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LICENCIATURA EN TEOLOGÍA
ASIGNATURA
TEOLOGÍA I
DOCENTE
ALUMNO
FECHA DE ENTREGA
RESUMEN
PALABRAS CLAVES
Por ello, el ensayo concluye con un intento de ofrecer aportes para pensar una
nueva apocalíptica contextual desde la epistemología de la teología política. Esta
apocalíptica contextual, así como el discurso escatológico de Jesús en Mc 13,3-9, es
una crítica al sistema dominante en boga, pero también es una apocalíptica que se
adapta a las realidades históricas concretas de cada sociedad que genera
pensamiento apocalíptico, y responde a su coyuntura político-social actual.
1. CONTEXTO HISTÓRICO Y SOCIOPOLÍTICO DE LA APOCALÍPTICA
JUDÍA
1 Koch (1972) expone al respecto que, por esta y otras razones significativas, el judaísmo
rabínico descartó mucha literatura apocalíptica del canon del Antiguo Testamento cuando éste fue
oficializado en el concilio de Yabne, hacia el año 100 d.C. Koch llama la atención que cuando se estudia
el contexto social de las ideas judías apocalípticas, se aprecia la relación causal entre las condiciones
socioeconómicas y la realidad material de las personas que generan estas ideas.
1.1 Sociedad, economía y cultura en Palestina bajo el helenismo
Sin embargo, según apunta Schussler (2003), el grupo de los fenicios habrían
sido los mediadores de la cultura griega para Palestina en el período pre-helenístico.
Los fenicios, al ser un pueblo caracterizado por una extraordinaria expansión
comercial a lo largo del Mediterráneo, favorecieron los contactos entre la cultura
griega y palestinense. Ahora bien, esto hace necesario la pregunta: ¿qué
transformaciones significativas conllevaron tanto la conquista de Palestina como el
inicio del movimiento cultural conocido como “helenización”? Y es que la invasión
de Alejandro Magno a Palestina no se presentó del todo nueva para los pueblos
semitas de Siria y Palestina, sino que se limitó a impulsar una proliferación de
influencias culturales griegas (Pikaza, 2005).
2 Algunas investigaciones sobre la génesis del movimiento apocalíptico han puesto por
evidencia, sin embargo, la importancia de las raíces helenísticas. Véase Albert, R. (1999). Historia de
la religión de Israel en tiempos del Antiguo Testamento. Tomo II. Madrid: Trotta.
fuente de recursos económicos a la hora de movilizar a sus tropas y de financiar sus
enfrentamientos bélicos con las naciones rivales (Croatto, 2006).
La reacción frente a Antíoco IV superpuso dos planos, como no podía ser de otra
manera: el político y el religioso. El primero implicaba la lucha contra el poder sirio
en Palestina, mientras que el segundo conducía a un enfrentamiento con el
helenismo, necesario para la supervivencia del judaísmo tradicional. Quienes
abanderaron la lucha armada contra Antíoco IV fueron los Macabeos, si bien Sacchi
(2003) cuestiona que su utilización de la Ley se debió más a causas políticas que a
razones estrictamente religiosas. Su ideal habría sido, sin embargo, la conquista de
los dos poderes, el laico y el religioso, para fusionarlos en una misma persona.
distintos grupos en torno a la proximidad del poder, político y religioso. Los persas usan a los judíos
para su propio proyecto político-económico; los que regresan del exilio traen su propio proyecto
religioso y no quieren la colaboración de la población mixta de Judá. Está también el proyecto de los
samaritanos, a la que pertenece Judá. Los que retornan del exilio, además, continúan el espíritu de la
antigua élite jerosolimitana deportada por Nabucodonosor (2 Re 24,14-16; 25,11s.). Su proyecto se
manifiesta en el control del templo y sus instituciones y es sostenido por los profetas Ageo y 1 Zacarías
(Zac 1-8), por Esdras y Nehemías (Croatto, 2006).
pensamiento apocalíptico judío, expresado y actualizado por Jesús en labios del
evangelista Marcano; por esto es sumamente acercarnos al texto de manera directa.
Estos acontecimientos que presenta Marcos, por un parte, sólo tienen lugar en el
futuro desde la perspectiva de Jesús; pero por otro lado, son en cierta medida
actuales para la comunidad del evangelista. Veamos a continuación el análisis
exegético de Mc 13,3-9.
Acto seguido a esta escena literaria, se apertura la primera mitad del versículo
5 con una advertencia de Jesús a sus discípulos para que estén prevenidos sobre
futuros líderes carismáticos que, así como Jesús, saldrán de las regiones marginales
de Israel, se autoproclamarán mesías y levantarán a las masas populares. Ahora bien,
esta advertencia profética-apocalíptica de Jesús, tal como la pinta Mc, tiene un
contenido político, pues esta era una frase común en la Palestina del siglo II usada
por las autoridades militares del Imperio Romano para mantener el orden social y,
la vez, era un mensaje ideológico impuesto en la sociedad, con el cual los ciudadanos
no se atreverían a formar resistencia contra Roma. Jesús, en 5a, más que dar una
advertencia religiosa, expresa una crítica o denuncia política contra las pretensiones
del gobierno romano, con el fin de instaurar un líder mesiánico que controle desde
adentro el funcionamiento social-económico de Palestina (Carrillo, 2007).
Igual de relevante es la frase nación contra nación del v.8ª. Un rápido análisis
literario de este versículo nos da a pensar que se trata de una referencia a la guerra
entre las naciones sostenida en el versículo anterior (v.7b), es decir, un nación o reino
que sale a la guerra contra otro pueblo; no obstante puede ser también una
sugerencia de un conflicto fratricida, como indica Marguerat (2008). Este tipo de
conflictos diplomáticos de nación a nación aparecen con frecuencia en las ideas
escatológicas del Nuevo Testamento, pero más en Mc, pues con estos escenarios de
combate lo que se busca es interrupción del orden social de las civilizaciones o
comunidades en donde el escritor sitúa su narración. Por esta razón leemos en Mc
13, 8 signos de desintegración humana6, esto es, terremotos, crisis de hambre y
guerras (Delorme, 1990).
Por otro lado, los lectores de Mc en 8a y 8b están frente a las últimas señales
escatológicas antes del fin que Jesús ha anunciado a lo largo de la narración. A pesar
del terror que causaba a la sociedad del Oriente Próximo un fenómeno de la
4 “Y planearán hacer guerra uno contra otro, ciudad contra ciudad, lugar contra lugar, pueblo
contra pueblo y reino contra reino.”
5 “Un rey echará mano de otro rey y se apoderará del territorio; pueblos devastarán pueblos
y los potentados a sus tribus”. Este pasaje de los Oráculos Sibilinos continúa describiendo el ataque
de las naciones contra el Templo de Jerusalén en el contexto profético de la apocalíptica judía
(Marcus, 2009).
6 Esta imagen marcana tiene también un paralelo en Is 19,2, en donde se lee: “y removeré a
Egipto contra Egipto, y lucharán entre sí, cada hombre contra su hermano, y cada hombre contra su
vecino, ciudad contra ciudad, reino contra reino”. La primera frase se traduce en los LXX como kai
epergerthesontai Aigyptious (y los egipcios se levantarán contra los egipcios. Epergerthesontai es un
pasivo, he aquí la posible explicación porqué Marcos emplea el mismo término en 9b al referirse a la
catástrofe natural de terremoto (Vouga, 2002).
magnitud de un terremoto7 o una guerra, éstos suponen para la comunidad marcana
una exhortación a desanimarse ante ellos o las amenazas imperiales de Roma, “estas
cosas deben ocurrir” (13, 7a) “pero aún no es el final” (13, 7b). Y en efecto, otros usos
marcanos del “es necesario” de v. 8b aparece posteriormente en este capítulo a
manera de profecía escatológica (13, 10-14) y en la promesa de Pedro sobre la lealtad
a Jesús hasta la muerte (14, 13). En este sentido, Mc acomoda el escenario
apocalíptico para mostrar que el comienzo de dolores (v. 9b) ocurrirá tras el
sufrimiento y muerte de Jesús como mesías en 8,34.
En efecto, explica el profesor Antonio Piñero (2006), que la ética de Jesús está
unida indisolublemente a la moral del Reino de Dios proclamado por Jesús y es un
tanto complicada, pues predica valores absolutos, propios del judaísmo de su
momento y en plena consonancia con la Biblia, por ejemplo, el valor absoluto del
Decálogo, el mandamiento del amor fundado en el texto del Levítico 19,18 “amarás
a tu prójimo como a ti mismo”, la imitación de Dios que es bueno tanto para los
justos como para los perfectos (Mt 5,48) y lo que eran los preceptos del judaísmo
común de su época. Pero, lo que más destaca en esta ética jesuánica, es una serie de
normas que afectan al seguimiento de Jesús y la preparación para la venida del Reino
de Dios que están pensadas para unos instantes determinado.
Por esta razón, la teología como método de análisis social y político, no puede
desligarse de los procesos sociales del hombre. El hombre, por tanto, es el sujeto en
quien lo político encuentra su origen, pero también lo económico, cultural y
religioso. El hombre es un abanico de realidades, en el cual todas sus producciones
ideológicas forman un solo pilar. Así, el hombre se encuentra lejos del dualismo
alma-cuerpo griego y es, más bien, una unidad entera al estilo de la antropología
hebrea. Cuando se habla de teología, en tanto que institución social del hombre, se
habla de una alternativa epistemológica generada por éste hombre que busca
incidir, transformar, criticar y liberar las mentalidades de sociedades modernas
atrapadas por políticas económicas despóticas; esto es lo que aquí se llama
descolonización de la racionalidad política en la teología occidental.
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