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Ingeniería Bioquímica
Grupo A
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Existen varios modelos que explican el funcionamiento de una enzima
como catalizador, siendo uno de los más aceptados el desarrollado por Michaelis
y Menten en 1913 (figura 2). Este modelo considera que cuando el reactivo o
sustrato (S) está en contacto con la enzima (E), rápidamente se combinan para
formar un complejo enzima-sustrato (ES). Posteriormente, de este complejo se
liberan tanto el producto como la enzima, dejándola disponible para combinarse
con una nueva molécula de sustrato (Badui, 2006).
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primer orden 1 k1 (figura 3). Para medir k1 correctamente, se debe usar la relación
k2[E2] = 100 k1[E1] (Fennema, 1996).
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La tasa o velocidad de una reacción bioquímica se define como el cambio
de la concentración de un reactante o producto por unidad de tiempo. La velocidad
inicial Vo de la reacción A ~ P, donde A y P son moléculas de sustrato y de
producto (figura 5), respectivamente, es (McKee, 2014).
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Efecto del pH
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Figura 7: pH óptimo para la actividad de varias enzimas (Fennema, 1996).
Efecto de la temperatura
Como sucede con cualquier otra reacción química, la velocidad de las
reacciones enzimáticas se incrementa con la temperatura, al aumentar la energía
cinética de las moléculas, pero sólo en el intervalo en que la enzima es estable y
retiene su capacidad catalítica (figura 8); en casos extremos, cuando el incremento
es muy grande, se favorece la desnaturalización y consecuentemente la proteína
pierde su capacidad catalítica. Existen varios factores que, además de la
estabilidad conformacional, también afectan la actividad enzimática al aumentar la
temperatura, y son: la solubilidad de gases (oxígeno), el pH de la solución
amortiguadora, la afinidad de la enzima por el sustrato, por activadores o
inhibidores; así como la presencia de reacciones de competencia. Por esta razón,
cada enzima tiene un intervalo óptimo de temperatura en el cual se logra la mayor
actividad, para la mayoría está entre 30 y 45ºC, y se inactiva a más de 60ºC, a
esta temperatura la energía introducida en el sistema sobrepasa la energía de las
fuerzas que mantienen la estructura activa de la enzima (Badui, 2006).
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Figura 8: Efecto del pH en la actividad enzimática (Badui,
2006).
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Algunas enzimas requieren de otros cofactores para poder presentar la
actividad catalítica. En la figura 9 se presentan algunos ejemplos de enzimas y
sus correspondientes cofactores. Se trata por lo general de enzimas clave en el
metabolismo debido a su importancia en reacciones de síntesis y de óxido-
reducción. La necesidad de producir y regenerar los cofactores ha sido una
limitante en la aplicación industrial de este tipo de enzimas (Badui, 2006).
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Otro ejemplo importante es la determinación de la actividad de la fosfatasa
alcalina endógena de la leche como indicador de la eficiencia del proceso de
pasteurización. La prueba es muy sencilla, ya que su presencia se mide
colorimétricamente utilizando fenilfosfato como sustrato y midiendo la absorbancia
del fenol que se libera. En la figura 10 se resumen otras aplicaciones propuestas
de enzimas como indicadores de la calidad de alimentos (Badui, 2006).
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y de pH y no requieren de condiciones de procesamiento drásticas que puedan
alterar la naturaleza del alimento, ni de equipo muy costoso; c) actúan en muy
bajas concentraciones, entre 108 y 106 M; d) su velocidad puede ser controlada al
ajustar el pH, la temperatura y la concentración de enzima, y e) son fácilmente
inactivadas una vez alcanzado el grado de transformación deseado. En algunos
casos es deseable operar a las enzimas en ambientes extremos, como en el caso
de la hidrólisis del almidón, que se gelatiniza a 110-120°C o en síntesis orgánica
en presencia de solventes y en ambientes de baja disponibilidad de agua.
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En la figura 12 se enlistan los microorganismos más importantes en la
producción de enzimas, entre los cuales destacan Aspergillus niger, A. oryzae y
Bacillus subtilis, con los cuales se obtiene un alto rendimiento en la producción;
sus productos son inocuos ya que no sintetizan paralelamente agentes tóxicos o
antibióticos que a veces se encuentran asociados a cultivos microbianos. Cabe
destacar que algunos países, como Estados Unidos, Francia y Canadá,
consideran que A. niger y B. subtilis son microorganismos con una alta seguridad
para la producción de enzimas.
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Referencias
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