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ENSAYO: LA EUTANASIA Y EL PERDÓN DE LA LEY

Ensayo bibliográfico basado en el


controvertido tema de la Eutanasia
desde el punto de vista jurídico de la
actualidad.

Etimológicamente la palabra eutanasia se define como que lo que uno


busca es morir bien, decidiendo el momento en que quiere hacerlo. Sin embargo,
a la hora de escoger cómo morir las personas muchas veces; obligadas por el
dolor o por alguna otra situación insalvable, se ven en la necesidad de involucrar
a otros en sus planes de acabar con sus sufrimientos.
La eutanasia (como veremos más adelante) no solamente se trata del
derecho a morir sino el derecho que le das a otros para que te maten. Desde
este punto de vista presento mi postura a manera de ensayo sobre cuáles; son
los factores involucrados en la muerte que; creo yo, tienen las personas la unidad
de decidir para cada uno que pretenda quitarse la vida.
En este sentido el nivel de conocimiento sobre la eutanasia involucra una
diversidad de aporte bibliográfico que va desde el aporte de especialista de corte
social, hasta especializados juristas con las que hemos enriquecido el
comentario de relatores peruanos que explican la eutanasia en el presente
informe. Todo esto haciendo una separación de los que significa el suicidio y “el
suicidio asistido y aceptado por el estado”
Como ya se dijo es bastante difícil definir un suicidio sin miedo a entrar en
la sombra del vacío jurídico de la eutanasia la misma que definen al término
como una expresión del hecho jurídico del suicidio, discriminándolo o
diferenciándolo del proceso de eutanasia que puede buscar una persona bajo el
sufrimiento a veces terminal de la muerte con la que – por lo general – se lucha.

“(…) procurando centrarnos en la actualidad de nuestros días, la


eutanasia ha sido definida la mayoría de las veces como la muerte
en paz, sin dolores, incluso en plenitud de conciencia, sin
disminución de las cualidades psíquicas del individuo. (Sánchez
Jiménez, 1999, pág. 24)

El mismo autor señala que la etimología; es decir el origen de la palabra,


decide el uso que se asocia a la muerte sin lo trágico que resulta asociarlo al
dolor.
La palabra eutanasia etimológicamente proviene de dos voces griegas: eu
que quiere decir «bien», y thánatos, que significa «muerte», y el primero en
ocuparse científicamente del tema fue -en el siglo xvii, aparentemente en 1623-
el canciller inglés sir Francisco Bacon de Verulamio, en una obra de título
discutido, por cuanto mientras unos la denominan Novum Organum, otros la
llaman Historia de la vida y dela muerte, y hay quienes le atribuyen la
denominación de El tratamiento de las enfermedades incurables. (Rodríguez,
1997, pág. 216)
Aunque el término tiene una gran variedad de sentidos en cuanto a la
acepción etimológica, el uso del léxico moderno explica que es suficiente con
que se le distinga en pasiva y activa. Así mismo se dice que se puede clasificar
en directa o indirecta.

Méndez & Silveira las explica:


De acuerdo con las clasificaciones propuestas, y según la
naturaleza de la actuación de aquel que pone fin a la vida de otro,
se ha distinguido entre eutanasia activa y pasiva. Se suele decir
que la diferencia entre ellas es la que hay entre acción y omisión, o
entre matar y dejar morir. En el primer tipo se realiza una acción
cuya consecuencia es la muerte de alguien, y en el segundo se
realiza una omisión cuya consecuencia es también una muerte. Y
lo que se discute, en un debate que se ha convertido en un pequeño
clásico dentro de la llamada ética aplicada, es si esa diferencia es
relevante desde el punto de vista moral. (Méndez & Silveira, 2007,
pág. 116)

Dentro de las situaciones críticas que las personas escogen morir por
medio de eutanasia podemos mencionar:
Enfermedades terminales ya que no responde a ningún tratamiento, ya
que esto conlleva a la muerte en un contexto de intenso dolor y a la vez produce
un gran impacto emocional tanto en el enfermo como en sus familiares.
La situación de agonía antes de la muerte provoca debilidad intensa,
deterioro de salud, físico-mental y de la conciencia.
Todas estas situaciones han orillado a países como Holanda o Australia
a considerar sus leyes para apiadarse del dolor extenuante y consumidor que le
precede a la muerte inminente de una persona.
La experiencia holandesa respecto a la despenalización de la eutanasia -
entendida ésta como la conclusión deliberada de la vida de una persona por
parte de un médico cuando aquélla la solicita explícitamente- es la más
interesante, por su larga duración y por su consolidación, si bien se vino
produciendo durante muchos años por vía jurisdiccional, y no a través de la
modificación del Código penal o de la promulgación de una ley específica.

En Holanda, y desde los años setenta, la intervención judicial había


ido elaborando una doctrina, consolidada por el Tribunal Supremo
en 1984, que apreciaba la eximente de estado de necesidad en el
caso del médico que causase la muerte a su paciente en
determinadas circunstancias: petición voluntaria del enfermo,
sufrimientos graves e insoportables causados por su enfermedad,
e imposibilidad de mejorar de condición. La consecuencia de la
apreciación de esa eximente consistía en que se consideraba el
caso no perseguible por la ley. Esta práctica judicial instauró así
una especie de despenalización de facto de la intervención médica
que causa la muerte a petición del paciente que aumentó de forma
clara la capacidad de éste para tomar decisiones en lo referente a
su proceso de morir. (Méndez & Silveira, 2007, pág. 120)

La misma información explica que estas figuras jurídicas se dan en un


entorno controlado en el que se involucra la responsabilidad de los médicos y
del operador de salud de ese país, esto con la finalidad de garantizar el derecho
de las personas a decidir sobre sus vidas.

En Australia, aunque se promulgó y facilito la muerte de una pequeña


cantidad de ciudadanos, esta ley fue de impacto significativo en el mundo, pues
sentaba un precedente para que las personas en fase de enfermedades
terminales pudieran decidir sus vidas y la cantidad de sufrimiento que se
ocasionaban a sí mismas, a sus familiares y amigos.

El Territorio Norte de Australia, un territorio autónomo que forma


parte de la federación australiana, pero que no es un estado de la
misma, promulgó en 1996 una Ley de Derechos de los Enfermos
Terminales que permitió a los enfermos con una esperanza de vida
menor de seis meses el que se les facilitara la ayuda médica
necesaria para poner fin a su vida. Aunque esa ley sólo estuvo
vigente nueve meses, y se autorizó esa ayuda en menos de una
decena de casos, fue la primera legislación del mundo que
estableció explícitamente un derecho del paciente a determinar el
momento de su muerte. (Méndez & Silveira, 2007, pág. 121)

Todo licito o ilícito que administra el operador jurídico en todos los países
surge de una actividad civil, la misma que luego; claro, si es necesario. Se
penaliza. Pasando al imperio del derecho penal se puede administrar de la forma
en que los aparatos legislativos de dichos países vean a bien manejarlo.

Por encima del significado etimológico, y de los numerosos sentidos


dados a esta palabra a lo largo de la historia, en estos momentos lo que nos
interesa no es otra cosa que deslindar los campos heterogéneos en los cuales
se va a utilizar normalmente dicha expresión. La eutanasia puede ser
considerada, en determinados aspectos, semejante al asesinato porque en
ambos casos la vida humana está en juego. Sin embargo, es erróneo identificar
la eutanasia con el asesinato. (Sánchez Jiménez, 1999, pág. 25)

CALSAMIGLIA citado por SÁNCHEZ nos dice que existen algunas


diferencias importantes que van a permitir distinguirlas: a) en la eutanasia
siempre ha de existir una razón humanitaria, mientras que, en el asesinato, no.
La eutanasia justificada o no, sólo puede producirse en interés de la dignidad del
destinatario: b) la eutanasia tiene como objetivo disminuir el daño o eliminar el
sufrimiento del destinatario que va a morir de todas formas. Los daños y
sufrimientos pueden ser muy variados, desde el dolor insoportable hasta la
pérdida de dignidad que puede representar para una persona la reducción a
vegetal. En el asesinato no se pretende disminuir el daño de nadie, sino lo que
se pretende es matar simplemente: y c) mientras el destinatario desea la muerte
en el caso de la eutanasia, en el asesinato la víctima no aspira a morir. (pág. 25)
Sin embargo, como hemos dicho, todo parte de la convivencia civil de las
personas. Lo que a su vez ocasiona que surjan momentos en sus vidas muy
delicados, como es el doloroso proceso que nos acerca a la muerte.

La muerte en muchos casos se precede de enfermedades o condiciones


médicas bastante penosas y en algunos casos inmanejables, no solo por las
personas que lo padecen, sino por su entorno más cercano.

La familia, apoderados o amigos, son sin más, quienes más sufren,


sufrimiento que muchas veces los orilla a decidir de entre vida a muerte, que de
acuerdo con una férrea solicitud del enfermo o padeciente, obliga a tomar
medidas que en países como el Perú no están reguladas – a nuestro parecer –
de una manera clara.

(…) en Inglaterra, el doctor Killick Millard, en 1931, dio un discurso en


torno a la legalización de la eutanasia y afirmó, entre otros conceptos
que: la mayoría de los hombres mueren en medio de terribles dolores;
el que no mata un animal muy enfermo es culpable de crueldad,
entonces por qué no ser humanos con el hombre; el suicidio en general
es malo, pero la eutanasia en ciertas circunstancias puede ser
correcta; hay que legalizar la eutanasia como un acto racional, valiente
y frecuentemente altruista. (Velasquez, 2007, pág. 251)

Luego de realizar el presente ensayo hemos llegado a las siguientes


conclusiones:

Que la eutanasia no se constituye como un tipo de suicidio de


características específicas. No tiene actores ni coyunturas determinadas
estrictamente: es decir, que no existe un perfil único de situaciones que orillan a
las personas a optar por la eutanasia.

Que se debe tomar en cuenta que el sistema jurídico peruano no tiene


tipificado tema de la eutanasia como una forma de muerte sobre la que se tiene
una voluntad como una forma especial de homicidio y estamos convencidos que
así debería ser.

Se ha clasificado correctamente como una situación crítica de la vida


humana, tanto en su ámbito social como jurídico, rescatando que en todos estos
calificativos de la eutanasia es importante destacar que, además de los actos del
tercero, existen dos elementos esenciales a tener en cuenta: los motivos
piadosos que determinan la actuación del tercero, y especialmente, el
consentimiento de la persona enferma, cuya anuencia o no en el acto eutanásico
delimitará la ilicitud de la conducta del tercero.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Méndez, V. & Silveira, H. (2007). Bioética y Derecho. Barcelona: Editorial UOC.

Rodríguez, R. (1997). El derecho a amar y el derecho a morir. Lima: Ed. Fondo Editorial PUCP.

Sánchez Jiménez, E. (1999). La Eutanasia: Ante la moral y el derecho. Sevilla: Ed. Haro Artes
Gráficas S.L.

Velasquez, J. (2007). El Estudio de Caso en las Relaciones Jurídicas Internacionales. México D.F.:
Ed. FCP&S.

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