Você está na página 1de 4

Principios del estructuralismo

El estructuralismo sostiene que la realidad es un sistema de relaciones en el cual


los términos no existen por sí mismos, sino sólo en conexión entre sí y en relación
con la totalidad dentro de la cual se colocan la categoría fundamental sobre la
cual se basa no es ya el ser, sino la relación, o sea la estructura, entendida en
efecto como plexo ordenado de relaciones «arquitectónicas (recordemos que el
término estructura proviene del latín structura, derivadp del verbo struere
construir)
En el interior de la «familia» de nociones de estructura presentes en el
estructuralismo (la palabra familia, como es conocido, alude conscientemente a
las semejanzas que, más allá de las diferencias, unen a los miembros de un
grupo).
En una primera aproximación, una estructura es un sistema de transformaciones,
que comporta leyes en cuanto sistema (en oposición a las propiedades de los
elementos) y que se conserva o se enriquece gracias al juego mismo de sus
transformaciones,
«si el estructuralismo consiste solamente en reconocer (en una lengua, en una
sociedad o en una personalidad) un sistema o una totalidad, cuyos elementos no
son analizables sin referencia a esta totalidad —uno se pregunta cómo ha sido
posible que una idea tan banal haya provocado una revolución científica y
fundado una nueva mística»
La idea tan banal haya provocado una revolución científica y fundado una nueva
mística»
Otra teoría contestada por los estructuralistas es «el humanismo». A la doctrina
tradicional del yo como centro autosubsistente de actividad y de libertad, y a sus
múltiples variantes actuales (exsistencialísticas, personalísticas,
fenomenológicas, marxistas, etc.), los estructuralistas contraponen la tesis de la
primacía de la estructura sobre el hombre (de la
Lengua sobre el parlante, del Es sobre el yo, de la Organización social sobre el
individuo, etc.), percibiendo, en la estructura, una especie de «máquina originaria
que pone en escena al sujeto» (LACAN) y, en el individuo, la simple
«encrucijada» de una serie de estructuras que lo «atraviesa” determinándolo a
ser aquello que es, y haciendo que él, más que hablar sea «hablado», más que
pensar sea «pensado», más que actuarsea «actuado» y así sucesivamente.
En consecuencia, el único modo de compreder al hombre, como sostendrá
característicamente Lévi-Strauss, es, para los estructuralistas, el de «disolverlo»,
esforzándose por captar, más allá del yo y de sus presuntos (y retóricamente
celebrados) poderes «específicos», la combinatoria «anónima» de leyes y
principios que gobiernan ocultamente sus obras y sus días.
«Desde el momento en que nos dimos cuenta de que cada conocimiento
humano, cada existencia humana, cada vida humana y hasta tal vez cada
herencia biológica del hombre, se obtiene en el interior de estructuras, o sea en
el interior de un conjunto formal de elementos que obedecen a relaciones que
son descriptibles por cualquiera, el hombre cesa, por así decir, de ser el sujeto
de sí mismo, de ser al mismo tiempo sujeto y objeto. Se descubre que aquello
que hace posible al hombre es en el fondo un conjunto de estructuras que él,
ciertamente, puede pensar, puede describir, pero de las que no es el sujeto, la
consciencia soberana. «Muerte del hombre», como decía Foucault.
El esfuerzo por pensar más allá del sujeto y la batalla a favor de una especie de
antropología sin el hombre, van parejos con una cerrada polémica
anticonciencialística «el reflejo deformado y desconocido de los mecanismos
inconscientes que la producen»
Es más, en todas partes aparece sostenida por aquello que Foucault llama lo
impensado, o sea por una serie de mecanismos extra-conscienciales que se
configuran como lo permanentemente «otro» de ella y que escapan a la
jurisdicción del pensamiento pensante, nos enseña que la dimensión
«verdadera» del hombre está siempre «en otro lugar» respecto a la consciencia
y a las miras intencionales del sujeto: «Freud... nos revela que el sujeto real, el
individuo en su específica esencia, no tiene el aspecto de un ego centrado sobre
el "yo", la "consciencia" o la "existencia"
Otro ídolo polémico de los estructuralistas es la «historia», o, más exactamente,
el «historicismo», entendiendo, con este término, la visión del ochocientos del
devenir como un proceso unilineal y progresivo que tiene como sujeto y fin el
«Hombre».
Contra el postulado historicístico de la singularidad de la Historia y contra la idea
de un tiempo homogéneo en el cual «transcurrirían» los sucesos, los
estructuralistas han avanzado la hipótesis de una multiplicidad heterogénea de
historias «diferenciales» dotadas de una temporalidad y articulación específicas.
En efecto, contra el postulado historicístico del hombre como ser que «hace» la
Historia y «se hace» en la Historia, o sea contra la doctrina del hombre como
Subjetividad constituyente y fundadora de los hechos, el estructuralismo, (en
abierta antítesis a todo residuo de intento de fundamentación antropológico-
filosófica de la historicidad) ha sostenido que la historia es un proceso impersonal
y acéntrico de estructuras, en relación con las cuales el hombre es siempre el
«constituido» y nunca (sartrianamente) el «constituyente».
Finalmente, los estructuralistas se han alineado contra el empirismo y el
subjetivismo, opinando que los datos «inmediatos» de la experiencia son
siempre «desviantes» respecto a las estructuras genuinas de lo real y que la
ciencia implica una epoquización resuelta de lo empírico y de lo vivido.
«Siguiendo el ejemplo de las ciencias físicas, las ciencias humanas deben
convencerse de que la realidad del objeto de su estudio no se encuentra por
completo atrincherada en el nivelen el cual el sujeto la percibe»
Saussure
La preocupación primera y fundamental de Saussure es la de fijar de una manera
científica adecuada el objeto y el método de la lingüística. Refiriéndose a la
historia de esta última, él afirma que la ciencia acerca de los hechos de la lengua
«ha pasado a través de tres fases sucesivas antes de reconocer cuál es su
verdadero y único objeto»
Un estudio tal, inaugurado por los griegos y continuado principalmente por los
franceses, está basado en la lógica y aparece «privado de cualquier visión
científica y desinteresado con respecto a la lengua misma», fijándose
únicamente en suministrar reglas para distinguir las formas correctas de las
formas no correctas
A continuación apareció la filología, que aun habiendo preparado la lingüística
histórica, «se dedica demasiado servilmente a la lengua escrita y olvida la lengua
viva; por otro lado es la antigüedad griega y latina lo que la absorbe casi
completamente»
Según Saussure el objeto de la lingüística no reside en la totalidad del lenguaje
—masa «multiforme y heteróclita» susceptible de ser examinada desde varios
puntos de vista (físico, fisiológico, psíquico, etc.)— sino en su parte esencial y
constitutiva, o sea en la lengua: En efecto, esta última, «no se confunde con el
lenguaje; ella no es más que una determinada parte, aunque, es verdad,
esencial. Ella es al mismo tiempo un producto social de la facultad del lenguaje
y un conjunto de convenciones necesarias, adoptadas por el cuerpo social para
hacer posible el ejercicio de esta facultad en los individuos»
El concepto de lengua remite a la primera y fundamental dicotomía de la
lingüística saussuriana: lo que hay entre «langue» (lengua) y «parole» (habla).
La lengua representa el momento social, esencial y sistemático del lenguaje y
está constituida por el código de reglas y de estructuras gramaticales que todo
individuo asimila de la comunidad histórica en la cual vive, sin poderlas inventar
o alterar: «Es la parte social del lenguaje, externa al individuo, que por sí solo no
puede crearla ni modificarla; ella existe sólo en virtud de una especie de estrecho
contrato entre mienbros de la comunidad. Por otra parte, el individuo tiene
necesidad de un adiestramiento para conocer el juego; el niño la asimila sólo
poco a poco...»
La «parole» es en cambio el momento individual, mutable y creativo del lenguaje,
o sea el modo con el cual el sujeto hablante «utiliza el código de la lengua con
vistas a la expresión de su propio pensamiento per Sonal Ella representa, por lo
tanto, una manifestación concreta de inteligencia y voluntad que varía de
individuo a individuo
En consecuencia, Saussure, aun manteniendo la estructura dualistica del signo,
decide, por claridad, modificar la terminología inicial, introduciendo la pareja
significado («signifié») y significante («signifiant»): «Nosotros proponemos
conservar la palabra signo para designar el total, y reemplazar concepto e
imagen acústica respectivamente por significado y significante: estos dos últimos
términos tienen la ventaja de hacer evidente la oposición que los separa sea
entre ellos sea del total del cual forman parte»
Saussure, la lengua es un sistema en el cual todos los términos son solidarios y
en el cual el valor de uno no tiene lugar más que por la presencia simultánea de
los otros, según el esquema siguiente
Obviamente, también en estos casos, se trata de una distinción entre «points de
vue» o sea entre dos maneras diversas de mirar un objeto, y no ya de una
distinción inherente del objeto. La dicotomía en cuestión sugiere simplemente
que un fenómeno puede ser considerado tal como se manifiesta en un momento
dado (no sólo del presente) o bien en cuanto se desarrolla en el tiempo. Esta
distinción, escribe nuestro autor, se impone «imperiosamente» sobre todo al
lingüista, siendo, la lengua, «un sistema de puros valores solamente
determinado por el estado momentáneo de sus términos».
El «retorno a Freud» propuesto por Lacan encuentra uno de sus centros focales
en la «revolución copernicana» (révolution copernicienne) iniciada por el padre
del psicoanálisis mediante una obra de «dislocación » de la conciencia antitética
a la perspectiva egológica y logocéntrica de la filosofía de Occidente. Dislocación
gracias a la cual «el centro verdadero del ser humano no está ya en el mismo
sitio que una entera tradición humanística le asignaba»
Freud en la opinión de que «el yo no es señor de su propia casa» y en considerar
el inconsciente como la verdadera «estructura» y la auténtica «voz» del
individuo.
Lacan propone en efecto una especie de re-definición «anticartesiana» del
hombre interpretada mediante algunas frases paradógicas: «pienso donde no
soy, por lo tanto soy donde no pienso»
«"El hombre es hablado" condensa todo el Freud de Lacan. Pero entonces,
¿quién es el hablante? Si el Yo es destinado, Otro habla en el hombre: el
Inconsciente, estructurado por el propio Lenguaje»; «El Yo, por su función
puramente defensiva y por lo tanto narcisista, no es más que el sujeto imaginario,
o sea sujetado sin verdadera autonomía o libertad por conflictos o por
desconocimientos alienantes»
«El Yo está estructurado exactamente como un síntoma. Es el síntoma humano
por excelencia, la efermedad mental del hombre»
Estos rasgos del pensamiento de Lacan son los que más lo acercan a Lévi-
Strauss y a su teoría del hombre como efecto de un código simbólico arraigado
en las estructuras inconscientes de la psique
Aunque el Es «hable», su discurso según Lacan, se configura como «discurso
de lo Otro» Del término Otro —y ésta es una de las muchas dificultades de
«lectura» de los Écrits— nuestro autor no ofrece una (explícita) definición formal,
limitándose a utilizarlo en varias acepciones (aunque estrechamente ligadas
entre sí). El Otro es a veces el orden simbólico y lingüístico en el cual el deseo,
para expresarse, está obligado a moverse; a veces el incosnciente; a veces la
intersubjetividad puesta en acto por el diálogo analítico; a veces la Madre o el
Padre, etc

Você também pode gostar