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Parte Rudolf Otto del hecho de salir de un equívoco, la idea de que los predicados
racionales (espíritu, razón, voluntad, voluntad inteligente, omnipotencia, unidad de
sustancia, sabiduría, etc.) apuran o agotan la esencia de la divinidad. Más adelante Otto
habla de una contraposición entre racionalismo y religión profunda. Según este, la
verdadera diferencia entre el racionalismo y su contrario es más bien una cualidad
diferente en el modo y temple o tono sentimental de la religiosidad: que en la idea de Dios,
el elemento racional predomine sobre el irracional o al revés. Agrega Otto, esta tendencia
impera aún hoy. Pero que eso no debe ser así.
Habiendo hecho estas aclaraciones, prosigue Otto con el desarrollo de su obra. Presenta lo
santo. Una categoría peculiar que se hace presente dentro de la esfera religiosa. Algo inefable,
inaccesible a la comprensión por conceptos. Este término santo, dice Otto, suele aplicarse
como predicado absoluto moral (bondad perfecta). Contiene eso pero también algo más, que
será su tarea precisar. Finalmente llega a forjar un neologismo: lo numinoso. Pero como es sui
generis no cabe definirlo en sentido estricto solo dilucidarlo. Y es así como a través del texto, el
autor nos llevará a través de análogos y los contrarios a través de sentimientos familiares o
conocidos a nosotros. Pero que no son propiamente esto (lo numinoso), puesto que no puede
enseñarse, solo suscitarse, despertarse.
Que diferencia tan grande nos muestra este autor con la idea que tenemos de Dios. Cuanto
más aún en nuestra labor pastoral en la que llenamos de conceptos a pobres campesinos
que en la mayoría de los casos tienen un bagaje teológico como el de un niño de primera
comunión. Al estilo Agustiniano, Intentamos introducir todo el mar en un agujero pequeño
hecho en la arena. Qué irracionales somos cuando usamos la razón para explicar a Dios.
Debemos llevar a cada persona a tener ese encuentro con ese algo-alguien que nos
transformó la vida. En esto radica quizá el declive de nuestra Iglesia. Que nos hemos
concentrado a explicar a Dios, cuando lo que el mundo y nuestra sociedad no se fía de
palabras, sino de experiencias. Que aporte tan grande el de la fenomenología de la religión.