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El niño y el

psicólogo

Psicología
Evolutiva I

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El niño y el psicólogo
En las conferencias dictadas por Sigmund Freud entre los años 1915 y
1917, el autor, desarrolla algunas situaciones de los pacientes que
concurren al consultorio a los que llamó síntomas. Y fue descubriendo su
origen y la estructura que tienen.

Un síntoma es una conducta o pensamiento que a la persona le resulta


como ajeno a sí misma, pero que sufre sin saber que hubo transacciones
internas y externas en su psiquismo que las sostienen; a la vez, por sufrirlas
y vivirlas como ajenas, gasta mucha energía en combatirlas. Está
relacionado con las etapas psicosexuales que atravesó el niño y que se
fueron fijando anímicamente y desarrollaron una predisposición que luego
de adulto conformarán un tipo de personalidad. Se suman frustraciones
actuales que resignifican frustraciones de niño, para lo cual se está
encontrando un común denominador: la niñez. Este tema trae a
reflexionar: ¿cuándo un niño necesita de un psicólogo?, ¿qué es lo que
sucede en consultorio? y ¿hay vivencias en la niñez que favorecerían la
salud del adulto?

Rodulfo, en su texto Futuro porvenir (2008), desarrolla algunas capacidades


del niño y también ciertos facilitadores que pueden sumar a la intervención
en consultorio. Para repasar algunas intervenciones ya desarrolladas, se ha
visto por qué se juega en el consultorio de un psicólogo de niños. Además
de aliviar situaciones estresantes, el niño puede descargarse, informar
sobre situaciones que no puede expresar desde el lenguaje, pero también
se vio que el juego en consultorio forma parte de un ambiente facilitador
de confianza para el niño, donde puede jugar y hay un otro que lo atiende y
lo mira. Es una mirada que tal vez sea la más significativa entre otras y
desde donde el niño puede apuntalarse para reconstruirse.

Como si esto fuera poco, se pueden favorecer situaciones saludables en los


niños a fin de posibilitarles recursos en su niñez y construir cimientos para
apuntalarlos de adulto y evitar los síntomas con los que se abrió la lectura.
Estos canales, recursos y posibilidades están relacionados con el arte, como
la música, entre algunos. Este es un recurso inagotable que muchas veces
es la única manera de lograr un contacto con un niño autista. La música lo
logra. Es para tenerlo en cuenta a la hora de sumar intervenciones en
consultorio, no solo desde la enfermedad psíquica, sino también para
reforzar la salud psíquica. Este ha sido el intento durante toda la
asignatura: ver el desarrollo del niño desde parámetros saludables,
esperables, sin poner la mirada en lo desfavorable ni en patologías que
serán objeto de estudio en otras asignaturas.

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Otro recurso artístico y por demás terapéutico es el grafismo, el dibujo, las
artes plásticas en general. Son una fuente de expresión para descifrar
mundos internos, pero además dan la posibilidad de descargar situaciones
anímicas que avasallan y muchas veces está obturada la posibilidad de
tramitar. Las artes plásticas son un canal más que posible.

Otra potencialidad que tiene el niño, como describimos las anteriores, y


que debe ser desarrollada con ayuda de los demás es la capacidad del
asombro. Si este asombro lo impulsa a conectarse con todo lo que está a su
alcance, a interesarse en lo nuevo, a recrear con mil variantes lo ya
conocido, está en la base de la alegría de vivir, actitud de alegría. Esto lo
hace salir, lo saca del retraimiento prolongado, así como más tarde lo
protegerá del aburrimiento.

Esta capacidad debe ser mantenida y en lo posible acrecentada. Hay que


dedicar tiempo a esto. Además, es curativo para el adulto. Si el adulto
actúa frío, ausente o inhibido hacia esta capacidad del niño, está en riesgo
de atrofiar esta potencialidad frente a la rutina de lo que se llama la vida.
Puede ser desestimulado o inhibido por temores frente a situaciones de
angustia.

El bebé nace con potencialidades, pero sin experiencias. Tiene que ir


construyéndolas paso a paso y uno de los motores es el asombro.
A todas aquellas políticas de crianza que intervienen al interferir o, peor
aún, destruir la formación de experiencias propias las llamamos
desapropiación.

Hay varios tipos de desapropiación:

 de su autonomía, al hacer algo por él cuando es capaz de hacerlo por sí


mismo;
 de su deseo, al imponerle de buena o mala manera los deseos de otros;
 de su actividad, donde solo puede responder a demandas y no se le
permite ser iniciador de situaciones;
 de su cuerpo, al manipularlo como objeto (cuando no quiere algo, se lo
alza y se lo lleva igual; en este caso, se lo trata como objeto).

Esta desapropiación hace que se atrofien muchas potencialidades de


actividades, de sentimientos y que luego no las adquieran más. Esto está
en la base de enfermedades psíquicas graves.

Nuestro objetivo con estas reflexiones es ayudar a los padres, adultos e


interesados en cambiar las teorías que han heredado y con esto nos
referimos también a los pediatras, que son los profesionales a los que más
se acude durante el crecimiento del niño.

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Si se logran facilitar estos recursos que se han desarrollado en esta lectura,
el niño tendrá posibilidades de enfrentar situaciones estresantes y
traumáticas que la mayoría no puede evitar por formar parte de este
mundo y esta sociedad. Constantemente ocurren situaciones imprevistas,
algunas simples y otras trágicas, que pueden resultar traumáticas.

Frente al dolor de lo traumático, poder transitar esa situación y, a pesar de


ello, no pese al dolor, ni evitándolo, negándolo o sometiéndose a él, sino
transformándolo como un logro, como Beethoven que, a pesar de su
sordera y situaciones violentas familiares que vivió, pudo transformar esa
situación en grandes producciones musicales como la Novena sinfonía.
Para eso, tuvo que hacer algo con su dolor, sacar el dolor de su dolor. A
esta capacidad la llamamos resiliencia: la capacidad de salir adelante a
pesar de estar inmerso en situaciones adversas por mucho tiempo, en
momentos sensibles de la construcción de la personalidad como la niñez.

Concluyendo: lo que se juega en consultorio con el psicólogo es la


posibilidad de brindarle al niño el poder expresarse, descargarse, un
ambiente facilitador, de confianza y brindarle mirada y atención
significativa para tejer y construir tal vez algunos huecos que quedaron de
su historia. Teniendo en cuenta que el niño está en desarrollo, en
construcción, es muy plástico y aún hay muchas posibilidades de salud
hacia delante, pues aún no se determinan las estructuras de la
personalidad. Esto es, se está a tiempo y bienvenida sea esta posibilidad.

Sin embargo, además del consultorio, también hay potencialidades que se


pueden construir desde otros ambientes, como el familiar, el educativo
etcétera que luego servirán como recursos para enfrentar situaciones
adversas, sean traumáticas o no. A estas potencialidades luego en la
adultez se las llamarán capacidad de sublimación, que es la capacidad de
redirigir la energía anímica hacia situaciones más adaptadas y sociales.

Estos facilitadores, entre algunos, son las potencialidades artísticas, la


música, la danza, las artes plásticas, entre muchas otras, para canalizar y
permitir que no se obture esta capacidad de asombro, esta curiosidad o
inquietud del niño que se van ahogando hacia la adultez. Por ejemplo,
durante toda la asignatura se desarrolló lo importante que es el dibujo, el
juego y el lenguaje para el niño, pero ¿por qué de adulto solo se privilegia
el lenguaje como si las otras opciones solo fueran propias de la infancia y,
si las realizan los adultos, es porque son inmaduros?

Como objetivo general, siempre estuvo el propiciar la prevención de lo que


en la adultez puede terminar en síntomas, en enfermedades psíquicas.
Claro está que, si no se lo desarrolla en el niño, el joven y el adulto siempre
está a tiempo de comenzar y lograr un bienestar, una disminución de la

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tensión anímica, pero el niño es más plástico, pues está en desarrollo y
lógicamente le sirve a su desarrollo y es una gran profilaxis hacia el camino
de la vida del adulto.

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Referencias
Freud, S. (2000). Conferencia 23, Los caminos de la formación del síntoma.
Obras Completas (Vol. XVI) (pp. 326-343). Buenos Aires: Amorrortu.

Rodulfo, R. (2008). Futuro porvenir. Argentina-México: Novedades


educativas.

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