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INTELIGENCIA EMOCIONAL

Definición de Inteligencia Emocional

Definimos la IE como la capacidad de:

 Reconocer, entender y manejar nuestras propias emociones


 Reconocer, entender e influir en las emociones de los demás

En términos prácticos, esto significa ser consciente de las emociones que se hallan tras
nuestro comportamiento, así como en impacto que ejercen en las demás personas (positiva
y negativamente), además de aprender cómo manejar esas emociones, tanto nuestras como los
otros, especialmente cuando estamos bajo presión.

La capacidad de expresar y controlar nuestras emociones es esencial, pero también lo es nuestra


capacidad para comprender, interpretar y responder a las emociones de los demás. Imaginemos
un mundo en el que no se pudiera entender cuando un amigo se siente triste o cuando un
compañero de trabajo está enojado. Los psicólogos se refieren a esta capacidad como la
Inteligencia Emocional, y algunos expertos sugieren incluso que puede ser más importante que
el coeficiente intelectual

Origen de la Inteligencia Emocional

Peter Salovey y John D. Mayer fueron los principales investigadores de la Inteligencia


Emocional en 1990. En su influyente artículo “Inteligencia Emocional”, que definen la
Inteligencia Emocional como “el subconjunto de la inteligencia social que implica la capacidad
de monitorizar los sentimientos y emociones propios y de los demás, de discriminar entre ellos
y utilizar esta información para guiar el pensamiento de uno y acciones” (1990).
Los cuatro factores de Inteligencia Emocional

Salovey y Mayer propusieron un modelo que identifica cuatro factores diferentes de la


Inteligencia Emocional y que son: la percepción emocional, la capacidad de razonar usando las
emociones, la capacidad de comprender las emociones y la capacidad de manejar las
emociones.

Percibir las emociones

El primer paso en la comprensión de las emociones es percibirlas con precisión. En muchos


casos, esto podría implicar la comprensión de las señales no verbales como el lenguaje
corporal y las expresiones faciales.

Razonar con las emociones

El siguiente paso consiste en utilizar las emociones para promover el pensamiento y la


actividad cognitiva. Las emociones ayudan a priorizar aquello a lo que es prioritario prestar
atención y por tanto reaccionar, respondiendo de este modo emocionalmente a las cosas que
captan nuestra atención.

Comprensión de las emociones

Las emociones que percibimos pueden tener a una gran variedad de significados. Si alguien
está expresando emociones de ira, el observador debe interpretar la causa de su ira y lo que
podría significar. Por ejemplo, si nuestro jefe está actuando de manera airada, podría significar
que está insatisfecho con nuestro trabajo, o tal vez que tiene un exceso de carga laboral o que
ha estado discutiendo con su esposa por la mañana.

Gestión de las emociones

La capacidad de gestionar con eficacia las emociones es una parte crucial de la Inteligencia
Emocional. La regulación de las emociones, responder de manera apropiada, y saber cómo y
cuando responder a las emociones de los demás, son todos aspectos importantes de la gestión
emocional.
Breve cronología de la Inteligencia Emocional

1930 – Edward Thorndike describe el concepto de “inteligencia social” como la capacidad de


llevarse bien con otras personas.

1940 – David Wechsler sugiere que los componentes afectivos de la inteligencia pueden ser
esenciales para el éxito en la vida.

1950 – Los psicólogos humanistas como Abraham Maslow describen cómo la gente puede
construir su fuerza emocional.

1975 – Howard Gardner publica “La mente rota”, donde introduce el concepto de las
Inteligencias Múltiples.

1985 – Wayne Payne introduce el término Inteligencia Emocional en su tesis doctoral titulada
“Un estudio de la emoción: el desarrollo de la inteligencia emocional”.

1990 – Los psicólogos Peter Salovey y John Mayer publican su artículo de referencia,
“Inteligencia Emocional”, en la revista La imaginación, la cognición y la personalidad.

1995 – El concepto de Inteligencia Emocional se popularizó después de la publicación del libro


del psicólogo Daniel Goleman “La Inteligencia Emocional”. Este libro se mantuvo durante un
año y medio en la lista de los libros más vendidos según el The New York Times. En 2006, ya
se habían vendido alrededor de 5.000.000 de ejemplares en treinta idiomas diferentes, y ha sido
best seller en numerosos países.

Daniel Goleman describe así la Inteligencia Emocional como la capacidad de una persona para
manejar sus sentimientos de manera que esos sentimientos se expresan de manera adecuada y
efectiva. De acuerdo con Goleman, la Inteligencia Emocional es el mayor predictor de éxito en
el lugar de trabajo.
La importancia de la Inteligencia Emocional

Los expertos coinciden en que este tipo de inteligencia juega un papel vital en el éxito tanto
personal como profesional, siendo incluso más importante que el cociente intelectual. En
cualquier caso, la Inteligencia Emocional parece estar vinculada a todo, desde la toma de
decisiones para el rendimiento académico.

Entonces, ¿qué se necesita para ser emocionalmente inteligente? Daniel Goleman habla de
cinco componentes críticos de la Inteligencia Emocional.

Las emociones juegan un papel vital en nuestro día a día


Si pensamos detenidamente en la trascendencia de nuestras emociones en nuestra
vida diaria nos daremos cuenta rápidamente que son muchas las ocasiones en que
éstas influyen decisivamente en nuestra vida, aunque no nos demos cuenta.
Podríamos plantearnos: (1) ¿Compré mi coche haciendo cálculos sobre la
rentabilidad y los comparé con otros modelos y marcas? (2) ¿Elegí a mi pareja
porque era objetivamente la mejor opción? (3) ¿Es mi empleo el que me ofrece el
mejor salario? Gran parte de nuestras decisiones son influenciadas en mayor
o menor grado por las emociones.
Ante esta realidad, cabe resaltar que existen personas con un dominio de su
faceta emocional mucho más desarrollado que otras. Y resulta curiosa la baja
correlación entre la inteligencia clásica (más vinculada al desempeño lógico y
analítico) y la Inteligencia Emocional. Aquí podríamos ejemplificar esta idea
sacando a colación el estereotipo de estudiante “empollón”; una máquina
intelectual capaz de memorizar datos y llegar a las mejores soluciones lógicas,
pero con una vida emocional y sentimental vacía. Por otro lado, podemos
encontrar personas cuyas capacidades intelectuales son muy limitadas, pero
en cambio consiguen tener una vida exitosa en lo que refiere al ámbito
sentimental, e incluso en el profesional.
Este par de ejemplos llevados al extremo son poco habituales, pero sirven para
percatarse de que es necesario prestar más atención a esta clase de habilidades
emocionales, que pueden marcar nuestra vida y nuestra felicidad tanto o más que
nuestra capacidad para puntuar alto en un test de inteligencia convencional. Para
eso es importante profundizar en la Inteligencia Emocional.
LOS CINCO COMPONENTES DE LA
INTELIGENCIA EMOCIONAL
Hay cinco aspectos fundamentales de la IE, a continuación te explicamos cuáles son y en qué
consisten.

Conciencia de uno mismo o autoconciencia emocional

Esta es la forma en que nos damos cuenta de nuestras emociones y somos capaces de
evaluarlas. La mayoría de nosotros estamos tan ocupados con la rutina diaria, que rara vez nos
paramos a pensar en cómo estamos respondiendo a las situaciones y cómo nos encontramos. La
otra forma de conciencia de uno mismo es el reconocer las emociones de los demás hacia
nosotros. Esto a menudo es difícil debido a que tendemos a ver lo que queremos ver y solemos
evitar pedir a los demás opiniones si creemos que van a resultar incómodas para nosotros.

Mejorando nuestra autoconciencia emocional podremos ser capaces de comprender muchas


más cosas de nuestro día a día. También es interesante saber recoger los comentarios de
personas que se muestran honestas con nosotros y cuyas ideas valoramos.

Autorregulación o autocontrol emocional

La autogestión es la capacidad de controlar nuestras emociones. Este componente también


incluye transparencia emocional, capacidad de adaptación, logro y optimismo.

Las personas con un buen nivel de autorregulación tienden a ser flexibles y adaptarse bien a los
cambios. También son buenas en la gestión de conflictos y la difusión de situaciones tensas o
difíciles. Goleman también sugiere que las personas con fuertes habilidades de autorregulación
siguen su camino sin desviarse de él. Son capaces de influir positivamente en los demás y
asumir la responsabilidad de sus propias acciones.
Habilidades sociales o relaciones interpersonales

Se trata de ser capaz de interactuar correctamente con quienes nos rodean,


independientemente del lugar y la situación. La verdadera comprensión emocional implica
algo más que la comprensión de nuestras propias emociones y los sentimientos de los demás,
también tiene que ver con ser capaz de poner en práctica esta información en nuestras
interacciones y comunicaciones diarias.

En los entornos profesionales, las personas con buenas habilidades sociales son capaces de
construir buenas relaciones y conexiones con los compañeros de trabajo, saben desarrollar una
fuerte relación con líderes, iguales y subordinados. Algunas habilidades sociales importantes
incluyen la escucha activa, habilidades de comunicación verbal, habilidades
de comunicación no verbal, liderazgo y capacidad de persuasión.

Empatía o reconocimiento de las emociones de los demás

La empatía es la capacidad de entender los sentimientos de otros, es absolutamente


fundamental para la Inteligencia Emocional. Pero esto implica algo más que ser capaz de
reconocer los estados emocionales de los demás, también implica dar respuesta a las personas
basándonos en esta información. Si percibimos empáticamente que alguien se siente triste o
desesperanzado, seremos más capaces de influir en la forma de responder a sus emociones.
Podremos mostrar nuestra preocupación y haremos un esfuerzo para mantener ayudarle a
sentirse mejor en estos momentos.

Ser empático también permite a la gente entender la dinámica de poder que a menudo influyen
en las relaciones sociales, especialmente en los lugares de trabajo. Los que tienen una buena
competencia en esta área, son capaces de ejercer una correcta influencia en las relaciones,
comprender cómo funcionan los sentimientos y comportamientos, e interpretar eficazmente las
diferentes situaciones que giran en torno a este tipo de dinámicas de poder.
Automotivación

La motivación intrínseca también juega un papel clave en la Inteligencia Emocional. Las


personas que son emocionalmente inteligentes suelen estar motivadas por cosas más allá de
las meras recompensas externas, como la fama, el dinero o el reconocimiento social. Pueden
sentir una genuina pasión que les lleva a cumplir con sus propias necesidades y objetivos
internos. Buscan cosas que les conducen a recompensas internas y se involucran en
experiencias que les lleven a sentirse bien consigo mismas.

Las personas que son competentes en esta área tienden a estar orientadas hacia la acción. Se
fijan metas, tienen una alta necesidad de logro y siempre están buscando maneras de hacerlo
mejor. También tienden a mostrarse muy comprometidas con los temas sociales y son buenas
tomando la iniciativa para llevar a cabo gran diversidad de tareas.

¿Por qué las empresas necesitan este tipo de


inteligencia?
Hoy en día son muchas las corporaciones que invierten grandes sumas de
dinero en formar a sus empleados en Inteligencia Emocional. La razón de esta
apuesta estriba en que las empresas se han dado cuenta de que una de las claves
del éxito comercial y de la venta de sus productos radica en el grado en que sus
trabajadores son capaces de reconocer y controlar sus emociones, así como las de
sus clientes.
Es casi impensable concebir un comercial de ventas que carezca de habilidades
en el trato con los clientes, un empresario sin motivación para la dirección de su
compañía o un negociador que no sepa capaz de controlar sus impulsos y
emociones. Todo el conocimiento técnico basado en la mejor relación entre
estudios académicos y experiencia no será ninguna garantía para estas personas,
porque tarde o temprano malograrán operaciones económicas por un deficiente
conocimiento de sus emociones.
Empleados con IE, los más demandados
Cabe resaltar que en el proceso de selección de personal de las empresas la
tendencia va enfocada a poner al candidato en situaciones de fuerte estrés o
incomodidad para así poder examinar su reacción y su capacidad para lidiar con
sus emociones.
El psicólogo de las organizaciones Jonathan García-Allen explica: “La época
en que los procesos de selección de personal se basaban en la experiencia laboral
y los conocimientos técnicos terminó. Actualmente, el método ha evolucionado y
los aspectos relacionados con la Inteligencia Emocional, como las habilidades
interpersonales y la gestión de las emociones, han cobrado un protagonismo
clave. Esta creciente relevancia del aspecto emocional en el trabajo viene
motivada por la tendencia a la tercerización de la economía en los países
occidentales, en que el intercambio económico está mediado por la confianza
entre ambos agentes”.
De ahí se desprende, según señala García-Allen, que los empleados con alta
Inteligencia Emocional resulten mucho más productivos para las corporaciones.

¿Qué es la Inteligencia
Emocional?
La IE examina la importancia de la faceta emocional como elemento
clave en la inteligencia.
La Inteligencia Emocional es uno de los conceptos clave para comprender el
rumbo que ha tomado la psicología en las últimas décadas.
De un modelo preocupado fundamentalmente en los trastornos mentales por un
lado y por las capacidades de razonamiento por el otro, se ha pasado a otro en el
que se considera que las emociones son algo intrínseco a nuestro comportamiento
y actividad mental no patológica y que, por consiguiente, son algo que debe ser
estudiado para comprender cómo somos.
Así pues, la Inteligencia Emocional es un constructo que nos ayuda a entender de
qué manera podemos influir de un modo adaptativo e inteligente tanto sobre
nuestras emociones como en nuestra interpretación de los estados emocionales de
los demás. Este aspecto de la dimensión psicológica humana tiene un papel
fundamental tanto en nuestra manera de socializar como en las estrategias de
adaptación al medio que seguimos.

Inteligencia Emocional: ¿en qué consiste?


Siempre hemos oído decir que el Cociente intelectual (IQ) es un buen indicador
para saber si una persona será exitosa en la vida. La puntuación del test de
inteligencia, decían, podría establecer una relación fuerte con el desempeño
académico y el éxito profesional.
No obstante, los investigadores y las corporaciones empezaron a detectar hace
unas décadas que las capacidades y habilidades necesarias para tener éxito en la
vida eran otras, y éstas no eran evaluables mediante ningún test de inteligencia.
Es necesario tener en cuenta una concepción más amplia de lo que son las
habilidades cognitivas básicas, aquello que entendemos que es la inteligencia.
Prueba de ello es que empezaron a ganar terreno algunas teorías de la inteligencia
que intentaban comprenderla desde ópticas diferentes, como la Teoría de las
Inteligencias Múltiples de Howard Gardner, la teoría de Raymond Cattell (y
otros) que explicaba las diferencias entre Inteligencia fluida y cristalizada, o
la Inteligencia Emocional que popularizó Daniel Goleman.

Las emociones juegan un papel vital en nuestro día a día


Si pensamos detenidamente en la trascendencia de nuestras emociones en nuestra
vida diaria nos daremos cuenta rápidamente que son muchas las ocasiones en que
éstas influyen decisivamente en nuestra vida, aunque no nos demos cuenta.
Podríamos plantearnos: (1) ¿Compré mi coche haciendo cálculos sobre la
rentabilidad y los comparé con otros modelos y marcas? (2) ¿Elegí a mi pareja
porque era objetivamente la mejor opción? (3) ¿Es mi empleo el que me ofrece el
mejor salario? Gran parte de nuestras decisiones son influenciadas en mayor
o menor grado por las emociones.
Ante esta realidad, cabe resaltar que existen personas con un dominio de su
faceta emocional mucho más desarrollado que otras. Y resulta curiosa la baja
correlación entre la inteligencia clásica (más vinculada al desempeño lógico y
analítico) y la Inteligencia Emocional. Aquí podríamos ejemplificar esta idea
sacando a colación el estereotipo de estudiante “empollón”; una máquina
intelectual capaz de memorizar datos y llegar a las mejores soluciones lógicas,
pero con una vida emocional y sentimental vacía. Por otro lado, podemos
encontrar personas cuyas capacidades intelectuales son muy limitadas, pero
en cambio consiguen tener una vida exitosa en lo que refiere al ámbito
sentimental, e incluso en el profesional.
Este par de ejemplos llevados al extremo son poco habituales, pero sirven para
percatarse de que es necesario prestar más atención a esta clase de habilidades
emocionales, que pueden marcar nuestra vida y nuestra felicidad tanto o más que
nuestra capacidad para puntuar alto en un test de inteligencia convencional. Para
eso es importante profundizar en la Inteligencia Emocional.

Elementos de la Inteligencia Emocional


El gran teórico de la Inteligencia Emocional, el psicólogo estadounidense Daniel
Goleman, señala que los principales componentes que integran la Inteligencia
Emocional son los siguientes:

1. Autoconocimiento emocional (o autoconciencia


emocional)
Se refiere al conocimiento de nuestros propios sentimientos y emociones y
cómo nos influyen. Es importante reconocer la manera en que nuestro estado
anímico afecta a nuestro comportamiento, cuáles son nuestras capacidades y
cuáles son nuestros puntos débiles. Mucha gente se sorprende de lo poco que se
conocen a ellos mismos.
Por ejemplo, este aspecto nos puede ayudar a no tomar decisiones cuando
estamos en un estado psicológico poco equilibrado. Tanto si nos encontramos
demasiado alegres y excitados, como si estamos tristes y melancólicos, las
decisiones que tomemos estarán mediadas por la poca racionalidad. Así pues, lo
mejor será esperar unas horas, o días, hasta que volvamos a tener un estado
mental relajado y sereno, con el que será más sencillo poder valorar la situación y
tomar decisiones mucho más racionales.

2. Autocontrol emocional (o autorregulación)


El autocontrol emocional nos permite reflexionar y dominar nuestros
sentimientos o emociones, para no dejarnos llevar por ellos ciegamente. Consiste
en saber detectar las dinámicas emocionales, saber cuáles son efímeras y cuáles
son duraderas. No es raro que nos enfademos con nuestra pareja, pero si
fuéramos esclavos de la emoción del momento estaríamos continuamente
actuando de forma irresponsable o impulsiva, y luego nos arrepentiríamos.

3. Automotivación
Enfocar las emociones hacia objetivos y metas nos permite mantener
la motivación y establecer nuestra atención en las metas en vez de en los
obstáculos. En este factor es imprescindible cierto grado de optimismo e
iniciativa, de modo que tenemos que valorar el ser proactivos y actuar con tesón
y de forma positiva ante los imprevistos.

4. Reconocimiento de emociones en los demás (o empatía)


Las relaciones interpersonales se fundamentan en la correcta interpretación de las
señales que los demás expresan de forma inconsciente, y que a menudo emiten de
forma no verbal. La detección de estas emociones ajenas y sus sentimientos que
pueden expresar mediante signos no estrictamente lingüísticos (un gesto, una
reacción fisiológica, un tic) nos puede ayudar a establecer vínculos más
estrechos y duraderos con las personas con que nos relacionamos.
Además, el reconocer las emociones y sentimientos de los demás es el primer
paso para comprender e identificarnos con las personas que los expresan.
Las personas empáticas son las que, en general, tienen mayores habilidades y
competencias relacionadas con la IE.

5. Relaciones interpersonales (o habilidades sociales)


Una buena relación con los demás es una fuente imprescindible para nuestra
felicidad personal e incluso, en muchos casos, para un buen desempeño laboral.
Y esto pasa por saber tratar y comunicarse con aquellas personas que nos resultan
simpáticas o cercanas, pero también con personas que no nos sugieran muy
buenas vibraciones; una de las claves de la Inteligencia Emocional.
Así, gracias a la Inteligencia Emocional vamos más allá de pensar en cómo nos
hacen sentirnos los demás, y tenemos en cuenta, además, que cualquier
interacción entre seres humanos se lleva a cabo en un contexto determinado:
quizás si alguien ha hecho un comentario despectivo sobre nosotros es porque
siente envidia, o porque simplemente necesita basar su influencia social en este
tipo de comportamientos. En definitiva, la Inteligencia Emocional nos ayuda a
pensar en las causas que han desencadenado que otros se comporten de un modo
que nos hace sentirnos de un modo determinado, en vez de empezar pensando en
cómo nos sentimos y a partir de ahí decidir cómo reaccionaremos ante lo que
otros digan o hagan.

Referencias bibliográficas:

 Goleman, D. (1996): Inteligencia emocional. Barcelona, Kairós.


 Vallès, A., y Vallès, C. (2000): Inteligencia emocional: Aplicaciones educativas.
Madrid, Editorial EOS.
 Operskalski, O. T., Paul, E. J., Colom, R., Barbey, A. K., Grafman, J. (2015).
Lesion Mapping the Four-Factor Structure of Emotional Intelligence. Front.
Hum. Neurosci. doi.org/10.3389/fnhum.2015.00649
 Triglia, Adrián; Regader, Bertrand; y García-Allen, Jonathan (2018). "¿Qué es la
inteligencia? Del CI a las inteligencias múltiples". EMSE Publishing.

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