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2 Corintios 12:8-10 (RV 1960) “…respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de
mí. 9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto,
de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de
Cristo. 10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades,
en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte…”.
El apóstol Pablo viene relatando un gran suceso que le pasó a el, más atrás dice que tuvo una
revelación muy grande, fue llevado hasta el tercer cielo, y oyó cosas que no se pueden hablar con
palabras Humanas.
El apóstol dice que para que esas revelaciones que ha tenido no lo enorgullecieran tanto le fue dado
un aguijón, no dice exactamente qué era ese aguijón, algunos dicen que era un problema en los
ojos, quedó así cuando se le apareció Jesús. * Según esta cita Gálatas 4:15 (RV 1960) “…¿Dónde,
pues, está esa satisfacción que experimentabais? Porque os doy testimonio de que si hubieseis
podido, os hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos...”.
Otros dicen que era malaria enfermedad muy común en el Mediterráneo en ese tiempo, otros dicen
que era alguna debilidad carnal. Lo único cierto es que era algo que le causaba mucho dolor.
Pero eso le fue dado para que el no se enalteciera, imagínese usted si recibiera algún tipo de
revelación así, que fuera llevado al cielo y quien sabe tal ves mirara a Dios mismo. Como
andaríamos, me imagino corriendo de lado a lado contando su testimonio y siendo alabado, la gente
diciéndole allá va el que fue hasta el cielo y vio a Dios, hablo con el. Eso hermanos es para que se
le suban los zumos como se dice popularmente.
Pero esa debilidad que fue dada al apóstol le recordaba que era un simple mortal, que no era nadie,
que solo era por la gracia o favor inmerecido de Dios, esa debilidad le hacía andar con los pies en la
tierra, humilde.
Gálatas 4:14 (RV 1960) “…y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi
cuerpo, antes bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús…”.
Nos damos cuenta que el apóstol tenía algo que lo hacía ser humilde, reconocer su debilidad, su
necesidad de Dios.
La verdad es que todos tenemos ese aguijón, esa debilidad que nos recuerda la necesidad del Señor,
lo de Pablo era algo como una enfermedad, para nosotros puede que sea algo diferente, lo cierto es
que la tenemos, a veces quisiéramos ser perfectos, no tener debilidades, estar completos, pero lo
cierto es que son esas debilidades las que:
Creo que la mayor desgracia que le puede pasar a un ser humano es no reconocer su debilidad, no
reconocer su humanidad, su fragilidad. Somos muy frágiles, el viernes visité a un compañero de
trabajo, estaba enfermo en cama y pude ver lo débiles y frágiles que somos como humanos, pero
hay hombres que no reconocen la grandeza de Dios, no reconocen su necesidad de Él.
Es en ese momento, es en ese momento de máxima debilidad, en ese momento donde sus fuerzas
se han agotado, en ese momento algo ocurre, de repente Dios nos observa, el nos está viendo, ve
en esa debilidad la oportunidad que el estaba esperando para levantarse y arroparte con su poder,
era el momento esperado por el para comenzar actuar, donde terminan nuestras fuerzas comienzan
las fuerzas inagotables de Él.
Necesitamos dejar de ser prepotentes y creer que podemos solos porque de esa forma jamás obrará
el poder de él en nuestras vidas, es cuando reconocemos nuestra debilidad, nuestra falencia que el
poder del él se perfecciona.
Entonces podemos decir como el apóstol en mi debilidad soy fuerte, porque es mi papá el que se
levanta por mí y me ayuda con su brazo.
Y estará ahí hasta que el Señor vea conveniente, pero el apóstol decía me gozo en eso porque es
cuando puedo ver qué lo que hago es por el favor de Dios. Me gozo en esto porque es cuando puedo
ver a Dios con su poder obrando en mi vida.
Pablo le servía a Él, a pesar de su debilidad fundaba iglesias, trabajaba, se esforzaba, seguía
creyendo en el Señor. Nosotros debemos hacer nuestra parte, el Señor hace el resto, que es lo que
nos corresponde hacer, orar, buscar al Señor, rogarle a el que nos ayude, que nos quite esa
debilidad.
El apóstol dice tres veces he orado, podríamos decir pero solo tres veces, tan poquito, pero es que
en las tres veces el Señor le había respondido que no. Así que nuestro deber es orar al Señor por
esa debilidad que tenemos.
Conclusión.
Para concluir este tema del día de hoy, quiero decirles que vamos a tener pruebas que van y vienen,
y nos mostrarán la necesidad de buscar de Dios. Nos mostrarán lo débiles que somos.
Son esas las que nombra el apóstol en el versículo 10, él dice me gozo en mis debilidades, afrentas,
necesidades, angustias, persecuciones porque cuando eso viene, cuando eso esta, es cuando
puedo ver su poder, en esa debilidad puedo decir soy fuerte.
Pero también podremos llegar a tener así como el apóstol un aguijón, eso que así clamemos estará
ahí para que reconozcamos la necesidad del Señor. Eso que no se irá, estará ahí. Pero a pesar de
eso debemos seguir creyendo al Señor.