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Espacio, Tiempo y Forma, Serie Vil, H.^ del Arte, t. 13, 2000, págs.

329-359

Los Maestros de obras aprobados


por la Real Academia de Bellas Artes
de San Fernando (1816-1858).
Una profesión en continuo conflicto
con los arquitectos
ROSARIO SANTAMARÍA ALMOLDA *

RESUMEN ABSTRACT

Los maestros de obras fueron The work managers were qualified


unos profesionales titulados a los professionals with less knowledges
cuales la legislación les reconoció una than the architects but with enought
serie de facultades para diseñar y scientific capacity for making a
dirigir construcciones. Estas facultades proyect. The law admited that they
provocaron a lo largo del siglo xix un were able to design and run a
continuo conflicto de competencias construction proyect and this will
profesionales con los arquitectos. produce in the xix century a clash
Tenían los maestros de obras menos of professional competences
conocimientos y estudios que los between architecs and works
arquitectos por sus menos años de managers as this work managers
carrera, pero con suficiente capacidad after a period of studies in
científica para proyectar. Estos academies or in the office of the
diplomados después de un período de architecs, and after that in the
formación en las Academias o en los Special School of Architecture,
estudios de los arquitectos y, were able to put together theory
posterioremente en la Escuela and practique.
Especial de Arquitectura, sabían
conjugar la teoría con la práctica.

Doctora en H." del Arte. U.N.E.D.

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ROSARIO SANTAMARÍA ALMOLDA

Hasta que se fundó la Escuela Especial de Arquitectura por un real de-


creto de 25 de septiembre de 1844 y, desde que por una real orden de
1816 se volvió a restablecer la profesión de maestro de obras, abolida
desde 1796, será la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando la
encargada de otorgar los títulos de esta disciplina académica —mediante
los diferentes exámenes que evaluaban los conocimientos necesarios para
ejercer esta profesión—, en todo el Reino y dominios de S.M., así como,
las academias de San Carlos, San Luis y la Concepción, en sus respecti-
vos distritos geográficos de Valencia, Zaragoza y Valladolid.
La supresión de este título por una real orden de septiembre de 1796,
firmada en San Ildefonso por el Príncipe de la Paz D. Manuel de Godoy y
Álvarez de Paria \ se encuadra en la crisis de la última década del siglo
xviii por la que pasó el Instituto madrileño y la reestructuración de las pro-
fesiones de la Arquitectura debido a la necesidad de reformar los planes
de estudios de estas disciplinas académicas.
Esta renovación de los estudios para adecuarlos a los cambios experi-
mentados por la teoría y la práctica del arte de edificar, pusieron en duda
que el arquitecto recibiera una formación tan completa como era necesaria
para el ejercicio de su profesión. Y, paralela a esta opinión se pensaba,
asimismo, que se examinaba de maestros de obras a individuos con limi-
tadas facultades teóricas y sólo expertos en la práctica constructiva, por lo
que se aconsejaba que en adelante la Academia examinase y otorgase los
títulos a aquellos futuros profesionales que uniesen en su persona, no sólo
la teoría sino también la práctica constructiva. De ahí, que se suprimiese la
clase de maestros de obras.
Sin embargo, esta profesión, se volvió a institucionalizar y se otorgó,
otra vez, este diploma académico. Uno de los datos que se deducen de
esta restauración es que no fue la Academia de Bellas Artes de San
Fernando la que tomó la iniciativa de este restablecimiento, sino que fue-
ron las Academias de San Carlos de Valencia y de San Luis de Zaragoza
las que presionaron para que se volvieran a conceder estos títulos, por
supuesto, mediante la superación de los estudios necesarios y sus co-
rrespondientes prácticas edificatorias ^.

' Archivo Academia de Bellas Artes de San Fernando. Real Orden de 18 de Septiembre de
1796 Para que no examine la Academia de Maestros de obras con facultades limitadas.Leg.: 16-
5/2. (Desde ahora A.A.S.F.)
^ Carta de D. Martín Fernández de Navarrete a D. Vicente María de Vergara comunicando
estas novedades. La carta dice así: «Examinadas por ia Real Academia de San Fernando las
fundadas reclamaciones con que repetidamente han solicitado ei restablecimiento de la clase de
maestros de obras las Reales Academias de San Carlos de Valencia y de San Luis de Zaragoza,

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Los Maestros de obras aprobados por la Real Academia de Bellas Artes..

Esta restauración, sería a lo largo de casi todo el siglo xix, un punto de


fricción con los arquitectos por la dificultad de fijar y señalar las compe-
tencias de unos y de otros, ya que este profesional será también un titula-
do al que la legislación le reconocerá una serie de facultades para pro-
yectar. La diferencia entre arquitectos y maestros de obras se distinguirá,
únicamente, entre las obras públicas que tenían que estar dirigidas bajo el
control de un arquitecto y, las de carácter privado y particular que las po-
drían dirigir los maestros de obras.
Desde que se volvió a restablecer el diploma de maestro de obras
por la real orden de 28 de agosto de 1816, firmada en Palacio por
Pedro Ceballos, hasta 1858, último año en que examina la Academia
para otorgar el título de esta disciplina académica, se titularon en el
Instituto madrileño 291 nuevos profesionales. Aunque, ya estaba en fun-
cionamiento la Escuela Especial de Arquitectura,sin embargo, era la
Academia de Bellas Artes de San Fernando la que otorgaba los títulos
mediante la realización de un examen de reválida, hasta 1857 en que la
Ley Moyano, la apartará definitivamente de esta labor examinadora ^.
Además, el primero de los nuevos titulados, fue Manuel Martínez Zoilo
un maestro de obras que se le concedió el título el 12 de octubre de
1815, cuando todavía no estaba restaurada esta profesión y se le otor-
gó por real orden •*.
Hay unos años desde que se funda la Escuela Especial de
Arquitectura hasta cuando la Academia ya no otorgará diplomas, en
que existen dos formas de conseguir los títulos de maestros de obras.
Aquéllos que habían estudiado la carrera en la Escuela y que revalidan
el título en la Real Academia de San Fernando, y, aquéllos otros que

se consultó al Rey lo que estimó conveniente, mandando en consecuencia S.M. que se res-
tableciese dicha clase y se expidiesen sus títulos en personas en quienes concurriesen aque-
llas circunstancias y conocimientos que la Academia juzgase conveniente prescribir en la
Ordenanza de Arquitectura en que se ocupaba, para que desde luego y entretanto que se
concluía, aprobaba y daba a luz, se proveyese al público de los maestros de obras que exigía
la necesidad de restaurar o levantar de nuevo tantos edificios particulares como quedaron
arruinados en la pasada guerra...ha acordado la Academia de San Fernando remita a V.S.
copia del capítulo tercero de la nueva ordenanza, en que trabaja por una comisión de profe-
sores y comprende los ejercicios a que ahora deben sujetarse los profesores de esta arte
que aspiren al grado de maestros de obras... Madrid, 11 de octubre de 1817». A.A.S.F. Leg.:
15-5/2
^ Registro de maestros de obras aprobados por la Real Academia desde 1818 hasta
1886. Registro de los maestros de obras aprobados por la Real Academia de Nobles Artes de San
Fernando, a resultas de la Real Orden de 28 de agosto de 1816 por la cual S.M. a consecuencia
del plan propuesto por la Academia en Junta Ordinaria de 4 del mismo y que se acordó elevar al
Rey N.S. para su aprobación por la Academia. A.A.S.F. Leg.: 3/156
" Expediente de IVIanuel MARTÍNEZ ZOILO. A.A.S.F. Leg.: 15-4/2

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por pertenecer al plan de estudios anterior a la fundación del nuevo


instituto y, después del plazo y prórroga concedidos para los que tenían
comenzada la carrera en las escuelas establecidas por las Academias,
los examinará una junta de profesores de la Sección de Arquitectura de
San Fernando.

ORDENANZA ARTÍSTICA: NUEVA REGLAMENTACIÓN DE


LAS PROFESIONES DE LA ARQUITECTURA

Posteriormente a la real orden que sancionó la nueva reestructuración


de la Arquitectura, la Real Academia madrileña publicó una ORDENAN-
ZA ARTÍSTICA 5, que reglamentaba todas las profesiones del arte de
edificar. Estaba dividida en seis capítulos y a su vez en diferentes ar-
tículos. El que concernía a los maestros de obras era el Capítulo
Tercero, dividido a su vez, en trece artículos en los cuales se hacía
saber los requisitos, exámenes y una vez obtenido el título, las faculta-
des, derechos y exenciones. Este reglamento estuvo en vigor hasta que
se firmó el siguiente en 1844.
Los aspirantes que no hubieran realizado los estudios necesarios para
desempeñar esta profesión en las distintas Academias, tenían que de-
mostrar dónde y que estudios hicieron y, asimismo, acreditar por lo menos
dos años de práctica al lado de algún académico de mérito o de arquitec-
to. También debían presentar documento acreditativo de poseer buena
conducta. Es de destacar, que la preparación necesaria para obtener el tí-
tulo de maestro de obras —igual que les sucedía a los arquitectos—, no
era obligatorio realizarlos en las Academias, lo que sí tenían potestad
única era la de evaluar, mediante exámenes, si los aspirantes estaban ca-
pacitados para desarrollar las diferentes disciplinas arquitectónicas y otor-
gar los títulos correspondientes.
Los estudios exigidos a estos profesionales comprendían una serie de
asignaturas y materias que estaban relacionados con las facultades que te-
nían que desarrollar, si bien en el justo concepto de ser una titulación media.
Es decir, una profesión con menos conocimientos y estudios que el arqui-
tecto, pero con suficiente preparación científica para poder desarrollar edifi-
cios civiles e hidráulicos. Por tanto, un profesional, no un simple practicón,

^ La Ordenanza Artística reglamentaba las clases de graduaciones de la profesión de arqui-


tectura, en cuatro Capítulos. El Capítulo Tercero expecificaba en 13 artículos todo lo concernien-
te a los maestros de obras. A.A.S.F. Leg.; 17-3/1.

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Los Maestros de obras aprobados por la Real Academia de Bellas Artes...

que, después de un período de formación en las Academias o en los es-


tudios de los académicos o arquitectos, supiese conjugar la teoría con la
práctica.
Para ser admitidos a examen los futuros maestros de obras tenían que
presentar un edificio de su invención en planta, fachada y corte geométri-
co, con su correspondiente informe práctico facultativo y presupuesto de la
obra. Este era el primer paso que tenían que realizar estos futuros profe-
sionales para alcanzar el título académico. Se llamaba a este ejercicio
Prueba de Pensado. La única diferencia con el realizado por los arquitec-
tos, era que la construcción presentada por aquellos futuros profesionales
era un «edificio de segundo orden» o si era un liospital, teatro, biblioteca,
cementerio, ayuntamiento, etc. eran proyectos, por lo general, de menor
extensión que los realizados por los arquitectos.
Si el informe de este ejercicio presentado en la Secretaría de la
Academia y examinado por la Comisión de Arquitectura era favorable, el
pretendiente sería admitido a realizar el segundo examen llamado Prueba
de Repente. Consistía el ejercicio en la elección de un tema de tres que
salían al azar al meter tres veces la plegadera el vice-protector en el Libro
de asuntos para Maestros de obras. Este libro se componía de 55 temas ^,
y el ejercicio consistía en desarrollar en el tiempo estipulado de 15 horas
temas como:
«N.° 1. Casa fábrica de jabón con todas sus oficinas correspondientes.
Planta, fachada y corte.
«N.° 7. Una escuela de primeras letras y cátedra de latinidad para un
pueblo de 500 vecinos con habitaciones para los maestros. Planta, facha-
da y corte.
«N.° 28. Disponer para un pueblo un hospital de caridad que contenga
24 camas, con habitación para el enfermero, cocina, dispensa y cuarto
para el capellán, demostrándolo en planta, fachada y corte».
«N.° 55. Proyectar un odeón o pequeño templete elevado en una plaza
o paseo público para la colocación de un cuerpo de música. Planta, fa-
chada y corte.
Se llamaba a este examen Prueba de Repente porque, se tenía que
realizar desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche en las

^ Este libro comprende el temario de los 55 temas con el siguiente título: «Libro de asuntos
para Maesfros de Obras». A.A.S.F. Signatura 333/4.

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aulas de la sede académica. Se les dejaba, asimismo, utilizar los li-


bros clásicos de arquitectura que existían y poseía la Academia en su
biblioteca ^.

Y un tercer ejercicio oral ante un tribunal examinador formado a tal


efecto, sobre Aritmética, Geometría elemental y práctica y sobre todo
cuanto tenía relación con los casos prácticos de la profesión como medida
y tasación de edificios, obras hiidraúlicas, comunes y particulares ^ y, tam-
bién, se le preguntaría sobre la prueba de pensado y de repente realiza-
das por el aspirante y su comparación entre ellas.

Una vez aprobado y conseguido el título todo maestro de obras esta-


ría autorizado para «medir, reconocer, tasar, proyectar y dirigir toda
clase de edificios comunes y particulares en lo civil e hidráulico en todos
los dominios de esta Monarquía; pero se le prohibe el que verifique nin-
guna de estas operaciones en los edificios y obras públicas, santas igle-
sias, templos parroquiales o de comunidades religiosas a no ser en clase
de segundo director» ^. Como se puede comprobar por este artículo de
la Ordenanza Artística, la única diferencia con los arquitectos es que los
edificios a realizar por unos y por otros, se deslindaban únicamente en
que fuesen comunes y particulares o públicos. Y si estas construccio-
nes eran públicas, únicamente, en calidad de segundo director. Pero aún
se amplían más las facultades de estos profesionales al reconocer que
debido a la escasez de arquitectos en algunas ciudades y villas, queda-
ban también habilitados estos profesionales para ejercer en estos desti-
nos, aunque sus facultades solamente serían extensivas «a las obras
públicas del distrito o jurisdicción que comprenda su partido» ^°, aunque
necesitaban para las obras de nueva planta y de consideración el visto
bueno del «Maestro Mayor de la capital o Intendencia». Es de compren-
der con estas amplias facultades, el continuo conflicto con los arquitectos
a lo largo de casi todo el siglo xix, hasta que un Decreto de 1871 ^^ de-
claró libre esta profesión de maestro de obras y sus enseñanzas queda-
ron a cargo de las corporaciones populares, suprimiéndose esta profe-
sión como enseñanza oficial.

' Ordenanza Artística. Capítulo Tercero. Artículo 7.° Op. cit.


" Ibídem. Artículo 8.°.
^ Ibídem. Artículo 10.°.
" Ibídem. Artículo 12.°.
" MARTÍNEZ ALCUBILLA, M.: Diccionario de la Administración Españaola, 6.'. edición, pág. 15 y
16. El decreto está firmado en Palacio por Amadeo de Saboya y por el ministro de Fomento
IVlanuel Ruiz Zorrilla, a cinco de mayo de mil ocínocientos setenta y uno.

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FUNDACIÓN DE LA ESCUELA ESPECIAL DE ARQUITECTURA

La Escuela Especial de Arquitectura ^^ fue fundada por un real decreto de


25 de septiembre de 1844. La creación de este nuevo centro oficial se en-
cuadra dentro de la mejora de ios planes de estudios y, desde su pretendi-
da adecuación a los cambios habidos en la enseñanza y práctica de la
Arquitectura. Diclnos cambios, aunque, dentro de una serie de intereses am-
plios, se promovieron desde la Academia. Desde esta coherencia, se consi-
deró necesario la centralización de los estudios y, se obligó a los alumnos a
la asistencia a las clases impartidas por los profesores de la nueva Escuela;
así como, a la desaparición del examen libre y a su correspondiente prepa-
ración en los gabinetes de los académicos y arquitectos.
En tal contexto fueron reformados los programas de las carreras de
Arquitectura. Por consiguiente, también, se reformaron los estudios y se
regularizaron las facultades de los maestros de obras, y se creó una en-
señanza especial para estos facultativos subalternos agregada a la nueva
Escuela, señalándose de un modo bastante claro sus derechos y faculta-
des en la real orden de 28 de septiembre de 1845.
Realmente estas reglamentaciones de 1845 se presentan como la pri-
mera disposición reguladora de las facultades de los maestros de obras en
concurrencia con los arquitectos, ya que se les autorizó para construir toda
clase de edificios bajo los planos y dirección de arquitecto y sin la necesi-
dad de este facultativo en los pueblos menores de 2.000 vecinos y en los
demás si no existiese aquel profesor ^^.
También se reglamentó en este año la enseñanza de estos profesio-
nales diviendo los estudios en preparatorios y especiales ^*, siendo los
primeros necesarios para la prosecución de los cursos de carrera.

'^ HERNANDO, J.: Arquitectura en España (1770-1900), Madrid, Cátedra, 1989. «La Escuela de
Arquitectura y la renovación pedagógica», págs. 168-171. NAVASCUÉS PALACIO, P.: «Arquitectura es-
pañola (1808-1914). Summa Artis. Historia General del Arte. Vol. XXXV. Espasa Calpe, 1993», 4.
De la Academia de Bellas Artes a la Escuela de Arquitectura, págs. 45-64.
''" MARTÍNEZ ALCUBILLA, M.: Dic. op. cit. Real orden de 28 de septiembre de 1845, pág. 667.
" Existe un cuadro comparativo de las enseñanzas de los arquitectos y maestros de obras
que comprende las materias de ambas carreras y con las fechas y planes de estudios divididos en
«Preparatorios» y «Especiales». Los correspondientes a los maestros de obras son los siguientes;
Reglamento de 28 de septiembre de 1845. Preparatorios: Dibujo natural hasta cabezas, aritméti-
ca, álgebra, geometría elemental y práctica, idea de la naturaleza de las curvas y trazado de las
principales. Especiales, 1."' año: Principios de geometría, Descriptiva y sus aplicaciones a las te-
orías y cortes de madera y, estudio de la montea; 2.° año: Principios de mecánica práctica, cons-
trucción y composición. En ambos años, además, delineación, lavado y copia de arquitectura.
Real Decreto de 31 de octubre de 1849. Preparatorios: Instrucción primaria elemental completa.
Geografía, 1.° y 2.° año de matemáticas elementales. Dibujo lineal o de figura. De carrera, 1."' año;

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Un nuevo decreto de 31 de octubre de 1849 organizó con más exten-


sión los estudios de estos profesionales, tanto preparatorios como los es-
peciales o de carrera ^''. Éstos últimos durarían tres años y tendrían que
realizarlos por obligación dentro de la Escuela Especial de Arquitectura, o,
en las Academias de provincias autorizadas para ello, expidiéndose una
vez concluida la carrera el título profesional por el Ministerio de Instrucción
Pública.
Una nueva modificación tendría lugar el 16 de julio de 1852 ^^ en cuya
fecha se dictó el último plan de enseñanza de estos profesionales, que
viene a ser una repetición de los anteriores y, se estableció el nuevo re-
glamento conjunto para los estudios que fiabrían de cursar para las en-
señanzas de maestros de obras, directores de caminos vecinales y agri-
mensores " . La duración de cada año lectivo comprendería desde el 15
de septiembre al 15 de mayo, reservando los últimos días de septiembre
para los exámenes de ingreso y los primeros días del mes de mayo para
los de fin de curso ^^. Para ingresar en estas enseñanzas, era necesario
que los aspirantes se presentaran en la Secretaría de la Escuela Especial
de Madrid, o en las Academias de las respectivas provincias, acompaña-
dos de sus padres o tutores, con un memorial que expresase sus nom-
bres, apellidos, edad, etc, así como la partida de bautismo legalizada y

Principios de geometría descriptiva con sus aplicaciones a la teoría de las sombras y cortes de
carpintería y cantería. Práctica de toda clase de operaciones topográficas; 2.° año: Principios de
mecánica teórica e industrial. Principios de construcción, conocimiento y análisis de los materiales;
3"'. año: Composición y ejecución de planos de edificios de tercer orden. Trazado y construcción
de caminos y de las obras que les corresponden. Durante los tres años dibujo topográfico y de ar-
quitecturas. Reglamento de 16 de junio de 1852. Preparatorios: Instrucción primaria completa. 1.°
y 2.° año de matemáticas elementales y dibujo lineal. Especiales o de carrera, 1er. año: Elementos
de geometría descriptiva pura y su aplicación a las sombras, cortes de piedra y maderas.
Topografía. Agrimensura. Dibujo topográfico a pluma y práctica de la topografía y manejo de los
instrumentos; 2° año: Nociones de mecánica como base fundamental e la construcción. Dibujo to-
pográfico a color y delineación de arquitectura. 3."' año: Composición de edificios rurales y de
tercer orden. Parte legislativa y práctica de la profesión. Ejercicios de composición. Está firmado
este documento en Madrid, a 23 de mayo de 1872, por el entonces secretario de la Sección de
Arquitrectrua D. FRANCISCO DE CUBAS. A.A.S.F. Leg.: 23-3/2.
"> Ibídem. Se puede observar en el Real Decreto de 31 de Octubre de 1849, cómo aumenta
un año los cursos especiales o de carrera y también cambian las materias de los estudios prepa-
ratorios.
'^ Ibídem.
" La nueva normativa dice así: «Reglamento para las enseñanzas de Maestros de Obras,
Directores de Caminos Vecinales y Agrimensores, que han de plantearse en la Escuela Especial
de Arquitectura, y para las establecidas en las Academias provinciales de Bellas Artes de primera
clase". Se compone de los siguientes apartados: Capítulo Primero: De las diferentes clases de en-
señanza. Capítulo Segundo: De los Profesores. Capítulo Tercero: De los alumnos y Capítulo
Cuarto: De los exámenes. Se desarrollan estos capítulos a su vez en 41 artículos. Está firmado en
San Ildefonso, el 16 de julio de 1852.A.A.S.F. Leg.: 23-4/2.
" Ibídem. Capítulo Tercero. Artículo 15.°.

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los documentos que acreditasen los estudios preparatorios que eran obli-
gatorios y que estaban establecidos en los reales decretos ^^. Sin los cua-
les, no serían admitidos para empezar a cursar estas enseñanzas. Para
ingresar en estos estudios se les exigía que por lo menos tuviesen cum-
plidos los diez y ocho años de edad ^°.
Punto importante también de esta última modificación, fueron los conti-
nuos exámenes a que estuvieron sometidos los alumnos a lo largo del
curso para aprobar la suficiencia necesaria y el aprovechamiento de las
enseñanzas. Se hacían evaluaciones de mitad y de final de curso, así
como, de fin de carrera. Las notas para calificar el aprovechamiento y ap-
titud de los alumnos eran: sobresaliente, bueno, mediano y malo ^\ Una
vez superados los tres años de estudios, podrían aspirar al título desde el
1.° de octubre del año siguiente, previo conocimiento y aprobación del di-
rector, la solicitud al secretario de la Academia respectiva, acompañada de
las certificaciones correspondientes y carta de pago de los derechos del tí-
tulo, así como, de las correspondientes prácticas constructivas ^^.
Una vez expedido el título los maestros de obras se hallaban autoriza-
dos para medir, reconocer, tasar, proyectar y dirigir, toda clase de edificios
comunes y particulares, aunque se les prohibía realizar estas operacio-
nes en los edificios públicos, templos parroquiales, comunidades religio-
sas, etc, a no ser en calidad de segundo director ^^, sin embargo, debido a
la escasez de arquitectos, estos profesionales podrían ejercer en las ciu-
dades y villas que no tengan arquitecto pero «con la precisa condición de
que a sus nombramientos precederá siempre el informe y conocimiento
de la Real Academia» ^'^. Con estas amplias facultades y con las que les
concedió el reglamento de 1845, no es de extrañar los numerosos conflic-
tos entre los maestros de obras y los arquitectos.

UN CONFLICTO ENTRE TITULÁ\DOS: MAESTROS DE OBRAS


Y ARQUITECTOS

El restablecimiento de la profesión de maestro de obras será durante


gran parte del siglo xix, un continuo punto de fricción con los arquitectos

Ibídem. Artículo 16.°.


Ibídem. Artículo 17.°.
Ibídem. Artículo 21.°.
Ibídem. Artículo 30.°.
Ordenanza Artística. Capítulo Tercero. Artículo 10.°, ob. cit.
Ibídem. Artículo 11.°.

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por la dificultad de fijar y deslindar las competencias de unos y de otros. El


útiimo reglamento que aprobó la reina Isabel II el16 de julio de 1852, para
las competencias de esta clase de profesional, intentó solucinarlo, pues,
dejaba muy claro que eran éstos los auxiliares de los arquitectos, los eje-
cutores de sus órdenes. Pero este reglamento dejó, nuevamente, un res-
quicio y, era que en los pueblos que no llegasen a dos mil vecinos y en los
demás que no hubiese arquitecto, los maestros de obras podrían suplir la
falta de éstos. Con lo cual, se volvió a crear, otra vez, los mismos proble-
mas que se intentaban solucionar.Todo ello, dio lugar a las continuas re-
clamaciones de los arquitectos y de la Real Academia de Bellas Artes de
San Fernando, que terminó por abolirse nuevamente el título de maestro
de obras el 24 de enero de 1855. Pero, debido a la presión de estos pro-
fesionales, así como a la falta de arquitectos, unido todo ello a la necesi-
dad de edificaciones en poblaciones pequeñas, se volvió a restablecer por
la Ley de Instrucción Pública de 1857, la denominada Ley Moyano. Los
nuevos conflictos que surgieron, se intentaron solucionar con nuevos de-
cretos. Entre ellos, el real decreto de 22 de julio de 1864, que señalaba y
distinguía las atribuciones de los arquitectos, maestros de obras y apare-
jadores. Este reglamento provocó una agria protesta de los maestros de
obras que incluso llegó al Congreso de los Diputados, que dio lugar a un
segundo real decreto rublicado en San Ildefonso el 31 de agosto de 1865;
estaba firmado por S.M. la reina Isabel II y por su ministro de la goberna-
ción José Posada Herrera, el cual, salvaguardaba todos los derechos de
los maestros de obras obtenidos por la legislación vigente cuando obtu-
vieron sus títulos. Y es que el real decreto de 22 de julio de 1864 introdu-
cía nuevos elementos de confusión, no solamente con los arquitectos, in-
cluso también, con los mismos maestros de obras. Se permitía a los que
estaban en posesión del título antes del reglamento de 1845, proyectar
todo tipo de edificios particulares, mientras que los nuevos sólo lo podían
hacer en poblaciones menores de 2.000 habitantes. Entre los propios ma-
estros de obras se originó, incluso, cierta conflictividad competencial, sim-
plemente, según la fecha en que hubiersen obtenido la titulación. De ahí,
el posterior de julio de 1865 '^^, que ampliaba la posibilidad de proyectar
todo tipo de edificios particulares a los maestros de obras titulados antes
de 1864.

Las anteriormente reseñadas órdenes, tampoco, resolvieron los proble-


mas competenciales de los profesionales arquitectos y maestros de obras.

^^ MARTÍNEZ ALCUBILLA, M.: Diccionario...,op. cit. Real Orden de 31 de julio de 1865. tomo I,
pág. 672.

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Los Maestros de obras aprobados por la Real Academia de Bellas Artes...

Las atribuciones de unos y de otros se diferenciaban, únicamente, en que los


arquitectos eran los únicos que podían proyectar y construir edificios monu-
mentales. Salvo eso, parece que en todo lo demás ambas carreras eran idén-
ticas en el ejercicio de la profesión, estando, sin embargo, distantes en las
condiciones que se les exigían para obtener sus respectivos títulos. Mientras
el arquitecto tenía que estudiar, sobre todo a partir de la Escuela Especial de
Arquitectura, un amplio Preparatorio y después de la Ley Moyano de 1857, ser
bachiller; además, de cuatro, cinco o seis años de carrera, según los diferen-
tes planes de estudios. A los maestros de obras y también dependientes de la
Escuela, se les exigía un Preparatorio y dos o tres años de carrera, según sus
respectivos planes, con bastantes menos asignaturas en ambas fases.
A esta continua confusión sobre las atribuciones profesionales, des-
pués del derrocamiento de la reina Isabel II y durante la regencia del ge-
neral Serrano, un real decreto de 8 de enero de 1870 pondrá fin, al dero-
gar todas las disposiciones dictadas anteriormente y permitirá a todos los
maestros de obras, sin distinción de nuevos y antiguos, el poder proyectar
y ejercer libremente su profesión en las construcciones particulares.
Asimismo, también, como segundos directores o auxiliares de los arqui-
tectos, en todos aauellos edificios que tengan carácter público, aunque
sean de propiedad particular ^^.
Esta nueva reglamentación hará que estos titulados conserven durante el
resto del siglo xix y primeros años del xx, la posiblidad legal de proyectar
edificios particulares, a pesar de que la ley de presupuestos de 1869 a 1870
suprimió la enseñanza oficial de maestro de obras, disolviendo las escuelas
oficiales de Barcelona, Sevilla, Cádiz, Valencia, Valladolid y Madrid. La pro-
fesión de maestro de obras se declaró libre ^'^, y, sus enseñanzas quedaron
a cargo de las corporaciones populares y fuera de la esfera oficial que antes

^•^ GACETA de 21 de enero de 1870. Real decreto de 8 de enero de 1870. Los artículos 2.° y
3.° señalaban: «Los maestros de obras, sin ia distinción de antiguos y modernos, cualquiera que
sea ia feciía en que liayan adquirido ei títuio y su procedencia, podrán ejercer en todas partes ii-
bremente su profesión, quedando autorizados para proyectar, dirigir, tasar y reparar las casas y
construcciones de propiedad particuiar». «Los maestros de obras quedan inhibidos de intervenir,
como no sea en ciase de segundos o auxiliares de ios arquitectos, en ios proyectos y construcción
de toda obra o edificio que, ya por la procedencia de ios fondos de que se costee, ya por ei uso a
que se destine, aún cuando sea de propiedad particular, como, por ejemplo, el cuito, instrucción, be-
neficencia, espectáculos públicos u otro uso objeto análogo, tenga carácter de público». De todas
las formas, en el artículo 6.°, se permitía un cierto control de los arquitectos sobre las construccio-
nes particulares proyectadas por los maestros de obras, ya que facultaba a los ayuntamientos para
poder asesorarse de un arquitecto sobre las condiciones de solidez de estas edificaciones.
" La libertad de la profesión de maestro de obras, no significó la posibilidad de proyectar
obras particulares, facultad que quedó reservada a los titulados, tanto arquitectos como maestros de
obras. Lo que se intentó al declarar libre la profesión fue acabar con una clase que escasamente se
distinguía de los arquitectos.

343
ROSARIO SANTAMARÍA ALMOLDA

tenía. Eso sí, salvaguardando las garantías y privilegios de todos aquellos


que obtuvieron el título oficial anteriormente. El nuevo decreto que sancio-
naba esta supresión, está firnnado en Palacio a cinco de mayo de mil ocho-
cientos setenta y uno, por Amadeo de Saboya y por su ministro de Fomento,
Manuel Ruiz Zorrilla ^*'. Estas nuevas normas, concedían, además, la posi-
bilidad durante un año de obtener el título de maestro de obras a todos
aquellos que al suprimirse las escuelas oficiales estuvieran matriculados en
alguna de las asignaturas de la carrera, tuvieran aprobados cursos o estu-
vieran en el examen de reválida.
Aunque los maestros de obras titulados conservarán sus facultades de
proyectar obras particulares, la supresión de los estudios de esta titulación,
permitió la afirmación definitiva del arquitecto como único individuo que, en
atención a su superior formación artística, tendrá la facultad de proyectar
todo tipo de edificaciones. La consolidación de la profesión se acentuó
cuando el real decreto de 20 de agosto de 1895 creó los estudios de apa-
rejador. El nuevo profesional se perfiló como ayudante o auxiliar del ar-
quitecto, aunque con funciones propias.

APORTACIÓN DE LOS MAESTROS DE OBRAS A LAS DIFERENTES


TIPOLOGÍAS DECIMÓNICAS ARQUITECTÓNICAS

Las Academias y después las Escuelas Especiales al asumir directa-


mente el control de las enseñanzas y de las titulaciones relacionadas con la
Arquitectura, abrieron definitivamente un abismo entre el profesional de la
construcción y el artesano. Pero sobre todo, es en la profesión de maestro
de obras donde se producirá el cambio más sustancial entre ambos. Ya
que, aquel maestro de obras que años atrás procedía de la organización
gremial, pasará a ser considerado como un titulado al poseer una sólida
formación y estudios. Este nuevo maestro de obras, con el que el arquitec-
to mantendrá durante el siglo xix una pugna por el ejercicio de sus respec-
tivas competencias, será un diplomado con facultades para proyectar y con
aptitud científica conferida por el Estado por estar respaldado por un título
académico legal.

^^ El DECRETO dice así: «Conformándose con lo propuesto por mi Ministro de Fomento.


Vengo en decretar io siguiente: Artículo 1.°. Se declara libre el ejercicio de la profesión de Maestro
de Obras y Aparejador, 2. °. Se reserva su derecfio a los que actualmente poseen título oficial de
esta carrera a ocupar los destinos retribuidos de fondos generales, provinciales o municipales co-
rrespondientes a su clase, declarar en juicio y proyectar y dirigir con arreglo a las prescripciones
actualmente vigentes». Dado en Palacio a cinco de mayo de mil ocliocientos setenta y uno.
—Amadeo.— El ministro de Fomento Manuell Ruiz Zorrilla. A.A.S.F. Leg.: 23-3/2.

344
Los Maestros de obras aprobados por la Real Academia de Bellas Artes...

Los proyectos presentados por estos futuros profesionales para con-


seguir sus títulos, son reveladores, asimismo, de las necesidades cons-
tructivas del siglo xix: iglesias parroquiales, casas consistoriales, posadas-
fondas, cementerios, hospitales, casas de beneficencia, colegios, molinos,
aduanas, cárceles, albóndigas y depósitos de grano, fábricas de jabón o
de licores, hornos, casas de recreo, mercados, etc. es decir, construccio-
nes relacionadas con las necesidades propias de los pueblos o munici-
pios agrícolas o ganaderos, donde desarrollaban, generalmente, sus acti-
vidades los maestros de obras.
Estas memorias facultativas y sus correspondientes planos, tienen un
valor documental inestimable a la hiora de analizar las necesidades e ide-
ales arquitectónicos de este importante período del siglo XIX, comprendi-
do entre el neoclasicismo academicista y el romanticismo que intenta abrir-
se camino imponiendo aires de libertad.
Se ha hecho un seguimiento de los 292 maestros de obras que fueron
aprobados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. De éstos,
de 244 se ha podido averiguar el edificio que realizaron. Se han contabiliza-
do las tipologías más proyectadas y se ha confeccionado un gráfico con el
análisis comparativo de las diferentes pruebas de pensado. (Gráfico n.°.1).

ANÁLISIS COMPARATIVO DE DIFERENTES PRUEBAS DE PENSADO

Casas de labranza, molinos,


bodegas
Construcciones varias 17%
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Consistoriales
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diligencias
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Orático 1. Análisis comparativo de las diferentes tipologías arquitectónicas.

345
ROSARIO SANTAMARÍA ALMOLDA

Casas de labranza, molinos, bodegas, etc. 41


Ayuntamientos o casas consistoriales 40
Edificios religiosos 30
Casas-fonda, postas, diligencias 22
Centros de enseñanzas 15
Hospitales 11
Aduanas 10
Cárceles 5
Cementerios 4
Construcciones varias 66
Totales 244

Uno de los datos que se deducen del estudio de los expedientes de


estos diplomados es que consiguían su titulación relativamente mayores.
El 60% de estos profesionales tenían más de 30 años, siendo bastante
normal los que acceden con más de 40. Como se puede deducir de estos
datos, no era lo normal acceder a esta profesión dedicándose a estos es-
tudios desde jóvenes, si no después de ser un práctico en la arquitectura
y, preparándose, después del trabajo con la asistencia a las clases noc-
turnas. En las cuales, conseguirían los conocimientos teóricos necesarios
para realizar el correspondiente examen en las Academias. De esta forma
accedían a esta titulación media. Hay que tener en cuenta, además, que
no se podía optar al examen de maestro de obras —igual que les sucedía
a los arquitectos—, si no tenían los 25 años cumplidos. A partir de 1850 se
permitió a los maestros de obras acceder al título a los veintidós años «sin
perjuicio de que después se conserve o se modifique la de veinte años
que se señala como suficiente, y que a esta Corporación le parece algo
escasa» '^^. Y efectivamente obtienen el título diez maestros de obras que
tienen menos de 25 años: Agustín de Santa Cruz (24 años) ^°, Manuel
García Sierra y Navarro (21 años) ^\ José María Goyanes y Soldevilla (22
años) ^^, Gregorio de las Pozas (24 años) ^^ Pedro del Villar y Villarino (24

^' Junta de la Sección de Arquitectura de 16 de mayo de 1850. En dicha Junta se hace saber
que el Sr. Ministro de Comercio Instrucción y Obras Públicas, recuerda a la Academia lo que está
vigente respecto a las carreras de Jurisprudencia, Medicina y Farmacia y que suplica a la
Corporación que se rebaje la edad a veinte y dos años para obtener el título de maestro de obras.
Contestación de la Academia de fecha 12 de junio de 1850, aceptado el real decreto de 31 de oc-
tubre de 1849. A.A.S.F. Leg.: 19-3/2
='° Expediente de Agustín de Santa Cruz. A.A.S.F. Leg.: 19-4/2.
3' Ibídem. Expediente de Manuel GARCÍA SIERRA y NAVARRO.
^^ Ibídem. Expediente de José María GOYANES y SOLDEVILLA.
'^ Ibídem. Expediente de Gregorio DE LAS POZAS.

346
Los Maestros de obras aprobados por la Real Academia de Bellas Artes...

años) ^'*, Indalecio Alzaá Yturraide (24 años) ^^ Eduardo Martínez García
(21 años) 3^, Serafín Vergara y Villanueva (21 años) ^^ Ramón Losada
Pérez (24 años) ^^ y Juan antonio Antúnez y García (22 años) ^^
Otro de los datos que llama la atención en el estudio de estos profe-
sionales, es la gran cantidad de ellos que son del País Vasco, concreta-
mente 46 que corresponde a un 16% de toda esta profesión que se titula
en este período. Le sigue Cataluña con 40. También es muy importante la
aportación de la región andaluza concretamente 65. Del reino de Valencia
a pesar de la importancia de la Academia de San Carlos 13, la gran ma-
yoría son de Alicante. De la provincia de Valladolid 4 y de Zaragoza 12.
Estos últimos, a pesar de tener sus respectivas Academias, prefirieron ob-
tener el título por la de San Fernando.

LOS MAESTROS DE OBRAS APROBADOS POR LA ACADEMIA


DE BELLAS ARTES DE SAN FERNANDO (1815-1858)

El listado de los maestros de obras que a continuación se detallan, se


ha obtenido de la consulta de numerosos legajos del archiivo de las Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando. El inventario se ha realiza-
do con una pretendida finalidad pragmática: facilitar al estudioso la loca-
lización de los expedientes de estos profesionales que obtuvieron sus
títulos en el Instituto madrileño. En estas listas primero se reseña el le-
gajo en el que se encuentra el expediente de cada maestro de obra y, a
continuación el nombre del mismo, el lugar de nacimiento, la junta ordi-
naria en que fueron aprobados y la junta de examen. Además, los nú-
meros de los tres temas que le salieron al azar, de los cuales el aspi-
rante tenía que elegir uno, el cual era el que realizaba como ejercicio y,
la denominada prueba de pensado o informe práctico facultativo. Los
planos que tuvieron que presentar con esta prueba, así como los reali-
zados en la Academia, se encuentran en la Sala de Planos de San
Fernando. Lleva, asimismo, el apartado de PROV. (Provincia) cuya nu-
meración corresponde a los actuales códigos provinciales. Esta numera-
ción permite averiguar, por ejemplo, cuántos maestros de obras que han

Expediente de Pedro DEL VILLAR y VILLARINO. Leg.: 19-5/2


Ibídem. Expediente de Indalecio ALZAÁ YTURRALDE.
Ibídem. Expediente de Eduardo Martínez GARCÍA.
Ibídem. Expediente de Serafín VERGARA y VILLANUEVA
Ibídem. Expediente de Ramón LOSADA PÉREZ.
Ibídem. Expediente Juan Antonio ANTÚNEZ y GARCÍA

347
ROSARIO SANTAMARÍA ALMOLDA

obtenido el título son de Madrid (28), Barcelona (08), Granada (18) O de


Zaragoza (50).
En estas pruebas se encuentran las bases ideológicas para el estudio
de las distintas tipologías arquitectónicas, así como los temas que preo-
cupaban a la Academia y al Estado al doble vínculo conceptual y de ne-
cesidades edificatorias en aquella España que salía de una sangrienta
guerra y caminaba hacia una nueva mentalidad, tanto política, económica,
como social y cuyo lenguaje arquitectónico nos narra esa realidad aun-
que sea en arquitectura de proyecto.
Se ha podido comprobar, además, que un gran número de estos di-
plomados, han seguido estudios superiores y, que han conseguido 24 de
ellos el título de arquitecto y dos el de académico de mérito. Después de la
fundación de la Escuela Especial de Arquitectura y de la aprobación del úl-
timo reglamento de 16 de julio de 1852, también lo que se observa es que
muchos maestros de obras también consiguen la titulación de Directores
de caminos vecinales, cuyos estudios eran iguales los dos primeros años
y diferente únicamente el tercer año, con lo cual con un año más de estu-
dios y el abono de quinientos reales '*° conseguían la otra titulación. No
son pues, unos simples prácticos en la Arquitectura, sino unos verdaderos
profesionales —igual que los arquitectos—, aunque con menos conoci-
mientos científicos por sus menos estudios y más expertos en la práctica
arquitectónica, por su trabajo a pie de obra.

'"' Reglamento para las enseñanzas de Maestros de Obras, Directores de Caminos Vecinales
y Agrimensores. Artítculo 4.° A.A.S.F. Leg.: 23-4/2.

348
Los Maestros de obras aprobados por la Real Academia de Bellas Artes..

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ROSARIO SANTAMARÍA ALMOLDA

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Los Maestros de obras aprobados por la Real Academia de Bellas Artes..

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