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EL SOCIALISMO UTÓPICO

El término socialismo utópico ha sido acuñado para denominar a un conjunto diverso de pensadores
y activistas que vivieron entre los siglos XVIII y XIX, configurando un prematuro adelantamiento al
socialismo moderno, una especie de línea divisoria entre el socialismo primitivo y éste. Más
concretamente, el término es acuñado por Federico Engels y Karl Marx [1] para distinguirlo de una
corriente que considera más madurada, el socialismo científico, en un momento histórico en el que
las condiciones materiales del sistema capitalista eran las adecuadas para una correcta comprensión
del funcionamiento de la lucha de clases. Engels analiza en su texto “Del socialismo utópico al
socialismo científico” a tres grandes autores: Saint-Simón, Fourier y Owen. En este trabajo,
añadiremos además otros autores seguidores de Saint-Simón, entre los que destaca Pierre Leroux.

Antes de adentrarnos en las características propias de los socialistas utópicos, es preciso señalar
que si bien Engels denomina a estos autores como los “fundadores del socialismo” [2], no podemos
olvidar las referencias socialistas y utopistas anteriores y las influencias que en ellos ejercieron.
Norman MacKenzie, en su “Breve Historia del Socialismo”, realiza un repaso de todas las prácticas y
teorías precedentes al socialismo utópico: las revueltas campesinas en la Europa de la Edad Media;
Tomas Münzer y los anabaptistas protocomunistas; la famosa “Utopía” de Tomás Moro de 1516; los
levellers ingleses y los diggers encabezados por Gerard Winstanley a mediados del siglo XVII; los
escritores franceses Mably y Morel; el comunitarismo de Rousseau... son algunas de las
experiencias que contribuyen a la formación del socialismo, si bien todas ellas no pueden ser
consideradas como tal. Pero hay una figura que según MacKenzie, “marca la línea divisoria entre el
socialismo primitivo y el socialismo moderno” [3]: se trata del revolucionario Babeuf, nacido en los
momentos finales de la Revolución Francesa siendo “el primer socialista de cierta importancia que
manifestó que la clase obrera podría hacerse con el poder mediante una revolución tan
cuidadosamente preparada como una operación militar” [4].

Lejos de esta premisa del cambio social violento parecen encontrarse las doctrinas del socialismo
utópico. Para una primera aproximación a sus características ideológicas generales, podemos
recurrir a la lectura del texto de Engels y a los rasgos comunes que él extrae de los tres autores: Por
un lado, actúan en nombre de toda la Humanidad, no de un sujeto antagónico de clase (el
proletariado): ”Al igual que los ilustrados franceses, no se proponen emancipar primeramente a una
clase determinada, sino, de golpe a toda la humanidad. Y lo mismo que ellos, pretenden instaurar el
reino de la razón y de la justicia eterna” [5]. El segundo rasgo común sería considerar este reino de
la razón y de la justicia eterna como el socialismo: “El socialismo es, para todos ellos, la expresión de
la verdad absoluta, de la razón y de la justicia” [6]. Podríamos añadir como un tercer rasgo común:
el rechazo de los principios burgueses que reinan tras la Revolución Francesa y que sólo han
conseguido emancipar a una parte de la sociedad.

Profundizando un poco más en los postulados de distintos autores del socialismo utópico,
encontramos una serie de similitudes en lo referido a su concepción ideal de la sociedad y de los
mecanismos de transformación social:

 Las descripciones de sus sociedades ideales inciden en subrayar la armonía del cuerpo
político y rechazar el conflicto. Son muy recurrentes sus apelaciones a la armonía,
concediendo gran importancia a las tendencias asociativas de los trabajadores de la época y a
sus lazos de identidad comunitaria y rechazando el individualismo egoísta del liberalismo. Uno
de los elementos que tienen en común es la incidencia que hacen en los “sistemas de
cooperación como un modelo que estaba funcionando en las prácticas sociales
específicas como alternativa al del capitalismo emergente” [7].
 Si bien no podemos encontrar un total acuerdo entre ellos en lo referido a cuestiones más
específicas, sí vislumbramos una cierta cercanía de planteamientos que se derivan de la
necesidad de una sociedad justa e igualitaria y que parten de la necesidad del control social
del nuevo orden económico. Aparece la negación del capitalismo a través de la sujeción a
controles de la propiedad privada o su abolición, la racionalización del industrialismo, la
secularización y el desarrollo científico, etc. [8]. A la vez, encontramos en todos ellos una
visión positiva del trabajo y una insistencia en la necesidad de organizarlo y planificarlo, en
oposición a la anarquía económica del capitalismo y a las clases aristocráticas improductivas
y ociosas de la época.
 El rechazo del conflicto les lleva a una marcada aversión hacia los métodos revolucionarios,
entendiendo que el nuevo tipo de sociedad no sería la consecuencia de una revolución, sino
que debería ser el resultado de un acuerdo en temas clave por parte de los grupos sociales
básicos [9].
El carácter prematuro de esta doctrina y, en buena medida, el motivo por el que es tachada de
utópica por Marx y Engels, es producto del contexto histórico en el que se desarrolla: surge en una
etapa de transición, en la que el capitalismo industrial es aún incipiente y apenas está desarrollado.
Los socialistas utópicos no tienen que enfrentarse con los problemas de un sistema industrial
altamente organizado. El movimiento de la moderna clase obrera no había aparecido por entonces y
no tenían una idea real de cómo podría establecerse un nuevo orden social. De esta situación
derivan las mayores críticas que se les ha realizado desde el socialismo moderno. Marx y Engels, en
el Manifiesto Comunista afirman que no ven en “el proletariado una acción histórica independiente”
(los socialistas utópicos hablan a la humanidad en su conjunto) porque “se encuentran con que les
faltan las condiciones materiales para la emancipación del proletariado” [10]. La negación del
conflicto y del cambio violento, la confianza en la proclamación de una nueva sociedad como única
necesidad para el cambio, son aspectos que se derivan también de la ingenuidad en su visión de la
lucha de clases.

http://www.filosofia.net/materiales/sofiafilia/hf/soff_u12_1.html

Socialismo utópico

Socialismo utópico se dice de las teorías socialistas que, a diferencia de la teoría del socialismo científico de
Marx, trazan amplios planes universales de reconstrucción de la sociedad al margen de la vida real de ésta y de
la lucha de clases. Los socialistas utópicos fundamentaban sus planes socialistas de una manera puramente
idealista, sin comprender el papel primario de las condiciones de la vida material de la sociedad en el desarrollo
histórico. A principios del siglo XIX, fueron grandes socialistas utópicos Claudio Enrique Saint Simón (ver),
Carlos Fourier (ver) y Roberto Owen. El socialismo utópico nació en la época en que la lucha de clases del
proletariado aún no se hallaba suficientemente desarrollada. “Todos los socialistas fundadores de sectas
pertenecen a un período en que ni la clase obrera estaba todavía suficientemente instruida y organizada por el
curso del desarrollo de la propia sociedad capitalista, para intervenir históricamente como personaje actuante en
la escena mundial, ni las condiciones materiales de su liberación estaban suficientemente maduras en el seno del
propio mundo viejo. La miseria de la clase obrera existía, pero las condiciones para su movimiento propio aún
no” (Marx). Por eso, la prédica socialista adoptaba inevitablemente un carácter utópico, es decir, visionario,
irreal. El socialismo utópico criticaba profunda y brillantemente las contradicciones del capitalismo, tratando de
convencer de la necesidad de su sustitución por el socialismo, preveía la destrucción de los contrastes entre la
ciudad y el campo, la supresión de la propiedad privada, &c. Sin embargo, “no sabía explicar la esencia de la
esclavitud asalariada bajo el capitalismo, ni descubrir las leyes de su desarrollo, ni encontrar aquella fuerza
social capaz de convertirse en la creadora de la nueva sociedad” (Lenin). Los utopistas veían en el proletariado
sólo una masa oprimida a la que hay que compadecer y ayudar, pero no la gran fuerza histórica, única capaz por
su lucha de asegurar la encarnación de las ideas socialistas en la vida. Sólo Marx y Engels convirtieron el
socialismo de una utopía en una ciencia; pusieron de manifiesto que el socialismo no es una invención de
soñadores, de utopistas, sino el resultado necesario del desarrollo de la sociedad capitalista y de la lucha de
clases del proletariado, cuya tarea histórica constituye la destrucción del capitalismo y la construcción del
socialismo.

Socialistas utópicos

Ver: Socialismo utópico.


Diccionario filosófico marxista · 1946:282 y 284

Socialismo utópico

Conjunto de doctrinas socialistas que, a diferencia de la teoría del socialismo científico creada por Marx y
Engels, elaboraban planes vastos y universales de reconstrucción social, sin tener en cuenta la vida real de la
sociedad ni la lucha de clases. Los argumentos que sostenían los socialistas utópicos en apoyo de sus ideales
eran puramente idealistas, e ignoraban el papel primordial de las condiciones de vida material de la
sociedad (ver) en el desarrollo histórico. Habiendo aparecido en la época de la desagregación del feudalismo, el
socialismo utópico se halla ligado a los movimientos revolucionarios. Fundado por Thomas Moro (ver), es
ilustrado posteriormente por el notorio utopista Campanella (ver). Durante el siglo XVIII, las doctrinas utópicas
se multiplican (Morelly, ver; Meslier, ver; Mably, ver). Los grandes socialistas utopistas Saint-Simon(ver),
Charles Fourier (ver) y Robert Owen (ver) pertenecen a los comienzos del siglo XIX.
El socialismo utópico surgió en la época en que la lucha de clases del proletariado se hallaba todavía poco
desarrollada. “Todos los socialistas, fundadores de sectas”, escribía Marx, “pertenecen al período en que la
clase obrera no estaba lo bastante educada y organizada por el desarrollo de la propia sociedad capitalista, como
para intervenir en la arena mundial y desempeñar allí el papel de personaje histórico; y en que, por otra parte,
las condiciones materiales de su emancipación no estaban lo suficientemente maduras en el seno del viejo
mundo. La miseria de la clase obrera era un hecho; pero las condiciones de su propia actividad política, de su
propio movimiento, no existían todavía” (Archivo Marx/Engels, Ed. rusa). Por consiguiente, la propaganda del
socialismo tenía necesariamente un carácter utópico, ineficaz. A pesar de esta particularidad, el socialismo
primitivo desempeñó un papel considerable en el desarrollo del pensamiento social progresivo. El socialismo
utópico de Saint-Simon, Fourier y Owen, constituyó una de las fuentes teóricas del socialismo científico. Engels
hizo notar que el socialismo científico reposa sobre los hombros de esos socialistas utópicos, a quienes califica,
no obstante el utopismo de sus teorías, como las más grandes inteligencias de todos los tiempos. El socialismo
utópico hizo una crítica incisiva de las contradicciones del capitalismo, demostró que había que reemplazarlo
por el socialismo, previó la supresión de la oposición entre la ciudad y el campo así como la de la propiedad
privada, &c. Sin embargo, los socialistas utópicos eran incapaces de explicar la naturaleza del modo de
producción capitalista y las condiciones objetivas que condujeran a la victoria del socialismo. No distinguían la
clase destinada a crear la sociedad nueva. A sus ojos, el proletariado no era la gran fuerza histórica, la única
fuerza capaz de encaminar, por medio de la lucha, las ideas socialistas, sino una masa oprimida necesitada de
ayuda y digna de compasión. Los utopistas “...querían crear la felicidad en la tierra mediante leyes y
declaraciones, sin el concurso del pueblo (de los obreros)” (Stalin, Obras, t. I, p. 10, Ed. esp., Moscú, 1953).
Por eso, el proletariado no prestaba oídos a sus teorías, y en las masas maduraba la gran idea de que la
liberación de la clase obrera no puede ser sino la obra de esa clase misma.
En Rusia, las ideas del socialismo utópico fueron ilustradas por los portavoces del campesinado
revolucionario, por pensadores profundos tales como Chernishveski (ver), Dobroliúbov (ver) y otros. Las ideas
socialistas de los célebres demócratas revolucionarios rusos del siglo XIX eran más avanzadas qua las del
socialismo premarxista de Europa Occidental. Esas ideas eran notables por su carácter revolucionario
consecuente, por su espíritu combativo. Los demócratas revolucionarios rusos comprendían que la propaganda
pacífica no bastaba para realizar los ideales socialistas, que sólo el pueblo trabajador estaba interesado en
substituir la vieja sociedad por una nueva. Pero su socialismo era también utópico. Las condiciones históricas de
la Rusia feudal no estaban todavía lo bastante maduras como para la aparición del socialismo científico y el
proletariado sólo se hallaba en estado embrionario. Al no poder comprender que únicamente el proletariado es
la fuerza capaz de construir el socialismo, los demócratas revolucionarios no estaban en condiciones de elaborar
la teoría del socialismo científico. Los demócratas revolucionarios soñaban con pasar al socialismo a través de
la comuna campesina del pasado. Únicamente Marx y Engels hicieron del socialismo una ciencia, y
demostraron que no se trata de un sueño quimérico, sino del resultado necesario del desarrollo de la sociedad
capitalista y de la lucha de clases del proletariado, cuya tarea es suprimir el capitalismo y construir el
socialismo.
Diccionario filosófico abreviado · 1959:470-471

Socialismo utópico

Etapa precientífica en la formación de la teoría acerca de la sociedad. Está basada en la comunidad de bienes,
en el trabajo obligatorio para todos y en la igual distribución de los productos. Quien utilizó por primera vez el
término “utopía” (del griego ού: no, y τόπος: lugar; literalmente: “lugar que no existe”) en el sentido de una
sociedad ideal fue Tomás Moro (así denominó la isla imaginaria en que situó una sociedad ideal).
Posteriormente, el término empezó a utilizarse para caracterizar regímenes sociales inventados y, ante todo,
irrealizables. Los socialistas utópicos, al criticar el régimen existente, basado en la propiedad privada, al
presentar imágenes del futuro régimen ideal, al querer fundamentar teóricamente la necesidad de la propiedad
social, expusieron no pocas ideas y conjeturas geniales. A ello se debe, precisamente, que el socialismo utópico,
junto con la economía política inglesa y la filosofía clásica alemana, constituya una de las fuentes ideológicas
del socialismo científico. La condena de la propiedad privada y la exaltación de la comunidad de bienes pueden
hallarse ya en algunos escritores de la antigua Grecia y Roma, en “herejes” medievales, en los programas de
algunas sublevaciones campesinas de la época feudal y en los ideólogos de los campesinos; constituía una
reacción natural ante la desigualdad y la explotación del hombre por el hombre en las sociedades antagónicas. A
medida que surge y se desarrolla el capitalismo, a medida que se van formando los precursores más o menos
desarrollados del proletariado, el socialismo utópico va adquiriendo cada vez más rasgos de realismo histórico,
se va haciendo más complejo como teoría, se ramifica dando origen a diversas escuelas y orientaciones. Su
desarrollo sistemático comienza en el período en que nace el capitalismo, en la época del Renacimiento y de la
Reforma (Huska en Bohemia, Münzer en Alemania, Moro en Inglaterra, Campanella en Italia, &c.). Sigue
avanzando en el período de las revoluciones burguesas de Europa, período en que fue la ideología de los
predecesores del proletariado (Meslier, Mably, Morelly, el babuvismo en Francia; Lilburne, Winstanley, en
Inglaterra). El socialismo utópico alcanzó su mayor desarrollo durante el impetuoso crecimiento del
capitalismo, cuando se disiparon las ilusiones de los ideólogos de las revoluciones burguesas y las
contradicciones de la sociedad capitalista resultaban cada vez más patentes (Saint-Simon y Fourier en
Francia, Owen en Inglaterra). Sin embargo, no hubo un solo socialista utópico que lograra situarse en una
posición materialista en la manera de concebir la historia y descubrir la fuerza real capaz de llevar a cabo la
transformación socialista de la sociedad. Incluso Saint-Simon, el que más cerca estuvo de comprender el papel
de la propiedad y de las clases en el desarrollo progresivo –sujeto a ley– de la historia, afirmaba que le base del
desarrollo social la constituía el progreso de los conocimientos científicos, de la moral y de la religión. A ello se
añadía la falta de comprensión de cuáles eran los caminos verdaderos que conducían a la transformación de las
relaciones sociales existentes, la renuncia a la revolución, la creencia ingenua de que mediante la propaganda de
las ideas del socialismo era posible cambiar el orden vigente. Tan sólo el desarrollo de las fuerzas productivas,
que hace inevitable el cambio del modo de producción, el surgimiento de un proletariado industrial bastante
disciplinado y organizado por obra del desarrollo de la propia sociedad capitalista, crean, según palabras de
Marx, la posibilidad histórica de que el socialismo se convierta de una utopía en una ciencia. Carlos Marx y
Federico Engels transformaron dicha posibilidad en realidad, después de demostrar científicamente que el paso
al comunismo es inevitable, después de descubrir la fuerza capaz de llevar a cabo dicho paso: el proletariado, y
después de crear la teoría de la revolución socialista y de la dictadura del proletariado como instrumento para la
realización de los ideales socialistas. El marxismo reelaboró con espíritu crítico cuanto había de valioso en las
teorías del socialismo utópico y se lo asimiló. Con la aparición del marxismo, el socialismo utópico se va
convirtiendo cada vez más en un factor que frena el avance del movimiento obrero y socialista. En algunos
países, el socialismo utópico, fundiéndose con la ideología democrático-revolucionaria, desempeño un papel
positivo todavía después de haber surgido el marxismo (demócratas revolucionarios rusos, populistas de la
década, de 1870 y otros).
Diccionario filosófico · 1965:431-432

Socialismo utópico

Etapa precientífica en el desarrollo de la doctrina sobre la sociedad basada en la comunidad de posesión, el trabajo
obligatorio para todos y la distribución equitativa de los bienes. El término “utopía” como designación de una sociedad
ideal, lo usó por primera vez Moro, que llamó así a una isla imaginaria, en la que fue creada una sociedad ideal.
Posteriormente se lo empezó a emplear para caracterizar los regímenes sociales imaginarios e irrealizables. Criticando el
régimen existente basado en la propiedad privada, presentando cuadros del futuro régimen ideal e intentando
fundamentar teóricamente la necesidad de la propiedad social, los socialistas utópicos expusieron no pocas ideas y
atisbos geniales. Por eso, precisamente, el socialismo utópico, lo mismo que la economía política inglesa y la filosofía
clásica alemana, es una de las fuentes ideológicas del socialismo científico. La condena de la propiedad privada y los
elogios a la comunidad de bienes figuran ya en las obras de algunos escritores de la Grecia y Roma antigua y de los
“herejes” medievales, en los programas de algunas insurrecciones campesinas de la época del feudalismo y en las
concepciones de los ideólogos campesinos, constituyendo esto una reacción natural a la desigualdad y a la explotación
del hombre por el hombre en la sociedad antagónica. A medida del surgimiento y desarrollo del capitalismo y de la
formación de los predecesores del proletariado, el socialismo utópico adquiere cada vez más rasgos de realismo
histórico, se hace más complejo como teoría y se ramifica; formando diversas escuelas y corrientes. El desarrollo
sistemático del socialismo utópico empieza en el período del nacimiento del capitalismo, en la época del Renacimiento y
de la Reforma (J. Hus en Bohemia, Münzer en Alemania, Moro en Inglaterra, Campanella en Italia, &c.). Sigue
desarrollándose en el período de las revoluciones burguesas en Europa, constituyendo a la sazón la ideología de los
predecesores del proletariado (Mellier, Mably, Morelli, el babuvismo en Francia, Lilburne y Winstanley en Inglaterra). El
socialismo utópico alcanzó su apogeo en el período de desarrollo vertiginoso del capitalismo, cuando las ilusiones de los
ideólogos de las revoluciones burguesas se disiparon, y las contradicciones de la sociedad capitalista se hacían cada vez
más evidentes (Saint-Simon y Fourier en Francia, Owen en Inglaterra). Pero ningún socialista utópico pudo ocupar las
posiciones materialistas en la comprensión de la historia y mostrar la fuerza real de la transformación socialista de la
sociedad. Se añadieron a ello la incomprensión de las vías reales de transformación de las relaciones sociales
existentes, la renuncia a la revolución y la fe ingenua en que el orden existente puede ser cambiado con ayuda de la
propaganda de las ideas del socialismo. Únicamente el desarrollo de las fuerzas productivas, que hace inevitable una
revolución en el modo de producción, y la aparición del proletariado industrial, suficientemente organizado en el curso del
desarrollo de la sociedad capitalista misma, crea la posibilidad histórica de que el socialismo se convierta, de utopía, en
ciencia. Marx y Engels hicieron realidad esta posibilidad, al demostrar científicamente la inevitabilidad del tránsito al
comunismo, descubrir que la fuerza capaz de realizarlo era el proletariado, y crear la doctrina de la revolución socialista y
de la dictadura del proletariado como instrumento de la plasmación en la vida de los ideales socialistas. El marxismo
asimiló y reelaboró con espíritu crítico todo lo valioso de las doctrinas del socialismo utópico. Después que surgió el
marxismo, el socialismo utópico se convierte cada vez más en factor que frena el movimiento obrero y socialista. En
algunos países, al fundirse con la ideología democrática revolucionaria, desempeña un papel progresista ya después del
surgimiento del marxismo (demócratas revolucionarios rusos, populistas rusos de los años 70 del siglo 19, &c.).

http://www.filosofia.org/enc/ros/soc7.htm

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