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La zona costera patagónica argentina : usos y gestión / Alicia

Castro ... [et al.] ; editado por José R. Dadon ; Alicia Boraso
de Zaixso ; Héctor Eliseo Zaixso. - 1a ed . - Comodoro Rivadavia :
Universitaria de la Patagonia -EDUPA, 2016.
Libro digital, PDF

Archivo Digital: descarga y online


ISBN 978-987-1937-63-9

1. Biología. I. Castro, Alicia II. Dadon, José R., ed. III. Boraso de Zaixso,
Alicia , ed. IV. Zaixso, Héctor Eliseo, ed.
CDD 570

i
Versión digital ISBN: ISBN 978-987-1937-63-9

LA ZONA COSTERA PATAGÓNICA


ARGENTINA

VOLUMEN IV: USOS Y GESTIÓN

Héctor E. Zaixso, José R. Dadon y Alicia Boraso Editores

Instituto de Desarrollo Costero (IDC) (UNPSJB)

2016

ii
Autores de este volumen
Ambrústolo, Pablo, Universidad Nacional de la Patagonia Austral (Unidad Académica Caleta Olivia).

Andolfo, María. Universidad Nacional de La Plata.

Castro, Alicia S. Universidad Nacional de La Plata.

Covaro, Soledad. Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Facultad de Humanidades
y Ciencias Sociales (Comodoro Rivadavia).

Dadon, José R. CONICET y Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires;
Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Universidad de Buenos Aires.

García, Mónica. Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del Plata.

Lozano, Piedad. Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, Comodoro Rivadavia.
Organismo provincial de Turismo de la Provincia del Chubut.

Matteucci, Silvia D. CONICET y Grupo de Ecología del Paisaje, Facultad de Arquitectura, Diseño y
Urbanismo, Universidad de Buenos Aires.

Mazzitelli, Lucía. Universidad Nacional de La Plata.

Monti, Alejandro. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de la


Patagonia San Juan Bosco (Trelew),

Moreno, Julián E. CONICET y Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional


de la Patagonia San Juan Bosco (Comodoro Rivadavia)

Raimondo, Ana María. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de la


Patagonia San Juan Bosco (Comodoro Rivadavia).

Tagliorette, Alicia. Fundación Patagonia Natural, Puerto Madryn; Universidad Nacional de la


Patagonia Austral, Caleta Olivia. Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (Comodoro
Rivadavia).

Torrejón, Cecilia. Fundación Patagonia Natural, Puerto Madryn.

Vidoz, Susana. Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Facultad de Humanidades y
Ciencias Sociales (Comodoro Rivadavia).

Zubimendi, Miguel. Universidad Nacional de la Patagonia Austral (Unidad Académica Caleta Olivia).

iii
A la memoria de los pueblos americanos que
habitaron originalmente la costa patagónica
y de los inmigrantes europeos que vinieron
luego, conformando todos ellos la sociedad
patagónica argentina, del presente y del futuro.

iv
Revisores de La zona Costera Patagónica Argentina

(Volúmenes I a IV).

Alveal, Villena Krisler. Departamento de Oceanografía, Facultad de Cs. Naturales y


Oceanográficas, Universidad de Concepción. Chile.

Bala, Luis Oscar. Centro Nacional Patagónico CENPAT-CONICET Argentina.

Berberián, Eduardo E. Universidad Nacional de Córdoba-CONICET. Argentina.

Brandani, Aldo. Consultor Independiente. Buenos Aires. Argentina

Campagna, Claudio. Centro Nacional Patagónico; Wildlife Conservation Society. Argentina

Cazzaniga Néstor J. Departamento de Biología, Bioquímica y Farmacia, Universidad


Nacional del Sur. Argentina.

Comoglio Marta S. Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, Univ. Nacional
de Lanús. Argentina.

Cousseau María Berta. Departamento de Ciencias Marinas, Facultad de Ciencias Exactas y


Naturales, Universidad Nacional de Mar del Plata. Argentina

Frere, Esteban. Centro de Investigaciones Puerto Deseado, Universidad Nacional de la


Patagonia Austral, CONICET. Argentina.

Gemelli, Alicia Beatriz. Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.


Argentina

Girondi, Reis Enir. Laboratorio de Recursos Pesqueiros Artesanais, Departamento de


Oceanografia, Fundaçao Universidade Federal do Rio Grande. Brasil.

Gómez Otero, Julieta. Centro Nacional Patagónico CENPAT- CONICET. Argentina.

Haimovici, Manuel. Departamento de Oceanografia, Fundação Universidade do Rio Grande.


Brasil.

Lebrero, Carlos. Carrera de Gestión Ambiental Metropolitana, Facultad de Arquitectura y


Urbanismo, Universidad de Buenos Aires. Argentina.

Martínez Carretero, Eduardo. Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas


(IADIZA) (CONICET). Argentina

Martínez Chiappara, Sergio A. Departamento de Evolución de Cuencas, Facultad de


Ciencias, Universidad de la República Oriental del Uruguay. Uruguay.

v
Navarro, Lía G. Centro de Investigaciones Ambientales (CIAM), Facultad de Arquitectura,
Urbanismo y Diseño, Universidad Nacional de Mar del Plata; Facultad de Humanidades y
Ciencias Sociales, Universidad de la Patagonia San Juan Bosco; Centro de las Energías
Limpias (Comodoro Rivadavia) . Argentina.

Noseda, Miguel D. Universidad Federal do Paraná Brasil

Roccatagliata, Daniel. Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental, Facultad de


Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires. Argentina.

Rodríguez, Diego. Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMYC), Centro Científico


Tecnológico (CCT). CONICET Mar del Plata - Facultad de Ciencias Exactas y Naturales,
Universidad Nacional de Mar del Plata. Argentina.

Salas, Erik. Consultor Independiente. Uruguay.

Schnack, Enrique J. Laboratorio de Oceanografía Costera, Facultad de Ciencias Naturales y


Museo, Universidad Nacional de La Plata; y Comisión de Investigaciones Científicas de la
Provincia de Buenos Aires. Argentina.

Seguinot Barbosa, José. Departamento de Salud Ambiental, Universidad de Puerto Rico


Puerto Rico

Spivak, Eduardo D. Departamento de Biología; Facultad de Ciencias Exactas y Naturales;


Universidad de Mar del Plata. Argentina

Zelaya, Diego. Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental. Facultad de


Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires. Argentina.

vi
CONTENIDOS

PREFACIO ................................................................................................................................. 1

CAPÍTULO 1. EL USO DE LA COSTA DURANTE EL HOLOCENO TARDÍO EN LA COSTA


NORTE DE SANTA CRUZ .................................................................................................................... 3

INTRODUCCIÓN ......................................................................................................................... 3
DENSIDAD ARQUEOLÓGICA DE AMBIENTES COSTEROS E INTERIOR INMEDIATO .............................. 9
RELACIÓN ENTRE LA DISTRIBUCIÓN DE LOS SITIOS COSTEROS Y DE BANCOS DE MOLUSCOS ........ 11
EL CONTENIDO ARQUEOFAUNÍSTICO DE LOS SITIOS COSTEROS.................................................. 13
LOS CONJUNTOS ARTEFACTUALES ........................................................................................... 14
CONCENTRACIONES DE ENTERRATORIOS HUMANOS EN EL ÁREA................................................ 17
FACTORES DE DECISIÓN EN LA CONSTRUCCIÓN DE LOS CHENQUES ........................................... 18
EL ANÁLISIS CRÍTICO DE LAS FUENTES ETNOHISTÓRICAS CON RELACIÓN AL USO DE LA COSTA ..... 21
LOS LÍMITES CRONOLÓGICOS DEL USO DE LA COSTA NORTE DE SANTA CRUZ ............................ 22
PROBLEMAS DE CONSERVACIÓN .............................................................................................. 23
CASOS DE AFECTACIÓN DE LA INTEGRIDAD ARQUEOLÓGICA ...................................................... 24
Erosión hídrica. Sitio Moreno ........................................................................................... 24
Erosión marina y alteración antrópica. Cabo Blanco ....................................................... 25
Erosión eólica y antrópica. Médanos del Salitral y punta Medanosa .............................. 26
Impacto antrópico. Canteras y ciudades .......................................................................... 27
SECTORIZACIÓN DE LOS FENÓMENOS DE IMPACTO.................................................................... 28
MANEJO DE LOS RECURSOS CULTURALES ................................................................................ 29
LOS RECURSOS CULTURALES: EL PROBLEMA ............................................................................ 29
EL SIGNIFICADO DE ADMINISTRAR LOS RECURSOS CULTURALES................................................. 31
EL RESCATE ARQUEOLÓGICO .................................................................................................. 33
ESTUDIO DE IMPACTO ............................................................................................................. 34
EL ROL DE LA EDUCACIÓN ....................................................................................................... 35
TURISMO CULTURAL Y TURISMO ARQUEOLÓGICO ...................................................................... 36
CONSIDERACIONES FINALES .................................................................................................... 37
BIBLIOGRAFÍA DEL CAPÍTULO 1 ................................................................................................ 39

CAPÍTULO 2. ESTRUCTURA ADMINISTRATIVA Y NORMATIVA JURÍDICA. GESTIÓN


COSTERA EN COMODORO RIVADAVIA, UN ESPACIO VACÍO ...................................................... 43

INTRODUCCIÓN ....................................................................................................................... 43
POLÍTICA Y GESTIÓN: ADMINISTRACIÓN, NORMATIVA Y POLÍTICAS PÚBLICAS AMBIENTALES ......... 44
LA GESTIÓN AMBIENTAL EN ARGENTINA. ¿Y LA COSTA? ............................................................ 45
LA GESTIÓN AMBIENTAL EN COMODORO RIVADAVIA. ¿Y LA COSTA? .......................................... 47
DIMENSIONES DE LA GESTIÓN AMBIENTAL DE LA COSTA............................................................. 55

i
PROBLEMAS ........................................................................................................................... 56
CONCLUSIONES ...................................................................................................................... 58
CONSIDERACIONES FINALES .................................................................................................... 60
BIBLIOGRAFÍA DEL CAPÍTULO 2 ................................................................................................ 62
,
CAPÍTULO 3. EL TURISMO EN LA ZONA COSTERA PATAGÓNICA ................................ 63

CARACTERIZACIÓN DE LA ACTIVIDAD TURÍSTICA EN LA ZONA COSTERA PATAGÓNICA ................... 63


EXPERIENCIAS PARTICIPATIVAS EN GESTIÓN DEL TURISMO ........................................................ 66
OFERTA TURÍSTICA ................................................................................................................. 66
POBLACIÓN ............................................................................................................................ 68
ALOJAMIENTO......................................................................................................................... 68
GASTRONOMÍA ....................................................................................................................... 70
OFERTA COMPLEMENTARIA Y DE SERVICIOS ............................................................................. 70
ATRACTIVOS........................................................................................................................... 70
ACCESOS AÉREOS Y TERRESTRES ........................................................................................... 72
DEMANDA TURÍSTICA .............................................................................................................. 73
ARRIBOS EN CRUCEROS TURÍSTICOS........................................................................................ 76
DEMANDA EN ÁREAS PROTEGIDAS ........................................................................................... 77
VINCULACIÓN ENTRE LA OFERTA Y LA DEMANDA. ...................................................................... 79
IMPACTOS NEGATIVOS DE LA ACTIVIDAD TURÍSTICA ................................................................... 81
USOS TURÍSTICOS RECREATIVOS ............................................................................................. 82
ÁREAS PROTEGIDAS Y TURISMO............................................................................................... 85
HACIA UNA VISIÓN INTEGRADORA DEL TURISMO ........................................................................ 88
BIBLIOGRAFÍA DEL CAPÍTULO 3 ................................................................................................ 89

CAPÍTULO 4. USOS URBANOS EN LA COSTA PATAGÓNICA ATLÁNTICA.


,
GENERALIDADES Y ESTUDIO DE CASOS ...................................................................................... 92

1. EL SISTEMA URBANO-COSTERO. ASPECTOS GENERALES ....................................................... 92


2. EL SISTEMA URBANO COSTERO PATAGÓNICO ................................................................ 94
2. a. Síntesis de la evolución geohistórica del litoral patagónico .................................. 94
2. b. Atributos del sistema ............................................................................................. 96
2. b. i. Características sociodemográficas ....................................................................... 98
2. b. ii. Jerarquía urbana del litoral patagónico .............................................................. 103
3. RECURSOS, USOS Y CONFLICTOS DEL SISTEMA URBANO COSTERO PATAGÓNICO .................. 109
3. a. Recursos costeros.................................................................................................. 109
3. b. Usos urbanos y actividades humanas asociadas ............................................... 113
3. c. Conflictos ............................................................................................................. 114
3. d. Estudio de casos ................................................................................................. 116
3. d. i. Usos urbanos y actividades socioeconómicas .............................................................. 117
3. d. ii. Caracterización de situaciones conflictivas .................................................................. 120

ii
4. CONSIDERACIONES FINALES .............................................................................................. 122
BIBLIOGRAFÍA DEL CAPÍTULO 4 .............................................................................................. 125

CAPÍTULO 5. DIAGNÓSTICO INTEGRADO Y REGIONALIZACIÓN DE LA ZONA


,
COSTERA ARGENTINA ................................................................................................................... 129

1. CRITERIOS DE DELIMITACIÓN DE LA ZONA COSTERA ......................................................... 129


2. GRAN REGIÓN FLUVIAL ..................................................................................................... 132
2.1 Características físico-naturales ................................................................................ 133
2.2 Características sociales y económicas .................................................................... 136
3. REGIÓN DEL RÍO DE LA PLATA ........................................................................................... 141
3.1 Características físico-naturales ................................................................................ 141
3.2 Características socio-económicas ........................................................................... 144
4. LA REGIÓN COSTERA PAMPEANA ........................................................................................ 146
4.1 Características físico-naturales ................................................................................ 146
4. 2 Características socioeconómicas ............................................................................ 148
5. LA REGIÓN COSTERA PATAGÓNICA ................................................................................... 149
5.1 Características físico-naturales ................................................................................ 150
5.2 Características socio-económicas ........................................................................... 151
6. BASES PARA LA GESTIÓN INTEGRADA DE LA ZONA COSTERA ARGENTINA .............................. 159
BIBLIOGRAFÍA DEL CAPÍTULO 5 .............................................................................................. 163

iii
Prefacio

El término Patagonia ha sido utilizado y aplicado de diversas maneras, su


concepción actual ha sido ampliada para incluir las latitudes correspondientes de la costa
chilena, por lo cual se debe distinguir entre Patagonia Argentina y Patagonia Chilena,
ambas con límites norte y sur algo imprecisos. En este volumen se considera zona costera
de la Patagonia argentina a la comprendida entre la desembocadura del río Colorado al
norte y el canal Beagle al sur, o sea que se incluye en la misma a la Tierra del Fuego y a las
islas Malvinas.

La serie de volúmenes La Zona Costera Patagónica Argentina del Instituto de


Desarrollo Costero (IDC) de la UNPSJB pretende corregir en parte la dispersión de la
información sobre esta vasta zona, a través de la recopilación y organización de la
documentación existente en varias áreas del conocimiento, tanto publicada como inédita.

Los tres primeros volúmenes de esta serie están referidos a aspectos del ambiente
natural y del aprovechamiento de sus recursos. El cuarto volumen de la serie, cuya edición
digital aquí se presenta, está organizado en capítulos referidos a varios aspectos de los
usos de los ambientes costeros y de la gestión de los mismos.

Las circunstancias siempre cambiantes de las actividades humanas determinan que


los diagnósticos y resúmenes de situación que aquí se documentan contribuyan a dar
marco a las necesarias discusiones acerca de la necesidad de compatibilizar los intereses
económicos y sociales con el desarrollo de los mecanismos de protección del ambiente y de
los recursos naturales de la vasta costa patagónica.

Muchas veces el deseo de desarrollar la zona costera desde el punto de vista


económico ha tropezado con la realidad de la baja densidad demográfica y las dificultades
de accesibilidad a muchos puntos de la misma, especialmente en la época invernal. Esto ha
protegido, hasta cierto punto, a los ambientes costeros de acciones prematuras de
desarrollo turístico masivo, que han afectado negativamente otras regiones.

Así como se ha desarrollado una conciencia a nivel estatal acerca de la necesidad


de contar con espacios protegidas, pareciera que toda acción positiva debería como
contraparte liberar áreas al desarrollo económico sin control, haciéndose frecuentes
referencia en diferentes ámbitos a “zonas de sacrificio”. Esta actitud, que afecta
principalmente a los sectores costeros asociadas a los mayores centros urbanos ubicados

1
en el golfo San Jorge es completamente irracional, poniendo en peligro la calidad de vida de
los habitantes de los mismos, disminuyendo la predisposición de los núcleos familiares a
permanecer allí y discontinuando geográficamente la oferta turística basada en circuitos, al
no poner en valor los paisajes de la costa central del golfo San Jorge, que son
completamente accesibles y sin comparación por su belleza y vastedad.

Asumiendo la necesidad de contar con ciudades con desarrollo industrial,


entendemos que en sus cercanías se deben profundizar más las acciones de cuidado
integral de los ambientes costeros, tanto marinos como terrestres.

Agradecemos profundamente la colaboración de todos los autores y su paciencia


ante la demora de la publicación de sus trabajos, originada en dificultades de diferentes
órdenes.

2
Capítulo 1. El Uso de la Costa Durante el Holoceno Tardío en
la Costa Norte de Santa Cruz1 2

Alicia S. Castro (1), Julián E. Moreno (2), Miguel Zubimendi (3), Pablo
Ambrústolo (3), María Andolfo (1) y Lucía Mazzitelli (1)

.
1- Universidad Nacional de La Plata
2- CONICET, Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.
3- Universidad Nacional de la Patagonia Austral (Unidad Académica Caleta Olivia).

Introducción

Sólo en los últimos años se ha comenzado a estudiar sistemáticamente la prehistoria


de la costa patagónica, hecho que contrasta notablemente con la historia de los estudios
arqueológicos realizados en el resto de la región, especialmente en las cuevas de las
mesetas centrales, tanto en la actual provincia de Chubut como la de Santa Cruz. Este
hecho produjo una significativa diferencia con el conocimiento de la prehistoria de la
Patagonia costera.

Los estudios en la costa atlántica en la provincia de Santa Cruz han revelado un


registro arqueológico muy rico, variado y vasto a lo largo de todo este ambiente costero, que
pone en evidencia que este espacio ha sido intensamente utilizado, al menos en el
Holoceno tardío.

Hay que recordar que el mar patagónico ha sufrido avances y retrocesos, lo que ha
hecho que indicios de asentamientos costeros correspondientes al Holoceno inicial,
considerando que efectivamente haya habido ocupación humana, se encuentren

1 Cita de este trabajo: Castro, A. S.; Moreno, J. E.; Zubimendi, M.; Ambrústolo, P.; Andolfo, M. y L. Mazzitelli.
2016. Capítulo 1: El uso de la costa durante el Holoceno tardío. El caso de la costa norte de Santa Cruz. En: H.
E. Zaixso, J.R. Dadon & A. L. Boraso (eds.). La Zona Costera Patagónica Argentina. Volumen IV: Usos y
Gestión: 3-41. Editorial Universitaria de la Patagonia. Comodoro Rivadavia. Versión digital.

2 Nota de los Editores: Los datos y referencias bibliográficas de este capítulo, aceptado para su publicación en
2008, abarcan hasta el año 2007.

3
posiblemente bajo el agua, y que los del Holoceno medio se encuentren lejos de las
actuales líneas de mareas. Por esta razón y por asociación geomorfológica, los restos
costeros sobre los que se ha trabajado hasta la actualidad, dispuestos en cercanías de las
líneas de mareas actuales, se asignan cronológicamente al Holoceno tardío.

Las costas patagónicas poseen aspectos variados, existen costas bajas de playas
de arenas, de rodados, costas acantiladas, con playas estrechas o con amplias superficies
intermareales. Esta variación física produce una desigual distribución de las especies
animales (por ejemplo, colonias de lobos marinos o bancos de almejas), de acuerdo a los
sustratos adecuados para el desarrollo de cada una de ellas, y también condicionan su
accesibilidad.

Estas diferencias causan la despareja distribución de los recursos económicos y en


consecuencia de los restos arqueológicos, como evidencias de la selección de espacios con
biomasa más rica, abundante y accesible.

En este contexto ambiental, los grupos que ocuparon la costa patagónica, al menos
en el Holoceno tardío, fueron cazadores recolectores, que incluyeron la costa como un
espacio que usaron intensamente, dentro de un esquema de movilidad que sin lugar a
dudas incluía el interior inmediato, aunque aún no se conoce con certeza la amplitud de
esos sistemas de ocupación.

Los bancos de moluscos y las colonias de reproducción de lobos marinos y aves,


parecen haber sido las variables de mayor gravitación para la selección del espacio de
vivienda.

Estas dinámicas culturales han originado, a través del tiempo y del espacio, una
imagen arqueológica de una singular riqueza material, con una gran variedad de sitios
arqueológicos y de restos artefactuales, entre los que destacan los sitios de enterramiento.
Desafortunadamente, esta riqueza material se ha visto profundamente impactada, sobre
todo por efectos antrópicos modernos, lo que ha provocado su destrucción parcial.

Para evitar esta destrucción es importante entender el significado cultural y


patrimonial de esos restos, conocer su valor y aprender las formas para ejercer un manejo
adecuado.

Los restos arqueológicos son recursos culturales que conforman el patrimonio de


una sociedad y por ende su legado cultural, que es necesario preservar, garantizando su
perduración a través del tiempo, tanto en su forma material como en el conocimiento o
información que aportan. Esa preservación es factible cuando estos recursos son
valorizados, cuando se aprende algo sobre ellos y se implementan medidas técnicas y
4
acciones, apelando a los últimos adelantos científicos y tecnológicos que garanticen su
conservación y se genere una legislación que los proteja como bien nacional.

La protección de los recursos culturales requiere del apoyo de una amplia gama de
especialistas e investigadores (antropólogos, arqueólogos, arquitectos, museólogos,
folklorólogos, biólogos, geólogos, historiadores, etc.) y de los aportes de la sociedad toda,
puesto que el recurso cultural se transforma en documento que nos refiere a la historia de
otros hombres, lejanos en el tiempo, pero que de alguna forma condicionan a la sociedad
actual.

En el caso particular de los restos arqueológicos, lo anterior se entiende en dos


sentidos. Por un lado son parte del patrimonio general de la humanidad, guardan
información sobre la multiplicidad de experiencias en cuanto organizaciones sociales,
relaciones entre sociedad y ambiente, y sociedades entre sí. Por otro lado, son los restos de
las actividades de grupos humanos enlazados ya sea genéticamente o culturalmente con
los individuos modernos y las comunidades sociales actuales que ocupan los mismos
espacios geográficos.

El apoyo de toda una sociedad, en beneficio de la valoración y preservación de esos


restos arqueológicos, se logra aprendiendo algo acerca de otros grupos, de sus valores, sus
oportunidades y conductas, y es alcanzado sobre todo cuando se comprenden los
beneficios públicos y costos, o valores de retorno, de las decisiones sobre el manejo de
todos los recursos culturales.

El desarrollo tecnológico de la humanidad ha desafiado a los distintos países a


implementar leyes y reglamentos que ordenen las acciones para garantizar la salvaguarda
del patrimonio natural y ha exigido establecer las responsabilidades, los derechos y los
deberes que competen a cada actor de esta sociedad.

Así como la necesidad de mantener el ambiente natural es una exigencia inminente,


que ha llevado al hombre a la urgencia de preservarlo, de la misma manera lo es la
conservación y preservación de su patrimonio cultural y dentro de éste, el Patrimonio
Arqueológico.

El manejo o administración de los restos arqueológicos y su salvaguarda depende


no solo de la comunidad toda, sino de los arqueólogos en particular, aunque al respecto aún
hay una gran inexperiencia por ser esta una función nueva.

Por un lado, los arqueólogos desconocen en gran medida la legislación y los


principios reguladores de una adecuada gestión y, por otro, los responsables de legislar y

5
administrar el recurso ignoran la función de los arqueólogos y de la Arqueología, su
importancia científica y el impacto de su trabajo de investigación.

Los recursos culturales tienen valores económicos y simbólicos para toda la


sociedad, de la misma manera lo tienen los restos arqueológicos, también válidamente
llamados, recursos arqueológicos, pero al no ser la arqueología productora de bienes de
inmediato impacto económico, su valor ha sido desmerecido en un mundo donde prevalece
el interés comercial.

Por ello es imperioso trabajar sobre un plan estratégico de conservación y protección


de los restos arqueológicos, para garantizar su preservación a través del tiempo, abarcando
a todos los actores sociales e institucionales. A este fin será necesaria la puesta en práctica
de legislación que uniformice su manejo a nivel nacional, organizando los diversos
reglamentos, leyes provinciales y ordenanzas municipales (a veces, en contradicción entre
sí), la clara definición de las autoridades de aplicación y el diseño de planes de manejo,
dentro de los que se podrían incluir estudios de impacto y trabajos de arqueología de
rescate.

Existen muchos ejemplos en el mundo acerca de países que han trabajado en el


desarrollo de programas especiales creando agencias de protección y actas por las cuales
se garantiza la salvaguarda del patrimonio arqueológico. Uno de ellos es Estados Unidos de
Norte América, que cuenta con la National Historic Preservation Act (1966) y sus enmiendas
como Archaeological and Historic Preservation Act (1974); Archaeological Resources
Protection Act (1979); Native American Grave Protection and Repatriation Act (1990);
Historic Preservation Fund y el proyecto federal conocido como CRM (Cultural Resource
Management); entre otros dirigidos a proteger y rescatar los restos en tierras federales bajo
posible impacto de agencias privadas, empresas y emprendimientos de diversa índole.
Inglaterra posee el Ancient Monuments and Archaeological Areas Act (1979) enmendado
por The National Heritage Act (1983) a través de los cuales el gobierno se compromete a
“intervenir, asistir, costear o contribuir a los gastos de investigación arqueológica de
aquellos tierras que puedan contener un monumento antiguo o algo de interés arqueológico
o histórico”. Esto garantiza la realización de trabajos de rescate en aquellos terrenos donde
se hayan planificado obras públicas o privadas de gran escala, que pongan en peligro la
integridad de restos arqueológicos o históricos. En España también hay una preocupación
gubernamental a través de la Ley de Patrimonio Histórico Español (Art. 58). Finalmente
otros ejemplos son Canadá y Australia, que han implementado vastas políticas de
conservación del patrimonio.

6
El territorio de la actual provincia de Santa Cruz posee un patrimonio particular en lo
referente a sus recursos naturales y culturales. Culturalmente es una excelente muestra de
lo que ha sido la evolución cultural y social americana, al punto que se la ha denominado
“laboratorio antropológico” (Castro y Moreno 1996). Reconocer el valor de sus recursos y
las estrategias para su preservación es una tarea urgente y compete a todos quienes de
una u otra forma están ligados a esta provincia y a la Patagonia en general. Existen leyes
provinciales y reglamentos municipales que deben discutirse en el marco de la actual Ley
Nacional de Conservación del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico, sancionada en el
año 2003. Para enriquecer esta discusión existen importantes trabajos sobre patrimonio y
legislación (Berberián 1992, Endere 2000).

Figura 1: Sector del litoral denominado Costa Norte de Santa Cruz (en gris oscuro),
comprendido entre el límite entre las provincias del Chubut y Santa Cruz al norte, y bahía
Laura al sur.

7
Arqueología de la Costa Norte de Santa Cruz

Las investigaciones arqueológicas, en lo que se ha denominado Costa Norte de


Santa Cruz, se iniciaron en el año 1987, bajo la dirección de la Dra. Alicia Castro y el Ing.
Augusto Cardich. Se ha considerado Costa Norte de Santa Cruz al sector litoral
comprendido entre el límite con la provincia del Chubut al norte y bahía Laura al sur (Fig. 1).
Cronológicamente, los estudios de arqueología allí realizados se acotaron al Holoceno
tardío, es decir desde el 3000 AP hasta la actualidad (Castro y Moreno 2000, Castro et al.
2000, 2001, 2002, 2003, 2005).

El conocimiento disponible acerca de la costa patagónica continental hasta ese


momento parecía indicar que se trataba de un área marginal para las poblaciones de
cazadores recolectores de Patagonia. Con esta evidencia se construyó la idea de que estas
poblaciones constituían una tradición de cazadores de guanacos (Lama guanicoe) y
secundariamente de choiques (Pteronemia pennata) que basó su economía casi
exclusivamente en esos recursos terrestres. Este punto de vista se sustentaba sobre la
información etnohistórica y sobre los registros arqueofaunísticos de los sitios arqueológicos
conocidos, especialmente los de la meseta central.

Sin embargo, debe destacarse que la evidencia etnohistórica no había sido


analizada críticamente con respecto a este problema, y que el registro arqueofaunístico
procedía en su mayor parte de los sitios del interior o en algunos casos de muestras
reducidas de sitios costeros.

Los trabajos realizados en el área permitieron argumentar que, aún sin descartar la
importancia de la zona interior y los recursos terrestres en la dieta general de las
poblaciones indígenas de Patagonia, la costa y sus recursos fueron intensivamente
utilizados. Los principales argumentos a favor de esta idea son:

La mayor densidad de sitios costeros respecto a la de los del interior inmediato.

La estrecha relación entre la distribución de los sitios costeros y concentraciones de


recursos económicos (moluscos y lobos).

El contenido arqueofaunístico de los sitios costeros.

La existencia dentro de los conjuntos artefactuales, de instrumentos destinados a la


captura de pinnípedos.

La existencia de concentraciones de enterratorios humanos en el área.

El análisis crítico de las fuentes etnohistóricas en relación con el uso de la costa.

8
Densidad arqueológica de ambientes costeros e interior inmediato

En la franja costera, se trabajó por medio de estrategias de muestreo probabilístico,


utilizando unidades de muestreo (en adelante, um) que abarcaban 20 km de costa. Estas
fueron definidas, en todos los casos, sobre la primera terraza marina, para asegurar que los
restos identificados pertenecieran todos al Holoceno tardío.

Por medio de prospecciones sistemáticas se localizaron sitios arqueológicos dentro


de cada um, que fueron medidos para estimar su superficie. Relacionando los hallazgos
contenidos y tamaño del sitio, se estimó la densidad de cada uno.

A lo largo de unos 400 kilómetros de costa se estudiaron de esta manera 21 um, de


las cuales las um 1 y um 3 mostraron gran alteración moderna producto de la explotación de
canteras y obras urbanas, por lo que no fueron consideradas. En las demás se registraron
un total de 127 sitios y 6.988 artefactos (Fig. 2, Tabla 1).

En el interior inmediato a la costa se realizaron tres transectas lineales de 25 km,


ubicadas respectivamente en Caleta Olivia, Punta Guzmán y Punta Medanosa (Fig. 2).
Estas transectas se definieron de forma tal que intersectaran distintas geoformas y
accidentes que, de acuerdo a sus características, fueron prospectados en forma particular.
Este es el caso de las lagunas, sobre las cuales se prospectaron sus perímetros en forma
íntegra. Esto permitió determinar que los perímetros de lagunas presentan la mayor
densidad arqueológica del interior inmediato (Tablas 2 a 4).

Se registraron los sitios tomando su posición satelital en el terreno y sus


características más relevantes. Se puso especial énfasis en ubicarlos cronológicamente,
según su posición topográfica, estratigráfica o contenido cultural (especialmente
considerando la presencia de puntas triangulares pedunculadas y cerámica).

Otro aspecto relevado fue la visibilidad y destrucción diferencial de cada geoforma


estudiada. Para esto, se consideró la cobertura sedimentaria y de vegetación que pudiera
dificultar la búsqueda. Por otro lado, se registraron las cárcavas y denudaciones del terreno
como rasgos indicadores de erosión que pueden producir destrucción de sitios.

En el interior inmediato, en un total de 75 kilómetros prospectados (que equivalen a


75 unidades de muestreo como las realizadas en la costa), se registraron siete sitios, lo que
representa una densidad de 0,09 sitios por unidad de muestreo. Las prospecciones en
lagunas completaron 25 kilómetros con un total de 29 sitios ubicados, es decir, algo más de
un sitio por um. En contraste, las prospecciones costeras realizadas arrojaron un total de
127 sitios, es decir, 6,68 sitios por um.

9
Tabla 1: Descripción general de las unidades de muestreo (um). N°: número de la unidad
de muestreo. L: largo del intermareal (m). V: visibilidad. A: número de artefactos. S: número
de sitios.

Tipo de
ZONA N° S A Ubicación V L
intermareal
Última terraza
El Cerrito 2 13 244 Media Rodados y rocoso 29
marina
Terraza alta y Media a
C. León 4 12 696 Rocoso 795
paleoplayas buena
Punta Bauza 5 12 831 Paleoplayas Buena Rocosa 570

Est. Fortitudo 6 15 1000 Paleoplayas Buena Rocoso y arenoso 146

C. del Lobo 7 3 45 Paleoplayas Buena Rocoso 267


Pta. Sin Nombre 8 4 442 Paleoplayas Buena Rocoso 198
Paleoplayas y
Mte. Loaiza 9 10 259 Buena Rodados y rocoso 132
terraza alta
Paleoplayas, con
Cabo Tres Puntas Norte 10 12 274 Media Rodados y rocoso 42
cobertura eólica
Cabo Blanco N 11 0 0 Paleolaguna Buena Rodados 20
Punta Guzmán 12 0 0 Paleoplayas Buena Rodados 26
Última terraza
Est. La Constancia 13 0 0 Buena Rodados 34
marina
Paleobahía con Rodados y
Rocas de Sorrel 14 1 4 Media 20
sedimentos marinos escasas rocas
Última terraza
Punta Norte 15 6 217 marina, con Media Rocoso y arenoso 166
cobertura eólica

Paleoplayas, con
Islote Lobos 16 6 624 Buena Rocoso y arenoso 310
cobertura eólica

Paleoplayas, con Arenoso y


Roca del Cura 17 10 1557 Buena 650
cobertura eólica escasas rocas

Paleoplayas, terraza
Campo De Chenques 18 10 583 alta y afloramientos Buena Rocoso 226
rocosos
Laguna
19 2 0 Paleoplayas altas Buena Rocoso 275
Montevideo
Bahía Desvelos 20 9 198 Paleoplayas Buena Rocoso y arenoso 522
Terraza alta y
Bahía Laura 21 2 14 paleoplayas con Media Rocoso 177
cobertura eólica

10
Estas consideraciones llevan a pensar que, en definitiva, la franja costera funcionó
como una zona de atracción para los grupos cazadores y fue utilizada con mayor intensidad
que el resto de las geoformas próximas a ella.

Tabla 2: Transecta de Caleta Olivia. Se consignan el número de sitios hallados en los


muestreos transversales a la costa y lagunas interceptadas por estas transectas, su
clasificación por tipo de sitio en relación al tamaño y estructura, componentes y ubicación en
unidades de paisaje.

Número
Muestreo Tipo Composición Cronología Ubicación
de sitios
Transecta Fondo de
1 Superficie chico Lítico, óseo ?
interior cañadón
Transecta ¿Holoceno Borde de
1 Superficie chico Lítico y valvas
interior medio? laguna
Transecta Holoceno Borde de
1 Superficie chico Lítico y valvas
interior tardío lomada
Laguna Superficie Holoceno Última
4 Valvas y lítico
grande medios tardío paleoplaya
Lítico, óseo y Holoceno Última
Ídem 3 Superficie chico
valvas tardío paleoplaya
Última
Ídem 3 Superficie chico Lítico y valvas ?
paleoplaya
Lítico, óseo y Última
Ídem 1 ¿Estratigráfico? ?
valvas paleoplaya
Superficie Lítico, cerámica, Última
Ídem 1 Tardíos
grande óseo y valvas paleoplaya
Última
Ídem 3 Superficie chico Lítico ?
paleoplaya

Relación entre la distribución de los sitios costeros y de bancos


de moluscos

En una primera aproximación, se comparó la distribución entre restos arqueológicos


y bancos de moluscos, seleccionados estos últimos entre el conjunto de recursos marinos.
Una razón para esta elección es que se trata de un recurso que no habría sufrido un
importante impacto antrópico moderno, como habría sucedido, por ejemplo, con los
pinnípedos, ballenas y aves marinas, explotados desde el siglo XVIII y con probables
variaciones en su distribución. Otra razón es que, a diferencia de los anteriores, los bancos
de moluscos son un recurso de amplia distribución, lo que permite su análisis en un marco
de aproximación probabilística.

Además, los moluscos explotados en el área, como mejillones (Mytilus sp.), cholgas
(Aulacomya atra), lapas (Nacella (P.) spp.) y almejas (Ameghinomya antiqua), viven en la

11
zona intermareal, sobre las rocas de superficies de abrasión (restingas) o en las playas
arenosas en el caso de las almejas. Por el contrario, nunca se los encuentra en el
mesolitoral de costas formadas exclusivamente por rodados3. Esta característica permite
considerar la zona intermareal como medida de presencia y accesibilidad al recurso.

Se verificó que en las um asociadas con playas de rodados, la densidad de sitios y


artefactos es prácticamente nula, en tanto que en aquellas con mesolitorales rocosos o
arenosos, y por lo tanto asociados con bancos de moluscos, existe una cantidad
relativamente grande, aunque variable, de sitios y artefactos. Refuerza lo anterior el hecho
que en las um 11 a 14, que muestran escasos materiales y se relacionan con playas de
rodados, no se presentan problemas de visibilidad, ya que prácticamente carecen de
cobertura eólica y de vegetación; no hay indicadores de erosión, ni actúan factores
topográficos distintos a las demás um, y tampoco se observan alteraciones antrópicas
modernas, que pudieran condicionar esta conclusión.

Tabla 3: Transecta de Punta Guzmán (al Sur de cabo Blanco). Se consignan el número de
sitios hallados en los muestreos transversales a la costa y lagunas interceptadas por estas
transectas, su clasificación por tipo de sitio en relación al tamaño y estructura, componentes
y ubicación en unidades de paisaje.

Muestreo Número Tipo Composición Cronología Ubicación


de sitios
Transecta Superficie Valvas, lítico,
1 ? Borde de laguna
interior chico óseo
Transecta Superficie
1 Lítico y valvas ? Fondo de cañadón
interior chico
Superficie
era.
1 laguna
1 Lítico escaso ? Borde de laguna
menor chico
Superficie
da.
2 laguna
1 Lítico ? Borde de laguna
menor chico
Laguna Superficie
3 Lítico Tardíos Última paleoplaya
grande chico
Superficie
Ídem 2 Lítico Tardíos Última paleoplaya
chico

En las zonas con mesolitorales rocosos o arenosos se detectó cierta variación en los
valores. Tomando como umbral mínimo la existencia de cuatro sitios y doscientos artefactos
por unidad de muestreo, las um 7, 19 y 21 están por debajo de dicho umbral. En el caso de

3 Estas costas, constituidas por rodados de pequeño tamaño, no deben se rconfundidas con mesolitorales
formados por grandes rodados aplanados en los que se pueden fijar los moluscos, como los que se hallan en el
interior de la ría del Deseado.

12
la um 21, esto puede explicarse fácilmente por la marcada cobertura eólica, cosa que no
ocurre en las otras dos unidades. Tampoco en estas unidades se encontraron evidencias de
fenómenos de erosión ni destrucción antrópica moderna que pudieran explicar esta
variación.

Teniendo en cuenta la relación entre costas de mesolitoral rocoso-arenoso y los


bancos de moluscos antes planteada, y la concurrente asociación con sitios arqueológicos,
se puede afirmar que la presencia de estos recursos sería un importante condicionante en
la elección de los asentamientos indígenas en la Costa Norte de Santa Cruz.

El contenido arqueofaunístico de los sitios costeros

De los sitios detectados, se estudió el material faunístico de sólo nueve de ellos:


cabo Blanco 1, cabo Blanco 2, sitio Moreno, punta Medanosa 1, punta Medanosa 2, punta
Medanosa 3, punta Medanosa 4, Restinga Alí e isla Lobos 2 (Fig. 2).

Figura 2: Costa Norte de Santa Cruz. Ubicación de las unidades de muestreo (um)
estudiadas.

Cabo Blanco 2 y sitio Moreno son multicomponentes, de manera que cada


componente fue estudiado por separado. Con el fin de facilitar las interpretaciones, sólo se
13
analizaron las cuatro taxa más frecuentes de vertebrados presentes en la mayoría de los
sitios, descartándose los de muy baja frecuencia.

En resumen, y sin considerar peces y moluscos, en los sitios analizados la fauna


marina supera la terrestre. Salvo en cabo Blanco 1, donde predominan los cormoranes, en
el resto de los sitios el taxón más importante es el de los pinnípedos, seguido por las aves
marinas y finalmente los guanacos. Si se toma la totalidad de los sitios costeros y se
calculan el NMI y el NISP (número mínimo de individuos y número de especímenes óseos
respectivamente, valores que permiten calcular la frecuencia de especies dentro de un
conjunto) como si se tratara de un sólo conjunto, esa relación se mantiene. La relación entre
recursos marinos y terrestres, en general, es de 96 % contra 4 % a favor de los primeros.

Debido a las dificultades de comparar la importancia alimenticia de animales de


tamaños tan distintos como las aves marinas y los grandes mamíferos, se estudió la
relación entre los restos faunísticos de los dos grandes mamíferos, los lobos marinos y los
guanacos, en función de sus similitudes en peso y rendimiento alimenticio. Esta relación
oscila entre 66-33 % y 100-0 % a favor de los pinnípedos, siempre tomando en cuenta el
NMI. Considerando el NISP, las proporciones a favor de los pinnípedos son aún mayores
(70-30 % hasta 100%).

La determinación de estación de ocupación de los sitios se basó en los siguientes


indicadores: el ritmo de fusión ósea y erupción dentaria en guanacos, y la presencia de
pingüinos en los sitios. Estos animales ocupan la costa patagónica con fines reproductivos,
entre septiembre y marzo. Estos dos métodos permitieron determinar que en Restinga Alí,
sitio Moreno y cabo Blanco 1 y 2 la ocupación se concentró en primavera-verano. En los
restantes sitios la estacionalidad no pudo establecerse debido a la escasez de restos de
guanacos y de estas aves.

Los conjuntos artefactuales

Los conjuntos artefactuales líticos fueron estudiados a partir de las muestras


obtenidas por el muestreo de algunos sitios de las localidades punta Medanosa (cuatro
sitios), isla Lobos (dos sitios), y Cabo Blanco (dos sitios).

Tecnológicamente en los sitios de costa coexistirían dos modalidades dentro de los


mismos conjuntos (constituidas por piezas formatizadas y estandarizadas, en asociación a
piezas poco formatizadas, no estandarizadas y posiblemente expeditivas). Estas formas no
obstante, fueron producidas por los mismos grupos humanos, que simplemente adaptarían
habilidades técnicas a distintos tipos de materias primas con características de fractura
distintas, unas alóctonas (tobas silicificadas, sílices, obsidianas y dacitas) y otras locales
14
(volcánicas en general de tipo traquitas y andesitas, y riolitas). Existen sin embargo una serie
de materias primas que, si bien de origen alóctono, están presentes en la costa como rodados,
por ejemplos basaltos y otras que son tanto alóctonas como locales, como la madera
silicificada.

En los sitios de las localidades isla Lobos y cabo Blanco aparecen afloramientos de
materias primas volcánicas no muy aptas para la talla, ya que no producen formas factibles
de ser trabajadas a través de retoques y de formatizar sus filos, pero que fueron altamente
funcionales al menos para producir acciones simples de corte y raspado. Estos tipos
convivieron con otros instrumentos formatizados a partir de materias primas silíceas,
posiblemente provenientes del interior, con mejores características de factura.

Este contraste se podría explicar por el hecho de que los grupos costeros móviles
habrían introducido a la costa un equipo instrumental tallado sobre buenas materias primas
como las silíceas, posiblemente para asegurarse la realización de tareas básicas según sus
requerimientos económicos. Por otra parte, ante la necesidad de realizar acciones simples
complementarias, habrían recurrido a las materias locales de donde se obtenía algún filo
adecuado (por ejemplo, lascas utilizadas).

Tipológicamente, los conjuntos responden en general a las formas conocidas en


Patagonia para el Holoceno tardío, donde aparecen gran cantidad de raspadores de filo
frontal corto, raederas unifaciales y bifaciales, y puntas de proyectil triangulares
pedunculadas, con tamaños por lo general pequeños a medianos.

Desde el análisis estadístico de la diversidad, estos conjuntos presentan


comparativamente una gran variabilidad, aún entre sitios cercanos con estructuras
semejantes y respondiendo aparentemente a la misma economía. Esta variabilidad intersitio
para la costa es un aspecto de análisis cuya resolución seguramente será fundamental para
encontrar diferencias funcionales en patrones aparentemente regulares de ocupación, o
bien a diferencias en la organización tecnológica de los grupos, tal vez de ocupaciones
diacrónicas. De cualquier manera, ninguna variación niega las conductas reflejadas por
otros referentes en cuanto a que representan economías costeras y decisiones
programadas de un uso estratégico de costa.

Los únicos artefactos vinculables directamente con la explotación de recursos


marinos detectados fueron los arpones de punta móvil y los denominados "rompecráneos".
Respecto a los primeros se hallan referencias a su presencia en fuentes bibliográficas y en
algunas colecciones particulares. Sumando ambas referencias se ha contabilizado hasta el
momento para la costa un escaso conjunto de 17 ejemplares. Se pudo determinar que su

15
distribución se restringe en general a la costa y en particular al sector comprendido entre
cabo Blanco y puerto Santa Cruz, aunque la mayoría de los ejemplares provendría de la
localidad de punta Medanosa (Moreno 2002). Los rompecráneos fueron detectados por
primera vez en los sitios de cabo Blanco 1 y 2, en vinculación con restos óseos de lobo
marino. Por carecer de información etnográfica o histórica para determinar si su función
estuvo realmente vinculada con la captura de pinnípedos, se realizó un estudio
distribucional utilizando colecciones de museos. Se trabajó bajo la expectativa de que si
estos artefactos cumplieron tal función, su distribución tendería a ser costera y además
serían más frecuentes en proximidades de loberías históricas.

Para controlar la tendencia de las colecciones, se estudió la distribución de las


boleadoras en esas mismas colecciones, con el objeto de utilizarlas como comparación. En
total se analizaron 329 artefactos entre boleadoras y rompecráneos; la mitad de las
boleadoras provienen del interior, en tanto que el 95 % de los rompecráneos fue recolectado
en la costa.

Al verificar la asociación con loberías históricas se observó que 65 % de las


boleadoras provenían de sus proximidades, en tanto que en el caso de los rompecráneos
88 % cumplió esta condición. La prueba estadística indicó que es muy poco probable que
estos valores se hayan dado por simple azar, lo que permitió mantener la hipótesis de que
los rompecráneos se vincularían con la caza de pinnípedos.

Tabla 4: Transecta de punta Medanosa. Se consignan el número de sitios hallados en los


muestreos transversales a la costa y lagunas interceptadas por estas transectas, su
clasificación por tipo de sitio en relación al tamaño y estructura, componentes y ubicación en
unidades de paisaje.

Número
Muestreo Tipo Composición Cronología Ubicación
de
sitios
Transecta Superficie
2 Valvas, lítico, óseo ? Borde de lomada
interior chico
Transecta Superficie
1 Lítico ? Borde de lomada
interior muy chico
Fuera de Superficie
1 Lítico escaso ? Borde de lomada
transecta muy chico
Fuera de Superficie Valvas escasas,
2 ? Borde de lomada
transecta chico lítico, óseo
Laguna grande 4 Superficie Talleres Tardíos Última paleoplaya
Superficie
Laguna grande 2 Lítico, óseo Tardíos Última paleoplaya
chico
Superficie
Laguna chica 4 Lítico Tardíos Última paleoplaya
chico
Superficie
Laguna chica 1 Lítico , óseo Tardíos Última paleoplaya
grande
16
Concentraciones de enterratorios humanos en el área

Una evidencia de gran importancia respecto a la interpretación sobre el uso de la


costa son los enterratorios humanos.

La cantidad de sitios de entierro hallados permiten avalar los criterios de intensidad


de uso en la ocupación del espacio. A través de la determinación isotópica, los restos óseos
de los enterratorios permitirán discutir aspectos relativos no solo a su antigüedad o
cronología, sino a formas de alimentación o dieta de los individuos (Tabla 5).

En el curso de los trabajos en la franja costera se han registrado alrededor de 300


enterratorios y estructuras atribuibles a enterratorios; lamentablemente, la mayoría de los
cuales se hallan alterados.

El conjunto de enterramientos no es homogéneo, presenta variaciones


principalmente ligadas a su aspecto externo, lo que permitió realizar la siguiente
clasificación inicial: (1) Enterratorios en médanos sin estructuras visibles (cantera Madroñal,
próxima a la localidad de Caleta Olivia, entierro de individuo joven sin ajuar); (2)
Enterratorios cubiertos por cantos rodados seleccionados y huesos de ballena (sitio Heupel
(Salceda et al. 1998) y estancia La Madrugada (Monte Loaiza) (Castro y Moreno 2000); (3)
Enterratorios con estructuras externas de huesos de ballena (puerto Pajarito); (4)
Enterratorios con estructura de piedra tipo laja, en muchos casos con disposición anular
vinculada al saqueo de los mismos (varios lugares a lo largo de toda la costa).

Los enterratorios correspondientes a la variedad 4 son los más comunes y pueden


aparecer aislados o agrupados; son conocidos en la zona, junto con la variedad 2, como
"chenques". La asociación de enterratorios a otros tipos de sitios es variable, así como la
forma de presentarse, aislados, en grupos pequeños, y en agrupaciones grandes (Fig. 3).

Cuando se hace referencia al término "chenque", se lo hace en alusión a la


estructura de piedras que indica la existencia de un cuerpo por debajo. Este término se ha
generalizado ampliamente para designar entierros indígenas en especial en La Pampa y
Patagonia. Berón et al. (2000) indican que una de las primeras referencias al uso de este
término se encuentra en Verneau y de La Vaulx (1902:78) quienes usa el término tchenque
para referirse a estructuras de entierro que halla en un recorrido por Patagonia durante los
años 1896 y 1897.

17
Tabla 5: Número de sitios de entierro por localidad geográfica en el sector de costa al sur
de Puerto Deseado y en el golfo San Jorge. Dudosos: sitios sobre los cuales no es posible
afirmar si han sido alterados (es decir, abiertos y depredados).

Localidad N° Cronología Estado


Punta Mercedes 1* 10 Sin definir Dudoso
Punta Mercedes 2 3 Tardío Abiertos
Bahía Laura 1 1 Tardío Abierto
Bahía Desvelos 1 1 Tardío Abierto
Bahía Desvelos 2 1 Tardío Abierto
Bahía Desvelos 3 1 Tardío Cerrado
Bahía Desvelos 4 4 Tardío Abiertos
Bahía Desvelos 5 1 Tardío Abierto
Bahía Desvelos 6 1 Tardío Abierto
Bahía Desvelos 7 9 Tardío Dos cerrados
Bahía Desvelos 8 2 Tardío Abiertos
Bahía Desvelos 9 1 Tardío Abierto
Pta. Médanos Sur 1 13 Tardío Uno cerrado
Pta. Médanos Sur 2 1 Tardío Cerrado
Sitio Las orcas 4 Tardío Uno cerrado
Campo de Chenques 86 Tardío Abiertos
Punta Médanos 2 6 Tardío Abiertos
Ensenada de la
Baliza 40 Tardío Abiertos
Isla Liebres 26 Tardío Abiertos
Piedra del Cura 1 4 Tardío Abiertos
Ensenada de Ferrer 1 1 Tardío ¿Cerrado?
Ensenada de Ferrer 2 3 Tardío Abiertos
Punta Médanos
negros 1 1 Tardío Abierto
Punta Médanos
Negros 2 4 Tardío Abiertos
Isla lobos norte 20 Tardío Abiertos
Punta Lobos 1 Tardío Abierto
Punta Pozos 6 Sin definir Abiertos
Punta Norte 6 Sin definir Abiertos
Bahía del Barco 1 Tardío Abierto
Cabo Blanco 10 Sin definir Abiertos
Monte Loaiza 1 Sin definir Cerrado
Puerto Pajaritos 1 Tardío Cerrado
Cantera Madroñal 1 Tardío Excavado
Sitio Heupel 3 Tardío Uno excavado y dos abiertos
TOTAL 274

Factores de decisión en la construcción de los chenques

Los hallazgos y distribución de este tipo de sitios sugieren que los chenques se
construyeron en zonas con disponibilidad de materia prima, habitualmente rocas mayores a
20 cm de lado, lo que daría lugar a suponer que los cadáveres se llevarían hacia las piedras
y no a la inversa. Si esto fuera contrastado como verdadero se podría suponer que en todos
los lugares con estas características se hallarían chenques. No obstante, existe otro tipo de
18
estructuras formadas por cantos rodados; en estos casos las piezas son seleccionadas por
tamaño y de alguna forma también cabría aplicar lo anterior, ya que este tipo es hallado en
áreas cercanas a cubiertas de rodados de tamaños grandes.

Figura 3: Costa Norte de Santa Cruz. Forma de agregación de los enterratorios encontrados.

Llama la atención la gran concentración de enterratorios ubicados en la zona Sur,


entre Puerto Deseado y bahía Laura (Fig. 3), con concentraciones especialmente notorias
como en las proximidades de punta Medanosa, concretamente en el sitio Campo de
Chenques, donde se detectaron 86 enterratorios en una agrupación que podría
caracterizarse como área formal de entierro. En este sector entre Puerto Deseado y bahía
Laura, fuera de lo que se identificó como Campo de Chenques, se hallaron 258
enterratorios más, que conforman 94 % de todos los enterratorios detectados en todo el
sector de Costa Norte. Esto contrasta con los hallazgos en el sector del golfo San Jorge
donde solo se detectaron 16 enterratorios, o sea 6 % del total. Por el contrario, entre Puerto
Deseado y cabo Blanco es notoria la ausencia de enterratorios costeros. En este último
subsector los estudios de distribución de restos arqueológicos, dieron como resultados
densidades mínimas o nulas de sitios, lo cual fue interpretado como producto de una falta

19
de utilización del espacio para vivienda, coherente con la casi ausencia de enterratorios
(Castro et al. 2005). Estas diferencias difícilmente puedan deberse al azar, ya que los
métodos de prospección utilizados fueron los mismos.

Existe una gran regularidad en cuanto al tamaño de los chenques. Tanto los abiertos
como los cerrados mantienen dimensiones regulares. Los chenques abiertos se encuadran
en general dentro de los siguientes tamaños: largo: 4,5 m por 3,5 m; abertura del pozo entre
1,80 m x 1,20 m; la altura no se tomó por relativizarse con los pozos centrales. Los
chenques cerrados poseen dimensiones del orden de 1,90 m a 2 m x 1,30 m, y no
sobrepasan los 50 cm de altura del terreno en la actualidad.

Semejante cantidad de enterramientos podría sugerir varias cosas:

a) La ocupación reiterada de este sector de costa.

b) Que ese lugar haya sido ocupado por grupos grandes de personas y durante
períodos extensos de tiempo, dando lugar a que sucedan situaciones de muerte.

c) Que existieran razones político-ideológicas, como la demarcación de territorios.

d) La presencia de sociedades para las cuales es muy importante reafirmar la


descendencia familiar y los lazos ancestrales, dentro de las estructuras sociales (Gamble et
al. 2001).

e) Procesos de monumentalización en el marco de estrategias de visibilidad espacial


y temporal de los grupos sociales (Criado Boado 1991).

f) Otros aspectos puramente ideológicos, relacionados al tratamiento de la muerte, la


idea del más allá y la estratificación social.

Estos sitios son altamente significativos cuando se trata de evaluar el potencial


cultural de estos grupos, minimizados a veces por la carencia de una materialización de su
cultura. Pero en un mundo donde el hombre no construyó viviendas y donde su vida giraba
aparentemente sobre el eje económico de la subsistencia, la presencia de estas estructuras
sugeriría que existieron importantes razones, tal vez ideológicas, para su construcción, ya
que requieren una inversión de energía significativa. Evidentemente la muerte tuvo como
significado un valor importante en estos pueblos pretéritos y la Costa Norte de Santa Cruz
es muestra de ello.

De una u otra manera, es evidente que la costa no corresponde a un espacio de


ocupación circunstancial por parte de grupos indígenas. Estos hallazgos ponen énfasis en la
importancia de esta zona dentro de las decisiones de utilización del espacio por parte de

20
grupos aborígenes y en el significado patrimonial de esta área, que conjuga una riquísima
variedad de evidencias históricas y culturales.

El análisis crítico de las fuentes etnohistóricas con relación al uso


de la costa

En general la información derivada de los estudios de arqueología de campo parece


contradecirse con la información derivada de las fuentes etnohistóricas, que indican un uso
poco intensivo de la costa. Por esta razón se inició un estudio de fuentes escritas
clasificándolas según hayan sido elaboradas en los siglos XVI y XVII (o referidas a esos
momentos, es decir a períodos “pre-ecuestres”), o en los siglos XVIII y XIX,
correspondientes a momentos “ecuestres”. Esta separación resulta importante, ya que la
utilización del caballo podría explicar muchos contrastes que aquí se presentan.

Con respecto al momento pre-ecuestre se analizaron trece fuentes correspondientes


a diez viajes. Esto completó la totalidad de las fuentes éditas correspondientes a la costa
patagónica central. Se consideraron muy especialmente las descripciones contenidas y más
aún la ubicación espacial y temporal de los fenómenos descriptos.

Este análisis permitió verificar que, si bien la imagen proporcionada por los viajeros
señala una casi total falta de evidencia del uso de los recursos marinos, estas descripciones
corresponden en su totalidad a las estaciones de invierno u otoño. Como la información
derivada del registro arqueológico corresponde a las estaciones más cálidas, se integraron
ambas fuentes de información en un modelo común. Este modelo plantea que:

a) La costa y sus recursos se utilizarían durante la primavera y el verano.


b) En el verano avanzado y el otoño, la costa habría sido abandonada.
c) Durante el invierno habría poblaciones relativamente próximas a la costa pero su
subsistencia estaría basada en la caza de animales terrestres y recolección de
vegetales.

Concordante con esto, se comprobó que el único caso en el que hay mención de
consumo de recursos marinos es una expedición que contactó indígenas en verano, aunque
en la boca del estrecho de Magallanes, es decir fuera del área de estudio.

Para el momento ecuestre se aplicó igual metodología, analizándose un total de


doce viajes. Para ese momento se contó con información para la totalidad del año y con
fuentes mucho más completas. Cabe aclarar que se dejaron de lado muchos escritos en los
que, por no presentar la forma de un diario, no se pudo determinar el lugar y fecha de las
observaciones. A pesar de la mayor información recogida para este momento, no se

21
hallaron menciones de uso de recursos marinos, por lo que se concluyó que no podía
integrarse al modelo general planteado en el párrafo anterior ya que habría ocurrido un
abandono del uso de estos recursos, a partir del siglo XVIII.

Los límites cronológicos del uso de la Costa Norte de Santa Cruz

Uno de los problemas aún no resueltos en los estudios sobre la arqueología de


cazadores recolectores costeros de la Costa Norte de Santa Cruz es la definición
cronológica de su uso.

En principio, la información faunística y de distribución de sitios está referida a sitios


del Holoceno Tardío (posteriores a la ingresión marina del Holoceno Medio) y anteriores a la
adopción del caballo. La única localidad con sitios pre-ingresivos conocidos, es decir
correspondientes al Holoceno Medio, es cabo Tres Puntas, en el extremo sur del golfo San
Jorge. Allí se halló un sitio (cabo Tres Puntas 1) a unos ocho metros de la superficie de la
terraza actual, por debajo de sedimentos de la ingresión del Holoceno Medio. En esta última
capa se halló un pequeño conchero de mejillones, asociado a fragmentos líticos y carbón.
Un fechado sobre este último material arrojó un resultado de 6060 ± 70 años A.P.

En cuanto a sitios contemporáneos con la ingresión marina, el único que más se


aproxima cronológicamente es cabo Blanco 2, fechado en 3400 años A.P.

Esta escasez de sitios pre-ingresivos y contemporáneos a la ingresión se contrapone


con la enorme cantidad de sitios posteriores a ella: 127 en las unidades de muestreo. Si se
considera que las um representan 5 % del área, y se extrapolan estos resultados, deberían
existir unos 2500 sitios de superficie.

Esto es en parte producto del recorte temporal planteado, que llevó a estudiar a los
sitios en la franja más próxima al mar y, por lo tanto, más tardía. Sin embargo, en todas las
um y sus proximidades se buscaron intensiva y sistemáticamente sedimentos pre-ingresivos
en los perfiles de las terrazas marinas, ubicándose sólo en cabo Tres Puntas un
afloramiento de unos 1000 m de largo, con un espesor visible de menos de 1,5 m. Esta
escasez de vestigios podría deberse a la poca visibilidad derivada del espesor de los
sedimentos marinos superpuestos y/o a su destrucción por acción de la misma ingresión.
Considerando la existencia de al menos un sitio pre-ingresivo a pesar de la escasa
probabilidad de hallazgos, se podría suponer que en esos momentos también habría sido
utilizada.

Con respecto a las ocupaciones contemporáneas a la ingresión, no se ha detectado


ningún sitio, aunque era esperable que fueran más fácilmente identificables y más visibles

22
que los contextos pre-ingresivos, ya que la expectativa es ubicarlos sobre la parte más
alejada de las paleobahías, y sobre o inmediatamente por detrás de las paleoplayas más
altas, aspectos sobre los que aún se está trabajando.

Como ya se señaló en relación con el límite cronológico superior en el momento


ecuestre, en las fuentes etnohistóricas de los siglos XVIII y XIX no se hallaron datos
referidos al uso de los recursos marinos. Esto probablemente se relacione con los cambios
en la forma de vida, producto de la adopción del caballo y la progresiva inserción en los
circuitos mercantiles interétnicos, pero sería interesante contrastar esta evidencia negativa
con información arqueológica, y sobre todo, buscar una explicación a este fenómeno.

Más allá de que los numerosos interrogantes que quedan por resolver, se puede
plantear que en la Costa Norte de Santa Cruz, existió un uso intensivo de su espacio y sus
recursos que permite discutir modelos tradicionales interpretativos de las formas humanas
pasadas (Moreno y Castro 1999).

Problemas de conservación

Para alcanzar los conocimientos reseñados fue necesario tener en cuenta las
causas de destrucción a los que se halla sometido el registro arqueológico y cómo
prevenirlos.

En principio, estas causas de destrucción o alteración pueden dividirse según su


origen, en naturales y antrópicos. Sin embargo, no siempre las mismas causas producen el
mismo tipo de daño, dependiendo esto de la combinación de variables.

Existen distintos tipos de destrucción que se han clasificado como a) daño selectivo,
cuando solo afectan una parte del registro, y b) daño estructural, cuando afectan la totalidad
del mismo.

Un ejemplo del primer caso es cuando un sitio arqueológico queda expuesto a la


acción del viento, destruyéndose parte de los componentes de su estructura, como los
restos óseos, mientras no sucede lo mismo con otro tipo de materias primas como las
líticas, que sufren alteraciones escasas y tal vez no estructurales.

En el segundo caso, un agente de disturbio arrastra todos los materiales sin


discriminar y los dispersa alterando totalmente las relaciones entre ellos y su contexto de
depositación. Por supuesto existe una gama intermedia de situaciones entre ambos
extremos. A su vez la intensidad de la alteración puede variar con el tiempo de exposición
de los restos a estas causas de destrucción. Es frecuente que los distintos agentes actúen
combinadamente.
23
En la zona de estudio se detectaron ejemplos de destrucción por causas naturales y
antrópicas, las que actúan tanto en forma selectiva como estructural (Tabla 6).

Las principales causas relevadas que alteran la integridad del registro son, dentro de
las antrópicas: (a) el coleccionismo y las visitas (la diferencia entre uno y otras podría estar
marcada por la sistematicidad del primero y lo azaroso en la recolección de las segundas);
(b) la construcción de obras en general (dentro de las que se pueden considerar
gasoductos, oleoductos, búsqueda de agua, explotación de áridos); y (c) la ocupación
urbana (barrios, puertos, emprendimientos inmobiliarios). Dentro de las naturales: (a) la
acción del viento (que integra procesos de erosión y acreción); (b) el agua (que incluye los
efectos de lavados por lluvia y la erosión marina); y (c) las bioturbaciones faunísticas
(animales cavadores, colonias de pingüinos) (Tabla 6).

Tabla 6: Agentes de destrucción del registro arqueológico y forma de acción.

Agentes
Naturales Antrópicos
Erosión Erosión Erosión
Coleccionismo Obras
eólica hídrica marina
Forma
Selectiva X X
de
acción
Estructural X X X X

Casos de afectación de la integridad arqueológica

Erosión hídrica. Sitio Moreno

El sitio está ubicado 32 km al sur de la localidad de Caleta Olivia, aproximadamente


a la altura de la estancia La Nueva, a 50 m de la línea de pleamar, en lo que
geográficamente se conoce como bahía Lángara. El paisaje está formado por terrazas de
borde redondeado por la erosión y cortadas por cañadones, varios muy amplios, y en
algunos de los cuales es posible hallar pequeñas lagunas de agua dulce. Los cañadones,
en conjunción con las terrazas, forman lugares protegidos del viento.

La vegetación y la fauna no difieren, en cuanto a tipo, de las del interior. No se registran


en las proximidades de este sitio ni loberías ni áreas de nidificación de aves marinas.

El ambiente corresponde a un cordón litoral desarrollado durante el Holoceno,


adyacente al litoral marítimo, y a una costa de tipo playa de rodados, moderna, asociada a una
plataforma de abrasión (restinga) extensa, con grandes bancos de moluscos.

24
Este sitio está incluido en una columna estratigráfica de casi 3 m de profundidad, en la
que se identifican tres concentraciones lentiformes de valvas, cada una caracterizada por el
predominio de diferentes especies de moluscos. De estos tres componentes se han fechado el
primero y el tercero, a saber, respectivamente en 2720 ± 50 A.P. (LATYR LP 206) y 3290 
90 A.P. (Radiocarbon tritium laboratory, Enviromental Isotopes Section, Enviromental
Alberta Centre 1063c SM-3).

El principal daño sufrido por el sitio fue debido a la erosión hídrica, que cortó la
terraza permitiendo su descubrimiento. El sitio se comenzó a excavar en el año 1988 y
durante sucesivas visitas se pudo observar el progresivo ensanchamiento de la cárcava que
prácticamente llegó a destruir la lente de moluscos correspondiente al primer componente
de la margen norte.

Erosión marina y alteración antrópica. Cabo Blanco

La localidad de Cabo Blanco está ubicada en el extremo sur del golfo San Jorge
(4712' S y 6544' W). El sitio Cabo Blanco 1 se encuentra en la parte sur del cabo, sobre la
denominada caleta Tranquila. Destacan a unos 200 m del sitio, una gran colonia de
cormoranes (Phalacrocorax sp.) y, un poco más lejos, dos loberías, una de lobos de un pelo
(Otaria flavescens) y la otra de lobos de dos pelos (Artocephalus australis). Por otro lado,
existen numerosos sitios menores de distintos tipos, incluyendo los restos de un pueblo de
principios del siglo XX.

El sitio Cabo Blanco 1 es de gran tamaño, aproximadamente 5000 m². Si bien muestra
alteraciones producto de la instalación de casas, galpones, caminos y hasta una vía de trocha
angosta, la mayor parte de ellas se concentra en la porción sudoeste del sitio, lo que permite
trabajar con alguna confianza el resto del mismo, que, por otra parte, parece presentar mayor
potencia estratigráfica. La cronología del sitio se ubica entre 1420 ± 50 A.P. (Beta 134597) y
1700 ± 30 A.P. (Beta 134597), lo que es coherente con algunos indicadores, como su posición
a escasos metros sobre la línea de pleamar actual y la presencia de cerámica y puntas
triangulares pedunculadas. Este sitio es del mayor interés por su gran tamaño y porque los
estudios arqueofaunísticos brindan una información curiosa relativa a los recursos consumidos,
ya que predominan los restos de aves (particularmente los cormoranes) sobre los de
mamíferos. Se advierte además, que entre los restos de aves, hay una fuerte selección
tendiente a las partes esqueletarias de mayor valor económico. Esto es algo muy poco
frecuente en la costa de Patagonia continental.

Respecto al deterioro sufrido, el principal agente ha sido la erosión marina, ya que el


sitio se halla a pocos metros de la línea de pleamar. La primera excavación se realizó en el
25
año 1997 y consistió en dos cuadrículas contiguas, ubicadas a 1 m del borde de la terraza.
Durante una visita realizada en el año 2000 se pudo observar que la erosión había llegado
hasta la cuadrícula excavada y desde el perfil se podía observar el relleno de la misma. Otra
amenaza consiste en el turismo sin control, evidenciado en el hecho que sobre el sitio pasa
un camino utilizado habitualmente por los visitantes, quienes además excavan la superficie
para realizar improvisadas parrillas y arrojan todo tipo de desperdicios.

Erosión eólica y antrópica. Médanos del Salitral y punta Medanosa

Médanos del Salitral se encuentra a 10 km al sur de cabo Blanco y a unos 1500 m


de la línea de costa. Se trata de un área de médanos, donde abundan los materiales
superficiales. Estos se encuentran agrupados en pequeñas concentraciones discontinuas,
algunas de ellas presentando acumulaciones de moluscos, fogones, restos óseos y
artefactos líticos y cerámicos. Los restos óseos estudiados provienen de una concentración
de superficie y están asociados a relativamente pocos materiales líticos y malacológicos; en
consecuencia, hasta el momento no se ha podido inferir la cronología del sitio por ninguno
de los métodos corrientes. Entre los restos óseos hallados predominan los de guanaco,
siendo más frecuentes los de valor económico mediano y bajo, lo que permite considerar al
sitio como una localidad de actividades limitadas, posiblemente un campamento de caza.

El sitio presenta un claro deterioro por erosión eólica la que ha actuado de manera
uniforme, como se evidencia por la disposición horizontal de los materiales. La presencia de
gran cantidad de restos óseos en buen estado de preservación indicaría que el fenómeno
erosivo está actuando desde hace no más de 20 años. El rescate realizado permitió
recuperar una gran parte del material expuesto, pero no se ha visitado el sitio nuevamente
para observar si la erosión ha continuado exponiendo materiales.

Punta Medanosa se halla ubicada a unos 60 km al sur de la ciudad de Puerto


Deseado, inmediatamente al Sur de la bahía de los Nodales, más precisamente a 48°06’S y
65°56’W. La punta propiamente dicha se extiende en el sentido Este-Oeste, parcialmente
separada del continente por el denominado “canal” consistente en una marisma meandrosa
que se inunda con las mareas altas comunes. La punta mide 12 km de largo por 6 km de
ancho y está formada por una combinación de rocas volcánicas (pórfidos) y sedimentitas
marinas y terrestres. Los pórfidos actúan como roca de base, aflorando especialmente en el
extremo este y sur, en tanto que al norte de la punta hay grandes acumulaciones de
médanos, los que se apoyan sobre paleoplayas. Estas últimas están formadas por arena y
valvas y corresponden por su altura a la ingresión holocénica. Los cordones de médanos se
extienden desde la proximidad de la costa hasta un kilómetro hacia el interior,

26
aproximadamente A partir de allí, comienza una serie de antiguos cordones litorales
formados por rodados, los que se extienden hasta la costa sur, en la que forman acantilados
de 20-30 m. Respecto a la fauna presente en la localidad, se destaca la existencia de una
gran colonia de reproducción de pingüinos y otras menores de cormoranes. Hay también
amplios bancos de moluscos y en el pasado existieron grandes loberías, tanto en la misma
punta como en los islotes adyacentes.

La localidad exhibe una notable riqueza en materiales arqueológicos, consistentes


en grandes concheros y estructuras de enterratorios o chenques caracterizadas por
acumulaciones de piedras de forma más o menos oval. La gran mayoría de los concheros
está ubicada en la parte norte de la punta, en coincidencia con los médanos litorales. Por la
posición, a pocos metros sobre el nivel del mar, apoyados sobre las últimas paleoplayas y
por el contenido estructural de tipos de artefactos (fundamentalmente, puntas triangulares
pedunculadas muy pequeñas y cerámica), puede considerarse que la mayoría de estos
sitios son tardíos.

La localidad es de gran importancia en la arqueología de Patagonia continental, ya


que en ella se encuentra la mayor concentración conocida de concheros y enterratorios.
Sus principales problemas son la erosión eólica, la acción de los coleccionistas y en menor
medida, las perturbaciones ocasionadas por la nidificación de pingüinos.

En el caso de la erosión eólica, el impacto está evidenciado por la existencia de


concheros estratificados superpuestos sobre los médanos, con una notable cantidad de
materiales derrumbados sobre sus pendientes. Esta disposición indica que son los
concheros los que sujetan a los médanos, al mismo tiempo que se van erosionando sus
márgenes. Estos materiales expuestos son recolectados por coleccionistas o en el caso de
los restos óseos, destruidos por la erosión. Esto se complica con la acción de los pingüinos
que en algunos casos excavan sus nidos sobre los sitios.

En la mitad sur de la punta, la acción de los coleccionistas ha impactado sobre los


numerosos enterratorios, afectándose a la totalidad de estos; en lugar de hallarse las típicas
acumulaciones de piedra formando un círculo compacto, se observan estructuras anulares
formadas por la extracción de las piedras centrales.

Impacto antrópico. Canteras y ciudades

En la zona central del golfo San Jorge, en las unidades de muestreo 1 y 3 se halló el
mayor impacto antrópico debido básicamente a la mayor urbanización, presencia de canteras,
rutas y caminos, ligado esto a una mayor concentración de la población.

27
Esta alteración fue notada durante la realización de los muestreos que se describen en
el acápite referido a la densidad de sitios. Cuando se realizaron estos trabajos, se verificó que
en la um 1 situada al sur del cerro Pan de Azúcar (al norte de la localidad de Caleta Olivia), no
se halló ningún sitio, observándose una gran alteración de la superficie producida por la
explotación de canteras.

En el caso de la um 3, ubicada al sur de la ciudad de Caleta Olivia, entre el puerto de


caleta Paula y el edificio del Centro Ambiental de Apoyo a la Ciencia y la Ecología (CADACE),
se pudieron identificar materiales en superficie correspondientes a seis posibles sitios. Sin
embargo en sus alrededores se observaron numerosas alteraciones producidas por el avance
urbano y la instalación del puerto. Es importante remarcar que en las unidades de muestreo
inmediatas (um 2 y um 4) donde no se detectaron alteraciones, se hallaron respectivamente 13
y 12 sitios, lo que se toma como indicador del grado de destrucción que produjeron las
acciones de urbanización.

Sectorización de los fenómenos de impacto

Estos ejemplos permiten demostrar que en la Costa Norte de Santa Cruz, existen
varios problemas que atentan contra una adecuada preservación de los restos culturales,
particularmente arqueológicos. Principalmente se advierten como causa de esa destrucción
los procesos de erosión, la construcción y el coleccionismo. Cada una de estas causas de
deterioro actúa de manera particular según las diferentes subzonas dentro del área
estudiada.

Así, puede señalarse que los problemas derivados de la construcción de obras y


erosión hídrica parecen ser más frecuentes en el golfo San Jorge. En el caso de la
construcción de obras, esta acción se manifiesta sobre todo en las proximidades de la
ciudad de Caleta Olivia, en relación con la mayor urbanización y, más recientemente, con la
explotación petrolera. Sin embargo no se descarta que algo similar ocurra en las
proximidades de Puerto Deseado.

En la zona comprendida entre cabo Tres Puntas y la ciudad de Puerto Deseado, los
problemas más importantes detectados son la erosión eólica y marina, en tanto en el Sur de
puerto Deseado los principales son la erosión eólica y las bioturbaciones.

El problema del coleccionismo es común a todas las zonas, en combinación sobre


todo con la erosión eólica, que deja al descubierto los materiales arqueológicos (Messenger
1989).

28
Manejo de los recursos culturales

Los ejemplos hasta aquí citados son una muestra, aunque reducida, de la
degradación que están sufriendo los restos arqueológicos, que constituyen un patrimonio en
alto riesgo.

Hasta hace algunos años atrás no existían programas articulados de conservación, o


una conciencia colectiva sobre el patrimonio arqueológico y su conservación, menos aún
sobre los restos arqueológicos como recursos o bienes patrimoniales culturales.

En la actualidad la tendencia está cambiando, con políticas e iniciativas relativas a la


conservación y concientización sobre la importancia de los recursos culturales, aunque las
mismas resulten aún poco articuladas. A este respecto cabe mencionar muy especialmente
el plan de conservación del patrimonio cultural bajo Jurisdicción de la Administración de
Parques Nacionales (Resolución 115/2001) y el recientemente aprobado sobre Artesanías
(Resolución 175/2005), de la misma Administración.

Es necesario presentar algunas cuestiones relativas al concepto abstracto del


patrimonio, los recursos culturales y los respectivos responsables con competencia respecto
de ellos, así como entender que el manejo adecuado es una tarea conjunta de acciones
científicas, educativas y decisiones político-económicas.

Está ampliamente aceptado que, en términos del ambiente natural y los recursos
naturales, un adecuado control ambiental requiere un manejo positivo de los recursos
naturales, incluyendo los recursos culturales tangibles e intangibles (Knudson 1996, 1999).

La conservación y preservación de los hechos de la historia de cada pueblo y de


cada sociedad, que es también herencia, se realiza en otros países dentro de lo que se
denomina “manejo del patrimonio cultural”, conformando el amplio contexto del manejo del
medio ambiente y del ecosistema (Knudson 1996, 1999).

Los recursos culturales: el problema

Cuando se habla de los hechos culturales del pasado, las conductas sociales y las
evidencias materiales que produjeron (instrumentos en piedra, hueso y otros materiales,
sitios o lugares de ocupación, pinturas rupestres, tumbas, etc.), corresponde referirse a los
“recursos culturales”. Un recurso cultural tiene un valor económico, social o ideológico,
porque implica un bien para la sociedad. Asimismo, todo patrimonio social, en cuanto es
parte de la herencia de un grupo humano, adquiere un significado especial que lo convierte
en un bien a ser preservado.

29
Knudson (1999) define a los recursos culturales como “las cosas y los patrones de
comportamiento que son reflejos importantes de nuestra cultura tradicional, el complejo o
contexto total el cual incluye conocimiento, creencias, leyes, costumbres y otras
capacidades y hábitos adquiridos como miembros de una sociedad”.

Recursos culturales son, según este autor:

1. Restos terrestres, marinos, prehistóricos o históricos.

2. Arquitectura o monumentos históricos, construcciones de ingeniería y paisajes


culturales (no olvidemos que el hombre construye paisajes y se beneficia con ellos).

3. Valores tradicionales y culturales intangibles como formas de vida, el lenguaje.

4. Colecciones de museos.

5. Imaginería, documentos, tradiciones orales y cualquier otro tipo de documento


electrónico como, sobre hechos del pasado y del hoy.

El patrimonio arqueológico tiene valor para una sociedad en cuanto es un legado


que merece ser vivido, es decir, cuando cobra significado para esa sociedad. Ese
significado se logra a través de su conocimiento, por la aproximación científica a su
tratamiento y la transformación del hecho en conocimiento e información, los que finalmente
se comparten socialmente.

Esta búsqueda de entendimiento del patrimonio como los procesos vividos y creados
culturalmente hasta nuestros días, forzosamente enfrenta la necesidad de recrear ese
pasado. Hay varias ciencias del pasado llamadas ciencias de la prehistoria que se encargan
de ese pasado remoto, mediato e inmediato, tales como la geología, la paleontología, la
arqueología y para lo más reciente, la historia.

Los objetos que estas ciencias estudian son parte y a la vez representantes de ese
pasado, de ese proceso que hace a nuestra experiencia de vida. Los restos arqueológicos
en particular son bienes y recursos culturales que forman parte de nuestro patrimonio.

En el año 1990 ICOMOS definió al patrimonio arqueológico como “…aquella parte de


la herencia material respecto de la cual los métodos arqueológicos proveen información
primaria…” (Charter for the Protection and Management of the Archaeological Heritage Art.
1°).

30
El significado de administrar los recursos culturales

Cuando, más arriba, fueron definidos los problemas que atañen a la sociedad,
respecto de los recursos culturales y del patrimonio que estos representan, se habló de
“administrar” o “manejar”.

“Administrar” significa controlar los hechos o datos (de la naturaleza o de la cultura),


para garantizar su supervivencia en el marco de lo humanamente posible. Ha sido definido
por otros autores de habla inglesa como “…the attainment of organizational goals in an
effective and efficient manner through planning, organizing, leading, and controlling
organizational resources…” (Daft 1988: 5).

El objetivo principal del manejo o administración de los recursos culturales es la


preservación de información culturalmente valiosa y experiencias estéticas y espirituales
inherentes a un recurso cultural, en un contexto de valores públicos asociados (como medio
ambiente, economía y necesidades de la comunidad).

Un buen manejo de recursos culturales implica el uso apropiado de la ciencia


contemporánea y la tecnología, en el marco de las decisiones sociales de la comunidad y
en el interés de las fuerzas del sistema político (Cleere 1989, Prats 1997).

El manejo de los recursos culturales constituye una práctica bien organizada en


otros países; en Estados Unidos de Norteamérica, por ejemplo, el manejo de los recursos
culturales (conocidos por su sigla inglesa CRM) está basado en las leyes de protección
nacional del ambiente.

En nuestro país, las acciones tendientes al manejo de recursos culturales reconocen


pocos años de antigüedad y han sido, en muchos casos, iniciativas individuales y de
algunas provincias que se han ocupado de estos problemas desde la gestión
institucionalizada. En la actualidad existe una conciencia más profunda de estos problemas
que ha involucrado a gobiernos provinciales, municipales, organizaciones públicas y
privadas y al mismo gobierno de la Nación. Las acciones emprendidas por la Administración
de Parques Nacionales a este respecto y la sanción de la Ley Nacional de Protección del
Patrimonio Arqueológico y Paleontológico N° 25743/2003 son los algunos ejemplos. La
mencionada Administración ha desarrollado programas de manejo e intervención de
profesionales en la conservación y del “uso sustentable de los recursos arqueológicos”
(Molinari 1998, 2000).

Para un efectivo desarrollo del manejo de recursos culturales deberá prestarse más
atención a las comunidades que históricamente se asocian con recursos culturales
específicos. Se requerirá prestar atención a las demandas, necesidades, prácticas
31
asumidas, decisiones y afectos de cada comunidad afectada por las estrategias de manejo
de los recursos, que permita también retribuciones de algún tipo (económico, ideológico,
etc.). Para que esto suceda, deberá desarrollarse:

a) Un soporte técnico efectivo sobre la protección y preservación de estos recursos,


dentro de un sistema compartido de compromisos científico-económico-políticos.
b) La generación de información válida sobre el uso del patrimonio y de los
recursos culturales.
c) Conocimiento que permita entender las adaptaciones humanas dentro del
ambiente natural, así como el pasado, el presente y los lazos de unión que los
asocian entre sí, permitiendo reconstruir nuestra historia.
d) A partir de dichos conocimientos, generar información reciclable en el marco de
actividades de recreación y turismo, por ejemplo.

Existen en la legislación argentina a nivel nacional como provincial, proyectos de


leyes y leyes sancionadas sobre impacto ambiental y cultural. A manera de ejemplo, la
provincia de Santa Cruz promulgó la Ley 2472 sobre la Protección del Patrimonio Cultural
(Boletín Oficial 21 de octubre de 1997). Asimismo esa provincia adhiere por medio del
Decreto 681/1996 a la Ley Nacional 24585 incorporada al Código de Minería, que en su
normativa complementaria prevé el impacto sobre el patrimonio arqueológico,
paleontológico y aborigen. El Art. 41 de la Constitución Nacional, normas como la Ley 9080
(derogada por la Ley 17777) y otras relacionadas con tratados internacionales para la
protección del patrimonio como las Leyes 23618 y 25743 son una prueba sustancial de la
importancia que cobra la protección de los recursos culturales y la preocupación por un
adecuado manejo de los mismos.

En el manejo de los recursos intervienen varios actores por ejemplo:

a) Los administradores de la tierra u otros recursos naturales, entre ellos los


administradores públicos; propietarios privados e individuos involucrados
técnicamente y políticamente en proyectos de desarrollo.
b) Los especialistas en recursos culturales, como los científicos de la
conservación y los especialistas en administración pública y leyes.
c) Las comunidades con intereses en la herencia cultural.

Un adecuado manejo dependerá también de la programación y realización de tareas


específicas o estrategias como:

1. La asociación entre protección del recurso cultural y la planificación en el uso del


suelo.

32
2. La coordinación de las políticas de protección de los recursos naturales, culturales
y arqueológicos.

3. La internalización del criterio de identidad y herencia a través de la educación


formal e informal como proceso de difusión de datos y concientización de los hechos del
pasado.

4. La correcta reglamentación de la legislación vigente.

5. La organización política-administrativa diseñada de manera específica para la


protección y preservación.

5. La articulación de la gestión de los bienes en términos de rentabilidad y consumo


cultural, con estrategias legislativas de protección, e incentivación de la investigación
científica y educación.

Otros autores, como por ejemplo Molinari (1998) han presentado propuestas propias
con fines similares.

El rescate arqueológico

Una de las estrategias más significativas en el marco del manejo de los recursos
arqueológicos es la arqueología de rescate, práctica que tiende a impedir la pérdida o
desaparición de objetos e información.

Los trabajos de rescate arqueológico se llevan a cabo cuando restos, sitios o


locaciones geográficas conteniendo algún tipo de resto arqueológico, ya sea óseo, lítico,
cerámico, metálico u otros, mueble o inmueble, enfrentan una situación de inminente peligro
o riesgo de pérdida o destrucción parcial o total, tanto de su estructura material como de la
información que contienen.

Ante estas circunstancias, que implican la pérdida de información calificada y la


posible desaparición de un bien no renovable, el arqueólogo realiza un trabajo de rescate.
Esta denominación responde a dos razones principales; la primera, porque generalmente
estos trabajos se definen al margen de proyectos estructurados de investigación con líneas
temáticas específicas; la segunda porque, en ocasiones, la metodología de trabajo, por la
urgencia de los términos de recuperación, no cumple con algunas de las pautas de
procedimiento estrictas para casos de investigación corriente. En este tipo de estudios, la
responsabilidad y obligación del científico es velar por la preservación de los restos y del
contenido de mensajes que estos posean, garantizando que se capitalice la información que
brinda en forma directa y lo que a partir de él se pueda inferir.

33
Estas actividades de rescate se llevan a cabo luego de un diagnóstico preliminar de
la situación de peligro del sitio, o del resto del mismo, y pueden comprender tanto
excavaciones estratigráficas como recolecciones controladas de material superficial. Los
trabajos de arqueología de rescate deben llevarse a cabo incluso en aquellas situaciones en
que la acepción al carácter arqueológico del sitio u objeto sea aún dudosa.

En la Costa Norte de Santa Cruz, los trabajos de rescate hasta ahora realizados se
concentraron en excavaciones de enterratorios humanos bajo el efecto de acciones
antrópicas (cantera Madroñal, sitio Heupel y recolecciones de material superficial en los
chenques abiertos de punta Medanosa, cañadón del Duraznillo) y de otra variedad de sitios
bajo la acción de agentes naturales como por ejemplo en punta Medanosa, isla Lobos y
Médanos del Salitral, donde se realizaron trabajos de rescate sobre otro tipo de materiales
arqueológicos, enfatizando en la recolección de superficie.

Estos trabajos solo afectaron una porción mínima del material en riesgo dentro de la
zona. Existen localidades de extrema riqueza arqueológica pero sometidas a intensos
efectos tanto antrópicos como naturales, que requerirían de programas de rescate
articulados entre entes académicos y políticos. Entre ellas se destacan la de cabo Blanco,
afectada especialmente por erosión marina combinada con actividades de recreación y
punta Medanosa, afectada por erosión eólica y coleccionismo.

Estudio de impacto

La arqueología de rescate está íntimamente relacionada a los estudios de impacto


que conforman enfoques de diagnóstico de aquello cuya preservación se verá afectada.

Muchas veces, por los intereses contrapuestos entre el campo empresarial, donde
priman costos, tiempos, compromisos y otras cuestiones de valor económico, y el campo
científico, la posibilidad de la realización de un rescate es difícil o directamente imposible.

Lo que se corresponde en este caso es una evaluación adecuada de las pérdidas


que se pueden o pudieron producir, materiales y de conocimiento. Cuando el daño fue
directo y no existieron estudios previos, se requiere una evaluación para definir cuánta
información pudo haberse perdido. Esto es difícil si no se cuenta con evidencias mínimas
indicadoras de la presencia de algún tipo de resto. Es muy posible que con el avance de los
trabajos, la destrucción de las evidencias sea total.

En este sentido es importante arbitrar las medidas que permitan, en el marco legal
correspondiente, integrar funcionalmente a los distintos actores involucrados, definiendo los

34
problemas, las estrategias y los medios para una eficaz conservación y preservación del
patrimonio (Green y Doershuk 1998).

La situación ideal sería aquella donde, en el marco de una planificación por parte de
las empresas, los gestores políticos locales y las instituciones responsables de la
salvaguarda del patrimonio, se realicen tareas previas de estimación, evaluación y
diagnóstico a nivel regional, para conocer los espacios potenciales de obra, con el fin de
definir estrategias de rescate arqueológico completo.

Todo programa de estudio de impacto debería incluir un plan estratégico. Por


ejemplo, ante la realización de una obra pública o privada, u otros factores de impacto, es
necesario definir acciones que garanticen la preservación de los bienes culturales a fin de
minimizar el impacto que esas acciones puedan producir (Caracotche 1997, 2000). Esto
implica, por parte de aquellos organismos generadores potenciales de impacto, en
asociación a actores indicados más arriba, llevar adelante tareas tendientes a recabar la
mayor cantidad de información especializada previamente a la realización de obras, o bien
otras que permitan obtener información sobre la riqueza patrimonial factible de ser
impactada. Estas tareas se deberían estructurar como planes de diagnóstico cuyo fin sea la
detección de restos según su tipo y cantidad, el potencial impacto al que estarían sometidos
y el grado y porcentaje de deterioro o pérdida material, estructural o de información.

Un adecuado plan estratégico debería incluir la capacitación del personal


interviniente en el reconocimiento de restos arqueológicos e históricos y su tratamiento, la
importancia que éstos revisten como bienes y recursos culturales y por lo tanto
patrimoniales, además de instruir sobre las acciones mínimas de conservación y
preservación.

Finalmente se requiere delinear estrategias de trabajo que incluyan estudios de


campo de superficie y de estratigrafía, recolecciones de muestras, parciales o totales, para
tomar decisiones en el marco de los plazos y riesgos para la realización de tareas de
rescate. Proyectos de este tipo ya han sido iniciados en otros lugares de la Patagonia por
parte de la Administración de Parques Nacionales, como se describe por ejemplo en
Caracotche (2000).

El rol de la educación

La educación es uno de los medios para garantizar la preservación de los recursos


culturales y arqueológicos, a través de la difusión y transmisión de sus significados, tanto en
el campo del conocimiento histórico de las culturas precedentes como en el campo
ideológico y simbólico. Esto se viabiliza tanto a través de la educación formal, en escuelas u
35
otros centros educativos, como también, por medio de la educación no formal, a través de
museos y de acciones de extensión comunitaria. Para ello son importantes las decisiones
asumidas por quienes administren la gestión de recursos en planes programados de
extensión y educación de la comunidad.

La práctica educativa y sus contenidos curriculares abarcan solo tangencialmente el


patrimonio cultural, entendiendo que la escuela es el ámbito específico donde se tiene que
lograr el aprendizaje y concientización respecto al mismo. La importancia de la escuela
queda claramente definida en estos campos al tener en cuenta que el proceso de
“enseñanza-aprendizaje” es un medio, el más importante, de transmisión de la cultura.

Los museos deberían asumir otra función además de ser repositorios: la


responsabilidad de ser centros de documentación del pasado, funcionales para el
conocimiento presente; esta función los hará útiles a la investigación y formación,
conformando lugares creativos de la cultura, y de la práctica científica.

La educación además de ser un fin en sí misma, permite actuar sobre el problema del
coleccionismo, al generar conciencia acerca del patrimonio arqueológico como bien público
cuya integridad se ve afectada por la destrucción del contexto que los contiene cuando los
recolectan coleccionistas con la finalidad de apropiarse de antigüedades o rarezas.

Esta forma de alteración es un problema presente en toda la Costa Norte de Santa


Cruz, agravada en las áreas de mayor visibilidad de materiales. Está también vinculado a
procesos erosivos y actividades turísticas y recreativas.

Finalmente, cabe señalar que los arqueólogos deberían incluir en sus proyectos
actividades de extensión encaminadas no solo a difundir el conocimiento generado, sino
también las nociones de significado del resto como recurso y los principios más apropiados
para su conservación y preservación.

Turismo cultural y turismo arqueológico

En la actualidad la práctica del turismo aparecería como una forma alternativa de


protección y preservación del patrimonio arqueológico (Salemme et al. 1999).

Si bien el turismo es una acción netamente económica y en muchos casos


provocadora de acciones degradativas, a veces con consecuencias irreparables, en la
actualidad se esgrime como una práctica llevada adelante con un criterio que permite
acciones encaminadas a la preservación y conservación.

Los emprendimientos de turismo científico en muchos casos constituyen canales de


difusión del conocimiento, lo que garantiza la generación de conciencias valorativas de los
36
restos arqueológicos como parte de los recursos culturales. Esta es una variante
íntimamente que en las economías locales aparece como alternativa a los modelos
económicos tradicionales. El turismo puede generar importantes incentivos económicos y
adecuadamente instrumentado, puede funcionar como un medio de control de impacto
antrópico sobre los sitios arqueológicos, las áreas naturales y los restos en sí. Por el
contrario, si no existe un manejo adecuado, podría constituirse en un poderoso factor de
deterioro patrimonial.

Son conocidos en este campo los proyectos de fundaciones y organismos


gubernamentales que regulan áreas naturales susceptibles de un impacto desmedido a
través de la conformación de parques nacionales, provinciales y áreas intangibles, entre
otros.

También el turismo se beneficia con la producción de información y la difusión del


conocimiento de los hechos del pasado. En este sentido son importantes programas
interinstitucionales, entre actores políticos-administrativos, empresariales y científicos, para
formar personal adecuadamente informado y capacitado para llevar adelante buenas
prácticas, así como prever situaciones de riesgo y adecuar estrategias para evitarlos,
garantizando la conservación del patrimonio.

En el mundo existen innumerables ejemplos en este respecto y organismos


internacionales como UNESCO se ocupan de este tema.

Consideraciones finales

Los restos arqueológicos son una de las evidencias más importante de nuestro
pasado, son recursos que adecuadamente administrados nos permitirán encontrar las
fuentes de nuestra herencia cultural y conforman, por lazos de afinidad espacial, nuestro
patrimonio.

Preservar, conservar y proteger son tres acciones íntimamente ligadas en práctica y


significado. Preservar es garantizar la perduración física en el tiempo de los restos y la
información que suministran; conservar significa implementar las medidas, técnicas y
acciones, para mantener la integridad del objeto (control de humedad, temperatura,
tratamiento o manipulación); y proteger se refiere a las decisiones políticas y legislativas de
quienes gerencian los niveles de decisión pública en un país.

Los restos arqueológicos son bienes, pues conforman los elementos materiales
cargados de significado, y son recursos en tanto que adecuadamente administrados ofrecen

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un retorno a la sociedad. Los restos arqueológicos son parte constitutiva de una sociedad,
ya que hacen a la cultura de los pueblos y constituyen parte del patrimonio heredado.

El manejo de los recursos arqueológicos consiste en las estrategias ideológicas y


materiales que implementadas en el contexto de las decisiones políticas, sociales,
culturales, garantizan su preservación, valorización y transformación en recursos
sustentables, para que a través de ellos definir la identidad de la sociedad actual.

En tanto recursos culturales, su comprensión y revalorización es posible solo cuando


son aprehendidos, cuando se conoce su significado y se puede explicarlo. Eso se logra
mediante el tratamiento científico adecuado y la posterior difusión de los resultados, a través
de la enseñanza del significado en todos los niveles de enseñanza formal (primario,
secundario, terciario y universitario) e informal, a través de instituciones como los museos.

Los recursos culturales no se entienden fuera del marco natural y en ese marco
deben ser abordados, ambos son nuestro patrimonio y su preservación afirmará la
responsabilidad de toda la sociedad actual para con las generaciones futuras.

Los restos de la prehistoria de Patagonia en general, y de Santa Cruz y de la Costa


Norte en particular, son una muestra suficientemente rica para demostrar la existencia de un
pasado cultural. Los recursos arqueológicos de Santa Cruz son parte de su patrimonio,
producto de sociedades pasadas que ocuparon los espacios que hoy ocupamos nosotros,
utilizando sus paisajes y aprovechando su medio natural, en un proceso de adaptación
exitoso. Si no la sangre, ese patrimonio es el medio el que relaciona las sociedades
pasadas y presentes que, juntas, se constituyen en actores del mismo proceso y
compartiendo las experiencias del devenir humano. Garantizarles a las futuras
generaciones ser parte de este proceso y aprovechar los mismos espacios es
responsabilidad de nuestra capacidad de implementar las estrategias para un manejo
adecuado de los recursos.

Los impactos que tienen lugar en la Costa Norte de Santa Cruz plantean la
necesidad de realizar trabajos de investigación y actividades de rescate. Asimismo, es
necesario planificar obras de diagnóstico del potencial cultural y natural mediante trabajos
interdisciplinarios de especialistas; implementar políticas de gestión a nivel provincial y
municipal; difundir la información de manera formal e informal; adecuar los museos como
repositorios para la conservación y difusión; promover programas turísticos con personal
capacitado.

Estas medidas requieren la articulación de las políticas de organismos nacionales


como la Administración de Parques Nacionales y sus homólogos provinciales, lo que

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permitirá desarrollar estrategias que compatibilicen intereses nacionales y federales, en
beneficio de los actuales pobladores de la costa patagónica.

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