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ciativa de ese acto” (Durkheim, 1976, cuando de suyo encaja en una concep-
p. 268). Para Durkheim, el espíritu de ción subjetivista o relativista de los
disciplina, la adhesión a las normas mismos y, por tanto, en una concep-
sociales y el reconocimiento de la ción subjetivista de la moral. En las
autoridad superior de la sociedad con- producciones pedagógicas no es raro
vierten al hombre en un ser moral. encontrar estrategias de intervención
En la década de los sesenta se que nada tienen que ver con los presu-
produce una réplica al modelo tradi- puestos teóricos de los que se parte en
cional de la enseñanza de la moral. La la acción educativa, y no siempre estos
irrupción de la corriente subjetivista en aparecen expuestos con nitidez.
la concepción de la moral hace incom-
patible la propuesta de valores objeti- 2. LA EDUCACIÓN MORAL
vos, universales y permanentes que, en COMO DESARROLLO COG-
la enseñanza de la escuela, habían teni- NITIVO
do, hasta ahora, carta de naturaleza. L. Kohlberg constituye la figu-
Desde la corriente subjetivista es el ra más representativa en el panorama
individuo concreto quien establece lo de la educación moral en las últimas
que es bueno y malo, quien sanciona décadas del pasado siglo. En 1958, en
moralmente una conducta. No hay, por su tesis doctoral, Kohlberg hablaba ya
tanto, valores absolutos. Los valores de seis tipos diferentes de orientación
son siempre creaciones personales, moral en las respuestas de los sujetos
históricas, por lo tanto cambiantes, experimentales, divididos a su vez en
fruto de las distintas interpretaciones tres niveles o etapas. A saber: Nivel I:
de la experiencia humana que cambia Moralidad heterónoma o Premoral;
en el tiempo y en el espacio. Una de Nivel II: Moralidad convencional;
las formas de educación moral en que Nivel III: Moralidad de principios indi-
se plasmó esta corriente ha sido la viduales de conciencia. En la obra de
Clarificación de valores. Para nosotros Kohlberg sobre desarrollo moral y edu-
esta es tan sólo una estrategia en la cación moral pueden distinguirse tres
educación en valores, no una corriente fases o períodos: 1) Período 1958-70
de pensamiento o modelo de educa- dedicado al estudio de las implicacio-
ción moral, como sostienen algunos nes del enfoque cognitivo-evolutivo en
autores (Puig, 1996; Medina, 2001). relación con las diferencias en el razo-
Sorprende verla descrita, en algunas namiento moral en función de la edad
publicaciones, como una propuesta de los sujetos; 2) Aplicación de la con-
que persigue la inculcación de unos cepción piagetiana del desarrollo moral
determinados valores que se suponen al desarrollo individual longitudinal; 3)
permanentes, universales y absolutos, Análisis del razonamiento moral y de
entornos en que viven y que les influ- con la justicia, la libertad, el respeto a
yen. Se hace imprescindible entender los demás y la búsqueda de la verdad”
la educación moral desde una perspec- (Escámez, 1987, p. 238).
tiva ecológica” (Puig, 1996, p. 158). Pero este juicio significa pro-
Los principios morales forma- pugnar otro modelo de educación
les como los de “justicia” o la “consi- moral: “la educación del carácter”.
deración de los intereses de los demás”
nos proporcionan criterios de conducta 3. LA EDUCACIÓN MORAL
tan abstractos y tan poco operativos COMO FORMACIÓN DE HÁBI-
que resultan inútiles, o al menos insu- TOS VIRTUOSOS O EDUCA-
ficientes, para una conducta moral ya CIÓN DEL CARÁCTER
que siempre necesitan ser interpreta- La insatisfacción y crítica de
dos en términos de una tradición con- la teoría kohlbergiana sobre educación
creta. Hacemos nuestro el juicio que, moral ha dado lugar a un nuevo enfo-
sobre el modelo de Kohlberg sobre la que: “educación moral como forma-
educación moral, hace el profesor ción de hábitos virtuosos”, o también
Escámez: denominada: “educación del carácter”.
“Me parece incuestionable el Constituyen propuestas de educación
desarrollo del razonamiento moral, en moral que tienen una larga tradición
esto el modelo expuesto parece acerta- que se remonta hasta Aristóteles y que
do; pero, para un entendimiento pro- gozan hoy de un renovado interés.
fundo de las relaciones juicio-acción, Factores sociales, culturales y filosófi-
lo considero insuficiente ya que la cos estarían en la base de esta reapari-
consistencia de la acción con el juicio ción en escena de la “educación del
exige un apasionamiento racional por carácter” de la que Peters es su autor
aquello considerado como moralmente más representativo.
adecuado para que pueda ser así lleva- “La concepción de la educa-
do a su ejecución. La educación, por lo ción moral como formación del carác-
tanto, debe centrarse no sólo en el ter hunde sus raíces en la tradición
desarrollo del razonamiento moral, griega. Para los griegos, ético signifi-
sino en crear condiciones para que se caba un modo de ser o carácter que se
ponga en acción lo propuesto por los adquiría a través de las propias accio-
juicios morales; para ello es necesario nes, y concebían como vida buena
que se fortalezca el carácter del sujeto aquella que estaba entregada al bien de
en aspectos tales como la integridad, la ciudad. La persona de carácter
determinación y resolución; fortaleza bueno o ética era aquella que tenía las
que sólo se hará efectiva cuando se cualidades necesarias para desempe-
esté comprometido apasionadamente ñar adecuadamente un papel en el fun-
las circunstancias del momento, la edu- nas que se comporten en forma racio-
cación del carácter viene exigida por la nal, inteligente y con un alto grado de
necesidad de educar al sujeto para inte- espontaneidad”, sin embargo, “los
grarse en una sociedad concreta, con hechos básicos del desarrollo del niño
unos valores, normas, tradiciones tam- revelan que, en los años formativos de
bién concretos. La educación es tam- tal desarrollo, el niño no puede llevar
bién socialización, y ésta se da necesa- esta forma de vida y no entiende su
riamente en una tradición. El “aquí” y transmisión adecuada” Peters (1984, p.
el “ahora” (espacio y tiempo) constitu- 62). Peters vertebra la educación moral
yen elementos esenciales de todo pro- del sujeto en torno a cinco aspectos o
ceso educativo. Por ello, el acto educa- facetas de la vida moral que el educador
tivo siempre es un acontecimiento ori- debe contemplar en su acción educati-
ginal, único, irrepetible que escapa de va: 1) actividades que faciliten el apren-
la uniformidad que exige un enfoque dizaje de conceptos como lo “bueno”,
idealista-intelectualista de la educación “deseable” y “valioso”; 2) aprendizaje
con pretensiones de universalidad. del concepto de “deber” y “obligación”,
Peters (1984) defiende la educación es decir, papel social que cada sujeto
moral como educación del carácter para está llamado a desempeñar en su socie-
superar el formalismo de Kohlberg (al dad; 3) apropiación de normas de com-
menos, el de sus primeros momentos) y portamiento que el individuo debe
dotar de realismo a la acción educativa. aceptar por ser miembro de una comu-
Sostiene este autor que la educación nidad (comportamiento social); 4)
moral debe perseguir dos grandes obje- apropiación de conceptos como “ambi-
tivos: 1) aprendizaje de principios ción”, “gratitud”, “benevolencia”, es
morales como criterios de conducta decir, aquellas motivaciones que llevan
moral; y 2) aprendizaje de hábitos vir- a una conducta personal; 5) apropiación
tuosos. Peters no descarta en la educa- de conceptos como “conciencia”,
ción moral el desarrollo del pensamien- “constancia”, “integridad”, “determina-
to moral tan querido por Kohlberg, por ción”, o lo que es lo mismo, formas en
otra parte indispensable si se quiere que el sujeto obedece las normas mora-
lograr la autonomía del sujeto. Pero les. De esta descripción se desprende
supera el formalismo kantiano al defen- con claridad el peso que tienen los hábi-
der la necesidad de enseñar y aprender tos, los rasgos de carácter y las normas
hábitos virtuosos, sobre todo en la y valores de la comunidad en la educa-
infancia por la dificultad que entraña ción moral del sujeto, en comparación
esta temprana edad para un razona- con otros elementos más vinculados al
miento complejo. Defiende Peters “que desarrollo del pensamiento o juicio
es conveniente el desarrollo de perso- moral del individuo.
ción al otro; y soy “sujeto” esencial- libre autonomía; es, por el contrario
mente en este sentido” (Lévinas, 1991, una asignación que viene de fuera, del
pp. 91-92). otro. El otro me constituye en sujeto
Esta responsabilidad para con moral cuando respondo de él; soy su
el otro que “viene sin previo aviso” es prisionero, su rehén, dice Lévinas. “La
lo que me constituye en sujeto moral. obligación moral no proviene de uno
Con la figura del “rostro” Lévinas mismo, de la decisión de actuar por
explica el carácter heterónomo de la buena voluntad, sino de que sea des-
moral como respuesta (responder de) pertada, en uno, por el otro” (Chalier,
inapelable del otro. “Mientras que el 2002, p. 12).
pensamiento libre continúa siendo el En Lévinas hay una clara
Mismo (Mème), el rostro se me impo- voluntad de sustituir la autorreflexión,
ne sin que yo pueda permanecer la autoconciencia, fundamento de la
haciendo oídos sordos a su llamada, ni ética individualista por la relación con
olvidarle; quiero decir, sin que pueda el otro como propuesta de una moral
dejar de ser responsable de su miseria. alternativa; un distanciamiento de la
La conciencia pierde su primacía... La ética como amor propio y el anclaje en
conciencia es cuestionada por el ros- otra que construye su significado a par-
tro... El Yo es por completo responsa- tir de la relación con el otro. Lévinas se
bilidad o diaconía... El Yo (Moi) es sitúa en un campo hasta ahora no ocu-
infinitamente responsable” (Lévinas, pado por nadie: la heteronomía locali-
1993, pp. 46-47). Y en otro texto zada en la relación con el otro, quien al
Lévinas (2001, p. 105) precisa aún hacer, con su sola presencia (rostro), al
más el carácter heterónomo de la yo responsable del otro, de forma
moral: “La responsabilidad no me deja intransferible y libre, lo constituye en
constituirme a modo de yo pienso, sus- sujeto moral. Esta concepción de la
tancial como una piedra, o como un ética y de la moral tiene unas inevita-
corazón de piedra, en sí y para sí (soi). bles consecuencias en la educación, y
Llega hasta la substitución del otro, específicamente en la educación moral.
hasta la condición –o hasta la incondi- Nos obliga a entender y “hacer” la edu-
ción- de rehén. Responsabilidad que cación de “otra manera”, a asumir que
no deja tiempo: sin presente de recogi- la relación más radical y originaria
miento o de entrada en sí; y que me que se establece entre maestro y alum-
hace llegar tarde; ante el prójimo, más no, en una situación educativa, es una
que aparecer, comparezco. Respondo, relación ética que se traduce en una
de entrada, a una asignación”. La actitud de acogida y un compromiso
moralidad en Lévinas no es resultado con el educando, es decir, hacerse
de mi iniciativa, del ejercicio de mi cargo de él. Nos obliga a una revisión
cional. Es más bien una afección (sen- puede ser una humillación para vícti-
tirse afectado, sufrir) “cargada de mas. Para Lévinas, en un mundo
razón”, es compasión (padecer con) poblado de “otros” o de un “tercero” la
por la suerte del otro, por las circuns- respuesta a éstos puede ser de indife-
tancias concretas en las que se resuel- rencia, de apoderamiento o de recono-
ve la vida del otro. Es la persona con- cimiento y acogida. Es decir, la indife-
creta del otro en toda su realidad quien rencia que les niega cualquier estatuto
se presenta como una pregunta inape- de realidad, el apoderamiento que
lable que compromete. No hay, por busca adueñarse de ellos a cualquier
tanto, un deber absoluto que descienda precio, y la acogida por alguien que se
de lo alto, o se imponga desde la con- reconoce en el otro y se hace cargo de
ciencia que obligue a “salir de sí” en él. En estas situaciones, la presenta-
un despliegue o “sobreabundancia” de ción de los “otros” se hace a través de
la conciencia moral. Hay más bien una la transparencia de un rostro que se me
evidencia que se impone como un presenta en persona. A este “espacio”
hecho “natural” que es la aspiración de de la presentación, Lévinas lo llama
los seres humanos a la felicidad, al ética, pues la respuesta moral no es la
reconocimiento de su dignidad invio- “comprensión intelectual”, resultado
lable. Hay un sentimiento “cargado de de un juicio moral, sino la “com-
razón” que intentar justificarlo con pasión” (cum-pati), entendida como
argumentos constituiría una burla o un cuestión de “entrañas”, de sufrimiento
sarcasmo para todos aquellos a quie- compartido, de calidad humana, en
nes se les ha negado la dignidad. El definitiva, como una cuestión moral
sufrimiento producido sobre los ino- (Ortega, 2004).
centes, la explotación del ser humano, La pedagogía ha sido deudora,
la humillación del otro en la violación hasta ahora, del pensamiento kantiano
de sus derechos fundamentales, el que ha condicionado la reflexión y la
hambre y la miseria de seres humanos práctica educativas, impregnándola de
fruto de unas condiciones socio-políti- una visión idealista de la moral y del
cas injustas, la muerte de tantos ino- ser humano. En la práctica se ha igno-
centes son acontecimientos históricos, rado la existencia de otras antropologí-
no situaciones ideales, cuya condena as que explican al hombre no en sí y
sobrepasa, por su magnitud, a cual- desde sí, en la autonomía, sino como
quier argumento fundado en la una realidad abierta al otro, con el
“razón”. Hay ofensas que se deslegiti- otro, para el otro y desde el otro. La
man o condenan en sí mismas por su hegemonía del pensamiento kantiano
inhumanidad y argumentar, desde la no ha hecho posible otra interpretación
razón, su inmoralidad, su inhumanidad del ser humano. La afirmación de éste
su futuro, pero sobre todo con todo su en los sótanos de la policía (Steiner,
presente; que exige concebirla como 2001). Y todavía hoy los acontecimien-
un compromiso con la vida del otro tos de guerras y conflictos interétnicos
concreto, con el alumbramiento de acreditan que el cultivo de las artes, la
alguien como ser nuevo, pero también literatura, la filosofía y la ciencia, lo
como negación de toda forma totalita- mismo que las preocupaciones religio-
ria de comprender el mundo y al ser sas, no han podido impedir el pacto con
humano. Es “otra forma” de entender y la inmoralidad ni atajar la barbarie.
hacer la educación moral, alejada del Si no bastasen las razones éti-
intelectualismo moral del que hasta cas y morales, aunque sólo fuese por
ahora ha estado impregnada. Un inte- razones de oportunidad y no llegar
lectualismo, heredado de la Ilustración, demasiado tarde a la cita con los hom-
que no ha sabido oponerse apenas a la bres y mujeres de nuestro tiempo, esta-
barbarie nazi y a las otras barbaries que ría justificado un cambio de rumbo en
han acontecido en nuestro reciente la educación moral, el intento de bús-
pasado. “Las tinieblas que las terribles queda de un nuevo lenguaje más cer-
tragedias de este siglo han dejado no se cano a la situación del hombre de
han debido a la barbarie y a la brutali- nuestros días, es decir, tomar en serio
dad de hombres burdos, presos de pul- la inevitable condición histórica del
siones desatadas, ayunos de instruc- ser humano, impensable fuera del
ción y de cultura. La Shoah surgió en espacio y del tiempo, que reclama
un país altamente civilizado, el Gulag estar atentos a cuanto acontece en la
fue el sucesor de las esperanzas puestas vida de cada educando, en su inevita-
en una sociedad fraterna y justa” ble tarea de aprender a existir en una
(Chalier, 2002, p. 15). La élite intelec- existencia concreta, no en una situa-
tual en el nacionalsocialismo a la vez ción ideal.
que disfrutaba de las obras de Bach y
de Pushkin era celosa en el cumpli- 5. BIBLIOGRAFÍA
miento de sus “obligaciones” en los Véase texto original en la ver-
campos de exterminio de Auschwitz y sión gallega.