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Nadie que es feliz se suicida. Quien se suicida no quiere morir, y mucho menos
matarse. Quiere dejar de sufrir y no ve esperanza de hacerlo. Por eso ve la muerte
como única salida. Hay que ayudarle para que salga de esa ‘visión de túnel’ y para que
supere una situación que, con las actuaciones adecuadas, sin duda será transitoria.
La gran mayoría de los suicidios vienen precedidos por señales de alerta, a las que, en
muchas ocasiones, o no se les presta la debida atención o se banalizan. La realidad es
que de cada diez personas que se cometen el acto de suicidio, nueve de ellas
expresan clara y oportunamente sus propósitos; el sujeto restante dejó entrever sus
intenciones sin necesidad de expresarlas de manera verbal. Toda amenaza o ideación
debe considerarse de riesgo.
Al igual que los accidentes de tráfico o los homicidios, el suicidio y sus intentos son
prevenibles, lo que falta son políticas de prevención.
Nadie desea realmente su propia muerte, por lo que existe una ambivalencia hacia la
vida que, sabiendo abordarla, puede atraer hacia ella aun a los casos más decididos.
El suicidio no tiene nada que ver con la cobardía o la valentía, sino con el sufrimiento y
la desesperanza. Más que juzgar estas conductas hay que ayudar a prevenirlas.
Más allá de esta idea preconcebida, la evidencia muestra que el suicidio puede parecer
impulsivo, pero generalmente ha sido considerado durante algún tiempo antes de
consumarse. Muchos de los suicidas consumados expresan algún tipo de aviso verbal
o conductual sobre sus intenciones.
El suicidio es una decisión muy firme
Está comprobado que la mayoría de las personas con marcadas ideas suicidas
comunican sus pensamientos y/o planes a por lo menos una persona relacionada con
ellos justo antes de intentar quitarse la vida, lo cual es prueba de ambivalencia en los
pensamientos, no de intención inamovible de terminar con su vida.
Todo suicida se encuentra en una situación ambivalente, es decir, con deseos de morir
y de vivir. El método elegido para el suicidio no refleja los deseos de morir de quien lo
utiliza, más bien, el método está muy determinado por cuestiones culturales.
El suicidio se hereda
Los que intentan el suicidio son personas peligrosas, pues igual que
intentan contra sí mismos pueden intentar contra los demás.
El suicidio es una causa de muerte que se observa con mayor frecuencia entre los
habitantes de países desarrollados que en países en subdesarrollo, pero ello está
asociado a otras muchas variables psicológicas vinculadas al estilo de vida que se
tienen en los países desarrollados.
Actualmente los casos de suicidio infantil son más difundidos y tienen mayor impacto
en la sociedad. No obstante, un niño que piensa en suicidarse no desea terminar con
su vida, la mayoría de las veces es el medio que encuentra para escapar del dolor, la
tristeza, la angustia o la ira. Es decir, el deseo de morir viene desde la necesidad de
salir de una situación que no pueden afrontar, pero en realidad no son conscientes de
que la muerte es irreversible.
Bibliografía
Avilés, D. G. (27 de Marzo de 2017). Psicología y Mente. Obtenido de Psicología y
Mente: https://psicologiaymente.com/clinica/mitos-suicidio
Delgado, A. G. (19 de Junio de 2018). CORIO Psicología. Obtenido de CORIO
Psicología: https://corio.es/2018/06/19/23-mitos-sobre-el-suicidio-que-deberias-
deconstruir/