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HISTORIA GENERAL
DE
CENTROAMÉRICA
HISTORIA GENERAL
DE
CENTROAMERICA
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De la posguerra a la crisis I Héctor Pércz Brignoli, ed.
- - 2 ed ..• San José: FLACSO • Programa Costa
Ricn, 1994.
288 p.

Esta obra corresponde al Tomo V de la obra: Historia


General de Centroamérica.

ISBN 9977-68-056-6

l. América Central. Hisloria 2. Desarrollo eco­


nómico - América Central 3. Reforma agraria - América
Central 4. América Central - Política 5. Militarismo ·
América Central 6. Sociología· América Central l. Pérez
Brignoli, Héclor. 11. Titulo

Comisión Coordinadora:

Edelberto Torres-Rivas (Coordinador general)

Robert M. Carrnack (Coordinador tomo I)


Julio César Pinto Soria (Coordinador tomo 11)
Héctor Pérez Brignoli (Coordinador tomos III y V)
Víctor Hugo Acuña Ortega (Coordinador tomo IV)
Edelberto Torres-Rivas (Coordinador tomo VI)

Publicada por FLACSO

Programa Guatemala
Programa El Salvador
Programa Costa Rica
Secretaría General

© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales · Programa Costa Rica


Primera edición: España. 1993
Segunda edición: Costa Rica. 1994
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales - FLACSO
Programa Costa Rica. Apartado 11747. San José, Costa Rica
DE LA POSGUERRA
A LA CRISIS
(1945-1979)

edición a cargo
de
HÉCTOR PÉREZ BRIGNOLI

luany Guzmán &un


Ciencias Políticas
Tel.: 289-6490

Torno v
NOTA PRELIMINAR

El tomo que se va a leer recorre la historia centroamericana desde


el período de la posguerra hasta las puertas de la severa crisis política,
económica y social que asoló la región en la década de 1980. La caída
de Somoza, en 1979, cierra para nosotros un ciclo. Aquel que se abrió
hacia 1945, con la esperanza en el desarrollo económico, las reformas
sociales y el avance de las democracias.
Los tres textos que componen este libro abordan esa época desde
perspectivas diferentes. Alfredo Guerra Borges nos ofrece una lectura
de la evolución económica enfatizando los resultados sociales, y aun el
impacto sociopolítico, de las muchas transformaciones vividas. Manuel
Rojas recorre la política con un apego a la cronología que algunos
quizás considerarán excesivo, mientras que Richard Adams y Charles
Hale exploran las cuestiones relativas a etnias y sociedades. Polémica
y debates forman parte integral de las ideas presentadas en los tres
textos; no podía ser de otra manera al tratarse de un período todavía
reciente, que casi todos hemos vivido y en gran parte sufrido. También
hay ausencias y lagunas. Falta una indagación sistemática sobre la
creación cultural* y el estudio sobre la problemática étnica se circuns­
cribe a Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Tampoco las relaciones
internacionales, y en particular, las que se refieren a las vinculaciones
entre Estados Unidos y Centroamérica, reciben un tratamiento especí­
fico y pormenorizado. Algunos llegarán a pensar, y no sin razón, que
pudo haberse hecho un uso más sistemático del método comparativo.
Con estas limitaciones a la vista, los tres capítulos ofrecen materiales
descriptivos e interpretativos de indudable validez.

* Arturo Arias y Margarita Rojas escribieron dos valiosos textos sobre la literatura
y la creación cultural que sirvieron como insumo para varios tomos de la presente
colección. No fue posible obtener, sin embargo, una contribución sobre el tema en el
período 1945-1979 que verdaderamente ct1briera los cinco países centroamericanos.
10 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

Los autores invitados a participar en este tomo abordan el pasado


reciente desde perspectivas propias de las ciencias sociales: la econo­
mía, la sociología y la antropología. Más una serie de ensayos en la
perspectiva de la historia inmediata que discursos elaborados con el
rigor de la Nueva Clío. Quiero <lecir con esto que esta época tan re­
ciente, aún fresca y viva en nue�tras propias memorias, tiene todavía
que correr y agotarse en el st:guro filtro del tiempo. Sólo cuando ello
ocurra -y falta rato para eso-. tendremos una perspectiva más am·
plia y equilibrada de esta época de angustias, tormentas y esperanzas,
que tendemos a ver casi siempre como un tiempo de promesas incum­
plidas y progresos inconclusos.
Preguntémonos ahora por las líneas directrices de este ayer apenas
lejano. Creo que es posible afirmar que durante todo este período las
sociedades centroamericanas se enfrentaron a tres dilemas que s0lo
desde un punto de vista an:díth.o pueden considerarse como difer�ntes:
me refiero al dilema del desarrollo económico, al de la democracia y
al de la participación.
Resolver el primero implí· aha modernizar la infraestructura, diver­
sificar las actividades económicas y orientar las políticas públicas ha­
cia la consolidación de un sector empresarial dinámico, creativo y em­
prendedor. El Mercado Común Centroamericano puede verse como la
respuesta más orgánica y significativa a este desafío; el impulso de él
derivado, sin embargo, fue de corto alcance y no creó las condiciones
esperadas en el sentido de fortalecer un desarrollo industrial integrado
y competitivo a nivel internacional. Ese fracaso no se debió a un cuello
de botella originado en la falta de recursos (capitales, mano de obra o
tecnología) o la carencia de protección e incentivos por parte del Esta­
do. En efecto, durante el período 1945-1973 (y aún más tarde en la
década de 1970), la afluencia neta de capitales y los recursos originados
en el sector exportador fueron notablemente positivos, mientras que la
política pública de incentivos fiscales y protección aduanera a los in­
dustriales nunca flaqueó.
El fracaso fue más bien social: la industria generó muy poco empleo
y el perfil del �ector rural apenas si se alteró. Las grandes mayorías
quedaron excluidas o relegadas de una expansión económica que fue
vigorosa aunque desigual, y que en todo caso nunca pudo alcanzar los
rasgos propios de un crecimiento autosostenido.
El dilema de la democracia se reducía, sólo en forma aparente, al
viejo problema de cumplir con la Constitución y alejar del poder a
dictadores y militares. La herencia más pesada del liberalismo oligár­
quico fue una cultura política atrasada, propia de un poder basado en
redes de clientelas, y en la cual los golpes de los militares profesionales
reemplazaban progresivamente a los alzamientos civiles de corte cau­
dillista. En este contexto, las elecciones no podían ser sino una carica-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 11

tura y la separación de los poderes del Estado una quimera. Los par­
tidos políticos reflejaban este primitivismo y no conseguían separarse
del personalismo dominante en las décadas anteriores. Hay que notar,
en este aspecto, lo problemático del contexto internacional. La guerra
fría y la revolución cubana provocaron un realineamiento político que
se caracterizó por cobijar, bajo una ideología fuertemente anticomu­
nista, a las elites empresariales, los militares, y una amplia mayoría
de los sectores medios. El beneplácito norteamericano no se hizo espe­
rar, y la política de Washington nunca escatimó el apoyo a regímenes
que no tenían nada de democráticos, pero que aseguraban el orden y
la tranquilidad en un mundo convulsionado. Se constituyó así una alian­
za reaccionaria, que vio el fantasma comunista en cualquier intento de
cambio en el sistema político o de reforma social y económica, y que
eligió gobernar con una participación extremadamente limitada. De
hecho, los excluidos de la política fueron en aumento, y la represión y
violencia tendieron a aumentar en espiral, sobre todo a partir de los
años sesenta, cuando aparecieron movimientos guerrilleros de una cla­
ra inspiración cubana.
Esto lleva a considerar el tercer dilema, el de la participación. Las
grandes mayorías no sólo estuvieron excluidas del juego político; tam­
bién fueron apartadas de los frutos del crecimiento económico. Reci­
bieron sólo el beneficio indirecto de obras de infraestructura o políticas
públicas de educación y salud; en el conjunto el progreso material se
dio a costa de una fuerte concentración de la riqueza. Hacia principios
de la década de 1970, cuando los intentos de la Alianza para el Progreso
eran ya letra muerta, parecía obvio que tanto las clases dirigentes como
la política norteamericana habían abandonado cualquier ilusión de lar­
go plazo: de Guatemala a Nicaragua, los regímenes políticos se endu­
ret'ían mientras que la violencia y la represión subían a niveles hasta
entonces desconocidos. Los costos sociales y políticos del crecimiento
económico se volvieron así insoportables y las sociedades centroame­
ricanas comenzaron a despedazarse en la guerra civil.
En este contexto, el ejemplo costarricense tiene un valor particular.
o
N sólo muestra -lo que es más que evidente- que otro camino era
posible. Ofrece claves para entender qué fue lo que fracasó en el resto
de Centroamérica. Simplificando las cosas, pero sin traicionar el fondo
del asunto, uno podría decir que la ideología de la modernización, asu­
mida con pasión por las elites empresariales, no logró una traducción
efectiva en el ámbito político y social. El éxito costarricense en dicha
traducción se puede explicar, en primera instancia, recurriendo a la
creatividad y originalidad en el desarrollo de la sociedad civil (partidos
políticos, instituciones educativas, producción intelectual, etc.). En efec­
to, si en algo se distinguió el desarrollo costarricense desde los años
cuarenta fue en la originalidad, visión y coherencia con que elites e
12 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

instituciones asumieron diversos proyectos reformistas. Dicho en otros


términos, el ejemplo costarricense muestra con claridad contundente
que sin un desarrollo amplio de la sociedad civil no es posible construir
upa sociedad política democrática y participativa. Una segunda pre­
gunta podría dirigirse, naturalmente, a la cuestión de cómo fue esto
posible en el caso de Costa Rica y tan difícil en el de los demás países
centroamericanos. La respuesta puede explorarse en dos direccio­
nes complementarias: a) los determinantes estructurales, en el ámbito
socioeconómico, que diferenciaron desde el siglo XX (y aun desde la
época colonial) a los cinco países centroamericanos; b) la capacidad
creativa e integradora de las elites dirigentes.
Todavía hay mucho que dilucidar sobre esta época de esperanzas y
frustraciones. Viendo hacia delante, estoy cada vez más convencido de
que para el conjunto de la región, y para la inmensa mayoría de sus
habitantes, se trató de una etapa de progreso sombrío.

HÉCTOR PÉREZ BRIGNOLI


Capítulo 1

EL DESARROLLO ECONÓMICO

Alfredo Guerra-Borges

En 1945-79 Centroamérica vivió un período de crecimiento relati­


vamente intenso. El producto interno bruto regional creció a razón del
5 , 2 % entre 1950 y 1978 1• Con diferencias de dinamismo entre los dis­
tintos países todos ellos compartieron ciertos rasgos comunes: el sector
externo siguió siendo determinante en el comportamiento económico
general; la agricultura conservó su condición de soporte principal de
la economía; la industria ingresó en la historia económica de la región;
se expandieron los sistemas de intermediación financiera y se moder­
nizaron los servicios. En este período se estableció firmemente un pro­
ceso de integración económica, gracias al cual los países se vincularon
entre sí como no lo habían estado desde su colonización en el siglo XVI.
Es ocioso discutir si lo que ocurrió fue desarrollo o ci:ecimiento,
pues los cambios fueron tanto cuantitativos como cualitativos. Lamen­
tablemente, la modernización caló profundamente en la economía pero
no en la política. Subsistieron las formas autoritarias de gobierno. La
democracia fue patrimonio de las elites. Hubo desarrollo, pero fue con­
centrador y excluyente. El Estado contribuyó a que lo fuera.
En algunos países la modernización de la agricultura tuvo conse­
cuencias desastrosas para la población campesina porque la desarraigó
de la tierra, proletarizándola. Por ello la modernización acumuló los
corrosivos fermentos de una conmoción social que por sus dimensiones,
su violencia y su crueldad encuentra parangón sólo en los años de la
conquista española. Fue un período de transformaciones, ciertamente,
pero después del cambio fue el diluvio. Cuando terminen de bajar las
aguas las sociedades centroamericanas serán otras distintas de lo que
fueron, sin que nadie al inicio de los noventa pueda predecir sus rasgos
definitivos.
14 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

EL ESCENARIO INICIAL

En los años cuarenta Centroamérica estaba en un nivel extremo de


subdesarrollo. Sus recursos naturales estaban prácticamente inexplo­
tados y su población distribuida sin relación a los recursos debido a la
inaccesibilidad de muchas zonas por falta de carreteras. Las tierras
bajo cultivo representaban apenas un 9% del territorio total. Otro 9%
se encontraba cubierto por praderas y pastos permanentes; y casi el
52% era tierras con bosques 2. Del potencial hidroeléctrico, estimado
por entonces en unos 2.000.000 de kilovatios, se utilizaba solamente
una vigésima parte 3•
Hacia 1940 la población centroamericana tenía en total unos seis
millones y medio de personas 4. Por aquellos años la población crecía
a ritmos muy acelerados (probablemente los más altos del mundo) a
consecuencia de su crecimiento natural, pues la inmigración neta cons­
tituía un porcentaje insignificante del incremento demográfico. La po­
blación estaba concentrada en las tierras altas y en las zonas de mayor
desarrollo (principalmente las capitales), pero las tierras feraces de la
vertiente del Pacífico estaban poco explotadas, lo que favoreció la ex­
pansión de la agricultura y la ganadería bovina en años posteriores.
Centroamérica era por entonces una región esencialmente agrícola,
pero la productividad del agro era muy baja no sólo en los cultivos para
el mercado interno sino también en la economía cafetalera, que por
entonces constituía la principal fuente de exportaciones y de empleo.
La población económicamente activa agrícola en 1950 estaba compren­
dida entre un 55% de la población total en Costa Rica y un 84% en
Honduras. Posteriormente, a consecuencia de las transformaciones que
vivió Centroamérica, la población económicamente activa dedicada a
la agricultura se redujo en forma notable. En 1980 constituía entre un
mínimo del 35% de la población total y un máximo del 62% en los dos
países mencionados 5.
La crisis de 1929 golpeó severamente Centroamérica y su recupera­
ción fue lenta. ·En particular la obstaculizó la escasez de divisas. La
situación creada con motivo de la Segunda Guerra Mundial, en virtud
de la cual se restringieron las importaciones y se elevaron los precios
del café, liberó a Centroamérica de esta restricción y la preparó para
retomar el desarrollo al finalizar el conflicto mundial.
La desarticulación del mercado interno, el tamaño reducido de la
población y su bajo nivel de ingresos (más del 90% de la población con
menos de cien dólares anuales por persona), impedían el establecimien­
to de una industria moderna. La producción era en gran medida de
procedencia artesanal. La modesta industria existente se basaba en gran
medida en el procesamiento de materias primas agrícolas. La industria
J um:y GuLmán J.,cv, �
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TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 15

1.1. TIBURCIO CARÍAS ANDINO, PRESlDENTE DE HONDURAS (1933-1948).

textil destacaba entre todas las ramas, pero apenas cubría un poco más
de la tercera parte del mercado interno.
Esta incipiente actividad industrial fue parcialmente favorecida por
las restricciones del abastecimiento importado durante el período de
la guerra, lo que estimuló una modesta sustitución de importaciones.
Se logró así un cierto incremento de la capacidad instalada y elevar el
porcentaje de su utilización. Sin embargo, las posibilidades de ampliar
la producción industrial fueron contrarrestadas por la dificultad para
adquirir nueva maquinaria y materias primas.
El financiamiento de la inversión industrial dependía en gran parte
de los aportes de los empresarios, y en los buenos años de exportación
algunos agricultores facilitaban préstamos personales a prestatarios con
buenas garantías, y en mucha menor medida transferían capitales de
la agricultura a la industria. Otra fuente de recursos era el comercio,
en respuesta a cuyos intereses se establecieron algunas industrias.
El papel de los intermediarios financieros era muy restringido. No
se contaba todavía con una banca central. Las políticas crediticias de
los años treinta habían sido necesariamente muy restrictivas. Además,
16 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

la preferencia de los bancos se manifestaba por los créditos de corto


plazo para cubrir necesidades de capital de trabajo. Aun en los años
sesenta, cuando la demanda del sector industrial se incrementó rápi­
damente, una misión del Banco Mundial fue informada por los ban­
queros que la mayor parte de los créditos se otorgaba a plazos menores
de 18 meses 6•
El nivel de la actividad económica dependía en muy alto grado de
las exportaciones, muy fuertemente concentradas en el café y el bana­
no. La política más condescendiente de Estados Unidos hacia Centro­
américa en los años de la guerra permitió que las exportaciones de café
destinadas a Europa antes del conflicto se canalizaran en su totalidad
al mercado norteamericano, lo que favoreció el incremento del precio
del grano y una rápida acumulación de reservas internacionales 7.
No sólo hubo acumulación en la economía. También se fue acumu­
lando en el seno de las sociedades centroamericanas una aspiración al
cambio, cuya expresión tomó forma política como signo inequívoco de
que había llegado a su fin el período de los gobiernos oligárquicos. Tal
período correspondió a la implantación del capitalismo en la agricul­
tura, proceso que por la lentitud con que se operó coexistió durante
mucho tiempo con los rasgos precapitalistas de las economías centro­
americanas y el autoritarismo de los regímenes correspondientes. La
crisis consolidó las oligarquías, pero al mismo tiempo fue su último
espacio de ejercicio. En Costa Rica el gobierno de Calderón Guardia
marchó a la vanguardia con la introducción de reformas sociales muy
avanzadas. En Guatemala la voluntad de cambio culminó con las jor­
nadas de junio y octubre de 1944, que iniciaron el único decenio de­
mocrático de su historia. En los demás países el cambio fue atajado
cuando apenas se esbozaba, pero las nuevas dictaduras ya no tuvieron
un corte oligárquico.
El capitalismo enraizó definitivamente en las economías centro­
americanas y modernizó hasta la manera de ser autoritario.

Los AÑOS DE LA EXPANSIÓN ACELERADA

Después del prolongado período de retracción económica que siguió


a la crisis mundial de 1929, Centroamérica entró de lleno en su etapa
de reactivación y desarrollo económico. La expansión fue más acelera­
da en los años cincuenta y sesenta. En el decenio siguiente el entorno
internacional fue menos propicio y dentro de la propia región se fueron
acumulando algunos problemas que debilitaron la intensidad del cre­
cimiento. Por lo anterior, el período bajo examen se subdividirá en dos
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 17

1.2. SAM ZEMURRAY, EMPRESARIO BANANERO (1951).

partes a fin de apreciar mejor sus rasgos cualitativamente diferentes:


la primera comprenderá hasta 1970 y la segunda el resto del período.
La información disponible indica que en 1950-60 la economía regio­
nal creció en términos reales a razón del 4,6% anual, mientras en
1960-70 la tasa de incremento fue del 5,7% 8. La economía de Guate­
mala era la de mayor dimensión (en promedio constituyó el 37% del
producto interno bruto regional) pero no fue este país el que registró
las tasas más altas de crecimiento. En 1950-60 Costa Rica mostró el
mayor dinamismo (7,1% de expansión anual), seguida por Nicaragua
con una tasa anual del 5,2%. En el decenio siguiente fueron estos mis­
mos países los que destacaron pero en un orden inverso: Nicaragua se
puso a la cabeza con una tasa de 6,9% de crecimiento anual, seguida
por Costa Rica, cuya economía creció a razón del 6%.
Por su parte, en el decenio 1950-60, El Salvador se colocó en una
posición intermedia (4,6%) mientras las economías de Guatemala y
Honduras evolucionaron con más lentitud (3,8% anual en ambos ca­
sos). Ambas economías se activaron en la década siguiente pero ya no
en forma paralela: la tasa de crecimiento de Honduras aumentó sólo
18 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

un punto porcentual mientras la de Guatemala subió a 5,5%, que fue


prácticamente la misma tasa de El Salvador en esa década.
Una forma sencilla de hacerse una idea del dinamismo de las eco­
nomías centroamericanas aquellos años es compararlo con el de Amé­
rica Latina. Tomando como referencia la tasa promedio de crecimiento
de la economía latinoamericana se aprecia que en el curso de dos dé­
cadas (1950-70) la economía costarricense creció con igual o mayor
intensidad que la de América Latina en trece años, la de Nicaragua en
doce y la de El Salvador en diez. En contraste, el ritmo de crecimiento
económico de Honduras fue igual o superior al promedio latinoameri­
cano solamente en ocho años y el de Guatemala escasamente en cinco.
Como se indicó con anterioridad, el sector exterior continuó siendo
determinante del auge o el debilitamiento de la actividad económica.
En tal virtud favoreció a Centroamérica que las economías centrales
tuvieron en la posguerra uno de sus períodos de expansión más pro­
longados (hasta la recesión de 1974). En un ambiente de expansión del
comercio internacional, Centroamérica tuvo la capacidad para impor­
tar lo que demandaba su desarrollo, sin tener que incurrir en endeu­
damiento externo.

1.3. GRABADO ALEGÓRlCO DE ÓSCAR J. BARRIENTOS (1951-1952).


TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 19

Uno de los cambios de mayor trascendencia durante el período fue


el que sufrieron las exportaciones de la región. A lo largo éle su historia
Centroamérica había dependido de la exportación de un solo producto
principal. La incorporación del algodón, el azúcar y la carne y de otros
productos de menor importancia modificó en forma radical el cuadro
histórico, incrementó significativamente los ingresos externos, con el con­
siguiente estímulo a la actividad económica, y mejoró las posibilidades
de Centroamérica de amortiguar el efecto de las frecuentes oscilaciones
de los precios de los productos básicos en el mercado mundial.
A su vez la industrialización produjo un cambio cualitativo trascen­
dental de las exportaciones al incorporar a éstas los productos manu­
factureros por primera vez en la historia de Centroamérica. El cambio
se ins.inuó en los cincuenta, pero fue en los sesenta que cobró un im­
presionante dinamismo al abrirse el espacio centroamericano en virtud
de los tratados de integración económica.
Como consecuencia de los cambios indicados, el valor total de las
exportaciones aumentó de 2 57.000.000 de dólares en 1950 hasta
1.098.000 en 1970 9, a razón del 7,5% por año, gracias principalmente
a un incremento del volumen exportado, pues los precios evoluciona­
ron en forma relativamente errática.

La expansión de la producción agropecuaria

Pese al desarrollo industrial y de los servicios, la tierra siguió siendo


la fuente principal de riqueza. De allí salieron los recursos que revolu­
cionaron a los demás sectores, y hacia ella revirtieron a menudo los
excedentes generados en la industria y los servicios.
En términos reales el producto bruto agropecuario pasó de
872.000.000 de dólares en 1950 hasta 1.827.000.000 en 1970 LO. En su
mayor parte este incremento obedeció a la producción exportable, la
cual creció a razón del 5,4% al año, en contraste con el moderado
crecimiento anual (3,6%) de la producción agropecuaria para consumo
interno.
El dinamismo mostrado por la producción exportable derivó en gran
parte de su diversificación al incorporarse el cultivo del algodón en los
años cincuenta y ampliarse un poco más tarde las áreas dedicadas a
la caña de azúcar y a la ganadería bovina. Sin embargo, después de la
primera mitad de los años sesenta el ritmo de crecimiento comenzó a
moderarse debido a que los nuevos rubros de exportación encontraron
algunos obstáculos. Ello no obstante, la producción exportable siguió
creciendo a buen ritmo hasta alcanzar posiciones importantes en Amé­
rica Latina. Si se comparan los niveles de participación de Centroamé­
rica en las exportaciones totales de América Latina en los años 1950 y
20 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

1975 se aprecia lo siguiente: la participación del café subió del 12%


hasta el 21 %; la del algodón del 1 % hasta el 41%; la del banano del
48% hasta el 58% y la de carne del 0% hasta el 30% 11•
Por el contrario, la tendencia de largo plazo de la producción para
el consumo interno puso de manifiesto una creciente incapacidad para
garantizar la autosuficiencia de la región, debido a lo cual tendieron a
aumentar las importaciones. Lo anterior estaba en relación con las
características estructurales de la agricultura centroamericana. (De
paso hay que decir que, para no alterar los tiempos verbales, en este
ensayo histórico en los párrafos siguientes se seguirá hablando en pa­
sado, pero como lamentablemente no han ocurrido cambios significa­
tivos en la situación lo que se dice en relación con el período 1950-70
sigue siendo válido en los años posteriores hasta el presente.)
Un primer aspecto a considerar era que la producción alimentaria
sufría muchas pérdidas por falta de facilidades de almacenamiento,
conservación y manejo de los productos. Según la FAO, en 1970 las
pérdidas de cereales, frutas, hortalizas y productos lácteos sobrepasa­
ron el millón de toneladas métricas, lo cual era cinco veces más que
las importaciones de alimentos. En otras palabras, de haberse contado
con las facilidades para evitar esas pérdidas las compras en el exterior
hubieran sido cero 12.
La explicación de lo anterior se encuentra en el hecho de que la
producción alimentaria descansaba ante todo en fincas pequeñas y me­
dianas, cuya capacidad de ahorro e inversión y de acceso al crédito
institucional era nula o muy reducida, lo que no les permitía invertir
en mejoras infraestructurales.
A su vez, la exigua capacidad de ahorro y la exclusión del crédito
bancario eran consecuencia de las formas de tenencia de la tierra y de
la calidad de los suelos según tamaño de fincas. En cuanto a la tenencia
la situación en 1970 era que unas 7 .000 fincas mayores de 350 hectá­
reas reunían en Centroamérica casi diez veces más tierra que 837.400
fincas menores de 4 hectáreas, una extensión que usualmente se con­
sidera insuficiente o en el límite de lo que requiere una familia rural
para subsistir 13 .•
De acuerdo con la FAO, la población asociada a esos minifundios
representaba en 1970 el 48% de la población rural, cuya producción de
alimentos era básicamente de subsistencia. A lo anterior hay que su­
mar un 28% de trabajadores sin tierra que tampoco producía alimen­
tos, pues su ocupación habitual era el trabajo asalariado en las fincas
medianas, y sobre todo en las grandes, especializadas en la producción
exportable. Se concluye entonces que en 1970 más de tres cuartas par­
tes de la población rural básicamente no producía alimentos para el
mercado interno.
El otro componente importante de este cuadro crítico era la rela-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 21

1.4. GRABADO ALEGÓRICO DE JUAN J. FARFÁN (19Sl-1952).

ción entre el potencial y el uso de las tierras. Las fincas grandes, con
vocación exportadora, ocupaban las mejores tierras. Por el contrario,
las fincas pequeñas y muy pequeñas poseían tierras de bajo potencial,
con índices de productividad muy bajos debido a las tecnologías en
uso. El Estado hubiera podido elevar la productividad de las explota­
ciones pequeñas, aun en ausencia de transformaciones agrarias, si el
campesino hubiera sido objeto de su interés y en consecuencia hubiera
seguido las políticas adecuadas.
La estructura agraria a que se ha hecho referencia determinaba un
patrón ineficiente de utilización de los suelos, que se agravó con el
desarrollo de la ganadería bovina en los años sesenta y la consiguiente
extensión de los pastizales. El patrón de uso de las tierras se caracte­
rizaba por la sobreutilización que hacían las fincas de menor tamaño
de las zonas de bajo potencial. Por el contrario, las fincas grandes sub­
utilizaban las zonas de alto potencial. Mientras las fincas pequeñas
llegaban a utilizar hasta el 51 % de las tierras de bajo potencial (de uso
extensivo) en el cultivo de granos y otros rubros de ciclo anual, las
fincas grandes y muy grandes dedicaban a la siembra de pastos hasta
un 56% de las zonas de alto potencial (para cultivos intensivos) de que
disponían. «El área utilizada bajo esta última forma (suelos de alto
22 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

potencial/pastos) en las fincas grandes equivale al triple de la superficie


de uso intensivo dedicada a cultivos anuales en las fincas subfamiliares
. nt o» 14
y fami·1·1ares en conJu

Los cultivos de exportación tradicional

En los primeros años de la posguerra los cultivos predominantes


eran el café y el banano, los cuales daban origen al 80-90% de las
exportaciones. Durante el conflicto mundial los precios del café se ha­
bían resentido, pero al menos se tuvo la garantía del mercado gracias
a que las cuotas fijadas por Estados Unidos excedían la capacidad de
exportación cafetalera centroamericana. A partir de 1945 los precios
del café aumentaron rápidamente hasta alcanzar un punto máximo en
1954. Las cuotas fueron eliminadas ese mismo año. «Los productores
no reaccionaron al principio ante los mayores precios con un aumento
del área sembrada, ni se hizo ningún esfuerzo para aumentar el rendi­
miento por hectárea, el cual (con excepción de El Salvador) era abis­
malmente bajo» 15•
El retraso en reaccionar ante los precios fue afortunadamente breve.
Pronto se amplió la superficie de las plantaciones, lo que se tradujo en
un aumento de la producción tres o cuatro años más tarde, que es el
tiempo que requieren los cafetos para iniciar su fase productiva. En
1950-54 la superficie cultivada de café fue de 464.000 hectáreas, super­
ficie que en el quinquenio 1965-69 pasó a ser, en promedio, de 612.000
hectáreas. Por su parte, la producción aumentó de 187.000 toneladas a
374.000 toneladas como promedio en los quinquenios antes indicados.
En las condiciones más propicias de la posguerra, Nicaragua y Hon­
duras incrementaron notablemente su superficie cafetalera, lo mismo
que la producción del grano. En Nicaragua la superficie aumentó de
56.000 hasta 90.000 hectáreas; y en Honduras la expansión fue de 77.000
hasta 93.000 hectáreas 16.
Lo anterior adquiere mayor significación porque ninguno de los dos
países tenía tradición cafetalera, como era el caso de Costa Rica, El
Salvador y Guatemala. La economía de Honduras estuvo dominada
durante muchos años por la agricultura bananera en manos de empre­
sas transnacionales. Nicaragua, por su parte, comenzó a desarrollar el
cultivo de café desde fines del siglo XIX pero las condiciones ecológicas
poco adecuadas en la región del Pacífico central, y particularmente la
falta de un buen sistema de transporte, impidieron una expansión sig­
nificativa del cultivo. La consecuencia social de esto fue que Nicaragua
nunca tuvo una burguesía cafetalera fuerte, y no lo fue tampoco en el
ambiente político.
Los rendimientos del café se elevaron gradualmente gracias a suce-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 23

sivas innovaciones tecnológicas, sobre todo en Costa Rica, donde me­


diante la fertilización de los suelos se pasó de un promedio de 430
kilogramos por hectárea en 1950-54 hasta un promedio de 880 kilogra­
mos en 1965-69. Por su parte El Salvador, que al inicio del período
tenía los rendimientos unitarios más altos (610 kilogramos por hectá­
rea) alcanzó un rendimiento de 960 kilogramos en el segundo quinque­
nio mencionado 17.
Un cambio tecnológico muy importante fue la introducción de la
variedad «caturra» para sustituir la variedad «maragogipe» tradicio­
nalmente utilizada. Lo anterior trajo como consecuencia abandonar el
sistema de proveer sombra a las plantas mediante árboles intercalados
en las áreas de cultivo, gracias a lo cual se pudo aumentar la densidad
de los cafetales, se elevó el rendimiento por hectárea y se facilitó la
recolección del grano. Una consecuencia social de esta innovación fue
que numerosos agricultores medianos, particularmente en Costa Rica
y Nicaragua, pasaron a ser exportadores.

1.5. GRABADO ALEGÓRICO DE. LUIS A ZALDÍVAR (1951-1952).


24 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

En cuanto al banano, sus exportaciones aumentaron rápidamente


tan pronto terminó la guerra. Durante el conflicto la producción había
sido muy castigada por la falta de transporte marítimo, pero ya en
1948 se había recuperado el nivel de exportación de la preguerra. Pos­
teriormente la producción y las exportaciones decayeron debido a que
algunas plantaciones estaban afectadas por el «mal de Panamá». De­
bido a esta enfermedad se tuvo que abandonar plantaciones enteras en
Honduras y en la costa atlántica de Costa Rica. En ese entonces la
única forma de combatir la enfermedad era mediante la inundación de
los terrenos infestados, lo que implicaba un alto costo.
Hasta finales de los cincuenta la variedad de banano que se exportó
en Centroamérica fue la Gros Michel, pero en 1957 la Standard Fruit
Company introdujo la variedad Cavendish, que era resistente al «mal
de Panamá». La variedad se generalizó rápidamente en las plantacio­
nes centroamericanas, y hacia 1965 ya había sustituido casi por com­
pleto a las otras variedades.
Además de ser resistente, la Cavendish tenía otras características
que favorecieron su diseminación. De la Gros Michel se sembraban 1.000
plantas por hectárea, mientras que de la Cavendish podían sembrarse
1.600, lo que aumentó el rendimiento de las plantaciones. Más tarde la
United Brands comenzó «a convertir parte de sus cultivos de la varie­
dad Valery (Robusta Cavendish) a la variedad Giant Cavendish. Esta
última tiene una densidad de siembra de 2.000 matas por hectárea
comparada con las 1.600 de la Valery, y una altura de seis pies, cerca
de la mitad de la Valery. Ambas cosas reducen el tiempo de trabajo
unitario requerido para la protección y la cosecha» 18•
Una característica de la agriculturá bananera fue que desde princi­
pios del siglo XX estuvo controlada por tres o cuatro empresas trans­
nacionales. Los gobiernos democráticos de Arévalo y Arbenz (1945-1954)
tuvieron continuas fricciones con la United Fruit Company (UFCo), que
llegaron al punto de mayor tensión cuando en 1953 el gobierno de
Arbenz expropió a las compañías las tierras que eran afectables de
conformidad con la Ley de Reforma Agraria. Para entonces la UFCo
tenía muy fuertes posiciones en el gobierno de Estados Unidos: John
Foster Dulles, secretario del Departamento de Estado, era socio de la
oficina jurídica que llevaba los asuntos de la compañía; John Moors
Cabot, secretario adjunto del Departamento de Estado para Asuntos
Latinoamericanos, y Henry Cabot Lodge, embajador norteamericano
ante las Naciones Unidas, eran accionistas y directivos de la compañía.
Pese a todo los tiempos habían cambiado, y la United Fruit Com­
pany, al mismo tiempo que participaba activamente en las conspira­
ciones contra la revolución guatemalteca, aceptó modificar sus con­
tratos en Costa Rica y Honduras. En virtud de las modificaciones
introducidas, la UFCo convino en pagar un impuesto del 15% sobre
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 25

utilidades, que subió al 30% en Costa Rica en 1954 y en Honduras al


año siguiente. Una vez derrocado el gobierno de Arbenz, la UFCo de­
cidió pagar ese impuesto también en Guatemala 19•
La significación histórica de estos acuerdos es importante si se tiene
en cuenta que los contratos de la United Fruit de principios de siglo la
exceptuaban del pago de impuestos creados y por crear por el término
de un siglo. Sin embargo, la significación económica de aquel paso
tiene que aceptarse con mucha reserva, pues el monto real de las uti­
lidades de la UFCo jamás fue del conocimiento de los gobiernos cen­
troamericanos. Incluso los precios del banano que declaraba la compa­
ñía eran ficticios, como lo dio a conocer en los años cuarenta el Fondo
Monetario Internacional.
Hacia fines de los cincuenta comenzó a generalizarse el sistema de
los «productores nacionales asociados». «Con ellos la United Fruit �om­
pany logró dar respuesta a dos necesidades de la época. Por una parte
conseguir asociados como propietarios de las fincas bananeras», a fin
de salir al paso de ·las protestas contra la compañía; «por otra parte,
satisfacer los requerimientos de oferta a precio bajo, fijo y estable que
la puesta en marcha de los programas de los productores asociados
proporcionó en los primeros años» 20. Pese a estas innovaciones corpo­
rativas, la presencia dominante de las empresas bananeras fue redu­
ciéndose en la esfera de la producción.

1.6. MUJERES SOLIDARIAS CON LA HUELGA BANANERA (1954).


26 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

Los nuevos cultivos

En el período 1945-70 la agricultura centroamericana se diversificó


gracias al desarrollo acelerado de los cultivos de algodón y caña de
azúcar y a la implantación de la ganadería bovina como actividad de
exportación. Pese a ello el café siguió siendo el cultivo principal así
como la fuente más importante de ocupación y de ingresos externos,
excepción hecha de Nicaragua, cuya tradición de exportadora del gra­
no nunca fue relevante.
Con la introducción de los tres nuevos rubros, la economía agrícola,
y en general el medio rural, sufrieron grandes cambios. Se introdujeron
nuevas tecnologías, se formaron nuevos grupos de empresarios, surgie­
ron nuevos bancos y actividades comerciales. Como al mismo tiempo
el cultivo de café siguió ampliándose y no fue ajeno a las innovaciones
tecnológicas, el período de referencia fue, por sus proyecciones, el más
notable desde el establecimiento del café en la segunda mitad del si­
glo XIX. Podría decirse, asimismo, que por sus consecuencias sociales,
desastrosas para el campesinado, la irrupción de la ganadería y el al­
godón en la agricultura centroamericana guarda cierto paralelismo con
la implantación del café un siglo atrás, si bien la vastedad de las con-

1.7. MARIO ECHANDl. PRESIDENTE DE COSTA RICA (1958-1962). CON LUIS Y ANASTASIO SOMOZA.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 27

secuencias sociales de esto último fueron considerablemente mayores.


En razón de lo apuntado se hará primero una presentación, en líneas
generales, de los nuevos cultivos, y enseguida se tratarán los aspectos
sociales asociados al cultivo de algodón y a la ganadería.

Algodón
Localizado geográficamente en las fértiles llanuras occidentales de
Centroamérica, el cultivo del algodón adquirió rápidamente gran im­
portancia en El Salvador, Guatemala y Nicaragua. En este país «el
sector algodonero empezó a desarrollarse durante las décadas de los
años treinta y cuarenta, cuando los ganaderos y comerciantes de la
región del Pacífico se interesaron por alternativas para la acumulación
de capital. Se dedicaban al cultivo de ajonjolí y algodón, en vez de
hacerlo con otras actividades productivas que surgieron durante la Se­
gunda Guerra Mundial, tales como la actividad minera, la maderera y
el cultivo del caucho, que tenían carácter de enclave y en las que pre­
valecía la inversión extranjera» 21. En 1950 el algodón era ya el rubro
principal de producción agrícola y exportación de Nicaragua.
En dicho año la superficie algodonera centroamericana fue de 63.300
hectáreas y la producción de 71.l 00 toneladas, correspondiendo a Ni­
caragua el 53% del área de cultivo y el 71% de la producción. A partir
de estos niveles el cultivo se expandió año tras año, con variaciones de
acuerdo con las expectativas del mercado mundial. En 1965-69 la su­
perficie cultivada en la región fue, en promedio, de 288.100 hectáreas
y la producción de 566.400 toneladas, es decir, cuatro veces más que
al inicio en ambos casos 22.
Varios factores favorecieron la competitividad internacional del al­
godón centroamericano. El clima cálido y la precipitación pluvial bien
distribuida en el año, así como la calidad de los suelos de la costa del
Pacífico y su perfil plano que favorecía el uso de tractores en las labo­
res culturales, hicieron posible la obtención de altos rendimientos por
hectárea. En 1970 el rendimiento promedio de la región ya había al­
canzado los 2.400 kilogramos por hectárea, que es un nivel alto de
productividad según estándares internacionales, y posteriormente se
alcanzaron en Guatemala los más altos niveles de productividad a ni­
vel mundial.
Cuando la cotización internacional de la fibra era muy alta, la su­
perficie de cultivo se ampliaba utilizando para ello suelos de menor
fertilidad o de más difícil manejo o con precipitación pluvial menos
adecuada. Ello no obstante, los rendimientos más bajos o los costos
unitarios más altos se compensaban ampliamente con el precio inter­
nacional que se recibía. Refiriéndose a El Salvador, Thielen hace notar
que como las mejores tierras pertenecían históricamente a los grandes
28 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

propietarios, los pequeños productores (2.873 como máximo en 1964)


arrendaban tierras marginales para el cultivo, en las que podían sos­
tenerse solamente cuando la coyuntura internacional era propicia •
23

Otro factor fue el bajo nivel de los salarios de la mano de obra, que
hizo posible obtener beneficios aun en períodos de caída de las cotiza­
ciones de la fibra o de alza de otros costos de producción. De igual
manera, el nivel de las remuneraciones permitió que la cosecha se le­
vantara por medios manuales, y no mediante costosos medios mecáni­
cos, con la ventaja adicional de que en Europa y Japón se premia la
limpieza del algodón cosechado a mano.
Durante un primer período el algodón se estableció gracias a la
intervención decidida del Estado, que invirtió en la construcción de
carreteras que atravesaban las zonas de gran potencial y concedió cré­
ditos subsidiados a los agricultores. El Banco Mundial proporcionó tam­
bién apoyo financiero. En los años sesenta la expansión algodonera fue
favorecida por el empleo de nuevas tecnologías, en particular el uso de
insecticidas, con lo cual se pudo superar la más importante barrera
para el desarrollo del cultivo que eran las plagas de insectos.
El empleo masivo de pesticidas fue uno de los factores que permi­
tieron alcanzar muy elevados rendimientos por hectárea, pero la
contrapartida fue, por una parte, que tenía que destinarse a las impor­
taciones de insumos hasta un 40% del ingreso percibido por la expor­
tación de la fibra; y por otra parte, las plagas rápidamente se volvieron
resistentes, lo que obligaba a emplear dosis cada vez mayores de pes­
ticidas, con el daño consiguiente para la ecología y para la población.
La aspersión de los pesticidas mediante aviones ocasionó daños muy
severos al ganado (mayor y menor) y a la población fuera de las áreas
cultivadas, como se comprobó más de una vez por la presencia de pes­
ticidas en la carne para consumo humano y para exportación, así como
en la leche materna.
Por la concentración del cultivo en un número reducido de agricul­
tores, el algodón se diferenció de unos países a otros. De acuerdo con
los registros estadísticos a fines de los cincuenta participaban en el
cultivo 2.854 ·productores, de los cuales el 71% se encontraba en Nica­
ragua. A fines de los sesenta el total de cultivadores algodoneros era
ya de 8.843, de los cuales correspondía a Nicaragua un 54% y a El
Salvador el 36% 24.
También hubo diferencias muy significativas en cuanto a la parti­
cipación de los pequeños agricultores. En Guatemala y Costa Rica la
representación de los pequeños agricultores fue ordinariamente irrele­
vante, no así en El Salvador, donde a principios de los sesenta este
grupo de cultivadores constituía el 58% del total o en Honduras y Ni­
caragua, donde el grupo representaba la mitad y una cuarta parte del
total, respectivamente. Las extensiones cultivadas estaban comprendí-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 29

das, como promedio, entre media hectárea en Honduras y dos hectá­


reas en El Salvador y Nicaragua. Debe tenerse en cuenta que el ingreso
de los pequeños agricultores al cultivo de algodón se fue haciendo cada
vez más difícil a medida que se elevaban los costos de producción.
Los agricultores medianos constituyeron el segundo grupo en im­
portancia, nuevamente con la excepción de Guatemala, donde su nú­
mero fue reducido. En Nicaragua los agricultores que cultivaban entre
7 y 35 hectáreas fueron el grupo más importante (un 40% del total a
principios de los sesenta).
Si bien de unos países a otros varió la proporción de pequeños y
medianos algodoneros, un rasgo común del cultivo fue que la produc­
ción estuvo fuertemente concentrada en un número reducido de agri­
cultores muy poderosos. «El número de fincas pequeñas y medianas
que participaron en el boom del algodón puede haber sido grande, pero
si consideramos la superficie total cultivada estas fincas eran periféri­
cas (...). El boom puede haber atraído la atención de los pequeños y
medianos granjeros, pero la mayor parte del algodón centroamericano
fue producido en las grandes propiedades» 25.
En Nicaragua algunos de los principales productores de algodón
procedían de familias antiguamente ganaderas. Una de estas familias,
los Argüello, cultivaba 7 .950 hectáreas. Casi tan prominentes como Ar­
güello, en las listas de algodoneros estaban los apellidos Deshón, Gur­
dián, Lacayo, Montealegre y algunos otros 26• En 1970-71 había nueve
algodoneros que cultivaban más de 700 hectáreas cada uno. En 1978-79

1.8. ESTUDIANTES DE SECUNDARIA APOYANDO LA PROTESTA CONTRA ALCOA (1970).


30 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

aparecían doce productores que cultivaban, en promedio, 1.228 hectá­


reas cada uno 27.
En El Salvador diecinueve familias controlaban la cuarta parte de
la producción algodonera en 1972-73 28, y entre ellas descollaban como
los principales productores Dueñas, Wright y Kriete.
En Guatemala una investigación realizada por el Instituto de Inves­
tigaciones Económicas de la Universidad de San Carlos encontró que
en 1977-78 quince familias cultivaban cada una un promedio de 3.654
hectáreas. « La familia más destacada era la Malina Espinoza (los her­
manos Milton y Hugo) con 16.416 m 2 (11.490 hectáreas) en producción,
alrededor de Tiquisate, equivalente al 10% del área nacional. La fami­
lia siguiente era la García Granados con 10 .088 m2 (7 .062 hectáreas) en
producción, o sea, el 6% del área nacional, ubicadas alrededor de La
Gomera» 29•
La riqueza generada por el algodón benefició a numerosos empre­
sarios, tanto exportadores como industriales y proveedores de insumos,
aunque a menudo los mismos productores estaban sólidamente esta­
blecidos en una o más de estas actividades, lo que en la práctica redu­
cía el número de beneficiarios del cultivo. La comercialización del pro­
ducto estaba igualmente dominada por los grandes productores, los
cuales por lo general colocaban directamente su producción en el ex­
tranjero. En El Salvador la exportación estaba monopolizada por la
Cooperativa Algodonera Salvadoreña, creada en 1940 por un grupo de
familias grandes terratenientes. En cambio, «en Nicaragua los grandes
algodoneros vendían sus cosechas en forma desmotada directamente a
las casas exportadoras o a los comerciantes intermediarios» 30.
Los intereses algodoneros se orientaron muy pronto a crear sus pro­
pios bancos o a ocupar las principales posiciones directivas en otros.
El caso más notable es el Banco de Nicaragua (BANIC) que nació del
boom algodonero en el período de la guerra de Corea. El BANIC poseía
una compañía de productos químicos para la agricultura (EXPASA Quí­
mica), tres casas exportadoras (EXPASA, Desmotadora La Virgen e In­
dustriales Nacionales Agrícolas), un complejo de servicios algodoneros
(Central de Algocloneros), una corporación textil (FABRITEX), una plan­
ta de alimentos a base de semillas de algodón (GEMINA), una compa­
ñía de maquinaria y equipo de transporte (VIMSA) y una fábrica de
aceite de semilla de algodón (AGROSA). Además participaba en el ca­
pital social de otras importantes empresas 31.

Caña de azúcar
El cultivo de la caña se ha practicado en Centroamérica desde que
los colonizadores españoles lo establecieron en el siglo XVI, pero su
expansión acelerada tuvo lugar en los sesenta cuando el azúcar cubana
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 31

fue excluida del mercado preferencial estadounidense. Centroamérica


se benefició entonces con una cuota mayor de exportación a ese mer­
cado, y algunos años con precios extraordinariamente favorables en el
mercado internacional. El precio interno ha sido sostenido de modo
que los productores no incurran en pérdidas cuando caen los precios
internacionales.
En 1950 se sembraron 92.800 hectáreas de caña y para 1975 el cul­
tivo cubrió una superficie de 145.000 hectáreas. Nicaragua fue el país
que dedicó más tierras a la siembra de caña de azúcar; duplicó el área
cultivada al pasar de 14.000 hectáreas en 1950 hasta 32.300 hectáreas
en 1970. En los demás países el área cañera se amplió, en promedio,
una vez y media en relación con el inicio del período, pero en el punto
de partida el área dedicada a la caña de azúcar era mayor que en
Nicaragua, con la sola excepción de El Salvador.
Aunque el incremento de la producción de 3.600.000 toneladas en
1950 hasta 8.600.000 toneladas en 1970 es atribuible en su mayor parte
a la ampliación del área cañera, un factor importante fue también el
esfuerzo tecnológico realizado, que incluye la ampliación de la super­
ficie de riego y el incremento de la capacidad de molienda de los
ingenios.
Cuando a mediados de los años sesenta los precios internacionales
del algodón perdieron su atractivo, al mismo tiempo que subían los del
azúcar, el cultivo de la caña se extendió a las tierras en que se culti­
vaba anteriormente el algodón. Entre 1965 y 1971 se reorientaron hacia
la caña unas 64.000 hectáreas 32.
El paso de un cultivo a otro no dependió exclusivamente de la elec­
ción de los agricultores. Ante todo era necesario que las tierras algo­
doneras estuvieran cercanas a ingenios azucareros, de modo que el paso
al nuevo cultivo se justificara, pues en caso contrario los costos de
transporte de la caña reducían el margen de utilidad de los cañeros.
La circunstancia indicada determinó que el uso alternativo de las
tierras no se operara en la misma escala de unos países a otros. En
Guatemala algunas áreas algodoneras estaban distantes de los ingenios
y, en consecuencia, no fue factible consagrarlas al cultivo de caña. Otra
distinta era la relación entre azúcar y café. «En Guatemala la caña de
azúcar y el café a menudo se cultivan en las mismas fincas, el café en
las partes más altas y la caña en las más bajas. Nueve de los trece
ingenios azucareros de Guatemala se localizan en la parte superior del
piedemonte de la franja del Pacífico y no tienen fácil acceso a las tie­
rras algodoneras; los otros cuatro son más accesibles al algodón en
Escuintla, y por ello allí fue posible el cambio de algodón a caña de
azúcar» 33•
En El Salvador el uso alternativo de las tierras fue más difícil que
en Guatemala pues los ingenios estaban localizados en la parte supe-
32 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

rior del piedemonte o mucho más lejos en las cuencas fluviales de la


parte norte del país. En Honduras la transición de un cultivo a otro se
facilitó por el hecho de que en 1967 se instaló el ingenio Los Mangos
en el municipio Marcovia, que era el principal productor de algodón.
Donde el desplazamiento del algodón a la caña se operó en mayor
escala fue en Nicaragua. El cambio fue favorecido por el hecho de que
el ingenio San Antonio (el mayor de Centroamérica) está situado jus­
tamente a mitad del cordón algodonero en los departamentos de León
y Chinandega. Por su part�, el ingenio Santo Rosa (rebautizado Ger­
mán Pomares por el gobierno sandinista) se localiza en el municipio
El Viejo, departamento de Chinandega, que era el municipio algodone­
ro más importante. «Durante el hundimiento del algodón en Nicaragua
estos dos ingenios extendieron sus tierras cañeras en un 32%, de 19.000
acres en 1967 a 25.000 acres en 1971, pero los productores indepen­
dientes que suministraban caña a estos ingenios expandieron su super­
ficie cañera dos y media veces; de 7 .000 acres en 1967 hasta 18.000
acres en 1971. Cuando ocurrió un nuevo boom algodonero después de
1971, los ingenios continuaron cultivando, e incluso ampliando su cul­
tivo de caña, pero los productores independientes redujeron dramáti­
camente sus plantaciones de caña» 34.
La posibilidad de intercambiar los cultivos de caña y algodón favo­
reció a los agricultores medianos gracias a una mayor estabilidad de
los mercados. A su vez, parte de los tractores y aviones utilizados en
el cultivo de algodón en los años sesenta se utilizó en las fincas cañeras.
Así pues, el desplazamiento de un cultivo a otro no significó un cambio
radical en la organización de la producción, como tampoco en la con­
tratación de trabajadores, pues tanto el algodón como la caña necesi­
tan el empleo masivo de mano de obra en los períodos de cosecha.

Ganadería
El tercer rubro nuevo de exportación fue la carne de ganado vacuno,
cuyo destino ha sido el mercado preferencial estadounidense donde tie­
ne un precio más alto que el mundial. También en este caso la activi­
dad ya existía desde los tiempos de la colonia, pero el destino de la
ganadería era el mercado interno de carne y productos lácteos, cuyo
consumo no ha sido nunca floreciente. Por algún tiempo se hicieron
exportaciones de ganado en pie a países del Caribe y de América del Sur.
La ganadería fue siempre una actividad rentable, pero sin vocación
exportadora. La actividad cobró rápidamente importancia y se orientó
al mercado exterior hasta finales de los años cincuenta. Por entonces
(1957) se instaló en Managua la primera planta empacadora de carne.
Con anterioridad la carne era enviada por barco a Miami en cajas de
sesenta libras (27 kilogramos) y después de pasar por la inspección de
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 33

las autoridades sanitarias era transportada hasta la planta procesadora.


La Alianza para el Progreso prestó mucha atención al desarrollo de
la ganadería como nueva actividad exportadora, lo que contribuyó a
modernizar la producción y a ampliar las cuotas de importación esta­
dounidenses. En 1973 operaban ya en Centroamérica veintidós plantas
empacadoras que exportaban 180.000.000 libras de carne. Con tal fin
se hicieron fuertes inversiones para que la carne exportada se ajustara
a las medidas de sanidad del Departamento de Agricultura de Estados
Unidos. El hato ganadero tenía unos 8.000.000 de cabezas.
También en este caso los gobiernos contribuyeron al desarrollo de
la ganadería mediante la apertura de carreteras en áreas con potencial
de desarrollo ganadero. Asimismo dieron facilidades de crédito y asis­
tencia técnica, tanto para mejorar los pastizales corno las característi­
cas genéticas de los hatos mediante la importación de reproductores,
especialmente de razas productoras de carne. El financiamiento insti­
tucional sirvió para mejorar la infraestructura de las fincas ganaderas
(división de potreros en áreas de menor tamaño, construcción de co­
rrales y otras obras para mejorar el manejo del hato ganadero).
La mayor parte de la ganadería centroamericana que se desarrolló
en Centroamérica era extensiva, pues la calidad de los pastos que pre­
dominan en la región lo permite. De esta manera las haciendas evita­
ban incurrir en las inversiones que requiere la siembra de pastos de
alto rendimiento. Mientras estos últimos precisan la preparación de las
tierras y la siembra de semillas, los pastos naturales requieren pocas
labores de preparación, se reproducen por semillación de las mismas
plantas y por lo general se siembran en combinación con una cosecha
de granos básicos.
Además, la ganadería no es exigente en suelos de alta calidad y
buena ubicación; a menudo se utilizan terrenos de pendiente pronun­
ciada en los cuales no es posible realizar las labores de preparación
para la siembra de semillas. Lo anterior no excluye que algunas fincas
hicieran inversiones para tener pastos de alto rendimiento y contar con
sistemas de riego.
Una razón que usualmente no se explicita para explicar la preferen­
cia por la ganadería extensiva es que la actividad se ha desarrollado
en todo tipo de suelos, inclusive tierras marginales, y en tierras fores­
tales cuyos bosques han sido arrasados para ampliar la superficie de
pastos. En promedio el área de pastizales en 1950-54 tenía una exten­
sión de 4 millones y medio de hectáreas. Diez años más tarde (1970)
la superficie dedicada a pastos era de 8.000.000 de hectáreas, y siguió
aumentando en los anos · ·
- s1gmentes 35
El desarrollo de la ganadería de carne para exportación estuvo muy
vinculado en muchos aspectos al comportamiento y características del
mercado estadounidense. El rápido incremento de la demanda de car-
34 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

nes rojas después de la Segunda Guerra Mundial fue la señal de parti­


da. Un gran mercado se abrió a Centroamérica, en particular al gene­
ralizarse la demanda de carnes preparadas al alcance del presupuesto
familiar de los obreros. Se generalizaron las hamburguesas y las carnes
frías (las fast-food estandarizadas en tamaño, peso, calidad y bajo pre­
cio para un consumidor de gusto estandarizado).
Como resultado de la explosión del consumo los proveedores vol­
vieron los ojos al exterior en busca de carnes baratas. El problema con
que se tropezó fue que de acuerdo con la legislación estadounidense las
carnes importadas tenían que ser procesadas en plantas que llenaran
los requisitos de sanidad de las empacadoras de Estados Unidos. Este
requisito pronto fue llenado por las plantas centroamericanas. Además,
les favoreció que toda América del Sur estaba incluida en la cuarentena
para prevenir la contaminación del ganado con la fiebre aftosa. De este
modo los países centroamericanos se contaron entre los pocos produc­
tores que fueron favorecidos con cuotas, las cuales aumentaron del 5%
del total en 1960 hasta el 11 % en 1971 36•
El que las plantas procesadoras de carne tuvieran que ajustarse a
las normas sanitarias estadounidenses jugó un papel importante en el
mejoramiento del hato ganadero, por la vía de la presión que las plan­
tas procesadoras ejercieron sobre los hacendados. En general, el auge
de las exportaciones de carne llevó aparejado un cambio radical en la
organización de las haciendas, las técnicas de reproducción, la varie­
dades de pastos utilizados, el tratamiento de las enfermedades, etcéte­
ra. El boom exportador impulsó a los hacendados a utilizar fertilizan­
tes, hecho insólito en tiempos pasados, y a utilizar herbicidas. Costa
Rica fue en muchos de estos aspectos un país pionero. Antes del auge
de las exportaciones la mitad del hato era ganado criollo con cebú,
proporción que se amplió más tarde hasta el 94%. De igual manera,
fue el primer país en utilizar herbicidas para el control de las malezas
en las haciendas ganaderas 37.
La riqueza generada por el boom ganadero fue ampliamente com­
partida por firmas transnacionales y un grupo reducido de familias
centroamericanas. «Más que el algodón, el negocio de la carne llegó a
estar dominado por compañías en coinversión o por acciones cuya pro­
piedad y directorio eran compartidos entre centroamericanos ricos, po­
líticamente conectados y corporaciones multinacionales ricas y bien
conectadas políticamente» 38•

Consecuencias sociales de los nuevos cultivos

Tanto el algodón como la actividad ganadera, y en menor escala la


caña de azúcar, tuvieron repercusiones sociales profundas; para miles
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 35

de trabajadores y campesinos cambiaron sus condiciones de vida radi­


calmente al ser expulsados de las tierras que cultivaban, las cuales
fueron incorporadas a los nuevos cultivos.
Las primeras víctimas de estos nuevos desarrollos fueron los bos­
ques. El procedimiento que se siguió para ampliar la frontera agrícola
tuvo un bajo costo, pues se utilizó el hambre de tierras que tenían los
campesinos concediéndoles el derecho a cultivar las nuevas tierras a
cambio de que las limpiaran de su cubierta forestal. Al cabo de uno o
dos años ya se podía sembrar algodón o pastos en esas tierras y los
campesinos se veían obligados a abandonarlas.
No todas las extensiones incorporadas tenían anteriormente cubier­
ta forestal. En algunos casos ya se habían utilizado para el cultivo de
banano, por ejemplo en Tiquisate, Guatemala, donde por muchos años
operó una subsidiaria de la United Fruit Company; o de sésamo en
Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Pero la mayor parte de esas ex­
tensiones las habían cultivado tradicionalmente los trabajadores per­
manentes de las fincas, conocidos generalmente con el nombre de mo­
zos colonos o simplemente colonos; o bien las habían arrendado cam­
pesinos de manera igualmente tradicional. En el caso de los colonos se
les denegó la autorización para hacer sus siembras. «En los tres depar­
tamentos más importantes productores de algodón en El Salvador el
número de parcelas de los colonos cayó de 11.871 hasta 2.141 entre
1961 y 1971. El área que cultivaban dichos colonos en esos departa­
mentos se desplomó desde 25 .189 acres hasta 2.880 acres en el mismo
período de diez años» 39. Lo mismo ocurrió en los otros países.
Cuando se trataba de campesinos arrendatarios lo que se hizo fue
abandonar la costumbre del pago de la renta en especie (una cantidad
determinada del maíz cosechado) y se instituyó el pago de la renta en
dinero. El nuevo sistema favoreció al terrateniente, pues con anterio­
ridad obtenía entre seis y diez dólares por la venta del maíz que recibía
en pago del arrendamiento, mientras que al arrendar tierras a agricul­
tores capitalistas para la siembra de algodón percibía dos o tres veces
más dinero y el pago era inmediato.
Durante la primera década de la expansión algodonera se manifestó
cierta escasez de mano de obra en algunas partes y algunos finqueros
mantuvieron el sistema tradicional de atraer campesinos autorizándo­
les a cultivar tierras en sus propiedades. A cambio el arrendatario se
obligaba a desmontar terrenos, arar con bueyes los algodonales, traba­
jar en caminos de la finca y abrir zanjas para drenajes.
«En la primera década de la expansión del algodón, Guatemala y
El Salvador experimentaron un crecimiento dramático del número de
trabajadores permanentes con parcelas de subsistencia (col01ws) resi­
dentes en las fincas del cordón algodonero» 40. De acuerdo con los .cen­
sos agropecuarios de 1950 y 1964, en ese lapso los colonos aumentaron
36 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

de 784 hasta 1.704 en los ocho municipios algodoneros más importan­


tes. En El Salvador, según el censo agropecuario de 1961, el número
de colonos aumentó de 6.448 hasta 11.871 entre 1950 y el año indicado
en los departamentos algodoneros de Usulután, La Paz y San Miguel.
Pero aquello fue solamente el sueño de una noche de verano. Las
facilidades que se dieron al cultivo de algodón, particularmente las
bajas tasas de interés de los créditos otorgados, revelaron a los produc­
tores la ventaja de desplazar mano de obra y mecanizar algunas ope­
raciones del cultivo.
Por otra parte, después de los primeros años en que el mercado de
trabajo tuvo algunas restricciones en la oferta de mano de obra para
el cultivo algodonero, las restricciones desaparecieron y los producto­
res consideraron que no les era indispensable tener trabajadores per­
manentes en las fincas. A lo anterior vino a sumarse en El Salvador la
aprobación de una ley en 1965 por la cual se estableció un salario
mínimo a los trabajadores agrícolas, y por el mismo tiempo en Guate­
mala se incluyó a estos trabajadores en el sistema de seguridad social,
razones ambas que ((convencieron» a los terratenientes de la conve­
niencia de prescindir de trabajadores residentes en las fincas.
Corno resultado de la expulsión masiva de colonos de las fincas el
campo se pobló de más miseria. La gente expulsada de las fincas se
asentó precariamente en las áreas que no eran apropiadas para la agri­
cultura mecanizada, en donde se podía suponer que la amenaza de
expulsión no era inmediata. Barriadas de trabajadores sin tierra bro­
taron también a lo largo de los caminos nacionales cercanos a las fin­
cas y en torno de las aldeas, pueblos y ciudades de la costa del Pacífico,
dondequiera que su cercanía a los algodonales facilitara su contrata­
ción para el corte de la fibra y otras labores agrícolas 41•
El proceso de desarraigo que sufrieron los campesinos y los colonos
universalizó el salario en la agricultura de la costa del Pacífico. En lo
sucesivo se dependió de encontrar oportunidades de trabajo, lo que
estaba expuesto a muchas eventualidades. En este sentido el impacto
del desarrollo de la ganadería fue más desastro.so aún que el del algo­
dón, porque a diferencia de éste las haciendas ganaderas ofrecen pocas
oportunidades de empleo. Estimaciones conservadoras indican que el
cultivo de algodón ofrece seis veces más empleo que la hacienda gana­
dera, el azúcar siete veces más y el café trece veces más.
En resumen, en los años sesenta y setenta se hundió un mundo, una
historia, pero el alumbramiento de una nueva fue terriblemente dolo­
roso. Se extendió la frontera agrícola pero en el nuevo espacio no hubo
tierra para los hijos de la tierra. Algunos intentos de colonización no
fueron sino remedos de una política agraria. Fueron tiempos aquellos
en que se sembraron los vientos del vendaval de los años ochenta.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 37

El desarrollo industrial en los Míos de expansión acelerada

El desarrollo industrial en Centroamérica tiene una historia breve:


los años sesenta fueron los del despegue y el crecimiento, para luego
entrar en un período de mayor moderación en los setenta afrontando
problemas que lo frenaron bastante. Después vinieron los años de la
crisis y el desarrollo industrial se paralizó, cuando no sufrió involuciones.
En economías pequeñas como la centroamericana la industrializa­
ción encuentra obstáculos difíciles de vencer. Uno de ellos es el tamaño
del mercado y otros más son la disponibilidad de materias primas y
de infraestructura adecuada. En cuanto a lo primero podría decirse que
la región tenía apenas unos 9.000.000 de habitantes en 1954, cuyo in­
greso per cápita era alrededor de 175 dólares. Además los principales
centros de consumo de productos industriales eran las ciudades y fuera
de las capitales ningún otro centro urbano tenía siquiera 100.000
habitantes.
A lo anterior hay que sumar el mal estado de las comunicaciones;
los principales centros de población estaban mal interconectados. La
disponibilidad de energía constituía una restricción adicional, salvo en
el caso de Costa Rica donde la producción en 1960 era de 355 kilova­
tios/hora por habitante, nivel comparable con el promedio latinoame­
ricano de 398 kilovatios/hora per cápita. Guatemala estaba colocada en
el extremo opuesto con una producción de apenas 74 kilovatios/hora
por habitante, hecho que se explica porque a mediados de siglo la prin­
cipal empresa generadora de energía era la Empresa Eléctrica de Gua­
temala, subsidiaria de la Bond and Share Company, cuya capacidad
instalada en 1964 era apenas 64.672 kilovatios, y sólo abastecía a la
región central del país 42.
Los elevados índices de analfabetismo creaban problemas casi in­
salvables para contar con personal de supervisión, e incluso con ope­
radores de maquinaria industrial. Algunas plantas operaban solamente
un turno al no poder contratar supervisores. El personal de gerencia
provenía de la agricultura y el comercio y su adaptación a la industria
no siempre era fácil.
Pese a las dificultades apuntadas, el desarrollo industrial pasó a ser
el objetivo central de la política económica en la posguerra. Un paso
importante fue la promulgación de leyes de fomento industrial, pero
aún más importante fue la decisión de integrar las economías centro­
americanas. Así se ingresó en los años sesenta, que constituyen el pe­
ríodo de más rápida expansión de la producción manufacturera. A pre­
cios constantes la tasa real de crecimiento del producto industrial en
esos años (1960-70) fue del 8,5%.
Al emprenderse la industrialización de Centroamérica, el país que
tenía una capacidad relativamente más importante era El Salvador. En
38 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

el extremo opuesto estaban Honduras y Nicaragua; sin embargo, du­


rante los años sesenta Nicaragua ganó mucho terreno gracias a la ins­
talación de algunas plantas, orientadas casi todas ellas al mercado
centroamericano.
El desarrollo industrial siguió la pauta conocida de la sustitución
de importaciones, cuyo principal impacto tuvo lugar en los años sesen­
ta. Se observa en ese período una reducción significativa del coeficiente
de importaciones, tanto de bienes finales como de productos interme­
dios. Por el contrario, aumentaron en el mismo período las exportacio­
nes de esos productos al mercado centroamericano.
Pese a sus imperfecciones la industrialización sustitutiva imprimió
a la economía un fuerte dinamismo; multiplicó el número de empresas
manufactureras y creó una nueva fuente de empleo, de mayor produc­
tividad que el agrícola. Como era de esperar, las iniciativas de inver­
sión se canalizaron sobre todo hacia las llamadas « industrias tradicio­
nales» en las cuales había oportunidades de producción más accesibles
en términos de capital y tecnología. Además, la tarifa arancelaria fa­
voreció principalmente a estas industrias, lo que por algún tiempo fue
comprensible por las razones que se acaban de indicar.
La extensión de la protección más allá de cierto tiempo dio lugar a
ineficiencias y desestimuló las inversiones en industrias intermedias.
Ello no obstante, la industria centroamericana de bienes intermedios
prácticamente se estableció en los años sesenta, con muy diversos gra­
dos de integración. Por lo general, su dependencia de insumos impor­
tados es alta. En cifras redondas las importaciones extrarregionales de
bienes intermedios representaba el 56% del total en 1960 y el 53% diez
años después 43.
El establecimiento del Mercado Común Centroamericano imprimió
un fuerte impulso a la industrialización. El Banco Mundial estimó que
un poco más del 20% del incremento de la producción industrial en
1962-65 era imputable al crecimiento de las exportaciones de produc­
tos manufactureros al mercado centroamericano 44. « ...en El Salvador
y Costa Rica el incremento de las exportaciones regionales de produc­
tos manufacturados aportó una contribución considerable a la produc­
ción industrial, 30% en el caso del primero y 35% en el del segundo» 45.
Un segundo factor de la industrialización fue la protección arance­
laria de que gozó, la cual no llegó en ningún momento a ser tan alta
como lo fue en países suramericanos, ni tampoco como lo fue durante
largo tiempo en Estados Unidos. Hasta fines de los cincuenta los países
centroamericanos tuvieron sendos aranceles nacionales, los cuales fue­
ron sustituidos por un arancel regional en virtud del acuerdo a que se
llegó en 1959.
Los aranceles nacionales y el centroamericano no se diferenciaron
gran cosa por su perfil de protección, lo que se explica por la similitud
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 39

que en general tenían las estructuras productivas de los distintos paí­


ses. En consecuencia, la mayor protección se concedió a las industrias
de bienes de consumo no duradero (alimentos, bebidas, calzado, pren­
das de vestir, etc.); una protección bastante moderada correspondió a
las materias primas, a menos que hubiera producción centroamerica­
na, y una muy baja para la maquinaria y equipo, a fin de facilitar su
importación.
«Los requerimientos de capital de largo plazo para la expansión de
la industria entre 1962 y 1965 fueron moderados en relación con el
crecimiento del producto. Al principio del período había una conside­
rable capacidad subutilizada, que se estimó entre una tercera y una
quinta parte de la capacidad instalada. Por tanto, los incrementos en
producción eran posibles con un mínimo de nuevas inversiones... » 46.
Después del período inicial, la inversión en activos fijos aumentó con
mayor celeridad, habiendo alcanzado un total de 910.000.000 de dóla­
res 47.
La tercera palanca del desarrollo industrial fueron los incentivos
fiscales, consistentes en la exoneración de derechos de importación de
bienes de capital y materias primas, lo mismo que del impuesto sobre
la renta. El objetivo de los incentivos fue, por una parte, reducir los
costos de adquisición de la maquinaria y equipo, así como los costos
de producción, y por la otra facilitar a las empresas la recuperación de
sus inversiones.
A finales de los cincuenta todos los países centroamericanos con­
taban ya con leyes para promover la industrialización. En 1962 se
suscribió el Convenio Centroamericano de Incentivos Fiscales al De­
sarrollo Industrial, pero no entró en vigor hasta 1969 debido a que
entretanto los países quisieron adelantarse unos a otros atrayendo más
inversiones a su territorio, particularmente capitales extranjeros.
Durante cierto tiempo, cuando todo estaba por hacer, los incentivos
fiscales favorecieron la creación de empresas. Sin embargo, en razón
del tamaño del mercado, muy pronto se evidenció un proceso de oli­
gopolización, frente a lo cual los incentivos fiscales perdían gran parte
de su eficacia.
Si la producción oligopolizada era un bien de consumo probable­
mente la consideración más importante era la tecnología, y si se tra­
taba de iniciar la producción de un bien intermedio entraban en juego
tanto la tecnología como el tamaño del mercado. «Debe tenerse en
cuenta que el efecto de los incentivos fiscales sobre las decisiones de
invertir disminuye proporcionalmente a la magnitud de las inversio­
nes. La decisión de invertir en una industria pequeña, orientada hacia
el mercado local en forma exclusiva, puede estar fuertemente influida
por la expectativa de recibir exoneraciones, sobre todo aquellas que
influyen en los costos. Pero una decisión de invertir en industrias in-
40 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

termedias está condicionada sobre todo por el tamaño del mercado y


la protección arancelaria (pues) en esos proyectos el costo es una fun­
ción de ]as escalas de producción (...). Por consiguiente, el efecto de los
incentivos fiscales resulta ser, en fin de cuentas, bastante marginal... » 48.
El Convenio de Incentivos Fiscales al Desarrollo Industrial consoli­
dó la orientación del arancel externo común de estimular ante todo las
industrias de bienes de consumo no duradero. Lo anterior no se deduce
de las disposiciones del Convenio, pero en la práctica la industria que
resultó más fácil de establecer fue la que podía operar con insumos
importados.
En el breve lapso de diez a quince años la industria de cada país
centroamericano tomó un perfil propio. Así lo ponen en evidencia di­
versos estudios que se han hecho sobre especialización industrial en el
Mercado Común 49. Guatemala asumió una posición dominante en un
número importante de líneas de producción. En 1968, el 70% de las
ventas de este país a Centroamérica procedía de las industrias de pro­
ductos farmacéuticos y medicamentos, llantas, jabones y detergentes,
productos de vidrio, frutas y legumbres en conserva, papel y otros más.
El Salvador le seguía en importancia, manifestando especialización
en abonos, suministros eléctricos, artículos de materiales textiles, cal­
zado de cuero, cajas de cartón y otros. Costa Rica ocupaba por entonces
la tercera posición como exportador a la región, pero en un número
menor de líneas de producción. Nicaragua, por su parte, en 1968 apa­
recía ya como el principal exportador intrarregional de aceites vegeta­
les, sosa cáustica, insecticidas y resinas sintéticas.
Honduras tardó en incorporarse al mercado común debido a que su
clase empresarial se formó más tarde que en los otros países, práctica­
mente en los años cincuenta. Ello fue debido a que en este país «ha
sido comparativamente menor el desarrollo de una economía propia
de exportación (dentro de la pauta tradicional de crecimiento hacia
afuera), con todo lo que ello significa en cuanto a la ejecución de obras
básicas, la formación de grupos empresariales, actividades directamen­
te productivas y de servicio y el desenvolvimiento de las fases iniciales
de la industria1ización» 50.
La inversión extranjera directa tuvo un impacto importante en el
crecimiento industrial, particularmente mediante el establecimiento de
nuevas industrias. Hubo adquisición de empresas ya establecidas pero
no fue la pauta general. Los gobiernos estimularon la inversión extran­
jera y le dieron tratamiento nacional. En muchos casos la inversión
externa aportó nuevas tecnologías; no necesariamente avanzadas pero
cuando menos nuevas en el ambiente centroamericano. En otros casos
se trató de simples mezcladoras con una insignificante transferencia de
tecnología y recursos de inversión. Todo les pareció bienvenido a los
gobiernos.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 41

El desarrollo logrado en los años sesenta abrió la posibilidad de dar


profundidad a la industrialización, iniciando la producción de las ma­
terias primas que demandaba la industria ya establecida. Hacia fines
de los sesenta se habían creado oportunidades interesantes. Para apro­
vecharlas era necesario consolidar el mercado centroamericano, pero
fue precisamente lo que se fracturó en 1969 con la guerra entre El
Salvador y Honduras.

El desarrollo de la intennediación financiera

El período de expansión económica iniciado a mediados del siglo XX


fue también un período de rápida evolución de las estructuras finan­
cieras de Centroamérica. Aún no están bien estudiadas (si algún estudio
hubiera ya) las relaciones existentes entre la economía real y la econo­
mía financiera regionales, pero la simultaneidad de los dos desarrollos
parece revelar una relación de causa y efecto recíprocos entre el desa­
rrollo económico de Centroamérica y el de sus instituciones e instru­
mentos financieros.
Siguiendo a Raymond Goldsmith, podría decirse que «la superes­
tructura financiera de un país, es decir, el volumen de instrumentos
financieros, tenderá a ser mayor en relación con la infraestructura del
producto nacional y la riqueza nacional; cuanto menor sea el volumen
del sector (de subsistencia) no mercantil; (... ) cuanto mayor sea la em­
presa media típica y menor la unidad media familiar; mientras más
pronunciado sea el grado de especialización entre empresas; mientras
mayor sea el volumen total del ahorro y la formación de capital (na­
cional); mientras menor sea el coeficiente de retención de ingreso de
las empresas productivas; mientras más importantes sean las relacio­
nes económicas con el exterior, y mientras mayor sea el tamaño del
sector gubernamental» 51•
En la relación anterior es fácilmente perceptible que varios de los
aspectos indicados se encontraban presentes en Centroamérica, pero no
es éste el lugar para detenerse en ello. Lo que está fuera de duda es
que en los años cincuenta Centroamérica dio pasos de gran trascenden­
cia en la modernización de sus sistemas de intermediación financiera,
y que en los sesenta y la mayor parte de los setenta los mercados fi­
nancieros tuvieron un papel muy importante en el crecimiento económico.
En primer lugar, se diversificaron los sistemas financieros, enten­
diendo por éstos el conjunto de instituciones e instrumentos financieros
que operan en un país en un momento dado. Se establecieron numero­
sas instituciones; se amplió la gama de sus servicios; creció en forma
notable la red de sucursales bancarias. « El crecimiento económico sos­
tenido y la estabilidad cambiaría y de precios dieron lugar a ese pro-
42 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

greso, aunqu e no existiera una preocupación explícita por el desarrollo


financiero» 52•
En efecto, Centroamérica gozó por muchos años (hasta mediados de
Jos setenta) de una gran estabilidad de precios. El índice de precios al
consumidor aumentó anualmente de unos países a otros entre el 0,3%
y el 3,4% en el prolongado lapso de 1950-69. Por tratarse de economías
muy abiertas dicha estabilidad fue determinada ante todo porque en
la economía internacional hubo también precios estables.
Por su parte, la estabilidad cambiaria fue posible gracias a que se
observó la necesaria disciplina fiscal y crediticia para sostener un tipo
de cambio fijo. «Los bancos centrales de la región revelaron preferencia
por la estabilidad monetaria y tuvieron suficiente poder para mante­
nerla. En efecto, durante los años cincuenta y sesenta la tasa de expan­
sión monetaria fue en promedio menor del 10% anual en cada uno de
esos países, a pesar de que los ingresos crecían rápidamente y la de­
manda por dinero crecía a una tasa aún mayor» 53. En los años setenta
la tasa promedio de expansión monetaria fue del 14%, no obstante que
ya para entonces la economía centroamericana sufrió presiones inflacio­
narias.

Los bancos centrales


El primer avance registrado en el desarrollo financiero en los años
1945-1979 fue la reforma monetaria y bancaria de Guatemala en 1946.
Como signo de los nuevos tiempos ya la Junta Revolucionaria de Go­
bierno había emitido una Ley de Bancos en el breve período (cuatro
meses) en que ejerció el poder, pero el hecho perdurable fue la reforma
de 1946. Se creó el Banco de Guatemala como institución estatal, des­
centralizada y autónoma, traspasándole las funciones monetarias que
desde 1926 tenía el antiguo Banco Central, que operó desde aquella
fecha como una entidad mixta estatal y privada. A partir de 1946 el
antiguo Banco Central cambió su nombre por el de Agrícola Mercantil
y pasó a operar como banca comercial.
En 1950 sé ·desvinculó del Banco Nacional de Costa Rica su Depar­
tamento Emisor para convertirse en Banco Central, dictándose tres años
más tarde su ley orgánica. El Banco Nacional siguió operando como
institución comercial, además de tener a su cuidado las operaciones de
las Cajas de Crédito Rural. Un año más tarde, en 1951, se constituyó
el Banco Central de Honduras. Hasta ese momento dos bancos privados
habían tenido a su cargo la emisión monetaria.
En 1960 se promulgó la Ley Constitutiva del Banco Central de Ni­
caragua, quedando el antiguo Banco Nacional como institución comer­
cial de propiedad pública. Finalmente, en 1961 se creó el Banco Central
de Reserva de El Salvador como instituto autónomo de carácter públi-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 43

co, con lo cual se cerró el ciclo de constitución de la nueva banca


central centroamericana.
De conformidad con sus leyes constitutivas su objeto era la creación
y mantenimiento de condiciones monetarias, cambiarias y crediticias
favorables al desarrollo económico. De igual manera, la legislación ban­
caria confió a los bancos centrales las operaciones que les son propias
en el mundo moderno: emisión monetaria; crédito de última instancia;
estabilización monetaria interna y externa; operaciones con valores y,
finalmente, operaciones con el Estado: servirle de consejero, de agente
fiscal y de banquero.
En buena medida como resultado de las condiciones creadas por la
banca central, pero también como consecuencia del desarrollo econó­
mico de Centroamérica a partir de los años cincuenta, el sistema de
intermediación financiera se expandió y se diversificó: aparecieron nue­
vos bancos comerciales, se establecieron los bancos de fomento, se crea­
ron las sociedades financieras, aumentó el número y la importancia de
los almacenes de depósito y de las compañías de seguros y fianzas.
Para el caso Nicaragua puede ser un buen ejemplo de lo dicho. El
Banco Central de Nicaragua indicó en su Infonne Anual de 1965 que
«al comienzo de los años cincuenta el Banco Nacional de Nicaragua,
dos casas comerciales, una sucursal extranjera y la Caja Nacional de
Crédito Popular formaban básicamente el sistema financiero nicara­
güense... »; pero ya en su Infonne Anual de 1970 se informó de la exis­
tencia de siete bancos comerciales, cuatro compañías de inversión, un
Sistema Nacional de Ahorro y Préstamo para la Vivienda, la Caja Na­
cional de Crédito Popular, el Instituto de Fomento Nacional, varios
almacenes generales de depósito y trece compañías nacionales y ex­
tranjeras de seguros.
Los activos de la banca central centroamericana totalizaron la suma
de 339.000.000 de dólares en 1960 y de 636.000.000 diez años más tar­
de 54, lo que implica una tasa anual promedio bastante alta (6,5%).
Por el monto de sus activos el Banco de Guatemala ocupó desde un
principio la posición principal en la región, y la pudo retener no obs­
tante la significativa expansión de los activos de otros bancos centrales.
En particular este crecimiento f e muy acelerado en el caso de Costa
u

Rica durante la década siguiente. En cuanto a la composición de los


activos hubo grandes diferencias de unos países a otros. Los activos
externos ocuparon una posición preeminente en el caso de Guatemala,
mientras en Costa Rica la importancia principal la tuvieron los crédi­
tos a bancos comerciales, lo que parece estar en consonancia con el
papel destacado que ha tenido el crédito en el desarrollo económico de
ese país.
44 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

Los bancos comerciales


Por regla general la banca comercial fue de capital privado. Costa
Rica tuvo banca privada hasta su nacionalización en 1948. En Nicara­
gua la institución financiera más importante del país (el Banco Nacio­
nal) era de propiedad pública.
Los activos de la banca comercial tuvieron un crecimiento acelera­
do. Entre 1950 y 1970 su valor pasó de 169.000.000 de dólares a
1.202.000.000 55, con una tasa acumulativa anual del 10,3%.
La participación del capital extranjero en el sistema bancario centro­
americano no fue importante. Predominó claramente el capital nacio­
nal, excepto en Honduras, donde la participación del capital extranjero
fue muy importante en los dos principales bancos del país: el Atlántida
y el Bank of America.
Aparte de la banca comercial, Centroamérica contó con banca de
fomento o de desarrollo, pero su importancia fue secundaria en rela­
ción con la comercial, particularmente en Guatemala, en consonancia
con la orientación de la política económica y social de sus gobiernos
después de 1954. Con anterioridad a esta fecha, los gobiernos revolu­
cionarios crearon en 1948 el Instituto Nacional de Fomento de la Pro­
ducción, que jugó un papel de primera importancia en el desarrollo del
cultivo de algodón, y en 1953 el Banco Nacional Agrario para apoyar
la economía de los campesinos que recibían tierra conforme a la Ley
de Reforma Agraria.
En contraste con Guatemala, las instituciones financieras de desa­
rrollo de Honduras tuvieron una expansión impresionante, en buena
medida debido al papel destacado del Banco Nacional de Fomento
(BANAFOM), posteriormente rebautizado como Banco Nacional de De­
sarrollo Agrícola.

Otros intermediarios financieros


En primer Jugar hay que mencionar las sociedades financieras, las
cuales se constituyeron en Centroamérica a partir de los años sesenta
como intermediarias especializadas en la inversión (préstamos de largo
plazo, participación en el capital accionario de empresas, etc.). En este
aspecto se diferenciaron de las sociedades financieras de otros países
de América Latina donde surgieron vinculadas a los bancos.
La mayor parte de las financieras centroamericanas se constituye­
ron con capital privado. En Costa Rica todos los bancos estatales fue­
ron autorizados a crear secciones financieras, las cuales compitieron
con las privadas.
A mediados de los setenta en Guatemala se creó como entidad de
propiedad pública la Corporación Financiera Nacional (CORFINA),
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 45

orientada principalmente al financiamiento de la industria. En Hondu­


ras se creó por ese tiempo la Corporación Nacional de Inversiones
(CONADI), también de carácter público.
Un papel muy importante jugaron en algunos países las financieras
especializadas en la adquisición y construcción de viviendas. En 1963
se creó en El Salvador la Financiera Nacional para la Vivienda. De
conformidad con su ley constitutiva, esta Financiera no realizaba ope­
raciones con el público, sino que canalizaba recursos a través del Sis­
tema Nacional de Asociaciones de Ahorro y Préstamo para la Vivienda.
Era este sistema el que propiamente captaba ahorro del público.
Una experiencia similar fue la de Nicaragua, donde se creó en 1966
un Sistema Nacional de Ahorro y Préstamo integrado por el Banco de
la Vivienda (BAVINIC), las instituciones de ahorro y préstamo para la
vivienda y otras más que especifican la ley orgánica correspondiente.
El Banco de la Vivienda fue creado como ente autónomo del dominio
comercial del Estado, y una de sus funciones era dirigir el mencionado
Sistema Nacional, asegurar las hipotecas constituidas en favor de las
Asociaciones, asegurar las cuentas de ahorro de éstas, etc. El BANVINIC
fue sucesor del Instituto Nicaragüense de la Vivienda que había sido
creado en 1959. Según el Infonne Anual del Banco Central de Nicara­
gua, el Sistema Nacional de Ahorro y Préstamo aumentó sus activos
de 12.000.000 de dólares en 1965 a un total de 321.000.000 en 1978.
Costa Rica creó un Sistema de Ahorro y Préstamo en 1969, del cual
formaban parte las llamadas «mutuales» y el Departamento Central de
Ahorro y Préstamo del Banco de Crédito Agrícola de Cartago. Los ac­
tivos del Departamento Central ascendían en 1979 a 652.000.000 de
dólares, correspondiendo a valores mobiliarios un total de 627.000.000,
lo que da una idea del volumen de sus operaciones a esa fecha.
En Honduras se crearon la Financiera Nacional de la Vivienda y las
Asociaciones de Ahorro y Préstamo. A diferencia de lo que ocurrió en
los otros países, los activos de las instituciones mencionadas evolucio­
naron pausadamente (de 24.000.000 de dólares en 1970 hasta 37.000.000
en 1978).
Guatemala no contó con sistemas parecidos a los anteriormente des­
critos. El financiamiento de la construcción de viviendas estuvo a cargo
del Instituto Nacional para la Vivienda, sustituido por el Banco Nacio­
nal de la Vivienda en 1973.
Un instrumento financiero que tuvo un impacto importante en la
construcción de viviendas fue el Fomento de Hipotecas Aseguradas.
Según lo definía la Ley orgánica del BAVINIC, el FHA tenía por objeto
«garantizar al titular o al legítimo tenedor de un crédito, préstamo,
cédula o cédulas hipotecarias, mediante el pago puntual de la prima
pactada, la recuperación del principal pendiente, inten�ses devengados
y no cobrados y demás obligaciones de los préstamos en la cuantía y
46 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

el plazo que se hubiera consignado en el documento o título que am­


pare las obligaciones hipotecarias aseguradas». Una institución de la
misma naturaleza operó en Guatemala con gran éxito. La notable ex­
pansión de la construcción de viviendas a partir de los años sesenta
está estrechamente vinculada a la operación del FHA.
Entre las instituciones auxiliares de crédito que cobraron alguna
importancia en Centroamérica, sobre todo en los años setenta, se cuen­
tan los almacenes generales de depósito, algunos de los cuales (muy
pocos) se crearon en los años treinta. La primera de estas instituciones
que operó en Centroamérica fue Almacenes de Depósito del Crédito
Hipotecario Nacional, creada en 1934. La capacidad para conceder cré­
ditos variaba de unos países a otros: en El Salvador y Honduras no
podían extenderlos, en Guatemala tenían capacidad por montos limi­
tados, y en Nicaragua y Costa Rica podían extender créditos mediante
el descuento de los Bonos de Prenda, que es uno de los dos títulos-va­
lores que emiten los almacenes generales (el otro es el certificado de
depósito que acredita la propiedad de las mercancías).
Finalmente cabe mencionar las compañías de seguros y las afian­
zadoras, cuyos activos fueron en aumento, particularmente sus inver­
siones en préstamos y títulos-valores. La captación de ahorro por parte
de estas instituciones fue cada vez más importante.

El crédito bancario
Tradicionalmente el destino del crédito bancario fue la agricultura
y en segundo lugar el comercio, pero esta situación comenzó a cambiar
en los cincuenta, si bien fue sobre todo a partir de los sesenta que la
industria pasó a ser uno de los principales usuarios del crédito comer­
cial. Además, la demanda del sector manufacturero provocó la creación
de instituciones especializadas como el Instituto Salvadoreño de Fo­
mento Industrial en El Salvador; el Instituto de Fomento Nacional en
Nicaragua, que concedió atención preferente al sector manufacturero;
o el Banco Industrial en Guatemala, constituido en virtud de una ley
que dispuso qúe un porcentaje de los derechos de importación exone­
rados debía destinarse a la capitalización del banco, como en efecto se
hizo.
No obstante los cambios ocurridos en la estructura del crédito ban­
cario por su destino, la agricultura siguió siendo un importante usua­
rio, en razón de su importancia en la economía. De un país a otro hubo
algunas diferencias que conviene destacar. La razón crédito/producto
agrícola en Costa Rica era, y ha sido en todo tiempo, superior a la de
los restantes países centroamericanos, en particular con relación a Gua­
temala y El Salvador, cuya razón crédito/producto agrícola estaba muy
por debajo de Costa Rica.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 47

Otro indicador muy importante del grado de difusión de los prés­


tamos bancarios es el crédito per cápita. Aquí de nuevo se puede apre­
ciar la gran distancia que separa a Costa Rica de los demás países. En
1950, por ejemplo, el crédito per cápita en Costa Rica era cinco veces
mayor que en Guatemala (51 y 10 dólares per cápita, respectivamente).
En 1970 el indicador correspondiente a Costa Rica era ya de 625 dó­
lares frente a un promedio de 177 dólares en Guatemala y El Salvador;
200 dólares en Honduras y 366 dólares en Nicaragua 56.
La importancia del crédito bancario en Costa Rica parecería reflejar
la orientación de sus políticas de desarrollo, cuyo contenido social ha
sido mayor que en los otros países. Dos instrumentos importantes de
esas políticas fueron, sin duda, la banca nacionalizada y las Juntas
Rurales de Crédito. Estas últimas comenzaron a operar en 1914 y cons­
tituyen un vínculo entre las instituciones de crédito y las comunidades
rurales, a las cuales se involucra directamente en la toma de decisiones
para el otorgamiento de los préstamos. Según el Banco Mundial 57, a
fines de los sesenta el crédito institucional llegaba a un 46% de los
agricultores de Costa Rica, mientras en Guatemala la proporción era
del 2%.

El Mercado Común Centroamericano

Un acontecimiento destacado del período bajo examen fue el inicio


y consolidación del proceso de integración económica centroamerica­
na, cuya influencia fue muy importante, cuando no determinante, de
los procesos de cambio en diversos sectores de la economía regional.
La integración económica centroamericana constituye la primera
experiencia de América Latina en este aspecto. Su acta de nacimiento
fue la Resolución n.º 9 (IV) del Cuarto Período de Sesiones de la Comi­
sión Económica para América Latina (CEPAL), de fecha 16 de junio de
1951. Con el fin de llevar a la práctica dicha resolución se creó en 1952
el Comité de Cooperación Económica del istmo Centroamericano (CCE),
integrado por los ministros de Economía de la región, teniendo como
Secretaría la Comisión Económica para América Latina. El Comité rea­
lizó muy diversas labores preparatorias y entre éstas llevó a cabo una
intensa labor de exploración de posibilidades de relacionamiento eco­
nómico, la cual en cierto sentido significó un autodescubrimiento de
Centroamérica.
En tanto se alcanzaba la integración multilateral se fue tejiendo
una red de convenios bilaterales cuya cabal significación y trascenden­
cia se subestima en la bibliografía disponible, al punto de haber caído
prácticamente en el olvido. El Salvador fue el iniciador de este proceso
de acercamiento al suscribir en 1951 sendos tratados comerciales con
48 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

Guatemala y Nicaragua; dos años después firmó otro similar con Costa
Rica, y en 1957 renegoció con Honduras el convenio de libre comercio
que estaba vigente desde 1918. Por su parte, Guatemala suscribió en
1955 dos protocolos al tratado bilateral con El Salvador; el mismo año
concluyó un convenio comercial con Costa Rica y un año después otro
similar con Honduras.
Todos estos instrumentos, excepto el de El Salvador-Nicaragua, se
denominaron tratados de libre comercio e integración económica, « lo
cual pone de manifiesto que la intención iba más allá de establecer
puras relaciones de comercio. Sin embargo, el mencionado tratado en­
tre El Salvador y Nicaragua fue en realidad el que sirvió de modelo
para negociar los convenios que posteriormente se suscribieron» 58•
Mediante los tratados bilaterales los países se otorgaron libre co­
mercio para un número limitado de productos originarios, incluidos en
una lista especial, y se estableció el compromiso de lograr la equipa­
ración de los respectivos aranceles, así como de incorporar sucesiva­
mente nuevos productos a las listas.
Los tratados contenían además disposiciones sobre trato no discri­
minatorio en materia tributaria y coordinación de las políticas comer­
ciales con terceros países. Se disponía, asimismo, la mutua concesión
del tratamiento de nación más favorecida y se establecía la Cláusula
Centroamericana de Excepción, en virtud de la cual las partes contra­
tantes se comprometían a no hacer extensivas a terceros las concesio­
nes que se hicieran entre sí.
Un aspecto notable de los tratados bilaterales fueron las normas
para garantizar la libre convertibilidad de las monedas centroamerica­
nas. Se prohibía además el establecimiento de restricciones cambiarias
o el tratamiento discriminatorio en las transferencias de fondos entre
los países signatarios. Estas disposiciones fueron recogidas más tarde,
sin mayor desarrollo, en los instrumentos básicos de la integración
regional.
Dos aspectos de los tratados bilaterales resta por señalar: su corta
duración (entre uno y cuatro años) y la facultad que se reservaban las
partes contraiántes de retirar artículos de las listas de libre comercio
en caso de que lo consideraran conveniente a sus intereses. A primera
vista estas disposiciones constituían dos puntos débiles de los conve­
nios bilaterales, pues cuando no se tiene certidumbre sobre la estabi­
lidad del libre comercio la inversión se retrae. Esto es así en teoría,
pero situándose en la época ambas disposiciones parecen lógicas. Ante
todo había que crear un clima de confianza, un conocimiento recípro­
co. La economía giraba en torno a un solo producto de exportación
cuyo mercado no era Centroamérica. Por consiguiente, el mensaje de
los convenios de libre comercio iba dirigido a nuevos sectores, cuya
experiencia se cifraba en el mercado interno, de por sí muy frágil.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 49

A la luz de lo que ocurrió después hay que revalorizar el significado


histórico de los tratados bilaterales. Prácticamente todos los elementos
del proceso de integración posterior ya se encontraban presentes en
dichos tratados. La labor del Comité de Cooperación dio coherencia y
proyección al impulso inicial.
Los trabajos preparatorios del CCE culminaron en su Quinta Reu­
nión realizada en Tegucigalpa, en el edificio del Country Club, del 3 al
1 O de junio de 1958, ocasión en que se suscribió el Tratado Multilateral
de Libre Comercio e Integración Económica. El Tratado entró en vigor
el 2 de junio del año siguiente.
Mediante este instrumento internacional se estableció el libre co­
mercio por el mismo procedimiento de los convenios bilaterales, o sea,
para aquellos productos que fueran incluidos sucesivamente en las lis­
tas anexas al instrumento (Anexo A), quedando convenido que la zona
de libre comercio quedaría perfeccionada en el término de diez años.
Se fijaron normas sobre la declaración de origen de las mercancías; el
no otorgamiento de franquicias a la importación de productos que se
fabricaran en la región o que estuvieran incluidos en el Anexo A; la
equiparación de incentivos fiscales al desarrollo industrial y otras dis­
posiciones relativas al libre comercio. El Tratado Multilateral dispuso
la concesión de tratamiento nacional a las mercancías incluidas en el
anexo antes mencionado, así como a las inversiones centroamericanas
en los distintos países de la región.
En la misma fecha en que se suscribió el Tratado Multilateral se
firmó el Convenio sobre el Régimen de Industrias Centroamericanas de
Integración, el cual, de conformidad con lo dispuesto en el Capítulo VII
del Tratado Multilateral, tenía por objeto que las partes contratantes
adoptaran « medidas para estimular el establecimiento o ampliación de
industrias regionales, con vistas al mercado centroamericano de con­
junto y que sean de particular interés para la integración económica
centroamericana».
El Convenio sobre el Régimen de Industrias de Integración se ori­
ginó en la Resolución n.º 26 de la Tercera Reunión del CCE, aprobada
el 27 de enero de 1956, por la cual se encargó a la Secretaría del Comité
«la preparación de un anteproyecto de ley uniforme que establezca lo
que debe entenderse por industria regional de integración, los privile­
gios de índole fiscal que esta industria debe de gozar y cualquier otro
aliciente que contribuya a garantizar su éxito y desarrollo ... ».
El anteproyecto fue presentado a una reunión de expertos que tuvo
lugar en Managua en junio de 1956, habiéndose diferenciado claramen­
te desde un principio dos posiciones: la de Nicaragua y Costa Rica
según la cual los artículos producidos por las industrias de integración
debían gozar de libre comercio, no así los productos similares de indus­
trias que no se acogieran al Régimen, y la de Guatemala y El Salvador
so HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

que se oponían a la concesión exclusiva del libre comercio a las indus­


trias de integración, so pretexto de evitar la formación de monopolios.
La primera posición fue defendida con mucha firmeza por Nicaragua,
que percibía claramente que el privilegio que se demandaba para las
industrias de integración hubiera sido el principal estímulo para estable­
cerlas. El argumento antimonopolista tenía una validez relativa, pues
las industrias de integración hubieran sido poco numerosas, propia­
mente una excepción, toda vez que su inclusión en el Régimen era
selectivo y requería el acuerdo de todos los países, a fin de que se
beneficiara la región en su conjunto. Honduras hubiera sido uno de los
principales beneficiarios del Régimen pero su participación en el de­
bate fue imprecisa.
Finalmente, cuando el proyecto se conoció en la Quinta Reunión del
CCE las discrepancias se resolvieron en forma transaccional, el texto
del convenio se redujo de cuarenta hasta trece artículos que no eran,
precisamente, los que mejor reflejaban el propósito inicial. La transac­
ción hizo posible que el convenio se suscribiera a la par del Tratado
Multilateral, pero el conflicto de intereses subsistió en la práctica y el
Convenio tuvo muy poca relevancia en el proceso de integración.
A fin de crear la infraestructura legal de una unión aduanera cen­
troamericana el Comité de Cooperación Económica adoptó en 1952 la
Resolución n.º 9 (AC.17) por la cual se creó «un Subcomité encargado
de preparar un proyecto de nomenclatura arancelaria uniforme», la
cual fue aprobada mediante la Resolución n.º 18 (AC.17) en 1953. La
adopción por los países de la Nomenclatura Arancelaria Unificada Cen­
troamericana (NAUCA) tuvo lugar entre octubre de 1954 en que la adop­
tó Costa Rica y enero de 1959 en que la puso en práctica El Salvador.
Contándose ya con la NAUCA se procedió a la equiparación de los
derechos arancelarios. El 1 de septiembre de 1959 se firmó el Convenio
Centroamericano sobre Equiparación de Gravámenes a la Importación,
una vez el proyecto del mismo fue conocido en la Sexta Reunión del
CCE que tuvo lugar a fines de agosto del año indicado. En el marco
del Convenio la uniformidad de los aranceles se alcanzó mediante la
suscripción efe" sucesivos protocolos, el último de los cuales entró en
vigor en 1969. Para entonces quedó equiparado el 98% de los derechos
aduaneros en todos los países, con excepción de Honduras que no sus­
cribió varios protocolos.
En 1960 el proceso de integración dio un giro violento hacia su
aceleración. Un año antes, bajo los auspicios del gobierno norteameri­
cano, El Salvador y Honduras se dispusieron a negociar un tratado
bilateral de unión económica, que al ser del conocimiento de Guate­
mala se tradujo en el compromiso de suscribir un convenio tripartito
a fin de evitar una confrontación con este país. El 9 de enero de 1960
el presidente Lemus de El Salvador, Ydígoras Fuentes de Guatemala y
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 51

Villeda Morales de Honduras se reunieron en El Poy, situado en la


frontera de El Salvador y Honduras, y firmaron la Declaración de El
Poy, la cual dio lugar a que el 6 de febrero siguiente se suscribiera en
el Palacio Nacional de Guatemala el Tratado de Asociación Económica.
El «Tratado Tripartito», como usualmente se conoce al de Asocia­
ción Económica, fue más lejos que ningún otro instrumento de integra­
ción, anterior o posterior a éste, al establecer la libre movilidad no sólo
de mercancías sino también de personas y de capitales. En relación con
la unión aduanera el tratado disponía el establecimiento «de una ad­
ministración aduanera común, cuyas recaudaciones serán equitativa­
mente distribuidas entre los Estados signatarios». Adicionalmente, el
artículo III del Capítulo 1, Normas Fundamentales, disponía que «al
constituirse la unión aduanera a que se refiere el Capítulo III, habrá
libre circulación de mercancías entre los territorios de las Partes Con­
tratantes sin distinción de origen, proveniencia o destino», es decir, sin
importar que las· mercancías fueran producidas en Centroamérica o en
el resto del mundo.
El Tratado de Asociación Económica disponía también que cada
uno de los Estados contratantes extendiera tratamiento nacional a las
mercancías, las personas y los capitales procedentes de los demás. So­
bre este particular ya el Tratado Multilateral había dispuesto el otor­
gamiento de este trato a las mercancías originarias del territorio de los
Estados Contratantes y a las inversiones de capital de los nacionales
de los otros Estados, así como a su derecho de organizar y administrar
empresas productivas, mercantiles o financieras y a participar en ellas.
En la práctica los países estuvieron muy lejos de cumplir estas dispo­
siciones, particularmente las referentes a los capitales y las personas.
El «Tripartito» causó profundo desagrado tanto en Nicaragua como
en Costa Rica, y así lo hizo patente ante los gobiernos correspondientes
el ministro nicaragüense de Economía, Juan José Lugo Marenco. La
reacción de Costa Rica fue menos enérgica, pues como su gobierno no
tenía interés en la integración el giro que habían tomado los aconteci­
mientos podía servirle para disimular su distanciamiento con declara­
ciones de unidad.
Ante el desafío planteado por el Tripartito se convocó la Segunda
Reunión Extraordinaria del CCE, la cual tuvo lugar en Costa Rica del
26 al 29 de abril de 1960. La posición de El Salvador, promotor inicial
del convenio controvertido, fue conciliatoria; abundó en razones para
justificar una aceleración del proceso de integración de las tres econo­
mías de la sección norte de Centroamérica, agregando que no se aten­
taba contra los dos países restantes pues para éstos estaba abierto el
Tratado de Asociación Económica.
Costa Rica asumió una posición evasiva, como era de esperar, en
tanto que Nicaragua pasó al contraataque, denunció el Tratado de Aso-
52 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

ciación como una agresión económica a Nicaragua y propuso la dero­


gatoria del Tratado y en su lugar aprobar un nuevo convenio mediante
el cual se estableciera de inmediato y sin reservas una zona de libre
comercio. Firme en su posición de que los productos de las industrias
de integración debían gozar del libre comercio con exclusividad, Nica­
ragua propuso que se elaborara una lista de los productos que podrían
incorporarse al Régimen de Industrias, la cual se anexaría al convenio
que proponía. Nicaragua fue más lejos e hizo otras propuestas, una de
las cuales fue la creación de una institución centroamericana de finan­
ciamiento del desarrollo, cuyo capital sería aportado por los cinco países.
El resultado final de aquella confrontación fue la Resolución n.º 101
del CCE, aprobada el 28 de abril de 1960, por medio de la cual se
solicitó a la Secretaría del Comité que elaborara un convenio de inte­
gración regional acelerada. Costa Rica, que durante el debate se había
mantenido al margen, no suscribió la resolución, pero solicitó que al
contarse con el nuevo convenio se dejara abierta la posibilidad de la
adhesión de los países que no la suscribieran en un principio. Hondu­
ras, por su parte, dejó a salvo que los lineamientos de la Resolución
n.º 101 para la elaboración del nuevo convenio no comprometían a su
país a aceptarla en forma definitiva. Tal posición podría explicarse
porque por entonces estaba pendiente de solución el litigio sobre fron­
teras con Nicaragua, y en tanto no hubiera un fallo definitivo sobre el
asunto cabía la posibilidad de que Honduras se reservara la participa­
ción en el proyecto que se gestaba.
Finalmente, el 13 de diciembre de 1960 Guatemala, El Salvador,
Honduras y Nicaragua firmaron el Tratado General de Integración Eco­
nómica Centroamericana, el cual, según su artículo XXXIII, quedó
«abierto a la adhesión de cualquier Estado centroamericano que no lo
hubiere suscrito originalmente». La adhesión de Costa Rica tuvo lugar
el 23 de julio de 1962. En cuanto a Honduras su firma puede explicarse
porque con anterioridad (el 18 de noviembre de 1960) la Corte Inter­
nacional de La Haya había emitido un fallo según el cual la frontera
entre Honduras y Nicaragua era la fijada por el laudo del rey Alfon­
so XIII de España, justamente la tesis defendida por el Estado hon­
dureño.
El Tratado General no afectó a la vigencia del Multilateral ni la del
Tripartito. De conformidad con su artículo XXVII, el Tratado General
prevalece sobre ambos instrumentos, pero las disposiciones de éstos se
aplicarán en todo aquello que no esté considerado en el Tratado Gene­
ral. De igual manera, las disposiciones del Multilateral y del Tripartito
se aplicarán cuando un Estado haya hecho formal denuncia del Trata­
do General.
Con la firma del Tratado General se abrió una tercera etapa del
proceso de integración. A juicio de Gautama Fonseca, varios fueron los
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 53

factores que contribuyeron a dar cima al proceso anteriormente des­


crito, entre los cuales destaca los siguientes: el deterioro del comercio
exterior de Centroamérica subrayó la necesidad de sentar nuevas bases
para el desarrollo económico; la experiencia de los tratados bilaterales
había disipado los temores iniciales; las negociaciones sobre uniforma­
ción de los aranceles confirmó la necesidad de apresurar el paso; y,
finalmente, el gobierno de Estados Unidos cambió su original actitud
de indiferencia y desconfianza por una de apoyo explícito a la integra­
ción centroamericana 59•
No obstante que la nueva posición estadounidense tuvo una fuerte
influencia en el desarrollo de los acontecimientos, es inexacto concluir
que la integración centroamericana se concretó por decisión de Estados
Unidos. El proceso se había iniciado con anterioridad, y aun sin un
cambio de actitud norteamericana de una u otra manera se hubiera
llevado adelante.
La forma final que tomaron los acuerdos de integración fue resul­
tado de la coincidencia de las posiciones de Estados Unidos y los em­
presarios locales sobre la manera de crear la zona de libre comercio.
En tanto que las propuestas de la Secretaría del Comité de Cooperación
Económica implicaban un grado considerable de intervención estatal,
los empresarios centroamericanos coincidieron con Estados Unidos en
optar por la desgravación automática y la reducción del Estado al pa­
pel de administrador del libre comercio 60.
Conforme el Tratado General, los Estados signatarios se comprome­
tieron a crear una zona de libre comercio en el curso de cinco años y
a contar con un arancel externo común. Ambos objetivos fueron alcan­
zados casi en su totalidad, lo que constituyó un logro que no tiene
equivalente en los otros esquemas de integración de América Latina y
el Caribe.
La dirección y ejecución del programa de integración quedó a cargo
del Consejo Económico Centroamericano, integrado por los ministros
de Economía, y el Consejo Ejecutivo integrado por los viceministros
del ramo en virtud de una recomendación de la Novena Reunión del
Consejo Económico. Además se creó la Secretaría Permanente del Tra­
tado, que en la práctica «no es sólo el órgano que presta los servicios
técnicos y administrativos típicos de una secretaría de los dos órganos
gubernamentales, sino que es y ha fungido como una especie de "órga­
no central y permanente" dentro de la totalidad del sistema institucio­
nal iniciado por el Tratado» 61•
Junto a lo anterior la integración dio origen a un sistema institu­
cional centroamericano del que forman parte los organismos regionales
especializados, así como numerosas comisiones y comités de compe­
tencia sectorial. Algunos de estos organismos fueron creados en el
proceso mismo de la integración y otros surgieron al margen de los
54 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

convenios básicos del proceso. En el primer grupo se encuentran el


Instituto Centroamericano de Investigación y Tecnología Industrial,
el Instituto Centroamericano de Administración Pública, el Banco Cen­
troamericano de Integración Económica y el Consejo Monetario Centro­
americano. En el segundo están el Instituto de Nutrición de Centroamé­
rica y Panamá, el Consejo Superior Universitario Centroamericano, la
Corporación Centroamericana de Servicios de Navegación Aérea, la Co­
misión de Telecomunicaciones Centroamericanas, etcétera. Todos ellos,
cualquiera que sea su origen, dieron por resultado una vinculación has­
ta entonces desconocida de los países centroamericanos.
A medida que la integración avanzaba las funciones de las institu­
ciones fueron en aumento, lo que demandó a los gobiernos una crecien­
te asignación de recursos financieros. Lamentablemente esas asignacio­
nes han sido por demás precarias, debido a lo cual los organismos
regionales han tenido serios problemas para cumplir sus funciones.
Otro problema que se presentó a medida que la integración incor­
poró nuevos sectores de actividad fue la «creciente dificultad de los
órganos del Tratado General para dirigir la integración de las econo­
mías centroamericanas. La extensión del espacio de integración tuvo
como consecuencia que se tomaran decisiones en materias que son de
la competencia de diversos ministerios de Estado, en tanto que los
órganos del Tratado General están integrados exclusivamente por las
autoridades superiores del ramo de economía» 62.
Después de la firma del Tratado General el período de más rápido
crecimiento del comercio intrarregional fue 1960-68. El valor del inter­
cambio creció de unos 33.000.000 de dólares hasta un total de
258.000.000, aproximadamente, lo que arroja una tasa anual de expan­
sión del 29%. Gracias a este acelerado crecimiento, en 1968 el comercio
intrarregional constituía un 24% del comercio exterior total de la re­
gión. En el caso de Guatemala las exportaciones al Mercado Común
llegaron a representar el 35% de su exportación total en 1970. En El
Salvador esa proporción alcanzó el 40% en 1968 63•
El incremento del comercio entre los países centroamericanos plan­
teó la necesida·d de una eficiente cooperación de los bancos centrales.
En este aspecto crucial el Tratado General dejó bastante que desear,
no fue mucho más allá de los lineamientos generales que ya se encon­
traban en los tratados bilaterales, por lo cual su artículo X se limitó a
demandar la cooperación de los bancos centrales en situaciones de per­
turbación de la convertibilidad de las monedas centroamericanas y de
especulaciones monetarias que pudieran afectar los tipos de cambio.
Pese a ello la integración centroamericana hizo bastante más de lo que
se le pedía. Entre 1952 y 1960 los bancos centrales llevaron a cabo
cinco reuniones para explorar las posibilidades y formas que podría
tomar la cooperación monetaria. Entre las ideas que se consideraron
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 55

estaba la compensación multilateral de pagos que el 28 de julio de 1961


forma en el Acuerdo de la Cámara de Compensación Centroamericana.
La Cámara fue uno de los instrumentos más eficaces del Mercado
Común: facilitó el pago de los saldos comerciales intrarregionales me­
diante el uso de monedas centroamericanas, hecho de la mayor impor­
tancia en una región cuya balanza de pagos ha sido tradicionalmente
muy vulnerable. La operación eficiente de la Cámara fue posible gra­
cias a que la disponibilidad de reservas internacionales permitió un
alto grado de estabilidad cambiaria. En otras palabras, la prolongada
libre convertibilidad de las monedas, y la estabilidad de los tipos de
cambio, no fue el producto de políticas monetarias regionalmente coor­
dinadas, sino el resultado pasivo del dinamismo que tuvieron por mu­
chos al".tos las exportaciones al mercado mundial.
El 25 de febrero de 1964 los bancos centrales suscribieron un ins­
trumento muy importante: el «Acuerdo para el establecimiento de la
unión monetaria centroamericana», cuyo enunciado resultó en defini­
tiva muy ambicioso. No obstante, el acuerdo amplió las posibilidades
de cooperación regional con el objeto de « promover la coordinación y
armonización de las políticas monetarias, cambiarias y crediticias de
los países centroamericanos, y crear progresivamente las bases de la
Unión Monetaria Centroamericana», según reza el artículo I del instru­
mento mencionado. La ejecución del acuerdo se confió a un Sistema
de Bancos Centrales Centroamericanos, cuyos órganos más importan­
tes son el Consejo Monetario Centroamericano y su Secretaría Ejecutiva.
Un paso más de la mayor importancia fue el «Acuerdo del Fondo
Centroamericano de Estabilización Monetaria», suscrito el 1 de octubre
de 1969, que tenía por objeto «proporcionar asistencia financiera a sus
respectivos países para corregir desajustes temporales en su balanza
de pagos y prevenir tendencias adversas en sus regímenes cambiarios».
La contribución del Fondo fue muy importante cuando comenzaron a
producirse desajustes de los balances de pagos en la década de los
setenta, pues aportó recursos para financiar a corto plazo la pérdida
de reservas internacionales. El financiamiento concedido bajo esos tér­
minos constituía un «crédito de estabilización», y como corto plazo se
consideraba un período no mayor de cinco años.
Otra de las áreas que abordó la integración fue el financiamiento
del desarrollo y de la integración misma. El asunto fue considerado en
el seno del Comité de Cooperación Económica desde sus primeras se­
siones, pero fue en septiembre de 1959, durante su Sexta Reunión, que
se decidió crear una institución regional de financiamiento, y a tal
efecto se aprobó la Resolución n.º 84 por la cual se encomendó a la
Secretaría del CCE la elaboración del proyecto correspondiente. La Re­
solución n.º 101, ya mencionada con anterioridad al tratar el origen del
Tratado General, retomó el asunto como parte de las orientaciones para
56 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

preparar dicho tratado. El proyecto elaborado por un grupo de minis­


tros fue conocido por el CCE y suscrito por Guatemala, El Salvador,
Honduras y Nicaragua en la misma fecha que se suscribió el Tratado
General (13 de diciembre de 1960). El Convenio Constitutivo del Banco
Centroamericano de Integración Económica entró en vigor el 8 de mayo
de 1961 y el 1 de septiembre del mismo año abrió sus oficinas en la
ciudad de Tegucigalpa.
De acuerdo con su convenio constitutivo el Banco se creó para fi­
nanciar proyectos de infraestructura, industrias de interés para el Mer­
cado Común, proyectos de especialización agropecuaria, de servicios
que sean indispensables para el funcionamiento del Mercomún, etc. La
vivienda de interés social y el turismo han recibido apoyo financiero
del Banco, Jo mismo que proyectos de salud y de educación y forma­
ción profesional. Aun cuando el convenio constitutivo dispuso expresa­
mente que el Banco no financiaría proyectos de infraestructura de in­
terés puramente local o nacional, en la práctica una buena parte del
financiamiento se ha canalizado hacia proyectos de esta naturaleza, no
por negligencia del Banco sino porque los gobiernos han sido incapaces
o negligentes para presentar proyectos de interés regional.
En el período bajo examen hubo también realizaciones muy desta­
cadas en el campo de la infraestructura y de las comunicaciones. La
Primera Reunión Conjunta de ministros de Economía y de Obras Pú­
blicas aprobó en 1963 un programa regional de carreteras, gracias al
cual quedaron comunicados los principales centros de producción y de
consumo. Por otra parte, el 26 de abril de 1966 se suscribió un tratado
de telecomunicaciones entre Guatemala, El Salvador, Honduras y Ni­
caragua, al cual se adhirió Costa Rica en 1967. Para facilitar la ejecu­
ción y administración del tratado se creó la Comisión Técnica Regional
de Telecomunicaciones (COMTELCA) como persona jurídica de Dere­
cho Internacional, a cuyo cuidado quedó la construcción de la Arteria
Centroamericana de Telecomunicaciones. La Arteria comenzó a operar
el 1 de noviembre de 1971.
Con el conflicto armado entre El Salvador y Honduras en junio­
julio de 1969 se clausuró la etapa de normalidad del funcionamiento
r

del Mercado Común. Para la integración económica regional la prin­


cipal consecuencia del conflicto fue que al romperse las relaciones
entre ambos países se fracturó el Mercado Común: Guatemala, Nica­
ragua y Costa Rica conservaron abierto su acceso al espacio comer­
cial de toda la región, no así El Salvador y Honduras. Tal situación
originaría en la década siguiente nuevas dificultades, como se verá
oportunamente.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 57

Los PROBLEMAS AGRARIOS

No obstante el cambio operado en las economías centroamericanas,


sobre todo a consecuencia de su industrialización, la agricultura con­
servó su sitial de honor, y con ello, entre todos los recursos, la tierra.
La agricultura misma sufrió cambios importantes; dejó de ser como
antes (tan atrasada como antes), pero conservó su base tradicional de
sustentación: la disponibilidad de una mano de obra situada en el lí­
mite de la subsistencia (unos por tener muy poca tierra y otros por
carecer en absoluto de ésta).
En torno al problema de la tierra tuvieron lugar dos procesos de
reforma agraria en el período bajo examen: uno en Honduras, otro en
Guatemala. Los escenarios económicos y sociales fueron diferentes, su
historia lo era también, y en razón de ello fueron distintas las solucio­
nes y el conflicto. En Honduras, sin desafíos revolucionarios a las
estructuras de poder. En Guatemala, como expresión cimera de una
revolución. Hubo también, desde que la Alianza para el Progreso acon­
sejó cambiar el discurso político, algunos proyectos de colonización,
todos ellos llevados a cabo con desgana y a medias, pero no se dispone
de espacio para ocuparnos de ellos.

La refomrn agraria en Honduras

La estructura agraria de Honduras comparte con los demás países


el rasgo común de la concentración de la tierra. Según el censo agro­
pecuario de 1974, un 64% de las fincas, con el 8% de la tierra, se en­
contraba por debajo del nivel que se consideraba mínimo para la sub­
sistencia de una familia (5 ha). En el otro extremo, las fincas mayores
de 500 hectáreas constituían dos décimos del lo/o y poseían el 22% de
las tierras 64.
Sin embargo, Honduras presentaba algunos rasgos originales. Uno
de ellos era el precarismo (involucrando en el término diversas formas
de ocupación de tierras que no son propias). De acuerdo con el censo
agropecuario de 1952, un 11o/o de las tierras era explotada por ocupan­
tes 65• Era también un rasgo original la extensión muy importante de
las tierras nacionales y ejidales. Los propios terratenientes eran a me­
nudo precaristas, pues ocupaban tierras de la nación o del ejido, sólo
que en su caso, mediante el procedimiento de remedición de las tierras,
fueron apropiándose de ellas. Ambos aspectos (la extensión y la apro­
piación de tierras de propiedad pública) jugaron un papel importante
en las políticas de reforma agraria, según se verá.
En los años cincuenta el Estado inyectó dinamismo al desarrollo
58 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

capitalista de la agricultura, al mismo tiempo que dio algunos pasos


para encarar el problema del desempleo rural, agravado por el despido
masivo de trabajadores de las compañías bananeras. (En 1954-57, al
introducir nuevas tecnologías de cultivo, la Tela redujo su personal de
26.456 trabajadores a 13.284; y hacia 1959 la Standard Fruit había
66
despedido otro 50% de su personal) •
Entre 1950-60 el Estado creó diversas colonias agrícolas. Se distri­
buyeron 1.474 lotes con una superficie total de 26.580 hectáreas. Asi­
mismo, en aplicación de leyes agrarias de 1924 y 1936, creó áreas de
reserva para «lotes de familia». «A la postre, la mayor parte de los
proyectos de colonización-parcelación fracasarán y algunos de ellos se­
rán organizados sobre nuevas bases de organización colectiva de la
. ' >> mas
producc10n , ad el an te 67 .
No todo parece haber sido un fracaso, pues en las áreas de reserva
para lotes de familia (en unas tierras devueltas al Estado por la Trujillo
Railroad Company) se constituyó una colonia agrícola que, a juicio de
Posas, es a la fecha la más importante del país 68. De igual manera, en
una parte de las 3.000 hectáreas devueltas al Estado por la Tela, años
más tarde (en abril de 1966) se organizó la Cooperativa Agropecuaria
de Servicios Múltiples «Guanchías Limitada», que habría de tomarse
como modelo posteriormente.
En septiembre de 1962 el gobierno reformista de Villeda Morales
puso en vigor la primera ley de reforma agraria, calcada al parecer en
la ley venezolana de 1960. No obstante su perfil moderado la nueva
legislación fue reformada a mediados de 1963 por presión de la Tela y
de las haciendas ganaderas, intereses que se coaligaron en apoyo del
golpe de Estado del Jefe de las Fuerzas Armadas, coronel Oswaldo Ló­
pez Arellano, el 3 de octubre de 1963. Tras el golpe se desató una vio­
lenta represión que puso fin a la Federación Nacional Campesina y
metió en la cárcel a dirigentes campesinos e intelectuales progresistas.
1969 fue un año en que la intranquilidad rural fue en aumento y se
tradujo en invasiones de tierras de nacionales y ejidales, una y otra vez
amparadas :e�r el Instituto Nacional Agrario sin que ello contuviera la
creciente movilización campesina. Fue en ese año que el INA compró
grandes extensiones de tierras en la región de Las Guanchías, en las
que se organizó un conjunto de cooperativas (el Complejo Guanchías)
orientándolas a seguir el modelo de la cooperativa agropecuaria Guan­
chías Limitada antes mencionada.
Vino luego el período presidencial de Ramón Ernesto Cruz, de corte
conservador a la vieja usanza, y la recuperación de tierras nacionales
y ejidales se paralizó. Se volvió a la práctica de encarcelar a los cam­
pesinos, no obstante lo cual crecieron las tensiones en el campo. El 4
de diciembre de 1971 fue derrocado el gobierno de Cruz. Por segunda
vez asumió el poder López Arellano, pero esta vez su olfato político lo
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979} 59

alejó de las prácticas represivas de su primer período, y de inmediato,


el 26 de diciembre, promulgó el Decreto-ley n.º 8 que concedía a los
campesinos el uso temporal de las tierras nacionales y ejidales que el
INA tenía bajo su jurisdicción, y obligaba a arrendar tierras que estu­
vieran ociosas.
Cuando expiraron los dos años de vigencia del Decreto n.º 8 (el 14
de enero de 1975) se habían realizado 623 asentamientos campesinos
en un área de 76.262 hectáreas, en los que participaba un total de
23.627 familias.
En opinión de Mario Posas, «el Decreto n.º 8 no representó una
alteración significativa de la gran propiedad latifundiaria de naturale­
za privada (...) el 72,6% eran tierras nacionales, 8,5% ejidales y apenas
una quinta parte (18,9%) eran tierras de propiedad privada» 69.
Al terminar la vigencia del Decreto n.º 8 se emitió una nueva ley de
reforma agraria mediante el Decreto n.º 170. La nueva ley fue recibida
con poco entusiasmo por los campesinos, y fue adversada por los sec­
tores patronales, principalmente por las empacadoras de carne, propie­
tarias de grandes extensiones de tierra para engorde de ganado, debido
a que la ley fijaba límites a la: propiedad territorial. La alarma no se
justificó en los hechos pues no hubo una sola expropiación de tierras
en exceso de los límites fijados por la ley.
En las postrimerías del gobierno de López Arellano se llevó a cabo
«una de las más importantes acciones de reforma agraria» 70, que fue
la formación de la empresa asociativa campesina Isletas en tierras re­
cuperadas y expropiadas a la Standard Fruit Company. La empresa fue
constituida por 204 ex obreros de la Standard y con el apoyo estatal
rehabilitaron ocho fincas bananeras destruidas en 1974 por el huracán
Fifí. En 1977 Isletas ya producía casi 4.000.000 de cajas de banano,
actuando el INA como intermediario en la comercialización.
López Arellano tuvo que resignar el poder el 1 de abril de 1975 y
traspasarlo al jefe de las Fuerzas Armadas, Juan Alberto Melgar. El
nuevo gobierno militar no cambió la orientación de la política agraria,
pero moderó su aplicación. Para entonces la movilización campesina
había vuelto a tomar impulso; hubo numerosas invasiones de tierras
nacionales y ejidales, el ejército los expulsó una y otra vez pero los
campesinos volvieron a ocuparlas. En esta conflictiva situación el go­
bierno militar adoptó un «Plan de Acción Inmediata», que consistió en
un proceso masivo de recuperación y adjudicación de tierras naciona­
les y ejidales.
En resumen, durante el período 1973-1976 los gobiernos militares
de López Arellano y Melgar Castro afectaron a un total de 141.867
hectáreas de tierra, en las que se asentaron 44.700 familias campesinas
agrupadas en 900 empresas campesinas, en su mayor parte de tipo aso­
ciativo (cooperativas, ligas campesinas y asentamientos comunitarios) 71.
60 HISTORIA GEr-:ERAL DE CEXTROA�1ÉRICA

La orientación de crear empresas asociativas fue una constante de


las políticas agrarias en sus distintos momentos. Tal orientación estuvo
vinculada a la de especializar las empresas en cultivos de exportación
(banano, palma africana, etc.), y en razón de ello el éxito estuvo vin­
culado a la posibilidad de celebrar contratos con las grandes empresas
nacionales v transnacionales que asumían la función de comercializa­
doras. Quizás eso explique la solicitud manifestada por la AID, el BID
y el propio Estado en aportar créditos y asistencia técnica a las empre­
sas asociativas, en franco contraste con el abandono en que permaneció
la mayor parte de familias campesinas.
Un balance de fecha reciente apunta que la reforma agraria debió
haberse propuesto, por una parte, disminuir las desigualdades de ac­
ceso a los medios de producción (que es un objetivo inherente a toda
reforma agraria) y por otra parte, aumentar la producción alimentaria.
Ninguno de los dos objetivos fueron alcanzados. Las desigualdades per­
duran y la producción de alimentos disminuyó año tras año.
En resumen, el estudio concluye que la reforma agraria cumplió
tres tipos de funciones: «Sociales y políticas en la medida en que ha
permitido reducir las tensiones que existían en el campo (...). Econó­
micas, porque la reforma agraria ha dado la posibilidad a las empresas
dedicadas a la producción agrícola para la exportación, de transferir
la etapa de la producción a las cooperativas de reforma agraria, ale­
jándose así de los riesgos climáticos, técnicos, sociales y políticos. Es
el caso de las bananeras y las azucareras, sobre todo(...). Aunque se ha
podido registrar éxitos concretos en el sector reforma, podemos afirmar
que ningún modelo ha logrado imponerse como reproducible a un cos­
to soportable económica y políticamente para todo el país. La impor­
tancia relath·a del sector reformado es limitada v no encontramos en
su seno los efectos de difusión que hubiera sido de esperar. .. • n.

La refomza agraria en Guatemala

Sin duda ·el acontecimiento político y social de mayor significación


en el período que se viene considerando (1945-70) fue la reforma agra­
ria del presidente Arbenz en Guatemala, «el fruto más precioso de la
revolución (guatemalteca) y la base fundamental del destino de la na­
ción como un nue,·o país», según las palabras dd presidente en su
informe al Congreso de la República en 1953 73•
Una vez se conquistó la libertad política, tras las jornadas que cul­
minaron el 20 de octubre de 19-t-1-, se inició la marcha hacia la tierra.
Surgieron como hongos tras la llm·ia las primeras organizaciones en el
campo. A mediados de l 9-t5 se constituyó el primer sindicato de cam­
pesinos en Santa Elena Barillas, departamento de Guatemala. Los
TOMO\'. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 61

arrendatarios de Santa Lucía Los Ocotes, bajo la dirección de Estanis­


lao y Felipe Gómez, organizaron en el mismo departamento la Asocia­
ción de Trabajadores del Campo. Inmediatamente después muchas otras
surgieron a lo largo y ancho del pais, fijándose como principal objetivo
la reducción de los a1Tendamientos que pagaban 74. Los campesinos
iniciaron su organización en el seno de la Confederación de Trabaja­
dores de Guatemala (CTG). Las p1imeras organizaciones campesinas al
margen del modmiento sindical fueron, probablemente, las Uniones
Campesinas de Olopa, Jocotán, Camotán y Esquipulas, fundadas entre
el 26 de agosto y el 15 de octubre de 1948, todas ellas en el departa­
mento de Chiquimula.
El mo\·imiento obrero no sólo promovió la organización campesina
en los primeros años, como queda dicho, sino que en el Segundo Con­
greso de la CTG, celebrado en octubre de 1946, aprobó una resolución
en la que demandaba la realización de una reforma agraria. Es, pues,
un hecho histórico que fueron los trabajadores los primeros que a tra­
vés del Congreso de la CTG plantearon la necesidad de una reforma
ag:raria en Guatemala.
Los p1imeros pasos del gobierno fueron de apariencia modesta pero
de gran trascendencia en el medio rural. Apenas unos once días des­
pués de instaurada la Junta Revolucionaria de Gobierno el 31 de octu­
bre de 1944 se emitió el Decreto n.º 7 dejando sin efecto el Decreto
n.º 1.474 que dio lugar al trabajo forzado de miles de campesinos en la
construcción y mantenimiento de carreteras. Un poco más tarde, el 23
de marzo de 1945, el Congreso de la República dejó sin efecto la Ley
de Vagancia, cuya verdadera finalidad era garantizar, por las buenas
o las malas, mano de obra a las grandes explotaciones agrícolas.
En el sexenio presidencial de Juan José Arévalo hubo algunos in­
tentos de colonización v distribución de tierras, fn.istrados unos v poco
significativos todos. El ·saldo principal de aquel período fue la cr�ciente
organización en el campo, muy lejos de estar exenta de dificultades y
confrontaciones, a veces cruentas, con los terratenientes y el ejército.
Hacia fines del sexenio del presidente Arévalo se dio un paso muy
importante: en 1949 se promulgó el Decreto n.º 712 que hizo forzoso el
arrendamiento de tierras, en vista (se decía en el decreto) «que es no­
toria la resistencia de algunos propietarios de fincas rústicas a seguir
dando parcelas en arrendamiento a labriegos que han probado plena­
mente su capacidad para hacer producir la tierra y para responder a
sus compromisos contractuales... ». El decreto agregaba que «algunos
propietarios de fincas rústicas ( ... ) están expulsando a los labriegos de
sus parcelas que arriendan desde hace ,·arios años».
El Decreto n.º 712 hizo forzoso por dos años el arrendamiento de
las parcelas que se hubieran arrendado durante los últimos cuatro años,
y dispuso que la renta no podría exceder el 1 Oe:é de la cosecha. Este
62 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

aspecto significaba para los campesinos un cambio enorme, pues por


entonces se pagaba hasta un 60% de las cosechas y era frecuente el
pago de la renta en trabajo, la forma primitiva de las rentas precapita-
listas.
En 1951 el gobierno del presidente Jacobo Arbenz emitió el Decreto
n.º 853. Según éste, para que fuera forzoso el arrendamiento de tierras
bastaba que su propietario «no haga uso de éstas para cultivos agríco­
las o para ganadería» (una idea precursora de la reforma agraria). La
renta no podía exceder el 5% de la producción obtenida, con lo cual se
asociaba el límite de la renta con la tasa de interés bancario vigente.
El arriendo de la tierra no cultivada con anterioridad no se pagaría el
primer año y en el segundo se estaba obligado a pagar sólo el 2,5% de
la cosecha. Además, mientras las disposiciones del Decreto n.º 712 sur­
tían efecto sólo por dos años las del Decreto n.º 853 no tenían límite
prefijado, pudiéndose prorrogar el arrendamiento con el simple pago
de la renta por parte del campesino. Si el terrateniente no la recibía
bastaba con depositarla en la municipalidad correspondiente.

La ley de reforma agraria


Cuando en 1950 se realizaron elecciones presidenciales la campaña
política de Arbenz transcurrió bajo el signo de la modernización del
país, la justicia social y, en particular, la reforma agraria. Nunca antes
un candidato a la presidencia de la República había hecho de la refor­
ma agraria el tema central de su discurso. Era la lógica de la historia:
en el nivel gubernamental unos años atrás esa temática hubiera estado
«fuera de lugar».
El censo agropecuario que se levantó en 1950 aportó un cuadro
preciso sobre la situación agraria: de un total de 348.687 fincas los
minifundios (explotaciones agrícolas menores de 7 ha) sumaban un to­
tal de 308.073, pero reunían el 14% de las tierras. En el otro extremo,
516 fincas mayores de 900 hectáreas (un décimo del 1%) ocupaba el
41% de la extensión censada. Y dentro de este grupo, 54 fincas dispo­
nían del 19% 'de la superficie total registrada por el censo 75•
A la extrema concentración de la tierra se asociaba un alto grado
de ociosidad de la misma y un bajo nivel tecnológico de la agricultura.
Las fincas mayores de 900 hectáreas utilizaban sólo el 28% de su ex­
tensión; estaba ocioso el 61% de la tierra y no era utilizable el 11%
restante 76•
Ésta era la situación que tenía que modificar una reforma agraria.
Los términos del Decreto n.º 900, promulgado el 17 de junio de 1952,
respondió en forma muy precisa a su objetivo histórico. No fue ni más
radical ni más conservadora de lo necesario. El artículo 1 de la Ley de
Reforma Agraria rezaba a la letra:
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 63

La Reforma Agraria de la Revolución de Octubre tiene por objeto


liquidar la propiedad feudal en el campo y las relaciones de produc­
ción que la originan para desarrollar la forma de explotación y méto­
dos capitalistas de producción en la agricultura y preparar el camino
para la industrialización de Guatemala.

Consecuente con lo anterior, la ley se proponía la entrega de tierra


a los campesinos que no la poseían o que poseían muy poca; incremen­
tar el crédito agrícola a los campesinos y, en general, a los agricultores
capitalistas; suministrar a los campesinos ganado de laboreo, fertili­
zantes, semillas y asistencia técnica; restituir a las comunidades in­
dígenas las tierras que tuvieran en litigio con particulares y con las
municipalidades, usualmente dominadas por los « ladinos» 77.
De acuerdo con el objetivo central de la reforma agraria la estrate­
gia para llevarla a cabo fue la siguiente:

a) Eran afectables por la reforma las tierras no cultivadas o cultivadas


bajo cualquier forma de arrendamiento; las tierras del Estado llama­
das Fincas Nacionales, así como los bienes rústicos nacionales y las
tierras municipales, en las condiciones que fijaba la ley; los excesos
que previa denuncia resultaran de remedir bienes rústicos; y las aguas
que los propietarios no utilizaban para el riego de sus tierras o para
fines industriales.
b) Eran inafectables las tierras de empresas agrícolas con cultivos
técnicos o económicos; la tierra destinada a pastos en las empresas
ganaderas, si se comprobaba el uso permanente y racional de la mis­
ma para ese fin; las instalaciones o establecimientos industriales o
comerciales de las empresas agrícolas de particulares, del Estado, de
la Nación o de los municipios; las tierras de las comunidades agrarias,
a las que se conocía corrientemente como Comunidades Indígenas o
Campesinas; y las reservas forestales que definía la ley.
c) A fin de concentrar las acción de la reforma en los latifundios, que
la ley definía expresamente 78, no eran afectables las fincas hasta de
90 hectáreas, estuvieran cultivadas o no, y las fincas cuya extensión
estuviera comprendida entre 90 y 270 hectáreas si estaban cultivadas
en sus dos terceras partes.

La adjudicación de la tierra a los campesinos podía hacerse en tres


formas distintas: en usufructo vitalicio, cuando así lo decidieran los
beneficiarios, en cuyo caso las tierras se expropiaban en favor de la
Nación, cuyos bienes rústicos no eran enajenables de conformidad con
la Constitución de la República de 1945; o en propiedad privada, si así
lo decidían los beneficiarios, para lo cual las tierras se expropiaban en
favor de éstos. Las Fincas Nacionales debían traspasarse a cooperativas
64 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

O en parcelas individuales, cultivadas o no, según la elección que hi­


cieran los trabajadores de dichas fincas.
Dada la firme determinación del presidente Arbenz de realizar la
reforma agraria, el órgano superior de ésta era el presidente de la Re­
pública. En la base el órgano de la reforma agraria eran los Comités
Agrarios Locales, en cuya composición predominaban los campesinos
y trabajadores agrícolas electos por la respectiva organización campe­
sina o sindical, y en caso de que éstas no existieran la elección la hacía
una asamblea popular. Los Comités funcionaban en cada cabecera mu­
nicipal. aldea, caserío o finca rústica donde hubiera tierras afectables
por la reforma agraria.
En cuanto al pago de las indemnizaciones a los propietarios afecta­
dos la Ley estableció que, una vez terminado el procedimiento de ex­
propiación de las tierras afectables, el valor de las mismas se determi­
nara según el informe de la Oficina Revisora de la Matrícula Fiscal, o
sea, según el valor declarado por los propietarios con fines de tributa­
ción. Por el monto de dicho valor se entregaban al terrateniente «Bonos
de la Reforma Agraria» que devengaban un 3% de interés anual y se
pagaban a su vencimiento en un plazo máximo de veinticinco años.

La contrapropuesta terrateniente
Al presentarse al Congreso de la República el proyecto de ley de
reforma agraria la oposición la encabezó la Asociación General de Agri­
cultores (AGA), la cual elaboró una contrapropuesta en forma tan pre­
cipitada que su texto mismo echaba por tierra su argumento de que la
reforma agraria era «comunista» porque supuestamente no creaba nue­
vos propietarios. El proyecto de ley de la AGA «no contempló en nin­
guna de sus partes la entrega de la tierra en propiedad. Habló sola­
mente de usufructo y arrendamiento a largo plazo en su artículo 28,
inciso c), y en su artículo 36 estableció que los campesinos con menos
de 5 hectáreas o sin tierra podían solicitar <<"usufructo vitalicio o arren­
damiento a veinte años plazo de parcelas hasta de 20 hectáreas"» 79.

Los beneficios de la reforma agraria


La Ley de Reforma Agraria fue promulgada el 17 de junio de 1952;
los siguientes seis meses fueron de organización administrativa, pero
como las cosas comenzaban a tomar un inconfundible cariz burocráti­
co, que amenazaba con entrampar la reforma, se inició una moviliza­
ción nacional de obreros y campesinos demandando la «entrega de la
tierra pronto», «la tierra antes de la siembra», lo que significaba antes
de marzo-abril.
Las primeras expropiaciones tuvieron lugar al iniciarse 1953. En el
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 65

breve lapso de dieciocho meses (entre el 5 de enero de 1953 y el 16 de


junio de 1954, un día antes de iniciarse la fase final del golpe organi­
zado por la CIA contra el presidente Arbenz) se emitieron mil dos de­
cretos de expropiación; fueron afectadas tierras de propiedad privada
que tenían una extensión total de 1.091.073 hectáreas (29% de la su­
perficie registrada por el censo agropecuario), de las cuales se expro­
piaron 603.615 hectáreas (el 55%). A esto hay que sumar 280.000 hec­
táreas de tierras de las Fincas Nacionales, con lo cual el total de tierras
transferidas a los campesinos y trabajadores agrícolas se elevó a 883.615
hectáreas 80.
En el lapso indicado recibieron tierra unas 100.000 familias, lo que
es equivalente a más de 500.000 personas 81• No es fácil determinar el
porcentaje de población campesina sin tierra que fue beneficiada por
la reforma agraria debido a que no se tiene información fidedigna del
tamaño de dicha población. Una fuente tan autorizada como el Comité
Interamericano d� Desarrollo Agrícola estima que en 1950 había unas
68.700 familias campesinas sin tierra 82• Esta cifra es cuestionada en el
informe de AID/Development Associates antes mencionado con el argu­
mento de que subestima la población que carecía de tierras al no in­
cluir a los trabajadores permanentes de las fincas (los «mozos colonos»).
Se podría contraargumentar que los mozos colonos no eran campe­
sinos sino propiamente trabajadores agrícolas (asalariados), pero a fin
de que el cálculo del porcentaje de población beneficiada sea más bien
conservadora, y por tanto sea políticamente inobjetable, conviene acep­
tar la estimación hecha en el informe de AID toda vez que los colonos
también fueron beneficiarios de la reforma agraria. Con base en los
censos de población y agropecuario, el informe de AID estima que en
1950 los trabajadores sin tierra sumaban un total de 248.000, de donde
concluye que la- reforma agraria benefició en dieciocho meses entre el
31 % y el 40% de la fuerza de trabajo que carecía de tierra 83.
Handy indica que «las instancias agrarias, de uno u otro nivel, ha­
bían emitido resoluciones declarando sujetas a expropiación 189.803 m2
adicionales (132.862 hectáreas), aunque sobre éstas no se había agotado
el proceso de apelación antes del derrocamiento del gobierno de Ar­
benz. Adicionalmente había un cúmulo enorme de denuncias en rela­
ción con las cuales no se tomó ninguna disposición», por la razón indi­
cada 84.
Otro paso trascendental de la reforma fue la creación del Banco
Nacional Agrario el 8 de julio de 1953, cuya finalidad fue, por primera
vez en siglos, canalizar créditos a los campesinos. Según la _ _ Memoria
del Banco de 1954 entre noviembre de 1953 y enero a d1c1embre de
1954 fueron otorgados 36.100 créditos. «De este total, 26.000 créditos
fueron concedidos en el período de aplicación de la reforma agraria (es
decir, hasta junio de 1954) por un monto de siete millones de quetzales
66 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

(equivalentes a dólares). Con anterioridad a la creación del Banco Na­


cional Agrario se prestó asistencia financiera a los campesinos benefi­
ciados por la Ley de Reforma Agraria a través del Crédito Hipotecario
Nacional, que otorgó 17 .843 créditos por· un monto de 3.400.000 de
quetzales. En total, en el período de aplicación de la ley se otorgaron
créditos a los campesinos por un monto total de unos 12.000.000 mi­
llones de quetzales» 85.

Conflicto social, poder y reforma agraria


Las cifras son, sin embargo, sólo un frío registro, un resultado cuan­
tificable de lo que ocurrió en aquellos años. La polarización política,
que se había venido profundizando desde 1945 en el curso de un pro­
ceso de cambio de las estructuras de poder, se aceleró dramáticamente.
Como lo dijo el presidente Arbenz en su informe al Congreso de la
República en 1953, la reforma agraria trazó la clásica raya en la arena,
de un lado de la cual estaban los que se oponían a la revolución y de
otro los que la llevaban adelante.
Aunque numerosos finqueros hicieron uso de los recursos que la ley
ponía a su disposición, y muchos de ellos demostraron que sus propie­
dades no eran afectables o que no lo eran en la extensión indicada en
el expediente de expropiación 86, otros muchos más se opusieron vio­
lentamente a la reforma; varios líderes campesinos fueron asesinados;
otros fueron encarcelados por autoridades locales afines a los finque­
ros; la Iglesia católica se puso abiertamente del lado de los terratenien­
tes, y manipulando groseramente las creencias religiosas organizó mo­
vilizaciones contrarrevolucionarias en todo el país.
Del lado de la reforma agraria la movilización fue también muy
intensa. Si la tierra llegó masivamente a manos de los pobres del cam­
po fue como resultado de su movilización, la cual en estos años, por
primera y única vez en la historia nacional, encontró receptividad y
comprensión en el Jefe del Estado, quien estuvo decididamente de su
parte. Los comités agrarios locales llegaron rápidamente a ser más que
un órgano de· la reforma agraria; al nivel de las localidades llegaron a
ser una forma de poder efectivo, no sólo por la autoridad que le con­
ferían sus electores sino principalmente por su papel central en la asig­
nación de la tierra (fuente natural de poder en el agro). «Sin este des­
plazamiento del poder político el proceso de la reforma agraria hubiera
nacido muerto» 87.
Aunque hubo un esfuerzo serio para aplicar la reforma agraria con
apego a su estrategia fundamental, hubo violaciones que multiplicaron
(por si falta hiciera) los enemigos de la reforma, y en algunos casos
provocaron choques entre campesinos o entre campesinos y pequeños
terratenientes. Un ejemplo de lo primero fueron las invasiones de tie-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 67

rras, absolutamente innecesarias por cuanto la ley se aplicaba sin de­


moras injustificadas.
En cuanto a lo segundo el problema se debió a que algunos líderes
nacionales y locales de la Confederación Nacional Campesina aplicaron
la ley de arrendamiento forzoso a pequeños terratenientes, e incluso a
campesinos pobres, para favorecer con sus tierras a los campesinos
afiliados a la Confederación. En el oriente del país, donde había muchos
campesinos medíos y pequeños terratenientes, las violaciones a la ley,
bajo la forma indicada u otras, tuvo como consecuencia que los agricul­
tores afectados se pasaran abiertamente al campo contrarrevolucionario.
A fin de contrarrestar estas violaciones de la estrategia agraria, el presi­
dente Arbenz intervino enérgicamente en reuniones con los dirigentes de
los partidos de gobierno y de las organizaciones sindicales y campesinas,
y en la segunda mitad de 1953 solicitó al Congreso de la República la
derogación de la ley de arrendamiento forzoso, como en efecto se hizo.
En el breve lapso de aplicación de la reforma agraria los beneficia­
rios que vieron concretar sus frutos más rápidamente fueron los que
recibieron tierras cultivadas de las Fincas Nacionales. Al levantar la
cosecha de café a fines de 1953 y principios de 1954 vieron multiplica­
dos sus ingresos. Trabajadores que hasta 1951, mediante huelgas y gran­
des movilizaciones, habían alcanzado un salario mínimo de 80 centa­
vos de quetzal al día (292 quetzales al año) obtuvieron un ingreso tres
y cuatro veces mayor. La interrupción de la reforma agraria devolvió
a los trabajadores su miseria.
La reforma agraria constituyó el principal desafío a las estructuras
históricas del poder, desafío que no sólo tocaba los fundamentos agra­
rios de éste sino que elevaba a los campesinos y obreros a la condición
de actores políticos nacionales. Adams ha dicho que el derrocamiento
del gobierno de Arbenz fue « la respuesta de la clase alta a la amenaza
contra la estructura tradicional del poder. Pero el reemplazo en el go­
bierno, aunque marcó un alto abrupto al cambio revolucionario, no
logró revertir su dirección ( ... ) la situación contemporánea en Guate­
mala se debe en gran parte a los cambios que tuvieron lugar durante
la década revolucionaria» 88•

Los AÑOS DEL CRECIMIENTO PERTURBADO

Una economía bajo signos contradictorios


La década de 1970 se inició bajo el signo ominoso de la mptura de
relaciones entre El Salvador y Honduras, pero a pesar de que esta
68 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

ruptura tuvo un fuerte impacto en el Mercado Común, y por tanto en


uno de los factores más importantes de la expansión anterior, las per­
turbaciones económicas que caracterizaron la década arrancaron de los
propios años del crecimiento acelerado. Brevemente la sucesión de he­
chos contradictorios fue como sigue.
Tomando como punto de partida los años cincuenta se advierte que
luego de un período en que la economía marchó en forma satisfactoria,
siguieron tres años, a partir de 1956, en que el ingreso por exportacio­
nes tuvo una tasa negativa de crecimiento, lo que arrastró consigo la
actividad económica de la región. Sin embargo, en el primer quinque­
nio de los sesenta las exportaciones se recuperaron en forma notable.
En términos reales su poder de compra aumentó en promedio a razón
del 11,6% anual, lo que felizmente coincidió con la puesta en vigor del
Tratado General de Integración Económica y se tradujo en el dinamis­
mo mostrado por la economía regional en 1960-65. En el segundo quin­
quenio la tasa se redujo al 6,6% (considerablemente más baja pero no
despreciable), pero para entonces las importaciones venían creciendo
en forma acelerada como resultado de la recuperación de la actividad
económica, lo que originaba una mayor demanda de materias primas
y bienes de capital que la región no producía 89.
Al déficit en la balanza comercial vinieron a sumarse otros proble­
mas de las cuentas externas de la región. Uno de ellos fue el incremento
de los pagos de utilidades e intereses a partir de 1961, debido al flujo
de inversiones extranjeras directas y de los créditos internacionales que
se habían contratado en los cincuenta para hacer frente a la desacele­
ración económica. Por ambos conceptos los pagos ascendieron de unos
18.000.000 de dólares en 1961 a un total de 120.000.000 en 1970 90.
Por otra parte, al entrar Centroamérica en su «fase de moderniza­
ción» las responsabilidades del Estado se fueron ampliando, por lo que
aumentó el gasto público, tanto con fines de inversión como el gasto
ordinario del aparato administrativo. Lo anterior entró en contradic­
ción con la rigidez de los ingresos fiscales por deficiencias de los sis­
temas tributarios. Los cambios introducidos en éstos resultaron ser del
todo insuficientes y, en consecuencia, la deuda pública fue en aumento.
Dos rasgos de la situación convendría destacar: el primero, que hasta
1970 el déficit fiscal constituyó una proporción pequeña del producto
interno bruto, inferior al 1 % en Costa Rica y entre el 1,4% y el 2,5%
en Guatemala y Honduras, respectivamente 91• El segundo, que en aque­
llos años fue una práctica sana limitar la contratación de los créditos
externos para financiar proyectos grandes, mientras la deuda interna
se contraía para proyectos no financiables por las fuentes internacio­
nales de crédito o como fondos de contrapartida de los préstamos con­
cedidos por dichas fuentes.
Ante el incremento del déficit en la balanza comercial con el resto
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 69

del mundo, los gobiernos centroamericanos aprobaron en 1968 el esta­


blecimiento de una sobretasa del 30% de los derechos arancelarios para
importación, supuestamente para contenerlas. En la práctica el recargo
no fue efectivo ni t1·ansitorio, como estaba previsto, simplemente se
convirtió en una nueva fuente de ingresos fiscales, pero las exoneracio­
nes concedidas redujeron su potencialidad.

La inflacióll y SliS efectos

Al ingresar en la década de 1970, Centroamérica se encontró abo­


cada a un incremento de los precios mundiales. El proceso inflaciona­
rio mundial comenzó a manifestarse desde los primeros años de la
década y cobró renovado impulso por efecto de la crisis petrolera de
1973-74. Una región como la centroamericana tradicionalmente carac­
terizada por una gran estabilidad de los precios se vio de pronto im­
portando inflación, a consecuencia de lo cual los precios internos au­
mentaron drásticamente, con tasas anuales superiores al 10%, e incluso
del 20%.
La industria fue una de las primeras víctimas debido a su depen­
dencia de las materias primas importadas. Pero el impacto más severo
lo sufrió la población de bajos recursos, débilmente organizada en casi
todos los países y, por tanto, carente de una capacidad real de nego­
ciación. Frente a esta situación fue notoria la insensibilidad social que
prevaleció en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, lo que no era de
extrañar dada la naturaleza antidemocrática y autoritaria de sus go­
biernos. Otro distinto fue el cuadro en el campo de los sectores de alto
ingreso.
Bulmer-Thomas observa que los procesos inflacionarios coincidie­
ron con una creciente organización de los sectores patronales, con lo
que creció su influencia política en los gobiernos. Solamente en Nica­
ragua este predominio político se vio contrarrestado por la participa­
ción de la familia Somoza en nuevas actividades económicas, con lo cual
«rompió el acuerdo sobre "justa" competencia entre los grnpos capita­
listas rivales». El distinguido profesor inglés concluye que. gracias a
los cambios que se operaron en sus niveles de organización. «la clase
capitalista, en general, estaba en buena posición para influir en su pro­
pio favor sobre el ajuste de la región a los trastornos de la economía
mundial durante los años setenta>> 92.
Este p roceso de cambios en las estructuras de poder fue estudiado
en profundidad por Richard Adams en Guatemala, y para el caso <le
los agricultores analizó al sector algodonern, cuya creciente influencia
y organización era un indicador del « incremento gradual de poda fue­
ra del gobierno». Adams hace notar que si d número de los grupos de
70 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

interés algodoneros constituía un indicio de la distribución real de po­


der en el seno de la clase alta y fuera del gobierno, «entonces el período
postrevolucionario ha sido de extrema importancia para la estructura
general de poder en el país». Y concluye: «El algodón ilustra cómo los
intereses gubernamentales, tanto bajo los regímenes revolucionarios
como los postrevolucionarios, contribuyeron al crecimiento de una nue­
va base de poder en el país y cómo esta nueva base, una vez formada,
se separó de los controles gubernamentales que la prohijaron y pasó a
actuar solamente en su propio interés» 93.
El agudo empeoramiento de las condiciones de vida de los sectores
de menores ingresos sumó fermentos al descontento social que se venía
acumulando en los años de la prosperidad, no por esta misma sino por
las modalidades que asumió. Algo se dijo acerca de esto en relación
con el impacto social de los nuevos cultivos en los años sesenta. A
partir de 1975 la región entró en un período de crecientes tensiones
sociopolíticas que culminaron a finales de la década con la guerra civil
en Nicaragua y el triunfo sandinista. Es indudable que dichas tensiones
influyeron en la drástica caída que registraron las inversiones, y en su
momento motivaron la fuga de capitales en varios países, fuga que se
generalizó en la década siguiente.

El repunte de las exportaciones

Dos productos de exportación tradicional vieron estimulada su pro­


ducción a principios de la década por la eliminación de cuotas en el
mercado mundial: el café y el azúcar. La eliminación de las cuotas del
Convenio Internacional del Café abrió nuevas posibilidades de expor­
tación para el grano centroamericano, que en parte se podían apro­
vechar sólo hasta después de unos años dadas las características del
cultivo. En el período 1970-79 el incremento de la producción fue par­
ticularmente intenso en Honduras (122%), país que no tenía tradición
de exportador cafetero; y fue muy significativa en El Salvador (36%)
no sólo en términos cuantitativos sino por el hecho de ser un impor­
tante exportador desde el siglo pasado 94. Nicaragua, donde tampoco
había tenido gran tradición el cultivo, expandió considerablemente su
producción (43%) en el período mencionado.
Por su parte, las exportaciones de azúcar aumentaron con rapidez
desde el inicio de los setenta hasta alcanzar su punto más alto en 1974.
En dicho año quedaron libres de cuota las exportaciones a Estados
Unidos, que es prácticamente el único destino de las ventas centro­
americanas, y los productores centroamericanos ampliaron tanto la su­
perficie cañera como la producción de azúcar. En el período 1970-79
la superficie del cultivo se amplió de 145.000 a 218.800 hectáreas, y la
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 71

producción aumentó de 8.579.700 a 14.780.100 toneladas. Guatemala y


Honduras fueron los países donde el incremento relativo de la superfi­
cie y la producción de caña fue más importante 95. Lamentablemente,
menos del 3% del azúcar que exporta Centroamérica es refinada, en
tanto que el 60% de sus importaciones es de refinada 96.
El algodón, cuyo cultivo se había desplomado en la segunda mitad
de la década anterior al deprimirse los precios en el mercado mundial,
tuvo un fuerte repunte en respuesta a la vigorosa recuperación de los
precios. De una producción de 576.000 toneladas en 1970 se saltó a un
poco más de 1.000.000. Hubo una recaída en 1974, seguida de una
segunda recuperación hasta 1977 en que la producción alcanzó su más
alto nivel histórico (1.085.600 toneladas). A partir de ese año tanto la
superficie cultivada como la producción se desplomaron 97.
En cuanto al banano el acontecimiento más importante no se pro­
dujo en la producción o las exportaciones sino en la esfera de la política
comercial. El 8 de marzo de 1974 los representantes de los gobiernos
de Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y
Panamá suscribieron el Acuerdo de Panamá, de conformidad con el
cual debía crearse a corto plazo una organización regional de los ex­
portadores de la fruta, y además cada país debía establecer un impues­
to de un dólar por caja de 18 kilogramos exportada.
La respuesta de las empresas transnacionales no se hizo esperar. Se
declaró la «guerra del banano», como es conocida, que se concretó en
diversos tipos de represalias, desde la reducción de embarques hasta
la negativa de negociaciones laborales. Costa Rica, Honduras y Panamá
respondieron amenazando con nacionalizar las plantaciones. Al térmi­
no de un período de negociaciones, las compañías aceptaron pagar un
impuesto de exportación pero de nivel más bajo (entre veinticinco y
cuarenta y cinco centavos, según el país) en Costa Rica, Guatemala,
Honduras y Panamá.
El 17 de diciembre de 1974 se firmó el convenio constitutivo de la
Unión de Países Exportadores de Banano (UPEB), en la cual solamente
no ingresaron Ecuador y Nicaragua. El convenio entró en vigor el 23
de enero de 1976. En esta fecha se adhirió la República Dominica­
na. En 1977 se creó la Comercializadora Multinacional de Banano
(COMUNBANA) con el propósito de que los países miembros de la UPEB
pudieran participar en la fase de comercialización de la fruta 98.

El deterioro del Mercado Común

El rompimiento de relaciones de El Salvador y Honduras distorsio­


nó los flujos comerciales en el mercado regional, ante todo el de los
dos países en conflicto. Los gobiernos trataron de salir al paso a esta
72 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

situación. El 4 de diciembre de 1969 los ministros de Relaciones Exte­


riores acordaron, entre otras cosas, crear un grupo de trabajo integrado
por representantes de El Salvador y Honduras para que buscaran
soluciones a sus diferencias. Se creó, asimismo, una Comisión ad-hoc
que debía presentar propuestas de reestructuración del sistema insti­
tucional centroamericano. Un tercer acuerdo fue convenir que los
ministros de Economía celebraran reuniones para reanudar las acti­
vidades de los Órganos del Tratado General, resolvieran los asuntos
pendientes en el Mercado Común y se abocaran a· la revisión de la
estructura jurídica de la integración a fin de reestructurarla y fortale­
cerla.
A su vez, los ministros de Economía acordaron realizar todas las
reuniones que fueran necesarias hasta el 30 de noviembre de 1970.
fecha en la que suscribirían los distintos instrumentos en que se con­
cretaría la reestructuración mencionada. Durante todo ese año se rea­
lizó un intenso trabajo pero lamentablemente no se llegó a un acuerdo
final. Ante el fracaso de las ((negociaciones del modus operandi», como
se las conoció, Honduras emitió el 30 de diciembre de 1970 el Decreto
n.º 97, en vit·tud del cual restableció los gra,·ámcrn..·s a la importación
de los productos centroamericanos; en otras palabras, se retiró de la
zona de libre comercio.
Bajo el apremio de encontrar una salida a la situación, el 30 de
junio de 1971 Guatemala, El Salvador, Nicarngua y Costa Rica deci­
dieron crear una Comisión Normalizadora del ivkrcado Común, cuyo
trabajo fue delicado e intenso. A la Comisión le correspondió enfren­
tarse a las subsiguientes perturbaciones del comercio intrarrcgional,
consistentes en restricciones a la exportación de tcxtill..'s, calzado y \'es­
tuario de Guatemala y El Snl\'ador a los mercados de Costa Rica .Y
Nicaragua. Después del terremoto de Managun, en di1.·iembre de 1972,
Nicaragua impuso nuevas regulaciones a las exportaciones guatem:d­
tecas y salvadoreiias.
Entretanto, d comercio dt' Honduras con lo� rc�tanlt.'s paísc� cen­
troamericanos se vino abajo y comen1.o a renqwrarse lentamente hasta
1973, después de lo cual el int1.·rcambio de Honduras dl'ntro de b re­
gión se sujetó a la firma de com'L'nios biblt.'rale!).
En diciembre de 1973 participó Honduras nue,·arncr1t1.• en una reu­
nión regional; sc dccitlió que la conducción del Mercado Común que­
daría a ca1·go de la Reunión dt• ministros d1.· Economía. \.'11 tanto se
llevaba a cabo una rccstnicturaL·ión dl'I J\kn:ado C'omun. Se creo en­
tonces el Comite Je Alto Nh•t•I para que 1.•laborara y prcnt'godara un
proyecto de nuevo trntado de integración, tart•a que cumplio en ma1-10
de 1976 con la presentacion dd Proyecto de Trntado que creaba b
Comunidad Económica y Social de C'cntruamel'ica. El prnyccto, c.k in­
negable calidad té-cnica, fu1.• má!) alla dt> lo qm· poltticam1.•nte pod1an
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 73

asimilar los gobiernos y los empresarios centroamericanos, de manera


que después de su presentación el proyecto fue abandonado.
Pese a todas sus desventuras el comercio intrarregional mantuvo
una tasa positiva de crecimiento, pero en las nuevas condiciones se
desalentó la inversión en nuevos proyectos industriales, justamente
cuando más necesario era profundizar la industrialización en vista de
los estrangulamientos de la balanza de pagos y la relativa saturación
de las oportunidades de inversión en industrias de bienes de consumo.
Por el contrario, se manifestó en algunos países cierta tendencia a sus­
tituir importaciones originarias de la región, fenómeno que no alcanzó
gran magnitud pero es indicativo de la nueva actitud ante las perspec­
tivas del mercado regional.

El empalme con los años ochenta: la deuda externa

Entre 1950 y 1973 Centroamérica fue una región que se caracterizó


por su estabilidad financiera; sus niveles de precios no estuvieron su­
jetos a presiones inflacionarias significativas; sus tipos de cambio fue­
ron estables. Ciertamente el déficit en la cuenta corriente de la balanza
de pagos fue creciendo, debido a que las importaciones aumentaron
más rápidamente que las exportaciones, según se indicó anteriormente,
pero el déficit se mantuvo dentro de límites compatibles con la estabi­
lidad financiera (representó entre un 15% y un 20% de las exportacio­
nes) y se financió con inversiones extranjeras, recursos de fuentes pri­
vadas en forma de crédito de proveedores e incluso los adelantos de
exportaciones 99•
Algunos años, debido a las variaciones en los ingresos externos (prin­
cipalmente por caída de los precios de exportación) los países sufrían
escasez de divisas, pero se hizo frente a la situación colocando bonos
públicos a través de la banca internacional, con plazos entre cinco y
ocho años y tasas de interés ligeramente superiores a las del mercado
mundial, por entonces bastante moderadas.
A partir de 1974 la economía centroamericana entró en una nueva
fase cuya tendencia fue hacia el deterioro. A primera vista esta afirma­
ción es contradictoria, pues la economía regional continuó creciendo a
una tasa muy cercana a la que registró en el período 1960-73. La dife­
rencia de fondo es la clara tendencia al estancamiento, como que la
década terminó con un crecimiento de signo negativo. Se ha sugerido
también que las tasas de crecimiento de la segunda mitad de los se­
tenta « sólo son atribuibles al impulso de años anteriores» 100.
La primera conmoción se produjo al operarse un incremento explo­
sivo de los precios de los hidrocarburos, que los cinco países importa­
ban en su totalidad. Como resultado el déficit en cuenta corriente de
74 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

la balanza de pagos saltó en un solo año (de 1973 hasta 1974) de


283 .000.000 de dólares hasta 897.000.000. Luego, en el período 1975-77
se logró reducir el déficit en 573.000.000, gracias a una notable recu­
peración de los precios de las exportaciones, para enseguida incremen­
tarse nuevamente en forma brusca hasta 1.132.000.000 en 1978 como
consecuencia de la segunda crisis petrolera 101•
Como se indicó, luego de recibirse el impacto del incremento de
precios del crudo, los precios de los productos de exportación registra­
ron un alza significativa (en 1974-76). Sin embargo, la recuperación de
los ingresos por exportación fue neutralizada por la inflación en los
países centrales, lo que dio lugar a que los precios de los productos de
importación aumentaran aún más que el de las exportaciones centro­
americanas. Esto, en otras palabras, se tradujo en un deterioro de los
términos de intercambio (es decir, en la relación de precios de lo que
se exporta y se importa), lo que en la práctica implicó una transferen­
cia de recursos desde Centroamérica hacia los países centrales.
Para contrarrestar el efecto de los fenómenos antes indicados. Cen­
troamérica acudió a la contratación de deuda externa, que para enton­
ces, como se indicará más adelante, no presentaba mavores dificulta­
des. Sin embargo, al producirse la segunda crisis petrolera a fines de
1978. Centroamérica estaba en posición más \'Ulnerabk y, en conse­
cuencia, la economía se encaminó hacia una declinación acelerada.
La vulnerabilidad de la economía centroamericana obedecía a va­
rias circunstancias. Después de su recesión económica en 1974 los paí­
ses centrales se recuperaron y la demanda internacional de los produc­
tos centroamericanos de exportación se dinamizó nuc,·amentc, �mnque
fuera por un período breve. Sin embargo. la recuperación de las eco­
nomías centrales fue relativamente moderada: sus tasas de crecimiento
no volvieron a ser lo que habían sido hasta 1973. Por otra parte, cu.mdo
se produjo la segunda crisis pt'lrolt·ra las t.'conomías cencroamt.·ricanas
ya se habían debilitado, el Macado Común ti:111a ya nuc,·c años de
operar en forma anormal; el Estado había perdido capacidad financil.'­
ra para estimular la producción, en particular para compt:nsar la caída
que habían sul1-:ido las inversiont·s pri\'adas.
Al iniciarse la décaua de los setenta la dt'uc.la externa centroameri­
cana ascendía a 1.350.000.000 di.: dólares. dt• los cuaks casi la mitad
(48%) era deuda pública o con garantía pública. La deuda no rt'prt'sen­
taba por entonces un problema serio. en priml..'r lugar por su tam�1i10;
y en segundo lugar, porque una buena parlt' de las obligaciones (6Wc)
se había contrnído con fw.:ntes multilatcrnle::. (Banco Mundial. l.'lc.) en
condiciones de inten:·s y plazo de �unortiz�1cion bastante soportables.
No obstante, ya desde entonci:s St' manift.•staban difcn.'ncias impor­
tanks en la situación de los distintos patscs. En lt'rminos sencillos
puede decirse.:' que d monto dt.• la dt'u<fa de Costa Rica y Nicaragua
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 75

equivalía a 248 y 153 dólares por habitante, respectivamente, en com­


paración con 40 dólares en El Salvador, 52 dólares en Guatemala o 69
dólares en Honduras. En relación con el valor de las exportaciones el
monto de la deuda de Costa Rica y Nicaragua era un 5% y un 47%
mayor, respectivamente. mientras en El Salvador y Guatemala era ape­
nas el 55% y el 80%, respectivamente, del valor de las exportaciones 102.
Otro viraje impresionante que tuvo lugar en la segunda mitad de
la década de los setenta fue el incremento de la liquidez internacional;
en los países centrales había bastante liquidez que estaba en busca de
colocación productiva, y los superávit astronómicos de los países ára­
bes y otros productores de crudo, en virtud del incremento de los pre­
cios de los hidrocarburos, afluyeron torrencialmente hacia los bancos
de Europa y Estados Unidos. En consecuencia, la banca comercial de
los principales centros financieros buscó con ansiedad dónde colocar
créditos, incluso a tasas reales de interés negativas pues para entonces
las tasas nominales estaban por debajo de la inflación mundial. En
estas circunstancias era más atractivo contratar financiamiento exter­
no en vez de someter a las economías nacionales a procesos de ajuste.
Y Centroamérica se endeudó ávidamente.
La deuda externa de la región creció a razón del 23% en promedio
anual (de 1.932.000.000 de dólares en 1973 a un total de 6.874.000.000
en 1979), pero de unos países a otros hubo diferencias importantes. El
endeudamiento de El Salvador y Honduras aumentó a razón del 32%
en promedio anual, en tanto que la deuda de Guatemala creció con
mayor moderación (a una tasa del 19% en promedio) 103.
La mayoría de los países, pero principalmente Costa Rica, El Sal­
vador, y sobre todo Honduras, optaron por un mayor endeudamiento
con la banca comercial, por las facilidades que daba para el otorga­
miento de los créditos, en contraste con Guatemala y Nicaragua que
obtuvieron préstamos de las instituciones internacionales de fomento
y redujeron con fuentes privadas su deuda, que había sido elevada a
principios de la década.
El atractivo de los préstamos de la banca comercial tenía funda­
mento en algunas de sus características, que por un tiempo disimula­
ron las desventajas. Era atractiva, en primer lugar, la relativa rapidez
con que se podían contratar los créditos. Una segunda razón era que
los préstamos no tenían que destinarse a proyectos de desarrollo, que
era un requisito en las instituciones internacionales de fomento, por lo
cual los países utilizaron los créditos para hacer frente a los problemas
que más les presionaban (por ejemplo, para cubrir los déficit en su
comercio exterior).
Junto a lo anterior los créditos de la banca privada presentaban
desventajas muy importantes. Una de ellas era que los créditos se con­
trataban a plazos reducidos, por lo que la carga de su amortización era
76 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

mayor. Otra desventaja era que las tasas de interés eran variables, en
dependencia de las tasas vigentes en el mercado internacional. Esto
último no se presentaba como desventaja en los años setenta, pues
como se indicó anteriormente las tasas de interés eran moderadas. Fue
hasta fines de los setenta y principios de los ochenta que las tasas de
interés se dispararon y de la noche a la mañana el pago de los intereses
de la deuda creció en forma abrumadora.
Entre J 973 y 1978 todos los países registraron una notable acelera­
ción de su deuda externa, aunque con diferencias de unos países a
otros. La deuda por habitante, que en 1973 era de 115 dólares, en 1979
se había triplicado al alcanzar un nivel de 342 dólares. Por su monto
la deuda centroamericana superaba en un 21 % el valor de las ex­
portaciones, con índices aún mayores en el caso de Costa Rica (204%,
Nicaragua 157% y Honduras 145%). Por entonces la deuda externa de
Guatemala y El Salvador todavía era inferior al valor de sus ex­
portaciones 104•
No es el caso de entrar en consideraciones técnicas acerca de la
deuda externa. Basta considerar el contexto económico y social en que
se fue acumulando para cntrc\'er sus consecuencias. El endeudamiento
vino a sellar una década colmada de problemas. Un decenio en que
subieron a la superficie, uno a uno, los factores de b crisis (económica,
social y política) más profunda de la historia centroamericana. Fue un
decenio de premonición. Los peores años estaban por llegar.

CONCLUSIONES

Así, pues, en 1979 se Cl'fTÓ un ciclo histórico para Centroam�rica.


Después de un prolongado período de crecimil·nto entre 1950 y 1973,
Centroamérica ingresó en una zona de turbulencia económica y politi·
ca, pero aun así mantuvo una tasa positiva de crt•cimíl·nto. Para los
únicos que las cosas marchnron U contrncorrit•ntc fue para los pobrt'S.
Fueron aiios aquéllos en que la riqueza y la pobrl'za aumentarnn l'n
paralelo.
Hubo, ciertamente. una �nnpliación (h.• las capas medias de la po­
blación. y se formó un proletariado industrial qUl' tt·nta ni\'des de in­
greso más elevados que los habituales L'll d medio niral, pao d carac­
ter concentrador y excluyente que tu\'o la expansión económica en Cen­
troamérica, unido a la dinñmka di:mogr6fka de la l'l.'gion. dil'ron pur
resultado un crecimiento del numl'ru de familias t'n estado de pobreza
crítica.
Aunque las fuentes de datos para estudiar la distribució11 dd ingre-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 77

so tienen diferencias de diseño (no obstante lo cual los resultados son


comparables con los de otros países, México entre otros) el panorama
hacia fines de los setenta estaba claramente acotado: « El 50% más
pobre de la población apenas obtiene entre 17% y 20% del ingreso,
proporción considerablemente inferior al 5% de la población que se
encuentra en la cúspide de la escala distributiva». La misma polariza­
ción del ingreso podía expresarse de otra manera indicando que «el
ingreso promedio por habitante de las familias que se encuentran en
el estrato del 5% superior excede en aproximadamente treinta veces al
que percibe el 20% de la población de ingresos más bajos» 105.
La coexistencia de polos tan opuestos ha requerido la presencia de
Estados autoritarios. Por algún tiempo, bajo la impresión de la Revo­
lución Cubana, Estados Unidos quiso hacer algo para mejorar la situa­
ción, conforme la idea enunciada por el presidente Kennedy de que
quien se opusiera a la revolución pacífica sería responsable de la revo­
lución violenta. Se trataba de una idea muy inspirada pero la Alianza
para el Progreso no contravino la experiencia múltiples veces confir­
mada de que la opción tradicional de la política norteamericana ha
sido apoyarse en las estructuras seculares de dominación, por lo que
<cpuesto ante la disyuntiva de elegir entre los ideales humanitarios y la
estabilidad, Washington no ha vacilado nunca en hacer su elección» 106.
En estas circunstancias la situación evolucionó en la forma que era
de esperar: Estados Unidos quiso introducir un giro apropiado en las
políticas latinoamericanas, pero las estructuras internas de poder no
aceptaron abandonar el lenguaje de la fuerza. Pérez Brignoli lo anota
en forma contundente:

Detrás de esas ambiciosas reformas (las de la Alianza para el Progreso)


se escondía en verdad un operativo de contrainsurgencia: se trataba
de derrotar a la Revolución Cubana y a los movimientos guerrilleros
que amenazaban multiplicarse donde hubiera terreno propicio para
ello, con modernización y democracia efectiva. Pero esa gigantesca
prueba de las virtudes del capitalismo sobre las amenazantes prome­
sas del socialismo fracasó con prontitud. Las clases dominantes resis­
tieron y sabotearon la mayoría de las reformas de contenido social(. ..)
Hacia 1970 la subversión había sido suficientemente golpeada en Ni­
caragua y Guatemala como para no asustar demasiado, y lo que es
más importante, parecía prevenida a tiempo en Honduras y El Salva­
dor. Poco importó, en el contexto de la guerra de Vietnam, el que los
objetivos de democracia política y participación popular, presentes en
el plan original, quedaran archivados para un futuro de mejor opor­
tunidad. La conjura de la amenaza subversiva era un éxito de los
militares y de las clases dominantes, a los cuales, por lo tanto, no era
• ·
conveniente importunar 107 .
78 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

Lo que vino después es historia para que la cuente otro autor. En


la última década del siglo XX Estados Unidos parece otra vez animado
del deseo de importunar, pues el espectro de la «amenaza comunistaJ>
se esfumó. Pero de nuevo su posición es contradictoria. Importuna pero
ayuda. Mientras tanto, las estructuras de poder vienen cambiando,
pero con el ingreso de nuevos ricos. No obstante todas las profecías, el
Reino tarda en llegar.
NOTAS

l. Producto medido a precios constantes de 1970 y a costo de factores, es decir,


sin incluir impuestos ni depreciación; 1950: 2.256.000.000 de dólares 1978: 9.450.000.000
de dólares. Fuente: CEPAL, Series históricas de crecimiento de América Latina, 1978, y
Anuario estadfstico de América Latina.
2. Porcentajes calculados con base en CEPAL, La integración económica de Cen­
troamén·ca (Naciones Unidas, 1956). Extensión territorial: 440.865 kilómetros cuadra­
dos, equivalentes aproximadamente a 44.100.000 de hectáreas.
3. Loe. cit.
4. CEPAL, Los recursos humanos de Centroamérica, Panamá y México en 1950-1980
y sus relaciones con algunos aspectos del desarrollo económico (1960), pág. 4.
S. Anuario de producción, varios años.
6. World Bank, Economic Development and prospects o[ Central America, vol. IV.
(Industry, 1967), párrafo 84.
7. En 1940 se suscribió el Convenio Interamericano del Café, cuyas cuotas de ex­
portación dieron un margen de holgura suficiente para que Centroamérica colocara
toda la producción del grano en el mercado estadounidense.
8. Producto interno bruto a precios de 1970 y a costo de factores. CEPAL, Series
históricas... y Anuario estadtstico de América Latina.
9. Gert Rosenthal, «Principales rasgos de la evolución de las economías centro­
americanas desde la posguerra» en Centroamérica: crisis y política i11temacio11al (Mé­
xico: Siglo XXI, 1982), cuadro 6.
io. CEPAL, Centroamérica: crisis agrtcola y perspectivas de ,m 1111evo dinamismo,
(1986). Producto agropecuario a precios constantes de 1970.
11. CEPAL, Centroamérica: evolución económica desde la posguerra (1980), cua­
dro 22.
12. SIECA/FAO, Perspectivas para el desarrollo y la integración de la agn·culwra en
Centroamérica (Guatemala, 1974), citado en CEPAL, Centroamérica: la evolución eco­
nómica ..., pág. 69.
13. Ibid., cuadro C-4.
80 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

14. CEPAL, 1980: 84.


15. Víctor Bulmer-Thomas, La econ omfa polttica de Centroamérica desde 1920 (San
José, Costa Rica: BCIE-EDUCA, 1989). pág. 144.
16. CEPAL, 1986: cuadro 4.
17. Loe. cit.
18. F. Ellis, Las transnacionales del banano e11 Centroamérica (San José, Costa
Rica: EDUCA, 1983). pág. 237.
19. Véase V. Bulmcr-Thomas, 1989: 143-144.
20. José Roberto Lópcz, La eco,wmfa del ba11a110 en Ce111roamérica (San José. Costa
Rica: DEI, 1986), pág. 23.
21. Franz Thielen, �Estudio cumparati\'o del sector algodonero de :-.:icaragua y El
Salvador» en Wim Pelupessy editor, La economfa agroe.xportadora en Ceniroaméri­
ca: crecimiento y adversidad (Costa Rica: FLACSO-Uni\'crsidad de Tilburg, 1989).
pág. 117.
22. CEPAL, 1986: cuadro 6.
23. Thiclen, 1989: 133.
24. Roberto G. Williams, Export agriculwre and the cri�is in Ct•111ral America (The
University uf North Carolina Pn:ss, 1986), cuadro A-4. pág. 200.
25. Ibid., pág. 32
26. Ibid.. pág. 33.
27. Tbielc:n, 1989: 40.
28. E. Col indrcs, F1111d,m1c,1tos ecm1ó1111cu, dt• la lmrg1,nfa .,al,·adoráia (San SJh a-
dur, 1977), citado por F. Thickn, op. cit., pág. 38.
29. Thiekn. 1989: 35.
30. IbiJ., p:'lg. 42.
31. Williams, 1986: 45.
32. IbiJ., pág. 220, nota 55.
33. Ibid.
34. Ibid., pág. 68. El factor {k cunn:rsión J._• a�-r..·s a lw1.:t:trL·as ..·s 0.4047.
35. CEl'AL, 1986: cuadro 15.
36. lbid., pág. 87.
37. L�·ón, I3arbu.ta v Aguilar, Gmwderf11, pags. 4-24, dt�1du por R. William:-.. up. cit.,
págs. 223-224, nota �8.
38. Williams, 1986: 111.
39. lbid.. p:'lg. 217.
40. Ibid., p:\g. 58. Los tblrn, !>obn.· d rncrt·mcntu dt• culunu'i qu..· se mencionan a
cuntinttal·ión apan.-cen t•n b nota 23, pags. 2lti-217.
41. lbid., págs. 55-65.
42. Alfredo Guerra-Burges, Gco�1af1,1 t'C01W1111c.1 dt' G11e11,·111¡1/a, T l. (Guatt•mal..1
EJitori.d U niwrsitaria, 1969), cuadro 57.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 81

43. CEPAL, La i11dustriali;:ació11 en Centroamérica 1960-1980 (Santiago de Chile,


1983). cuadro 8. Serie Estudios e Informes de la CEPAL n.º 30.
44. World Bank. Eco11omic develop111e11t and prospects of Central America (1967).
párrafo 4. El Banco comparó el valor de los productos manufacturados exportados a
Centroamérica con el valor bruto de la producción industrial.
45. Ibid., párrafo 9.
46. Ibid., párrafo 30.
47. CEPAL, 1983: cuadro 44.
48. Alfredo Guerra-Borges, «Consideraciones sobre la aplicación del Convenio de
Incentivos Fiscales al Desarrollo Industrial sobre base enteramente centroamericana»
en Ensayos sobre integración (Guatemala: Editorial Universitaria, 1975), pág. 128.
49. Véase Alfredo Guerra-Borges, «Materiales para el estudio de la especialización
e interdependencia industrial en Centroamérica» en Ensayos sobre integración (Guate­
mala: Editorial Universitaria, 1975); y World Bank, The Common Market and its future,
vol. I (1972).
50. CEPAL, El crecimiento económico de Honduras y el desarrollo equilibrado en la
integración centroamericana. Evaluación de la integración en Centroamérica (Nueva York,
1966), pág. 199.
51. Raymond W. Goldsmith, La estructura financiera y el desarrollo económico (Mé­
xico: Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos, 1963). págs. 27 y 28.
52. Claudio González-Vega y Jeffrey Poyo, «Desarrollo financiero en Centroaméri­
ca» en Wiliam Ascher y Ann Hubbard editores, Recuperación y desarrollo de Centro­
américa (Duke University y San José, Costa Rica, 1989), pág. 189.
53. Loe. cit.
54. Alfredo Guerra-Borges, Evolución de la intennediación financiera en Centroamé­
rica (Costa Rica: Instituto Centroamericano de Documentación e Investigación Social,
s.f), pág. 38.
55. Ibid., págs. 50-54.
56. Ibid., pág. 6 1.
57. World Bank, Agricultura! credit sector policy paper (s.f.).
58. Gautama Fonseca, Integración económica. El caso centroamericano (Tegucigal­
pa, Honduras, s.f.).
59. Ibid., pág. 245.
60. Alfredo Guerra-Borges, Desarrollo e integración en Centroamérica: del pasado a
las perspectivas (México: Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad de
México y Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales, 1988),
pág. 20.
61. Fonseca: 264.
62. CEPAL, Reestn1ct11ración del sistema centroame,icano de iwegración: bases y
propuestas (LC/MEX/R.273/Rev.l, 1991), págs. 15-16.
63. Guerra-Borges, 1988: 19.
64. Guy Durand, «Política y reforma agraria en Honduras. Crisis de un sistema
82 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

alimentario» en Matz Lundahl y Wim Pclupessy. Crisis eco116mica en Ce11troamérica y


el Carihe (San José, Costa Rica: DEI, 1989), pág. 60.
65. Mario Posas. «Política agraria y estructura agraria en Honduras (1950-1978) ..
en Estudios Sociales Centroa111erica11os, n .º 24 (septiembre-diciembre 1979).
66. Posas, 1979: 53.
67. lbid., cuadro 3 y pág. SS.
68. Ibid.. pág. 56.
69. Ibid.. pág. 84.
70. Ibid., pág. 93.
71. Ibid., pág. 102.
72. Ibid., pág. 69.
73. Citado por Jin Handy, «"The most precious fruit of the revolution�: the Gua­
temalam Agrarian Reform. 1952-54" en Hispanic American Historial RCl'Ít'1\', vol. LX\'Ill
n." 4 (J 988). pág. 675.
74. Alfredo Guerra-Burges, Pe11samie11to eco116111ico-social de la n'1ul11ció11 de octu­
bre (Guatemala: Facultad de Ciencias Económicas, Uni\ersidad de San Carlos, 197i),
pág. 21 (Colección Investigación para la docencia n.• 6>.
75. Estimaciones con ba�e en el Cl.'nsu :igrupecuario de 1950.
76. José Guillén-Vill:ilobos, Estn1ct11ra agraria de G11are111ala. Anlt'cedmte\ ·' con.x-­
cuencias (Guatemala, 1963). Los minifundios utilizaban el 79'c de la tierra para culti·
vos de subsistencia; no utilizab:111 el I So/c (que por lo �eneral eran «tíc1T,1s en descan­
so») y no cra utili1.abk cl 6% n.•stante.
77. «Ladina» es la publacion no ind1gcna, cuvo control dd poder lo..:al y nacional
se rcafirmó después de la rernlución liberal dd ,íglu XIX.
78. « Las tierrns dt• propiedad pri, ada, ma�·ures de du.,cienlas selcnla hec tareas
( ...) que no eskn culti,·adas por sus prupil·l:1rio!'. u por cuent;1 dt· 6tus o que h.nan
sido arrendadas l'n cualquier furn1a u lº xplutadas por si,1l·111�1:1 de prcst�1ciunt', rx·�o­
nales o para substituir o completar salarios deficit"nll"!'. dur-antt· cualquit·ra Jt• lo'í ulti·
mos tres años ante,·iures a esta Le:,·. se cun...idc1-:.\r:\n btifundios \ 1.kbt·1-an st•r t"\pro­
piados en favor de la Naciun u en Í:l\'or Je los 1.·amp'-·sinu:-. y tr.1bajadort."s .. • (Art 32 >.
79. Pru�·ectu de Le�· Agra1·ia dl• la Asc_Kiacion Gl·neral dc Agrü:ultun.·s. ntadú por
GuerTa-Burgcs, J977: 30.
80. AID/Dl'wloprncnt A!'.Sol·iall•s, La11d 1111tl labt>r· i,, Gwurmale1: ,111 a,,,._,)mt'III, Grw­
tcma/a (s.O. pág. 26 .\' cuadro 14 dd anl'>.o I. El infurml.' ful.' t'ntn.·g:,do al gub1cmu <ld
General R1us Montt d I de m:tubn• J1.· 19S2.
81. La FAO estimo en S,S persu,w-. el tam�1ñu dt• u11.1 f.1mili:1 nir.ll. t.•n f'en�·ctt"'"
para el clewnullu v la i11tegracio11 de la t1gnc11lwrn t'II Ct•11tn)(lrllt'rit·t1 (Guatt'malJ. 19741.
82. Co111itt l11teranraiccmu de Dt•:.anullo A,g11Cohr. T,:11e11cid dt• l.1 11en,1 y Jc>,an-(ll/o
eco116111ico del St'Ctor agrfcolu (Guall•mal.1, Union t'ana111l'l'Íl'a11:1. \\':v,hingtun OC. 19o5>.
pág. 59.
83. AIDiDen:lupnwnt Assuciates, lbid., pag. 2o.
84. J. Handy, 1988: 687.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 83

85. Alfredo Guerra-Borges, Geografía económica y humana de Guatemala {Guate­


mala: Editorial Universitaria, 1986), pág. 187.
86. De acuerdo con la investigación realizada en archivos por Jim Handy, 509
solicitudes de expropiación fueron desechadas y en 239 casos la extensión de las tierras
afectables por la reforma agraria fue reducida sustancialmente al comprobarse que
estaban comprendidas dentro de las excepciones establecidas por la ley, Handy, 1988:
689.
87. Ibid., pág. 694.
88. Richard N. Adams, Crucifi.xion by power (Austin & London: University of Texas
Press, 1970) pág. 193.
89. Tasas de crecimiento según CEPAL, El Mercado Común centroamericano y sus
problemas recientes (1971), cuadro 2.
90. Ibid, cuadro 3.
91. Ibid, cuadro 10.
92. V. Bulmer-Thomas, 1989: 268.
93. R. Adams, 1970: 364.
94. CEPAL, 1986: cuadro 4. Producción de café en 1970 y 1979: Honduras, 33.700
y 74.700 toneladas, respectivamente; El Salvador: 125.400 y 175.700; y Nicaragua:
39.400 y 56.500.
95. Ibid., cuadro 5. Superficie cañera en 1970 y 1979: Guatemala, 26.300 y 58.600
hectáreas respectivamente; Honduras, 28.700 y 56.000. Producción: Guatemala:
2.001.400 y 5.026.700 toneladas; Honduras, 1.374.500 y 3.203.000 toneladas.
96. Ibid. cuadro 27 y pág. 60.
97. CEPAL, 1986: cuadro 6.
98. R. López, 1986: 39-42.
99. CEPAL, Centroamérica: el financiamiento externo en la evolución económica,
1950-1983 (1985), pág. 18.
100. CEPAL, 1985: 34.
101. Ibid., cuadro 6.
102. Ibid., cuadro 15.
103. Tasas estimadas con base en ibid., cuadro 14.
104. ibid., cuadro 15.
105. Gert Rosenthal. «Principales rasgos de la evolución de las economías centro­
americanas desde la posguerra» en Centroamérica: crisis y política intemacio,zal (Méxi­
co: Siglo XXI Editores, 1982), pág. 35.
106. Alfredo Guerra-Borges, Integración centroamericana: perspectiva co1Itradictoria
y política exten·or de Estados Unidos, mimeografiado (México, 1990), pág. 11.
107. Héctor Pérez Brignoli, Breve historia de Centroamérica, 3a. ed. (Madrid: Alian­
za Editorial. 1988), pág. 149.
Capítulo 2

LA POLÍTICA

Manuel Rojas Bolaños '�

1944-1979 es un largo y complicado período en la historia política


de Centroamérica. Se inicia con intentos de apertura democrática en
la mayoría de los países de la región, que se frustraron en casi todos
ellos, y se cierra con un panorama de guerra civil. A lo largo de todo
el período las antiguas clases terratenientes se modernizaron en el pla­
no económico, pero fueron incapaces de aceptar reformas que abrieran
la arena política a la participación de las mayorías, y mejoraran su
status social. Frente al sistema de privilegios establecido, la magnitud
de la injusticia social y el autoritarismo existente, en la mayoría de los
países de la región los intentos de apertura democrática adquirieron el
carácter de verdaderas revoluciones sociales. La reacción de las fuerzas
conservadoras, aliadas con los militares y el gobierno de Estados Uni­
dos, puso fin dramáticamente a los experimentos democráticos, salvo
en el caso costarricense y parcialmente en el hondureño. En ese sentido
el balance del período es de fracaso en el plano político; la crisis del
«poder oligárquico» quedó sin resolverse 1, y los sectores dominantes
tuvieron que recurrir cada vez más a la violencia y la exclusión política
para lograr mantener su poder. La inestabilidad política y la violencia
institucionalizada son entonces las características más sobresalientes
del período en casi todos los países.
Para efectos de análisis el período puede ser dividido en tres mo­
mentos: el momento de la posguerra, que marca el inicio de los inten­
tos de modernización política; el momento de la Revolución Cubana,
que imprime una nueva dinámica a los procesos, y los años setenta,
cuando el endurecimiento de los sistemas de dominación y la irrupción
de nuevos actores en la escena política agudizan los conflictos y em-

* El autor agrade�e la valiosa colaboración de Franklin Solano Castro en la bús­


queda de información sobre el período.
86 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

pieza a perfilarse el escenario de la guerra civil en varios de los países


de la región.

LA POSGUERRA Y LOS INTENTOS DE MODERNIZACIÓN POlÍTICA,


(1944-J959)

Los vientos de democracia y tran�formación social que soplaban en


el mundo occidental alcanzaron la� costas centroamericanas en los años
inmediatamente anteriores a la finalización de la Segunda Guerra Mun­
dial, coincidiendo con la irrupción en la escena política de nuevos gru­
pos sociales que demandaban libertades políticas y mejores condicio­
nes de vida para la mayoría de la población. Es el momento de la
posguerra (J 944-1959), que marca el fin la mayoría de los regímenes
autoritarios establecidos durante la crisis de los años treinta. En Gua­
temala la dictadura de Ubico se derrumbó; en El Salvador, Martíncz
Hcrnández tuvo que abandonar al poder, aunque el régimen que había
establecido continuó cuatro alios más; Carías, en Honduras, logró per­
manecer hasta finales de 1947 para dar paso a un gobierno de transi­
ción; y en Costa Rica, las reforma� sociales y la lucha por el respeto al
sufragio provocaron una significativa transformación del régimen po­
lítico. Solamente en Nicaragua el régimen autoritario establecido en
los años treinta logró mantenerse casi sin reformas hasta 1979.
Los procesos políticos ocurridos en Costa Rica y Guatemala en d
momento de posguerra guardan algunas similitudes, a pesar Je ser
países con estructuras sociales muy diferentes, y con culturas políticas
también difc.:rcntes. Sin embargo, en ambos países se pusieron en mar­
cha reformas socialt·s de significativa amplitud. qut.• buscaban cambiar
las relaciones de pod(.'r establecidas l'n d pl'ríodo anterior. Las fut•r.ws
sociales y las alianzas entre clast•s y scctorl's sociales qut.• inicialmt·nk
cmpujarnn las refo1·mas son tambi�n similares; igualmente las que las
Fy
mantuvieron las que terminaron sostcni�n<lolas. Por supuesto que d
impacto de las rdormas fut· Jifat.•nk: en d caso guatt.•maltcco, <lad�,
la estructura de la tt.·ncncia <le b tierra y el orden autoritario a que
estaban at·ostumbrados los antiguos tcrratcnkntes, d rdormismo ad­
quirió d carácter de una rc\'olución. La rdorma agraria <le 1952 no
sólo tocó profundamenk los intereses dt.• esos tt.·rraknit.•ntes. sino tam­
bién los dt: l.1 UFCo. L1 oligarquía 1.:ostarricensc sufrió un golpt' com­
parable con la nacionalizal'ión bancaria, sólo que e!'.>tC golpe St' dio en
un segundo mon1t.•nto dd pruct'So rdormista, cuando hab1a pasado la
lucha arruada con la que se inlt.'ntó prt·cisa111cntc frt·1K1r d proceso. En
todo caso, d t·jerdcio <ld podt.·r por d cnpital trauiciomil en Cost�1 Rica
TO�IO \'. DE 1,\ POSf;l'ERRA A LA CRISIS (1•>4� 1•i7,i) 87

t:-ra difl'n'ntt:' al tk los tcrratt•nkntt.'S guatt·maltecos; para t•mpt'.l.fll'. no


St' contaba con un t'.it'ffi to. stricto St'//Sll, n1yo peso en la t.lt-fin iL'i0n (k
los at'ontl'cimit'ntos politicos en C(·ntt-oanwrica ha sido histórkamt·ntt'
dctenninantt'. En Guatl'mala d rdormismo aborto." St' inil'iú un largo
pl'riodo dl' rt.'prcsiún. mil'ntras qut' t.'11 Costa Rica t'I prot' t'SO Sl' mant11-
,·o a lo largo del pt'nodo siguicnk.
En ios casos dt• El Sah-ador y Honduras. lo::. proct·sos rdormistas
se desarrollaron tardíamenll'. n1ando la guerra l'rb St' había iniciado
y Estados Unidos dominaba t'l contexto inlt'rnacional. Estl' factor con­
tribuyo a qul' careciaan (k la pt·ofundidad de los prnct·sos s1..·11alados
arriba. Aun así dcspt·1·tanm fucrks reaccio11l's de bs anti�u�1s clases
dominantes; nue,·antcnte las dift•i·t·ncias en n1anto a desarr�llo ·" poder
de esas clases produjeron rq;ín11..·m·s dif1..'fl.'t1lt'S. l\tit·ntras qm· en El Sal­
,·ador la imposibilidad de abrir d t'Spacio políti1..'o más allá de:· cit•rtos
límites condujo a un rcgin1t'n cada ,·e¿ m�'ts ,·ioknto \' c:•xclun·ntl'. t'n
Honduras todavía t•n lo; aüos St't1..·nta hubo rdormas �ignilk�ti\'as.

Costa Rica: los ,·h,11tos nfomzisrns

Los vit'ntos rdormistas se <les�11aron prinwro cu Costa Rica. preci­


samente 1..·n un país l'n donde b situación pohtil'a �· social no t'ra tan
pola.-izada como t'n d resto dt• la región. Pt'Sl' a l'lk) ocurrit'rnn cambios
que marcaron profundaml·nte el curso (Ít' los at'Olltecimkntos en bs
siguientes tres décadas.
En bs dt'ccioncs dl' 1940 resultó electo presidL'Htt' de la Rt•púhlica.
por casi el 85% ck los votos emitidos, Rafael Ángt•I Cald�·,·ón Guardi�1.
un médico de cuarenta aüos, con una corta pero exitosa 1..·�llT1..'ra polt­
tica. La candidatura dt• Caldcrnn fue apo�·ada por s t·ctores sodaks di­
versos, donde destacaban. por suput'Sto, cal'ctalews, banqm·ros y gran­
des comerciantes. Práctkanwnte no e1Kontro oposición. Los comunis­
tas intentaron conforma•· un bloqut' amplio encabezado por d dejo
político liberal Ricardo Jiint'ncz, quit·n había ocupado la presidt·ncia
de la República en tres ocasiones; PL'ro la dt•nonlinada <<Alianza Nal'io­
nal Dt'l\10lTÚtic�P> no aguantó los l'mbatcs dt• una confrontación con d
partido oficial, y se desarmó lllt'SCS antes dl.' las t'kcl'io1ws. Los nmrn­
nistas continuaron solos en la contienda. obtt•nkmlo casi d 10"<' de los
votos.
La inestabilidad t.Tonúmica v social d1..• los ai'los treinta habí:1 colo­
cado en d tapete de las discus.ionl's la profundización dd d1..·sarrollo
capitalista del país 1..·omo única forma de superar d t'stancamiL·nto en.l­
nómko; asimismo, la 1·clorma soeial como medio tk rrc:'1wr el aunwnto
de la conflictividad. Hay que recordar qu1..· t'll los mios trt·inta S1..' habia
formado en d país un acth·o Partido Comunista, qut' t'll 193-l hab1a
88 HISTORIA GENERAL DE CENTROA,\1ÉRICA

2.1 RAFAEL ÁNGEL CALDERÓN C.l ARDIA. PRESIDFNTE DE COSTA RICA ( 1940-1<µ4¡ E.-.; LA nRMA DEL DF.CR.ETO DE
CREACIÓN DE LA L'II\ LRSIDAO OE COSTA RICA (l�I

dirigido una gran huelga de trabajadores bananeros en la costa atlán­


tica, y que había logrado una influencia respetable en los sectores de
obreros y artesanos de las ciudades. Pocos pensaban, sin t.•mbargo, que
durante el gobierno caldcronista se llevarían a cabo reformas sociales
de envergadura, como las que �e realizaron en el bienio 1942-1943.
La preocupación de los dos primeros años de gobierno fue la esta­
bilización de la economía, nuevamente en situación critica en menos
de diez años. El Convenio de Cuotas dd Café firmado en Washington
en noviembre de 1940, así como otras medidas tomadas en ese año.
evitaron un colapso; sin embargo. el gobierno perdió apoyo popular
rápidamente: ·ta elevación considerable del costo dt.• \'ida. las pugnas
internas dentro de la facción gobernante, sobre todo en lo rdativo a b
sucesión presidencial --el presidente no cst�1ba de acuerdo en apoyar
a su antecesor para que ocupara nuc\'amente la primt·ra magistrntura
de la República-, así como las acusacione� dt.· corn1pción. minaron su
base social de apoyo. Además, la declar,\loria c.lt.- guerra a Alt·mania y
c1 Japón, ocurr-ida a fint.'s de 1941, así como lns subsiguit.·ntt.·s acciones
contra los ciudadanos alemanL'S o de origt.>n alt.•nu'ln 1·t.'sidt.·ntt.'S en d
país -muchos de ellos prominl'ntcs caficultores-. alejo al gobi�rno dt.'
un sector importantt' de los calétak·ros, empart.•ntados o rt.'lacion�1dos
con los alemanes.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS {1945-1979) 89

La oposición al régimen se nutrió además de elementos de la pe­


queña burguesía intelectual, que desde la década anterior habían ve­
nido sosteniendo una lucha contra el control extranjero de la produc­
ción y suministro de la energía eléctrica. Estos grupos cobraban al
gobierno calderonista la firma en 1941, en términos inconvenientes para
el país, de un contrato con la Compañía Nacional de Fuerza y Luz,
subsidiaria de la Electric Bond and Share Co., así como otras contra­
taciones realizadas con el gobierno de Estados Unidos y con compañías
norteamericanas, para la explotación de cultivos «estratégicos».
En esas circunstancias el presidente propuso un conjunto de leyes
y adiciones a la Constitución vigente: el Código de Trabajo, la inclusión
del Capítulo de Garantías Sociales y del principio de la función social
de la propiedad dentro de la Constitución, y la creación de institucio­
nes como la Caja Costarricense de Seguro Social y el Consejo Nacional
de Producción. La reapertura de la Universidad de Costa Rica, ocurrida
en 1941, favoreció la movilidad social y la creación de los cuadros para
la gestión de las instituciones del Estado que se desarrollarían unos
años después.
Este conjunto de medidas, conocidas como la «reforma social de los
años cuarenta», facilitó la formación de una especie de triple alianza
entre el gobierno, el Partido Vanguardia Popular -nombre adoptado
por el Partido Comunista de Costa Rica el 13 de junio de 1943-, y un
sector de la jerarquía de la Iglesia católica, encabezado por el arzobis­
po de San José, monseñor Víctor M. Sanabria. Un nuevo reagrupamiento
de fuerzas se conformó alrededor del gobierno, reagrupamiento hete­
rogéneo e inestable, pues dentro de él se encontraban desde miembros
de las prominentes familias cafetaleras -en mucho menor número que
al inicio de la administración-, hasta el proletariado bananero de la
zona sur del país, pasando por sectores de artesanos y empleados pú­
blicos. Sin embargo, la cuestión alemana, la «reforma social» y otras
particularidades de la gestión calderonista en el gobierno habían colo­
cado al grueso del capital dentro de la oposición, favoreciendo la for­
mación de un bloque de fuerzas, también heterogéneo, alrededor de la
figura caudillesca de León Cortés, quien había sido presidente en los
años 1936-1940.
Dentro del bloque calderonista, llamado precisamente «Bloque de
la Victoria» para las elecciones de 1944, se agrupó buena parte de las
fuerzas favorables al cambio; mientras que en el bloque cortesista la
tonalidad era conservadora; sin embargo, dentro de la oposición al
régimen se fue conformando otra fuerza, de intelectuales, profesionales
liberales y algunos artesanos y empleados de comercio, que aunque
miraban con simpatía las reformas, se oponían al gobierno por los abu­
sos, las arbitrariedades y la corrupción, así como por la alianza con los
comunistas; además, consideraban que la reforma social no podía sos-
90 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

2.2. VtCTOR M. SANABRIA. ARZOBISPO DE COSTA RILA. F.!\ LA flR!I.U DFL DECRETO DI:. CRE.ACJó:,; DE U
U�I\TRSIDAD Dí' COSTA RICA (!<MQ)

tenerse sin reformas en el Estado y las estructuras producti\'as dd país.


El grupo representativo de este sector era el Centro p.:,ra d Estudio de
los Problemas Nacionales. encabezado por el economista Rodrigo Fa­
cio. Este gmpo constituiría en 1945 el Partido Social Ot.·mócrata, junto
con José Figucrcs y otro grupo procedt.·ntc del sindicalismo cristiano.
Figucrcs era un empresario agroindustrial medio, casi desconocido
en los círculos políticos del país hasta la noche del 8 de julio de 1942.
cuando pronunció un discurso por una emiso,-a de radio. criticando al
gobierno por la política económica y fiscal, acusándolo de habt.·rse cn­
t1-egado a las manos de los comunistas y de ser responsable dd hundi­
miento del San Pahlo, un barco cargul.'ro que había sido torpcdt.•ado
por un sub¡11arino alcm{m, supuestnrncntc. unos d1as antl"S. Figut.•n.•s
no pudo terminar su discurso; fut.• dctl"nido por In policía y unos d1as
después tu\'o que ab,111donn1· el país. convirtk·ndosc en una importantt.•
figura dentro de la oposición al n�girnt.·n.
El intento de aprobar. a principios dl.' 1943, un nuc\'u <:ódigo t.•le1..·­
toral qut' colocaba en manos dd gobierno d rt't.'Ut'lllo de los , olos,
provocó una oleada de prott.•sta� callt.·je1·:.1s protagoniLadns por los t.'S­
tudiantt'S, donde jugarnn un papel principal los mit.·mbros dd Ct•ntro
para el Estudio de los Problemas Nacio11�1les.
Después de 1942-1943, entunct'S, d país marchó haci.:1. una pobri­
zación Je fuerzas políticas. Las dl.'cCÍolll.'S del 13 de febrero Ut' 1944
arrojaron una victoria dudosa para el bloque gubenrnmt•nlal. lnmcdia·
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 91

tamente este último partido alegó fraude electoral, y el 24 de febrero


siguiente sus diputados presentaron ante el Congreso una petición para
que las elecciones fueran declaradas nulas, propuesta que por supuesto
no prosperó en un Congreso dominado por la coalición Republicano
Nacional-Vanguardia Popular.
Un nuevo gobierno del Partido Republicano se instaló en mayo de
1944, esta vez presidido por Teodoro Picado, un abogado y educador,
quien había sido diputado y presidente del Congreso Constitucional.
Aunque Picado prometió apoyar la reforma social de su antecesor, sus
preocupaciones aparentemente iban por el lado de la modernización
del aparato del Estado.
La oposición cortesista buscó un entendimiento con el gobierno poco
después .de haber asumido Picado su cargo, siempre y cuando los co­
munistas fueran sacados de las instituciones del Estado, lo cual era un
indicador de preocupación de buena parte de los capitalistas costarri­
censes por la influencia alcanzada por comunistas durante la adminis­
tración Calderón Guardia. No se llegó a ningún acuerdo, pero Picado
trató de deshacerse de los comunistas, sobre todo a partir de 1946,
cuando se inició la «guerra fría» y el gobierno norteamericano comenzó
a mirar con mayor preocupación lo que sucedía en Costa Rica. En los
años cuarenta la presencia norteamericana se había incrementado en
el país, tanto en el plano político como en el económico. La adminis­
tración de Calderón había mejorado notablemente las relaciones del
país con Estados Unidos, sobre todo después de la declaratoria de gue­
rra a Alemania, Italia y Japón; además, permitió el establecimiento de
una misión militar de ese país, otorgó facilidades para la construcción
de instalaciones militares y para la explotación de cultivos estratégi­
cos, y colaboró en el control de los residentes de origen alemán en el
país, enviando a varios cientos de ellos a campos de concentración en
el mismo Estados Unidos. A cambio obtuvo una importante ayuda eco­
nómica; sin embargo, las relaciones entre el gobierno costarricense y
el estadounidense se deterioraron entre J 943 y 1944. La alianza del
gobierno con los comunistas, la aprobación del Código de Trabajo, que
afectaba a los intereses de la United Fruit Company, y la introducción
dentro del texto constitucional del principio de función social de la
propiedad, provocaron recelo entre los miembros de la Embajada de
Estados Unidos; pero también fueron un punto de discordia los dudo­
sos negocios realizados por allegados al gobierno con algunos pertre­
chos suministrados por aquel país.
Las relaciones mejoraron durante el gobierno de Picado, pues sus
esfuerzos para mejorar el funcionamiento de la administración pública
fueron favorablemente evaluados por los norteamericanos; pero tam­
bién influyó el interés manifiesto del gobierno de mantener la misión
militar norteamericana en el país. Sin embargo, la situación mundial
92 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

comenzaba a cambiar y la alianza de hecho entre el gobierno y los


comunistas preocupaba cada vez más a los norteamericanos. Los con­
tactos cun la oposición se incrementaron y el sindicalismo cristiano
comenzó a recibir ayuda de la American Fedcration of Labor en el
transcurso de 1946. Otilío Ulate, director del Diario de Costa Rica, y
uno de los principales líderes de la oposición, fue invitado por el De­
partamento de Estado a visitar Estados Unidos en marzo de 1946. En
abril de 1947 el embajador Johnson, cuya actitud era favorable algo­
bierno, fue sustituido por Walter J. Donnelly; pero al agravarse la si­
tuación política, Donnelly fue transferido a Venezuela, y su lugar fue
ocupado por Nathaniel Davis. quien trabajaba en la Unión Soviética,
y llegó al país a principios de 1948.
Pese a las presiones de la oposición y al cambio en la situación
internacional, para el gobierno nu resultaba fácil dejar de lado la alian­
za cun los comunistas. porque buena parte del apoyo popular pron:nía
de lus grupos organizados pur ellos. Aprovechando la \'igencia del nue­
vo Código de Trabajo, el 4 de octubre de 1943 se hab1a fundado la
Confederación de Trabajadores de Costa Rica (CTCR), en un acto en el
cual estuvieron presentes el presidente de la República y Vicente Lom­
bardo Toledano, entonces secretario gcncr:d de la Confederación de
Trabajadores de América Latina (CTAL), además de los principales di­
rigentes comunistas del país. La CTCR. que Yino a reemplazar al Co­
mité Sindical de Enlace. fundado unos años antes por los comunistas.
creció rápidamente.
En 1944 se fundó otra central sindical. pur inspiración dd a1-Lobispu
Sanabria, quien consideraba que l.i Iglesia católica debía competir con
los cumunistus en la organi1.aciún de lus ubn.·rus y artesano�; la Cun­
federadün Costarricenst.• de Trabajadurcs Rt.•rum No\'arnm (CCTRN}.
La competencia que Sl' es1ablcció entre ambas n•ntrales pru\'oco un
auge de la organización i,,indical en cl país: en su di:-cursu anual al
Congreso, en mayo de 1947, L'I presidenll' Pic:.tdu sei'lalo la t.•xistencia
de 228 sindicatos y 18 fedl'racioni.:s afiliados a las do:-. confedl.'r:.tciones.
La polarización política dd país Sl' ful' hat�iendo ma, complt'ja <ks­
pués de: la 1"íiuer1c de Curres, jdt.· de: la uposiciun, en mar,o de 1940.
Después de un corlo pcnodu e.le dcsoril'lllaciún, la upu�iciun logró uni­
ficarse alrl'ck•dur de Otilio Ulak, l'll una convt'nt.·iun n·ali,ada l'I 13 dc
febrero de 1947, y se aprestó a participar t.'ll las t.•lccciuiws dl· principios
de: 1948. A la unidad dt• la upusiciun t.·untribuyo, !->in duda, b ¡,proba­
cíun el 20 de diciembn: (le 1946 de: la Ll·�· n. 837. que auturi.1.aba un
pequcf10 aumento en t.•I impuesto territorial. �· con\'erLrn d impul'Sto
cedular de ingresos aprobado l'll 1931 l'B imput•-;tu sobre la renta. Las
cúmaras dl.' Agricultura y Ganadena. dl· Conwn;io �· de lmlustrias, los
sindicatos patrunalt·s de t·afl·takro� ) dl· producturt.•:-i dl· a.1.ucar, a::-.i
como lu Asociación de ComL'J'CÍ�lllll'S lmportadon.·..; �· Mayoristas, urg.t-
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nizaron reuniones para protestar por las nuevas cargas impositivas,


alegando que agravaban la situación de los productores, agobiados por
el peso de las cargas impuestas en todos esos años: días feriados, prea­
viso y cesantía, vacaciones, aumento de salarios, disminución de la
jornada de trabajo, Seguro Social, y otras.
A principios del segundo semestre de 1947, ]a policía reprimió vio­
lentamente las manifestaciones de grupos opositores realizadas en la
ciudad de Cartago, lo que provocó un paro nacional de la industria y
el comercio -la huelga de brazos caídos de agosto de 1947-, que obli­
gó al gobierno a otorgar garantías de que el proceso electoral no estaría
viciado de fraude. Las elecciones de febrero de 1948 se celebraron en
un clima de gran intranquilidad en el país: Calderón Guardia, nueva­
mente candidato del Partido Republicano Nacional. obtuvo 44.438 vo­
tos, en la más baja votación del período, pues sólo el 57% aproxima­
damente del total de votantes inscritos concurrió a las urnas; mientras
que Ulate, al frente de la coalición opositora, alcanzó 54.931 votos. Sin
embargo, en conjunto, el Partido Republicano Nacional y el Partido
Vanguardia Popular obtuvieron la mayoría de diputados electos.
Inmediatamente el partido de gobierno alegó fraude, mientras la
oposición reclamaba el triunfo. La situación se complicó debido a la
destrucción de gran parte de la documentación electoral en un incendio
de dudosos orígenes, lo que imposibilitó el recuento final de los votos.
En esas circunstancias el Tribunal Electoral declaró a Ulate presidente
electo con base en- los datos de los telegramas enviados por las juntas
receptoras de votos, pero con la abstención de uno de sus tres miem­
bros. El asunto entonces pasó a conocimiento del Congreso, que en una
agitada sesión, el 1 de marzo de 1948, anuló las elecciones.
Los días posteriores a la anulación de las elecciones estuvieron car­
gados de incertidumbre, hasta que el 12 de marzo José Figueres, al
mando de un grupo insurgente, inició acciones armadas en la región
montañosa del sureste de la provincia de San José, donde era propie­
tario de plantaciones de café y cabuya. En sus años de exilio Figueres
había establecido contacto con otros exiliados de países centroameri­
canos y del Caribe, que planeaban el derrocamiento por las armas de
Trujillo y de Somoza. Figueres logró convencerlos de incluir al gobier­
no de Costa Rica entre los regímenes a derrocar, pues estaba conven­
cido de que solamente por las armas podría provocarse un cambio
político en el país. Con la mediación del entonces presidente de Gua­
temala, Juan José Arévalo, los exiliados llegaron a un acuerdo y firma­
ron el 17 de diciembre de 1947 el llamado Pacto del Caribe, y escogie­
ron Costa Rica como el primer país donde se intentaría derribar al
régimen 2. Armas y otros pertrechos militares procedentes de Guate­
mala comenzaron a fluir hacia Costa Rica, colocando a los insurrectos
en posición de disputar más o menos igualitariamente en d campo de
94 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

batalla con las fuerzas del gobierno; además, al grupo de insurrectos


se sumaron militares caribeños y centroamericanos. Paradójicamente,
Arévalo ayudó a derrocar un régimen que en algunos aspectos era si­
milar al inaugurado con la Revolución de 1944 en Guatemala, como se
verá posteriormente. Una vez en el poder, Figueres no pudo cumplir
con los compromisos adquiridos, y los miembros de la Legión Caribe
tuvieron que abandonar el país en noviembre de 1948; aunque siempre
mantuvo una actitud de enfrentamiento con Somoza y Trujillo, más
tarde, en 1953 y 1954, Figueres apoyaría tácitamente los planes nor­
teamericanos de intervención en Guatemala 3.
Después de un mes de escaramuzas, que produjo no pocos heridos
y muertos, la guerra terminó con la victoria del grupo comandado por
Figueres. Los principales dirigentes políticos de los dos gobiernos an­
teriores abandonaron el país rumbo a Nicaragua y México, principal­
mente; el Partido Vanguardia Popular fue ilcgalizado; lo mismo el sin­
dicalismo que le cm afecto; las cárceles se llenaron de presos políticos
-cinco de ellos fueron fusilados-, y se establecieron tribunales espe­
ciales para juzgar a los acusados de corrupción y de otros delitos. En
diciembre de 1948, miembros del antiguo régimen, con el apoyo de
Somoza, invadieron sin éxito el país por la frontera norte. Unos meses
después, en abril de 1949, sectores conservadores dentro de las fuerzas
de la Junta intentaron dar un golpe de Estado, descontentos con el
rumbo que habían tomado los acontecimientos.
El desenlace de la guerra civil, a difen:ncia de lo ocurrido en Gua­
temala, no significó el fin del reformismo, ni d inicio dl· un largo pe­
ríodo de represión. Se mantuvieron la legislación social y las institu­
ciones creadas en el período anterior, se nacionalizó la banca y se crea­
ron otras instituciones fundamcntak·s p:ll"a d desarrollo económicu Jd
período postcr-ior, como el Instituto CostarrÍCl'nse de Elt·ctricidad (ICE).
La Constitución aprobada l'I1 1949, aunque en lo fundaml·ntal respeta­
ba el texto de 1871, recogía las reformas establt-cidas a principios de
los años cuarenta. Pero no se avanzó mayormente en el campo dt• la
legislación social, posiblemente porque la corn-lación de fuerzas en l'I
período pos-t�rior a la guerra ci\'il no lo permitió. La oligarqu1a cafl�­
talera había siclo golpl·ada, pero continuaba sit•ndo mu�· poderosa; lU\'O
que dar campo a un nuevo grnpo social y político dentro de la cupula
del poder, organizado poco despu�� de la gucrr.i ci\'il en d Partido
Liberación Nacional, que dominaría la l'Sl'l'na política nacional dt> 1953
en adelante. Finalmentt' Ulatc asumio la prl·sidl·nda <lt• la Rqmblica,
y la situación política dd país se fue 11urm:tlizando.
Figueres fue electo presi(Ít'nle de la Rt•pública en dl�Cdlmes rl•aliLadas
en fobn:ro de 1953, al ln·nte del Partido Libt•racion N�1cional. Obtt1\'0
una aplastatltl' victoria frl'lltl' al candidato dd Partido Dt•mo(Tata, Fer­
nando Castro Cerv.inle�. quien n'prcst•ntaba a los \'Ít•jos sc>ctores dd
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 95

capital. Del total de votos válidos Figueres obtuvo el 65%; sin embargo,
un abstencionismo del 32,5% indicaba la renuencia de los sectores de­
rrotados en la guerra civil de 1948 a integrarse dentro del nuevo es­
quema político; el abstencionismo se elevó en las elecciones de 1958 al
35,3%. Solamente a partir de las elecciones de 1962 . , cuando Calderón
Guardia nuevamente se integró a la lucha. electoral al frente del Partido
Republicano, el abstencionismo descendió considerablemente, fluctuan­
do de ahí en adelante alrededor del 20% del padrón electoral. Calderón
Guardia había realizado el último intento armado de derribar al nuevo
régimen, a principios de 1955, otra vez con el apoyo de Somoza.
A pesar de estos hechos, la sociedad costarricense entró en un pe­
ríodo de creciente normalización política después de 1950, y de relativo
auge económico, gracias a que los precios del café y de otros productos
agropecuarios se elevaron en el mercado internacional.

La Revolución de 1944 en Guatemala

Una dictadura centralizada, encabezada por el general Jorge Ubico,


gobernaba Guatemala desde 1931. Ubico encarceló, asesinó y envió al
exilio a sus opositores; disolvió organizaciones laborales y silenció a
los intelectuales 4. A principios de los años cuarenta el movimiento
opositor comenzó a manifestarse más abiertamente, sobre todo a través
de acciones protagonizadas por estudiantes universitarios y maestros 5;
posteriormente se agregaron los trabajadores urbanos, descontentos
además con los bajos salarios existentes. El 21 de junio de 1944, una
asamblea de estudiantes demandó la autonomía universitaria, amena­
zando con una huelga general si el gobierno no contestaba afirmativa­
mente sus demandas en un plazo no mayor de veinticuatro horas 6. El
22 de junio Ubico acusó a los estudiantes de estar promoviendo ideas
nazi-fascistas, suspendió las garantías constitucionales y declaró el es­
tado de sitio en todo el país. Esta acción fue seguida de una serie de
huelgas y disturbios callejeros que provocaron la renuncia de Ubico el
30 de junio de 1944, y su salida del país rumbo a Nueva Orleáns.
Un triunvirato militar, prolongación del «ubiquismo», integrado por
los generales Ponce Vaides, Pineda y Villagrán, comenzó a gobernar el
país; sin embargo, debido a la presión popular se restablecieron las
garantías constitucionales, se permitió la organización de partidos po­
líticos y organizaciones sindicales, se abolieron los monopolios ubiquis­
tas del a�úcar, la carne y el tabaco, y se convocó a elecciones generales
del 17 al 19 de noviembre de 1944. Varios partidos políticos surgieron:
el Frente Popular Libertador, el Partido Renovación Nacional; el Par­
tido Vanguardia Nacional; la Unión Cívica de Guatemala; el Partido
Acción Nacional; el Partido Nacional de los Trabajadores; el Partido
96 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

Social Democrático; el Partido Concordia Nacional, y resurgió el Par­


tido Liberal. En fin, que un renacer de la política había ocurrido en
Guatemala.
En septiembre de ese año, los partidos Frente Popular Libertador y
Renovación Nacional, constituyeron el Frente Unido de Partidos Are­
valistas (FUPA), para apoyar la candidatura de Juan José Arévalo, un
opositor a la dictadura, pedagogo y filósofo, residente en Argentina,
quien propulsaba una vaga filosofía política calificada de «socialismo
espiritual».
En el plano de la organización laboral sucedió algo similar a lo
ocurrido en la política 7: se fundaron la Asociad'ón Nacional de Maes­
tros, la Asociación General de Empleados Particulares y el Sindicato
de Trabajadores de Autotransportes de la República, y se reorganiza­
ron la Unión Nacional de Electricistas y la Sociedad <le Auxilio Mutuo
Ferrocarrilero, que dio origen al Sindicato de Acción y Mejoramiento
Ferrocarrilero. El l de octubre de 1944 se fundó la Confederación de
Trabajadores de Guatemala (CGT), con la participación del Gremio de
Barberos, el Centro Obrero de Albañiles, la Unión Nacional de Panifica­
dores, la Unión Social de Trabajadores en Hechura y Confección de Ropa,
la Sociedad de Artes GrMicas, la Asociación de Trabajadores en Calzado
y la Sociedad de Empleados en Hoteles, Cantinas y Restaurantes 8.
Sin embargo, la apertura democrática era limitada; el «ubiquismo•
seguía en el poder y no habían ocurrido \'ariaciunes significati\'as en
las condiciones económicas y sociales de la mayoría de la población.
La cfen·csccncia política fue en aumento y d gobierno respondió con
la represión. Un pequeño grupo de uficilcs comenzó a conspirar. y en
las primeras horas del 20 de octubrc, bajo el comando dd mayor Fran­
cisco Javier Arana, apoyado por estudiantes, trabajadores e intelectua­
les, tomó las instalaciones de la Guardia de Honor en la Ciudad de
Guatemala, iniciando así una rebelión quL' de...-ocó al gobierno pru\"i­
sional de Punce Vaidl.'s después d(' dieciséis horas dL· combatL'. La Em­
bajada Americana intentó colocar en la pre$idencia al gent·ral Miguel
Ydígoras Fuentes, miembro de la oligarquía cafetalera y director de la
Dirección General de Caminos durante la dictadura dt' Ubico: pl.'ro
fracasó, y una nue,·a junta pru\'isiunal se in:-.taló, integrada por d ma­
yor Arana, d capitún Jacoho Arbcn1. y t•I abogado JorgL' Turfr·llo Ga­
rrido. La Rc,·olucíún de Octubn· se habia iniciado.
En general los estudiosos di.' los acontt•cimientos dl.' 194-l en Guatt'­
mala cstún lk� acuerdo l.'n que se trataba dl.· un movimic.•nto conc.h1c.·ido
por capas medias urbanas: estudiantes uni\'asitarios de.· clast• media,
intelectuales y profc.�siunales, hombres de negocios ) pequc.·ñus con1t.·r­
ciantes, empleado� publicus y uficiak·s jú\'c.'ncs del cjácitu q. Al mO\ i­
miento se unieron los trabajadores b�manL·ru:-.. un rL•c..luddo numc.>ro de.>
campesinos y. en las ciudades, los c.•mpubrc.>cidus artc.>sanos y los ubre-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 97

ros de las pocas fábricas existentes. También se unieron algunos terra­


tenientes opuestos a Ubico, pero la característica esencial del movi­
miento de octubre de 1944 fue la participación de las capas medias
urbanas, que buscaban una reestructuración del bloque en el poder,
arrebatándole la hegemonía a la oligarquía terrateniente 10.
La Junta reinició los preparativos para las elecciones generales, y
tomó algunos acuerdos que significaban un corte con el régimen ante­
rior, como la suspensión del servicio personal de vialidad, que era una
especie de trabajo forzado para los campesinos pobres. En las eleccio­
nes celebradas en diciembre de 1944 fue electo Arévalo por una abru­
madora mayoría de votos: aparentemente más del 80% del total de
votos u_ Arévalo tomó posesión de su cargo el 15 de marzo del año
siguiente; casi al mismo tiempo entró en vigencia una nueva Constitu­
ción, que derogaba la ley contra la Vagancia establecida por Ubico, e
instauraba la libertad de expresión y de prensa, y el voto para todos
los adultos, salvo -las mujeres analfabetas. Se estableció además la au­
tonomía universitaria, la libre sindicalización, el derecho de huelga, y
el concepto de función social de la propiedad, con lo cual se dejó abier­
to el camino para la reforma agraria; se sentaron además la bases del
futuro régimen de Seguridad Social obligatorio.
Pero también la nueva Constitución concedió al ejército un estatuto
que establecía su independencia frente al poder civil, al otorgarle al
Consejo Superior de la Defensa Nacional la resolución de todos los
asuntos concernientes al funcionamiento de la institución armada, in­
cluyendo el nombramiento del jefe de las Fuerzas Armadas 12.
Con el nuevo gobierno las instituciones del Estado comenzaron a
jugar un papel más dinámico en la economía del país, pues aumentó
la inversión pública considerablemente, y se elevaron gastos estatales
dedicados al bienestar social: se construyeron escuelas, hospitales y
viviendas; se reorganizó el sistema educativo y se lanzó una importante
campaña de alfabetización; además, se fundó el Instituto Guatemalteco
de Seguridad Social. El 1 de mayo de 1947 entró en vigencia el Código
de Trabajo, hecho que despertó una gran oposición dentro de los terra­
tenientes y los empresarios urbanos guatemaltecos, acostumbrados a
un orden social donde la organización de los trabajadores era no sólo
inexistente sino inconcebible.
Pronto el gobierno comenzó, a sufrir los embates de la reacción, y
tuvo que afrontar veintitrés intentos de golpe de Estado. El más serio
de ellos fue el que se desencadenó a raíz del asesinato del coronel Arana
el 18 de julio de 1949, en un oscuro incidente ocurrido en el Puente La
Gloria, camino al lago de Amatitlán. Para entonces la sucesión presi­
dencial se planteaba entre Arana y Arbenz, los dos militares de la Junta
Revolucionaria de octubre de 1944. Arana, quien había abrazado la
causa conservadora, intentó sin éxito ser el candidato oficial; al cerrár-
98 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

i
'

2.3. JOSE FlCUERES FERRER DANDO EL ·MAZAZO• Ql E Sl.\1801.lZA LA A80LIUO, DEL EJERCITO 11�9

sele esta posibilidad y la de ganar las elecciones compitiendo con Ar­


bcnz, decidió encabezar un golpe de Estado si An:\'alo no accedía a
realizar cambios dentro del gabinete y las fue1-1.as armadas, que fa\o­
rccieran sus pretensiones prcsidcnciaks 1 '.
Muerto Arana, y sin ninguna otra carta que jugar momen1áncamt·n­
te en el terreno político-militar, la oligarquía intentó la dcsestabili1.a­
ción económica del régimen 14. El gobierno respondió promulgando la
Ley de Arrendamiento Obligatorio, d 21 de diciembre de 1949. median­
te la cual los terratenientes quedaban obligados a arrendar las tierras
incultas por un término no ml'nor de dos aüos, por un precio cqui\'a­
lente al 1 OlJo del \'alor de la producción. Esta ful' la primer.1 mc.·tfüb
del régimen que afectó din�ctamentc a la gran propiedad. Aunque.• apa­
rentemente no se consiguieron los d1.·ctos lh:seados. sir\'ÍÓ para agluti­
na1· aún más al bloque opositor, al que se.' hab,an agregado las grandes
compañías extranjeras que opcrnban en Guatt•mala. dcscontc.·ntns ade­
más por la aplicación dd Código de T1·abajo 1.�n los conflictos laborales
ocurridos en las plantnciunes d1.· la UnitcJ Fruit Comp:.u1�·. y en d fc­
n-ucarril propit•<lad de la lntt'rnation:11 Railwa�·s uf Centrnl Amt'rica
(IRCA); así como tambit'.·n por las rl·gulaciuncs impuestas a la Empresa
El�ctrica de Guatemala 12. Estas medidas, junto con b Le� Petrolt.•ra
de 1949, tornaron tensas las rcladoncs entre el gobit'nlo de Are\·alo �·
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 99

el de Estados Unidos, relaciones que habían comenzado siendo muy


cordiales. Hacia finales del período la situación se complicó cuando el
embajador Patterson se vio obligado a abandonar Guatemala a pedido
del gobierno, debido a su participación en actividades conspirativas.
Para entonces la prensa y el Congreso de Estados Unidos habían co­
menzado a calificar a Arévalo de procomunista.
A fines de 1950 Jacobo Arbenz fue elegido presidente, con el 65% de
los sufragios 15• Tuvo el respaldo de los tres partidos políticos que apo­
yaban la revolución: el Partido Acción Revolucionaria, el Partido Re­
novación Nacional y el Partido Guatemalteco del Trabajo, que agrupa­
ba a los comunistas y que había sido creado semiclandestinamente en
septiembre de 1949 16; recibió además el apoyo de la mayoría del mo­
vimiento obrero organizado. El principal candidato opositor fue Miguel
Ydígoras Fuentes.
Arbenz tomó posesión de su cargo el 15 de marzo de 19 51 . En el
discurso inaugural de su administración afirmó que, con la colabora­
ción de todos los sectores democráticos del país, su gobierno se propo­
nía alcanzar tres objetivos 17: 1) convertir Guatemala en un país eco­
nómicamente independiente; 2) transformar la economía para alcanzar
el estadio de un país capitalista moderno, lo que significaba industria­
lización y reforma agraria 18; y 3) elevar sustancialmente el nivel de
vida de las grandes mayorías guatemaltecas. Como medidas comple­
mentarias proponía la realización de un plan de vías de comunicación
que facilitara la creación de un mercado interno, y el fomento de la
inversión privada, incluyendo por supuesto la inversión extranjera,
siempre y cuando no demandara condiciones de privilegio frente a los
inversionistas locales, acatara las leyes laborales y no interviniera en
política interna 19. Eso significaba redefinir de alguna manera las
reglas del juego para las tres grandes compañías norteamericanas es­
tablecidas en Guatemala. Con la reforma agraria, el proyecto de cons­
trucción de la central hidroeléctrica de Jurún-Marinalá, la construc­
ción de una carretera al Atlántico y de un nuevo puerto también en el
Atlántico, se buscó contrarrestar el poder de la UFCo, la IRCA y la
Empresa Eléctrica de Guatemala.
Pero la medida que más reacción provocó en la UFCo y en los te­
rratenientes guatemaltecos, agrupados en la poderosa Asociación Ge­
neral de Agricultores (AGA), fue la Ley de Reforma Agraria, aprobada
el 17 de junio de 1952. Además de abolir todas las formas de esclavitud
y servidumbre todavía presentes en el agro guatemalteco, dicha ley
establecía la expropiación de las propiedades calificadas como latifun­
dios, es decir, aquellas de más de 200 hectáreas que no estuvieran cul­
tivadas por su propietario o por cuenta de él, o que hubieran sido
arrendadas bajo cualquier forma o explotadas por sistemas de presta­
ciones personales o para cubrir salarios deficientes, en los tres años
100 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

anteriores a la vigencia de la ley. Una vez expropiadas, dichas tierras


serían otorgadas como propiedad privada a trabajadores agrícolas, mo­
zos colonos o campesinos sin tierra o con insuficiente cantidad de tie­
rra. Las expropiaciones serían cubiertas con los «Bonos de la Reforma
Agraria».
La ejecución de la ley se puso en manos del Departamento Agrario
Nacional, junto con ]as comisiones agrarias departamentales y los co­
mités agrarios locales. En 1953 empezó el reparto de tierras a familias
campesinas, y hacia mediados de 1954 unas 100.000 familias habían
sido beneficiadas con la aplicación <le la ley. A la UFCo, con propieda­
des cuya extensión rebasaba los 500.000 acres, se le expropiaron 386.901
acres 20• Estas expropiaciones provocaron la reacción casi inmediata
del Departamento de Estado norteamericano, que no sólo protestó a
nombre de la UFCo, sino que demandó una indemnización al gobierno
de Guatemala, el 20 de abril de 1954, por 15.854.859 de dólares 21•
Los dos años siguientes a la prnmulgación de la Ley de Reforma
Agraria fueron cruciales para el gobierno <le Arbenz, pues mientras se
avanzaba en su aplicación y en otros proyectos, arreciaba la campaiía
internacional contra Guatemala, y crecía la conspiración interna con­
tra el régimen con la ayuda norteamericana. En 1953 el gobierno de
Arbenz confiscó el capital <le IRCA por no pagar impuestos, lo que
agregó mús tensión a las relaciones con Estados Unidos.
En ese año se formó el Frente Democrático Nacional (FON}, inte­
grado por todos los partidos que apoyaban al gobierno: Partido Acción
Revolucionaria (PAR). Partido <le la Re,·olución Guatemalteca (PRG),
Partido Renovación Nacional (PRN) y Partido Guatemalteco del Tra­
bajo (PGT). Además, integraron dicho Fn:ntt.' la Confe<lt.•ración Gencrnl
de Trabajadores <le Guatemala (CGTG), qut.· había sido fundada en oc·
tubrc de 1951 en el marco del Primer Congrt'so de Unidad <le los Trn­
baja<lores de Guatemala, y la Confederación Nacional Campesina <le
Guatemala (CNCG), fundada t•n ma�·o de 1950. El propósito era hacerle
f rente a la p1·csión internacional y a la rt'acción nacional l·n contra del
gobierno. En enero <le 1954 se re�•lizo el Segundo Congreso de Unidad
Sindical. en- el cual se acurdo dd't'n<lcr la soberanía nacional frt·nte- a
la intervención extranjera, y las conquistas <lt'mocraticas y sindicaks
logrndas con la Revolución. Sin embargo, dentro del conjunto dt' fuer­
zas que apoyaba al gobit.·n10 no cxi�tia In for1akza ni la coht.•sion nt'­
ccsarias pan.1 hacer frcnh.' a la rcaccion intt'rna � la conspirucion in­
ternacional 22. A la c.lt'bilidad numt.•rica o politica dt' algunos sectort's
que apoyaban el proceso, como los obreros y los campesinos, st' smna­
ban las vacilaciones de otro� por la dire1.·cion tomada, como but'na
parte de las capas medias que hab1an sido la base <k sustl·ntadón del
r�gimen; además, t•n general toda la sociec..bd guatt·maltt·ca hab1a sido
permea<la en algún grado poi· la fero1. campaila anticomunista qut' se
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 101

había desatado, con la abierta participación de la jerarquía de la Igle­


sia católica.
El ejército, que en 1949 parecía haber tomado el camino de la de­
fensa de las conquistas alcanzadas, deshaciéndose de los elementos más
conservadores, comenzó a vacilar al profundizarse el proceso revolu­
cionario con la reforma agraria, y aumentar la movilización popular 23;
las tendencias conservadoras resurgieron.
Dentro de este contexto, en el transcurso del segundo semestre de
1953, el gobierno norteamericano tomó la decisió� de intervenir en
Guatemala 24. Esta decisión fue el producto de una evaluación de los
acontecimientos que, en el marco de la guerra fria, exageraba la in­
fluencia de los comunistas en el gobierno guatemalteco y el peligro de
una penetración de la Unión Soviética en Centroamérica 25. Si bien es
cierto que connotados miembros del PGT tenían una gran influencia
sobre Arbenz, el fondo de la cuestión era el surgimiento en Centroamé­
rica de un régimen con un margen de independencia mayor al que
estaba acostumbrado el gobierno norteamericano, tanto en el plano
interno como en el externo; un régimen capaz de ampliar la participa­
ción de las mayorías campesinas y trabajadoras en la política y mejo­
rar su situación social.
En marzo de 1954 se realizó la X Conferencia de la OEA, en Caracas,
oportunidad que aprovechó el gobierno de Estados Unidos para que se
aprobara una «Declaración de solidaridad para la preservación de la
integridad política de los Estados Americanos contra la intervención
del comunismo internacional», que aunque no mencionaba a Guatema­
la, dejaba abierta la posibilidad de convocar a una reunión de consulta
para adoptar medidas concretas en caso de que uno de los estados
americanos quedara bajo el dominio del « movimiento internacional
comunista» 26.
La llegada a Puerto Barrios, el 15 de mayo, de un barco con ai-mas
cortas para el gobierno guatemalteco, compradas en Suiza y Checoslo­
vaquia, precipitó la crisis interna; el ejército asumió una actitud abier­
tamente crítica frente a la política oficial, sobre todo en lo relati,·o a
la presencia de los comunistas en el gobierno. El 17 de junio de 1954
el coronel Carlos Castillo Armas -líder de un fallido golpe de Estado
realizado después de las elecciones de J 950-, al frente de unos dos­
cientos milicianos armados y entrenados por la CIA en Honduras -el
denominado Ejército de Liberación- invadió Guatemala. Al día si­
guiente, aviones sin identificación, que habían despegado de territorio
nicaragüense, bombardearon varios puntos del territorio nacional.
El ejército se negó a combatir y a distribuir armas enu-e los comités
cívicos de apoyo a la Revolución; las denuncias hechas por el gobierno
guatemalteco en los foros internacionales no tuvieron mayor efecto, la
confusión se adueñó de los sectores que apoyaban a Arbenz, y el régi-
102 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

men se derrumbó casi sin combatir. El 27 de junio en la noche, Arbenz


renunció a la presidencia y entregó el poder a una Junta Militar pre­
sidida por el coronel Carlos Enrique Díaz, quien anunció que pelearia
contra el Ejército de Liberación. Este anuncio y la negativa a fusilar
en el plazo de veinticuatro horas a varios comunistas que estaban en
una lista que le entregó el embajador de Estados Unidos en Guatemala,
le valieron su reemplazo el día 29 27; su lugar fue ocupado por el co­
ronel Elfego Monzón, un anticomunista declarado, quien el 30 de junio
voló a San Salvador, en un avión piloteado por un agregado militar
estadounidense, para negociar con Castillo Armas. El 2 de julio termi­
naron las negociaciones, al día siguiente Castillo Armas hizo su entrada
triunfal a Guatemala, y el 7 fue investido como jefe de gobierno, de
acuerdo con lo acordado en San Salvador; en octubre, mediante un
plebiscito, fue confirmado como presidente de la República. La Revo­
lución de 1944 había concluido.
Las tierras afectadas por la reforma agraria fueron devueltas a los
terratenientes; se declararon disueltas la CGTG y la CNCG, así como
un conjunto de organizaciones calificadas como arévalo-arbcncistas o
comunistas; se estableció el Comité Nacional de Defensa contra el Co­
munismo, y se modificó el Código de Trabajo. Fueron también disuel­
tos el PGT y los demás partidos que habían apoyado la Revolución, y
se eliminó el derecho al voto de los analfabetos. Milc..·s de guatemaltecos
fueron encarcelados. muchos murieron y cientos tuvieron que tomar el
camino del exilio. El vía crncis guatemalteco había comenzado.

El Salrndor: el Golpe de las Mayores

En El Salvador, una cadena de acontecimientos provocó la caída de


Maximiliano Hcrnández Martíncz en 1944. Martinc..•z, como le llamaba
la gente, había ejercido dictatorial y casi inintcm1mpidamcntc la pre­
sidencia de la República desdc dicit'mbn..· de 1931. El 1 de..• ma1-zo de
1944, Martínez inició un nuevo pc..·riodo presidencial, gi-acias a una re­
forma introducida en la Constitución Política de 1939, cntonct•s ,·igc..·n­
tc; pero l'I régimen se..· había con\'ertido en un pt'so muerto para la
socit:dad salvadorciía y la oposición se había ido extendit>ndo entrc
sectores sociales muy di\'t..•rsos. Un grnpo de civiks provenicntt·s dt..'
sectores medios cumcn1.ú a conspirar en conjunto con ofidalc..•s jon•nt;•s,
graduados de la Escuda MilitaL El 2 <le..• abril dc 1944 estalló un.1
insurn�cción que fue rápidamt..'ntc sofocada; pc..•ro la feroz rcprcsion <lc..·­
satada complicó la situación pol1tica dd régirn1..•n. Los t..'Studiantes uni­
versitarios decretaron una hudga. que se..· inició d 28 de abril. y que..• se
extendió rápidamente..• hasta convertirst· en una hudga ge111..-·ral. La si­
tuación del dictador se volvió insostt'niblc; entonct·s, siguiendo aparen-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (19�5-1979) 103

temente el consejo del embajador de Estados Unidos, Martínez dejó la


presidencia de la República en manos del primer designado general
Andrés l. Menéndez, y unos días después abandonó el país.
El régimen martinista no había sido desmontado del todo; pero un
ambiente de apertura política comenzó a respirarse en El Salvador.
Menéndez reorganizó el gabinete, con el apoyo de elementos agrupados
alrededor del doctor Arturo Romero, destacada figura de oposición, y
convocó a elecciones generales. Varios partidos fueron fundados, entre
ellos el Partido Unión Democrática, dirigido por Romero; el Partido
del Pueblo Salvadoreño (PPS), que postulaba a Cipriano Castro; el Par­
tido Fraternal Progresista (PFP); el Frente Social Republicano (FSR),
bajo la dirección de Napoleón Viera; el Partido Agrario Salvadoreño,
que representaba los intereses de los terratenientes; el Partido Acción
Renovadora (PAR); y el Partido Unificación Social Democrática (PUSO),
que postulaba al general Salvador Castaneda Castro.
Para junio de ·ese año se había constituido el Frente Unido Demo­
crático, que agrupaba a la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), el
Frente Democrático Estudiantil y otras organizaciones de profesionales
(médicos, odontólogos, abogados). La UNT, impulsada por los comu­
nistas, era una especie de híbrido, pues funcionaba como central sin­
dical en formación y a la vez como partido político obrero de masas 28.
Bajo la dirección de Alejandro Dagoberto Marroquín, rápidamente lo­
gró el apoyo de miles de afiliados.
Los militares del antiguo régimen y la mayor parte de los terrate­
nientes miraban con aprensión el establecimiento de un gobierno civil,
sobre todo porque la plataforma reformista que impulsaba el candida­
to que se perfilaba como el posible ganador de la contienda electoral
-Arturo Romero--, era percibida como una amenaza por la oligarquía,
acostumbrada a controlar autoritariamente la tierra, las principales
actividades económicas y el poder político. Por otra parte la presión
popular hacia el gobierno en torno a la convocatoria de una Constitu­
yente y la disolución de la Asamblea Legislativa controlada por «mar­
tinistas» aumentó, desatando las contradicciones entre el Poder Ejecu­
tivo, la Asamblea Legislativa, la Corte Suprema de Justicia y los altos
mandos del ejército, compuestos poi· militares afrctos al régimen mar­
tinista. El 4 de julio una Junta Patriótica se reunió en la Casa Presi­
dencial, con la participación de los tres poderes del Estado, delegados
de los partidos políticos y de agrupaciones gremiales, de periodistas y
personalidades diversas, y los candidatos a la presidencia de la Repú­
blica. En esa Junta se resolvió convocar a elecciones para presidente,
vicepresidentes y diputados para la Asamblea Constituyente, los días
14, 15 y 16 de enero de 1945. Los diputados electos debt·rían cons­
tituirse en Asamblea Legislativa d 15 de febrero dd siguiente aiio.
y el presidente electo asumiría el cargo el l de marzo. Mientras se
104 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

promulgaba una nueva Constitución, entraría en vigencia la de 1886 29•


Ante la eventualidad de un triunfo de Romero -cuya popularidad
iba en aumento-, los altos mandos del ejército comenzaron a conspi­
rar y encontraron la oportunidad de dar un golpe el 20 de octubre. Ese
día en la noche, después de una manifestación en la Plaza Libertad, en
apoyo al golpe ocurrido en Guatemala, una columna de romeristas fue
atacada a balazos al pasar frente al local del PUSO, con saldo de he­
ridos y muertos. El PUSO era encabezado por el general Salvador Cas­
taneda Castro, ministro del Interior del régimen de Hemández Martinez.
Alegando incompetencia del presidente para controlar la escalada
de violencia, Menéndez fue obligado a renunciar en la madrugada del
21 de octubre, y el coronel Osmín Aguirre fue declarado presidente
provisional por la Asamblea Legislativa reunida en el cuartel El Zapote
en las primeras horas de la mañana de ese día. Aguirre, en ese entonces
jefe de la policía, había sido uno de los principales responsables de la
masacre de 1932. Un régimen de terror se estableció de nuevo en el
país, todo el aparato político de la oposición fue desarmado, v miles
de salvadorei'los marcharon al exilio, principalmente a Guatemala.
Posteriormente, en unas elecciones arregladas, Castaneda Castro fue
nombrado presidente y tomó posesión de su cargo el l de marzo de
1945. De esta manera se frustró un intento de democratización del po­
der político y de reforma social conducido por capas medias urbanas,
cuyo derrotero posiblemente hubiera sido similar al iniciado en Gua­
temala en ese a110.
Esk gobierno <le restauración del « martinato» duró hasta el 1 � di­
ciembre de 1948. cuando fue derribado por el llamado «guipe dt.• los
mayores». Una combinación de facton.•s, entre los que destacan las pre­
siones en favor de una modernización económica y política de la socie­
dad salvadoreña, junto con las aspi1·aciones de un grupo de oficiales
jóvenes, graduados de la Escuela Militar. qukncs espaaban su turno
para ascender c-n la c-scala del poder político. dieron al traste con las
aspiraciones del régimen de perpduarse, prirnero bajo b sucesiun e.Id
general Mauro Espiiiula Castro, y después bajo la reelecciun cit.' Cast:.1-
neda 30• Casrénada Castro fue depuesto. y una junta cívico-militar. nom­
b,·ada en una reuniun masi,·a Je ofkiaks. St' c-ncargo de regir los
destinos dd pais mit•ntras se elaboraba un�• m1c\·a Constitucion �· se
convocaba a elecciones. La Junta estu\'o integrada por t_res militart·s:
d teniente coronel Manud d1..• J. Curdoba, los m:.nures Osear Bolaños
y Óscar Osurio; y por dos ci\"iles sek·cciona<lus por los militares: d
doctor Revnaldu
- Galindu Puhl .v d doctor Humbertu Costa. Con t''\Ccp-
ciún dd rninistro de la Ddt•nsa, el llllt'\ u gabint'h..' 1..•stab�1 comput'Sto
por civiles. En una proclama b 1uada d 25 de diciembre de 19-48. la
Junta hizo publicas sus in1t. ·1Kiont•s de estabkcer en El Sal\'ador un
sistema democrático de- gubit•rno, y <l1..· darle sustt'nlo social y polrtico
TOMO\!. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 105

mediante reformas institucionales y medidas destinadas a elevar el ni­


vel de vida de los salvadoreños 31.
La Junta procedió a realizar una limpieza del antiguo régimen, dan­
do de baja a viejos coroneles y generales, y procesando y enviando a
la cárcel a colaboradores de Castaneda y Aguirre. Con estas medidas
rápidamente la Junta logró conformar una importante base social de
apoyo entre sectores medios intelectuales y profesionales, y grupos ur­
banos populares. Sin embargo, los intentos de radicalizar el proceso
fueron prontamente frenados, separando de sus cargos a militares y
civiles interesados en realizar reformas políticas y sociales más profun­
das 32• Un nuevo período en la historia política de El Salvador se había
iniciado, marcado por el continuo control del gobierno por la institu­
ción militar, con la aquiescencia de la oligarquía, que mantendría el
control de la economía y el poder de veto para las políticas públicas
que amenazaran las bases de su poder económico y político. En otras
palabras, un modelo político donde la incertidumbre característica del
juego democrático estaba circunscrita a ciertos límites; por tanto, un
modelo excluyente de la participación de sectores sociales cuyas de­
mandas sobre democracia política y mejores condiciones de vida no
podrían ser atendidas dentro de los límites establecidos. Para estos
sectores sociales quedaba el control y la represión; sin embargo, de­
pendiendo de la coyuntura, como se verá posteriormente, la apertura
política podía ser mayor, así como la introducción de regulaciones eco­
nómicas y beneficios sociales 33. En suma, que el régimen surgido de
la «Revolución de 1948» era expresión de una especie de compromiso,
facilitado por la coyuntura del comercio internacional, entre los mili­
tares de generaciones marginadas en la crisis de 1944, un grupo de
jóvenes tecnócratas y, por supuesto, la cúpula oligárquica 3 4.
En marzo de 1950 se realizaron elecciones para elegir una Asamblea
Constituyente, y un nuevo presidente de la República. Óscar Osario
ganó las elecciones con el 57% de los votos al frente del Partido Revo­
lucionario de Unificación Democrática (PRUD) 35. El PRUD había sido
fundado por Osorio y Galindo el 1 de diciembre de 1949; siguiendo el
modelo del PRI mexicano -que había impresionado mucho a Osorio
durante su exilio en ese país desde 1945-, se intentó organizar corpo­
rativamente a la sociedad salvadoreña, de tal manera que las deman­
das de los diferentes sectores se expresaran a través de canales institu­
cionalmente definidos. La oposición se expresó en estas elecciones a
través del Partido Acción Renovadora (PAR), q ue escogió al coronel
José Ascensio Menéndez como su candidato, quien obtuvo un 43% de
los votos.
Una nueva Constitución fue promulgada el 7 de septiembre y Osario
fue juramentado el 14 del mismo mes. Con un calificado grupo de mi­
nistros y altos funcionados, la administración de Osorio inició un pro-
106 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

ceso de modernización de la economía y de la administración pública.


En consonancia con lo que ocurría en otros países de América Latina
y con las ideas desarrollistas que por entonces impulsaba la CEPAL. el
Estado pasó a jugar un papel más dinámico en la economía: se impulsó
una política de fomento industrial (la Ley de Fomento de Industrias de
Transformación del 30 de mayo de 1952), y se establecieron algunas
regulaciones laborales (la Constitución de 1950 había establecido una
serie de derechos básicos de los trabajadores); se creó el Instituto de
Seguro Social, el Instituto de Vivienda Urbana (IVU). el Instituto
de Colonización Rural (ICR) y el Instituto Salvadoreño de Fomento de
la Producción; se aprobó una ley de impuesto sobre la renta, que per­
mitió al Estado captar una parte de los beneficios que la coyuntura
económica proporcionaba. Los favorables precios del café en el merca­
do internacional permitieron realizar algunas grandes obras de infraes­
tructura. como la presa hidroeléctrica del río Lempa y la obras del
puerto de Acajutla 36.
Las relaciones con los otros países de la región se incrementaron, v
se establecieron las bases para la futura participación de El Salvado"r
en el Mercado Común Centroamericano.
Con las organizaciones obreras las relaciones del gobierno de Osorio
fueron fluctuantes. El Comité de Reorganización Obrero Sindical
(CROS) que había V('nido trabajando en la clandestinidad durante el
gobierno de Castaneda Castro, emergió a la luz pública a raiz dd golpe
de 1948, apoyando a la Junta, y demandando el reconocimiento de una
serie de derechos de los trabajadores. La acción de la CROS se \'a a
reflejar en la Constitución de 1950, con la introducción de principios
como los señalados arriba. La II Con\'ención Obrera Nacional. celebra­
da en octubre de 1950, creó el Comité Pro-defensa de los Derechos
Laborales, que agrupaba a la CROS y a sindicatos indcpen<lientes.
Sin embargo, la lucha por el respeto a los derechos adquiridos y
por el mejoramiento de las condiciones de \'ida de los trabajadores
salvadoreños enfrentó a la dirigt.•ncia de la CROS con el gobierno de
Osorio, que no veía con buenos ojos un mo\'imicnto obrero indt.·pen­
diente. Las ndaciones se volvieron tensas .,. en 1951 la CROS fue ilega-
...
lizada, y sus dirigl.'ntcs fueron expulsados del país, bajo la acu!)acion
de conspiración contra el régimen; una nue\'a ley dl' sindicatos fue
promulgada en ese año, y en 1952 St' aprobó la llamada Lt:y <le Ot'fensa
dd Orden Democrático�· Constitucional, que facilitaba el control sobre
la organización popular. Además, se buscó sustituir la dirigcncia sin­
dical izquie1·dista, con dirigentes preparados por la AFL-CIO y la
ORIT 37.
Las espl'1·anzas de democratización se fuaon perdiendo mpidamt'n­
te. El PRUD se encargó de cerrar las , ías para d t.'Stablt'cimie-nto de
un régimen competitivo de partidos, controlando d Const.·jo Elt.•c1oral.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 107

En 1952 se realizaron elecciones legislativas y municipales, con la au­


sencia de los partidos de oposición, que se negaron a participar alegan­
do que el Consejo Electoral no ofrecía garantías de elecciones libres .
38

La historia se repitió en las elecciones legislativas y municipales de


1954. Prácticamente se impuso el régimen de partido único, y los mi­
litares fueron sustituyendo a los civiles en los cargos más importantes
de la administración.
A la reacción opositora se sumaron los problemas internos del régi­
men, originados en la distribución del poder: el 9 de diciembre de 1954
el ministro de Relaciones Exteriores, Roberto E. Canessa renunció, y
posteriormente formó el Partido Acción Nacional (PAN) para participar
en las elecciones de 1956 39. Finalmente, en 1955 después de un estira
y encoge dentro del PRUD, se impuso la candidatura del coronel José
María Lemus 40. Lemus «arrasó» en las elecciones de 1956, con el 94%
de los votos; sus dos contendientes, obligados a participar en el último
momento, Rafael Carranza Amaya y Enrique Magaña Menéndez, del
Partido Auténtico Constitucionalista (PAC) y del Partido Acción Reno­
vadora (PAR), respectivamente, solamente obtuvieron el 3% de los vo­
tos cada uno de ellos. Otros partidos fueron descalificados por el Con­
sejo Electoral, y todo el proceso fue calificado de fraudulento por la
oposición al régimen.
En septiembre de 1956 Lemus inició su período presidencial con un
llamado a la unidad nacional, y en un intento de alcanzar una base
social más amplia configuró un gabinete con calificados individuos pro­
cedentes de las capas medias profesionales, derogó la Ley de Defensa
de la Democracia y abrió el campo a a organización sindical indepen­
diente. En 1957 se fundó la Confederación General de Trabajadores de
El Salvador (CGTS), de tendencia izquierdista; en 1958 sectores afectos
al gobierno, con la ayuda de la ORIT, fundaron la Confederación Ge­
neral de Sindicatos (CGS).
Sin embargo, la apertura política acabó pronto, al entrar Lemus en
contradicciones con diversos sectores sociales y con facciones de la mis­
ma institución militar, en el marco de un deterioro de la economía
provocado por la caída de los precios del café en el mercado interna­
cional. El gobierno reprimió violentamente la agitación social que iba
en aumento, provocando incluso la reacción de los militares. Las con­
tradicciones llegaron a tal punto, que el propio ex presidente Osorio
rompió con Lemus y abandonó el PRUD en 1959, para fundar el PRUD
Auténtico. El 26 de octubre de 1960 Lemus fue derrocado mediante
un golpe fraguado por Osorio y su grupo de amigos y colabora­
dores.
108 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

Honduras: un ejemplo de transición ordenada

Desde 1933 Honduras había sido gobernada por el general Tiburcio


Carías Andino. Reteniendo el poder más allá de los términos legales de
su mandato inicia], Carías había reprimido con mano dura a los opo­
sitores, logrando mantener a la sociedad hondureña dentro de los mar­
cos de una relativa calma política. Pero la oposición al régimen fue
creciendo y hacia la mitad de los años cuarenta comenzó a desafiarlo
abiertamente, en coincidencia con los sucesos de Guatemala y El Sal­
vador. Pese a los esfuerzos realizados por los opositores a partir de
J 944 para derribar el régimen, aprovechando las posibilidades que ofre­
cían los cambios políticos en aquellos dos países, Carías logró soportar
las presiones internas y los cambios en el contexto político internacio­
nal, y mantenerse en el poder cuatro años más. La lealtad del ejército
parece haber sido un factor fundamental que evitó su caída violenta,
junto con el apoyo de los sectores oligárquicos que conformaban el
Partido Nacional, y de la United Fruit Company, cuya presencia polí­
tica ha sido determinante en la historia de Honduras.
Sin embargo, desde 1945 Carías dio muestras de que no estaba in­
teresado en permanecer en el poder más allá del último día de diciem­
bre de J 948, cuando vencía el mandato «constitucional• otorgado en
1939. En 1947, cuando el retiro de Carías dejó de ser una especulación.
dentro del Partido Nacional se entabló una lucha por la sucesión pre­
sidencial entre Juan Manuel Gálvcz -ministro de Guerra. Ma1ina y
Aviación del régimen-, el segundo viccpresidcntl', Abraham Williams,
y el general Rufino Solís, comandante de La Ceiba. Finalmente Gálvez
fue confirmado como candidato, y en las elecciones real iladas d 11 Je
octubre de 1948 resultó vencedor con el 80% de los votos: el candidato
del opositor Pani<lo Liberal, cuyo funcionamiento había sido nueva­
mente tolerado, Ángel Zúfliga Huele. SL' rL·tiró de la contienda alegando
ausencia de garantías electorales.
Gálvcz asumió la presidencia di..' la RL·pública L'l I de enero ck· 19-49,
marcando así la prinH.·ra etapa de un p1·occso de mo(krnización t'CO·
nómica y poHtica que durará hasta 1963. En el sector agropecuario la
producción se diversificó con la introducción por parte dt• las t'mpresas
transnacionales <lL·I etilti\o del abacá, la palma africana y el cacao;
mientras que los agriculto1·cs hondurL'i'tos, con la ayuda del Banco �a­
cional de FomL·nto (BANAFOM). que fuL· (TL·ado en 1950 junto con el
Banco Cl·ntral, expandieron sus acti\'idades en cl algodón, la caña dt•
azúcar, la ganadería �· d calt'.·. Como lo se11ala Morris " 1• L'Sta expansion
de la agricultura comercial fa\'OrL·ció d Llesa1-rollo de la industria lige­
ra, fundamentalmente el procesamiento de aliincntos, la confeú.'ion de
ropa y la producción qlllmka. Todo ello L'Stimulado por una participa­
ción del Estado que amplió sus fmh.:ioncs .Y modifico su institudonali-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 109

dad para jugar un papel más activo dentro del desarrollo económico
del país 42• Una misión del FMI recomendó el establecimiento del Ban­
co Central y el Banco Nacional de Fomento; en 1952 se creó el Minis­
terio de Agricultura, que posteriormente se transformó en Ministerio
de Recursos Naturales. Con el apoyo del BANAFOM también fueron
establecidas algunas empresas agroindustriales.
En términos de apertura política se permitió el regreso paulatino
de los exiliados y el establecimiento de un limitado juego político, que
fue aprovechado por el Partido Liberal, bajo la dirección del médico
Ramón Villeda Morales, para ampliar sus bases sociales. Apareció en
escena el Movimiento Nacional Reformista, como un desprendimiento
del Partido Nacional, y el Partido Democrático Revolucionario Hondu­
reño, del cual se separó posteriormente una fracción que fundó el Par­
tido Comunista Hondureño en abril de 1954. Precisamente fue en este
mes cuando se inició un movimiento de trabajadores que desembocó
en la gran huelga bananera de 1954, de 69 días de duración; huelga en
la cual jugaron un papel importante los comunistas. Dada la coyuntura
preelectoral en que ocurrió, así corno la importancia de la actividad
bananera para el país, el impacto de esta huelga fue determinante en
los acontecimientos políticos de 1954 y de los años posteriores, pues
los sectores dominantes se dieron cuenta de que no era posible seguir
gobernando con la exclusión de otros sectores sociales de la política. A
la huelga siguió una significativa expansión del sindicalismo, funda­
mentalmente de sindicatos encuadrados dentro de la corriente de la
ORIT, como el poderoso Sindicato de Trabajadores de la Tela Railroad
Cornpany (SITRATERCO).
Para las elecciones realizadas el 1 O de octubre de 1954 se postularon
Tiburcio Carías, quien nuevamente aspiraba a ocupar la primera ma­
gistratura, representando al Partido Nacional; Abraham Williams Cal­
derón, por el Partido Nacional Reformista, y Ramón Villeda Morales
por el Partido Liberal. Este último recogió el mayor número de votos,
pues además de movilizar las bases tradicionales del Partido Liberal.
logró capitalizar el voto de los trabajadores y las capas medias, inte­
grando parcialmente sus demandas dentro de su plataforma política;
pero no logró la mayoría absoluta, y la elección pasó a ser asunto del
Congreso Nacional.
El día fijado para realizar la elección, el 5 de diciembre, el Congreso
no pudo sesionar por falta de quorum: un acuerdo entre el Partido
Nacional y el Partido Nacional Reformista lo habían impedido. lo que
era un indicador, más allá de los personalismos presentes en la política
hondureña, de la resistencia de los sectores conservadores a una mayor
apertura del régimen político. Para esta fecha el presidente en funcio­
nes era Julio Lozano Díaz; sustituía a Gálvez, quien había renunciado
aduciendo motivos de salud. Ante la situación presentada, Lozano Díaz
J 10 HJSTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

24 TOMA DE POS[SIÓ!\ DL RA.\\Ó!',; \'ILH D.\ 1-IOR.\LES tl9�;,

disolvió el Congreso, se declaró «Jefe Supremo del Estado• y estabkcio


el 10 de diciembre un Consejo Consultivo de Estado integrado por cin­
cuenta y nueve personas de los tres partidos políticos contendiellles en
las elecciones de octubn.· ·13.
Lozano presidió el gobierno hasta octubre de 1956; durante su go­
bierno se creó el Consejo Nacional de Economía, y se t•mitió un con­
junto de leyes que sentó las bases del Código de Trabajo de 1959. Sin
embargo, en escasos dos af1os dt.: duración, este gobierno volvió a ct·rrar
los espacios para el ejL'fcicio dt• las libertades públicas. A tono con el
anticomunisn10 imperante en la región después de la caída de Arbt·n,,
emitió a inicios de 1956 el Dccreto-Ll'y n." 206. • Lt'y de Deft.•nsa dd
Régimen Democrático», mediante el cual no sólo se prost-ribió al Par­
tido Comunista, sino que se pt•rsiguió a todos los opositort.•s al régimen.
El descontento creció, y en julio de 1956 se produjo una hudg�1 dt>
estudiantes universitarios en abierto desafio al gobierno. El I dt.• agosto
siguiente, grupos ligados al Partido Libt.•1·al y t.•studiantt·s unin�rsita·
rios, con d apoyo de rnilit�irt·s. tomaron d cuartd San Francisco, en
Tegucigalpa; pero d levantamit>nto fut.• rápidamt.•nte sofocado con un
saldo conside1·able de muertos v ht:ridos.
Para t•ntonct's Lo1.ano también había pt'nlido d apoyo dd Partido
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 111

Nacional, presidido por Carías, y formó su propio partido: el Unión Nacio­


nal. Los resultados de las elecciones celebradas el 7 de octubre, para
integrar una Asamblea Constituyente, fueron alterados para que favo­
recieran a los candidatos de Unión Nacional y del MNR, lo que impli­
caba que Lozano sería confirmado como presidente constitucional. An­
tes de que los nuevos diputados tomaran posesión de sus cargos, el 21
de octubre, un golpe militar acabó con el gobierno de Lozano Díaz. La
Junta Militar que lo sustituyó estaba integrada por el general Roque
J. Rivera, comandante de infantería y director de la Academia Militar
Francisco Morazán; el coronel Héctor Caraccioli, Jefe de la Fuerza Aé­
rea Hondureña y el mayor Roberto Gálvez, ligado a la Fuerza Aérea e
hijo del ex presidente Juan Manuel Gálvez. El golpe marcó la aparición
en la escena política de una nueva generación de militares hondureños,
aparición que no era casual, porque también la institución militar se
había modernizado durante el gobierno de Gálvez, y habían comenza­
do a emerger los cuadros que conducirían el Estado hondureño en las
dos décadas siguientes, como el ministro de Defensa de la Junta Mili­
tar, teniente coronel Oswaldo López Arellano.

La Nicaragua de Somoza: el ascenso de la dinastía

A partir de 1944 la oposición nicaragüense, en buena parte bajo la


influencia de lo ocurrido en Guatemala y El Salvador, intentó infruc­
tuosamente provocar la caída del régimen imperante en su país; pero
Anastasia Somoza García, quien ocupaba la presidencia de la Repúbli­
ca desde el 1 de enero de 1937, pudo controlar la situación y salir de
los años cuarenta fortalecido. Desde 1933 Somoza dirigía la Guardia
Nacional, y desde entonces había empezado, a través de la adquisición
de tierras, a conformar lo que llegaría a ser el primer poder económico
del país. Llegó a la presidencia de la República con el apoyo norte­
americano; pero también de cafetaleros, comerciantes y ganaderos -la
vieja oligarquía nicaragüense-, quienes por encima de sus diferencias
políticas lo vieron como la garantía de restauración del orden social
perdido mucho tiempo atrás. Una Asamblea Constituyente convocada
a principios de 1939 lo reeligió en su cargo hasta el l de mayo de 1947,
después de haber extendido el mandato presidencial a seis años, y de
prohibir la reelección.
Somoza aprovechó la Segunda Guerra Mundial para aumentar su
poder económico, usando varios mecanismos: la apropiación de pro­
piedades de alemanes, las concesiones a compañías extranjeras para la
explotación de recursos naturales y las importaciones ilegales. Hacia
1944 ya controlaba algunas actividades industriales importantes, y era
propietario de varias decenas de fincas cafetaleras y ganaderas, del
1J2 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

2.5. ANASTASIO SOMOU DEBAYU. E:S: CO�Fl_RE'I.CIA DE PRE'I.SA

diario Novedades, y de bienes inmuebles; además, tt.·nía in\'crsioncs en


el extranjero.
El enriquecimiento permitió a Somoza tomar distancia de los \·iejos
sectores de capital que lo habían apoyado inicialmente y cimentar su
poder político con la ayuda de Estados Unidos y, por supuesto. con el
respaldo de la Guardia Nacional, dentro de la cual logró crear un fáreo
sistema de lealtades. basado en las granjerías a la oficialidad y la co­
rrupción 44.
Los intentos de introducir una reforma en la Constitución que le
permitiera SG{,,'l.iir en la pn.·�idencia de b República despuL� dd 1 de enc1u
de 1947 tropezaron con una fuerte resistencia. incluso dentro tlt� las
filas del Partido Liberal. En la convención realizada en Ll.'ón d S de
enero dL· 1944, emergió un sector disidL'nte bajo d lidt'ra,go de Manud
Cordero Reyes y Carlos Pazos. El partido se di\'idió y surgio el Partido
Liberal Independiente (PLI). Sin embargo, d 27 de abril el Congreso
aprobó la reforma que permitía una nueva redl.'ccion de Somu1.a.
La caída de Hcrnándcz Maním.·z y de Ubico inyectaron nueva fuer­
za a la oposición al régimen. EJ 27 de junio dt.' 1944 los estudi:mtt.'s
universitarios realizaron una <lemo�tracion de protcst�\ contra las in­
tenciones de Somoza de redegirsl.'. Numerosas dete1Kiont.'s y d cierre
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 113

de la Universidad Nacional en Managua fue la respuesta del gobierno;


pero las demostraciones continuaron con la participación de otros sec­
tores sociales y desembocaron en el intento de una huelga general el 5
de julio, encabezada por la oposición conservadora y los liberales an­
tisomocistas_ La dictadura reprimió duramente las protestas; pero la
presión ejercida tuvo su efecto: el 3 de julio, durante una reunión del
Partido Liberal en Managua, Somoza anunció el veto a la reforma cons­
titucional que permitía su reeleción.
Los trabajadores organizados por el incipiente Partido Comunista
mantuvieron durante este período una ambigua actitud de colabora­
ción con el régimen, absteniéndose de participar en las protestas de
junio y julio. Esta actitud era producto de una evaluación de los acon­
tecimientos influida por el « browderismo» presente en el movimiento
obrero latinoamericano en aquella época, y la influencia de los acon­
tecimientos en Costa Rica, donde los comunistas mantenían una alian­
za con el gobierno. En octubre de 1943 se organizó el Consejo Intergre­
mial Obrero (CIO), que tenía el carácter de una federación sindical, y
que luchaba por la libertad sindical y una legislación laboral adecuada.
A principios de 1944 el CIO aceptó colaborar con el Comité Central de
los Trabajadores, integrado por adeptos al régimen, para organizar la
Confederación de Trabajadores de Nicaragua. Las acciones conjuntas
no resultaron, y los comunistas nicaragüenses terminaron conforman­
do la Federación de Trabajadores de Managua (FTM). Poco antes, el 3
de julio de 1944, los comunistas nicaragüenses crearon el Partido So­
cialista de Nicaragua (PSN) y dieron a conocer un manifiesto en el cual
exponían sus tesis y programa; en dicho documento, después de salu­
dar al presidente Somoza y al jefe de la Iglesia católica, indicaban sus
intenciones de no participar en ningún movimiento que provocara una
alteración del orden público, precisamente en momentos en que la opo­
sición al régimen intentaba realizar una huelga general 45.
En febrero de 1945 fue promulgado el Código de Trabajo, como
parte de una estrategia para mantener a los trabajadores fuera de la
lucha contra el régimen; una masiva concentración unitaria celebrada
el 1 de mayo contó con la participación de Somoza García, quien fue
el último orador del acto celebrado en la Plaza de la República. Sin
embargo, la falta de voluntad del gobierno para aplicar el Código, la
insistencia de Somoza en la reelección, así como la represión ejercida
contra dirigentes obreros, alejaron a los comunistas del gobierno. Para
entonces las condiciones internacionales prevalecientes durante la Gue­
rra habían cambiado, y la relativa tolerancia de Somoza hacia los co­
munistas cesó.
En abril y mayo de 1946 Somoza intentó llegar a acuerdos con los
conservadores y los liberales independientes, pero no tuvo éxito. Ambos
partidos firmaron un acuerdo el 17 de agosto de ese año, para partici-
114 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

par en las elecciones con un candidato único: Enoc Aguado. Mientras


tanto Somoza impuso la candidatura de Leonardo Argüello en el Par­
tido Liberal. En unas fraudulentas elecciones celebradas en febrero de
1947, Argüello resultó electo presidente. El 1 de mayo asumió la pre­
sidencia, y el 2 de mayo, sin el consentimiento de Somoza, destituyó a
su hijo, Anastasio Somoza Debayle, de la comandancia de la Guardia
Presidencial, y lo envió a León; unos días después nombró a conocidos
opositores a Somoza dentro del gabinete, y anunció medidas para ter­
minar con la corrupción y la influencia militar en el gobierno.
Somoza reaccionó, y el 23 de mayo ordenó a la Guardia Nacional
acatar solamente sus órdenes; en la madrugada del 26 de mayo enca­
bezó un golpe de Estado. El Congreso fue obligado a destituir a Argüe­
llo, y en su lugar fue designado provisionalmente Benjamín Lacayo
Sacasa. Estados Unidos, junto con otros países de América Latina, se
negó a reconocer el nuevo gobierno, y cesó toda la ayuda militar. El
régimen prácticamente quedó aislado internacionalmente.
Una Asamblea Constituyente integrada solamente por miembros del
Partido Liberal -porque los otros partidos se abstu\'ieron de partici­
par en la elección-, se reunió a finales <le agosto de ese año, y, en un
intento <le dar base legal al régimen ante la comunidad internacional.
nombró a Víctor Román y Reyes, un tío de Somoza, como presidente
de la República; pero la situación internacional del régimen se man·
tuvo casi inalterada hasta después <le la Conferencia de Bogotá de mar­
zo de J 948, salvo por el reconocimiento realizado por el gobierno de
Costa Rica en diciembre <le 1947, reconocimiento que respondía a la
necesidad de este gobierno de contar con algún 1"\.·spaldo en el plano
militar, frente a la complicada situación política interna que afrontaba.
La situación interna del gobierno también era complicada: la ma­
yoría de la población no lo apoyaba, y los exiliados andaban muy
activos busc�rndo apoyo para derribarlo. En séptiembre abortó un k·­
vantamiento armado promovido por los conser\'a<lorcs. A raíz de estos
incidentes, el 17 de ese mes la Asamblea Legislath·a dio autori1.ación
a la Guardia Nacional para perseguir y castigar cualquia acción ar­
mada contnJ el régimen. La ley marcial fue implatada y los opositon:-s
perseguidos. A mediados <le L'nero <le 1948, los principales dirigentes
del PSN fueron arrestados y el Partido fue <lesinll.·grado.
Sin embargo, Somoza logró controlar la situación. El 1 <lL· L'nt'ro de
l 948 se aprobó la nueva Constitución. En fcbn.•ro Somoza y los conser­
vadores firmaron un acuerdo, conocido corno pacto Somoza-Cuac.lra Pa­
sos, mediante el cual el Partido Conser\'ador obt U\'O una particip�1cion
minoritaria en el gobierno y la promesa de ckcciones libres en 1951.
Con este pacto al rt'.-ginu:n se le facilito d control y la n.·prcsión de los
movimientos que intenrnban derribarlo por la ,·u, de las armas.
En 1950 se autorizó d rl.'gn:so a Nicaragua dd genei-al Emiliano
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 115

Chamorro, quien firmó posteriormente un acuerdo con Somoza, cono­


cido como «pacto de los generales», por medio del cual se allanó el
camino para que éste fuera nuevamente nombrado presidente en 1951.
En dicho pacto se decidió convocar a elecciones para presidente y di­
putados constituyentes, y se ofrecieron garantías de que las elecciones
serían libres. El Partido Conservador se aseguró el control de un tercio
de las curules en el Congreso y una participación minoritaria en otras
instancias gubernamentales. Pero en el pacto se buscaba también afian­
zar la modernización emprendida por un sector del capital nicaragüense,
evitando los roces que provocaba la competencia económica con el régi­
men.
Somoza asumió nuevamente la presidencia de la República el 1 de
mayo de 1951, tras haber triunfado por amplio margen sobre su con­
tendiente conservador Emiliano Chamorro en las elecciones celebradas
ese año. Para entonces se había iniciado el « boom» del algodón, que
significó un radical punto de viraje para la economía nicaragüense,
pues entró en un franco período de expansión. Por supuesto que el
grupo comandado por Somoza fue el más favorecido con esta expan­
sión, porque aprovechó las circunstancias para ampliar su poder eco­
nómico y consolidarse como una fracción del capital nicaragüense; pero
también las otras fracciones del capital resultaron favorecidas. Varios
bancos, expresión de los intereses de los poderosos grupos de ganade­
ros, comerciantes y agricultores del país hicieron su aparición, mien­
tras que el grupo de Somoza, dada la forma patrimonial de manejo de
los asuntos del Estado, actuaba a través del Banco Nacional y otras
instituciones financieras de carácter público. No fue sino hasta los años
setenta que este grupo creó su propio banco: el Banco de Centroamérica.
Mientras el capital se acomodaba al régimen, dejando de lado los
intentos democratizadores de la sociedad nicaragüense, otros grupos
antisomocistas predominantemente de extracción social media, conti­
nuaron con los intentos de derribar la dictadura. En 1955 se reformó
nuevamente la Constitución para que Somoza pudiera reelegirse en
1957. El 20 de septiembre de 1956 Somoza fue oficialmente designado
como candidato del Partido Liberal Nacionalista para las elecciones
presidenciales de 1957; pero el 21 de ese mes fue gravemente herido
por el poeta Rigoberto López Pérez, cuando asistía en horas de la noche
a una recepción en la Casa del Obrero de la Ciudad de León, y el 29
de septiembre murió en el Hospital Gorgas de la Zona del Canal de
Panamá.
Se inició entonces una nueva etapa del régimen, pues el poder pasó
a ser ejercido por la descendencia, que había sido política Y militar­
mente preparada para ello 46• El 30 de septiembre Luis Somoza, hijo
mayor del fallecido dictador, asumió provisionalmente la presidencia
de Ja República, mientras que su hermano menor, Anastasia Somoza
116 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

Debayle, quedó a cargo de la jefatura de la Guardia Nacional. En fe­


brero de 1957 Luis Somoza fue elegido presidente de Nicaragua para
el período 1957-1963, en unas elecciones que se intentaron presentar
como competitivas, gracias a la presencia de un candidato de los con­
servadores nacionalistas: Edmundo Amador. Paradójicamente, el esta­
do de sitio que vivía el país apenas fue levantado un día antes de los
comicios.

REACCIÓN Y REVOLUCIÓN: LAS LUCHAS CAMBIAN DE CARÁCTER (1959-1969)

A princ1p1os de los años sesenta un conjunto de elementos va a


ejercer presiones diversas sobre la matriz producti\'a, sobre los apara­
tos estatales, sobre la estructura social y sobre los sistemas políticos
en la mayoda de las sociedades centroamericanas. Son los años de
inicio del proceso de integración económica regional, con toda su carga
de intenciones modernizadoras, que si bien pamitió d crecimiento eco­
nómico y algunos cambios institucionales, no fa\'oreció realmente la
democratización de estas sociedades; más bien operó como una especie
de válvula de escape, que proporcionó algún ali\'io para las tensas si­
tuaciones nacionales, sin resolver los prnbkm�,s fundamentales de la
exclusión política y la desigualdad soci�1l. Como ocurrio en los anos
cuarenta y cincuenta, las elites dominantes nuc\'amcntc mostraron su
incapacidad para abrir los espacios p�ira ht p,.trticipación polttica de
las mayorías, temerosas del desborde que podría ocunir.
En esas condiciones la Rc\'olución Cubana nt:ccsariamente ll'nia que
ejercer un enormL' inílujo sobrL' las nuc\'as generaciones de intelt.·ctua­
les y di1·igentes de organizaciones populan:s, qut' se radicali1:aron y
dejaron atrás a los grupos opositor\.'S tradicionales y sus lucha� por la
democratización poi ítica. Este objl'li\ o pasó a un St'gundu plano. ,. la
luchas por la transfurnrnl.'ión glob:.tl de la sociedad adquiricrnn la pri­
macía. En k><los los países hizo su apadción la • nue\'a izquiada•. �­
en Guatemala y Nicaragua la gut.Trilb hizo su aparicion.
Pero la reacción no se hizu esperar. La Ali..m,a para el Progrc•so fut•
un intento del gobien10 norlt.'amt.'ricano dt.• rt.'sponda al rl.'to dt.• la R\.··
volución Cubana, propiciando algunas n:furmas que ali\ iaran la prit.•·
sión que \'l'nía desde ahajo; u11 intt.·ntu dt.• dcmocrati1:aciún limitada,
que no desechaba el ejl·n:icio dl· la rl·prl'sión para los g:rupos qut.• in­
kntaran salirse e.Id esqut.•1n::1 tr�llado. Sin emln,rgo, aun t.'stas t1miJas
reform..,s crn:ontrnrun rt.•sistl'tKia L'll los n11dcus ultraconSL'!Tadores dt.' la
n:gión. Como resultado, las rdonnas no St.' rt·ali1.anm y los aparatos mi­
litarL'S se furtakcieron t.'11 todos los pa1ses, con b t.':\Ct'pcion de Costa Rk:.L
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945·1979) 117

La contrarrevolució11 guatemalteca

Una vez instalado, el régimen presidido por Castillo Armas comenzó


a recibir ayuda de Estados Unidos a través de la International Coope­
ration Administration (ICA), el Banco Mundial y la firma privada de
consultoría, Klein & Saks (K & S) 47, con el fin de alcanzar a corto
plazo un crecimiento económico y un clima político que minimizara
los logros de la Revolución. Según estimaciones realizadas 48, Estados
Unidos invirtió cerca de 90.000.000 de dólares en Guatemala, en los
años siguientes a la caída de Arbenz. Se estimularon las inversiones
externas dirigidas hacia la industrialización del país; se creó el Consejo
Nacional de Planificación Económica (CNPE), que redactó con la ase­
soría externa el Plan Quinquenal 1955-1960; se reformó la administra­
ción pública; se establecieron programas sociales de alcance limitado;
aumentaron las inversiones públicas en infraestructura, y el ejército y
la policía fueron modernizados.
Pero los logros en el plano económico no fueron los esperados de­
bido a impericia en el manejo de la administración pública por parte
del equipo de gobierno, y a la corrupción que rápidamente hizo su
aparición.
En el plano político el fracaso fue mayor, pues los años de la Revo­
lución habían provocado la movilización de amplios sectores de la so­
ciedad guatemalteca en torno a problemas como la tenencia de la tie­
rra y las garantías laborales, movilización que difícilmente el nuevo
régimen podía controlar sin hacer uso de la violencia. Hubo intentos
de organizar los sectores laborales, con la ayuda de la American Fede­
ration of Labor-Congress of Industrial Organization (AFL-CIO), y de la
ORIT. Con el apoyo de ambas organizaciones se estableció un Consejo
Sindical, y se fundó la Federación Autónoma Sindical de Guatemala
(FASGUA), en 1955 49. Pero el control que se podía ejercer era limita­
do: en la celebración del Primero de Mayo que FASGUA y el Consejo
Sindical organizaron conjuntamente, los funcionarios del gobierno
presentes en la tribuna tuvieron que abandonar el acto ante el abu­
cheo de la multitud. Otras manifestaciones antigubernamentales, de
estudiantes y trabajadores, ocurrieron durante los meses de mayo y
junio de 1956.
El gobierno no sólo afrontaba problemas de legitimidad dentro de
los sectores populares. Dentro del ejército no todos los sectores habían
asimilado bien los cambios ocurridos en 1954: en agosto se amotinaron
los cadetes de la Escuela Militar e hicieron prisionero a un batallón dd
Ejército de la Liberación. El motín logró ser sofocado, y la Escuela
Militar fue cerrada por tres años; pero lejos se estaba de haber resuelto
los conflictos dentro de la institución armada. Como se11ala Torres-Ri­
vas 50, a partir de junio de 1954 y hasta 1960, cuando menos en ocho
118 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

oportunidades ocurrieron «desavenencias y desprendimientos belico­


sos» en el seno de la institución militar.
El asesinato de Castillo Armas, ocurrido el 27 de julio de 1957 en
el Palacio Presidencial. colocó de nuevo al ejército en el primer lugar
de los acontecimientos. Asumió la presidencia provisional et primer
designado Luis Arturo González López, quien convocó a elecciones ge­
nerales para el 20 de octubre de ese año. En dichas elecciones partici­
paron el Movimiento Democrático Nacional. partido político del régi­
men, que postuló al ministro del Interior, Miguel Ortiz Passarelli; y el
Partido Reconciliación Democrática Nacional (Redención) encabezado
por Miguel Ydígoras Fuentes. Ortiz Passarelli fue declarado vencedor,
con el 62% del total de votos computados; sin embargo, Ydígoras no
aceptó los resultados, alegando la existencia de un fraude en gran es­
cala. Ante }as amenazas de desatar una lucha callejera de enormes
proporciones, un triunvirato militar sustituyó a González López. des­
conoció los resultados y convocó a nuevas elecciones en enero de 1958.
En estas elecciones participaron, además de Ydígoras. José Luis Sala­
zar por el Movimiento Democrático Nacional. y Mario Méndez .Monte­
negro por el recién inscrito Partido Revolucionario. Méndez había sido
fundador del FPL en los ai'ios cuar·enta, y miembro del gobierno de
Arévalo. Posteriormente apoyó a Arana en sus andaz.as golpistas y par­
ticipó en la revuelta que siguió a su asesinato.
Ydígoras obtuvo el mayor número de votos en las elecciones de
1958: 190.000 votos, seguido por Salazar con 138.000 y Méndcz con
134.000 votos 51; sin embargo, ninguno de los candidatos obtuvo la
mayoría requerida. y la elección pasó a ser asunto de la Asamblea
Legislativa. Ydígoras fue confirmado en su cargo, �· asumió la presi­
dencia en el mes de marzo, inaugurando un gobierno que fue una es­
pecie de transición entre el fin <le la Revolución y el ascenso d� los
militares al poder. Aunqut' se intentó abrir algunas ,·álvulas de cscapc
pa1·a aliviar la presión política existente, el estilo de ejercicio del poder
de Ydígonts dio como resultado un gobierno contradictorio, que pro­
fundizó la crisis c11 que había caído el rt!gimcn contrnrre,·olucionario.
En 1960. Ydígoras rompió n:lacioncs ("On Cuba, y permitio el adies­
tramiento en tcrdtorio guatt'maltt•co de un grupo dt.• t>xiliados qut" se
preparaba para la upl'ración de Bahía Cochinos. A cambio se k· otorgo
a Guatemala un aumento en la cuota azucarera y b condonacion de
la deuda de 1.800.000 de dólares, co11traid.l por Castillo A1·mas para la
organización del derrocamit·nto de Arbenz.
El 13 de noviembre de 1960 ocurrió un le,·antamiento contra Yd1-
goras, organizado por la llamada «Logia dd Nilio Jesús». una agn1pa­
ción secreta de militart•s. La n:belión fue t•I producto dd descontento
existente dentro de algunos niveles de mando por el deterioro de las
condiciones de vida de los sectort�s mt•dios de donde provenian, por la
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 119

ausencia de libertades democráticas, por la corrupción presente en to­


dos los niveles de la administración pública, y por la presencia de tro­
pas mercenarias dentro del territorio guatemalteco; pero también re­
veló la supervivencia de tendencias nacionalistas y progresistas dentro
de los cuadros medios y altos del ejército. Después de varios días de
combate en los departamentos de Zacapa e Izabal, la rebelión, que fue
la última gran división dentro del ejército guatemalteco desde los años
cuarenta, fue sofocada.
Al fracasar el movimiento, Luis Turcios Lima, Marco Antonio Yon
Sosa y Alejandro de León, tres de sus más importantes dirigentes, hu­
yeron hacia territorio hondureño junto con otros amotinados; poste­
riormente conformaron el Movimiento Revolucionario 13 de Noviem­
bre (MR-13) y dieron inicio a la lucha guerrillera en Guatemala. Para
entonces el PGT, en el Tercer Congreso celebrado en junio de 1960,
había acordado impulsar todas las formas de lucha contra el régimen 52,
y en abril de 1961 aprobó una resolución apoyando abiertamente la
lucha armada. En marzo de 1962 dicho partido organizó el frente gue­
rrillero 20 de Octubre, dirigido por oficiales arbencistas, pero fue rápi­
damente sofocado.
En febrero de 1962, Yon Sosa y Turcios Lima, a la cabeza de una
columna guerrillera, atacaron el destacamento de la población de Ba­
nanera, en Izabal, ataque con el que inició operaciones el MR-13. Ale­
jandro de León había muerto en julio de 1961 a manos del jefe de la
Policía, Ranulfo González, quien posteriormente fue ajusticiado por la
guerrilla 53.
En marzo-abril de 1962, multitudinarias manifestaciones de estu­
diantes y trabajadores en la Ciudad de Guatemala demandaron la sa­
lida de Ydígoras. El movimiento fue de tal magnitud que el gobierno
tuvo que recurrir al ejército para sofocarlo, y establecer un gabinete
de guerra. Fue decretado el estado de sitio, y un elevado número de
heridos, muertos y encarcelados fue el resultado final del movimiento 54.
En septiembre de 1962 una delegación del MR-13 estuvo de visita
en Cuba; en diciembre de ese año se constituyeron las Fuerzas Armadas
Rebeldes (FAR), como resultado de un acuerdo entre el MR-13, el Mo­
vimiento 12 de Abril formado por estudiantes de segunda enseñanza y
universitarios, y los vestigios del Movimiento 20 de Octubre 55. El acuer­
do implicaba la división del trabajo militar y político entre el MR-13
y el PGT, pues mientras aquél llevaría el peso de las acciones armadas,
este último debería montar un aparato político: el Frente Unido de la
Resistencia 56; pero los planes no funcionaron y las FAR se desintegra­
ron en junio de 1964. En marzo de 1965, el PGT y el Frente Guerrillero
Edgar !barra reconstituyeron las FAR.
Mientras tanto un sector de la oposición que todavía tenía esperan­
zas en una salida electoral a la crisis, proclamó la candidatura del ex
120 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

presidente Arévalo para las elecciones presidenciales de 1963. La posi­


bilidad de un regreso al pasado asustó a las fuerzas conservadoras y
al ejército, que manifestaron su determinación de impedirlo a toda
costa. El regreso clandestino de Arévalo a Guatemala, ocurrido el 28
de marzo de 1963, precipitó un golpe que fue decidido por el conjunto
de Ja institución militar, encabezada por el coronel Enrique Peralta
Azurdia 57. Por primera vez desde 1944, el ejército asumió abiertamen­
te la dirección del Estado; se implantó el estado de sitio. se derogó la
Constitución de 1956, se cerró el Parlamento, y se ilegalizaron los par­
tidos políticos y los sindicatos. El guipe recibió el apoyo de las cámaras
patronales y de algunos de los partidos políticos, como el Mo\'imiento
de Liberación Nacional (MLN), que desde octubre de 1960 agrupaba a
los sectores recalcitrantcmcntc anticomunistas, y el Partido Revolucio­
nario, de Mario Méndez Montenegro; el Partido Demócrata Cristiano,
fundado en agosto de 1955, sufrió una división a raíz del golpe, pues
un sector que era partidario de apoyarlo abandonó el Partido para
engrosar posteriormente las filas del Partido Institucional Democrático
(PID), que fue organizado por los militares para participar en las elec­
ciones convocadas en el marco de la nue\·a Constitución.
El 6 de marzo de 1966 se celebraron elecciones para elegir presi­
dente de la República, con la participación del coronel Juan de Dios
Aguilar, por el PID; el coronel Miguel Ángel Ponciano por d MLN. y
Julio César Méndez Montenegro por l'l Partido Revolucionario. Méndcz
sustituía a su hermano Mario, quien había mul.'rto el 31 de octubn: de
1965 en oscuras circunstancias. Un l'lc,·ado abstencionismo caracterizó
estas elecciones, en las cuales Méndt.·z Muntt.•nt.•gro obtu\'o la mayoría
de los votos (el 44.4%). pero no los !>uficil·ntcs para ser elegido din.·c­
tamente. Su llegada al Palacio Nacional el 1 dt.• julio dt.• 1966, qu� tu,u
que ser resucita por el Cong1-esu. estuvo pn.'cl·dida por un pacto con el
ejército, realizado con la nwdiación de la Embajada nurteamt'ricana.
Méndez se comprumdiú a rcspl·tar la autonomía intl·rna del l'jl'rcito.
lo que equivalía a aceptar su papt.•I como l'll.'mt.•nto dominante dentro
del Estado, y a dejar en sus manos la conducción dt.• la lucha cuntra­
insurgcntc. Además. tu\'o que otorgar concesiones n la jt.·1,\rqui.l ecle­
siástica y los scctorl'S del capital rt.·prt.·scntados por la pmlcrosa AGA.
Este conjunto de concesiones redujo nutabkml·ntl' las posibilicfacfrs di.'
ejecutar d programa de rl.'formas mo<kradas qul.' habia prometido t.'n
la campafia electoral. a pesar <.k qut.· en este a!>pccto gozo del apoyo dt•
Estados Unidos -eran los ai'los de la Alian;,a para el Progn.·so-; pt'ro
los intentos rdormistas se l'strcll�ll'on contra la i11transigt.•nci�1 dt.· los
capitalistas gua temaltccus.
En los cuatro m)os de gubil.'rno Sl.' t.'jl.'culo una vasta opaación de
cuntrainsurgcncia, fundamL·ntalnwntt.· t•n las zonas dt lzabal y Zal·apa.
Dfrigida por el curund Carlos Arana Osorio, la 01wració11 contemplab3
TOMO\'. DE Ll. POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 121

no sólo el uso de modernos armamentos v tácticas desarrolladas en


Vietnam -para entonces era bien recibid� el apoyo norteamericano
que Peralta Azurdia había 1·echazado unos años antes-, sino también
un programa de acción cívica destinado al mejoramiento de las condi­
ciones de vida de la población (programas de salud, obras de infraes­
tructura, asistencia técnica a los campesinos y preparación de dirigen­
tes comunales), y una campaña de terror eje1-cida contra la población
civil, todo con el fin de drenar la base social de la �guerrilla. Un clima
de violencia se estableció en todo el país.
La ofensiva del ejército que se inició el 3 de octubre de 1966 58, la
tercera desde 1964, golpeó fuertemente a las FAR val MR-13 hasta
llevarlos prácticamente a la derrota hacia 1968. Las FAR realiza;on dos
intentos de reagrupar fuerzas en los departamentos de Alta Verapaz y
Quiché, y posteriormente en el Petén en 1971-1972; sin embargo, los
éxitos fueron limitados 59•
En el plano de la organización popular, a pesar de la violencia de­
satada, que produjo 5.829 víctimas enti·e 1966 y 1976 c:,o, en los años
sesenta y setenta surgió un combativo conjunto de organizaciones sin­
dicales: en 1962 se fundó el Frente Cristiano de Trabajadores de Gua­
temala, que en enero de 1966 se transformó en la Federación Central
de Trabajadores de Guatemala (FECETRAG), también de orientación
cristiana; el 30 de noviembre se fundó la Confederación Sindical de
Guatemala (CONSIGUA); en ese mismo año se reorganizó la Federa­
ción de Trabajadores de Guatemala (FfG); en enero de 1967 se consti­
tuyó la Federación Campesina de Guatemala (FCG), de orientación cris­
tiana; en noviembre de 1968 la FECETRAG, la FCG y la Federación
Nacional de Obreros del Transporte, fundaron la Confede1·ación Nacio­
nal de Trabajadores (CNT), que a partir de febrero de 1973 se denomi­
nará Central Nacional de Trabajadores; en febrero de 1969 se fundó la
Federación Sindical de Empleados Bancarios de Guatemala (FESEB);
en enero de 1970 se constituvó la Federación Nacional de Organizacio­
nes Campesinas (FENOCAM), y el 15 de marzo de ese aií.o se fundó la
Central de Trabajadores Federados (CTF) a partir de la fusión de la
CONTRAGUA y la CONSIGUA; en abril se fundó la Federación Nacio­
nal de Comunidades Agrícolas e Indígenas (FENCAI); en enero de 1973
la FENOCAM v la FENCAI constituveron la Confederación Nacional
Campesina (CÑC); en diciembre de es� aií.o la FASGUA, la CNT. la CTF,
la FTG v la FESEB constituyeron el Consejo Nacional de Consulta
Sindica( (CNCS); en Í 975 la CTF pasó por una serie dé' luchas internas
que dieron como resultado el resurgimiento de la CONSIGUA y la for­
mación del Frente Federati\'O Sindical (FFS) 01•
122

Cuadro 2.J

Guatemala: organizaciones clandestinas, (1962-1981)

Año de
Nombre y sigla
operación

1. Acción para la Defcma de la Democr¡icia (ADED) ....................... 1963


2. Acción Patriótica deRecuperación Institucional(APRI) .............. 1967
3. Agrupación Patriótica Anticomunista (APA) .................................. 1967
4. Agrupación de HombresAntkomunistas de Guatemala (HACHA) 1968
S. Consejo Anticomunista <le Guatemala (CADEG) ........................... 1967-68
6. Comité de Padres de Familia Organizados .................................... 1978-81
7. Comité de Resistencia Anticomunista de Guatemala (CRAG) ..... 1967-68
8. El Buitre Justiciero ........................................................................... 1972-74
9. El Escuadrón de la f\.1uerte .............................................................. 1971-81
10. Ejército Secreto Anticomunista ....................................................... 1977-81
11. Frente Unido Nacional Anticomunista (FUNA) ............................. 1967
12. Frente Secreto Anticomunbta .......................................................... 1962
13. Frente de Resistencia Nacional ....................................................... 1967
14. Fucrt:as de Acción Anticomu11i.,ta (FADA) ...................................... 1979
15. Grupo Acción Liberadora Guall:malteco Anti Salvadoreño (GAL-
GAS) .................................................................................................... 1976-78
16. Juventud Nacionalista ...................................................................... 19M
17. Juventud Organizad.i del Puc.·blo en Annas (JUPAI...................... 1980
18. Movimiento por Memoria de Mario Menda Montcnl·gro ........ ... 1967
19. Movimiento de Acción Nadon�lista Orpani,..·ulo (MANO) ........... 191:16- 78
20. Mo\'imie11to Anticomunista de Guatemala (�IAG) ....................... . l%7
21. Mujeres C;1tólicas (MC) ..................................................................... 1966-70
22. Mujeres Anticomunistas lh.• Guatemala ........................................ . 19o8
23. Nueva Organi,aeió11Antin1mu1iista (NOA) .................................. 1%7-68
24. Nuc\'a Org•.111i,.�1t:ión l< l' Rc'>istc11cia (NOR) ............................. ... . 1%7
25. O .iu por Ojo ......................................................................................... 1970
26. Organi1.aciú11 <ll.'I Ejl'n:itu Scl.'.n.·10 .......................................... ...... . 1%7
27. Oq;aniz.icion Naeivnal AntÍl:nmuni,ta (ONA) .............................. 1%0
28. Organiz:icion (CERO) ..................... ............................................... 1970
29. Oficiale:,, J(I\ L'ne:-. ..................................... ........................................ 1978
30. Organi,.at:iu11 deAsuci;1L·ium·� contra l'I Cumuni,1no (ODEIJ\CEG) 1%7-6�
� I. Rt·�i�tL"IN:'Í1:t Popular SnTt·ta ......... ....... . ..... . .......... ................... 14tw
32. Rl'pn·�ion y Org;rni,ado11 Ant1corn11111sta ................................. . 19c-,7
33. Ru�a Pu1·pura ..................................................................................... 1%7
34. \'en.ladera Oq;�ini,;1ción N.,cional Antit·ornuni�ta(\'O�A).......... 1%7
Vi. U11i(bd pro l.ibert.,<l N;1,.:io11al contra Agre�iun Cunnmi,ta ........ l47S-SO

F1/1'11te: A1:11i!t'lu v ffo1111·m. •�• d1.dr.', t1cJ tl.-1 lt'I rur. S'111 )<h� /'DI 'C.\, /'JS/, J.JJ./4.J
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 123

El Salvador: los últimos intentos refonnistas

En El Salvador, después de la caída de Lemus el poder fue ejercido


por una junta compuesta por seis miembros, tres civiles y tres milita­
res: doctor Fabio Castillo, doctor René Fortín, doctor Ricardo Falla,
mayor �ubén Alonso Rosales, coronel César Yánez y teniente coronel
Miguel Angel Castillo. En los tres meses en que ejerció el poder, la
Junta llamó a elecciones, y otorgó el reconocimiento legal a nueve par­
tidos: además del PAR, el PAC y el PAN, que habían participado en las
elecciones de 1956, se reconocieron el Partido Social Demócrata, fun­
dado en 1960 para apoyar la reelección de Osorio y con un programa
que coincidía con el del viejo PRUD; el Partido Demócrata Cristiano
(PDC), fundado en noviembre de 1960; el Partido Acción Democrática
(PAD), también de reciente formación, y el Partido Revolucionario Abril
y Mayo (PRAM), fundado en 1959 con una plataforma radical producto
de la influencia que comenzaba a ejercer la Revolución Cubana. Tam­
bién se reconoció al Partido Institucional Democrático (PID) que había
apoyado candidatos militares en la elección de 1956, y al Partido Unio­
nista Centroamericano (PUCA),· que nunca había presentado candidatos
en elecciones, pero que existía desde tiempo atrás.
Sin embargo, este intento de democratización de la vida política
chocó con intereses diversos: el grupo de Osorio, que trataba de con­
trolar las acciones de la Junta; la oligarquía, que la combatió desde el
inicio, y los militares de nuevas generaciones que deseaban acabar con
la tutela que Osorio ejercía sobre el poder político salvadoreño desde
1948. A ello se sumaban las acusaciones lanzadas contra algunos de los
miembros de la Junta, en el sentido de que intentaban el estableci­
miento en El Salvador de un régimen similar al cubano. Finalmente,
un grupo de militares, la llamada «juventud militar», compuesto por
oficiales de generaciones no controladas por Osorio o por Lemus, de­
puso a la Junta el 25 de enero de 1961. Su lugar fue ocupado por el
llamado «Directorio Cívico Militar», intregrado por el coronel Aníbal
Portillo, el teniente coronel Julio Adalberto Rivera, y tres civiles: doc­
tor Feliciano Avelar, doctor José Francisco Valiente y doctor Antonio
Rodríguez Porth.
El golpe, sin embargo, no significó una ruptura con la línea de re­
formas moderadas seguida por los dos gobiernos constitucionales de
los años cincuenta. Cuando menos así lo hizo ver el Alto Mando de la
Fuerza Armada en una proclama emitida el 6 de febrero de 1961, en
la cual señaló también sus intenciones de crear condiciones para res­
tablecer la normalidad, dentro del marco de la Constitución de 1950,
y lo estipulado en el Acta de Bogotá, suscrita por El Salvador, en con­
junto con otros países de americanos, el 12 de septiembre de 1960. El
tono reformista de la proclama no fue del agrado de dos de los miem-
124 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

bros civiles de] Directorio, Valiente y Rodríguez Porth, quienes renun­


ciaron el 6 de abril de 1961 62• Los restantes miembros continuaron en
sus cargos hasta el 25 de enero de 1962, fecha en la cual el poder fue
entregado a un presidente provisional. el doctor Rodolfo Eusebio Cor­
dón, quien desempeñó e] cargo hasta el 30 de junio de ese año. El
teniente coronel Julio Adalberto Rivera había renunciado a su cargo el
11 de septiembre de 1961, para lanzar su candidatura a la presidencia
de la República. Fue sustituido por el mayor Mariano Castro Morán.
En los doce meses que duró su gestión, el Directorio tomó una serie
de medidas como la reestructuración de la Compañía Salvadoreña de
Café, la reorganización del Banco Central de Reserva y del Banco Hi­
potecario de El Salvador, y otras relacionadas con las condiciones de
salario y de trabajo en la ciudad y el campo. La promulgación del
Estatuto Protector de los Trabajadores del Campo, la Ley de Bienestar
Campesino, y el decreto sobre dieta mínima para el trabajador rural.
provocaron la reacción de los sectores más conservadores de la oligar­
quía. Sin embargo, el Direct01·io logró ganar algún apoyo popular. y
contar con la ayuda económica de Estados Unidos.
El 17 de diciembre de 1961 se realizaron elecciones para elegir di­
putados a la Asamblea Constituyente. El Partido Conciliación Nacional
(PCN). que había sido fundado en septiembre de ese año, y que era de
hecho la continuación del PRUD, ganó Ja ma�·oria de las curnles. El
PAR, el PDC y el PSD conformaron la Unión de Partidos Dt.'mocráticos
(UPO). par·a participar en esa elección. Sin embargo. d conjunto de la
oposición se abstuvo de participar t.'n las elecciones presidenciales de
febrero del año siguiente, dondl· Rivera compitió como candidato ünico
a la cabeza del PCN, y. por supuesto. ganó la nominación. Como \'ice­
presidcnte, Rivera había escogido a Francisco Robato Lima. un abo­
gado emparentado con la oligarquía, c:mbajador en Estados Unidos, y
con buenas conexiones en Washington.
Rivera asumió su cargo d 1 de julio de 1962, y gobernó hasta 1967.
Se inició así un corto período dt.' estabilización social bajo la l'gida
militar, en el marco de una expansión econórnica pro\'O('ada por d
Mercado Común Ccntroameric,rno. La situación económica y la \'igt•n­
cia en el plano internacional dl· los plantcamit•ntos dl· la Albn,a para
el Progreso permitieron la continuación de la linca de reformismo mo­
derado, cuando menos hasta 1964. En enero dl· 1963 St' promulgo d
Código de Trabajo; tambit:n l'n est.' ar)o se promulgo una lllll'\'a k�
electoral, que ascguraba a los partidos dt· oposkión un:.\ repn..·scntación
proporcional dentro dc la Asamblt>a. En 1964 los partidos polnicos de
oposición reconocidos aceptaron participar cn las t•k·cciones legislati­
vas, que segun la m1e\'a Constitución dt'benan cdt•brnrse cada dos alim,.
En las elecciones k·gislativas y munidpalc>s de 1964 participaron sola­
mente el PCN, el PDC y t•l PAR. El PCN g�rnu trl'inta � dos puestos en
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 125

la Asamblea Nacional, el PDC catorce y el PAR seis 63. Sin embargo,


desde 1964 hasta 1968 los partidos de oposición, principalmente el De­
mócrata Cristiano, fueron aumentando su participación en la Asamblea
Legislativa hasta desplazar en 1968 la mayoría del PCN. Igualmente
fue notable el aumento de la participación del PDC en el nivel de go­
bierno local.
Mientras tanto la organización popular comenzó a crecer al influjo
del proceso sociopolítico de los años cincuenta y sesenta. El desarrollo
de las instituciones públicas en los años cincuenta, creó una capa me­
dia de burócratas y profesionales ligados a la prestación de servicios,
mientras que las industrias creadas dentro del marco proporcionado
por el MCC, hicieron crecer el sector de trabajadores urbanos. Las de­
mandas por mejores condiciones de vida y ampliación del espacio po­
lítico se multiplicaron. Un indicador de las nuevas condiciones de or­
ganización y lucha fue la huelga general obrera que ocurrió entre el 24
y el 27 de abril de 1967, y que se originó en una huelga por aumento
de salarios en la fábrica Acero S.A. La situación se fue complicando,
pues mientras los empresarios demandaban al gobierno el respeto a la
legalidad, sindica tos y grupos populares comenzaron a realizar accio­
nes de solidaridad, hasta llegar a un paro escalonado que dio inicio el
24 de abril. Ante la escalada del movimiento, el gobierno y la empresa
tuvieron que aceptar las demandas de los trabajadores 64.
En junio de 1965 se realizó el Primer Congreso Campesino, donde
se definieron las bases de la nueva organización campesina denomina­
da Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS) 65. En
octubre de ese año se fundó la Federación Unitaria Sindical Salvado­
reña (FUSS), con catorce sindicatos, en un intento por parte de la CGTS
de formar una central única de trabajadores 66. Un año después de
fundada la FUSS agrupaba a veintiún sindicatos, y en 1967, cuando
ocurrió una huelga general, el número de sindicatos había aumentado
a cuarenta 67.
En 1968 se realizó una huelga magisterial en los primeros meses de
ese año, dirigida por ANDES 21 de junio; duró cincuenta y seis días 68.
Los maestros alcanzaron casi todos los objetivos. Había crecido la
organización popular y sus demandas, pero también comenzaron a apa­
recer los grupos paramilitares de carácter semioficial, como la Orga­
nización Democrática Nacionalista (ORDEN), creada aparentemente
por Rivera en 1966, con campesinos ex alistados del ejército y ex ofi­
ciales, para mantener el orden en la zona rural. ORDEN se sumó a las
ya existentes patrullas cantonales, dependientes del jefe militar de cada
departamento, y a través de él, del ministro de Defensa.
En las elecciones presidenciales de 1967 participaron el general Fi­
del Sánchez Hernández, quien había sido impuesto por Rivera como
candidato del PCN; Abraham Rodríguez por el PDC; Fabio Castillo por
126 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

el PAR, que había virado hacia la izquierda debido a un cambío en la


dirigencia; y Álvaro Martínez por el Partido Popular Salvadoreño (PPS),
formado en 1965 por la dirigencia conservadora que tuvo que abando­
nar el PAR. Las elecciones fueron ganadas por Sánchez Hernández con
el 54% de los votos, en un proceso con menores irregularidades que los
anteriores. El PDC obtuvo el 22%; el PAR el 14% y el PPS el 10%. Sin
embargo, continuaba la intolerancia del régimen hacia fórmulas polí­
ticas que podrían poner en peligro el esquema preestablecido. Aunque
se permitió la participación de un PAR radicalizado en las elecciones
de 1966 y 1967, quizá para evitar una concentración de los votos de
oposición en el PDC, en 1968 el Consejo Central de Elecciones canceló
su inscripción, alegando que no se podía tolerar un partido que pro­
pusiera la expropiación de la tierra 69. La desaparición del PAR fa\'o­
reció al Movimiento Nacional Revolucionario (MNR), fundado en 1964,
y encabezado por Guillermo Ungo, pues la mayoría de los militantes
pasó a engrosar las filas dd MNR. En 1968 se realizaron elt'cciones
para la Asamblea Nacional y las municipalidades. El PCN ganó vein­
tisiete puestos, en tanto que la DC obtu\'o diecinue\'e. La DC ganó,
además, en siete de las catorce más importantes ciudades del país.
incluyendo San Salvador.
El 14 de julio de 1969 estalló la llamada «guerra de las cien horas•.
o «guerra del fútbol», cuyos orígenes se encuentran en buena parte en
el crecimiento desigual de las economías que había pro\·ocado d Mer­
cado Común. El Salvador no sólo había desarrollado su planta indus­
trial hasta colocarla en el primer lugar de la región, sino que a finales
de los afios sesenta se había vuelto autosuficicntc en la produccion de
granos básicos. Honduras, por d contrario, con una planta indu�trial
limitada, se convirtió en un mercado para los productos salvadoreños,
en des\'cntajosa condición de intercambio, porque sus cxportaciom�s
agrícolas hacia aquel país disminuyl.'ron en la década. Por otra parte,
Honduras era un polo de atracción para las desposeídas masas campe­
sinas salvadoreñas, imposibilitadas de encontrar trabajo o adquirir tie­
rras. Unos 300.000 sal\'adorciios o hijos de sal\'adorc11os residían t:n
Honduras �Q el momento de la gul.'rra. En otras palabras, la t•migra­
ción salvadoreiia hacia Honduras era una l.'Spt:cit• de \'alvula e.le escap\.'
que evitaba el conílicto en un pab. pequeiio, densi1mentc poblado. y con
una estructura agraria sumamentL' desigual 70.
A finales <le la dccada las rdaciones t•ntre ambos paiscs St' hab1an
vuelto muy tensas, hasta d punto dt• que la L'xpulsion de campesinos
salvadorci'1us de Honduras pro\'Ot'O la invasion de las fue1-las armadas
salvadorl.'Iias, y el inicio de un conflicto qm· St' prolongó hasta d d1a
18 de julio. El impacto político de la guerra favon·cio inicialmente al
gobit'rno y al t'jército, que recibieron un gran apoyo popular qut• se
reflejó en los resultados fa\'orabJt,s al partido oficial dt' las deccionc'S
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 127

de marzo de 1970. Sin embargo, la ola de nacionalismo acabó estre­


llándose contra el muro de un régimen imposibilitado de abrir los ca­
nales para la participación popular. El regreso de unos 100.000 salva­
doreños complicó la situación económica, y la propuesta de establecer
un gobierno de unidad nacional, nacida dentro de las mismas tiendas
del PCN, fracasó.
En septiembre de 1971, poco después de concluir una huelga de
maestros de cincuenta y cinco días de duración, los partidos de la opo­
sición PDC, MNR y Unión Democrática Nacionalista (UDN), conforma­
ron la Unión Nacional Opositora (UNO) 71. La UDN se había formado
para apoyar las pretensiones políticas de Francisco Lima, quien duran­
te el gobierno de Rivera había desempeñado los cargos de vicepresi­
dente y embajador ante Estados Unidos, Canadá y la OEA. En 1964
había roto con el gobierno, a raíz de una discusión con Rivera acerca
del destino de un préstamo que él había negociado en Estados Unidos.
Después de las elecciones de 1970, en las que el Consejo Central de
Elecciones descalificó a Lima, la UDN se convirtió en un frente electo­
ral del PCS.
La UNO postuló como candidato a Napoléon Duarte. El PPS, cuya
inclusión en la UNO fue contemplada inicialmente, fue a las elecciones
con candidato propio: José Antonio Rodríguez Porth, quien había inte­
grado el Directorio Cívico Militar de 1961. Los sectores más conserva­
dores de la oligarquía, sin embargo, apoyaron al «Chele» Medrano,
ex director de la Guardia Nacional y héroe de la guerra contra Hondu­
ras. Medrano había organizado el Frente Unido Democrático Indepen­
diente (FUDI), a principios de 1971, ante la imposibilidad de ser desig­
nado como candidato del PCN. Mientras tanto, Sánchez Hernández
escogió como su sucesor al coronel Arturo Armando Molina, después
de vencer la resistencia de algunos oficiales que deseaban otro candi­
dato. Incluso se mencionó la posibilidad de nombrar a un civil: Rey­
naldo Galindo Pohl, embajador ante las Naciones Unidas, y miembro
de la Junta de 1948.
El 20 de febrero de 1972 se celebraron elecciones para presidente y
vicepresidentes, con resultados aparentemente favorables para los can­
didatos de la UNO. Sin embargo, ninguno de los dos partidos mayori­
tarios podía haber alcanzado la mayoría señalada por la Constitución,
dada la votación obtenida por los candidatos del PPS y del FUDI. En
un clima de gran tensión, una Asamblea Legislativa convocada apre­
suradamente eligió el 25 de febrero a Molina. La UNO pidió entonces
a sus simpatizantes anular sus votos en las elecciones para diputados
y miembro s de concejos municipales que se celebraron el 12 de marzo.
En San Salvador, el número de votos nulos excedió a los del PCN y
PPS juntos. Una nueva elección tuvo que ser convocada para el 22 de
marzo.
128 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

El 25 de marzo se produjo una rebelión militar, dirigida por el


coronel Benjamín Mejía, denunciando el fraude; sin embargo, rápida­
mente fue sofocada, pues se trataba de un hecho aislado, sin relación
con otros sectores militares o políticos. Pero las elecciones de 1972
fueron el test final para el régimen en cuanto a sus posibilidades de
apertura. En otras palabras, dichas elecciones mostraron claramente la
imposibilidad de establecer en El Salvador procesos electorales am­
plios y legítimos, así como la de conformar un centro democrático 72•
Los viejos sectores de oposición se estancaron ante la imposibilidad de
avanzar más por el camino electoral, y nuevos actores entraron en escena.

Honduras: refomzismo «liberal» y refomrismo militar

Casi un año después de la caída de Lozano Díaz, el 21 de septiembre


de 1957, se realizaron elecciones en Honduras, para integrar una Asam­
blea Nacional Constituyente. El Partido Liberal, dirigido por Ramón
Villeda Morales obtuvo treinta y seis curules; el Partido Nacional die­
ciocho y el Movimiento Nacional Reformista solamente cuatro. Un mes
después, el 21 de octubre, se instaló la Asamblea Nacional Constituyen­
te presidida por Vi lleda Morales. El 14 de noviembre altos dirigentes
del ejército y del Partido Libc..�ral acordaron que el nombramiento dd
presidente de la República lo haría directamente la Asamblea Consti­
tuyente. El 16 de noviembre dicha Asamblea nombró a Villed.t ,\toraks
presidente de la República.
Sin embargo, d acuerdo entn: militares y politicos significaba que
estos últimos debcdan introducir en l'l texto constitucional algunas
garantías para la institución militar. En l'fccto, la Constitución de.· 195i
concedió autonomía a las Fuc..'rza Armadas, al consignar que la autori­
dad máxima de dicha entidad seda un jdc designado por d Congreso
Nacional, con base en una terna prcsc..·ntada por el Consc..·jo Superior de
Defensa Nacional. Entre las atribuciones Ul' su cargo estaba t'I nombr.1-
micnto de los jefes de las zona� militan.·s, y aunqt11: se dejo cstab!t.·ddo
que el pre$idente de la Rqrnblica podía impartir onll'lll'S <le acatami1;.·nto
obligatorio al jdc..· de las Ful't?as Armac.bs. en caso de: difcrc.-ncias de
criterio, d Congrc..·so Nacional decidiría por ma�·or-ia de.· ,otos 7'. En otras
palabras, desde novit•mbrc de 1957 se produjo en Honduras una du�1lidad
de podl'n:s, que Sc..'gún Oqul'li 7�. tcrminar:.1 resolvkndosc..· en fa\'or dd
poder militar con d golpe.• dd 3 t.k octubre..• de.· 1963.
El 21 de dicic..·mbrl' Vilkda Morales inicio su gcstion como prc..·s1den­
tc..' de la República, mic..'11t1·as que Oswaldo Lope, Ardlano fut• numbr:1-
do jde de las Fuerzas Armadas por d Congrt·so. El gobit·rno de.• \'illc.>(b
M01·all's era entonú•s cxprc..·sión de mm ali�mLa cntn· politicos y mili­
tares, con la prc..·st'ncia. adl'mas, de la t'lllc..�rgc..·nte burgue�ia industrial
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 129

y financiera, las capas medias urbanas, el campesinado pobre y los


trabajadores asalariados 75. Amparado en los términos de la nueva Cons­
titución, que permitían una mayor intervención del Estado en la vida
económica del país, el gobierno de Villeda Morales emprendió todo un
conjunto de reformas para modernizar la sociedad hondureña: se dictó
la Ley de Fomento Industrial, se crearon algunas instituciones autóno­
mas dedicadas a la prestación de servicios, y en 1961 se creó el Insti­
tuto Nacional Agrario, encargado de ejecutar la reforma agraria, cuya
ley se promulgó un año después; en 1959 se aprobó el Código de Tra­
bajo; se aumentó considerablemente el apartado presupuestario dedi­
cado a la educación, y en el marco de la autonomía universitaria apro­
bada por la Junta Militar los estudiantes universitarios lograron la
paridad en los organismos de gobierno universitario.
En el campo de la organización popular recibieron apoyo los sindi­
catos encuadrados dentro de la corriente de la ORIT, como la Fe­
deración Central dG Sindicatos de Trabajadores Libres de Honduras
(FECESITLIH), que se fundó en diciembre de 1958. Los sindicatos, y
en general todos los movimientos calificados de izquierda, fueron ob­
jeto de represión moderada; además, mediante el Decreto n.º 183, del
26 de julio de 1959, se prohibió la edición y circulación de todo tipo
de publicaciones que atentaran contra el régimen establecido.
El movimiento campesino surgió como una nueva fuerza dentro de
la arena política hondureña, como producto de los conflictos agrarios
que ocurrieron en la zona norte del país. En octubre de 1961 se fundó
el Comité Central de Unificación Campesina, que en agosto de 1962 se
transformó en la Federación Nacional de Campesinos Hondureños
(FENACH). Sin embargo, dada la beligerancia mostrada por la Fede­
ración en la ocupación de tierras de la Tela Railroad Company, lo que
significaba para el gobierno una situación difícil de manejar, éste apo­
yó a la ORIT y a la Federación Sindical de Trabajadores Norteños de
Honduras (FESITRANH) en sus esfuerzos por crear una central cam­
pesina afecta a esa línea. Fue así como surgió en septiembre de 1962
la Asociación Nacional de Campesinos Hondureños (ANACH), cuyo re­
conocimiento legal fue realizado rápidamente, mientras que a la FENACH
se le negó el registro legal.
El moderado reformismo de Villeda Morales despertó, sin embargo,
reacciones adversas muy diversas. Por un lado, la Tela Railroad Com­
pany y otras compañías extranjeras se sentían afectadas por Ley de
Reforma Agraria de 1962, y por el Código de Trabajo de 1959; también
los industriales y los comerciantes sentían que sus intereses habían
sido afectados negativamente por el Código de Trabajo; finalmente, las
Fuerzas Armadas consideraban que su poder estaba siendo cuestionado
con la creación de la Guardia Civil, adscrita al Ministerio de Goberna­
ción y con dirección civil. A estas reacciones habría que sumar la de
130 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

la oligarquía terrateniente, que se mantuvo conspirando todo el tiempo


que duró el gobierno de Villeda Morales, pues además de no estar acos­
tumbrada a un régimen de derecho, miraba con apresión los efec­
tos que podría tener para sus intereses la aplicación de la reforma agra­
ria .
Para las elecciones de 1963 se postularon como candidatos Modesto
Rodas Alvarado por el Partido Liberal, quien no contaba con la sim­
patía de Villeda Morales. y Ramón Ernesto Cruz Uclés, por el Partido
Nacional. Cruz Uclés surgió como candidato de transacción ante el
conflicto surgido entre Carías, quien pretendía que su hijo fuera nom­
brado candidato del Partido Nacional, y el grupo que apoyaba a Juan
Manuel Gálvez. Rodas hizo una campaña en la que demandaba pro­
fundizar la reforma social y revisar el artículo 319 de la Constitución
de 1957, mediante el cual se le había otorgado la autonomía a las
Fuerzas Armadas 76.
El 3 de octubre de 1963, poco antes de que se celebraran las elec­
ciones, un golpe militar derrocó a Villeda Morales, con la excusa de
que el gobierno estaba llevando al país a la guerra civil, con la intro­
ducción de un «ejfrcito político» como la Guardia Civil. permitiendo
la «infiltración comunista» en las instituciones, e imponiendo procedi­
mientos electorales que no garantizaban el respeto a la voluntad po­
pular 77. El golpe cm el producto de una alianza entre los militares y
los sectores más conser,adores del capital hondure110, afincados en el
Partido Nacional, que se sentían amL·nazados por los procesos desen­
cadenados durante el gobierno liberal, y que Rodas Alvarado amena­
zaba con profundizar.
El coronel Oswaldo López Ardlano asumió el control del gobierno,
inaugurando una etapa de gobiernos militan..·s, que con un bren� inter­
ludio civil entre 1971 y 1972 se prolongaron hasta 1981. La alianla con
el Partido Nacional se expresará en el nombramiento de Ricardo Zu­
ñiga Augustinus, importante figura de dicho partido, como secretario
General del gobierno mili lar. En nombre de la lucha contr� el comu­
nismo se instaló un r�gimen altaml.'ntt.' n.'JHL'sivo, qul' pt'1·siguió, encar­
celó y emjv fuera del país a dirigL'ntcs pohticos y gremiales.
A fin de darle una fachaJa ck legitimidad al ré,gimcn. el 1:! dt' fe­
brero de 1965 se rt.·alizarun ckccione� para una AsamblL·a �acional
Constitu�·ente. En estas dL'ccionL'S, calificadas como fraudulentas por
la oposición, d Partido Nacional. qut.· apoyaba a Lopez Arellano, obtu­
vo la mavoría absoluta: 335.315 votos, contra 272.712 del Partido Li­
bl'ral 711• i'osteriorml:'ntc, en elt.•cdones ck• st•gundo grado, la As�1mblea
Nacional Constituyente nombró a López ArL'llano prt.·sic.frnk. El 3 dt'
junio St' prnmulgó la nueva Constill11.:ión. y Lopcz inicio cl peno<lo cons­
titucional d 6 de ese mes; en mavo la Asamblea lo hab1a ascendido al
grado dt' general. Zú1iiga Augusti.nw, fue nombrado secrt.•tario dd Des-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 131

pacho Presidencial, desde donde se ocupó de fortalecer la base del ré­


gimen a través de la repartición de cargos y prebendas.
Los primeros años del período constitucional de López Arellano se
caracterizaron por la continuidad de la represión y la exclusión de los
sectores populares de las preocupaciones del gobierno. Sin embargo,
como los otros gobiernos de Centroamérica, el de López Arellano no
pudo escapar a la influencia de la Alianza para el Progreso, y por
tanto a la introducción de moderadas reformas económicas y socia­
les. En ese contexto surgió el Consejo Superior de Planificación Eco­
nómica (CONSUPLANE) creado mediante decreto n.ª 30 del 7 de oc­
tubre de 1965 79, con un conjunto de funciones que incluían el diseño
de la política económica del Estado, y la coordinación y evaluación
de los programas a cargo de las diversas secretarías y de los organis­
mos autónomos y semiautónomos.
El 27 de julio de 1965 la FECESITLIH decretó una huelga general
en protesta por la declaratoria de ilegalidad de una huelga de tres
meses de duración mantenida por los trabajadores de la empresa textil
Río Lindo. La huelga de FECESITLIH fue disuelta violentamente el
mismo día por el ejército con el apoyo de bandas de paramilitares, que
desalojaron a los obreros de los centros de trabajo. La FESITRANH
y la Confederación de Trabajadores de Honduras (CTH) permanecie­
ron al margen del conflicto; sin embargo, conforme pasó el tiempo
las diversas organizaciones de trabajadores comenzaron a derivar ha­
cia una posición común en torno a la necesidad del respeto al orden
constitucional y la unidad nacional para afrontar los problemas del
país.
En lo que se refiere al movimiento campesino, a partir de 1969 el
gobierno mantuvo una actitud de relativa tolerancia ante el incremen­
to de la toma de tierras por campesinos. El INA inició una política de
promoción de formas colectivas de producción bajo el modelo de la
Cooperativa «Guanchías Limitada», para responder a las demandas de
un campesinado cada vez más movilizado. En esos años surgió el mo­
vimiento campesino de tendencia social-cristiana, con la creación de la
Federación Nacional de Trabajadores del Campo, en diciembre de 1968,
que se transformará en abril del año siguiente en la Unión Nacional de
Campesinos. En 1969 la UNC constituyó, junto con otras organizacio­
nes obreras , la Confederación General de Trabajadores de Honduras
(CGTH).
En las elecciones municipales de marzo de 1968, median te la coer­
ción y el fraude, el Partido Nacional logró controlar cerca del 90% de
los gobiernos locales 80• Los resultados de estas elecciones desataron
una fuerte reacción. A partir de abril de ese año el gobierno tuvo que
afrontar las demandas de garantías ciudadanas realizadas por el
SITRATERCO, la FESITRANH y la Cámara de Comercio y de Indus-
132 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

trias de Cortés, que expresaba los intereses de empresarios moderni­


zantes de San Pedro Sula.
Una nueva reacción se produjo a raíz de la aprobación del llamado
Protocolo de San José, que estableció un impuesto del 30% para )as
importaciones fuera del área centroamericana, e impuestos del 10% y
del 20% para artículos considerados de consumo suntuario. Con el
apoyo del empresariado sampedrano, el 18 de septiembre de 1968 la
FESITRANH decretó una huelga general, demandando la derogación
de los impuestos del 10% y del 20% a los artículos suntuarios. A la vez,
la Cámara de Comercio y de Industrias de Cortés amenazó al gobierno
con un paro comercial e industrial si el Congreso Nacional no derogaba
los referidos impuestos el 24 de septiembre.
La huelga del FESITRANH fue declarada ilegal y el estado de sitio
por treinta días fue impuesto en todo el país. Fueron encarcelados di­
rigentes de los trabajadores, empresarios, y líderes estudiantiles; fue­
ron allanados los locales del diario La Prensa y el periódico El Pueblo,
v se estableció un férreo control sobre los medios de comunicación. La
�epresión desatada obligó a los trabajadores a poner fin al paro el 25
de septiembre. El mo\'imiento, sin embargo. mostró la existencia de
bases sociales para la realización de alianzas policlasistas, como ocu­
rrió posteriormente.
El 14 de julio de 1969 se desató la llamada •guerra del fútbol•.
entre los ejércitos de Honduras y de El Sal\'ador, con los resultados
conocidos. Al igual que en este ultimo país, el enfrentamiento creó un
clima de unificación nacional en torno al gobierno y las Fuer1.as Arma­
das; pero abrió, adcmús, un espacio para la celebración de un dialogo
nacional. Los planteamientos sobre unidad nacional lanzados por la
lI Asamblea Nacion:.il Ordinaria de la CTH. en marzo dt.' ese año, fueron
retomados y ampliados en ago�to por un conjunto dt.' organizaciones.
incluida la CTH. En octubre el Consejo Hondureilo de la Empn.·s�1 Pri­
vada (COHEP), organizó la Ill Reunión dt.' las FucrLas Vivas dc Hondu­
ras, que fortaleció las propuestas de unidad nacional. Sin embargo, no
fue sino hasta finalt.'s de l 970 cuando Lópc:t. Arcfümo accl.•dió a com·e1-sar
con el COHEP y la CTII, a fin lk· elaborar un plan para la confonnación
de un gobici·no.de unidad nacional. a partir dt.' las dt."\.'.'CiOnl.'S connx-ad.1s
para el 28 dt: ma17o de 1971. E!'>tas conwrsaciont.'s dieron lugar al pacto
entre Jos partidos Liber·al y Nacional. anunciado por Lopcz Ardbno d 7
de cnern dL' 1971, pacto mediante el cual ambos partidos se comprome­
tieron a apoyar un programa nunimo e.le gobierno. y a nombmr a
personas cualificadas en los cargos publicos; sin t•mbargo, mc.>diantc d
llamado «pactito», cdd)rado l'll SL'crcto. acordaron di, idirst' propon:io­
nalm�nte los princip�des cargos públicos. Como no pudieron ponc.>�t' dc:­
acucrdo para apoyar a un candidato unico, el Panido Libt'rul postuló a
Jorge Bucso Arias, y el Partido Nacional a Ramón Ernesto CniL.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 133

Cruz alcanzó el triunfo en las elecciones de marzo de 1971, con


306.028 votos, mientras que el candidato liberal obtuvo 276.777 votos;
el abstencionismo fue del 32% 81. El 3 de junio López Arellano había
sido nombrado nuevamente, por los diputados del Partido Nacional,
Jefe de las Fuerzas Armadas; el 4 de junio se habían traspasado las
funciones y fondos de la secretaría de la presidencia a la de Goberna­
ción, que sería ocupada por Zúñiga Augustinus. En otras palabras, que
poco había variado la conformación del poder dentro del gobierno,
razón por la cual el gobierno de unidad nacional estaba destinado a
fracasar.
La situación se fue complicando en el transcurso de 1971, pero no
fue hasta principios del año siguiente cuando el descontento con el
gobierno comenzó a manifestarse abiertamente. En febrero de ese año,
un encuentro entre fuerzas de seguridad y campesinos en La Talanque­
ra, Departamento de Olancho, arrojó un saldo de seis campesinos muer­
tos, hecho al que s_e sumó posteriormente la destitución del ministro
de Trabajo, Gautama Fonseca. Ambos acontecimientos contribuyeron
a alinear a la mayoría de los trabajadores y campesinos organizados
dentro de la oposición al gobierno. En una reunión celebrada en Tela
el 30 de abril, los grupos que habían participado en la gestación del
pacto de unidad nacional manifestaron sus intenciones de evaluar lo
realizado y de demandar rectificaciones; el 31 de abril la CTH emitió
un pronunciamiento donde demandaba una serie de acciones del go­
bierno dentro de lo estipulado en el Convenio de Unidad Nacional, así
como la desautorización del «pactito».
Una evaluación del Pacto Político, convocada por López Arellano
como jefe de las Fuerzas Armadas, con la participación de empresarios,
sindicalistas y miembros de partidos políticos, se inició el 23 de mayo.
Sin embargo, los partidos no manifestaron mucho entusiasmo con las
revisiones planteadas. El clima para un nuevo golpe de Estado comen­
zó a desarrollarse ante la convicción de que el gobierno de unidad
nacional no llegaría a ninguna parte. Finalmente, el anuncio de una
«marcha de hambre» de todos los afiliados de la ANACH hacia Tegu­
cigalpa, a realizarse el 5 de diciembre, demandando títulos de propie­
dad para los campesinos en ocupación precaria y aumento de la ayuda
económica, fue el elemento precipitante del golpe ocurrido el 4 de di­
ciembre de 1972, que convirtió a López Arellano nuevamente en jefe
de Estado.

Nicaragua: el inicio de la guerrilla

En Nicaragua, hacia finales de los años cincuent� l?s intentos de


derribar a] régimen se multiplicaron: alrededor de d1ecmueve atenta-
134 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

dos entre 1958 y 1961 !Sl. En 1958 el ascenso de la lucha estudiantil


obligó al gobierno a conceder la autonomía universitaria. A finales de
ese año se fundó la Unión Nacional Opositora (UNO), una heterogénea
coalición de partidos opositores, entre los que se encontraban el Parti­
do Conservador (tradicionalista), el Partido Liberal Independiente, el
Partido Social Cristiano (creado el año anterior), el Partido Renovación
Nacional y el Partido Movilización Republicana. Sin embargo, debido
al influjo de la Revolución Cubana, otro tipo de oposición al régimen
comenzó a desarrollarse.
En mayo-junio de 1959 fracasó un nuevo intento armado, esta vez
encabezado por sectores conservadores conducidos por Pedro Joaquín
Chamorro y Enrique Lacayo Farfán, y sect01·es de izquierda comanda­
dos por Rafael Somaniba. Chamorro y sus hombres se prepararon en
Costa Rica, con la ayuda del entonces ex presidente Figueres, y desem­
barcaron por vía aérea en el territorio fronterizo sur, en Olama y Mo­
llejones. Se esperaba que para entonces estallara una huelga general
organizada internamente por la UNO, con el apoyo de comerciantes,
industriales y líderes sindicales; pero el movimiento abortó al ser
detenidos sus dirigentes, y la columna guerrillera fue rápidamente re­
ducida por la Guardia Nacional. El otro grupo, procedente de Cuba.
desembarcó en Honduras, con el apoyo encubierto de Villeda Morales:
pero la Fuerzas Armadas Hondureñas, bajo la jefatura de Oswaldo Ló­
pez Arellano, se encargaron de acabar con el gnipo el 23 de junio de
1959. Después de un br·evc combate hicieron prisioneros a la ma�·oria
de los guerrilleros, entre los que se encontraba herido Cario� Fonseca
Amador.
En 1961, en Tegucigalpa, Fonseca fundó el Frente Liberación �a­
cional, junto con el coronel Santos Lópe1., Tomás Borgc.> y Sil\'io �\a­
yorga. Fonseca llegó a ser· el principal dirigente de.> esta organi.wción.
que a partir de 1963 fue conocida como Frente Sandinista dt• Libt•ra­
ción Nacional (FSLN).
Paradójicamente, al tiempo que se iniciaba la actividad guarillt'rn
en Nicaragua --en 1960 hay acciones gue1Tilleras en lugares cercanos
a las frmut:ras de Honduras y Costa Rica, en errt'ro de 1961 t•n Rro
Potcca, en el Departamento de Nueva Scgo\'ia. y en 1962 t'n Río Bijao,
en Matagalpa-, el régimen pt'rmitia el entn:namit'n to en tt·rTitoriu ni­
caragüense del contingente de cubanos opositores a la Re\'oludón, qtk'
participó en la fracasada operación de Ph1ya Girón.
En febrero de 1963 se rt'al izaron elecciones prt•sidt'ndah..•s, qut· g�no
d candidato del sornodsmo, Rent� Sdli1..·k. supuesrantt?nte por d 90,5<1
de los votos emitidos ,n. Los conser·\'adores retiraron a su cundicbto,
Fernando Agüero, ank la rrcgati\ a d1..·I rcgimen d1..• permirir la supen·i­
sión de la OEA. El r·égimcn conto con la ayuda dd Partido CunsenaJor
Nacionalista, montado por un grupo colaboradonist�1 para dar una fa-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 135

chada de legitimidad a las elecciones. Sin embargo, la presión tuvo sus


efectos, porque se aceptaron algunas reformas electorales, como el voto
secreto, la participación minoritaria de la oposición en el Congreso
bicameral y la prohibición de reelección.
Para entonces el FSLN comenzó a dar muestras de actividad: en
marzo de 1963 una escuadra asaltó Radio Mundial en Managua, y di­
fundió una proclama en la que se condenaba la reunión que los presi­
dentes centroamericanos iban a realizar en San José con el presidente
estadounidense John F. Kennedy; en mayo otra escuadra asaltó una
sucursal del Banco de América, en lo que fue la primera acción de
recuperación económica; en junio penetró a Nicaragua por la frontera
norte el primer grupo guerrillero del FSLN, localizándose entre los ríos
Coco y Bocay, en el Departamento de Jinotega, pero fue aniquilado por
la Guardia Nacional en octubre. Los sobrevivientes huyeron hacia Hon­
duras, en donde fueron arrestados por el ejército de ese país. Después
de esta primera experiencia fracasada, el FSLN se dedicó al trabajo en
el frente urbano: se crearon los Comités Cívicos Populares, se fortaleció
el Frente Estudiantil Revolucionario (FER) y se estableció una alianza
con el Partido Socialista Nicaragüense y el Partido Movilización Repu­
blicana.
En junio de 1964 Carlos Fonseca y Víctor Tirado fueron hechos pri­
sioneros en Managua; estuvieron en prisión seis meses, hasta enero de
1965. Fonseca fue llevado fuera del país, rumbo a Guatemala, donde se
le confinó en la selva del Petén; allí hizo amistad con el teniente Luis
Augusto Turcios Lima, uno de los posteriores jefes de la guerrilla en
ese país. En abril se escapó rumbo a México, y regresó a Nicaragua en
1966.
El FSLN reinició la actividad armada urbana en 1966, con dos re­
cuperaciones económicas en el supermercado La Criolla y la sucursal
del Banco Nacional en el barrio El Calvario, en Managua; además,
comenzó los preparativos para volver a la lucha guerrillera en las mon­
tañas del norte. Mientras tanto, algunos miembros del FSLN se entre­
naron con la guerrilla encabezada por Turcios Lima en Guatemala.
El 1 de agosto de 1966 el Partido Liberal Nacionalista postuló a
Anastasia Somoza Debayle como candidato a las elecciones de 1967; el
3 de agosto falleció repentinamente René Schick, y la presidencia fue
ocupada interinamente por el ministro del Interior. Lorenzo Guerrero.
Los sectores antisomocistas organizados en la UNO designaron nueva­
mente a Femando Agüero candidato presidencial.
En noviembre el FSLN denunció la farsa electoral que se avecinaba,
e hizo un llamamiento a la lucha armada revolucionaria, en un comu­
nicado firmado por primera vez por la dirección nacional. El 22 de
enero de 1967 la UNO realizó una manifestación que reunió a varios
miles de personas en apoyo a la candidatura de Agüero; fue reprimida
136 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

violentamente, dejando un saldo de más de doscientos muertos y de­


cenas de detenidos y heridos.
En las elecciones de febrero de ese año, Anastasio Somoza Debayle
fue elegido presidente de Nicaragua para el período 1967-1972. Asumió
el cargo el 1 de mayo siguiente; unos días antes, en abril, había falle­
cido debido a una complicación cardiaca, su hermano Luis. La elección
de Anastasio Somoza Debayle marca un nuevo período del régimen: el
poder nuevamente se concentra en un individuo, como en los tiempos
de Somoza García, pero el régimen tenJrá que afrontar el ascenso de
las luchas populares, los intentos de los grupos empresariales y los
partidos tradicionales para hegemonizar la oposición al régimen. y el
fortalecimiento del FSLN y las otras organizaciones de izquierda.
De 1967 a 1972 el FSLN se mantuvo activo tanto en el frente urbano
como en la montaña; sin embargo, fracasó el intento de reiniciar en
1967 la guerrilla en Pancasán, en la cordillera Dariense, hacia el centro
del país. Recrudeció la represión. cayeron varios cuadros importantes.
otrns fueron encarcelados y muchos tu\'ieron que pasar a la clandesti­
nidad. En 1969 se reorganizó la Ji,-ecciún nacional. y Carlos Fonseca
fue nombrado secretario general; se dieron a conocer el programa y los
estatutos de la organización. En ese año el Frente sufrió varios reYesc!:t:
el 15 de julio cayó Julio Buitrago, micmbrn Je la din:cción nacional.
y el 1 de noviembre Carlos Fonscca fue capturaJo por la policía costa­
rricense en la ciuJaJ Je Alajucla. El 4 de no\·iembrc una escuaJra del
FSLN secuestró un avión de LANICA; el 21 Je Jicicmbrc dos cscu.1drns
sandinistas asaltaron la cárcel de Alajucla. i..·n Co�la Rica, a fin d�· li­
berar a Fonscca. El operativo tu\'o un éxito parcial. porque Fonsl."ca fui..·
libcraJo, pero poco tiempo c..lcspuJs gran parll' dd grupo. induyenJo
el propio Fonscca fue capturado dl.' nut'\'o.
En 1970, el intL'nto dL' rcst.ibb.:cr una nut'\'a bnsL' gm:nilkra �·n la wn..,
de Zinica-EI Bijao, en las montarias dl.' Matagalpa, unos 100 kilómt.'tru. al
norte <lt' Pancasán, fracasó: la Guardia logro Jt.·sarticubr nue\·amenh.' la
b'Ucnilla. E�tudiantes ·" madre!'> de pre$0S ¡X>ltticos n.·ali,,41.1un en Managua.
entre mayo y julio di..· ese aiio, una huelga ,k hambri..•. En octuhn: un
comando dc.l FSLN Jir·igido pur C.1rlu!:t Agui..·1u St."\.'Ut�trú un a\ ion cost�l­
niccnsl.' en d que viajaban cuatro funciona1ios tk• la Unítt•d Frnit Co. lA·�­
puJs e.Je atcnizar L'll la isla di.: San AnJn.•s, los nortcamcric:mos h.11..·mn
canjeaJos poi· Cados Fonseca, Humberto Ont.•ga. Rufo Marin y Plut.u\.'.o
Hemandez. Todos fui.:ron conducidos a J\kxico y lut'go a La Hab.ma.

Costa Rica: w1 ejemplo de estahili:.ació11 �ucial

ContrnriamcntL' a lu qui..· suú·d1a t.'11 l'I n.·stu dt.• slX·ieJades et•ntru­


americanas, en Costa Rica se marchaba t.'n los ai'lo� cincut.•nta �- sest•nta
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 137

por la senda de la estabilización social. Las políticas públicas desarro­


lladas en el período favorecieron el desarrollo de un sector industrial
de cierta importancia; desarrollo que se sumó a la diversificación
agrícola impulsada en el período, y al mejoramiento substancial ocu­
rrido en la agricultura del café. Aunque demoró su ingreso al Mercado
Regional, a la postre resultó uno de los países más beneficiados con el
incremento del comercio en la región.
Las fluctuaciones periódicas de la economía no lograron romper la
tendencia generalizada hacia el crecimiento, ni el ambiente de estabi­
lidad financiera y monetaria. Entre 1950 y 1980, el Producto Interno
Bruto (PIB) creció a una tasa anual promedio del 6,3%, por encima del
promedio regional. Cuando menos ésa será la tónica hasta principios
de 1970, cuando los primeros síntomas de crisis harán su aparición.
El aparato estatal se modernizó y creció en magnitud: en el período
comprendido entre 1948 y 1980 se crearon ciento trece instituciones
públicas. El emple<;> público, que en 1950 era el 6,2% del empleo total
del país, pasó al 16% en 1973, y al 19,6% en 1980 84• Las políticas de
bienestar social que se desarrollaron sistemáticamente entre 1950-1980,
por instituciones como la Caja Costarricense de Seguro Social, Acue­
ductuos y Alcantarillados, los ministerios de Educación, Salud y Tra­
bajo, etc., mejoraron las condiciones de vida de los habitantes de la
ciudad y el campo. La combinación de todos estos factores dio como
resultado una sociedad con niveles de vida más elevados que los del
resto de la región, y con un conjunto de instituciones políticas y socia­
les mucho más sólido.
En este contexto, se produjo una sucesión ordenada de gobiernos,
producto de elecciones realizadas cada cuatro años, con la participa­
ción de un conjunto de partidos políticos donde destacaba la presencia
dominante de Liberación Nacional, y la ausencia de la izquierda co­
munista, imposibilitada de actuar en el terreno electoral por una cláu­
sula contenida en la Constitución de 1949, cláusula que solamente fue
eliminada en 1975. Entre 1953 y 1970, Liberación Nacional y los gru­
pos que lo adversaban, generalmente coaligados, se alternaron en el
ejercicio del poder público. Los gobiernos producto de estas coalicio­
nes, aunque no pudieron substraerse a la tendencia predominante en
el período en cuanto al peso del Estado sobre la sociedad, fueron con­
servadores respecto al gasto público y las definiciones relativas a polí­
tica social.
La Revolución Cubana tuvo un impacto importante en el país, pues
a la euforia que inicialmente provocó dentro de las tiendas del PLN la
caída del dictador Batista siguió la reacción conservadora por el rumbo
socialista que dicha Revolución tomó. Como otros partidos de la lla­
mada izquierda democrática de América Latina, el PLN se desplazó a
la derecha ante la Revolución Cubana, y abrazó la Alianza para el
138

Cuadro 2.2

Costa Rica: presidentes por período de ejercicio del mandato


según partido político que los eligió (1940-1982)

Nombre Período Partido


Rafael Ángel Calderón Guardia 1940-1944 Republicano Nac.
Teodoro Picado Míchalski (*) 1944-1948 Republicano Nac.
José Figueres Fcrrer (**) 1948-1949
Otilio Ulate Blanco 1949-1953 Unión Nacional
José Figuercs Ferrer 1953-1958 Liberación Nac.
Mario Echandi Jiménez 1958-1962 Unión Nacional
Francisco Orlích Bolmarcíc 1962-1966 Liberación Nac.
José Joaquín Trejos Femández 1966-1970 Unificación Nac.
José Figueres Ferrer 1970-1974 Liberación Nac.
Daniel Oduber Quirós 1974-1978 Liberación Nac.
Rodrigo Carazo Odio 1978-1982 Unidad (Coalic.)

( .. ) No terminó su período; fue depuesto en abril de 1948 por el (!rupo insurgente encabezado por
José Figueres F.
, .... ) Ejerció el cargo de jefe de la Junta Fundadora de la Se-gunda Republica, despues de haber
encabezado una insurrección , icturiu�1.
Friente: Trib1111al Supremo de Eleccro11es.

Progreso como opción ideológica. Este desplazamiento dio origl'"n a la


segunda escisión ocurrida en el partido desde su fundacion. Para las
elecciones de 1958 un gn1po importante de dirigl.'ntcs. liderados por d
abogado y empresario Jorge Rossi, abandonaron d partido en protl.'sta
por lo que juzgaban unn imposición <ll· la ('andidatura dd empresario
cafetalero Francisco Orlich. Esta escisión dio luga1· a la formacion del
Partido Independiente y fue una dL· las causas de la dl·rrota ck Libera­
ción Nacj(Jnal en las dl.'ccioncs de 1958. La Revolucion Cubana radi­
calizó a un g1·upo minoritario de dirigentes libtTacionistas, quil.'nes bajo
la dirección dd entonces diputado Enrique Obrl·gon. fu;Hiaron el Par­
tido Acción Democrática Popular en 1961, que logro degir a un dipu­
tado en las elcccionl.'s del aúo siguil•ntl'. Estt' partido go,o dd apoyo
del Partido Vanguardia Popular, entonces ilcgalindo.
A principios de los aí'los sl'tenta d influjo de la Rt·,·oludon Cubana
se hi1.o sentir nul.'vamcntl.', esta ,·e1. dentro de la izquierda. con b apa­
rición dt• dos nuevos partidos: d Mm·irnil'nlü Re,·oludonario dd Pue­
blo y el Partido Socialista Costarrit'ense. Sin l'mbargu, en d plano de
las luchas popularl.'s dicha influencia fue ml·nor, l'Il gran parte debido
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 139

al crecimiento económico del país y a las políticas de bienestar social


desarrolladas. El sindicalismo de tendencia comunista, ilegalizado a
raíz de los hechos de 1948, reapareció en los primeros años de la dé­
cada siguiente, sobre todo en las plantaciones bananeras del sur del
país; mientras que el sindicalismo socialdemócrata, pese a las favora­
bles condiciones políticas para su desarrollo, solamente tuvo una
expansión limitada en los años cincuenta. El escaso número de traba­
jadores industriales y el desinterés del PLN por desarrollar el sindica­
lismo, a pesar de que un sector importante de sus fundadores proce­
dían del sindicalismo cristiano de los años cuarenta, explican en parte
esa expansión limitada; pero también habría que agregar el anticomu­
nismo presente en la sociedad costarricense desde los años cuarenta,
que se fortaleció gracias al clima de guerra fría prevaleciente en el
mundo en ese momento, y que relacionaba linealmente sindicalismo
con comunismo.
El desarrollo industrial de los años setenta y la expansión del em­
pleo en el sector público favorecieron el desarrollo del sindicalismo en
los años sesenta. Para entonces existían tres centrales sindicales: la
Confederación General de Trabajadores Costarricenses (CGTC), de ten­
dencia comunista, fundada en 1953; la Confederación Costarricense de
Trabajadores Democráticos (CCTD), nombre adoptado a partir de 1966
por la antigua Confederación Costarricense de Trabajadores Rerum No­
varum, ahora encuadrada dentro de los esquemas de la ORIT y el
IADSL; y la Federación de Obreros y Campesinos Cristianos Costarri­
censes, fundada en 1964 bajo los auspicios de la CLAT.

Los NUEVOS ACTORES SOCIALES (1970-1979)

En los años setenta, en la mayoría de las sociedades centroameri­


canas culmina el proceso de ascenso de los militares hacia el control
del poder civil, proceso que se había iniciado en los años cuarenta. A
lo largo de todos estos años la institución militar se modernizó y se
independizó de los viejos sectores del capital. Los altos mandos mili­
tares dejaron de ser «personal» de esos sectores, su brazo armado, para
integrarse en la cúpula dominante, por derecho propio. Los conflictos
internos habían llevado a la mayoría de las sociedades centroamerica­
nas a situaciones de extrema polarización de fuerzas. donde solamente
los militares podían «garantizar el orden»; pero ya no lo van a hacer
sólo en beneficio de otros, como en el pasado, sino para salvaguardar
también sus propios intereses económicos, que habían ido de� arrollán­
_ _ _
dose en los años cincuenta y sesenta. La hegemoma m1htar, sm embar-
140 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

go, tuvo resultados diferentes en Guatemala, El Salvador y Honduras,


como se verá posteriormente.
Sólo en dos países no se observa el fenómeno del poder militar: en
Costa Rica, por la carencia de un ejército strícto se11su, y en Nicaragua,
donde los militares seguirán desempeñado su papel de «guardianes de
la dinastía», hasta el derrumbe de la dictadura.
Esta consolidación del poder militar ocurre al mismo tiempo que
nuevos actores sociales urbanos -producto de los procesos de urbani­
zación ocurridos fundamentalmente en la década anterior-, van a ha­
cer su irrupción en la escena política, demandando atención a sus pro­
blemas de pobreza y exclusión política. En todos los países se observa
este movimiento, aunque con efectos diferentes en cada uno de ellos.
Los aiios setenta son también años de dificultades económicas v de
desintegración regional, que contribuyen a preparar el escenario para
las confrontaciones de finales la década, cuyo resultado más espectacu­
lar fue la caída del somocismo el J 9 de julio de 1979.

El Es1ado militar en Guatemala

En Guatemala se celebraron elecciones para elegir presidente en


marzo de I 970. El coronel Carlos Arana Osorio, candidato del �tovi­
miento de Liberación Nacional y del PID, obtu\'o el 42,9,-o de lo::.. ,·otos.
y posll.•riormente fue elegido pn�sidentc por In Asamblea Legislati\'a.
En estas elecciones participaron. además, Mario Fuentt'S Pentcini por
el PR, y el general Jorge Lucas Caballt>ros por t•I PDC. Este partido
había establecido una alianza electoral con los gntpos social-dcmócra·
tas representados por el Fn.·ntt' Unido de la Rt•\olw..·ión (FUR) qut• lu­
chaba por su inscripción " 5• Manuel Colom Argul'ta. uno dL' lo� princi­
pales dirigentes del FUR, fue dt>cto alcaldt· ck Guatemala.
Arana había sido comandante de la bast• militar de Z:1capa. d1.•s(h:
donde hab1a dirigido la ofonsi\',1 contra el frente guerrillt·ro t'n 1900 \'
1967. A raíz del secuestro de monscflur Casarit•go, anobispo dt• Guate­
mala, realinrdo por la MANO en confabulación con un Sl.'Ctor golpista
del ejJrcito. d gobierno destitu�·ó al ministro dt• Defensa y .JI jeft• dl'
la Policía, y envió a Arana fut•ra dl'I pab, corno embajador 1..·n Nicara·
gua. De ahí rcgn:só como candidato prt•sid1..•neial.
Las elecciones de eslL" a11u marcan una nu1..·\'a l.'tapa t'n la conforma·
C'Íón de un Estadv miliwr l'!l Guatemala �c-. l'S del'ir. un Estado donde
la influencia de lct institucion militar t'll d proceso pohtico se ,·ut•he
determinante. porque pasan a sus manos funcione:-. qut• normalmt>nk•
sun desarrolladas por otrns instrim:ins dt•I Estado o de la socit>Ja<l ci,·il.
Ante la imprn,ibilidad Je a\'annir por d camino dt• las rdorma::.. ::..ucia­
les \' la apertura política, la institue"ion militar se \'Ío obligada a intt•r-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 141

venir cada vez más para conservar el «orden» en la sociedad, sobre


todo después del surgimiento de la guerrilla; pero al mismo tiempo
ocurrió una transformación dentro de la alta jerarquía militar, que
pasó a ser parte de la fracción hegemónica de la burguesía guatemal­
teca, con sus propios intereses económicos. En efecto, sobre todo en el
período de Arana Osario, los militares se convirtieron en accionistas de
industrias y proyectos agroindustriales y de desarrollo, como el deno­
minado Franja Transversal del Norte 87. La hegemonía militar incluso
se puso de manifesto en las tiendas de la oposición al régimen, pues
como se verá adelante, en este período la mayoría de los candidatos
opositores también eran militares.
Durante el gobierno de Arana Osario, el espacio para la acción de
los partidos políticos de oposición y las organizaciones sindicales y
campesinas se estrechó. El resurgimiento de la actividad guerrillera y
el asesinato de cuatro miembros de la policía militar fue el pretexto
usado por el gobierno para implantar a partir de noviembre de 1970
el estado de sitio; una nueva ola de terror inundó la sociedad guate­
malteca. Nuevamente fueron asesinados dirigentes políticos y de orga­
nizaciones populares, así como líderes estudiantiles. Al levantarse el
estado de sitio, un año después, estallaron varias huelgas, como la con­
ducida por el Sindicato de la Compañía Industrial del Atlántico; los
paros y la huelga decretados por el Frente Nacional Magisterial, entre
abril y agosto de 1973; y la huelga de empleados del organismo judicial
realizada en noviembre de 1973 88.
Para las elecciones de 1974 la oposición logró conformar una coali­
ción de partidos encabezada por el PDC, e integrada además por el
FUR y el Partido Revolucionario Auténtico (PRA), que en 1978 se con­
vertiría en el Partido Socialista Democrático (PSD). Dicha coalición, el
Frente Nacional de Oposición, apoyó la candidatura del general Efraín
Ríos Montt para la presidencia de la República y de Alberto Fuentes
Mohr para la vicepresidencia. Aparentemente Ríos Montt obtuvo el
triunfo, en unas elecciones en donde el abstencionismo alcanzó el 58%;
pero los militares manipularon los resultados y le otorgaron la victoria
al candidato de la coalición oficial integrada por el MLN y el PID,
general Kjell Eugenio Laugerud. Hubo manifestaciones populares de
protesta por el fraude, pero el movimiento no prosperó, y el PDC aceptó
un arreglo político con el régimen.
En julio de 1974 asumió la presidencia Kjell Laugerud. Para enton­
ces el modelo de Estado militar parecía haber alcanzado un punto de
estabilidad, que ofrecía posibilidades de desarrollo de políticas popu­
listas que le permitieron al régimen ampliar su base de legitimidad 39.
Sin embargo, la estabilidad duró poco; el régimen se sintió nuevamen­
te amenazado por el ascenso de las luchas populares que ocurrió en los
tres años siguientes, y por la rearticulación de la lucha guerrillera, con
142 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

el inicio de operaciones por parte del Ejército Guerrillero de los Pobres


(EGP) -creado a principios de 1972- y las acciones de hostigamiento
que siguieron realizando las FAR.
La situación del régimen se complicó con el terremoto ocurrido el
4 de febrero de 1976, que dejó corno saldo más de 20.000 muertos,
70.000 heridos y más de 1.000.000 de personas sin hogar. El 26 de
marzo de ese año se formó el Comité Nacional de Unidad Sindical
(CNUS), integrado por sesenta y cinco organizaciones sindicales, para
apoyar la ocupación de la planta de la Embotelladora Guatemalteca
S.A., fabricante de la Coca Cola, realizada por los trabajadores en huel­
ga. La formación del CNUS marca un importante punto de confluencia
entre las más importanks organizaciones sindicales del país, como la
FECETRAG, FASGUA, FESEB, CNT y otras. En noviembre de 1977 se
realizó una marcha de mineros de lxtahuacán hacia la Ciudad de Gua­
temala, que provocó una gran movilización popular. El 29 de mayo de
J 978 ocurrió la masacre de Panzós, un pueblo de Alta Vera paz, donde
efectivos del ejército dieron muerte a más de cien campesinos indíge­
nas que se habían reunido pacíficamente, demandando el respeto a los
derechos adquiridos sobre las tierras que culti\'aban desde muchos años
atrás. Finalmente, la luchas populares llegaron a su punto culrninantt�
en octubre de 1979. cuando se produjo una huelga general provocada
por un alza en el transporte público, que adquirió el carácter de insu­
rrección urbana. El movimiento fue reprimido violentamente. ) una
nueva t'tapa de terror se inició, marcando el principio de la crisis dd
modelo de Estado militar implantado a inicios <le la década.
Para entonces el general Romeo Lucas García. candidato de la coa­
lición entre el PR y PID, había sido t.•h:gido presidcnte de la República,
en unas elecciones celebradas en marzo de J 978, dondt.• d abstencio­
nismo fue superior al 60%. El coronel Enriquc Pt•ralta Azurdia fue d
candidato del MLN. y el general Ricardo Peralta Mt;ndt'z, dt• b coali­
ción del PDC con sectores socialdemócratas.

El Salwulor: hacia la gul'lra civil

Los alios setenta \'an a ser testigos, en El Sal\'ador, dt• la aparición


de organizaciones armadas y fr�ntes de masas, qut• pro\'ocarán un
viraje radical en las luchas por la dt·mocratización política t'n c.'St' p�us.
En 1961 el Partido Comunista Sal\'adorcño habia 1.:rt.•ado d Fn�nte L'ni­
do c..le Acción Rc\'olllcionaria (FUAR). t'n d marco dt• las llllt'\'aS condi­
ciones creadas por la Revolución Cub.:ma; sin t•mbargo. antt' b aust'n­
cia de una concepción político-militar dt• la lucha por parte dd PCS.
el FUAR desapareció dc la esn·na. En abril dt· 1970 Salvador Ca� t'tano
Carpio, dl.'stacado dirigt'nte sindical y St.'lTt'tario gt•nen,I dt'I PCS, St'
143

Cuadro 2.3

El Salvador: organizaciones político-militares


y sus vinculaciones con frentes de masas

Año de Organización Frente de masas vinculado


formación poi ítico-militar y año de fundación

1930 Partido Comunista Salvadoreño UDN (1970) Unión Democrática


(PCS) Nacionalista

1970 Fuerzas de Populares de Libera­ BPR (1975) Bloque Popular Revo­


ción «Farabundo Martí» (FPL) lucionario

1971 Ejército Revolucionario del Pueblo LP-28 (1977) Ligas Populares 28 de


(ERP) Febrero

1975 Fuerzas Armadas de la Resistencia FAPU (1974) Frente de Acción Po­


Nacional (FARN) pular Unificada

1979 Partido Revolucionario de los Tra­ MLP (l 979) Movimiento de Libe­


bajad o r e s C e ntroa m e ri c anos ración Popular
(PRTC)

Fuente: Enriquez, Pedro, El Salvador: Iglesia profética y cambio social. San José: CSUCA-DE!,
1988, 66; CINAS, «El proyecto popular ( /980-1984)», Jiménez, Edgar y orros, El Salvador: guerra,
política y paz (1979-1988). San José: CJNAS-CRIES, 1988: 177.

separó del partido y fundó la organización que sería conocida a partir


de agosto-septiembre de 1972 como las Fuerzas Populares de Libera­
ción Farabundo Martí (FPLM) 90. Pronto aparecieron otros grupos ar­
mados, lo mismo que frentes de masas ligados a ellos, planteando la
lucha contra el régimen en otro plano.
En la conformación de nuevos actores y organizaciones dentro de
la escena política salvadoreña, habría que señalar el papel jugado por
sectores progresistas de la Iglesia católica, que desde finales de los años
sesenta, bajo la influencia del Concilio Vaticano II y de la declaración
de Medellín de la CELAM, comenzaron a desarrollar experiencias de
concienciación con grupos campesinos y de áreas urbanas pobres.
A partir de 1972, entonces, el régimen tuvo que apoyarse en un nivel
cada vez mayor de violencia, dada la imposibilidad de controlar una
insurgencia en ascenso, y de continuar por la línea reformista de los
anteriores gobiernos. Un tour de force fue realizado con la creación del
144 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

Instituto Salvadoreño de Transformación Agraria (ISTA) en 1975, y el


anuncio del primer proyecto de transformación agraria de junio de
1976. Pero la oligarquía reaccionó, buscando delimitar nuevamente el
campo de acción del gobierno y de la institución militar. Después de
una agria polémica sostenida con la Asociación Nacional de la Empre­
sa Privada (ANEP) y un conjunto de organizaciones de propietarios
surgido repentinamente -entre ellas el Frente Agrario de la Región
Oriental (FARO), que asumió una postura más militante frente a los
planes del gobierno-, Molina retrocedió y prácticamente perdió el po­
der. Los sectores más conservadores de la oligarquía se movieron para
establecer mayores controles sobre el régimen, a fin de evitar nuevos
intentos de interferencia de los militares en el proceso de acumula­
ción 91.
Las elecciones del 20 de febrero de 1977 fueron una muestra del
cambio operado en las reglas del juego político después de 1972. La
UNO participó con el coronel retirado Ernesto Claramount Rosevillc
como candidato; pero de nuevo le fue arrebatado el triunfo mediante
el fraude. El general Carlos Humbcrto Romero del partido oficial fue
nombrado presidente. Con la presencia de Claramount. la UNO montó
un acto continuo de protesta en la Plaza Libertad, que puso al gobierno
en situación difícil tanto desde el punto de vista interno como interna­
cionalmente. Finalmente el ejército intervino \"iolentamente el 28 de
febrero, dispcr·sando a los manife!->lantes y expulsando a los dirigL'ntes
políticos del país. Se impuso el cswdo de sitio y la UNO fue desmante­
lada.
Romero cm un militar conocido por la duraa de sus métodos re­
presivos, que había estado de acuerdo en echar marcha atras en d
conílicto suscitado alrededor de la transformación agraria t.'n 1976. Des­
pués de asumir su cargo el I e.le junio de 1977. Romero intento recons­
tituir la legalidad perdida del n:·gimt.:n, tanto en d pa1s cumo en d
plano internacional. Las relaciont:s con Estados Unidos se habran de­
teriorado a causa del lamentable estado de los c.h.·n�chos humanos. Par..1
entonces la violencia <lL' la derecha se había multiplicado con la apa­
rición <le lasJ:ucr7:as Arm.1das dL· Líbcr:.1ción Anticomunista (FALA�GE).
en 1975, y la Unión Gul'ITcra Blanca ( UGB), que junto con ORDEN
intentaban mantener apaciguado a un campL·sin.H.lo cada n'L m�\s pe­
netrado por el mensaje de justicia social y democracia pohtica.
Sin embargo, RomL'ru fracaso en su inknto, y l'I regiml·n se movio
hacia una posición abicrtamenll' represiva con la promulgacion. el �4
de noviembre de l 977, de la Lt:y dl.' Dl'Íl·nsa y Garantia dd Ordt.:n
Público. Crecio la violencia L'Statal. pero tarnbien a partir c.h.· t'St' aúo
se incrementó l'I n(rrnt•ro de huelgas, manifestaciones. tomas dl' iglesia�
y de l·dificios dl' gobierno, l'lC. En febrero ciL· 1979, dt•bido a la presion
del gobierno de Cartt-r, In lgk·sia catolica, org.111i,�1ciont's internado-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 145

nales y algunos miembros de la empresa privada y del ejército, Romero


tuvo que derogar dicha ley. El intento de crear un foro nacional con la
presencia de fuerzas políticas y sociales diversas fracasó en mayo de
1979. Al gobierno sólo le quedaron dos caminos: mantenerse mediante
la fuerza o abandonar el poder.
En septiembre de 1979 un conjunto de fuerzas políticas, sindicales
y gremiales de diversa procedencia social e ideológica constituyeron el
Foro Popular. Finalmente, en un intento de recomposición del modelo
político, con la inclusión de otros sectores sociales, el J 5 de octubre de
1979, la juventud militar encabezó un nuevo golpe de Estado, después
de que las tendencias moderadas de la oficialidad terminaron impo­
niéndose a las posiciones más conservadoras 92. El golpe dio origen a
la denominada «primera Junta de Gobierno», formada por un conjunto
heterogéneo de civiles y militares: Guillermo Manuel Ungo y Román
Mayorga, ambos muy relacionados con las organizaciones populares;
Mario Antonio Andino, representando a los sectores más democráticos
del sector privado; y los coroneles Adolfo Majano y Jaime Abdul Gu­
tiérrez. Sin embargo la coalición solamente gobernó hasta el 2 de enero
de 1980, fecha en la que renunciaron los miembros civiles y casi la
totalidad del gabinete, y una nueva Junta con la participación del PDC
se conformó. Un nuevo intento de apertura democrática había fraca­
sado.

El refonnismo militar en Honduras

El golpe que derribó el llamado gobierno de unidad nacional en


Honduras no produjo ninguna acción de protesta; más bien hubo ex­
presiones de alegría. El Congreso Nacional fue disuelto, y los partidos
políticos pasaron a un segundo plano. Para entonces un nuevo agrupa­
miento de fuerzas se había ido conformando, con sectores de trabaja­
dores y campesinos organizados en la CTH y la ANACH, el empresa­
riado modernizante, sectores medios urbanos, y un ala del ejército in­
fluida en parte por el reformismo militar peruano.
El nuevo régimen inició la promulgación de un conjunto de decre­
tos-leyes dirigidos a fortalecer su base social de apoyo, como el n.º 3
del 6 de diciembre de 1972, que eliminó la contribución forzada de los
empleados públicos al Partido en el gobierno; el n.º 8 del 22 de diciem­
bre, que decretó el arrendamiento forzoso de las tierras incultas; el n.º
10 del 28 de diciembre, que creó el Instituto de Formación Profesional;
el n.º 12 del 6 de enero de 1973 que eliminó los privilegios en la im­
portación de ciertos productos industriales ligeros; el n.º 14 del 9 de
enero, que obligó a todos los trabajadores beneficiados con un contrato
colectivo a contribuir al financiamiento del sindicato firmante del
)46 HISTORlA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

acuerdo, aun cuando no fueran afiliados a dicho sindicato; el n.º 49 del


27 de junio de 1973, que favoreció al sector industrial, al restablecer
las exenciones y franquicias fiscales contempladas en la Ley de Fomen­
to Industrial y el Convenio Centroamericano de Incentivos Fiscales al
desarrollo industrial. Estos decretos se complementaron con el Plan
Nacional de Desarrollo, cuyos lineamientos generales fueron dados a
conocer por López en enero de 1974; con la creación de la Corporación
Hondureña de Desarrollo Forestal, el I O de enero de ese año; el esta­
blecimiento de un impuesto bananero el 18 de abril; la ley de salario
mínimo del 1 de mayo, y la ley de reforma agraria del 1 de enero de
• J 975, que permitía la expropiación de las tierras arrendadas a campe­
sinos mediante el decreto n.º 8.
Sin embargo, la reacción provocada por este conjunto de medidas
en los sectores conservadores y en las compañías bananeras no pudo
ser contrarrestada por el gobierno, y algunas de las medidas tuvieron
que ser modificadas. Estas concesiones a los sectores de capital más
atrasados, atrincherados en la Federación Nacional de Ganaderos de
Honduras (FENGAH) y al COHEP. inmovilizaron de las organizaciones
de trabajadores y campesinos, sobre todo durante 1973. Las compañías
productoras y exportadoras de banano, Standard Fruit Company y Tela
Railroad Company, ejercieron el soborno y el boicot económico como
medios para falsear al régimen. Los efectos del Huracán Fifí sobre la
economía hondureña agravaron la situación, y hacia finales de 1974, la
emisión del Decreto-Ley n." 170, conocido como Ley de Reforma Agra­
ria, terminó por conformar las condiciones para que dichas fuerzas
intentaran acabar con el experimento reformista militar, y poner fin a
la influencia de López Arcllano en la polític:l hondureña.
A finales de enero de 1975 se emitió el Decreto-Ley n." 180. mediante
el cual se cor:istituyó un Consejo Superior de las Fuerzas Armadas
(COSUFA), integrado en su mayor parte por tt.•nientes corondt.•s, que
sustituía al antiguo Consejo Superior de la Ddt.>nsa N.icional. intt.'grado
por coroneles 93. En el mismo dt.•crt.·to-lt.·y St' estableció que no podía
ser propuesto por el Consejo, d1?ntro de la tt.'rna para ,:scogcr jde de
las Fuerzas 1rmadas, quil?n ya hubil·ra desempl·ñado d cargo la mitad
o más de un período constitucional. St.> inició así toda una rt.·novacióu
de los mandos mili tan.:s qut.' condujo en última instancia a la Sl.'para­
ción del cargo de jt.'ÍL' de Estado cid de jefo <k las Fuer-Las Armada�.
separación que se eoncrt'tó el 31 de marzo de 1975. Lopez Ardlano
continuó como jdc de Estado, pero como jl.'Ít.' dl· las Fue1-1.as Armadas
fue nombrado el coronel Juan AlbL·rto Melgar Caslro. Ackmás, pasaron
a retiro 28 coronell.'s 94. La ca1da dl.· Lópe1. Ardlano st• \'olvio inminente
y la oportunidad se presentó prouto, a ra1,. dt• la denuncia hecha por
Tlze Wall Strt!et Jo11r11al, d 9 dt.' abril. sobrt.• d �obomo realizado por b
Tda Railroad Co., que involucrnba a altos funcionarios del gobierno
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 147

hondureño, a fin de evadir el pago de impuestos por exportación de


banano. Ante la negativa de López de dar autorización para que su
cuenta en Suiza fuera revisada, el COSUFA acordó separarlo de su car­
go el 22 de abril y nombrar en su lugar a Melgar Castro.
Aunque Melgar Castro y el nuevo jefe de las Fuerzas Armadas, co­
ronel Policarpo Paz García, eran oficiales asociados con los grupos con­
servadores del Partido Nacional, el golpe no significaba necesariamen­
te el fin del período reformista, dada la presencia de un importante
grupo de oficiales simpatizantes con los reformas dentro del COSUFA.
Fue así como al golpe siguió un período de avances y retrocesos, sobre
todo en materia de aplicación de la reforma agraria, en el marco de
una confrontación entre grupos campesinos movilizados y terratenien­
tes armados; sin embargo, en transcurso de los dos años siguientes,
Melgar Castro se encargó de dispersar a los elementos reformistas, li­
quidar las supervivencias del período anterior, cerrar la apertura de­
mocrática y establecer un gobierno más cercano a los viejos sectores
del capital hondureño. El punto de viraje fue la destitución en enero
de 1977 del ministro de Trabajo, Enrique Flores Valeriano, quien go­
zaba de la confianza de las organizaciones de trabajadores; posterior­
mente fue removido de su cargo y enviado a Washington el teniente
coronel Mario Maldonado Muñoz, quien había sido nombrado por Ló­
pez Arellano director del Instituto Nacional de Reforma Agraria.
El 7 de agosto de 1978 Melgar Castro fue obligado a renunciar por
el COSUFA, y su lugar fue ocupado por una Junta Militar compuesta
por el general Policarpo Paz García, jefe de las Fuerzas Armadas; el
teniente coronel Domingo Álvarez, comandante general de la Fuerza
Aérea y el teniente coronel Amílcar Zelaya Rodríguez, Jefe de la Fuerza
de Seguridad Pública (FUSEP). La sustitución obedeció a un conjunto
de factores entre los que se cuentan las aspiraciones de Melgar Castro
de convertirse en presidente constitucional, con la complicidad del Par­
tido Nacional, las denuncias de corrupción en las altas esferas del go­
bierno y las Fuerzas Armadas, y las luchas de poder en el interior de
esa institución 95•
La nueva Junta, que ejerció el poder hasta el 25 de julio de 1980,
cuando Paz García fue nombrado presidente provisional por la Asam­
blea Nacional Constituyente, mantuvo la tendencia derechizante im­
pulsada por Melgar Castro, y aunque estableció las condiciones para
una apertura democrática limitada a partir de 1982, también preparó
el terreno para el papel que posteriormente desempeñó Honduras den­
tro de la estrategia para Centroamérica de la administración de Rea­
gan, a fin de hostigar al régimen sandinista en Nicaragua, y contener
la revolución social en la región.
148 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

La Nicaragua de Somoza: el derrumbe de la dinastía

Los año::; setenta, en Nicaragua, van a ser testigos del derrumbe de


la dictadura. Se inician con un intento de Somoza, apoyado por 1a
embajada de Estados Unidos, de acercarse a la oposición conservadora
liderada por Fernando Agüero. Como resultado de la conversaciones
sostenidas, el 28 de marzo de 1971 los liberales y los conservadores
suscribieron un nuevo acuerdo, conocido como pacto Agüero-Somoza
o pacto Kupia-Kumi -«un solo corazón)> en lengua miskita-. median­
te el cual se le garantizó al Partido Consen·ador el 40% de los escaños
en las elecciones convocadas para el 27 de febrero de 1972, para inte­
grar una nueva asamblea constituyente. Además, se nombró una Junta
de Gobierno (Agüero y dos personas designadas por Somoza). para go­
bernar el país desde mayo de 1972 hasta diciembre de 1974, fecha en
la cual se deberían realizar elecciones presidenciales. Durante esos dos
años Somoza conservaría la jefatura de la Guardia Nacional, y luego
pudría reelegirse presidente por seis años más. A raíz de �u oposición
al acuerdo, Pedrn Joaquín Chamorro, dirL·ctor del diario La Prensa, fue
expulsado del Partido Conservador; posteriormente fundó Acción Na­
cional Conservadora 96.
El terremoto que devastó Managua el 23 de diciembre de 1972 brin­
dó a Somoza la oportunidad de reasumir el control total dc:I gobierno
en marzo de t 973, después de lograr que Agüero fuL·ra expulsado del
Partido Consen·ador. El terremoto sirvió tambiL�n para mostrar una
vez más la voracidad del régimen y su incapacidad para l'nfrl'ntar la
situación social y política dl'I país, agravada ahora por bs consecuen­
cias del fenómeno natural. La copio�a ayuda externa que tluyó al pa1s
después del terremoto fut.' usada t.'n gran parte por el grupo somodsta
para incrementar sus acti\'idadcs, in\"a<liendo incluso el campo contro­
lado por las otras fracciones del capital. La «compl'tencia dc::dcal • St.'1�\
en estL' período un reclamo constante al sumucbmu por partl.' de un
importan te sector dL· la empre!->a pri\'ada.
En la Primera Gran Cun\'L'nción de la Empresa Pri,·alb ck Nicara­
gua, organi.4ada en nH117JJ de 1974 por el Consejo Supt.·rior dt' la Em­
presa Privada (COSEP). los t.•mprcsarios pidiL·run garant1as dl· que los
recur�os públicos serian usados co1TL'Ct:1 y cficil'ntl'nk•ntc, as, como d
fortalecimiento del sistema de licitaciones; ,Hkmns. st.· pbntt"u b ne­
cesidad de clL·,·ar los salarios ,. n·cunoet.·r el ckrcdw dt.• sinJic.1li1-�ldún
de los trabajadort.•s ·-n. Si bit:·,; l'!'> L'it.·rto qut' l'I planteamit.•nto no lut' lo
suficientemente categórico como para ponL·r t.'ll jaque .il rcgimt.·n. rt'­
ílcjaba, sin embargo, d l"rt.'cientl' dcscuntcuto cn d sector cmprcsarial.
La creación el 15 de diciL·mbre dL• cst.• ai\u d1.• la l1 nion ÜL'lllU("rati,.:a dl·
Liberación (UDEL), org.111i1..tcion pulttiL·a pluralbta dirigida por Pt'dru
Joaquín Chamurro, 1;.•ra otro iudkadur de t'StL' ch.·scu11tcnto cre..:i1..·nte.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 149

UDEL cobijaba a un amplio espectro de fuerzas políticas del país: Par­


tido Liberal Independiente, Partido Social Cristiano, Movimiento Libe­
ral Constitucionalista (fracción escindida del PLN en 1967), Acción Na­
cional Conservadora, Partido Socialista Nicaragüense, Central de Tra­
bajadores de Nicaragua y Confederación General de Trabajadores (inde­
pendiente).
En las filas de la izquierda no vinculada directamente con el FSLN,
ocurrieron importantes cambios. En abril de 1967, las diferencias que
habían aflorado en el IX Congreso del Partido Socialista Nicaragüense,
celebrado el año anterior, entre dos grupos que sostenían concepciones
estratégicas y tácticas divergentes, llevaron a la división del partido 98.
La mayoría de la vieja dirigencia, que continuaba aferrada a antiguas
concepciones, fue expulsada del partido y fundó el Partido Comunista
de Nicaragua el 13 diciembre de 1970. El cambio operado en el PSN
se reflejó pronto en el plano sindical: en 1969 fue fundada la Confede­
ración General de Trabajadores Independiente (CGTi), lo que implica­
ba debilitar a la CGT oficialista, que existía desde 1950. En junio de
1973 unos cinco mil obreros de la construcción fueron a la huelga,
demandando la disminución de la jornada de trabajo -que se había
aumentado a sesenta horas semanales en enero de 1973- y un aumen­
to salarial. La huelga, que fue ganada por los trabajadores, duró vein­
tinueve días, y fue conducida por el Sindicato de Carpinteros, Albañi­
les, Armadores y Similares (SCAAS), perteneciente a la CGTi. Sin em­
bargo, una nueva división del PSN ocurrida en 1977, provocó a su vez
la división de la CGTi.
En 1970 el PCN creó el Comité de Acción y Unidad Sindical (CAUS);
en 1972 se fundó la Central de Trabajadores de Nicaragua (CTN), aso­
ciada con el Partido Social Cristiano, y la CLAT a nivel continental; en
1975 el Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista (MAP-ML),
fundado en 1972, creó su propia organización sindical, el Frente Obrero
(FO) 99. Otras organizaciones obreras surgieron en esos años: la Confe­
deración de Unificación Sindical (CUS) en 1970, ligada a la ORIT y al
IADSL; y la Confederación de Maestros Democráticos de Nicaragua en
1971, afecta al régimen.
En septiembre de 1974 se realizó una nueva farsa electoral, y So­
moza resultó elegido por un amplio margen de votos. A mediados de
octubre, veintisiete personalidades de la oposición, entre las que se
contaban Pedro Joaquín Chamorro y Ramiro Sacasa, publicaron un
documento en el cual denunciaban la farsa electoral. Somoza ordenó
la detención de los firmantes, quienes posteriormente fueron despoja­
dos de sus derechos políticos.
Mientras tanto, pese a los reveses sufridos a manos de la Guardia
Nacional, la presencia del FSLN iba en aumento. En 1974 el FSLN dio
a conocer el documento «Guerra Popular Prolongada)), en el que se
150 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

exponía la estrategia sandinista de lucha contra el régimen, marcando


así las diferencias con la estrategia seguida por los sectores opositores
que en ese año se agruparían en UDEL. El 27 de diciembre. menos de
un mes después de que Somoza asumiera nuevamente la presidencia
de la República, y unos días después de la conformación de UDEL, el
FSLN realizó un espectacular operativo en que capturó, en la residen­
cia del somocista José María (Cherna) Castillo, a un grupo de políticos
somocistas y algunos diplomáticos acreditados en Managua. El gobier­
no se vio obligado a entregar 1.000.000 de dólares y a liberar varios
presos políticos, entre ellos Daniel Ortega. Se implantó la ley marcial,
la censura de prensa y el estado de sitio en todo el país, disposiciones
que permanecieron vigentes hasta septiembre de 1977.
En octubre de 1975, sin embargo, las divergencias internas dentro
del Frente provocaron la división en tres tendencias: « Proletaria•
(FSLN-P), que planteaba la necesidad, a la par de la lucha armada, de
impulsar la organización política de los sectores urbanos, a fin de pre­
parar la insurrección contra el régimen; «Guerra Popular Prolongada•
(FSLN-GPP) que postulaba la necesidad de desarrollar la actividad gue­
rrillera a largo plazo, hasta crear un ejército con capacidad suficiente
para enfrentar al régimen; e «Insurrecciona} o Tercerista•, cuyo plan­
teamiento incluía la preparación de una insurrección general, conjun­
tamente con la ejecución de guipes y acciones militares que colocaran
al Frente en una posición ofensiva en el terreno político-militar, y el
desarrollo de una política de alianzas con el resto de las fuerLas anti­
somocistas. Al impacto causado por esta división se sumó la captura
de Tomás Borge en febrero de 1976, y la muerte de Carlos Fonst."ca
Amador, el 8 de noviembre de ese año. en un combate con la Guardia
en la selva de Zinica, Departamento de J inotcga.
Sin embargo, en los dos aflos siguienll's la situación de la dictadura
se complicó, tanto en el plano interno como en d externo. En abril de
1977 el Congreso de Estados Unidos realizó una inn.·�tigación sobre los
derechos humanos en Nicaragua que :11-rojó evidl·ncias sobre su \'iola­
ción, razón por la cual el prt·sidcntl' Cartcr se \'io obligado a susp(•ndt'r
la ayuda mUitar a la dictadura. En julio de ese .uio Somoza sufrió un
infarto y tu\'o que s1:r trasladado a Miami para ser atc'ndido; .ilu estm·o
internado un mes en un hospital. La UDEL apru,·l·chó bs circunstancia
para publicar un programa <ll' democratización dl· Nicaragua, <londt.•
pedía amnistía gl·ncral para los prisiorn.·ros pohtk·os, libt.•rtad politica
y sindical, libertad de prensa y d fin del estado dc' sitio; finalmt'nk• se
sugería la destitución de Somoza debido a �u incapacidad f1sica para
gobernar el país. En cst1.' mismo mes se formo «d Grupo de los Doct••,
un grupo 1·eprcscntativo de los difercnh�s sl·cton.:s <le b sociedad nica­
ragüense -industriall's, comerciank's, saccrdott•s, intdt.>ctuales-, qul·
el FSLN proponía para conform::u- un gobkrno pro\'isional ante la en•n-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 151

tual caída de la dictadura 100. El 18 de agosto se aprobó el Programa


de Cuernavaca, «República de Nicaragua, Gobierno Provisional», firma­
do por el «Grupo de los Doce» y el comandante José Benito Escobar, del
FSLN. En éste se proponía como presidente del futuro gobierno provi­
sional a uno de los miembros del grupo: el empresario Felipe Mantica 101.
El 19 de septiembre de 1977 Somoza levantó el estado de sitio y la
ley marcial, y convocó a elecciones municipales. Estas medidas, que
estaban destinadas a mejorar la desprestigiada imagen del régimen en
el plano internacional, en parte respondían también a la creencia de
que el FSLN estaba casi aniquilado después de la división y la muerte
de Fonseca Amador. El 5 de octubre el gobierno norteamericano re­
estableció la ayuda militar que había sido suspendida, bajo ciertas con­
diciones 102. Ese mismo mes la tendencia tercerista del FSLN realizó
ataques a los cuarteles de la Guardia en dos ciudades importantes: el
13 fue atacado el cuartel San Carlos en la costa sur del lago de Nica­
ragua, cerca de la fr:ontera con Costa Rica; y el 17 el cuartel de Masaya.
La actividad en el plano político se hizo más intensa. El 14 de oc­
tubre el «Grupo de los Doce» hizo público un documento en el cual se
señalaban tres aspectos básicos: 1) que no habría solución al conflicto
sin el recurso a la vía armada; 2) que cualquier propuesta de solución
implicaba la participación del FSLN; y 3) que era necesaria la unidad
total de todas las fuerzas contra la dictadura somocista. Somoza reac­
cionó y los «doce» fueron juzgados en ausencia.
A instancias de los empresarios y de UDEL, el 18 de ese mes el
arzobispo O bando y Bravo propuso un «diálogo nacional», y el 23 se
formó un Comité para organizarlo, integrado por el mismo arzobispo
y el empresario Alfonso Robelo, presidente del Consejo Superior de la
Empresa Privada (COSEP). Somoza aceptó concurrir al diálogo, pero
quiso imponer sus propias reglas, lo que llevó a los impulsores de la
iniciativa a asumir una actitud más firme, demandando una serie de
requisitos previos, como una investigación sobre las violaciones a los
derechos humanos, libertad para los presos políticos, libertad de pren­
sa y sindicalización, y cese del juicio iniciado contra los «doce». Somo­
za rechazó entonces la iniciativa, no obstante de haber sido apoyada
por el gobierno norteamericano. El FSLN también rechazó el diálogo,
en un comunicado dado a conocer el 27 de diciembre de 1977, por
cuanto consideraba que la UDEL, al desestimar el uso de la violencia
para derrocar al régimen, tácitamente desconocía su existencia.
El 10 de enero de 1978 Pedro Joaquín Chamorro murió acribillado
por asesinos a sueldo de la dictadura en el centro de Managua. La
muerte de Chamorro, que señalaba el fin de los intentos de diálogo con
el régimen, provocó una ola de protestas y una huelga general a partir
del 22 de enero que paralizó al país; convocada y conducida inicial­
mente por UDEL y líderes de la empresa privada, la huelga se convirtió
152 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

en un movimiento popular de enormes proporciones. La demanda ini­


cia] de esclarecimiento del asesinato de Chamorro se convirtió, en los
días siguientes, en ]a exigencia de la renuncia del dictador y el esta­
blecimiento de un gobierno con participación de todos los grupos opo­
sitores. El FSLN aprovechó las circunstancias para hostigar a la Guar­
dia Nacional: el 2 de febrero una unidad del FSLN, comandada por
Camilo Ortega atacó durante varias horas a la Guardia Nacional en
Granada; al día siguiente un comando dirigido por Edén Pastora atacó
Rivas, causándole múltiples bajas a la Guardia.
El 9 de ese mes el arzobispo Obando publicó una carta en La Prensa,
en la que reconocía como legítima la resistencia armada como último
recurso ante la injusticia 103. El 20 de febrero el pueblo de Monimbó.
en Masaya, se insurreccionó debido a la represión ejercida por la Guar­
dia Nacional contra quienes participaban en la celebración de la misa
de primer mes por la muerte de Pedro Joaquín Chamorro. Este levan­
tamiento espontáneo, que no contaba con la conducción del FSLN, duró
varios días 104•
En marzo, los grupos empresariales reticentes a integrarse en la
UDEL, por la presencia en ésta de sectores políticos de izquierda. fun­
daron el Movimiento Democrático Nicaragüense (MDN). dirigido por
Alfonso Robelo, un empresario \'inculado con d grupo BANIC 10\ De
esta manera buscaban una coordinación dd sector cmpn:sarial. que
hasta entonces había actuado a tra\'éS de las diferentes cámaras patro­
nales. En mayo se constituyó el Frente Amplio Opositor (FAO) com­
puesto por «los Doce», el PLI, d MLC. ANC. PSN. Partido Conscr\'ador
de Nicaragua, Partido Consen·a<lur Auténtico, Partido Social Cri�tiano,
MDN, Partido Popular Social Cristiano, CGTi, CUS �· CTN. El 5 <le julio
treinta mil nicaragücnst:s recibieron y cscolwrun a <lieL. miembros del
«Grupo <le los Doce» a su regreso a Nicaragua (Crn:t. y Mantica no
llegaron).
El 17 se constituyó el Mo\'imicnto Pueblo Unido (:\tPU). frente de
masas alternativo al FAO, con la participación ucth·a dt' las tendencias
Proletaria .v GPP del FSLN, .v del Partido Comunista di.! Nicaragua. � El
21 de agosto el FAO prt:sentó un programa de 16 puntos, proponiendo
un gobicrn� ·provisional y la cch:bracion de elcn·ionl'S HI(,.
El 22 de agosto un comando dd FSLN, dirigido por Edl•n Pastora.
t.'11 una espectacular acción que hi.1.0 tambalearse al r�gimL'n. torno el
Palacio Nacional, haciendo prisioneros a altos funcionarios dd gobil'r­
no. Ésta fue una de las acciones mús importantt•s y dr ma� or tr�,scen­
<lencia del Frente, no sólo porque se logro liberar a un gran nunwro de
micmb1·os dc la organi1.aciún que l'Staban prisioneros. sino porque mos­
tró las debilidades del rcgimen.
El 28 de L'SL' mes la juwntud de 1\tata!?alpa se insurn.•ccionu debido
al asesinato de un manifestantt'. Somoza arn.·stó al coronel Bernardino
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 153

2.6. COMBATES EN ESTELÍ (1978).

Larios y a otros oficiales de la Guardia Nacional acusándolos de inten­


tar un golpe de Estado. El 29 la aviación bombardeó Matagalpa.
El 9 de septiembre la tendencia tercerista llamó a la insurrección
en varias ciudades, con el apoyo de las tendencias GPP y TP. Se logró
controlar por varios días Estelí, Chinandega, León, Masaya, Carazo y
'
Matagalpa. La Guardia Nacional desató ataques genocidas, que obli­
garon al Frente a retirarse el 20 a la montaña; pero la insurrección
permitió al FSLN confirmar su posición de vanguardia en la lucha
contra la dictadura.
Mientras tanto la situación internacional del régimen continuaba
deteriorándose. El 15 de septiembre Venezuela firmó un pacto de de­
fensa con Costa Rica, que se sentía amenazada por Nicaragua; este
pacto iba a facilitar el flujo de armas al FSLN a través de aquel país.
El 22 de septiembre la OEA pidió a la Comisión Interamericana un
informe sobre las violaciones a los derechos humanos de que se acusa­
ba a la dictadura. La comisión llegó a Managua el 3 de octubre. Ade-
154 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

más, se propuso la integración de una Comisión ck �kdiación entn.· d


gobierno!,'. _la FAO, que ayudara a buscar una salida negociada al con­
flicto interno de Nicaragua. Esa Comisión estaba integrada por repre­
scntantL'S de Estados Unidos, Guatemala. y R�púhlica Dominicana. El
28 de septiembre Sumoza act.•ptó uficialnwntc la mt'diacion. mit.•ntras
que tudas la h.·ndencias Jd FSLN St.' prnnunciaron t.'n contra. por cuan­
to co11si<le1·aban qut.> el gobierno nortt.>amt.•ricanu. y partt.· dt.'I sector
empresarial, buscaban negociar un�1 espt.>cil' c..le «sumtx.-ismu sin Sumo­
za,,, mantt.>nicndo a la Guardia Nacional y al P�1rtidu Liberal Naciona­
lista dentro de un gobierno de transicion.
El 7 de octubre comt'nzó su� labores la Comisión de i\lt'diacion. Los
<,doce>,, d PU y el PPSC abandonaron la FAO. El 21 de nu\"iembn..• Costa
Rica rompió rdaciones diplomáticas cun Somoza. El 2-l dl..' noviembre la
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 155

2.8. MANIFESTACIÓN DE APOYO AL GRUPO DE LOS DOCE (1978).

2.9. MANIFESTACIÓN PRO SOMOZA (1978).

FAO realizó una presentación ante la OEA, pidiendo el juzgamiento de


Somoza por genocida. El 20 de diciembre la FAO aceptó la propuesta de
plebiscito planteada por la Comisión de Mediación, con la condición de
l_ que Somoza dejara la presidencia y que el proceso se realizara con fis­
calización internacional; Somoza no aceptó, y se cerró así la gestión ne­
gociadora. En este mismo mes de diciembre las tres tendencias del FSLN
comunicaron la coordinación de sus acciones, y el 16 de marzo del año
siguiente su unificación bajo una Dirección Nacional Conjunta.
Desde mediados de 1977, entonces, se fue prefigurando un escenario
desfavorable al régimen, que dejaba entrever su caída: crisis dentro del
somocismo; un progresivo enfrentamiento del sector empresarial nica­
ragüense con el régimen; deterioro creciente de la dictadura en el plano
internacional, aunado a un errático proceder del gobierno de Estados
Unidos, y un ascenso sostenido de la lucha popular, respondiendo cada
156 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

vez más a la dirección de la única organización capaz de golpear polí­


tica y militarmente al régimen: el FSLN. En esas condiciones la suerte
de la dictadura estaba echada, y un nuevo período en la historia de
Nicaragua y de Centroamérica se iniciaría el 19 de julio de 1979.

Costa Rica: la crisis de w1 modelo de desarrollo

La situación política costarricense en los años setenta presenta di­


ferencias sustanciales con el resto de la región: no ocurre una milita­
rización de la sociedad, y no se desarrolla un movimiento guerrillero,
pero sí se nota un ascenso relativo de las luchas sociales.
A finales de la década de los sesenta el ciclo de bienestar económico
y social iniciado en los años cincuenta comenzó a dar muestras de
agotamiento, al mismo tiempo que nuevos actores sociales hacían su
aparición en la escena política. Diversos mo\'imientos de presión y de
renovación ocurrieron hacia finales de los sesenta. incluso en el seno
del PLN -como el llamado grnpo «Patio de Aguan-, hasta converger
en la lucha encabezada por los estudiantes unfren.itarios contra una
contratación que pretendía celebrar el gobierno con la compañía nor­
teamericana ALCOA en abr·il de 1970. Estas jornadas fueron el inicio
de un periodo de protestas, huelgas y acciones diversas, protagonizadas
por trabajadores de empresas, empicados públicos. trabajadores bana­
neros. campesinos sin tierra y t.•studiantcs, pcnodo que se prolongó a
lo largo de los años setenta.
Entre 1972 y 1979 ocurrieron ochenta y cinco huelgas, el 55l"'c de
ellas en el sector pri\'ado 107• Entre los conflictos m:\s importantes se
puede mencionar la hudga dl.' trabajadores del Instituto Costarricense
de Electricidad, en 1976; la de emplc�Hios de la Junta Administrati\'a
para el Desarrollo de la Vertiente Atlántica. L'n ese mismo año; la hud­
ga de los obreros azucareros de la Coo�r.iti\'a Victo1ia. wmbicn en 1976:
la de empicados de la C.ija CostarriccnsL' dL· SL·gurn Social. en 1978; b
de obrcrns agrícolas de la Central Azucan:ra Tt•mpisque. en JQ79, y \aria!)
huelgas de �reros bananeros �· dd M.'(.'tor industrial.
Pero también ocur.-il.'ron acduncs dL· prott•sta protagunilad�,s por
pobladort.·s de barriada:-. de las principalt•s ciudaJc.., dd p�us. así como
invasiones de predios urbanos por familias 1:arentL·s de \ i, it.•nt.b. En
1975 y 1979, en la ciudad de Limón, en la costa atlántica. las dcmanda-;
de trabajadores en hudg.i se juntaron t.:on las de otros SL'Ctort.'s dt.· b
población. paralizando totalnll'lllt' d puerto. En d campo. la lucha por
la tierr�, también pruvucó grandt•s mu,·imicntos � t•nfrcntamit•nto:-. 1..·on
las autoridadL·s, sobrt• wdo a principios �· a finales de la dt.·c�ufa.
El Partido Liberación N�Kiomtl n>l\'ÍÓ mrt:,·anll'ntt' al gobit.•rno t.'n
1970. después de ganar las dccciuncs dd primt.>r domingo dt.• ft>bn:•ro
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945·1979) 157

de ese año, encabezado por el viejo caudillo José Figueres. A lo largo


de ocho años -porque en las elecciones de 1974 Liberación Nacional
también resultó ganador- el planteamiento reformista que se había
originado en los años cuarenta y cincuenta fue llevado hasta sus últi­
mas consecuencias con la creación de nuevas instituciones públicas y
de un conjunto de empresas administradas por un consorcio paraesta­
tal, denominado Corporación Costarricense de Desarrollo (CODESA).
El intervencionismo estatal fue llevado hasta sus límites dentro del
país; sin embargo, después de tres décadas de crecimiento económico
y relativo bienestar social, los efectos negativos del modelo seguido
comenzaron a aflorar: el país seguía dependiendo, para la obtención
de las divisas extranjeras, de la producción agropecuaria tradicional
destinada al mercado exterior (café, bananos, azúcar); pero ahora tam­
bién dependía de materias primas, tecnología y bienes de capital im­
portados para sostener la planta industrial que se había desarrollado
al amparo del Mercado Común Centroamericano, planta industrial que,
además, se encontraba directa o indirectamente en manos extranjeras.
Una y otra cosa significaban un flujo constante de capital-dinero hacia
el exterior. En estas condiciones los gobiernos tuvieron que recurrir al
endeudamiento externo para solventar las necesidades de recursos eco­
nómicos que no podían ser creados internamente.
No era de extrañar entonces que una situación internacional de cri·
sis, como la que se va a presentar desde principios de los años setenta
-inflación internacional, crisis de los energéticos, descenso de los pre­
cios de los productos de exportación, crisis política en otros países de
Centroamérica, etc.-, provocara rupturas y obligara a realizar ajustes
y redefiniciones, tal como ocurrió a partir de 1979.
Liberación Nacional había sido derrotado, en las elecciones de fe­
brero de 1978, por una coalición de fuerzas, a la cabeza de la cual se
encontraba el abogado y economista Rodrigo Carazo, ex dirigente libe­
racionista, que se había apartado del partido hacia finales de los años
sesenta, después de librar una batalla por alcanzar la candidatura pre­
sidencial frente a Figueres. Carazo había sido candidato presidencial
del Partido Renovación Democrática en 1974, sin mucho éxito electo­
ral. Posteriormente logró colocarse a la cabeza de las fuerzas antilibe­
racionistas, con un programa alternativo al reformismo del PLN; pro­
grama que en el gobierno se tradujo en una errática política económica
que ayudó a desencadenar la crisis económica que el país tendrá que
afrontar del segundo semestre de 1979 en adelante.
A partir de 1978 los sucesos de Nicaragua, y posteriormente los del
resto de la región, van a tener profundas repercusiones económicas y
políticas en la sociedad costarricense. Ayudarán a que la crisis econó­
mica se desarrolle, y tendrán una influencia decisiva en el rumbo que
el país tomará a partir de 1982.
NOTAS

l. Torrcs-Rivas, Edelberto, lnterpr('tació,z del desarrollo social centmamerica,zo (San


José: FLACSO, 1989), págs. 117 v ss.
2. Gleijescs, Pkro, «Juan José Aré\'alo and thc Caribbcan Lcgion,. en Joumal o{
Latin America11 St11díes, \'OI. 21, Part 1 (Feb. 1989), pags. 137-138.
3. Jonas Bodenheimer, Susanne, G11atemala: plan piloto para el continente (San
José; EDUCA, 1981), págs. 72 y ss.
4. Adams, Richard N ., Cn1ci{Lrio11 l,:,· Powa; Essays º"
G11atemala,1 .\'atiollal Social
Stmcwre (Austin: Universitv of Texas Prcss, 1973), pág. 175.
5. Woodward, Ralph Lt.•c, Central Amenca: a .\'atiu11 Dll',dt·J (1'c,\ York: OxfonJ
Universit\' Prcss, 1976). pág. 226; B:1rc{1rcd, Juse Luis, • El movimiento obn:ro en Gu;1-
tema la» en Gom:ákz Casa no, a. Pablo, llístoria cid mm·imit·,uv ohn·ro ,·11 Amc.'nca La­
ti11a (México: Siglo XXI Ec.Jíton:s, 1985), tomo ll, pag. 29.
6. Hcrn.·ra, Tomás, G11atcmala: Rn'Olució11 de oc111brc.· (San Just.•: EDL'CA. 198t-).
pág. 63.
7. Barc:'trccl. 19�5: 30-31
8. Lópcz Larr:.i,·c, J\forio, Brc'l't' 111.,turia el,·[ 11w,·i1111c11tu s111d1cal ¡!tiat,·m.iltú'O (Gu.1·
tt"mala: Edíturi:.il Unin.·rsitaria, 1979), pflg. 29.
9. Poill'\'Ín, Rl.'lll.', El proasu d.- i11dwt,wli:.acio11 ,.,. G111Jto11ahl (S.m Ju,c: EDL CA
1977), págs. 51-53; Cfr. Jo11as, SU',annt·, .�, dt.'nlO\.Ta,:1.1 qut· sL11:umbiu l,1 Rt',oluuon
Guatl.'maltl.'c..1•dt: 1944-1954" cn Jona,, Su,a111w �· Tubis. D;H id {(omp.), Grwt,·ma!.% · wia
historia i11111ediata (1\kxicu: Siglo XXI Editon·:-. 1976), pags. St--87; Ad:1rn:-.. 197.'· IS4
I O. Cfr. P:11, Guilll.'rmo, G11a1t·mafo.· nfon11a aJ:rnna (San Jo,c..•: EOL'CA· FLACSO.
1986), pags. 90-91.
11. Sl.'gun Janws Dunkt'rk\', J'uwa i,1 tllt' 1'tl1m1n; A Poi1tic.1l lli,t,>P", of \fo..lt!m
Central Amcrirn (Lundun: Verso, 1988). p::'lg. 137, Are,.do ubtmo �:;i:; OOU ,otill dt' un
total dt' 295.000. Julio Ühtdlanos C,mbranc..·s, «Origms of tht' Cns1!> ul tht' Est.1blt,ht.•d
Ordcr in Guatt:mala• en Ropp. Sll·n· C. und Morris, J,11fü·s A kd) Ct'11tn1l ..\mc.>11ca;
Crisis aJI(/ Ade1ptat1011 (Albuqm·1quc..·: UniH·rsil\' ol l':c..·,, Mc..·,i1.·o Prt"s,, 1984), p.1g. l.'5;
indica (.jUt' Art'\;1)0 ubtm·o d 82,S"'c- dd 101.11 de.• \'otos, mit'ntr.,s qut.' c..·l 1.·anc..lid..1to upo·
situr, Adrian Recinos, n•cibio mc..·nu� dd 8'7c; Guilkrmo P.1L. l 4S.t-: 103, cit,1ndo El
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 159

Imparcial, del 20 de diciembre de 1944, dice que Arévalo obtuvo 223.041 votos, mien­
tras que Recinos solamente 23.368 votos.
12. Poitevín, 1977: l 56; Fortuny, José Manuel, «Observaciones al trabajo de Edel­
berto Torres-Rivas» en Historia y Sociedad, segunda época, n.º 15 (1977), pág. 57.
13. Gleijeses, Piero, «The Death of Francisco Arana: A Turning Point in the Guate­
malan Revolution» en Joumal of Latin American Studies, vol. 22, parte 3 (octubre 1990),
págs. 5 41-542.
14. Según Paz (1986: 118), « El quetzal había perdido su poder adquisitivo en cerca
de un 40% entre 1945 y 1959, de ese porcentaje un 20% lo fue en el tiempo de la
publicación y primeras aplicaciones del Código de Trabajo, y cerca del 10% después
del levantamiento militar que hemos mencionado».
15. Melville, Thomas y Marjorie, Tierra y poder en Guatemala (San José: EDUCA,
1982), pág. 62.
16. En 1951 el Partido Guatemalteco del Trabajo fue legalizado.
17. Herrera, 1986: 1_09; Guerra-Borges, Alfredo, «Apuntes para una interpretación
de la Revolución Guatemalteca y de su derrota en 1954» en Anuario de Estudios Centro­
americanos, vol. 14, fascículos 1-2 (1988), págs. 112-113.
18. Paz, 1986: 123-124.
19. Jonas, 1976: 93.
20. Melville, 1982: 80-81.
21. Ibídem: 82.
22. Torres-Rivas, Edelberto, «La caída de Arbenz y los contratiempos de la revo-
lución burguesa» en Historia y Sociedad, segunda época, n.º 15 (1977), págs. 40 y ss.
23. Fortuny, 1977: 57.
24. lonas, 1981: 85.
25. Los comunistas tuvieron mucha participación en la redacción de la Ley de
Reforma Agraria, en la dirección de la agencia gubernamental encargada de llevarla
a cabo y en la organización de comités en el campo.
26. Toriello Garrido, Guillermo, Tras la cortina del banano (La Habana: Editorial
de Ciencias Sociales, 1979), págs. 148-150 .
27. lonas, 1976: 124.
28. Al respecto, véase Dalton, Roque, Miguel Mánnol (San José: EDUCA, 1982),
págs. 482 y SS.
29. Cfr. Castro Morán, Mariano, Función polftica del ejército salvadorefzo en el pre­
sente siglo (San Salvador: UCA Editores, 1987), pág. 186.
30. Ibídem: 171 y SS.
31. Proclama del 25 de diciembre de 1048, Cáceres, Jorge y otros, El Salvador: una
historia sin lecciones (San José: FLACSO, 1988), pág. 116.
32. Ibídem: 91; Castro Morán, 1987: 204-205.
33. Ítalo López buscó relacionar la política salvadorer1a en el período 1948-1977
con las elevaciones y descensos cíclicos de los productos de exportación. Di\·idió en-
160 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

tonces el período en dos subperíodos de aproximadamente doce años cada uno: de 1948
a 1960, y de 1962 a 1975, y encontró que cuando los precios de los productos de
exportación se estabilizaban, la fracción agrario-financiera-industrial de la oligarquía
favorecía la introducción de cambios económicos y políticos. Al respecto, véase López
Vallecilos, Ítalo, «Fuerzas sociales y cambio social en El Salvador• en Est11dios Sociales
Centroamericanos, n.° 369-370 (1979), págs. 557-590.
34. Dada Hirezi, Héctor, La economía de El Salvador y la Integración Ce11troameri.­
ca11a, 1954-1960 (San José: EDUCA, 1983), págs. 46-47.
35. Véase al respecto Monteforte Toledo, Mario, Centro América: subdesarrollo y
depe11de11cia (México: U NAM, tomo 2, 1972), pág. 78.
36. Véase al respecto Sala zar Valiente, Mario, • El Salvador: crisis, dictadura, lu­
cha... {1920-1980)" en González Casanova, Pablo, América Latina: historia de medio
siglo. 2 - México, Centroamérica y El Caribe (l\1éxico: Siglo XXI Editores, Instituto de
ln\'estigaciones Sociales de la UNAM, 1988), pág. !08.
37. Menjívar, Rafael. Fon11aci611 y lucha del proletariado i11d11strial sah·adore,10 (San
Salvador: UCA Editorl'S, 1979), pág. 92: Lungo. Mario, La lucha Je las masas en El
Sal,•ado,· (San Sahador: UCA Editores. 1967), pág. 45.
38. Cáccres, 1988: 101.
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45. Cfr. P1.:rl'/ 81.·1 muJe,. C�1r10� .,· Gun arn. Onoln:, l:'l ,,w, 111114."llfl> ol>rero e11 \'1u1-
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Ameri._·a J,tlli11t1: lii.H<•ria de· 111,·d10 .,1>!lu. 2 - \frücv. Ct'11lttxll11<'11ct1 \. FI Cw1b<' ('.\h•,i.:o
Siglo XXI EJitorL'S, lm,lillllu d1.• lnn·s1ig:Kiu11t·� SlX"i.lll'� dl' l., L'�A,\1. 19SSl p:lg IN�
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 161

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52. Dunkerley, 1988: 450; Aguilera, Gabriel y Romero, Jorge, et. al., Dialéctica del
terror en Guatemala (San José: EDUCA, 198 l), pág. 108.
53. Dunkerley, 1988: 450.
54. López Larrave, 1979: 61.
55. Aguilera y Romero, 1981: 108-109.
56. Debray, Régis, Las pruebas de fuego. La critica de las armas/2 (México: Siglo
XXI Editores, 1975), pág. 263.
57. Torres-Rivas, 19 : 170.
58. Jonas, 1981: 348.
59. Aguilera y Romero, 1981: 116-117.
60. Figuéroa, Carlos, ,,Terrorismo de Estado y lucha de clases» en Polémica, n.º 9
(1983), pág. S.
61. López Larrave, }979: 55-59.
62. Según Castro Morán (218), Rodríguez Porth era un prominente abogado de
pensamiento liberal, ligado a los intereses económicos más poderosos de El Salva­
dor.
63. Rowles, James, El conf7-icto Honduras-El Salvador (1969) (San José: EDUCA.
1980), págs. 15-16.
64. Lungo, 1967: 55.
65. Ibídem: 64.
66. Ibídem: 52.
67. Ibídem: 53.
68. lbidem: 60.
69. White, Alastair, El Salvador (San Salvador: UCA Editores, 1987), pág. 258.
70. Cfr. Rowles, 50 en adelante.
71. Cáceres, Jorge, «Radicalización política y pastoral en El Salvador: 1969-1979»
en Estudios Sociales Centroamericanos, año XI, n.º 33 (septiembre-diciembre 1982),
págs. 101-103.
72. Ibidem: 104.
73. Oquelí, Ramón, Cronología de la soberanía militar (Tegucigalpa: CEPROD. 1982)
(mimeo), pág. l.
74. Citado por Pozas y del Cid, 1981: 115.
75. Ibídem: 116.
76. Morris, 1984: 39.
77. Pozas y del Cid, 1981; 129.
78. Oquelí, 1982: 7.
79. Pozas y del Cid, 1981: 139.
80. Morris, 1984: 40.
162 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

81. Fletes, Ramón, Reformismo y el movimiento obrero hondureño 1972-1975 (San


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85. Montenegro, Carlos, El Partido Demócrata Cristiano gliatemalteco y su desarrollo
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86. Aguilera, Gabriel, • Estado militar y lucha re\'olucionaria en Guatemala• en
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87. Aguilera, ibidcm; Sarti, Carlos, «El proceso de estructuración de la Dicladura
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TOJ\10 \'. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 163

105. Torres y Coraggio, 1987: 26.


I06. Ibidem: 27.
I07. Lozano, Lucrecia, De Sa11d1110 al rri1mfo de la revol11ci6n (México: Siglo X}(l
Editores, 1985), págs. 86 y ss.
Capítulo 3

ETNIAS Y SOCIEDADES
(1930-1979) 1

Richard N. Adams

Dos «TRADICIONES» DE CONQUISTA 2

Patrones precolombinos

Los pueblos modernos de Centroamérica están compuestos del re­


siduo de los pueblos invasores. Pocos restos se han encontrado de las
sociedades más tempranas, juntando gente cuyos ancestros vinieron a
través de los estrechos de Bering y cuyos descendientes pueblan Sura­
mérica. Los primeros agricultores aparecieron en el Formativo Tem­
prano entre 1500 y 1000 a.C. Influencias de Teotihuacán aparecen en
el Clásico Temprano, entre el 200 y el 400 a.C., y se cree que apareció
poco después un importante lenguaje quiché. Es también en esta época
cuando los nahuas pudieron haber descendido a través de El Salvador
hacia Nicaragua y Costa Rica. Alrededor del 1000 a.C. invasiones gue­
rreras de la costa del golfo trajeron a los ancestros de los jefes quiché,
quienes se enfrentarían a los españoles 3.
Un crucial resultado de las invasiones de los pueblos mexicanos fue
que la parte norte del istmo -ahora conocida como «Mesoamérica»- 4
experimentó un complejo nivel de desarrollo sociopolítico, que derivó
de los reinos e imperios que llegaban hasta el norte del valle de México.
Estos estados organizaron un alto grado el trabajo, como se evidencia
por las grandes construcciones que dominan esta región y por la can­
tidad de producción agrícola necesaria para sostener a tal población.
La costa atlántica de Honduras, Nicaragua y de toda Costa Rica y
Panamá estaba relacionada lingüísticamente con las sociedades de Su­
ramérica. En contraste con los estados mesoamericanos, permanecie­
ron menos desarrollados políticamente y probablemente sostenían a
una población menor. Aquí, la política principal era la jefatura, organi­
zaciones segmentales que variaron en tamaño y en grado de Ce{ltraliza-
166 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

ción. Aunque eran capaces de concentrar mano de obra para proyectos


mayores su control sobre los trabajadores era más descentralizado que
en Mesoamérica, tal como lo eran las sociedades en sí mismas.
El que la población de Mesoamérica estuvo más acostumbrada a
trabajar subyugada se relaciona con el hecho de que sus estados tuvie­
ron poblaciones más grandes y a menudo más densas. Las organizacio­
nes más complejas de estos estados no fueron, sin embargo, un simple
producto de la densidad. Más bien, el mantenimiento de la organiza­
ción del Estado requirió tanto de las personas como del control, ambas
cosas tendieron a mantener a la región en un estado de guerra endémica.

Divergencias de la Conquista

Mientras que las diferencias sociales entre el norte y el sur de Cen­


troamérica variaron gradualmente, estuvieron amalgamadas por el he­
cho de que la naturaleza de las invasiones españolas en las dos áreas
también fueron diferentes. Las tierras altas y las porciones pacificas de
Mesoamérica fueron sojuzgadas por un solo conquistador, Pedro de Al­
varado. La conquista del terriotorio restante (hoy día Aira Verapaz., El
Petén, Belice, y la costa atlántica) fue postergada.
En contraste, el sureste fue invadido por diferentes conquistadores.
Pedrarias envió a Francisco Hcrnández de Córdova desde Panamá a
conquistar Nicaragua, para empalar con el avance de Ah-arado desde
el norte, y luego en 1526 ii-ía él mismo. Por otro lado. Gil Gonzála
Dávila exploró en J 522 la costa pacífica, desde la bahía de Fonsc:ca
hasta Nicoya. y a partir de allí siguieron una serie de esfuer1.os con­
flictivos que se «caracterizaron por la confusión, ya que las 7onas de
influencia estaban dcfinicfas en medio de contradicciones•\
Una consecuencia importante de los distintos patrones de conquista
fue que las historias de <.kspoblación de las dos regiones serian mu�
diferentes. Mientras que todos los pueblos nati\'os fueron dk•zmados
por las enfermedades. que a menudo les llegaban antes de kncr con­
tacto directo con los españoles, estos últimos rápidamcntc esclavizaron
a los pueblos sobre\'ivientes dd sun.·stL' parn L'rwiarlos como trabaja­
dores a Panamá y al Perú. Entre tanto la cscla\'itud que se lle\'ó a cabo
en el norte no fue tan drástica y finalizó tcmp1·anamt·ntc e,. La combi­
nación de di\'ersos niveles y fonnas de las pobbcioncs prL•colombinas
de la sociedad en Mcsoam�rica. con difcrClllL"S prácticas th.· conquista,
dejó una población bastante gramk, acostumbrada a estar :ltada al
Estado. EJ Cuadro 3.1 expresa algo sobre la diferencia L'n los nin.•lt•s dt•
población al momento dd arribo de los t•spaúok·s. y cómo los distintos
patrones de conquista prudu_jL>ro11 divcn,os grados dc supc:r\'in.'ncia y
de declinación de la población.
167

Cuadro 3.1

Cambios en la población maya, de la conquista a 1900, por patrones de


conquista y regiones precolombinos tradicionales 7

Tamaño de las Porcentaje


poblaciones aborígenes sobreviviente
Región
Conquista ca. 1550 ca. 1800 ca. 1550 ca. 1800

Mesoamérica: Conquista desde el norte


Chiapas ........................ 275.000 114.000 53.000 42% 19%
Guatemala ................... 2.000.000 427.850 275.203 21% 14%
El Salvador :................ 400.000 59.000 83.010 15% 21%
Soconusco .................... 80.000 7.000 4.200 9% 5%

Mesoamérica: Conquista desde el sur


Honduras (Oeste/Cen). 600.000 32.000 32.635 5% 5%
Nicaragua (Mesoam) .. 546.570 43.732 31.596 8% 6%
Nicoya .......................... 62.692 2.640 650 4% 1%

Sureste de C.A.: Conquista desde el sur


Nicaragua .................... 178.838 20.738 12%
Costa Rica ................... 400.000 80.000 8.281 20%
Panamá ........................ 1.000.000 85.000 9%

Sureste de C.A.: No Conquistado


Nicaragua .................... 38.148 30.075 79%
Este de Honduras ....... 200.000 100.000 30.037 50% 15%
Conquista desde el sur 8.000 3.057
No conquistado ........... 92.000 27.000

Total ......................... 5.781.248 866.622 654.425 15% 11%

Así, la destrucción de los patrones precolombinos por las diferentes


formas de conquista establecieron dos tradiciones distintivas -la Me­
soamericana y la del sureste- que han sobrevivido hasta el día de hoy.
Curiosamente, las demarcaciones administrativas coloniales españolas
reconocieron poco esta variable, y la Audiencia de Guatemala se exten­
dió desde Chiapas hasta Panamá. Como lo analiza MacLeod 8, la región
entera sufrió de una falta de recursos exportables que produjeran
168 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

riqueza, pero el sureste específicamente nunca tuvo realmente una base


exportable para el desarrollo económico hasta el café en el siglo XIX.

La «tradición de conquista» de Mesoamérica

Los españoles en Mesoamérica desarrollaron un continuo sistema


de trabajo forzado que, a pesar de una escasez de exportaciones, )es
permitía un nivel de vida más alto y confortable de lo que era posible
en el sureste, donde la mano de obra era casi imposible de conseguir.
Según Lutz y Lovell 9, el asentamiento español en Guatemala miró pri­
mordialmente hacia el oeste y al sur de su capital, Santiago de Gua­
temala. Las comunidades indígenas ubicadas en el espectro de los in­
tereses españoles se encontraron desde muy temprano bajo presiones
ladinizantes, las que no estuvieron presentes en el noroeste de Guate·
mala. De alguna manera, El Salvador fue una continuación de este
temprano interés espaii.ol. y el despc1·tar de las sociedades indígenas
salvadoreñas fue resultado de esto.
La característica sobresaliente de la tradición mesoamericana en
Centroamérica fue que los indígenas continuaron constituvendo una
mayoría de la población total. La caída poblacional <le la posconquista
llevó a la importación de algunos africanos. y aunque el declive indí·
gena se agudizó en el siglo XVIII, éstos continuaron llenando las nece­
sidades laborales más grandes. Eso fue especialmente cit'rto en Chiapas
y en el oeste de Guatemala y un tanto menos en el este de Guatemala
y El Salvador. Como resultado, Mesoamérica reprodujo relaciones en
las que cada una de las etnias temía la violencia potencial y el terror
que la otra podía llcv:u a cabo.
Los indígenas acusaron prnfundamt'ntc la continua rcpresiun c.•co­
nómica, política y militar, y rctl.'nían la esperanza de que el estado Je
conquista no fuera definitivo. Su temor a los ladinos, como aquellos
capaces de eje1-cl·r rct:i-iminacioncs \'iolcntas, fue.• rdorza<lu regubrml'I\·
te. La aprensión ladina hacia los ind1gl'IWS partía dl.' su absoluta de­
pendencia d.c. ellos para el trabajo, aparl·j�1da con la \·isión de una san­
grienta revuelta indigena en la que ellos t'Starían en fucrh.' dcs,·cntaja
numérica. De igual manc1·a que la preocupación de la Corona csp�1ñula
por cJ bienestar de los indígenas estu\'O unida a la IWL'l.'sidad dd tri­
buto, así el interés dl.' los ladi11us cstu\'O ligado a la Hl'CesiJad de mano
<le obra. Mientras que las ren1dtas ma\'as rara \'ez O('LIITÍL'l'Oll dc�pucs
de 1870: fueron sufocadas duramt·ntc. ·como Sl' �•testiguo en San Juan
lxcoy en 1898 10•
En la raíz de estl.' temor mutuo l'staba d fraca�o cspaiiol por asi­
milar a los mayas: inl'\'itablcmL'ntc dejaron una pobla1..'i0n con identi­
dades divididas. Los espa1ioles asumieron qm· la hcgenwma sobrl.' Ame-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 169

rica se había establecido de facto por la Bula Papal de Alejandro VI en


1543, que dividió la región entre España y Portugal. Bricker 11 argu­
menta que esto determinó un «mito de pacificación». Los españoles
asumieron que los aborígenes ya estaban subordinados a la Corona y
que debían de actuar como un pueblo conquistado. El resistirse no fue
visto como una reacción natural sino como una traición calculada con­
tra el soberano.
Por su parte, los mayas rechazaron la noción de que la Conquista
era un asunto acabado. Mantuvieron su amargura viva en las danzas
de la Conquista y en las de Moros y Cristianos, que eran y continúan
siendo repetidas anualmente en las comunidades mayas. Sin embargo,
aprendieron francamente a temer la propensión española y su habili­
dad por la violencia y el terror. La Independencia de España no puso
fin a esto y las reformas guatemaltecas y salvadoreñas de las décadas
de 1870 y 1880 incluyeron la profesionalización de los militares y, con­
secuentemente, la capacidad de utilizar la fuerza para controlar la tie­
rra y la mano de obra, sin importar el costo humano.
En las reformas liberales los dos estados mesoamericanos tomaron
medidas extremas para proveer los factores de producción necesarios
para asegurar el desarrollo exitoso de las exportaciones de café. En El
Salvador la mano de obra era abundante y estaba disponible; el pro­
blema era liberar la tenencia de esa tierra indígena, deseable para la
producción de exportación. Dos medidas legales tuvieron éxito para
destruir los controles indígenas. Como Browning 12 sugiere y Pérez Bri­
gnoli 13 demuestra, esta pérdida de tierra fue sentida sobre todo por
los indígenas de Ahuachapán y Sonsonate y fueron esos pueblos los
más activos en la revuelta de 1932.
De hecho, en Guatemala por largo tiempo fue reprimida la reacción
indígena a estas pérdidas de tierras, país donde la tierra fue un pro­
blema menor, las Reformas de 1870 fueron diseñadas para forzar a la
población maya a hacer frente a las necesidades laborales de la expor­
tación cafetalera. McCreery observó que, como reacción, «violentos bro­
tes ocurrieron, pero nunca de la proporción ni con el éxito de las dé­
cadas de 1830 y 1840. Y aquellos que se llevaron a cabo y que pueden
ligarse al café, la mayoría ocurrieron ... a mediados de la década de
1870, antes de que el nuevo régimen consolidara su control» 14.
No podemos dejar este planteamiento introductorio sin tomar en
cuenta que hasta la terminología, la nomenclatura para las etnias, de­
rivan de estas diferencias mesoamericanas. « Ladino» es una designa­
ción étnica que es usada sólo en la región de los pueblos indígenas
mesoamericanos, por ejemplo, de Chiapas a El Salvador, el oeste de
Honduras y ocasionalmente en Nicaragua. No es usada en la mayor
parte del sureste. Mientras que su uso colonial original se refería a los
indígenas que adoptaban particularidades «latinas» -específicamente
170 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

el lenguaje y la religión- gradualmente vino a denotar un segmento


aparte de la población, más o menos al equivalente del «mestizo». Era,
sin embargo, específicamente un asunto de cultura, no de raza. Un
maya racialmente puro podía convertirse en ladino. A veces estos en­
tremedios culturales eran motivo de burla tanto de los indígenas como
de los blancos y legalmente eran excluidos de los derechos de uno y
del otrc. Aún hoy el término es étnicamente confuso; aquellos que so�
llamados ladinos encuentran difícil definir una única identidad para la
colectividad 15.

La «tradición» del sureste

Samuel Stone 16 ha contrastado la naturaleza de los sistemas polí­


ticos nacionales en estas dos regiones, argumentando que una mayor
riqueza era posible en Mesoamérica, debido tanto a que había recursos
naturales abundantes al igual que mano de obra, rápidamente accesi­
ble y barata. La necesidad de controlar esta fuerza laboral favoreció a
regímenes dictatoriales -hasta despóticos-. Regímenes que garanti­
zaron fuerza laboral para la producción de exportación. De hecho, la
reciente elección de Cristiani como presidente de El Salvador fue la
primera ruptura de esta tradición en la historia moderna salvadon:ña.
En el sureste, por contraste, el sector terrateniente jugó un papel
mucho más directo en el gobierno. Hasta que el café apareció en escena
la producción económica era menos una base de poder de lo que era
el poder político asociado con la catt'goría aristocrática tradicional.
Así, la n:-lación entre el t1·abajac.lor y el patrono fue paralela a aquella
entre el líder político y el seguidor. El éxito tanto para patronos como
para los líderes políticos dependía de cultivar un seguimiento; el des­
potismo produciría poco para cualquit:-ra de ellos y la amenaza de la
fuerza sería contraproducente.
Algunas de estas cualidades St' exlt'ndit·ron a las rt'laciones etnka�.
Las sociedades t•spaüolas, las criollas y las mestizas evolucionaron con
poca depeodencia en la mano de obra indígena. En \'CL de relaciones
étnicas imbuidas de un miedo sumergido, las poblaciont·s nacionales
de Nicaragua, Honduras, Costa Rica y Panamá ,·ieron a los ind1genas
sobrevivientes como gente rustica, tal vez primiti\·a, gentt' cuyos inte­
reses se podían generalmente marginar o ignorar, pt·ro cuyas ,·oces
debían ser escuchadas de cuando t'n cuando.
Un dato importante rt'spt•cto de los ind1genas dt• la costa atlantka
es que nunca fueron conquistados. Desput>s c.ft> la dt·spoblación inicial,
debido a enfermedades que siguieron a la lleg;Hla dt' los t'spañoles, eran
demasiado pocos en número y t•I ambiente tropical en d que vivían
poco atractivo para d trabajo. Los esfue17us espaüoles pan\ evangeli-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 171

zar las tierras bajas del Atlántico usualmente terminaron en un desas­


tre. De hecho, los ingleses, que se acercaron a la costa del Caribe, en­
contraron a la gente, especialmente a los kuna y a los miskitos, hostiles
a los españoles y dispuestos a ayudar a atacar sus asentamientos.
Una importante consecuencia de este patrón histórico es que las
revueltas de los indígenas en el sureste, tal como las de los kuna pana­
meños en 1925 y de los miskitos nicaragüenses en la década de 1980,
han sido resueltas por la negociación y no por represalias violentas.
Esto aparece como un claro contraste con las masacres que han mar­
cado las relaciones étnicas mesoamericanas en tiempos recientes
-como en El Salvador en 1932, y en Guatemala en Patzicia en 1944,
en Panzos en 1978, y a todo lo largo del altiplano del noroeste de Gua­
temala, entre 1979 y 1984-. Las relaciones entre las poblaciones indí­
genas y las no-indígenas en el resto de Centroamérica no tienen esta
calidad sangrienta.
Tres contrastantes casos son especialmente expresivos. Primero, en
Belice, donde hay tanto kekchi como mopán hablando maya, la rela­
ción con la dominante población criolla anglohablante nada tiene de
la calidad sangrienta de la conquista de dominación tan característica
de Guatemala. Segundo, en la región de la costa pacífica de Nicaragua
hay dos importantes barrios indígenas de tradición mesoamericana,
Subtiaba en León y Monimbó en Masaya; a diferencia de los indígenas
de la costa atlántica ayudaron a los revolucionarios sandinistas contra
el gobierno de Somoza.
Tercero, donde los indígenas de la tradición del suroeste se han
rebelado, las relaciones étnicas subsecuentes no han estado marcadas
por la violencia en Mesoamérica. Hasta hoy, los kuna han disfrutado
por casi tres cuartos de siglo un grado de gobierno independiente des­
conocido en otros lugares de Centroamérica, y el gobierno sandinista
de Nicaragua respondió a la resistencia de los miskitos con un plan de
autonomía.
Finalmente, mientras que los mayas de Chiapas y Yucatán se rebe­
laron varias veces durante los pasados siglos, las políticas que surgie­
ron de la Revolución Mexicana sentaron la base para establecer gra­
dualmente una era de relaciones étnicas completamente nueva para la
región. No es que las relaciones étnicas en Chiapas hayan encontrado
una solución libre de conflictos, totalmente pacífica a sus problemas,
pero es importante que en general el Estado mexicano ha visto su papel
como mediador, al buscar soluciones sin violencia. Sin embargo, costó
una revolución hacer esto. Guatemala y El Salvador no han conocido
reformas revolucionarias permanentes.
Estos dos vastos y diferentes patrones históricos, el mesoamericano
y el del sureste, condicionan muchas de las decisiones políticas y eco­
nómicas que afectan a los estados y a los indígenas descritos en lo que
172 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

ahora sigue. Pero debe tenerse presente que cuando las tradiciones se
manifiestan es porque resulta ventajoso para el bienestar de alguien.
Así sucede con estas dos. Las tradiciones cambian cuando ya no hay
ventajas que las retengan. Así la Revolución Mexicana introdujo cam­
bios que, aparentemente, ni en Guatemala ni en El Salvador se consi­
deran posibles.

LA TRADICIÓN MESOAMERICANA ( 1930-1979)

Etnicidad y Estado en El Salvador

La situación en 1930
La década <le 1920 vio una continuación de las épocas de las refor­
mas liberales que se iniciaron en la década de 1870 en Guatemala y El
Salvador, y que habían evolucionado esencialmente hacia sistemas de
trabajo forzado usualmente bajo regímenes dictatoriales. La meta del
Estado era mantener un alto grado de orden en la población trabaja­
dora que permitiera a los intereses agrocxportadores -especialmente
a los cafetaleros y a los beneficiadores- proseguir sus acth·idades e�o­
nómicas sin que fueran paralizadas por el malestar social. Sin embar­
go, los eventos en otras partes dd mundo -específicamente la Rc\'O­
luci6n Rusa y la depresión mundial- impusieron nue\'as condiciones
que tuvieron importantes consl'CUl'IKias para las suciedad'-.'s centro­
americanas.
Antes de tratar con estos factores externos, será útil. sin embargo,
revisar la naturaleza de las condiciones labor..tlcs en r..·sta t'pOl.·a. En
febrao de 1932 la legación aml'rkana l'l1 San Sal\'ador informo a Was­
hington sobre las condiciulll.'S locales. Escogimos esta fur..·nte en ,a dl'
aquellas <le ..contcmporúm:os que Íul'run participantes más dirl·ctos �
cuyos puntos <le \'isla -a fa\'or 17 o l'll contra 111- pudrían por lo tanto
resultar sospechosos dL· ser parciales. Esnibio l'I sl'fwr i\kCaffl.'rty:

Sl.' han l.'xpn.·sado opinionl'-. d1.: 4LH.' d \'l.'rdadao connrnismo 1ll> plX.h.\
prnspcrar l'II l'slt' país dl.'hidu al dirn�l beni�nu �, .i b .1bu111.l.111c1�1 de
comida, a la ;u1st.'lll'i,1 Ul' llLºL"1:sidaJ por mucha l'opa , techo. Du1-..rnlt.'
las sl.'rnanas recil'llll'S, sin emhargo, st.' ha lwchu ma .... y 111�-. e,·ic.k'ntl'
que lo:-. lidl'rt's comunist.is, mudw:-. dt.• dio:-. c:xtrankrus, con l.\ m ud.,
l.k· h1 propaganda t.'Ut11uni•aa imp1·esa sobn.- wdu l'll Estallos Unido'\,
se- han ..,pru\'l·chado Jd dl'svo11knto tTt.•cit·ntt' l'lltrt" los t1·ab�tjadurt•s
de las pluntal·iont·s de cale. La:-. condi1..·ium·:,, qut· han permitido d sur-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 173

gimiento bastante sor presivo del así llamado comunismo son bien co­
nocidas. A los trabajadores de las fincas a menudo se les ha pagado
miserablemente y han estado trabajando en condiciones ciertamente
intolerables en algunas fincas. En las fincas de muchos de los terra­
tenientes más ricos de El Salvador, las condiciones han sido las peo­
res. No ha habido atención médica disponible, los trabajadores han
sido forzados a comprar sus pocas necesidades a precios altos en las
tiendas mantenidas por los propietarios de la finca. Frecuentemente
se ha afirmado que un animal de la finca es mucho más valioso para
el propietario que el trabajador, ya que generalmente hay una gran
oferta de estos últimos 19•

El café había sido durante largo tiempo la exportación central de


El Salvador y Guatemala y las condiciones descritas por McCafferty
serían, con alguna variación, aplicadas igualmente a muchas fincas
guatemaltecas de la época. En ambos países, las poblaciones de las
regiones productoras de café más importantes eran fuertemente indí­
genas. En El Salvador, como se describirá, había también muchos cam­
pesinos cuya identidad étnica no era clara. En Guatemala, sin duda, la
inmensa mayoría de los recolectores de café eran mayas.
Pocas sugerencias hay sobre que las condiciones laborales o de vi­
vienda hayan mejorado, en lo material, desde la imposición de las leyes
laborales de la reforma guatemalteca, y desde que las tierras comuna­
les fueron usurpadas a los indígenas salvadoreños en la década de 1870.
Sin embargo, con el éxito de la Revolución Rusa muchos latinoameri­
canos, tanto del centro industrial como de las regiones agrarias, fueron
atraídos por el potencial de cambio que ofrecía la experiencia rusa.
Desde la incursión de Estados Unidos en Panamá para construir el
canal, el papel económico imperialista del gigante del norte se había
hecho cada vez más ostentoso, con intervenciones en Nicaragua, Haití,
República Dominicana y México. Augusto César Sandino se convirtió
en el ejemplo viviente de cómo un patriota centroamericano debía con­
frontar la combinación del imperialismo de Estados Unidos y de las
oligarquías orientadas a la exportación local.

La matanza en El Salvador
La depresión mundial de 1930 fue catastrófica para las economías
exportadoras de Centroamérica. La demanda de café cayó a la mitad
y la mano de obra, tanto en Guatemala como en El Salvador, hizo
frente a una caída desastrosa de lo que era ya un ingreso inadecuado.
Los precios del café, durante los peores años, no podían siquiera pagar
los costos de producción de la mano de obra. De los dos países, sin
embargo, fueron los trabajadores salvadoreños los que más sufrieron
174 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

porque relativamente un número mayor de ellos habían sido separados


de sus propias tierras por más tiempo. Muchos mayas guatemaltecos,
sin embargo, aún podían sobrevivir a través de su propia producción
de subsistencia.
Bajo tales condiciones, los organizadores radicales nativos, tal como
Miguel Mármol 20 y los agitadores extranjeros visitantes, como Jorge
Fernández Anaya 21 comenzaron a recibir una aceptación creciente, en­
tre tanto que Farabundo Martí, quien había estado al lado de Sandino,
recibió mayor atención. Comparando ambos países, Anaya observó que
encontraba mucho más fácil hacer crecer el interés en El Salvador
porque a la mayoría de los mayas guatemaltecos simplemente no se
les podía hablar en español 22.
Los gobiernos impuestos en ambos países a principios de la década
de los treinta fueron incapaces de ajustarse a las tensiones y demandas
creadas por la depresión mundial. En cada uno de éstos, un oficial
militar con ambiciones políticas tomó las riendas del gobierno. Los
eventos en El Salvador, sin embargo, alcanzaron un punto critico en
el cual los líderes comunistas habían decidido que era el momento para
una rebelión contra el gobierno. Entre las áreas en que se organizaron
estaban los departamentos del oeste de Auachapán y Sonsonate, donde
las comunidades indígenas habían mantenido un grado relativamente
alto de solidaridad étnica.
La trayectoria de los eventos fue trágica. Los esfuer.ws organiLati­
vos de los comunistas pronto llegaron a oídos del gobierno, y los lideres
principales, incluy1.mdo Maní, fueron capturndos y asesinados. L, re­
vuelta, ahora totalmentl' comprometida, pron�dió de todas maneras a
darse en el campo. Más tarde, en ese mes. las conrnnidadcs indígenas
en los dos departamentos del stiroe�tc se rebelaron. Durante los prime­
ros días capturnron siete aldeas y atacaron scveranwntc a otras ocho.
Ya alertado, d gobierno respondió despachando tropas qut• sistcm�üi­
camentc procedieron a ascsin�ir a hombn.•s, mujert•s y ni1ios indígenas,
despoblando eficientemente .i comunidades enteras y dt•j:i.ndo a toda
la región en .tui estado de traum�1 fisico �· psicológico dd qut•, simple­
mente, nunca se ha recuperado.
Estimaciones de los muertos \'aría11 cntrt• 6.000 a 35.000, y a difc­
n:ncia de las ma lanzas Je 1980 en Guatt•mala, el gobierno sah adon:ño
no hizo esfuerzo serio alguno para escondt•r c:I proct'�O. Fue rt.•aliz�tl.b
la matanza tanto como una forma dt• dcshac1.·rst' d1.• los «comunistas»
como lección para futur..,s gt·neraciont's de ind1gc11as. Fut• d t'lllmciado
de apenura y corn.:lu�·cnte dd gcnl.'ra1 lkrnándc.·L Martínt'L -respon­
sable de la matanza y luego dictador dd pa1s- t'n lo conct'rnicnte a
las reglas que gobernarían las n:.·lacion1.·s �tnicas en El Sal\'ador en d
futuro predecible.
Hay algún desacut·r<lo sobre t'l papd de las cumunida(k•s indígenas
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 175

en la revuelta. Los comunistas dan poco crédito a la etnicidad. Dalton


se refiere a los participantes indígenas como componentes corruptos y
sobrevivientes de la cultura indígena (nahuas ladinizados) 23. Mármol
menciona a su abuela como indígena, siendo él -dueño de una zapa­
tería- y algunos de sus compañeros trabajadores el centro de la insu­
rrección. Sin embargo, al hablar sobre la revuelta se refiere sobre todo a
la de campesinos, proletarios y trabajadores, nunca colectivamente de
indios o indígenas. Específicamente, en lo que concierne al líder de
Izalco que fue colgado, dijo: «(Feliciano) Ama se había unido al comu­
nismo y los más puros de nuestros ciudadanos habían cerrado filas con
él. Pero Ama no se había unido a la lucha como indígena sino como
un hombre explotado» 24. Anderson, quien ha hecho uno de los pocos
estudios ínclusivos sobre la revuelta, parece sostener el punto de que
el papel indígena fue orquestado por los organizadores comunistas 25.
Abelardo Torres indica un aspecto importante, al señalar que en la
campaña presidencial de 1931 uno de los partidarios de Arturo Araujo,
quien subsecuentemente ganó, había sugerido que su candidato dividi­
ría las tierras entre los campesinos si votaban por él. Torres ve esto
como una provocación que confundía y llevaba a un alzamiento agra­
rio, ya que de hecho Araujo no hizo nada para realizarlo 26. Sin em­
bargo, no atribuye este proceso a los indígenas sino a los campesinos
en general.
Por su parte, Pérez Brignoli asegura que los únicos ataques activos
de toda la insurrección agraria fueron llevados a cabo por los indígenas
de Ahuachapán y Sonsonate, y más aún, que actuaron después de que
los líderes comunistas fueron puestos en prisión y la revuelta fue sofo­
cada en las ciudades 27. Kincaid argumenta que, aunque seguramente
influida por los esfuerzos propagandísticos comunistas, «uno no debie­
ra exagerar... el grado de control político izquierdista o ideológico so­
bre los grupos indígenas», dándole más crédito a la autonomía organi­
zada de las comunidades indígenas 28.

Antes de la matanza
La «matanza» de 1932 en El Salvador fue el evento aislado más
significativo en las relaciones entre un Estado mesoamericano y una
población indígena en este siglo, al menos hasta que el gobierno gua­
temalteco efectuó sus matanzas en 1979-1984. Ahora, más de medio
siglo después, sus consecuencias continúan sintiéndose en El Salvador,
y -de otras formas- en Guatemala. En El Salvador no sólo un seg­
mento importante de la población indígena fue exterminado, sino que
el estigma de «comunista» fue más o menos unido permanentemente
a las expresiones abiertas de los intereses indígenas y campesinos.
La lección aprendida por los indígenas salvadoreños no sería sólo
176 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉ'.RJCA

que dejaran de pensar en recuperar las tierras que perdieron en la


década de 1880, sino que deberían probablemente dejar de ser indíge­
nas. En el transcurso de la masacre ser indígena era suficiente para
asegurarle a uno la muerte. La situación de los indígenas había sido
desventajosa durante largo tiempo. Históricamente los nahuas y los
pipiles de El Salvador sufrieron una ladinización más rápidamente que
los indígenas del oeste de Guatemala. Para 1807 constituían ya menos
de la mitad del total de la población 29• Condición que argumenta que
Guatemala puede nu haber alcanzado aún o de hecho podría ser que
nunca la alcance del todo. En la década de 1920 el porcentaje que
aparentemente se usaba popularmente para señalar el tamaño de la
población indígena era de un 20% del total 30.
Antes de continuar con el estado de la suciedad y cultura indígenas
de El Salvador resulta relevante un comentario sobre el material de­
mográfico. El último censo sal\'adureño que incluyó un censo de los
indígenas fue hecho en 1930, e informó de 79.573 personas indígenas,
un 5,6% de la población; casi el 70% de ellos estaba concentrado en
Ahuachapán y Sonsonate. El hecho de que ningún otro censo oficial
fuera realizado otra vez simplemente refleja el ya antiguo punto de
vista oficial (véase abajo), por ejemplo, de que oficialmente no había
más indígenas en El Salvador. En 1940, al mismo tiempo que el go­
bierno estaba eliminando a los indígenas de los archi\'oS oficiales, cí­
nicamente cn\'ÍÓ un representante al establecimiento del Congreso In­
digenista Interamericano en Pátzcuarn. México; además, firmó y rati­
ficó la Convención Internacional que fundó el Instituto Indigenista
Latinoamericano '1.
Desde la matanza hasta los a1ios de la dt•cada de los ochenta del
presente siglo, los indígenas en El Salvador tu\'ieron éxito al cun\'cr­
til"se en poco menos que im·i..,ibks. Los ladinos. que generalmente los
consideraban como irracionales, traicioneros, perezosos ahora cada vez
más ]os juz.gaban como campesinos, aunqut.· •¡indio!,. continúa siendo
un nombre peyorativo. MaiTuquín ' 2 informa que hasta cierto punto los
mismos indí_gp1as han aceptado, dt.· una mancra grams<..·iana clásica,
esta imagen negativa de dios mismos �· dcsprt.•cian sus ungcncs ind1-
genas. Por lo tanto, su continua invisibilidad huy put.•<..lt.· p;.trtir tanto de
la vergüenza hacia su pubrez.a obvia y mala t.•clucaciún gcnl·ra I i1ada.
cumu de su temor a\'ivadu por la viukncia gubernamt.•ntal dt.· hace
medio siglo.
Contrastando con el punto de VÍ!:>la popular, los estudiosos general­
mente creen que ha�· un número significati\'O dt.• in<ligt'nas en El Sal­
vador. Antes de la puhl icación dd ct.·nsu <l1.· 1930, Barnn Castro estimo
un 20% para 1940 3 3, alrcd1.·<lor dl· 375.000 personas. Estimaciunt•s pos­
teriores (Adams en 1955 14, l\larruqum t.'ll 1960 3\ Montes en 1977 3".
Maxwell en 1978-1980 37, La Asociación Nacional Indígena Salvadort.·-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 177

ña en 1985 38, y Chapín en 1989 39) fueron todas -con excepción de


Marroquín, cuyas cifras fueron considerablemente más bajas- del mis­
mo orden de magnitud. Las cifras absolutas han crecido -las últimas
llegan a 500.000 personas- pero el porcentaje de la población total
indígena ha descendido.
Como a este ensayo supuestamente le concierne la historia, debe
señalarse que poca información sobre los indígenas salvadoreños, entre
1932 y finales de los cincuenta se encuentra archivada. Después de esto,
comenzaron a publicarse los importantes estudios sociológicos del in­
telectual salvadoreño Alejandro Marroquín 40, continuado; por traba­
jos posteriores de Clara de Guevara 41, y de Segundo Montes 42• En los
años sesenta, sin embargo, el interés por la herencia cultural comenzó
a aumentar y en los setenta el gobierno patrocinó una Comisión sobre
la Herencia Nacional para estudiar las raíces culturales 43.
En 1985 el Ministerio de Cultura y Comunicaciones fue establecido
para comenzar a actuar en este campo. Tal vez lo más importante haya
sido la fundación en 1980 de la Asociación Nacional de Indígenas Sal­
vadoreños (ANIS), que ha tenido su sede central en Sonsonate bajo la
dirección de Adrián Esquino. La meta principal de la mayoría de estos
esfuerzos recientes ha sido rescatar el uso del nahua, idioma que aún
se habla en unas cuantas áreas rurales, pero que ha sufrido un declive
considerable 44.

Etnicidad y Estado en Guatemala

El Estado de Ubico
Tanto en Guatemala como en El Salvador la naturaleza de los even­
tos durante esta época marcaron la tradición mesoamericana como di­
ferente de la del sureste. Desde las reformas del siglo XIX ambos esta­
dos se han dedicado a asegurarse de que el sector exportador tuviera
los recursos necesarios para el desarrollo económico del país, y esto
requería garantizar que había mano de obra disponible. Los indígenas
fueron críticos hacia ambos estados, pero en El Salvador la mayor la­
dinización y la indivisibilidad que siguió a la Matanza, significó que
los campesinos ladinos rurales también tenían que compartir esta
carga.
La inestabilidad de principios de los treinta en El Salvador fue con­
trolada por el general Hernández Martínez después del éxito que tuvo
en aplastar la revuelta de 1932. El general Jorge Ubico tomó el poder
en Guatemala en 1931. Aunque la depresión se sumó a la deplorable
pobreza de la mano de obra maya y campesina, en ambos países hubo
diferencias significativas. Primero, los mayas de Guatemala estaban
178 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

más integrados y eran económicamente autosuficientes. El gobierno


intencionalmente no había destruido la base de subsistencia de las co­
munidades, ya que quería tanto una fuerte reserva de mano de obra
como la producción de alimentos de las comunidades. Mientras que a
principios de la década de 1870 el Estado liberal había creado un ejér­
cito ladino, como un mecanismo de control, gradualmente las unidades
militares se incrementaron para caer sobre las comunidades mayas.
Finalmente, los mayas de Guatemala constituían más de la mitad de
la población total y aún estaba presente la visión de El Salvador -la
revuelta indígena era todavía más aterrorizante para los ladinos gua­
temaltecos que para los salvadoreños-. Para añadir calor y color, la
amenaza del bolchevismo asustaba a los sectores altos y medios de
Guatemala tanto como lo hizo en El Salvador. Además, la revuelta
salvadoreña sugiere que los intentos comunistas para hacer la rc\'olu­
ción eran posibles. Después de todo, treinta y cinco blancos y ladinos·
habían muerto en la Matanza.
Una de las metas de Ubico era retener la estabilidad de la población
campesina. Aunque los asesinatos fueron una forma aceptable de lidiar
con las rebeliones mayas, Ubico sabía que tales excesos podían desatar
reacciones más violentas de ellos y qw..· tal violencia desestabilizaba el
bienestar de la economía exportadora del pais. Era mejor e\'itar la
solución salvadoreña y encontrar manaas más pacificas de promowr
el bienestar del Estado.
Ubico vio a los mayas como un pueblo orgulloso que no quería ser
explotado. No considaó el trabajo en las fincas o en los caminos como
una explotación porque el papel npropíado de un maya era sa agricul­
tor o soldado. Supuso correctamente quL' si permitía una autonomía
considerable en su vida comunitaria local no estarían muy abié.'rtos a
la propaganda comunista. En 1938 escribió a uno de sus intt.·ndl·ntt·s
que: « Ustedes son los \'erdadaos n:sponsables de la facilidad con que
pegan las ideas comunístas. El que se \'C explotado, sacrificado, victima
de los abusos, tiene que buscar una tabla de sal\'ación y no le importa
acudir al e.le lito. No volvamos al t icmpo dl· los encoml·ndcros cspaiioles
que es crear \1.n positivo peligro social» .i".
Es más, estaba convencido de que !!>Í Sl' ks trataba corrcctamc.·nte
los mayas serían un bastión importante contra d comunismo. Hc,·nan­
dcz de León describió d argumL·nto de b síguil'rllt.' manci-a:

Hemos considerado lo quL' signifkana un mo\'imic.·nto '-·omunbta \.'n


nuestra tierra; esos indios que Sl' pn:sl'nta11 con las an11�\S en b m.rno
y que son los mismos que labr�rn las tÍt.'ITas, sc:rian la barrer�i insal­
vabk, un venladl·ro mtll'allun '-·u11tra d H\',llll'l' dt• la disoln.·1Kia SO('ial
y la amenaza dl' nu1..•stras institw.·ionl's. El indio t'Il t'Sta forma \·iene
a dcsempeflar el doble: cumeti<lu de :-.ostl.'ner bs ínstitucione:-. so�:ialc:s.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 179

mediante el trabajo; y, llegado el momento, con las armas en la


mano ... 46.

Ubico se preocupó mucho por crear una especie de relación popu­


lista con los líderes de las comunidades mayas. Supuso que los peligros
de los levantamientos se desprendían, en parte, del hecho de que el
aislamiento de las comunidades y de las fincas de exportación prote­
gían eficazmente a aquellos que quisieran explotar a los mayas. Insti­
tuyó un importante programa de construcción de carreteras para hacer
posible que el gobierno central extendiera su alcance, e hizo viajes
anuales visitando todos los puntos de) país. Esto le permitió obtener
una retroalimentación directa de la gente del campo sobre los abusos
y, al mismo tiempo, hacer favores benévolamente de manera directa a
las comunidades locales.
El aislamiento .regional existente había permitido a los líderes lo­
cales y a los finqueros el convertirse en pequeños déspotas, para con­
trolar elecciones locales y así perpetuar sus intereses de explotación.
Por lo tanto abolió el sistema de elección de alcaldes, e instituyó un
régimen de intendentes nombrados para gobernar a nivel municipal.
Nombrándolos directamente desde el gobierno federal, para asegurarse
aún más de estar terminando con los abusos que se habían hecho cróni­
cos.
Sus preocupaciones por la educación de los mayas estaba en armo­
nía con esta posición general: « Ubico insistía en que los maestros de
las escuelas de los pueblos indígenas deberían ser indios, porque los
ladinos ponían a los indios a sembrar sus milpas, so pretexto de tra­
bajos manuales. Ubico enunciaba su política indigenista reconviniendo
a los ladinos: -Es preciso que se quiten la costumbre de explotar al
indio y abatirlo por malos instintos-. Es necesario, agregaba: "Sacar
al indio de las filas de las bestias y que entre en la familia de los
hombres"» 47. Sin embargo, también le preocupaba que los ladinos no
enseñaran a los mayas a hacerse los listos en la subterfugios legales;
Ubico quería que sus indígenas fueran capaces, pero no quería que se
hicieran adictos del embuste legal que tanto detestaba en la población
ladina.
Otra ilustración de cómo Ubico llevó poder de la periferia al centro
fue descrita por la manera en que manejó una disputa de tierras en
San Martín Jilotepeque durante uno de los «viajes presidenciales: « Un
maya se quejaba de que la municipalidad había usurpado tierras indí­
genas comunales y que había prohibido a los mayas usarlas. Ubico
preguntó si había títulos comunales. "¿Títulos? No, tata presidente, por
la costumbre". El alcalde, sin embargo, quien reclamaba las tierras
para la municipalidad y acusaba al indígena de estar mintiendo, no
podía presentar tampoco título alguno. La decisión de Ubico fue: -Ni
180 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

bienes comunales, ni bienes ejidales. Son bienes destinados al servicio


del Estado y son parte de su patrimonio... No hay más disputa. El
gobierno resolverá la organización en la siembra de los terrenos, que
harán los particulares; y el municipio quedará con su astillero, para
servicio del pueblo. Vamos a meter orden en las siembras y la Muni­
cipalidad cuidará de que los vecinos saquen su leña para uso perso­
nal. .. » 48. Así, evadiendo el proceso legal, tomó control de las tierras
para el Estado.
También estaba celoso de la autoridad del Estado guatemalteco y
buscó eliminar las influencias extranjeras que distrajeran al indígena
de su papel asignado.

El indio se ha liberado del patrono arbitrario y despótico, se le han


dado calidades de ente, capaz de discernir sobre su situación econó­
mica y elegir el contrato que mejor le parezca. Sin congresos, sin
conferencias, sin líricos anhelos, se va realizando la empresa de reden­
ción del indio, sin ese indigenismo romántico e infructuoso que se ha
creado, más que por de\'ar la condición dd indio, por colocar una
barrera a la invasión del hispanismo, deformado por cierto, a las úl­
timas, por razones de política ocasional 4 (J.

La referencia a «congresos» y <1confercncias» sc rcfierc probable­


mente de manera directa al esfuerzo de la Conferencia Mexicana en
Pátzcuaro para establecer d Instituto Indigl·nista Inte1·americano. El
ministro guatemalteco que se reunió con otros ministros latino­
americanos para crear el nuevo instituto aconsejó a los presentes que
Guatemala no podía unirse porqUl'. «en Gu::ut•mala nu hay problema
indígena» "'º. Mientr.1s que era difícilml·ntc convincente la respul·sta de:
Ubico a la iniciati\'a fue bastante rnás honrada que la dl· Hem�inde1.
Martínez en El Salvador.
Ya que Ubico quería tener a los jefes 1nayas como una csp�'--il· de
clientela personal, buscó desalentar cualquil·r organización política in·
dependient�. Visitando Patzicía en 1942, rechazo establl'ú'r un Club
Liberal Prog'rcsista de Indígenas local qm· lo apoyara. Explicó: • En
tiempos de paz y orden, no ha!· m:ts clubs qm.· los dl'I trabajo: jüntl'llSt'
para trabajar que es la mt·jor lllalll'ra de Sl'n·ir a la patria y lk Sl·n·ir­
me. Cuando hayan cleccionl'S o lll'Cesidad lk defender ,\ la patria. ya
se juntarán ustedes en forma pulitica o militar. Por ahora. trabajo l'S
lo que quiero» 51•
Ubico estaba partkulam1l'llte orgulloso de haber abolido la deuda
de servidumbre llamada habilitaciones qBt· hab1a sido t•stabkdda c:uan­
do los mandamientos fut•ron derogados uficialnwntt· l'n 1894. Lo hilo
como una forma de impcdi1· (Jlll' las municipalid�1des t•xplotarnn a la
mano de ob1·a maya y par., t·,·itar qul' los finqul·ros l'SdaviLaran di-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 181

cientemente a la gente por deudas. Sin embargo, para hacerlo simul­


táneamente promulgó una Ley de Vigilancia revisada, que garantizaba
que cualquiera que no podía probar estar trabajando para sí mismo
sería requerido para trabajar en las fincas de exportación.
La naturaleza fundamental de las «mejoras» de Ubico era conseguir
trabajo más eficiente y mayor producción de la gente del país. El ob­
jetivo al eliminar la corrupción, la explotación y los abusos era que la
gente podía trabajar mucho mejor. Las innovaciones materialmente
progresivas tales como el programa de construcción de carreteras eran
hechas a costas de los pobres del campo, la mayoría de los cuales era
indígena. El impuesto de Vialidad que requería que todos en Gua te­
mala pagaran dos quetzales al año para la construcción de carreteras
era para -facilitar el viajar y la acción del gobierno; aquellos que no
tenían el dinero podían pagarlo trabajando a un quetzal por semana.
Con salarios de diez centavos al día, obviamente la vasta mayoría de
los mayas pobres sin tierra se encontraba construyendo carreteras. Debe
señalarse, sin embargo, que las leyes no eran tan parciales contra los
mayas, aunque su pobreza común los hacía más vulnerables a los re­
querimientos de la mano de obra física.
La sustitución de la ley de Vagancia por la de habilitaciones impli­
caba una regulación adicional que requería que todos aquellos que
eran dueños de menos de un cierto mínimo de tierra tenían que llevar
una Libreta de Jornales 52. En esta libreta se apuntaba el tipo de tra­
bajo que el portador había llevado a cabo en las plantaciones y en otros
lugares para probar que había cumplido con los requerimientos anua­
les. Los abusos a esto eran muchos. Mientras que la historia no está
del todo clara parece ser que la institución de la libreta en Nebaj puede
haber resultado en disturbios, incluyendo la quema de fincas 53.
Sin embargo, Ubico era capaz también de ejecutar actos arbitrarios
de tiranía. Encontró la «ley fuga» -por ejemplo, permitiendo a un
sospechoso que escapara y luego matándolo de un tiro- un implemen­
to de justicia inmensamente útil. Su odio al comunismo era tan ardien­
te como el de Hernández Martínez y su visión de Guatemala como de
una familia debidamente ordenada, en la que a los mayas irrevocable­
mente les eran asignados los papeles de trabajador agrícola, campesino
y soldado.
La comparación de Hernández de León de Ubico con Reyna Barrios
capta algo de esta calidad:

Fue el error del general Reina Barrios, animado de un vivo deseo de


redención; pero el gobernante se fue por los campos de la fantasía y,
de haber seguido su empresa, es posible que habría logrado crear úni­
camente el indio metido y profesional, leído y escribido, azote en su
propia familia y amenaza para el resto de la sociedad. Lo que busca
182 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

el presidente Ubico es hacer del indio elemento indispensable en la


máquina social del país: sacar al trabajador, no al letrado. El indio
es del campo; acciona en sus propios terrenos y debe hacérsele sentir
el cariño con que responde la tierra a sus afanes 54•

La actitud general. concerniente a la población indígena en este


período no difería grandemente de aquella de la primera parte del si­
glo. Esencialmente el único tema que concernía a los mayas en los
periódicos de la época era el indigenismo. Una gran variedad de posi­
ciones y argumentos aparecía en la literatura indigenista. Lo que es
común a todas es la aseveración condescendiente de que la población
indígena es incapaz de desarrollar una forma de vida coherente v sa­
tisfactoria, aparte de ser integrada dentro de la sociedad y cultur; na­
cionales del ladino. Mientras que la sociedad ladina ampliamente des­
preciaba a los mayas, los indigenistas argumentaban que los mayas
habían sido una vez una gran civilización, y que la población ladina
de ese momento tenía la responsabilidad de levantarlos de su actual
condición depravada. de civilizarlos, y de integrarlos dentro de la su­
ciedad nacional. Muchas de cst::1s ideas se llevaron a cabo de una u
otra manera, y de hecho, la filosofía completa de Ubico era una afir­
mación indigenista bastante típica.
Uno de los tratados más influyentes fue la publicación de Juárez
Muñoz que, entre otras cusas, apoyaba firmemente una ley de vagancia
ya que, argumentaba, los mayas son inhcn.•ntemc:-ntc vagos�::._ También
condenaba el uso del alcohol como un terrible vicio que era promovido
por su uso en la religión y por el hecho dl.· qul.· su \'l•nta era monopolio
del Estado. Concluía, sin embargo, que difícilmente po<lia l'Sp�rarse qu�
el Estado dejara de percibir sus ganancias simplemente porque los ma­
yas bebieran demasiado �e- -de lo que podemos cunclui1·. supongo, que
mantener borrachos a los mayas l.'ra Ol'Ccsario para bl.·ndidu dd Estado.
El indigenisnw, como Sl' ha manifestado l.'n t'Stos aI1us. e.xprl.·saba
una filosofía ladina de culpa y esperanzas, llena de posiciones cuntlic­
tivas y autumoralizantes. Había, sin emb�u-gu, muchos a�untos sobn.·
los cuales, u!Titnadamente, prevall-cían una u otra posición indigl.·nista.
Un conflicto sin fin en d Estado libaal ..:.•ra d asunto d� cuánta att'n­
cíón especial dcbía d�rsek a los mav,ts. En un t'Xtremu esta la posición
de los priml·rus rcg1mencs liberak� dd siglo XIX, como por ejt•mplo
las leyes promulgadas por Gálvcz, lJUl' sostenían que todos dt'bían ser
tratados como iguales _v que ninguna atención especial ckbia pt.•rmítir­
sele legalmt'ntc a Sl.'Ctor alguno. Contraria a é,ta era la pusicion del
gobierno colonial (renovada bajo Carrcra). qlll· cunsic.frrnba. genuina­
nn:nte, que el acceso igualitario no era posible dadas las distintas pro­
veniencias y que el Estado ll•nía que hal"l'I" l'sfut.>rzus espl·cialt's para
proveer al maya con justicia y cm, dl.•rechu�.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 183

El asunto apareció de nuevo en 1945 cuando se realizó un debate


encarnizado sobre una propuesta constitucional para incluir en la Cons­
titución los especiales «Estatutos Indígenas» que contenían provisiones
para proteger las tierras mayas individuales y comunales, promovien­
do cooperativas y favoreciendo instrucción intensiva en la lengua espa­
ñola.
Las dos posiciones recibieron mucha atención porque eran el caba­
llo de batalla de los editores de los dos periódicos de mayor circula­
ción, El Imparcial y La Hora. Finalmente, la propuesta fue derrotada
con el argumento de que como la inmensa mayoría de la población era
maya en la Constitución no debería dársele especial atención, sino asig­
narle la responsabilidad de manejar cualquier duda particular al Mi­
nisterio de Educación 57.
Otro aspecto del indigenismo involucraba el valor del turismo y del
folklore. Fue en esta época que el hotel turístico más importante fue
establecido para centrarse en los mayas como atracción turística, el
Mayan Inn en Chichicastenango. Para promover el turismo fue planea­
da la feria nacional en Ciudad de Guatemala con escenas vivientes de
distintas aldeas, los mayas con el traje típico completo, requerido para
lucir ante los turistas extranjeros. Sin duda resultó bien hecho, los jefes
políticos departamentales fueron instruidos para seleccionar cuidado­
samente cuáles mayas participarían y qué artefactos mostrarían 58. El
papel apropiado del maya ahora se expandía de ser agricultor y solda­
do para también ser objeto de interés turístico.
El indigenismo también racionalizó la práctica establecida de utilizar
principalmente a los indígenas conscriptos para el ejército. El periódico
de Ubico, El Liberal Progresista, argumentaba que el maya se haría más
civilizado a través del servicio militar. Llegaría con sombrero de paja,
caites y traje; se iría con un sombrero de fieltro, un vestido entero de
lana y zapatos nuevos, habiendo aprendido sobre higiene y a ser letrado,
... en otras palabras, «eran incorporados dentro de la civilización... » 59.

La era revolucionaria (1944-1954)


Aunque pocos mayas pensaran así en ese momento, la renuncia de
Ubico seguida por la Revolución de Octubre de 1944 introdujo una era
completamente nueva. Al principio, el papel de la población maya pa­
recía contradictorio. Por un lado, eran infelices con la vialidad que los
obligaba a trabajar en las fincas, y cada vez eran más conscientes de
que no se les proveía con las escuelas y los servicios que estaban dis­
ponibles para los ladinos. Por otro lado, su experiencia había sido que
el Estado, en especial el presidente, estaba en la posición de hacer
favores y de hecho éste era el único lugar del que podían esperar favo­
res. Sin embargo, las cosas no funcionaron fácilmente.
184 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

'1 JUAN JOSÉ ARl:.\'ALO. PRí.SIDI ;-. Tf OL GL'HBIAU (IQ��-IQ�

En julio de 1944 Ubico renunció y poco tiempo despu�s un gobierno


interino fue establecido por el general Federico Poncl." Vaidt's, uno dt.'
los generales de Ubico. Algo dl." la calidad de Poncl." es sugc?rida cuando
leemos que como jefe político dL· Ubico 1.•n d PL'tc.�n. L'n 1939, fue tan
brutal al forzar el trabajo de los l'Xtractores de chiclt'. que Ubico lo
removió del puesto t>0. Sin embargo, el mo\'imknto rl."\'olucionario es­
taba en manos de los más jó\'enes y dl." los <lL·mócrat:1s y libaales de
clase media, cansados de las tiranías y <le.· las peculiaridades dd man­
dato dt' Ubrco en pm·ticular. Buscaban �· encontraron un candidato
adecuado en Juan Jos� Arl'valo.
Ponce, sin embargo, qul."ría rt'lener la prl."sidencia y decidio transnr
con el favoritismo condesCL'ndicnte de Ubico; t•1wió recados a los mayas
por medio dt' los organizadores dl'I Partido Liberal Progr1.·sista d1.· que,
si era elt'gido, las fincas cafetaleras al1.·m�11rns intt·n·L·nidas durantt" la
Segunda Guerra Mundial sc.·rian di\'i<lid�,s entr1.· dios. Organitó una
manifestación t'n La Aurora. t.'11 el limite surt'Stt' dt• Ciudad de Gua­
tt'mala en st'ptiembrc, e hizo dc?sfilar a lo� indígenas como una ame­
naza a los ladinos urbanos qut' Sl' lt' oponían. No qut·da claro cuán lt'jos
geográficanlt'nlt' akanzaron sus pronwsas, ni cuántos m�1�·as rc:�,lmentt'
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 185

le creyeron. Lo que sí es evidente es que a lo largo de una parte del


altiplano occidental, especialmente en Chimaltenango, El Quiché y Que­
zaltenango, los ladinos se pusieron cada vez más nerviosos en relación
con los rumores sobre una revuelta que los mayas planeaban. Si algu­
nos se daban cuenta de que las promesas de Ponce se asemejaban a
aquellas de los seguidores de Araujo en la campaña salvadoreña de
1931 se desconoce, pero dadas las crecientes frustraciones de los mayas
por un lado, y las aspiraciones de los ladinos de un nuevo gobierno,
había razones de sobra para que crecieran las tensiones.
Dos días después de la elección de octubre, la explosión crítica ocu­
rrió en la aldea de Patzicía, donde ladinos nerviosos balearon a dos
mayas. Los indígenas enardecidos perdieron el control y masacraron a
catorce ladinos con machetes, hachas y palos. Los ladinos, creyendo
virtualmente que estaban siendo testigos de la revuelta indígena que
habían temido por tanto tiempo, apelaron inmediatamente a la ayuda
de los ladinos de aldeas cercanas. Siguió una matanza que duró tres
días y noches, durante la cual todos los mayas adultos que se encon­
traron fueron muertos sumariamente. Fue, en miniatura, una réplica
de la Matanza salvadoreña. Cifras del número de los mayas muertos
oscilan entre los ciento cincuenta y los novecientos 61; El Imparcial sólo
informó que había, «un incontable número de cadáveres indios» 62.
En los días siguientes llegaron informes de insurrecciones o amena­
zas de insurrección en San Juan Ostuncalco, Chichicastenango, Quezal­
tenango, Olopa, Camotán, San Juan Sacatepéquez, Villa Canales y Ra­
binal. La mayoría nunca se materializó, pero una sí se llevó a cabo en
San Andrés Iztapa, dejando como saldo un muerto 63•
Con todo, el juicio de Ubico en lo concerniente al giro conservador
en los procesos políticos y en las lealtades indígenas era, en alguna
medida, producto de los eventos en 1944. No es fácil descubrir, sin
embargo, qué podía haber estado pensando el resto de los mayas. Para
la población ladina, todo el asunto de la matanza se archivó, de ahí en
adelante se hizo muy poca mención de esto.
El nuevo gobierno comenzó a trabajar como si no hubiera habido
matanza alguna, y de vez en cuando se tomaban en cuenta asuntos que
concernían directamente a los mayas. Mientras que a los mayas no se
les daba ninguna categoría constitucional especial, la nueva Constitu­
ción sí estipulaba permitir a las culturas indígenas existentes ciertos
derechos, además de que seguiría «una política integral para el avance
económico, social y cultural de los grupos indígenas» 64.
Uno de los primeros hechos que sí pusieron especial atención en la
población maya fue revertir la política de Ubico y unirse a la Conven­
ción Internacional en apoyo al Instituto Indigenista Interamericano,
fundando en 1945 el Instituto Indigenista Nacional (IIN), en Ciudad de
Guatemala, bajo la dirección de Antonio Goubaud Carrera, en ese mo-
186 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

MARTINU SALIO Dfl PAl, tST


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Ef Gobierno 0e1 Generar· . . hicii
. . - --- .-11111.11 El
H
ll 11 s
. .A .gJ .D II
8. P� WI.VERA 1111$

3.2 PE.RIÓ(ll(O SAL\'ADORE1'0 ANUNCIAI\DO LA CAIDA DE MAXI\IILI"'º ltER'·"Dfl \HRT1'E..Z ti�

mento el único antropólogo con cxpL·riencia L'n Gunll.>mnb. Goubaud


Carrera habín trabnjndo durante años con antropólogos nortcaml'fica·
nos, y aunque se alejaba de alguna manera de las posiciones indigc:.>nis­
tas más extremas, aún reprcsL·ntaba claramcntl.' una orientación
bastante conservadora quL' buscaba un cambio progresivo (en wz de
«revolucionario») para las comunidacks ma�·as.
En los años que inmediatamenh.' siguiL•ron, c.:I IIN inició estudios de
las comuni<Jades mayas. si estaban alfab\.·tizndos o no, idiomas. vi,ien­
dn, nutrición, turismo, agricultura, C\.'nsos, 1..•ducadón, y otros. Su cnrta
constitutivn estaba l'Scrita de tal manl'1�1 que pt.·rmitía un grado b�1s­
tantc extensivo dl.' ingeniería suci:.•I: « Para poder modificar. dirigir y
controlar los hábitos adquiridos L'n L'I transcurso dl' unn \'ida, a fin tk•
ajustarlos a nonnas consideradas uniVL·rsalmL·ntc como m�s descablt>s:
mayor rendimiento económico, mayor prot1..•cción contra los ckmentos.
un grado mayor dt' salud y ml'jor rdació11 di..' i<.kntificación SO('ial. ten­
dremos que saber cuáles son estos hábitos y costumbrl's» 0 5.
En un contexto mayor, bs rdormas mñs importanll's rúpid:.mt'lltt'
introducidas por d gobiL·rno dispL·nsarian la mano dc:.> obra de la Via­
lidad, y aunqut' la Ley dL' Vagancia �· la Librt•ta dc:.> Jornak·s continua-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 187

ron por un tiempo, fueron ignoradas eficientemente hasta que el nuevo


Código de Trabajo fue emitido en 1947 66• Por primera vez en casi tres
cuartos de siglo, los mayas de Guatemala eran libres para cuidar de
sus propios intereses económicos. La principal excepción fue el conti­
nuo y discriminatorio alistamiento de los jóvenes mayas en el ejército,
práctica que continúa aún hoy día, casi medio siglo después.
Handy ha señalado que las reformas más importantes tomadas du­
rante el gobierno de Arévalo no tendieron, de hecho, a centralizar más
el poder del Estado 67. Removiendo lo que quedaba de la mano de obra
forzada, instituyendo elecciones democráticas a nivel municipal, apo­
yando el sistema de competencia de partidos políticos -todo esto ten­
día a distribuir el poder más ampliamente-. Es más, la mayoría de
las reformas revolucionarias del gobierno que afectaba a los mayas no
estaba dirigida particularmente al sector étnico, sino más bien a los
campesinos en general. Los mayas, corno todo ciudadano, fueron alen­
tados a participar en el gobierno local, en los sindicatos, en las orga­
nizaciones campesinas y otras organizaciones de masas. El gobierno sí
inició esfuerzos por dar una educación bilingüe -proceso que no se
llevó a cabo de manera eficiente por muchos años- y por expandir la
educación rural en general.
No hay duda, sin embargo, que uno de los pasos más importantes
de la era revolucionaria -y de seguro el más controversia}- y que
afectaría a todos los campesinos fue el Decreto n.º 900, la Ley de Re­
forma Agraria que emitió el presidente Arbenz en junio de 1952 68.
Durante los dos intensos años que siguieron al paso de este decreto
-que terminó con la caída de Arbenz en junio de 1954- más de 745.000
manzanas fueron expropiadas de alrededor de ochocientas fincas pri­
vadas, veinte fincas nacionales (principalmente fincas alemanas inter­
venidas durante la Segunda Guerra Mundial) y 90.000 lotes de tierra
fueron distribuidos a los beneficiarios, cerca de 100.000 familias. Como
señala Handy, esto significa que tal vez 500.000 personas se beneficia­
ron de un total de la población de 3.000.000 de habitantes.
Los mecanismos propuestos para llevar a cabo esta inmensa trans­
ferencia de tierra se llevaron a cabo a través de los Comités Agrarios,
que se establecían localmente en cada municipio y aldea donde había
tierra que cumplía con las definiciones de la Reforma Agraria. Los
miembros de la Liga Nacional Campesina aumentaron como los de los
sindicatos rurales. Los partidos políticos, que se centraron en captar
las oficinas municipales locales ahora se involucraron profundamente
en promover y en ganar concursos en la transferencia de tierra. Los
problemas que emergían en esta extraordinaria época mostraban las
antiquísimas disputas territoriales y los abusos que todavía tenían que
ser corregidos. Los reclamos involucraron no solamente a aquellos cam­
pesinos sin tierra en las propiedades de los terratenientes, sino también
188 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

JJ JACOBO ARBENZ GllZMAN. PRESIDENTE DF. Gl1ATF..'llH.-\ (1�51 aq�,

a individuos contra comunidades y municipios. a comunidades que re­


clamaban tierras ilegalmente usurpadas siglos atrás y muchos otros.
Uno de los aspectos más contenciosos de la ley era qw: todas las
tierras municipales se hacían accesibles a las comunidades. Clásica­
mente, al menos desde la Reforma de 1871. los municipios cstu\'ieron
controlados por ladinos, y declarar a las tierras comunalt�s indígenas
como pertenecientes al municipio era la manera clásica de desemba­
razarse del control indigt'na. El Decreto 900 especificaba qut• donde
hubiera uná aisputa por tierras entrL· un municipio y una comunidad.
esta última automáticamente ganaría.
Aunque la revolución -y específicamente la Reforma Agr�u-ia- pro­
vocó la ira de Estados Unidos hacia el gobierno de Arbenz. puso en
movimiento cambios que cuntinu�1ron siendo centrales en la \'ida dt'
Guatemala. Uno de éstos fue h1 institución dt' pa.-tidos políticos com­
petitivos. Los sistemas electorales anteriores, dondt' los ladinos locales
que ostentaban el poder permanecían dominantt's t•xplotando a las po­
blaciones locales inddinidamente, habían sido rotos por Ubico con los
intendentes. Estos últimos, sin embargo, no representaban del to<lo los
intereses locales y eran casi sit•mpn:· ladinos, a veces oficiales militares.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 189

También, las comunidades mayas clásicamente habían permanecido


bajo el control de principales, u ocasionalmente bajo caciques autoes­
tilados. Las verdaderas elecciones pusieron en escena a los líderes jó­
venes, y los antiguos detentadores del poder local tuvieron que hacer
grandes ajustes si querían sobrevivir de alguna manera. El estudio de
Silvert de 1952 encontró que de cuarenta y cinco comunidades estu­
diadas por el Instituto Indigenista Nacional, para 1948 veintisiete ha­
bían elegido alcaldes mayas 69. Sin embargo, el asunto siempre fue
debatido. En Ouezaltenango, una ciudad importante donde existe ma­
yoritariamente una población maya, los ladinos aún controlaron los
puestos municipales hasta finales de 1965 70.
La revolución en Guatemala fue abortada en 1954 por los esfuerzos
combinados de los intereses terratenientes y burgueses guatemaltecos
con el apoyo material de Estados Unidos. El título de Piero Gleijeses
sobre su defunción -« Esperanza Rota»- refleja bien el punto de vista
de cientos de miles de personas que se habían beneficiado de la misma
en ese momento. El uso racional como para permitir la Matanza hacía
dos décadas en El Salvador, la amenaza del comunismo, fueron las
mismas excusas utilizadas para destruir a la revolución guatemalteca.
Los mayas no eran los favorecidos especiales de la revolución, las re­
formas beneficiaron sobre todo a los campesinos y por consiguiente a
la mayoría de los mayas involucrados en aquella manera de vida. La
derrota de la revolución sugería que el largo retorno de los mayas des­
de la Conquista no iba a ser fácil.

Haciéndolo solos (1954-1970)


El período entre el fin de la revolución y el comienzo de los masivos
ataques del Estado a las comunidades mayas en el altiplano occidental,
en 1979, es uno de los más importantes en el crecimiento de la comu­
nidad maya. Para los mayas, el Estado de Ubico y la Revolución tenían
una característica en común muy importante: en ambos, el Estado de­
finía las reglas del juego y los mayas hacían lo que se les ordenaba.
Bajo los regímenes de la Reforma Liberal los cambios se encontraban
en los detalles, pero se puede discutir si algunos de estos detalles de
Ubico tuvieron alguna consecuencia. La revolución, sin embargo, había
introducido toda una serie de nuevas posibilidades que, hasta cuando
se perdieron con la «Liberación» de 1954, habían abierto los ojos y las
mentes del grueso de la población.
Mientras que el gobierno revolucionario abrió vastas oportunidades
sentaba en gran medida la dirección de cómo debían hacerse las cosas.
La operación de Reforma Agraria fue diseñada por el Estado; mientras
que los agraristas locales estaban dispuestos a tomar la iniciativa al
formar los Comités Agrarios, el patrón de cómo y qué hacer era prepa-
190 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

3.4 GRABADO ALEGÓRICO or R ROL0�1'. F (IQ�Zl.

rado por el Estado. La diferencia, ahora. era que el régimen n..·volucio­


nario prometía beneficios mucho mayores. Si Ubico mantu,·o la puerta
abierta un poco, la revolución la abrió de par en par e incitó a la gente
a cruzarla.
Si lus reformistas liberales nada les habían ofrecido a los mayas
sino que les exigió mucho y In rc\'olución les ofreció más de lo que
podía sostener, el gobicrno posn�\'olucionario ni of reció ni ch.·mandó. El
nuevo presidente, Carlos Castillo Armas. 1·(·,·irtió muchas dt' b� mas
importante� nJonnas de los regímenes prc\'ios. Sin embargo. una \'t.'Z
que éstas ::;e alcanzaron, los mayas no fueron se,·c:.·ramcntc presionados
para que se conformaran con las nuc\'�1s demandas, ele.- una u otra ma­
nera. El desarrollo comunal, la educación b{\sica. la salud. b nutricion.
el saneamiento y muchos otro� progrnmas de bicm•star y desarrollo
fueron y vinieron.
Éste fue el ritmo de las cusas a lo largo dd rt·sto dc los años cin­
cuenta. Aunque, inicialmentc. se t•char�\n nti-ás por los re,·t•ses dt' la
revolución, los mayas aprcntlil"ron cada \º t'L más como mant•jarse los
limitados recursos de la democracia qul' d Estado poma a su disposi­
ción: pi:u-tidus políticos, elt·cciones, propaganda. d trato con b buro-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 191

cracia, etc. Fue necesario aprender hasta cómo sobornar y ser corrup­
tos, ya que estas prácticas fueron severamente limitadas bajo Ubico.
Para los mayas dos desarrollos en el Estado tuvieron consecuencias
durante este período. Uno de ellos fue la derogación por parte de Cas­
tillo Armas de la prohibición liberal, largamente mantenida, sobre la
cantidad del clero permitido en el país. En pocos años cientos de nue­
vos curas extranjeros llenaron las parroquias que no habían tenido
clero residente desde la Reforma 71• Debido a que estos curas eran casi
todos extranjeros, necesariamente resultaron novedosos.
El otro fue que la revolución se había derrumbado a pesar de los
militares y a causa de los mismos. El Ejército guatemalteco se sintió
profundamente deshonrado de estar subordinado a las fuerzas de «li­
beración» .de Castillo Armas, e intentó corregir la situación. El pensa­
miento militar que prevalecía fue el de autodesarrollarse y así ser ca­
paces de llegar a manejar al gobierno si fuera necesario.
Tras el asesinato de Castillo Armas se realizaron elecciones, que
ganó el general Ydígoras Fuentes, otro de los antiguos generales de
Ubico con una reputación parecida a la de Ponce Vaides; su historial
como jefe político de Ubico estaba relacionado con una matanza de
mayas en Tacaná en 1937, que nunca fue oficialmente investigada 72.
Igual que gobiernos anteriores, los proyectos de bienestar social y co­
munitario se iniciaron, pero una vez más con nula atención especial
para los mayas. El gobierno de Ydígoras Fuentes puede ser recordado
más por la escalada de corrupción que porque su inefectividad incitara
tanto la revuelta como un golpe militar que inició un largo período de
regímenes militares.
En 1959 otro evento externo tuvo un fuerte impacto, no sólo en
Guatemala sino en toda Centroamérica: Fidel Castro desplazó a un
clásico dictador latinoamericano y poco después instaló un régimen
abiertamente comunista en Cuba. El fantasma del comunismo que ini­
ció la Matanza y que abortó la revolución guatemalteca ahora se le­
vantaba a sólo unas pocas millas en el Caribe. El efecto fue electrizante.
Los nacientes revolucionarios en toda América Latina vieron que
una «revolución» podía funcionar. Mientras que en algunos países los
idealistas marxistas respondieron al llamado, en Guatemala, la reac­
ción provino de un pequeño grupo de oficiales de la Fuerza Aérea que
se rebelaron, fracasaron y se fueron a la montaña para comenzar lo
que iba a ser una insurrección ladina. Los mayas de Guatemala no
estaban listos para la revolución y el éxito cubano tuvo poco interés
directo e inmediato para ellos. La derecha guatemalteca estaba lista
para hacer frente al comunismo en cualquier oposición que afectara al
Estado y sus propios intereses. Ahora, junto a los militares, vieron al
anticuado y corrupto régimen de Ydígoras como vulnerable a la sub­
versión, y decidieron que había llegado la hora de que los militares
192 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

volvieran a ganar su honor. Un go1pe de Estado desplazó a Ydígoras e


instaló al general Peralta Azurdia en el poder para que diera segui­
miento al asunto de los «bandidos» (nombre que le daban a las nuevas
fuerzas guerrilleras).
Para Estados Unidos la Revolución Cubana representaba un peligro
de amplias proporciones para el hemisferio entero e inició las acciones
políticas en tres direcciones importantes. Primero. ayuda militar y en
especial contrainsurgente fue enviada al ejército guatemalteco. Segun­
do, reconocieron que la vulnerabilidad de Guatemala al comunismo
estaba en la pobreza de su gente y se propusieron manejar esto a través
de un nuevo programa, la Alianza para el Progreso. Un aspecto de la
Alianza era alentar a un mayor grado las in\'ersiones privadas de Es­
tados Unidos. Tercero, los proyectos bajo los programas de ayuda ex­
terior, que hasta entonces habían sido diseñados en términos de nece­
sidades sociales y económicas, ahora se convirtieron en una función de
la seguridad nacional de Estados Unidos.
Uno de los nuevos programas que tu\'o un impacto directo sobre los
mayas fue una serie de proyectos apoyados por Estados Unidos de •ca­
pacitación de liderazgo» para organizadores potenciales campesinos,
sindicales y comunales y con suerte líderes políticos. La meta era ca­
pacitar a líderes para que no se convertieran en comunistas. Los capa­
citados incluían a mayas de la nue,·a generación cuya torna de concien­
cia sobre el fracaso de la re\'olución de 1944 despertó tanto un deseo
por obtener una voz como inco1·porar beneficios «modernos• para su
propia gente.
Para la extrema derecha, la aparición de cualquier tipo de organi­
zación laboral, de los pobres, de campesinos, de los mayas. de cual­
quier clase de personas cuya solidaridad de intcr�s podría no confor­
marse con la suya, era considerada una amenaza comunista. Esto in­
cluía a los «líderes», asi qul· los hombn·s y mujt'res qui.' pasaron por
esta capacitación comenzaron a ser asesinados, iniciando, por lo tanto.
lo que iba a convertirse en un futuro cada vez más sangriento y trágico
para los líderes potenciales rurales y campL·sino�. DL' hl·chu, �iguiL·ndo
los éxitos tte·la liga de sindicatos y dl· campt'sinos de la L'ra de Arbcnz.
el término « líder» se había conn·rtido en sinónimo de «comuni�ta• o
agitador, en los sectores reaccionarios.
La ideología dd anticomunismo quL' pl·ndio t'll los años dl· Ubico
ahon:1 pre\'alecía en los sectores l.'Statales de Guatemala. y continuana
por más dt'cadas. Se utili1.aha parn comknar la mayona dt• los t•sfut'r­
zos que tenía odgeues rt•gionales u loc:\lt·s, ·" que part•da prometer
alguna ayuda anual a la gente rural y campesina. Las coopt•rati\'as, los
sindicatos, las ligas campt'sinas, las cu1ntmid�Hks rdigiusas -todas
eran rechazadas por sub\'L'rsi\'as-. Aqut'llos qut' fueron meno� afecta­
dos fueron los de<licados a las industrias localt·s y al comercio, indu-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 193

yendo a la burguesía maya de Quezaltenango, Totonicapán y Chimalte­


nango.
La Alianza para el Progreso, sin embargo, tuvo algunos éxitos de­
seados y éstos tuvieron mayor proyección para los mayas 73. El énfasis
en el anticomunismo llevó a mayores inversiones extranjeras que a su
vez expandían la producción de exportaciones y el desarrollo de la
industria dentro del nuevo Mercado Común Centroamericano. «Estos
procesos contribuyeron a una mayor diversificación social y económica
en el campo guatemalteco, procesos con un impacto particular sobre
las comunidades indígenas. En las tierras altas, las industrias textiles
comenzaron a aparecer, encontrando mercados fuera del ambiente local
y regional, haciendo incursiones en la ciudad capital y hasta en el mer­
cado internacional. El crecimiento de la demanda de los productos arte­
sanales estimuló la producción en gran escala y la comercialización, en
una escala nacional e internacional» 74• En las comunidades mayas esto
produjo que emergiera un número cada vez mayor de inversionistas en
el transporte y en la comercialización de los bienes de mercado 75.
Finalmente, ya que gran parte de esta expansión se estaba llevando
a cabo dentro de la economía rural de minifundio, los pequeños fin­
queros se hicieron cada vez más dependientes de nuevas contribuciones
técnicas, particularmente fertilizantes, pesticidas y herbicidas quími­
cos, haciéndolos vulnerables a los precios en los mercados urbanos y
hasta en los mercados internacionales. Con este giro de la producción
de subsistencia en la agricultura de mercado un observador sugirió que
tanto la identidad económica como la simbólica del maíz comenzó a
debilitarse en las comunidades indígenas 76.
Esta expansión económica se realizó como parte de una serie de
eventos que se generaron dentro de la esfera de la Iglesia católica. En
el período colonial, a la Iglesia se le asignó la mayor parte del gobierno
de las comunidades mayas. Como una forma de crear y retener el con­
trol de las autoridades civiles independientes ésta creó una estructura
que era eficientemente responsable sólo ante la autoridad de la misma.
Cuando la Iglesia perdió gran parte de su clero debido a las reformas
liberales de 1871, también perdió la mayor parte de los controles que
había disfrutado en la época colonial.
Las comunidades, sin embargo, se encontraron con los elementos
de una base autónoma de gobierno. Sumado a esto, estas comunidades
siempre habían conservado los componentes primordiales de la reli­
gión y cosmología maya: muchos de estos elementos se volvieron ahora
todavía más relevantes. Cuando las formas republicanas de la estruc­
tura municipal fueron introducidas, las comunidades las incorporaron
de manera eficiente como parte de una sola jerarquía de oficinas reli­
gioso-políticas, estructuras conocidas como sistema de cargo. Esto se
hizo con la complacencia del sistema municipal del gobierno liberal 77.
194 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

En los años cuarenta, sintiendo que se producía una apertura al


cambio y buscando recuperar parte de la influencia perdida en las co­
munidades mayas, la Iglesia introdujo la Acción Católica como una
manera de atraer a los mayas más jóvenes, lejanos de la dominación
y dependencia del sistema autónomo de principales y cofradías, y con
el fin de volverlos a tener bajo el control del clero. A una gran parte
del clero extranjero que entró al levantar Castillo Armas la prohibición
se le asignó trabajo en Acción Católica. De hecho, este proceso había
comenzado a finales de 1949 con el arribo del clero Maryknoll. recién
extraditado de China 78.
Si se considera las estructuras religiosas conservadoras, entre ellas
la cofradía o a la dictadura de Ubico, como inhibidoras de la moder­
nización, entonces la apertura revolucionaria del gobierno civil a los
partidos políticos fue paralela en cierta manera a aquella de la Iglesia
para desarticular el sistema de cofradías. El conflicto abierto emergió
gradualmente entre los revisionistas de Acción Católica y los irrcmovi­
bles líderes de la cofradía y los principales 79• Durante los primeros
años los esfuerzos del clero tuvieron que ver con la teología y el ritual.
Las enseñanzas del catecismo eran una característica central de este
nuevo esfuerzo, pero también lo era la destrucción de In parafernalia
que los sacerdotes identificaban con d sistema tradicional de la cofra­
día. Destruyeron las cruces gigantescas que estaban de pie frente a las
iglesias, quemaron las patenas y de hecho trataron de deshacerse de lo
viejo por medio de la destrucción.
Puesto que sus nombrnmientos se l'Xtendían dur·antt' ai'to�. muchos
de estos sacerdott's se inten.·sarnn por In Teolog1a de la Liberación y
comenzaron n participar l'n los movimientos sociales. �- gradualmente
fueron vistos como una amenaza por los l'll'll1l'l1tos n.·accionario� del
Estado.
El efecto liberador de Acción Católica al rompt.•r In participacion
individual con el sistL'ma dt.' eofradíns nyu<ló a rnuchm, mayas a dt's.1-
rrollnsse como negociantes y a apnH·echarse dd dl'sarrollo L'Conomico
que se hacía accesible a principios de los años Sl'Sl'nta 80. Uno de los
componentc-s- má� dect Í\'OS de l'Sta l'Xpnn�iún fut' la lTl'ación dt' coo­
perati\'as. Mientrns, lns cooperati\'as habian form,\do parll' dl'I progra­
ma n'volucíonario de los cinCUl'nta, ahora comen,aban a t'xpandir�l'
Vt'rdadaamente. La Federación Nacional de Cuopl·rnti\·as de Ahorro y
Crédito (FENACOAC) fue fundada en 1965, y rL'Conocio a Cl'I"C'a dl' ochen­
ta cooperativas con más de: 27 .000 mil·mbros qul' apan·ciaon t:n los
sigui,mtes siete afio::,, 60% Je estos SL' ubkaban L'll sit>tL' departanwntos.
poblados en gran partt· por mayas, particularmcnfl• en llut:huett.·n�rngo
y Quezaltcnango 81• En los selL'nta, muchos ck dios fut'ron cooptados
por el Estado para su programa dl· mayor tl'L'nificadon lk la ngricul­
tura y pt'rdit'rnn así su carflcter dt' des.,rrollo 81.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 195

Sin embargo, las cooperativas apoyadas por la Iglesia tuvieron pro­


blemas con el Estado. Esto se debió en parte al éxito de la expansión
de los esfuerzos mayas en pro de la organización. El solo hecho de que
emergieran estas nuevas organizaciones en el campo era visto como
una amenaza política, porque no estaban afirmadas dentro del control
estatal. Es más, su asociación con Acción Católica fue problemática
porque esta última era vista como una posible amenaza subversiva. El
que muchas de las cooperativas se desarrollaran en relación cercana al
Partido Demócrata Cristiano también implicaba un giro político cues­
tionable. Sin embargo, había un problema adicional en el éxito de las
cooperativas en vender fertilizantes y otros productos a sus miembros
a precios bajos pues los colocaba en competencia directa con la comu­
nidad comercial ladina local. Las quejas de los funcionarios políticos
llevaron al gobierno a poner obstáculos en el camino de un futuro pro­
greso cooperativo 83.
Los años sesenta vieron dos tendencias importantes que cambiaron
profundamente la trayectoria futura de las comunidades mayas. Mien­
tras que la revolución había escindido la organización política comunal
de la jerarquía religiosa, el conflicto entre Acción Católica, líderes tra­
dicionales de cofradía y costumbristas dividieron profundamente a los
católicos. Al mismo tiempo, los misioneros protestantes ganaban terre­
no, y en algunas comunidades, fragmentos del desgarrado monopolio
de la cofradía fueron a dar a los protestantes. Brintnell describe cómo
algunos católicos de la cofradía, cuando encontraron que su posición
se hacía insostenible, prefirieron convertirse a la Iglesia protestante
que aliarse a la odiada Acción Católica 84. En décadas anteriores los
católicos tendían a ver las sectas protestantes como anomalías margi­
nales de mal gusto. Como Falla 85 describe con detalle, la brecha cau­
sada por Acción Católica introdujo un cambio importante en la opinión
mundial; por ejemplo, que podía haber pluralismo religioso dentro de
la comunidad, que uno podía convertirse rápidamente y que cada quien
aún podía retener su reclamo a la identidad maya.
El otro cambio fue, que por primera vez en gran escala, muchas
comunidades experimentaron un importante incremento en la produc­
ción agrícola. Esto fue facilitado por los fertilizantes, por un lado, y
por las nuevas oportunidades ofrecidas por el Mercado Común Centro­
americano en expansión. El incremento tenía muchas ramificaciones.
El ingreso en dinero liberó a muchos de la necesidad del trabajo esta­
cional, al igual que permitió la compra de radios de transistores, lo
mismo que de bicicletas, tractores, camiones de carga, etc. Aquí nue­
vamente la opinión mundial se abrió, estas adquisiciones del mundo
ladino no destruyeron la identidad maya.
La incrementada libertad de acción en esta época también se refleja
en la aparición de lo que fue, quizás, la primera organización maya
196 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

que no se basaba en una membrecía específica local, como lo eran las


cooperativas de los grupos de iglesias. A principios de los sesenta, Adrián
Chávez fundó la Academia de la Lengua Quiché en Quezaltenango. Se
convirtió en una figura internacional en estudios quichés, tradujo el
Popol Vuh, y en los setenta se le hizo un homenaje público, por ser una
persona que mostró no sólo que la celebración de la cultura maya po­
día ser incluida a nivel nacional, sino que también los mayas podían
incursionar en el área intelectual, podían estudiar y aun retener su
identidad maya 86.
Aunque los años sesenta vivieron una expansión de la producción
maya para el mercado, la situación básica de la tierra de hecho em­
peoró. La historia reciente de la distribución de la tierra entre las et­
nias está marcada por tres rasgos importantes. Primero. la tenencia per
cápita de los mayas es menor que las de los ladinos, pero ambas con­
tinúan disminuyendo.
El Cuadro 3.2 muestra que el terreno arable promedio pcr cápita
en los departamentos mayas es menor que la mitad de aquel de los
departamentos ladinos (menos el Petén). Aunque ambos disminuven,
entre 1950 y 1980, la cantidad absoluta que queda en los departa�en­
tos mayas cayó a un tercio de hectáreas en 1980. Segundo. el porcen­
taje de terreno en los minifundios en los departamentos mayas es tres
veces aquel de los departamentos ladinos. Esto se muestra tanto por
los porcentajes relativos en d minifundio, dados para 1964 en el Cua­
dro 3.2, como por el hecho de que los minifundios están aumentando
más rápidamente en los departamentos mayas que en ningún otro lu­
gar, como se muestra claramente en el Cuadro 3.3.
Una segunda diferencia entre las etnicidades es que la tien.i ha sido
más equitativamente asignada en las áreas mayas que en las úreas
predominantemente ladinas. El Cuadro 3.4 muestra un índice gini sig­
nificativamente más alto en las áreas ladinas. con los departamentos
mixtos en el medio.
Tercero, los índict's gini (Cuadro 3.4) muest1·�m que. mientras la
concentración de tierras ha aumentado en todo d país, dt.>sdc: 1964
hasta 1979 él' incremento fue más intenso en los departamL·ntos mayas.
La cantidad de tierras disponible para esta población rural está dismi­
nuyendo. Además, lo que parece SL'r una distribuciun más t.'quirati\'a se
debe en buena parte al proceso continuo de minifundo.
El creciente ..:-xito de algunos negociantes y campesinos mayas. L'll·
tonccs, se llevó a cabo en un momento de continua concentración de
tierras y de minifundio. La población man, se estaba im·olucrnndo en
un proceso capitalista qlle era fo\'orable par., algunos, pL·ro que al mis­
mo tiempo necesariamentt.• tt.•ndía a marginalizar a otros. La cantidad
de tierra legalmente disponibh:· era bastante estable o disminum mien­
tras que la población aunwntaba.
197

Cuadro 3.2

!i�rra �.-able en hectáreas per cápita, y porcentaje de las fincas en el


m1mfund10 (1963) por el departamento de grupos étnicos (1950 a 1980) 87

Porcentaje
de tierras para fincas
Tierra arable per cápita 88 en minifundio (%)

1950 1980 1964

Promedio departamento maya .................................. 0,57 0,30 37,39

Promedio departamento mixto .................................. 0,84 0,43 21,68

Promedio departamento ladino ................................. 20,78 2,88 15,31

Promedio menos el Petén departamento ladino ...... 1,74 0,63 12,51

Total Nacional .......................................................... 1,17 0,79 20,38

Cuadro 3.3

Cambios en los terrenos de minifundio por grupos étnicos departamentales


(1950-1964) 89

Incremento
1950 1964
porcentual

Promedio de 7 departamentos mayas....................... 170.568 215.994 26,6

Promedio de 16 departamentos mixtos y ladinos... 178.029 201.347 12.7

Aunque había existido durante largo tiempo una burguesía maya


(especialmente en la región «núcleo» de Carol Smith del altiplano, por
ejemplo, Totonicapán y Quezahenango), los años sesenta vieron una
expansión importante de este grupo. Tendieron, especialmente entre
los recién llegados, a estar asociados con Acción Católica o con el pro­
testantismo, y como tal, ampliaron la brecha con el grupo tradicional
de la cofradía. Sin embargo, también se inclinaron a ser políticamente
conservadores, una continuidad con la era maya de Ubico.
198

Cuadro 3.4

Índices gini 90
de concentraciones de tierra, por el departamento de
etnicidad (1964-1979) 91

1964 1979 Cambio

Promedio departamento maya .................................. 71.41 73,02 1 ,61

Promedio departamento mixto.................................. 81,34 82.31 0,97

Promedio departamento ladino................................. 84,62 84,51 -0,11

Promedio departamento ladino menos el Petén...... 83.95 84,63 0.68


Total Nacional.......................................................... 82,42 85.05 2,63

Un camino de colisión (1970-1979)


Aunque los sesenta \'ieron a los mayas experimentando con nuc\·as
formas de religión, organización y producción, un tanto libres de b
interferencia directa del Estado. este ultimo no se estuvo inacti\'o. El
desarrnllo económico no sólo fortaleció a la burguesía maya !>ino tam­
bién al sector exportador nacional. Tal vez, sin embargo, lo mas im­
portante entre los cambios sociales del período fui.: que d golpe militar,
que había dado apertura a los alios se!>enta, no fue sobnu.·ntt' una in­
cursión en el gobierno ch·il. sino que.:' inició una nuc:\'a era de: n:gcncia
militar. Todos los gobierno!> que siguieron, ya estu\'it.•ran guiados por
oficiales cidles o militares, tu\'icron qué an·nirse a los tfrmino!> im­
puestos por los militares.
A fines e.le los sesenta los militart'!>, ahora fortak·cidos con la a� uda
extranjera \ft' contrainsu1-gencia, apla!>tnron la rt•bt•lion ladina en el
oriL'nte. El gt•ncral Carlos Arana Osorio, d \'ictorioso de la campa1b.
fácilmente ganó la presidencia en 1970 ,. reafirmó el pufm militar -;ubrt'
d aparato t'Statal.
Otro paso tomado por el Estado en 1970 ful' instituir el Plan l\a­
cional e.le Desarrollo, bajo d cual d Estado t'Xtt'ndio su control sobre
los mecanismos de crédito. Por mt•dio de t•srn cstratagt·ma d Estado
usurpó la habilidad <le la 1.'oope,·ativa para t'Xte11e.ler lTt•<lito ,. por lo
tanto sujetó a las antt·s organizaciones indepe11ttic1Ht•s bajo el control
gubernamental. Esto eSt'IH.:ialmL·ntc puma fin al desarrollo crt·ati\'o que
caracterizó a este st·ctor t•n los sest.•nta.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 199

Los restos del liderazgo de la guerrilla se retiraron a la frontera


noroeste de México donde reconsideraron su estrategia. Una conclusión
fue que habían evaluado mal el papel potencial de los mayas en la
rebelión. Ahora, decidieron que el éxito sólo podía ser obtenido invo­
lucrando al grueso de la población maya, que era, después de todo, el
mayor sector marginal de la nación. Desde aquí, comenzó un proceso
gradual de contacto y proselitismo. Ya para 1972 las fuerzas guerrille­
ras estaban operando en el interior de Guatemala, principalmente en
el norte de El Quiché 92.
Hasta que se despacharon tropas en marzo de 1976 hacia Nebaj, tal
vez quizá la intervención más reveladora del gobierno se llevó a cabo
en las elecciones de 1974. De todos los puntos de vista menos del ofi­
cial, el candidato demócrata cristiano, general Efraín Ríos Montt, fa­
vorito de gran parte de la comunidad maya, ganó la elección. Por me­
dio de un evidente. fraude la presidencia fue otorgada al candidato de
los militares, general Kjell Laugerud. Algunos creen que fue este frau­
de, principalmente, lo que convenció a los líderes mayas de que ahora
no se podían esperar acciones honradas del Estado; y con esto, comen­
zó a emerger un sector maya cada vez más radicalizado.
Probablemente nada de lo que el gobierno pudiera hacer, tuvo el
impacto del embargo de los combustibles del Próximo Oriente. Éste
incrementó astronómicamente el precio del fertilizante y lo colocó fue­
ra del alcance de la masa de campesinos minifundistas, quienes comen­
zaban a depender de ellos en la reciente expansión de su producción
agrícola. La guerra del fútbol entre Honduras y El Salvador también
contribuyó al debilitamiento del Mercado Común Centroamericano, re­
duciendo la demanda de los productos que fueron producidos especí­
ficamente para ese mercado en los sesenta. El minifundista maya no
podía producir cosechas para la venta ni tampoco encontrar un mer­
cado. Mucho de lo que se adelantó por medio de la acción independien­
te en los sesenta estaba siendo cancelado en los setenta.
Sin embargo, la capacidad y el empuje para la acción independiente
entre los mayas continuó. A principios de la década los grupos basados
en la religión católica iniciaron campañas de alfabetización. Organiza­
ciones tales como la Asociación Indígena Pro Maya-Quiché también se
formaron alrededor de la preocupación por la identidad maya y comen­
zaron a oponerse abiertamente a la continua y clásica discriminación
ladina y del Estado. En términos de desarrollo de largo plazo el co­
mienzo de los setenta vio también la aparición de una primera nueva
generación de mayas con preparación universitaria. Hasta este momen­
to la educación superior maya se había limitado a títulos para los maes­
tros de secundaria. Siempre hubo unos pocos que buscaron capacita­
ción profesional, pero usualmente se dedicaron a la práctica privada
en leyes o medicina, a menudo ladinizando y subestimando sus oríge-
200 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

nes mayas. El nuevo grupo, sin embargo, incluía a muchos que tenían
una verdadera preocupación por el desarrollo de los mayas y algunos
tenían aspiraciones aún más ambiciosas; por el uso de los lenguajes
mayas a nivel del Estado, por ejemplo, y hasta por la autonomía y un
Estado maya.
La burguesía maya, sobre todo en las aldeas más grandes y en las
capitales de los departamentos del oeste, había estado activa en las
políticas locales a nivel municipal y en las negociaciones con los go­
biernos departamentales. En la fraudulenta elección presidencial de
1974, unos cuantos se eligieron para el Congreso Nacional. Dos hom­
bres, uno de Tecpán y otro de Coma lapa, ganaron. Ésta fue, probable­
mente, la primera vez que candidatos mayas que se postulaban en una
plataforma pro-maya ganaban y llegaban al Congreso. Mientras que
ambos lo hicieron como candidatos de los partidos politicos, en 1976
uno de ellos, Tetzahuíc Tohon, hizo un intento para desarrollar un par­
tido maya independiente. El Frente de Integración Nacional apareció
pero no pudo ganar suficiente apoyo para poner en marcha su proyec­
to. Finalmente estableció una alianza con el general Romeo Lucas Gar­
cía en 1978, pero la calidad fraudulenta de esa elección lo desacreditó
completamente y gradualmenll.' se desaniculú. Estos esfuer1.os de los
mayas burgueses poco hicieron por mantener la solidaridad con los
mayas rurales y el I idl·rn1.go ma�·a emergente tomó una dirección dife­
rente. Desde comienzos de lus setenta la g:u1..•rrilla habia buscado apoyo
en la región norte de El Quiché, �- en 1973 los mayas en contacto se
comenzarnn a dividir respecto de su posición con la insurgencia. Algu­
nos los consideraban peligrosos y comunistas �· buscaron la asistl..'ncia
militar. Los militares evidentemcnte no rt•spondieron ..,cti,·amt'ntc a los
primt.>ros requerimientos. pero al arribar 1976. fucron 1..'n\'iadas tropa..;
a Ncbaj. Esto inició los �,sesinatos y los sc1..·ucstros que se COll\"ertinan
en una pníctica acostumbrad�• 1..'n posteriorcs �111os.
El taremoto qu1..• ocurrió en febrero <fr 1976 mató a más de 30.000
personas y dejó a un millon sin hogares. St• le llamo un terremoto «<le
clase» porqU(� daflú primon.lialmL'lltt' a los 111�1ya:- pubn·s. Sus l'lectus
Íul'ron Sl'Jltidus en las tiL'rras del altiplano occidental me<lio, siendo
particularnll..'nh.' ,·ulnL'rahlL's lus hogart'S nw� as de adobe ,· teja. Los
daf10s fueron considerables,· exll'llsi, º" en muchas comunicbdes. Cuan­
do comenzó a llegar la a�·tHb por el tt'tT1..·muto d gobierno no fm· C::lpaL
d1..• maucjar la log:h,tica y c�1da \t'/. mas organi1.aciont•s t'Xtranjc:1�,, �
privadas st• hicieron cargo dl.' la dirt·1..·lion loi:al _, regit>n�1l dd trabajo
de n:cunstrun:ion. Varios grupos <.k igk·sia l..'Stu\'il..•ron tan l..'Xtremad�1-
mente acti\'os como las guarillas. Dt· particular importancia fut' un
grupo de lakres 1..·ampe::.inos 111avas, mudws dt.• los cualt's tt'1uan e:\.pe­
riencia con Acción Catolica ,. cun la!> Cumunidadl.'s Cristianas, qui;- se
habían estado organi:tamlu dandt•stinanll..'ntt' dt.·sde 1973. Esto dio lu-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 201

gar a la creación del Comité de Unidad Campesina (CUC), ya que mu­


chos de sus miembros se volvieron abiertamente activos como resulta­
do del terremoto.
El CUC trató específicamente de articular las preocupaciones y la
solidaridad de los trabajadores y campesinos ladinos y mayas. Debido
a este interés de clase, algunos líderes mayas han afirmado que el CUC
no es realmente una organización maya. Sin embargo, sí sirvió durante
este período para movilizar a muchos mayas del altiplano occidental 93.
Movilizó a muchos el Primero de Mayo de 1977, celebración del Día de
los Trabajadores, y jugó un importante papel en lograr que los campe­
sinos se unieran a la gran marcha de los mineros de Ixtahuacán, en
noviembre de ese mismo año. Unas 150.000 personas de todas las clases
convergieron en Ciudad de Guatemala en la demostración más grande
habida desde la época de 1944-1954. Las habilidades organizativas de
los líderes ahora se hicieron visibles, particularmente porque una vez
más, el Primero de Mayo de 1978, lograron realizar una inmensa demos­
tración.
A finales de mayo tropas militares dispararon sobre una manifesta­
ción agraria de indígenas en Panzós, que buscaban el reconocimiento
de sus derechos a la tierra, matando a cerca de ciento cincuenta per­
sonas 94. En enero de 1980, una delegación de mayas que buscaba au­
diencia con el presidente fue rechazada, y se dirigió al Congreso, donde
nuevamente sería rechazada, decidió ocupar la Embajada de España
para obtener mayor atención pública a sus preocupaciones. Intentos de
diálogo hechos por los intermediarios fueron infructuosos; la embajada
fue quemada y el único sobreviviente, un maya, secuestrado del hospi­
tal pocos días después y asesinado.
La década de los setenta se cerró con una escalada del enfrenta­
miento entre los mayas, campesinos y guerrilla -lejos de estar inte­
grados o siquiera en acuerdo total- haciendo frente a un enemigo
común en el Estado, ahora bajo total control militar. La sociedad maya,
en sí misma, estaba lejos de estar unificada en modo alguno. En tér­
minos categóricos, ahora incluía a guerrilleros radicalizados, a campe­
sinos capitalistas, a artesanos y comerciantes de la aldea, a los traba­
jadores agrarios, burgueses y dispersiones de otros grupos, dentro de
esto conformaba un ensamblaje multifacético de actividades y comer­
cios, incluyendo las organizaciones literarias e intelectuales, a los maes­
tros de escuela, a los candidatos al Congreso, a los oficiales municipales,
a las organizaciones campesinas de masa, a los comerciantes agrícolas, a
los miembros de iglesias y sectas cada vez mayores y diversas, a los
profesionales de la medicina, de leyes, a las universidades, a los comer­
ciantes del transporte, y gran variedad de negociantes, al igual que a
los guerrilleros, ahora completamente involucrados y los soldados cons­
criptos. Esto representó un vasto cambio sobre el espectro de las acti-
202 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

vidades mayas a finales de la era de Ubico, cuando el Estado veía en


el único y apropiado papel para los mayas como agricultores, campe­
sinos y soldados.

La cambiante población maya

Uno de los aspectos más importantes pero menos apreciados de la


historia contemporánea étnica en Guatemala es que hay algunos cam­
bios demográficos considerables que se llevan a cabo. Primero deseo
exponer el crecimiento relativo de las etnias en la población total y
seguidamente mirar con mayor detenimiento las dimensiones demo­
gráficas y consecuencias de estos cambios.

El crecimiento de la población maya


El crecimiento de la población maya como se ha registrado en los
censos, se expone en el Cuadro 3.5, pero resulta e\'idcnte que uno debe
ser un tanto escéptico sobre las cifras específicas. El censo de 1880
nunca se completó; Ubico ordenó que las cifras fueran infladas. y todos
los censos sufren de un subcontco \' de definiciones étnicas inciertas.
Jorge Arias 95 y John D. Early 9r- ha� hecho re\'isiones serias de algunas
de las cifras (las del últi mu se basarnn en un cñlculo cuidadoso del
crecimiento usando estudísticas vitales, fuente que es más confiable
que d conteo de los censos). Sin embargo, tenfrndo presentl· l'�tas pre­
ocupaciones no hay razón para que no se tomen en serio esas cantida­
des totales. Es difícil dudar que haya más no-mayas en GuatL·mala hu�
día de los que había en 1778 o en 1893.
La preocupación dd prL•sente ensayo se centra en d penodo entn.·
1930 y 1979. Aunque los estudios de Early confirman la crítica formu­
lada tantas \'eccs 9 tl (espL·cialmcntc por los mayns) de que ha habido
un subconteo de la población maya. también confirma qut• la disminu·
cion relativa entre 1950 y 1964 continuó. Sin embargo. los porcl·ntajes
de los maS·as en los últimos tres censos sugiL•rcn que la <lisminu·
ción precipitada a lo largo dd síglu pasado probablem1.·nte Sl' ha nin.•­
lado.
Ha.v otras razone� para sostener l'sta suposicion. l\tit.•ntr-::is que la
salud pública continúa siendo pobn:tnt.·nte :lpoyada en (•l pal�. t'1 caso
es que, a trnv�s de los años, lns medidas dL· sanidad qut' estu\iL"fon
primero dísponibks sólo para b poblacion ladina y urbana se han ex­
tendido grndualmcntc a regiones mas aisladas. act'rcamio a los mayas
a aquellos porcentajl·s vitales dd ladino. Segundo, hay raL.ón p.lm pt'n­
sar que más gente puede estar rL·clama11du su idt•ntidad maya, Llt'sdt'
los sesenta, que lo qu� quia,s st• daba .mtes. Esto t'S prob�lblementt'
203

Cuadro 3.5

Total de las poblaciones guatemaltecas, según censos 97

Total Total Correcciones


Total Población
Censo población porcentaje J. Early
población indígena
aüo corregida aproximada %
aproximada aproximada
J. Arias indígena 1974

1778 430.934 387.951 90,04


1880 1.188.934 1.224.602 844.744 71,05
1893 1.364.678 1.501.145 882.733 64,68
1921 2.004.900 2.004.900 1.299.927 64,84
1940 3.283.209 2.400.000 55,46
1950 2.790.868 2.889.229 1.491.725 53,45 55,80
1964 4.287.997 1.808.942 42,19 50,40
1973 5.160.221 5.728.092 2.260.024 43,80
1981 6.054.227 6.054.227 2.536.523 41,90

así, aun cuando el proceso cultural de ladinización por ejemplo, el adop­


tar las características útiles ladinas, continúa ganando terreno 99.
Si tomamos en serio las cifras revisadas por Early para el censo de
1964 y si las aplicamos de manera aproximada a aquellas de 197 3 y
1981, sugiere que la población total maya puede estarse nivelando a
un cincuenta por ciento del total. Si, recordando el caso de El Salva­
dor, admitimos que muchas personas que retienen la identidad maya
han sido censados como ladinos, simplemente por su apariencia física,
entonces, el porcentaje maya es claramente más alto del que indican
los números de los censos oficiales.
Mientras avanzamos sobre los otros aspectos de esta historia, hay
dos hipótesis demográficas muy importantes que debemos tener pre­
sente: 1) que la población maya ya no está disminuyendo en relación
con la no-maya; y 2) que la población total maya es, seguramente, igual
en tamaño que la no-maya, y que probablemente es mayor 100. Con
estos elementos, centrémonos en otros dos aspectos del cambio demo­
gráfico de los mayas.

La polarización geográfica de las etnias


Mientras que las dos etnias pueden estar parejas respecto dd nú­
mero e índices de crecimiento, sin embargo, las consecuencias del ere-
204

Gráfico 3.1

Distribución geográfica de la población indígena,


porcentaje por municipio
(1950)

\ L&pa :, 1 l 'orciefflO
\U)¡ de � l'*'lxion 1'0QI
l'lq)

0 0.00 .t 14.'N
O 1 'i,00 a 49.'N
O 49.'N a �4.<N
• S'- IJl.l a 100.W

cimiento de ambas t•stún lt'niendo repc.·n:usione� muy dift•rt·nh.·s gt.•o­


g1·áficamentl'. Lutz y Lo\'dl 101 han mostrado daramentt' que dt•sde d
temprano período colonial d inten:s ,. t'I impacto th� la coloni,�h:ion
española fue disparejo regionalmenlL'. El área qut' consideraban d nu­
clco colonial, que se extendía <.lcsdt· Santiago dt• los Caballeros al este
y por el oriente hasta El Salvador, ,·i, iú <ksde t'I comienzo un crt.•t·i­
miento mucho mayor dt• poblaciones ladinas, Qll\.' lo c.x'urTi<lo t'n bs
tierras del altiplano occidental.
Esta difenmci�Kión t•ntre las Jd orit·nlt' y las dt•l altiplano occidt'n­
tal estaba bien marcada en d t'enso dt· 1893 �· esta tuc.fana mas con-
205

Gráfico 3.2

Distribución geográfica de la población indígena,


porcentaje por municipio
(1981)

Mapa 3.2. Porcienlo


Maya de la Poblacion Tottl
1981

D o.oo
a 14,99
[23
15,99 a 49,99
O 49,99 a 84,99
• 85,00 a 100,00

trastada en 1950. Los Gráficos 3.1 y 3.2 muestran la distribución rela­


tiva de los mayas y de los no-mayas en esos dos años. Más del 50% de
la población era ladina a lo largo de la mayor pai1e del oriente y de la
costa sur, aunque había números significativos de hablantes de poco­
mán y chortí en Jalapa y Chiquimula. La población maya era claramente
dominante en el altiplano occidental, aunque enclaves importantes de
ladinos estaban establecidos a lo largo de la frontera mexicana de Hue­
huetenango y cerca de Quezaltenango.
Lo que ocurrió después puede ser visto en los Gráficos 3.3 y 3.4, que
muestran en números absolutos el crecimiento anual diferencial de las
206

Gráfico 3.3

Crecimiento absoluto de la población indígena por municipio


(1950-1981)

\(,lf<I "\ "\ ('re,;-11ntn1IO


\llSlK1J1II .\h1t1IUIO 1k I�
\ 1�, ;a• l ')'iO- ) 9,11
o- l.000 a O
O Oa 1.250
O 1.250 a 6000
• b.000 a 15 000
• 15 000 .1 ·00 .000

dos poblaciones entre 1950 y l 98 l. El contraste t:'n l.h {1rt.>as <ll· lTeCÍ·
miento es quiz:'1 asombroso, pern conllt.•\'a un cuidadoso l'Scn1tinio. Con
pocas excepciones, la población ladina crL'ció ful·rtemlAnte t'n casi todos
los municipios a lo la1·gu de todo t•l arco que st• forma desdt.• d Pett'n
y la costa atltlntica hasta d oriente y la cust�, padfica y �kxico. Un
crecimiento notablemente significati\'o ocurre c.>n los munkípios dd
norte de Alta Verapaz, El Quich� y Huehm·tenango. Tambil'n los ladi·
nos ocupan ahora un corTedor dcsdL' la ciudad de Hut'huch.·nango a b
de Out·zaltenango. El Gráfico 3.3 mut.·stra d cn:cimiento compll·men·
tario de los mayas. Es muy fuertL' en t•I altiplano occidt.•nal medio don-
207

Gráfico 3.4

Crecimiento absoluto de la población ladina por municipio


(1950-1981)

Mapa 3.-1. Crecimiento


i\lunicipal Absoluto de los
Ladinos 1950-1981
o ooO"orv -e ooo·s I
IS! ooo·s r e 000"9
l§ill 000'9 -e os,·,
• osz [ -e o
• o -e -

de hay poco crecimiento ladino y muy débil en la mayoría de las áreas


de fuerte presencia ladina.
De particular interés son las pocas áreas donde ambas poblaciones
han sufrido un crecimiento significativo. En el Petén el crecimiento es
casi completamente ladino, excepto en el sureste, donde existen comu­
nidades mayas tradicionales y sirve también como ruta hacia Belice.
En Izaba), mientras que los ladinos dominan al este del lago de Izabal,
los mayas lo hacen al oeste y en la vecina Alta Verapaz. El crecimiento
ladino al oeste de Izaba} no es, sin embargo, poco considerable. Otra
área que se sobreimpone es el norte de El Quiché y las áreas colindan-
208 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

tes de Huehuetenango y Alta Verapaz. Ésta es la región de la Franja


Transversal del norte y de los conílictivos proyectos de colonización de
los sesenta y setenta.
Mientras que los complejos eventos del pasado reciente de ninguna
manera pueden reducirse a términos tan simples, probablemente no es
coincidencia que estas dos regiones de inmigración étnica sobreimpues­
ta, por ejemplo, el oeste de Izabal y las tierras altas centrales del norte,
también hayan sido áreas de intenso conflicto. El influjo de dos pobla­
ciones bastante diferentes podría escenificar tensiones exacerbantes.
Tal vez, la fase menos apreciada de estos procesos ha sido la im­
portancia del crecimiento maya en el altiplano medio occidental. Esto
puede notarse al comparar la forma y el tamaño del bloque de muni­
cipios en los Gráficos 3.1 y 3.2, donde la población maya compone más
del 90% del total. El incremento en el tamaño de este bloque refleja
no solamente un crecimiento maya generalizado. sino el emerger de
una densa área núcleo de los pueblos mayas. La afirmación hace algu­
nas décadas (incluyéndome a mí) de que habría un descenso relatiYo y
continuo de la población indígena, claramente no es hoy el caso; pero
lo más importante es que el crecimiento está tomando una forma �e:eo-
gráfica particular.
Hay operando dos factores que producen este crecimiento diferen­
cial. El primero parece ser que si los índices de crecimiento rdati\'o
son similares entonces la población más grande en cualquier zona cre­
ce mús rápidamente. La segunda es que ha habido una migración con­
siderable y esto, por supuesto, <.:xplica el crecimiento particular en Iza­
ba!, el Pctén y el norte de Alta Vcrapaz, Hul.·huetenango y El Quiché.
Esto probablcmenk tambi�n opera en la costa sur, especialmente ha­
cia el lado dt' México, doncfr una importante colonización Sl.' lit', ó a
cabo, tanto durante como después de la epoca re\'olucionaria.
La migración ha sido de gran importancia en muchas form:is qut'
no se ven en los mapas. tanto l.'11 bdinos como l.'11 mayas, pl.'ro ha�
difert'ncias significativas en las rnzonl.'S que se dan c.kt1·�ls c.k· lo� mod­
micntos. Hasta 1944, la migración mfls grande fue estacional. La nt'Cl.'·
sidad de núi10 de obra fo17ada n.�qucrín gente que fut'ra a las finc:is
en las laderas de las montañas \' en las costt'ñas. Esll.' mo\'imit'nto era
casi todo maya. Hasta las finca� l.'11 la costa sureste st' \'alicron dt.· las
tierras del altiplano noroccidt>ntal para la mano de obra estacional. t.'n
\'t'Z de los ladinos de la regiú11 innwdiata. Las finc:is que nece�it:in
mano de obra estacional en el orit'nte son mucho menos qut' en d
norncste, pero han ll.•nido 1nano Ul.' obra ilegal sakadorl.·ña como otra
fuente barata.
A pesar de no quedar claro cuál pudo Sl.'I" la situación anll.•s dt• b
rl.·,·olución, Caro) Smith informa que en a1ws rl.·Cit.•ntcs muy poca mi­
gración estacional viene cid «núcleo» que ella lrabajo l'n d ahiplano
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 209

occidental (por ejemplo, las tierras altas de Totonicapán-Quezaltenan­


go) 102• En los años de trabajos forzados la gente venía de los Cuchu­
matanes o de la bocacosta. En su estudio de 1967, Schmidt afirmó que
en ese momento había una cantidad ilimitada de mano de obra 103. Sin
embargo, el flujo estacional ha cambiado sustancialmente, en especial
desde que la población ha crecido al pie de las montañas, durante las
dos pasadas décadas.
Mientras que en la época de Ubico a los dueños de las fincas de café
les parecía una necesidad el sistema de trabajo forzado, hoy el creci­
miento de la población ha producido una relativa sobrepoblación, aun
en medio de la región productora de café. Por ejemplo, en la actualidad
muchas fincas ubicadas al pie de las montañas en San Marcos encuen­
tran tanto desempleado en el vecindario inmediato que ni se piensa en
traer mano de obra de lugares distantes. En vez de eso, los campesinos
mismos afrontan seriamente el desempleo durante gran parte del año.
Una de las princip'ales alternativas es trabajar en México, sobre todo
en las regiones cafetaleras y en las áreas costeras de Chiapas. La mi­
gración internacional de este tipo es una práctica antigua en esta re­
gión; Hernández de León informó que era bien conocida en 1936 104.
Después de 1954 la migración interna se incrementó considerable­
mente. La mayor presión, sin embargo, venía de los ladinos de oriente
que se mudaban a la costa suroeste, Izabal y el Petén, y a Ciudad de
Guatemala. Los mayas del altiplano occidental se trasladaron a toda
la costa sur y a las tierras del norte, fronterizas con México, al igual
que a Izabal y el Petén. En un estudio que se está llevando a cabo, De
Villa ha encontrado que entre 1950 y 1981 los departamentos más im­
portantes que están perdiendo inmigrantes consistentemente se encuen­
tran en el oriente: El Progreso, Zacapa, Chiquimula, Santa Rosa, Ju­
tiapa, Jalapa y Baja Verapaz. En contraste, los departamentos con al­
tos porcentajes indígenas tienen muy poca migración (Chimaltenango,
Sacatepéquez, El Quiché, Totonicapán, Alta Verapaz, Huehuetenango,
San Marcos, Quezaltenango y Sololá) 105• Esta diferencia refuerza la
impresión de que la población indígena es intensiva, concentrada e
inmensamente estable dentro de los confines de Guatemala. Una razón
para esto es que, mientras la tierra puede ser importante para el cam­
pesino maya, por ninguna razón, como lo señala Carol Smith, son cam­
pesinos todos los mayas.
Smith describe la preferencia de los artesanos de Totonicapán y de
los comerciantes por contratar a los mayas del mismo departamento,
por salarios más altos de los que se necesitarían para traer otros de
afuera 106. El mismo proceso ha estado operando en Chimaltenango. En
los años que siguieron a la matanza de 1944, los mayas de Patzicía
comenzaron a trabajar más para otros mayas y en menor número para
los ladinos. Con el florecimiento reciente de la producción de exporta-
210 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

CIOn, la demanda maya de mano de obra ha dejado efectivamente a


muchos ladinos sin una fuente inmediata de trabajadores, sin duda,
contribuyendo a la tendencia para que los ladinos abandonen la región.
Los ladinos comenzaron a trasladarse al altiplano occidental en nú­
mero bastante elevado a finales del siglo XIX, ya que la producción
cafetalera creó una necesidad de comerciantes locales y personal ad­
ministrativo. Hoy día, los mayas cada vez más los reemplazan en todas
estas tareas. La nueva generación de ladinos no tiene otra opción que
buscar trabajo en otros lugares en los departamentos, irse a la ciudad
o emigrar al extranjero. Muchos siguen la. costumbre de otros centro­
americanos, mayas y otros, de irse a Los Angeles.
La creciente densidad de los indígenas en el centro del altiplano
medio occidental refleja un proceso muy significativo. Ésta no es la
clase de solidaridad que se \'e en las manifestaciones del Primero de
Mayo o que se vio en la formación del CUC; más bien, es claramente
una expansión basada en cambios económicos sólidos y contribuyendo
a una solidaridad local étnica creciente. Combina la realidad de la
competencia económica superior de los mayas con una nivelada y aso­
ciada discriminación consciente, ahora trabajando en sentido in\'erso.
Discriminación que tanto ha ofendido y prcjuiciaclo en d pasado a los
mayas contra el comportamiento ladino.

Cultura i11dígc11a mesownericcma e idcmidad

Cultura, simbolismo e identidad


Cada etnia se caracteriza por tener un�1 idcnt idad propia y por la
selección de algunos rasgos culturales, elementos simbólicos y prácti­
cas que son valoradas por representar a cs�1 identidad. La identidad
maya en Guatemala nunca ha estado unificada. Los estados pn.·colom­
binos claramente fueron etnias separadas. pero el proceso colonial frng­
mentó y redujo el ni\'el de idcntidad al <le la comuni<.b<l. A ll"ü\'t'S dl.'
los siglos, srn embargo, las comunidadL's ÍuL'ron parte <.h.· la comuni<.bd
linguística quiché (mam o kckchí) mas g1-andc, y una socil.•dad mas
extensiva: la sociedad maya. Las caractt:nsticas que idcntific�1ban a la
tradición nll:soameric�ina ful.'ron hablar un knguajl.· m�ya o nahua. a
menudo un estilo distintin> de ropa. conodmicntos lc.x-ak·s particul::trl.·s
compartidos y valores simbólicos, obSl.'l"\'ar prácticas rdigiosas tanto
de origen maya como espaliol, etcctcra. Fotograf1as t' infurml.·s sobn�
los niveles de vida del siglo XIX dl.·jan claro que la pobrl.'la, d analfa­
betismo, la falta de salud y las l.'\'i<.kntcs, a menudo toscas, prácticas
discriminatorias fueron tambicn caractt•rístka..; l.·ndémic�,s.
Desde 1930 hasta la rc\'olul.'ion de 194.J poco sucedió para cambiar
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 211

este panorama general. Hay poca investigación respecto de la pérdida,


en el siglo XIX, de las tierras comunales y ejidales en El Salvador, pero
hay un acuerdo general de que una reacción ante la Matanza fue dejar
de lado, con rapidez, algunas características indígenas, especialmente
el vestido. Hasta el presente esto permanece sin ser debatido.
La revolución de 1944, sin embargo, no sólo abrió la puerta a una
mayor participación de los mayas en una sociedad nacional/ladina, sino
que, esencialmente convirtió en prerrequisito el tomar una cultura la­
dina para poder beneficiarse de las oportunidades disponibles en las
sociedades. Como mínimo, por ejemplo, para obtener beneficios y para
defenderse, uno tenía que hablar el español; había recompensas para
los mayas que participaban en la sociedad ladina. Y, claramente, los
mayas han escogido cuáles repertorios culturales están disponibles para
ellos en las sociedades en las que se desenvuelven.
Menos se conoce de las consecuencias de la ladinización para la
identidad de los máyas guatemaltecos y de los nahuas salvadoreños.
Dadas las conexiones necesariamente íntimas entre las representacio­
nes simbólicas y el proceso psicológico, es inevitable que la identidad
debe cambiar. Sin embargo, parece que la dirección de la mayoría de
tales cambios no ha sido perder la identidad, sino solamente cambiar
su contenido. Puesto que no ha habido una verdadera investigación de
esto, sólo podemos hacer hipótesis aproximativas sobre las representa­
ciones simbólicas y sugerencias concernientes a la identidad.

Comunidad
Clásicamente la comunidad indígena ha sido vista como una unidad
social, núcleo de la etnia maya. Después de la destrucción de los esta­
dos nativos por la conquista el sistema colonial arraigó individualmen­
te a los indígenas a su comunidad para controlar el tributo, y excluyó
a otros, en especial a los ladinos, de residir allí. En Guatemala, las
comunidades del altiplano fueron menos afectadas en la época colonial
que otras, debido a que producían menos productos exportables y a
que estaban lo suficientemente cerca de la capital, Santiago de los Ca­
balleros (Antigua) para recibir mejor protección, siendo explotados di­
rectamente por la Iglesia y la Corona en lugar de los colonizadores
españoles 107. A todo esto debe añadirse que la cultura y el clima fresco
del altiplano resultaban poco atractivos para los proyectos españo­
les 108.
Hacia 1930 la comunidad había sido ya por largo tiempo la máxima
unidad social de la sociedad indígena 109. Aunque las tierras de la co­
munidad fueron amenazadas por las reformas liberales del siglo XIX,
éstas realmente no estuvieron bajo una presión destructiva. Las tierras
de la comunidad, por ejemplo, no fueron puestas totalmente a la dis-
212 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

posición de la propiedad privada, como sí lo fueron en El Salvador en


la década de 1880 110. Las relaciones con la gente foránea eran primor­
dialmente defensivas y de protección, ya fuera con el Estado, con los
ladinos individualmente, o con otras comunidades indígenas. La iden­
tidad de cada maya estaba ligada a una comunidad en particular, sin
importar si era capital municipal o no. Hasta en la aplicación de los
mandamientos, en los inicios de la época de la Reforma, y las habili­
taciones posteriores encontraron conveniente mantener unida a la gen­
te de la misma comunidad en el trabajo estacional migratorio.
La comunidad compartía una serie de características culturales que
eran formas variantes de un patrón básico. Este patrón incluía hablar
un mismo lenguaje (un lenguaje maya en Guatemala, excepto en la
costa sureste, donde se hablaba xinca; y nahua o pipil en El Sal\'ador).
Las dinámicas de solidaridad residían en la cofradía y en las �costum­
bres», siendo estas últimas un término ladino para los di\'ersos com­
ponentes de la religión maya. En Guatemala, el «sistema de cargo», que
constituye un régimen de responsabilidades para lle\'ar a cabo funcio­
nes de la comunidad, superponía de manera acti\'a las tareas religiosas
y municipales en un conjunto de acth•idades únicas e interdependien­
tes. En El Salvador, las funciones políticas municipales se mantenían
algo más separadas y la solidaridad del grupo indígena se apoyaba
mucho más en las cofradías.
Como se relató anteriormente, los municipios en Guatemala esta­
ban bajo la autoridad de alcaldes (hasw 1935 cuando Ubico se impuso
y los reemplazó por intcndenk•s), usualmente ladinos. Los gobierno�
municipales, sin embargo, in\'olucrarun a un numero de oficiales mn­
yas, quienes ocupaban posiciont.'S en la jcra1-quía municipal que eran
de menor rango, y siempre ad ho11ore111 por naturakzn. En muchas
comunidades esto incluía a un «alcalde indígL·na • que pucdt.• o no ha­
ber tenido una posición oficial como uno <lt.· los regidores en la jerar·
quía municipal, pero sobre quien las autoridades Indinas dcpt.>ndian
para lidiar directamente con los ma>·as. Aparte dd gobierno formal >
de la Iglesia, la mayor autoridad ci\'il y rdigiosa, para los ma>·as, t.•ran
los princip�rle!>, ancianos e:xpt.Tirnt.•ntados en varias re!>ponsahilidadcs
ci\'ilcs y de cofradía, a quienes se h.·s conct.·d1a un inmt.>nso n:spt'to en
la comunidad.
Si bien la comunidad maya sufrió un significati\'o cambio dur::rntt.•
el pasado medio siglo, hay un acuerdo gt>naal en que continua sit.>ndo
un componente importanlt.' de la !>ocicdad .,· dl.' la cultura ind1gt.•nas 111•
Si durante los ailos dt.• la Reforma Liberal fue rdugio � reducto dt' los
mayas. despu�s dt.· la Rl.',·olución dl.' 1944 continuo sit.·ndo d llll.'t'ani!,­
mo más importank para la adaptación �· la reproducción de la socie­
dad maya, a(it.·rnás dl.' una plataforma para lanz¡1r indi,·iduos a la po­
lítica y al profesionalismo dt.• la socit.•<lad nacional.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979} 213

La clásica «comunidad corporativa» 112 de Eric Wolf enfatizaba ]a


importancia de la tenencia de tierra para la solidaridad comunitaria.
Aunque no se cuestiona que la propiedad corporativa de las tierras
pro,·ee una fuerte preocupación a los miembros de la comunidad re­
sulta claro también que muchas comunidades indígenas en Guate�ala
han Yivido por largo tiempo sin dichas tierras, y que la tierra comuni­
taria de otras es tan reducida como para proveer una pequeña base de
solidaridad para muchos de sus miembros. Es más, el incrementó de
la población durante el siglo pasado ha creado demandas intolerables
por la tierra, que simplemente no podían solucionarse de manera al­
guna por parte de las propiedades de la comunidad. La solidaridad que
aportó la comunidad no puede ser entendida en simples términos de
las dinámicas compartidas de identidad étnica. Una identidad étnica
compartida consiste en concentrarse colectivamente en alguna varie­
dad de características culturales que están asociadas como únicas de
la etnia. Éstas sirven como punteros para los miembros de la comuni­
dad y son fácilmente reconocibles; tales características servirán tam­
bién para la gente de afuera.
Los mayas de Totonicapán, dice Carol Smith, comparten «una so­
lidaridad de clase contra el mundo ladino externo. Y no sólo articula­
ron conciencia de clase sino que también articularon el punto de vista
de que dependían de sus costumbres o de su singular identidad cultural
(sus «costumbres»), algo que sería destruido si la gente de otras comu­
nidades con «costumbres» diferentes llegan a residir ahí 113• Watanabe
caracteriza el proceso de la comunidad de Santiago Chimaltenango
como apoyado en «dos realidades irreductibles: primero, "lugar", un
lugar físico con una población dada y con recursos; y segundo, "pre­
misas" como las estrategias convencionales para sobrevivir en ese lu­
gar» 114• Esta calidad de «lugar», tal vez, es una característica univer­
sal en la definición de cada comunidad maya en Guatemala. Muchas
otras características más comúnmente reconocidas, tales como el ves­
tido, el lenguaje y las específicas de dialecto son reconocidas porque
pertenecen a un lugar concreto.
La comunidad, por lo tanto, continúa siendo étnicamente importan­
te para los mayas rurales porque, 1) provee una referencia física per­
durable; tanto « lugar» como las tierras comunales son punteros impor­
tantes, porque son permanentes. 2) Provee un local social protegido, en
el que más efímeras características -tales como el vestido, los sonidos
del lenguaje, las comidas, los modales del comportamiento, etc.- pue­
den ser practicadas constantemente, públicamente reproducidas y cam­
biadas si es necesario. Un individuo que abandona la comunidad puede
retener su identidad, pero gradualmente será más difícil para otros
reconocer su etnia, si él pierde la habilidad para 1·eproducir sus carac­
terísticas comunes.
214 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

Desde ) 954 hasta mediados de los setenta pocas amenazas tuvo la


integridad de las comunidades. Tanto los programas de desarrollo aus­
piciados por el gobierno como los programas privados para el desarro­
llo social fueron y vinieron, algunos dejaron un residuo de nuevos
conocimientos sobre la salud, la nutrición, la agricultura, la educación,
la organización comunitaria, la alfabetización, etc., pero las comunida­
des escogieron separadamente el grado en que querían o estaban dis­
puestos a mantener los programas y las novedades, sin importar cuán
atractivos pudieran haber resultado para los expertos en desarrollo.
Sin embargo, las comunidades nunca han estado completamente
aisladas. Durante la última mitad del siglo XX estuvieron sujetas a
toda una serie de nuevas presiones. El conflicto por las tierras, siempre
un tema en las relaciones intercomunitarias, creció, y tarde o tempra­
no, aun con la reforma agraria, se habría mantenido vigente. Las elec­
ciones presidenciales cada vez más se convirtieron en juegos privados
de los políticos y militares que se llevaban a cabo en Ciudad de Gua­
temala y el maya de la provincia votaba menos y menos. El terremoto
de 1976 cambió la cara de muchas comunidades e infligió inmensas
pérdidas de propiedad, pero los trabajadores de la reconstrucción se
convirtie,·on en canales para ideas nuevas. a menudo radicales, parn
esparcirse más ampliamente en toda la población. Pero quizá, lo mas
importante es que la población continuó crL·cicndo; la naturaJez¡1 de la
demanda de mano de obra cambió y ésta decreció. Cada ,·ez mayor
número de personas no lt•nían más remedio que emigrar. no sólo a
Ciudad de Guatemala o al Petén. sino también a Estados Unidos.
Hay poca evidencia <le que el tr-abajo forzado de los años de la
reforma liberal hubic,-a proveído en algún momento um, contribución
de capital significativo dentro de las comunidades dt• orig�n ma�a "\
Para la Revolución dt• ) 944, sin L'mbargo, la mano de obra L'Stacional
se estaba com·irticndo en algo importantt• p.,r� la supeP,in·ncia de las
personas con poca tierra o sin ella, permitiendo a muchos a sobn:,·i\"ir
durante la época de hambre. Comu la nccl.'sidad de encontrar fut·ntt·s
externas de ingrt•so ha aumentado, una dinámica di.' t'migracion ha
l'mcrgiuo eón los envíos dt• dúlan·s remitidus por los inmignrntt·s en
Estados Unidos. Estos lundos se han com·t•rtido t.'ll un apoyo �ignifica­
ti\'o para sostL'ncr a los fomiliart•s en casa y l'ontribuycn a una continu:,
solidaridad t'ntre los inmigrantL's distantt'S y la comunicbd maya de
origen. Grnn parte de la colonia San Cristóbal Totonicap:rn en Hous·
ton, por ejemplo, rt•grcsan ahora anualmcnlt' para la lfrsta dd santo
patrono y continúan apo�·ando las acti,·idadL·s sociales en la comuni­
dad de origen.
Aunque los mandamientos·' las habilitaciones unieron :, los ma� as
de distintas comunidades como ,·1ctimas comunes dd sistem:1. no que­
da nada claro que contribuyt'ran a una ma�·or o mas amplia identicbd
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 215

pan-indígena o pan-maya. Hoy, sin embargo, el papel clásico de la co­


munidad como puntero central de identidad está siendo amenazado
por las incrementadas presiones de mirar hacia afuera y las oportuni­
dades de educación, de nuevas ocupaciones y de riqueza. La interación
incrementada entre la comunidad maya, los burgueses mayas y la in­
telligentsia emergente a nivel nacional está creando un reclamo a una
identidad más amplia, pan-maya. Está ofreciendo una nueva estrategia
para aquellos mayas que se han mudado de la comunidad y que han
aceptado el reto de ladinizarse más, un nuevo tipo de «comunidad»
dentro de la que pueden adaptar y retener su identidad maya.
Los mayas urbanizados y cosmopolitas rara vez se refieren a sí mis­
mos en términos de su comunidad de origen; cada vez más piensan y
se refieren a sí mismos como «mayas», reclamando la mayor unidad
social que implica ese término. Cuando se les pregunta si los mayas de
México estaban incluidos puede haber un poco de duda, pero usual­
mente la contestación es afirmativa. Algunos aluden a la ayuda que se
les dio por parte de los mayas de Chiapas a los mayas que huían para
salvar sus vidas a principios de los ochenta 116. Sin embargo, todavía
no está claro lo que los pan-maya piensan de los nahuas y de los pipiles
de El Salvador o de los xinca de Guazacapán.

Lenguaje 117
Mientras que el lenguaje a menudo se considera como una caracte­
rística que identifica una etnia, no necesariamente es así entre los ma­
yas. Ha quedado claro en años recientes que hay un número de condi­
ciones en las que el lenguaje ha dejado de ser usado, pero donde los
reclamos por la identidad étnica maya son reconocidos como legítimos.
Quizá los reclamos más comunes proceden regionalmente de El Salva­
dor y del oriente de Guatemala, pero durante las últimas dos décadas
los reclamos individuales han sido escuchados por los mayas del alti­
plano occidental medio de Guatemala.
Aunque en los años de la década revolucionaria los programas bi­
lingües fueron recomendados, discutidos y hasta iniciados tímidamen­
te, no fue hasta los ochenta que el gobierno se involucró profundamen­
te, habiéndose convencido finalmente de que ésta era la mejor manera
de alfabetizar (la lógica es que uno puede aprender a escribir más fá­
cilmente en su propio idioma antes que tratar de escribir en un segun­
do idioma). El programa bilingüe en curso funciona a través de una
oficina gubernamental, PRONEBI, que llevó a cabo programas en cada
uno de los cuatro más importantes idiomas del país: cakchiquel, quiché
mam y kekchí. Sin embargo, fue diseñado sólo para los aflos de escuela
primaria y explícitamente como una manera para facilitar la obtención
del alfabetismo en español. Ha encontrado dos tipos de oposición entre
216 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

los mayas. Uno es que los niños en algunas escuelas han rehusado a
aprender el maya que se enseña, a veces apoyados por sus padres que
los enviaron a la escuela a aprender español 118. El otro viene de los
seguidores del pan-maya que han visto el programa bilingüe como una
manera de promover el español, o sea, dirigido a la mela «civilizadora•
de los indigenistas. En contraste, lo que desean es que los lenguajes
mayas sean enseñados en un contexto donde se utilicen; deberían ser
enseñados tanto a los ladinos como a los mayas 119, aunque esto pueda
parecerles escandaloso a los ladinos guatemaltecos. Se señala que Bél­
gica, Suiza y Paraguay han demostrado que el multilingüismo es posi­
ble a nivel nacional.
Para muchos adultos el problema maya continúa siendo muy serio.
La pérdida de lo maya no se manifiesta solamente entre los niños de
la generación escolar actual sino aun entre los mayas adultos, que cre­
cieron en los sesenta y los setenta. cuando la nue\·a filosofía pro-maya
todavía tenía que ser clara y popularmente articulada. En la economía
expansiva de los sesenta aprender español obviamente era útil para la
propia supcn•ivencia. Dadas estas prcocupaciom:s. una serie de progra­
mas privados han comenzado a enseñar maya a los adultos cuya base
nativa es débil o no existente.
Los intelectuales pro-mayas tienl'n razón de prcocup.trsc por la pér­
dida de interés de parte de la generación más jon·n, al mismo tiempo
que el gobierno continúa con sus antiquísimas políticas indigt:'nistas dt.•
«civilizar» a los mayas de Guatemala para hacer ladinos. Sin embargo,
la población maya de Guatemala tii..·ne muchos lugares y facetas. Entre
1944 y 1980 se ha \'isto en el altiplano dar un giro a b gente. ahora �a
no se refieren sólo a sí mismos como un rnit.•mbro de la comunidad
sino sobre todo como un grnpo lingüístil"o y a n·ces hasta como• m3y.i •.
Escuchar n alguien decir: «Soy quiché,. t's común. De hecho l'Sto t'll
1944 era p oco común. En el Scminn,·iu Fundación Frít.•dcrich
Ebert/FLACSO en 1988. los participantes mayas st• rdirit'ron a sí mis­
mos casi exclusivamente en tt�rminos de un grupo lingüístico 1�0.

Vestido
Un estudio recienll' de las mujl:'rl'S mavas que asist i�rn a b Uni\·t.·r­
sidad de San Carlos 121 indico que ha�· un intento i..·spt•c1fico por parti..•
de algunos de pro�·cctar una ilk·ntidad maya, pc.•ro confundiendo o res­
tando importancia al nivel comunitario Ot' identidad. Esto st• hnt.·t' man­
teniendo un guardarropa di..· l'ttaguas �· huipíks dt• \'�líias l·omunidades
e intl'nciunadami..·nll· usando combinal·iont.•s de aldt'as dift'rt'nte�. La
mayor parlt' de In i11tellige11tsia ma�·a no usa prt.•n(bs identificabll·s dd
vestido maya, pt·ru algunos sí usan cami�a� bordadas para identific�irse
a sí mbmos como mayas.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 217

Otra faceta que reveló este estudio, sin embargo, fue que hay un
número de mujeres de origen indígena en la Universidad que simple­
mente se negaron a participar en el estudio. No usaban el vestido maya
en su hogar y preferían no llamar la atención por ser mayas. Hasta qué
grado hay un rechazo abierto hacia la identidad indígena, o meramente
timidez o vergüenza dada la baja categoría que se les asigna a los
mayas tradicionalmente, no quedó claro porque las mujeres rehusaban
discutir el asunto con la investigadora -siendo ella una mujer maya
que vestía las prendas del vestido maya con orgullo.
El giro hacia el vestido pan-maya fue evidente en los sesenta cuando
las mujeres en muchas aldeas del altiplano central encontraron conve­
niente comenzar a usar un huipil generalizado, producido en los telares
de Totonicapán, pero que no era característico de ninguna aldea en
particular. Ese fue el período cuando los mayas del altiplano se invo­
lucraron cada vez más en el comercio y en la creciente producción del
minifundio para el mercado. Puede ser que el tiempo necesitado para
tejer un huipil completo en un telar a mano entró en competencia cada
vez mayor con otras actividades potencialmente más rentables. Esto
pudo haber sido un factor que contribuyó a la creación de la identidad
pan-maya, que se manifestó más claramente en los setenta y ochenta.
Y así sucede con el vestido en general. Los cambios pueden signifi­
car cualquier número de cosas y han estado sucediendo durante tanto
tiempo ... Las innovaciones son introducidas por razones privadas y pú­
blicas, y se hacen populares o no con base en otros factores igualmente
impredecibles. Chichicastenango ha cambiado grandemente la natura­
leza de su huipil al menos tres veces durante las últimas cuatro o cinco
décadas. Las aldeas han dejado de usar los cortes distintivos o han
adoptado el huipil de otra. Santa Catarina Palopó y Sololá ambas han
hecho cambios significativos en sus vestidos durante los últimos años.
Todo esto sugiere que hay dinámicas simbólicas que aún son pode­
rosas a nivel comunitario, pero su significado es esencialmente local y
particular. Los hombres mayas han estado abandonando las vestimen­
tas mayas en la mayor parte del altiplano, pero las comunidades alre­
dedor del lago Atitlán generalmente aún están orgullosas de la distin­
ción del vestido de sus comunidades. Sin embargo, estos cambios
difieren de aquel de la mujer de la Universidad de San Carlos que
intencionalmente mezcló estilos de ropa, cambio que puso toda una
serie de significados en juego. Ahí, fue una herramienta que estaba
siendo usada en un esfuerzo por diseñar una nueva sociedad.
Este tipo de juego con los elementos puede no ser una amenaza a
la cuestión del indigenismo o de la identidad maya, pero sí sugiere dos
cosas. Una: puede jugar o experimentar y redefinir los símbolos de
identidad sin amenazar seriamente la integridad de la identidad en sí
misma. La otrn es que. en un mundo en el que las características la-
218 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

dinas están siendo impuestas sobre uno, jugar con las que están bási­
camente bajo control propio probablemente ayuda a reforzar la iden­
tidad.

Religión
La religión maya a fines del siglo XX se ha vuelto bastante compli­
cada y pluralista. Probablemente es útil, al principio, enmarcar pre­
guntas teológicas e ideológicas en términos de cuatro campos de la
práctica y de las ideas: l) el catolicismo tradicional cofradista, también
llamado «costumbrista»; 2) la ortodoxia católica reformada de Acción
Católica al lado de la Teoría de la Liberación que puede incluírsele; 3)
un número grande de iglesias protestantes activas y sectas; y 4) la
iglesia maya. La gente se mueve de un lado al otro en este polo. Sin
embargo, la membrcsia entre las primeras tres es mutuamente exclu­
yente, pero todas coexisten con la iglesia maya.
Como se describió anteriormente, la genialidad de la cofradía ha
sido preservarse y adaptarse al modo de vida de la comunidad dcntro
de una sociedad autocrática. Fue engendrada bajo la España Imperial
y continuó sirviendo a lo largo de los primeros ciento n�inticinco años
de Independencia corno un amortiguador crítico contra la habilidad de
extracción del capitalismo liberal y dc los antojos de los déspotas. Así
como fue un obstáculo a ser cambiado durante la rl.'\'oluciún de 19��
que abrió nuevas alternativas a mediados de siglo y en los sesenta
cuando la persecución del comuni!rn10 distrnjo al Estado. Como en mu­
chos sistemas políticos atrincherados culti\'ó sus propias formas dt.• co­
rrupción trivial y los principales que la gobl.'rnaban no sin razón t'Sta­
ban celosos de su pode,·.
Por lo tanto, al evaluar hoy la cofradía uno tal \"t.'l. dl.'bería exami­
narla desde d punto de vista de lo que quaia prt.•scr\'ar, l.'n \ t.'l (Íl� lo
que quería excluir 122. Cuando la 1\1atanLa de 1932 hi.w desapart.'Ct.'í a
los indígenas salvadon.·ños dt.• la \'isibilidad nacional � encontraron sa­
bio dispt.·n�a¡ cst ilos de ropa y de cualquier otra caractcrbtica qu1..• los
expusiera potencialmente a lus abw,os dt.· lo� ladinos ) dd Estado. fut•
a la cofradía a la qut.' rccurrit'ron para bust.·ar protl'cción im,titu\.'ional
a su identidad 12\ Así como había funcionado bien bajo la Corona t'::.­
pat1ola, también funcionó L'Ollt ra el autoritarismo libe1·al dd siglo XX
dl.' HL'rnándl'z Martínt.•z y de una SLX'iedad que quaia que- los indtgt.·nas
desaparecieran.
El papel de las organizacionl.'s religiosa� ma::. tradicionales no esta­
ba limitada a El Salvador. Claramentl.' las L'ofrad1as c.>ran importantt's
parad modo de vida de los rnavas de Guatemala. \' al ml.'nos t'ntrndos
los aflos cuarenta, su� rituak·s·. papde!) y pr.kticas fueron un lugar
común de idt'ntidad maya. Como ocurrio en El Sal\'ador, a principios
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 219

de los años cincuenta las sociedades religiosas sobrevivieron en Gua­


zacapán y Chiquimula como los principales lugares comunes de la iden­
tidad étnica en las comunidades, donde el proceso de ladinización ha­
bía dejado pocos signos indígenas 124• La asociación religiosa ha pre­
servado la identidad común indígena cuando aparentemente casi todos
los demás hábitos y símbolos que diferenciaban a esa categoría étnica
habían desaparecido efectivamente.
Acción Católica se inició en los años cuarenta con sacerdotes y tra­
bajadores, pero también se esparció por el papel de algunos comercian­
tes. Evidentemente, comenzó a ser más efectiva bajo la dirección de un
sacerdote católico italiano en Totonicapán 125. Cuando las innovaciones
políticas y los primeros sindicatos de la revolución guatemalteca rom­
pieron con los sistemas de cargo de las jerarquías político-religiosas
locales 126, las cofradías no desaparecieron inmediatamente. Más tarde
en los sesenta, el incrementado éxito de Acción Católica de convertir 127
a los mayas más jóvenes en comerciantes los motivó a romper con los
principales y otros cuya identidad aún se apoyaba en el sistema anti­
guo. Cuando el protestantismo comenzó incursionar más frecuentemen­
te en los setenta, mayores discordias ocurrieron dentro de las organi­
zaciones comunales.
Como con el idioma y el vestido, la función de identidad de la co­
fradía era viable. Aquellos que abandonaban las cofradías no dejaban
atrás su identidad maya; la redefinían para que el componente religio­
so específico fuera menos crítico a la definición. Las nuevas religiones
han sido aceptadas ya que han prometido la adaptación de intereses
de aquellos que las aceptan.
La iglesia maya cada vez se ha hecho más abierta y pública. El
término «sacerdotes mayas» puede todavía ser utilizado para referirse
a un sacerdote católico que es maya. Sin embargo, entre los mayas, el
término se refiere cada vez más al que practica la religión maya. Hay
unos cuantos estudios que tienen que ver con la importancia de esta
institución que continúa 128• Mientras que es poco entendida por los
no-mayas, las prácticas de la religión maya han sido durante largo
tiempo componentes esenciales de gran parte de la vida de la adapta­
ción cotidiana de muchas comunidades, aunque no hay como saber
cuán difundida se encuentra en este momento. Provee una visión del
mundo en la que el individuo es visto como parte del mismo, más que
como una figura externa que ejerce su voluntad sobre éste 129. Provee
el marco para el trabajo agrícola y para tomar decisiones sobre la vida
propia. Su papel en la vida de los mayas obviamente debe variar de
una comunidad a otra y con aquellos que se han mudado permanen­
temente a Ciudad de Guatemala o a Estados Unidos.
En los años ochenta un esfuerzo cada vez más reivindicativo para
fortalecer a la iglesia maya era impulsado por dos escuelas que inten-
220 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

sificaban la instrucción ceremonial de los sacerdotes mayas y la com­


binación de la cosmovisión contemporánea con elementos de la cultura
precolombina, etcétera. El bautizo maya se está convirtiendo en una
importante ceremonia que viene reemplazando al de las iglesias de
occidente. El esfuerzo está dirigido explícitamente a competir con las
muchas iglesias católicas y protestantes 130• Hay poca duda de que el
fortalecimiento de la iglesia maya es un esfuerzo nativista dirigido a
retornar los elementos de significación histórica maya dentro de la
construcción de la identidad maya moderna.

LAS «TRADICIONES» DEL SURESTE Y DEL CARIBE: ( 1930-1979)

Charles R. Hale
Ningún otro pueblo en Centroamérica ha tenido éxito de sobrevivir
a las vicisitudes de la Conquista y de la era colonial con tanta integri­
dad como lo han hecho los mayas de Guatemala. Tanto la situación
inicial del siglo XVI como la historia subsiguiente de los grupos indí­
genas y sus relaciones externas han producido caminos históricos bas­
tantes diferentes. Nuevos grupos étnicos han emergido en las áreas del
sureste y de la costa del Caribe. dando a ese área sociedades de un tipo
totalmente diferente, sociedades que culturalmente deben poco a los
antecedentes españoles, tan importantes en el interior y en d Pacifico.
Lo más relevante es la severa reducción o virtual ausencia de los tipos
de trabajos forzados y de relaciones étnicas hostiles qut• siguieron a la
conquista de los pueblos mesoamericanos. Como se mencionó anterior­
mente, hubo áreas importantes en la costa atlántica que nunca sufrk­
ron la conquista espmiola. Los pueblos de la región, �in embargo. si
soportaron las enfermedades destructivas trnidas por los españoles y
fueron severamente afectados por las incursiont·s europeas en b región
durante los siguientes siglos.
Los pueblos indígenas de las llamir�\S dd Caribe pertenecen nl gn.1-
po lingüístico macro-chibchá �· llegaron al istmo a travC.:•s de migrado,.
nes rumbo al norte desde las Jlanuras de Surnmerica 131• Se asentaron
tanto en la costa como en h1s montañas del cor-rt•dor central. vi\·iendo
en grupos pt:queños. dispersos y rdati\'allll'lllt' acéfalos. en contraste
con los pueblos mesoamericanos de la costa pacífica hasta Nicoya t'n
el sur (Costa Rica) 1 �:!. Las historias coloniales y dd siglo XIX cambia­
ron los contornos de esa partición. pt'ro la dt•jarnn bf\sicamc.>nte intacta.
Gran Bretaña reclamó la costa dd Caribt' dt· Nit:aragua y de Honduras
(conocida como la costa Mosquitia) y Bdict• (Honduras Britanica), atrn­
yt•ndo bajo su esforn de influencia a los habitantes indígenas d\.· t•sas
áreas -más notablemente ¡1 los indios miskito�. La transfert•ncia de
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 221

soberanía formal -Honduras en los años de 1860 y Nicaragua en 1894-


ocurrió como parte de una transición más amplia a la dominación neo­
colonial norteamericana, proveyendo una base continua para las orien­
taciones culturales angloamericanas en vez de las hispanas de los pue­
blos costeños. Durante las primeras tres décadas de este siglo la pre­
sencia de las empresas productivas y de las casas comerciales, al igual
que de los misioneros protestantes y de los marines, convirtió grandes
porciones del borde del Caribe en un enclave norteamericano. Los due­
ños de las compañías, especialmente de las bananeras, reclutaron ac­
tivamente jamaiquinos y a otros negros caribeños para proveerse mano
de obra remunerada, en el supuesto de que serían trabajadores más
disciplinados y entusiastas. Estos inmigrantes afrocaribeños engrande­
cieron las comunidades existentes de los pueblos que habían llegado a
ser conocidos como «criollos» (gentes de descendencia africana que ha­
blan inglés criollo), acentuando, aún más, esta partición cultural pací­
fico-caribeña. Ya para 1930, muchos de estos criollos no tenían ciuda­
danía formal alguna -mucho menos un sentido de identificación- con
el Estado-nación centroamericano bajo el que vivían 133. Muchos en­
viaron remesas de dinero a sus hogares en el Caribe; algunos también
enviaban a la escuela a sus hijos, quienes retomaban al finalizar los
estudios; en caso de haber problemas recurrían al Consulado Británico
más que a las autoridades del gobierno centroamericano.

Cuadro 3.6

Población negra (criolla) de las llanuras de Centroamérica (1980)

Población Fecha/Fuente

Costa Rica ................................ 13.749 1950/Bourgois (1989:79)


Nicaragua ................................. 25.723 1980/CIDCA (1982)
Honduras .................................. ?
Guatemala ................................
Belice ......................................... 64.000 1986 rn

Además de los indígenas y de los negros, el área ha�ía sido habi!ada


_ _
por los negros caribeños o caribes o gar�funas, cuya d1stmta 1dent1dad
emergió en las Antillas menores en el siglo XVII, resultand� de la fu­
sión cultural y biológica de los indígenas que hablaban arawak con los
222 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

africanos que se rebelaron para escapar de la esclavitud. Su presencia


en Centroamérica comenzó en 1797, cuando los británicos, habiéndolos
derrotado, los pusieron en dos buques de guerra y los abandonaron en
la isla de Roatán. Rápidamente se dirigieron al continente, y durante
el siguiente siglo fundaron pequeñas comunidades a lo largo de gran
parte de la costa caribeña norte, desde Belice hasta Pearl Laggon (Ni­
caragua). Aunque continuaron hablando un lenguaje derivado del ara-·
wak y eran fenotípicamente africanos, hasta hace poco los garifunas
aún se diferenciaban tanto de los indígenas de las llanuras como de los
criollos.

Cuadro 3.7

Población garífuna de las llanuras centroamericanas

Pobbl'.ion ft."Cha Fu.:nte

Nicaragua ................................. 1.487 1980 CIDCr\ (1982}


Honduras .................................. 60.900 1980 Gonza lez (1988: 1 191
Guatemala .............................. .. 3.000 1985 ibid
Belice ......................................... 10.600 íbid
Total ...................................... 75.987

Los distintos pueblos indígl.'nas dl.' las llanuras dd Caribe son dl'·
masiadu numl.'rusos. di\'ersus y pubrl.'mentc documl.'ntados como para
permitir un estudio adecuado. Dejando de lado n los inmigr::rnte� ma­
yas del altiplano de Guatemala hasta Bl·licl.', d arl·a custdia está h�\bi­
tada hoy úüi por doce gn1pus indígl.'nas distintos en lo cul tural-lingü1s­
ticu, y prubablcml.'nll' ful.' d hogar dd dobk de l.'Sl' numl·ro l'n 1930 1 '"'.
El pueblo más numeroso y con mayor l':\tl·nsiún tl·rritorial �un lus mis­
kitos, quienl.'s l.'ll 1930 totalizaban caca de 15.000 y \·ivian en pequl'f1as
aldeas costeñas desde la� 1·iberas dd no Tinto l'n Hondura� hasta Pl·arl
Laguun en Nicaragua. Durantl' los siguil.'ntcs dnC\.Jl'nta a11us esta� fron­
teras de prcsl.'ncia tcnitorbl miskita pl.'l'manedl·ron basicamente in­
tactas, a pesar dl· que induian un numl.'ru lTL'CÍl'lltl.' c.k inmigrantes de
lengua cspaüula del oeste. Aunque se lle\'() a L'abu alguna asimibdun
a la cultura nacional (tnt:�tizn) y t:Tiolla. l'n cspl·dal t'n las aldl·as ma­
yores, la identidad dl.' los mi ski tus permanecio vibrante y su pobladun
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 223

continuó aumentando. Ya para 1979 su número -tanto en Honduras


como en Nicaragua- había sobrepasado las 100.000 personas 136•
Este Jogro de expansión demográfica, estabilidad territorial e inte­
gridad cultural contrasta fuertemente con la experiencia de casi todos
los otros grupos indígenas de las llanuras de Centroamérica durante el
mismo período. Los cinco grupos indígenas de las llanuras de Costa
Rica totalizaban juntos cerca de 25.000 en los años de 1980 (Cuadro 3.8),
con identidades que en muchos casos han sido absorbidas por la cul­
tura nacional dominante. Hoy sus cifras presentan un descenso relati­
vamente drástico y probablemente absoluto también, en relación con
la década de 1930.

Cuadro 3.8

Pueblos indígenas de las llanuras centroamericanas,


década de los 80

País Grupo Indígena Población Fecha


138
Costa Rica •.•.••••.•.••••. Guaymí 1.824 1988
Cabécar 9.300
Bribri 6.700
Brunka 4.164
Malekus (Guatusos) 520
9 6.780.000 1980
Nicaragua 13 .••••.••••.•.•••. Miskito
Sumu 4.851
Rama 650
Honduras 140
.................. Paya (Pech) 1.595 1986
Jicaques 7.500 1984
Sumu (Twaka) 700 1990

Los sumu 140, los rama, los paya (pech) y los jicaque (tolupán) de
Nicaragua y Honduras tienen historias similares, excepto que para la s
dos primeras la asimilación ha sido hacia las dos culturas regionales
dominantes -miskita y criolla- al igual que hacia los mestizos. A
mediados de los setenta, los indígenas de Costa Rica se organizaron y
ganaron el derecho a las tierras (llamadas «Reservas»), que podrían de
alguna manera ayudar a frenar la velocidad de estas tendencias i-1 1,
Organizaciones similares emergieron entre los indígenas no-miskitos
de Honduras y Nicaragua, pero sus logros desde 1979 fueron mucho
más limitados.
224 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

Otros tres pueblos merecen breve atención para completar esta vi­
sión de la composición étnica de las sociedades de las llanuras centro­
americanas. Primero, como se mencionó anteriormente, la inmigración
mestiza a las llanuras ha sido importante a lo largo de la región. espe­
cialmente en la última década del período en consideración. Los mes­
tizos se incorporaron a la jerarquía étnica/de clase tanto en los estratos
superiores -como elite política y económica- como en la base -como
trabajadores remunerados en compañías transnacionales y subsecuen­
tementc como campesinos con pequeñas propiedades. La inmigración
hacia el este del último grupo creó lo que llegó a ser conocido en Costa
Rica y Nicaragua (¿Honduras?) como la frontera agrícola: una frontera
que marcaba los límites de los asentamientos mestizos y los comienzos
de los bosques tropicales que ser\'Ían de amortiguamiento entre las
sociedades nacionales y las de la costa atlántica. Sin embargo. ya para
1979 el término había perdido su sentido, pues el amortiguamiento
había desaparecido en gran parte exponiendo muchas áreas donde los
dos pueblos entraban en contacto directo 142• Los mestizos ahora cons­
tituyen el grupo étnico mayoritario en las regiones de las llanuras de
Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala. Segundo. Belice y las
llanuras de Guatemala son ahora el hogar de un creciente número de
mayas que han inmigrado del oeste, muchos a causa de la \'iolcncia
política y del desajuste económico de los ochenta. pero otros hace ya
más de un siglo. Estos inmigrantes rnl'recen atención c?special. aparte
de las generalizaciones sobr·e los pueblos indigenas de las llanuras, y
por lo tanto están mt,s allú del espectro dl.'I análisis que se prest.•nta
más adclanlL'.
Finalmente, d enclave económico norteamericano atrajo a otro::. in­
migrantes -sobre todo chinos-. muchos de los cuales permanecieron
aún dcsput'.-s del periodo de declinación <.k la compar'tia. Aunque n:la·
tivamente pocos en número, los chinos formaron comunidades cohc-..io­
nadas y jugaron un importante papl.'I t.'n la l.'Cunorrna regiun�l (por
ejemplo, como duer'tm, de tiendas ,. cumu capitalista.., a pequd1a esca­
la), y en gl·ncracioncs subsiguientt.•:,.., tamhit•n en la pulitica IH_

La� et11ias de la ,·crtic11te a!lm,tica

En 1930, con exccpdon de Bl'licc 14\ la l'Ul'Stion kg�d !urmal dt• b


jurisdicción dd Estado \' de la sulw1-:.111ia sobre las llanuras dt• (l.'ntro·
américa habra sido rcst;clta hal'ta tiempo. Sin embargo. l'I acut•n.lu dt•
la división pl·rsistía tanto t•n lus patrones de las n·lal·iuncs :-.ul'ied�1d­
Estadu como en las propo-.il·io11t'" hal·ia la población de bs llanura" de
Centroamt•rica, cnr.lizadas en las cultura" nacionales dominantl's. Por
otro lado, cumu se st·f1alu anll'riorrnentt', estas \'Ínan lejos de> los ccn-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 225

tros de poder mestizo/espa11ol, eran relativamente pocos en número y


se in\'olucraban muy limitadamente en las relaciones coercitivas, en la
producción de explotación con España o con la elite mestiza. Conse­
cuentemente, el intenso odio y el miedo mutuo interétnico, que son
comunes en Mesoamérica, y los patrones asociados de brntal violencia
política iniciada por el Estado, están ausentes en gran medida de la
región costeña del Caribe 146. Por otro lado, la combinación de distan­
cia geográfica, ecología distintiva, radicales diferencias culturales e ini­
quidad política-económica sentaron la base para entendidos estereoti­
pados igualmente racistas (aunque menos virnlentos) de estos «otros»
que no eran mestizos. En el discurso del gobierno central las llanuras
del Atlántico eran presentadas a menudo como «vacías» y como vastas
áreas que imploraban ser «colonizadas», con recursos vírgenes que es­
taban esperando ser explotados. La gente de las llanuras entraba en
este discurso ya fuera como «nativos» atrasados cuyas culturas estaban
declinando inexorablemente -en el caso de los indígenas- o como
«extranjeros» que no tenían lugar legítimo alguno dentro de la nación
mestiza emergente -en el caso de los negros-. Consideren, por ejem­
plo, el prefacio de un documento emitido en 1966 por una recién for­
mada comisión del gobierno de Somoza, encargada del «desarrollo» de
la costa atlántica .

...en la costa atlántica de Nicaragua se está trabajando conforme a la


concepción moderna del desarrollo ... La Patria por fin será su cuerpo
sano y robusto, porque lo podría haber sido con sólo la mitad de su
físico vivo; pero, ¿qué será del nativo de la costa atlántica? ¿Lo deja­
remos extinguirse ante la lógica absorción de los inmigrantes que ha­
brán de llegar? ¿Lo iremos empujando hacia los llanos inhóspitos del
Norte, tratándolos como parias nacionales? o ¿sabremos aprowchar
su potencial, capacitándolo para una reincorporación al concierto dd
desarrollo nacional? •·n.

En lo que concierne a los negros, en especial en tiempos de desar­


ticulación económica y de agitación laboral, las elites políticas y eco­
nómicas de Costa Rica, Nicaragua y Honduras recurrieron a discur­
sos enlazados con el racismo y la xenofobia. Amenazas constantes de
deportación, restricciones sobre futuras inmigraciones, )' en Costa Rica
una ley tácita que prohibía a los negros viajar al oeste, hacia San Jost',
son la evidencia de este empuje centroamericano exclusionista, poco
visible en la construcción de las naciones 148•
La �resencia de Estados Unidos en la región tuvo d efocto paradó­
jico de reforzar la exclusión de los pueblos de las llanuras y de amor­
tiguar su capacidad para resistir la penetración del Estad� rnestiz� y
de las sociedades dominantes. Para todos, menos para la ehte mest11.a
226 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

compradora, los enclaves de las compañías norteamericanas constitu­


yeron una profunda afrenta a su sentido de soberanía nacional y de
autodeterminación económica. Aunque los retos radicales a los privi­
legios de la compañía y los abusos eran la excepción (por ejemplo,
Arbenz en 1953-54), la tendencia general en este período era la de ejer­
citar un mayor control, extrayendo mayores beneficios, alcanzando al
menos una «nacionalización mínima de las transnacionales». Estos mis­
mos esfuerzos también fueron dirigidos contra aquellas personas que,
en virtud de vivir y trabajar dentro de los enclaves, tenían poca o
ninguna identificación con la nación. El funcionario estatal Frutos Ruiz
y Ruiz, cuya declaración sirve de epílogo a esta sección, se enfureció
por las escuelas de misioneros norteamericanos y por el uso ineludible
del idioma inglés entre los habitantes de la costa, así como por el hecho
de que los norteamericanos fueran dueños de las compañías. Eran las
afinidades de la gente con una cultura radicalmente diferente lo que
lo hacían sentirse «como un extranjero en su propio país».
Al mismo tiempo, las instituciones angloamericanas con las que la
gente de la costa se asociaba actuaban como contrapeso a las presiones
para que se diera la asimilación. En el interés de prcserYar una valiosa
fuente de mano de obra, los dueños de las compañías se oponían regu­
larmente a las restricciones de inmigración y protegían a los trabaja­
dores negros de la c.Jiscriminación excesiva. Las iglesias misioneras nor­
teamericanas se convirtieron en una fuerte base institucional en la cual
los criollos y los indígenas afirmaban sus diferencias culturales y ase­
guraban sus derechos políticos. En suma, sin las relaciones continuas
multifacéticas culturales y cconómicns del Caribe y de Estados Unidos
los pueblos de las llanuras atlánticas hubieran sido mucho mas \'ulnt'­
rables a los esfuerzos permcabilizadores que tenían los estados para
alcanzar su incorporación a la sociedad nacional. En lo qut' n.•sta dc
esta sección se exploran algunas de J.,s implicaciones de esta ultim:l
afirmación, c.Jestacando un 11ú11wro e.Je patront's <lL'ri\'ados, a lo largo de
la costa, de cambio étnico y e.Je resput.•sta t.•tnupolítica que scran citada�
como hipótesis muy gent'ralc� que nt.'CL'Sitan st·r invt.•stigadas sistt'tnáti­
camt.•nte. • ·
Primero, podemos hacer una c.listirKión amplia cntrc dos grupos dt.·
pueblos de las llanuras no-mestizos, aqudlos qut' St.' in\'ulucraron acti·
vamcnte con las instituciones angloamericanas dt'sde d principio. fren­
te a aquellos que tendían a rt.•tirar·sc, resistit.·ndo catt.·goricarnc-nte a
involucrarse con el mune.Jo dt.· ufut.•ra, va fm.·rn «anglo» o • hispano».
Aqudlos que pertent'cían al prinwr grupo -criollos, miskitos y ganfu­
nas- lograron expandin,c demog1·ál"ic�rn11..·11tt.· parn mantt.·ncr identicb­
des vigorosas y distintas culturalmt.•ntt', adl'rnás de afirmarsc polrtica­
mente, hasta un punto en qHc lo� mil'mbrrn, de t'Slt.' ultimo gn1po. los
ot1·os pueblos indígt'nas, no pudran. l\'1ary Hdms ha ht't·ho una obser-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 227

vación paralela de esta reticencia cultural diferencial, sugiriendo que


una característica que distingue a los dos grupos es lo parecido de sus
sistemas. Los miembros del primer grupo siguen patrones matrifocales
de residencia, formando en muchos casos líneas consanguíneas (por
ejemplo, compuestas por miembros núcleo que son parientes de san­
gre). Por contraste, los miembros del segundo tienden a valorar la re­
sidencia virilocal post-casamiento, que disminuye el papel de las mu­
jeres en la reproducción cultural y hace más vulnerable a toda la uni­
dad doméstica a las fuerzas disruptivas del exterior 149. Aunque no es­
tán claros los orígenes de esta variación en los sistemas hermanos
siendo parte de fuerte debate, la importancia de la distinción ampli�
está más allá de toda duda. A fines de los años setenta, los pueblos
indígenas de este último grupo eran profundamente vulnerables y en
algunos casos corrían el riesgo de desaparecer completamente. Entre
los miskitos y los garífunas, por contraste, estaba en marcha un proce­
so dinámico de afirmación cultural y de militancia étnica cada vez más
profunda.
Segundo, dada la lógica de esta relación triple, la disminución post­
Segunda Guerra Mundial de la presencia directa norteamericana acti­
vó una nueva fase en los esfuerzos de la gente de las llanuras costeñas
por afirmar la diferencia cultural y resistir la « integración nacional».
Hacia finales de los años cuarenta, los criollos, miskitos y garífunas
estaban mucho más aislados e impermeables a los dictados de los go­
biernos centrales bajo los que vivían. Para los años cincuenta, y todavía
más en los sesenta, la presencia del Estado en la vida continua de estas
gentes se incrementó enormemente. Si bien resulta demasiado simplis­
ta atribuir este cambio sólo a la menor presencia norteamericana, esta
última ciertamente facilitó la obtención de objetivos que estos estados
habían adoptado retóricamente por décadas. Este estado de penetra­
ción post-Segunda Guerra Mundial parece haber ejercido un impacto
diferencial sobre los pueblos de las llanuras, dependiendo de: 1) los
recursos (demográficos, políticos, culturales) sobre los cuales los pue­
blos podían resistirse y apoyarse; y 2) el grado con el que la incorpo­
ración dentro de la sociedad dominante ofrecía cambios razonables
para la movilidad social. Combinados, estos dos factores proporcionan
un patrón en forma de campana, donde los más vulnerables (indígenas
que se resistieron) y los relativamente privilegiados (criollos) tendían
a asimilarse, mientras que aquellos, en el medio (miskitos y garífunas)
fueron más dados a adoptar una militancia étnica.
Las causas de la disminución de la presencia de Estados Unidos en
la región de las llanuras son bien conocidas. Las compañías fn1tícolas
en Costa Rica, Nicaragua y Guatemala transfirieron capital a nuevas
operaciones en la región pacífica; las desarticulaciones económicas su­
fridas durante la Primera Guerra Mundial provocaron drásticas caídas
228 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

en la producción bananera, de las que las compañías se recuperaron


sólo parcialmente; la sustitución tecnológica redujo el número total de
los trabajadores asociados con la producción del enclave. Es más, antes
del golpe de 1954 en Guatemala, las transnacionales actuaron para
evitar problemas anticipados suavizando sus perfiles y adoptando me­
dios más sutiles para alcanzar los mismos fines políticos y económicos.
Las escuelas y hospitales de la compañía pasaron a manos del gobierno
y los «nacionales» (mestizos) adquirieron una incrementada presencia
en los puestos más altos de gerencia de la compañía 150. Una cantidad
de cambios paralelos se llevaron a cabo en las relaciones entre las
iglesias protestantes y el Estado. En el momento de las observaciones
de Ruiz y Ruiz, a fines de los veinte, las escuelas y hospitales moravos,
con personal sobre todo norteamericano y criollo, predominó en la cos­
ta atlántica de Nicaragua. Cincuenta años después las escuelas diurnas
moravas no existían, mientras que las secundarias y los hospitales te­
nían equivalentes del Estado y operaban nominalmente de acuerdo con
la política estatal.
Esta penetración post-1950 del Estado en las llanuras atlánticas fue
evidente sobre todo -y tuvo gran éxito-- en Costa Rica. Durante los
primeros años del período presidencial de José • Pepe• Figueres, cua­
renta y siete nuevas escuelas del gobierno se establecieron en la pro­
vincia costeña de Limón. La gente criolla -que generalmente había
apoyado a Figuercs en la guerra civil del 48- adquirió ciudadanía
costarricense incondicional y empleos en la creciente burocracia esta­
tal; la prohibición informal sobre sus mo\·imienros al oeste del país fue
levantada. En este mismo período el gobierno completó la carretera
multiestacional de la capital a Limón, que permitió una gr.rn afluencia
de inmigrantes mestizos y un mayor contacto inter�tnico. Ya para fines
de los años sesenta los criollos de Limón se habían beneficiado de una
substancial movilidad ascendente de clase. y d espa11ol había comen­
zado a reemplazar al ingk·s como « lengua de prestigio•. dos scúas de
su incrementada integración con la sociedad domin:.mre 1�1• La afirma·
ción de Bourgois -«si no fuera por la discriminación ÍL·notipic�1. los
negros ya í1ó existirían como grupo étnico aparte en b ri?gión Bocas­
Limón »-, aunque tal \'l'Z exagerada, L'S inc.licati\"a del grado de <.·am­
bios étnicos desde los años tn:int�1 1 ":!.
Un proceso similar se lle,·ó a cabo cntrc los c1·iollos de Nicaragua
aunque un poco menos intenso. En cslL' país la dcc;1<.h:ncia de la com­
paúía ocuITió antes, incitada por la campaí"1a antiimperi�1lista e.le la
guerrilla de A. C. San<lino, al igual que por los otros foc:torcs mencio­
nados anteriormente. Aunque la base <.k· la cL·onomía costera se hab1a
derrumbado n me<liac.los dl· los trdnta, d <lcsarrollisrno dd Estado so­
mocista no comenzó seriamente hasta principios de los sesenta. Con­
fortado con los fondos de la Alianza par.i l'I Progreso y otr�1s fuentes
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 229

internacionales, el Estado invirtió por vez primera en salud, educación


y en la infraestructura económica, al mismo tiempo que se involucraba
directamente en pequeñas y medianas empresas productivas (por ejem­
plo, madera, camarón y langosta). Durante este período, un número
mucho mayor de criollos se educó en las universidades de la costa
pacífica y adquirió posiciones de nivel medio en el gobierno y en la
economía regional. El énfasis de sus demandas giró desde la militancia
étnica y del separatismo hacia problemas de representación política
regional y de distribución equitativa de los beneficios del desarrollo
económico nacional 153•
Los miskitos de Nicaragua respondieron a estas mismas fuerzas de
una manera un poco distinta. Mientras que un grupo relativamente
pequeño de miskitos privilegiados se acercaron a la cultura mestiza, la
tendencia dominante fue la de unirse o apoyar la incipiente moviliza­
ción etnopolítica contra el Estado de Somoza 154. Aunque con modera­
ción y cuidado al principio, los esfuerzos de organización miskita eran,
desde el comienzo, explícitamente étnicos: combinaban demandas eco­
nómicas dirigidas primordialmente contra los comerciantes mestizos y
la elite política, esforzándose por alcanzar la revitalización cultural y
el poder político. Aun entre los líderes más moderados, estribillos como
«los recursos de la Costa nos pertenecen» que eran comunes, dramati­
zaban la militancia latente de la conciencia miskita y sirvieron como
presagio de la movilización antisandinista que vendría.
El pueblo miskito que vive en Honduras, sobre todo en el departa­
mento del cabo Gracias a Dios, fue menos afectado por la penetración
del Estado, y por lo tanto tenía menos contra qué movilizarse. En los
años sesenta el gobierno hondureño comenzó a abrir escuelas, muchos
maestros miskitos fueron contratados. El cabo Gracias permaneció ais­
lado del resto del país, y para los años ochenta los mestizos constituían
menos del 10% de la población del departamento. Aunque los mestizos
eran económicamente dominantes en la aldea central de Lempira, los
miskitos ocuparon puestos políticos regionales, y parece ser que tuvie­
ron mucho menos contacto diario con la elite mestiza que su equiva­
lente nicaragüense. La debilidad crónica del fraccionalismo de las or­
ganizaciones etnopolíticas de los miskitos hondureños podía esperarse
que cambiara, en forma más dramática, en el caso de una amenaza
frontal a su considerable autonomía de facto 15 5.
Los pueblos garífunas de Nicaragua, Honduras y Guatemala fueron
afectados de distintas formas por la caída económica de la posguerra,
pero de una manera ampliamente consistente y acorde con la argumen­
tación aquí desarrollada. Antes de la Segunda ? uerra Mundial, los ho�­
bres garífunas habían estado extensamente mvolucrados en trabajos
migratorios temporales remunerados, dejand� a las m�jeres en las �o­
munidades rurales relativamente aisladas, qmenes realizaban trabaJos
230 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

no remunerados y se hacían cargo del papel preponderante de la crian­


za de los hijos y de la reproducción de la cultura garífuna. Con la
desarticulación y la caída económica de posguerra, los hombres se vie­
ron obligados a buscar trabajo más lejos y durante períodos mayores
de tiempo, que a menudo se convertían en el preludio de una migración
permanente que casi siempre alteraba profundamente sus enlaces eco­
nómicos y culturales con las comunidades de origen.
Resumiendo estos cambios, la antropóloga Nancie L. González con­
cluye que, mientras que en la fase previa "'las necesidades y deseos de
los negros caribes parecían mantenerse al día con su situación local».
después de 1950, los garífunas ya no estaban en control de su propio des­
tino ... « la migración debe ser abandonada», añade ella con bastante
determinación, «si es que la cultura va a sobrevivir» 156• Sin embargo .
también hay razón para atemperar estas severas conclusiones, a la luz
de la evidencia �ue proveen González y otros- de un renacimiento de
la cultura e identidad garífunas que se inicia hacia finales de los años
setenta 157. Paradójicamentt.', los emigrantes que parecía habían «aban­
donado» su cultura dieron un importante impulso a esta recién encon­
trada militancia étnica, regresando luego con nuevas ideas (ejemplo.
poder negro) y con experiencias organizativas en el exterior (ejemplo. un
grupo de danza que daba representaciones regularmente en Los Ánge­
les). Queda para investigaciones subsiguientes explorar cómo las rela­
ciones con las sociedades nacionales dominantes -tanto la hondureña.
la guatemalteca y la de Estados Unidos- han condicionado este resur­
gimiento y transformación de la identidad garífuna.
Un patrón final creado por la triada de relaciones entre d Estado
mestizo, la gente de las llnnuras y la presencia nortt.'amL·ricana puede
encontrarse en el contenido de conciencia política que prcvah.·cía t•ntre
aquellos que estaban involucrados con los nortcamaicanos. Como se
dijo antes, esta participación ayudo .:1 la gente a hacer frente a sus
necesidades básicas materiales y fortaleció su capacidad para n.•sistir
e1 empuje de asimilación del Estado y sociedad dominantes. Al mismo
tiempo, al acercarse más a las instituciones nortt.•americanas. tendit.•ron
r
a asimilar ñrnchas de sus ith.•as cla\'C, \'alores y nociones de sentido
común de las que estas instituciones fm.•ron crt.'�H.las. El an:\lisis dt.• Phi­
lippc Bourgois de las rclacio11L's �micas t.'ll un pueblo costarricenst.' dt'
la compaúía ilm,tra d\'amente este proceso, documentando c.•I profundu
costo psíquico cuk·cti\'o de la mo,·ilid.,J negrn asct.'mlente: racismo in­
wrnalizado, una deferencia profundamente enraizada en las « rdacio­
nes jerárquicas entre negros y blancos», innumerablt.•s y sutiles formas
de autodesprecio. Edmuml T. Gordon ha obsen ado c.:lractt·nsticas si­
milares entre los cl'iollos de Nicaragua ,. los ha situado dentro de un
análisis complejo y L'laborado dt.• la cultura criolla. Elementos de b
((ideología anglosajona», argumenta Gordon, c0t.•xistt·n t'n b manera de
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 231

ver el mundo de los criollos con otro tipo de datos que engloban sus
inclinaciones de resistencia y autoafirmación. Dependiendo del contex­
to específico una u otra de estas facetas un tanto contradictorias pasa
al frente y predomina en la conciencia y las acciones del pueblo crio­
llo 158. He hecho un análisis paralelo de la «afinidad anglosajona» del
pueblo miskito en Nicaragua 159•
Hay limitada evidencia que sugiere que los garífunas se ajustan a
una variación de este mismo patrón. González informa que los garífu­
nas, aunque no son fenotípicamente africanos, no se identifican como
negros porque reclaman «poseer una cultura única no-occidental, y en
parte porque aún se consideran como un pueblo cuyo pasado no estaba
manchado por la esclavitud» 160. Sin embargo, González también hace
ver que un hombre garífuna de setenta años comentó que, antes de un
viaje a Estados Unidos donde una mujer negra « le dijo que era bien
parecido y acarició_ su mejilla, nadie le había hablado así antes y él se
creía feo» 161. González también pone mucho énfasis en el «individua­
lismo omnipresente» de la cultura garífuna 162. Debido a que tanto el
racismo antiafricano como el individualismo eran soportes ideológicos
centrales de las instituciones norteamericanas, con las que los garífu­
nas estaban extensamente involucrados, parecería imprudente descon­
tar la influencia de una «ideología anglosajona» al moldear la manera
en que articularon su identidad.
Finalmente, resulta altamente significativo que las organizaciones
etnopolíticas de los garífunas, a finales de los setenta, hayan escogido
enfatizar sus orígenes africanos, por lo tanto buscando sobreponerse a
las tensiones mutuas, de hace tanto tiempo, con los otros afrocaribeños.
Puede tal vez tomarse como una señal de que la militancia étnica, entre
los pueblos de las llanuras costeñas, tiene el potencial para desarrollar­
se como una afrenta ante los privilegios del gobierno central y del
legado neocolonial norteamericano. En todo caso, permanece como un
recordatorio de que la asimilación y la «pérdida de cultura», aunque
son fenómenos verdaderos, a menudo resultan ser ilusorios y reversi­
bles. Por lo tanto, podemos esperar que continúe la reformulación de
las culturas e identidades de los pueblos de las llanuras de Centroamé­
rica y que la militancia étnica sea un importante catalizador de su
movilización política en los años venideros.
NOTAS

l. Adams reconoce una deuda especial con los trabajos anteriores de Ricardo Fa­
lla, Arturo Arias, Caro! Smíth, Demetrio Cojti Cuxíl, Jurge Arias, Jorge Luján Muñoz,
Ralph Lee Woodward, Charles Hale y Bclly Hannstein Adams.
2. Esta sección sigue de cerca a Adams, Richard N. «Thc Conqucst Tradition of
Central America• en Tl1c Americas. \'OI. XLVI, n.• 2 (1989). págs. 1 19-136; y debe mucho
a Stone, Samucl Z. lA di1ias1(a de los co11quistadorc.s: la crisis del poder e11 la Costa Rica
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America (Nunnan: University of Oklahum.1 Prcss. 1988); Fox, John \\'., Q111cli.1 Co,1-
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dt" Honduras hasta l'I gulfu d'-' Nicuva. �· l'Il C'-·n1ru�1m�ric.1 indU\l' d uc.·,t.: de Gu..ll1..'·
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terns» en Lati11 A111,·11d111 Rt'St'11,.cl1 Rt'\'Ít'W, ,·ul. XX. n.• 3 ( 19��l. p.ig:-.. -t-l. él�. 1..it..l utr-;i,
cifras dt: esta fucnk· qut.· 110 st.' ajus1a11 ;, l's!.is. Cifr.1 dt.• 1570 dt.· .\lun.lu J .\t;\l:Lt.W,
«Los ind1g.:nas dt.· Guatl·mala t.'11 los siglos X\'l � X\'11 t.1111.,ño dt.• b publ;.11..·io11, re�ur­
sus _,· urg:.mizacion <ll" la mano dl' obra» L'll Pobl,1dot1 \ 111,11w clt! t>l>rn t'PI -\111c'11cc1 Lati11d
Comp. Ji: Nicul::b Sancht.·z-Alb11111u, U\t.idrid. Editorial Ali�1111.1, l�SSl, p..lg 5=; Gu�lle­
mala: W. G. Lo\'dl y William R. S,,etl'�, • Th'-· Pupul.11ion uf Suutht.>rn Guatemala al
Spanish Contact » L'll Ca11adia11 l1111111al u/A11tl,n,polo�y. ,ol. 111. n.• 1. p..lg:> 71 -S-t U9S�l
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 233

Citado por G. Lovell, «Mayan Survival in Guatemala» en Latin America Research Re­
view, vol. XXIII, n.º 2 (1988). pág. 29: El Salvador: H. E. Daugherty, Man-Induced
Ecologic Chdnge in El Salvador, Tesis (University of California, Los Angeles), pág. 120;
citado en Newson, 1985: 44: Soconusco: P. Gerhard, sugiere que había 1.800 contribu­
yentes en 1569, y 800 en 1694; las cifras estimadas en cinco personas por contribuyente.
The Southeast Frontier (Princeton University Press, 1979), págs. 158-162; citado en Newson,
1985: 68. Coloca al grupo nadir a fines del siglo XVI. HONDURAS. Linda Newson, The
Cost of Conquest: Indian decline in Honduras Under Spanish Rule (Boulder: Westview
Press, 1986), págs. 91 y 330; para la población aborigen, el oeste y el centro de Hon­
duras incluye Cortés, Santa Bárbara, Copán, Ocotepeque, Lempira, lntibucá, Comaya­
gua, La Paz, Francisco Morazán, y Choluteca; El Paraíso, Olanco, Gracias a Dios, islas
de la Bahía, y medio Colón 528.970), más el área ocupada por los jicaque, por ejemplo,
Atlántida, Yoro, y la otra mitad de Colón (16.528). El este de Honduras incluye algunas
porciones que fueron conquistadas «desde el sur» y algunas que no fueron conquista­
das. Newson no sugiere qué parte pertenece a cada una de las subregiones. Nicaragua
(Mesoamérica): Linda Newson, Jndian Survival in Colonial Nicaragua (Norman: Univer­
sity of Oklahoma Press·, 1987), cuadro 3; NICOYA: Newson, ibid., Cuadro 31: Costa
Rica: trabajo demográfico histórico creíble sobre los indígenas de Costa Rica casi no
existe, así que estas cifras deben tomarse con todavía más precaución que la corriente.
Las cifras dadas se supone que incluyen Nicoya. Las cifras costarricenses sobre la
Conquista son estimaciones de William Deneven basadas en cifras comparativas de
áreas vecinas; The Native Population of the American in 1492 (Madison: University of
Wisconsin Press, 1976). La cifra es para 1596, de Bernardo Augusto Thiel, «Monografía
de la población de la República de Costa Rica en el Siglo XIX, 1900» en Población de
Costa Rica y Orígenes de los Costarricenses, presentación de Luis Demetrio Tinoco (San
José, Costa Rica: Editorial Costa Rica, 1977), págs. 117-214. Murdo MacLeod, Spanish
Central America: A Socioeconomic History, 1520-1720 (Berkeley: University of California
Press, 1973), pág. 332, da una cifra de 80.000 para mediados del siglo XVI. La cifra es
para 1611, de Thiel, ibid. PANAMÁ: Charles F. Bennett, «Human Influences on the
Zoogeography of Panama» en Ibero-Americana, n.º 51 (Berkeley: University of Califor­
nia Press, 1967), citado por Denevan, pág. 291, no da número de página de Bennett.
O rnar Jaén Suárez, La población del istmo de Panamá (Panamá: Impresora de la Nación,
1978) en Cuadros 3 y 4 implica una cifra de 250.000; las cifras posteriores son tomadas
del Cuadro 1, pág. 22.
7. Chamberlain, Robert S., «The Conquest and Colonization of Yucatán» en Car­
negie Jnstitution Publication 582 (Washington, D.C. 1948); News9n, 1986; Newson, 1987 ·
8. MacLeod, Murdo, Spanish Central America: A Socioeconomic History, 1520-1720.
(Berkeley: University of California Press, 1973.)
Gua­
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University of Texas Press, 1990.)
10 . M cCreery, Dav1"d, « State power, indigenous communities, and land in nine-
teenth-century Guatemala, 1820-1920» en Caro! Smith (ed.), G11atemalan htdra11s mzd
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27. Pl'rt'Z Brignoli, op. cit.
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40. Marroquín, 1959 y del mismo autor Sa11 Pedro Nomialco: fovestigaci611 Socio­
lógica (San Salvador: Editorial Universitaria. 1964).
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sonate. (San Salvador: Ministerio de Educación, 1975.)
42. Montes, 1977.
43. Maxwell, 1982.
44. Ibid.
45. Hernández de León, Federico, Viajes Presidwciales, Publicaciones del Partido
Liberal Progresista, tomo I (Guatemala: Imprenta «El Liberal Progresista», 1940), págs.
306-307.
46. lbid., pág. 312.
47. Hernández Sifontes, Julio, Realidad Jurídica del Indígena Guatemalteco (Guate­
mala: Editorial «José Pineda Ibar.-a», Ministerio de Educación, 1965), pág. 255.
48. Hernández de León, 1940: 48.
49. Hernández de León, Federico, Viajes Presidenciales. Publicaciones del Partido
Liberal Progresista. Tomo U (Guatemala: Imprenta «El Liberal Progresista», 1943),
pág. 417.
50. Boletf11 del lnstitwo lndige11ista Nacio11al, vol I, n.º 1, Guatemala (1945), pág. S.
51. Hemández de León, 1940: t. 11, pág. 329-331.
52. El 24 de septiembre de 1935; Skinner-Klée, Jorge, Legislació11 Iizdig,misra dt'
Guatemala, recopilación de Jorge Skinner-Klée. (México: Ediciones Especiales del Ins­
tituto Indigenista Interamericano, 1954), pjgs. 118-119.
236 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

53. Éste es un avance tentativo del trabajo que actualmente realiza Enrique Gordi·
llo.
54. Hernández de León, 1940: t. 11, págs. 413.
55. Juárez Muñóz. J. Fernando, El indio guatemalteco; ensayo de sociologla nacio-
nalista (Guatemala, 1913), págs. 123-132.
56. Ibid., págs. 81-85 y 159· 166.
57. H. M. Vázquez, La Hora (2 7 de febrero de 1945).
58. El Liberal Progresista (7 de agosto de 1936). Archivo General de Centroamérica
(AGCA).
59. El Liberal Progresista (3 de enero de 1938). AGCA.
60. Schwartz, Norman B .. Forest Society: A Social History of Petén, Guatemala (Phi·
ladelphia: University of Pennsylvania Pres s, 1990), pág. 188.
61. Los informes publicados son pocos, sobre todo los de Hemández Sifontes, 1965,
264 ff.; un estudio más detallado se está llevando a cabo en estos momentos: Adams,
Richard N., .. The Patzicía Massacrcs of 1944: a Reintcrpretation• (1990}, inédito.
62. El Imparcial, 8 de noviembre de 1944.
63. Handy, Jim, .. ·A Sea of Indians'. Ethnic Conflict and the Guatemalan Rernlu·
tion, 1944-1952,, en The Americas, vol. XILVI, n.• 2 (1989). págs. 189-204; y Adams.
Richard N., «Ethnic Images and Strategics in 1944• en G11atemola11 fodians and tlze
State: 1540 to 1988, Carol Smith editora. (Austin: Univcrsity of Te�as Press. 1990). págs.
143-145.
64. Artículo 137, Párrafo IS, reproducido en Siln.·rt. Kalman. u,, es1ud10 de �bia·
110: Guatemala. Seminario de lnll:gración Social. tomo XXVI (Guatemala: Editorial

«José de Pineda )barra•, 1964) (wrsión original l"n ingles, 1954.), pflg. 227.
65. Buletfn del lnstitwu Nacio11al l11digt'llisra Nac-iorral. vol. l. n.• 1, Guatc:mala
(1945), pág. 6.
66. Gkijeses. Picru, Slzattaed Hope: T/11: G11at,m1a/a11 R,"l'Oliaio11 a,id tl,e l.!11ited Sta­
tes, 1944-1954. (Princeton Uni\'ersity Press. 1991.)
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1949).; y Adams, Richard Newbold, Cnic1/1ctio11 bv Pm1't·1: Es.rnn u11 Gwit,•111al,.m ,\u­
tiunal Sucia/ Stmct11re, 1944-1966 (Austin: Uui\1.'rsitv oí Tt'\as Pl'l.'SS, 1970).
72. Carta al Sañor Procurador d1.• la N.ición, di.' onc1.• l'ÍUi..bdauos dt' Tac�má. 2 1.k
diciembre de 1945. AGCA, Ministnio Publico, guhl"m;1cion. Leg. 3:!5o2.
73. Este tema se centrn sobre todo t•n A1·ia�. Anuro.• (h;mgmg Indian ldt'ntit�:
Guatemala's Viulent Trnm.ition 10 Modt'rnit� • c-n C".nul Stmith (t'd.), G11atmi.1/a11 /11-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 237

dians and the State: 1540 to 1988. (Austin: University of Texas Press, 1990); y Falla,
1978, para el análisis de la época 1960-79.
74. Ja C'Amabal l'b, «La primera gran confrontación: El movimiento campesino
indígena del altiplano guatemalteco», monografía presentada a la Subcomisión de las
Naciones Unidas sobre Minorías Étnicas (Ginebra, agosto, 1984). Citada por Arias,
1990: 241.
75. Falla, Ricardo, «Hacia la revolución verde: adopción y dependencia del ferti­
lizante químico en un municipio del Quiché, Guatemala» en Estudios Sociales, Guate­
mala, n.º 6, 1972, págs. 16-51; y Falla, Ricardo, Quiché Rebelde: Estudio de urz movi­
miento de conversión religiosa, rebelde a las creencias tradicionales en San Antonio llote­
nango. Colección «Realidad Nuestra», vol. VII. (Guatemala: Editorial Universitaria de
Guatemala, 1978).
76. Porras, Gustavo, «Guatemala: la profundización de las relaciones capitalistas»
en Estudios Centroamericanos, n.º 353 (1978), págs. 374-406. Citado por Arias, 1990.
77. Carmack, Robert M. «State and community in Nineteenth-Century Guatemala:
The Momostenango Case» en Caro! Stmith (ed.), Guatemalan Indians and the State:
1540 to 1988. (Austin: University of Texas Press. 1990.)
78. Adams, 1970; y Calder, Bruce Johnson, «Crecimiento y Cambio de la Iglesia
Católica Guatemalteca, 1944-1966» en Estudios Centroamericanos, n.º 6, Seminario de
Integración Social Guatemalteca. Guatemala (1970).
79. Falla, 1978; Brintnell, Douglas, Revolt against the Dead: the Moderniza/ion of a
Mayan Community ín the Highlands o{Guatemala. New York: Gordon and Breach. 1979;
Cabarrús, Carlos Rafael, La cosmovisión k'ekchi' en proceso de cambio (San Salvador:
UCA Editores, 1979).
80. Falla, 1978.
81. Gaitán Álvarez, José Miguel, « El mov1m1ento cooperativista de Guatemala:
desarrollo de la Federación Nacional de Cooperativas de Ahorro y Crédito» en Estudios
Sociales, n.º 7, 1972, Universidad Rafael Landívar, págs. 33-62 y 43-45.
82. Ja C'Amabal l'b, 1984, citado en Arias, 1990: 235.
83. Falla, 1978: 455.
84. Brintnell, 1979.
85. Falla, 1978: 444.
86. Ibid.
87. Fuentes para Cuadro 3.2: a) Hough, Richard, John Kelley, Steven Miller, Ru­
sell DeRossier, Fred L. Mann y Michell A. Seligson, Land and Labor in Guatemala: an
Assessment (U.S. Agency far Intemational Development, report: Guatemala, 1982). b)
Figueroa !barra, Carlos, El proletariado rural en el agro guatemalteco (Guatemala: Edi­
torial Rumbos Nuevos. 1980), después del 11 Censo Agropec11ario, Guatemala, 1964.
88. Ya que no hay datos específicos sobre la tenencia de la tierra para los distintos
grupos étnicos, la situación puede ser aproximada comparando las cifras de los tres
departamentos: departamentos mayas son aquellos en los que la población indígena
es 70% del total O más, por ejemplo, Totonicapán, Sololá, Alta Verapaz, El Quiché,
Chimaltenango, Huehuetenango y San Marcos. Los departamentos ladinos serán aque­
llos con un 70% 0 más de población ladina, por ejemplo, el Petén, Jutiapa, Zacapa,
238 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

Guatemala, Escuintla, Izaba!, Santa Rosa, y El Progreso. Los restantes, Jalapa, Saca­
tepéquez, Retalhuleu, Baja Verapaz, Chíquimula, Suchitepéquez, y Ouezaltenango son
departamentos mixtos. Para datos útiles, es conveniente excluir el Petén de los cálculos.
89. Fuentes para Cuadro 3.3; Censos Agropecuarios de 1950 y 1980.
90. El índice Gini mide la concentración de la tenencia de la tierra; un índice de
uno significa tener toda la tierra en manos de una persona. Una fracción baja indica
que la tierra está ampliamente distribuida.
91. Fuente: Hough, Richard, 1982: Cuadro 1.
92. Payeras, Mario, Los dtas de la selva (México: Editorial Nuestro Tiempo, 1981).
93. Burgos, Elizabeth, Me llamo Rigoberta Mencl1ú y as( me nació la conciencia
(México; Siglo XXI, 1985).
94. Mendizábel P., Ana Beatriz, « Estado y políticas de desarrollo agrario: la ma­
sacre campesina de Panzós" en Política y Sociedad, n.º 6 Uulio-diciembre. 1978},
págs. 69-121.
95. Arias, Jorge, u Historia censual de Guatemala• en Jorge Luján Muñoz, Econo­
mfa de Guatemala, 1750-1940, Antología de Lecturas y Materiales. Tomo 1 (Guatemala:
Universidad de San Carlos, Facultad de Humanidades, 1980). págs. 171-180.
96. Early, John D., « Revision of Ladino and Maya Census Population of Guatema­
la, 1950 and 1964» en Dcmograpliy, n.• 11 (1974), págs. 105-117: E.arly, John D., ·The
Changing Proportion of Maya lndian and Ladino in thc Population of Guatemala.
1945-1969» en American Etl11wlogist. \'OI. Il, n.º 2 (1975}. págs. 261-269; Early, John D ..
«Sorne Demographic Characteristics of Peasant Systems: The Guatemalan Case• en
Carmack, R.M., J. Early and C. Lutz, cds., Tlie !listorical Dmwgraplty of fli,:hlmtd
Guatemala, publicación n.� 6 (Albany: Stall' Univcrsity of Nc:w York. Jnstitute for �k­
soamerican Studies, 1982). págs. 169-181; Early, John D .. The Dt'm�raplnc Strncwre
and Evo/111io11 o( a Pcasa111 Svstem: Thl' G11att•mala11 Populario,i (Boc�1 R;itón, Florida: A
Florida Atlantic University Buok, 1982).
97. Fuentes: Datos para todos los totalt·s de poblaciones numeradas kxcl"ptu datos
1981) son dl" Jorge Arias, 1980: 171-180. PorcL"ntajl'S indigt·nas son cakulados de cifras
de censos aproximados ya que k'nt'mos pocas corn-ccioncs para sc<'ton.·s etnicos. Los
datos de 1778 y 1880 de Arias ( l 9SO}. Los datos tom:1dos de la publicai:ión dd Cl"nso
datan del 2 de fcbrlTO de 1953. Los d;1tos dt• Earl�· son dt• Early, John D., •Rt'\·isiun
of Ladino and Maya Ct>nsus Populations of Guatt•mala, 1950 and 1964 • t'n Dmwgrnph_v.
n.º 11 {1974), ¡.T-.ígs. 105-117.
98. Mdvillc, Thomas, ;rnd l\tarjorit• Mch·ill'-·, G11t1tt•nwla: The Polirics u{ Larul Ow·
naship (Nl.'w Yurk: Thc Frt't' Prcss, 1971 ).
99. Este ensayo no cubre la época de la politic1 dc tit'n�• arr.b.1da dd gobkmo
de 1979-1983.
100. Esto deja claro que mi afirmación sobr" qm• habna una J><.'rdida rit:l.1ti\.l
continua de la poblacion indígt•n:1 no esta \'t•rificada. \'east' a Adam�. 1957
101. Lutz y Lovdl. 1990.
102. Smith, Carol, .. class Position und Class Cons,:iousnt'ss lll un lnd1an Cornmu­
nity: Totonicap{m in tht' 1970s .. t'fl Carol Smith (t>d.), G11mt'mala11 Indwns anJ the Srarc:
1540 to 1988. (Austin: Uniwrsit� uf Tt-:,as Press, 1990), pág. :! 13.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 239

103. Schmidt, Lester, The Role of Seasonal Labor in the Economic Development of
Guatemala (Madison, Wisconsin: Land Tenure Center. 1986), pág. 88. Inédito.
104. Hernández de León, 1940: 184.
105. De Villa, Gonzalo, Estudio sobre la migración en Guatemala, 1893 a 1981 (Gua­
temala: AVANCSO, 1991). Inédito.
106. Smith, Carol. 1990.
107. Smith, Carol, «Origins ofthe National Question in Guatemala» en Carol Smith
(ed.), Guatemalan lndians and the State: 1540 to 1988. (Austin: University of Texas
Press, 1990), pág. 74.
108. Lutz y Lovell, 1990.
109. Tax, Sol, «The Municipios of the Midwestern Highlands of Guatemala» en
American Anthropologist, vol. XXXIX, n.º 3 (1937), págs. 423-444.
110. McCreery, 1990.
111. Smith, Carol,) 990; Watanabe, John M., "Enduring yet Ineffable Community
in the Western Periphery of Guatemala» en Caro) Smith (ed.), Guatemalan lndians and
the State: 1540 to 1988. (Austin: University of Texas Press, 1990); Handy, Jim, 1990.
112. Wolf, Eric., «Closed Corporate Peasant Communities in Mesoamerica and Cen-
tral Java» en Southwestern Journal of Anthropology. vol. XIII, n.º l (1957), págs. 11-18.
113. Smith, 1990: 218. Smith luego argumenta que esta unidad comunitaria es
equivalente a la clase social, argumento que no encuentro convincente.
114. Watanabe, 1990: 184.
115. Swetnam, John, «What else did indians have to do with their time? Alterna­
tives to Labor Migration in Prerevolutionary Guatemala» en Economic Development
and Culture Change, vol. XXXVII, n.º 1 (1989), págs. 89-112. Véase también Schmidt,
1968; Pansini, J. lude. «Indian seasonal plantation work in Guatemala» en Cultttral
Survival Quarterly, vol. VII, n.º 1 (1983), págs. 17-19.
116. Earle, Duncan, en Robert M. Carmack, editor, Harvest of Violence (Norman:
University of Oklahoma Press, 1988). Guatemala: cosecha de violencias, Robert M. Car­
mack, compilador (San José, Costa Rica: FLACSO; 1991), págs. 417-446.
117. «Spelling of Mayan language names follows that of the Academia de las Len­
guas Mayas de Guatemala», se encuentra en England, Nora C., y Stephen R. Elliot.
Lecturas sobre la lingüística maya (Antigua Guatemala: CIRMA, 1990).
118. Ronald Wilhelm, comunicación personal sobre investigación que actualmente
se lleva a cabo.
119. Cojtí Cuxíl, Demetrio, «Lingüística e idiomas mayas en Guatemala, 1970-
1988» en Cuadernos de Investigación, n.º 4-88, Dirección General de Investigación, Uni­
versidad de San Carlos de Guatemala. Guatemala, 1987; Sam Colop, Enrique, «La
educación bilingüe y los idiomas mayas en Guatemala». Presentado en la XIV Latin
American Studies Association, New Orleans (1988). Inédito.
120. Fundación Friedrich Ebert y FLACSO, 1988.
121. Otzoy, Irma, ldentity a11d liigher ed11eatio11 amo11g Mayan 11·0111en (University
of Iowa, 1988). Tesis inédita.
240 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

122. Un tratamiento general puede encontrarse en Rojas Lima, Flavio, La cofradla:


reducto cultural indlgena (Guatemala: Seminario de Integración Social, 1988).
123. Montes. 1977.
124. Adams, 1957.
125. Este material fue tomado de una presentación de Jesús Garcia Ruiz en la
Latín American Studies Association, Washington, D.C. (abril de 1991).
126. Adams, Richard N., «Political Changes in Guatemalan Indian Communitíes•
en Middle American Research lnstiture, Publication 11. 24, New Orleans ( 1957), págs. 1-57.
0

127. Falla, 1978.


128. Cabarrús, La Cosmovisió,1 (l 979); Tedlock, Barbara, Time a11d th� Highland
Maya (Albuquerque: University of New Mexico Press, 1981 ). Tedlock da una descrip­
ción detallada de la iglesia de Momostenango. En estos momentos, Jesús García Ruiz
está haciendo un estudio a fondo sobre el tema.
129. Una tratamiento extensivo sobre el maya puede encontrarse en la fundación
Friedrich Ebert y FLACSO, 1988.
130. Estos datos sobre desarrollos recientes son tomados de una presentación de
Jesús García Ruiz en la Latin American Studies Association, Washington, D.C. (abril
de 1991). El material dado aquí se aplica más a los ochenta que a los setenta. García
Ruiz está investigando sobre el tema en estos momentos.
131. Una excepción son las colonias m,:soamericanas establecidas en la costa ca­
ribei'ta Je lo que hoy es Costa Ric.1. Para r,:fcrencias dl· im·esti¡;aciones sobre estas
colonias, véaSl' tomo I y 11, y a M. W. ffrlms, .. Jntroduction • en Frow1t•r Adaprations
(lnstitute for the Study of Human Jssues, 1976). Para una clasificación linguistica com­
pleta de estos pueblos en el momento de la conquista t•spañola, y de un mapa muy
útil, véase D. Stone, «Synthesis of Lowcr c..·ntral American Ethnohistory • en Handbvok
v( Middle Aml!rica11 Jndia11s (1966).
132. Los pul'blos indigl'n:ts dl• origl'l1 surt'iio qul' \'t vi�m en las ticrras alta, cen­
trales calzaban más dia·ctanll'ntl" bajo mandato colonial �·republicano.\ knt3n menos
recursos para resistir el ntaquc asimil:.,cionista. Sus a111:cstro�. los chorotegas :, lo..,;;
huctarcs de Costa Rica, los rnatng:1lp:1s dt• Nicara¡:ua, , lo,; knc:.1-. dl• Honduras, p:.1r.1
1979 sobrevivieron solo l'll pl·qu\.·ño nmn..·ro, ,. Íul·run alt:1mentl' a,imilados por
la cultura nacional domina11tl'. Nu habr.1 mas rl'Íl'rl·nd:1 :.1 t•llos t'n d .,n.,li,i ... que
sigue.
133. Por l'jemplo, hasado l'll el cl'nso tll' Cust:1 Ri,.:a dl' 1927 . .\fichad 0111:n inform:.1
que l'I dl·partanwntu (c::rrihl'r)o) dt' Limón tl·rna una proporcion dl' 2,2 •é',trJnjeros•
por cada costarricl'nse. •Thl' Adaptation of Wc,t lndi:.rn Bb\.·ks to �orth Aml•ricJn :rnd
Hispank Cultun.• in Costa Ric:.1• en Pl'Sl':.1tl'llo kd.), 0/J Rool:. iu St.,.,. l.mul, (Gret'n·
wood, 1977), pág. 140.
134. Barry, T. y D. Pn·usch, Tht• Cmtml Am<'nca,1 F.ict 8(1c.Jk (Gn>\l' Pn'ss, 1980).
pág. 177.
135. Por ejemplo, con b:.tsl' t'n i11\'l'stig:1ciom·s llt•vadas a cabo :,1 t'ste dl· :,..:icar.lgua
y Honduras a finales dl· los wintl', Edw;ird Conuniius i<lt'ntiíica a dos tribus cxish.'ntes
(kukra y bawilrka ) que J,:.s<lc t'ntorKl'S han dt"jado dl' l·,i�tir, \" a st>is mas qul.' n·den­
lt'mente Sl' extinguieron. EtJ1110¡.;rnphic Sm\'�'\' vf tlit! .\li:.kitu a,id .S11m11 Jndia11� of .\'i-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 241

caragua and Honduras (Smithsonian Institution Bureau of Ethnography, Bulletin 106),


págs. 14-15.
136. En el período revolucionario en Nicaragua la demografía miskito se convirtió
en tema de gran controversia política. Para consultar un esfuerzo hecho por resumir
las estimaciones de la población miskita a través del tiempo, véase Demografía Costeña.
(Managua: CIDCA, 1982.)
137. Todos los datos sobre Costa Rica vienen de CONAI.
138. Demografía Costeria, 1982. Estos datos son extrapolaciones del precenso de
1980, que identificaba lugares de residencia para ser visitados luego. Aunque amplia­
mente consistente con estimaciones pasadas, fueron vigorosamente cuestionados en el
período pos-1981, cuando la demografía se convirtió en un asunto politizado. Dada la
desarticulación causada por la guerra, la confirmación se hizo imposible. Aunque creo
que éstos son los datos más exactos disponibles, es posible que estén levemente subes­
timados, en especial el estimado miskito de (67 .000). He informado del dato de los
miskito como un espectro para permitir una posibilidad tal.
139. El término sumu empezó a ser usado a mediados del siglo XIX para referirse
colectivamente a un grupo diferente de indios no-miskitas. Desde 1980 tres subgrupos
sumu distintos permanecieron en Nicaragua -los ulwa, twahka y panamaka- que
juntos totalizaban cerca de 5.000 personas; cerca de 700 twahka sumu viven en peque­
ños asentamientos a lo largo del río Patuka de Honduras.
140. Los datos sobre los jicaque y los paya son de Cruz Sandoval, F., «Los Indios
de Honduras y la Situación de sus Recursos Naturales» en América Indfgena, vol. LXIV,
n.º 3, pág. 427. Para un breve informe de los sumu de Honduras, véase «Tawahka
Sumu: A Delicate Balance in Mosquitia» en P.H. Herlihy y A.P. Leake, Cultural Swvival
Quarterly, vol. XIV, n.º 4 (1990), págs. 13-16.
141. Véase CONA!, Reservas Indígenas de Costa Rica, 1988, y María E. Bozzoli de
Willie, El Indígena costarricense y su ambiente natural (San José, Costa Rica: Editorial
Porvenir, 1986).
142. Para un análisis general de la expansión de la frontera agrícola, véase Wi­
lliams, R. Export Agriculture and the Crisis in Central America (University of North
Carolina Press, 1986).
143. Para mayor información sobre estos inmigrantes mayas en Belice, véase el
número especial de América Indígena dedicado a ese tema vol. LXVII, n.º 1 (] 987), y la
próxima disertación de Michael C. Stone Anthropology, University of Texas.
144. No hay un intento sistemático para documentar la presencia demográfica de
los inmigrantes c hinos en las llanuras de Centroamérica, sin mencionar su impacto
dentro de estas sociedades.
145. De hecho, Belice es una excepción para mucho de lo que sigue, ya que el
Estado y la sociedad dominante no es ni mestiza, ni hasta 1981 completamente inde­
pendiente. La sociedad beliceña y su gente merecen atención mucho más específica
que la que se le puede dedicar aquí.
146. Tal generalización no debería oscurecer, sin embargo, las acciones significa­
tivas de violencia del Estado contra los pueblos de las llanuras durante este período.
Para una breve referencia a la masacre del gobierno hondureño contra el pueblo gari-
242 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

funa en 1937, véase González, N. So;ounrers of tite Caribbean University of lllinois Press
(1988), p ág. 137, cita n.º 9.
147. Jorge Jureidini, Presidente de CODECA (Comisión para el Desarrollo de la
Costa Atlántica). Revista Conservadora del Pensa111ie11to Centroamericano, n.º 68 (mayo
de 1966), pág. 32.
148. En este asunto sobre Costa Rica, \'éase Bourgois, P. Ethnicity at Work Jolms
Hopkins University Press (1989). págs. 79-110; y Olien, M., op. cit.; para ejemplos de
este discurso en Nicaragua, véase F. Ruiz y Ruiz, ln{onne sobre la costa atlá11tica (Ma­
nagua, 1925); referencias sueltas de medidas antinegras similares en Honduras pueden
encontrarse en Posas, M., Luchas del Movimiento Obrero Hondure,·,o (San José. Costa
Rica: EDUCA, 1981).
149. Véase M.W. Hclms. 1976: 18. El argumento referente a la importancia estra­
tégica de la matrifocalidad en la reproducción cultural se desarrolla aún más en « Do­
mestic Organization in Eastcm Central America: The San Bias Cuna, �1iskito. and
Black Carib Comparcd• en Western Cmiadia11 Jounra/ of A111Jrropology . ,·ol. VI, n.º 3.
págs. 133-63.
150. Para de talles, véase Bulmcr-Thumas, V .• The political eco,wnn· o{ C1.'l1tral Ame­
rica si11ce 1920 (Cambridge, 1987). La politica cco11ómica de Centroa111trica dtsde /920
(San José, Costa Rica: BCIE-EDUCA, 1989), cap. VIII.
151. Olien, 1977: 147-50. Los datos de Olicn también demuestran una rdaciún
in\'ersa entre la edad y d porcentaje de angluhablantl.'S, que sugic:rc: que: la tendencia
se acelerará.
152. P. Buurgois. 1989: 110.
153. Una tendencia cuntrastnnh: qut• e11fat11�1ba el orgullo ,. la militancia n<-'gra
emergió en los años setenta; pcro ya t'll 1979, no hab1a g;inadu d npo,u de los miem­
bros mayores y más cstablcci<los de I;\ comunidad criolla. Para mayor infurmaciun.
véase E. T. Gordun, «History. ldl·ntity·. Cun!>ciuu,nt•ss, and Rc:, ulutiun: Afn.rN1L.1r.1-
guans and thc N ica raguan RcH>lu I ion» l'll Erlmu: G1011p.!> m1d tht• .\'11twn Stc:tt', DeH·­
lopmcnt Study Unit (1987).
154. Este arguml'ntu st· presenta en 111:iy ur dt·ta lll' en C. R. H.11�·, Co11trud1ctvn·
C11lt1m•s o( Resisra11ce: M iskit11 I,ulwm awl the l\'icarn�1w11 Start> i,1 tlrt' Era o{ l .S.
Jlegemu11v. Stanfurd Uni\'asity· l'rl·ss. t'n prl·p;,racion, cap11ulo V.
155. Casi nu existen fm·nll.'S :-uhn· los miskllus t•n llomlur�1s. E�ras �-.l'i fra�·s
son conjeturas dt·ri,·a,b� dt.• la infornwdón pru\'istn por G. T. WooJ,,�1nl. Gr<1cw, u
Dios: Clu111gt' mui Devt'lopml'1tt i11 Jlu11d1mm /,¡i .\to.,4uiti<1 (Latín Aml'ri1..·an StuJic.•s,
Uni\'L'rsit�· uf Texas, 1988). Tt"sis.
156. Gu1u:'lla, 1988: 195-207.
157. Ghidindli, A. y P Ma.,s.1juli, •Rl•sumen t•t11ug1�liw de- los caribes nl.'grus tg.1-
rffunas) de Honduras .. t'll A,11.•,ica fod1gt'1W, \ ul. XLI\', n u 3 ( l 9S� l. Stoné', ,\l.. "The
Afro-Cal'ibbe,m Prt'Sl'llCt' in Cé'ntral Aml·rii.;,1 .. .:n Bt'lizt'<III St11,l1cs, H>l. X\'lll, nums. 1
y 3 (1990); y E. T. Gurdun, t·omunkadón pasunal
158. E. T. Gordon, 1987 y cu111unirnl.'.io11 pt.Tsunal
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 243

159. Hale, C. R., op. cit.


160. González, 1988: 211.
161. !bid., pág. 73 (pie de pág. 15).
162. Ibid., pág. 164.
APÉNDICE 1

EL PROBLEMA DE LA HISTORIA DE LA POBLACIÓN MAYA *

Richard N. Adams

Escribir histori� en Centroamérica siempre ha estado enmarcado en


función de la relevancia de los hechos con el desarrollo del Estado y
con aquellas personas más interesadas en él. La historia de los mayas,
junto a la de las minorías étnicas y muchos otros temas, han sido su­
bordinados al interés por el Estado. Los mayas aún deben escribir su
historia; cuando lo hagan, el Estado podrá ser visto desde una pers­
pectiva apropiada.
Es imposible aún evitar el prejuicio del Estado, porque hasta los
conocimientos disponibles -los archivos, las fuentes donde el escritor
de historia busca datos- han sido en su mayoría creados y trasladados
a nosotros por escritores orientados hacia el Estado. En ningún mo­
mento esto es más evidente que con el material histórico disponible
sobre los mayas desde 1870. Nuestra época, apenas hasta ahora, co­
mienza a dar estudiosos mayas que seleccionen y archiven los hechos
que son significativos para su etnia. Mientras tanto, los hechos concer­
nientes a los pueblos indígenas continúan llegando a los archivos his­
tóricos -periódicos, informes del gobierno, diarios privados, etc.- sólo
cuando tienen un impacto en el Estado o en la sociedad ladina y a
menudo ni siquiera eso. De hecho, esto ha significado que la informa­
ción esté llena de rebeliones, insurgencia social y problemas laborales,
etc., pero casi nada contiene desde la perspectiva de las sociedades
indígenas.
En la época colonial y extendiéndonos a las reformas liberales entre
las décadas de 1870 y 1880, importantes informes escritos sobre los
mayas fueron guardados por el clero católico. Pero las reformas libe-

* Adams, Richard Newbold. «Interna! and externa! ethnicities: with special refe­
rence to Central America» en Estado, denzocratiz.ació11 y desal7'ollo en Centroamérica y
Panamá. Asociación Centroamericana de Sociología (ACAS). (Guatemala: Impresa Ser-
viprensa, 1989) págs. 475-499.
246 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

rales incapacitaron a la Iglesia para continuarlos. La información oral


y la memoria, importantes fuentes históricas para los mayas, han sido
hasta el momento muy poco utilizadas por los historiadores. Para even­
tos que anteceden las memorias de los vivos, sin embargo, las fuentes
orales tienen una cualidad de autocorrección que a menudo los hace
difíciles de evaluar.
En ausencia de datos para proveer un balance ideal, este capítulo
se ocupó de eventos que los escritores creen que han afectado a la
trayectoria de la sociedad maya y también sobre los que tenemos al­
guna información substancial. Es, sin embargo, explícitamente un pun­
to de vista «externo» 2, por ejemplo, una perspectiva fuera de las
sociedades indígenas. Por las razones dadas no puede trazar las cam­
biantes dinámicas internas de estas sociedades, aunque intenta dar in­
trospecciones sugeridas por los datos disponibles.
APÉNDICE 2

REFLEXIONES PARA TERMINAR

Héctor Pérez Brignoli

1979 cerró un ciclo de la historia centroamericana. Aquel que se


abrió hacia 1945, al terminar la Segunda Guerra Mundial, y que se
caracterizó por un progreso sombrío, en que dominaron las desigual­
dades y las exclusiones. Lo más vistoso de ese cierre fue la revolución
nicaragüense, triunfante a la caída de Somoza en julio de 1979. Y en
la misma cuenta hay que acreditar el ascenso de la insurgencia gue­
rrillera y la lucha de masas en Guatemala, y sobre todo en El Salvador.
Un segundo aspecto fue lo relativo a la crisis económica e institucional.
La caída en los precios de las exportaciones y la crisis de la deuda
externa se combinaron para abrir paso a un retroceso violento, sólo
comparable a la contracción de los años treinta. El agotamiento de
muchas instituciones estatales fue otro elemento importante e igual­
mente novedoso. Ponía en cuestión mucho de lo construido en las dé­
cadas anteriores. Por debajo, como un río profundo y sordo, aparecie­
ron también otros límites: lo que prodríamos llamar una crisis de los
recursos y de la energía.
Al final del recorrido podemos intentar reconstruir los horizontes
mentales, que dieron sustento, en cada momento, tanto a las interpre­
taciones académicas como a las interpretaciones políticas predominantes.
Durante la posguerra imperó el reformismo socialdemócrata, encar­
nado en políticos como Arévalo o Figueres. Ideológica y prácticamente,
esta corriente había bebido tanto en las realizaciones de la revolución
mexicana, cuanto en las utopías del APRA de Haya de la Torre. Desde
la derecha recibió la agria oposición de un conservadurismo tradicio­
nal, representado por la vieja guardia de Ubico, Somoza García, o el
dominicano Trujillo, mientras que desde la izquierda, los partidos co­
munistas oscilaron entre un apoyo decidido y una oposición más o
menos crítica. El correlato académico de las corrientes socialdemócra­
tas puede encontrarse tanto en la sociología y la antropología de la
modernización, cuanto en la prédica económica de la CEPAL.
248 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

El horizonte cambió notablemente alrededor de los años sesenta. La


Revolución Cubana, la guerra de Vietnam, y las sucesivas crisis en el
Próximo Oriente colocaron los problemas del Tercer Mundo en el pri­
mer plano de la atención. A ello se agregaron los movimientos de pro­
testa estudiantil en Europa (mayo de 1968) y Estados Unidos. Todo esto
trajo una nueva perspectiva, centrada en un antiimperialismo renova­
do y un neomarxismo que dominó, durante parte de la década de 1970,
casi todos los debates intelectuales. Por otra parte, los cambios en el
seno de la Iglesia católica originados en el Concilio Vaticano II, y el
desarrollo de la Teología de la Liberación, produjeron una nueva inter­
pretación, cristiana y radical, de los problemas de la pobreza, el sub­
desarrollo y la dominación. Académicamente, casi todas estas tenden­
cias quedaron sistematizadas por las distintas versiones del concepto
de dependencia (Cardoso-Faletto; Gunder Frank, sistema mundial de
Wallerstein). Desde la derecha, estas nuevas corrientes fueron desafia­
das por un anticomunismo radical, unificado por los militares profe­
sionales, y robustecido por las nuevas doctrinas de la «seguridad na­
cional». En la izquierda predominaron la fragmentación y el radicalis­
mo. Grupos guerrilleros de diversas filiaciones ideológicas desplazaron
a los viejos partidos comunistas alineados con Moscú. La idea del cam­
bio revolucionario condujo a un retroceso, y en más de un caso a un
llano desprecio. de los r·eformismos.

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.......
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 249

Estas tendencias persistieron, agudizadas, durante el primer quin­


quenio de la década de 1980 y sólo empezaron a cambiar, en forma
progresiva, durante el segundo quinquenio; hacia 1990-91 fue evidente
que se estaba produciendo una inversión completa. Eso, sin embargo,
cae fuera de las preocupaciones de este tomo y es objeto de tratamiento
en el próximo, destinado a examinar la crisis centroamericana en todas
sus perspectivas. Me interesa destacar, sin embargo, dos o tres corrien­
tes de interpretación derivadas en parte de los horizontes mentales de
las décadas de 1960 y 1970, pero notoriamente reformuladas en el cur­
so de la década de 1980. Me refiero a un nuevo indigenismo, valorizado
primero por los grupos guerrilleros guatemaltecos, pero adoptado en­
seguida por antropólogos, sociólogos y escritores. Me refiero también
al ecologismo y la defensa del medio ambiente, vinculado ahora con el
tema de la paz y los derechos humanos, y al importante tema del fe­
minismo. Estas tres corrientes se adicionan, por el momento, a las ten­
dencias anteriores; ·quizás den lugar, en los próximos años, á un nuevo
horizonte interpretativo.
APÉNDICE 3

ORGANIZACIONES E INSTITUCIONES

Academia de la Lengua Quiché (Guatemala)


Academia de las L�nguas Mayas de Guatemala
Acción Católica
Acción Nacional Conservadora (Nicaragua)
Agencia Internacional para el Desarrollo, AID
American Federation Labor-Congress of Industrial Organizations
-AFLCIO-
Asociación de Comerciantes Importadores y Mayoristas (Costa Rica)
Asociación de Trabajadores del Campo (Guatemala)
Asociación de Trabajadores en Calzado (Guatemala)
Asociación General de Empleados Particulares (Guatemala)
Asociación General de Agricultores -AGA- (Guatemala)
Asociación Indígena Pro Maya-Quiché (Guatemala)
Asociación Nacional de Campesinos Hondureños -ANACH­
Asociación Nacional de la Empresa Privada -ANEP- (El Salvador)
Asociación Nacional de Educadores Salvadoreños 21 de junio
-ANDES-
Asociación Nacional de Maestros -ANM- (Guatemala)

Banco Atlántida (Honduras)


Banco Central de Costa Rica
Banco Central de Honduras
Banco Central de Nicaragua
Banco Central de Reserva de El Salvador
Banco Centroamericano de Integración Económica -BCIE­
Banco Crédito Agrícola de Cartago (Costa Rica)
Banco de Centroamérica (Nicaragua)
Banco de Guatemala
Banco de la Vivienda de Nicaragua, BAVINIC
Banco Hipotecario de El Salvador
252 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

Banco Industrial de Guatemala


Banco Interamericano de Desarrollo, BID
Banco Mundial -BM-
Banco Nacional Agrario (Guatemala)
Banco Nacional de Costa Rica
Banco Nacional de Desarrollo Agrícola (Honduras)
Banco Nacional de Desarrollo Agrícola (Guatemala)
Banco Nacional de Fomento -BANAFOM (Honduras)
Banco Nacional de Nicaragua
Banco Nacional de la Vivienda (Guatemala)
Banco Nicaragüense -BANIC-
Bank of America

Caja Costarricense de Seguro Social


Caja Nacional de Crédito Popular (Nicaragua)
Cámara de Comercio y de Industrias de Cortés (Honduras)
Central Nacional de Trabajadores -CNT- (Guatemala)
Central de Trabajadores Federados -CTF- (Guatemala)
Central de Trabajadores de Nicaragua -CTN-
Centro Obrero de Albañiles (Guatemala)
Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales (Costa Rica)
Club Liberal Progresista de Jndígen�s (Guatemala)
Comercializa<lora Multinacional de Banano -COMUNBANA­
Comisión de Telecomunicaciones Centroamericanas
Comisión Económica para América Latina -CEPAL-
Comisión Normalizadora dl'l Mercado Común
Comisión Técnica Regional de Telecomunicaciones. COMTELCA
Comité Cenu·al de los Trabajadores (Nicaragua)
Comité Central de Unificación Campesina (Honduras)
Comité de Acción y Unidad Sindical -CAUS- (Nicaragua)
Comité de Cooperación Económica del Istmo Centroamericano
-CCE-
Comité de �L'._organización Sindical -CROS- (El Sal\'ador)
Comité de Unidad Campesina -CUC- (Gu�1tcnrnla)
Comité Interamericano de Dcs�1rrnllo Agrícola
Comitl� Nacional de Defensa contra l'l Comunismo (Gu�1tcmab)
Comité Nacional de Unidad Sindical CNUS- (Guatem�la)
Comité Pro-ddcnsa de los Derechos Laborall.'s (El Sah �,dor)
Comité Sindical de Enlacl" (Costa Rica)
Comités Agrario� Locall's (Guatemala)
Comités Cívicos Populares (Nil'arngua)
Compañía Nacional dl.' Fuerza y LuL (Costa Rica)
Compañía Salvadorei'la dL' Cafo
Comunidad Economica y S(..)cial dl' Centroamfrka
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 253

Confederación Costarricense de Trabajadores Democráticos -CCTD­


Confederación Costarricense de Trabajadores Rerum Novarum
-CCTRN-
Confederación Latinoamericana de Trabajadores -CLAT­
Confederación de Maestros Democráticos de Nicaragua
Confederación de Trabajadores de Costa Rica -CTCR­
Confederación de Trabajadores de Guatemala -CTG­
Confederación de Trabajadores de Honduras -CTH­
Confederación de Trabajadores de Nicaragua -CTN­
Confederación de Unificación Sindical -CUS- (Nicaragua)
Confederación General Campesina de Guatemala CNCG­
Conferación de Trabajadores de América Latina -CTAL­
Confederación General de Trabajadores Costarricenses -CGTC­
Confederación General de Trabajadores de El Salvador -CGTS­
Confederación General de Trabajadores de Guatemala -CGTG­
Confederación General de Trabajadores de Honduras -CGTH­
Confederación General de Trabajadores independiente -CTGi-
(Nicaragua)
Confederación General de Sindicatos -CGS- (El Salvador)
Confederación Nacional Campesina de Guatemala
Confederación Sindical de Guatemala -CONSIGUA­
Consejo Económico Centroamericano
Consejo Episcopal Latinoamericano -CELAM­
Consejo Monetario Centroamericano
Consejo Hondureño de la Empresa Privada -COHEP­
Consejo Intergremial Obrero -CIO- (Nicaragua)
Consejo Nacional de Consulta Sindical -CNCS- (Guatemala)
Consejo Nacional de Producción -CNP- (Costa Rica)
Consejo Nacional de Planificación Económica -CNPE- (Guatemala)
Consejo Sindical (Guatemala)
Consejo Superior de las Fuerzas Armadas -COSUFA- (Honduras)
Consejo Superior de la Defensa Nacional (Guatemala)
Consejo Superior de la Defensa Nacional (Honduras)
Consejo Superior de la Empresa Privada -COSEP- (Nicaragua)
Consejo Superior de Planificación Económica - CONSUPLANE-
(Honduras)
Consejo Superior Universitario Centroamericano -CSUCA­
Cooperativa Algodonera Salvadoreña
Corporación Centroamericana de Servicios de Navegación Aérea
Corporación Costarricense de Desarrollo -CODESA­
Corporación Financiera Nacional -CORFlNA- (Guatemala)
Corporación Hondureña de Desarrollo Forestal (Honduras)
Corporación Nacional de Inversiones -CONADI- (Honduras)
Corte Internacional de La Haya
254 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

Departamento Agrario Nacional (Guatemala)


Departamento de Agricultura de Estados Unidos
Dirección General de Caminos (Guatemala)

Ejército Guerrillero de los Pobres -EGP- (Guatemala)


Ejército de Liberación (Guatemala)
Electric Bond & Share Co.
Empresa Eléctrica de Guatemala

Federación Autónoma Sindical de Guatemala -FASGUA­


Federación Campesina de Guatemala -FCG-
Federación Central de Sindicatos de Trabajadores Libres de
Honduras -FECESITLIH-
Federación Central de Trabajadores de Guatemala -FECETRAG­
Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños -FECCAS­
Federación de Obreros y Campesinos Cristianos Costarricenses
Federación de Trabajadores de Guatemala -ITG-
Federación de Trabajadores de .Managua -FTM-
Federación Nacional de Campesinos Hondureños -FENACH­
Fcderación Nacional de Comunidades Agrícolas e Indígenas
-FENCAI- (Guatemala)
Federación Nacional de Obreros del Transporte (Guatemala)
Federación Nacional de Organizaciones Campesinas -FENOCAM­
(Guatemala)
Federación Nacional de Trabajadores del Campo (Honduras)
Federación Sindical dc Trabajadorl•s Nortcúos de Honduras
-FESITRANH-
Federación Sindical de Empll'ados Bancarios -FESEB- (Guatemala)
Federación Unitaria Sindical SalnH.lorcña -FUSS-
Financicra Nacional de la Vi\'iend¡\ (Hondura�)
Financiera Nacional para la Vivicnda de El Sal\'ador
Fondo Monetario Internacional -FMI-
Foro Popular (El Salvador)
Frente Agni'rio de la Región Odentnl -FARO- (El Sal\'ador)
Frente Amplio Opositor -FAO- (Nicaragua)
Fn:ntc Ci-istiano de Trabajadurcs de Guall:m�1la
Frenk de Integración Nacional -FIN- (Guatl'mal.1)
Frente Democrático Estudiantil (El Sal\'a<lur)
Frenk Democrútico Nacional -FON- (Guatl'nrnl.1)
Frente Estudiantil Revolucionario -FER- (Nicaragua)
Frente Fcdcrati\'u Sindical -FFS- (Guatemala)
Frente Gucrrillao 20 de Octubn· (Guall•mala)
F1·cntc Guerrillero Edgar lbarra (Guatemala)
Frente Liberación Nacional (Nicaragua)
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 255
Frente Nacional de Oposición (Guatemala)
Frente Nacional Magisterial (Guatemala)
Frente Obrero -FO- (Nicaragua)
Frente Sandinista de Liberación Nacional -FSLN- (Nicaragua)
Frente Social Republicano -FSR- (El Salvador)
Frente Unido de Acción Revolucionaria -FUAR- (El Salvador)
Frente Unido de la Resistencia (Guatemala)
Frente Unido de la Revolución -FUR- (Guatemala)
Frente Unido Democrático FUD- (El Salvador)
Frente Unido Democrático Independiente -FUDI- (El Salvador)
Fuerza de Seguridad Pública -FUSEP- (Honduras)
Fuerzas Armadas Rebeldes -FAR- (Guatemala)
Fuerzas Armadas de Liberación Anticomunista -FALANGE­
Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí -FPL-

Gremio de Barberos (Guatemala)


Guerra Popular Prolongada -GPP- (Nicaragua)

Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre


-IASDL-
Instituto Centroamericano de Administración Pública -ICAP­
Instituto Centroamericano de Investigación y Tecnología Industrial
-ICAITI-
Instituto Costarricense de Electricidad -ICE­
Instituto de Colonización Rural -ICR- (El Salvador)
Instituto de Formación Profesional (Honduras)
Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá -INCAP­
Instituto de Seguro Social (El Salvador)
Instituto de Vivienda Urbana -IVU- (El Salvador)
Instituto Guatemalteco de Seguridad Social -IGSS­
Instituto Indigenista Interamericano
Instituto Indigenista Nacional (Guatemala)
Instituto Nacional Agrario -INA- (Honduras)
Instituto Nacional de Fomento de la Producción -INFOP-
(Guatemala)
Instituto de Fomento Nacional de Nicaragua
Instituto Nacional de Reforma Agraria (Honduras)
Instituto Nacional para la Vivienda (Guatemala)
Instituto Nicaragüense de la Vivienda
Instituto Salvadoreño de Fomento de la Producción
Instituto Salvadoreño de Fomento Industrial
Instituto Salvadoreño de Transformación Agraria -ISTA­
lnternational Cooperation Administration -ICA-
International Railways of Central América -IRCA- (Guatemala)
256 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

Junta Administrativa para el Desarrollo de la Vertiente Atlántica


(Costa Rica)

Klein & Saks -K & S-

Mercado Común Centroamericano -MCCA-


Movimiento de Acción Nacionalista Organizado -MANO­
(Guatemala)
Movimiento de Acción Popular Marxista Leninista -MAP-ML-
(Nicaragua)
Movimiento 12 de Abril (Guatemala)
Movimiento 20 de Octubre (Guatemala)
Movimiento de Liberación Nacional -MLN- (Guatemala)
Movimiento Democrático Nacional -MDN- (Guatemala)
Movimiento Democrático Nicaragüense -MDN­
Movimiento Liberal Constitucionalista (Nicaragua)
Movimiento Nacional Reformista (Honduras)
Movimiento Nacional Revolucionario -MNR- (El Sal\'ador)
Movimiento Pueblo Unido -MPU- (Nicaragua)
Movimiento Revolucionario 13 de No\'iembre -MR-13- (Guatemala)
Movimiento Revolucionario del Pueblo (Costa Rica)

Organización de Estados Americanos -OEA-


Organización de Estados Centroamericanos -ODECA­
Organización Democrática Nacionalista -ORDEN- (El Sah'ador)
Organización Regional Interamcricana del Trabajo -ORIT-

Partido Acción Democrática -PAD- (El Salvador)


Partido Acción Democrática Popular (Costa Rica)
Partido Acción Nacional -PAN- (El Salva dor)
Partido Acción Reno\'adora -PAR- (El Sal\'ador)
Partido Acción Revolucionaria -PAR- (Guatemala)
Partido Agrario Salvadoreño -PAISA-
Partido Auténtico Constitucionalista -PAC- (El Sal\'ador)
Partido Conciliación Nacional -PCN- (El Sahador)
Partido Conservador Auténtico (Nicaragua)
Partido Conservador (Nicaragua)
Partido Conservador de Nicaragua
Partido Conservador Nacionalista (Nicaragua)
Partido Comunista de Nicaragua -PCN­
Partido Comunista Hondun.·ño -PCH­
Partido Comunista Salvadore1io -PCS-
Partido de la Revolución GuatL'mahL·ca -PRG­
Partido del Pueblo Salvadon.·110 -PPS-
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 257

Partido Democracia Cristiana -PDC- (Guatemala)


Partido Demócrata Cristiano -PDC- (El Salvador)
Partido Democrático Revolucionario Hondureño -PDRH­
Partido Fraternal Progresista -PFP- (El Salvador)
Partido Guatemalteco del Trabajo -PGT-
Partido Independiente (Costa Rica)
Partido Institucional Democrático -PID- (El Salvador)
Partido Institucional Democrático -PID- (Guatemala)
Partido Liberal (Honduras)
Partido Liberal Independiente -PLI- (Nicaragua)
Partido Liberación Nacional -PLN- (Costa Rica)
Partido Liberal Nacionalista (Nicaragua)
Partido Movilización Republicana (Nicaragua)
Partido Nacional (Honduras)
Partido Nacional Reformista (Honduras)
Partido Popular Salvadoreño -PPS-
Partido Popular Social Cristiano -PPSC- (Nicaragua)
Partido Reconciliación Democrática Nacional (Guatemala)
Partido Renovación Nacional -PRN- (Guatemala)
Partido Renovación Nacional -PRN- (Nicaragua)
Partido Revolucionario -PR- (Guatemala)
Partido Revolucionario Auténtico -PRA- (Guatemala)
Partido Revolucionario de Abril y Mayo -PRAM- (El Salvador)
Partido Revolucionario Institucional -PRI- (México)
Partido Revolucionario de Unificación Democrática -PRUD-
(El Salvador)
Partido Social Cristiano -PSC- (Nicaragua)
Partido Social Demócrata -PSD- (El Salvador)
Partido Socialista Costarricense -PSC-
Partido Socialista Democrático -PSD- (Guatemala)
Partido Socialista Nicaragüense -PSN-
Partido Unificación Social Democrática -PUSD- (El Salvador)
Partido Unionista Centroamericano - PUCA- (El Salvador)

Secretaría Permanente del Tratado


Sindicato de Acción y Mejoramiento Ferrocarrilero -SAMF­
(Guatemala)
Sindicato de Carpinteros, Albañiles, Armadores y Similares
-SCAAS- (Nicaragua)
Sindicato de la Compañía Industrial del Atlántico (Guatemala)
Sindicato de Trabajadores de Autotransportes de la República
(Guatemala)
Sindicato de Trabajadores de la Tela Rairoad Company
-SITRA TERCO- (Honduras)
258 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

Sistema Nacional de Ahorro y Préstamo de Nicaragua


Sistema Nacional de Asociaciones de Ahorro y Préstamo para la
Vivienda (El Salvador)
Sociedad de Artes Gráficas (Guatemala)
Sociedad de Auxilio Mutuo Ferrocarrilero (Guatemala)
Sociedad de Empleados en Hoteles, Cantinas y Restaurantes
(Guatemala)
Standard Fruit Company

Tela Railroad Company


Trujillo Raildroad Company

Unión Democrática de Liberación -UDEL- (Nicaragua)


Unión Democrática Nacionalista -UDN- (El Salvador)
Unión de Países Exportadores de Banano, UPEB
Unión Nacional Opositora -UNO- (El Sal\'ador)
Unión Nacional Opositora -UNO- (Nicaragua)
Unión Monetaria Centroamericana
Unión Guerrera Blanca -UGB- (El Salvador)
Unión Nacional (Honduras)
Unión Nacional de Campesinos -UNC- (Honduras)
Unión Nacional de Electricistas (Guatemala)
Unión Nacional de Panificadores (Guatemala)
Unión Nacional de Trabajadores -UNT- {El Salvador)
Unión de Partidos Democrático� -UOP- (El Sal\'ador)
Unión Social de Trabajadores en Hechura y Confección de Ropa
(Guatemala)
Unitcd Fruit Company -UFCO­
United Brands Co.
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COLABORADORES DEL TOMO V

RICHARD N. ADAMS.
Norteamericano. Doctor en Antropología por la Universidad de Yale en 1951. Ha
ejercido su profesión en las universidades de Michigan y la de Texas. En la actua­
lidad es profesor de Artes Liberales y director del lnstitute of Latín American Stu­
dies, en la Universidad de Texas. Tiene una vasta experiencia en investigación de
campo en América Latina. En Centroamérica se ha especializado en Guatemala. De
este país, tiene investigaciones sobre las comunidades indígenas, una inspección de
la cultura ladina, además de un estudio comparativo de los cambios políticos de
la sociedad guatemalteca. Es autor de inumerables artículos entre sus principales
obras se encuentra Crucifi.xion by power: Essays 011 Guatemalan national social es­
tructure, 1944-1966 (1970). Actualmente prepara un trabajo sobre los indígenas y
políticos en Centroamérica.

ALFREDO GUERRA BORGES.


Guatemalteco. Reconocido economista con larga experiencia en la investigación y
participación en instituciones científicas y de política económica. Experto en el
tema de la integración centroamericana y desarrollo industrial. Ha sido consultor
de la SIECA y CEPAL. Ex profesor de la Universidad de San Carlos de Guatemala
y, en la actualidad, es investigador titular del Instituto de Investigaciones Econó­
micas de la Universidad Nacional Autónoma de México, país donde reside. Autor
de numerosas obras entre las que sobresalen Geografía Económica de Guatemala
(1969), Desarrollo e integración en Centroamérica: del pasado a las perspectivas (1988);
recientemente publicó Integración en América Latina (1991).

CHARLES R. HALE.
Norteamericano, Doctor por la Universidad de Stanford, California. Es profesor
asistente de Antropología en Davis, en la Universidad de California; ha recibido
diversas becas y distinciones. Actualmente disfruta una beca postdoctoral en Paz y
Seguridad Internacional de la SSRC-Mac Arthur Foundation. Ha publicado Ethnic
Militancy and U.S. hegemony in tlze Miskiw political co11sciousness, en F. V. Harrison
272 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

(ed) Decolonizing Anthropology. Washington, 1991, de próxima publicación Contra­


dictory Consciousness: Miskitu lndians, the Nicaraguan State and the Struggle for
Autonomy 1880-1987, Stanford University Press, 1992.

HÉCTOR PÉREZ BRIGNOLJ.


Costarricense, Ph.D. en Historia en la Universidad de París l. Profesor de Historia
en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Nacional, Heredia, Costa Rica.
Tiene una vasta experiencia académica y de investigación. Actualmente es miembro
del Centro de Investigaciones Históricas y del Instituto de Investigaciones Sociales
en la mencionada Universidad. Ha sido editor del Anuario de Estudios Centroame­
ricanos. Ha publicado diversos libros y artículos sobre metodologfa histórica, así
como de historia de Centroamérica y América Latina. Junto a Ciro Cardoso, Cen­
troamérica y la economfa occidental, 1520-1930 (Costa Rica, 1986) e Historia Econó­
mica de América Latina (Barcelona, 1979); su última obra fue Brew historia de Cen­
troamérica (Madrid, 1985, traducida al inglés e italiano).

MANUEL ROJAS.
Costarricense. Obtuvo el Doctorado en Sociología por la Universidad Nacional Au­
tónoma de México. Es especialista en temas de sociologia y política. Ha sido Di­
rector del Programa Centroamericano de Ciencias Sociales. -CSUCA-, Coordina­
dor de investigación del Instituto Centroamericano de Administración Pública
-ICAP-. Actualmente es catedrático en la Uniwrsidad de Costa Rica. investigador
del Centro de Estudios para la Acción Social -CEPAS- en su pals y miembro de
la Coordinadora Regional de lnwstigacioncs -CRIES- con sede en Nicaragua. Es
autor del libro Lucha social y Guerra Cit•il en Costa Rica, 1940-19./-8, además de
numerosas publicaciones en Costa Rica y en el extranjero.
LISTADO DE FIGURAS

Capítulo 1

Figura l. l. Tiburcio Carías Andino, presidente de Honduras (1933-1948).


Figura 1.2. El empresario bananero Sam Zemurray, Bitter Fruit. (Eliet Elisofon, Life,
1951.)
Figura 1.3. Grabado alegórico de Óscar J. Barrientos sobre la Ruta hacia el Atlántico
en Guatemala, 1951-1952.
Figura 1.4. Grabado alegórico de Juan J. Farfán sobre la Ruta hacia el Atlántico en
Guatemala, 1951-1952.
Figura 1.5. Grabado alegórico de Luis A. Zaldívar sobre la Ruta hacia el Atlántico en
Guatemala, 1951-1952.
Figura 1.6. Mujeres solidarias con la huelga bananera, El Progreso, Honduras, 1954.
Figura 1.7. Mario Echan di, presidente de Costa Rica (1958-1962) compartiendo con
Luis y Anastasio Somoza Debayle.
Figura 1.8. Estudiantes de secundaria apoyan 1a protesta contra la transnacional
ALCOA. San José, Costa Rica, abril 1970.

Captrulo 2

Figura 2.1. Rafael Ángel Calderón Guardia, presidente de Costa Rica (1940-1944), en
la firma del decreto de creación de la Universidad de Costa Rica, 1940.
Figura 2.2. Monseñor Víctor M. Sanabria, arzobispo de Costa Rica, en la firma del
decreto de creación de la Universidad de Costa Rica, 1940.
Figura 2.3. José Figueres Ferrer dando el «mazazo» contra uno de los muros del cuartel
de Bellavista, simbolizando la abolición del ejército, 1949.
Figura 2.4. Toma de posesión de Ramón Villeda Morales, Honduras, 1957.
Figura 2.5. Anastasio Somoza Debayle en una conferencia de prensa. 30 de enero de 1977.
274 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

Figura 2.6. Combates en Estelí, 25 de enero de 1978.


Figura 2.7. Entierro de estudiantes asesinados por la Guardia Nacional nicaragüense,
Jinotepe, 10 de julio de 1978.
Figura 2.8. Manifestación de apoyo al Grupo de los Doce, Managua 5 de julio de 1978.
Figura 2.9. Manifestación pro Somoza, Managua 11 de julio de 1978.

Capítulo 3

Figura 3.1. Doctor Juan José Arévalo, presidente de Guatemala (1945-1950). (Rafael
Morales.)
Figura 3.2. Periódico salvadoreño anunciando la caída de Maximiliano Hernández Mar­
tínez, 1944.
Figura 3.3. Jacobo Arbenz Guzmán, presidente de Guatemala (1951-1954).
Figura 3.4. Grabado alegórico de R. Roldán E. sobre el Decreto n.• 900 y la Reforma
Agraria de 1952 en Guatemala.
Figura 3.5. Grabado alegórico de Rina Lazo sobre la Reforma Agraria de 1952 en
Guatemala.

Apéndice 2

Sandinistas en Metagalpa. (Susan Meisclas, Nicaragua. San José: EDUCA, 1983.)


ÍNDICE ANALÍTICO

Acuerdos, 55. Arana Osorio, Carlos, general, 120, 140,


Acuerdo de la Cámara de Compensación 141, 198.
Centroamericana, 55. Araujo, Arturo, 175, 185.
Acuerdo de Panamá, 71. Arbenz Guzmán, Jacobo, capitán, 24, 25,
Acuerdo del Fondo Centroamericano de 60,62,64-67,96-102, 110,117, 118, 187,
Estabilización Monetaria, 55. 188, 192, 226.
Aguado, Enoc, 114. Arévalo, Juan José, 24, 61, 93, 94, 96-99,
Aguero, Carlos, 136. 118, 120, 184, 187, 247.
Aguero, Femando, 134, 135, 148. Argentina, 96.
Aguilar, Juan de Dios, 120. Argüello, Leonardo, 114.
Aguirre, Osmín, coronel, 104, 105. Avelar, Feliciano, 123.
Alejandro VI. 169.
Alemania, 88, 91. Batista, coronel, 137.
Alfonso XIII, 52. Bélgica, 216.
Alianza para el progreso, 57, 77, 116, 120, Belice, 207, 222, 224.
124, 131, 137, 138, 192, 193, 228. Bolaños, Óscar,mayor, 104.
Alonso Rosales, Rubén, mayor, 123. Borge, Tomás, 134, 150.
Alvarado, Pedro de, 166. Brintnell, 195.
Álvarez, Domingo, teniente coronel, 147. Bueso Arias, Jorge, 132.
Ama, Feliciano, 175. Buitrago, Julio, 136.
Amador, Edmundo, 115.
Andino, Mario Antonio, 145. Caballeros, Jorge Lucas, general, 140.
anticomunismo, 78, 100-102, 110,139, 144, Cabot Lodge, Henry, 24.
178, 181, 192, 193, 248. Calderón Guardia, Rafael Ángel, 16, 87-89,
ideología anticomunista, 192. 91, 93, 95 .
Ley de Defensa del Régimen Democrá­ Canadá, 127.
tico, 107, 110. Canessa, Roberto E., 107.
Ley de Defensa del Orden Democrático Caraccioli, Héctor, coronel, 111.
y Constitucional, 106. Carazo, Rodrigo, 157.
Ley de la Defensa y Garantía del Orden Carías Andino, Tiburcio, general. 86, 108,
Público, 144. 109, 111, 130.
Arana, Francisco Javier, mayor, 96-98, Carpio, Salvador Cayetano, 142.
118. Carranza Amaya, Rafael, 107.
276 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

Carrera,182. troamericano de Integración Econó­


Carter, James, 144, 150. mica, 56.
Casariego, Mario, monseñor, 140. Convenio de Cuotas de Café, 88.
Castaneda Castro, Salvador, general. cooperativas, 59, 192, 194-196, 198.
103-106. Cooperativa Agropecuaria de Servicios
Castillo Armas, Carlos, coronel, 101, 102, Múltiples «Guanchías Limitada•, 58,
117, 118, 190,191,194. 13 l.
Castillo, Fabio,123, 125. Cooperativa Algodonera Salvadoreña,
Castillo, José María (Cherna), 150. 30.
Castillo, Miguel Ángel, teniente coronel, Cordero Reyes, Manuel, 112.
123. Córdoba, Manuel de J., teniente coronel,
Castro Cervantes, Femando,94. 104.
Castro, Cipriano, 103. Cordón, Rodolfo Eusebio, 124.
Castro, Fidel. 191. Cortés, León, 89, 91, 92.
Castro Morán, Mariano, mayor,124. Costa, Humberto,104.
Chamorro, Emiliano,general. 114, 115. Costa Rica, 14, 16, 17, 22-25, 28, 34, 37,
Chamorro, Pedro Joaquín, 134, 148, 149, 38, 40, 42-52, 56. 68, 71, 73-76, 86, 87.
151, 152. 89, 91-93, 113, I 14, 116, 134, 136-140,
Chávez, Adrián, 196. 151, 153,155-157,165,170,220.223-225,
Checoslovaquia, 101. 227, 228.
China, 194. costumbre, 186. 195.
Claramount Roseville, Ernesto, 144 . crédito. 15, 36, 43,46, 55,60, 63,65, 68,75.
Código de Trabajo,89,91,92, 97, 98, 102, bancario, 16, 20, 46, 47,194,198.
110, 113, 124, 129, 187. institucional, 20.
cofradía,194,195,197, 212, 218, 219. Cristiani, 170.
Colom Argucia, Manul'I, 140. Cruz Uclés, Ramón Ernesto, 58, 130. 132,
Colombia, 71. 133, 152.
comunidad Cuba, 77, 78, 118, 119, 191.
comunidad campesina, 47, 60, 63, 173, cultura maya, 196, 210.
175, 176, 187,189, 192,201,202,209, cun;,, los, 171.
224.
comunidad corporativa, 213.
Davis, Nathanicl, 92.
comunidad indígena, 63, 168, 174, 175,
Dl•claración de El Poy, S l.
193, 211-213, 219, 221-224, 227, 244,
demog1-afía. 14, 76, 166, 167, 208.
245.
colonial. 168, 170, 171.
comunidad maya, 169, 178, 179, 186,
indígt'na (El Salv;.1dor). 171. 173.
189, 193-195;200, 212-214, 217.
indigl'na (Guatt'm:,la), 171. 173. 170.
comunismo, 64, 87, 90-92, 99, 101, 102,
177, 182.
109, 113, 130, 139, 142, 149, 172-175.
ladina, 63. 1 SS, 202-208.
178, 191, 192, 200, 218, 248.
maya, 183, 185, 202. 203, 205-20$.
convenios, 48, 49, 52.
deuda l'\tana, tlS, 73-70. 247.
Convenio Centroamedcano sobre Equi­
t•ndeudamit·nto t"Xtt>rno. IS, 75, 7t:i. 157.
parnción de Gr.ivámcnes a la impor­
Diaz., Carlos Enriqut·, l'orond. JO!.
tación, 50.
Dünndly. W.tltt.>r J .. 9!.
Convenio Ct.'ntroamericano de lncent i­
Duarte, Napoleón. 1!7.
\'oS Fiscales al Desarrollo lndustdal,
39, 40.
Convenio Constitutivo dt.'1 Banco Cl·n- Ecuador, 71.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945·1979) 277

educación indígena, 179, 183, 186, 187, Gautama Fonseca, 52, 133.
199, 214-216. Gleijeses, Piero, 189.
Ejército, 58, 59, 85, 87, 91, 94, 108, 111, gobierno, 16, 25, 58.
117,128-130,132-134,139,140,146,147, civil, 194, 198.
150, 169, 187, 188, 191, 198-201. democrático, 13, 85, 86, 97, 99, 104, 105,
Guardia Nacional (Nicaragua), 111,112, 123, 150.
114, 116, 118, 127, 134-136, 148·154. militar, 59, 69, 85, 86, 95, 96, 102, 104,
guatemalteco, 97, 98, 101, 102, 117-120, 108, 113, 115, 140, 145, 146, 148,
140, 142, 191, 192. 150-156, 170, 172, 191, 201.
salvadoreño,103,104,107,123,126, 132, municipal, 179, 194, 200, 212.
144 145.
1 Goldsmith, Raymond, 41.
El Salvador, 17, 18, 22, 23, 27-31, 35-38, Gómez, Estanislao, 61.
40-42, 45·52, 56, 67, 69·72, 75, 77, 78, Gómez, Felipe, 61.
86, 87, J.02-108, 111, 123-128, 132, 140, González Dávila, Gil, 166.
142-145,165,168-178,180,189,199,203, González López, Luis Arturo, 118.
204, 211, 212, 215, 218, 247. González, Ranulfo, 119.
enclave, 27, 205, 226, -228. Goubaud Carrera, Antonio, 185, 186.
Escobar, José Benito, comandante, 151. Grupo de los Doce, 150-152.
España, 52, 169, 201, 218, 225. Guatemala, 16-18, 22, 25, 27-31, 35-37, 40,
Espiñola Castro, Mauro, general, 104. 42-50, 52, 54, 56, 57, 60, 61, 63, 67-69,
Esquino, Adrián, 177. 71, 72, 75-77, 86, 87, 93-102, 104, 108,
Estados Unidos, 16, 22, 33, 34, 38, 53, 70, 111, 116-121, 135, 140-142,154, 168, 169,
75, 77, 85, 87, 89, 91, 92, 99-103, 112, 171-202, 209-213,215, 216,218,220,222,
114, 117, 120, 124, 127, 144, 148, 150, 224, 227-230, 247.
154, 156, 172, 173, 188, 189, 192, 214, guerras, 14, 15, 16, 41, 56, 87, 88, 91, 94,
219, 225, 227, 230, 231, 248. 119, 127, 139, 166.
estructura agraria, 21, 26, 86. guerrá civil, 70, 85, 86, 94, 95, 130.
etnia, 165, 168-171, 174,175, 187, 196,202, guerra de las cien horas, 126, 132.
203, 210, 211, 213, 220, 224, 226, 227, guerra del banano, 71.
229, 231, 244. guerra del fútbol, 199; véase guerra de
las cien horas.
Facio, Rodrigo, 90. guerrilla, 77, 116, 119, 121, 133-136,141,
Falla, Ricardo, 123, 195. 142, 199-201, 228, 248, 249.
Femández Anaya, Jorge, 174. Guerrero, Lorenzo, 135.
Figueres Ferrer, José, 90, 93-95, 134, 157, Gutiérrez, Jaime Abdul, 145.
228, 247.
Flores Valeriano, Enrique, 147. Habilitaciones, 214.
Fonseca Amador, Carlos, 134-136, 150, Haití, 173.
151. Haya de la Torre, 247.
Fortín, René, 123. Hemández de Córdova, Francisco, 166.
Foster Dulles, John, 24. Hemández Martínez, Maximiliano, gene-
Fuentes Mohr, Alberto, 141. ral,102,103, 112, 174,177, 180,181,218.
Fuentes Peruccini, 140. Hernández, Plutarco, 136.
Honduras, 14, 17, 18, 22, 24, 25, 28, 29, 32,
Galindo Pohl, Reynaldo, 104, 105, 127. 38, 40-42, 44-48, 50-52, 56, 57, 67-69,
Gálvez, Juan Manuel, 108, 109, 111, 130, 70-72, 75-77, 86, 87, 101, 108-111,
182. 126-135, 140, 145-147,165,169, 170, 199,
Gálvez, Roberto, mayor, 111. 220-225, 229, 230.
278 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

huipil, 217. pipil, 212.


pocomam, 205.
Identidad, 173. quiché, 165, 196, 210, 215.
identidad ladina, 170. xinca, 212.
identidad maya, 195, 196, 199, 202, 203, León, Alejandro D., 119.
210-220, 226. Ley de Reforma Agraria, 24, 58, 59, 62, 64,
indigena, 142,169, 170, 173,176,179,180, 66, 99, 100, 129, 146, 197.
184. 185, 201, 208, 209, 211, 218-224, Ley de Vagancia, 61, 97, 181, 182, 186.
226, 227, 244. Ley de Vialidad, 181, 183, 186.
indigenismo, 180, 182, 183, 186, 189, Libreta de Jornales, 181, 186.
216, 217, 249. ligas campesinas, 59, 192.
Inglaterra, 220. Lima, Francisco Roberto, 124. 127.
integración Lombardo Toledano, Vicente, 92.
centroamericana, 48, 52-54, 56, 137. López Arellano, Oswaldo, coronel. 58. 59.
económica, 13, 37, 38, 47-56, 72, 74, 106, 111, 128, 130-134, 146, 147.
124, 126, 157, 193, 195, 199. López Pérez, Rigoberto, 115.
intendente, 179. Lozano Diaz, Julio. 109-1tt, 128.
inversión extranjera, 22, 27, 40, 44, 68, 99, Lucas García, Romeo, general. 142. 200.
192, 193. Lugo Marenco, Juan José, 51.
Italia, 91.
Magaña Mcnéndez. Enrique, 107.
Japón, 88, 91. Majano, Adolfo, coronel, 145.
Jiménez, Ricardo, 87. Maldonado Muñoz, Mario. teniente coro-
Johnson, embajador, 92. nel. 147.
mandamientos, 180, 214.
Kekchi, los, 171. Mantica, Felipe, IS1, 152.
Kennedy, John F.. 77, 135. Marín, Rufo, 136.
Mármol. Miguel. 174, 175.
La Matanza, 175-178. 185, 189, 191. 210, Marroquin, Alejandro Dagobt·rto, 103.
218. Martl, Farabundo, 174.
Lacayo Farfán, Enrique, 134. Martínez, Álvaro, 126.
Lacayo Sacasa, Benjamín, 114. Martlnez Hern:.'tndez, 86.
ladinización, 175, 176, 199, 203, 210, 215, masacre de Panzós, 142, 171.
219. masacre de Patzicia, 171, 185, 209.
Larios, Bemardino, corond, 153. mayas, 168, 169, 171, 173, 174, 177-180.
Laugerud, Kjell Eugenio, general, 141, 182-l85, 187, 189-203,205,20ó.20S-212.
199. 214-220, 244.
Lemus, José Maria, coronel, SO, 107, 123. Ma�·orga, Román, 145.
lenguas Mayorga, Silvio, 134.
arawak, 221, 222. l\.h•drnno, •Chele•, 127.
cakchiquel, 215. Mejí.,, Bt.·njamfn, coronel, 128.
chorti, 205. Mdgar Castro, Juan Alberto, 59,
kekchf, 210, 215. Melgar Castro, Juan Alberto, coront'I, 146,
macro-chibchas, 220. 147.
mam, 210, 215. Méndez Montenegro, Julio Cesar, 120.
mayas, 171, 200, 210, 212, 214, 216, 219. Méndez Montenegro, Mario, 118, 120.
miskita, 148. Menénda t., Andrcs. general, 103, 104.
nahua, 177, 210, 212. Menem.lcz, José As("ensio, coronel. 105.
TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS ((945-1979) 279

Mesoamérica, 165-220, 225. Pazos,Carlos, 112.


mexicanos. 165. Pedrarias, 166.
México, 77,94, 135,136,173,176, 199,206, Peralta Azurdia, Enrique, coronel, 120,
208, 209, 215. 121, 142, 192.
migración, 14, 208, 209, 224, 228, 230. Peralta Méndez, Ricardo, general, 142.
migración maya interna, 209, 212. Perú, 166.
migración maya internacional,209, 210, Picado, Teodoro, 91, 92.
214, 222. Pineda, general, 95.
miskitos, 171, 220, 222, 223,226, 227,229. pipiles, 176, 215.
Molina, Arturo Armando, coronel. 127. Ponce Vaides, Federico, general, 95, 96,
144. 184, 191.
Molina Espinoza, Hugo, 30. Ponciano, Miguel Ángel, coronel, 120.
Molina Espinoza, Milton, 30. Portillo, Aníbal. coronel, 123.
Monzón, Elfego, coronel, 102. Portugal, 169.
Moors Cabot, John, 24. Posas, Mario,59.
mopán, 171. producción
Muñoz, Juárez, 182. agrícola, 14, 24, 25, 27, 29, 30, 32, 36,
38, 70, 71, 74,165,169,172,193, 195,
Nahuas, 175, 176, 211, 215. 209, 210, 228.
Nicaragua,17,18,22,23,26-32,35,38,40, agropecuaria, 19-23, 32-34, 65, 95, 108.
42-52, 56, 69-72. 74-77. 86, 94, 111-116. alimentaria, 20, 39, 60.
133-136, 140, 147, 148-157, 165, 166, industrial, 14, 15, 19, 37, 38, 41.
169-171, 173, 220-225, 227-231. protestantismo, 195, 197, 221.
Nomenclatura Arancelaria Unificada Cen­ Protocolo de San José, 133.
troamericana (NAUCA), 50.
Quichés, 165.
Obando y Bravo, Miguel, monseñor. 151.
152. Rasgos culturales ladinos, 211.
Obregón, Enrique, 138. Reagan, Ronald, 147.
Orlich, Francisco, 138. rebelión, 190.
Ortega, Camilo, 152. indígena, 168, 178, 185, 198.
Ortega, Daniel, 150. ladina, 191, 198, 199.
Ortega, Humberto, 136. reforma agraria, 57-68, 86, 97-99, 101,130,
Ortiz Passarelli, Miguel, 118. 147, 169, 187, 188, 189, 212, 214.
Osorio, Óscar, mayor, 104-107, 123. «Bonos de la Reforma Agraria», 64, 100.
reformas sociales, 16, 86-91, 130, 140, 172,
Pactos políticos, 133. 187, 244.
pacto Agüero-Somoza o Kupia-Kumi, Régimen de Industrias Centroamericanas
148. de Integración, 49, 50, 52.
pacto de los generales, 115. religión maya, 193, 198, 212, 218-220.
pacto del Caribe, 93. República Dominicana, 154, 173.
pacto Somoza-Cuadra Pasos, 114. Revolución Cubana, 77, 85, 116, 123, 134,
patio de Agua, 156. 137, 138, 142, 191, 192, 248.
Panamá, 24, 72, 115, 165-167, 170, 173. Revolución de 1944, 94-102, 183, 192,
Paraguay, 216. 210-212, 214, 218.
Pastora, Edén, 152. Revolución de 1948, 105.
Patterson. embajador, 99. revolución guatemalteca, 24, 60,63, 67,68,
Paz García, Policarpo, coronel. 147. 117, 118, 189, 191, 219.
280 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRlCA

Revolución Mexicana, 171. 172, 247. nacionales, 57-59, 63, 179, 180.
Reyna Barrios, 181. Tirado, Víctor, 135.
Ríos Montt. Efrafn, general, 141, 199. Tohon, Tezahuíc, 200.
Rivera, Julio Adalberto, teniente coronel. Toriello Garrido, Jorge, 96.
123-125, 127. Torres, Abelardo, 175.
Rivera, Roque J., general, 111. tratados, 47-49, 52-56, 69.
Robelo, Alfonso, 151, 152. Tratado de Asociación Económica, 51,
Rodas Alvarado. Modesto, 130. 52.
Rodríguez, Abraham, 125. Tratado General de Integración Econó­
Rodríguez Porth, José Antonio, 123. 124, mica Centroamericana, 52, 53, 68.
127. Tratado Multilateral de Libre Comercio
Román Reyes, Víctor, 114. e Integración Económica, 49-52.
Romero, Arturo, 103, 104. Trujillo, 93, 94. 247.
Romero, Carlos Humberto, general, 144, Turcios Lima, Luis Augusto. teniente, 119,
145. 135.
Rossi, Jorge, 138.
Ruiz y Ruiz, Frutos, 226, 228. Ubico, Jorge, general. 86. 95-97. 112,
177-185,188-192.194, 197,202,209,212,
Sacasa, Ramiro, 149. 246, 247.
Salazar, José Luis, 118. Ulate, Otilio, 92-94.
Sanabria, Víctor M., monseñor, 89, 92. Ungo, Guillermo Manuel, 126, 145.
Sán chez Hernández, Fidel. general. Unión Soviética, 92, 101.
125-127.
Sandino, Augusto César, 173, 174, 228. Valiente, José Francisco. 123. 124.
Santos López, coronel, 134. Venezuela, 92, 153.
Schick, René, 134, 135. Viera, Napoleón, 103.
sindicatos. 60, 61. 64, 67, 92, 95, 97, 99, Villagrán, gl·neral. 95.
106, 109, 113, 120, 121. 125, 131. 133, Vil leda Morales, Ramón, 51, 58, 109,
134, 139, 145, 148-151, 192. 128-130, 134.
Solís, Rufino, general, 108.
Somarriba, Rafael, 134. Williams Calderón, Abr.iham. lOS. 109.
Somoza Debayle, Anastasio, gem·ral,
114-116, 135, 136. Xinca, los, 215.
Somoza Debayle, Luis. 115, 116, 136.
Somoza García, Anastasio, general. 93-95, \'anez, coronel Cesar. 123.
111-115, 136, 148-151.153-155, 171.225, Ydigorns Fut·nll·s, Miguel. general. 50. 96,
229, 247. 99, 118, 119, 191, 192.
Suiza, 101,216. Yon Sosa, Man.·o Antonio, 119.

Tierras,14, 19-21. 24. 28, 33, 35, 61-63, 66, Zdaya Rodrigut·1.. Armk·ar 147.
100, 103, 187, 196, 213, 214, 223. Zúi\iga Augustinus. Ricardo, tt•ni1..•nte \'.'O­

comunales, 179, 180, 183, 188, 211 ronel, 130, 133.


cjidales, 57-59, 180, 211. Zuúiga Huet,•, Angel. IOS.
ÍNDICE

NOTA PRELIMINAR
Héctor Pérez Brignoli ............................................................................... 9

CAPÍTULO 1. EL DESARROLLO ECONÓMICO


Alfredo Guerra Borges .............................................................................. 13

EL ESCENARIO INICIAL.................................................................................... 14

Los AÑOS DE LA EXPANSIÓN ACELERADA .. .....•.................•..•............... .. ....... ...... 16


La expansió11 de la producción agropecuaria ............................................ 19
Los cultivos de exportació11 tradicio,zal ..................................................... 22
Los nuevos cultivos ................................................................................... 26
Algodón............................................................................................... 27
Caña de azúcar.................................................................................... 30
Ganadería............................................................................................ 32
Consecuencias sociales de los 1111evos c11ltivos .......................................... 34
º
El desarrollo i11dustn al en los mios de e.i:pa,1sin11 acelerada ..................... 37
El desmTollo de la i11tem1ediación fi11a11ciaa ............................................ 4t
Los bancos centrales........................................................................... 42
Los bancos con1erciales ...................................................................... 44
Otros intermedialios financieros ............................................... ........ 44
El crédito bancario ........................ ...................... ............................... 46
El Mercado Con11í11 Ce1ztroa111ericmzo ....................................................... 47

Los PROBLEMAS AGRAR1os .........................................•.....•...............•.............. 57


La re(omza agraria e11 Holl(lzzras ............................................... :............... 57
La reforma agraria en G11ate11wla.............................................................. 60
La ley de ref onna agraria ................................................................... ti2
La contrapropuestaterrateniente ...................................................... 64
282

Los beneficios de la reforma agraria .. ........ ..... ........... ............ ........... 64


Conflicto social, poder y refonna agraria..................................... ..... 66

Los AÑOS DE CRECIMIENTO PERTURBADO·························································· 68


Una e conomfa bajo signos contradictorios ....................................... . . . ..... 68
La inflación y sus efectos .............. ............................................................. 69
El repunte de las exportaciones ............ .................. ............. ........ .............. 71
El deterioro del Mercado Común ............................................................... 72
El empalme con los ai'ios ochenta: la deuda extenra ............. .................... 74

CoNCLUSJONES .............................................................................. .... ............ 77

NOTAS.......................................................................................................... 79

CAPÍTULO 2. LA POLÍTICA
Manuel Rojas Bolaños ................... .......................... ................................. 85

LA POSGUERRA Y LOS INTENTOS DE MODER."-12.AClÓN POUTICA (1944-1959)............. 86


Costa Rica: los vientos re(on11istas ............................................................ 87
La Revolució11 de 1944 e11 Guatemala....................................................... 95
El Sall'ador: el Golpe de /ns Mayores ...... .... ........... ........ ................ ............ l 02
Ho11d11ras: 1m ejemplo de tra11sició11 ordenada .. ..... ....... . . ......................... l OS
La Nicamg11a de So1t10::.a: el asce11so de la ,Ji11a.,;t{a ....... . . . ............... ......... lll

REACCIÓN Y KF.VOLUCJÚN: LAS Ll'CIIAS CAMHIAN rn: CARACTTR ( l 9S9- t 9c,9) ••••••..•.• l 16
La co11trarre1•0/ució11 guatemalteca........................................................... l 17
El Sall'adnr: los /Í/ti111os i11te11tos re{om1i.,tas ............................ ............... 123
/1011d11 ras: re(or111is1110 "/i/Jcra/" v ri..fom1ismo militar . ... ................ .......... 128
Nicamgua: el i11icio de la �11errilla ..... .......................... ........ ......... . ............ 133
Costa Rica: 111Í eje111plo d,• <''>tohili::.ació11 social........................................ 136

Los NUEVOS ACTORES SOCIALES l t 970. J 979) ••••·· .......................... •••······•••••··•••· .. 139
El Estado militar e11 G11atemala ............................................................. ... 140
El Salmdor: hacia la g11erra civil............................................................... 142
El re{un11is111n 111ilitar en flow!itras ................................................. ......... 145
ú1 Nicaragua Je Somo:.:a: el dt•rr1m1he de la di11a:>tw ............................... 148
Costa Rica: la crisis de 1111 111oddo de des annllo .................. .. ...... .. ........... 156

NOTAS.......................................................................................................... 158
283
CAPÍTULO 3. ETNIAS Y SOCIEDADES (1930-1979)
Rkhard N. Adams ..................................................................................... 165

Dos "TRADICIONES 11 DE CONQUISTA ................................................................... 165


Patrones precolonzbinos ............................................................................ 165
Divergencias de la Conquista..................................................................... 166
La "tradición de conquista" de Mesoamérica ................................. ........... 168
La "tradición" del sureste ........................................................................... 170

LA "TRADICIÓN" MESOAMERICANA (1930-1979) .................................. ................. 172


Etnicidad y Estado en El Salvador............................................................ 172
La situación en 1930 ........................................................................... 172
La matanza en El Salvador ................................................................ 173
Antes de la matanza............................................................................ 175
Etnicidad y Estado en Guatemala ............................................................. 177
El Estado de Ubico .. .... .................... .......... ............ ............................. 177
La era revolucionaria (1944-1954) ..................................................... 183
Haciéndolo solos (1954-1970) .;.......................................................... 189
Un camino de colisión (1970-1979) .................................................. 198
La cambiante población maya................................................................... 202
El crecimiento de la población maya................................................. 202
La polarización geográfica de las etnias............................................ 203
Cultura indígena mesoamericana e identidad ........................................... 210
Cultura, simbolismo e identidad........................................................ 210
Comunidad.......................................................................................... 211
Lenguaje .......................... .................................................................... 215
Vestido ....................... ..................... ............... . .. . ............. ..................... 216
Religión ................................................................................. .............. 2 18

11
LAS 11TRADICIONES DEL SURESTE Y DEL CARIBE (1930-1979)
Charles R. Hale ............... ........................................... ............................... 220
Las etnias de la vertiente atlántica............................................................. 224

NOTAS................................ ............................... ........................................... 232

APÉNDICE 1. EL PROBLEMA DE LA HISTORIA


DE LA POBLACIÓN MAYA
Richard N. Adams ..................................................................................... 245

APÉNDICE 2. REFLEXIONES PARA TERMINAR


Héctor P érez Brignoli ............................................. · ..·······......·.... ·.. ·.... ·· · ·· 247
284

APÉNDICE 3. ORGANIZACIONES E INSTITUCIONES ...................... 251

BIBLIOGRAFÍA ..... .... .............. ................................................................. 259

COLABORADORES DEL TOMO V ......................................................... 271

LISTADO DE FIGURAS............................................................................ 273

ÍNDICE ANALÍTICO................................................................................. 275

ÍNDICE...................................................................................................... 281

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