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El enigma de Moisés

-El profeta incomparable según la tradición cristiana-

“Y aún hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el
corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. Porque
el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”
San Pablo (2 Corintios)

El Cristianismo desde sus comienzos, ya durante el magisterio terreno de Jesús


y luego a través de los apóstoles y padres de la Iglesia, absorbió la herencia
espiritual hebrea trasponiéndola a un nuevo nivel de sentido.

En la teología de los padres de la Iglesia esa trasposición es llamada


"recapitulación" o “recirculación”. Y mediante esa clave hermenéutica los
contenidos del Antiguo Testamento son interpretados y comprendidos como
"tipos" o "figuras" de Jesús y de las enseñanzas cristianas.

En el caso de Moisés, no sólo la Biblia afirma que es incomparable a cualquier


otro profeta del Antiguo Testamento (“Y nunca más se levantó profeta en Israel
como Moisés” Dt 34:10) sino que la tradición cristiana siempre lo ha vinculado
muy estrechamente a Jesucristo.

Uno de los primeros apologistas cristianos, San Justino Mártir, decía:

“Así pudiera, señores, recorrer todas las otras prescripciones hechas por
Moisés y demostrarles que son tipos, símbolos y anuncios de lo que habría de
suceder a Cristo y a los que preveía que creerían en Él, así como también de lo
que Cristo mismo había de hacer”

Poco tiempo después San Ireneo siguió la misma línea de interpretación:

“Que en efecto los escritos de Moisés son palabras de Cristo”

Pero ante todo, y tal como el mismo San Ireneo lo recuerda a renglón seguido de
la frase anterior, la idea de una prefiguración de Jesús por Moisés está avalada
por el propio Evangelio:

“Si creyereis a Moisés, me creeríais a mí: pues él escribió de mí; pero si no


creéis sus escritos tampoco creeréis mis discursos” (Jn 5:46 )

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Más tarde Orígenes dedicó varias homilías a comentar tanto los grandes tópicos
de la vida de Moisés como muchos de sus detalles, interpretándolos siempre en
clave alegórica a fin de extraer de ellos lo que él llamaba sentidos moral y
místico.

Por su parte San Gregorio de Nisa dejó un trabajo muy claro y sintético sobre el
tema. Sin duda su Vida de Moisés no sólo es un compendio de enseñanzas
espirituales extraídas de la vida del profeta, sino que constituye un ejemplo
admirable de hermenéutica cristiana aplicada al Antiguo Testamento.

Sin duda Moisés es un profeta de inmensa significación espiritual, y su vida


contiene un simbolismo tan rico y complejo que resulta imposible comprenderlo
por entero. Sin embargo, los padres de la Iglesia nos han dejado numerosas y
lúcidas interpretaciones que hacen de Moisés no sólo una figura más
comprensible para los cristianos sino también más cercana y vigente.

Pero, para aprovecharlo, es necesario abrirse al sentido interior de las


Escrituras. Un sentido que muchos han sido y son incapaces de percibir porque
permanecen aferrados a la letra exterior de la misma. A ellos alude la frase de
San Pablo que citamos en nuestro epígrafe. Y no por nada el apóstol contrapone
ahí el "velo del corazón" a la “libertad” del Espíritu. Pues la interpretación
cristiana del Antiguo Testamento no consiste solamente en considerar los
episodios bíblicos (sean históricos, poéticos, legendarios, visionarios, etc.) como
figuras de la enseñanza cristiana, sino también en reconocer su significado
interior y espiritual.

Y según se interprete el texto del Antiguo Testamento con el corazón velado o


con el auxilio del Espíritu de libertad, la diferencia será como la que hay entre la
noche y el día. O mejor dicho, como la que hay entre la muerte y la vida. Pues el
apóstol ha dicho en la misma epístola que “la letra mata pero el espíritu
vivifica”.

Entonces, frente al relato bíblico sobre la vida de Moisés cabe preguntarse más
allá de la letra: ¿quién es ese pueblo al que Dios por medio suyo libera de la
esclavitud y le promete conducirlo a una tierra donde fluye “leche y miel”?

Se dirá que se trata del pueblo de Israel, el pueblo “elegido”. De acuerdo, pero
¿de qué Israel se trata? Ese Israel ¿es una nación? ¿es una raza? ¿es el mismo
pueblo que en el siglo XX fundó el estado de Israel? Y por otra parte, ¿porqué
fue “elegido” ese pueblo? ¿tenía alguna cualidad intrínseca por la cual Dios lo
prefirió a los otros pueblos?

No queremos detenernos en esto, pero lo mencionamos porque es una de las


tantas cuestiones implicadas en la diferencia entre la letra y el espíritu. Pero ya
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que planteamos la pregunta acerca de porqué fue elegido ese pueblo por Dios,
cabe mencionar lo que la propia Escritura dice al respecto:

“No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha
escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino
por cuanto Jehová os amó (Deuteronomio 7: 7-8)

De modo que ser elegido por Dios es ser amado por Él. Y el amor de un Dios
infinito no depende de las cualidades y características de la creatura finita. Se
trata, como ha enseñado siempre la Iglesia, de un don totalmente gratuito. Lo
único que puede hacer la creatura frente a ese Amor es aceptarlo, agradecerlo y
responder con amor. Y ese es, justamente, el núcleo de la enseñanza cristiana:

“Este es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado”


(Jn 15:12)

Visto así, la historia de Moisés y la liberación de Egipto es la historia de la


liberación de la humanidad por el Amor divino. Así lo entiende la tradición
cristiana; y a la luz de la misma el profeta incomparable adquiere un valor
interior cuya vigencia y alcance van más allá de su tiempo y su cultura.

De ahí que Orígenes, en una de sus homilias sobre el libro del Éxodo,
interpelara directamente a sus oyentes haciéndoles ver que la historia de Moisés
estaba dirigida a ellos:

"...Moisés desea sacarte de en medio de las fluctuaciones de los negocios y de


en medio del tumulto de los pueblos. Por eso desea sacarte de Egipto, de las
tinieblas de la ignorancia, para que escuches la Ley de Dios y obtengas la luz
del conocimiento”

Por su parte, San Gregorio de Nisa, comentando las circunstancias adversas que
rodearon al nacimiento Moisés, dice que simbolizan las dificultades que debe
enfrentar el alma humana cuando se inicia en la vida religiosa. Del mismo
modo, a los distintos episodios de la vida del profeta los interpreta como
diversos aspectos de la lucha espiritual del cristiano. En sus palabras:

"Idolatría y verdadera religión, intemperanza y moderación, justicia e


injusticia, y toda otra realidad moral, cada vez en recíproca oposición con su
contrario, representan en nosotros la lucha entre el egipcio y el hebreo"

Así, todos los sucesos de la vida de Moisés adquieren un significado espiritual


capaz de involucrar al hombre de hoy. Por ejemplo, en el episodio en que
Moisés mata al egipcio que maltrataba a su gente, San Gregorio reconoce un
doble simbolismo:

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Por un lado, el egipcio es la cultura y la educación pagana (hoy diríamos
“secularizada y moderna”) la cual Moisés debió "matar" para superar la
enajenación en que se encontraba. Por otro lado, es el símbolo de un enmigo
interior: son las inclinaciones y pasiones que desvían al alma de su verdadero
propósito en la vida.

Y del episodio de la zarza ardiente, crucial en la vida del profeta, el teólogo de


Nisa dice que representa el descubrimiento de la Verdad; es decir de Cristo, la
Luz del mundo prefigurada por el resplandor del fuego de la zarza. Ese
encuentro implica para Moisés una total transformación interior. En palabras
del teólogo:

"Moisés, en la visión divina, llega a saber y reconocer que ninguno de nuestros


conocimientos sensibles, y ninguna de las ideas de nuestra mente, tiene una
existencia real"

De ahí que Moisés, por orden divina, debe descalzarse para acercarse a la zarza.
Pues quitarse el calzado, dice nuestro teólogo, significa abandonar todo lo que
había aprendido acerca de la realidad y de sí mismo.

De hecho en esa experiencia crítica Moisés se encuentra con Dios y con su


propio destino. Hasta entonces había sido doblemente extranjero, ya que había
nacido en tierra ajena -Egipto- y luego había huído hacia Madián para escapar
del Faraón; pero a partir del encuentro con Dios en la zarza se convertirá en el
guía y libertador de su pueblo.

La zarza ardiente, una zarza que permanece incorruptible mientras desde ella
irradia el resplandor del fuego divino, ha sido considerada por la tradición
patrística como una prefiguración de la Virgen María por medio de la cual Cristo
vino al mundo. En ese sentido, el encuentro de Moisés con Dios en la teofanía
de la zarza ardiente representa el encuentro del hombre con Jesucristo.

En términos generales el episodio enseña que por el encuentro con la Verdad,


Jesucristo, que se manifiesta en nuestro mundo por medio de la zarza
incorruptible, la Virgen María, el hombre descubre el sentido de su propio
peregrinaje en la tierra: siendo extranjero se dirige ahora hacia la tierra donde
fluye leche y miel, la patria celestial.

Hasta aquí Moisés aparece como un símbolo del alma que guiada
providencialmente llega a encontrar a Dios. Pero a partir de ese encuentro será
también un arquetipo del sacerdote y guía espiritual. Ya que será el mediador
entre su pueblo y Dios, y su guía hacia la tierra prometida.

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Uno de los símbolos más llamativos asociados a Moisés en su carácter de guía y
liberador del pueblo, es la vara con la cual realiza milagros por indicación de su
Señor.

Para los padres de la Iglesia, de San Justino en adelante, la vara de Moisés es


una prefiguración de la Cruz y de la doctrina cristiana. El significado de esa
vara no puede comprenderse cabalmente sin su relación con la serpiente. Pues
la vara de Moisés no es solamente un símbolo de realeza, mando y poder, como
podría pensarse de cualquier otro cetro, sino que es un símbolo soteriológico.

En el relato bíblico la vara, por el poder de Dios, primero se convierte en


serpiente y más tarde será un talismán que protege al pueblo contra las
serpientes. Hay ahí un par símbólico vara-serpiente que debe interpretarse
como una unidad.

El propio Evangelio propone la analogía entre el talismán de Moisés (la vara con
la serpiente clavada) y Jesús:

“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo


del hombre sea levantado” (Jn 3: 14)

De modo que, ya sea que se interprete con Orígenes que la serpiente representa
al Diablo, o con Nisa que representa al pecado, en ambos casos el par vara-
serpriente alude a Cristo que ha vencido al Diablo y al pecado para liberar a los
hombres de su mortal moderdura.

En definitiva, Moisés es una figura del alma humana, es un tipo del cristiano
perfecto, y es también una prefiguración del Salvador. Y la salida de Egipto
hacia la tierra prometida representa el peregrinaje y la lucha del hombre en su
camino hacia Dios. Camino cuyo objetivo final es aquello que en la tradición
Católica Ortodoxa y las Iglesias de Oriente se denomina theosis (θέωσις):
deificación. Pero no se trata de volverse un dios en el sentido pagano de la
expresión, sino de la realización efectiva en nosotros de la semejanza divina en
la que fuimos originalmente creados.

Por supuesto habría muchas más cosas que decir sobre Moisés, pues el relato de
su vida, como dijimos, está lleno de enseñanzas y alusiones espirituales. Pero de
nuestra parte dejaremos aquí, y al lector interesado en profundizar el tema le
sugerimos que se dirija a los escritos de los padres de la Iglesia.

Lázaro Lameiro
Noviembre de 2018

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Fuentes:

Antiguo Testamento: libros Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, editado


por Sociedades Bíblicas en América Latina.

Nuevo Testamento: Evangelio de San Juan, y las epístolas de San Pablo a los
Hebreos y segunda a los Corintios, ed. Sociedades Bíblicas en América Latina.

Diálogo con Trifón, por San Justino mártir, editado online por el Monasterio
Benedictino Santa María de los Toldos: http://www.abadialostoldos.org

Contra las herejías, por San Ireneo de Lyon, ed. online de la Congregación para
el Clero: http://www.clerus.org/clerus/dati/2004-06/23-15/patconh5.html

Homilías sobre el Éxodo, por Orígnees, editadas online por Congregación para
el Clero: http://www.clerus.org/bibliaclerusonline/es/3f.htm

Vida de Moisés, por San Gregorio de Nisa, ed. Sígueme, España.

Moisés descalzándose frente a la zarza ardiente

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