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brimiento de las jarchas mozárabes pa- da vez más. lbn Quzmán había ¿fado
rece indicar que algo parecido pudo exis- dignidad literaria, en España, a la canción
tir en Provenza, un caudal de canciones popular, haciendo más fácil la aceptación
populares mucho más rico que los esca- y utilización de los recursos folklóricos
sos restos que se han conservado. Por en los países sujetos a la influencia árabe.
otra parte, después de los trabajos de Los poemas épicos europeos habían sido,
Nykl y Julián Ribera, después de Espaiía ante todo, poesia para hombres, para gu~
en su historia y los posteriores estudios rreros; se iniciaba una etapa de amoros.l
de Castro, tras los estudios de Asín Pa- atención hacia la mujer, hacia lo femc-
lacios y el trabajo de las últimas genera- I1Ino.
ciones de arabistas, es casi imposible du- Si hacemos un recuento de los rasgos
dar de la importancia que para los trova- del amor cortés no será difícil hallar su
dores hubo de tener la lírica arábigoes- correspondiente entre los poetas árabes,
pañola. Ferran Soldevila ha señalado mi- por lo menos en parte muy considerable.
nuciosamente en su Historia de España El amor cortés no debe ser mercenario;
los numerosos lazos políticos y culturales ha de mantenerse en secreto; ha de ocu-
que unían a los países de Lengua de Oc par toda la atención de los amantes; ha
con las cortes de los Condes de Barcelona de ser, si es posible, adúltero; el hombre
y Reyes de Aragón. La poesía de los no debe ser de estado social superior a
trovadores se escribe --o se compone y la mujer, para evitar toda sospecha de
canta- mirando hacia una Cataluña y mercenarismo; y, finalmente, puede ser
una Castilla arabizadas, teniendo presen- casto (ello es cierto, sobre todo, para los
tes modelos árabes, en forma directa o trovadores de la última etapa). En último
de segunda mano. Y sin embargo ello término de la evolución idealizadora, )a
no basta. N o cabe explicar ciertas com- mujer es poco más que un símbolo visi-
posiciones de los trovadores (o de Dante ble de la belleza divina, un momento en-
y Petrarca) simplemente a base de una "g1lSto por la músicat trevista, y se confunde casi con las ideas
influencia árabe, por la sencilla razón de platónicas más elevadas y con la Virgen
que cuando la influencia no es superfi- neoplatónico. Basta leer El collar de la María. La mujer es, para Petrarca o
cial -y sin embargo hay que partir paloma para comprender hasta qué punto Garcilaso, "una certa idea che lor viene in
de la base de diferencias culturales muy la espiritualización de la dama había avan- mente", un punto de partida apenas vis-
considerables- queda por explicar la re- zado en la España árabe. Inmediatamente lumbrado, pero necesario, en el inicio de
volución mental y psicológica que hizo este alejamiento de la dama va acompa- su aventura espiritual y poética. (Seña-
posible tal influencia. En el caso de los ñado de un proceso de análisis psicoló- lemos de paso que cuando el poeta pro-
trovadores, hay que utilizar, como hi- gico que da al libro características muy venzal habla de midons está· empleando
pótesis de trabajQ, la existencia de dos modernas. Introspecciones, análisis de la una expresión calcada en las palabras
corrientes opuestas (el misticismo sufí conducta y los motivos, acompañan a vi- árabes que significan mi dueño, debido,
árabe, por una parte; por otra, las ten- siones de una "dama lejana". Nos cuenta quizá, a que los poetas árabes aludían al
dencias de cátaros o albigenses) actuan- lbn Hazm el caso de un poeta hispano- poder absoluto de la mujer sobre el hom-
do sobre una sociedad feudal caballeresca, árabe, Ibn Haruo al Ramadi, que no vio bre y transferían el signo del poder, ma:;-
mezcla de elementos cristianos y paganos; a su amada más que una sola vez, se culino, a la amada.) Ahora bien: com-
y un catalizador, en este caso la represión enamoró de ella inmediatamente, y le de- paradas estas características con las de
de la cruzada de Simón de Montfort y dicó sus poemas durante el resto de su los poemas árabes, encontramos muchas
la inquisición que tras la cruzada se es- vida. La castidad es alabada en toda la semejanzas, pero también no pocas di-
obra: la unión de las almas es más bella ferencias. La poesía árabe es más extre-
tableció en el sur de Francia.
que la unión física. En uno de los poe- ma, más acusada en las dos direcciones
mas, el amante se declara satisfecho con contrarias: mayor cantidad de detalles
1.05 MISTICOS ARARES una mirada. 9 eróticos, lúbricos; y mayor avance en el
Los místicos sufíes van desarrQlIando proceso idealizador. La poesía árabe, por
"El mundo árabe -afirma Lyautey- a lo largo del siglo Xl una serie de teorías otra parte, no insiste tanto en los prin-
es como un tambor. Si 10 golpeamos en metafísicas sobre el amor, y componiendo
un extremo, resuena todo de parte a par- cipios de no mercenarismo y de adulterio.
poemas en que es imposible trazar una Para explicar tales diferencias hay que
te." Esta imagen es aplicable no sólo en línea divisoria entre el amor humano y
el sentido político que le da su autor, sino colocarse en la posición vital de los tro-
el amor divino: como más tarde los mís-
también a la concepción del mundo de vadores y de los caballeros y damas que
ticos españoles, emplean el vocabulario
los árabes. En ninguna cultura son más constituían su público.
erótico con fines místicos. Pero en ellos
tenues las barreras que separan lo hu- las alusiones al amor físico, a la mujer, La sociedad feudal de los países de len-
mano de 10 divino. El mundo musulmán gua de Oc, relativamente rica y refinada,
es un arabesco, abierto y cerrado a un' son más claras y persistentes. Y sin em- conservaba, sin duda, restos de paganis-
tiempo, en que lo humano y lo divino bargo, sus lectores no se equivocaban: el mo. Pero era, en esencia, una socie,dad
quedan unidos por mil lazos. Sólo en el proceso de espiritualización de la mujer cristiana, aunque, a la sazón, los repre-
mundo árabe (influido en esa época por la convertia en escala mística, cosa in- sentantes de la iglesia se hallaran suma-
el misticismo neoplatónico de Dionisio el concebible para la tradición cristiana pri- mente desprestigiados y se desatara a
Areopagita) podia producirse la visión mitiva. veces, contra ellos, la cólera popular. Es
idealizadora de la mujer que algunos tro- Frente a la cultura cristiana de los cierto que los grandes señores llevaban
vadores iban a aceptar y transmitir al siglos x y XI, verdadero "tesoro de po- una vida en general poco edi ficante, y
resto de Europa. Sólo en una cultura sin bre", según la expresión de Maria Rosa que el sacramento del matrimonio era
compartimientos estancos resultaba fac- Lida de Malkiel, las construcciones filo- violado con frecuencia. Era una sociedad
tible pasar de temas eróticos, incluso se- sóficas de Avicena)' la obra compósita de libre, más abierta que la sociedad feudal
mipornográficos, a exaltaciones místicas, Ibn Hazlll, hecha de autobiografía, en- del norte (se podía entrar en la caballe-
y volver nuevamente al erotismo sin que sayos, poemas, sucesos varios, confiden- ría mediante el ejercicio de la actividad
nadie se asombrara o se escandalizara. cias de amigos y consideraciones filosó- poética), pero seguía siendo, en esenciJ,
El islamismo se ha distinguido siempre, ficas, todo ello mezclado en aparente des- una sociedad cristiana y feudal, en que
además, por su capacidad para adoptar orden, ofrecían a la vez una fuente de la mujer había de ocupar forzosamente
elementos extraños, heterogéneos, y ha- inspiración y un peligro; eran a la vez un lugar inferior y en que el amor sen-
cerlos suyos. Sin dificultad consiguió ab- tentadoras e inasimilables. Lentamente, ei sual predominaba. (Para los griegos, el
sorber, a lo largo de varios siglos, el pla- espíritu árabe se difunde por España y amor-pasión era una enfermedad peli-
tonismo y el neoplatonismo, sin que ello por el sur de Francia, en pugna siempre grosa, según afirma Menandro; la POSi-
significara abandonar el erotismo y el con una cultura que era en esencia ra- ción de los padres de la Iglesia es de so-
culto a la belleza femenina y al amor dicalmente distinta e incluso hostil. Del bra conocida.) El matrimonio era, ante
sensual. Avicena o Jbn Sina y el cordo- espíritu árabe ólo se podía aceptar, a todo, un medio de engrandecer los do-
bés Tbn Hazm, el autor de El collar de sabiendas, conscientemente, aquello que no minios feudales. Ahora bien: durante el
la paloma, son quizá las máximas ex- se opusiera demasiado al modo de vivir transcurso del siglo XIT la situación cam-
presiones filosóficas y literarias de esta de los pueblos cristianos; pero, incons- bia radicalmente, la mujer es deificada,
amalgama de sensualismo y misticismo cientemente, la huella iba acusándose ca- se busca el amor-pasión por encima de
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todo, amor con frecuencia desgraciado, zaclOn de lo femenino (en este caso, 11 mer beso, generalmente el único, .. y que
fuente de calamidades, que hay que lo- Virgen María) en la obra del Arcipreste se llamaba consolament.' Algunos sacer-
grar, o perseguir sin esperanzas, fuera de Hita. dotes provenzales bendijeron incluso tales
del matrimonio. La revolución no es, des- La corriente espirituaiizadora no habría uniones místicas colocándolas bajo la in-
de luego, completa: hay en los trovadores triunfado a no ser porque en el siglo XII vocación de la Virgen María." 12 Los
del siglo XII numerosos rasgos de sen- se extendia con gran rapidez por el sur rasgos introducidos por los cátaros en el
sualidad que es muy difícil interpretar de Francia la herejía cátara, que, al opo- amor espiritualizante de 10 místicos ára-
en sentido puramente simbólico. Así, por nerse en parte a las tendencias de la bes son: el adulterio, que, al oponer obs-
ejemplo, Cercamon: poesía árabe, y reforzándola, sin em- táculos al amor físico, era mayor garantía
bargo, en cierto sentido, había de preci- de castidad: la insistencia en que el amor
Qu'en non puesc 10ILjal·nen estar pitar la crisis de la que surgió el con- no fuese mercenario, con idéntico objeto;
de sai vius ni de lai guerir, cepto moderno del amor-pasión. y el secreto (natural tratándose de adul-
si josta 1'Il1. despoliada terio, pero especialmente precioso para
non la puese baiza1' e tenir Acción espiritualizadora de los cátaros los cátaros. que no revelaban su fe y man-
dins cambra encortinada tenían en secreto todas las prácticas y
La inclusión de la mujer en el ámbito costumbre de su secta). Añadamos otro:
(No puede durar -mi vida
sagra<;lo sólo podía darse, en aquella época. el culto al dolor y a la muerte, normJ-
ni de sus l'nales sana1'
en una cultura árabe sin barreras entre les en una religión antivitalista. Amor y
si a mi lado, ya desnu.da,
10 humano y lo divino y muy impregnada muerte quedarán indisolublemente unidos
no puedo abrazarla, estrechos
en un fatum implacable:
en cámara acortinada.) de neoplatonismo, La secta de los cátaros
-o albigenses-, de raíces maniqueas, Que contra muerte :)1 amor
La melancolía trovadoresca se tiñe con tendía, al contrario, a una división radícal nadie no tiene valía
frecuencia de erotismo. Lo contrario se- entre la luz y las tinieblas, entre espí-
ría sorprendente. Los trovadores no eran ritu y materia, división que los druidas dirá más tarde un romance español.
místico~; se dirigían a una sociedad feu-
celtas habían ya conocido y que el mis- Para los cátaros, Dios, que es amor,
dal im1Jregnada de restos de paganismo terio de la Encarnación parecía haber re- se halla frente a un mundo perverso;
suelto. (El Evangelio de San Juan, en su creación, todavía informe, ha sido des-
que se nos dice que la luz brillaba sobre virtuada por un ángel rebelde. por Sata-
las tinieblas pero éstas no la recibían, y nás. Jesucristo no ha .encarnado, no ha
a continuación se afirma que el Verbo establecido un puente entre espíritu y ma-
se hizo carne, parece escrito como réplica teria; ha bajado a mostrarnos el camino
a posiciones gnósticas muy afines al ma- de retorno hacia la luz pura. Hay en el
niqueísmo.) Los cátaros insistían en el hombre una chispa de divinidad, que pug-
desprecio de todo 10 material, en una pu- na por regresar a su lugar de origen.
reza sexual absoluta, en el desprecio de La mujer, que los poetas han exaltado y
los bienes de este mundo, en la ascensión colocado por encima del hombre, podrá
hacia la luz. Había en ellos cierto anti- ayudar a éste a hallar la vía de retorno,
vitalismo que con hecuencia los empu- con tal que el amor que inspire sea pUlo
jaba al suicidio, Normalmente, la mujer y secreto. A la iglesia de Roma oponen
habría debido ser vista por ellos como los cátaros una iglesia de amor, que es,
un obstáculo, amo una trampa, pues el según ellos, Roma al revés. La ortodoxia
erotismo concentra su atención hacia el católica desconfía de tales posiciones mís-
cuerpo, que ellos despreciaban (ya un ticas que suprimen el puente de la En-
filósofo neoplatónico se había avergon- carnación y de los sacramentos; el se-
zado de. tener cuerpo.) Pero la 1'1wjcr creto en que mantenían sus doctrinas JII)
había quedado ya incluida en el ámbito iba a librar a los cátaros de la más terrible
de lo sagrado por influjo de la mística ele las persecuciones. Varios místicos ára-
sufí. De ahí surge entre los cátaros una bes habían sido igualmente perseguidos y
nueva tendencia, que sólo encontramos acusados de maniqueísmo: Al Hallaj y
en la región en que su influencia se su- Shurawadi fueron condenados a muerte
perpone a la del misticismo árabe: en por sus creencias místicas. Según Mas-
los países de lengua de Oc. Y esta ten- sigilan, "adorar a Dios sólo por amor es
"vocabular·io para fines místicos" dencia impregna de espiritualidad y cas- -según a firmaban los acusadores de di-
tidad ~y de amor adúltero~ la poesía chos místicos- el crimen de los mani-
en que el sensualismo era aceptado con de los trovadores. Según Denis de Rou- queos ... (éstos) adOl-an a Dios por amor
toda naturalidad. La mujer iba quedando gel110nt, "Europa no ha conocido jamás
incluida en el ámbito de lo religioso y una poesía más profundamente 1'ctórica:
lo nlÍstico, pero la influencia de la poesía no sólo en sus formas verbales y musi-
árabe no iba, precisamente, en el sentido cales, sino, por paradój ico que pueda pa-
de suprimir todo erotismo, sino muy '11 recer, en su inspiración misma, puesto que
contrario. Es cierto que pueden también ésta deriva únicamente de las leyes del
hallarse ejemplos de castidad, y de ex- amor cortés, las leys d'amors. Pero hay
presión literaria de tal castidad, entre los que decir también que jamás fue retórica
místicos sufíes, como demuestran los es- alguna tan exaltada y ferviente. ~o q~le
tudios de L. Massignon. Ibn-Darrach, por exalta, es el amor fuera del matrImOnIO,
ejemplo, escribe: pues el matrimonio no significa más que
la unión de los cuerpos, mientras que el
Es ella como un vergel del que sólo asp'iro .Amor', que es el Eros supremo, es la
la belleza y el perfume; subida del alma hacia la unión luminosa,
pu.es no soy como los an'i1l'lales errantes más allá de todo amor posible en esta
que convierten un .fardín en potrero. 11 vida. Esta es la razón por la cual el amor
supone la castidad. E d' anwr '1/'l0l/ castitaz
Pero por cada poema árabe en que se (del amor viene la castidad), canta el tro-
espiritualizara a la mujer debían llegar vador de Tolosa, Guilhell11 Montanhagol.
a conocimiento de los trovadores muchí- El amor supone también todo un ritual:
simos otros en que se exaltara la sensua- el domnei o dOllnoi. vasallaje amoroso. El
lidad. De ahí una doble corriente) espi- poeta ha ganado a su dan:la gracias a la
ri tualizadora por una parte, sensual por belleza de su homenaje musical. Le jura,
otra, que da idea de cuán complicadas y de rodillas, fidelidad eterna, como suele
confusas debían ser las influencias que hacerse al señor feudal. 'Como prenda
sobre los trovadores se ejercían. Más de amor, la dama daba a su paladín-poeta
tarde, en España, podemos hallar mue - un anillo de oro, le pedía que se 1eval~
tras de erotismo árabe y de espirituali- tara, y le daba un beso en la frente. Pn- "ltIla sociedad feudal cabalteresca"
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física, por la atracción magnética del hie- también influido directamente por los tro- del siglo con más fuerza que nunca y com-
rro por el hierro, y sus partículas de luz vadores.) Y, a través del renacimiento binarse con el romanticismo naciente. Nos
quieren unirse, como un imán, al foco de italiano, Garcilaso, Herrera, G ó n g o r a, referimos al sadismo y al masoquismo,
luz del que salieron." 13 El lenguaje amo- Quevedo, seguirán la tradicióh trovado- cuya influencia en el siglo XIX ha sido ya
roso va a emplear, cada vez más, un vo- resca en sus descripciones de la amada cuidadosamente analizada por Mario Praz
cabulario de origen religioso, y adorar lejana y cruel que los poetas cortesall'lS en su obra La carne, la morte e il diavola
será sinónimo de amar. Idéntico empico del siglo xv habían ya elaborado con téc- /telllf .letteratu~a romantim. La novela (y
de lenguaje amoroso (recordemos las ver- nica poética ligeramente distinta y más la lInca en ciertos momentos) del siglo
siones de Garcilaso "a lo divino") y pa- próxima a las fuentes. XIX serán analíticas, como las del XVIII
recida situación de persecución oficia!, La cristalización del mito en Tristán e pero tendrán una conciencia cxasperad~
ortodoxa, se reproducirán cuando florezca ¡seo señala "el principio de la novela ideal. del drama que se produce cuando mito e
la mística española. El amor de un hombre, un caballero, ha- inteligencia se hallan frente a frente. Las
Los trovadore no eran ni místicos su- cia una mujer, una princesa; los obstácu- etapas de esta crisis creciente pu'eden ser
fíes, ni, muy probablemente, cátarm\; por los que los separan; y finalmente el punto observadas en cualquier literatura euro-
lo menos muchos de ellos no pertenecie- culminante: la muerte. y todo ello ocurre pea, pero quedan, quizá, más claras en la
ron a la secta y sólo permitieron que las en el marco de la caballería --cuyo có- literatura francesa. De Stendhal a Fl<lu-
ideas cátaras, que se hallaban en el am- digo, en nuestros días, serían simplemente bert, de Flaubert a Proust, el mito va
biente de su sociedad, les influyeran en las 'convenciones sociales' - a la que per- siendo analizado, paralizado, plenamente
ciertos momentos. Pero al recoger las ten- tenece toda la élite social de la época." 14 comprendido y, a la postre, totalmente
dencias de estas dos corrientes elabora- Esta breve descripción corresponde no neutralizado. "Para Mme. de La Fayette
ron un mito literario que había de tener sólo al Tristán y a numerosas otras no- -apunta André Maurois- y para Juan
consecuencias decisivas al convertirse en velas de caballerías, sino también a las Jacobo Rousseau, el amor tiene un valor
la piedra angular de las literaturas euro- relaciones entre Don Quij ate y Dulcinea absoluto. Rousseau no se pregunta jamás
peas subsiguientes. La persecución inqui- vistas por éste, y a la trama esencial de si Saint- Preux ama verdaderamente a
sitorial que siguió a la batalla de Muret La Princesse de Cleves, de Mme. de La- Julia, cómo nació aquel amor, si Saint-
(1213) Y a la destrucción de la sociedad fayette, la novela más importante y "mo- Preux no podría amar igualmente a cual-
del sur de Francia no hizo sino exacerbar quier otra mujer... Stendhal, ya más
el instinto de autodestrucción de muchos escéptico, empieza a desmontar el meC<l-
cátaros y las características de espiritua- nismo de la pasión. Pero aunque el espí-
lización de aquel ambiente. El mito estaba ritu de Stendhal sea el de un libertino ...
creado ya, y había extendido su influjo su corazón sigue siendo tan sensible C01110
cn todas direcciones. El amor-pasión, el de Juan J acabo. Aunque comprenda h
adúltero y mortal, iba a cristalizar en cristalización, sigue cristalizando." 15 Para
Tristán e 1seo; el amor cortés se extiende Flaubert el "bovarismo" llega a límites
rápidamente hacia el norte de Francia, y a la vez trágicos y sórdidos. Recordemos
hacia Inglaterra, donde es llevado por los sueños de Mme. Bovary, al principio
Leonor de Poitiers, que se casa con Luis de la obra; y la escena de los "Comicios
VII y, en 1154. con Enrique n Planta- Agrícolas"; releamos luego la muerte de
genet, I'ey de Inglaterra, y lleva consigo Emma, y comprenderemos hasta qué pun-
un nutrido grupo de trovadores; ya desde to el mito iba siendo atacado. El "bova-
la segunda mitad del siglo XII se conocen rismo" era ulla en fermedad que cabía
las normas del amor cortés en esos países. analizar friamente, clínicamente.
El código más completo del amor cortés y Proust se encarga de terminar la ta-
es redactado poco después, al principio
rea. El tema central de Proust no es tanto
del siglo XUI, por André Le Chapelain:
"la búsqueda del tiempo perdido" C011l0
es el De arte honeste amandi. Chrétien de
"'lumerosos rasgos de sensualidad" el estudio de "los datos inmediatos de ia
Troyes declara que sus novelas le han
conciencia" para distinguir en su labe-
sido inspiradas por Marie de Champagne,
hija de Leonor, y célebre por su corte de tierna", después del Quijote, de todo el rinto la labor creadora -y engañosa-
amor en que el matrimonio fue atacado y siglo XVII. (Claro está que los excesos de la imaginación, de la ilusión, de los
se del'1aró que no había posibilidad de mismos de la idealización provocan una mitos. Pero para analizar los mitos, y en-
llegar al allJor en la vida conyugal. reacción cinica de sensualidad sin trabas tre todos el más importante es el del amor
y desprecio a la mujer o, por lo menos, romántico, es preciso asistir a su formJ-
LAS CONSECl'ENCIAS
al nimbo poético alrededor de las rela- ción. "Es preciso -nos dice en Albertinc
ciones sexuales. Frente al lirismo de un disparue- que la imaginación, desper-
o es difícil explicar el éxito del mito. Garci-Sánchez de Badajoz, por ejemplo, tada por la incertidumbre de que pueda
En una sociedad feudal a la vez sensual )' de los poetas cortesanos españoles y alcanzar su objetivo, cree una finalidad
)' religiosa, permitía unir el culto a la catalanes de los siglos XIV y xv se escucha que nos esconda la otra, y, al substituir
llIujer y la actitud espiritualizadora ve- la protesta del Corbacho y del Llibre de el placer sensual por la idea de penetrar
cina a la religión; dirigido hacia los sen- les dones de Jaume Roig; son contrapeso en una vida ajena, nos impida el reco-
timientos personales. íntimos, del autor, de Petrarca y de ciertos aspectos de Bo.:- nocer dicho placer, saborear su verdadero
vitalizaba la poesía lírica; combinado con caccio algunos cuentos del Decamerón del gusto. restringirlo a su alcance; pues des-
la magia y las aventuras, establecía re- propio Boccaccio; la segunda parte del nudar nuestros placeres de la labor de
mansos y perspectivas de lejanía en la l?o/llan de la Rose, cínica, se opone a la la imaginación sería reducirlos a sí mis-
novela y la llevaba a su florecimiento. El primera. idealista, como en La C elestin,z mos, es decir. a nada." Y Maurois agre-
amor-pasión, el alllor romántico. la cui- ga: "Pero si lo que los hombres suelen
contrastan las escenas de criados y pros-
dadosa elaboración subjetiva de las fuer-
titutas con el platonismo de la primera llamar 'los placeres del amor' no crea el
zas de creación y destrucción que el milo
escena; el siglo XVI ve aparecer en Fran- amo:-~asión, ¿ qué 10 engendra, pues? El
d~s~nc.adenaba iba~ a convertirse en rasgo
dlSt1l1tlVO de las lIteraturas occidentales. cia tanto los sonetos de Ronsard y Du sufrImIento, y en particular el que nace
"L?s oriental.es caracterizan a Europa por Bellay como el Heptaméron de la Reina de la duda. La certidumbre quita al amor
la ImportanCIa que concede a las fuerzas de Navarra y las Vies des Dames galantes todo su encanto ... Reservemos las mu-
de la ~asión ... Para .Ios que nos juzgan de Brantóme; en el XVII junto a las no- jeres hermosas, concluye Proust, para los
a traves de nuestras lIteraturas. la pasión velas de MUe. de Scudéry y La Princesse hombres sin imaginación; los hombres que
parece ser la expresión que los grandes de Cleves aparecen los Contes et Nou- la tengan verán a Helena en toda mu-
mitos literarios occidentales han dado ;¡ velles de La Fontaine. como indispensable jer." 16 "Alrededor de un rostro o de un
las relacione entre el hombre y la mu- y lógico contrapunto.) cuerpo apenas entrevistos construimos un
jer.·' A partir de Guido Cavalcanti. la El mito sigue en pie hasta el siglo XVIII. ser imaginario; de este ser, en cierta for-
poesía italiana se impregna de amor ~or Las luces racionalistas disipan, hasta lle- ma segregado por nosotros mismos, nos
tés. Dante rinde homenaje a Amault Da- gar a Rousseau y los prerrománticos las enamoramos; luego cuando, más tarde,
niel, il miglior fabbro, el más sabio artí- brumas del misterio y el amor lejand. El descubrimos al er verdadero, bien dis-
fice. (Observemos de paso que esta cita escalp~lo rac.i0nali~ta no puede, empero, tinto, que iba unido a aquel rostro, lo
de Dante será empleada en nuestros días destrUIr un mgredlente del amor-pasión, aceptamos y transferimos a él los senti-
por T. S. Eliot al hablar de Ezra Pound, que, latente, ha de resurgir hacia fines mientos nacidos al calor de una ficción," 17
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