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Nacimiento e infancia[editar]
Según investigaciones de Jorge Guillermo Leguía, nació el 4 de febrero de 1833 y no el
10 de noviembre de 1836, como tradicionalmente se había venido afirmando.1 No
obstante, todavía algunos sostienen esta última fecha, habida cuenta que durante las
dos presidencias de Cáceres fue siempre celebrada como la fecha de su onomástico, lo
que se abonaba aún más por ser el día de San Andrés Avelino, pues presumiblemente
su nombre fue escogido del santoral. Aunque otras fuentes aseguran que el segundo
nombre del héroe era Alfredo, este nombre no se encuentra en ningún registro oficial.
Sus padres fueron Domingo Cáceres y Oré, hacendado de Ayacucho, y Justa
Dorregaray Cueva, hija del coronel español Demetrio Dorregaray.2 Por la línea materna
estaba emparentado con Catalina Huanca1 (1543-1637), princesa inca-huanca, hija de
Machu Apu Alaya, curaca de Atun Jauja (hoy Jauja, Concepción y Huancayo), y
descendiente por vía materna del inca Huáscar. Esta Catalina Huanca fue una de las
damas más acaudaladas y respetables de su tiempo; se decía que conocía los sitios
donde se hallaban enterrados los fabulosos tesoros del templo de Pachacámac, que los
indígenas habían puesto a resguardo de la voracidad de los españoles. Esta leyenda
del «tesoro de Catalina Huanca» todavía se mantiene viva.3
Cáceres cursó sus estudios escolares en el Colegio San Ramón de su ciudad natal.1 4
Primeras armas[editar]
En 1854, junto con otros jóvenes entusiastas, se sumó a un motín que estalló en
Ayacucho en apoyo de la rebelión liberal conducida por el general Ramón
Castilla contra el presidente José Rufino Echenique. Poco después, llegó a Ayacucho el
ejército rebelde encabezado por el mismo Castilla. Seducido por la personalidad de este
caudillo, Cáceres abandonó sus estudios y se enroló en el ejército.5 Él mismo cuenta
este episodio, en una entrevista que dio a un diario de Lima en 1921:
En 1854, acababa de estallar la revolución contra Echenique, provocada por los
escándalos de la corrupción del guano. De todos los rincones del país, se sumaban las
adhesiones. En Ayacucho, mi tierra natal, don Ángel Cavero, uno de los vecinos del
lugar, encabezó el movimiento rodeado de simpatía popular. Muchos jóvenes nos
presentamos voluntarios a filas. Yo contaba 19 años, estudiaba en la universidad de
Huamanga y era de los más entusiastas. Nos apoderamos de la gendarmería. Luego
llegó el ejército rebelde, en donde terminé de enrolarme. Entonces el general Castilla, a
quien sin duda caí en gracia, me llamó a su despacho y me dijo: “¿Quiéres seguir la
carrera?”, “Sí, señor, es mi mayor deseo”, le contesté con aplomo. Entonces, me
respondió, palmeándome la espalda, “serás un buen guerrero”.
Entrevista en el diario La Crónica, 27 de noviembre de 1921, con ocasión del 42
aniversario de la victoria de Tarapacá, durante la Guerra del Pacífico.6
Cáceres ingresó como cadete en el batallón Ayacucho, organizado por el
general Fermín del Castillo.5 Luchó en batalla de La Palma, librada en las afueras de
Lima, el 5 de enero de 1855, donde resultó herido en un pie.1 Por su actuación
destacada fue ascendido a subteniente. En 1857 ascendió sucesivamente a teniente
graduado y teniente efectivo.5
Defensor de la legalidad[editar]
En 1868 decidió abandonar la carrera militar y regresar a Ayacucho para dedicarse a
la agricultura. Pero en 1872 retornó al servicio, para enfrentar a la rebelión del
coronel Tomás Gutiérrez contra el presidente José Balta, originado por el descontento
de un sector del ejército por la elección de Manuel Pardo y Lavalle, el primer presidente
civil del Perú y el fundador del Partido Civil.5 4
Su respaldo al presidente Pardo le ganó la simpatía de los líderes civilistas y fue
nombrado subjefe del Batallón Zepita, acuartelado en San Francisco, en Lima. Fue en
esta circunstancia cuando alcanzó súbita notoriedad, al reprimir personalmente una
rebelión de varios sargentos de su batallón. Durante tres cuartos de hora y al frente de
un retén de soldados, se batió a disparos con los amotinados, y él mismo mató de un
certero tiro de revólver al cabecilla de la rebelión.1 Esta actuación le valió su ascenso
a teniente coronel efectivo, en noviembre de 1872.5
Con el mismo batallón marchó hacia Tarma y Chanchamayo para entrenar a sus
soldados en trabajos de colonización. En 1874 fue uno de los encargados de sofocar la
revolución de Nicolás de Piérola, que acabó siendo derrotado en la batalla del Alto de
Los Ángeles, en Moquegua. Por esta acción fue ascendido a coronel graduado, en
1875.5
Reteniendo el mando del Batallón Zepita, asumió la prefectura y la comandancia militar
del departamento del Cuzco, cargo que desempeñaba al estallar la guerra con Chile.1
Descripción[editar]
Cáceres, junto a su esposa Antonia Moreno y sus hijas Zoila, Hortensia y Rosa.
Cáceres era alto, delgado, ancho de hombros, de aspecto imponente, de rostro enjuto
y blanco, ojos grises y casi negros y una permanente cicatriz en el párpado derecho,
cabello castaño, largo, poblado y entrecano y espesas patillas "a la austriaca", pues se
afeitaba la barba desde el labio inferior hasta la garganta. Para la guerra en el interior
tenía extraordinarias condiciones. Su salud robusta, lograba soportar las incesantes
marchas a través de largas distancias por cordilleras, desiertos, quebradas y barrancos,
así como las peores privaciones, y por ella llegó a veces a alimentarse con la más
extrema frugalidad. Incansable en su actividad, valiente en la lucha, eficaz en el
comando, tenaz ante el infortunio, luchó con los chilenos y también con la escasez de
recursos, con los rigores de la naturaleza, con la saña de las facciones políticas, no sólo
en guerra declarada como primero ocurriera con tropas de García Calderón, luego de
Piérola, y por último, de Iglesias, sino también en hostilidad aleve, como en el caso de
los políticos de Arequipa. Conocía el idioma indígena y con él sabía inspirar devoción y
coraje a sus soldados. Solían llevar ellos los sombreros o kepis con funda encarnada y
cubrenuca blanca, origen del famoso kepí rojo, más tarde cantado por el poeta Ricardo
Rossel.
Jorge Basadre7
Retrato del general Andrés Avelino Cáceres. Obra del pintor Nicolás Palas, año 1894.
En Lima, Cáceres fue nombrado comandante de la 5º división de la reserva. Pasó
a Huaral para entrenar a sus tropas. Por el camino iba reclutando los restos del ejército
peruano junto a civiles que armaba. En octubre de 1880 fue reconocido como coronel
efectivo.5
El dictador Nicolás de Piérola Villena, quien dio un golpe de Estado al gobierno
de Mariano Ignacio Prado Ochoa, preparó la defensa de Lima. Cáceres sostuvo que el
desembarco del enemigo ocurriría más seguramente en el sur, pero Piérola, que decía
tener información fidedigna al respecto, insistió en que aquello ocurriría en el norte, en
el balneario de Ancón, hacia donde mandó un gran contingente de tropas.9 Tal como lo
había prevenido Cáceres, las tropas chilenas desembarcaron en el sur, primero
en Pisco, y finalmente en Chilca y Curayacu, zonas prácticamente desguarnecidas.
Estaban bajo el mando del general Manuel Baquedano.10
Con las tropas chilenas desplegándose por el sur, las fuerzas peruanas, en su mayoría
integrada por civiles, esperaron el ataque del enemigo a la capital. Piérola formó en el
sur de Lima, dos líneas defensivas extensas: la de San Juan, compuesta por trincheras
y que iba desde el Morro Solar hasta Monterrico Chico, y la de Miraflores, que era la
línea de reductos, que iba desde Armendáriz hasta el camino a Chosica.
Cáceres participó en la batallas de San Juan el 13 de enero de 1881, donde tuvo a su
mando el IV Cuerpo. Tuvo que retirarse a Miraflores luego de haber sufrido fuertes
pérdidas. Chorrillos y Barranco fueron incendiados, y según testimonios, parte de la
tropa chilena se entregó a la embriaguez y a la reyerta. Esa misma noche Cáceres
y César Canevaro insistieron en avanzar hacia Chorrillos, al frente cinco mil o más
soldados peruanos, para hacer un ataque sorpresa a los chilenos. Piérola se negó a
autorizar esta operación que consideró muy riesgosa. Aunque Cáceres, en sus
memorias, insiste en sostener que se perdió una oportunidad única para infligir al
enemigo un grave revés, lo cierto era que, descontando a los soldados chilenos ebrios
e indisciplinados (quienes, según cálculos del historiador Carlos Dellepiane, no
sobrepasaban el número de dos mil11 ), el grueso del ejército chileno se hallaba a
cubierto de una sorpresa.12
Dos días después, el ejército chileno venció la línea de Miraflores, donde Cáceres sufrió
la perforación del fémur derecho. Acudió al puesto ambulatorio establecido en la calle
de San Carlos y luego al ubicado en el colegio de San Pedro, donde fue atendido por el
doctor Belisario Sosa.13 Pronto los chilenos inquirieron sobre su estado de salud, por lo
que temió ser capturado, escondiéndose entonces en la celda del padre superior del
Convento de San Pedro. El 15 de abril de 1881, todavía convaleciente y con la ayuda
de su esposa y algunos amigos, salió de Lima, dirigiéndose hacia Jauja, en la sierra
central.14
Cargos políticos[editar]
El 26 de abril de 1881 el Presidente Piérola le nombró "Jefe Político y Militar de los
Departamentos del Centro de la República",5 en reemplazo de Juan Martín
Echenique.7 Por su parte, la Asamblea Nacional reunida en Ayacucho lo ascendió
a General de Brigada (26 de mayo de 1881),15 por el heroísmo demostrado en las cinco
batallas principales en las que actuó: San Francisco, Tarapacá, Tacna, San Juan y
Miraflores.
En julio de 1881 el gobierno de Francisco García Calderón intentó atraerlo a su servicio
ofreciéndole la primera vicepresidencia, pero Cáceres reiteró su adhesión a
Piérola.16 En octubre, Piérola lo nombró ministro de Guerra.17 En noviembre, los jefes y
oficiales de su ejército se rebelaron contra Piérola y le ofrecieron la presidencia de la
república, que no quiso aceptar, pues consideró más apropiado respaldar (ahora sí) al
presidente García Calderón Landa, que acababa de ser confinado a Chile por negarse
a firmar la paz con cesión territorial. En la práctica, su lealtad fue hacia el
vicepresidente Lizardo Montero, que asumió el gobierno en reemplazo del presidente
deportado. Cáceres se conformó con mantenerse en el cargo de Jefe político y militar
de los departamentos del Centro. Por entonces ya había empezado la campaña de la
Breña.18
La razón del abandono de su adhesión a Piérola se debió a que fue convencido de que
con el gobierno de García Calderón/Montero se podría llegar a la paz con Chile a través
de la mediación del ministro estadounidense en Lima, general Hurlbut, sin contemplar
la cesión territorial. Pero esta expectativa no se cumplió y Piérola llegó incluso a afirmar
que la defección de las fuerza militares de Cáceres en el centro y las de Montero en el
sur, hicieron frustrar un supuesto ataque combinado que tenía planeado hacer con
Bolivia para recuperar Tarapacá y Arica, así como otro ataque masivo a Lima. Cáceres,
en sus Memorias, negó rotundamente haber sido informado de la existencia de tal
plan.19Existe también una carta de Ricardo Palma, firmada con el seudónimo de Hiram
y publicada en el diario El Canal de Panamá (11 de enero de 1882), donde llama traidor
a Cáceres por pasarse al bando de García Calderón, y propiciar así, según su opinión,
el fracaso de los planes de Piérola de contratacar a los chilenos.
Posteriormente, el Congreso instalado en Arequipa nombró a Cáceres segundo
vicepresidente de la República (23 de abril de 1883), en el que nominalmente se
mantuvo hasta el fin del gobierno de Montero, poco después de la firma de la paz de
Ancón.20
Campaña de la Breña[editar]
Artículo principal: Campaña de la Breña o Sierra
Con fuerza y mucho carisma, Cáceres pudo levantar a las poblaciones de la cordillera
para resistir la invasión chilena, especialmente gracias al apoyo completamente
beligerante de la Iglesia peruana, dirigida desde el Convento de Santa Rosa de Ocopa.
Estableció como su centro de poder el valle del Mantaro y a Ayacucho como su reserva.
Su ejército, que empezó con unos cuantos oficiales y 16 gendarmes convalecientes en
el hospital de Jauja, llegó en su momento máximo a más de 3.000 hombres. Sus
soldados vestían modestamente aunque con igualdad de trajes; usaban mayormente
fusiles Peabody y contaban con algunos cañones venidos a través de Bolivia. Pero
carecían de caballería.21 Fue denominado Ejército del Centro. Era, efectivamente, un
ejército orgánico, compuesto, en parte, de veteranos, sirviéndose de los guerrilleros solo
como tropas de choque.22 Buena parte de estos estaban armados de rejones, lanzas y
hondas; también eran expertos en el empleo de galgas que hacían rodar desde lo alto
de los cerros sobre los pasos estrechos y desfiladeros. No obstante, los chilenos no
reconocieron a estas tropas como ejército, calificándolo de guerrillas o montoneras, y
por lo tanto, fuera de las formalidades de la guerra.23
A lo largo de esta campaña, Cáceres fue apodado “el Brujo de los Andes”, apelativo
debido a que siempre burlaba las maniobras envolventes planeadas por los oficiales
chilenos, y por la forma de dirigir sus ataques, actuando con tanta fluidez que parecía
estar presente en todas partes.5 Se hacía perseguir por terrenos difíciles hasta alturas
insoportables para los adversarios, quienes caían víctimas del soroche; otra argucia que
usaba era poner las herraduras de los caballos de forma inversa para despistar al
ejército chileno.
Fotografía captada en el estudio Cosme Rodrigo & Co. hacia 1880, donde se aprecia a
Cáceres (primero de la izquierda, sentado) junto a Ramón Zavala, Remigio Morales
Bermúdez, César Canevaro y Francisco de Mendizábal, así como un militar no
identificado.
a) Primera expedición contra Cáceres.- Los chilenos enviaron contra Cáceres
una primera expedición, muy confiados de obtener un triunfo rápido. El encargo fue
dado a la División del teniente coronel Ambrosio Letelier, que logró llegar hasta la ciudad
de Huancayo, cometiendo exacciones en las poblaciones adonde llegaba.24 En todo su
trayecto, los soldados de Cáceres hostilizaron a estas tropas, logrando, además,
arrebatarles el cupo de dinero y víveres que habían obtenido en Huancayo. Ante su
impotencia para derrotar a los "breñeros", el contralmirante Patricio Lynch (gobernador
chileno de la ocupación) ordenó el regreso a Lima de la División Letelier. Este fue el
primer fracaso chileno contra Cáceres.22
Letelier demoró en retornar a Lima. En el trayecto destacó a una de las compañías del
Regimiento Buín 1° de Línea en la hacienda Sángrar (en la provincia de Canta) y de
propiedad de Norberto Vento), con el objeto de reaprovisionarse y descansar. Avisado
el coronel peruano Manuel de la Encarnación Vento, que se encontraba en las
cercanías, avanzó con sus tropas reforzadas por 50 guerrilleros canteños. Con esta
fuerza sorprendió a los chilenos, acorralándolos en la hacienda Sángrar (26 de junio de
1881). Los chilenos se atrincheraron en el edificio de la capilla, dando tenaz resistencia.
El resultado de este encarnizado combate de Sangrar fue favorable a los
peruanos,25 que se retiraron rescatando el ganado que había confiscado el enemigo y
llevándose dos prisioneros, así como 48 fusiles comblain y abundantes cartuchos.26 A
Letelier, que durante toda la campaña envió informes telegráficos a Lima sobre sus
ficticios triunfos sobre masas de indígenas (que ni el mismo Lynch se los creyó) 27 , no
le quedó sino apresurar la retirada, cargando con los restos de su maltrecha División.
Ya en Lima, fue sometido a juicio por apropiarse de los cupos cobrados indebidamente
a las poblaciones. El departamento de Junín quedó momentáneamente libre de
chilenos.25
b) Segunda expedición contra Cáceres. Pucará, Marcavalle y Concepción.-
Cáceres estableció su cuartel en Tarma, donde organizó nuevos batallones y se armó
con cuatro piezas Krupp de retrocarga. Luego y de forma sucesiva estableció su cuartel
en Chicla, Matucana y finalmente en Chosica, muy cerca de Lima, en octubre de
1881.28 Ante ello, Lynch organizó una segunda expedición, mucho más poderosa que
la anterior. La dividió en dos divisiones, una a su propio mando, de 3.000 hombres, que
avanzaría hacia Canta y atacaría a Cáceres por la retaguardia; la otra, de 1.500
hombres, bajo el mando del coronel Pedro Gana, que marcharía vía ferrocarril hacia
Chicla, para atacar al adversario frontalmente. Era principios de 1882. Lynch trataba así
de ejecutar la clásica maniobra envolvente, pero falló ante la habilidad del jefe peruano,
que se retiró, oportunamente, hacia Tarma. Ante esta situación, Lynch decidió volver a
Lima, encomendando al coronel Gana la persecución de Cáceres, para lo cual reforzó
su destacamento hasta completarlo en 3.000 hombres. Gana, por su parte, dejó el
mando de la división al coronel Estanislao del Canto, y volvió también a Lima.29
De Tarma, Cáceres pasó a Jauja y de allí a Huancayo, donde pasó revista a sus tropas,
que sumaban 1.300 hombres. Mientras tanto, Del Canto iba a su encuentro. Cáceres
optó entonces por retirarse más al interior, pero al avanzar hacia Pucará se encontró
con las fuerzas chilenas. Se produjo entonces el Primer Combate de Pucará (5 de
febrero de 1882). Si bien inicialmente los chilenos creyeron tener éxito, se encontraron
luego con una segunda línea de combate separada de ellos por una quebrada de difícil
acceso, donde no podía maniobrar su caballería. Pronto descubrieron una tercera línea
de fuego que los atacaba desde una altura dominante. Se produjeron una serie de
combates escalonados. Fatigadas sus tropas, Del Canto ordenó la retirada
hacia Sapallanga y luego hacia Huancayo, mientras que Cáceres continuó
ordenadamente su marcha hacia Ayacucho.30 Durante el combate, Cáceres, gracias a
su guardia personal, se salvó de una arremetida que para matarlo había desplegado un
escuadrón de caballería enemiga.31
De Pucará, Cáceres marchó por Acostambo, Huancavelica y Acobamba, y de allí
a Julcamarca donde una terrible tempestad mermó sus fuerzas considerablemente,
quedando reducido a 400 hombres, famélicos y harapientos. No obstante, continuó su
marcha hacia Ayacucho. Se enteró que el coronel Arnaldo Panizo, subordinado suyo,
se hallaba cerca de Ayacucho; éste militar se había negado a entregarle sus tropas, las
cuales sumaban 1.700 hombres. A pesar de contar con menos fuerzas, Cáceres atacó
a Panizo en Acuchimay, triunfando e incorporando esas tropas a su ejército (22 de
febrero de 1882).32
En Ayacucho, Cáceres se reorganizó durante algunos meses y logró reunir un ejército
de 4.000 hombres, con quienes salió nuevamente en campaña, en junio de 1882, rumbo
hacia el valle del Mantaro, haciendo previamente movimientos de observación e
incentivando a las guerrillas lugareñas a atacar al enemigo. Muchos pueblos de la región
se le sumaron alborozados pues la incursión chilena se había hecho odiosa por sus
exacerbados abusos y sus demostraciones de racismo hacia el hombre andino.33
Cuando estuvo listo, Cáceres preparó un avance sobre las guarniciones chilenas de
Marcavalle y Pucará, que se produjo el 9 de julio de 1882. Los peruanos atacaron por
tres frentes: por la izquierda Tafur, por el centro Secada y por la derecha el propio
Cáceres. Se produjo el segundo combate de Pucará y el combate de Marcavalle. La
resistencia chilena solo duró 15 minutos; luego entraron en acción los guerrilleros
indígenas y los chilenos fueron perseguidos hasta Sapallanga34 Simultáneamente, entre
el 9 y 10 de julio, la guarnición chilena de Concepción (que se hallaba al mando del
capitán Ignacio Carrera Pinto), sufrió el ataque de los guerrilleros indígenas de Comas
(al mando del coronel Juan Gastó), librándose el combate de Concepción, donde fueron
exterminados los chilenos. A todas estas acciones se les conoce globalmente como el
triple triunfo de Cáceres en Pucará-Marcavalle-Concepción.35
Los chilenos retrocedieron hacia Huancayo, donde se hallaba el grueso de su división,
y el día 11 de julio emprendieron la retirada a toda prisa, pasando por Jauja y Tarma,
rumbo a Lima. El 19 de julio Cáceres ingresó triunfante en Tarma, cuando ya los chilenos
se habían retirado. Coincidentemente, seis días antes, al otro extremo del Perú, los
pobladores de Cajamarca se levantaban contra los abusos de una expedición chilena y
lo derrotaban en la sangrienta batalla de San Pablo, triunfo peruano que no tuvo mayor
significado que el de ser una singular gesta cívica protagonizada por los cajamarquinos,
que luego sufrieron una feroz represalia chilena.36 24
Comprendiendo Cáceres que sus enemigos debían retroceder en fuga y cargados de
enfermos, ordenó al coronel Tafur que se adelantase para destruir el puente de La
Oroya, ya que así quedaría cortado el camino hacia Lima. Pero Tafur no cumplió con la
orden dada y Cáceres no pudo acabar con la estropeada División Del Canto, la que
logró pasar por el puente de La Oroya en fuga salvadora hacia Lima. De todos modos,
la segunda expedición chilena contra Cáceres había fracasado rotundamente: el
número de bajas chilenas llegó a casi el 20% de la división, sin contar los enfermos e
inutilizados. Muchos “breñeros” exhibían con orgullo las cabezas y restos mutilados de
los soldados chilenos. Por segunda vez, el departamento de Junín quedó libre de
invasores chilenos.37
Por entonces, los chilenos presionaban al presidente García Calderón (entonces
confinado en Chile) a que firmara la paz con cesión territorial. Las mismas presiones
sufría el contralmirante Lizardo Montero, el vicepresidente establecido en Arequipa.
Ambos mandatarios rechazaron tales exigencias, pero sucedió entonces el
llamado Grito de Montán, el 31 de agosto de 1882, proclamado por el general
peruano Miguel Iglesias, jefe de las tropas del norte, quien consideraba necesario firmar
ya la paz, incluso con cesión territorial, antes que los chilenos continuaran destruyendo
lo poco valioso que quedaba en el Perú.38 Cáceres rechazó tal planteamiento y anunció
su voluntad de continuar la lucha.
c) Tercera expedición contra Cáceres. Huamachuco.- Los chilenos, viendo en
Cáceres un obstáculo para finalizar la guerra, en abril de 1883 organizaron una tercera
expedición contra el ejército de la Breña, esta vez mucho más poderosa que las
anteriores, que reunía a 12.000 soldados, que mezclaban a veteranos con reclutas de
los nuevos batallones enviados del sur, pero mejor equipados. Así, sobre Canta marchó
la División León García con 2.000 hombres; al mismo tiempo la División Del Canto se
adelantó sobre Sisicaya con 1.500 soldados; luego, la División Urriola con 3.000
regulares se dirigió por el valle del Rímac; la División Gorostiaga caminó hacia
Cajamarca con 2.600 hombres; y finalmente, rumbo a Huaraz se dirigió la División
Arriagada compuesta de 3.000 soldados.
Mientras tanto, Cáceres decidió movilizarse hacia el norte para reforzar su posición y
además para debilitar a Iglesias. El 1 de junio de 1883 llegó a Huánuco. Luego, atravesó
el Callejón de Huaylas, cruzó la Cordillera Blanca, por un abra de 4800 msnm, subiendo
después de la laguna de Llanganuco; de bajada, Vaquería, Seccha, Acobamba y llegó
a Pomabamba, con dirección Norte hasta Huamachuco.39
En 1887 la República del Ecuador revivió su plan de 1857 de ceder como pago a
sus acreedores británicos grandes extensiones de tierras en la Amazonía que Perú
reclamaba como suyas. La diplomacia peruana logró detener este proyecto y firmó
con dicho país, el 1 de agosto de ese mismo año, un convenio por el cual la cuestión
de límites fue sometida al arbitraje del Rey de España. En 1889, el comisionado
especial del Perú en España, José Pardo y Barreda, presentó al Rey español
el Alegato del Perú, notable estudio jurídico de la cuestión que desde entonces fue
el baluarte de la defensa peruana en ese pleito de límites. Pero representantes del
gobierno de Cáceres quisieron resolver de manera directa el asunto y suscribieron
con el gobierno ecuatoriano en Quito el Tratado García-Herrera (2 de mayo de
1890), por el cual el Perú cedía Tumbes y una gran parte de Maynas al Ecuador. El
Congreso ecuatoriano se apresuró a aprobar dicho tratado, pero el Congreso
peruano, bajo presión de los representantes amazónicos, puso como condición
hacer modificaciones en la línea trazada, lo que fue del desagrado del Ecuador. La
solución del diferendo continuó entonces bajo el arbitraje de la corona española.62
El Perú participó en un Congreso de Representantes Americanos que se reunió
en Washington el que, como culminación de sus actividades, firmó un Tratado de
Arbitraje, que se consagró como principio del derecho internacional. Se realizó
también en Lima un Congreso Sanitario.63
Origen del problema de La Brea y Pariñas[editar]
El problema de la explotación del petróleo en el yacimiento de La Brea y Pariñas, y que
demandó la atención de casi todos los gobiernos peruanos hasta los años 1960, se
originó inmediatamente después de la guerra con Chile, cuando se discutía el Contrato
Grace. Dicho yacimiento pertenecía entonces a Genaro Elguero, y en la medición que
se hizo en 1888 para el pago del impuesto correspondiente, se determinó erróneamente
que solo abarcaba 10 pertenencias, determinándose el impuesto en solo 150 soles al
semestre (15 soles por pertenencia). En 1890 el yacimiento pasó en arrendamiento a la
empresa angloestadounidense London Pacific Petroleum Co., por 99 años, operándose
de esta manera la penetración del capitalismo inglés en la naciente industria
petrolífera.64
Otras obras y hechos importantes[editar]
Memorias[editar]
Legado[editar]
En el Perú, Cáceres es visto como un símbolo de la resistencia contra Chile, durante
la guerra del Pacífico, un héroe que nunca se doblegó y que hasta el último instante
organizó fuerzas para mantener viva la resistencia, pese a los reveses. Su figura es
ampliamente recordada en la memoria colectiva de los pobladores de la sierra peruana,
muchas veces a través de las tradiciones orales legadas por los descendientes de
quienes conformaron el Ejército del Centro y las fuerzas guerrilleras de cada pueblo;
otras veces mediante variadas manifestaciones culturales y folklóricas, como es el caso
de las existentes en los Valles de Yanamarca-Acolla, San Jerónimo de Tunán,
Hualhuas, Pucará, Chupaca y Sicaya en el Valle del Mantaro.