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DON MELÓN Y DOÑA ENDRINA

Aquí comienza la versión del Arcipreste del Pamphilus de


amore, comedia amorosa escrita en latín en el siglo XII que
cuenta los amores de Pánfilo y Galatea. En esta comedia
también aparecen los personajes de Venus y de la vieja. Luego
se añade algún intento más de conseguir amor, con la ayuda
de su alcahueta Trotaconventos (antecedente de La Celestina).

Consejos de doña Venus. Doña Endrina

Una vez el Amor se ha marchado, el Arcipreste continúa


durmiendo y al alba piensa que él siempre ha vivido según los
consejos dados y sin embargo nunca consiguió a la mujer
amada. Pero no se rinde y va en busca de otra. La encuentra:
es atractiva, joven, viuda, rica y de Calatayud. Pide consejo a
doña Venus, mujer de don Amor. El nombre de su bella vecina
(la cuarta requerida en la obra) es doña Endrina, y es de alto
linaje, por lo que tiene muchos pretendientes. Doña Venus le
contesta: estuviste hablando con mi marido y le trataste mal y
por eso estuvo poco tiempo contigo, así que yo te diré lo que él
no te dijo y te repetiré algunas cosas también. La mujer risueña
aceptará tu requerimiento, pero sólo te amará la mujer
soñadora. La que te rechace acabará aceptándote si insistes
sin descanso: si la primera ola fuerte espantase al marinero,
éste nunca entraría al mar. Y añade:

"Con arte se quebrantan los corazones duros,


tómanse las ciudades, derríbanse los muros,
caen las torres altas, álzanse pesos duros;
por arte juran muchos y por arte son perjuros."

Si insistes, la que era tu enemiga te querrá amar. Debes


frecuentar los mismos lugares que ella, decirle palabras
adornadas con gestos amorosos. La mujer quiere al hombre
alegre, no al enfadado. La alegría hace al hombre hermoso. Un
poco de fuerza es preferida por la mujer a la dejadez. Habla
bien de ella a sus amigos. Cuando una mujer duda, ya la has
conseguido. Cuando una mujer tiene una madre vieja, ésta
intentará guardar su mancebía, puesto que la vieja ya ha
pasado por las trampas varoniles e intenta librar de ellas a la
joven. Y como ya te dijo don Amor, búscate una mensajera
experimentada. Entonces doña Venus se va y el Arcipreste
queda solo pensando que su única arma es la palabra, así que
decide hablar con doña Endrina.

Conversación del Arcipreste con doña Endrina.


Trotaconventos. Don Melón. La avutarda y la golondrina.
El Arcipreste ve cómo se acerca por la plaza doña Endrina,
toda belleza. Pero ese lugar no era apto para requerirla de
amores, además de que le entran "miedos y temblores". Tenía
preparadas unas palabras pero no le salían. Empieza a
hablarle dándole saludos de su sobrina; luego le cuenta que
quisieron casarle con otra; y cuando ve que no hay nadie que
les pueda escuchar, le dice que la ama. Pero ella le contesta
que se busque a otra a la que engañar. Él repone que no es
como los otros, que le acompañe a un portal. Allí, ella sentada,
él le jura su amor y le dice que aunque él es mayor, eso es una
ventaja. Luego le ruega que vuelvan a tener una cita, pero sólo
para hablar. Ella responde que le escuchará de nuevo, pero no
a solas: con testigos. Él le pide un abrazo, pero ella se lo niega,
añade que ya volverán a hablar en verano y se va. Él queda
contento y se dice que no dejará de insistir.

Busca a una vieja trotaconventos y la manda a la casa de doña


Endrina. Una vez dentro, Trotaconventos habla a doña Endrina
de un tal don Melónde la Huerta, un mancebo atractivo y
bueno (se trata de una transformación del propio Arcipreste).
Doña Endrina le dice que no quiere a ese hombre, que ya le ha
molestado antes. Trotaconventos le cuenta la historia de la
avutarda y la golondrina: un cazador esparció semillas de
cáñamo por un campo para hacer con él sus cuerdas. La
golondrina le dijo a la avutarda: come esta simiente, que ha
sido sembrada para tu mal; pero no le hizo caso. Luego
salieron las plantas y la golondrina volvió a decir: arranca esta
hierba, que ha crecido para tu mal; pero la avutarda sigue sin
querer sus consejos. El cazador acaba atrapando con la cuerda
a la avutarda. Trotaconventos dice a doña Endrina que el
pretendiente le defenderá, pero ella le contesta que al menos
ha de dejar pasar un año después de su viudez, como es
costumbre. La vieja le dice que el año ya ha pasado, y que
nunca tendrá mejor golondrina consejera que ella.
Conversación del Arcipreste con Trotaconventos. El lobo
hambriento

Tras unos versos que no aparecen en los textos conservados,


continúa el relato por parte de don Melón a Trotaconventos de
la fábula del lobo y los carneros: un lobo rechaza comerse a
un cerdo y ataca un rebaño, pero los carneros valientes lo
hieren. Luego ve a otro rebaño y los carneros le engañan
haciéndole aullar mientras ellos balan. Los pastores acuden y
lo apalean. Después intenta comerse a un cochinillo pero su
madre cerda se lo impide. El Arcipreste se queja de que nunca
podrá conseguir a su dama (don Melón a doña Endrina), pero
Trotaconventos le consuela diciéndole que ella le ama. Luego
la vieja vuelve a casa de la dama y de tanto insistir, ella ya está
enamorada y acepta ir a casa de Trotaconventos.

Encuentro en casa de Trotaconventos

Doña Endrina va con Trotaconventos a casa de la vieja. Poco


después don Melón golpea la puerta. Trotaconventos abre y
"don Melón Ortiz" ("de la Uerta") entra. Tras un vacío en el
texto (en todos los manuscritos conservados fueron
arrancados dos folios donde se supone que se narra el
encuentro sexual entre don Melón y doña Endrina, en el que
ésta se siente forzada), Trotaconventos le dice a la dama que
no se queje por lo sucedido, que debía haber visto las redes
tendidas, y que calle y se case, que al fin y al cabo todos los
hombres hacen como don Melón. Doña Endrina le contesta que
si las aves supiesen que las cuerdas están para cazarlas, no
caerían en la trampa. Se celebra la boda y el Arcipreste pide
perdón por lo feo de la historia, disculpándose al asegurar que
ya estaba escrito en el Pánfilo.

Consejos del Arcipreste a las mujeres. El león y el burro

Damas, guardaos del varón, no os vaya a ocurrir como


cuando el león al que le dolía la cabeza, cuando se curó le
hicieron una fiesta donde el burrotocaba el tambor
molestándolo. Lo mandó llamar para, supuestamente, felicitarlo
y lo mató. Su cuerpo se lo dio a guardar al lobo, que se comió
el corazón y las orejas. Cuando el león lo vio así, se enfadó,
pero el lobo le explicó que el burro había nacido sin corazón,
puesto que no supo entender la trampa del león, y sin orejas,
puesto que no oyó sus palabras. Así, mujeres, guardad
vuestras orejas y vuestro corazón del amor loco y entregadlos
al amor a Dios. La que haya sido engañada una vez, no caiga
de nuevo en el error.

Quinta mujer amada

El Arcipreste encuentra otra mujer, muy joven y bella, y


busca a Trotaconventos de nuevo. Advierte que no cuenta con
otro Ferrán García (el traidor de su segundo relato de amores),
sino con una vieja experta llamada Urraca (Trotaconventos),
que acude a la casa de la joven, como en el relato de doña
Endrina, y la intenta convencer. El Arcipreste nos recomienda
que no insultemos a nuestra mensajera. Luego cuenta que ha
llamado a su libro de "buen amor" por consejo de la vieja, que
le dice que más vale usar buenas palabras. Urraca le da a la
chica bebedizos amorosos, con tan mala suerte que muere a
los pocos días. El Arcipreste enferma de pena. Una vieja se le
acerca después y se ríe de él.

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