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Teoría atómica

El modelo teórico actual del átomo implica un núcleo denso rodeado por una "nube" probabilista de electrones.

En química y física, la teoría atómica es una teoría científica sobre la naturaleza de la materia que sostiene que
está compuesta de unidades discretas llamadas átomos. Empezó como concepto filosófico en la Antigua Grecia y
logró amplia aceptación científica a principios del siglo XIX cuando los descubrimientos en el campo de la química
demostraron que la materia realmente se comportaba como si estuviese hecha de átomos.
La palabra átomo proviene del adjetivo en griego antiguo átomos, que significa «indivisible». Los químicos del siglo
XIX empezaron a utilizar el término en relación con el número creciente de elementos químicos irreducibles.1 Cerca
del cambio al siguiente siglo, a través de varios experimentos con electromagnetismo y radiactividad, los físicos
descubrieron que los "átomos indivisibles" eran de hecho un conglomerado de varias partículas
subatómicas (principalmente, electrones, protones y neutrones), las que pueden existir separadas unas de otras.
De hecho, en ciertos entornos extremos, como las estrellas de neutrones, la presión y la temperatura extremas
impiden que los átomos puedan existir en absoluto.
Ya que se descubrió que los átomos podían dividirse, los físicos inventaron el término «partículas elementales» para
describir las partes "indivisibles", aunque no indestructibles, de un átomo. El campo de ciencia que estudia las
partículas subatómicas es la física de partículas y es en este campo donde los físicos esperan descubrir la auténtica
naturaleza fundamental de la materia.

Dalton
Cerca del fin del siglo XVIII dos leyes sobre reacciones químicas emergieron sin referirse a la idea de una teoría
atómica. La primera era la Ley de conservación de la masa, formulada por Antoine Lavoisier en 1789, la cual declara
que la masa total permanece constante tras una reacción química (es decir, los reactantes tienen la misma masa
que los productos).3 La segunda era la Ley de las proporciones constantes. Probada originalmente por el
farmacéutico francés Joseph Louis Proust en 1799, esta ley declara que si se descompone un compuesto en sus
elementos constituyentes, entonces las masas de los elementos siempre tendrán las mismas proporciones, sin
importar la cantidad o fuente de la sustancia original.
John Dalton estudió y expandió este trabajo previo y desarrolló la ley de las proporciones múltiples: si dos elementos
pueden combinarse para formar una cantidad de compuestos posibles, entonces las proporciones de las masas del
segundo elemento que se combinan con una masa fija del primer elemento serán proporciones de números enteros
pequeños. Por ejemplo: Proust había estudiado óxidos de estaño y descubrió que sus masas eran 88.1 % estaño y
11.9 % oxígeno o 78.7 % estaño y 21.3 % oxígeno (estos eran óxido de estaño (II) y dióxido de estaño
respectivamente). Dalton notó en estos porcentajes que 100 g de estaño se combinará con 13,5 g o 27 g de oxígeno;
13,5 y 27 forman una proporción de 1:2. Dalton descubrió que una teoría atómica de la materia podría explicar
elegantemente este patrón común en la química. En el caso de los óxidos de estaño de Proust, un átomo de estaño
se combinará con uno o dos átomos de oxígeno.

Descubrimiento de las partículas subatómicas


Hasta 1897, se creía que los átomos eran la división más pequeña de la materia, cuando J. J. Thomson descubrió
el electrón mediante su experimento con el tubo de rayos catódicos.11 El tubo de rayos catódicos que usó
Thomson era un recipiente cerrado de vidrio, en el cual los dos electrodos estaban separados por un vacío.
Cuando se aplica una diferencia de tensión a los electrodos, se generan rayos catódicos, que crean un resplandor
fosforescente cuando chocan con el extremo opuesto del tubo de cristal. Mediante la experimentación, Thomson
descubrió que los rayos se desviaban al aplicar un campo eléctrico (además de desviarse con los campos
magnéticos, cosa que ya se sabía). Afirmó que estos rayos, más que ondas, estaban compuestos por partículas
cargadas negativamente a las que llamó "corpúsculos" (más tarde, otros científicos las rebautizarían
como electrones).

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