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Thomas Teo
(véase Fox y Prilleltensky, 1997; Hook, 2004; Sloan, 2000; Walkerdine, 2002),
otros críticos de la corriente principal no usan ese término (por ejemplo, algunos
psicólogos construccionistas sociales o feministas).
Los enfoques prominentes en la psicología crítica son: la psicología
histórico-cultural, la psicología feminista, el construccionismo social, y más
recientemente, las críticas postcoloniales. Todos estos abordajes han nutrido la
literatura crítica sobre las limitaciones de la corriente principal. Por ejemplo, los
abordajes marxistas podrían interesarse en el rol de las compañías de seguro en el
desarrollo de los manuales de diagnóstico; los abordajes feministas podrían
cuestionar las generalizaciones de los modelos de desarrollo basados
exclusivamente en participantes masculinos; los construccionistas sociales podrían
detenerse en el rol de la persuasión en la producción de teorías psicológicas
dominantes en una cultura; y los expertos poscoloniales podrían preguntar por la
significación de las teorías y las prácticas europeas y americanas para contextos
africanos. Incluso, estas diferentes críticas proporcionan abordajes alternativos,
algunos de los cuales a veces son contradictorios entre sí.
memoria, entonces necesitan una metodología que pueda hacer justicia a este
objeto de estudio (por ejemplo, enfoques hermenéuticos que enfaticen la
comprensión del significado). No obstante, la corriente principal promueve la idea
de que una metodología científico-natural puede y debe ser aplicada
incuestionablemente a todas las áreas de investigación. Esta suposición tiene sus
raíces intelectuales en el fisicalismo del positivismo, desarrollado en la primera
mitad del siglo XX, el cual sugería que todo en el mundo empírico podía ser
estudiado con los conceptos y los métodos de la física.
Tal como se enseña en la mayoría de las universidades del mundo y como
se expresa en la mayoría de los libros de texto, la psicología está comprometida
con una metodología científico-natural, experimental-estadística o empírica-
estadística. Operacionaliza la mayoría de los conceptos como variables
(independientes, dependientes, mediadoras). En realidad, la psicología tradicional
es una psicología de variables (Holzkamp, 1991). Desde un punto de vista
histórico, se puede reconstruir el cambio de una ciencia que, interesada en el
porqué de los fenómenos psicológicos, pasó luego a la exploración de la relación
funcional entre variables. Por ejemplo, los psicólogos no estudian el porqué del
desempleo en la vida de una persona, lo cual incluiría un análisis del problema
como una cuestión socio-histórica. En cambio, la corriente principal de la
psicología mira la relación entre la variable del desempleo y otras variables tales
como bienestar, depresión, autoestima, personalidad, etc. Esta relación funcional
es entendida en la psicología como causal o correlacional, dependiendo de la
naturaleza del diseño de investigación.
Dentro de la lógica de la investigación psicológica de la corriente principal,
típicamente, se ha sugerido que los psicólogos deben formular hipótesis derivadas
de teorías (las hipótesis tienen como marco, y son entendidas dentro de,
argumentos teóricos); las hipótesis deben expresarse como enunciados de leyes
(si – entonces); teorías y métodos deben formalizarse; las hipótesis deben ser
puestas a prueba usando observaciones y mediciones confiables, válidas y
objetivas; y, en base a los resultados de la hipótesis puesta a prueba, los
psicólogos pueden proporcionar modelos de explicación y predicción nomológico-
deductivos (cobertura legal) o estadísticos. Muchos psicólogos de la corriente
principal consideran que el mejor experimento o el más efectivo es el que aporta
conocimiento a la disciplina. Dentro de una metodología cuantitativa, la psicología
ha desarrollado una variedad de métodos (por ejemplo, análisis de la varianza,
análisis factorial, etc.).
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psicológicas tienen el mismo estatus que las mediciones físicas. Los críticos de
este enfoque sostienen que el uso de esa parafernalia científico-natural no
convierte realmente la psicología en una ciencia a pesar de que se pretenda
hacerlo (véase también Politzer, 1994).
El foco puesto en la metodología más que en el objeto de estudio ha
conducido a una actitud epistemológica que llamo metodologismo (Teo, 2005).
Este término refiere a una práctica de investigación en la cual el objeto de estudio
es secundario y tiene primacía el método. Otros autores han usado términos
similares: metodolatría (Bakan, 1967), el culto al empirismo (Toulmin & Leary,
1985), y el imperativo metodológico (Danziger, 1985). Metodologismo significa que
la metodología experimental-estadística o empírica-estadística se aplica a todas
los problemas de investigación. Así, si una metodología prescribe qué pueden
estudiar los psicólogos, la investigación queda limitada innecesariamente.
Psicólogos críticos como Holzkamp (1991) argumentan que la adecuación de la
metodología al objeto de estudio tendría que ser un criterio central: en la medida
en que no se conoce la adecuación de la metodología, el valor científico y todos
los demás criterios de objetificación no tienen ningún valor. Para ilustrar esto,
considérese lo siguiente: el mejor termómetro del mundo no tiene ningún valor
para medir la velocidad.
El metodologismo de la psicología conduce a una teoría metodológica del
conocimiento: en lugar de preguntar sobre la naturaleza del conocimiento en
psicología –como por ejemplo, si los estudios serán válidos en cien años y válidos
en todas las culturas (deberían si encontramos relaciones causales que puedan
ser generalizadas en una ley natural)–, se supone que aceptando y siguiendo las
reglas metodológicas y metódicas establecidas por la disciplina, transmitidas y
mejoradas por generaciones exitosas de psicólogos, conducirá automáticamente al
conocimiento psicológico. Esta teoría metodológica del conocimiento también evita
preguntas críticas sobre el propósito de la investigación: ¿qué intereses
personales, sociales, económico-políticos, están involucrados en la ejecución de
cierto estudio? ¿Quién se beneficia de los resultados? Los psicólogos críticos no
piensan que la metodología sea independiente del objeto de estudio e
independiente del contexto socio histórico en el cual emerge.
El metodologismo de la psicología científico-natural conduce a varios sub-
problemas. Para una perspectiva crítica, así como también para una perspectiva
científico-humana, el experimento en psicología tiene un valor limitado dada la
naturaleza del objeto de estudio, el cual incluye la agencia de persona insertadas
en contextos socio-históricos. Incluso Wilhelm Wundt, aún considerado como el
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padre de la psicología experimental moderna, era consciente del valor limitado del
experimento. Por eso, bregó por una psicología que incluyera el contexto socio
histórico y usara lo que podríamos llamar métodos cualitativos (véase Danziger,
1990).
Un experimento solo puede capturar lo que entra dentro de su marco teórico
y metodológico. Por ejemplo, si me pongo de pie como un participante (o “sujeto”)
en un experimento y digo que la tarea que me piden no tiene sentido para mí, soy
excluido de los datos como un error. Así, mi reacción –basada en una inquietud
legítima– es excluida. El experimento necesita un participante voluntarioso y de
buen comportamiento, pero en la realidad social, los seres humanos pueden
ponerse de pie y cambiar el mundo, o, al menos, sus mundos de vidas. Esto no
puede ser capturado en un experimento. El experimento usa variables y mira la
relación funcional (causal) de variables aisladas, pero en el mundo real, todos los
factores que habían sido excluidos en el experimento emergen y juegan un rol en
la acción humana (Holzkamp, 1972). Por eso, los estudios de psicología a menudo
no tienen relevancia práctica, dejan de lado la relevancia emancipadora, que es
una cuestión crucial para muchas psicologías críticas. La relevancia emancipadora
significa que la investigación debe contribuir a cambiar situaciones sociales
opresivas.
Hay una extensa literatura que aborda las críticas a la identidad de la
corriente principal de la psicología como una ciencia que supuestamente
proporciona leyes universales, explicaciones y predicciones. Además, algunos
críticos han argumentado que la psicología confunde razones con causas, y que la
puesta a prueba empírica de las hipótesis no es una prueba, sino la aplicación de
buenas razones (¿tu decisión de estudiar psicología crítica es causada o tienes
razones para hacerlo?) y que los enunciados–si–entonces tienen el carácter de
una implicación (para algunas de estas complejas cuestiones, véase Smedslund,
1988). El argumento de confundir las razones de los seres humanos por causas
físicas señala otra cuestión importante: el déficit hermenéutico de la psicología
(véase Teo, 2008). Debido a que la corriente principal excluye los métodos
hermenéuticos (métodos que enfatizan una comprensión de la subjetividad
humana), los psicólogos a menudo no son conscientes de los problemas que se
relacionan con las suposiciones que están presentes en el establecimiento y la
interpretación de los datos. Las interpretaciones imparten sentido a los datos y
vuelven comprensibles los resultados, para los autores mismos, para los pares y
para una audiencia general y los medios masivos. Las interpretaciones permiten
entender mejor los datos, que lo que ellos presentan por sí mismos. La retórica de
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la corriente principal sobre los “hechos” psicológicos dice que los hechos hablan
por sí mismos, aun cuando esos “hechos” o “conocimiento empírico” contienen
datos e interpretaciones.
Este déficit hermenéutico se hace más claro en el contexto de la
interpretación de las diferencias de grupo (por ejemplo, diferencias de género o de
“raza”). Sostengo que se comete una violencia epistemológica cuando la
interpretación de los datos (no los datos en sí mismos) conduce a enunciados que
construyen grupos marginados como inferiores, restringen las oportunidades de los
grupos marginados y conducen a recomendaciones aversivas para los grupos
marginales. Por ejemplo, si un investigador sostiene que una diferencia de género
en las posiciones académicas en universidades de elites se debe a capacidades
inferiores de las mujeres, entonces este investigador ha cometido violencia
epistemológica (porque los datos no determinan esta interpretación, porque son
posibles interpretaciones alternativas, y porque esta interpretación tiene
consecuencias negativas para las mujeres). Desgraciadamente, como se describe
en detalle en otros capítulos, la psicología tiene una larga historia de
interpretaciones inválidas sobre las diferencias de grupo, al considerar a las
mujeres, minorías étnicas, gays y lesbianas, personas con discapacidades, y
personas con bajos ingresos, entre otros.
En términos de alternativas, los psicólogos críticos continúan usando
metodologías que intentan hacer justicia al objeto de estudio, metodologías que
capturan la naturaleza intencional, orientada por el sentido y activa de la vida
mental humana inserta en contextos socio-históricos. Algunos psicólogos críticos
han incorporado el psicoanálisis, el enfoque mejor conocido que no excluye la
subjetividad de la investigación (véase Parker, 2003). Investigadores críticos
también enfatizan el potencial transformador de la investigación: esto significa que
la investigación no solo se refiere al estatus quo, sino también proporciona
conocimiento sobre cómo cambiarlo.
Aunque no existe consistencia metodológica en las distintas psicologías
críticas, a menudo se puede encontrar la idea de que los métodos cualitativos son
más apropiados para entender la subjetividad humana que los métodos
cuantitativos. Sin embargo, es evidente que ciertas cuestiones deben ser
encaradas desde un punto de vista cuantitativo, y más aún, que los métodos
cuantitativos pueden ser críticos y pueden desafiar el estatus quo (véase Martín-
Baró, 1994). Por ejemplo, si alguien argumenta que los hombres interrumpen a las
mujeres más a menudo que viceversa, se puede comenzar con un método
cuantitativo a fin de medir la frecuencia de interrupciones realizadas por hombres y
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el análisis del lenguaje escrito o hablado, entiende el lenguaje como una práctica
social que está impregnada de sesgos. Este método opera basado en la idea de
que el lenguaje a menudo se incrusta en prácticas ideológicas, opresivas o de
explotación. El análisis del discurso hace posible, por ejemplo, reconstrucciones
históricas de cómo la personalidad múltiple se convirtió en un objeto de discusión
académica (Hacking, 1995), así como también el análisis de discursos específicos,
como por ejemplo los discursos racistas (Van Dijk, 1993). Foucault (1977) también
proporcionó sugerencias sobre un análisis de las prácticas no discursivas: por
ejemplo, un análisis de la arquitectura de la prisión permite una comprensión del
trabajo del poder en el contexto de subjetividad humana y de las relaciones
interpersonales.
En el enfoque de Martín-Baró (1994), la epistemología está entrelazada con
la praxis crítica. Sugiere que la psicología debe basar la producción de
conocimiento en las necesidades de liberación de la gente oprimida de América
Latina. Esto quiere decir que el conocimiento debe generarse aprendiendo del
oprimido: la investigación debería mirar los procesos psicosociales desde la
perspectiva del dominado; la psicología educacional debería aprender desde la
perspectiva de los analfabetos; la psicología industrial debería comenzar con la
perspectiva del desempleado; la psicología clínica debería guiarse por la
perspectiva del marginado. ¿Qué significa la salud mental desde la perspectiva de
alguien que vive en un vertedero de la ciudad? Martín-Baró propone un cambio
epistemológico desde el poderoso hacia el oprimido, y recomienda la investigación
acción participativa (véase más adelante). Se debe mencionar que las ideas
feministas, socio-históricas, postmodernas y postcoloniales pueden integrarse en
una significativa metodología del oprimido (Sandoval, 2000).
Cuestiones ético-políticas
La práctica psicológica está interconectada con la epistemología y la
ontología. Si se asume que los seres humanos actúan como máquinas, entonces
la práctica enfatizará el control, la manipulación y las tecnologías. Si se
conceptualizan los seres humanos como agentes que producen sentido
incrustados en contextos sociopolíticos, entonces la práctica llamará la atención
sobre la acción y la agencia humanas. Me centraré aquí en una cuestión: el énfasis
puesto en el control y en la adaptación descuida el potencial emancipador de la
psicología. La psicología ha sido una disciplina extremadamente exitosa en Europa
y en Norteamérica en términos de expansión académica y profesional. Sin
embargo, el éxito no implica necesariamente la cualidad ético-política de esta
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con la famosa noción de Karl Marx sobre la primacía de la praxis sobre la teoría: la
reflexión intelectual no tendría que ser para interpretar el mundo sino para
cambiarlo. Para Marx, la meta final de toda praxis era cambiar las bases
económicas fundamentales de la sociedad, que percibía como la fuente de la
desigualdad. Un miembro de la teoría crítica de Frankfurt, Max Horkheimer (1992)
abogó también por el fin de la separación entre valor e investigación, conocimiento
y acción, individuo y sociedad. En vez de negar que los valores guíen la
investigación y en lugar de ocultar los intereses, Horkheimer propuso
específicamente valores que guiarían la investigación crítica: una organización de
la sociedad que tuviera en cuenta las necesidades de toda la comunidad y con fin
de terminar la injusticia social. La investigación social crítica debería guiarse por
estas ideas ético-políticas y debería generar conocimiento que tenga una
relevancia emancipadora.
Deben destacarse dos cosas: la corriente principal de la psicología también
está guiada por ciertos valores, comenzando por el valor de neutralidad valorativa;
y la falta de reflexión sobre los valores que guían la propia investigación mantiene
el estatus quo. Los psicólogos críticos han analizado el rol de la psicología en la
mantención del capitalismo, el patriarcado, el colonialismo y la ideología occidental
(por ejemplo, véase Weisstein, 1993). Al no desafiar la corriente principal, la
psicología refuerza el estatus quo, lo cual también significa hacer psicología bajo
los intereses de los poderosos. Esta incrustación de la psicología en la economía
de mercado ha hecho difícil promover la psicología como una ciencia
emancipadora. Incluso la psicología social, que tiene una historia de contribución a
la emancipación, se ha transformado en gran medida en un campo que produce
gran cantidad de datos socialmente irrelevantes.
Para hacer más transparente este argumento sobre la primacía de la praxis
adaptativa de la corriente principal, me gustaría mencionar un ejemplo de la
psicoterapia. Un psicólogo puede trabajar en un ámbito terapéutico con gays y
lesbianas para hacer que su homosexualidad desaparezca (aparentemente). Esto
fue considerado adaptativo por algunas personas en cierta época. Por otro lado, si
trabaja con esos individuos en la transformación de actitudes personales y las
perspectivas sociales, praxis que puede incluir la acción social, puede
considerarse emancipadora. Más que hacer de la homosexualidad un problema, la
psicoterapia se ocuparía de trabajar en los problemas que los homosexuales
enfrentan en una sociedad particular. Una praxis emancipadora no silencia las
necesidades y preocupaciones de la gente que sufre los prejuicios sociales.
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Thomas Teo
Lewin (1946) quien, motivado por la unidad de teoría y praxis, creía en el poder
transformador de la investigación en la psicología social. Este método de praxis
permite a la vez estudiar y cambiar un problema.
Ciertos campos de la psicología se prestan a intervenciones prácticas
basadas en sistemas ético-políticos progresistas. Por ejemplo, aunque no todas las
partes de la comunidad de la psicología son emancipadoras, algunos psicólogos
críticos están asociados a la comunidad de la psicología (véase Prilleltensky &
Nelson, 2002, y los capítulos 8 y 22 de este libro). La praxis psicológica crítica
concreta también se ha abordado en el contexto del SIDA en África (Hook, 2004) y
en América Latina en términos de distintas formas de psicología de la liberación
(Montero & Christlieb, 2003).
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Thomas Teo
1) Los variados enfoques de psicología crítica pueden estudiarse a través de tres problemas
filosóficos complejos, distintos pero realmente integrados: a) las discusiones ontológicas
incluyen una crítica del objeto de estudio de la psicología; b) las cuestiones epistemológicas
se centran en la metodología de la psicología; y c) los marcos ético-políticos desafían la
práctica de la psicología.
2) Estas tres áreas de problemas son analizadas en términos de las ideas aceptadas en la
corriente principal de la psicología, de la crítica a la corriente principal, y las alternativas
desarrolladas en varias psicologías críticas.
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Vocabulario
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Cuestiones filosóficas de la Psicología Crítica
Ontología: el estudio del Ser en general. En psicología los investigadores en esta área se
ocupan de la naturaleza del objeto de estudio (el “objeto” de la psicología), la naturaleza de
la vida mental humana, la naturaleza humana en general y la naturaleza de las categorías
psicológicas.
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Lecturas sugeridas
Para una visión general introductoria de varias formas de psicología crítica, recomiendo los
siguientes libros: el libro de texto de Hook (2004) aborda la teoría y la praxis de psicología
crítica desde una perspectiva de África; Tolman (1994) presenta una buena visión de
conjunto de la historia y la teoría de la psicología crítica alemana de Holzkamp, del cual no
hay traducidos muchos trabajos al inglés; Sloan (2000) incluye las voces personales y las
ideas de psicólogos críticos; Teo (2005) brinda una reconstrucción histórica y sistemática de
varios críticos de la psicología; Slife, Reber y Richardson (2005) se ocupan del pensamiento
crítico en la psicología y sus áreas; y Prilleltensky y Nelson (2002) exploran
sistemáticamente la praxis crítica.
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Recursos en internet
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Thomas Teo
Kritische Psychologie – German critical psychology:
www.kritische-psychologie.de
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Preguntas:
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