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Las naciones maduraron. Se hicieron conscientes de sí mismas
no sólo en cuanto agrupamientos humanos, sino en cuanto
partes de Europa y herederas de historia. Penetraron más hondo
en la búsqueda de sus raíces, y redescubrieron y recrearon el
pasado, del cual hicieron un marco para sus pensamientos. En-
tonces les enseñó lecciones políticas, y las nacion€s compren-
dieron de nuevo lo que signiñcaba 7a república, ideal rornano,
y la d,emocracia, creacióngriega.
En esta última etapa de la evol¡¡ción de nuestras literaturas,
nos hemos vuelto una vez más a escuchar las leyendas. É,sta es
una manifestación de nuestro afán de explorar más a fondo el
esplritu hr¡mano. Como un hombre que recuerda un cuento que
le contaron en su infancia y percibe en él de pronto un plo
fundo significado, así nosotros repetimos ahora los mitos grie-
gos, y vemos que a menudo son la única iluminación de rnuchos
oscuros rincones del alma humana, y encontramos en ellos múl'
tiples senticios de vital importancia.
A lo largo de todo este proceso, hay dos hechos fundamentales
que han seguido existiendo y matizándolo. Uno de ellos es la
pugna entre cristianismo y paganismo grecolromano. Desde un
punto de vista, ésta es la pugna que enfrenta a dos modos de
ver el pasado: ¿hay que rechazarlo totalmente, o hay que acep-
tarlo y transformarlo para nuestro provecho? En esa forma
hemos visto la lucha durante la Querella de Antiguos y Mo-
dernos. Desde otro punto de vista, es la pugna que existe €ntre
la idea de que la naturaleza humana y el mundo son absoluta-
mente malos, depravados, irredentos, y la idea de que ambos
encierran muchas cosas buenas y susceptibles de mejora. La
condenación de la naturaleza humana por los ascetas cristianos
ha provocado a rnenudo una condenación inversa, lanzada con
igual violencia por aquellos que sienten que la naturaleza hu-
mana es básicamente btrena, y que admiran a los griegos y a los
romanos porque supieron poner de relieve lo mejor de ella.
En esta pugna, la verdad no está totalmente con los unos ni
con los otros. Está con aquellos que han tomado lo mejor del
paganismo y lo han transformado sumándole los frutos más
exquisitos del pensamiento cristiano.
El otro hecho es la naturaleza de la civilización rnisma. Mu-
chos no la comprendemos como se debe. Vivimos en un mundo
materialista. Casi todos pensamos incesantem€nte en ganar di-
nero, o en ganar poder --+xpresado en términos materiales-
para un grupo o para un país, o en redistribuir la riqueza entre
coNCLUSIóN 967
las distintas clases, naciones o continentes. Sin embargo, la civi-
lización no se inter-esa principalmente por el dinero, por el po
der ni por las posesiones. Se interesa por el espíritu humano.
El estado más opulento del mundo, o una sociedad mundial que
pos€yera riquezas y comodidades ilimitadas, y en la que cada
cada uno de sus miembros tuviera todos los manjares, todos
los vestidos, todas las máquinas y todos los bienes materiales
que pudiera utilizar, no sería con todo €so una civilización. Sería
lo que Platón llamó "una ciudad de cerdos", que comen, be-
ben, duermen y se aparean hasta que les llega la muerte.6
Los griegos f¡reron sagaces hombres de negocios. Los romanos
construyeron un vasto imperio, de fuerza y riqueza increibles.
Pero si no hubieran hecho más que eso, estarían ahora tan mtter-
tos como los asirios. Si todavía viven, si siguen ejerciendo accio-
nes a través de nosotros, es porque se dieron cuenta de que la
civilización significa educación. La cia,iliutción es Ia uida del
espíritu. Naturalmente, la civilización no puede existir sin se-
guridad material, salud física, riqueza adecuadamente distri-
bulda. Pero éstos no son fines. Son medios. Su objetivo riltimo
es la vida del espíritu. El espíritu es lo que nos hace verdade-
rament€ humanos. El resto, los juegos y la comida, el abrigo v
la pelea, lo compartimos con los animales.
La civilización signiñca educación: no sólo para los niños,
sino también para los adultos, hombres y mujeres, a lo largo
de toda la vida. Uno de los más variados e interesantes métodos
para lograr esa educación es la literatum. Grecia supo que los
dramas y las canciones, los cuentos y las historias no son única-
mente entretenimientos pasajeros, sino posesiones p€rmanentes
del espíritu, a causa de su contenido siempre fértil. Tal fué el
descubrimiento de los griegos. No fueron muy ricos, ni muy
poderosos. Egipto fué más rico. Persia fué muchísimo más po-
derosa. Pero los griegos fueron civilizados, porque pensaban.
Esto fué lo que enseñaron a los romanos. Roma supo muchas
cosas que los griegos nunca llegaron a conocer, o que aPren-
dieron demasiado tarde. Roma pacificó a los bárbaros belicosc's,
construyó carreteras, puertos, puentes y sistemas de irrigación,
y creó el derecho. Esto también es civilización. Pero no es su
cima. Los griegos comprendieron que la cima de la civilización
es el pan del espíritu, y supieron dar ese Pan a otros.
Los romanos pasaron a toda la Europa occidental el alimento
espiritual que habían recibido de los griegos. Fué purifrcado
y fortalecido por el cristianismo, que al desarrollarse asimiló
6 Platón, Reprlrblica, g7z d.
368 coNCLUSIóN CONCLUSION 3(if)

todavía más sustancia del espíritu griego. Después se derrumb<i genio cien.tifico e industrial. El único modo como podernos jus-
9! Imperio romano, primero en Occiclente y i.rego en Oriente. tificar este poder, Ia rlnica manera de emplearlo para nuestra
Nada sobrevive cle su riqueza ni de su fuerza máterial. pero sí perdurable utilidad y de contribuir con algo permanente al pro-
sobrevive la fuerza espiritual de Grecia y Roma. Esta conquistó greso de la raza humana, es comprender y difundir un sistema
a los conquistadores bárbaros, y en seguicla los civilizó. Cántri- de nobles ideales espirituales. Algunos de estos ideales los esta-
buyó a hacer de nosotros lo que somos. mos elaborando nosotros mismos. Muchos otros los derivamos
La verdadera relación qué hay entre el rnundo moclerno y el del cristianismo. Y muchos -en el arte, en la filosofia, en la lite-
mundo <:lásico es, el1 escala lnás amplia, la misma que hubo ratura- los hemos recibido de la civilización grecorromana,
enre-Roma y Grecia. Es una relaci<in pedagógica. Romi fué rica como legado inapt'eciable. El verdadero deber del hombre no
es extender su poder ni multiplicar sus bienes más allá de sr¡s
Ilospoderosa. Consagró gran parte de su riqueia y de su poder a
deleites sens.ales: bebidas y carreras de caballos, banquetes, necesidades, sino enriquecer y gozar su única posesión impe-
barcos de placer, muebles costosos y lujosos vestidos. peü, en- recedera: su alma.
señados por Grecia, muchos rolnanos emplearon también la ri-
queza y el poder de su estado para hacer posible que todos
cuantos strpieran leer, entonces como más taide, tuviiran una
vida espiritual más vigorosa y más delicada. A esos hombres
los recordarnos siempre. Conocemos a algunos brillantes con-
quistadoles, y. a a_lgunos riranos: César, y ñerón, y. . . CQuién fué
el que derrotó a Hanibal? A los millonarios los hemos ólvidado;
lo único que sabemos €s
_que eran personajes ridículos que se
hacía.n servir platillos de lenguas de-ruiseñor y que se bañaban
en piscinas de oro con agua tibia. pero en cambio conocemos y
admiramos todavía a los hombres (ricos o pobres) que supieroñ
emplear su inteligencia:,a aquel abogado áutc¡didaito qúe des-
pués d9 llegar a la cumbre de su profesión, después de desern-
peñar los más altos cargos del estado, se hizo unJ voz persuasiva
que expuso muchos de los problemas nlás arduos de la ñlosofía
grecorromana; a aquel muchacho carnpesino que, expresando
todo el destino romano en un molde lieroico giiego, inspiró a
Dante y a Garcilaso, a Milron y a Hugo y a muihos oños; a
aquel hijo cle un esclavo, nacido en el ¿írido medioclía de Italia,
enviado a Grecia con grandes sac¡ificios por su paclre, y que de
vuelta en su patria escribió, primero sátiias conña los ricós ava_
rientos,. y después canciones de dicha temperada y de hondo
patriotisuro, que l.ran divertido, encantado y fortalecido a cen-
tenares de rniles de modernos. Estos hombres son Cicerón, Vir-
gilio y Horacio. De Grecia recordaruos a Homero, a platón, a
Sófoclcs, a Aristóteles, mientras que los ricos y los poderosos,
los fastuosos y artrbiciosos, han dejado cle existi¡. Sóló viven el
pensarniento y el arte.
- Roma se hizo l)otente gracias a su genio nrilitar y político; y
después, Glecia le enseñó a vivir l¡r vida clel espíritü. Las na-
ciones occidentales nloclernas se han hecho potentes gracias a su
 GILBERT HIGHET

LATRADICION
CLASICA
Influencias griegas y rorndndr
en la literatura occidental,

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

rvrÉxrco , {oiiul

[ 4rtti'i j oxl"nt"