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LA REPÚBLICA CAFETALERA (1876-1931)

A mediados del siglo XIX, el café sustituyó al añil como base de la economía nacional. Antes de que
la exportación del café tomara gran importancia en los mercados europeos y norteamericanos,
este grano se producía solo en pequeñas cantidades; pero el descubrimiento de colorantes
sintéticos provocó la pérdida de importancia del añil como colorante y su demanda fue
decreciendo a nivel mundial rápidamente, teniendo como efecto la crisis de la economía
exportadora del país.

Fue entonces que los grupos dominantes encontraron como forma de mantener el vínculo con el
mercado capitalista el nuevo producto: el café. Para impulsar su producción, los gobiernos
salvadoreños exentaron a particulares interesados en el cultivo de pago de impuestos y del
servicio militar.

Como incentivo a la producción cafetalera, el general liberal Gerardo Barrios transfirió en 1859
haciendas públicas y los puso en manos de las grandes haciendas productoras o interesadas en el
café. La primera modificación a la forma de propiedad se dictó en febrero de 1881 con la “Ley de
Extinción de las Comunidades” decretando la abolición de la propiedad de tierras comunales y
donde se afirma que “…la indivisión de los terrenos poseídos por comunidades impide el
desarrollo de la agricultura, entorpece la circulación de la riqueza y debilita los lazos de la familia y
la independencia del individuo…”

De igual forma el 2 de marzo de 1882, se aprobó “La Ley de Extinción de Ejidos” por la cual las
tierras ejidales fueron expropiadas y declaradas propiedad privada y en 1887 por la “Ley de
Titulación de Terrenos Rústicos”, se estableció la potestad de los alcaldes para entregar la
propiedad de la tierra a los nuevos dueños, en este caso, mayoritariamente por parte del reducido
de hacendados cafetaleros.

Destacamos que aunque en 1872 el añil alcanzó el precio más alto en su historia, las exportaciones
de café a California se duplicaron en 1877; de 5 381 sacos ascendieron a 10 545 y ya para 1879 la
exportación del café superó la del añil, representando el 48% de los ingresos totales del ramo de
exportaciones.

Los hacendados y oligarcas fueron concentrando la propiedad de la tierra y se fueron adueñando


de la economía nacional. Tanto liberales como conservadores pertenecían a este sector
privilegiado y desde el poder hicieron las transformaciones para su propio beneficio: reformaron el
sistema de tenencia de la tierra, liberación de la mano de obra o lo que es lo mismo explotación de
os trabajadores agrícolas, contratados por salarios de miseria y creación de cuerpos represivos
como garantes de los explotadores.

Con el despojo de sus tierras los campesinos se vieron obligados a vender su fuerza de trabajo en
el campo, migraron a las ciudades o fueron a trabajar en las plantaciones bananeras en Honduras.
Para reclutar, controlar y garantizar que la mano de obra no “escapara” de la región, se creó la Ley
sobre jornaleros y de jueces agrícolas. En 1889 se creó la policía rural en los departamentos
cafetaleros y en 1912 la Guardia Nacional. Esta última instancia va a jugar desde su creación un
papel represivo a lo largo de la historia salvadoreña junto con la Guardia Civil.

Los principales interesados en el cultivo del café fueron, además del sector cafetalero, los
migrantes europeos que arribaron al país entre 1869 y 1872 y fundaron compañías exportadoras,
controlaron el mercado y parte de los créditos. Cuando en la segunda década del siglo XX los
precios del café empezaron a declinar, el control quedó completamente en manos del sector
cafetalero ya que los campesinos que aún no habían sido afectados por la Ley de expropiación,
tuvieron que vender sus tierras comunales.

A la vez los grandes propietarios del sector cafetalero, los poseedores de las tierras, pasaron a
controlar otras ramas económicas del país, especialmente la banca, consolidándose un capital
financiero como lo refleja la creación del Banco Internacional (1880), el Bando Particular (1885), el
Banco Occidental (1889) y el Banco Agrícola Comercial (1895) el cual funcionó como banco emisor
hasta 1933.

Consideramos que en las dos últimas décadas del siglo XIX quedo configurado el “bloque de
poder”, que llegó a imponerse mediante la importación de las diversas actividades cafeteras como
clase fundamental y dirigente del sistema hegemónico, formado por los grandes productores del
café, los inmigrantes que controlaban las firmas comerciales importadoras-exportadoras, incluidos
los capitalistas financieros. Y en esta última categoría incluimos a “la burguesía financiera inglesa a
través de sus representantes bancarios, empresarios mineros y representantes ferrocarrileros.

El imperialismo inglés fortaleció su posición luego de la salida de España de la región, con la


independencia política lograda en 1821. Contactaron a los nuevos líderes republicanos e iniciaron
una era de intercambios comerciales y prestamos, por medio de empréstitos estatales y como
inversión directa.

La primera exportación de capital inglés se registra en 1888, bajo el gobierno liberal de Francisco
Menéndez (1885-1890), y está destinada a la minería. Los Estados Unidos llegaron hasta veinte
años después, en 1908 y en el ramo de los ferrocarriles. Estamos hablando de la empresa
inglesa “Divisadero Gold and Silver Mining Co. Ltd.” Estuvo en producción hasta 1920, cuando fue
vendida a una empresa norteamericana.

El siguiente año, 1889, comienzan los empréstitos ingleses para la construcción del ferrocarril. Esto
le permitió a la Corona Británica el “control del comercio exterior salvadoreño mediante casas
comerciales inglesas, a las que luego se sumarían las alemanas y francesas.”

En 1893, bajo el gobierno liberal de Carlos Ezeta (1890-1894) inicia la exportación de capital
bancario con lo que se cierra el triangulo inversor británico: minas, ferrocarriles y bancos. En 1899
se forma la empresa “Salvador Railway Co., para administrar las líneas ferrocarrileras. Con una
inversión de 485, 000 dólares, se autoriza en 1893 el establecimiento de una sucursal del “Banco
de Nicaragua.” Por su parte “en 1880, con capital inglés, se fundó el primer banco llamado
Internacional.”
En 1899, bajo el gobierno de Tomas Regalado, se consolida la presencia inglesa en la minería con
la apertura de una nueva explotación en La Unión, esta vez de la “Butters Salvador Mines Ltd.” En
1914, bajo el gobierno de Carlos Meléndez, se crea el Anglo South American Bank, que
posteriormente cambiaría su nombre por el de Banco de Londres y Montreal.

Se estima que tanto el presidente Manuel Enrique Araujo como “todos los gobiernos que le
precedieron eran pro-ingleses…” pero que ya empezaban a surgir fraccionamientos al interior del
bloque oligárquico, “con la introducción de un nuevo grupo…los capitalistas norteamericanos,
que…desplazan a los ingleses de su posición influyente en las relaciones económicas y políticas del
país.”

A la vez la continua modernización requería construir obras de infraestructura. En 1908


construyeron vías ferroviarias para articular las zonas cafetaleras con el puerto de Acajutla. Para
tener una rápida comunicación entre la zona oeste con el este del país se construyó sobre el río
Lempa el “Puente de oro”. Los financiamientos y las inversiones norteamericanas fueron
desplazando a los ingleses. La alianza con la oligarquía y con la burguesía agrícola fue la política
que los Estados Unidos siguieron para expandir su dominio político y económico en la región,
método a la vez para desplazar al capital inglés.

En 1908, un año después de la Conferencia de Washington[7], bajo los gobiernos de Teodore


Roosevelt y de Fernando Figueroa, es el año en que los Estados Unidos inician la exportación de
capitales hacia nuestro país, en dos vías, en minería (se adquiere la Butters Salvador Mines) y en la
construcción de una nueva instalación ferroviaria, que partiendo de Guatemala llegaba a La Unión.

Y además incluía la construcción del muelle de Cutuco. Minas y ferrocarriles, y muy pronto se
sumaría el capital bancario, para seguir el libreto inglés, aunque con el agregado ahora de
puertos. Como trasfondo se encuentra la disputa imperial con los ingleses y la decisión de hacer
fracasar la línea ferroviaria británica y su respectivo puerto de Acajutla.

También se notó un crecimiento en la actividad artesanal y el incremento del comercio interior,


pasando esta producción artesanal a una producción manufacturera.

En el plano político y como planteamos anteriormente el presidente Rafael Zaldívar, que había
sustituido a González en 1876, decretó en 1881 y 1882, varias leyes que anularon el sistema de
tierras comunales y ejidos, prevalente en el país, desde la época colonial. Esta legislación
virtualmente permitió que unas pocas familias se adueñaran de grandes extensiones de tierras.
Zaldívar fue derrocado en 1885, sucediéndolo el general Francisco Menéndez, quién promulgó la
Constitución de 1886, de principios liberales. Durante este período, familias europeas llegaron al
país y rápidamente se colocaron en una situación económica poderosa debido a su conocimiento
del mercado internacional. Estas familias se desarrollaron en el área del comercio y en la
producción e industrialización del café.

A partir de 1898, con la llegada al poder del general Tomás Regalado y hasta 1931, se sucedieron
una serie de gobiernos relativamente estables, producto de que la presidencia quedó en manos de
los grandes terratenientes cafetaleros. La élite económica gobernó el país pasándose la
presidencia en forma directa. A este período histórico se le conoce como la “República
Cafetalera”.

El Dr. Manuel Enrique Araujo, presidente entre 1911 y 1913, creó la Guardia Nacional y tomó una
serie de medidas para aumentar la presencia del Estado en el interior del país. La actual bandera
del país fue adoptada en 1912 durante la presidencia de Araujo, quién fue asesinado en febrero de
1913. Después del atentado de Araujo, la poderosa familia de los Meléndez-Quiñonez gobernó el
país hasta 1927.

Miembros de la élite económica conocida como las 14 Familias (número que es evidentemente
simbólico, por los catorce departamentos) u Oligarquía Criolla, por ser descendientes directos de
españoles nacidos en el país. Además de estas familias estaban también los Dueñas, los Araujo, los
Orellana, los Álvarez y los Meza-Ayau. Al final del período, asignaron a Pío Romero Bosque a la
presidencia, pero éste organizó elecciones que fueron ganadas por el Partido Laborista del Arturo
Araujo. El Partido Laborista recibió el apoyo de estudiantes, obreros y del Partido Comunista
Salvadoreño (PCS), que había sido fundado en 1930 por un grupo de militantes entre los que se
encontraba Agustín Farabundo Martí. El Dr. Araujo instauró un régimen de apertura política y
permitió la inscripción del PCS como partido político legal.

Ante la grave situación económica que vivía el país por la caída de los precios del café[8], el
gobierno de Araujo entró en crisis y fue derrocado por un grupo de militares el 2 de diciembre de
1931. Éstos entregaron el poder al vicepresidente de Araujo, general Maximiliano Hernández
Martínez, dando inicio a un período de gobiernos autoritarios controlados por la Fuerza Armada y
apoyados por los terratenientes cafetaleros.

Desde 1931 hasta 1979, los gobiernos autoritarios de este régimen militar-oligárquico emplearon
una política que combinaba la represión política y las reformas limitadas para mantenerse el
poder, resguardando los privilegios de la oligarquía salvadoreña.

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