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Eric Hobsbawm es uno de los pensadores más grandes que han tenido todas las
disciplinas de las ciencias sociales (no únicamente la historiografía) durante el
último siglo pues sus aportaciones son de gran talante para la comprensión de los
problemas sociales, las variables y las realidades que hacen parte del entramado
entendido como sociedad.
Como parte de su primer capítulo, debido a que era una conferencia realizada en
Budapest, el autor no duda en comenzar por unas referencias históricas y la idea
de que ningún lugar de Europa Central se ha pensado como el centro de dicho
centro; se explica puesto que “la historia de los países atrasados es la estrategia
de alcanzar a los más desarrollados mediante la estrategia de la imitación” 2. Sin
embargo, las ideas relevantes del capítulo están en dos caminos: primero, el
pasado legitima. Su argumento es que tiene fundamento en la historia y cuando no
es adecuado, suele inventarse basado en el anacronismo (particular de los
nacionalismos).
1
Eric Hobsbawm, Sobre la historia. Barcelona: Crítica, 1998. p. 6
2
Ibíd., p.15.
Lo segundo, es respecto a las responsabilidades que tenemos como historiadores:
primero, responder respecto a los hechos históricos plausibles. Segundo, criticar
todo abuso que se haga desde a historia desde lo político-ideológico. Tercero,
más que como una responsabilidad, es un deber del historiador el saber leer bien
para estar bien parado frente a la intolerancia.
El quinto capítulo recoge una serie de preguntas que se plantea el autor acerca de
los avances y adaptaciones al movimiento temporal que ha tenido la historia. En
este caso, recoge algunas de las ideas sobre el progreso planteadas en el capítulo
anterior mientras realiza un recorrido de la disciplina, los distintos cambios que la
han acompañado desde finales del siglo XIX y la situación de la investigación
histórica.
3
Ibíd., p. 30.
4
Ibíd., p. 90.
economía, divorciada de la historia, es como un barco sin timón. Y los
economistas sin historia, no tienen claro hacia dónde navega el barco.”5
Indicaba que era una bisagra del análisis puesto que los dos próximos capítulos, el
décimo y el undécimo, son las justificaciones claras y específicas del autor
británico hacia los aportes de Marx a los historiadores y en específico, sus aportes
a la construcción de la historia como ciencia.
El capítulo décimo planta el argumento sobre una crítica al positivismo: indica que
tenían poco para decir acerca de los fenómenos que caracterizan a la sociedad
humana. Por lo tanto, el ímpetu para la transformación de la historia es tomado
desde Marx. Sin embargo, el autor nos indica que hay dos interpretaciones de él:
una vulgar (que no representa el pensamiento maduro y riguroso de Marx) y otra
netamente marxista. El problema se plantea porque el marxismo vulgar ha sido el
grueso de la influencia marxista en la historiografía marcando únicamente la
influencia del alemán, más no una conexión especial y real con su pensamiento.
Los últimos dos capítulos del libro, son un cierre magistral. En ambos, toma temas
importantes para la historia respecto a las confrontaciones bélicas y el manejo de
los derechos humanos en el mundo. La efectividad de estos temas (los más
pertinentes para la actualidad del pensamiento de Hobsbawm) se comprende en
algo que demarcó él mismo durante todo el libro: la historia nos debe ayudar para
entender los problemas del presente y de acuerdo a un diagnóstico de situaciones
pasadas, ayudarnos a dilucidar lo que podría suceder mañana.
5
Ibíd., p. 116.
6
Ibíd., p. 172.