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e625 - 2019
Dallas, Texas
Todas las citas bíblicas son de la Nueva Biblia Viva (NBV) a menos que se
indique lo contrario. © 2006, 2008 por la Sociedad Bíblica Internacional
Usado con permiso. Reservados todos los derechos.
ISBN: 978-1-946707-29-1
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4
EL DEBATE SOBRE EL ABORTO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10
EL PROBLEMA CENTRAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
EL ABORTO PROVOCADO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
EL ABORTO LEGAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
ARGUMENTOS BIOLÓGICOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
ARGUMENTOS BIOÉTICOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
ARGUMENTOS FILOSÓFICOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
ARGUMENTOS TEOLÓGICOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62
ARGUMENTOS JURÍDICOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
ARGUMENTOS SANITARISTAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
CONCLUSIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
INTRODUCCIÓN
Sea desde la legalidad o la clandestinidad, no hay dudas de que el
tema del aborto despierta sensaciones intensas, emociones confusas
y realidades tangibles que demandan de los cristianos una reflexión
profunda. Con más de 50 millones de abortos realizados en el mundo
cada año, el aborto ha pasado a ser uno de los dilemas más notorios
que hoy discute la humanidad y más allá de posturas ideológicas
o teológicas, la realidad practica es que interrumpe más vidas que
cualquier guerra contemporánea e incluso, que las peores enferme-
dades. Y no solo concierne a vidas antes de un parto. La discusión
del aborto está incompleta sin reflexionar en la antesala y las con-
secuencias para la madre, el padre, el entorno y la sociedad entera.
¿Qué debemos pensar los cristianos de todo esto?
Obviamente podemos quedarnos repitiendo que la Biblia dice que no
debemos matar. Sin embargo, repetir esa frase pareciera no estar con-
tra restando la realidad del aborto y como cristianos responsables de-
bemos comprometernos a cambiar realidades pensando no solo en las
victimas sino en los perpetradores y en cómo Dios ama a unos y a otros
de la misma manera y a todos nos regaló la capacidad de razonar así
que la pregunta debiera ser ¿Cómo logramos que la sociedad razone lo
que Dios razona? ¿Qué dice la Biblia, que dice la ciencia y qué dice la
ética de este dilema para ayudar a todos los involucrados?
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
por otro, que «son las mujeres las víctimas». Escuchamos que «es más
importante la vida que la libertad»; pero también que «el feto no es
una persona». Escuchamos que «no lo maten, y en cambio lo entreguen
en adopción», y también escuchamos que «la libertad y los derechos no
son asunto de la biología ni de los religiosos».
Un debate áspero, pesado, y con miradas que parecieran irreconciliables.
¿Es el aborto un derecho, o es un crimen que debe estar tipificado penal-
mente? ¿Es «una deuda de la democracia», o es un delito que debe seguir
manteniendo su condición de tal para tutelar la vida humana desde la
concepción, como así lo establece todo el ordenamiento jurídico en la
Argentina (y en otros países también)? ¿Debe primar el derecho a elegir
que tiene la mujer, o el derecho a la vida que tiene su hijo?
Lo cierto es que el Estado le dará mayor o menor protección jurídica
al embrión dependiendo de si lo reconoce como persona humana o
no. ¿Es una persona? ¿Es una cosa? ¿Es vida humana diferenciada de
la madre, o es un conjunto de células que todavía no constituyen una
persona, y por lo tanto, un sujeto de derecho?
El primer dato incuestionable puesto en claro por la genética es que
en el momento de la fertilización, los dos gametos fusionados forman
una nueva entidad biológica, el cigoto, que lleva en sí mismo un nuevo
proyecto-programa individualizado, una nueva vida individual, y que
esta vida no es la del padre ni la de la madre, sino la de una nueva
persona, un nuevo ser que se desarrolla por sí mismo.
Por otro lado, la Biblia habla mucho acerca de la sexualidad, y también
acerca del valor de la vida intrauterina. La vida humana se muestra en
las páginas de la Biblia como un bien de inapreciable valor. Los niños
son contemplados siempre como una bendición, y nunca como un in-
conveniente. Se consideran como un regalo del cielo, y jamás se ven
como un problema que hay que sacarse de encima.
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Gabriel Ballerini
@Balleriniok
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EL DEBATE SOBRE
EL ABORTO
Desde que el mundo es mundo, hay muchísimos temas que son ob-
jeto de debate y de discusiones acaloradas, y que se tratan de evitar
en las reuniones familiares o en ciertos ámbitos para procurar la paz
y evitar malos momentos. Entre ellos se encuentran el problema del
sufrimiento, la pobreza, la libertad, la injusticia social, la política, y el
tema de Dios y otras cuestiones religiosas. Hasta hace un tiempo, los
embriones no figuraban en esa lista. Existían escasos conocimientos a
nivel científico, y además las ideas a nivel moral eran pocas y sencillas,
y eran compartidas usualmente por todos. Esta era la situación hasta
hace algunas décadas atrás. Sin embargo, en pocos años, la situación
cambió notoriamente. Hoy hay una auténtica montaña de estudios,
investigaciones, libros, artículos, discusiones, e incluso videos y debates
televisivos sobre el tema del embrión y el aborto, y esta montaña no
cesa de crecer.
A nivel científico y biológico estamos bien lejos de saberlo todo so-
bre el embrión humano, aunque, comparado con algunos años atrás,
sabemos mil veces más. Mientras nos mantenemos en este nivel, los
datos son datos, y son datos para todos. Pero en cuanto se comienza a
interpretarlos, enseguida nos encontramos con un cuadro desconcer-
tante de posiciones de lo más variadas y afirmaciones que son, no solo
diferentes, sino incluso opuestas.
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
Veamos por ejemplo una pregunta clásica, tal como: «¿Cuándo co-
mienza la vida humana?»
Respuestas:
1. Con la fecundación, que es el momento en que se crea la primera
célula completa, capaz de desarrollar un nuevo ser humano con
características propias que se encuentran presentes en el patri-
monio genético de la célula.
2. Otros dirán que no. Que en la fecundación, no. Que la vida hu-
mana comienza más adelante, es decir, alrededor de los 8 o 10
días después de la fecundación, cuando de células sustancial-
mente iguales comienzan a diferenciarse las que van a constituir
al nuevo ser y las que van a formar parte de lo que será la pla-
centa que conectará vitalmente al embrión con su madre. Esto
corresponde técnicamente al surgimiento del blastocisto.
3. Otros dirán que no, que tampoco la vida comienza en ese mo-
mento, sino más adelante. Que comienza en el día 14, cuando el
embrión ha anidado bien en las paredes internas del útero y ya
no puede ocurrir que se desdoble y origine dos gemelos en vez
de un solo individuo.
4. Y otros más osados irán todavía más adelante, y dirán que la
vida humana comienza en el momento en que aparece el siste-
ma nervioso central, alrededor de la décima semana luego de la
fecundación.
Y así la lista puede continuar avanzando desde esta perspectiva
gradualista...
Pero además, a estas respuestas «clásicas» hay que sumarle un sinfín de
respuestas que jamás se nos hubiese ocurrido escuchar, pero que han
sido presentadas en los debates legislativos en varios países de América
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
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Y para peor, el marco del debate alrededor del aborto es muy hostil,
porque cuando los argumentos defendidos se ven amenazados, se ape-
la al recurso de la descalificación del oponente y entonces la discusión
ya no se centra en el tema en cuestión.
Pero volvamos un paso más atrás. ¿Cómo fue que de repente se produ-
jo esta impresionante explosión de estudios y debates sobre un terreno
que hasta ayer mismo era tranquilo y pacífico?
No es difícil pensar en algunas de las causas, que son conocidas por
todos, y que hasta hace poco eran imposibles de imaginar...
EL primer hito que resulta obligado mencionar es la fecundación in
vitro. Es decir, el haber conseguido realizar, fuera del cuerpo de una
mujer, la penetración de una célula germinal masculina en una feme-
nina, y las sucesivas multiplicaciones de esta nueva célula, en lo que es
el inicio de un nuevo organismo humano. Es decir, por primera vez se
logró que la fecundación se produjera en un tubo de ensayo, y que el
embrión comenzara a desarrollarse fuera del cuerpo de la madre.
El término in vitro es un término en latín que significa ‘en cristal’. Se
utiliza este término porque los primeros experimentos biológicos en
los que se hacían cultivos de tejidos fuera de los organismos vivos de
los cuales procedían, se realizaban en contenedores de cristal, tales
como tubos de ensayo, probetas o placas de Petri. En la actualidad, el
término in vitro se refiere a cualquier procedimiento biológico que se
realiza fuera del organismo en el que tendría lugar normalmente, para
distinguirlo de un experimento in vivo donde el tejido permanece den-
tro del organismo vivo en el que normalmente se encuentra. Por usos y
costumbres, a los bebés concebidos a través de fertilización in vitro se
les denominaba bebés probeta, refiriéndose a los contenedores de cris-
tal o plástico denominados probetas, que se utilizaban frecuentemente
en los laboratorios de química y biología. Sin embargo, la realidad es
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mujer de 64 años, ¿no se estará obligando a ese bebé a crecer con unos
padres de edad avanzada que quizás no puedan ayudarlo cuando él
todavía lo necesite? Cuando ese niño tenga 10 años, su mamá tendrá
74... si es que vive. Y así, nuevamente, surgen un sinfín de interrogan-
tes éticos sobre la licitud o ilicitud de estas técnicas.
Por otra parte, para esta altura ya se había producido otro hecho
que tampoco tenía precedentes en la historia de los países cristia-
nos: el aborto. Hasta entonces, el dar muerte intencionalmente, no
a embriones precoces, sino a embriones desarrollados, a fetos, había
sido considerado por todos un delito que iba acompañado por seve-
ras consecuencias en los códigos penales. Pero, de alguna manera, el
aborto fue siendo progresivamente suprimido de la lista de delitos, y
comenzó a ser incluido entre los derechos de la mujer o, al menos, fue
despenalizado.
Nuevamente fue inevitable encontrarse con una cantidad preguntas:
¿No tiene derechos el embrión? Si los tiene, ¿cuáles son? ¿Son válidos
para el embrión los mismos derechos ya reconocidos a todos los seres
humanos, empezando por los de los niños ya nacidos? Y, yendo más
allá: Una vez que es lícito matar al hijo, sea embrión o feto, por el
beneficio privado de la mujer gestante, luego, con mayor razón, ¿no
debería ser lícito también hacerlo por otros motivos, como por ejemplo
cuando su muerte puede ser beneficiosa para muchos, debido a los
importantes conocimientos que se pueden obtener de investigaciones
científicas con embriones humanos?
Estas preguntas se imponen también por la difusión de otros temas
derivados de la FIVET (Fecundación in vitro con transferencia embrio-
naria). Por ejemplo, el congelamiento de embriones y su conservación
a la espera de continuar su desarrollo en un útero que los reciba, o de
ser recibidos por algún laboratorio de investigación con embriones,
o simplemente para ser eliminados. Otro tema es el de la maternidad
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
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EL PROBLEMA
CENTRAL
Dentro de la gran cantidad de problemas que se han ido formulando,
hay uno que parece situarse como central: definir el estatus del em-
brión. Para solucionar esto, es necesario el aporte de varios campos: las
ciencias biológicas, la filosofía, el derecho, la ética y la teología misma.
En definitiva, el gran desafío es tratar de llegar a establecer sobre fun-
damentos sólidos:
1. Quién o qué es el embrión. Esto es el estatus ontológico del em-
brión. Lo veremos más adelante entre los Argumentos Filosóficos.
2. Qué deberes se tienen con respecto al embrión. Este es el estatus
ético. Lo veremos entre los Argumentos Bioéticos.
3. Cuáles de esos deberes hay que legislar y reglamentar, y si hay
que reconocer al embrión y tutelar sus derechos en sentido pro-
pio. Este es el estatus jurídico. Lo analizaremos cuando se aborde
el tema de los Argumentos Jurídicos.
...Y podrían sumarse muchos puntos de vista más, pero para no com-
plejizar demasiado el tema nos limitaremos a describir estos tres que
aparecen como los más importantes.
El primer debate que se plantea entonces es: ¿Qué o quién es el em-
brión, y qué o quién es el feto? Esto nos lleva en seguida a formularnos
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EL ABORTO
PROVOCADO
Hoy en día existe una variedad de técnicas clínicas y farmacológicas
sumamente eficaces para poder llevar a cabo un aborto provocado. Lo
que tienen en común es que todas ellas son crueles, porque implican la
muerte intencional del hijo intrauterino.
Durante el primer trimestre del embarazo se puede mencionar, en pri-
mer lugar, la dilatación y evacuación de la cavidad uterina. Se utilizan,
por ejemplo, dilatadores de diámetro creciente que se introducen bajo
anestesia por el cuello del útero. La evacuación de la cavidad uterina
se realiza, en el método de Karman, por una potente aspiradora, o bien
mediante un legrado. También dentro del primer trimestre se recurre a
los procedimientos de «aborto químico», o aborto con medicamentos.
En general esta clase de aborto con medicamentos es elegida antes que
el aborto quirúrgico, ya que no requiere de anestesia ni tampoco de
una intervención quirúrgica. Lo que se hace en este caso es combinar
las prostaglandinas (Misoprostol) con la administración de Mifepris-
tona (o RU-486), lo que provoca un gran sangrado con su acción an-
tiprogesterónica, y que termina expulsando al embrión y provocando
así su muerte.
Durante el segundo trimestre de embarazo se utilizan frecuentemen-
te soluciones hipertónicas, tales como las salinas o las de urea, que
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
1. Aborto terapéutico:
Es el que se realiza cuando el embarazo pone en peligro la vida o la
salud de la madre. Antes que nada, cabe hacer algunas observaciones
sobre este tema tan especial. Primero, hay que señalar que la denomi-
nación con el adjetivo «terapéutico» es impropia, porque en realidad
no se trata de una terapia. Para que algo sea «terapéutico» se debe dar
una intervención médico-quirúrgica que busque curar, o bien eliminar
la parte «enferma» del cuerpo. En este caso, en cambio, no se trata de
actuar sobre una enfermedad, sino más bien se piensa en la elimina-
ción del hijo (sano) para evitar que se agrave la salud o aumente el
peligro sobre la vida de la madre. El paso no es desde la acción tera-
péutica sobre la enfermedad para alcanzar la salud, sino que más bien
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
se configura una acción sobre lo que está sano (el hijo) para prevenir
una enfermedad o un riesgo de muerte en la madre.
En este mismo sentido, dada la ambigüedad del concepto de salud
formulado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) -que se
relaciona con el bienestar físico, psíquico y social de la persona- es
frecuente relacionar el concepto de «aborto terapéutico» con la «salud
psíquica» de la embarazada. Lamentablemente, como esta definición es
tan ambigua, basta esgrimir cualquier causal «psicológica» o «social»,
por más superflua que sea, de parte de la gestante, como para intentar
justificar con ello el aborto, haciéndolo pasar por «terapéutico».
En realidad, no existe el concepto de «aborto terapéutico». Tal como se
aclaró más arriba, «terapéutico» es cualquier procedimiento que con-
duce a recuperar la salud perdida por una enfermedad. El concebir
un hijo nunca es una enfermedad, ni para la madre ni para el hijo. Y
el aborto tampoco es, en estos casos, un procedimiento que procure
la salud, ni de la madre, ni del hijo que es abortado por este medio.
Por el contrario, cuando una madre se encuentra gravemente enferma
durante su embarazo, y los procedimientos médicos tienen por única
finalidad su salud, la eventual muerte del niño al realizar estos proce-
dimientos no se trata de un aborto directamente procurado, porque no
se tenía la intención de eliminarlo. No hay que confundir, entonces,
el «aborto terapéutico» con el aborto indirecto, que es el aborto que
se puede producir cuando se lleva a cabo una terapia necesaria con la
madre, y que produce como «efecto secundario» la muerte del feto.
Un caso concreto es el del embarazo ectópico (que es un embarazo en
el que el óvulo fertilizado se implanta fuera del útero), pero también
hay otros casos, como por ejemplo el de las terapias contra un cáncer
materno. La forma más clara de distinguir entre un aborto terapéutico
y un aborto que se produce indirectamente se da cuando nos pregun-
tamos cuál es la intención primera de lo que se hace. Si la intención es
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
acabar con la vida del feto, sea por el motivo que sea, estamos ante un
aborto terapéutico. Si lo que se está haciendo es una terapia de cura-
ción de la madre, el aborto que puede producirse es un aborto indirec-
to. Y aunque es cierto que siguen existiendo embarazos que exigen un
especial seguimiento y son motivo de preocupación para el personal
sanitario, también es cierto que la llamada indicación terapéutica ha
disminuido notoriamente en los últimos años como consecuencia del
avance de la medicina.
Si tuviéramos que arribar a una conclusión de conformidad con una
posición ética objetiva, podríamos decir que es deber del médico sos-
tener la vida, tanto de la madre como del niño, y proporcionar todos
los medios terapéuticos posibles para que ambos se salven. Entre esos
medios, no puede ser una opción el dar muerte directamente a uno
de los dos, ya que no es ni un acto médico ni un acto ético. La vida
humana puede enfermarse y deteriorarse, y de hecho esto sucede por
varias y múltiples causas, pero la vida inocente no puede ser suprimida
directamente por ninguna razón, al ser de un valor trascendente sin
igual. Cuando se admiten derogaciones a este principio y se insinúan
valoraciones del tipo de «vida sin valor», «valor subordinado», o «vida
no plenamente humana», se está abriendo la puerta a la eutanasia y a
cualquier otro procedimiento para acabar con vidas inocentes.
2. Aborto eugenésico:
Es el término que se usaba para referirse a las interrupciones del em-
barazo cuando se puede predecir con cierta probabilidad o con certeza
que el feto nacerá con alguna malformación, defecto o enfermedad.
Los avances en la embriología y la fetología, como así también en las
técnicas de diagnóstico prenatal, permiten hoy predecir, con diversos
márgenes de probabilidad, la presencia de un número importante de
enfermedades congénitas o genéticas. Sin embargo, ya no se usa el
término «eugenésico» básicamente por dos razones: una, porque evoca
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
una ideología racista con la que de ningún modo se quiere ser compa-
rado; y otra, porque de hecho este tipo de «indicación» para el aborto
se remite al «aborto terapéutico», en cuanto que la presencia del feto
afectado por malformaciones o defectos implica una «amenaza» para
la salud psíquica y el equilibrio social de la familia.
En realidad, se procede a este tipo de aborto, a menudo incluso con
autorización legal, para impedir el nacimiento de hijos discapacitados
o con alguna enfermedad hereditaria, a fin de impedir, según se dice,
que estos sujetos inicien una vida «no humana», y para evitar una carga
extra para la familia, el seguro social y la sociedad en general. Es con
esta finalidad que se emplean cada vez más las técnicas del diagnóstico
prenatal, para poder abortar con certeza a aquellos hijos que vendrían
con alguna malformación congénita o genética.
Sin embargo, desde el punto de vista ético, la presencia de una malfor-
mación o de una discapacidad no menoscaba la realidad ontológica del
ser que va a nacer. Por el contrario, la presencia de una discapacidad
en un sujeto humano requiere con más razón, en nombre de la civi-
lidad y la inclusión, de una mayor protección y ayuda. Una sociedad
se debería distinguir por su capacidad de ayudar a los débiles y a los
enfermos, y no por su arrogancia al provocarles una muerte violenta,
precoz e injusta.
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
4. Aborto psicosocial:
Es el aborto realizado por consideraciones sobre la situación psicoló-
gica, familiar, económica o social de la mujer. Los argumentos dentro
de esta categoría pueden ser tan amplios, que cuando hay una inten-
cionalidad previa para ponerle fin a la vida del hijo, cualquier causal
puede quedar incluida en esta variante. Indiscutiblemente aquí se si-
túa la gran mayoría de los abortos realizados en el mundo, tanto en
los países donde esa práctica está despenalizada, como en aquellos en
donde tiene consecuencias penales.
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EL ABORTO LEGAL
Varios países del mundo han despenalizado ya la práctica del abor-
to. Se trata de políticas de despenalización que no significan que el
aborto sea legal, diferenciación que es muy importante remarcar. Que
el aborto esté despenalizado no significa que sea legal; significa que
en ese país el aborto es ilegal, pero que no hay condena penal para
quienes lo practiquen. Otorgarle al aborto el rango de práctica «legal»
implicaría, como consecuencia, el reconocimiento de que se trata de
un derecho de la mujer. Y si es reconocido como un derecho, entonces
el Estado estaría obligado a subsidiarlo. Por el contrario, en los casos
de despenalización, lo que sucede es que el Estado no protege la vida
no nacida; es decir, que no hay sanciones penales sobre las personas
que realizan un aborto. En el caso de que existan en un país políticas
despenalizadoras en las que la práctica del aborto sea costeada con
fondos públicos, estamos ante una situación probable y próxima a la
verdadera legalización.
Siempre es necesario tener en cuenta que el embrión es vida humana, y
que, en consecuencia, es una persona en desarrollo que, por eso, mere-
ce el respeto que le se debe a cualquier persona adulta. Sin embargo, el
aborto intencionado es una triste realidad, y una realidad en aumento.
Sobran los argumentos científicos, filosóficos, antropológicos y éticos
para probar la ilicitud de tal acto, pero no obstante los movimientos
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
abortistas en el mundo entero no cesan su militancia para instaurarlo
como si fuera un derecho de la mujer el decidir la interrupción de su
embarazo.
Pero antes de definir una postura, repasemos lo que sabemos hasta
aquí:
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
¿Y cuáles son los métodos más utilizados para matar al hijo dentro
de su propia madre?
Hay varias formas de hacerlo. Todas son crueles e inhumanas. Y sea
cual sea el método, de cualquier forma que se haga, el embrión o feto
sufrirá.
1. EL MÉTODO DE SUCCIÓN
Se trata de una cirugía con anestesia local, que se puede realizar desde
las primeras tres semanas de embarazo hasta la semana 12. El proce-
dimiento consiste en dilatar el cuello del útero para introducir en él
una cánula flexible y aspirar al feto para luego desecharlo. El embrión
es extraído en pedacitos. Tal como lo hace una aspiradora al recoger
la suciedad.
2. EL MÉTODO DE CURETAJE
El médico abortista sencillamente dividirá al bebé en pedazos dentro de
la madre, y lo irá sacando de a pedazos, armando su cuerpo desmembrado
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
3. EL MÉTODO QUIRÚRGICO
El médico abortista extraerá al bebé a través de una cirugía de abdo-
men, como si fuera una cesárea. La muerte del niño ya nacido se pro-
duce después de extraído. En ocasiones es utilizado para experimentos,
o es abandonado en bolsas de basura rojas que se utilizan para los
restos orgánicos o desechos patológicos.
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
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ARGUMENTOS
BIOLÓGICOS
Pareciera redundante en pleno siglo XXI tener que afirmar que la vida
humana comienza en el momento de la fecundación. A esta altura del
avance y desarrollo de la ciencia, este dato es harto conocido. Estar
hoy debatiendo sobre cuándo comienza la vida humana, es como estar
discutiendo si la Tierra es redonda o no. Ya sabemos que la Tierra es
redonda, y también sabemos cuándo comienza la vida humana. Eso lo
ha determinado la ciencia.
Por eso, es necesario destacar que es falso el argumento de que «el ini-
cio de la vida humana corresponde a una construcción social». No todo
es construcción social. Hay una realidad biológica delante de nuestros
ojos que no se puede negar. Es falso que «los científicos no se ponen
de acuerdo acerca de cuándo comienza la vida humana». Ningún cien-
tífico bien informado podrá negar que la vida humana comienza en la
fecundación. Es en el momento de la fusión nuclear de los dos gametos
donde se forma una nueva entidad biológica, que lleva en sí misma un
nuevo proyecto-programa individualizado, y un nuevo ADN, que no es
el del padre ni el de la madre, sino el de una nueva persona, un nuevo
ser con autonomía genómica, que se desarrolla por sí mismo.
La ideología favorable al aborto trata de instalar la idea de que solo
existe una persona cuando una mujer está embarazada, negando la
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
realidad y el dato duro de la ciencia que afirma que hay dos. Mientras
tanto, los grupos abortistas siguen preguntándose cuándo comienza la
vida humana. Y, más o menos, seguir realizando esta pregunta cuan-
do ya se tiene la respuesta es como estar discutiendo si la Tierra es
redonda...
Novedad biológica
Al fusionarse los núcleos del óvulo y el espermatozoide, estamos ante
un nuevo ser vivo que tiene una información genética que no se ha
dado ni se dará nunca más. En sus genes están inscritas todas las carac-
terísticas biológicas que tendrá este nuevo ser, como el color de ojos,
o la forma de su nariz, entre miles de otras cosas. Recoge parte de la
información de sus padres, y así se pueden rastrear las enfermedades
de carácter hereditario, pero toda esa información se ha reconfigurado
en una expresión nueva. El embrión es un ser humano biológicamente
único e irrepetible.
Unidad
El embrión es un ser vivo con individualidad biológica y autonomía ge-
nómica. Su ADN es el que aporta la organización vital necesaria de for-
ma tal que se produzcan de una manera armónica las sucesivas fases
en esa novedad biológica, como demostraron los Dres. Edgard Lewis,
Christiane Nüsslein y Eric Wieschaus que recibieron el Premio Nobel
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
Continuidad
No existe ningún salto cualitativo desde la fecundación hasta la muer-
te. Se dan múltiples cambios accidentales, de crecimiento, de tamaño,
peso y forma, pero ninguno de esos cambios implica cambio de sus-
tancia. De ninguna manera puede decirse que en un momento es una
determinada sustancia y, más adelante, otra diferente. Todo el desa-
rrollo es continuo y está previsto en el genoma. Teniendo en cuenta
las diferentes etapas de crecimiento, todas ellas son las etapas de un
mismo organismo en un ciclo vital de continuidad.
Autonomía
Desde el punto de vista biológico, todo el desarrollo del embrión suce-
de desde el principio hasta el fin de manera autónoma. La información
para dirigir los procesos de la evolución temprana del embrión y de su
implantación en el útero de la madre viene del embrión mismo, de su
genoma. Desde el inicio, es el embrión el que le pide a la madre lo que
necesita, estableciéndose un «diálogo químico» con ella. Es cierto que
esa autonomía no es absoluta, que es a la vez dependiente biológica-
mente de su madre, porque toma de ella su soporte vital, alimentación
y respiración. Pero el embrión durante todo el embarazo es depen-
diente de su madre en el mismo sentido en que el niño ya nacido lo es
después de nacer, y hasta alcanzar su pleno desarrollo biológico.
Especificidad
Todo ser vivo pertenece a una especie. Y se puede conocer la especie
del nuevo ser aun antes de que se haya expresado, antes de que la exis-
tencia sea reconocible. Si analizamos el cariotipo del embrión, vemos
que desde el primer momento de su desarrollo pertenece a la especie
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
Primera semana
La fecundación, el encuentro entre el espermatozoide y el óvulo, se da
en el tercio distal de la trompa de Falopio. El ovocito fecundado per-
manece en la trompa entre dos y cinco días, a medida que la recorre
para llegar hasta el útero. Casi al séptimo día, la célula huevo, o cigoto,
se implanta en el útero de la madre.
Segunda semana
La nueva vida, el embrión ya enterrado en el endometrio uterino, co-
mienza a recibir alimento materno. Comienzan a diferenciarse y espe-
cializarse las células que darán origen a los distintos tejidos del cuerpo.
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
Cuarta semana
Comienza una fase de crecimiento durante la cual se van a esbozar
todos los órganos, sistemas y aparatos del futuro organismo adulto. La
cabeza está en formación. El cráneo ya está completo. La espina dorsal
también está completa. Los brazos y las piernas se están formando. El
corazón está palpitando.
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ABORTO ¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR LOS CRISTIANOS?
Quinta semana
El tórax y el abdomen se han formado separadamente. Los ojos ya
tienen retina y visión. Los oídos ya se han formado. Los brazos y las
piernas están completos, inclusive con dedos en las manos y en los pies.
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Octava semana
El bebé ya tiene todos los dedos de las manos y de los pies, inclusive sus
huellas digitales, las cuales seguirán siendo las mismas y le acompaña-
rán por el resto de su vida.
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Viabilidad
El tercer trimestre -aproximadamente después de la semana 25- marca
el principio de la viabilidad, lo que quiere decir que el feto podría lle-
gar a sobrevivir fuera del útero de ocurrir un parto prematuro, ya sea
parto normal o cesárea. Esto es así porque a partir de este momento
los pulmones fetales se encuentran casi totalmente formados; solo les
falta madurar.
Sin embargo, los notorios avances en los cuidados neonatales de bebés
prematuros extremos están modificando cada vez más los límites de la
viabilidad hacia edades progresivamente más bajas. De hecho, los lími-
tes de la viabilidad fueron disminuyendo en las últimas décadas, de la
semana 28 hace unos treinta años, se pasó a la 26, luego a la 24, y ac-
tualmente estos límites se encuentran en la semana 22. A medida que
esos cambios ocurrían, la mortalidad y morbilidad en bebés prematu-
ros disminuía progresivamente, ocasionando nuevas y complejas situa-
ciones, no solo a los médicos, sino también a los padres y las familias.
Sin embargo, a pesar de que hoy hay más tecnología y grandes avances
médicos que permiten reducir la mortalidad infantil, también hay en
la sociedad una creciente pérdida de valores que conlleva el desprecio
por la vida en general, y, en particular, por la del no nacido.
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ARGUMENTOS
BIOÉTICOS
Hasta hace unos años atrás, nadie hablaba de bioética. De hecho, el
primero en usar el término fue un pastor protestante, teólogo, filósofo
y educador alemán llamado Fritz Jahr, quien en 1927 publicó por pri-
mera vez Bio-Ethik, un artículo sobre la relación ética del ser humano
con las plantas y los animales. Más adelante, en 1970, el bioquímico
estadounidense dedicado a la oncología Van Rensselaer Potter usó el
término bio-ethics en un sentido más amplio y específico.
La bioética es la rama de la ética dedicada a proveer los principios para
la conducta más apropiada del ser humano con respecto a la vida, tan-
to de la vida humana como del resto de seres vivos. Recordemos que
la ética o filosofía moral es la rama de la filosofía que estudia lo co-
rrecto o equivocado del comportamiento humano, la moral, la virtud,
el deber y el buen vivir. Específicamente, la bioética es la ciencia que
estudia los comportamientos humanos en el campo de la biología y de
la medicina a la luz de la ética y de la razón.
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1. La fecundación
La posición oficial de la Iglesia Católica Romana y de la gran mayoría
de las iglesias evangélicas afirma que el derecho a la vida del nuevo
ser arranca desde el momento de la fecundación, es decir, desde el
momento en que se constituye la realidad biológica del cigoto o cé-
lula huevo, resultante de la fusión del óvulo y del espermatozoide. Es
importante destacar que el proceso de la fecundación no es un hecho
puntual e instantáneo, sino que dura bastantes horas.
De acuerdo a esta posición, la fecundación constituye un salto cuali-
tativo en relación a las células germinales precedentes antes de esta
fusión. El cigoto resultante tiene un estatuto ético comparable al del
recién nacido por las siguientes razones:
a) Es una realidad biológica humana: aunque su apariencia externa
sea similar al cigoto de otras especies animales, sin embargo tiene
un ADN humano, y esa tremenda razón la hace una célula humana
y solamente humana.
b) En la información genética existente en el cigoto se «prefigura»
el individuo humano que se va a desarrollar a partir de esa célula
huevo. Los factores que actúan durante el desarrollo embrionario
van a jugar un papel muy importante en el troquelado del nuevo
ser, pero indiscutiblemente cada ser humano -con excepción de los
gemelos monocigóticos- es único e irrepetible en la historia de la
humanidad, y su singularidad e irrepetibilidad están ya presentes
en ese cigoto del cual tuvo origen su ulterior desarrollo.
c) En el debate por el aborto se ha afirmado con frecuencia que el
embrión o el feto son una parte del cuerpo de la madre, de la que
esta, por tanto, puede disponer como de un apéndice. (Desde esta
cosmovisión, el derecho a la vida que tiene el hijo engendrado y
no nacido aún, queda subordinado al derecho de la madre a elegir
y disponer sobre su propio cuerpo.) Esta afirmación es, con toda
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2. La nidación
La fecundación se da en el tercio superior de las trompas de Falopio,
y a partir de allí el nuevo ser comienza a avanzar por la trompa en
un proceso que dura aproximadamente tres o cuatro días, hasta que
finalmente ingresa en el útero, en cuyo interior quedará libre duran-
te dos o tres días más. Aproximadamente una semana después de la
fecundación, en la fase biológica de blastocisto, el huevo comienza
a emitir unas pequeñas raicillas con las que anida o se implanta en el
endometrio, que es la capa interna del útero, en el que continuará su
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3. La finalización de la organogénesis
El proceso de desarrollo embrionario es sumamente rápido. En el pri-
mer mes de desarrollo se ponen los «cimientos» del niño que va a na-
cer: ya tiene forma alargada, se ha formado el apéndice cefálico, que
va a dar lugar a la cabeza, y comienzan a surgir los esbozos de los ojos,
el corazón, el hígado, y la columna vertebral... Al finalizar el segundo
mes, y a pesar de que este nuevo ser tan solo mide unos 35 mm y
pesa unos 13 gramos, el aspecto externo es ya claramente humano,
aunque lógicamente menos acabado que el del recién nacido. Tiene ya
constituida la cabeza con sus ojos, nariz, y boca, se han formado las
extremidades, incluso con el detalle de las huellas dactilares, y se han
constituido la mayoría de los órganos internos que, en algunos casos,
ya son funcionales. Precisamente para marcar esta apariencia huma-
na y para indicar que, fundamentalmente, ha finalizado el proceso de
constitución de los órganos humanos, la medicina deja de hablar de
embrión y comienza a referirse al nuevo ser como feto.
A partir de este momento, los siete meses restantes del desarrollo em-
brionario van a significar un proceso de maduración, y de crecimiento
en tamaño y peso, pero ya no van a añadir nada sustantivo a esa reali-
dad que se ha formado al finalizar los dos primeros meses.
Algunos autores subrayan el valor antropológico de este momento,
donde hay un ser cuya apariencia es ya humana, y en el que están
constituidos los órganos característicos del individuo humano. La
calidad y el estatuto humanos del nuevo ser parecen imponerse con
especial fuerza a la sensibilidad cuando se constata una apariencia
claramente humana.
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4. La viabilidad
Es la capacidad del nuevo ser para poder vivir fuera del útero, aunque
sea con una especial intervención médica y con cuidados intensivos
neonatológicos. En el campo de la perinatología se ha dado un espec-
tacular desarrollo en los últimos treinta años, de tal forma que hoy
resulta posible contribuir a la viabilidad de niños prematuros que no
lo eran hasta hace poco. Cuando el feto es viable, es posible la ruptura
de esa relación de dependencia radical con su madre. Ya no se requiere
el cuerpo de su mamá para que el feto pueda alimentarse o respirar.
Esta nueva situación, el hecho de que el nuevo ser pueda vivir fuera del
útero materno, y que de una forma incipiente se manifieste como un
«ser social», le confiere un estatuto plenamente diferente y un derecho
a la vida indiscutiblemente equiparable al del recién nacido después de
una gestación completa.
5. El nacimiento
Esta era la postura del Derecho Romano, según el cual el nuevo ser
tenía «derecho a la vida» a partir del momento de su nacimiento.
6. Criterios relacionales
Existe un grupo de autores que aporta una una argumentación dife-
rente a esta discusión. Parten de una crítica básica a los planteamientos
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las características del nuevo ser: su sexo, peso, estado de madurez, nor-
malidad o anormalidad. Pero la pregunta sobre el estatus y el valor de
la vida humana excede el ámbito de competencia de la perinatología.
Si afirmamos que la vida del recién nacido debe ser respetada, lo hace-
mos, no en virtud de los datos médicos aportados por la ciencia médi-
ca, sino basándonos en una reflexión ética, al menos implícita, que nos
lleva a afirmar la inviolabilidad de tal ser. Y este mismo planteamiento
es totalmente aplicable a la discusión ética sobre el aborto.
La continuidad del desarrollo embrionario es, entonces, el centro de
batalla en el debate ético sobre el aborto. Y he aquí el argumento ra-
cional más importante en la protección de la vida humana no nacida
aún: dado que existe un consenso ético generalizado acerca de que la
vida del ya nacido debe ser respetada y protegida de forma equiparable
a la de una persona más avanzada en su desarrollo, aquellos que de-
fienden el aborto tienen la «carga de la prueba», es decir, son ellos los
que tienen que demostrar positivamente que existe fundamento para
poder delimitar dentro el desarrollo embrionario una fase «prehuma-
na» de otra plenamente humana. De la misma forma en que la socie-
dad exige criterios rigurosos para poder afirmar que una persona ha
fallecido y que es legítimo extirpar sus órganos con fines de trasplante,
este mismo rigor debe estar presente para justificar que el embrión o
el feto sean cualitativamente distintos del recién nacido.
Los autores que recurren a criterios relacionales no valoran la capacidad
de «relacionalidad» existente en el embrión o en el feto, ni su potenciali-
dad de personalización, que son anteriores al proceso de reconocimiento
o aceptación. Su forma de argumentación los lleva, en su lógica interna,
a cuestionar el status plenamente humano del concebido y no nacido
aún. Con esta lógica, se podría cuestionar también al recién nacido, cuyo
status podría quedar subordinado también a la aceptación o el recono-
cimiento por parte de los padres o por la sociedad.
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ARGUMENTOS
FILOSÓFICOS
Tal como se dijera hace algunas páginas, las ciencias biológicas propor-
cionan los datos necesarios para responder a la pregunta de a partir
de qué momento el embrión es un individuo de la especie humana. Sin
embargo, la pregunta sobre si ese individuo también es persona no es
competencia de la biología, sino de la filosofía.
Recordemos que, biológicamente, no existe un estadio pre-embriona-
rio. Lo que sucede es que, por ese recurso que suelen utilizar los defen-
sores del aborto de no nombrar las cosas por su nombre (intentando
evitar designaciones como «embrión humano», o más bien, «ser hu-
mano en estado embrionario»), inventan una palabra, «pre-embrión»,
que por una parte no dice nada (no especifica el estatuto biológico
del viviente que designa), y por otra parte oculta la verdadera entidad
biológica del nuevo ser humano, la cual ha sido probada por los más
serios estudios biológicos y genéticos.
La realidad que se intenta esconder, o al menos disimular, es que siem-
pre y en todos los casos el aborto es el aniquilamiento de una vida hu-
mana, ya que en la fusión de los gametos (con la fusión cromosómica)
comienza a operar como una unidad una nueva célula humana (cigo-
to), que constituye un organismo vivo (un viviente), y que está dotada
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ARGUMENTOS
TEOLÓGICOS
Seguramente todos coincidiremos en que la principal crisis de este
tiempo no es económica, ni financiera, sino moral. Más que en ningu-
na otra época, el siglo XXI ha reducido la idea de lo que es el hombre.
En la antigüedad, a pesar de todas las atrocidades que se veían, el
concepto que se tenía acerca del hombre no estaba tan «relativizado»
como en nuestros días. Actualmente el ser humano no es más que un
absurdo acontecimiento de la casualidad cósmica. Y, si nos basamos en
lo que la filosofía existencialista de este tiempo y las demás expresio-
nes del pensamiento moderno sostienen, no es posible construir una
antropología que realce la dignidad y valor de la vida humana, aun
en su condición intrauterina, pues si la cultura vigente no le atribuye
dignidad ni valor a los que ya están nacidos, mucho menos lo hará por
el niño por nacer.
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Choque de panzas
Ya hemos mencionado muchas, pero ciertamente la más profunda,
fuerte, y clara declaración de la Biblia sobre el hecho de que la vida in-
trauterina está llena de valor y tiene personalidad, espíritu, y dignidad,
es el texto que yo llamo «Choque de panzas»: un histórico encuentro
entre dos embarazadas que el evangelio de Lucas nos cuenta de la
siguiente manera:
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¡Hola Agus!
Siempre que leo el texto de la visita de María a su prima Elisabet re-
cuerdo la historia de un matrimonio joven que estaba cursando el
embarazo de su primer hijo. Luego de la ecografía del quinto mes, sa-
bían que era un varón, y habían decidido que le pondrían por nombre
Agustín.
Este matrimonio esperaba con mucha expectativa y amor la llegada de
su hijo. Cada día, cuando el joven papá regresaba de su trabajo, al abrir
la puerta de la casa lo primero que hacía era saludar con un beso a su
esposa y luego gritaba: «¡Hola Agus!», e inmediatamente se agachaba
para darle un beso a su hijo en la panza de la mamá.
Todos los días, en forma rutinaria y sostenida durante todo el transcur-
so de ese embarazo, él repetía la escena. Llegaba del trabajo, saludaba
a su esposa, gritaba: «¡Hola Agus!», y seguidamente besaba a su hijo
que estaba creciendo plácidamente en el interior de su mamá.
Llegó el día del parto, y los jóvenes esposos estaban ya ansiosos por
darle la bienvenida al mundo exterior a su hijo Agustín. El papá estaba
parado en la cabecera de la camilla, al lado de su esposa, en la sala de
parto. Todo estaba listo para el nacimiento. Unos minutos más tarde,
cuando el obstetra y la partera estaban recibiendo al primogénito, que
ya había salido completamente, el papá inundó la sala de parto, en
una mezcla de alegría y lágrimas de fuerte emoción, con el grito de
«¡Hola Agus!». En ese preciso instante, el niño giró su cabeza en di-
rección hacia donde estaba parado su papá. La partera abrió los ojos,
sorprendida, y le preguntó: «¿Le hablabas cuando estaba en la panza?»
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ARGUMENTOS
JURÍDICOS
Tal como vimos anteriormente, el análisis sobre cuál debería ser la pro-
tección adecuada del embrión humano ha dado lugar a controversias y
debates sobre su estatuto ontológico y ético. Esto es así porque le da-
remos mayor o menor protección jurídica dependiendo de si lo recono-
cemos como «individuo de la especie humana y persona», o solamente
como «individuo o persona humana en potencia». Y esto no puede
ser determinado sin referirnos a la naturaleza del embrión, propia del
campo de la Filosofía.
Ahora bien, todas las soluciones consideradas como relevantes en el
Convenio Europeo de Derechos Humanos y Biomedicina, acuerdo rea-
lizado entre todos los países de la Unión Europea, y que se toma ac-
tualmente como modelo para un consenso más generalizado a nivel
internacional, se basan en dos presupuestos jurídicos:
1. que el embrión humano es una manifestación de la vida humana.
2. que esta debe ser protegida desde su origen.
Las diferencias surgen, entonces, acerca del tipo de protección que se
le debe proporcionar. Algunos dicen que solo después del nacimiento,
y de madurar biológicamente, el ser humano es titular de un derecho
indudable a la protección de su identidad, integridad y dignidad. Otros
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por debajo del nivel de los animales salvajes, donde el cuidado de los
cachorros es maravilloso y ejemplar.
Ya hemos visto los argumentos que fundamentan la defensa de la vida
intrauterina desde los distintos saberes que hacen a la ciencia y a la
cultura humana. Y hemos destacado el hecho de que el embrión es in-
capaz de defenderse a sí mismo, y de reclamar los derechos inherentes
a su condición de persona humana. Teniendo en mente situaciones
análogas, de otras personas que se encuentran en la misma categoría,
pero que ya gozan de tutela jurídica, la propuesta sería «extender al
embrión humano las protecciones ya reconocidas a los niños y a los
enfermos, a los disminuidos físicos y mentales». No es necesario con-
figurar un derecho especial, sino simplemente adecuar el derecho co-
mún a este caso en particular. De modo similar, debería contemplarse
el otorgarle al embrión el mismo derecho que tiene cualquier persona
a la vida y a la salud, y la prohibición (que debe poseer calificación
penal) de cualquier intervención sobre el embrión que no sea realizada
por y para un beneficio en su conjunto del embrión mismo.
Lo mismo que en el hombre ya nacido, la vida del embrión humano
debería ser reconocida como inviolable, y no instrumentalizable para
ningún fin externo, ni siquiera la investigación experimental, científica
o médica, ni para proporcionar células o tejidos para finalidades far-
macológicas o de trasplante, ni para la producción (clonación o diver-
sas quimeras) de otros seres humanos.
Son estos principios, que se apoyan en sólidas bases éticas y jurídicas,
de derecho natural, y también aprobadas en documentos internacio-
nales, los que deben ayudarnos a defender el derecho a la existencia
del ya concebido, el derecho a la vida como el primero y más funda-
mental de los derechos humanos que toda sociedad y cultura tienen la
obligación de respetar.
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ARGUMENTOS
SANITARISTAS
El aborto no es «un tema de salud». Es todo lo contario a la salud. No es
«la interrupción de un embarazo». Es un acto de extrema violencia que
termina con la vida de un inocente.
Con el reclamo del feminismo abortista que exige «aborto legal, seguro
y gratuito» lo que se pretende alcanzar es la legalización del abor-
to para que inmediatamente sea un procedimiento más dentro de los
«derechos reproductivos», y, en consecuencia, sea incluido dentro del
sistema de salud pública. Lo que es necesario señalar en este punto
es que el derecho a la vida precede al llamado «derecho a la salud», y
que además el derecho a la salud debería incluir, primero que nada, la
obligación moral y legal de defender y promover la salud de todos los
seres humanos, sean estos nacidos o concebidos por nacer.
Cabe aclarar que en este tiempo se le está dando en el mundo un én-
fasis desmesurado al concepto de «salud» pero entendido en sentido
hedonista, de tal manera que la salud pasa a ser considerada como el
bien supremo del bienestar temporal. Esto hace que las sociedades se
vean sobrecargadas de gastos sanitarios cada vez más gravosos, como
lo es, por ejemplo, el costear con fondos públicos los tratamientos de
hormonización, o las cirugías de cambio de género. Pero incluso la
búsqueda del bienestar para la propia vida debe tener un límite, ya
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CONCLUSIÓN
Luego de presentar los distintos argumentos que suelen aparecer en
juego en los debates sobre el aborto, me gustaría finalizar este libro
retomando la pregunta con la que comenzamos...
¿Qué debemos pensar los cristianos acerca del aborto? Que es la ma-
yor tragedia que la humanidad ha vivido en los últimos siglos, princi-
palmente porque para que exista un aborto tiene que haber una madre
que preste su consentimiento voluntario, una madre que solicite que
alguien mate al hijo que lleva en su interior. El aborto es algo cruel,
terrible; es la claudicación ética más grande en la historia de la hu-
manidad. Es la evasión de responsabilidad más sorprendente que una
persona, y que una sociedad, puedan hacer jamás.
¿Qué debemos pensar los cristianos acerca del aborto? Que toda ac-
ción intencional que elimine en forma directa al hijo, o que procure su
expulsión durante el período no viable de su vida intrauterina, es decir,
cuando no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir fuera, es una acción
ilícita y moralmente inaceptable. El aborto es una práctica criminal
contraria a la moral y a la dignidad de la medicina. Matar es todo lo
contrario al arte de curar. Matar a una criatura indefensa, a un pacien-
te indefenso, es cobarde, es miserable, es vil.
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GABRIEL BALLERINI
Tiene una maestría en Ética Biomédica del Instituto de Bioética de
la Facultad de Ciencias Médicas de la Pontificia Universidad Católica
Argentina (UCA).Es licenciado y profesor de Nivel Medio y Superior
en Teología, graduado en el Seminario Internacional Teológico
Bautista (SITB) en Buenos Aires, Argentina y como bioeticista es
miembro titular y fundador del Comité de Bioética del Complejo
Médico Churruca-Visca, uno de los hospitales universitarios más
destacados de América del Sur.
Junto a su esposa Cecilia son pastores de la Iglesia Evangélica Bautista
Vida y Esperanza, del barrio de Floresta, en la ciudad de Buenos
Aires. Se ha desempeñado como director de educación cristiana de
la Confederación Evangélica Bautista Argentina y como director de
Bioética de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República
Argentina (ACIERA).
Actualmente comparte conferencias en defensa de la vida, la familia y
la promoción de valores y derechos para alcanzar una sociedad mejor.
/balleriniok /gabrielballerini
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