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«Eltiempo es breve,
las ansias crecen,
las esperanzas menguan,
y, con todo esto,
llevo la vida sobre el deseo
que tengo de vivir».[...]
En un lugar de Madrid, de cuyo nombre no me quiero acordar, hace ya mucho tiempo que
vivía un escritor de los de pluma en tintero, hojas prestas para el desvelo y más imaginación
que los años a cuestas, de tanto porfiar y porfiar la ventura de su ingenio. La última
dedicatoria que firmara, fuese para el Conde de Lemos en «Los trabajos de Persiles y
Sigismunda, historia septentrional», la cual fue terminada el 19 de abril de 1616, tres días
antes de que la muerte lo sorprendiera. En dicha epístola, luego de citar una estrofa de
alguna copla antigua, confiesa que un día antes, ya le habían dado la extremaunción para
luego, referirse a la brevedad del tiempo, como aquellas ansias que se conjugaba con la
esperanza, que poco a poco se iba diluyendo muy a pesar suyo, pues aun no deseaba que
la vida le fuese esquiva. En su afán de conseguir el reconocimiento deseado, el escritor, ya
vetusto, había resuelto en ese último esfuerzo, la obra maestra que tendría que ser.
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El vivir Cervantino
Existen escasos registros biográficos de Miguel de Cervantes Saavedra, sin embargo, a
través de su obra, dejó continuas referencias al respecto, las cuales han servido para ir
construyendo a lo largo del tiempo la biografía del autor. Los primeros biógrafos, durante el
siglo XVIII, reconocieron a Madrid, Toledo, Sevilla, Córdoba, Consuegra o Alcázar de San
Juan por citar algunas de las localidades, como el lugar de su nacimiento. A mediados de
1752, el abad de la Iglesia Magistral, Santiago Gómez Falcón, descubrió la partida original
del escritor en el libro de bautismo de la Iglesia de Santa María la Mayor. Este hallazgo
despojó por fin las dudas al respecto.
A treinta kilómetros de Madrid se sitúa Alcalá de Henares, he aquí, donde nacería el escritor
de todos los tiempos, don Miguel de Cervantes Saavedra. Sobre la fecha de su nacimiento
se dice que fue un 29 de septiembre de 1547, durante el reinado del emperador Carlos V.
La base para tal afirmación se remonta al documento encontrado sobre su bautismo, el cual
se realizó el domingo 9 de octubre, y debido al nombre otorgado, pues todos los 29 de
septiembre se celebra la festividad de San Miguel Arcángel. Sergio García, respecto a los
apellidos del «Príncipe de los ingenios» comenta que Juan de Cervantes, el abuelo
paterno, todavía en vida cuando nació el escritor, añadió el de «Saavedra».
El padre del fénix de la literatura española fue don Rodrigo Cervantes (1509-1585), un
cirujano sin título que gozaba de muy poca estima y sufría de sordera, y su madre: Leonor
de Cortinas(1520-1593), una dama rica que no tuvo la bendición de sus padres para tal
contrato mas si la dote. Fruto del matrimonio nacieron Luisa(1537), Andres(1542) -Quien
murió al poco tiempo de nacer-, Andrea (1544) -terminó sus días abrazando el hábito de la
venerable Orden Tercera-, Miguel (1547) -El insigne escritor-, Rodrigo (1551) -con quien fue
capturado-, Magdalena (1552) -fue monja de la Orden Tercera- y Juan(1554).
Según lo expuesto en los preliminares de La Galatea (1585), así como por otros
documentos, Cervantes fue agregado al séquito de monseñor Julio Acquaviva sirviendo
como camarero, llegando así a Roma para 1569. Por aquel entonces, en aquellos lares, no
se hablaba más que sobre la guerra que se prepara contra los turcos. Cervantes se alista
en el tercio de don Miguel de Moncada, concentrado en Nápoles para incorporarse a la
compañía del capitán Diego de Urbina.
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El domingo 7 de octubre de 1571, a la edad de 24 años y con solo seis meses como
soldado de la Santa Liga, participó en la batalla de Lepanto contra la armada turca. A las
cuatro de la tarde, en lo más encarnizado de aquella lid, fue alcanzado por tres arcabuzazos
que fueron a herir su mano izquierda y parte de su pecho. Después de unas primeras
curaciones es internado en el hospital de Mesina. El 26 de septiembre de 1575 se embarca
en la galera Sol desde Nápoles, junto a su hermano Rodrigo, con destino a España, sin
embargo, son apresados por un grupo de corsarios al mando de Arnaute Mamí.
En el cautiverio de Argel (desde 1575), Cervantes fue catalogado como parte de los
«hombres graves», debido a que durante su captura, se le encontró una hoja de servicios
emitido por el duque de Sessa y un permiso de licencia firmado por don Juan de Austria, por
lo que su rescate valdría: 500 ducados de España y por su hermano, en cambio, un pago de
300, los cuales fueron entregados en 1577. Se cuenta que durante los cinco años que
estuvo arrestado, intentó fugarse cuatro veces. El 19 de septiembre de 1580 fue liberado
gracias a Fray Antonio de la Bella y Fray Juan Gil, pertenecientes a los trinitarios,una orden
que trataba de liberar a confinados, quienes pagaron su rescate para que pueda
desembarcar al fin libre. el 24 de octubre de ese mismo año llegó a Denia, tierra española,
desde donde partió con rumbo a Valencia.
A fines de 1580, Cervantes se busca un lugar en la corte, demanda una «merced», es decir,
un pago por los servicios prestados en Italia, Argel, o en el mediterráneo. Un año después,
viaja a Portugal, se le encomienda una misión secreta en Orán, luego regresa a Lisboa.
Durante el mes de febrero de 1582, en Madrid, solicita una vacante en las Indias, la cual le
es denegada. Dos años después, mientras escribía La Galatea, el 12 de diciembre de 1584,
se casó en Esquivias con Catalina de Salazar y Palacios, que dicho sea de paso, dos años
más tarde habrían de separarse.
De 1587 a 1600, es comisario de abastos, al servicio del proveedor de las galeras reales.
En 1590 busca otra vez un empleo en las Indias y Felipe II le niega tal solicitud. Ya en 1592,
es acusado de haber vendido fanegas de trigo sin permiso siendo arrestado por el
corregidor de Écija, Castro del Río. Luego de este desliz en su vida, para 1594, trabaja en el
reino de Granada cobrando impuestos y retrasos de alcabalas, sin embargo, el infortunio
otra vez menguó su libertad. la casa de banca que guardaba lo recaudado quebró siendo
encerrado en la cárcel de Sevilla durante tres meses(1597). Después de este episodio
nefasto para el autor, viaja a Valladolid con su familia (1603).
A finales de 1603, termina de escribir la primera parte del ingenioso hidalgo Don Quijote de
La Mancha. Al año siguiente, en septiembre, obtiene el privilegio real para su publicación.
La primera edición de 1605 tenía seiscientas sesenta y cuatro páginas y una cantidad
semejante de erratas. La obra nace en la imprenta de Juan de la Cuesta, en el número 87
de la calle Atocha de Madrid. En ella, se utilizó un papel de baja calidad, fabricado en la
Cartuja de Santa María de El Paular. Se cuenta que don Francisco de Robles, el librero
dueño de los derechos lo vende a doscientos maravedís. De los cerca de 1.500 ejemplares
que formaban aquel primer tiraje , actualmente solo se preservan 28 en todo el mundo. El
éxito de la primera fue tal que prueba de ello se aprecia durante una fiesta en Perú en
1607, donde ya se hablaba del Quijote y solo a dos años de su publicación.
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«Las novelas ejemplares», una serie de 12 narraciones, algunas de ellas de tipo italiano,
pero de una originalidad extraordinaria, fueron publicadas durante 1613. Al año siguiente,
Alonso Fernández de Avellaneda, seudónimo de un autor desconocido, en Tarragona,
publica con el título original «Segundo tomo del ingenioso hidalgo don Quijote de la
Mancha», la continuación de la historia del Quijote de Cervantes - conocido también como
«El Quijote de Avellaneda» o «Quijote apócrifo»-. La calidad de la historia que trata sobre
una salida a Zaragoza, la mención de los personajes y autores es completamente una
aberración frente a lo creado por el escritor alcalino. Este hecho hace que Miguel busque
reivindicar su obra que por entonces, ya tenía un reconocimiento ganado en España y otros
países. Apresura la culminación de la segunda parte enriqueciendo la trama y con el
nombre original de «Del Ingenioso Caballero don Quijote de la Mancha» lo publica en 1615,
en la imprenta de Juan de la Cuesta, dedicando, además, esta última parte al Conde de
Lemos.
Los primeros meses de 1616, Cervantes sufre una recaída por una enfermedad, siendo el
consejo de su médico que viaje a Esquivias para aprovechar la cercanía con la naturaleza,
su clima, así como de aquella alimentación del lugar. Una semana después, regresó a
Madrid. A los sesenta y nueve años de edad falleció en su domicilio de la calle Francos
esquina con la del León (hoy llamada «Cervantes»), el 22 de abril de 1616, según las
investigaciones realizadas, debido a una cirrosis de origen diabético. Al día siguiente,
trasladan sus restos mortales en un ataúd a hombros, con la cara descubierta, vestido con
el hábito de la orden Tercera de San Francisco y las manos sobre el pecho sosteniendo una
cruz, hasta la parroquia de San Sebastián, en Atocha. Allí se celebró el funeral recibiendo
cristiana sepultura en el Monasterio de las Trinitarias Descalzas de San Ildefonso, el 23 de
abril de 1616.
Toda obra literaria es una interpretación crítica de la realidad en la que se ha producido, sea
esta de carácter mítico, personal, social o filosófico. Cuando el texto se abre paso para
existir, ocurre un enfrentamiento dialéctico, es decir, la propuesta del autor verbalizada a
través de la tecnología de su lengua, el género literario, la especie a la que pertenece, los
artificios discursivos, sus personajes, las peripecias, condiciones, hechos y acciones, va a
generar un diálogo con el lector. Las razones o criterios racionales en común o no, podrán
ser determinantes para que se construya un valor determinado acerca de la obra.
El quijote es un claro ejemplo de este enfrentamiento dialéctico que a través de los tiempos
sigue siendo, finalmente, valorado como una obra universal, un clásico como se dice. El
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insigne filólogo y académico de la lengua española, Francisco Rico (1942), sostiene que
«Un clásico existe menos por el texto que por el contexto. Un clásico lo es porque está
presente en la sociedad, y suele llegar a ella a través de adaptaciones». El valor estético
que tiene la historia del Caballero de la Triste Figura, cuatro siglos después, podemos
dividirlo en tres criterios racionales que se desglosan de ella misma. El primero es la locura
del Quijote, la segunda, la justicia y por último, la convivencia humana.
Para Jesús Maestro (1967), hay tres formas de exigir la libertad o más libertad en el mundo.
La primera está regida por el fuero, es decir, por el conjunto de leyes, privilegios o
exenciones jurídicas de las que goza una persona o grupo social en un territorio. Un
ejemplo claro al respecto, es el nacionalismo que en su nombre exige libertades que los no
nacionalistas nunca podrán obtener. La segunda es el juego. A través del juego se rompen
los límites de la realidad circundante y permite a quienes lo hacen, realizar actos
extraordinarios. Por ejemplo, en los juegos de roles o las fiestas, donde podemos imitar, ser
otros, realizando aquello que no se puede hacer en nuestro diario vivir. Finalmente, está la
vesania. La locura es el uso patológico de la razón. Es lo opuesto a la cordura. Solamente a
los locos no se les juzga como a los cuerdos, por ello, se les deja hacer lo que hacen. Ellos
pueden decir discursos extraordinarios y realizar actos atípicos que rocen con lo fantástico
sin estar supeditados al mismo esquema de juicio de los cuerdos, ya que la demencia,
supone una expropiación de la libertad ajena que no es otra que la de los cuerdos.
La justicia, en su primera acepción, es el principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le
corresponde o pertenece; mientras que, en la tercera, es el conjunto de todas las virtudes,
por el que es bueno quien las tiene, mas en la cuarta, es aquello que debe hacerse según
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derecho o razón. Este segundo criterio en la obra de Cervantes está presente en el código
de vida del caballero andante. El Quijote como tal, no se rige por las leyes de la realidad por
más que esté loco aparentemente, sino cumple el código de justicia propia del medievo,
propia del caballero medieval, una justicia de su propia voluntad y según el momento
cuando crea tenerla. Por eso, es su espada y lanza sus estandartes para proteger a la
mujer desvalida, claro, aunque no lo esté realmente, al muchacho a quien se le propina una
zurra, o contra quienes encadenan a las personas y más tarde, por tanto ir en nombre de la
justicia, no salga por entero de tales episodios. La justicia es él, y todo delito, es delito
según él lo tenga a bien que así sea. Esa idea de justicia que nos presenta Cervantes, es la
idea del idealismo, de la tendencia a considerar el mundo y la vida de acuerdo con unos
modelos de armonía y perfección ideal que no se corresponden con la realidad (RAE). Otra
vez, nos invita por las líneas de sus capítulos, a creer en los ideales que más allá de ser tan
utópicos para la razón misma, pueden ser completamente reales desde el preciso momento
que decidimos aventurarnos a vivir por ellos, y en nombre de ellos, como lo es la justicia.
La convivencia humana que Cervantes nos ofrece, no sólo está reflejada en el Quijote como
tal, sino en Sancho. La amistad es el afecto personal, puro y desinteresado, compartido con
otra persona, que nace y se fortalece con el trato (RAE). Precisamente, cuando se habla de
Sancho, establecemos categorías como la cordura o la realidad, para referirnos a él, sin
embargo, en los campos de la Mancha o en los imaginarios parajes del Quijote se fue
tejiendo una amistad andariega, más allá del simbolismo que pudieran representar, que
poco a poco se va haciendo más valorada, más cómplice y más humana. Si bien El Quijote
es el símbolo de una España educada, de clase alta, de nobles e hidalgos, de la pasión, la
fe, el ideal y los sueños; Sancho lo es del habla popular, vulgar, hijo de las entrañas del
pueblo español y por esto, del sentido común, de la razón, del pragmatismo, en sí, de la
visión práctica. En muchos pasajes Sancho demuestra ser ese amigo que es la conciencia
misma, la razón de un Quijote que se deja embargar por su pasión caballeresca, sin
embargo, es el Quijote, quien sabe escucharlo y atenderlo. Al final del segundo libro, en el
último capítulo: LXXIIII, el Quijote le manifiesta al escribano lo siguiente:
Las últimas líneas de este fragmento, reflejan el sentir de un amigo que reconoce en el
compañero de sus andanzas la reciprocidad que solo existe cuando la amistad se ha
construido aceptando al otro tal como es, y procurando que no sea tomada en poco ya que
no hay mejor demostración de afecto. Como lo dice Javier Gomá (1965): «Cervantes es
cohesionador y genera consensos, nos enseña que nuestro problema moral no es ser
libres, sino ser libres juntos», de esta forma al final de tal fragmento, nos recuerda el diálogo
con el prójimo, la convivencia con el otro, la comprensión del contrario como virtudes de la
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condición humana de aquel entonces hasta el día de hoy, profundamente contemporánea.
Hoy 400 años después, como entonces, las aproximaciones críticas convergen en decir que
la literatura cervantina más allá de tener un valor lingüístico, histórico y literario, tiene un
valor aleccionador sobre la comprensión del hombre como lo expresa el Director de la Real
Academia Española, Darío Villanueva (1950), al decir que para Cervantes, la humanidad
era digna de ser entendida, comprendida en sus fallos y limitaciones.
Bibliografía
Maestro, J. (26 may. 2015). Introducción al Quijote. Nueve criterios para interpretar el
Quijote[Archivo de video]. Recuperado de
https://www.youtube.com/watch?v=vh2_pM04KNM
Torrente, G. (2004). El Quijote como juego y otros trabajos. España: Editorial Destino.
García, S. (2013). Miguel de Cervantes Saavedra, una biografía obscura [archivo PDF].
España: AEPE . Recuperado de
http://cvc.cervantes.es/Ensenanza/biblioteca_ele/aepe/pdf/congreso_31/congreso_31_04.pd
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Curiosidades cervantinas
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1. Una estrella: Q Arae, a 49,8 años luz de la tierra se llama Cervantes, que acabó en
el firmamento como los grandes mitos clásicos.
2. El Quijote se lo ha leído entero el 15% de los españoles.
3. En el año 2002, la Asociación de Escritores de Suecia hizo una encuesta entre cien
escritores de todo el mundo para determinar cuál era la mejor novela de la historia
de la literatura universal y la ganadora fue El Quijote de Cervantes, que es el libro en
español más traducido de todos los tiempos. Por cierto la segunda novela llevó la
mitad de votos que el Quijote y A la búsqueda del tiempo perdido del francés Marcel
Proust y la tercera Guerra y Paz de Tolstoi.
4. Cervantes ha sido objeto de más de 200 realizaciones cinematográficas desde 1904
hasta hoy.
5. El gran escritor inglés William Shakespeare, llegó a leer la primera parte de Don
Quijote de la Mancha.
6. Se suele decir que Miguel de Cervantes y William Shakespeare fallecieron el mismo
día. Sin embargo eso es un dato erróneo, ya que aunque murieron en la misma
fecha, en Gran Bretaña se usaba el calendario juliano, mientras que en España ya
se había adoptado el calendario gregoriano.
7. El Primer Ministro israelí, David Ben-Gurión al igual que Sigmund Freud, entre otros,
aprendieron español exclusivamente para leer Don Quijote de la Mancha en su
idioma original.