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El Mito de Hera

Hera es la diosa con mayor rango en el Olimpo, pues es esposa y hermana de Zeus, el dios de los
dioses en la mitología griega. Esta diosa es la hija mayor de Cronos y Rea, y como todos sus
hermanos fue tragada por su padre, hasta que Zeus fue salvado de las terribles fauces paternas y,
luego, pudo entonces liberar a todos sus hermanos.

Durante la lucha que hubo entre Zeus y los titanes, la diosa fue criada -según unas versiones- por
Océano y Tetis, con quienes ella quedó muy agradecida, por lo que cuando ellos riñeron, ella trató de
reconciliarlos. Otros narran que fue criada por las Horas, por el héroe Témeno e incluso por las hijas
de Asterión.

Una vez que Zeus ganó la gran batalla y se estableció el poder olímpico, éste contrajo matrimonio
con Hera. Se cuenta que ella era su tercera esposa, después de Metis y Tetis, no obstante el amor
entre Hera y Zeus era anterior incluso a la batalla con los titanes. La boda fue más que suntuosa, y de
acuerdo a la tradición, se indica como lugar de la celebración el jardín de las Hespérides (aunque a
veces se dice que las manzanas de este jardín fueron sólo el regalo de Gea a Hera el día de su
casamiento, y que la diosa las cembró en su jardín). En la Ilíada se cuenta que la boda se llevó a
cabo en la cumbre del Ida de Frigia. También, se ha mencionado que se realizó más bien en el lugar
místico de Eubea. La divina unión tuvo como frutos cuatro hijos: Hefesto, Ares, Ilitía y Hebe.

Como esposa del líder de los dioses, Hera se convirtió en la protectora de todas las mujeres casadas.
Por ello, se la representa como mujer celosa, vengativa y violenta, pues Zeus -que le era infiel
constantemente- provocaba sus iras, de las que hacía víctimas no sólo a las amantes sino a los hijos
producto de los amores prohibidos.

Fue así como Heracles cayó en desgracia con Hera, pues era hijo de Zeus y Alcmena, y fue tal vez el
que más sufrió la cólera de la diosa. A ella se le ocurrió la idea de los doce trabajos a los que se
sometió al semidios, y lo persiguió sin límite hasta el fin de sus días.

Sin embargo, estos ataques de celos también le costaban caros a la diosa, pues Zeus siempre
protegía a sus hijos y a sus amantes de la venganza de Hera. Por ejemplo, cuando Heracles se vio
envuelto en una tormenta enviada por Hera cuando él regresaba de tomar Troya, Zeus la suspendió
del Olimpo y le ató un yunque en cada pie. Hera más tarde se reconcilió con Heracles.

Las leyendas en que esta importante diosa interviene son muchas. Por ejemplo, persigue a Io, la
convierte en vaca y convence a los Curetes de desaparecer a su hijo, interviene en el trágico origen
de Sémele, produce la locura de Tamante e Ino por haber criado a Dionisios, hijo bastardo de Zeus
con Sémele. Aconseja a Artemisa para que asesine a Calisto, e intenta impedir el parto de Leto, de
dónde nacieron Apolo y Artemisa.

Sin embargo, la ira de Hera no siempre se relaciona con los celos, a veces también lucha por poder.
Por ejemplo, castigó a Tiresias y lo dejó ciego, por darle la razón a Zeus en una discusión que entabló
la pareja sobre quién gozaba más de los placeres del amor, si el hombre o la mujer.

Además, participó en el concurso de las manzanas para averiguar cuál diosa era la más bella, donde
Paris fue árbitro. Como éste eligiera a Afrodita, su cólera cayó sobre él y sobre Troya, por lo que la
balanza se inclinó por los griegos o aqueos, hecho que se confirmaba porque Hera naturalmente
estaba designada como la protectora de Aquiles, héroe griego hijo de Tetis, a quien Hera le debía
tanto, como ya dijimos. Incluso, la diosa extendió su protección a Menelao, y lo hizo inmortal.
Anteriormente, Hera había protegido a los Argonautas, y ayudó a que salieran bien librados de las
Rocas Cianeas y de los pasos de Caribdis y Escila.

Por otro lado, se sabe que la diosa participó en la lucha contra los Gigantes y que fue perseguida y
atacada por Porfirión que se había enamorado de ella. Éste intentó hacerla suya por la fuerza, pero
mientras le arrancaba los vestidos, Zeus llegó en auxilio de la diosa y le envió un rayo al atacante que
fue asesinado completamente por un flechazo de Heracles. De igual forma, Ixión también la atacó con
un deseo incontrolable y violento, pero Zeus una vez más la protegió mediante una nube que modeló
para engañar al pérfido.

Sus atributos comunes eran el pavo real, cuyo plumaje pasaba por ser los ojos de Argos, el guardián
que Hera le asiganra a Io, y sus plantas eran el helicriso, la granada y el lirio. En la mitología latina o
romana fue conocida como Juno.
El mito de Atalanta
Atalanta fue una heroína vinculada al ciclo arcadio como relacionada con las leyendas beocias,
consagrada a Artemisa y reconocida por sus inmejorables habilidades para la caza.

Sus orígenes varían según la versión del mito. Así, puede considerarse como hija de Yaso,
descendiente de Árcade, y de Clímene, quiene era hija de Minia rey de Orcómeno. Para Eurípides y
otros, su padre es más bien Ménalo, por quien la isla Ménalo fue nombrada. Sin embargo, la versión
más difundida, especialmente desde Hesíodo, es en la que Atalanta es hija de Atamante y Temisto,
gracias a lo cual se relaciona con la cultura beocia.

Su padre quería únicamente hijos varones y por eso al nacer Atalanta, la abandonó en el monte
Partenio a su suerte. Ella pudo sobrevivir gracias a que una osa la cuidó y la amamantó, hasta que
unos cazadores la encontraron y decidieron criarla. Una vez que se convirtió en una bella y ágil mujer,
Atalanta decidió no casarse y mantenerse virgen para consagrarse a la diosa de la cacería, Artemisa,
a quien emulaba con sus acciones. Por ello, Atalanta vivía en el bosque cazando y llegó a ser una de
las cazadoras más renombradas de la antigüedad.

Como mujer que era enfrentó muchos peligros, como cuando dos centauros -Reco e Hileo- quisieron
violarla, pero ella siempre pudo defenderse gracias a sus inigualables habilidades, y mató a los
centauros con sus flechas. Su fama se difundió sobre todo después de participar en la cacería del
jabalí de Calidón y luego de obtener el premio a la carrera en los juegos fúnebres organizados en
nombre de Pelias, donde compitió con Peleo, padre de Aquiles, el de los pies ligeros, héroe del ciclo
toryano.

Además de estar consagrada a Artemisa, lo que implicaba que debía mantenerse virgen, Atalanta
había recibido un oráculo en el que se le anunciaba que el día en que se casara, iba a ser convertida
en animal. Por ello, y para evitar cualquier pretendiente, anunció que su esposo sería sólo aquel que
lograra vencerla en la carrera, con la condición de que si ella triunfaba, debía matar a su oponente.
Sin embargo, a pesar del peligro, muchos lo intentaron e irremediablemente perecieron, pues ella era
invencible, aún cuando la joven siempre les daba alguna ventaja al inicio de la carrera.

Ahora bien, como era de esperarse apareció el joven que logró vencer a Atalanta en la competencia.
En algunas versiones se dice que fue Hipómenes, hijo de Megareo, o también Melanión, hijo de
Anfidamante y por tanto primo hermano de la cazadora virgen, cuando se la considera hija de Yaso.

El apuesto oponente decidió probar suerte en la carrera para obtener la mano de Atalanta, pero tenía
una gran ventaja y es que llevaba con él unas manzanas de oro que le había regalado Afrodita, diosa
del amor, y que procedían probablemente del jardín de las Hespérides o de un santuario de la diosa
en Chipre. Durante la competencia, cada vez que Atalanta le iba a dar alcance, el joven dejaba caer
una de las manzanas, que Atalanta se detenía a recoger, ya sea fascinada por su belleza o incluso
dispuesta a dejarse engañar porque realmente había sido conquistada por el atrevido joven. En fin,
como ella se distraía con cada manzana que caía, el joven pudo vencerla y así obtuvo su mano.

La pareja muy enamorada vivió feliz durante un tiempo, compartiendo sus cacerías y hazañas. En
una de estas persecuciones, los esposos entraron en un santuario de Zeus (aunque a veces se dice
que de Cibeles), y enemorados como estaban se detuvieron y gozaron de su amor. Zeus montó en
cólera por el sacrilegio y transformó a la pareja en dos leones. Aparentemente, los griegos creían que
los leones no se cruzaban entre sí, sino que lo hacían con los leopardos, de manera que al
convertirlos a ambos en leones, Zeus estaba no sólo quitándoles su condición humana, sino
condenándolos a una vida separada.

Otra versión de este suceso, es que después de la cacería en que el joven había vencido a Atalanta,
éste no había agradecido a Afrodita su ayuda para poder vencer a la bella muchacha, y entonces la
diosa molesta, provoca la profanación del templo, hecho por el cual Zeus los castiga y los convierte
en leones. Atalanta dio a luz un hijo, Partenopeo, que participó en la primera expedición de los siete
contra Tébas. A veces se dice que este niño fue fruto de su matrimonio, pero también hay leyendas
que indican que es hijo de Ares o de Meleagro. Atalanta fue tan importante que de hecho hay varios
mitógrafos, como Apolodoro, que la incluyen entre los Argonautas, grupo de héroes de la antigüedad
que partió en un difícil viaje en busca del bellocino de oro. Ella, como era de esperarse, fue la única
mujer que participó en esta travesía.

En Epidauro, estaba la fuente de Atalanta, y se decía que en una cacería, la joven tuvo sed por lo que
golpeó la roca con su jabalina, de donde brotó al instante la fuente. Atalanta es de gran importancia,
pues simboliza la mujer contestaria que se rebeló contra todos los esquemas patriarcales de la Grecia
antigua y logró obtener el respeto de sus contemporáneos así como de la posteridad.
Mitos Maternales

Leto

Leto es la madre de Apolo y Artemisa de Zeus. Ella es de la primera generación divina, hija de Ceo y
Febe, ambos titanes.

Cuando Leto que dó embarazada, Hera -esposa de Zeus- sintió celos de ella y para castigarla
prohibió que Leto pudiera dar a luz en cualquier parte de la Tierra. Como consecuencia, Leto andaba
errante, buscando un lugar que estuviera fuera de la cólera de Hera para tener a sus hijos.

Según unas versiones, después de mucho andar, Leto encontró asilo en una pequeña isla desierta
conocida como Ortigia entre los dioses donde pudo tener a sus dos hijos. Apolo dios del sol y de la
luz y Artemisa, la diosa virgen de la cacería, nacieron en esta isla perdida, y por eso cambió sus
nombre a Delos, la brillante, y además fue recompensada por los dioses, quienes le otorgaron cuatro
columnas bajo ella para que siempre estuviera firme.

De acuerdo con otras interpretaciones, la maldición de Hera fue que Leto no podía parir en ningún
lugar donde llegaran los rayos del sol. Ante esto, Zeus ordenó a Bóreas que llevara a Leto ante
Poseidón (dios del mar), quien fabricó una bóveda con las olas del mar por encima de la isla, y así al
reguardo del Astro Rey, Leto pudo tener sus hijos.

Leto tuvo que sufrir los dolores de parto durante nueve días y nueve noches, ya que si bien todas las
diosas llegaron para asistirla en la empresa, Hera y Ilitía, quien era la diosa de los alumbraminetos, se
habían quedado en el Olimpo. Al cabo de los nueve días, todas las divinidades llamaron a Ilitía, con la
condición de que si iva le regalaban un collar de oro y ámbar de nueve codos de longitud. Ante esto,
Ilitía no se negó y los divinos niños nacieron.

Pero la ira de Hera era inagotable e incanzable, por lo que Leto se vio obligada a huir a la tierra de los
Hiperbóreos, su residencia más común, transformada en loba. Es debido a esto que Apolo recibía el
epíteto de Licógenes que quiere decir hijo de lobo.
Mito de eros

Eros es el dios del amor. En un principio se consideraba nacido a la par de Gea y del Caos. También
se piensa que nació del Huevo Original engendrado por la Noche, cuyas dos mitades al romperse
formaron el cielo y la tierra respectivamente.

Otras versiones que insistían en verlo como un dios menor, y que le quitaban el simbolismo de
cohesión interna del cosmos, apuntaban que Eros era un genio intermediario entre los hombres y los
dioses, y que había nacido de Poros (el Recurso) y Penía (la Pobreza). Se caracteriza por ser una
fuerza inquieta e insatisfecha.

La tradición más aceptada y difundida establecía que era hijo de Afrodita (diosa del amor) y de
Hermes (mensajero de los dioses). Gracias a los poetas clásicas Eros adqurió su fisonomía más
conocida que es la de un niño alado, que se divierte llevando el desasosiego a los corazones.

Sin embargo, se ha descubierto que hay diversas genealogías para este dios. A veces se le tiene por
hijo de Hermes y Artemisa Ctonia, o bien de distintas Afroditas. Así habría un Amor, hijo de Hermes y
Afrodita Urania, Anteros -amor contrario o recíproco- hijo de Ares (dios de la Guerra) y Afrodita (hija
de Zeus y Dione). Otro sería hijo de Hermes y Artemisa (hija de Zeus y Perséfone) y es este el que se
identifica más con el tradicional niño alado.

Puede ser según ciertas representaciones que los inflame con la llama del amor, o que los hiera con
las flechas. Pero por más ingenua que sea su apariencia, se adivina en el fondo al dios poderoso y
grande. Su madre le tiene muchas consideraciones y cierto temor.

Una de las historias más conocidas y además muy romántica donde interviene Eros, es en la que se
enamora de la mortal Psique, y de cómo pierde a su amada y luego la recupera, casándose con ella.

En ocasiones, se le llama Amor o Amores, y su versión latina es conocida como Cupido.


El mito de Quimera

La Quimera es otro animal fantástico de la mitología griega. Era hija de Tifón (hijo menor de
Gea) y Equidna (la víbora).

Es una mezcla entre la cabeza de un león, busto de cabra y cola de serpiente, aunque
también se la ha representado con varias cabezas, una de cabra y otra de león. Lo más
aterrador de esta criatura es que expulsaba fuego por la boca, por lo que resultaba casi
invencible y sumamente peligrosa.

El rey de Caria, Amisodares la crió y su lugar de residencia era Pátara.

La Quimera asotaba con su fuego y cometía pillaje, robándose los rebaños en la ciudad de
Licia. Por esto, el rey Yóbates le pide a Belerofonte (héroe griego, hijo de Poseidón) que la
mate. Además, el rey tenía la doble intención de deshacerse de Belerofonte pues su hijo se
lo pide en una carta.

Belerofonte que era favorito de los dioses, fue a luchar con la Quimera acompañado del
caballo alado Pegaso (hijo de la Gorgona y Poseidón). Se cuenta en la leyenda que
Belerofonte, haciendo uso de su astucia, puso un trozo de plomo en la punta de su lanza.

Al enfrentarse con el fuego de la Quimera, hizo que se calentara el plomo y éste matara a la
bestia.

El nombre de Quimera también fue utilizado para llamar a una ninfa siciliana que se enamoró
del hermoso Dafnis.
Andrómeda

Andrómeda es hija de Cefeo (rey de Etiopía) y de Casiopea, quien pretendía ser más hermosa que
todas las Nereidas. Éstas ofendidas, le pidieron a Poseidón que castigara el atrevimiento de
Casiopea. Poseidón entonces envía un monstruo a las tierras de Cefeo.

Cuando el rey desesperado consulta al oráculo de Amón, éste le predice que la única manera de
salvar sus tierras era exponer a Andrómeda, la hija de Casiopea como víctima expiatoria. Debido a
los grandes sufrimientos del pueblo, Cefeo se vio obligado a hacerlo.

La doncella fue atada a una roca para que el monstruo la atacara y entonces dejara al pueblo libre.
Perseo que volvía de matar a la Gorgona, ve a la linda joven y se enamoró de ella, por lo que
prometió a Cefeo liberarla con la condición de que se la dieran por esposa. Cefeo aceptó y Perseo
mató al monstruo. Luego se casó con Andrómeda.

Fineo, hermano de Cefeo, entró en cólera pues Andrómeda le había sido prometida en matrimonio
anteriormente. Debido a esto urdió una conspiración contra el valiente Perseo. Sin embrago, éste lo
descubre a tiempo y utiliza la cabeza de la Gorgona contra sus enemigos. Cualquiera que viera
directamente la maldita cabeza sería convertido en piedra. Así Perseo se liberó de sus enemigos y
pudo casarse felizmente con Andrómeda. Se la llevó para Argos y después se fueron a vivir a Tirinto,
donde Andrómeda le dio varios hijos y una hija.

Conón hace una interpretación racionalista de esta leyenda, donde Cefeo reinaba en Yope, país que
sería Fenicia después. Este reino se extendía desde el Meditaerráneo hasta el país de los árabes y el
mar Rojo. Andrómeda (hija de Cefeo) era muy hermosa y la cortejaban Fénix y su tío Fineo. Después
de mucha discusión, Cefeo resolvió casar a su hija con Fénix, pero para evitar una pelea con su
hermano, simuló un rapto.

Fénix iba a robar a Andrómeda de un islote donde se hacían sacrificios a Afrodita (diosa del amor y de
la belleza). Éste lo hace a bordo de una nave llamada La Ballena. Andrómeda no había sido
informada del plan por lo que se puso a gritar y a pedir auxilio. Perseo (hijo de Danae y Zeus) que iba
pasando, la escuchó y cuando la vió, se enamoró de ella. Por eso, decidió salvarla.

Con la cabeza de Medusa (la Gorgona), a quien acaba de matar, Perseo petrificó a quienes creía
malvados raptores, y rescató a Andrómeda quien se enamoró de él, por lo que se casan y se van
tranquilamente a reinar a Argos.
El Mito de Pandora

Según el mito hesiódico, Pandora es la primera mujer, como Eva en la religión judeocristiana. Hefesto
(dios del fuego) la modeló a imagen y semejanza de las inmortales, y obtuvo la ayuda de Palas
Atenea (diosa de la sabiduría). Zeus ordena su creación para castigar a la raza humana, por que
Prometeo se había robado el fuego divino para darselo a los hombres.

Cada dios le otorgó a Pandora una cualidad como la belleza, la gracia, la persuación, y la habildad
manual, entre otras; pero Hermes (mensajero de los dioses, e intérprete de la voluntad divina) puso
en su corazón la mentira y la falacia.

Según Los Trabajos y Los Días de Hesíodo, había una jarra que contenía todos los males. Pandora a
penas la vio, la abrió y dejó que los males inundaran la tierra. Para cuando logró cerrar la jarra, lo
único que quedaba adentro era la esperanza, por lo que los humanos no la recibieron. De este mito
proviene la expresión 'abrir la caja de Pandora'. En esta tradición, Pandora representa la perdición de
la humanidad al igual que Eva.

De acuerdo con otra tradición, la jarra contenía más bien todos los bienes y Zeus se la entrega a
Pandora, para que se la regale a Epimeteo el día de su boda, pero ella la abrió imprudentemente, y
todos los bienes se escaparon y volvieron al Olimpo (lugar donde viven los dioses), dejando a los
hombres afligidos por todos los males, con el único consuelo de la esperanza.

Epimeteo era hermano de Prometeo, Atlante y Menecio, hijo de Japeto y Clímene. Es un titán
(primera generación de dioses, descendientes de Gea y Urano). Cuando Prometeo engañó a Zeus y
le robó por fin el fuego sagarado, estaba seguro que debía esperar un castigo. Por esto, le prohíbe a
su hermano que reciba regalos de Zeus, pero Epimeteo al ver la belleza de Pandora no pudo
contenerse. Epimeteo, entonces es el culpable de las desgracias de la raza humana.
Las Musas

Las musas son divinidades femeninas que presiden las artes y las ciencias, e inspiraban a los
filósofos y a los poetas.

Aunque su número varíe según los autores, por lo general se acepta que son nueve, nacidas de
nueve noches seguidas de amor entre Zeus y Mnemósine, una de las titánidas. Las musas son por lo
tanto nietas de Urano, el Cielo, y Gea, la Tierra.

Estas diosas se presentan como cantantes en las fiestas de los dioses, y forman parte del séquito de
Apolo. Su primer canto fue el de la victoria de los dioses del Olimpo sobre los Titanes y el
establecimiento de un nuevo orden cósmico. Se decía también que acompañaban a los reyes,
dándoles las palabras necesarias para gobernar, inspirándoles sabiduría y otorgándoles la virtud de la
justicia y la clemencia, con la que se ganaban el amor de sus súbditos.

Las musas se encontraban con frecuencia en el monte Parnaso, que estaba consagrado a Apolo. A
los pies de este monte se encontraba la fuente Castalia, en la que los artistas se purificaban antes de
entrar al templo del dios. También tenían un santuario en el Helicón, la montaña más alta de Beocia,
donde se encuentra la fuente Hipocrene, que surgió de una coz del caballo alado Pegaso.

La mayor y más distinguida de las musas es Calíope, que presidía la elocuencia y la poesía épica.
Era representada con un estilete y una tabla de escritura. Varias leyendas la presentan como la
madre de los cantores Orfeo y Linus.

Clío es la musa de la historia y de la poesía heróica. Se dice que fue quien introdujo el alfabeto fenicio
en Grecia. Es también la madre de Jacinto, compañero de Apolo. Se la representa con frecuencia
sosteniendo un rollo de pergamino.

Erato es la musa de la poesía amorosa, además de la mímica. En el arte se la muestra con una lira.

Euterpe es la musa de la poesía lírica y de la música. Se le atribuye la invención de la flauta doble,


con la que es representada.

Melpómene es la musa del teatro trágico. Usa los coturnos tradicionales de los actores, y es
representada con un cuchillo en una mano y la máscara trágica en la otra.

Polimnia preside los himnos sagrados y la elocuencia. Aparece con frecuencia en una actitud
meditativa, con la mirada seria y un codo apoyado en una columna. A veces se la muestra con un
dedo sobre la boca, simbolizando el silencio y la discreción.

Terpsícore es la musa de la danza y de los coros dramáticos. Se la representa sentada con una lira
en las manos. Varias leyendas le atribuyen la maternidad de las sirenas.

Talía preside el arte de la comedia y de la poesía pastoral. Sus atributos son la máscara de la
comedia y el cayado de pastor.

Urania es la protectora de los astrónomos y los astrólogos. En el arte aparece con una esfera en la
mano izquierda y una espiga en la derecha. Está vestida con un manto cubierto de estrellas y
mantiene la mirada hacia el cielo.

A pesar de su importancia, las musas aparecen en muy pocos mitos. Según una leyenda el rey Píero
de Pieria, en Tracia, tenía nueve hijas que eran muy hábiles en el arte del canto. Estaban tan
orgullosas de esta virtud que decidieron viajar hasta el Helicón y retar a las musas a una
competencia, que las diosas aceptaron. Las piérides entonaron una canción maravillosa que incluso
los pájaros enmudecieron al escucharlas, pero el canto de las musas conmovió hasta las piedras. Las
piérides, derrotadas, fueron castigadas por su arrogancia; las musas las transformaron en urracas,
cambiando sus voces por graznidos.
El mito de Némesis

Némesis, hija de Nix (la diosa noche) personifica la Venganza divina, y por eso se encarga de
castigar a quienes caen en la desmesura, uno de las grandes faltas para los griegos.

Esta desmesura o Hubriz es por ejemplo el exceso de felicidad en los humanos, el orgullo, la
soberbia, y por supuesto el desafío a los dioses.

La existencia de esta venganza divina encuentra su explicación en la cosmovisión que tenían los
griegos, para quienes el equilibrio (svfrosunh) era lo más importante. Cuando éste se rompía, se
ponía en peligro el orden de las cosas, por lo que era necesario el castigo para mantener al mundo tal
y como es.

De esta manera, en el caso de Creso -hombre demasiado feliz y demasiado rico- es llevado por
Némesis a una peligrosa expedición donde debe vencer a Ciro. Esta acción termina por ser la ruina
de Creso.

Lo mismo sucedió con los persas, quienes incurrieron en la desmesura de dar por cierta su victoria
sobre Atenas. Nunca lograron conquistarla, por lo que con un bloque traído por los mismos persas
-con intención de hacer un trofeo de su victoria- el famoso escultor Fidias hizo una estatua de
Némesis, que sirvió de motivación para los atenienses en Maratón, donde obtuvieron una
contundente victoria.

Némesis intervino en muchas historias, con la intención de mantener el preciado equilibrio (svfrosunh)
de los griegos. Pero además, es conocida por sus amoríos involuntarios con Zeus.

Cuenta la leyenda, que Némesis era objeto de desvelos amorosos de Zeus, y ella no lo deseaba, por
lo que para tratar de huir del abrazo del gran dios, ella cambió de forma mil veces, hasta que al final
se conviertió en una oca. En ese momento, Zeus se convierte en cisne y la hace suya.

Por esta unión, Némesis puso un huevo. Unos pastores lo recogieron y se lo entregaron a Leda. De
este huevo nacieron los Dioscuros -Castor y Polux- y la bella Helena, quien luego sería la causa de la
terrible Guerra de Troya.
La Ninfa Eco y Narciso

Eco es una de las ninfas del bosque, y es la que da origen al sonido que conocemos como eco.

Eco es protagonista de varias leyendas. Por ejemplo, existe una en la que aparece como la amada de
Pan (dios de pastores y rebaños), pero ella no corresponde a ese amor sino que sufre por el
desprecio de un fauno al que ama de verdad. Pan, movido por los celos decide vengarse, y hace que
ella se desgarre por unos pastores. Su llanto se relaciona con el eco.

La diosa Hera había castigado a Eco, y le impedía hablar. La ninfa solo podía repetir la última palabra
que pronunciara su interlucotor. Esto se debió a que Eco cubría a Zeus sus infelidades hacia Hera, y
la entretenía con elocuentes conversaciones, mientras el dios de dioses se divertía con sus amantes.

En la versión más conocida del mito de Eco, ella se enamora perdidamente de Narciso de quien el
adivino Tiresias predijo, en su nacimiento, que tendría un larga vida si no se contemplaba a sí mismo.
Este joven era muy hermoso pero despreciaba el amor de todos.

La pobre ninfa no fue la excepción y Narciso despreció su corazón cuando la vio en el bosque y ella
no fue capaz de responderle más que sus propias palabras. Entonces, ella desolada, ofendida se
encerró en un lugar solitario y allí dejó de comer y de cuidarse. Así se fue consumiendo poco a poco,
y el dolor la fue absorbiendo hasta que desapareció y se desintegró en el aire, quedando sólo su voz
que repetía las últimas palabras de cualquiera. Esta voz es lo que llamamos eco.

Debido a esto los dioses se molestaron y todas las demás mujeres rechazadas oraron a los dioses
por venganza. Némesis (la venganza) las escuchó e hizo que Narciso contemplara su propia imagen.
Cuando el joven lo hizo, se enamoró de su propia belleza y ya no le importó nada más que su
imagen.

Se quedó contemplándose en el estanque y se dejó morir, totalmente indiferente al resto del mundo.
Dicen que aún en el Estigio (el mar de la tierra de los muertos), Narciso continúa admirándose.

En el lugar en que Narciso murió, nació la flor homónima.


El Mito de La Formación de la Vía Láctea

Se cree que fue Hera, la esposa de Zeus el dios de dioses, la que dio origen a la Vía Láctea, nuestra
galaxia.

Zeus era muy aventurero y le gustaba mucho tener diferentes mujeres, por lo que nunca le guardó
fidelidad a su mujer. En una de estas aventuras, Zeus se unió con Alcmena en ausencia de su
marido. El dios se hizo pasar por el ausente, y como la mujer le gustaba mucho decidió estar con ella
en una noche que durara mucho, por lo que por orden de él, el sol no salió cuando tenía que haberlo
hecho.

Después el esposo de Alcmena, Anfitrión, regresó y se unió a ella. De ambas uniones Alcmena quedó
embarazada. El hijo de Zeus fue Heracles (Hercules en la tradición latina) y el hijo de Anfitrión fue
Ificles.

Heracles fue desde su concepción, el favorito de Zeus a lo cual Hera respondió con ira y celos, pues
no soportaba la idea de que el hijo de otra mujer fuera tan querido para su divino esposo.

Así, la diosa decidió complicar el nacimineto de Heracles quien se quedó 10 meses dentro del vientre
de su madre. Y además ella es la responsable de que el héroe tuviera que sufrir los Doce Trabajos y
cuando era un bebé de ocho meses, Hera le envió dos terribles serpientes para asesinarlo, sin
embrago el niño supo defenderse sin problemas.

Ahora bien, existía la condición de que Heracles sólo sería inmortal si mamaba de Hera y esto no iba
a ocurrir con el consentimineto de la diosa.

Sobre esta historia existen dos versiones. Primero, se cree que Hermes, el mensajero de los dioses,
llevó al niño a donde Hera mientras ella dormía y lo puso en su seno para que mamara la leche
divina. Cuando Hera se despertó y descubrió a Heracles en su pecho lo retiró brucamente y la leche
siguió manando, se esparció por el universo y formó la Vía Láctea.

La otra versión indica que Hera iba con Atenea paseando por el campo cuando vieron al niño
descansando en la hierba. Atenea convenció a la diosa de que lo amamantara, pues era muy
hermoso. Hera accedió, pero pronto Heracles chupó la leche con tal violencia que hirió a la diosa.
Hera lo apartó de su seno vigorosamente y la leche siguió fluyendo hasta que formó la Vía Láctea.
La Leyenda de Ícaro

Ícaro se conoce a veces como el inventor del trabajo en madera. Es hijo de Dédalo, genio de la
antigüedad que le mostró a Ariadna cómo Teseo podía encontrar el camino en el laberinto de Minos,
donde se encontraba el Minotauro (monstruo con cuerpo de toro y cabeza de hombre).

Con esta ayuda, Teseo fue capaz de matar al Minotauro, por lo que el rey Minos y padre del
monstruo, muy molesto encerró a Dédalo con su hijo en el laberinto.

Con la intensión de huir, Dédalo fabricó unas alas para él y su hijo. Las adhirió con cera a los
hombros de Ícaro y luego en los suyos e iniciaron el vuelo que los llevaría a la libertad. El padre había
advertido a su joven e imprudente hijo que no volara demasiado alto ni demasiado bajo.

No obstante las advertencias de su padre, Ícaro fascinado por lo maravilloso del vuelo se elevó por lo
aires desobediendo a Dédalo quien no pudo impedirlo. Además, Ícaro se sintió dueño del mundo y
quiso ir más alto todavía. Se acercó demasiado al sol, y el calor que había derritió la cera que
sostenía sus alas, por lo que las perdió. El desdichado y temerario joven acabó precipitándose en el
mar, donde murió. Por eso, desde entonces ese mar se conoció como El Mar de Icaria.

En otras versiones donde se elimina el elemento fantástico, se nos cuenta como Dédalo había
matado a su sobrino Talo, por lo que había tenido que huir de Atenas. Ícaro, igualmente desterrado
había ido en busca de su padre, pero naufragó en las aguas de Samos, por lo que el mar recibió un
nombre derivado del suyo, igual que en la leyenda original.

También se dice que Ícaro y su padre habían huido de Creta en dos barcos de vela inventados por
Dédalo, pero el joven no supo dominar las velas y naufragó o más bien que cuando llegó a la isla de
Icaria, se lanzó torpemente hacia tierra y se ahogó.

La leyenda era fuerte e incluso por mucho tiempo se mostraba una supuesta tumba de Ícaro en un
cabo del mar Egeo, al igual que se decía que en las islas de Ámbar había dos columnas que Dédalo
había levantado una en honor a su hijo y otra en nombre de él mismo. Asimismo, se decía que
Dédalo había representado en una escultura el triste destino de su hijo en las puertas el templo de
Cumas, dedicado a Apolo.
El mito de las Amazonas

Las Amazonas eran un pueblo de solo mujeres descendientes de Ares, dios de la guerra y de la ninfa
Harmonía. Se ubicaban a veces al norte, otras en las llanuras del Cáucaso, y otras en las llanuras de
la orilla izquierda del Danubio. En su gobierno no interviene ningún hombre, y como jefe tienen una
reina. La presencia de los hombres era permitida siempre que desempeñaran trabajos de
servidumbre. Para perpetuar la raza se unían con extranjeros, pero sólo conservaban a las niñas. Si
nacían varones, se cuenta en algunas versiones, que los mutilaban dejándolos ciegos y cojos. Otras
fuentes indican que los mataban. Por decreto, a todas las niñas les cortaban un seno, para facilitarles
el uso del arco y el manejo de la lanza. De esta costumbre proviene su nombre 'amazonas' del griego
'amazwn' que significa 'las que no tienen seno'.

Eran un pueblo muy guerrero, por lo que su diosa principal era Artemisa, la cazadora. Debido a esto,
se les atribuía la fundación de Éfeso y la construcción del Gran Templo de Artemisa.

De este pueblo, hay muchas leyendas donde grandes héroes tuvieron que enfrentarse a ellas. Por
ejemplo, Belerofonte quien luchó contra ellas por mandato de Yóbates. Una de las más conocidas es
cuando Heracles (Hércules) cumple la misión que le asigna Euristeo, y se dirige a las márgenes del
Termodonte a adueñarse del cinturón de Hipólita, reina de las amazonas. Ésta consintió en entregarle
el cinturón a Heracles, pero la celosa Hera (esposa del dios Zeuz) provocó una rebelión entre las
Amazonas, y Heracles tuvo que matar a Hipólita. Teseo que acompañaba a Heracles en su misión, se
llevó a Antíope, una de las amazonas. Ellas, molestas por este atrevimiento y para vengar el rapto,
hicieron la guerra contra Atenas, pero fueron derrotadas por los atenienses que estaban liderados por
Teseo.

Otra azaña legendaria que las involucra, es la ayuda que le brindaron a los troyanos durante la guerra
de Troya. Pentesilea, reina amazona, envió un grupo de apoyo a Príamo, rey troyano. Aquiles dio
muerte a Pentesilea, quien antes de morir, hizo que éste se enamorara perdidamente de ella, lo que
le infundió gran sufrimiento.
Tanatos

Tánatos era el hijo de Érebo y Nicte, hermano gemelo de Hipnos, y personificación de la muerte.

Era el genio alado que acudía a buscar los cuerpos de los que habían fallecido.

Cortaba un mechón de sus cabellos para ofrecer como tributo a Hades y se llevaba sus cuerpos al
mundo de los muertos.

Transportó, ayudado por su hermano Hipnos, el cuerpo del guerrero Sarpedón, muerto en Troya,
hasta Licia. También se llevó el cuerpo de Alcestis que, ejemplo del amor conyugal, había sustituido a
su marido en el féretro.

Más tarde, su presa le fue arrebatada por Heracles, que lo obligó a devolverla a la vida más joven y
más bella que nunca.

Sin embargo, la historia más curiosa en la que interviene Tánatos es en la que es encadenado por
Sísifo.

Sísifo era el más astuto y el menos escrupuloso de los mortales. Era capaz de los más enrevesados
engaños para conseguir sus propósitos.

Se dice que, al ser amante de Anticlea, él sería el verdadero padre de Ulises.

Cuando Zeus raptó a Egina, la hija del río Asopo, Sísifo fue testigo casual de los hechos. Utilizó la
información para conseguir de Asopo un manantial en la ciudadela de Corinto, y delató a Zeus.

Éste, enfurecido, mandó a Tánatos para acabar con la vida del mortal, pero el hábil Sísifo consiguió
atrapar y encadenar al genio alado de la muerte, y por un tiempo ningún hombre murió.

Finalmente, Ares liberó a Tánatos, que volvió a realizar su trabajo empezando por el propio Sísifo.

Pero Sísifo era capaz aun de más artimañas para librarse de la muerte, y antes de morir ordenó en
secreto a su esposa que no le tributara honras fúnebres.

Una vez en los infiernos, se quejó ante Hades de la impiedad de su esposa y le pidió que le dejará
volver para castigarla.

Hades se lo permitió y Sísifo, que no tenía intención de volver a los infiernos, vivió en la Tierra feliz
hasta época muy avanzada. Cuando por fin murió, Hades le impuso una tarea para evitar una nueva
evasión. Su martirio consistía en empujar cuesta arriba un gran peñasco que, una vez en la cumbre,
volvía a caer por su propio peso y el trabajo de Sísifo se prolongaba así eternamente.
Hipno

Hipno es la personificación del sueño y es hijo de Nicte, la noche, y Érebo, personificación de las
tinieblas de los infiernos, ambos hijos del Caos. Es a su vez hermano gemelo de Tánatos, la Muerte.

El nacimiento de Hipno está muy cerca del Génesis, según la mitología griega, puesto que la Noche y
las Tinieblas (los que serían sus padres) son elementos primordiales. Hipno pertecece así a una
familia de conceptos muy abstractos, diferenciados de las divinidades propiamente dichas a las que
dio a luz Gea, hija también del Caos.

Por lo tanto Hipno apenas ha pasado la fase de la pura abstracción. Según el autor, se hace de su
hogar Lemnos, los mismos Infiernos, o en el país de los cimerios, donde Ovidio hace una detallada
descripción de su palacio encantado donde todo duerme.

A petición de Hera, Hipno durmió a Heracles para que la nave de éste fuese arrastrada, y a Zeus para
permitir que Poseidón interviniese a favor de los griegos en la guerra de Troya.

Con ayuda de su hermano Tánato, llevó el cuerpo del guerrero Sarpedón desde su muerte en Troya
hasta Licia.

También se conoce una historia en la que Hipno, enamorado del pastor Endimión, le concede a éste
el don de dormir con los ojos abiertos para poder contemplarlos así durante toda la eternidad.

Simbología: Se le suele representar como un hombre alado (con alas en la espalda o en las sienes)
que recorre velozmente la tierra y el mar y aletarga a los demás seres. Toca la frente de los hombres
con una ramita o vierte en sus ojos un líquido que lleva en su cuerno. Se dice que tuvo cien hijos,
pero sólo se menciona a tres: Morfeo, Iquelo y Fantaso.

Morfeo era el encargado de aparecer en los sueños de los hombres, y su nombre significa forma
porque aparecía de mil formas engañosas. Se le representaba como un anciano alado y sumamente
silencioso con una adormidera en la mano.
El mito de Europa

Europa era hija de Agenor y Telefasa, aunque a veces se dice que era hija de Fénix y por lo tanto
nieta de Agenor.

Europa jugaba con sus compañeras en la playa de Sidón o a veces Tiro donde reinaba su padre,
cuando Zeus la divisó y quedó maravillado por su belleza, por lo que se prendó de ella.

Como Zeus sabía que Europa podía rechazarlo si se le presentaba naturalmente, se transformó en un
hermoso toro blanco que tenía cuernos parecido al creciente lunar, y fue a rendirse a los pies de la
bellísima doncella.

Primero, la joven se asustó, pero luego fue tomando confianza. Primero opta por acariciar en el lomo
al maravilloso animal y decide por último montar en su espalda. Zeus que esperaba esta acción de
Europa, inmediatamente se levantó y partió hacia el mar.

Europa gritaba y se aferraba con fuerza a los curvados cuernos, pero Zeus no se detuvo, se adentró
en la olas y se alejó de tierra, hasta llegar a Creta. Los hermanos y la madre de Europa salieron en su
búsqueda desesperados y por orden de su padre, pero no dieron con ella.

En Gortina, Zeus logra su cometido y se une con Europa cerca de una fuente y uns plátanos que
bendecidos por haber presenciado el divino acto de amor nunca más volvieron a perder sus hojas.

De esta unión nacieron tres hijos: Minos, Sarpedón y Radamantis. Además, se cree que fue la madre
de Carno, amado de Apolo, y Dodón.

Pero Zeus no podía quedarse con su bella Europa, por lo que para recompensarla le da tres regalos.
El primero es Talo el autómata, que era de bronce y cuidaba las costas de Creta contra los
desembarcos extranjeros. El otro fue un perro que nunca fallaba en la cacería y siempre lograba
atrapar a sus presas. Por último, le entregó una sorprendente jabalina que siempre y sin excepción
acertaba en el blanco elegido.

Adicionalmente, y para recompensarla por completo, Zeus logró que Europa contrajera matrimonio
con Asterión, quien al no tener hijos, adoptó a los de Zeus.

Cuando Europa murió le fueron concedidos los honores divinos y el toro que había sido la forma en
que Zeus había amado a Europa fue convertido en constelación e incluido en los signos del zodíaco.

Por otro lado, se conocen otras heroínas con este nombre. Una es la hija de Ticio que tuvo a Eufemo
depués de unirse con Poseidón (dios del mar). Otra es una de las Oceánides, hijas de Tetis y
Océano. También, la madre de Níobe, esposa de Foroneo se llamaba Europa. Y por último, la hija del
Nilo y una de las esposas de Dánao.
La Leyenda de Pegaso

Pegaso es un caballo alado. Su nombre proviene de la palabra griega phgh, que significaba
manantial, pues se decía que había nacido en las fuentes del Océano.

Hay varias versiones de su nacimineto. Por un lado se decía que había nacido del cuello de la
Gorgona, cuando Perseo la mató en el mar. En esta perspectiva, resulta que su padre es Poseidón, y
Crisaor su hermano gemelo.

Otra versión sostiene que nació en la tierra, fecundado por la sangre derramada de la Gorgona,
cuando Perseo la mató.

Una vez que nació, Pegaso fue al Olimpo, donde se puso a las órdenes de Zeus, al llevarle el rayo.

El papel de Pegaso más importante es en la leyenda de Belerofonte, sobre la que hay diversos
argumentos. Por un lado, se decía que Pegaso había sido regalado a Belerofonte por la diosa Atenea
(diosa de la sabiduría), pero según otras historias fue Poseidón el que dio el caballo a Belerofonte.
También se contaba que el héroe lo había encontrado, cuando bebía en la fuente de Pirene.

Fue gracias a Pegaso que Belerofonte pudo matar a la Quimera y lograr por sí solo la victoria sobre
las Amazonas.

Cuando Belerofonte muere, Pegaso volvió a la morada de los dioses. Tiempo después, se dio el
concurso de canto que enfrentó a las Musas con las hijas de Píero. El Monte Helicón estaba muy
complacido por la belleza de las voces, por lo que empezó a crecer amenazando con llegar al cielo.

Al ver el peligro, Poseidón le ordenó a Pegaso que fuera y golpeara a la montaña con uno de sus
cascos para ordenarle qe volviera a su tamaño normal, a lo que la montaña obedeció dócilmente.
Pero, en el lugar donde Pegaso la había golpeado brotó la Fuente Hipocrene, o Fuente del Caballo.

Por último, Zeus lo convirtió en Constelación, para que fuera eterno. Cuando esto sucedió, un pluma
de sus alas cayó cerca de Tarso, y así la ciudad adoptó su nombre.
La diosa Afrodita

Afrodita es la diosa del amor y la belleza, y se identifica en Roma con la antigua divinidad itálica
Venus. Según una tradición es hija de Urano y según otra de Zeus y Dione.

En el caso de la primera historia, el nacimiento ocurre en el momento que Cronos (dios del tiempo)
corta los genitales de su padre Urano y los lanza al mar, de donde surge Afrodita. De ahí que se le
conozca como "la diosa nacida de las olas" o "nacida del semen de dios".

Una vez que salió del mar, Afrodita fue llevada por los vientos Céfiros, primero a Citera y luego a
Chipre, donde las Horas la vistieron y la guiaron a la morada de los Inmortales.

Posteriormente, Platón imaginó que había una Afrodita Urania, la diosa del amor puro e hija de Urano;
y Afrodita Pandemo, hija de Dione y diosa del amor vulgar. Sin embargo esta es una concepción
filósofica tardía.

Afrodita es partícipe de un sinnúmero de leyendas. Primero, se casó con Efesto (el divino cojo y dios
del Fuego), pero estaba enamorada de Ares (dios de la Guerra).

Cuenta Homero (escritor de La Odisea y La Iliada) que mientras los enamorados se entregaban a la
pasión en una madrugada, en el lecho de Afrodita, Efesto celoso les había puesto una trampa, pues
el Sol le había contado que su amada le estaba siendo infiel.

Cuando los amantes se dieron cuenta ya estaban atrapados en una red mágica que tenía el esposo
de la bella diosa, y éste fue a llamar a todos los dioses para que fueran testigos del engaño. Todos se
burlaron del asunto, pero Poseidón (dios del Mar) pidió clemencia y por eso Afrodita y Ares fueron
liberados.

La diosa avergonzada huyó a Chipre, mientras que Ares se fue a Tracia. Sin embargo, sus amores
tuvieron fruto y de tal unión nacieron Eros (dios del amor) y Anteros, Deimo y Fobos (el Terror y el
Temor) y Harmonía. A veces también se agrega a Príapo.

A parte de Ares, Afrodita estuvo involucrada amorosomente con Adonis y a Anquises con quien tuvo a
Eneas (héroe troyano y personaje de La Eneida de Virgilio) y a Lirno.

Pero, la diosa fue especialmente conocida por sus maldiciones e iras, pues cuando alguien caía en la
desgracia de ofender a la diosa, se condenaba a tormentos terribles. Por ejemplo, castigó a la Aurora
con un amor irrefrenable por Orión, ya que había cedido a las seducciones de Ares. También castigó
a todas las mujeres de Lemnos, ya que éstas no la honraban, y las impregnó con un olor insoportable
que provocó que sus hombres las abandonaran. De igual manera castigó a las hijas de Cíniras y las
obligó a prostituirse con extranjeros.

Por otra parte, caer en su gracia era igual o más peligroso. Cuando la Discordia lanzó una manzana a
la más hermosa de las diosas, e hizo que compitieran Afrodita, Palas Atenea y Hera, y Zeus decidió
que fuera Alejandro (Paris, héroe troyano) el que definiera quién era la más hermosa, cada una le
ofreció un regalo a cambio de que la escogiera. Palas Atenea le ofreció hacerlo invencible en la
guerra, Hera le prometió el reino del universo, y Afrodita la mano de Helena (hija de Zeus y hermana
de los Dioscuros), quien era la mujer más hermosa del mundo. Paris eligió a Afrodita y fue por esta
promesa que se inició la famosa Guerra de Troya.

Afrodita agradecida con Paris, lo protegió durante toda la campaña así como a los demás aqueos,
incluyendo a su hijo Eneas, a quien logró salvar de la muerte.

Aunque Troya iba a perder la guerra definitivamente, Afrodita logró rescatar la raza de los aqueos con
su hijo Eneas, quien luego viajara a una tierra desconocida donde sus descendientes Rómulo y Remo
fundarían Roma.

Así es como para lo romanos Afrodita, Venus para ellos, fuera su protectora particular y por eso César
le levantó un templo bajo la invocación de Venus Madre.

Los animales favoritos de esta diosa eran las palomas, y estas aves arrastraban su carro. Sus plantas
eran la rosa y el mirto.
El Mito de Galatea y Polifemo

En la mitología griega hay dos leyendas protagonizadas por dos Galateas diferentes. La más
conocida y la que nos va a interesar en esta oportunidad es la de Galatea y Polifemo.

Galatea era hija de Nereo (hijo de Ponto y Gea) y de una divinidad marina siciliana. La joven
era muy hermosa y totalmente blanca y habitaba en el mar calmo. Polifemo, el cíclope (hijo
de Poseidón y de la ninfa Toosa, monstruo gigante con un sólo ojo) estaba muy enamorado
de Galatea, pero ella no le correspondía.

El corazón de Galatea pertenecía al bello Acis, hijo del dios Pan (dios de los pastores y
rebaños) y una ninfa. Una vez que los amantes se encontraban descansando a la orilla del
mar, Polifemo los descubrió. Acis intentó huir, pero el furioso monstruo le lanzó una enorme
roca y lo aplastó.

Galatea muy triste, acudió a la naturaleza de su madre Toosa y lo convirtió en un río de


límpidas aguas que llevó su mismo nombre.

Según algunas versiones, después Galatea estuvo con Polifemo y de esta unión nacieron
Gálata, Celto e Ilirio, epónimos de los pueblos de los gálatas, los celtas, y los ilirios
respectivamente.

En otras tradiciones, Galatea pertenecía en cuerpo, alma y corazón al imponente Polifemo,


pero Acis se enamoró de ella. Cuando el cíclope descubrió tal cosa, celoso y encolerizado
intentó matarlo lanzándole unas rocas, pero antes de que lo pudieran alcanzar, Acis se
transformó en río y así evitó la tragedia.
El Mito de Gea

Gea es la madre Tierra de donde surgen todas las razas divinas. Ella nace después de Caos
y antes de Eros (el Amor). Ella sola engendró a Urano (el Cielo) que la cubre al igual que
Ponto (el mar).

Después se une con Urano y da a luz a los seis titanes: Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Japeto
y Cronos. También tuvo a las seis titánides: Tía, Rea, Temis, Mnemósine, Febe y Tetis
(madre del héroe Aquiles). Después nacieron los cíclopes (monstruos gigantes con un solo
ojo), divinidades relacionadas con el rayo y el trueno. Por último nacieron los Hecatonquiros,
seres de cien brazos, gigantescos y violentos.

Urano odiaba a todos sus hijos, por lo que los obligaba a vivir en las profundidades de su
madre. Un día ella decidió liberarlos y les pidió que se vengaran de su padre, pero todos le
temían demasiado. Sólo el menor, Cronos aceptó, pues lo odiaba mucho. Gea le entregó una
hoz de acero a su hijo. En la noche cuando Urano cubrió a Gea toda para unirse con ella,
Cronos le cortó los testículos a su padre y los arrojó detrás de él. La sangre que brotaba de
la herida fecundó a Gea y de ahí nacieron los Gigantes, las Herinias y las Ninfas de los
Fresnos, además de todas las divinidades realcionadas con los árboles.

Posterior a esta mutilación, Gea se unió con Ponto de donde nacieron las divinidades
marinas: Nereo, Taumante, Forcis, Ceto y Euribia. Mientras, Cronos reinaba en el mundo y
se había vuelto un tirano terrible y había encerrado a sus hermanos en el Tártaro, por lo que
Gea planeó una nueva venganza. Los hijos de Rea y Cronos habían sido devorados por su
padre, pero cuando ella estaba en cinta de Zeus, pidió ayuda. Gea y Urano le revelaron el
secreto de los Destinos y le enseñaron como burlar a Cronos. Cuando el niño nace, Gea lo
esconde en una caverna, al mismo tiempo que a Cronos le era entregada una piedra
envuelta en mantillas, a la que devoró sin notar la diferencia.

Cuando Zeus estuvo mayor, luchó abiertamente con Cronos y Gea le hizo saber que
necesitaría la ayuda de los Titanes. Estos al ser liberados por Zeus del Tártaro, le dieron el
rayo, el trueno y el relámpago, armas con las que destronó a su padre.

Pero Gea seguía descontenta por la suerte de los Hecatonquiros, que habían sido
derrotados, por lo que se une con Tártaro (dios de los abismos) y engendró a Tifón, con el
que tuvieron que luchar los dioses por largo tiempo. Además nació de esta unión otro
monstruo, Equidna.

La mayoría de las teogonías le atribuyen a Gea la maternidad de diversos monstruos como


Caribdis, las Harpías, Pitón, el dragón guardián del vellocino de oro, e incluso la Fama.

Con el tiempo, Gea se convirtió en la madre universal, y conforme el mundo helénico


personificaba a sus dioses, la tierra se encarnaba en divinidades como Démeter o Cibeles, y
la tierra como elemento abandonaba la mitología.

Gea se consideraba además, como inspiradora de muchos oráculos, poseía los secretos de
los Destinos, y sus predicciones eran más antiguas y seguras que las del mismo Apolo.
El Mito de las Gorgonas

Las Gorgonas eran tres monstruos y se llamaban Esteno, Euríale y Medusa. Las tres eran
hijas de las divinidades marinas Forcis y Ceto. De las tres, sólo esta última era mortal, pero
era considerada la Gorgona por excelencia.

La cabeza de estos monstruos estaba rodeada de serpientes, tenían grandes colmillos,


manos de bronce y alas de oro. Su mirada era tan penetrante que el que osaba mirarlas a los
ojos quedaba convertido en piedra. Pertenecen a la generación preolímpica. Vivían en el
Occidente extremo, no lejos del País de los Muertos. Todos les temían, y sólo Poseidón fue
capaz de unirse a Medusa y darle dos hijos: el caballo alado, Pegaso y Crisaor.

Las leyendas se centran en Medusa, pues aunque según una tradición fue siempre
monstruo, hay otra según la cual, era una hermosa joven que se atrevió a rivalizar con
Atenea en belleza, por lo que la diosa la convirtió en la Gorgona. Otra versión cuenta que
como Poseidón se atrevió a violar a la joven en uno de los templos de Atenea, ésta castigó a
Medusa.

Perseo fue su asesino, por consejo de Atenea, o -según otras tradiciones- por orden del
tirano Polidectes. Este héroe logró cortarle la cabeza elevándose en el aire gracias a las
sandalias aladas de Hermes, y para no mirarla, usó como espejo su escudo brillante. En
adelante, Atenea tuvo la cabeza de la Gorgona en su escudo y se volvió invencible. Además,
Perseo se quedó con la sangre, a la cual se le atribuían cualidades mágicas: la que brotó de
lado izquierdo era un veneno mortal y la del lado derecho curaba y resucitaba al que la
bebiera. Por otro lado, su cabello hacía huir al ejército más numeroso.

Para muchos mitólogos, Medusa simbolizaba el carácter maligno de la mujer que le dieran
los griegos, y representaba a la mujer-demonio, a la madre que da la muerte, al lado oscuro
de la femineidad.
Psique
Psique (en griego la palabra quiere decir "alma") era una princesa de una belleza tan extraordinaria
que la misma diosa Afrodita estaba celosa de ella.

Sin embargo, Psique era tan bella que seguía virgen porque su belleza sobrehumana asustaba a sus
pretendientes. Afrodita ordenó a su hijo Eros, el dios del amor, que castigara a la atrevida mortal. Por
eso, algún tiempo después, un oráculo mandó al padre de Psique, bajo la amenaza de una terrible
calamidad, que llevara a su hija a una roca solitaria donde sería devorada por un monstruo.

Pero el dios Eros, cuando vio a la muchacha que tenía que morir en la boca del monstruo que la
esperaba abajo, quedó tan impresionado por su belleza que tropezó y se pinchó con una de sus
propias flechas -esas flechas que utilizaba de manera tan eficaz para llevar el amor súbito tanto a los
mortales como a los dioses-.

Así fue como Eros se enamoró de la persona que su madre le había mandado eliminar. Temblando,
pero resignada, Psique estaba esperando en su roca solitaria la ejecución del oráculo, cuando de
repente se sintió suavemente elevada por los vientos; era Céfiro, el viento del Oeste, que la llevó a un
valle donde quedó dormida, sobre un verde cesped. Al despertar, Psique descubrió ante si un
magnífico palacio de oro y mármol que comenzó a explorar. Las puertas se abrían y voces
incorpóreas la guíaban y se presentaban como sus esclavas.

Cuando cayó la noche y Psique estaba a punto de dormirse, un misterioso ser la abrazó en la
oscuridad, explicándole que él era el esposo para el cual estaba destinada. Ella no conseguía ver sus
rasgos, pero su voz era dulce y su conversación llena de ternura. Su matrimonio se consumó, pero
antes de que volviera la aurora, el extraño visitante desapareció, haciéndole prometer primero a
Psique que jamás intentaría ver su rostro.

Psique no estaba descontenta con su nueva vida. No le faltaba de nada excepto su encantador
esposo, que sólo iba a visitarla en la oscuridad de la noche. Sin embargo, fue presa de la nostalgia y
una noche pidió a su marido que la dejase visitar a sus hermanas. Eros accedió a cambio de lo que le
había hecho prometer a Psique. Visitó entonces a sus dos hermanas que, devoradas por la envidia,
sembraron en su corazón las semillas de la sospecha, diciéndole que su esposo debía ser un horrible
monstruo para esconderse así de ella. La criticaron tanto que una noche Psique, a pesar de su
promesa, se levantó de la cama que compartía con su esposo, con disimulo encendió una lámpara y
la sostuvo encima del misterioso rostro.

En vez de un espantoso monstruo, contempló al joven más hermoso del mundo -el propio Eros-. A los
pies de la cama estaban su arco y sus flechas. En su conmoción y su gozo, Psique tropezó y se
pinchó con una de las flechas, y por eso acabó por enamorarse profundamente del joven dios que
antes había aceptado por haberse enamorado él de ella. Pero su movimiento hizo que una gota de
aceite caliente cayera sobre el hombro desnudo del dios. Él se despertó enseguida, regañó a Psique
por su falta de palabra e inmediatamente desapareció.

El palacio desapareció también, y la pobre Psique se encontró en la roca solitaria otra vez, en una
espantosa soledad. Al principio pensó en suicidarse y se tiró a un río que había cerca de allí, pero las
aguas la llevaron suavemente a la otra orilla. Desde entonces ella vagó por el mundo en busca de su
perdido amor, perseguida por la ira de Afrodita y obligada por la diosa a someterse a cuatro terribles
pruebas, que consiguió superarlas una tras otra, gracias a la ayuda de las criaturas de la Naturaleza
-las hormigas, los pàjaros, los juncos-.

Finalmente tuvo que descender incluso al mundo subterráneo, a donde ningún mortal puede ir. Tenía
que pedirle a Perséfone un frasco de agua de Juvencia -en otras versiones una caja- que le estaba
prohibido abrir. Psique desobedeció movida por la curiosidad y quedó sumida en un profundo sueño.

Al final, conmovido por el arrepentimiento de su infeliz esposa, a la que nunca había dejado de amar
y proteger, Eros despertó a Psique de un flechazo de su sueño mortal y, subiendo al Olimpo, le pidió
permiso a Zeus para que Psique se reuniera con él. Zeus se lo concedió y le otorgó a Psique la
inmortalidad, dándole de comer la Ambrosía. Afrodita olvidó su rencor y la boda de los dos
enamorados se celebró en el Olimpo con gran regocijo.

Simbología: Psique, literalmente, quiere decir "soplo", es el alma, y el nombre de una clase de
mariposas. El arco y las flechas son símbolo de Eros, el amor.
Aquiles

Aquiles, hijo de la diosa Tetis y del mortal Peleo, fue uno de los grandes héroes de la mitología griega. De todos
los que lucharon en la Guerra de Troya fue el más reconocido. Su papel en la guerra fue decisivo para la victoria
de los griegos, pero eso no significaba que pudiese asistir a la caída de Troya. Pese a sus cualidades
sobrehumanas, Aquiles era mortal. Su muerte fue anticipada y, al contrario que otras figuras como Heracles
(Hércules), no le esperaba la edificación, sino una vida de desesperanza en el mundo de las sombras. La
extrema fortaleza, crueldad, arrogancia y belleza de Aquiles se convirtió en el prototipo de todos aquellos que
quisieran pagar por vivir una vida ilustre, peligrosa y acelerada. Este tipo de vida siempre conlleva una muerte
prematura, tal y como muestran los ejemplos de Alejandro Magno, conquistador macedonio que admiraba al
propio Aquiles, e incluso otros más recientes como el de James Dean, Jimi Hendrix, Ayrton Senna o Barry
Sheen.

Al principio, tanto Zeus como Poseidón cortejaron a la encantadora Tetis, hija de Nereo, dios del mar, pero como
debido a una antigua predicción el hijo de Tetis superaría a su padre, se convirtió en esposa de Peleo, rey de
Fitia en Tesalea. Durante su magnífica ceremonia de bodas se sembraron las semillas de la Guerra de Troya
cuando Eris, diosa de la discordia, arrojó una manzana dorada sobre los invitados. Iba destinada a Hera, la
diosa más bella, pero Atenea y Afrodita iniciaron una pelea con ella para dilucidar quién merecía la manzana,
siendo Paris, príncipe de la corona de Troya, el que juzgó finalmente a petición de todos, con un resultado
desastroso.

Tetis sabía que su hijo se convertiría en un destacado héroe, pero también sabía que no llegaría a alcanzar la
madurez. Con todo el amor que le podía dar, hizo cuanto pudo para cambiar su destino, hasta bañar a su hijo
en las aguas de la laguna Estigia que conducía al Averno para hacerle inmortal. Y casi lo consiguió, pero
cuando sumergió a su pequeño en el agua, el talón por el que le sujetaba quedó fuera del agua yeso provocó
que siguiese siendo mortal. Finalmente fue el «talón de Aquiles» el elemento fatal para el héroe. De acuerdo
con otra interpretación, ante el estupor del padre del pequeño, Tetis, trató de hacer inmortal a Aquiles
acostándole sobre el fuego durante la noche y frotando su cuerpo con ambrosía a diario.

Aquiles fue educado por el sabio centauro Cirón, que ya había instruido a otros héroes. Entre otras cosas,
Aquiles recibió una formación intensiva en la carrera, algo que le iba a ser de gran utilidad en el campo de
batalla. Uno de los epítetos más corrientes en la Ilíada de Homero es el de «pies ligeros».

Debido a que Tetis sabía que Aquiles corría el peligro de morir en la batalla. le envió a la corte del rey
Licomedes en la isla de Scyros, donde se ocultó bajo la apariencia de una joven durante unos días. Sin
embargo, esto no evitó que aun así tuviese un hijo, Neoptolemo, con Deidamiata, hija de Licomedes.

La estancia de Aquiles en el refugio no duró demasiado. Cuando los griegos decidieron partir hacia Troya para
rescatar a Helena. Artemisa rechazó proveerles del viento necesario a menos que el comandante griego, el rey
Agamenón de Micenas, le ofreciese a su hija Ifigenia. Agamenón convenció a Ifigenia para que acudiese al
puerto de Aulis, donde se encontraba la flota, con la promesa de casarla con Aquiles. La llegada del héroe tuvo
que ser planificada con astucia por Odisea, que llevó a cabo la tarea con gran entusiasmo. Escondió algunas
armas entre las joyas que había en las habitaciones de las mujeres en el palacio de Licomedes. Entonces se
acordó que habría un sonido de trompetas para dar la señal de alarma, momento en el cual una «dama», que
sería Aquiles disfrazado, tendría que acudir a recoger las armas ...

Aquiles confirmó su reputación de guerrero despiadado e indestructible casi de inmediato en cuanto llegó a
Troya. Los troyanos sentían el miedo cada vez que le veían aparecer en su cuadriga con su auriga,
Automedonte. Dos caballos inmortales, Xanto y Balio, que podían incluso hablar, tiraban de la cuadriga. Incluso
antes de empezar el asedio de la ciudad, Aquiles mató a Cieno, uno de los hijos de Poseidón, que era inmune a
las armas ordinarias, por lo que Aquiles optó por estrangularle con la cinta de su propio casco.

Troilo, uno de los hijos de Apolo y Hecabe, reina troyana, murió en una emboscada que le tendió Aquiles
mientras escoltaba a un grupo de troyanas, entre las que estaba Polixena, cuando se dirigían a coger agua más
allá del recinto amurallado de la ciudad. Este hecho, no obstante, fue uno de los más heroieos en la historia de
Aquiles.

Durante los diez largos años de asedio de Troya, los griegos llevaron a cabo diversas incursiones y saquearon
las pequeñas localidades que rodeaban la ciudad-estado. Aquiles jugó un papel principal en estos ataques.
Durante una de las incursiones raptó a la bella Briseis, a la que convirtió en su amante. Agamenón, comandante
en jefe de las tropas griegas y beneficiario de gran parte del botín de guerra tomado por Aquiles, también tenía
una amante. Criseis le parecía mejor que su esposa Clitemnestra, a la que había dejado en casa, si bien Criseis
era hija de uno de los sacerdotes más importantes de Apolo, y para evitar la ira del dios, Agamenón tuvo que
devolverla a su padre. Aquiles fue uno de los que más insistieron en ello y Agamenón entonces reclamó a
Briseis como amante. Como comandante en jefe no podía tolerar que nadie gozase de más favores sexuales
que él.

Aquiles tuvo que entregar a Briseis en contra de su voluntad, pero rechazó seguir adelante con el asedio. Se
había herido su orgullo y el héroe inclusó pidió a su madre que implorase a Zeus que la fortuna de la batalla
sonriese a los troyanos, como así ocurrió. El asedio de Troya duró diez años, con los griegos cada vez más
presionados. Los troyanos incluso llegaron a enfrentarse a ellos en su propio campamento situado junto al mar,
momento en el que Aquiles rehuyó el combate con el enemigo. No obstante, cuando los troyanos amenazaron
con incendiar los barcos de los griegos, sí aceptó que su mejor amigo y compañero de fatigas, Patroclo, entrase
en combate en medio de toda la confusión. Patroclo se vistió con la armadura de Aquiles y se convirtió en el
héroe de la batalla, ya que los troyanos le tomaron por Aquiles, que ya se había encargado antes de ponerles
de rodillas. Pero aunque pudiese parecer el propio Aquiles, no lo era, y Héctor, príncipe de la corona troyana, le
mató y se hizo con la armadura del héroe griego.

Aquiles montó en cólera cuando supo la noticia de que su mejor amigo había muerto. Incluso su madre, la
divinidad que le visitaba en su propia tienda, era incapaz de consolarlo. Aquiles sólo quería vengarse y cuando
Tetis le dijo que estaba escrito que moriría poco después de la muerte de Héctor, contestó: «Moriría en este
lugar y en este momento, ya que no puedo salvar a mi amigo. Ha caído lejos de casa y en un momento de
necesidad mi mano no ha estado allí para ayudarle» (la IJíada, XVIII, 98100). Tetis supo entonces que no podría
detener a su hijo, por lo que llamó a Hefesto para que le hiciese una nueva armadura a Aquiles.

Vestido con su nueva armadura, el héroe se subió a su cuadriga y se encaminó hacia el campo de batalla,
donde provocó un baño de sangre entre los troyanos. Buscó a Héctor tres veces en los alrededores del recinto
amurallado hasta matarlo y arrastrar su cuerpo desnudo con su cuadriga. Cada día arrastraba su cuerpo por
donde pasaba y sólo después de un tiempo pudo Tetis convencerle de que devolviese el cuerpo de Héctor a su
padre, Príamo, que guiado por Hermes, el mensajero de los dioses, y con un importante rescate, llegó
personalmente hasta la tienda de Aquiles para presentarle sus respetos. Eljoven quedó conmovido por la pena
del anciano y le entregó el cuerpo de su hijo, diciéndole que podía enterrar a Héctor en paz en un lugar
adecuado. Esta historia del resentimiento de Aquiles por la pérdida de Briseis, la entrega del cuerpo de Héctor y
su enterramiento quedó descrita de manera magistral en la Ilíada.

Poco antes de su muerte, Aquiles se vio envuelto en una batalla contra un ejército de Amazonas que llegaron
para ayudar a los troyanos. Consiguió derribar a su reina, Pentesilea, con su lanza, pero se enamoró de ella al
ver su cuerpo muerto sin la protección de la armadura.

Poco después de esa aventura fue herido con una flecha lanzada con el arma de Paris, un gran guerrero cuyo
arco en esta ocasión estaba guiado por Apolo, al que no le gustaba demasiado Aquiles. El dios se aseguró de
que la flecha acertaba en su única parte vulnerable, el talón.

Tetis y las otras hijas de Nereo lloraron la muerte de su hijo durante 17 días. Incluso las musas acudieron a su
funeral para entonar un himno de lamento frente a su pira. Después de la cremación, sus cenizas fueron
depositadas en una urna dorada que había sido forjada por Hefesto y situada en la misma tumba en la que fue
enterrado Patroclo, junto al mar.

Después se desencadenó una cruenta batalla entre los griegos para dilucidar quién debía ser el heredero de la
armadura de Aquiles. Áyax, que había sido el que había recuperado el cuerpo del héroe en el campo de batalla,
lo reclamó para él, pero finalmente fue Odisea quien se hizo con la preciada pieza provocando con ello el
suicidio de Áyax. Odisea presentó después la armadura a Neoptolemo, el hijo de Aquiles, para forjar un vínculo
más fuerte entre todos los griegos antes de empezar la fase más dura de la Guerra de Troya.

Poco después, el mismo Odisea se encontró con la sombra de Aquiles en el mundo de las almas, una escena
que Homero describe en la Odisea. El héroe había cambiado de idea y ya no proclamaba aquello de que había
que vivir deprisa y morir joven.

«No me consueles en mi muerte, rey Odisea», le dijo a su visitante del mundo de los vivos. «Preferiría ser
siervo en una casa pobre en el mundo de los vivos que rey de reyes entre los muertos» (la Odisea, XI, 488491).

De acuerdo a otra narración de los hechos, la sombra de Aquiles, que poco antes de que los griegos salieran de
Troya había reclamado a Polixena, hija de Príamo, sobrevivió junto a Patroclo en la isla de Leuce, una zona
paradisíaca del Averno reservada para los grandes héroes. No obstante, esta suposición parece justificar que el
héroe pudiera haber preferido una vida con luz plena en el mundo de los vivos en vez de ser una sombra en el
mundo de los muertos.
Heracles (Hércules)
Hijo de Zeus y de Alcmena, esposa de Anfitrión, fue concebido en una triple noche, sin que por ello se
alterase el orden de los tiempos, ya que las noches siguientes fueron mas cortas.

Se dice que el día de su nacimiento resonó el trueno en Tebas con furioso estrépito, y otros muchos
presagios anunciaron la gloria del hijo del dueño y señor del Olimpo. Alcmena dio a luz dos mellizos,
Hércules e Ificles. Anfitrión deseando saber cuál de los dos era su hijo, envió dos serpientes que se
aproximaron a la cuna de los mellizos. El terror se apoderó de Ificles, quien quiso huir, pero Hércules
despedazó a las serpientes y mostró ya entonces, que era digno hijo de Zeus.

Por otro lado, Hera, movida por los celos, resolvió eliminar al recién nacido enviando contra él a dos
terribles dragones para que le despedazasen. El niño, sin el menor espanto, los trituró e hizo
pedazos. Palas logró que se apaciguara la cólera de Hera hasta el extremo de que la reina de los
dioses consintió en darle de mamar de su pecho al hijo de Almena. Se cuenta que Hércules,
abandonando el pecho, dejó caer algunas gotas de leche que se derramaron sobre el cielo,
formándose de esta singular manera la vía láctea o camino de Santiago.

Los maestros más hábiles se encargaron de la educación de Hércules, Autólico le enseñó la lucha y
la conducción de carros; Eurito, rey de Elia, el manejo del arco: Eumolpo, el canto; Cástor y Pólux, la
gimnasia; Elio, le enseñaba a tocar la lira y el centauro Quirón, la astronomía y medicina.

Su desarrollo físico fue extraordinario y su fuerza portentosa. Hércules era un gran bebedor, y su jarro
era tan enorme que se necesitaba la fuerza de dos hombres para levantarlo.

Ya mozo, Hércules se retiró a un lugar apartado para pensar a que género de vida se habría de
dedicar. En esta oportunidad se le aparecieron dos mujeres de elevada estatura, una de las cuales, la
Virtud, era hermosa, tenía un rostro majestuoso y lleno de dignidad, el pudor en sus ojos, la modestia
grabada en sus facciones y vestía de blanco. La otra llamada, Afeminación o Voluptuosidad, de líneas
onduladas y color rosado, miradas encendidas y llamativo vestido, manifestaba claramente sus
inclinaciones.

Cada una de las dos procuró ganarlo para sí con promesas, decidiéndose Hércules por la Virtud.
Abrazó así el héroe por su propia voluntad un género de vida duro y trabajoso.

Cuando Hércules creció, Hera vertió en su copa un veneno que lo enloqueció y esta locura hizo que
Hércules matara a su mujer y a sus propios hijos confundiéndolos con enemigos. Como castigo fue
enviado con el primo de Hera, Euristeo, para servirle por 12 años. Euristeo, estimulado por Hera,
siempre vengativa, le encomendó las empresas mas duras y difíciles, las cuales se llamaron los doce
trabajos de Hércules. Estas fueron: El león de Nemea, la hidra de Lerna, el jabalí de Erimanto, las
aves de Stinfálidas, la cierva de Artemisa, el toro de Creta, los establos de Augías, robar los caballos
de Diomedes, robar las manzanas de las Hespérides, arrebatar el cinturón de Hipólita, dar muerte al
monstruo Gerión, y arrastrar a Cerbero fuera de los infiernos.

De todos ellos salió victorioso el héroe y son otros muchos los que asimismo se le atribuyen, pues
casi todas las ciudades de Grecia se vanagloriaban de haber sido teatro de algún hecho maravilloso
de Hércules. Exterminó a los centauros, mató a Busilis, Anteo, Hipocoón, Laomedonte, Caco y a otros
muchos tiranos; libró a Hesione del monstruo que iba a devorarla, y a Prometeo del águila que le
comía el hígado, separó los dos montes llamados más tarde columnas de Hércules, etc.

El amor, pese a las numerosas hazañas realizadas por el héroe, ocupó intensamente el espíritu y el
cuerpo de Hércules. Tuvo muchas mujeres y gran número de amantes. Las más conocidas son
Megara, Onfalia, Augea, Deyanira y la joven Hebe, con la cual se casó en el cielo, sin olvidar las
cincuenta hijas de Testio, a las cuales hizo madres en una noche.

El odio del centauro Neso, unido a los celos de Deyanira, fueron la causa de la muerte del héroe.
Sabedora esta princesa de los nuevos amores de su esposo, le envió una túnica teñida con la sangre
del centauro, creyendo que con ello impediría que amara a otras mujeres. Pero apenas se la puso el
veneno del que estaba impregnada hizo sentir su funesto efecto, y penetrando a través de la piel,
llegó en un momento hasta los huesos. En vano procuró arrancarla de sus espaldas; la túnica fatal
estaba tan pegada a la piel que sus pedazos arrastraban tiras de carne.

Las más espantosas imprecaciones contra la perfidia de su esposa brotaron de los labios del héroe, y
comprendiendo que se acercaba su última hora, constituyó una pira en el monte Oeta, extendió sobre
ella su piel de león, y echándose encima mandó a Flictetes que prendiera fuego y cuidase sus
cenizas. En el mismo instante en que comenzó a arder la pira, se dice que cayó un rayo sobre ella
para purificar lo que pudiera quedar de mortal en Hércules. Zeus lo subió al Olimpo y lo colocó entre
los semidioses.
Edipo
Labdaco, de la familia de Carmo, tuvo un hijo llamado Laio, el cual, después de la muerte de Antión y de Zeto,
usurpadores del trono cadmeio, fue rey de Tebas y se casó con y Yocasta, hermana de Creón, hija de Meneceo.
Como este matrimonio era estéril, los esposos se encaminaron a consultar el oráculo de Apolo, y les respondió
la Pitia que, en caso de nacerles un hijo, éste mataría a su padre.

Al poco tiempo, Yocasta dio a luz un niño. Laio, temeroso del cumplimiento del oráculo, abandonó al recién
nacido en el monte Citerón. Agujereados los pies y atados con fuertes ligaduras, quedó pendiente de un árbol.
Pasó por allí el pastor Forbas, quien apiadándose de la criatura lo recogió, llamándole Oidipus, a causa de la
deformidad de sus pies, y lo llevó al palacio de su amo, el rey de Corinto, Polibo.

Tanto el rey como la reina Merope, quedaron encantados con el niño y resolvieron adoptarlo. Edipo creció así
bajo la tutela y amparo de los reyes y como si fuera hijo de los soberanos. Ya crecido, se dio cuenta de que el
pueblo corintio le hacía objeto de crueles mofas, y oyó en reiteradas ocasiones que se ponía en duda su
descendencia de la regia estirpe.

En seguida se dirigió a Delfos, y el oráculo, sin revelarle el secreto de su nacimiento, le anuncia que él será el
matador de su padre y que cometerá incesto con su madre. Preso de horror y repugnancia, persuadido como
estaba de que Polibo era su padre y Merope su madre, no quiso volver a Corinto, y tomó el camino de la
Pócida.

El destino inexorable iba, sin embargo, a cumplirse, a su pesar. En el camino que conduce de Delfos a Daulis,
donde se parte en dos, y al ir a tomar Edipo el de Tebas, un carro tirado por poderosas mulas le obstruyó el
paso, y una voz injuriosa y dominante le ordenó con insolencia que dejara libre el camino. Irritado, contestó en
mala forma el joven Edipo y trabándose en lucha con los ocupantes del carro dio muerte al dueño y a sus cinco
escuderos: Edipo había dado muerte, sin saberlo, a su padre Laio.

A consecuencia de este crimen, Creón, hermano de Yocasta, ocupó el trono de Tebas. Poco tiempo después un
monstruo terrible, que tenía cabeza y seno de mujer, cuerpo de perro, garras de león, alas de águila y una cola
armada de un dardo agudo, hacía sensibles estragos en el país. Era la Esfinge, mandada por Juno para
vengarse de ofensas e impiedades de los tebanos: apostada en el monte Fikión, en las cercanías de Tebas,
proponía terribles enigmas a cuantos pasaban, y devoraba o arrojaba a las olas a quienes no respondían
satisfactoriamente.

Ya llevaba causadas numerosas víctimas, y el .rey Creón, queriendo poner término al mal, ofreció su corona y la
mano de su hermana Yocasta a. quien lograse vencer al monstruo. En esa época llegó a Tebas Edipo, y se
resolvió a tentar la suerte. Fue en busca de la Esfinge y oyó de sus labios estas preguntas:¿ Cuál es el animal
que tiene cuatro pies por la mañana, dos al mediodía y tres por la tarde?

Edipo resolvió en seguida la cuestión que a tantos había costado la vida.

Ese animal -contestó- es el hombre, que por la mañana, es decir, en su infancia, anda con pies y manos
(gateando), al mediodía, esto es, en la plenitud de la edad, se sostiene sobre sus piernas, y en la tarde de la
vejez necesita de un bastón para apoyarse.

Apenas terminó de pronunciar estas palabras, la Esfinge se arrojó del monte a las olas que había devorado a
tantos tebanos. Vencedor, Edipo obtuvo a la vez el cetro de Creón y el lecho de Yocasta, su propia madre, y
tuvo con ella cuatro hijos, dos varones, Eteocles y Polinices, y dos mujeres, Ismene y Antígona, con lo que las
dos partes del oráculo si vieron así confirmadas.

El incesto no tardó en atraer la cólera de los dioses, los que lanzaron una espantosa epidemia que diezmó al
país. Las crías de los animales y los hijos de los humanos se deshacían en el seno de sus madres antes de
germinar. Consultado en la emergencia el oráculo, señaló como causa del azote la muerte violenta de Laio, y
como único remedio el descubrimiento y la expulsión del culpable. Edipo profiere entonces las más atroces
imprecaciones contra el desconocido criminal, mas no tarda en saber toda la horrible verdad. El adivino Tiresias,
a quien acosa a preguntas, le revela el doble secreto: el homicida es el mismo Edipo; él también se ha casado
con su madre: parricida e incestuoso, su raza será maldita.

Enloquecida Yocasta se ahorcó, colgándose de una viga de su palacio. Edipo se arrancó los ojos; sus hijos lo
expulsaron de Tebas y luego se disputaron el trono espada en mano.

Edipo abandona Tebas maldiciendo a sus hijos y solo cuenta en su peregrinaje con la ternura filial de Antígona,
que le sirve de compañía y guía. Llegan así cerca de una aldea de Atica, llamada Colona, donde había un
bosque consagrado a las Euménides. Teseo, que gobernaba a la sazón entre los atenienses, acoge
favorablemente a los viajeros y, a poco, se oye un espantoso trueno que Edipo lo considera como augurio de su
próxima muerte y marcha sin guía al lugar donde debe expirar.

Al llegar se sienta en una piedra, se desciñe sus vestiduras de luto, y después de haberse purificado, se pone el
lienzo con que acostumbraban a cubrir a los muertos; hace alejar a su hija, y llamando aparte a Teseo la
recomienda a su .favor. La tierra tiembla en ese momento y se entreabre con suavidad para recibir a Edipo sin
causarle violencia ni dolor, y Teseo, que está presente, es el único en saber el secreto de su muerte y el lugar
de su sepultura.
Guerra de Troya

La historia de la guerra de Troya sufrió, en el curso del tiempo, numerosos cambios y ampliaciones.

El meollo de esta historia está contenido en los dos poemas épicos de Homero, la Ilíada y la Odisea. Los
episodios relatados o brevemente aludidos en dichos poemas, fueron elaborados o desarrollados "'por los
poetas posthoméricos, ya sea relacionándolos con otras tradiciones populares, ya agregándoles detalles de su
propia invención.

Cuenta Homero que una vez que Helena hubo sido raptada por París, Menelao y Agamenón visitaron a todos
los jefes griegos exhortándolos a tomar parte en una expedición que aquéllos preparaban con el objeto de
vengar la afrenta.

Agamenón fue elegido comandante en jefe; los más destacadas héroes griegos que le seguían eran, su
hermano Menelao, Aquiles y Patroclo, los dos Ayax, Teucro, Néstor y su hijo Antíloco, mises, Diomedes,
Idomeneo y Filoctetes.

Las huestes griegas, compuestas de 100.000 hombres, que contaban con 1.186 barcos, se concentraron en el
puerto de Aulis. Allí, mientras celebraban un sacrificio bajo un plátano, surgió una víbora debajo del altar,
ascendió por el árbol y devoró un nidal con ocho pichones de gorrión, junto con la madre de los pajarillos.

Calcas, el adivino de la expedición, interpretó que ese hecho significaba que la guerra duraría nueve años y que
terminaría en el décimo, con la destrucción de Troya.

Agamenón había recibido por su parte un oráculo del dios de Delfos, según el cual Troya caería después de que
los mejores griegos se querellaran entre sí.

El sitio de la ciudad

La partida hacia Troya se realiza inmediatamente y después de instalar el campamento entre la costa y las
murallas de la ciudad, Mises y Menelao se dirigen como embajadores a la corte de Príamo, para pedir la
entrega de Helena. La demanda, a pesar de la inclinación de la propia Helena y de las admoniciones del
troyano Antenor cae en el vacío, debido a la oposición de Paris, y la guerra queda declarada.

El número de los troyanos, cuyo héroe principal es Héctor, apenas alcanza a la décima parte del de los
sitiadores. Y aun cuando los primeros cuentan con poderosos aliados, tales como Eneas, Sarpedóny Glauco, no
se atreven por temor a Aquiles, a afrontar un encuentro abierto con sus enemigos.

Por otra parte, los aqueos nada pueden hacer frente a la ciudad bien defendida y fortificada, viéndose obligados
a limitar su acción a la ejecución de emboscadas y a desbastar las vecindades de la plaza; la falta de víveres
los obligaba, asimismo, a organizar expediciones por las zonas próximas, que se llevaban a cabo por mar y
tierra bajo el mando de Aquiles.

Llegó al fin el año décimo, el decisivo en el sitio de Troya .Crises, sacerdote de Apolo, llega al campo de los
griegos vestido con sus ropas sacerdotales, para rescatar a su hija Criseida, del poder de Agamenón. Es
rudamente rechazado y Apolo castiga a los griegos infligiéndoles una plaga. En una asamblea de los griegos,
convocados por Aquiles, Calcas declara que el único modo de apaciguar al dios, es el de entregar a la joven sin
rescate .Agamenón asiente a ese deseo general, pero, a modo de compensación, quita a Aquiles, a quien se
considera el instigador de toda la trama, a su esclava favorita, Briseida.

Aquiles, ofendido, se retira airado a su tienda e implora a su madre Tetis que obtenga de Zeus la promesa de
que los griegos sufran continuas derrotas en la lucha con los troyanos, hasta tanto Agamenón, le rinda una
satisfacción.

Los troyanos salen inmediatamente a campo abierto y Agamenón, inducido por una promesa de victoria que le
sugirió un sueño enviado con tal propósito por Zeus, elige el día siguiente, como día de la batalla.

Las huestes de ambos bandos están frente a frente, dispuestas a entrar en lucha, cuando deciden, de común
acuerdo, que el conflicto por Helena y por los tesoros saqueados, sea decidido en duelo singular, entre Paris y
Menelao.

París es vencido en el duelo y sólo es salvado de la muerte por la intervención de Venus. Cuando Agamenón
exige el cumplimiento del tratado, el troyano Pandareo rompe el armisticio, disparando una flecha contra
Menelao, con lo que dio comienzo al primer encuentro general de la guerra, en el cual Diomedes realiza
milagros de bravura bajo la protección de Minerva, llegando, inclusive, a herir a Marte y a Venus.

El día termina con un duelo no decisivo entre Héctor y Ayax, hijo de Telemón. En el armisticio que sigue a
continuación, ambos bandos dan sepultura a sus muertos y los griegos rodean su campamento de un muro y se
atrincheran.

Al iniciarse de nuevo la lucha, Zeus prohíbe a los dioses tomar parte en ella y ordena que la batalla termine con
una derrota de los griegos. Durante la noche siguiente, Agamenón planea la retirada, pero Néstor le aconseja
que se reconcilie con Aquiles. Los esfuerzos de los intermediarios resultan inútiles y pese a los esfuerzos de
Agamenón que lucha con bravura, son heridos varios héroes, entre ellos Ulises, Diomedes y el mismo
Agamenón. Los griegos se retiran tras el muro de su campamento, para cuyo ataque preparan los troyanos
cinco destacamentos.

Ataque troyano

La defensa de los griegos es valerosa, pero Héctor logra destrozar con una roca la puerta de entrada de las
fortificaciones y el torrente enemigo se precipita incontenible dentro del campamento griego. Una vez más, los
héroes griegos que aun están en condiciones de combatir, especialmente los dos Ayax e Idomeneo, consiguen
rechazar a los troyanos con ayuda de Poseidón, mientras Ayax estrella a Héctor contra el suelo, con una piedra;
pero este último no tarda en resurgir en el campo de batalla, con nuevo brío, otorgado por Apolo, por orden de
Zeus.

Poseidón es obligado a dejar librados a los griegos a su propia suerte. Estos se retiran nuevamente hacia sus
barcos, que Ayax defiende en vano, cuando Aquiles, cediendo a los ruegos de su amigo Patroclo, envía a éste,
cubierto con su propia armadura, al mando de los mirmidones, en ayuda de los derrotados griegos.

Creyendo que tenían ante sí al mismo Aquiles, los troyanos huyen ante Patroclo, presas de terror, perseguidos
por éste, hasta los muros de la, ciudad, y sufriendo muchas bajas, incluso la del valiente Sarpedón, cuyo cuerpo
es rescatado de los griegos, sólo después de una encarnizada lucha.

Finalmente, Héctor, con la ayuda de Apolo, da muerte a Patroclo; la armadura de Aquiles está perdida y aun el
cuerpo del héroe griego es rescatado a duras penas. Aquiles se arrepiente entonces de su enojo, se reconcilia
con Agamenón y al día siguiente, provisto de una nueva y espléndida armadura, forjada por Vulcano, a pedido
de Tetis, venga la muerte de su amigo, dando muerte a infinidad de troyanos y, por último, al propio Héctor.

Con el entierro de Patroclo y con los juegos funerales establecidos en su honor, con la entrega del cuerpo de
Héctor a Príamo y con entierro del héroe troyano, para lo cual quermite Aquiles un armisticio de once días,
termina la Ilíada.

Poco después de la muerte de Héctor, las leyendas posteriores hacen llegar a las Amazonas en ayuda de los
troyanos, siendo muerta la reina de aquéllas, Pentesilea, a manos de Aquiles. Aparece luego Memmon, a la
cabeza de los etíopes y da muerte a Antíloco, hijo de Néstor, y es muerto, a su vez, por Aquiles.

Se cumple en ese momento el oráculo recibido por Agamenón en Delfos. Durante un banquete de sacrificio
estalla una violenta disputa entre Aquiles y Ulises, pues éste afirma que sólo con la astucia y no con la fuerza,
podrá; Troya ser capturada.

Inmediatamente y, mientras se forzaba la entrada de Troya por la puerta Scean, o según otra leyenda, durante
la boda de la hija de Príamo, Polixena, en el templo de Apolo timbreano, Aquiles cae muerto por una flecha de
París, dirigida por, aquel dios.

Una vez realizado el entierro del héroe, Tetis ofrece las armas de su hijo, como un premio al más bravo de los
griegos, correspondiendo dicha recompensa a Ulises.

En ese momento, el rival de Ulises, Ayax, se suicida. Los griegos hallan, sin embargo, cierta compensación por
tales pérdidas. Procediendo de acuerdo con la admonición de Heleno, hijo, de Príamos, que había sido
capturado por Ulises, según la cual Troya no podría ser conquistada sin las flechas de Hércules y la presencia
de un descendiente de Eaco, fueron a buscar a Filoctetes, el heredero de Hércules, que había sido abandonado
en Lemmos, y a Neoptolemo, el joven hijo de Aquiles, quien fue traído de Esciros.

Este último, digno hijo de su padre, mata al último aliado de los troyanos. Eurífilo, el bravo hijo de Telefos;
Filoctetes mata a París, con una de las flechas de Hércules. Aun cuando hubiera sido cumplida la última
condición para la captura de Troya, es decir, el retiro del Palladium, del templo de Minerva, en la ciudadela,
empresa que realizaron Diomedes y Ulises, se advierte que la ciudad sólo puede caer mediante alguna
estratagema.

El caballo de madera

Por consejo de Minerva, Epeio, hijo de Panopeo, construye un gigantesco caballo de madera, en cuyo vientre
se ocultan los más bravos de los griegos, bajo la dirección de Ulises, mientras que el resto, después de quemar
su campamento, se embarcan y parten en sus barcos, sólo para anclar detrás de Tenedos.

Creen los troyanos que los griegos se han retirado, salen de la ciudad y encuentran el caballo de madera,
dudando qué hacer con él. Según algunas leyendas, fueron engañados por el traicionero Sinón, un pariente de
Ulises, quien se habría quedado en el lugar, por propia voluntad.

Explicó a los troyanos que había escapado a la muerte a la que había sido condenado por la maldad de Ulises y
que el caballo había sido erigido como expiación por el robo del Palladium; destruirlo, sería fatal para Troya. En
cambio, si se lo introducía en la ciudadela, Asia llegarla a conquistar a Europa.

La suerte de Laocoonte elimina toda duda del espíritu de los troyanos. Como la puerta de la ciudad resulta
demasiado estrecha, rompen una parte del muro, para que pueda pasar el caballo, que es arrastrado hasta las
ciudadelas, como ofrenda dedicada a Minerva.
Mientras los troyanos festejan lo que estiman un triunfo, Sinón abre durante la noche el vientre del caballo. Los
héroes salen de su interior y prenden las hogueras que dan a la flota griega la señal, previamente convenida,
para el retorno.

Así fue capturada Troya; todos sus habitantes fueron muertos, o bien arrastrados a la esclavitud, y la ciudad
quedó arrasada por la rapiña y las llamas. Los únicos sobrevivientes de la casa real fueron Helena, Casandra y
Andrómaca, viuda ésta de Héctor, además de Eneas.

Una vez que Troya hubo sido destruida y saqueada, Agemenón y Menelao, contrariamente a la costumbre,
convocaron a los embriagados griegos a una asamblea, celebrada por la noche. Se produjo una división entre
ellos, pues mientras la mitad de los reunidos estaba de parte de Menelao, deseosos de retornar en seguida a
sus hogares, la otra mitad, de acuerdo con Agamenón, quería apaciguar a la diosa Minerva, la cual había sido
ofendida por el ultraje del Ayax locrio.

El ejército griego quedó, pues, dividido en dos partes. Sólo Néstor, Diomedes, Neoptolemo, Filoctetes e
Idomeneo, alcanzaron sus hogares sanos y salvos; mientras que Menelao y Ulises tuvieron que pasar antes
largas vicisitudes.

La muerte sorprendió a Ayax y a Agamenón, inmediatamente después de su vuelta al hogar.


Origen del Universo
En la mayoría de los relatos mitológicos griegos sobre la creación aparece preexistente el Caos concebido
como un abismo sin fondo, espacio abierto sumido en la oscuridad donde andaban revueltos todos los
elementos: El agua, la tierra, el fuego y el aire. El Caos contenía el principio de todas las cosas, antes de que
naciesen los Dioses, y por eso se lo considera el más antiguo de ellos. Nada tenía en él forma fija y durable,
todo estaba en constante movimiento con inevitables choques, los elementos congelados contra los
abrasadores, los húmedos contra los secos, los blandos contra los duros y los pesados contra los ligeros. El
Caos era nada y algo, materia y antimateria al mismo tiempo.

LA CREACIÓN SEGÚN HESÍODO (Mito clásico)

Según Hesíodo en un principio sólo existía el CAOS. Después emergió GEA (la tierra) surgida de TÁRTARO,
tenebroso de las profundidades y EROS ( El amor) elemento primordial que no hay que confundir con Eros o
Cupido, hijo de Afrodita. Del Caos por la acción de Eros surgieron EREBOS (las tinieblas), cuyos dominios se
extendían por debajo de Gea, y NYX (la oscuridad o la noche). Erebos y Nyx originaron a ETER y HEMERA (el
día) que personificaron respectivamente la luz celeste y terrestre. Con la luz, Gea cobró personalidad y
comenzó a engendrar por si sola. Es así como surgió URANO (El Cielo Estrellado). También produjo las altas
montañas.

Urano contempló a su madre desde las elevadas cumbres y derramó una lluvia fértil sobre ella, naciendo así las
hierbas, las flores y los árboles con los animales que formaron como un cortejo para cada planta. La lluvia
sobrante hizo que corrieran los ríos y al llenar de agua los bajos se originaron los lagos y los mares, todos ellos
deificados con el nombre de Titanes: OCÉANO - CEO - CRÍO - HIPERIÓN - CRONOS; y las Titánidas: TEMIS -
REA - TETIS - TEA - MNEMOSINE - FEBE; de ellos descendieron los demás dioses y hombres.

Además Urano y Gea crearon otros hijos de horrible aspecto: los tres Cíclopes primitivos: ARGES -
ASTÉROPES - BRONTES, quienes tenían un sólo ojo redondo, eran inmortales y representaban
respectívamente el rayo, el relámpago y el trueno. Finalmente engendraron a los Hecatónquiros o Centimanos,
tres hermanos con cincuenta cabezas y brazos cada uno que se llamaron: COTO - BRIADERO - GIGES.

Por su parte la noche engendró a TÁNATOS (La muerte), a HIPNO (El sueño) y a otras divinidades como las
HESPÉRIDES (Celosas guardianas del atardecer cuando las tinieblas empiezan a ganar la batalla de la luz
diurna, fenómenos que se repite cada día), las MOIRAS (Defensoras del orden cósmico, representadas con
hilanderas que rigen con sus hilos los destinos de la vida) y NÉMISES (Ls justicia divina, perseguidora de lo
desmesurados y protectora del equilibrio)

OTROS MITOS DE LA CREACIÓN EN EL ESCENARIO HELÉNICO

Mito de los pelasgos:

Los pelasgos eran el pueblo primitivo que habitaba lo que hoy en día es Grecia. Éstos tenían una postura
matriarcal basada en la concepción primigenia de una Diosa Madre. Su mito de la creación afirmaba que en un
principio Eurínome, la diosa de todas las cosas surgió del Caos, pero no encontró nada sólido en donde apoyar
los pies y a causa de ello, separó el mar del firmamento y danzó solitaria entre sus olas en dirección sur.
Entonces apareció el viento Boreas, que junto con la diosa Madre dieron origen a la enorme serpiente Ofión.
Más tarde, la diosa madre quedó en cinta de Ofión, tras lo cual ésta se transformó en paloma y a su debido
tiempo puso el huevo universal. La serpiente Ofión se enroscó siete veces alrededor del huevo hasta que
empolló y lo abrió. De él salieron todos los seres y elementos del Cosmos.

Eurínome y Ofión fijaron su morada en el Monte Olimpo. Cuando Ofion irritó a su compañera adjudicándose el
título de autor del universo, ésta le pegó tan tremendo puntapié que le arrancó los dientes y los arrojó a la tierra
al pie del Olimpo. Seguidamente la diosa creó siete potencias planetarias y colocó una Titánide y un Titán en
cada una: Tía e Hiperión para el sol, Febe y Atlante para la luna, Dione y Crío para el planeta Marte, Metis y
Geos para Mercurio, Temis y Eurimedonte para Júpiter, Tetis y Océano para Venus, y Rea y Cronos para
Saturno. Guardadores todos de la suceción del tiempo.

Sin embargo en esta armoniosa creación faltaba el hombre, y entonces apareció Pelasgo, brotó de los dietes de
Ofión enterrados en el abismo de Arcadia. Pelasgo fue aclamado como jefe culturizador y precursor de la
humanidad.

Dioses y hombres se hallaban sometidos a las diosas y mujeres, y todos le rendían culto a la gran Diosa Madre.

El Mito de los misterios órficos:

Los helenos iniciados en los mitos órfícos, creían que la Noche de las Alas Negras junto con el Viento engendró
un huevo de plata al que puso en el seno de la Oscuridad del que salió Eros o Fanes (El amor), que impulso el
movimiento del Universo. Eros tenía cuatro cabezas que representaban las cuatro estaciones, alas doradas y
doble sexo. Éste vivía en una cueva junto con la Noche que se manifestaba en forma tal, del Orden o de la
Justicia. Por otra parte , Rea tenía la función de atraer a los hombres a la consulta de los oráculos de la noche
tocando un tambor de latón. Eros creó el cielo, el sol y la luna, pero la autoridad del universo estaba a cargo de
la Noche hasta que Urano la destronó.

Los Argonautas

Introducción

La expedición de los griegos al Cólquide, bajo el liderazgo de Jasón, es una de las más importantes
operaciones de los tiempos mitológicos dado que en ella participaron los gruerreros más selectos de Grecia.
Poetas líricos como Píndaro, se inspiraron en el mito de los Argonautas. Los tres grandes poetas trágicos
escribieron también inspirándose en la expedición de los Argonautas. Esquilo, escribió las tragedias "Atamas",
"Ipsipili", "Argo" y "Caviro". Sófocles escribió las tragedias "Atamas", "Cólquides", Squite" y "Rimotomoi". De
todas estas obras no se conservó ninguna. De las obras de Eurípides sólo se salvó la renombrada "Medea".

Frixo y Hele

Hijos de Nefeli y Atamante que reinama en Orcómeno en Beocia. Atamante, dejándose llevar por las
insinuaciones de Ino (deseosa de echar a Nefeli y de casarse con él) cedió a sus deseos, convirtiendo a Ino en
su esposa y en una mala madrastra para los niños. Su odio hacia ellos, la llevó a diseñar un plan: convenció a
las mujeres del lugar para que hornearan las semillas que se almacenaban para la siembra. Tales semillas,
como era de esperar, luego de plantadas, no dieron fruto y cayó gran pobreza en la región.

Atamante envió a sus emisarios a Delfos para consultar el oráculo y que los dioses decidieran lo que debían
hacer. Ino interceptando y sobornando a los enviados, debían comunicar el siguiente augurio: que para que la
tierra volviera a dar frutos, era necesario el sacrificio de Frixo, al dios Zeus. Entonces el pueblo se sublevó y
pidió al rey que cumpliera con el oráculo. Atamante cedió a la presión popular y Frixo se dirigía al altar de
sacrificios cuando su madre, Nefeli, les envió un cordero de dorado vellón.

Frixo y Hele montaron en el lomo del animal que los llevó muy lejos de allí. Pasando por la península trácica
Hele se agachó para mirar algo, se mareó y cayó en las aguas del Ponto, que desde entonces se llamó
Helesponto (el mar de Ponto). Frixo llegó solo a Cólquide, donde reinaba el rey Eeetes, hijo de Helios y de la
oceánide Perse, y hermano de la maga Circe. En este sitio sacrificó al carnero en acción de gracias a Zeus y
pidió la protección de Eetes. El rey de Cólquide le casó con su hija y Frixo le regaló el vellocino de oro (la piel
del cordero). El rey lo colgó de un roble en el bosque ofrendado al dios Ares y puso un dragón y una enorme
serpiente que nunca dormía para vigilarlo día y noche.

Pelías y Jasón

En Yolco reinaba Pelías, hijo de Poseidón y de Tiro, que astutamente había destronado a su hermanastro Esón.
Esón, temeroso de que su malvado hermanastro asesinase a su hijo Jasón, que era el verdadero heredero del
trono, le buscó refugio en la cueva del centauro Quirón, en el monte Pelión y le confió su crianza y formación. El
sabio Quirón lo instruyó en las letras y en las artes de su época y llegado a una edad adecuada, le envió a Yolco
a reclamar sus legítimos derechos al trono. El apuesto joven, al cruzar el río Anauro perdió una de sus sandalias
al ser arrrastrada por la corriente. Cuando Jasón se presentó en Yolco con una sandalia, el rey Pelías quedó
muy desconcertado, pues un antiguo augurio del oráculo le había advertido que alguien con una sola sandalia,
que bajaría del monte, le destronaría y mataría.

Cuando el sobrino de Esón pretendió la corona que le pertenecía por derecho legítimo, el astuto Pelías afirmó
entonces haber visto en sueños a Frixo, que clamaba volver a su lugar de origen y pedía lo mismo para el
vellocino de oro, que estaban el Cólquide, en el reino de Eetes. Rogó al joven Jasón que cumpliera con este
vaticinio y dispuso la construcción de una nave para emprender el viaje. Jasón debía organizar la expedición
con el fin de aliviar el alma de Frixo y cumplir su deseo. Pelías prometió y juró por los dioses que a la vuelta de
Jasón a Yalco, con el vellocino de oro, le devolvería su derecho al trono.

Los preparativos de los Argonautas

Jasón aceptó la propuesta de Pelias y empezó a prepararse para el viaje. Ordenó a Argo, arquitecto y
constructor de navíos, la fabricación de una nave de cincuenta remos. La embarcación resultó espléndida como
ninguna otra de la época. Gracias a un trozo de madera procedente del roble sagrado del oráculo de Dodona,
regalo de la diosa Atenea, el navío podía hablar y tenía el don de la profecía. Era un barco muy veloz y por eso
se llamó Argo (Argos=rápido). Mientras se dotaba la nave, el centauro Quirón aconsejó a Jasón que enviara
heraldos por toda Grecia para invitar a los jóvenes más valientes y valerosos de aquellos tiempos a participar en
este largo viaje. Y así sudió, la tripulación de Argo, los llamados Argonautas eran todos héroes e incluso hijos de
dioses. Entre ellos estaban Tifis, el timonero de Argo, Orfeo, el músico, los adivinos Idmón y Mopso, Heracles,
Hilas, Idas, Cástor y Plideuces, Periclímeno, hijo de Neleo, y Peleo, hermano de Telamón y muchos otros, que
constituían la flor de la hombría y el heroísmo juntos.

El viaje del Argo

Tras haber realizado un sacrificio en honor de Apolo, los Argonautas embarcaron en la costa de Págasas, y se
pusieron en marcha con favorables presagios.
Su primera escala tuvo lugar en la isla de Limnnos, habitadas sólo por mujeres, pues todos los hombres habían
muerto. Los Argonautos se unieron a las mujeres en espera a que ésas concibieran hijos varones y luego
partieron. Después de pasar por Samotracia, entraron en el Helesponto y llegaron al reino de Cício, a la tierra
de los Doliones, donde el rey y sus súbditos los acogieron con hospitalidad. Se hicieron a la mar, pero los
vientos les regeresaron al mismo lugar.

Por un fatal malentendido, los Doliones no reconocieron a los Argonautas, estos tampoco a los Doliones, y así
se enfrentaron en una lucha sangrienta, resultando muertos el rey Cícico y su corte. Cuando los Argonautas se
dieron cuenta del error era ya demasiado tarde. Los hombres de los dos frentes, arrepentidos, honraron a los
caídos. En las costas de Mísia, donde llegaron los Argonautas, las ninfas se apoderaron de Hilas, el querido
amigo de Heracles. Heracles y Polifemo fueron en su ayuda y el viaje siguió sin ellos.

Al pasar por la tierra del adivino ciego Fineo, lo liberaron de las temibles Harpías, y él en agradecimiento les
advirtió del peligro de las rocas Cianeas. Eran esas unas rocas que al pasar entre ellas, chocaban entre sí
convirtiendo en pedazos a las naves que las cruzaban. Fineo les aconsejó que para saber si podían pasar o no,
soltaran una paloma; si ésta conseguía pasar el escollo, ellos también lo harían, de lo contrario, que no se
atrevieran. Al llegar a los escollos, los Argonautas lanzaron uina paloma, que logró pasar perdiendo únicamente
las plumas de la cola; así cruzó también Argo, sufriendo sólo ligeros daños en la popa. Después de muchas
peripecias, Argo y su tripulación llegaron a las tierras del rey Eetes.

En las tierras de Cólquide

Apenas llegado a Cólquide, Jasón visitó al rey Eetes y le habló de la orden recibida por Pelías. Eetes aceptó
entregarle el vellocino de oro, a cambio de que, primero, puesiera un yugo, sin ayuda alguna, a dos toros de
pezuñas de bronce que despedían fuego por los ollares, que habían sido regalo de Hefesto y que después
arase el campo y sembrase algunos dientes de dragón que le entregaría.

Medea, la hechicera, hija de Eetes, se enamoró locamente de Jasón, y se ofreció a ayudarle, si Jasón la
tomaba por esposa. Le entregó un unguento mágico para cubrise el cuerpo y su escudo antes de que se
enfrentara a los toros. Este bálsamo lo haría invulnerable por un día, al fuego y al hierro. Le advirtió además que
los dientes del dragón apenas sembrados se convertirían en soldados armados listos para acabar con él. Le
aconsejó que lanzara una piedra sin ser visto y de este modo por un malentendido sin saber nadie quién había
lanzado la piedra al otro, se matarían entre ellos.

Con el auxilio de Medea, Jasón logró vencer los obstáculos. Pero Eetes no cumplió con su palabra, antes bien
trató de poner fuego a Argo y de liquidar a los Argonautas. Entonces Jasón, contando siempre con el apoyo de
Medea, durmió al dragón guardián, y después de apoderarse, sin ser visto, del vellocino de oro, se dieron a la
fuga a toda prisa. Apenas el rey Eetes descubrió la fuga de Jasón y Medea y el hurto del vellocino de oro, se
lanzó a la persecución del Argo. Medea, para retrasarlo, dio muerte a Apsirto, su hermano, que viajaba con ella,
y empezó a tirar al mar, uno a uno sus miembros. El infeliz Eetes, perdió un tiempo precioso tratando de recoger
las partes del cuerpo de su amado hijo, y de este modo los fugitivos lograron alejarse definitivamente.

El trayecto del Argo

Mientras Eetes había anclado en alguna playa del Ponto Euxino para dar sepultura a su hijo, el Argo siguió su
camino. Pasó por el Danubio, que entonces unía, se dice, el Ponto con el Mar Adreiático, subió por el Eridano
(el Po) y por el Ródano, junto a las tierras donde moraban los Ligures y los Celtas, se adentró de nuevo en el
Mediterráneo y cruzó cerca de la isla de las Sirenas. Desde muy lejos se oía el canto embrujador de las
Sirenas. En ese momento, Orfeo, músico de Tracia, con su melodiosa lira y su carismática voz, se puso a cantar
de tan bello modo, que ninguno de los Argonautas se animó a corresponder a la llamada de las Sirenas. Las
nostálgicas melodías de Orefeo les hablaban del hogar, de los seres queridos que les esperaban en la patria y
sembró en sus corazones el deseo del retorno.

Los Argonautas después de una larga travesía, pasando por el reino de Circe, por los estrechos de Caribdis y
Escila, por la isla de Feacos y por las costas de Libia, llegaron a Creta, donde tuvieron que enfrentarse al
gigante Talo, el robot que había creado Hefesto. La astucia y los hechizos de Medea neutralizaron las fuerzas
de Talo, puesto por el rey Minos para defender la isla e impedir las incursiones de forasteros.

La vuelta a Yolco

Siguiendo su ruta por el Mar de Creta y tras enormes dificultades, cruzaron el Efeo y llegaron al fin a Yolco,
trayendo consigo el codiciado vellocino de oro. Había llegado el momento en que Jasón debía reclamar al rey
Pelías su legítimo derecho al trono. Pelías, que mientras faltó Jasón había asesinado a todos los parientes de
éste, se negó a cederle el trono. Así Jasón decidió refugiarse una vez más en los mágicos poderes y en la
habilidad de su mujer. Medea logró introducirse en el palacio y convencer a las hijas de Pelías para que
participaran en el asesinato de su padre creyendo que de este modo le devolvería la joventud perdida. A partir
de este punto, son muchas las variantes que existen. Una de ellas narra que Jasón y Medea reinaron en Yolco y
años más tarde concibieron un vástago, confiándole su educación al Centauro Quirón. Otra variante dice que se
marcharon a vivir en Corinto, dejando el trono de Yolco a Acasto, el único hijo varón de Pelías.

Interpretación del mito de los Argonautas

Según los hechos de la remota época a la que se refieren, se llega a la conclusión de que hábiles marinos
griegos hicieron una serie de proezas al mismo tiempo que describían el mundo con sus viajes, completando
así sus conocimientos geográficos. El importante descubrimiento del Ponto Euxino, que hasta entonces se creía
que era un mar (pontos=mar) y la difusión del helenismo en las regiones que éste bañaba, es lo que se deduce
de los relatos del viaje y el itinerario del Argos.

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