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Argentina se asoma de nuevo al abismo

Un 'jueves negro' de la economía deja muy débil a Mauricio Macri y aumenta las posibilidades de un
retorno de Cristina Fernández de Kirchner

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ENRIC GONZÁLEZ

Buenos Aires 26 ABR 2019 - 00:19 CEST

Argentina se asoma al abismo. Con el peso en descenso continuo, caídas de los valores bursátiles y
un riesgo-país que llegó a rebasar los 1.000 puntos, la jornada del jueves demostró que la crisis de
confianza se agudiza. A la creciente incertidumbre política, con el presidente Mauricio Macri bajando
en los sondeos y con la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner cada vez mejor situada, se suma
a la incertidumbre económica: pesan grandes dudas sobre la capacidad gubernamental de controlar
la inflación.

Productores de fruta reparten mercadería gratis en la Plaza de Mayo de Buenos Aires para reclamar
ayudas oficiales para el sector, el martes 23 de abril.

Productores de fruta reparten mercadería gratis en la Plaza de Mayo de Buenos Aires para reclamar
ayudas oficiales para el sector, el martes 23 de abril. AP

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El banco central tuvo que subir los tipos de interés de las Leliq (letras de liquidez) hasta el 70% para
apuntalar un peso que desfallece semana a semana. Los mercados financieros habían abierto con
unas cifras muy alarmantes. El dólar se cambiaba por encima de los 47 pesos, los bancos y las
empresas energéticas caían más de 10 puntos en Wall Street y el riesgo-país (el sobreprecio que
exigen los inversores para prestar dinero) sobrepasaba los 1.000 puntos, es decir, el 10% anual. Para
hacerse una idea de la desconfianza internacional hacia Argentina, conviene subrayar que ningún
otro país de la región, salvo Venezuela, paga un riesgo-país superior a 250.

Las cosas se calmaron un poco al cierre. El dólar quedó en 46,30 pesos (45 en el mercado minorista)
y el riesgo-país en 950. Pero todas las señales eran claras. Reinaba la impresión de que a Macri se le
escapaba la situación de las manos y que su “pacto entre caballeros” con varias empresas para
mantener estables los precios de unos 60 productos de primera necesidad era una venda demasiado
pequeña para contener la hemorragia de la inflación. Se estima que en abril los precios volverán a
aumentar por encima del 4%, y que el precio de los combustibles, dolarizado, subirá de forma
inminente por la debilidad del peso.
Macri acudió a la Casa Rosada y su jefe de gabinete, Marcos Peña, se reunió con varios ministros. No
hubo declaraciones. El ambiente, según un testigo presencial, era “pesado” y los rostros reflejaban la
tensión del momento. Un portavoz de Peña admitió las dificultades, pero subrayó que las elecciones
de octubre y noviembre estaban aún lejanas.

KIRCHNER, PROCESADA

La subida en los sondeos de Cristina Fernández de Kirchner coincide con nuevos problemas
judiciales. El juez Claudio Bonadio, a cargo de la llamada "causa de los cuadernos", amplió ayer el
procesamiento de la expresidenta y pidió por sexta vez su prisión preventiva por presunta
corrupción. Kirchner está acusada de liderar una asociación ilícita montada en el ministerio de
Infraestructura, a cargo de la obra pública, para recaudar dinero negro aportado por las empresas
beneficiadas con los contratos. La prisión "se hará efectiva cuando el Senado de la Nación apruebe
su desafuero, o bien, cuando cesen sus fueros", escribió el juez Bonadio en su resolución.

El magistrado consideró "inverosímil" el argumento defensivo de Kirchner, quien en un escrito dijo


que desconocía las maniobras de sus subordinados. Este fallo contra la expresidenta suma nuevos
cargos gracias a los aportes de testigos que, en calidad de arrepentidos, contaron al juez que parte
del dinero recaudado iba a parar al piso que Cristina Kirchner y su esposo, el expresidente Néstor
Kirchner, fallecido en 2010, tienen en barrio acomodado de Buenos Aires.

La llamada “Opción V” irrumpió en el debate político. Consistiría en una renuncia de Macri a


presentarse a la reelección y en lanzar la candidatura de María Eugenia Vidal, la actual gobernadora
de Buenos Aires. El PRO (Propuesta Republicana) de Macri se apresuró a reafirmar al actual
presidente como candidato, y los portavoces de Vidal insistieron en que la gobernadora, de 45 años,
no tenía intención de aspirar a la Casa Rosada. Pero los rumores no amainaron. El hecho de que
Vidal presentara un plan de contención de precios limitado a la provincia de Buenos Aires y que, a
diferencia de Macri la pasada semana con su “pacto entre caballeros”, lo hiciera personalmente, sin
delegar en un grupo de ministros, contribuyó a reforzar su perfil.

Desde la Casa Rosada se afirma que la causa de las turbulencias económicas y políticas tiene nombre
y apellidos: Cristina Fernández de Kirchner. La ex presidenta sigue sin decir una palabra sobre si será
o no candidata. Caben pocas dudas, sin embargo. Kirchner ya actúa en modo electoral, y los
sondeos, ahora, la dan como vencedora frente a Macri. A los mercados financieros y a la parte del
país que no simpatiza con el kirchnerismo les alarma la posibilidad de un retorno de la expresidenta.
Se da por seguro que si volviera a la jefatura del Estado renegaría del acuerdo con el Fondo
Monetario Internacional (que entre junio y septiembre pasados prestó 57.000 millones de dólares) y
suspendería el pago de la deuda.

El peso de la deuda

Pero la posibilidad de un default argentino existe, con Kirchner o sin ella. Cada vez más economistas
expresan su opinión de que los 34.000 millones de dólares a devolver el año próximo suponen una
carga excesiva para una economía que sigue en recesión, y que el aumento de la deuda en términos
reales (por la devaluación del peso) exigiría unos recortes presupuestarios casi inasumibles. La
deuda pública argentina supera el 90% del Producto Interior Bruto y casi toda ella está nominada en
dólares.

El miércoles, Macri volvió a señalar a Kirchner. “El mundo duda porque cree que los argentinos
quieren volver atrás; eso da miedo al mundo, entonces aumenta el riesgo-país y se toman posiciones
defensivas. Pero están equivocados, las dudas son infundadas: los argentinos no vamos a volver
atrás, entendimos que la magia no existe y que el mesianismo nos lleva a destruir la sociedad”, dijo.
El presidente subrayó que el FMI había concedido a Argentina el mayor préstamo de su historia
porque tenía fe en las políticas liberales que desarrollaba su gobierno. “Tenemos que mantener la
calma”, afirmó.

En realidad, quien parece más tranquila es Kirchner. El próximo 9 de mayo presentará en la Feria del
Libro unas memorias tituladas Sinceramente, cuya enorme tirada inicial (60.000 ejemplares) ya está
agotada antes de salir a la calle. La publicación del libro, justo cuando se acerca la carrera electoral,
es interpretada como signo inequívoco de que Kirchner ha tomado la decisión de presentar su
candidatura. Sus enemigos argumentan que la ex presidenta necesita recuperar el poder para
blindarse ante las numerosas causas judiciales por corrupción; sus fieles añoran la relativa
prosperidad de los años de Néstor y Cristina Kirchner y reclaman su retorno. Ella, de momento, calla.
Se limita a difundir mensajes sobre la necesidad de “recuperar el orden” frente al “caos” de Mauricio
Macri. La expectación ante la presentación de su libro, y ante lo que pueda decir durante ese acto,
es enorme.

Cristina Kirchner disfruta de una ventaja paradójica. Cuanto más probable aparece su vuelta al
poder, más se alarman los mercados financieros y más empeoran los indicadores económicos. Lo
cual complica a su vez la situación de Macri. En general, la sociedad argentina está crecientemente
decepcionada por la gestión de Mauricio Macri, y eso se refleja en todos los sondeos. El hombre que
prometió resolver de una vez por todas los males endémicos de la economía (inflación y
devaluación, pobreza, corrupción) se enfrenta al final de su mandato con una crisis devastadora, en
gran medida por sus propios errores.

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