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MATEO 5:13-16.

Sal y luz del mundo


Luego de enseñar sobre las “Bienaventuranzas”, Jesús les dijo a sus discípulos
que si ellos viven según el orden del Reino de Dios, ellos llegarán a ser luz al
mundo y sal de la tierra…

SAL DE LA TIERRA
Jesús dijo:

(Mateo 5:13) Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere,


¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y
hollada por los hombres.

La sal tiene varios efectos:

a. Da sabor a la comida.
La sal ayuda a resaltar el sabor de los alimentos. Sin sal, la comida es insípida.

Si un creyente sólo practica una “religión”, pero no pone en práctica los


mandamientos de Dios ni permite que Dios transforme su corazón y su alma,
entonces su vida será tan insípida como la sal que ha perdido su sabor.

Pablo hizo una analogía entre la sal y una buena actitud de los creyentes (Prov.
26:4-5; 1 Ped. 3:15).
(Colosenses 4:6) Que vuestra conversación sea siempre con gracia, sazonada
como con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada persona.

b. Ayuda a conservar los alimentos.


La sal previene que ciertos alimentos se descompongan. En tiempos antiguos,
cuando aún no habían inventado el congelador, la gente usaba la sal para
conservar la carne.

En un sentido espiritual, el creyente que guarda los mandamientos de Dios se


mantiene puro, y evita que la contaminación del mundo entre en su vida.

En la Biblia hay un ejemplo de cómo la sal fue usada como señal profética para la
purificación de algo que estaba contaminado…
(2 Reyes 2:19-22) Y los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar
en donde está colocada esta ciudad es bueno, como mi señor ve; mas las aguas
son malas, y la tierra es estéril. Entonces él dijo: Traedme una vasija nueva, y
poned en ella sal. Y se la trajeron. Y saliendo él a los manantiales de las aguas,
echó dentro la sal, y dijo: Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá
más en ellas muerte ni enfermedad. Y fueron sanas las aguas hasta hoy,
conforme a la palabra que habló Eliseo.

La sal representa los mandamientos de Dios. Si los ponemos en práctica darán


“buen sabor” a nuestras vidas, y uno se mantendrá lejos de la contaminación. Sin
embargo, si una persona ha creído en Jesús, pero no transforma su vida ni vive
como Dios manda, corre el riesgo de volver a contaminarse.
(2 Pedro 2:20-21) Porque si después de haber escapado de las contaminaciones
del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, de nuevo
son enredados en ellas y vencidos, su condición postrera viene a ser peor que la
primera. Pues hubiera sido mejor para ellos no haber conocido el camino de la
justicia, que habiéndolo conocido, apartarse del santo mandamiento que les fue
dado.

PACTO DE SAL
Cuando la Biblia habla de las ofrendas que presentamos ante Dios, instruye que
nunca se presenten con levadura (Lev. 2:11), pero siempre deben ser sazonadas
con sal.
(Levítico 2:13) Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que
falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya
ofrecerás sal.

En la Biblia, el pacto de sal implica un compromiso que se preserva y se mantiene


para siempre (Num. 18:19).

LUZ DEL MUNDO


Jesús también usa la figura de la luz para ejemplificar el efecto que tendrán los
creyentes si ellos siguen el ejemplo del Señor y viven como Dios manda…
(Mateo 5:14-16) Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un
monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un
almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así
brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones
y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Jesús explicó claramente que la luz son las buenas obras. Y cuando habla de
“buenas obras” no sólo se refiere a actos de caridad y beneficencia; más bien, se
refiere a toda acción buena que proviene de la obediencia a Dios y el
cumplimiento de sus mandamientos (Efe. 2:10).
(Proverbios 4:18-19) Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que
va en aumento hasta que el día es perfecto. El camino de los impíos es como la
oscuridad; no saben en qué tropiezan.

Al hacer las cosas como Dios manda, traeremos luz a una sociedad que vive en
las tinieblas de la maldad y la corrupción. Pablo lo explica de la siguiente manera:
(Filipenses 2:15) para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha
en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecéis
como luminares en el mundo.
La luz verdadera proviene de Dios. Al vivir como Dios manda, nuestras vidas son
transformadas, y así reflejan la luz divina, sirviendo de ejemplo a los que nos
rodean.

No todos aceptarán esa luz. Algunos la rechazarán, para que no sean expuestas
sus malas obras (Juan 3:19-21). Pero la luz del buen testimonio llegará a aquellas
personas que anhelan lo bueno en sus vidas. Verán a Dios a través de nuestras
buenas obras, y creerán en Él.

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