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El filósofo y científico francés Blaise Pascal (1623-1662) afirma: “Si no actúas como
piensas, vas a terminar pensando como actúas”. (Huerta, 2015)
Esta, es una frase que embarca el ideal de la ética, puesto que si actuamos como
pensamos de forma correcta se emplea la coherencia y la ética; más si es, por el
contrario, o nuestros pensamientos cambian o quien lo hace somos nosotros en cuanto a
nuestro actuar.
Es así es como se tiende a juzgar nuestro diario vivir en diferentes áreas; como lo es el
laboral, que a menudo está cojo por las faltas que se cometen frente a el cargo
respectivo, otro ejemplo es el papel de sociedad, ya que nuestras acciones inseguras,
envidiosas y ventajosas promueven el muy llamado refrán “sálvese quien pueda”.
La práctica correcta de la coherencia, es la que nos lleva a decir las cosas que
percibimos de algo o alguien que no nos gustan y expresarlo; claro, con su respectivo
respeto. A demás, una forma más de practicar la coherencia, es transformando aquello
que no nos gusta; ejemplo de esto es nuestro trabajo, lo cual no basta con tener trabajo
sino con disfrutar y amar este.
“La integridad es un valor cuando se entiende por actuar de acuerdo como se piensa, y además
siempre que se piense bien, porque ahí está el peligro, si no se piensa bien más vale que no.
Entonces, la integridad tiene que ver con llevar a la práctica todo aquello que pensamos que
realmente es bueno, que realmente es valioso y, en esa línea, practicar la coherencia con lo que
se piensa” (Pérez, s.f.)
Claro, se debe tener en cuenta que no siempre se va ser igual, es decir nuestro
pensamiento cambia a través de los días llevándonos a un punto de avance, sin
embargo, eso también acredita a que nuestras costumbres lo hagan de igual forma. En
conclusión, no podríamos seguir actuando de la misma manera y cometer acto de
incoherencia referido a lo ya expuesto.
Con ello, se puede observar que, el cambio constante de nuestras ideas se ve reflejadas
en cada decisión u opinión respecto a algo o a alguien. Por ello, los niños al crecer se
ven tremendamente ejemplificados en el caso. Al pasar de la etapa de la niñez a la
adolescencia está el caso de sentirse bombardeados por mucha información para
adaptarse a la sociedad, por esto, su aptitud cambia. Tantas alternativas posibles que
tomar, pero que deben ser analizadas y así enfrentarse de esta manera asertivamente a la
sociedad, para de esa forma expresar su ideal en forma tangible (su forma de expresarse,
sus temas de charla, su empleo, familia, forma de vestir, etc.).
Más aun, este bucle está comprendido en si por el hombre quien es el que toma las decisiones.
Pero, ¿qué pasaría si uno de los ideales a defender este sobrepuesto en otro de los mismo?
Obviamente, existiría un conflicto de quien sobrepasaría a quien; pero, más allá de ello, el que,
sobre pase al otro, tendrá más fuerza y coherencia de qué se es.
La coherencia, ante todo, se relaciona con la fidelidad que se tiene a determinado ideal, es
decir que los cambios de perspectivas constantes, promoverán el quiebre de tales ideales con
nuestra coherencia.
Otro aspecto que se resalta, es el hecho del fanatismo; esto debido que, la idea propia a
defender no es primordial, pero si lo es la emoción de seguirla, por lo cual no sería coherente
que siguiera la idea propia; lo que sí se puede afirmar, es que este está siguiendo su emoción
generada por la percepción de la idea.
A menudo, este acto de coherencia es simplemente algo imposible, debido principalmente por
el acto de las apariencias o por las percepciones falsas de nuestras ideas o situaciones. Es tanto
el enfoque del actuar acorde a lo que pensamos y sentimos, que nuestra conciencia al percibir
errores de coherencia, actúa en forma reflejo para la comprensión de tal contrariedad,
llevando como resultado, características comunes como el trabarse o el sudar en momentos
de tensión referido a la contrariedad de la realidad o ideal.
Por último, es clave dar a conocer de forma clara cada una de las ideas, ya sea con nuestro
cuerpo, al actuar o dialogar, esto principalmente para evitar malas interpretaciones o harta a
las personas receptivas.