 75 %, que acabaría elevándose al 98 % en 1938.
La falta de confianza en la divisa republicana también llevó a la desaparición de la
circulación de las monedas de plata, esto es, de aquellas de valores inferiores a 5
pesetas. Así, pronto los comerciantes carecieron de cambio para aquellos que querían
comprar productos de valor inferior, lo que tuvo un profundo impacto en un momento
en el que numerosos artículos de consumo diario se encontraban en este rango. Los
soldados, funcionarios y trabajadores recibían su sueldo en duros de papel, pero no
podían comprar estos artículos con ellos. Mientras el Gobierno trataba de dar solución al
problema, acuñando nueva moneda fraccionaria y disponiendo la recogida de las de
plata que aún circularan, así como habilitando los sellos de 5 a 25 céntimos como
moneda, los precios se redondearon al alza (y meter nota con otros efectos), y el trueque
se impuso como forma de realizar los intercambios económicos, no sólo entre personas,
también entre instituciones y en la propia administración138. Asimismo, tanto la escasez
de materias primas como la dificultad y encarecimiento del transporte repercutían en el
coste de adquisición de las manufacturas, por lo que los comerciantes tenían que subir el
precio de venta de los mismos para mantener sus negocios.
137
Ibid., p. 744
138
MARTÍN ACEÑA, Pablo. “La economía de la guerra civil: perspectiva internacional y comparada”, p.
27, y MARTORELL LINARES, Miguel. “Una guerra, dos pesetas”, pp. 331-343, ambos en MARTÍN
ACEÑA, Pablo, y MARTÍNEZ RUIZ, Elena. La economía de la guerra civil. Madrid, Marcial Pons,
2006
139
VALERO y VÁZQUEZ, op. cit., p. 655, p. 713.
42
contaba con un porcentaje de entre el 10 y el 30 % de la cabaña ganadera total de
España.140
A todo ello hay que unir los cortes en el suministro de agua, que dificultaban la
higiene de una población que en gran parte vivía hacinada y por tanto era más propensa
a las enfermedades y las restricciones en el fluido eléctrico, que dejaban frecuentemente
a oscuras la ciudad, paralizaban el metro e inutilizaban los ascensores, y que junto a la
escasez de papel y la huída de los anunciantes comprometía la supervivencia de los
periódicos que aún se publicaban en la capital, una de las principales fuentes de
información y entretenimiento para los madrileños.
Hacía tiempo que no manchaban el azul celeste que cubre Madrid las bandadas de
cuervos. Llegaron al comenzar la tarde; la bella tarde otoñal, que se llenó de miserias
vesiánicas y agresividad grotesca. […] Los trimotores no traían bombas, hermano lector;
no traían metralla. ¿Qué sorpresa mayor se podía esperar que la lluvia de panecillos?
¡Comer! Para que nos hartásemos, hermano lector: cansados de asesinar a los cándidos
niños y a las míseras mujeres, lanzaban ahora panecillos. El público madrileño rechaza
el regalito; no por temor al filtro envenenado, lo rechaza por espiritualidad de pueblo
sano que le repugna tocar siquiera ninguna dádiva que proceda de los criminales; lo
rechaza como si los panecillos los hubiesen amasado las manos de unos leprosos. No
deben preocuparse las autoridades. Es tan señorial el instinto de la gente de Madrid, que
en cada trabajador, hombre o mujer, viejos o niños, la réplica a tal infamante insulto es
la sonrisa despreciativa, la dureza de concepto, la indignación más viril, bajo la forma
castiza de siempre: “¿Pero qué se habrán creído estos muertos de hambre?” 142
140
MARTÍNEZ RUIZ, art. cit., p. 121
141
SEIDMAN, op. cit., p. 291
142
Reportaje de A. Montero, “Los trimotores de Jauja” en La Libertad, 5 de octubre de 1938. ABC
recoge las declaraciones del alcalde: “El pueblo de Madrid, rebosante de dignidad, se ha negado a comer
el pan arrojado de esa manera, y la ha entregado en los departamentos municipales”, 5 de octubre de 1938
143
Testimonio de Cristóbal Márquez Labajo, entrevistado el 03/10/2014
43
En noviembre, mientras las tropas republicanas cruzaban de nuevo el Ebro, esta
vez en maniobra de repliegue, el Gobierno llevó a cabo un último intento por solucionar
el problema que estaba desangrando su retaguardia. Creó la Junta Reguladora de
Abastecimientos, a la que estarían obligados a vender sus mercancías en exclusiva los
productores. La Junta repartiría a los comerciantes estos productos según el número de
cartillas de abastecimiento a las que éstos tuvieran que servir. Así, por primera vez se
trazaba un plan de conjunto con el que atacar la raíz del problema del desabastecimiento
en toda la zona republicana144.
Ya en la época existía un debate enconado sobre cuáles eran las causas del
problema que tanto afectaba a las vidas de los ciudadanos de la zona leal y que
comprometía las posibilidades de victoria del bando republicano. Un debate del que
144
BAHAMONDE y CERVERA, op. cit., p. 241
145
VALERO y VÁZQUEZ, op. cit., p. 791
146
BAHAMONDE y CERVERA, op. cit., p. 254-255
147
CASAS, SANTIRSO Y SERRALLONGA, op. cit., p. 217; y GRANDE COVIAN, Federico.
“Deficiencias vitamínicas en el Madrid de la Guerra Civil, una reminiscencia”, en VV. AA. Los médicos
y la medicina en la guerra civil española. Madrid, Saned, 1986
148
LOPEZARIAS, op. cit., p. 159
44
poco se transmitió a la prensa, que en general coincidía en culpar a la falta de
transporte149 y a la figura que se convirtió en cabeza de turco, la del especulador150. Y es
que no se debe olvidar que las publicaciones periódicas estaban sometidas a las tijeras
de doña Anastasia, que en manos primero de la Junta de Defensa y posteriormente en
las de la Delegación de Prensa y Propaganda del ministerio de Gobernación, recortaban
todas aquellas informaciones y opiniones que dichas autoridades no querían que se
transmitieran a la ciudadanía. Así, es mucho más frecuente encontrar furibundos ataques
contra “los que comercian con el hambre” que críticas a las autoridades por su gestión
de problema. Éstas también trataron de evitar que las disputas entre los grupos de los
que dependían los diversos periódicos y revistas se plasmaran en sus páginas151, ya que
ante la imposibilidad de mantenerse por sí mismos sin los ingresos procedentes de la
publicidad, éstos pasaron a convertirse en el altavoz de una determinada organización
que marcaba la línea editorial del diario.
Y es que, como señalan Safón Supervía y Simón Riera para el caso de Valencia,
los implicados en el asunto se culpaban mutuamente de la situación de escasez y
encarecimiento de las subsistencias. Los comunistas a los comités sindicales, a los que
creían acaparadores e incapaces de llevar a cabo la distribución de forma eficiente; los
sindicatos a la política de libre comercio del Gobierno, apoyada por los comunistas; los
comerciantes a los productores e intermediarios, los republicanos, a los comités
“revolucionarios” que competían con los organismos oficiales152. Entre éstos también
había, como hemos podido comprobar, desencuentros y disputas, ya fuera por motivos
ideológicos o por otros de naturaleza estratégica.
149
BOCOS RODRÍGUEZ, art. cit., p. 460
150
A lo largo de la contienda, se multiplican los editoriales que llaman a la detección y castigo de
aquellos a los que se culpa del problema de las subsistencias. Un ejemplo lo constituye el “Guerra a
muerte a los especuladores del hambre”, que aparece en La Libertad, 12 de junio de 1937. En “Guerra sin
cuartel a los que encarecen la vida”, (El Sol, 11 de septiembre de 1937) se sostenía que “la actividad más
tena y concreta de los enemigos del pueblo que viven en nuestra retaguardia a llegado a ser ésta: la
especulación. Con el propósito de crear graves conflictos en nuestro territorio, o simplemente con el
miserable deseo de enriquecerse, han multiplicado el precio de todos los artículos, especialmente los
alimenticios” Refiriéndose a los especuladores, se afirma en La Voz: “en la capital hay muchos traficantes
de esos, y las consecuencias de sus manejos las está pagando hoy todo el pueblo” (23 de abril de 1937)
151
Las autoridades republicanas no establecieron ningún tipo de reglas sobre qué debían y que no debían
publicar los periódicos durante el conflicto. Pero en alguna ocasión se daban ciertas indicaciones
generales; el gobernador civil de Madrid recordó, ya muy avanzada la guerra, algunas de las obligaciones
de la prensa en sus publicaciones, entre las que se encontraba la de evitar la polémica entre las
formaciones políticas y sindicales. MATEOS FERNÁNDEZ, op. cit., p. 327. BAREA, encargado de la
censura de los corresponsales extranjeros, recuerda que también se debían minimizar las derrotas (op cit.,
p. 223). PRESTON (op.cit) afirma que el resultado final dependía de cada censor.
152
SAFÓN y SUPERVÍA, op. cit., p. 105. Los comerciantes afiliados al Sindicato de Artes Blancas
culpaban a los vendedores ambulantes de la subida de precios, e incluso llegaron a pedir la pena de
muerte para aquellos que especularan con los precios. SEIDMAN, Michael. “Individualism in Madrid
during the Spanish Civil War”, en Journal of Modern History, 1, 1996, p.68.
45
Rodríguez, los choques de competencias entre los organismos oficiales, y la resistencia
de los oficiosos a cumplir la legislación establecida, no pueden explicar por sí solos la
envergadura que alcanzó el desabastecimiento tanto de Madrid como del resto de la
retaguardia republicana. Ni siquiera cuando se produjo la reorganización de los poderes
oficiales y se centralizó la gestión en materia de abastos se consiguió no ya solucionar,
siquiera suavizar la escasez de los bienes de primera necesidad.153
153
BOCOS RODRÍGUEZ, art cit., p. 464
154
BAHAMONDE y CERVERA, op. cit., p. 240
155
BAHAMONDE y CERVERA, op. cit., p. 239; CAYÓN GARCÍA, Francisco, y MUÑOZ RUBIO,
Miguel. “Transportes y comunicaciones”, en MARTÍN ACEÑA, Pablo, y MARTÍNEZ RUIZ, Elena. La
economía de la guerra civil. Madrid, Marcial Pons, 2006
156
No se ha estudiado con detenimiento la cuestión de cómo se acogió a los refugiados. Helen Graham se
hace eco de un informe en el que se dice que los provenientes de Málaga en mayo del 37 eran “salvajes y
medio moros” (op cit., p. 73), Azaña confiesa en sus memorias que en Valencia se acogía mal a los
madrileños evacuados porque éstos consumían víveres (recogido en SEIDMAN, op. cit., p. 106). Tanto
Ana Aguado y Dolores Ramos (op.cit., p. 244) como Just Casas, Manuel Santirso y Joan Serallonga (op.
cit., p. 91) afirman que es necesario estudiar en profundidad las relaciones entre los refugiados y la
población “nativa”. Aún así, los especialistas coinciden en la importancia de esta cuestión para explicar el
problema del abastecimiento. VIDAL, Tomás, y RECAÑO, Joaquín. “Demografía y guerra civil”, en
TUÑÓN DE LARA, Manuel. La Guerra Civil española. Vol. 14, Sociedad y Guerra Barcelona, Folio,
46
A ello se unió un fenómeno no muy destacado por la historiografía: la resistencia
de campesinos y ganaderos a entregar sus productos al precio que exigía Madrid, que se
extendió cuando esta medida fue puesta en práctica por el Gobierno republicano para
todo el territorio leal. La política republicana de favorecer a los consumidores frente a
los productores no sólo no solucionó el problema, sino que contribuyó en gran parte a su
desarrollo157.
La mayor parte de las medidas que tomaron las autoridades para frenar el
acaparamiento particular, la ocultación de género y el alza de precios se reducían a
prohibir dichas actividades y a establecer sanciones a quienes incumplieran sus órdenes.
Atacaron, como ya se ha dicho, los síntomas de la enfermedad y no su causa. Mientras
no se pudiera asegurar la entrada en la ciudad de víveres para alimentar a la población,
esta utilizaría todas las estrategias posibles para asegurarse el sustento. Mientras no se
redujera la inflación galopante, sería imposible evitar el alza de precios. Y estos
problemas tenían detrás, como hemos podido comprobar, un intrincado conjunto de
causas de difícil solución. Quizá también por este motivo se puso tanto énfasis en la
persecución de las infracciones en materia de subsistencias: éste era el último recurso
del que podían echar mano las autoridades locales tanto para aliviar la situación como
para mostrar a la población que no permanecían pasivas.
1996, pp. 52-69; ORTEGA, Jose Antonio, y SILVESTRE, Javier. “Las consecuencias demográficas”, en
MARTÍN ACEÑA, Pablo, y MARTÍNEZ RUIZ, Elena. La economía de la guerra civil. Madrid, Marcial
Pons, 2006.
157
Es una de las tesis principales de SEIDMAN, op. cit.
158
MARTÍNEZ RUIZ, “Las relaciones económicas internacionales…”, p. 321
159
CASAS, SANTIRSO Y SERRALLONGA, op. cit., p. 91
160
TORRES VILLANUEVA, Eugenio. “Los empresarios: entre la revolución y la colaboración”, en
MARTÍN ACEÑA, Pablo, y MARTÍNEZ RUIZ, Elena. La economía de la guerra civil. Madrid, Marcial
Pons, 2006
47
3.3 El control de la retaguardia: la justicia popular y los delitos de
subsistencias
Si en todos los tiempos y lugares han perseguido los Poderes Públicos los actos de
acaparamiento y ocultación de mercancías, que alteran el precio natural de las cosas,
atentando contra el interés y el orden público, está más en razón aún que en las
circunstancias actuales de guerra, en que el libre juego de la oferta y la demanda se
halla notoriamente influenciado por factores imponderables que imposibilitan la regular
adquisición de las cosas, el Estado, en su función tutelar del ciudadano, castigue con
mayor severidad a los logreros que trafican con la guerra, atentando contra la vida de la
población civil y favoreciendo así los designios del enemigo de los que son
colaboradores encubiertos y por tanto, hostiles y desafectos al régimen.161
48
estas medidas: en agosto de 1936, el Ministerio de Justicia emitió un decreto en el que
se establecía que el acaparamiento particular sería castigado con multas de hasta 100
veces el valor de la mercancía, y que la ocultación de género por parte de los
comerciantes conllevaría multas de entre 5.000 y 10.000 pesetas, el decomiso de dicho
género y la clausura del establecimiento. En dicho mes, el Ayuntamiento de Madrid
impuso una multa de 5.000 pesetas a dos comerciantes del mercado de Torrijos que
habían alterado el precio de la carne de cordero164.
164
VÁZQUEZ y VALERO, op. cit., p. 123.
165
CANCIO FERNÁNDEZ, op. cit., p. 64.
166
Gaceta de la República, 22 de octubre de 1936. CERVERA GIL, op. cit. p. 142.
167
SANCHEZ RECIO, op. cit., p. 60 y ss.
168
Gaceta de la República, 12 de diciembre de 1936. CERVERA GIL, op. cit., p. 142, CANCIO
JIMÉNEZ, op cit., p. 65, SANCHEZ RECIO, op. cit., p. 65
169
Gaceta de la República, 27 de diciembre de 1936. BADIA (op. cit., p. 109) afirma que es difícil
conocer el número de personas que fueron enviadas a los campos de trabajo por haber cometido un delito
de subsistencias, ya que la mayor parte de los internos decían haber sido castigados por ese motivo para
ocultar otros más graves, como la desafección o la traición.
49
trabajo, mientras que el resto de penas tendrían carácter accesorio.170 Podemos
considerarlo un intento por parte del ministro García Oliver para reorganizar y
sistematizar la persecución de los delitos con carácter de desafección171: existía una
cierta confusión sobre que organismos debían encargarse de cada caso, ya que los
Jurados de Guardia, creados el 17 de octubre de 1936, entendían de los delitos definidos
en los bandos de las autoridades locales, que frecuentemente se dedicaban a la
persecución de delitos en materia de subsistencias. En muchas ocasiones, los Jurados de
Guardia cumplían la mera función de reconducir el caso al organismo competente. Una
confusión que podemos rastrear en la documentación, como veremos en el siguiente
apartado.
170
CERVERA GIL, op. cit., p.143
171
SANCHEZ RECIO, op. cit., p. 65
172
VÁZQUEZ y VALERO, op. cit., p. 412
173
Gaceta de la República, 29 de agosto de 1937.
174
CANCIO señala que es lo que ocurre en el caso de los Jurados de Urgencia y Guardia de Málaga
(op.cit., p.) SÁNCHEZ RECIO sostiene lo mismo a nivel general en su artículo.
50
indebidos175. El hecho de que se estableciera que los fallos de estos tribunales serían
publicados en la prensa y difundidos por la radio nos indica que no sólo se pretendía
perseguir estos delitos de una forma más eficiente, sino que también se pretendía dar
ejemplo y puede que también mostrar a los ciudadanos que las autoridades no estaban
de brazos cruzados ante un problema tan grave para ellos.
175
Gaceta de la República, 19 de septiembre de 1937
176
SÁNCHEZ RECIO documenta en su trabajo sobre Almería conflictos entre autoridades judiciales por
la confusión de competencias (op. cit., p. 162)
177
SANCHEZ RECIO, art cit., p. 591
178
Gaceta de la República, 25 de marzo de 1938, y 7 de mayo de 1938. Sólo sobre el papel, ya que
debido a continuas interrupciones motivadas tanto por la guerra como por renovaciones de sus miembros
o sobrecarga de trabajo, los procesos solían alargarse.
179
SÁNCHEZ RECIO, op cit., p. 166
51
4. Aproximación analítica al objeto de estudio: los expedientes judiciales en
materia de subsistencias
La documentación generada tanto por los Jurados de Urgencia como por los
TEG es muy similar. Se inicia con el informe hecho en la comisaría a la que se lleva a
los detenidos, así como a los testigos del hecho y a los denunciantes, en caso de que los
haya. Este informe contiene la declaración de los inculpados, la de las autoridades si han
sorprendido in fraganti a éstos, y la de testigos y/o denunciantes. En caso de que se
considere necesario, se realizan interrogatorios, conducidos en su mayor parte por el
SIM. Si se ordena un registro, se incluye un acta en el que se detallan los artículos
encontrados en el mismo. El informe se pasa a los Jurados o Tribunales, que deciden si
llevar a cabo más acciones (estos pueden llamar de nuevo a los acusados, testigos y
denunciantes para que comparezcan, por ejemplo) y ponen una fecha para el juicio.
Mientras tanto, los inculpados ingresan en prisión preventiva, que puede convertirse en
libertad condicional si un partido o sindicato da fe de la buena conducta de los mismos
y la solicita.
180
PARES, Portal de Archivos Españoles, disponible en http://pares.mcu.es/
52
aunque también podemos encontrar peticiones de reducción de condena por motivos de
salud, o de permuta de la estancia en el campo de trabajo por el cumplimiento de
trabajos forzados en sus empleos habituales. Los últimos documentos que componen los
expedientes son las certificaciones que las prisiones envían a los Jurados y Tribunales
cuando los condenados liquidan su condena y son puestos en libertad. A partir de la
declaración del estado de guerra en enero de 1939, encontramos ciertos cambios; las
diligencias iniciales quedan a cargo del tribunal militar del ejército de centro y del SIM,
pero después pasan a los TEG, lo que contradice la afirmación de Sánchez Recio de que
desde este momento se produjo la paralización de la administración judicial ordinaria181.
Para la realización de este trabajo, hemos consultado 181 de los 373 expedientes
incoados en materia de subsistencias182. 18 de ellos corresponden a los procesos
incoados a los Jurados de Urgencia en el año 1937 y el resto, 163, fueron generados por
los Tribunales Especiales de Guardia desde abril de 1938 hasta marzo de 1939. Pero
existe una complicación añadida. Esos 18 expedientes del año 1937 fueron producidos
por la Secretaría Especial de los Tribunales Populares y de los Jurados de Urgencia y
Guardia de Madrid, que tuvo funciones coordinadoras entre octubre de 1936 y marzo de
1937, y constituyen tan solo el registro de los que instruyeron los Jurados de Urgencia
bajo la categoría de desafección, puesto que era así como se juzgaban los delitos en
materia de subsistencias hasta marzo de 1938. Por lo tanto tuvimos que buscar los casos
correspondientes a dichos registros en la categoría de desafección, de la que hay 10.837
expedientes, utilizando los nombres de los inculpados en el motor de búsqueda del
portal. Al responder estas instituciones judiciales a dinámicas distintas, tanto por la
diferente definición del delito (calificado de desafección entre 1936 y marzo de 1938, y
de subsistencias desde entonces) como por la evolución del problema de la escasez en
esas etapas, abordaremos el estudio de la documentación que generaron por separado,
prestando una mayor atención a la correspondiente a los Tribunales Especiales de
Guardia.
181
SÁNCHEZ RECIO, op. cit., p. 99.
182
Ibid., p. 166.
53
representativos de su labor ni de la situación existente en el año 1937, aunque la
coincidencia de estos con la información aportada por otros autores puede indicar que
vamos bien encaminados. Así, las ideas que se exponen a continuación son hipótesis
parciales.
183
SÁNCHEZ RECIO, art cit., 596, p. y CANCIO JIMÉNEZ, op. cit., p. 67.
184
“Expte. nº 484 instruido contra CAÑONES CANTERO, Joaquín, GARCIA MARTIN, Antonio por el
delito/s de Desafección al Régimen”. AHN, CG, 276,Exp.1
185
“Expte. nº 204 instruido contra ROVIRA, Enrique, SANCHEZ, Félix, NAVARRO, Honorato por el
delito/s de Incautación indebida y pillaje”. AHN, CG,128,Exp.21
186
“Expte. nº 530 instruido contra OLIVARES CALERO, Ramón por el delito/s de Desafección al
Régimen”. AHN, CG, 276,Exp.20
54
con los inculpados, respetando el principio de presunción de inocencia y tratando de
mantener una proporcionalidad entre delito cometido y pena impuesta.
Al haber podido estudiar un número mucho mayor de causas instruidas por los
TEG entre abril de 1938 y marzo de 1939, es más probable que la información extraída
de las mismas resulte representativa tanto de su labor como de la situación existente en
Madrid en el último año de guerra, por lo que afrontaremos su tratamiento de una forma
más extensa. De los 163 expedientes incoados por los conocidos como “Tribunales de
Hierro” con los que hemos trabajado, 147 corresponden al año 1938 y 16 a los primeros
tres meses de 1939. Los primeros se reparten de la siguiente forma: 64 en abril, 44 en
mayo, 8 en junio, 2 en julio, 12 en agosto, 3 en septiembre, 4 en octubre, 9 en
noviembre y 1 en diciembre. De los correspondientes a 1939, 9 se incoan en enero, 5 en
febrero y 2 en marzo.
70
60
50
40
30
20
10
0
55
provisionales: se hace necesario consultar la totalidad de las causas incoadas por los
TEG en esta materia para que éstas tengan una base más sólida.
Un importante porcentaje de las causas estudiadas se inicia por hechos que los
jueces acaban considerando no constitutivos de delito: 67 de las 163 consultadas
encajan en este apartado. Una de las explicaciones posibles de este fenómeno es que el
exceso de celo en la persecución de estas infracciones llevó a las fuerzas del orden a
denunciar y detener a muchas personas cuyos actos resultaron no estar tipificados como
delito por ninguno de los decretos o bandos publicados por las diferentes autoridades.
Encontramos un claro ejemplo de este exceso de celo en las inspecciones que llevaron a
cabo delegados del Gobierno Civil en tiendas y comercios madrileños para detectar las
tan odiadas subidas de precios y ocultaciones de género. Aquellos inspectores que
encontraron anomalías en estos ámbitos denunciaron a los responsables, que fueron
puestos a disposición de los TEG. Sin embargo, la inmensa mayoría de estos procesados
fueron absueltos en el juicio por no haber infringido ninguna disposición en materia de
subsistencias. De hecho, en algunos casos los inspectores van más allá del exceso de
celo y parece que buscan encontrar faltas donde claramente no las hay. Según Julio
Cuadrado Muñoz, dueño de una tienda de ropa en la calle de Alcalá, 133, los
inspectores que fueron a su comercio estuvieron cuatro horas buscando y rebuscando
algún artículo más caro de lo normal hasta que consiguieron encontrar algo con lo que
poder procesarle. O al menos eso alegó en la declaración que le tomaron en comisaría el
18 de mayo de 1938, cuando fue detenido por supuesta venta a precios abusivos.
Debemos dar algo de crédito a sus palabras, puesto que el fiscal retiró la acusación y los
miembros del TEG nº2 le absolvieron tras el juicio, el 23 de mayo.187
4%
41%
55%
Algo similar le ocurre a Juan Barrios Edo; los inspectores delegados del
gobernador civil hallaron en su tienda de tejidos de la calle Atocha un porcentaje de
beneficio excesivo en varios artículos de primera necesidad. Sin embargo, los miembros
del TEG nº3 detectan errores de contabilidad en el informe y demuestran que Juan no
187
"Causa nº 30 instruida contra CUADRADO MUÑOZ, Julio por el delito/s de Infracción en materia de
subsistencias por venta abusiva de varios artículos de uso y vestido." AHN, CG, 148, Exp. 49
56
vende a precios excesivos, por lo que es absuelto188. También fue importante el papel de
los ciudadanos de a pie en este sentido: las autoridades les animaron en numerosas
ocasiones a denunciar el alza de precios, por lo que podemos encontrar numerosas
causas iniciadas por denuncia ciudadana que finalmente no constituyen delito. Es el
caso de un cliente que, descontento con el precio que había pagado por unos chatos de
moscatel en un bar de la calle Porlier, denunció a la dueña, Esperanza Lorca de Miguel.
Después de un largo peregrinaje primero por el juzgado municipal, después por el
juzgado de instrucción número 4, y finalmente, por el Tribunal Especial de Guardia nº3,
Esperanza sería absuelta el 6 de mayo de 1938.189 O el de Nicolasa, una clienta que
considera abusivo el precio que le pedían por un par de alpargatas en “Casa Gonzalo” y
alerta a por ello a las autoridades; los dueños de este establecimiento en la calle Mesón
de Paredes, 60, serán absueltos el 4 de mayo del mismo año 190. Asimismo, y como
ocurre cuando analizamos las causas de 1937, muchos de los procesos elevados a los
TEG no constituyen delito pero si falta, por lo que estos organismos los derivaron a los
juzgados municipales. No tenemos información de este aspecto en 7 causas: en 4 de
ellas no se puede hallar a los acusados porque han sido evacuados, se encuentran
movilizados o bien han huido; en una se suspende el proceso mientras se llevan a cabo
más averiguaciones; y en dos ni el proceso ni por tanto el sumario fueron completados
por la llegada del fin de la guerra y la sustitución del aparato judicial republicano por el
franquista.
Para poder clasificar los delitos, se han establecido tres categorías, una escala
según su magnitud. Consideramos pequeño delito aquel que se sitúa a nivel de
subsistencia: el intercambio de una pequeña cantidad de alimento por otra o la venta
ocasional de un artículo de poco valor, por ejemplo. En la categoría de mediano delito
se engloba a aquellos en los que aparece el mercado negro: la ocultación de género en
una tienda con el propósito de ser vendido a un precio muy superior de forma ilegal, y
el acaparamiento de víveres y otros artículos en grandes cantidades, con el mismo
objetivo. Y se hace referencia a grandes delitos cuando estos implican una red de
intercambios y ventas ilegales, las estafas y corruptelas insertas en los organismos
dedicados al abastecimiento u otras instituciones gubernamentales, o los delitos que,
cometidos por empresas, alcanzan cifras millonarias. Aportamos dos ejemplos de esta
categoría para clarificar qué hemos considerado un gran delito: la distracción de grandes
cantidades de jabón de la fábrica “La Madrileña” y su reparto entre los empleados de la
misma para que realizaran intercambios con ellos191, o la ocultación de género por valor
de más de un millón de pesetas en los Almacenes G. Marín192.
188
"Causa nº 45 instruida contra BARRIOS EDO, Juan por el delito/s de Infracción en materia de
subsistencias por venta de tejidos a precios excesivos." AHN, CG,156,Exp.2
189
"Causa nº 17 instruida contra LORCA DE MIGUEL, Esperanza por el delito/s de Infracción en
materia de subsistencias." AHN, GC, 155, Exp. 23
190
“Causa nº 94 instruida contra BALSERA RAMOS, Dámaso, FAJARDO GUTIERREZ, Alfonso,
GONZALO RAMOS, Félix por el delito/s de Infracción en materia de subsistencias por venta de calzado
a precio excesivo”. AHN, CG,156,Exp.21
191
“Expte. nº 111 instruido contra HUESCAR RODRIGUEZ, Salvador, IMEDIO DE LA ROSA, Jesús
Antonio , SACEDON TORRES, Anastasio , VALLEJO PLAZA, Edilberto , IMEDIO DIAZ, Joaquín por
57
Los resultados que arroja esta categorización muestran que la mayor parte de los
delitos cometidos entre 1938 y 1939, 64, son de mediana envergadura, 15 pueden ser
considerados pequeños, y 10 de ellos entran en la categoría de grandes delitos. No se
deben malinterpretar estos resultados: la preponderancia de los medianos delitos podría
llevarnos a pensar que estos eran los que más frecuentemente se daban en la sociedad
madrileña. Sin embargo, muy probablemente los más abundantes fueran aquellos
pequeños delitos, más difícilmente detectables, o aquellos que solo constituían falta y
por tanto ni siquiera pasaron por los TEG. Por otro lado, puede que tampoco los grandes
delitos están bien representados por los resultados: si bien al tener una mayor
envergadura podían ser más fácilmente detectables, la corrupción de aquellos
encargados de su persecución por parte de los implicados contribuiría a que éstos
permanecieran ocultos.
11%
17%
72%
Para establecer una tipología de los delitos, se han tenido en cuenta tan sólo los
que los miembros de los TEG consideraron como tales; todos aquellos que, a pesar de
haber sido instruidos por una de las siguientes causas fueron hallados no constitutivos
de delito o clasificados como faltas menores por el Tribunal, han sido excluidos de estos
cálculos. De las seis categorías establecidas, el acaparamiento, la ocultación de género,
el intercambio ilegal, la venta ilegal, el desvío de productos de los organismos oficiales
al mercado negro o a particulares y el alza de precios, es esta última la que engloba un
mayor número de casos, concretamente 29. Las razones de esta preponderancia son
varias. En primer lugar, tanto el Consejo Municipal como el Gobierno Civil, siguiendo
una línea ya establecida por las autoridades gubernamentales, hicieron especial hincapié
en la persecución del especulador, figura que acabó tornándose en una suerte de chivo
expiatorio. Y es que si bien muchos comerciantes y vendedores ambulantes se
aprovecharon de la situación para hacer mayores beneficios, también es cierto que
detrás del alza de precios había también otras causas, como la inflación y la escasez de
moneda fraccionaria. En abril de 1938, la Cámara de Comercio envió un escrito
quejándose de esta persecución al Gobierno Civil, que aparece reproducido como una
el delito/s de Infracción en materia de subsistencias por intercambio de jabón por víveres”. AHN,
CG,153,Exp.46
192
“Causa nº 74 instruida contra BALBUENA MOLERO, Matías, VERA MARTIN, Dionisio de por el
delito/s de Infracción en materia de subsistencias por ocultación”. AHN, CG,156,Exp.45
58
de las pruebas a favor del dueño de un establecimiento de compra venta en la calle
Desengaño, en la causa que se sostuvo en dicho mes contra éste por venta a precios
excesivos193. En primer lugar, la Cámara sostiene en este documento que no existía una
legislación clara sobre porcentajes de beneficio legales e ilegales, por lo que los
comerciantes no sabían a qué atenerse.194 Por otro lado, la Cámara afirma que las
autoridades no estaban teniendo en cuenta que los comerciantes no podían vender los
artículos sin imponerles un porcentaje de utilidad que cubriera no solo los gastos de
compra de dichos artículos, también los gastos generales y aquellos especiales, como
los del peligro de rotura en algunos productos determinados. Y es que la pretensión de
mantener los precios de los artículos en los niveles de preguerra era difícilmente
alcanzable en la práctica; habría condenado a la ruina a no pocos comerciantes. Una
prueba de que detrás del alza de precios no estaba el simple afán de enriquecimiento es
que gran parte de los condenados por este motivo no pudieron hacer frente a las multas
con las que fueron castigados y tuvieron que solicitar su pago a plazos; incluso después
de habérseles concedido esto, muchos de ellos fueron incapaces de cumplir y los TEG
decretaron el embargo de sus bienes o la sustitución de la pena pecuniaria por los
trabajos forzados a favor del Estado o del municipio. La persecución del alza de precios
afectaba a negocios de todos los tamaños, desde el pequeño establecimiento de
ultramarinos a los grandes almacenes situados en la Avenida de Rusia (anteriormente
denominada Gran Vía). De hecho, tanto los Almacenes Rodríguez, como SEPU, que era
entonces una sociedad colectivizada, fueron procesados y condenados por este delito.195
34%
17%
13%
20%
193
“Causa nº 50 instruida contra GARRIDO GONZALEZ, José por el delito/s de Infracción en materia de
subsistencias por venta a precios excesivos de varios artículos”, AHN, CG, 156,Exp.4
194
Los porcentajes de beneficio máximo no se fijarían hasta julio de 1938.
195
“Expte. nº 12 instruido contra varias personas por el delito/s de Infracción en materia de subsistencias
por venta de mercancias a precios excesivos”. AHN, CG,145,Exp.12, y “Causa nº 52 instruida contra
RETTERU, Aurel por el delito/s de Infracción en materia de subsistencias”, AHN, CG, 150,Exp.30
59
respectivamente. Y es que aquel que mantenía ocultos en su casa o negocio una gran
cantidad de productos lo hacía con vistas a su venta o intercambio, por lo que podemos
considerarlos parte del mismo delito. Si no lo fueron en la práctica a efectos legales, es
porque dichos acaparadores y ocultadores evitaron ser sorprendidos vendiendo o
intercambiando sus mercancías. De hecho, la mayor parte de los inculpados por estas
causas elaboraban un sinfín de excusas con las que intentar demostrar a las autoridades
y a los jueces que no pretendían vender en el mercado negro el género que les fue
descubierto. Los particulares solían alegar que este era producto de envíos de allegados
que vivían en el campo, o que guardaban tal cantidad de producto para repartirlos entre
sus amistades. Esto último lo afirma en su declaración Manuel Olmeda Manzano, al que
se le descubre un almacén clandestino en Vicálvaro en el que hay, entre muchas otras
cosas, setenta kilos de patatas, trescientos botes de harina, seiscientas treinta pastillas de
jabón y mil doscientos cincuenta y cinco huevos. Los miembros del TEG nº3 no
debieron creer que Manuel fuera tan generoso con sus amigos, y le condenaron a un año
y seis meses de internamiento en un campo de trabajo y al pago de 50.000 pesetas de
multa.196 Si a los inculpados se les sorprendía tras haber efectuado el intercambio o
venta, era muy frecuente que sostuvieran que no pretendían deshacerse de sus
mercancías y que fue el cliente el que insistió en adquirirlas o intercambiarlas, o que
afirmaran que lo habían hecho para alimentar a su familia, en la que habitualmente uno
o varios de sus miembros estaban enfermos y tenían por tanto necesidades especiales.
196
"Causa nº 1 instruida contra RAMIREZ SERRANO, Luis, OLMEDA MANZANO, Manuel por el
delito/s de Infracción en materia de subsistencias." AHN, GC, 155, Exp. 1
197
"Causa nº 6 instruida contra VAQUERIZO AGUADO, Isaac, IZQUIERDO OLARTE, Justo por el
delito/s de Infracción en materia de subsistencias." AHN, GC, 155, Exp.12
198
“Expte. nº 115 instruido contra MARTINEZ MORAL, Manuel por el delito/s de Infracción en materia
de subsistencias”. AHN, CG,147,Exp.20
60
Entre los comerciantes, lo más usual era negar que distrajeran de la venta legal
esos artículos ocultos; solían afirmar que almacenaban dichas existencias para su
clientela habitual. Santiago Monforte, dueño de una mercería, alega que los cientos de
bobinas de hilo y carretes que le han sido encontrados ocultos los guardaba para que los
clientes conocidos no se quedaran sin ellos, ya que eran productos que escaseaban. No
se libró de la multa de 1.000 pesetas199. Lo mismo sostiene Eugenio Velardo
Cambronero cuando un agente, haciéndose pasar por ciudadano particular, pregunta por
varios artículos en su mercería y los dependientes le dicen no tener existencias, pero en
el registro que se realiza posteriormente se demuestra que esto no es cierto. Tampoco le
sirvió de nada, ya que tuvo que abonar una multa de 10.000 pesetas200. Así, los
acaparadores y ocultadores de género eran castigados con la misma dureza que los que
incurrían en la venta y el intercambio ilegal, generalmente en razón de la envergadura
del delito. Por otro lado, dentro de la venta ilegal, también se engloban otros tipos de
delito distinto, como la existencia de mataderos clandestinos en los que se sacrificaban
reses bovinas y equinas para la posterior venta de su carne, tanto a particulares como a
negocios: 7 de los casos de esta categoría implican dicha actividad ilegal, que además
comprometía la salud pública, puesto que los animales sacrificados de esta forma no
pasaban ningún tipo de control veterinario.201
199
“Causa nº 22 instruida contra MONFORTE EXTREMIANA, Santiago por el delito/s de Infracción en
materia de subsistencias por ocultación de ovillos y bobinas de hilos.” AHN, GC, 148, Exp.44
200
“Causa nº 36 instruida contra GARCIA GONZALEZ, Isabel, RAMIREZ FERRERO, Felisa ,
VELARDE CAMBRONERO, Eugenio por el delito/s de Infracción en materia de subsistencias por
ocultación de géneros”.AHN,CG,155,Exp.51
201
“Causa nº 21 instruida contra FERNANDEZ MORALES, Atanasio, GONZALEZ RUIZ, Nemesio,
ALONSO PEREZ, Manuel por el delito/s de Infracción en materia de subsistencias por venta clandestina
de reses”, AHN, CG, 155, Exp.30, en abril de 1938; “Causa nº 19 instruida contra GONZALEZ
MENENDEZ, Francisco, por el delito/s de Infracción en materia de subsistencias”, AHN, CG,
155,Exp.28, en abril de 1938; “Expte. nº 110 instruido contra MUÑOZ GARCIA, Antolín, SANCHEZ
VALLADARES, Calixto, PEÑAFIEL BLASCO, Jesús por el delito/s de Infracción en materia de
subsistencias por venta clandestina de carne de burro”, AHN, CG,157, Exp.8, en abril de 1938; “Expte. nº
104 instruido contra MARTINEZ SIERRA, Marcelino por el delito/s de Infracción en materia de
subsistencias. AHN, CG, ,157, Exp. 2”, en abril de 1938; “Expte. nº 128 instruido contra varias personas
por el delito/s de Infracción en materia de subsistencias por venta y adquisición de ganado equino
clandestinamente”, AHN, GC,157,Exp.20, en mayo de 1938; “Causa nº 173 instruida contra varias
personas por el delito/s de Infracción en materia de subsistencias por venta clandestina de carne de
caballo”, AHN, CG, 153,Exp.41, en octubre de 1938; y “Causa nº 180 instruida contra HERNANDEZ
GUINDERO, Justo, FUENTE GOMEZ, Fernando de la por el delito/s de Infracción en materia de
subsistencias por venta clandestina de carnes”, AHN, CG, 153, Exp.34, en noviembre de 1938
61
su día a día y que incluso llegó a segar las vidas de muchos de ellos 202. Resulta
verosímil la idea de que, indignados frente al enriquecimiento de unos pocos al socaire
del sufrimiento de la mayoría, algunos madrileños decidieran denunciar los
comportamientos delictivos en todo lo relacionado con el alimento y el vestido.203
8%
29%
63%
Pero no se deben desechar otros factores que pueden estar detrás de algunos
casos: los historiadores especializados en el estudio de la represión en la guerra y la
posguerra han demostrado que las rencillas, rencores y odios personales motivaban una
importante cantidad de las denuncias ciudadanas.204 Eso sí, aquellos denunciantes que
falsearon la realidad para vengarse de un asunto personal vieron como la justicia se
volvía contra ellos una vez quedaba demostrada la inocencia de los denunciados. Es lo
que le ocurrió a Hortensia Mateo Gil, que en noviembre de 1938 llevó a las autoridades
al matrimonio que hasta entonces le había acogido en su casa, afirmando que estos
distraían víveres del cuartel en el que trabajaba el marido. Al demostrarse la inocencia
del matrimonio, Hortensia fe procesada por denuncia falsa205. Concepción Castillejo,
furiosa porque su amante Gregorio Álvarez le había abandonado al descubrir que no era
el único hombre que la visitaba por las noches, afirmó que éste le había proporcionado
víveres de manera fraudulenta; dejarse llevar por el despecho condujo a Concepción al
banquillo de los acusados206. Hay constancia de que se admitían las denuncias
anónimas: el proceso contra, Antonio Pérez Estévez, que resultó en su absolución, se
202
Recordamos que a la altura de febrero de 1939 se producían cientos de muertes por inanición a la
semana, si bien todavía no contamos con estudios sobre este fenómeno.
203
Tanto las autoridades como la prensa llamaban constantemente a la colaboración ciudadana en este
aspecto. Reproducimos un fragmento de un artículo aparecido en El Sol, entonces en manos del Partido
Comunista, que nos parece representativo: “Ha llegado pues, la hora de arrancar de nuestra retaguardia el
criminal logrerismo de los que a costa de las necesidades del pueblo tienen colmado el saco de sus
avaricias. El Gobierno, para llevar a cabo esta extirpación, necesita la ayuda del mismo pueblo. Todos
hemos de aprestarnos a desenmascarar y denunciar a los especuladores. Nadie que negocie con el hambre
puede escapar” (31/08/1937)
204
KALYVAS, Stathis. La lógica de la violencia en la guerra civil. Madrid, Akal, 2010.
205
“Expte. nº 124 instruido contra LOPEZ JESUS, Carmen, ORTIZ MONASTERIO, Ángel por el
delito/s de Infracción en materia de subsistencias”. AHN, CG, 147,Exp.7
206
“Expte. nº 140 instruido contra ALVAREZ ALVAREZ, Gregorio por el delito/s de Infracción en
materia de subsistencias por acaparamiento de víveres”, AHN, CG, 157, Exp.28.
62
inició debido a que el Gobierno Civil recibió una carta sin remitente en la que se le
acusaba de ocultar víveres a la clientela de su restaurante 207
Hombres Mujeres
11%
89%
207
“Expte. nº 126 instruido contra PEREZ ESTEVEZ, Antonio por el delito/s de Infracción en materia de
subsistencias”, AHN, CG, ,152, Exp.25
208
ABELLA las denomina “heroínas de la retaguardia (op cit., p. ). Un profundo estudio del papel de la
mujer en la guerra es el de NASH, Mary. Rojas. Mujeres republicanas en la Guerra Civil. Madrid,
Taurus, 1999.
209
Como por ejemplo, PRIETO BORREGO, Lucía. “Racionamiento, control social y estraperlo”, en
Cilniana: Revista de la Asociación Cilniana para la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural, 16,
2003, pp. 5-19, o el ya citado trabajo de GÓMEZ OLIVER y DEL ARCO BLANCO, art.cit.
63
datos obtenidos para comprobar o refutar esta última hipótesis, examinando que tipo de
delito cometieron las mujeres procesadas.
5%
38%
57%
210
SÁNCHEZ RECIO, op. cit., p. 166.
64
Multa Cárcel y multa
Trabajos forzados y multa Trabajos forzados
Campo Trabajo Campo trabajo y multa
Batallón disciplinario
4%
28%
38%
1% 17%
1% 11%
Los resultados obtenidos en nuestro estudio coinciden con los que presenta
Gasch Tomás en su trabajo sobre Ciudad Real: la preponderancia del acaparamiento de
productos y del alza de precios sobre otro tipo de delitos juzgados, el protagonismo
absoluto de los hombres frente a un porcentaje mucho mejor de mujeres procesadas, un
alto porcentaje de absoluciones, que en su caso llega al 61 %, y la importancia de las
penas de carácter pecuniario211.
En primer lugar, las causas muestran una situación económica en la que son
comunes las empresas que funcionan de manera colectivizada: cuando estas cometen
algún delito, no es extraño que se procese por entero al Comité Obrero que las controla,
o que la multa que se impone como castigo afecte a la empresa al completo. Pero la
peculiaridad de la situación económica que aparece en las páginas de los expedientes no
se reduce sólo a esto: la necesidad de mantener la producción de bienes de consumo
lleva a los jueces a aceptar soluciones originales cuando ya se ha dictado sentencia
sobre la misma. Es el caso de los comercios de alpargatas propiedad de Salustiano
Martínez; al comprobarse en juicio que éste ocultaba género para venderlo en el
mercado negro, el TEG le impone una multa de 500.000 pesetas, que se iba a satisfacer
con el embargo de las mercancías de la tienda. Pero un empleado acude al Tribunal y
211
GASCH TOMÁS, art.cit., pp. 816-824.
65
solicita que, en lugar de embargar las existencias del establecimiento, se cedan a los
trabajadores de la empresa para que éstos continúen con su venta, y que de esta forma se
siga sirviendo calzado a los vecinos, se mantengan una importante cantidad de puestos
de trabajo y se garantice el pago de la multa impuesta con parte de los beneficios
derivados del negocio. El Tribunal acepta esta solución, por lo que dicho empleado
acude cada mes al mismo para dar cuenta de la actividad de la empresa y entregar la
parte correspondiente de los beneficios a las autoridades.212
Asimismo, las causas reflejan una sociedad controlada de múltiples formas: las
inspecciones de delegados del Gobierno Civil, de agentes ligados al ayuntamiento o a la
DGS, pero también la vigilancia por parte de Comités de Vecinos y porteros de casas,
que tienen una importancia fundamental tanto en la detección del delito como en la
recogida de pruebas una vez iniciado el proceso. No es extraño que el Comité de
Vecinos en pleno denuncie un comportamiento sospechoso, como ocurre en el caso del
de la calle Monserrat 16/17, que se presenta en bloque en la comisaría porque varios de
sus componentes han visto como José Fernández, uno de los vecinos, carga y descarga
frecuentemente víveres de un camión213. O que se recurra a estos Comités y a los
porteros cuando se necesita recabar información sobre los procesados. Una situación
que nos invita a reflexionar sobre cómo se sostenía el orden en la retaguardia
republicana y sobre sus similitudes con el sistema utilizado por el bando rebelde, que
también recurrió a estos instrumentos una vez ocupó Madrid en marzo de 1939. La
vigilancia se extendía también a la correspondencia privada: la DGS destapa una red de
venta e intercambio ilegal entre vecinos y conocidos en agosto de 1938 al intervenir la
carta de una mujer a su esposo en la cárcel, en la que ésta le comentaba: “sé hacer
buenos intercambios”.214
212
“Expte. nº 123 instruido contra MARTINEZ ASENSIO, Salustiano por el delito/s de Infracción en
materia de subsistencias por ocultación de calzado”. AHN,CG,157,Exp.16
213
“Expte. nº 122 instruido contra FERNANDEZ DE LA GUERRA, José, por el delito/s de Infracción en
materia de subsistencias por acaparamiento de víveres.”, AHN, CG, 152,Exp.22
214
“Expte. nº 110 instruido contra ALARIA SERRANO, Rafael Jesús , BENITEZ LARA, Antonio ,
HURTADO MEDEL, Luz , FERNANDEZ RODRIGUEZ, María , ULLE DIAZ, Felipe por el delito/s de
Infracción en materia de subsistencias por reventa de tabaco a precio excesivo e intercambio de dicho
artículo por víveres”. AHN, CG,152,Exp.10
66
confusión. El Tribunal de Subsistencias que se encarga en un primer momento del
proceso, pide al Consejo Municipal que le envíe información sobre la tasa establecida
para la algarroba en el momento de la comisión del delito. El Consejo contesta en
diciembre que, al no haber tenido en ese momento la total competencia sobre
abastecimientos, no tiene acceso a la información, por lo que el tribunal continúa sus
averiguaciones por otros medios. Mientras tanto, pasan los meses, y al llegar a marzo de
1938 el caso pasa al TEG nº3. Finalmente, casi un año después de haberse iniciado el
peregrinaje institucional, Melquíades Álvarez es absuelto.
Asimismo, también eran frecuentes los roces entre las autoridades y los Jurados
y Tribunales; abundan tanto los reproches del Ayuntamiento y del Gobierno Civil a la
actitud benevolente de los encargados de administrar la Justicia como los intentos por
parte de los Consejos municipales de Madrid y los pueblos colindantes de interferir en
la resolución de los casos que estas instituciones habían iniciado insistiendo en la
culpabilidad de los procesados. Contamos con un ejemplo claro de esto último en la
causa instruida contra Dolores Bañón por ocultación de alpargatas: el TEG nº2 absolvió
a Dolores en el juicio del 23 de mayo de 1938, y el Ayuntamiento, descontento, envió
una carta quejándose que en éste no habían comparecido los agentes que iniciaron la
investigación sobre la encausada. Los miembros del Tribunal se limitaron a aconsejar al
alcalde que, si consideraba que había hechos de naturaleza delictiva en el proceso, los
denunciara.
67
condena del acusado. Tras la consulta de los 183 expedientes, se puede afirmar que ni
ser un probado antifascista era garantía de lo primero, ni simpatizar con las derechas
conllevaba lo segundo. A Saturnino Sebastián, que la Sociedad Obrera de Escuelas
Laicas Graduadas de Madrid certificara su conducta intachable y su contribución
gratuita y desinteresada trabajando como chofer para ellas no le salva de tener que pagar
una multa de 12.500 pesetas por acaparamiento216 Rafael Álvarez fue condenado a 3
meses de internamiento en campo de trabajo y mil pesetas de multa por vender vino a
un precio superior a la tasa establecida a pesar de que tanto el radio comunista de
Valverde como el alcalde del municipio expidieron sendos certificados de adhesión y
buena conducta217. En el caso contrario, Antonio Pérez Estévez fue absuelto de los
cargos de acaparamiento por los que se le procesó aunque el presidente del Comité de
Vecinos de la casa que habitaba afirmó que este no disimulaba su alegría cuando el
Ejército Popular se replegaba218 Santiago González Gómez, dueño del mesón “El
Segoviano” y de “tendencias derechistas confirmadas” fue absuelto al demostrarse que
no distraía comida de su negocio para venderla en el mercado negro 219. Y aunque a lo
largo de todo el expediente instruido en contra de Felipe Monte Jiménez se insiste
continuamente en que es una persona de ideas derechistas, afiliado a Acción Popular,
que servía leche preferentemente a conventos y personas de su ideología, lo cierto es
que los 2.000 paquetes de azafrán, 23 trozos de jabón y 15 kilos de azúcar que se
hallaron en su domicilio pudieron ser razón suficiente para que se le encontrara
culpable.220 Por tanto, podemos afirmar que en general eran las circunstancias de cada
causa las que decidían la suerte del inculpado y no su filiación política; si bien puede
que en los casos en los que el delito era pequeño, la adhesión al régimen del procesado
inclinara la balanza a favor de la absolución, como ocurre en el caso de Robustiano, un
vendedor ambulante procesado por precios abusivos que queda en libertad sin cargos
tras probarse su calidad de “antifascista mutilado en la guerra” que no tenía otra forma
de ganarse la vida221. La única circunstancia en la que siempre resultaba beneficioso
que un partido, sindicato o autoridad certificase la buena conducta del procesado era
antes de que se celebrara el juicio, pues solo de esta forma se podía acceder a la libertad
condicional mientras durara el proceso.
216
“Expte. nº 112 instruido contra SEBASTIAN SOTOCA, Saturnino por el delito/s de Infracción en
materia de subsistencias por acaparamiento de víveres”. AHN, CG, 157,Exp.10
217
“Causa nº 24 instruida contra GOMEZ SERRANO, Angel, GOMEZ MACHICADO, Rafael por el
delito/s de Infracción en materia de subsistencias” AHN, CG, 148,Exp.45
218
“Expte. nº 126 instruido contra PEREZ ESTEVEZ, Antonio por el delito/s de Infracción en materia de
subsistencias”. AHN, CG,152,Exp.25
219
“Expte. nº 457 instruido contra GONZALEZ GOMEZ, Santiago por el delito/s de Desafección al
Régimen”. AHN, CG,101,Exp.19
220
“Expte. nº 105 instruido contra MONTE JIMENEZ, Felipe del, por el delito/s de Infracción en materia
de subsistencias por acaparamiento de víveres”. AHN, CG,152,Exp.6
221
“Expte. nº 1 instruido contra PEREZ SUAREZ, Robustiano por el delito/s de Infracción en materia de
subsistencias por venta de artículos a precios indebidos”. AHN, CG, 144, Exp.2.
68
administración. En primer lugar, la de aquellos que, aprovechándose de su puesto en
ella, trataban de hacer negocio con todo tipo de productos. Es el caso de Claudio Arce
Pérez, que se valía de su empleo en Intendencia para distraer víveres y piensos que
luego vendía a altos precios, un hecho por el que fue condenado a 6 meses de
internamiento en un campo de trabajo y al abono de 10.000 pesetas de multa222. Pero
este no era un fenómeno reducido a particulares sin escrúpulos: la corrupción tocaba
también a instituciones relacionadas con los círculos oficiales de abastecimiento; el
Consejo Obrero de “La Equitativa”, situada en la calle Trujillos 7, falsificaba los datos
de enfermos y pacientes del Hospital de Ríos Rosas para obtener una mayor cantidad de
comida que luego se destinaba a la venta ilegal223. Incluso el propio Instituto de
Reforma Agraria se ve implicado en un proceso iniciado en febrero de 1937 por la venta
sin permiso de la Comisión de Abastos de 100.000 kilos de patatas, que habían sido
depositadas en la Iglesia de los Jerónimos224. Incluso las autoridades locales estaban
implicadas en negocios ilegales. El Consejo Municipal de Corpa fue procesado por
vender vino a un precio superior al establecido: el alcalde y el resto de miembros del
consistorio fueron encontrados culpables y enviados a campos de trabajo225. El Comité
de Abastos de Fuencarral recurría al intercambio de jabón por huevos en los pueblos de
Talamanca y Valdepiélagos por medio de Pablo González Lucas, un conductor
indocumentado al que no proveían de las autorizaciones necesarias para llevar a cabo
esta actividad226. El alcalde de Tinajas vendía huevos a la legación de Noruega en
Madrid sin ningún atisbo de legalidad: varias personas ejercían de intermediarias en la
clandestinidad, una labor por la que eran recompensadas con parte de los huevos.
Fueron sorprendidas antes de iniciar un nuevo viaje a Tinajas en el que pretendían
intercambiar bidones de gasolina por huevos con dicho alcalde227.
222
“Causa nº 28 instruida contra ARCE PEREZ, Claudio por el delito/s de Infracción en materia de
subsistencias por venta clandestina de víveres y piensos.”, AHN, CG, 148,Exp.39
223
“Causa nº 21 instruida contra El Consejo Obrero de la Equitativa de Madrid por el delito/s de
Infracción de normas de subsistencias”, AHN, CG, 145, Exp.45.
224
“Expediente con el Registro nº 159 tramitado por el delito/s de Infracción en materias de subsistencias
por perturbación del abastecimiento”. AHN, CG,35,Exp.35. Nos ha sido imposible encontrar la
documentación relativa al juicio, por lo que no sabemos qué ocurre con el caso.
225
“Expte. nº 95 instruido contra el CONSEJO MUNICIPAL DE CORPA, por el delito/s de Infracción en
materia de subsistencias”, AHN, CG, 59, Exp.16.
226
“Causa nº 24 instruida contra GONZALEZ LUCAS, Pablo por el delito/s de Infracción en materia de
subsistencias por intercambio de productos” .AHN, CG, 145,Exp.49
227
“Expte. nº 127 instruido contra varias personas por el delito/s de Infracción en materia de
subsistencias”.AHN, CG,157,Exp.19
69
personas; todas ellas fueron castigadas a distintos periodos de trabajos forzados y al
pago de multas de diversa envergadura según su participación en el delito. Y es que los
miembros del TEG nº 3 consideraron que la actuación de los responsables de los hoteles
y retsaurantes involucradas tenía detrás el “de momento a todas luces insuficiente
abastecimiento de estos locales”, que:
Mueve aunque no justifica, a buscar de modo inadecuado [...] productos con que
intensificar el trabajo industrial de sus respectivos establecimientos, algunos de los
cuales, como el Hotel Nacional, sostiene a más de 200 empleados, que con
preferencia proporcionan alimentos a soldados y oficiales que pasan de tránsito por
nuestra heroica capital […], lo que si no enerva la responsabilidad ejercida por los
infractores, si la reduce en la proporción que más adelante se señala al imponer las
sanciones. Tampoco ha olvidado el Tribunal que no aparece probado el lucro
individual de los delegados de los hoteles y restaurantes, y además está probado son
antifascistas.
Por este motivo, el TEG nº3 impuso a dichos responsables penas mucho más
ligeras de lo que hubieran podido llegar en razón de la gravedad del delito cometido,
que comprometía la salud pública al no pasar las reses sacrificadas de forma clandestina
ningún control veterinario.228 Quien se libró de pasar por los tribunales fue el
Comandante Gómez, que no fue procesado en esta causa y de quien no hemos podido
encontrar más información.
228
“Expte. nº 128 instruido contra varias personas por el delito/s de Infracción en materia de
subsistencias por venta y adquisición de ganado equino clandestinamente.” AHN, CG,157,Exp.20
229
“Causa nº 2 instruida contra SERRES MASFARNE, Luis por el delito/s de Infracción en materia de
subsistencias por venta de pan a precios abusivos.”, AHN, CG,155, Exp.3; Causa nº 51 instruida contra
FUERTES RAMIREZ, Santiago por el delito/s de Infracción en materias de subsistencias por precios
excesivos”, AHN, CG, 156,Exp.33; Causa nº 63 instruida contra BOHORQUE RAMOS, Anselmo por el
delito/s de Infracción en materia de subsistencias por intercambio.
230
“Causa nº 3 instruida contra ARIAS FERNANDEZ, José por el delito/s de Infracción en materia de
subsistencias”, AHN, CG, 155,Exp.4
70
particular sin ninguna autorización para conseguir cerillas y otros productos231, y el II
Cuerpo del Ejército de Centro utilizaba el domicilio de Francisco Cañeque Cubillo para
guardar víveres obtenidos de forma dudosa para su abastecimiento232. El Batallón de
Defensa contra Gases también debía echar mano de tácticas ortodoxas para obtener
ciertos productos, porque el joven Mariano Blázquez Muñoz, informado de que era
común realizar intercambios con éste, se presentó en el cuartel con un cordero que
pretendía cambiar por otras clases de comestibles. Tuvo la mala suerte de toparse con el
comisario político del Batallón, que lo denunció a las autoridades233.
Los terribles efectos de los bombardeos con los que fue castigada la ciudad de
Madrid están presentes en la documentación judicial. Los agentes del orden sospecharon
que Dolores Román ocultaba alpargatas para su entrega a revendedores porque podían
ver en su tienda sacos repletos de ellas; una vez se la procesa, comprobaron que los
sacos estaban colocados en el establecimiento para evitar la rotura de los cristales del
mismo en medio de los bombardeos. Asimismo, dan cuenta de que en el edifico en el
que vivía la inculpada existía una cueva o refugio en la que habitaban 80 refugiados236.
231
“Expte. nº 123 instruido contra RIOS ARIZA, Ángel, por el delito/s de Infracción en materia de
subsistencias por acaparamiento de cajas de cerillas” AHN, CG,152,Exp.23
232
“Causa nº 9 instruida contra CAÑEQUE CUBILLO, Francisco por el delito/s de Infracción en materia
de subsistencias por acaparamiento de géneros” AHN. CG, 155,Exp.13
233
“Causa nº 2 instruida contra Blazquez Muñoz, Mariano, por infracción en materia de subsistencias”,
AHN, CG, 155,Exp.2
234
“Causa nº 72 instruida contra GONZALEZ ANDRES, Concepción , TOBES MENDEZ, José, CASA
HIJA DE SEVERIANO GONZALEZ por el delito/s de Infracción en materia de subsistencias por venta
de artículos de mercería precios excesivos”, AHN, CG, 156,Exp.15
235
“Expte. nº 110 instruido contra ALARIA SERRANO, Rafael Jesús , BENITEZ LARA, Antonio ,
HURTADO MEDEL, Luz , FERNANDEZ RODRIGUEZ, María , ULLE DIAZ, Felipe por el delito/s de
Infracción en materia de subsistencias por reventa de tabaco a precio excesivo e intercambio de dicho
artículo por víveres”. AHN, CG,152,Exp.10
236
“Causa nº 27 instruida contra ROMAN BAÑON, Dolores por el delito/s de Infracción en materia de
subsistencias por tener un depósito de alpargatas que vendía a revendedores ambulantes”. AHN, CG,
148,Exp.50
71
Melquiades, el comerciante al que ya hemos hecho referencia, se traslada a vender
algarrobas al establecimiento de un amigo porque el suyo es completamente destruido
en uno de los ataques de la aviación rebelde. Los vecinos de Ciriaco Pérez, procesado
por una supuesta ocultación de género, envían una carta al TEG 3 en abril de 1938 en la
que afirman que éste nunca se ha negado a vender los artículos de su comercio, algo que
han podido comprobar porque están bajando constantemente a la tienda “debido a los
criminales bombardeos de los fascistas”. Estos añaden que creen que la venta ha tenido
que ser escasa en los últimos meses por estar su tienda situada en zona militar (la calle
Santiago, nº 3).237
En definitiva, los expedientes nos muestran como el Madrid sitiado era una
mezcla de frente y retaguardia. Por ejemplo, a través de ellos se puede ver como los
madrileños no podían circular por sus calles de noche, a no ser que se encontraran entre
las excepciones señaladas y por tanto conocieran la contraseña que permitía escapar al
toque de queda. Pero también aparece una ciudad que se sigue entreteniendo, que
mantiene llenas las tabernas y activos los cines y teatros: es precisamente para poder
pagarse entradas de cine por lo que jóvenes como Manuel España y Pedro Benito
cometieron pequeños delitos que pasaron a los Tribunales Especiales de Guardia.238
237
“Expte. nº 108 instruido contra PEREZ PAÑOS, Ciriaco, VEGA TEJERO, Ernesto de la, GONZALO
GARCIA, Valentín por el delito/s de Infracción en materia de subsistencias por ocultación y venta
abusiva de artículos de vestir”. AHN, CG,157,Exp.6
238
“Causa nº 62 instruida contra BENITO DEL BARCO, Pedro , ESPAÑA VILLANUEVA, Manuel,
GARCIA COMAS, Pedro, VEGA LUCAS, Miguel por el delito/s de Infracción en materias de
subsistencias por precios excesivos” AHN, CG, 156,Exp.42
72
5. Conclusiones
A lo largo de estas páginas, hemos recabado información que nos muestra como
las autoridades republicanas estaban muy interesadas en controlar el problema de las
subsistencias. El Gobierno, estableciendo diversos organismos encargados de la gestión
del abastecimiento y legislando profusamente para perseguir los delitos en esta materia.
Los poderes locales, como la Comisión Municipal, la Comisión Provincial y el
Gobierno Civil, así como las instituciones que a lo largo de la guerra quedaron
encargadas de este asunto, afanándose en el intento de acabar con las muy variadas
infracciones que cometían los ciudadanos. Tanto que, como hemos podido comprobar,
en muchas ocasiones las autoridades llevaron a la justicia a personas que ésta determinó
no habían cometido ningún delito, o cuyos actos constituían meramente una falta.
Evitar que cundiera el desánimo era por tanto otro de los objetivos de la
persecución de los delitos en materia de subsistencias. En las diligencias iniciales de un
caso que ya hemos tratado, el de la fábrica de jabón “La Madrileña”, los agentes de la
Comisaría General de la DGS afirmaban haberse puesto a investigar las supuestas
irregularidades por “el malestar entre la población por la impunidad con la que los
operarios, desde el portero hasta el último empleado, efectuaban intercambios de jabón
por otros productos de comer y vestir”239. Pensamos que con el mismo fin, las
autoridades del Madrid sitiado utilizaron otros recursos, como la censura de las
publicaciones periódicas, en manos de la JDM durante su existencia y del Gobierno
Civil después; o la persecución de los delitos de derrotismo, entre los que se incluía, por
ejemplo, a las mujeres que protestaron por la escasez de todo tipo de víveres. Y es que
239
“Expte. nº 111 instruido contra HUESCAR RODRIGUEZ, Salvador, IMEDIO DE LA ROSA, Jesús
Antonio , SACEDON TORRES, Anastasio , VALLEJO PLAZA, Edilberto , IMEDIO DIAZ, Joaquín por
el delito/s de Infracción en materia de subsistencias por intercambio de jabón por víveres” AHN,
CG,153,Exp.46
73
la escasez de todo tipo de bienes de primera necesidad minaba el espíritu de resistencia
de los madrileños, un hecho del que las autoridades eran perfectamente conscientes; y
en última instancia, derrumbó por completo este espíritu y contribuyó en gran manera a
la caída de la ciudad que se esperaba fuera la tumba del fascismo.
Así, las autoridades nunca consiguieron poner fin a las numerosas infracciones
en materia de subsistencias, algunas de las cuales dificultaban los intentos por parte de
las mismas de asegurar el suministro de bienes de primera necesidad a la población. Por
ello, podemos afirmar que si bien éstas consiguieron recobrar la mayor parte de sus
prerrogativas a lo largo de la contienda, nunca recuperaron por completo el control del
orden público.
Las conclusiones que aparecen aquí son parciales. Menos podemos decir sobre
el sistema de vigilancia de la población; apenas hemos apuntado las pocas
características que aparecen en los expedientes consultados, o sobre cómo y por qué se
producían las denuncias ciudadanas en los delitos de subsistencias. Las estrategias de
supervivencia de la mayor parte de la población quedan ocultas por su escasa
240
“Expte. nº 244 instruido contra CUCURULL, Jaime, GARCIA ELVIRA, Lorenzo por el delito/s de
Apropiación indebida de bienes alimentarios”. AHN, CG,123,Exp.17
241
SEIDMAN, op. cit.
74
representación en la fuente escogida, por lo que no podemos realizar un verdadero
análisis de las mismas, como los que sí se han hecho para el Madrid de la posguerra.
Tampoco contamos con suficiente información sobre la corrupción existente en varios
niveles de la administración, a pesar de que sostenemos que constituye un importante
factor en el problema del abastecimiento de la población y en la incapacidad de los
poderes por recuperar el control del orden público. No podemos, por el momento,
comprobar si la quintacolumna trató de influir en la situación para socavar la moral de
los madrileños, como afirman especialistas como Javier Cervera.242
Queda mucho por estudiar respecto a estas cuestiones. En primer lugar, con los
datos ya trabajados, falta por hacer una sociología de los encausados en delitos de
subsistencias, que nos indique a qué rango socioprofesional pertenecían y cuál era más
frecuente; y algo que puede resultar más complicado debido a la intensa movilidad de
los madrileños durante la guerra: una espacialización del delito. La profundización en
estas cuestiones concretas, así como las ya señaladas en este apartado, serán objeto de
una futura tesis doctoral. Con este trabajo, se pretendía señalar el camino a seguir para
realizar una investigación más amplia sobre el problema del desabastecimiento en el
Madrid sitiado, y dar los primeros pasos en el mismo. Los siguientes habrán de darse
recurriendo a las fuentes primarias que se exponen a continuación.
242
CERVERA, op. cit., 252-255 y 362.
75
6. Fuentes
Por otro lado, también contamos con la información que nos brinda la prensa
madrileña de la época. Según Mateos Fernández, había 16 diarios en la capital en 1936,
y si bien todos ellos tuvieron que “adelgazar” durante la guerra y algunos acabaron
76
desapareciendo por la escasez de papel, como La Libertad, lo cierto es que muchos
sobrevivieron hasta los días inmediatamente anteriores a la entrada de las tropas
franquistas en la ciudad.243 Así, podemos recurrir al análisis de todo aquello publicado
sobre los problemas de abastecimiento en periódicos como El Sol, La Voz, Mundo
Obrero, El Socialista, Mundo Gráfico, o Estampa, conservados en la Biblioteca
Nacional y también digitalizados recientemente244. El periódico ABC cuenta con su
propia hemeroteca digital, también muy bien organizada y fácil de utilizar245. Por
supuesto, para su análisis hemos de tener en cuenta que las publicaciones periódicas
estaban mediatizadas tanto por la línea política del grupo del que dependían (la prensa
independiente prácticamente desapareció del Madrid sitiado) como por la censura.
243
MATEOS FERNÁNDEZ, op. cit.
244
http://www.bne.es/es/Catalogos/HemerotecaDigital/
245
http://hemeroteca.abc.es/
246
Testimonio de Cristóbal Márquez Labajo, entrevistado el 03/10/2014
247
MONTOLIU, op. cit.; DOMINGO, op. cit.; TEGLEN HARO, Eduardo. Arde Madrid. Madrid, Temas
de Hoy, 2000 ; REDONDO LEDO, Victoriano. Vivir en Madrid, 1936-1939. Madrid, Entrelíneas, 2003;
Mujeres en Madrid durante la Guerra Civil. Madrid, Seminario de Fuentes Orales UCM, 2006.
77
7. Listado de imágenes y gráficos
7. 1 Imágenes
7.2. Gráficos
78
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