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UNIVERSIDAD DE MEXICO 17

guas ... La boga de que gozaron las no-


LOS TROVADORES velas de caballerías ha dejado po c a s
huellas en las grandes corrientes de la
literatura europea; la influencia de la li-
" L o s TROVADORES han quedado ence-
rrados en la más oscura y mejor
y LA teratura provenzal, en cambio, se trans-
mitió a toda una estirpe literaria. Así,
guardada de las cárceles moder-
do si&'los después de que esta poesía en-
na : la de los especialistas", decía en una
ocasión a sus escasos -escasísimo- SENSIBILIDAD mudeCIera entre las ruinas que cubrieron
a su patria de origen, pudo operarse un
alumnos el arabista (y especialista) Nykl.
renacimiento de la influencia que había
Desde lo polvorientos folletos de las re-
v~stas de filología romance, desde las vo-
MODERNA difundido gracias a la mediación de Ita-
lia. En Francia, los petrarqui tas, los
luminosas monografías, con abundantes
poetas de la Pléyade, Ronsard; en In-
nota al pie de cada página, publicadas
en Halle o en Cambridge, los trovadores
Por Manuel DURAN glaterra, los eufuista y los sonetistas
italianizantes de la época de Isabel (y
nos hacen señas. Intentan hablarnos del
Shakespeare se cuenta entre ellos) rea-
profundo cambio que afectó a su socie-
firmaron en más de un rasgo su relación
dad, cambio que ellos mismos no supieron
con la tradición langueclocina." 6
quizá expresar claramente, pero que,
~ldueñándose de la imaginación de los me- El amor cortés y la deificación de la
Jores poetas del Renacimiento, llega a mujer son tenclencias tan apartadas de la
nosotros por etapas casi inevitables y en tradición grecorromana y de la tradición
forma todavía reconocible. Y vive toda- cristiana primitiva (los padres de la Igle-
vía: inspira tanto la letra de la más trivial sia no cesan de avisarnos del peligro que
de las canciones como alguna de las me- todo contacto con la mujer entraña) que
jores páginas de Gide o de Proust. Sin el origen de tales actitudes constituye un
el amor cortés, que los trovadores inven- serio problema. Repitámoslo: los trova-
tan casi a pesar suyo, el mundo moderno dores son inactuales, pero ello no signi-
-las relaciones entre hombre y mujer en fica que la "educación sentimental" a
el mundo moderno- tendría una fisono- la que se asociaron no tenga ya vigencia.
mía totalmente diferente. Lenguaje oscuro, antítesis rebuscadas, cul-
Un abismo nos separa de la sensibili- tismo y tropos desgastados encubren un
dad griega o romana en cuestiones de proceso psicológico que importa desen-
amor. Ello, a pesar del final del Ban- trañar y subrayar. Los medievalistas del
quete, de los neoplatónicos y de sus deri- siglo pasado (y algunos de este siglo.
vaciones medievales en Dionisia el Areo- como Jeanroy) no hicieron más que os-
pagita. Basta abrir una égloga de Virgilio curecer el problema al atribuir el flore-
o leer un poema de Safo para compren- cimiento de la poesía trovadoresca a in-
der hasta qué punto hemos cambiado. El fluencias autóctonas. Para .Gastan Paris,
amor que aparece en la literatura medie- por ejemplo, todo se explica gracias a
val -amor adúltero de Tristán por Isol- las "mayas" o canciones de primavera. Se-
da, producto, en parte, de influencias tro- gún Friedrich Diez, los modelos de est:,t
vadorescas; amor del caballero o del tro- poesía hay que buscarlos en "la poesía
"el calor de una ficción" litúrgica, las canciones populares y algu-
vador por su domna- es, quizá, el má-
ximo producto cultural de la Edad Media, nos monumentos de la poesía lírica la-
velas modernas. Todo análisis nos exige tina antigua. Pero j cuánto difiere esta
más duradero e influyente, a la larga, que que guardemos las distancias, que no nos
el arte gótico. Termina el homosexualismo poesía de todos sus modelos! Diríase un
confundamos con el objeto analizado; el jardín de hadas súbitamente surgido bajo
o la nebulosidad cósmica de Diótima o amor en Petrarca o en La Princesse de la varilla de un mago." 7 Y para Jeanroy
de Virgilio; empieza la idealización, la eleves, el amor de Don Quijote por Dul- esta poesía "se nos aparece ante todo.
introspección, el sentimiento de culpa, una cinea, de Novalis por su prometida, del desde su origen, como apartada de toda
distanciación física entre el amante y la joven Proust por las muchachas entre- in f1uencia extraña; se abre bruscamente,
amada que, según Stendhal, permitirá una vistas en una playa, está hecho de dis- como una flor que sa I iera de la tierra sin
más perfecta cristalización. Termina el tancias. Es una acción a distancia: aman- raíz y sin tallo." s
amor físico como tal; empieza la divini- te y amada se mueven en sus órbitas El paso del tiempo parece haber refor-
zación, la transformación de la mujer en como astros encendidos, impulsados por
zado a los que creían en la existencia de
arquetipo, la morosa introspección que una fuerte corriente de lírica popular en
l' amor che mOtive il sol e l' alire stelle I
culminará en algunas de las grandes no- los países de lengua romance. El drscu-
"Los trovadores- afinlla Gastón Paris-
son los que han creado el estilo moder-
no.":! Contribuyeron, junto con los ára-
bes, al triunfo de la rima. 3 Una de sus
formas, imitada del zéjel árabe, inspiró
el soneto italiano. 4 Impusieron el culto
de la forma y el gusto por la música.
Dieron el espaldarazo a .las literatmas en
.romance -sin su ejemplo Dante habría
escrito probablemente en latín- v con-
quistaron para ellas un público l1un;eroso,
compuesto ya no sólo de guerreros o de
clérigos sino de cortesanos y cortesanas:
"Más todavía que las novelas, la poesía
trovadoresca fue escrita para las muje-
res. El amor novelesco, tratado bajo for-
ma de narración en las novelas de caba-
llerías, ocupaba en ellas un lugar secun-
dario; pero formaba el tema central de
la poesía de los trovadores. Esta poesía
amatoria fue compuesta en lengua vul-
gar, observa Dante, porque las mujeres
no comprendían el latín. 5 Y por ello fue
más profunda y más rica de influencias
sob¡-e las lenguas en formación que la
de cualquier otro género literario. De
"leyes del amor cortés" esta poesía se han nutrido nuestras len- "se tiñe COII !I'ewellcia de erotismo"
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brimiento de las jarchas mozárabes pa- da vez más. lbn Quzmán había ¿fado
rece indicar que algo parecido pudo exis- dignidad literaria, en España, a la canción
tir en Provenza, un caudal de canciones popular, haciendo más fácil la aceptación
populares mucho más rico que los esca- y utilización de los recursos folklóricos
sos restos que se han conservado. Por en los países sujetos a la influencia árabe.
otra parte, después de los trabajos de Los poemas épicos europeos habían sido,
Nykl y Julián Ribera, después de Espaiía ante todo, poesia para hombres, para gu~­
en su historia y los posteriores estudios rreros; se iniciaba una etapa de amoros.l
de Castro, tras los estudios de Asín Pa- atención hacia la mujer, hacia lo femc-
lacios y el trabajo de las últimas genera- I1Ino.
ciones de arabistas, es casi imposible du- Si hacemos un recuento de los rasgos
dar de la importancia que para los trova- del amor cortés no será difícil hallar su
dores hubo de tener la lírica arábigoes- correspondiente entre los poetas árabes,
pañola. Ferran Soldevila ha señalado mi- por lo menos en parte muy considerable.
nuciosamente en su Historia de España El amor cortés no debe ser mercenario;
los numerosos lazos políticos y culturales ha de mantenerse en secreto; ha de ocu-
que unían a los países de Lengua de Oc par toda la atención de los amantes; ha
con las cortes de los Condes de Barcelona de ser, si es posible, adúltero; el hombre
y Reyes de Aragón. La poesía de los no debe ser de estado social superior a
trovadores se escribe --o se compone y la mujer, para evitar toda sospecha de
canta- mirando hacia una Cataluña y mercenarismo; y, finalmente, puede ser
una Castilla arabizadas, teniendo presen- casto (ello es cierto, sobre todo, para los
tes modelos árabes, en forma directa o trovadores de la última etapa). En último
de segunda mano. Y sin embargo ello término de la evolución idealizadora, )a
no basta. N o cabe explicar ciertas com- mujer es poco más que un símbolo visi-
posiciones de los trovadores (o de Dante ble de la belleza divina, un momento en-
y Petrarca) simplemente a base de una "g1lSto por la músicat trevista, y se confunde casi con las ideas
influencia árabe, por la sencilla razón de platónicas más elevadas y con la Virgen
que cuando la influencia no es superfi- neoplatónico. Basta leer El collar de la María. La mujer es, para Petrarca o
cial -y sin embargo hay que partir paloma para comprender hasta qué punto Garcilaso, "una certa idea che lor viene in
de la base de diferencias culturales muy la espiritualización de la dama había avan- mente", un punto de partida apenas vis-
considerables- queda por explicar la re- zado en la España árabe. Inmediatamente lumbrado, pero necesario, en el inicio de
volución mental y psicológica que hizo este alejamiento de la dama va acompa- su aventura espiritual y poética. (Seña-
posible tal influencia. En el caso de los ñado de un proceso de análisis psicoló- lemos de paso que cuando el poeta pro-
trovadores, hay que utilizar, como hi- gico que da al libro características muy venzal habla de midons está· empleando
pótesis de trabajQ, la existencia de dos modernas. Introspecciones, análisis de la una expresión calcada en las palabras
corrientes opuestas (el misticismo sufí conducta y los motivos, acompañan a vi- árabes que significan mi dueño, debido,
árabe, por una parte; por otra, las ten- siones de una "dama lejana". Nos cuenta quizá, a que los poetas árabes aludían al
dencias de cátaros o albigenses) actuan- lbn Hazm el caso de un poeta hispano- poder absoluto de la mujer sobre el hom-
do sobre una sociedad feudal caballeresca, árabe, Ibn Haruo al Ramadi, que no vio bre y transferían el signo del poder, ma:;-
mezcla de elementos cristianos y paganos; a su amada más que una sola vez, se culino, a la amada.) Ahora bien: com-
y un catalizador, en este caso la represión enamoró de ella inmediatamente, y le de- paradas estas características con las de
de la cruzada de Simón de Montfort y dicó sus poemas durante el resto de su los poemas árabes, encontramos muchas
la inquisición que tras la cruzada se es- vida. La castidad es alabada en toda la semejanzas, pero también no pocas di-
obra: la unión de las almas es más bella ferencias. La poesía árabe es más extre-
tableció en el sur de Francia.
que la unión física. En uno de los poe- ma, más acusada en las dos direcciones
mas, el amante se declara satisfecho con contrarias: mayor cantidad de detalles
1.05 MISTICOS ARARES una mirada. 9 eróticos, lúbricos; y mayor avance en el
Los místicos sufíes van desarrQlIando proceso idealizador. La poesía árabe, por
"El mundo árabe -afirma Lyautey- a lo largo del siglo Xl una serie de teorías otra parte, no insiste tanto en los prin-
es como un tambor. Si 10 golpeamos en metafísicas sobre el amor, y componiendo
un extremo, resuena todo de parte a par- cipios de no mercenarismo y de adulterio.
poemas en que es imposible trazar una Para explicar tales diferencias hay que
te." Esta imagen es aplicable no sólo en línea divisoria entre el amor humano y
el sentido político que le da su autor, sino colocarse en la posición vital de los tro-
el amor divino: como más tarde los mís-
también a la concepción del mundo de vadores y de los caballeros y damas que
ticos españoles, emplean el vocabulario
los árabes. En ninguna cultura son más constituían su público.
erótico con fines místicos. Pero en ellos
tenues las barreras que separan lo hu- las alusiones al amor físico, a la mujer, La sociedad feudal de los países de len-
mano de 10 divino. El mundo musulmán gua de Oc, relativamente rica y refinada,
es un arabesco, abierto y cerrado a un' son más claras y persistentes. Y sin em- conservaba, sin duda, restos de paganis-
tiempo, en que lo humano y lo divino bargo, sus lectores no se equivocaban: el mo. Pero era, en esencia, una socie,dad
quedan unidos por mil lazos. Sólo en el proceso de espiritualización de la mujer cristiana, aunque, a la sazón, los repre-
mundo árabe (influido en esa época por la convertia en escala mística, cosa in- sentantes de la iglesia se hallaran suma-
el misticismo neoplatónico de Dionisio el concebible para la tradición cristiana pri- mente desprestigiados y se desatara a
Areopagita) podia producirse la visión mitiva. veces, contra ellos, la cólera popular. Es
idealizadora de la mujer que algunos tro- Frente a la cultura cristiana de los cierto que los grandes señores llevaban
vadores iban a aceptar y transmitir al siglos x y XI, verdadero "tesoro de po- una vida en general poco edi ficante, y
resto de Europa. Sólo en una cultura sin bre", según la expresión de Maria Rosa que el sacramento del matrimonio era
compartimientos estancos resultaba fac- Lida de Malkiel, las construcciones filo- violado con frecuencia. Era una sociedad
tible pasar de temas eróticos, incluso se- sóficas de Avicena)' la obra compósita de libre, más abierta que la sociedad feudal
mipornográficos, a exaltaciones místicas, Ibn Hazlll, hecha de autobiografía, en- del norte (se podía entrar en la caballe-
y volver nuevamente al erotismo sin que sayos, poemas, sucesos varios, confiden- ría mediante el ejercicio de la actividad
nadie se asombrara o se escandalizara. cias de amigos y consideraciones filosó- poética), pero seguía siendo, en esenciJ,
El islamismo se ha distinguido siempre, ficas, todo ello mezclado en aparente des- una sociedad cristiana y feudal, en que
además, por su capacidad para adoptar orden, ofrecían a la vez una fuente de la mujer había de ocupar forzosamente
elementos extraños, heterogéneos, y ha- inspiración y un peligro; eran a la vez un lugar inferior y en que el amor sen-
cerlos suyos. Sin dificultad consiguió ab- tentadoras e inasimilables. Lentamente, ei sual predominaba. (Para los griegos, el
sorber, a lo largo de varios siglos, el pla- espíritu árabe se difunde por España y amor-pasión era una enfermedad peli-
tonismo y el neoplatonismo, sin que ello por el sur de Francia, en pugna siempre grosa, según afirma Menandro; la POSi-
significara abandonar el erotismo y el con una cultura que era en esencia ra- ción de los padres de la Iglesia es de so-
culto a la belleza femenina y al amor dicalmente distinta e incluso hostil. Del bra conocida.) El matrimonio era, ante
sensual. Avicena o Jbn Sina y el cordo- espíritu árabe ólo se podía aceptar, a todo, un medio de engrandecer los do-
bés Tbn Hazm, el autor de El collar de sabiendas, conscientemente, aquello que no minios feudales. Ahora bien: durante el
la paloma, son quizá las máximas ex- se opusiera demasiado al modo de vivir transcurso del siglo XIT la situación cam-
presiones filosóficas y literarias de esta de los pueblos cristianos; pero, incons- bia radicalmente, la mujer es deificada,
amalgama de sensualismo y misticismo cientemente, la huella iba acusándose ca- se busca el amor-pasión por encima de
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todo, amor con frecuencia desgraciado, zaclOn de lo femenino (en este caso, 11 mer beso, generalmente el único, .. y que
fuente de calamidades, que hay que lo- Virgen María) en la obra del Arcipreste se llamaba consolament.' Algunos sacer-
grar, o perseguir sin esperanzas, fuera de Hita. dotes provenzales bendijeron incluso tales
del matrimonio. La revolución no es, des- La corriente espirituaiizadora no habría uniones místicas colocándolas bajo la in-
de luego, completa: hay en los trovadores triunfado a no ser porque en el siglo XII vocación de la Virgen María." 12 Los
del siglo XII numerosos rasgos de sen- se extendia con gran rapidez por el sur rasgos introducidos por los cátaros en el
sualidad que es muy difícil interpretar de Francia la herejía cátara, que, al opo- amor espiritualizante de 10 místicos ára-
en sentido puramente simbólico. Así, por nerse en parte a las tendencias de la bes son: el adulterio, que, al oponer obs-
ejemplo, Cercamon: poesía árabe, y reforzándola, sin em- táculos al amor físico, era mayor garantía
bargo, en cierto sentido, había de preci- de castidad: la insistencia en que el amor
Qu'en non puesc 10ILjal·nen estar pitar la crisis de la que surgió el con- no fuese mercenario, con idéntico objeto;
de sai vius ni de lai guerir, cepto moderno del amor-pasión. y el secreto (natural tratándose de adul-
si josta 1'Il1. despoliada terio, pero especialmente precioso para
non la puese baiza1' e tenir Acción espiritualizadora de los cátaros los cátaros. que no revelaban su fe y man-
dins cambra encortinada tenían en secreto todas las prácticas y
La inclusión de la mujer en el ámbito costumbre de su secta). Añadamos otro:
(No puede durar -mi vida
sagra<;lo sólo podía darse, en aquella época. el culto al dolor y a la muerte, normJ-
ni de sus l'nales sana1'
en una cultura árabe sin barreras entre les en una religión antivitalista. Amor y
si a mi lado, ya desnu.da,
10 humano y lo divino y muy impregnada muerte quedarán indisolublemente unidos
no puedo abrazarla, estrechos
en un fatum implacable:
en cámara acortinada.) de neoplatonismo, La secta de los cátaros
-o albigenses-, de raíces maniqueas, Que contra muerte :)1 amor
La melancolía trovadoresca se tiñe con tendía, al contrario, a una división radícal nadie no tiene valía
frecuencia de erotismo. Lo contrario se- entre la luz y las tinieblas, entre espí-
ría sorprendente. Los trovadores no eran ritu y materia, división que los druidas dirá más tarde un romance español.
místico~; se dirigían a una sociedad feu-
celtas habían ya conocido y que el mis- Para los cátaros, Dios, que es amor,
dal im1Jregnada de restos de paganismo terio de la Encarnación parecía haber re- se halla frente a un mundo perverso;
suelto. (El Evangelio de San Juan, en su creación, todavía informe, ha sido des-
que se nos dice que la luz brillaba sobre virtuada por un ángel rebelde. por Sata-
las tinieblas pero éstas no la recibían, y nás. Jesucristo no ha .encarnado, no ha
a continuación se afirma que el Verbo establecido un puente entre espíritu y ma-
se hizo carne, parece escrito como réplica teria; ha bajado a mostrarnos el camino
a posiciones gnósticas muy afines al ma- de retorno hacia la luz pura. Hay en el
niqueísmo.) Los cátaros insistían en el hombre una chispa de divinidad, que pug-
desprecio de todo 10 material, en una pu- na por regresar a su lugar de origen.
reza sexual absoluta, en el desprecio de La mujer, que los poetas han exaltado y
los bienes de este mundo, en la ascensión colocado por encima del hombre, podrá
hacia la luz. Había en ellos cierto anti- ayudar a éste a hallar la vía de retorno,
vitalismo que con hecuencia los empu- con tal que el amor que inspire sea pUlo
jaba al suicidio, Normalmente, la mujer y secreto. A la iglesia de Roma oponen
habría debido ser vista por ellos como los cátaros una iglesia de amor, que es,
un obstáculo, amo una trampa, pues el según ellos, Roma al revés. La ortodoxia
erotismo concentra su atención hacia el católica desconfía de tales posiciones mís-
cuerpo, que ellos despreciaban (ya un ticas que suprimen el puente de la En-
filósofo neoplatónico se había avergon- carnación y de los sacramentos; el se-
zado de. tener cuerpo.) Pero la 1'1wjcr creto en que mantenían sus doctrinas JII)
había quedado ya incluida en el ámbito iba a librar a los cátaros de la más terrible
de lo sagrado por influjo de la mística ele las persecuciones. Varios místicos ára-
sufí. De ahí surge entre los cátaros una bes habían sido igualmente perseguidos y
nueva tendencia, que sólo encontramos acusados de maniqueísmo: Al Hallaj y
en la región en que su influencia se su- Shurawadi fueron condenados a muerte
perpone a la del misticismo árabe: en por sus creencias místicas. Según Mas-
los países de lengua de Oc. Y esta ten- sigilan, "adorar a Dios sólo por amor es
"vocabular·io para fines místicos" dencia impregna de espiritualidad y cas- -según a firmaban los acusadores de di-
tidad ~y de amor adúltero~ la poesía chos místicos- el crimen de los mani-
en que el sensualismo era aceptado con de los trovadores. Según Denis de Rou- queos ... (éstos) adOl-an a Dios por amor
toda naturalidad. La mujer iba quedando gel110nt, "Europa no ha conocido jamás
incluida en el ámbito de lo religioso y una poesía más profundamente 1'ctórica:
lo nlÍstico, pero la influencia de la poesía no sólo en sus formas verbales y musi-
árabe no iba, precisamente, en el sentido cales, sino, por paradój ico que pueda pa-
de suprimir todo erotismo, sino muy '11 recer, en su inspiración misma, puesto que
contrario. Es cierto que pueden también ésta deriva únicamente de las leyes del
hallarse ejemplos de castidad, y de ex- amor cortés, las leys d'amors. Pero hay
presión literaria de tal castidad, entre los que decir también que jamás fue retórica
místicos sufíes, como demuestran los es- alguna tan exaltada y ferviente. ~o q~le
tudios de L. Massignon. Ibn-Darrach, por exalta, es el amor fuera del matrImOnIO,
ejemplo, escribe: pues el matrimonio no significa más que
la unión de los cuerpos, mientras que el
Es ella como un vergel del que sólo asp'iro .Amor', que es el Eros supremo, es la
la belleza y el perfume; subida del alma hacia la unión luminosa,
pu.es no soy como los an'i1l'lales errantes más allá de todo amor posible en esta
que convierten un .fardín en potrero. 11 vida. Esta es la razón por la cual el amor
supone la castidad. E d' anwr '1/'l0l/ castitaz
Pero por cada poema árabe en que se (del amor viene la castidad), canta el tro-
espiritualizara a la mujer debían llegar vador de Tolosa, Guilhell11 Montanhagol.
a conocimiento de los trovadores muchí- El amor supone también todo un ritual:
simos otros en que se exaltara la sensua- el domnei o dOllnoi. vasallaje amoroso. El
lidad. De ahí una doble corriente) espi- poeta ha ganado a su dan:la gracias a la
ri tualizadora por una parte, sensual por belleza de su homenaje musical. Le jura,
otra, que da idea de cuán complicadas y de rodillas, fidelidad eterna, como suele
confusas debían ser las influencias que hacerse al señor feudal. 'Como prenda
sobre los trovadores se ejercían. Más de amor, la dama daba a su paladín-poeta
tarde, en España, podemos hallar mue - un anillo de oro, le pedía que se 1eval~­
tras de erotismo árabe y de espirituali- tara, y le daba un beso en la frente. Pn- "ltIla sociedad feudal cabalteresca"
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física, por la atracción magnética del hie- también influido directamente por los tro- del siglo con más fuerza que nunca y com-
rro por el hierro, y sus partículas de luz vadores.) Y, a través del renacimiento binarse con el romanticismo naciente. Nos
quieren unirse, como un imán, al foco de italiano, Garcilaso, Herrera, G ó n g o r a, referimos al sadismo y al masoquismo,
luz del que salieron." 13 El lenguaje amo- Quevedo, seguirán la tradicióh trovado- cuya influencia en el siglo XIX ha sido ya
roso va a emplear, cada vez más, un vo- resca en sus descripciones de la amada cuidadosamente analizada por Mario Praz
cabulario de origen religioso, y adorar lejana y cruel que los poetas cortesall'lS en su obra La carne, la morte e il diavola
será sinónimo de amar. Idéntico empico del siglo xv habían ya elaborado con téc- /telllf .letteratu~a romantim. La novela (y
de lenguaje amoroso (recordemos las ver- nica poética ligeramente distinta y más la lInca en ciertos momentos) del siglo
siones de Garcilaso "a lo divino") y pa- próxima a las fuentes. XIX serán analíticas, como las del XVIII
recida situación de persecución oficia!, La cristalización del mito en Tristán e pero tendrán una conciencia cxasperad~
ortodoxa, se reproducirán cuando florezca ¡seo señala "el principio de la novela ideal. del drama que se produce cuando mito e
la mística española. El amor de un hombre, un caballero, ha- inteligencia se hallan frente a frente. Las
Los trovadore no eran ni místicos su- cia una mujer, una princesa; los obstácu- etapas de esta crisis creciente pu'eden ser
fíes, ni, muy probablemente, cátarm\; por los que los separan; y finalmente el punto observadas en cualquier literatura euro-
lo menos muchos de ellos no pertenecie- culminante: la muerte. y todo ello ocurre pea, pero quedan, quizá, más claras en la
ron a la secta y sólo permitieron que las en el marco de la caballería --cuyo có- literatura francesa. De Stendhal a Fl<lu-
ideas cátaras, que se hallaban en el am- digo, en nuestros días, serían simplemente bert, de Flaubert a Proust, el mito va
biente de su sociedad, les influyeran en las 'convenciones sociales' - a la que per- siendo analizado, paralizado, plenamente
ciertos momentos. Pero al recoger las ten- tenece toda la élite social de la época." 14 comprendido y, a la postre, totalmente
dencias de estas dos corrientes elabora- Esta breve descripción corresponde no neutralizado. "Para Mme. de La Fayette
ron un mito literario que había de tener sólo al Tristán y a numerosas otras no- -apunta André Maurois- y para Juan
consecuencias decisivas al convertirse en velas de caballerías, sino también a las Jacobo Rousseau, el amor tiene un valor
la piedra angular de las literaturas euro- relaciones entre Don Quij ate y Dulcinea absoluto. Rousseau no se pregunta jamás
peas subsiguientes. La persecución inqui- vistas por éste, y a la trama esencial de si Saint- Preux ama verdaderamente a
sitorial que siguió a la batalla de Muret La Princesse de Cleves, de Mme. de La- Julia, cómo nació aquel amor, si Saint-
(1213) Y a la destrucción de la sociedad fayette, la novela más importante y "mo- Preux no podría amar igualmente a cual-
del sur de Francia no hizo sino exacerbar quier otra mujer... Stendhal, ya más
el instinto de autodestrucción de muchos escéptico, empieza a desmontar el meC<l-
cátaros y las características de espiritua- nismo de la pasión. Pero aunque el espí-
lización de aquel ambiente. El mito estaba ritu de Stendhal sea el de un libertino ...
creado ya, y había extendido su influjo su corazón sigue siendo tan sensible C01110
cn todas direcciones. El amor-pasión, el de Juan J acabo. Aunque comprenda h
adúltero y mortal, iba a cristalizar en cristalización, sigue cristalizando." 15 Para
Tristán e 1seo; el amor cortés se extiende Flaubert el "bovarismo" llega a límites
rápidamente hacia el norte de Francia, y a la vez trágicos y sórdidos. Recordemos
hacia Inglaterra, donde es llevado por los sueños de Mme. Bovary, al principio
Leonor de Poitiers, que se casa con Luis de la obra; y la escena de los "Comicios
VII y, en 1154. con Enrique n Planta- Agrícolas"; releamos luego la muerte de
genet, I'ey de Inglaterra, y lleva consigo Emma, y comprenderemos hasta qué pun-
un nutrido grupo de trovadores; ya desde to el mito iba siendo atacado. El "bova-
la segunda mitad del siglo XII se conocen rismo" era ulla en fermedad que cabía
las normas del amor cortés en esos países. analizar friamente, clínicamente.
El código más completo del amor cortés y Proust se encarga de terminar la ta-
es redactado poco después, al principio
rea. El tema central de Proust no es tanto
del siglo XUI, por André Le Chapelain:
"la búsqueda del tiempo perdido" C011l0
es el De arte honeste amandi. Chrétien de
"'lumerosos rasgos de sensualidad" el estudio de "los datos inmediatos de ia
Troyes declara que sus novelas le han
conciencia" para distinguir en su labe-
sido inspiradas por Marie de Champagne,
hija de Leonor, y célebre por su corte de tierna", después del Quijote, de todo el rinto la labor creadora -y engañosa-
amor en que el matrimonio fue atacado y siglo XVII. (Claro está que los excesos de la imaginación, de la ilusión, de los
se del'1aró que no había posibilidad de mismos de la idealización provocan una mitos. Pero para analizar los mitos, y en-
llegar al allJor en la vida conyugal. reacción cinica de sensualidad sin trabas tre todos el más importante es el del amor
y desprecio a la mujer o, por lo menos, romántico, es preciso asistir a su formJ-
LAS CONSECl'ENCIAS
al nimbo poético alrededor de las rela- ción. "Es preciso -nos dice en Albertinc
ciones sexuales. Frente al lirismo de un disparue- que la imaginación, desper-
o es difícil explicar el éxito del mito. Garci-Sánchez de Badajoz, por ejemplo, tada por la incertidumbre de que pueda
En una sociedad feudal a la vez sensual )' de los poetas cortesanos españoles y alcanzar su objetivo, cree una finalidad
)' religiosa, permitía unir el culto a la catalanes de los siglos XIV y xv se escucha que nos esconda la otra, y, al substituir
llIujer y la actitud espiritualizadora ve- la protesta del Corbacho y del Llibre de el placer sensual por la idea de penetrar
cina a la religión; dirigido hacia los sen- les dones de Jaume Roig; son contrapeso en una vida ajena, nos impida el reco-
timientos personales. íntimos, del autor, de Petrarca y de ciertos aspectos de Bo.:- nocer dicho placer, saborear su verdadero
vitalizaba la poesía lírica; combinado con caccio algunos cuentos del Decamerón del gusto. restringirlo a su alcance; pues des-
la magia y las aventuras, establecía re- propio Boccaccio; la segunda parte del nudar nuestros placeres de la labor de
mansos y perspectivas de lejanía en la l?o/llan de la Rose, cínica, se opone a la la imaginación sería reducirlos a sí mis-
novela y la llevaba a su florecimiento. El primera. idealista, como en La C elestin,z mos, es decir. a nada." Y Maurois agre-
amor-pasión, el alllor romántico. la cui- ga: "Pero si lo que los hombres suelen
contrastan las escenas de criados y pros-
dadosa elaboración subjetiva de las fuer-
titutas con el platonismo de la primera llamar 'los placeres del amor' no crea el
zas de creación y destrucción que el milo
escena; el siglo XVI ve aparecer en Fran- amo:-~asión, ¿ qué 10 engendra, pues? El
d~s~nc.adenaba iba~ a convertirse en rasgo
dlSt1l1tlVO de las lIteraturas occidentales. cia tanto los sonetos de Ronsard y Du sufrImIento, y en particular el que nace
"L?s oriental.es caracterizan a Europa por Bellay como el Heptaméron de la Reina de la duda. La certidumbre quita al amor
la ImportanCIa que concede a las fuerzas de Navarra y las Vies des Dames galantes todo su encanto ... Reservemos las mu-
de la ~asión ... Para .Ios que nos juzgan de Brantóme; en el XVII junto a las no- jeres hermosas, concluye Proust, para los
a traves de nuestras lIteraturas. la pasión velas de MUe. de Scudéry y La Princesse hombres sin imaginación; los hombres que
parece ser la expresión que los grandes de Cleves aparecen los Contes et Nou- la tengan verán a Helena en toda mu-
mitos literarios occidentales han dado ;¡ velles de La Fontaine. como indispensable jer." 16 "Alrededor de un rostro o de un
las relacione entre el hombre y la mu- y lógico contrapunto.) cuerpo apenas entrevistos construimos un
jer.·' A partir de Guido Cavalcanti. la El mito sigue en pie hasta el siglo XVIII. ser imaginario; de este ser, en cierta for-
poesía italiana se impregna de amor ~or­ Las luces racionalistas disipan, hasta lle- ma segregado por nosotros mismos, nos
tés. Dante rinde homenaje a Amault Da- gar a Rousseau y los prerrománticos las enamoramos; luego cuando, más tarde,
niel, il miglior fabbro, el más sabio artí- brumas del misterio y el amor lejand. El descubrimos al er verdadero, bien dis-
fice. (Observemos de paso que esta cita escalp~lo rac.i0nali~ta no puede, empero, tinto, que iba unido a aquel rostro, lo
de Dante será empleada en nuestros días destrUIr un mgredlente del amor-pasión, aceptamos y transferimos a él los senti-
por T. S. Eliot al hablar de Ezra Pound, que, latente, ha de resurgir hacia fines mientos nacidos al calor de una ficción," 17
UNIVERSIDAD DE MEXICO 21

4 "Variación, como toda la métrica pro-


venzal, del zéjel hispanoárahe, la sextina es el
germen manifiesto del soneto así CaRla de la
tcr::a rillla, de la Divina Comedia. Se atribuye
el primer soneto italiano a Piel' delle Vigne,
car!cí\ler de Federico JI, que habría parafra-
seado un poema provenzal de Guilhem Figllei-
ra." 1bid., p. 162.,
5 Dante, ¡'ila Nltln/O, xxv.
6 Op. cif., p. 17.
7 Diez, Lebpll l/1ld H" erke dl'r TrOflba-
dours, p. xii.
8 RevlIe des Delt.t:-Mondes, enero de 1899,
p. 350.
9 El collar de la paloma, trad. de Nykl,
París, 1931, p. 137, No cito la traducción es-
pañola por no tenerla a mano. Sobre esta obra
véase A. Castro, "Amores de hace mil años",
en Cuadernos Ame'ricanos.
"El sensU<llis'/U,o em aceplado con loda nalnmlidad" 10 Les poésies de Ce'rCU1ll0tl., edición de A.
J eanroy, p. vii.
11 Emilio García GÓlllez, Poemas orábigo-
En Un amour de Swann asistimos a la guir durmiendo el sueño de los justos des- anda/u,ces, p. 97. «(il. por Griffault.)
formación del mito y a su destrucción me- de sus gryesos tomos cubiertos de polvo. 12 Denis de Rougemont, L'A11Imw el rOeci-
diante el proceso de "desenamoramiento" Queda, SIl1 embargo, flotando en el aire dent, París, 1939, p, 70. '
cuyo estudio recomendaba Gide a los no- de los siglos el verso de Quevedo: 13 L. Massignon, La Passion de Al Hal/aj,
r, !J. 16l.
velistas contemporáneos. Odette de Crécy 14 Hélene Nahas, La femme dan s la. litléra-
no es "el tipo" de Swann, quien no se
Polvo será11, mas polvo enmnorado.
lu're ex-istentie/le, París, 1957, p, 5.
enamora de ella sino cuando observa la N O T A S
15 Al)dré Maurois, Cinq visages dp l'alllOttr,
sem~janza de Odette con una figura fe- Nueva York, 1942, p. 165.
16 1bid., p. 187.
menma en un fresco de Botticelli en la 1 Dante, Pamísa, canto XXXln.
2 Histoire poéliqlte de Chm'le11lagne, p. ISO. 17 lbid., p. 178.
Capilla Sixtina. "La expresión obra flo- 18 Mareel Prollst, Le c¡¡11' de Guel'1/1011Ies,
. 3 R. Briffault, Les t,'oubadours et le sen-
rentina hizo a Swann un gran favor: le I'm/ent ronwnesque, París, 1945, p. 35. H, cap. n.
permitió, como un título nobiliario, hacer
penetrar la imagen de Odette en un mundo
de ensueño al que no había tenido acceso
hasta aquel momento, y en el que se im-
pregnó de nobleza." Pero la transferencia
LA FILOSOFIA COMO
estaba basada en una semejanza super-
ficial, y Swann arrastra durante el resto
de la novela la dura carga de tratar de
EXPRESION LITERARIA
prolongar una imposible coincidencia: su
quijotismo de historiador del arte le lleva (PROPUESTA)
a la desilusión. Y es que si el amor-pasión
no es un acto de adoración frente a la
idea platónica o divina de la gracia feme- Por Emilio URANGA
nina, si es un inestable juego de luces, una
ilusión óptica producida por la bruma y "La propuesta ha de ser algo del filósofo? El pensamiento se da por
dura, y que cause reparo; \lega enteramente satisfecho con encontrar una
la lejanía, habrá de desvanecerse en cuan- después la solución esperada, y expresión y es un adjetivo que nada le
to nos acerquemos. Así se desvanecen las la desempeña."
añade el que esta expresión sea literaria,
"rosas lejanas" de las mejillas de Alberti- BallasQ1' Gracián que merezca la pena ser destacada por sus
ne cuando el narrador se acerca a ella para altos quilates estéticos.
s UN LUGAR común afirmar que los
besarlas: "Primero, a medida que mi boca
comenzó a acercarse a las mejillas que mi
mirada le había invitado a besar, mis ojos,
E filósofos escriben
generalización
mal. Tan rotunda
podría ser fácilmente
En filósofos que persiguen fines polí-
ticos o pedagógicos pedir que a más de
la indiscutible influencia que ejercen se
al desplazarse, vieron otras mejillas dis- refutada aduciendo los ejemplos eminen-
tes de Platón y Bergson. Y entre nos- dieran a pulir su estilo sería al parecer
tintas: el cuello observado a más corta algo exagerado y hasta necio, Como diría
distancia y como con lupa, mostró, en su otros ¿ se diría que escri ben mal José Vas- un inteligente historiador, aplicando al
gruesa granulación, una robustez que mo- cancelas y Antonio Caso? ¿ N o se reco-
noce en José Ortega y Gasset a uno de caso una sentencia muy mexicana que
dificó el carácter del rostro ... Lo mismo
los primeros prosistas rle lengua caste- don Lucas Alamán recogió de labios de
q~e en B~lbec Albertine me había pare- Hidalgo: "Si con atolito vamos ganando
llana?
CIdo cambiar con frecuencia, en ese mo- Pero las excepciones, se dirá, no dero- atolito V~1I11OSle dando." La lengua. los
me?to, du.rante el corto trayecto de mis gan b ley. Entrt' las muchas cosas que esnitos de muchos filósofos son "atolito",
labIOS haCia su mejilla, vi a diez Alberti- le son indiferentes al filósofo, está sin pero aún así, o quizás por ser así, con-
nes; aquella única muchacha era como una duda, la de escribir bien o mal. Encarán- siguen lo que se han propuesto. ¿ Vamos,
diosa con varias cabezas; la que había dose a Kant recordaba Hegel que para pues, a reparar en cómo escribe el filó-
visto en último término era sustituida por UI1 filósofo auténtico es igual la pobreza sofo cuando tan bien le va con lo mal que
otra sí trataba de acercarme más. Por lo o la riqueza y exagerando, hasta la vida l' s C l' i be? El estudio de estos fi¡(¡sofos
menos, mientras no la tocaba, veía su ca- y la l11uert". Escribir bit'll ¿ sería motivo dcscwidados podria ponernos sobre avi-
bez~ y ~n ligero perfume se desprendía suficienlt' para cancelar la indiferencia so y no esperar mucho de una pesquisa
haCIa mI, Pero, j ay! -pues nuestra nariz sobre el valor litera rio de la lengua de
y nuestros ojos están tan mal colocados los filósofos.
para el beso como mal hechos nuestros la- Lo mismo sucede con su habla. Orado-
bios- de pronto mis ojos cesaron de ver; res han sido, con ferenciantes, maestros y
a su vez mi nariz se aplastó y no percibió catedráticos. Con diversa fortuna. pero
ya olor alguno, y, sin conocer más por ello también con la misma indiferencia re:;-
el ser de la rosa deseada, me di cuenta, pecto del valor literario de sus comuni-
gracias a estos detestables síntomas, de caciones verbales, La naturaleza es sabia
que estaba besando la mejilla de Alber- y si hubiera dotado ade1l1,ó,s de elocuencia
tine." ]s a estas criaturas que tan mal escriben me-
Poesía y crítica se unen en Proust para nuda la hubieran armado. Ante la notoria
una reconstrucción del mito al borde de su insu ficiencia verbal de muchos filósofos
destrucción. Ya no hay amor romántico én o ante su hosca descortesía para hacerse
la literatura contemporánea. Que el lector en tender como el resto de los mortales,
repase las novelas más influyentes de los valdría la pena epilogar con las palabr~s
últimos años. Los trovadores pueden se- ele una bella mujer: "¡ qué gran ventap

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