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No juzgar

Introduccion
Es mas fácil ver el mal en el otro que en nosotros mismos. Y esta verdad es tan vieja como
la creación del hombre. Cuando Dios le pregunta a Adán que había hecho después de que
comieron del fruto prohibido adán le hecha la culpa a Eva, y Eva a la serpiente (Algo bien
argentino)
Este evangelio nos invita a reflexionar sobre tres cosas
1. Misericordia en el juicio contra los demás
“¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?”
Nos invita a ser misericordiosos con el hermano en nuestros juicios sobre su persona.
San Ignacio, gran director espiritual dice: se ha de presuponer que todo buen cristiano ha de
ser más pronto a salvar la proposición del próximo (a salvar las intenciones), que a condenarla
(como dice san Juan bosco: quizás nadie le enseño, o le falto amor); y si no la puede salvar,
inquiera cómo la entiende (ayudelo), y, si mal la entiende (si no se corrije), corríjale con amor;
y si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendiéndola, se salve.
(quizás él seria mejor si hubiera tenido todas las gracias que yo tuve, y si yo hubiera vivido lo
que él, quizás seria peor. Ejemplo del joven que perdono a su padre)

Una persona se confiesa con san Felipe Neri, este le dice que pele una gallina y tire las plumas
en la ciudad, luego vuelva, cuando vuelve le dice que las recoja, pero el viuento las
desparramo y fue imposible. Eso mismo pasa cuando hablamos mal del projimo.

Todos tienen derecho a que no se difame sobre ellos

2. De la abundancia del corazón habla la boca


¿Qué hay en mi corazón? Muchas veces juzgo a los demás para fomentar mi amor propio:
ya sea para creer que soy mejor que los demás o para minimizar mis faltas (Es lo que hacen
los niños cuando lo retan: si fulanito hizo esto también…).
Por eso que es importante analizar como es mi manera habitual de hablar y de pensar, para
ver que hay en mi corazón: si siempre estoy deteniéndome en todo lo malo que me rodea,
no veo lo bueno, constantemente criticando: quizás haya rencor, decepción, frustración, falta
de alegría.
Una persona que tiene a Dios en su corazón, que busca crecer en la fe sin duda que a pesar
de lo malo, es una persona alegre, una persona positiva. Por eso creo que Jesus nos está
invitando a entrar en nuestro corazón y ver que es lo que pasa
3. Examen de conciencia
San Ignacio nos enseña a realizar el examen de conciencia
el examen cotidiano ocupó un lugar central en la experiencia espiritual del fundador de la
Compañía de Jesús y de sus primeros compañeros
San Agustín en el tratado 12 sobre San Juan: “Muchos amaron sus pecados y muchos los
confesaron. El que confiesa sus pecados y los acusa ya se encuentra del lado de Dios. Dios,
que es la luz, acusa tus pecados y si tú también los acusas, te unes a Dios. Hay como dos
cosas: el hombre y el pecador. Dios hizo al hombre y el hombre hizo de sí mismo un pecador.
Destruye lo que tú hiciste para que Dios salve lo que El hizo” (8).
1— Dar gracias a Dios por los beneficios recibidos

El dar gracias a Dios ensancha nuestro corazón, lo hace mas capaz de recibir nuevas gracias
espirituales. No es el temor lo que nos tiene que mover, sino el amor. Y por eso es importante
dar gracias a Dios

2— Pedir luz y gracia al Señor para reconocer los pecados

Este es el punto mas difícil. (podes hecharle la culpa a otro, problema resuelto, no te vieron
problema resuelto)

El examen no es un ejercicio de memoria ni una tarea de autoanálisis psicológico. Consiste


en dejarse iluminar por la cercanía de Dios. Por mucho esfuerzo y resolución que pongamos,
solamente la luz del Espíritu Santo nos dirá la verdad sobre nosotros mismos.

3— Revisión práctica de nuestros actos

Nos hallamos en el punto central del examen de conciencia.

Repasar nuestros actos del día. Actividad por actividad, bajo la guía de Dios (viendo que nos
pedía Dios y como hemos respondido)

4— Pedir perdón a Dios por los pecados cometidos

Habiendo tomado conciencia de la culpa personal, nos sentiremos movidos por la gracia para
pedir perdón con auténtica humildad.

Pedir perdón es también un don de Dios, por eso pedir la gracia del arrepentimiento.

Esto nos lleva a la alegría, alegría de experimentar el perdón de Dios. Cuando perdemos la
conciencia de pecado, perdemos la posibilidad de experimentar con toda su fuerza la alegría
del perdona. Y esto hay que pedirlo

5— Propósito de enmienda

La determinación de cambiar de conducta con actos concretos.


San Pablo: «Olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la
meta, para alcanzar el premio a que Dios me llama desde lo alto» (Flp 3, 13-14).
Lanzarme a lo que esta por delante: hacer verdaderos propósitos
SVM
Pidamos a la virgen que nos ayude a purificar nuestro corazón.

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