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Los Objetivos.

Este componente didáctico tiene ciertas dimensiones que es importante tener en


cuenta a la hora de plantear objetivos.
Las dimensiones internas de un objetivo son:
a) explicitación,
b) presencia de un contenido,
c) fuente de decisión,
d) individualización,
e) nivel de abstracción
f) secuenciación

Desarrollaremos una breve explicación de los alcances de cada una de estas dimensiones
para su mejor comprensión.
Como primera medida diremos que la explicitación aunque parezca una
aclaración redundante, es necesaria; ya que esta característica es condición para hablar de
una organización racional de la enseñanza. Se trata de la decisión de explicitar los objetivos
al comenzar una secuencia didáctica, una unidad didáctica y/ un proyecto áulico, ya que sin
objetivos específicos explícitos no puede haber acción racional de enseñanza. Clarificar los
objetivos implica ofrecer la posibilidad de explicitar los valores que fundamentan las
decisiones didácticas y es develar las intenciones educativas de la acción concreta.
El contenido como parte del objetivo, es la dimensión determinante de la
planificación didáctica. El objetivo no sólo implica una función psicológica sino también un
contenido escolar, es decir, una función epistemológica. Respecto a los contenidos
se ampliará especialmente más adelante cuando se haga referencia a este componente
didáctico específicamente.
La fuente de decisión es una dimensión que no atañe sólo a los objetivos,
sino a todo el modelo educativo en el que se inscribe la enseñanza, ya que en este caso se
trata de la autonomía o dependencia de poderes externos en los que se inscriben las
decisiones pedagógico- didácticas. Esta es una dimensión netamente ideológica y que nos
indica una opción de valores, opción que nos permite comprender que elegir unos objetivos
y desechar otros no es una acción aséptica o neutra, sino que es una decisión intencional y
cargada de significados.
El nivel de individualización apunta por un lado al hecho de considerar que los
niños portan una individualidad que los caracteriza y a la vez diferencia. Desde la
perspectiva psicológica sabemos que cada niño posee una estructura que le es propia, que
determina sus posibilidades, capacidades, motivaciones, puntos de partida, experiencias,
etc. Pero también es necesario tener en cuenta que este niño es un sujeto social, y que
forma parte de un medio cultural que lo determina. Por lo tanto es imprescindible a la hora
de optar por determinados objetivos, tener en cuenta las variables sociales y culturales que
intervienen en los procesos de enseñanza y de aprendizaje.
El nivel de abstracción de los objetivos tiene que ver con el grado de
generalidad o especificidad de los mismos. Esta dimensión generalidad - especificidad, tiene
una importante proyección en la planificación de la acción didáctica. Los objetivos más
generales son formulaciones de resultados educativos de cierto grado de complejidad y
apuntan a procesos de enseñanza y de aprendizaje más largos, mientras que los objetivos
específicos, por el contrario, requieren un proceso también complejo, pero más delimitado
en el tiempo. Para que un alumno alcance un objetivo de orden general, será necesario que
alcance múltiples efectos de aprendizaje a través de múltiples acciones complejas durante
un período largo en el tiempo.
Si el objetivo, como ya se dijo, tiene que orientar la acción didáctica, el problema
de la secuenciación plantea la necesidad de coordinar las estrategias que lleven a un
proceso de aprendizaje capaz de conseguir esos objetivos propuestos. La secuenciación
puede actuar como un arma de doble filo, en tanto se la asocie con la linealidad en el
proceso de aprender, o con el establecimiento de secuencias didácticas rígidas, tal y como
se caracterizó la enseñanza programada desde una perspectiva conductista. Es necesario
tener en cuenta tal y como lo afirmó Bruner, que “no existe un orden de sucesión único
para todos los que aprenden, y el óptimo en un caso particular dependerá de una variedad
de factores que incluyen el aprendizaje anterior, la etapa de desarrollo, el carácter del
material y las diferencias individuales”. Será necesario entonces tener en cuenta estas
recomendaciones para no generalizar la pretensión de secuenciación y suponer que existe
un isomorfismo entre objetivos y aprendizaje tal y como lo plantean las propuestas
conductistas.

Es necesario señalar que los “Objetivos”, tanto generales como específicos, señalan
la dirección del proceso de enseñanza y de aprendizaje, responden a contextos
institucionales y áulicos particulares, son traducidos en términos pedagógico didácticos por
el maestro a partir de un diagnóstico real de la situación de su grupo de alumnos y en
términos de tiempo, los primeros remiten a procesos de largo alcance y los segundo de
corto. Un ejemplo de objetivo general es aquel objetivo que el maestro se propone lograr
por ejemplo en el área de la lengua con su grupo de alumnos durante un determinado mes
del año y uno específico es el que se propone lograr en ese mes en una determinada
unidad didáctica en dicha área

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