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I JORNADAS LA UNIVERSIDAD EN LA SOCIEDAD

Aportes de la Investigación de la Universidad Nacional de Córdoba para el diseño de


Políticas Públicas

Propuestas para políticas públicas de niñez: la deconstrucción de la judicialización

Autor: Fredianelli Graciela

Recuperando producciones de la línea de investigación acerca de los procesos


de judicialización de niños y adolescentes y la perspectiva de los profesionales de
trabajo social intervinientes (2001-2004), como así también la experiencia de
intervención profesional en dicha área, el proyecto de tesis que estoy desarrollando, e
investigaciones sobre la temática que he dirigido a egresados de trabajo social, en el
ámbito estatal y judicial, ha posibilitado dar cuenta acerca de la reconstrucción del
proceso de judicialización.
Considerando que este proceso excede los “límites” de la normativa que
incluye a niños y adolescentes objeto de tutela judicial. Por el contrario es un proceso
que atraviesa las prácticas sociales destinadas a la infancia y adolescencia; que no
sólo se sitúan desde aquellos que intervienen en la judicialización de niños y
adolescentes, sino que abarca un espacio social más amplio, y supera las barreras de
“la normativa”.
Aún frente a los cambios legales, (del patronato de menores a la ley nacional
de protección integral de niños y adolescentes), también requiere de cambios
institucionales, societales y de los actores involucrados, para superar estas prácticas
de tutelajes. Entendidas desde el concepto de Bourdieu (1991) habitus “…como
principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones que pueden
estar objetivamente adaptadas a su fin, sin suponer la búsqueda consciente de fines y
el dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos…”(p. 92).
Pero como bien advierte el autor, la necesidad de superar la dicotomía entre la
perspectiva del objetivismo y subjetivismo; regularidades objetivas formadas en
instituciones y estructuras y esas realidades incorporadas a los individuos:
Las prácticas no se pueden deducir de las condiciones presentes que pueden
parecer haberlas suscitado ni de las condiciones pasadas que han producido
el habitus, principio duradero de su producción. Sólo es posible explicarlas,
pues, si se relacionan las condiciones sociales en las que se ha constituido el
habitus que las ha engendrado, y las condiciones sociales en las cuales se
manifiestan: es decir, si se relacionan, mediante el trabajo científico, estos
dos estados de lo social. (p.97).
En este sentido podemos considerar que las prácticas judiciales, sociales,
institucionales en relación a la infancia: son entrelazamientos de muchas prácticas,
no se dan en estado “puro”, es el resultado de la resignificación y combinación de
elementos pertenecientes a otras prácticas, en este sentido el objeto de cada
práctica no es preexistente a ella, sino que se da con la misma y el sujeto de la
práctica se define con ella.
Lo expresado anteriormente nos convoca a considerar ¿como sostener los
cambios institucionales, societales que suponen la formulación de un nuevo sistema
legal, basado en la protección y promoción de los derechos de niños y niñas?
Algunos aspectos a tener en cuenta en propuestas para de políticas públicas en la
provincia de Córdoba:
En relación al contexto jurídico: en el caso de la Provincia de Córdoba, sólo se ha
realizado una adhesión a la Ley Nacional, ley Provincial Nº 9396, en la cual se faculta
al Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba, a realizar las
adecuaciones procedimentales, “FACÚLTASE al Tribunal Superior de Justicia para
que en el plazo de un (1) año, prorrogable por única vez por un período igual, arbitre
las medidas conducentes a armonizar de manera gradual y progresiva las acciones
que garanticen la adecuación a las disposiciones de la Ley Nacional Nº 26.061, en
materia de Procedimiento Prevencional” (artículo 3º). Vencido los dos años de
prórroga, (Junio de 2009), todavía no se han realizado las adecuaciones
procedimentales, y continúa vigente los Juzgados de Menores Prevencionales y
Correccionales, siendo la base legal la controvertida Ley Provincial Nº 9053, de
Protección Judicial del Niño y el Adolescente que regula el procedimiento para la
administración de justicia de menores, aprobada en el año 2002.

La elaboración de propuestas y/o recomendaciones para políticas públicas de


niñez y adolescencia, y considerando las prácticas sociales, institucionales y
normativas que se han ido configurando histórica y socialmente, discriminando la
población objeto de intervención como niñez tutelada (población judicializada), parten
de supuestos que surgen del análisis de las características de la población estudiada,
del contexto institucional y sus modos de intervención, así como de los agentes
responsables en la intervención con niños judicializados:
a.- Los sectores de mayor vulnerabilidad social son los captados por la intervención
de la Justicia Prevencional de Menores. Se evidencia que las familias estudiadas se
encuentran atravesadas por procesos de marginalidad, desafiliación social, y
aislamiento social lo que genera una pronunciada disminución de la capacidad de
implementar estrategias protectivas. Son grupos víctimas de violencia social generada
por el Estado, las condiciones socio económicas y la carencia en lo alimentario,
sanitario, laboral y educacional, son condicionantes negativos y dan cuenta de la
modalidad en que opera la violencia social. Los cambios societales, especialmente en
los sectores pobres, han estado acompañados de procesos de violencia estructural y
social. En términos de Wacquant, 2004, considera la interacción estructurada de tres
procesos dominantes: despacificación de la vida cotidiana (se filtra la violencia en el
entramado del sistema social local); desdiferenciación social (deterioro del entramado
organizacional); y encogimiento de las redes sociales y deterioro de las instituciones
públicas, provocan y acentúan la estigmatización y aislamiento de los residentes e
informalización económica: insuficiencias de la demanda de trabajo, la desertificación
organizacional de los barrios y los fracasos de la ayuda del estado de bienestar,
promovió un crecimiento de una economía no regulada, liderada por la venta masiva
de drogas y de varias actividades ilegales. Sus principales bases de sustento:
comercio callejero y sector de asistencia social, como estrategias de vida. (P.111)
Producto de una multi-dimensionalidad de factores asociados (históricos, económicos,
sociales, culturales, psicológicos) es que en la mayoría de los casos fue posible
observar, resultados que denuncian el estado de vulnerabilidad extrema al que se
encuentran sometidas las familias que tienen a sus hijos, por diversas circunstancias,
bajo la tutela del estado representado por la justicia. Esta vulnerabilidad responde sin
duda a la interrelación de tres planos: el contexto social, los modelos políticos y a las
relaciones entre las personas, comunidades y redes y que se manifestarán como
inseguridad e indefensión.

b.- Las políticas públicas de la niñez y adolescencia, son desarticuladas, focalizadas


en una dispersión de programas, se centran en aspectos asistenciales, aunque tengan
un “barniz” de promoción y prevención. Considerando el análisis de las características
de la población estudiada, es posible considerar que se trata de respuestas “técnico-
jurídicas”, centradas en las prácticas normativas-jurídicas del control social; por lo
tanto responden más a una racionalidad técnica e intencionalidad política, que a las
necesidades y demandas de estos sectores poblacionales.
El constante interjuego que podríamos expresar como “suma cero”, en el intento de
cambios y transformaciones institucionales en el área de niñez y adolescencia
judicializada; esto es la fuerza de lo instituido, el control tutelar y la constante quimera
de instituir otros modelos de intervención; que pretenden escapar de las telas de araña
de la judicialización.
Pretender subsumir las respuestas sociales solo en respuestas jurídico normativas
reduce la comprensión de los problemas sociales de la infancia, y en consecuencia de
las acciones programáticas que deberían desarrollarse en relación a los mismos. Por
ello podríamos considerar que asociar la “protección tutelar” con la protección social,
constituye una paradoja, ya que desarrolla nuevos dispositivos, que se pueden
encuadrar desde la perspectiva de J. Donzelot (1998), en términos del
“…establecimiento de tutelarización que armonice los objetivos sanitarios y educativos
con los métodos de vigilancia económica y moral…” (p.90).
Las reestructuraciones y transformaciones en el espacio institucional del estado
y de las políticas públicas, la década del 90, ha dejado huellas, marcas, en las
formulaciones e implementaciones de diferentes programas. Los cambios
institucionales, también han estado acompañados de procesos de violencia político-
burocrática, que desde la perspectiva de Diana Scialpi, (2004) con un escenario con
características de administración patrimonialistas, y con democracias delegativas, en
que la Administración Pública, en este caso Provincial, deviene en un escenario donde
se practica una doble violencia, hacia afuera y hacia adentro. Violencia hacia fuera,
se traduce en el maltrato y arbitrariedades que reciben los ciudadanos en general y los
supuestos beneficiarios de políticas públicas. Violencia hacia adentro (intra-
burocrática) es la que se ejerce, simultáneamente, sobre los empleados de la
Administración Pública, para quiénes constituye su ámbito laboral cotidiano. (P.40) Es
en este espacio, donde la Reforma del Estado ha estado asociada a una altísima
cuota de arbitrariedad y violencia. La autora entiende que:

La violencia político-burocrática es una variante de la violencia política,


perpetrada por funcionarios políticos de la Administración Pública y por
agentes de alto rango (Personal Jerárquico), que tienen la responsabilidad
social, legal y administrativa de cuidar a los trabajadores del Estado y de
cumplir y hacer cumplir las normas administrativas vigentes. Es fortalecida
además por el apoyo de no-decisores que convalidan dichas prácticas”.
(P.43)

Esta noción de violencia político-burocrática, aporta contenidos y perspectivas,


para poder comprender las transformaciones y modalidades que asumieron en la
Administración Pública Provincial, las reformas antes aludidas sobre el Estado
Provincial, donde son reconocidos los procesos de precarización laboral, contratos, el
traslado o jubilaciones anticipadas de los empleados de planta permanente, la
creación y consolidación de una burocracia paralela, etc.
Hoy aparentemente se tiende a superar la fragmentación y focalización del
revival de programas y superposición de los mismos. Las nominaciones son
diferentes: la lógica de los Consejos, Foros, etc, dan cuenta de una enunciación de
mayor participación de diferentes actores de la sociedad civil, de distintos niveles
estatales, etc. Así lo expresa el gobierno, a través de su página oficial de internet,
“La Secretaría de la Mujer, Niñez, Adolescencia y Familia fue creada
dentro del Poder Ejecutivo de la Provincia de Córdoba para desarrollar
políticas públicas que permitan dar cumplimiento a la Ley Nacional 26061
de protección integral de los derechos de niñas, niños y adolescentes, a la
que adhirió la provincia con la Ley 9396. Cuya Misión es: Generar las
condiciones que permitan fortalecer el entramado social para lograr la
progresiva desjudicialización de la problemática por la que atraviesan la
mujer, niñez, adolescencia y familia en situación de vulnerabilidad e
Implementar políticas y programas con eje fundamental en la dignidad, la
inclusión social, la participación de la comunidad y el desarrollo local y
regional”.
Entre otras Subsecretarías, está la Subsecretaría de Protección Integral de la
Niñez y Adolescencia. En www.cba.gov.ar
Cabe preguntarse como compatibilizar la legislación nacional, que propugna la
desjudicialización de la infancia con la vigencia de la ley provincial 9053, más allá de la
adhesión formal a través de la ley provincial 9396, se le faculta al Tribunal Superior de
Justicia la adecuación procedimental, que a la fecha, no ha cumplimentado con lo
requerido; siendo esta una función de los órganos administrativos del estado y no de la
justicia. Esto implica una doble convivencia de por sí antagónica: el patronato tutelar y
la protección integral de derechos de niños, niñas y adolescentes. El rol o función que
asuma la justicia (protectiva o revictimizante), están estrechamente vinculados con la
existencia o no de políticas públicas, es decir que no podemos analizar el rol de la
justicia por sí sola sino que la debemos analizar en función de las políticas.
Entonces, es necesario que para generar políticas proactivas hacia los derechos de
niños, niñas y adolescentes, que favorezcan procesos de desjudicialización, generar
acciones y articulaciones intersectorial y a distintos niveles (local, provincial, nacional)
tendientes a superar:
 Factores contextuales adversos a que están expuestas las familias de sectores
vulnerables, que incide en las alternativas de acción que las familias se
plantean como posibilidades de reparación y prevención, frente a situaciones
de vulneración de derechos de sus niños y niñas, considerando que son grupos
familiares históricamente víctimas de violencia social, que por su recurrencia
desgasta y limita el abanico de alternativas que la familia considera para sí y en
especial para su prole.
 Revertir los procesos de omisión y/o ausencia de acciones por parte de las
instituciones, falencia que está directamente relacionada con la falta de
políticas de protección para la familia y la infancia.
 Lo anterior implica revertir los procesos de desinversión social del estado, hacia
los sectores más desprotegidos social y económicamente, reemplazando las
funciones disciplinarias y punitivas por funciones de provisión social.
 Entre otros aspectos la provisión social, implica considerar que el derecho al
espacio territorial, evitando el aislamiento, la segmentación y segregación
residencial, requiere la consideración de diversas externalidades
estrechamente ligadas a la localización de la vivienda, tales como educación,
recreación, fuentes de trabajo, servicios públicos, etc. En la medida que estos
bienes y servicios se encuentran desigualmente distribuidos, las posibilidades
de acceso a los mismos según el lugar de residencia son asimétricas.
 Restituir la eficacia en tanto provisión de servicios, que sean accesibles y
realizables. Como es los tratamientos médicos, psicológicos, psiquiátricos,
educación especial, etc. cuando la situación y condición de niños, niñas y
adolescente así lo requiere. La no accesibilidad a los servicios, por escasez de
organizaciones que aborden las problemáticas, y con indicaciones por ejemplo
de los Juzgados de Menores, sólo logran revictimar más a la niñez
judicializada, ya que de este modo, las sugerencias son útiles entonces para
tranquilidad de quien las indica.
 Fortalecer cuestiones relacionadas especialmente a las posibilidades de trabajo
con niño/as y adolescentes que se orienten a la protección de sus derechos,
involucrando a todos los responsables, (grupo familiar, instituciones
comunitarias y centralizadas y sus operadores).

 Potenciar el funcionamiento de redes familiares, sociales, institucionales como


redes protectoras. Es decir para que la red sea protectiva o no depende de
todos los factores familiares, contextuales e institucionales. Favoreciendo la
relación y articulación entre asociaciones y organizaciones sociales, a las
cuales tanto los grupos familiares, como los integrantes de distintas
instituciones y organizaciones puedan “apelar” y potenciar acciones y
resoluciones protectivas en la población, evitando procesos de estigmatización,
victimización, etc.
Para concluir recupero reflexiones de Lucila Larrandart (2004):
“Dentro de la doctrina de la protección integral, el niño como sujeto de
derechos, y en consideración a las características especiales provenientes
de la etapa de su desarrollo, debe ser objeto de consideración desde las
políticas públicas que tiendan a paliar la violación de sus derechos. De la
consideración del niño como sujeto de derechos y, en primer lugar, de
aquéllos que hacen a su desarrollo y bienestar y que, por ende, influyen en
la construcción del futuro: el derecho a la educación, a la salud, a la
vivienda, a la recreación, a la identidad, etcétera. Además, desde esta
perspectiva, se deben regular instituciones y políticas que tiendan a
efectivizar los derechos del niño y a diseñar programas a través de los
cuáles él sea el destinatario y el protagonista”. (Jornadas sobre Régimen
Penal de Menores. Versión Taquigráfica, Senado de la Nación, Internet)

Como señala la autora, el niño no debe ser tutelado, lo que hay que proteger no
es el niño sino sus Derechos porque toda protección, más tarde o más temprano,
deviene en imposición y dominación, coarta su desarrollo y limita su subjetividad. En
lugar de poner el acento sobre los factores de riesgo hay que actuar creando, desde
las comunidades en que viven, factores protectores. En todo caso, la justicia debe
intervenir sobre los adultos cuando estos violan los Derechos de los niños pero
analizando bien que esa violación no responda a una desatención previa y abandono
por parte del Estado, hacia la familia de ese niño, dejándola en condiciones de
extrema vulnerabilidad. Esta situación solo se resuelve con el reconocimiento real y
efectivo de los Derechos económicos, sociales y culturales.

Bibliografía;
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- Donzelot, Jacques. (1998).La Policía de las Familias. España. Pre-textos.
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Artículo de Revistas
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Reflexiones sobre las herramientas y exigibilidad de nuestros derechos.
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