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Narcoterrorismo

La reciente caída de los camaradas Alipio y Gabriel plantea nuevamente


el tema del narcoterrorismo. Este es un concepto ampliamente
utilizado, que viene de la experiencia colombiana. Sin embargo, es una
noción equivocada que no contribuye a la lucha del Estado contra este
flagelo. En Colombia se constató que algunos frentes guerrilleros
sembraban coca y procesaban cocaína, antes de exportarla por sus
propios circuitos. Se trataba de un frente de las FARC durante cierto
tiempo; pero, se acuñó el concepto y se trasladó al Perú sin demasiado
análisis.

En el VRAE, los hermanos Quispe Palomino habían montado un feudo


regional. Como sabemos, la zona está sembrada de coca y circulan todo
tipo de personas dedicadas a la ilegalidad, incluyendo las redes
primarias de los narcos. Por su parte, la ilegalidad llama a sus
congéneres y basta un porcentaje de la población de acuerdo con una
fuerza subversiva, para que esta disponga de escondites y pueda
desplazarse por las noches con relativa seguridad. Por ello, los Quispe
Palomino lograron insertarse y hacerse fuertes en un valle donde el
liderazgo lo tiene la cocaína y con ella, la ilegalidad.

Su diferencia con el Sendero histórico es bien clara. Se detestan entre sí


y sus diferencias son inmensas. No hay comunicación entre ellos y
siguen estrategias completamente distintas. Antes de 1992, Abimael
Guzmán pretendía tomar el poder, mientras que los Quispe Palomino se
limitan a buscar liberar un valle. Los terroristas de hoy pretenden ser
un poder local y el resto del país les importa menos, quizá su único
plan de expansión es el Huallaga, otra zona semejante, dominada por el
narcotráfico. Pero, Guzmán quería el poder a nivel nacional y los Quispe
Palomino dominar la región cocalera de ceja de selva.

Otra diferencia clave es que Guzmán y los suyos eran políticos. Ellos
empleaban extensamente el terrorismo como método para llegar al
poder. Guzmán se imaginaba presidente y en la entrevista del siglo da
a conocer cuáles eran sus lineamientos de gobierno. Mientras que los
Quispe Palomino se limitan a concebirse como una fuerza armada. Ellos
mismos se autodenominan Partido Comunista del Perú-Militarizado. En
este caso, su nombre propio –libremente adoptado– indica nítidamente
su naturaleza. Son un grupo armado y no aspiran a gobernar.

Por otro lado, su economía está basada en cupos a los negocios y en su


zona el principal es el narcotráfico. Tienen circuitos estables a los que
les venden protección militar contra el Estado. Pretenden servir al
campesino cocalero, lo protegen de la erradicación. Pero, no se han
fundido con las firmas convirtiéndose en una de ellas.

La prueba está en sus armas. El informe de la caída de Alipio y Gabriel


sostiene que estaban en posesión de una pistola del oficial Astuhuilca y
de un fusil arrebatado a la Policía en otra ocasión. Es decir, no tienen
dinero suficiente para comprar realmente armamento pesado. Si
tuvieran dinero grande y ganaran como narcos, entonces tendrían
armamento comprado en el extranjero y un poder de fuego realmente
capaz de derribar cercos y helicópteros. En ese caso hubieran asaltado
cuarteles y no lo han hecho, son una fuerza que embosca patrullas y
dispara con armamento arrebatado a la Policía o al Ejército.

Así, los Quispe Palomino son una fuerza precaria. Viven con las justas y
a lo sumo tienen dinero para comprar municiones. Su base material no
les permite una autosuficiencia sostenida. Por ello, es tremendo el golpe
infligido con la caída de Alipio y Gabriel. Diera la impresión que se
quedan sin cuadros dirigentes y la experiencia de Artemio en el
Huallaga es clara, al final conduce a la liquidación.

Pero, no se habrá afectado al narcotráfico. Los agentes de las mafias a


nivel local a lo sumo verán desaparecer a un grupo armado que les
cobraba por protección. Pasarán a cuidarse con sus propios sicarios,
como ya lo vienen haciendo y evidencia la experiencia internacional de
las drogas. La ilegalidad amenaza continuar.
Perú: VRAE: Narcotráfico, terrorismo, pobreza

Servindi, 24 de noviembre, 2009.- Presentamos un informe radial sobre la


convulsionada región del Valle de los Ríos Apurimac y Ene (VRAE) en base a
una diálogo sostenido con el especialista Ricardo Soberón.

- Vrae, 24 noviembre 2009, (Archivo mp3 de 10 minutos 12 segundos,


descargar con clic derecho y guardar como destino)

Se trata de un área muy extensa, de aproximadamente 1486,077 hectáreas,


cuya geografía tiene áreas muy abruptas como Vizcatán, escenario del último
enfrentamiento en Santo Domingo de Acobamba.

El VRAE ha sido solo en los últimos meses escenario de la muerte de 16


soldados por parte de grupos armados, remanentes del grupo subversivo
Sendero Luminoso y que protegen a redes de narcotráfico que trafican con la
producción de coca del valle.

El 2 de setiembre de 2009 un helicóptero de la Fuerza Aérea Peruana (FAP)


MI-17 Nº 640 fue impactado por proyectiles de armas de fuego y ocasionó la
muerte de tres efectivos de la FAP y cinco heridos de la FAP y el Ejército,
quienes realizaban la misión de evacuar a otros militares heridos.

El almirante Luis Giampietri, actual Vicepresidente de la República, es decir,


aquella persona que puede sustituir en cualquier eventualidad al actual Jefe
de Estado, no dudó en proponer -aunque usted no lo crea- el bombardeo de la
zona e incluso solicitar la intervención de tropas norteamericanas.

Ricardo Soberón, Director del Centro de Investigación Drogas y Derechos


Humanos y estudioso de la realidad del VRAE respondió que de ninguna
forma es aceptable la propuesta del bombardeo.

Ninguna opción militar resuelve el problema de pobreza. La única posibilidad


es ganándose a la población e incorporarlos como sujetos de derecho a la vida
nacional hay que ganarle a la subversión con actividades económicas de
desarrollo () dijo Soberón.

El drama del VRAE radica en la combinación del tráfico ilícito de drogas, las
acciones de bandas terroristas, la extrema pobreza de una población
desarraigada y la gran ausencia del Estado.
La población del VRAE, con 70 por ciento aproximadamente de emigrantes de
las zonas alto andinas en condición de extrema pobreza, son en la práctica
obligados a convertirse en cultivadores de coca ilegal al carecer de otras
oportunidades para poder subsistir, señala el General del Ejército Peruano,
Leonardo Longa, en la Revista Fuerza Armada del Perú.

Longa López subraya que la falta de presencia de los distintos sectores y


organismos del Estado en el VRAE, es aprovechado geo-económicamente por
narcotraficantes y una facción de los remanentes terroristas de Sendero
Luminoso, para desarrollar sus ilegales actividades.

Ricardo Soberón cuestionó el plan VRAE, considerándolo un fantasma y solo


una sumatoria de cuentas presupuestales. "Lo más conveniente es hacerle
caso a las propuestas que surjan de las organizaciones sociales del VRAE"
dijo.

En resumen, el Plan VRAE como estrategia de paz, desarrollo y seguridad, sólo


es percibido por la población de la zona como un Plan Militar y no como una
estrategia de desarrollo integral, porque físicamente en la zona sólo se
encuentra materializado el aparato militar, más no el aparato político.

La única posibilidades es ganándose a la población civil, e incorporarlos en el


ejercicio de estado de derecho. Solo los propios habitantes del VRAE, conocen
su zona. Debemos de darle tiempo para hacer propuestas de alta política ()
que puedan ser discutidas tanto en el plano político y técnico concluyó
Soberón.

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