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Abogada Titulada
Barranquilla- Colombia.
ANTECEDENTES
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2.5. Muy a pesar de la insistencia de la señora Sandra Patricia
Cubillos Londoño, la aseguradora mantuvo su posición de no reconocer la
existencia del seguro, circunstancia que originó esta litis no sin antes haber
agotado el requisito de la conciliación prejudicial, diligencia que no arrojó
ningún resultado positivo.
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El sentenciador de segundo grado, una vez superó la
evaluación relativa a la existencia de los requisitos necesarios para resolver
la instancia, los que halló efectivamente reunidos, aprehendió el estudio del
tema objeto del debate y centró, principalmente, su discurso en torno a la
vigencia del contrato de seguro, dado que, según lo concluyó, ese era el
aspecto basilar de la controversia.
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c) Precisamente, anejo a este aspecto, el fallador dedujo que
la aceptación de la aseguradora en torno a la celebración del contrato de
seguro fue expresada a través de su intermediario, pues habiendo colocado
el aseguramiento mediante gestiones de este último, la actividad de dicho
dependiente, mientras continuara vinculado a ella, tal cual lo pregonan los
Decretos 655 de 1925 y 2605 de 1993, la obliga y en ese contexto, asentó
el fallador, sí se había exteriorizado por esta última la voluntad de concertar
el seguro aludido.
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Continuando con el estudio emprendido y, a propósito de la
vigencia del contrato, el Tribunal se ocupó, seguidamente, de valorar cuál
de las dos disposiciones era aplicable al asunto de esta especie, esto es,
la regla incorporada en el artículo 1057 o la del artículo 1151 del Código de
Comercio; todo, en procura de dilucidar si la vigencia del seguro operaba
teniendo como referencia, en su orden, la hora 24 del día de celebración
del contrato o, contrariamente, el momento del pago de la prima pactada,
ya totalmente ora una parte de ella.
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Afirmó, adicionalmente, que como no existe norma expresa
que regule la vigencia del contrato de la especie del que es objeto de
estudio, ni las partes lo pactaron, no obstante tener facultad para ello, lo
procedente era hacer operar los artículos 1151 y 1152, disposiciones que
si bien no regulan de manera especial la vigencia del seguro, “sí
reglamentan dicho contrato”, por ello es válido, según la argumentación del
sentenciador, que la vigencia tenga lugar “cuando se recibe el valor
correspondiente a la prima” (folio 40 del cuaderno del Tribunal).
LA DEMANDA DE CASACION
TERCER CARGO
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persuasión tendiente a dar por acreditada la existencia del contrato a
través de indicios es inocua. Y en lo que concierne al escrito, válido
ciertamente, para probar la celebración de tal acuerdo, en defecto de
prueba de confesión, debe contener, en su totalidad, los elementos
esenciales propios de esa contratación, exigencias que están ausentes
en el documento allegado. Agregó que con ese proceder el juzgador ad-
quem violó los artículos 1046 del Código de Comercio; 174 y 187 del
Código de Procedimiento Civil.
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espacio reservado para una y otro se encuentra en blanco, es evidente
que su consentimiento no fue exteriorizado.
CONSIDERACIONES
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que puede afirmarse, sin temor a equívocos, que la discrepancia que
alberga la recurrente gira alrededor, según su discurso, del proceder del
ad-quem, en cuanto que, para dar por demostrado el contrato de seguro,
tuvo la necesidad de recurrir a elementos persuasivos diferentes a los
que prohija la normatividad vigente sobre el particular.
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Tribunal). Y más adelante, sobre el mismo punto, esto es, las
implicaciones de la intermediación en los seguros, expuso: “si conforme
con el artículo 5 del Decreto 655 de 1925 se le ha definido como la
persona que interviene ‘de cualquier manera, directa o indirectamente por
cuenta de terceros, en la celebración de negocios de seguros’ …… “Si se
acudió a este último, lo actuado obliga a la demandada al tenor del
artículo 5º del Decreto 2605 de 1993…” –resalta la Corte-. Y fue bajo
tales consideraciones que la sentencia cuestionada asentó,
indiscutidamente, cómo la intermediación comprometía a la aseguradora
y que por virtud de ese mecanismo resultó obligada en los términos
concertados por el tomador y el intermediario.
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imponiéndole un cauce diferente, más no en los términos en que lo
delineó el impugnante.
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3.3. En todo caso, contrario a lo argüido por la censora, no es
absurdo colegir que las partes sí convinieron la prima o costo del seguro,
y tan cierto es lo anterior que el intermediario expidió el recibo de caja No.
500173 (folio 7 cuaderno No. 1), en donde se da cuenta de su
establecimiento y cuantía. Súmase a ello, que el escrito obrante a folio
46 del cuaderno principal, allegado por la demandada, correspondiente
al original de la solicitud/certificado, en él aparece con total claridad la
indicación de dicho elemento esencial, o sea que sí hubo concertación
sobre la prima y el valor de la misma. Debe resaltarse, a propósito del
tema, que la suma a que alude el mentado recibo de caja que, por
supuesto, es un escrito y en cuanto tal idóneo para aportar argumentos
de convicción respecto de la existencia del seguro, coincide con el valor
que en su momento el intermediario y el tomador convinieron; también,
bueno es resaltarlo, que dicha coincidencia recae sobre el valor que la
aseguradora devolvió a la cónyuge del tomador, bajo el supuesto de
haberse rechazado la solicitud de aseguramiento.
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reiteradamente en ésta providencia, expresamente alude a que se trata
de un seguro de vida.
PRIMER CARGO
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La casacionista es reiterativa en cuanto que la norma
aplicable al caso objeto de estudio, en defecto de regulación expresa,
debe ser el artículo 1057 del C. de Co., entre otras, por las siguientes
razones: a) no existe norma que gobierne, en forma concreta, el tema
litigado; b) que las disposiciones sobre el seguro de vida están ubicadas
en el capítulo I del título V, específicamente, en el aparte de “los
principios comunes a los seguros terrestres”, directrices aplicables, por
excelencia, a los seguros sobre la vida; c) porque la Corte, en variedad
de providencias, ha aplicado a esa especie de aseguramiento normas
como el artículo 1058 del C. de Co., propias del seguro terrestre, lo que
permite inferir que, igualmente, es viable apuntalar la decisión censurada
en el artículo 1057 ibidem, y no en el artículo 1151 como fue lo acometido
por el fallador de segundo grado; d) que el seguro terrestre, cuyos
capítulos contienen normas alusivas al seguro sobre la vida, comprende
la protección no sólo de las mercancías entregadas, sino, de manera
principal, la de las personas que acuden a demandar la correspondiente
traslación, luego, dada la naturaleza de esta modalidad asegurativa, es
admisible que el multicitado seguro sea regentado por las disposiciones
del artículo 1057.
SEGUNDO CARGO
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Correlativamente a la falta de aplicación de las disposiciones
referidas en precedencia, la censura denuncia que el Tribunal activó de
manera equivocada normas incorporadas en la legislación mercantil y
que, en últimas, fueron las que guiaron la definición de la controversia
judicial.
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CONSIDERACIONES
1. Primeramente, déjase en claro, dado que se erige como la
piedra angular de la discordia suscitada, tal cual concuerdan la recurrente
y el funcionario ad-quem, que el Código de Comercio adoptado en el año
de 1971 mediante el Decreto 410, en tratándose de Seguros sobre la
Vida, no incorporó norma expresa que contemple, en defecto de la
estipulación de las partes, el momento en el que el mismo cobra vigencia.
Por ello, pertinente resulta clarificar si como lo reclama la demandada, el
asunto debe ser gobernado por el artículo 1057 ib., en cuanto que la
vigencia de tal convenio principia a la hora 24 del día en que se
perfecciona el contrato, ó como lo reivindica la demandante y lo decidió el
Tribunal, dicha vigencia opera desde el mismo momento en que se
cancela la prima o la primera parte de ella.
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aspecto que marca, definitivamente, el inicio del compromiso principal de
la aseguradora.
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diferentes modalidades asegurativas, así como de los particulares
matices en sus orígenes, propósitos socio-económicos, coberturas,
partes intervinientes, etc.; que, por ello mismo, trasluce variables
importantes en todas sus fases de formación, hasta la culminación del
pertinente convenio; por ejemplo y sólo para reivindicar dos de los
aspectos del que dimanan significativas discrepancias: en los seguros de
daños a diferencia de los de vida, la prima no tiene un componente o fin
de ahorro; además, en el ramo de daños, el pago que realiza la
compañía, ante la ocurrencia del siniestro, connota una típica
indemnización, mientras que en este otro tal desembolso no responde a
esa categoría. En fin, los soportes de una y otra de las tesis esbozadas,
refulgen excluyentes, lo que, de suyo impone la prevalencia de cualquiera
de ellas.
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deviene, igualmente, que el tomador tampoco podría ser acreedor de su
asegurador, luego no puede demandar de este último, el cumplimiento de
su obligación. Lo anterior significa, que la vigencia técnica del contrato
pende del pago del valor del aseguramiento, no aceptarlo así, y,
contrariamente, someter tal situación a los rigores de los artículos 1057 y
1068, implicaría que la compañía de seguros debería cumplir el pago de
su obligación pero no podría, se insiste, reclamar del tomador la prima.
Por supuesto que es clara señal de que si hay satisfacción de ésta, hay
cobertura y asunción del riesgo; así mismo, que si no se solventa dicha
deuda, no nace para el asegurador la obligación de cubrir las incidencias
del hecho incierto. A contrario sensu, solamente a partir del momento en
el que la aseguradora recibe la solución de la primera prima o de la
primera cuota de esta cobra vigencia efectiva el aludido seguro.
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reticencia alguna, que la justificación de condicionar la asunción del
riesgo al pago de la prima es una elemental regla de equilibrio
contractual.
4. Por otro lado, anejo al punto ventilado, propicio resulta
poner de relieve que desde la misma propuesta de los redactores del
actual Código de Comercio en torno a su articulado (año de 1969), con
respecto a algunos de sus apartes, se ha puesto en tela de juicio la
nomenclatura adoptada por dicha codificación; tendencia alimentada por
las voces de autorizados doctrinantes, inclusive dentro de las mismas
subcomisión y comisión redactoras. La disconformidad planteada gira
alrededor de la inserción que se hizo de algunos asuntos y la
nomenclatura asignada a varias reglas que enarboladas como principios
comunes, se pretende que gobiernen, indistintamente, los temas allí
insertos, surgiendo el desasosiego que hoy evidencia el asunto vinculado
a esta litis.
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primera cuota de ésta, no podrá el asegurador exigir judicialmente su
pago; pero tendrá derecho a que se le reembolsen los gastos efectuados
con miras a la celebración del contrato”, regla esta que, como se advirtió,
concuerda con el tenor literal del artículo 1151 del Código de Comercio.
Las disposiciones referidas, todas concurrentes en un momento histórico,
ponen de presente que su coexistencia vindicaba una identidad entre los
aspectos comunes de un mismo contrato, anejo a todos los ramos (su
descripción, de si era consensual o solemne, de su perfeccionamiento
etc), pero, igual, patentiza un tratamiento especial al seguro sobre la vida,
reglas todas ellas, se insiste, que no se excluían y contrariamente, se
presentaron como complementarias.
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“A este respecto el doctor Cobo leyó un texto de la
legislación italiana en el cual se establece que los riesgos comienzan a
correr por cuenta del asegurador a partir de la hora 24 del día en que se
perfeccione el contrato. Sobre ésto (sic) conceptuó que le parecía
conveniente una disposición semejante a la leída teniendo en cuenta la
innovación que se refiere a la consensualidad del contrato de seguro.
Dijo era muy importante precisar en esta forma la hora en la cual el
contrato comenzaría su vigencia, para evitar equívocos, por cuanto eran
muchos los problemas que se podrían presentar sin una determinación
precisa. Con estas observaciones se aplazó la decisión sobre el artículo
estudiado”. (acta No. 12 de la subcomisión redactora). Posteriormente,
según acta No. 13 de la misma subcomisión, se dejó plasmado: “En
defecto de estipulación o de norma legal, los riesgos principiarán a correr
por cuenta del asegurador desde la hora veinticuatro del día en que se
perfeccione el contrato”.
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todas las operaciones comerciales. Así se da carta de ciudadanía legal a
la práctica de las compañías de seguros. Así se está más a tono con las
modernas legislaciones. Así se tutela mejor a los propios aseguradores
cuando actúan, ya no como sujetos activos, sino como sujetos pasivos
del contrato de seguros, es decir, en el contrato de reaseguro. (..) Se
hace, no obstante, una excepción a este principio (art. 861, inciso 2º). La
consensualidad, en los seguros de vida, podría significar, significa, en
efecto, una fuente de dificultades insubsanables para el asegurador.
Signos peculiares, que no es oportuno examinar, enmarcan el mercado
de esta clase de seguros. La tarea de persuasión del candidato tropieza,
habitualmente, con más definidos escollos. Y no termina al obtener de él
su asentimiento al seguro. La experiencia enseña que el contrato no
puede considerarse clausurado, agotado en sus trámites como acto de la
vida mercantil, sino con el pago de la primera prima o de la primera
cuota. Y es más frecuente, de otra parte, que en los seguros de riesgos
constantes, el afán del asegurado por defraudar al asegurador. Podrá
decirse, con un poco de exageración, que, ahí si, la reticencia se da
silvestre. Circunstancias son éstas que exigen un tratamiento de
excepción. Y de ellas la comisión se hizo eco, con sentido realista, para
subordinar, al ‘pago de la primera prima o de la primera cuota de ésta’ el
perfeccionamiento de los contratos de seguro de vida”. (Tratado
Elemental de Seguros, J. Fren Ossa G.) –hace notar la Sala-.
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intrínsecas y las finalidades perseguidas” (Sent. Cas. 11 de septiembre de
1984).
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5.6. Los reparos a la nomenclatura y metodología
desarrollada por la legislación mercantil, es validada al confrontar el
contenido del título V de la misma codificación y el contenido del artículo
1082 ibidem, pues en aquél se incluyen, en general, tres capítulos,
correspondientes a las modalidades de seguros terrestres, de daños y de
personas (capítulo I, II y III, respectivamente); y, en la de daños, a su vez,
se incluyen ramos como el de incendio (arts. 1113 y ss), transporte (1117
y ss), y el de responsabilidad (arts. 1127 y ss), con características
disímiles frente al de personas. Mientras que en éste, se incluye,
exclusivamente, la modalidad de vida. Por su parte, el artículo 1082 trae
como clasificación de los seguros, el de daños (reales o patrimoniales) y
de personas; luego fácil se infiere que las dos clasificaciones no
coinciden, pues con respecto a la incorporada en aquella norma, el
seguro terrestre estaría demás. Sin embargo, la explicación deviene
expedita atendiendo los registros hechos con antelación y que rodearon
la expedición del Código de Comercio.
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aplicación al seguro involucrado en esta litis, pues éste está abrigado por
su propia reglamentación.
DECISION
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Por lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, Sala de
Casación Civil, administrando justicia en nombre de la República y por
autoridad de la ley, NO CASA la sentencia de siete (7) de marzo de dos
mil siete (2007), proferida por la Sala Civil del Tribunal Superior de
Santiago de Cali.
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CÉSAR JULIO VALENCIA COPETE
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