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Anror y matrintonio
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42 lntroducc¡ón a la sociología
aote ta idea de que el smor <<es para siempre», pero el «enamorarse», nos inclintmos
a pensar, deriva de sentimientos y emociones humanos universales. Parece del todo
natural que una pareja que se enanrora desce formar un lrogar, y t¡Lre busquen su
realización personal y sexual en su relaciónJ
Sin embargo, este punto de vista, que parece ser evidente de por sí, es de hecho
bastante ra¡o. La idea del a¡nor romántico no se extendió en Occidente hasta fecha
bastante reciente, y no ha existido jamás en la mayoría de las otras ctrlturas. Sók:
en los tiempos nrodernos el amor, e! matrilnonio v lq sexualidad-se han consideradc
íntimamente ligados entre sí. En la Edad Media, y durante siglos después de ella.
las personas se casaban sobre todo para Perpetuar la ¡rtlsesión de un título o de unu
propiedad en las manos de Ia familia, o para tener hijos que trabajaralr la granjt
familiar. Una vez casados, puede que en ocasioncs llegaran a ser cornprñeros rltut
unidos; sin embargo, esto sucedía después del matrimonio, pero no antes. Existíat
relaciones sexuales fuera del matrimonio, pero eD éstas no intervenían demasiadr
los sentimientos que asocianros con el amor. El amor se consideraba «en cl mejo
de los casos, como una {,eUllidad-¡eecserie, y, en cl pcor, conro utta es¡rccie d,
elfs4rglgd» (Monter, 1977, p. 123).
El amor romántico hizo aparición por vez primera en los círculos cortesanos
como una característica de las aventuras sexu¿les extratnaritales en las que incurría
los miembros de la aristocracia. Hasta hace unos dos siglos estaba totalmente cof
finado a tales círculos, y se mantenía específicamente separado del matrinronio. L¿
relaciones entre el marido y la mujer en los círculos aristocráticos a menudo era
frías y distantes..., comparadas, claro está, con nuestras expectativas mat¡imonialt
actuales. Los ricos vivían en grandes casas. Cada uno de los esposos tenla sú propi
dormitorio y sus sirvientes; puede que raras veces se vieran en privado. La compl
tibilidad sexual era una cuestión de azar, y no se conside¡at¡a relevante para
matrimonio. Tanto entre los ricos como elltre los pobresr era la parentela qui(
tomaba la decisión del matrimonio, no los individuos interesados, que tenían po(
o nada que decir al respecto (éste sigue siendo el caso en muchas culturas no oc(
den(ales actuales)
Como vemos, ni el amor romántico ni su asociación con el matrimonio puedt
entenderse como características «dadas» de la vida humana, sino que están confo
madas por influencias sociales más amplias. Éstas son,lat influencias que los-socl
logos eituáian y que se hacen sentir incluso en experiencias que, en apariencia, si
puiamente personales. La mayoría de nosotros ve el mundo desde el punto de vi§
de nuestras propias vidas. La sociología denuestra la necesidad de adoptar u
perspectiva mucho más amplia sobre las razones que nos llevan a actuar como
hacemos.,
Salud y en[ernrcdad
El verdugo introdujo un hie¡ro en el caldero que contenía la poció¡ hirviente, que derranró
generosamente sobre cada herida. A continuación, se ataton al cuerpo del condenado las
cuerdas que iban a ser uncidas a los caballos, y se ataroo las cue¡das a los caballos, que
fue¡on situados frente a los brazos y piemas, uno en cada miembro [...]. Los caballos dieron
un fuerte estirón, tirando cada uno en línea recta de un miembro; cada caballo era guiado
por un verdugo. Después de un cua o de hora volvió a ¡epetirse Ia misma ceremonia, y
finalmente, después de varios intentos, hubo de cambiarse la dirección de los caballos de la
siguiente manera: los que estaban en los muslos se pusieron hacia los brazos, con Io que se
rompieron los b¡azos por las articulaciones. Esto se repitió varias veces sin éxito.
Después de dos o tres intentos, el verdugo Samson y el que había usado las pinzas saca-
¡on cada uno un cuchillo del bolsillo y cortaron el cuerpo por [os muslos en lugar de seccio-
nar las piernas por las articulaciones; los cuatro caballos die¡on un estirón y se llevaron tras
ellos las piernas: primero la derecha, y a continuacióo la otra. Luego se hizo lo mismo con
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44 lntrcducc¡ón a la sociologia
los brazos, los hombros y los cuatro miembros; [üe neces¿rio cortar l¡ citnlc casi h¡sta el
hueso. Los caballos, dando un fuerte tirón, se llevaron pri¡nero el brazo rlereclro y luego el
otro. (Foucaulr, 1979, pp. 4-5.)
La víctima se mantuvo viva hasta la separación tinal de sus miembros del torso.
Antes de la época moderna, Ios castigos como éste no eran infrecuentes. Como
John Lofland ha escrito, describiendo las formas de ejecución tradicionales:
Las ejecuciones históricas de épocas anteriores estaban calcul¿das para maxinrizar el perfodo
de agonía del conde¡rado y su conciencia dur nte éste. Aplas(ar hasta la nruerte mediante
una carga progresivamente pesada situada sobre el pecho, romper ¡l co¡denado en l¿¡ rueda,
la crucifixión, el estrangulanrie¡¡to, la lroguera, el corlar t¡r¡s de came, apuñalar partes no
vitales del cuerpo, estirar y cuartear, y otras técnicas semejantes consu¡nían períodos de
tiempo bastante prolongados. lncluso el ahorcamiento fue una técnica de efectos le[tos du-
rante la mayor parte de su historia. Cuando simplemente se retiraba el carro de los pies del
co¡denado o la trampilla se abría sin más, el condenado era estrangulado lentamente, y antes
de sucumbir se retorcla dura¡rte v¡rios nrinutos [...] para abreviar est¡ luclra, el verdugo a
veces se ponía bajo el patíbulo para tirar de las piernas del condenado. (Lotland, 1977, p.3ll.)
des hacia tales prácticas «sin nrás ni más»; intervienen influencias sociales ¡nás am-
plias, relacionadas con importantes pfocesos de cambio que se dieron en ese perío-
do. Lhs sociedades europeas se estaban industrializando y urbanizantlo. El antiguo
orden rural estaba siendo rápidamente reemplazado por un orden en el que cada
vez más gente trabajaba en fábricas y talleres, trasladándose a las áreas urbanas en
expansión. EI control social sobre las poblaciones urbanas no podía mantenerse
mediante los antiguos métodos de castigo, que, basados en establecer un ejenrplo
temible, sólo eran apropiados en comunidades reducidas y estrechamente entreteji-
das, en las que se presentaban pocos casos.
Las prisiones se desarrollaron como p¿rrte de una tendencia general lracia el
Soc;ología: Problemas y perspect¡És 45
Consideremos ahora los ejemplos discutidos hasta el momento. En cacla u¡ro rie
los tres caÉos *amor, matrimonio y sexualidad, salud y enferrnedad. y castigo cicl
crimen- hemos visto que los que- podrían considerarse sentintientos hunranos «na,
turalmente dados» están sin embargo impregnados de la influencia de factores so-
ciales. IJna conprensiói de las fonnas sutilLs, aunque cornplejas y profurxlas. en
las que nuestra vida refleja los contextos de nuestra experiencia sociul es l.iisica
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la perspectiva sociológica. La sociología se ceLtra ryUy especialmente en la vid¡¡
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sociedádéi-ñurn¡rnaT óóurridos a lo EEdde-los 'dos "lm-bl.lsit"lt§"
ú]t1-os sjeigr..-¡1i;r
Los cambios en las fornras de vida hum¿na en las dos últimas centu¡ias han sitio
de rnuy gran aicance. Nos hemos acostumbrado, por ejenrplo, al hecho rle que la
mayoría de la población no trabaje en el carnpo, a que viva en ciudades grandes y
pequeñas más que en reducidas cornunidades rurales. Pero esto iot?tás succdió hasta
la era moderna. Virtualmente, duraute toda la bistoria humana, la inmensa mayorla
de las personas tenían que producir sus propios medios de subsistenci¡, y vivían en
pequeÍtos grupos o comunidades aldeanas reducidas. Incluso en el culmen de las
civilizaciones tradicionales más desarrolladas ---+omo la antigua Roma o Ia China
tradicional- menos de un 10 por 100 de la población vivfa en áreas urbanas, y bdos
los demás estaban empleados en la producción de alimentos. Hoy, en la mayoría
de las sociedades industrializadas, estas proporciones se han invertido casi por com-
pleto: generalmente más de un 90 por 100 de la población vive en áreas urbanas, y
sólo un 2 o un 3 por 100 trabaja en la producción agrlcola.
No han cambiado sólo los aspectos externos de nuestras vidas; estas transfornra-
ciones han alterado y continúan alterando de forma radical los aspectos más perso-
46 lntroducción a la sociología
Preguntos fticlicos
Algunas de las preguntas que se plantean e intentan responder los socirílogos son
en gran medida fácticas. Como somos miembros de una sociedad, todos nósotros
lenemos ya un cierto grado de conocimiento fáctico sobre ella. por ejemplo, en
lruestra soc¡edad todos somos conscicntcs de que hay leyes que.se supone que hemos
de observar, y que ir en contra de ellas es arriesgarsé a sufri. uni sanción pcnal.
Pero es muy probable que el conocimiento del individuo corriente sobre el sistem¿
Iegal y la naturaleza y tipos de la actividad delictiva sea esquemático e incompleto.
Muchos aspectos del delito y la justicia precisan una investigición sociológica directz
y sistemática. Podríamos preguntar, por ejemplo:
¿eué foimas de delincuencia sor
más comunes? ¿Qué proporción de personas implicadas en conductas delictivas er
detenida por Ia policía? ¿Cuántas de éstas resultan culpables y son encarceladasl
Las.preguntas fácticas son a menudo mucho más complicadas y difícites de respondei
Soc¡ología: Probleñas y perspect¡vas 49
de lo que uno podría pensar. Por ejernplo, las estadísticas oficiales sobre la delin-
cuencia son de dudoso valor pa¡a indicar el nivel real de actividad criminal.
Pregunlas comparoliv0s
La intbrmación fáctica sob¡c una socicdad, por supuesto, no nos dir¿i hasta r¡tré
punto estamos tratando con un caso inusual y no con un grupo de influencias nruy
general. Los sociólogos muchas veces plantean preguntas comparativas, relacionan-
do un contexto social dentro de una sociedad co¡.t otro o contrastando ejernplos
tomados de diferentes sociedades. Por ejemplo, hay diferencias significativas entrr:
los sistemas legales de Gran Bretaña y los Estados Unidos. Una pregunta compa,
rativa típica-podría ser: ¿en qué medida varían las pautas de conduct¿r delictiva v
actividad policial entre ambos países? (De hecho, ent¡e ambos se han erlcontrado
importantes diferencias.)
Prcgu l s teóricas
identificar los rasgos principales que tienen cn común los procesos de desarroll
industrial, y trataría de mostrar cu¿iles de estos proccsos son los m¿is important€
para explicar ese desarrollo. Por supuesto, lts
oueden seoa¡arse comoletanente. Sólo
ntas t¡ctuales v teóricas nunc '
llP'"'/iu'**
Necesit¿¡mos teorías que nos ayuden a explicarnos los hechos. Al contrario de I
que afirma el dicho popular, los hechos no hrblan por sí solos. Muchos sociólogt
trabajan fundamentalmente sobre cuestiones empíricas, pero si su investigación r
es guiada por algún conocimiento teórico es muy improbatrle que su obta sea escl,
recedora. Esto puede aplicatse incluso a Ia investigación que se lleva a cabo ct
objetivos eslrictamcnte prácticos.
La «genle práctica» tiende a sospechar de los teóricos, y puede que les gul
pensar que tienen los pies «muy en la tierra, y que ro necesitan prestar atencióÍ
ideas más abstractas. Sin embargo, todas las decisiones prácticas requieren cierl
supuestos teóricos subyacentes. Alguien r¡ue lleva un negocio, por ejemplo, pue
tener en muy poco la «teoría». Sin emtrargo, todo enfoque de la actividad empi
sarial implica supuestos teóricos, incluso aunque en muchas ocasiones no se forn
len. Así, puede suponer que la principal motivación que tieneD sus empleados pt
trabajar duramente es el nivel de salarios que reciben. Esta no es sólo una int
pretación teórica de la conducta hqmanai es ade¡nás una ¡nterpretación equivocar
como la investigación de la sociología industrial tierde a den'rostrar.
en áreas de renta baja a que se ajustaran a un estándar mínimo. Lil intcncirirr tra
ntejorar el nivel básico de viviendas disponibles para los sectores mris pobres dc la
comunidad. De hecho, el resultado fue el contrario. Los propietarios de vivicnrlas
en mal estado las ab¿ndonaron por completo o las destinaron a otros usos. dc
manera que se produjo una escasez aún mayor de viviendas satisfactorirs (S¡cl)cr,
1981). Podemos encontrar un ejemplo comparable volviendo ¿¡l caso de las prisioncs
y asilos, Durante los últinlos años, en Gran Bretaña y en otros Países occitlc¡rt¡lcs
el proceso de mantener personas enccrradas y apartadas de I¡ conrulidatl sc llir
invertido parcialnrente. En un esfuerzo por clerr una «¿rsistcnciir cornu¡tillt¡'iu" prtrr
los delincuentes y los enfermos mentales, algunas de las personas confinadts cn pli-
siones y hospitales psiquiátricos han sido puestas en libertad para (luc vivan cn cl
mundo exterior. Sin embargo, hasta cierto punto los resultados se har vttelto crr
contr?¡ de los rcformadores liberales t¡ue poyaron la innovaci¿)n. Muchos de los
anteriores pacientes mentales se han eocontrirdo vivicnd<i en una extrcnra pobreza,
incapaces de adaptarse al nuevo ambiente al que han sido lanz¡clos. Para cllos las
consecuencias han sido dcsastrosas.
el cambio cn la vida social han de entenderse como unn «nrcz-
cla» de e iniorevista! de las acciones de lrs oerson¡s. i.it
de examina¡ el resultante entre la reprodulcitin,
y la transformación la na no élFobjeto nrec¿inic,r. cornrr
un o un moioiJlué se «mantiene en marcha, porque integra un conjunto tlc
fuerzas. La reproducción de la societlad tiene lugar porque hay una continuidad en
lo que las personas hacen de día en día y de año en año, y en las priicticas s@t:iales
que siguen. los cambios sg producen en parte norr¡r'e las fe{so&¡s+rc19!dg! quc
-::ibmo
ocurran, y cn piiié indica el ejemplo de la Revolución rusa- por las cotr-
iecuencias que nadie p.rcvé o prelcn{ea
Como individuos, todos nosotros conocemos muchas cosas sobre nosotros ¡nis-
mos y sobre las sociedades en que vivimos. Nos inclinamos a pensar que entendenros
bien por qué actuamos como Io haccmos, sin necesidad de que los socitllogos nos
lo digan. Hasta cierto punto esto es verdad. Nos ocupamos de muclras de las cosas
que hacemos en nuestra vida diaria porque comprendemos las corlvencit¡nes soci¿lcs
implicadas. Sin embargo, este autoconocimiento tiene fronteras rnuy definidas, y una
de las tareas principales rle la sociología es mostrar cuáles son.
Sobre la base de la discusión sostenida hasta el momento, podemos aclarar cott
cierta facilidad la naturaleza de estas fronteras. Como henlos visto aDtes, las pcrso-
nas emiten numerosos juicios de sentido común sobre ellos mismos y sobre otros,
juicios que pueden resultar erróneos, parciales o mal informados. La investigaci(rn
sociológica ayuda a definir las limitaciones del conocimiento de nosotros nrisnros y
al mismo tiempo «retroalimenta» el conocimiento de nosotros mi§rnos y de nuestro
entorno social. Otra contribución esencial de la sociología reside en mostrar que,
aunque todos nosotros entendemos bastante bien lo que hacemos y por qué kr
hacemos, a menudo sabemos muy poco acerca de las consecuencias de nuestras
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52 lnl¡oducc¡ón a la sociología
Los entornos sociales en los t¡ue cxistinros no consisten e¡l nlcr¿rs aglttpacitrnes
casualcs de acentecimicrtos o acciones --1sti,n estt ucturu,&r.
-E¡iStgg-.§g!!4.!!§s
sub,yacentes, o pautas, de lgr_fUSlgl ggÑqrfa,nfttriq !.S !{l p_efrp¡rs J-d§-l¿s
r4Sg¡_qlletarJalEn¡¡ c¡t¡9_ sí. Hasta cierto punto es útil representarse las caracte-
iísticas estructuralcs de las sociedades conro si senrcjaran lil estructura de un edificio.
Un edificio tiene paredes, un piso y un tejado, que en su conjunto le dan una
"fornla" particular.l Pero la rnetáfora puede ser rnuy equívoca si se aplica de rnodo
dcntasiado estlictol Los sisferl¿s sociales sc corrstituven de acciones v rclaciones
-_ -------_--a-+
humanas: Lo_S!9]g¡coxjtgl§_f sslas su_paut¿r es su repeición t tri\
?e t-iEm=po y distancias en el cspacio. Así, cñ co las ideas de
reproducción social y dc estructura social están íItimamente ligadas. Flemos de en-
tender las sociedades humanas conto etlíficios qlte en to(lo ntonknto son n:constntí-
tlos por los ntismos ladrillos que las totttporrctt lLas acciones de todos nosotros están
influidas por las caractelísticas estructurules ¡fe las socicdarlcs en las quc crecenlos
y vivimos; ¡l mismo tiempo, recrearnos (y t¿rmbién, hasta cierto punto, alteranros)
esas cal acte rlsl ic¿ls estructuralcs en nuestras accionesJ
Objetividad
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* lnhoducción a la sociotogia
embargo, cuanto mejor entendamos por qué sigue siendo tan difundida la pobreza,
tanto más probable es que puedan llevarse a cabo con éxito políticas en contra dc clla.
nes informadas. No siernpre puede suponerse que quienes están en el poder piensen
en los intereses de los menos poderosos o privilegiados al elaborar sus políticas.
Grupos informados pot'sí mismos pueden responder de forma eficaz a las ¡rolíticas
que lleven a efecto los funcionarios del gobierno u otras autoridades, y pueden, por
tánto, tomar iniciativas políticas propias. Grupos de «autoayuda» (como Alcohólicos
Anónimos) y movimientos socialcs (como los movimientos de mujeres) son ejemplos
de asociaciones sociales que tratan de producir directamente reformas directas. (Véa-
se capítulo 9: y organizaciones". )
"Grupos
¿Deben los mismos sociólogos defender de forma activa y llevar a efecto acciones
púbiicas en favor de programas Prircticos de rcforma o cambio social? Hay c¡uienes
defienden que la sociología puede preservar su objetividad sólo si c¡uienes la prac-
tican son cuidadosamente neutrales en controversias morales y políticas, pero no
hay razón alguna para pensar que los estudiosos que se quedan al margen de los
debates de actualidad sean necesariamente más imparciales que otros en su exilnlcn
de las cuest¡ones sociológicas. Existe un nexo insoslayable entrc el estudio de la
sociología y las exigencias de la conciencia social. Nadie que tenga conocimientos
sociológicos puede ser inconsc¡ente dc las r.lesigualdadcs quc cxistcn ltoy en el ntttn-
do, la fálta de justicia social en muchas situaciones sociales o las privaciones sufridas
por millones de personas. Sería extraño que los sociólogos no totnaritn posicion
sobre las cuestiones prácticas, y sería tan ilógico como poco práctico intentar pro-
hibirles que recurrieran a su conocimiento sociológico al hacerlo.
En este capítulo hemos visto Ia sociotogía como una disciplina en Ia que dejanros
a un lado nueitra concepción personal del mundo para observar con mayor rltención
las in{luencias que conforman nuestras vidas y las ajenas. La sociología surgió conto
una empresa intelectual defini«la con el temPrano desa¡rollo de las sociedades in-
dustrializadas modernas, y el estudio de tales sociedades sigue siendo su principal
interés. Sin embargo, los sociólogos también se preocupan de una amplia gama de
cuest¡ones relativas a la naturaleza de la interacción social y a las sociedades huma-
nas en general. En el siguiente caPítulo investigaremos la diversitlad de la cultura
humana, atendiendo a los enormes contrastes entre las costumbres y los hábitos que
siguen pueblos diferentes. Para ello, precisamos embarcarnos en un viaje de explo-
ra-ción ¿ultural alrededor del mundo. Tenemos que volver a seguir intelectualmente
los viajes que Cristóbal Colón, el capitán Cook y otros aventureros emprendieron
cuandó pariieron en sus azarosos vi¡ies por el globo Co¡no sociólogos, sin embargo,
no podernos considerarlos únicamente desde el Punto de vista del explorador ---<omo
viajes de odescubrimiento,,--, pues estas expediciones iniciaron un proceso de ex-
pansión de Occidente que tuvo un impacto dramático en otras culturas y en el
posterior desarrollo social del mundo.
g lnl@ducciót1 a la sociotogía
Resu¡nen
los grupos y a los individuos una ¡nayol oPortunidad de alterar las condicio-
ncs de su propia vid¿r.
Concrptos básicos
sociología crenelt
objetividad
Térrrti¡ios imporúa¡ries