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HOJA DE LECTURA

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MATINÉ

Llegamos cuando ya había empezado la función. Margarita estaba con


rizos y se veía tan linda como siempre, solo que ese peinado le daba una vaga
apariencia de cordero. Nos sentamos al lado del pasillo. Lo que menos me
importaba eran los noticiarios de actualidad deportiva que daban en esa
matiné. Lo que más me importaba era la manera de declararle mi amor a
Margarita. Tenía que ser ahora, debía aprovechar la oscuridad. Quizás, me
dije, convenga más aguardar hasta que se inicie la película. Sí, porque era muy
difícil conciliar el amor con esa rusa gigantesca lanzando la jabalina y
quebrando su propio récord olímpico.
En un segundo noticiario aparecieron algunos piños de ovejas en Tierra
del Fuego y toda la platea alta se puso a gritar “Bee, Beee”. Desde abajo, una
señora flaca los imprecó amenazándolos con un paraguas, y les dijo que
parecían animales, no niños bien educados. Ante esta reacción, los de arriba
comenzaron a escupirnos y a tirarnos monedas.
Margarita puso una mano sobre el brazo del sillón y yo se la tomé. No
efectuó ningún movimiento, no se le deshizo ningún bucle de esa especie de
permanente. Fue un gran triunfo de mi parte. Pero después desaproveché
tontamente la erupción de un volcán en la Isla Decepción para declararle mi
amor. Cuando se terminaron los noticiarios y empezó el intermedio, la convidé
a tomar helados. Pero ella no quiso que la llevara de la mano. En la oscuridad
sí, per no en el intermedio: esa era la ley.
La señora flaca que tenía un vestido largo, protestó en la boletería contra
esos mal educados de platea alta. La gerencia debía hacer algo, reclamaba:
que llamaran carabineros.
Terminamos con los helados con Margarita y entonces se nos acercaron
una niña gordita y otra con espinillas, acompañadas de sus respectivos pololos.
Eran muy chinchosas, por todo se sonrojaban y volvían los ojos como actrices
de película. A la gorda se le hacían unos hoyitos en las mejillas cada vez que
sonreía.
Volvimos poco antes de que se apagaran las luces del teatro, y no hallamos
asientos mejores que los de antes. Yo le tomé la mano a Margarita. Mientras
anunciaban la película pensé besarla, pero me parecía un proyecto demasiado
audaz. ¿Qué diría Margarita? ¿Qué dirían los que se sentaban en la fila de
atrás?
La película era muy vieja y muy romántica. Trataba sobre la vida y los
amores de un músico; vida muy larga, amores demasiado breves. Cuando
apareció una muchacha esplendorosa que también se llamaba Margarita,
observé:
--Es parecida a ti.
Ella sonrió complacida y se dejó besar por primera vez en mi vida. Creo
que también fue su primera vez.
--Dame la otra mano –le dije y me la pasó.
Permanecimos varias sinfonías del músico, así, tomados de la mano.
Margarita recibía mis besos con cierta complacencia.
--Bésame tú –le ordené.
Y lo hizo suavemente en la mejilla.
--Ahora bésame en la boca –le dije.
Entonces la señora flaca de adelante gritó ¡temblor, temblor!, y salió como
ánima que se la lleva el diablo. Yo también me levanté de un brinco y corrí
hacia la salida. El segundo remezón fue mucho más suave. Después yo volví
sumamente contrariado, odiándome en el fondo, a sentarme junto a la
impávida Margarita.
--¿Qué te pasó?
Yo dije, confusamente, algo sobre el temblor.
Cuando traté de besarla de nuevo, movió tan ligero la cara que solo
conseguí besar el aire. Quise tomarla de la mano, mas ella rehuyó todo
contacto.
--Déjame, ¿quieres?
--Pero, Margarita, mi amor.
--Suéltame, te digo.
--Margarita.
--No me toques. ¿Y sabes qué, además?
--¿Qué?
Esperó un instante. Con la voz más dura me dijo:
--Que puede venir otro temblor.
Ruiz Tagle. C. (1981). Matiné. En Cuentos contemporáneos chilenos.
Santiago. Editorial Andrés Bello

Carlos Ruiz Tagle (1933-1991)


Reconocido cuentista, novelista y compilador histórico chileno. En 1987 obtuvo el
Premio María Luisa Bombal por su novela “El cementerio del Lonco”. El libro Revolución
en Chile, escrito con Guillermo Blanco, muestra con tintes cómicos cómo percibe un
extranjero la forma de ser del chileno.

Matiné: función de cine por la mañana. En Chile, primera función de la tarde.


Jabalina: lanza, garrocha.
Piño: grupo
Imprecar: maldecir, insultar.
Bucle: rizo, rulo.
Chinchoso: molesto, pesado. En Chile, melindroso, coqueto.
Esplendoroso: impresionante por su gran belleza.
Complacido: satisfecho, contento.
Ánima: alma, espíritu.
Contrariado: apenado, afligido.
Impávido: serio, inexpresivo.
Rehuir: evitar una situación, obligación o el trato con otra persona.

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