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Moderadoras
Magdys83 & Mona
Traductoras Correctoras
Axcia Caronin84
Brisamar58 Clau
Carosole
Crys
Cjuli2516zc
Gerald
Gigi Kath
Kath Fatima85
Magdys83
María Clio_88
Mona
Mimi
Neera
Nelly Vanessa
Valen Drtner
Revisión final
Fatima85
Diseño
Kyda
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Sinopsis Capítulo 22
Capítulo 1 Capítulo 11
Capítulo 23
Capítulo 2 Capítulo 12
Capítulo 24
Capítulo 3 Capítulo 13 Capítulo 25
Esa voz.
—Ehh… hola. —¿Cómo demonios se llamaba? Oh, espera… ¿cómo pude
olvidarlo? Mitch. El estridente Mitch. Todavía no le hablaba a mi hermana
por ese desastre. La. Peor. Cita. A. Ciegas. Del. Mundo—. ¿Cómo estás,
Mitch?
—Bien, de hecho, genial ahora que me encontré contigo. Traté de
contactarte un par de veces. Debí apuntar mal tu número, porque nunca
respondiste mis mensajes.
Sí. Eso era.
Se rascaba su entrepierna a través de los pantalones. Casi me había
olvidado de esa pequeña joya. Probablemente era un hábito nervioso, pero
cada vez que lo hacía, mis ojos seguían su mano y era lo único que podía
hacer para no estallar en carcajadas. El estridente Mitch con el picor 1.
Gracias, hermanita.
Se aclaró la garganta.
—¿Tal vez podamos tomarnos un café esta mañana?
El hombre a mi lado bajó su diario otra vez y miró de Mitch a mí.
Simplemente no podía ser mala con el pobre chico; era amable.
—Hmm. —Coloqué mi mano en el hombro del trajeado a mi lado—. No
puedo. Este es mi novio, Danny. Regresamos hace una semana. ¿Verdad,
cariño?
El rostro de Mitch cayó.
—Oh. Ya veo.
El falso Danny se unió. Colocó su mano sobre mi rodilla.
—No comparto, amiguito. Así que ve a dar una vuelta.
—No tienes que ser tan grosero, Danny. —Miré al tipo.
—Eso no fue grosero, cariño. Esto sería grosero. —Antes de que pudiera
detenerlo, sus labios estaban sobre los míos. Y no fue un rápido besito
tampoco. Su lengua no perdió tiempo en abrirse paso en mi boca. Empujé
con fuerza su pecho, apartándolo de mí.
Me limpié la boca con el dorso de la mano.
—Lo siento, Mitch.
—Está bien. Ehh… lamento haber interrumpido. Cuídate, Soraya.
—Tú también, Mitch.
Al segundo en que estuvo fuera del alcance del oído, le fruncí el ceño al
falso Danny.
—¿Por qué demonios llegaste tan lejos, imbécil?
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1 En inglés es: High pitch Mitch with the Itch. Es un juego de palabras que rima donde
hight pitch es un ruido estridente e itch significa picor.
—¿Imbécil? Hace dos minutos era cariño. Decídete, cariño.
—Tienes pelotas.
Me ignoró, metiendo la mano en el bolsillo interior de la chaqueta de
su traje para agarrar su teléfono vibrando.
—Es mi esposa. ¿Puedes guardar silencio un minuto?
—¿Tu esposa? ¿Estás casado? —Me levanté—. Dios, de verdad eres un
imbécil.
Sus piernas estaban estiradas y no las movió para dejarme salir, así
que pasé por encima. Mientras se llevaba el teléfono a su oído, lo agarré de
su mano y hablé al micrófono sin escuchar.
—Tu esposo es un gran imbécil.
Lo volví a arrojar en su regazo y me alejé en la dirección opuesta por la
que Mitch había desaparecido.
Y apenas es el maldito lunes.
Esta clase de mierda era la historia de mi vida. Caminando entre malas
citas y hombres que resultaban estar casados.
Me abrí paso a otro vagón para no tener que ver ni a “Danny” ni a Mitch
de nuevo.
Para mi disfrute, este vagón no estaba lleno y había un asiento vacío
orientado al frente. Mi tensión arterial de inmediato disminuyó cuando me
senté. Cerré los ojos por un momento y dejé que el movimiento mecedor del
tren me calmara.
La ronca voz de un hombre interrumpió mi serenidad.
—Maldita sea, solo haz tu trabajo, Alan. Haz. Tu. Trabajo. ¿Es
demasiado pedir eso? ¿Por qué te estoy pagando si debo encargarme de
detalle de cada maldita cosa? ¡Tus preguntas no tienen sentido! Averígualo
y después llámame, cuando tengas una solución que valga la pena. No tengo
tiempo para preguntas estúpidas. Mi perro probablemente podría salir con
algo mucho más inteligente que lo acabas de proponer.
Qué Imbécil.
Cuando alcé la mirada para obtener un vistazo del rostro del que
provenía la voz, no pude evitar reírme. Por supuesto. ¡Por supuesto! No era
de extrañar que creyera que podía joder con todo el mundo. Con una
apariencia como esa, la gente probablemente caía de rodillas delante de él
todo el tiempo, tanto literal como figuradamente. Era precioso. Más allá de
precioso, apestando a poder y dinero. Puse mis ojos en blanco… pero no
pude apartar la mirada.
Este tipo estaba usando una camisa ajustada a rayas que hacía fácil
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2 El raquetbol es un deporte que se juega en una pista totalmente cerrada con cuatro
paredes y techo. Es muy parecido al squash y está reconocido por el Comité Olímpico
Internacional.
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3 Sexo en la Ciudad, también conocido como Sexo en Nueva York (España), es una serie
estadounidense basada en el libro del mismo nombre escrito por Candace Bushnell.
4 Personaje de la serie Sexo en la Ciudad. Big significa gran o grande, de ahí el juego de
—Trisha, Queens.
¡Vamos! Invierte en un buen vibrador. Asegúrate de poner todo de la
forma en que estaba después de que tengas tu gran final mientras él está en
el trabajo.
Mi novio me pidió hace poco que me casara con él. Dije que sí. Es
el hombre más dulce y amable que he conocido. El problema es, que el
diamante que me dio era más pequeño de lo que había esperado. De
verdad no quiero lastimar sus sentimientos. Necesito saber una forma
educada de expresarle mi decepción.
—Lori, Manhattan.
Dios tiene el mismo dilema cuando se trata de ti, cariño. PD: Cuando tu
prometido deje tu trasero egoísta, dale mi número.
—¿Cuál es su nombre?
—Soraya Venedetta.
—¿Puede deletrear su apellido para mí? ¿Vendetta? ¿Cómo una
venganza contra alguien?
—No, es Ven-E-detta. Hay una E en el medio. V-E-N-E-D-E-T-T-A. —Si
tuviera un centavo por cada vez que alguien cagó mi apellido... bueno, sería
más rica que Graham J. Morgan.
—De acuerdo. Señorita Venedetta. Bueno, si lo desea, puede tomar
asiento allí mismo. Cuando el Sr. Morgan llegue, le preguntaré si está
dispuesto a verla.
—Gracias.
Enderezando mi vestido, tomé asiento en el lujoso sofá de microfibra
diagonalmente enfrente de la recepción. No debería haberme sorprendido
que Sr. Gran Imbécil no estuviera aquí todavía, ya que no estaba en el tren
habitual esta mañana. Me pregunté cuánto tiempo exactamente tendría que
esperar; solo pedí ausentarme medio día, y debía volver a Ida después de la
hora del almuerzo.
Estaba buscando sin pensar a través de algunas revistas financieras
con la cabeza baja cuando las puertas se abrieron. Mi corazón comenzó a
palpitar cuando noté a Graham, que parecía enojado como siempre. Estaba
engalanado con pantalones negros y una nítida camisa blanca enrollada en
las mangas. Tenía ese reloj reluciente envuelto alrededor de su muñeca.
Sostenía una corbata borgoña en una mano y una laptop en la otra. Cuando
pasó, una ráfaga de su embriagante colonia inmediatamente me golpeó
como un puñetazo en la nariz. Estaba mirando hacia delante,
completamente ajeno a mí o a cualquier otra cosa a su alrededor.
La recepcionista se iluminó cuando pasó por ella.
—Buenos días, Sr. Morgan.
Graham no respondió. Simplemente soltó un gruñido apenas audible
en respuesta cuando rápidamente nos pasó y desapareció por el pasillo.
En serio.
La miré.
—¿Por qué no le dijiste que estaba aquí para verlo?
Rió.
—El Sr. Morgan necesita tiempo para relajarse en la mañana. No puedo
golpearlo con un visitante inesperado en el momento en que entre por la
puerta.
—Bueno, ¿exactamente cuánto tiempo voy a tener que esperar?
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—¿Quién demonios crees que eres...? ¿El Mago de Oz? Estoy bastante
segura de que tendría un acceso más fácil a la reina Isabel II.
El miedo en los ojos de la recepcionista era palpable, pero sabía que
era demasiado tarde, así que se quedó al margen y observó.
No hubo respuesta durante un minuto completo. Luego llegó su
profunda y penetrante voz.
—¿Quién eres?
—Mi nombre es Soraya Venedetta.
—Venedetta. —Había repetido mi nombre claramente. No se me pasó
que a diferencia de todos los demás, él había pronunciado mi nombre
perfectamente bien.
Cuando no dijo nada más, volví a pulsar el botón.
—He estado esperando pacientemente para verte. Pero aparentemente,
estás masturbándote allí o algo así. Todo el mundo está muerto de miedo de
ti, así que nadie quiere decirte que estoy aquí. Tengo algo que imagino que
has estado buscando.
Su voz llegó de nuevo.
—¿Oh en serio?
—Sí. Y no te lo daré a menos que abras esa puerta.
—Déjeme preguntarle algo, Srta. Venedetta.
—Bien…
—Esta cosa que usted afirma que estoy buscando. ¿Es la cura para el
cáncer?
—No.
—¿Es un Shelby Cobra original?
¿Un qué?
—Um… no.
—Entonces, te equivocas. No hay nada que posiblemente podrías tener
que estoy buscando, eso haría que abrir esa puerta y tener que lidiar contigo
valga la pena. Ahora, por favor, deja este piso, o tendré a seguridad
escoltándote.
Maldición. No iba a seguir lidiando con esta mierda. No quería tener
nada que ver con él de aquí en adelante, así que decidí dejar su estúpido
teléfono. Agarrando mi propio teléfono, tuve una idea. Un regalo de
despedida. Tomé tres fotos de mí misma: una de mi escote con un gran dedo
medio en el medio, una de mis piernas y una de mi trasero. Entonces
programé mí número en su teléfono, nombrándome a mí misma De Nada
Imbécil. Elegí específicamente no mostrar mi cara ya que no quería que me
reconociera en el tren.
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Nadie.
Mientras su actitud valiente por el intercomunicador me impresionó,
casi había me olvidado de ella hasta que Ava, la recepcionista, golpeó mi
puerta y me entregó mi teléfono.
Y ahora, horas después, todavía estaba sentado aquí completamente
obsesionado con la profunda comprensión que provenía de las palabras de
Soraya. Y completamente obsesionado con su conjunto de tetas
derramándose de su vestido que era del color del diablo.
Adecuado.
Soraya Venedetta era un pequeño diablo.
Me había dejado incapaz de concentrarme en el trabajo, así que cancelé
la reunión que tenía en la tarde y dejé la oficina.
De regreso en casa, me senté en mi sofá y sorbí un coñac mientras
seguía rumiando. Sintiendo que algo estaba roto conmigo, mi terrier de West
Highland, Blackie, se sentó a mis pies, sin siquiera preocuparse por intentar
que jugara con él.
Mi condominio en Upper West Side tenía vista al horizonte de
Manhattan. Ahora estaba oscuro, y las luces de la ciudad iluminaban el
cielo nocturno. Mientras más bebía, las luces parecían más brillantes, y más
se escapaban mis inhibiciones. En algún lugar de la vasta ciudad, Soraya
se sentía satisfecha con su pequeño acto, ignorando que me había hecho
polvo en el proceso.
Mirando fijamente la imagen del tatuaje de pluma en su pie de nuevo,
se me ocurrió que no mostraba su cara porque probablemente era fea como
el infierno. Ante ese pensamiento, mi propia risa resonó a través de la piedra
fría, de la sala vacía. Ojalá supiera cómo se veía. Ojalá hubiera abierto la
puerta de la oficina para poder cerrarla en su cara.
Mi dedo se detuvo sobre su nombre, De Nada Imbécil. Quería hacerla
sentir como ella me había hecho, como la mierda. No estaba más allá de ir
ahí. Así que, lo hice. Respondí el mensaje de texto.
De hecho, mi madre está muerta. Pero sí, supongo que estaría
avergonzada.
Tal vez pasaron cinco minutos antes de que mi teléfono sonara.
Soraya: Lo siento.
Graham: Deberías.
Debí dejarlo estar. Se habría sentido como la mierda, y eso habría sido
el final de ello. Pero estaba borracho. Sin mencionar jodidamente caliente.
Mirar fijamente a sus tetas, piernas y trasero todo el día me había excitado.
Graham: ¿Qué llevas puesto, Soraya?
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cedí.
Graham: ¿De quién?
Soraya: Delia.
Joder. ¿Era lesbiana? Ese pensamiento nunca había cruzado por mi
mente. ¿Qué clase de lesbiana envía tomas de piel a un hombre?
Graham: ¿Eres gay?
El tren desaceleró cuando llegamos a mi parada. Si no tuviera una
reunión importante, me habría quedado solo para ver con lo que salía.
Contra mi mejor juicio, dejé a mis ojos vagar hacia ella antes de que
estuviera de pie para irme. Su cabeza estaba baja mientras escribía el texto,
pero había una sonrisa en su cara. Una hermosa, sonrisa real. No una de
esas sonrisas forzadas y practicadas en el espejo que la mayoría de mis citas
parecía perfeccionar. No. Soraya Venedetta sonrió realmente. Era una poco
torcida y muy jodidamente hermosa.
Mi teléfono destelló indicando que había llegado un nuevo mensaje.
Afortunadamente, sacó mi atención de verla antes de ser atrapado.
Soraya: LOL. No, no soy gay. Delia perforó mi lengua hace dos
días. De ahí la estricta prohibición en las actividades orales hasta
que haya tenido el tiempo de sanar.
Joder.
Cerré los ojos en un intento de calmarme, pero solo empeoró las cosas.
Una imagen de su dulce carita con esa pícara lengua perforada bajando
sobre mi polla tenía a mis ojos saltando abiertos de nuevo.
Completamente distraído, apenas logré salir del tren antes de que se
cerrara la puerta. ¿Cómo diablos iba a lograr nada hoy con ese nuevo trozo
de información?
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Soraya
ra un hermoso día, del tipo en el que no hay ni una nube en el cielo
azul. Miré por la ventana tratando de averiguar qué diablos se había
metido en mí. Había estado en torno a hombres guapos antes,
incluso había salido con algunos. Entonces, ¿por qué estar cerca de Graham
J. Morgan me envió de regreso a cuando tenía trece años y me ponía
nerviosa cuando el chico lindo se sentaba frente a mí en la cafetería de la
escuela?
Odiaba la reacción que mi cuerpo tenía hacia él. Había una química
que venía naturalmente y era casi imposible de reprimir. No podía luchar
contra lo que me invadía, de la misma forma en que no podía forzar la
química que faltaba con Jason, el último buen tipo con quien salí.
Al estar en un tren temprano esta mañana, no estaba preparada para
encontrarme cara a cara a Graham. Cuando nuestros ojos se bloquearon,
sus pupilas se dilataron y durante una fracción de segundo pensé que quizá
estaba teniendo la misma reacción física hacia mí que yo tenía por estar
cerca de él. Pero luego apartó la vista completamente, sin verse afectado. Su
apenas reconocimiento de mi existencia fue un virtual rechazo, pero mis
manos seguían temblando cuando llegó su primer mensaje. Lo único bueno
era que, al menos, el impacto de verlo no parecía haberse registrado en mi
rostro. No tenía idea de quién era yo, y yo planeaba mantenerlo así.
Ida interrumpió mi pensamiento. Dejó caer una gruesa pila de cartas
desplegadas en mi escritorio. ¿Quién realmente escribe una carta y la envía
por correo a una columna de consejos hoy en día? ¿Hola, correo electrónico?
¿Estás ahí? Soy yo, el siglo XXI.
—¿Crees que puedes trabajar en algunas respuestas para la columna
de Internet?
—Claro. Puedo hacer eso.
—Tal vez esta vez, puedas dar el consejo apropiado.
Me sentía jodidamente inapropiada esta mañana.
—Lo intentaré.
—Intentarlo no es lo suficientemente bueno. Hazlo bien esta vez. —
Cerró de golpe la puerta de su oficina, y yo estiré mi dedo medio. Lo que tú
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digas
Pasé cerca de una hora escudriñando la pila hasta que encontré unas
cuantas cartas que pensé que sería capaz de responder al estilo Ida. Mis
primeros borradores resultaron en arrugadas bolitas de papel que se
perdieron en el bote de basura. Entonces me di cuenta que había un truco
para sacar los consejos de mierda. Primero, redactaría la respuesta como
creía que debía ser. Entonces, cambiaría cada oración exactamente a lo
opuesto del que sería mi consejo. Sorprendentemente, el proceso de dos
pasos parecía realmente generar esa vibra estilo Ida.
Querida Ida,
El año pasado atrapé a mi novio engañándome. Dijo que fue un
terrible error y prometió que fue algo de una sola vez. Después de
muchos dolores de cabeza, accedí a seguir comprometida con nuestra
relación. Pero simplemente no puedo superarlo. Hay un hombre en el
trabajo al que me siento muy atraída. Creo que, si durmiera con él,
podría ayudarme. ¿Pueden dos errores salvar una relación?
—Paula, Morningside Heights
Paso 1.
Querida Paula,
¡Sí! ¡Dos errores no hacen un acierto, pero hacen un infierno de
buena excusa! ¡Ve por ello! Claro, una relación requiere compromiso,
pero también lo hace la locura. La infidelidad no es un error; es una
opción. Sé realista. Una vez infiel, siempre infiel. Devuélvesela, monta
ese bombón, y luego vete antes de que tu novio lo haga de nuevo.
Paso 2.
Querida Paula,
No. Dos errores nunca hacen un acierto. Si realmente estás
comprometida a salvar tu relación, debes evitar la tentación a toda
costa. La gente comete errores, pero también pueden aprender de ellos
y cambiar. Errar es humano, perdonar es divino. Sé divina. Confía en
que no lo volverá a hacer. Sobrellévalo si realmente lo amas.
6 En el original, sneak buts, juego de palabras que literalmente significa esconder traseros.
—Solo me estarías usando por sexo.
Tuve que pensar si tenía razón. La atracción sexual estaba fuera de
cuestión. Pero en el fondo, sabía que esta conexión con ella era mucho más
profunda que eso. Simplemente no podía averiguar de dónde venía o qué
significaba. Soraya había encendido una especie de fuego en mí que no
podía extinguir. Tenerla desnuda debajo de mí era definitivamente una
meta, pero no era solo eso. Necesitaba entenderlo.
—No es por ser un imbécil, pero puedo conseguir lo que quiera cuando
quiera, de casi cualquier persona. No se trata de eso.
—¿Entonces qué es?
—No lo sé exactamente —dije, sinceramente—. Pero quiero averiguarlo.
Permaneció en silencio durante unos segundos y luego pareció
retirarse.
—Creo que debería irme.
—¿Por algo que dije?
—Solo necesito irme.
—Bien entonces. ¿Cuándo volveremos a hablar?
—No lo sé.
Entonces, simplemente colgó.
Soraya Venedetta jodidamente me cortó. Un deseo por perseguirla me
alcanzó.
Calma tu polla, Graham.
Mi estómago gruñó, recordándome que incompetente-Lynn nunca
volvió con mi sándwich y café.
Al acercarme a la recepción, pregunté:
—¿Dónde demonios está mi secretaria? Se suponía que volvería con mi
almuerzo.
—Me temo que ha notificado a la agencia que no volverá.
Jodidamente genial.
Me dolía la cabeza por la abstinencia de cafeína. Volví a mi oficina y
agarré mi chaqueta antes de dirigirme a la tienda de delicatessen en la calle.
escribir:
Querida Ida,
Hay una mujer que no puedo sacar de mi mente. Me envió fotos de
sus tetas, piernas y trasero, pero no me dejó verla en persona. La única
razón que se me ocurre es que es muy fea y tiene miedo de mostrarme
su rostro. ¿Cómo puedo lograr que acepte verme y entender que no
todos los hombres son tan superficiales como parece pensar?
—Arrogante Trajeado, Manhattan
combinación con la calidez de su cuerpo tan cerca del mío, me había dado
una rabiosa erección. Era como un adolescente a punto de correrme en mis
pantalones de tres mil dólares.
Cuando me moví lentamente hacia ella retrocedió hacia un gran pilar
de concreto. La apoyé contra la columna y acuné sus mejillas entre mis
manos, plantando mis labios sobre su boca. Se abrió para mí cuando mi
lengua ansiosa fue en busca de la suya. Toda la vida a mi alrededor
desapareció. El sonido de rendición que hizo en mi boca me incitó a besarla
más profundo. Sus tetas cálidas y abundantes se sentían como una manta
eléctrica en mi pecho. El metal frío del anillo de su lengua contra el calor de
mi propia lengua envió lo que se sintió como espasmos a través de mí. Si no
estuviéramos en público, no podía imaginar ser capaz de detenerme solo
besándola. No quería nada más que tomarla aquí.
Me empujó y se aclaró la garganta:
—¿Cómo supiste que era yo?
Acaricié su labio inferior con mi pulgar.
—No voy a responder a eso hasta que me digas quién era ese chico que
estaba besándote.
—Eso no fue un beso. Fue un besito en la mejilla. Era mi amigo, Tig.
Se reunió conmigo para desayunar temprano esta mañana.
—Amigo, ¿eh?
—Está muy casado. Su esposa también es una buena amiga.
—Entonces, ¿no hay nada ahí?
—No, pero si lo hubiera, no te debo una explicación. —Se limpió la
boca, que probablemente todavía estaba adolorida por mi ataque—.
Entonces, dime cómo sabías que era yo.
—La pluma en tu pie, genio. Tus pies estaban en la fotografía de tus
piernas. Utilicé ese tatuaje para identificarte. He estado observándote
durante días. Al parecer tú hiciste lo mismo conmigo.
No negó que sabía quién era yo todo el tiempo.
Moví mi boca más cerca de la suya.
—¿Te gustó lo que viste? ¿Es por eso que sigues enviándome mensajes
de texto? Cuando me di cuenta por primera vez que eras tú, no podía creer
lo jodidamente hermosa que eras.
—Entonces, todo eso de que pensabas que podría haber sido fea fue…
—Una vasija de mierda. Estoy tan increíblemente atraído por ti, Soraya.
Y tu cuerpo ahora está diciéndome que te sientes de la misma manera.
—No importa lo guapo que seas. Eres un ser humano peligroso.
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Querida Ida:
Estoy viendo a una mujer que ha dejado claro que no quiere tener
sexo conmigo. La cosa es que, ella no sabe lo que se va a perder. Estoy
pensando que, ¿debe haber algo que pueda hacer para cambiar su
opinión?
—Arrogante Trajeado, Manhattan.
la forma en que le quedaban los trajes, no había duda que los mandaba
hacer a la medida. Aunque no era el traje de fantasía que llevaba puesto lo
que le daba el aire de supremacía; era la forma en que lo usaba. De pie frente
al restaurante, se detuvo erguido y confiado. Tenía el pecho abierto y ancho,
los hombros hacia atrás, las piernas separadas y firmemente plantadas.
Miraba hacia delante, sin tocar su teléfono ni mirar sus pies para evitar el
contacto visual. Una mano estaba en el bolsillo de sus pantalones, con el
pulgar fuera. Me gustaba el pulgar enganchado en el exterior.
Esperé unos minutos, y cuando finalmente miró en otra dirección, salí
por la puerta. Cuando se volvió y me vio, me volví consciente de mi andar.
La forma en que observaba cada paso que daba, hacía que una parte de mí
quisiera correr hacia otro lado, pero a la otra parte le gustaba la intensidad
de su mirada. Mucho. Así que bajé mis nervios, agregué un poco de
movimiento a mis caderas y decidí que no sería un ratón para su gato. Sería
el perro.
—Graham. —Asentí mientras me detenía delante de él.
—Soraya. —Imitó mi tono de negocios y asintió.
Nos quedamos mirándonos uno al otro en la acera, a una distancia
segura entre nosotros, por el minuto más largo en la historia de los minutos.
Luego gruñó:
—Al diablo esto. —Caminando hacia delante en mi espacio, tomó un
puñado de mi cabello alrededor de su mano, lo usó para inclinar mi cabeza
donde la quería, y entonces su boca devoró la mía.
Por una fracción de segundo, traté de resistirme. Pero era un cubo de
hielo tratando de luchar contra el calor del sol. Fue imposible. En vez de
eso, me derretí en la cegadora luz. Si no hubiera envuelto su otra mano
alrededor de mi cintura, habría una buena posibilidad de que hubiera
quedado en el hormigón. Mi mente quería pelear contra él a cada paso, pero
mi cuerpo no pudo resistirse a ceder. Traidor.
Habló sobre mis labios cuando finalmente soltó mi boca.
—Pelea todo lo que quieras, algún día estarás rogándome. Grábate mis
palabras.
Su arrogancia me trajo a mis sentidos.
—Estás tan lleno de ti mismo.
—Preferiría estar llenándote a ti.
—Cerdo.
—¿Qué dice eso de ti? Estás mojada por un cerdo.
Traté de apartarme del puño que había envuelto alrededor de mi
cintura. Pero solo lo hizo apretarme más fuerte.
—No estoy mojada.
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—Sin embargo, aquí estás en una noche de semana a apenas las siete
p.m. ¿No deberías estar trabajando hasta las ocho si estás tan ocupado?
—Hago excepciones cuando es necesario.
—Qué considerado de tu parte.
Arqueó una ceja.
—Quieres mirar debajo de la mesa, ¿verdad?
No pude evitar reírme.
—Cuéntame algo más sobre ti. Aparte de que eres un adicto al trabajo
con un complejo de superioridad que toma bebidas de lujo. Todo eso, podría
haberlo adivinado de mis observaciones en el tren.
—¿Qué te gustaría saber?
—¿Tienes hermanos o hermanas?
—No. Soy hijo único.
—Rayos, nunca lo hubiera imaginado —murmuré en voz baja.
—¿Qué dijiste?
—Nada.
—¿Qué hay de ti?
—Una hermana. Pero no nos hablamos en este momento.
—¿Y por qué?
—Mala cita a ciegas.
—¿Te arregló una?
—Sí.
—¿Con el tipo que te llevó al funeral? ¿Cómo se llamaba, Dallas?
—Aspen. No, no me arregló con Aspen. Escogí ese desastre por mi
cuenta. Me arregló con un tipo con el que solía trabajar. Mitch.
—Y no te fue bien, ¿verdad?
Lo fijé con una mirada.
—Lo apodé Estridente Mitch.
Soltó una risa con eso.
—No suena muy bien.
—No lo fue.
Entrecerró los ojos.
—¿Y voy a tener un apodo mañana?
—¿Te gustaría uno?
—No si es algo como Estridente Mitch.
52
arrogancia.
—Creo que arrogancia es cuando tienes un sentido exagerado de tus
propias habilidades. No exagero. Era realista.
—Arrogante Trajeado es realmente un nombre apropiado para ti, ¿no?
Ignorándome, preguntó:
—¿Cuál fue el cumplido?
—Cuando estuvimos enviándonos mensajes de texto durante mi cita
fúnebre la otra noche, dijiste que, si estuviera contigo, no me importaría
dónde estuviera mi teléfono. Hasta que empezó a zumbar en este momento,
ni siquiera me había dado cuenta de que nunca lo había sacado.
Eso lo complació. Un poco más tarde, Graham pagó la cuenta, e hice
una parada rápida en el cuarto de señoritas. Refrescándome, me pareció
que realmente no quería que nuestra cita terminara. El pensamiento trajo
un sentimiento casi melancólico que me sorprendió.
Fuera del restaurante, el auto negro de Graham ya estaba en la acera.
Debió llamar al chofer cuando fui al baño.
—Si no vas a venir a casa conmigo, insisto en por lo menos darte un
viaje hasta tu casa.
—El metro está a la vuelta de la esquina. Estoy bien.
Me lanzó una mirada molesta.
—Cede un poco, Soraya. Es un viaje a casa, no un paseo en mi pene. Y
creo que ya sabes que no soy un asesino en serie.
—Eres muy grosero.
Me puso la mano en la parte más baja de la espalda y me condujo hacia
la puerta abierta del auto. No peleé. Graham tenía razón, estaba siendo
testaruda mientras él había aceptado casi todo lo que exigí. Algo me dijo que
era rara la ocasión en que el hombre era tan flexible.
Cuando llegamos a mi apartamento, Graham me acompañó hasta la
puerta.
—¿Cuándo voy a verte de nuevo?
—Bueno, mañana es sábado, así que supongo que quizás el lunes en
el tren.
—¿Cenas conmigo de nuevo mañana?
—Tengo planes.
Su mandíbula se tensó.
—¿Con quién?
Nos embarcamos en una larga mirada. Su mirada era dura. Cuando
ninguno cedió por unos minutos, murmuró un Cristo en voz baja, y antes
de darme cuenta de lo que estaba sucediendo, mi espalda estaba contra la
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Soraya: Tal vez. Pero, ¿de qué sirve la riqueza si no tienes tiempo
para disfrutarla?
Bebí el resto de mi vaso. Había escuchado esas exactas palabras
demasiadas veces para contar. De mi abuela.
Graham: ¿Has pensado en lo que te pedí?
Soraya: ¿Te refieres a mi calendario?
Sabionda. Me estaba volviendo loco saber que estaba fuera esta noche
y se había negado a comprometerse a no ver a otras personas. Ayer, le había
dicho que era un factor decisivo. En ese momento, estaba tratando de
empujarla hacia una decisión de todo o nada a mi favor. Pero después de
las últimas veinticuatro horas, estaba seguro de que no había manera de
que pudiera tener una relación abierta con esta mujer. Por lo general, soy
quien lo evita. Supongo que estaba probando mi propia medicina.
Graham: Sí.
Soraya: ¿Qué tal esto? Vendrás conmigo a un evento social de mi
elección, y yo asistiré a uno de tu elección. Si todavía quieres verme
exclusivamente después, estoy en ello.
¿Qué pensaba? ¿Qué pasar tiempo con sus amigos iba a hacerme darme
cuenta que éramos tan diferentes que nunca podría funcionar? ¿O era al
revés? No encajaría en mi estilo de vida. Claramente, sobreestimó la medida
en que me importaba una mierda lo que la gente piense en cualquier campo.
Graham: Es totalmente innecesario, pero si eso te hace feliz, lo
haré. ¿Cuándo puedo asistir a un evento social de tu elección?
Soraya: Jueves por la noche. Tig y Delia están haciendo una
fiesta en su tienda de tatuajes. Es el primer aniversario de la
inauguración.
Graham: Viernes por la noche. La gala Pick Ribbon en el Met. Es
una recaudación de fondos anual que apoyo.
Soraya: Una gala, ¿eh? Voy a tener que teñir mis puntas para que
coincida con mi vestido elegante.
Graham: ¿Es una cita?
Soraya: Dos citas. Y sí.
Esa noche, dormí mejor que la semana pasada. Como de costumbre, el
domingo por la tarde visité a mi abuela. Me hizo llevarla de compras y luego
me hizo una de mis comidas favoritas. Era generalmente mi única comida
casera cada semana.
El lunes por la mañana me levanté temprano y corrí once kilómetros
en lugar de mis usuales seis mañaneros. Mientras me dirigía a la estación
de tren, me di cuenta de lo mucho que esperaba ver a Soraya. Cuando su
parada llegó y se fue, y ella no subió, hice una mueca, luego llamé a mi
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secretaria para darle una lista de cosas por hacer antes de llegar. Sabía que
no era posible lograr todas ellas, pero al menos me dio una excusa para
descargar mi frustración en alguien.
Ese día, estaba especialmente irritable. A las cinco, me encontré otra
vez escribiendo a Pregunta a Ida.
Querida Ida:
Hay una mujer que espero ver en el tren todos los días. Esta
mañana no estaba allí. Creo que podría estar evitándome
intencionadamente porque es incapaz de luchar contra su atracción
sexual por más tiempo y está preocupada de rendirse y dejarme hacer
lo que quiera con ella. ¿Cómo puedo estar seguro?
—Célibe en Manhattan
Estimado Célibe:
Contrólate. Contrariamente a lo que parece que puedes creer, el
mundo no gira en torno a ti. Tal vez esta mujer tenía una cita matutina
temprana con el médico para reponer sus píldoras anticonceptivas.
Algo que un hombre célibe como tú podría apreciar; es decir, si alguna
vez se te da la oportunidad de romper ese voto de celibato. Tal vez
debes tomar un tren diferente por un tiempo. Mejor aún, hacer un viaje
a tu propio médico para algunas pruebas. En la posibilidad de que
tengas una oportunidad con esta mujer misteriosa del tren, desearás
estar preparado.
por alguna razón, sentí que necesitaba que me pusiera en orden hoy, antes
de quedar como un imbécil esta noche. Dejando a un lado el montón de
papeles en mi escritorio, cogí el teléfono. Sonó tres veces antes de responder.
—¿Graham? ¿Estás bien?
—Todo está bien, Meme.
—Normalmente no me llamas un jueves.
—Lo sé.
—¿Qué está pasando? Parecías preocupado el domingo pasado. ¿Hay
algo mal?
—Nada está mal.
—Bien, ¿Qué es?
Dejando escapar una respiración profunda, fui al grano.
—¿Soy una mala persona?
—¿Qué clase de pregunta es esa?
—Está esta... mujer que he estado viendo. Parece desconfiar de mí. Y
me pregunto si hay una razón legítima para eso. Tal vez no sea bueno para
ella. Tal vez no sea bueno para nadie.
Sin pelos en la lengua, Meme se echó a reír y dijo:
—Tienes tendencia a ser un imbécil, cariño. Pero por lo que me dices,
eso es lo normal en el proceso cuando se trata de tus negocios. Tratar con
una mujer, por otro lado, es un juego de pelota completamente diferente. Y
tienes ciertamente trabajado de campo...
—Esa es la cosa. Lo tengo... pero ésta es diferente. Se siente diferente.
Ni siquiera sé cómo explicarlo. En realidad, no tiene sentido. No somos nada
iguales. Ella es de Brooklyn... una italiana, irascible, impredecible con el
cabello multicolor. Me desafía con cosas. Incluso puede ser francamente
mala a veces. Sin embargo... no puedo tener suficiente de ella. Pero puedo
decir que no confía en mí. No sé cómo lograr comunicarme con ella.
Meme resopló.
—Estoy asumiendo que por lograr comunicarte... ¿también significa que
no te ha permitido salirte con la tuya con ella?
—No ha permitido que nada suceda en esa área, no.
—No estás acostumbrado a que las mujeres mantengan las piernas
cerradas. Hay tales cosas como una dama con respeto propio, ¿sabes? Creo
que me gusta esta chica.
Suspiré en el teléfono mientras continuaba:
—Se necesita tiempo para ver a la gente por lo que realmente son.
Necesitas ser tú mismo y tener paciencia, y eventualmente, verá el verdadero
tú.
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—Por favor, dime que el sexy Clark Kent que acaba de entrar no es el
Sr. Gran Imbécil, porque puede que tenga que pelearme por él contigo.
El corazón comenzó a latir sin control ante la visión de Graham en la
puerta.
Oh. Dios. Mío.
Su vestimenta no se parecía en nada que hubiese visto antes. No había
traje. En cambio, estaba llevando un polo blanco que le quedaba en el pecho
como un guante hecho para sus pectorales, junto con un vaquero negro. Su
cabello estaba alisado hacia atrás desde un lado de un modo que le hacía
parecer más joven. Funcionaba para mí. Un poco demasiado.
Mi cuerpo reaccionaba más con cada paso que daba hacia mí. El golpe
de su aroma casi quitándome el aire. Mientras había estado intentando
refrenarme, Graham me tomó en un relajado abrazo y hundió la boca en mi
cuello.
—Te eché jodidamente de menos, Soraya.
El sonido tenso de sus palabras contra mi piel fue suficiente para
matarme. La noche ni siquiera había comenzado y mis bragas ya estaban
húmedas. Estaba preparada para meterlo en el armario de suministros.
Jesús. Contrólate.
Graham tenía sus ojos marrones fijos en mí bajo sus lentes. Los bajó
hasta mi escote y los subió de nuevo. Me había teñido las puntas del cabello
de púrpura y llevaba un vestido de un color similar a juego. Tomó unos
cuantos mechones y tiró suavemente, susurrando seductoramente en mi
oído:
—Violeta, ¿eh?
Me aclaré la garganta.
—Sí.
—Me comentaste que el rojo significaba enfado. ¿Qué significa el
violeta?
—¿Qué sucede con los lentes?
—Respóndeme primero.
—El violeta representa confusión o dilema.
Sonrió.
—Ya veo.
—Así qué, ¿por qué los lentes?
—Honestamente, no he estado durmiendo bien. He estado preocupado
por ti, pero intentando darte algo de espacio. Cuando no consigo descansar,
mis ojos se secan. Los lentes son más cómodas que las lentillas.
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—Sería mejor que volviésemos allí antes de que piensen que estamos…
—¿Follando?
—Sí.
Hundió el rostro en mi cuello y rió contra mi cuello.
—¡Dios me libre!
—Gracias por ser paciente conmigo.
Masculló:
—Paciente no es la palabra correcta…
—Tal vez no.
Mientras tomaba su mano para guiarlo fuera de la habitación, me
empujó atrás un momento.
—Oye… —Cuando me giré para enfrentarlo, apoyó la frente sobre la
mía—. Esperaré tanto como quieras. No voy a ninguna parte.
—Gracias.
Ambos estábamos mucho más relajados después de nuestra charla.
Pasamos el resto de la noche escuchando tranquilamente las conversaciones
a nuestro alrededor en la fiesta. Me recliné contra Graham, quien me rodeó
la cintura con los brazos, el calor de su cuerpo manteniendo a raya mi piel
erizada por el contacto. No sabía a dónde iba esto y, por primera vez, decidí
no analizarlo.
72
Soraya
l día siguiente en la oficina, seguían llegando en masa. Docenas de
rosas. Rosadas, rojas, amarillas. Una nueva docena era entregada
cada hora. Me costó un poco entender por qué lo estaba haciendo. Fue la
historia que le conté sobre mi padre y la ceremonia de la rosa. Más tarde
encontré una carta, que había caído de la primera docena, que decía, Estas
son de hace mucho tiempo. Mi corazón se sintió pesado y lleno de algo
inidentificable al mismo tiempo.
Esta noche era la gala a la que se suponía iba a asistir con él. Iba a
estar fuera de mi zona de confort, los nervios me siguieron todo el día. Había
escogido dos diferentes vestidos formales en Bergdorf’s en mi hora del
almuerzo.
Cuando regresé a la oficina, había un plato de comida india en mi
escritorio. El olor a curry era nauseabundo.
—¿Ida? ¿Cómo llegó esta comida aquí?
—Un chico de entrega lo dejó, dijo que era para ti. Creí que lo habías
ordenado.
—Compro comida india para ti, pero sabes que la odio.
Entonces, un pensamiento cruzó mi mente. Saqué mi teléfono.
Soraya: No me compraste comida india, ¿verdad?
Graham: Lo hice.
Soraya: ¿Por qué?
Graham: ¿Pensé que te gustaba? Te vi yendo a recogerla.
Soraya: Um… ¿Cómo es eso? ¿Me estabas siguiendo?
Graham: Solo fue una tarde. Extrañaba tu rostro. Iba a
acercarme como el Sr. Big, sorprenderte y llevarte a almorzar.
Entonces te vi salir corriendo de Masala Madness y pensé que ya
tenías planes.
Soraya: LOL. Estaba comprando el almuerzo para Ida. La comida
india me da acidez.
Graham: Necesito trabajar en mis habilidades de acecho.
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—¿Tu creación?
Besé sus labios con suavidad, luego hablé contra ellos:
—No hay nada que teñir. Estoy completamente desnuda ahí abajo.
—¿Es así como te diviertes? Siguiendo a las mujeres hasta el baño para
hablar mal de sus citas.
Se frotó los labios para igualar el color rojo encendido, manchó un
pañuelo, y luego tapó su lápiz labial.
—Estoy proporcionando un servicio al género femenino, al advertir a
las mujeres sobre ese hombre.
—¿Qué pasa? No te gusta la forma en que maneja sus negocios, ¿así
que necesitas advertirme?
Su boca se extendió en una sonrisa maliciosa.
—¿Eso es lo que te dijo? ¿Que simplemente no me gusta la forma en
que maneja sus negocios?
Odiando la sensación de que sabía algo que yo no, no dije nada. En
cambio, me lavé las manos y tomé mi propio lápiz labial. Cuando terminé,
ella todavía estaba parada allí. Crucé los brazos sobre mi pecho.
—Bueno, adelante. Dime lo que te estás muriendo por informarme.
Dio algunos pasos, deteniéndose detrás de mí para estudiar mi reflejo
en el espejo. Entonces habló directamente a mis ojos.
—Pensándolo bien, no vales mi tiempo. Eventualmente, lo vas a
descubrir por tu cuenta. O tal vez puedes preguntarle a Graham por qué
está decidido a destruir la compañía del esposo de mi mejor amiga.
Me tomó un minuto componerme después que Avery saliera. Era una
gran perra, no me equivoqué al llamárselo el día que encontré el teléfono de
Graham en el tren. Quería atribuir su advertencia a una fiera competencia
entre compañías rivales, pero no me sentó bien. Era personal para esa mujer
en alguna forma.
Graham me estaba esperando fuera del baño.
—¿Está todo bien? Vi a Avery seguirte.
—Bien. —Forcé una sonrisa. Después de algunos pasos, decidí que
tenía que saber más—. ¿Puedo preguntarte algo?
—Por supuesto.
—¿Quién es la mejor amiga de Avery?
Graham se pasó una mano a través de su cabello peinado hacia atrás.
—Su mejor amiga es mi ex, Genevieve.
83
Graham
lgo había cambiado después de la visita de Soraya al baño de damas
anoche. Antes de eso, estaba siendo usualmente sarcástica,
encantando los pantalones de un investigador farmacéutico de sesenta años
de edad, solo siendo nada más que quien es. Después, sin embargo, estuvo
callada y retraída. Cuando volvimos a su apartamento, no me invitó a entrar,
y a su beso le faltaba el fuego habitual que ardía entre nosotros. Asustado
de presionar, esperé a ver qué pasaría el día siguiente. Nada había pasado.
Y aquí estaba yo, sentado en mi oficina el sábado por la tarde mirando una
pila de prospectos. Mi concentración se había ido a la mierda desde que esa
mujer invadió mi vida.
Tomé mi teléfono, luego lo tiré de nuevo a mi escritorio. A las tres, había
repetido el mismo movimiento veinte putas veces. Eventualmente, me quejé
conmigo mismo por el tonto que era y digité un rápido mensaje.
Graham: Sobrevivimos a los dos eventos. ¿Todavía tenemos un
trato?
Miré fijo al maldito teléfono hasta que los puntos empezaron a saltar.
Mi nivel de ansiedad creció cuando comenzaron, luego se detuvieron, y luego
comenzaron de nuevo. Ningún pensamiento era necesario para mensajear
que nuestro contrato de exclusividad estaba sellado. ¿Qué estás pensando,
Soraya Venedetta?
Soraya: ¿Seguro que eso es lo que quieres?
No hubo pausa mientras escribía mi respuesta.
Graham: Es lo que he querido desde el primer día. Estas pequeñas
pruebas fueron tu idea.
Soraya: Estoy nerviosa.
La llamé, en lugar de jugar a adivinar lo que realmente estás pensando
por mensajes de texto. Respondió al primer tono.
—¿Qué te dijo?
—¿Avery?
—¿Quién más?
—Ya te lo dije.
84
—Es clínico.
—Sí, eso me hace sentir mejor acerca de que limpies la polla de un
hombre. Estoy seguro de que Delia tiene su Certificado en Medicina.
—Relájate. No es la gran cosa.
—Sí. Tienes razón.
—¿La tengo?
—Seguro. —Cubrí parcialmente el teléfono y grité a mi secretaria, quien
no estaba hoy—. ¿Elizabeth? ¿Puedes venir aquí un minuto?
—¿Elizabeth? ¿Es tu nueva secretaria?
—Sí. Voy a lavar sus tetas.
Soraya se rió entre dientes. La mujer se rió de mí. De nuevo.
—¿Qué es tan gracioso?
—He visto en persona cómo tratas a las secretarias. Estoy bastante
segura que no te dejaría lavar sus pies, mucho menos sus tetas.
Por desagracia, probablemente tenía razón.
—¿Cuándo te veré?
—Mañana por la noche.
—De acuerdo.
—Te recogeré a las seis.
—Funciona para mí. Tengo que irme. Un tipo grande y tatuado entró al
stand de Delia. Por lo general, son los que más necesitan agarrar las manos.
—Maravilloso. Ahora voy a imaginarte frotando la polla de un
musculoso mientras él te come con la mirada y se pone duro.
—Tienes una imaginación muy vívida.
—Mañana. Soraya.
—Hasta luego, Trajeado.
Unos minutos después de colgar, mi teléfono zumbó con un texto de
ella.
Soraya: Sí, tenemos un trato.
ninguna forma, pero podía hacer una buena pasta al dente. Le había
enviado un mensaje a Soraya antes para hacerle saber que había un cambio
de planes; iba a cocinar para nosotros en mi casa. Se sentía como el cambio
correcto después del fiasco de la gala. Necesitaba dejarla entrar en mi
espacio y mostrarle más de mi lado casual.
Acababa de encender la televisión montada en la pared de mi cocina,
seleccionado un espectáculo de la lista de DVR cuando sonó el teléfono.
Soraya llamando. Agarré una toalla para limpiar mis manos antes de
responder.
—Hola, preciosa.
—Hola… —Hizo una pausa—. ¿Qué es esa música en el fondo?
—La televisión.
Mierda.
Tratando frenéticamente de bajarle el volumen, pronto me di cuenta de
que el control del volumen no estaba funcionando. Mi factor de genialidad
estaba a punto de caer en picado.
—¿Era esa la secuencia de apertura de Hospital General?
—No —mentí.
—Sí, lo era.
Joder. Atrapado en el acto.
Me reí culpablemente.
—Está bien, lo era. Me atrapaste.
—¿Ves telenovelas?
—Solo esta.
—Y aquí pensando que no teníamos nada en común…
Me aclaré la garganta y me rendí a la vergüenza.
—¿Tú también la ves?
—En realidad, solía… ya no tanto.
—Nunca me metí en eso hasta que mi madre se enfermó cuando estaba
en la secundaria. Ella estaba obsesionada con HG. Cuando estaba acostada
en la cama, me acurrucaba con ella a las tres de la tarde y la acompañaba
hasta que terminaba. Terminaron interesándome algunas historias y seguí
viéndolo después de que muriera. Me recuerda a ella.
Se quedó callada y luego dijo:
—Graham… eso es… vaya… yo… eso es realmente precioso.
Sintiéndome de repente emocional, cambié rápidamente el tema.
—¿A qué se debe esta llamada telefónica?
—Quería saber si podía llevar algo.
88
una blusa de color esmeralda sin mangas, pero cubría todo su escote. Había
un lazo atado en la parte superior. Los impecables pantalones negros
parecían haber sido pintados en sus piernas. En general, era un conjunto
coquetamente conservador comparado con su atuendo habitual. Sus labios
normalmente rojos brillantes también estaban desnudos como si supiera
que los estaría comiendo más tarde.
Luchando duro para contenerme de acosarla, coloqué mis manos a
regañadientes en mi costado. Prometí no tocarla o besarla aún, temiendo
que no podría ser capaz de detenerme. Así que, iba a refrenarme tanto como
pudiera. Esta noche era para mostrarle que podía confiar en mí.
Abalanzarme en ella afuera de la puerta lo negaría.
—Entra. —Tomé una larga inhalación de olor floral cuando entró en la
habitación.
El perro inmediatamente empezó a saltar por encima de ella
—Déjala en paz, Blackie.
Viéndose divertida, me entregó una botella de vino que llevaba, se
agachó y lo levantó. Blackie estaba lamiéndola por toda la cara.
Maldición, quería eso.
Quitándole el perro, dije:
—Y tú pensaste que sería yo el que tendrías encima.
—Está siendo muy bueno, señor Morgan.
—Estoy tratando —dije con sinceridad.
Ella cubrió su boca:
—¡Oh, por Dios! Blackie. Acabo de caer en cuenta. ¡De Hospital General!
Se llama así por ese Blackie.
—Es correcto.
Señaló mi rostro:
—No estás avergonzado, ¿verdad?
—No.
—¡Porque tus orejas se están poniendo rojas!
Mierda.
—Creo que es dulce, Graham, especialmente que el programa te
recuerda a tu madre. Gracias por compartir eso conmigo.
—No creo haberle dicho a nadie sobre eso. Tienes una forma de
volverme papilla, Venedetta
—Bien. —Sonrió.
Rodeando mis palmas lentamente, dije:
—Ya que estamos en el tema. Vamos a ver qué tan bueno es tu
90
Soraya soltó mi polla de su boca y saltó hacia atrás cuando procesó las
palabras en el contestador automático. Corrí al teléfono y lo levanté, pero
Cambria ya había colgado.
Metiéndome de nuevo en los pantalones, estaba en una niebla completa
cuando volví a mirarla:
—Tengo que dirigirme al hospital.
Soraya empezó a ponerse su ropa frenéticamente:
—Voy a ir contigo.
Prácticamente tropecé sobre Blackie, que al parecer estaba alterado,
porque estaba montando su juguete en el suelo. Recé para que una de las
mejores noches de mi vida no se convirtiera en una de las peores.
94
Soraya
Oírla decir eso me hizo sentir como que mi corazón iba a estallar.
—No sé qué decir.
—No tienes que decir nada. Solo quería asegurarme que supieras que
hay mucho más de lo que él muestra. Parece que sabes más de lo que
pensaba que sabías, lo cual es bueno. Solo no permitas que te convenza de
que es irrompible.
—Tengo más miedo de que él me quiebre a mí, para ser honesta.
—No tengas miedo de salir herida. Es mucho mejor que no
experimentar nada trascendental. Incluso la alegría temporal es mejor que
nada en absoluto. Tienes miedo de resultar herida como yo tengo miedo de
morir. Eso no quiere decir que no voy a vivir cada día al máximo.
Puse mi mano sobre la suya.
—Gracias por ese consejo.
Graham entró en ese momento exacto.
—Oh, oh. Me huele a que se está armando lío.
El rostro de Lil se iluminó una vez más cuando entró en la habitación.
—Aunque me gustaría que no hubieras venido hasta aquí, estoy muy
feliz de haber conocido a Soraya. Espero no arruinar tu noche.
—No. Solo estábamos... comiendo pasta. —Me miró brevemente e
intercambiamos una mirada de complicidad.
—¿Qué te dijo el médico sobre mí? —preguntó Lil.
—Cree que necesitas una cirugía de cadera. Te van a mantener aquí
por un par de días, luego te pasará a un centro de rehabilitación. Voy a
trabajar con Cambria para asegurarme que te pongan en un centro de
primera calidad.
—No quiero que te estreses por mí.
—Podrías haberte golpeado la cabeza. Ni siquiera recuerdas cómo
sucedió. Por supuesto que estoy preocupado. Me alegro que no haya sido
peor, Meme.
—Yo también —dije.
Nos sentamos con Lil por otra hora antes de regresar a la ciudad.
Graham puso música clásica y permanecimos completamente callados
durante el viaje. Cuando finalmente entró en Manhattan, fui la primera en
hablar.
—¿Estás bien?
—Sí... estoy bien. Es solo que...
—¿Qué?
—Simplemente me golpeó más que nada esta noche que ella es la única
97
familia que tengo. Mi madre era hija única. Mi abuela es literalmente... eso.
Cuando ella muera, no voy a tener a nadie más. Es solo un tipo de
pensamiento sombrío.
—Algún día tendrás tu propia familia.
Me tomó por sorpresa con una pregunta que no vi venir.
—¿Quieres hijos, Soraya?
Solo podía darle la respuesta honesta.
—No estoy segura.
—¿No estás segura?
—No puedo decir que estoy cien por ciento segura. Espero estar segura
en el momento en que tenga que tomar una decisión.
—¿Las dudas que estás teniendo son debido a la situación con tu
padre?
—En parte. Aunque, en realidad no lo he analizado demasiado. Es solo
que no me siento absolutamente segura de que la maternidad sea para mí.
Lucía pensativo con mi respuesta. Tal vez no era lo que quería oír, pero
no quería mentirle. Era la forma en que siempre me había sentido.
Mirándolo, le pregunté:
—¿Me vas a llevar a casa?
—No planeaba hacerlo. —Una mirada de decepción se apoderó de su
rostro—. ¿Por qué... quieres ir a casa?
—Solo pensé que tal vez con todo lo que pasó con Lil...
—¿Pensaste que me gustaría estar solo? No. No quiero estar solo,
Soraya. Estoy cansado de estar solo. Te quiero en mi maldita cama esta
noche. No tenemos que hacer nada. Yo... solo quiero abrazarte mientras me
quedo dormido. Es lo que quiero si está bien para ti.
A pesar que me daba miedo, no quería nada más.
—Está bien. Sí.
Graham nunca tuvo la oportunidad de cocinar su plato de pasta. Ya
que era tarde, nos detuvimos por comida para llevar en Szechuan y la
llevamos arriba a su apartamento. Pasamos los contenedores de papel de
ida y vuelta el uno al otro mientras estábamos sentados con las piernas
cruzadas sobre el piso de su sala de estar viendo Hospital General.
—Podría acostumbrarme a esto —dijo, sorbiendo un fideo en su boca.
Un encanto atípicamente juvenil brilló en su rostro en ese momento.
Mi corazón se encogió. Esta noche era la primera vez que realmente me
di cuenta que las cosas entre nosotros se estaban tornando serias. Por
mucho que su pregunta acerca de si quería niños me había sacudido antes,
me di cuenta que no había vuelta atrás. Necesitaba ver a dónde nos llevaba
98
la marea. Como dijo Lil, sería mejor salir herida que nunca conocerlo.
Después de limpiar, Graham me condujo en silencio a su dormitorio.
Observé mientras se sacaba el jersey por la cabeza. Admirando el tatuaje
que Tig había grabado en el costado de Graham, me lamí los labios,
deseando desesperadamente probar su piel.
Se dirigió al baño y volvió con pantalones de pijama negros. Luego me
lanzó una camiseta azul.
—Quiero que duermas con mi camiseta.
Observó con atención mientras me desabrochaba la blusa. Su boca
parecía que estaba babeando, y sus ojos estaban pegados a mi pecho
mientras pasaba la camiseta sobre mi cabeza.
Me metí en su enorme cama, mi cuerpo de inmediato se hundió en el
mullido colchón, un colchón de espuma de memoria. Esta cama era
adecuada para un rey o para Morgan.
Se puso detrás de mí y envolvió mi cuerpo con sus brazos. Su
respiración se ralentizó, y me di cuenta que se estaba quedando dormido,
tranquilo como un bebé. Pronto lo seguí.
Eran las cuatro a.m. cuando algo me despertó. Graham estaba girado
hacia mí, con los ojos abiertos.
—Me encanta verte dormir.
Mi voz estaba atontada.
—Si hubiera sabido que me estabas mirando, no hubiera podido
hacerlo.
Se rió entre dientes.
—¿Qué te despertó?
—No lo sé. Tal vez fue solo mi intuición.
—¿Sabes lo que pienso?
—¿Qué?
—Creo que querías mirar debajo de la manta.
—Y yo que pensaba que el sucio bastardo que hay en ti había tomado
la noche libre.
—Nunca. Siempre está aquí, incluso cuando está en silencio. —Se rió,
y su sonrisa casi me derritió. Cerró sus dedos con los míos—. En serio,
aunque, creo que algo te está agobiando.
—¿Cómo lo sabes?
—Tus ojos.
—Tu abuela me dijo que no debería tener miedo de salir lastimada.
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Estimada Ida,
Este es el anterior Célibe en Manhattan. También puede ser
101
Esa noche, se suponía que Graham llamaría para decirme a qué hora
me recogería su conductor para llevarme al apartamento. No era propio de
él estar hasta tan tarde sin llamarme. Mi lado paranoico tomó lo mejor de
mí, mientras tomaba el teléfono y marcaba su número.
Respondió.
—Soraya... —El tono de su voz sonaba hosco.
¿Qué demonios?
—He estado esperando tu llamada. ¿Está todo bien?
Dejó escapar una respiración profunda en el teléfono.
—No. Me temo que no.
Mi corazón empezó a palpitar.
—¿Qué está pasando?
—Acabo de recibir una noticia hace un rato.
—¿Noticia?
—Es Liam.
—¿Tu ex amigo? El marido de Genevieve. ¿Qué hay con él?
Hubo un largo momento de silencio.
—Está muerto.
102
Soraya
l ansioso sentimiento que había tenido después de hablar con Graham
anoche me había llevado a dormir. Me volteé y volteé toda la noche,
incapaz de acomodarme. Por la mañana, estaba francamente ansiosa.
Graham había dicho que iría a la oficina para trabajar en un negocio anoche.
Había planeado hacerse cargo de la compañía de Liam a través de maniobras
de negocios inteligentes, pero no tenía intención de aprovechar la muerte
del hombre para conseguir lo que quería. Aunque eso no detendría a otros.
Los buitres, dijo, estarían apareciendo a primera hora de la mañana cuando
la noticia saliera. Graham iba a congelar de alguna manera a otros de tomar
ventaja y a posponer su propia toma de posesión planeada.
Me decepcionó que no estuviera en nuestro tren habitual, aunque en
realidad no esperaba que lo estuviera.
Soraya: ¿Cómo estás esta mañana?
Graham: Cansado. Todavía estoy en la oficina.
Soraya: ¿Quieres decir que te quedaste allí toda la noche?
Graham: Lo hice.
Soraya: Lo siento. Debe ser difícil para ti. ¿Hay algo que pueda
hacer?
Graham: Solo quédate ahí por mí, por favor. Estaré inundado por
unos días.
Si no estaba claro qué tan afectado estaba Graham por las noticias, su
respuesta solidificó que no era él mismo. No me había sugerido que me
arrastrara bajo su escritorio o que abriera las piernas cuando le pregunté si
había algo que pudiera hacer.
Soraya: Por supuesto.
Al llegar a mi parada, salí del tren y comencé mi habitual rutina
matutina de detenerme en el camión de café Anil’s. Después de hacer mi
pedido, un pensamiento me golpeó.
—¿Puedes hacer dos cafés y también dos bagels con mantequilla y dos
jugos de naranja? —No era exactamente gourmet, pero me haría sentir
mejor hacer algo por él. El hombre me había seguido y enviado comida india
103
porque pensó que me gustaba; un bagel y café era lo menos que podía hacer.
Volviendo a la estación, llamé a Ida y le dejé un mensaje de que llegaría
tarde y luego salté al tren A. Veinte minutos más tarde, llegué a Morgan
Financial Holdings. Saliendo del ascensor en el piso veinte, las letras
doradas sobre las puertas de cristal de repente me pusieron nerviosa. Había
empezado a acostumbrarme a las mariposas que tenía alrededor de
Graham, pero estar en su campo, en la arena donde sabía que gobernaba
con puño de hierro, me hacía sentir intimidada. Y odiaba eso.
Cuadré los hombros y caminé hacia la recepcionista. Era la misma
joven pelirroja del día en que traje su teléfono.
—¿Puedo ayudarle?
—Sí, me gustaría ver a Graham.
Me miró de arriba abajo.
—¿Graham? ¿Se refiere al señor Morgan?
—Sí. A Graham J. Morgan.
—¿Tienes cita?
No esta mierda otra vez.
—No. Pero querrá verme. Si puede decirle que Soraya está aquí.
—El señor Morgan no quiere ser interrumpido.
—Mira. Sé que tienes un trabajo. Y a juzgar por nuestras interacciones,
probablemente seas incluso buena en él. Pareces hacer un gran trabajo en
despedir a la gente. Pero, confía en mí, no te meterás en problemas por
interrumpirlo para decirle que estoy aquí.
—Lo siento... él fue muy específico...
Oh por el amor de Dios.
—Estoy acostándome con él, ¿de acuerdo? Dile a Graham que estoy
aquí, o pasaré delante de ti de todos modos.
La mujer parpadeó dos veces.
—¿Disculpe?
Me incliné.
—Ya sabes, él inserta...
—¿Soraya? —La voz de Graham me impidió continuar con mi lección
de anatomía. Estaba bajando por el pasillo hacia mí, dando pasos largos.
Me volví y esperé, en lugar de caminar para encontrarme con él. Maldita sea.
Llevaba esos anteojos otra vez—. Qué linda sorpresa.
—Tu recepcionista no pareció pensar así.
Graham arqueó una ceja, su labio insinuando diversión, luego se volvió
hacia su empleada con su máscara de negocios.
104
oficina mientras dejaba los cafés. Las ventanas de piso a techo daban al
horizonte de Manhattan en dos lados de su oficina de la esquina. Había un
gran escritorio de caoba colocado en un ángulo que daba a una pared de
cristal. No había una, sino dos elegantes computadoras una junto a la otra
en su escritorio. La parte superior del escritorio tenía varios archivos de
casos esparcidos alrededor, y montones de documentos estaban abiertos a
mitad de una revisión.
—Tu oficina es hermosa. Pero parece que estás ocupado. No me
quedaré mucho tiempo. Solo vine a dejarte un bagel y un café.
—Gracias. No tenías que hacer eso.
—Quise hacerlo. —Le di mi primera mirada completa. Todavía era
magnífico, pero parecía cansado y estresado—. Pareces agotado.
—Sobreviviré. —Señaló a una zona de asientos—. Ven. Siéntate.
Desayuna conmigo. De hecho, no he comido nada desde anoche.
El otro lado de la oficina tenía un largo sofá de cuero con dos sillas
frente a él y una mesa de café de cristal que separaba los asientos. Graham
se sentó, y saqué los bagels y los desempaqué.
—Te conseguí lo que me gusta ya que no estaba segura de lo que te
gustaba.
—Comeré con lo que me alimentes.
—En ese caso…
Una sonrisa sucia cruzó su rostro.
—No pienses que no te voy a tomar en este sofá y que te deleitaré hasta
que todo mi personal sepa que eres una chica religiosa.
Empujé mi bagel en mi boca para no retarlo. El minuto que tardó en
masticar y tragar también me dejó conseguir mi libido un poco bajo control.
—Entonces... ¿pudiste alejar a los malos?
—Soy uno de los malos, Soraya.
—Sabes a lo que me refiero. Evitar que la gente se aproveche.
—Sí. Y no. Es complicado. En nuestro negocio, hay muchas capas de
propiedad. Estoy trabajando a través de esas capas ahora. Pero parece que
Liam dejó una píldora venenosa para disuadir de una toma de posesión en
una fiesta no deseada. Ese veneno permite a los accionistas existentes
comprar acciones adicionales a un precio descontado, lo que diluiría el valor
de las acciones y haría la adquisición menos atractiva para las adquisiciones
potenciales.
—Entonces, tenía un plan de escape.
—Exactamente. Y habría funcionado bien si le hubiera concedido esos
derechos a una corporación que fuera digna de confianza.
106
la que había estado. Había espacio para media docena de pacientes, pero
solo había una cama en la habitación. En la esquina, había un hermoso
arreglo de flores. Lil me vio mirándolo.
—Son de Graham. Me envía un nuevo arreglo cada semana los martes,
como un reloj. Solía tener un jardín gigante, pero llegó a ser demasiado para
mí. Es muy detallista cuando quiere serlo.
—Hay dos lados de ese hombre. Desconsiderado y reflexivo. No estoy
segura de que tenga el gen intermedio.
—Seguro que lo clavó.
—Alguien tiene que verlo por lo que es y llamarlo por su mierda.
Me reí.
—Supongo que sí.
—Aunque algo me dice que harás lo mismo. Puedo decir... que eres
buena para él.
—¿Lo cree? Somos como opuestos en muchos sentidos.
—No importa. Es lo que está dentro de ti lo que cuenta.
—Gracias, señora M... Lil.
Me quedé por más tiempo que mi hora de almuerzo, disfrutando de Lil
diciéndome sobre los personajes de su telenovela. Los argumentos eran tan
extravagantes, que no pude evitar pensar en Graham viéndolos: era tan
severo y pragmático. Cuando me iba a marchar, Lil tomó mi mano.
—Es un buen hombre. Ferozmente leal y quiere a su familia. Muy
protector con su corazón. Pero una vez que lo da, no lo retira.
—Gracias.
—Puedes arreglar el resto. Saca el palo de su trasero y golpéalo en la
cabeza un par de veces. Es listo. Lo resolverá muy rápido.
Ahora eso puedo hacerlo.
Querida Ida,
La mujer que he estado viendo últimamente ha expresado un
interés por ser amarrada. Estaba preguntándome si podía darme
algunas instrucciones para un primerizo, novato del bondage. ¿La
cuerda sería una buena inversión? ¿O sugiere algo más por las líneas
de las esposas de cuero? ¿Tal vez algunas corbatas de seda que es
menos probable que dejen marcas en las muñecas? Debería anotar que
planeo enterrar mi rostro en su pequeño y apretado coño, así que habrá
una buena cantidad de jaloneo en las restricciones mientras se retuerce
en la cama por los múltiples orgasmos.
—Cincuenta Sombras de Morgan, Manhattan.
Querido Cincuenta,
¿Podría sugerirle que revise la mesa de noche de su compañera?
Tal vez, ya que esta mujer que está viendo expresó un interés, fue a
comprar algunas cosas después del almuerzo.
las rodillas mientras jadeaba, derramando sudor por todas partes, cerré mis
ojos con fuerza. Mierda. Mierda. Mierda. Justo cuando finalmente todo
empezaba a parecer sencillo, ¿por qué de repente se sentía complicado?
No tenía ni idea en el momento, pero la sensación era una premonición
de cosas por venir.
No era un gran bebedor, nunca tomé drogas. El sexo era mi único vicio.
Y cuando estaba estresado, lo necesitaba incluso más. Como un demonio.
Sabía que no debería haber estado pensando en follar a Soraya de
camino a un velorio, pero no pude evitarlo. Se veía absolutamente
impresionante en ese pequeño vestido negro. Se había recogido el cabello,
incluso aunque no le gustaba de esa forma. Probablemente sentía que debía
ocultar otra vez las puntas de colores. También parecía nerviosa. Que me
jodan, si esa extraña vulnerabilidad que estaba exhibiendo no me hacía
querer follarla hasta dejarla sin sentido aún más. La división separándonos
del conductor estaba completamente cerrada, y eso no estaba ayudando. La
tentación de levantarla sobre mi regazo estaba haciéndose más fuerte con
cada minuto.
Debió haber estado leyendo mi mente cuando dijo:
—Parece que quieres atacarme, Morgan.
—¿Me perderías el respeto si te dijera que, a pesar de a dónde nos
dirigimos esta noche, en lo único que puedo pensar es en quitarte las bragas
y dejar que te corras en mi rostro?
—Ya sé que eres un bastardo sucio. Así que, no es sorprendente. Pero
esto puede ser un poco bajo incluso para ti —bromeó.
—Algo que descubrirás sobre mí… cuando estoy estresado, me pongo
particularmente cachondo. El sexo distrae mi cabeza de lo que sea que me
está molestando. En realidad, es lo único que ayuda.
—Ya veo. ¿Está buscando mi ayuda, señor Morgan?
—No me llames señor Morgan a menos que te vayas a poner en toda la
onda de sumisa, en cuyo caso, estaría más que feliz por ponerte en mi rodilla
en este momento. Podríamos jugar ese juego si quieres. —Mis pensamientos
vagaron mientras caía hipnotizado por sus labios ligeramente separados—.
Dios, quiero follar tu boca ahora mismo.
Pareció removerse en su asiento.
—¿Ah sí?
—Sí. Y devolverte el favor. Podemos compararlo con comernos el estrés.
Estalló en risas.
—Me alegra que creas que es gracioso porque estoy a diez segundos de
120
10 Personaje ficticio creado por la comediante Gila Radner. Apareció por primera vez en el
programa Saturday Night Live y se caracteriza, entre otras cosas, por su apariencia
desaliñada
Teniendo que ir con urgencia al baño, susurré al oído de Soraya:
—Mantén el lugar en la fila. Voy a ir a buscar el baño.
—Bien —dijo, luciendo un poco cautelosa porque la dejara sola.
La dejé en la fila y seguí el camino de alfombras persas hacia el baño.
Después de haber orinado como un caballo de carreras, estaba de camino a
donde Soraya cuando vi a la madre de Liam, Phyllis, reconfortando a una
niña en el pasillo. La niña estaba llorando, y me rompió el corazón.
Aunque la niña me daba la espalda, parecía que tenía cuatro años de
edad. Tenía que ser la hija de Liam y Genevieve. Nunca la había visto antes.
Solo había sabido que Liam había embarazado a Genevieve muy pronto
después que me enteré de su romance. En ese momento, esas noticias solo
lo habían empeorado. Pero en este momento, no sentí nada más que
simpatía por una niña que había perdido a su padre. Conocía bien esa clase
de dolor.
Phyllis parecía sorprendida de verme, pero no podía pasar a su lado sin
presentar mis condolencias.
Sentí nauseas mientras lo hacía.
—Hola, Phyllis. Siento mucho lo de Liam.
Luciendo consternada, simplemente asintió y sostuvo a la niña con más
fuerza antes de alejarse. Fui tras ellas cuando noté que un pompón negro
se había caído del cabello de la niña sobre la alfombra.
Aclarándome la garganta, caminé más rápido para alcanzarlas.
—Discúlpame. Se le cayó algo a ella.
Cuando la niña se dio vuelta, fue la primera vez que tuve un vistazo de
ella. Arrodillándome y tendiéndole el pompón, había olvidado lo que se
suponía que diría después. El aire me había sido arrebatado por completo.
No había palabras… solo un completo estado de incredulidad y confusión.
Porque si no lo supiera mejor, habría pensado que estaba mirando el rostro
de mi madre.
123
Soraya
ué demonios le estaba tomando tanto tiempo?
La fila se movía más rápido de lo previsto y Graham aún no
había regresado del cuarto de baño.
Ahora se podía ver el ataúd abierto. Qué molesto era ver a un muchacho
joven y guapo allí muerto. Sabía que había ofendido a Graham, pero Liam
no se lo merecía. Pude ver que tenía cabello rubio y un rostro hermoso. Se
veía tan tranquilo. Realmente esperaba que estuviera en un lugar mejor.
Montones de ramos de flores blancas rodeaban su ataúd con banners
que decían: Hijo, Amigo, Esposo. Había largas velas de color crema
encendidas. Era una configuración hermosa. Lo mejor que el dinero podía
comprar.
Miré detrás de mí. Todavía sin señales de Graham.
Entonces mis ojos se posaron en ella.
Parecía estoica, estaba sentada en el asiento más cercano al ataúd.
Genevieve.
Mi cuerpo se puso rígido, una oleada inesperada de posesividad me
atravesó. Al igual que Liam, Genevieve también tenía el cabello rubio. Mi
novio había sido jodido por Barbie y Ken. Y yo era más como el rebote de la
muñeca Bratz.
Mi novio. Supongo que lo era, ¿no?
De todos modos, Genevieve era físicamente lo opuesto a mí, pequeña,
casi con cuerpo de bailarina. Era hermosa. Aunque no había esperado nada
menos, había tenido la esperanza de que tal vez, por alguna casualidad, solo
fuera de aspecto medio. No fue el caso.
Pero no fue solo su apariencia la que me dio malestar estomacal. Era
más bien estar cara a cara con alguien a quien Graham le había dado el
corazón. La había amado. No estaba segura que alguna vez sintiera lo mismo
por mí. Tal vez nunca me di cuenta de cuánto quería o necesitaba eso, hasta
este momento.
Mientras hablaba con la gente que le daba sus condolencias, miré sus
124
ojos. Esos eran los ojos que solían mirar a Graham. Miré su boca. Esa era
la boca que besó sus labios, que chupó su pene. Entonces miré hacia abajo
a sus modestos senos, escondidos debajo de un vestido entallado y negro.
Mis senos eran mucho más grandes. Eso me hizo sentir bien durante un
milisegundo hasta que mis ojos viajaron hasta sus delgadas piernas. Esas
habían estado envueltas alrededor de su espalda.
Jesús, Soraya. Deja de torturarte. Así que ESTO era lo que sentía al
estar completamente celosa.
Cuando volví a mirar detrás de mí, la mujer que estaba detrás de mí
sonrió.
—¿Cómo conociste a Liam?
—Um... no lo hice. Estoy con Graham Morgan.
—¿El ex prometido de Genevieve?
Me tragué el nudo en mi garganta.
—¿Prometido?
—Si es Graham Morgan de Morgan Financial Holdings, sí. Estuvieron
comprometidos para casarse antes que Genevieve y Liam se conocieran.
Mi estómago se hundió. ¿Le había pedido que se casara con él?
—Claro. Por supuesto. Sí. Estoy con ese Graham Morgan. ¿Y usted es?
—Helen Frost. Soy vecina de Genevieve y de Liam. A veces cuido a
Chloe.
—¿Es su hija?
—Sí. Tiene cuatro años. Hermoso cabello oscuro, a diferencia de sus
padres.
—Bueno, a veces eso ocurre. —Me encogí de hombros.
Antes que nuestra conversación pudiera continuar, mi atención se
movió para ver a Graham caminar a través de la multitud hacia mí. Estaba
mirando fijamente hacia delante, parecía completamente aturdido. Toda
esta experiencia era aparentemente aún más dura de lo que pensaba.
—¿Estás bien?
Asintió en silencio, pero mi estómago me dijo que algo estaba
terriblemente mal.
Finalmente fue nuestro turno de arrodillarnos ante el ataúd de Liam y
ofrecer una oración. Juntando las manos, cerré los ojos y dije un padre
nuestro y un ave María. Mi corazón se cayó al oír las palabras que salieron
de la boca de Graham.
—Tú, bastardo —susurró entre dientes. Tenía los ojos vidriosos, pero
no lloraba. Su labio inferior temblaba. Simplemente continué mirándolo,
confundida por su repentina ira. Nos pusimos de pie al unísono,
dirigiéndonos lentamente hacia la no tan triste viuda. Genevieve parecía
125
final.
Dejando escapar un suspiro de alivio, dije:
—Bueno, eso fue doloroso. ¿Qué hacemos ahora?
Parecía que quería decir algo, pero no podía encontrar las palabras.
—Soraya...
—¿Qué? Graham, ¿qué está pasando? Háblame.
—No puedo ahora mismo. Me perderé con alguien. Y no es el lugar ni
el momento adecuado.
No pasó mucho tiempo antes que tuviera la respuesta a mi pregunta,
cuando todos los ojos de la habitación se volvieron hacia una hermosa niña
de cabello oscuro que apareció en el ataúd de Liam. Chloe. Había estado MIA
toda la noche. Había asumido que la hija de Genevieve y Liam estaba alejada
intencionalmente. No creí que estuviera aquí.
La muchedumbre pareció quedarse inmóvil con la vista desgarradora
de la muchacha llorando sobre el cuerpo de su padre. Me hizo sentir
culpable porque mi padre seguía vivo, y decidí no tener nada que ver con él.
El suyo estaba muerto, y nunca tendría la oportunidad de volver a verlo.
—Eso es muy triste —le susurré a Graham.
Respiró profundamente y lo soltó lentamente.
Casi al mismo tiempo, Chloe se dio la vuelta, dejándome ver su rostro.
Literalmente jadeé. En alto. Las ruedas de mi cabeza comenzaron a girar.
Cuando lo miré, él la veía con una mirada de incredulidad.
—¿Nunca antes la habías visto, Graham?
Sus ojos seguían plantados en ella cuando negó y simplemente dijo:
—No.
De repente, el extraño comportamiento de Graham tuvo mucho sentido.
Porque esta niña se parecía a su padre.
A su padre, Graham.
No había duda en mi mente. Graham era el padre biológico de Chloe.
Mi mente estaba corriendo. ¿Cómo pudo pasar esto? ¿Cómo pudieron no
habérselo dicho? ¿Siquiera era posible que fuera una coincidencia? ¿Que se
pareciera a Graham, aunque fuera de Liam? En mi corazón, sabía la
respuesta. De repente, no sabía si quería llorar o golpear a alguien.
Él tiró de mi brazo.
—Tenemos que irnos antes que haga algo aquí de lo que me vaya a
lamentar.
Miré hacia Genevieve, quien era inconsciente de la inminente crisis
nerviosa de Graham, mientras charlaba y mostraba sus perfectos dientes
blancos a las personas en la fila.
127
Recuerdo cuanto…
—¡Joder! Cállate sobre la magdalena. —Escupí—. ¿Es mi hija?
Ya estuvo bien para el inicio de la conversación.
Abrió los ojos.
—¿Qué?
—Me escuchaste. Chloe. ¿Es mi hija?
Parecía absolutamente sorprendida mientras sus mejillas se pusieron
rojas. ¿Cómo no pudo haber visto venir esta confrontación?
Cuando no hablo, continúe.
—¿Por qué pareces tan sorprendida, Genevieve? ¿Realmente pensaste
que iba a verla en el velatorio y no te haría esa pregunta?
—No lo sé, Graham.
—¿Qué quieres decir con que no lo sabes?
—He estado temiendo este momento durante cinco años. No sé cómo
explicarte mi pensamiento de una manera que lo entiendas.
—Bueno… tengo todo el maldito día. Averígualo. —Cuando siguió en
silencio, le dije—: De acuerdo, empezaré entonces. Te estabas follando a
Liam y a mí al mismo tiempo, ¿verdad?
—Sí.
—¿Cuánto tiempo después de que estuviéramos juntos por última vez
descubriste que estabas embarazada?
—Un mes.
—¿Desde hace cuánto estaban?
—Dos meses.
Tire un lapicero a través de la habitación con rabia.
—¿Cómo diablos pudiste hacer esto? —Un escupitajo había volado
fuera de mi boca cuando lo dije.
Las lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos.
—¿Puedes dejarme intentar explicarme?
—Estoy deseando ver como tratas de explicarte para salir de esto, de
hecho.
Cerró los ojos por un momento y luego dijo:
—Estaba enamorada de ustedes dos, Graham. Realmente lo estaba. Era
egoísta de mi parte sentirme con derecho a eso, pero lo hacía. Quería que
continuara para siempre. Estar con ambos era lo mejor de ambos mundos.
Sabía que una vez que te enteraras, eso sería todo. Le dije a Liam que tú y
yo habíamos dejado de dormir juntos. Él no sabía que había estado con los
dos al mismo tiempo. Al parecer, nunca le dijiste lo contrario.
132
Genevieve gimió.
—Gracias.
—Si resulta que es mía, quiero que juntes cada foto que has tomado de
ella desde el día en que nació. ¿Me entiendes?
Ella no vacilo.
—Por supuesto.
Esa noche, lo único que quería era ver a Soraya. Oler a Soraya. Dormir
junto a Soraya. Mi cuerpo sentía que se estaba alejando de la droga más
fuerte. Solo había pasado unos días sin ella, pero parecía una vida entera.
No era solo la necesidad física. Echaba de menos su humor, su sarcasmo,
su risa.
Era tarde. Acababa de dejar el hospital de visitar a Meme, y no estaba
seguro si Soraya aun estaría despierta. Mi chofer, Louis, tenía el resto de la
noche libre. Sin pensarlo, agarré mi chaqueta y me dirigí al garaje.
No le había enviado un mensaje de texto ni la había llamado primero.
Por lo tanto, conducir a su casa era un riesgo. Pero no podía darle la
oportunidad a decirme que no viniera.
No había estacionamiento cerca de su apartamento, así que tuve que
caminar dos cuadras bajo la lluvia torrencial. Cuando finalmente llegue a
su puerta, presione el timbre de su apartamento.
Sonaba adormilada.
—¿Hola?
Cerré los ojos porque había extrañado su voz.
—Nena, soy yo.
—Graham… es tarde.
Apoyé mi frente contra la pared.
—Lo sé.
Sin decir nada más, me dejó entrar. El alivio me invadió mientras subía
rápidamente las escaleras de dos en dos.
Mi cabello y mi chaqueta estaban empapados. Debía parecer una rata
ahogada. Cuando abrió la puerta, no me dejó entrar. No sabía si iba a
echarme o decirme que entrara. Era su turno de hablar. No tenía derecho a
presionarla después del lío en el que acababa de meterla. La observé por un
momento. Estaba completamente deshecha en una delgada camisa de
noche blanca. Sus pezones me saludaban. Al menos ellas estaban felices de
verme. Se veía tan hermosa, incluso con su cabello en un desorden
enmarañado.
134
—Es inteligente.
—Me gustan más del tipo sabelotodo.
Eso me hizo sonreír. Hasta que pensé en otras cosas en las que
Genevieve me ganaba.
—Fue tu prometida.
—Sin compromiso, es simplemente una pieza de joyería.
No tengo ni idea de dónde salió eso, mi lado masoquista, supongo.
—¿Te pusiste de rodillas y se lo propusiste?
—Soraya...
—Necesito saber.
—¿Por qué?
—No tengo idea. Solamente lo hago.
—De hecho, no lo hice. Era más un negocio que romántico. La llevé a
Tiffany’s y ella escogió su propio anillo.
—Oh.
—Cuando nos separamos, Meme no pareció demasiado sorprendida.
Un día, durante el almuerzo, me preguntó por qué no le había dado a
Genevieve su anillo de compromiso. La idea nunca se me había ocurrido,
para ser honesto. Meme me había dado su anillo cuando cumplí veintiún
años y me dijo que pertenecía a quienquiera que finalmente le diera mi
corazón. El anillo de mi abuela era pequeño y sencillo. No fue hasta que la
relación había terminado y Meme había señalado lo obvio para mí cuando
entendí el significado. Nunca hubo una pregunta en mi mente, en la elección
entre un pequeño anillo que significaba mucho para mí y una roca llamativa,
Genevieve hubiera preferido tener esa roca. Y yo sabía lo suficiente para no
darle el anillo de mi abuela. Pero no me detuve a pensar en lo que eso decía
sobre quién era ella.
—Vaya. Parece una verdadera perra.
Graham rió. Fue bueno oírlo.
—Eso es lo que más me gusta de ti, Soraya. Lo dices como si lo vieras.
La primera vez que me lo hiciste, me enojé, pero también me puso duro como
una roca.
Envolví mis manos alrededor de su cuello y le di una sonrisa juguetona.
—Eres un estirado que ni siquiera recuerda el nombre de su secretaria.
Graham entrecerró los ojos y rápidamente se movió. Sus labios fueron
a mi cuello.
—Sigue.
—La mayoría de las veces, ni siquiera te das cuenta de las personas
138
que te rodean.
—¿Es así? —Su voz era grave y su boca mordisqueó hasta mi oreja.
—Crees que las mujeres deberían simplemente abrir las piernas por ti.
Su mano acarició mi cuerpo, aterrizando en mi muslo desnudo. Me
habló directamente en el oído mientras me empujaba las piernas.
—Ábrete para mí, Soraya.
Intenté no hacerlo. Realmente lo hice. Pero esa voz...
—Ábrete para mí, Soraya. Necesito oírte gemir mi nombre.
—Estás tan seguro de que puedes... —Bajó su cuerpo por la cama,
acomodando sus hombros entre mis piernas. Ya estaba húmeda, y su cálida
respiración allí disparó fuego a través de mi cuerpo. Rápidamente abrí mis
piernas.
tomaste? ¿Elegir a una mujer sobre tus hijas? ¿Tomar a una familia
diferente como tuya y nunca mirar atrás?
—Eso no es así, Soraya.
Mi voz se hizo más fuerte.
—Responde la pregunta. ¿Miras atrás y deseas haber tomado una
decisión diferente?
Me miró avergonzado, pero respondió honestamente.
—No.
Sentí como si alguien me hubiera golpeado el estómago.
—¿Alguna vez has amado a mi madre?
—Sí. La quería mucho.
—¿Y si Theresa no te hubiera querido?
—¿Que me estas preguntando?
—¿Te habrías quedado con mi madre si Theresa no te hubiera querido?
—No puedo responder a eso, Soraya. No fue así.
—¿Eras feliz con mi madre?
—Sí. Lo fuimos un tiempo.
—Hasta que llegó Theresa.
—No es justo. Es más complicado que eso.
Me puse de pie.
—No debería haber venido. Fue un error.
Mi padre se puso de pie.
—Los errores fueron todos míos, Soraya. —Me miró directamente a los
ojos mientras decía sus siguientes palabras—. Te amo.
Todo lo de los últimos días estaba saliendo a la superficie. Se sentía
como si hubiera un tsunami, y yo estaba a punto de ser absorbida si no
corría. Así que lo hice. Salí corriendo como alma que lleva el diablo de su
casa. No era el momento más maduro de mi vida, pero no había manera de
dejar que ese hombre me viera llorar. Pasé por los retratos de la familia, abrí
la puerta principal y bajé los peldaños de dos en dos. Mis ojos ardían, la
garganta se sentía como si se estuviera cerrando, y mi pecho se contraía.
Estaba tan decidida a escapar tan rápido como pudiera, que ni siquiera
estaba prestando atención a donde iba. Es por eso que no vi al hombre que
estaba parado en la acera hasta que me envolvió en sus brazos.
143
Graham
e grité a mi conductor que se dirigiese a Queens antes de siquiera
saber la dirección de su padre. Afortunadamente solo había un
Vendetta en el municipio, o habría estado llamando a todas las puertas. Mi
instinto me decía que su visita no iba a ir bien. Llegando a la Avenida
Catalpa, no tenía ni idea de si ella iba a estar dentro o no, así que me
acomodé en la parte trasera del auto y esperé. No pasó mucho tiempo hasta
que la puerta delantera se abrió y Soraya estaba corriendo por el camino de
entrada hacia la calle. Apenas salí del auto para sujetarla, claramente no
me había visto. Por la mirada de angustia en su rostro, no estaba seguro de
que pudiese ver algo realmente.
Al principio, luchó entre mis brazos.
—Soy yo, Soraya.
Sus ojos parecieron comenzar a enfocarse. Observé mientras se
llenaron de lágrimas y se desplomó en mis brazos. Apoyó todo su peso sobre
mí mientras apretaba mi agarre en ella.
—Te tengo, nena. Te tengo.
Hizo un sonido desgarrador y luego su cuerpo comenzó a temblar, las
lágrimas cayendo por su hermoso rostro. Hirió mi corazón físicamente.
Viéndola así, escuchando ese sonido de dolor saliendo del interior, se sitió
como si alguien me hubiese roto las costillas y tomado mi corazón palpitante
entre sus manos para casi quitarle la vida.
La sostuve tan apretadamente como pude durante unos minutos
mientras permanecíamos frente a la casa. Cuando levanté los ojos y vi a un
hombre de pie en la puerta de entrada mirándonos, un hombre que, por
como lucía, era sin lugar a dudas Frank Vendetta, decidí que era momento
de irnos.
—Vamos, entremos en el auto.
Soraya nunca volteó hacia atrás mientras la ayudaba a subir en el
asiento trasero. Pero yo lo hice. Su padre simplemente asintió mientras
observaba cómo nos marchábamos.
El viaje desde Queens fue silencioso. Cuando su llanto finalmente cesó,
mantuvo la cabeza en mi hombro y los ojos cerrados. Odiaba que esto fuese
144
culpa mía. Había jodido las cosas entre nosotros a lo grande. No solo la
situación con Genevieve había abierto una brecha en nuestra relación, sino
que había traído los viejos demonios de Soraya a la superficie. Ahora me
comparaba con el hombre que la había decepcionado en la mayor parte de
su vida.
Acariciándole el cabello, finalmente rompí el silencio:
—Lo siento. Todo esto es mi culpa.
—No sé por qué fui a verle. ¿Qué estaba esperando que dijese?
—Es natural. Estás intentando entender sus elecciones por todo lo que
está pasando.
—Supongo…
—Sé que te marchaste molesta, pero, ¿te dijo algo que ayudase?
—No. Me comentó que no podía decirme si se habría quedado con mi
madre si no hubiese conocido a Theresa.
Joder. Me moví en el asiento para enfrentarla.
—Sea que tenga una hija o no, incluso si no te hubiese conocido, no
habría manera en el infierno de que pudiese volver con Genevieve.
—Pero la amaste una vez.
Bajó la mirada al suelo.
—Soraya, mírame. —Alzó la cabeza y su mirada volvió a encontrarse
con la mía—. La mujer me engañó con mi mejor amigo y luego no me
comentó que existía la posibilidad de que tuviese una hija. Cuatro años. La
confianza y la lealtad son importantes para mí. Ni siquiera contrataría a
alguien en quien no pudiese confiar para que trabajase en mi negocio,
menos con quien construir una vida. No vamos a volver juntos, no importa
qué. —Mis siguientes palabras salieron lentamente, dándole una cuidadosa
consideración a cada una, y aun así estaba siendo cuidadoso al decirlas—:
Tu padre podría haber estado involucrado en tu vida mientras estaba casado
con otra mujer. La gente hace eso todo el tiempo. Tomó sus decisiones. Y si
me lo preguntas, hizo unas muy pobres. No soy tu padre.
Justo entonces, Louis, mi conductor, interrumpió:
—¿Señor Morgan? ¿Vamos a volver a Manhattan o a Brooklyn? La
salida a Belt Parway se está acercando.
—¿Mi casa o la tuya? —Miré hacia Soraya.
Estaba aliviado de escuchar un destello de mi chica volver.
—Estás asumiendo un montón de cosas con esa pregunta.
—Simplemente estaba siendo un caballero. Has tenido una tarde dura.
Conozco el remedio perfecto para hacerte sentir mejor.
—Por supuesto que sí.
145
Querida Ida:
Mi madre se casó recientemente. Bill, mi nuevo padrastro, tiene
un hijo de diecinueve años al que nunca había conocido hasta hace tres
semanas. Alec estaba en la universidad y llegó a casa para vivir con
nosotros durante el verano. El problema es, estoy extremadamente
146
Querida Gretchen,
Aunque técnicamente no hay consanguineidad, aún hay una
conexión familiar y mucha gente desaprobará una relación entre
ambos. Por tu carta, sospecho que crees que no es correcto estar con
Alec y estás buscando que alguien te dé permiso para ir contra tus
creencias. Mi consejo para ti es que seas fiel a ti misma y el resto
encajará en su lugar.
—No.
—¿Qué quieres decir con no?
—Es lo contrario a sí. Quizás deberías haberlo dicho hace cuatro años
cuando mi mejor amigo te pidió que te abrieses de piernas.
—Graham…
—No. No somos una feliz familia esperando que el palito muestre un
signo positivo. Estoy esperando averiguar si me has robado cuatro años de
la vida de mi hija. De todos modos, no será un momento de postal y no lo
vas a compartir conmigo.
—Voy a ir a tu oficina el miércoles.
—Te estoy advirtiendo que no lo hagas.
Hubo sonidos de tráfico en el fondo y de repente se silenciaron.
—¿Genevieve?
Esa zorra me colgó.
149
Soraya
—Tengo que estar aquí, Graham. Estoy segura de que le has dado a
Syreeta una idea de lo mala persona que soy, pero también estoy aquí hoy
para ayudarte.
El tono de Graham fue severo.
—Es Soraya. No Soreena. Ni Syreeta. So-RA-ya. ¿Qué tan difícil es?
—Soraya... Soraya... lo siento... estoy un poco nerviosa, ¿de acuerdo?
No he venido aquí para causar problemas. Solo trato ser de apoyo también.
Me doy cuenta de que toda esta situación es culpa mía. No estoy negando
eso, pero no puedo cambiar el pasado. Solo intento hacer bien las cosas. Si
tengo que pasar el resto de mi vida compensándolo, lo haré. —Parecía como
si estuviera a punto de llorar. O estaba realmente alterada, o merecía un
Oscar. Graham permaneció inafectado por su pequeño colapso.
Pasaron varios minutos de incómodo silencio mientras Graham pasó
de juguetear con su reloj a girar los extremos de una pluma entre sus dos
dedos índice.
Lo arrojó a través de la habitación y gruñó:
—¿Qué demonios les está llevando tanto tiempo?
Genevieve se esforzaba por aliviar el estado de ánimo y miró a mis pies.
—Me gustan tus zapatos. ¿Qué marca son?
—Michael Kors. No son Louboutins, ni nada, pero me gustan. Son
cómodos para ser plataformas.
Ella sonrió.
—También me gustan.
Graham rodó su silla hacia atrás y se levantó. Empezó a caminar y
parecía estar perdiendo su calma, así que traté de tranquilizarlo.
—Dijeron antes del mediodía, ¿cierto? Bueno, todavía hay un poco de
tiempo.
Sacó su teléfono.
—Voy a llamar al laboratorio. —Lo puso en el altavoz.
Una mujer respondió:
—¿Laboratorios Culver?
—Sí. Soy Graham Morgan. Se suponía que recibiera una llamada antes
del mediodía de hoy con los resultados de una prueba de paternidad que su
laboratorio realizó para mí esta semana. Estamos a tres minutos del límite.
Quisiera mis resultados ahora, por favor. Arnold Schwartz indicó que él
supervisaría todo personalmente para asegurarse que estos resultados
estuvieran listos esta mañana. Tengo un número de referencia especial que
me dio por si lo necesita.
—Sí, señor. Eso sería útil.
153
12 Se trata de un plato salteado en wok a base de fideos de arroz con huevos, salsa de pescado,
salsa de tamarindo, pimiento rojo, y cualquier combinación de brotes de soja, gambas, pollo, o
tofu, decorado con cacahuetes picados y cilantro.
Tuve que morderme la lengua para evitar recordarle que no recordaba
mucho de lo que pasó antes de encontrarla chupándosela a Liam. Sin embargo,
esta no era la noche para mis típicas pullas.
—Gracias. Eso fue considerado.
—Solo quiero que te sientas cómodo aquí.
La única cosa que me hacía sentir incómodo, era Genevieve tratando de
interpretar a la feliz ama de casa.
—¿Dónde está?
—Chloe está jugando en su habitación. Pensé que sería mejor simplemente
dejarla salir y naturalmente que te encuentre aquí, en lugar de presentarte
inmediatamente. No quiero que sospeche.
¿Sospechar que su madre es una infiel mentirosa que le ha ocultado a su
verdadero padre desde el día en que nació?
—Lo que sea que creas que sea mejor. La conoces mejor que yo. Eso no es
por mi elección, por supuesto.
—Lo sé. —Genevieve se aclaró la garganta y caminó hacia la cocina—. Ponte
cómodo. ¿Puedo ofrecerte algo para beber?
—El agua estará bien con la cena, nada por ahora. —Me senté en la sala de
estar, que estaba junto a la cocina.
—¿Estás seguro? Tengo coñac... Merlot...
Levantando la palma de la mano, dije:
—No voy a beber esta noche.
—De acuerdo... déjame saber si cambias de opinión.
—Te conozco —dijo una voz dulce.
Me di vuelta para encontrar a Chloe de pie allí. Su gruesa y larga melena de
cabello castaño cubría la mitad de su rostro. Llevaba un adorable pijama de pies
rosados y sostenía un osito de peluche.
Mi boca se curvó en una sonrisa mientras me levantaba de mi asiento.
—¿Me conoces?
—Encontraste mi pasador... en la fiesta de papá.
Estaba en lo correcto. Había recogido la cosa con borla que cayó de su
cabello en el velatorio de Liam.
Me arrodillé delante de ella.
—Eres una chica lista.
—¿Cuál es tu nombre?
157
—Graham.
—¿Como las galletas Graham?
—Sí. Supongo.
—¡Eres una galleta de sal inteligente!
Me reí.
—Eres muy graciosa, Chloe.
Genevieve interrumpió:
—Chloe... Graham es un amigo de papá y mamá. Va a cenar con nosotros
esta noche.
—¿Sabías que mi papá murió?
—Sí. Lo siento mucho por ti. Sé que te quería mucho.
Se acercó a la mesa auxiliar y tomó una fotografía enmarcada, trayéndola
hacia mí. En la instantánea, Liam la miraba cariñosamente mientras las hojas
de otoño caían a su alrededor. No había duda de que él la adoraba. Quería
sentirme amargado, pero ver la sonrisa en su rostro en la foto, lo hacía imposible.
—Esa es una gran foto de ustedes dos.
—Gracias.
En dificultades para encontrar qué decirle a continuación, le pregunté:
—¿Siempre llevas pijama tan temprano?
—A veces.
—Se ven muy cómodos. Ojalá hicieran de esas para mi tamaño.
Ella arrugó su pequeña nariz.
—Eso sería tonto.
—Sí. Supongo que lo sería.
Me entregó su osito de peluche y dijo:
—¡Mira! Teddy Grahams13... como las pequeñas galletas. —Luego empezó a
reírse.
Me reí porque ella se estaba riendo.
—Inteligente.
—¡La cena está lista! —gritó Genevieve desde la cocina.
Había preparado la mesa del comedor. Un gran plato blanco y rectangular
estaba lleno de fideos de arroz y verduras que había hecho. Un plato de nuggets
de pollo y verduras mixtas estaba colocado delante de lo que asumí era el asiento
de Chloe. El mantel individual de Dora La Exploradora lo delataba.
—Graham, ¿dijiste que solo querías agua? —preguntó Genevieve.
158
13Juego de palabras, la niña hace una broma al decirle Smart cracker (galleta salada inteligente),
luego de que Graham la llamó Smart cookie: chica inteligente, frase que literalmente significa
galleta inteligente.
—Está bien.
—Chloe, ¿quieres tu habitual leche de fresa?
¿Leche de fresa?
De ninguna manera.
Me volví hacia Chloe.
—¿Leche de fresa? Me encanta la leche de fresa.
—Ese es mi favorito.
—¿Qué tipo?
—Quik —dijo.
Nunca había tomado leche Nesquik delante de Genevieve. Por lo tanto, ella
no tenía ni idea de que esto era una loca coincidencia.
—Es una locura. Esa es mi bebida favorita en todo el mundo. —Me volví
hacia Genevieve—. ¿Puedo cambiar mi pedido a la leche de fresa, también?
—Por supuesto. —Genevieve lucía divertida.
En presencia de mi hija, por primera vez en mi vida adulta, bebía leche
Nesquik abierta y descaradamente. Salía del closet de leche de fresa.
Chloe se volvió hacia su madre.
—Tienes que darle un popote loco.
—Oh, no creo que él quiera una.
Para el beneficio de Chloe, miré a Genevieve como si estuviera loca por
pensar que no lo haría.
—¡Por supuesto que sí!
Genevieve sacudió la cabeza y luego puso un popote largo y rosado delante
de mí. Chloe alucinó al verme beber de ella.
—Sabes, Chloe, nunca me di cuenta de lo mucho mejor que sabe esta leche
cuando la bebes de un popote loco.
—¡Lo sé! —gritó.
La alegría en sus ojos era palpable. Me podría acostumbrar a esto. Me hizo
sentir tan bien que, la mera visión de un tontorrón como yo haciendo cosas
infantiles, podría poner una sonrisa muy necesaria en su rostro. Esta niñita
acababa de sufrir una pérdida traumática, pero era equilibrada y amada por su
madre. Tuve que, al menos, concederle a Genevieve eso. Parecía una muy buena
madre.
A lo largo de la cena, Chloe disfrutó viéndome sorber mis fideos. Haría
cruzar mis ojos solo para hacerla reír una y otra vez. Genevieve permaneció en
159
Esta noche definitivamente había ido mejor de lo que podría haber previsto.
De vuelta en la limosina, la sensación de calidez dentro de mí fue
rápidamente reemplazada por la preocupación cuando revisé mi teléfono y me di
cuenta de que Soraya nunca respondió a la foto que le había enviado. Un
presentimiento se apoderó de mí. No era propio de ella no responder a uno de
mis textos.
161
Era un imbécil.
Un total y puto Imbécil.
Nunca debí enviar esa foto.
Mi corazón comenzó a golpear. ¿Debería dejarla sola esta noche o ir a
Brooklyn?
—Solo estacione enfrente del condominio, Louis. Todavía no sé a dónde me
dirijo.
Justo cuando el auto se detuvo en mi edificio, mi teléfono zumbó con una
notificación de mensaje de texto.
Soraya: Lo siento. No me llego hasta ahora. Mi teléfono se estaba
cargando en la otra habitación. Te ves adorable en una boa. Me alegro que
las cosas fueran bien. Creo que me voy a acostar temprano esta noche. Me
siento un poco indispuesta. Hablamos mañana. XO
Dejando escapar un enorme suspiro de alivio porque había respondido,
incliné la cabeza hacia atrás en el asiento antes de releer el mensaje de nuevo.
No estaba seguro si ir a Brooklyn o no. Dijo que no se sentía bien. Cogí el teléfono
y marqué su número, pero fue al buzón de voz. ¿Estaba ignorando mi llamada o
ya se había ido a la cama? Tal vez lo puso en modo silencioso. Cuando el teléfono
pitó para dejar un mensaje, empecé a caminar.
—Hola guapa. Me apena que no te sientas bien. Solo quería oír tu voz antes
de que te acostaras a dormir. Probablemente ya estás en la cama. Esta noche
fue bien. Quiero que la conozcas cuando estés lista. Pero, Soraya, necesitas saber
algo. No creo que hubiera estado listo para esto si no fuera por ti. El hombre que
era hace unos años no es el hombre que soy ahora. Era una persona miserable.
Liam fue el mejor padre para ella en ese entonces. Estoy seguro. Pero gracias a
ti, seré el tipo de padre que ahora merece. Porque me has enseñado mucho sobre
lo que es importante en la vida.
Me detuve.
Mierda.
Dile que la amas. Solo dile.
—Soraya, yo...
BIP.
La maldita cosa me colgó.
162
Soraya
o había visto el auto estacionado en la acera fuera de mi edificio, hasta
que bajó la ventanilla y su voz sexy me llamó la atención.
—¿Quieres un paseo, hermosa?
Me dirigí al auto oscuro.
—Eso depende. ¿Qué tipo de paseo ofrece, Sr. Gran Imbécil?
Tomándome por sorpresa, Graham abrió la puerta, tiró de mi brazo y
me llevó dentro, sobre su regazo, en un rápido movimiento. Lo juguetona
que fue su acción me hizo sonreír, aunque era de mañana y no había tomado
mi segunda taza de café. Eso no pasaba seguido.
Me reí, probablemente sonando como una colegiala, pero no pude
evitarlo.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Vine a llevar a mi mujer a trabajar.
—¿Tu mujer? Suenas como un hombre de las cavernas. —Lo que
secretamente me encantó.
Enterró su rostro en mi cuello y respiró profundamente. Cuando
exhaló, sentí la tensión salir de su cuerpo.
—Te extrañé anoche. No te sentías bien. ¿Estás mejor hoy?
—En realidad, lo estoy. Pensé que me iba a dar algo. Pero una buena
noche de sueño me hizo sentir mucho mejor.
—¿Sabes qué más puede hacerte sentir mejor? —Su brazo derecho
estaba en mi regazo, manteniéndome fija en el lugar mientras su otra mano
empezaba a deslizarse por mi muslo. Llevaba una falda que le permitía un
fácil acceso.
—Déjame adivinar, ¿tu pene? ¿Tu pene puede hacerme sentir mejor?
—Ahora que lo mencionas, estoy seguro que lo haría. Pero eso no es lo
que tenía en mente, en realidad.
—¿No?
Negó lentamente.
163
Querida Ida,
Mi novio y yo hemos estado juntos por poco más de cuatro
meses. Lo amo, y me ha dicho que también me ama. Mi
preocupación es que no me hace sentir especial, querida, o
deseada. Nunca está ansioso por verme, y a menudo necesito ser
la que inicia la actividad sexual. He intentado hablar con él sobre
esto, pero no ha cambiado las cosas. ¿Estoy siendo tonta por
necesitar sentirme querida?
—Krista, Jersey City
Seguí revisando el correo diario, dejando a un lado los que creía que
tenían potencial.
Querida Ida,
Mi novio, Brad, y yo, nos mudamos juntos hace seis meses.
Una semana después de haber firmado el contrato de
165
Querida Ida,
Mi marido parece haber perdido su deseo sexual...
Querida Ida,
Estoy saliendo con un hombre que es reflexivo y cariñoso. El
problema es que...
Querida Ida,
Me temo que dejé que el amor de mi vida se escapara de mis
manos hace unos años. Todo aquel que me encuentro, palidece…
descansar.
Chloe literalmente saltó dentro de Serendipity 3 quince minutos más
tarde. No se había cambiado su ropa de baile, y era imposible no sonreír
mirándola. Después de una breve pausa donde Genevieve señaló hacia
nuestra mesa, saltó el resto del camino hacia donde estábamos sentados.
Graham se puso de pie.
—Chloe. —Asintió y sonrió.
—Galleta. —Puso todo su peso detrás de ella, se estiró y golpeó su mano
en el aire buscando chocar la de Graham. Lo cogió desprevenido, casi
perdiendo la conexión de manos. El intercambio fue cómico. Chocar manos
era tan... ajeno a Graham.
Cuando se sentó de nuevo, me incliné:
—¿Galleta?
Susurró de regreso:
—Como las galletas Graham. Aparentemente, tengo un apodo.
—¿Cómo te llamas? —Chloe subió a su silla y se arrodilló. Estaba
sentada directamente frente a mí.
—Mi nombre es Soraya. Es un placer conocerte, Chloe.
—¿Soraya?
—Es correcto. —Al primer intento.
—Amo tu cabello. Mamá, quiero hacer eso en mi cabello.
Genevieve levantó el menú.
—No lo creo.
—¿Eres la esposa de Graham?
—No.
—¿Eres su...?
Genevieve volvió a interrumpir a su curiosa hija.
—Soraya es amiga de Graham, cariño. Ahora, ¿por qué no te sientas
bien en la silla?
Ella se encogió de hombros.
—Pero me gusta sentarme sobre mis rodillas. Puedo alcanzar mejor las
cosas.
—Siéntate. Si necesitas algo y no puedes alcanzarlo, te lo acercaré.
Chloe hizo una mueca, pero plantó su trasero en el asiento
correctamente.
—¿Recuerdas la vez que vinimos aquí después de obtener la cuenta de
Donovan? —le preguntó Genevieve a Graham.
170
—No. —La respuesta de él fue rápida. Estaba claro que recordaba, pero
trataba de alejarla del tema.
Bajando sus ojos hacia el menú, Genevieve sonrió ampliamente.
—Eso es malo. Pero estoy segura que recuerdas lo que pasó más tarde
esa noche.
—Galleta, ¿qué vas a ordenar?
—No lo sé todavía, Chloe. ¿Tú qué vas a ordenar?
Ella arrugó todo su rostro y sostuvo su dedo índice contra su nariz en
un profundo pensamiento.
—El chocolate caliente helado.
—¿Supongo que has estado aquí antes?
—Solía venir cada semana después de bailar, con mi papá. —El rostro
de Chloe vaciló. Su siguiente pregunta la dirigió hacia mí—. ¿También
conociste a mi papá, Soraya?
—Ummm...
Graham apoyó su mano en mi rodilla debajo de la mesa y respondió
por mí.
—No conoció a tu papá, Chloe.
—¿Sabes lo que mi papá ordenaba cada semana?
—¿Qué?
Arrugó su nariz como si algo oliera mal.
—Café.
Graham bajó su menú. Ni siquiera le había echado un vistazo.
—Pediré lo mismo que tú, Chloe.
Ella sonrió tan grande, que casi podía contar todos sus pequeños
dientes blancos. Cuando el mesero vino a tomar nuestro pedido, también
pedí un chocolate caliente helado. Genevieve solo ordenó un café. Le dejó a
Chloe una lata llena de crayones y un menú de papel infantil para colorear.
Inmediatamente se puso a trabajar.
—¿Cuál es tu color favorito, Galleta?
—Azul. —Los ojos de Graham se estrecharon hasta las puntas de mi
cabello—. ¿El tuyo?
—Verde. Quería pintar mi habitación de verde, pero mami dijo que no
era acordado para la habitación de una niña.
Genevieve interrumpió:
—Dije que no era adecuado para la habitación de una niña.
Chloe se encogió de hombros y regresó a colorear.
171
Llevaba un tiempo pensando hacer esto. Con todos los cambios sucediendo
últimamente, no había mejor momento que el presente para morder la bala.
Cuando Louis me dejó en la sala de tatuajes de Tig’s en la octava avenida,
me sentí bombardeado. La campana sonó cuando abrí la puerta. Como de
costumbre, olía a incienso de canela y a tabaco. Bob Marley estaba tocando.
Estar aquí de alguna manera extrañamente me recordó mis días en la
universidad.
Tig sacó su cigarrillo y me saludó.
—¡Señor Gran Imbécil! Cuando vi tu nombre en la lista de citas, casi
destrocé un ladrillo. ¿Qué mierda? ¿Qué te llevó finalmente a perder la cabeza?
—No le dijiste a Soraya que iba a venir, ¿verdad?
—No —dijo Delia—. Cuando llamaste para hacer la cita, dejaste en claro
que querías que fuera una sorpresa, así que no la arruinaremos. ¿Verdad, Tig?
Tig me llevó hasta el asiento de la esquina.
—¿Tienes idea de lo que te harás?
—Sí. Sé exactamente lo que quiero. De hecho, intenté dibujarlo para ti. —
Sacando un pedazo de papel del bolsillo, dije—: Mis habilidades de dibujo no son
tan buenas como las tuyas, pero te da una idea de lo que tengo en mente.
Tig encendió un cigarrillo y entornó los ojos para examinar mi intento de
diseño de tatuaje.
—Reconozco esto. —Rió entre dientes—. Bien. Creo que podemos hacerlo
incluso mejor. ¿Por qué no te acuestas?
176
—Ya que te estás aventurando, SGI, estaría feliz de perforar algo para ti
mientras estás aquí.
—¿SGI?
—Señor Gran Imbécil.
—Oh, por supuesto. —Puse los ojos en blanco y arrojé un rollo de efectivo,
el cual era el triple de la cantidad que debía en el mostrador.
Tomó el dinero y lo colocó en caja.
—Entonces... ¿anillo en el pene? ¿Qué dices?
Un escalofrío protector corrió a través de mi pene, desde la base a la punta.
Auch.
—Poco a poco, Delia.
—Está bien. —Se encogió de hombros—. No puedo decir que no lo intenté.
—Tengo un retraso.
—¿Retraso? ¿Qué quieres decir? ¿Retraso de qué?
—De mi periodo. Tengo un retraso. Estoy asustada.
Parpadeé varias veces.
—¿Crees que estás embarazada?
—Estoy tomando la píldora. Es improbable, pero nunca tengo retrasos. Así
que, estoy preocupada. Acabo de mirar el calendario y me di cuenta hoy.
Bueno, ahora su extraño estado de ánimo tenía sentido.
—¿Podría haber otras razones para explicarlo?
—Leí que el estrés puede causar un retraso a veces. Así que espero que eso
sea. Esto es lo último que necesitas ahora mismo.
—¿Te preocupas por mí?
—Sí. ¡Por supuesto que sí! Estás teniendo problemas teniendo una hija.
Esto sería demasiado. —Enterró su cara en sus manos—. Demasiado.
Moví sus manos de su rostro y la empujé hacia mí.
—Soraya, estoy de acuerdo en que el momento no sería ideal, pero no te
equivoques, la idea de que lleves a mi bebé no me trae nada más que felicidad.
No creo que estés lista... no… pero si sucediera, lo vería como una bendición.
Me miró.
—¿De verdad?
—Sí... de verdad. —Le acaricié las mejillas, sonreí y repetí—: De verdad.
—Gracias por decir eso, porque he tenido tanto miedo de mencionarlo
siquiera.
—No tengas miedo. Nunca tendrás que pasar por algo sola otra vez.
Necesitaba saberlo.
—¿Podemos hacer una prueba? —pregunté.
—No sé si estoy lista. No quiero tomarla demasiado pronto de todos modos,
podría obtener un resultado falso. Esperaré hasta después de este fin de
semana... una vez que hayamos pasado la fiesta. Entonces, lo haremos.
—Lo que quieras.
Sabía por la expresión de su rostro que estaba rezando por no llevar a mi
bebé.
¿Estaba loco por desear lo contrario?
180
Soraya
as dos horas de viaje hasta East Hampton el sábado en la mañana
fueron sorprendentemente rápidas con poco y nada de tráfico.
Considerando que era el fin de semana del Día de los Caídos,
habíamos esperado algo peor. Todavía era muy temprano en la temporada
con el clima frío, así que tal vez la mayoría de los neoyorkinos no habían
empezado sus descansos de fin de semana fuera de la ciudad.
Graham le había dado el fin de semana libre a Louis, prefiriendo
conducir su Beemer a los Hampton. Había bajado las ventanillas, así que
mi cabello estaba moviéndose salvajemente alrededor con el viento. Ambos
estábamos usando lentes de sol. La vida era buena. Había prometido no
dejar que mi periodo retrasado o el inminente encuentro con Genevieve hoy,
arruinaran esta escapada de fin de semana.
Graham nos había reservado un cuarto en una hostería para esta
noche, cerca de la propiedad de Genevieve. Nos dirigíamos derecho a la
fiesta, ya que él no quería llegar tarde. El asiento trasero estaba lleno con
regalos envueltos en papel color pastel. Aparentemente, Graham sentía la
necesidad de compensar todos los cumpleaños de Chloe que se había
perdido. Había ordenado a su secretaria que prácticamente limpiara la
sección de niñas en Toys “R” Us.
Durante el viaje, Graham estaba siendo particularmente atento con lo
que necesitaba, preguntándome si estaba bien, si necesitaba agua, si tenía
frío. Sabía que la pequeña posibilidad de que pudiera estar embarazada
estaba constantemente en su mente. También estaba constantemente en la
mía.
En realidad, no me había sorprendido que se tomara tan bien las
noticias de que mi periodo estaba retrasado. Graham sería un padre
fabuloso; ya estaba probándolo. Estaba en un lugar de su vida en que estaba
listo para eso. Yo, por otro lado, todavía no estaba siquiera segura de que
quisiera niños, así que la idea de un embarazo, en especial dada la situación
actual con Chloe, era aterradora. Definitivamente estábamos en páginas
diferentes en cuanto a lo que eso concernía.
En un punto durante el viaje, Graham se volteó hacia mí.
181
—Vayan derecho por la casa hacia las puertas francesas que llevan al
patio —dijo.
Sintiendo mis nervios, Graham protectoramente colocó su mano en mi
espalda mientras entrabamos juntos.
El vestíbulo prácticamente había vomitado hortensias lavandas.
Genevieve estaba en la gran cocina blanca, organizando incluso más de ellas
cuando pasamos por ahí.
—¡Graham, lo lograste! —Sonrió.
Limpiándose las manos, caminó alrededor de la isla de granito para
saludarnos. Lucía como si fuera a abrazarlo, pero se detuvo, probablemente
sintiendo su aprehensión. Por no mencionar que su agarre no había dejado
mi torso.
Sus ojos se quedaron fijos en Graham.
—Chloe está afuera jugando con algunos de sus amigos. Los adultos
estaban por ahí también. ¿Recuerdas a Bret Allandale? Está aquí con su
esposa, Laura. También están Jim y Leslie Steinhouse.
Ya que había elegido ignorarme, me aclaré la garganta y dije:
—Tienes una bonita casa.
—Gracias. De hecho, Graham eligió esta propiedad.
Confundida, lo miré buscando una aclaración, pero no la ofreció. En
cambio, simplemente apretó su agarre sobre mí.
Ella continuó:
—Esta era nuestra casa de verano… antes de que las cosas cambiaran.
Graham finalmente habló.
—La casa estuvo a nombre de ambos en algún momento… hasta que
felizmente le vendí mi parte a Liam. —Miró hacia las puertas que llevaban
al patio—. Deberíamos ir a ver a Chloe. —Graham me llevó afuera sin hacer
más conversación con Genevieve.
Una piscina estaba en medio del gran patio. A la izquierda había un
brillante campo de tenis. A la derecha había una gran área de césped donde
al menos una docena de niñas con vestidos de flores estaban corriendo
alrededor. Una gran casa hinchable con la forma de un castillo de princesa
estaba instalada junto con una estación de algodón de azúcar rosado.
También había un improvisado salón de belleza al aire libre, donde las
chicas podían hacerse el cabello como una princesa. Genevieve
definitivamente había ido con todo.
Graham estaba mirando las niñas, tratando de ver a Chloe.
—Entonces… ¿esta era tu casa, Graham?
183
—Sí… solo por poco tiempo. Puse nuestros nombres después de que
nos comprometiéramos. Entonces, cuando me enteré de lo que estaba
pasando, no tuve nada que ver con esto. Las huellas de Genevieve están
sobre todo. Era más fácil para mí simplemente vender la mitad a Liam y
terminar con esto.
—Pero elegiste esta casa. Debió ser difícil cederla.
—Sí. Me encantaba lo cerca que estaba del agua. La arquitectura
también tenía mucho encanto.
—Ciertamente lo tiene. Tienes buen gusto.
Se inclinó y acarició mi oreja.
—Eso diría.
Tenía que admitir, que saber que este había sido su nido de amor con
Genevieve en algún momento, me puso incluso más incómoda sobre estar
aquí.
Miré alrededor a lo conservadoramente vestidos que estaban todos. En
sus camisas tipo polo ajustadas, Graham se mezclaba bien. Como siempre,
destacaba con mi vestido sin mangas azul real y las puntas de mi cabello a
juego. Había tenido ganas de cambiar de color, pero juré que lo dejaría azul
para que Graham no pensara que estaba saliéndome de control.
Cuando Chloe vio a Graham, fue directamente hasta él.
—¡Galleta Graham!
Se arrodilló con sus brazos abiertos, así que ella corrió directamente
hacia él y pretendió caerse hacia atrás cuando se arrojó en sus brazos.
—Feliz cumpleaños, cariño.
Cuando se apartó, ella me miró.
—Hola, Soraya.
—Hola, Chloe. —Me agaché—. ¿Puedo tener un abrazo también? —Nos
abrazamos, y me besó ligeramente en la mejilla. Su boca estaba pegajosa
por el algodón de azúcar.
Envolvió sus brazos alrededor del cuello de Graham otra vez.
—¿Vienes a perseguirnos?
—Claro. Eres la cumpleañera. Lo que sea que quieras. ¿Por qué no
vuelves con tus amigas por un minuto? Ya voy para allá, ¿bien?
Chloe asintió entusiasmada y corrió para reunirse con las otras niñas.
Él se enderezó.
—¿Estarás bien si te dejo a solas con los lobos por un rato?
—Claro. Estamos aquí por Chloe. Puedo encargarme del resto de ellos.
Susurró en mi oído, provocando que un escalofrío recorriera mi cuello:
184
luego no le dijiste que era el padre de Chloe durante cuatro años para que
tu esposo no te dejara. Y yo soy la egoísta.
—No estamos hablando de mí.
—Infiernos que no. Solo quieres que Graham esté lejos de mí para poder
intentar hundir tus garras en él. Esto no tiene nada que ver con el bienestar
de tu hija.
Dejó salir un suspiro exagerado.
—No lo entenderías, Soraya. No eres una madre.
Lo sentí en ese momento. Un borboteo de emociones comenzando a
burbujear desde mi interior. El baño y ahora su no tan sutil recordatorio.
—No. No soy una madre.
—Esta es una oportunidad para Chloe, para tener su familia. Graham
y yo tenemos mucho en común. Tenemos un negocio en común, nos
movemos en los mismos círculos sociales y tenemos una hija juntos.
—No te ama.
Genevieve se rió.
—No puedes ser tan inocente, ¿verdad? Creyendo alguna noción
ideológica de que el amor lo conquista todo.
—No, pero…
—Somos compatibles, y soy la madre de su hija. Si desaparecieras,
después de unas semanas, estaría de regreso haciéndole mamadas bajo el
escritorio, y olvidaría que siquiera existes.
Me estremecí. Estando en un estado tan emocional, la visión de ella
bajo el escritorio de Graham fue como si me hubieran dado un puñetazo
físico. Sonrió como un lobo que encuentra a su pobre oveja. Luego fue por
el golpe final:
—Hemos follado en ese sofá en el que estás sentada. Esta era, después
de todo, su oficina. Es el único cuarto que no decoré después de que se
terminó. Me recordaba a él. —Se encogió de hombros y terminó lo que
quedaba en su vaso.
—Si crees que Graham volverá contigo después de lo que le hiciste,
nunca lo conociste muy bien.
—Dime, Soraya. ¿Quién es la mujer en la vida de Graham a la que
valora más que a nadie?
—Su abuela.
—Y todavía llora la muerte de su padre después de más de diez años.
¿Puedes honestamente decirme que la familia no es lo más importante para
ese hombre? —Se levantó—. Te superará. Pero no superará no despertarse
en la misma casa que su hija todos los días.
189
Graham
e sientes bien? —Me había quedado atascado con Bret Allanadle
durante tres cuartos de hora. Encontrando a Soraya en el patio
mirando la puesta de sol sobre el agua, envolví mis manos
alrededor de su cintura y me puse detrás de ella.
—Estoy bien.
Sin pensarlo, mis dedos acariciaron su vientre plano. Había gente
rodeando el patio, así que bajé la voz.
—Pensar que mi hijo podría estar creciendo dentro de ti, dentro de este
hermoso cuerpo, es absolutamente increíble.
—Graham...
—Lo sé. No crees que estés lista. Pero creo que serás una madre
asombrosa. ¿Cuán molesta estarías si admitiera que una parte de
mí espera que estés embarazada? De esa manera no tendrás más remedio
que tolerarme. —Aparté su cabello a un lado y le besé el cuello.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Cualquier cosa.
—Si estuviera embarazada, ¿querrías criar al niño juntos?
—Por supuesto, ¿por qué lo preguntas?
—No lo sé. Estoy cansada y emotiva, supongo. Ha sido un largo día.
—Bueno, entonces, salgamos de aquí pronto. De todos modos,
probablemente deberías descansar.
Después que el sol se puso completamente, decidí que era hora de
irnos. Había visto a Chloe bostezando dos veces, y tampoco parecía que iba
a resistir mucho más. Estaba sentada ante una mesa de tamaño infantil con
otra niña, moldeando algo en plastilina de color rosa. Saqué una pequeña
silla para Soraya con un guiño, y ambos nos sentamos.
—¿Qué estás construyendo?
—Un muñeco de nieve.
—¿Un muñeco de nieve rosado?
190
—¿Qué hora es? —Estiró los brazos sobre su cabeza, y la sábana que
cubría su cuerpo se deslizó hacia abajo dejando al descubierto sus pezones
192
—Dios, Graham. ¿Por qué duele tanto? Siento que he perdido algo,
aunque nunca lo tuve en realidad. —Lloró durante mucho tiempo mientras
la sostenía. Una vez que las compuertas se abrieron, todo salió a
borbotones. El dolor en mi pecho al verla angustiada era casi más de lo que
podía soportar. Tuve que ahogar mis propias lágrimas más de una
vez. Cuando finalmente se calmó, quise tanto decirle que la amaba, pero
tenía miedo que pensara que solo lo decía porque estaba triste.
—¿Por qué no te quedas aquí mientras voy a tomar el desayuno con
Chloe y luego regreso? Lo último que necesitas es a Genevieve en estos
momentos.
—Pero quiero despedirme de Chloe.
—Bueno, ¿qué te parece esto? Está a pocos kilómetros de la
casa. Tomaré un taxi y desayunaré, así puedes pasar unas horas en la
cama. Entonces, cuando te sientas con ánimos, puedes venir a buscarme y
despedirte de Chloe.
Ella asintió.
—Me gustaría eso. No creo que pueda tolerar a Avery y Genevieve por
mucho tiempo.
—Entonces eso es lo que haremos. —Incliné su barbilla para forzar que
me mirara a los ojos—. Vamos a superar todo esto. Lo prometo. ¿Está bien?
No tenía idea en ese momento, pero algunas promesas no podían ser
mantenidas.
194
Soraya
a habitación del hotel estaba muy tranquila después que se fue
Graham. Sola con mis pensamientos, levanté y dejé el teléfono, por
lo menos una docena de veces. ¿A quién podría llamar? No había
nadie con quien pudiera contar para una opinión imparcial. Mi situación
era demasiado parecida a casa para mi mamá o mi hermana. Siempre estaba
Delia. Pero había estado con Tig desde que tenía catorce años y creía en los
finales de cuentos de hadas. Su realidad no involucraba a una niña
pequeña, a una ex ingeniosa, o crecer con un padre que la olvidó y a una
madre que estaba demasiado triste para irse de la casa durante años.
Guiándome por la tristeza de mi situación, hice algo que nunca pensé
que haría. Encendí mi portátil.
Querida Ida,
He estado saliendo con un hombre, por casi dos meses, de quien
me he enamorado profundamente. Hace algunas semanas, se enteró
que tiene un hijo con su ex novia. Es una historia sórdida, pero en
esencia ella lo engañó, le mintió sobre quién era el padre, y le impidió
conocer a su hijo durante años.
Por supuesto, su ex es hermosa, inteligente, y comparten una
pasión por los negocios en los que ambos trabajan. En muchas áreas,
ambos son más compatibles de lo que somos juntos. Para empeorar las
cosas, ella me ha dejado claro que lo quiere de regreso.
El problema es que, él en verdad me importa, y tampoco quiero
lastimarlo. En verdad necesito una opinión imparcial aquí. ¿Debería
retirarme con gracia y dejarlo tener una oportunidad de reavivar su
relación con su ex, para que puedan tener una familia de verdad? Lo
amo lo suficiente para hacer ese sacrificio.
—Theresa, Brooklyn.
—En Brooklyn.
Me reí entre dientes.
—¿Pasarías el verano en Brooklyn?
—Pasaría el verano dentro de ti. Ya no importa dónde.
199
Soraya
l miércoles por la noche, Graham cenó con Genevieve y Chloe. Tuve
dificultades para sentarme en casa y mantener mi mente lejos de
cómo se verían los tres juntos a la mesa del comedor compartiendo una
comida. Así que, en lugar de ir directamente a casa, pasé por la tienda de
tatuajes de Tig y Delia y comimos algo de sushi y sake. A las nueve y media,
cuando ya era hora de cerrar, estaba lo suficientemente llena y borracha
como para estar lista para ir a casa.
Quitándome mi ropa de trabajo, conecté mi teléfono y me metí en la
cama. Justo cuando cerraba los ojos, la campana sonó. Ya que no me había
enviado mensajes de texto durante toda la noche, tuve la sensación de que
Graham podría pasarse. Fui a la puerta y apreté el botón para abrirle la
puerta, luego deslicé el pestillo de la cerradura de la parte superior y esperé
a escuchar pasos en la puerta.
La abrí, sonriendo, justo cuando sus nudillos llamaban suavemente a
la puerta.
Ver al hombre al otro lado hizo que mi sonrisa cayera inmediatamente.
—¿Papá? ¿Qué estás haciendo aquí?
Se quitó el sombrero y lo cruzó sobre su pecho.
—¿Puedo entrar?
—Por supuesto.
Esta mañana, le había pedido a Dios una señal sobre cómo debería
manejar mi relación con Graham. Me hizo pensar si enviar a Frank Vendetta
era algún tipo de mensaje retorcido.
Caminé hacia el armario de la cocina.
—¿Puedo darte algo de beber? —Nerviosa, accidentalmente dejé que la
puerta de madera golpease después de que cogiera una copa para mí.
Mi padre se sentó en la mesa.
—Agua está bien.
El olor de Old Spice llenando mi cocina me llevó directamente de vuelta
a mi infancia.
200
—Creo que voy a necesitar algo más fuerte —dije, abriendo una botella
de Merlot.
—Está bien, entonces en ese caso, tomaré lo mismo que tú.
—Vino, entonces. —Serví dos copas y le di una.
Sonrió.
—Esto es agradable. Nunca pensé que disfrutaría de una copa de vino
con mi hija esta noche.
Corté por lo sano.
—¿Qué te trae por aquí, papá?
Tomó un sorbo y luego dejó escapar un largo y lento suspiro. Su
expresión se tornó seria.
—He estado pensando en venir a verte por un tiempo, pero seguí
postergándolo porque no quería molestarte.
—Entonces, ¿por qué esta noche?
—Se sentía como que era el momento.
—Di lo que viniste a decir.
—El día que me visitaste, me hiciste una pregunta directa que
realmente no supe cómo responder. Querías saber si me hubiera quedado
con tu madre, si Theresa no me hubiera querido o si quizás nunca la hubiese
conocido. No estaba preparado para esa pregunta entonces.
—¿Has descubierto la respuesta?
—He pensado mucho en ello estos últimos días. La conclusión es, si
Theresa no hubiera aparecido, creo que hay una gran probabilidad de que
tu madre y yo todavía estuviéramos casados a día de hoy. Es difícil para mí
admitirlo porque no quiero culpar a Theresa de mis acciones y decisiones
personales.
—Pero ese día también me dijiste que no te arrepientes de las elecciones
que tomaste, lo que significa que no te arrepientes de hacernos daño. Eso
es muy difícil de aceptar.
—No. Eso no es lo que quise decir. Te amo y me arrepiento de hacerte
daño, pero no me arrepiento de enamorarme de Theresa.
—¿Cómo puedes afirmar que nos has querido cuando te fuiste así?
Mi padre apoyó la cabeza entre sus manos antes de decir:
—No es así de simple. Hay diferentes tipos de amor, Soraya.
—El amor por tus hijos debe ser lo primero.
Cerró los ojos como si mis palabras picasen, luego hizo una pausa
antes de seguir hablando.
201
—A veces la vida te lanza una bola curva, algo que nunca viste venir.
Tenemos que tomar decisiones sobre si queremos ser fieles a nosotros
mismos u honorable con los que amamos. Si nunca hubiera conocido a
Theresa, probablemente hubiera sido muy feliz con tu madre porque no
habría conocido la diferencia. Pero dado que la conocí y desarrollé una fuerte
conexión con ella, supe lo que me estaría perdiendo si lo dejaba ir. No había
vuelta atrás.
—¿Y qué fue exactamente lo que Theresa tenía que ma no? ¿Fue
puramente sexual?
—De ningún modo. Es difícil de explicar. Es solo un nivel de química,
Soraya, una especie de atracción magnética entre dos personas que nunca
había sentido con tu madre o con nadie. Podría haberlo ignorado. Elegí no
hacerlo. Fue egoísta. No lo niego.
—Pero no te arrepientes.
—No hay una sola respuesta afirmativa o negativa a esa pregunta.
Lamento que tú y tu hermana se vieran afectadas por mis acciones, pero no
me arrepiento de seguir a mi corazón. Me habría arrepentido de todas
maneras. Escogí la ruta egoísta, la que les hacía más daño, y por eso, lo
siento.
—No sé si podría hacer lo mismo si hubiese estado en tu situación.
—Entonces eres una persona mejor que yo, cariño.
—Me acabas de decir que, a pesar de ello, estarías con mi madre hoy
en día si no hubieras tomado la decisión egoísta. Tus hijas se habrían
evitado años de inseguridad. Por ejemplo, no tendría los problemas de
confianza que tengo con los hombres hoy en día. Mi madre no hubiera
estado casi hospitalizada por depresión. Puede que no te hubieras sentido
más satisfecho si te hubieras quedado, pero tu familia hubiera estado mejor.
—Las lágrimas empezaban a saturar mis ojos—. Así que, básicamente,
hemos sufrido las consecuencias de tus acciones.
—Y por eso, lo siento de verás, Soraya. Es lo que realmente vine aquí a
decirte, más que nada.
Continué asintiendo en silencio, tratando de procesar todo.
—No sé si estoy lista para aceptar tus disculpas, pero lo aprecio y estoy
contenta de que hayas venido. He aprendido mucho de esta conversación.
He necesitado orientación últimamente.
—¿Esto tiene que ver con ese hombre rico que estás viendo? Me miró
bastante mal el día que te recogió de mi calle. Realmente cuida de ti.
Aparentemente tenemos mucho en común. Porque lo sepas o no, te quiero
mucho.
—¿Sabes qué? Tú y Graham tienen mucho en común, más de lo que
probablemente puedas suponer. —Sollocé.
202
Querida Theresa,
Por mucho que pareces estar enamorada de este hombre, creo que
ya conoces la respuesta correcta a tu dilema. Todas las apuestas
están descartadas cuando hay un niño implicado.
Aunque me indicaste que su ex es la causa del fin de su relación,
aparentemente ella ha llegado a la conclusión de que cometió un
error, uno que quiere rectificar por el bien de su hija. El hecho de que
la decisión de poner fin a su relación no fuera directamente de él (sino
solo a consecuencia de que ella se fuera) me lleva a creer que aún
podría albergar sentimientos por ella. Según indicas, son bastante
compatibles, lo cual es aún más preocupante. Me suena como que esto
podría convertirse en una situación complicada para ti a medida que
pase el tiempo.
También has mencionado que no quieres hacerle daño. Tal vez, si
él sintiera que le has hecho daño de alguna manera, podría superarte
más rápidamente. Podrías, por ejemplo, darle la impresión de que hay
alguien más en escena.
Haz lo correcto y encuentra un hombre sin equipaje. Devuélvele
éste a su familia. Cuando se trata de involucrarse con hombres que
203
habría venido a decírmelo. Verle no puede haber sido fácil para ella. Aunque
sabía la respuesta, le pregunté de todos modos.
—¿Por qué no me dijiste nada sobre esto?
—Estabas con Chloe. No quería molestarte. De todos modos, estuvo
bien. Solo hablamos. No fue tan malo como me imaginaba que sería verle
después de la forma en que salí de su casa ese día.
—¿Qué te dijo?
—¿Sabes qué? No quiero perder esta noche volviendo a pensar en todo
eso. Mi padre y yo... estamos realmente bien. Fue una buena visita.
—¿Estás segura de que no quieres hablar de ello?
—Totalmente.
—Está bien. —La atraje hacia mí y planté mi frente contra la suya—.
¿Sabes qué estaba pensando? Tal vez deberíamos ir a Italia para nuestras
vacaciones. Quiero besar el suelo de la tierra que te trajo a mí. Nunca he
estado allí. Podríamos visitar la costa de Amalfi. ¿Qué piensas?
—Estoy segura de que Italia es hermosa.
—No has respondido a mi pregunta. —Me alejé para examinar su
rostro—. No pareces tan emocionada como yo pensaba que estarías. No
tenemos que ir allí. Podemos ir a otro lugar.
Ella puso sus dos manos alrededor de mi rostro y dijo:
—Eres increíble. Tendría suerte de ir a cualquier parte contigo. —Sin
embargo, no estaba sonriendo cuando lo dijo.
¿Qué demonios?
—¿Estás bien? Pareces abatida. ¿Está segura de que tu padre no te
molestó?
—Estoy bien.
—No te creo.
Se quedó en silencio y estaba empezando a alarmarme en serio.
Pasé el dorso de la mano por su mejilla.
—Sabes que me puedes contar cualquier cosa, ¿verdad? Sé que las
cosas con Genevieve y Chloe no han sido fáciles para ti. Necesito que hables
conmigo cuando las cosas te molestan, no mantenerlas dentro. No hay nada
que no podamos arreglar mientras no guardes en secreto las cosas.
—No hay nada de qué hablar. Solo tengo un humor extraño esta noche.
¿Podemos simplemente acostarnos?
Examiné su rostro antes de responder.
—Por supuesto.
A pesar de su explicación, una nube ominosa parecía seguirnos
207
¡Marco, no!
Graham de alguna manera se las arregló para echar a un lado a Marco,
y entonces estuvo de pie frente a mí, su pecho subía y bajaba, sus nudillos
rotos y sangrando. Sin pensar, alargué mi mano hacia su mano lesionada.
—Graham.
Se apartó de mi toque como si fuera fuego.
—Dilo, Soraya.
Miré hacia abajo.
—¡Dilo! Dime que eres una maldita infiel y yo soy un maldito imbécil.
Dios. Porque a pesar de que lo estoy viendo justo en frente de mis ojos,
todavía no quiero creerlo.
Las lágrimas rodaban por mis mejillas. No podía mirarlo.
Cuando volvió a hablar, su voz era baja y dolorosa. Sonaba roto.
—Mírame, Soraya. Mírame.
Finalmente reuní el coraje para levantar la cabeza. Mirando fijamente
a sus ojos, las lágrimas corrían por mi rostro, le dije la verdad absoluta.
—Lo siento mucho, Graham.
Sus ojos se cerraron por un momento antes de girarse, se metió en su
auto, y se fue sin decir nada más. Le miré, llorando, hasta que ya no pude
ver ni rastro de su auto.
¿Qué acababa de hacer?
sido así desde el día en que lo conocí. No sabía que un hombre podía ser tan
firme en su amor y apoyo. Era la parte más bonita de él.
Cuando mis hombros empezaron a temblar de nuevo, Del me envolvió
de nuevo en sus brazos.
—Él va a dar eso a su pequeña. Querías hacer esto por ella. Esa parte
de él no va a cambiar. Simplemente ya no va a estar dedicado a ti.
215
Graham
ebecca!
¿Era tan difícil encontrar gente competente en estos días?
Golpeé el botón del intercomunicador de nuevo, gritando más fuerte:
—¡Rebecca! —No había forma de que no pudiera oírme los últimos diez
minutos. Toda la condenada oficina tenía que haberme escuchado, aunque
la puerta de mi oficina estaba cerrada. Sin respuesta, fui en busca de mi
secretaria. Su escritorio estaba vacío, y parecía que no estaba hoy, aunque
estaba sentada allí cuando entré hace solo tres horas. Gruñendo con un
montón de papeles, me dirigí a recepción.
—¿Dónde está Rebecca?
—¿Quién?
—Mi secretaria. De nuevo no está en su escritorio.
—Oh. Se refiere a Eliza.
—Lo que sea. ¿Dónde está?
—Renunció esta mañana, señor Morgan.
—¿Ella qué?
—Renunció.
—Jesucristo. Ya es imposible encontrar personal fiable. —Tiré el
montón de papeles que estaba sosteniendo en el escritorio de la recepción—
. Necesito cinco juegos de estos.
Un poco después, llamaron a mi puerta:
—¿Qué?
La recepcionista sostenía las fotocopias que había pedido, junto con un
montón de periódicos.
—¿Dónde quiere las copias?
Señalé con mi dedo, sin levantar la vista de mi trabajo:
—En el aparador.
—No ha sacado sus periódicos del buzón esta semana, así que se los
216
traje.
—No los quiero.
Unos minutos después, todavía no había levantado la vista, y me di
cuenta de que la recepcionista todavía estaba en mi oficina. Suspirando, la
reconocí, no que quisiera hacerlo. Pero al ver que estaba parada en el otro
lado de mi escritorio mirándome, me dejaba poca elección:
—¿Qué?
—Ava. Mi nombre es Ava.
—Lo sé.
—¿Puedo decirle algo, señor Morgan?
Lancé mi pluma sobre el escritorio:
—Ya me has interrumpido, así que escupe lo que sea que te gustaría
decir, y acaba de una vez.
Asintió.
—He trabajado aquí durante dos años.
¿De verdad?
—Y…
—¿Sabe cuántas secretarias tuvo en ese tiempo?
—No tengo idea. Pero ya que estás desperdiciando mi tiempo, voy a
suponer que estás a punto de iluminarme.
—Cuarenta y dos.
—En una ciudad de este tamaño, es condenadamente increíble lo difícil
que es encontrar buena ayuda.
—¿Sabe por qué se van?
—No estoy seguro de que me importe.
—Se van porque usted generalmente es un jefe tirano.
Mis cejas saltaron.
—¿De verdad, Ava?
—Lo es, señor Morgan.
—Entonces, ¿por qué sigues aquí? Acabas de decir que has estado aquí
por dos años.
Se encogió de hombros.
—Mi padre solía ser como usted. Además, no tenemos tanta interacción
ya que estoy en recepción todo el día. La mayoría de los días usted pasa
zumbando a mi lado y ni siquiera reconoce mi existencia. Lo que está bien
para mí.
217
trabajar.
—Así es. Y también las chispas de chocolate. Mi abuela solía hacer
panqueques de banana con chispas de chocolate para mí todo el tiempo
cuando tenía tu edad. —Me incliné hacia mi hija y susurré—: ¿Quieres saber
un secreto?
Asintió rápido con la cabeza.
—A veces los hace para mí. Y son incluso mejores que los de tu mamá.
Chloe se carcajeó. El sonido era la mejor medicina en el mundo para
mí; nada pudo detener a mi rostro de sonreír cuando oí eso. Me había
mantenido alejado de mi hija para protegerla de lo que estaba sintiendo,
preocupado de que mi mal humor fuera contagioso. Sin embargo, la realidad
era al revés; era la disposición naturalmente despreocupada de Chloe la que
era contagiosa. Esta preciosa niñita había perdido a un hombre al que
amaba como su padre hace solo algunos meses, y aun así aquí estaba
sonriendo. Si ella podía hacerlo, yo también podría. Mi hija fue inspiradora.
Me acerqué y tomé sus mejillas.
—Te he extrañado, cariño.
—No has venido a verme por unos días.
—Lo sé. Lo siento. Estaba atrapado en algo. Pero eso no volverá a
suceder.
—¿Podemos ir a ver a tu abuela un día para desayunar?
No solo era inspiradora, sino que también estaba llena de buenas ideas.
—A ella le encantaría. Le he contado todo de ti, y no puede esperar a
conocerte.
—¿También puede venir Soraya?
Mi pecho se apretó incluso por la mención de su nombre. De hecho,
todavía podía imaginar a los cuatro juntos. Las tres mujeres más
importantes de mi vida y yo. Mi hija, Meme, y la mujer que amaba. Era crudo
hablar, pero no le mentiría a mi hija.
—Lo siento, Chloe. No podrá venir con nosotros. ¿Pero tal vez tú y yo
podamos ir juntos este fin de semana?
Genevieve escogió ese momento para regresar al comedor.
—¿Estás enojado con Soraya? —Mis ojos se encontraron brevemente
con Genevieve antes de responder a mi hija.
—Algunas veces las cosas no funcionan entre los adultos y dejan de
verse.
—¿Por qué no funcionaron las cosas contigo y con Soraya? Me gustaba.
Tomé una respiración profunda.
—También me gustaba. —Viendo mi reloj, cambié de tema—. Vas a
220
llegar tarde si no nos movemos. Pensé que te dejaría en la escuela hoy, ¿si
está bien contigo?
Chloe corrió a recoger sus cosas mientras Genevieve y yo limpiábamos
los últimos platos de la mesa del comedor.
—¿Quieres venir a cenar con nosotros esta noche? Estoy haciendo otro
de tus favoritos, pollo a la parmesana.
Había asumido que Genevieve iba a intentar discutir lo que acababa de
escuchar de mí y de Soraya. Estuve aliviado cuando pareció seguir adelante.
Tal vez Genevieve y yo pudiéramos hacer esto de la co-paternidad mejor de
lo que anticipé.
—Me gustaría. Gracias.
hayamos terminado.
Odiaba la idea de que Chloe no quisiera jugar con sus amigos. Cuando
mi propia madre estaba enferma, había pasado por un retraimiento similar.
Viendo hacia atrás, me di cuenta de que tenía miedo de dejarla. Si me iba a
algún lugar, algo podría cambiar o pasar. Genevieve hizo buenas elecciones
por Chloe.
—Eres buena madre.
Estaba sorprendida por mi cumplido.
—Gracias, Graham. Eso significa mucho para mí, viniendo de ti.
Durante la cena, hablamos sobre todo de trabajo. Había olvidado lo
fácil que era hablar con ella. Habían pasado años desde que tuvimos una
conversación real. Después de terminar nuestra comida, nos serví una
segunda copa de vino.
—Esto es bueno —dijo Genevieve.
Asentí.
—¿Puedo preguntarte algo personal?
—¿Te detendré si digo que no?
Ella sonrió.
—Probablemente no. ¿Qué pasó entre Soraya y tú?
—Preferiría no hablar de ello.
—Lo entiendo.
Había tantas preguntas sin contestar en mi cabeza. Tal vez finalmente
era el momento de obtener algunas respuestas:
—¿Puedo hacerte una pregunta personal?
Sus cejas se elevaron.
—Cualquier cosa.
—¿Estás segura de ello?
—Déjame primero conseguir algo más fuerte que el vino. —Terminé mi
segundo vaso de vino mientras Genevieve desaparecía en la cocina. Regresó
con dos copas de coñac—. ¿Por qué no nos sentamos en la sala?
Genevieve se quitó los tacones, luego se me unió en el sofá. Los dos
estábamos en silencio, tomando nuestras bebidas por un tiempo. Me quedé
mirando el suelo cuando finalmente dije:
—¿Qué te hizo dirigirte a Liam? —Era una pregunta que había pasado
la mayor parte de un año preguntándome. Los recientes sucesos obviamente
lo habían vuelto a poner de nuevo en mis pensamientos.
Soltó un suspiro audible.
—Me hice la misma pregunta un millón de veces. La respuesta no es
222
tan sencilla. Era egoísta. Me gustó la atención que Liam me dio. Tú estabas
tan ocupado y envuelto en el crecimiento de tu negocio que creo que me
sentí un poco abandonada. Eso no quiere decir que sea culpa tuya. Porque
no lo es. Solo quería ser el centro de tu mundo; la razón por la que te gustaba
levantarte de la cama cada mañana. No me malinterpretes, éramos
compatibles en tantos niveles. Teníamos nuestro trabajo, y el sexo no era
nada más que espectacular. Pero nunca sentí como si fuera el amor de tu
vida. Liam me hizo sentir así. El problema fue que, después de que nos
separamos y yo estuve con Liam, me di cuenta que él no era la razón por la
que yo salía de la cama cada mañana. Tú lo eras.
Miré a Genevieve por primera vez. Hace cuatro años nunca podría
haber entendido de lo que estaba hablando. Pensé que ella era el amor de
mi vida. Hasta que conocí a Soraya. Tuve que obligarme a salir de la cama
estos últimos días ya que ella ya no estaba en mi vida.
Asentí.
—Gracias por ser sincera conmigo.
—Es lo menos que podía hacer.
Tragué los restos de la copa y me levanté.
—Creo que necesito otro. ¿Te gustaría rellenar?
—No, gracias.
La siguiente copa alta de alcohol me dejó sintiendo incluso más
relajado. Genevieve y yo cambiamos nuestra conversación a temas más
ligeros, y me acomodé en el sofá cómodamente esperando a mi hija.
—¿Graham? —Su tono había cambiado, y vaciló hasta que estaba
mirándola a los ojos—. Lo siento. Sé que lo he dicho antes, pero quiero que
sepas que lo digo en serio desde el fondo de mi corazón. Odio haberte
lastimado, y me gustaría poder hacer todo de nuevo y devolver todas mis
decisiones egoístas.
—Gracias.
—He madurado desde entonces. Tener una hija me enseñó mucho
sobre mí. Ya no tengo que ser el centro del universo de nadie, porque ella es
el mío.
—Puedo ver eso.
No fue hasta que me levanté para ir al baño una hora más tarde que
todo el alcohol realmente me golpeó. Había tenido una bebida en mi oficina
antes de irme, dos copas de vino en la cena, y debía ir por el cuarto coñac.
Estar borracho no era una sensación que disfrutaba. La sensación de no
estar en un claro estado de ánimo normalmente era algo que despreciaba.
Pero esta noche, se sentía bien. Mis hombros estaban relajados, y la ira que
había estado llevando alrededor parecía haberse aligerado un poco también.
223
16Serie de animación creada en 1984 en la que la protagonista tiene un caballo con el pelo
de colores. De ahí que lo use como broma.
pensamientos en Graham nunca quedaron atrás. Delia estaba en el
condominio durmiendo, y yo estaba aprovechando el tiempo sola para
disfrutar de la tranquila playa antes de que se llenase de gente.
Mi atención se desplazó diagonalmente a través de la arena a las únicas
otras personas en la playa. Una mujer y una niña sentadas una al lado de
la otra con las piernas cruzadas en la postura del niño, una posición que
reconocí de la clase de yoga que una vez tomé.
Sus ojos estaban cerrados mientras respiraban dentro y fuera,
absorbiendo los sonidos del océano. Desesperada por calmar mi mente, hice
algo que normalmente nunca haría. Al acercarme a ellas, les pregunte:
—¿Les importa si me uno a ustedes?
—No, para nada —dijo la mujer—. Casi hemos terminado con nuestra
meditación de calentamiento, sin embargo. Siéntate en la arena y haz lo que
estamos haciendo.
Cerré los ojos, traté de alejar los pensamientos ansiosos de Graham y
Genevieve y simplemente concentrarme en mi respiración y los sonidos a mi
alrededor. Durante la siguiente media hora, seguí adelante mientras esta
madre e hija se movían con una sincronizada precisión, enseñándome varias
posiciones, como la del perro en descenso. Trate de no pensar en el hecho
de que me recordaban un poco a Genevieve y a Chloe. Esta chica era solo
un poco mayor que la hija de Graham.
Definitivamente me sentí más tranquila para el momento en que
terminamos.
La mujer me entrego un pote con agua de su bolso.
—¿Eres de por aquí?
—No, en realidad. Estoy aquí por esta semana, visitando desde Nueva
York.
—¡Siempre he querido ir a Nueva York! —dijo la niña, volviéndose hacia
su madre.
—Tal vez tu padre y yo podamos llevarte el próximo año.
La emoción lleno los ojos de la niña.
—¿De verdad?
—¿Hacen muchos viajes familiares? —pregunté.
—En su mayoría los cortos de fin de semana, sí. Mi esposo y yo
compartimos la custodia de Chloe con su madre.
Casi me ahogo con mi agua.
227
conmigo. ¿Por qué nunca lo había pensado de esta manera? El miedo, estrés
y la culpa me habían cegado, y ahora veía las cosas desde una perspectiva
totalmente diferente por primera vez… ahora que era demasiado tarde.
Unas horas después, Delia y yo nos relajábamos en el salón con aire
acondicionado tras una tarde en la playa.
Había agarrado impulsivamente mi teléfono y abierto los mensajes de
texto entre Graham y yo, mirando a través de todos los antiguos textos desde
el principio de nuestra relación El último mensaje que me envió fue la
mañana antes de atraparme con Marco. Simplemente decía: Te amo.
Delia no sabía qué había estado haciendo durante los últimos minutos.
Probablemente pensó que estaba navegando por internet. Cuando notó las
lágrimas que comenzaban a caer de mis ojos, se acercó y me arrebató el
teléfono de las manos repentinamente.
—¿Mirando los viejos mensajes de Graham? ¡Se acabó! Estoy
requisándote esto y apagándolo. No te traje a California para esta mierda.
—¡No puedes quitarme el teléfono!
—Mírame —dijo, manteniendo presionado el botón de encendido—. Lo
tendrás de vuelta en Nueva York.
229
Graham
i teléfono vibró justo cuando salía de la oficina.
—Hola, Genevieve.
—¿Por qué no respondiste mis textos?
—Día ocupado.
—Esperaba que pudieras venir después del trabajo. Tenemos que hablar
de lo que pasó entre nosotros.
—Ya estoy en camino para ver a Chloe.
—Bien. Nos vemos cuando llegues.
Lo último que me apetecía era hablar de la otra noche con Genevieve.
Estaba hasta el cuello en el trabajo por haber estado preocupado durante
las últimas semanas, las dos últimas noches no he ido a ver a mi hija porque
cuando salí del trabajo, su hora de acostarse ya había pasado. Eso no podría
volver a suceder. Planeé cenar con Chloe antes de regresar a la oficina fuera
de horario.
Las gotas de lluvia golpeaban las ventanas de la limusina. Casi todas las
noches en el camino a casa, instintivamente iba a enviarle un mensaje de
texto a Soraya, olvidando por una fracción de segundo que habíamos
terminado. Luego quedaba esa horrible sensación ácida de realidad que
amargaba la boca de mi estómago. Me frustraba haber confiado en ella tan
plenamente. Después de lo que sucedió con Genevieve y Liam,
probablemente era la persona más reticente de por aquí. Pero había confiado
en Soraya con mi vida. ¿Cómo no pude ver que se estaba produciendo un
cambio de sentimientos? La cosa entera no tuvo ningún maldito sentido.
—No estoy seguro de cuánto tiempo estaré aquí, Louis. Te enviaré un
mensaje cuando esté listo para volver a la oficina —dije mientras nos
acercábamos a la casa rojiza de Genevieve.
Genevieve me saludó, tomando mi chaqueta mojada y colgándola.
Se quedó allí torpemente, jugando con sus perlas.
—Acerca de la otra noche...
—¿No podríamos hablar de esto después de que haya visto a mi hija?
230
me he enamorado profundamente.
Se había enamorado de mí.
Profundamente.
Me congelé, paralizado primero por la sorpresa, luego un alivio intenso,
luego un deseo abrumador de simplemente llegar a ella.
Me enamoré profundamente también, nena. Tan jodidamente profundo.
Inmediatamente cogí mi teléfono y marqué su número.
Siguió sonando y fue al buzón de voz.
Marqué de nuevo.
La misma cosa.
Escribí un texto.
Graham: ¿Dónde estás?
No hubo respuesta durante cinco minutos. Envié un mensaje de nuevo.
Graham: Necesito verte. ¿Estás en tu casa?
Incapaz de esperar más, agarré mi abrigo y pedí a Louis que me recogiera.
Cuando llegamos al apartamento de Soraya en Brooklyn, no hubo
respuesta. Mirando hacia la ventana, pude ver que las luces estaban
apagadas.
¿Dónde mierda estaba?
—¿A dónde, señor? —preguntó Louis mientras volvía al auto.
—Octava Avenida. La tienda de tatuajes de Tig.
Cuando llegamos, le dije a Louis que esperara afuera, iba a necesitar ese
auto listo para reservar el hotel una vez que lograra que Tig me dijera dónde
estaba.
Tig apagó el último cigarrillo.
—¡Trajeado! ¿Qué demonios estás haciendo aquí? Ya es tarde. Estamos
a punto de cerrar.
—¿Dónde está?
—No está aquí.
—¿Dónde está? —repetí más fuerte.
—Está en California con Del.
—¿California?
—Sí. Fueron en un viaje de chicas. Solo las dos.
—¿Dónde se están hospedando?
—No te voy a decir dónde están malditamente hospedándose. ¡Eres su
jodido ex loco!
234
—Tengo que correr. Eres un buen tipo. Si todo sale bien con tu señora,
debes traerla por nuestra casa antes de marcharte de la ciudad.
Este tipo probablemente era una de las personas más carismáticas que
había conocido.
Sonreí por primera vez en lo que pareció una eternidad.
—Podría tomarte la palabra.
Me dio una palmadita en el hombro.
—Buena suerte, compañero.
Como despidiéndose también, la cabra dejó salir un largo: Beeee.
Mirándolo alejarse con el animal, sacudí la cabeza con asombro. Envíe
un mensaje adicional a Soraya, aún sin saber si había recibido alguno de
los anteriores.
Graham: Acabo de encontrarme con un hombre paseando una puta
cabra.
237
Soraya
elia estaba en la ducha. Era mi oportunidad para localizar mi
teléfono. Ella aceptó apagar el suyo también. Hemos estado viviendo
sin nuestros teléfonos por más de veinticuatro horas, y en verdad estaba
manteniendo el rumbo.
Saqueando su bolsa, no pude creer que fuera tan fácil. Simplemente lo
había puesto en el lugar más obvio. Confió en mí cuando obviamente no
debería haberlo hecho.
La manzana apareció en la pantalla cuando el teléfono encendió.
Mi corazón se hundió.
Varios mensajes y textos perdidos.
Eran todos de Graham.
¿Pasó algo?
Desplazándome hasta la parte superior de la cadena de textos, tragué
saliva con nerviosismo mientras leía desde el principio.
Graham: ¿Dónde estás?
Graham: Necesito verte. ¿Estás en casa?
Graham: Mentiste. Lo descubrí todo.
Graham: Olvidaste una cosa muy importante cuando hiciste lo
que creíste que era correcto. No puedes hacerme dejar de amarte.
Graham: Si no estoy feliz, mi hija puede sentirlo. Ya lo ha hecho.
Sé que piensas que tu vida habría sido mejor si tus padres estuvieran
juntos, pero, ¿alguna vez consideraste que tal vez habría sido peor?
¿Si tu padre estuviera físicamente presente pero deprimido y retraído
mientras anhelaba a otra mujer?
Graham: Mi hija entenderá que mi amor por ti no tiene nada que
ver con mi amor por ella. Tu padre apesta en comunicar eso.
Aprenderé de sus errores. Tú me ayudarás. Lo haremos juntos.
Mi corazón empezó a latir fuera de control cuando leí el siguiente
mensaje.
238
está aquí.
—Tiene familia en Playa Hermosa. Se va a quedar con su primo esta
noche.
—Recuérdame enviarle un regalo de agradecimiento. Quizá un auto.
Empecé a caminar por el pasillo en busca de su dormitorio. Cuando la
dejé en el borde del colchón, me di cuenta de que su pie estaba vendado.
—¿Qué pasó aquí?
—Arreglé mi tatuaje.
—¿El de la pluma? —¿Cambió el que había replicado en mi pecho?
—Sí. —Se inclinó hacia el vendaje y lentamente quitó parte de atrás.
Contuve la respiración hasta que me di cuenta de que no había cambiado el
tatuaje, le había añadido algo. Justo como yo había hecho, mi nombre
estaba escrito sobre la pluma. Graham.
Sin palabras, me incliné y la besé. Cuando nos separamos por aire,
apuntó sus ojos abajo de nuevo a su pie para que siguiera.
—¿No quieres ver el resto de los cambios que hice?
Entrecerré mis ojos.
—¿Más tinta?
—Adelante, quítalo. —Se mordió su labio inferior y levantó su torneada
pierna.
Si había alguna duda en mi mente de que era la mujer perfecta para
mí, ver lo que había hecho, habría eliminado hasta la última pizca. Miré
abajo, las emociones ahogándome.
—No sé qué decir. Es hermoso. —Escrito en la misma caligrafía que mi
nombre encima de la pluma, estaba Chloe, debajo.
—Te amo, Graham. Y a tu hija también. Sé que es pronto y que tenemos
que ir despacio, pero quiero ser parte de su vida. Quiero estar involucrada.
Tenías razón. Solo por como las cosas resultaron con mi padre, no significa
que no pueda funcionar. Quiero recogerla de clases de baile y quemar
galletas con ella los fines de semana. Quiero verla crecer y aprender de su
increíble padre. No solo te amo, Graham… —Atrapé una lágrima que caía
por su mejilla—. Amo a Chloe también.
Oír esas palabras se sintió como si un gran peso fuera levantado de mis
hombros. Me ama, y a mi hija también. Fue la primera vez desde que era un
niño que sentí que tenía una familia de verdad de nuevo.
—Vine aquí con tantas emociones reprimidas, que estaba nervioso de
no ser gentil contigo. Pero, de alguna manera, me suavizaste. Te amo
también, hermosa… más que a nada. Estoy más controlado ahora, aunque
aún necesito estar dentro de ti. Dime… —Empecé a quitarme la ropa—.
¿Quieres que te haga el amor ahora y te folle duro después; o quieres que te
244
Hice una nota mental para buscar algunas extensiones rosas eléctricas
para la próxima vez que jugáramos a disfrazarnos. Chloe y yo teníamos un
montón de diversión los fines de semana cuando se quedaba con Graham y
conmigo. Amaba ponerse mis vestidos e intentar caminar en mis tacones.
Estaba segura de que Genevieve se volvería loca si supiera la mitad de las
cosas que hacíamos. Para Chloe, era más como una hermana mayor
divertida que una figura de autoridad.
Unos meses después de reunirme con Graham en Playa Hermosa, me
mudé de mi apartamento en Brooklyn a su condominio. Mientras que me
gustaba tener mi propio espacio, no tenía sentido mantener el apartamento
cuando mi insaciable hombre insistía en que pasara cada noche en su cama.
Así que cedí y, honestamente, hizo la vida más fácil ya que ahora solo tenía
que ir y venir entre dos lugares… la casa de Chloe y la nuestra.
Cuando Graham entró en el restaurante, estaba moviéndose entre las
mesas, parecía nervioso.
—¡Lo lograste! —Sonreí.
—Maldito tráfico.
—Maldito es una palabrota, Galleta Graham —reprendió Chloe.
—Dame un poco de azúcar, Galletita de Azúcar —le dijo a Chloe
mientras inclinaba su mejilla para un beso.
Graham me dio un casto beso en los labios, luego se sentó. Estaba
sudando y pasó una servilleta por todo su rostro. Me miró y coloqué mi
palma en su rodilla.
—Te amo —articuló.
Frescas gotas de sudor se formaron en su frente. Después de que la
camarera le trajera agua y un menú, empezó a hacer jirones nerviosamente
una servilleta. Cuando empezó a hacer clic en su reloj de ida y vuelta, supe
que estaba a punto de hacerlo. Entonces, empezó a hablar.
—Así que, Chloe, hay algo de lo que necesito hablarte esta noche —dijo.
Chloe continuó sorbiendo su bebida mientras lo miraba inocentemente
con sus grandes ojos de gacela.
Continuó:
—Te he estado ocultando algo.
—¿Tomaste uno de mis juguetes de casa por error?
Él rió nerviosamente.
—No. Es sobre tu padre.
—¿Qué pasa con papi?
Graham inhaló lentamente, luego exhaló.
—Tu padre, Liam… te quería muchísimo. Sé que perderlo fue duro.
Siempre será tu padre. Pero hay distintos tipos de padres. A veces, los niños
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pueden tener más de uno. Como tu amiga Molly, por ejemplo. No tiene
madre, sino dos papás que están casados. Lo que intento decir es… en
realidad soy uno de tus padres también.
Ella estaba en silencio, entonces dijo:
—¿Estuviste casado con mi padre que murió? Mamá me dijo que tener
dos padres se llama ser gay.
—No. —Graham me miró y no pudimos evitar reír un poco. Continuó—
: Estuve con tu madre antes que él. Genevieve y yo te hicimos juntos. No lo
supe en el momento, sin embargo. Entonces, tu madre y tu padre, Liam, se
casaron. Liam se enamoró de ti y se convirtió en tu papá. Él creía que era
tu único papá. Descubrí que existías después de que Liam muriera. Cuando
vi tu rostro, supe que eras mía. Sé que es confuso, pequeña. —Puso una su
mano en la barbilla de ella—. ¿Ves lo mucho que nos parecemos? Eso es
porque eres mi hija.
Extendió su pequeña mano hacia el rostro de él y empezó a examinar
sus rasgos. Fue adorable cuando dijo:
—Siempre pensé que te conocía de alguna parte.
—Sí. Desde el momento en que nos conocimos, ¿verdad? Eso es porque
estamos conectados. —Graham sonrió.
—¿De verdad eres mi papá?
—Lo soy —susurró con voz temblorosa.
—Vaya. —Chloe se quedó quieta por un momento mientras lo
procesaba todo. Entonces, sin advertencia, saltó a sus brazos. Graham cerró
sus ojos, viéndose muy feliz y aliviado.
Simplemente me recosté y disfruté de la vista de ellos abrazándose con
fuerza. La reacción de Chloe confirmaba que habíamos tomado la decisión
correcta al decirle esta noche. Genevieve nos había dado problemas al
principio sobre ello. Quería estar aquí, pero Graham prometió sentarse con
las dos después de llevar a Chloe a casa más tarde.
Había una razón para el momento de esta conversación.
Cuando Graham me disparó una mirada inquisitiva sobre el hombro
de Chloe, asentí, dándole silenciosa aprobación para que le diera la otra
parte de las noticias.
—Entonces, Soraya y yo tenemos algo más que decirte.
Sus ojos se ampliaron con emoción.
—¿Me van a llevar a Disney World?
—No. —Se rió—. Pero iremos algún día, ¿de acuerdo?
Intervine:
—¿Sabes que siempre dijiste que querías tener un hermano o
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hermana?
—Sí.
Graham colocó su brazo a mi alrededor.
—Bien… eso está a punto de suceder. Soraya y yo vamos a tener un
bebé. Lo que significa que vas a ser una hermana mayor.
Al principio, Chloe no dijo nada, pero cuando empezó a saltar arriba y
abajo con alegría en su asiento, Graham y yo dejamos escapar un suspiro
colectivo de alivio. Ella salió de su asiento y se acercó a mí.
—¿Dónde está?
—Está aquí. —Señalé a mi vientre mientras ella colocaba su mano
sobre él.
—¿Va a salir con cabello rosa?
Me reí.
—No. Pero averiguaremos cómo es él o ella en unos seis meses.
Empezó a hablarle a mi estómago.
—¡Hola! Soy tu hermana. —Graham y yo nos miramos y sonreímos.
Cuando Chloe me miró, casi me perdí cuando dijo—: Gracias.
—De nada. Gracias por ser tan dulce conmigo. —La verdad era que, si
la hija de Graham no me hubiera abierto su corazón, no sabía lo que
podríamos haber durado. Su innata bondad lo hizo posible.
La camarera vino y preguntó:
—¿Está todo bien por aquí?
Chloe exclamó orgullosamente:
—Sí. Voy a ser una hermana mayor y tengo dos papás. ¡Soy gay!
Claramente había malentendido lo que Genevieve le había explicado
sobre los padres de su compañera, interpretando que significaba que
cualquier persona con dos padres era automáticamente gay. Tendríamos
que explicárselo más tarde.
La camarera pensó que era adorable.
Graham intervino:
—Sabes, la palabra gay significa feliz.
Chloe sonrió con su cabeza todavía en mi estómago.
—Entonces, soy muy, muy gay.
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Graham
Siete meses después…
Querida Ida,
Ha pasado un tiempo desde que te he escrito. Podrías recordarme
como Arrogante Trajeado, Célibe en Manhattan, Follado en Manhattan
y Cincuenta Sombras de Morgan. El mismo tipo. Bien, esta noche, estoy
feliz de decir que me he ganado un nuevo nombre: Cara de Caca en
Manhattan. Así es. Acabo de mirarme en el espejo del baño y he notado
que literalmente tengo una mierda sobre mi frente. No me preguntes
cómo llegó allí. ¿Sabes qué es lo divertido? Nunca he sido más feliz en
mi vida. Eso es verdad. ¡Este tipo con mierda en su rostro es
delirantemente feliz! Esa comprensión dio pie a este mensaje.
¿Recuerdas esa chica de boca inteligente que conocí en el tren…
sobre la que solía escribirte? Su nombre es Soraya. La embaracé.
¿Puedes creerlo? Dio a luz a mi hijo hace un mes. La he atrapado para
siempre y ahora produciendo pequeños Morgan italianos de cabello
oscuro. Tengo un hijo, Ida. ¡Un hijo! Por consiguiente, la mierda en mi
frente ahora mismo. Seguramente es de cuando cambié su pañal hace
un ratito. Sí, la caca sigue ahí. No la he limpiado todavía porque… lo he
mencionado… ¿soy delirantemente feliz? No he dormido en seis días.
¡SEIS DÍAS, Ida!
Ni siquiera sabía que los humanos podían sobrevivir sin dormir,
pero, al parecer, ¡puedes! Soy la prueba. ¿Sabes por qué es todo bueno?
Porque soy DELIRANTEMENTE FELIZ. Sin dormir. Hay una cosa, sin
embargo, que mi vida se está perdiendo. Verás, Soraya no me deja que
la convierta en una mujer honesta. Cree que tiene que perder todo su
peso del bebé, caber en un elegante vestido blanco y caminar por un
pasillo. Nuestra cita está programada para seis meses desde ahora, pero
no puedo esperar otro día. Quiero que sea mi esposa. Sé que no
necesitamos un pedazo de papel para validar lo que tenemos, pero soy
egoísta. Lo quiero todo porque la amo muchísimo. Así que, mi pregunta
para ti es… ¿qué puedo hacer para convencerla de que se case conmigo
mañana?
—Cara de Caca en Manhattan.
Presioné enviar y el teléfono de Soraya sonó. Miré mientras leía el
mensaje que acababa de mandar, no a la cuenta de correo de Ida, sino
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directamente a ella.
Estaba sentada a mi lado en la cama con sus enormes y hermosas tetas
colgando fuera mientras alimentaba a nuestro hijo, Lorenzo.
Chico afortunado. Está haciendo lo que me gustaría hacer ahora
mismo.
Se rió para sí misma, luego tecleó en su teléfono por un rato antes de
enviar.
Mi teléfono vibró.
FIN.
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Vi Keeland es autora bestseller del New York Times. Con más de un
millón de libros vendidos, sus títulos han aparecido en más de cincuenta
listas de Bestseller y actualmente están traducidos en doce idiomas. Vive en
Nueva York con su esposo y sus tres hijos, donde disfruta de su propio
felices para siempre con el niño que conoció a los seis años.
Es un ratón de biblioteca y se la puede ver leyendo su Kindle en los
semáforos, mientras le cortan el pelo, pasando el aspirador, caminando,
durante los eventos deportivos, y con frecuencia mientras pretende
trabajar.
Es una aburrida abogada de día, y una emocionante autora de
bestsellers, por la noche.