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Programa
Química y farmacia
Barranquilla atlántico
2018
La paz social no puede entenderse como un irenismo o como una mera ausencia de violencia
lograda por la imposición de un sector sobre los otros. También sería una falsa paz aquella que
sirva como excusa para justificar una organización social que silencie o tranquilice a los más
pobres, de manera que aquellos que gozan de los mayores beneficios puedan sostener su estilo de
vida sin sobresaltos mientras los demás sobreviven como pueden. Las reivindicaciones sociales,
que tienen que ver con la distribución del ingreso, la inclusión social de los pobres y los derechos
humanos, no pueden ser sofocadas con el pretexto de construir un consenso de escritorio o una
efímera paz para una minoría feliz. La dignidad de la persona humana y el bien común están por
encima de la tranquilidad de algunos que no quieren renunciar a sus privilegios.
Es evidente que la guerra no ha terminado porque hay algunos que se niegan a abrazar la paz. Y
muchas dinámicas de la configuración histórica del Estado, que suponen el litigio de intereses
encontrados, seguirán estando mediadas por la pugna y el conflicto. Pero es tarea de todos lograr
que se tramiten ahora por los cauces de la política, es decir, de la paz. Porque la paz, amigos míos,
no es algo que se tiene, sino algo que se construye paso a paso y día a día en las acciones más
cotidianas y en apariencia insulsas. Claro que podemos criticar el proceso de paz y sus retos, sus
tareas y sus deficiencias, pero sería bonito (y sería también un primer paso para construir la paz)
que esa crítica no se hiciera con el lenguaje de la guerra. (Juan David Zuloaga D.)
BIBLIOGRAFIA
https://drive.google.com/file/d/1ZEs-B8NHgHvR6sfhlYLgwtJgQC5PM_-5/view
https://repository.unimilitar.edu.co/bitstream/handle/10654/11524/ENSAYO%20DE%20GRAD
O.pdf;jsessionid=38EABE6F2CE05580B788FEFEC67D991F?sequence=1