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UN SUEÑO
En un desierto lugar de Irán hay una no muy alta torre de piedra, sin puerta ni ventana. En
la única habitación (cuyo piso es de tierra y que tiene la forma del círculo) hay una mesa
de madera v un banco. En esa celda circular, un hombre que se parece a mí escribe en
caracteres que no comprendo.aM-largo poema sobre un hombre que en otra celda
circular. escribe un poema sobre un hombre que en otra celda circular... El proceso no
tiene fin y nadie podrá leer lo que los prisioneros escriben.
JORGE LUIS BORGES
PRÓLOGO
JUAN L. LINARES
A juzgar por el título de este libro, alguien podría pensar que el mismo Dios lo ha escrito.
Y, de hecho, no es que sus autores estén demasiado lejos de la idea de divinidad. Si
existe un Olimpo sistémico, no hay duda de que Watzlawick ocupa en él un lugar
destacado. Y en cuanto a Ceberio, quien lo conoce suscribe fácilmente la fórmula
coloquial: ¡Che, Marcelo, sós divino! Sin embargo, el libro es humano y bien humano,
como corresponde a una obra inspirada y creativa, directa y apasionada. Está claro que la
pasión, sobre todo, es patrimonio de la humanidad.
Si hubiéramos de ser fieles al tópico, habríamos, también, de atribuir la pasión a Ceberio y
el rigor -el otro ingrediente fundamental de la obra- a Watzlawick. Pero no. La filiación de
los capítulos nos da pistas suficientes para distinguir en el segundo una apasionada
defensa de la epistemología constructivista y para admirar en el primero una
espectacularmente erudita concatenación argumental. Y el hecho de que ambos
autorescombinen pasión y rigor no puede sino redundar en un enriquecimiento notorio del
texto.
Estamos, y ya es hora de decirlo, ante un manual de constructivismo. El hecho carecería
de relevancia si se tratara de un construc-tivismo a la moda de los ochenta, época en que
hasta los pececitos del mar -herederos de aquellos que en el tardo medievo portaban las
barras catalanas- se hicieron constructivistas. Pero las fuentes de Watzlawick y Ceberio
se remontan tiempo atrás, a los orígenes del equipo de Palo Alto, cuando el incipiente
constructivismo sistémico anunciaba la irrupción, ¡por fin!, de la incertidumbre y la
complejidad en el campo psicoterapéutico. Un nuevo y refrescante modelo veía así la luz,
mientras otros, al socaire de la misma oleada postmodema, renovaban el utillaje: el
psicoanálisis dándole primacía al lenguaje de la mano de Lacan, y el conductismo
perdiendo asperezas objetivistas al transformarse en cognitivismo.
El constructivismo de Palo Alto nació, definiéndose como comunicacionalista, con la mejor
legitimidad postmoderna, y quizás por eso no se ha tomado nunca grandes molestias en
reivindicarla. Ni siquiera cuando, am parados en la «estética», los nuevos constructivistas
emprendieron una injusta operación de acoso y derribo de los «pragmáticos» paloaltinos.
La Historia es una gran señora que relega las polémicas a la letra menuda y reserva las
mayúsculas para las aportaciones originales, de las cuales, por cierto, Palo Alto y
Watzlawick andan sobrados. A ellas, y a la seguridad que confiere la veteranía, hay que
atribuir, en parte, el que La construccióndel Universo rezume un sano aire provocador y
no el ñoño vaho políticamente correcto que caracteriza a tantas obras postmodernas. Se
trata de la misma provocación que ha hecho siempre las delicias de los sistémicos
entusiasmados con «the new ways of'thinking», y que, todo hay que decirlo, ha irritado lo
suyo a colegas de otros modelos.
Pero, además, parte de la frescura crítica que rezuma este libro es responsabilidad de
Ceberio, que encarna en su historia personal la fecunda conexión entre la irreverente
clínica del anti-institucionalismo de Basaglia y de la anti psiquiatría de Cooper y Laing, y
los orígenes del modelo sistémico. Si a ello añadimos que lleva su atrevimiento a
proponer el Test de Rorschach, en el que es un auténtico experto, como instrumento
diagnóstico constructivista, comprenderemos hasta qué punto la irreverencia inteligente
es un elemento común a nuestros dos autores.
Como manual que es, La construcción del Universo interesará al estudiante que busque
una presentación ordenada y coherente del constructivismo sistémico, enmarcado en el
contexto comunicacionalista que lo vio nacer. Pero, como exponente de una visión
actualizada y enriquecida, interesará también al estudioso que desee degustar la
suculenta salsa, trabada con elementos clásicos e ingredientes recientes, en que viene
presentado. Y tanto uno como otro tendrán la oportunidad de codearse con los dioses, y
hasta de divinizarse un poco, adquiriendo instrumentos para construir sus propios
universos.
ÍNDICE
Prólogo, por JUAN L. LINARES ……………………………………………………… 9
Introducción. El paradigmaposible ……………………………………………………. 13
INTRODUCCIÓN
EL PARADIGMA POSIBLE
Clásicamente se entiende que un libro refleja una línea de pensamiento, el diseño de una
construcción propia del autor y lo que éstedesea transmitir.
Es esta misma orientación la que posiciona al lector como un sujeto pasivo que recibe las
ideas, con lo cual la lectura se convierte en un acto unidireccional: un autor activo y un
lector pasivo.
Sabemos, sin embargo, que todo lector captará y traducirá en construcciones propias las
ideas de la obra; y es a partir de entonces -momento sagrado- que dichas ideas dejan de
ser patrimo nio exclusivo del autor para pasar a formar parte del universo del lector.
Así, el lector abandona la pasividad para convertirse en uno de los gestores del libro.
Pensarlo de este modo implica que la lectura y sus reflexiones se estructuran como un
proceso de co-construcción entre autor y lector.
De esta manera, entra en crisis la linealidad tradicional que polariza un activo-pasivo en
relación autor y lector, respectivamente.
No se invierte la polaridad. Se trata de poner en juego lo que en adelante llamaremos el
posible paradigma, el paradigma de la circularidad, una suerte de lectura interactiva,
donde autor y lector, conociéndose a través de la obra, construyen juntos el producto.
Para poder comprender esta concepción, en el sentido estricto del término, se hace
necesario conocer desde un nuevo modelo de pensamiento, y para concertar dicho giro
hace falta un cambio de paradigma.
La historia del mundo está signada por el cambio. Las crisis en el mundo científico fueron
el preludio de la desestructuración de parámetros que resultaron anquilosados para gestar
otros nuevos.
Construcciones teóricas innovadoras comenzaron siendo posiciones alternativas a un
determinadomodelo de pensamiento que se erigía como paradigma; frente a tal
confrontación, la comunidad científica -como grupo de poder- debió renunciar a su
basamento epistemológico, para a posteriori, involucrarse en un nuevo conocer. No
obstante, en todos los casos el resultado de este proceso no fue el cambio de paradigma,
sino que, en muchos de ellos, la resistencia ganó terreno y el producto convocó al
fracaso.
El modelo de pensamiento que caracterizó a las ciencias clásicas estuvo impregnado de
un determinismo causal-lineal, como el paradigma que avaló el desarrollo de hipótesis en
la observación, llevó a crear sus metodologías en el análisis, y revistió de certeza las
comprobaciones.
Linealidad, objetividad, la verdad y la realidad fueron los bastiones que enarbolaron estas
ciencias, donde la certidumbre y el orden concebían y explicaban un universo del todo
coherente que no dejaba lugar a la duda.
Este modelo de pensamiento no quedó circunscrito al perímetro del mundo científico, sino
que invadió el conocer cotidiano que, de una manera menos sofisticada, o si se quiere
más rudimentaria, apeló
a este recurso como forma de ver, explicar y responder acerca de la realidad.
Si bien desde el campo de la filosofia, algunos pensadores se habían revelado contra los
dogmas de verdades irrefutables, la ciencia se mantuvo sorda de cara a sus
observaciones.
Todo transitó en aparente orden.
En la década de los 50, el surgimiento y los desarrollos de la Cibernética y de la Teoría
General de los Sistemas se confrontaron a la linealidad y objetividad reinantes,
imprimiendo unadosis de incerti dumbre que movilizó a diversos planos el mundo
científico. El pensamiento de las ciencias clásicas, el que regía a las investigaciones,
aquel que alcanzó el raciocinio de la gente común, involucró al ámbito de la psicoterapia,
trasladando la articulación de la máquina a la comunicación humana.
Se puso en crisis el modelo analítico que tendía a descomponer las partes, entendiendo
que el punto de partida era la posibilidad de comprender y explicar el todo.
Superar estas concepciones conlleva una permutación epistemológica, la capacidad de
relacionar circularmente las distintas fracciones del sistema, para hablar de totalidad en
lugar de sumatividad. La visión sistémica contrapone a la fragmentación reduccionista de
los componentes una organización poblada de significados de las partes mismas.
Aceptar esta nueva construcción, que nos introduce en las ciencias modernas, implica
reconocer una multiplicidad de niveles que son simultáneamente autónomos e
interrelacionados. Como señala Luigi Onnis (1996), «en esta dimensión las
contraposiciones cartesianas de mente-cuerpo, biológico-psicológico, natural-cultural,
individual-familiar, pierden su significado».
Así comenzó a cuestionarse la certeza de la supuesta objetividad en el acto de conocer,
que con la Cibernética de segundo orden llega al punto cumbre, arrojando interrogantes
en vez de afirmacio nes: el observador está involucrado dentro del contexto de la acción
de conocimiento, por lo tanto, ¿cómo es posible hablar de verdad, cuando soy yo, desde
mi sistema de creencias, el miembro partícipe activo delo que observo?
La conceptualización de los juicios comenzó a considerarse fruto de la subjetividad:
indefectiblemente el científico en su construcción de hipótesis observaba sobre un
sistema que era influido por su propia intervención en el plano pragmático y por su lente
de observación en el plano perceptivo. Miraba la misma dinámica de la cual él formaba
parte constructiva, observaba lo que él mismo producía.
Entonces, ¿cómo señalar cuál es la realidad?, o ¿existe una realidad verdadera?
Podríamos pensar, de acuerdo a estas preguntas que relativizan el eje de observación,
que estamos viviendo una época de transición, de posibilidad de cambio de paradigma,
una época en la que todavía hace falta discriminar términos como subjetividad y
objetividad. Tal vez en una perspectiva futura, el último concepto se rotule como obsoleto,
pues será obvio que las opiniones y juicios competen a la esfera de segundo orden, y
como tal son subjetivos, con lo cual resultará absurdo intercalar en el discurso
aseveraciones de verdad y realidad, sin adjuntar el mi delante. El significado de la
objetividad quedará reducido tan sólo a convenios de primer orden, que también poseen
su relativización, en la medida que existe un observador involucrado.
La Cibernética de segundo orden abrió las puertas al Constructivismo que comienza a
responder con interrogantes, contestando con cuestionamientos, que brinda respuestas
que no restablecen un or den, sino que son estas mismas las que producen
incertidumbre, las que dan paso franco a la duda.
Podríamos afirmar que en estos tiempos de laposmodernidad, aceptar la óptica de la
complejidad implica reconocer y respetar una pluralidad de puntos de vista que se
traducen en una multiplicidad de modelos interpretativos.
«A esta crítica no se sustrae, naturalmente, ni siquiera el modelo sistémico,
especialmente cuando se lo identifica, como muchos hacen y a mi juicio erróneamente,
con un modelo holístico, es decir, ten dencialmente y peligrosamente omnicomprensivo de
cada aspecto de la realidad. Por este camino, la homologación de todo a un único modelo
globalizante, me parece que se corre el riesgo de volver a caer, paradójicamente y sin
darse cuenta, precisamente en la jaula reduccionista». [L. Onnis. 1996]
Lejos de la ortodoxia, la epistemología sistémica debe ser una herramienta que nos
permita construir correlaciones y recursividades entre los diferentes niveles de lo
observable, entendiendo que cada uno de éstos es autónomo pero al mismo tiempo
interdependiente y puede requerir de otros instrumentos de indagación.
Este libro tiene por objetivo introducirnos en las preguntas a que nos conducen las
ciencias de la complejidad, preguntas autorreferentes que nos llevan a la reflexión acerca
de nuestros juicios y asevera
ciones, que nos pasaportan a una mirada interior sobre nuestro cono
cer, a considerar los descubrimientos como construcciones del hombre y no como teorías
de la naturaleza.
Esta mirada autorreferencial desestructura el hecho habitual de categorizar las
construcciones del otro sin cuestionar las nuestras, tal como lo menciona Wittgenstein
cuando dice que siempre valoramos si las respuestas sonjustas o equivocadas, sin tener
en cuenta si son correctas o no nuestras preguntas.
En esta dirección, podríamos decir que el presente trabajo no es pretencioso, puesto que
grandes pensadores de distintas disciplinas han reflexionado exhaustivamente sobre la
temática de la construcción de la realidad: qué es lo que se construye, cómo y por qué.
Figuras como el antropólogo Gregory Bateson, los cibernéticos Heinz Von Foerster y
Ernest Von Glasersfeld, el lingüista Paul Watzlawick y los neurobiólogos Humberto
Maturana y Francisco Varela son algunos de los especialistas que trataron de explicar el
tema.
Por lo tanto, será nuestra construcción, articular cómo se construye el universo personal
partiendo desde las vertientes epistemológicas de la estructuración de la realidad, hasta la
elaboración de la misma como acto co-constructivo en el ámbito de la psicoterapia, en
función del cambio.
Oscilaremos permanentemente entre conceptos cibernéticos y constructivistas, o sea,
entre recurrencias y construcciones de realidad, que avalan las acciones humanas tanto
en la vida cotidiana como en la psicoterapia, sea por parte de los terapeutas, sea por
parte de los pacientes. Por lo tanto, el lector encontrará términos que se repiten a lo largo
del análisis, certificando la circularidad de la teoría, que a la vez habla de la circularidad.
Nuestra línea de trabajo en relación con los ejemplos está centrada en la psicoterapia
sistémica, principalmente el modelo de Palo Alto, aunque en numerosas oportunidades se
excede este marco de referencia.
Los escritos se dividen en una trilogíaque no compone una división tajante, pero sí
recurrente, en la que los títulos que integran cada una de las partes se colocaron con la
finalidad de oxigenar la lectura. En ellos, como dijimos, se entrecruzan conceptos,
convirtiendo al mismo texto en Cibernético.
Por su estructura, pueden ser leídos por separado e inclusive salteando su orden, puesto
que cada uno posee un status independiente, o bien siguiendo el diseño de la obra, ya
que tienen un hilo conductor que incorporará el desarrollo de las ideas en forma paulatina.
No es azaroso, entonces, que el lector encuentre repeticiones de términos y reflexiones a
lo largo de los capítulos.
En la primera parte, El conocimiento del mundo, se abrirá el juego, partiendo de la
concepción del término epistemología, tratando de especificar qué quiere decirse cuando
se habla de este concepto, ya que en numerosas oportunidades es utilizado con
diferentes significaciones, con el consiguiente riesgo de llevar a la confusión.
Se desarrollan algunos de los diferentes modelos que pautan la observación, arrojando
circularidades en el conocer, pero por encima de la pregunta autorreferencial de ¿qué y
cómo conozco?, será la
base de la reflexión acerca de nuestra forma de construir la realidad en la observación.
Se categorizarán y diferenciarán los opuestos epistemológicos de linealidad y circularidad,
en tanto ejes epistemológicos en la construcción de conocimiento.
También, ciertos conceptos cibeméticos y por qué no un poco de historia nos ayudarán a
contextualizar y fundamentar el porqué de la invención de este nuevo posibleparadigma.
En la segunda parte, El ojo constructor, después de haber planteado en el capítulo 1 la
relativización de lo observable desde un panorama cibernético, luego de involucrar al
observador en el contexto de lo observado, entraremos en una vertiente más filosófica: el
Constructivismo.
Este capítulo se caracteriza por complejizar aún más la observación: no solamente el
observador con su simple presencia pauta la dinámica de lo que observa, sino que
también su cognición, su estructuración del mapa, impone su sello recortando el objeto a
su perímetro.
A partir de un panorama introductorio con abundantes ejemplos acerca de la relativización
de la realidad, algunos autores nos ayudarán a entender cómo se construye. Apelaremos
entonces a los estudios de Piaget, quien nos mostrará cómo el niño construye su
complejo de abstracciones a través de las experiencias del método del ensayo y error,
hasta generar las estructuras conceptuales avalantes de su mapa.
Así, Las leyes de la forma, de Spencer Brown, nos ayudarán a distinguir distinciones y
descripciones -con sus comparaciones concomitantes- que todo sujeto traza en el acto
perceptivo, conformando en la pragmática a posteriori, la puntuación de una secuencia de
interacción.
Este será el trampolín para adentrarnos en la aplicación de los tipos lógicos que se verá
en la parte siguiente, con su incidencia en la paradoja, su nacimiento como propuesta de
resolución del problema que implicaba para los filósofos, y la utilización productiva que
propone Bateson con su cuadro de descripción de proceso y clasificaciones deforma. De
este punto se hereda un tema urticante: el problema del diagnóstico», en donde se
desarrollarán los criterios epistemológicos que labran su concepción, la historia, las
diversas críticas, la construcción de realidades, estableciendo distinciones a partir de él, y
lo que consideramos como correcta aplicación.
Deambularemos por las dos realidades de primer y segundo orden, impregnándonos de
significados, estructuras de sentido, subjetivismo y autorreferencialidad.
Después de recorrer y analizar algunas cuestiones de construcciones lingüísticas entre
conceptos de F. de Saussure y M. Erickson, nos basaremos en las especificaciones de H.
Von Foerster con su im perativo estético «si quieres ver aprende a actuar». Se remarcará
la importancia del lenguaje imperativo como el que pauta la orden de trazar una distinción
y de gran efectividad en las prescripciones de comportamiento, concluyendo en un
lenguaje inventor de realidades y de mundos, que abandona su vieja concepción de
representacional.
En la tercera parte, La nueva mirada, llevaremos los puntos epistemológicos
discriminados en la primera y segunda parte al desarrollo de ciertas reflexiones en el
plano de la praxis.
Un tema que nos atrajo fue el principio explicativo -tendencia inherente al discurso
humano-, aplicado en la psicoterapia. Su etiología causal-lineal, pero también la
posibilidad de entenderlo en un sentido interaccional, versión que se funde y se confunde
con el para qué, de acuerdo a la perspectiva epistemológica con que se lea, además de la
importancia en la terapia sistémica del qué y delcómo.
En este tema, dos explicaciones nos preocuparon: las dormitivas y las reestructurantes;
las primeras, inocuas categorizaciones, y las segundas, una exposición clara de la técnica
del reencuadre que he mos considerado como la estrategia madre de la psicoterapia
sistémica.
Estas reflexiones crean la oportunidad de pensar acerca del insight, que en esta línea de
trabajo no será prerrequisito para el cambio, sin llegar a alcanzar o a erigir definiciones
dogmáticas.
El ejemplo del Rorschach nos permitirá confrontar abiertamente las construcciones de
mundos que se elaboran en la amorfia de su estructura, comprobando la selectividad
perceptiva y la proyección de nuestro mapa frente a tal desestructuración.
Finalmente abordaremos la construcción de modelos de psicoterapia. El desarrollo de
eventos sociales, políticos, económicos y culturales, que ejecutan sus nacimientos, con
algunos ejemplos históricos que lo corroboran. Se verá así mismo cómo construye el
estilo el terapeuta, la no-casualidad de la elección, y cómo en el juego de una sesión las
intervenciones e interacciones se interceptan recursivamente. Este tema será un elogio a
la creatividad y a la no-adherencia ortodoxa a un modelo que cercene los recursos del
terapeuta: abolir el se debe, para que el profesional recupere una identidad (la suya
propia).
Capciosamente distinguiremos algunos puntos que se extraen de este desarrollo, de
cómo no ser un terapeuta sistémico, posibilitando tener un espectro más claro de cómo se
operativiza este modelo en la acción.
Cerramos abriendo con un epílogo, retomando conceptosen forma circular, tal como es el
esquema de este libro, abrimos con la recurrencia y cerramos con la recurrencia.
A propósito, no sabemos cómo (y tal vez no importe), pero nos llega a la mente el
recuerdo de una anécdota: un actor que se dirigía a su función del día sábado
deambulaba en su automóvil por las calles de Buenos Aires reflexionando, ya que tenía
esa extraña manía que a veces aqueja a los seres humanos: el pensar y que,
especialmente cuando se realiza conduciendo, suele traer lamentables consecuencias.
Era un pensador que estaba involucrado con las ideas cibernéticas, y en aquellos
momentos sus pensamientos se dirigían a aseverar la circularidad de la vida del ser
humano; la vida es circular, se repitió varias veces, la vida es circular. Esta idea lo
persiguió casi todo el viaje, aunque se vio interrumpida en algunas ocasiones por
bocinazos o por frenadas bruscas.
La vida es circular y su mente se poblaba de imágenes muy primitivas, el nacimiento, la
teta, la madre, el biberón, los pañales, ..., cuando de pronto, en ese preciso momento que
su mente guardaba esta última imagen, ya próximo a llegar, lo detuvo un semáforo y sin
saber por qué giró su cabeza y se sintió atraído hacia el escaparate de un negocio, en
donde un cartel resaltaba ante sus ojos: PAÑALES PARA ANCIANO.
«Sí», se dijo... «la vida es circular...»
Si bien Ashby describió este tipo de cambio, los primeros en introducirlo en el marco de la
Terapia Familiar fueron Watzlawick, Weakland y Fisch en la década de los 60, y se
considera uno de los soportes teóricos del modelo sistémico de Palo Alto, entendiendo
que una pequeña intervención en un circuito de interacciones que rompiese con el más de
lo mismo (en términos cualitativos) podría provocar modificaciones significativas en los
sistemas, generando así una nueva estructura de pensamiento y acción.
El cambio de segundo orden se caracteriza por ejercer un cambio en el conjunto de reglas
que organizan y dirigen el orden interno de la estructura de un sistema, podría decirse un
cambio del cambio, y de ahí el término segundo orden. Se basa en un tipo de
retroalimentación positiva que provoca una ampliación de la desviación, desarrollando
nuevas estructuras.
De acuerdo con este aspecto, en un medio donde se efectúen cambios importantes, los
mecanismos homeostáticos amenazan la supervivencia del sistema e impiden la
posibilidad de crecimiento y adaptación a las nuevas situaciones. La retroalimentación
positiva es elemental para pasar a un nivel más profundo deacomodación y para que el
sistema logre su autoorganización.
A la vez, un sistema que no regule su desviación -o mejor dicho, una retroalimentación
positiva que no reequilibre al sistema- termina destruyéndose (fuga en lenguaje
cibernético).
Watzlawick (1967) se refiere, como ejemplo análogo del cambio de segundo orden, a las
velocidades y cambios de marcha de un automóvil. En la primera marcha la velocidad se
limita hasta cierto pun to; cuando se quiere alcanzar una velocidad mayor (diferencia
cualitativa) es necesario modificar la marcha, o sea, realizar el cambio. El sistema
entonces se recalibra y reorganiza, produciendo el efecto deseado, más allá de que este
cambio esté íntimamente relacionado con otras estructuras internas del sistema (como el
mecanismo del embrague, caja, motor, etc.).
Este efecto, llevado al plano clínico representa un cambio en las soluciones intentadas por
los pacientes. Es obvio que cuando nos consultan acerca de un problema, la exploración
sobre los intentos de solución para resolverlo dan como resultado la inefectividad de los
mismos, hasta tal punto que se han convertido en problema. Dichos intentos son los
cambios cuantitativos -por lo tanto, cambios de primer orden-, que ayudaron a sostener la
homeóstasis del circuito, apoyando el efecto sintomático.
Un giro copernicano sobre los mismos, por parte del terapeuta, implica efectuar un cambio
del cambio, introduciendo entropía en el sistema, para que del desorden pueda
establecerse un orden cualitati vo distinto, de lo contrario el terapeuta formará parte del
grupo de intentos de soluciónfallidos, colaborando con la no-evolución y estancamiento
del sistema.
Como señalamos anteriormente, el concepto de linealidad corresponde al pensamiento
científico clásico y, más concretamente en el plano de la psicoterapia, abarca todos
aquellos modelos que parten del supuesto teórico de que las causas del pasado producen
sus efectos y son generadoras de la situación presente; por lo tanto, los conflictos, las
conductas sintomáticas y los comportamientos patológicos son explorados buscando sus
orígenes en la historia de sujeto.
Indudablemente, esta línea de pensamiento refleja la herencia del enfoque médico
tradicional, que parte del análisis de cualquier síntoma físico (y a veces psicológico),
tratando de encontrar su etiología y diseñando el tratamiento adecuado, para lograr
eliminar la sintomatología observable (por ejemplo, aplicando la medicación correcta).
Este tipo de pensamiento es trasladado isomórfcamente al ámbito de la psicoterapia.
Keeney (1983) se refiere, como ejemplo, a la nosología psiquiátrica y al modelo clásico de
la psicopatología, calificando a esta epistemología de: «[ ...] atomista, reduccionista y
anticontextual [...] los terapeutas entienden que su labor consiste en tratar de corregir,
disecar o exorcizar los elementos malos, enfermos o locos de sus clientes [...] ejemplos
dramáticos de este enfoque son los métodos bioquímicos, quirúrgicos y eléctricos de la
terapia».
Estos son métodos que operan como correctores de desviación. Sin extendernos
demasiado, uno de los signos con que se define la locura es el apartamiento de la
realidad;sin duda, esta realidad está referida a las normas y pautas que rigen el
funcionamiento social.
El transgresor o desviado de la norma debe ser reencauzado por el profesional de
acuerdo con los baremos sociales vigentes; en este sentido, el terapeuta se convierte en
un agente del orden y el manico mio en el lugar de la corrección. Este punto de vista fue
seguido exhaustivamente por la mayoría de las corrientes contraculturales,
fundamentalmente la Antipsiquiatría (1960) y la Desinstitucionalización psiquiátrica (1970).
Estos movimientos introdujeron entropía frente a la homeóstasis social, pero no lograron
generar el cambio del paradigma psiquiátrico clásico. pero una lectura lineal de una
situación problemática (o no), no solarriente remite a la historia de la persona:
Este último punto significa que, en contra de lo que siempre se ejemplifica como
epistemología lineal en psicoterapia, llámese encontrar los orígenes de un síntoma actual
en el pasado de la persona, también encontrar un porqué relacional implica una linealidad
de otro orden. La linealidad no sólo se posiciona en el eje de la diacronía, síno que
pueden existir hipótesis lineales en el eje sincrónico.
CAUSA
(1) Historia (trauma) (2) Infección dental (3) Malas contestaciones del hijo
1, Pueden buscarse en el pasado los elementos traumáticos que han podido generar la
aparición de un síntoma en el presente. 2, También es lineal, en términos médicos, la
búsqueda de la causa de una afección determinada (una fiebre alta puede tener
diferentes etiologías).
3, Así mismo, pueden encontrarse lecturas lineales enun eje sincrónico -de tiempo
presente-, buscando causas relacionales, como, por ejemplo, atribuir el origen de la
angustia de una mujer a las malas contestaciones del hijo, sin dar el giro que produciría la
recurrencia (¿qué genera ella para que éstas se produzcan?), puesto que así entramos en
el terreno de las interacciones, y, por ende, en otra epistemología.
LINEALIDAD EFECTO Síntoma Fiebre alta »- Angustia de la madre
EL OJO CONSTRUCTOR
Podemos señalar algunas consecuencias negativas y hasta inhumanas de esta creencia a
la que me refiero. Por ejemplo, un evento que se celebra en Francia con gran repercusión
como es el aniversario de la Revolución Francesa, es fundamental. Su filosofia de la
Ilustración es de una seductora simpleza, que se sintetiza en tres comprensibles
suposiciones:
1. El mundo está gobernado por principios no racionales.
2. El espíritu humano es capaz de codiciar estos principios.
3. La voluntad humana es capaz de actuar de acuerdo con estos principios.
Sin embargo, en lugar de conducir a la humanidad a una racionalidad final ocasionó la
invención de la guillotina, como un recurso para ahorrar tiempo -verdaderamente racional-
para el asesinato de unos 40.000 seres humanos y eventualmente despacharse para la
reintroducción, aún, de otra monarquía.
En total oposición al objetivismo, existe otra perspectiva de la realidad (y nuevamente, eso
es todo lo que es: otra perspectiva) conforme a que la realidad no está descubierta, sino
inventada, construida.
Paralos filósofos, esta aseveración es un viejo cuento.
Las primeras referencias del Constructivismo pueden ser encontradas en los fragmentos
de los pre-socráticos: proposiciones claras e inequívocas, conforme a que de la realidad
real solamente podemos tener una imagen, una interpretación; estos desarrollos se
observan luego en los escritos de Kant, Hume, Schopenhauer y otros.
Kant señalaba que todo error consiste en tomar el camino de determinar, dividir o deducir
conceptos para las cualidades de las cosas en y de sí mismas.
Por otra parte, Schopenhauer en The Will in Nature (La voluntad en la naturaleza),
escribe:
«Este es el sentido de la gran doctrina de Kant, el que la teleología es introducida en la
naturaleza a través del intelecto, que así se maraville ante un milagro que se ha creado
así mismo, en primer lu gar. Es [...] lo mismo, que si el intelecto se asombrara de
encontrar que todos los múltiplos de nueve producen nuevamente nueve, cuando sus
cifras son sumadas; o por otro lado, a un número cuyas cifras sumen nueve. Ya se ha
preparado así mismo este milagro en el sistema decimal».
Especialmente esta cita eleva más que las cejas, mientras que amenaza a lo que se
supone la naturaleza sacrosanta de la verdad matemática. Pero incluso en las
transparentes salas del olimpo matemático, la controversia ha sido especialmente furiosa
con relación a la pregunta de si las leyes matemáticas están descubiertas o inventadas.
Así es como el matemático Gabriel Stolzemberg resume este dilema:
«Una vez que un matemático ha visto que esta percepción de la correcciónevidente de la
ley [...] no es más que la lingüística, equivalente a una ilusión óptica, ni esta práctica de
las matemáticas, ni su entendimiento, pueden alguna vez ser lo mismo».
Pero los matemáticos no son los únicos descubridores objetivos, infectados por el virus de
la relatividad de todo pensamiento científico -los físicos son aún más francos (humanos).
En su libro Mind and Matter (1958) (Mente y materia), Schrodinger manifiesta:
«Todo hombre dibuja una imagen del mundo, que es y siempre permanece como una
construcción de su mente y no puede probar que tenga existencia alguna».
Heinsenberg sobre el mismo tema señala:
«La realidad de la que podemos hablar nunca es la realidad a priori, sino una realidad
conocida, a la cual le damos forma. Tomando en cuenta esta última formulación, puede
objetarse que, después de todo, existe un mundo objetivo e independiente de nosotros y
de nuestro pensamiento, que funcione o pueda funcionar sin nuestra intervención, que es
lo que efectivamente deseamos significar cuando investigamos; esta objeción tan
convincente a primera vista, debe advertir que incluso la expresión “hay” se origina en el
lenguaje humano, y no puede revelar algo que no se relacione con nuestra comprensión.
Para nosotros hay sólo un mundo en donde la expresión “hay” tiene significado.»
Heinz Von Foerster es uno de los científicos que insiste con más énfasis en la
inseparabilidad del observador con respecto de lo observado, así, va más allá de la
advertencia de Heinserberg acerca del efecto de cualquier observación sobre el objeto, en
función de que siempre ladistinción que se traza de un universo involucra a un percibiente
que la ejecuta, con lo cual, es importante conocer la teoría del descriptor.
Y hasta el más radical (en el sentido original de ir a las raíces), el biólogo chileno
Francisco Varela, en su Calculus for Self-Reference (1975) (Cálculo por autorreferencia),
señala:
«El punto de inicio de este cálculo [...] es el acto de indicación. En este acto primordial,
separamos formas que se nos aparecen como el mismísimo mundo. Desde este punto de
inicio, afirmamos la su premacía del rol del observador que arrastra distinciones donde lo
desee. Así, las distinciones trazadas que generan nuestro mundo revelan precisamente
eso: las distinciones que efectuamos, y estas distinciones tienen que ver más con una
revelación de donde está parado el observador, que con una constitución intrínseca del
mundo que aparece, por este gran mecanismo de separación entre observador y
observado, siempre fugaz. Encontrando el mundo que nosotros hacemos, nos olvidamos
de todo lo que realizamos para encontrarlo como tal, y cuando lo recordamos, volviendo
sobre nuestros pasos a la indicación, encontrarnos poco más que un reflejo de la imagen
de nosotros mismos y del mundo. En contraste con lo que es comúnmente asumido, una
descripción, cuando se inspecciona cuidadosamente, revela las propiedades del
observador. Nosotros, observadores, nos distinguimos precisamente distinguiendo lo que
aparentemente no somos, el mundo.»
Los pensadores constructivistas modernos tienen un importante precursor en la persona
del filósofo alemán Hans Vaihinger. En1911, Vaihinger publicó su obra principal, Die
Philosophie des Als Ob (Filosofia del como sí), que tuvo un gran impacto en sus
contemporáneos, incluyendo Alfred Adler y Sigmund Freud.
En no más de 800 páginas y sobre la base de numerosos ejemplos prácticos, desarrolla la
tesis de que trabajamos, siempre e inevitablemente, con suposiciones puramente ficticias,
que, sin embargo, pueden conducir a resultados prácticos, después de que la ficción se
retira. Uno de sus ejemplos es el juez que usa la ficción de la libre voluntad, en función de
llegar a una sentencia:
«La premisa, si el hombre es realmente es libre, no es examinada por el juez. De hecho,
esta premisa es actualmente una ficción que sirve para la deducción de la conclusión
foral; pues sin la posibilidad de castigar a los hombres, de castigar a los criminales, no
habría gobierno posible. La ficción teorética de la libertad ha sido inventada para este
propósito práctico.»
Otro de los ejemplos de Vaihinger, al que ya anteriormente hice referencia pero que es
apropiado mencionarlo, es el llamado número i, que nace de una ecuación cuyo resultado
está en total contradicción con la regla básica de la aritmética, según la cual ningún
número positivo, negativo o cero multiplicado por sí mismo puede dar como resultado un
número negativo.
Así, mientras que en mi terreno, escribimos y elaboramos libros acerca de cómo evitar las
desastrosas consecuencias de las paradojas en la vida humana, fisicos, ingenieros,
expertos en computación, etc., han incluido descuidadamente el número ficticio i, en sus
cálculos y han llegadode ese modo a resultados prácticos y concretos (el terreno entero
de la electrónica moderna, por ejemplo, sería imposible de otra manera).
No tengo claro si Vaihinger conocía la obra de Robert Musil, quien en su última novela
Young Torless (El joven Torless), describe a un héroe que se confronta por primera vez
con las cualidades sobresalientes del número i, y que comenta a un compañero de
estudios:
«Mira, piénsalo de esta forma, en un cálculo comienzas con números ordinarios sólidos,
representando medidas de longitud, peso, o de alguna otra cosa que sea lo
suficientemente tangible, en cualquier nivel son números reales y al final obtienes
números reales. Pero estas dos partes de números reales están conectadas por algo que
simplemente no existe. ¿No es eso como un puente, donde los pilotes están sólo al
principio y al final, sin ninguno en el medio, y sin embargo uno lo cruza con absoluta
tranquilidad como si estuvieran a lo largo? Esa clase de operación me hace sentir un poco
mareado, como si condujera parte del camino, Dios sabe dónde. Pero lo que realmente
siento de tan extraordinario, es la fuerza que yace en un problema de este tipo, que te
mantiene tan aferrado, que permite que al final llegues con seguridad al otro lado.»
La típica objeción del sentido común a todo esto es: «puede ser, pero existe un mundo
real allí afuera, puedo verlo, olerlo, agarrarlo...». A lo cual, el constructivista replica: «hay
colores ahí afuera, sólo porque tenemos ojos»; ahí afuera, los fisicos nos enseñan que
hay solamente ondas electromagnéticas, y éstas son reales.
Peroentonces, sin duda, uno puede objetarle al fisico que con la misma lógica que existen
ondas electromagnéticas ahí afuera, los fisicos han agrupado artilugios que reaccionan a
algo allí afuera, a los que llaman ondas electromagnéticas y así en un retroceso infinito.
Recordemos la advertencia de Heisenberg: «Existe un mundo...» que pertenece a la
lingüística, no al dominio real.
Pero las proposiciones que pertenecen al dominio lingüístico no son meramente de una
naturaleza ilusoria, poseen un fascinante potencial de crear una realidad, que durante el
proceso de recursión prueban su propia verdad. En el sentido de Karl Popper son
«autocerradas e infalsificables».
Por ejemplo, en lo que a mi área compete, se pueden observar diferencias y en parte
contradicciones en las escuelas clásicas de psicoterapia. Éstas tienen un supuesto básico
en común, a saber: el cambio en el presente solamente puede ser logrado por un análisis
del origen y la evolución de la patología del paciente en el pasado.
La creencia en el poder curativo de insight no es más que una teoría improbada e
improbable, en la cual se crea una situación en donde únicamente existen dos resultados
posibles, y ambos confirman la exactitud de dicho supuesto:
1. Si como resultado del análisis del pasado el paciente mejora, esto demuestra
claramente la acertividad de la suposición.
2. Si el paciente no evoluciona, se prueba que la búsqueda de las causas en el pasado no
han ido demasiado lejos y profundo en el inconsciente.
Como vemos, el supuesto es reivindicado por ambas posibilidades, tanto en el éxito como
en elfracaso de su aplicación práctica. Friedrich Von Spee (1591-1635), el famoso autor
de Cautio Criminalis (Sobre los juicios de las brujas), muestra horrorosos ejemplos de
realidades creadas por la naturaleza autocerrada en una creencia incuestionable. Spee
fue un sacerdote que tuvo fluidos contactos con hombres y mujeres acusados de brujeria,
y presenció las más inhumanas escenas de tortura. Escribió su libro con la finalidad de
convencer a la corte que con la base de su procedimiento de juicio y reglas de evidencia,
nadie jamás puede ser encontrado inocente. En primer lugar, no había duda en la
mentalidad de los jueces de que Dios con su sabiduría y amor protegería al inocente, con
lo cual los que no fuesen salvados por él, darían cuenta, por consiguiente, de una prueba
evidente de su culpabilidad. Además, una vida considerada sospechosa podía ser
honrada o no; si no lo era, ésta era una prueba adicional de culpabilidad, y si lo era,
constituía una razón para una sospecha adicional, puesto que es bien sabido que las
brujas son capaces de crear la impresión de ser virtuosas y honorables.
Una vez en prisión, los sospechosos podían ser temibles o no. Si eran tildados de
temibles, esto en sí mismo era una prueba de culpabilidad; si en cambio, resultaban
calmos y confidentes, tal actitud también era sospechosa, ya que es sabido que las brujas
más peligrosas son capaces de parecer inocentes y tranquilas.
Éstos solamente son algunos de los aspectos más destacados pero de ningún modo
todos. En esta situación, cualquier comportamiento en defensa propia, como las
reacciones frentea la tortura, confesiones, tentativas de escape, etc., constituyen una
evidencia adicional.
Desdichadamente, las construcciones de realidad, mediante supuestos ilusorios, no están
de algún modo limitadas a tan ignorantes períodos de la historia. Son, como Vaihinger
demostró tan convincentemente, la esencia de nuestro ser en el mundo, usando una
terminología existencialista.
A fines de abril de 1988, la edición local del diario italiano La Nazione comunicó un
extraño incidente que tuvo lugar en el Hospital General de la ciudad toscana de Grosetto.
Una mujer esquizofrénica aguda fue admitida de urgencia, y debía ser llevada
nuevamente a su Nápoles nativo para someterse a un tratamiento psiquiátrico. Cuando
los asistentes de la ambulancia fueron a recogerla y preguntaron dónde estaba, les
dijeron: «Ella está ahí adentro».
Al entrar en la habitación encontraron a la paciente sentada en su cama, totalmente
vestida y con su cartera lista. Cuando le pidieron que se fuera con ellos, comenzó
rápidamente a descompensarse, gritó, se resistió violentamente, y sobre todo, mostró los
bien conocidos síntomas de despersonalización. Tuvo que ser forzosamente
tranquilizada, antes de ser llevada abajo.
Alrededor de dos horas más tarde, mientras la ambulancia llegaba a Roma, fue detenida
por un automóvil de la policía y le dijeron al conductor que llevara a la mujer de vuelta a
Grosetto. En lugar de la paciente, habían recogido a una mujer que estaba esperando
para pagar una consulta de un pariente, quien recientemente había sido sometida a una
cirugía menor.
La importancia de esteincidente radica en que una vez que se cometió el error, se creó
una realidad de este modo, en donde cualquier intento por parte de la rriujer de corregir
este error constituye una prueba adicional de su insania. Por supuesto, ella esta
despersonalizándose, pretendiendo ser otra persona, etc.
En la primera mitad de la descripción de este incidente, he intentado, en un estilo muy
aficionado, recrear en la mente del lector la misma ilusión bajo la cual los asistentes de la
ambulancia habían es tado trabajando. Indudablemente no es una ilusión estética, pero
sin embargo una ilusión que, hasta su denuncia, parece ser la representación escrita de
una realidad específica.
La esencia de tales ilusiones encuentra su expresión más artística en muchas de las
tragedias clásicas. En sus contribuciones semanales a este tema, Rolf Brewer (10) ha
mostrado como en Edipo Rey y en
Otelo profecías autocumplidas (que por definición son de una naturaleza ilusoria) pueden
crear realidades rígidas.
En Otelo, a través de las palabras de la mujer de lago, Emilia, Shakespeare, da su
definición del autocumplido y autorreferencial modo en que los celosos ven el mundo:
«Ellos nunca son celosos por una causa,
Son celosos porque son celosos. Es un monstruo engendrado sobre sí mismos, nacido
sobre sí mismos».
Que el mundo real es una construcción y así resulta una ilusión, es hermosamente
presentado por Hesse en Steppenwolf (El lobo estepario). Hacia el final de la novela, el
protagonista, Harry Haller, se
siente como un lobo estepario, como «el animal perdido en un mundo extraño
eincomprensible para él, que ya no encuentra su patria, su aire y su alimento». Una tarde
de vuelta a su triste habitación, el lobo estepario tiene una vivencia fantástica. En un muro
viejo, en una callejuela desierta del casco antiguo de la ciudad, ve de repente letras de
colores en movimiento: «Teatro mágico. Entrada no para cualquiera. ¡Sólo para locos!».
Este saludo de otro mundo le lleva a buscar el teatro. Finalmente, después de un baile de
máscaras, es llevado por su psicopombo al teatro mágico: «mi teatrito tiene tantas puertas
de palcos adentro como quieras, diez, cien o mil, y detrás de cada puerta, exactamente te
espera lo que buscas».
En uno de estos palcos en los que entra el lobo estepario y de los que cada uno contiene
una realidad libremente elegida, se presenta un maestro de ajedrez, quien, en alemán
original, es referido como un Aufbankunstler (un artista de la construcción).
Él explica: «La ciencia tiene (...) razón en cuanto es natural que ninguna multiplicidad
pueda dominarse sin dirección, sin un cierto orden y agrupamiento. Pero en cambio es
errónea, en la medida que crea que sólo es posible un orden único, obligatorio y para toda
la vida (...). Este error de la ciencia tiene muchas consecuencias desagradables, y la
única ventaja es la de simplificar el trabajo de los pastores y dueños, designados por el
Estado, ahorrándoles las labores del pensamiento original. La consecuencia de este error
es que muchas personas pasan por normales y, por cierto, como miembros altamente
valiosos de la sociedad, quienes están incurablemente locos; y muchos, por otrolado, son
mirados como locos y son genios. Por eso es que suplimos la psicología imperfecta de la
ciencia, por la concepción que llamamos el arte de componer el alma. Le demostramos a
alguien cuya alma ha quedado en pedazos, que puede ordenar de nuevo las piezas de un
previo ser en un orden que él desee, y así llegar a una multiplicidad sin fin de movimientos
en el juego de la vida. Como el dramaturgo moldea el drama de un puñado de caracteres,
así nosotros, de las piezas del ser desintegrado, construimos siempre nuevos grupos con
un nuevo interjuego y suspenso, y nuevas situaciones que son eternamente inagotables.
¡Mira!. [...].»
«Él suavemente barrió las piezas en una pila; y meditando, con la habilidad de un artista,
armó un nuevo juego de las mismas piezas con algunos otros grupos, relaciones y
enredos. El segundo juego te nía una afinidad con el primero, era el mundo construido
con el mismo material, pero la clave era diferente, el tiempo cambió, el motivo fue dado de
una manera diferente.»
«Y en este estilo, el inteligente arquitecto construyó un juego después del otro, a partir de
las figuras, donde cada uno era un poco de mí mismo, y cada juego tenía un parecido
distante con cada otro. Cada uno pertenecía reconocidamente al mismo mundo y con
desconocimiento de un origen común. Sin embargo, cada uno era enteramente nuevo.»
«Este es el arte de la vida», dijo a la manera de un maestro, «puedes develar el juego de
tu vida y otorgarle animación. Puedes complicarlo y enriquecerlo como desees.»
Esencialmente, la misma autosuficiente profecía parece subyacer en larealidad que el
señor K, el protagonista de la novela de Kafka, The Trial (El proceso), ha construido para
sí mismo.
En su sed por la certeza y seguridad busca constantemente claves, pero todo lo que
encuentra no es más que incertidumbre. Y así, hacia el final de la novela, en su
conversación con el párroco en la catedral, el último le da la llave que posibilitaría a K
dejar la trampa de la ilusión: «La corte no quiere nada de ti. Te recibe cuando vienes y te
despide cuando te vas». En otras palabras, es el mismo K quien ha construido esa ilusión
de la corte, la persecución y el juicio inminente.
La última conexión entre la realidad supuesta y la ilusión es el tema básico de otra obra
maestra de la literatura, la novela de John Fowles The Magus (El mago).
El mago es un griego rico, Conchis, quien está dejando pasar su tiempo en la imaginaria
isla de Phraxos, jugando con lo que llama «juego de Dios». Este juego consiste en crear
intrincadas situacio nes, que socavan totalmente las construcciones de realidad de los
jóvenes que van a Phraxos, desde Gran Bretaña, durante un año a enseñar inglés en la
escuela local.
Como Conchis explica a su víctima, Nicolás, él lo llama «juego de Dios», porque Dios no
existe y el juego no es juego. En su revisión de la novela, Ernst Von Glasersfeld, uno de
los exponentes líderes del Constructivismo Radical, señala lo siguiente:
«Fowles llega al punto máximo de la epistemología constructivista cuando permite a
Conchis explicar la idea de la coincidencia. Dos historias dramáticas son contadas a
Nicolás, una sobre un coleccionista rico, cuyocastillo en Francia se incendió una noche
con todo lo que poseía; la otra sobre un granjero de Norwey, obsesionado, que ha pasado
años como un ermitaño, esperando la llegada de Dios. Una noche tiene la visión que ha
estado esperando. Conchis agrega que fue la misma noche que el fuego destrozó el
castillo.»
«Nicolás pregunta: "No estás sugiriendo... ". Conchis lo interrumpe, "No estoy sugiriendo
nada. No hubo conexión entre ambos sucesos. No hay conexión posible. O más bien yo
soy la conexión, soy cualquier significado que posea la coincidencia ". Esta es una
paráfrasis corriente de la revolucionaria idea de Einstein referida a que en el mundo fisico
no hay simultaneidad sin un observador que la cree.»
En la perspectiva constructivista, entonces, el mundo es creado por el que cree estar
observándolo. ¿Pero esto no es simplemente una versión acomodada del nihilismo de la
edad antigua? ¿Cómo uno puede negar que existe un mundo ahí afuera, a cuyas
condiciones y reglas se debe adaptar como ser viviente?
A estas preguntas del sentido común, el Constructivismo responde: de la realidad real -si
existe- sólo podemos conocer lo que no es. Dice Von Glasersfeld, en su introducción al
Constructivismo radical:
«Una vez que conocer ya no es más entendido como la búsqueda de una ¡cónica realidad
ontológica, pero en cambio sí como una búsqueda de modos apropiados de
comportamiento y pensamiento, el problema tradicional desaparece. El conocimiento
puede ser visto ahora, como algo que el organismo construye, en el intento de ordenar tal
amorfo flujo de experiencia, estableciendoexperiencias repetibles y relaciones confiables
entre ellas. Las posibilidades de construir ese orden están determinadas y perpetuamente
constreñidas por los pasos precedentes en la construcción. Esto significa que el mundo
real se manifiesta exclusivamente, ahí donde nuestras construcciones se derrumban.
Pero podemos describir y explicar estos derrumbes sólo con los conceptos que hemos
utilizado para construir las estructuras fracasadas; este proceso nunca puede producir un
diseño del mundo, que podríamos juzgar como responsable del fracaso».
¿La conclusión?: no hay ilusión, porque hay solamente ilusión.
EL OCASO DE LA OBJETIVIDAD
Alguna vez los técnicos en salud mental nos preguntamos, cuando frente a nuestros ojos
se dibujan las tradicionales nosografias psiquiátricas, que describen como fenómeno
característico de la psicosis la alteración del juicio de realidad, ¿qué se quiere decir con
esto?, ¿a qué se llama realidad?
Las epistemologías tradicionales, en las cuales se involucran las ciencias clásicas, han
considerado que la percepción o el acto perceptivo refleja una realidad independiente del
observador. La mayoría de las investigaciones científicas se han propuesto descubrir
determinados hechos, adjudicando a dicho evento la calificación de objetivo. Pero el
término descubrir supone la existencia de una realidad allí afuera, que debe apresarse a
través de los sentidos y en ese acto convertirla en patrimonio de nuestro conocimiento.
El ser humano en su desarrollo evolutivo, como parte del proceso de adaptación al medio
ambiente, intenta edificar unaestructura mental que le permita ordenar esa tendencia a la
entropía de su experiencia y, a través de este proceso, irá estableciendo experiencias
repetibles y relaciones más o menos confiables, construyendo así un mundo al cual llama
realidad.
Surgiendo de la Cibernética de segundo orden, el Constructivismo nace como un modelo
teórico del saber y de la adquisición de conocimiento. Su planteamiento radical se basa
en que la realidad es una cons trucción individual que se co-construye (en sentido
interaccional) entre el sujeto y el medio. Como escuela de pensamiento, estudia la
relación entre el conocimiento y la realidad y dentro de una perspectiva evolutiva se
refiere, en su significado más extremo, a que un organismo nunca es capaz de reconocer,
describir o remedar la realidad, y sólo puede construir un modelo que se acerque de
alguna manera a ella. De esta manera, el efecto de la comunicación hace que dos o más
sujetos, que se relacionan y se acoplan estructuralmente en la coordinación de sus
conductas, construyan un mundo conjuntamente. Este acoplamiento da lugar a la vida
social, siendo el lenguaje una de sus consecuencias.
El objeto observable se relativiza y la impregnación de significado -inherente al
observador- que lo cubre convierte al acto cognoscitivo en subjetivo y autorreferencial.
Cabría cuestionarse acerca de cómo y en qué punto el conocimiento puede estar
relacionado con la realidad (en el sentido de dar cuenta fiel de una realidad objetiva), si
uno toma consciencia de que ese conocimiento es en sí mismo parte de esa realidad.
Esta pregunta desafía a lalógica, puesto que inevitablemente termina por generar
paradojas.
Desde el Constructivismo se trata de comprender, cómo se construyen los modelos que
tienen de por sí diversas finalidades pragmáticas. Se supone que hay una finalidad
pragmática prioritaria en todos, que es la supervivencia.
La diversidad está en las diversas maneras de luchar por ella según las características de
movilidad, alimentación, desarrollo sensorial, entorno, etc.
Este modelo, como corriente epistemológica, fue introducido por el psicólogo Jean Piaget,
ha sido desarrollado en su forma más radical por Ernst von Glasersfeld (1984, 1987,
1992) y cuenta con algunos investigadores que han llevado este tipo de pensamiento a su
campo particular de estudio, como el antropólogo Gregory Bateson, el cibernético Heinz
Von Foerster, el neurofisiólogo Mc Culloch, los biólogos Humberto Maturana y Francisco
Varela y el lingüista Paul Watzlawick, entre otros.
Pero la preocupación por la relación entre la realidad -el mundo óntico- y el conocimiento
de ella ya fue objeto de estudio de los filósofos, como Inmanuel Kant (1781), quien a
finales del siglo xvtti, en su Prolegómeno a toda Metafisica futura, expone que todos los
seres humanos estamos limitados por nuestro aparato perceptivo y que tanto nuestra
experiencia como los objetos de la misma son el resultado de nuestra forma individual de
experienciar, o sea, están estructurados y determinados por nuestras categorías de
espacio y de tiempo y nunca es posible captar la cosa en sí.
En este sentido podríamos utilizar la distinción sartreana del ser en sí -lacosa en sí
misma, en su propia esencia- y el ser para sí -la cosa para el que capta, para el que
percibe-, ya que desde esta pers pectiva, el conocimiento o el acto de conocer supone
que existe, en el exterior del ser humano, una realidad absolutamente externa, con ciertas
características particulares e inherentes a la misma. Pero ésta sería imposible de
reconocer, puesto que dichas características no resultarían descripciones puras del
objeto, sino atribuciones de significado provenientes del sistema de creencias que posea
el observador. La descripción del objeto es una descripción del descriptor y no la
propiedad de la cosa en sí misma.
La cosa es, como confirmación de su existencia, para el sujeto que la captura en el acto
perceptivo, y ese dato o capto que se obtiene en el proceso forma parte no de una
característica específica del ob jeto, sino de la atribución de sentido que el observante
delimita y otorga.
La selectividad perceptiva permite la mirada, admitiendo solamente algunas
particularidades del objeto que son relevantes para el observador y nada más que para él,
o en última instancia para un grupo de personas que comparten una percepción similar
por medio de un código común. Esta impronta se tiñe de intencionalidad, y no es ingenua,
a través de la constitución de engramas asociados a significaciones, convirtiendo al acto
de conocimiento en autorreferencial. Por lo tanto, ¿cómo conocer la cosa en sí?
De pronto el imposible, la incertidumbre inunda la mirada observante, hundiendo en el
caos al sujeto, incrementando la inseguridad, ya que eso que presupongoque es, es para
mí y no necesariamente es para el otro, sólo existen parámetros y códigos compartidos,
de los cuales es factible que emerjan construcciones similares, pero no iguales.
La suposición de que existe una realidad última se anula frente a la posibilidad de
conocerla. Por ende, se relativizan los juicios aserradores de verdad, que claudican ante
esta perspectiva que propone suprimir las afirmaciones categóricas y terminantes.
YO DISTINGO, TÚ DISTINGUES
La reflexión que desarrolla el niño sobre sus operaciones genera los procesos de
abstracción, que dan como resultado la constitución de una realidad, que, a su vez,
influenciará a las futuras abstracciones que mediatizan, en el experienciar, nuevas
construcciones y así recursivamente.
Pero todas lasconstrucciones son elaboradas en el acto de percibir, a partir de
distinciones que se ejecutan por medio de la comparación. En este sentido, la acción pilar
de la epistemología consiste en crear una diferencia, y en la distinción que se traza, radica
la posibilidad de conocer el mundo (obviamente nuestra construcción de él).
En su libro Laws of the form (Las leyes de la forma, 1973), G. Spencer Brown, a través de
la lógica y la matemática, enunció que trazar una distinción es la premisa básica de las
acciones, descripciones, percepciones, pensamientos, teorías y hasta la misma
epistemología, tomando como base que «un universo se genera cuando se separa o
aparta un espacio», y por ende, los límites del mismo pueden ser trazados en el perímetro
que se desee. Esto producirá-de acuerdo con las distinciones individuales- la construcción
de universos diferentes o a veces compartidos. La realidad, por lo tanto, se constituye a
partir del establecimiento de «diferentes distingos que marcan la diferencia».
Las teorías pautan la mirada, dirigiendo los recortes que se trazan en la observación y
que se llevan a la pragmática, construyendo acciones que se vuelven a mirar desde esa
perspectiva; de ahí, que se elabo ren hipótesis, en donde se esbozan lecturas lineales o
recurrentes. O sea, el ojo del conocer del observador, en un mismo hecho, podrá trazar
una distinción, tanto desde una como desde otra epistemología.
Una situación de la práctica clínica servirá como ejemplo para realizar las dichas
distinciones.
Supongamos a un terapeuta, un paciente y una determinadaintervención, por ejemplo la
paradójica (no obstante, no es relevante el tipo de intervención en este caso); la
secuencia de acciones que im pone el punto de vista clásico sería pensar que el terapeuta
diagramó, desde su modelo, una intervención determinada -frente a la problemática
planteada por su paciente- que consideró más adecuada para inducir al paciente a una
crisis, con la finalidad de reformular esa construcción que lo hace sufrir. Esta distinción
señala la actitud del terapeuta que influye en el cliente.
A la vez, como plantea B. Keeney (1983), podría estructurarse el proceso inverso de
acciones a través de las mismas distinciones, o sea pensar que el paciente se comportó
de una determinada manera y con esta intervención (su comportamiento) hacia el
terapeuta generó la producción de una técnica, que desenvuelta en el espacio
terapéutico, lo induzca a una crisis que lo lleve al cambio, o sea, la actitud del cliente que
influye en el terapeuta (la conducta del terapeuta podrá convertirse en un problema si no
logra ayudar a su cliente).
Tanto la primera como la segunda secuencia obedecen a una premisa de linealidad.
La epistemología cibernética cambiará esta suposición y bajo los mismos distingos
(paciente, terapeuta, problema, intervención) impondrá una pauta de recurrencia en dicha
secuencia. De esta manera, el circuito se transforma en interactivo, donde paciente y
terapeuta, como en el juego dialéctico, se necesitan recursivamente.
«Cabría concebir la situación terapéutica como organizada de una manera más compleja:
en tal caso las conductas del terapeuta y clienteserían intervenciones destinadas a alterar,
modificar, transformar o cambiar las conductas del otro, de un modo que resuelva el
problema de éste. Dicho de otro modo, no solamente el terapeuta trata a los clientes, sino
que al mismo tiempo los clientes tratan al terapeuta» (B. Keeney, 1983).
De esta manera, la situación terapéutica se constituye en un espacio de aprendizaje de
doble juego: después de interactuar en cada sesión, ni el terapeuta ni el paciente son los
mismos, ambos han resuel to situaciones en la relación, han pasado por una experiencia
de aprendizaje, han ejecutado, entonces, una acción de crecimiento. La epistemología
sistémica muestra cómo circularmente se colocan sobre el escenario de la psicoterapia
las interacciones que llevan a que un terapeuta realice determinadas intervenciones con
un paciente y no con otro; estas intervenciones son pautadas por la interacción y
viceversa.
En general los terapeutas aducen, respaldados por su modelo, por medio de
justificaciones racionales, intelectuales y de aval diagnóstico, el por qué implementaron
ciertas estrategias en un caso determinado. Desde la Cibernética, la razón es más
cercana pero más compleja: el terapeuta y el cliente accionan con conductas recursivas,
donde se producen efectos por medio de sus intervenciones hacia el otro, provocando
ciertos resultados que a la vez tiene sus implicancias en la interacción.
Este entrecruzamiento de conductas producen resolución en ambos; en el cliente el
problema por el cual consulta, en el terapeuta el problema de poder resolver el problema
de su cliente.
Noestamos capacitados para responder el interrogante de «¿quién deberá pagar a
quién?», el tema del honorario es complejo y extenso, y no es el objetivo del presente
capítulo, pero la pregunta vale...
La dinámica de la psicoterapia, entonces, podría pensarse en términos circulares: en
donde las intervenciones terapéuticas pautan una secuencia de interacción, pero a la vez
recursivamente, es esta misma secuencia interaccional la que pauta el surgimiento de las
intervenciones.
Desde el Constructivismo, sería posible inferir que la razón de que algunos terapeutas se
especialicen en el tratamiento de ciertas patologías, no solamente radica en el interés
teórico o clínico (aunque por otra parte la elección de un modelo teórico no es casual),
sino porque además la dinámica interactiva, que emerge de la tipología de interacción de
estos casos, es coincidente con sus características de personalidad (y cuando nos
referimos a los términos características o tipología, es obvio que de éstas surgen
determinadas construcciones), que los llevan a intercambiar fluidamente, resultando
notablemente eficaces -consecuencia que fortalecerá experiencialmente su efectividad-,
tanto para el plano del profesional como para el del paciente.
Podríamos hipotetizar (dentro de los miles de distingos que podemos trazar) que un
terapeuta con ciertos rasgos de rigidez en el sentido general de sus interacciones, por la
similitud de códigos, podrá comprender e interactuar fácilmente con la rigidez de su
paciente. El problema puede presentarse cuando el cliente posee características de gran
plasticidad;la rigidez de uno será el problema del otro y la flexibilidad de uno será el
problema para el otro, aunque, no obstante, ambos podrían favorecerse con esta
experiencia merced a una realimentación en donde cada uno aprende del otro (ya que los
opuestos pueden reformularse como complementarios).
También puede construirse la hipótesis contraria: el problema de rigidez de un paciente
en un terapeuta rígido puede ser un obstáculo, ya que se empasta con su misma
construcción, terminando sin saber cuál es el problema que tiene que aclarar, si el suyo o
el del cliente, si descubriendo el del cliente resuelve el suyo o ¿de quién es el problema?
o ¿quién es quién?...
El caso inverso puede suceder cuando los distingos estén trazados por un terapeuta
flexible y creativo, frente a un cliente extremadamente rígido, pero aquí la ventaja radica
en que la creatividad en psicoterapia supone la posibilidad de amoldarse a situaciones y a
un dejarse fluir en las interacciones, generando las estrategias consideradas como las
más adecuadas para la problemática (a menos que las construcciones que emergen de la
plasticidad del terapeuta sean la barrera para comprender la rigidez de su paciente).
No obstante, es muy dificultoso establecer estas diferenciaciones, porque existe el riesgo
de generalizar situaciones tan particulares corno la relación terapeuta-paciente, o tratar de
tipificar la comunicación que, como proyecto de investigación, estaría condenado al
fracaso. Solamente deseamos mostrar cómo las distinciones que trazan los terapeutas
dependen de los constructos personales que seponen en juego en la dinámica de cada
sesión y que podrán variar de acuerdo al cliente con el cual se interaccione: no será el
mismo distingo el que establece un terapeuta hijo mayor soltero frente a una familia, que
el de una terapeuta madre de familia.
Asimismo, cuando planteamos estas hipótesis, nosotros también estamos trazando
distinciones.
Uno de los primeros distingos que elaboró la clínica sistémica con familias fue el de dejar
de centralizar la actividad terapéutica en un miembro con conductas sintomáticas, para
delimitar el perímetro de las distinciones comprometiendo a toda la familia, cuya primera
investigación sobre una teoría de la esquizofrenia arrojó el primer resultado: El doble
vínculo.
En síntesis, el paciente acude a la sesión con un problema, el terapeuta a partir de ese
momento tiene el reto de resolver el problema de su paciente. Pero a través de sus
intervenciones y las de su paciente pautadas ambas por la interacción que desarrollan y
viceversa-, no sólo logra resolver el problema de su paciente, sino su propio problema -el
problema de solucionar el problema-. Con lo cual, ambos, en la situación terapéutica,
resuelven por medio de la interacción (es más, solamente la simple presencia ya
impregna la dinámica) la problemática planteada.
Una hipótesis es una afirmación que conecta entre sí dos o más aseveraciones
descriptivas, que son producto de lo que el observador considera la evidencia de la
realidad. Pero sabemos que es él, el que traza las distinciones, el que elabora
comparaciones y el que describe. La inferencia y deducciones que serealizan sobre estas
premisas también son efectuadas desde la individualidad de su sistema de creencias.
El evento que se construye sobre el hecho, que aparece como fenómeno frente a los ojos
-la evidencia-, es el resultado de un complejo de abstracciones que seleccionará al
estímulo y cegará algunos aspectos (de lo cual no somos conscientes). Como señala von
Foerster, «no vemos que no vemos», y si bien la lógica indica que dos negaciones dan
como resultado una afirmación, en este caso no sería explícable, puesto que no quiere
decir que podamos ver otros aspectos de la cosa (esto se registra con mucha claridad en
algunos fenómenos sexuales de la biología).
Si la observación del hecho observable es autorreferencial, cualNer inferencia descriptiva
acerca de lo que vemos seguirá esta misma línea de subjetividad. Los conoceres del
percibiente están sesgaes por su mapa y las propias construcciones que emergen del
chismo; uno lee, recuerda y escribe tendenciosamente (como nosotros en este preciso
momento). Esto forma parte del bagaje de abstracción y construcciones que se ponen
nuevamente en juego, cuando se da la observación de algo nuevo, y que lleva a trazar
distingos y dcseripciones con sus consecuentes interacciones en la pragmática. Esta
nueva mirada es la que acomoda y corrobora la cosa a nuestra construcción teórica y es
esta misma la que nos permite inferir stinciones, comparaciones y descripciones acerca
de ella.
por lo tanto, si la observación es autorreferencial, el evento es s Cros mismos. t Como
señala Somcción, nos miramos a no58 Brown (1973):
tra~,,Eluniverso debe expandirse para escapar de los telescopios a caes de los cuales,
nosotros -que somos el universo- tratamos de pirar ese universo -que somos nosotros.»
un ~sí como en el mundo existen millones de personas diferentes, to sismo hecho -como
realidad de primer orden- puede ser descrisea construido, desde millones de puntos de
vista.
Si una hipótesis es una construcción que surge del sesgo de s kestro mapa por medio del
trazado de distingos particulares y concomitantes descripciones, la hipótesis resulta,
entonces, dh Invento autorreferencial. A su vez, si el investigador trata de mostrar la
certeza de su supuesto en el plano práctico experit ental, es también su mapa el que guía
su ojo observante y el A, e diseña su método, esto quiere decir que el subjetivismo está lo
esente. El resultado del proceso será que se puede comprobar lo que se quiere
comprobar, o sea: el sujeto en su observación será sujeto a la cosa observada; pero si la
cosa es construida "el sujeto, a su vez, recursivamente, está sujeta al sujeto.
Desde esta óptica, cualquier intervención en el ámbito de la psicoterapia será tendenciosa
-a pesar que se erige en nombre de la objetividad-, puesto que dependerá, por una parte,
de las hipótesis que el terapeuta construya del caso, de acuerdo con su complejo de
abstracciones resultante de su estructura conceptual, y éstas contribuirán a crear la
realidad del problema o una realidad alternativa. Pero, por otra parte, estas hipótesis
nacen de la interacción que se desarrolla, en ese día, esa hora y con ese paciente; por lo
tanto, dependerán también desus estructuras conceptuales, de donde surge el cuento que
se cuenta acerca de la realidad de su problema.
Por ejemplo, las preguntas que se realizarán, si bien son producto de una co-
construcción, van edificando la corroboración o descarte de un esquema conceptual -que
es el resultado del saber adquirido y del mapa del terapeuta en la interacción con el
paciente-, cuyas respuestas encajan o no en el mismo.
De acuerdo con su perspectiva (emergente de su mapa), el terapeuta tenderá a fijarse
más en alguno de los miembros de la familia, o preguntará o enfocará el diálogo,
colocando mayor énfasis en algunos temas; en última instancia, el ciclo vital, el sexo, las
situaciones particulares del momento de vida del terapeuta, etc., llevan a un trazado de
distinciones que delimita un perímetro de acciones, con los consecuentes,feed-back por
parte de los pacientes, en proceso recursivo.
La labor de un equipo sistémico, por medio del espejo unidireccional, permite realizar
diferencias en el trazado de distinciones y su correlación en las puntuaciones de
secuencia de interacción, y contar, de esta manera, con una gama más variada de
descripciones que posibilitarán construir una hipótesis más certera (¿más certera?), o por
lo menos el resultado de la confluencia de numerosos puntos de vista, con respecto a lo
que sucede. No obstante, las hipótesis son el producto de la interacción, con lo cual la
lectura no es unidireccional: en el contexto terapéutico, terapeutas y clientes co-
construyen una realidad, a pesar de las diferentes distinciones epistemológicas que
establecen.Keeney plantea un ejemplo que permitirá entender más claramente el
concepto de distinciones y descripciones:
«...es mediante ejemplos tomados del arte culinario y de la música. Observamos aquí que
los documentos escritos (las recetas y notas transcriptas en un pentagrama
respectivamente) son en realidad una secuencia de órdenes que, en caso de ser
obedecidas, dan por resultado una recreación de la experiencia del inventor. Por ejemplo,
si nos guiamos por la receta podemos obtener, al final, la experiencia multisensorial
propia de tener ante nosotros un souffé. Spencer Brown hace extensiva esta idea a otros
campos, sugiriendo que tanto la matemática como todas las formas de experiencia
proceden de similares series de órdenes. Quiere decir con esto que la descripción es
secundaria respecto de obedecer una orden, mandato o prescripción de establecer una
distinción. La descripción es siempre posterior al acto de demarcación o deslinde
efectuado por la persona que describe» (Keeney, 1983).
Esto mismo se observa en los libretos de teatro -aquí adquiere mayor complejidad-, en
donde se distinguen no sólo cada uno de los personajes, sino que también se pautan los
distintos movimientos y las acciones; además de describirse el contexto, sus
características y las de la interacción en general; por eso, cada actor podrá imponer su
creatividad y su arte, pero a partir de las distinciones prefijadas.
De la misma manera, sucede con el diagnóstico, es el libreto que ordena el trazado de
distinciones en la observación. Socioculturalmente ocurre el mismo fenómeno, las
experiencias surgencomo consecuencias de pautas, normas, códigos, de libretos
determinados, impresos en la cultura misma, o sea, que nuestra epistemología se ve
impregnada tempranamente por la obligación de trazar ciertas distinciones.
Así, la incertidumbre cubre la lente de la observación; resulta dificultoso decir, entonces,
cuál es la realidad, ya que esta pregunta sugiere referir la existencia de una realidad
absoluta; pero ¿quién sería, entonces, el portador de la verdad?
Si el Misticismo y el Racionalismo, por ejemplo, dieron preeminencia a Dios y a la Razón,
respectivamente, bajo la óptica de la linealidad de pensamiento esto ofrecía algún tipo de
seguridad con pará metros claramente establecidos. La Cibernética de segundo orden
impuso la duda, involucrando al observador en lo observado, y anuló la atmósfera
aséptica con que se concebía la percepción. El modelo constructivista, por su parte,
planteó la subjetividad y relatividad de los juicios acerca de lo que se observa, por lo
tanto, se desestructuró la rigidez del referente corrector de desviaciones, ¿qué nos resta
por decir si no existe una verdad única y una realidad universal? Afirma Spencer Brown
(1973) que «nuestra comprensión de dicho universo no es el resultado de descubrir su
aspecto actual, sino de recordar lo que hicimos originalmente para engendrarlo».
La tarea epistemológica, entonces, radica en descubrir las distinciones primarias que
muestran cómo conoce un observador, pero es factible sumergirse en recurrencias de
orden superior cuando la pregunta se vuelve autorreferente: «¿cómo llega un
epistemólogo a conocerla forma de conocer de un observador? o ¿cómo conoce el
epistemólogo?...».
LA LÓGICA DE LOS TIPOS LÓGICOS
La forma de conocer y construir el mundo, pues, se estructura de manera recursiva: es el
resultado de un complejo proceso perceptivo que dependerá de abstracciones y de
prescripciones (órdenes, pautas) de trazar distingos, que conllevarán a describir y
acentuar tales distinciones, que a su vez pautarán secuencias de interacción, que tendrán
su efecto sobre las abstracciones que se infieren a través de la acción de experienciar.
Esta abstracción que se realiza nuevamente impregna el hecho de establecer
distinciones, desenvolviéndose la recurrencia en el acto epistemológico.
El mundo se representa frente a la mirada y, a través de esta construcción, se producirá,
en el marco de lo pragmático, el despliegue de algunas acciones. Estas acciones en la
interacción nos llevarán a establecer nuevos distingos, por efecto de la experiencia, en
otros actos perceptivos, ya que el observador observa trazando distinciones y así
recursivamente.
Nuevamente se confirma el imperativo estético: «si quieres ver aprende a actuar».
Las distinciones en el acto perceptivo son el producto del mapa del observador, por lo
tanto, la percepción es el resultado de realizar diferentes distingos, con lo cual, lo que se
observa puede ser descrito. Este es el primer proceso que lleva a gestar la circularidad en
el acto de conocer: las distinciones que se establecen en la observación con
El ojo constructor
99
La construcción del universo
llevan descripciones, que consisten en acentuardistinciones acerca de lo observado.
Entonces, realizamos distinciones a fin de poder observar (como acto de conocimiento) y
las descripciones tienen como finalidad describir lo distinguido, ratificando las distinciones,
estableciendo, así, un circuito sin fin.
OBSERVACIÓN 4 DISTINCIÓN 4 DESCRIPCIÓN -4 DISTINCIÓN y F F
«Esta operación recursiva de establecer distinciones en las distinciones vuelve a apuntar
al mundo de la Cibernética, donde la acción y la percepción, la descripción y la
prescripción, la representación y la construcción, están entrelazadas» (Keeney, 1983).
El hecho de trazar distinciones -sea en la epistemología, teoría, lenguaje, etc.- también
implica la discriminación en función de la diferencia de niveles, estratos o jerarquías. Esto
se observa cuando,
cibernéticamente, hablamos con nuestro lenguaje del lenguaje o comentamos una teoría
acerca de las teorías.
Fueron Whitehead y Russell, en 1910, quienes describieron en los tomos de Principhia
Mathemática la Teoría de los tipos lógicos, que G. Bateson, a posteriori, utilizó con
algunas modificaciones.
Esta teoría surge a partir de las complicaciones que la conformación de paradojas
ofrecían a los filósofos, hasta tal punto que se convirtió en una regla de la lógica.
Su postulado central señala: «Los miembros de una clase no son iguales a la clase de los
miembros», de esta manera, estableciendo la distinción de niveles lógicos se lograba
desestructurar el callejón sin salida que generaban las paradojas.
La confusión que suscita la paradoja radica en la superposición de dichos niveles,
provocando,así, una autorreferencia en la construcción de la frase. Se define como una
contradicción que resulta de
una deducción correcta de premisas coherentes, y se distinguen tres tipos:
100
El ojo constructor
• Paradojas lógico-matemáticas (antinomias).
• Definiciones paradójicas (antinomias semánticas).
• Paradojas pragmáticas (instrucciones y predicciones paradójicas).
Estas tres clases corresponden al campo de la teoría de la comunicación, en sus áreas
principales: la sintaxis lógica, la semántica y la pragmática; el último tipo surge como
resultado de las dos primeras.
El ejemplo que más se ha utilizado para explicarla es el de la sentencia de Epiménides de
Creta «Todos los cretenses mienten» (si miente dice la verdad, si dice la verdad miente),
que como enunciado autorreferencial oscila entre ser un enunciado y un marco de
referencia sobre sí mismo en calidad de enunciado. Con la diferenciación de estos niveles
lógicos, se evitaba que el discurso fuese autorreferencial, anulando así las construcciones
paradójicas.
Para desestructurar esta paradoja, si tomamos en cuenta el postulado de los autores, la
delimitación jerárquica llevaría a establecer sobre la afirmación del cretense, entre todas
las distinciones posibles, dos: un nivel de rubro que integra una clase y otro nivel del
marco de referencia o clase, indistintamente (para evitar la autorreferencia, el observador
ha de discriminar qué nivel lógico posee el enunciado).
Un enunciado referido a una clase manifiesta un nivel superior de abstracción, es por lo
tanto de un tipo lógico superior, en comparación conun enunciado referido a los
elementos de una categoría o su conjunto que competen a un orden lógico inferior.
El hecho de que los enunciados se incluyen en diferentes tipos lógicos, y pueden remitirse
tanto a una clase como a cada uno de los rubros que la componen revela el sentido
autorrecurrente de los mismos. Cuando un enunciado pertenece a una clase es válido
para cualquier integrante de la misma, es decir, la tipificación lógica efectúa una jerarquía
de afirmaciones, en las que el tipo lógico inferior es contenido por un tipo lógico de orden
superior.
En cambio, su viceversa no corresponde: nunca un enunciado de un tipo lógico inferior
puede contener al enunciado de la clase. Esta conceptualización ofrece dificultades
cuando el nivel de validez de las afirmaciones emerge de tipos lógicos que se combinan
entre sí o
La construcción del universo
cuya discriminación es confusa, o cuando en dos enunciados es dificil diferenciar si se
hace referencia a una clase o a sus miembros.
Es el caso del término hombre, que puede tomarse como un integrante de una categoría,
o como la categoría en sí misma (de la clase de los seres humanos). Siempre los niveles
superiores implican un plano más elevado de abstracción, pero cuando los tipos lógicos
se combinan entre sí, el nivel de validez no será distinguible, produciendo entonces la
paradoja.
Esto puede evitarse con la paradoja de Epiménides, diferenciando una enunciación
concreta y, a la vez, una enunciación sobre todas las enunciaciones, que corresponde a
un tipo lógico superior. Por lo tanto, si el enunciado «Todos loscretenses mienten» (o sea
yo también) es válido, la afirmación concreta, la oración en sí misma, como tipo lógico
inferior, carece de validez. La paradoja es generada por el hecho de que la clase (el
enunciado respecto de todos los enunciados) es un elemento de sí mismo, con lo cual es
autorreferente.
Pero si un observador siempre está involucrado en el campo de observación y su mirada
impregna al objeto que distingue, todos los enunciados que se postulan acerca de las
cosas son autorreferencia les. Cuando emitimos un juicio sobre algo, esta opinión habla
de cómo pensamos, cuál es nuestro sistema de creencias y escala de valores; por lo
tanto, esta recurrencia en la construcción de la realidad evidencia la autorreferencialidad,
pero esto no quiere decir que sea una paradoja, puesto que no necesariamente en la
construcción se superponen niveles lógicos.
Bateson, con otra finalidad, utilizó la Teoría de los tipos lógicos como una forma de
demarcar distinciones. Así, constituye un instrumento descriptivo que sirve para
discriminar las secuencias de las pautas interaccionales.
Una confusión de niveles lógicos bastante frecuente se produce cuando no distinguimos
entre los niveles del lenguaje verbal y analógico, según expresa uno de los axiomas de La
pragmática de la co municación humana, generando entrampes comunicacionales. Es allí
donde nos encontramos envueltos en situaciones paradojales, respondiendo a un nivel
lógico diferente al que nos refiere nuestro interlocutor. Por ejemplo, ella le dice a él,
«querido, ¿vamos al cine esta noche?», él hace un gesto frunciendo suboca, bufa,
evidencian
102
El ojo constructor
do un notable disgusto y responde con tono de resignación: «bueno, vamos...». Ella le
dice «¡mira, si no tienes ganas no vamos nada, siempre lo mismo!»; por lo cual él se
enfurece y la agrede «¿no ves que estás loca?, te digo que sí y ¡escucha lo que me
contestas!».
Este diálogo podría ser el comienzo de una clásica escalada simétrica; la pareja responde
al nivel lógico de lo paraverbal, mientras que él transita por el canal de lo verbal
propiamente dicho; este entrecruzamiento de niveles convierte la conversación en un
verdadero diálogo de sordos, donde ambos responden a elementos diferentes de la
comunicación: comienzan a levantar el tono de voz como si estuviesen a kilómetros de
distancia, y tratan de imponer su construcción al otro -enquistados en su propia
construcción-, disputando acerca de quién es el poseedor de la razón.
De la misma manera, la distinción entre el contenido y la relación posibilita destrabar y
poder comprender las numerosas oportunidades en que las personas coinciden en puntos
de vista, pero sin embargo discrepan. O sea, a un nivel de contenido existe el acuerdo,
pero a otro (el relacional) mantienen una conversación áspera, descalificatoria, poblada
de agresiones, que provoca tal discordancia en la interacción que no permite registrar el
acuerdo en términos de contenido.
Un ejemplo claro es el diagnóstico psicopatológico (que desarrollaremos más adelante).
En las nosografias psiquiátricas se establecen diferentes distinciones: los signos y
síntomas comprenderían un orden lógico inferior,mientras que la categoría (rótulo
psicopatológico) respondería a un orden lógico superior. La confusión surge en la
estructuración del diagnóstico. Cuando el profesional traspola ambos niveles, por la
aparición de algún signo significativo (miembro de una clase), se rotula categorizando la
patología (la clase), en detrimento del resto de los síntomas.
En referencia a la Teoría de los sistemas generales, podríamos distinguir que todos los
elementos de un sistema, por ejemplo los subsistemas, competen a un nivel lógico
inferior, ya que pueden considerarse como los integrantes de una clase (sistema) que se
encontraría en un supranivel; por lo tanto, aquí también realizamos una tipificación lógica.
Es obvio que esta clasificación (como trazado de distinciones) es inherente al observador
y no es un patrimonio del sistema en sí mismo.
103
La construcción del universo
La implementación de los tipos lógicos en el campo de la terapia familiar se desarrolló en
una de las primeras investigaciones del grupo de Palo Alto: la teoría del doble vínculo. En
las familias con un miembro esquizofrénico se observaba cómo se transmitían mensajes y
conductas excluyentes simultáneamente, a niveles lógicos diferentes. Es una
comunicación que a un nivel puede expresar un requerimiento manifiesto para que en otro
se contradiga o anule.
La dinámica del doble vínculo implica a dos o más personas, una de las cuales es
considerada como la víctima. Bateson y su grupo opinaban que a un individuo que haya
sido sometido en varias oportuni dades a este tipo de interacción le resultará muy
diflcilpermanecer sano, y sostenían también la hipótesis que siempre que se presente una
situación de esta clase se producirá un derrumbamiento en la capacidad de cualquier
individuo para discriminar niveles lógicos.
Un ejemplo que hace referencia a este tipo de mecanismo es el conocido chiste de la
madre judía y las dos corbatas. Una madre regala a su hijo dos corbatas, una azul y otra
roja. El primer día, el hijo estrena la azul, se la muestra a la madre-haciendo ostentación
del regalo-, que le pregunta «¿cómo querido, no te gustó la corbata roja?». Frente a tal
comentario, inmediatamente, para satisfacerla, se coloca la roja; enfrentando a su madre
nuevamente, en busca de aprobación, encuentra de nuevo una pregunta «¿pero cómo
querido, entonces no te gustó la azul?». La repetición de este manejo comunicacional
termina generando una trampa en la cual la única respuesta posible es una conducta
incoherente, o sea, el hijo acabará colocándose las dos corbatas al mismo tiempo, siendo
un comportamiento de este género rotulado como loco.
Ronald Laing (1960) señala: «Una persona comunica a otra que debe hacer tal cosa y al
mismo tiempo, pero a otro nivel, que no debe hacerla o que debe hacer otra incompatible
con la primera. Esta si tuación tiene su remate para la víctima, en la imposición ulterior
que le prohibe salir de la situación o diluirla, haciendo comentarios sobre ella, y de este
modo la víctima es colocada en una posición insostenible, en la cual no puede hacer un
solo movimiento sin que sobrevenga la catástrofe».
En este punto, es importante que realicemos una pequeñareseña histórica que muestra,
por medio del doble vínculo, la aplicación de los tipos lógicos a la comunicación.
104
El ojo constructor
Los investigadores de Palo Alto, más allá de clasificar la comunicación en tres niveles (de
significado, de tipo lógico y de aprendizaje) y de analizar los comportamientos de
animales, e indagar acerca de la hipnosis y las paradojas, se dedicaron a observar las
pautas de transacción esquizofrénica.
Entre las hipótesis que plantearon, se preguntaban si estas pautas aparecían a través de
la dificultad de diferenciación de tipos lógicos, como en el lenguaje verbal, en la
discriminación de lo literal y lo metafórico, puesto que los considerados locos en
oportunidades utilizan metáforas concretizándolas, o lo literal se metaforiza.
Según el grupo, una persona con esta problemática podría aprender a aprender, en un
contexto donde esta dificultad fuese adaptativa; si se comprendía el contexto, se
comprenderían también los neologismos o las nuevas construcciones de sintaxis, etc., por
lo tanto, el comportamiento esquizofrénico cobraría sentido.
Si tomamos a la familia como el contexto básico donde se desarrolla el aprendizaje de un
ser humano, quiere decir que la familia de un esquizofrénico moldeó esa forma peculiar
por vía de los peculiares segmentos de comunicación que se le imponen a un sujeto, y
descubrieron que en tanto el paciente designado mejoraba, otro miembro de la familia
empeoraba.
Así, desde lo que a posteriori se denominó el modelo sistémico, se observó que la familia
necesitaba una persona que encarnara al síntoma. Bateson nosólo encontró pruebas de
esta suposición, sino que quedó impresionado por el punto en que la familia fomentaba y
aun exigía que el paciente mostrara una conducta irracional. Este mecanismo opuesto al
cambio (a la mejoría del paciente identificado), llevó a D. Jackson a acuñar el término
homeóstasis familiar.
Por último, investigaron lo que llamaron doble atadura o Double Bind en la comunicación
del esquizofrénico. En un artículo llamado Hacia una teoría de la esquizofrenia (1962),
Bateson, Jackson, Haley y Weakland describen cuáles son los ingredientes básicos para
su constitución:
1. Dos o más personas. De ellas designamos a una, para los fines de nuestra definición,
como la víctima. No suponemos que el doble vínculo sea infligido sólo por la madre, sino
que puede
105
La construcción del universo
ser realizado por la madre sola y por una combinación de madre, padre, y/o hermanos.
2. Experiencia repetida. Suponemos que el doble vínculo es un tema recurrente en la
experiencia de la vida de la víctima. Nuestra hipótesis no invoca una sola escena
traumática, sino experiencias tan repetidas que la estructura del doble vínculo llega a ser
una expectativa habitual.
3. Un mandato negativo primario. Puede tener una de dos formas: a) «No hagas tal cosa,
o te castigaré», o b) «Si no haces tal y cual cosa, te castigaré». Aquí elegimos un contexto
de aprendizaje basado en la evitación del castigo, antes que un contexto de búsqueda de
recompensa. Quizá no exista una razón formal para esta elección. Suponemos que el
castigo puede ser el retiro del amor o la expresión de odioo cólera, o -cosa más
devastadora- el tipo de abandono que resulta de la expresión de extremo desamparo por
parte de los padres.
4. Un mandato secundario que choca con el primero en un plano más abstracto, y puesto
en vigor, como el primero, por castigos o señales que ponen en peligro la supervivencia.
Este es más dificil de describir que el anterior, por dos razones. Primero, el mandato
secundario es comunicado al niño, por lo general, por medios no verbales. Para transmitir
este mensaje más abstracto se puede usar la postura, el gesto, el tono de voz, la acción
significativa y las inferencias ocultas en el comentario verbal. Segundo, el mandato
secundario puede ejercer su impacto sobre cualquier elemento de la prohibición primaria.
Por consiguiente, la verbalización del mandato secundario puede incluir una amplia
variedad de formas; por ejemplo: «No veas esto como un castigo», «no me veas como el
agente del castigo», «no te sometas a mis prohibiciones», «no pienses en lo que no
debes hacer», «no pongas en duda mi cariño» -del cual la prohibición primaria es (o no
es) un ejemplo-, etc. Resultan posibles otros ejemplos cuando el doble vínculo se inflige,
no por un solo individuo, sino por dos. Por ejemplo, un padre puede negar, en un plano
más abstracto, los mandatos del otro.
5. Un mandato terciario negativo que prohibe a la víctima que escape del terreno. En un
sentido formal, quizá sea innecesa
106
El ojo constructor
río establecer este mandato como un elemento separado, pues el reforzamiento en los
otros dos planos implica una amenaza para la supervivencia, ysi los dobles vínculos son
impuestos durante la infancia, la fuga, por supuesto, resulta imposible. Pero parece que
en algunos casos la fuga de ese terreno es imposibilitada por ciertos recursos que no son
puramente negativos, por ejemplo, caprichosas promesas de cariño, y cosas por el estilo.
6. Por último, el conjunto de los ingredientes ya no es necesario, cuando la víctima ha
aprendido a percibir su universo en pautas de doble vínculo. Casi cualquier parte de una
secuencia de doble vínculo puede ser suficiente, entonces, para precipitar el pánico o la
cólera. El esquema de mandatos en pugna puede llegar a ser reemplazado por voces
alucinatorias.
El grupo de Bateson no sólo observó que esta situación ocurre entre el preesquizofrénico
y su madre, sino también que puede aparecer en personas normales. Siempre que un
sujeto es atrapado en una situación de doble vínculo, responderá de un modo defensivo y
en forma similar a la esquizofrenia.
En otras áreas, algunos autores han subrayado la importancia de los errores de
tipificación lógica, demostrando que el humor, la poesía, y la creatividad en general, se
caracterizan por la constitución intencional de errores de tipificación, «si pretendiéramos
eliminarlos nos quedaríamos con un mundo chato y estancado», señala Keeney (1983).
M. C. Escher tendía, en su estilo, a realizar obras que desafiaran el orden de la lógica
visual. Su obra está compuesta por diseños e imágenes que alteran las leyes de la forma,
generando paradojas en la observación; principalmente en las litografiar arquitectónicas
en donde traspola planos,tanto figura-fondo, anterior-delante, superiorinferior. Holfstadter
(1979), acerca de su obra, remarca que cuando suponemos que distinguimos niveles
jerárquicos claros nos toman por sorpresa, puesto que violan dicha jerarquía.
En la litografia Manos dibujando, la aparente paradoja y autorreferencia en la cual una
mano dibuja a la otra se quiebra cuando se adjunta un nivel lógico superior invisible y
externo a la obra; o sea
107
La construcción del universo
la mano de Escher que las diseña, «somos presa de la ilusión porque olvidamos la
existencia de Escher» (Simon y colaboradores, 1984).
El trazado de distinciones perceptivas, la descripción, la tipificación lógica consecuente, y
la pauta interaccional que establece la secuencia entre los distintos elementos del sistema
que observamos nos remite a que en numerosas ocasiones nuestro universo experiencial
se estructura a través de jerarquías. Esta diagramación no implica exclusión de los
distintos niveles, al contrario, un nivel superior comprende al inferior, de la misma manera
que la muñeca rusa o las cajas chinas, que encierran distintos tamaños en el interior de
cada una.
Así la noción de contexto, incorporada por la clínica sistémica, puede suponer un nivel
lógico superior; un sistema, subsistemas y sus integrantes podrían ser tomados como
niveles lógicos inferiores que se van conteniendo sucesivamente.
108
(F,-,g H-, litthog,,,ph, 1948) bv M. C. E,,hc,
CONTEXTO
SISTEMA
SUBSISTEMA
MIEMBROS
Si bien podemos puntuar nuestras distinciones a través de diferentes categorías lógicas,
la organización de estajerarquía no es lineal, sino que está diagramada en forma
recursiva, puesto que la relación entre niveles es absolutamente interactiva. La
importancia radica en que cada ciclo de recurrencia indica una diferencia y es ésta la que
demarca nuevos distingos; con lo cual, nuestras distinciones son siempre trazadas sobre
otras distinciones y en estos distintos órdenes recursivos se establece una tipificación
lógica diferente.
Clasificar las descripciones
Si pudiéramos discriminar el proceso de la construcción de la realidad, restaría
preguntarnos ¿de qué manera y bajo qué patrones, el observador traza distinciones en su
acto perceptivo? Bateson, en su obra Espíritu y naturaleza (1979), señala que sus
métodos de indagación estuvieron determinados por la alternancia entre lo que llamó la
clasificación de la forma y la descripción del proceso.
La clasificación de la forma, corresponde a la categorización que se le atribuye a las
acciones simples; es el rótulo que se le adjudica a una acción determinada, que, en la
medida en que se obtenga res puesta y que alcance complejidad, cobrará el status de
interacción o coreografia. Lo que se efectúa es una abstracción organizadora que
categoriza la descripción de una serie de acciones identificándolas bajo un nombre. Por
ejemplo, si decimos trabajo, estudio, gimnasia, juego, terapia, estamos aludiendo a rubros
de acciones.
Es obvio que muchas acciones pueden compartirse con diversas categorías: la acción de
leer puede estar en relación con la categorización estudio o trabajo, pero esto depende
del contexto en que se
El ojoconstructor
109
La construcción del universo
desarrolle la acción, junto con los consecuentes distingos que trace el observador.
Cuando Bateson habla sobre descripción del proceso se refiere a la observación pura de
las acciones propiamente dichas, o sea, sin marcos semánticos que la integren a un rubro
y sin atribuciones de significado. Corresponde a las acciones simples, aisladas, por así
decirlo, como, por ejemplo, gestos, movimientos, tonos de voz, expresiones, palabras,
frases, etc..
Cuando una descripción de acciones se organiza secuencialmente por medio de un rubro,
estamos en el concepto de clasificación de formas; si se discrimina que un hombre da un
paso manteniendo rec ta su pierna, con su cuerpo firme y su cabeza erguida, y en esa
misma posición da otro y otro, estamos describiendo una acción; si señalamos que está
haciendo una marcha militar, entramos en el terreno de la categorización.
Bateson sintetiza lo expuesto en un esquema, donde los distintos órdenes de recursión
van de menor a mayor complejidad, discriminando las acciones simples, las interacciones,
hasta llegar al nivel más complejo de las coreografias, desde dos niveles lógicos
diferentes: las descripciones puras y las categorizaciones.
ORDEN DE RECURSIÓN CLASIF. DE FORMA DESCRIP. DEL PROCESO
categorías de
coreografía
METACONTEXTO descripciones de
coreografía
categorías de
interacción
CONTEXTO descripciones de
interacción
categorías de
acción
CONDUCTA descripciones de
acción
El ojo constructor
En la columna de la descripción de proceso, las acciones se conviertenen grupos
secuenciales de acciones (interacciones). Estas descripciones de interacción continúan
basándose en los sentidos, sin inferencias de atribuciones de significado. Cuando se
categorizan dan como resultado las pautas de la relación simétrica o complementaria, por
ejemplo: A le dice algo a B, B eleva su tono de voz y frunce el ceño respondiéndole algo;
A responde levantando los brazos y gritando. Así estaríamos describiendo un proceso de
interacción que podríamos categorizar -si dicha interacción sigue en alza-- como
silnetrlca.
Las categorías de interacción de complementariedad y simetría constituyen para Bateson
lo que llamó visión binocular, que siempre se comprende a través de la relación, e implica
dar un paso más en la abstracción de la conducta al contexto (si describimos tan sólo
comportamientos de uno u otro individuo, quedamos anclados en el plano de la conducta).
Para acreditar las categorías de simetría o complemcntariedad, es necesario observar por
lo menos tres secuencias de interacción, ya que con tan sólo dos no es factible acreditar
ni una ni otra: es a partir de la tercera acción cuando comienza a delimitarse el tipo de
interacción que se genera.
En el plano de una abstracción superior (metacontexto), encontramos una trama más
amplia de interacciones llamada descripciones de coreografia, y aquí observamos cómo
se pautan las pautas de interacción, que serán a su vez categorizadas.
En general, este es el punto en donde una pareja o familia recurren a terapia; la
recurrencia de una determinada interacción, categorizada como simétrica
ocomplementaria (patológicamente), conlleva una descripción coreográfica que puede
involucrar violencia, agresión o diversas sintomatologías, cuya categoría coreográfica
podría llegar a rotular este proceso como una familia multiproblemática.
Podemos realizar algunas inferencias sobre la construcción de la realidad, tomando como
base este análisis epistemológico batesoniano. Hemos calificado la columna de la
descripción del proceso como la observación más pura, en relación con que se acercaría
más a los datos que nos ofrecen nuestros sentidos, datos meramente descriptivos, o sea,
lo que se ve sin impregnación de supuestos racionales.
La construcción del universo
Parece una acción utópica, principalmente en el plano de la conducta, la descripción pura
de acciones sin atribuciones de segundo orden. En la mayoría de las relaciones humanas,
inmediatamente frente a una acción determinada, interviene un complejo proceso de
abstracciones que lleva a categorizarla.
Esta categorización que realizan las personas sobre las acciones es el soporte para
establecer una tipología de interacción. Por ejemplo, frente al gesto de fruncir el ceño de
su esposa, el marido podrá categorizarlo como desagrado; esta atribución
indefectiblemente remitirá a un tipo de respuesta (simétrica o complementaria) y así
recursivamente.
Pero la cosa no queda allí: no solamente la interpretación de las conductas del interlocutor
llevan a rotular la interacción, sino también confeccionan catastróficas profecías que se
autocumplen, par tiendo de la proyección de significados del receptor sobre las conductas
delemisor, y en esos términos pocas veces se suele tener la capacidad de
metacomunicar.
La proyección de sentido, desde esta perspectiva, es el resultado de una abstracción que
categoriza, en función de una observación subjetiva y autorreferente. Con lo cual, son
pocas las oportunidades en que vemos una realidad de primer orden, en donde
incluiríamos a todas las descripciones del proceso de las acciones, interacciones y
coreografías. Las clasificaciones de forma son construcciones cargadas de atribuciones
de significado, patrimonio de una realidad de segundo orden.
En el ámbito clínico, algunos errores epistemológicos se basan en entender como
descripciones de proceso a categorizaciones emergentes del sistema de creencias del
terapeuta. Por ejemplo, en el or den de la semántica, son frecuentes las oportunidades en
que escuchamos en las consultas que el paciente dice estar mal; si no preguntamos qué
quiere decir con este término tan abarcativo en significación, el terapeuta categorizará,
ecforiando su propia atribución de sentido sobre dicha palabra, que no necesariamente
deberá coincidir con lo que significa para el paciente.
Así, en el nivel analógico es más factible realizar la traspolación: los gestos frente a las
verbalizaciones que realicen miembros de la familia, o frente a las intervenciones del
terapeuta, pueden ser cate
El ojo constructor
gorizados como rabia, alegría, tristeza, cte., constituyéndose en rubros de acción. que
obturan la mirada hacia la descripción propiamente dicha, y que por lo tanto, tendrán sus
implicaciones en las intervenciones y en laconsecuente interacción.
El paciente tija la vista al piso: ¿está triste, reflexiona, se deprime, se concentra, se
aburre, cte.?, son infinitas las categorías factibles de atribuir, pero frente a la descripción,
podría pensarse como más simple preguntar qué nos quiere decir con ese gesto o esa
actitud, o sea, metacomunicar.
Lamentablemente, la complejidad de las relaciones httmarras cn forma rápida se
transfórrna en complicada: los terapeutas clínicos como seres humanos no estamos
exentos, siendo pocas las ocasiones en que se confrontan la experiencia sensorial t, las
abstracciones gire se realizan de las misrntrs. Por lo tanto sería recomendable preguntar
en vez de .suponer...
La suposición no es ni más ni menos que la construcción que lleva a categorizar las
acciones del otro. Es ésta la que confecciona profecías que autodeterminan realidades y
que no permiten la confrontación acerca de qué trató de significar el otro con su acción.
Paradójícamente, a pesar de que puede resultar simple preguntar sobre dicha acción, al
ser humano le suele ser más difícil, apareciendo como automatismo el afianzarse al
supuesto, con lo cual se responde al imaginario propio y no a la intencionalidad del
interlocutor, complicando, así, la complejidad de las interacciones. Pero de esta
construcción cognitiva deviene el desarrollo de una acción en el plano pragmático, y así
se constituyen sendos circuitos emparentados con lo caótico.
Pero la comunicación se entorpecerá aún más si se categoriza la actitud del otro en forma
lineal, o sea, sin involucrarnos en el sistema y sin preguntarnos¿qué he hecho yo para
que el otro me responda así?, aislando la respuesta de nuestro interlocutor, como si
nosotros no estuviésemos en el campo de la interacción. La respuesta que surge
entonces será la correspondiente a lo que suponemos que el
La construcción del universo
otro pensó o sintió, por lo tanto, se contestará a la construcción de uno.
Este efecto se observa cuando en las sesiones se utiliza el recurso de las preguntas
circulares, explorando y haciendo explícito lo que el paciente piensa que el otro piensa.
Por lo general, al cuestionar acer ca del plano semántico (las atribuciones de significado),
el emocional (las emociones que producen las atribuciones), y el político (las acciones),
se está metacomunicando, con lo cual la información nueva que ingresa en el circuito
genera diferencias que provocan la posibilidad de inventar realidades alternativas.
Como señalamos, actuar de acuerdo a los supuestos lleva a construir realidades que los
confirmen. Por ejemplo, si se supone que el gesto de nuestro interlocutor es de
aburrimiento frente a nuestro dis curso, se accionará de alguna manera especial para
lograr agradarle, tratar que se distraiga, o para despertarle el interés. En ninguna de estas
posibilidades existe la espontaneidad en el diálogo, lejos estará de ser una conversación
distentida, y cuanto más nos esforcemos para parecer simpáticos y entretenidos, se
correrá el riesgo de transformar la situación en tensa y desagradable. El diálogo se podrá
romper de forma vertiginosa, con lo cual se podrá confirmar el supuesto inicial,
atribuyendo como causa dela interrupción el aburrimiento del otro.
De la misma manera sucede con las personas que poseen un nivel de baja autoestima.
Transitan por su mundo de relaciones, posicionándose asimétricamente por debajo de sus
interlocutores, constru yendo fantasías autodescalificantes sobre lo que los demás
piensan de ellas. Se muestran inseguros y débiles, delimitando un perímetro de acciones
que tiene por finalidad la búsqueda de afecto y reconocimiento.
Así, tratan de encontrar afanosamente la valorización en el afuera, cuando en realidad el
proceso es inverso: ¿cómo es posible dejar que los otros los confirmen, si ellos mismos
se encuentran tan alejados de su propia valoración? Este mecanismo termina por arrojar
paradojas en lo pragmático. Cuando se intenta hacer cosas para ser reconocido por el
otro, más se ejecutan dichas acciones, más dependiente se torna el sujeto en la relación,
por lo tanto, mayor es la inseguridad que aparece en el vínculo, y el rótulo emergente de
inseguro o débil no favorece el elevar la autoestima, que era el objetivo inicial.
El ojo constructor
Durante la primera entrevista con una familia, un terapeuta mientras realizaba el trabajo
de joining, jugando con el significado de los nombres de los integrantes de la familia,
observó que la hija adolescente, desde los comienzos de la sesión, realizaba un gesto de
subir el extremo de su labio hacia arriba y fruncir la nariz.
Supuso que frente al buen clima y las sonrisas del resto de los miembros, por
contraposición, el gesto de la joven mostraba desagrado o que algo no le gustaba. Le
preguntó acerca deese rictus, «Ana, ¿qué me dice ese gesto..., estás interesada en lo que
se está hablando, o no te gusta algo de lo que se dijo?»; ella respondió con una sonrisa,
afirmando que no, que «al contrario, que se estaba enterando de cosas que jamás
hubiese imaginado...».
A lo largo de la sesión se dio cuenta de su aventurada intervención: la adolescente tenía
un tic nervioso que consistía en morderse el labio superior en su extremo derecho y al
mismo tiempo fruncir la nariz...
Entonces, el emergente casi inevitable del supuesto, como construcción de segundo
orden, daría lugar a tres tipos de intervenciones en la relación humana:
1. Esta es una forma que desplaza a la categorización que uno establece, para dar lugar a
preguntar abiertamente acerca de la descripción de lo que se muestra analógica o
verbalmente, «¿qué tratas de expresar con este gesto?».
2. Preguntar sobre la categorización, o sea, sobre el supuesto propiamente dicho, «¿esto
que estamos discutiendo te da bronca?». Si bien se pone en juego la suposición, se
metacomunica en pregunta, por lo tanto equivale a decir «yo supongo que estás con
bronca ¿es así?», para de esta manera poder corroborar o desconfirmar la
categorización.
3. La tercera es la caótica; la opción sería directamente actuar como si nuestro supuesto
fuese el válido, o sea, se tiene la certeza de que lo que uno piensa que el otro siente es,
con lo cual no existe la confrontación del metacomunicar y se opera en la pragmática de
acuerdo a la propia atribución.
Remarcamos: preguntar en vez de suponer...
La construcción del universo
El ojoconstructor
Ya nos hemos referido a Piaget, que claramente específica cómo a través de las acciones
de ensayo y error, el niño construye su mundo. En este proceso, las sucesivas
abstracciones dan como resultado
la internalización de una simbología que se encarna en el lenguaje por medio de
imágenes y significados particulares, de los cuales algunos se comparten.
Las distinciones que se trazan posibilitan desarrollar comparaciones que lo llevan a
confrontar el mundo con sus sentidos. Entonces, si las abstracciones se contaminan con
la experiencia sensorial
es imposible, como señala Bateson, que los organismos puedan tener una experiencia
directa de su objeto de indagación.
Tanto la descripción del proceso, como las clasificaciones de forma, constituyen un
circuito recurrente que da como resultado, que uno dibuja lo que ve y ve lo que dibuja, con
lo cual lo que vemos son mapas de mapas.
Nuestras categorizaciones surgen fundamentalmente de nuestros sistemas simbólicos y
pautarán las distinciones que se establecen en la observación; por tanto, nuestro mundo
experiencial se conforma
de acuerdo a una recurrencia que oscila entre las distinciones que se basan en las
descripciones de los sentidos y las distinciones que afloran de nuestras estructuras
simbólicas.
(...) las descripciones basadas en nuestros sentidos nunca difieren de hecho, de cierto
sistema simbólico o manera de trazar distinciones. Análogamente proponemos que los
armazones de relaciones simbólicas
no difieren en realidad de los datos sensoriales. Por ejemplo, los nombres de la categoría
de acción, comoexploración, amor, humor, terapia, juego, son observaciones que un
observador traza en sus observaciones de los llamados datos sensoriales de la acción
simple» (Keeney, 1983).
Además, el cuadro diseñado por Bateson representaría una jerarquía de órdenes de
recursión y los tres niveles no implican superioridad o inferioridad, sino circularidad y
recurrencia. Ahora está más
claro cómo el autor emplea la tipificación lógica, no aplicándola a un orden de clase, sino
a una jerarquía de recursividad.
En conclusión, desde distintos órdenes lógicos y su consecuente jerarquía de
recursividad, podríamos pensar que en el aparato cognitivo, el proceso de constitución del
mapa recibe la influencia de diferentes niveles o estratos.
En un supranivel, se encuentran los patrones socioculturales que poseen su propia
estructura con todas las características inherentes a cada nivel de la misma. Si trazamos
distinciones y establecemos diferentes niveles lógicos en este estrato, habitando en
Buenos Aires, diremos que somos sudamericanos, que estamos en el sur de Sudamérica,
que somos argentinos, porteños, de la Capital Federal, del barrio de Belgrano, del bajo
Belgrano, y así sucesivamente. Cada uno de estos niveles posee sus particularidades que
impregnan recursivamente con su sistema de creencias al inmediato inferior.
En el estrato siguiente encontramos los patrones de nuestra familia de origen, que a la
vez son representantes representativos de lo sociocultural, pero con las singularidades
que competen a su estructura: reglas, normas, códigos, mandatos, mitos, etc.
Estasparticularidades también son compuestas por acuerdos, desacuerdos,
convergencias y divergencias de los patrones cognitivos de dos personas, que en un
momento de su historia decidieron conformar una pareja y una nueva familia, debiendo
amalgamar un nuevo código, siendo cada uno representante total o parcial del código de
su familia de origen.
Estos dos niveles arrojan como saldo la construcción de un sistema de creencias, que
involucra por decantación selectividad y reformulación una propia escala de valores, una
lógica personal, el código particular con sus reglas y normas, etc., que generan
significados particulares en la percepción.
Todo este andamiaje conforma la estructura conceptual que llamamos mapa. Y es desde
este nivel donde le colocamos nombre a las cosas, inventamos el mundo y construimos
realidades.
El mapa es el que posibilita el trazado de distinciones en el acto perceptivo, que conllevan
en proceso simultáneo, descripciones que acentúan las distinciones delimitadas. Así, de
manera recursiva, este perímetro permite establecer comparaciones por similitud o
igualdad y demarcar diferencias.
Una comparación puede efectuarse a través de elementos concretos observables, como
por ejemplo, dos personas, una es más alta que otra; aquí el eje de comparación remite a
un baremo externo. Pero si observamos solamente a una persona y señalamos que es
baja, esto demuestra una medida interna que emana de nuestra estructura con
La construcción del universo
El ojo constructor
ceptual. De la misma manera, decimos que alguien es bueno o malo, en función de
nuestro sistema decreencias que marca los límites de uno u otro valor.
Todos estos elementos en el acto de conocer generan la producción de abstracciones que
son el pasaporte a la estructuración de hipótesis, que como esquemas conceptuales, una
vez elaborados, acen túan la realización de nuevas abstracciones que confirmarán y
desconfirmarán, adaptándose a nuestro esquema conceptual previo, y llevan a
desenvolver, en el ámbito de lo pragmático, secuencias de interacción a partir de las
puntuaciones que delimitan su estructura.
FACTORES SOCIOCULTURALES FAMILIA DE ORIGEN (NORMAS, PAUTAS,
MANDOS, MITOS, QUE CONFORMAN UN CÓDIGO) SISTEMA DE CREENCIAS
(REGLAS, CÓDIGO, ESCALA DE VALORES, SIGNIFICADOS) ESTRUCTURA
CONCEPTUAL
MAPA
I- X «HECHO OBSERVABLE, DISTINCIONES DESCRIPCIONES DISTINCIONES
COMPARACIONES ABSTRACCIONES HIPÓTESIS PUNTUACIÓN DE SECUENCIA DE
INTERACCIÓN
La recursividad vuelve a hacer su aparición: estamos observando lo que nosotros mismos
construimos y construimos lo que estamos observando. De allí que cuando nos
proponemos conocer nuestro co nocer, cuando nos preguntamos acerca de nuestra
epistemología, se arroja como resultado nuestro modelo de conocimiento que a la vez es
el mismo que nos permite conocer nuestro conocer.
Si conocemos el mundo desde una epistemología circular, es la misma circularidad la que
nos permite conocer que conocemos desde la circularidad.
DISTINCIONES Y CATEGORIZACIONES: CONSTRUYENDO REALIDADES
DIAGNÓSTICAS
El espectro de distinciones que puede realizar un ser humano puede ser infinito. Un
ejemplo representativo en al ámbito de la salud mental son lasfloridas nosologías
psiquiátricas que, en los distintos períodos de la historia de los avances científicos en
psiquiatría, se han publicado. En ellas se encuentra, de acuerdo a la época, la evidencia
de la investidura sociocultural con que se establecieron los distingos y en la medida en
que se avanza nos encontramos con distinciones, distinciones de distinciones,
distinciones de distinciones de distinciones, etc. Estas diferenciaciones permiten elaborar
clasificaciones, agruparlas en categorías conceptuales, sistemas operativos, estrategias,
etc.
En la Antigua Grecia, se clasificaron y distinguieron con artilugios descriptivos tanto la
depresión y la melancolía, como la manía, encontrando su origen en lo somático. Se
localizaron las causas en los humores del cuerpo, la bilis negra, cte., y se desarrollaron
formas terapéuticas que constituyeron el trampolín del pensamiento médico tradicional
organicista.
Estos conocimientos se destruyeron cuando la hegemonía del poder eclesiástico se
constituye en el epicentro de las áreas económicas, culturales, políticas y sociales,
observando y también clasificando desde una óptica mística lo que a posteriori la
medicina diagnosticó como histerias o psicosis.
Los monjes Spraenger y Kraemer crean el tratado que se consideró el bastión de la
inquisición: La tesis del Malleus.
La Iglesia, a través de la Inquisición, categorizó como herejes, brujas o magos, a los que
no se sometían a los dogmas y a los perturbados, que siglos más tarde, la psiquiatría
llamó enfermos mentales. Fue una época de violencia, en la que los tratamientos,por así
llamarlos, se remitían a las más increíbles torturas, desde la reclusión en sótanos y
brutales exorcismos, hasta la quema pública.
Este período se caracterizó por las profecías autocumplidoras y dobles vínculos, que
entrampaban en callejones sin salida a los rotulados, en donde cualquier reacción era la
oportunidad para corroborar la alianza con el mal.
La construcción del universo
El ojo constructor
Dicha construcción de realidad, confirmaba denodadamente que el desquiciado era
portador del demonio: sus ataques, expresiones, gritos y agresiones eran la verdadera
expresión de la revelación de moníaca; su pasividad y sumisión eran consideradas las
artimañas del diablo, tratando de engañar a los expertos.
Todo llevaba a comprobar el imaginario inicial.
Estos tiempos duran lo que se extiende el medioevo, hasta que el poder eclesiástico
paulatinamente decae y el pensamiento de los griegos recupera su lugar en la figura del
médico, apropiándose del estudio de los fenómenos mentales, creándose así, la
especialidad de psiquiatría.
Pero, mientras que el clínico se recluye en ostentosas bibliotecas, investigando, los
enfermos mentales se asilan en sótanos en las más deplorables condiciones de vida.
Así surge el diagnóstico psiquiátrico. Brillantes y floridas son las descripciones
semiológicas, que se construyen por medio de grandes clasificaciones y donde la
psiquiatría alemana adquiere su punto cumbre a través de la figura de Kraepelin.
Pero la diversa gama de tratamientos todavía no encuentra la manera de resolver el
problema de las enfermedades mentales: losgrilletes, anillas, sótanos, duchas de
temperatura cambiante, baños de inmersión y asfixia, la famosa silla de Darwin, el único
resultado que obtienen es un paciente marginado en celdas con pajas excretadas, en la
más completa reclusión.
A posteriori, la invención de los psicofármacos dio una respuesta parcial a la
sintomatología, mientras que los estudios psicoanalíticos buscaron en los traumas
infantiles, la etiología del síntoma principal de las diferentes patologías.
Cabría reflexionar acerca de cada una de estas etapas, para poder comprender cómo
construye el mundo el observador partícipe de los diversos contextos. Parece claro que la
epistemología del percibiente se ve impregnada por la vertiente sociopolítica, económica y
cultural dominante, en el período que le toca vivir; a partir de ahí se construye una
realidad que tiende a confirmarse en el ámbito de la pragmática, puesto que desde allí se
trazan distinciones, se describe, categoriza, analiza y confeccionan los métodos de
tratamiento terapéutico.
Desde una visión ecosistémica, como ya mencionamos, la casualidad no existe -cada
hecho está ligado en una cadena causal contribuyente a un equilibrio ecológico- y es
factible entonces encontrar un porqué circular al auge de ciertas patologías. No es
casualidad, por ejemplo, que la represión social de la mujer, principalmente en la esfera
sexual, haya tenido su contrapartida en la histeria. Como tampoco es casual que el ritmo
maníaco con que se vive en la sociedad actual traiga como emergente la depresión, o los
ataques de pánico y fobias, como un intento defreno frente a dicho ritmo, o que las
tentativas de sobrevivir en este mundo produzcan cantidad de manejos psicopáticos en
las relaciones.
Es posible que esto nos acerque más a una visión social y ecosistémica del panorama de
los trastornos mentales.
La historia muestra las posturas más disímiles, desde la psiquiátrica organicista más
ortodoxa, cuyo objetivo en si mismo es diagnosticar de acuerdo con los parámetros
científicos vigentes, para aplicar la medicación que corresponde, hasta las posiciones
contraculturales más acérrimas de los 60, como la Antipsiquiatría, que postulan
extremadamente que la enfermedad mental no existe.
Sin situarnos en ninguna de estas posiciones, en términos de epistemología, el acto
perceptivo conlleva el trazado de distinciones, y descripciones que las acentúan,
evidenciando la comparación; el diagnóstico psiquiátrico o psicológico, por lo tanto, es la
orden explícita de demarcación de dicha distinción, que se establece con la finalidad de
categorizar síntomas y signos que, aunados, conforman un cuadro nosológico
determinado.
Podría pensarse que de un acto descriptivo puede surgir la distinción, un observador
recorre la situación y en el acto de describirla, distingue, pero, sin embargo, el proceso es
inverso: un observador primero distingue y luego describe. De acuerdo a nuestra
epistemología, trazamos distinciones en la acción de percibir el mundo, las descripciones
son en tanto y en cuanto se distinga previamente, produciendo la acentuación de las
distinciones establecidas. Se podrán distinguir en una familia un padre, una madre y
doshijos; las descripciones de cada uno de ellos (sus características, sus modalidades,
sus adjetivaciones) confirmarán aún más estos distingos, y llevarán a desarrollar, de
acuerdo al modelo teórico, las puntuaciones e hipótesis acerca del cuadro.
120
La cohstruición del unir. erso
Los procesos de
posee distinción y descripción, en el plano terapéutico, son e n una gran reldtividad,
¿cuáles son los datos de la realidad que
tación captados por para efectuar un diagnóstico?; esta capzaciones preestableh forma
arbitraria, de las clasificaciones y teoricalzarán con el hechIdas, que llevarán a construir
las hipótesis que
Esta acornodaeiób entonces e.dependerá, recursivamente, de la dss a, ción sus que traca
(o el observador impregnado por el saber científico moda, la descripci Áreestructuradas);
por lo tanto, el hecho se acoque da estructura al ) que marca la teoría, y, a su vez, es la
teoría la echo.
Desde esta per
lógico es la expli~,i ación de ~r-agadotde distinciones, e~ elli- cNet oque i ndi ca1as
pautas e demarcación de diferencias cuáles Son los rey, d diferencias y del hecho para
lit°j°tes que deben realizarse en la observación
ri24ción la que p4lgo lato°ervaci Pero lotcual retornamos a, Plinto de inicia,
El profesional po
de see un marco de referencia teórico, un modelo C04..., así decirlo, lo. al lado de esta
epistemología explícita que deviene del modelo teórico, se e p
construida a lo largo~euentra su epistemología natural y espontánea modelo teórico). de
su experienciar (es más, desde ésta se elige el Desde este doble
ner énfasis en ciertag'?Iodelotraza las distinciones que lo llevan a podinánlica puntúa lo
partes de hecho observable, con lo cual, en esta nera se consn-uye el hue su
epistemología le permite ver. De esta ma
se labr echo observable, se lo describe, se categoriza, y a una hipótesis
el sostén de su teoría del qué, para qué y por qué sucede, avalada por del proceso, de lo
qL Volvemos asi, en forma recursiva, al comienzo truye 1 o que ve. o' se infiere que uno
ve lo que construye y cons
122
El ojo constructor
TK
CAPTACIÓN
R y DISTINCIÓN
MODELO EPISTEMOLÓGICO
CONFECCIÓN DE HIPÓTESIS ', ñ
CONSTRUCCIÓN DEL HECHO T iL
DESCRIPCIÓN
Pero este es un proceso peligroso, porque dichas categorías son, por ejemplo, las
clasificaciones de diagnóstico que describen signos y síntomas que se aúnan en un rótulo
psicopatológico. Es importante remarcar cómo este saber que moldea el conocer no es
implícito, sino que constituye la explicitación de cómo debe construirse, el distinguir y el
describir al objeto de estudio y de ahí etiquetar de acuerdo con los parámetros de dicha
explicitación.
A través de los cuadros diagnósticos, se trata de ajustar con la teoría, en la mayor medida
de lo posible, las características de personalidad de un sujeto, tratándolas de hacer
coincidir con el esquema conceptual que describe a la patología. La lupa con que se
observan estos rasgos del paciente supone una visión psicopatológica que involucra al ojo
del profesional técnico, que confirma y reafirma en la pragmática el subjetivismo de su
afirmación diagnóstica, a pesar de que se erige en nombre de la objetividad.
Unaclasificación psiquiátrica crea una realidad propia y es determinante de sus propios
efectos. David Rosenhan (1977) señala que cuando se ha clasificado a un paciente como
esquizofrénico, la expectativa es que siga siendo esquizofrénico. Después de que ha
transcurrido un cierto período sin que haya efectuado ningún hecho esperable de acuerdo
a su patología, se cree que está en remisión y se efectúa el alta: «Pero la clasificación lo
persigue más allá de los muros de la clínica y con la expectativa tácita de que volverá a
comportarse como esquizofrénico».
De la misma forma, puede crearse una patología partiendo del rótulo diagnóstico. O sea,
si se trata a alguien como si fuese un esquizofrénico, se interaccionará creando
respuestas en la persona que confirmen nuestras hipótesis a priori; por lo tanto, cualquier
acto, por
123
La construcción del universo
El ojo constructor
normal que pudiese ser (aunque es dificultoso que se pueda tener una conducta normal
cuando una de las partes interacciona como si uno fuese loco), será interpretado bajo la
lente patológica.
Con lo cual, la evaluación diagnóstica, certificada por los técnicos en salud mental, tiene
un radio de influencia sobre el paciente y el círculo afectivo más cercano, como vecinos,
amigos, parientes,
etc., invadiendo y generando en el grupo y en él mismo, un tránsito que marca el destino y
la confirmación del diagnóstico, constituyendo una profecía que se autocumple, para de
esta manera, adaptarse a esta construcción de una realidad interpersonal.
Estas rotulaciones, que confeccionan realidades absolutas, no sereducen al ámbito
profesional en que se desarrollan, sino que en muchas ocasiones alcanzan una
repercusión social: la población utiliza
confusamente ciertos términos que llevan a incrementar la sintomatología que se padece.
Es el caso de la depresión.
Son numerosas las oportunidades en que se pone la etiqueta de deprimido, a partir de
sensaciones como tristeza, abulia o angustia. La distinción de estas emociones se
categoriza como depresión y se inserta en
el lenguaje no como esto v triste o esto v angustiado, sino como estoy deprimido, con toda
la connotación caótica que posee este concepto. Pero esta patología, además de los
rasgos mencionados, posee otros signos que la conforman, como apatía, abulia, desgano,
inapetencia sexual, estrechez del futuro, de los proyectos, de las relaciones sociales,
inafectividad, etc., hasta llegar a elementos melancólicos y con tentativas de suicidio, o
sea: ¿dónde está la depresión en estos pacientes, si tan sólo aparece un síntoma de los
tantos que componen esta categoría? Este es uno de los errores que no solamente
involucran a la gente en general, sino a los mismos profesionales.
La confusión entre clase y miembro de la misma parece ser la explicación más clara de
acuerdo con la diferencia de niveles lógicos. La categoría -el rótulo diagnóstico- compete
a un nivel lógico superior
que los signos y síntomas que lo componen. La equivocación radica en fusionar clase y
miembro colocándolo en un mismo nivel, homologando un signo con su categoría, sin
tener en cuenta el resto. De aquí se desprenden lujosas descripciones dormitivasque
explican el síntoma por su categoría, como si conocer el diagnóstico determinase una
evolución en el proceso de curación.
124
La expresión «estoy deprimido» no sólo compete a la persona, sino al círculo afectivo
cercano que reproduce el mismo término, «mi madre está depresiva... o mi esposo sufre
de depresión», reforzando así la atribución de sentido y construyendo una realidad
coherente con lo atribuido.
En principio, estos marcos semánticos revisten de una significación deplorable al síntoma
de la angustia, pero rápidamente se pasa al plano de la pragmática, en donde se
desenvuelven interacciones que confirmarán el rótulo colocado. Trátese a una persona
triste como deprimida y se construirá la depresión. Este círculo se reconfrmará con las
soluciones intentadas fallidas que incrementarán la sintomatología; esta retroalimentación
negativa lleva a que inmediatamente se construya el resto de los síntomas que completan
el cuadro.
El problema se acrecienta cuando el profesional distingue y categoriza de la misma
manera y no sólo construye el problema, sino que pasa a formar parte de los fallidos
intentos por solucionarlo.
Por ende, el rótulo diagnóstico es limitativo en la relación, pero este efecto no solamente
se remite a la esfera terapéutica, sino también al cartel que el medio social cuelga a uno
de sus integrantes. El grupo coloca la etiqueta a uno de sus miembros, ya sea por la
estereotipación de alguna conducta o características de personalidad, etc., y el
destinatario deberá asumir la función asignada en contrapartida de la demanda. Si éste se
tomacierta licencia temporal el entorno se encargará de recordarle el rol asignado y que
debe volver a él (además él se encargará de cumplirlo, no permitiendo que los demás
varíen la óptica acerca de él).
Por otra parte, es este rótulo el que impide el reconocimiento y conexión con otras partes
del sujeto, reduciendo la relación tan sólo a un aspecto; por ejemplo, el que es visto como
divertido y bromista en un grupo, está obligado a desarrollar dicha función y no se le
permitirá, por así decirlo, que deje de animar las reuniones, es más, un sesgo de tristeza
podría ser visto como una gran depresión, a partir de la comparación (y la distinción
concomitante) con el humor exaltado que siempre se le atribuye. Esta posición otorga
ciertos beneficios, como un lugar de poder, liderazgo, goce narcisista, etc., beneficios que
sostienen, aunque sea parcialmente, la función asignada por el grupo.
125
La construcción del universo
El ojo constructor
De este acople complementario -sostenedores (el grupo) y sostenedor (la persona)-,
surge la estereotipación de una función, que adquiere rigidez en el sistema, y allí está la
trampa: cualquier corri miento de la función delimitada genera rechazo en el círculo social,
o por lo menos no encontrando las respuestas esperadas.
El síndrome de la mujer ambulancia o del bombero voluntario son las características de
los grandes ayudadores, que se rodean de un grupo de dependientes, carentes de afecto,
necesitados de protec
ción, etc. Esta unidireccionalidad de la ayuda provoca que cualquier movimiento que
implique un paso al costado de la funciónamenace la homeóstasis del sistema, y el medio
reclame, por artimañas explícitas (en el mejor de los casos) o implícitas (como artimañas
culpógenas, extorsiones, reclamos, etc.), el retorno al rol designado.
No obstante, este corrimiento a veces se acompaña de incoherencias entre lo que se
propone y lo que se hace, o sea, si la propuesta es salir de dicha función, ésta debe ser
coherente con las acciones. La resistencia que ejerce el sistema a romper esta
articulación es poderosa: no es solamente el grupo el que se resiste a abandonar el
encasillamiento, sino que es la misma persona la que sigue perpetuando su mecanismo
de acciones, impidiendo el cambio de la dinámica y resistiendo la salida de la trampa que
implica el rótulo.
En el plano de la actitud del terapeuta con respecto al diagnóstico, el artículo Acerca de
estar sano en un medio enfermo, de David Rosenhan (1977), es un ejemplo claro sobre
cómo el diagnóstico im
pregna la lente del profesional, llevándolo a observar y patologizar el objeto de estudio,
destacando que la imagen de las condiciones de vida de un paciente es conformada de
acuerdo con el diagnóstico, cuando en realidad el diagnóstico debe ser construido a partir
de las características de la vida del sujeto.
En su investigación, realiza una experiencia con 8 pseudopacientes que fueron internados
(12 internaciones) en distintas clínicas de Estados Unidos. La mención de escuchar voces
fue el único síntoma
que se inventó en los datos de la historia de cada uno y sirvió de entrada en la institución.
El grupo de pseudopacientes se caracterizó porla diversidad de ocupaciones de cada uno
de los integrantes. Estaba compuesto por una ama de casa, un pediatra, un psiquiatra,
tres psicólogos, un estu
diante de psicología y un pintor; tres de ellos eran mujeres y los otros cinco hombres.
Todos usaron pseudónimos, y aquellos que trabajaban en salud mental, falsearon su
profesión, sin alterar en absoluto la historia de sus vidas, consiguiendo ser admitidos por
medios subrepticios en doce clínicas diferentes.
El trabajo describe los diagnósticos respectivos y detalla las distintas experiencias de los
pseudopacientes en las instituciones psiquiátricas.
Es interesante cómo describe el autor las diversas actitudes con las cuales se
encontraron las distintas personas durante la internación: fue notable el convencimiento
de los profesionales acerca del diagnóstico de estos pacientes, como se muestra en
algunas entrevistas, en donde los informes señalaban actitudes que pueden ser
consideradas como normales en el ciclo vital, y que bajo la lupa del diagnosticado, fueron
tildadas como patológicas.
Paradójicamente, los que dudaron de que estas personas estuviesen realmente enfermas
fueron los mismos pacientes internados, que frente a las notas que transcribían los
pseudopacientes del relato de la experiencia, explicitaban su duda, «tú no eres
paciente..., debes de ser periodista...».
A pesar de la evidencia de la salud mental de cada uno de los integrantes, ninguno fue
descubierto, y las internaciones duraron entre 7 y 52 días con un promedio de 19 días,
tiempo suficiente para realizar una correcta evaluación, de lo que sededuce que estos
pacientes no fueron observados con especial atención.
El resultado de la experiencia arrojó que 11 de las 12 admisiones respondieron a un
diagnóstico de esquizofrenia en remisión salvo uno cuyo diagnóstico fue de esquizofrenia
(la calificación de en remisión responde a una formalidad en función del alta); el restante,
con síntomas idénticos, fue tildado con un diagnóstico de psicosis maniacodepresiva.
En el ejemplo siguiente, podemos apreciar cómo los elementos preconceptuales
diagnósticos impregnan la interpretación de los datos obtenidos en una entrevista:
«Durante su infancia tuvo una relación cercana con su madre, mientras que sus
relaciones con el padre eran bastante distantes. Durante su juventud y en años
posteriores, su padre se convirtió en ami
126
127
La construcción del universo
El ojo constructor
go entrañable, y la relación con su madre, en cambio, se enfrió. Su relación actual con su
esposa era, en general, cercana y cálida. Salvo excepcionales discusiones, los roces eran
mínimos. Los niños eran castigados esporádicamente» (Rosenhan, 1977).
Este relato bien puede ser una historia común, que no posee indicios psicopatológicos; no
obstante, los datos obtenidos a partir del mismo refirieron a una acomodación en función
del diagnóstico y a
un contexto de patología mental. Lo que se transcribe a continuación procede del
resumen de la descripción del caso mencionado, que fue redactada después de dar de
alta al paciente:
«Este paciente de 39 años (... ) tiene antecedentes amplios de una fuerte ambivalencia en
sus relaciones cercanas,desde su niñez. La cálida relación con su madre se enfrió luego,
durante su juventud.
Una relación más bien distante con su padre se describe como crecientemente intensa.
Falta estabilidad afectiva. Sus intentos por dominar su irritabilidad frente a la esposa y los
hijos se ven interrumpidos por arrebatos de ira, y en el caso de los niños, por castigos. Si
bien manifiesta tener varios buenos amigos, se siente que también en este sentido
subyacen considerables ambivalencias (...)» (Rosenhan, 1977).
Todas estas características fueron articuladas con la finalidad de llegar al diagnóstico de
una reacción esquizofrénica.
Seguramente, las ambivalencias descritas no distan de las ambivalencias que posee todo
ser humano; cobran significación en tanto y en cuanto son inducidas a entrar en la
constelación de la patología. Y
si bien es cierto que la relación del pseudopaciente con sus padres fue cambiando con el
tiempo, todo vínculo sufre modificaciones, hasta por el mismo ciclo evolutivo. La
calificación de ambivalencia e inestabilidad afectiva -atribuciones del observador-
confirmaron el supuesto del diagnóstico.
La construcción tendenciosa a partir de parámetros de visión psicopatológica obstaculiza
la posibilidad de realizar una correcta evaluación e interpretación de los rasgos de
carácter del paciente.
La utilización incorrecta del diagnóstico implica perder de vista la característica humana
del paciente, para entrar en un planteamiento cosificador en donde la identidad del sujeto
pasa a ser permutada por el rótulo psicopatológico.
Esta experiencia nos demuestra cómopueden ser interpretadas bajo la lente
psicopatológica, conductas que bajo otro contexto son evaluadas como normales, pero el
libreto del diagnóstico obliga al trazado de distinciones que llegan a construir realidades
que confirman, así, esas hipótesis a priori.
Tal vez, el problema radique en crear la necesidad de un diagnóstico, y creer que sin él no
es posible trabajar terapéuticamente, como si las hipótesis que puedan construirse en el
análisis de un caso obligatoriamente deben arrojar como resultado el rótulo. Esto coloca
sobre el tapete cuestiones diagnósticas en el ámbito sistémico que de por sí son mucho
más complejas de las que se pueden construir en los tratamientos tradicionales, puesto
que éstos dirigen su mirada al sujeto individual, mientras que desde la óptica sistémica se
observa la dinámica de las interacciones, haciendo más dificil -dada la complejidad de la
comunicación- clasificar una tipología.
Así lo señala G. Bateson en su cuadro del análisis epistemológico: en la medida que se
asciende en grados de complejidad comunicacional resulta más difícil categorizar. Para
una acción .simple, deviene con sencillez el rótulo, pero todavía en términos de
interacción, la clasificación de simetría y complementariedad parece satisfacer las
definiciones de un diagnóstico interaccionel. La cosa adquiere un tenor de dificultad
cuando entramos en la coreografía, en donde son escasas las posibilidades de
tipologizar, dada la complejidad e infinitud de signos que provee la comunicación.
También cabría preguntarse ¿para qué?, ¿cuál sería el objetivo de diagnosticardesde
esta perspectiva? ¿El rótulo sistémico ayudaría a mejorar los tratamientos? ¿Podría
consistir en una guía que orientase al profesional en el diseño de una estrategia?
Algunos autores, como Juan Linares en su libro Identidad y narrativa (1996), han creado
un diagnóstico sistémico, investigando a
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129
La construcción del universo
El ojo constructor
través de las combinaciones de los grados de parentalidad armoniosa y disarmónica, y los
niveles de conyugalidad funcional o disfuncional. Si bien principalmente centra sus
estudios en las diferencias de los pacientes depresivos y los distímicos, y los juegos
interaccionales en el ámbito de la pareja y la familia, utiliza los haremos de conyugalidad y
parentalidad, combinando ambos desarrollos, extendiéndolo a otras patologías, como la
psicosis, neurosis o psicopatías.
Por otra parte, Giorgio Nardone, en Paura, Panico, Fobie (Miedo, pánico, fóbias, Herder
1997, en esta misma selección), toma la base del DSM 111, describiendo, desde los
ataques de pánico, hasta los síndromes obsesivos y fóbicos, pero capitalizando dichas
distinciones para estructurar un modelo de trabajo terapéutico específico, bajo el soporte
de la línea de Terapia breve del MRI de Palo Alto. O sea, que el cuadro nosológico le
proporciona las herramientas para construir un tratamiento paso por paso, con estrategias
y técnicas prefijadas.
Como contrapartida, podría señalarse que la explicitación del trazado de una distinción
por medio de una nografia pauta la mirada del observador, restringiéndolo a un estrecho
mapa, y cercenando laposibilidad de un margen más amplio de perspectiva.
Pero más allá de este punto de vista, posiblemente el problema no se centre en el
diagnóstico propiamente dicho, sino en su implementación:
Posiblemente, la correcta utilización del diagnóstico clínico responde a la condición de:
Orientador para el profesional, en miras al diseño de la estrategia de tratamiento
adecuada, para arribar a una rápida y efectiva solución.
El diagnóstico como guía de un proceso y no como encasillamiento, ya que en este
sentido, abre caminos y no se encierra en sí mismo.
A la vez, sirve en función de la interconsulta para abreviar las descripciones de una
derivación, siempre y cuando el profesional al cual se deriva no se sobreinvolucre en la
mirada del derivador y limite su propia construcción en la interacción con el futuro
paciente.
Por lo tanto, la finalidad del diagnóstico no debe quedar en la acción de diagnosticar en sí
misma, desde este aspecto es limitante y coartador del trazado de distinciones
alternativas, convocando a en trampar al profesional y al paciente en un círculo cerrado,
del cual resulta difícil escapar.
El diagnóstico como apertura es la vía de entrada para la planificación de un tratamiento
terapéutico eficaz, que lleve a destruir el estigma y no a construir una realidad que lo
confirme.
Si el diagnóstico sirve para etiquetar a un paciente y encerrarlo en un manicomio, o
señalarlo como el loco de la familia, resulta ser una aplicación dormitiva y estigmatizante.
Si sirve para bajar las ansiedades del profesional, creyendo que conocer el rótulo ya le
otorga la solucióna la problemática del paciente, también resulta un efecto dormitivo.
Un uso equivocado del diagnóstico consistiría en explicitarle el rótulo al paciente (aunque
podría utilizarse como parte de una estrategia), logrando enquistar aún más la
sintomatología, y más cuando los pacientes traen su propio rótulo, colgado por otros
profesionales, amigos, parientes, etc., llevando como resultado sendas profecías
autocumpl¡doras, construyendo y confirmando el título atribuido, como un paciente
obediente.
LAS DOS REALIDADES (P.W. y M.R.C.)
Inevitablemente la acción de trazar distinciones y las descripciones consecuentes
constituirá una secuencia de hechos, cuyas posibilidades de puntuación son infinitas,
creando a su vez diferentes realidades.
La circularidad autorreferencial de los juicios que aseveran verdades se pone en juego
tanto en la vida cotidiana como en la investigación científica, haciendo necesario el
conocimiento de la epistemología del observador:
«...una descripción (del universo) implica a quien lo describe (observador). Aquello que
nos sirve ahora es la descripción del des
La construcción del universo
criptor o, en otras palabras, tenemos la necesidad de una teoría del observador. Desde el
momento que sólo los organismos vivientes pueden calificarse como observadores,
parece evidente que esta tarea involucra al biólogo. Pero él mismo es un ser viviente, lo
que significa que su teoría, no sólo debe dar cuenta de sí mismo sino describir dicha
teoría. Esta es una situación nueva en el discurso científico, porque, de acuerdo con el
punto de vista tradicionalque separa al observador de la observación, deberá ser evitada
cada referencia a este argumento. Esta separación no fue efectuada por excentricidad o
locura, sino porque en ciertas circunstancias la inclusión del observador en sus
descripciones puede conducir a paradojas, como en la frase "yo soy un mentiroso"»
(Heinz Von Foerster, 1974).
Paul Watzlawick (1988), en función de este planteamiento, señala que nuestros órganos
de los sentidos nos proporcionan una imagen de la realidad que es factible comparar con
aquella percibida por otras personas, para descubrir sorpresivamente que son idénticas;
esta realidad es la que llamamos realidad de primer orden, que bajo la aparente
simplicidad de concordancia de perspectivas, la posibilidad de percibirla es producto de
procesos neurofisiológicos muy complejos.
Es esta realidad la que nos indica que el cielo es azul, que generalmente la copa de los
árboles es verde, que es de noche o es de día, que una silla sirve para sentarse, o un
cuchillo para cortar (aunque frente a la falta de herramientas se utilice como
destornillador); en principio, todos compartimos estas percepciones, pero frecuentemente
no nos detenemos en el interior del dominio de esta realidad, casi inevitablemente le
asignamos un determinado valor, le atribuimos un significado.
Por lo tanto, ¿quién será capaz de tener una epistemología tan aséptica que no involucre
marcos semánticos?; pero más allá de esta utopía, ¿quién podrá afirmar que lo que ve es
absolutamente lo que es?, ¿cómo?, si somos portadores de una historia experiencial que
nos lleva a construirsignificados acerca de las cosas.
Del producto de esta atribución de sentido surge lo que se da en llamar realidad de
segundo orden, realidad que siempre es el resultado de un acto constructivo, de la
ecforiación del valor de nuestro sis tema de creencias. Es la que nos impide, por así
decirlo, captar en
132
El ojo constructor
forma pura sin hacer inferencias de categorizaciones, la que transforma al acto de
conocimento en subjetivo, la que al ser autorreferencial, relativiza y particulariza nuestro
producto de la observación.
De esta manera, se provocan los problemas humanos: las atribuciones de significado que
le otorgamos a ciertos acontecimientos generan dos niveles de complicación: la dificultad
y el problema. El problema podría ser definido como una atribución de significado a una
dificultad (que a su vez podría ser una atribución semántica a una situación determinada),
que llevaría a bloquear el crecimiento de una persona.
En la vida en general aparecen situaciones que, como realidad de primer orden, pueden
producir alteraciones en el libre curso de nuestra evolución. Son estos acontecimientos
los que pueden presentarse como dificultades a resolver: por ejemplo, un huracán en
Miami es un suceso que se transformará en problema, dificultad o algo sin relevancia,
como mera noticia, de acuerdo al punto del planeta donde se resida. Una dificultad es
factible de superar, la constitución de la dificultad en problema, con sus consecuentes
intentos de solución fallidos, obstaculiza la posibilidad de avance.
Un pequeño experimento revela en forma simple ladiferenciación de las dos realidades.
1. Tómese 5 segundos y trate de dibujar una mesa.
2. Ahora imagine cómo es esa mesa y pregúntese para qué sirve. Bien, seguramente el
dibujo que realizó responde al tradicional diseño del cuadrado con cuatro patas. Como
realidad de primer orden, corresponde al diseño convencional que todos compartimos.
Supongamos que la respuesta a la segunda propuesta fue que «era de cristal, base de
hierro y de forma redonda, sirve para estudiar y co
Epíteto ya diferenciaba estas dos realidades y sentenciaba «no son las cosas que nos
preocupan sino las opiniones que tenemos de éstas», y estas opiniones son las
construcciones semánticas de cada sujeto que generan atribuciones de significado a los
objetos.
133
La construcción del universo
El ojo constructor
mer»; esta atribución de significado es lo que llamamos realidad de segundo orden.
Esta formulación de segundo orden está conformada por una serie de significados que
corresponden a normas, pautas, escala de valores, creencias internalizadas, etc., que
constituyen nuestro mapa, en las sucesivas percepciones del mundo. Por lo tanto, por
cada nueva estimulación, a través de referentes externos, la abstracción reflexiva
conformará, desconfirmará, o adecuará, determinados clichés, resultantes del acto
experiencial, que llevarán a ampliar o conservar el perímetro de nuestra estructura
conceptual.
En la conceptualización más extrema, el Constructivismo radical señala que es factible
conocer la verdadera realidad, solamente allí, en el momento cuando experienciamos que
algo no es como lo suponíamos.«E1 saber es construido por el organismo viviente para
ordenar en la medida de lo posible el flujo de la experiencia, que es de por sí amorfo en
experiencias repetibles y en relaciones relativamente or ganizadas entre sí. La posibilidad
de construir tal orden siempre será determinada por los pasos precedentes en la
construcción. Esto significa que el mundo real se manifiesta exclusivamente en donde
nuestras construcciones fallan. Si todavía podemos cada vez explicar o describir la falla
solamente con aquellos conceptos que hemos utilizado para la construcción de la
estructura fallida, este proceso no podrá nunca formar una imagen del mundo que
podremos hacer responsable de la falla. Una vez que se ha comprendido esto resultará
obvio que el Constructivismo radical no puede ser interpretado como reproducción o
descripción de una realidad absoluta, pero sí como un modelo de conocimiento posible en
seres cognitivos que están en grado de construir, sobre la base de la propia experiencia,
un mundo más o menos ordenado» (Glasersfeld, 1988).
Watzlawick (1988), en la introducción a la Realidad inventada, expresa el citado
pensamiento a través del siguiente relato: un capitán en una noche oscura y tormentosa
debía navegar por un canal que no estaba señalado en su hoja de ruta, sin la ayuda de un
faro o de otros soportes de navegación como por ejemplo una brújula. Las opciones que
se presentan son dos: o terminará estrellándose sobre los acantilados o podrá arribar
sano y salvo al mar abierto, que se en
cuentra del otro lado del estrecho. Si pierde la nave y la vida, su falla esla comprobación
de que la ruta que eligió era la equivocada, o sea podríamos decir que ha descubierto que
ese pasaje no era (aunque no tuvo la posibilidad de enterarse).
La otra posibilidad es que supere el estrecho, lo que prueba, simplemente, que ningún
punto de su embarcación ha entrado en colisión con alguna parte del estrecho. Esto no
nos dice nada acerca de la seguridad de las aguas en que navegaba o cuán cercano
estuvo del desastre; él lo atravesó como un ciego. La ruta elegida previamente se adaptó
a una topografia desconocida, calzó, pero esto no significa que corresponde, si tomarnos
el término corresponder en el sentido que le da von Glasersfeld, o sea que la ruta
corresponde a la configuración real del canal. No debería ser difícil imaginar que la forma
real del estrecho podría ofrecer una cantidad de pasajes más breves y seguros.
En síntesis, como afirma von Glasersfeld, el error o la equivocación es lo que nos permite
conocer la realidad: «donde no es, es».
La idea que remarca el líder del Constructivismo radical es la de encaje o calce (flt) más
que de correspondencia (match). Partiendo de la teoría de Darwin, el organismo tiene un
comportamiento y una forma fisica que encaja con el medio que le toca vivir, por lo tanto
quien calza con el medio puede sobrevivir al mismo; esta relación de calce con el
ambiente, von Glasersfeld la llama viabilidad. En la esfera de la antropología y la biología
quedó demostrado que tanto la bipedestación del humano, como el nacimiento del
lenguaje, entre otros, fue producto del calce y la posterior adaptación a lasimposiciones
del medio que se plantearon en los distintos períodos de la historia del mundo.
Trasladado al campo del conocimiento, todo nuevo pensamiento, para ser viable, deberá
adaptarse al esquema previo de estructuras conceptuales (como señalamos
anteriormente) de tal manera que no provoque contradicciones. La tradicional metáfora
que lo ejemplifica es la de la cerradura: sabemos que una llave es la que corresponde a la
misma, pero muchos expertos ladrones tienen ganzúas que calzan para poder abrirla.
De esta manera, creemos haber descubierto una realidad real (en términos de
objetividad), ya que descubrir implica suponer que exis
134
135
La construcción del universo
te una realidad última, hasta que eventos externos superan nuestro control, contradicen
nuestros parámetros que no son acordes a nuestra visión del mundo y:
«...cuando esto sucede, nuestra construcción de la realidad cae á pedazos y entonces es
posible que tengamos que afrontar lo que los psiquiatras llamarían enfermedad mental o
emocional, como depresión, ansia, alucinaciones, ideas suicidas, etc.» (Watzlawick,
1989).
Algunas anécdotas pueden ser ejemplos de resultados caóticos que arrojan las
construcciones de realidades del observador, que, de acuerdo a su sistema de creencias,
se contraponen con la construcción de su interlocutor.
Una psicóloga argentina fue a radicarse al Perú. A las pocas semanas, por medio de las
derivaciones de algunos profesionales que conocía con antelación a su viaje, comenzó a
recibir algunas consul
tas. Uno de sus primeros pacientes era una mujer que después decomentar una serie de
problemas, hizo alusión a personajes que estaban en su casa. Estos personajes eran
gnomos, algunos categorizados como buenos, a los cuales, a veces, les dejaba un trozo
de chocolate, y algunos como gnomos malos, que la perturbaban.
De acuerdo a su formación, esta psicóloga comenzó a pensar que estos comentarios eran
fabulaciones delirantes que respondían a la esfera de una personalidad psicótica, y se
dijo: «¡Justo en mi debut en Lima, empiezo con un caso tan dificil...!».
Después de unas cuantas sesiones en donde se reiteraban en el discurso de la mujer
estas figuras, recurrió, con la finalidad de supervisar su caso, a un psiquiatra del lugar que
gozaba de gran prestigio y experiencia. A esta altura, estaba segura de su diagnóstico,
confiando en su certeza. Deseaba, además, que este profesional medicara a la paciente,
puesto que era necesario, conjuntamente con el tratamiento psicoterapéutico, adjuntar la
medicación, con el objetivo de disminuir los síntomas de la psicosis.
Quedó realmente perpleja cuando su supervisor peruano esbozó una sonrisa acerca de
su preocupación, comentándole que los gnomos eran una creencia popular que la
mayoría de la población sostenía.
Ella, como portavoz de una cultura en donde no se involucran este tipo de mitos, rotulaba
como patológica (categorizaba, o sea,
136
El ojo constructor
una atribución de segundo orden) una conducta que para dicho medio era absolutamente
normal. Evidentemente, de no haber sido responsable en su trabajo, no recurriendo al
apoyo de una supervisión, la psicoterapia podría haber tomadouna dirección catastrófica,
donde cada palabra de la paciente hubiese resultado un indicio que confirmara su
construcción diagnóstica.
Cuentan viejos enfermeros del norte de Italia que en una ocasión llegó a su centro de
salud mental un paciente que no tenía antecedentes en el mundo de la psiquiatría. Estaba
muy ansioso y alterado, diciendo que hacía varios días que no podía dormir. Frente a la
pregunta del equipo médico acerca de qué era lo que le provocaba semejante insomnio,
él respondió, «el elefante no me deja dormir, urla toda la noche..., lo veo desde mi
ventana, la cierro a pesar del calor, pero el sonido es muy fuerte...».
Esta descripción, conjuntamente con su aspecto desesperado y tenso, fueron la prueba
irrebatible de los síntomas de delirio psicótico. Después de una larga charla, se le aplicó
una inyección con un antipsicótico y se le recetó una medicación del mismo género por
vía oral. No fue considerado de tal gravedad como para dejarlo temporalmente internado,
así que regresó a su casa.
A los tres días volvió más perturbado aún, se mostraba hiperansioso y torpe, su discurso
presentaba signos de gran aceleración y reiteraba que ya no podía tolerar más al elefante,
que el rumor que emitía se le había convertido en una obsesión y que lo seguía a todas
partes de la casa. Nuevamente el grupo ratificó su diagnóstico, le aplicó una inyección
más potente que la anterior, y lo dejó internado durante un par de días, en los que el
paciente reposó tranquilo, durmiendo toda la noche, sin mostrar signos de ofuscación.
Regresó a su casa con una evidente mejoría,descansado, relajado y en actitud muy
agradecida. En días posteriores fue visitado por un enfermero y un médico del equipo. En
este primer encuentro, los profesionales lo encontraron nuevamente con su
sintomatología fumando desaforadamente, realizando movimientos bruscos y rápidos, y
soltando palabrotas hacia el elefante, por lo que comentaron: «Sus rasgos psicóticos se
están cronificando, se deberá cambiar la medicación».
Uno de ellos decidió tomar la estrategia inversa a la que el equipo había utilizado, y en
lugar de contrariarle señalando que ésa no era la realidad y que era todo producto de su
imaginación, le preguntó muy interesado dónde estaba el elefante que lo fastidiaba tanto.
El paciente lo tomó de la mano y lo llevó aceleradamente hacia el otro extremo de la casa,
donde se encontraba su dormitorio, se acercó a la ventana, la abrió y el médico observó
un gran parque que era el fondo de la casa vecina, para ver que además de variadas
especies vegetales, pájaros exóticos y otros animales, había un elefante pequeño que
paseaba orondo de extremo a extremo del terreno, y urlaba por cierto.
El vecino era un excéntrico apasionado por la fauna y la flora, y coleccionaba raras
especies de ambas. El elefante lo había adquirido poco tiempo atrás y se encontraba en
fase de adaptación, de allí que llorase, toda la noche.
El médico quedó petrificado frente a tal descubrimiento.
Es indudable que el ojo constructor partía de un supuesto psicopatológico y sus
consecuentes atribuciones, en el cual cualquier signo que mostrase el paciente, como la
aceleración, perturbación,ansiedad, etc., se constituía en los callejones sin salida que
entrampaban tanto al equipo médico como a la persona, confeccionando profecías
autocumplidoras.
Desde esta óptica, ya no puede afirmarse el dicho popular que dice: «En el país de los
ciegos el tuerto es rey», puesto que es leído desde una construcción que valida un patrón
en el cual se valoriza la vista, mostrando el sistema de creencias de la persona que la
expresa, y polarizando qué considera normal y qué minusválido, desde su propio mapa.
Pero, ¿quién dijo que los ciegos responderían al mismo tipo de baremo?: en las creencias
y valores de un país de ciegos, la visión tal vez no cobre relevancia, y si lo normal se
confecciona a través de lo estadístico, si la mayoría son no videntes, la ceguera sería
normal; por lo tanto, ¿por qué el tuerto sería rey, si estaría dentro del grupo de los
anormales?
Entonces, ahora, la formulación correcta sería: «En el país de los ciegos tal vez el tuerto
sea considerado loco».
Un ejemplo similar es descrito en la literatura sufí, Cuando las aguas fueron cambiadas,
cuyo supuesto autor es Dhun-Nun (860): en cierta ocasión un maestro dirigió una
advertencia al género huma no: «[...] todas las aguas del mundo que no hayan sido
especialmente guardadas, desaparecerán. Ellas serán renovadas con diferente agua, la
que enloquecerá a los hombres».
Solamente un hombre escuchó la advertencia y almacenó el agua. Cuando los ríos,
torrentes y pozos se secaron, el hombre bebió de su agua guardada, hasta que las aguas
comenzaron a correr nuevamente. Se entremezcló con otros y descubrióque hablaban de
manera diferente, además de haber perdido la memoria.
«Cuando trató de hablarles, se dio cuenta que ellos pensaban que él estaba loco,
mostrando hostilidad o compasión, en lugar de comprensión. Al principio no bebió del
agua renovada, sino que regresó a su refugio para procurarse su provisión de todos los
días. Pero, finalmente, tomó la decisión de beber la nueva agua porque no pudo soportar
la tristeza de su aislamiento, comportándose y pensando de una manera diferente del
resto del mundo. Bebió de la nueva agua y se volvió como los demás. Entonces olvidó
completamente todo lo referente al agua especial que tenía almacenada, y sus
semejantes comenzaron a mirarle como a un loco que había sido milagrosamente
restituido a la cordura» (ldries Shah, 1967).
Decir que vivimos en un mundo de realidades de primer orden es guarecerse en la
seguridad utópica de la objetividad. Entender que investimos los hechos de atribuciones
propias, navegando en la incertidumbre y lo subjetivo resulta más atrevido, pero convoca
al respeto por las particularidades de nuestro propio mapa así como al de nuestro
interlocutor.
LENGUAJE Y MUNDOS INVENTADOS
Cuando hacemos referencia a las atribuciones de sentido y a las formaciones de
significado que constituyen la realidad de segundo orden, es viable pensar a través de
qué instrumento logramos mani festar dicha realidad, y es allí donde entramos en el
terreno del lenguaje.
Ferdinand de Saussure refiere que el signo lingüístico no une una cosa y un nombre, sino
un concepto y una imagen acústica. Este último término puederesultar un poco
reduccionista, puesto que al lado de la representación de los sonidos está el de su
articulación, o sea la imagen muscular del acto fonatorio; la imagen acústica es la
representación natural de la palabra, al margen de toda realización por el habla.
«...no es el sonido material, cosa puramente fisica, sino la psíquica de ese sonido, la
representación que de él nos da el testimonio de nuestros sentidos; esa representación es
sensorial, y si se nos ocurre llamarla material es sólo en este sentido y por oposición al
otro término de la asociación, el concepto, generalmente más abstracto» (F. Saussure,
1985).
El autor señala que el carácter físico de las imágenes acústicas aparece claramente
cuando observamos nuestro lenguaje: sin utilizar nuestro aparato de fonación, o nuestra
lengua, cuerdas vocales, o labios, podemos contamos una historia, cantar una canción o
recitarnos un poema, mentalmente, o sea que más allá de la palabra hablada, existe una
imagen interior del discurso, la palabra sería el dispositivo que acciona la representación
mental.
El signo lingüístico, entonces, es una entidad psíquica conformada por dos estructuras
que están íntimamente relacionadas desde la circularidad, puesto que son indispensables
una para la otra.
Signo
Concepto 11 4.
Imagen acústica
Pero la definición de signo, en general, no relaciona la combinación de ambas estructuras,
sino que en su uso corriente remite a la imagen acústica sola, como por ejemplo la
palabra mesa, y se pasa por alto que si mesa es considerado un signo lingüístico, es
porque lleva en sí mismo elconcepto mesa.
«La ambigüedad desaparecería si se designara a las tres nociones mediante nombres
que se impliquen recíprocamente al tiempo que se oponen. Nosotros proponemos
conservar la palabra signo para desig nar la totalidad, y reemplazar concepto e imagen
acústica, respectivamente, por significado y significante; estos últimos términos tienen la
ventaja de señalar la oposición que les separa, bien entre sí,
bien de la totalidad de que forman parte. En cuanto a signo, si nos contentamos con este
término es porque, al no sugerirnos la lengua usual ningún otro, no sabemos por cuál
reemplazarlo» (F. Saussure, 1985).
Por lo tanto, el significante sería la resonancia interior de la articulación de la palabra que
inmediatamente contacta con el significado, que es el concepto o representación mental
con que el convenio lingüístico de un idioma determinado, lo asocia; recursivamente, una
parte no funciona sin la otra.
Ahora bien, desde esta perspectiva de análisis nos referimos a los engramas cliché de un
acuerdo sociocultural, estamos hablando acerca de una realidad de primer orden, ¿qué
hay entonces, sobre las significaciones particulares y las atribuciones de sentido con que
el observador reviste cada término?
Así entramos en el mundo de la semántica: cada signo lingüístico (conformado por un
significante y significado) conlleva, en otro nivel lógico, una significación que es patrimonio
de la persona que lo expresa. Puede inducir, entonces, a una confusión el uso del término
significado, puesto que en la acepción de Saussure es tomado como el engrama asociado
con laresonancia acústica, mientras que en esta perspectiva, es una atribución de sentido
que compete al plano de la semántica; el esquema sería el siguiente:
SEMÁNTICA
SIGNIFICADO
SIGNO 1 y T SIGNIFICANTE
Cuando nos introducimos en el mundo de la semántica, ya nos estamos refiriendo a una
realidad de segundo orden, con lo cual podemos afirmar que, si bien el código lingüístico
(la convención de una realidad de primer orden) nos proporciona la posibilidad de
comunicarnos y entendernos en términos de sintaxis, la diferencia se produce en el
ámbito de la significación (realidad de segundo orden), puesto que allí es donde impera el
universo de sentido que forma parte de la singularidad de la persona.
Por lo tanto, entendimiento no es homólogo a comprensión. Podemos entender lo que el
otro nos dice porque hablamos su mismo lenguaje, pero no siempre comprendemos la
significación de qué nos quiere decir, puesto que comienzan a tallar las atribuciones
individuales.
Esto sucede en forma clara, con términos muy amplios como por ejemplo, estoy bien o
estoy mal; ¿qué se quiere decir con esto?, porque estar bien o mal para mí no implica la
misma condición de bie nestar o malestar para el otro. El conocimiento de nuestro
interlocutor posibilita la entrada en su universo de creencias para poder reconocer qué
nos está tratando de decir.
Retomando el ejercicio del dibujo frente al término mesa, en principio, poseemos un
determinado diseño mental que alude a su forma (imagen acústica y concepto). El
segundo punto expresa el marco semántico, el significado con que el término
estáimpregnado. Ambas estructuras son inseparables, puesto que todas las palabras
están investidas por una significación que está determinada por el sujeto, en tanto
receptor o emisor. De ahí el juego de las dos realidades: significante y significado
correspondería a una realidad de primer orden, la realidad de la convención lingüística, y
la significación, a la de segundo orden, la de los marcos semánticos individuales. No
obstante, por esta inseparabilidad frente a la irrupción de la palabra, en este caso mesa y
su representación mental tabla con cuatro patas, se ve investida por el sentido particular
asignado; esta atribución semántica va superpuesta con la imagen mental que nos resulta
familiar, cercana (engrama), que es la efectora de significación. Isomórficamente esto
sucede en el acto de conocimiento, en la observación será muy dificil recrear la realidad
de primer orden en forma aséptica, sin imprimirle las significaciones que nuestras
construcciones de sentido le atribuyen, transformándola en realidad subjetiva. Así, una
realidad se construye y es el sujeto quien queda atrapado en esa imagen, encerrado en
sus propios significados, de los cuales el lenguaje es una de sus manifestaciones.
H. von Foerster plantea dos cuestiones con respecto al lenguaje, una confusión que lleva
a suponer que el lenguaje es denotativo. O sea, siguiendo con el ejemplo anterior, se dice
mesa para denotar el objeto mesa.
Pero fueron objeto de estudio de muchos psicolingüistas las propiedades connotativas del
lenguaje: cuando se nombra un objeto, no se refiere ni indica un objetodeterminado, sino
que se evoca en cada uno de nosotros el concepto, tomando en cuenta que compartimos
el mismo código sociocultural.
Como señalamos en párrafos anteriores, el estímulo del término evoca las imágenes y
significaciones, patrimonios únicos del sujeto, o sea compartimos únicamente la
concordancia de la realidad de primer orden y eventualmente ciertas significaciones
(como conceptos de segundo orden).
El mismo autor (1994) describe un ejemplo de Margared Mead que narra una anécdota
divertida, ilustrando en forma clara este punto:
«[ ...] en el curso de una de sus investigaciones sobre el lenguaje de una población
aborigen, trató de aprender este lenguaje a través de un procedimiento denotativo.
Señalaba un objeto y pedía que le pro nunciaran el nombre; luego otro objeto y así
sucesivamente; pero en todos los casos recibió la misma respuesta: Chemombo. Todo
era Chemombo. Pensó para sí: ¡Por Dios, qué lenguaje terriblemente aburrido!, ¡todo lo
designan con la misma palabra! Finalmente, después de un tiempo, logró averiguar el
significado de Chemombo, que quería decir... ¡señalar con el dedo! Como se ve, hay
notables dificultades aun en la mera utilización del lenguaje denotativo.»
La otra cuestión, a la que se refiere H. von Foerster, es la posibilidad de sustantivar, o
sea, la transformación de un verbo en sustantivo, aludiendo que muchas de las
dificultades para la comprensión se deben a que constantemente tratamos como objetos
lo que en realidad son procesos. La sustantivación, con frecuencia, suele colocarse en los
análisis y genera confusión, puesto que resultadificil captar la esencia de un proceso
cuando es tomado como cosa.
Por otra parte, una distinción importante es la que diferencia lenguaje y comunicación.
Esta última se refiere a una noción más amplia, en donde entra una vasta gama
interactiva, que va desde la comunicación entre los seres humanos hasta la de los
animales.
El lenguaje sería un modo específico de la interacción, que posee, siguiendo a von
Foerster, dos aspectos: el funcional -como intercambio social- y otro que tiene que ver con
el lenguaje propiamente dicho (que tratamos al comienzo), que es el campo de estudio de
los lingüistas, basado en sintaxis, semántica, gramática, etc.
Un rasgo característico del lenguaje, como sistema de comunicación, es la posibilidad de
hacer referencia a sí mismo; en el lenguaje es donde uno puede referirse al lenguaje.
«Existe la palabra lenguaje y la palabra palabra, ésas son nociones de segundo orden,
aparecen en el momento en que se incluye en el proceso reflexivo el propio proceso, allí
tenemos una nueva lógica no aristotélica porque en la lógica aristotélica uno siempre está
afuera. Pero cuando se usa una lógica de segundo orden, nos incluimos» (Von Foerster,
1993).
Llevado al plano de la terapia tradicional, el lenguaje utilizado responde a la categoría de
indicativo, o sea, el lenguaje de la descripción, interpretación y explicación; es el lenguaje
de la causalidad lineal utilizado en la ciencia clásica.
Watzlawick (1992) señala que, casi entre líneas, Spencer Brown, en su libro Las leyes de
la forma, define el concepto de lenguaje imperativo:
«Puede serprovechoso en esta fase comprobar que la forma primaria de la comunicación
matemática no es la descripción sino la imposición. En este sentido se puede establecer
una comparación con las artes prácticas, como la cocina, en la que el gusto de un dulce,
aunque indescriptible con palabras, puede ser comunicado al lector en forma de un
conjunto de instrucciones, que se denomina receta. La música es una forma artística
similar: el compositor no intenta ni tan siquiera describir el conjunto de sonidos que tiene
en su mente y menos aún el conjunto de sentimientos por su medio imaginados, sino que
describe un conjunto de órdenes, que si el lector los pone en práctica, pueden conducir al
lector mismo a la reproducción de la experiencia original del compositor» (Watzlawick,
1992).
Este ejemplo aclara y cierra cuando hemos hecho referencia, desde otra perspectiva de
análisis, a las órdenes (lenguaje imperativo) que pautan distinciones. Spencer Brown
discrimina este tipo de lenguaje en el ámbito de la ciencia, o sea, de la misma manera los
pasos del método científico son órdenes que pautan la secuencia de un proceso. Su
utilización, en la clínica sistémica del modelo de Palo Alto, se desarrolla principalmente en
las prescripciones de comportamiento,
El ojo constructor en donde se lleva a estructurar una acción alternativa a la serie de
acciones que sostienen el problema, logrando un efecto que desde el lenguaje indicativo
dificilmente se hubiese concretado.
Dicho modelo hereda esta clase de lenguaje de la labor hipnoterapéutica de Milton
Erickson, que como hábil maestro del cambio,utilizaba una técnica que le resultaba
infalible: «hablar el lenguaje del cliente». A través de esta estrategia, no sólo copiaba los
tonos de voz, expresiones y muletillas verbales, sino también todo lo que responde al
lenguaje analógico: gestos, actitudes, posturas, etc., penetrando así en el almacén de
creencias del paciente, obteniendo los efectos de cambio buscados.
Erickson se caracterizó por el nivel de sutileza y precisión en los términos. Uno de sus
ejemplos más difundidos es el tratamiento de un hombre negro con problemas de
violencia. Trabajó pocas sesiones y en una, en particular, introdujo el término african violet
(la flor violeta africana) como permutación del término african Violence (violencia
africana); esta superposición, a partir de la similitud de las palabras, conjuntamente con la
habilidad de su retórica, lograba hipnóticamente cambiar los significados, permutando
violencia y agresión por algo bello y pasivo como una flor.
En hipnoterapia, el terapeuta, aprendiendo a hablar el lenguaje del paciente, aprende su
construcción de la realidad, no resulta un simple calcado de formas, sino la compresión
del mapa del cual emergen sus atribuciones. De esta manera, impartirá sugestiones y
prescripciones, minimizando las resistencias y generando la efectividad del cambio.
Se confirma, entonces, el imperativo estético que promulga H. von Foerster: «si quieres
ver aprende a obrar».
«Estoy convencido que el lenguaje imperativo adquirirá un papel central en el ámbito de la
estructura de las técnicas modernas. Naturalmente, siempre ha ocupado este lugar
derelieve en la hipnoterapia. De hecho, ¿qué es una sugestión hipnótica, sino un
imperativo a comportarse como si algo hubiera adquirido realidad por el hecho de haber
ejecutado la orden? Pero esto equivale a decir que los imperativos pueden literalmente
construir realidades y que, igual que acontecimientos causales, pueden tener este efecto
no sólo sobre las vidas humanas, sino también sobre cuanto se refiere a la evolución
cósmica o biológica» (Watzlawick, 1992).
De acuerdo con esta óptica, lenguaje v realidad están íntimamente relacionados, y si bien
el modelo de.lás ciencias clásicas suele sostener que el primero es la representación del
mundo, o sea el lenguaje como representaeional, las ciencias modernas sugieren lo
contrario. el mundo es 7a imagen del lenguaje, la realidad es una consecuencia de éáte.
~D UIiNERSrTANO DE LA COSTA
Eiil3uorrc&
LA NUEVA MIRADA
Por lo tanto, si pensamos que la realidad se inventa por medio de las atribuciones de
sentido que nos permiten observar trazando distinciones, describiendo, realizando
abstracciones y elaborando hipó tesis, el acto de conocimiento se transforma en
autorreferencial y subjetivo, y es entonces el lenguaje el que crea el mundo.
Nuestra carga de representaciones, nuestro reservorio del sistema de creencias, escala
de valores, normas, etc., impregnan nuestro lenguaje de los marcos semánticos de
acuerdo con nuestra visión del mundo. Éstos son los que propician, en el acto de
conocimiento, el recortar la observación y expresar lo visto ya sea a través de
descripciones, comparaciones, etc. Entonces si uno ve loque quiere ver, si uno es el que
inventa o el que crea la realidad, el lenguaje es la vía de dicha construcción.
Esto se observa en los diálogos humanos: cómo, simplemente, la comunicación puede
tomar giros insospechados, tornando las relaciones en conflictivas, aumentando o
reduciendo la complejidad y transformándola en complicación, construyendo por vía del
lenguaje, realidades diferentes, acuerdos, desacuerdos, etc. Puntuando una secuencia de
hechos de una forma distinta, se genera el retorno al equilibrio, construyendo a su vez
una nueva realidad. Es entonces el mundo la imagen del lenguaje...
En cambio, si pensamos que debemos descubrir la realidad, suponiendo que existe una
realidad real que debemos desvelar, el lenguaje se reduce tan sólo a una mera
representación del mundo.
EL PRINCIPIO EXPLICATIVO
Históricamente, la práctica terapéutica en todos sus modelos de abordaje se vio
impregnada por un tipo de epistemología lineal, que apuntaba a la esfera de lo
intrapsíquico y concepcionaba el trabajo de manera individual, en forma monádica, donde
imperaba el principio explicativo en términos de la búsqueda de los orígenes.
Este principio era el regente de las ciencias clásicas que concebían un universo
puramente determinista, en donde la certeza, la verdad y una realidad real convocaban a
un orden que mantenía un mundo medianamente equilibrado, y posibilitaban otorgar
respuestas frente a los interrogantes que se podían plantear, ajustando el aval de los
hechos al paradigma imperante.
Pero la segunda ley de la Termodinámica coloca la noción de incertidumbre,quebrando
así los parámetros de respuesta existentes que llevan a la relativización de los conceptos
hasta el momento propuestos.
Edgar Morin (1982) señala que:
«Desde el siglo xix, la noción de calor introduce desorden y dispersión en el corazón
mismo de la fisica y la estadística permite asociar azar (a nivel de los individuos) y
necesidad (a nivel de las poblaciones).»
Este principio no tomaba a la organización como tal, solamente reconocía a las
organizaciones pero no el problema de la organización. La Cibernética, la Teoría General
de los Sistemas, el Estructuralismo -señala Morin- irrumpen para crear una nueva
concepción del ser humano, avanzar sobre la teoría de la organización y construir una
teoría acerca de los procesos autoorganizativos, elementales para la supervivencia.
«El principio de la explicación de la ciencia clásica veía en la aparición de una
contradicción el signo de un error de pensamiento y suponía que el universo obedecía a la
lógica aristotélica. Las ciencias modernas reconocen y afrontan las contradicciones,
cuando los datos exigen de forma coherente y lógica la asociación de dos ideas contrarias
para concebir el mismo fenómeno (la partícula se manifiesta algunas veces en forma de
onda y otras como corpúsculo, por ejemplo)» (Morin, 1982).
Las ciencias clásicas excluían al observador del acto observante, por lo tanto, el resultado
de las investigaciones científicas arrojaba hipótesis en las cuales no se cuestionaba la
subjetividad del investigador, se daba como obvia una mirada aséptica de lo externo -la
objetividad reinaba.
Es con la Teoríade la Información, la Cibernética de segundo orden, la Teoría General de
los Sistemas y el Constructivismo desde una visión filosófica, cuando se produce un giro
copernicano: la introducción del sujeto en el campo de lo observable. Entonces, el acto de
conocer, como señalamos anteriormente, se vuelve subjetivo y autorreferencial. De aquí
surge la pregunta: ¿cómo poder aseverar un juicio, como la verdad, cuando el observador
está involucrado en el contexto de observación y además es el representante
representativo de baremos socioculturales y familiares que subjetivizan su percepción?
Morin (1982) señala que tanto la antropología como la sociología deben tomar conciencia
de su determinación etnosociocéntrica que «hipoteca la concepción de la sociedad, de la
cultura, del hombre (...). ¿Cómo puede un antropólogo como portavoz inconsciente de su
cultura, juzgar una cultura como primitiva o arcaica?». Si este juicio emerge desde un
punto de vista que hace referencia a él mismo, ¿la afirmación no habla acerca de su
propia cultura?, y entonces, el antropólogo ¿no deberá preguntarse acerca de su propia
matriz cultural? Inevitablemente caemos en una reflexión que desemboca en recurrencias
de distintos niveles lógicos.
Podríamos decir que esta relativización epistemológica imprime un dejo de humildad
frente a la soberbia de la adquisición de conocimientos. Se abandona el absolutismo de
las afirmaciones de lo observable, y las preguntas «¿quién soy?» y «¿dónde estoy?»
posibilitan la autorreferencia: situar al hombre en su sistema de creencias, su
conformación de significados yel contexto al cual pertenece.
La inclusión del observador en la observación y del concepto en su concepción posibilita
redimensionar la perspectiva de la construcción de la realidad y transformar,
aprovechando la autorreferenciali dad de la observación, el juicio crítico a..., por
autocrítica, y la reflexión acerca de..., por autorreflexión.
La aparición de esta epistemología aporta el touché de incertidumbre e inseguridad a las
operaciones científicas, pero a la vez proporciona una dosis de mayor compromiso al
asumir como propia una construcción, al abolir el tradicional sentido de lo que se
consideraba una contradicción, cuando el resultado no era el esperable con respecto al
paradigma vigente.
Pero, el principio explicativo no solamente se aplicó en las investigaciones científicas, sino
(y es común en todo proceso) que invadió otros campos y llegó a instalarse como un
estilo sociocultural. La lógica del por qué, causal-lineal, es parte del discurso habitual en la
interacción de los seres humanos, en mayor o en menor medida, según la cultura.
El término por qué es el bastión lingüístico de la explicación, ya sea en pregunta como en
antesala de respuesta. Nardone y Watzlawick (1992) demuestran, por medio de una
investigación llevada a cabo por E. Langer en la Universidad de California, cómo es
posible modificar reacciones de las personas a través de una reformulación que no resulta
lógica, así como observar el poder de las formas sugestivas de la comunicación, que
eluden las resistencias y las convicciones lógico-racionales.
Si bien el ejemplo tiene por objetivomostrar la intervención de la reestructuración, es
importante en lo que a nuestro tema se refiere, dado que es una clara exposición de cómo
la palabra por qué está tan profundamente insertada en la lógica de los procesos
interaccionales humanos.
«En una cola de espera para hacer fotocopias en la biblioteca, la petición por parte de un
estudiante de que se le permita no respetar el orden de la fila produce efectos diferentes
según sea su formulación.
«Perdona, tengo cinco páginas, ¿puedo usar la fotocopiadora?, porque tengo mucha
prisa.»
La eficacia de esta petición, con explicación, ha sido casi total: el 95% de los interpelados
lo han dejado pasar adelante en la fila. Compárese este porcentaje de éxitos con los
resultados obtenidos con la
simple petición «perdona, tengo cinco páginas, ¿puedo usar la fotocopiadora?». En esta
situación solamente conseguía el 60%.
A primera vista parece que la diferencia decisiva entre las dos formulaciones consistía en
la información añadida contenida en las palabras «porque tengo mucha prisa».
Pero una tercera fórmula experimentada por la profesora Langer ha demostrado que las
cosas no eran exactamente así. Por lo que parece, lo que constituía la diferencia no era la
serie entera de palabras con senti do completo, sino la primera: «porque». En vez de dar
una verdadera razón para justificar la petición, la tercera formulación se limitaba a usar el
porque sin añadir nada nuevo, «perdona tengo cinco páginas ¿puedo usar la
fotocopiadora?, porque tengo que hacer fotocopias».
El resultado fue que, una vez más, casi todos (93%) dieronsu consentimiento, aun cuando
no había ninguna información nueva que explicase su condescendencia. Como el piar de
los polluelos bas
ta para desencadenar la respuesta automática de la pava madre, aun cuando provenga
de un aparato mecánico, así también la palabra porque lograba desencadenar una
respuesta automática por parte de los sujetos de Langer, aunque tras la palabra porque
no llegaba ninguna razón particularmente decisiva.
El término porque avalaría motivaclona] mente una acción a través de la explicación; en la
tercera intervención, a pesar de la ilógica respuesta, ya que el motivo no agrega ningún
contenido nuevo a la petición, abre camino a la acción. Parece ser que la palabra posee
tanta fuerza en la comunicación que no permite la recepción (la escucha) del contenido.
Por otra parte, este porque aludiría a lo que Bateson llamó principio dormitivo.
Una explicación generalmente se remite a una discursiva lineal (puesto que en la mayoría
de las oportunidades se busca el origen de algo o la causa que motivó una acción);
también una explica ción causal podría obedecer a la circularidad -un porque
interaccional-, «yo reaccioné así porque el otro...», pero con frecuencia no se continúa
con el recorrido recursivo «el otro reaccionó asi porque yo le dije que...»; por lo tanto, se
lee solamente un tramo lineal de un circuito mayor de circularidad. Tal vez el énfasis no
radica, siguiendo esta línea de análisis, ni en la recurrencia ni en la linealidad, sino en la
necesidad de buscar la causa o el origen del hecho a analizar, que está insertado como
estructura opauta cognitiva en el ser humano.
Entonces, frente a un hecho determinado que genere incertidumbre y su angustia
consecuente, la tendencia a encontrar el origen de su determinación produce efectos
paliativos o sedativos. Este input de una nueva información, como construcción que
genera la comprensión del suceso, lleva a la adquisición de una seguridad que
proporciona estabilidad en el sistema que engendra un problema o simplemente un
cuestionamiento acerca de algo.
En síntesis, el sistema del cual es parte el sujeto permanece estable (homeodinámico);
frente a la irrupción de un elemento innovador (evento, acontecimiento) cuando surge la
ruptura del equilibrio (crisis), inmediatamente se produce la pregunta y la posterior
explicación (construcción) del hecho, que posibilita (a través de la comprensión)
restablecer una seguridad como primer paso para la adquisición de un nuevo equilibrio.
Observemos, entonces el siguiente gráfico, donde en mayor o en menor medida se sigue
dicho proceso.
Este tipo de circuito se produce cotidianamente, y en él el ser humano es constructor de
cambios y microcambios, muchos de los cuales le resultan imperceptibles, llevándolo a
rearticular su sistema permanentemente, en vías de mantener la homeodinamia.
Por otra parte, este esquema es patrimonio nuestro (o sea la construcción del autor); por
lo tanto, en términos de una Cibernética de la Cibernética, podríamos abrir la recurrencia:
«explicamos el por qué de la tendencia al por qué de los seres humanos» y estamos
explicando por qué se explica.
1°) EQUILIBRIO
2°) INPUT EVENTO
3°)INCERTIDUMBRE ACONDICIONAMIENTO
4°) ANGUSTIA ANSIEDAD
5°) EXPLICACIÓN (CONSTRUCCIÓN)
6°) INPUT INFORMACIÓN ORIGINAL SUJETO NUEVA CONSTRUCCIÓN
7°) COMPRENSIÓN
8°) SEDACIÓN POR SEGURIDAD
9°) PRIMER PASO A LA NUEVA ESTABILIDAD
10°) NUEVO EQUILIBRIO
Ahora conviene que nos detengamos en algunos puntos del circuito: obviamente que este
esquema no está estructurado rígidamente, existen multiplicidad de variantes y
alteraciones de pasos, modificaciones y anexos de tramos intermedios; además, variará
de acuerdo con la clase de evento que se construya, al tipo de estabilidad que posea el
sujeto, a la repercusión del hecho, al contexto en que se desarrolle, a los integrantes con
los que se interaccione, al nivel de abstracciones que se realicen, etc.
Por ejemplo, no siempre el primer paso a la nueva estabilidad es posible. Una de las
tantas hipótesis que se pueden construir sería comenzar el análisis por su factibilidad: si
es factible, dependerá de la característica del sistema, si es descrito como rígido con una
gran tendencia a la homeóstasis, es probable que refortalezca sus reglas deviniendo
mayor rigidez- y retorne al status quo anterior (equilibrio original) pasando por alto el
nuevo equilibrio; o tal vez ni siquiera llegue al emergente de la explicación, ya que a esta
altura de la recurrencia, el sistema ha generado las resistencias suficientes para
contrarrestar la desviación que produjo el input del evento.
En cambio en un sistema flexible, abierto a nuevas experiencias, con plasticidad de
reglas, en una recursión homeodinámica, es posible que este trayecto sesiga con algunas
modificaciones, conforman do el juego estabilidad/cambio/estabilidad y así
sucesivamente.
Aquí, sí es factible pasar del punto noveno al décimo, en el cual el nuevo equilibrio es el
resultado de un proceso de entrada de nueva información, efectora de las abstracciones,
que generan una construcción novedosa que se resume en el acto experiencial; por lo
tanto, redimensionará al sujeto en una perspectiva diferente de la realidad.
La persona, entonces, producirá modificaciones en sus circuitos recurrentes,
interaccionando de una manera distinta.
Otro recurso sería aludir a una explicación dormitiva, donde por medio de una
categorización o generalización, se provee una baja de ansiedades pero donde no se
tiende a ejercer ninguna modificación del circuito, sino a mantener el status quo anterior;
nos referiremos a este punto más adelante.
Sería infinita la cantidad de variantes y combinaciones que pueden construirse sobre este
esquema; tan sólo es un cuadro recursivo base que permite alteraciones, jugando con las
distintas posibilidades de la circularidad y de la construcción de nuevas realidades en la
experiencia humana.
Es importante aclarar la subjetividad del hecho que se constituye en evento, de acuerdo
con la atribución de sentido con que se lo revista. El acaecimiento de algo no es relevante
en sí mismo, sino que es un estímulo que cobrará repercusión, y será de considerable
intensidad o no, únicamente para el sujeto percibiente; por lo tanto, si deja huella o cobra
significación, dependerá de la construcción que elabore el individuo.
Eldiccionario califica el término evento como un hecho imprevisto que puede acaecer, y
de forma similar acontecimiento, como un hecho importante que puede suceder. Tanto
uno como otro término,
a pesar de ser sustantivos, se transforman en calificaciones de segundo orden que
establece el descriptor sobre un hecho. Podemos delimitarnos a describir determinados
sucesos, pero su categorización es totalmente subjetiva.
Existen sucesos que responden a una realidad de primer orden; Pueden ser de índole
general, como catástrofes, incendios, terremotos, etc., que repercuten a la ecología del
mundo, de una nación o de un pueblo. Hay hechos en la esfera política, como elecciones,
golpes militares, dictaduras, corrupción; o hechos familiares, que responden más a la
órbita del mundo particular del individuo: muertes, nacimientos, casamientos,
separaciones, etc. Pero, ¿quién puede afirmar que algo es menos grave o de mayor
importancia?, ¿quién puede categorizar como más trascendente uno u otro? Esto ya
compete al universo de las construcciones individuales de la realidad de segundo orden,
con lo cual tan sólo podemos observar bajo nuestra propia lente, en donde la percepción
selectiva impregna al hecho de racionalidad y emocionalidad, patrimonio de cada sujeto
en particular.
Así, en muchas oportunidades, un pinchazo de alfiler puede sentirse como un martillazo
en el dedo más pequeño del pie derecho... y viceversa...
¿Por qué el porqué en psicoterapia?
Si tomamos lo que podemos llamar ahora tendencia explicativa como un estilo que
emerge de una conformación sociocultural de perspectivalineal, el ejercicio de la
psicoterapia no fue una excepción: la mayoría de los modelos instrumentalizaron
técnicamente la búsqueda del porqué en la resolución de los conflictos.
En general esta tendencia-anclada como estilo- se pone en juego en la dinámica
interactiva de la relación terapeuta-paciente. Es frecuente observar en los terapeutas, el
recurso de explicar el porqué de los sucesos que acaecen en el mundo del paciente. Es
obvio que cuando señalamos una dinámica interactiva, distinguimos, además, que es el
mismo paciente el que viene a nuestro consultorio a encontrar el origen de lo que sucede
(y más cuando llega habituado a una operatoria de terapias anteriores, en donde tenía
como objetivo el buscar el porqué de cada una de sus reacciones).
No obstante, no tenemos claro si la persona requiere una consulta para resolver su
problema o encontrar respuestas a sus interrogantes, o si encontrando respuestas a sus
preguntas resolverá su problema, o resolviendo sus problemas contesta a sus
cuestionamientos, o si su problema consiste en no tener respuestas a sus preguntas, o si
sus preguntas consisten en no poder solucionar sus problemas.
En conclusión, si el paciente también es portador del virus explicativo, generará una
expectativa de respuesta que el terapeuta debe saciar, a la vez, éste la llenará a través de
su tendencia que será -complementariamente- productora de la demanda, y así
recursivamente. Si bien esta tendencia la categorizamos como un estilo universal que se
constituye en particular de la persona, en este caso, el terapeuta lo oficializa, por
asíllamarlo, constituyéndolo en técnica o modelo terapéutico.
Somos escépticos en poder demarcar la pureza de un modelo, puesto que en su
utilización sufre las modificaciones que le imprime el sello personal del terapeuta-su
propia construcción del modelo-, la adaptación sociocultural del modelo al contexto donde
se aplique, y además la co-construcción aquí ,v ahora que el profesional efectúa con ese
paciente en ese contexto.
En sentido general, más allá de las intervenciones -algunas de las cuales son
explicativas- a lo largo de una sesión, generalmente en el cierre, es cuando se realiza una
especie de cuadro descriptivo acerca de lo que sucede, en donde se trata de dar
respuestas y también abrir interrogantes, con la finalidad de que el paciente mismo pueda
generar sus propias construcciones a las preguntas que se abrieron.
También el uso de analogías, relatos, cuentos, fábulas, anécdotas, chistes, metáforas,
etc., podríamos suponer que tácitamente incursionan en la tendencia a explicar, pero la
penetración de este recurso metafórico, crea una explicación del hecho en el paciente, a
través de otra vía, en donde éste estructura su construcción a partir de establecer
deducciones por similitud o paralelismo de la narración contada.
Sería demasiado extenso efectuar un recuento de los repertorios estratégicos y técnicos
de la psicoterapia, sin duda, innumerables, que refieren por canales indirectos a la
explicación, simplemente nos remitiremos a la explicación explícita, aquella que en
general se ejecuta a través de las palabras por, porque, puesto que, etc.
En cualquiermodelo de psicoterapia, sea Psicoanálisis, en cualquiera de sus líneas,
Gestalt, Logoterapia, Transaccional, e inclusive Sistémica (a pesar de su epistemología
Cibernética), etc., el terapeuta podrá esgrimir la explicación como parte de la modalidad
en su estilo. La explicación, en las líneas cuya epistemología es lineal, es en cierta
medida coherente con su fundamentación diacrónica (búsqueda de las causas en el
pasado, a través de los conflictos del presente); no obstante, a pesar de que se nos acuse
de reduccionistas, epistemológicamente ésta es la idea central de estos modelos, a la
espera de que el paciente por medio del insight o del darse cuenta, tome conciencia de
cuál es el motivo de lo que le sucede, para que de esta manera obtenga el pasaporte a la
mejoría. En estas líneas de trabajo se privilegia la reflexión frente a la acción: o sea, la
posibilidad de que el paciente hurgue en su emocionalidad y reflexione acerca de los
orígenes de sus eventos, parece ser el puntapié inicial hacia la modificación de actitudes.
A pesar de que la clínica sistémica (y somos tendenciosos ya que es nuestro modelo de
trabajo, y en definitiva es nuestra construcción) posee una epistemología recurrente, los
terapeutas sistémicos se empeñan en seguir utilizando la tendencia explicativa en los
tratamientos con sus clientes. Detrás del espejo unidireccional, se observa un alto
porcentaje de terapeutas que trabajan sistémicamente en forma individual, pareja o
familia, que como estilo, abusan de las explicaciones del por qué sucede lo que sucede; si
bien, no explican en una direcciónlineal (aunque es una epistemología que se filtra
permanentemente), describen tal o cual circuito recursivo.
Esto se observa con mayor claridad en los terapeutas noveles, o los que están en cursos
de formación de clínica sistémica: la tendencia a buscar las causas se hace presente en
sus intervenciones, evidenciando la cultura del porqué que impregna el razonamiento de
los humanos. En este sentido, parece ser más una necesidad propia de explicarse
explicando la dinámica de los motivos de consulta del paciente.
Socioculturalmente resulta dificil permutar la cultura del por qué lineal, por la cultura del
qué, del para qué o del por qué cibernético, puesto que se trata de una ruptura
epistemológica, que implica abandonar el conocer desde la linealidad y transitar por un
pensamiento circular.
El error radica en reducir al contexto de la psicoterapia el pensamiento circular, mientras
que en la vida personal, se aplica otra for
ma de pensar los hechos. Pero ¿cómo es posible la efectividad, funcionando de una
manera tan disociada?; tal vez la colaboración a ejercer tal dicotomía, tiene su parte en
algunos formadores que durante años se han preocupado más por la enseñanza de
técnicas en detrimento, tal vez, de la fundamentación epistemológica del posible
paradigma.
El pensamiento sistémico y constructivista es una forma de ver y construir la vida, para
esto es necesario deconstruir la manera de conocer previa, para lograr experienciar otra
perspectiva. De allí, traladándonos al ámbito de la psicoterapia, será mucho más sencillo
incorporar estrategias en un doble juego: enel campo de la semántica a través de las
intervenciones, cambiando atribuciones de significado que ejecuten una reflexión que
mediatice modificaciones en las acciones; y en la pragmática, por medio de las
prescripciones, ejecutando una acción que posibilite un cambio y su reflexión
consecuente.
Para desestructurar la dinámica interactiva del juego del por qué, es necesario que el
terapeuta internalice el paradigma sistémico y logre permutar el por qué por la cultura del
para qué (o un porqué recursivo). La pregunta sería: ¿qué es lo que se hace?, ¿cómo se
realiza, bajo qué dinámica?, ¿en qué contexto?, ¿cuál es mi lugar en el circuito de
acciones?, ¿en qué colaboro? e insertar el cómo, para conducir al paciente, en el ámbito
pragmático, a la modificación del problema.
Si partimos de la concepción de que el contexto psicoterapéutico es un espacio de
aprendizaje, el terapeuta deviene un maestro que enseña a pensar desde otra dimensión
epistemológica.
Pero a esta altura del análisis es importante que discriminemos algunos puntos. No
estamos elaborando una crítica a modelos terapéuticos, ni a estrategias como tampoco al
método explicativo en sí mismo, pero sí a su abuso y a las clases de explicaciones que se
efectúan. Para este último, consideramos y diferenciamos dos tipos de explicaciones: las
dormitivas y las reestructurantes.
Explicaciones dormitivas
Para referirnos a éstas, nos basamos en lo que Gregory Bateson llamó principio dormitivo.
Si se trata de entender las explicaciones tradicionales acerca de la sintomatología y los
rótulos que la agrupan en unapatología, por medio de la dimensión de la circularidad, son
una variante de las descripciones recurrentes: o sea, se explica el síntoma por la
enfermedad que lo contiene y se avala la clasificación diagnóstica por el síntoma.
El término dormitivo fue acuñado por G. Bateson (1972) haciendo alusión a una anécdota:
«Moliére hace muchos años contó un examen oral de doctorado en el cual los sabios
médicos preguntan al candidato la causa y razón de que el opio haga dormir a la gente. El
candidato responde triunfal mente en un latín macarrónico que ello se debe a que "posee
un principio dormitivo" (virtus dormitiva). »
Bateson señala que este principio se produce cuando se toma como causa de una acción
simple a una palabra abstracta que la categoriza, derivada del nombre de dicha acción.
Esto lo describe el autor en un cuadro que desarrollamos anteriormente, en donde se
distinguen las descripciones de proceso y las clasificaciones de forma, aludiendo a la
observación y descripción pura y la categorización que se le imprime.
Así se podría explicar una borrachera remitiendo al alcoholismo, o que la agresividad se
debe a un instinto agresivo; de esta manera, se puede partir de sencillas descripciones de
algún hecho que se quiera explicar, por ejemplo, describir conductas detallistas o de gran
prolijidad y clasificar la descripción en la categoría de neurosis obsesiva, o rasgos
exhibicionistas, egocentrismo y necesidad de llamar la atención como síndrome narcisista.
Bradford Keeney (1982) señala: «En tal caso lo que se hace es afirmar que un rubro de
acción simple es causado por laclase de esas acciones. Este reciclaje del término no
constituye una explicación formal».
El basamento de lo que Bateson llama principio dormitivo revela la estructuración de los
tipos lógicos. Si esta teoría nace para destrabar la constitución de paradojas que se
producen cuando se confunde
el marco referencial con los elementos que lo componen, o dicho de otra manera, cuando
no se diferencian los niveles lógicos de la clase y sus miembros, en el principio dormitivo
se explica la descripción de los miembros por la clase y allí termina.
Este tipo de explicaciones, en el ámbito de la salud mental, tiene su fundamento en las
nosografias psiquiátricas, que describen una serie de acciones agrupándolas bajo el
rótulo de determinadas patologías que llevan a confeccionar el diagnóstico. En el
desarrollo de las interacciones en general, son obturadoras del crecimiento y productoras
de profecías autocumplidoras, puesto que una vez instaurada la etiqueta, las acciones
estarán dirigidas a confirmar la hipótesis realizada.
Optar por la utilización del principio dormitivo implica clasificar psicopatológicamente al
paciente. El rótulo impide la flexibilidad de ópticas, es limitativo con respecto a las
posibilidades de abordaje y escotomiza la probabilidad de interaccionar de una manera
diferente; si el paciente es un «histérico», se lo tratará, tal vez medicará y conducirá como
tal, perdiendo la riqueza del universo adyacente al perímetro descriptivo que demarca la
patología, constituyendo, así, una realidad que certifique el diagnóstico.
En el contexto familiar, si uno de losintegrantes tiene una actitud agresiva y se lo
categoriza de violento, a partir de ese momento comenzarán una serie de interacciones
montadas en esa perspectiva, que generarán la estimulación necesaria para construir una
realidad que confirme el rótulo.
Tomando como base el principio dormitivo, podemos extenderlo a otro tipo de
explicaciones -incluidas en las que delimita Bateson-, agrupándolas bajo el título de
explicaciones dormitivas. Se caracterizan porque la pauta cognitiva que aportan resulta
superficial y le sirve al sujeto para salir rápidamente de su momento de tensión, pero no
producen modificación en la recursión que establece la anomalía. Tienen por finalidad
mantener momentáneamente el equilibrio anterior a la aparición de un determinado
síntoma. En este sentido son paliativas y no llevan a redimensionar la perspectiva de la
construcción del problema.
Las racionalizaciones e intelectualizaciones son mecanismos defensivos distinguidos por
el Psicoanálisis, que pueden ser considerados explicaciones dormitivas, en tanto y en
cuanto la persona avala con justificaciones del por qué sucede lo que sucede, las
actitudes conflictivas o algún rasgo sintomático.
Además, muchas interpretaciones psicoanalíticas que aluden al origen de determinadas
conductas, o porque no fueron realizadas en el momento adecuado o por resistencias del
paciente, pueden a la vez poseer este tipo de efecto, se conoce el motivo de lo que pasa
pero no se llega al cambio en la acción, con lo cual, el sujeto aparece estancado en su
sintomatología pero conociendo la causa.
La explicación,entonces, es uno de los principales preceptos a los cuales el ser humano
se remite en el acto reflexivo personal e interaccional de la cotidianidad, al preguntarse o
preguntar por la causa de un cierto estado; una explicación dormitiva es utilizada a
menudo, confundiéndose con otro tipo de explicaciones que sí provocan una modificación
en la recurrencia y promueven el crecimiento.
Son frecuentes las explicaciones dormitivas en las que el sujeto, autorreflexivamente, se
pregunta el por qué de un determinado estado de ánimo, como la tristeza o la angustia sin
motivación aparente e indiferenciada, e inmediatamente surge la necesidad de encontrar
su origen. En general, esto puede arrojar como resultado que se coloque como respuesta
un elemento ingenuo o superficial externo, «me siento triste porque llueve, el día es gris»
(atribuyendo el significado de la tristeza a la lluvia); es también común involucrar a alguna
persona afectivamente cercana (amigo, familiar, etc.), cuyas reacciones son utilizadas
como causa de una perturbación o alteración, «me pasa esto porque tú ... ».
Esta connotación y encuentro llevan a que la persona reduzca los niveles de tensión e
inseguridad que incrementan la angustia originaria, evitando temporáneamente la
recurrencia que amplifica el estado inicial. Pero con el tiempo el efecto es el contrario, ya
que si bien se construye un pseudomotivo (como sedativo momentáneo), el sujeto
continuará manteniendo, en este caso, su estado de perturbación, pero conociendo o
creyendo conocer el motivo, «estoy triste pero sé por qué me sucede», de lo
cualresultará, si no se desarrollan actitudes concretas, un mayor incremento de la
angustia primaria, ya que termina resultando más desesperante conocer lo que pasa y no
poder cambiarlo.
Pareciese ser que cuando categorizamos lo que nos sucede, nos sentimos más
tranquilos, a pesar de que esto no conlleve una modificación de las acciones, o sea, se le
coloca un nombre a lo que nos pasa, evitando el navegar por el mar de la incertidumbre
que origina el no saber.
Pero la certeza del rótulo no asegura un cambio en la interacción: el tema queda varado
allí -como principio dormitivo-. Sería interesante plantear como continúa el mecanismo a
partir del conocer, o sea, el cómo puedo realizar una acción nueva en el plano concreto,
desestructurando así el efecto dormitivo del proceso.
Isomórficamente este desarrollo puede producirse en la relación terapéutica. Algunos
terapeutas, complementariamente, tienden a abusar de la explicación, saciando las
expectativas de respuesta del paciente. Crean con este mecanismo efectos dormitivos y
compartimientos estancos que no producen la finalidad deseada: el cambio terapéutico.
Se tiende a realizar un acto co-constructivo que sostiene la homeóstasis y que no aporta
una reformulación que posibilite la construcción de una dimensión diferente.
El riesgo podría ser también, que la terapia se rigidice en esta dinámica y se deambule
entre paliativo y paliativo, perpetuándose y amplificando la sintomatología original.
Otro tipo de explicaciones dormitivas son las racionalistas, teóricas, excesivamente
intelectuales, en donde el terapeuta clínicorecita una especie de manual de psicoterapia y
opera con los artilugios de la retórica para articular, en estilo literario en menor o mayor
grado, explicaciones que tomen la teoría en exceso y reproduzcan, por así decirlo, lo que
señala la bibliografia.
Más desgraciadas son aquellas explicaciones en las que además de explicar el miembro
por la clase (a través de un signo se categoriza), se explicita el rótulo, clasificando
nosográficamente al paciente: Ud. tiene una depresión endógena, o sus síntomas
fóbicos..., etc. Como hemos descrito en otro capítulo, el efecto de este tipo de
intervenciones es catastrófico, puesto que constituyen verdaderas profecías
autocumplidoras, en donde el efecto hipnótico de la palabra/poder del terapeuta, llevará al
paciente, a través del rótulo, a colaborar con la construcción de su propia sintomatología y
a rigidizar y reedificar otras particularidades de ella.
Si bien las explicaciones dormitivas son más frecuentes en las terapias de corte lineal,
porque de por sí utilizan el método explicativo en las intervenciones, no quedan exentos
los terapeutas sistémicos del uso de ellas, a pesar de que entre la gama de
intervenciones existen otras estrategias para generar un cambio en el circuito recurrente
del sostén del problema/queja, como por ejemplo, las prescripciones de comportamiento.
Además, existe cierto tipo de intervenciones explicativas que producen un efecto
dormitivo, pero que no son en sí mismas explicaciones dormitivas. Algunas marcaciones
de tenor reformulante, por medio de la explicación, no producen efectos de cambio;
esteresultado, en muchas oportunidades, se debe a la resistencia al cambio que genera el
sistema o a una equivocación del terapeuta, entre otras. El sistema ha rigidizado sus
patrones de funcionamiento, a partir de numerosas recurrencias y se perpetúa en una
dinámica, la familia desea cambiar pero sin demasiadas modificaciones -«cámbienos pero
no nos cambie»-, manteniendo, así, la rigidez de una homeóstasis que no admite nuevas
construcciones alternativas.
Explicaciones reestructurantes
En la psicoterapia sistémica, las explicaciones resultan efectivas cuando describen
circuitos recursivos, señalando un por qué interaccional como trampolín hacia las
prescripciones, y cuando son utilizadas como técnica de reformulación. Este último tipo de
intervención es mucho más abarcativa que el perímetro que circunscribe a las
explicaciones reestructuran tes.
La técnica del reframe traducida al castellano como reestructuración, redefinición,
reformulación o reenmarcación, es una de las más exquisitas intervenciones de
persuación, e implica recodificar la realidad pero sin modificar las estructuras de sentido
por sobre las cosas. No se produce un cambio en el valor semántico de lo que la persona
expresa, sino que son modificados los marcos en los cuales el significado se inserta; así,
de forma indirecta, es evidente que cambiando el marco, al final de cuentas, ocurre la
modificación del significado. «Esto es así porque, poniendo un mismo suceso dentro de
contextos diversos y mirándolos desde perspectivas diferentes, el suceso cambia por
completo el valor. La realidad (...) quedadeterminada por el punto de observación desde
donde la mira el sujeto, si se cambia el punto de observación, cambia también la misma
realidad. Al reestructurar la idea o la concepción de una persona, no se pone en discusión
la idea o la concepción, sino que se proponen diversos recorridos lógicos y distintas
perspectivas de enfoque de las mismas. No se cambia el contenido del cuadro, sino sólo
su marco, pero cambiando el marco se altera el contenido del mismo cuadro.» (G.
Nardone y P. Watzlawick, 1992).
De la misma manera que dentro de las estrategias de la clínica sistémica existen las
preguntas circulares (que no solamente tienen por finalidad la obtención y recolección de
información por parte del terapeuta, sino que proporcionan inputs informativos nuevos,
que permiten reformulaciones de las redundancias), las explicaciones reestructurantes
posibilitan los cambios de los marcos de referencia anquilosados y su posterior
transformación de significados, generando también el cambio de la perspectiva de la
realidad.
Así, incursionamos en una nueva óptica de las intervenciones explicativas, que van más
allá de sus consecuencias dormitivas, posibilitando un efecto distinto hacia nuevas
construcciones de realidad.
El explicar por qué sucede lo que sucede puede aportar un reencuadre situacional, en
donde el paciente o la familia redimensionan las perspectivas acerca del problema en el
contexto en que éste se desarrolla; la explicación circular de ciertas actitudes y
comportamientos interaccionales en un sistema produce efectos en cada uno de los
miembros, en las que el cambio demirada gesta una variación en la recurrencia,
ampliando la realidad rígidamente instaurada.
Esto se observa claramente cuando el terapeuta explica repuntualizando la secuencia
interaccional de los comunicantes. La puntuación de la secuencia de hechos es uno de
los axiomas de la comunicación humana, que describe cómo el problema delimita un
perímetro de interacciones que involucra a ciertos integrantes y a la vez son éstas las que
refuerzan la instauración del mismo.
En este sentido, como señala Keeney (1983), el concepto de puntuación es análogo al de
indicación de Spencer Brown:
«Toda vez que un observador traza una distinción, establece concomitantemente una
indicación, vale decir, señala, que uno de los dos aspectos distinguidos es el primario (por
ejemplo este, yo, nosotros) [...] crear esta indicación es la finalidad misma de la distinción.
El empleo de la distinción para crear la indicación es una manera de definir la
puntuación.»
En La teoría de la comunicación humana (1967), los autores muestran que la aparición de
conflictos es el resultado de entramados complejos de relaciones, que son delimitados por
el modo de puntuar los hechos. Esto se observa en la práctica clínica, en el clásico
ejemplo que muestra la diferencia de puntuaciones cuando se trabaja con parejas: ella
dice «me pongo muy fastidiosa y con bronca cuando llegas tarde a cenar... y llegas
siempre tarde», él le replica «yo llego tarde para la cena porque estoy cansado de que me
recibas con esa cara...». Cada uno desde su óptica recorta el origen de sus conductas,
colocando el motivo en laactitud del otro.
El problema construye realidades diferentes, y es constituido y reforzado por éstas en
forma recurrente; a la vez puntúa la secuencia de interacción que define que el accionar
de uno es la causa de la reacción del otro. Una intervención que redefina la situación
consistirá en introducir una información nueva en este circuito que conlleve a la
modificación de la puntuación que genera esta interacción y viceversa, por ejemplo
«cuánto se deben querer para que Ud. espere la llegada de su marido con tanta ansiedad
y Ud. se preocupe tanto por su trabajo para darle un bienestar a su esposa y a la familia».
De esta manera, bajo los mismos comportamientos se crearía un encuadre diferente; si la
técnica es efectiva, paulatinamente se modificarán los marcos semánticos por sobre
dichas actitudes y cibernéticamente se modificará el circuito de recursión.
Los especialistas en semántica general (por ejemplo, Korzybski, 1973) demostraron que
el lenguaje es una herramienta que impone distinciones en la percepción de nuestro
mundo. Es decir, por medio del lenguaje imponemos nuestros significados, construyendo
realidades que nos permiten efectuar distingos, llevándonos a puntuar la interacción.
Según la puntuación que se realice, se crearán realidades diferentes.
Alejándonos por un momento de la pragmática, las reglas de la puntuación en el plano de
la sintaxis también crean nuevas realidades. Una gama importante de signos nos
proporciona los elementos necesarios para que, en la estructura de la oración, se
determinen las fluctuaciones de distintos significados, más alláde la semántica de cada
palabra en particular.
Las distintas interjecciones, puntos, comas, interrogaciones, etc., de la sintaxis de una
frase pueden pautar las construcciones de realidades distintas, conformando una
semántica alternativa a la estructura de la oración original, por ejemplo:
• cómo cambiaste mi vida. • cómo cambiaste, mi vida.
• ¿cómo cambiaste mi vida? • ¡cómo cambiaste mi vida!
• ¿cómo cambiaste?, mi vida.
Y así podríamos continuar realizando múltiples combinaciones de esta frase, que nótese a
propósito en este supuesto diálogo, la palabra «cambiaste», de acuerdo con la
puntuación, involucra alternativa mente al emisor o al receptor. Indudablemente el trazado
de distinciones compete a las tres áreas del lenguaje: se puntúa en la sintaxis, creando un
marco semántico particular, y esto tendrá sus implicancias en la pragmática, en donde a
su vez se puntuará una secuencia interactiva generadora de una relación determinada.
Pero las reestructuraciones no son patrimonio del recurso verbal, sino que también las
prescripciones de comportamiento desarrollan un cambio de perspectiva a través de la
acción; además, existen dis tintos niveles de reformulación que van desde intervenciones
verbales sencillas de reenmarcación de pautas cognitivas, hasta las prescripciones
paradójicas, como así también el uso de analogías, por medio de cuentos, fábulas,
chistes, etc.
SINTAXIS Y SEMÁNTICA t~ REFORMULACIONES VERBALES
PRAGMÁTICA adaptarse o no
SOCIEDAD
ESTILO PERSONAL
La creatividad es la que permite la flexibilidad de ópticas, el sentirse plástico y abiertoen el
vínculo y es la que nos hace reflexionar sobre instancias inusitadas de la dinámica
terapéutica. Nos posibilita ampliar nuestro listón, ensanchando la gama de vías de acceso
a la problemática que debemos solucionar, acrecentando en cantidad y calidad, las
técnicas que podrán ser implementadas, no sólo porque calzan bien en el terapeuta, sino
porque son las que se consideran más efectivas para ese paciente.
Además, como observamos en el diagrama, un modelo terapéutico deberá adaptarse no
sólo a las modificaciones personales que le imprime el sujeto, sino también a la vertiente
sociocultural de la sociedad en donde se aplique, y es esta misma sociedad la que ha
impregnado las construcciones históricas del terapeuta, que a su vez, recursivamente,
impregnarán la aplicación del modelo.
Veamos ahora recortadamente algunos ejemplos de las construcciones de modelos y su
concomitancia histórica y sociocultural.
El nacimiento de modelos, estrategias y técnicas de psicoterapia no resultan tampoco
producto de lo casual o de un mero evento fortuito, en el cual un profesional, en un
momento determinado, dijo «a ver... creo que esto sería positivo de aplicar con los
pacientes...», o tal vez pudo haber sucedido de esta manera, si tan sólo segmentamos el
análisis a la anécdota de la invención.
De una u otra forma es obvio que la creación de una corriente psicoterapéutica es
siempre el resultado de tiempo de análisis, de horas de investigación, de casuística, de
series de tentativas fallidas o alentadoras, etc., que llevan a una posterior sistematización
que estructura undiseño final.
«Sí, es cierto que un señor dijo... y que lo que dijo fue fruto de ... », pero debemos ampliar
el espectro de este análisis, puesto que tomar estos aspectos es solamente referirnos a
un aspecto parcial. Se hace entonces necesario dirigir nuestra mirada hacia el contexto
que rodea y favorece -y en numerosas oportunidades perturba- la producción de ciertos
eventos. O sea, la invención de modelos de psicoterapia -desde los más abarcativos y
complejos, hasta los más simples- se gestan impregnados por momentos con
determinadas características sociales, o de crisis políticas, o de cierto tenor económico,
que inciden directamente sobre los factores socioculturales propios del contexto en que se
desarrollan y generan las condiciones necesarias, para que un profesional cree lo que
deba crear, de acuerdo con ese terreno propicio producido por esas condiciones.
Si reflexionamos desde una perspectiva ecosistémica, en donde cada hecho se constituye
en un evento que conlleva a un equilibrio dinámico y evolutivo, la construcción de un
modelo en psicoterapia implicará la pieza de un engranaje, que expresa, en su esencia,
su origen como portavoz de una cultura, y por su finalidad, la posibilidad de convocar a
soluciones que continúen desarrollando la homeodinamia.
Si transitamos sintéticamente los contextos históricos en los que se desarrolló la creación
de algunas corrientes en psicoterapia, observaremos como éstas fueron el emergente de
la sociedad de ese momento, pero a la vez ejercieron sus efectos sobre la misma
sociedad que los produjo.
Fue Freud quien, con suspostulados, se enfrentó al organicismo psiquiátrico conservador
de la sociedad médica y al contexto social en general, oponiéndose con la teoría del
aparato psíquico, de la libido y el complejo de Edipo, entre otros puntos, y constituyendo
no sólo una corriente psicodinámica que revoluciona los estudios sobre las enfermedades
mentales, sino también movilizando las estructuras rígidas de la prosapia de la alta
burguesía vienesa.
Su modelo fue una atrevida bomba de tiempo en la Austria victoriana de fines del siglo xix
y comienzos del xx. De esta manera, el Psicoanálisis tomó cuerpo y no se quedó sólo en
un modelo reducido al ámbito de lo terapéutico, sino que impregnó y continúa
impregnando diversas áreas, como el arte, la literatura, la política, etc., en todo el mundo.
El Silicon Valley fue el escenario donde germinó la Cibernética y se aplicó la Teoría de los
Sistemas. Fue allí donde ambas disciplinas se llevaron al plano de los circuitos y de las
relaciones humanas y donde términos como la noción de feed-back, interacción, entropía,
caos, crisis, y negentropía, entre otros, comenzaban a resultar habituales, generando una
pragmática de la comunicación que revolucionaría por medio de la segunda ley de la
Termodinámica, la mirada del análisis lineal causa-efecto, que regía desde el
pensamiento cotidiano hasta el científico.
Otra vez la ruptura epistemológica, otra vez la tentativa de abolir un paradigma: se
permuta una epistemología lineal por una causalidad circular, que dará como resultado
que toda conducta será causa de... y a la vez efecto resultante de... De prontola herejía: la
introducción de más de un integrante en la sesión -una familia, una pareja-, desechando
lo que se imponía conceptualmente en las líneas clásicas como una contaminación.
Todo esto evidencia la necesidad emergente de atención rápida y eficaz que la posguerra
deja como secuela: cantidad de sujetos requeridos de atención física y psíquica en
función de las neurosis traumáticas y los trastornos psíquicos que las lesiones físicas
conllevaban. Por lo tanto, la necesidad de una atención poblacional efectiva y urgente
lleva a la revisión de los sistemas sociosanitarios de atención por un lado y el
pensamiento sistémico-cibernético por el otro, convergiendo para constituir el modelo
sistémico de abordaje en psicoterapia.
A posteriori, las técnicas ericksonianas y el Constructivismo se acoplan para definir el
modelo de la Brief Therapy del Mental Research Institute de Palo Alto, que expresa
claramente el pragmatismo operativo, característica de la sociedad norteamericana,
definiendo así lo que podríamos llamar la clínica del cambio.
De pronto los años 60, Palo Alto y otra ruptura, pero esta vez con la conceptualización
monádica del paciente psiquiátrico. Los estudios del doble vínculo posibilitaron afirmar
que el esquizofrénico, como paciente identificado y rotulado, abandona su soledad y
exclusividad, para pasar a ser el portavoz de un sistema patológico y patologizante.
Es esta misma investigación la que se transforma en parapeto del pensamiento
antipsiquiátrico enfatizado por Ronald Laing y David Cooper.
Movimientos hippies invadieron de horizontalidad y nodiferencia a la sociedad, con el
lema de paz y no al apartheid, y esta nueva perspectiva que revoluciona a distintos
planos, expresándose a través de diversos períodos y reforzado a posteriori por el Mayo
francés,
aflora como ideología en los creadores de la Antipsiquiatría, aunando ambos preceptos:
ideológicos (el no a la diferencia y horizontalidad) y científicos (el enfermo mental es el
que se sacrifica en función de mantener la homeóstasis del sistema familiar).
Así, la posguerra llevó a que la sociedad europea reformulara sus sistemas de atención
en el plano de la salud mental, y es allí donde Maxwell Jones descalifica la atención
manicomial para crear teórica y pragmáticamente la Comunidad terapéutica.
El Mayo del 68 aplica una inyección de ruptura* a los modelos conservadores, que llevado
a distintos niveles se extendió también al movimiento de trabajadores en Italia. Franco
Basaglia es el emergente que desconfirma al manicomio, La institución negada (1974),
creando un nuevo sistema de salud mental: La desinstitucionalización psiquiátrica, y las
puertas de los hospicios execrables fueron abiertas...
Nuevamente la unión de ideología, ciencia y operatividad y el resultado de un momento
histórico que produce las condiciones para el cambio.
Tomas Kuhn (1975), en su obra acerca de los paradigmas, remarca que para que un
paradigma nuevo comience a tener vigencia, se necesita, previa o simultáneamente, la
fractura del sistema del paradigma anterior. En este caso preciso, abolir el paradigma
manicomial resultó difícil, puesto que existen siglos que avalan suutilización y que han
solidificado su instauración. Por lo menos, en el contexto de Trieste, lugar donde se aplicó
la Desinstitucionalización, la ruptura del viejo paradigma, permitió crear un nuevo sistema
de salud mental, en donde el hospital psiquiátrico no tiene lugar.
* Frente a los modelos conservadores, se produce en Francia en el Mayo del 68, una
ruptura y una crítica radical, pero no una revisión.
El término revisionismo tiene una connotación peyorativa, desde que los teóricos
marxistas tacharon de «revisionismo» la tendencia de conciliar las tesis comunistas con
las socialdemócratas. En este sentido significa «revisar» una ideología para seguir
utilizándola excluyendo sólo sus aspectos más radicales e incómodos.
Que después de lodo, Francia continuara en una línea mayoritariamente conservadora es
otra cuestión, que se puede dilucidar desde las teorías sobre el fenómeno revolucionario,
que se podría definir como algo que hasta ahora siempre se ha producido dentro de la
lógica de la cibernética de primer orden.
Éstos son sólo algunos ejemplos que evidencian que las crisis son el pasaporte y la
oportunidad de insertar una nueva mirada en dirección al cambio, permitiendo además
observar cómo los modelos terapéuticos son el resultado de las variables contextuales, de
momentos históricos, que tienen su por qué y para qué en la articulación y que surgen
impregnados por ideologías, factores económicos, políticos y socioculturales, dejando su
huella en la elaboración de su metodología.
En síntesis, la creación o invención de un modelo en psicoterapia dependerá delestilo
personal, del universo de las construcciones o de los rasgos de la personalidad de su
creador, que lo llevará a colocar, por ejemplo, más énfasis en la comunicación verbal, o
en la incorporación del cuerpo en el espacio psicoterapéutico, o de jugar más con la
acción, postergando la reflexión y viceversa, etc., y que además pautará los pasos en la
metodología de sus investigaciones. Pero, todos estos elementos estarán regulados por el
contexto en que se desenvuelven y recursivamente tendrán sus implicancias en éste, que
a posteriori terminarán dando las últimas pinceladas del diseño del modelo.
Es inevitable que el modelo sufra mutaciones en manos de otro profesional, puesto que
su mapa, su historia, su cultura, sesgarán tendenciosamente su implementación. El
modelo servirá como basamento y de allí, el profesional podrá jugar con su iniciativa y su
creatividad, teniendo en claro que una adherencia ortodoxa promueve la coartación de
estas últimas condiciones.
Será necesario, entonces, en la formación del psicoterapeuta, que el instructor estimule y
respete las condiciones individuales, manteniendo la guía de un modelo que posibilite
aprender a pensar y actuar, tratando que esta línea rectora no bloquee las inventivas
particulares. Tampoco será necesario que la guía sea patrimonio de un modelo
exclusivamente, pueden ser varios los que le proporcionen herramientas al terapeuta,
pero algo debe quedar en claro: esta elección no es casual, dependerá de las
construcciones personales del profesional.
Tal vez lo más importante es que, como fonnadores, más allá de laenseñanza de una
línea de trabajo, generemos profesionales responsables y comprometidos en el dificil rol
de modificar la vida de un ser humano.
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