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Tarifas: hay que elegir entre comer o bañarse con agua caliente. No
alcanza para todo
Desde hace tiempo, el valor de los servicios públicos en Argentina no era un
tema de preocupación para los trabajadores. Si bien es cierto que los medios
de comunicación llevan tiempo hablando del tema, no lograban instalarlo por
una cuestión simple: a principios de mes, uno cobraba su sueldo, pagaba las
tarifas, separaba la plata para el subte/tren/colectivo, iba al super, hacía las
compras, y le quedaba para escaparse algún fin de semana a algún lado o
comprarse una linda pilcha.
Desde que asumió Macri, en cambio, esto se volvió parte de la agenda. ¿Por
qué? Simple, porque las mismas empresas que antes presionaban desde los
medios, ahora son parte de la coalición que gobierna. Por eso, te dicen que los
aumentos son consecuencia de los años de subsidio y tarifas congeladas. Esto
es mentira ¿Por qué? Porque no es cierto que las tarifas no se hayan movido
en los últimos años, lo que no se movía era el valor de las facturas que vos
pagabas, porque el Estado subsidiaba el consumo. Además, tampoco es cierto
que se hayan acabado los subsidios, se mantienen. Lo que sucede es que
antes, el Estado te subisidaba a vos directamente sobre lo que vos cosumías.
Dicho fácil: la empresa facturaba tu consumo y el Estado se hacía cargo de un
porcentaje de esa factura. Ahora, los subisidios se mantienen, solo que como
ellos están de los dos lados del mostrador, el Estado subisidia directamente a
la empresa, aumentando sus ganancias al mismo tiempo que la empresa te
aumenta el precio del servicio ¿Se entiende? Ellos ganan por todos lados,
porque la plata de los subisidios sigue saliendo de tus impuestos.
Tampoco es cierto que la única forma de mantener a raya los valores de los
servicios sea mediante deuda externa. Durante años el país subisidió el
consumo sin tomar deuda. Desde que asumió, el gobierno eliminó los
subisidios al consumo, pero igual tomó mas de 100 mil millones de dólares de
deuda.
A fin de cuentas siempre se trata de lo mismo, que los sectores más
acomodados de la economía se enriquezcan mientras vos pagás la fiesta. Ellos
aumentan las tarifas de los servicios, el costo del transporte público, los precios
de los alimentos, y el valor del dólar de formas siderales. Mientras tanto, a
nosotros nos despiden, hacen que nuestro salario pierda sistemáticamente con
la inflación y nos dicen que el país está en crisis porque nosotros prendíamos
el aire acondicionado o nos bañábamos mucho.
Mientras ellos se llevan la plata al exterior, a nosotros nos dicen que en la vida
hay que elegir: si queremos llegar a fin de mes, o nos duchamos con agua
caliente o miramos la tele, porque las dos cosas no se puede.