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ENFOQUE DE APLICACIÓN AL PROBLEMA 2

GRUPO 403009_109

PRESENTADO POR
VIVIANA ANDREA ARBOLEDA
CÓDIGO 1053788910

PRESENTADO A:
CÉSAR AUGUSTO MOJICA
TUTOR

UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA UNAD


ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES, ARTES Y HUAMNIDADES
ECSAH
PSICOPATOLOGÍA DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA_403009
LA DORADA, CALDAS, AGOSTO DE 2017
Enfoque de la aplicación al problema 2

Comprender y describir los principales tipos de trastornos que se generan en los


ambientes de violencia y conflicto

La exposición a entornos de violencia, conflicto y maltrato está estrechamente


relacionada con la aparición alteraciones neurobiológicas, emocionales, cognitivas y
comportamentales en niños y adolescentes (Cerezo, 1995; Beers & De Bellis, 2002;
Morales, Rozas, Pancetti & Kirkwood, 2003; De Bellis, 2005; Watts, Fortson, Gibler,
Hooper & De Bellis, 2006; Daniels, Frewen, McKinnon y Lanius, 2011 citados por citados
por Seijas, 2012; Hart & Rubia, 2012; Campbell, Kanai, Bahrami, Bach, Dolan, Roepstorff
& Frith, 2012; Wang, Neylan, Mueller, Lenoci, Diana & Truran, 2010 citados por Seijas,
2012; Dannlowski, Stuhrmann, Beutelmann, Zwanzger, Lenzen, Grotegerd, Domschke,
Hohoff, Ohrmann, Bauer, Lindner, Postert, Konrad, Arolt, Heindel, Suslow & Kugel, 2012;
Zárate, Triana, Bolaños & León, 2014; Jedd, Hunt, Cicchetti, Hunt, Cowell, Rogosch, Toth,
& Thomas, 2015). Por lo tanto, para comprender el desarrollo de la psicopatología en estas
etapas del ciclo vital del ser humano, no solamente es necesario abordar las variables
biopsicológicas del individuo, sino además realizar un cuidadoso análisis de su entorno
sociocultural.

La violencia, como importante factor de riesgo ambiental para la psicopatología


evolutiva, implica el uso intencionado del poder o de la fuerza en forma de amenaza a
accionada contra la voluntad propia o de otros individuos, logrando causar daño, lesiones,
muerte, afectación psicológica, privaciones o alteraciones del desarrollo (Organización
Mundial de la Salud citada por Médicos sin Fronteras, 2013). En Colombia, los ambientes
de violencia constituyen la principal amenaza para la salud mental de niños y adolescentes,
teniendo en cuenta sus diferentes subtipos, como la violencia doméstica, la violencia
sexual, la violencia física, la exposición a escenarios de combate en medio del conflicto
armado, la retención, el secuestro, el reclutamiento, la trata de personas, la amenaza, la
tortura, la desaparición forzosa y el asesinato de familiares, así como el desplazamiento
forzado (Médicos sin Fronteras, 2013).
Con base en lo anterior, a continuación se describen los principales tipos de trastornos y
diagnósticos resultantes de la exposición a los ambientes de violencia y conflicto en
Colombia (Médicos sin Fronteras, 2010; 2013), basados en la revisión del Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en sus ediciones IV y V (DSM IV y
DSM V) (Asociación Americana de Psiquiatría, 1995; 2014), así como en la Guía de
Bolsillo de la Clasificación CIE-10 (Organización Mundial de la Salud, 1994).

Trastornos de ansiedad: son aquellos que comparten características de miedo y


ansiedad excesivos, así como alteraciones de la conducta. En este tipo de trastornos, la
repuesta emocional a una amenaza real o imaginaria (miedo) se solapa con la respuesta
anticipada a una amenaza futura (ansiedad). De igual modo, estos trastornos incluyen la
presencia de pensamientos recurrentes de peligro inminente, activación automática de las
respuestas de lucha o huida, tensión muscular, estado de alerta respecto a un peligro futuro,
al igual que una conducta cautelosa y evitativa que en algunos casos puede ser generalizada
(Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).

Trastorno depresivo mayor, episodio único: alteración que se identifica por la


presencia de una desregulación disruptiva del estado de ánimo o el humor (Asociación
Americana de Psiquiatría, 2014). El trastorno depresivo mayor se caracteriza por un curso
clínico de uno o más episodios depresivos mayores. Sin embargo, en el episodio único el
sujeto experimenta un único episodio depresivo mayor, lo cual no se explica por la
presencia de un trastorno esquizoafectivo, uno esquizofreniforme, uno delirante o uno
psicótico no especificado, ni tampoco incluye la presencia de un episodio maníaco, uno
mixto o uno hipomaníaco (Asociación Americana de Psiquiatría, 1995).

Trastorno por estrés postraumático (TEPT): alteración que se caracteriza


principalmente por la aparición de síntomas característicos que siguen a la exposición a un
suceso estresante y extremadamente traumático, en el cual el sujeto se ve involucrado en
acontecimientos que constituyen un peligro real para su vida e integridad física o algún tipo
de amenaza. El TEPT también resulta de la presencia de un suceso extremadamente
traumático donde las víctimas de muerte, herida o amenaza son otras personas (Asociación
Americana de Psiquiatría, 1995).
Trastornos de adaptación: alteraciones que incluyen el desarrollo de síntomas
emocionales o conductuales en respuesta a un factor o varios factores estresantes e
identificables que se producen en los siguientes tres meses siguientes al inicio del factor
generador de estrés, produciendo un malestar intenso y desproporcionado según la
gravedad o intensidad del factor generador de estrés, y ocasionando un deterioro
significativo en las actividades sociales, académicas y/o laborales u otras que requieran un
funcionamiento típico del sujeto (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).

Problemas de relación y problemas asociados con el abuso o la negligencia: los


problemas de relación se caracterizan por la presencia de dificultades para establecer una
adecuada interacción social con otros sujetos en entornos familiares o extraños,
manifestándose por un recelo hacia la aprehensión social en situaciones potencialmente
amenazantes (Organización Mundial de la Salud, 1994). Entretanto, los problemas
relacionados con el abuso o la negligencia se caracterizan por la presencia de maltrato
grave mediante el abuso físico, sexual o el abandono (Organización Mundial de la Salud
citada por Médicos sin Fronteras, 2010).

Duelo: proceso que sigue al fenecimiento de un pariente, cuidador u otra persona


cercana y que se caracteriza por una serie de síntomas como tristeza, recuerdos persistentes
del ser querido, irritabilidad, llanto, alteraciones del sueño y dificultades en la
concentración; en algunas ocasiones, el duelo puede ser un factor de riesgo para la
presencia de un trastorno depresivo mayor (Organización Mundial de la Salud citada por
Médicos sin Fronteras, 2010).

Trastornos del estado de ánimo: estos trastornos se caracterizan principalmente por la


alteración del humor e incluyen los trastornos depresivos o unipolares – como es el caso del
trastorno depresivo mayor, el trastorno distímico y el trastorno depresivo no especificado–,
los trastornos bipolares –como son el trastorno bipolar I, el trastorno bipolar II, el trastorno
ciclotímico y el trastorno bipolar no especificado–, así como y los trastornos basados en la
etiología o causa –es decir el trastorno del estado de ánimo debido a enfermedad médica y
el trastorno del estado de ánimo inducido por sustancias– (Asociación Americana de
Psiquiatría, 1995).
Cuadros psicosomáticos y comportamentales: este diagnóstico incluye un conjunto de
síntomas somáticos asociados con un malestar y deterioro significativos, pero que no
obedecen a una causa orgánica específica, como un daño estructural, pero que sí alteran el
comportamiento. Por lo tanto, el diagnóstico se basa en la presencia de los síntomas
angustiantes así como en los pensamientos, los sentimientos y las conductas anormales en
respuesta a los síntomas experimentados por el sujeto, más que en la ausencia de la
explicación médica para dichos signos (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).

Tendencias en los tipos de trastornos encontrados en los materiales del problema

Los distintos tipos de exposición a entornos de violencia generan tendencias


comportamentales específicas en los niños y adolescentes. A continuación se presentan las
más destacadas en Colombia, con base en informes periodísticos que permiten observar y
comprender desde una amplia perspectiva la realidad nacional, así como en la revisión del
DSM V (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014)

Ideación suicida e intento suicida: en el trastorno depresivo mayor son frecuentes los
pensamientos de muerte, la ideación suicida o los intentos de suicidio, los cuales
permanecen todo el tiempo que dura el episodio de depresión. En el caso del TEPT, los
eventos traumáticos como el abuso infantil aumentan el riesgo de suicidio. De igual modo,
el TEPT se relaciona con la ejecución de un plan de suicidio y con el intento de suicidarse.
En los trastornos de ansiedad, el trastorno de pánico también está relacionado con el intento
de suicidio y la ideación suicida, los cuales conllevan mayor riesgo si existen antecedentes
de maltrato infantil (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).

Problemas del desarrollo cognitivo: en los niños que han sido víctimas del conflicto
armado en Colombia se han reportado casos de problemas de concentración, memoria y
aprendizaje, alteraciones en el ciclo sueño-vigilia, así como dificultades en el lenguaje y la
comunicación (Redacción Especiales). Según César Junca, psicólogo experto en niñez y
conflicto armado (citado por Revista Semana, 2014), los únicos niños afectados por la
violencia no son aquellos que están directamente involucrados en los sucesos y escenarios
de guerra, sino también aquellos que están observando el entorno y viendo cómo otros
niños sufren. Por lo tanto, el procesamiento de la información tanto en las víctimas directas
como en los niños observadores resulta en la construcción de esquemas mentales
dominados por el miedo, la angustia y la desesperación, cobrando un importante deterioro
del desarrollo cognitivo normal.

Problemas del desarrollo emocional: los niños que han sido sometidos a estrés crónico
debido al maltrato en la infancia presentan mayores comportamientos agresivos que los
niños que no han sido sometidos a ningún tipo de abuso (Watts et al., 2006; Zárate et al.,
2014). En Colombia, la tendencia demuestra que los trastornos mentales como resultado de
la exposición a entornos de violencia incluyen episodios de pánico repentino, así como
agresividad e hiperactividad en los niños, y esto no es todo, teniendo en cuenta que en el
país más de 2 millones de niños han sido víctimas de masacres, secuestros, asesinatos,
desplazamiento, desapariciones forzadas y otros tipos de atrocidades, lo cual ha obligado a
los menores a crecer a pesar de los dolorosos recuerdos con lo que Guarnizo (citada por
Redacción Especiales) denomina una niñez fracturada.

Plantear un análisis de las tendencias encontradas sustentando el análisis con


argumentos sólidos

Las tendencias encontradas en los tipos de trastorno que se presentan en niños y


adolescentes que han sido sometidos a entornos de violencia permiten considerar que las
variables que interactúan en el desarrollo de la psicopatología evolutiva en situaciones
como el maltrato infantil y el conflicto armado son múltiples y heterogéneas. Por lo tanto,
deben ser abordadas desde una perspectiva lo suficientemente integral como para llevar a
cabo una intervención exitosa de los menores afectados por la problemática.

En primer lugar, es importante tener en cuenta las variables biológicas. Si bien es cierto
que lo que se pretende enfatizar es el efecto de las condiciones ambientales rodeadas de
violencia que afectan a los niños y los adolescentes, también es vital reconocer el efecto
que estos escenarios y experiencias tienen sobre el desarrollo cerebral. Por ejemplo, un
grupo bastante vulnerable en este sentido son los niños de 0 a 5 años, quienes al ser
víctimas de maltrato experimentan alteraciones en los procesos de plasticidad sináptica y
neurogénesis, teniendo como resultado efectos adversos en el tamaño y el funcionamiento
de estructuras cerebrales implicadas en la respuesta emocional como la amígdala y la
corteza orbitofrontal (COF), así como en los distintos procesos cognitivos básicos y
superiores y en las funciones ejecutivas (Zárate et al., 2014). De otro lado, cabe señalar que
en esta etapa del ciclo vital tienen lugar importantes procesos, teniendo en cuenta los
períodos críticos del neurodesarrollo, lo cual resulta en alterar el comportamiento del
individuo.

En segundo lugar, y teniendo en cuenta lo anteriormente mencionado, es necesario


analizarlas variables psicológicas, en este caso, desde la psicología cognitiva, la cual
permite abordar el comportamiento típico y el comportamiento patológico desde el
paradigma del procesamiento de la información (Bustos & Romero, 2016). Por lo tanto,
para realizar intervenciones exitosas, la psicología en Colombia debe trabajar de manera
unida con la neurociencia cognitiva para desarrollar proyectos de investigación
interdisciplinares que permitan caracterizar a la población infantil y juvenil que ha sido
víctima del flagelo de la guerra así como de otros tipos de violencia, como es el caso de la
de tipo doméstico, logrando obtener los perfiles neuropsicológico, neurofisiológico y
conductual de distintas muestras. Esto a su vez, requerirá la aplicación de distintas técnicas
que van desde pruebas psicológicas hasta la exploración de la actividad cerebral por medio
de estudios neurofisiológicos y de neuroimagen (Ardila & Ostrosky, 2012).

En tercer lugar, es sumamente importante tener en cuenta que la intervención exitosa de


los trastornos mentales y la psicopatología que subyace a los escenarios de violencia debe ir
acompañada de un ambiente propiciador de estímulos externos carentes de agresión, donde
los niños y adolescentes tengan la oportunidad de conseguir una restructuración cognitiva
basada en una realidad nueva y pacífica. Tal como lo explica Rosales (citada por Médicos
sin Fronteras, 2007), un factor importante para fomentar la adaptación de los menores que
han sido víctimas del conflicto armado y se han visto obligados a abandonar sus hogares, es
fortalecer sus habilidades comunicativas y psicomotrices, permitiéndoles mejorar su
desempeño escolar y social, así como expresar por medio de dibujos lo que no son capaces
de decir a través del lenguaje verbal, y también, abogando por la memoria de aquellos seres
queridos que han perdido en la guerra (Bello, 2014).

Con base en lo anterior, es importante adoptar una perspectiva integral de los tipos de
trastornos encontrados en torno a los escenarios de violencia y conflicto, así como de sus
tendencias, logrando generar estrategias de intervención alejadas del reduccionismo y
analizadas bajo una mirada holística del problema, reconociendo las necesidades de los
niños y adolescentes afectados y procurando su bienestar biopsicosocial en un entorno
generador de paz.

Establecer una conclusión sobre estas tendencias

El presente análisis permite identificar que las situaciones de violencia y conflicto que
influyen de mayor manera sobre la psicopatología de la infancia y la adolescencia en
Colombia son aquellas relacionadas con la agresión en el hogar (violencia doméstica) y con
el conflicto armado. A su vez, los trastornos mentales subyacentes a este tipo de entornos y
escenarios tienen un profundo efecto en el comportamiento de los niños y adolescentes
afectados. En este sentido, es posible reconocer los alcances de los distintos tipos de
violencia, teniendo en cuenta que la más visible es la de tipo directo, aunque la violencia
indirecta y la violencia cultural, que son menos visibles, también afectan el bienestar
psicosocial de los niños y adolescentes colombianos (Médicos sin Fronteras, 2010).

A partir del análisis de esta problemática, es importante reconocer que la intervención en


escenarios de violencia y conflicto no debe enfocarse en el abordaje desde el modelo
médico tradicional, sino principalmente en los aspectos psicosociales, teniendo presente
que muchas de las víctimas no padecen de una patología psicológica de base, sino que su
comportamiento anormal y sus distorsiones en los esquemas mentales cognitivos obedece a
las experiencias traumáticas como resultado del conflicto armado que han vivido.

Revisar de acuerdo con los criterios del DSM V y las teorías principales de la
psicopatología revisadas en el curso

La revisión de la literatura facilita el reconocimiento de los distintos trastornos


relacionados con los escenarios de violencia y conflicto y cómo estos afectan el curso
normal del desarrollo ontogenético en niños y adolescentes. Por lo tanto, la diversidad de
patologías requiere de un análisis exhaustivo de cada alteración, teniendo en cuenta sus
variantes y sus efectos en el sujeto. Debido a ello, en este sentido es importante abordar y
puntualizar en uno de los trastornos que más se relacionan con los entornos de agresión y
violencia, el TEPT (Daniels et al., 2011, citados por citados por Seijas; 2012; Mueller et
al., 2010 citados por Seijas, 2012), así como en una de las teorías que más destaca la
influencia del ambiente en los individuos, la teoría ecológica de Urie Bronfenbrenner.

Teniendo en cuenta el caso específico de Colombia respecto al conflicto armado según


Médicos sin Fronteras (2010; 2013), se ha considerado importante hacer énfasis en el
TEPT, incluyendo los criterios diagnósticos en niños menores de 6 años, los factores de
riesgo y pronóstico (pretraumáticos, peritraumáticos y postrumáticos), así como los
aspectos diagnósticos relacionados con el género y sus consecuencias funcionales. Lo
anterior se realiza tomando como base la consulta del DSM V (Asociación Americana de
Psiquiatría, 2014).

TEPT en niños y adolescentes

Criterios diagnósticos en niños menores de 6 años.

Exposición a muerte, lesión grave o violencia sexual de manera real o mediante amenaza
a través de la experiencia directa de un suceso traumático y/o por medio de la presencia
directa del suceso en otros sujetos, especialmente en los cuidadores primarios (Asociación
Americana de Psiquiatría, 2014).

Presencia de uno o más de síntomas involuntarios e intrusivos que prosiguen al suceso


traumático y que se relacionan con este, tales como recuerdos y sueños angustiosos y
recurrentes, reacciones disociativas, malestar psicológico intenso o prolongado al
exponerse a factores internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del
sucesos traumático, y reacciones fisiológicas importantes a los recordatorios de éste
(Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).

Evitación persistente de los estímulos relacionados con el suceso traumático, así como
alteración cognitiva y del estado de ánimo asociada al suceso y que tiene lugar poco
después de éste (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).

Alteración importante del estado de alerta relacionado con el suceso traumático que
comienza y empeora después de este, manifestado por la presencia de comportamiento
irritable y arrebatos de furia, hipervigilancia, respuesta de sobresalto exagerada,
dificultades de concentración y/o alteración del sueño (Asociación Americana de
Psiquiatría, 2014).

La alteración genera un malestar clínicamente significativo o problemas en la relación


con los pares, padres u otros cuidadores, o en el comportamiento en la entorno escolar
(Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).

La alteración no puede ser atribuida a los efectos fisiológicos de una sustancia o a una
afección médica (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).

Factores de riesgo y pronóstico.

Pretraumáticos.

Temperamentales. Incluyen alteraciones emocionales de la infancia en torno a los de 6


años de edad, como problemas de ansiedad o de externalización, trastornos mentales
previos como el trastorno de pánico, el trastorno depresivo, el TEPT o el trastorno
obsesivo-compulsivo (TOC) (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).

Ambientales. Incluyen el bajo nivel socioeconómico, la educación escasa, la exposición


a un trauma previo, la adversidad en la niñez, las características culturales como estrategias
de afrontamiento fatalistas o de autoculpa, la deficiencia de inteligencia, la condición
minoritaria de tipo étnico o racial, así como una historia psiquiátrica en la familia
(Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).

Genéticos y fisiológicos. Ser de género femenino y de edad más joven en el momento


de la exposición al evento generador del trauma (Asociación Americana de Psiquiatría,
2014).

Peritraumáticos.

Ambientales. Corresponden a la gravedad del trauma. Cuanto mayor es la magnitud de


este, aumenta la probabilidad de TEPT. De igual modo, desempeñan un papel importante el
peligro vital percibido, las lesiones personales y la violencia interpersonal (Asociación
Americana de Psiquiatría, 2014).
Postraumáticos.

Temperamentales. Corresponden a las evaluaciones negativas, las estrategias de


afrontamiento inadecuadas y el desarrollo de un trastorno de estrés agudo (Asociación
Americana de Psiquiatría, 2014).

Ambientales. Incluyen la posterior exposición a recuerdos molestos repetitivos, así


como a acontecimientos adversos posteriores. El apoyo social que incluye la estabilidad
familiar en el caso de los niños constituye un factor protector que modera el resultado
postraumático (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).

Aspectos diagnósticos relacionados con el género.

El TEPT es más frecuente en las mujeres que en los hombres. Entretanto, en las mujeres
se presenta una mayor duración del TEPT en comparación con los hombres. Se considera
que el riesgo mayor en mujeres obedece en parte a que en ellas existe una mayor
probabilidad de exposición a eventos traumáticos, tales como la violación y otras formas de
violencia interpersonal (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).

Consecuencias funcionales.

El TEPT se relaciona con elevados niveles de discapacidad social, ocupacional y física.


A su vez, este deterioro se exhibe a través de los dominios sociales, interpersonales, del
desarrollo, educacionales, de salud física y ocupacional (Asociación Americana de
Psiquiatría, 2014).

Abordaje de la problemática desde la teoría ecológica de Urie Bronfenbrenner

El contexto social es un factor determinante en el desarrollo del niño y el adolescente,


así como en la presencia de la psicopatología. Los ambientes de violencia y conflicto, como
es el caso de Colombia en el contexto de la violencia doméstica y el conflicto armado,
representan una amenaza para el bienestar psicológico de los niños y los adolescentes
teniendo en cuenta los sucesos históricos que amenazan el macrosistema a partir de la teoría
ecológica de Bronfenbrenner (citado por Lucio& Heredia, 2014).
En la teoría de los sistemas, el macrosistema corresponde a los valores culturales,
representaciones sociales, acontecimientos históricos y sistemas de creencia de una
sociedad, como es el caso de la sociedad colombiana. Debido a los escenarios y sucesos de
violencia y conflicto, la guerra consigue ejercer una influencia poderosamente negativa
sobre las personas del macrosistema, afectando el desarrollo normal de los sistemas
inferiores (microsistema, mesosistema, exosistema) (Lucio& Heredia, 2014). Entre estos,
uno de los más afectados por el conflicto armado es el microsistema familiar, el cual se
desintegra debido a la desaparición forzosa, el reclutamiento, el secuestro y el asesinato de
uno de los integrantes del sistema familiar nuclear, como es el caso de los padres.

Teniendo en cuenta lo anterior, los escenarios de violencia y conflicto constituyen un


factor ambiental de riesgo importante para el desarrollo de la psicopatología en la infancia y
la adolescencia, reconociendo la importancia del medio en el procesamiento de la
información, en el aprendizaje y, por supuesto, en el comportamiento de los menores. Por
lo tanto, es fundamental reconocer que los traumas debido a la violencia afectan el
bienestar psicosocial del niño y el adolescente de manera significativa, alterando su
desarrollo típico en cuestiones como la interacción social entre pares y el apego padre e hijo
(Lucio& Heredia, 2014).

Sustentar lo encontrado detallando los elementos que corroboran la evaluación de la


situación

A continuación se sustentan tres casos con aproximación al diagnóstico y a la


intervención a partir del análisis de los criterios diagnósticos del DSM V para TEPT
(Asociación Americana de Psiquiatría, 2014) siguiendo la problemática de los ambientes de
violencia sexual (caso 1) y conflicto armado (caso 2) en Colombia. Debido a que la
intervención psicológica desempeña un importante rol en el abordaje de la problemática,
también se hace referencia al trabajo con las comunidades afectadas por las décadas de
guerra (caso 3).

Caso 1. Niña de 9 años abusada por su padre

Se aborda el caso de una niña de una niña de 9 años abusada por su padre, quien intentó
envenenarlos a ella y a sus dos hermanos y posteriormente se suicidó. Tanto ella como su
familia nuclear eran víctimas constantes de violencia por parte del progenitor. La menor, al
igual que sus dos hermanos han presentado muchas resistencias y hermetismos respecto a la
intervención, en especial en lo relacionado con el proceso adaptativo, por lo que su
terapeuta trata de brindarle a ella y a los otros dos menores oportunidades para adaptarse a
la nueva realidad. En cuanto a las dificultades neurológicas, todavía no han sido exploradas.
De igual modo, la terapeuta espera poder hacer un trabajo eficaz con el sistema familiar con
el apoyo de la madre (Rosales, citada por Médicos sin Fronteras, 2007).

Según la información breve del caso, se observa una previa intervención psicológica.
Sin embargo, existen el de riesgo de TEPT debido al cumplimiento de tres criterios según el
DSMV (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014). Los demás criterios deben ser
revisados con el informe completo de la paciente, así como por medio de una entrevista con
la madre y la aplicación de pruebas proyectivas en la paciente para la obtención de
indicadores emocionales (por ejemplo, el test de la figura humana de Machover) debido a
su hermetismo y sus dificultades adaptativas (Rosales, citada por Médicos sin Fronteras,
2007).

Criterio A. Exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real o


amenaza en las forma de experiencia directa del suceso traumático (Asociación Americana
de Psiquiatría, 2014). En este caso particular, los sucesos traumáticos experimentados de
manera directa corresponden a violencia doméstica, abuso sexual e intento de asesinato por
parte de su padre.

Criterio G. La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo


social u otras áreas importantes del funcionamiento (Asociación Americana de Psiquiatría,
2014). El hermetismo y las dificultades adaptativas dificultan el buen desempeño de la
menor en lo social.

Criterio H. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia,


como medicamentos o consumo de alcohol, o a otra afección médica (Asociación
Americana de Psiquiatría, 2014). En el caso de la menor no se reportan efectos fisiológicos
de sustancias, tales como fármacos o bebidas alcohólicas.
Según lo anterior, se sugiere, además de la prueba proyectiva, aplicar las siguientes dos
pruebas:

Maltreatment Classification Scheme. Escala de clasificación multidimensional en la que


se contemplan factores como el tipo, la gravedad, la frecuencia, el periodo evolutivo, la
separación de los cuidadores y la naturaleza de la relación del niño con el maltratador. Este
instrumento brinda una puntuación de gravedad para cada tipo maltrato y una puntuación
de gravedad global, la cual corresponde al resultado de la suma de la gravedad de cada
dimensión; de igual modo, con esta escala se describen ocho tipos de maltrato: abuso físico,
abuso sexual, fracaso para satisfacer las necesidades básicas, falta de supervisión maltrato
emocional, maltrato moral y/o legal, maltrato educativo y abuso de sustancia del cuidador
(Barnett & Cols, 1993 citados por Antequera, 2006).

Trauma Symptom Checklist-Alternative Version. Instrumento diseñado para la


valoración de estrés postraumático y su sintomatología en niños y adolescentes de edades
entre los 8 y los 16 años. Este instrumento consta de dos escalas de validez, cinco escalas
clínicas (ansiedad, depresión, agresividad, estrés postraumático y disociación), en el que en
cada ítem se contesta en función de una escala tipo likert de 0 (nunca) a 3 (casi todo el
tiempo), y que posee adecuados índices de consistencia interna, fiabilidad y validez
concurrente (Briere, 1996 citados por Antequera, 2006).

En cuanto a las dificultades neurológicas, se sugiera abordar el caso de manera


interdisciplinar, donde la menor pueda ser valorada por neurología y neuropsicología,
siendo sometida a estudios de neuroimagen por resonancia magnética nuclear (RM) y
resonancia magnética funcional (IRMf) que permitan establecer el perfil neurológico en
cuanto a estructura y función, teniendo en cuenta la literatura y la evidencia científica que
hace referencia a las alteraciones neurológicas, emocionales, cognitivas y conductuales en
niños maltratados (Cerezo, 1995; Beers & De Bellis, 2002; Morales et al., 2003; De Bellis,
2005; Watts et al., 2006; Daniels et al., 2011 citados por citados por Seijas, 2012; Hart &
Rubia, 2012; Campbell et al., 2012; Wang et al., 2010 citados por Seijas, 2012;
Dannlowski et al., 2012; Zárate et al., 2014; Jedd et al., 2015).
Caso 2. Adolescente de 14 años desplazado en Florencia

Se reporta el caso de un adolescente que presenció el momento en que unos hombres


armados, que asaltaron un bus en que él viajaba con su hermana menor y con su madre,
hirieron a la menor en la cabeza durante una balacera. Aunque la menor sobrevivió, lo peor
llegó meses después. Mientras él estaba con su hermana en la escuela, unos hombres,
nuevamente armados, llegaron a la finca donde se encontraba su madre. Al llegar a la casa,
encontraron a su hermanito menor llorando y asustado, pero él no pronunciaba palabra
alguna. Tras preguntarle qué sucedía y no obtener respuesta, el adolescente comenzó a
buscar a su madre por toda la casa, hasta que la encontró. Fue allí cuando él entró en
desesperación, pues su madre no respondía mientras él gritaba para que despertara. Sin
embargo, los vecinos le informaron que habían escuchado los tiros, y que,
lamentablemente, su madre estaba muerta (Médicos Sin Fronteras, 2010).

Luego de la muerte de su madre, unos hombres de autoridad lo sacaron a él y a sus


hermanos de la finca y los dejaron irse a casa de unos familiares. Sin embargo, el
adolescente expresa sentir una enorme tristeza, pues ya no tiene mamá y solamente lo
invaden los recuerdos de cuando él y su madre viajaban a Florencia para vender diferentes
productos de la finca, así como las memorias de su perro, su compañero de juego, que se
quedó en la finca. En cuanto a su padre, él relata que ya no está con ellos, pues le han dicho
que está muy lejos y demora mucho para llegar. Finalmente, el adolescente manifiesta que
él y su hermana menor ya no pueden ir a la escuela (Médicos Sin Fronteras, 2010).

Aunque la información del caso es escasa para proponer una impresión diagnóstica,
existe un riesgo para TEPT debido al cumplimiento de tres criterios según el DSMV
(Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).

Criterio A. Exposición a la muerte o lesión grave, ya sea real o amenaza en las formas
de, primero, experiencia directa de un suceso ocurrido a otros segundo; segundo,
conocimiento de que otro suceso traumático ha ocurrido a un familiar próximo (Asociación
Americana de Psiquiatría, 2014). Estos sucesos traumáticos corresponden a la exposición
directa al momento en que su hermana menor fue herida en la cabeza durante una balacera
y al conocimiento de la muerte de su madre de manera violenta.
Criterio B. Presencia de un síntoma de intrusión siguiente y asociado al suceso
traumático, que comienza después de éste, como es el caso de recuerdos recurrentes,
involuntarios e intrusivos del suceso traumático (Asociación Americana de Psiquiatría,
2014). Los recuerdos del adolescente se presentan de manera involuntaria, relacionándose
con su madre y con otros aspectos de su antiguo entorno, como su perro, los cuales fueron
arrebatados debido al suceso traumático.

Criterio H. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia,


como medicamentos o consumo de alcohol, o a otra afección médica (Asociación
Americana de Psiquiatría, 2014). En el caso del adolescente no se reportan efectos
fisiológicos debido al consumo de sustancias como fármacos o bebidas alcohólicas.

A partir de lo anterior, se sugiere realizar un informe del caso que contenga una
descripción física del adolescente, su historia personal, así como sus historias en las áreas
familiar, social, afectiva y biológica. De igual modo, se propone realizar una entrevista
semiestructurada con los cuidadores actuales para establecer la línea de base del caso. De
otro lado, se sugiere realizar una entrevista con el adolescente para establecer si existen
otros criterios del DSM V que se cumplan para TEPT (Asociación Americana de
Psiquiatría, 2014).

Según los resultados obtenidos y el riesgo para TEPT debido a la exposición a eventos
traumáticos, se sugiere la aplicación del Trauma Symptom Checklist-Alternative Version
(Briere, 1996 citados por Antequera, 2006).

Caso 3. Atención en salud mental a las víctimas del conflicto como parte de la
evaluación de la situación y la intervención psicosocial

Debido a la situación de conflicto armado en Colombia, el Gobierno Nacional se ha


visto obligado a promover estrategias para reparar a los millones de afectados, por lo que se
ha fundado la Unidad de Atención y Reparación Integral a Víctimas. Teniendo en cuenta
las alteraciones psicológicas y psiquiátricas que subyacen a los eventos traumáticos, un
equipo interdisciplinar conformado psicólogos, trabajadores sociales, médicos y un
promotor comunitario, del programa de Atención Psicosocial y de Salud Integral a esta
población, busca intervenir cada caso, no solamente ofreciendo el apoyo psicosocial, sino
también identificando otras necesidades de las víctimas como las de tipo educativo y
laboral (Redacción Especiales).

Luego de identificar las características de la población, los equipos interdisciplinares se


enfocan en apoyar a las víctimas para que puedan continuar con su vida, brindando
asistencia en materia de capacitación para el sustento económico. De igual modo, los
equipos buscan que las víctimas puedan restablecer sus vínculos socioafectivos, así como
restructurar las representaciones sociales relacionadas con las experiencias aprendidas
debido al conflicto (Redacción Especiales).

En el departamento de Antioquia, la asistencia psicosocial a las víctimas del conflicto


armado por parte de los equipos interdisciplinares se centra, no en el tratamiento con
antidepresivos, sino ayudar a las personas afectadas a levantarse de la postración a la que
los reduce el conflicto. De otro lado, las intervenciones no se han limitado a la presencia de
un psicólogo como parte de la terapia, sino que las mismas víctimas se integran en un
mismo grupo y se apoyan mutuamente para hacer oír su voz y ser escuchadas en público
(Redacción Especiales).

Según lo anterior, es posible reconocer como desde la psicología, unida a otras áreas
disciplinares como la medicina, el trabajo social, el derecho y el desarrollo familiar, se
pueden realizar un abordaje y una intervención integrales de la problemática, permitiendo a
los afectados reconstruir sus vidas luego de las atroces y traumáticas experiencias como
resultado del conflicto armado.
Conclusiones

El desarrollo de este trabajo ha permitido reconocer la influencia de los entornos de


violencia y conflicto en el desarrollo de la patología de la infancia y adolescencia, aplicada
particularmente al caso de Colombia. La revisión de la literatura científica, así como de
documentos institucionales y artículos periodísticos ha permitido comprender que las
experiencias vividas en escenarios de violencia constituyen un factor de riesgo para la
existencia de trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo y trastorno por estrés
postraumático (TEPT) en niños y adolescentes, así como para la ruptura del microsistema
familiar.

En el caso de Colombia, las alarmante cifra de más de 2 millones de niños víctimas


directas del conflicto armado representa un riesgo para la salud mental de las futuras
generaciones, por lo que con el creciente número de afectados son cada vez más urgentes
las estrategias de intervención dirigidas a los menores cuyos derechos han sido vulnerados
en nombre de la guerra. A partir de lo anterior, es fundamental proponer la realización de
intervenciones basadas en los factores de riesgo subyacentes al conflicto, los distintos tipos
de violencia y los mismos individuos, teniendo presente las características individuales de
los menores afectados y sus etapas en el desarrollo ontogenético, logrando generar un
impacto social que integre el mayor número de factores que relacionan los escenarios de
violencia con el desarrollo de la psicopatología en la infancia y la adolescencia.
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