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TRABAJO ACADÉMICO IV
DESARROLLO:
I. RESUMEN EL ENVEJECIMIENTO EN EL NUEVO TESTAMENTO
En el Nuevo testamento se afianza y concreta las enseñanzas de los escritores del
Antiguo Testamento en cuanto a la dignidad y valor de las personas de la tercera
edad. Por ejemplo, en la parábola de la perla del gran precio, se nota el alto valor que
Dios le da al hombre (Mt. 13:45-46).
Al anciano se le debe tratar dese las varias dimensiones que le incluyen; espiritual,
físico, social, eso incluye ayudarlos en sus sentimientos de soledad, pesares,
desánimo etc. Esto significa brindarles una atención integral pues ante Dios no hay
divisiones en lo que relacionado a nuestro cuerpo, alma y espíritu.
El Nuevo Testamento habla bien de la vejez, y nombra personajes que al parecer
estaban viviendo esa etapa de su vida, como por ejemplo Nicodemo. Esto nos enseña
que las personas de edad avanzad también pueden sufrir cambios de orden
psicológico, social y espiritual.
Jesús valoró a las personas mayores y enseñó a sus discípulos a imitarlo. Él enseñó
a amar a nuestro prójimo como si fuéramos nosotros mismos (Mt. 22:37-40). La
recomendación de Santiago fue “la religión pura y sin mancha delante de Dios el
Padre es ésta: Ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y no
mancharse con la maldad del mundo” (Santiago 1:27).
El amor de Dios debe movilizar a la iglesia a brindarles lo necesario sin olvidarse de
las propias necesidades. Una vez enseñó que las fiestas deberían celebrarse con
personas que tienen diversidad de carencias, por ejemplo: con los pobres, inválidos,
cojos ciegos etc, (Lucas 14: 13, 14). Esta fue una de las razones de su primera venida,
el atender a los más pobres y necesitados, y esa fue la respuesta a la interrogante de
Juan si él sería el mesías o debían esperar a otro (Lc. 7:22).
Pablo aconseja a Timoteo a que “No reprendas al anciano, al contrario, aconséjalo
como si fuera tu padre…” (1Ti. 5:1-3). también resalta la responsabilidad y el deber
que tienen los familiares de cuidar y proveer a sus ancianos y ancianas. «Pues quien
no se preocupa de los suyos, y sobre todo de los de su propia familia, ha negado la fe
y es peor que los que no creen” (1 Timoteo 5:8).
Incluso, Dios no tolera el que se le ofrezca a él y que el oferente se olvide de sus
padres, argumentando que lo que le correspondería ya se lo había dado a Dios. Eso
sería anular el mandato de Dios por solo cumplir un ritualismo tradicional. (Mr. 7:8)
En la cruz, antes de morir, Jesús encargó a su madre a Juan el bautista. No se la dio
como carga sino como una bendición.
Los discípulos siguieron el ejemplo de Jesús al tratar con respeto y dignidad a las
personas mayores. Esto se ve en los comienzos de la iglesia cuando hubo
murmuraciones de desatención a las viuda y los apóstoles convocaron para que hayan
personas de extraordinario testimonio que las ayudar, y así fue. (Hch. 6:1-4)