La amplia riqueza natural existente en nuestro territorio es un hecho evidente para
todos nosotros, según cifras del Banco Mundial, Ecuador ocupa el puesto número 17 de 151 países en cuanto a riqueza por habitante. A pesar de ello, se tiene un producto interno bruto (PIB) que es apenas equivalente al 48% del promedio por habitante a nivel mundial. Estas cifras tan contradictorias, a mi criterio, son el reflejo de una carencia de planes y estrategias desarrolladas con un carácter técnico y científico para promover el desarrollo industrial necesario que permita emplear nuestros recursos de forma óptima y eficiente. Con estas cifras se estima que nuestro país se encuentra en un punto intermedio, alejado tanto de los países con un alto índice de desarrollo como de los países más pobres del mundo. Este fenómeno, producto de una vaga vinculación entre la elevada presencia de recursos naturales y el desarrollo económico y social, no expresa necesariamente que el poseer una gran cantidad de recursos naturales signifique un obstáculo en el desarrollo de un país. Se requiere de un mejor aprovechamiento de los mismos mediante la implementación de planes y técnicas de industrialización para facilitar el desarrollo del país, ya que la producción industrial de nuestro país ubica al Ecuador en el puesto 60 a nivel mundial en lo que respecta al sector de la industria. Podemos ver entonces, como es preciso que nuestro país adquiera una tendencia a incrementar los procesos productivos industriales, ya que poseer una gran riqueza natural no es suficiente si no es procesada de forma adecuada. Por lo tanto, es necesaria una revolución en diversos sectores, entre ellos por supuesto, el manufacturero. El ámbito industrial del Ecuador se caracteriza por una baja presencia de ramas intensivas en ingeniería, mientras se tiene fuerte representación de ramas intensivas en recursos naturales y trabajo. Así según una tabla comparativa, emitida por el INEC, se puede apreciar como la productividad media del sector industrial del Ecuador representa a un 8% de la producción media del sector industrial estadounidense. Esta diferencia abismal en cuanto a productividad respecto a una de las mayores potencias, no es solo muy grande, sino que no se ve propensa a una reducción. Si bien podría resultar desalentador la comparación establecida entre Ecuador y Estados Unidos, es necesario tener en cuenta que se tratan de dos naciones con varias, y muy diversas, diferencias. Por tanto, debemos mantener claro el objetivo de mejorar el sector industrial ecuatoriano, para lo cual si se podrían tomar como referencias importantes los aciertos y desaciertos de otros países en cuanto a desarrollo y adaptarlos a nuestra propia realidad.