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Resumen
En la presente ponencia trato de contribuir a los estudios dedicados a la
construcción de la identidad exponiendo la forma en que los grupos de ayuda
mutua de Alcohólicos Anónimos estructuran su identidad por medio de la
experiencia del fracaso. Se señala cómo algunos factores que influyeron en la
construcción de la adicción influyen en la inserción del sujeto a estos grupos de
ayuda mutua y autoayuda. La mayoría de la información que permitió llevar acabo
el presente estudio, se recolecto mediante conversaciones casuales y la aplicación
de entrevistas grupales e individuales, en tres agrupaciones distintas de
Alcohólicos Anónimos situadas en la capital del estado de Hidalgo.
Palabras clave: identidad, alcoholismo, anonimato, experiencia, individuo.
Introducción
El presente trabajo se centra en el estudio de tres agrupaciones distintas de
Alcohólicos Anónimos (AA) de la ciudad de Pachuca, el Grupo Pachuca, el Grupo
10 de junio y el Grupo Plaza Juárez. La información incluye historias de vida a
partir de las cuales se comparan sus elementos en común. Analizaré con estos
referentes la construcción de una identidad colectiva, comenzando desde la forma
en que se construyen como individuos a través de su experiencia personal, su
relación con la sociedad, el anonimato en su función de máscara y la proyección
de una identidad colectiva constituida en el “nosotros somos”.
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Estudiante de 4º semestre de la Licenciatura en Antropología Social en la Universidad Autónoma del Estado
de Hidalgo
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los dediqué a la observación del comportamiento del grupo sin que ellos tuvieran
en cuenta mi presencia como investigador. El cuarto día en que se habían
habituado a mí asistencia a sus juntas, decidí presentarme, así como los objetivos
que perseguía. Aunque su reacción fue de sorpresa, se agradaron con la idea, y
desde este primer acercamiento, propiamente de investigador, algunos miembros
se me acercaron, para hablarme sobre la agrupación de AA y algunos otros se
mantuvieron en su mismo papel, incluso se manifestaron indiferentes. El resto de
los días asistí a sus juntas de manera normal, participando en los talleres de
literatura. Durante los primeros días cómo observador me acerqué a los
integrantes de dicho grupo, mediante conversaciones casuales. Sin descuidar la
observación de los distintos sujetos en su colaboración en tribuna, pero ahora con
la confianza de tomar notas y apuntes sobre lo dicho por lo expositores. En la
última semana, que fue cuando sentí haber logrado la confianza de los integrantes
del grupo, decidí elaborar y aplicar entrevistas dirigidas abiertas. Gracias a este
último tipo de entrevistas se obtuvo el grueso de la información que se integra en
este breve trabajo. La forma de trabajar con los Alcohólicos Anónimos tuvo dos
facetas una entrevista grupal y varias entrevistas individuales aplicadas, a la
totalidad de los miembros del grupo.
Por su parte la experiencia que se tuvo de los otros dos grupos fue diferente. Los
miembros del Grupo 10 de Junio se mostraron más cerrados al trato; este grupo
es demasiado exclusivo aún al interior de los grupos AA. En contraste el grupo
Plaza Juárez mostro el mismo interés que el grupo Pachuca al conocer las
razones por las que me encontraba en ese sitio. Con el Grupo 10 de Junio y el
Grupo Plaza Juárez se realizó observación directa y se aplicaron entrevistas
individuales a los líderes o cabezas debido al corto tiempo que compartí con ellos.
La forma de trabajar las entrevistas en los tres casos estudiados sirvió para
delimitar los aspectos que definen al grupo, así como las similitudes y diferencias
entre sus historias de vida. Todo ello con el propósito de discutir la forma en que
se articula una identidad a través de la construcción de afinidades por medio del
grupo.
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En lo referido a la investigación documental, ésta presentó demasiados obstáculos
debido a la escasa información que existe en torno al tema y otros relacionados
con las adicciones. En su mayoría los documentos encontrados son de corte
psicológico y tratan el tema de la identidad del adicto de manera tangencial, por su
parte los escritos antropológicos se centran en la ritualidad de las agrupaciones.
Lo que persigo con el presente ensayo, no es exponer las particularidades de las
distintas historias de vida como lo haría Joseph Kessel en su libro Alcohólicos
Anónimos (1987), ni la construcción de las identidades individuales, a través de la
enfermedad del alcoholismo, o el transitar del sujeto en la patología. No trataré
estos temas porque ninguno habla sobre la forma en cómo todos estos rasgos en
común se unen para proporcionar a los alcohólicos un sentido de pertenencia. Por
el contrario, éste trabajo expone, la forma en cómo los miembros de grupos de
ayuda mutua conforman una identidad propia.
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construcción de identidades. Se enfatiza el papel que juega la experiencia
corporal, al experimentarse cambios físicos que se traspasan a cambios
conductuales.
Antecedentes
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largo periodo el Grupo Pachuca contaba con 4 miembros, con el tiempo llegaron
más miembros que fundaron otros grupos, como el Grupo 10 de Junio, Viviendo
Sobrio, Empezando a Vivir, Venta Prieta hasta los más recientes como los son el
Grupo Plaza Juárez, Veinte de Noviembre, Despertar Espiritual, entre otros.
Todos los grupos de AA cuentan con autonomía, lo que los hace distintos entre sí,
particularmente en las formas de organizarse. Pero las diferencias que puedan
existir no son comparables con todas las similitudes que guardan todos los
grupos, pues el sistema de recuperación que ellos emplean esta diseñado en
primer lugar para dar igualdad y uniformizar a los miembros; se establecen las
mismas normas para todos y una identidad primordial que es la identidad
alcohólica. Por ahora no hablaré de este tema primero debe definirse lo que son
los grupos de ayuda mutua de AA desde la experiencia del alcohólico. Para ello
uso sus propias palabras, al empezar las terapias de grupo.
Alcoholismo y alcohólicos
Para entender las dimensiones y alcances de este tema debe primero aclararse
qué se entiende por alcoholismo y que es un alcohólico desde la óptica de AA. El
alcoholismo es una enfermedad tanto física y mental. Física debido a la necesidad
biológica que crea el consumo de alcohol, al grado de presentar malestares físicos
si se suspende la ingesta de bebidas alcohólicas. Y mental porque el consumo de
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alcohol se vuelve una obsesión por desear experimentar los cambios de
personalidad existentes en la “borrachera”. Sí el alcoholismo es una enfermedad,
se dice que el alcohólico es un enfermo, y como un enfermo presenta síntomas,
éstos son principalmente la pérdida del juicio al ingerir bebidas embriagantes. Esta
pérdida del juicio implica la desinhibición conductual, un estado en el que los
alcohólicos se sienten a gusto, y por lo que desean repetir siempre la experiencia
de la inconsciencia. En todo caso el alcohólico es aquel enfermo no solo con una
adicción física sino una adicción conductual. Tal adicción al cambio de
personalidad se debe principalmente a la inseguridad que los individuos sienten.
El “no alcohólico” es aquel que puede no beber o puede beber sin perder el juicio.
Un alcohólico activo es quien pierde el juicio y quien no busca su recuperación, o
incluso quien busca su recuperación pero no puede salir de la enfermedad. Por
otra parte, el alcohólico anónimo es un alcohólico en recuperación, quien
constantemente a través de terapias grupales lidia con su enfermedad, e
indiscutiblemente con conductas y sentimientos, que lo puedan llevar a una
recaída.
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internalizados, “en este sentido general, constituye la base, primero, para la
comprensión de los propios semejantes y, segundo para la aprehensión del
mundo en cuanto realidad significativa y social” (Berger; Luckman, 2001:165). En
pocas palabras, este proceso ayuda a apropiarnos del mundo de nuestros
semejantes más próximos. Pero la identidad también es un proceso social en que
la alteridad es indispensable; es aquí donde interviene el proceso llamado
socialización secundaria, cuando el sistema de categorías internalizado se
enfrenta al mundo de categorías de los otros, un proceso que no es dado por a
familia, sino por las instituciones y donde nos percatamos de la existencia del
otro, que ha construido su propia percepción del mundo y por lo tanto una
construcción muy distinta a la elaborada por el Yo, lo que crea una diferenciación y
al mismo tiempo establece las proximidades con los demás.
Una vez establecida la relación de diferencia con los demás, entran en juego las
funciones de la invisibilidad y las identidades máscara que sirven para
mimetizarse con los demás, son aquellas identidades “sobrepuestas” que sirven
para una efectiva integración a la sociedad. De manera más breve la idea y la
función de la máscara son “…disimular, ocultar o cubrir artificialmente algo”
(Altuna.2009:50). Esto permite hablar no de identidades falsas, sino de
identidades asumidas al interactuar con las personas. Por su parte, la invisibilidad,
permite que el sujeto pueda uniformase con el resto la sociedad en la que vive, y
por este mismo efecto pasa a ser considerado uno más; los rasgos, que lo definen
como extraño se pierden, adquiriendo los mismos hábitos y costumbres de la
sociedad en que habita, y es gracias a este proceso que el individuo logra ocupar
un lugar no diferenciado e invisible en una sociedad.
Ahora bien, este proceso de diferencias y similitudes entre las personas faculta la
construcción de una identidad colectiva sostenida en el “nosotros somos”. Esto
quiere decir que al reconocer las afinidades entre un grupo y establecer las
proximidades se pueden adquirir nomenclaturas grupales, símbolos rituales, que
los definen como un colectivo en especial, que pueden estar unidos por referentes
como religión, territorio, lengua, inclusive el gusto por un genero musical
definiéndose como “rockeros” o “raperos” etc. Donde la música se acompasa de
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ideología que da cohesión a las identidades en las que se engloban personas de
diferentes grupos culturales, raciales o socioeconómicos. Para el caso de los
miembros de AA no es distinto, la identidad de alcohólico anónimo, abraza a
personas correspondientes a distintos grupos, políticos, obreros y empresarios, a
personas con distintas filiaciones religiosas (protestantes, católicos, ateos etc.),
Pero todas estas identidades, sean religiosas o de cualquier otro tipo, no son
eliminadas y sustituidas por la identidad del alcohólico, son más bien
coexistentes; la persona no deja de ser católico por el simple hecho de ser
alcohólico anónimo ni tampoco deja de ser ateo. Eso sí, hay cambios
conductuales al enfrentarse a una nueva identidad, la identidad del alcohólico
anónimo. Y eso nos recuerda que el proceso de construcción identitaria es
inconcluso y se encuentra en constante cambio, al ponerse en contacto con las
distintas identidades a las que estamos expuestos por los procesos de
socialización secundaria.
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Este apartado expone la información obtenida mediante entrevistas a sujetos
alcohólicos. Para dimensionar dicha información es menester definir a los sujetos
con los que se trabajó. El Grupo Pachuca, fue el más significativo en cuanto a
cantidad y calidad de los datos obtenidos en esta investigación. La mayoría de los
informantes fueron obreros, dedicados a distintos oficios (mecánicos, hojalateros,
albañiles, carpinteros) la totalidad de las mujeres entrevistadas eran amas de
casa, y sólo dos personas del total de entrevistados habían cursado educación
superior, uno era profesor, el otro abogado, ambos hombres. Sólo hubo un
desempleado. La mayoría de los entrevistados se ubica en un rango de edad
correspondiente a los 40 y 65 años de edad. Casi todos los individuos estaban
divorciados, y sólo dos contaban con pareja. En el Grupo Plaza Juárez las
condiciones de los sujetos fueron similares, la mayoría de ellos eran obreros, con
edades que oscilaban en el mismo rango al descrito para los miembros del Grupo
Pachuca, salvo por un joven con alrededor de 18 años. En el tercer grupo
estudiado; el “Grupo 10 de Junio” la mayoría de los sujetos contaba con estudios
de nivel superior, pertenecían a estratos sociales superiores, entre ellos pequeños
empresarios; en este grupo las edades eran aún más variables pues había
personas entre los 25 y los 70 años.
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individuo alcohólico haya sido abandonado por sus padres o no, las cosas
cambian. En la mayoría de los discursos expresados se manifiesta un alejamiento
de parte de los padres.
La mayoría de los casos explican la entrada a las adicciones por que éstas les
proporcionaban seguridad y en cierto grado subsanaban las carencias. Pero,
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Información de campo: Pachuca, 05 de mayo 2013
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entonces ¿cómo explicar los grupos de A A?, ¿cómo logra renunciar una persona
que se encuentra protegida en la adicción a aquello que le proporciona afecto y
seguridad? Pues bien, simplemente sustituyendo el instrumento que proporciona
afecto y seguridad, el estupefaciente, y este instrumento es en el caso del
alcohólico el grupo de AA. Este grupo ofrece un medio efectivo para alguien que
ha roto con su medio principal de asociación, y por ende con sus relaciones. Para
poder reintegrarse a la sociedad, se une a un grupo que le proporciona seguridad
a través de la externalización de sus sentires y experiencias.
Así mismo, la articulación del “sin rumbo” en la explicación del por qué se entra al
grupo AA y por qué se vuelve una opción para su recuperación es fundamental:
los AA ofrecen devolver al sujeto funcionalidad a través de su reinserción social.
Esto lo ven reflejado primero, en una recuperación física, y más tarde en una
recuperación económica. En su propia concepción, esto significa que los volvieron
a ser útiles, principalmente para sus familias. Los tres factores, la seguridad,
afecto y la funcionalidad social, se unen para que el sujeto se inserte en un grupo
de ayuda mutua. No obstante, no se explica, cómo ello les proporciona afinidad
entre sí.
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primera instancia y desde el punto de vista de los alcohólicos, el alcoholismo es
una enfermedad, tanto física como mental; y el alcohólico “la persona que al beber
sufre un cambio conductual”. Si tomamos esto como cierto, la autodefinición de los
alcohólicos anónimos, no habría mucho más que decir sobre el alcohólico, de lo
que ya se acepta de manera general. Cabe mencionar que un alcohólico anónimo
siempre será alcohólico, pues no existe cura a su enfermedad, sólo una manera
de contenerla. Esto es, un alcohólico anónimo; es un alcohólico que controla una
enfermedad a través de un filtro social. Pero lo que representa ante la sociedad y
ante sí mismo no es, un individuo que busca su sanación, sino un ser atípico o
anormal.
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percepción que después internaliza el sujeto recuperado y en esta internalización
de conceptos surge una apropiación del término por el propio alcohólico anónimo.
En dicha “apropiación” (cfr. Pratt.1991), el concepto pierde su carga negativa
(otorgada por los no alcohólicos y alcohólicos activos) y al ser ocupada por los
miembros de AA se invierte, con una carga positiva, denotando que su meta es
conducta anormal. Aquellas particularidades adquiridas en un grupo AA que hacen
anormal al alcohólico anónimo, se vuelven positivas porque gracias a esto evitan
una recaída, y por lo tanto ser anormal es algo positivo para ellos.
Identidad alcohólica.
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Esta experiencia grupal del fracaso es algo muy poco referido al hablar sobre los
grupos de autoayuda, por una u otra razón, en la mayoría de los textos que tocan
dicho tema se establece que aquello que adhiere al grupo son las experiencias
individuales y los actos rituales. Los actos rituales otorgan especificidad al grupo,
diferenciándolos de otros, pero no son los que otorgan cohesión. Mientras que las
experiencias individuales son sólo el punto de partida para la experiencia del
fracaso.
El sujeto al interior del grupo juega un papel de invisibilidad que en el exterior debe
intercambiar por máscaras. Al interior el papel es de invisibilidad porqué los
sujetos que se integran a un grupo de ayuda mutua y llegan con particularidades,
las pierden bajo el programa de los doce pasos que los uniformizan, posibilitando
su inserción en el grupo y limando sus diferencias. Al principio el sujeto recién
integrado, es visible, porque llega con los efectos de un alcoholismo activo, razón
por la que no acatará las normas de AA y su conducta desafiante se hará notoria.
Al intentar de manera más constante llevar a cabo el programa de los doce pasos
su conducta se ira naturalizando al interior del grupo, pues como dice Fernando
Mandujano “para practicarla con destreza, [la acción ceremonial] es necesario
una cierta forma de olvido” (2007:24); esto es, una naturalización de la conducta
que con el tiempo lleva a actuar conforme el al modelo de conducta.
Esto funciona sólo en lo interno del grupo, porque al normalizarse la conducta del
alcohólico dentro del grupo, se hace visible al exterior, en la esfera pública, al ser
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señalado por no beber, especialmente en los contextos donde la mayoría de las
relaciones sociales giran entorno al consumo de alcohol, como las celebraciones.
Para pasar desapercibido entran en escena el anonimato y su función de máscara,
que cubren lo atípico del individuo con la careta de la normalidad, permitiendo una
integración a la sociedad, a través de tratos menos diferenciados con los
alcohólicos activos y no alcohólicos, y con conductas normalizadas, exceptuando
la no ingesta de alcohol.
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psíquico. No presentan ya los efectos físicos del alcohol, y tal vez no tengan más
la necesidad física de consumirlo, pero no se sienten curados de sus conductas
(neuróticas) que los orillaron al fracaso con el alcohol.
Conclusión
En las páginas anteriores he intentado mostrar como los grupos de ayuda mutua,
en especial Alcohólicos Anónimos, son capaces de proyectar una identidad
basada no en la patología como muchos creen, sino en la experiencia de fracaso.
La afinidad que se da a través de decantar las experiencias y obtener de esto un
discurso que pueda englobar a los alcohólicos de todo el mundo, unidos por una
sola experiencia, la derrota ante el alcohol. la finalidad es contribuir a los estudios
sobre los grupos de ayuda mutua, explicando la forma en cómo son capaces de
proyectar una identidad, y señalar la experiencia del fracaso como el elemento
que da cohesión a la identidad alcohólica
Este estudio es una pequeña parte del gran campo que representan los grupos de
ayuda mutua en general, (Neuróticos Anónimos, algunos de manejo de ira, y los
que ayudan a mujeres con problemas de maltrato, o de trastornos alimenticios).
Para el caso de los Alcohólicos Anónimos surgieron varias interrogantes, una de
ellas ¿hasta que punto las carencias referidas por los Alcohólicos Anónimos son
significativas?, ¿surgieron éstas de un intento de mimesis con los fundadores de
AA para poder sentirse afiliados a un grupo nuevo? Como éstas, otras
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interrogantes llevan a cuestionar en que medida se mantiene el anonimato en la
relación con los no alcohólicos. Tales cuestiones evidencian la importancia de los
estudios antropológicos sobre las dinámicas de los grupos de ayuda mutua y
autoayuda.
Bibliografía
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