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“Y aún hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el
corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. Porque
el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”
San Pablo (2 Corintios)
“Así pudiera, señores, recorrer todas las otras prescripciones hechas por
Moisés y demostrarles que son tipos, símbolos y anuncios de lo que habría de
suceder a Cristo y a los que preveía que creerían en Él, así como también de lo
que Cristo mismo había de hacer”
Pero ante todo, y tal como el mismo San Ireneo lo recuerda a renglón seguido de
la frase anterior, la idea de una prefiguración de Jesús por Moisés está avalada
por el propio Evangelio:
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Más tarde Orígenes dedicó varias homilías a comentar tanto los grandes tópicos
de la vida de Moisés como muchos de sus detalles, interpretándolos siempre en
clave alegórica a fin de extraer de ellos lo que él llamaba sentidos moral y
místico.
Por su parte San Gregorio de Nisa dejó un trabajo muy claro y sintético sobre el
tema. Sin duda su Vida de Moisés no sólo es un compendio de enseñanzas
espirituales extraídas de la vida del profeta, sino que constituye un ejemplo
admirable de hermenéutica cristiana aplicada al Antiguo Testamento.
Entonces, frente al relato bíblico sobre la vida de Moisés cabe preguntarse más
allá de la letra: ¿quién es ese pueblo al que Dios por medio suyo libera de la
esclavitud y le promete conducirlo a una tierra donde fluye “leche y miel”?
Se dirá que se trata del pueblo de Israel, el pueblo “elegido”. De acuerdo, pero
¿de qué Israel se trata? Ese Israel ¿es una nación? ¿es una raza? ¿es el mismo
pueblo que en el siglo XX fundó el estado de Israel? Y por otra parte, ¿porqué
fue “elegido” ese pueblo? ¿tenía alguna cualidad intrínseca por la cual Dios lo
prefirió a los otros pueblos?
“No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha
escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino
por cuanto Jehová os amó (Deuteronomio 7: 7-8)
De modo que ser elegido por Dios es ser amado por Él. Y el amor de un Dios
infinito no depende de las cualidades y características de la creatura finita. Se
trata, como ha enseñado siempre la Iglesia, de un don totalmente gratuito. Lo
único que puede hacer la creatura frente a ese Amor es aceptarlo, agradecerlo y
responder con amor. Y ese es, justamente, el núcleo de la enseñanza cristiana:
De ahí que Orígenes, en una de sus homilias sobre el libro del Éxodo,
interpelara directamente a sus oyentes haciéndoles ver que la historia de Moisés
estaba dirigida a ellos:
Por su parte, San Gregorio de Nisa, comentando las circunstancias adversas que
rodearon al nacimiento Moisés, dice que simbolizan las dificultades que debe
enfrentar el alma humana cuando se inicia en la vida religiosa. Del mismo
modo, a los distintos episodios de la vida del profeta los interpreta como
diversos aspectos de la lucha espiritual del cristiano. En sus palabras:
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Por un lado, el egipcio es la cultura y la educación pagana (hoy diríamos
“secularizada y moderna”) la cual Moisés debió "matar" para superar la
enajenación en que se encontraba. Por otro lado, es el símbolo de un enmigo
interior: son las inclinaciones y pasiones que desvían al alma de su verdadero
propósito en la vida.
De ahí que Moisés, por orden divina, debe descalzarse para acercarse a la zarza.
Pues quitarse el calzado, dice nuestro teólogo, significa abandonar todo lo que
había aprendido acerca de la realidad y de sí mismo.
La zarza ardiente, una zarza que permanece incorruptible mientras desde ella
irradia el resplandor del fuego divino, ha sido considerada por la tradición
patrística como una prefiguración de la Virgen María por medio de la cual Cristo
vino al mundo. En ese sentido, el encuentro de Moisés con Dios en la teofanía
de la zarza ardiente representa el encuentro del hombre con Jesucristo.
Hasta aquí Moisés aparece como un símbolo del alma que guiada
providencialmente llega a encontrar a Dios. Pero a partir de ese encuentro será
también un arquetipo del sacerdote y guía espiritual. Ya que será el mediador
entre su pueblo y Dios, y su guía hacia la tierra prometida.
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Uno de los símbolos más llamativos asociados a Moisés en su carácter de guía y
liberador del pueblo, es la vara con la cual realiza milagros por indicación de su
Señor.
El propio Evangelio propone la analogía entre el talismán de Moisés (la vara con
la serpiente clavada) y Jesús:
De modo que, ya sea que se interprete con Orígenes que la serpiente representa
al Diablo, o con Nisa que representa al pecado, en ambos casos el par vara-
serpriente alude a Cristo que ha vencido al Diablo y al pecado para liberar a los
hombres de su mortal moderdura.
En definitiva, Moisés es una figura del alma humana, es un tipo del cristiano
perfecto, y es también una prefiguración del Salvador. Y la salida de Egipto
hacia la tierra prometida representa el peregrinaje y la lucha del hombre en su
camino hacia Dios. Camino cuyo objetivo final es aquello que en la tradición
Católica Ortodoxa y las Iglesias de Oriente se denomina theosis (θέωσις):
deificación. Pero no se trata de volverse un dios en el sentido pagano de la
expresión, sino de la realización efectiva en nosotros de la semejanza divina en
la que fuimos originalmente creados.
Por supuesto habría muchas más cosas que decir sobre Moisés, pues el relato de
su vida, como dijimos, está lleno de enseñanzas y alusiones espirituales. Pero de
nuestra parte dejaremos aquí, y al lector interesado en profundizar el tema le
sugerimos que se dirija a los escritos de los padres de la Iglesia.
Lázaro Lameiro
Noviembre de 2018
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Fuentes:
Nuevo Testamento: Evangelio de San Juan, y las epístolas de San Pablo a los
Hebreos y segunda a los Corintios, ed. Sociedades Bíblicas en América Latina.
Diálogo con Trifón, por San Justino mártir, editado online por el Monasterio
Benedictino Santa María de los Toldos: http://www.abadialostoldos.org
Contra las herejías, por San Ireneo de Lyon, ed. online de la Congregación para
el Clero: http://www.clerus.org/clerus/dati/2004-06/23-15/patconh5.html
Homilías sobre el Éxodo, por Orígnees, editadas online por Congregación para
el Clero: http://www.clerus.org/bibliaclerusonline/es/3f.htm